LECTURA Globalización, Componentes, Sachs Larrain
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LA GLOBALIZACIÓN
La economía mundial está cambiando rápidamente en los albores del siglo XXI y
cada economía nacional deberá ajustarse a estos cambios. La globalización es más
que una expresión o un cliché. El término resume un importante cambio cualitativo
que está operando en la economía mundial y que afecta muchos aspectos de la
política económica nacional, incluyendo la política macroeconómica. Hoy más que
nunca, la autoridad de cualquier economía individual debe tener conciencia de los
vínculos de la economía nacional con el resto del mundo. Gradualmente aumenta la
probabilidad de que los shocks económicos provengan del exterior. La naturaleza de
los nexos de una economía con el resto del mundo es uno de sus rasgos
estructurales más importantes.
EL PROCESO DE GLOBALIZACIÓN
Más de un observador de la economía mundial sostiene que la globalización no es
algo nuevo. Después de todo, las economías nacionales han estado vinculadas a
través del comercio, y probablemente de los flujos de capital, por miles de años.
Cierto, podemos responder. La globalización ha venido ocurriendo al menos desde
que Europa y China se dedicaron al comercio a largas distancias en los tiempos del
Imperio romano y la dinastía Han. Pero hay algo verdaderamente novedoso en la
globalización de hoy, y es que está afectando la administración y las estrategias
macroeconómicas de la mayoría de las economías del inundo.
Al menos tres razones explican este rápido crecimiento del comercio. La primera es
que el comercio internacional se había derrumbado durante el periodo comprendido
entre 1914 y 1945. La Primera Guerra Mundial (1914-1918) desbarató el comercio.
Luego la inestabilidad financiera de los años veinte lo mantuvo congelado. La Gran
Depresión, que comenzó en 1929 y duró casi toda la década siguiente, redujo el
comercio aun más, no sólo achicando la demanda agregada por los productos
importados, sino por las medidas proteccionistas que los países decidieron adoptar
en medio de la Depresión. Por último, la Segunda Guerra Mundial dio el "golpe de
gracia" al sistema internacional. Para cuando terminó el conflicto, la mayoría de los
países tenía una moneda inconvertible, de modo que no podía usarse la propia
moneda para comprar moneda extranjera. Los aranceles eran muy altos, las cuotas
de importación -que imponían un límite específico a la cantidad que se permitía
importar del exterior- abarcaban múltiples productos. Durante la posguerra
comenzaron a eliminarse progresivamente las barreras al comercio, en ocasiones
por la vía de medidas unilaterales de algunos países y, en otras, dentro del contexto
de negociaciones bilaterales o multilaterales. El rápido crecimiento del comercio tras
la Segunda Guerra fue al comienzo un reboce del anterior colapso, aunque con el
tiempo llegó a crecer mucho mas.
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1. Para un análisis detallado de la globalización, véase JEFFREY SACHS y ANDREW WARNER, Economic
Reform and the Process of Global Integration, Brookings Paper on Economic Activity 1995: 1
La tercera razón es política. Tras la Segunda Guerra Mundial, los países quedaron
irreconciliablemente divididos en bandos políticos y económicos, con abismos que
separaban a las ricas economías de mercado, como los Estados Unidos. Europa
occidental y Japón, de las naciones socialistas, como la Unión Soviética. Europa
oriental y China, y de muchos países poscoloniales que se autodenominaron los "no
alineados". En general, los países socialistas eran altamente proteccionistas, hasta
el punto de que el mundo socialista era casi totalmente autárquico, es decir, el
comercio con los países no socialistas era prácticamente nulo. Las naciones
poscoloniales adoptaron políticas proteccionistas al independizarse del dominio
colonial, en parte como reacción frente a la explotación que habían sufrido hasta
entonces de maños de los regímenes coloniales. Las agudas divisiones entre todos
estos grupos, a los que se solía poner la etiqueta de "Primer Mundo" (economías de
mercado de altos ingresos). "Segundo Mundo" (las economías estatistas) y "Tercer
Mundo" (principalmente países en desarrollo poscoloniales) comenzaron a
disolverse en los años sesenta, y para los noventa virtualmente se habían
desvanecido. Para fines de los noventa, prácticamente todos los países del planeta
habían liberalizado sustancialmente su comercio internacional, de manera que el
libre comercio (aranceles bajos, pocas cuotas y convertibilidad de la moneda) era
una política casi universal.
El auge económico de la posguerra, que tuvo lugar en los Estados Unidos, Europa y
Japón, con el tiempo restableció la confianza en los créditos internacionales y se
reanudaron los préstamos de procedencia privada, Incluso los países en desarrollo
de América Latina y Asia vieron a comienzos de los años setenta que eran capaces
de atraer préstamos de bancos internacionales y de individuos ricos de países
avanzados. Los bancos mas grandes encontraron la forma de sacar la vuelta a los
controles al capital como para poder colocar dinero en el exterior.
Durante los noventa, los flujos internacionales de capital aumentaron aun con mas
rapidez que el comercio internacional, que a su vez creció más que el PIB mundial.
Al igual que en periodos anteriores, como fueron los años treinta y ochenta, el nuevo
auge de los créditos internacionales vino acompañado de periodos de pánico,
cuando los deudores se encontraban de un día para otro con que ya no podían
tomar más crédito y que además eran obligados a hacer pagos a gran escala,
frecuentemente a costa de serias consecuencias macroeconómicas. De ahí que la
polémica sobre los beneficios y costos de la movilidad internacional del capital
continúe con toda su fuerza.
3. Internacionalización de la producción
El aumento del comercio internacional y de los flujos de capital son manifestaciones
bastante obvias de la globalización. Más sutil -aunque no por ello menos notable- ha
sido la internacionalización de la producción. En nuestra visión mental de la
economía internacional, así como en la mayoría de nuestros modelos formales,
imaginamos que los bienes de inversión y de consumo son "nacionales" o
"extranjeros"; esto es, producidos por empresas dentro del país o adquiridos a un
productor extranjero. Pero esta visión se queda cada vez mas corta con respecto a
la realidad. Un típico bien de capital o de consumo es nacional y extranjero al mismo
tiempo. Parte se produjo y ensambló en el país, parte en el extranjero. No es raro
encontrar bienes sofisticados -como computadoras o automóviles- cuyos
componentes provienen de más de una docena de países. Incluso el vestuario
puede estar procesado en varios países: un país pone la fibra, otro la tela, un tercero
el diseño y un cuarto el corte y la confección, antes de ir a dar a una vitrina en un
quinto.
La producción globalizada ha existido por siglos, pues las compañías grandes tenían
filiales en el exterior para asegurarse el suministro de insumes esenciales. Pero el
alcance de los sistemas productivos globalizados ha crecido de manera formidable
en los últimos treinta años. Los responsables de esta tendencia son los cambios
tecnológicos y políticos. Los avances modernos del transporte (como el desarrollo de
los contenedores), la logística (en la administración de puertos) y muy especialmente
las telecomunicaciones, han permitido a las empresas gestionar operaciones
reparadas por todo el planeta. El advenimiento de los diseños y la fabricación
asistidos por computadora permite a una empresa situada en los Estados Unidos dar
instrucciones generadas por computadora a una fabrica situada en las antípodas, de
modo que la filial extranjera puede producir bienes estrictamente compatibles con las
necesidades del mercado estadounidense. Igualmente, una empresa de vestuario
puede mandar, por computadora, instrucciones precisas sobre las últimas
tendencias de la moda; una compañía automotriz puede enviar las especificaciones
precisas de un componente esencial del sistema de transmisión. Y, gracias a los
avances de la administración de los flujos de embarque, en la casa matriz la
empresa sabrá exactamente en qué punto del proceso de producción y de embarque
se encuentra el producto, por lo que podrá administrar sus existencias con gran
precisión.
Al terminar la Segunda Guerra Mundial hubo otro gran intento -hasta hoy con mucho
más éxito- por crear el marco institucional para que pudiera prosperar en paz la
economía de mercado mundial. Se crearon tres instituciones principales cuando
terminó el conflicto: el Fondo Monetario Internacional, para ayudar a los gobiernos
de los países miembros a lograr acuerdos monetarios satisfactorios; el Banco
Mundial, para otorgar préstamos dirigidos a la reconstrucción de Europa y ayudar al
desarrollo económico de las naciones más empobrecidas; y el Acuerdo General de
Tarifas y Comercio (conocido por sus siglas en inglés. GATT, General Agrrement on
Tariffs and Trade), base de las negociaciones internacionales orientadas a restaurar
el libre comercio entre las distintas economías del mundo tras el quiebre de las
relaciones comerciales entre 1914 y 1945. Planes previos para establecer una gran
organización comercial, que originalmente iba a llamarse Organización para el
Comercio Internacional, fracasaron en 1947. Sólo en 1995 pudo establecerse
finalmente una organización para el comercio global, bautizada como Organización
Mundial del Comercio (en adelante, OMC).
En los inicios del siglo XX había un consenso aparente a favor de las instituciones
europeas, puesto que regiones enormes del mundo estaban bajo el dominio imperial
de diversos países de Europa. Hoy la mayor parte del mundo goza de soberanía
política, de modo que el consenso es mucho mas real que lo que pudo ser en el
pasado. No es nuestro interés dejar la impresión de que los principales problemas
aun prevalecen grandes debates respecto de cómo pueden ponerse al día los
países pobres respecto de los más ricos. Pero por ahora están tratando de lograrlo
uniéndose a los países avanzados a través de un conjunto de instituciones
comunes.