Hermeneutica Cea
Hermeneutica Cea
Hermeneutica Cea
HERMENEUTICA BIBLICA
1. Introducción
Tanto el pueblo hebreo como el cristiano han sostenido siempre que los textos bíblicos
tienen valor perenne. Pero esta misma afirmación trae consigo un importante problema: ¿Cómo
pueden aplicarse a nuevas situaciones estos textos que fueron escritos en otras épocas, bajo
otras culturas, y que originalmente tenían otras referencias?
También las versiones trataron de adaptar los textos a nuevas situaciones históricas y
culturales, como fue la biblia griega (LXX) en Alejandría y los 'targumim' en Palestina. Los
rabinos elaboraron reglas que se debían aplicar en la búsqueda del sentido de los textos (derásh;
midrásh).
1
Ver, p.e., H.G.Liddell and R.Scott, A Greek-English Lexicon, Oxford-1968, pág. 690
2
"Por hermenéutica bíblica entendemos el arte o la ciencia de aquellas reglas o principios según los cuales puede
asegurarse y exponerse el verdadero sentido de la Sagrada Escritura. La hermenéutica trata más bien de la teoría de
la explanación bíblica, mientras que la exégesis es la aplicación práctica de las reglas hermenéuticas" (John E.
Steinmüller, A Companion to Scripture Studies, 1941; Versión castellana: Introduccion General a la Sagrada
Escritura, Buenos Aires, 1947, págs. 247-248.
3
C.Molari, Hermenéutica y lenguaje, en: L.Pacomio y otros (edit.), Diccionario teológico interdisciplinar,
Salamanca-1985, Tomo I-II, pág. 1140.
1
En el NT hay relecturas en clave cristológica de muchos pasajes del AT (Is 7,14 en Mt
1,23; Is 6,1-2 en Lc 4,18-18; Sal 40,6-8 en Heb 10,2-7; Is 53 y Sal 22 en los relatos de la
pasión, etc.).
Para los antiguos y la escolástica posterior el sentido literal se daba por entendido: era
lo que estaba escrito (la "historia"), de ahí que aparentemente no representara ninguna
dificultad y en los comentarios no tuviera mayor desarrollo. El interés mayor estaba puesto en
los otros sentidos, que muchas veces se resumían en uno solo, llamado 'espiritual' (como
opuesto al literal). El Antiguo Testamento podía ser leído sólo alegóricamente, como referido a
Cristo y a la Iglesia, y algunos pretendían encontrar a Cristo en todos los renglones del Antiguo
Testamento.
En los versos medievales se decía que se debía prestar fe ('quid credas') a lo que se leía
alegóricamente, mientras que al sentido literal se le atribuía solamente el relato de las cosas
sucedidas ('gesta docet'). Pero aquí es necesario recordar el principio que estableció santo
Tomás de Aquino siguiendo a san Jerónimo 4: "De las cosas necesarias para la fe contenidas en
el sentido espiritual, no hay nada que la Escritura no lo tenga en otro lugar en sentido literal"5.
3. El racionalismo
En el siglo XVII Baruj Spinoza estableció la separación entre ciencia y teología. Según
él, la Escritura no contenía nada por encima de la razón. Para su estudio debía ser tratada como
cualquier otro libro de la antigüedad, sin utilizar ningún método diferente, y teniendo en cuenta
solamente al autor humano.
Pero a partir del siglo XVIII, como consecuencia del surgimiento del racionalismo, el
problema hermenéutico adquirió una dimensión nueva y un estatuto filosófico que tiene
vigencia hasta nuestros días.
Así nació el método histórico-crítico para investigar las Sagradas Escrituras, cuando los
criterios científicos se aplicaron a este estudio. Lamentablemente, esto sucedió dentro del
marco dado por el racionalismo, de acuerdo con el cual era necesario despojar a los relatos
bíblicos de todos los elementos sobrenaturales, para poder acceder a la verdad histórica. Por
otra parte, al estar separado de la teología, el método se preocupaba solamente del sentido que
los textos habían tenido para sus lectores originales, sin ninguna referencia a lo que
significaban para los creyentes actuales.
Debido a los desastrosos resultados a que más de una vez se había llegado con la
aplicación del método histórico-crítico relacionado -en su origen- con el racionalismo, aún
después de la publicación de la Encíclica "Divino Afflante Spiritu" se mantuvo y exteriorizó
una actitud de desconfianza y de rechazo por este método dentro de algunos sectores de la
Iglesia Católica6 y también de amplios círculos del Protestantismo.
Esta actitud de rechazo de toda interpretación crítica del texto bíblico, característica de
las sectas, de algunas iglesias evangélicas y de ciertos sectores católicos, es lo que se conoce
con el nombre de Fundamentalismo7. Los fundamentalistas sostienen que la Biblia debe ser
entendida así como está escrita, no someten el texto a ninguna interpretación, no diferencian los
géneros literarios, y prácticamente reducen todo a un único género que es el histórico.
La amplia difusión que el método histórico-crítico alcanzó entre los católicos a partir de
la Encíclica "Divino Afflante Spiritu", con el acento puesto sobre el sentido literal y el
consiguiente abandono de la lectura espiritual (alegórica, tipológica) de tiempos anteriores,
despertó en algunos la preocupación por la búsqueda de un sentido que estuviera más allá del
literal.
6
Antes de la Encíclica:
Dain Cohenel (seudónimo del sacerdote Dolindo Ruotolo), La sacra Scrittura: Psicologia, Commento, Meditazione.
Obra puesta en el Index el 13-11-1940.
Del mismo Autor es la carta anónima enviada al Sumo Pontífice y a los Cardenales, con el título: Un
gravissimo pericolo per la Chiesa e per le anime. lI sistema critico-scientifico nello studio e nell'interpretazione
della Sacra Scrittura, le sue deviazioni funeste e le sui aberrazioni. Ver la respuesta de la Santa Sede en DS 3792-
93.
Después de la Encíclica:
Card. E. Ruffini, Generi letterari e ipotesi di lavoro nei recenti studi bibliche, L'Osservatore Romano, 24-8-
1961.
7
La denominación se debe a que pretenden defender 'los fundamentos' religiosos puestos en duda o negados por
los investigadores que aplican el método histórico crítico en la interpretación de las Sagradas Escrituras.
1
Mientras algunos hablaban de un "sensus plenior" de los textos8, otros se esforzaban por
retener los elementos valiosos que se encontraban en la exégesis patrística y medieval. Algunos
presentaron esta inquietud en forma de un llamado a retornar a los Padres desechando todo
recurso a los nuevos métodos9, otros en cambio, lo hicieron reteniendo simultáneamente los
aportes válidos que se podían obtener de estos métodos10.
Finalmente, algunos autores trataron de hallar un sentido que fuera más allá del literal,
exponiendo una teología bíblica que pusiera de manifiesto la unidad entre ambos testamentos a
través de un esquema de promesa y cumplimiento, o de nuevas formas de tipología11.
Ninguno de estos intentos ha logrado imponerse entre los exégetas, y tampoco hay
unanimidad entre los autores católicos.
5. El Concilio Vaticano II
Para poder afirmar lo que Dios quiere decir a los hombres, no basta con conocer lo que
expresa un solo autor humano o un texto de la Biblia. Es necesario ver lo que contiene la
totalidad de la Sagrada Escritura comprendida como una unidad, y la clave que permite percibir
esta unidad y esta totalidad es el mismo Cristo, en quien la revelación divina alcanza su
plenitud (ver Nº 2: "...mediator simul et plenitudo totius revelationis exsistit").
2- Tradición viva de toda la Iglesia. Como expone la Constitución "Dei Verbum" en los
números 7-11, la tradición es el contexto vivo de la Sagrada Escritura. La revelación no se
agota en un texto escrito sino que requiere necesariamente el contexto vital.
La Sagrada Escritura surgió dentro del ámbito de la vida de una comunidad creyente, de
Israel primero y de la Iglesia después. En los textos sagrados se expresa la forma en que la
comunidad ha experimentado la presencia de Dios que se revela como Salvador.
Comprendiendo cada vez más profundamente esos mismos textos, y dentro del mismo ámbito
vital de la comunidad, los creyentes van experimentando en sus propias vidas el encuentro con
este Dios que se revela a los hombres "les habla como amigos, y trata con ellos para invitarlos y
recibirlos en su compañía" (Constitución "Dei Verbum", Nº 2).
El intérprete, para percibir correctamente lo que la palabra de Dios quiere expresar a los
hombres, debe sumergirse en esta corriente de la tradición. En la conjunción de texto y vida se
da la percepción de la acción de Dios para con los hombres.
3- Analogía de la fe. El concepto no es original del Concilio Vaticano II, sino que se
retoma del magisterio de los Papas León XIII, Pío X y Pío XII 16. Aunque no existe unanimidad
entre los autores en el momento de definir con precisión lo que se entiende por este concepto,
se puede asumir en una forma amplia diciendo que todos los elementos que constituyen la
revelación divina se corresponden perfectamente unos con otros, en una total armonía, y se
iluminan recíprocamente.
De esta forma, nada hay en la Sagrada Escritura que pueda oponerse a alguno de los
elementos que pertenecen a la fe de la Iglesia. Y por eso mismo, es necesario que cualquier
conclusión a la que llegue el intérprete de la Sagrada Escritura sea coherente con lo que la
14
Los ejemplos más frecuentemente citados son el desconocimiento que tenían los autores de cierta época del
Antiguo Testamento con respecto a la suerte después de la muerte (p.e. Sal 6,6; Qo 3,18-20; Is 38,18; etc.), o las
correcciones que hace el mismo Jesús a ciertas afirmaciones del Antiguo Testamento (p.e. Mt 5,38-42; 19,8-9; etc.).
15
"La economía del Antiguo Testamento había sido principalmente dispuesta para preparar la venida de Cristo,
redentor universal, y del Reino mesiánico, anunciarla proféticamente y representarla con diversas figuras... Estos
libros, aunque contienen elementos imperfectos y pasajeros..." (Constitución "Dei Verbum", Nº 15).
"Dios, inspirador y autor de los libros de ambos Testamentos, dispuso todo sabiamente, de modo que el
Nuevo Testamento estuviera oculto en el Antiguo, y el Antiguo se pusiera de manifiesto en el Nuevo" (Constitución
"Dei Verbum", Nº 16; la frase final remite a un texto de san Agustín: Quaest. in Hept. 2,73; PL 34, 623).
16
León XIII, Encíclica "Providentissimus" (18-XI-1893); (DS 3283);
Pío X, Juramento antimodernista (DS 3546);
Pío XII, Encíclica "Divino Afflante Spiritu" (30-IX-1943); (DS 3826); Encíclica "Humani generis" (12-VIII-
1950); (DS 3887);
1
Iglesia cree y vive, tanto en sentido negativo (no haya oposición o negación), como positivo
(signifique un progreso en la comprensión del contenido de la fe).
6. Hermenéutica existencial
El método histórico-crítico, que despertó gran entusiasmo y que, más allá de sus
excesos, ha hecho mucho bien a la Iglesia, conoció en los últimos años una crisis surgida de la
dicotomía entre exégesis y teología.
Los nuevos planteos sobre la investigación bíblica tienen su origen en los trabajos de
carácter filosófico publicados en el siglo XIX por F.Ast, F.D.E. Schleiermacher y W. Dilthey,
en los que se pregunta por la comprensión y se destaca el papel de la subjetividad.
7. La hermenéutica moderna
Las últimas décadas han conocido un giro hacia lo que se ha llamado 'la nueva
hermenéutica'. Abandonando el sentido que tenía este término en los antiguos manuales
(práctica de la exégesis), hoy se lo entiende como "la ciencia o el arte de comprender un
documento, un gesto, un acontecimiento, captando todos sus sentidos, incluso aquellos que no
advirtió su autor o su actor"17.
R. Bultmann había prestado más atención al análisis existencial del primer Heidegger,
el de "Ser y Tiempo". Pero existe un segundo Heidegger, el de sus escritos filosóficos
posteriores18, en los que estudia la interpretación del ser a través del lenguaje. El ser se expresa
en el lenguaje, independientemente de la intención del autor.
Esta preocupación por el lenguaje ha sido asumida por varios investigadores que la han
aplicado a los estudios bíblicos, dando lugar a una nueva hermenéutica que toma su punto de
partida en la semiótica y en la lingüística. Actualmente se utilizan métodos centrados en el
análisis literario, que se presentan como equivalentes (y a veces opuestos) al método histórico-
crítico. La tarea ya no consiste en analizar las fuentes, ubicar históricamente a los autores,
conocer las circunstancias en que fue elaborado el libro, etc. (lectura diacrónica). Se manifiesta
un cierto escepticismo en el momento de querer llegar a determinar la intención del autor, hoy
inaccesible, y se debe interrogar al texto para que este hable por sí mismo.
1- Para la crítica canónica, nacida recientemente en Estados Unidos20, lo que importa para
llegar a comprender el sentido de la Biblia es el texto canónico así como se lo conoce
actualmente: no es el texto hebreo que reconstruyen los críticos comparando manuscritos y
versiones, sino la forma final que fue fijada por los masoretas y aparece en los manuscritos del
siglo X d.C. Tampoco interesan los momentos de formación de cada libro en particular, ni las
fuentes o tradiciones subyacentes, sino la forma final tal como ha quedado recogida en la
Biblia. No presta interés al reducido auditorio al que puede haber sido dirigido cada libro en su
origen, sino a lo que estos significan actualmente como dirigidos a Israel y a toda la Iglesia.
Para lograr este propósito, algunas de estas corrientes utilizan una hermenéutica que ha
sido criticada en un Documento de la Santa Sede. Se trata de aquellas corrientes que leen la
Sagrada Escritura "recurriendo a una hermenéutica bíblica dominada por el racionalismo"22.
4- En la lectura de la Sagrada Escritura que hacen las sectas se descubren los siguientes
criterios hermenéuticos:
Es característica de estos grupos la actitud totalmente fundamentalista. Se rechaza todo
intento de interpretación del texto bíblico, que es tratado como si hubiera sido escrito sin
ningún condicionamiento de tiempo y cultura y sin diferenciar los géneros literarios.
Hacen una lectura reduccionista y fragmentaria, desde el momento que leen sólo los
textos que interesan al grupo (p.e. apocalípticos), dejando fuera de toda consideración otros
aspectos del mensaje revelado.
22
Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, Instrucción sobre algunos aspectos de la "Teología de la
liberación" ("Libertatis nuntius"), 6-VIII-1984; (AAS. 76 (1984) 876ss.) VI-10.
23
Ibid., X-5.
24
Ibid., X-6.
25
Ibid., X-7.
26
Ibid., X-8.
1
Pierden de vista el aspecto progresivo de la revelación, al apoyarse exclusivamente
sobre ciertos versículos que necesitan ser completados o corregidos por otros (p.e. textos que
según los Testigos de Jehová parecen negar la divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, la
posibilidad de la vida después de la muerte o la eternidad del infierno).
No se admite que pueda haber una mayor comprensión del mensaje revelado, y
consideran como definitivamente fijas e inamovibles las formulaciones y formas de ciertas
épocas (p.e. bautismo por inmersión, ministerios carismáticos, etc.).
No reconocen la insuficiencia y la evolución de las lenguas, y se adhieren al mensaje
revelado tal como es expresado en una determinada traducción, sin admitir otra (p.e. la de
Cipriano de Valera).
9. Alocuciones Pontificias
Al precisar la tarea del exégeta, Pablo VI afirmó que "no consiste.. en explicar textos
antiguos, en relatar hechos de manera crítica o en remontarse a la forma primitiva y original de
un texto o un pasaje sagrado", sino en "presentar al pueblo de Dios el mensaje de la revelación,
exponer el significado de la palabra de Dios en sí misma y en relación al hombre
contemporáneo, dar acceso a la palabra más allá de la envoltura de los signos semánticos y de
las síntesis culturales, a veces lejanos de la cultura y de los problemas de nuestro tiempo".
Sobre este mismo tema hay dos discursos del Papa Juan Pablo II a los miembros de la
Pontificia Comisión Bíblica. Desde 1989 esta Comisión viene estudiando el tema: "La
interpretación de la Biblia en la Iglesia", con el objetivo de elaborar un documento en el que se
examinarán los diversos métodos y aproximaciones utilizadas por la exégesis actual, tratará de
definir las perspectivas específicas de interpretación de la Biblia en la Iglesia y precisará las
relaciones del trabajo exegético con las otras disciplinas teológicas y con el ministerio pastoral.
Juan Pablo II reconoció inmediatamente que no todos los métodos tienen el mismo
valor y han producido los mismos frutos en la Iglesia: ciertos métodos han sido utilizados por
intérpretes no creyentes para someter las afirmaciones de la Escritura a una crítica destructiva.
A la inquietud que estos métodos pueden producir en algunos fieles, el Papa respondió que
había que distinguir entre el método en sí mismo por una parte, y los prejuicios rechazables
27
Pablo VI, Relación vital y conexión esencial entre la Sagrada Escritura y la Iglesia, 14-III-1974;
L'Osservatore Romano [edición en castellano] VI, 13 (274) 31-III-1974; pág. 1-2 (145-146).
28
AAS. 56 (1964) 712-718.
29
Juan Pablo II, La hermenéutica bíblica al servicio de la evangelización, Discurso del Papa a los miembros de
la asamblea plenaria de la Pontificia Comisión Bíblica (7-IV-1989), (L'Osservatore Romano [edición en castellano]
XXI-17 (1060)-(23-IV-1989)-pág. 1 (277).
1
(racionalistas, idealistas o materialistas) por otra."El exégeta iluminado por la fe no puede,
evidentemente, adoptar tales presupuestos, pero tampoco podrá dejar de sacar provecho del
método".
Finalmente, el Papa señaló que todos los métodos tienen sus límites: el exégeta debe ser
consciente de que los resultados de sus investigaciones siempre son relativos. Y terminó
diciendo que todos los métodos, de manera directa o indirecta, deben estar al servicio de la
evangelización. Los exégetas no se deben contentar con estudiar los aspectos secundarios de los
textos bíblicos, sino que deben esforzarse por poner de manifiesto la Buena Noticia de la
salvación.
En el Discurso del 11-IV-199130 el Papa Juan Pablo II recordó que el Concilio Vaticano
II, en su Constitución dogmática "Dei Verbum" (Nº 12), siguiendo las líneas de la Encíclica
"Divino Afflante Spiritu" del Papa Pío XII, aprobó oficialmente el recurso a los modernos
métodos científicos para la interpretación de la Biblia en la Iglesia, puntualizando que esto
sucedió "para aplacar las violentas polémicas levantadas por estos métodos al principio del
Concilio".
El Papa se refirió luego los métodos que se han desarrollado con posterioridad,
poniendo como ejemplo la semiótica, el análisis retórico o narrativo, o el método canónico,
para recordar a los miembros de la Pontificia Comisión Bíblica que era su competencia
examinar y valorar los méritos y utilidad de cada uno de ellos, "sin descuidar nada de lo que
pueda contribuir a iluminar las múltiples riquezas de los textos bíblicos".
10. Conclusión
Desde los orígenes los creyentes se han preguntado por el sentido de los textos bíblicos.
No existe mayor dificultad en determinar los pasos que se deben dar para alcanzar el
significado que estos tenían para sus primeros lectores. Si la Biblia es Palabra de Dios pero
escrita en lenguaje de hombres y según la forma de los hombres, el método para hallar su
sentido original será semejante al que se utiliza para interpretar otros libros antiguos. La gran
polémica sobre el sentido literal de los textos bíblicos parece haber terminado, y ya se ha
logrado una gran unanimidad entre los intérpretes.
Entre los creyentes, nadie niega que la Palabra de Dios expresada en la Escritura es
perenne, y debe impactar en el hombre actual con tanta fuerza como lo hizo la primera vez,
cuando fue anunciada por la boca de los profetas y de los apóstoles y por el mismo Hijo de
Dios. Indudablemente, esto no se obtiene con la sola búsqueda del sentido literal, que sólo
descubre un mensaje dirigido a hombres de otro tiempo y en otras circunstancias.
Así como antiguamente Israel y los primeros cristianos, todos sienten hoy la necesidad
de un método hermenéutico que saque a la luz la perennidad de la Palabra de Dios. Desde
distintas filosofías y por diferentes caminos surgen variados métodos que intentan responder a
esta inquietud. El Papa Juan Pablo II ha señalado que la multiplicidad de métodos que se
presentan en la actualidad, lejos de delatar inseguridad o confusión, son una prueba de la
riqueza de esta Palabra para el hombre actual y de la limitación de la ciencia humana para
captarla en su plenitud y expresarla adecuadamente.