CH Ulla y Yanantin
CH Ulla y Yanantin
CH Ulla y Yanantin
Ch´ulla y Yanantin
Las dos matrices de civilización
que constituyen a Bolivia
Índice
Prólogo
1. Ch´ulla y Yanantin
2. Matrices de civilización. Un recuento de lo aprendido
3. De la Revolución al Pachakuti
4. ¿Cuán indios son los blancos y viceversa?
5. Ch´ulla y Yanantin. Un pantallazo conceptual a modo de resumen
“Una verdad superficial es un enunciado, cuyo opuesto es falso.
Una verdad profunda es un enunciado,
cuyo opuesto también es una verdad profunda”
Niels Bohr
Sopocachi, 6 de Av de 5768
1
Ch´ulla y Yanantin
1. Unidad y Paridad
Ch´ulla y Yanantin
Software lógico
El Principio de Identidad
Este Principio se escribe A es A. Esta fórmula expresa muy bien la negativa de este
modelo a reconocer la existencia de la otra energía, B, y que, además, es una energía
diferente y antagónica. Sin embargo, no puede menos que aceptar que hay un Otro, pero
se hace la ilusión de que ese Otro es idéntico a él mismo, A, pues sólo puede haber Uno
y éste Uno, obviamente, es él y es universal.
El ejemplo máximo de esta manera de pensar es el monoteísmo patriarcal de la
tradición abrahámica. Postula un Dios varón. Desconoce lo femenino, B, (la otra energía
contradictoria). Ello, obviamente, no ha implicado, ¡Ni mucho menos!, que las mujeres
desapareciesen de la faz de la tierra. Siguen existiendo, fácticamente, pero a la sombra:
no existen simbólicamente. La debilidad de este Principio es que no expresa la realidad
empírica tal como todo el mundo la experimenta y sin la cual la Vida no se reproduciría.
A esta discontunidad, separación, respecto de la experiencia es a lo que se llama
ideología.
Este es el principio lógico de las políticas coloniales de evangelización, extirpación
de idolatrías, progreso y cooperación al desarrollo. Es decir, la pulsión de homogeneizar
el mundo al modelo occidental: A = A. La pulsión actual por imponer un Pensamiento
Único proviene de esta matriz lógica. La Globalización es la forma contemporánea de
imponer, política y económicamente, a todo el mundo el Principio de Identidad
aristotélico. La Indianinad y el Altermundismo son las formas de recordarle que no, que
Otro mundo coexiste al lado suyo: los Andes o el Tercer Mundo de los No Alineados,
del cual la Indianidad es el mejor exponente
El Principio de No Contradicción
Este Principio lógico dice que A no es no-A. Es decir, que A y B no pueden ser verdad
al mismo tiempo y bajo el mismo punto de vista; porque, o bien A es verdad y entonces
B es falso o, al revés, B es verdad y entonces A tiene que ser falso. Dicho de otro modo,
si yo tengo la razón, entonces tú no la tienes. Si Occidente tiene la verdad, entonces la
Indianidad no la tiene.
Este principio sostiene que no existe un tercer término, T, (“tercero incluido”) que sea, a
la vez, A y no-A. Es decir, este Principio se deriva del anterior: una proposición es o
bien verdadera o bien falsa y, por consiguiente, no existe una tercera posibilidad, es
decir, tanto verdadera como falsa, ni verdadera ni falsa. Con otras palabras, si yo tengo
la razón, entonces tú no puedes tener razón. Una tercera posibilidad (que tu y yo la
tengamos al mismo tiempo: lo contradictorio, justamente) queda excluida. Este es el
Principio de Tercero excluido que está en la base del racismo y la xenofobia: de la
Exclusión, precisamente
Así, pues, este es el software lógico de la postulación de la Unidad que, en teología,
es el monoteísmo; en política, la monarquía: todo el poder al Uno; en economía, el
intercambio; en sociología, el individualismo: en derecho, la propiedad privada, etcétera.
Y que, fundamentalmente, parte de una comprensión estática de la realidad. Por tanto,
un postulado y presupuesto falsos, porque el mundo no está quieto.
Lo que produce y reproduce este congelamiento del flujo de la Vida es la escritura:
congela la voz en átomos verbales: morfemas, que son fijados en un soporte: papiro,
papel... El flujo de la conversación, de la oralidad, es detenido en un instante que se
hace eterno. No hay pues, monoteísmo sin escritura; no hay propiedad privada, sin
escritura, no hay Estado (lo estático) sin escritura.
El Principio de No relacionalidad
Bien, estos son los principios lógicos que han modelado el alma de Occidente, hasta el
día de hoy. Una racionalidad de exclusión, basada en una lógica binaria que valora sólo
dos valores lógicos y elige uno contra el otro. Dicho de otro modo: el Monoteísmo
necesita y reproduce un modelo de No relacionalidad y, por tanto, de
unidireccionalidad: del sujeto al objeto. A esto se llama Gracia en teología católica.
El Principio de relacionalidad
Al revés, la Indianidad se basa en el principio de Relacionalidad: en el Principio era el
Ayni. Este principio afirma que todo está relacionado, vinculado, conectado con todo.
Por consiguiente, la entidad básica es la relación; no el ente, como en la metafísica
occidental. Ahora bien, el Principio de Relacionalidad no tiene nada que ver con el
Monismo neoplatónico. La relacionalidad universal no es el resultado de una emanación
a partir de un solo ente, principio o substancia. El todo de la relacionalidad amerindia es
un todo explícito y concreto.
En Occidente, lo concreto es un producto secundario de lo abstracto y universal, que
tiene la primacía. En los Andes, lo concreto tiene la primacía y es la epifanía de la
realidad entendida como una red. Por ello, para un amerindio, un ente totalmente
separado y aislado, como el Dios monoteísta, es sencillamente inimaginable; sería el
máximo grado de abstracción; es decir, un no-ente.
El Principio de relacionalidad no es sólo lógico, sino que implica variables afectivas,
ecológicas, éticas, estéticas y productivas. La relacionalidad deriva de la experiencia de
saberse parte de la totalidad; proviene de una convivencia holista con el cosmos. Ahora
bien, el Principio de relacionalidad tampoco es de naturaleza causal. La causalidad es un
modo más de relacionalidad; pero he aquí que la mayoría de los tipos de relacionalidad
indígena son, más bien, de índole no causal: correspondencia, reciprocidad, polaridad,
proporcionalidad.
El Principio de Correspondencia
Este principio afirma que los distintos aspectos, regiones o componentes de la realidad
se corresponden: co-responden, contestan la pro-vocación de su opuesto de una manera
armoniosa; relación que implica, por consiguiente, bidireccionalidad mutua. Para el
pensamiento amerindio, los nexos relacionales son, básicamente, de índole cualitativa,
simbólica, celebrativa, ritual: afectiva, sin que ello excluya lo intelectual, pero,
ciertamente, no tiene la primacía que sí tiene en Occidente.
Por consiguiente, Correspondencia no es lo mismo que equivalencia o identidad. El
pensamiento occidental clásico concibe la relacionalidad de la realidad como un rasgo
secundario de la sustancialidad, mediante categorías de semejanza, adecuación,
identidad y diferencia. El pensamiento amerindio no postula una substancia abstracta,
absoluta, para desde allí colegir lógicamente todo lo demás; postula que la realidad es
una red de relaciones.
Para el pensamiento amerindio hay una correspondencia entre macrocosmos y
microcosmos; entre el ayllu de los jaq´i, el ayllu de la sallqa y el ayllu de los wak´as;
entre la fabricación de la chicha y el fluido de los líquidos por el cosmos; entre la casa
y el universo; entre lo humano y lo orgánico. Entre estas polaridades hay
bidireccionalidad: hay toma y daca: hay reciprocidad.
El Principio de Complementariedad
Este principio afirma que ningún ente, acción o acontecimiento existe aislado, solitario,
por sí mismo. Por el contrario, todo ente coexiste con su complementario; ambos hacen
la plenitud. Ahora bien, el Principio de Complementariedad no es algo Objetivo en el
sentido newtoniano y escolástico: “entes existentes en y por sí mismos”. El pensamiento
occidental clásico tiende a identificar lo particular con lo completo: pars pro toto. El
pensamiento amerindio insiste en el significado literal: se trata de una “parte”, necesaria
y complementaria, que se integra junto con otra “parte” en una entidad completa, es
decir, complementada.
El Principio de Reciprocidad
2. La Paridad cuántica
De lo dicho, por tanto, se puede colegir un modelo para leer la realidad que puede ser
verificado desde el nivel subatómico hasta el nivel del pensamiento y la conciencia
humanas.
Este modelo se caracteriza porque piensa la realidad como una Paridad de energías
antagónicas: Onda / Partícula que, sin embargo, por complementariedad conforman una
unidad. Por tanto, desde este punto de vista, la unidad no tiene que ver con el Uno, sino
con la Paridad. Esto es lo nuevo, respecto del modelo monoteísta occidental: A = A.
Mental Físico
Subjetivo Objetivo
No espacial Espacial
Cualitativo Cuantitativo
Dirigido a su fin Mecánico
Poseedor de memoria Sin memoria
Holístico Atomístico
Emergente Composicional
Intencionado No intencionado: “Ciego”.
Ello implica entonces que debemos pensar los conceptos no como átomos aislados e
independientes, sino como nodos relacionales entre dos polaridades antagónicas.
Los físicos proponen la metáfora del Vacío Cuántico para visualizar un lugar donde
todas las energías antagónicas, positivas y negativas, la materia y la antimateria, se
encontrarían revueltas, aparecerían y desaparecerían continuamente.
Otro físico, David Bohm, ha llamado a esta dimensión con la metáfora de Orden
Plegado, que subyacería al Orden Desplegado que vendría a ser el mundo nuestro
donde se manifestarían, se actualizarían, esas potencialidades que bullen latentes en ese
Orden Plegado.
Los kollas llamarían Manqhapacha al Orden Plegado y Akapacha al Orden
desplegado. Mejor dicho, y con más coherencia, según los kollas, el Orden Desplegado:
el Akapacha, sería el efecto del encuentro complementario de las energías antagónicas
del Alajpacha y el Manqhapacha.
Pues bien, el marco teórico de este nuevo paradigma, por así decir, lo han
proporcionado los físicos. Lo que ellos vienen a decir es que las radiaciones que
podemos capturar en nuestros aparatos, se pueden agrupar en dos órdenes antagónicos.
Por un lado, estarían las energías que produjeron el Big Bang, es decir, las energías de
la disjunción, separación; las fuerzas centrífugas de la expansión, las que permiten que
el universo se despliegue continuamente; las energías de la fragmentación, de la
individuación, atomización, expansión. Fermiones, genes, catabolismo, sintagma,
diástole, expirar, etc.
Por el otro lado, estarían las energías de la conjunción, la unión; las fuerzas
centrípetas de la atracción de los cuerpos, las que permiten que se formen las galaxias,
los soles, los planetas: aparezca la vida; las energías de agregación, comunitariedad,
unión: la ley de gravedad. Bosones, proteínas, anabolismo, paradigma, sístole, inspirar,
etc.
El universo cuántico
La experimentación microfísica obligó a considerar como reales, eventos que, desde el
punto de vista aristotélico, eran sencillamente imposibles. Ahora bien, tanto la física
relativista como la física cuántica mostraron que la materia, en última instancia, se
identifica con la energía: E=mc2. Este es el punto y el momento en el que la
comprensión indígena del cosmos cobra relevancia científica, pues la Indianidad tiene
una comprensión de la realidad básicamente energética. Sus sistemas rituales médicos y
religiosos se basan en un complejo y sofisticados manejo de las energías sutiles. El
neutrón, el electrón, el átomo, la molécula son eventos energéticos y, aquí, vale el dicho
“Como en lo micro, así también en lo macro”. Dicho brevemente, el universo es
esencialmente dinámico y, por ello, "incomprensible" para la lógica aristotélica, en
cuanto lógica estática.
Al anunciar su teoría de los quanta, Max Planck demostró en 1900 que la energía
radiante existe bajo la forma de cuerpos minúsculos, los quanta, cuya naturaleza es
particularmente desconcertante. El quantum puede ser aprehendido, en efecto, como
onda o como corpúsculo, es decir, como frecuencia ondulatoria, obligatoriamente
continua y, al mismo tiempo, como cantidad aritmética finita, obligatoriamente
discontinua. Una pura contradicción, según la lógica aristotélica.
Pero, tanto en microfísica como en la sabiduría indígena, este género de
contradicciones no son solamente posibles, sino que constituyen la regla. Todo quantum
posee la potencialidad de su transformación en un par de electrones. Esta es la
explicación científica del Yanantin quechua o del más antropomorfizado Jaqi aymara.
Después de Planck, Wolfgang Pauli compiló un cierto número de observaciones que
Lupasco concretizó en tres leyes fundamentales:
La ley de antagonismo
Los átomos sufren, a la vez y al mismo tiempo, de la atracción y la repulsión. Los seres
humanos sufren, a la vez y al mismo tiempo, la atracción / repulsión de lo comunitario y
lo individual y, según las circunstancias, colapsan como lo uno, que entonces se
actualiza, o lo otro que entonces se potencializa; y viceversa.
Los electrones gravitan en torno al núcleo del átomo, pero no gravitan sobre la misma
órbita, debido a lo que Pauli llamó el Principio de Exclusión cuántica. Los electrones
poseen la propiedad, desconcertante si se hace caso a las reglas de la lógica clásica, de
excluirse mutuamente del estado cuántico que ocupan los unos respecto de los otros.
Este Principio de Exclusión es esencial, porque engendra una diversificación de la
energía, es decir, una heterogeneización, que explica la aparición de la diversidad.
A partir de la molécula, precisa Stéphane Lupasco, "Todos los sistemas comportan, para
su misma edificación, la competición antagonista del doble principio de
homogeneización y heterogeneización". Esto quiere decir que cuanta más energía
contenga un sistema, más heterogéneo y diferenciado resulta. Más vida tiene.
3. Lo Contradictorio
Tal vez una manera de acercar a nuestra experiencia vital la noción super abstracta de lo
contradictorio sea la idea de afectividad. Esta es una noción que se nos atraganta a los
que hemos sido educados en el racionalismo positivista, pues no tiene lugar; está entre
las cosas, aparece y desaparece como, dizque, en el vacío cuántico, aparecen y
desaparecen materia y antimateria; es el efecto de las complementariedades antagónicas;
es el rostro amable de estado T. Pero he aquí que el mundo y nuestra experiencia del
mundo, desgraciada o felizmente, es contradictoria y compleja. Sin dolor el placer no
existiría; sin alegría no podríamos imaginarnos el sufrimiento y viceversa. Sin esas
contradicciones el destino humano parecería vacío.
Vamos a tratar de aplicar este modelo abstracto, que proviene tanto de la sabiduría
indígena como de la física cuántica, a algunos ejemplos más concretos.
4.1. A lo humano
El modelo subatómico: onda / partícula rige también la reproducción de la vida en el
nivel humano. La vida humana sólo se puede reproducir a partir de la
complementariedad varón / mujer. Ahora bien, así como cada energía contiene, al
interior de sí misma, la energía contraria minimizada, así también todo varón tiene su
parte femenina, que C.G.Jung llamó anima, y toda mujer tiene su parte masculina,
llamada animus.
Por tanto, lo Humano, desde el punto de vista cuántico, es la complementariedad de
estas dos energías y no únicamente una sola de ellas, como tiende a pensar el
Monoteísmo patriarcal occidental: el varón: la energía congelada en el átomo masculino.
En el castellano tenemos un buen ejemplo que puede ilustrar lo que acabamos de
decir. Tenemos el concepto abstracto de Hombre (en alemán Mensch) que es el efecto
de la complementariedad entre varón (Mann) y mujer (Weib). Pero resulta que, a lo
largo del tiempo, el modelo patriarcal, basado en la idea de un Dios varón, único, redujo
el sentido complejo y complementario de Hombre a varón, al punto que en la actualidad
se usan como sinónimos. Es decir, la idea de mujer, contenida en Hombre, desaparece o
se minimiza o se subalterniza. Esto es lo típico del patriarcado de tipo abrahámico.
El cristianismo y, en especial, el catolicismo, trata de salir de la unilateralidad de
hacer valer sólo la energía patriarcal, en el concepto de la Trinidad. De la idea solitaria
de Padre avanza hacia la de Hijo pero no se atreve a proferir, así sea simbólicamente, el
concepto de Madre, que es el concepto que sigue lógicamente de la metáfora que está
usando: padre, hijo… y sale con el sui géneris concepto de Espíritu Santo, donde vuelve
a descorporeizar: espíritu, la mera inercia mental que lleva a madre, para borrar todo
rasgo de sexualidad, fertilidad que sus patriarcas asocian a la idolatría.
El concepto de Unidad, desde una perspectiva cuántica, no puede menos que ser
visto como un concepto impar, por tanto, anormal y que los kollas llaman con la palabra
Ch´ulla, incompleto, insuficiente: marrado. El prefijo Chu alude a incompleto, no
definido y el sufijo lla significa casi, a punto de.
En cambio el modelo indígena Yanantin, Jaqi, Chachawarmi, mellizos … da mejor
cuenta de la realidad. Eso se debe a que la Indianidad es un sistema que se piensa en
contigüidad con la biosfera: con las leyes de la naturaleza. El Monoteísmo, en cambio,
parte de una Separación respecto de la biosfera y de la autonomización de la esfera
humana como el cúlmen y el no va más de la creación: de ahí deriva su
antropocentrismo.
4.2. A lo social
A continuación ofrezco algunos rasgos más de este modelo para complejizar la mirada.
4.3. A lo político
A continuación ofrezco algunos rasgos más de este modelo para complejizar la mirada.
4.4. A lo económico.
A continuación ofrezco algunos rasgos más de este modelo para complejizar la mirada.
INTERCAMBIO RECIPROCIDAD
Fomenta el consumo a toda costa, por Propicia el consumo adecuado: guardar,
medio de la obsolescencia tecnológica conservar, reciclar. Propicia, si mismo, la
planeada, porla presiòn de la propaganda calidad, no la cantidad.
y la creación de necesidades artificiales
La gente debe ajustarse a los trabajos Los trabajos deben ajustarse a las
disponibles. Rigidez, conformismo personas. Flexibilidad, creatividad
Fragmerntación, compartimentación de Trabajo en equipo. Constitución de redes.
tareas y roles. Acento en tareas Coordinación. Inter-disciplinariedad.
especializadas, minuciosamente descritas Creatividad y espontaneidad, seguidas
siempre de evaluación y realimentación
Modelo mecánico, basado en la física Reconocimiento de la incertidumbre
newtoniana
Agresividad, competitividad. Los Cooperación. Los valores son más
negocios son los negocios importantes que el ganar
Separación entre trabajo y juego. El La Fiesta, como momento sacramental de
trabajo como fin. la redistribución
Manipulación y dominio de la naturaleza Criar la Vida y dejarse criar por la Vida
Lucha por la estabilidad. Búsqueda de lo Sentido del cambio. Voluntad de riesgo
estático
Importancia de lo cuantitativo. Primacía Primacía de lo cualitativo. Importancia de
de lo tangible lo intangible: información, conocimiento
Motivaciones materiales. El progreso se Motivaciones espirituales. Tan importante
juzga por el producto; no importa el cómo como el producto es el proceso: el cómo.
4. 5. A lo civilizacional
5. El Occidente y la Indianidad
Dicho esto, hay que añadir que el Principio de Reciprocidad es incompatible con
algunas nociones trascendentales de la civilización occidental. Occidente es una
civilización unidimensional; con la física cuántica está empezando a cambiar desde su
estrato académico; por eso no quita que entienda las relaciones unidireccionalmente.
Dios es un actus purus, soberano, omnipotente, omnisapiente; no necesita de la criatura;
si la crea es como fruto libérrimo de su condescendencia, de su libertad: de su gracia; no
espera respuesta humana para ser. Traducido epistemológicamente significa que el
Sujeto conoce activamente un Objeto que es entendido como pasivo. Económicamente,
que el hombre explota, a través del trabajo y la tecnología, la tierra que es entendida
como inerte y pasiva y la transforma en producto, es decir, en riqueza.
El “dios” amerindio, en cambio, acaece, en el momento del ritual; precisa del ser
humano para hacerse presente y viceversa; más allá del ritual (el laboratorio), existe
virtualmente en el cosmos como un fotón antes de la medición en el acelerador de
partículas: es un dios cuántico. Traducido epistemológicamente, conocer es amar.
Económicamente, trabajar es criar la vida. La reciprocidad implica, pues, una
comprensión interactiva de la realidad. Dicho con otras palabras, la Reciprocidad es la
búsqueda de un equilibrio contradictorio entre las fuerzas de inclusión y las de
exclusión.
Otra manera de decir lo mismo es la que utiliza Josef Estermann. Sostiene que la
civilización occidental se caracteriza por la no-relacionalidad, cuyo categoría básica es
el ens in quantun ens, es decir, la substancialidad de todo lo que existe, tanto en sentido
realista, como “ser-en-sí-mismo”, como en sentido trascendental, como “autonomía del
sujeto”. Por tanto, la existencia separada y monádica es lo primero; de ahí proviene, en
política, la primacía del Individualismo liberal, por ejemplo; por consiguiente, la
relación entre los entes (de donde proviene la primacía del comunitarismo amerindio) es
lo segundo. En Occidente es un accidens, como dice la ontología.
La civilización amerindia, en cambio, se caracteriza por la relacionalidad. El
universo es ante todo un sistema de seres inter-relacionados, dependientes uno del otro,
heterónomos, es decir, no sustanciales. La relación, que en Occidente es un accidente,
es, en los Andes, la categoría más importante.
Estermann, así mismo, nos recuerda las categorías básicas de la metafísica y
ontología que constituyen lo medular de la civilización occidental hasta el día de hoy: la
Inmanencia (existir-en-y-por-sí-mismo), independencia o soberanía (autosuficiencia),
principalidad (arjé como base) autonomía y substancialidad. Para la civilización
amerindia, en cambio, un ente particular, por así decir, ya está siempre en relación con
otros (trascendencia), no es autosuficiente, no puede ser principio en sí mismo (es an-
arquico), se rige por una normatividad exterior (heteronomía) y no existe en sí mismo
(relacionalidad).
Respecto al principio de Tercero excluido, este sólo permite la disyuntiva excluyente
entre dos conceptos contradictorios (verdad-falsedad, finito-infinito...) No existe
mediación, sino separación entre los polos. La lógica de inclusión afirma una transición
continua entre dos extremos de tal manera que pueden coexistir como equilibrio
complementario. Oriente, justamente, ofrece las expresiones más manifiestas de
complementariedad de opuestos: el yin yang del taoismo, Yanantin, ChachaWarmi …
Así, pues, al interior de ambas civilizaciones, como su contrapunto, está también su
opuesto pero de un modo subordinado. En ese sentido se puede hablar, por ejemplo, que
lo amerindio de Occidente son sus pulsiones holistas y ecológicas. Lo occidental de la
Indianidad son sus pulsiones reduccionistas, individualistas y faccionalistas.
Ya se que en la contrastación sale mal parado Occidente y ello causa resistencia a
aceptar esta manera de entender las relaciones entre cristianismo y animismo amerindio
en Bolivia. Lo siento; nos está pasando lo mismo que a los físicos el primer cuarto del
siglo XX cuando la experimentación científica iba cambiando la visión de la materia-
energía, del espacio-tiempo, de la vida-muerte y se resistían. “¿Es posible que la
naturaleza sea tan absurda como nos lo parece en estos experimentos atómicos?”
Werner Heisenberg.
Para dar una idea del cambio de visión que estamos proponiendo les ofrezco este
cuadro resumen de los dos modelos cosmológicos: el moderno y el cuántico.
Para empezar, descolonizar es algo que nos atañe a todos; no sólo es una tarea para los
colonizados sino también para los colonizadores. Esto es básico y es necesario decirlo,
pues pareciera que sólo los indígenas tuvieran que descolonizarse.
En segundo lugar, descolonizar significa e implica desmontar el modelo monoteísta
patriarcal; es decir, la visión unilateral y unidimensional que reprime o ignora la
alteridad amerindia. El modelo Ch´ulla tiene que convertirse en un modelo Yanantin,
para decirlo en términos quechuas o, para decirlo en terminología occidental, debemos
desmontar o deconstruir el logocentrismo occidental e ir hacia un modelo cuántico
Bosón / Fermión u Onda / Partícula.
La manera más amigable, para un occidental, de desmontar el logocentrismo
patriarcal de su modelo exotérico es volver a beber de las fuentes de sus tradiciones
místicas. En el caso del judaísmo, se trata de volver a la Kabaláh; en el caso del
cristianismo, de volver a la Mística cristiana; en el caso del Islam, de volver al Sufismo.
Estas tradiciones místicas de Occidente comparten el mismo sustrato con las tradiciones
herméticas del Oriente. A esto es que se llama, sencillamente, Sabiduría.
Por tanto, pues, descolonizar significa aplicar el Principio de Complementariedad de
Opuestos a todos los órdenes de la vida. Dicho con otras palabras: visibilizar lo
reprimido por la conquista: la Inquisición, la evangelización y la extirpación de
idolatrías; las políticas de progreso y desarrollo: lucha contra la pobreza y Metas del
Milenio; darle su lugar y, luego, relativizarla con la energía contraria, para buscar un
equilibrio de ambas polaridades.
Para poner unos ejemplos de qué significa pensar Onda y Partícula, como
antagónicos pero complementarios, pensemos los siguientes ejemplos.
3. Esto nos ha llevado a precisar más y mejor ambos conceptos, al indagar sobre sus
software respectivos. De modo coherente con lo que llevamos dicho, la Matriz
civilizatoria de Occidente se basa en la lógica aristotélica que es compatible con la
lógica del monoteísmo semita. Este encuentro es el que da lugar justamente a
Occidente. Como sabemos, este sistema lógico se basa en el Principio de Identidad: A =
A. Aquí se ve cuan profunda es la negación de la alteridad, B, en este modelo mental.
Como esta rara pretensión lógica no se compadece con la realidad: la Otra, B, existe; sin
ella la vida no es posible, su segundo Principio insiste, ya no la ningunea, pero la tiene
en cuenta negativamente. Si A es verdad, entonces B es falso. A y B no pueden ser
ciertos al mismo tiempo y bajo en mismo punto de vista. Este es el Principio de No
Contradicción. Occidente no soporta lo contradictorio, por eso ha inventado el alfabeto
y la moneda. El tercer principio se deriva de éste: una tercera posibilidad, diferente al
Principio de No Contradicción, no es posible. Este es el Principio de Tercero Excluido
que, lógicamente, va a dar lugar al racismo, a la exclusión del diferente, a la explotación
de la naturaleza, etcétera.
Este software hace crisis con los descubrimientos contradictorios de la física
cuántica, pero todavía no ha traspasado las fronteras de la ciencia de punta para
asentarse en la vida social y política de Occidente. Tanto en sus políticas públicas
locales como globales, Occidente sigue siendo pre-einsteiniano.
Ahora bien, esto, subterráneamente, está en pleno proceso de erosión. El movimiento
gay: una persona puede ser, al mismo tiempo, A y B: masculina y femenina, está
diluyendo la rigidez del Principio de Identidad, de un modo que no se acaba de tomar
conciencia acerca de sus consecuencias en la vida cotidiana y, sobre todo, en la vida
simbólica de la humanidad del tercer milenio. La emergencia de la mediaesfera
audiovisual está, asimismo, relativizando la univocidad no contradictoria de la escritura.
Bien, estos son los principios lógicos que han modelado el alma de Occidente, hasta el
día de hoy. Una racionalidad de exclusión, basada en una lógica binaria que valora sólo
dos valores lógicos y elige uno contra el otro. Dicho de otro modo: la Matriz
civilizatoria del Monoteísmo patriarcal occidental necesita y reproduce un Modelo de
No relacionalidad y, por tanto, de unidireccionalidad: del sujeto al objeto. A esto se
llama Gracia en teología católica.
5. Estas dos Matrices civilizatorias constituyen dos modos diferentes de vivir las
relaciones. Por tanto, las redes de conversaciones, que les caracterizan, realizan dos
configuraciones de coordinaciones de acciones y emociones distintas. Vamos a tratar,
pues, de resumir la caracterización de las dos Matrices civilizatorias desde la
perspectiva de la biología cognitiva, tal como la ha trabajado Humberto Maturana:
Amor y juego. Fundamentos olvidados de lo humano. Desde el Patriarcado a la
Democracia. J.C. Saenz editor, Santiago, 2003.
El sabio chileno enmarca su caracterización en unas consideraciones generales
acerca de cómo funcionamos en la vida cotidiana real, no imaginaria, ni simbólica.
Maturana piensa que la historia de la humanidad ha seguido un curso determinado por
las emociones, no por la razón, y, en particular, por los deseos y las preferencias. “Son
nuestros deseos y preferencias lo que en cualquier momento determinan lo que hacemos
o no hacemos, no la disponibilidad de lo que hoy connotamos al hablar de recursos
naturales u oportunidades económicas, y que tratamos como condiciones del mundo
cuya existencia sería independiente de nuestro hacer. Nuestros deseos y preferencias
surgen en nosotros en cada instante en el entrelazamiento de nuestra biología y nuestra
cultura, determinando en cada instante nuestras acciones”.
Así, pues, la Matríz monoteísta y patriarcal del Occidente actual, estaría constituida
por una “red cerrada de conversciones caracterizada por las coordinaciones de acciones
y emociones que hacen de nuestra vida cotidiana un modo de coexistencia que valora la
guerra, la competencia, la lucha, las jerarquías, la autoridad, el poder, la procreación, el
crecimiento, la apropiación de los recursos, y la justificación racional del control y de la
dominación de los otros a través de la apropiación de la verdad”.
La Matríz animista de paridad de la Indianidad actual estaría compuesta por una red
de doble hélice, como la del ADN, es decir, una larga cadena constituida por dos cintas
(occidente y oriente) entrelazadas y religadas tetralécticamente en su medio por las
cuatro bases (Adenina, Guanina, Citosina, Timina) de conversaciones, participación,
colaboración, comprensión, acuerdo, respeto, reciprocidad… Las cuales no pueden
acoplarse más que por pares. “No hay duda –dice Maturana– que la presencia de estas
palabras en nuestro hablar moderno indica que las coordinaciones de acciones y
emociones que ellas evocan o connotan también nos pertenecen a nosotros ahora, a
pesar de nuestro vivir en la agresión. Sin embargo, en nuestra cultura reservamos su uso
para ocasiones especiales, porque no connotan para nosotros, ahora, nuestro modo
general de vivir, o las tratamos como si evocasen situaciones ideales y utópicas (…) a
menos que la usemos en esa situación tan especial, que es la democracia”.
Una “democracia” trans-antropocéntrica, es decir, ecológica, como la del Ayllu, que
en su Urin: los que vienen del naciente del sol: Oriente y Aran: los que vienen del
poniente del sol: Occidente, que se encuentran, Tinku y Tink´u, en un centro
contradictorio, relativístico, Taypi, es un horizonte de sentido necesario no sólo para
Bolivia.
Ahora bien, que en esa perspectiva marcha la humanidad, lo podemos leer en la
Matriz tecnológica del nuevo paradigma cientifico, hacia el cual tenemos que aspirar
toda la humanidad: Es un espacio T. Veámoslo someramente.
Hasta aquí hemos avanzado, conceptualmente, en este esfuerzo por pensar cómo desatar
las fuerzas latentes, que ahora se bloquean, de estar constituidos por las dos energías de
la vida: las fuerzas fermiónicas de la disjunción: Occidente, y las fuerzas bosónicas de
la Conjunción: la Indianidad. La Diarquía podría hacer posible el Estado T: el efecto
cuántico de la complementariedad de estas matrices opuestas”.
3
De la Revolución al Pachkuti
“La base de la armonía es el respeto recíproco”
Dalai Lama
No estoy muy seguro que este vaya a ser el último texto, ni la última acción política de
Filemón Escobar, pero sí pienso que este libro puede ser considerado como su
testamento político para las futuras generaciones. Muestra, en efecto, la dirección, el
tránsito y la reconversión interior que hemos de llevar a cabo para regenerar un nuevo
país y que se expresa muy bien en el título: De la Revolución al Pachakuti.
La Revolución, en efecto, es la quintaesencia de la modernidad occidental. Es la
revolución francesa, la revolución americana pero, sobre todo, la revolución rusa, en el
caso del camarada Filemón. La revolución es la ilustración, la razón, la industrialización,
pero también, a través de las Internacionales obreras, la puesta en escena del
mesianismo judío sólo que, esta vez, de forma laica y secular. La revolución es la
dramatización de la visión lineal y progresiva del tiempo, desligado del espacio, propia
del monoteísmo patriarcal que proyecta sus utopías en el futuro. Este proyecto de
modernidad no pudo ser, en Bolivia, por la falta de masa crítica local, para poder ser
llevado a cabo. La mayoría de este país, en efecto, pertenece a la otra civilización, en la
que colapsa la humanidad: la civilización oriental, de la que la indianidad es un
subsistema. En esta civilización, en efecto, tiempo y espacio son pensados en un solo
hálito, como en la física einsteiniana. Este concepto se dice Pa-cha en aymara y
quechua. El prefijo pa significa par, dual, doble, dos, bis. Cha significa energía. Pacha,
por tanto, significa el encuentro contradictorio de dos energías antagónicas que al
complementarse producen el espacio-tiempo. Por tanto, para esta civilización, como
para la física cuántica, no sólo no se puede pensar el tiempo desligado del espacio, si no
que tampoco se puede pensar el futuro desligado del pasado; mejor dicho, pasado y
futuro son en el tinku del presente. Periódicamente, este espacio-tiempo, da un vuelco
cuántico, como cuando los paralelos magnéticos de la tierra cambian de eje respecto de
los polos geográficos. A ese vuelco, llama la indianidad kuti. Por tanto, Pacha-kuti es el
concepto homeomórfico al de Revolución, de la edad moderna, sólo que en los términos
del nuevo paradigma del occidente posmoderno. Este es el horizonte, no sólo para
Bolivia y los Andes, sino que lo será también para la humanidad del siglo XXI, si
queremos conjurar el calentamiento del planeta, acelerado precisamente por la
revolución industrial. En el caso del Pachakuti, nos encontramos ya en un paradigma de
la complejidad de base sistémica y ecológica, que nada tiene que ver con el paradigma
newtoniano, reduccionista y mecanicista de la era de las revoluciones europeas.
Afirmar lo propio y, al mismo tiempo, lo otro, requiere de un software post
aristotélico y post monoteísta. Como se sabe, el modelo simbólico del monoteísmo
abrahámico se instituye negando a la otra, a su pareja: a la mujer: a Aquerah. Es un
modelo ch´ulla, impar, incompleto. De ahí su intransigencia neurótica y su
fundamentalismo agresivo. Solo hay un dios, una verdad, un camino, una salvación.
Lógico formalmente, ésto se expresa en el Principio de Identidad aristotélico: A es igual
a sí mismo: a A. La otra, B, desaparece formalmente. Es obvio que no materialmente. Y
he aquí que por ello, justamente, éste es el punto vulnerable de esa construcción de la
realidad; por eso, produce ruido: “malestar en la cultura”, en palabras de Freud. Esta
locura no tiene más de 3350 años, si contamos el surgimiento de la idea monoteísta con
Akenaton, décimo faraón de la dinastía XVII que empezó a reinar hacia 1353 adC.
Moisés murió en 1272 adC o 2488 de la era judía. Es decir, estamos hablando de una
idea reciente; en los Andes apenas tiene 500 años, pero ha sido una idea muy intensa;
suicidamente intensa. El homo sapiens tiene entre cincuenta y cien mil años y, hasta
donde sabemos, se ha regido por un modelo animista en el que todo está vivo e
interconectado y como la vida humana emerge del encuentro contradictorio de la
energía masculina y la energía femenina, su construcción de la realidad se ha basado,
más bien, en el Principio de la complementariedad de esas dos energías contrapuestas.
Afirma, pues, tanto una energía como la otra, como la física cuántica afirma la función
Onda y la función Partícula, siendo mutuamente contradictorias. Stéphane Lupasco ha
formalizado lógicamente los descubrimientos de la física cuántica en la Lógica de lo
Contradictorio. Ahora bien, tanto el nuevo paradigma científico de occidente como los
sistemas místicos del oriente (y occidente: la kabaláh, el sufismo, la mística cristiana),
coinciden en este punto: que la realidad es contradictoria y que la vida/muerte surge,
justamente, del tinku de su mutua complementariedad. Pues bien, en este complejo
semántico se inscribe el concepto de Pachakuti. A diferencia del concepto de
Revolución, afirma el tiempo y el espacio; por eso es sistémico; afirma lo material y lo
espiritual; por eso el cambio empieza en la conciencia; afirma lo ético y lo político; de
ahí el ama sua, ama llulla ama qella; afirma el pasado y el futuro en el presente; por eso
es retroprogresivo; afirma al varón y a la mujer como complementarios; por eso acepta
al otro y le quiere dar su lugar siguiendo la lógica del ayllu: aran y urin. Desde el punto
de vista lógico, el Pachakuti afirma el Principio de la complementariedad de opuestos y
la ética de ganar / ganar, en lugar del Principio de identidad, no contradicción y tercero
excluido, con el que opera la Revolución: “el que no está conmigo está contra mi”; “el
que no se alinea a mi verdad no tiene derecho a existir”; si yo gano, tu pierdes. En un
caso colaboración: ayni, en el otro confrontación. En un caso, lucha de clases, en el otro
diálogo de civilizaciones.
Pues bien, el cuarto ciclo de rebeliones andinas, encabezado por Felipe Quispe (los
anteriores ciclos están expresados en los nombres de los Amarus, Kataris y Willkas) es
el que abre este Pachakuti que se hace visible, políticamente, con la entronización de
Evo Morales en Tiwanaku y su investidura como primer Presidente indígena de la
República.
Ahora bien, lo que Filemón Escobar nos narra en su testamento político es,
justamente, la transición de la Revolución al Pachakuti que estamos viviendo
actualmente. A su modo es, digamos, su Programa de Transición. El viejo Filipo nos
cuenta los avances y retrocesos entre lo que nace y lo que muere; entre la emergencia
del Katari, al conjuro de la Inalmama, el espíritu de la hoja de Coca, y los últimos
espasmos de la vieja izquierda marxista de la época de la guerra fría. Nos muestra cómo
se ha vuelto a actualizar la lógica vanguardista del Comité Central y el “centralismo
democrático” y se ha vuelto a sumergir en el manqhapacha la lógica comunaria de la
búsqueda convivial del consenso. En la marea de la historia, estamos viviendo un
reflujo. Este texto busca apurar, otra vez, el flujo.
Pero he aquí que el verdadero aporte, ético y político, de Filemón Escobar se
encuentra en el rescate que hace del concepto de Respeto Recíproco, de la Proclama de
Caracollo, de Zárate Willka, durante la guerra federal. He aquí que este concepto:
“respeto” produce perplejidad. Por un lado, parece obvio pero, en una sociedad de
apartheid, es evidente que no lo es. El adjetivo “recíproco” aumenta la perplejidad, pues
para una civilización no sistémica, como la occidental, es en realidad un concepto
extraño. Por tanto, lo que nos plantean, tanto Zárate Willka como Filemón Escobar, es
un verdadero desafío; más difícil y complejo de lo que pudiéramos sospechar.
Primera gran dificultad. Los monoteístas occidentales no tenemos un enfoque
relacional, sino sustantivo: autista. La relación no es nuestro fuerte y, si se da, la
relación suele ser vertical; casi nunca horizontal. El yo está patológicamente
omnipresente en todo. Si sale la palabra “respeto”, casi siempre tiene un sentido
unidireccional y, además, como temor y reverencia; en ningún caso hay retorno, bucle,
feedback.. O, respeto, por la negativa: no matar, no robar, no desear la mujer y los
animales del vecino o como reciprocidad negativa: la ley del Talión. Estamos
encapsulados en nosotros mismos. No somos sistémicos como civilización. El Respeto
Recíproco nos es tan huidizo y ajeno; ya, insoportable, porque no es un objeto, una cosa;
es el efecto intangible de una relación y brota de una situación contradictoria. Ese otro,
potencialmente enemigo, ante el que me expongo, en el cara a cara, ¿Me querrá matar?
¿Estará en son de paz o en son de guerra? ¿Se querrá vengar por lo que les hemos hecho
en quinientos años de historia colonial? Lo contradictorio suscita la posibilidad de la
vida y de la muerte. Las dos probabilidades co-existen simultáneamente. Los
amerindios recurren a la ritualidad, que pone en escena su lógica trivalente, que incluye
la incertidumbre, para acercarse a todo otro que, en su visión, contiene ambos
polaridades, como de hecho es así. Nosotros, monoteístas occidentales, excluimos la
incertidumbre; decidimos a priori por una polaridad contra la otra. “Dios con nosotros”.
“Indio bueno es indio muerto”. “El bien contra el mal”. Por eso somos ontológicamente
intolerantes e irrespetuosos con el otro, incluida la naturaleza. Los monoteístas hemos
sido educados a huir de lo contradictorio de la realidad: vida/muerte. Por eso hemos
inventado la escritura y el dinero, es decir, el espacio de la identidad y la no
contradicción: a es a; en el supermercado se fija el precio a los productos. No hay lugar
al regateo, cariño, yapa: relación, relativización, incertidumbre. Lo que nos hace seres
vivos, empero, es la relación, la probabilidad, la incertidumbre: la interacción con el
contexto, siempre cambiante e imprevisible. Contra eso: la relatividad y la
incertidumbre, se levantaron nuestros padres e instituyeron la Ley y nosotros la
interiorizamos. No todo puede ser fluir, función Onda, se dijeron; pero, ahora sabemos,
que tampoco todo puede ser sólo función Partícula. ¿No será que el Pachakuti andino:
la doble energía que retorna, significa que la humanidad tiene que volver a reconstituir
las Vasijas Rotas, tikun, y buscar la complementariedad de las dos energías básicas de
la realidad, las energías fermiónicas de la disjunción y las energías bosónicas de la
conjunción? Nos lo está pidiendo, así mismo, el nuevo paradigma científico que, para
terminar de ser coherente, debe expresarse también psíquica, ética y políticamente; no
sólo en los laboratorios científicos de alta tecnología.
Esta es una primera y básica gran dificultad, para nosotros monoteístas, para que el
desafío del Respeto Recíproco: jaqi kikipa, no vuelva a caer en saco roto.
Ahora bien ¿Qué implica este desafío? Por lo menos dos retos. Éticamente, los
monoteístas occidentales tenemos que revisar y corregir nuestro propio sistema que ha
quedado caduco en un mundo tecnológicamente interconectado. En efecto, el sistema
ético occidental, basado en las cuatro virtudes cardinales, de cuño griego: fortaleza,
templanza, justicia y prudencia, y las tres virtudes teologales, de cuño abrahámico: fe,
esperanza y caridad, no invitan precisamente al “respeto recíproco” porque seis, de un
total de siete virtudes, se centran en el individuo; no precisan del Otro para ser
practicadas. No es, pues, un sistema relacional. Quiero decir que tenemos un problema
de software. No estamos programados para respetar al otro; de ahí las cruzadas, las
guerras de religión, las conquistas, las historias de colonización y neocolonialismo, la
evangelización y, ahora, la globalización: el otro tiene que desaparecer, como tal, para
devenir en un remedo nuestro. Sólo así sabemos habérnoslas con el otro: faltándole el
respeto.
Para poner el asunto en perspectiva, veamos, someramente, los sistemas éticos
orientales que son, básicamente, de índole relacional, es decir, necesitan del otro para
poder ser ejercitados. Reparemos en el caso confuciano. Conoce dos virtudes cardinales
complejas: el ren y el li. Ren significa benevolencia, beneficencia, bondad, amor. El ren
se puede conseguir practicando cinco virtudes: respeto, magnanimidad, sinceridad,
formalidad y amabilidad. Li significa decoro y contempla cinco pares básicos de
relaciones, a saber: las que se dan entre: padres e hijos, marido y mujer, amigo y amigo,
ancianos y jóvenes, gobernantes y súbditos. De diez posibilidades, sólo una se puede
practicar en solitario. El sistema andino: ama sua, ama llulla, ama qella, sencillamente
no se puede practicar en solitario. Precisa del otro. El sistema ético budista se basa en el
pilar del amor, metta, compasión: karuna, alegría empática: mudita, tranquilidad: upeka,
y el don, dana; especifica cinco tipos de dones: dar cosas materiales; dar tiempo,
energía y atención; dar conocimiento, cultura, saber; dar valor, en el sentido de
infundirlo; darnos a nosotros mismos; dar el dahrma. Esta comparación ilustra bien la
diferencia entre Oriente y Occidente. Ahora, podemos entender por qué Zárate Willka
nos propone el Respeto recíproco como la forma para regenerar Bolivia; podemos
comprender desde qué horizonte ético piensa la política. Dada una situación de co
existencia fáctica de dos civilizaciones diferentes, como es nuestro caso, la propuesta de
Willka es la única manera de poder conformar una comunidad política de verdad.
Ahora bien, desde el punto de vista político, el reto del Respeto Recíproco: jaqi
wakini uñjitata, como dice Jorge Miranda, implica aceptar, en la lógica del parentesco,
junto al monoteísmo el animismo; junto al individualismo el comunalismo; junto al
intercambio la reciprocidad; junto al derecho positivo el derecho consuetudinario; junto
a la propiedad privada la propiedad pública y la propiedad comunitaria …. Y, a saber,
en su complementariedad mutua; no uno subordinado al otro. Ahora bien, esto requiere
una forma estatal ya no basada en el Uno, como es el caso de la historia de Occidente,
desde la monarquía aristotélica: todo el poder al uno, a la teocracia judía. Se requiere
una forma política basada en el par, en la complementariedad de dos y esa forma se
llama Diarquía que, por cierto, es la que han planteado los indígenas a la Asamblea
Constituyente pero que no ha podido ser procesada por los occidentales, justamente, por
falta del software adecuado. La forma estatal, pues, que puede hacer posible este doble
desafío ya no es un Estado unitario, aunque sea plurinacional, sino una Diarquía de tipo
federal, como la que planteara Zárate Willka, justamente. Un Estado: dos sistemas. Lo
que implica pasar del modelo occidental clásico, que se condensa en el lema: “Iguales
pero separados” al modelo sistémico de las sociedades complejas de la información:
“Diferentes pero conectados” que expresa, cabalmente, una sociedad de Respeto
Recíproco: yäqaña ayni.
¿Cómo se usa la palabra “respeto” en el lenguaje cotidiano de nuestros días? Es
frecuente escuchar la siguiente expresión, sobre todo en la televisión. “Respeto mucho
sus ideas”, pero lo que ya no se dice y se sobreentiende es: “pero me valen un bledo”.
Estamos en un grado cero del Respeto Recíproco. Respetar tampoco es “dejar hacer
dejar pasar”. Respetar no es decir: vos sigue nomás teniendo latifundios improductivos
o explotando a tus trabajadores en la zafra o pretendiendo regresar a formas feudales de
dominación, socapadas bajo la forma de autonomía departamental. No. Eso no es
respeto. Vos puedes soltar a tus hordas juveniles de progromo y yo me quedo quieto.
Tampoco. Para que haya Respecto Recíproco, como para bailar el tango, se necesitan
dos. Los pueblos indígenas, solitos, no pueden practicar el Respeto Recíproco.
¿Qué pasa, pues, cuando el otro no es respetuoso y, además, no quiere serlo? Esta es
una gran pregunta, porque tiene que ver con nuestra actualidad más candente. Los
católicos blancos del comiteismo cruceño y, a fortiori, los de las tierras bajas, que son
pocos pero tienen el poder de los medios y de llenar los alrededores del Cristo Redentor,
no quieren que algo cambie y se empeñan, además, en obstruir y producir turbulencia
para evitar un cambio pacífico y democrático. ¿Cómo deben comportarse con ellos, los
que buscan el respeto y el reconocimiento recíproco de modo constitucional?
Digámoslo rápido: esto plantea el tema de la no violencia como método de cambio.
Conocemos los casos de Gandhi, resistencia pasiva, y Martin Luther King,
desobediencia civil. Conocemos también el método andino: el tinku: encuentro de
contrarios para forjar una alianza superior. Lo que distingue el tinku andino de la guerra
occidental, es que el primero busca, compulsivamente, el reconocimiento del otro para
sellar y consolidar periódicamente un pacto de reciprocidad; en tanto que el segundo, la
guerra, busca la aniquilación del otro. Gran diferencia. De hecho, eso está sucediendo
hace tiempo, sólo que los monoteístas occidentales no nos damos cuenta, porque
creemos que sólo existe la guerra y la revolución como método de saldar cuentas con el
otro. Los bloqueos de caminos, las marchas, los cabildazos, las huelgas, movilizadas o
de hambre, los levantamientos, las revueltas, la fiesta: siempre; últimamente, las paradas
militares en las que participan orgullosos los pueblos indígenas mostrando, al otro, su
nuevo aliado y su fuerza potencial incrementada, son formas energéticas, no verbales,
de salir al encuentro, buscar el cara cara, para demandar su reconocimiento político y
forzar al otro a un pacto de reciprocidad. En estos casos, el monoteísta suele esconder la
cara. Resulta que, por poseer sólo la programación neuro lingüística de la guerra y la
revolución, los monoteístas católicos no pueden descodificar el lenguaje del tinku.
Afortunadamente estamos en tiempos de tinku, no de guerra. Esta es la vía boliviana de
la no violencia al mutuo respeto: jaqi xama uñjitata, como dice Simón Yampara. Como
en los casos de Gandhi, Luther King y Mandela no se busca la aniquilación del otro,
sino su conversión y un pacto de convivencia civilizada, basada en el Respeto
Recíproco. Pero nada es infinito. Si no hay tinku, el abrazo compulsivo, habrá t´inku:
violencia: sangre, muerte; pero no aniquilación del otro: masacre, genocidio; eso es más
bien monoteísta: Caín y Abel, las cruzadas, las purgas revolucionarias, termidor, la
Endlösung nazi, la yihad, la guerra preventiva y la guerra anticipada americanas, etc.
Estos no son modos animistas de resolver las contradicciones con el otro.
4
¿Cuán indios son los blancos y viceversa?
La verdad de este país es que incluso los monoteístas católicos funcionan en base a los
valores de la cosmología indígena y, en concreto, en base a la lógica del don y la
reciprocidad. La iniciativa que se expresa en un don, tanto material como inmaterial, lo
que busca es establecer una relación que pueda ser el inicio de la constitución de una red,
en la que el donador, luego del contradon, se convierta en donatario y el donatario en
donador. En estas redes todos se deben favores y, por tanto, todos están obligados
mutuamente. Esto es animista; no es monoteísta.
El individuo soberano y autónomo del liberalismo desaparece; su equivalente
homeomórfico, en el sistema comunitario, vendría a ser la sinapsis: el nodo relacional.
El tipo de relación es de índole afectiva, de suerte que la riqueza, en este modelo, no se
mide por el tamaño de la cuenta bancaria, sino por la red de ahijados y compadres. Ser
rico, en el modelo de Reciprocidad, es ser rico en relaciones. Dominique Temple
sostiene, y con razón, que este modelo es la matriz de lo humano sin más; no sólo de lo
indígena.
Ahora bien, la aberración y ceguera nacional estriba en que los monoteístas no
quieren aceptar ni lo uno: que es la matriz de los valores humanos, ni lo otro: que es la
forma que permite sobrevivir a este país y en la que todos ellos están inmersos.
Individualismo corporativo
Es un caso ejemplar, sin embargo, porque el resto de los bolivianos occidentales viven y
sobreviven gracias a que existen dentro de redes familiares, de promoción,
compadrazgo, partido político, fraternidades folclóricas o carnavaleras, federaciones
empresariales o sindicales, colegios profesionales, oenegés, comunidades eclesiales de
base, comunidades sexuales, sociedades secretas, logias, etc. Este no es un país de
individualistas pero, he aquí, que, esquizofrénicamente, en su discurso oficial se
desbordan en loas al Principio individualista, a “Un ciudadano un voto” y abominan de
lo que, justamente, les permite reproducirse como una casta aparte: el corporativismo
criollo. El discurso liberal, en Bolivia, es más bien una señal de distinción racista. “¡Ojo,
no soy indio!”; decir “Soy autonomista” es decir, igualmente, no soy indio. Nos
olvidamos que éste, en verdad, no es un país de ciudadanos y consumidores, sino de
parientes y caseritos. En esto estriba su in autenticidad como República Unitaria. Las
palabras no expresan los hechos reales y propios.
Caos y orden
Simple y complejo
A pesar que, con la boca, nos proclamamos del Uno, en los hechos, operamos según la
lógica contraria. Si hacemos un Referéndum, no nos basta una pregunta simple que
exija como respuesta un “sí” o un “no” (¿Está por el aborto? Sí o no) No. Nosotros
tenemos que hacer varias preguntas, además, hiper complejas, con la incertidumbre
suficiente para que, luego, el tiempo sea el que dirima según las correlaciones de fuerza.
Principio de incertidumbre. Una mirada de entomólogo a la Sucre Asambleísta muestra
un gran termitero donde todo el mundo se está moviendo, yendo y viniendo, reuniendo,
hablando y gesticulando, trompeando y abrazando, mostrando, en todo ello, una alta
dosis de indiferenciación, impredecibilidad y aleatoriedad. El gasto de energía psíquica
y social es impresionante. La disipación de energía pone a las claras que nuestra cultura
política no es capaz de acumular energía, porque no conoce la institucionalidad. Las
instituciones son creación del monoteísmo que precisa acumular energía para minimizar
la incertidumbre. Las instituciones son baterías. El animismo prefiere el flujo y estocar
en natura.
Todo fluye y se disipa; todo es posible. Esto también es bello: anuncia un gran parto: un
nuevo orden, pero no el que los políticos tienen en mente. De todos modos, para el
cuerpo (no para la mente), de los asambleístas, todo está conectado con todo y por ello
no son capaces de sentir la Asamblea como un espacio “autónomo y soberano”, como
define la teoría política a una Asamblea Constituyente. Los bolivianos simplemente no
pueden pensar un Dios absoluto, ab-suelto: sin relaciones, una Substantia, una Mónada
y menos administrarla autárquicamente. No son, afortunadamente, modernos ni
monoteístas de verdad. No pueden romper los vínculos con sus partidos, jefes, asesores,
amigos, medios … y, por las mismas razones, tampoco los partidos, jefes, asesores,
amigos, medios … pueden respetarlos en su autonomía y soberanía. Se puede hablar de
baja ciudadanía; eso también es cierto, pero la vaina es más compleja. En estas prácticas
cotidianas brilla el Principio de Reciprocidad. Los asambleístas (me refiero a los
individualistas, racionalistas, ateos …) también han caído en la trampa india de la
afectividad y el sentirse en deuda con el Jefe que los ha propuesto o invitado; por eso,
estando en desacuerdo, bajan la cerviz. Sin embargo, cuando hay que cuadrarse,
“teóricamente”, ante la ley, todo el mundo se llena la boca con adhesiones sinceras a la
“Soberanía de la Asamblea”, sin ninguna señal de cinismo o mala conciencia. Esta
incoherencia es también muy simpática. Postulan un Estado Unitario, pero les gusta lo
contrario.
Yanantin Ch´ulla
Comunalismo (Gemeinschaft, ayllu) Individualismo (Sociedad)
Naturalismo Culturalismo
Fijación en la Madre Naturaleza Fijación en el Padre: la Ley
Fijación a Tierra-familia-clan Fijación al Estado racional individualista
No racionalismo (magia, mito, utopía) Racionalismo (lo utilitario hoy)
Localidad concreta Globalización abstracta
Elementarismo-semiótico Abstraccionismo-conceptual
Religiosidad Secularización
Conflicto de Autoridad Autoridad paternalizada e interiorizada
Lo agrario retro-progresivo Lo urbano progresivo
Lo sensible general-ilimitado Lo conceptual delimitado: definido
Materia-Potencia Forma-Acto
El destino La libertad
Vivir en familia Vivir independiente
Derecho natural Derecho civil
Usos y costumbres Derecho positivo
El devenir (cíclico) El ser (lineal)
El verbo (dinámico) El nombre (congelado)
El espacio, la Madre, lo oscuro El tiempo, el Padre, lo claro.
Confianza en la Madre Tierra Desconfianza en el Padre
El principio femenino de la vida: Principio masculino: parcialización del
totalización de sentido sentido
La existencia concreta La esencia abstracta
Lo oral: disipación de energías Lo anal: ahorro: acumulación
Polimorfismo sexual Represión de la homosexualidad
La mujer poderosa La mujer como “ayuda” del hombre
Igualdad de sexo (el hombre salvado por la Heroísmo patriarcal (el héroe salva a la
mujer) mujer)
Cosmomorfismo Antropomorfismo
Todos los sentidos perciben Se prioriza lo visual abstracto
Nomadismo: descubrimientos, conquista,
Sedentarismo
colonización, ayuda al desarrollo
Ritualidad basada en los sentidos Liturgia basada en la palabra
Moral cósmica Ética individual
Estructura social ligadora Compartimentos estancos disociadores
Valores transpersonales Valores existenciales
Sentimiento de pertenencia grupal Sentimiento de soledad, desvinculación
Homo mayeuticus Homo faber
Continuo Separación
Paridad Unidad