La adivina y el carcelero
1ª ESCENA.
Lucas, sentado a una mesa, está escribiendo Hechos de los Apóstoles a la luz de una
vela.
Narrador: Lucas, recordando sus experiencias con Pablo y Silas, está escribiendo a un
amigo suyo llamado Teófilo a quien ya le había escrito un primer tratado que luego se
llamó Evangelio de Lucas. Oigamos lo que escribe...
Recuerdo que... A Pablo Se le mostró una visión de noche en la que vio a un varón
macedonio, rogándole y diciendo: Pasa a Macedonia y ayúdanos. 10Cuando vio la
visión, en seguida procuramos partir para Macedonia, dando por cierto que Dios nos
llamaba para que les anunciásemos el evangelio. Así que nos pusimos en marcha. 13Y un
día de reposo, salimos fuera de la puerta, junto al río, donde solía hacerse la oración;
Recuerdo que, mientras íbamos a la oración, nos salió al encuentro una muchacha que
tenía espíritu de adivinación, la cual daba gran ganancia a sus amos, adivinando. 17Esta,
siguiendo a Pablo y a nosotros....
Se cierra el telón.
2ª ESCENA.
La adivina en un chiringuito, tiene un letrero que dice: Lo adivino todo. Llega alguien y
llama a la puerta.
La adivina: ¿Quién es?
El que llamaba dice: ¡Vaya adivina! Bueno, entraré a ver si me adivina algo.
La adivina: ¿Qué quieres que te adivine?
El que llamaba: Mi padre murió hace semanas y desde entonces estoy buscando el
lugar donde guardaba el dinero. Nunca me quiso decir donde lo escondía. Necesito ese
dinero.
La adivina: (Como pensando en voz alta, sin mirarlo) Y yo también.
El que llamaba: ¿Cómo?
La adivina: No. Nada. Espera un momento. Sí, ya lo veo, (Dirigiéndose al supuesto
espíritu) eh tú.
El que llamaba: ¿Quién yo?
La adivina: Shhhh. Calla, estoy viendo a tu padre. Le hablo a él. ¿Cómo se llamaba?
El que llamaba: ¿No eres tú la adivina?
La adivina: ¿Quieres que te encuentre el dinero o no?
El que llamaba: Sí, claro.
La adivina: Pues entonces dime cómo se llamaba tu padre.
El que llamaba: Agarrado. Ananías Agarrado.
La adivina: Agarraaado. Ananííías Agarraaado... Sí. Tú. Veeeen aquí. Tu hiiiijo quiere
saber dónnnnde guaaaardas el dineeeero. ¡dónnnde lo escoooondes! ¿Cómo, que estás
seco? Bueno, eso es normal cuando uno muere. ¿No? ¿Que te refieres a que estás más
tieso que el pellejo de un tambor? Ahhh ¿Que lo gastaste todo? ¿Que no tienes plata?
¿Que lo disfrutaste mientras vivías?
El que llamaba: No puede ser. Mi padre gastaba menos que un ciego en novelas. Era
más fácil sacarle una espinilla a una muñeca que un céntimo a mi padre. Era más
agarrado que una vieja en moto.
La adivina reacciona como si volviera del más allá.
La adivina: Lo siento muyayo. Parece ser que tu padre era más espabilado que tú.
El que llamaba: No lo puedo creer. Nunca le vi gastar su dinero. Me he quedado sin
dada.
La adivina: Sin nada espero que no, porque a mí me debes 10 euros.
El que llamaba: ¡Encima, lo que faltaba! No tengo plata.
La adivina: Claro que sí. En tu bolsillo izquierdo tienes justo lo que me debes.
El que llamaba: Al final va a resultar que sí eres adivina. Aunque sólo para lo que te
conviene.
El que llamaba le paga y se marcha y entran los amos de la adivina.
El primer amo: ¿Qué has sabido?
La adivina: El dinero lo guardaba el viejo en una piedra en un rincón del cobertizo
donde tiene los animales. Habrá que esperar a que el hijo se marche al campo a trabajar
para conseguir el dinero.
Los amos de la adivina se frotan las manos y dan un golpecito en la espalda a la
adivina.
El segundo amo: Bien hecho, niña. Así me gusta. Nos estamos haciendo de oro.
Se cierra el telón.
Narrador: Pablo y Silas y Silas y algunos hermanos se dirigen al lugar escogido para la
oración una, muchacha endemoniada les sigue gritando:
Endemoniada.- Estos hombres son siervos del Dios Altísimo, quienes anuncian el
camino de salvación. Óiganles. Son siervos del Dios Altísimo. //
Silas.- Pablo, mijo, esta chica lleva varios días detrás nuestro gritando. Y aunque lo que
dice es verdad no nos deja predicar ¿qué hacemos con ella muyayo?
Pablo.- Se vuelve hacia la chica y con autoridad le dice al demonio de adivinación: Te
mando en el nombre de Jesucristo, que salgas de ella.
La endemoniada, delante de todos, cae al suelo, patalea y queda como muerta. En ese
momento alguien grita:
Alguien: Mátala para que no sufra.
Narrador: Todos se asustan y miran a Pablo que la toma de la mano y la levanta. La
chica parece que no sabe qué pasó. Mira a todos interrogante y Pablo le sonríe y la toma
del brazo y se la lleva a la oración.
Se cierra el telón
3ª ESCENA. Un grupo de personas discuten entre ellos. Mientras Pablo y Silas con
algunos discípulos y otras personas pasan por allí.
Primer amo.- No podemos consentir que esto quede así.
Segundo amo. Desde luego que no. De la adivinación que ella hacía vivíamos nosotros.
Y bastante bien, por cierto. Si ya no puede adivinar se acabó nuestro negocio. Pero,
¿qué podemos hacer?
Primer amo.- Cualquier cosa menos quedarnos quietos y callados. Mira por allí vienen.
Ven, tengo una idea. (Dirigiéndose a las gentes) -No hagan caso de estos hombres, son
palabreros. Vienen a trastornar la paz de nuestras ciudades. Hablan contra nuestros
dioses y creencias.
Todos gritan y se forma un tumulto Pablo y Silas se defienden en vano y son
arrastrados fuera.
4ª ESCENA.-
Pablo y Silas son llevados ante las autoridades. Los magistrados están sentados en el
tribunal y los amos de la adivina les acusan. Todos gritan de fondo: Encarcélenlos.
Que mueran.
Primer amo.- Salve Feótio. Estos hombres, siendo judíos, alborotan nuestra ciudad,
están montando un pollo que no veas Feótio, 21y enseñan costumbres que no nos es
lícito recibir ni hacer, pues somos romanos.
Magistrados.- Hablando de forma despectiva: ¡Cómo se atreven! Vosotros los judíos
¿nos van a enseñar a nosotros los romanos?
Pablo y Silas intentan hablar, pero no se lo permiten. Les rompen las ropas y furiosos
gritan:
Ayudante del magistrado.- Cállense. No hablen hasta que no se les ordene. Nosotros
los romanos hemos conquistado más de medio mundo y vosotros los judíos ¿venís a
enseñarnos qué debemos creer ó cómo debemos vivir?
Magistrados.- Que los azoten con varas. Cuarenta azotes menos uno. Y enciérrenlos en
los calabozos de más al fondo.
Los discípulos murmuran y se lamentan y acaban llorando:
Discípulo 1.- De esos calabozos nadie salió vivo jamás. Están más perdidos que las
armas de destrucción masiva en Irak. Más perdidos que Binladen.
Discípulo 2.- No volveremos a verlos.
Los guardias romanos se los llevan a la fuerza con violencia. Se cierra el telón
Narrador.- 23Después de haberles azotado mucho, los echaron en la cárcel, mandando
al carcelero que los guardase con seguridad. 24El cual, recibido este mandato, los metió
en el calabozo de más adentro, y les aseguró los pies en el cepo. 25Pero a medianoche,
4ª ESCENA.- Pablo y Silas oran y cantan himnos. Los presos los oyen sin entender. El
carcelero duerme tranquilo.
Pablo.- Señor Dios nuestro, te agradecemos que nos hayas considerado merecedores de
sufrir por el evangelio de Jesucristo Tu Hijo. Te alabamos en medio de la dificultad
sabiendo que nada escapa a tu control. Tú eres Dios Todopoderoso y tu autoridad está
por encima de la de los hombres. Si estamos aquí es porque Tú tienes un propósito,
aunque no lo entendamos. Gracias por todo en el Nombre de Jesús. Amén.
Cantan: En medio de la prueba la Iglesia sigue caminando. //
Y nada la detiene para predicar.
Oh, gloria aleluya, la Iglesia sigue caminando....
Narrador: 26Entonces sobrevino de repente un gran terremoto, de tal manera que los
cimientos de la cárcel se sacudían; y al instante se abrieron todas las puertas, y las
cadenas de todos se soltaron. 27Despertando el carcelero, y viendo abiertas las puertas
de la cárcel, sacó la espada y se iba a matar, pensando que los presos habían huido.
Carcelero.- ¿Qué ha pasado? Los presos, ¿dónde están los presos? Se han escapado. Me
van a torturar hasta la muerte. Prefiero morir por mí mismo.
Narrador: Mas Pablo clamó a gran voz, diciendo:
Pablo.- No te hagas ningún mal, pues todos estamos aquí.
Silas.- ¡qué haces mi niño! De eso nada....
29
El entonces, pidiendo luz, se precipitó adentro, y temblando, se postró a los pies de
Pablo y de Silas; 30y sacándolos, les dijo:
Carcelero.- Denme una luz. Señores, ¿qué debo hacer para ser salvo?
31
Ellos dijeron:
Silas.- Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa.
Carcelero.- Gracias. Gracias. Vengan conmigo, les llevaré a mi casa, les vendaré las
heridas y haremos fiesta, pues me han salvado la vida y el alma.
Se cierra el telón.
5ª ESCENA.-
En casa del carcelero...
Pablo.- Creer en Jesucristo, el Hijo de Dios es la mejor decisión que habéis podido
tomar en vuestras vidas. Pues en él, no sólo tendréis perdón de pecados sino que además
os dará vida abundante.
Carcelero.- Gracias, hermanos por ayudarnos a creer a mí, a mi esposa, hijos y criados.
¡Qué bueno que nos has podido bautizar! Así ahora es como si hubiésemos vuelto a
nacer.
Silas.- Claro mi niño. Esto es lo que Jesús le dijo a Nicodemo. Si quieres ver el reino de
los cielos debes nacer de nuevo. Lo que pasa es que el Nico no se enteraba de nada.
En ese momento, Pablo se vuelve al público y predica.
Pablo.- También a vosotros. Si creéis en Jesucristo, se os perdonarán vuestros pecados.
Y tendréis la oportunidad de nacer de nuevo. Porque todo aquel que cree será salvo y no
vendrá a condenación, pues, ha pasado de muerte a vida. También dice la Sagrada
Escritura que Cristo vino para darnos vida y vida en abundancia.
Esta es la palabra de fe que predicamos también para vosotros que estáis aquí hoy,
Jesucristo es la esperanza de gloria. Crean en él y comiencen una nueva vida.
Se cierra el telón.
Pr. Nicolás García