TSJ-SPA. 2021-04-15. Sent. No. 00061. Luis Miguel Mulet Molina C. Embajada de Los Estados Unidos de América

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SALA POLÍTICO-ADMINISTRATIVA

Magistrada Ponente BÁRBARA GABRIELA CÉSAR SIERO

Exp. Nro. 2017-0856

Adjunto al Oficio Nro. 7.253/2017 de fecha 11 de octubre de 2017, recibido en esta Sala el 18 del mismo
mes y año, el Tribunal Cuadragésimo Tercero de Primera Instancia de Sustanciación, Mediación y Ejecución del
Circuito Judicial del Trabajo del Área Metropolitana de Caracas remitió el expediente contentivo de la demanda
por indemnización de daño moral interpuesta por la abogada Virginia del Valle Graterol Fernández y el abogado
Pedro R. Álvarez A., inscrita e inscrito en el INPREABOGADO bajo los Nros. 93.239 y 20.473, respectivamente,
actuando en su carácter de apoderados judiciales del ciudadano LUIS MIGUEL MULET MOLINA, titular de
la cédula de identidad Nro. 13.291.435, contra la EMBAJADA DE LOS ESTADOS UNIDOS DE AMÉRICA.

La remisión se efectuó en virtud del recurso de “apelación” interpuesto por la representación judicial del
demandante contra la decisión dictada por el tribunal remitente el 27 de septiembre de 2017, en la que declaró la
falta de jurisdicción del Poder Judicial venezolano frente al juez extranjero para conocer la demanda incoada.

En fecha 16 de noviembre de 2017 se dio cuenta en Sala y se designó como Ponente a la


Magistrada BÁRBARA GABRIELA CÉSAR SIERO, a los fines de decidir la “consulta de jurisdicción”.

Mediante Oficio Nro. 7.470/2017 del 20 de octubre de 2017, recibido el 31 de ese mismo mes y año, el
tribunal de la causa remitió comprobante de recepción y diligencia del 17 de octubre de 2017, suscrita por la
apoderada judicial del actor, en la cual solicita se emita un pronunciamiento respecto al recurso de “apelación”
incoado.

En sesión de Sala Plena del 5 de febrero de 2021, de conformidad con lo establecido en el artículo 20 de
la Ley Orgánica del Tribunal Supremo de Justicia, se reeligió la Junta Directiva de este Máximo Tribunal,
quedando integrada esta Sala Político-Administrativa de la forma siguiente: Presidenta, Magistrada María
Carolina Ameliach Villarroel; Vicepresidenta, Magistrada Bárbara Gabriela César Siero; el Magistrado Inocencio
Antonio Figueroa Arizaleta; el Magistrado Marco Antonio Medina Salas y la Magistrada Eulalia Coromoto
Guerrero Rivero.

Revisadas las actas que componen la presente causa, pasa esta Sala a decidir conforme a los razonamientos
siguientes:
I
ANTECEDENTES

Mediante escrito presentado en fecha 1° de diciembre de 2011 ante la Unidad de Recepción y Distribución
de Documentos (U.R.D.D.) del Circuito Judicial del Trabajo del Área Metropolitana de Caracas, la abogada
Virginia del Valle Graterol Fernández y el abogado Pedro R. Álvarez A., actuando en su carácter de apoderados
judiciales del ciudadano Luis Miguel Mulet Molina, todos previamente identificados, interpusieron demanda por
indemnización de daño moral contra la Embajada de los Estados Unidos de América, con fundamento en los
siguientes argumentos:

Indicaron que “ingresó a prestar servicios personales de carácter laboral en forma ininterrumpida y
subordinada para la Embajada de los Estados Unidos de América (…), el 1° de abril de 1996 y desde entonces
y hasta su fecha de egreso el 13 de diciembre de 2010, desempeñó distintos cargos administrativos y de
representación, entre éstos el de especialista en asuntos agrícolas y especialista comercial (bajo la supervisión
y subordinación del Agregado Agrícola y del Agregado Comercial) y el de Presidente de la Asociación de
Empleados Nacionales de la Embajada (…), percibiendo como último ingreso salarial una remuneración anual
de cincuenta y cuatro mil quinientos noventa y un dólares estadounidenses (USD 54.591,00) (…), una parte en
forma quincenal a razón de mil trescientos veinte y dos dólares con setenta centavos (USD 1.322,70) y la otra en
forma de bonos periódicos por un monto de veinte y dos mil ochocientos cuarenta y seis dólares con veinte
centavos (USD 22.846,20)” (sic).

Aseveraron que su mandante “a lo largo del vínculo de trabajo, que duró más de catorce (14) años,
siempre mantuvo con los representantes patronales una relación armoniosa y, gracias a su eficiencia y buen
desempeño llegó a ocupar uno de los cargos más altos y de mayor confianza en el escalafón de la nómina de
empleados nacionales de la Embajada (…), y tenía bajo su responsabilidad los asuntos de índole comercial e
industrial; así como la de asesorar y prestarle apoyo no sólo al Embajador, sino también al Consejero Comercial
y al Agregado Agrícola”.

Expusieron que su representado “estaba a cargo de organizar, planificar y administrar los programas
comerciales con el objeto de facilitar la entrada de productos y servicios estadounidenses al mercado venezolano;
la responsabilidad de observar y monitorear -en todo el país- los sectores automotriz, de maquinarias y
materiales de construcción, maquinaria industrial, equipos de logística, equipos y suministros de seguridad,
servicios turísticos, biotecnología (…) y negocios agrícolas; la elaboración de estudios de mercado y la
investigación comercial; investigar denuncias de exportadores estadounidenses y recomendar las posibles
soluciones; mantener una gama de contactos de alto nivel en las áreas comercial, industrial e institucional de
Venezuela y los organismos de desarrollo económico del gobierno de los Estados Unidos” (sic).

Destacaron que las referidas tareas “fueron cumplidas con la máxima eficiencia y un alto sentido de
responsabilidad que le merecieron reconocimientos, elogios y premios otorgados por cinco (5) Embajadores
estadounidenses”.

Narraron que el 10 de diciembre de 2010, su representado “llegó a la sede de la Embajada de los Estados
Unidos de América (…), y (…) lo esperaba el Agregado del Departamento de Seguridad de la Embajada (…) y
sin informarle previamente de que se trataba, le pidió (…) que lo acompañara a su oficina (…) [donde se
le] requisó (…) [y luego se le] condujo a una habitación contigua donde los esperaba otra persona (…)
[quien] se identificó como (…) funcionario del Federal Bureau of Investigation (FBI) (…) y le informó (…) que
estaba bajo investigación (…); y que si colaboraba con el interrogatorio, entonces (…) lo iba a ayudar a no ir a
juicio penal y que (…) iba a impedir que [su] mandante fuera enjuiciado y llevado a la cárcel” (sic) (agregados
de la Sala).

Sostuvieron que ese primer interrogatorio “tuvo una duración de más de seis (6) horas continuas sin
descanso alguno y sin que se permitiera en ningún momento a [su] representado comunicarse con su familia, ni
salir del cuarto donde estaba retenido, lo que [lo] dejó (…) física y mentalmente exhausto, completamente
agotado y literalmente al borde del colapso dada la fuerte presión psicológica a que fue sometido sin piedad
alguna”, y que en el mismo se le tildó “de delincuente, de estar en connivencia con (…) en el supuesto negocio
de la venta de visas americanas” (sic) (agregados de la Sala).

Continuaron relatando que el “13 de diciembre de 2010, [su] representado llegó a la Embajada (…) y no
le permitieron entrar al estacionamiento de empleados (…) [ni tampoco] le dieron acceso inmediato como era
usual y le correspondía en su condición de empleado de la Embajada; tuvo necesariamente que
esperar (…) hasta que vino a su encuentro el agente policial de la Embajada (…), quien le informó que el
interrogatorio tenía que continuar (…) [en] esta oportunidad [su] representado se encontró dentro del mismo
sitio destinado para el sometimiento a interrogatorio, con otro funcionario, quien nunca se identificó, salvo aludir
que era agente del FBI, éste comenzó (…) calificando [a su mandante] como un individuo execrable e indigno de
trabajar en la Embajada de Los Estados Unidos de América en Venezuela; lo acusó directamente de ayudar a
narcotraficantes y terroristas consiguiéndoles visas americanas; y en tono desafiante y prevalido le dijo que
colaborara si quería salir bien parado de ese trance” (sic) (agregados de la Sala).

Indicaron que en “la supuesta investigación de ese día (…) [que duró] más de seis (6) horas (…) su
mandante fue obligado a soportar vejámenes, insultos, ofensas y burlas, causándole graves daños a su integridad
personal; además de que estuvo nuevamente incomunicado, privado absolutamente de su libertad y sin que se le
permitiera ingerir algún tipo de alimento o salir siquiera por un momento del sitio de reclusión, hasta que por
fin (…) [se] le ordenó (…) que pasara por la Oficina de Recursos Humanos y ahí el (…) Jefe de la oficina, le
informó que estaba despedido. Luego fue acompañado por un infante de Marina hasta la oficina
que [su] representado venía ocupando, y allí el uniformado le dio órdenes a [su] poderdante, mientras le
apuntaba con un arma de fuego, que disponía de cinco (5) minutos para recoger todos sus efectos personales;
transcurrido ese tiempo (…) fue escoltado nuevamente hasta la puerta de salida de la Embajada” (sic)
(agregados de la Sala).

Señalaron que la mencionada “‘investigación’ (…) devino en un detestable mecanismo de vasallaje y


tortura para con [su] poderdante, que violó elementales derechos inherentes a su condición humana, no permitió
identificar hecho alguno ni prueba alguna de los supuestos delitos que le incriminaron” (agregado de la Sala).

Enfatizaron que “tales hechos jamás pudieron haberse producido por cuanto la labor de [su] mandante
en la Embajada de Los Estados Unidos de América en Venezuela, encuadra en la descripción de los cargos y
funciones que ejerció durante catorce años y nueve meses (…) en ningún momento estuvo relacionada con la
emisión de visas, pues esa actividad está reservada a funcionarios consulares estadounidenses, sin que puedan
intervenir en ella empleados nacionales de la Embajada” (agregado de la Sala).

Señalaron que “el Departamento de Seguridad de la Embajada dictó un curso con carácter obligatorio
para un grupo de alrededor de 400 empleados que trataba sobre los diferentes tipos de fraude de visas (…) tres
altos funcionarios de la Embajada, en la misma línea acusatoria y de descredito -completamente gratuita- en
contra de [su representado], dirigiéndose a la concurrencia (…), citaron -con nombre y apellido y sin ninguna
salvedad- en varias oportunidades y en días consecutivos, como ejemplo de fraude, el que había cometido [su
mandante]” (sic) (agregados de la Sala).

Adujeron que el 11 de mayo de 2011 “justo cuando [su] mandante entraba en una etapa de ascenso en la
recuperación de su salud, afectada por todas las dolencias morales que le habían causado el tratamiento
indecoroso y vejatorio que le habían dado en la Embajada, recibió un correo electrónico enviado por el (…) Jefe
de Recursos Humanos de la Embajada (…) informándole que su visa de turista y de negocios había sido
revocada, por, entre otros graves delitos, crímenes de tráfico de visas y crímenes de depravación moral” (sic)
(agregado de la Sala).
Advirtieron que “las falsas acusaciones que se le imputaron a [su] representado han provocado daños
irreparables en su persona y en su esposa e hijas y seguramente tendrá repercusiones en su vida futura pues no
solo se vulneró su impecable reputación y su reconocida trayectoria profesional en esa Misión Diplomática, sino
que tal agravio trasciende a su círculo personal y social pues afecta también su esfera laboral y sus relaciones
en general” (sic) (agregado de la Sala).

Aseveraron que su mandante “ha devenido en una víctima que ha sufrido un incalculable daño moral y
psíquico como consecuencia directa de las lesiones a su integridad y dignidad (…) ello origina por ende a favor
de [su] representado como agraviado (…) un resarcimiento o la reparación de ese daño causado (…), cuyo pago
formalmente [demandan] (…) de su patrono la Embajada de Los Estados Unidos de América y que (…)
[estiman] en la cantidad de OCHO MILLONES QUINIENTOS MIL BOLÍVARES (Bs. 8.500.000,00)” (sic)
(destacado del escrito, agregados de la Sala).

Finalmente solicitaron que la demanda sea admitida y declarada con lugar.

Por auto del 8 de diciembre de 2011, el Tribunal Vigésimo Séptimo de Primera Instancia de Sustanciación,
Mediación y Ejecución del Circuito Judicial del Trabajo del Área Metropolitana de Caracas, órgano al cual le
correspondió conocer de la causa previa distribución, admitió la demanda interpuesta y ordenó emplazar
“mediante cartel de notificación a la parte demandada EMBAJADA DE LOS ESTADOS UNIDOS DE AMÉRICA,
en la persona del ciudadano JAMES J. DERHAM, en su carácter de Encargado de Negocios de los Estados
Unidos de América en Venezuela” (sic) (agregado de la Sala).

En fecha 5 de mayo de 2015, el referido Juzgado ordenó reponer la causa el estado de admisión, toda vez
que por error material se ordenó notificar al encargado de negocios de la aludida Embajada en forma personal y
solidaria sin tener este el carácter de accionado.

El 30 de junio de 2015, se celebró la audiencia preliminar ante el Tribunal Cuadragésimo Tercero de


Primera Instancia de Sustanciación, Mediación y Ejecución del Circuito Judicial del Trabajo del Área
Metropolitana de Caracas el cual, por decisión del 7 de julio del mismo año, ordenó practicar nuevamente la
notificación de la parte demandada, toda vez que no le fueron otorgados los privilegios procesales que le
correspondían.

Por escrito del 13 de marzo de 2017, los abogados Victorino Márquez y Alejandro Disilvestro, inscritos
en el INPREABOGADO bajo los Nros. 47.660 y 22.678, respectivamente, actuando en su carácter de apoderados
judiciales de los Estados Unidos de América, alegaron la falta de jurisdicción del Poder Judicial venezolano para
decidir el presente asunto en atención “a la prerrogativa procesal de inmunidad de jurisdicción reconocida a los
Estados soberanos” dado, entre otros aspectos, la naturaleza de la pretensión del actor.

Mediante decisión del 16 de marzo de 2017, el tribunal de la causa negó la solicitud planteada por la parte
accionada conforme a los razonamientos siguientes:

“No obstante el pronunciamiento emitido por este Tribunal en fecha 07 de julio de 2015, en
relación a la notificación de la demandada, debe señalarse en la presente oportunidad, que
en el procedimiento ordinario laboral, establece la Ley Orgánica Procesal del Trabajo,
artículo 129, in fine, que en la audiencia preliminar, y se entiende con mayor razón que
también antes de su celebración, no se admitirá la oposición de cuestiones previas, y debe
entenderse también, de cualquier otro asunto que configure una excepción previa o dilatoria
(del latín ‘dilatum’: ‘corregir’) en relación a la demanda incoada, ya admitida (esto es,
superado el despacho saneador de apertura) y su desiderátum procesal, para que sean
resueltos en esta primera fase del procedimiento; ya que, en intención del legislador, las
mismas no tienen por objeto destruir la acción del actor sino sólo retardar la entrada en
juicio, por ende la ratio legis de la señalada norma que las prohíbe.
En tal sentido, lo que en realidad se prohíbe en la Ley adjetiva laboral es generar un
procedimiento incidental, in principio quaestionis, para que sea dirimido antes de la
audiencia preliminar, la promoción de pruebas o de la contestación de la demanda, esto es,
in limine litis, su finalidad por tanto es lograr celeridad procesal; no obstante, ello no impide
que la demandada o demandados aleguen en la audiencia preliminar vicios procesales que
tengan tal naturaleza y puedan ser decididos o corregidos, de ser el supuesto, por el Juez de
la mediación a través de un segundo despacho saneador, a tenor de lo establecido en el
artículo 134 de dicha Ley; o, en todo caso, ya que la audiencia preliminar tampoco tiene
por objeto fijar el thema decidendum ni determinar explícitamente los hechos
controvertidos, sean opuestos en la contestación de la demanda (art. 135, ibídem) para que
sea el Juez de Juicio quien las decida en el fallo correspondiente. Asuntos, excepciones o
cuestiones previas que, en ningún caso, podrán ser dilucidadas en un trámite procedimental
ad hoc por el Tribunal de primera instancia en fase de sustanciación, mediante una sumaria
cognitio.

En relación a este aspecto, si los fundamentos de hecho y derecho que informan la causa
petendi y el petitum de la demanda se basan en unas circunstancias o supuestos frente a los
cuales el Tribunal de sustanciación en lo laboral, ante al cual se ha incoado la acción, la ha
admitido al considerar que no son contrarias a derecho o a alguna disposición expresa de
la Ley, bajo la presunción de buena fe y certeza hasta prueba en contrario en la oportunidad
procesal correspondiente; y, en lo estrictamente procesal, se han cumplido con los extremos
señalados en el artículo 123, de la Ley adjetiva laboral, no podrá a solicitud de la
demandada, in limine litis, esto es, antes de que surja el contradictorio, como antes se indicó,
pronunciarse sobre los mismos sin que tal decisión no resulte como si el juez de la
sustanciación se estaría inmiscuyendo en la relación jurídica de una manera en que la
accionante no previó al incoar la acción esgrimida; o incongruente, principio que prohíbe
al juez expedirse a favor o en contra de una de las partes, calificar, conceder o negar algo
distinto a lo solicitado por la demandante o reemplazar los supuestos invocados por otros
diferentes; todo ello, antes de trabarse la litis.

En el presente caso, por las consideraciones antes establecidas, si del acervo probatorio
tempestivo y pertinente, esto es, debidamente acreditados en el proceso, y su valoración en
sana crítica en la oportunidad procesal correspondiente, resulta que hay elementos de
convicción, o por cualquier otro motivo subsistente la demandada resulta no ser imputable
bajo la jurisdicción de los Tribunales Laborales de la República Bolivariana de Venezuela,
como una consecuencia de la igualdad entre Estados (par in parem non habet jurisdictionen)
principio universal de Derecho Internacional, que a su vez deriva de la subjetividad jurídica
y constituye, tal como se plantea al tener que valorarse la naturaleza jurídica de la actuación
del sujeto de Derecho Internacional Público de que se trate y que conlleva a la consecuencia
de afirmarse que se acoge el principio de inmunidad de jurisdicción cuando se trata de actos
soberanos (acta iure imperii); mientras que cuando se esté en presencia de actos mercantiles
o de derecho privado (acta iure gestionis), la inmunidad no podrá ser invocada, son
cuestiones de fondo que no pueden ni deben ser resueltas incidentalmente en el
procedimiento laboral en la presente fase, como antes quedó analizado; asimismo, en cuanto
a la declaratoria ‘de oficio’ de falta de jurisdicción, establece el segundo aparte del artículo
59 del Código de Procedimiento Civil, que: “En cualquier otro caso, (y este lo es) mientras
no se haya dictado sentencia sobre el fondo de la causa en primera instancia, la falta de
jurisdicción sólo podrá declararse a solicitud de parte.”

En conclusión, este Tribunal considera que al cumplirse con los extremos de Ley al
notificarse a la demandada, los ESTADOS UNIDOS DE AMÉRICA, se tiene debidamente
notificado para que mediante sus representantes judiciales, esgrima los alegatos y defensas
de hecho y de derecho que estime pertinentes en la oportunidad procesal correspondiente,
por lo que se NIEGA lo solicitado” (sic).

Contra la referida decisión, la representación judicial de la parte demandada interpuso recurso de apelación
en fecha 21 de marzo de 2017.

El 27 de marzo de 2017, se celebró la audiencia preliminar a la cual asistieron las partes, con la expresa
salvedad por parte de la accionada que su comparecencia fue con el único propósito de insistir en la alegada falta
de jurisdicción, dicho planteamiento fue ratificado en escrito del 3 de abril del mismo año.

Mediante auto del 4 de abril de 2017, el Tribunal de la causa señaló que no emitiría pronunciamiento
respecto al argumento expuesto por los apoderados judiciales de la accionada toda vez que ya lo había hecho
anteriormente. De igual forma, en esa misma fecha se declaró concluida la sustanciación del presente asunto y se
ordenó su remisión al Juzgado de Primera Instancia de Juicio respectivo.

Cumplido con el trámite de la distribución de causas, le correspondió conocer del presente asunto al
Tribunal Noveno de Primera Instancia de Juicio del Circuito Judicial del Trabajo del Área Metropolitana de
Caracas, el cual por auto del 26 de abril de 2017, fijó oportunidad para la celebración de audiencia de juicio.

Mediante diligencia del 4 de julio de 2017, la representación judicial de la parte accionada solicitó se
dejara sin efecto la audiencia de juicio pautada en el caso de autos, toda vez que el Tribunal Superior Cuarto del
mismo Circuito Judicial declaró con lugar la apelación interpuesta contra la decisión dictada por el Tribunal
Cuadragésimo Tercero de Primera Instancia de Sustanciación, Mediación y Ejecución del Circuito Judicial del
Trabajo del Área Metropolitana de Caracas en fecha 16 de marzo del mismo año y repuso la causa al estado en
que dicho órgano jurisdiccional decida sobre la falta de jurisdicción opuesta.

En virtud de lo antes señalado, el 10 de agosto de 2017 se ordenó la remisión del expediente.

Por decisión del 27 de septiembre de 2017 el Tribunal Cuadragésimo Tercero de Primera Instancia de
Sustanciación, Mediación y Ejecución del Circuito Judicial del Trabajo del Área Metropolitana de Caracas,
declaró la falta de jurisdicción del Poder Judicial venezolano para decidir la demanda interpuesta, en atención a
los razonamientos siguientes:

“(…) En estricto acatamiento de la sentencia dictada en fecha 7 Julio de 2017, por el


Juzgado Superior Cuarto del Circuito Judicial del Trabajo del Área Metropolitana de
Caracas, sin entrar a valorar los alegatos de fondo esgrimidos por las partes a fin de
fundamentar o enervar la pretensión que informa la presente causa, respectivamente, no
obstante lo expresado en la decisión que se tomó en fecha 16 de Marzo de 2017;y, bajo el
orden de ideas antes señalado, este Tribunal considera, ante la jerarquía y representación,
reconocida por las partes, que ostentaba el ciudadano LUIS MIGUEL MULET MOLINA,
ya identificado, en la relación laboral que ejerció en y para la misión diplomática de los
ESTADOS UNIDOS DE AMÉRICA, y por cuanto no estamos en presencia de una
reclamación laboral de derechos, beneficios o indemnizaciones que abarquen y/o penetren
el ámbito prestacional social ordinario o extraordinario de dicha relación o contrato de
trabajo protegidos, amparados y desarrollados como derechos fundamentales, territoriales
e irrenunciables, entre otros principios, por nuestra Constitución y legislación sustantiva y
adjetiva laboral, sino de un supuesto de hecho basado en la conducta o trato que se alega
haber ejercido contra su persona por funcionarios de ese Estado, en relación a aspectos
inherentes a su soberanía, como lo es todo lo relacionado con el otorgamiento de visas, y
que derivó en la reclamación de una indemnización por daño moral, sin incidencia por lo
demás, que este Tribunal conozca, de una acción penal por hecho ilícito de tal naturaleza
que le haya sido imputada a alguna persona relacionada; es por lo que quien decide
considera que el supuesto de hecho que informa la demanda se subsume en el ámbito de las
funciones o actos soberanos del Estado, denominadas en la doctrina del Derecho
Internacional, acta iure imperii, por lo que en el presente caso nos encontramos en presencia
de una falta de Jurisdicción, y en consecuencia resulta forzoso para quien aquí decide
DECLARAR LA FALTA DE JURISDICCION DEL PODER JUDICIAL frente al Juez
Extranjero, para conocer el presente asunto (…).

Como consecuencia de lo antes declarado, de conformidad con los artículos 59 y 62 del


Código de Procedimiento Civil, en concordancia con el artículo 57 de la Ley de Derecho
Internacional Privado, ordena la remisión inmediata del expediente de la causa a la SALA
POLÍTICO ADMINISTRATIVA DEL TRIBUNAL SUPREMO DE JUSTICIA, a objeto de la
consulta obligatoria” (sic).

En fecha 28 de septiembre de 2017 la representación judicial del actor “apeló” de la aludida decisión.

El 11 de octubre de 2017, el tribunal de la causa ordenó la remisión del expediente a esta Sala en virtud
de la declarada falta de jurisdicción del Poder Judicial venezolano frente al juez extranjero de conformidad con
lo previsto en la parte in fine del artículo 59 del Código de Procedimiento Civil en concordancia con el artículo
57 de la Ley de Derecho Internacional Privado

II

CONSIDERACIONES PARA DECIDIR

De conformidad con lo establecido en el numeral 20 del artículo 23 de la Ley Orgánica de la Jurisdicción


Contencioso Administrativa, el numeral 20 del artículo 26 de la Ley Orgánica del Tribunal Supremo de Justicia
y los artículos 59 y 62 del Código de Procedimiento Civil, corresponde a esta Sala pronunciarse acerca de la
consulta elevada por el Tribunal Cuadragésimo Tercero de Primera Instancia de Sustanciación, Mediación y
Ejecución del Circuito Judicial del Trabajo del Área Metropolitana de Caracas, en razón de haber declarado la
falta de jurisdicción del Poder Judicial venezolano frente al juez extranjero en decisión del 27 de septiembre de
2017.

Sin embargo, esta Sala aprecia que mediante diligencia del 28 de septiembre del mismo año, la
representación judicial de la parte demandante “apeló” del referido fallo.

Respecto a la advertida situación, este órgano jurisdiccional ha sostenido que el recurso de apelación no
es el mecanismo idóneo para impugnar los pronunciamientos judiciales concernientes a la jurisdicción, siendo
que, conforme al Código de Procedimiento Civil, el único medio procesal para revisar una decisión relativa a la
jurisdicción para conocer de una determinada causa es el recurso de regulación de jurisdicción. (Vid., entre otras,
sentencia de esta Sala Nro. 00206 del 15 de marzo de 2017).

En atención a lo expuesto, y de la revisión de las actas procesales que conforman el expediente, se


evidencia que a través de la aludida decisión de fecha 27 de septiembre de 2017, el tribunal remitente declaró la
falta de jurisdicción del Poder Judicial venezolano para conocer la presente causa, pues estimó “que el supuesto
de hecho que informa la demanda se subsume en el ámbito de las funciones o actos soberanos del Estado”.

Ahora bien, precisado lo anterior observa la Sala de la revisión del escrito contentivo del libelo de la
demanda, que la pretensión del actor se circunscribe a lograr una indemnización en virtud del presunto daño
ocasionado por “las dolencias morales que le habían causado el tratamiento indecoroso y vejatorio que le habían
dado en la Embajada [de los Estados Unidos de América en la República Bolivariana de Venezuela]” (agregado
de la Sala), en virtud de una “‘investigación’ (…) [que] devino en un detestable mecanismo de vasallaje y
tortura (…), que violó elementales derechos inherentes a su condición humana”, lo cual le produjo “daños
irreparables en su persona y en su esposa e hijas y seguramente tendrá repercusiones en su vida futura”(sic)
(agregado de la Sala).

En ese contexto, pasa este Alto Tribunal a examinar el presente asunto a la luz de los criterios aplicables
a los casos en que la parte demandada es un Estado extranjero, siendo necesario destacar el contenido de la
sentencia Nro. 06296 del 23 de noviembre de 2005, relativa a un caso similar donde se señaló lo siguiente:

“La inmunidad de jurisdicción es el principio según el cual ningún Estado, a menos que
consienta en ello voluntariamente, puede ser sometido a la jurisdicción de los tribunales de
otro Estado. Es una consecuencia de la igualdad entre éstos (par in parem non habet
jurisdictionem), que a su vez deriva de la subjetividad jurídica y constituye un principio
universal de Derecho Internacional Privado.

Originalmente, este principio de exención de jurisdicción se expresaba en términos


absolutos; posteriormente, surgió el criterio conforme al cual si los particulares o personas
privadas extranjeras estaban sujetos a la jurisdicción de un Estado por los actos de
naturaleza comercial o industrial que realizaren en el territorio del mismo, no había razón
para que un Estado no pudiera ser sometido a la jurisdicción de otro Estado, por actos de
índole comercial o industrial.

Se estableció, igualmente, en dicho fallo, que el principio de inmunidad jurisdiccional es de


carácter relativo, vale decir, que admite excepciones según la naturaleza jurídica de la
actuación del sujeto de Derecho Internacional Público de que se trate. En general, puede
afirmarse que se acoge el principio de inmunidad de jurisdicción cuando se trata de actos
soberanos (acta iure imperii); mientras que cuando se esté en presencia de actos mercantiles
o de derecho privado (acta iure gestionis), la inmunidad no podrá ser invocada”.

En atención a lo anterior se concluyó que en Venezuela, tanto la doctrina como la jurisprudencia convergen
en que los Estados extranjeros no pueden ser demandados ante los tribunales venezolanos, si el hecho que motivó
la demanda fue producido dentro de las funciones soberanas del Estado (acta iure imperii), por el contrario, si el
Estado extranjero actuó como lo haría cualquier persona de derecho privado (acta iure gestionis), estaría sometido
a la jurisdicción de los tribunales venezolanos. Este criterio ha sido reiterado en numerosas decisiones de esta
Máxima Instancia (vid., sentencias Nros. 01972 y 01967, ambas del 19 de septiembre de 2001, 01663 de fecha
30 de septiembre de 2004, 02017 del 12 de diciembre de 2007 y 00070 del 27 de enero de 2016).

Por tanto, a juicio de esta Sala, las consideraciones expuestas en los fallos referidos, respecto del valor
relativo de la inmunidad de jurisdicción, resultan aplicables al caso concreto, toda vez que el ciudadano Luis
Miguel Mulet Molina pretende el resarcimiento del presunto daño ocasionado por “las dolencias morales que le
habían causado el tratamiento indecoroso y vejatorio que le habían dado en la Embajada [de los Estados Unidos
de América en la República Bolivariana de Venezuela]”, en virtud de una investigación adelantada en su contra
por “estar (…) en el supuesto negocio de la venta de visas americanas”, toda vez que “resultaron afectados sus
intereses, inclusive de seguridad”, siendo por ello que los tribunales venezolanos carecen de jurisdicción para
conocer y decidir la demanda incoada en virtud de la inmunidad de jurisdicción que ostenta, en este caso, el
mencionado país. Así se declara.

Así, con fundamento en lo expuesto, debe esta Sala concluir, tal como lo señaló el Tribunal remitente, que
el Poder Judicial venezolano no tiene jurisdicción para conocer la demanda por indemnización de daño moral
interpuesta por el ciudadano Luis Miguel Mulet Molina, por tanto se declara sin lugar el recurso de regulación de
jurisdicción y se confirma la decisión impugnada. Así se decide.
III

DECISIÓN

Atendiendo a los razonamientos expresados, esta Sala Político-Administrativa del Tribunal Supremo de
Justicia, administrando justicia en nombre de la República y por autoridad de la Ley, declara:

1.- SIN LUGAR el recurso de regulación de jurisdicción.

2.- Que EL PODER JUDICIAL VENEZOLANO NO TIENE JURISDICCIÓN para decidir la


demanda por indemnización de daño moral, interpuesta por la representación judicial del ciudadano LUIS
MIGUEL MULET MOLINA, contra la EMBAJADA DE LOS ESTADOS UNIDOS DE AMÉRICA situada
en territorio de la República Bolivariana de Venezuela.

3.- Se CONDENA en costas a la parte demandante de conformidad con los artículos 274 y 276 del Código
de Procedimiento Civil, por haber resultado vencida en la presente incidencia.

En consecuencia se CONFIRMA la decisión dictada por el Tribunal Cuadragésimo Tercero de Primera


Instancia de Sustanciación, Mediación y Ejecución del Circuito Judicial del Trabajo del Área Metropolitana de
Caracas, en fecha 27 de septiembre de 2017.

Publíquese, regístrese y comuníquese. Cúmplase lo ordenado.

Dada, firmada y sellada en el Salón de Despacho de la Sala Político-Administrativa del Tribunal Supremo
de Justicia, en Caracas a los catorce (14) días del mes de abril del año dos mil veintiuno (2021). Años 210º de la
Independencia y 162º de la Federación.

La Presidenta,
MARÍA CAROLINA AMELIACH VILLARROEL
La Vicepresidenta-Ponente,
BARBARA GABRIELA CÉSAR SIERO
El Magistrado,
INOCENCIO ANTONIO FIGUEROA ARIZALETA
El Magistrado,
MARCO ANTONIO MEDINA SALAS
La Magistrada,
EULALIA COROMOTO GUERRERO RIVERO
La Secretaria,
CHADIA FERMIN PEÑA

En fecha quince (15) de abril del año dos mil veintiuno, se publicó y registró la anterior sentencia
bajo el Nº 00061

La Secretaria,

CHADIA FERMIN PEÑA

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