CH Ulla y Yanantin

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Javier Medina

Ch´ulla y Yanantin
Las dos matrices de civilización
que constituyen a Bolivia
Índice

Prólogo
1. Ch´ulla y Yanantin
2. Matrices de civilización. Un recuento de lo aprendido
3. De la Revolución al Pachakuti
4. ¿Cuán indios son los blancos y viceversa?
5. Ch´ulla y Yanantin. Un pantallazo conceptual a modo de resumen
“Una verdad superficial es un enunciado, cuyo opuesto es falso.
Una verdad profunda es un enunciado,
cuyo opuesto también es una verdad profunda”
Niels Bohr

“Cuando se realiza la Unión, la paz reina en el mundo


y todos los bienes llegan a la región
donde reside el Príncipe macho y el Príncipe hembra”
Sefer Ha Zohar
Prólogo
El arte al que aspira un escritor es a que sus palabras puedan consonar con el zapateado
de su sociedad. Nos solemos adelantar; por lo menos ese es mi defecto, o retrazar, algo
en lo que también suelo incurrir. A ver si, ahora, mi palabra ha madurado como para
estar a la altura de los acontecimientos; tal es lo que pretendo comprobar con esta
publicación. Ajustar mi palabra a mi sociedad y ver si consuenan.
Pienso que los hechos que han acaecido los dos últimos años, sobre todo, muestran
fehacientemente que no hay una sola Bolivia, como pretenden los hijos e hijastros del
Uno, sino dos, como recuerdan los hijos del Par desde hace quinientos años pero, ahora,
en son de Pachakuti. Y ellos tienen razón, también científicamente.
Lo único que desearía decir es que aceptemos taoístamente los hechos que estamos
poniendo en escena y dejemos de auto engañarnos con el “deber ser” de los hijos e
hijastros del Uno: “República Unitaria”: “Todos se cuadran ahora a mi hegemonía”.
Han cambiado los actores en el gobierno, pero no ha cambiado el libreto. Liberalismo y
socialismo pertenecen al mismo paradigma occidental moderno. Ese es nuestro
problema. Tiene que cambiar el libreto para que este país encuentre su propio camino.
Las autonomías no son nuestro camino; son un espejismo. Somos dos; somos un Par
antagónico y, si somos inteligentes, un par complementario. Que no somos Uno, ello
está empezando a gritar asesinamente en nuestros desmadres colectivos: Cochabamba,
Santa Cruz y, sobre todo, Sucre. Escuchemos la sangre, no la ideología que la encubre.
Somos dos civilizaciones que expresan la dosificación de los ingredientes básicos de la
materia energía: homogeneidad / heterogeneidad: continuo / discontinuo: Onda /
Partícula, del modo más antagónico posible. Que lo que llamamos “Dualidad de
Poderes” o “Empate” no es sino, en términos lógicos del nuevo Paradigma, una “Semi
actualización y Semi potencialización” de ambas energías. No es posible, físicamente,
un “desempate”. Si A no pudo aniquilar a B, tampoco B podrá aniquilar a A. Esto es lo
que tenemos que entender colectivamente. ¿Habrá llegado el momento de entenderlo?
¿Necesitamos más Sucres todavía?
Si, colectivamente, podemos entenderlo, ello significará que mi palabra: la
Complementariedad de Opuestos: Un Estado: dos sistemas; Diarquía, ha empezado a
aterrizar. Si no, que me he vuelto a anticipar.
La Diarquía nos puede ahorrar una sangrienta guerra civil a ambos bandos: “un
desempate catastrófico”. El camino de la sabiduría es el Tinku, porque tampoco se
puede volver a fojas cero, como si nada hubiera pasado en Quinientos años. Los
monoteístas precisamos hacer una metanoia: tenemos que convertirnos, tenemos que
matar al “Hombre viejo” y renacer a una nueva vida: a una nueva convivencia, con los
opuestos pero complementarios Hijos de Pachamama. Solo así podremos inventar,
juntos, un nuevo camino: nuestro camino.

Sopocachi, 6 de Av de 5768
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Ch´ulla y Yanantin

1. Unidad y Paridad

Ch´ulla y Yanantin

La vía más corta para entender la diferencia entre Occidente y la Indianidad es ir


directamente al software que utilizan ambas civilizaciones. Si se pudiera simplificar aún
más las cosas, diría que la Palabra Unidad caracteriza a Occidente y Paridad a la
Indianidad
Occidente y la Indianidad se diferencian entre sí, porque Occidente apuesta por el
Uno: la unidad: lo homogéneo, lo impar y la Indianidad por el Par: la Paridad: la
heterogeneidad. De lado semita: un solo Dios: el monoteísmo; de lado griego, la
monarquía: todo el poder al Uno. De lado indígena: el par, la pareja: Jaqi
Unidad, desde el punto de vista indígena, es lo impar y se dice en quechua Ch´ulla.
Paridad se dice en quechua Yanantin que significa dos energías antagónicas
complementarias. Ahora bien, el mundo acaece en par. Par no es igual a uno más uno: 1
+ 1; eso nos llevaría al Dualismo que es la forma cómo el monoteísmo profundiza la
separación, dando lugar al Maniqueísmo: el Imperio del Bien lucha contra el imperio
del Mal y sólo uno debe prevalecer: la historia de Occidente.

Software lógico

Estas dos maneras antagónicas de procesar la información se han formalizado en dos


sistemas lógicos también antagónicos. De lado occidental, en los Principios de Identidad,
No contradicción y Tercero excluido; por tanto, en un modelo de No relacionalidad. De
lado amerindio, por el contrario, en los Principios de Relacionalidad, Correspondencia,
Complementariedad y Reciprocidad; por tanto, lógicamente, en los principios de
Complementariedad de opuestos y Tercero incluido

Vayamos al lado occidental

El Principio de Identidad

Este Principio se escribe A es A. Esta fórmula expresa muy bien la negativa de este
modelo a reconocer la existencia de la otra energía, B, y que, además, es una energía
diferente y antagónica. Sin embargo, no puede menos que aceptar que hay un Otro, pero
se hace la ilusión de que ese Otro es idéntico a él mismo, A, pues sólo puede haber Uno
y éste Uno, obviamente, es él y es universal.
El ejemplo máximo de esta manera de pensar es el monoteísmo patriarcal de la
tradición abrahámica. Postula un Dios varón. Desconoce lo femenino, B, (la otra energía
contradictoria). Ello, obviamente, no ha implicado, ¡Ni mucho menos!, que las mujeres
desapareciesen de la faz de la tierra. Siguen existiendo, fácticamente, pero a la sombra:
no existen simbólicamente. La debilidad de este Principio es que no expresa la realidad
empírica tal como todo el mundo la experimenta y sin la cual la Vida no se reproduciría.
A esta discontunidad, separación, respecto de la experiencia es a lo que se llama
ideología.
Este es el principio lógico de las políticas coloniales de evangelización, extirpación
de idolatrías, progreso y cooperación al desarrollo. Es decir, la pulsión de homogeneizar
el mundo al modelo occidental: A = A. La pulsión actual por imponer un Pensamiento
Único proviene de esta matriz lógica. La Globalización es la forma contemporánea de
imponer, política y económicamente, a todo el mundo el Principio de Identidad
aristotélico. La Indianinad y el Altermundismo son las formas de recordarle que no, que
Otro mundo coexiste al lado suyo: los Andes o el Tercer Mundo de los No Alineados,
del cual la Indianidad es el mejor exponente

El Principio de No Contradicción

Este Principio lógico dice que A no es no-A. Es decir, que A y B no pueden ser verdad
al mismo tiempo y bajo el mismo punto de vista; porque, o bien A es verdad y entonces
B es falso o, al revés, B es verdad y entonces A tiene que ser falso. Dicho de otro modo,
si yo tengo la razón, entonces tú no la tienes. Si Occidente tiene la verdad, entonces la
Indianidad no la tiene.

El Principio de Tercero Excluido

Este principio sostiene que no existe un tercer término, T, (“tercero incluido”) que sea, a
la vez, A y no-A. Es decir, este Principio se deriva del anterior: una proposición es o
bien verdadera o bien falsa y, por consiguiente, no existe una tercera posibilidad, es
decir, tanto verdadera como falsa, ni verdadera ni falsa. Con otras palabras, si yo tengo
la razón, entonces tú no puedes tener razón. Una tercera posibilidad (que tu y yo la
tengamos al mismo tiempo: lo contradictorio, justamente) queda excluida. Este es el
Principio de Tercero excluido que está en la base del racismo y la xenofobia: de la
Exclusión, precisamente
Así, pues, este es el software lógico de la postulación de la Unidad que, en teología,
es el monoteísmo; en política, la monarquía: todo el poder al Uno; en economía, el
intercambio; en sociología, el individualismo: en derecho, la propiedad privada, etcétera.
Y que, fundamentalmente, parte de una comprensión estática de la realidad. Por tanto,
un postulado y presupuesto falsos, porque el mundo no está quieto.
Lo que produce y reproduce este congelamiento del flujo de la Vida es la escritura:
congela la voz en átomos verbales: morfemas, que son fijados en un soporte: papiro,
papel... El flujo de la conversación, de la oralidad, es detenido en un instante que se
hace eterno. No hay pues, monoteísmo sin escritura; no hay propiedad privada, sin
escritura, no hay Estado (lo estático) sin escritura.

El Principio de No relacionalidad

Bien, estos son los principios lógicos que han modelado el alma de Occidente, hasta el
día de hoy. Una racionalidad de exclusión, basada en una lógica binaria que valora sólo
dos valores lógicos y elige uno contra el otro. Dicho de otro modo: el Monoteísmo
necesita y reproduce un modelo de No relacionalidad y, por tanto, de
unidireccionalidad: del sujeto al objeto. A esto se llama Gracia en teología católica.

Del lado de la Indianidad

El Principio de relacionalidad
Al revés, la Indianidad se basa en el principio de Relacionalidad: en el Principio era el
Ayni. Este principio afirma que todo está relacionado, vinculado, conectado con todo.
Por consiguiente, la entidad básica es la relación; no el ente, como en la metafísica
occidental. Ahora bien, el Principio de Relacionalidad no tiene nada que ver con el
Monismo neoplatónico. La relacionalidad universal no es el resultado de una emanación
a partir de un solo ente, principio o substancia. El todo de la relacionalidad amerindia es
un todo explícito y concreto.
En Occidente, lo concreto es un producto secundario de lo abstracto y universal, que
tiene la primacía. En los Andes, lo concreto tiene la primacía y es la epifanía de la
realidad entendida como una red. Por ello, para un amerindio, un ente totalmente
separado y aislado, como el Dios monoteísta, es sencillamente inimaginable; sería el
máximo grado de abstracción; es decir, un no-ente.
El Principio de relacionalidad no es sólo lógico, sino que implica variables afectivas,
ecológicas, éticas, estéticas y productivas. La relacionalidad deriva de la experiencia de
saberse parte de la totalidad; proviene de una convivencia holista con el cosmos. Ahora
bien, el Principio de relacionalidad tampoco es de naturaleza causal. La causalidad es un
modo más de relacionalidad; pero he aquí que la mayoría de los tipos de relacionalidad
indígena son, más bien, de índole no causal: correspondencia, reciprocidad, polaridad,
proporcionalidad.

El Principio de Correspondencia

Este principio afirma que los distintos aspectos, regiones o componentes de la realidad
se corresponden: co-responden, contestan la pro-vocación de su opuesto de una manera
armoniosa; relación que implica, por consiguiente, bidireccionalidad mutua. Para el
pensamiento amerindio, los nexos relacionales son, básicamente, de índole cualitativa,
simbólica, celebrativa, ritual: afectiva, sin que ello excluya lo intelectual, pero,
ciertamente, no tiene la primacía que sí tiene en Occidente.
Por consiguiente, Correspondencia no es lo mismo que equivalencia o identidad. El
pensamiento occidental clásico concibe la relacionalidad de la realidad como un rasgo
secundario de la sustancialidad, mediante categorías de semejanza, adecuación,
identidad y diferencia. El pensamiento amerindio no postula una substancia abstracta,
absoluta, para desde allí colegir lógicamente todo lo demás; postula que la realidad es
una red de relaciones.
Para el pensamiento amerindio hay una correspondencia entre macrocosmos y
microcosmos; entre el ayllu de los jaq´i, el ayllu de la sallqa y el ayllu de los wak´as;
entre la fabricación de la chicha y el fluido de los líquidos por el cosmos; entre la casa
y el universo; entre lo humano y lo orgánico. Entre estas polaridades hay
bidireccionalidad: hay toma y daca: hay reciprocidad.

El Principio de Complementariedad

Este principio afirma que ningún ente, acción o acontecimiento existe aislado, solitario,
por sí mismo. Por el contrario, todo ente coexiste con su complementario; ambos hacen
la plenitud. Ahora bien, el Principio de Complementariedad no es algo Objetivo en el
sentido newtoniano y escolástico: “entes existentes en y por sí mismos”. El pensamiento
occidental clásico tiende a identificar lo particular con lo completo: pars pro toto. El
pensamiento amerindio insiste en el significado literal: se trata de una “parte”, necesaria
y complementaria, que se integra junto con otra “parte” en una entidad completa, es
decir, complementada.

El Principio de Reciprocidad

El Principio de Reciprocidad brota de la búsqueda de un equilibrio contradictorio entre


las fuerzas antagónicas de homogeneización y heterogeneización, de inclusión y
exclusión, de alianza y hostilidad, de amor y odio.
Estos principios cosmológicos se pueden decir, desde el punto de vista lógico, de la
siguiente manera:

Principio de complementariedad de opuestos:

A y B son opuestos, pero se complementan en una relación contradictoria que los


completa al modo como jaqi integra a chacha y warmi que son opuestos. Dicho
cuánticamente, la materia-energía es continua y discontinua a la vez: la energía es
emitida y absorbida a pequeños trozos, quanta, y saltos (Constante de Plank); un fotón
es, simultaneamente, onda (Thomas Young) y partícula (Einstein). Este principio
formulado por Niels Bohr como complementariedad onda-partícula para el mundo
subatómico, Louis de Broglie lo extiende a todo el universo.
El Principio de Complementariedad enlaza dos mediciones, la una que actualiza el
acontecimiento en una homogeneidad: continuidad: onda, que Dominique Temple,
llama “Palabra de Unión”, y la otra, al contrario, lo actualiza bajo la forma de una
heterogeneidad de singularidades: discontinuidad: partícula, que Temple llama “Palabra
de Oposición”. La complementariedad de ambos principios se realiza en un Tercero
contradictorio que los incluye como A y B sin hacerlos desaparecer en un C, como hace
la lógica hegeliana: Aufhebung.

Principio de Tercero incluido.

Existe una tercera posibilidad más allá de la relación contradictoria: la relación


complementaria, justamente, que es un estado particular de potencialidades coexistentes
simétricas y contradictorias en sí mismas (el “estado T” de Lupasco). El estado T
corresponde a una situación particular en la que dos polaridades antagónicas de un
acontecimiento, son de intensidad igual y dan nacimiento a una tercera potencia, en sí
misma contradictoria: el tercero incluido.
La Indianidad considera la contra-dicción como una contra-posición de dos
posiciones incluidas e integradas en un todo que las contiene. El pensamiento andino
no niega por completo el principio de no-contradicción; lo que sucede es que, en
Occidente, la contradicción formal es concebida como absoluta o excluyente, de tal
manera que el uno (A) excluye al otro (B) y viceversa. En cambio, el pensamiento
andino interpreta la contradicción formal como contrariedad material: A es distinto de
B, y B es distinto de A, pero A y B pueden coexistir como partes complementarias de
una tercera entidad que, recién, puede ser un todo cabal.

2. La Paridad cuántica
De lo dicho, por tanto, se puede colegir un modelo para leer la realidad que puede ser
verificado desde el nivel subatómico hasta el nivel del pensamiento y la conciencia
humanas.
Este modelo se caracteriza porque piensa la realidad como una Paridad de energías
antagónicas: Onda / Partícula que, sin embargo, por complementariedad conforman una
unidad. Por tanto, desde este punto de vista, la unidad no tiene que ver con el Uno, sino
con la Paridad. Esto es lo nuevo, respecto del modelo monoteísta occidental: A = A.

Podemos graficar lo dicho de la siguiente manera.

Para completar esta idea, vamos a poner en un cuadro las características de la


Partícula, lo físico, y de la Onda, lo mental .

Mental Físico
Subjetivo Objetivo
No espacial Espacial
Cualitativo Cuantitativo
Dirigido a su fin Mecánico
Poseedor de memoria Sin memoria
Holístico Atomístico
Emergente Composicional
Intencionado No intencionado: “Ciego”.

Ello implica entonces que debemos pensar los conceptos no como átomos aislados e
independientes, sino como nodos relacionales entre dos polaridades antagónicas.
Los físicos proponen la metáfora del Vacío Cuántico para visualizar un lugar donde
todas las energías antagónicas, positivas y negativas, la materia y la antimateria, se
encontrarían revueltas, aparecerían y desaparecerían continuamente.

Otro físico, David Bohm, ha llamado a esta dimensión con la metáfora de Orden
Plegado, que subyacería al Orden Desplegado que vendría a ser el mundo nuestro
donde se manifestarían, se actualizarían, esas potencialidades que bullen latentes en ese
Orden Plegado.
Los kollas llamarían Manqhapacha al Orden Plegado y Akapacha al Orden
desplegado. Mejor dicho, y con más coherencia, según los kollas, el Orden Desplegado:
el Akapacha, sería el efecto del encuentro complementario de las energías antagónicas
del Alajpacha y el Manqhapacha.
Pues bien, el marco teórico de este nuevo paradigma, por así decir, lo han
proporcionado los físicos. Lo que ellos vienen a decir es que las radiaciones que
podemos capturar en nuestros aparatos, se pueden agrupar en dos órdenes antagónicos.
Por un lado, estarían las energías que produjeron el Big Bang, es decir, las energías de
la disjunción, separación; las fuerzas centrífugas de la expansión, las que permiten que
el universo se despliegue continuamente; las energías de la fragmentación, de la
individuación, atomización, expansión. Fermiones, genes, catabolismo, sintagma,
diástole, expirar, etc.
Por el otro lado, estarían las energías de la conjunción, la unión; las fuerzas
centrípetas de la atracción de los cuerpos, las que permiten que se formen las galaxias,
los soles, los planetas: aparezca la vida; las energías de agregación, comunitariedad,
unión: la ley de gravedad. Bosones, proteínas, anabolismo, paradigma, sístole, inspirar,
etc.

El universo cuántico
La experimentación microfísica obligó a considerar como reales, eventos que, desde el
punto de vista aristotélico, eran sencillamente imposibles. Ahora bien, tanto la física
relativista como la física cuántica mostraron que la materia, en última instancia, se
identifica con la energía: E=mc2. Este es el punto y el momento en el que la
comprensión indígena del cosmos cobra relevancia científica, pues la Indianidad tiene
una comprensión de la realidad básicamente energética. Sus sistemas rituales médicos y
religiosos se basan en un complejo y sofisticados manejo de las energías sutiles. El
neutrón, el electrón, el átomo, la molécula son eventos energéticos y, aquí, vale el dicho
“Como en lo micro, así también en lo macro”. Dicho brevemente, el universo es
esencialmente dinámico y, por ello, "incomprensible" para la lógica aristotélica, en
cuanto lógica estática.
Al anunciar su teoría de los quanta, Max Planck demostró en 1900 que la energía
radiante existe bajo la forma de cuerpos minúsculos, los quanta, cuya naturaleza es
particularmente desconcertante. El quantum puede ser aprehendido, en efecto, como
onda o como corpúsculo, es decir, como frecuencia ondulatoria, obligatoriamente
continua y, al mismo tiempo, como cantidad aritmética finita, obligatoriamente
discontinua. Una pura contradicción, según la lógica aristotélica.
Pero, tanto en microfísica como en la sabiduría indígena, este género de
contradicciones no son solamente posibles, sino que constituyen la regla. Todo quantum
posee la potencialidad de su transformación en un par de electrones. Esta es la
explicación científica del Yanantin quechua o del más antropomorfizado Jaqi aymara.
Después de Planck, Wolfgang Pauli compiló un cierto número de observaciones que
Lupasco concretizó en tres leyes fundamentales:

La ley de antagonismo

Los átomos sufren, a la vez y al mismo tiempo, de la atracción y la repulsión. Los seres
humanos sufren, a la vez y al mismo tiempo, la atracción / repulsión de lo comunitario y
lo individual y, según las circunstancias, colapsan como lo uno, que entonces se
actualiza, o lo otro que entonces se potencializa; y viceversa.

La ley de una contradicción constitutiva de homogeneización y heterogeneización de la


energía

Los electrones gravitan en torno al núcleo del átomo, pero no gravitan sobre la misma
órbita, debido a lo que Pauli llamó el Principio de Exclusión cuántica. Los electrones
poseen la propiedad, desconcertante si se hace caso a las reglas de la lógica clásica, de
excluirse mutuamente del estado cuántico que ocupan los unos respecto de los otros.
Este Principio de Exclusión es esencial, porque engendra una diversificación de la
energía, es decir, una heterogeneización, que explica la aparición de la diversidad.
A partir de la molécula, precisa Stéphane Lupasco, "Todos los sistemas comportan, para
su misma edificación, la competición antagonista del doble principio de
homogeneización y heterogeneización". Esto quiere decir que cuanta más energía
contenga un sistema, más heterogéneo y diferenciado resulta. Más vida tiene.

La ley de la potencialización y actualización de todo dinamismo antagonista.

La actualización de un término (elemento) entraña correlativamente la potencialización


de otro término (anti elemento) justamente, porque el mundo acaece en Yanantin
De estas tres leyes, Lupasco extrae numerosas conclusiones. La más importante toma
en consideración el hecho de que, a medida en que predomine en el seno de un sistema,
lo homogéneo: digamos, Occidente, o lo heterogéneo: digamos, la Indianidad, se
desarrollarán estructuras de naturaleza diferente. Estructuras que la futura Constitución
tendrá que tener en cuenta como complementarias.
El actual empantanamiento de la Asamblea Constituyente tiene que ver con el hecho
de que liberales e izquierdistas/indianistas, por razones lógicas, quieren imponer el
software de la civilización occidental: Identidad: sólo puede existir un modelo
monocultural; No contradicción: si yo: el MAS, tengo la razón, PODEMOS no puede
tenerla y viceversa: si yo, PODEMOS, tengo la razón, entonces el MAS no puede
tenerla y no hay una Tercera posibilidad en que ambos tengamos la razón al mismo
tiempo.
A esta aporía lógica, los indígenas y originarios tienen la solución: la Diarquía, la
Constitución Yanantin. Pero, para que ello pueda salvar la Constituyente, hace falte que
los indígenas y originarios, tanto del MAS como de PODEMOS, no se dejen ponguear
políticamente por sus jerarcas autoritarios. He aquí el primer ejercicio de
descolonización política para abrir las puertas a un futuro compartido.

3. Lo Contradictorio

Tal vez una manera de acercar a nuestra experiencia vital la noción super abstracta de lo
contradictorio sea la idea de afectividad. Esta es una noción que se nos atraganta a los
que hemos sido educados en el racionalismo positivista, pues no tiene lugar; está entre
las cosas, aparece y desaparece como, dizque, en el vacío cuántico, aparecen y
desaparecen materia y antimateria; es el efecto de las complementariedades antagónicas;
es el rostro amable de estado T. Pero he aquí que el mundo y nuestra experiencia del
mundo, desgraciada o felizmente, es contradictoria y compleja. Sin dolor el placer no
existiría; sin alegría no podríamos imaginarnos el sufrimiento y viceversa. Sin esas
contradicciones el destino humano parecería vacío.

El Tercero incluido y la no-contradicción

Recordemos, brevemente, los principios lógicos clásicos, enunciados por Aristóteles.


“Al mismo tiempo y bajo el mismo aspecto, una cosa no puede ser otra cosa” (la
identidad o la constancia del pensamiento por relación a sí misma); “Al mismo tiempo y
bajo el mismo aspecto, dos proposiciones opuestas no pueden ser, las dos, verdaderas”
(la exclusión de la contradicción); “Al mismo tiempo y bajo el mismo aspecto, dos
proposiciones opuestas no pueden ser, las dos, falsas” (la exclusión del Tercero).
O, dando la vuelta al calcetín: lo que no se puede aceptar “al mismo tiempo y bajo el
mismo aspecto” puede ser admitido en momentos diferentes o desde puntos de vista
diferentes; es posible que alguna cosa sea igualmente alguna otra cosa (principio lógico
de alteridad) o que proposiciones opuestas tengan el mismo valor (principio lógico de
la circunstanciación de la verdad o de instancialización del discurso).
Así estaba Occidente hasta que las investigaciones sobre la naturaleza de la luz
vinieron a dar la vuelta a la tortilla. Con el principio de no-contradicción no se podía
dar cuenta de las nuevas evidencias científicas.
La audacia de Lupasco estriba, justamente, en que pone en duda la absolutez del
principio de no-contradicción, sobre el que se alza la civilización occidental clásica,
introduciendo la contradicción en la estructura, las funciones y las operaciones mismas
de la lógica. Es más, recogiendo los nuevos descubrimientos de los físicos, materia /
anti-materia, Lupasco formula el postulado fundamental de una lógica dinámica de lo
contradictorio: a todo fenómeno, o elemento o acontecimiento lógico y, por tanto, a
todo juicio que los exprese o signo que los simbolice, digamos e, hay que asociarle,
estructural y funcionalmente, su anti-fenómeno o anti-elemento o anti-acontecimiento
lógico y, por tanto, un juicio, una proposición y un signo contradictorio, digamos: no-e.
Lupasco precisa que e sólo puede ser potencializada por la actualización de no-e, pero
no desaparecer; de la misma guisa: no-e sólo puede ser potencializada por la
actualización de e, pero no desaparecer. Retengamos, por favor, e, no-e.
El famoso estado T, el Tercero incluido, es definido por Lupasco como un estado “ni
actual ni potencial”: existe un tercer término, T, que es, a la vez, A y no-A. La palabra
“estado” hace referencia a los tres principios lupascianos: Actualización, A,
Potencialización, P, Tercero incluido, T, que subyacen al Principio de Antagonismo.
Formalmente, e y no-e, tienen también tres índices: A, P, T, lo que permite a Lupasco
definir sus “conjunciones contradiccionales” o “quanta lógicos”, haciendo intervenir
seis términos lógicos:

la actualización de e está asociada a la potencialización de no-e


la actualización de no-e está asociada a la potencialización de e
el tercero incluido de e es, al mismo tiempo, el Tercero incluido de no-e.

Esta última conjunción muestra la situación particular del Tercero incluido: es un


Tercero unificador: unifica e y no-e sin hacer desaparecer e en no-e y viceversa: no-e en
e.
Esta noción de unificación no fusional, por así decir, es la que nos interesa, si no
queremos que el gran deseo boliviano: “Unidad en la diversidad”, siga siendo un
slogang vacío. Piensen la nación boliviana como e y las naciones indígenas como no-e,
o la Bolivia occidental como e y la Bolivia no occidental como no-e, o la Nación camba
como e y la República Kollasuyo como no-e y hagan un ejercicio mental con los tres
quanta lógicos: A, P, T y podrán intuir la fecundidad de esta perspectiva lógica para
refundarnos políticamente de acuerdo a los datos de la realidad: dos Bolivias, y no a
deseos ideológicos y prejuicios racistas que no conducen sino al mutuo bloqueo, en el
que nos estamos desangrando. Contra el anti-intelectualismo local, hay que decir nomás
que no hay nada más práctico que una buena teoría.
Así, pues, tenemos, ahora, que los tres quanta lógicos reemplazan las dos
conjunciones de la lógica clásica, haciendo intervenir cuatro términos lógicos:

Si e es verdadero, no-e debe ser falso


Si e es falso, no-e debe ser verdadero.

Como se ve, Lupasco no rechaza el principio de no-contradicción, como no se puede


rechazar en bloque la física newtoniana, sino que amplía, alarga, el dominio de la lógica
clásica, como la física cuántica amplia y alarga el dominio de la física clásica.
Pero vale la pena seguir inquiriendo. ¿Cómo pensar un Tercero unificador de e y no-
e, de la Bolivia occidental y de la Bolivia indígena? O, según las propias palabras de
Lupasco, ¿cómo concebir que toda “no-actualización / no-potencialización” puede
implicar una “no-actualización / no-potencialización contradictoria”? ¿Cuál es el
sentido de la expresión “no-actualización / no-potencialización”?. Nicolescu, un
discípulo de Lupasco, se pregunta: si estos dos términos son indexados en función de A
y P, el índice T estaría ausente. Dicho de otra manera: no hay Tercero incluido de la
contradicción y de la no-contradicción. “Paradójicamente, sostiene Nicolescu, la
contradicción y la no-contradicción se someten a las normas de la lógica clásica: la
actualización de la contradicción implica la potencialización de la no-contradicción y la
actualización de la no-contradicción implica la potencialización de la contradicción. No
hay estado ni actual ni potencial de la contradicción y de la no-contradicción. El Tercero
incluido interviene, sin embargo, de una manera capital: el quatum lógico, haciendo
intervenir el índice T, es asociado a la actualización de la contradicción, en tanto que los
otros dos quanta lógicos, haciendo intervenir los índices A y P, son asociados a la
potencialización de la contradicción. En este sentido, la contradicción es irreductible,
pues su actualización está asociada a la unificación de e y no-e. Por consiguiente, la no-
contradicción sólo puede ser relativa”.
Concluyamos, de momento, diciendo que “el estado T” de la lógica dinámica de lo
contradictorio no es una síntesis en el sentido de la sucesión de contrarios extremos por
los mecanismos de la Aufhebung hegeliana: conservación-destrucción-renovación, sino
que, más bien, una orientación mínima le es transmitida por su propia determinación
cuantitativa (estado de semi-actualización y de semi-potencialización) por el vector
cualitativo con el cual está asociado. Es decir, “el estado T” se situaría en un nivel de
realidad diferente de los estados extremos: de la total actualización (100% A & 0% P) y
de la total potencialización (100% P & 0% A).

4. Aplicación del modelo

Vamos a tratar de aplicar este modelo abstracto, que proviene tanto de la sabiduría
indígena como de la física cuántica, a algunos ejemplos más concretos.

4.1. A lo humano
El modelo subatómico: onda / partícula rige también la reproducción de la vida en el
nivel humano. La vida humana sólo se puede reproducir a partir de la
complementariedad varón / mujer. Ahora bien, así como cada energía contiene, al
interior de sí misma, la energía contraria minimizada, así también todo varón tiene su
parte femenina, que C.G.Jung llamó anima, y toda mujer tiene su parte masculina,
llamada animus.
Por tanto, lo Humano, desde el punto de vista cuántico, es la complementariedad de
estas dos energías y no únicamente una sola de ellas, como tiende a pensar el
Monoteísmo patriarcal occidental: el varón: la energía congelada en el átomo masculino.
En el castellano tenemos un buen ejemplo que puede ilustrar lo que acabamos de
decir. Tenemos el concepto abstracto de Hombre (en alemán Mensch) que es el efecto
de la complementariedad entre varón (Mann) y mujer (Weib). Pero resulta que, a lo
largo del tiempo, el modelo patriarcal, basado en la idea de un Dios varón, único, redujo
el sentido complejo y complementario de Hombre a varón, al punto que en la actualidad
se usan como sinónimos. Es decir, la idea de mujer, contenida en Hombre, desaparece o
se minimiza o se subalterniza. Esto es lo típico del patriarcado de tipo abrahámico.
El cristianismo y, en especial, el catolicismo, trata de salir de la unilateralidad de
hacer valer sólo la energía patriarcal, en el concepto de la Trinidad. De la idea solitaria
de Padre avanza hacia la de Hijo pero no se atreve a proferir, así sea simbólicamente, el
concepto de Madre, que es el concepto que sigue lógicamente de la metáfora que está
usando: padre, hijo… y sale con el sui géneris concepto de Espíritu Santo, donde vuelve
a descorporeizar: espíritu, la mera inercia mental que lleva a madre, para borrar todo
rasgo de sexualidad, fertilidad que sus patriarcas asocian a la idolatría.
El concepto de Unidad, desde una perspectiva cuántica, no puede menos que ser
visto como un concepto impar, por tanto, anormal y que los kollas llaman con la palabra
Ch´ulla, incompleto, insuficiente: marrado. El prefijo Chu alude a incompleto, no
definido y el sufijo lla significa casi, a punto de.
En cambio el modelo indígena Yanantin, Jaqi, Chachawarmi, mellizos … da mejor
cuenta de la realidad. Eso se debe a que la Indianidad es un sistema que se piensa en
contigüidad con la biosfera: con las leyes de la naturaleza. El Monoteísmo, en cambio,
parte de una Separación respecto de la biosfera y de la autonomización de la esfera
humana como el cúlmen y el no va más de la creación: de ahí deriva su
antropocentrismo.

4.2. A lo social

A nivel de sociedad, el modelo cuántico se expresa en el hecho de que la energía


fermiónica: la función partícula, se manifiesta en el individuo y la energía bosónica: la
función onda, se manifiesta en la comunidad. Ahora bien, como ya sabemos, así como
cada energía contiene, al interior de sí misma, la energía contraria minimizada, así
también todo ser humano está tensionado por dos energías antagónicas: la pulsión hacia
el individuo y la pulsión hacia la comunidad.
Por tanto, la Sociedad, desde el punto de vista cuántico es la complementariedad de
estas dos energías y no únicamente una sola de ellas, como tiende a pensar el
Monoteísmo patriarcal occidental: el Individuo: la energía congelada en el átomo social.
Lo típico de las diversas culturas de la civilización occidental, monoteísta y
patriarcal, es que enfatizan lo individual y han creado sus instituciones para fomentar y
cultivar al individuo autónomo y autosuficiente. Desde el momento del destete, la cuna,
el dormitorio aparte, etc. la civilización occidental va modulando y creando el individuo,
solitario, que es la unidad básica de su sistema religioso y político.
Esta tensión antagonista entre individuo y comunidad se da también al interior del
monoteísmo cristiano. Por ejemplo, la tradición católica, por lo menos a nivel de fe, ha
enfatizado la idea de comunidad. Es más, durante muchos siglos trabajó el concepto de
Cuerpo Místico y su propia auto comprensión es de tipo comunitario, solo que en la fe;
no en la materialidad de la vida cotidiana, como en el ayllu, por ejemplo. En cambio, el
protestantismo ha enfatizado la idea de individuo que trae aparejadas las ideas más
monoteístas de reducir la experiencia salvífica a la sola fe, la sola escritura y, luego, la
sola razón; así mismo, en la no necesidad de intermediarios entre individuo y divinidad.
Luego, el Personalismo, al interior de esta misma tradición, buscará un tinku entre
ambas polaridades trabajando el concepto de Persona.
Lo típico de las diversas culturas de la civilización oriental y, en concreto, de la
Indianidad, es que enfatizan lo comunitario y han creado sus instituciones y costumbres
para fomentar y reproducir el ayllu que, por cierto, no es una suma de individuos (eso
sería lo “colectivo” o “corporativo”, en el modelo occidental) sino el efecto que
produce, en el Taypi de su territorio, el Tinku de la energía Aran y la energía Urin.
Esta tensión antagonista entre individuo y comunidad también se da en el modelo
del ayllu. Si bien es cierto que la Indianidad colapsa como comunidad, como Bosón,
tiene también, al interior suyo, las pulsiones individualistas que no son, sin embargo,
copia o remedo de lo occidental (como lo comunitario, de lado occidental, tampoco es
copia o remedo del ayllu). Esta energía fermiónica, al interior del ayllu, la antropología
la ha bautizado con el nombre de faccionalismo.

A continuación ofrezco algunos rasgos más de este modelo para complejizar la mirada.

OCCIDENTE MODERNO INDIANIDAD


Sociedades a gran escala. Sociedades a pequeña escala.
La gente no se conoce, relaciones Toda la gente se conoce, relaciones
impersonales personales
Linaje patrilineal, por lo general Linaje matrilineal, por lo general
Familia nuclear, con una pareja de padres. Familias extensas. Varias generaciones y,
También, con padre o madre solteros a veces, muchas familias viven juntas
Se idolatra la juventud Se reverencia a los ancianos
Se considera a los muertos como Los muertos son considerados como los
desaparecidos presentes
Separación de lo sagrado de lo profano No separación: todo está interconectado
Se conoce a través de la experimentación Se conoce a través de la experiencia
científica personal
Concepto futurista / lineal del tiempo. Se Integración de pasado y futuro en el
desvaloriza el pasado. presente
Tiempo mecánico medido por el reloj La conciencia mide el tiempo en base a la
observación de la naturaleza

4.3. A lo político

A nivel de lo político, el modelo cuántico se expresa en el hecho de que la energía


fermiónica: la función partícula, se manifiesta en el liberalismo: el átomo, y la energía
bosónica: la función onda, se manifiesta en el comunitarismo: la red. Ahora bien,
como ya sabemos, así como cada energía contiene, al interior de sí misma, la energía
contraria minimizada, así también todo ser humano está tensionado por dos energías
antagónicas: la pulsión liberal y la pulsión comunitaria.
Por tanto, la Política es la complementariedad de estas dos energías y no únicamente
de una sola de ellas, como tiende a pensar el Monoteísmo patriarcal occidental: el
Liberalismo o el Socialismo: la energía congelada en el átomo político: el individuo.
Ahora bien, al interior de la civilización occidental, el antagonismo entre onda y
partícula se ha expresado en la polaridad liberalismo / socialismo-comunismo. Lo que
las hace común a ambas: liberalismo / socialismo, es que ambas polaridades se basan
sobre la noción de individuo que es fundamental, para la civilización occidental.
Al interior de la Indianidad, el antagonismo entre onda y partícula se expresa en la
polaridad entre faccionalismo y comunitarismo, donde el faccionalismo individualista
es, de todos modos, subalterno a la noción de ayllu que se basa en la idea de red; de una
red de tipo neural, constituida por nodos y sinapsis que van más allá del Akapacha: el
espacio-tiempo donde viven los seres humanos, al ayllu de los wak´a y al ayllu de la
sallqa. Por tanto, es multidimensional, en tanto que el modelo liberal es
“unidimensional”, como decía Herbert Marcuse. Su soporte es orgánico, en contigüidad
con la naturaleza, a diferencia del soporte mecánico que sólo se afinca en el tiempo: la
historia, sin ninguna vinculación con el espacio: la biosfera, que es un mero dato
supuesto, sin ninguna implicación en nada.

A continuación ofrezco algunos rasgos más de este modelo para complejizar la mirada.

OCCIDENTE MODERNO INDIANIDAD


Formas políticas jerárquicas yFormas políticas en red. Los Jefes no
estratificadas tienen poder en tiempos de paz
Las decisiones son tomadas por el Poder Las decisiones se basan sobre un proceso
Ejecutivo, por mayoría o por un dictador consensual con participación de toda la
comunidad
Democracia representativa Democracia directa participativa de tipo
consejista
Sus modalidades: capitalismo, socialismo, Su modalidad: sistemas de cargo de tipo
fascismo, monarquía rotatorio de base diárquica
Poder estatal centralizado. Concentración El poder reside en la comunidad.
Difusividad
Leyes escritas. Interiorización abstracta Leyes transmitidas oralmente.
Ritualización
La base jurídica es antropocéntrica La base jurídica es cosmológica
Casos criminales son juzgados por Casos criminales juzgados por pares
extraños. Castigo. conocidos. Lección.
No existen tabús Existen tabúes
Identidad como Estado Identidad como Nación

4.4. A lo económico.

A nivel de lo económico, el modelo cuántico se expresa en el hecho de que la energía


fermiónica: la función partícula, se manifiesta en el Intercambio: la energía congelada
en la moneda. La energía bosónica: la función onda, se manifiesta en la Reciprocidad:
la energía fluida del ayni, la minka, etc. Ahora bien, como ya sabemos, así como cada
energía contiene, al interior de sí misma, la energía contraria minimizada, así también la
Economía está tensionada por dos energías antagónicas: la pulsión al Intercambio:
dinero, mercado, acumulación, y la pulsión comunitaria: ayni, feria, fiesta.
Por tanto, la Economía es la complementariedad de esta dos energías y no
únicamente una sola de ellas, como tiende a pensar el Monoteísmo patriarcal occidental:
el Intercambio: la energía congelada en el dinero.
Ahora bien, se entiende por Intercambio, la dinámica económica que parte del interés
propio con el objetivo de lucrar y la finalidad de acumular, para con esos recursos poder
comprar en el mercado los bienes y servicios que se precise para ser feliz.
Se entiende por Reciprocidad, la dinámica económica que parte de la necesidad del
Otro con el objetivo de producir una relación afectiva y la finalidad de lograr el
Prestigio de ser un gran donador que obligará a los donatarios a reciprocar más
generosamente el don recibido, de modo tal que se forme una cadena de dones y
contrapones que posibilite vivir en relación y armonía con el entorno no sólo social,
sino ritual y cosmológico.
Ahora bien, la Reciprocidad es una estructura primordial que permite crear a
voluntad situaciones contradictorias. Lo contradictorio no es ya un accidente, algo
casual, sino que es la matriz misma del sentido. Lo contradictorio puede
metamorfosearse en palabras, por definición, no contradictorias. Sea que se revele en
una palabra constituida por dos términos diferenciados, de tal manera que la existencia
de uno dependa y condicione la del otro (no son contrarios, sino opuestos
complementarios); a esto llama Dominique Temple “Palabra de Oposición”. Sea que lo
contradictorio desaparezca como tal, y la polaridad aparezca como la unidad de la
contradicción; a esto llama Temple “Palabra de Unión”.

A continuación ofrezco algunos rasgos más de este modelo para complejizar la mirada.

INTERCAMBIO RECIPROCIDAD
Fomenta el consumo a toda costa, por Propicia el consumo adecuado: guardar,
medio de la obsolescencia tecnológica conservar, reciclar. Propicia, si mismo, la
planeada, porla presiòn de la propaganda calidad, no la cantidad.
y la creación de necesidades artificiales
La gente debe ajustarse a los trabajos Los trabajos deben ajustarse a las
disponibles. Rigidez, conformismo personas. Flexibilidad, creatividad
Fragmerntación, compartimentación de Trabajo en equipo. Constitución de redes.
tareas y roles. Acento en tareas Coordinación. Inter-disciplinariedad.
especializadas, minuciosamente descritas Creatividad y espontaneidad, seguidas
siempre de evaluación y realimentación
Modelo mecánico, basado en la física Reconocimiento de la incertidumbre
newtoniana
Agresividad, competitividad. Los Cooperación. Los valores son más
negocios son los negocios importantes que el ganar
Separación entre trabajo y juego. El La Fiesta, como momento sacramental de
trabajo como fin. la redistribución
Manipulación y dominio de la naturaleza Criar la Vida y dejarse criar por la Vida
Lucha por la estabilidad. Búsqueda de lo Sentido del cambio. Voluntad de riesgo
estático
Importancia de lo cuantitativo. Primacía Primacía de lo cualitativo. Importancia de
de lo tangible lo intangible: información, conocimiento
Motivaciones materiales. El progreso se Motivaciones espirituales. Tan importante
juzga por el producto; no importa el cómo como el producto es el proceso: el cómo.

4. 5. A lo civilizacional

A nivel de la civilización, el modelo cuántico se expresa en el hecho de que también la


Humanidad, compuesta de masa y energía, colapsa, ora como energía fermiónica: la
función partícula, y entonces a esa mitad la llamamos Occidente: la energía congelada
en la masa; ora como energía bosónica: la función onda, y entonces a esa otra mitad la
llamamos Oriente, de la cual la Indianidad es un subsistema: la energía fluida del Tao
o del Qhápaq Ñan, el Tha´qi de la Qamaña Ahora bien, como ya sabemos, así como
cada energía contiene, al interior de sí misma, la energía contraria minimizada, así
también la Humanidad occidental lleva dentro de sí, minimizada, la energía bosónica de
la Indianidad y la Humanidad amerindia lleva dentro de sí, minimizada, la energía
fermiónica del Occidente.
Por tanto, la Civilización es la complementariedad de esta dos energías: Oriente y
Occidente, y no únicamente una sola de ellas, como tiende a pensar el Monoteísmo
patriarcal occidental: Occidente es la civilización y el resto es la Barbarie que tiene que
ser civilizada por ella; de donde derivan la Conquista, la Evangelización, la Extirpación
de idolatrías, la Ayuda al Desarrollo y la Lucha contra la Pobreza y el Terrorismo de
nuestros días.
Por tanto, desde un punto de vista cuántico, se entiende por Civilización el resultado
de cómo la humanidad decide hegemónicamente ante la polaridad masa / energía. Esta
polaridad arquetípica se puede desdoblar en otras polaridades más conocidas; por
ejemplo: creador / criatura, bien / mal, espacio / tiempo, sujeto / objeto, vida/ muerte,
etc. Si esta polaridad es pensada excluyentemente, es decir, dualistamente (“El imperio
del Bien lucha contra el imperio del Mal”, G. W. Bush) tenemos entonces a la
civilización monoteísta occidental. Si la polaridad es pensada incluyentemente, es decir,
como una unidad dual, “no-dualidad”, Advaita, Yanantin, tenemos entonces a la
Civilización oriental; en nuestro caso, a la Civilización amerindia animista. Podríamos
caracterizar lo dicho de la siguiente manera:

sistémico vivo Demo. participativa cualitativo


ORIENTE CONTINUO ANIMISMO COMUNITARISMO RECIPROCIDAD

OCCIDENTE SEPARACION MONOTEISMO INDIVIDUALISMO INTERCAMBIO


progreso mecánico Demo. representat cuantitativo

Este es el paraguas grande de lo humano. Al interior de cada civilización, se encuentran


las culturas que son variaciones debidas, en gran parte, a cómo responder a los distintos
ecosistemas en el cual los hombres tienen que construir su vida y su reproducción.
Así tenemos, por ejemplo, que las culturas española, suiza, holandesa, italiana,
danesa, inglesa, etc, son muy diversas y diferentes entre sí, pero todas comparten un
único y común paraguas cosmovisivo caracterizado por la Separación, el Monoteísmo,
el Individualismo y el Intercambio. De igual modo tenemos las culturas, tibetana, china,
mapuche, aymara, quechua, chiquitana, guaraní, maya, tolteca, iroquesa, innuit, etc.
que son muy diversas y diferentes entre sí, pero todas comparten un mismo paraguas
cosmológico caracterizado por saberse parte del Continuo biosférico, el Animismo, el
Comunitarismo y la Reciprocidad.
A modo de conclusión podríamos resumir la tendencia del Proceso civilizatorio de
la siguiente manera.

Sociedades indivisas Sociedades sistémicas Sociedades divididas

Principio Principio Principio


comunitario individualista individualista
+
Principio
comunitario
Animismo Espiritualidad Monoteísmo
ecológica

5. El Occidente y la Indianidad
Dicho esto, hay que añadir que el Principio de Reciprocidad es incompatible con
algunas nociones trascendentales de la civilización occidental. Occidente es una
civilización unidimensional; con la física cuántica está empezando a cambiar desde su
estrato académico; por eso no quita que entienda las relaciones unidireccionalmente.
Dios es un actus purus, soberano, omnipotente, omnisapiente; no necesita de la criatura;
si la crea es como fruto libérrimo de su condescendencia, de su libertad: de su gracia; no
espera respuesta humana para ser. Traducido epistemológicamente significa que el
Sujeto conoce activamente un Objeto que es entendido como pasivo. Económicamente,
que el hombre explota, a través del trabajo y la tecnología, la tierra que es entendida
como inerte y pasiva y la transforma en producto, es decir, en riqueza.
El “dios” amerindio, en cambio, acaece, en el momento del ritual; precisa del ser
humano para hacerse presente y viceversa; más allá del ritual (el laboratorio), existe
virtualmente en el cosmos como un fotón antes de la medición en el acelerador de
partículas: es un dios cuántico. Traducido epistemológicamente, conocer es amar.
Económicamente, trabajar es criar la vida. La reciprocidad implica, pues, una
comprensión interactiva de la realidad. Dicho con otras palabras, la Reciprocidad es la
búsqueda de un equilibrio contradictorio entre las fuerzas de inclusión y las de
exclusión.
Otra manera de decir lo mismo es la que utiliza Josef Estermann. Sostiene que la
civilización occidental se caracteriza por la no-relacionalidad, cuyo categoría básica es
el ens in quantun ens, es decir, la substancialidad de todo lo que existe, tanto en sentido
realista, como “ser-en-sí-mismo”, como en sentido trascendental, como “autonomía del
sujeto”. Por tanto, la existencia separada y monádica es lo primero; de ahí proviene, en
política, la primacía del Individualismo liberal, por ejemplo; por consiguiente, la
relación entre los entes (de donde proviene la primacía del comunitarismo amerindio) es
lo segundo. En Occidente es un accidens, como dice la ontología.
La civilización amerindia, en cambio, se caracteriza por la relacionalidad. El
universo es ante todo un sistema de seres inter-relacionados, dependientes uno del otro,
heterónomos, es decir, no sustanciales. La relación, que en Occidente es un accidente,
es, en los Andes, la categoría más importante.
Estermann, así mismo, nos recuerda las categorías básicas de la metafísica y
ontología que constituyen lo medular de la civilización occidental hasta el día de hoy: la
Inmanencia (existir-en-y-por-sí-mismo), independencia o soberanía (autosuficiencia),
principalidad (arjé como base) autonomía y substancialidad. Para la civilización
amerindia, en cambio, un ente particular, por así decir, ya está siempre en relación con
otros (trascendencia), no es autosuficiente, no puede ser principio en sí mismo (es an-
arquico), se rige por una normatividad exterior (heteronomía) y no existe en sí mismo
(relacionalidad).
Respecto al principio de Tercero excluido, este sólo permite la disyuntiva excluyente
entre dos conceptos contradictorios (verdad-falsedad, finito-infinito...) No existe
mediación, sino separación entre los polos. La lógica de inclusión afirma una transición
continua entre dos extremos de tal manera que pueden coexistir como equilibrio
complementario. Oriente, justamente, ofrece las expresiones más manifiestas de
complementariedad de opuestos: el yin yang del taoismo, Yanantin, ChachaWarmi …
Así, pues, al interior de ambas civilizaciones, como su contrapunto, está también su
opuesto pero de un modo subordinado. En ese sentido se puede hablar, por ejemplo, que
lo amerindio de Occidente son sus pulsiones holistas y ecológicas. Lo occidental de la
Indianidad son sus pulsiones reduccionistas, individualistas y faccionalistas.
Ya se que en la contrastación sale mal parado Occidente y ello causa resistencia a
aceptar esta manera de entender las relaciones entre cristianismo y animismo amerindio
en Bolivia. Lo siento; nos está pasando lo mismo que a los físicos el primer cuarto del
siglo XX cuando la experimentación científica iba cambiando la visión de la materia-
energía, del espacio-tiempo, de la vida-muerte y se resistían. “¿Es posible que la
naturaleza sea tan absurda como nos lo parece en estos experimentos atómicos?”
Werner Heisenberg.
Para dar una idea del cambio de visión que estamos proponiendo les ofrezco este
cuadro resumen de los dos modelos cosmológicos: el moderno y el cuántico.

Física newtoniana Mecánica cuántica


Puede representarse No puede representarse
Está basada en las percepciones ordinarias de los Está basada en el comportamiento de las partículas
sentidos subatómicas y sistemas que no pueden observarse
de modo directo
Describe cosas; objetos individuales en el espacio Describe conductas estadísticas de sistemas
y sus cambios en el tiempo
Predice sucesos Predice probabilidades
Acepta una realidad objetiva “fuera de aquí” No acepta una realidad objetiva aparte de nuestra
experiencia
Podemos observar algo sin modificarlo No podemos observar algo sin modificarlo
Proclama estar basada en la “verdad absoluta”, en Proclama sólo su capacidad de ordenar la
lo que la naturaleza es realmente, “entre experiencia correctamente
bastidores”
Como va siendo cada vez más evidente, la Indianidad sólo puede ser comprendida desde
un paradigma cuántico, desde la paridad onda/partícula. Desde el paradigma newtoniano
la incomprensión va seguir existiendo y en este debate ya abierto sobre la nueva
Constitución van a salir todos los trapitos sucios de nuestra obsoleta cosmovisión; eso
es bueno; precisamos de una catarsis epistemológica para hacer un buen pacto de
reciprocidad con la Indianidad.
Usando una metáfora proveniente de la Mecánica cuántica, diría que, en la Era
ecozoica que empezamos, la “Función onda” la tendrá que jugar la civilización
amerindia y la “Función partícula” la civilización occidental. Ambas, en un equilibrio
contradictorio, serán la Unidad dual hacia la que marche la nueva humanidad. En este
sentido, Occidente debe cultivar, en su interior, su Indianidad reprimida y la Indianidad
tiene que cultivar, en su interior, su Occidente resistido; para ello, empero, todos
debemos empezar por ajustar cuentas con el colonialismo interno: los bolivianos
occidentales y los bolivianos amerindios.
A continuación ofrezco un cuadrito en el que se podría sistematizar algunos
conceptos que han ido saliendo, antes de pasar al siguiente capítulo en el que daré un
nuevo bucle a lo mismo que vengo diciendo desde el comienzo.

Monoculturalidad Diálogo de civilizaciones Multiculturalidad

Entendemos por Entendemos por Idiálogo de Entendemos por


Monoculturalidad el complejo civilizaciones el complejo Multiculturalidad el complejo
semántico compuesto por el semántico compuesto por el semántico compuesto por el

Principio de Identidad, Principio de Reciprocidad, Principio de Identidad,


el Principio de no Contradicción, Principio de Complementariedad Principio de no Contradicción,
el Principio de Tercero excluido: de Opuestos, Principio de Tercero incluido:
Principio de Tercero incluido:

PI + PnC + T ex. PR + CdO + T in. PI + PnC + T in.

6. ¿En qué consiste, pues, el diálogo de civilizaciones?


El primer diálogo se tiene que dar al interior de uno mismo. Y ello consiste en conectar
nuestro lado masculino, cuyas características más estereotipadas indican que es
extrovertido, conquistador, agresivo, individualista … con nuestro lado femenino: más
bien vertido hacia la interioridad, pasivo, conciliador, comunitario … Una manera de
facilitar ello es tratar de conectar nuestro hemisferio neural derecho: holista, sistémico,
en red, cualitativo … con el hemisferio neural izquierdo: lineal, sectorial, secuencial,
cuantitativo. Por tanto, pues, el primer peldaño del diálogo de civilizaciones consiste en
conectar nuestra polaridad constitutiva: mente / cuerpo, que ha sido separada por los
patrones culturales del monoteísmo patriarcal que pone el énfasis en la mente, el espíritu;
es decir, mientras más descorporeizado, mejor. Si hemos logrado un equilibrio interior a
este respecto, estamos listos para dar el segundo paso.
El segundo paso consiste en mirar con nuevos ojos nuestra relación con el Otro. Lo
primero es aceptar que es Otro, diferente, antagónico y no alguien idéntico a nosotros
mismos: A = A. Aquí tenemos un problema con el sistema jurídico occidental que,
obviamente, trata, de iure, de homogeneizar a todos al patrón individualista de la
propiedad privada, aunque, de facto, como sabemos, no todos tienen los mismos
derechos. Hay, nomás, lo que se llama clases sociales y lucha de clases, complejizada,
en nuestro caso, por el hecho colonial donde los bolivianos occidentales dominan a los
bolivianos indígenas. En cualquier caso, lo importante es retener que lo que le
constituye como Otro, esa alteridad, nosotros también la tenemos como nuestra otra
polaridad reprimida o subalterna. Es decir, el Otro está dentro de nosotros; no es una
exterioridad absoluta. Todo occidental tiene un indio reprimido; todo indio tiene un
occidental resistido dentro de sí mismo.
A este respecto ¿qué entendemos por indio y qué por occidental? Lo indio son las
pulsiones holistas, ecológicas, sistémicas, comunitarias; los valores brotados de la
reciprocidad, la búsqueda del equilibrio: lo cualitativo. Lo occidental son las pulsiones
lineales, sectoriales, secuenciales, individualistas; los valores brotados de la libertad, el
progreso, el desarrollo: lo cuantitativo. Ahora bien, todos: indios y occidentales,
tenemos ambas dimensiones, sólo que un vector predomina sobre el otro; uno lo
tenemos maximizado y el otro minimizado y viceversa y ello es lo que constituye a las
dos civilizaciones.
El siguiente paso es entender al Otro como nuestro complementario. Es decir, los
occidentales debemos desmontar la idea de que sólo hay un modelo, que es el nuestro, y
que, además, es universal y que, por consiguiente, los indios son los que se deben
acomodar a nosotros, es decir, civilizarse. Los indios, por su parte y por razones lógicas:
Tercero incluido, ya hacen este ejercicio de entendernos a nosotros como sus
complementarios. Por eso aceptan, al Dios monoteísta, al Dinero, al Mercado, a la
Modernidad y lo que sea Otro. Ahora bien, si ello: aceptar al Otro, sólo acaece de un
solo lado, el modelo no funciona, porque torna vulnerables, a los representantes de la
complementariedad, a la unilateralidad del modelo occidental. Es la historia de la
colonización. Este modelo sólo funciona si las dos polaridades aceptan el modelo
cuántico que nos ofrece el nuevo paradigma. Hay que desmontar, pues, el obsoleto
modelo newtoniano de leyes absolutas y universales. El universo es más bien
relativístico, probabilístico, contextual. Esta es la condición de posibilidad de un
diálogo de civilizaciones.
El siguiente paso es aplicar esa complementariedad a nivel de lo político: darse una
Constitución de tipo diárquico, donde los dos sistemas cosmovisivos: el occidental y el
amerindio, se encuentren en un texto constitucional ya no monocultural como los que
han signado las constituciones de los Estados nacionales de la edad moderna. Hay que
decir que, tanto las propuestas socialistas como liberales, son monoculturales:
occidentales, y buscan la hegemonía absoluta de un solo vector; no la
complementariedad. Ahora bien, la complementariedad no es socialismo / liberalismo:
son energías iguales, por eso se repelen. La complementariedad boliviana es entre
monoteísmo (socialismo, liberalismo) y animismo (Diarquía, Constitución Yanantin,
Chacha Warmi). ¿Necesitaremos que corra sangre para darnos cuenta de la sabiduría de
la propuesta indígena de la Diarquía?
En fin, los siguientes pasos consistirán, como puede colegirse, en ir aplicando este
modelo cuántico al resto de las políticas públicas, tanto locales como nacionales y
globales.
La interculturalidad, por tanto, sólo puede darse entre culturas que pertenecen al
mismo paraguas simbólico. En el caso nuestro, la interculturalidad es posible entre las
culturas euro americanas que, a pesar de sus grandes diferencias, comparten el modelo
monoteísta o las culturas indígenas que, a pesar de sus grandes diferencias: Tierras Altas
y Tierras Bajas, comparten el modelo animista. Entre lo aymara y lo castellano lo que
puede haber es un diálogo de civilizaciones, no interculturalidad, pues no comparten
una sintaxis común.

7. ¿Qué es, entonces, descolonizar?

Para empezar, descolonizar es algo que nos atañe a todos; no sólo es una tarea para los
colonizados sino también para los colonizadores. Esto es básico y es necesario decirlo,
pues pareciera que sólo los indígenas tuvieran que descolonizarse.
En segundo lugar, descolonizar significa e implica desmontar el modelo monoteísta
patriarcal; es decir, la visión unilateral y unidimensional que reprime o ignora la
alteridad amerindia. El modelo Ch´ulla tiene que convertirse en un modelo Yanantin,
para decirlo en términos quechuas o, para decirlo en terminología occidental, debemos
desmontar o deconstruir el logocentrismo occidental e ir hacia un modelo cuántico
Bosón / Fermión u Onda / Partícula.
La manera más amigable, para un occidental, de desmontar el logocentrismo
patriarcal de su modelo exotérico es volver a beber de las fuentes de sus tradiciones
místicas. En el caso del judaísmo, se trata de volver a la Kabaláh; en el caso del
cristianismo, de volver a la Mística cristiana; en el caso del Islam, de volver al Sufismo.
Estas tradiciones místicas de Occidente comparten el mismo sustrato con las tradiciones
herméticas del Oriente. A esto es que se llama, sencillamente, Sabiduría.
Por tanto, pues, descolonizar significa aplicar el Principio de Complementariedad de
Opuestos a todos los órdenes de la vida. Dicho con otras palabras: visibilizar lo
reprimido por la conquista: la Inquisición, la evangelización y la extirpación de
idolatrías; las políticas de progreso y desarrollo: lucha contra la pobreza y Metas del
Milenio; darle su lugar y, luego, relativizarla con la energía contraria, para buscar un
equilibrio de ambas polaridades.
Para poner unos ejemplos de qué significa pensar Onda y Partícula, como
antagónicos pero complementarios, pensemos los siguientes ejemplos.

En Territorio. La dimensión Partícula se expresa en la noción de límites, de espacios


homogéneos y compactos. En fin, todo lo que conocemos desde las Reducciones
Toledanas y la Participación Popular. La dimensión Onda es la que practicaron y siguen
practicando los indígenas: la visión en red del control de un máximo de pisos
ecológicos; es decir, espacios heterogéneos, distantes pero conectados: fluidos. Desde
este punto de vista, por ejemplo, Bolivia es, donde hay bolivianos: además de Bolivia,
el cinturón bonarense, los alrededores de Sao Paulo y Washington, Barcelona …En la
era de la globalización esta dimensión irá cobrando mayor visibilidad y pertinencia
política y económica: migraciones Sur / Norte, remesas. Tener en cuenta estas dos
dimensiones es descolonizar la visión mediterránea de territorio que aflora, por ejemplo,
tanto en la consigna de “Autonomías departamentales”, como en los “Mapas de Ayllus”
que han aparecido en los últimos treinta años, en la que los “expertos en indios” han
dibujado “mapas étnicos” siguiendo el concepto mediterráneo de “espacio homogéneo y
contiguo”. Cuando, en realidad, un mapa de ayllus descolonizado debería asumir la
forma de una red neuronal con sus nodos y sinapsis. Red, no átomo.
En Tierra. La dimensión Partícula se expresa, por ejemplo, en la “nueva Ley de Tierras”
que está proponiendo el MAS cuando habla, verbi gratia, de “el valor de mercado de la
Tierra”, de “propietarios agrarios”, de que “el Estado es el propietario originario de la
tierra” e, incluso, de enfiteusis. Todos estos conceptos de la “revolución agraria”
masista ni siquiera son socialistas. La dimensión Onda, en cambio, es la que entiende la
Pachamama como un ser vivo, como un sistema autorregulado e inteligente del cual los
seres humanos somos parte y no sus dueños y señores. Es la visión ecológica y animista
de la Indianidad. Descolonizar, por tanto, significaría posicionar fuertemente esta visión
sistémica, holista, animista en una nueva ley que ya no podría ser llamada “de Tierras”
(eso corresponde al caduco paradigma de las Reformas Agrarias de la primera mitad del
siglo pasado) sino, como dicen los indígenas bolivianos, de “Territorio” o, mejor aún,
Urakpacha, Yvi, etc. Por razones técnicas, además, hay que reconocer que Bolivia sólo
tiene un 3% de suelo agrícola, como soporte material para una hasta ahora imposible
vía farmer o junker a la agricultura. Descolonizar, por tanto, significa reconocer, por un
lado, que la mitad del territorio tiene vocación forestal: manejo sostenible de la
biodiversidad del bosque (no sólo maderable) y la otra mitad debe volver a reeditar “el
milagro agrícola prehispánico”: primer cuna de la agricultura en el mundo, que consistió
en el manejo cibernético de la biodiversidad: “Criar la vida y dejarse criar por la Vida”.

En Educación. La dimensión Partícula se expresa en el énfasis dado al conocimiento


basado en la experimentación científica y la escritura. Unos pocos definen lo que es
correcto: la verdad, y los demás repiten de memoria y aprenden a otorgar fe a lo que
dicen los expertos y memorizan como loros. Este modelo se torna trágico cuando el
propio país no produce conocimiento en base a la experimentación científica: nuestro
caso. La dimensión Onda se expresa en el conocimiento producido por la propia
experiencia vital y que se transmite a través de un sistema ritual de generación en
generación. Se sabe porque se ha vivido, no porque otro se lo ha dicho. Descolonizar en
Educación es buscar la complementariedad de ambos sistemas de conocimiento; no la
“igualdad de oportunidades” y menos para acceder a un solo sistema. Tampoco
pretender la universalización de los saberes y conocimientos indígenas como
homologables de los saberes y conocimientos occidentales. Por esa vía nunca van a
llegar a ser “universales” en el sentido occidental que universaliza sólo una parcialidad.
Lo universal, de verdad, es el efecto de la complementariedad del conocer por
experiencia vital y por experimentación científica: las dos cosas. “Igualdad de
oportunidades” y “escuela única”, “alfabetización”, son medidas liberales propias de un
modelo de economía social de mercado de un Estado unitario de tipo occidental, basado
en la escritura solamente. Está bien, pero no tiene nada de “descolonizador”.
Descolonizador sería una política educativa que, al lado de lo anterior, complementara
con “aprender a leer las arrugas del rostro de los abuelos”.

En Economía. La dimensión Partícula se expresa en el énfasis dado al Intercambio que


se basa en la energía humana congelada en el dinero, la acumulación y la propiedad
privada. En lo que, por cierto, no nos va muy bien. La dimensión Onda se expresa en el
énfasis dado a la Reciprocidad que se basa en el flujo de la energía humana a través del
ayni, la minka …y la propiedad comunal de los recursos. Descolonizar la Economía,
por tanto, es buscar la complementariedad de ambas energías, la congelada y la fluida y
no en postular la “comunidad” como el nivel “micro” e “informal” del Intercambio. Lo
comunal tiene que ver, primordialmente, con lo político. Con Economía tiene que ver el
Ayni.
En Política. La dimensión Partícula se expresa en el énfasis dado al Individuo, como
unidad mínima de sentido, que da lugar tanto al Liberalismo como al Socialismo, en la
medida que éste último entiende lo colectivo como mera agregación de individuos. La
dimensión Onda se expresa en el énfasis dado a la Comunidad que es el efecto cuántico
de la complementariedad de Aran y Urin: dos energías antagónicas que constituyen al
Ayllu. En los pueblos amazónicos el mito de los Mellizos cumple el rol del Yanantin
quechua. Descolonizar significaría, por tanto, posicionar fuertemente la energía
comunitaria para reestablecer el equilibrio y, luego, dar su lugar (relativo, no absoluto) a
la energía fermiónica individualista. Para ello, nada mejor que usar el modelo del ayllu
que se basa, justamente, en la complementariedad de Aran y Urin, es decir, de ambas
energías.

En Religión. La dimensión Partícula se expresa en el énfasis dado al Uno: a lo Ch´ulla:


al Dios del monoteísmo abrahámico que instaura un modelo de civilización basado en la
Separación y el privilegio de una sola polaridad: Yahvé, el Tiempo, la Historia, el
Individuo y la represión de la otra polaridad: los wak´a, el espacio, el animismo, lo
sistémico. La dimensión Onda se expresa en el Yanantin, la Paridad: la
complementariedad de los opuestos del Animismo amerindio. Descolonizar, por tanto,
es buscar la complementariedad de ambos polos: explicar su relación y diferencia (si no
es en la escuela ¿dónde?) y no tanto postular un Estado laico, que corresponde a un
modelo liberal de Estado, que da por supuesto que existe un solo modelo civilizacional:
el occidental y que, debido al Principio de Escisión, Separación, distingue entre lo
privado y lo público, lo sagrado y lo profano y el Estado tiene que ver con lo público y
el Monoteísmo con lo privado. Para descolonizarnos precisamos saber en qué consiste
Occidente y en qué consiste la Indianidad, es decir, en qué consiste el Monoteísmo
abrahámico y en qué consiste el Animismo amerindio y comprender su mutua
complementariedad. No podemos obviar esa información. En realidad, debiera ser la
estructura básica no sólo de la currícula educativa, sino de las Políticas de Estado de
este Gobierno que tiene la voluntad política de descolonizar la sociedad boliviana. De
otro modo, vamos a vender como “descolonización” medidas básicas de un Estado
liberal con economía social de mercado.

Este Gobierno no tiene todavía la “teoría” que exprese correctamente lo que el


Pachakuti exige. La “etnofagia” izquierdista se está dando su último banquete: donde
dice Pachakuti, escribe “Revolución democrática y cultural”; donde dice Rebelión
indígena, escribe “Movimientos sociales”; donde dice Descolonización, escribe
“Igualdad de oportunidades”; donde dice Nacionalización de los hidrocarburos, escribe
“Des-neoliberalización de los recursos naturales” (¿?).
2
Matrices de civilización. Un recuento de lo aprendido

Estas conversaciones, entre un sabio de Occidente y un sabio del Qullanasuyo, tuvieron


lugar en noviembre de 2006, en Montarnaud, en el sur de la dulce Francia, tierra de
cátaros y cabalistas, hace casi mil años. Sigue siendo un espacio de libertad intelectual y
diálogo entre civilizaciones. De todos modos, en general, el diálogo de civilizaciones es
algo que Occidente no ha gustado practicar mucho debido, justamente, a su propia
matriz de sentido: la negación simbólica de la Otra: Aqueráh, quintaesencia de cualquier
Otro: el moro, el judío, no digamos ya el amerindio, el negro, el chino…el bárbaro, el
esclavo, el proletario, el inmigrante … el gay, la lesbiana, el travestí .. el tercer mundo,
su cuarto mundo interno … en fin, cualquier otro. Si aceptara a la Otra arquetípica,
dejaría de ser lo que es.
Hay señales, empero, de que ese proceso de disolución del monolitismo occidental
ya ha empezado: teóricamente: la deconstrucción posmoderna; prácticamente: la
emergencia gay y lesbiana. Esta negación simbólica del Otro, en la historia de
Occidente, se relativizó grandemente en la España de las tres culturas; empero, sólo al
interior de la misma tradición abrahámica.
Ahora bien, el Otro, de verdad, del Occidente monoteísta y patriarcal es el Animismo
de corte matrístico y fraternal. Esta otra dimensión fundamental de lo humano, no está,
por ahora, en su horizonte intelectual de visibilidad, empeñado como está en seguir
peleándose con los hijos de Ismael, esta vez, significativamente, donde empezó esta
historia: en las orillas del Éufrates, aunque –espero– que el campanazo global de Una
verdad incómoda, de Al Gore y David Guggenheim, irá dirigiendo, poco a poco, la
mirada en la otra dirección, pues la ética monoteísta, basada en la separación: creador /
criatura, materia / energía, tiempo / espacio, sujeto / objeto, historia / naturaleza,
individuo / comunidad … y que afirma, además, una polaridad y niega y combate la otra:
el bien contra el mal, es la causante, precisamente, de la actual catástrofe
medioambiental. La ética que produjo estos problemas no puede ser parte de la solución.
La humanidad tiene que ampliar el marco de referencia y, allí, nos espera la ética
ecológica del animismo, basada en la reciprocidad, y generadora de los valores humanos
fundamentales: la alianza, la amistad, la confianza, la hospitalidad, el cuidado, el cariño,
etcétera. Los medios de la sobrevivencia humana.
En Bolivia, en cambio, el Monoteísmo y el Animismo coexisten, uno al lado del otro;
es más, se han relacionado de una manera tal que el efecto de este encuentro se expresa
en una suerte de bloqueo mutuo: ni el Occidente se puede desarrollar, ni el
Qullanasuyo-Paititi puede florecer. Esto nos ha dado que pensar y una primera
concreción de estas conversaciones se expresa en la hipótesis de las dos Matrices de
civilización: la ancestral milenaria, con semillero en Tiwanaku y el Inkario, de práctica
convivial, con valores cosmogónicos y ecológicos y paradigma de vida del suma
qamaña / convivir bien en armonía integral con el todo, basados en el ayni, la
reciprocidad; la búsqueda del equilibrio del sistema . Esta Matriz procesa energías
interaccionadas de las dimensiones de la materialidad y la espiritualidad, así como de lo
privado y lo comunitario, por medio del ayni eco biótico natural (ceremonias rituales de
empatía) donde la ciclicidad del proceso de pacha-kuti se encarga de dinamizar el
proceso de uraq-pacha en la vida. Por eso nayrax-pacha / pasado por delante, nayrax-
suyu / territorio en el camino de los antepasados, son importantes.
La otra Matriz es la occidental, con semillero en Europa, que se basa en la
Separación de lo material y lo espiritual y reduce la vida a una sola polaridad: lo
material, lo individual, lo privado, el intercambio, produciendo la ideología del progreso
y el dearrollo como paradigma de vida. Sus valores son el individualismo, la libertad, la
igualdad, el progreso, el mercado, el derecho privado, la acumulación. Tiene una visión
lineal y pregresiva de la historia. El problema de esta Matriz es que al no ser sistémica,
produce desequilibrio, en la biosfera, al sobre explotar los recursos naturales y, en la
sociedad, al sobre explotar la fuerza de trabajo y apropiarse privadamente de la
plusvalía.
El hecho colonial estriba, justamente, en que la matriz civilizatoria occidental ha
encubierto la matriz civilizatoria andina sin poder anularla, por eso no funcionan bien
ninguna de las dos Matrices civilizatorias. A lo mejor, estas conversaciones de
Montarnaud, son una buena ocasión para hacer un primer balance de lo que hemos
aprendido hasta ahora al respecto.

1. Tal vez convenga empezar explicitando la resemantización boliviana de algunos


viejos conceptos, desde ya plurívocos a lo largo de su historia lingüística y, como
tampoco podría haber sido de otro modo, también arbitraria; seguramente hay conceptos
más apropiados; de momento trabajamos con ellos.
Empecemos con Monoteísmo y Animismo. Nos preguntamos cuál es el rasgo
definitorio de estas dos formas en que colapsa lo humano: Oriente y Occidente y,
además, que los distinga a la simple mirada. A efectos nuestros, nos pareció que la
característica que explica mejor la conducta de Occidente es la idea del Uno: un solo
dios, una sola verdad, un solo poder, un solo camino, sola fides, sola gratia, sola
scriptura; en política: la monarquía: el poder del uno, la globalización; en economía: un
sólo mercado, si posible una sola moneda. Este rasgo de Occidente se dice, en aymara y
quechua, Ch´ulla: impar, incompleto, partido; no tiene connotaciones positivas,
precisamente.
La otra polaridad, el Oriente, del cual la Indianidad es un subsistema, se basa en la
noción de Yanantin, de Paridad, de Yin y Yang, de pareja. Lo bueno es lo completo: lo
armonioso. La vida brota de la complementariedad de dos energías opuestas pero
complementarias. Esta es una dimensión un tanto esotérica, cierto. Exotéricamente,
utilizamos la palabra Animismo, no en el sentido de la etnología o del uso que hace de
él Ken Wilber, sino en su sentido más diáfano e inmediato: la experiencia de que el
mundo es un ser vivo con el cual el ser humano entra en relaciones interpersonales, es
más, que se sabe y, sobre todo, se siente parte de esa red cósmica por la que fluyen
conversaciones y emociones. De algo que esta vivo se dice, en Bolivia, que tiene ánimo,
alma, ajayu; de ahí Animismo.
Este rasgo es muy característico y marca una diferencia radical respecto de la visión
antropocéntrica y cosista de Occidente, en la que sólo el hombre y las cosas son
importantes. Las nuevas Ciencias de la Tierra, lideradas por James Lovelock, con su
Hipótesis Gaia: la tierra es un sistema vivo, inteligente, autoregulado, como que
significa el inicio de un proceso neoanimista en el Occidente de la high tech. Lupasco,
como recuerda Dominique, justamente, a propósito de la actualización del colapso de
onda y/o partícula de Bohr, sostiene que dicha actualización está unida a una
potencialización que es una “conciencia elemental” de la que procedería la conciencia
de conciencia, es decir, la conciencia humana. A ello habría que añadir las
implicaciones que lleva consigo la noción de autopoiesis, de Maturana y Varela, que
condensa bien la nueva comprensión de la vida en el nuevo paradigma científico
occidental. Estas son, pues, las razones del uso de los conceptos de Monoteísmo y
Animismo para referirse a Occidente y a la Indianidad.
2. La otra resemantización conceptual atañe a las nociones de Civilización y Cultura que
sale ya en el título de este texto: Matriz civilizacional. El uso de ambos conceptos, en
Occidente, es variado, con preferencias nacionales por uno u otro: Francia, por ejemplo,
gusta de civilisation, en cambio Alemania de Kultur. Como quiera que sea, Cultura
tiene un aura más local, más ligado a la tierra y a la Heimat; en tanto que Civilización,
por su origen latino, ligado al imperio romano, connota algo menos local y más general
y abstracto: ciudad, ciudadano. Así, pues, hemos convenido en utilizar el concepto de
Civilización para nombrar lo más general: los dos modos como colapsa la humanidad,
ora como Occidente ora como Oriente. En este sentido, para nosotros, sólo hay dos
civilizaciones. Una que se basa en la noción de Uno, de Ch´ulla, que es Occidente, y la
otra que se basa en la noción de Paridad, Yin y Yang, Yanantin: Oriente y, para nuestro
caso, la Indianidad. Hasta donde podemos saber, todas las demás sociedades que
conocemos caen en uno de estos dos compartimentos. Es el mínimo común
denominador. Por tanto, pues, para nosotros, Occidente e Indianidad son como dos
paraguas conceptuales máximos de la noción de Civilización.
Ahora bien, entendemos por Cultura las diferentes formas como las sociedades,
dentro de su paraguas de Civilización, interactúan con su entorno y su contorno, muyta
y muyt´a, como redes cerradas de conversaciones, emociones y coordinaciones de
acciones (Maturana). Así, por ejemplo, con todo lo diversas que son las culturas
portuguesa, iraní, francesa, israelí, alemana, turca, escandinava, libia, canadiense,
australiana, sudafricana … todas comparten el paradigma monoteísta del Uno. Del
mismo modo, con toda la variedad que también les caracteriza, las culturas tibetana,
china, japonesa, mapuche, aymara, esse eja, maya, hopi, innuit, bantu, maorí, koori …
todas comparten el paradigma animista de la Paridad.
También, de paso, hemos notado que esta taxonomía fastidia e, incluso, irrita a los
monoteístas, por razones obvias; prefieren la idea de “Unidad en la diversidad”; el Uno,
por supuesto, son ellos y el resto es diversidad adjetiva. Otra vez, la resistencia a aceptar
la alteridad: al Otro como opuesto y complementario. Otra manera, de resistirse a
aceptar al Otro, es el discurso del mestizaje y el sincretismo; en ese concepto todos se
igualan, imaginariamente, como en el concepto de Verde de Condorito: “Ya no hay
blancos ni negros; todos somos verdes”; sólo que, ahora, en el bus, el cartelito indicará:
“Verdes claros adelante y verdes oscuros atrás”: como antes; como en Sucre,
Cochabamba y Santa Cruz, últimamente.

3. Esto nos ha llevado a precisar más y mejor ambos conceptos, al indagar sobre sus
software respectivos. De modo coherente con lo que llevamos dicho, la Matriz
civilizatoria de Occidente se basa en la lógica aristotélica que es compatible con la
lógica del monoteísmo semita. Este encuentro es el que da lugar justamente a
Occidente. Como sabemos, este sistema lógico se basa en el Principio de Identidad: A =
A. Aquí se ve cuan profunda es la negación de la alteridad, B, en este modelo mental.
Como esta rara pretensión lógica no se compadece con la realidad: la Otra, B, existe; sin
ella la vida no es posible, su segundo Principio insiste, ya no la ningunea, pero la tiene
en cuenta negativamente. Si A es verdad, entonces B es falso. A y B no pueden ser
ciertos al mismo tiempo y bajo en mismo punto de vista. Este es el Principio de No
Contradicción. Occidente no soporta lo contradictorio, por eso ha inventado el alfabeto
y la moneda. El tercer principio se deriva de éste: una tercera posibilidad, diferente al
Principio de No Contradicción, no es posible. Este es el Principio de Tercero Excluido
que, lógicamente, va a dar lugar al racismo, a la exclusión del diferente, a la explotación
de la naturaleza, etcétera.
Este software hace crisis con los descubrimientos contradictorios de la física
cuántica, pero todavía no ha traspasado las fronteras de la ciencia de punta para
asentarse en la vida social y política de Occidente. Tanto en sus políticas públicas
locales como globales, Occidente sigue siendo pre-einsteiniano.
Ahora bien, esto, subterráneamente, está en pleno proceso de erosión. El movimiento
gay: una persona puede ser, al mismo tiempo, A y B: masculina y femenina, está
diluyendo la rigidez del Principio de Identidad, de un modo que no se acaba de tomar
conciencia acerca de sus consecuencias en la vida cotidiana y, sobre todo, en la vida
simbólica de la humanidad del tercer milenio. La emergencia de la mediaesfera
audiovisual está, asimismo, relativizando la univocidad no contradictoria de la escritura.

Bien, estos son los principios lógicos que han modelado el alma de Occidente, hasta el
día de hoy. Una racionalidad de exclusión, basada en una lógica binaria que valora sólo
dos valores lógicos y elige uno contra el otro. Dicho de otro modo: la Matriz
civilizatoria del Monoteísmo patriarcal occidental necesita y reproduce un Modelo de
No relacionalidad y, por tanto, de unidireccionalidad: del sujeto al objeto. A esto se
llama Gracia en teología católica.

4. Al revés, la Matriz civilizatoria de la Indianidad se basa en un Modelo de


Relacionalidad. Este modelo cosmológico afirma que todo está relacionado, vinculado,
conectado con todo. Por consiguiente, la entidad básica es la relación; no el ente. La
relacionalidad no es sólo lógica, sino que implica variables afectivas, ecológicas, éticas,
estéticas y productivas. La relacionalidad deriva de la experiencia de saberse parte de la
totalidad; proviene de una convivencia holista con el cosmos.
Este modelo cosmológico se expresa en los siguientes Principios. El Principio de
Correspondencia afirma que los distintos aspectos, regiones o componentes de la
realidad se corresponden de una manera armoniosa, que implica bidireccionalidad
mutua. Para el pensamiento amerindio, los nexos relacionales son, básicamente, de
índole cualitativa, simbólica, celebrativa, ritual: afectiva, sin que ello excluya lo
intelectual. Entre estas polaridades hay bidireccionalidad: hay toma y daca: hay
reciprocidad. El Principio de Complementariedad afirma que ningún ente, acción o
acontecimiento existe aislado, solitario, por sí mismo. Por el contrario, todo ente
coexiste con su complementario; ambos hacen la plenitud. El Principio de Reciprocidad
brota de la búsqueda de un equilibrio contradictorio entre las fuerzas antagónicas de
homogeneización y heterogeneización, de inclusión y exclusión, de alianza y hostilidad,
de amor y odio.
Estos principios cosmológicos se pueden decir, desde el punto de vista lógico, de la
siguiente manera. Principio de complementariedad de opuestos: A y B son opuestos,
pero se complementan en una relación contradictoria que los completa al modo como
jaqi integra a chacha y warmi que son opuestos. Dicho cuánticamente, la materia-
energía es continua y discontinua a la vez: la energía es emitida y absorbida a pequeños
trozos, quanta, y saltos (Constante de Plank); un fotón es, simultaneamente, onda
(Thomas Young) y partícula (Einstein). Este principio formulado por Niels Bohr como
complementariedad onda-partícula para el mundo subatómico, Louis de Broglie lo
extiende a todo el universo. El Principio de Complementariedad enlaza dos mediciones,
la una que actualiza el acontecimiento en una homogeneidad: continuidad: onda, que
Dominique Temple, llama “Palabra de Unión”, y la otra, al contrario, lo actualiza bajo
la forma de una heterogeneidad de singularidades: discontinuidad: partícula, que
Temple llama “Palabra de Oposición”. La complementariedad de ambos principios se
realiza en un Tercero contradictorio que los incluye como A y B sin hacerlos
desaparecer en un C, como hace la lógica hegeliana: Aufhebung.
Principio de Tercero incluido. Existe una tercera posibilidad más allá de la relación
contradictoria: la relación complementaria, justamente, que es un estado particular de
potencialidades coexistentes simétricas y contradictorias en sí mismas (el “estado T” de
Lupasco). El “estado T” corresponde a una situación particular en la que dos
polaridades antagónicas de un acontecimiento, son de intensidad igual y dan nacimiento
a una tercera potencia, en sí misma contradictoria: el Tercero Incluido. La Indianidad
considera la contra-dicción como una contra-posición de dos posiciones incluidas e
integradas en un todo que las contiene. El pensamiento andino no niega por completo el
principio de no-contradicción; lo que sucede es que, en Occidente, la contradicción
formal es concebida como absoluta o excluyente, de tal manera que el uno (A) excluye
al otro (B) y viceversa. En cambio, el pensamiento andino interpreta la contradicción
formal como contrariedad material: A es distinto de B, y B es distinto de A, pero A y B
pueden coexistir como partes complementarias de una tercera entidad que, recién, puede
ser un todo cabal.

5. Estas dos Matrices civilizatorias constituyen dos modos diferentes de vivir las
relaciones. Por tanto, las redes de conversaciones, que les caracterizan, realizan dos
configuraciones de coordinaciones de acciones y emociones distintas. Vamos a tratar,
pues, de resumir la caracterización de las dos Matrices civilizatorias desde la
perspectiva de la biología cognitiva, tal como la ha trabajado Humberto Maturana:
Amor y juego. Fundamentos olvidados de lo humano. Desde el Patriarcado a la
Democracia. J.C. Saenz editor, Santiago, 2003.
El sabio chileno enmarca su caracterización en unas consideraciones generales
acerca de cómo funcionamos en la vida cotidiana real, no imaginaria, ni simbólica.
Maturana piensa que la historia de la humanidad ha seguido un curso determinado por
las emociones, no por la razón, y, en particular, por los deseos y las preferencias. “Son
nuestros deseos y preferencias lo que en cualquier momento determinan lo que hacemos
o no hacemos, no la disponibilidad de lo que hoy connotamos al hablar de recursos
naturales u oportunidades económicas, y que tratamos como condiciones del mundo
cuya existencia sería independiente de nuestro hacer. Nuestros deseos y preferencias
surgen en nosotros en cada instante en el entrelazamiento de nuestra biología y nuestra
cultura, determinando en cada instante nuestras acciones”.
Así, pues, la Matríz monoteísta y patriarcal del Occidente actual, estaría constituida
por una “red cerrada de conversciones caracterizada por las coordinaciones de acciones
y emociones que hacen de nuestra vida cotidiana un modo de coexistencia que valora la
guerra, la competencia, la lucha, las jerarquías, la autoridad, el poder, la procreación, el
crecimiento, la apropiación de los recursos, y la justificación racional del control y de la
dominación de los otros a través de la apropiación de la verdad”.
La Matríz animista de paridad de la Indianidad actual estaría compuesta por una red
de doble hélice, como la del ADN, es decir, una larga cadena constituida por dos cintas
(occidente y oriente) entrelazadas y religadas tetralécticamente en su medio por las
cuatro bases (Adenina, Guanina, Citosina, Timina) de conversaciones, participación,
colaboración, comprensión, acuerdo, respeto, reciprocidad… Las cuales no pueden
acoplarse más que por pares. “No hay duda –dice Maturana– que la presencia de estas
palabras en nuestro hablar moderno indica que las coordinaciones de acciones y
emociones que ellas evocan o connotan también nos pertenecen a nosotros ahora, a
pesar de nuestro vivir en la agresión. Sin embargo, en nuestra cultura reservamos su uso
para ocasiones especiales, porque no connotan para nosotros, ahora, nuestro modo
general de vivir, o las tratamos como si evocasen situaciones ideales y utópicas (…) a
menos que la usemos en esa situación tan especial, que es la democracia”.
Una “democracia” trans-antropocéntrica, es decir, ecológica, como la del Ayllu, que
en su Urin: los que vienen del naciente del sol: Oriente y Aran: los que vienen del
poniente del sol: Occidente, que se encuentran, Tinku y Tink´u, en un centro
contradictorio, relativístico, Taypi, es un horizonte de sentido necesario no sólo para
Bolivia.
Ahora bien, que en esa perspectiva marcha la humanidad, lo podemos leer en la
Matriz tecnológica del nuevo paradigma cientifico, hacia el cual tenemos que aspirar
toda la humanidad: Es un espacio T. Veámoslo someramente.

6. La Matriz lógica del nuevo paradigma, en proceso de socialización, se basa en las


siguientes leyes. La ley de antagonismo. Los átomos sufren, a la vez y al mismo tiempo,
de la atracción y la repulsión. Los seres humanos sufren, a la vez y al mismo tiempo, la
atracción / repulsión … digamos, de lo comunitario y lo individual y, según las
circunstancias, colapsan como lo uno, que entonces se actualiza, o lo otro, que entonces
se potencializa; y viceversa.
La ley de una contradicción constitutiva de homogeneización y heterogeneización de
la energía. Los electrones gravitan en torno al núcleo del átomo, pero no gravitan sobre
la misma órbita, debido a lo que Pauli llamó el Principio de Exclusión cuántica. Los
electrones poseen la propiedad, desconcertante si se hace caso a las reglas de la lógica
clásica, de excluirse mutuamente del estado cuántico que ocupan los unos respecto de
los otros. Este Principio de Exclusión es esencial, porque engendra una diversificación
de la energía, es decir, una heterogeneización, que explica la aparición de la diversidad.
A partir de la molécula, precisa Stéphane Lupasco, "Todos los sistemas comportan, para
su misma edificación, la competición antagonista del doble principio de
homogeneización y heterogeneización". Esto quiere decir que cuanta más energía
contenga un sistema, más heterogéneo y diferenciado resulta. Más vida tiene.
La ley de la potencialización y actualización de todo dinamismo antagonista. La
actualización de un término (elemento) entraña correlativamente la potencialización de
otro término (anti elemento) justamente, porque el mundo acaece en Yanantin. De estas
tres leyes, Lupasco extrae numerosas conclusiones. La más importante toma en
consideración el hecho de que, a medida en que predomine en el seno de un sistema, lo
homogéneo: digamos, Occidente, o lo heterogéneo: digamos, la Indianidad, se
desarrollarán estructuras de naturaleza diferente.

Hasta aquí hemos avanzado, conceptualmente, en este esfuerzo por pensar cómo desatar
las fuerzas latentes, que ahora se bloquean, de estar constituidos por las dos energías de
la vida: las fuerzas fermiónicas de la disjunción: Occidente, y las fuerzas bosónicas de
la Conjunción: la Indianidad. La Diarquía podría hacer posible el Estado T: el efecto
cuántico de la complementariedad de estas matrices opuestas”.
3
De la Revolución al Pachkuti
“La base de la armonía es el respeto recíproco”
Dalai Lama

No estoy muy seguro que este vaya a ser el último texto, ni la última acción política de
Filemón Escobar, pero sí pienso que este libro puede ser considerado como su
testamento político para las futuras generaciones. Muestra, en efecto, la dirección, el
tránsito y la reconversión interior que hemos de llevar a cabo para regenerar un nuevo
país y que se expresa muy bien en el título: De la Revolución al Pachakuti.
La Revolución, en efecto, es la quintaesencia de la modernidad occidental. Es la
revolución francesa, la revolución americana pero, sobre todo, la revolución rusa, en el
caso del camarada Filemón. La revolución es la ilustración, la razón, la industrialización,
pero también, a través de las Internacionales obreras, la puesta en escena del
mesianismo judío sólo que, esta vez, de forma laica y secular. La revolución es la
dramatización de la visión lineal y progresiva del tiempo, desligado del espacio, propia
del monoteísmo patriarcal que proyecta sus utopías en el futuro. Este proyecto de
modernidad no pudo ser, en Bolivia, por la falta de masa crítica local, para poder ser
llevado a cabo. La mayoría de este país, en efecto, pertenece a la otra civilización, en la
que colapsa la humanidad: la civilización oriental, de la que la indianidad es un
subsistema. En esta civilización, en efecto, tiempo y espacio son pensados en un solo
hálito, como en la física einsteiniana. Este concepto se dice Pa-cha en aymara y
quechua. El prefijo pa significa par, dual, doble, dos, bis. Cha significa energía. Pacha,
por tanto, significa el encuentro contradictorio de dos energías antagónicas que al
complementarse producen el espacio-tiempo. Por tanto, para esta civilización, como
para la física cuántica, no sólo no se puede pensar el tiempo desligado del espacio, si no
que tampoco se puede pensar el futuro desligado del pasado; mejor dicho, pasado y
futuro son en el tinku del presente. Periódicamente, este espacio-tiempo, da un vuelco
cuántico, como cuando los paralelos magnéticos de la tierra cambian de eje respecto de
los polos geográficos. A ese vuelco, llama la indianidad kuti. Por tanto, Pacha-kuti es el
concepto homeomórfico al de Revolución, de la edad moderna, sólo que en los términos
del nuevo paradigma del occidente posmoderno. Este es el horizonte, no sólo para
Bolivia y los Andes, sino que lo será también para la humanidad del siglo XXI, si
queremos conjurar el calentamiento del planeta, acelerado precisamente por la
revolución industrial. En el caso del Pachakuti, nos encontramos ya en un paradigma de
la complejidad de base sistémica y ecológica, que nada tiene que ver con el paradigma
newtoniano, reduccionista y mecanicista de la era de las revoluciones europeas.
Afirmar lo propio y, al mismo tiempo, lo otro, requiere de un software post
aristotélico y post monoteísta. Como se sabe, el modelo simbólico del monoteísmo
abrahámico se instituye negando a la otra, a su pareja: a la mujer: a Aquerah. Es un
modelo ch´ulla, impar, incompleto. De ahí su intransigencia neurótica y su
fundamentalismo agresivo. Solo hay un dios, una verdad, un camino, una salvación.
Lógico formalmente, ésto se expresa en el Principio de Identidad aristotélico: A es igual
a sí mismo: a A. La otra, B, desaparece formalmente. Es obvio que no materialmente. Y
he aquí que por ello, justamente, éste es el punto vulnerable de esa construcción de la
realidad; por eso, produce ruido: “malestar en la cultura”, en palabras de Freud. Esta
locura no tiene más de 3350 años, si contamos el surgimiento de la idea monoteísta con
Akenaton, décimo faraón de la dinastía XVII que empezó a reinar hacia 1353 adC.
Moisés murió en 1272 adC o 2488 de la era judía. Es decir, estamos hablando de una
idea reciente; en los Andes apenas tiene 500 años, pero ha sido una idea muy intensa;
suicidamente intensa. El homo sapiens tiene entre cincuenta y cien mil años y, hasta
donde sabemos, se ha regido por un modelo animista en el que todo está vivo e
interconectado y como la vida humana emerge del encuentro contradictorio de la
energía masculina y la energía femenina, su construcción de la realidad se ha basado,
más bien, en el Principio de la complementariedad de esas dos energías contrapuestas.
Afirma, pues, tanto una energía como la otra, como la física cuántica afirma la función
Onda y la función Partícula, siendo mutuamente contradictorias. Stéphane Lupasco ha
formalizado lógicamente los descubrimientos de la física cuántica en la Lógica de lo
Contradictorio. Ahora bien, tanto el nuevo paradigma científico de occidente como los
sistemas místicos del oriente (y occidente: la kabaláh, el sufismo, la mística cristiana),
coinciden en este punto: que la realidad es contradictoria y que la vida/muerte surge,
justamente, del tinku de su mutua complementariedad. Pues bien, en este complejo
semántico se inscribe el concepto de Pachakuti. A diferencia del concepto de
Revolución, afirma el tiempo y el espacio; por eso es sistémico; afirma lo material y lo
espiritual; por eso el cambio empieza en la conciencia; afirma lo ético y lo político; de
ahí el ama sua, ama llulla ama qella; afirma el pasado y el futuro en el presente; por eso
es retroprogresivo; afirma al varón y a la mujer como complementarios; por eso acepta
al otro y le quiere dar su lugar siguiendo la lógica del ayllu: aran y urin. Desde el punto
de vista lógico, el Pachakuti afirma el Principio de la complementariedad de opuestos y
la ética de ganar / ganar, en lugar del Principio de identidad, no contradicción y tercero
excluido, con el que opera la Revolución: “el que no está conmigo está contra mi”; “el
que no se alinea a mi verdad no tiene derecho a existir”; si yo gano, tu pierdes. En un
caso colaboración: ayni, en el otro confrontación. En un caso, lucha de clases, en el otro
diálogo de civilizaciones.
Pues bien, el cuarto ciclo de rebeliones andinas, encabezado por Felipe Quispe (los
anteriores ciclos están expresados en los nombres de los Amarus, Kataris y Willkas) es
el que abre este Pachakuti que se hace visible, políticamente, con la entronización de
Evo Morales en Tiwanaku y su investidura como primer Presidente indígena de la
República.
Ahora bien, lo que Filemón Escobar nos narra en su testamento político es,
justamente, la transición de la Revolución al Pachakuti que estamos viviendo
actualmente. A su modo es, digamos, su Programa de Transición. El viejo Filipo nos
cuenta los avances y retrocesos entre lo que nace y lo que muere; entre la emergencia
del Katari, al conjuro de la Inalmama, el espíritu de la hoja de Coca, y los últimos
espasmos de la vieja izquierda marxista de la época de la guerra fría. Nos muestra cómo
se ha vuelto a actualizar la lógica vanguardista del Comité Central y el “centralismo
democrático” y se ha vuelto a sumergir en el manqhapacha la lógica comunaria de la
búsqueda convivial del consenso. En la marea de la historia, estamos viviendo un
reflujo. Este texto busca apurar, otra vez, el flujo.
Pero he aquí que el verdadero aporte, ético y político, de Filemón Escobar se
encuentra en el rescate que hace del concepto de Respeto Recíproco, de la Proclama de
Caracollo, de Zárate Willka, durante la guerra federal. He aquí que este concepto:
“respeto” produce perplejidad. Por un lado, parece obvio pero, en una sociedad de
apartheid, es evidente que no lo es. El adjetivo “recíproco” aumenta la perplejidad, pues
para una civilización no sistémica, como la occidental, es en realidad un concepto
extraño. Por tanto, lo que nos plantean, tanto Zárate Willka como Filemón Escobar, es
un verdadero desafío; más difícil y complejo de lo que pudiéramos sospechar.
Primera gran dificultad. Los monoteístas occidentales no tenemos un enfoque
relacional, sino sustantivo: autista. La relación no es nuestro fuerte y, si se da, la
relación suele ser vertical; casi nunca horizontal. El yo está patológicamente
omnipresente en todo. Si sale la palabra “respeto”, casi siempre tiene un sentido
unidireccional y, además, como temor y reverencia; en ningún caso hay retorno, bucle,
feedback.. O, respeto, por la negativa: no matar, no robar, no desear la mujer y los
animales del vecino o como reciprocidad negativa: la ley del Talión. Estamos
encapsulados en nosotros mismos. No somos sistémicos como civilización. El Respeto
Recíproco nos es tan huidizo y ajeno; ya, insoportable, porque no es un objeto, una cosa;
es el efecto intangible de una relación y brota de una situación contradictoria. Ese otro,
potencialmente enemigo, ante el que me expongo, en el cara a cara, ¿Me querrá matar?
¿Estará en son de paz o en son de guerra? ¿Se querrá vengar por lo que les hemos hecho
en quinientos años de historia colonial? Lo contradictorio suscita la posibilidad de la
vida y de la muerte. Las dos probabilidades co-existen simultáneamente. Los
amerindios recurren a la ritualidad, que pone en escena su lógica trivalente, que incluye
la incertidumbre, para acercarse a todo otro que, en su visión, contiene ambos
polaridades, como de hecho es así. Nosotros, monoteístas occidentales, excluimos la
incertidumbre; decidimos a priori por una polaridad contra la otra. “Dios con nosotros”.
“Indio bueno es indio muerto”. “El bien contra el mal”. Por eso somos ontológicamente
intolerantes e irrespetuosos con el otro, incluida la naturaleza. Los monoteístas hemos
sido educados a huir de lo contradictorio de la realidad: vida/muerte. Por eso hemos
inventado la escritura y el dinero, es decir, el espacio de la identidad y la no
contradicción: a es a; en el supermercado se fija el precio a los productos. No hay lugar
al regateo, cariño, yapa: relación, relativización, incertidumbre. Lo que nos hace seres
vivos, empero, es la relación, la probabilidad, la incertidumbre: la interacción con el
contexto, siempre cambiante e imprevisible. Contra eso: la relatividad y la
incertidumbre, se levantaron nuestros padres e instituyeron la Ley y nosotros la
interiorizamos. No todo puede ser fluir, función Onda, se dijeron; pero, ahora sabemos,
que tampoco todo puede ser sólo función Partícula. ¿No será que el Pachakuti andino:
la doble energía que retorna, significa que la humanidad tiene que volver a reconstituir
las Vasijas Rotas, tikun, y buscar la complementariedad de las dos energías básicas de
la realidad, las energías fermiónicas de la disjunción y las energías bosónicas de la
conjunción? Nos lo está pidiendo, así mismo, el nuevo paradigma científico que, para
terminar de ser coherente, debe expresarse también psíquica, ética y políticamente; no
sólo en los laboratorios científicos de alta tecnología.
Esta es una primera y básica gran dificultad, para nosotros monoteístas, para que el
desafío del Respeto Recíproco: jaqi kikipa, no vuelva a caer en saco roto.
Ahora bien ¿Qué implica este desafío? Por lo menos dos retos. Éticamente, los
monoteístas occidentales tenemos que revisar y corregir nuestro propio sistema que ha
quedado caduco en un mundo tecnológicamente interconectado. En efecto, el sistema
ético occidental, basado en las cuatro virtudes cardinales, de cuño griego: fortaleza,
templanza, justicia y prudencia, y las tres virtudes teologales, de cuño abrahámico: fe,
esperanza y caridad, no invitan precisamente al “respeto recíproco” porque seis, de un
total de siete virtudes, se centran en el individuo; no precisan del Otro para ser
practicadas. No es, pues, un sistema relacional. Quiero decir que tenemos un problema
de software. No estamos programados para respetar al otro; de ahí las cruzadas, las
guerras de religión, las conquistas, las historias de colonización y neocolonialismo, la
evangelización y, ahora, la globalización: el otro tiene que desaparecer, como tal, para
devenir en un remedo nuestro. Sólo así sabemos habérnoslas con el otro: faltándole el
respeto.
Para poner el asunto en perspectiva, veamos, someramente, los sistemas éticos
orientales que son, básicamente, de índole relacional, es decir, necesitan del otro para
poder ser ejercitados. Reparemos en el caso confuciano. Conoce dos virtudes cardinales
complejas: el ren y el li. Ren significa benevolencia, beneficencia, bondad, amor. El ren
se puede conseguir practicando cinco virtudes: respeto, magnanimidad, sinceridad,
formalidad y amabilidad. Li significa decoro y contempla cinco pares básicos de
relaciones, a saber: las que se dan entre: padres e hijos, marido y mujer, amigo y amigo,
ancianos y jóvenes, gobernantes y súbditos. De diez posibilidades, sólo una se puede
practicar en solitario. El sistema andino: ama sua, ama llulla, ama qella, sencillamente
no se puede practicar en solitario. Precisa del otro. El sistema ético budista se basa en el
pilar del amor, metta, compasión: karuna, alegría empática: mudita, tranquilidad: upeka,
y el don, dana; especifica cinco tipos de dones: dar cosas materiales; dar tiempo,
energía y atención; dar conocimiento, cultura, saber; dar valor, en el sentido de
infundirlo; darnos a nosotros mismos; dar el dahrma. Esta comparación ilustra bien la
diferencia entre Oriente y Occidente. Ahora, podemos entender por qué Zárate Willka
nos propone el Respeto recíproco como la forma para regenerar Bolivia; podemos
comprender desde qué horizonte ético piensa la política. Dada una situación de co
existencia fáctica de dos civilizaciones diferentes, como es nuestro caso, la propuesta de
Willka es la única manera de poder conformar una comunidad política de verdad.
Ahora bien, desde el punto de vista político, el reto del Respeto Recíproco: jaqi
wakini uñjitata, como dice Jorge Miranda, implica aceptar, en la lógica del parentesco,
junto al monoteísmo el animismo; junto al individualismo el comunalismo; junto al
intercambio la reciprocidad; junto al derecho positivo el derecho consuetudinario; junto
a la propiedad privada la propiedad pública y la propiedad comunitaria …. Y, a saber,
en su complementariedad mutua; no uno subordinado al otro. Ahora bien, esto requiere
una forma estatal ya no basada en el Uno, como es el caso de la historia de Occidente,
desde la monarquía aristotélica: todo el poder al uno, a la teocracia judía. Se requiere
una forma política basada en el par, en la complementariedad de dos y esa forma se
llama Diarquía que, por cierto, es la que han planteado los indígenas a la Asamblea
Constituyente pero que no ha podido ser procesada por los occidentales, justamente, por
falta del software adecuado. La forma estatal, pues, que puede hacer posible este doble
desafío ya no es un Estado unitario, aunque sea plurinacional, sino una Diarquía de tipo
federal, como la que planteara Zárate Willka, justamente. Un Estado: dos sistemas. Lo
que implica pasar del modelo occidental clásico, que se condensa en el lema: “Iguales
pero separados” al modelo sistémico de las sociedades complejas de la información:
“Diferentes pero conectados” que expresa, cabalmente, una sociedad de Respeto
Recíproco: yäqaña ayni.
¿Cómo se usa la palabra “respeto” en el lenguaje cotidiano de nuestros días? Es
frecuente escuchar la siguiente expresión, sobre todo en la televisión. “Respeto mucho
sus ideas”, pero lo que ya no se dice y se sobreentiende es: “pero me valen un bledo”.
Estamos en un grado cero del Respeto Recíproco. Respetar tampoco es “dejar hacer
dejar pasar”. Respetar no es decir: vos sigue nomás teniendo latifundios improductivos
o explotando a tus trabajadores en la zafra o pretendiendo regresar a formas feudales de
dominación, socapadas bajo la forma de autonomía departamental. No. Eso no es
respeto. Vos puedes soltar a tus hordas juveniles de progromo y yo me quedo quieto.
Tampoco. Para que haya Respecto Recíproco, como para bailar el tango, se necesitan
dos. Los pueblos indígenas, solitos, no pueden practicar el Respeto Recíproco.
¿Qué pasa, pues, cuando el otro no es respetuoso y, además, no quiere serlo? Esta es
una gran pregunta, porque tiene que ver con nuestra actualidad más candente. Los
católicos blancos del comiteismo cruceño y, a fortiori, los de las tierras bajas, que son
pocos pero tienen el poder de los medios y de llenar los alrededores del Cristo Redentor,
no quieren que algo cambie y se empeñan, además, en obstruir y producir turbulencia
para evitar un cambio pacífico y democrático. ¿Cómo deben comportarse con ellos, los
que buscan el respeto y el reconocimiento recíproco de modo constitucional?
Digámoslo rápido: esto plantea el tema de la no violencia como método de cambio.
Conocemos los casos de Gandhi, resistencia pasiva, y Martin Luther King,
desobediencia civil. Conocemos también el método andino: el tinku: encuentro de
contrarios para forjar una alianza superior. Lo que distingue el tinku andino de la guerra
occidental, es que el primero busca, compulsivamente, el reconocimiento del otro para
sellar y consolidar periódicamente un pacto de reciprocidad; en tanto que el segundo, la
guerra, busca la aniquilación del otro. Gran diferencia. De hecho, eso está sucediendo
hace tiempo, sólo que los monoteístas occidentales no nos damos cuenta, porque
creemos que sólo existe la guerra y la revolución como método de saldar cuentas con el
otro. Los bloqueos de caminos, las marchas, los cabildazos, las huelgas, movilizadas o
de hambre, los levantamientos, las revueltas, la fiesta: siempre; últimamente, las paradas
militares en las que participan orgullosos los pueblos indígenas mostrando, al otro, su
nuevo aliado y su fuerza potencial incrementada, son formas energéticas, no verbales,
de salir al encuentro, buscar el cara cara, para demandar su reconocimiento político y
forzar al otro a un pacto de reciprocidad. En estos casos, el monoteísta suele esconder la
cara. Resulta que, por poseer sólo la programación neuro lingüística de la guerra y la
revolución, los monoteístas católicos no pueden descodificar el lenguaje del tinku.
Afortunadamente estamos en tiempos de tinku, no de guerra. Esta es la vía boliviana de
la no violencia al mutuo respeto: jaqi xama uñjitata, como dice Simón Yampara. Como
en los casos de Gandhi, Luther King y Mandela no se busca la aniquilación del otro,
sino su conversión y un pacto de convivencia civilizada, basada en el Respeto
Recíproco. Pero nada es infinito. Si no hay tinku, el abrazo compulsivo, habrá t´inku:
violencia: sangre, muerte; pero no aniquilación del otro: masacre, genocidio; eso es más
bien monoteísta: Caín y Abel, las cruzadas, las purgas revolucionarias, termidor, la
Endlösung nazi, la yihad, la guerra preventiva y la guerra anticipada americanas, etc.
Estos no son modos animistas de resolver las contradicciones con el otro.
4
¿Cuán indios son los blancos y viceversa?

La verdad de este país es que incluso los monoteístas católicos funcionan en base a los
valores de la cosmología indígena y, en concreto, en base a la lógica del don y la
reciprocidad. La iniciativa que se expresa en un don, tanto material como inmaterial, lo
que busca es establecer una relación que pueda ser el inicio de la constitución de una red,
en la que el donador, luego del contradon, se convierta en donatario y el donatario en
donador. En estas redes todos se deben favores y, por tanto, todos están obligados
mutuamente. Esto es animista; no es monoteísta.
El individuo soberano y autónomo del liberalismo desaparece; su equivalente
homeomórfico, en el sistema comunitario, vendría a ser la sinapsis: el nodo relacional.
El tipo de relación es de índole afectiva, de suerte que la riqueza, en este modelo, no se
mide por el tamaño de la cuenta bancaria, sino por la red de ahijados y compadres. Ser
rico, en el modelo de Reciprocidad, es ser rico en relaciones. Dominique Temple
sostiene, y con razón, que este modelo es la matriz de lo humano sin más; no sólo de lo
indígena.
Ahora bien, la aberración y ceguera nacional estriba en que los monoteístas no
quieren aceptar ni lo uno: que es la matriz de los valores humanos, ni lo otro: que es la
forma que permite sobrevivir a este país y en la que todos ellos están inmersos.

Individualismo corporativo

Un ejemplo conocido lo puede aclarar. Hay un comentarista de tele noticiero que se


llena la boca todas las noches con las palabras “individuo”, “singular”, “universal” y
abomina del “corporativismo”, “totalitarismo” y “comunitarismo” indígenas, pero
resulta que toda su carrera política, por ejemplo, la debe al principio comunitario y no al
principio individualista. Ha sido subsecretario, concejal y luego ministro no por
concurso de méritos o porque sea el mejor sino, sencillamente, porque su primo
hermano lo ha colocado en esos lugares y ha trabajado en un canal de televisión no
porque haya pasado por un casting o por su carisma o porque sea el mejor, sino porque
es amigo del dueño del canal. Es decir, su vida cotidiana y concreta se rige por el
principio comunitario: redes, vínculos, fratrías y, a saber, en su nivel más básico: las
relaciones de consanguinidad y las formas más tribales: la “forma comparsa”, y para
nada por el principio individualista, basado en el mérito y la excelencia, pero, he aquí
que nada de ello se refleja en su discurso, primero, porque no piensa: repite de memoria
frases hechas y, luego, porque sufre una fisura profunda entre mente y cuerpo.

Vivir en la red y no darse cuenta de ello

Es un caso ejemplar, sin embargo, porque el resto de los bolivianos occidentales viven y
sobreviven gracias a que existen dentro de redes familiares, de promoción,
compadrazgo, partido político, fraternidades folclóricas o carnavaleras, federaciones
empresariales o sindicales, colegios profesionales, oenegés, comunidades eclesiales de
base, comunidades sexuales, sociedades secretas, logias, etc. Este no es un país de
individualistas pero, he aquí, que, esquizofrénicamente, en su discurso oficial se
desbordan en loas al Principio individualista, a “Un ciudadano un voto” y abominan de
lo que, justamente, les permite reproducirse como una casta aparte: el corporativismo
criollo. El discurso liberal, en Bolivia, es más bien una señal de distinción racista. “¡Ojo,
no soy indio!”; decir “Soy autonomista” es decir, igualmente, no soy indio. Nos
olvidamos que éste, en verdad, no es un país de ciudadanos y consumidores, sino de
parientes y caseritos. En esto estriba su in autenticidad como República Unitaria. Las
palabras no expresan los hechos reales y propios.

Caos y orden

Lo que caracteriza a Bolivia es la coexistencia flagrante de caos y orden; este, también,


es el secreto de su encanto. En la Asamblea mientras se discutía el Reglamento interno:
orden, el desorden más absoluto la rodeaba y todos contribuyeron a ello con mucho
ahínco y por buen tiempo. A toda norma que nos damos (la Ley de Convocatoria, por
ejemplo, otra vez: orden) le incrementamos una buena dosis de caos, para entretenernos
en detalles adjetivos y no sincerarnos de verdad: reconocer que dos matrices de
humanidad, una natural y otra artificial, coexisten y que para que convivan y haya
retroalimentación entre ambas, es preciso que cada cual tenga su propia territorialidad
donde cada cual pueda vivir de acuerdo a su propio sistema jurídico; pues la matriz
monoteísta es agresiva y violenta por diseño. La forma monoteísta de Estado Unitario
no les va a salvar a los amerindios de ser atropellados por los hijos de Abraham.
Precisan su propia territorialidad para hacer funcionar su sistema jurídico cosmocéntrico

Simple y complejo

A pesar que, con la boca, nos proclamamos del Uno, en los hechos, operamos según la
lógica contraria. Si hacemos un Referéndum, no nos basta una pregunta simple que
exija como respuesta un “sí” o un “no” (¿Está por el aborto? Sí o no) No. Nosotros
tenemos que hacer varias preguntas, además, hiper complejas, con la incertidumbre
suficiente para que, luego, el tiempo sea el que dirima según las correlaciones de fuerza.
Principio de incertidumbre. Una mirada de entomólogo a la Sucre Asambleísta muestra
un gran termitero donde todo el mundo se está moviendo, yendo y viniendo, reuniendo,
hablando y gesticulando, trompeando y abrazando, mostrando, en todo ello, una alta
dosis de indiferenciación, impredecibilidad y aleatoriedad. El gasto de energía psíquica
y social es impresionante. La disipación de energía pone a las claras que nuestra cultura
política no es capaz de acumular energía, porque no conoce la institucionalidad. Las
instituciones son creación del monoteísmo que precisa acumular energía para minimizar
la incertidumbre. Las instituciones son baterías. El animismo prefiere el flujo y estocar
en natura.

Todo está conectado

Todo fluye y se disipa; todo es posible. Esto también es bello: anuncia un gran parto: un
nuevo orden, pero no el que los políticos tienen en mente. De todos modos, para el
cuerpo (no para la mente), de los asambleístas, todo está conectado con todo y por ello
no son capaces de sentir la Asamblea como un espacio “autónomo y soberano”, como
define la teoría política a una Asamblea Constituyente. Los bolivianos simplemente no
pueden pensar un Dios absoluto, ab-suelto: sin relaciones, una Substantia, una Mónada
y menos administrarla autárquicamente. No son, afortunadamente, modernos ni
monoteístas de verdad. No pueden romper los vínculos con sus partidos, jefes, asesores,
amigos, medios … y, por las mismas razones, tampoco los partidos, jefes, asesores,
amigos, medios … pueden respetarlos en su autonomía y soberanía. Se puede hablar de
baja ciudadanía; eso también es cierto, pero la vaina es más compleja. En estas prácticas
cotidianas brilla el Principio de Reciprocidad. Los asambleístas (me refiero a los
individualistas, racionalistas, ateos …) también han caído en la trampa india de la
afectividad y el sentirse en deuda con el Jefe que los ha propuesto o invitado; por eso,
estando en desacuerdo, bajan la cerviz. Sin embargo, cuando hay que cuadrarse,
“teóricamente”, ante la ley, todo el mundo se llena la boca con adhesiones sinceras a la
“Soberanía de la Asamblea”, sin ninguna señal de cinismo o mala conciencia. Esta
incoherencia es también muy simpática. Postulan un Estado Unitario, pero les gusta lo
contrario.

El amor por el chenko

El monoteísmo ama la línea directa, simple, clara y distinta; la modernidad ha


incorporado el reduccionismo al método científico, racional y mensurable. Los
bolivianos, en cambio, aman el chenko, la chipa, el amarre vinculante ex ante, el tinkazo.
Son, pues, relativistas, contextualistas, complejos, aman la incertidumbre, la aleatoridad
de las situaciones, las aproximaciones: el proceso. Todo es proceso, para un buen boli,
tanto animista como monoteísta, y tienen razón; pero así no funciona el Monoteísmo ni
el Estado de Derecho moderno. Estas creaciones de la mente monoteísta precisan que
haya Objetividad y Leyes absolutas. Eso, ahora sabemos, no existe, pero es bueno saber
que eso exige el funcionamiento de ese sistema, si es que se lo necesitara, como parece
que es el caso con las propuestas que están haciendo, desde diestra y siniestra, con la
reliquia del Estado Unitario. Me conmueve ese deseo generalizado de unidad; la
vigencia, pues, de la comprensión monoteísta del Uno.
Ahora bien, si uno revisa la prensa, las noticias están llenas de bucles de
retroalimentación entre el entorno del sistema: los políticos, los movimientos sociales,
los medios … y el sistema propiamente dicho: los asambleístas. Y esto es así porque
una sociedad es un sistema abierto. Si separáramos un organismo vivo de su entorno,
moriría debido a la carencia de oxígeno, agua y alimentos. Los organismos, la Asamblea
incluida, son sistemas abiertos que no pueden sobrevivir sin intercambiar de forma
continua materia y energía con su entorno. Postular, pues, que es “soberana” es una
majadería científica. El asunto es que seguimos acatando este principio obsoleto, pero
no cumpliéndolo. Chenko. Nuestra incoherencia ha llegado a un impasse. La
intromisión inconstitucional de los jefes y operadores políticos ha podrido a la
Asamblea Constituyente. Tenemos que aclararnos: si queremos un Estado moderno,
tenemos que reprimir nuestra talante sistémico. Si queremos un Estado, a la altura de
nosotros mismos y del nuevo paradigma científico, entonces tenemos que dejar del lado
el cuento de la soberanía y lo unitario.

¿Cómo se sale de un impasse?

No insistiendo en lo que ha producido el problema: el estado unitario multinacional


autonómico y comunitario de derecho social. La Teoría de la Gestalt sugiere una salida:
rebasar ese perímetro conceptual. A mi me está claro que, tanto las Tierras Altas
animistas como las Tierras Bajas monoteístas aspiran, desean, necesitan, vitalmente,
estatalidad; no autonomía. La bombacha de la autonomía ya está sucia. Eso nos pasa por
plagiarios y no pensar autónomamente nuestras propias necesidades reales. Que nos
sirva la lección. En el caso indígena, desde Tupaj Amaru hasta Felipe Quispe, se ha
peleado por un Estado propio: el Estado Kollasuyu: el corazón del Pacto de Unidad que,
luego, sus aliados políticos se la han deconstruido hasta convertirla en una pinche
mancomunidad de municipios indígenas. El último documento del Comiteísmo expresa
claramente este deseo de estatalidad de los cruceños (a pesar de sus titubeos y cuidados
de no espantar demasiado) y tienen no sólo todo el derecho, sino, además, tienen razón,
pues refleja la ideosincracia del desarrollo político regional. Todos tenemos que dejar de
reaccionar negativamente frente al Otro. Todos tenemos que procurar hacer el esfuerzo
de entender al Otro, aunque se exprese mal o deficientemente y, sobre todo, de aceptarle,
que de eso trata la convivencia política.

Lo obvio pero no evidente

A medida que se agudicen las contradicciones, la propuesta de una Diarquía Federal


Consociacional, basada en el ayllu, se hará más evidente y necesaria, pues expresa
mejor nuestra complejidad civilizatoria que la bombacha catalana de la Autonomía,
cuyas condiciones de posibilidad no copiaron nuestros plagiarios de turno. A la que, por
cierto, hay que sumar “nuestro” modelo Presidencialista de tipo americano, el prototipo
francés de Prefectura, el Municipio español, el Tribunal Constitucional alemán, el
Defensor del Pueblo sueco. Cualquier cosa menos lo nuestro.
Una manera gestaltica de salir del callejón sin salida podría ser: Estado para las
Tierras Bajas monoteístas y Estado para las Tierras Altas animistas. Esto es un Estado
Federal: Género próximo. Diárquico: Yanantin y Consociacional: de redes, es su
Diferencia específica. Todos los Estados ricos y prósperos de hoy son federales; no
Unitarios.
5
Ch´ulla y Yanantin
Un pantallazo conceptual a modo de resumen

Yanantin Ch´ulla
Comunalismo (Gemeinschaft, ayllu) Individualismo (Sociedad)
Naturalismo Culturalismo
Fijación en la Madre Naturaleza Fijación en el Padre: la Ley
Fijación a Tierra-familia-clan Fijación al Estado racional individualista
No racionalismo (magia, mito, utopía) Racionalismo (lo utilitario hoy)
Localidad concreta Globalización abstracta
Elementarismo-semiótico Abstraccionismo-conceptual
Religiosidad Secularización
Conflicto de Autoridad Autoridad paternalizada e interiorizada
Lo agrario retro-progresivo Lo urbano progresivo
Lo sensible general-ilimitado Lo conceptual delimitado: definido
Materia-Potencia Forma-Acto
El destino La libertad
Vivir en familia Vivir independiente
Derecho natural Derecho civil
Usos y costumbres Derecho positivo
El devenir (cíclico) El ser (lineal)
El verbo (dinámico) El nombre (congelado)
El espacio, la Madre, lo oscuro El tiempo, el Padre, lo claro.
Confianza en la Madre Tierra Desconfianza en el Padre
El principio femenino de la vida: Principio masculino: parcialización del
totalización de sentido sentido
La existencia concreta La esencia abstracta
Lo oral: disipación de energías Lo anal: ahorro: acumulación
Polimorfismo sexual Represión de la homosexualidad
La mujer poderosa La mujer como “ayuda” del hombre
Igualdad de sexo (el hombre salvado por la Heroísmo patriarcal (el héroe salva a la
mujer) mujer)
Cosmomorfismo Antropomorfismo
Todos los sentidos perciben Se prioriza lo visual abstracto
Nomadismo: descubrimientos, conquista,
Sedentarismo
colonización, ayuda al desarrollo
Ritualidad basada en los sentidos Liturgia basada en la palabra
Moral cósmica Ética individual
Estructura social ligadora Compartimentos estancos disociadores
Valores transpersonales Valores existenciales
Sentimiento de pertenencia grupal Sentimiento de soledad, desvinculación
Homo mayeuticus Homo faber
Continuo Separación
Paridad Unidad

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