(Abogado Firma) U. C., J. C.Y OTROS C: B., M. G. s:DAÑOS Y PERJUICIOS

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CAMARA CIVIL - SALA G

“U. C., J. C.Y OTROS c/ B., M. G. s/DAÑOS Y PERJUICIOS”.

EXPTE. N CIV 45611/2018 -JUZG.: 36


LIBRE/HONOR. NCIV/45611/2018/CA1

En la Ciudad de Buenos Aires, Capital de la República Argentina, a


los 16 días del mes de junio de dos mil veintiuno, reunidos
en Acuerdo los Señores Jueces de la Cámara Nacional de Apelaciones
en lo Civil, para conocer en el recurso de apelación interpuesto en los
autos caratulados: “U.C., J. C. Y OTROS c/ B., M. G. s/DAÑOS Y
PERJUICIOS”, respecto de la sentencia de fs.211 del registro
informático, el Tribunal estableció la siguiente cuestión a resolver:

¿ES JUSTA LA SENTENCIA APELADA?


Practicado el sorteo resultó que la votación debía
realizarse en el siguiente orden: Señores Jueces de Cámara Doctores
CARLOS A. CARRANZA CASARES, GASTON M. POLO
OLIVERA, CARLOS A. BELLUCCI.

A la cuestión planteada el Juez de Cámara Doctor


Carranza Casares dijo:

I. La sentencia
La sentencia de fs. 211 del registro informático
rechazó, con costas, la demanda de daños y perjuicios iniciada por J.
C. U.C., C.K. N. R. y C.A. U. contra M.G. B. respecto de su actuación
en los expedientes 43.248/2007, “N. R., C.K. y otros c/ P.C.. A.. d.S..
G. S.A. y otro s/ daños y perjuicios” (“N.”) y 31.147/2007 “U. C., J.
C. c/ L. V. d. N. S.A. otro s/ lesión y/o muerte de pasaj. transp.
Terrestre” (“U.”).

Fecha de firma: 16/06/2021


Firmado por: CARLOS ALFREDO BELLUCCI, JUEZ DE CAMARA
Firmado por: CARLOS CARRANZA CASARES, JUEZ DE CAMARA
Firmado por: GASTON MATIAS POLO OLIVERA, JUEZ DE CAMARA

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A tal fin el juez de la causa tuvo por demostrado
que el abogado demandado había presentado en los aludidos procesos
escritos con la firma falsa de sus asistidos, cuya falsedad fue
declarada en febrero de 2014 en “U.” y en marzo de 2014 en “N.”,
pero consideró que éstos no habían acreditado la existencia de
perjuicios relacionados con tal obrar antijurídico.

II. El recurso
El fallo fue apelado por los vencidos, que
presentaron su memorial a fs. 236/258, contestado a fs.260/262.
En lo que denominan único agravio aducen que
está probado el daño psíquico, el moral y el que ha afectado el
proyecto de vida, así como la necesidad de realizar gastos y
tratamiento psicológico.

III. Ley aplicable


Aclaro que en razón de la fecha en la que tuvieron
lugar los hechos invocados como generadores de la deuda que se
reclama, no corresponde la aplicación retroactiva del nuevo Código
Civil y Comercial de la Nación (cf. art. 7 del citado, similar al art. 3
del Código Civil).
Asimismo, frente a la extensión del memorial de
los actores, he de recordar que, conforme la doctrina de la Corte
Suprema, los jueces no están obligados a ponderar una por una y
exhaustivamente todas las pruebas agregadas ni a tratar la totalidad de
las cuestiones propuestas, sino sólo aquellas, de unas y otras, que
estimen conducentes para fundar sus conclusiones (cf. Fallos:
272:225; 274:113; 308:2172; 310:1853, 2012; 311:120, 512;
312:1150, entre otros).
IV. La responsabilidad del abogado
La responsabilidad del abogado forma parte de la
de los profesionales que, a su vez, constituye un capítulo dentro del
vasto espectro de la responsabilidad civil en general; de allí que su
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configuración requiera la concurrencia de los mismos presupuestos


que son comunes a todo evento dañoso, cualquiera sea su fuente:
hecho ilícito o incumplimiento contractual (daño, nexo causal, factor
de atribución e ilicitud)1.
Ha dicho esta sala que si se trata de la inejecución
o cumplimiento defectuoso del contrato de servicios profesionales,
lógicamente la responsabilidad es de origen contractual. Según la
tendencia doctrinal dominante se considera que son cuatro sus
elementos esenciales: a) la antijuridicidad: resulta de la violación de
un deber jurídico preexistente que está consagrado en una o más
reglas normativas, específicamente en el plano contractual deriva de la
transgresión de obligaciones pactadas en un convenio previamente
concluido entre el letrado y su cliente y que tiene para ellos fuerza de
ley; b) el factor de atribución, en cuyo mérito el letrado debe
responder por el resultado lesivo de su comportamiento, sea éste
doloso o por imprudencia o negligencia, es decir, culposo, pues, que
en principio, se trata de una responsabilidad subjetiva por el hecho
propio; c) el menoscabo o "daño", tomado el mismo en sus diversas y
variadas especies, que aquel comportamiento —ya activo u omisivo—
cause a su cliente; y por fin, d) la existencia de una adecuada relación
de causalidad que enlace el proceder profesional con el perjuicio
sufrido, o sea, la relación entre la conducta atribuida y la pérdida de la
oportunidad o expectativa, tomada esta última como "chance
malograda"2.

1
Prevot, Juan Manuel, Responsabilidad del abogado, en RCyS 2011-V , 193; Trigo
Represas, Félix A., Responsabilidad civil de los abogados, en Jurisprudencia Argentina 1994-III,
p. 873; Wierzba, Sandra M., Responsabilidad civil del abogado, en Jurisprudencia Argentina,2011-
II, p. 1478, Suplemento 8-6-2011; GregoriniClusellas, Eduardo L., La responsabilidad profesional
del abogado y el resarcimiento del daño moral, en RCyS 2005, 480, en La Ley Online
AR/DOC/2527/2005. Ver el actual art. 1768 del Código Civil y Comercial de la Nación.
2
C.N.Civ., esta sala, Z, M c. H L, L, del 12/02/2014, La Ley AR/JUR/25078/2014 y sus
citas; ídem, esta sala, S., S. M. c. A., J. C., del 16/10/2012, La Ley Online AR/JUR/68373/2012 y
sus citas; íd., esta sala, F. R. M., c. G., de la C. O. J., del 29/3/01 y sus citas, La Ley, 2001-E, 144,
AR/JUR/3158/2001.

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El letrado ha de obrar con prudencia y pleno
conocimiento de las cosas, teniendo en cuenta su especial condición
profesional (arts. 512, 902 y 909 del Código Civil) y acatando no sólo
las obligaciones emanadas del contrato que lo vinculan a su cliente,
sino también las que surgen de la regulación de su profesión (la ley
23.187 y el Código de Ética del Colegio Público de Abogados de
Capital Federal; ver también el arts. 46 a 58 del Código Procesal)3.
Al respecto ha recordado la Corte Suprema que la
misión del abogado patrocinante no se restringe a la preparación de
escritos, sino que debe asumir la plena dirección jurídica del proceso
con el empleo de la diligencia requerida por las circunstancias para
conducirlo de la mejor manera posible hasta su finalización4.
En el caso, el abogado demandado ha sido
encontrado responsable de presentar como patrocinante, en dos
procesos, escritos con la firma apócrifa de sus clientes.
Por resolución de fs. 1061/1065 de la causa “U.” y
de fs. 512/516 de “N.” se declaró la falsedad de las firmas atribuidas a
los demandantes y la consiguiente inexistencia de dichas
presentaciones, con costas al letrado M.G.B.
El Tribunal de Disciplina del Colegio Público de
Abogados de la Ciudad de Buenos Aires, en octubre de 2014, le
impuso una multa de $ 10.000 al nombrado, al sostener que había
actuado cuanto menos con absoluto desapego por el mínimo cuidado
para dotar a los escritos de la seriedad que cabía atribuirles por estar
refrendados por la firma de un letrado; y que si bien su rol no debía
ser asimilado al de un fedatario, cuanto menos debía haber sido
respetuoso y responsable en cuanto al rol que desempeñaba ante los
estrados judiciales y procurado que sus clientes firmasen delante suyo,

3
C.N.Civ., esta sala, Cristofanelli, Daniel c. P., E. M., del 20/02/2009, en La Ley Online
AR/JUR/718/2009.
4
Fallos: 325:1498.

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todo en aras de brindar mínimamente la seguridad jurídica de los


procesos donde intervenía.
La sentencia en estudio manifestó que la actuación
profesional del demandado en los aludidos procesos (“U.” y “N.”)
había sido extremadamente negligente, no desempeñando su gestión
dentro de los parámetros que exigían las circunstancias de tiempo y
modo y concluyó que se había acreditado la violación de un deber
jurídico, que calificó como el primer elemento constitutivo de la
responsabilidad.
En este sentido, recuerdo que se ha señalado que
constituye una responsabilidad profesional que las actuaciones
judiciales sean efectivamente suscriptas por el cliente con
independencia de quién haya sido el autor de las grafías. En
consecuencia, este agravio no será admitido5.
De igual modo se ha expresado que, si bien los
abogados no son escribanos ni certifican firma alguna, en principio
son los responsables de los actos que llevan su patrocinio, al menos en
cuanto al cumplimiento de las formalidades legales que los mismos
requieren para su validez6.
Esta determinación del obrar antijurídico por parte
del letrado demandado, que la sentencia ha destacado, ha sido
consentida por él. Lo que discute en esta instancia su contraparte es la
decisión del juez de desestimar, no obstante, la pretensión de los
actores, por no encontrar probada la configuración de daño alguno con
relación causal con el incumplimiento del profesional.

V. Los daños
Sobre este punto se ha puesto de relieve que, de no
presentarse este elemento esencial, no habrá responsabilidad civil, aun

5
C.N.Civ., sala H, Abdelnur, René Elena c. Malagrina, Ricardo s/ medidas precautorias
art. 231 Código Civil, del 07/04/2017, en La Ley Online AR/JUR/8606/2017.
6
C.N.Civ., sala K, Paredes, Rubén A. c. Consorcio de Propietarios Angel Gallardo 1034,
del 30/10/1992, en La Ley Online AR/JUR/611/1992.

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si se configuran los demás presupuestos. Es que, si bien el daño ocupa
el último lugar en la cronología temporal de los acontecimientos, es
desde el punto de vista lógico el primer elemento de la
responsabilidad civil, ya que sin él no puede siquiera pensarse en la
pretensión resarcitoria. Sin perjuicio, no hay ni puede haber
responsabilidad civil, por ausencia de interés. Y se ha dicho que
resulta necesaria la prueba del daño y su cuantía, ya que mientras esa
prueba no se rinda no se conocerá el objeto concreto de esa reparación
cuya existencia se determina por el perjuicio sufrido, debiendo probar
el actor la entidad y el valor de los daños y perjuicios que reclama, en
tanto el daño no se presume7.
Corresponde, entonces, verificar si se han
configurado los perjuicios invocados por los demandantes, con la
aclaración de que, en la determinación de los daños, como es criterio
de esta sala, tampoco he de aplicar el Código Civil y Comercial de la
Nación por no encontrarse vigente al tiempo de configurarse el
perjuicio constitutivo de la responsabilidad (cf. art. 7 del citado
cuerpo legal y 3 del Código Civil)8.
a.- Incapacidad y tratamiento psicológico
Tal como lo ha expresado el máximo tribunal
federal en múltiples oportunidades, cuando la víctima resulta
disminuida en sus aptitudes físicas o psíquicas de manera permanente,
esta incapacidad debe ser objeto de reparación al margen de que
desempeñe o no una actividad productiva, pues la integridad física
tiene en sí misma un valor indemnizable y su lesión afecta diversos
aspectos de la personalidad que hacen al ámbito doméstico, social,

7
Wierzba, Sandra M., Responsabilidad civil del abogado, y sus citas, en Jurisprudencia
Argentina,2011-II, p. 1478, Suplemento 8-6-2011. Sobre el daño como requisito de la
responsabilidad civil ver C.N.Civ., esta sala, CIV/98023/2009/CA1, del 14/7/20.
8
C.N.Civ., estasala, CIV/11380/2012/CA1, del 18/8/15 y numerososprecedentes a partir
de entonces; verdoctrina del falloplenario “Rey, José J. c/ Viñedos y Bodegas Arizu S.A.”, del
21/12/71, en La Ley 146, p. 273; y en similar sentidoC.N.Civ., sala E, Expte. 101.221/07, del
15/7/16; ídemsala F, Expte. 13.793/12; íd., sala I, Expte. 25.837/10, del 11/12/15.

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cultural y deportivo con la consiguiente frustración del desarrollo


pleno de la vida9.
La perita psicóloga en su informe de fs. 140/151 ha
concluido que C.K. N.R. “padece a partir del TEPT, relativo al hecho
de la litis un Duelo Patológico Severo sin ideas de autoeliminación
con 45% de incapacidad parcial y permanente (2.6.6.), en base a un
Trastorno depresivo mayor, episodio único, en estado grave, sin
síntomas psicóticos (F 32.2 – DSM IV)”. Según la profesional, J.C. U.
“presenta a partir del TEPT respecto al hecho de marras un Estado
Depresivo Reactivo Severo, con 35% de incapacidad parcial y
permanente (2.6.9.), en base a un Trastorno depresivo mayor,
recidivante, en estado grave sin síntomas psicóticos (F 32.1 – DSM
IV)”. Por último, en C. A.U.N. “determina un Desarrollo Psíquico
Postraumático severo y con 30% de incapacidad parcial y permanente
(2.6.7.) en base a Trastorno por Estrés Postraumático Crónico (F 43.1
DSM IV).
Además, recomendó para la primera un tratamiento
psicoterapéutico de dos años con dos sesiones semanales, para el
segundo de dos años una vez por semana, y para el último también
semanal durante un año y medio.
El demandado impugnó este trabajo a fs. 153/154
con principal sustento en que el trastorno por estrés postraumático
padecido por los actores estaba motivado en la muerte de sus dos hijas
y hermanas.
Cabe recordar que los dictámenes periciales en
nuestro sistema no revisten el carácter de prueba legal, están sujetos
-como todo otro elemento probatorio- a la valoración de los jueces
con arreglo a las pautas del art. 477 del Código Procesal Civil y
Comercial de la Nación, y no son obligatorios cuando las

9
Fallos: 308:1109; 312:752, 2412; 315: 2834; 316: 2774; 318:1715; 320: 1361; 321:1124;
322:1792, 2002 y 2658; 325:1156; 326:874.

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circunstancias objetivas de la causa aconsejan no aceptar sus
conclusiones10.
No puedo dejar de señalar que, a la luz de la
experiencia en la determinación de incapacidades y tratamientos,
resultan llamativas las conclusiones de la perita. Sobremanera si se
repara que se atribuyen causalmente a la presentación de escritos con
firmas apócrifas en dos procesos, de la cual no se derivó consecuencia
patrimonial o pérdida de derecho en el trámite de tales actuaciones.
Tampoco puedo soslayar, como pone de manifiesto
el magistrado de la causa, que en los aludidos dos juicios por daños y
perjuicios derivados de la muerte de las dos hijas y hermanas de los
reclamantes se produjeron sendos peritajes psicológicos.
En el primero (“U.”) la perito psicóloga dictaminó
a fs. 1547/1569 que J. C. U.C. presentaba un cuadro clínico
compatible con un duelo patológico severo sin ideas de
autoeliminación (2.6.6.) al que le correspondía una incapacidad del
35%.; y que C. A.U. N. portaba un desarrollo psíquico postraumático
(2.6.7.) severo que le generaba una incapacidad del 35%. En ambos
casos recomendó un tratamiento terapéutico de dos años con dos
sesiones semanales.
En el segundo (“N. R.”) el perito psicólogo a
fs.805/810 expresó que C. K. N.R. padecía un trastorno por duelo
complejo persistente, con una incapacidad del 30%; en tanto que
C.A.U. N. sufría un trastorno de ansiedad mixto ansioso-depresivo al
que atribuyó un 30% de incapacidad. Para cada uno indicó un
tratamiento psicoterapéutico de ciento cincuenta sesiones.
Vale decir que los peritajes efectuados en estos dos
procesos, que fueron consentidos por los aquí y allí demandantes, dan
cuenta de la existencia de significativas incapacidades para el
verdaderamente trágico caso de la muerte de dos hijas y hermanas

10
Fallos: 291:174; 315:2774; 317:1716; 334:1821.

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(sumado a secuelas físicas en los examinados), similares a las


hipotéticamente producidas por la presentación de escritos con firmas
que no les pertenecían por parte del abogado (sin consecuencias para
el resultado del pleito).
Es más, no puede pasar desapercibido que estos
peritajes de los juicios por el fatal accidente fueron producidos en
diciembre de 2017 y mayo de 2019, mucho después de la presentación
de los tan mentados escritos por parte del letrado aquí demandado,
que supuestamente habrían dado lugar a tan importantes
incapacidades, no obstante lo cual no existe ninguna referencia en
ellos, por parte de los examinados, al actuar de su abogado.
Recuerdo que la Corte Suprema reiteradamente ha
indicado que en la interpretación que efectúen los jueces ha de
prevalecer la sana crítica judicial a fin de evitar una solución
manifiestamente contraria a las reglas de la lógica y la experiencia,
esto es, del correcto entendimiento judicial11.
Por todo lo dicho, postulo confirmar el rechazo de
lo requerido por incapacidad y tratamiento psicoterapéutico.
b.- Daño moral
En lo atinente a la reparación del daño moral
-prevista en los aplicables arts. 522 y 1078 del Código Civil y en el
art. 1741 del Código Civil y Comercial de la Nación- sabido es que
está dirigida a compensar los padecimientos, molestias e
inseguridades, únicamente desde el plano espiritual, para mostrar en
qué medida ha quedado afectada la personalidad y el sentimiento de
autovaloración.
El detrimento de índole espiritual debe tenerse por
configurado por la sola producción del episodio dañoso, ya que se
presume la inevitable lesión de los sentimientos de la demandante y,
aun cuando el dolor no puede medirse o tasarse, ello no impide

11
Fallos: 335:729; 319:1266; 316:1877, entre otros. Ver art. 386 del Código Procesal.

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justipreciar la satisfacción que procede para resarcir -dentro de lo
humanamente posible- las angustias, inquietudes, miedos,
padecimientos y tristeza propios de la situación vivida por el actor,
teniendo en cuenta la índole del hecho generador de la
responsabilidad y la entidad del sufrimiento causado, que no tiene
necesariamente que guardar relación con el daño material, pues no se
trata de un daño accesorio a éste12.
El juez ha estimado improcedente reconocer una
reparación por este tópico en atención al criterio restrictivo al que
suscribió y a la falta de prueba sobre el punto.
No puedo acompañar tal conclusión.
La sala tiene dicho que el abogado demandado por
daños y perjuicios por quien fuere su cliente, debe ser condenado a
abonar al reclamante una indemnización en concepto de daño moral,
ello en virtud del padecimiento espiritual generado por la pérdida de
la confianza y lealtad depositadas en el profesional13.
No obsta a esta conclusión el hecho de que no se
hubiera reconocido una reparación pecuniaria por incapacidad, pues
como ya recordé, la Corte Suprema de Justicia de la Nación ha
manifestado reiteradamente que el daño moral no tiene
necesariamente que guardar relación con el daño material, pues no se
trata de un perjuicio accesorio a éste14.
Además, en numerosas ocasiones, en supuestos de
responsabilidad de profesionales del derecho, la jurisprudencia ha
reconocido una reparación por el daño moral sin que existiese
perjuicio patrimonial15

12
Fallos: 334:1821; 332:2159; 330:563, entre otros.
13
C.N.Civ, esta sala, L. 516.409, del 23/12/08, RCyS 2009-VI, 161, AR/JUR/22397/2008;
ídem, esta sala, G., N. I. c. C., I. R., del 14/07/2010, en La Ley Online, AR/JUR/36688/2010.
14
Fallos: 330:563; 329:2688, 3403 y 4944, entre muchos otros.
15
C.N.Civ., sala B el 25/10/04 en "Arozamena, María c/Burgueño, Enrique A." publicado
en Doctrina Judicial, 2005-2, 22; íd., sala K en "Abalos Aliaga, Rubén P. c/I., N. J. y ot." en
ejemplar de La Ley del 8/10/04, 4; C.N.Civ., esta sala, L. 516.409, del 23/12/08.

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Este perjuicio extrapatrimonial, puede derivar del


incumplimiento contractual por culpa o negligencia (art. 522, Código
Civil), sin necesidad de acreditarse dolo o malicia, ya que puede
resultar una consecuencia de lo que acostumbra suceder según el
curso natural y ordinario de las cosas (arts. 901 y 520, Código Civil) 16;
como cuando la conducta inadecuada del profesional genera angustias
y padecimientos a su cliente17.
Consecuentemente, por ese padecimiento espiritual
generado por la pérdida de la confianza y lealtad depositadas en el
profesional a raíz de avatares generados por su negligencia que van
más allá de las vicisitudes que cabe esperar del vínculo contractual
con sus clientes, propicio admitir esta partida por la suma de $ 50.000
para cada uno de los reclamantes, con intereses a la tasa activa cartera
general (préstamos) nominal anual vencida a treinta días del Banco de
la Nación Argentina desde el 17 de diciembre de 2012 hasta la fecha
del efectivo pago.
c.- Daño al proyecto de vida
Ha dicho esta sala que la interferencia en el
proyecto de vida, que en la actualidad está previsto en el art. 1738 del
Código Civil y Comercial de la Nación, se produce cuando una lesión
incide en el destino de una persona, conforme el curso normal y
ordinario de las cosas, y provoca que se frustre, menoscabe o
postergue su realización personal18; como así también que una lesión
que irrumpe en un proyecto vital puede exteriorizar sus efectos tanto
en el plano patrimonial como espiritual, dando lugar a daños de una y
otra especie. Es así que el daño causado por la interferencia al

16
Mayo, en Belluscio, dir., Zannoni, coord. "Código Civil", Ed. Astrea, Buenos Aires,
1979, t. 2, p. 726; Compagnucci de Caso, en Bueres, dir.Highton, coord., "Código Civil", Ed.
Hammurabi, Buenos Aires, 2006, t. 2 A, p. 226.
17
Wierzba, ob. cit., pág. 83; C.N.Civ., sala B, sentencia del 11/7/03 en autos "Esteves,
Carlos Miguel María c/S., R.s/daños y perjuicios"; íd., sala A el 20/11/00 en "B., A. P. c/C., C. A."
publicado en LA LEY, 2001-D, 127.
18
Fernández Sessarego, Carlos, "El daño al `proyecto de vida´ en una reciente sentencia
de la Corte Interamericana de derechos humanos", RCyS, 1999-1324 y ss..

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proyecto de vida no puede ser encuadrado como una categoría de
daño autónomo, como un tertiusgenus, independiente del daño
patrimonial o moral19.
Esta sala ha seguido, entonces, a la tesis que
considera que el desarrollo del daño al proyecto vital puede
desenvolverse satisfactoriamente en el carril de las dos únicas
exteriorizaciones del daño, como material o moral, según criterio
dogmático que es de aplicación para todos los daños, los clásicos y los
"nuevos"20.
De otro lado, se ha sostenido que la lesión al
proyecto de vida se produce cuando el hecho dañoso interfiere en el
destino del sujeto, frustrando, menoscabando o postergando su
realización personal. En virtud de ese despojo o vaciamiento de
porvenir expectable, ya no habrá un mañana creado por la víctima,
sino uno impuesto por el hecho lesivo21.
Desde la perspectiva descripta no encuentro que la
presentación de los escritos con firmas apócrifas hayan frustrado o
interferido significativamente el proyecto de vida de los reclamantes,
sobremanera si no se ha demostrado la existencia de una incapacidad
permanente en la cual pudiera insertase este tópico, ni menos aún la
de otras consecuencias como las aludidas en el mentado fallo de la
Corte Interamericana de Derechos Humanos que abordó el tema
(“Loayza Tamayo”, del 27/11/98)22.
No puede soslayarse que el objeto de este juicio
apunta a las eventuales secuelas de la presentación de escritos con
firmas apócrifas y no a las derivadas del accidente en el cual los
19
MossetIturraspe, "El valor de la vida humana", ps. 30 y ss.; Zavala de González,
Matilde, "La responsabilidad civil en el nuevo Código", t. II, p. 607; Pizarro, Ramón D. “El
concepto de daño en el Código Civil y Comercial”, RCyS2017-X, 13; citados en C.N.Civ., esta
sala, expte. 30470/2013/CA1, del 19/12/17.
20
Galdós, Jorge Mario, “¿Hay daño al proyecto de vida?”, LL, 2005-E, 1027; citado en
C.N.Civ.,esta sala,. L. 551.165, del 1/6/10.
21
Zavala de González, La Responsabilidad Civil en el Nuevo Código, ed. Alveroni, t. II,
pág. 598 y ss.; citado enC.N.Civ., esta sala, expte. 9.325/2015, del 10/2/20.
22
C.N.Civ, L.583.896, del 14/11/11.

Fecha de firma: 16/06/2021


Firmado por: CARLOS ALFREDO BELLUCCI, JUEZ DE CAMARA
Firmado por: CARLOS CARRANZA CASARES, JUEZ DE CAMARA
Firmado por: GASTON MATIAS POLO OLIVERA, JUEZ DE CAMARA

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requirentes fueron lesionados y donde perdieron la vida sus hijas y


hermanas.
De allí que propongo confirmar el rechazo de este
tópico.
d.- Gastos
Bajo este tópico los demandantes hacen referencia
a gastos médicos y farmacéuticos que no tienen relación con este caso
en el que se no acreditaron lesiones.
Y otro tanto cabe decir de las erogaciones
relacionadas con la impugnación de los escritos con firma falsa que,
en todo caso, podrían integrar la condena en costas al letrado, decidida
en las resoluciones que declararon la inexistencia de tales
presentaciones.
Propicio, entonces, no admitir este aspecto de la
pretensión.

VI. Conclusión
En su mérito, después de examinar los argumentos
y pruebas conducentes, propongo al acuerdo revocar la sentencia para
admitir parcialmente la demanda entablada y condenar a M. G.B.al
pago de $ 50.000 en favor de cada uno de los tres reclamantes J. C.
U.C., C. K. N. R. y C. A. U. N., más los intereses señalados, en el
plazo de diez días; con costas de ambas instancias a cargo del vencido
en razón de la manera como se decide y de la naturaleza de la
pretensión (art. 68 del Código Procesal).
Los Señores Jueces de Cámara Doctores Gastón M.
Polo Olivera y Carlos A. Bellucci votaron en el mismo sentido por
razones análogas a las expresadas en su voto por el Doctor Carlos A.
Carranza Casares. Con lo que terminó el acto.-

Fecha de firma: 16/06/2021


Firmado por: CARLOS ALFREDO BELLUCCI, JUEZ DE CAMARA
Firmado por: CARLOS CARRANZA CASARES, JUEZ DE CAMARA
Firmado por: GASTON MATIAS POLO OLIVERA, JUEZ DE CAMARA

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Buenos Aires, 16 de junio de 2021.-
Y VISTOS:
Por lo que resulta de la votación de que instruye el
acuerdo que antecede, SE RESUEVE: I.-Revocar la sentencia para
admitir parcialmente la demanda entablada y condenar a M.G.B.al
pago de $ 50.000 en favor de cada uno de los tres reclamantes
J.C.U.C., C.K. N.R.y C. A. U.N., más los intereses señalados, en el
plazo de diez días; con costas de ambas instancias a cargo del vencido
en razón de la manera como se decide y de la naturaleza de la
pretensión (art. 68 del Código Procesal). II.- Conforme lo establece el
art. 279 del Código Procesal, corresponde adecuar los honorarios
regulados en la sentencia de primera instancia al nuevo monto del
proceso. En atención a la calidad, extensión y mérito de la labor
profesional desarrollada, resultado obtenido, etapas cumplidas y lo
que disponen los arts. 15, 16, 19, 20, 21, 24, 29, 51, 52, 54 y 56 de la
ley 27.423 se fijan los honorarios del letrado apoderado de la parte
actora, Dr. M.J. G. por la actuación realizada en las tres etapas en la
suma de pesos ciento veinticinco mil ($125.000) -equivalente a 30,10
UMA-y por el incidente de fs.104 en la suma de pesos doce mil
($12.000) -equivalente a 2,89 UMA-; y los del letrado patrocinante de
la parte demandada, Dr. G. S., por tres etapas, en la suma de pesos
ochenta y cinco mil ($85.000) - equivalente a 20,47 UMA-. En
atención a la calidad, mérito y eficacia de la labor pericial desarrollada
en autos, a lo normado por los arts. 10, 13 y conc. de la ley 24.432 y a
la adecuada proporción que deben guardar los honorarios de los
expertos con los de los letrados intervinientes (Fallos: 314:1873;
320:2349; 325:2119, entre otros), se establecen los honorarios de la
perita psicóloga P.M.R. J., en la suma de pesos treinta mil ($30.000)
-equivalente a 7,22 UMA-. Por los trabajos de segunda instancia se
regulan los honorarios del Dr. G. en la suma de pesos cuarenta y un

Fecha de firma: 16/06/2021


Firmado por: CARLOS ALFREDO BELLUCCI, JUEZ DE CAMARA
Firmado por: CARLOS CARRANZA CASARES, JUEZ DE CAMARA
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mil ($41.000) -que equivalen a 9,87 UMA- y los del Dr. S. en la suma
de pesos veinticinco mil quinientos ($25.500) -que equivalen a 6,14
UMA-. Se establecen los honorarios de la mediadora Dra. S.A.C.en la
suma de pesos dieciséis mil cuatrocientos ($16.400) en virtud de lo
dispuesto por los decretos 1467/11 y 2536/15. III.-Devueltas que sean
las actuaciones se proveerá lo pertinente a fin de lograr el ingreso de
la tasa judicial (arts. 13 y conc. de la ley 23.898).IV.- Se deja
constancia que la publicación de esta sentencia se encuentra sujeta a
lo establecido por el art. 164, segundo párrafo, del Código Procesal.
Regístrese, notifíquese a las partes en el domicilio electrónico
denunciado, conforme lo dispone la ley 26.685 y acordadas 31/11 y
38/13 de la CSJN, oportunamente cúmplase con la acordada 24/13 de
la Corte Suprema de la Nación y devuélvanse.-CARLOS A.
CARRANZA CASARES, GASTON M. POLO OLIVERA,
CARLOS A. BELLUCCI. Jueces de Cámara.-

Fecha de firma: 16/06/2021


Firmado por: CARLOS ALFREDO BELLUCCI, JUEZ DE CAMARA
Firmado por: CARLOS CARRANZA CASARES, JUEZ DE CAMARA
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