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Biblioteca Nacional de España
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De Libros
(MCNUDENOlíS)

TE R C E R T.IMÓK

D 1S 1-A.

Biblioteca

AMARILLA V VERDE
POll

EL CONDE DE LAS NAVAS


Biblioteca Nacional de España
Biblioteca Nacional de España
Biblioteca Nacional de España
BIBLIOTECA AMARILLA Y V ERDE

PRIMER LIMÓN

UN PÁROLI ( o DJ CUTO E O L IO )

SEGUNDO LIMÓN

NI CARNE NI PESCADO
(C Ü B N T O C U A R E S M A L )
t f / J o iT 29# 1

De Libros
(M E N U D E N C IA S)

TERCER LIMÓN
D K LA-

Biblioteca

AMARILLA Y VERDE
tor

EL CONDE DE LAS NAVAS


AMIGOS Y ENEMIGOS DEL LIBRO

A L EXC M O . SR.

ARQUERO M. HUNTINGTON
Se publicó este trabajo, por ve/, primera, en
a España Moderna, Revista. Madrid, No­
viembre de 1904.
Si por varias razones se cree el hom­
bre el ser más perfecto de la creación,
por otros cuantos motivos es lógico afir­
mar que el libro es la creación más im­
portante del hombre.
Casi tan antiguo como su nobilísima
madre la escritura, fué engendrado por
el deseo innato en todo ser racional, de
proclamar sus sentimientos, sus inven­
ciones y progresos, y de transm itirlos á
los descendientes.
Más que la risa y el raciocinio, el libro
nos distingue del resto de los animales,
que puede que discurran, que segura­
m ente hablan, que cantan, aman, fabri­
can sus moradas, y hasta llegaron á fu­
mar; pero no escriben ni leen.
Ya lo dijo V oltaire en estas ó pareci­
das palabras: «Todo el mundo civilizado
se gobierna por unos cuantos libros: la
Biblia, el Alcorán, los Vedas, las obras
de Confucio y de Zoroastro; y el alma y
el cuerpo, la salud, la libertad y la ha­
cienda, se supeditan y dependen de
aquellas grandes obras; de las de H ipó­
crates y sus sucesores y de los Códigos
civiles y penales.»
Cualquiera que sea la profesión á que
nos dediquemos, nos es imposible p re s­
cindir, según los casos y las personas, de
los registros parroquiales y municipales,
de la cartilla, del devocionario, de muy
varias obras de ciencias y letras, y d e li­
bros mayores y de atentas corrientes, has­
ta que somos despedidos de este mundo
y anotan en un libro nuestra partida.
Desde las versículas de las catedrales,
entre nubes de incienso, hasta debajo de
miserables, catrecillos en los puestos de
ias ferias, cubierto de polvo del arroyo,
en todo lugar y á toda hora, proclama
el libro su supremacía en las cinco partes
fiel mundo civilizado; y tengo para mí
que de la cultura de cualquier población,
chica ó grande, da más cabal idea un solo
Puesto de libros bien abastecido, que un
bosque de chimeneas de fábricas.
Sabidísimo es que el libro, como el
hombre, se compone de espíritu y mate-
cía; que tiene alma y cuerpo. De éste
Principalm ente pienso tratar, y en tal
sentido entiendo por libro, volumen for­
mado de muchas ó pocas hojas, de cual­
quier tamaño y m ateria escriptoria, m a­
nuscritas ó impresas, rica ó pobrem en­
te y con ó sin ilustraciones gráficas, uni­
das aquéllas en tre sí, con portada y ba­
jo cubierta de pape!, ó sin ella. Kilomé­
trica y plomiza resultó la definición, pero
me parece que se acerca á la exactitud.
La encuadernación, propiam ente d i-
cha, constituye el traje del libro, y tam­
bién el único arte del que puede decirse
propiam ente que le embellece en oca­
siones, ya q u e—como hemos de ver más
adelante—figura en prim er térm ino en­
tre sus más encarnizados enemigos.
T ratándose de libros, más que de otra
cosa alguna, puede aplicarse al hom bre y
la m ujer aquello de «dime con quién an­
das y te diré quién eres». Es muy exac­
ta, pues, esta fórmula del D e . G r e g o ir e :
<La maison de l’esprit est, généralem ent,
l’esprit de la maison»; y si al libro «on
peut le considerer comme le m oteur le
plus puissant de la civilisation» *, claro
está que donde los libros escasean tanto
como las peiuconas, no hay que buscar
gran movimiento, ni vida exuberante, ni
riqueza verdadera.

» L a b e s s a d e ( L e ó n F é l i x d e ), IJamour
au Livre. París, 1904, p á g. 33.
Así como al tratarse del culto que rin ­
de á la m ujer amada su novio ó p rete n ­
diente, p o r ideal y respetuoso que sea
aquél, entran por mucho en la cuenta las
condiciones y partes físicas de la novia;
asi tam bién advierto yo ahora, al ir m e­
rend ó m e en harina, lo difícil que va á
serme deslindar los campos, no obstante
haber prom etido, ocuparme, principal­
mente, en el cuerpo del libro, dejando
Para otra ocasión el tratar más despacio
del alma. Claro es, en efecto, que hasta
la más m iserable polilla que barrena por
dos ó tres partes un riquísimo volumen
de las obras de A ristóteles , al par que
destruye el papel ó la vitela, convierte
también en polvo, para quien las ignora,
las sublimes ideas del filósofo. Y, por el
contrario, el más ignorante bibliómano,
el mismo que pudo inspirar la célebre
sátira de L uciano de S aiiosata, presta
m directam ente un servicio á la cultura
universal, adquiriendo el libro, vistiéndo­
le con lujo y preservándole luego en el
estante de todo mal, aunque al realizar
todo esto no proceda impulsado, ni mu­
cho menos, po r el noble afán de instruir­
se, sino pura y sim plem ente por consti­
tu ir con el tomo un núm ero más de la
colección. O tro lector vendrá después
que se aprovechará del espíritu de la
obra, bebiendo su substancia nutritiva, é
im portándole ó no la forma del vaso
contingente de la esencia. Pocos, poquí­
simos son los verdaderos bibliófilos que
aman el libro en alma y cuerpo, po r lo
que dice, por su rareza en el mercado y
por la buena ropa con que aparece ves­
tido. Si á este propósito se preguntara á
D. F rancisco R odríguez Marín : «Después
de las de Cuba, P uerto Rico y Filipinas,
¿con qué gran pérdida nacional cree us­
ted que se cerró la lista de nuestro in­
menso despojo?>, me atrevo á asegurar
‘lúe el ilu stre escritor sevillano respon-
f'eil'a inmediatam ente: «Con la venta de
magnífica biblioteca del M arqués de
■^erez de los C aballeros».
¿Quién es capaz de poner precio al
dIrei al agua y á la lu z , en la naturaleza,
tres cosas que el más hum ilde mortal
derrocha todos los días? Lo mucho que
valen estos dones del cielo sólo se apre-
Cla. como la salud y la libertad, cuando se
P'erden. Por análogas razones, en los
8r andes centros de población, dotados de
bibliotecas públicas, el libro es mucho
,T*enos apreciado que en la aldea, p o r lo
mismo que, de balde, se le encuentra en
ia ciuda(j dispuesto á rendir sus frutos al
Primero que llega.
Ningún o t r o amigo verdadero nos
‘■guarda á todas horas, con los brazos
abiertos y sin im pacientarse jamás. El li­
bio es como caballo ensillado de día y de
n°che, que no tasca el freno, que espera
al jinete, que le deja cabalgar á su anto­
jo y le soporta y le conduce luego hasta
el fin de la jornada, sin tropiezos, ya sea
aquél caballero, ya caballería.
E n tre las cosas humanas, el libro es
siem pre el mismo en su esencia, presen­
cia y potencia, con tal que conserve ín­
tegra la forma. Ni se esconde, ni disimu­
la, ni trueca, ni baraja las verdades que
contiene; para él no hay estaciones más
ó menos propicias, ni horas intem pesti­
vas. A todas luces se entrega hum ilde y
generoso, y se deja m im ar ó hacer añi­
cos sin proferir una queja y sin exigirnos,
antes d e libar sus mieles ó saturarnos
de veneno, preparación alguna; es el úni­
co instrum ento que no necesita tem ple
ni afinación. Para cultivar sus amores y
saborear sus frutos, el rústico y el erudi­
to, el niño y el viejo, no han m enester ni
piernas, ni olfato, ni paladar... ni tan si­
quiera vista; les basta un dedo ó el oído.
Palpando los caracteres de la impresión,
0 con sólo escuchar, es dado hasta á los
ciegos y sordomudos instruirse, deleitar­
se y comunicar con todo el mundo, por
ntedio del libro. El hom bre, ingrato por
naturaleza, lo mismo con él que con la
mujer, no obstante deberles las satisfac-
cionesy las enseñanzas más grandes de la
Vlda, suele abandonarlos con la misma in­
diferencia con que arroja al suelo la coli-
siquiera sea ésta del más rico habano.
Al dem ocratizarse con el progreso,
Perdió el libro muchas de sus buenas
condiciones materiales: de joya pasó á ser
casi artículo de prim era necesidad. El
mal papel, la im presión adocenada, las
Antas ordinarias y las encuadernaciones
criminales, han hecho degenerar la raza,
Yi desde la cuna, la mayor parte de los
libros m odernos de poco precio—y tam ­
bién casi todos los lujosos—traen }ra sus
días muy contados.
Si á principios del siglo x x —que tal
vez se apellide el del autom ovilism o—el
libro puede considerarse aún como im­
portante motor del progreso, la prensa
periódica es, en cierto modo, la correa de
transmisión.
Pues bien: precisam ente en los diarios,
y sobre todo en las revistas con monos,
habrá tal vez que señalar al enemigo ca­
pital del libro. Hace pocos años una p u ­
blicación extran jera abrió amplia inío r-
mación sobre este asunto, entre libre­
ros y editores; y como resum en de sus
averiguaciones, concluyó: «Que le Jour­
nal, gráce aux ressources íournies par la
publicité, dont le role s’accroít sans ces-
se dans notre nécessité m oderne, fasse
au livre une concurrence chaqué jour
plus m eurtriére, en offrant au public, á
un prix. dérisoire et sous les signatures
les plus illustres, des articles, des feui-
Uetons, á la lecture desquels tous les mo-
roents de loisir suffisent á peine: point de
remede! II y a la un phénom éne social
ineluctable» *. El S r . L eón-F élix de L a-
Eessade es del mismo parecer ** y tam ­
bién ha escrito á propósito de «La Crise
óu Livre» M. H . enri B ailliére . Ignoro su
opinión, y no me atrevo á dar la mía,
que en este punto se aparta algo de la de
i b J uan V alera. Creía el tesorero de la
lengua castellana, que la prensa periódi-
cai al menos en España, no es adversa,
indirectam ente, á la producción y á la
venta de los libros. D e todas suertes es­
tán éstos en crisis en el mundo entero, y

* La Revue (Ancienne Revue des Re-


vues), n. 3, i.er Nov.e 1903. La Crise du Livre
en France.
Puede consultarse también el artículo de
üi- P aul M uller , La niévente du livre, pu­
blicado en L'Economiste Franjáis, 19 Octu­
bre 1907.
** C f. p á g .3 5 .
conviene señalar p or dónde puede venir­
les la muerte tan callando, porque es un
hecho que si á la prensa periódica se
considera, ó puede considerársela, ene­
miga del libro p er se, debe de serlo tam ­
bién per accidens, ya que pocas veces
habla de él con verdadero am or y en si­
tio preferente. El libro nace á menudo
de limosna en la revista ó en el folletín
del diario.
Muchos autores le piden amparo y en
las columnas de los papeles públicos dan
i luz la obra que luego adquiere vida in­
dependiente—aunque casi siem pre efí­
m era—en tirada aparte.
E n la n ota bibliográfica q u e va al final
d e e ste artículo, se reg istran sendos tr a ­
bajos de A ndré y G ómez de Baquero, en
los q ue se tra ta d e e ste p u n to c o n c re ta ­
m ente.
¿Quién es capaz de prever los resul­
tados de ¡a transform ación del libro
por el procedim iento microfotografico? **
Al comercio de librería en España vie­
nen, como anillo al dedo, los viejos r e ­
franes; «no hay peor cuña que la de la
misma madera», y «en casa del heirero
asador de palo».
Véanse, á tal propósito, las justas ob­
servaciones del Sr. A tienza y M edra.no y
las noticias de H ispanus como corola­
rio . . . Por fin la siguiente anécdota dara
de ello más cabal idea que cuantas otras
consideraciones pudiéram os c o p i a r ó
aducir por cuenta propia, en prueba de
la verdad que encierra nuestra vulgarísi­
ma observación. El autor de la Bibliote­
ca científica española del siglo X V I pu-

* Véase el B u lle tin de l'I n s titu í In tern a ­


tional de Bibliographie Bruxelles, 1907. Fase.
1-3, págs. 6 y 95- . ,
** L a España M oderna, l.° de Septiembre
de 1904. Lectu ra s Am ericanas.
blicó años hace otra obra, á propósito de
algo así como la dominación española en
Italia. H ubo de leer el libroD . J uan V ale -
ra , y de recom endárselo á D. A lejandro
L lórente . Curioso este señor por cono­
cer la obra, fue el mismo día á casa de
cierto librero de esta Corte, que pasaba
por ten er—como el memorialista de la
zarzuela su m ijita de ortografía para las
ocasiones—puntas y ribetes de bibliógra­
fo y bibliófilo. El académico pidió el
tomo, y el librero le respondió textual­
mente, sin abandonar su taburete detrás
del pupitre... —¿Y para qué quiere usted
leer eso, Sr. D. Alejandro? ¡Si no trae
nada nuevo!...— Y L lórente no com pró
la obra de P icatoste, por dar más crédito
al librero que á V alera.
Desde que ando-á vueltas con ellos,
por razón de mi oficio, los libros en rús­
tica me parecen huevos en fárfara, y un
absurdo im poner al lector el uso de la
plegadera, especie de puñal de Albace­
te, por lo que toca á la integridad }
buen aspecto del volumen ó cuerpo.
Todo libro debería salir de la im prenta
ú oficina editorial vestido, y la encua­
dernación constituir parte integrante del
volumen mismo, como la portada ó el
índice. Luego, el lector que quisiera em ­
perejilarle, podría vestirle desde la vul­
gar y poco artística pasta española m o­
derna, hasta el más rico cuero de Levan­
te, de mucho grano.
Los encuadernadores de todas las épo­
cas y naciones, desde que se inició la
aparición del libro en rústica, han con­
tribuido, en general, á hacer odiosa su
lectura, dificultando que se abra con fa­
cilidad y que pueda sostenerse en una
sola mano; aum entando, sin fundamento
casi siempre, en un doble el precio de
las obras baratas, y ofreciendo por el
exagerado empleo de engrudos fariná-
ecos apetitosa golosina á las polillas; por
fin, con la truculenta cuchilla estropea­
ron millares de magníficas obras de la
antigüedad, m etiéndose en la caja del
texto y m utilando toda suerte de ilustra­
ciones gráficas. Particularm ente en Es-
pana, el mal gusto é ignorancia de los
encuadernadores suele ser omnímodo,
por haber aquí pocos lectores y eruditos
aficionados á aquel arte. Y echemos no
un velo, sino una de aquellas cubiertas
em breadas con que se protege la carga
de las plataformas en los trenes de m er­
c a n c ía s-n o conozco tela más e s p e s a -
sobre los incalificables despojos com eti­
dos en el mundo de los libros por ciertos
coleccionistas de encuadernaciones, me­
jo r dicho, de tapas.
Aunque el consuelo sea de tontos,
conviene advertir que el sabio español á
quien aludo, tiene ó tuvo predecesores
en el extranjero. Por haber constituido
precisam ente una lucrativa industria con
destrucción de libros de toda espe­
cie— exceptuando lo s devocionarios—
Para aprovecharse de las vestimentas,
liego á hacerse célebre en París cierto
inicuo baratillero llamado Quillet, quien
confesaba orgulloso haber desollado más
de 50.000 volúmenes. El sabio, nuestro
compatriota, no hizo sino rep e tir las ha­
zañas de otro que tal francés—M. De-
ro u sse n t,_cuya venta de cubiertas se
verificó en M ontreuil-sur-M er, en Mayo
de 1S60. E l papel—es decir, la obra, el
libro despellejado, en cueros, ó sin cue­
ro—de los más espléndidos infolios, ¡fué
vendido por este coleccionista á la guar­
nición de Montreuil para hacer cartu­
chos ! * .
Por fin, dentro del m aterialism o de la
en c u ad e m a ció n ,/^ ' se y per accidens, las

* Cim (A.): Un Bibliothique, pág. 346.


26

manecillas, cifras metálicas, incrustacio­


nes de toda especie, clavos, botones y
puntas sobrepuestas; enemigos son del
propio libro así adornado, que despierta
la codicia del ladrón, y que está expuesto
siempre á p erd er sem ejantes aderezos,
y enemigos del libro vecino en la es­
tantería, al que suele despellejar cuando
entra ó sale en la tabla.
En nada reparan tam poco bastantes
aficionados á estampas, portadas, fron­
tispicios, cabeceras, colofones y otros
adornos del libro.
Más de cien volúmenes en folio se cus­
todian hoy en el B ritish Museum, forma­
dos po r Juan Bagford con portadas que
íué arrancando de obras preciosas. Y
véase cómo el libro, á semejanza del
sándalo y del incienso, que perfum an el
hacha y el ascua que los abate y consu­
m e—según observaron varios publicis­
tas del pasado y de hogaño—, otorga á
sus verdugos el codiciadísimo privilegio
tle la inmortalidad. Por sólo poseer una
buena biblioteca se hicieron famosas
bastantes medianías á quienes estorbaba
lo negro; por encuadernar sus libros lu­
josamente, por com erciar con ellos, ¿qué
más?, hasta por quem arlos, han pasado á
la posteridad bastantes nombres.
Apropósito de las causas, más idealis­
tas que salvajes, que m otivaron en nues-
b’o país por muchos siglos la fiesta po­
pular de la quem a de manuscristos ára­
bes; recomendamos la interesantelectura
tle Bibliófilos y Bibliotecas en la España
Musulmana, por J. R ibera . Zaragoza, 1896.
Los fum adores p oco c u id ad o so s, los
que tom an ra p é , los q u e h erb o riz a n y se­
can luego flores y hierb as e n tr e las hojas
tlel p rim e r volum en q u e les viene á las
manos, los q u e no lim pian ni los estan tes
m los tom os, los q u e los lim pian m ala­
m ente, los fabricantes d e zam bom bas,
los tenderos de comestibles ordinarios,
las cocineras y amas de casa poco escru­
pulosas que buscan pergaminos y pape­
les para cubrir orzas de m anteca y potes
de confitura, el agua y la humedad, el
polvo *, la grasa, las yemas de los dedos
sucios mojados en saliva para volver las
hojas, los ratones, las cucarachas, el fue­
go y la luz del gas—en tre otros muchos
hom bres, mujeres, plantas, insectos y
elem entos naturales—com ponen el for­
midable ejército de enemigos dispuestos
siem pre á destruir impresos y m anuscri­
tos. La civilización fue concluyendo con
algunos otros que no he m entado. A la
electricidad y á la producción baratísim a
de cintas-metros se debe la m uerte de
las velas de esperma, que solían apagar

* La máquina neumática H arvey, emplea­


da en la limpieza de libros de la Real Biblio­
teca en Madrid desde 1895, es> aunque ya
antiguo, aparato recomendable.
c°n el libro los lectores en la cama, y
fiue los sastres y zapateros hayan dejado
construir tiras, para tom ar medidas, y
contrafuertes para el calzado femenino,
c°n las hojas de los códices, sin perdo­
nar los enriquecidos con iluminaciones
l'e toda especie.
En Santa María de H uerta me refirió
hace años el párroco,que había conocido
a uno de aquellos artistas que se se r-
Vla de un metro ó vara formado con
tr°zos de pergaminos arrancados de los
manuscritos más notables de aquel rico
monasterio, viéndose claram ente en. tal
medida fragmentos de preciosas minia­
turas. Tam bién este caso tiene p rece­
dentes entre nuestros cultos vecinos de
'as orillas,del Sena, en donde el ram o de
zapatería, en beneficio de las señoras,
mrnoló dos millones ó más de volúmenes
Para aprovechar los pergaminos y bada-
uas de las cubiertas.
3
Ni más ni menos que en África. Cuan­
do la Biblioteca de los Califas del Cairo
fue saqueada po r los turcos en el si­
glo xi, parte de los libros, al ser trans­
portados á Alejandría, cayó en poder de
una tribu berberisca, c u y o s esclavos
arrancaron las cubiertas de los volúme­
nes para hacer zapatos ó babuchas.
En ninguna p á rte se encuentra el libro
más seguro que en la biblioteca pública,
bajo la custodia de los que por deber
y m inisterio han de m irar por él como
el buen pastor por sus ovejas. Y aun en
estos grandes estuches no está segura la
joya, pues á más de que en ellos tienen
libre entrada la mayor p arte de los ene­
migos que llevo catalogados, es punto
menos que imposible también, verse li­
b re de los que en casi todas las bibliote­
cas viven como en su propia casa sin
pagar alquiler y comiendo de gorra y
á dos carrillos. Al ocuparse en estos abo-
'Uinables seres que se filtran á través de
<IS tduros, sí que puede decirse con gran
exactitud que no hay enemigo pequeño
lo son, en efecto, con serlo por sil
t;imaño, el anobium perlinax, el eruditus
^S*CK el oecofora pseudo-spretella y las
rrillchas otras especies de gusanos y p o -
’Has que viven en el libro y del libro *,
c°mo en sentido más noble los indivi­
duos del benem érito Cuerpo de Archi-
Ver°s, Bibliotecarios y Arqueólogos, que
r*os guarde.
Poco galante y menos justo se mues-
1:1a el Sr. L abessade, considerando á la
muJ2r, por serlo, enemiga del libro. Ni
'* nienor cultura que tiene en general—
■ n° ciertam ente por su culpa—, ni sus

Son muy interesantes las láminas, repro-


<luiuciones de estos animales, que publica Cim
uu las págs. 25, 33, 35 y 39 del tomo v de Le
Livre . Pan-S) j 9o8- '
protestas, siem pre motivadas, contra el
desorden que introducen en el buen go­
bierno de la cásalos eruditos y publicis­
tas de toda especie, tiempos y países;
justifican, á mi modo de ver, la acusa­
ción de aquel escritor, fundada, casi en
absoluto, en calumnias que propalaron
muchos otros que, á más de no cuidarse
de instruir á sus señoras mujeres, para
tiranizarlas fácilmente, acuden siem pre
tarde y refunfuñando al décimo aviso
de: «Fulano, la sopa está en la mesa».
Tampoco estamos conformes co n q u e
«le livre purifie ce q u ’il tuche», afirma­
ción traída por los cabellos para discul­
par y enaltecer á la Du Barry y á otras
fa vo rita s, que tuvieron el capricho de
reunir bibliotecas notables, como hubie­
sen podido coleccionar botes de perfu­
mería. Ni refregándoles uno por uno to­
dos los volúmenes que com ponían y
componen las bibliotecas de Alejandría,
'leí Museo Británico y la Nacional de Pa­
ns, rné parece que se conseguiría puri-
ficar a ciertas señoras que todos conoce­
os: el crisol ó la colada tienen que ser
<ltlos- Nuestros vecinos padecen de muy
ant;guo del incurable achaque de hablar
del •
1 trunido entero circunscribiéndole á
r'*ncia. «C’est tout le xvm e siécle», de-
^reta el Sr. L abessade porque se le anto-
Ia) después de discurrir demasiado lata-
etIi:e á. propósito de cuatro pamplinas.
^'°n todo ello, parécem e que da pruebas
ser un enamorado del libro algo em ­
Palagoso y superficial, á la m anera de
Sos conquistadores que desgastan el
^ipedrado público persiguiendo á las
d ije re s que van solas, hasta encerrarlas,
y - luego no se atreven á pasar del p o rtal.
De muy antiguo viene repitiéndose el
‘liorna: «es más fácil quedarse con un
^'hro que con su contenido»; esto por lo
fiue respecta al espíritu, pues por lo que
hace á la materia, son los libros vehículo
de muchas y graves enfermedades, y á
propósito de ello se publicaron en Espa­
ña y en el extranjero diversos trabajos.
El préstam o de aquéllos tiene, pues, e n ­
tre otros muchos, este peligro más: es
expuestísimo el trato con libros que an­
duvieron en muchas manos, como el de
las m ujeres que tienen comercio con
todo el mundo. El préstamo, en todos
sentidos, es grande enemigo del libro; y
así como «el duelo del vivo», al decir de
Quevedo, «comienza en el almirez del
boticario», así también, desde el instante
en que el volumen sale del poder de su
legítimo dueño, puede ya darse por p e r­
dido. «¿Por q u é no presta usted nunca ni
el más insignificante folleto de su biblio­
teca?», preguntaron á cierto bibliófilo,
hom bre sum am ente liberal.—-«¡Pues p re ­
cisamente porque la he formado con li­
bros que me prestaron!»
E ntre nosotros — soy testigo de varios
casos — se llega á solicitar del amigo, y
aun del librero, el préstam o de dicciona­
rios de consulta diaria, como lo son el de
'a Lengua y los de B ouillet ó L arousse.
Por fin, tiene el libro un enemigo no­
vísimo, el automóvil, expresión genuina
('el apresuram iento en que vivimos, que
más se com padece con el diario que con
cl volumen, por folleto que sea; ¡cualquie­
ra lee de viaje ó de paseo en aquellos
coches petroleros! Los eléctricos urba­
nos son la excepción, y en ellos sí puede
hacerse, con más comodidad aún—por
1° que atañe á velocidad y movimiento
~~que en las antiguas galeras aceleradas.
Una no insignificante bibliografía, ex­
clusiva de amigos y enemigos del libro,
pudiera form arse, como observa muy
hien el Polybiblion de Agosto de 1904 *

* Pág. 183, part. litt.


de volúmenes, folletos y artículos de re ­
vistas y diarios que, con más ó menos
variantes y amplificaciones, tratan del
asunto. Y po r no perder nosotros la cos­
tum bre, como apéndice del presente ar­
tículo, damos una nota, sin verdaderas
condiciones científicas de bibliografía,
com prensiva de algunas obras de aquella
especie.
Pocos fueron y pocos son los espíritus
cultos que le rindieron de verdad al li­
bro, en comparación con las muchas al­
mas de cántaro que le despreciaron sin
p«ii3i m ientes en él o, lo cjue es peor,
después de sacarle el jugo. Alejandro de
Macedonia y Ahmed-ben-Alí-Cumi, cons­
tructores respectivam ente de una sun­
tuosa caja para guardar L a Iliada y del
Mihrab de Córdoba, como estuche de un
Alcorán que había pertenecido al califa
Omar; tienen pocos im itadores. E n cam­
bio, la abominable raza de los Am rú se

Biblioteca Nacional de España

J
Multiplica tanto como los mosquitos en
!°s pantanos, y no habrá quien la aniqui­
le m ientras el mundo exista.
Después de todo, puede que sea un
bien para la cultura: quizá convendría
c‘e cuando en cuando un expurgo y que­
Ma como la de la biblioteca del hidalgo
Manchego, entre los diez millones de li­
bros que existen, según cálculos, del
Sr. G. V ander H alghen en Livre de De-
1nain. Se nos antoja, sin embargo, que
Uadie había de oponerse á que en las
escuelas d e instrucción prim aria, así
como se dan, ó deben darse, á los niños
Uociones de urbanidad, y convendría en­
señárseles, al par que el manejo del fu-
s,l, el de los cubiertos en la mesa; apren­
diesen tam bién som eram ente cómo se
construye el libro y cómo hay que ves­
tirle y tratarle, ya que, por desgracia,
entre nosotros no es camarada, sino p e r­
sona de mucho cumplido. Dígalo si no la
triste estadística que el D r . T hebussem
hizo á propósito de los lectores que tie ­
ne el Quijote en España, en una crónica
dirigida al Sr. V iscarti, de Milán, y que
lleva p o r título Admiraciones y Estadís­
ticas.
Y con esto doy aq u í p u n to , tem e ro sí­
sim o de qu e los lib ro s y el le c to r, p a ro ­
diando á N arciso S erra cuando se q u e ja ­
ba de C amprodón, exclam en:
Navas, nos has desojado
con este artículo huero;
pudo ser vaso esmaltado
y resultó vil puchero.

N ota bene.—Sin atreverme á clasificar el


caso entre los amigos ni los enemigos, llamo
la atención del lector sobre la estupenda no­
ticia que trajo A B C el 24 de Abril de 1908,
en el artículo «Visto y oído». Dice que en un
kiosco (?) de la calle de Alcalá se venden libros
á 4. pesetas el kilogramo.

-
SOBRE

a m i g o s y e n e m i g o s d e l l ib r o

1• Alambert (D1).— Observations sur les


insectes qui rongent les livrcs.

2. *A lkan. —Les livres etleurs ennemis.


París, 1883.
3- André (E loy L uis). —E l libro, la re­
vista y el periódico en España. La
España jModerna, Agosto 1906.

* Los artículos que llevan * están ex­


tractados del precioso libro de A lbert Cim
Cu Bibliothique, París, 1902, obra premiada .
Por la Academia Francesa, y que ha merecido
c°n justicia que E. C. Gandot la llame poema
en el juicio crítico que le dedicó en el Poly-
blion, part. litt. Noviembre 1902, pá¡
4 - * A nnuaire du bibliophile , du biblio-
thecair e ct de l archiviste, p a r Louis
L acour. París, 1860, 63.

5- B ibliophile franjáis (L e). — Gazette


illustréc des amateurs de livres...
1868-73.

6. Bibliophile illustré (L e ), texte et


gravares, p a r T h. B erjean.

7. B ibliofilia ( L a ). —Periódico que se


publica en Italia. 1904.

8. B ibliophilie (L a) .—Periódico. París,


1882.

9 - BiBLiOMANiE(DELA).-LaHaye, 1761.

10. *B lades (V illiam ). — Les livres et


leurs ennemis (traducción del in­
glés). París, 1883.

11. Bollioud-Mermet . — D e la biblioma -


n ü .E l Haya, 1765; 2.a ed., 1865.
■2. B runet (Jaq. C harles). —M anuel du
libraire et de l'amateur de livres...
París, 1820.
*3 - ---------París, 1860-65.

>4 - *B ulletin du bibliophile et du bi-


bliothécaire , revue mensuelle. Pa­
rís, 1834.

*5 - Bury (R ichard d e ). — Philobiblion.


■856.
C im (A lbert). — Amateurs et voleurs
de livres. 2 plates. 1903.

‘ 7 . C ohén (H enry).— Guide de l'amateur


de livres a vignetes. París, 1880.
’ 8- * C 0 URRIER DES BIBLIOTHÍQUES ET DES
amateurs de hvres (mensual). Pa­
rís. Fundado en 1901.
■9 - C hevremont (F. M arat). — Index du
Bibliophile et de V amateur de pein-
tures, gravares, etc. París, 1876.
20. D eschamfs (P.) et Brunet (G.) —M a­
nuel du libraire et de l'atnateur de
livres. Supplement. París, 1778-1880.

21. * E nnemis des livres (L es). — Suite


d’articles anonymes hum oristiques
dansAe Magazinpittoresque. Années
1873, 75 . 76, 78.

22. E nemies of Books (T h e ) . — W ith a


Preface by R ichard G arnett , C. B.
Illustrated by Louis G unnis, and
H. E. Butler. 1896.

23. * F ertinault (F.)— Les amoureux du


livre (sonetos de un bibliófilo). Pa­
rís, 1877.

24. G ómez de B aquero (E.)—De cómo de­


berían hablar de los libros los perió­
dicos diarios. Artículo publicado en
Cultura Española, revista trim es­
tral. Noviembre 1906.
25 - H aulbert (C.)—Les insectes ennemis
des livres (leurs moeurs; moyens de
les detruire). París.

26- I nsectos enemigos de los libros (L os).


— L a España M oderna, i,° de Abril
de 1904.
27 - J a n in (J u l e s ). — L'amour des livres.
París, 1866.
L abessade (L eón -F élix m ).-L 'am our
du livre. París, 1904.
a9 - L acroix (Paul) . — L es amateurs de
vieux livres. París, 1880.

3 0. * L e P etit (J ules).— L ' a rtd 'a itn er les


livres el de les connaxtre. París, 1884.

3 1. * L ivre d u bibliopiiile (L e). — O bra


a trib u id a á M. A. L emerre . París,
1874.

32. Maillard (F.)—Lespassionnés du l i ­


vre. París.
33- *M oüravit (G ustave).—L eliv re etla
Petite Bibliot'eque d'amateur. París,
1870.

34. *M ulsant (É tienn e ). — L es entumís


des livres. Lyon, 1879.

35. N odier (C harles).— Bulletin du Bi-


bliophile.

36. --------- L'amateur de livres... París.

37. * P iot. — Gabinet de Vamateur.

38. *P eignot (G abriel ). — M anuel du


bibliophile. Dijon et París, 1823.

39. *Q uetin Bouchart (E rnest ) . — Les


fem m es bibliophiles de Lratice. Pa­
rís, 1886.

4 0. R is - P aquot. — Guida practique du


restatírateur - amateur de tableux,
gravares... reliares et livres. París,
1890.
4 i- R obida (A.)— Contes pour les Biblio-
philes. París, 1895.
42. R ouveire (C .) — Connaisances néces-
saires a un bibliophile.
43- S ieurin (J.) — M anuel de Vamateur
d'illustrations. París, 1815.
44. * T echner (J acques-Joseph). —Histoi-
re de la bibliophilie. París, 1861-64.
45- * T enant d e L atour.—M emoiresd'un
bibliophile. París, 1861.
46. Uzanne (O ctave). — Caprice d 'u n bi­
bliophile. París, 1878.
47- ----------Dictionnaire bibliopliilosophi-
que, typologique, etc. París, 1896.
4 ®- V icaire (G.)—M anuel de Vamateur de
liares d u X IX ‘ siecle. París, 1891-1893.
49- Y re -P lessis (R.)—P etit E ssai de bi-
blio-lherapeutique ou V a rt de soigner
et resiaurer les liares vieux ou m a-
lades. París, 1900.
é
AVISO Á L E C T O R E S

A L ILM O. SR.

D. WENCESLAO E. RETANA
Se publicó este articulejo por vez primera
en la revista intitulada Album Salón. Barce­
lona, 16 de Noviembre de 1901: luego, aumen­
tado y corregido, con el título de Erratas, en
Gutenberg, Revista de las Artes Gráficas, nú­
mero 2, Madrid, 1904. Lo reprodujeron varios
otros periódicos como el Diario de Cádiz,
el 24 de Junio de aquel año.
La letra de molde disfruta del mismo
Erísim o privilegio que muchos sabios
Políticos: hacen más mudanzas que la em ­
presa de Federico D elrieu, y, sin em bar­
go, no llegan jam ás á desacreditarse por
c°m pleto.
Desde sus comienzos, la maravillosa in­
u n c ió n de los caracteres movibles fun­
didos, difundió el pensam iento humano
Por todo el universo y, también desde el
Principio, viene esclavizando el juicio
del vulgo que cree á pie juntillas cuanto
ie dicen impreso.
Los libros sagrados ofrecen ya textos
depuradísimos, y muchas son tam bién las
guías que hay á mano para viajar con fru­
to p o r ellos. En cambio, la mayor parte
de las obras antiguas de historia profa­
na, ciencia que se aprendió á escribir en
nuestro tiempo, necesitan som eterse al
fiel contraste de la investigación docu­
mentada.
Por esto me ocurre que tal vez no es­
taría de más que se publicasen á menudo
en revistas, boletines y diarios de mucha
circulación, Avisos d los lectores como los
que, en beneficio de los navegantes, apa­
recen en la Gaceta rem itidos por el D e­
pósito Hidrográfico del M inisterio de
Marina. Merced á aquellas noticias, ya
depuradas, todos los que en España sa­
ben leer podrían evitar, en el mare mdg-
num de los libros antiguos y modernos,
innumerables escollos.
La fe—buena y mala;—el patriotism o
exagerado; la vanidad erudita, que p re ­
sume aprovecharse, como le conviene,
de filones desconocidos del común de los
mortales, y el poco esmero, en fin, de
cuantos intervienen en la formación del
libro; los plagaron de errores de toda
especie, que las generaciones sucesivas
Van acarreando como el escarabajo sus
•nmundas pelotillas.
Conviene advertir que no me refiero
Precisamente á la relación de cosas estu­
pendas entre las que pueden citarse en
Primer térm ino los milagros de toda es­
pecie que lo son, ó lo parecen, en más de
Un 50 por 100, á causa de nuestra gran
'gnorancia. Es frecuentísim o el mofarse
de los escritores exageradam ente piado­
sos de todos los tiempos, atribuyéndoles
la invención de aquellas que se nos figu­
ran maravillas.
¿Por qué San Simeón, monje, viviría
trein ta y siete años sobre una colum na—
dicen—privando de su conversación ad­
mirable á los coetáneos?
¿Para qué había de tragarse San Nor-
berto una peluda araña, que le cayó en
el cáliz después de consagrar, y que lue­
go echó por las narices estornudando?
Sobre que para Dios no hay nada im­
posible, no hemos de ser tan soberbios
que neguemos desde luego todo aquello
cuya fácil explicación no se nos alcanza.
Y como quiera que ello sea, el relato de
estos y de otros muchos maravillosos su­
cesos, en nada perjudica al historiador ni
á sus lectores. C rea ó no cada cual, en la
medida de su inteligencia y de su fe, todo
lo que no es de ella, y adviertan los que
no la tienen que las historias profanas
están plagadas también de muchísimos
milagros de incom prensible finalidad.
Yo confieso que envidio la honrada
conformidad de D. J osé D aza, famoso tra ­
tadista taurino, que cree bajo la pala­
bra del P. N ierenberg , que un buey en­
señó el credo á un rústico.
E n esto de no tragarse bolas (si lo son)
y referir de visu otras, al parecer mayo­
res, ofrece un ejemplo estupendo Don
Luis Z apata en su entretenida Misce­
lánea. Oigámosle: «Mas muy mayor ma­
ravilla es lo que me contó un caballero
(no sé si como principal fué verdadero)
que cayó un mozo en un charco y pien­
so que decía que él, y que entró tras
el un ayo y perdió al en tra r unas chi­
nelas, y sacando al ahijado ya atónito del
agua, sacó el mogo las chinelas del ayo
Puestas en los pies, jurábamelo él; mas
yo no daré por este juro á catorce mil el
■Pillar.»
En cambio, cualquiera ofrecería cinco
duros lo menos por cada nuez de las que
daban los cipreses en la Mejorada en
Lempo del propio Zapata, que sigue ha­
blando... «cortó tres ó cuatro nueces al
través y á la larga, y siem pre se hallaba
la V erónica de N uestro Señor en la nuez
cortada, de que fuimos muy maravilla­
dos.»...
R epito que nada de esto debería, en
mi entender, proporcionar materiales
para los Avisas que propongo.
Es sabido que abundan los centones
compuestos con historias prodigiosas y
entre ellas ocupan lugar p referente las
que en francés escribieron P edro B onis-
tan, C laudio T esserant y F rancisco B e -
lleforest , traducidas en rom ance caste­
llano por A ndrea P escioni, vecino de
Sevilla.
E n los Avisas deberían, sí, figurar en
prim er térm ino los referentes á errores
históricos ya depurados, como lo es, por
ejemplo, la noticia tantas veces impresa
de que el Cid fué notable toreador. Y
confieso que por otra parte me en triste­
ce bastante que la investigación erudita
deshaga, como azucarillo en el agua, poé­
ticas leyendas del género de la del Cas­
tellano de Vivar. Que no m e conformo,
pongo por caso, con que no sea cierto
que Cortés quemó sus naves y la Reina
Católica empeñ ó sus joyas para ayudar al
descubrimiento del Nuevo Mundo.
Pero ¿qué hemos de hacerle?; hay que
darse por muy contentos con que la ver­
dad resplandezca, y es muy posible que
dentro de algunos años esté probado
que Lucrecia Borgia fué dama piadosísi­
ma, excelente m adre de familia y de co­
razón más tierno que los polvorones aca-
baditos de salir del horno.
E n cambio, tampoco encuentro im po­
sible que la crítica nos dem uestre con
documentos irrecusables que Doña Isa­
bel I de Castilla no pasó de ser una infe­
liz neurótica. No hará seis años que un
sabio amigo mío (Dios le tenga en su glo­
ria) me habló de ciertas curiosísimas car­
tas cruzadas en tre aquella Señora y la
Santa Sede, papeles que existen en un
archivo de Venecia y que pueden pro­
porcionar base, según él, para juzgar un
tanto chiflada á i a m adre de Doña Juana
la Loca.
Mientras que publicistas de esta espe­
cie escriben restando novelas de la his­
toria, hay otros que las suman.
El patriotism o descarriado que inspiró
la formación y publicidad de los fa lso s
cronicones tuvo la culpa también en nues­
tros días de que, un escritor liberalísimo
y anticlerical,incluyera en el diccionario
de hom bres ilustres de su región, á va­
rios de los Santos (?) inventados en aque­
llas fábulas. ¡Á los Avisos con ellos!
H ay algunos libros de viajes que están
plagados de noticias disparatadas.
Escribía H umboldt el suyo por Espa­
ña, tomaba notas en el campo, y hubo de
preguntar á un rústico que acababa, p re­
cisamente, de machucarse un pie con el
azadón:
—Dígame usted, amigo, ¿cómo se lla­
ma aquella venta?
—¡La venta de la p...iñata!, respondió
labriego, como hubiese podido contes­
tar: «vaya usted á escardar cebollinos».
H umboldt e sc rib ió e n su c a r te r a e l
n o m b re d e la v e n ta , y así c o r r e im p re s o
d e s d e e n to n c e s .
En m ateria de etimología es el cuento
de nunca acabar. Para m uestra, un bo­
tón: nada menos que un respetable rec­
to r que fue de la Universidad Central,
tiene averiguado, y así lo dió á la estam­
pa, que «por las gentes sirias, se dice
serias». ¡¡Guasón!!
Me parece que fué S tirling quien, á
causa de una errata, refiere que Carlos II
celebró sus desposorios en Quintanapo-
7/a, en vez de Quintanapalla, tristem ente

célebre en nuestros días po r un choque


de trenes.
P or otras de mayor cuantía, un revis­
tero de salones nos cuenta que «los due­
ños de la casa echaron el recto, aquella
noche, agasajando á sus amigos»; y en la
necrología de un señor Académico y
Consejero de Estado se lee que era un
perfecto caballo.
E n una obra de devoción, que por
cierto se hizo rara, se dice:
«Ici 1’ oíficiant ote sa culotte» (por ca-
lotte), y al im prim ir la conferencia que,
en 1898, dio un notable arquitecto espa­
ñol en su Sociedad Central, com pusiéron­
le los cajistas:
...«á la m anera que en la antigüedad se
em pleaba á los esclavos en los trabajos
más penosos, y en la Iglesia prim itiva á
los energúmenos para la limpieza de la
casa del Señor»...
Son «1.633 las notas con que D o n J uan
E ugenio H artzenbusch, corrigió ó trató
de corregir las erratas que hay ó que se
supone que hay en las muchas y sucesi­
vas ediciones que se han hecho del Qui­
jo te desde que por prim era vez salió al
mundo de casa de Juan de la Cuesta» *.
P or último, recuerda el D octor T he-
bussem , que existe un libro entero com­
puesto con las erratas notadas en las
obras dei C ardenal B elarmino. En cam­
bio, «la fe de erratas de los Comentarios
de E steban D olet sobre la lengua latina,
no salva más que ocho, y eso que la obra
consta de dos volúmenes en folio. En el
tratado de Asse, de B udé , impreso por
V ascosan, no se encuentran más que tres
erratas, y en el de Subtilitate ,deCARDANO,
( ‘ 5 5 7 1 en 4.°), ninguna. Pero tales casos
son tan rarísimos, que se citan como
prodigios» **.
El colmo, digo yo, que será com eter­
las en el pie de impresión, y «se dan ca-

* Valera (J uan), Florilegio de Poesías cas­


tellanas del siglo X X ... Tomo v.:—Madrid...
1904, p á g . 274*
** E. Oliver, Guía de Bufete. Barcelona,
1891, p á g . 318, nota.
sos» » . P ero no p a ra aq u í al c u e n to ,p u e s
h ay q uien al d ar algunas reglas p a ra c o ­
rre g ir p ru e b a s , deja p a sa r nada m enos
q u e dos erra ta s en el no m b re d el in v e n ­
to r d e la im prenta, G uttemberg en vez
d e G utenberg **»; lib ro q u e las tie n e en
la p ro p ia Fe...*** a u to r q u e las deja p asar
e n un párrafo en el q u e acusa á o tro
p u blicista de com eterlas... ¡q u é más! no
falta q u ien so stien e q u e en la p o rta d a
del Diccionario de la Lengua Castellana,
de la R eal Academia Española, décima-
tercia edición , se desliza u n a e rrata.

* V. Elogio Fúnebre de Su Santidad


León X III, pronunciado por D. Luis Calpe-
na ... Madrid, 1903.
** Cf. O liver, pág. 318.—Según el mismo
autor, «el primer libro que salió con fe de
erratas es un Juvenal en folio, impreso en
Venecia el año 1472; la fe de erratas tiene dos
páginas». Cf. 319.
*** Guardiola Valero (Elíseo), Impor­
tancia social del Arte. Madrid, 1906.
¡En fin, pidamos á Dios que huyendo
del perejil no nos salga en mitad de la
frente! Q uiero decir, que bueno fuera
que este articulejo resultase plagado de
ellas.
¡Ojo, señores cajistas!
Biblioteca Nacional de España
CONFÉRENCE B IB LlO G R A PH IgU E IN TER N A TIO N A LE

Deuxiéme scssiott. —B ruxelles , iS g j.

SUR L’INDICATION DU FORNAT DANS LES FICHES


Se publicó primeramente en el Bulletin de
VInstituí Bibliographie, Bruxelles, 1897, fas­
cículos 4, 5 y 6, pág. 210. De este trabajo se
hizo tirada aparte de 12 ejemplares. Se repro­
dujo en la Revista de Archivos, Bibliotecas y
Museos, Abril, 1898. Sobre el propio asunto
debe consultarse en dicha Revista el número
de Junio, también de 1898.
Les exigences des érudits et des b i-
Hographes modernes, pleinem ent justi-
fiées par les grands progrés accomplis
Par la bibliologie, conseillent d ’adopter
un systéme uniforme et universel pour
la description des diverses parties inté-
l'ieures et exterieures du livre.
Parmi les plus im portantes qui doi-
vent figurer dans la fiche bibliographique,
se trouve le format du livi'e ou du docu-
oient décrit, signalement des plus diffi-
Clles á déterm iner d ’une maniere uni­
forme; dans les anciens livres, á. cause de
la diversité de la grandeur du papier en
usage dans chaqué pays ou de la m atiére
eniployée (parchemin, velin, etc.); dans
les m odernes, á cause des progrés obte-
nus-dans la fabrication du papier.
Les bibliothécaires, les libraires et les
am ateurs ont toujours indiqué un signa-
lem ent si im portant, les uns sim plem ent
de visir, les autres par la signature des
feuilles imprimées.
Je crois nécessaire d ’adúpter un sys-
tém e uniforme pour signaler la gran-
deu r en form at de la feuille ou du livre
en indiquant la partie im prim ée — com-
pren an t les espaces laissés en blanc dans
les manuscrits ou imprim és de plus
d ’une colonne—et la grandeur totale de
la m atiére em ployée depuis le pli au
bord dans la feuille volante, ou depuis
la partie collée au bord extérieur dans
le livre.
Le procédé le plus graphique serait le
m eilleur á. mon avis.
J ’ose done proposer á 1’examen de
l’illustre e t savante Conférence Biblio-
graphique Internationale l’adoption dan s
les fiches bibliographiques d ’une re p ré -
sentation de ces différentes mesures ex ­
prim ée en millimétres, de telle sorte,
que le lecteur de la fiche puisse avoir
une idee exacte du format du livre ou
du manuscrit.

EXEM PLES:
In nomine: Domini \ nsi Jh v X p i • incipit líber canticorvn i de toto
circu lo anni ] — E ra T • nonagessím a séptim a • C a n ticv Esaie
P ro p hctc — [Al fin] in lego tua et in o p c rib ’ et in m anib’ tuarum te
au xilian te semper
4° PerS'*) al verso del i " fol., y en tinta roja, va el titulo en letras
cap itales, el texto en m inúsculas, salvo m uchas capitales policrom as
figurativas y versales en rojo.

Biblioteca Nacional de España


F iche d ’incunable:
r D u r a n d u s (G u ill.) ^
1450 In cip it raconale divino officio ... [A l fin] ... P er Johanne fus
c iv e M aguntinus E t petru Gernsaheyn C lericum d iocess’ em s-
dcm - A nno dñi M illesim o quadrigentesim o quiquagesim o-
nono. S ex dic O ctobris.
F o l. a dos cois. got. capitales policrom as y otras en rojo, asi
com o el colof., las apostillas O'
'-O
y las cabeceras de las planas.
157 hojs. de perg.

Biblioteca Nacional de España


[26 _ i 459 — Durandus (G uill.)]
A lc e g a (J u a n de) 687
1580. L ib ro de geom etría, p ratica, y tra^a, el qual trata de lo tocan­
te al officio de sastre ... Com puesto por Joan de A lq e g a
... im presso en Madrid en casa de Guillerm o D rou y ... A n o
de 1580.
8.° men. ap ais. con grabs. 104 hojs.

Biblioteca Nacional de España


[687 — 1580 — A lc e g a (Juan de']
r F ic h e d ’un liv re o rd in a ire :

K e m p is (T o m á s ) 24
1851. D e im itatione C hristi, libri quatuor auctore Thom a a K em p is.
Editio stereotypa.
T o rn a d . E . P relis, J. Casterm an et filiorum. 1851. 64o ed. m i­
croscóp ica. A nteport. port. ■ +■ 5°9 págs.

Biblioteca Nacional de España


[24 — 1851 — K em pis (Tom ás)]
LIBROS ESPAÑOLES DE SASTRERÍA

Á D . F E D E R IC O P E Ñ A L V E R Y S A IZ
kn la Revista de Archivos, Bibliotecas y RIu-
seos, Junio de 1903, se publicó por vez prime­
ra este estudio.
A la cabeza de los Libros raros y cu­
riosos, y e n tre los que figuran ó no en
el magnífico Ensayo... formado con los
apuntam ientos de D. B artolomé Jo s é G a­
llardo , pueden colocarse, sin que nadie

se atreva á disputarles el puesto, los de


Geometríapractica y traya que tratan de lo
tocante al oficio de sastre. Antiquísima es
en España, como en todo el mundo que se
viste, la prosapia de los alfayates ó gente
de aguja y tijeras: como que la profesión
de estos menestrales, tan zaheridos por
nuestros poetas satíricos, debió de nacer
poco después de ser arrojados del paraíso
nuestros prim eros padres. La fundación
en Oviedo, en el siglo xm, de la «Cofra­
día de Nuestra Señora de la Balesquida»,
la de «Santa María Magdalena» en Barce­
lona, la Capilla de los Sastres en la Cate­
dral de Tarragona, la noticia de la bande­
ra que usaba otra de estas herm andades
en Sevilla, noticia publicada po r D. José
G estoso ; varios fueros como el de Cáce-
res, distintas Oí-denatizas, entre ellas las
mencionadas por D. J uan C atalina G ar- •
cía , en los Datos bibliográficos... acerca
de la Económica matritense; las agre­
miaciones más modernas cual es la lle­
vada á cabo en Valladolid por los del ofi­
cio en 1828, y la existencia en Madrid,
desde hace cuarenta y un años, de una
sociedad de maestros sastres intitulada
L a Confianza; docum entos son de im­
portancia, en tre otros muchos, para tra­
zar el árbol genealógico de estos tan ne­
cesarios artesanos que son tales, según
Q uevedo, «que para llam ar á la desdicha
peor nom bre la llaman desastre del sas­
tre». Pero con venirle al galgo tan de
atrás el ser rabilargo, es lo cierto, al m e­
nos que yo sepa, que los sastres españo­
les no lograron, como acontece á los de
otras tierras, sobre todo en Francia, ha­
cerse famosos en el resto del mundo ni
aun en la época de nuestra mayor gran­
deza y poderío nacionales. Y no se me
alboroten por esta aseveración los respe­
tables é ilustres manes de Juan de Alce-
ga, Martín de Andújar, el Sastre del Cam­
pillo ó del Cantillo y el menos conocido
H am ete Berengeli que tanto se distin­
guió, según cuenta en su manual H. P e ­
reda, en la hechura de las caperuzas. E s­
tos singulares artífices, como en nuestros
tiempos los Utrilla, Juan Cruz, Caracuel
y Alcaide, Pepe el Gallego, Peñalver y
otros—por no hablar sino de los difun­
tos—son excepciones que confirman mi
regla general, porque es un hecho que
en el com er y en el vestir los españoles
fueron siem pre sobrios ó atrasados. Por
6
esto precisam ente son más interesantes
los cuatro libros de sastrería en que voy
á ocuparme.
Es el prim ero, en antigüedad y en im­
portancia, el compuesto por J uan de A l-
cega, natural de la provincia de Guipúz­
coa, é impreso en Madrid en casa de Gui­
llermo Drouy, año de 1580. Lleva este
título: Libro de Geometría, Pratica y
Traga, E l qtial trata de lo tocante al offi-
cio de sa ftre , para saber pedir el paño
fe d a o tela que fe ra menester para mu­
cho genero de veftidos, a nfi de hombres
como de mugeres, y para fa b e r como f e
an de cortar los tales veftidos., con otros
muchos fecretos y curiosidades tocantes d
efte arte.
Hasta el tam año del libro, padre de los
otros tres que le siguieron, copiándole,
resulta original y desusado en la época
de su im presión y en nuestros días. Las
cuatro dimensiones del papel y de la caja
de imprenta, expresadas en forma gráfi­
ca, son éstas:
2 75

«5

263

Como se ve, afecta el volumen una muy


semejante á la de los cuadernos cajetines
de talones y recibos. Las medidas que
doy, p o r milímetros, son aproximadas,
unas hojas con otras, pues ni el tamaño de
la caja tipográfica ni el del papel resultan
uniformes en las 104 hojas del tomo. La
Portada es también muy original, ya por
la forma del impreso, parecida á la que es
uiás usual en los colofones, ya po r el re­
trato, grabado en madera, que rep resen ­
ta al m aestro sastre y autor de la Geo­
metría, de medio cuerpo, arrim ado á una
uiesa de cortar, en la mano izquierda un
compás abierto y junto á éste el jabonci-
lio ó tiza (?), alfileres y un ovillo ó cosa
por el estilo. En la diestra, apoyada sobre
el tablero, tiene A lcega la vara de m edir
y más allá las tijeras. Merece notarse asi­
mismo el dictam en ó parecer que acerca
de la obra dieron H ernán G utiérrez, sas­
tre de la serenísim a princesa de Portu­
gal y Juan López de Buguette, sastre del
D uque de Alba, y no de Gandía como di­
cen dos acreditados bibliógrafos, quienes
también llaman, en mi entender con poca
exactitud, aprobación á esta parte esen­
cial en los prelim inares de la obra en que
me ocupo.El dictam en se m e antoja inte­
resante, porque resulta del mismo, que
ambos m aestros—uno de los cuales, el
sastre del Duque, no sabía escribir—exa­
minaron no sólo el libro, sí que también
á J uan de A lcega, tal vez, como observa
el señor P érez P astor *, precisam ente

* Bibliografía M adrileña , pág. 74.


por la ignorancia caligráfica de B urguette
quien es muy probable que tampoco su­
piese leer.
Mi tocayo dedica su libro <al muy ilus­
tre Señor Licenciado Tejada» y dirige
luego más de cuatro palabras «á los dis­
cretos Lectores», dem ostrando á las cla­
ras en esta p arte de su obrezilla, así la
llama, que no está muy en lo cierto un
com pañero suyo de oficio de los tiem pos
modernos, al afirmar que «la redacción
en asuntos industriales es siem pre difícil
é ingrata á la pureza del estilo».
El entretenido y práctico libro de J uan
de A lcega se divide en tres partes: «En
la prim era trata cómo se reducirán todos
los paños y telas anchas, é otros paños, ó
telas más angostos». Consta de 22 capí­
tulos más la «Declaración del origen y
principio de la bara de medir». «En la
segunda p arte está la tra$a deste libro
que son muchos géneros de vestidos».
Contiene, en efecto, gran copia de patro­
nes; desde los del «Mantillo de seda para
Christianismo» hasta los del «Manteo y
muceta Castellana de raxa de Florencia
para Obispo». Con más, jubones para am­
bos sexos, capas, herreruelos de paño y
de seda, boemios [sic] de tafetán, ropa
turca y española para levantar, ropas de
letrados, mantos para com endadores de
las órdenes militares, y sayas, vasquiñas
y verdugados de varias telas para muje­
res gordas y... flacas. Tam bién hay en esta
parte de la obra patrones de m arlotas de
seda, de albornoces para juego de ca­
ñas, adregos [aderezos] de caballo para
justas y por fin algún modelo de bandera
de guerra.
La tercera parte comienza con la «De­
claración de lo que significan las tablas
siguientes» de reducción, de anchos y
largos de las telas, apropiadas á facilitar
la compra y el corte de las mismas para
la hechura de todos los vestidos que se
describen en la p arte segunda. La im pre­
sión del tomo es bastante mediana y no
del mejor gusto.
E n el ejem plar que estudié para la re ­
dacción de este articulejo, por estar en
muchas partes perdido ó borroso el en­
casillado de las tablas antes mentadas, un
lector demasiado solícito le retintó con
pluma, siendo peor el remedio que la en­
fermedad.
Y es que así como todos venimos al
mundo con el pecado original, parece
que nacemos también con pujos de res­
tauradores.
Si se tiene en cuenta el exam en sufri­
do p o r J uan de A lcega—quien revela co­
nocer bien el paño—y «las contradiciones
y pleytos» que tuvo en el Real Consejo
sobre la impresión de la Geometría prati-
ca, no es aventurado inferir que la envi­
dia—«enfermedad endémica en España»,
según el gran p o e ta D. Manuel del P ala­
cio— anduvo m etien d o la tije ra p a ra h a­
c er tiras y capirotes en la te la tan p rim o ­
ro sam en te u rd id a p o r el sastre guipuz-
coano.
Escribe éste, como dejo indicado al
principio, con intención y galanura. Sir­
va de ejemplo la siguiente cláusula pues­
ta al fin de la segunda dedicatoria: «Res­
ta agora dezir al discreto Lector, que
pues compuse esta obra adornada de mis
trabajos, que no sea tan desconocido que
por pagarme haga como el cuervo, el cual
no teniendo respeto á la blancura del
rostro que vee si alguna pupa ó mácula,
por pequeña que sea en el hay allí pica».
Al folio 19 verso y en el 20, explica
el sastre-autor, con toda precisión y d e­
tenimiento, lo que significa la cruz, letras,
puntos y rayas de los patrones para su
acertada inteligencia y manejo. Antes
hace constar, de pasada, y á fin de que lo
tengan muy en cuenta los oficiales de
sastrería, que los m ercaderes de la épo­
ca, por ten er sin duda la conciencia tan
ancha como los comerciantes de ahora—
salvo rarísimas excepciones—solían dar
casi siem pre la tela estrecha ó corta, im­
portándoles un comino de las pragm áti­
cas que ordenaban el modo de aplicar la
vara de medir.
Y á propósito: curioso me parece el
origen que A lcega atribuye á la usada
en los reinos de Castilla. «Tuvo origen
Y principio, dice, esta medida de otra
que llaman dedo, que es el espacio que
ocupan cuatro granos de cevada puestos
de lado». Confieso que desconocía este
sistema m étrico-cereal, usado en Roma
según afirma el autor al explicar cómo
ha de entenderse el tamaño del grano de
cebada.
El libro d e A lcega, q u e m erece m uy
m ucho re p ro d u cirse p ara solaz de curio-
sos y enseñanza de sastres, sobre todo
de los pocos que en España se dedican á
la hechura de trajes para el teatro, debió
de tener ya en su época bastante acepta­
ción, puesto que en 1589
- 2 0 3 -----------1
se reim prim ió con algu­
nas variantes de porm e­
203
nor en las formas m ateria­ 263 -
les. Tamaño de esta se­
gunda edición.
De la importancia é in­
terés que ofrece la obra á eruditos de
todo género, pintores, cómicos, literatos
y sastres, puede juzgarse con sólo tener
en cuenta que abraza la indumentaria
del reinado de Felipe II, cuyos dominios
superaban á los que en toda la redondez
de la tierra dejó al m orir la reina y em ­
peratriz V ictoria de Inglaterra.
Sólo dos ejemplares conozco de la pri­
m era edición del Libro de Geometría
P iatica; el de la Biblioteca Nacional,
falto de las cinco prim eras hojas, y el de
fa Real Biblioteca, particular de S. M. el
Rey de España, completo, y cuya encua­
dernación, en pasta española, lleva el
supcrlibris de Carlos IV.
La interm inable portada del segundo
de los libros españoles de sastrería pue­
de servirle tam bién de índice; ahí va,
Pues, la copia, debiendo advertirse que
Sl R ocha B ueguen era de origen francés,
según reza aquélla, en las explicaciones
que da «al lector», asegura que debe á
Valencia donde se crió, más que á su ver­
dadera patria.
D entro de un marco formado por cua­
tro líneas de im prenta, va la portada que
dice así: Geomelria y traga penlene­
mente al oficio de sastre. Donde f e con­
dene el modo y orden de cortar todo ge­
nero de veftidos E fpañoles, y algunos
I'rancefes y Turcos, facandoles de cual­
quier ancheria de tela, ati por la bara de
C a f tilla como por la de Valencia, Aragón
y Cataluña. P or f rancisco de la Rocha
Bvrgven, Francés, natural del Condado
de Champaña vezino y habitador de la
Ciudad de Valencia de Aragón: Maestro
examijiado a fs i en ella, como en la Cor­
te, y Villa de M adrid. A l illust? issimo se­
ñor don Andrés Roig Cauallero del ha­
bito de R u eftra Señora de M ontefa, y
San Iorge de Alfsam a, Comendador de
Silla, del Confejo de f u M ageftad y f u
Vicecanceller en los Reynos de la Coro­
na de Aragón.
[Escudo y á ambos lados el año] Año
1618. [Debajo] Con p r i­
vilegio de Castilla y A ra­
gón. E n Valencia, por P e­
dro Patricio Mey, ju n to á
San M artín. Acosta del
mismo autor. Tamaño.
El libro de R ocha, en su asp ecto m a­
terial, es sem ejantísim o á la segunda edi-
ción del A lcega y por esto me parece
que debió de conocer aquél muy bien la
obra de éste. Además en la dedicatoria ó
advertencia «Al Lector» dícese: «Lo que
bosquejó un Vizcayno [no va mucho de
éstos á los guipuzcoanos] puede colorirlo
un Francés». Más modesto y justo hubie­
ra sido decir calcarlo. A unque G allardo
no le incluye en su obra y en la Biblio­
teca Nacional hay tres ó cuatro ejempla­
res del R ocha, creo que debe ser consi­
derado como raro este libro venido al
mundo cuando debían ya de andar esca­
sísimos los ejemplares de la segunda edi­
ción del A lcega. E n el que tengo á la
vista, propio de la Real Biblioteca, en­
cuadernado en lujosa pasta con hierros
dorados, de clara letra manuscrita que
puede fijarse dentro del reinado de Car­
los III, se lee, al verso de la prim era hoja,
de guardas: «Este libro: juzgo ser el úni­
co que de su facultad, se ha compuesto
en Lengua Castellana; cuia circunstancia,
y la de ser su autor extrangero y que con
tal pureza posehía el ydioma, le hacen
admirable; y aunque su m ateria es inútil
para estos tiempos, por la variación de
trajes; no obstante, es mucha curiosidad
la noticia tan específica de aquellos en
Cortes y géneros».
Se ve que es sumamente expuesto, en
bibliología, como en otras muchísimas
cosas, sentar afirmaciones tan rotundas
cual la que se contiene en la nota ante­
rior: de no ser así, me atrevería yo á de­
clarar, que es hoy el tercero de los libros
españoles de sastrería que conozco, tal
vez el más raro de cuantos impresos han
visto la luz en España. Ningún bibliógra­
fo, que yo sepa, m ienta el libro de Mar ­
tín de A nduxar; en ninguna de las gran­
des bibliotecas de Europa y América,
según mis inform es—fuera de nuestra
Nacional—se encuentra ejemplar de la
obra. Sábese únicam ente de otro, falto,
que perteneció á mi ilustre maestro D on
Manuel R emón Z arco del V alle y que
éste regaló al pintor murciano y discípu­
lo de Messonier, Don Luis Ruipérez,
m uerto en París en 1866.
El ejem plar de la Nacional se encuen­
tra en perfecto estado de conservación.
El libro de A nduxar, así en su estructu­
ra material como en el plan general, m é­
todo de exposición de la m ateria é ilus­
traciones gráficas, se asemeja mucho á
sus dos predecesores, pero es claro que,
con sus patrones de trajes más m oder­
nos, enriquece el tercero de los maes­
tros sastres, que pudiéram os llamar clá­
sicos, el riquísimo y auténtico guardarro­
pa español que el benem érito alíayate
guipuzcoano inauguró.
D entro de una orla sencilla va com ­
prendida la portada en estos términos:
Geometría y trazas pertenecientes al ófi-
ció de sastres. Donde se contiene el mo­
do y orden de cortar todo genero de ve f-
tidos. Tiene trescientas y veinte trazas
Efgañolas, Francesas, Vngaras y de otras
naciones afi antiguas, como de las que
aora se vfan, escritas por M artín de An-
dvxar M aeftro Saftre. Dedícalas á San
Atiionio de Padva, M artín de A nduxar
su hijo. [Adorno cuadrado]. E71 M a­
drid, E n la Imprenta del
Rey no, Año M D C .X X X X
[línea] A costa de Alonso P é ­
rez Librero del Rey N . S.
Tamaño. '_i+8_
Con la portada tien e 12 ----- -------
folios de prelim inares + 64 de trazas,
ó sean patrones con su texto correspon­
diente-!- tres hojas plegadas. Correspon-
den aquéllos á: «Bestidos enteros de
hombre, calzones y ropillas: sotanillas:
Bestidos de mvger: Hábitos de religiosos:
Ivstas Reales» y «Diferentes trazas».
Completa, á lo que parece el guarda-
!ropa clásico español J uan de A lbayckta,
natural de la villa de Magallón, con el li­
bro que lleva po r título: Geometría y
trazas, pertenecientes a l oficio de sas­
tres, donde se co?ilie?ie el modo y orden
de cortar todo genero de veftidos E fpa-
noles, y algunos Eftrangeros, focándolos
de qualquier ancheria de tela por la Vara
de Aragón, y explicada efta con todas
tas de eftos Reynos y las medidas que
tfa n en otras provincias Eftrangeras...
Ano de 1720. Con licencia: E n Zaragoza
fo r Era?icisco Revilla, Impreffor... Esta
Portada, com prendida d entro de un mar­
co de tipografía, lleva, entre otros ador-
n°s, grabados en madera, los monogra­
mas de Jesús y de María, con el Niño
Dios y la Purísima Concepción, y en el
centro un jarrón de azucenas ó lises.

7
TA M AÑ O D EL LIBRO
4 ¡)o— ■

34 i

De la obra, citada por L atasa y por


U riel *, no hay ejem plar en las Biblio­
tecas Nacionales de Madrid ni de París,
y existen en las de San Isidro de esta
C orte—donde le estudié —y en Zaragoza
en la de la «Sociedad Económica de Ami­
gos del País»; por lo menos en su catálo­
go aparece citado el libro. Según noticia
del Catedrático D. Miguel Asin, con re ­
ferencia á un librero de aquella capital,

* Biblioteca nueva de los escritores arago­


neses... T. iv, pág. 338. Biblioteca antigua y
nueva... T. 1, pág. 34.
años hace existía otro ejem plar del A l -
bayceta en Montalbán (Teruel), «cuya
pista sella perdido». Por todo lo cual no
Parece aventurado suponer que el cuar­
to libro español de sastrería tam bién es
raro en el comercio. Conserva el aire de
su progenitor: hasta en la forma material
ñel tomo recuerda al A lcega . Aun siendo
ia impresión y el papel medianejos y no
ñel m ejor gusto, la obra es bastante lujosa
Por sus porm enores tipográficos. Abun­
dan mucho en las 173 trazas que contie-
ne—salvo e rro r—los hábitos religiosos
c*e ambos sexos, de los que trae también
varios patrones para niños, pues es sabi­
do que así como hoy, po r ser más cómo-
(i° y barato, adoptamos para los peque-
nos el traje m arinero, nuestros antepa­
sados, blancos y negros, disfrazaron á los
angelitos de frailes, sin olvidar la tonsu­
ra, ó de milicianos nacionales, según los
*-’empos. A estas y á otras parecidas Ha-
mó D. Bartolomé J osé G allardo «santas
simplezas»: así y todo, ello es que re tra ­
tan la época y ofrecen curiosos docu­
m entos para la historia.
Ya se considere el traje como el dis­
tintivo más grande que nos diferencia de
los animales, según observó el juriscon­
sulto A rias G onzalo en su M emorial en
defensa de las mugeres de E sp a ñ a ; ya
se tom e como el «sambenito que Dios
echó al hom bre po r el pecado», como
quiere C arranza, es innegable que la his­
toria de la ropa va soldada á la historia
d é la humanidad, desde la hoja de parra,
de nuestro prim er p ad re , á los abo­
minables y antiartísticos som breros con
que se cubren hoy las señoras y nos ocul­
tan el horizonte. Y si es verdad que «el
hábito no hace al monje», no es menos
cierto que los monjes por los hábitos
se distinguen á prim era vista. «Vístete
bien» aconsejaba Don Q uijote á Sancho,
*que un palo com puesto no parece p a­
lo». Los golfos m alagueños, á los que
allí se les llama «de la partida de la tiz­
ne», en una pintoresca advertencia, que
Precede siem pre á sus juegos y quim e­
ras, sintetizan la im portancia que tiene
el traje: «No vale» dicen «mentar la ma­
dre ni ensuciar la ropa».
Por todo lo expuesto se me figura que
no perdí el tiem po dando una ligerísima
noticia de cuatro libros españoles de sas­
trería poco conocidos. Y si me equivoco,
como tonto me consolaré con que suelen
derrocharlo mucho más, en los Cuerpos
Colegisladores los padrastros de España
sacándose á relucir guiñapos.
Biblioteca Nacional de España
AL EXCM C. S I'.

DUQUE DE R I V A S
Se publicó por primera vez en la Revista de
de España, 30 de Enero de 1892.

J
Por el año de 1882 tuve la hum orada
de publicar en la Hoja L iteraria de L a
Epoca tres largos artículos sobre el vino,
trabajo que, sin mi anuencia, bautizaron
en la redacción del diario de la Calle de
la Libertad con el nom bre de H istoria
del vino, siendo así que á más de ésta, re ­
ferida muy á la ligera, contenían aque­
llos consideraciones de mi propia cose­
cha: p o r ejemplo, el paralelo entre la bi­
blioteca y la bodega, aplaudido po r el
erudito escritor Badbín de U nquera.
Como preguntase yo entonces á mi
respetable y muy querido amigo el se­
ñor D uque de R ivas, qué le parecían los
tales artículos, con la franqueza propia
de su noble carácter y la autoridad de su
mucho saber, me respondió:
«Querido Juanito, todo aquello tras­
ciende á media legua á erudición de
Diccionario Enciclopédico.»
Dolióme el palmetazo, porque las ver­
dades amargan, y, con propósito de la
enm ienda, concebí entonces la idea de
escribir un libro de miga sobre el más
famoso de todos los líquidos.
Un día, en mi despacho del Ministerio
de la G obernación—D irección de Bene­
ficencia y Sanidad, Negociado de D ere­
cho—me desesperé po r no poder desci­
frar la enrevesada letra de una escritu­
ra fundacional: al poco tiem po m e m a­
triculaba en la Escuela Superior de D i­
plomática. Seguí aquellos estudios con
alguna afición, y á la bondad de mis pro-
iesores debí—tres años después, ayuda­
do p o r mis am igos—una plaza de profe­
sor auxiliar en aquel modesto y mala­
m ente suprim ido centro del saber.
Más tarde los azares de la suerte me
destinaron á la Real Biblioteca, en la
que, á las órdenes de D. Manuel Remón
Zarco del Valle, tan conocido entre
bibliógrafos y bibliófilos, aprendí á ca­
talogar, á leer y á tom ar notas, conven­
ciéndom e pronto de que bajo el sol todo
es viejo.
Cuando me posesioné de aquella pla­
za, ya poseía algunas curiosas noticias
sobre el vino: pronto las notas llenaron
los cajones de mi mesa, ilustraban mis
pocos libros propios, ocupaban mis bol­
sillos y llegaron á adquirir en algunos
puntos tal im portancia, que poco tuve
que extractar, por ejemplo, del precioso
trabajo de E dmundo de A micis: E l vino,
sus efectos psicológicos.
O bras como L 'a rt de classcr les No­
tes, de P. G uyot D aubes, me ofrecían
sin duda prácticos consejos para la orde­
nación de mis muchas noticias vinícolas,
pero antes de em prender trabajo tan
minucioso, era preciso supeditarlo á un
plan más amplio.
Pensé, consulté, y, po r fin, teniendo
en cuenta que mi obra había de lim itar­
se á tratar de cosas de nuestro país, con
marcado sabor arqueológico, decidí bau­
tizar el libro con el nom bre de

E L V IN O E N E S P A Ñ A

EN SUS R ELACIONES CON TO D AS Y CADA UNA

D E LAS

A S IG N A T U R A S Q U E S E C U R S A R A N

E N LA

ESCUELA SUPERIOR DE D IP LO M ÁTICA

P or lo que hace á los demás aspectos


bajo los cuales puede estudiarse el zumo
de la uva, si bien no pensé tratar de
ellos directam ente, la bibliografía de
E l vino en E sp a ñ a , apéndice de mi
obra,—que por fuerza sería más com­
pleta que la publicada en el Catálogo
de la Exposición vinícola nacional de
1877—, conduciría al lector, como de la
mano, á las fuentes del conocimiento
enológico, á la cerca de la viña y á las
mismas puertas del lagar.
¿Podría decirse del plan de mi libro
que era fruto criado en invernadero;
que lo ofrecía fuera de sazón?
Por entonces en las Cámaras france­
sas y españolas, en la prensa diaria, en
el teatro, en la tertulia y en el café, era
tem a obligado hablar del vino.
Hoy... ¡ahí es nada el problem a plan­
teado con su desgravación!
P or fin, el señor Ministro de Fom ento
de aquella época puso á la firma de S. M.
la Reina un decreto creando la estación
enológica central en el Instituto Agrí­
cola de Alfonso XII, y las que el Gobier­
no considerase necesarias en las comar­
cas vitícolas de mayor importancia.
C astelar, en un Almanaque de L a Ilus-
tración Española y Americana, ocupaba
varias páginas tratando de L a inven­
ción del vino en las artes y en la indus­
tria. S ánchez P érez , con la discreción y
buen gusto que le distinguen, escribió
sobre Los vinos españoles y el teatro
francés. E l C onde de S an B ernardo,
después de D. N ilo María F abra, llama­
ba la atención del Gobierno sobre la
nueva y em pecatada industria de «Los
vinos artificiales». Todos los periódicos
divulgaban el secreto para hacer vinos
superiores con caldos ordinarios. E l F í­
garo y The Times, á consecuencia de las
opiniones exageradas del novelista ruso
C onde de T olstoi, iniciaron curiosas p o ­
lémicas sobre las influencias del alcohol.
Jerez se defendía de la com petencia ex­
tranjera fabricando exquisito Cognac y
delicioso Champaña, m ientras que legos
y cartujos, de la mora y del eucaliptus,
extraían dulces licores. Se imprim ían á
porrillo Avances estadísticos sobre cultivo
y producción de la vid en España, y
estadísticas sobre la borrachera en In­
glaterra. La prensa de la república ve­
cina describía las bacanales de los m ue­
lles de Rúen, á la llegada de nuestros
caldos, y el gran poeta D. J osé Zorrilla
empleaba por vez prim era el precioso
verbo encepar.
Desgraciadamente, no con las manos
cruzadas, con ellas sumergidas en el
mosto, m e he visto condenado durante
algunos años por falta de tiempo, de ed i­
to r y de dinero á presenciar tanto caneo
[beber en cañas] sin poder dar á luz mi
bota ó porrón exclamando:
— «También lo bebo.»
Luego llegaron á abrum arm e las n o ­
tas, para cuya sola clasificación escueta
necesitaría algunos meses: por fin he d e­
sistido por ahora de publicar mi obra
magna, y dejé también de tom ar notas
vinateras. No me conformo, sin embargo,
con que no quede ni rastro de labor
tanta, y por ello reproduzco hoy aquí el
plan de mi libro, tal y como le concebí
hace años. Con el vino ni estos pueden:
no pasa jamás de moda, y cada día que
pasa es m ás vigoroso.
Como aquel Discurso prelim inar—aun­
que sea mala com paración—con que se
encabeza la H istoria de España de don
Modesto L afuente , rom pería plaza en
mi trabajo una no muy larga Introduc­
ción que pudiera llamarse «Armonía de
los pámpanos», tratando del vino en to ­
dos los tiem pos y países: cuatro pincela­
das sobre las conquistas del líquido que
«despierta en el hom bre ideas é intuicio­
nes de indefinible lucidez y atrevim ien­
to»; como dijo el gran novelista D. P e ­
dro A ntonio de A larcón.
PRIMERA PARTE
C A P ÍTU LO I

La vid y la parra.

Aún discuten los sabios sobre quién íué


el inventor de la pólvora, pero no sé
que se hayan suscitado grandes polémi­
cas encaminadas i investigar los verda­
deros orígenes de la m adre del vino,
que según afirma D iodoro de S icilia fue
descubierta por Osiris en Niza.
Ya veríam os si esto es verdad.
E n tal capítulo se estudiarían las tra ­
diciones sobre Saturno, Baco y Noé, el
origen del traje y la existencia de algu­
nas cepas y parras famosísimas como lo
son las de Gaillac, Hampton-Court,Mon-
lecito, Oys y otras no menos notables.

E l Capítulo II se dedicaba á «La viña»,


emblema de la riqueza, asunto de las
m ejores parábolas en los libros sagrados.
8
«La uva y la pasa» ocuparían el III, y
por Dios que la extensa nom enclatura
que en el año 87 facilitó D. P edro P astor
y L andero á K asabal para un artículo
de E l Resumen, resultaría notablem ente
adicionada.

Capítulo IV.—«La vendimia y la ven­


deja.» Su historia, fiestas, influencias en
las artes y en los cantos populares. P oe­
sías, cuadros notables, etc., etc.

«El lagar y los paseros» ofrecen m ate­


ria para el Capítulo V.

«La tinaja, el tonel, el pellejo y la


bota», para el VI.

De «Bodegas y tabernas», se hablaría


en el VII.

De «Botellas, limetas, vasos, copas, po­


rrones», etc., en el VIII. Aquí ocupaba
puesto de honor el folleto «Dos cartas»,
del D r . T hebussem y D. J uan J. C ortina .

«Bebidas sem ejantes al vino» se in ti­


tulaba el Capítulo IX. Estudiándose en
él un núm ero infinito de bebistrajos,
desde el Calida ó Calda, de griegos y
romanos, hasta el vino de naranja, sobre
el cual escribió unos Apuntes el D r . D on
F rancisco C alvo y S ebastián en 1876.

Capítulo X .—«Amigos y enemigos del


vino.» Estudio de las plagas de la vid,
materia que trataron en E spaña, con
gran conocimiento de causa, D. J uan
R odríguez y R uíz ensu Patología vitícola,
y en Francia J. B el . Secretos é inven­
ciones para la conservación y mejora
de los vinos, tales como el Enosótero,
Enantioxioenótico y el Asiduo.

«Efectos físicos y morales del vino»


llamé al Capítulo XI.
E n él se trataría muy por extenso de
la borrachera, pesando gran núm ero de
opiniones de médicos, filósofos, crim ina­
listas y bebedores, con citas y extractos
de libros, impresos y manuscritos, tan
curiosos como el de D. J erónimo P ardo
D el vino aguado y del agua envinada, el
A rs bibendi, m. s. inédito, el Modo de be­
ber el vino... de L una Mendoza, y otros
por el estilo, hasta nuestro contem po­
ráneo el D r . P ulido, cuyo p are cer en
este punto conviene con mi opinión.
Rem edios contra la embriaguez; como
son las inyecciones de cloruro de oro,
que se aplican, ó aplicaban, en los E sta­
dos Unidos de la América del Norte, y
estudio de alim entos para beber á los que
llamaba D. I sidoro R ivero empapantes.
Por último, historia de los más famosos
bebedores, desde el D uque de C laren-
ce—herm ano de E duardo IV de Ingla­
te rr a —que eligió en tre todas las m u er-
tes la de ahogarse en un tonel de mal-
vasía, hasta el célebre Peluquín, m edidor
de granos en Sevilla.

Con el Cap. XII «Diversas aplicacio­


nes que tuvo y tiene el vino»—entendién­
dose p or tal «el zumo de uvas cocido y
depurado de todos sus recrem entos, por
su propio calor natural»—term inaría la
prim era parte de mi obra.

E n la asignatura de G ramática H istó ­


rica habían de estudiarse en serio cuan­
tas palabras constituyen el que pudiera
llamarse «léxicon del vino: «propna», que
significa «borrachera», según un sabio,
discípulo de Bardón, «espuela», «rátigo»,
«garapitero», «madeja», etc., etc.
En P aleografía y D iplomática ofrecía
una colección de facsímiles de docum en­
tos curiosos sobre el vino, tales como la
«Cédula de Don Alfonso V de Aragón
á favor de su bufón Mosén Borra», tenida
por apócrifa, ó aquella célebre franqui­
cia que Felipe IV otorgó á los taberne­
ros para aguar el vino.
En G eografía H istórica agruparía por
provincias todos los vinos españoles, an­
tiguos y modernos, sacando del olvido
en que yacen algunos que fueron muy
apreciados, como el «Yepes», localidad
más nombrada hoy por sus «melindres»;
el «San Martín», que pasaba por el me­
jor entre los blancos; el «Illana», que fué
el prim ero de los tintos, y el moscatel de
«Alcalá de Henares».
Mapas y gráficos, semejantes á los tra­
zados en Francia por E. C ortambert ó
P. F oncín , com pletarían el estudio, mo­
tivo de este capítulo, trabajo facilitado
po r la lectura de algunos libros raros
como lo es el de P ons de I cart, que de­
dica muchas páginas á los «vinos de la
ciudad y campo de Tarragona».
Sobre A rqueología é H istoria L ite ­
raria abruma el m aterial.
Estudio sobre las «hidrias» de las bodas
de Canaán que se custodian y veneran
en la catedral de Oviedo y en el Real
Monasterio de San Lorenzo del Escorial.
Iconografía y simbolismo cristiano: Jo­
ñas descansando bajo un em parrado,
Imagen de Nuestra Señora de la Parra,
cálices, notables vinajeras, etc., etc.
Poemas inéditos.—Antologías clásicas.
Refranero del vino. Cantos populares.
Definiciones humorísticas como la que,
del tabernero, dio N arciso C ampillo, á
semejanza de G regoire en su muy inge­
nioso «Diccionario». Dichos de beodos.
Explicación de frases como «entre Pinto
y Valdemoro».
Poesías árabes españolas con motivo
del vino, que estos «aun contra su mal­
dita seta»—como dijo el D r . J uan S ora-
pán de R ieros , del insigne A vicena—
también lo bebían y cantaron. Búsquese
si nó en la traducción que hizo D. Juan
V alera de la obra de S ciiak.
En las dos asignaturas de I nstitucio ­
nes DE LAS EDADES M EDIA Y M O DER NA i r í a n ,

extractadas y comentadas, cuantas dis­


posiciones sobre la viña, el vino, y sus
expendedores contienen fueros, cartas
pueblas, códigos, ordenanzas municipa­
les y leyes vigentes.
H istoria de las Bellas A rtes .
Abrazaría un com pendio de las más
notables manifestaciones artísticas, en la
música, pintura, escultura., grabado...
cuyo asunto fué el vino, bajo todos sus
aspectos y relaciones.
N umismática. — Monedas y medallas
con tipos alusivos al vino— tales como
las de Marco Antonio y Cleópatra que
bebía, á la salud de su amante, del Ma-
reótide.
B ibliología.—Dice B uchot q u e fué d e
un vendim iador la prim era prensa usada
por Juan Gaensfleisch (Gutenberg.) De
la viñeta, su significación é importancia.
Códices notables.
Bibliografía española del vino: manus­
critos é i m p r e s o s . — Periódicos.—Revis­
tas.—Artículos.
Por último, un A pén d ic e comprensivo
de las más renom bradas viñas, bodegas,
tabernas y fábricas de tonelería, bote­
llas, vasos y tapones existentes en E spa­
ña, cuando el libro se imprimiese.
Sin rebasar los limites del plan, aún
me dejo mucho en el tintero, por tem or
de que el mosto se suba á la cabeza de
mis lectores.
Lo cierto es que España
«De panes é de vinos, tierra muy comunal *
y
—«... patria excelente
del buen vino y los romances.» **
* Poema de Fernán- González.
»* Fausto: G oethe , trad. T. L lórente .
bien m erece que se le dedique un libro
que leerían media docena de aficiona­
dos, aunque no fuese más que po r aque­
llo de que si «algo tiene el agua cuando
la bendicen» ¿qué no tendrá el vino con­
que se consagra?»
>

S O B R E LA V EN T A DE L I B R O S
C O N D E D IC A T O R IA S A U T Ó G R A F A S

C U A T R O CART AS

A L E X C M O . SR. D O C T O R T H E B U S S E M
I- CARTA ABIERTA (consulta). Publi­
cada en E l Correo, Madrid, 24 de Marzo
de 1906.
II. CARTA ABIERTA. Publicada en E l
Correo, Madrid, 27 de Marzo de 1906.
C i■ CARTA CERRADA. Recibida por el
correo interior el 29 de Marzo de 1906.
IV. CARTA ABIERTA. Publicada en E l
Correo, Madrid, 30 de Abril de 1906-
A D. José R . Mélida.

Años hace que me está escarabajeando


una duda en el magín, y hoy me resuelvo
á exponerla, en dem anda de que usted,
tan perito en toda suerte de disciplinas,
me saque de ella.
Fui siem pre aficionado á huronear en
las librerías de lance, y no hay una de
tal índole que no haya revisado m ultitud
de veces.
¡Con cuánta frecuencia han caído en
mis manos volúm enes avalorados por de­
dicaciones autógrafas de sus autores!
Cuando la persona á quien se había re­
galado ¡a obra no se contaba ya en el nú­
mero de los vivientes, no m e sorprendía
ni apenaba tanto el hallazgo, porque de
antiguo sé que no suele ser la riqueza
patrim onio de los am antes de la lectura,
y bien se me alcanza que, por regla ge­
neral, son las señoras, con tan escasas
como plausibles excepciones, las prin­
cipales enemigas de los libros, quizá
por lo mucho que estorban en las m u­
danzas.
Pero lo que no acierto á explicarm e
es que por personas inteligentes y de po­
sición desahogada, se entreguen á la ven­
ta los libros que como regalo se han r e ­
cibido. A este propósito, diré que un
escritor ilustre se desprendió reciente­
m ente de buena porción de tomos, cui­
dando de arrancar la anteportada de los
mismos en que aparecían las dedicato­
rias, aunque olvidándose de entresacar
de varios de ellos las cartas que á la do­
nación acompañaron. Por este descuido
pude descubrir á quién pertenecieron
varias de las novelas que adquirí en las
pasadas ferias. Y por cierto que su anti­
guo poseedor, con ser, como antes dije,
un literato de singular mérito, ni siquiera
había abierto las hojas de las aludidas
publicaciones. ¡Qué desengaño para los
respectivos autores si lo hubieran llega­
do á saber!...
Aún hay más: los herederos de un em i­
nente estadista, han dispersado la valiosa
biblioteca de aquel varón insigne, y po­
cos días ha que en un puesto de libros
del Rastro com pré un folleto escrito por
mí, que tuve la honra de dedicarle, en el
cual folleto está flamante el ex libris. Y
todos han podido leer en reciente suple­
mento al catálogo de una librería de Ma­
drid, que en ella se hallaban á la venta no
pocas obras que pertenecieron al eximio
político, y varias de éstas con notas m ar­
ginales de puño y letra del mismo. No
más que seis reales he abonado por un
curioso opúsculo, en el cual fué aquel
grande hombre, en quien com petían el
talento con el patriotism o, estampando
los com entarios que le sugería la lectura
de las interesantes páginas, con la espon­
taneidad propia de quien no sospecha
que tales com entarios hayan de caer
nunca en poder de extraños.
Pues bien; com prendo perfectam ente
que no tiene nada de particular que el
poseedor de libros que ha com prado, los
venda cuando quiera y como quiera;
pero, la verdad, antéjasem e que hay algo
d e incorrecto en vender obras que se
han recibido como regalo con personal
dedicatoria, y que no es testim onio de
prudencia hacer lo propio con aquéllas,
aunque se obtuvieran por compra, cuan­
, su dueño—v m áxime si este fué pres-
do J
tigioso gobernante—hubo trazado en las
márgenes espontáneas observaciones.
Mas como no me atrevo á decidir por
mi cuenta, atrévom e á m olestar á usted
con el ruego encarecido de que me dé
su autorizada opinión sobre el particular.

R. A lvarez S ereix .

9
Biblioteca Nacional de España
A D. R afael Alvarez Sereix.

¿Qué he de decir yo, amigo mío, de la


suerte aciaga de los libros dedicados á
que usted se refiere en su carta? Pensan­
do en los tristes casos que usted cita y
en otros varios qne conozco, me ocurre,
qué curioso libro podría escribir algún
bibliófilo desocupado sobre ese tema,
tratándolo desde los varios puntos de
vista que ofrece en nuestras viciadas
costumbres. ¡Cuánta enseñanza y qué
pintoresca am enidad ofrecerían sus pá­
ginas! H abría en él para reir y para llo­
rar. Acaso por resultado de nuestra in­
cultura, de nuestras pequeñeces y mise-
rias, el libro en España es la cosa peor
tratada, más vejada y afrentada que exis­
te. Cuando no lo despreciad lo arroja al
basurero con saña la ignorancia, lo roba
el pérfido interés; cuando no lo despeda­
za un espíritu de torcido amor á las es­
tampas ó á un tem a aislado, lo guarda
eternam ente en un estante el olvido ó la
vanidad que no lee, forma de ignorancia
harto frecuente en España. ¡Pobres li­
bros! ¡Cuántos se publican tan solo para
satisfacción del autor y de sus amigos!
¡Y cuán erróneo sería juzgar por tal he­
cho del m érito de tales obras! La cues­
tión es honda, vasta y de suyo compleja.
No quiero hablar de aquéllos y aqué­
llas (las mujeres son terribles para esto),
á quienes prestam os libros que no vol­
verem os á ver nunca. Quien dijo que
en España los libros no se com pran, se
piden prestados, dijo grandísima ver­
dad. Y cuente usted que al libro pres-
tado no se le reconoce propiedad, por
lo cual corre de mano en mano que es
un gusto; hasta que una de esas ma­
nos más despreocupada ó más interesa­
da, lo vende. Tampoco hablaré de los
libros sustraídos de las Bibliotecas (ca­
pítulo inconmensurable), bastando re ­
cordar que en estos días y por ser ya
muchos los de escamoteo y vejaciones
de libros,ha sido m enester en una im por­
tante sociedad culta de Madrid regla­
m entar con un prudente espíritu restric­
tivo el servicio de libros. Y no hablemos
¡ay! de las publicaciones ilustradas y en
su mayoría despedazadas que fueron gala
y ornato de la biblioteca de ese centro.
Que todos esos libros sustraídos van á
parar á las librerías de viejo no hay para
qué decirlo. Nada diré tam poco de la
sustracción de libros por el procedim ien­
to del timo dado en la propia casa del
autor por un titulado d ependiente de
cierto librero á quien acaban de hacer
un pedido con urgencia, y el cual depen­
diente prom ete, claro es, tra e r más tarcU
el im porte.
De este timo, en mayor ó m enor esca­
la, y hasta de los que se intentan en for­
ma análoga por carta con m em brete de
una librería sevillana ó malagueña, he­
mos sido víctimas casi todos ó todos los
que escribimos libros.
¡Pobres librosl repito, y ¡pobres auto­
res, explotados ó burlados hasta por los
amigos á quienes dedican ejemplares de
sus obras!
Los libros dedicados, que es á lo que
usted se refiere concretam ente, ¿qué
duda cabe de que no es lícito al agracia­
do venderlos? Podrá no leerlos, y no se­
ría razonable ni humano acaso el im po­
nérselo; pero venderlos es hacer del au­
to r una burla. Y, sin embargo, se venden;
usted lo confirma. Ilay sujetos respeta-
bles, personas de m érito, rectas y dignas
que, sin embargo, no encuentran mal ha­
cer de cuando en cuando una monda im­
pía en los anaqueles de su biblioteca y
arrojar por consiguiente á los tenderetes
de la feria ó al montón aún más afrento­
so, las que fueron ofrendas de amistad y
nobles m uestras de sincera admiración.
Estas mondas son un medio de desaho­
gar las bibliotecas particulares, harto re ­
pletas por el constante ingreso de libios,
muchísimos de ellos regalados.
Cierto que en tre nosotros existe la en­
fermedad de regalar los libros; somos
pródigos de los que escribimos. Se dedi­
ca demasiado, y acaso por esto se estima
poco. Una de las m uestras de ello es la
poca frecuencia con que los agraciados
corresponden, no ya con otro libro, sino
con la sencilla carta de gracias. Al libro
dedicado se le suele prestar poca aten­
ción. Acaso no se lee más que la portada
y la dedicatoria; no se llegan á cortar sus
hojas y olvidado queda entre muchos,
tal vez en la segunda fila de un anaquel,
hasta que algún día es vendido en mon­
tón con otros varios.
No diré yo que esto sea regla general,
pues que no sólo en mí, sino en muchos
veo la excepción. Pero sea esto que lla­
mo excepción, la regla, ó viceversa, el
hecho usted lo delata y todos podemos
dar testimonio de su desconsoladora re ­
petición.
¡Los libros dedicados!... ¿Qué m e dirá
usted si en baratillos h e rescatado á poco
precio ejem plares de libros míos, y que,
para mayor dolor, conservaban la dedi­
catoria? V erdad es que, como le ha suce­
dido á usted, estos libros propios, espe­
cie de hijos pródigos (repito que los p ró ­
digos somos nosotros), con quienes suele
uno tropezar, se han vendido por m uerte
del poseedor; ventas hechas casi siempre
en momentos de desorden de las casas y
tribulación de las familias, pero nunca
disculpables.
No sé por qué m e figuro que usted en
su carta se refiere velándolo delicada­
m ente á la frecuencia con que se ven en
librerías de viejo ó anunciados á altos
precios en los catálogos de otras, ejem ­
plares de los libros publicados por una
gran dama, cuya proverbial esplendidez
se reveló no solamente en el artístico
lujo de las ediciones, sino en haberlas r e ­
partido en tre sus amigos y personas cul­
tas, avalorando cada ejem plar con la co­
rrespondiente dedicatoria, y no consin­
tiendo jamás que un ejem plar siquiera
fuese á la librería. Ejem plares doble­
m ente estimables, por consiguiente, y de
ediciones no hechas para la venta, ¿quién
los vende? Sábelo Dios. Pero se venden,
y ahora mismo se ven en escaparates de
librerías. No he ido á registrar tales ejem-
piares; pero puesto que todos fueron de­
dicados, y así me consta, debo suponer
que habrán sido cortadas las dedicato­
rias. De todos modos, y aunque se trate
de ventas realizadas po r defunción del
poseedor, es mucho menos licita en este
caso.
¿Pero es que siem pre son los favoreci­
dos ingratos ó sus descuidadas familias
quienes venden los libros dedicados? Hay
que dar un ¡alerta! Se da el caso de que,
hallándose uno ausente de su casa, se p re ­
senta en ella un sujeto alto, lánguido, de
barba rubia, que pone em peño en espe­
rarle; pásanle al despacho, donde solo y
sin conciencia, hace lo que quiere; cuan­
do uno llega, le propone la adquisición
de unos libros viejos, cuya lista muestra;
cuando se va, piensa uno que los tales
libros de la lista no pueden interesarle á
nadie, y califica uno al sujeto lánguido de
majadero; pero al cabo de tiem po ad-
vierte uno en su biblioteca la falta de
algún libro que le dedicaron y esti­
maba.
Otras veces el picaro es un pretendi­
do escritor que va á hacerle «á uno la
biografía», y á título de dato informati­
vo se lleva en calidad de devolución (ad
calendas grcecas) un ejem plar del libro
mejor editado que uno tenga en la lista
de los propios. ¿Adonde han de ir los
libros sustraídos sino á las librerías de
viejo?
Sobre este pleito de los libros dedica­
dos y descarriados pide usted mi opi­
nión. ¿Qué puede valer ésta si yo no soy
más que, como usted y muchos, actor,
víctima y parte en el tal pleito?
Yo creo que los escritores debiéramos
fallarle estableciendo:
i.° L a costum bre d e no ded ica r eje m ­
plares de n u e stro s libros.
2° Procurando se haga costum bre
por parte de las familias cuando fallece
un individuo, devolver los libros que le
fueron dedicados, á sus autores.
E sto me ocurre, amigo mío, y pase el
pleito á más señores.

J osé R amón Mélida.


Excmo. Sr. Conde de las Navas.

Mi estimado señor é ilustre amigo:


A unque me tiene usted tan olvidado, no
por eso se libra de que yo le moleste,
que tanto vale distraer á usted la aten­
ción con mis desabridas cartas.
Ruego á usted que lea E l Correo de
anoche, donde se publica una Carta
abierta de Mélida contestando á otra
que ha cuatro ó cinco días le dirigí yo,
y si tanta es la bondad de usted, hónre­
nos tratando del mismo asunto con el in­
genio y galanura que le son propias.
Aprovecho esta oportunidad para su­
plicar á usted que acepte la obrita adjun­
ta; como no me la dedicaron, bien puedo
regalarla.
Se reitera de usted apasionado amigo
y s. s. q. 1. b. 1. m.,

R afael A lvarez S ereix .


A D. R a fa e l Alvares Sereix.

Mi buen amigo: A su grata del 28 de


Marzo respondo con estas líneas en V ier­
nes Santo. ¡Qué mucho si mi carta re ­
sulta triste y desmayada! Usted no m o­
lesta jamás á este pobre librero cuando
se acuerda de él para ocuparle, ni él le
olvida, aunque no le escriba con frecuen­
cia á causa de lo mucho que le da que
hacer lo que otros escriben, dentro y
fuera de España, y tiene que catalogar
para servicio de D. Alfonso XIII y de
cuantos llaman á la puerta de su riquísi­
ma bilioteca.
Leí, como me previene, las cartas
abiertas que de usted y de D. J osé R a­
món M élida publicó E l Correo del 24 y
27 del mes pasado: después de leídas,
¿con qué cara he de negarm e yo á m eter
mi cucharada en la apetitosa paella que
m e pone debajo de las barbas, si á mayor
abundam iento, como aperitivo, acompa­
ña usted á su invitación el presente de
un librito verdadera golosina de biblió­
filo? Muchísimas gracias po r el ejem plar
de L'Am our au dix-huitiéme siecle, de los
Herm anos G oncourt, bonita edición de
D entu, 1875, y encuadernación españo­
la (?) en zapa azul.
Basta de sinfonía.
La consulta con que usted m e favore­
ce se contiene en las siguientes obser­
vaciones de su ya m entada carta; dice
usted textualm ente: «Antójaseme que
hay algo de incorrecto en vender obras
que se han recibido como regalo con
personal dedicatoria, y que no es testi-
monio de prudencia hacer lo propio con
aquéllas, aunque se obtuvieran por com­
pra, cuando su dueño—y máxime si éste
fué prestigioso gobernante—hubo traza­
do en las m árgenes espontáneas obser­
vaciones.» A éstas respondo, como los
antiguos escoláticos, «distingo, distingo».
Para mí, falta á la delicadeza sin llegar á
com eter un acto ilícito, ni moral ni legal­
mente, quien recibe po r sí mismo el ob­
sequio de un libro con dedicatoria m a­
nuscrita y lo vende ó cambia, siem pre
que concurran las siguientes circunstan­
cias: Que el presente venga de un ami­
go, autor ó no de la obra; de o tra perso­
na á la que sin ser amigo se deben con­
sideraciones como escritor de fama, cu­
yos m éritos reconoció quien debe y
puede, ó el público, siem pre om nipoten­
te; de sujeto á quien, no siendo ni amigo
ni autor esclarecido, el obsequiado bailó
el agua con otros fines que los de hacer-
IO
se con el libro, ó se lo pidió para halagar
ó quitarse de encima al escritor. Aun
concurriendo cualquiera de estas cir­
cunstancias, es preciso también para in­
currir en falta, á mi modo de ver, que la
necesidad, que tiene cara de m inero des­
enterrado, no obligue al que recibió por
sí mismo el obsequio.
T ratándose de herederos del agracia­
do, ya es fruta de otro serijo: innum era­
bles son las causas que pueden justificar
lo lícito, correcto y hasta necesario de
la venta. Si fuese yo á enum ararlas, por
pesada y larga, resultaría esta carta tan
insoportable como el im puesto de con­
sumos.
Conviene ten er muy presente, hablan­
do del punto en que nos ocupamos, que
en España es quizá mayor el núm ero de
los que componen libros y folletos y los
im prim en por su cuenta y riesgo, que el
de lectores de aquellos; y aun los lectores
hay que buscarlos de ordinario precisa­
m ente entre los mismos que escriben.
Ocurre cosa sem ejante á la que acontece
con las mujeres, en punto á modas y p e ­
rifollos; se em perejilan, más para llamar
la atención de las de su sexo, que la
atención de los hombres.
Los éxitos de librería en tre nosotros
raros como las perdices blancas—sólo
se consiguen, ostensible y prontam ente,
con el libro ameno por escandaloso; y á
Ia chita callando con el libro de texto.
Para disfrutar de la protección del Mi­
nisterio de Fom ento—-partido por gala
en dos—es preciso form ar parte de cual­
quiera de los políticos que reparten el
Presupuesto entre sus partidarios. De
aquí y de allí—que la mayoría de los
españoles que publican por sí libros, que
no son am enam ente desvergonzados ni
didácticos de reglam ento, tratan de colo-
cailos, sea como quiera, con el mismo ó
parecido afán con que la gallina cacarea
el huevo acabadito de poner.
Por esto pienso yo, que no hay que dar
tan ta im portancia á las dedicatorias, las
que, po r otra p arte, muchas veces no re ­
presentan otra cosa que ahorro de tiem ­
po y de papel: pudo y debió escribirse
una carta enviando la obra y se sale más
fácilmente del paso con dos líneas en los
prelim inares del tomo. ¿Es justo que nos
obligue la dedicatoria m anuscrita que no
hem os solicitado y que á menudo es es­
tocada que nos tiran á la bolsa, ó baja
adulación de méritos discutibles, decla­
rados por quien carece de autoridad para
definir? P er sé y per accidens, si el libro
es malo, insignificante, extraño ó contra­
rio á las aficiones, carrera ó necesidades
del favorecido con el obsequio; la dedica­
toria, lejos de avalorarle, le pone el inri.
¿Sabe usted el chascarrillo de las sopas
d e ajo?
Recorría cierto Obispo su diócesis, en
visita pastoral, y fue albergado en un
convento de franciscanos pobrísimos,
Pero en ei que gracias á la despensa, bo­
dega, corral, huerta y cocinero de un
buen hijo de confesión, pudieron los
frailes servir á su prelado espléndida
cena. Cuando éste saboreaba el café,
atrevióse el prior á exponerle hum ildes
ex cusas.
'—Con todo el alma siento—y la co­
munidad conmigo—no haber podido ob­
sequiar á su ilustrísima con más ricos
manjares; pero...
¿Quiere usted callar?—interrum pió
el Obispo;—he cenado muy á mi gusto,
y así por la calidad, cantidad y esm ero
en los guisos, del lomo, truchas y capón,
y la delicadeza de los vinos y de la repos-
teiía; deduzco que la comunidad debe
'fe tratarse tal vez con más regalo que
aquel que conviene á su instituto. Va-
mos á ver: ¿qué se come y se bebe de
ordinario en el convento?
—¡Señor! —respondió desolado el mí­
sero prior,—¡no bebemos sino agua fres­
ca y comer... al medio día potaje todo el
año y para cenar sopas de ajo!
—¡Hola, hola!... ¡¡Con su ajito y todo!!
exclamó el Obispo, sorbiendo el último
buche del aromático Moka.
Aplique usted el chascarrillo, amigo
Sereix: las más de las dedicatorias son
ajito de los maimones literarios.
Por fin, aunque el caso sea rarísimo,
sobre todo por acá, puede ocurrir algu­
na vez, que el autor haga limosnas de
dedicatorias; es decir, que aum ente el
precio en venta del libro con un autó­
grafo, precisam ente para que el agracia­
do se rem edie con él. H ace poco hemos
visto representar en E l M ístico este caso
histórico en las tablas del teatro de la
Comedia. Imposible me parece leer y
menos conservar, cuantos im presos de­
dican los principiantes, desairados del
público y muchos niños góticos y del re ­
nacimiento, á los banderilleros de las le­
tras por no atreverse á hacerlo á los m a­
tadores de cartel. Las mondas de que
abomina el Sr. M élida son para mí de
todo punto necesarias; y digo para mí,
refiriéndome á los demás, pues yo, ami­
go mío, no tengo casi otros libros que
ios de S. M., y á la R eal Biblioteca van á
Parar hace doce años la mayor p arte de
ios que me regalan, con dedicatorias y
sin ellas.
El problem a que usted propone es
complejo, y para resolverle en definitiva
sería preciso te n er en cuenta muchos
tactores. La crisis del libro, cada día más
arrinconado por la revista voluminosa y
el periódico con monos', el camino que
llevan de desaparecer las bibliotecas par­
ticulares poco importantes, mientras se
acrecientan por compras ydonaciones las
nacionales, municipales y de sociedades
de toda especie y la aprem iante exigen­
cia del público, en estos días de automó­
vil, para que le sirvan pronto el extracto
de lo que le interesa saber. A eruditos
y bibliotecarios toca el desbroce. Un
Rothschild fundó hace poco una biblio­
teca, para servicio del público, exclusi­
vam ente de revistas de cuantas m aterias
abarcan los conocimientos humanos: el
catálogo de este establecimiento lite­
rario originalísimo, m ete miedo.
Al lado de esto se escriben hoy, más
que nunca, bastantes obras de mucho
cuerpo y de extraordinaria im portancia
sobre los asuntos más arduos y acerca
de otros al parecer de relativa im portan­
cia: pero estos libros admirables, son co­
mo los grandes cuadros en las exposicio­
nes: se pintan para la gloria, para las me­
dallas y para que los adquiera el Estado.
Quisiera yo ten er tiem po y contar con
la paciencia de usted para responder á
otras varias cuestiones iniciadas en su
carta y en la del Sr. M élida; para defen­
der á las señoras mujeres, aunque no
fuese más que repitiendo los argum en­
tos que aduje en «Amigos y enemigos
del libro»; para inten tar la probanza de
que puede hacerse un gran servicio di­
vulgando los comentarios marginales de
los grandes hombres que para eso sin
duda los hicieron; que con la biblioteca
del eminente estadista sucedió lo que ló­
gicamente debía acontecer; que alguna
de las conclusiones del respetable y muy
simpático Sr. M élida —mucho más artista
que librero—es irrealizable; que...
Pero «para decir algo sin escribir ó
hablar mucho», D. J uan V alera escribió
que «se requiere ó tiem po y meditación,
ó giran brío de la mente»: y todo esto
me falta.
Ya ve usted, comencé, atendiendo á
su invitación, esta em pecatada epístola
en Viernes Santo, y si no la concluyo
hoy de un golletazo, coincidiendo con la
aparición de las lilas, camino llevaba de
hacerle aguardar mi respuesta hasta el
día del Corpus.
Salud, abundancia y alegría desea á us­
ted su buen amigo librero q. 1. b. 1. m.,

E l C ondis de las N avas.


DE LA E N C U A D E R N A C I Ó N

G E N E R A L I D A D E S .— B I B L IO G R A F ÍA

Á DON JOSÉ G A R C Í A DE L A BA N D ER A
Se publicó este artículo por vez primera en
la Revista de Archivos, Bibliotecas y Museost
Año ix.—Marzo-Abril de 1905.—Números 3
y 4, pág. 221.
Q ueda dicho, al principio de este, que
el libro, como el hom bre, tien e alma y
cuerpo, y que tam bién como aquel nace
desnudo. Por ello se diferencia, como nos
diferenciamos, del resto de los animales
—á los que el Suprem o H acedor impuso
una librea invariable,—de la m ayorparte
d e las manifestaciones y productos del
arte y de la industria. El cuadro lleva
siem pre su marco que suele elegir el pin­
to r y encajar en él la tela cuando no pasó
la obra pictórica de boceto. Se erige la
estatua sobre su pedestal y joyas, instru­
m entos músicos, armas y herram ientas
salen del taller en estuches, fundas, bol­
sas y vainas que los preservan de d e te -
■rioros y realzan su valor. El lib ro —aun
los nacidos entre los más lujosos paña­
les—se presenta de ordinario al público
en ropas menores.
Al llegar aquí, me ocurre que se im­
pone plantear uno de los que llaman los
abogados incidentes de previo y espe­
cial pronunciam iento: quiere decirse,
que suspenden en el pleito el curso de
la acción principal hasta que en aquellos
recae sentencia. El incidente que plan­
teo puede enunciarse en estos términos:
en puridad, ¿cuántas y cuáles son las a r­
tes que em bellecen el libró? Veamos de
resolver esta duda.
Toda piase de ilustraciones gráficas en
negro ó en colores, hechas directam ente
por el artista sobre cualquier especie de
m ateria escriptoria, ó estampadas por los
m últiples m odernos procedim ientos me­
cánicos é industriales, en códices y li­
bros impresos; forman p arte integrante
de los mismos, como los distintos miem­
bros del cuerpo humano y como los di­
versos matices de la epidermis. Por con­
siguiente, no puede decirse con p ropie­
dad que las orlas, láminas, cabeceras de
capítulos y adornos finales, por ricos, a r­
tísticos y brillantes que sean, em belle­
cen el libro; no: son parte esencialísima
del mismo, al extrem o de que, en mu­
chas ocasiones, los monos, como ahora
se dice, tienen más im portancia que el
texto. E n obras de am ena literatura, rara
vez se com penetran uno y otros, y hay
quien opina—D. J acinto O ctavio P icón —
que las ilustraciones en esta clase de li­
bros huelgan siem pre: si son m ejores que
el texto, porque le chafan; si son peo-
tes, por no hacerle entonces falta para
nada. El Quijote, con sus muchas edicio­
nes ilustradas, confirma el aserto de P i ­
cón , sin excluir el trabajo notabilísimo
de J iménez A randa. E s sabido que algu­
nos textos se escribieron para aprove­
char colecciones de estam pas que ya ha-
bían servido de ilustración a obras ante­
riorm ente impresas. Ejem plo de ello,
Los Ecos de las Montañas, publicados
por los señores M ontaner y Simón en
1868 en Barcelona, que «son dos gruesos
tomos de leyendas en verso con láminas
forzadas, ajustando lo que contaba Zorri­
lla en las leyendas, á las preciosas es­
tampas con que Gustavo D oré había ilus­
trado los poemas del tiem po del Rey A r­
turo, compuestos por el laureado poeta
inglés Alfredo Tennyson> *. Con ser de
un valor literario tan grande L a Divina
Comedia, del D ante , una de sus muchas
ediciones es conocida exclusivam ente
p o r las estam pas que tam bién dibujó
D oré , como entre nosotros, en la obra
Recuerdos y bellezas de España, lo más
sonado es la labor de P arcerisa, que le
da nom bre, y obscurece los de P iferrer ,

* V alera, Florilegio... Tomo v, pág. 265.


Q uadeado,P í y M argall y Madrazo, auto-
les del texto. ¿Quién ignora que el éxito
de Blanco y Negro y de otras varias p u ­
blicaciones periódicas, más que á los
cuentos, novelas, poesías y relaciones de
actualidad, se debe á los fotograbados,
cromotipias y otros porm enores artísti­
cos que ilustran lo escrito? El públi­
co procura hoy enterarse de lo divino y
humano en el m enor tiem po posible,
con poco trabajo y del modo más grato,
has publicaciones periódicas ilustradas
Provocaron la crise du livre, problem a
tratado p o r H enri B ailliére reciente­
mente.
Para el desarrollo de mi tesis repetiré
aqui lo que ya dije, al hablar de sus ami­
gos y enemigos: qué entiendo por libro.
Volumen ó cuerpo formado de muchas
° pocas hojas de m ateria escriptoria, ma­
nuscritas ó im presas rica ó pobrem ente,
Y con ó sin ilustraciones gráficas, unidas
aquellas entre sí, bajo portada y cubier­
ta de papel ó sin ellas.
Al tomo ó cuerpo de mucho ó poco
volum en—que para el caso no hay dife­
rencia entre libros y folletos,—suele pe­
garse al verso de la cubierta ó en las
guardas, ó imprimii'se por fuera sobre
las pieles, telas ó papel de la encuader­
nación; el llamado exlibris, ó superlibris,
especie de m arbete que proclam a la pro­
cedencia de la obra, propia de particu­
lar ó de biblioteca pública. Si el exlibris,
obtenido por cualquiera de las artes grá­
ficas, va encolado en el interior del tomo,
por rico y caprichoso que aquél sea, no
puede decirse con exactitud que em be­
llece el libro, pues ni le pone ni le quita.
Si va grabado, en seco ó en purpurinas,
sobre la encuadernación, como otro hie­
rro cualquiera, forma p arte de la misma,
y lo accesorio cede á lo principal. P or
otra parte, el exlibris no es un arte p er
se' ni manifestación exclusiva de cual­
quiera de los otros gráficos, y tiene un
fin más práctico y utilitario que artísti­
co, siquiera posean hoy exlibris y se
dediquen á coleccionarlos por com pra
Y cambio, en E uropa y América, muchas
personas que ni tuvieron, ni tienen ni
Piensan te n e r jamás libros. Por esto no
creo «sinceram ente»—con la Redacción
de la preciosa Revista Ibérica de E xlibris *
’ ‘que la tardanza en desarrollarse en­
tre nosotros el movimiento exlibrístico,
pone de manifiesto nuestro atraso indi­
viduáis, ni que «prom over y desarrollar
ese movimiento habrá de ser un medio
indirecto de reaccionar contra aquel ata­
vismo que nos coloca en bien poco p re­
ferente lugar en tre las naciones civili­
zadas.»

* Barcelona, 1903. Año 1, núm. I. Notable,


asi por el texto, como por las estampaciones.
De todo lo expuesto á paso de auto­
móvil, me atrevo á deducir que sólo hay
un arte del que puede decirse con p ro ­
piedad que em bellece el libro ya forma­
do; la encuadernación: y esto siem pre y
cuando tenga ella condiciones estéticas,
pues en caso contrario, foi-ma en la van­
guardia de los enemigos del libro con
los muchachos, la polilla, la humedad,
los ignorantes, los sabios puercos y otras
varias calamidades que contribuyen á
estropear y destruir los tomos m anus­
critos é impresos.
La encuadernación acompaña al libro
inm ediatam ente después que este aban­
dona su forma prim itiva de rollo para
adoptar la de cuaderno;
El proceso de la encuadernación es
idéntico al del traje. Uno y otro recono­
cen como causa prim era la necesidad de
protegerse contra las inclem encias de la
naturaleza y los ataques de los seres vi-
vientes. El traje y la encuadernación en­
tablan desde su nacim iento relaciones
con la belleza, como todas las manifes­
taciones del trabajo humano, por utili­
tarios que sean los fines que persigan.
Ambos llegan pronta y lógicam ente á
constituir elem entos im portantísim os
que realzan la herm osura del ser hum a­
no y de la manifestación más directa y
acabada de su inteligencia; el libro.
Siendo esto así, ¿qué tiene de extraño
que se le vistiera y engalanara en todo
tiempo, como nos vestimos y em pereji-
lam° s con telas, pieles y joyas las más
Preciosas?
“¿Quién no ha oído hablar de encua­
dernaciones en piel humana?» *.
La historia, pues, del arte que em be­
llece el libro, ofrece capítulos muy inte­
resantes.

Cim A.: Une Bibliothéque.. París, 1902.


O curre preguntar: ¿necesita aquél,
como el hombre, que se le vista al nacer?
Acabo de recordar que la belleza, desde
el principio del mundo, procuró siem pre
y en todas partes herm anarse con las
múltiples manifestaciones de la activi­
dad humana p o r materiales, vulgares y
ram plonas que éstas sean. El sentim ien­
to de lo bello, consciente ó instintivo,
fué, es y será constante aspiración de la
humanidad desterrada en este valle de
lágrimas; nostalgia del bien perdido por
la culpa prim era. Pero el libro, aunque
no esté tan bonito sin encuadernar, ¿no
puede existir y conservarse bien en rús­
tica? ¿Será que necesita de la encuader­
nación como de la arm adura el guerrero
de los tiem pos medios? Muchas respues­
tas se desprenden d e esta pregunta,
como granos de uvas m aduras de apre­
tado racimo. Las opiniones de algunos
e n tre los más calificados doctores biblió-
filos se dan de calabazadas en este par­
ticular. S ebastián M ercier , polígrafo del
siglo xviii , se m ostraba tan enemigo de
la encuadernación, que dio lugar, como
es sabidísimo, á que le disparasen una
cuarteta, cuyo sentido es este, palabra
más ó menos: «Mercier declamando con­
tra la encuadernación debe de tem er
por su propio pellejo para lo venidero:
que se tranquilice; su piel no es aprove­
chable más que para parche de un
tambor» *. En cambio, C arlos A sselineau
declaró que un libro en rústica no es tal
libro.
Desde luego, atendiendo sólo al ta­
maño, los volúmenes que exceden del
cuarto español exigen im prescindible­
m ente la encuadernación si han de colo­
carse en cualquier estante en sentido

* Bouchot (Henri): Le Livre. París, 1886


(?), pág. 297.
perpendicular á la tabla. En rústica no
pueden tenerse en pie, se desmayan; son
como mujer gorda sin corsé ó justillo, á
la que cada parte del cuerpo se le va
por su lado, ó como vejete que no usa
tirantes con calzones holgadísimos. Los
libros pequeñitos pueden pasar mucho
m ejor que los grandes sin encuadernarse
durante algún tiempo. Los partidarios
de las teorías de Mercier sostienen que
la encuadernación, sobre todo de los vo­
lúmenes en octavo, y de ahí para abajo,
es enemiga de la lectura; pocos de estos
libros, dicen, aunque estén vestidos por
un encuadernador de fama, se abren
bien, y para leerlos hay que valerse de
las dos manos, lo que es muy incómodo
y poco práctico si por añadidura hay
que tom ar notas. A esto me ocurre re s ­
ponder, en térm inos generales, que si la
encuadernación puede ser enemiga de
la lectura en determ inadas circunstan­
cias, en todas, la lectura del libro en rús­
tica es adversa á éste. Bueno que las
personas cuidadosas,' los verdaderos bi­
bliófilos aplacen la encuadei'nación para
leer el libro en rústica á sus anchas; no
de otra suerte que las m adres consien­
ten á sus chicuelos que anden en camisa,
por las mañanas durante el buen tiem ­
po, contando siem pre con vestirlos p o r
la tarde. Precisam ente esos libros manua­
bles que nos proporcionaron los pocos
goces legítimos y desinteresados que
ofrece esta picara vida, son los que re ­
claman im periosam ente y con justicia de
nuestro agradecim iento que les vistamos
con buena ropa. Siem pre fué ésta, al par
que la belleza y la fama de te n er dinero,
carta de recom endación que abre m u­
chas puertas y suele engañar i no pocos.
Los ignorantes y los ricos improvisados,
juzgan casi siem pre del valor de los li­
bros por sus encuadernaciones... por la
fa sta , dicen ellos. El erudito y el biblió­
filo adquiere, ante todo, el libro raro con
la ropa que tenga, lo lee, se recrea, lo
luce y luego lo encuaderna lujosamente.
Los que consideran el libro como un
chisme cualquiera del ajuar, cuidan ante
todo, y así lo previenen al librero encar­
gado de form arles la biblioteca, que todas
las obras estén empastadas ricam ente;
mucho hierro dorado, mucho; «¡hacen
tan bien así los tomos en los estantes!»
Conocida es la fábula de Iriarte E l ricote
erudito, cuya biblioteca estaba formada
exclusivam ente de lujosas lomeras con
dorados tejuelos, acopladas con mucho
arte en los plúteos, ó tablas de la estan­
tería,pregonando obras notables, cuando
en realidad sólo había de ellas el título
estam pado sobre piel.
H ay muchas clases de libros de cons­
tante manejo, cuya encuadernación es
indispensable: los de enseñanza en todos
sus grados, los comerciales, los regis­
tros, catálogos y guías de toda especie y
los libros litúrgicos y de devoción.
La presentación en las librerías del
tomo en rústica me parece tan anormal
como la postura del huevo en fárfara, y
absurda la incum bencia im puesta al lec­
tor de abrir las hojas con la plegadera.
La aparición del prim er libro en rústica
constituye un verdadero retroceso, por­
gue la encuadernación propiam ente di­
cha, como observa el Sr. E scudero de la
P ena, era en realidad una de las tres ope­
raciones que componían el trabajo del
¡criba ó escritor. «En el siglo xvi signi­
ficaba y valía tanto la palabra librero
como la de encuadernador, y así lo po­
nen de manifiesto, de una parte, los
asientos de aprendiz de librero, en los
cuales, al declarar lo que el m aestro ha
de enseñar al aprendiz, sólo se habla del
arte de encuadernar, y, por otra parte,
se observa que en muchas partidas de
difuntos correspondientes á libreros de
dicha época, si en el texto de la partida
se dice encuadernador, la anotación mar
ginal dice librero y viceversa»* *.
Observa el mismo bibliógrafo que Be­
nito Boyer, uno de los más ricos libreros
y editor de Medina del Campo, vendía
encuadernadas las obras del célebreFRAY
D omingo de S oto, y Juan de Sarriá, li­
brero de Alcalá, encuadernaba á todo
coste la colección de libros que en i 592
vendió Juan Boyeral Marqués de M oya».
El libro debe ver la luz con su encua­
dernación propia, como todo animal
viene al mundo con piel, plumas, pelos,
escamas ó conchas, y como en los países
civilizados nadie sale á la calle en ca­

* 1 ER“ I>AST0R (Cristóbal): La imfren -


n o ta 2 ma d d CamP°' M a d d d ’ l895’ p á g ' 10’
** Cf->Páginas 495-499.
misa. La encuadernación debe form ar
p arte integrante del volumen englobado
el precio en el total de la obra, como los
d e la im presión y el papel. Es también
absurdo que las encuadernaciones, aun
las más vulgares cuesten —entiéndase
bien que no digo valgan—cuesten casi
siem pre tanto ó más que el libro mismo.
En esto, así como en la unificación del
tamaño y de la forma universal de ex ­
presarlo gráficamente, deberían ocupar­
se los congresos bibliográficos en vez de
Perder el tiem po en minucias de ningu­
na utilidad práctica para los im presores,
editores, libreros y el público en ge­
neral.
Quedamos, pues, en que todo libro
■debe aparecer á la vida encuadernado,
para facilitar su inmediata lectura y de­
fenderse de sus naturales enemigos. H e­
mos aprendido en el Instituto que para
la. existencia de las nacionalidades es ne-
cesaría la clase media; que Roma se des­
moronó, entre otras causas, por no te ­
nerla verdaderam ente. En todo parece
ser lo mejor el térm ino medio, ¿eh?...
en todo menos en encuadernaciones.
O la sencilla, práctica, ligera y consis­
ten te que debe llevar todo libro m a­
nuscrito ó impreso formando volumen;
o las lujosas propias de aficionados y bi­
bliófilos.
La encuadernación, en térm inos gene­
rales, debe corresponder en cierto modo
á la im portancia de la obra y hasta si se
quiere relacionarse un tanto con lo que
en ella se trata. No resultaría adecuado,
pongo po r caso, para un tomo de poesías’
lincas, obra de una señorita, cualquiera
de aquellas encuadernaciones en piel de.
cerdo con bajo relieves, notables en
Francia y en Italia en el siglo xvi, ni las
obras de A ristóteles vestidas de raso
verde Nilo con lirios blancos de dibujo
modernista. R ecuerda el Sr. E scudero
de LA P eña, que «los T ristes de Ovidio
solían tener negros sus frontes»... * Con­
viene, sin embargo, no exagerar esa re ­
lación entre el fondo y la forma, pues de
lo contrario es fácil dar en las graciosas
ridiculeces que coleccionó Cim en el
Precioso libro antes citado. Un inglés se
cree en la obligación de encuadernar un
i'atado sobre la caza, en piel de ciervo:
otro viste de pellejo de zorra la H istoria
de Jacobo I I , por Fox, solam ente porque
e' nombre de este autor es en inglés el
de aquel astuto animal: un tercero en­
cuentra oportunísim o revestir la H isto­
ria del Bosque Negro en cuero de Levan­
te del mismo color: p o r fin parece ser
que existe una Historia de la Revolución

* Encuadernaciones de la Edad Media y Mo­


derna. Museo Español de Antigüedades, to­
mo vii, pág. 483. Madrid, 1876.
p o r T hiers, cuyas tapas imitan un manto
real azul bordado de oro, yendo incrus­
tada en la principal, la arm adura de los
lentes del historiador, desprovista de los
cristales, con más cuatro botones de una
levita que tuvo en mucha estima. Hace
pocos años supuso un señor alemán, que
en las costas de no sé dónde había apa­
recido el diario de Cristóbal Colón que
se le cayó al agua en uno de sus viajes.
Sobre tal supuesto, fabricó un libro—fac­
sím ile del náufrago—cuya encuaderna­
ción de pergam ino aparece casi del todo
cubierta de arena, algas, conchas, cara­
coles y granitos de coral. P or supuesto,
que sem ejante envoltura es de las de mí­
ram e y no me toques; pues cada vez que
se intenta abrir el famoso diario, que
lleva el sello pendiente, en cera, del Gran
Alm irante de las Indias Occidentales, se
desprenden de las cubiertas p arte de las
arenas, de los caracoles ó de las algas.
No es ésta, sin embargo, la última pa­
labra en punto á encuadernaciones, en
las que se trató de perseguir la propie­
dad con verdadero encarnizamiento, ó
estrechar las relaciones de que antes ha­
blaba. Tomándolo del Intermediaire des
chercheurs et curieux, i o Oclobre 1883...,
n °s refiere C im * el siguiente episodio:
*Pero la más extra vagan te encuader­
nación de cuantas se hicieron en genero
macabro, es seguram ente la que en 1813
puso el abogado Edm undo L eroy á un
ejem plar de la traducción d élas Geórgi­
cas hecha por D elille . Asistió Leroy al
embalsamamiento del célebre escritor de
^m en era gran apasionado y pudo con­
seguir que el practicante le facilitara dos
trozos de epiderm is del poeta, con los
1 ue mandó encuadernar su versión. Pa-

le ce ser que el tomo se custodia actual-

Cf., pág. 137.


12
m ente en la Biblioteca municipal de Va-
lenciennes, patria del caprichosísimo
abogado» *.
A ún puede citarse un caso más in te­
, resante p o r ser más poético:
«M. Camille Flammarion, le célébre
astronome, étant alié en villégiature dans
unch áteau d u Jura,chezla comtesse de X
[La Comtesse de Saint-Ange], comtesse
p h th isiq u e, adepte de la pluralite des
mondes, re$ut, quelque tem ps aprés, du
m édecin de cette jeune femme, u nelettre
ainsi conque: »
»Cher Maitre.
»J’accomplis ici le vceu d ’une morte,
qui vous a étrangem ent aimé. Elle m'a
íait ju re r de vous íaire parvenir, le len-
demain de sa[m ort, la peau des belles

* Véase en la*Noticia de impresos... al


final de este artículo, «Tanneries de peau hú­
mame»...—Reliures en peau humaine. — La
peau de Campi en reliure.»
epaules que vous avez si fort admirées,
soir des adieux, a-t-elle d it, e t son
tfésir est que vous fassiez relier, dans
cette peau, le prem ier exem plaire du
Premier ouvrage de vous qui sera pu-
blié aprés sa mort. Je vous transm ets,
cher Maitre, cette relique, comme j ’ai
juré de le faire, et je vous prie d’agréer,
etc. «Docteur V...»
lJ’avais admiré, en effet, ces superbes
^Paules, le soir des adieux, expliqua
Camille Flamm arion á un journaliste
était alié l’interroger... J’envoyai la
peau á un tanneur, qui, pendant trois
'«oís, l'a travaillée avec le plus grand
so'n. Elle m ’est revenue blanche, d’un
grain superbe, inaltérable. J ’en ai fait
relier le livre qui était en cours de pu-
bücation, Terre et Ciel[les Terres du ciel
sans doute]. Cela fait une reliure magni­
fique... Les tranches du livre sont de cou-
leur rouge, parsem ées d ’étoiles d ’or,
pour í'appeler les nuits scintillanles de
mon séjour dans le Jura.
»Sur la peau des épaules de la com-
tesse, j ’ai fait graver, en outre, en lettres
d ’or: Souvenir d'tme mor te.» *
T ratando de encuadernaciones capri­
chosas, hay que m encionar las de secreto
y, como tipo de ellas, la de una colec­
ción de oraciones del siglo xv, c Orai-
so>is adressées a Notre-Seigneur et a la
Sainle Vicrge>, que posee la Biblioteca
Nacional de París; Ms. 1190 du fonds la-
tin. ** Al verso de las tapas sendos basti­
dores, á modo de marco ó faja, cubren
ocultos, según M. H r . Bruchot *** los re ­
tratos m iniaturas de Carlos VIII y Ana
de Bretaña. Refiere asimismo el Sr. C im

* Le livre. III. París, 1906, págs. 298, 299.


** Cf. Cim ., pág. 394, nota 3.
*** Catalogue de l'Exposition des Primitifs
frangais au Palais du Louvre et a la Biblio-
theque natlonale, avril 1904.
que á veces tales estuches, adornos de
libros, encerraban reliquias de santos y
hasta Hostias Consagradas.
Hay tam bién ejemplares de encuader­
naciones musicales, según el propio au­
tor: al abrir el libro tocan.
El capítulo de semejantes extravagan-
c‘as se com pleta relacionando la existen­
cia de volúmenes que presentan doble
faz: cada tapa lleva el título en distinto
sentido; lado de los hom bres y lado de las
señoras [sic]: hay tam bién encuaderna­
ciones llamadas «tete-béeche», ó sea de
dos obras distintas en un solo volumen,
Pero trapeadas de su erte que por cual­
quier lado que se abra resulta siem pre
una obra cabeza arriba: por este sistema
se han llegado á un ir hasta tres libros
diferentes en un solo cuerpo.
El Diccionario Universal... publicado
P °r Astort hermanos, editores, «bajo el
Pian de D. N icolás M.a S errano », en el
l7s
artículo Encuadernación, se limita á de­
finir lo que es ésta, y á dar cuatro reglas
someras y otras tantas noticias vulgares
sobre la técnica de aquel arte en gene­
ral, sin decir palabra á propósito de su
historia en España: tam poco cita un solo
libro nacional ni extranjero acerca de'
tal materia. E l Hispano Americano, dic­
cionario dado á luz por la casa M ontaner
y Simón, de Barcelona, con ser enciclo­
pédico, como el anterior, y de nuestros
días, es aún más parco en el punto que
tratamos, pues no va más allá de las de­
finiciones de encuadernación, enctiader-
nador y encuadernar, seguidas de unas
cuantas citas clásicas, puram ente litera­
rias. E n esta obra, es tanto más im per­
donable la parvedad, cuanto que en Bar­
celona las artes de la formación y em be­
llecimiento del libro tienen singular im ­
portancia, si su desarrollo se compara
con el que no alcanzaron en el resto de
España. Allí ó para allí se dieron orde­
nanzas grem iales á libreros y encuader­
nadores en 1446 y 1553, sem ejantes ála s
de Madrid de 1762; allí se ha publicado
algún manual para uso de encuadernado­
res, y allí ve la luz la Revista Gráfica,
que contiene artículos relativos á repu­
tados artífices en el arte de vestir el li­
bro, como los Doménech y Ruiz, figu­
rando también en la publicación diversas
reproducciones de 'tapas de exclusiva
industria catalana. R ecorriendo el volu­
minoso Museo Español de Antigüedades,
sólo se encuentra á propósito del arte
de Grolier el excelente artículo de D on
J osé M aría. E scudero de la P eña, y no lle­
gan á media docena los que contiene
toda la colección de la Revista de Archi­
vos, Bibliotecas y Museos: de aquéllos,
ninguno trata en particular de la historia
ó de la técnica de la encuadernación: li-
mitanse á describir de pasada varias
iSo

encuadernaciones especiales. No consta


que al Averiguador Universal se acudie­
se tampoco con preguntas sobre estas
materias. Los ejemplares de libros ves­
tidos con arte al propio tiem po que con
lujo, son siem pre raras excepciones en
nuestras grandes Bibliotecas del Monas­
terio de San Lorenzo de El Escorial, en
la Nacional, en la de San Isidro, en las
de las Reales Academias y, en propor­
ción, aun en la Real, particular de S. M. el
Rey de España. Los libros de ésta que
figuran en la Nacional, «estaban en su
mayor parte encuadernados, más vistosa
que sólidamente, en cartones revestidos
de vitelas, teñidas de verde, con filetes
de oro» *. Por fin, á prim era vista se ad­
vierte, recorriendo la nota bibliográfica,
que sirve de escolta al presente artículo,
que los impresos españoles están en exi-

* Cf. E scudero.
gua minoría entre las publicaciones fran­
cesas, inglesas y alemanas que tratan de
la encuadernación concretam ente, d e
los encuadernadores y de restauraciones
de envolturas de libros. No hace falta,,
pues, á lo que parece to rtu ra r el magín
para inferir po r los datos precedentes,
hue el más artístico quizá en tre todos
los artes m anuales—porque es sin duda
también el menos ú til—tuvo y tiene en
España, m ejor dicho, en la Península
Ibérica, poquísima importancia. Con ha­
berse introducido aquí muy pronto en
tem p o s relativam ente modernos, el gus­
to, aunque no la afición, por las encua­
dernaciones bellas, como reflejo del a rte
arabe 6 imitación de los buenos modelos
italianos; es lo cierto, que tales semillas
üo encontraron la tie rra apropiada para
su próspero y general desarrollo.
Excepciones que confirman la regla,
s°n, en lo antiguo, las encuadernaciones
citadas p o r P érez d e G uzmán en su a r­
tículo E l libro y la biblioteca en España
durante los siglos medios **, y en n u estro s
días las p reciosas o b ras d e e n cu ad ern a­
ción hechas p o r el aficionado y d o c to r
en e ste arte, n u e stro paisano y am igo
D. J osé G arcía de la Bandera, á q u ien
va dedicado el p re s e n te articu lejo .
E l D octor T hebussem también lo bebe.
H ace dos años me escribía: «Cierto, mi
querido Conde, que conservo en alto
aprecio, y en volúmenes sólidam ente en­
cuadernados de propia mano, la activa
correspondencia que desde 1886 á 1905
sostuve con mi querido deudo y amigo
Juan Valera.»»»
Pueden contarse y no llegan quizás á
veinte, las Bibliotecas y los bibliófilos
que entre nosotros adoptaron para sus

* La España Moderna, i.° Octubre 1905.


** NA' K B CLI, Madrid, 1906. Pag. xvi.
libros encuadernaciones especiales. Los
monasterios de Poblet y San Lorenzo de
El Escorial, el célebre Marqués de San-
lillana, el V irrey D. Pedro de Aragón,
D. Diego H urtado de Mendoza, el Con­
de-Duque de Olivares, el Marqués de
Moya, el de la Romana, cuyos libros—
varios vestidos por B eneito—se custo­
dian en la Biblioteca Nacional; el de Mo­
cante, Salva y algún otro. Tam bién es
muy corta la lista de contem poráneos
españoles aficionados al arte de Miyar,
Romeral, Ginesta é Indalecio Sancha *.
E- Isidoro Bomsoms, afortunado y eru­
dito poseedor de magnífica colección de
ediciones del Quijote, el abogado m ala­
gueño D. José Lam eyer y González, el

* Hijo del notable impresor. D. Cayo Or­


tega, catedrático de la Central, posee un vo­
lumen en 8.° encuadernado en vitela con or­
las pompeyanas iluminadas, que lleva la firma
de Indalecio y la fecha de 1815» Madrid.
ingeniero D. Félix Boix y Merino, don
José Fontagud Gargollo, su herm ano
D. Alvaro y el jurisconsulto D. León Me­
dina, son los únicos nom bres que r e ­
cuerdo.
El estudio del exlibris y la afición á
coleccionarlos, que tanto vuelo tom a hoy
en el extranjero y en toda Cataluña,
puede ofrecer tam bién datos aprecia­
bles sobre la afirmación que vengo d o ­
cum entando. Por cierto que la librería y
taller de encuadernaciones de Miguel
Verdaguer, en Figueras, más que p o r
sus obras, es conocida p o r el cxlibi'is
en tre los que con distintos fines m ane­
jamos libros. En la «Clasificación p o r
profesiones y provincias de las solicitu­
des presentadas por obreros al Ministe­
rio de Agricultura, Industria y Comer­
cio en 1903, pidiendo pensión para am ­
pliar sus conocimientos en el extranje­
ro». figuran solam ente diez y seis encua-
dem adores en toda España, diez en Ma­
drid, tres de Barcelona y otros tres en
Granada, Santander y Vizcaya, respecti­
vam ente.
Hasta la colección formada por D. Ma­
nuel Rico y Sinobas es docum ento im-
Perfectísimo para el estudio de la en­
cuadernación en general y de su des­
enrollo en España. Como ya hizo notar
el Sr. Aguiló al clasificar y describir los
ejem plares que componen aquel fondo
existente hoy en la Biblioteca Nacional,
"dos núm eros propiam ente españoles
son escasos de por sí»; luego, que la co­
lección más que de encuadernaciones es
d e pieles, arrancadas de las tapas que
torraron. No puede p o r tanto apreciarse
el juego de aquéllas sobre las hojas del
libro, el cosido, cajos, cortes, guardas,
cabezadas... cuanto constituye en con­
ju n to una encuadernación propiam ente
dicha. Tam poco á pesar de los tejuelos
es fácil juzgar exactam ente, en sentido
más espiritual, por las tapas sueltas, de
las relaciones que, sin exagerar, deben
existir y existen entre el asunto de que
trata el libro y la m ateria con que se le
vistió. A nadie ocurriría dar el nom bre
de colección de t?-ajes á una com puesta
de telas descosidas que perdieron la
forma que les dio el sastre ó la modista
para adaptarlas al cuerpo humano, y los
forros, cintas, botones y diversos ador­
nos partes integrantes ó com plem enta­
rias del corte y la costura, constitutivos
en fin de las hechuras buenas ó malas
de cada vestido.
No es pues tarea fácil la de escribir
acerca de la historia y técnica del arte
de la encuadernación en España. Aun­
que algunos datos pudieran añadirse
hoy á los reunidos en el artículo del se­
ñor E scudero, cual sería por ejemplo la
noticia, que creemos hasta ahora inédita,
relativa á los encuadernadores que trajo
Felipe II para trabajar prim eram ente en
la Biblioteca Escurialense y tal cual más,
espigada en inventarios de bienes m ue­
bles como el importantísimo de los que
Pertenecieron á Doña Juana, m adre del
Emperador Carlos I de España; es lo
cierto que ahora como en tiem po del
erudito profesor de la Escuela de D iplo­
mática no bastan sem ejantes verdascos
para tejer un buen canasto.
Sírvanos ó no de consuelo que ni en
Portugal ni en Italia, cuna por decirlo así
de este arte * ni en Rusia, famosa por la
especial preparación de pieles tan em-
* «Charino Conte Salazar; per quanto é a
mía conoscenza parmi che non si sia ancora
Publicata un opera, che tratti diffusamente
'EH arte della rilegatura dei libri in Italia.
Esistono, benti, lavori che s’occupano delle
rilegatture, fatte dai celebri Maioli, Canevari
e'l altri. II fumagalli, publicó, non é molto,
sulla B ibliofilia , diretta dell’ Olschki, uno
pleadas en las encuadernaciones de lujo;
se ha publicado tampoco, que yo sepa,
ningún trabajo fundamental del género
q u e echamos de menos aquí.
Como hice notar al principio de estas
divagaciones, el proceso en el arte de la
encuadernación es idéntico al del traje:
-en los países más elegantes y más ricos
de Europa, Francia é Inglaterra, hay
que buscar también á los encuaderna­
d ores y á los coleccionistas más nota­
bles. Conviene advertir que me refiero
principalm ente á los trabajos llevados á
cabo sobre pieles adobadas para vestir
-el libro, como son las famosas valencia­
nas que vuelven hoy á ponerse de moda
po r contados bibliófilos, y tam bién á las

studio su Demetrio Canaveri é sull’arte sua.»


Carta del Doctor Juan Bresciano, de la Bi­
blioteca Universitaria de Ñapóles, al Director
del Museo de San Martín, en aquella capital.
20 de Diciembre de 1904.
°bias de aplicación de hierros en seco
y en purpurina y pinturas sobre telas
0 Pergaminos, íorros de las tapas. No
aludo pues á joyas de orfebrería, sem e­
Jantes á las coronas de Guarrazar, ni á
s <l ue recuerdan los esmaltes del por-
l,lPaz c'e la catedral de Valencia, como
S° a ^as puntas nervios y marco del es­
cudo central clavados sobre la piel de
ZaPa del libro de horas, soberbia alhaja
dc 'a Real Biblioteca del Palacio de Ma-
' r'd "> ni á otras muchas cubiertas de
ílldlfil, metales, concha, nácar, piedras y
laderas preciosas incrustados, grabados
esculpidos con las que se engalanaron

J)Q "Ce magnifique volume est comu sous le


y 1'* ue Livre a'heures de la reine a'Aragón,
ti a>¡}!t ^ !'nrif/aez. II est recouvert d’une somp-
ill • >SÜre“ure>°mée d’orfévrerie ciselée et éma-
or^e Xvre siécle. Le grand écusson roya! qui
ne milieu des plats et qui est reproduit
á div,
erses reprises sur les pages du volume, est
le bla¡
son royal d’Aragón, partí d i blasón d’
13
antiguam ente y se presentan hoy algu
nos libros de mucho valor y también su­
blim es majaderías.
No fuimos nunca en España verdade­
ram ente ricos ni elegantes; por eso no
hubo aquí, como en Francia y e n Ingl»'
térra, famosos encuadernadores ni céle­
bres coleccionistas de encuadernaciones,
tampoco hemos sido industriales y asi
no me parece que llevamos camino de
com petir con Alemania en el artículo de
encuadernaciones baratas.
Con ser así, no puede negarse que va
resucitando en tre nosotros el gusto a
ciertos prim ores en el arte de empastat ■
L a Asociación Barcelonesa de Amigos de
la Enseñanza al organizar un certam en

Henriquez. On evalúe a fr. 200.000 la valeuf


de cette reliure.» J. Van Ben Gheyn, S. J. N o
tes s u r quelques m a nuscrits a m in ia tu res
récole fla m a n d e conserves dans les Bibliotld
ques ¡f Espagne. Anvers, 1906, pág. 19.
Con motivo del te rcer Centenario de la
Publicación del Quijote, ofreció diploma
t>e mérito á la invención del m ejor «Pro-
iocto dibujado para encuadernación ar-
Pistica» del famosísimo libro.
P °r todo lo expuesto al correr de la
Pluma—sin método y sin gran novedad,
reconozco—me ocurre que se echa de
men°s un trabajo español neto acerca
C'c 1® materia que ha prestado argum en­
to ^ estas divagaciones. Como base ó si
se quiere zanja en que asentar los ci-
rtllentos, ofrezco la siguiente nota de im­
presos que tratan exclusivam ente de en-
euadernación y de encuadernadores. La
e*cueta lista de tales obras es noticia
lector sm
s pretensiones ni garantías b i­
bli,
ográficas; no respondo por tanto de
exactitud. Tampoco hay para qué de-
lr ^ue en todo Manual de Bibliotecas y
1 botecarios se encuentra ó debe en -
c°ntrarse capítulo especial dedicado á
aquel arte y que el curioso no perde­
rá tampoco el tiempo hojeando además
las obras que tratan de amigos y de ene­
migos del libro. Las consultas de los Ana­
les Gráficos que ven la luz en Leipzig—
de los que se tira una edición en caste­
llano—y de la obra A travers les livres
d e M. E rnest-Q uentin -B anchart, quien
dedica una ojeada á la encuadernación
moderna, vienen también muy al caso.
Por fin, libros hay cuyo título no revela
que puedan contener cosa que con la
encuadernación se relacione y que sin
em bargo las encierran muy notables:
ejem plo de ello las que se reproducen
en el tom o 7.0, páginas 114, 124, entre
ésta y la 125, 125, 12S, entre ésta y la
¡29, 131 y 132 de. HohctKollern-JahrbucU
Forschungen und Abbildungen zur Ges-
chichte der Hohenzollern in Brandenburg-
Preuken herausgegebenvonPaul Seideb
E rs te r Jahrgang. 1897-1905.
^ a l dar aquí punto me o c u rre ,¿nose le
Untojará al lector «fiambres, desabridas
VUeronlas divagaciones
o de ese buen hom-
re ¡vaya unas alforjas para el viaje que
Propone!» Y esta duda, que sin modestia
(' e guardarropía me asalta, trae á mi me-
In°ria, por asociación de ideas, una ocu-
r‘encia del inolvidable Guillermo R an-
V'^S| segundo Marqués de Casa-Laiglesia.
El Viernes Santo de 1890 estábamos
c°u él en la calle del Arenal, poco antes
salir la procesión de San Ginés, va-
ríos a m ‘ • •
“migos, cuando vimos venir hacia
°sotros á uno de los libreros más cono-
I U*°s la Corte, que usa á todas horas
ngo y americana. T raía aquella tarde,
1 4
uonor de día tan solemne, levita y
• °mbrero de copa alta, que le sentaban
,r>io á la Magdalena un polisón. Gui-
eim ° al verle exclamó:
¡La verdad es que Ferm ín está m ejor
n rústica que empastado!
Biblioteca Nacional de España
NOTICIA DE 203 IMPRESOS
Q UE T R A T A N DE

encuadernación y en c u adernadores

A
'• Adam (P.) — Systematisclies Lehr-und
Handbuch der Buch binderei. D res-
den, 1885.

2' ' Dei• Bucheinband. Seine Tech-


nik und seine Geschichte. Leipzig,
1890.

------------- M onatschrift f i i r Buchbinde-


rei, Berlín, 1890.

4- Aguiló (A.)—Biblioteca Nacional. Co­


lección de encuadernaciones. A rtícu­
lo reseña ilustrado con cuatro lá—
minas. «Revista de Archivos, Bi­
bliotecas y Museos». Año V (1901),
página 79S.
5. A ntifonario de C arlos V (E ncuader­
nación del ). —Lámina IV. «Revista
de Archivos, Bibliotecas y Museos».
Año xi. Marzo y Abril de 1907.
6. A rnett ( J —History o f the a rt o f
bookbinding. 1837.

7. ---------Bibliopegia or the a rt o f Book­


binding. London, 1836.

B
8. Bachelin - D eflorenne . [Le B iblio-
phile Julien.] Album de reliures ar—
tistiques et historiques des X V 7 «,
X V I B , X V I H ‘ et X 1X ‘ siécles. Pa­
rís, 1868.

9- ---------Album de reliures anciennes...


París, 1869.
10. B apts (G .) — Im prim erit el Reliure.
París, 1883.

11. Battershall (Fletcher). — Bookbin-


ding for bibliophiles; being notes ou
some technical features o f the well
bound bookf o r Ikeaid o f connoisseurs.
Greenwich, 1905.

12. Baudrier (J.)— Bibliographie lyon-


naise. Recherches sur les imprimeurs
libraires, relieurs et fondeurs de let-
tres de Lyon au X V I ‘ si'ecle. Pa­
rís, 1904.

13. B auer (C.)—Handbuch der Buchbin-


derei. W eimar, 1881, con un Atlas.

14. Beraldi (H en ri ) . — L a Reliure du


X IX ‘ si'ecle. París, 1894-97.

15. Blanchon (H .-L. A lph). — L 'A r t et


la Pratique en reliure (Bibliotheque
des professions industrielles...) París.
16. Bickell (L.) — Bucheinbande des 15
bis 17. Jahrhunderts aus hessischen
Bibliotheken. Leipzig, 1892.

17. Bonnange (F erdinand). — De la rcpa-


ration des vieilles reliures... París,
1858.

18. Bonnardot (A.) —De la restauration


des vieilles reliures. París, 1858.

19. B ookbindings and rdbbings of bin-


dings in Ule N ational A rt Library
South Kensington. London, 1894.

20. Bordeaux (R.)— Quelques mots sur


l'histoire de la Reliure des livres. Pa­
rís, 1858.

21. Bosquet (E m .)- Guide manuel théo-


rique etpratique de l'ouvrier ou p r a -
ticien doreur sur cuir et sur lissus a
la main et au balancier... Precede d'
ane notice historique sur l art di la
reliare depuis Vorigine jusq u 'a nos
jours.
22. Bosquet (E m .) — Traite theorique et
pratique de l'art du relieur. París,
1890.
2^ -------- B a r cines ou Devis de travaux
de reliare. (48 láminas.) París, 1892.

24. ------- L a reliare. Etudes d'un pra-


ticien sur la technologie de l ai t du
relieur-doreur, avec une lettre-pf eface
de M . León Gruel. París, 1894.

25. Bouchot (Henri).— L a Reliare. Pa­


rís, 1882.

2 6 . ------- - Le livre, Villustration, la re­


liare, ¿tilde historique sommaire. Pa­
rís, 1886.
2 7 . ------- Les Reliares d 'a rt a la Bi-
bliotheque nationale. París, 1888.
28. Bosquet (Em.)—De la reliure. Exem -
ples a im iter ou a rejeier. L 'A r t du
siécle. De l'habillement du livre, ses
qualités et sa décoratíon. París, 1891.
14 pl. hors sexte et vign.

29. Bourdon-Q uin (A. V.) — Le Relieur


Amateur. M anuel practique illustrc.
Laon, 1904.

30. B rade (L.)— Illustrirtes Buchbinder—


buch. T ercera edición. Halle, 1882.

31. Brassington (W. S.)— A H istory o f


the A rt o f Bookbindmg, witli some
Account o f the Books o f the Ancients.
1894. (Numerosas reproducciones de
encuadernaciones.)

32. Brünet (G.) — Letlre au bibliophile


Jacob, au sujet de V¿frange accusa-
tion intente’e contre M. Libri... C071-
tenant des recherches sur les livres a
la reliure de Grolier... París, 1849.
3 j. B runet (G.) — E lude r sur la reliure
des livres. Bordeaux, 1866.
3 4 . ------- Etudes sur la reliure des livres
et sur les collections des bibliophiles
célebres. París, 1873. Bordeaux, 1873.

3 5 . --------- Segunda edición. París, 1890.

3 6 . --------- T ercera edición. Bordeaux,


1891.
37. _____ L a reliure ancienne et moder-
ne. Recueil de 116 planches de reliu-
res artistiques des X V I 1, X V I I
X V 1 I 11 et X IX 1 si'ecles. París, 1878.

3 8 . ------ L es livres cartonnés essais bi-


bliographiques. Bruxelles. 1878.

39. C ahier (Charles) et M a.rtin (Arth.)—


Du luxe bibliographique a u M o y e n
Age... — Orfevrerie, glyptique, etc.,
appliquee aux livres. Pag. 184 de
«Nouveaux Mélanges d ’Archéologie
d ’histoire et de littératu re du Moyen
Age...» Bibliolhéques. París, 1877.

40. C ahier (Charles) et Martin (Arth.) —


Comer ture etreliure des livres litu r-
giques. C f., pág. 213.

41. C artier .—D é la décoration... des li­


vres... et l'histoire des reliures. Lau-
sanne, 1886.

42- -------- De la décoration extérieure des


livres et de l'histoire de la reliare
depuis le X V e si'ecle. Genéve, 1855.

43- C lemence (Adolphe).—Revue de la


Reliare et de la Bihliopliilie. «Journal
periodique». París, 1869.

44 - C ollection (A ) — 0f facsím iles fro m


examples o f historicor artistic book-
binding. London, 1889.
45' C ollijn (Isak).—Om Svenska klos-
tewband. Upsala, 1904.

46. C rane (W. J. E.)— Bookbinding f o r


amateurs. London, 1S85.

47. C undall (J.)— On bookbinding ancient


and modern. London, 1881.

48. Cyprianus.— Progamma de ornatu li-


brorum. Col. 1708.

CH

49. C hytil (K.) und Borovsky (F. A.)


BucheinbSnde rom 18. Jahrhunderf
bis in die neueste Zcit. Prag. 1904.

50. D anze (P.) — De la reliare. «R evue


B iblio-Iconographique.» N ovem bre,
1906.
5 1. D avenport (C.)—Roy al English Book-
bindings. London, 1896.

52. D eróme (L.)—L a Reliure de luxe; le


livre et Vamateur, illustratíons iné-
dites reproduits d'apres les types ori-
ginaux... París, 1888.

53. D orez (L.) —Notes sur les libraires,


relieurs, enlumineurs, papetiers et
parchemimers, ju res de l'U m versité
de P arís, extraites des Mémoriaux
de la Faculté de décret (1504-1524).
«Revue des Bibliothéques». Mars-
Avril, 1906.

54. D udin. — L 'a rl du relieur nouvelle


editíon augmentée. París, 1772.

55- ---------------- -Art du relieur, nouvelle ¿dition


augmentée... p a r J. E. Bertiaud. Pa­
rís, 1820.
56. D uef (E. Gordon).—P rín t e rs , Statio-
ners, and Bookbinders o f Westmins-
ter and London fr o m 14.76 to 1535.
Cambridge, 1906.

57 - É cole E stiéne (M onographie de L ')


municipales p ro fessionnelle d e s a ris et
industries du livre. París, 1900.

58. E ichhorn (C .)— B okbindare och bok-


band i S verige t ill a r 1720. A rtícu­
lo publicado en 1888 en la Revista
«Meddelanden fran svenska slojdfó-
reningen».

59' E ncuadernación mudejar de misal


toledano. S.xv, Lámina 2. Tomovm.
Año vil E nero á Junio 1903. «Revista
de Archivos, Bibliotecas y Museos».

60. E ncuadernación notable: R e a l B i ­


blioteca. Lámina y noticia, págs. 6 y
27 de «Gutenberg>, Revista de las
A rtes G ráficas, núm. 2. Madrid,
Abril, 1904.

61. E ncuadernaciones. Siglos x v y xvn.


Véase El Archivo de Simancas. «Blan­
co y Negros, Revista. Madrid, 31 de
Octubre de 1903.

62. E ncuadernaciones y restauraciones


HECHAS POR EL S r . GlNESTA PARA LA
B iblioteca N acional. «Revista de
A rchivos, Bibliotecas y Museos».
Tomo viii , 1878, pág. 150.

63. E scudero de la P eña (José María).—


Encuadernaciones de la Edad Media
y Moderna. «Museo Español de An­
tigüedades». Tomo vil, pág. 483. Ma­
drid, 1876.

64. E udei. (Paul).—A i Truquage, liares el


Reliares. Paris, 1887.
^5- E xposition de reliüres rares chez
S cribiner (New Y ork).—«R épertoire
des Ventes>. 25 Décembre, 1894.

66. E vlac (D’).—A VExposition da livre.


L a Relhirc. «Le Moniteur U niver-
sel.» 6 novem bre, 1894.

67. E ylac (D’). — L a Reliare da X IX ‘


siecle, p a r M H. Beraldi. Tomo 11.
«Le Moniteur U niverseL. 21 de
Abril, 1895.

68. F. R. M.—Nagra svenska praktband.


[Algunas modernas encuadernacio­
nes suecas de lujo.] A rtículo publi­
cado en el año de 1893, en la Revista
«Meddelanden fran svenska slójdfó-
reningen».

69- F abre y O liver (J.)—Encuadernado-


ij/jp r]e l A i' r h ■i'rin slp 1n nm nn ///’ A rn-
gon. Encuadernaciones del Archivo
M unicipal de Barcelona. [En prepa­
ración].

70. F angeon —L 'a rt de relier les livres


M s. comencee en 1639.

71. F ermoselle. —De los encuadernado­


res españoles. [Inédito].

72. F izeliüre ÍAlbert de la).—Des emaux


cloisonnés el de leur introduction dans
la relüere des livres. París, 1870.

73. F letoher (W. Y.)— Englisn bookbin-


dings in the B ritish Museum. Lon-
don, 1896.

7 4 . ------- Bookbinding in France. Lon-


don, Seeley, 1905.

75. -------- Bookbinding in England and


France. London, 1896.
76. F oreign eookbindings IN THE British
M üseum. London, 1897.

77- F ournier (Ed.)—L 'A rt de la reliure


en France aux derniers siécles. Pa­
rís, 1864.

7 8 .-------- Segunda edición. 1888.

79- F ournier (Edouard), S eré ("Fernán)


et L acroix (Paul).— (Bibliophile Ja­
cob). Flistoirc de l'imprimerie et des
arts et professions qui se rattachent a
latypographie, calligraphie... librairie
papeterie et reliure. París.

80. F ritzsche .— Moderne Bucheinbande.


Leipzig, 1878.

81. G auffecourt.— De la reliure, des li-


vres. 1760.

82. -------- L a Motte pr'es. Lyon, 1763.


83. G auliet (G.) — Le relieur au mono-
gramme IR .: Jean Ryckaert de Gand.
«Revue des Bibliothéques et A rchi­
ves de Belgique». Mayo-Junio.

84. G ruel (León).— M anuel hislorique et


bibliographiquc de l'amateur de re-
liures. París, 1887.

8 5 . ------- Nolice sur Christophe Plan-


tin , relieur ci Anvers (1514-1590). Pa­
rís, 1891.

8 6 . ------- L a Rose d' or, Une auberge d'


ouvriers relieurs a Cahv (1714-1780).
París, 1894.

8 7 . ------- Quelques notes sur Vexposition


retlropective de la reliure en 1SQ4.
Reliures en vernis sans odeur. París,
1894-1900.

8 8 . ------- Conférences sur la Reliure et


la Dorure des livres cornprenant leurs
details de fabrication et leurs diffe-
rents slyles depuis les temps aticiens
ju sq u 'a nosjours. París, 1896.

89. G ruel (León).— Le style h la fin du


X I’X ‘ sítele dans les arts décoratifs
appliqués a la reliure des llores. <Bu-
lletin du Bibliophile». F ebrero, 1890.

9 0 . ____ M anuel historique et biblio-


graphlque de tam ateur de rehures
2e partie.París, Leclerc, 1905.I x 1-4
■95 págs- y fig-

91. H alfer (J.)—L 'a r t de la marbrure


(Traducido al francés por G. Grillet
y E. Schultre.) París, 1893.

92. H orne (H. P ) — The binding o f books.


London, 1894.
J
93. J eener (G.) — Exposition internaUo-
nale du Livre. Rapport de la section 1
(Reliare et brochage). París, 1895.
94. J oyas (Las) de la Exposición H istó­
rico-europea de M adrid. 1893. Lám i­
nas x, XI, lvii , cxxviii, c x x ix y c x x x .

K
95. K opp (£. et.) — Z ur Geschichte deg
Buchdruckerei voti Beromiinsier. L u -
zern, 1906, fig.

96. L acroix (Paul).— L a reliare depuis


Vantiquité jusqu'au X V I I París,
1858.

9 7 --------- L a Reliure. E x tra ii de Les


arts au Moyen Age et a l'epoque de la
Rennaissance. París, 1869.

J
98. LACROix(Paul). —Reliare. P a rís, 1873.

99. L ambert (L.)— Une brochare de sen-


sation. «Le G aulois», 21 Janviei,
1896.
■00. L eguina (Enrique).—E l Evangelia­
rio de la Catedral de Vich. «Impre­
siones Artísticas». Madrid, 1895.

ioi. _____ Encuadernaciones Romano-


Bizantinas. «Impresiones A rtísti­
cas». Madrid, 1895.

■02. L empertz (H .) — Bilder Heefteziir


Geschichte des Buchehandels. Coln,
1853-65.
103. L e N ormand . — M anuel du relieur
dans toutes sesparties, ¿rf. 182 5-1831-
1867.
104. _____ M anual del encuadernador
teórico-práctico al gusto del dia, se­
guido del arte del rayador, nueva-
mente aumentado p o i• un p ro fe so r de
dicho arte. B a rc e lo n a , 1847.

105. L enormand et M aigne (S .)— N o ti-


veaii M a n u e l complet du relieu r. Pa­
rís, 1867.

ío 6. L enormand. — N o u v e a u M a n u e l
complet du re lie u r en ious genres.
Nouv. édit. entierement refondtie et
considérablement augmentce p a r M .
M aigne (M a n uels R oret). París, 1S90.

107. L e P etit (Jules).—L 'A rtd 'a im e r les


liv re s et de les connaitre. P a r ís , 1884.
[E n cu a d e rn a c ió n a rtística.]

108. L e R oux de L uicy.—Recherches s u r


Je a n G ro lier. París, 1S66.

¡09. L esné .—L a R e liu re . Im p rim é a D i­


ñan (sans date).
n o . L esné .—L a reliare. Po ene didtic ti­
queen sixehants, a la suiteduquelse
tf ouve... la lettre d'uu relieur fr a il­
eáis á un Bibliographe anglais et une
Epilré a Thouvenin. París, 1820.

u i . ______ L a reliare. Poeme didacti-


que en six chant. D euxiém e edition.
París, 1827.

112. L ibri.— Monuments medits de l 01 ne-


ment des livres. Londres, 1862.

113. L ibro de la C adena (El). «Revista


de Huesca». Septiem bre y Octubre
de 1903.

114. L ier (H. A.)—Bucheinbande aus der


Kgl. offentlichen Bibliothek zu Dres-
den. Leipzig, 1894.

115. L ivres enchaines .— «In te rm é d ia ire


des chercheurs et des curieux».
Juillet, 1895.
116. L ivres (Les), les estampes et la re­
liare. Publication mensuelle. París,
1885.

117. L oupot.—D a Hvre et de la Reliare.


1879.

LL

118. L labrés (G.)— E l libro déla cadena ó


de los privilegios de Jaca. Años 97 1 a
1327. «Revista de Huesca». Núm. 4.
Año I, Septiem bre y O ctubre 1903.

119. M a h ü e t ( C o m te A n to in e de).—
E ssai de répertoire des ex-libris et
fe r s de reliare des bibliophiles lo-
rrains, p ar le— et R obert (Edmon
des). Nancy, 1906. Avec nom breu-
ses figures dans le te x te et 15 pl.
hors texte.
120. M aike (A.) — L a reliare des ouvrages
de bibliotheques. «Revue desBiblio-
theques. O ctobre-D écem bre, 1893.

121. M aire (A.) —L a Technique du Livre\


Tipographie, illustration, reliare,
hygiene. París, 1908.
122. M airet (F.)— E ssai sur la reliare.
Cháiillon sur Leine.
123. M anual completo del encuaderna­
dor . Barcelona, 1868.

124. M assó T orrents (Jaume). — Sobre


Vencuadernador JosepRuiz. «Revis­
ta Gráfica». Barcelona, 1900.

125. M aul (J) — Deutsche Bucheinbande


der Neuzeit. E ine Sammlung ausge-
fü lirte r Arbeiten. Leipzig, 1889.

126. M azerolle (Y ,)-Documents sur les re-


lieurs des ordres royaux de Saint M i-
chel et du Saint Esprit. «Bulletin du
Bibliophile». Janvier-Fcvrier, 1896.
127. M ichél (Marius).— E ssai sur la de-
coraiion extérieure des livres. París,
1878. Avec figures.

128. -------- L a Reliure frangaise depuis


l'invention de l'imprimerie ju sq u 'h
la fin du X V I I L siecle. París, 1880.

1 2 9 . --------L a Reliure Frangaise com-


mercíale et industrielle depuis l'in -
vention de l' imprimerie jusqu'h nos
jours. París, i SS i .

130. -------- L'Ornementation des reliu-


res modernes. París, 1889.

131. Minzloff (R.) —Notice sur les relia­


res anciennes de la biblioth'eque im-
périale de Sa in t Pétersboug. París,
1859.

132. M ere (La) des appreniifs papetiers.


Colleurs, relieurs et Doreurs de li­
vres. París, 1747.
33* MODERN BOOKBIND1NGS AND THEIR DE-
sig n er s . —
Winter number o f The
Studio. London, 1899-900. Lámi­
nas.
34. M orandes (Henri).—Les reliures de
P eirus Ruban. [Retrato del encua­
dernador y reproducción de siete
encuadernaciones.] En «La Fem m e
d’aujour d’hui». Revista. París, 10
aóut 1904.

135. M o rin . (L ,)—Lcs Adcncls dits aussi


M aillet, imprímelas, libraires et re-
lieurs. «Bulletin du Bibliophile et
du Bibliothécaire», 15 de Noviem­
bre de 1904.

136. M osaic B indings . — A Catalogue of


an Exhibition (held by the Groliei
Club, Jan.-Feb., 1902); ícap. Svo,
orig. w rappers; uncut, «New York
G rolier Club», 1902.
N

137. N avas (Conde de las).— H ie r r o s ca­


ligráficos. «Gutenberg». Revista de
las A rtes Gráficas. Madrid, núm. 1,
Febrero 1904.

138. --------- A rtes que embellecen el libro.


«Gutenberg». Revista de las A rtes
Gráficas. Núm. 2. Abril 1904.

139. N icholson.—M a n u a l o f ihe a r t o f


bookbinding. Philadelphia, 1850.

140. N odier ( C h .) — D e la re lia re en


'F ra ilee au X I X siecle. París, 1834.

141. N iíñezy T opete (Salomé).—E n c u a ­


dernadoras. Artículo publicado en
«El Imparcial», 6 D iciem bre 1906,
en su hoja extraordinaria «La Vida
en el Hogar».
P

' 4 2 . P. V ern eu il (M.)— Etude de la P la n ­


te son application aux industries
d'art. Pochoir... Relieure... París.
Con láminas coloridas.

*4 3 - P az
y M elia (A.) —Códices más no­
tables de la Biblioteca Nacional. E n ­
cuadernación del Libro de Horas de
Carlos V IH de Erancia, pág. 349.
«Revista de Archivos, Bibliotecas
y Museos». Agosto y Septiem bre
1897.

144.---------M isal toledano del siglo X V I ,


encuadernación mudejar. Cf., pá­
gina 37, tomo vil, 1903.*

*4 5 - --------- Códices más notables de laB i-


blioteca Nacional. E l libro de H o­
ras de Carlos Reencuadernación],
Cí., tomo ix, 1903.
15
146. P eignot (Gabriel). — Essai histori-
que et archéologique sur la reliure des
livres et sur l'état de la librairie chez
les anciens. Dijon, 1834. París.

147. P érez de G üzmán (Juan).— Historia


del libro y de las arles é industrias
de su impresión y encuadernación en
España. Manuscrito, 1S86.

148. P ichón (B°n Jéróm e).— Bibliophiles


et relüurs. «Bulletin du Bibliophile
et du Bibliothécaire». 15 Novembre
1906.
149. ---------Notespubliéspar George Vi-
caire.. Vendóme, 1907.
150 PoUR RÉPARERLA DORURE DES ANCIEN'
nes reliures . «Nouve G iornale dei
letterati de Pisa». Ann 1806.

151. P rideaux (S. T i)— Bibliography o f

works on binding. «The Bookmart».


1889, págs. 653 y 659-
15 2 . P rideaux (S. T.)—A Bibliograpliy o f
bookbitiding. «The Library I V >.
1892. págs. 15, 24, 50, 56, 90 y 95.

' 53- ----------- An historical sketch o f book-


binding. London, 1893.

154- Bookbinders and their craft.


---------- -
With many phototyp, illustrations in
thetext. London, 1903.

‘ 55- ----------- Bookdinders and their Craft;


num eroud photographic illustra­
tions of fine binsings, sq. royal 8o
cloth, uncut, new. Lond., 1903.*

* 5 6 . -----------A
Catalogue o f Books bound
by S. T. Prideaux between 1890
and zpoo; illustrated with 26 fine
full-page plates of the principal
exam ples of her work, 8vo, original
boards. London, 1900.
Q
157. Qu a r i t c h (B.)—A collection o f fa c ­

símiles fro m examples o f historie or.


artistic. bookbinding, illustrating the
history o f binding as a branch o f
the decorative arts. W ith 103 fine
chromolith. London, 1889.

158. Re l i u r e (D e la).—Opuscule extrait

du «Magasin pittoresque *, année


1836.

159. Re l iü r e (La). — Organo de los en­


cuadernadores doradores... Revista
mensual fundada en 1891.

160. Re l i u r e (La) du X IX e siécle. «Réper-

toire des ventes», is ja n v ie r, 1895.


61. R eliure (La) en F rance .—«Réper-
toire des ven tes», 25 D écem bre
1894.

62. R eliure (La) anglaise depuis le X V e


síecU jusqu'au X IX «. «R épertoire
desventes». 11 D écem bre, 1894.

63. R eliure (La) c h e z s o i . —E x trait du


«Magasin pittoresque». 1874.

64. R eliure (L a) moderne.— Critique


d’un pratticien. [Anónimo.] París
1882.

63- R eliures (E xposition de), organisée


par le Cercle de la Librairie en
D écem bre 1892. Album en 4.0 de
73 pl. de reliures.

66. R eliures en mosaique au x v n e s iíc l e .


«Bulletin de la librairie Damascéne
Morgand» (2 vol.) Algunos párrafos
de este artículo se reproducen en
lapág. 16 del Catálogo ilustrado di
la Librería de P. Vindel. Tomo III.
Madrid, 1903; con la lámina en co­
lores de Encuadernaciones en mo­
saico á la repetición, por Pandeloup.

167. R evista G ráfica. Barcelona. 1900­


1901. [E ntrelas págs. 24,25,56757,
modelos de encuadernaciones].

168. R evue de la reliure et de la bi-


bliophilie . París, 1869.

169. Rico y S inobas (Manuel).—Historia

de la encuadernación. Ms. inédito,


Apud. Anales de la Real Academia
de Medicina. 3 o, X II-1900, y Bonilla
y S an Martín (Adolfo). Anales de
Literatura española. 1900-1904, pá­
gina 215.

170. ------- Copias al lápiz de encuader­


naciones, que forman «dos enorm es
volúmenes en folio marquilla». Cf.
B o n il l a .

171. R i o t o r ( L . ) —Exposition de reliares

au Musée des arts décoratifs. «Art


décoratif». Mai, 1906.

172. RisP a q u o t .— Guidepratique du res-


taurateur-cimateur de tableaux, gra­
vares, reliares et livres. París, 1890.

173. R o v i r a y A d á n ( J a im e ).—Don Pedro

Doménech y Saló, encuadernador.


R evista Gráfica. Barcelona, 1901­
1902, pág. 56.

174 . S . B .— Reliure. P a r í s , 18 8 6 .

*7 5 . S abrell(M.)—Manual completo del


encuadernador teórico y práctico...
aumentado con el arte del rayador
de papel para libros de comercio.
T ercera edición. Barcelona, 1883.

176. S alt Brassington (W.) —Ahistory o f


tkeart ofbookbinding. London, 1894 •

177. S avary.— L a Reliare. París, 1730.

178. S chwarz.—De libris plicatilibus ve-


terum. Altorf, 1717.

179.-------- De ornamenUslibrorum.\¿\p-
zig, 1756.

180. S énémaud (Ed.) —Renseignementssur


le p rix des reliares... au X V ‘ si'ecle.
Angouléme, 1859.

181. S pecimens of royal, fine and histo -


R IC A L BO O KBIN DING, S E L E C TE D FROM

the R oyal L ibrarz W indsor C ast-


le.152 piafes. With notes by R. Hol-
mes. London, 1893.
18a. S tockbaner (G.)—Abbildungeti von
Mustereinbaiiden aus der Blülnezeit
dír BucKbinderkunst mit Text. L eip­
zig, 1884.
183. (Edward). The Bookbin-
S u l l iv a n
dings ofthe Irish Houses o f Parlia-
ment, 1630-1800, with fifty facsí­
mile reproductions. London. (In
preparation.) B. Quaritch, Novem-
ber, 1904.

T
184. T a n n e r ie s d e p e a u h u m a in e . R e l iu -

R ES EN PEAU HUM AINE. L a PEAU DE


C a m pi en r e l iu r e . Intermediaire...
10 O ctubre, 1904.

■85. T e c h e u e r (J. et L.) — Histoirc de la

bibliophilie. Reliares... París, 1861.


Planches gravées a l’au forte par
Jules Jacquemart.

fe
186. T h o i n a n (E rn e st).— Les Relimes

fran^aises. París, 1893.

187. T ie r s o n n ie r (P.)— Une relíeme du


^ V H le siecle aux armes des Fradet
de Saint-etoust. V. «Revue H éraldi-
que H istorique et Nobiliaire». 25
Novembre 1907.

188. To r r e s V a l l e (Ricardo). — Libros

encuadernados. «Bol. Archivos, Bi­


bliotecas y Museos». Año I, núm. 9.
15 Diciembre 1896.

189. U p p f i n n i n g a r n a s BOOK. [Libro de las

invenciones: especie de enciclope­


dia.] Contiene artículos dedicados
especialm ente á la encuadernación
en Suecia.
190. U zanne (Octave).—L a reliure mo-
derne artisiique et fantaisiste. Pa­
rís, 1887.

191. ---------L 'A rt dans la décoration ex-


terieure des livres en France et a
l'étranger. Les Couvertures illus-
trées. Les Cartonnages d'éditeurs.
L a Reliure d'art. París, 1898.

'92. V arlin (Eug.)—Etude comparative


de la reliure ancienne et moderne.
París, 1868-75.

■93. V idal v J umbert (J.)—Encuaderna­


ciones artísticas de la Biblioteca
Aquilo’. «Revista Gráfica». Barcelo­
na, O ctubre, Noviembre, Diciem­
bre, 1906.
w
19 4 - W allis (A) —Examples o f tlie Book-
Binders' A rt o f the X V I a n d X V I I
Ceniuries. 1890. (Con 40 láminas.)

195- W eatley (H . B .)~ T h e History and


A rt o f Bookbinding. E xtrait. 1880.

196.--------- Les reliares remarjuables du


Musée Britanique. París, 1889.

19 7 ' W ynants . — L a Reliare moderne,


ci itique d un praticien, étude sur les
relieurs et sur la relutre en general
destmee aux amateurs des livres.
París, 1882.

198. X . — M edallas y encuadernaciones .


(Breve noticia de una exposición
celebrada en Londres recientem en­
te, Febrero, 1905.) A rtículo publi­
cado en «La Ilustración Artística».
Barcelona, 13 F ebrero 1905.

’99- Y ves P lessis (R .) — Petit Essai de


bibliothérapeutique ou l' A rt de soig-
ner et restaurer les livres vieux 011
malades. París, 1900.

200. Z aehnsdorf (J. W .) — The a rt o f


bookbinding. London, 1880.

201. -------- Segunda edición. 1890.

202. Z ehdsdorf . ■
— The z rt o f Bookbin-
ding. London, 1880.
203- Z immermann ( K .) — Bucheinbünde
aus dem Bücherschatze der Konigli-
chen offentlichen Bibliothek zu Dres-
den und Nene Folge von H. A. Lier-
Leipzig, 1896.

+ OBRAS
OBRAS
DE

Don Juan Gualberto López -Valdemoro


y de Quesada
Conde de las Navas
Licen ciad o en D erecho c iv il y can ó nico ;
A rch iv ero , Bibliotecario y A nticuario;
C a te d rá tic o excedente de la F acultad de F ilo so fía
y Letras de la U niversidad Cen tral
y B ibliotecario m ayor de S . M.

Dom icilio del autor: M A D R ID


Calle de Feli¿e V, núm . 2-
Biblioteca Nacional de España
O S E A S

•LA DOCENA DEL F R A IL E .-D o ­


ce cuentos y una historia que lo
parece. Con un prólogo de D. Car­
los Frontaura. Madrid.—Hernando,
1886, 8.°, xv-230 páginas. — Tirada
de 1.000 ejem plares.—2 pesetas.

«Componen la obra doce cuentos


y una novelita; aquéllos y ésta de
costumbres populares, andaluzas
unas y madrileñas otras, dibujadas
con verdad, sobre todo con una
sencillez y naturalidad que encan­
tan. El Sr. López-Valdemoro escri­
be con esa sinceridad propia de los
q ue estudian el natural, sin preocu­
paciones de escuela, y su lenguaje
resulta animado, pintoresco y lleno
d e frescura. Casi puede decirse que
tiene un estilo en que andan mez­
cladas por partes iguales la corree-
l6
ción, la sencillez y la gracia. Su
modo de narrar recuerda algo a
D. Juan Valera: carece de la pureza
y nitidez que éste tiene; pero en
cuanto al gracejo, la soltura y el
sabor de la tie rra de Andalucía, los
cuentecitos de L a docena del fra ile
traen á la memoria alguna página del
incom parable autor de Doña Luz.*
J acinto O ctavio P icón . E l Correo.
Madrid, 3 de Junio de 1886.
«Tengo para mi que Alarcón hu­
biera firmado sin escrúpulo algunos
cuentos de L a docena del fr a ile , el
prim ero y el último, verbigracia,
«Tapón» y «La niña Araceli...»
P. F rancisco B lanco G arcía . La
Literatura española en el si­
glo X I X (parte segunda). Ma­
drid, 1891, p á g . 315.
2.—¡UN INFELIZ! (retrato al daguerreo-
tipo). Novela.—Madrid.—F. García
H errero, 1887, 8.° mayor, 354 pági­
nas.—T irada de 500 ejemplares.—
3 pesetas.
«Creo que ¡Un infeliz! es una no­
vela de verdadero m érito, una de
esas obras que bastan, p o r sí solas,
para labrar la reputación de un buen
novelista, y para dar crédito y valer
á su firma en los mercados litera­
rios... >
A. S ánchez P érez . L a Opinión.
Madrid, 13 de D iciem bre d e
1887.

«Á L a docena del fr a ile siguió


más tarde ¡Un infeliz! E n ambas
producciones acredita el autor su
buen gusto literario, afiliándose á
las huestes idealistas; y como su es­
tilo es correcto y sus obras resultan
verdaderas novelas, m erece distin­
guido lugar entre los jóvenes que
en España cultivan la amena lite­
ratura.»
R. M onner S ans. Breves noticias
sobre la novela española contem­
poránea. Buenos Aires, 1889,
p á g. 37.
,—COSAS DE ESPAÑA. — Espinosa
I (D. Manuel R. Zarco del Valle) y
I Quesada (El Conde de las Navas).—
Sevilla.—Enrique Rasco, m dcccxcii,
I S.°, 117 páginas. Tirada de 250 ejem-
l piares, papel de hilo. (A gotada .)— 6
< 1 pesetas.
a
o ] I ndice : Al lecto r.—Máscara de los
M
«: ] artífices de la platería de México
o I (1621).—E ntrevista de Carlos I y
o
z I Francisco I (1538).—La fuerza en
« España. - La destreza en España.—
Don Josef Daza y su A rte del toreo.
—Los bufones en España.—E l.tro-
\ pezón de la risa.
«Ni un solo capítulo de Cosas ds
España, libro prim orosam ente im­
preso, carece de provecho. Pocos
son, pero si muchos fueran, siendo
del mismo linaje, pocos también
parecerían...»
J osé M.a N ogués . E l Liberal. Ma­
drid, 17 de F ebrero de 1892.

. «Lo curioso de las relaciones y


papeles que en este libro se re ­
imprimen, el corto núm ero de ejem-
piares de que consta la tirada, y el
esm ero con que ésta se ha hecho,
serán causa de que los hom bres es­
tudiosos y los bibliófilos lo busquen
con em peño y lo conserven con cui­
dado.»
J acinto O ctavio P icón . E l Correo,
25 de A bril de 1892.

4 . -H O M E N A JE Á CRISTOBAL CO­
LON... por cuenta y á costa ajena.
D. Fernando Colón. ¿Hijo natural
ó legítim o? (Polém ica.) Madrid,
m dcccxciii .-—Im prenta de Manuel
G. Hernández. Folleto en 4.0, 25
páginas y colofón.—T irada de 75
ejem plares numerados. (No se puso
á la venta.) (A gotada .) - R eim preso
en Cosas de España (2.a serie).
«Curioso,donoso y en treten id o —
dentro de su carácter erudito—es
el opúsculo que el Conde de las
Navas dedica á vindicarse de una
acusación que el Sr. Cax'bonero y
Sol, director de la Revista L a Cruz,
le dispara á boca de jarro en el li-
bro titulado Homenaje d Colón. Es
tan poco frecuente hallar en estas
cuestiones bibliográficas la nota pi­
cante y amena, que voy á decir de
qué acusan y de qué brillantem en­
te se defiende el ilustrado Conde...'
E milia P ardo B azán. Nuevo Tea­
tro Critico, núm. 25, Enero,
•893» p ág. 117.

5.—MEMORIA acerca de la convenien­


cia de publicar en castellano una
enciclopedia de bolsillo ilustrada, á
la m anera del Diccionario pequeño
de Larousse. Ocupa las páginas
447-450 del tomo en que se colec­
cionaron los trabajos presentados
al Congreso literario Hispano-Ame-
ricano celebrado en Madrid con mo­
tivo del I V Centenario del descu­
brimiento de America (31 de O ctubre
á 10 de Noviem bre de 1892)—El
libro se imprim ió en Madrid, por
Ricardo Fe, 1893.

ó.—CHAVALA (Historia disfrazada de


novela).—Sevilla.—Enrique Rasco.
mdcccxciii , 8.° francés.—254 .pági-
ñas.—Tirada de 400 ejem plares nu­
merados: de ellos, 12 en papel de
hilo:—3 pesetas.
«En nuestra humilde opinión,
Chavalo, es lo mejor que ha escrito
el Sr. López-Valdem oro, y una de
esas obras que dejan satisfechos á
los aficionados á la buena litera­
tura.»
J acinto O ctavio P icón . E l Correo,
19 de D iciem bre de 1893.

«Chavola, del Sr. López-Valde­


moro, Conde de las Navas, pone en
escena un tipo de mujer del pueblo
que en algunos rasgos recuerda á
la enérgica y vengativa Dolores, de
Feliú y Codina. El paisaje, en Cha­
vola, está sentido y pintado con tal
frescura y vivacidad, que casi p er­
cibimos su olor agreste. Noto, ade­
más, en Chavola otro mérito: el de
una gran riqueza de diccionario.»
E m i l i a P a r d o B a z á n . Nuevo Tea­
tro Crítico, D iciem bre, 1893.
«La morale de ce récit parait étre
que la vengeance n'appartient qu’á
Dieu. II est narré avec beaucoup
de charme, et prouve que son au-
te u r posséde un talent de conteur
des plus estimables.»
M orel -L atio . P o lyb ib lio n , partie
litteraire. Aoüt, 1894.
«Quoique le fond du rom án ait
ici sa beauté, ce n ’est pas la p e u t-
étre ce qui en fait le charme: ce
charm e est dans la perfection du
détail, dans le fini de l’exécution,
Chavaba est une suite de tableaux,
tous exquis, tous achevés. L’auteur
se m ontre á peine: c'est l’artiste que
nous avons devantles yeux: un artis-
teciseleur,ou m ieuxun artistejoail-
lier qui ne cesse de sertir des perles.»
M. L éo Q u e s n e l . L a N ouvelle R e-
vae, 15 N o v ie m b re 1894.
« T reffich h a t d e r V e r fa s s e r d ie
w ild e E in s a m k e it d e r S ie r ra u nd
d ie L e b e n s w e is e ih r e r B e w o h n e r,
das T reiben in d ea Bureaux d er
Minister und anderer Beamten, das
Leben ia der Grosstadt, vorzüglich
das Iiin -u n d gervogen im T eatro
Real zur D arstellung gebracht. Die
Sprache ist ungemein wortreich...»
D r . S. G rafenberg . Frankfurter
Zeitung, 7 Januar, 1895.
LA MEDIA DOCENA (Cuentos y
fábulas para niños).—Madrid, Viuda
d e j. Ducazcal.—mdcccxciv , 4.0, 85
páginas.—T irada de 313 ejem plares
numerados. De éstos, 13 en papel
de hilo con dedicatorias impresas.
O bra declarada de texto. (A gotada .)
— 2 pesetas.
«Seis cuentos preciosísimos, en
que el reputado autor de Chavala
ha sabido herm anar, por modo ad­
mirable, lo em inentem ente moral
del fondo con lo sencillo y recrea­
tivo de la forma, para dar á los ni­
ños seis lecciones de provecho in­
discutible.»
J acinto O c ta v io P icón . E l Correo,
19 de Marzo de 1894.
«...Moralidad intachable en el fon­
do, gracia y amenidad en la forma;
tales son las cualidades que resplan­
decen en la preciosa obrlta, dedica­
da á los niños, pero que pueden
le er con provecho y con gusto las
personas mayores.»
E l P. B lanco G arcía . L a Ciudad
de Dios, 20 Mayo 1894.

«Ces p etits contes ont été com -


posés par l ’auteur pour l ’amuse-
m ent de Sa fréle et gracieuse Ma-
jesté le Roi Alphonse XIII, á qui ils
sont dédiés. L ’archevéque de Ma­
drid, qui les a fait examiner, en ga-
ran tit l’ortodoxie et la sainé morale;
aprfes les avoir parcourus, á notre
to u r, nous perm etrons d ’ajouter
q u ’ils sont agréablem ent écrits; la
narration est intéressante et vive,
e t l’on y trouve aussi des détails de
geographie et d ’histoire instruc-
tifs, ce qui ne doit point nous eton-
ner, puisque M. López-Valdemoro,
Comte de las Navas, est un erudit
fort distingue et bibliothécaire prin­
cipal du R o id ’Espagne.»
M orel - Fatio . Púlybiblion..., p a r-
tie litteraire. Aoüt, 1895, pág.
■ 73 -

8.—LA DECENA (Cuentos y chascarri­


llos).—Madrid. Hijos de Ducazcal,
mdcccxcv , 4.0, 107 páginas, -)- 1 de
colofón.—Tirada de 300 ejempla­
res.—2 pesetas.

«El autor es ya conocido, tanto


por su novela Chavala, como por
las anteriores series de cuentos ti­
tulados L a docena delfraile (1886) y
L a media docena (1894). E n esta
nueva serie revela, quizá en mayor
grado que en sus otras produccio­
nes, un estilo pintoresco y un vigor
descriptivo, logrados en fuerza de
estudio directo del natural; buena
muestra de ello son L l cura de
Retamales y L a muñeca, que figu­
ran como el prim ero y el último
cuento de la colección respectiva­
mente.»
R amón M eniíndez P idal . Revista
Critica de Historia y Literatu­
ra Española. Madrid, Mayo de
<895-

<Zu den besten gehóren un strei-


tig Cosas del mundo (So geht es in
d er W elt!) und L a muñeca (Die
Puppe). D ort entrollt sich vor den
Augen des Lesers ein Bild sittlicher
V erderbtheit, hier ein Gemálde voll
packenderW ahrheit und rührender
lvindlichkeit.»
D r . S. G ra fenberg . M orgenblati
der F rankfurter Zeitung, 6 Juli
1896.

9.—COSAS DE ESPAÑA (2.aserie).—Ma­


drid. Hijos de Ducazcal, mdcccxcv ,
8.°, 151 páginas, + 2 de índice y
colofón.—Tirada de 250 ejempla­
res numerados, papel de hilo. —6
pesetas.
I ndice : El Tabaco; Juan d é l a Cosa
y su Mapa Mundi; La Noche buena;
D. Fernando Colón (apuntes biográ
fíeos);Homenaje á Cristóbal Colón...
p o r cuenta y á costa ajena; Estatuas;
La pelota; Robinsón español.

«En dichos trabajos resaltan las


condiciones de ilustración y sólida
cultura que adornan á su autor: el
estilo castizo, pintoresco y fácil que
distingue á este publicista.»
J acinto O ctavio P icón . E l Correo,
16 de E nero de 1896.

«Distínguense todas las produc­


ciones del señor Conde de las Na­
vas por cierta am enidad caracterís­
tica que hace sum am ente grata su
lectura y que en los artículos colec­
cionados en este volumen se com­
bina con una erudición nada empa­
lagosa, de buena ley y de prim era
mano. Pocos autores saben cum plir
con más destreza el precepto de
instruir deleitando; pocos también
conocerán m ejor el arte de dar in -
terés á los asuntos al parecer más
desairados ó triviales.»
P.
F r a n c is c o B l a n g o G a r c ía . L a
Ciudad de Dios, e de Abril de
1896.
I
1 0 . - CUENTOS Y CHASCARRILLOS
I ANDALUCES tomados de la boca
del vulgo, coleccionados y precedi­
EN COLABORACIÓN

dos de una introducción erudita y

I
algo filosófica, por Fulano\ Zutano,
Mengano y Perengano.—Madrid. Li­
brería de Fernando Fe, 1896. (Esta­
blecim iento tipográfico de Ricardo
Fe). 8.° francés, xxi-271 páginas de
texto é índice.— Tirada de 2.000
ejemplares. ( A g o t a d a ) . — 3 pesetas.
«Un librito de cuentos
se ha publicado
del que autores se dicen
cuatro Fulanos.
Mas, ó yo con el pelo
perdí el olfato,
ó tras de aquellas hojas
se oculta el rostro
de un cartero famoso,
de un catedrático,
de un Conde que de libros
se nutre á pasto,
y un Juan que muchos llaman
Juanito el Largo.»
M anuel del P alacio . E l Im par -
cial, 27 de Julio de 1896.

- L A NIÑA ARACELI (Historia que


parece cuento).—Barcelona. A nto­
nio López, editor. (A. López R o-
bert, im presor).— 16.0 mayor, 189
páginas de «Obras de Juan Gual—
berto...», retrato del autor y texto
-{- 2 de «índice» y «Colección dia­
mante, tomos publicados». Es el 48
y se imprimió en 1896.— Cuarta
im presión de la novelita. 0,50 pe­
setas.
«Elle vient d ’étre im prim ée á
part, et, en peu de temps, elle a
attein t la 4-e édiiion...
Les mceurs andalouses sont par-
faitem ent peintes dans ce dram a-
tique récit; la nature y est prise sur
vií, les dialogues sont, pleins de na-
turel; l’intérét, habilem ent ménayé,
se soutient jusqu’au bout gráce au
talent du conteur ainsi qu'a la ve-
rité des situations.
Livre essentiellem ent moral, pou-
vant étre mis en toutes les mains,
e t que lirón avec profit les am ateurs
de vrail et sainé littérature casti-
llane.»
V. d e C. Revue Catholique des
R evuts frangaises et etrangeres,
5 A vril 1897.
12.—MEMORIA presentada á la Confé-
rence Bibliographique Internationale.
D euxiém e session.— B r u x e l l e s ,
1897. S ur l ’indication du format
dans les fic h e s . Se publicó prim e­
ram ente en el Bullelin de V Instituí
bit&rnationale de Bibliogr apiñe, B ru­
xelles, 1897, fases. 4-5-6, pág. 210.—
De este trabajo se hizo una tirada
aparte de 12 ejemplares. Se rep ro ­
dujo en la Revista de Archivos, B i­
bliotecas y Museos (Abril de 1898).
Sobre el propio asunto debe con­
sultarse en dicha Revista el núm e­
ro de Junio, tam bién de 1898.—A go ­
ta d a . —2 pesetas.
«Consiste dicho método en seña­
lar gráficamen te las dimensiones del
libro, tanto de la caja como los to ­
tales del papel y el núm ero de lí­
neas, datos que se apuntan en el
centro y lados de un pequeño r e -
cuadi'o; con lo cual vemos al mo­
mento si el libro es una de esas p u ­
blicaciones francesas en que casi
todo se reduce á márgenes, ó uno
de esos libros españoles de provin­
cia, amazacotados y de forma cua-
drangular, modelos de pésimo gusto
tipográfico. O tra ventaja ofrece este
sistema, y es individualizar el libro
que se describe, cosa muy conve­
niente en las bibliotecas públicas,
pues no es probable que dos ejem ­
plares de la misma obra se hayan
recortado igualm ente en la encua­
dernación. Viene á ser, pues, esta
descripción, en bibliografía, lo que
es la A ntropom etría, aplicada á la
identificación de los delincuentes; y
es de lam entar que el Congreso
internacional de Bruselas no lo re­
comendase con interés, sin duda
po r la preocupación con que muchos
de los sabios extranjeros m iran as
cosas de España.»
M. fa n u e l ] S. [ e r r a n o ] y S. [ a n z ] . R t
vista de Archivos, B i b l i o t e c a s y
Museos. Diciembre, 1902, Pág. +69-
- L A MEDIA DOCENA (C uentos
y fábulas para ñ i ñ o s ) . M a d r ,
mdcccxcvii — H ijo s d e J. H u c ^
Segunda edición. O b r a d e c la ra d
t e x t o — F o lio m en o r, 93 P a8m “
(cu e rp o 16).— T ir a d a d e 2.000 e je m ­
p la r e s e n c u a d e r n a d o s .— P a p e l
luio.—2 pesetas.
«El Sr. Conde de las Navas, que
es un cuentista á la manera de Alar-
cón y del P. Coloma, tiene toda W
gracia y elegancia y toda la corree
ción que distinguen á lo s más d á s ­
eos escritores andaluces, y su obra,
que es muy bella y reúne excelen­
tes condiciones pedagógicas y tipo
gráficas, constituye un prem io de
m ejor gusto para niños aplicados.—
Hacemos esta recomendación, que
han de agradecer nuestros lectores,
para cuando se celebren exám enes
en las escuelas públicas.»
R ufino B lanco y S ánchez. E l M a­
gisterio Español. Madrid, 28 de
Julio de 1897.
'4.—EL PROCURADOR YERBABUE-
. NA (Reverso de una medalla). No­
vela. Ilustraciones de B . Gilí y Roig.
Barcelona, mdcccxcvii. —Estableci­
miento tipo-litográfico de Espasa y
Compañía.—4.0 francés prolongado;
188 páginas de anteport. «Colección
Elzevir ilustrada.» (ElProcurador...
y E l P an nuestro de. cada día forman
el vol. X de esta bonita Biblioteca,
que publica D. Juan Gili), «Obras de
Juan Gualberto...» Port. retrato del
autor, dedicatoria, «Personajes»,
texto, láminas, índice, 4- 1 una hoja
de colofón.—2 pesetas en rústica y
3 encuadernado.
.....«El Procurador Y erbabuena
est une nouvelle trés pittoresque,
qui, outre le charme du style, se fait
rem arquer par une adm irable pein-
tu re des caracteres, particuliére-
m ent des deux personnages, doña
T ransito et don Enrique, ainsi que
p ar le tableau fidéle des mceurs,
des coutumes et máme du langage
de la province en Espagne. L ’his-
toire du procureur Yerbabuena es1
suivie d ’une anussante fantaisie sui
les déboires d ’un citoyeu de V illa'
fr ita qui est venu á Madrid, et qui,
a la fin de sa journée, est épuisé, en-
nuyé et malade. Nous recom m an'
dans la lecture de cette attrayante
publication.»
G . B e r n a r d . Polybiblion. Partit
Litteraire, pág. i7o.Février, 1898-

«La novelita del Conde de las Na­


vas es, además, muy amena. Las
costum bres de Andalucía están fiel
y graciosamente pintadas.
»H astala moralidad que del cuen­
to puede sacarse, no tirando de ella
con insistente pesadez, ni llevando-
la muy al extrem o, es moralidad
muy sana y razonable...»
J uan V a lera . E c o s Argentinos.
Madrid, 1901. p¿gs. 23+y 355.

15 -—NON TORNO! (Romanza de T ito


Matei).—Cuento dialogado por un
autor cojo... estrenado con aplauso
en el teatro del Real Sitio de San
Ildefonso. — Sevilla, mdcccxcvii. —
Foll.—E. Rasco.—Folio menor. 19
páginas, + 2 hojas para colofón y
tabla.—T irada de 100 ejem plares.—
No se pusiei'on á la venta.

•6— CUENTOS Y CHASCARRILLOS


ANDALUCES (Segunda edición,
1898). - 3 pesetas.

' 7 — E L ESPECTÁCULO MÁS NACIO­


NAL, Con L a A l t e r n a t i v a . [Prolo­
go de D. Luis Carmena y Millán.]
Madrid. Mil ochocientos noventa y
nueve.— «Sucesores de Rivadeney-
ra».—8.° mea.—xvm. 590 págs. + 1
de colofón. Tirada de 1.010 ejem ­
plares, 10 en papel de lujo.—10 pe­
setas.
«.... ha hecho usted una obra de
prim era fuerza, un libro donde está
la historia entera de los toros, don­
de se exam ina con pleno conoci­
m iento de causa, claveteando y re ­
machándolo todo, á fuer de concien­
zudo bibliófilo, desde los orígenes
del espectáculo y su coexistencia
con, el progreso, hasta la interven­
ción que todas, absolutam ente todas,
las clases sociales tuvieron en E spa­
ña, ya como actoras, ya como es­
pectadoras, de la única fiesta cobi­
jada por la bandera nacional.
»En otro país, con ese libro se
hubiera usted hecho de oro; en el
nuestro, no hará usted poco si saca
lo que costó la edición......................
.... >que sea enhorabuena: la litera­
tu ra taurina ha puesto colgaduras
en su casa al paso del libro; la His­
toria baja el brazo, como el Cristo
de la leyenda, y le da á usted la ma­
no; los bibliófilos le saludan con
amare, porque en punto á lo del ar-

* '
te bibliográfico la obra es un m ode­
lo, Y afición le bate palmas, di-
ciéndole: Duro y á la cabeza. A nun­
cie usted pronto otra corrida como
esa y verá usted la plaza de bote en
bote, como el día en que se retiró
Rafael el grande.»
P ascual M illá n . Sol y Som braM a-
drid, 2 de Agosto de 1900.

«Cuanto al fondo, es un libro de


honda y selecta erudición en que el
autor logró—y pase lo repetido de
la f r a s e — agotar la m ateria que traía
en tre manos.........................................
»Si el fondo del libro es digno de
todo elogio, eslo en no m enor gra­
do la forma.
¡>Acaso la galana labor del señor
Conde de las Navas no convierta á los
incrédulos; pero á tirios y troyanos,
á amigos y enemigos de la fiesta es­
pañola, al literato, al bibliófilo y á
toda persona de buen gusto, delei­
ta rá con su sabrosa lectura, enseña-
rá con su abundante erudición de
buena ley.»
E l C onde del C edillo . Boletín de
la Sociedad Española de E xcur-
nes. Madrid, Agosto —O ctubre
de 1900.

«E l espectáculo más nacional.


Todo cuanto puede escribirse so­
bre la historia del toreo en España
y en el extranjero, está con inm en­
sa y bien dirigida erudición conden-
sado en esta obra monumental, la
mejor de su especie que ha visto la
luz en lo que va de siglo y en los
anteriores.»
F idel F ita . «Noticias» Boletín de
la Real Academia de la H istoria.
O ctubre de 1900.

«El autor protesta repetidas ve­


ces que no se propone atacar ni de­
fender las corridas de toros, sino
sólo probar que no son rem ora de
nuestro progreso y que m erecen el
nom bre de Espectáculo más nacional.
contra lo que Jovellanos, Vargas
Ponce y otros aseguran - Después de
aprender en este libro que la mayor
p arte de las razas pobladoras de la
Península usaron la lidia taurina;
que todas las clases sociales de to­
dos los tiempos, altas y bajas, la tu ­
vieron afición y la practicaron; que
la Iglesia española tuvo que to le­
rarla y acogerla; que las leyes se es­
trellaron al prohibirla y tuvieron
que contentarse con reglam entarla,
nadie habrá tan testarudo que siga
creyendo que la fiesta es propia sólo
de algunos bárbaros de mal gusto.
Pero el Conde de las Navas logra
bastante más que este convenci­
miento, y como por de lado, nos
viene á dar una historia casi com­
pleta del espectáculo, llena de re ­
cónditos y sabrosos porm enores,
enlazados con un razonamiento que
se sigue con íacilidad y gusto, y ex­
puesto en un tono animado, bro ­
mista y á veces guasón, que cuadra
muy bien con el asunto tratado. En
las 600 páginas que tiene el libro no
decae un momento el interés; hasta
la fe de erratas se deja leer de se­
guido, y no es éste pequeño m érito
en un trabajo de erudición.»
R. M enéndez P idal . E l Español.
12 de N oviem bre de 1900.

«Le volume débute par une spiri-


tuelle fantaisie ainsi congue; T oros
en M adrid . Corrida extraordinaria
en beneficio de la H istoria. Manda­
rán y presidirán la plaza, los E xce­
lentísimos señores D uque de T ’Ser-
claes, y Marqués de X erez de los
Caballeros. Los toros que se han de
correr serán seis, capeados, bande­
rilleados y m uertos á estoque por
Juan López-Valdemoro (E l Conde
de las Navas), de Málaga, que alter­
nará por prim era vez en esta plaza,
confiando más bien en la indulgen­
cia del público que en sus propios
méritos, y procurará desem peñar su
com etido con el mayor lucim iento
posible. Para fin de fiesta habrá un
em bolado».Les six tau reau x ce sont
les six chapitres du livre; Xembolado
e st une sorte d ’appendice «en b e ­
neficio de los extranjeros». L ’ouvra-
ge est composé avec esprit e t avec
goñt; on le lit avec plaisir, on le con­
su lte avec profit: des Índex, qui
n'occupent pas moins de cent tre n ­
te pages, en font un réperto ire pra-
tique du toreo.
»La docum entation du livre est
ahondante, et faite avec grandsoin;
l’auteur asu éviter le pédantism e,
e t rester toujours attrayant sans
cesser d ’étre precis. E l espectáculo
más nacional est-il un panégyrique?
Je ne crois pouvoir m ieux faire, que
d ’en reproduire les derniers mots:
«... no se propuso atacar ni defen­
d er EL ESPECTÁCULO NACIONAL. Su in­
tento no ha sido otro que presentar,
en forma de gráfico, las razones que
evidencian la irresponsabilidad de
las corridas de toros como rém ora
dem uestro progreso. La fiesta es­
pañola es sombra que proyecta el
cuerpo de la nación. ¿Sin suprim ir­
se éste podrá suprim irse aquélla?»
Je me garderai bien d ’ajouter quoi
que ce soit á cette conclusión pitto-
resque, et je recom m ande une der-
niére íois l’oeuvre du trés intéres-
sant écrivain qu’e s tle Comte de las
Navas.»
R. F oulché D elbosc , Retoñe H is-
panique. Núms. 24 y 25.— 1900.

«Entre los libros publicados no


hace mucho, hay uno que quizá sea
siem pre de actualidad en España; y
que aun cuando deje de serlo, te n ­
drá interés grandísimo para los afi­
cionados á menudencias históricas,
entendiendo por tales esos peque­
ños docum entos y detalles que re ­
velan la índole de los pueblos acaso
m ejor que su modo de guerrear ó su
m anera de gobernarse. E ste libro se
titula E l espectáculo más nacional,
trata de las corridas de toros y está
escrito por el Conde de las Navas ..
»A1 parecer, era imposible que un
libro de toros ofreciese el atractivo
d e la novedad, pues ya teníamos
historias del toreo, artes de torear,
colecciones de revistas, defensas, im­
pugnaciones y bibliografías tauri­
nas; pero el autor, listo como buen
andaluz, ha encontrado modo de
idear un plan original, por cuya vir­
tud su obra, sin ser disquisición his­
tórica, ni tratado didáctico, ni ata­
que, ni defensa de nuestra fiesta n a­
cional, viene á ser todo esto ju n ­
to ....
».... su obra da mucho en qué
pensar: para los partidarios y en e­
migos de las corridas es un arsenal
inagotable de argum entos con que
seguir discutiendo; para los aficio­
nados á estudios de investigación,
un verdadero regalo; y para el pú­
blico en general, un libro am enísi-
mo, cuyas quinientas páginas de no­
ticias y datos, engarzados en gracio­
sa charla andaluza, se leen con el
interés que inspira una buena no­
vela.»
J acinto O ctavio P icón . E l Libe­
ral. Madrid, 19 de Junio de 1901.

«Cualquiera que sea el juicio que


cada uno tenga de las corridas de
toros, no es posible negar su extra­
ordinaria im portancia como hecho
social y transcendente en la vida de
España, en estos tiem pos y en otros
muchos períodos de su historia. Los
más severos censores de la fiesta
pueden com pararla á una epidem ia
moral tan perm anente como lam en­
table, pero la historia de las epide­
mias y la de las grandes catástrofes
que el género humano padece son
dignísimas de ser historiadas, ya
para enseñanza y lección de las ge­
neraciones, ya para recreo del espí­
ritu, que gusta de conocer las peri-
p e d a s adversas ó favorables que las­
tim aron ó consolaron al hom bre. . .
»La principal excelencia de la
obra que examino, está en su m é­
rito histórico. Es un pobladísimo
verjel de erudición y asombra el
ad v ertir que asunto tan vulgar oca­
sione tan complicado y bien nutrido
aparato histórico. La encantadora
. narrativa lleva sus comprobaciones
en forma de notas bibliográficas y
documentales, con tal escrupulosi­
dad ordenadas y comprobadas, que
el más exigente no puede pedir
más.
«Como apéndices obligados en
obras de esta clase, escrita por quien
goza justam ente de renom bre de
bibliófilo, y sabe cuánto conviene
acom pañar los libros de índices, de
cosas y personas, van al fin varios
de ellos, muy curiosos, de notorio
provecho, y arreglados con labor
detenida y escrupulosa. Todo nom ­
b re citado en el libro, sea de perso-
na, de lugar, de corporación, de pe­
riódico, de libro, etc., allí aparece
facilitando al buscador de noticias,
la no dulce tarea de investigarlas.
E n tre estos apéndices hay uno de
notable curiosidad, y es una rela­
ción de fiestas reales de toros cele­
bradas en España desde el siglo xii
hasta el xix, relación comprobada
por testim onios de fe, en cuyas no­
ticias puede hallar el lector, si no
cuanto apetece, al menos lo que por
escritos se sabe de aquellas reales
funciones. Nada menos que 313 nú­
meros com prende el curioso catá­
logo, donde claram ente se advierte
que la m onarquía española ha cele­
brado sus grandes venturas con lan­
ces taurinos de toda clase y condi­
ción.
»Todo esto que digo de la obra
del Conde de las Navas, me hace
proponer que se la considere digna
de ser recom endada al Gobierno
para que adquiera de ella suficien-
te núm ero de ejem plares, p or tener
cum plidísim am ente las condiciones
que para ello pide la ley vigente.»
J uan C atalina G arcía . Boletín de
la R ea l Academia de la H isto­
ria. Noviembre, 1901 «Infor­
mes.» II «E l espectáculo más na­
cional. » Madrid, 21 de Junio de
I 9 O I . P a g . 582.

«Mi querido amigo y tocayo el


Conde de las Navas ha publicado
recientem ente con el mismo título
que damos á estos artículos, un li­
bro, tan ameno como erudito, sobre
la historia del toreo.........................
»Casi imposible, al menos para
mí, que me considero incapaz de ta­
maña em presa, sería exponer aquí,
en resumen, con claridad y orden,
lo más im portante y substancial del
libro mencionado. Baste afirmar que
el Sr. Conde ha apurado la m ateria
y ha logrado com poner una verda­
dera enciclopedia taurina. . ............
»Toda persona de buen gusto y
18
aficionada á saber, si no se conven­
ce leyendo este libro, se divertirá
de seguro y adquirirá m ultitud de
curiosas y peregrinas noticias, sin
se n tir nunca cansancio ni hastío.
Esta es la mayor alabanza que pode­
mos dar y que damos con sinceridad
á la flamante obra del Conde de las
Navas, muy conocido y celebrado
ya en la república literaria, así por
otros trabajos de erudición como
por sus cuentos y novelas.» ,
J uan V alera . E l Superhombre y
oiras novedades. Madrid, 1903,
p á g s . 115 y 117.

18.—PEDRO PER R E T ( 15 5 5 ' 163 9 )-—


/ Por Espinosa [D. Manuel R. Zarco
I del Valle] y Quesada [El Conde de
EX COLABORACIÓN

I las Navas]. —Madrid, 1899. Publica-


Vdo en el Homenaje d Menéndez y
) Pelayo en el año vigésimo de su pro-
\fesorado. Estudios de erudición es-
j pañola. 4.0, 7 págs., en la prim era el
| retrato de Carducho grabado por
1 P erret. T irada aparte. 6 ejem plares
\ en papel de lujo.
¡ 9 '—D E GALLINAS (y sus concomi­
tancias).— 114 im presos y 9 manus­
critos. Presentados en ia Exposición
Internacional de Avicultura cele­
brada en Madrid y Mayo de 1902.
Tirada de 313 ejemplares: en papel
de lujo 13, en papel vcrgc 300, en la
oficina tipográfica Ducazcal, el mis­
mo año. E ste Catálogo no se puso
á la venta.

«Ce catalogueest un vraiem ervei-


He typographique et bibliographi-
que par le soin avec lequel il a été
rédige: la description de chaqué ou-
vrage en signale les m oindres déta-
ils, jusqu a la hauteur et la largeur
de la justifications du te x te et le
nom bre des lignes par page. Les ti-
tres sont reproduits pour ainsi dire
photgraphiquem entet toutes le sb i-
bliographies p o u r r a i e n t prendre
pour modéle la brochure du Comte
de las Navas...»
H. L. F. BuUetín de l'Instituí In ­
ternational de Bibliograph ie. An -
née 1902.—Fase. 4-6.
«El libro del Sr. Conde de las Na­
vas, además de ser útil sobre toda
ponderación á cuantos se dedican á
la cría de gallinas y m ejora de sus
razas, es un modelo de bibliografías
por la minuciosidad y exactitud con
que se describen los im presos y ma­
nuscritos.»
M. [anuel] S. [errano] y S. [anz]. Re­
vista de Archivos, Bibliotecas y
Museos.D iciem bre 1902, pág. 469.

20. —DE ALLENDE PAJARES (Paisajes


y cuentos).—Madrid, m cm iii. T irada
de 300 ejem plares. Oficina tipográ­
fica Ducazcal.—2 pesetas.

21. —LA PELUSA (Rigodón amoroso).—


Novela.—Madrid. M. Romero. 1903.
T irada de 300 ejem plares.—2 pe­
setas.

22. —¡AVANTE! (Novela).—Ma drid-V a-


lladolid. Tip. de la Revista de Ar­
chivos,, Bibliotecas y Museos. 1904.
Tirada de 500 ejem plares.—2,50 pe­
setas.
23. —DOÑA MARÍA DE LAS MERCE­
DES DE BORBÓN YDE'AUSTRIA,
P rincesa d e A sturias (Noticia de
su vida y m uerte ejem plares).—
Madrid. Miguel Romero. 1904. [No
se vende]. T irada de 250 ejem ­
plares.

24. —RETAMA (A cademia ). — Novela.—


Madrid, 1905. Miguel Romero. T i­
rada de 1.250 ejem plares.—1,50 p e­
setas.

25. — DON JUAN VALERA (A puntes


del natural).—Madrid, mcmv . Ricar­
do Fe. Tirada de 1.000 ejemplares.
Con el último retrato de D. J. Va-
lera, dibujo de Coullaut y Valera,
fototipia de H auser.— 1 peseta.

26. —MADRID PALACIANO [Resumen


del gobierno, adm inistración y eti­
quetas de ia Real Casa y Patrim o­
nio]. Form a parte del libro intitu­
lado M adrid , cuya publicación cos­
teó el A yuntam iento de la Villa y
C orte para celebrar las bodas de
S. M. el Rey Don Alfonso X III.—
Madrid. Im prenta Alemana. 1906.
27.—LOURDES. Impresiones de un in­
curable.— Madrid, 1908. Im prenta
Ducazcal. Tirada de 410 ejempla­
res. Con una Bibliografia sobre Lour­
des.—2 pesetas.
TABLA

P á gs.

E x lib ris de la Biblioteca A m a r illa y Verde . . i


V o lú m e n e s p u b lic a d o s de la Biblioteca A m a ­
rilla y Verde .............................................................. 2
A n te p o rta d a . ................................................................ 3
P o r t a d a ............................................................................ 5
P ie de im p r e n ta .................................................... 6
A m ig o s y e n e m ig o s d el lib r o ................................. 7
N o ta de X L i x im p reso s so b re a m ig o s y e n e ­
m ig o s d el lib r o ......................................................... 39
Aviso á lectores................................................. 47
E l tam año en e l lib r o ................................................ 63
L ib r o s e sp a ñ o le s de s a s t r e r ía ............................... 73
P la n de un lib r o .............. '............................................ 99
S o b re la v e n ta d e lib ro s c o n d e d ic a to ria s
a u t ó g r a f a s .............................................................. . 119
D e la e n c u a d e r n a c ió n ................................................ 151
N o tic ia d e 203 im p reso s q u e tratan d e e n ­
c u a d e rn a c ió n y e n c u a d e rn a d o re s . . . . . . . 195
4~ O b r a s d e ... E l C o n d e de la s N a v a s .............. 235
C o lo f ó n .................................................................. 277
C u b ie r ta 4 / p la n a el E x lib ris y s e llo im -
p re s o rio d el au to r.
Biblioteca Nacional de España
El TE R C ER l im ó n de la
B IB L IO T E C A A M A R IL L A Y VERDE
se exprimió en la Villa y Corte de Madrid
en el Establecimiento tipográfico
de Fortanet, Libertad, 2Q.
Terminó la faena el 12
de Julio, día
del autor y
año de
M CMVin.

DIOS SOBRE TODO


Biblioteca Nacional de España
En preparación.
Zezé (novela).
Buscando alma (ídem).

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