Edison Timbe Maskana 7102
Edison Timbe Maskana 7102
Edison Timbe Maskana 7102
1, 2016
Ruth Clavijo, Claudio López, Cristina Cedillo, Catalina Mora, William Ortiz
Facultad de Psicología, Universidad de Cuenca, Cuenca, Ecuador.
Autora para correspondencia: [email protected]
Fecha de recepción: 20 de octubre 2015 - Fecha de aceptación: 17 de marzo 2016
RESUMEN
La definición de educación inclusiva durante años ha sufrido importantes cambios, los cuales finalmente
llevaron a visualizar que la educación es un derecho para todos. El presente estudio analizó actitudes
de los profesores hacia la educación inclusiva en escuelas primarias públicas y privadas de la ciudad de
Cuenca. La metodología fue de tipo transversal cuantitativa, utilizando una adaptación del cuestionario
de Tárraga et al. (2013). Esta versión modificada fue aplicada para estudiar una población de 650
docentes, seleccionados en base al método probabilístico estratificado. Después de un análisis
preliminar de la confiabilidad y dimensionalidad del cuestionario, la escala se redujo de veinte y cinco
a quince ítems, y de cuatro a tres componentes. Los resultados revelaron que los profesores en general
tienen una actitud indiferente tendiendo a favorable hacia la educación inclusiva. Se encontró que
actitudes más positivas están asociadas a docentes jóvenes con pocos años de servicio. No se encontró
una relación significativa entre actitud y sexo, pero se encontró una asociación con la capacitación, su
nivel de educación y experiencia previa con niños de educación inclusiva y el apoyo institucional
(público o privado). Sin embargo, los grupos de comparación fueron desiguales en tamaño,
posiblemente los resultados no podrían ser generalizados.
Palabras clave: Educación inclusiva, actitudes, sexo, edad, capacitación, años de servicio.
ABSTRACT
The definition of inclusive education underwent over the years important changes, which finally led to
the denotation that education is a right for everyone. The research, presented in this paper, examined
teachers’ attitudes towards inclusive education in public and private elementary schools in the city of
Cuenca. The methodology consisted of a cross-sectional quantitative observational survey using the
questionnaire of Tárraga et al. (2013). A modified version of this questionnaire was subjected to a study
population of 650 docents, selected on the basis of a stratified probabilistic method. After a preliminary
analysis of the reliability and the structural scale of the questionnaire, the item scale and components of
the questionnaire were reduced respectively from twenty to fifteen, and from four to three. Results
revealed that teachers in general have a nonchalant, tending to favorable, attitude towards inclusive
education. It was found that the more positive attitude is associated with the younger generation of
docents with few years of service. No significant relationship between attitude and sex of teachers was
found; but an association with the training area of the docents, their educational level, and previous
experience with inclusive child education and institutional support (public or private) was found.
However, given the groups were of unequal size, results presumably not generalize to a wide range of
similar situations.
Keywords: Inclusive education, attitudes, sex, age, training, years of teaching.
1. INTRODUCCIÓN
que todo ser humano tiene; personas educadas crean mejores sociedades. La búsqueda de una educación
sin exclusiones es un imperativo ético, y a la vez un continuo proceso. Demandar una educación para
todas y todos sin exclusiones de ningún tipo es parte de la lucha por una sociedad más equitativa, y en
ese proceso la educación inclusiva constituye un pilar fundamental de la inclusión social (Ainscow &
Miles, 2008; Barton, 2011; Echeita, 2004; Echeita & Sandoval, 2002; Opertti & Belalcázar, 2008;
Parrilla, 2002).
La educación inclusiva no se concretiza simplemente porque se encuentre en la normativa
internacional y marco legal de cada país, son los docentes quienes lo hacen posible. Una destacada línea
de investigación tiene que ver con las actitudes, creencias o percepciones de los docentes (Cardona,
2001). Esta línea ha sido abordada desde diferentes marcos teóricos y con diferentes terminologías
(Álvarez et al., 2005; Center & Ward, 1987; Chiner, 2011; Damm, 2014; Hastings & Oakford, 2003;
Padeliadu & Lampropoulou, 1997). En términos generales podríamos decir que existen dos modelos,
con nombres diferentes de acuerdo con los autores, alrededor de los cuales gira la terminología de la
educación inclusiva: el modelo del déficit o médico y el modelo social o de los derechos (Barton, 2011).
El modelo del déficit abarcaría las tres primeras etapas: exclusión, segregación e integración,
planteadas por Parrilla (2002). El modelo de los derechos correspondería a la etapa de la
reestructuración, es decir, de la educación inclusiva, propuesta por la misma autora.
Para el presente estudio la concepción de actitud es considerada desde una perspectiva general. En
este sentido la actitud se define como un punto de vista individual o la disposición hacia un objeto en
particular que puede ser una persona, una cosa, una idea, etc. (Gall et al., 1996, citado en de Boer et al.,
2011). Además la actitud estaría integrada por tres componentes: cognitivo, afectivo y conductual
(Eagly & Chaiken, 1993 & Triandis, 1971, citado en de Boer et al., 2011). En el componente cognitivo
se encuentran las creencias sobre un objeto particular; a las creencias les subyace una carga emotiva;
las creencias y las emociones llevan a una conducta concreta que visualizan a la actitud. Las actitudes
se forman a lo largo de la vida, en la adultez es mucho más difícil cambiar actitudes, es por eso que si
desde la niñez aprendemos a convivir con la diferencia, la aceptación de los otros será más fácil.
Los artículos de Avramidis & Norwich (2004) y de Boer et al. (2010) revisan la literatura sobre
investigaciones de actitudes docentes hacia la integración y la educación inclusiva, de estos dos análisis
se pueden extraer importantes conclusiones respecto a las actitudes de los docentes frente al proceso de
inclusión educativa. Por ejemplo, Avramidis & Norwich (2004) sostienen que los docentes se muestran
positivos hacia la filosofía de la educación inclusiva pero no comparten la idea de una inclusión total,
es decir, las actitudes varían de acuerdo al tipo de necesidad de sus estudiantes, con lo cual se concluye
que mientras más complejas son las necesidades de los estudiantes hay más actitudes negativas para
implementar la inclusión. La revisión de literatura realizada por de Boer et al. (2010), recoge los
hallazgos de 26 investigaciones y entre los resultados más sobresalientes anotan que la mayoría del
profesorado tiene una actitud indecisa o negativa sobre sus creencias hacia la inclusión educativa. Los
docentes consideran que están poco capacitados para educar a niños con necesidades educativas
especiales; seis estudios revisados por los mismos autores demuestran que los docentes no se sienten
competentes y confiados para enseñar a estudiantes con estas características.
La actitud de los docentes ante un proceso de inclusión en el sistema educativo puede estar
condicionado por varios factores, según Granada et al. (2013) se debe considerar: la experiencia de los
docentes, las características de los estudiantes, el tiempo y recursos de apoyo y la formación docente y
capacitación. Entre las conclusiones a las que llegan las autoras se destacan, que los años de servicio
del profesorado no garantiza una actitud más favorable a la educación inclusiva mientras que las
experiencias previas con la atención a la diversidad sí es factor determinante para una actitud más
favorable hacia la inclusión. En cuanto a la formación y capacitación las mismas autoras concluyen que
las oportunidades de capacitación permanente son claves en la actitud hacia la inclusión educativa, la
falta de capacitación genera sentimientos de desagrado hacia la enseñanza de los niños con necesidades
educativas especiales. Así mismo, en alusión a la formación inicial es clave para enfrentar un proceso
inclusivo. Granada et al. (2013) consideran que los docentes deben contar con una formación de base
que proporcione las competencias necesarias para desenvolverse en contextos más inclusivos.
Este estudio describió las actitudes, hacia la educación inclusiva, de los docentes de las
instituciones educativas que laboran del segundo al séptimo año de educación general básica de la
ciudad de Cuenca. Se desarrolló con un enfoque cuantitativo, a nivel descriptivo y alcance correlacional.
2. MATERIALES Y MÉTODO
Tabla 1. Estratificación de la muestra por sostenimiento de las instituciones y sexo de los docentes.
Hombres Mujeres Total
Sostenimiento
n % n % n %
Fiscales 99 15% 258 39% 357 54%
Particulares 43 7% 250 39% 293 46%
Total 142 22% 508 78% 650 100%
La muestra se calculó con un error muestral del 3.5%, un nivel de confianza del 95% y una
probabilidad de ocurrencia y no ocurrencia de 0.5. El tamaño de la muestra corresponde al rango de
unidades muestrales empleadas en estudios a nivel regional en el área de actitudes (Hernández et al.,
2014).
ítems de la escala de actitudes que identifica tres dimensiones; creencias: 9 ítems (25.8% de la varianza);
predisposición para actuar: 4 ítems (12.1% de la varianza); y sentimientos: 2 ítems (9.27% de la
varianza). La escala de medición de las actitudes oscila entre un Vmin=15 y un Vmax=75, se
distinguieron tres niveles de actitud: desfavorable (entre15 y 34 puntos), indiferente (entre 35 y 55
puntos) y favorable (entre 56 y 75 puntos). Los valores altos implican actitudes favorables.
Se gestionaron las autorizaciones con la Coordinación de Educación Zona 6, se envió la
autorización y las cartas informativas a los directores de cada institución solicitando la participación de
los docentes; paralelamente se realizó un proceso de inducción a los encuestadores sobre la aplicación
del instrumento. Concertadas las fechas de aplicación, cada encuestador llegó a los centros educativos
y explicó a los docentes involucrados los objetivos de la encuesta, se optó por una auto-aplicación del
cuestionario.
3. RESULTADOS
Aproximadamente las 3/4 partes del personal docente de la muestra estuvo integrado por mujeres (78%;
Tabla 1). Del total del personal encuestado el 87.5% fueron profesores de aula, el 9.7% profesores
especiales y solo el 1.8% autoridades. Un 55% de docentes que señalaron ser profesionales de la
educación, seguidos de un 10.5% de profesionales en el área de la psicología, el 3.4% en otras áreas y
el 30.6% de no respuestas. El 70.8% de maestros manifiestan tener estudios universitarios concluidos
y un 8.5% con nivel de postgrado.
Para el año 2014, la edad media de los maestros fue de 40.19 años (DT=11.3), con una edad mínima
de 21 años y un máximo de 66 años. La distribución de edades (Figura 1) corresponde a una distribución
con sesgo positivo (asimetría=0.291). Se destacaron cuatro rangos de edad de casi un cuartil cada uno
(Tabla 2). La distribución de los años de trabajo docente mostró un 40% de maestros que han
desempeñado su labor entre 1 y 9 años, los porcentajes disminuyen a medida que aumenta el número
de años de servicio, generando una distribución con sesgo positivo (asimetría=0.57) (Figura 2). Se
registró una media de 15.31 años de servicio, con una alta dispersión (DT=11.63 años); un mínimo de
1 año y un máximo de más de 40 años (Tabla 3). El porcentaje de participación de maestros, por año de
educación básica en el que se desempeña, estuvo entre el 13 y 15%. El 57.8% del total de participantes
mencionaron haber trabajado con niños de inclusión en los últimos 2 años; el 34.2% en los últimos 5
años; el 9.4 y el 14.2% desde el inicio de su labor docente.
Figura 1. Distribución de edad planta docente. Figura 2. Distribución años de servicio planta
docente.
4. DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES
La actitud de los docentes de las escuelas de la ciudad de Cuenca hacia la educación inclusiva es
indiferente (59.2%), lo cual se asemeja a los resultados de varios estudios similares revisados por de
Boer et al. (2010) en los que se indica que la actitud de los docentes se ubica entre negativa y neutral.
Sin embargo, existen otros estudios (Avramidis & Norwich, 2004) en los que se evidencia actitudes
positivas de los maestros pero no una aceptación plena de la inclusión.
En cuanto a las actitudes hacia la educación inclusiva y el sexo, en la muestra de estudio se encontró
que no existe una relación estadísticamente significativa; sin embargo, el resultado no puede
considerarse como definitivo debido a la sub representación del grupo de hombres (n=142), frente al de
mujeres (n=508). Otros estudios, plantean que a pesar que los datos no son consistentes existe cierta
tendencia marginal de la mujeres a tener mejores actitudes hacia la educación inclusiva (Avramidis &
Norwich, 2004; de Boer et al., 2010).
En la investigación se encontró relación entre la actitud de los docentes hacia la educación inclusiva
y el tipo de institución, en la revisión de literatura no se registró resultados de referencia en este ámbito.
Respecto a la formación docente parece ser que los docentes que se han formado y entrenado en
educación inclusiva tienen predisposición a tener mejores actitudes hacia la educación inclusiva
(Avramidis & Norwich, 2004; de Boer et al., 2010), situación que no pudo ser confirmada en la muestra
de estudio, por la diferencia de tamaños de los grupos comparados (449 formados en educación y 176
en otra área), igual situación ocurre con tener o no formación universitaria. Finalmente se encontró que
haber trabajado con niños de inclusión se relaciona con la presencia de actitudes favorables hacia la
inclusión educativa, es decir las experiencias previas con niños de inclusión son un factor determinante
para una actitud más favorable hacia la inclusión (Granada et al., 2013), pero la diferencia en los grupos
(con experiencia 365 y sin experiencia 175) pudo haber influenciado.
En las revisiones de Boer et al. (2010) y Avaramidis & Norwich (2004) se plantea que los docentes
que tienen menos de 5 ó 6 años tienen mejor actitud que los que tienen 6 a 11 años, o los que tienen 11
ó 12 años o más de experiencia; en el estudio se encontró una situación similar, los docentes con menos
años de experiencia, entre 12 y 16 años, manifestaron una actitud más favorable. Finalmente, se
determinó una tendencia similar entre la actitud y la edad, los docentes de menor edad, 35 y 40 años,
registraron mayor aceptación hacia la educación inclusiva que los docentes de edades superiores, lo que
confirma que las actitudes se forman a lo largo de la vida; en la adultez es mucho más difícil cambiar
actitudes.
AGRADECIMIENTO
REFERENCIAS
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Predisposición
Sentimientos
para actuar
Creencias
Clave1
Ítem
Enunciado M DT
Saturación
Creo que la atención "extra" que requieren los
B1 estudiantes incluidos repercute negativamente en I 3.44 1.24 0.513
los demás estudiantes del aula.
Considero que los estudiantes de inclusión
B3 I 2.97 1.30 0.594
muestran problemas de conducta en clases.
Considero que es más difícil mantener el orden en
B4 un aula con estudiantes de inclusión que en un aula I 3.18 1.27 0.600
sin estudiantes de inclusión.
Considero que la conducta de los estudiantes de
B6 inclusión es un mal ejemplo para sus I 4.01 1.13 0.653
compañeros/as de aula.
Pienso que la educación inclusiva frena la
B7 I 3.72 1.07 0.662
independencia social de los estudiantes incluidos.
Pienso que los estudiantes de inclusión
B8 monopolizan el tiempo que el profesor del aula I 3.37 1.16 0.761
dedica a sus estudiantes.
Considero que la presencia de los estudiantes de
B9 I 3.72 1.06 0.737
inclusión genera confusión en el aula.
Sostengo que la inclusión tiene un efecto negativo
B10 en el desarrollo emocional de los demás I 3.91 1.06 0.633
estudiantes del aula.
Considero que separar en aulas especializadas
B14 tiene un efecto positivo en el desarrollo emocional I 3.02 1.32 0.618
de los estudiantes incluidos.
Considero que la inclusión de estudiantes requiere
B5 cambios significativos en la metodología de I 1.76 1.02 0.607
trabajo en el aula.
Siempre es necesario proporcionar a los
B11 estudiantes de inclusión la oportunidad de D 4.06 1.08 0.604
integrarse en aulas ordinarias.
Opino que la conducta en clase de un estudiante de
inclusión exige más paciencia por parte del
B12 I 1.96 1.13 0.590
profesor comparada con la conducta de los demás
estudiantes.
Creo que el profesor especializado atiende mejor a
B13 I 2.02 1.22 0.481
los estudiantes de inclusión que el profesor regular.
Considero que la mayoría de estudiantes de
B2 inclusión realizan los esfuerzos necesarios para D 3.78 1.08 0.550
concluir sus tareas escolares.
Pienso que los estudiantes de inclusión están
B15 I 3.50 1.18 0.452
socialmente aislados en las aulas ordinarias.
1
I=ítem inverso, D=ítem directo