Escenarios 1-4
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Escenarios 1-4
Escenario 3
Hemos decidido incluir en este capítulo del módulo una reflexión del presidente Barack Obama
convencidos de que sintetiza el espíritu laico y democrático que creemos encarna la Constitución
Política de Colombia de 1991. Lo que señala el presidente Obama es que, en un contexto
democrático, quien sea religioso, debe traducir sus preocupaciones en un lenguaje universal
accesible a todos los demás, incluso en el lenguaje de quienes no comparten sus mismas
creencias. Con esto quiere señalar que son bienvenidas todas las creencias siempre y cuando
estén en capacidad de traducir en un lenguaje más universal y público sus valores y
preocupaciones. Las sociedades democráticas deben ser ante todo plurales, abiertas a la
convivencia entre quienes son distintos en un clima de respeto y diálogo. Por eso, se afirma que
son bienvenidos los aportes que pueda traer a la sociedad cualquier creencia, siempre y cuando
puedan explicar su valor en un lenguaje no religioso y comprensible para quienes no comparten
esa religión. Pero, por supuesto, hay que ser enfáticos en esta idea, que en un clima de respeto
sean bienvenidos los valores y preocupaciones de cada creencia o religión no implica que deba
aceptarse todo. En un contexto democrático, señala Obama, deben ser debatidas todas las ideas a
la luz de la razón, sin que se les conceda a priori autoridad sobre la sociedad solo porque para
unos u otros son creíbles. Los aportes a la sociedad que puedan hacer las distintas creencias son
válidos siempre y cuando sean razonables públicamente, pero de ninguna manera existe a priori
un predominio de una creencia sobre otra en una sociedad plural, democrática y laica. El Estado
colombiano se autodefinió como un Estado laico en la Constitución de 1991, con la que el rol que
había tenido la iglesia católica cambia, una vez se reconoce la libertad religiosa y la libertad de
conciencia. La Constitución de 1991 a diferencia de la Constitución de 1886, que es religiosa, se
caracteriza por su espíritu secular. La Constitución de 1886 identifica en “Dios” la fuente de toda
autoridad, POLITÉCNICO GRANCOLOMBIANO 3 de donde emana la autoridad que legitima la
Constitución misma. Pero, para la de 1991, la Constitución sin dejar a mencionar a Dios planteará
que es el “pueblo” la fuente de autoridad, el pueblo como soberano, desde donde se legitima la
autoridad de la Constitución. No se puede olvidar que la Constitución de 1886 fue fruto del
período histórico denominado “La Regeneración”. Dicho movimiento político surgió en el país a
finales del siglo XIX y fue liderado por Rafael Núñez y Miguel Antonio Caro; este movimiento buscó
revertir las políticas liberales de periodos anteriores, como la descentralización del país en una
república federal, los Estados Unidos de Colombia o la independencia del Estado del poder
religioso. Dentro de las grandes transformaciones que traerá esta constituyente conservadora
estará el énfasis profundo en la filiación entre el Estado colombiano y la Iglesia católica, así como
la concepción centralista del Estado colombiano. Por supuesto, para 1991 esta orientación del
Estado será cambiada por una concepción mucho más pluralista, secular y sobre todo
descentralizada. Dentro de los cambios evidentes de la Constitución de 1991, respecto de la de
1886 está, como dijimos antes, el reconocimiento de la soberanía del pueblo. Con esto, en pleno
espíritu democrático, se reconoce que el poder político proviene de los colombianos, que si la
Constitución tiene autoridad es porque los constituyentes representan al pueblo mismo. En
síntesis, el pueblo de Colombia es el “constituyente primario”, es él quien decide su destino, quien
da autoridad a sus gobernantes. También, en consonancia con el Estado de derecho, la
Constitución de 1991 no solo pretende garantizar un orden social y jurídico que dé cabida a los
derechos individuales, lo cual sería simplemente signo de un Estado Liberal, sino que además es
enfática al señalar que su finalidad es “(…) fortalecer la unidad de la Nación y asegurar a sus
integrantes la vida, la convivencia, el trabajo, la justicia, la igualdad, el conocimiento, la libertad y
la paz (…)” (Constitución Política de Colombia, 1991, art. 1) Fines, sin lugar a duda, sociales en pro
de una vida digna para todos los colombianos. Finalmente, la constitución de 1991 hace un énfasis
que no se encuentra en la constitución de 1886, en la importancia que el marco jurídico y el orden
que estipula se fundamenten en valores democráticos y participativos, en pro de un orden
político, económico y social justo. Luego haremos énfasis en la importancia de la democracia
participativa, pues pasos adelante de una democracia simplemente electoral, la Constitución de
1991 promueve y garantiza la posibilidad de que los colombianos hagamos parte de la toma de
decisiones a través de nuestra participación, a través de mecanismos alternativos al sufragio.
POLITÉCNICO GRANCOLOMBIANO 4 1.1 Libertad de expresión, de conciencia y autonomía El
Estado laico se funda y tiene lugar en la protección de las libertades fundamentales,
particularmente lo que respecta a la libertad de expresión, de conciencia y una defensa de la
autonomía. La libertad de expresión es un derecho fundamental que se encuentra consagrado en
el artículo 19 de la Declaración Universal de los derechos Humanos de 1948. Sin embargo, la
libertad de expresión como derecho, fue fruto de una conquista histórica que occidente alcanzó
alrededor del siglo XVII en pleno período de la ilustración europea. El fundamento de la libertad de
expresión se encuentra tanto en la epistemología como en el derecho. Me explico,
epistemológicamente diversos pensadores, entre ellos Diderot, Montesquieu, Voltaire y Rousseau,
señalaron que en la búsqueda de la verdad debería otorgarse la libertad de que cada individuo
expresara abiertamente sus ideas sin temor alguno a que fueran erradas o inconvenientes. Para
estos pensadores, se haría mucho mal en reprimir alguna idea sin antes haberla debatido
convenientemente. Luego, lo mejor sería permitir que cada cual tuviera la libertad de expresarse
sin ninguna restricción en aras de poder abrir el debate pertinente y demostrar así,
argumentativamente, si la idea era verdadera o falsa o si era conveniente o inconveniente. En
síntesis, para estos ilustrados la búsqueda de la verdad no sería sincera si nos volviéramos
dogmáticos y aceptáramos socialmente solo nuestras ideas, rechazando las ideas que nos
contraríen. En cambio, abrir un espacio de debate dentro de la sociedad, permitiría que a partir
del diálogo argumentáramos nuestras convicciones y las defendiéramos, pero que también las
ideas contrarias tuvieran la oportunidad de explicarse y argumentarse y finalmente perdure lo que
resulte más razonable. El argumento resulta bastante interesante para nuestra sociedad actual.
Piensen en que desde esta perspectiva no debería estigmatizarse ninguna idea previamente. Por
ejemplo, si alguien socialmente desea defender la idea de que debería dedicarse la totalidad del
presupuesto del ejército de la nación a la educación de los jóvenes, el tema no debe ser excluido a
priori como banal o insensato, resguardándonos en nuestras ideas dogmáticas que usualmente
vivimos. Eso sí, debería exigírsele que lo argumentara mucho mejor y a la vez que los detractores
planteen sus argumentos de por qué se oponen a dicha idea. En este orden de ideas, se tiene la
convicción de que solo las ideas mejor argumentadas prevalecen. POLITÉCNICO
GRANCOLOMBIANO 5 Por supuesto, hay temas mucho más sensibles, por ejemplo, como cuando
hablamos del matrimonio entre parejas del mismo sexo o la adopción homoparental. Es claro que
nuestras costumbres se resienten con este tipo de debates, pero si nos centramos
dogmáticamente en nuestras ideas y costumbres y nos cerramos a debates racionales, no
avanzaremos nada como sociedad. Quizás, al final nuestras costumbres se reafirmen y se
argumenten más sólidamente, o, por el contrario, nos demos cuenta que nuestras costumbres no
son tan sólidas como creemos y cambiemos de ideas. La libertad de expresión en términos
jurídicos y filosóficos se sustenta también en la idea de que el individuo es autónomo, nadie más
que él mismo puede tutelar sus pensamientos. Cuando hablamos del estado liberal hicimos énfasis
en las libertades individuales y en la importancia de que el sujeto tenga la facultad para decidir por
sí mismo, valerse de su propio pensamiento. Por eso, si revisamos en algunos argumentos que ya
hemos señalado, el pensamiento moderno reconoce que la dignidad del ser humano estriba en
que él mismo es artífice de su vida, él tiene la facultad de decidir y optar sin que el estado de una
forma paternalista lo guíe. En eso consiste la autonomía, en la capacidad que tiene cada individuo
para ser el protagonista de sus propias decisiones, de su vida, sin que esté sujeto a la tutela de
alguien, además de sí mismo. Por eso, el estado no puede ni desea interferir en los pensamientos
e ideas de cada individuo, pues en este ámbito tan privado cada sujeto desde su autonomía está
en potestad de decidir qué es bueno y conveniente para él. Otros pueden aconsejarle, sugerirle,
pero si el individuo, en su autonomía y adultez, considera lo contrario, debe prevalecer su
convicción personal. Ni la sociedad, ni el Estado, pueden obligar a un sujeto a creer o pensar cierto
tipo de ideas, pero tampoco pueden impedirle que exprese sus convicciones personales. Así las
cosas, no hay mayor mal que viole estas libertades que el paternalismo del Estado, es decir,
cuando el Estado decide comportarse como un padre con los ciudadanos diciéndoles qué deben
pensar, en qué deben creer, etc. No solamente el estado no puede regular la libre expresión de los
individuos, sino a la vez no puede interferir en las convicciones que cada uno tenga y en eso
consiste la libertad de conciencia. Aterricemos esta teoría en dos casos. Podemos ejemplificar la
libertad de expresión en el famoso caso de la existencia de células nazis en Bogotá. Hace varios
meses un reconocido medio periodístico señaló que un grupo de jóvenes se reunía para inculcar y
difundir las ideas que a principios del siglo XX defendió el Partido Nacional Socialista en Alemania,
y que en síntesis sustentaron el régimen fascista hitleriano. ¿Debe prohibírseles expresar estas
ideas? Los mencionados jóvenes no están violando la ley, no están agrediendo los derechos de
nadie. POLITÉCNICO GRANCOLOMBIANO 6 Bajo la defensa de la libertad de expresión, si se trata
de adultos conscientes en pleno uso de sus facultades racionales, el Estado no puede inmiscuirse
ni prohibirles profesar estas ideas. Obvio que están equivocados, no es razonable sostener que
hay una “raza superior”, pero el estado no va a acoger estas ideas, pero tampoco las puede
prohibir. Cada cual es libre de profesar, en su libertad, las ideologías que desee, siempre y cuando
no genere un daño en sí mismo ni en los demás. En cuanto a la libertad de conciencia me permito
citar otro caso real. La Corte Constitucional permitió, recientemente, la interrupción del embarazo
en tres casos específicos: peligro de muerte de la madre, abuso sexual, malformación del feto. No
es este el lugar para examinar los argumentos que llevaron a tan importante decisión. Lo que
quiero plantear es que, en aras de la defensa de la libertad de conciencia, si bien el Estado permite
la interrupción del embarazo en estos tres casos, no puede obligar a todos los médicos a realizar
esta práctica. Hay médicos que, en defensa de sus creencias, dado que se declaran religiosos, han
señalado que en defensa de su libertad de conciencia no van a practicar interrupción del embarazo
alguna. Y es legítimo en esta situación hacerlo. Si un individuo en aras de la defensa de sus
convicciones más personales se siente contrariado, nada puede obligarlo a actuar contra sus
convicciones, el Estado no puede obligarlo. 1.2 Esfera pública y esfera privada Hemos insistido a lo
largo de nuestra argumentación en dos ideas en aras de sostener el concepto general de Estado
laico o Estado secular. La primera, que el Estado no puede abiertamente ser influido por cualquier
tipo de ideología o creencia solamente bajo el argumento de que es mayoritaria o que es la
predominante en términos culturales. Es decir, no es suficiente con que las mayorías quieran
institucionalizar en el Estado sus costumbres solo por el hecho de que son la mayoría; es necesario
que estas costumbres o principios que piensan institucionalizar sean razonables y respetuosos de
los derechos de las minorías. Piensen, por ejemplo, qué sucedería si las mayorías culturalmente
aprobáramos la ablación femenina como práctica y obligáramos a que todas las mujeres se la
realizaran. Lo primero es que no Consultando el enlace de esta columna de opinión de la Revista
Semana del día 15 de mayo de 2008, puede conocer acerca de la objeción de conciencia y la
interrupción voluntaria del embarazo. (I.V.E). http://www.semana.com/opinion/articulo/el-
abortoobjecion-conciencia/92705-3 POLITÉCNICO GRANCOLOMBIANO 7 hay sustento racional
para que obliguemos a que todas las mujeres se practiquen la ablación, y segundo, se debe
respetar siempre los derechos de las minorías que no comparten nuestras convicciones culturales;
luego, no podemos obligar a todas a que se practiquen la ablación. En síntesis, el Estado es laico
cuando se abstiene de adoptar creencias o ideas de grupos particulares, en contra del pluralismo
que debe imperar en la sociedad. La otra idea que se ha venido presentando es que el Estado no
puede intervenir en las creencias e ideas que los individuos ostentan sin violar la libertad de
conciencia de los sujetos. Así, tácitamente estábamos hablando de la esfera pública y la esfera
privada. La esfera pública es el ámbito de las decisiones que nos conciernen a todos y se debe
caracterizar porque en ella se busque el beneficio general de todos y se haga bajo procedimientos
racionales. Se trata del ámbito propiamente político y público, en donde se decide aquello que nos
concierne a todos como, por ejemplo, si la educación debe ser reformada o no o sobre si el Estado
debe entrar o no en guerra, etc. Es el espacio propio de las decisiones políticas o públicas. Por otra
parte, está la esfera privada, que a diferencia de la pública solo concierne a cada individuo y se
constituye a partir de las preferencias y decisiones personales que tiene cada individuo. Por
ejemplo, la orientación sexual de un individuo concierne solo a su esfera privada y en ella ni el
Estado ni la sociedad tienen cabida, pero un tema como la paz con los grupos alzados en armas, en
la medida en que nos concierne a todos, hace parte de la esfera pública y todos estamos en
potestad de intervenir, pues vincula a toda la sociedad. Pero ¿qué tiene que ver esto con el Estado
laico? Bueno, lo primero es hacer énfasis en una idea: estado laico no es lo mismo que estado ateo
puesto que el ateísmo implica negación de la divinidad y negación de Dios, pero el estado laico o
secular no niega a Dios, simplemente en una actitud de respeto hacia las distintas creencias crea
un ambiente de tolerancia y respecto que hace posible la convivencia. Los estados ateos, al
prohibir la religión, violan la esfera privada del individuo porque le impiden creer en lo que desee,
por eso no tienen nada que ver con el estado laico. La laicidad es un principio que consiste en dos
proposiciones básicas; la primera es la separación estricta del estado de las instituciones religiosas
y la segunda es que las personas de diferentes religiones y creencias son iguales ante la Ley. La
separación de la religión y el Estado es el fundamento de la laicidad. Esta separación se funda en la
idea, no solo de que los distintos grupos religiosos y las distintas creencias no interfieran en los
asuntos de Estado, sino también en la garantía de que el Estado no interfiera en los asuntos
religiosos. Es decir, que no solo el estado no interfiera en la esfera privada, sino que a la vez las
distintas creencias no entren directamente en la esfera pública de la sociedad. POLITÉCNICO
GRANCOLOMBIANO 8 Es muy importante esta doble separación, el secularismo protege a
creyentes como a no creyentes. Se abre así una dinámica de respeto de parte del estado hacia las
creencias de los individuos, pero también en pro de ese respeto es que no se acepta a priori la
influencia directa de ninguna creencia en la esfera pública de la sociedad o en la política misma.
Aterricemos esta temática. Cuando el estado colombiano se autodenomina, a partir de la
Constitución de 1991, como “Estado Laico” reconoce en igualdad y con total respeto todo tipo de
creencias y religiones, siempre y cuando se desarrollen en el marco del respeto de la Ley, lo cual
no implica que en Colombia haya primacía de unas religiones o creencias por encima de otras. Así
mismo, el estado laico implica que los asuntos públicos, que son los que nos conciernen a todos
como sociedad, están blindados a las interferencias de las distintas religiones. Por ejemplo, si
vamos a debatir si el sábado se debe o no trabajar quizás pueden existir religiones como el
judaísmo que plantearán que dadas sus tradiciones no debería trabajarse. Sin embargo, el estado
laico implica que los asuntos públicos o comunes no deben ser dirigidos a partir de creencias
particulares sino a partir de razones universales, luego no es válido el argumento del judaísmo en
este caso. Recientemente el caso más famoso tiene que ver con el debate de la adopción
homoparental. Es evidente que, en Colombia, que es un país tradicionalmente católico, hay una
fuerte oposición a este tipo de reformas pues va en contravía de las creencias de la mayoría. Sin
embargo, en defensa del estado laico no se debe gobernar a partir de las creencias, con
argumentos de razón privada, si no se ha demostrado lo razonable de estas ideas. Por eso, la Corte
Constitucional le pidió a distintas facultades de psicología del país que conceptuaran
racionalmente si esta decisión era conveniente o inconveniente. Si se dan cuenta, por más que el
país, en su mayoría católico, lo que importa no son las creencias, pues en la esfera pública lo que
importa es la razonabilidad. Por eso, se equivocan quienes creen que es democrático imponer las
creencias de la mayoría; eso no es democracia. Las creencias pueden entrar en la esfera pública,
como lo dijimos en un principio, si logran demostrar su razonabilidad con argumentos que
trasciendan la creencia y sean lógicos incluso para los no creyentes. También, hablar del estado
laico implica que el estado y el poder en general no interfieren en las creencias de los individuos ni
los obliga a creer en algo o alguien en particular. Es decir, el estado no interviene, es decir, deja en
libertad para que el individuo sea autónomo en el ámbito de sus creencias, siempre y cuando estas
se desarrollen en el respeto del orden jurídico. En síntesis, como ya lo venimos afirmando, la
esfera pública no incide en la esfera privada. POLITÉCNICO GRANCOLOMBIANO 9 1.3 Tolerancia y
sociedad plural Una de las grandes reflexiones de la humanidad ha sido la que nos ha llevado a
entender la necesidad de fomentar la tolerancia, que no es otra cosa sino abrirnos al respeto de
los distintos, de quienes en privado viven de otra manera, para así entre todos construir una
esfera pública donde quepamos todos. El filósofo inglés John Locke en su Carta de la tolerancia, a
finales del siglo XVII, hace énfasis en el valor de la individualidad del hombre y en cómo esta
individualidad no puede ser violada por el Estado ni por la religión. En ese sentido, el pensador
sustenta que tiene que hacerse posible una sociedad donde se respeten las convicciones
individuales sin que el Estado o la sociedad traten de influirlas o modificarlas. Esa fue la respuesta
de Locke a las constantes guerras de religión que sacudieron a Inglaterra en donde entre
protestantes y católicos lavaron en sangre a toda la sociedad buscando imponer sus propias
convicciones. No es posible la convivencia pacífica si no hay lugar a la tolerancia. El respeto se
constituye en una instancia necesaria para el reconocimiento de las ideas, creencias e ideologías
de los demás, así como los demás reconocen las que yo ostento. Es por esto que el laicismo tiene
por objeto garantizar y proteger la libertad de creencias y prácticas religiosas de todos los
ciudadanos, puesto que no se trata de recortar las libertades religiosas, se trata de asegurar que
las libertades de pensamiento y la conciencia se apliquen por igual a todos los creyentes y no
creyentes. Piensen en esta pregunta: ¿qué sucedería en un Estado dominado por una única
religión con las personas que no compartieran dicho conjunto de creencias? El estado laico en pro
de la defensa de la igualdad, del respeto y de la convivencia democrática, busca no solo respetar
las creencias de unos y otros, sino a la vez abrir espacios para que convivan minorías con las
mayorías e incluso para quienes no crean puedan encontrar un lugar dentro de la sociedad. Así, el
secularismo, que es el fundamento del estado laico, busca defender la absoluta libertad de
creencias religiosas para coexistir entre ellas sin una mutua interferencia, pero a la vez busca
proteger el derecho a que las creencias religiosas se manifiesten en la medida en que no incidan
sobre los derechos y las libertades de los demás. Literalmente, el secularismo consiste en que no
tenemos argumento alguno para afirmar la existencia de Dios, pero tampoco para negarlo; luego,
a diferencia del ateísmo que sí niega la existencia de Dios, el secularismo es respetuoso con las
múltiples creencias y solo exige de ellas ese mismo respeto de ellas hacia las demás. POLITÉCNICO
GRANCOLOMBIANO 10 La laicidad garantiza que el derecho de las personas a la libertad de la
religión siempre se equilibra con el derecho a ser libres de religión y también otorgar las garantías
para los no creyentes. El secularismo tiene también lugar en defensa de la democracia y de la
equidad social. En una democracia secular todos los ciudadanos son iguales ante la ley y ni la ley ni
el estado pueden otorgar ventajas o desventajas a los creyentes de determinada religión, pues
ante todo las personas son ciudadanos con los mismos derechos y obligaciones entre sí; no puede
haber lugar a la discriminación religiosa. Esto conlleva a que exista en el estado laico una
legislación no discriminatoria que protege a las minorías sexuales, a las mujeres, a las personas
LGBTI, pero también a los creyentes de distintas religiones o que profesen distintas ideologías,
etc., todos son iguales ante la ley. La no discriminación implica que, sin importar las creencias
religiosas o las convicciones filosóficas o ideológicas, todos los ciudadanos tienen igualdad de
acceso a los servicios públicos estatales, como la salud pública, los servicios de seguridad, la
educación, etc. La prestación de estos servicios públicos debe ser secular, es decir, que nadie está
en ventaja o desventaja en el acceso a estos servicios por motivos de creencias. Insistimos, la
laicidad no es ateísmo. El ateísmo es una falta de creencia en dioses. El secularismo, en cambio,
proporciona un marco de tolerancia y convivencia para una sociedad democrática. Es evidente que
el ateísmo tiene un interés evidente en el apoyo a la laicidad, pero el mismo secularismo no busca
desafiar los dogmas de cualquier religión o creencia particular, ni tampoco pretende imponer el
ateísmo de nadie. El laicismo es simplemente un marco teórico que desde la política busca
promover la igualdad y la sana convivencia en medio de la sociedad. Como lo señalamos ya, en
una sociedad secular o en un estado laico, las personas religiosas tienen derecho a expresar sus
creencias públicamente, pero también tienen todo el derecho a expresarse quienes racionalmente
pueden oponerse o cuestionar esas creencias. En una sociedad secular no puede haber lugar a
dogmas intocables. Las creencias religiosas, ideas y organizaciones no deben tener una protección
privilegiada. En una democracia, todas las ideas y creencias deben estar abiertas a la discusión.
POLITÉCNICO GRANCOLOMBIANO 11 Asimismo, el estado laico implica que las leyes, los derechos
y las decisiones públicas no deben estar sujetos a la religión establecida, así sea una religión o
creencias que tiene la mayoría. Todo el mundo es igual ante la ley, independientemente de su
religión, creencia o no creencia. Los procesos judiciales no pueden ser reemplazados por códigos
religiosos, no hay lugar a que la ley civil sea reemplazada por mandatos religiosos. La religión o las
religiones no juegan ningún papel en el estado de manera directa. En este tema hay que ser
enfáticos. La Biblia o los textos sagrados, sean los que sean, tienen un valor cultural significativo,
sin embargo, no son fuente directa de ley civil en el Estado laico. El Estado es soberano pues
predomina su Ley por encima de cualquier decálogo o ley religiosa. Las leyes y principios religiosos
son válidos en la medida que puedan hacer parte del debate público racional, de otra manera no
hay porque sostener su valor a priori. Si lo pensamos de otra manera, recaeríamos en lo que hoy
sustenta a lo que se denomina el “Estado Islámico” un orden social y político que se funda en el
Islam, que ha tomado a las escrituras sagradas como fuente de derecho; radicalismo puro. El
Estado laico no debe ser entendido de ninguna manera como una institución antirreligiosa o
anticlerical. Es gracias al estado laico que se da garantías a las libertades religiosas y se hace
posible la convivencia pacífica entre diversos credos en una sociedad. Pero como hemos señalado,
la religión y las creencias pertenecen a la esfera privada de cada individuo, por eso ni el estado, ni
los partidos políticos, ni la sociedad, puede legítimamente luchar contra las creencias que son
enteramente personales. La verdadera lucha debe darse en pro de la mutua tolerancia,
comprensión y convivencia pacífica. El estado laico en defensa de la democracia debería abrirse a
los distintos discursos y credos de las distintas religiones y creencias siempre y cuando se
traduzcan sus demandas en un lenguaje público accesible incluso para el no creyente. Pero desde
ninguna perspectiva el estado debe luchar por hacer realidad los propósitos de alguna religión o
creencia, así ésta sea de la mayoría de la población. El estado debe trabajar y luchar es por dar
garantías a los intereses públicos, sin que esto entre en detrimento de las minorías. POLITÉCNICO
GRANCOLOMBIANO 12 Referencias Constitución Política de la República de Colombia. (1998)
Bogotá, D.C: Panamericana. Naciones Unidas. (1948). La declaración universal de los Derechos
Humanos. Recuperado de: http://www.un.org/es/universal-declaration-human-rights/ Locke, J.
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Madrid: Tecnos Araujo Rentería, J. (2000). Principios de Derecho Constitucional. Bogotá, D.C:
MacGraw Hill. Cepeda, M. (2012). Las Democracias, entre el Derecho Constitu
Escenario 2
El Estado social tiene su origen en Alemania hacia el siglo XIX y hace parte de la cultura política
actual, se da por la necesidad de crear un Estado más sólido y que garantice los derechos
fundamentales del individuo como lo son la educación, la salud, la vivienda, a un trabajo y a una
vejez digna, estos aspectos marcaran el nuevo horizonte del mismo ya que se buscaba tener una
conexión más fuerte con el ciudadano y que garantizara una filiación más próxima del mismo con
el gobierno. El inicio del concepto de Estado Social de Derecho y su vinculación a la Constitución
de 1991 se da gracias a la actualización que se estaba exigiendo de las normas que regían a
nuestro país, es preciso entender que nuestra constitución estaba un poco atrasada frente a las
dinámicas globales y aún mas de las mismas dinámicas regionales. Además, que se procura
modernizar al Estado frente a sus deberes y derechos en pro de brindar y garantizar el
cumplimiento de las normas a toda la población del territorio colombiano, es así como este
proceso se da con la vinculación de los sectores minoritarios, los grupos raizales y los grupos
indígenas permitiendo en gran medida que la sociedad civil actual esté integrada y sea partícipe de
este proceso. 1.1 Estado Absolutista Para conocer el proceso actual del Estado frente a sus
deberes con los ciudadanos es importante conocer cómo se desarrolló este concepto en el siglo
XVIII. Lo cierto es que conviene aclarar que el Estado es una institución jurídica y política que es
netamente moderna. Así las cosas, podemos afirmar con certeza que en el mundo antiguo no
hubo Estado. Por más que en las civilizaciones que tuvieron lugar en Roma y Grecia se haya
alcanzado un altísimo grado de organización, estas no eran Estados. El concepto de Estado
requiere de los conceptos de territorio, nación y soberanía popular, en el organizaciones políticas
griegas y romanas no existía el concepto de nación y mucho menos el de soberanía popular. En
este sentido, podemos afirmar que en la Edad Media no hubo Estados, a lo sumo en el territorio
existían diversas La mayoría de las constituciones de los países latinoamericanos se basan en el
Estado Social. POLITÉCNICO GRANCOLOMBIANO 3 unidades políticas desconcentradas sin que
ninguna de ellas reclamara un poder soberano como lo hace el Estado hoy en día. Por supuesto,
en las sociedades antiguas el proyecto de construcción de la nación, de esa identidad política
compartida, o lo que Benedict Anderson llama la “comunidad imaginada”, también está ausente.
La primera forma histórica que tiene el Estado es el Estado absolutista, que tuvo lugar del siglo XVI
al siglo XVIII. Si bien no es el Estado como lo conocemos hoy en día, ya comienza a esbozar
elementos que lo caracterizarán. Uno de los conceptos fundantes del Estado es la idea de que el
poder político se concentra y se ejerce sobre un territorio delimitado. En este caso, con el Estado
absolutista, la presencia de un rey en un territorio, comienza a darse la centralización y
concentración del poder político, lo cual en la Edad Media no se había realizado del todo. El Estado
absoluto será la primera forma estatal pues con ella se da la concentración del poder en un
soberano, así como se comienzan a configurar los primeros ejércitos nacionales, que como
señalamos ya estarán respaldando al poder político que se ha consolidado, pero también sirven a
los intereses de la nación, no como los ejércitos de las naciones antiguas que sirven solo a los
intereses del monarca. Es en los distintos estados absolutos que distintos territorios son
integrados bajo el poder de un solo monarca. 1.2 Estado Liberal El Estado absoluto no se consolidó
del todo en Occidente en todos los lugares. Si bien podemos mencionar a Francia o Inglaterra
como ejemplos de estados absolutos, otros países no tuvieron esta experiencia, como sucedió en
Italia o Alemania que se consolidaron de manera muy tardía. Ahora bien, cuando nos referimos al
Estado Liberal, estamos señalando una nueva transformación del Estado que se caracteriza sobre
todo por la independencia de los poderes económicos de los políticos y por la aparición de los
derechos individuales. Es decir, si en un principio señalamos que el Estado se va transformando a
partir de un conjunto de fenómenos “Comunidades imaginadas” Concepto acuñado por Benedict
Anderson que sustenta que una Nación es una comunidad construida socialmente, es decir,
imaginada por las personas que se distinguen a sí mismas como parte de este grupo. POLITÉCNICO
GRANCOLOMBIANO 4 históricos, culturales y políticos; cambios como la Reforma protestante, la
aparición de la burguesía, el descubrimiento de América y varios descubrimientos científicos,
ayudaron a la aparición del pensamiento liberal y, claro está, del Estado liberal. Por supuesto,
grandes procesos sociales y políticos a lo largo de los siglos XVIII y XIX, como la revolución inglesa
de 1689 o la Revolución Francesa de 1789, propiciaron la consolidación del Estado liberal. John
Stuart Mill, pensador inglés que se caracterizó por su defensa del pensamiento liberal, planteó en
una de sus más famosas obras, “Sobre la Libertad”, que la primera y más importante característica
del pensamiento liberal era la idea de ofrecer garantías que protegieran a los individuos del poder
del Estado absoluto. Así las cosas, el pensamiento liberal, como lo señala Mill, busca plantear
“inmunidades” a los abusos del poder absoluto. Los más importantes y reconocidos recursos ante
el abuso del poder siempre han sido dos: garantizar derechos individuales y la división del poder
político. Ahora bien, la última característica que va a definir el pensamiento liberal y, por lo tanto,
al Estado liberal, es como lo señalamos antes, la idea de que no debe haber restricciones políticas
a las relaciones económicas, o mejor aún, la idea de que el Estado no debe inmiscuirse en las
dinámicas comerciales del mercado. Esta teoría ha sido conocida usualmente bajo la
denominación “laisse faire”, dejar hacer, dejar pasar y lo que traduce es que el Estado tiene muy
pocas funciones, pues casi todas las tareas de regulación social se dejan en manos de las dinámicas
de oferta y demanda del mercado. Una vez aparece la burguesía, clase social que impulsa el
mercantilismo, la industrialización, así como el comercio a gran escala, se comienza a demandar
que el Estado retire todo tipo de restricciones económicas y deje que el mercado fluya regido
únicamente bajo las dinámicas de oferta y demanda. Así, la única tarea que le quedaba al Estado
era el de procurar que el mercado funcionara procurando que no se constituyeran monopolios ni
oligopolios. Así las cosas, el problema de la distribución de la riqueza deja de ser un tema político,
pues el mercado a partir de la oferta y la demanda distribuye la riqueza entre los individuos a
partir de la participación y el éxito que tenga cada individuo en la inserción en el mercado. John
Stuart Mill (1806-1873) Es un economista inglés de origen escocés máximo representante de la
escuela económica clásica, y teórico del utilitarismo. POLITÉCNICO GRANCOLOMBIANO 5 Este
énfasis del Estado liberal en las libertades del mercado para muchos anticipó el éxito del
capitalismo salvaje. Este es un tema objeto de un profundo debate; por supuesto, muchos
pensadores proclives al mercado señalarán que la pobreza y la desigualdad surge cuando el
mercado no funciona de manera óptima. Otros plantean que el mercado absolutamente libre de
toda regulación abandona a la sociedad en manos de los intereses del capital, que no persigue
otro asunto sino la acumulación de dinero sin importar los derechos o las personas mismas.
Insisto, es un tema que se debate actualmente con mucha fuerza. Sin embargo, hay que señalar
que cuando el Estado deja de regular las relaciones económicas y se exilia en la retaguardia
observando como la sociedad se abandona a la lógica del mercado, comienzan a haber unos
grandes perdedores en medio de las lógicas de oferta y demanda. Es decir, es innegable que no
todos entran en las mismas condiciones de competencia en las relaciones económicas, que los
mercados en ese sentido no son justos y que en este sentido hay perdedores y ganadores cuando
la sociedad es regulada por la oferta y demanda. Así las cosas, es innegable que el Estado liberal al
dejar la sociedad en manos del mercado y el libre mercado facilitó el auge de la Revolución
Industrial y el capitalismo. Pero, también esto significó que el Estado se dejara de preocupar por
garantizar condiciones dignas para muchos empobrecidos, pues las demandas económicas
deberían ser resueltas por el mercado mismo. A lo sumo, el Estado Liberal se preocupó por
proteger la libertad, la propiedad privada y que el mercado funcionara óptimamente. 1.3 Estado
de Bienestar Una de las crisis económicas más graves a lo largo del siglo XX fue la “Gran
Depresión” de 1929. No solo tuvo lugar en los Estados Unidos sino también en gran parte de los
países de occidente, llevando a la economía mundial a un nivel de deterioro que se extendió hasta
inicios de la década de los cuarenta. Para muchos países significó la caída en las rentas nacionales,
caídas en los ingresos fiscales, así como de los precios y de la demanda en general. Todo esto llevó
a un congelamiento del comercio en general que redundó en un desempleo epidémico que llegó
incluso al 40% en muchas ciudades. El Estado de Bienestar Es un modelo político sobre el Estado el
cual debe garantizar y proveer los servicios básicos (salud, vivienda, trabajo, etc.). POLITÉCNICO
GRANCOLOMBIANO 6 Ante esta situación de crisis, y como alternativa a las revoluciones o Estados
totalitarios que se gestaban en diversos lugares del mundo, el gobierno de EEUU en cabeza de
Franklyn Delano Roosevelt propuso las políticas del denominado “New Deal”. Se trató de políticas
novedosas en las que el Estado jugaba un papel preponderante en la provisión de bienes básicos a
la sociedad, sobre todo salud y educación, pero fundamentalmente como proveedor de fuentes de
trabajo a partir de sus inversiones en distintos sectores. En el corazón de estas nuevas políticas se
abandonaba la idea de que el Estado debería quedarse contemplando como el mercado
funcionaba libremente en la sociedad. Antes bien, el Estado debería intervenir en la sociedad
generando empleo, provisionando bienes a los más necesitados, etc. Las nuevas políticas de
Roosevelt también tuvieron eco en distintos lugares de Europa en donde distintos Estados iban
transitando de Estados exclusivamente liberales a Estados de bienestar, donde el Estado asume el
rol de ser el artífice del desarrollo económico y del bienestar de los ciudadanos en términos de
garantía de derechos. Por supuesto, no se trataba de ningún tipo de socialismo, sino más bien de
una nueva concepción del Estado que, inspirada en las teorías económicas de John Maynard
Keynes, señalaba que el Estado debería tener un rol dinamizador en el crecimiento económico de
la sociedad por medio del intervencionismo en la economía a través del aumento del gasto público
en la provisión de servicios y bienes sociales básicos como educación, salud y trabajo. Así las cosas,
el Estado liberal se transformaba sin necesidad de convertirse en un Estado socialista, pues sin
negar los derechos a las libertades individuales ni a la propiedad privada, reorientaba sus
obligaciones respecto a los derechos y al manejo de la economía, con una fuerte preocupación por
la igualdad material. Sin embargo, a pesar de que muchos Estados europeos se transformaron en
Estados de Bienestar, en donde el Estado tiene fuertes obligaciones económicas y sociales
respecto a sus ciudadanos en pro de la garantía de bienes y derechos sociales como salud,
educación y trabajo, es evidente que este tipo de organización de la sociedad tiene que tener un
fuerte respaldo económico que la sustente; los gastos son enormes. Por eso, el Estado de
bienestar va a estar sujeto a críticas por parte de diversos sectores pues implica un gasto enorme
para el Estado el sostener una carga económica del tamaño de la totalidad de la sociedad, cuando
lo que se busca es asegurar la salud, la educación, el trabajo y la vivienda. Para muchos sectores
conservadores el costo del Estado de bienestar es excesivo El Estado Social de Derecho atribuye al
Estado y a la sociedad una responsabilidad compartida respecto al desarrollo y la dignidad
humana. POLITÉCNICO GRANCOLOMBIANO 7 y claman constantemente por la reducción de su
tamaño, dejando al Estado solamente a cargo de responsabilidades relativas a la seguridad y la
defensa. Por otra parte, las crisis económicas asociadas a la crisis del petróleo de los años
setentas, llevaron a que diversos países comenzaran a desmontar paulatinamente el Estado de
bienestar pues no tenían sustento financiero. Al día de hoy, los pocos Estados de Bienestar que
subsisten imponen una carga fiscal y tributaria a sus ciudadanos, gravándolos con grandes
impuestos en aras de hacer el Estado de bienestar sostenible: Dinamarca cuenta con el índice de
impuestos más altos de todos los países de la Unión europea, cerca del 48%. Para la década del
ochenta son muchas las críticas que tuvo que afrontar el Estado de Bienestar. Entre las más
reconocidas están las posturas que lideraron la primera ministra británica Margareth Tacher y el
presidente de EEUU Ronald Reagan a favor del desmonte del Estado de bienestar. Tanto Reagan
como Tacher señalando que significaba una carga económica para la ciudadanía y a la vez le
restaba eficiencia al Estado. Estas posturas políticas van a abogar por que el Estado ceda estas
obligaciones sociales a actores privados que sean los proveedores de estos bienes bajo la lógica
del mercado, garantizando así una mayor eficiencia en el servicio. Esto va a dar inicio a los
procesos de privatización del Estado que llevaron incluso a que en varios países latinoamericanos
optaron por esta nueva lógica neoliberal. 1.4 Estado Social de Derecho El Estado Social de Derecho
no es propiamente el Estado de bienestar. Sin embargo, el Estado Social de Derecho atribuye al
Estado y a la sociedad una responsabilidad compartida respecto al desarrollo y la dignidad
humana. Los antecedentes del Estado Social de Derecho en Colombia de 1991 pueden ubicarse en
el Estado alemán de la Constitución de 1949 y la Constitución española de 1978 que habla de un
“Estado social, democrático y de derecho”. El Estado Social de Derecho da un paso más allá del
Estado liberal y comprende que no solo debe trabajar por la garantía y el goce efectivo de los
derechos individuales, sino que a la vez deben prevalecer los derechos sociales por encima de
todo. El maestro Carlos Gaviria lo explicaba con contundencia. Señalaba que, si bien los derechos
individuales hacían un énfasis en la libertad individual, la autonomía, la libertad de pensamiento,
la libre expresión y el respeto a la vida, estos derechos no eran suficientes para vivir una vida
digna. Por eso, se hacía necesario comenzar a garantizar una serie de derechos sociales que dieran
plenitud a la vida humana POLITÉCNICO GRANCOLOMBIANO 8 como el derecho al trabajo, a la
salud, a la educación, etc. En síntesis, el derecho a la vida parece vacío si no viene acompañado de
una garantía adicional a derechos sociales básicos. Así, el Estado de derecho consiste en el deber
del Estado de procurar el mínimo existencial, es decir, el mínimo vital para todos los ciudadanos.
Por lo tanto, el Estado adquiere la obligación de garantizar un mínimo de derechos que hagan
posible la vida digna de las personas. Ya es bien conocida bajo esta lógica la política del mínimo
vital de agua en Bogotá, por ejemplo, para muchas familias de bajos ingresos. Por otra parte, el
Estado adquiere también la obligación de trabajar en pro de la igualdad real de los ciudadanos, no
solo ofreciendo mecanismos de protección de derechos sino a la vez facilitando medios que
permitan la realización de los mismos, en pro de un goce efectivo de los mismos.
Escenario 1
Para poder entender que es el Estado debemos remitirnos a un problema que se da desde las
ciencias sociales y es básicamente desde qué perspectiva o desde qué área se estudia debido en
gran parte por que como es un concepto tan ambiguo las diferentes áreas del conocimiento la
interpretan según su necesidad, es por esto que desde esta lectura se dará un concepto general
que pueda adaptarse fácilmente. El Estado es entonces aquella acción política que una sociedad
realiza a través de la organización de sus ideas y objetivos que permiten guiarse como pueblo a un
fin específico, dentro de esta dinámica el Estado se conforma con las necesidades de la gente las
normativas que le permiten a ese grupo social convivir dentro de un espacio geográfico
determinado y limitado el cual servirá para que ese Estado funcione en pro del bienestar de su
comunidad. 1.1 Contexto histórico Para poder entender las particularidades que caracterizan los
sistemas políticos actuales, es necesario dar un vistazo en el tiempo, donde el Estado nace dentro
de la organización primaria de las ciudades sumerias desde aproximadamente 3500 años a. C.; y se
fortalece con los fenicios iniciando el siglo IV a. C. en lo que hoy se conoce como la península
arábiga. Para este entonces la Ciudad-Estado no era más que una estructura básica de leyes y
normas que los ciudadanos de estos espacios geográficos, debían acatar su autonomía frente a la
toma de decisiones y la creación de leyes no difiere mucho de lo que en la actualidad conocemos
de los Estados federados, si bien se puede tomar como un inicio del proceso que terminó
convirtiéndose en el sistema político federativo. Ya en Grecia el Estado se ve con mayor
organización, debido en gran parte por el auge de ciudades como Uruk, Nippur en Sumeria o
Biblos y Tiro en Fenicia; los atenienses tenían una visión más compleja del Estado, pues su
organización de ciudad aldeana presentaba a su vez un cambio superior en las relaciones
comerciales debido en gran parte por su expansión territorial, así mismo el Estado ateniense era
visto como lugar para reuniones sociales en las El Estado constituye una comunidad social con una
organización política común. POLITÉCNICO GRANCOLOMBIANO 3 que se podía debatir sobre las
decisiones que afectaban a la comunidad, cabe recordar que en esta toma de decisiones solo
podía participar aquel ciudadano nacido en Grecia, que tuviera un estatus económico y que fuera
bien parecido además de contar con la edad mínima. La CiudadEstado servía también como sitio
de culto de los dioses propios de la época, con el tiempo el papel del ciudadano se vio más visible
y participativo en las tareas de gobierno, así como en la creación de leyes que beneficiaran a la
misma comunidad. La concepción de Estado se fue transformando a medida que pasaba el tiempo
es así que para inicios del imperio romano las Ciudades-Estado desaparecen debido en gran parte
por la consolidación y unificación en la toma de decisiones que esta vez se centró en el emperador
o César. Se crea el senado idea que sale en cierta parte de Grecia pero que los mismos Romanos
moldean a sus necesidades y el cual tiene las funciones de escuchar las peticiones del pueblo y por
otro lado aconsejar al César, de esta forma el imperio organiza las ciudades bajo un solo esquema
y unas únicas leyes que buscan solo una cosa la estabilidad del imperio y la sumisión de los
mismos. Si bien con la caída del Imperio Romano en el año 476, se daría un nuevo viraje a la forma
de concepción de la política, por un lado porque las nacientes monarquías que lideradas por
Carlomagno cambiaron el sentido de un solo dirigente político en Europa y lo trasladarían
rápidamente en una dualidad entre lo sumamente humano y una nueva concepción espiritual
liderada por la iglesia católica entre los siglos V Y XV, este cambio traería nuevos retos a los líderes
que vieron un aliado espiritual el cual serviría de interlocutor entre el pueblo y las monarquías,
apoyada también por los señores feudales y la nobleza, como resultado de este proceso se
consolido por varios siglos el sistema monárquico de Europa. Se podría decir entonces que la
visión de Estado hasta la Edad Media no tendría un fin sumamente político debido en gran parte
por el interés individual de los monarcas quienes no veían con buenos ojos la división del poder lo
cual les podría traer sublevación de los grupos minoritarios, temor que se haría realidad mucho
tiempo después a través de la ilustración y el enciclopedismo francés, gracias a una nueva figura
social que cada día se consolidaba más entre pueblo es así que las nuevas asociaciones de
artesanos y comerciantes toman mayor protagonismo al enviar estos a sus hijos a las escuelas y
universidades y quienes serán al final los que den una nueva visión en las relaciones políticas y
busquen dar respuesta a las César: Es el título con el que se denominó al emperador romano y
deriva de “Cayo Julio Cesar” quien fuera general y dictador. POLITÉCNICO GRANCOLOMBIANO 4
necesidades de su entorno. Con este cambio de pensamiento impulsado en gran parte por el
conocimiento adquirido en las universidades, y la concepción de una nueva mirada de las
relaciones internacionales y buscando un cambio más estructural en la organización en las que se
uniera Estado-TerritorioAdministración de los recursos de las nuevas naciones, nace la política
como ciencia como eje fundamental que va permitir observar el Estado como una estructura que
debe cumplir la función general de los nuevos líderes de velar y proteger los derechos de todos los
ciudadanos, bajo esta premisa es entonces que se concibe el Estado moderno. 2. ¿Qué
entendemos por Estado? El Estado es aquel actor por el cual se le asignan unas responsabilidades,
como la defensa, protección y garantía de unos derechos, por ejemplo. Así mismo, al Estado
también se le reconoce cierta autoridad en el marco de un territorio y a esto lo llamamos
soberanía. Luego, si las distintas sociedades han optado históricamente por distintas formas de
organización política, el Estado reviste una particularidad significativa que lo distingue de todas las
otras formas políticas establecidas. ¿Cuál? El politólogo Rafael del Águila, en su Manual de Ciencia
Política, le atribuye las siguientes las características al Estado: “como poder político y complejo
institucional organizado sobre un determinado territorio, capaz de ejercer con una eficacia
razonable el monopolio de la producción de las normas más relevantes y del uso público de la
fuerza, la coerción legal sobre las personas, o la sociedad, sometidas a su jurisdicción” (Del Águila,
p.36). Se puede inferir que el Estado es un organismo autónomo que está en pro del beneficio de
la comunidad y que a partir de este objetivo construye nuevas herramientas e instituciones que
velen por el bienestar del pueblo que a través de reglamentación permite que una sociedad pueda
convivir pacíficamente dentro de un territorio específico. POLITÉCNICO GRANCOLOMBIANO 5 3.
¿Por qué el Estado es necesario? Según Thomas Hobbes quien fue un importante pensador inglés
del siglo XVII que se ocupó dentro de muchos temas, de explicar por qué era mejor tener un
Estado a vivir en la anarquía de la guerra civil. Es un tema fundamental, pues para muchos la
autoridad es innecesaria y a veces argumentan que vivirían mejor si el Estado no existiera. Muchos
afirman que sería mejor vivir sin leyes, sin autoridad y señalan en su defensa que no pueden ser
libres por completo cuando existen las restricciones o cuando los impuestos comienzan a impactar
la economía personal. Sin embargo, el propósito de Hobbes es todo lo contrario: justificar la
necesidad y pertinencia del Estado en una sociedad. La mayoría de los argumentos de Hobbes
están expuestos en su obra “El Leviatán”, donde justifica la necesidad de que exista una autoridad
soberana que garantice la vida a los seres humanos e imparta orden. El Estado como hemos visto
es indiscutiblemente una asociación de personas que busca un bien común y que garanticen la
organización jerárquica de la sociedad, así de esta manera se puede direccionar de una manera
más eficaz las necesidades y prioridades de cada comunidad. cabe aclarar que esto es solo posible
si los líderes de estas comunidades tienen claro el fin único de vivir en sociedad como ya lo definía
Aristóteles frente al ser humano o el zoo político, el hombre por ser ese animal racional que es
capaz de convivir con su semejante está alineado a una dependencia de su par, así es que cada
hombre tiene diferentes habilidades que en grupo son explotadas y manipuladas para el bien
grupal, de esta manera en espacios políticos macros es que se necesita del Estado ya que quien se
encarga al final de direccionar las necesidades básicas de su conjunto para esto se vale de las
diferentes estructuras que lo conforman (poderes legislativo, judicial y ejecutivo) en síntesis bajo
esta organización se articula que cada miembro de la sociedad se apropie de su responsabilidad y
de su papel como cuidado activo de una sociedad. Thomas Hobbes (1588-1679) fue un filósofo
inglés, cuya obra } cumbre fue El Leviatán, la cual influyó de manera importante en la filosofía y
política occidental. POLITÉCNICO GRANCOLOMBIANO 6 4. El “Dilema del prisionero” y la necesidad
del Estado El “dilema del prisionero” es un ejemplo clásico que formula la teoría de juegos y que
nos puede ser útil para entender la importancia que tiene el Estado al interior de la sociedad. En
general, la teoría de juegos plantea un escenario en el que dos individuos que hacen uso de su
razón no cooperan de forma natural. A pesar de que existen muchas formulaciones de este
ejemplo, una de las versiones más famosas es la de Albert W. Tucker que es la que resumiré. El
dilema nos pide que imaginemos el siguiente escenario. Imaginemos que ha habido un robo a
mano armada, los asaltantes han escapado y no hay ninguna pista acerca de los criminales. Sin
embargo, cerca del lugar del robo han sido capturados y encarcelados dos hombres armados. El
problema está en que, si bien pueden ser procesados porque portan armas ilegales, no se tiene
evidencia alguna de que hayan participado en el robo. Pero los fiscales del caso deciden
implementar una estrategia en aras de poder obtener pruebas de que han participado en el robo.
Encierran a cada prisionero en una celda individual aislada, donde no tenga medios de
comunicación con nadie más y le hacen a cada prisionero la siguiente propuesta: si confiesan el
robo e inculpan a su compañero obtendrán una rebaja en la pena. La oferta es: • Si el prisionero A
y el prisionero B se traicionan mutuamente, cada uno de ellos purgará 2 años de prisión. • Si el
prisionero A traiciona al prisionero B, pero B permanece en silencio, A será puesto en libertad y B
purgará 3 años de prisión y viceversa. • Si tanto el prisionero A como el prisionero B permanecen
en silencio, ambos sólo purgarán 1 año en prisión, la pena menor. El resultado alcanzado es a
penas evidente. Cada uno de los prisioneros, en búsqueda de satisfacer sus propios intereses, de
maximizar su bienestar personal, optará por traicionar a su compañero. Lo que se evidencia en
este dilema es que la lógica simplemente individual es poco colaborativa y con mucha dificultad
piensa o se representa el bienestar colectivo. La parte interesante de este resultado es que la
búsqueda de recompensa individual conduce a que los prisioneros se traicionen, en vez de optar
por una mejor recompensa si los dos colaboran POLITÉCNICO GRANCOLOMBIANO 7 y guardan
silencio mutuamente. Lo que prevalece es el principio de desconfianza y búsqueda del propio
interés. La parte interesante de este resultado es que la búsqueda de recompensa individual
conduce a que los prisioneros se traicionen, cuando iban a obtener una mejor recompensa si
ambos guardaban silencio. Pero ¿cuál es la relación entre el “dilema del prisionero” y la
pertinencia del Estado? Si el “dilema del prisionero” nos ha ejemplificado que la racionalidad
individual tiene una fuerte tendencia hacia la no cooperación y en últimas nos señala que los
individuos solo luchan por sus propios intereses, en desmedro del interés general, el Estado surge
como la institución que vela porque el interés general sea realizable. Aterricemos este “dilema del
prisionero” en otro ejemplo, de tal manera que sea más evidente para nosotros la pertinencia y
necesidad que tenemos del Estado. Figura 1. Estados Fuente: Elaboración propia Imagine que hay
una vereda que se ubica en la falda de una montaña. Es una vereda de 100 hectáreas de
extensión, y en la cual viven 10 familias; cada familia tiene 10 hectáreas de tierra. El problema de
la región está en que se trata de una zona fuertemente arborizada y en la cual no existen terrenos
dispuestos para trabajar cultivo alguno. A la vez, la gente de la región ha sido advertida que si
comienzan a talar los distintos árboles hay peligro de que la erosión del terreno lleve a que se
generen derrumbes y deslizamientos de tierra. Sin embargo, cada una de las familias que reside en
el sector se vería muy beneficiada si talara la tierra que le corresponde y pudiera así cultivar lo que
le plazca. ¿Cómo obrarán cada una de las diez familias que habitan la región? ¿Evitarán buscar su
interés particular en aras de proteger el interés general? POLITÉCNICO GRANCOLOMBIANO 8
Como lo vimos en el “dilema del prisionero”, la racionalidad de cada individuo está casi que
imposibilitada para representarse el interés general. La mayoría de las veces la racionalidad
individual procurará la defensa de su propio interés, sin que por ello pueda ser tildada de “mala” o
“perversa”, pues de lo que se trata es que un individuo en realidad solo puede representarse el
bien para sí mismo. Así las cosas, si en la vereda que hemos ejemplificado no existen leyes o
normas que impidan la tala de bosques, ni tampoco una autoridad que defienda el interés general,
seguramente lo que sucederá es que cada familia en defensa de su interés talará la parte de
bosque que le corresponde para poder beneficiarse. Pero el problema es que, si todos piensan
igual, el riesgo de derrumbe aumentará y todos perderán su terreno. Como lo mostramos en el
“dilema del prisionero” si cada sujeto simplemente lucha por su propio interés, el resultado
redundará en contra el interés general. En conclusión, el Estado tiene el monopolio del poder en
pro de garantizar el interés general. Piensen por ejemplo en las grandes ciudades, si no existiera
un control al uso de los vehículos automotores la afectación al medio ambiente sería enorme.
Como sucedió hace poco en la ciudad de Medellín, la Alcaldía reguló el uso de motos y
automóviles en búsqueda de que no se contamine y afecte el medio ambiente. Si el Estado y, en
este caso, la Alcaldía no intervinieran, cada sujeto simplemente buscaría beneficiarse sin pensar en
el bienestar general y el medio ambiente acabaría desecho. Con esta noble finalidad, el Estado
está provisto del monopolio de la fuerza de coerción en aras de garantizar el orden social. El
Estado goza de este poder pues es el pueblo mismo el que consiente que lo tenga, si y solo si el
Estado obra en pro de sus intereses.