Tema 4

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En las sesiones anteriores hemos visto qué es la fonética y qué la fonología y cuáles son las líneas

de estudio de una y otra materia. Toca ahora ocuparse de la morfología, lo que requiere, en primer
lugar, ocuparse de definir qué son las palabras.
Todos tenemos un conocimiento intuitivo de qué es una palabra, pero, como en tantas otras
cosas, la definición técnica de lo que es no resulta fácil. El modo más eficaz de hacerlo consiste
en combinar tres criterios:

a. Aislabilidad: las palabras son unidades que pueden aparecer en la cadena del habla
aisladas de cualquier otra.
b. Cohesión interna: los elementos que las forman no pueden combinarse entre sí
aleatoriamente, sino que deben atenerse a un orden prefijado.
c. Movilidad posicional: pueden ocupar distintos lugares en la cadena hablada.

La acumulación de estos criterios permite aproximarse al concepto de palabra.

1. Definición de morfología
La morfología es el estudio de las palabras, de su estructura interna y de los principios
que rigen la configuración de esa estructura.

2. Sus objetivos son:


2.1 Identificar y caracterizar las unidades mínimas que son relevantes para comprender
la estructura de las palabras
2.2 Establecer y explicar los principios que rigen las combinaciones de tales unidades
mínimas.
Esos principios tienen que ver con tres aspectos: a) jerarquía interna entre
los diversos componentes de las palabras; b) pautas productivas de formación de
palabras; c) procesos regulares de combinación que dan lugar a las diferentes
formas de una misma palabra.
De manera intuitiva, todos conocemos los principios aludidos, porque forman parte
de la competencia lingüística. Lo que pretende la morfología es dar una explicación
organizada de los mismos. Gracias a ellos, los idiomas pueden construir nuevas
palabras con un número limitado de recursos y de manera sistematizada y, al mismo
tiempo, es posible ordenar el inventario del léxico de un idioma

3. Unidades morfológicas:
Llamamos morfemas a las mínimas unidades lingüísticas que tienen significado
propio. Se reconocen porque los encontramos formando parte de distintas palabras.
3.1 Tipos de morfemas
Algunas palabras están compuestas de un único morfema. Se habla entonces de
morfemas libres. Otras palabras son polimorfemáticas. Hay morfemas (como la s
de plural) que no pueden aparecer sólos: se llaman morfemas ligados. Las variantes
fonéticas de un mismo morfema se llaman alomorfos. Por fin, hay que distinguir
entre morfemas léxicos, cuyo contenido es conceptual) y morfemas gramaticales
(cuando su contenido es abstracto: s de plural, ción de acción y efecto de…)

4. Jerarquía de los morfemas


La formación de palabras mediante la agregación de elementos atiende a un esquema
que permite el análisis de la palabra, desmembrando organizadamente los elementos
que la componen.
Los afijos (prefijos o sufijos) son morfemas que se añaden a una base léxica.

5. Los procesos morfológicos:


Este apartado está dedicado al segundo de los objetivos de la morfología. En español
dominan los procesos llamados concatenativos, los que tienen lugar gracias al
encadenamiento de dos o más morfemas, de tipo léxico o gramatical.
5.1 La formación de palabras
Es el primero de los procesos morfológicos. Conoce las siguientes modalidades:
5.1.1 La derivación
Es el proceso morfológico por el que se crea una nueva palabra a partir de
un morfema léxico ya existente. El modelo más habitual es el que se produce
mediante la afijación.
No cualquier elemento puede añadirse indiscriminadamente a cualquier
morfema léxico ya existente. Existen restricciones que lo impiden. Los
sufijos pueden cambiar la categoría gramatical de la palabra, cosa que no
hacen los prefijos ni los llamados sufijos apreciativos (diminutivos,
aumentativos…).
En ocasiones, la afijación se produce por parasíntesis: cuando no es
progresiva, es decir, cuando no hay una palabra previa a la que se añaden
ordenadamente diferentes afijos, sino que éstos se suman simultáneamente.
Gracias a las pautas de la derivación concatenativa se da la productividad
morfológica, por la que, a partir de una palabra, pueden constituirse otras
que son inteligibles para los hablantes de un idioma.
Además de la concatenación, encontramos derivaciones que consisten en
conversiones del significado, por el procedimiento de añadir nuevos
contenidos a un morfema sin modificarlo milk (leche) > milk (ordeñar)
Existen, por fin, morfemas fosilizados, morfemas que ya no existen como
palabras independientes, pero que se emplean como afijos, conservando la
forma que tuvieron en su lengua original. Es el caso de ducir, de latín duco,
que no existe en español como palabra independiente, pero sí como sufijo.
5.1.2 La composición
Es el proceso morfológico por el que se crea una nueva palabra combinando
dos bases léxicas, alguna de las cuales puede estar modificada por afijos:
pintalabios, pelirrojo.
En el uso de los idiomas son frecuentes los reanálisis de las palabras, en los
que, identificando mal los morfemas, se llega a producir nuevas palabras a
partir de los resultados del análisis mal hecho: hamburger.
Un modelo habitual de composición es el de reduplicación: se repite un
morfema, para expresar insistencia en el significado del mismo: picapica,
runrún…
Existen además palabras híbridas, producto del contacto de varios idiomas,
que toman un morfema de una lengua y otro de otra para modificar así un
significado bien conocido: de alcoholic, workholic…
5.1.3 La flexión
Es el proceso morfológico por el que se crean no palabras nuevas sino
formas diferentes de una misma palabra.
Un conjunto de variantes flexivas de una palabra constituye un paradigma.
5.1.3.1 La flexión verbal
Como es bien sabido, a partir de una base léxica y mediante la adición de
morfemas cabe conjugar los verbos. Puesto que los morfemas son los
mismos para múltiples conjugaciones, es posible organizar los verbos en
paradigmas.
En la conjugación verbal se produce lo que se llama amalgamas: morfemas
que acumulan en sí varios contenidos. En español, la o indica primera
persona, de presente, del modo indicativo. Este fenómeno es común en las
lenguas de origen indoeuropeo. Otros idiomas, llamados aglutinantes,
asocian cada contenido a un morfema distinto.
Los contenidos de los morfemas verbales son: de tiempo, aspecto, modo y
evidencia. Aunque asociados al verbo, afectan a toda la oración.
El uso de las distintas formas es, a veces, libre. Se habla entonces de un uso
inherente. En otros casos, depende del resto de palabras que componen la
oración, en cuyo caso se habla de usos dependientes.
En algunos idiomas, en la conjugación se emplean también prefijos o
infijos, lo que se denomina apofonía (sing, sang, sung).
5.1.3.1 La flexión nominal
En algunos idiomas, existen las declinaciones, un fenómeno paralelo al de
las conjugaciones verbales. En ellas, el caso es un sistema de marcas
morfológicas que revela la función semántica y oracional de la palabra. Las
lenguas que carecen de flexión nominal indican estas funciones mediante
preposiciones.
En el nombre se dan también los usos libre y dependiente: el género de los
adjetivos cambia según sea el de los sustantivos.
Flexión y derivación son fenómenos muy próximos, pero no coinciden
exactamente.

6. Tipología morfológica:
De los procesos morfológicos enumerados hasta aquí, cada lengua selecciona unos
distintos para construir palabras.
Eso da lugar a clasificaciones de las lenguas según los procesos que emplean: las hay
analíticas (en las que cada morfema constituye una palabra) frente a otras sintéticas.
Ya nos hemos referido a las lenguas aglutinantes. El español es una lengua sintética no
aglutinante, que emplea amalgamas.

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