7-Novaro El Debate Contemporaneo Sobre La Representacion Politica
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NOTAS Y COMENTARIOS
EL DEBATE CONTEMPORANEO
SOBRE LA REPRESENTACION POLITICA*
MARCOS NOVARO**
En los Oltimos '80 y los primeros '90, tanto en Quienes han pretendido dar cuenta de esta
las democracias consolidadas como en las Illama- situaci6n centraron su atenci6n en dos fen6me-
das nuevas democracias, se ha reactivado un nos que parecen ser los mAs novedosos y rele-
debate que posee una larga tradici6n en el cam- vantes: la crisis de los partidos de masas y
po de la teoria politica. Nos referimos a la pol6- demds organizaciones voluntarias y la emergen-
mica en tomo de la representaci6n, considerada cia de nuevas formas de mediaci6n, por un lado,
en muchas oportunidades como el punto de y la renovada gravitaci6n de figuras que con-
partida y fundamento de las teorfas modernas centran la confianza de los ciudadanos y por lo
de la democracia. tanto la toma de decisiones, por otro. Intentare-
mos a continuaci6n reconstruir el debate en tor-
Esta ubicaci6n privilegiada en el edificio de
la teorfa, que le confiere un papel relevante en la no de estas dos cuestiones, para luego referir-
consideraci6n de cuestiones como la de la legi- nos a las distintas interpretaciones respecto de
las consecuencias que se derivan de ellas, en
timidad de los regimenes, su disefio institucio-
nal, la vinculaci6n entre los ciudadanos y el relaci6n a la crisis de lo politico y el deterioro de
las instituciones democrdticas.
poder, entre otras, es a lavez la raz6n por la cual
su comprensi6n es tan esquiva e intrincada.
Pero las actuales preocupaciones por el tema no 1. De la crisis del parlamentarismo a la
se originan s61o en su carActer parad6jico, sino de la democracia de partidos
en una circunstancia de reciente data: los instru-
Muchos han sugerido que los cambios ac-
mentos y definiciones operativas que hasta hace
tualmente en curso son comparables a los regis-
poco tiempo permitian conciliar trados en las primeras d6cadas de este siglo,
mente la representaci6n y la te6rica y pr.ctica-
democracia, los cuando se derrumb6 el parlamentarismo clAsico
imperativos de la representatividad y los de la y se conform6 en su lugar la democracia de
gobernabilidad hoy resultan ser inaplicables, o
al menos insuficientes. Tal como sostiene Fisiche-
Este articulo es resultado de una investigaci6n
Ila (1983), las prdcticas, vinculos y creencias
sobre la representaci6n politica que estoy desarrollan-
que operan en la vida politica han desbordado do bajo la direcci6n del profesor Jorge Dotti. Agradez-
los estrechos marcos de las formas representa- co los comentarios de Juan Carlos Torre.
tivas establecidas; y es natural entonces que ** Instituto de Investigaciones, Facultad de Cien-
resurjan los viejos y nunca agotados debates en cias Sociales, Universidad de Buenos Aires. [ IE Uriburu
torno de la representaci6n. 950, 69 p. / 1114 Buenos Aires / 'B 962-9942.]
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partidos (Pizzorno, 1983; Manin, 1991). Tambi6n reses, un nuevo principio de identificaci6n entre
entonces la crisis motiv6 una inusitada producti- la sociedad y el Estado. Si bien ellos no evitaban
vidad del pensamiento politico, reactivando en el desajuste entre la manifestaci6n electoral de
particular el debate en torno de la representa- la voluntad de los ciudadanos, fundamento de
ci6n. Los cambios que se estaban produciendo legitimidad del sistema democrAtico, y el gobier-
en la relaci6n entre el Estado y la sociedad, y no de una sociedad organizada, desajuste que
entre el derecho y la polltica, sirvieron de estimu- todavia produce efectos disruptivos en nuestros
lo a pensadores como Kautsky, Lenin, Gramsci, dlas (Zampetti, 1967; De la Morena, 1979), propor-
Ostrogorski, Mosca, Michels, Weber y Kelsen; y cionaban una forma de conjugar ambas dimen-
a Schmitt, por supuesto, quien en los '20 desarro- siones en base a identidades relativamente es-
116 una de las mds profundas crlticas de los tables y consistentes en terminos politicos, eco-
postulados liberales sobre la politica, el derecho n6micos e ideol6gicos. Estas identidades
y, lo que mAs nos interesa, la representaci6n (y a sostenlan los vinculos entre la opini6n piblica y
quien no casualmente hoy se regresa con los gobernantes y articulaban el voto ciudadano
insistencia). con los reclamos y apoyos de grupos sociales
El problema fundamental en ese momento con existencia real (Chueca Rodriguez, 1988).
era que la representaci6n territorial, parlamenta- Asi, actuando como intermediarios entre los
riay de notables, ya no satisfacla a una sociedad electores y el Estado (Duverger, 1956; Zampetti,
organizada en partidos y grupos de inter6s, cu- 1973; Leibholz, 1973), los partidos conciliaban
yos conflictos desbordaban ampliamente las
categorias juridicas del Estado liberal (Maier, una vez
tos, m.s, como antes
la representaci6n antehicieran
elpoder,los parlamen-
al ser "pro-
1988). Pizzorno, que describe este proceso como yecci6n de la sociedad en el Estado", y la repre-
el trd.nsito de la representaci6n liberal a la colecti- sentaci6n del poder, en tanto voceros del Esta-
vista, sehiala que cuando se formaron los parti- do ante la sociedad.
dos de masas y las modernas organizaciones En otras palabras, los partidos, al conformar-
de intereses se crey6 que el profesionalismo se como organizaciones de masas, integrando
politico, el corporativismo y otros fen6menos que una base social, miembros activos y lideres a
se derivaban de aquellos cambios impugnarlan trav6s de programas y discursos ideol6gicos
las ralces mismas de la politica liberal. Y ello mAs o menos consistentes, le incorporaron nue-
despert6 la sospecha de que ya no podria ha- vas dimensiones de representatividad y
blarse de representaci6n: se habla vuelto evi- participaci6n al sistema liberal-parlamentario,
dente que los intereses "representados" no sur- permitiendo la agregaci6n politica y el gobierno
gian espontdneamente de las voluntades indivi- de una sociedad mucho mas compleja que la
duales, que ni siquiera eran previos a su puesta decimon6nica. En realidad, no simplemente in-
representativa (es decir, que no podia conside- corporaron elementos nuevos a la representa-
rarse al "pueblo" una unidad politica a priori); ci6n liberal, sino que alteraron los t6rminos mis-
que los miembros de las organizaciones de inte- mos de la relaci6n. Ahora, los representantes
reses no se correspondian con los sujetos con representaban al partido, y no ya a los electores,
derecho a voto que, formalmente al menos, eran cuya acci6n de elegir reflejaba un vfnculo de
quienes debian ser representados; y que la identidad polftica-partidaria mds que de repre-
deliberaci6n estaba lejos de conformar una vo- sentacidn (Leibholz, 1981)1. Esto trajo por con-
luntad general (Schmitt, 1923; Ollero, 1961). secuencia que, en muchas interpretaciones, la
Con los afios se comprob6, contra todos los cuesti6n de la representaci6n se refiriera exclu-
pron6sticos, que dicha crisis no anunciaba el fin sivamente a los intereses agregados en conflic-
de la representaci6n politica, sino el nacimiento to, que los partidos deblan conciliar. Bajo el
de un nuevo sistema representativo, que pudo influjo de autores como Schumpeter (1942) y
articular identidades, intereses y voluntades de Downs (1957), se Ileg6 por esta via a la conclu-
un modo adecuado a la nueva situaci6n. Los
partidos, resistidos hasta entonces por las teo- 1 Dado que los partidos se definian como "ntcleos
de identificaci6n y expresi6n de los intereses politica-
rias de la representaci6n, fueron poco a poco mente representables" (Pizzorno, 1983, p~g. 317), po-
aceptados como los vehiculos de la unidad po- drfa decirse que, en la democracia de partidos, la iden-
litica del pueblo y la representatividad del go- tidad precede a la representaci6n. Verd6 (1987) y otros
bernante, encargados de encarnar, articulados autores comparten esta opini6n, sobre la que volvere-
mos mas adelante.
estrechamente con las organizaciones de inte-
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tantes, ahora que encontraban dificultades para que enfrenta el sistema atacando lo que Ilaman
agregar intereses. En Francia (Rosanvallon, "obstAculos" y "distorsiones": el poder excesivo
1988) e Italia (Panebianco, 1989), esto se reflej6 de los lobbies, las corporaciones y los medios
en el retiro de la politica y la adopci6n de actitu- de comunicaci6n, la corrupci6n, etc6tera. Por
des antipoliticas, la volatilidad electoral y el apo- otro, estAn quienes rechazan el control partida-
yo recibido por la Liga Lombarda, Forza Italia y rio, denunciando la reinstalaci6n subrepticia del
el Frente Nacional en los Iltimos comicios. La mandato imperativo bajo la forma del "mandato
reemergencia del neofascismo y de lideres y de partido" (Torres del Moral, 1982; De Vega,
movimientos politicos an6malos en Europa se ha 1985). Quienes comparten esta opini6n Ilaman
considerado expresi6n (y a la vez realimento) de la atenci6n respecto de las contradicciones exis-
un proceso de desarticulaci6n entre la sociedad tentes entre el modelo del mandato representativo
y las elites tradicionales, reducidas durante de- y el sistema de competencia entre partidos, que
masiado tiempo a jugar su representaci6n en la habrian terminado siendo los verdaderos titula-
competencia e interacci6n entre si (Braud, 1985):
res de la representaci6n (y de los escarios)
el quiebre entre la sociedad civil y el sistema (Bobbio, 1988), y de la necesidad de garantizar
politico habria generado un vaclo en el que se la competencia y el pluralismo, evitando que los
instalaron los liderazgos como los de Le Pen, partidos se estaticen y obstruyan los canales de
Berlusconi y Bossi. participaci6n y expresi6n de la sociedad (Ferrara,
Tambidn el Estado sufre las consecuencias 1988; Panebianco, 1989; GonzAlez Encinar,
de esta crisis, produci6ndose un reordenamiento 1990). Ello permitiria desandar el camino por el
general de las funciones de gobierno, que impli- que la representaci6n se habria ido transfor-
c6 una expansi6n notable del poder de los 6rga- mando en un instrumento de control y manipula-
nos administrativos en detrimento de los "repre-
sentativos" (Labriola, 1983). Fue casi natural que ci6n
poderdegubernativo,
los representados, una de
de modo forma m.s del
recuperarla
se profundizara la tendencia, verificada casi sin como mecanismo democr.Atico de freno y condi-
soluci6n de continuidad desde la crisis del parla- cionamiento de ese poder. Implicitamente se
mentarismo, de perdida de relevancia de los reconoce ast la fractura del equilibrio entre las
6rganos legislativos en favor del Ejecutivo y las dos dimensiones de la representaci6n, ante el
corporaciones con mayor capacidad de presi6n poder y del poder3, y las dificultades para
y gesti6n2. Una vez m.s, como en los ahos '20,
parecla plantearse la cuesti6n de qu6 forma de 2 Labriola vincula la crisis de representaci6n con la
crisis de la ley como acto de volici6n politica, regulaci6n
representaci6n es posible y deseable en una so-
de relaciones colectivas y manifestaci6n de los 6rganos
ciedad cada vez mds compleja. Analizaremos a representativos del Estado: el poder de tomar decisio-
continuaci6n algunas de las vias por las cuales nes y hacer la ley pasa de sujetos elegidos, como el
se ha intentado resolver este interrogante. Parlamento, a la burocracia, conformindose poderes
discrecionales de amplio alcance. Los decretos de ur-
Las limitaciones del enfoque procedimentalista gencia constituyen la expresi6n paradigmatica de este
nuevo poder que emparienta a las burocracias ministe-
Durante los '70, y adn en los '80, las reflexio- riales y los grupos de interes (Labriola, 1983, p~gina
nes sobre los vinculos representativos estuvie- 733). Se refiere sobre todo a Italia, pero evidentemente
ron dirigidas principalmente a considerar la di- su diagn6stico tiene validez para muchos otros paises.
nAmica de partidos. A ello se debi6, probable- 3 Para Rodriguez Diaz el problema consiste mrs
mente, que cuando se desat6 la crisis de la bien en la identificaci6n de las dos formas de representa-
ci6n: los parlamentos terminan representando al Pueblo
representaci6n, diera a luz una extensa literatura ante el Estado tanto como al Estado ante el Pueblo
que la atribuy6 a la complicada relaci6n de man-
(Rodriguez Diaz, 1987). Este seria el origen del des-
dato entre electores, partidos y elegidos. equilibrio entre la representatividad, o responsabilidad
En ella, por un lado, encontramos a quienes receptiva, y la responsabilidad gubernativa, a lo que se
reivindican el control de los representantes por han referido no pocos autores. En base a los planteos
los partidos, porque supuestamente garantizan de Eulau sobre este asunto, Pasquino ha descrito c6mo,
a partir de las dificultades crecientes que encuentran
la responsabilidad de aqu6llos, la participaci6n
las organizaciones politicas para agregar a las de intere-
de los ciudadanos y el contenido democrAtico ses, se multiplican las combinaciones de mecanismos
de la representaci6n (De Cabo Martin, 1977; de toma de decisiones y sistemas de scambio, sin por
Chueca Rodriguez, 1988; De Lucas, 1989). Y, ello lograrse el equilibrio buscado (Pasquino, 1984; ver
por lo tanto, proponen resolver los problemas tambi6n Sartori, 1987).
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cial cuando la condici6n de portadores de intere- tividad, determinaron que rcpidamente se con-
ses se volvla inestable e incierta. Es decir que sagrara esta iOltima (Rials, 1990).
los ciudadanos en cuanto tales podrlan desafec- Naturalmente esto indign6 a muchos since-
tarse y despolitizarse si no se recreaban los ros dem6cratas, que impugnaron la nueva forma
canales de identificaci6n entre la gente y los politica argumentando que contradecla la esen-
gobiernos (Pasquino, 1984). ComprobAbase de cia misma de la idea de representaci6n: ella
paso algo que el procedimentalismo habla pre- habla sido concebida como el recurso formal
ferido ignorar: que la articulaci6n de intereses es para lograr un "gobierno de las leyes", es decir,
s61o una parte de los procesos de representa- evitar el dominio de unos hombres por otros,
ci6n (Laporta, 1989). Luego, como los partidos y pues permitla que las leyes surgieran de la vo-
el vasto aparato de mediaciones a ellos asocia- luntad de los representados, aunque fuera indi-
do no podian ya producir identificaciones gene- rectamente, y de la persecuci6n responsable de
rales, no podrian seguir monopolizando la repre- sus intereses por parte de los representantes. El
sentaci6n institucional, ni la representaci6n institu- fortalecimiento de figuras ejecutivistas, Ilderes
cional podrla seguir absorbiendo las necesida- cuasi soberanos con fuerte capacidad de deci-
des de la gesti6n politica y la resoluci6n de los si6n, era entonces un indicio de que los gobier-
conflictos que protagonizaban una enorme di- nos que ellos formaban no eran representativos,
versidad de intereses en competencia. Nuevas y tal vez ni siquiera democrAticos. La identifica-
formas de mediaci6n, identificaci6n y decisi6n ci6n que pudiera existir entre caudillo y pueblo,
los habrfan de reemplazar. Los problemas de entre la comunidad y el conductor, poselatal vez
representaci6n y gobernabilidad, lejos de con- legitimidad carismdtica, pero no representativa
traponerse segulan emparentados, pero no en la (De la Morena, 1979). Las prerrogativas de los
forma tradicional. ejecutivos y los liderazgos personales no podlan
ser mcs que resabios, circunstancialmente re-
Las nuevas formas politicas efectivamente
no tardaron en entrar en escena. Tal como suce- verdecidos, de un caudillismo predemocrctico.
La contraposici6n en estos t6rminos entre dos
diera en los ahios '20, se constituyeron como una
principios de legitimidad, la adhesi6n personal y
reivindicaci6n de la politica transparente, contra
la representaci6n institucional, que suponla de
las mediaciones institucionalizadas (Cavalli,
1987), en estrategias de gobierno que busca- algcOn modo volver a la oposici6n gobierno-
ban fortalecer el vlnculo directo con los electores
representaci6n, anim6 una visi6n mefistof6lica
y dar cauce a un "gobierno de la opini6n" no de los liderazgos en boga: aOn cuando ellos
resolvieran ciertas urgencias derivadas de la
atado a restricciones partidistas y parlamentarias
crisis, a la corta o a la larga traerlan consigo
(Manin, 1991). En este "nuevo modelo de repre-
males peores en cuanto al funcionamiento insti-
sentaci6n", que se asemeja mucho al gaullismo tucional, la protecci6n de derechos y, sobre todo,
en estos y otros aspectos (Avril, 1978), el repre-
a la crisis de representaci6n.
sentante es quien puede tomar una decisi6n por
Existe sin embargo otra corriente de pensa-
otros (Galli, 1985; Duso, 1988 y 1990). Lo que
miento, desde la cual se ha concebido a los
equivale a decir que representar no es ya agre-
lideres personalistas como representativos en
gary expresar intereses (Miglio, 1985), sino un
acto de creaci6n de un pt'blico. Representar es un sentido m.s pleno y autentico que la 1974;
demo-
cracia de partidos (Ollero, 1961; Conde,
"impersonar" (poner en forma) lo representable
Leibholz, 1981). Esta corriente se referencia, en-
(Lefort, 1991; Laclau, 1994).
tre otros autores, en Edmund Burke, para quien
Fue asi que, de una contraposici6n inicial la representaci6n era una cuesti6n de confianza
entre gobernar o ser representativo, es decir, ser y capacidad de juicio, y no de expresi6n de
eficaz y tomar decisiones o bien expresar las voluntades particulares, y en la noci6n schmit-
demandas de la sociedad, se pas6 a la oposi- tiana de que la representaci6n se contrapone en
ci6n entre dos formas de la representaci6n: la tanto principio a la identidad (Schmitt, 1925 y
tradicional de partidos y organizaciones de inte- 1927). Ello permitiria explicar que la actual crisis
reses, y la nueva versi6n de la representacidn de las identidades haya traido consigo la forma-
soberana por un lider que confiere unidad al
cuerpo social. Y, como seiala Rials, el fuerte ci6nlos
que depreexistentes,
lazos de representaci6n
en vez de su m.s intensos
debilitamien-
"deseo de unidad" presente en las sociedades,
sumado al prestigio del tecnocratismoy la ejecu- to.
los En las pr6ximas
terminos de estep.ginas
debate.intentaremos aclarar
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ELDEBATE CONTEMPORANEO SOBRE LA REPRESENTACION POLITICA 153
En los Oltimos aros no s6io se ha intensifica- En cambio, otros autores sostienen que la
do el uso de la imagen y los medios, sino que se "democracia audiovisual" no conlleva ninguna
modifica sustancialmente el estilo de su apro- consecuencia grave; antes bien, el ingreso de lo
piaci6n politica. SegOln Achache, se transit6 de politico a lo audiovisual enriquece su discursivi-
un modelo "propagandista", en el que se transmi- dad (Ver6n, 1992), la hace, junto a los sondeos y
tia el mensaje de un partido, con un contenido otras t6cnicas de expresi6n, mis transparente y
ideol6gico determinado, a una multitud homo- visible, mAs expuesta a los acontecimientos y
genea, a uno dominado por la "mercadotecnia", mAs atenta a la opini6n pOblica (Wolton, 1992).
que no construye s61o imcgenes, sino personali- Incluso que ella es la condici6n de posibilidad
dades de productos, dirigiendose a pOblicos de la democracia en una sociedad de masas
diversos, que carecen de intereses comunes (Vattimo, 1990).
muy definidos. Esto significa que los individuos Como sea, es indudable que la mayor gravi-
no son involucrados completamente, sino s61o taci6n de la imagen se vincula con la tendencia
en una o unas pocas dimensiones, a vinculos de los lideres politicos a jugar su legitimidad en
reconocidos como discontinuos (Achache, la autopresentaci6n ante el pOblico mass-
1992). Respecto de si esto significa una deprecia- medidtico y con los cambios en las identidades
ci6n o un enriquecimiento de la vida politica, que ya hemos analizado. Es por ello que, desde
existen las mds diversas apreciaciones.
Por un lado, se sostiene que tiene efectos los an.lisis
tearse sobre la videopolitica
el interrogante: suele lareplan-
&entra en crisis repre-
perversos en cuanto a la independencia de los sentaci6n en general o s61lo una forma de la
actores sociales y politicos, la instantaneidad representaci6n? No pocos autores se inclinan
(se esquematizan las declaraciones y se esterili- por la primera altemativa. Ferry sostiene que
za el debate) y la simbolizaci6n (se privilegia lo surge un poder burocrAtico equilibrado por me-
emotivo, el logro de efectos, y el poder represen- dio de un poder mediAtico, componiendo am-
tado se trivializa) (Sennet, 1977). Y que ademds bos una democracia aclamativa en la que "el
ya no puede identificarse la representaci6n de pOblico es mediado y ya no representado", don-
intereses con el poder politico, las instituciones y de no existe ni participaci6n ni representaci6n.
el derecho, generAndose una aguda decepciOn Esta es tambi6n la posici6n de Touraine: la
y una tendencia a aceptar la irracionalidad en la representaci6n es reemplazada por la comunica-
politica. El imperio de la manipulaci6n mass- ci6n: "el hincapi6 que se hace en la comunica-
medidtica se identifica, para Ferry, con la des- ci6n es correlativo de la crisis de la representa-
aparici6n del ciudadano, de las identidades y el ci6n politica", afirma7.
eclipse de lo politico, y con el triunfo de la La descripci6n de esta crisis que ofrece
administraci6n y el espiritu instrumental. En un Touraine coincide con lo dicho hasta aqul: la
sentido muy similar, Ballandier afirma que "el actividad politica deja de estar dominada por
mal democrAtico, en la actualidad, es el del categorias sociales predefinidas (naci6n, pue-
anestesiamiento cat6dico de la vida politica" blo, clase), que estableclan las opciones rele-
(Ballandier, 1991), porque a trav6s de los me- vantes; y ahora los politicos construyen comuni-
dios se fabrica una opini6n pOcblica cautiva, que cativamente escenas y opciones. Ya ningoin gru-
no resulta de la confrontaci6n de intereses, opi- po social es portador de intereses generales, y
niones y expectativas, sino de la espectacula- el Estado deja de ser el centro de la sociedad y
rizaci6n de la misma actividad politica. Del mis- su fuerza unificadora, al menos monop61lica.
mo modo que la imagen anula el pensamiento, Como consecuencia de ello, se desimbrican
lo medictico anula lo politico en tanto expresi6n tres esferas antes fuertemente articuladas: las
de la sociedad, y lo reduce al arte de aparentar. demandas sociales, los requerimientos del Esta-
Estos planteos refieren de algon modo a la no- do, y las reglas institucionales en que se basan
ci6n kantiana de publicidad y alas interpretacio- las libertades pOblicas. Sin embargo, en base a
nes sobre la transformaci6n del espacio pOblico
por obra de la cientifizaci6n y la tecnologia
7 Y agrega: "Si la comunicaci6n politica va crecien-
(Habermas, 1968), segOn las cuales un espacio do en importancia es porque la politica no impone ya
p'blico que permitia la constituci6n comunicativa principio alguno de integraci6n o de unificaci6n al con-
de un sentido moral y una noci6n de derechos junto de las experiencias sociales y porque la vida
en constante ampliaci6n, es sustituida por un pOblica invade por todas partes la acci6n politica" (1992,
espectdculo esterilizado de toda funci6n critica. pAg. 56).
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