CAP Inventario Potecial de Maltrato Infantil
CAP Inventario Potecial de Maltrato Infantil
CAP Inventario Potecial de Maltrato Infantil
a la
Escuela de Psicología
Como un requisito parcial para obtener el título de
Licenciado en Psicología
Profesora guía:
Janet GUERRA
INDICE DE CONTENIDO
El maltrato infantil es un fenómeno que surge con el hombre, por lo cual es tan
antiguo como la humanidad (Martínez, Reyes y Loredo citados en Reyes, 2003). Es un
problema universal que no surge ni de la opulencia ni de la carencia, sino de una
“enfermedad” de la sociedad (Santana, Sánchez y Herrera, 1998).
El primer reporte formal sobre el fenómeno del maltrato infantil fue realizado en
1868 por Ambrosie Tardieu, quien describió una serie de lesiones particulares que
presentaban diferentes niños para la época. Sin embargo, no fue hasta 1962, cuando
comenzó a considerarse la violencia familiar como un problema social (Maldonado, 2010).
En esta época, Kempe y Silverman (citado por Maldonado, 2010) acuñaron la expresión
“síndrome del niño golpeado”, basándose en las características físicas que presentaban los
niños que ingresaban al Hospital General de Colorado; posteriormente, Wolfe (citado por
Robaina, 2001), introdujo factores psicológicos y de negligencia en la consideración del
maltrato, de manera tal que el término “golpeado” fue sustituido por “maltratado”, lo cual
permitió que el concepto de maltrato infantil fuese extendiéndose en su uso hasta el día de
hoy que ha sido adoptado en sus distintas modalidades (Robaina, 2001; Santana, Sánchez y
Herrera, 1998; Maldonado, 2010).
Dado que las definiciones de maltrato infantil señalan que éste puede suceder en
distintos niveles de la vida del niño, y posterior a los aportes de Wolfe que sugirieron que
ellos no suelen ser sólo agredidos de forma física, los investigadores se dieron a la tarea de
clasificar el fenómeno del maltrato en distintos tipos cualitativamente diferentes. Por tipo
de maltrato infantil se entiende un estilo particular de acción o interacción inapropiada que
establece el agresor con el infante y que, en cualquiera de los casos, perjudica el desarrollo
normal del menor (Comisión Nacional de Derechos Humanos [CNDH] citado en Santana,
et al., 1998). Diversos autores concuerdan en que los tipos de maltrato infantil actualmente
conceptualizados son: físico, sexual, maltrato por negligencia y maltrato emocional o
psicológico (Serrano, 2007; Moreno, 2006; Loredo, 2008; Santana, Sánchez, y Herrera,
1998; Maldonado, 2010).
El maltrato físico infantil suele definirse como toda acción no accidental, por parte de
un adulto, que provoque daño físico, lesión o enfermedad en el niño (Loredo, 2008;
Moreno, 2006; Marty y Carvajal, 2005). En contraste, el abuso sexual se entiende como
una interacción sexual que puede o no ser física entre un niño y un adulto ubicado en una
posición de poder; quien utiliza al niño de forma violenta mediante estrategias de engaño
y/o seducción para estimularlo sexualmente. El maltrato por negligencia hace referencia a
actuaciones u omisiones por parte de los padres de un niño que los llevan a no satisfacer
sus necesidades básicas y que pueden provocarle daños en una o más esferas de su vida, e
incluso la muerte (Maldonado, 2010). Finalmente, el maltrato psicológico o emocional es
comprendido como una conducta sostenida, repetitiva, persistente e inapropiada que daña o
reduce sustancialmente tanto el potencial creativo del niño, como el desarrollo de sus
facultades y procesos mentales (Santana, et al., 1998).
En este sentido, a nivel global, existe una carencia de datos sistemáticos sobre la
violencia contra los niños en el mundo (Maldonado, 2010), lo cual puede deberse a que
éste es un problema de reciente concientización pública al que se le está prestando atención
formal desde hace relativamente poco tiempo y/o a que a pesar de que se realicen intentos
por cuantificarlo, se trata de un fenómeno que acontece con más frecuencia en las esferas
más privadas del funcionamiento familiar, por lo que se hace muy difícil acceder a estos
registros, además de que acontece con una frecuencia abrumadora, lo cual hace que la
mayoría de las veces todos los datos obtenidos estén por debajo de las cifras reales.
Se estima que todos los años 275 millones de niños y niñas son víctimas de violencia
dentro de sus hogares y unos 40 millones de niños menores de 15 años sufren de violencia,
abusos y abandonos. A lo largo y ancho de todo el mundo los niños sufren a causa de la
violencia doméstica (UNICEF, 2009). Por su parte, la OMS calculó que en el 2002,
alrededor de 53.000 niñas, niños y adolescentes murieron en el mundo como consecuencia
de homicidios (OMS, 2010).
Por su parte, un estudio realizado por el Secretario General de las Naciones Unidas
sobre la Violencia contra los Niños reportó, que para el año 2006 América Latina y el
Caribe, contaba con una población de más de 190 millones de niños y que además de ser
una de las regiones más desiguales del mundo, es la que posee mayores índices de
violencia que afectan a mujeres, niños y niñas (Pinheiro, 2006). Asimismo, según reportes
de la UNICEF (2009), en América Latina y el Caribe existen 40 millones de menores de 15
años que sufren de violencia, abusos y abandono por parte de la familia, la escuela, la
comunidad y las calles.
Según las estadísticas, tal parece que en lo países sudamericanos el tipo de maltrato
más frecuente es el maltrato físico infantil, siendo Bolivia el país con el índice de maltrato
más alto, donde casi la totalidad de la población (83%) reporta haber sufrido algún tipo de
agresión física como forma disciplinaria. Posteriormente se encuentra Argentina con un
55% y por último, Colombia y Perú con 42% y 41%, respectivamente. Es importante
señalar que los estudios revelan que en países como Chile y Ecuador, las formas de
maltrato más frecuentes son abuso físico y psicológico, lo cual representa una distinción
con los restantes países de la región (UNICEF, 2009).
Lo más parecido a cifras oficiales disponibles actualmente, son las registradas por el
Instituto Nacional de Estadísticas (INE) en el año 2010. Estos indicadores representan las
tasas de natalidad y de mortalidad por grupos etarios y en ellos se registraron
aproximadamente unas 7.025 muertes de niños menores de un año de edad, muertes entre
cuyas causas estaban la negligencia y el abandono (INE, 2010).
A través de ésta definición de puede observar en principio, que aquella persona que
permite que el daño sea infligido es indistintamente considerado un agresor físico infantil.
En segundo lugar, la definición establece que un niño es toda aquella persona que sea
menor de 18 años.
Otra definición de maltrato físico infantil aportada por una investigación venezolana,
lo conceptualiza como una acción no accidental de algún adulto que provoca daño físico o
enfermedad en el niño o el joven, o que lo coloca en grave riesgo de padecerlo como
consecuencia de alguna negligencia intencionada (Córdova, et al., 2009). En este sentido,
se observa que las definiciones de maltrato que sustentan el inventario CAPI se
corresponden con lo que en Venezuela es considerado maltrato físico infantil, en cuanto a
la edad del agredido (cualquier menor de 18 años) y el acto de maltrato como tal. Por esta
razón, se considera posible y pertinente la adaptación de la prueba a la cultura venezolana,
tomando como punto de partida la definición de maltrato físico construida a partir de las
mencionadas leyes vigentes.
En primer lugar entre este tipo de modelos, se encuentran las teorías Ecológicas,
propuestas por Bronfenbrenner y Belsky respectivamente citado en (Moreno, 2006). En
principio, Bronfenbrenner formula una explicación del maltrato que parte desde un
paradigma de sistemas, como el resultado de la interacción de factores múltiples anidados
dentro de distintos niveles ecológicos (Fuster, García y Musitú, 1988). Así, el modelo
considera simultáneamente los distintos contextos en que se desarrolla una persona, siendo
éstos: a) macrosistema; b) exosistema, c) mesosistema y c) microsistema. Los más amplios
contienen a los siguientes.
Por su parte, Belsky (citado en Moreno, 2006) propone otra teoría ecológica que
resulta ser un modelo integrativo basado en el de Bronfenbrenner. Éste no postula efectos
aditivos de estos sistemas (macrosistema, exosistema y microsistema), sino su interacción.
Belsky incluye un concepto más a su modelo: el ecosistema, que incluye todos aquellos
aspectos que rodean y afectan directamente al individuo, tales como las relaciones sociales
(apoyo social, aislamiento social) y el ámbito laboral (desempleo). Es importante resaltar,
que este modelo ecosistémico incluye variables relativas a la propia historia de crianza de
los padres, pues el tipo de cuidado y atención recibidos en la infancia condicionan o
explican su capacidad para atender adecuadamente a sus propios hijos (Moreno, 2006).
Esta última agrupación de teorías (y la más reciente) intenta dar un paso adelante con
respecto a los modelos de segunda generación en la búsqueda de las causas que generan el
maltrato. Su intención es pasar de un plano meramente descriptivo a uno explicativo,
centrándose en los procesos psicológicos que subyacen al maltrato. Por tanto los
fundamentos teóricos de estos modelos buscan explicar los factores y procesos que inciden
en el maltrato (Contreras, González, Ponce, Navarro y Salazar, 2010).
El primer modelo de este tipo es la Teoría del Estrés y del Afrontamiento de Hillson
y Kuiper (citado en Moreno, 2006), parte de la premisa de que todo sujeto se enfrenta
permanentemente a situaciones difíciles derivadas de su propio comportamiento, del
comportamiento de las personas con quienes interactúa y del ambiente en que se desarrolla,
poniendo especial énfasis en las formas en las que se enfrenta al estrés. Los elementos que
componen esta teoría son: los posibles factores de estrés de los padres, del niño y
situacionales, así como de la evaluación cognitiva primaria, que determina la naturaleza
estresante o no de los factores antecedentes, y secundaria, que establece los recursos
internos y externos de que dispone el cuidador para afrontar el estrés; los componentes de
afrontamiento (tendencias disposicionales y de respuesta) y la conducta del cuidador:
adaptativa, negligente o abusiva. Según esta teoría, las evaluaciones y estrategias de
afrontamiento basadas en las emociones y su desahogo pueden ser desadaptativas y
conducir al maltrato físico.
Al analizar las tres generaciones de modelos explicativos del maltrato infantil que
han surgido con el tiempo, se puede observar que diversos autores han establecido
sistemáticamente una relación entre: las características de personalidad de los agresores:
síntomas depresivos, baja autoestima, escasas estrategias de afrontamiento, alcoholismo,
déficit de apoyo social, bajo nivel socioeconómico, entre otras múltiples variables, con la
ejecución del maltrato infantil (Aracena, Castillo, Haz, Cumsille, Muñoz, Bustos y Román,
2000; De Paúl y Rivero, 1992; Vizcarra, Cortés, Bustos, Alarcón y Muñoz, 2001).
Así, se puede apreciar que precisamente, la base del modelo teórico que fundamenta
al Inventario de Potencial de Maltrato Infantil (Milner, 1986) es que todas estas variables
que los autores habían encontrado en diversas investigaciones, son lo que Milner (1986)
considera factores de riesgo que predisponen a la ejecución del maltrato físico hacia los
menores y que están presentes en sus padres/cuidadores.
Tal como se aprecia en la figura 2, este modelo de maltrato físico infantil propone
cuatro etapas: tres etapas de procesamiento cognitivo y un cuarto estadio cognitivo-
conductual de ejecución de la respuesta. A estos componentes le antecede un esquema
preexistente en todos los individuos que se antepone e influye sobre el procesamiento de
la información nueva (Milner, 2003a).
Milner (2003a) aclara que a pesar de que el modelo se presente en pasos discretos y
progresivos, se supone que las etapas o componentes se influyen de modo bidireccional
tanto internamente como entre ellos. Asimismo, dentro y entre cada estadio ocurren
procesamientos tanto automáticos como controlados.
Este modelo también toma en cuenta los factores que median en el procesamiento de
la información, como son el estrés real y percibido, el bajo apoyo social, las alteraciones
neurofisiológicas, la hiperreactividad fisiológica, las alteraciones emocionales, la baja
autoestima, el locus de control externo y el abuso de alcohol y drogas (Moreno 2006).
En este sentido, la postura teórica que se asume en la presente investigación parte del
supuesto de que existen una serie de procesos cognitivos que actúan sobre la información
social y que son cualitativamente diferentes en las personas que agreden y en las que no
agreden a sus hijos. Tales procesos median los esquemas, percepciones y respuestas de los
sujetos ante el ejercicio del maltrato físico infantil, y considerados en interacción, pueden
configurar factores de riesgo para la aparición del abuso físico hacia el menor.
La confiabilidad es definida por Magnusson (2005) como “la exactitud con que un
instrumento mide lo que se pretende medir, independientemente de lo que esto sea” (p. 78).
En otras palabras, los datos obtenidos con el instrumento en una determinada ocasión y
bajo ciertas condiciones, deben ser reproducibles, deben ser los mismos si vuelven a
medirse en condiciones idénticas.
El otro aspecto crucial para el adecuado uso de los instrumentos es la validez. Por
validez se entiende “exactitud con que pueden hacerse medidas significativas y adecuadas
con un método, con el fin de que midan realmente los rasgos que pretenden medir”
(Magnusson, 2005; p. 153). Este autor describe distintos tipos de validez:
3. Validez de Constructo: Se obtiene con el fin de conocer en qué medida el test mide
una variable de la cual no es posible obtener medidas empíricas y sus resultados están
sustentados por una teoría. Este tipo de validez se evalúa a través de distintos
métodos: por el estudio de las diferencias entre grupos que se espera que difieran, por
el estudio de cómo los resultados del test varían en función de los cambios en los
sujetos, por correlaciones entre distintos tests que se supone miden la misma variable
y por la correlación entre ítems aislados o partes del test.
En este sentido, es importante señalar, que para el presente estudio se verificarán los
elementos de confiabilidad, validez de constructo, validez discriminante y validez
concurrente del inventario CAPI, con el fin de realizar la adaptación del instrumento a la
cultura venezolana y crear las normas estadísticas necesarias para su óptimo
funcionamiento, de forma que este pueda discriminar entre padres de la población general
y potenciales agresores infantiles venezolanos.
Asimismo, Milner (1980) reporta que el inventario fue inicialmente diseñado como
herramienta filtro para la detección de maltrato físico por parte de los organismos
competentes en casos reportados de abuso infantil. Sin embargo, también ha resultado útil
para la evaluación de la efectividad de programas de intervención y tratamiento de
agresores, cuando se emplea como medida pre y post test en los mismos (Milner, 2006). En
este sentido, sería de suma utilidad poder contar en Venezuela con una herramienta
psicológica-forense de este tipo que permita obtener más información acerca de los
agresores físicos infantiles, y que contribuya eventualmente a la toma de decisiones en este
ámbito con relación a las personas que han incurrido maltrato infantil.
El Inventario contiene un total de nueve escalas (Ver Figura 3). La escala principal
que arroja el indicador de potencial de maltrato, se denomina “Escala de Abuso” y puede
ser dividida a su vez en seis factores descriptivos: malestar psicológico, rigidez,
infelicidad, problemas de relación con los otros, problemas de relación consigo mismo y
con el niño y problemas de relación con la familia. Adicionalmente, el inventario contiene
tres escalas de validez: la escala de mentira, la escala de respuestas al azar y la escala de
inconsistencia (Milner, 1986).
Malestar Psicológico
Rigidez
Infelicidad
Escala de Abuso (77 ítems) Problemas consigo mismo y con el niño
Problemas con la Familia
Problemas con los Otros
Escala de Mentira
Escalas de Validez Escala de Inconsistencia
Escala de Respuesta Aleatoria
La Escala de abuso del CAPI está compuesta por 77 ítems, cada uno de los cuales se
puntúa a través de una plantilla de corrección transparente. Si la respuesta del encuestado a
un ítem aparece dentro del cuadro resaltado en la plantilla, el ítem se valora con el puntaje
ponderado que aparezca al lado de dicho cuadro; de lo contrario, el reactivo se puntúa con
cero y así sucesivamente. Los puntajes ponderados son distintos para cada uno de los ítems
y varían desde 1 hasta 23, siendo 486 el máximo puntaje total posible a obtener en esta
escala.
Un problema importante al que tuvo que enfrentarse el autor fue que algunos de los
ítems de la escala que mejor predecían el abuso, presentaban al mismo tiempo cargas
cruzadas en los distintos componentes y/o no cargaban en ninguno de ellos. En un intento
inicial por reafirmar la estructura factorial eliminando estos ítems, las tasas globales de
clasificación correcta del instrumento se redujeron en un 10%. Por ende, la decisión del
autor estaba entre tener una estructura factorial limpia con un sustancial incremento de los
errores de clasificación, o permitir que la estructura factorial fuese algo inestable en pro de
una tasa de clasificación superior. Dado que él afirma estar más interesado por la
utilización en la práctica del instrumento y por una capacidad elevada para clasificar
correctamente a los agresores en la vida real, decidió no modificar la escala. J.S Milner
(comunicación personal, 28 Junio, 2012).
4. Problemas de Relación Consigo mismo y con el Niño: Esta dimensión evalúa el grado
en que el encuestado se describe a sí mismo y al niño de forma negativa. El factor se
centra en la percepción de tener un hijo con problemas, o un hijo con capacidades y
competencias limitadas, así como también en la percepción de una capacidad física
limitada por parte del propio evaluado. La creencia de que los niños tienen problemas
debido a una capacidad limitada, y la creencia en la limitada capacidad física de uno
mismo, contribuyen a la probabilidad de que la persona maltrate a los niños. Los ítems
que cargan a este factor son: 3, 45, 69, 76, 113 y 128. El máximo puntaje posible en la
escala es 30.
5. Problemas con la Familia: Esta subescala generalmente indica que la familia de quien
contesta el inventario tiene muchos problemas, muchas dificultades para llevarse bien y
también episodios de peleas. Una familia cargada de problemas, perturbada y
posiblemente violenta, incrementa la probabilidad de que el hijo del evaluado sea
maltratado. Los ítems que conforman esta escala son: 39, 83, 94 y 148; el máximo
puntaje posible a obtener es 38.
6. Problemas con los Otros: Esta dimensión proporciona una medida del grado en que las
relaciones interpersonales son vistas como una fuente de problemas personales,
infelicidad y dolor. Asimismo, evalúa en qué medida las relaciones son vistas como
causantes de decepción más que como un recurso, dado que se percibe como imposible
contar con el apoyo de los demás. Estas actitudes y problemas interpersonales
contribuyen al aislamiento percibido del sujeto y a las dificultades en la relación padre-
hijo. Esta escala está compuesta por los ítems: 13, 67, 74, 100, 129 y 151. El máximo
puntaje posible en esta escala es 24.
Escalas de Validez
Según Milner (1986), la distorsión de la respuesta de los sujetos puede ser un serio
problema para los inventarios de auto reporte. En este sentido el autor se dio a la tarea de
desarrollar escalas adicionales que pudieran estimar las distorsiones de la respuesta de los
individuos ante el inventario CAPI. Fue así como posteriormente se habilitaron tres escalas
de validez adicionales a la escala de abuso, que permiten verificar cuándo un individuo ha
respondido el inventario de manera inadecuada (Milner, 2006a).
Al igual que en la escala de abuso, para corregir las escalas de validez son necesarias
tres plantillas de corrección transparentes; sin embargo, en el caso de estas escalas, cada
una de las respuestas a los ítem que aparezcan dentro del cuadro señalado en la plantilla se
puntúa con 1 y los ítems cuyas respuestas no aparezcan allí se puntúan con 0, utilizando un
procedimiento no ponderado.
3. Índice de Respuesta Aleatoria: Este índice resulta positivo cuando tanto la escala
de respuesta aleatoria como la escala de inconsistencia se encuentran elevadas. El
elemento esencial que señala este índice es que el individuo no respondió al
contenido de los ítems, siendo probable que haya empleado algún conjunto
atípico de respuestas (como un patrón de respuesta parcial o aleatoria, o un patrón
planeado de respuestas acuerdo-desacuerdo). Las elevaciones de este índice
también pueden deberse a una falta de capacidad para comprender el contenido y
significado de los ítems, incapacidad que puede muchas veces puede estar
relacionada con una dificultad para leer y/o con limitaciones intelectuales.
Escalas Experimentales
Adicionalmente a los 77 ítems de la Escala de abuso y a los ítems que componen las
escalas de validez del inventario, dentro de los 160 ítems que componen la prueba total,
existen 26 reactivos que aparentemente no cargan a ninguna escala. Según Milner, (1986),
en la actualidad existen una serie de ítems que constituyen dos escalas experimentales que
sólo pueden ser empleadas para propósitos de investigación (p. 91).
Tales escalas ha sido denominadas: Escala experimental de negligencia infantil y
Escala experimental de abuso. De los ítems que las conforman, algunos forman parte de la
escala de abuso formal del inventario, mientras que otros no son considerados parte de
ninguna escala. No obstante, el Inventario de potencial de maltrato infantil fue
administrado en su totalidad en la presente investigación.
Confiabilidad
Asimismo, se contó con 110 sujetos agresores (11,6%), de los cuales un 43% era de
sexo masculino y un 57% de sexo femenino. Del total de la muestra, un 6,4% y un 8,4%
fueron padres en situación de riesgo y negligentes respectivamente. Estos fueron obtenidos
del Programa de padres e hijos en situación de riesgo de Tulsa, Oklahoma y del
Departamento de servicios sociales de Carolina del Norte. Las definiciones de negligentes
y de padres en situación de riesgo fueron las contenidas en los estatutos generales de
Carolina del Norte. Finalmente, 152 personas (5,8%) fueron padres agresores, de los cuales
un 45% eran hombres y un 65% mujeres.
Tabla 4.
Coeficientes del confiabilidad KR-20 para la Escala de Abuso y las Escalas de Validez
Control Agresores
Escalas Hombres Mujeres Todos Hombres Mujeres Todos
Escala de Abuso 0,93 0,93 0,92 0,93 0,95 0,95
Malestar Psicológico 0,93 0,93 0,93 0,95 0,95 0,96
Rigidez 0,75 0,76 0,77 0,72 0,86 0,80
Infelicidad 0,54 0,53 0,52 0,80 0,70 0,75
Problemas con el niño 0,40 0,44 0,42 0,56 0,68 0,67
Problemas con familia 0,53 0,54 0,54 0,58 0,65 0,62
Problemas con otros 0,66 0,69 0,68 0,66 0,67 0,69
Escalas Mentira 0,69 0,73 0,72 0,84 0,78 0,78
de Res. Aleatoria 0,22 0,09 0,17 0,00 0,35 0,20
Validez Inconsistencia 0,50 0,51 0,51 0,34 0,62 0,44
En cuanto a las escalas de validez, tal como se observa en la Tabla 4, la escala más
confiable para toda la muestra es la escala de mentira (0,72 – 0,78), siendo especialmente
más confiable para las mujeres del grupo control (0,73) y para los hombres agresores
(0,84). Por su parte, la consistencia interna de la escala de inconsistencia, varía desde 0,51
hasta 0,44, siendo menos confiable en el caso de los agresores. Así, las confiabilidades de
esta escala son uniformemente positivas en un rango de bajo a moderadas. Estos
coeficientes fueron más altos de lo que se esperaba, por esto, el autor reporta que la escala
de inconsistencia está entonces midiendo algún constructo que no se debe a un patrón de
respuestas azaroso.
Milner (1986) asegura que a pesar de que las estimaciones de consistencia interna son
menores para las escalas de validez en comparación con la escala de abuso, sus
confiabilidades se encuentran en los rangos aceptables para los fines previstos de estas
escalas.
En lo que respecta a las estimaciones de estabilidad temporal del CAPI, fueron
calculados coeficientes de correlación producto momento de Pearson para cada una de las
seis subescalas de la escala de abuso y para las tres escalas de validez, todas en diferentes
intervalos temporales para la población control: un día (n = 125), una semana (n = 162), un
mes (n = 112) y tres meses (n = 150).
Tabla 5.
Medias y coeficientes de correlación Test-
Retest para la Escala de Abuso a través de
diferentes intervalos temporales.
Test Retest
r
Intervalo M M
Un día 93,59 99,90 0,91
Una semana 96,67 100,72 0,90
Un mes 88,28 97,13 0,83
Tres meses 85,24 85,91 0,75
En este sentido, los altos niveles de estabilidad observados en la escala de abuso del
inventario son necesarios puesto que ésta escala fue diseñada con el propósito fundamental
de ser empleada para detectar a padres sospechosos de maltrato físico infantil (Milner,
1986).
Validez
En esta misma línea, Milner (1986) reporta que, al estudiar a los maltratadores físicos
y a los padres de comparación emparejados demográficamente, suelen encontrarse más
clasificaciones de falsos negativos que de falsos positivos. Este resultado sugiere que es
más probable que el inventario de potencial de maltrato infantil falle en detectar a los
padres/madres agresores (falsos negativos), que a los padres/madres de la población
general (falsos positivos). El apoyo a la idea de que la escala de abuso del inventario de
potencial de maltrato produce un mayor porcentaje de falsos negativos, ha sido investigado
en múltiples estudios, obteniendo resultados consistentes (Milner, 2006). A este respecto,
es importante destacar que el objetivo del inventario es justamente maximizar el porcentaje
de sujetos agresores clasificados correctamente, en otras palabras, es deseable reducir al
máximo los falsos negativos (Milner, 1986).
Por otra parte, los datos indican que la aplicación de la escala de abuso completa
resulta en una predicción más efectiva del abuso que la obtenida cuando se administran las
subescalas de la misma de forma individual. Sin embargo, los datos de validez predictiva
también sugieren que algunos factores de la escala de abuso pueden ser mejores para
predecir el riesgo concurrente, y otros pueden ser mejores para predecir el riesgo futuro.
Por ejemplo, aunque los factores malestar psicológico y rigidez predicen
significativamente tanto el potencial de maltrato actual como el futuro, el factor malestar
psicológico parece ser un predictor más fuerte del riesgo actual, mientras que el factor
rigidez parece ser un mejor predictor de los maltratos físicos en el futuro. Este hallazgo
puede estar relacionado con la tendencia del factor malestar a medir las condiciones
situacionales que cambian a través del tiempo, mientras que el factor rigidez aparece para
medir condiciones que son menos propensas a cambiar con el paso del tiempo (Milner,
1986).
En lo relativo a la validez de constructo del instrumento, existen diversos y amplios
análisis de la escala de abuso del inventario que se encuentran disponibles en distintas
fuentes (Milner, 1986; 1994; 2006). A medida que se examinan estos documentos, se
encuentra que las puntuaciones de maltrato del inventario se asocian generalmente (tal
como es esperado) con los factores de riesgo de maltrato físico reportados en la literatura
(Milner, 1998; Milner y Crouch, 1999; Milner y Dopke, citados en Milner, 2006). Por
ejemplo, las personas que recibieron u observaron el abuso infantil, en comparación con
aquellos sin tal historia, obtienen puntajes más altos en el instrumento. Los entrevistados
con puntuaciones elevadas de maltrato también reportan menos cohesión familiar, más
conflictos familiares, menos satisfacción marital, más violencia doméstica y más
aislamiento social. Sin embargo, en los casos en que las relaciones de apoyo (adulto o
compañero) se produjeron durante la infancia, las puntuaciones de maltrato de los
encuestados se comportan como un búfer y tienden a ser menores (Milner, 2006; Milner,
Crouch y Thomsen, 2001). Estos datos sugieren que las variables: apoyo social y
antecedentes de maltrato en la infancia, están altamente relacionadas con el potencial de
maltrato infantil, por lo que son medidas de criterio importantes para estimar la validez de
constructo del inventario de potencial de maltrato. Vitriol (2005), define los antecedentes
de trauma en la infancia como la presencia remota de sucesos que puedan clasificarse
como traumáticos en infancia del agresor y que se van desde separación traumática de los
padres, alcoholismo en el hogar, castigo físico, secuela por castigo físico, violencia
intrafamiliar, hasta contacto sexual forzado por familiar o no familiar.
En esta misma línea, tal como se esperaba, las personas con puntuaciones de maltrato
elevadas en el inventario de potencial de maltrato infantil, reportan niveles más altos de
estrés vital y de angustia personal. Adicionalmente, ha sido reportada una interacción entre
el estrés y las creencias en el uso del castigo físico, de manera tal que, la incidencia del
estrés en personas que tienen fuertes creencias en el uso del castigo físico, se asocia con los
puntajes más altos de maltrato en el inventario. Por su parte, las personas con puntuaciones
elevadas de maltrato, suelen ser más reactivos fisiológicamente a estímulos relacionados y
no relacionados con los niños y la infancia en general. Estas personas además, suelen
mostrar déficits neuropsicológicos, aunque las razones de tales déficits no son claras. Del
mismo modo, se han reportado robustas relaciones inversas entre los puntajes de maltrato y
las medidas de autoestima y fuerza del yo (Milner, 1986).
Las personas con puntuaciones elevadas de maltrato suelen hacer atribuciones
externas de su propio comportamiento y son menos propensos a cambiar su relación con el
niño. En general, aquellos con puntajes elevados de abuso muestran un estilo de
interacción rígido y son menos sensibles a los cambios temporales en el comportamiento
de sus hijos. Las personas con puntuaciones elevadas de abuso han sido reportadas por
hacer evaluaciones e interpretaciones más negativas de los comportamientos de los niños,
y por hacer atribuciones más externas, inestables y específicas para las conductas positivas
de los niños (Milner, 2006).
Milner (2006) asegura que las puntuaciones elevadas de maltrato del inventario han
demostrado estar relacionadas con problemas en las interacciones entre padres e hijos. Se
reporta de manera uniforme que las personas con puntuaciones de potencial de maltrato
elevadas, tienden a interactuar menos con sus hijos y cuando lo hacen, emplean tácticas de
más duras (asalto verbal, físico, entre otros). La práctica de crianza menos frecuente en la
dinámica establecida por estas personas suele ser el reforzamiento de las conductas pro-
sociales de sus hijos. También se ha reportado que las personas con puntuaciones elevadas
de maltrato suelen experimentar de manera uniforme un afecto negativo que incluye
depresión, ansiedad, frustración, enojo/hostilidad (asociada con el comportamiento de los
niños), agresión generalizada y psicopatología. Del mismo modo, aquellos con puntajes
elevados de maltrato, carecen de estabilidad emocional, tienen baja tolerancia a la
frustración, son irritables, tienen un pobre control de sus impulsos, tienen estallidos de mal
genio, son agresivos y muestran menos empatía.
Actualmente este instrumento es considerado por la APA (2012) como una de las
mejores medidas del potencial de maltrato físico infantil y como una de las herramientas
más potentes en el ámbito de la psicología forense, motivo por el cual, desde la publicación
de la primera versión del instrumento, se han realizado numerosas investigaciones
utilizándolo y validándolo en diversos países y culturas. A continuación se describen las
características muestrales y psicométricas de algunas adaptaciones realizadas del
inventario en el mundo.
De acuerdo con los hallazgos de estos autores, los niveles de confiabilidad del
Inventario CAPI varían en función del país donde se realiza el estudio y el tipo de
puntuación utilizada en cada uno de estos. No obstante, los coeficientes de confiabilidad
fueron altos para todas las culturas, oscilando entre 0,91 y 0,95, con la excepción de una
muestra de madres adolescentes en Estados Unidos, cuyo coeficiente de confiabilidad fue
más bajo (α = 0,65). Asimismo, se observó que en estudios de países diferentes a Estados
Unidos, la utilización de puntuaciones ponderadas disminuye los coeficientes de
consistencia interna para el grupo control, por lo que autores como Haz y Ramirez (2002),
Diareme y Peènik y Ajdukoviae (citados en Walker y Davies, 2010) han empleado los
sistemas de puntuación simple en sus estudios.
Otro hallazgo relevante de Walker y Davies (2010), hace referencia a la estructura
factorial de la escala de abuso y a la distribución de las cargas de los ítems en los factores,
las cuales varían en función de las culturas. En este sentido, la adaptación griega y chilena
del instrumento obtuvieron seis y cinco factores respectivamente, los cuales fueron
similares a algunos de los factores encontrados por el autor del instrumento original, y
otros fueron diferentes en cuanto a su nivel de especificidad. Específicamente, Haz y
Ramírez (1998) reportaron que la infelicidad causada por los problemas en la familia y la
relativa a sentirse fuera de control se configuran en dos factores diferentes, mientras que en
el instrumento original solo existe un factor que alude a infelicidad general. De igual
manera, en este estudio, seis ítems de la escala de abuso no discriminaron
significativamente entre los grupos control y de agresores, lo cual afectó la solución
factorial resultante y es evidencia de que la ponderación de los ítems del instrumento
estadounidense no es aplicable a todas las culturas (Haz y Ramírez, citado por Walker y
Davies, 2010).
Por ello, Milner y Crouch (2012) realizaron una revisión exhaustiva de las versiones
traducidas del inventario CAPI, en la cual incluyeron 16 países y 13 idiomas diferentes a
los que fue traducido el instrumento. En la Tabla 6 se presentan los datos obtenidos en
cuanto a confiabilidad, organizados por idioma y por el país en que la traducción tuvo
lugar.
Tabla 6.
Estimaciones de consistencia interna de la Escala de Abuso para las versiones
traducidas del CAPI en agresores físicos, negligentes y padres de la población
general (N=10.728)
Consistencia
Lenguaje País Muestra (tamaño muestral)
Interna
Hong Kong Madres de la población general (N=897) 0,89
Chino
Taiwan Madres y padres (N=235) 0,90
Croata Croacia Padres agresores y padres control (N=442) 0,91
Bélgica Padres aleatorios de la pob. gral (N=362) 0,90
Holandés
Países Bajos Padres de bajo nivel económico (N=86) 0,93
Inglés EE.UU Padres de la población general (N=2062) 0,92
Finlandés Finlandia Padres agresores y control (N=50) 0,89
Alemán Alemania Padres de la población general (N=994) 0,87
Griego Grecia Padres del hospital de niños (N=320) 0,91
Japonés Japón Padres de la población general (N=1809) 0,88
Portugués Brasil P. agresores, negligentes y control (N120) 0,93
Argentina Agresores físicos y P. control (N=1010) 0,93
Español Chile Agresores físicos y P. control (N=134) 0,97
España Padres agresores y controles (N=937) 0,90
Tailandés Tailandia Padres (género no especificado) (N=20) 0,90
Turco Turquía Padres agresores y controles (N=70) 0,94
Nota. Adaptada de “Psychometric characteristics of translated versions of the
child abuse potential inventory” por J. Milner y J. Crouch, 2012, Psychology of
Violence [In press].
Para esta revisión se empleó un enfoque meta-analítico según el cual se calculó una
media de los coeficientes de confiabilidad en función de los tamaños de cada una de las
muestras (dadas las grandes diferencias entre tamaños muestrales). Los resultados
señalados revelan que los coeficientes de confiabilidad para las versiones del inventario
CAPI oscilan entre 0,87 y 0,97 para todos y cada uno de los países señalados, lo cual
indica que la escala de abuso del instrumento tiene el poder de medir adecuada y
consistentemente el constructo que desea medir.
En este sentido, los resultados del estudio muestran una correlación negativa entre las
puntuaciones del Inventario CAPI y la escala de valoración de apoyo social (r = -0,21; p =
0,01) y la escala de conductas de apoyo de los familiares (r = -0,15; p = 0,07).
Posteriormente estos autores realizaron un análisis de varianza con cada una de las
variables de apoyo, a través del cual concluyeron que existe una tendencia hacia la
delimitación del tipo y fuente de maltrato, la cual expresa la existencia de un déficit en la
valoración de las conductas de apoyo de los familiares percibida por aquello sujetos que
tienen mayor potencial de maltrato físico infantil.
Por su parte, en lo que respecta a las versiones Latinoamericanas del CAPI, una de
ellas fue realizada en Argentina por Bringiotti, Barbich y De Pául (1997). Estos autores
realizaron la validación de una versión preliminar del inventario CAPI para su uso en dicho
país. En esta investigación midieron la capacidad de instrumento para discriminar entre
sujetos maltratadores físicos de sus hijos y sujetos no maltratadores. Lograron determinar
la confiabilidad del instrumento y realizaron el análisis de los ítems en términos de su
posibilidad de discriminar. Pare esto, conformaron dos grupos de 40 sujetos maltratadores
físicos confirmados y 40 sujetos no maltratadores a los cuales se les aplicó el CAP, luego
equipararon estos grupos en función de la edad, sexo, nivel educativo, nivel
socioeconómico, estado civil, número de hijos, edad y sexo de los mismos.
Los resultados de este estudio muestran que luego del análisis de los ítems, solo 54
de ellos discriminaban significativamente con alta confiabilidad (α = 0,94). También
encontraron que al seleccionar los 20 ítems más significativos, el porcentaje de
clasificación correcta era del 97,37% para el total de sujetos (N = 76), específicamente
94,4% para el grupo de los maltratadores y 100% para el grupo control. Por último, se
observó que el comportamiento de esta versión del CAPI es similar a la versión americana
en relación a la escala de Abuso. Luego de esta validación preliminar del CAPI, los autores
concluyeron que la capacidad predictiva y discriminante del instrumento en la población
argentina parece ser adecuada y confiable, sin embargo, son necesarios estudios
complementarios, ya que los sujetos maltratadores de este estudio se encuentran entre los
más severos, por lo que la capacidad discriminativa del instrumento podría atribuirse a lo
grave del maltrato ejercido por los sujetos de la muestra.
Variables Criterio
Para Milner (1986) la validez de constructo puede ser definida como el grado en el
cual los constructos o rasgos subyacentes que se supone son medidos por una prueba,
realmente son medidos. Los datos sobre la validez de constructo ayudan a verificar las
asunciones intuitivas o teóricas inicialmente asumidas durante el proceso de construcción
del test.
En este sentido, el autor afirma que en el momento en que los ítems del inventario
CAPI fueron escritos (1976), no solo se habían promulgado diferentes modelos
explicativos (psiquiátricos e interaccional) del maltrato infantil, sino que también las
variables relevantes de cada uno de esos modelos se encontraban bajo considerable debate
e investigación. De esta manera, comenzaron a proliferar las investigaciones acerca de las
variables que posiblemente influyeran la aparición del maltrato, especialmente de aquellas
heredadas del modelo psicológico-psiquiátrico.
De esta manera, hasta la década de 1970, las hipótesis más fuertes respecto a la
búsqueda de explicaciones de las razones que conducen a los padres a maltratar a sus hijos,
fueron que ellos a su vez arrastraban una historia de maltrato en su infancia y lo único que
hacían era reproducir los modelos recibidos, cerrándose el círculo de la violencia, sin que
hubiese posibilidad de escapatoria (García, Orella, Pomalaya, Yanac, Malaver, Herrera,
Sotelo, Orellana y Velazquez, 2008).
En este sentido, desde los inicios de los estudios sobre transmisión intergeneracional
del maltrato físico infantil, se ha señalado la importancia del apoyo social para influir en el
riesgo de maltrato en la vida adulta (Egeland, Jacobvitz y Sroufe, 1988; Milner et al, 1990;
Caliso y Milner 1994, citados en Crouch, Milner y Thomsen, 2001). Por lo cual el apoyo
social actual o en la infancia ha sido considerado un factor de amortiguación que minimiza
los efectos perjudiciales asociados con la historia de maltrato físico en la infancia (Crouch,
Milner y Caliso, 1995).
Un estudio descriptivo de Gómez y Jaén (2011) plantea dos hipótesis que han
intentado explicar los efectos que el apoyo social o su ausencia tiene sobre las personas. En
primer lugar, plantean que el apoyo social ejerce un efecto directo y positivo en el
bienestar psicológico, social y físico del individuo. Asimismo, el apoyo social promueve
un sentimiento de pertenencia e identidad a un grupo que favorece la integración de la
persona en el entorno social y que permite además el control externo en las prácticas de
crianza y disciplina de los padres, proporcionándoles otros modelos de roles parentales
alternativos a los propios (Garbarino y Gilliam citado en Gómez y Jeán, 2011).
Este estudio estuvo constituido por una muestra de 574 estudiantes de los últimos
cursos de todas las especialidades de centros de formación profesional (uno rural y otro
urbano) de a comunidad de Cantabria (España). Los participantes completaron el
instrumento Chid History Questionaire (CHQ) de Milner, Charleswort, Gold, Gold y
Friesen (citado en Gómez y Jeán, 2011), el Inventario de Potencial de Maltrato Infantil de
Milner (1986) y el Childhood Social Network Questionnaire (CSNQ) de Chan (1985).
Los resultados de este estudio permiten comparar, en primer lugar, el grupo con
recuerdo de Maltrato Infantil y el grupo sin recuerdo de maltrato infantil respecto a los
factores de apoyo social recogidos por el CSNQ. Esta relación resultó ser significativa
(Lambda de Wilks = 0,96, F= 5,01, p = .001), señalando que personas que sufren malos
tratos físicos durante la infancia perciben un menor apoyo social por parte de sus figuras
significativas (madre y hermanos), aunque el apoyo del padre es el único factor
significativo. Por otra parte, los resultados de esta investigación afirman que el hecho de
contar, a lo largo de la infancia, con alguna persona significativa que ofrezca apoyo social
es considerado un factor que puede proteger a las personas que han recibido malos tratos
físicos en su infancia, de convertirse en maltratadores en la siguiente generación (Lambda
de Wilks = 0,92, F = 11,601, p < .001).
Variables Demográficas
Dada la complejidad del fenómeno del maltrato infantil, a lo largo del tiempo se han
estudiado empíricamente las relaciones existentes entre una serie de variables
demográficas, sociales y psicológicas sobre el potencial de maltrato infantil. Entre las
característica más estudiadas se encuentra en primer lugar el sexo del agresor. A este
respecto, Ochoa, Hormiga, Prince y Oliveros (2008), afirman en un estudio descriptivo de
los casos de violencia intrafamiliar y sexual realizado en el observatorio de Salud Pública
de Santander, durante los años 2006 a 2008, que el 80% de los casos atendidos de agresión
contra menores de edad eran debido a maltrato físico, de los cuales el 31,2% fue infligido
por la madre, mientras que el 24,6% fue realizada por el padre. Estos datos indican que
existe una relación entre el sexo del padre/cuidador y el potencial de maltrato físico
infantil, en la que las madres tienen más probabilidades de maltratar físicamente a sus hijos
que los padres. Por su parte, Vizcarra, et al. (2001) señalan que las mujeres tienden a
ejercer el maltrato físico y psicológico en las mismas proporciones, mientras que los
hombres suelen practicar más el maltrato físico. En relación a esto Robaina (2001), señala
que si bien las mujeres suelen maltratar más físicamente a los menores, el hombre suele ser
quien realiza este maltrato con mayor severidad y gravedad.
En esta misma línea, Vizcarra, et al. (2001), afirman que los factores de riesgo que
predisponen al ejercicio del maltrato también varían en función del sexo del agresor. Como
factores de riesgo de las madres se encontraron: problemas de salud mental (41%),
consumo excesivo de alcohol (6,2%), antecedentes de maltrato en su infancia y haber sido
testigo de violencia entre sus padres. Mientras que los factores de riesgo de los padres
fueron: la presencia de castigo físico severo en la infancia (75%), un nivel más bajo de
escolaridad para el ejercicio de la violencia psicológica (60%), y el consumo excesivo de
alcohol. De este modo, y partiendo del supuesto de que el Inventario de Potencial de
Maltrato Infantil Milner (1986) se fundamenta en la consideración de una serie de factores
de riesgo que se encuentran en los agresores, se puede inferir que efectivamente, si los
factores de riesgo que predisponen al maltrato son distintos en hombres y mujeres, el
potencial para ejercer maltrato infantil variará en función del sexo, lo cual es congruente
con lo hallado en la literatura.
Relacionado con esto, Serrano (2007) evaluó la relación entre el maltrato recibido por
los padres y/o tutores en su infancia y las características socio demográficas, con las
prácticas de crianza actuales de sus hijos o pupilos. Para esto utilizó una muestra de 101
padres y/o cuidadores de niños de un preescolar de Santiago de Chile, entre 16 y 61 años
de edad. Aplicó a esta muestra Escala Tácticas de Conflictos (Straus, 1979), Escala
Sociodemográfica Graffar, Escala de Creencias Frías, Corral, Arizmendi y Contreras
(citados en Serrano, 2007). Para el análisis de datos utilizó un análisis de regresión
múltiple, resultando que la relación de la historia de maltrato físico leve y maltrato
psicológico del padre, asociadas al estrés del hogar en la actualidad, resultan significativas,
lo cual explica un 98,7% de la ocurrencia de maltrato físico leve (F = 100,35; p < 0,001).
De tal forma que si el padre presenta una historia de maltrato físico leve (β = 0,597 < 0,01)
en conjunto con un mayor estrés económico (β = 0,235 < 0,01) y en el trabajo (β = ,487 <
0,01), mayor será el valor que se le asignará en la actualidad al maltrato físico como
práctica de crianza adecuada. Estos resultados permitieron concluir lo ya mencionado por
Vizcarra, Cortés, Bustos, Alarcón y Muñoz (citados en Serrano, 2007), que la vivencia de
maltrato en la infancia más la valoración positiva que se tenga de él aunado a condiciones
sociales desventajosas de estrés y pobreza, estarían significativamente relacionados.
III. MÉTODO
Objetivos de la investigación
General:
Adaptar psicométricamente la segunda versión del Inventario de Potencial de
Maltrato Infantil [CAPI] (Milner, 1986) a la población venezolana, en una muestra
compuesta por agresores físicos infantiles y población general no maltratadora. Este
inventario permite obtener una estimación del riesgo o probabilidad que tienen los
padres/cuidadores de maltratar físicamente a sus hijos o a los niños que se encuentren bajo
su custodia.
Específicos:
1. Obtener indicadores de confiabilidad del CAPI y de cada una de sus subescalas
mediante el coeficiente Alfa de Cronbach.
2. Obtener indicadores sobre el poder clasificatorio del CAPI, a través del cálculo de
análisis discriminantes que revelen la capacidad del instrumento para catalogar
correctamente a los agresores dentro de su respectivo grupo.
Variables
Constructo:
Potencial de Maltrato Infantil:
Definición Conceptual: Probabilidad de que una persona tienda de manera
intencional a ejecutar conductas que conlleven daño físico hacia un menor. Esta
probabilidad se obtiene a través de la indagación de la presencia / ausencia de una
serie de factores de riesgo encontrados en la población de maltratadores, los
cuales son: rigidez en el ejercicio de la disciplina, escaso respeto a la autonomía y
dignidad humana del niño, egocentrismo, baja tolerancia al estrés y sobrecarga de
factores estresantes. Se trata de la estimación del riesgo de maltrato, mas no de la
conducta manifiesta del mismo (Álvarez y Moral, 2005).
Variables Demográficas:
Sexo:
Definición Conceptual: Diferencias anatómicas y fisiológicas presentes en los
individuos, basadas en los determinantes genéticos de las personas y que derivan
en masculinidad o femineidad (Baron y Byrne, 2005).
Nivel Socioeconómico:
Definición Conceptual: Posición o estatus que alcanza un individuo en la
sociedad de acuerdo a la esfera donde habita y a los recursos económicos que
posee (Carrasquel y González, 2007).
Edad:
Definición Conceptual: Lapso o período de tiempo que ha transcurrido desde el
nacimiento del sujeto hasta el momento actual (Carrasquel y González, 2007).
Variables Criterio:
Apoyo Social:
Definición Conceptual: “Información recibida por un sujeto por parte de los otros
significativos acerca de que se es amado y estimado como parte de una red de
comunicación y mutua obligación por parte del grupo social como padres,
cónyugue, amigos y comunidad.” Taylor (citado en Sapene y Tommasino, 2001).
Tipo de Investigación
Por otra parte, se trata a su vez de un estudio de campo, esto debido a que el
investigador se introduce en la situación real, la observa como ocurre naturalmente y luego
evalúa las relaciones e interacciones entre variables sin esforzarse por producir el evento
estudiado, ni controlarlo (McGuigan, 1980; Kerlinger y Lee, 2002). En este caso, se
procederá a medir y evaluar los valores del sexo, nivel socioeconómico, edad, ejecución
del maltrato y potencial de maltrato, tal como se presentan en su situación real, sin
procurar reproducirlos ni controlarlos. Asimismo, según el objetivo y grado de
conocimiento en el área (Hernández, et al., 1991), la presente investigación puede
clasificarse como un estudio psicométrico y correlacional dado que también se plantea
como hipótesis medir el grado de relación existente entre ciertas variables en un contexto
particular. En este caso, se pretende establecer las relaciones entre los antecedentes de
trauma en la infancia y el apoyo social con el potencial de maltrato infantil y la ejecución
del maltrato.
Diseño de Investigación
En la presente se trabajó con un diseño ex post facto, el cual, según Arnau (1981) es
empleado precisamente en los estudios de campo, donde no es posible manipular la(s)
variable(s) independiente(s) y en los que es difícil lograr un control absoluto de las
condiciones que pueden afectar los resultados de la investigación, justamente porque son
llevados a cabo fuera del laboratorio, o como indican Kerlinger y Lee (2002), en
situaciones vitales. Al mismo tiempo, se trata de un diseño transversal correlacional según
Hernández, et al. (1991), esto debido a que se describen las relaciones entre dos o más
variables a través de una sola medición puntual en el tiempo. En principio se procedió a
describir las variables sexo, nivel socioeconómico, edad, ejecución del maltrato y potencial
de maltrato; posteriormente, se establecieron asociaciones entre el potencial de maltrato y
las restantes variables. Los valores de las mismas fueron obtenidos en su totalidad en una
sola medición temporal.
Población y Muestra
10
La población general de interés para el presente estudio está conformada por padres y
madres de niños con edades comprendidas entre los 0 y los 12 años. Esta población fue
dividida en dos grupos, el primero, considerado grupo control, estuvo compuesto por
padres y madres de niños estudiantes de diversos colegios públicos y privados del área
Metropolitana de Caracas; por su parte, el segundo grupo estuvo conformado por padres y
madres agresores infantiles, que son o fueron responsables del resguardo y protección de al
menos un menor, en contra del cual tienen antecedentes legales de haber cometido algún
agravio de tipo físico, motivo por el cual se encontraban privados de libertad en su
mayoría, o asistiendo a citaciones/tratamiento en ciertas fundaciones y consejos de
protección del menor. Asimismo, a pesar de que existía la posibilidad de que algún(os)
participante(s) de la muestra de población general reconociera(n) ser maltratador(es), esto
no ocurrió en ninguno de los casos, ni se descubrió de manera confiable que hubiesen
ejercido maltrato físico contra algún menor de edad, por lo que no fue necesario incluirlos
en el grupo de “agresores” a pesar de que no poseyeran antecedentes legales.
y alta en el estudio. Como únicos requisitos para formar parte de la muestra control se
definieron: ser mayor de edad y ser padre/madre de al menos un niño (de 0 a 12 años).
Los profesionales de dichos servicios seleccionaron los casos en base a los siguientes
criterios: ser mayor de 18 años, ser padre/madre de al menos un niño, y haberse
confirmado para ellos en todos los casos la situación de maltrato infantil, siguiendo los
criterios establecidos por las leyes nacionales y por consiguiente, por los profesionales de
las instituciones. De aquellos maltratadores en contra de los cuales no se había iniciado un
proceso legal (algunos provenientes de Fondenima y del Consejo de Protección), sólo
12
fueron incluidos en la muestra los que estuvieran confirmados por la institución como
agresores infantiles.
La muestra total para la presente investigación estuvo constituida por 437 sujetos. Tal
cantidad es similar al tamaño muestral encontrado en estudios psicométricos análogos
(Fuster, García y Musitú, 1988, 400 sujetos; Cadenas y Da Silva, 2008, 573 sujetos; Cook
y Ramos, 2010, 350 sujetos; De Paúl, et al., 2002, 410 sujetos). No obstante, tras el análisis
de las escalas de validez de los protocolos, fueron eliminados 54 sujetos cuyas pruebas no
eran interpretables. De esta manera, la muestra definitiva para la investigación estuvo
compuesta por 383 sujetos válidos, 348 pertenecientes a la población general y 35
agresores.
para los agresores. Finalmente, en cuanto a sexo, ambas muestras resultaron opuestas, un
77% de madres y un 21% de padres para la población general, y un 20% de madres más un
80% de padres para la muestra de agresores.
Instrumentos
Este cuestionario fue elaborado por Dunn y cols. (1987), con el fin de evaluar el
apoyo social percibido por los sujetos. En una investigación realizada por De Paúl y Rivero
(1992), se estudió la relación divergente entre algunos aspectos del apoyo social y las
puntuaciones del CAPI. Ésta investigación sustenta su trabajo en la definición de apoyo
social de Cobb (1976) que lo concibe como “información que lleva a un sujeto a creer que
es cuidado, querido, estimado y miembro de una red de apoyo con obligaciones mutuas”
(citado en De Paúl y Rivero, 1992). De forma similar, Dunn y cols. (1987) fundamentan su
escala en una definición de apoyo social que lo entiende como “información recibida por
parte de los otros significativos acerca de que se es amado y estimado como parte de una
red de comunicación y mutua obligación por parte del grupo social como padres,
cónyugue, amigos y comunidad” (citado en Sapene y Tommasino, 2001, p. 26).
subescala fue llamada Apoyo Social de Amigos y está compuesta por los ítems: 1, 4, 8, 20,
22 (negativo), 23 y 24. Finalmente, la tercera subescala se denominó Apoyo Social de sí
mismo y de figuras importantes y la constituyen los ítems: 5, 7, 11, 12, 16, 17 y 26.
El cuestionario está compuesto por 28 ítems ante los cuales el individuo debe
responder a través de una escala tipo Likert de cuatro puntos que va desde el 0 hasta el 3,
donde 0 significa “nada o nunca” y 3 “mucho o siempre”. La corrección del cuestionario se
realiza obteniendo un puntaje global y posteriormente un puntaje por cada factor, a fin de
conocer la magnitud del apoyo social percibido por cada una de las fuentes. La puntuación
máxima posible en toda la prueba es de 84 puntos e implica altos niveles de apoyo social
percibido, mientras que la mínima puntuación es de 0 puntos y representa un bajo apoyo
social percibido.
J.S. Milner (comunicación personal, Enero 14, 2012) aclara que este instrumento fue
inicialmente desarrollado para su uso en una sola investigación y por ende no existen
manuales propios para esta escala. Según él, la definición operacional de la variable
“antecedentes de maltrato en la infancia” medida a través de este instrumento, debe ser
16
(nunca, rara vez, alguna vez, a menudo, siempre) con que los entrevistados recibieron
distintos tipos de secuelas (moretones/hematomas, cortes y rasguños, dislocaciones,
quemaduras y fracturas de huesos) como resultado de un asalto físico por parte de sus
padres/cuidadores. Este estudió empleó también los tres ítems correspondientes a apoyo
social percibido presentes en la versión original del cuestionario.
En el caso del presente estudio, se emplea el cuestionario por su alta relación con la
medida de la variable a predecir y no se realiza estudio piloto dado que por recomendación
de los jueces expertos, sólo era necesaria una revisión de jueces para evaluar la traducción
y adecuación cultural de los ítems. El cuestionario se modificó de manera tal que se
tomaron sólo dos agrupaciones de 13 ítems cada una (la primera y la tercera de la escala
original), las que incluyen las preguntas: “Cuándo era niño (antes de tener 13 años),
¿recibió usted alguno de los siguientes tratos por parte de uno de sus padres o de otro
adulto?” y “Cuando era niño (antes de tener 13 años), ¿observó usted que otros niños
recibieran alguno de los siguientes tratos por parte de uno de sus padres o de otro adulto?”.
Esta elección se realiza debido a que la finalidad de la presente investigación es medir
18
Procedimiento
En primer lugar, se realizó la traducción del Child Abuse Potential Inventory (CAPI)
al castellano y se le dio un formato de evaluación del instrumento a cuatro jueces expertos,
con el fin de definir la versión venezolana que sería administrada.
Una vez elaborado el instrumento definitivo (Ver Anexo E), se procedió a solicitar
los permisos correspondientes a las instituciones donde se pretendía obtener la muestra. A
dichas instituciones les fue entregada una carta explicativa, proporcionándoles información
correspondiente al objetivo de la investigación y los requisitos exigidos en cuanto a
19
población y muestra, al mismo tiempo que se les solicitaba permiso y apoyo para acceder a
las personas con las características requeridas.
Por su parte, la institución Oscasi trasladó dos veces a las autoras del estudio hasta
las escuelas de educación alternativa ubicadas en Petare. Se visitaron de forma secuencial
cuatro escuelas en total (todas pertenecientes a Oscasi), una vez allí se procedió a aplicarle
el instrumento de forma individual y colectiva (grupos pequeños de máximo cuatro
personas) a los padres de los niños que asistían por motivo de retiro de las boletas. Una vez
terminada la aplicación, Oscasi se encargó del traslado y retorno de las autoras.
Descripción de la muestra
La muestra del presente estudio estuvo constituida por 437 padres y madres de niños
con edades comprendidas entre 0 y 12 años de edad. Dado que el Inventario de Potencial de
Maltrato Infantil (CAPI) posee escalas de validez que permiten discriminar a los protocolos
válidos de aquellos que no son interpretables por encontrarse afectados por alguna de las más
comunes distorsiones de respuesta (deseabilidad social, simulación de infamia y respuesta
aleatoria), se procedió a depurar la muestra total de aquellos sujetos en cuyos protocolos
resultara positivo alguno de los tres índices de validez.
Tabla 7.
Descriptivos para las escalas de validez de la versión original del
Inventario de Potencial de Maltrato Infantil y de su adaptación a
la cultura venezolana.
Escala de Media Desviación Percentil
Validez (X) estándar 95ͣ
Mentira 3.5 3.1 7
Estados Unidos Inconsistencia 2.8 2.1 6
Resp. Aleatoria 2.2 1.4 6
Mentira 8.9 3.3 14
VENEZUELA Inconsistencia 5.1 2.6 10
Resp. Aleatoria 4.5 2.0 9
ͣ Punto de corte local para las escalas de validez en las diferentes versiones del
Inventario de Potencial de Maltrato Infantil.
De esta manera, la muestra definitiva del presente estudio estuvo compuesta por 383
padres y madres de niños, de los cuales 35 (9,1%) eran agresores infantiles confirmados,
mientras que 348 (90,9%) eran personas de la población general, no agresores. En cuanto al
sexo, 275 personas (71,8%) fueron de sexo femenino, 102 (26,6%) fueron de sexo masculino
y 6 personas no contestaron este ítem (Ver Tabla X). En la Figura X se resumen gráficamente
los estadísticos obtenidos para estas dos variables en la muestra definitiva.
Tabla 9.
Descriptivos para las variables ejecución de maltrato y
sexo en la muestra total.
Frecuencia Porcentaje
Pob. General 348 90.9%
Ejecución de
Agresores 35 9.1%
Maltrato
Total 383 100%
Femenino 275 71.8%
Sexo Masculino 102 26.6%
Total 377 98.4%
Tabla 10.
Descriptivos para la variable nivel socioeconómico en
la muestra total.
Frecuencia Porcentaje
Alto 10 2.6%
Medio alto 226 59%
Nivel
Medio 96 25.1%
Socioeconómico
Medio bajo 41 10.7%
Bajo 9 2.3%
En lo que respecta a la edad, la media de la distribución muestral fue de 39,8 años con
un rango comprendido entre 20 y 73 años de edad y una desviación típica de 8,35. Esta
distribución presenta una asimetría positiva (0,614) y por tanto ligeramente coleada hacia la
derecha, lo cual indica que la mayoría de los sujetos tienen edades que se encuentran por
debajo de los 39 años. Asimismo, se observa en la distribución una ligera tendencia
leptocúrtica (1,017), que indica que la mayoría de los sujetos tienen edades que se encuentran
cerca de los 39 años (Ver Tabla X). En síntesis, la Figura X presenta un resumen gráfico de
los estadísticos obtenidos para las variables nivel socioeconómico y sexo.
Tabla 11.
Descriptivos para la variable edad en la muestra total.
Media Desv. Estándar Asimetría Curtosis Mínimo Máximo
Edad 39.8 8.35 0.614 1.017 20 73
Figura 8. Gráfico de torta, de barras e histograma para las variables sexo, nivel
socioeconómico y edad en la muestra de población general.
En lo que respecta a la muestra de agresores, sólo siete personas (20%) fueron de sexo
femenino, mientras que 28 (80%) fueron de sexo masculino. De forma similar, en cuanto a
la variable NSE, dos personas (5,7%) pertenecían al NSE bajo, nueve (25,7%) al nivel
medio bajo, 14 (40%) al nivel medio y 10 (28,6%) al nivel medio alto, de tal manera que no
hubo representación del nivel socioeconómico alto en el grupo de agresores. Asimismo, la
distribución de edades en este grupo osciló en un rango de 24 a 66 años, con un promedio
de 38 años y una desviación típica de 9 años. Esta distribución presenta un coeficiente de
asimetría positivo (1,01), que indica que la mayoría de las edades de los agresores se
encuentran por debajo de los 38 años; de igual manera, el coeficiente de curtosis (1,219)
señala una distribución ligeramente mesocúrtica, donde las edades rodean los 38 años de
manera más variable que en la distribución de la población general (Ver Figura X).
Figura 9. Gráfico de torta, de barras e histograma para las variables sexo, nivel socioeconómico y
edad en la muestra de agresores.
Análisis Exploratorio de Datos
Para la muestra completa, se obtuvo una elevada consistencia interna (α = 0,852) en esta
escala, lo cual indica que se trata de una muestra de reactivos homogénea en la que todos los
ítems miden el mismo constructo, en este caso antecedentes de trauma en la infancia.
Asimismo, para la muestra de población general, el coeficiente de confiabilidad fue más bajo
(α = 0,799), sin embargo, la magnitud del coeficiente continua siendo elevada y permite
concluir que para la población general, el cuestionario de historia infantil también mide de
forma confiable y consistente los antecedentes de trauma en la infancia de las personas.
Finalmente, para la muestra de agresores se obtuvo el coeficiente de confiabilidad más
elevado (α = 0,917), lo cual indica que se cumple el supuesto de unidimensionalidad de los
ítems y que todos miden de forma confiable el mismo constructo mencionado (Ver Tabla X).
Tabla 12.
Coeficientes de confiabilidad del Cuestionario de Historia Infantil
para la muestra completa, la población general y los agresores.
En ese sentido es importante destacar que, tras un análisis de ítems, el Alfa de cronbach
aumentaría para la población general si se eliminaran los ítems: “Exhibición” relativo a la
propia persona y “Nalgadas” relativo a lo observado en otras personas. Específicamente, el
coeficiente mencionado (α = 0,799) aumentaría a α = 0, 80 y a α = 0,826 respectivamente. En
contraste, para la muestra de agresores no es necesario eliminar ningún ítem de la escala dado
que todos parecen contribuir significativamente a su confiabilidad
(Ver Anexo H).
El índice KMO (0,817) indica que la muestra del estudio es adecuada para llevar a cabo
un análisis factorial de este instrumento. Asimismo, la prueba de esfericidad de Bartlett
(p. < 0,000) señala que existen correlaciones significativas entre las variables y por ende es
pertinente un análisis factorial.
De esta forma, a partir del análisis factorial se obtuvieron cuatro (4) componentes que
explican el 54,5% de la varianza total del cuestionario (Ver Anexo I). La matriz convergió en
ocho (8) rotaciones y se eligió como criterio para la selección de los ítems una carga mayor o
igual a 0,40. Los ítems con cargas iguales o mayores a 0,40 en más de un factor, se cargaron
al factor donde presentaran mayor peso.
En lo que respecta al primer componente, estuvo constituido por los primeros ocho (8)
ítems del cuestionario, todos relativos a maltratos recibidos directamente por la persona
(nalgadas, cachetadas/patadas, golpes/puñetazos, halones de pelo, moretones/contusiones,
cortadas/arañazos, dislocaciones y quemaduras). Este componente explica el 27% de la
varianza observada y dado que agrupa acciones relativas a la agresión física vivida por quien
contesta la encuesta y sus consecuencias, se le dio el nombre de Maltrato físico grave
recibido en la infancia.
Por su parte, el segundo componente obtenido está constituido por los últimos ocho (8)
ítems de la prueba, los cuales aluden a conductas de maltrato físico grave y de abuso sexual
que fueron observadas por las personas que contestan la encuesta durante su infancia. Estos
ítems fueron: cortadas/arañazos, dislocaciones, quemaduras, fracturas de huesos,
toques/manoseos, caricias sexuales, relaciones sexuales/violación y exhibición. Este
componente explica el 10,5% de la varianza total observada, y dadas las actividades
implicadas en sus ítems, se le dio el nombre de Maltrato físico grave y abuso sexual
observados en la infancia.
En lo que respecta al tercer componente, está compuesto por cinco (5) ítems que reúnen
conductas de maltrato físico ejercido contra algún niño y que hayan sido observadas por la
persona que contesta la encuesta. Estos ítems son: nalgadas, cachetadas/patadas,
golpes/puñetazos, halones de pelo y moretones/contusiones. Debido a que se trata
exclusivamente de conductas que implican maltrato físico hacia niños y que además no son
tan graves como las que se agrupan en otros componentes, a este factor se le asignó el nombre
de Maltrato físico leve observado en la infancia. Este componente explica el 9,6% de la
varianza observada.
Finalmente, el cuarto componente agrupa cuatro (4) ítems que hacen referencia a
acciones abusivas de naturaleza sexual de las que haya sido víctima en su infancia la persona
que contesta el cuestionario. Estos ítems son: toques/manoseos, caricias sexuales, relaciones
sexuales/violación y exhibición. Este componente se denominó Abuso sexual recibido en la
infancia y explica un 7,2% de la varianza total observada. En la Tabla X aparecen
especificados los ítems que cargan a cada componente.
Para finalizar el análisis del comportamiento psicométrico del CHQ, se obtuvieron los
coeficientes de confiabilidad de cada uno de los componentes encontrados para el
cuestionario (Ver Tabla X). Se observa que todos los factores presentan una elevada
consistencia interna, lo cual indica que cada componente mide de forma confiable su
constructo correspondiente.
Tabla 14.
Coeficientes de confiabilidad de los componentes obtenidos en
el Cuestionario de Historia Infantil.
COMPONENTES
1 2 3 4
Para las personas de la población general, los puntajes en el CHQ oscilaron entre los 0 y
los 48 puntos, con una media de antecedentes de maltrato de 7,37 y una desviación típica de
7,46. Por su parte, para la muestra de agresores, los puntajes variaron entre 3 y 57 puntos,
obteniendo una media aritmética de 21,75 puntos, la cual es considerablemente más alta que
la media de antecedentes de maltrato obtenida por el grupo de no agresores. Tal como se
aprecia en la Figura X, la distribución de puntajes para ambos grupos presenta una asimetría
positiva (1,878 para la población general y 1,197 para los agresores).
Tabla 15.
Coeficientes de confiabilidad para las versiones original y modificada
del Cuestionario de Apoyo Social.
Cuestionario de Cuestionario de
Apoyo social (original) Apoyo social (modificado) ͣ
Alfa de Cronbach 0,788 0,875
ͣ Al cuestionario original de apoyo social le fueron removidos los ítems 2, 3, 6, 12,
14, 22 y 27.
El análisis reveló una estructura factorial de tres (3) componentes que explican 46,27%
de la varianza total observada. Sin embargo, dicha estructura no se corresponde en su
totalidad con la encontrada en investigaciones anteriores. En esta oportunidad el primer
componente incluye los ítems: 1, 4, 7, 8, 13, 19, 20, 23 y 24, explica el 17,19% de la varianza
y se denominó Apoyo social de Amigos. Por su parte, el segundo componente explica el
15,42% de la varianza observada y está compuesto por los ítems: 5, 9, 10, 15, 18, 21 y 25,
motivo por el cual se denominó Apoyo social Familiar. Finalmente, el tercer componente
explica un 13,66% de la varianza y lo constituyen los ítems: 11, 16, 17, 26 y 28, a éste
componente se le dio el nombre de Apoyo social Religioso (Ver Anexo K).
Tabla 16.
Coeficientes de confiabilidad de los componentes obtenidos en
el Cuestionario de Historia Infantil.
COMPONENTES
Apoyo social Apoyo social Apoyo social
de Amigos Familiar Religioso
Alfa de Cronbach 0,82 0,783 0,742
Los puntajes globales de apoyo social para los sujetos de toda la muestra se
distribuyeron de forma tal que el puntaje mínimo fue de 10 puntos y el máximo de 63,
obteniendo una media aritmética de 47,81 puntos y una desviación típica de 9,65. Como
puede apreciarse en la Figura X, los puntajes para toda la muestra se agruparon más hacia los
valores altos de apoyo social (asimetría negativa de -0,782), con una ligera tendencia
leptocúrtica (0,803).
Para las personas de la población general (no agresores), los puntajes de apoyo social
percibido oscilaron entre los 10 y los 63 puntos, con una media de 48, 8 y una desviación de
9,13. En contraste, el rango de variación de los puntajes de apoyo social percibido para la
muestra de agresores fue de 12 a 55 puntos, con una media aritmética ligeramente mas baja
(37,78 puntos) y una desviación estándar similar (9,04).
Figura 13. Distribución de puntajes de Apoyo Social percibido para las personas de
la población general y la muestra de agresores.
En la Figura X se puede apreciar que ambas distribuciones presentan una marcada
asimetría negativa (-0,812 y -0,968 respectivamente) indicativo de que para ambos grupos la
mayoría de los puntajes de apoyo social percibido se situó por encima de la media. Asimismo,
la distribución de la población general impresiona con una ligera tendencia leptocúrtica
(0,821), mientras que los puntajes de la muestra de agresores reflejan una tendencia
mesocúrtica (2,486) y parecen comportarse de forma más parecida a la curva normal.
Así, se observó que ambos grupos de personas tienen puntajes medios similares en lo
que respecta al Apoyo social de amigos, con una diferencia de sólo dos puntos a favor de la
población general. En cuanto a Apoyo social religioso, toda la muestra manifiesta un menor
apoyo social percibido en comparación con el que perciben de las otras fuentes (amigos y
familia), sin embargo, ambos grupos difieren entre sí en sólo tres puntos, siendo el grupo de
agresores el que muestra la media mas baja de apoyo religioso percibido. En contraste, en los
puntajes de Apoyo social familiar sí se observa una diferencia importante de medias
(6 puntos) a favor de la población general. Los agresores manifiestan un menor apoyo
familiar percibido que el que manifiestan las personas de la población general (Ver Tabla X).
Tabla 17.
Descriptivos para las subescalas del Cuestionario de Apoyo Social en
la población general y en la muestra de agresores.
Apoyo social Apoyo social Apoyo social
de Amigos Familiar Religioso
Media 19.6 18.2 10.8
Población General
Desv. 4.9 3.3 3.1
Media 17.2 12.8 7.7
Agresores
Desv. 4.3 3.6 2.8
Inventario de Potencial de Maltrato Infantil (CAPI)
Los ítems de la Escala de Abuso del CAPI se codificaron empleando tanto las
puntuaciones ponderadas propuestas por Milner (1986), como el sistema de puntuaciones
simples (0 – 1) con el fin de contrastar posteriormente el poder discriminativo y clasificatorio
de cada una de estas versiones. Luego de que todos los protocolos de la muestra fueran
codificados, se correlacionaron los puntajes resultantes empleando ambos sistemas. La
correlación entre las puntuaciones ponderadas y no ponderadas fue de 0,941, indicando que
los diferentes sistemas de puntuación producen puntajes de abuso significativamente similares
(Ver Tabla X).
Tabla 18.
Coeficientes de correlación de Pearson entre los puntajes ponderados del CAPI y
los puntajes no ponderados.
Puntaje Total Puntaje CAPI
CAPI No Ponderado
Correlación de Pearson 1 0.941**
Puntaje Total CAPI
Sig. (bilateral) 0.000
Correlación de Pearson 0.941** 1
Puntaje CAPI NO Pond.
Sig. (bilateral) 0.000
** La correlación es significativa al nivel 0,01 (bilateral).
Para la muestra completa del presente estudio, los puntajes ponderados en la escala de
abuso del CAPI variaron entre 7 y 355 puntos. Se obtuvo una media aritmética de 118,99 con
una desviación típica de 67,6 puntos. La distribución de puntajes presenta una asimetría
positiva (0,977) que indica que éstos se agrupan hacia los valores bajos, y un coeficiente de
curtosis que presenta una ligera tendencia leptocúrtica (0,474) señalando una concentración
importante de personas en torno a puntajes menores a la media.
En cuanto a los datos ausentes, se consideran como tal a todos aquellos ítems que
fueron dejados en blanco o a los que se les dio doble respuesta. Para el tratamiento de estos
datos dentro del Inventario de Potencial de Maltrato Infantil, Milner (1986) propone la
llamada “regla del 10%”. Según este procedimiento, cuando el número de respuestas ausentes
alcanza el 10% (7 ítems) de las respuestas totales (77 ítems) en un protocolo determinado, tal
protocolo se invalida automáticamente debido a que el poder de detección de maltrato de la
prueba disminuye significativamente. En consecuencia, todos aquellos protocolos en los que
habían siete o más ítems sin contestar, fueron descartados inmediatamente y excluidos de la
base de datos.
En lo que respecta a los datos atípicos, se emplearon gráficos de caja y bigotes para los
grupos de agresores y de población general con el fin de evaluar gráficamente el
comportamiento de las puntuaciones ponderadas y no ponderadas del CAPI. Adicionalmente,
se llevó a cabo un análisis de percentiles para ambas versiones de la escala.
Por su parte, en lo que respecta al grupo de agresores, a través del mismo gráfico
(Figura X) se puede observar que se trata de una distribución con menor dispersión y puntajes
mas elevados en la escala de abuso. Para este grupo, 4 personas (el 10%) alcanza
puntuaciones por debajo de los 118 puntos, el 25% (9 sujetos) se encuentra por debajo de los
172 puntos, el 50% (18 sujetos) presenta puntajes menores a 206, el 75% (26 personas)
obtuvo puntajes menores a 240 puntos, y el 90% (32 sujetos) se agrupó por debajo de los 284
puntos. Existe un sujeto (371) dentro de esta población que presenta un puntaje extremo de
355 puntos, siendo ésta la puntuación más elevada alta de toda la muestra.
Las comparaciones entre los puntajes ponderados obtenidos por los agresores y la
población general, se encuentran resumidas en percentiles en la Tabla X.
Tabla 19.
Cuartiles de las distribuciones de puntajes totales ponderados en
la escala de abuso para la población general y los agresores.
P5 P10 P25 P50 P75 P90 P95
Población General 39,9 48,9 62 96 143 203 239,7
Agresores 99,2 118 172 206 240 284,8 325,8
Tabla 20.
Cuartiles de las distribuciones de puntajes totales no
ponderados en la escala de abuso para la población general
y los agresores.
P5 P10 P25 P50 P75 P90 P95
Población General 8 9,9 13 20 26 35 40
Agresores 20,5 21,4 29 32,5 37 47 49
Figura 16. Distribución de puntajes totales no ponderados de
la Escala de Abuso del CAPI para el grupo de población
general y de agresores.
Tabla 21.
Pruebas Kolmogorov-Sminorv de normalidad para las distribuciones de puntajes de la
población general y de los agresores.
Hipótesis nula Test Sig. Decisión
La distribución de P_Total_CAPI del grupo Prueba Rechazar la
población general es normal con la media Kolmogorov-Smirnov 0.000 Hipótesis
110,26 y la desviación típica 61,99 de una muestra Nula
La distribución de P_Total_CAPI del grupo Prueba Retener la
de agresores es normal con la media 205,84 Kolmogorov-Smirnov 0.982 Hipótesis
y la desviación típica 61,04 de una muestra nula
La distribución de P_Total_CAPI_NO_Pond Prueba Rechazar la
del grupo población general es normal con la Kolmogorov-Smirnov 0.013 Hipótesis
media 20,79 y la desviación típica 9,60 de una muestra Nula
La distribución de P_Total_CAPI_NO_Pond Prueba Retener la
del grupo de agresores es normal con la media Kolmogorov-Smirnov 0.710 Hipótesis
33,44 y la desviación típica 8,07 de una muestra nula
Análisis de Confiabilidad
Tabla 22.
Coeficientes de confiabilidad para agresores y población general
empleando las distintas versiones de la Escala de Abuso del CAPI.
77 ítems con 77 ítems con
Puntajes Ponderados Puntajes Simples
Pob. General 0.84 0.866
Alfa de Cronbach Agresores 0.75 0.769
Total 0.858 0.876
Finalmente, fueron calculados los coeficientes de confiabilidad para las escalas de
validez del inventario, con la finalidad de compararlos con los obtenidos por el autor. En la
Tabla X pueden apreciarse las comparaciones entre los índices de consistencia interna
obtenidos para la escala de abuso y las escalas de validez, y los índices de confiabilidad del
instrumento original. Como puede observarse, las escalas de validez del inventario revelan
una menor consistencia interna que los 77 ítems de la escala de abuso en ambos estudios,
específicamente la escala de respuesta aleatoria, lo cual es esperado dado que se supone que
ésta mide aleatoriedad. A pesar de que las estimaciones de consistencia interna son más bajas
para estas escalas, sus confiabilidades se encuentran en un rango aceptable dado los
propósitos de cada una.
Tabla 23.
Coeficientes de confiabilidad de la Escala de Abuso en función de la muestra y de
las Escalas de validez para toda la muestra.
Escala de Escalas de validez
Abuso Mentira Resp. Aleatoria Inconsistencia
Pob. General 0.92 0.72 0.17 0.51
Estimado
Agresores 0.95 0.78 0.20 0.44
Pob. General 0.84 0.62 -0.08 0.71
Observado
Agresores 0.75 0.09 -0.06 0.66
Análisis de Ítems
Tabla 24.
Estadísticos descriptivos para los ítems descartables de la Escala de Abuso del Inventario de
Potencial de Maltrato Infantil, empleando el sistema de puntajes ponderados.
Alfa de la Significancia
escala Media del ítem de las
Ítems si el ítem es dif. de
borrado Pob. medias
Agresores
(0,858) General (p. <0.05)
3 Siempre he sido fuerte y sano 0.858 0.314 0.298 0.854
13 No se puede depender de los demás 0.858 1.700 1.518 0.327
14 Soy una persona feliz 0.857 0.174 0.094 0.137
En casa todo debe estar siempre en su
19 0.858 5.714 6.126 0.527
lugar
Estoy inscrito en el registro
32 0.858 0.200 0.051 0.194
electoral
A veces me preocupa no tener suficiente
36 0.859 5.485 5.533 0.965
para comer
39 Normalmente soy tranquilo 0.858 4.800 5.342 0.114
En estos días uno no sabe realmente en
74 0.858 6.628 6.212 0.451
quien confiar
Tengo varios amigos cercanos que son
81 0.858 0.857 0.812 0.856
mis vecinos
Un padre debe usar el castigo si quiere
129 0.858 0.441 0.426 0.866
controlar el comportamiento de un niño
134 A menudo me siento mejor que los demás 0.858 1.297 1.372 0.658
Por su parte, al analizar los ítems con puntajes no ponderados mediante la técnica de t de
Student, se encontró que 35 ítems de la prueba no discriminaban significativamente entre los
agresores y la población general (p. > 0,05, prueba de dos colas). Estos ítems fueron: 3, 13,
14, 19, 23, 29, 36, 39, 49, 52, 56, 63, 67, 68, 74, 75, 78, 81, 84, 93, 94, 105, 107, 108, 111,
112, 118, 120, 129, 134, 141, 145, 147, 152 y 154. De este total de 35 ítems, sólo nueve
podían ser retirados del instrumento sin disminuir la consistencia interna de la prueba (Ver
Tabla X).
Tabla 25.
Estadísticos descriptivos para los ítems descartables de la Escala de Abuso del Inventario de
Potencial de Maltrato Infantil, empleando el sistema de puntajes no ponderados.
Alfa de la Significancia
escala Media del ítem de las
Ítems si el ítem es dif. de
borrado Pob. medias
Agresores
(0,876) General (p. <0.05)
3 Siempre he sido fuerte y sano 0.878 0.3143 0.2989 0.854
13 No se puede depender de los demás 0.879 0.8715 0.7802 0.231
En casa todo debe estar siempre en su
19 0.876 0.7143 0.7964 0.331
lugar
39 Normalmente soy tranquilo 0.876 0.8000 0.9028 0.137
En estos días uno no sabe realmente en
74 0.878 0.8286 0.8219 0.928
quien confiar
Tengo varios amigos cercanos que son
81 0.877 0.2857 0.2724 0.870
mis vecinos
Un padre debe usar el castigo si quiere
129 0.876 0.4411 0.4262 0.866
controlar el comportamiento de un niño
134 A menudo me siento mejor que los demás 0.878 0.6684 0.6942 0.769
152 Me río un poco casi todos los días 0.877 0.1340 0.2146 0.365
Así, si se eliminaban los ítems: 3, 13, 19, 39, 74, 81, 129, 134 y 152, el alfa de cronbach
de la escala global aumentaba de 0,876 a 0,892.
Como puede apreciarse, por una parte, el aumento del coeficiente alfa de la escala era
muy bajo (0,018) si se empleaba un procedimiento de puntajes simples en lugar de uno
ponderado, por ende no existía aún un criterio que permitiera determinar qué procedimiento
emplear. Por otra parte, si se eliminaban los ítems señalados tanto en la escala ponderada
como en la no ponderada, los incrementos del coeficiente alfa también eran muy bajos (0,004
y 0,016 respectivamente) y además, en este sentido se mantenía en consideración la
advertencia del autor del instrumento sobre la posibilidad de que las tasas globales de
clasificación correcta del inventario disminuyeran si algunos ítems eran eliminados.
Para aclarar ambas interrogantes, se llevaron a cabo una serie de análisis discriminantes.
El objetivo era emplear los porcentajes de clasificación correcta del inventario como criterio
para tomar decisiones respecto a qué sistema de puntuación utilizar y a qué ítems excluir de la
escala.
En el Anexo L aparece detallado el aporte de cada uno de los ítems de la escala al
coeficiente alfa global, tanto en la versión ponderada como en la no ponderada y en el
Anexo M se especifican los ítems que no discriminan para ambas versiones de la escala.
Análisis Discriminante
Según Hair y cols. (1999), para llevar a cabo un análisis discriminante, el investigador
debe considerar el tamaño relativo de los grupos, si éstos varían ampliamente en tamaño, la
clasificación de las observaciones puede verse afectada (p. 263). Por tal motivo, dada la
considerable desproporción que existe entre los grupos de población general y de agresores
(348 y 35 sujetos respectivamente), se procedió a seleccionar aleatoriamente 40 sujetos de la
población general y a construir una nueva base de datos con sólo 75 sujetos (40 controles y 35
agresores) en la cual pudiese ser realizado el análisis discriminante.
Tabla 26
Tasas de clasificación para los agresores y la población general en
función de los 77 ítems ponderados de la escala de abuso ª.
Grupo de pertenencia pronosticado
Pob. General Agresores Total
Pob. General 36 4 40
Recuento
Agresores 7 28 35
Pob. General 90.0 10.0 100
%
Agresores 20.0 80.0 100
ª Clasificados correctamente el 85,3% de los casos agrupados originales.
Tabla 27.
Tasas de clasificación para los agresores y la población general en
función de los 77 ítems no ponderados de la escala de abuso ª.
Grupo de pertenencia pronosticado
Pob. General Agresores Total
Pob. General 34 6 40
Recuento
Agresores 5 30 35
Pob. General 85.0 15.0 100
%
Agresores 14.3 85.7 100
ª Clasificados correctamente el 85,3% de los casos agrupados originales.
La presente investigación concuerda con el autor en cuanto a lo que debe ser el objetivo
principal del inventario, por ende tras observar las tasas de clasificación, se determina que en
Venezuela debe ser empleado un sistema de puntuación simple (no ponderado) con el fin de
tener el mejor porcentaje de clasificación correcta para los agresores. Este sistema debe
emplearse al menos hasta que se desarrollen unas nuevas puntuaciones ponderadas para el
instrumento en el país.
Una vez determinado el sistema de puntuación que debe ser empleado, con el fin de
responder a la siguiente interrogante, se llevaron a cabo dos análisis discriminantes, uno con
los 77 ítems de la escala y otro con sólo 68. A través de las tasas de clasificación de ambas
versiones de la escala se pretendía establecer si los reactivos señalados en el análisis de ítems
debían ser o no eliminados.
Los resultados obtenidos indican que la escala de abuso no ponderada (bien sea con 77 ó
con 66 ítems) presenta exactamente las mismas tasas globales de clasificación correcta para
los sujetos (85,3%), teniendo el grupo de la población general la mejor clasificación y el de
los agresores la clasificación más baja. No obstante, cuando se emplean los 77 ítems
completos en la escala, el instrumento clasifica mejor a los agresores (85,7%) que cuando se
emplean sólo 68 ítems (82,9%) (Ver Tablas X y X).
Tabla 28.
Tasas de clasificación para los agresores y la población general en
función de los 68 ítems no ponderados de la escala de abuso ª.
Grupo de pertenencia pronosticado
Pob. General Agresores Total
Pob. General 35 5 40
Recuento
Agresores 7 28 35
Pob. General 87.5 12.5 100
%
Agresores 17.1 82.9 100
ª Clasificados correctamente el 85,3% de los casos agrupados originales.
En síntesis, las versiones con puntajes no ponderados arrojaron las tasas de clasificación
correcta más altas para los agresores en Venezuela, esto parece indicar que el sistema de
puntuación simple es el más idóneo para alcanzar los objetivos del instrumento, que como ya
se ha mencionado, consiste en maximizar el porcentaje de clasificación correcta de los
agresores dentro de su respectivo grupo. Más específicamente, el empleo de la escala de
abuso con los 77 ítems completos, ofrece las tasas de clasificación correcta más altas en el
país.
No obstante, se considera necesario reestructurar cada uno de los 35 ítems que según el
análisis de ítems no discriminan significativamente en esta versión de la escala, esto podría
elevar considerablemente las tasas globales de clasificación correcta del instrumento.
El test KMO (0,791) y la prueba de esfericidad de Bartlett (p. 0,000) indican que la
muestra es adecuada para la realización de un análisis factorial. De esta forma, se obtuvo una
estructura factorial de ocho (8) componentes correlacionados que explican un 35,12% de la
varianza total observada. Los componentes se obtuvieron a través de la matriz rotada que
convergió en 16 interacciones y se eligió como criterio para la selección de los ítems una
carga mayor o igual a 0,30 por componente. Los ítems que presentaran cargas mayores a 0,30
en más de un factor o cargas inferiores a 0,30, se incluyeron a aquel componente en el cual su
carga fue más alta (Ver Anexo P).
Tabla 29.
Matriz rotada de los componentes.
Ítems C1 C2 C3 C4 C5 C6 C7 C8
17 Suelo estar enojado ,552 ,127 ,275 ,259 ,225 ,118 ,103 ,200
56 Suelo molestarme fácilmente ,484 ,104 ,120 ,297 ,204 ,029 ,079 ,082
73 Me resulta difícil relajarme ,384 ,044 ,262 ,205 ,182 ,319 ,006 -,097
A mi familia le cuesta llevarse
94 ,442 -,012 ,189 ,276 -,039 ,263 ,265 ,290
bien
A veces no sé por qué actúo
102 ,336 ,187 ,279 ,188 ,288 ,422 -,184 -,056
como lo hago
A menudo me siento muy
105 ,788 ,033 ,253 ,158 ,225 ,203 ,230 ,178
molesto
Me molesto fácilmente por mis
109 ,644 ,228 ,414 ,233 ,422 ,422 -,033 -,052
problemas
120 A menudo estoy molesto ,725 ,049 ,134 ,186 ,252 ,145 ,187 ,138
A menudo estoy molesto y no sé
138 ,686 ,110 ,337 ,221 ,187 ,251 ,160 ,097
por qué
3 Siempre he sido fuerte y sano -,054 -,400 ,107 ,149 -,091 ,147 ,061 ,032
7 La gente espera demasiado de mi ,162 ,294 ,254 ,067 ,269 ,227 ,030 ,136
No se puede depender de los
13 ,078 ,183 ,123 ,007 -,106 ,035 -,035 -,028
demás
En la casa todo debe estar
19 -,085 ,480 -,128 ,254 -,104 -,084 -,131 ,287
siempre en su lugar
Los niños varones nunca deben
24 ,173 ,393 ,213 -,016 ,040 ,204 ,034 ,170
aprender juegos de niñas
Los niños no deben desobedecer
26 ,279 ,537 ,214 ,004 ,097 ,247 ,083 ,079
nunca
Un niño nunca debe responderle
54 ,105 ,407 ,038 ,162 ,107 ,170 ,037 ,068
a sus mayores
Los niños deben estar siempre
68 ,033 ,532 ,115 ,285 ,135 ,135 -,035 ,132
limpios
80 Los niños deben estar callados y ,031 ,500 ,065 ,151 ,112 ,070 -,095 ,015
escuchar
108 Un hogar debe estar impecable -,055 ,597 -,017 ,339 ,062 ,022 -,115 ,118
Un buen hijo mantiene sus
122 juguetes y ropa limpios y ,068 ,594 ,074 ,045 ,116 ,115 -,071 ,114
ordenados
Los niños siempre deben ser
127 ,111 ,596 ,071 -,007 ,157 ,035 ,081 -,042
ordenados
Un padre debe usar el castigo si
129 quiere controlar el ,202 ,229 ,153 ,077 -,118 ,093 -,005 ,039
comportamiento de un niño
Los niños no deben causar
130 ,113 ,534 ,223 -,070 ,135 ,360 ,121 ,008
problemas
Un niño necesita reglas muy
132 ,146 ,416 ,229 -,053 ,087 ,338 -,253 -,052
estrictas
A veces me preocupa que mis
153 ,162 ,376 ,123 ,130 ,179 ,322 ,044 -,143
necesidades no sean satisfechas
5 Soy una persona confundida ,190 ,146 ,591 ,195 ,521 ,138 -,231 -,207
9 A menudo estoy confundido ,194 ,063 ,408 ,244 ,357 ,074 -,015 ,038
22 A menudo me siento rechazado ,405 ,146 ,515 ,237 ,411 -,046 ,136 ,228
Estoy inscrito en el registro
32 ,095 ,008 ,425 -,001 -,037 ,055 ,142 ,145
electoral
Por lo general las cosas de la vida
41 ,150 ,149 ,559 ,046 ,195 ,319 -,048 ,013
han estado en mi contra
45 Tengo un niño que es malo ,236 ,130 ,538 -,074 ,097 ,263 -,041 ,046
47 A veces me siento poca cosa ,203 -,014 ,579 ,220 ,317 -,031 ,034 -,099
Tengo un niño que se mete
69 ,192 ,090 ,376 ,073 ,134 ,132 ,163 ,058
mucho en problemas
76 Tengo una discapacidad física ,162 ,031 ,544 -,008 ,178 ,179 ,027 ,122
A menudo la vida me parece
95 ,297 ,024 ,443 ,035 ,060 ,041 ,309 ,376
inútil
Mi hijo tiene problemas
113 ,209 ,046 ,431 -,005 ,048 ,156 ,145 ,104
especiales
128 Tengo un niño que es lento ,242 ,066 ,287 ,086 -,033 ,149 ,138 ,383
A veces tengo miedo de perder el
28 ,270 ,199 ,170 ,443 ,203 ,331 -,117 -,057
control de mi mismo
A veces me gustaría que mis
29 padres me hubieran ,156 ,223 ,097 ,346 ,256 ,094 ,233 ,263
querido más
A veces me preocupa no tener
36 -,035 ,162 ,024 ,542 ,003 -,043 ,098 ,368
suficiente para comer
49 A veces estoy muy triste ,226 ,085 ,140 ,456 ,399 ,086 ,090 ,009
52 A menudo me siento preocupado ,272 ,011 ,123 ,600 ,213 ,132 ,044 ,041
63 Suelo sentirme preocupado ,229 ,113 -,010 ,591 ,138 ,097 ,138 ,140
La gente me ha causado mucho
67 ,223 ,047 ,082 ,450 ,300 ,381 ,265 ,425
dolor
En estos días uno no sabe
74 -,056 ,046 -,017 ,146 -,009 ,143 -,003 -,007
realmente en quién confiar
Los niños deben tener una ropa
77 ,192 -,266 ,207 -,331 -,010 ,316 -,083 -,174
para salir y otra ropa para jugar
Los demás no entienden cómo
78 ,263 ,240 ,092 ,492 ,217 ,096 ,135 ,145
me siento
Tengo varios amigos cercanos
81 ,075 -,180 ,183 ,231 ,012 ,064 -,068 -,049
que son mis vecinos
84 Sufro de dolores de cabeza ,215 -,032 ,037 ,376 ,035 ,126 ,146 ,012
93 Tengo miedos que nadie sabe ,241 -,095 ,192 ,383 ,215 ,089 ,128 ,053
Muchas cosas en la vida me
112 ,360 ,193 ,078 ,481 ,173 ,027 ,107 ,117
molestan
A veces me siento solo en el
18 ,137 ,186 ,213 ,106 ,549 ,424 -086 ,060
mundo
23 A menudo me siento solo ,274 ,087 ,235 ,252 ,575 ,089 ,286 ,317
A menudo me siento muy
25 ,176 ,078 ,377 ,173 ,561 ,151 ,053 ,078
frustrado
90 No me río mucho ,174 ,316 ,119 ,001 ,357 ,267 -011 -094
118 A menudo me deprimo ,490 ,089 ,188 ,335 ,531 ,058 ,173 ,134
143 A menudo me siento muy solo ,441 ,106 ,178 ,093 ,627 ,241 ,443 ,023
145 A menudo me siento solo ,338 ,123 ,088 ,176 ,714 ,247 ,251 ,106
83 Mi familia pelea mucho ,383 -,060 ,214 ,141 -,005 ,414 ,311 ,308
Otras personas han hecho mi vida
100 ,101 ,170 ,024 ,166 ,149 ,657 ,095 ,142
infeliz
Tengo muchos problemas
103 ,367 ,167 ,404 ,122 ,419 ,494 ,056 -,202
personales
Mi familia tiene muchos
148 ,409 ,139 ,389 -,002 ,188 ,565 ,256 ,043
problemas
Otras personas han hecho mi vida
151 ,225 ,175 ,228 ,120 ,247 ,706 ,220 ,116
difícil
14 Soy una persona feliz ,122 -,057 ,227 ,322 ,240 ,035 ,416 ,016
75 Mi vida es feliz ,298 -,107 ,067 ,205 ,218 ,145 ,484 ,254
107 Mi vida es buena ,174 -,212 ,122 ,008 ,038 ,175 ,421 ,229
111 Mis padres no me entendían ,268 ,009 ,105 ,279 ,280 ,050 ,370 ,277
141 Tengo una buena vida sexual ,109 ,016 ,052 ,057 ,111 ,087 ,499 ,062
En estos momentos, estoy
147 ,043 ,073 ,076 ,087 ,076 ,193 ,437 ,045
profundamente enamorado
Me río un poco casi todos los
152 ,095 ,066 ,028 -,157 ,022 -,089 ,392 -,189
días
154 A menudo siento miedo ,362 ,091 ,152 ,288 ,230 ,160 ,439 ,001
38 Soy una persona desafortunada ,227 ,129 ,204 ,017 ,288 ,097 ,179 ,506
39 Normalmente soy tranquilo -,058 ,166 -,179 ,220 -,030 -,059 -,123 ,352
98 La gente no me entiende ,312 ,160 ,252 ,321 ,106 ,257 ,191 ,437
A menudo siento que no valgo
99 ,152 ,077 ,291 ,227 ,323 ,019 ,031 ,434
nada
Los niños deben ser cuidados
115 ,175 ,087 ,279 -,028 ,160 ,168 -,059 ,380
pero no escuchados
A menudo me siento mejor que
134 -,081 -,078 ,010 ,120 -,086 -,017 ,117 -,185
los demás
Como puede apreciarse, existen cinco ítems (7, 13, 74, 128 y 134) que presentan cargas
factoriales inferiores a 0,30 y que no obstante, fueron incluidos en el factor correspondiente a
su carga más alta.
Asimismo, el segundo factor encontrado, compuesto por 16 ítems, coincide con 12 ítems
de la subescala Rigidez de la versión original del inventario. La diferencia estriba en que el
factor encontrado incluye cuatro ítems provenientes de otras subescalas del instrumento (3,
13, 129 y 153), y en que los ítems 32 y 115, que pertenecían anteriormente a ésta escala, en
esta oportunidad se ubicaron en otros componentes. Así, en nuestra cultura, parece replicarse
la dimensión Rigidez presente en el instrumento original, motivo por el cual, se decidió
colocarle el mismo nombre a este primer componente.
En esta misma línea, el tercer componente estuvo conformado por 12 ítems, los cuales
incluyen todos los reactivos de la anterior subescala Problemas de relación consigo mismo y
con el niño (45, 69, 76, 113 y 128), con la excepción del ítem 3 que pasó a formar parte del
segundo componente. Asimismo, esos 12 ítems también incluyen seis reactivos que formaban
parte de la subescala Malestar psicológico (5, 9, 22, 41, 47 y 95), y un ítem (32) que proviene
de la subescala Rigidez. De esta forma, la subescala Problemas de relación consigo mismo y
con el niño parece replicarse en nuestra cultura y el contenido cualitativo de los ítems que se
le añaden, amplían la noción descrita para esta escala por el autor del instrumento original.
Por tal motivo, se decidió mantener la etiqueta Problemas consigo mismo y con el niño para
este componente.
Esta tercera dimensión se relaciona con el grado en que el entrevistado posee esquemas
perceptuales negativos sobre de sí mismo y sobre el niño. Este conjunto de creencias llevan al
individuo a desestimar las capacidades del niño y sus propias competencias personales, lo
cual teóricamente contribuye con la probabilidad de que una persona maltrate a un niño.
Seguidamente, el cuarto componente resultante del análisis está compuesto por 14 ítems,
de los cuales diez (28, 29, 36, 49, 52, 63, 78, 84, 93 y 112) pertenecían a la subescala
Malestar psicológico en la versión original del CAPI. Dos ítems (77 y 81) provienen de la
anterior escala Infelicidad y dos ítems más (67 y 74) provienen de la escala Problemas con los
otros. Al ver la Tabla 29, puede apreciarse que todos estos reactivos hacen referencia a
angustias, miedos y sobre todo a preocupaciones personales del encuestado, por tal razón a
este componente se le dio el nombre de Angustia y preocupación. El mismo hace referencia
a una incomodidad ocasionada por problemas personales, ansiedad, desconfianza y estrés
parental. Estos elevados montos de angustia pueden influir en la tendencia de la persona a
perder el control de sí misma, lo cual se encuentra asociado con la conducta abusiva.
En esta misma línea, el quinto componente resultó compuesto por siete ítems, de los
cuales seis (18, 23, 25, 118, 143 y 145) también formaban parte de la subescala Malestar
Psicológico en la versión original del cuestionario. El ítem restante (90) proviene de la
anterior subescala Infelicidad. En esta oportunidad, todos los ítems que conforman el
componente hacen referencia específicamente a sentimientos de soledad, frustración y tristeza
experimentados por el encuestado (Ver Tabla 29). Esta dimensión alude a un estado de
abatimiento general en el que existe una experiencia de desolación y cierto grado de malestar
afectivo que pueden influir en la conducta abusiva. Así, a este quinto componente se le dio el
nombre de Disforia.
El sexto componente hallado en el presente estudio, incluye los ítems: 83, 100, 103, 148
y 151. Para la versión original del CAPI (Milner, 1986), los ítems 100 y 151 formaban parte
de la subescala Problemas con los otros, mientras que los ítems 83 y 148 constituían la
subescala Problemas con la familia. Por su parte, el ítem 103 era parte de la subescala
Malestar psicológico. En esta oportunidad, todos estos ítems parecen agruparse en un sólo
componente cuya naturaleza hace alusión, por una parte, a la cantidad de problemas presentes
dentro de la familia de quien contesta el inventario y por otra, a la medida en la que relaciones
interpersonales son vistas como fuentes de problemas personales y de malestar, más que como
un recurso. Por tal motivo, se mantuvo para este componente el nombre de la subescala
Problemas con los otros dado que es una etiqueta que permite abarcar también las
dificultades en las relaciones familiares.
En lo que respecta al séptimo componente, éste estuvo constituido por dos ítems
provenientes de la anterior subescala Malestar psicológico (111 y 154) y todos los ítems de la
subescala Infelicidad del instrumento original (14, 75, 107, 141, 147 y 152), con la excepción
de los ítems 38, 77, 80, 90 y 134 que pasaron a formar parte de otros factores. De esta forma,
el componente Infelicidad de la versión original parece surgir también en nuestra cultura y al
igual que en el instrumento original, hace referencia a la polaridad felicidad/infelicidad
general que experimentan las personas para con sus vidas. Dado que se trata de los mismos
ítems de esa subescala y que los ítems añadidos también se asocian con esos contenidos, se
decidió mantener el nombre Infelicidad para este componente.
Tabla 30.
Coeficientes de confiabilidad de los componentes obtenidos en el Inventario
de Potencial de Maltrato Infantil.
Componentes
1 2 3 4 5 6 7 8
Alfa de Cronbach 0.751 0.701 0.732 0.666 0.727 0.698 0.567 0.290
La mayoría de las escalas obtenidas presentan una consistencia interna aceptable que
indica que las mismas son confiables en nuestra cultura. No obstante, los componentes 4, 7 y
8 (Angustia, Infelicidad y Disconformidad) presentan coeficientes más bajos. Tras el análisis
de ítems se aprecia que todos los coeficientes alfa se elevarían de ser eliminados precisamente
los ítems que no discriminan (Ver Anexo Q). Sin embargo, los componentes 7 y 8 aún así no
alcanzan el mínimo de 0,70 en sus coeficientes para que puedan ser consideradas confiables y
adecuadas.
Validez Discriminante
Tabla 31.
Diferencias en los puntajes del Inventario de Potencial de Maltrato
Infantil en función del sexo.
Sexo
Significancia
Masculino Femenino
Puntaje promedio del CAPI 22,24 21,9 0.792
Por último, a través de un análisis de varianza simple, se encontró que la variable nivel
socioeconómico (NSE) genera diferencias significativas en el potencial de maltrato infantil
observado en los sujetos de la muestra (Ver Tabla X). En este sentido, el grupo de NSE bajo
presenta puntuaciones más elevadas (33,59 puntos) en la escala de abuso que el resto de los
grupos, indicando que éstas personas tienen un potencial significativamente más alto que el
presentado por los sujetos de niveles medio, medio alto y alto. Sin embargo, no existen
diferencias importantes entre las puntuaciones de la escala de abuso obtenidas por las
personas de NSE bajo y medio bajo (29,03). Por tal motivo, las personas de NSE medio bajo
también presentan puntaciones significativamente elevadas (29, 07 puntos) con respecto a los
grupos de NSE medio, medio alto y alto. De esta manera, las personas de NSE bajo y medio
bajo presentan mayores probabilidades de maltratar físicamente a un niño que las personas de
otros estratos socioeconómicos.
Finalmente, es importante señalar que las personas de NSE medio y alto no difieren
entre sí en cuanto a su potencial de maltrato infantil, sin embargo suelen tener mayores
probabilidades de agredir a un niño que las personas de NSE medio alto y menores
probabilidades que las de NSE bajo y medio bajo. De esta manera se aprecia que en los
estratos socioeconómicos más bajos existe un potencial de maltrato infantil significativamente
más importante.
Tabla 32.
Diferencia honestamente significativa de Tukey para los
puntajes del CAPI en función del Nivel socioeconómico.
NSE
Medio Medio Medio Bajo
Alto
alto bajo
Alto 1.38 2.49 8.10 12.6*
Medio alto 3.88* 9.49* 14.01*
NSE Medio 5.61* 10.13*
Medio bajo 4.51
Bajo
** La correlación es significativa al nivel 0,05.
Validez relacionada con el Criterio (Validez concurrente)
La primera correlación de realizó entre los puntajes totales del CAPI y del Cuestionario
de Apoyo social, obteniéndose un coeficiente de -0,345. Esto indica que, tal como se
esperaba, existe una asociación moderada baja y negativa entre ambas variables, de forma tal
que los puntajes bajos en apoyo social percibido se relacionan con puntajes más altos de
potencial de maltrato infantil (Ver Tabla X).
Tabla 33.
Coeficientes de correlación de Pearson entre los puntajes del CAPI y del
Cuestionario de Apoyo social.
Puntaje Total Puntaje Total
CAPI Apoyo Social
Correlación de Pearson 1 -0.345**
Puntaje Total CAPI
Sig. (bilateral) 0.000
Correlación de Pearson -0.345** 1
Puntaje Total Apoyo Social
Sig. (bilateral) 0.000
** La correlación es significativa al nivel 0,01 (bilateral).
Más específicamente, se obtuvieron las correlaciones para cada uno de los componentes
de la variable apoyo social: Apoyo social de amigos, Apoyo social familiar y Apoyo social
religioso. En cuanto al apoyo social de amigos, se obtuvo un coeficiente de -0,246 que
evidencia una relación lineal negativa y baja pero significativa entre el apoyo social que las
personas perciben de sus amigos y el potencial de maltrato infantil. De esta manera se aprecia
que las personas que reportan un menor apoyo social percibido por parte de sus amigos,
presentan puntuaciones más altas de potencial de maltrato infantil.
Asimismo, se obtuvo un coeficiente de correlación de -0,384 entre el Apoyo social
Familiar y las puntuaciones de potencial de maltrato del CAPI. Este coeficiente evidencia una
relación lineal de mayor magnitud que la que existe incluso entre el Apoyo social general y el
potencial de maltrato infantil. Esto indica que el apoyo social percibido por parte de la familia
se asocia moderada y negativamente con los puntajes obtenidos en el CAPI, de forma tal que
las personas que reportan un menor apoyo social familiar, presentan puntuaciones más altas
en la escala de abuso.
Tabla 34.
Coeficientes de correlación de Pearson entre los puntajes del CAPI y los puntajes
en los componentes del Apoyo social.
Apoyo Social Apoyo Social Apoyo Social
de Amigos Familiar Religioso
Puntaje Total Correlación de Pearson -0.246** -0.348** -0.207**
CAPI Sig. (bilateral) 0.000 0.000 0.000
** La correlación es significativa al nivel 0,01 (bilateral).
En los tres casos puede apreciarse que las personas que perciben un menor apoyo social
de cualquiera de las tres fuentes (amigos, familia, religión) presentan puntajes más altos de
potencial de maltrato infantil. Sin embargo, el Apoyo social familiar es el que se encuentra
más relacionado con el potencial de maltrato en las personas.
La segunda correlación estimada se calculó entre los puntajes totales del CAPI y los
puntajes totales del Cuestionario de Historia Infantil (CHQ). Para estas variables, se obtuvo
un coeficiente significativo de 0,288 que evidencia, al igual que en otros estudios, la
existencia de una relación positiva y baja entre los antecedentes de maltrato en la infancia y el
potencial de maltrato infantil. Esta relación indica que las personas que reportan un mayor
número de antecedentes de maltrato en su infancia, presentan puntajes más altos en la
probabilidad de ejecutar de maltrato infantil (Ver Tabla X).
Tabla 35.
Coeficientes de correlación de Pearson entre los puntajes del CAPI y del
Cuestionario de Historia Infantil.
Puntaje Total
Puntaje Total
Antecedentes
CAPI
de Maltrato
Correlación de Pearson 1 0.288**
Puntaje Total CAPI
Sig. (bilateral) 0.000
Puntaje Total Antecedentes Correlación de Pearson 0.288** 1
de Maltrato Infantil Sig. (bilateral) 0.000
** La correlación es significativa al nivel 0,01 (bilateral).
No obstante, la magnitud de la relación encontrada entre estas dos variables es más baja
que la reportada en otras investigaciones. Por ende, se procedió a calcular los coeficientes de
correlación entre el potencial de maltrato infantil y los antecedentes de maltrato recibidos
directamente por una parte, y los antecedentes de maltrato observados, ambas correlaciones
por separado.
Tabla 36.
Coeficientes de correlación de Pearson entre los puntajes del CAPI y los puntajes
del CHQ en función del maltrato recibido y observado.
Antecedentes de Antecedentes de
Maltrato recibido Maltrato observado
Puntaje Total Correlación de Pearson 0.335** 0.174**
CAPI Sig. (bilateral) 0.000 0.000
** La correlación es significativa al nivel 0,01 (bilateral).
Tabla 37.
Coeficientes de correlación de Pearson entre los puntajes del CAPI y la ejecución
de maltrato infantil.
Puntaje Total Ejecución de
CAPI Maltrato
Correlación de Pearson 1 0.360**
Puntaje Total CAPI
Sig. (bilateral) 0.000
Correlación de Pearson 0.360** 1
Ejecución de Maltrato
Sig. (bilateral) 0.000
** La correlación es significativa al nivel 0,01 (bilateral).
Tabla 38.
Puntajes de corte sugeridos para las escalas de validez del
Inventario de Potencial de Maltrato Infantil.
Escala de Validez / Índice Punto de corte de la escala ͣ
Escala de mentira 14
Escala de inconsistencia 10
Escala de Resp. Aleatoria 9
Índice de Deseabilidad Social M ≥ 14 y RA ≤ 8
Índice de Autodescalificación RA ≥ 9 y IC ≤ 9
Índice de Respuesta Aleatoria RA ≥ 9 y RA ≥ 10
ͣ Los puntajes escalares obtenidos que estén por encima de estos
valores se consideran elevados.
En la Tabla X las tres escalas de validez con sus respectivos índices y puntos de corte.
Estos puntos de corte para las escalas de validez, por recomendación del autor del
instrumento, fueron establecidos a partir del cálculo de los percentiles 95 para cada una de
ellas.
Una vez comprobados los índices de validez, aquellos protocolos en los que resulten
negativos estos índices, podrán ser interpretados. Para ello, es necesario contar con puntos de
corte en la Escala de Abuso que permitan determinar cuándo una persona presenta un bajo o
un alto potencial de maltrato.
33
29
26
21
19
Figura 17. Puntajes de corte para la Escala de Abuso del Inventario de Potencial de
Maltrato Infantil.
Inicialmente se encontró que por debajo de los 29 puntos se ubica un 75% de la muestra
completa, porcentaje que se considera bastante elevado, lo cual indica que, de forma
preliminar, éste puede ser un punto de corte adecuado para determinar qué personas presentan
el potencial de maltrato infantil más elevado (el 25% superior de la muestra).
Para determinar las puntuaciones de corte por debajo de las cuales se puede afirmar que
las personas presentan bajas probabilidades de agredir a un niño, se observa que 19 resulta ser
la puntuación más estricta que puede emplearse dado que, con toda certeza, ningún agresor
infantil obtuvo puntuaciones iguales o inferiores. Asimismo, el puntaje más estricto que puede
usarse para detectar a las personas con puntuaciones elevadas, es el 33 dado que la mitad de
los agresores obtuvo puntuaciones por encima de este corte.
Tabla 39.
Puntaje de corte para la Escala
de Abuso del Inventario de
Potencial de Maltrato Infantil.
Escala Punto de corte
Escala de Abuso 26
Análisis Adicionales
En el caso de las escalas ponderadas, pueden ser utilizadas cualquiera de las versiones,
la de 77 ítems o la de 66 ítems, dado que ambas presentan las mismas tasas de clasificación
correcta para los agresores (80%) y para la población general (90%). En este sentido, las tasas
de clasificación de la escala ponderada no varían en función del número de ítems, por ende el
único criterio que podía emplearse para decidir si los reactivos se retiraban o no, era la
evaluación de la estructura factorial de ambas versiones, con el fin de emplear aquella que
presentara la solución más limpia, parsimoniosa e interpretable. De esta forma, se llevó a cabo
un análisis factorial para cada una de las escalas, ambos análisis con rotación Promax y un
autovalor de 2.
Para la versión de 77 ítems ponderados se obtuvo una solución factorial de seis (6)
componentes que explicaba un 31,2% de la varianza total observada y se estableció un criterio
de 0,30 para la inclusión de los ítems en sus respectivos factores (Ver Anexo R). Una vez
cargados los reactivos en cada uno de los componentes, se observó que los ítems: 3, 13, 14,
19, 32, 36, 39, 74, 77, 81, 129, 134 y 152 no alcanzaban el criterio necesario para ser
incluidos en ningún factor (presentaban cargas que oscilaban entre 0,005 y 0,238).
De estos ítems que no cargaban a ningún factor, 11 se corresponden con los reactivos
que según el análisis de ítems debían ser eliminados. Dado que el objetivo es contar con la
mejor estructura factorial y las tasas de clasificación se van a mantener intactas, se decidió
eliminar los ítems. Cuando se emplea un sistema de puntuaciones ponderadas en nuestra
cultura, lo mejor es emplear la escala de abuso de 66 dado que presenta una estructura
factorial más clara y además, se incrementa la confiabilidad global del instrumento (α=0,862).
Para la Escala de Abuso con 66 ítems y puntajes ponderados se obtuvo un índice KMO
de 0,821 que señala que la muestra es adecuada para la realización de un análisis factorial.
Asimismo, se obtuvo una estructura factorial de cinco (5) componentes correlacionados que
explican un 31,3% de la varianza total observada (el mismo porcentaje de varianza explicado
por la escala con 77 ítems). Los componentes se obtuvieron a través de la matriz rotada que
convergió en 21 interacciones y se eligió como criterio para la selección de los ítems una
carga mayor o igual a 0,30 por componente. Los ítems que presentaron cargas mayores a 0,30
en más de un factor, se incluirían en aquel componente en el que su carga fuese más alta
(Ver Anexo S).
El tercer factor estuvo constituido por la totalidad de los ítems de la subescala Rigidez
de la versión original del inventario, con la salvedad de que dos ítems de la escala malestar
psicológico y dos de la subescala infelicidad también formaron parte de este componente. No
obstante, los ítems 19 y 32, que pertenecían a ésta escala en el instrumento original, fueron
eliminados por no tener la capacidad para discriminar significativamente entre los grupos de
agresores y población general. Asimismo, el ítem 115 que también pertenecía anteriormente a
la subescala rigidez, en esta oportunidad se ubicó en otro componente. De esta manera, en
nuestra cultura parece replicarse la dimensión que hace referencia a estilos parentales rígidos
y expectativas estrictas en torno al comportamiento de los hijos. Estas actitudes inflexibles
con respecto a la infancia hacen que los padres tiendan a forzar a sus hijos para que encajen
en un molde rígido que ellos mismos han establecido. Por tal razón, se decidió mantener para
este componente el nombre Rigidez.
Seguidamente, el cuarto componente estuvo constituido por ocho ítems que
anteriormente pertenecían a la subescala malestar psicológico, un ítem proveniente de la
subescala problemas con los otros y cuatro ítems que constituían la mitad de la subescala
infelicidad del instrumento original. Este factor hace referencia a un estado generalizado de
tristeza e infelicidad experimentado por el encuestado, aunado a sentimientos de soledad,
aislamiento e incomprensión. Dado que el 60% de los ítems de este factor provienen de la
anterior subescala malestar psicológico, es posible afirmar que ésta dimensión hace referencia
a un tipo de malestar psicológico específicamente relacionado con un estado de aflicción y
abatimiento afectivo. Por tal motivo, a este cuarto factor se le dio el nombre de Disforia.
El test de M de Box (14,48) fue significativo (p. > 0,01), lo cual indica que se acepta la
hipótesis de que la estructura de varianza y covarianza eran iguales para ambos grupos,
evidenciando así la pertinencia de este tipo análisis para la muestra en cuestión. Asimismo, se
obtuvo un autovalor de 1,3 que indica que la función posee la capacidad para discriminar
entre los grupos. Seguidamente, se obtuvo una correlación canónica de 0,753, que explica un
100% de la varianza total y representa una alta correlación entre las variables originales que
conforman la función discriminante (Ver Tabla X).
Tabla 40.
Autovalor y Correlación canónica.
% de varianza Correlación
Función Autovalor % de varianza
acumulada canónica
1 1,307a 100,0 100.0 0.753
a
Se ha empleado la primera función discriminante canónica en el análisis.
De igual manera, se obtuvo un lambda (0,433) significativo (p. < 0,01) que indica que
sólo una porción pequeña de la varianza total de las puntuaciones discriminantes no es
explicada por la pertenencia a los grupos. Así, se obtienen indicadores de que la función sí
discrimina entre los grupos (Ver Tabla X).
Tabla 41.
Coeficiente Lambda de Wilks.
Contraste de función Lambda de Wilks Chi Cuadrado gl Significancia
1 0.433 58,940 3 0.000
La matriz de estructura revela que todas las variables discriminantes del presente estudio
contribuyen de forma significativa (criterio > 0,30) a la clasificación de los grupos. En esta
matriz, las variables: Potencial de maltrato infantil, Antecedentes de trauma en la infancia y
Apoyo social correlacionaron significativamente con la función (0,821; 0,699 y -0,605
respectivamente) (Ver Tabla X).
Tabla 42.
Matriz de estructura
Función 1
Puntaje Total CAPI 0.821
Puntaje Total Antecedentes 0.699
Puntaje Total Apoyo social - 0,605
Las funciones de los centroides fueron de -1,06 para la población general y 1,19 para los
agresores, lo cual indica que la media de los puntajes discriminantes para la población general
es más baja que la de los agresores. En este sentido, existe una distancia significativa entre las
medias de ambos grupos de la función, señalando así que ésta discrimina entre estos.
Tabla 43.
Funciones en los centroides
de los grupos.
Tipo de Muestra Función
Población General -1,068
Agresores 1,190
De esta manera, se puede concluir que la función compuesta por las variables: Potencial
de Maltrato Infantil, Apoyo social y Antecedentes de trauma en la infancia, discrimina entre
los sujetos de los grupos y clasifica correctamente a un 90,5% de los casos, un 5,2% más de lo
que clasifica el Inventario de potencial de maltrato infantil por sí solo.
Tabla 44.
Estadísticos de resultados de la clasificación a.
Grupo de pertenencia pronosticado
Pob. General Agresores Total
Pob. General 37 2 39
Recuento
Agresores 5 30 35
Pob. General 94.9 5.1 100
%
Agresores 14,3 85.7 100
a
90,5% de los casos agrupados correctamente.
El modelo predictivo de la función discriminante describe el perfil de una persona con
alto potencial de abuso, considerables antecedentes de maltrato en su infancia y un escaso
apoyo social percibido. Los individuos que presenten este perfil serán clasificados en el grupo
de agresores. Por su parte, las personas que presenten un perfil con bajo potencial de abuso,
pocos antecedentes de trauma en la infancia y un moderado o alto apoyo social percibido,
serán clasificadas en el grupo de población general. Como puede apreciarse, la conjunción de
estas tres variables conocidas permite clasificar de forma precisa a los sujetos dentro de los
grupos mencionados.
V. DISCUSION DE RESULTADOS
Este inventario elaborado por Milner (1986) en Estados Unidos, permite obtener una
estimación del potencial de maltrato infantil, entendido como el riesgo o probabilidad que
tienen los padres/cuidadores de maltratar físicamente a sus hijos o a los niños que se
encuentren bajo su custodia. Este constructo incluye una serie de factores: rigidez, malestar
psicológico, infelicidad, problemas consigo mismo y con el niño, problemas con la familia
y problemas con los otros.
Es posible que por este motivo, tras la realización de los análisis se encontrara que
algunas de las personas de la población general presentaban un potencial de maltrato
significativamente alto, incluso tan elevado como el del grupo de agresores, siendo así
posible que en ese grupo existieran agresores encubiertos.
Asimismo, es importante destacar que la versión original del instrumento (Milner,
1986) se llevó a cabo con una muestra compuesta por un 11,6% de agresores físicos
infantiles y un 88,4% de padres de la población general, proporciones similares a las
empleadas en este estudio.
Es importante destacar que dentro del grupo de agresores también existe una
desproporción importante en cuanto a la cantidad mujeres y hombres, no obstante, en este
grupo la desproporción vine dada por el proceso de muestreo, el cual se limitó
exclusivamente a cárceles masculinas de manera tal que no fueron incluidas personas de
género femenino.
Finalmente, en relación a la edad de los padres y madres del estudio, se encontró que
ésta oscila en un rango comprendido entre los 20 y los 73 años. La media de edades fue de
39,8 años con una desviación típica de 8,35. La edad promedio de la muestra empleada fue
similar a la obtenida por Milner (1986), en cuyo estudio el promedio fue de 32,3 años con
una desviación de 8,1 años.
Como ya fue señalado, el objetivo fundamental tras el desarrollo del inventario CAPI
es contar con ítems que individualmente predigan el maltrato y que, en conjunto,
constituyan una escala de detección que pueda clasificar correctamente el máximo
porcentaje de sujetos posible. En este sentido, las tasas de clasificación correcta del
inventario fueron tomadas como criterio principal para decidir cuál de los sistemas de
puntuación debía ser empleado en nuestra cultura.
Los resultados del análisis discriminante revelan que en general, la Escala de Abuso
del CAPI presenta elevadas tasas de clasificación correcta para los sujetos en los grupos de
agresores y no agresores. Más específicamente, ambas versiones del instrumento
(ponderada y no ponderada) clasifican correctamente al mismo porcentaje global de sujetos
(85,3%), la diferencia estriba en que la escala que emplea el sistema de puntajes
ponderados clasifica mejor a los sujetos de la población general (90%) que a los agresores
(80%); mientras que la versión no ponderada de la escala clasifica mejor a los agresores
(85,7%) que a los sujetos de la población general (85%).
Estos resultados indican en primer lugar que el inventario CAPI presenta una
adecuada capacidad discriminativa y que es una herramienta potente para diferenciar a los
potenciales agresores físicos infantiles de las personas que no lo son. En segundo lugar,
Walker y Davies (2010) afirman que los puntajes ponderados estadounidenses del CAPI no
son aplicables a todas las culturas, sin embargo los resultados del presente estudio
contrastan con los autores debido a que ambos sistemas de puntuación resultaron
adecuados en la cultura venezolana ya que ofrecen tasas óptimas y equivalentes de
clasificación correcta para los sujetos. Esto indica que el sistema de puntuación ponderada
propuesto por Milner (1986) también puede ser aplicado en la cultura venezolana.
Lo anterior se traduce en que el empleo en Venezuela de un sistema de puntuación u
otro va a depender únicamente de los objetivos de la persona o institución que administre
la prueba, de manera tal que si la prueba es aplicada a personas de la población general, lo
más recomendable es emplear el sistema de puntuación ponderada; pero si al contrario, la
prueba se aplica a supuestos agresores infantiles en contra de los cuales se tenga algún tipo
de evidencia, lo mejor para determinar su potencial de abuso es emplear un sistema de
puntuación simple.
En este sentido, la versión del inventario CAPI que presenta las tasas más elevadas de
clasificación correcta para los agresores dentro de su respectivo grupo en Venezuela, es la
escala de abuso con puntajes no ponderados. Por este motivo, la presente investigación
opta por el sistema de puntuación simple, dado que favorece la identificación de los
agresores infantiles, siendo esta versión no ponderada la que se analiza y se recomienda
para su uso en el país.
Estos elevados índices de confiabilidad, además de indicar que todos los ítems de la
prueba están midiendo de forma homogénea el mismo constructo, son un indicador del
éxito de la traducción del instrumento y de la adecuación lingüística y cultural que se hizo
de los ítems (Milner y Crouch, 2012).
En lo que respecta a los 77 ítems que componen la escala, se obtuvo que 35 de ellos
presentan una pobre capacidad discriminativa, de manera similar a lo reportado en las
adaptaciones mexicana y chilena del instrumento (Álvarez y Moral, 2005; Haz y Ramírez,
2002) quienes reportan 46 y 26 reactivos espurios sin capacidad discriminativa. No
obstante, en la presente investigación se concuerda con el autor del instrumento (Milner,
1986) en que todos los ítems de la escala son necesarios, debido a que 26 de ellos
contribuyen significativamente a la confiabilidad del instrumento, mientras que los otros 9
mantienen las tasas de clasificación correcta del inventario y si son eliminados, estas
disminuyen en un 2,8% para los agresores.
Por esta razón, ningún ítem de la Escala de Abuso debe ser eliminado, sin embargo,
en el Anexo M se proponen opciones de reestructuración para estos 35 ítems, dado que es
posible que de ser modificados, las tasas de clasificación global de la escala completa
aumenten considerablemente. Dado que el inventario CAPI posee una elevada consistencia
interna, así como relaciones y aportes adecuados por parte de sus ítems a la escala, resulta
crucial la evaluación de la estructura factorial de la misma, con el fin de determinar si ésta
es válida a nivel de constructo y similar a la de la versión original del instrumento.
No obstante, el autor del instrumento decidió incluir todos estos reactivos en la escala
definitiva debido a que muchos de ellos discriminaban satisfactoriamente entre los grupos
control y de agresores y no quiso sacrificar las tasas globales de clasificación en pro de una
estructura factorial más estable.
De esta manera y ya que no se tenía certeza de que modificando los ítems de la escala
(que de por sí tenían una buena capacidad discriminativa) mejorarían las tasas de
clasificación correcta y la estructura factorial, Milner (1986) decidió mantener intactos los
ítems de la escala. En este sentido, para la adaptación venezolana del CAPI, que es a penas
la primera investigación que se realiza con este instrumento, se emplearon los 77 ítems
completos de la escala de abuso, con la recomendación de que los 35 que presentan pobre
capacidad discriminativa sean reestructurados en investigaciones posteriores y así sea
posible comenzar un proceso de modificación de la escala, con el fin de mejorar su
estructura factorial y aumentar las tasas globales de clasificación correcta en Venezuela.
Este número de factores no se corresponde con el obtenido por otros autores, sin
embargo se encuentra entre el rango de componentes hallado por el autor en su versión
original. En lo que respecta versiones del CAPI traducidas, la adaptaciones mexicana,
chilena, china y griega reportan haber obtenido un total de seis factores (Álvarez y Moral,
2005; Haz y Ramírez, 2002; Chan, Lam, Chun y So, 2006; Diareme, et al., 1997) similares
a los reportados por Milner (1986) para la versión estadounidense del instrumento. Por su
parte, las adaptaciones española y brasilera del inventario (De Paúl, Arruabarrena, Múgica,
Milner y Ríos, 2010 citados en Milner y Crouch, 2012) obtuvieron cuatro factores de los
cuales tres se corresponden con las subescalas: malestar, rigidez e infelicidad del
instrumento original.
Rigidez Rigidez
Problemas consigo
Infelicidad mismo y con el niño
Angustia y Preocupación
Problemas consigo
mismo y con el niño Disforia
La subescala Irritabilidad parece ser la más importante para explicar los puntajes
obtenidos con el CAPI en la cultura venezolana. Por su parte, la subescala Rigidez también
surge en la cultura venezolana, indicando que la intransigencia de los padres/cuidadores
respecto a las expectativas que tienen sobre el comportamiento de sus hijos, puede ser un
importante factor de riesgo para la ejecución del maltrato. Asimismo, esta escala parece ser
la más estable a través de las distintas culturas, dado que se ha replicado en todos los
estudios de análisis factorial del CAPI de los que se tiene conocimiento (Walker y Davies,
2010; Milner y Crouch, 2012). Esto puede indicar que un denominador común que
predispone al maltrato físico infantil en múltiples culturas es la tendencia y necesidad de
los padres de que sus hijos se comporten como ellos consideran “adecuado”.
Finalmente, las subescalas Problemas con los otros e Infelicidad también surgieron
en la presente investigación, con la diferencia de que en la cultura venezolana los
problemas familiares y los problemas con los otros covarían agrupándose en torno a un
mismo componente. Por su parte, de la subescala Infelicidad del instrumento original se
mantienen casi todos sus ítems.
Como puede observarse, a diferencia de lo que sucede en Estados Unidos, para el
constructo Potencial de maltrato infantil en Venezuela es posible distinguir entre el
malestar psicológico debido a una sensación de irritabilidad, el malestar relacionado con la
tristeza, el malestar relacionado con la angustia y el malestar psicológico asociado con la
sensación de insatisfacción consigo mismo. Asimismo, la irritabilidad de las personas
parece tener más preponderancia en nuestra cultura al momento de estimar las
probabilidades que tienen de agredir a un niño.
En otro orden de ideas, es importante destacar que los ítems 7, 13, 74, 128 y 134,
presentaron cargas muy bajas (< 0,30) en todos los componentes del análisis, tal como le
ocurrió al autor del instrumento en su versión original. Sin embargo, Milner (1986) reporta
11 ítems con cargas inferiores a 0,30 (3, 7, 13, 32, 38, 39, 45, 76, 81, 83 y 131), de los
cuales sólo dos (el 7 y el 13) coinciden con los de la presente investigación. Tomando en
consideración las explicaciones de J.S Milner (comunicación personal, 28 Junio, 2012),
estos ítems no fueron retirados del instrumento debido a que contribuían a la capacidad
discriminativa y clasificatoria del mismo, a pesar de que no estuviesen muy relacionados
con los constructos medidos por cada una de las dimensiones de la escala. Por tal razón, se
decidió incluir estos reactivos en el instrumento y mantener así adecuadas tasas de
clasificación, aún en detrimento de una estructura factorial más limpia.
Seis de las ocho subescalas obtenidas son confiables en la cultura venezolana, con
coeficientes aceptables que oscilan entre 0,75 y 0,66. Por su parte, las escalas Infelicidad y
Disconformidad presentan una baja consistencia interna (0,567 y 0,290 respectivamente).
Al analizar el aporte de los ítems al coeficiente alfa de cada una de las subescalas, se
observa que de ser eliminados justamente los ítems que no discriminan, la confiabilidad de
todas las subescalas se eleva significativamente, lo cual es una razón adicional para
reestructurar tales reactivos. Sin embargo, según el análisis de ítems, los reactivos que
deben eliminarse en las subescalas Infelicidad y Disconformidad son sólo dos (152 y 134
respectivamente) y con ello sus coeficientes aún no alcanzan el valor mínimo de 0,70, por
lo que estas dos últimas escalas no pueden ser consideradas confiables.
Al analizar a profundidad estas dos subescalas, se obtiene que todos los ítems de la
escala Infelicidad presentan un bajo poder discriminativo, de modo que ninguno es capaz
de diferenciar entre agresores y no agresores. Por su parte, la subescala Disconformidad
puede mejorar debido a que cuatro de sus seis ítems presentan una adecuada capacidad
discriminativa entre los grupos. Estos resultados apoyan la recomendación de que los ítems
de la escala de abuso con pobre poder discriminativo, especialmente los ítems
pertenecientes a estos dos últimos componentes, deben ser reestructurados. Con ello
también es probable que mejore la consistencia interna de tales escalas.
Para cada una de las ocho subescalas es posible calcular un puntaje total y utilizarlo
para estimar qué dimensiones discriminan mejor entre agresores y no agresores. Estos
análisis revelaron que las dimensiones: Irritabilidad, rigidez, problemas consigo mismo y
con el niño, disforia, problemas con los otros y disconformidad, discriminan
significativamente entre agresores y no agresores. En este sentido, los agresores presentan
puntuaciones significativamente más altas que las personas de la población general en cada
una de estas subescalas.
Por el contrario, los resultados indican que las subescalas: Angustia e Infelicidad son
las más débiles en Venezuela para diferenciar a los agresores de los no agresores. Estos
hallazgos son contra intuitivos debido a que, según lo expuesto por Milner (1986) se espera
que los agresores infantiles presenten puntajes más elevados de malestar psicológico y de
infelicidad. Más específicamente, se encuentra que en Venezuela las personas de la
población general y los agresores presentan puntajes muy bajos en la escala de infelicidad
(1,2 y 1,5 respectivamente sobre una escala de 8 puntos), lo cual indica que ambos grupos
parecen experimentar una sensación general de felicidad para con sus vidas, motivo por el
cual esta variable no puede ser empleada para determinar las probabilidades de que una
persona ejerza el maltrato.
Asimismo, los resultados del presente estudio evidencian que en Venezuela, los
padres agresores y de la población general, presentan una tendencia moderada baja a la
angustia (5,4 y 5,9 en una escala de 14 puntos), tendencia en la que no difieren
significativamente entre si. Esto indica que tanto los agresores como los padres de
comparación presentan puntuaciones similares en lo que respecta a desconfianza, ansiedad
y estrés general. Estos resultados son consistentes con lo establecido por algunos
investigadores venezolanos, quienes indican que en el país existen elevados montos de
angustia que, con los años, se han instaurado y generalizado a toda la población (Moreno,
2007). Por este motivo, variables relacionadas con la preocupación y la desconfianza en
Venezuela, no presentan una adecuada capacidad discriminativa dado que están presentes
de manera relativamente uniforme en la población.
En el mismo orden de ideas, al analizar los 35 reactivos con baja capacidad
discriminativa de la escala de abuso, se puede apreciar que en su mayoría estos se ubican
en los componentes 4 y 7, precisamente en las subescalas Angustia y preocupación e
Infelicidad. Estos resultados son evidencia adicional de que tales reactivos deben ser
reestructurados para mejorar la capacidad discriminativa y clasificatoria del inventario en
general.
Más específicamente, Milner (1986) reporta que efectivamente hay estudios en los
que se han hallado variaciones en los puntajes de abuso en función del nivel educativo, el
nivel socioeconómico, el género y el grupo étnico, sin embargo asegura que tales
diferencias son relativamente modestas cuando se emplea un sistema de puntuaciones
ponderadas, dado que, en general, suelen ser de 24 puntos cuando el recorrido total de la
escala es de 486 puntos (menos del 5% de los puntos totales de la escala). De esta forma,
se esperaba que al emplear un sistema no ponderado, las diferencias en las puntuaciones de
la escala de abuso en función de las variables demográficas fueran significativamente
pequeñas. Los resultados de la presente investigación concuerdan parcialmente con Milner
(1986), dado que en cuanto a nivel socioeconómico sí se encontró una relación
significativa.
En lo que respecta al género de los participantes, mientras Milner (1986) afirma que
éste no influye sobre el potencial de maltrato de las personas, hay evidencia
latinoamericana que indica que las mujeres suelen maltratar más frecuentemente a sus hijos
que los hombres. Ochoa, et al. (2008) encontraron que de los casos atendidos de agresión
en contra de menores de edad en un hospital venezolano, el 31,2% fue infligido por la
madre, mientras que el 24,6% era propiciado por el padre. Por su parte, Vizcarra, et al.
(2001) reportan que en entrevistas, un 42,3% de las madres reconocen haber ejercido
violencia física contra sus hijos, en contraste a un 17,1% de padres que reconocen lo
mismo.
No obstante, los resultados del presente estudio avalan lo propuesto por Milner
(1986), dado que no se encontraron diferencias significativas en el puntaje de abuso en
función del sexo. Sin embargo, es importante hacer la salvedad de estos resultados no
pueden ser tomados como evidencia concluyente del efecto que tiene el sexo sobre el
potencial de maltrato, debido a la desproporción existente en ambas muestras (tanto la
presente, como la del autor).
Asimismo, es importante destacar que el potencial o las probabilidades de que una
persona maltrate a un niño, es diferente de la conducta manifiesta de maltrato. En este
sentido, los resultados de la presente investigación revelan que en Venezuela el potencial
de maltrato infantil es igual para hombres y mujeres, por lo cual, si efectivamente las
mujeres maltratan más frecuentemente a sus hijos, esto no se debe a que existan factores de
riesgo o un potencial de maltrato más elevado en ellas, sino al posible efecto de otras
variables relacionadas con el género sobre la ejecución expresa del maltrato.
En este sentido, la menor prevalencia de violencia por parte del padre hacia los niños,
puede ser explicada en función del menor tiempo que los padres dedican a las actividades
vitales de sus hijos y/o a la menor demanda que los niños ejercen sobre los padres, debido
precisamente al establecimiento de un relación más esporádica y ocasional entre ellos. En
otras palabras, el elevado índice de maltrato manifiesto encontrado en las mujeres puede
estar más relacionado con pautas culturales que prescriben la crianza como una
responsabilidad fundamentalmente femenina, que con la presencia de un mayor potencial
de maltrato infantil en ellas que en los hombres. Por tal motivo, sería inadecuado
interpretar estos resultados como indicativo de que las mujeres tienden a agredir más a sus
hijos que los hombres, más bien pueden ser vistos como un artificio estadístico que
enmascara el hecho de que en nuestra cultura los padres están mucho menos involucrados
con sus hijos de lo que lo están las madres, de modo que incluso hasta en las denuncias
realizadas por maltrato infantil, son las madres las que están más implicadas.
En lo que respecta a la edad, al igual que lo que sucede con el sexo, autores como
Mee (citado en Milner, 1986) han evaluado la relación entre algunas variables
demográficas y los puntajes de abuso del CAPI, encontrando que la edad no parece tener
ninguna relación con el potencial de abuso. En este estudio se compararon grupos de
mujeres de bajas, medias y altas puntuaciones en la escala de abuso, y entre los hallazgos
se observó que no había diferencias significativas entre los grupos en cuanto a edad, nivel
educativo, número de hijos y número de adultos en el hogar. Asimismo, los resultados
obtenidos por Herrick (citado en Milner, 1986) coinciden con lo anterior, al reportar un
estudio sobre el invetario CAPI y el abuso de alcohol en madres solteras, donde se
encontró que no existían correlaciones significativas entre la edad de la madres, la edad de
los hijos, el número de hijos, el estado civil (casada o madre soltera) y la puntuación
obtenida en el CAPI.
Estos resultados contrastan con lo planteado por el autor del instrumento (Milner,
1986), quien establece que no se espera que variables demográficas como el nivel
socioeconómico influyan sobre los niveles de potencial de abuso físico infantil de las
personas. Sin embargo, el autor hace la salvedad de que esta variable ocasionalmente
genera algunas modestas diferencias, pero las considera poco relevantes (p. 75).
En relación con lo anterior, Moreno (2007) señala que las familias venezolanas que
se encuentran en NSE bajos presentan características muy particulares, ya que se ven
sometidas a condiciones de vida violentas, estresantes y bastante poco favorables para un
desarrollo social idóneo. Estas personas se encuentran expuestas en mayor medida a
situaciones de carencia (social, cultural, económica e incluso alimenticia), tienen menores
oportunidades de estudio, menor acceso a servicios públicos, y además habitan en
viviendas precarias que dificultan su desarrollo. Todos estos factores constituyen
elementos de riesgo que potencian la aparición del maltrato hacia los niños.
Para finalizar la discusión en lo que respecta a los indicadores de validez del CAPI,
se obtuvieron resultados que apoyan la validez concurrente del mismo en la cultura
venezolana. En primer lugar fue empleado el Cuestionario de historia Infantil (CHQ) como
una de las medidas criterio para estimar la validez concurrente del Inventario de Potencial
de Maltrato Infantil.
Al igual que en investigaciones previas en las que ha sido empleado este instrumento
(Milner 1986; Milner, Robertson y Rogers, 1990; Crouch, et al., 2000; Crouch et al, 2012),
el mismo presenta una elevada consistencia interna en nuestra cultura (α = 0,852) que
indica que es confiable y que todos sus ítems miden de forma coherente el mismo
constructo. A pesar de tratarse de una escala no validada y que no cuenta con manuales de
aplicación o de interpretación, tanto el cuestionario como el constructo medido en el
presente estudio, funcionan adecuadamente en la muestra de padres venezolanos.
La versión del CHQ empleada en esta oportunidad, estuvo constituida por dos
agrupaciones de 13 ítems cada una (26 ítems en total), la primera enfocada a determinar
cuáles tratos de los especificados en los ítems había recibido el encuestado directamente
por parte de alguno de sus padres o cuidadores y la segunda enfocada a indagar qué tipo de
conductas agresivas había visto el encuestado durante su infancia que se emitieran hacia
algún otro niño. De esta manera, puede decirse que los antecedentes de maltrato medidos
por el CHQ en esta oportunidad se dividían en: maltratos recibidos directamente por el
encuestado y conductas de maltrato observadas.
Así, en futuras investigaciones locales en las que se pretenda medir los antecedentes
de maltrato en la infancia, es recomendable emplear instrumentos que hagan alusión a los
maltratos recibidos directamente por el encuestado, dado que son los que demuestran estar
más relacionados con el potencial de maltrato infantil.
También es posible que el coeficiente haya sido más bajo de lo esperado debido a que
en esta oportunidad no se estudió el efecto de la cronicidad del maltrato durante la infancia,
variable que según lo reportado por Robertson, Milner y Rogers (citado en Milner, 1986)
en sus estudios con el CHQ, hace que los puntajes de abuso del CAPI sean más altos.
Por otra parte, Robertson et al. (citados en Milner, 1986) separaron a las personas que
tenían historia de maltrato físico de aquellas que tenían historia de abuso sexual. Al igual
que en los estudios previos comentados, se halló una relación significativa entre la historia
de maltrato físico (ocurrido antes de los 13 años) y los puntajes elevados en la escala de
abuso. En contraste, no se encontró asociación significativa entre la historia de abuso
sexual infantil y la presencia de puntajes elevados en el CAPI (p. > 0,05). Asimismo,
Robaina (2001) afirma que el haber sido abusado sexualmente en la infancia puede ser un
factor de riesgo, pero no necesariamente predispone al maltrato.
En relación con lo anterior, se llevó a cabo un análisis del CHQ donde se obtuvieron
cuatro factores que, efectivamente, agrupaban los ítems del instrumento en maltrato físico
y abuso sexual. Los cuatro factores presentaron una alta consistencia interna que oscilaba
entre 0,779 y 0,829, dos de ellos hacían referencia al maltrato físico y sexual recibido y los
otros dos al maltrato físico y sexual observado.
Para obtener una estimación de la validez concurrente del inventario CAPI, se calculó
una correlación entre el puntaje total de apoyo social percibido y el puntaje total del
inventario de potencial de maltrato infantil. Asimismo, dada la importancia individual que
tiene cada una de las fuentes de apoyo social según Weiss (citado en Sapene y Tommasino,
2001), se estimó también la asociación entre los puntajes del CAPI y los puntajes de apoyo
social percibidos de las fuentes: amigos, familia y religión.
Milner (1986) reseña una serie de estudios que establecen la existencia de una
relación directa y significativa entre el aislamiento y los puntajes de abuso del CAPI.
Según Gracia, Musitú, García y Arango (1994), las familias en las que el maltrato infantil
tiene lugar son aquellas que se encuentran más aisladas, no sólo de instituciones y sistemas
formales de apoyo, sino también de fuentes informales como los amigos, la familia y los
vecinos (p. 14). En gran cantidad de estudios se ha documentado que la presencia o
percepción de un elevado apoyo social, contribuye al ajuste psicológico global del
individuo (Milner, Crouch y Thomsen, 2001) y a contrarrestar la de psicopatología, al
tiempo que disminuye las probabilidades de que aparezca el maltrato (Vitriol, 2005;
Milner, 1986).
Gómez y Jaén (2011) plantean dos hipótesis sobre los efectos que el apoyo social
tiene sobre las personas. La primera lo describe como un efecto positivo directo sobre el
bienestar psicológico, físico y social de los individuos, mientras que en la segunda es
considerado como una especie de amortiguador que apacigua los efectos negativos que
tienen los cambios de vida estresantes y las experiencias negativas sobre los individuos.
Dixon, Browne y Hamilton-Giachritsis (citados en Gómez y Jaén, 2011) van incluso más
allá y plantean que el apoyo social es una variable que puede interrumpir el ciclo de la
violencia.
Los resultados del presente estudio avalan lo establecido por Milner (1986) y el resto
de los autores, en el sentido que se encontró una asociación negativa y significativa entre el
apoyo social percibido y el potencial de maltrato infantil (p. < 0,01). Esto es un indicador
adicional de que el inventario CAPI tiene la capacidad de medir en Venezuela el mismo
constructo que evalúa en los Estados Unidos. De esta manera, se encontró que más
específicamente, los agresores infantiles perciben un menor apoyo social (M = 37) que las
personas de la población general (M = 48).
Al evaluar detenidamente la relación de los puntajes de abuso con cada una de las
fuentes de apoyo social percibido, se encontró que el apoyo social familiar suele ser el más
importantemente asociado con los puntajes del CAPI (p. < 0,01), de manera que las
personas que perciben menos apoyo social o se encuentran más aisladas de su familia,
presentan mayores puntajes de abuso. Asimismo, los datos del estudio revelan que los
agresores manifiestan una carencia significativa de apoyo social con respecto a las
personas de la población general en todas las fuentes de apoyo, sin embargo, la diferencia
más marcada se encuentra en el apoyo familiar percibido.
A este respecto, Weiss (citado en Sapene y Tommasino, 2001) afirma que las
relaciones de apoyo están relativamente especializadas entre los individuos, de manera tal
que el apoyo social brindado por los amigos por ejemplo, no es sustituible por el apoyo
social que ofrece la familia o alguna otra institución. Cada fuente de apoyo es relevante y
su influencia no puede ser reemplazada por la influencia de ninguna otra fuente de apoyo.
Por su parte, Gracia, et al. (1994) destacan que, dada la carencia de instituciones
formales de apoyo en países latinoamericanos, sus habitantes han tenido que conformar
con el tiempo redes de apoyo informales en las que el núcleo de apoyo fundamental ha sido
la familia. En este sentido, los resultados del presente estudio son consistentes con lo
planteado por estos autores y pueden ser tomados como evidencia de que en Venezuela sí
se delimita el apoyo social familiar como la fuente más relacionada con el potencial de
maltrato infantil. Asimismo, apoyan la hipótesis de Gracia, et al. (1994) quienes establecen
que, tras los análisis interculturales de la relación apoyo social-maltrato infantil, se ha
encontrado que una menor integración y un mayor aislamiento social en los padres,
favorece significativamente la aparición de conductas de maltrato hacia los niños.
Además de la importancia que cobra el apoyo social en Venezuela en lo relativo al
potencial de maltrato infantil, existe evidencia significativa de que la variable apoyo social
incluso puede mediar entre los efectos perjudiciales asociados con experiencias infantiles
de abuso y el alto potencial de maltrato infantil en la edad adulta (Milner, Crouch y
Thomsen, 2001). En este sentido, hay estudios en los que se ha encontrado que la
disponibilidad de apoyo social para los padres agresores, se asocia a una menor
probabilidad de continuar con el ciclo de abuso. No obstante, es necesario desarrollar
estudios prospectivos en nuestra cultura que nos permitan verificar estos postulados.
Estos resultados suponen un respaldo a los numerosos estudios que han demostrado
repetidamente la asociación entre apoyo social y maltrato infantil, incluso cobran una
especial relevancia al confirmar esta relación en un contexto cultural como el venezolano,
distinto al anglosajón, de donde proceden según Gracia, et al. (1994) casi la totalidad de
estas investigaciones.
No Agresores ¿? Agresores
Pje: 0 19 21 29 33 37 77
Por su parte, los resultados del análisis discriminante revelaron otra puntuación a
partir de la cual se obtienen tasas globales de clasificación correcta de un 85,7%, este
punto de corte (26 puntos) se encuentra en medio del mencionado intervalo de no
clasificación y por ende deriva en un incremento de los errores, específicamente de los
falsos positivos (15%), con lo cual las personas de la población general tienen más
probabilidades de ser clasificadas incorrectamente.
Los resultados del presente estudio y los puntajes de corte establecidos para el CAPI
empleando un sistema de puntuación simple (no ponderado), son consistentes con los
hallazgos de Álvarez y Moral, y Pérez-Albeniz y De Paúl (citados por Walker y Davies,
2010), quienes también han realizado adaptaciones del CAPI al habla hispana. Las
mencionadas adaptaciones mexicana y española del instrumento proponen criterios de
corte de 32 puntos que son similares a los establecidos en la adaptación venezolana y que
apoyan la adecuación de los mismos.
Appel, A., y Holden, G., (1998). The cooccurrence of spouse and physical child abuse: A
review and appraisal. Journal of Family Psychology. 12(4), 578-599.
Álvarez, J. y Moral, J. (2005). Validación del child abuse potential inventory en México.
Psicothema, 17(1), 128-133.
Anastasi, A. y Urbina, S. (1998). Test psicológicos (7ª ed.). Madrid, España: Prentice Hall.
Aracena, M., Castillo, R., Haz, A., Cumsille, F., Muñoz, S., Bustos, L., y Román, F.
(2000). Resiliencia al maltrato físico infantil: Variables que diferencian a los sujetos
que maltratan y no maltratan físicamente a sus hijos en el presente y que tienen una
historia de maltrato físico en la infancia. Revista de Psicología, 9, 1-22.
Baron, R. y Byrne, D. (2005). Psicología social (10ª ed.). Madrid, España: Prentice Hall.
Bravo, O., y Leubrún, F. (2006). Incidencia del maltrato infantil en el estado Anzoátegui
según el diario el tiempo para el período de noviembre 2004-2005 (Trabajo de Grado
de Licenciatura no publicado). Universidad de Oriente, Anzoátegui, Venezuela.
Bringiotti, M., Barbich, A., y De Paúl, J. (1997). Validación de una versión preliminar del
child abuse potential inventory para su uso en argentina [Abstract]. Recuperado de:
http://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0145213498000672
Castro, M. (2011). Cuando la infancia es marcada por los golpes. El Nacional, 9-10.
Chan, Y., Lam, G., Chun, P, y So, M. (2006). Confirmatory análisis of the child abuse
potencial inventory: Results based on a simple of chinese mothers in Hong Kong.
Child Abuse and Neglect, 30, 1005-1016.
Contreras, C., González, F., Ponce, D., Navarro, P., y Salazar, G. (2010). Vulnerabilidad
social infanto juvenil II: Modelos de tercera generación (Trabajo de Grado de
Licenciatura no publicado). Universidad de las Américas, Viña del Mar, Chile.
Córdova, A., Pérez, N., Pérez, Y., y Tweeboom, J. (2009). Síndrome del niño maltratado
en el hospital Dr. Adolfo Prince Lara. Revista Electrónica Portales Médicos.
Recuperado de http://www.portalesmedicos.com/publicaciones/articles/1601/1/
Sindrome-de-Nino-Mal tratado.html
Crouch, J., Milner, J., Caliso, J. (1995). Childhood physical abuse, perceived social
support, and socioemotional status in adult women. Violence and Victims, 10(4), 273-
281.
Crouch, J., Milner, J., Thomsen, C. (2001). Childhood physical abuse, early social support,
and risk for maltreatment: Current social support as a mediator of risk for child
physical abuse. Child Abuse and Neglect, 25, 93-107.
Crouch, J., Shelton, C., Bardeen, J., Hiraoka, R., Milner, J., y Skowronski, J. (2012). Does
attentional control mediate the association between adverse early experiences and
child physical abuse risk? Journal of Family Violence. Recuperado de:
http://www.springer.com.
De Paúl, J., Pérez, A., Paz, P., Alday, N. y Mocoroa, I. (2002). Recuerdos de maltrato
infantil en maltratadores y potencial de maltrato infantil en víctimas de maltrato
físico y abuso sexual. Psicothema, 14(1), 53-62.
De Paúl, J. y Rivero, M. (1992). Versión española del inventario child abuse potential:
Validez convergente y apoyo social. Revista de Psicología General y Aplicada,
45(1), 49-54.
Departament of Health and Human Services USA (2012). Child Maltreatment. (21st).
Estados Unidos: Children’s Bureau.
Diareme, S., Tsiantis J. y Tsitoura, S. (1997). Cross-cultural validation of the child abuse
potential inventory in Greece: A preliminary. Diagram, 21(11), 1067-1079.
Emen (2012, Julio 13). Estudio revela que Caracas es la sexta ciudad más violenta del
mundo. El Mundo. Recuperado de: http://www.elmundo.com.ve/noticias/actualidad/
sucesos/estudio-revela-que-caracas-es-la-sexta-ciudad-mas-.aspx
Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, UNICEF (2007). Estado mundial de la
infancia. Recuperado de http:// www.unicef.org/spanish/sowc/archive/SPANISH
/Estado%20Mundial%20de%20la%20Infancia%202007.pdf
García, L., Orella, O., Pomalaya, R., Yanac, E., Malaver, C., Herrera, E., Sotelo, N.,
Campos, L., Sotelo, L., Orellana, D. y Velasquez, K. (2008). Reproducción
intergeneracional del maltrato infantil. Revista IIPSI, 2(11), 29-39.
Gracia, E., Musitú, G., García, F., y Arango, G. (1994). Apoyo social y maltrato infantil:
Un estudio en España y Colombia. Revista Interamericana de Psicología, 28 (1),
13-24.
Haz, A. y Ramírez, V. (2002). Adaptación del Child Abuse Potential Inventory en chile:
Análisis de las dificultades y desafíos de su aplicación a partir de dos estudios
chilenos [Abstract]. Child Abuse and Neglect, 26(5), 481-495.
Helliwell, J., Layard, R., y Sachs, J. (2012). World happiness report. Carolina del Sur,
Estados Unidos: Earth Institute Columbia University.
Klevens, J., Bayon, M., y Sierra, M. (2000). Risk factors and context of men who
physically abuse in Bogotá, Colombia. Journal of Child Abuse and Neglect. 24(3),
323-332.
Kutsal, E., Pasli, F., Isikli, S., Sahin, F., Yilmaz, G. y Beyazova, U. (2011). Preliminary
validation of the child abuse potential inventory in turkey. Journal of Interpersonal
Violence, 26 (14), 2856-1865.
Ley Orgánica para la Protección del Niño y del Adolescente [LOPNA] (2000). Gaceta
Oficial, 5.266.
Magnusson, D. (2005). Teoría de los test. Biblioteca técnica de psicología. (2ª ed.).
México: Trillas.
McCann , J y Dyer, F. (1996). Forensic assessment with the millon inventories.(1a ed.).
New York: Guilford Publications.
Marty, C., y Carvajal, C. (2005). Maltrato infantil como factor de riesgo de trastorno por
estrés postraumático en la adultez. Revista Chilena de Neuro-Psiquiatría, 4 (3), 180-
187.
Milner, J.S. (1980). The child abuse potential inventory: Manual (1a ed.). Saint Louis, EU:
Psytec Corporation.
Milner, J.S. (1986). The child abuse inventory: Manual (2a ed.). Saint Louis, EU: Psytec
Corporation.
Milner, J.S. (1989). Additional cross-validation of the Child Abuse Potential Inventory.
Psychological Assessment, 1, 219-223.
Milner, J.S. (2003a). Social information processing in high-risk and physically abusive
parents. Child Abuse and Neglect, 27, 7-20.
Milner, J.S. (2003b). The child abuse potential (CAP) inventory. En M. Hersen (Ed.),
Comprehensive handbook of psychological assessment: Personality assessment (Vol.
2, pp. 237-245). Recuperado de file:///F:/VANE/Milnes%20(cuestionario).htm#v=
onepage&q&f=false
Milner, J.S (2006a). An interpretative manual for the child abuse potential inventory.
Illionois, EU: Psytec Inc. Corporation.
Milner, J.S (2006b). Child abuse potential inventory. En Encyclopedia. Saint Louis, EU:
Psytec Inc. Corporation.
Milner, J.S., Crouch, J., y Thomsen, C. (2001). Childhood physical abuse, early social
support, and risk for maltreatment: Current social support as a mediator of risk for
child physical abuse. Child Abuse and Neglect, 25, 93-107.
Milner, J. S., Robertson, K., y Rogers, D. (1990). Childhood history of abuse and adult
child abuse potential. Journal of Family Violence, 5, 15-34.
Papalia, D., Wendkons, S. y Duskin, R. (2004). Desarrollo humano. (9ª ed.). D.F, México:
McGraw-Hill.
Pinheiro, S. (2006). World report on violence against children. Estudio del Secretario
General sobre Violencia contra los Niños. Publicado por las Naciones Unidas.
Recuperado de: http://www.unicef.org/violencestudy/I.%20World%20Report%20
on% 20Violence%20against%20Children.pdf.
Santana, R., Sánchez, R., y Herrera, E. (1998). El maltrato infantil: Un problema mundial.
Salud Pública de México. 40(1). Recuperado de http://www.scielosp.org
/scielo.php?pid=S0036-36341998000100009&script=sci_arttext&tlng=eses#cua2
Venezuela es el país más feliz de Suramérica: informe. (2012, Mayo 31). Panorama.
Recuperado de: http://www.panorama.com.ve/portal/app/vista/detalle_noticia.
php?id=19241.
Villanueva, Y., y Hernández, A. (2005). Prevención del maltrato infantil a través de la
formación del adulto significativo (Trabajo de Grado de Licenciatura no publicado).
Universidad Nacional Abierta, San Felipe, Venezuela.
Vizcarra, M., Cortés, J., Bustos, L., Alarcón, M., y Muñoz, S. (2001). Maltrato infantil en
la ciudad de Temuco. Estudio de prevalencia y factores asociados. Revista Médica de
Chile, 129, (12). Recuperado de http://www.scielo.cl/scielo.php?pid=S0034-
98872001001 200008&script=sci_arttext.
Walker, C., y Davies, J. (2010). A critical review of the psychometric evidence base of the
child abuse potential inventory. Journal of Family Violence, (25), 215-227.
ANEXO A
CHILD ABUSE POTENTIAL INVENTORY (Milner, 1986)
ANEXO B
Puntajes Ponderados de la Escala de Abuso del
CHILD ABUSE POTENTIAL INVENTORY (Milner, 1986)
Ítems Ponderación Ítems Ponderación
3 D/1 81 D/3
5 A/14 83 A/19
7 A/4 84 A/6
9 A/2 90 A/6
13 A/2 93 A/2
14 D/1 94 A/1
17 A/7 95 A/5
18 A/6 98 A/14
19 A/8 99 A/2
22 A/1 100 A/1
23 A/11 102 A/16
24 A/8 103 A/17
25 A/4 105 A/2
26 A/5 107 D/5
28 A/1 108 A/2
29 A/4 109 A/22
32 A/1 111 A/5
36 A/12 112 A/2
38 A/8 113 A/10
39 A/6 115 A/1
41 A/8 118 A/17
45 A/2 120 A/7
47 A/2 122 A/8
49 A/1 127 A/6
52 A/7 128 A/2
54 A/4 129 A/1
56 A/3 130 A/8
63 A/2 132 A/1
67 A/6 134 D/2
68 A/3 138 A/4
69 A/6 141 D/5
73 A/1 143 A/23
74 A/8 145 A/6
75 A/9 147 D/3
76 A/9 148 A/12
77 A/14 151 A/6
78 A/5 152 D/13
80 A/5 153 A/8
154 A/12
ANEXO C
Formato de evaluación del CAPI para Jueces Expertos
Escala de Evaluación
A continuación se le presenta cada uno de los ítems del inventario CAPI seguido de un
cuadro de evaluación para los mismos que contiene dos criterios de apreciación. Marque con
una “X” si considera o no adecuado el ítem en términos de: (1) Traducción correcta y (2)
Redacción y lenguaje adecuados a la cultura venezolana. Finalmente podrá anotar las
sugerencias que desee acerca de cómo debería presentarse el ítem.
Redacción y lenguaje
Traducción
adecuados a la
N° Ítem Correcta Sugerencias
cultura Venezolana
SÍ NO SÍ NO
Yo nunca me siento mal por los
1
demás.
2 Me gusta tener mascotas.
Siempre he sido fuerte y
3
saludable.
4 Me gusta la mayoría de la gente.
5 Soy una persona confundida.
No confío en la mayoría de la
6
gente.
La gente espera demasiado de
7
mí.
Los niños nunca deben ser
8
malos.
9 Yo estoy confundido a menudo.
Darle nalgadas a un niño sólo
10 hasta dejarle un morado está
bien
Yo siempre trato de examinar a
11
mi niño cuando está llorando.
12 A veces actúo sin pensar.
No se puede depender de los
13
demás.
14 Soy una persona feliz.
Me gusta hacer cosas con mi
15
familia.
Las chicas adolescentes deben
16
ser protegidas.
Yo suelo estar enojado dentro de
17
mí.
A veces me siento solo en el
18
mundo.
ANEXO D
Ítems modificados de la versión preliminar del CAPI tras la evaluación
de Jueces Expertos.
N° Ítems Originales Ítems Modificados
1 Yo nunca me siento mal por los demás Nunca me siento mal por los demás
3 Siempre he sido fuerte y saludable Siempre he sido fuerte y sano
4 Me gusta la mayoría de la gente Me cae bien la mayoría de la gente
6 No confío en la mayoría de la gente Desconfío de la mayoría de la gente
8 Los niños nunca deben ser malos Los niños no deben comportarse mal
9 Yo estoy confundido a menudo A menudo me confundo
Darle nalgadas a un niño sólo hasta Está bien darle nalgadas a un niño si sólo se
10
dejarle un morado está bien le deja un morado
Yo siempre trato de examinar a mi Cuando mi hijo llora siempre voy a ver qué
11
niño cuando está llorando le pasa
Las chicas adolescentes deben ser
16 Las adolescentes deben ser protegidas
protegidas
17 Yo suelo estar enojado dentro de mí Suelo estar enojado
En un hogar todo debe estar siempre en En la casa todo debe estar siempre en su
19
su lugar lugar
A veces me preocupo por no poder A veces me preocupa no cubrir las
20
satisfacer las necesidades de un niño necesidades de un hijo
23 A menudo estoy solo en el fondo A menudo me siento solo
Los niños pequeños nunca deben Los niños varones nunca deben aprender
24
aprender juegos mariquitos juegos de niñas
26 Los niños nunca deben desobedecer Los niños no deben desobedecer
A veces me gustaría que mi padre me A veces me gustaría que mis padres me
29
hubiera querido más hubieran querido más
30 Yo tengo un niño que es torpe Tengo un niño muy torpe
Yo sé cuál es la manera correcta e Yo sé cual es la manera correcta o incorrecta
31
incorrecta de actuar de portarse
34 Yo siempre soy una buena persona Siempre soy buena gente
35 Yo nunca me preocupo por mi salud Nunca me preocupa mi salud
37 Nunca he querido herir a una persona Nunca he querido lastimar a una persona
Normalmente soy una persona
39 Normalmente soy tranquilo
tranquila
Por lo general, las cosas han estado en Las cosas en mi vida generalmente han
41
mi contra en la vida estado en mi contra
Cargar a un bebé siempre que llore lo Cargar a un bebé cada vez que llora lo hace
42
hace malcriado un malcriado
43 Algunas veces soy muy tranquilo Algunas veces soy muy callado
44 Algunas veces pierdo los estribos Algunas veces pierdo el control
45 Yo tengo un niño que es malo Tengo un niño que es malo
47 A veces me siento desvalorizado A veces me siento poca cosa
Mis padres realmente no se preocupan Mis padres realmente no se preocuparon por
48
por mí mi
Los niños son en realidad adultos
50 Los niños son adultos pequeños
pequeños
51 Yo tengo un niño que rompe cosas Tengo un niño que rompe cosas
Está bien dejar que un niño Está bien dejar que un niño esté con los
53
permanezca con los pañales sucios por pañales sucios por un tiempo
un tiempo
Un niño nunca debe responderle a sus
54 Un niño nunca debe contestar
mayores
Algunas veces mi comportamiento es
55 Algunas veces me porto de forma inmadura
infantil
56 Yo suelo molestarme fácilmente Suelo molestarme fácilmente
59 Un niño que llora nunca será feliz Un niño llorón nunca será feliz
60 Yo nunca he odiado a otra persona Nunca he odiado a otra persona
61 Los niños no deben aprender a nadar Es mejor que los niños no aprendan a nadar
Yo suelo estar preocupado dentro de
63 Suelo sentirme preocupado
mi
Yo tengo un niño que se enferma
64 Tengo un niño enfermizo
mucho
A veces no me gusta la forma en la que A veces no me gusta la forma como me
65
actúo comporto
A veces no mantengo todas mis
66 A veces no cumplo mis promesas
promesas
Las personas me han causado mucho
67 La gente me ha causado mucho dolor
dolor
68 Los niños deben permanecer limpios Los niños deben estar siempre limpios
70 Yo nunca me enojo con los demás Nunca me enojo con los demás
En estos días una persona no sabe En estos día uno no sabe realmente en quién
74
realmente con quién se puede contar confiar
Los niños deben tener ropa adecuada y Los niños deben tener una ropa para salir y
77
ropa para jugar otra ropa para jugar
Las otras personas no entienden como
78 Los demás no entienden como me siento
me siento
Un niño de 5 años que se orine en la Es malo un niño de 5 años que se orine en la
79
cama es malo cama
Los niños deben estar en silencio y
80 Los niños deben estar callados y escuchar
escuchar
Yo tengo varios amigos cercanos en mi Tengo varios amigos cercanos que son mis
81
vecindario vecinos
85 Cuando era niño(a) fui abusado(a) Fui abusado sexualmente cuando era niño(a)
No me gusta ser tocado por otras
87 No me gusta que los demás me toquen
personas
90 Yo no me río mucho No me río mucho
91 Yo tengo varios amigos cercanos Tengo varios amigos cercanos
La gente debe tener cuidado con sus La gente debe satisfacer sus propias
92
propias necesidades necesidades
93 Yo tengo miedos que nadie conoce Tengo miedos que nadie sabe
Mi familia tiene problemas para
94 A mi familia le cuesta llevarse bien
llevarse bien
95 La vida a menudo me parece inútil A menudo la vida me parece inútil
Un niño debe ser entrenado para ir al
A un niño se le debe enseñar a ir al baño
96 baño al momento en que tenga 1 año
cuando tenga un año de edad
de edad
Un niño en un charco de barro es una Es grato ver a un niño cansado después de
97
feliz imagen jugar
99 A menudo me siento como si no A menudo siento que no valgo nada
valiera nada
101 Yo siempre soy una persona amable Siempre soy una persona amable
Yo tengo muchos problemas
103 Tengo muchos problemas personales
personales
Yo tengo un niño que a menudo se Tengo un niño que a menudo se lastima a sí
104
lastima a sí mismo mismo
106 La gente a veces se aprovecha de mí A veces la gente se aprovecha de mi
Muchas cosas en la vida me hacen
112 Muchas cosas en la vida me molestan
enojar
114 No me gusta la mayoría de los niños La mayoría de los niños no me gustan
Los niños deben ser vistos pero no Los niños deben ser cuidados pero no
115
escuchados escuchados
118 A menudo estoy deprimido A menudo me deprimo
Los niños de vez en cuando deben A veces los niños deben cuidarse de sus
119
cuidarse de sus padres padres
121 La gente no se lleva bien conmigo La gente no se la lleva bien conmigo
Un buen hijo mantiene sus juguetes y Un buen hijo mantiene sus juguetes y su
122
ropa limpios y ordenados ropa limpios y ordenados
Es natural para un niño contestar Es natural que un niño le conteste a sus
124
algunas veces mayores algunas veces
125 Yo nunca soy injusto con los demás Nunca soy injusto con los demás
En ocasiones, yo disfruto de no tener En ocasiones disfruto de no tener que cuidar
126
que cuidar de mi hijo de mi hijo
Los niños nunca deben causar
130 Los niños no deben causar problemas
problemas
Yo suelo castigar a mi hijo cuando está
131 Suelo castigar a mi hijo cuando llora
llorando
134 A menudo me siento mejor que otros A menudo me siento mejor que los demás
135 Los niños a veces alteran mis nervios A veces los niños alteran mis nervios
Los niños siempre deben estar en Los niños siempre deben estar en silencio y
137
silencio y ser corteses ser educados
A veces me da miedo que mis hijos no A veces me da miedo que mis hijos no me
140
me amen quieran
141 Yo tengo una buena vida sexual Tengo una buena vida sexual
He leído artículos y libros sobre la He leído artículos y libros sobre como criar
142
crianza de los hijos a los hijos
146 A veces digo malas palabras A veces digo groserías
Yo nunca hago nada que sea malo para Nunca hago nada que sea malo para mi
149
mi salud salud
Una persona debe mantener sus Cada quien debe resolver sus asuntos por sí
156
negocios por sí mismo mismo
157 Yo nunca levanto la voz con la ira Nunca levanto la voz cuando tengo rabia
ANEXO E
INVENTARIO DE POTENCIAL DE MALTRATO INFANTIL
(Versión Venezolana).
Instrucciones: El siguiente cuestionario incluye una serie de afirmaciones que pueden aplicarse a usted
mismo. Lea cuidadosamente cada una de las afirmaciones y determine si usted está de acuerdo o en
desacuerdo con las mismas. Si usted está de acuerdo con una frase, rodee con un círculo la letra A que
significa “Acuerdo”. Si usted está en desacuerdo con una afirmación, rodee con un círculo la letra D
que significa “Desacuerdo”.
Acuerdo Desacuerdo
A D
Está bien dejar que un niño esté con los pañales sucios por un
53. A D
tiempo
54. Un niño nunca debe responderle a sus mayores A D
55. Algunas veces me porto de forma inmadura A D
56. Suelo molestarme fácilmente A D
57. A veces tengo malos pensamientos A D
58. Todo el mundo debe pensar primero en sí mismo A D
1) Cuando era niño, antes de tener 13 años, ¿recibió usted 2) Cuando era niño, antes de tener 13 años, ¿usted
alguno de los siguientes tratos de uno de sus padres o de otro observó que otros recibieran alguno de los siguientes
adulto? tratos por parte de uno de sus padres o de cualquier adulto?
Estadísticos de fiabilidad
Alfa de Cronbach N de elementos
,852 26
Estadísticos total-elemento
Media de la escala si Varianza de la Correlación Alfa de Cronbach si
Estadísticos de fiabilidad
Ejecución de Maltrato Alfa de Cronbach N de elementos
Estadísticos total-elemento
Ejecución de Maltrato Media de la escala si Varianza de la escala Correlación Alfa de Cronbach si
gl 325
Sig. ,000
Componente
1 2 3 4
,788 28
Estadísticos total-elemento
Media de la escala si Varianza de la Correlación Alfa de Cronbach si
gl 210
Sig. ,000
1 2 3
Estadísticos de fiabilidad
Alfa de Cronbach N de elementos
,858 77
Estadísticos total-elemento
Media de la escala si Varianza de la Correlación Alfa de Cronbach si
Estadísticos de fiabilidad
Alfa de Cronbach N de elementos
,876 77
Estadísticos total-elemento
Media de la escala si Varianza de la Correlación Alfa de Cronbach si
Resultados de la prueba
Autovalores
M de Box 4,285
Función Autovalor % de varianza % acumulado Correlación canónica
F Aprox. 4,228 a
1 1,012 100,0 100,0 ,709
gl1 1
a. Se han empleado las 1 primeras funciones discriminantes canónicas en el análisis.
gl2 15787,936
Sig. ,040
Lambda de Wilks
Contrasta la hipótesis nula de que las
Contraste de las funciones Lambda de Wilks Chi-cuadrado gl Sig.
matrices de covarianzas poblacionales
1 ,497 50,704 1 ,000
son iguales.
grupos
a
Resultados de la clasificación
Ejecución de Maltrato Grupo de pertenencia pronosticado Total
Agresores 7 28 35
gl2 15787,936
Sig. ,568
Lambda de Wilks
Contrasta la hipótesis nula de que las
Contraste de las funciones Lambda de Wilks Chi-cuadrado gl Sig.
matrices de covarianzas poblacionales
1 ,547 43,788 1 ,000
son iguales.
grupos
a
Resultados de la clasificación
Ejecución de Maltrato Grupo de pertenencia pronosticado Total
Agresores 5 30 35
Resultados de la prueba
Autovalores
M de Box 9,761
Función Autovalor % de varianza % acumulado Correlación canónica
F Aprox. 9,634 a
1 1,048 100,0 100,0 ,715
gl1 1
a. Se han empleado las 1 primeras funciones discriminantes canónicas en el análisis.
gl2 15787,936
Sig. ,002
Lambda de Wilks
Contrasta la hipótesis nula de que las
Contraste de las funciones Lambda de Wilks Chi-cuadrado gl Sig.
matrices de covarianzas poblacionales
1 ,488 51,967 1 ,000
son iguales.
grupos
a
Resultados de la clasificación
Ejecución de Maltrato Grupo de pertenencia pronosticado Total
Agresores 7 28 35
Casos desagrupados 0 1 1
Resultados de la prueba
M de Box ,800 Autovalores
Sig. ,374
grupos
a
Resultados de la clasificación
Ejecución de Maltrato Grupo de pertenencia pronosticado Total
Agresores 6 29 35
gl 2926
Sig. ,000
ANEXO Q
Análisis de Confiabilidad de los componentes de
la Escala de Abuso del CAPI.
Irritabilidad
Estadísticos de fiabilidad
Alfa de Cronbach N de elementos
,751 9
Estadísticos total-elemento
Media de la escala si Varianza de la Correlación Alfa de Cronbach si
Rigidez
Estadísticos de fiabilidad
Alfa de Cronbach N de elementos
,701 16
Estadísticos total-elemento
Media de la escala si Varianza de la Correlación Alfa de Cronbach si
Estadísticos de fiabilidad
Alfa de Cronbach N de elementos
,732 12
Estadísticos total-elemento
Media de la escala si Varianza de la Correlación Alfa de Cronbach si
Angustia y Preocupación
Estadísticos de fiabilidad
Alfa de Cronbach N de elementos
,666 14
Estadísticos total-elemento
Media de la escala si Varianza de la Correlación Alfa de Cronbach si
Estadísticos de fiabilidad
Alfa de Cronbach N de elementos
,727 7
Estadísticos total-elemento
Media de la escala si Varianza de la Correlación Alfa de Cronbach si
Estadísticos de fiabilidad
Alfa de Cronbach N de elementos
,698 5
Estadísticos total-elemento
Media de la escala si Varianza de la Correlación Alfa de Cronbach si
Estadísticos de fiabilidad
Alfa de Cronbach N de elementos
,567 8
Estadísticos total-elemento
Media de la escala si Varianza de la Correlación Alfa de Cronbach si
Disconformidad
Estadísticos de fiabilidad
Alfa de Cronbach N de elementos
,290 6
Estadísticos total-elemento
Media de la escala si Varianza de la Correlación Alfa de Cronbach si
gl 2926
Sig. ,000
Matriz de estructura
Componente
1 2 3 4 5 6
gl 2145
Sig. ,000
Matriz de estructura
Componente
1 2 3 4 5
3 Nunca me enfermo
13 Nunca se debe pedir ayuda a los demás
14 Soy una persona completamente feliz
19 En la casa todo tiene que estar siempre en su sitio
23 Me siento solo con frecuencia
29 Siento que mis padres no me querían lo suficiente
36 A veces me preocupa no tener para comer mañana
39 Normalmente estoy quieto
49 Casi siempre estoy muy triste
52 Muchas cosas me preocupan
56 Me molesto con rapidez
63 Siempre me siento preocupado
67 He sufrido mucho por culpa de la gente
68 Los niños tienen que estar siempre limpios
74 Desconfío de todo el mundo
75 Mi vida no es tan feliz como quisiera
78 Nadie entiende como me siento
81 Varios de mis vecinos son amigos míos
84 Sufro de dolores
93 Me preocupan cosas que no le digo a nadie
94 Mi familia se lleva muy mal
105 Siempre me siento muy molesto
107 Mi vida es buena y no le cambiaría nada
108 Un hogar tiene que estar perfectamente limpio
111 Nunca me sentí comprendido por mis padres
112 Muchas cosas de la vida me dan rabia
118 Siempre me deprimo
120 A menudo tengo rabia
129 Es necesario castigar a un niño para que aprenda
134 A menudo me siento de mejor ánimo que los demás
141 Estoy muy satisfecho sexualmente
145 Casi nunca me siento acompañado
147 Estoy muy enamorado
152 Todos los días me río mucho
154 Siempre tengo miedo