Capitulo 1
Capitulo 1
Capitulo 1
FAMILIA
MATRIMONIO
FAMILIA
Capitulo 1
El origen de la
Familia
capítulo 1
EL ORIGEN DE LA FAMILIA
Dr. Ed Wheat1
En este estudio
1. Exploraremos cuál es el primer problema que el
matrimonio está llamado a solucionar.
2. Apreciaremos la importancia de la mujer como
compañera idónea del hombre.
3. Observaremos cómo el divorcio se opone al propósito
origi- nal del Creador.
4. Exploraremos lo que significa, en términos prácticos,
dejar al padre y a la madre para formar un
matrimonio.
5. Aprenderemos el significado original de la expresión «se
unirá a su mujer».
6. Apreciaremos la importancia de la unión sexual en el
matri- monio.
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La familia desde una perspectiva
cristiana
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Daniel, profundamente deprimido, comenzó a pensar en
con- seguir un traslado de su trabajo para otra parte del país
por un período de diez o más meses. Le explicó a Carolina:
«La separa- ción nos ayudará a comprender si realmente nos
amamos el uno al otro, o no» La confidente de Carolina
reaccionó con un consejo airado. Le dijo: «Empácale las
maletas y déjaselas en las gradas del frente. ¡Cuanto antes
mejor!»
Cuando Carolina me contó su historia, me quedé
impresionado por el hecho de que todas las personas que
entraron en esta doloro-
sa situación afirmaban ser cre-
Aún si los yentes en Jesucristo, que
matrimonios se hacen reco- nocían su Palabra como
en el cielo, el verdad: la esposa, el esposo, la
hombre tiene que otra mu- jer, la amiga que
ser responsable de aconsejó a la esposa, y los
su mantenimiento. líderes de la igle- sia. Sin
—Kroehler News embargo, cada uno de éstos, a
su propia manera, había
demostrado una carencia de
co-
nocimientos de los principios bíblicos que podían preservar y
sanar
esa relación matrimonial. Tantísimos principios bíblicos
importantes con respecto al matrimonio, al amor, al perdón, y a
la restauración se violaron o se pasaron por alto que no es raro
que Daniel y Caro- lina se sintieran ambos «congelados» en el
dramático enredo e in- capaces de hallarle salida.
Desafortunadamente, ésta es una historia típica. La he
oído muchas veces con pequeñas variaciones del tema básico.
La com- parto con usted, estimado lector, porque de ella se
puede aprender muchísimo.
Mientras la aconsejaba, Carolina reflexionó en su propia
ma- nera de pensar y sus patrones de conducta. ¿Cuán válidas
fueron sus acciones y reacciones durante la crisis? ¿Y qué las
había im- pulsado? Sus decisiones, ¿fueron tomadas al calor
de un falible
consejo humano, o mediante el consejo eterno de Dios? ¿Qué
su- puestos básicos guiaron su pensamiento? ¿Eran falsas o
verdade- ras estas premisas?
Luego a Carolina le ocurrió algo muy interesante. Cuando
se volvió a la Palabra de Dios, determinó seguir el consejo del
Señor hacia donde la condujera y dejarle a Él los resultados.
El consejo antibíblico que ella había recibido se le esfumó del
pensamiento, y entonces comenzó a ver claramente lo falso y
lo verdadero. Des- cubrió que hay un total desacuerdo entre la
Biblia y el sistema de pensar del mundo en relación con el
matrimonio y el divorcio, y que ella había sido engañada por
Satanás, el maestro de la hipocresía, hasta el punto de creerle
las mentiras con relación al matrimonio. Descubrió que
Satanás puede actuar aun a través del cristiano que tenga las
mejores intenciones, pero que tome el punto de vista hu- mano
en relación con el matrimonio, en vez de seguir la clara ense-
ñanza bíblica de Dios. Aprendió también que, cuando los
hombres y las mujeres reaccionan siguiendo sus inclinaciones
naturales, gene- ralmente, caen en decisiones equivocadas.
Según lo describió, tanto ella como Daniel habían caído en
un abismo de pensamientos turbios, sentimientos confusos y
reaccio- nes fuera de tono. Sólo la verdad podía liberarlos. Los
dos comen- zaron a aprender de nuevo el proceso mediante el
estudio del libro de Génesis, capítulos 1 al 3.
Toda pareja casada necesita saber la verdad completa con
res- pecto al matrimonio, pero esta verdad nunca se hallará en
las ense- ñanzas ni en los ejemplos del sistema del mundo. Lo
mejor que este mundo puede ofrecer es un divorcio a bajo
costo.
Generalmente, éste no obedece a ninguna razón válida y
se obtiene muy fácilmente, lo cual le resulta muy cómodo a
millares que, a tropezones, entran y salen del matrimonio como
si éste fuera una puerta giratoria. Las palabras de un crítico
social definieron esta situación en una sentencia clara y
rotunda: «En la década que
comenzó en 1970 —dijo—, ¡el divorcio llegó a ser el resultado
na- tural del matrimonio!»
Si el divorcio se acepta ahora, y aun se espera que sea el
resul- tado natural del matrimonio, es ésta una escalofriante
herencia para las décadas venideras. Pero, ciertamente, no
tenemos que adoptarla en nuestro pensamiento. Los creyentes
de todas las culturas y de todas las edades que creen en la
Biblia, han hallado la sabiduría y la fortaleza para nadar contra
la corriente de los actuales estilos de vida. Notemos que la
sabiduría bíblica viene primero; luego, la fuerza para ir contra la
opinión popular, no importa cuán poderosa ésta sea. Andemos
juntos por el sendero bíblico que Daniel y Carolina siguieron
en la búsqueda de la verdad fundamental sobre la cual
estructurar su vida matrimonial.
Comenzaremos en el principio, con la creación del hombre
y la mujer. Nuestro propósito es entender el matrimonio tal
como Dios lo estableció, en contraste con las opiniones del
mundo que nos rodea. Necesitamos examinar estos versículos
del Génesis como si nunca antes los hubiéramos visto. No los
consideramos como de- claraciones gastadas, sino como una
verdad para nuestras vidas individuales.
Varias etapas
Los que hemos estudiado el matrimonio en su desarrollo
hemos encontrado varias etapas bastante bien definidas. La
primera, la
etapa romántica forjada en base a las muchas ilusiones,
sueños y promesas grandiosas, no dura toda la vida, al menos
en sus dimen- siones iniciales. Tarde o temprano, las finanzas, el
trabajo, los hijos, hacen que la pareja aterrice en la realidad de
un mundo que de- manda esfuerzo para sobrevivir y que
parece amenazar el sueño de eterno romance y encanto.
Aparecen, entonces, las frustracio- nes, las recriminaciones, los
reclamos y la lucha por el poder. Toda pareja, de una forma u
otra, atraviesa por esta etapa, no sin dolor y serios
cuestionamientos acerca de su relación. Es aquí donde mu-
chas personas que se resisten a crecer y a tomar
responsabilidad por su vida, sus actos y sus sentimientos,
deciden romper el vínculo matrimonial. Las parejas que
deciden mantener el hogar por los hijos, por razones
económicas o por las apariencias, pueden encon- trarse en una
etapa de desilusión y separación física, emocional o mental,
que no les permite establecer el hogar que en el fondo anhelan.
Las parejas que, en medio de su frustración y desconcier- to, no
se conforman con una relación mediocre y deciden crecer,
experimentan una profunda transformación. Cada uno comienza
a tomar responsabilidad por lo que es y por lo que quiere. Cada
cual toma en serio la posibilidad de afectar las cosas a su
alrededor y no sólo ser afectado. Ambos descubren que juntos
pueden hacer más que cada uno por separado y eso los anima
en su propósito de compartir toda la vida. Los dos van
caminando en la etapa de la estabilidad, la intimidad y el
compromiso como nunca antes. Eso les anima a continuar
creciendo en su relación, no solo para bien de ellos mismos,
sino para beneficio de toda su familia, su comunidad y las
futuras generaciones.
Conclusión
Dios no nos ha ofrecido un paraíso o un jardín de rosas
cuando formamos un hogar. Eso sí, nos ha entregado un
terreno fértil, he- rramientas, y buenas semillas para que lo
trabajemos con su ayuda
y cultivemos con interés y esfuerzo las flores más hermosas
para bien de muchos y para la gloria de Dios.