Analisis Romanos
Analisis Romanos
Analisis Romanos
La primera razón por la cual no debemos avergonzarnos del evangelio porque es poder de dios
para salvación a todo aquel que cree. En el mundo existen muchas ideologías, muchas
religiones que enseñan sus principios que tienen como objetivo acercar al hombre a sus
diferentes divinidades, pero ninguno de estos mensajes tiene el poder de salvar al hombre de la
condenación eterna. este mensaje es eficaz porque es capaz de discernir los pensamientos
más ocultos del hombre y hablarle directamente al corazón. por esta causa el mensaje del
evangelio no nos debe avergonzar porque es poder de dios para salvar a todo aquel que cree.
Además, porque es un mensaje para todos. (“al judío, primeramente, y también al griego”) que
no hace acepción de personas.
Los judíos menospreciaban a los niños y por esta razón los discípulos ahuyentaban a los niños
que se le acercaban, pero una vez más nuestro Señor nos demostró que él no hace acepción
de personas, así mismo pasaba con los gentiles, o los samaritanos, pero el evangelio no nos
avergüenza porque tiene poder para salvar a todo aquel que cree, y es un mensaje que no
hace acepción de personas.
Finalmente, no nos avergonzamos del evangelio porque es un mensaje que fortalece nuestra
fe. La fe es preciosa e incalculable para todo cristiano ya que por un lado nos hace creer y
llamar las cosas que no son como si fueran. El mensaje del evangelio también es la fuente que
nos alimenta y fortalece nuestra fe de tal modo que verdaderamente andemos en este mundo
por fe: Mas el justo por la fe vivirá.
Romanos 3:21 «Pero ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios, testificada
por la ley y por los profetas;»
En Romanos 3, empezamos a ver que las malas noticias de la ira de Dios, de cómo cada
hombre es culpable. En los versos 21 al 31 vamos a ver que Dios ofrece Su justicia a todos los
hombres para salvarles. La primera lección es que la ley no salva, esa no es su función.
Romanos 3:23 «por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios,» Todos los
hombres impíos están en el mismo problema: Condenados porque han pecado. Esto es lo que
Pablo ha probado y comprobado hasta aquí en el Libro de Romanos. Al evangelizar, es normal
que todas las personas sepan que «todos somos pecadores», pero no permita que esto diluya
el mensaje puntual de que el individuo es culpable ante Dios. Por ello, debe preocuparse.
3.- Testimonio de Abraham de promesa de Dios por fe. Romanos 4
Romanos 4:1: Este capítulo se dirige a la consideración de una pregunta que podría haber sido
planteada por un lector judío de las Escrituras. ¿No fueron justificadas las personas del Antiguo
Testamento (las Escrituras para el hebreo) al guardar la ley de Moisés?” El propósito del
apóstol en este capítulo es responder exactamente a esa pregunta, es decir, mostrar que el
método de Dios para tratar con las personas en los días del antiguo pacto es lo mismo que su
método de tratar con las personas en los días del nuevo pacto.
Pablo señala que, si las obras justificaban a Abraham, podría tener motivos para jactarse. Esa
jactancia, sin embargo, no sería válida ante Dios. Las palabras de Pablo “pero no ante Dios”
rechazan la jactancia, que necesariamente conlleva la negación de que las obras justifican a
Abraham.
El objetivo de Pablo en Capítulo 4 es mostrar que lo que él está enseñando está en completa
armonía con la enseñanza de las Escrituras, es decir, el Antiguo Testamento.
Romanos 4: 3: El apóstol ahora apoya su punto de vista apelando a la Palabra de Dios, en este
caso una apelación a Génesis 15:6. El punto de la cita es simplemente esto: la Biblia no apoya
a Abraham glorificándose en sí mismo, porque Abraham creyó, no logró. Si cualquier hombre
judío era bien conocido por su obediencia, era Abraham. Fue él quien respondió al
mandamiento de Dios de emigrar a una tierra extraña y juntó sus posesiones y su familia, y
salió sin saber a dónde iba. Esa es una notable obediencia a la fe, como lo señala la epístola a
los hebreos (ver Hebreos 11:8-19).
En los versículos 6 – 8, David es presentado como estando de acuerdo con Abraham en lo que
se refiere al método de salvación. No es otra ilustración en un nivel con la ilustración del
patriarca, como podrían sugerir las palabras “dice lo mismo”. Más bien, el resto del capítulo
continúa la exposición del significado de las experiencias de Abraham. Él, Abraham, es el
sujeto de Pablo, pero las palabras de David están en armonía con los principios del trato de
Dios con Abraham.
Romanos 4:9 – 10) La pregunta de este pasaje es básicamente: “Pero Pablo, ¿no has olvidado
que Abraham fue circuncidado? ¿No es ese el rito que nos da una posición justa ante Dios? “
La respuesta apostólica es simple: “No en la circuncisión, sino en la incircuncisión.”
Ciertamente, Abraham fue circuncidado, pero ese evento tuvo lugar mucho después de haber
sido declarado justo por el Señor en las palabras citadas anteriormente, “Abraham creyó a
Dios, y le fue contado por justicia” (Génesis 15:6). En esta línea de tiempo, mucho antes de que
Abraham fuera circuncidado, había sido justificado.
La circuncisión no salvó; más bien, era simplemente una “señal,”, una señal de fe-justicia,
porque el patriarca ya había sido justificado (Génesis 15:6). Los judíos en la época de Pablo, al
transferir el instrumento de la justificación de la fe a la señal de la fe, habían cometido un grave
error. Como James Stifler lo dice tan acertadamente:
Romanos 4:13 – 15: El apóstol, argumentando además que la salvación es por gracia, pasa a
considerar los términos sobre los cuales se hicieron las promesas a Abraham. En el versículo
de apertura de esta sección, Pablo dice que vinieron al patriarca por fe, no por ley. Esto es
claro, porque la ley anula la fe y las promesas. La ley, siendo el medio por el cual se conoce el
pecado, produce ira. Donde no hay ley, no hay transgresión. La fe y la ley son opuestos. Trae
uno y el otro debe irse, así como Dios destierra la noche trayendo el día.
Romanos 4:16 – 17: En el versículo 16 tenemos una de las oraciones más significativas de
Pablo, destacando claramente que la meta dominante es que la promesa sea segura para la
simiente elegida. Para que esto suceda, el principio en el cual la promesa vendrá a ellos debe
ser por gracia, porque ellos, siendo pecadores, nunca podrían ganar la recompensa. Por lo
tanto, la promesa está de acuerdo con la gracia.
Romanos 4:18 – 19: Habiendo hecho convincentemente su punto de que las personas del
Antiguo Testamento fueron justificadas de la misma manera que las personas del Nuevo
Testamento, se esperaría que alguien le dijera: “Pero, Pablo, ¿qué es exactamente la fe
salvadora? Dices que un hombre es justificado por la fe, no por las obras de la ley. ¿Pero Cuál
es el tipo de fe que justifica?” Su respuesta es que la fe es una confianza inquebrantable en el
Dios de la resurrección. Esa también fue la esencia de la confianza de Abraham (véase verso
17, Hechos 27:25).
La fe de Abraham no estaba meramente en la promesa de Dios, sino que también era una fe
en el Dios que había prometido, como lo indicaban los versículos precedentes. Ahora tenemos
la respuesta divina a la fe del patriarca. Con el “por lo cual” (literalmente, “por lo tanto”) el
apóstol señala que la imputación resultante de la justicia es el resultado de la expresión de la fe
salvadora por parte del patriarca.
Romanos 4:23 – 24: El apóstol señala que la historia de Abraham no está escrita solo por
Abraham, es decir, como un memorial de él, o para que pueda vivir en la memoria de las
personas. Está escrito para otros y para nosotros, ya que la manera en que el patriarca fue
justificado es el mismo método por el cual nosotros, también, somos justificados por un Dios
justo y un Salvador.
La palabra traducida como “para” en el último versículo ha sido tomada en diferentes sentidos.
Algunos han tomado la primera aparición en un sentido causal, y el segundo en un sentido final
(propósito). Lo mejor es tomar las dos preposiciones en su sentido causal normal. Por lo tanto,
a los ojos de Dios, la muerte de Jesús fue justificada, y la resurrección es su recibo para la
satisfacción de toda demanda de santidad contra aquellos por quienes Cristo murió.
En Romanos 5:1–11, Pablo anima aún más a los romanos al recordarles que por medio de
Cristo ya tenemos acceso a la “gracia de Dios en la cual estamos firmes” (Ro 5:2). La gracia
significa el poder de Dios que da vida, el cual levantó a Jesús de los muertos. La gracia
continúa trayendo vida nueva y más abundante al mundo para y por medio de los seguidores
de Cristo. Al vivir la vida obediente de fe y fidelidad de Cristo en nuestras propias
circunstancias, experimentamos la gracia de Dios que da vida, la cual nos puede traer gozo y
paz en el trabajo, el hogar y en todos los demás contextos.
Sin embargo, confiar en la gracia de Dios requiere por lo general una paciencia firme al
enfrentar muchos desafíos. Así como Cristo sufrió mientras obedecía a Dios, nosotros también
podemos experimentar sufrimiento cuando actuamos conforme a la vida de fe y fidelidad de
Cristo. Pablo incluso dice que se “gloría” en su sufrimiento (Ro 5:3), sabiendo que este es una
participación en el sufrimiento que experimentó Jesús en Su misión de reconciliar al mundo con
Dios (Ro 8:17–18). Además, el sufrimiento por lo general trae crecimiento.
El amor de Dios nos sustenta al atravesar toda clase de sufrimiento en la vida y el trabajo. “La
esperanza no desilusiona, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones”.
Incluso cuando el sufrimiento amenaza con endurecer nuestros corazones, el amor de Dios nos
convierte en agentes de Su reconciliación, la cual hemos recibido en Cristo (Ro 5:10–11).
5.- Capacidad de Cristo para salvar es superior a la de Adán para corromper. Romanos 5:
12-21
Romanos 5:12–21 refleja un argumento teológico denso y complejo que involucra varios
contrastes diferentes entre el Adán desobediente y el Cristo obediente, por medio de quien
somos hechos justos y se nos promete la vida eterna. El pasaje nos garantiza que el acto
obediente de Cristo de darse a Sí mismo por otros pone a todos los que vienen a Él en una
relación correcta con Dios y con los demás. Como participantes en la fe y fidelidad de Cristo,
recibimos una parte de los regalos divinos de la rectitud y la vida eterna prometida por Dios por
medio de Cristo. Por tanto, ya no participamos en la desobediencia de Adán, sino que
encontramos la vida eterna al participar en la obediencia de Cristo a Dios.
Pablo habla de la gracia de Dios que opera tanto en el presente como en la eternidad. La
reconciliación ya ha sido dada por medio de Cristo (Ro 5:11), así que ya somos capaces de
vivir vidas que honren a Dios. Pero la reconciliación de Dios no está completa todavía, sino que
sigue en el proceso que conduce a la vida eterna (Ro 5:21). Si hemos recibido la reconciliación
en Cristo, ahora nuestro trabajo es una oportunidad para contribuir a un mejor futuro en donde
Cristo gobierna. Los innovadores tienen nuevas posibilidades de crear, diseñar y construir
productos que mejoren el bien común. Los trabajadores que ofrecen servicios tienen nuevas
oportunidades de mejorar la vida de otras personas. Los artistas o músicos pueden crear
belleza estética que realce la vida humana para la gloria de Dios. Ninguno de estos es un
medio para alcanzar la vida eterna, pero cada vez que trabajamos para hacer que este mundo
sea más como Dios desea, recibimos un anticipo de la vida eterna. Cuando caminamos en
obediencia al patrón de fe y fidelidad de Cristo en nuestro lugar de trabajo, sin importar las
circunstancias, podemos confiar en que nuestra vida está segura eternamente en las manos de
nuestro fiel Dios.
6.- La gracia nos acerca a una unión leal con Cristo. Romanos 6: 1-14
(Romanos 6:1) ¿Deberíamos de vivir una vida de pecado para poder recibir más gracia?
Pablo introdujo la idea de que donde el pecado abunda, sobreabunda la gracia (Romanos
5:20). Ahora él se pregunta si alguno pudiera tomar esta verdad para implicar que no importa si
un cristiano vive una vida de pecado, debido a que Dios siempre vencerá al gran pecado con
una gracia aún mayor.
Pablo describe la práctica del pecado habitual. En esta primera parte de Romanos 6, Pablo
escribe sobre alguien que permanece en un estilo de vida de pecado, pensando que es
aceptable para que sobreabunde la gracia.
Para Pablo, la idea de que alguien pueda continuar en pecado para que la gracia pueda
abundar es impensable. En ninguna manera es una frase fuerte. Cuando nacemos de nuevo,
cuando hemos creído en Jesús para nuestra salvación, nuestra relación con el pecado cambia
permanentemente. Hemos muerto al pecado. Por lo tanto, si hemos muerto al pecado,
entonces no debemos viviraún en él. Simplemente no es adecuado el viviraún en algo a lo que
hemos muerto.
(Romanos 6:3-4) La ilustración de la muerte al pecado por parte del creyente: bautismo
O no sabéis: implica que Pablo está tratando con conceptos fundamentales los cuales cada
Cristiano debe de saber.
La idea detrás de la antigua palabra griega para bautizados es “el sumergir o abrumar algo.” La
idea utiliza la idea de ser bautizados en algo de maneras diferentes. Cuando una persona es
bautizada en agua, ellos son sumergidos o cubiertos con agua. Cuando ellos son
bautizadoscon el Espíritu Santo (Mateo 3:11, Hechos 1:5) ellos son “sumergidos” o “cubiertos”
con el Espíritu Santo. Cuando ellos son bautizados con sufrimiento (Marcos 10:39), ellos son
“sumergidos” o “cubiertos” con sufrimiento. Aquí, Pablo se refiere al ser bautizados –
“sumergidos” o “cubiertos” en Cristo Jesús.
Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como
Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre: El bautismo de agua del creyente (o, el
ser bautizados en Cristo) es una dramatización o “actuación” de la “sumersión” del creyente o
identificación con Jesús en Su muerte y resurrección. En cuanto a esto, el bautismo es
importante como una ilustración de la realidad espiritual, pero no hace que esta realidad llegue
a ocurrir. Si una persona no ha muerto espiritualmente y ha sido levantado con Jesús, todos los
bautismos en el mundo no las podrán llevar a cabo.
(Romanos 6:5-10) Pablo considera las implicaciones de nuestra muerte y resurrección con
Jesús
El viejo hombre es el que tiene el patrón de Adán, la parte íntima de nosotros arraigada con el
deseo de rebelarse en contra de Dios y Sus mandamientos. El sistema de ley no es capaz de
tratar con el viejo hombre, debido a que únicamente le puede decir al viejo hombre cual es el
estándar justo de Dios. La ley trata de reformar al viejo hombre, el hacerle “tratar de voltear de
página”. Pero el sistema de gracia entiende que el viejo hombre nunca podrá ser reformado. Él
debe ser puesto a muerte, y para el creyente el viejo hombre muere con Jesús en la cruz.
La crucifixión del viejo hombre es algo que Dios hizo en nosotros. Ninguno de nosotros clavó al
viejo hombre a la cruz. Jesús lo hizo, y se nos dice que lo tengamos como si fuera hecho. En
lugar del viejo hombre, Dios le da al creyente un nuevo hombre – una personalidad que es
instintivamente obediente y agradable hacia Dios; este aspecto de nuestra persona es aquel el
cual fue levantado con Cristo en Su resurrección.
(Romanos 6:11-12) Aplicación práctica del principio de nuestra muerte y resurrección con
Jesús.
Pablo nos dice que nos tengamos, o consideremos al viejo hombre como definitivamente
muerto. Dios nunca nos llama a “crucificar” al viejo hombre, pero el considerarlo como muerto
debido a nuestra identificación con la muerte de Jesús en la cruz.
No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal: Esto es algo que solamente puede ser
dicho al Cristiano, a aquel que a tenido a su viejo hombre crucificado con Cristo y al cual se le
ha dado un nuevo hombre en Jesús. Solamente la persona hecha libre del pecado se le puede
decir, “no reine, pues, el pecado.”
Sino presentaos vosotros mismos a Dios: Esta es la segunda clave para caminar en la libertad
que Jesús ha ganado por nosotros. No es suficiente el apartar las armas para el servicio del
pecado. Luego deben enlistar para el servicio de la justicia – y, como en cualquier guerra, el
lado con el número superior de armas es la que gana.
Pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia: Este es el camino, los medios, por el cual
podemos vivir en esta libertad. Esto nunca ocurrirá en una vida cristiana con orientación
legalista y de desempeño. Esto ocurrirá mientras vivimos, no bajo la ley, sino bajo la gracia.
7.- Cristo nos liberto del pecado para ser esclavos de la justicia. Romanos 6: 15 – 7: 1-6
El creyente bajo la gracia y el problema del pecado ocasional. (Romanos 6:15) Una nueva
pregunta es hecha: ¿debiéramos de pecar (ocasionalmente) porque no estamos bajo la ley sino
bajo la gracia?
Pecaremos: De nuevo, el tiempo del verbo para la antigua palabra Griega pecaremos es
importante. Esto indica que estamos incursionando al pecado, no en un hábito continuo de
pecado como lo fue descrito en la pregunta de Romanos 6:1.
“El verbo en el versículo uno es el subjuntivo presente, el cual habla de una acción habitual,
continua. El verbo en el versículo quince se refiere a un solo acto.
De una manera u otra, serviremos a alguien. La opción de vivir nuestra vida sin servir, ya sea al
pecado o la obediencia no está abierta para nosotros.
La frase: “Que aunque erais esclavos del pecado”: Pablo lo pone en el tiempo pasado porque
hemos sido hechos libres de nuestra esclavitud al pecado. Él también dice que hemos sido
hecho libres por fe, el cual él describe como que habéis obedecido de corazón. La fe es puesta
en la Palabra de Dios, el cual él describe como forma de doctrina. Considerándolo todo, el
punto es claro: “Tú pon tu fe en Dios y Su Palabra, y ahora serás hecho libre. Ahora vive cada
día consistente con esa libertad.”
(Romanos 6:18) ¿Por qué no entonces hemos de pecar ocasionalmente? Porque el pecado no
es nuestro amo, y ya no le servimos.
Y libertados del pecado: ¿Qué significa el ser hechos libres del pecado y el ser hechos un
siervo de la justicia? Significa que el pecado ya no es tú jefe o tú amo. Ahora la justicia es tu
jefe, así que sirve a la justicia en lugar de al pecado. No está bien el tratar de complacer a tu
antiguo jefe cuando cambias de trabajo.
Siervos de la justicia: ¿Qué significa el ser un siervo? Un siervo era más que un empleado.
Hemos nacido de nuevo, ahora somos siervos de la justicia, Nuestra voluntad es ahora
absorbida en la voluntad de Dios. Es Su voluntad la que importa para nosotros, no nuestra
voluntad.
Debido a que hemos sido libertados del pecado, ya no tenemos que pecar más. Y aunque el
pecar es inevitable hasta que nuestra carne sea resucitada en gloria, no es debido a que Dios
haya diseñado un sistema por el cual debamos de pecar.
Hablo como humano, por vuestra humana debilidad: Pablo se disculpa al utilizar a la esclavitud
como una ilustración, porque era degradante y penetrante, y especialmente porque muchos de
sus lectores Romanos eran esclavos. Pero él sabe que esta es una ilustración que funciona
bien con sus lectores.
Presentasteis vuestros miembros … así ahora para: Pablo vuelve a tocar el punto que dijo un
poco antes. Primero, presenten vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia. Esto
significa que no debemos de presentarnos para trabajar con nuestro antiguo jefe.
Porque cuando erais esclavos del pecado, erais libres acerca de la justicia: El punto de Pablo
casi es humorístico. Cuando éramos esclavos del pecado, éramos libres – libres acerca de la
justicia. ¡Tal libertad!
Qué fruto teníais de aquellas cosas: Para caminar en victoria sobre el pecado, debemos de
pensar correctamente sobre el fruto del pecado. Porque el fin de ellas es muerte: El producto
final del pecado es la muerte – no es diversión. Pero el producto final de la justicia es vida
eterna.
Contestando su pregunta de Romanos 6:15, Pablo lo pone en claro: Como creyentes, tenemos
un cambio de propietario. El cristiano debe de pelear en contra aún del pecado ocasional,
porque debemos de trabajar por y bajo nuestro nuevo Amo. No es apropiado para nosotros el
trabajar para nuestro antiguo amo.
8.- La ley no convence de pecado, no tiene fuerza para salvar. Romanos 7: 7-25