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Biblioteca Nacional de España
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De Libros
(MCNUDENOlíS)
TE R C E R T.IMÓK
D 1S 1-A.
Biblioteca
AMARILLA V VERDE
POll
PRIMER LIMÓN
UN PÁROLI ( o DJ CUTO E O L IO )
SEGUNDO LIMÓN
NI CARNE NI PESCADO
(C Ü B N T O C U A R E S M A L )
t f / J o iT 29# 1
De Libros
(M E N U D E N C IA S)
TERCER LIMÓN
D K LA-
Biblioteca
AMARILLA Y VERDE
tor
A L EXC M O . SR.
ARQUERO M. HUNTINGTON
Se publicó este trabajo, por ve/, primera, en
a España Moderna, Revista. Madrid, No
viembre de 1904.
Si por varias razones se cree el hom
bre el ser más perfecto de la creación,
por otros cuantos motivos es lógico afir
mar que el libro es la creación más im
portante del hombre.
Casi tan antiguo como su nobilísima
madre la escritura, fué engendrado por
el deseo innato en todo ser racional, de
proclamar sus sentimientos, sus inven
ciones y progresos, y de transm itirlos á
los descendientes.
Más que la risa y el raciocinio, el libro
nos distingue del resto de los animales,
que puede que discurran, que segura
m ente hablan, que cantan, aman, fabri
can sus moradas, y hasta llegaron á fu
mar; pero no escriben ni leen.
Ya lo dijo V oltaire en estas ó pareci
das palabras: «Todo el mundo civilizado
se gobierna por unos cuantos libros: la
Biblia, el Alcorán, los Vedas, las obras
de Confucio y de Zoroastro; y el alma y
el cuerpo, la salud, la libertad y la ha
cienda, se supeditan y dependen de
aquellas grandes obras; de las de H ipó
crates y sus sucesores y de los Códigos
civiles y penales.»
Cualquiera que sea la profesión á que
nos dediquemos, nos es imposible p re s
cindir, según los casos y las personas, de
los registros parroquiales y municipales,
de la cartilla, del devocionario, de muy
varias obras de ciencias y letras, y d e li
bros mayores y de atentas corrientes, has
ta que somos despedidos de este mundo
y anotan en un libro nuestra partida.
Desde las versículas de las catedrales,
entre nubes de incienso, hasta debajo de
miserables, catrecillos en los puestos de
ias ferias, cubierto de polvo del arroyo,
en todo lugar y á toda hora, proclama
el libro su supremacía en las cinco partes
fiel mundo civilizado; y tengo para mí
que de la cultura de cualquier población,
chica ó grande, da más cabal idea un solo
Puesto de libros bien abastecido, que un
bosque de chimeneas de fábricas.
Sabidísimo es que el libro, como el
hombre, se compone de espíritu y mate-
cía; que tiene alma y cuerpo. De éste
Principalm ente pienso tratar, y en tal
sentido entiendo por libro, volumen for
mado de muchas ó pocas hojas, de cual
quier tamaño y m ateria escriptoria, m a
nuscritas ó impresas, rica ó pobrem en
te y con ó sin ilustraciones gráficas, uni
das aquéllas en tre sí, con portada y ba
jo cubierta de pape!, ó sin ella. Kilomé
trica y plomiza resultó la definición, pero
me parece que se acerca á la exactitud.
La encuadernación, propiam ente d i-
cha, constituye el traje del libro, y tam
bién el único arte del que puede decirse
propiam ente que le embellece en oca
siones, ya q u e—como hemos de ver más
adelante—figura en prim er térm ino en
tre sus más encarnizados enemigos.
T ratándose de libros, más que de otra
cosa alguna, puede aplicarse al hom bre y
la m ujer aquello de «dime con quién an
das y te diré quién eres». Es muy exac
ta, pues, esta fórmula del D e . G r e g o ir e :
<La maison de l’esprit est, généralem ent,
l’esprit de la maison»; y si al libro «on
peut le considerer comme le m oteur le
plus puissant de la civilisation» *, claro
está que donde los libros escasean tanto
como las peiuconas, no hay que buscar
gran movimiento, ni vida exuberante, ni
riqueza verdadera.
» L a b e s s a d e ( L e ó n F é l i x d e ), IJamour
au Livre. París, 1904, p á g. 33.
Así como al tratarse del culto que rin
de á la m ujer amada su novio ó p rete n
diente, p o r ideal y respetuoso que sea
aquél, entran por mucho en la cuenta las
condiciones y partes físicas de la novia;
asi tam bién advierto yo ahora, al ir m e
rend ó m e en harina, lo difícil que va á
serme deslindar los campos, no obstante
haber prom etido, ocuparme, principal
mente, en el cuerpo del libro, dejando
Para otra ocasión el tratar más despacio
del alma. Claro es, en efecto, que hasta
la más m iserable polilla que barrena por
dos ó tres partes un riquísimo volumen
de las obras de A ristóteles , al par que
destruye el papel ó la vitela, convierte
también en polvo, para quien las ignora,
las sublimes ideas del filósofo. Y, por el
contrario, el más ignorante bibliómano,
el mismo que pudo inspirar la célebre
sátira de L uciano de S aiiosata, presta
m directam ente un servicio á la cultura
universal, adquiriendo el libro, vistiéndo
le con lujo y preservándole luego en el
estante de todo mal, aunque al realizar
todo esto no proceda impulsado, ni mu
cho menos, po r el noble afán de instruir
se, sino pura y sim plem ente por consti
tu ir con el tomo un núm ero más de la
colección. O tro lector vendrá después
que se aprovechará del espíritu de la
obra, bebiendo su substancia nutritiva, é
im portándole ó no la forma del vaso
contingente de la esencia. Pocos, poquí
simos son los verdaderos bibliófilos que
aman el libro en alma y cuerpo, po r lo
que dice, por su rareza en el mercado y
por la buena ropa con que aparece ves
tido. Si á este propósito se preguntara á
D. F rancisco R odríguez Marín : «Después
de las de Cuba, P uerto Rico y Filipinas,
¿con qué gran pérdida nacional cree us
ted que se cerró la lista de nuestro in
menso despojo?>, me atrevo á asegurar
‘lúe el ilu stre escritor sevillano respon-
f'eil'a inmediatam ente: «Con la venta de
magnífica biblioteca del M arqués de
■^erez de los C aballeros».
¿Quién es capaz de poner precio al
dIrei al agua y á la lu z , en la naturaleza,
tres cosas que el más hum ilde mortal
derrocha todos los días? Lo mucho que
valen estos dones del cielo sólo se apre-
Cla. como la salud y la libertad, cuando se
P'erden. Por análogas razones, en los
8r andes centros de población, dotados de
bibliotecas públicas, el libro es mucho
,T*enos apreciado que en la aldea, p o r lo
mismo que, de balde, se le encuentra en
ia ciuda(j dispuesto á rendir sus frutos al
Primero que llega.
Ningún o t r o amigo verdadero nos
‘■guarda á todas horas, con los brazos
abiertos y sin im pacientarse jamás. El li
bio es como caballo ensillado de día y de
n°che, que no tasca el freno, que espera
al jinete, que le deja cabalgar á su anto
jo y le soporta y le conduce luego hasta
el fin de la jornada, sin tropiezos, ya sea
aquél caballero, ya caballería.
E n tre las cosas humanas, el libro es
siem pre el mismo en su esencia, presen
cia y potencia, con tal que conserve ín
tegra la forma. Ni se esconde, ni disimu
la, ni trueca, ni baraja las verdades que
contiene; para él no hay estaciones más
ó menos propicias, ni horas intem pesti
vas. A todas luces se entrega hum ilde y
generoso, y se deja m im ar ó hacer añi
cos sin proferir una queja y sin exigirnos,
antes d e libar sus mieles ó saturarnos
de veneno, preparación alguna; es el úni
co instrum ento que no necesita tem ple
ni afinación. Para cultivar sus amores y
saborear sus frutos, el rústico y el erudi
to, el niño y el viejo, no han m enester ni
piernas, ni olfato, ni paladar... ni tan si
quiera vista; les basta un dedo ó el oído.
Palpando los caracteres de la impresión,
0 con sólo escuchar, es dado hasta á los
ciegos y sordomudos instruirse, deleitar
se y comunicar con todo el mundo, por
ntedio del libro. El hom bre, ingrato por
naturaleza, lo mismo con él que con la
mujer, no obstante deberles las satisfac-
cionesy las enseñanzas más grandes de la
Vlda, suele abandonarlos con la misma in
diferencia con que arroja al suelo la coli-
siquiera sea ésta del más rico habano.
Al dem ocratizarse con el progreso,
Perdió el libro muchas de sus buenas
condiciones materiales: de joya pasó á ser
casi artículo de prim era necesidad. El
mal papel, la im presión adocenada, las
Antas ordinarias y las encuadernaciones
criminales, han hecho degenerar la raza,
Yi desde la cuna, la mayor parte de los
libros m odernos de poco precio—y tam
bién casi todos los lujosos—traen }ra sus
días muy contados.
Si á principios del siglo x x —que tal
vez se apellide el del autom ovilism o—el
libro puede considerarse aún como im
portante motor del progreso, la prensa
periódica es, en cierto modo, la correa de
transmisión.
Pues bien: precisam ente en los diarios,
y sobre todo en las revistas con monos,
habrá tal vez que señalar al enemigo ca
pital del libro. Hace pocos años una p u
blicación extran jera abrió amplia inío r-
mación sobre este asunto, entre libre
ros y editores; y como resum en de sus
averiguaciones, concluyó: «Que le Jour
nal, gráce aux ressources íournies par la
publicité, dont le role s’accroít sans ces-
se dans notre nécessité m oderne, fasse
au livre une concurrence chaqué jour
plus m eurtriére, en offrant au public, á
un prix. dérisoire et sous les signatures
les plus illustres, des articles, des feui-
Uetons, á la lecture desquels tous les mo-
roents de loisir suffisent á peine: point de
remede! II y a la un phénom éne social
ineluctable» *. El S r . L eón-F élix de L a-
Eessade es del mismo parecer ** y tam
bién ha escrito á propósito de «La Crise
óu Livre» M. H . enri B ailliére . Ignoro su
opinión, y no me atrevo á dar la mía,
que en este punto se aparta algo de la de
i b J uan V alera. Creía el tesorero de la
lengua castellana, que la prensa periódi-
cai al menos en España, no es adversa,
indirectam ente, á la producción y á la
venta de los libros. D e todas suertes es
tán éstos en crisis en el mundo entero, y
J
Multiplica tanto como los mosquitos en
!°s pantanos, y no habrá quien la aniqui
le m ientras el mundo exista.
Después de todo, puede que sea un
bien para la cultura: quizá convendría
c‘e cuando en cuando un expurgo y que
Ma como la de la biblioteca del hidalgo
Manchego, entre los diez millones de li
bros que existen, según cálculos, del
Sr. G. V ander H alghen en Livre de De-
1nain. Se nos antoja, sin embargo, que
Uadie había de oponerse á que en las
escuelas d e instrucción prim aria, así
como se dan, ó deben darse, á los niños
Uociones de urbanidad, y convendría en
señárseles, al par que el manejo del fu-
s,l, el de los cubiertos en la mesa; apren
diesen tam bién som eram ente cómo se
construye el libro y cómo hay que ves
tirle y tratarle, ya que, por desgracia,
entre nosotros no es camarada, sino p e r
sona de mucho cumplido. Dígalo si no la
triste estadística que el D r . T hebussem
hizo á propósito de los lectores que tie
ne el Quijote en España, en una crónica
dirigida al Sr. V iscarti, de Milán, y que
lleva p o r título Admiraciones y Estadís
ticas.
Y con esto doy aq u í p u n to , tem e ro sí
sim o de qu e los lib ro s y el le c to r, p a ro
diando á N arciso S erra cuando se q u e ja
ba de C amprodón, exclam en:
Navas, nos has desojado
con este artículo huero;
pudo ser vaso esmaltado
y resultó vil puchero.
-
SOBRE
a m i g o s y e n e m i g o s d e l l ib r o
9 - BiBLiOMANiE(DELA).-LaHaye, 1761.
A L ILM O. SR.
D. WENCESLAO E. RETANA
Se publicó este articulejo por vez primera
en la revista intitulada Album Salón. Barce
lona, 16 de Noviembre de 1901: luego, aumen
tado y corregido, con el título de Erratas, en
Gutenberg, Revista de las Artes Gráficas, nú
mero 2, Madrid, 1904. Lo reprodujeron varios
otros periódicos como el Diario de Cádiz,
el 24 de Junio de aquel año.
La letra de molde disfruta del mismo
Erísim o privilegio que muchos sabios
Políticos: hacen más mudanzas que la em
presa de Federico D elrieu, y, sin em bar
go, no llegan jam ás á desacreditarse por
c°m pleto.
Desde sus comienzos, la maravillosa in
u n c ió n de los caracteres movibles fun
didos, difundió el pensam iento humano
Por todo el universo y, también desde el
Principio, viene esclavizando el juicio
del vulgo que cree á pie juntillas cuanto
ie dicen impreso.
Los libros sagrados ofrecen ya textos
depuradísimos, y muchas son tam bién las
guías que hay á mano para viajar con fru
to p o r ellos. En cambio, la mayor parte
de las obras antiguas de historia profa
na, ciencia que se aprendió á escribir en
nuestro tiempo, necesitan som eterse al
fiel contraste de la investigación docu
mentada.
Por esto me ocurre que tal vez no es
taría de más que se publicasen á menudo
en revistas, boletines y diarios de mucha
circulación, Avisos d los lectores como los
que, en beneficio de los navegantes, apa
recen en la Gaceta rem itidos por el D e
pósito Hidrográfico del M inisterio de
Marina. Merced á aquellas noticias, ya
depuradas, todos los que en España sa
ben leer podrían evitar, en el mare mdg-
num de los libros antiguos y modernos,
innumerables escollos.
La fe—buena y mala;—el patriotism o
exagerado; la vanidad erudita, que p re
sume aprovecharse, como le conviene,
de filones desconocidos del común de los
mortales, y el poco esmero, en fin, de
cuantos intervienen en la formación del
libro; los plagaron de errores de toda
especie, que las generaciones sucesivas
Van acarreando como el escarabajo sus
•nmundas pelotillas.
Conviene advertir que no me refiero
Precisamente á la relación de cosas estu
pendas entre las que pueden citarse en
Primer térm ino los milagros de toda es
pecie que lo son, ó lo parecen, en más de
Un 50 por 100, á causa de nuestra gran
'gnorancia. Es frecuentísim o el mofarse
de los escritores exageradam ente piado
sos de todos los tiempos, atribuyéndoles
la invención de aquellas que se nos figu
ran maravillas.
¿Por qué San Simeón, monje, viviría
trein ta y siete años sobre una colum na—
dicen—privando de su conversación ad
mirable á los coetáneos?
¿Para qué había de tragarse San Nor-
berto una peluda araña, que le cayó en
el cáliz después de consagrar, y que lue
go echó por las narices estornudando?
Sobre que para Dios no hay nada im
posible, no hemos de ser tan soberbios
que neguemos desde luego todo aquello
cuya fácil explicación no se nos alcanza.
Y como quiera que ello sea, el relato de
estos y de otros muchos maravillosos su
cesos, en nada perjudica al historiador ni
á sus lectores. C rea ó no cada cual, en la
medida de su inteligencia y de su fe, todo
lo que no es de ella, y adviertan los que
no la tienen que las historias profanas
están plagadas también de muchísimos
milagros de incom prensible finalidad.
Yo confieso que envidio la honrada
conformidad de D. J osé D aza, famoso tra
tadista taurino, que cree bajo la pala
bra del P. N ierenberg , que un buey en
señó el credo á un rústico.
E n esto de no tragarse bolas (si lo son)
y referir de visu otras, al parecer mayo
res, ofrece un ejemplo estupendo Don
Luis Z apata en su entretenida Misce
lánea. Oigámosle: «Mas muy mayor ma
ravilla es lo que me contó un caballero
(no sé si como principal fué verdadero)
que cayó un mozo en un charco y pien
so que decía que él, y que entró tras
el un ayo y perdió al en tra r unas chi
nelas, y sacando al ahijado ya atónito del
agua, sacó el mogo las chinelas del ayo
Puestas en los pies, jurábamelo él; mas
yo no daré por este juro á catorce mil el
■Pillar.»
En cambio, cualquiera ofrecería cinco
duros lo menos por cada nuez de las que
daban los cipreses en la Mejorada en
Lempo del propio Zapata, que sigue ha
blando... «cortó tres ó cuatro nueces al
través y á la larga, y siem pre se hallaba
la V erónica de N uestro Señor en la nuez
cortada, de que fuimos muy maravilla
dos.»...
R epito que nada de esto debería, en
mi entender, proporcionar materiales
para los Avisas que propongo.
Es sabido que abundan los centones
compuestos con historias prodigiosas y
entre ellas ocupan lugar p referente las
que en francés escribieron P edro B onis-
tan, C laudio T esserant y F rancisco B e -
lleforest , traducidas en rom ance caste
llano por A ndrea P escioni, vecino de
Sevilla.
E n los Avisas deberían, sí, figurar en
prim er térm ino los referentes á errores
históricos ya depurados, como lo es, por
ejemplo, la noticia tantas veces impresa
de que el Cid fué notable toreador. Y
confieso que por otra parte me en triste
ce bastante que la investigación erudita
deshaga, como azucarillo en el agua, poé
ticas leyendas del género de la del Cas
tellano de Vivar. Que no m e conformo,
pongo por caso, con que no sea cierto
que Cortés quemó sus naves y la Reina
Católica empeñ ó sus joyas para ayudar al
descubrimiento del Nuevo Mundo.
Pero ¿qué hemos de hacerle?; hay que
darse por muy contentos con que la ver
dad resplandezca, y es muy posible que
dentro de algunos años esté probado
que Lucrecia Borgia fué dama piadosísi
ma, excelente m adre de familia y de co
razón más tierno que los polvorones aca-
baditos de salir del horno.
E n cambio, tampoco encuentro im po
sible que la crítica nos dem uestre con
documentos irrecusables que Doña Isa
bel I de Castilla no pasó de ser una infe
liz neurótica. No hará seis años que un
sabio amigo mío (Dios le tenga en su glo
ria) me habló de ciertas curiosísimas car
tas cruzadas en tre aquella Señora y la
Santa Sede, papeles que existen en un
archivo de Venecia y que pueden pro
porcionar base, según él, para juzgar un
tanto chiflada á i a m adre de Doña Juana
la Loca.
Mientras que publicistas de esta espe
cie escriben restando novelas de la his
toria, hay otros que las suman.
El patriotism o descarriado que inspiró
la formación y publicidad de los fa lso s
cronicones tuvo la culpa también en nues
tros días de que, un escritor liberalísimo
y anticlerical,incluyera en el diccionario
de hom bres ilustres de su región, á va
rios de los Santos (?) inventados en aque
llas fábulas. ¡Á los Avisos con ellos!
H ay algunos libros de viajes que están
plagados de noticias disparatadas.
Escribía H umboldt el suyo por Espa
ña, tomaba notas en el campo, y hubo de
preguntar á un rústico que acababa, p re
cisamente, de machucarse un pie con el
azadón:
—Dígame usted, amigo, ¿cómo se lla
ma aquella venta?
—¡La venta de la p...iñata!, respondió
labriego, como hubiese podido contes
tar: «vaya usted á escardar cebollinos».
H umboldt e sc rib ió e n su c a r te r a e l
n o m b re d e la v e n ta , y así c o r r e im p re s o
d e s d e e n to n c e s .
En m ateria de etimología es el cuento
de nunca acabar. Para m uestra, un bo
tón: nada menos que un respetable rec
to r que fue de la Universidad Central,
tiene averiguado, y así lo dió á la estam
pa, que «por las gentes sirias, se dice
serias». ¡¡Guasón!!
Me parece que fué S tirling quien, á
causa de una errata, refiere que Carlos II
celebró sus desposorios en Quintanapo-
7/a, en vez de Quintanapalla, tristem ente
EXEM PLES:
In nomine: Domini \ nsi Jh v X p i • incipit líber canticorvn i de toto
circu lo anni ] — E ra T • nonagessím a séptim a • C a n ticv Esaie
P ro p hctc — [Al fin] in lego tua et in o p c rib ’ et in m anib’ tuarum te
au xilian te semper
4° PerS'*) al verso del i " fol., y en tinta roja, va el titulo en letras
cap itales, el texto en m inúsculas, salvo m uchas capitales policrom as
figurativas y versales en rojo.
K e m p is (T o m á s ) 24
1851. D e im itatione C hristi, libri quatuor auctore Thom a a K em p is.
Editio stereotypa.
T o rn a d . E . P relis, J. Casterm an et filiorum. 1851. 64o ed. m i
croscóp ica. A nteport. port. ■ +■ 5°9 págs.
Á D . F E D E R IC O P E Ñ A L V E R Y S A IZ
kn la Revista de Archivos, Bibliotecas y RIu-
seos, Junio de 1903, se publicó por vez prime
ra este estudio.
A la cabeza de los Libros raros y cu
riosos, y e n tre los que figuran ó no en
el magnífico Ensayo... formado con los
apuntam ientos de D. B artolomé Jo s é G a
llardo , pueden colocarse, sin que nadie
«5
263
7
TA M AÑ O D EL LIBRO
4 ¡)o— ■
34 i
DUQUE DE R I V A S
Se publicó por primera vez en la Revista de
de España, 30 de Enero de 1892.
J
Por el año de 1882 tuve la hum orada
de publicar en la Hoja L iteraria de L a
Epoca tres largos artículos sobre el vino,
trabajo que, sin mi anuencia, bautizaron
en la redacción del diario de la Calle de
la Libertad con el nom bre de H istoria
del vino, siendo así que á más de ésta, re
ferida muy á la ligera, contenían aque
llos consideraciones de mi propia cose
cha: p o r ejemplo, el paralelo entre la bi
blioteca y la bodega, aplaudido po r el
erudito escritor Badbín de U nquera.
Como preguntase yo entonces á mi
respetable y muy querido amigo el se
ñor D uque de R ivas, qué le parecían los
tales artículos, con la franqueza propia
de su noble carácter y la autoridad de su
mucho saber, me respondió:
«Querido Juanito, todo aquello tras
ciende á media legua á erudición de
Diccionario Enciclopédico.»
Dolióme el palmetazo, porque las ver
dades amargan, y, con propósito de la
enm ienda, concebí entonces la idea de
escribir un libro de miga sobre el más
famoso de todos los líquidos.
Un día, en mi despacho del Ministerio
de la G obernación—D irección de Bene
ficencia y Sanidad, Negociado de D ere
cho—me desesperé po r no poder desci
frar la enrevesada letra de una escritu
ra fundacional: al poco tiem po m e m a
triculaba en la Escuela Superior de D i
plomática. Seguí aquellos estudios con
alguna afición, y á la bondad de mis pro-
iesores debí—tres años después, ayuda
do p o r mis am igos—una plaza de profe
sor auxiliar en aquel modesto y mala
m ente suprim ido centro del saber.
Más tarde los azares de la suerte me
destinaron á la Real Biblioteca, en la
que, á las órdenes de D. Manuel Remón
Zarco del Valle, tan conocido entre
bibliógrafos y bibliófilos, aprendí á ca
talogar, á leer y á tom ar notas, conven
ciéndom e pronto de que bajo el sol todo
es viejo.
Cuando me posesioné de aquella pla
za, ya poseía algunas curiosas noticias
sobre el vino: pronto las notas llenaron
los cajones de mi mesa, ilustraban mis
pocos libros propios, ocupaban mis bol
sillos y llegaron á adquirir en algunos
puntos tal im portancia, que poco tuve
que extractar, por ejemplo, del precioso
trabajo de E dmundo de A micis: E l vino,
sus efectos psicológicos.
O bras como L 'a rt de classcr les No
tes, de P. G uyot D aubes, me ofrecían
sin duda prácticos consejos para la orde
nación de mis muchas noticias vinícolas,
pero antes de em prender trabajo tan
minucioso, era preciso supeditarlo á un
plan más amplio.
Pensé, consulté, y, po r fin, teniendo
en cuenta que mi obra había de lim itar
se á tratar de cosas de nuestro país, con
marcado sabor arqueológico, decidí bau
tizar el libro con el nom bre de
E L V IN O E N E S P A Ñ A
D E LAS
A S IG N A T U R A S Q U E S E C U R S A R A N
E N LA
La vid y la parra.
S O B R E LA V EN T A DE L I B R O S
C O N D E D IC A T O R IA S A U T Ó G R A F A S
C U A T R O CART AS
A L E X C M O . SR. D O C T O R T H E B U S S E M
I- CARTA ABIERTA (consulta). Publi
cada en E l Correo, Madrid, 24 de Marzo
de 1906.
II. CARTA ABIERTA. Publicada en E l
Correo, Madrid, 27 de Marzo de 1906.
C i■ CARTA CERRADA. Recibida por el
correo interior el 29 de Marzo de 1906.
IV. CARTA ABIERTA. Publicada en E l
Correo, Madrid, 30 de Abril de 1906-
A D. José R . Mélida.
R. A lvarez S ereix .
9
Biblioteca Nacional de España
A D. R afael Alvarez Sereix.
G E N E R A L I D A D E S .— B I B L IO G R A F ÍA
Á DON JOSÉ G A R C Í A DE L A BA N D ER A
Se publicó este artículo por vez primera en
la Revista de Archivos, Bibliotecas y Museost
Año ix.—Marzo-Abril de 1905.—Números 3
y 4, pág. 221.
Q ueda dicho, al principio de este, que
el libro, como el hom bre, tien e alma y
cuerpo, y que tam bién como aquel nace
desnudo. Por ello se diferencia, como nos
diferenciamos, del resto de los animales
—á los que el Suprem o H acedor impuso
una librea invariable,—de la m ayorparte
d e las manifestaciones y productos del
arte y de la industria. El cuadro lleva
siem pre su marco que suele elegir el pin
to r y encajar en él la tela cuando no pasó
la obra pictórica de boceto. Se erige la
estatua sobre su pedestal y joyas, instru
m entos músicos, armas y herram ientas
salen del taller en estuches, fundas, bol
sas y vainas que los preservan de d e te -
■rioros y realzan su valor. El lib ro —aun
los nacidos entre los más lujosos paña
les—se presenta de ordinario al público
en ropas menores.
Al llegar aquí, me ocurre que se im
pone plantear uno de los que llaman los
abogados incidentes de previo y espe
cial pronunciam iento: quiere decirse,
que suspenden en el pleito el curso de
la acción principal hasta que en aquellos
recae sentencia. El incidente que plan
teo puede enunciarse en estos términos:
en puridad, ¿cuántas y cuáles son las a r
tes que em bellecen el libró? Veamos de
resolver esta duda.
Toda piase de ilustraciones gráficas en
negro ó en colores, hechas directam ente
por el artista sobre cualquier especie de
m ateria escriptoria, ó estampadas por los
m últiples m odernos procedim ientos me
cánicos é industriales, en códices y li
bros impresos; forman p arte integrante
de los mismos, como los distintos miem
bros del cuerpo humano y como los di
versos matices de la epidermis. Por con
siguiente, no puede decirse con p ropie
dad que las orlas, láminas, cabeceras de
capítulos y adornos finales, por ricos, a r
tísticos y brillantes que sean, em belle
cen el libro; no: son parte esencialísima
del mismo, al extrem o de que, en mu
chas ocasiones, los monos, como ahora
se dice, tienen más im portancia que el
texto. E n obras de am ena literatura, rara
vez se com penetran uno y otros, y hay
quien opina—D. J acinto O ctavio P icón —
que las ilustraciones en esta clase de li
bros huelgan siem pre: si son m ejores que
el texto, porque le chafan; si son peo-
tes, por no hacerle entonces falta para
nada. El Quijote, con sus muchas edicio
nes ilustradas, confirma el aserto de P i
cón , sin excluir el trabajo notabilísimo
de J iménez A randa. E s sabido que algu
nos textos se escribieron para aprove
char colecciones de estam pas que ya ha-
bían servido de ilustración a obras ante
riorm ente impresas. Ejem plo de ello,
Los Ecos de las Montañas, publicados
por los señores M ontaner y Simón en
1868 en Barcelona, que «son dos gruesos
tomos de leyendas en verso con láminas
forzadas, ajustando lo que contaba Zorri
lla en las leyendas, á las preciosas es
tampas con que Gustavo D oré había ilus
trado los poemas del tiem po del Rey A r
turo, compuestos por el laureado poeta
inglés Alfredo Tennyson> *. Con ser de
un valor literario tan grande L a Divina
Comedia, del D ante , una de sus muchas
ediciones es conocida exclusivam ente
p o r las estam pas que tam bién dibujó
D oré , como entre nosotros, en la obra
Recuerdos y bellezas de España, lo más
sonado es la labor de P arcerisa, que le
da nom bre, y obscurece los de P iferrer ,
* Cf. E scudero.
gua minoría entre las publicaciones fran
cesas, inglesas y alemanas que tratan de
la encuadernación concretam ente, d e
los encuadernadores y de restauraciones
de envolturas de libros. No hace falta,,
pues, á lo que parece to rtu ra r el magín
para inferir po r los datos precedentes,
hue el más artístico quizá en tre todos
los artes m anuales—porque es sin duda
también el menos ú til—tuvo y tiene en
España, m ejor dicho, en la Península
Ibérica, poquísima importancia. Con ha
berse introducido aquí muy pronto en
tem p o s relativam ente modernos, el gus
to, aunque no la afición, por las encua
dernaciones bellas, como reflejo del a rte
arabe 6 imitación de los buenos modelos
italianos; es lo cierto, que tales semillas
üo encontraron la tie rra apropiada para
su próspero y general desarrollo.
Excepciones que confirman la regla,
s°n, en lo antiguo, las encuadernaciones
citadas p o r P érez d e G uzmán en su a r
tículo E l libro y la biblioteca en España
durante los siglos medios **, y en n u estro s
días las p reciosas o b ras d e e n cu ad ern a
ción hechas p o r el aficionado y d o c to r
en e ste arte, n u e stro paisano y am igo
D. J osé G arcía de la Bandera, á q u ien
va dedicado el p re s e n te articu lejo .
E l D octor T hebussem también lo bebe.
H ace dos años me escribía: «Cierto, mi
querido Conde, que conservo en alto
aprecio, y en volúmenes sólidam ente en
cuadernados de propia mano, la activa
correspondencia que desde 1886 á 1905
sostuve con mi querido deudo y amigo
Juan Valera.»»»
Pueden contarse y no llegan quizás á
veinte, las Bibliotecas y los bibliófilos
que entre nosotros adoptaron para sus
encuadernación y en c u adernadores
A
'• Adam (P.) — Systematisclies Lehr-und
Handbuch der Buch binderei. D res-
den, 1885.
B
8. Bachelin - D eflorenne . [Le B iblio-
phile Julien.] Album de reliures ar—
tistiques et historiques des X V 7 «,
X V I B , X V I H ‘ et X 1X ‘ siécles. Pa
rís, 1868.
CH
K
95. K opp (£. et.) — Z ur Geschichte deg
Buchdruckerei voti Beromiinsier. L u -
zern, 1906, fig.
J
98. LACROix(Paul). —Reliare. P a rís, 1873.
ío 6. L enormand. — N o u v e a u M a n u e l
complet du re lie u r en ious genres.
Nouv. édit. entierement refondtie et
considérablement augmentce p a r M .
M aigne (M a n uels R oret). París, 1S90.
LL
119. M a h ü e t ( C o m te A n to in e de).—
E ssai de répertoire des ex-libris et
fe r s de reliare des bibliophiles lo-
rrains, p ar le— et R obert (Edmon
des). Nancy, 1906. Avec nom breu-
ses figures dans le te x te et 15 pl.
hors texte.
120. M aike (A.) — L a reliare des ouvrages
de bibliotheques. «Revue desBiblio-
theques. O ctobre-D écem bre, 1893.
*4 3 - P az
y M elia (A.) —Códices más no
tables de la Biblioteca Nacional. E n
cuadernación del Libro de Horas de
Carlos V IH de Erancia, pág. 349.
«Revista de Archivos, Bibliotecas
y Museos». Agosto y Septiem bre
1897.
* 5 6 . -----------A
Catalogue o f Books bound
by S. T. Prideaux between 1890
and zpoo; illustrated with 26 fine
full-page plates of the principal
exam ples of her work, 8vo, original
boards. London, 1900.
Q
157. Qu a r i t c h (B.)—A collection o f fa c
174 . S . B .— Reliure. P a r í s , 18 8 6 .
179.-------- De ornamenUslibrorum.\¿\p-
zig, 1756.
T
184. T a n n e r ie s d e p e a u h u m a in e . R e l iu -
fe
186. T h o i n a n (E rn e st).— Les Relimes
202. Z ehdsdorf . ■
— The z rt o f Bookbin-
ding. London, 1880.
203- Z immermann ( K .) — Bucheinbünde
aus dem Bücherschatze der Konigli-
chen offentlichen Bibliothek zu Dres-
den und Nene Folge von H. A. Lier-
Leipzig, 1896.
+ OBRAS
OBRAS
DE
4 . -H O M E N A JE Á CRISTOBAL CO
LON... por cuenta y á costa ajena.
D. Fernando Colón. ¿Hijo natural
ó legítim o? (Polém ica.) Madrid,
m dcccxciii .-—Im prenta de Manuel
G. Hernández. Folleto en 4.0, 25
páginas y colofón.—T irada de 75
ejem plares numerados. (No se puso
á la venta.) (A gotada .) - R eim preso
en Cosas de España (2.a serie).
«Curioso,donoso y en treten id o —
dentro de su carácter erudito—es
el opúsculo que el Conde de las
Navas dedica á vindicarse de una
acusación que el Sr. Cax'bonero y
Sol, director de la Revista L a Cruz,
le dispara á boca de jarro en el li-
bro titulado Homenaje d Colón. Es
tan poco frecuente hallar en estas
cuestiones bibliográficas la nota pi
cante y amena, que voy á decir de
qué acusan y de qué brillantem en
te se defiende el ilustrado Conde...'
E milia P ardo B azán. Nuevo Tea
tro Critico, núm. 25, Enero,
•893» p ág. 117.
I
algo filosófica, por Fulano\ Zutano,
Mengano y Perengano.—Madrid. Li
brería de Fernando Fe, 1896. (Esta
blecim iento tipográfico de Ricardo
Fe). 8.° francés, xxi-271 páginas de
texto é índice.— Tirada de 2.000
ejemplares. ( A g o t a d a ) . — 3 pesetas.
«Un librito de cuentos
se ha publicado
del que autores se dicen
cuatro Fulanos.
Mas, ó yo con el pelo
perdí el olfato,
ó tras de aquellas hojas
se oculta el rostro
de un cartero famoso,
de un catedrático,
de un Conde que de libros
se nutre á pasto,
y un Juan que muchos llaman
Juanito el Largo.»
M anuel del P alacio . E l Im par -
cial, 27 de Julio de 1896.
* '
te bibliográfico la obra es un m ode
lo, Y afición le bate palmas, di-
ciéndole: Duro y á la cabeza. A nun
cie usted pronto otra corrida como
esa y verá usted la plaza de bote en
bote, como el día en que se retiró
Rafael el grande.»
P ascual M illá n . Sol y Som braM a-
drid, 2 de Agosto de 1900.
P á gs.