TX BRAIER CursoGrandesParadigmas AnalisisFragmentarioDeUnGemeloTransgresionesY NarcisismoPatologico
TX BRAIER CursoGrandesParadigmas AnalisisFragmentarioDeUnGemeloTransgresionesY NarcisismoPatologico
TX BRAIER CursoGrandesParadigmas AnalisisFragmentarioDeUnGemeloTransgresionesY NarcisismoPatologico
Resumen
El trabajo expone el análisis interrumpido de un hombre joven, sus múltiples y diversas transgresiones y las de su
hermano gemelo, su doble especular y fetal. Las transgresiones están marcadas por la violencia, el abuso del
alcohol y drogas y el hacerse pasar el uno por el otro; se hallan en conexión directa con la relación gemelar, lo que
a la vez lleva a considerar los avatares del complejo fraterno y el fenómeno del doble, a un punto de partida en las
fijaciones a estadios narcisistas primitivos. Estos gemelos constituyeron un sistema narcisista gemelar,
caracterizado por la existencia de un vínculo simbiótico y elecciones narcisistas de objeto.
La psicopatología de ambos hermanos se presenta ”en espejo": registran una frecuente y marcada conducta acting
out, con tendencias maníacas y psicopáticas. La sexualidad es promiscua, y en ella se encuentran prácticas
perversas con componentes sádicos, sobresaliendo además las tendencias homosexuales. Las transgresiones han
ido poniendo en peligro sus vidas y a veces las de los demás (excesos de velocidad al conducir vehículos; elevados
riesgos de contraer SIDA). La crueldad y el autoritarismo son relacionadas con la pulsión de dominio. Las
transgresiones -sexuales y sociales- cursan con la desmentida de la amenaza de castración en un sector del Yo,
que se halla al servicio de la omnipotencia y la megalomanía narcisistas, reflejando la fijación a un estadio en el que
se daría un rechazo o desafío a la ley paterna. Hay una interrelación entre regresión narcisista, generación del
doble protector, desmentida y escisión del Yo, presuponiendo esta última la de un Yo-placer desafiante de un Yo-
real definitivo.
Esta es una historia de transgresiones, tanto por parte de quien fuera mi paciente como de su
hermano gemelo, su doble especular. Tales transgresiones afloran desde una trama que tiene
un núcleo importante en la relación gemelar, que es sobre la cual en esta ocasión nos
centraremos, lo que a la vez significa situarnos en los avatares del complejo fraterno y el
fenómeno del doble, a un punto de partida en fijaciones a estadios narcisistas primitivos.
Muchos datos biográficos han sido omitidos por discreción profesional, pero ello no afecta la
comprensión de las cuestiones que hemos de revisar.
Jorge tenía algo más de treinta años cuando me consultó. Se presentó elegantemente
vestido a la manera de un ejecutivo y era bien parecido (al escribir esto último me sorprendo,
una vez más, ante el determinismo psíquico, ya que el que se me haya ocurrido esta
expresión y no otra obedece seguramente a que Jorge era, además, ”bien” -muy- parecido... a
su hermano gemelo). Estaba entonces casado y no tenía hijos. Vivía en una ciudad cercana a
Buenos Aires. Contaba con un título profesional y dirigía una sección en una institución.
Gozaba de una excelente remuneración económica.
Acudió a la consulta a raíz de serias desavenencias conyugales. Admitía que ello se debía en
gran parte a su negativo comportamiento con su esposa, en especial a su infidelidad y a las
salidas de juerga con sus amigos. En la primera entrevista expresó: ”Me autodestruyo desde
hace muchos años... Sobre todo he destruido mis relaciones con mis novias... y ahora la
relación con mi mujer..."
Jorge provenía de una familia del interior del país, perteneciente a la alta burguesía.
Consideraba a su madre una mujer noble y abnegada que, al consagrarse al hogar y a los
hijos, había hecho posible las realizaciones de su padre y, entre otras cosas, tenido también
que tolerarle sus muchas aventuras amorosas.
Jorge y su hermano gemelo, al que denominaremos José, eran gemelos verdaderos y los
hijos menores del matrimonio. Tenían numerosos hermanos, de los cuales poco más de la
mitad eran varones. La diferencia de edad con el inmediato anterior a ellos, varón también,
era de más de diez años. Casi todos estaban casados y algunos tenían hijos.
Cuando los gemelos nacieron la madre tenía ya cerca de cuarenta años. No les dio el pecho;
al parecer, no tenía leche suficiente.
Jorge y José siempre fueron inseparables. Afirmaba aquél : "Mi mejor amigo fue siempre mi
hermano José. Es el ser que más amo en este mundo. De pequeños hablábamos las
veinticuatro horas del día sin parar. Era como hablar con uno mismo".
Los demás hermanos contaban muchísimo menos para los dos; en esto incidía también la
diferencia de edad, que los separaba de ellos.
El parecido físico entre ambos gemelos era asombroso. Resultaba difícil distinguirlos.
De niños y de adolescentes lo compartieron todo: el dormitorio, los juegos y los estudios. Más
adelante también las chicas...
Pero a menudo reñían. Era evidente que entre ambos se fue creando además una intensa
rivalidad.
Así como el parecido físico era sorprendente, también en el tono de voz y el modo de hablar
había una notable semejanza. Eran incluso afines en intereses y gustos. Además, José tenía
el mismo tipo de trabajo y de cargo que Jorge, aunque en una institución rival; ambos
practicaban los mismos deportes y concurrían al mismo club.
La adolescencia de los dos fue bastante complicada y tormentosa. Eran muy indisciplinados y
dados a las transgresiones, por lo que fueron expulsados de varios colegios, sobre todo por
protagonizar violentas peleas con los compañeros. Cuando tenían catorce años padres y
educadores decidieron finalmente separarlos, enviándolos a establecimientos diferentes.
Ya desde niños el engañar a los demás haciéndose pasar el uno por el otro se convirtió en
algo frecuente; lo hacían tanto para colarse en el cine como ante un examen en el colegio, y
más tarde en las relaciones sexuales con las chicas.
A lo largo del análisis de Jorge, que contaba con tres sesiones semanales, se fue
evidenciando cada vez más el nexo entre sus diversas dificultades y la relación con su
gemelo, la cual irrumpía con llamativa intensidad, hasta el punto de ir ocupando un primer
plano en nuestra atención. Fui comprendiendo paulatinamente la dimensión que en el
paciente había cobrado el complejo fraterno en tanto vínculo simbiótico, en la imposibilidad de
diferenciarse y separarse y en la elección narcisista de objeto.
José, que se había casado casi en la misma época en que lo hiciera Jorge, retornaba con su
mujer de una estancia de tres años en otro país para radicarse nuevamente en Argentina. Al
reencontrarse, los hermanos volvieron a verse a menudo.
También José tenía múltiples aventuras sexuales, pero su esposa nunca parecía enterarse ni
vigilarlo. Podía con fundamento suponerse que en los dos matrimonios había un gran
sometimiento por parte de las mujeres y que existían en ellas fuertes tendencias masoquistas,
que se correspondían con el sentimiento autoritario de poder y el sadismo de que solían hacer
gala ambos gemelos. (A veces Jorge agredía físicamente a su esposa). Los hermanos
coincidían- una vez más- en una mal disimulada misoginia y estaban imposibilitados de
experimentar un amor genuino y duradero por alguna mujer. (Si bien Jorge afirmaba amar a la
suya).
Los dos consumían cocaína, en especial durante las salidas nocturnas, pero negaban toda
dependencia.
Fui descubriendo que las personalidades de los gemelos R. se parecían demasiado: los dos
tenían tendencias maníacas y psicopáticas; eran personas de acción y transgresoras y, sobre
todo, presentaban una sexualidad promiscua y caracterizada por su incursión en prácticas
perversas, sin mayores reparos, escrúpulos ni remordimientos. En ambos se evidenciaron
componentes sádicos. Jorge solía atar a una ex novia suya a una columna, para luego
someterla a una agresiva penetración. Además experimentaba una intensa excitación sexual,
que iba seguida de masturbación, ante escenas de extrema violencia que tenía oportunidad
de ver por televisión o en el cine, en especial si se trataba de escenas reales, tales como
fusilamientos o torturas.
Pero lo que en él cobraba particular relieve eran sus inclinaciones homosexuales, que cada
vez ocultaba menos (y que también estaban presentes en José). Al principio me llamó la
atención su sadismo con las mujeres, que encerraba un desprecio hacia éstas -no sólo de su
esposa sino también de sus ocasionales amantes -, y su preferencia por los encuentros con
grupos de hombres; además, le excitaba imaginar ”camas redondas” e intercambios de
parejas. Por su parte, José ya le había propuesto a su mujer que ”experimentaran” en este
terreno. A todo esto resultó significativa en más de un sentido una escena relatada por Jorge
durante su análisis: en una fiesta se le acercó Isabel, la esposa de José, y le comentó sus
deseos de tener un bebé, a lo que Jorge respondió socarronamente que si lo tuviera con él
nadie se daría cuenta... En suma, había en estas situaciones siempre un hombre detrás de la
figura femenina en cuestión.
Debido a su mala reputación, los gemelos eran la comidilla del ambiente social que
frecuentaban. A ellos parecía no importarles. Diría que, por el contrario, les complacía ser tan
conocidos, dar una imagen de playboys, que hablaran tanto de ellos y hasta les temieran, ya
que a menudo se tornaban muy violentos con los demás.
Tanto en sus asociaciones libres como en sus sueños las fantasías homosexuales de Jorge
acababan revelando su relación con la figura de su gemelo. En un momento dado me confió
que a los catorce años ambos iniciaron un período de masturbaciones recíprocas. Estas
prácticas se mantuvieron aproximadamente durante un año. Tanto uno como otro parecían
restarle importancia.
Cuando tenían dieciocho años comenzó otro período, en el que Jorge tuvo relaciones
sexuales con travestidos. Se sentía extraña y especialmente atraído por uno de ellos, que
parecía propiamente, según el paciente, ”una bella mujer", lo que le servía como
racionalización de su conducta; recordaba haber experimentado una ”especie de
enamoramiento” por él y llegó a frecuentarlo con cierta asiduidad. Luego me refirió que
también José había tenido algunos contactos con travestidos por aquella época, pero que no
llegó a enredarse con ellos, como en cambio le había sucedido a él.
Reconocía su necesidad de separarse ”un poco” de José, diferenciarse de él, vivir una
existencia más autónoma; comprendía que su vida no podía consistir en permanecer todo el
tiempo consciente o inconscientemente pendiente de la de su gemelo (Jorge y yo
suponíamos, con sobrados motivos, que a José le pasaba algo similar). Pero en otros
momentos ello quedaba desmentido, temiendo en cambio que el análisis lo alejara de José y
que acabara perdiendo a éste. Entonces parecía desaparecer el contacto con su realidad y
hasta el sentido común en cuanto a su relación simbiótica e incestuosa con José. Solía
decirme: ”¿Qué tiene de malo que los hermanos estemos juntos?", para agregar en seguida:
”Usted no puede saber lo que se siente por un hermano gemelo...” En esta situación yo
representaba esencialmente a una figura interdictora y por lo tanto peligrosa.
También seguían teniendo conductas psicopáticas, preferentemente con las mujeres con las
que salían, como cuando Jorge introdujo orina a escondidas en una copa que contenía whisky
y se la dio a beber a una joven, o cuando José obligó a otra a que le practicara una fellatio en
plena calle.
Quedamos en buenos términos. Me envió poco después un cheque con el que saldó su
deuda conmigo.
Meses más tarde el que me llamó fue José; Jorge le había dado mi número de teléfono. Me
dijo que necesitaba ayuda terapéutica; dado que por su hermano sabía que yo no aceptaría
tratarlo, me pedía que tuviéramos una entrevista para que lo orientara y, de ser preciso, le
recomendara un profesional. Acepté. Durante la entrevista quedé fuertemente impresionado
por su notable parecido con Jorge. Como dije al comienzo del historial, dicho parecido no se
reducía al aspecto físico, sino que abarcaba también los gestos y el modo de hablar.
Debo confesar que hasta el día de hoy, después de haber tratado casi tres años a Jorge a
razón de tres sesiones semanales, cuando recuerdo la entrevista me vuelve a asaltar la duda
de si el que tenía delante de mis ojos era en verdad José... o Jorge, haciéndose pasar por
José, como ocurriera tantas veces en la vida de estos gemelos...
Acababa de tener el primer hijo con su mujer. Durante el embarazo José conoció a una joven
de la que creyó haberse enamorado de un modo que nunca le había sucedido antes. Esta vez
su esposa se dio por enterada. Estuvieron a punto de separarse. Ahora él no sabía muy bien
qué hacer.
Los distintos aspectos de su patología, que yo conocía a través de los relatos de Jorge, no
fueron ni siquiera mencionados por José en aquella entrevista.
Me dijo que prefería analizarse con una mujer. Cuando le pregunté si sabía el por qué me
respondió muy suelto de cuerpo que le gustaría ”... coquetear con ella", jugar a seducirla, a
pesar de lo cual le di los datos de una colega (eso sí, muy avezada), con la que tuvo una
entrevista. Después supe que no le pagó y que tampoco se presentó a la siguiente...
No he vuelto a tener noticias de Jorge ni de José. Sin embargo, dado que creo que Jorge
confiaba en mí, no descartaría que algún día buscara nuevamente mi ayuda.
3. Consideraciones teóricas
Cada uno era el doble narcisista del otro, la representación del Yo ideal. Proyecciones e
identificaciones mutuas y recíprocas regían este vínculo.
Ninguno de los dos podía salir del estadio narcisista, primitivo y especular en que se
hallaban. Por ejemplo, poco y nada les importaba que la gente murmurara cada vez más
acerca de sus tropelías; vale decir, despreciaban los objetos del mundo exterior (manía),
abstraídos como estarían por la idealización y dependencia mutuas. Sólo en ciertas
circunstancias llegaba a preocuparles la imagen que los demás tenían de ambos (ello ocurría
sobre todo en los ambientes laborales y en relación con el rol profesional), lo que en cambio
implicaría una superación parcial del estadio especular.
Jorge seducía y, al igual que el bello Narciso, enamoraba con facilidad a las mujeres, a las
que encantaba (o también a veces espantaba, según los casos). Pero, como Narciso,
despreciaba el amor de todas; no se enamoraba, o, cuando creía que esto había sucedido, su
cariño se evidenciaba poco después endeble y fugaz.
Podemos traer a colación lo que Freud (1915) señala en las etapas narcisistas primitivas en
torno al mundo exterior y acerca de los opuestos del amar -aquí poco desarrollado, a
diferencia de tales opuestos-, que la relación de Jorge con diversos objetos nos recuerda. La
secuencia entonces expuesta por Freud es: 1º) indiferencia, 2º) odio y 3º) ser amado.
En cuanto al amar, Jorge sólo podía experimentar un amor narcisista, como con el travesti y,
sobre todo, con su gemelo; al igual que Narciso, que se hallaba enamorado de su propia
imagen (Ovidio) o, si consideramos otra versión del mito (Pausanias), de su hermana gemela.
Juego de espejos, elección narcisista de objeto por la que se ama a alguien idéntico o
semejante a uno mismo.
La descripción que Rank (1914) hace del Dorian Gray, de Oscar Wilde, coincide
significativamente con la que vengo exponiendo de Jorge:
Jorge se hallaba atrapado en el reducto de este narcisismo del vínculo gemelar, especular y
excluyente.
Sin embargo, no obstante hallarse fascinado por la imagen de José, que era también la
propia, una parte de Jorge pugnaba por salir, abrirse paso y amar al objeto-otro.
3. 3. Dobles
Vengo señalando que el parecido entre ambos gemelos, además del físico, era en extremo
llamativo, inclusive en lo que atañe a los rasgos patológicos de la personalidad. Y aquí quiero
una vez más recordar a Freud ("Lo siniestro", 1919), cuando expresa que con el tema del
'doble' o del otro 'yo' nos encontramos con
“[...] la aparición de personas que a causa de su figura igual deben ser consideradas idénticas
[...]" y cuando, poco más adelante, agrega: “[...] el constante retorno de lo semejante , con la
repetición de los mismos rasgos faciales , caracteres , destinos , actos criminales [...]"
Se asemejaban tanto y eran tales las identificaciones recíprocas, que cuando Jorge
escuchaba un mensaje grabado por él mismo en su contestador telefónico para su mujer,
durante los primeros momentos creía que se trataba de la voz de su gemelo. ”Ha llamado
José”, pensaba.
Una primera aproximación al tema de los dobles en esta pareja de gemelos nos sitúa, como
vamos apreciando, ante una de sus formas, el doble especular, y del que en este caso
tenemos, según considero, una muestra paradigmática.
En este tipo de doble existe una fijación anal primaria (en esta ocasión en relación con el
gemelo), a la cual remite tanto el vínculo especular como el componente homosexual. El
doble especular se corresponde con la fase del espejo (Lacan, 1936).
Una colega me cuenta una anécdota relacionada con los fenómenos especulares, a
cargo de una sobrina suya. La niña, que tiene una hermana gemela, contaba
entonces un año y medio de edad (son los tiempos del estadio del espejo). En
ocasión de descubrir su propia imagen en un espejo exclamó exaltada el nombre de
su gemela.
¿Cuál es la especificidad del doble especular respecto de otros dobles? Lacan lo aclara bien.
En el caso del doble especular el niño anticipa su ulterior unificación motriz; este tipo de doble
tiene, pues, que ver con el apoderamiento anticipatorio de la motricidad estriada. (En Jorge y
José la práctica del yudo y de otros deportes sería algo concerniente al desarrollo de la
motricidad aloplástica). Como el juego del carretel (Freud, 1920), culmina a los dieciocho
El desempeño motriz es la manera por la que muchos niños salen del erotismo anal pasivo,
abriéndose al sadismo. La traslación del erotismo anal a la mirada crea a su vez la apertura al
mundo sensorial.
Cuando en cambio predomina la pasividad erógena anal, lo hace sobre el desempeño motriz
y la relación con lo visual tiene menos importancia. Con el predominio de lo anal pasivo se
configuraría una vía hacia la adicción, en la que se repudia el mundo sensorial (Maldavsky,
1998a).
Buena parte de esto se observa también en Jorge, quien en realidad parecería oscilar entre
las tendencias anales pasivas y las sádicas (fase anal primaria). En relación con las primeras
hallamos entre otras manifestaciones la masturbación anal; a ello cabe agregar la inclinación
del paciente hacia las drogas y el alcohol (Maldavsky, 1998a).
Recordó haber estado con el travestido en un cuarto oscuro y que de pronto entró un
cliente, al que otro travestido zurraba golpeándole en las nalgas.
Conectó esto con el placer que hasta ese momento le traía permanecer sentado
sobre el inodoro, cosa que acostumbraba todavía hacer un buen rato diariamente
para leer el periódico.
Recordó inmediatamente después el olor de las heces de las mujeres que percibía
Lo que acabo de describir en último término, sumado a lo que ya Jorge me había referido
acerca de sus relaciones sexuales con una antigua novia, a la que gustaba de atar con una
soga a una columna y penetrarla con cierta violencia, con el beneplácito de ella, me condujo
además a pensar en la pulsión de dominio, cuya meta radica en dominar al objeto por la
fuerza. Freud nos habla por primera vez de tal pulsión en 1905 (Tres ensayos). Hago aquí
mención de ella porque, si bien no se ha llegado a una teorización lo suficientemente definida
de la misma, ya Freud en aquellos ensayos inaugurales, en los que reconoce en la
organización sádico-anal la presencia de los opuestos activo y pasivo, había llegado además
a sostener: ”La actividad es producida por la pulsión de apoderamiento a través de la
musculatura del cuerpo” (la cursiva es mía), agregando que ”[...] como órgano de meta sexual
pasiva se constituye ante todo la mucosa erógena del intestino". Desde 1913 habrá de ligar
dicha pulsión de dominio al sadismo anal (véase además Freud, 1915, 1915a y 1920),
diciéndonos también que así como la pasividad se apoya en el erotismo anal la actividad
deviene de la pulsión de dominio; y después añadirá que esta última se sustenta en la
musculatura (Freud,1915a).
Por todo lo expuesto en el caso de Jorge cabe asociar, en cierta medida y como un agregado
que sobrevendría en su vida más adelante (fase anal secundaria. Freud, 1933), la pulsión de
dominio con sus intentos de salida de la pasividad. Si bien Jorge estaría en un momento en el
que intentaría dominar antes su propia motricidad que al objeto, la actividad motora se
traducía, desde su sexualidad perverso-polimorfa, en una conducta sádica, para la cual él
encontró en aquella novia su partenaire masoquista (así como el sadismo de Elliot y Beverly,
los gemelos ginecólogos de la película, hallaría como objeto a Claire, una actriz de tendencias
francamente masoquistas); las pulsiones sádicas y de apoderamiento se pondrían de
manifiesto asimismo en la crueldad, el autoritarismo y el ejercicio de un poder machista en las
relaciones de ambos gemelos con sus respectivas esposas y con las mujeres en general, al
tiempo que en la intensa excitación sexual que despertaban en Jorge las escenas de extrema
violencia y crueldad. Dichas pulsiones encontrarían también en la práctica de yudo entre los
mismos hermanos una cierta canalización.
Hemos de considerar aquí además un tipo de doble anterior al especular: la placenta (Freud,
1911). En este componente de la relación entre gemelos no interesa tanto la imagen visual ni
el desempeño motriz. Dicho componente remitiría a una estimulación recíproca anterior al
nacimiento (lo que Freud llamaba la estimulación de placenta) y ligada al contacto. Esto nos
conduce al tema de las sensaciones prenatales. Una de ellas se produciría al estirar los
brazos y encontrar un freno, dado por el útero, aquí además el hermano gemelo, el que a su
vez haría lo mismo. Implicaría un nexo, en el que lo que importaría sería la sensación de
dureza, de resistencia del otro. Cabe pensar en la necesidad de contacto físico entre Jorge y
José, de golpearse uno al otro. José llegó a decirle a Jorge que le gustaba practicar yudo con
él, debido, precisamente, a que ello les permitía mantenerse en contacto físico, lo que yo
había advertido desde el comienzo mismo de esta práctica de los gemelos. (Me refiero a una
necesidad de tocarse, como algo más primario que el ya mencionado ligamen homosexual).
Estamos ante una vivencia que lleva a pensar en este otro tipo de doble, en el que aún no
está en juego lo especular; se trataría de algo más vinculado a lo orgánico, anterior al espíritu,
atribuible a quienes experimentan estados regresivos en los que deja de tener vigencia el
mundo sensorial, como por ejemplo sujetos que se drogan o que se hacen golpear.
Las tendencias homosexuales de Jorge, que impresionaban en principio como una muestra
más de su sexualidad inmadura y de la anarquía pulsional, fueron revelando después
inequívocamente su fijación libidinal a José.
Pero, dentro de las series complementarias de ambos gemelos, debemos tener en cuenta lo
aportado por Freud en 1922: el odio, la rivalidad y los celos en torno al amor de la madre
pueden dar lugar, dentro del complejo fraterno, al surgimiento reactivo de un amor
homosexual. Quizás algo habría también de esto en el caso que nos ocupa.
Volviendo a las relaciones homosexuales adolescentes de Jorge, con José primero y los
travestis cuatro años más tarde, cabe no obstante además ver lo que en ellas hay de etapa de
transición, de tentativa de pasaje paulatino de la libido narcisista a la libido de objeto, del
narcisismo al amor objetal, como lo describe Freud en 1911. La necesidad de amar a un
objeto -aparte del propio Yo- para no enfermar empujaría a ello (Freud,1914). Siguiendo,
pues, este modelo freudiano, habría inicialmente una elección narcisista de objeto. Se elige
primero un objeto homosexual, lo más parecido al propio sujeto. Aquí Jorge escoge a su
hermano gemelo... La elección heterosexual de objeto sobrevendrá -o no- después. El
travestido, sin dejar de ser un objeto homosexual y un subrogado fraterno (y paterno), sería
Tardará en confesarme que ha comprado un vibrador, pero que no se atrevió a pedirle a una
compañera circunstancial que lo masturbara utilizando dicho adminículo. Se masturbará
analmente después con éste un par de veces para luego deshacerse de él.
Reconocerá que experimenta una secreta atracción por un amigo, que tiene su mismo
nombre y con el que, junto a compañeras ocasionales, salen de juerga. Un poco en broma y
otro en serio, propondrá a su amigo invitar a su ex novia masoquista a que comparta la cama
con ambos...
Todo esto significa que seguirá atrapado en la relación homosexual, narcisista y especular
con su gemelo.
Habrá incluso de tener en varias ocasiones sueños en los que penetra analmente
a José...
Acude a la sesión. Viene de tener relaciones sexuales con una mujer con la que José
se había acostado varias veces durante la adolescencia. (También José ha hecho lo
propio con chicas con las que Jorge estuvo relacionado anteriormente. Esta vez
Jorge no se ha hecho pasar por su hermano). En un momento dado de la misma
sesión percibo que por esto último la mujer en cuestión tiene ”un valor añadido” para
Jorge, y así se lo hago saber, y que por ello esta relación le resulta más excitante que
otras (en la vagina de la joven estuvo antes el pene de José. Además ella, a los ojos
de Jorge, recreará su relación con José, lo que valdrá también para Jorge que,
además de ”tener” así a José, podrá en su fantasía y más profundamente ”ser” su
hermano, fusionándose con él). Su primera reacción es la de negar todo esto, pero
poco después lo confirma y ata cabos, recordando que acaba de proponerle a ella
que tuvieran relaciones sexuales...incluyendo a José, es decir con los tres en la
cama... (Aquí me viene a la mente la escena en que Beverly y Elliot bailan abrazados,
con la amante de éste entre ambos).
Isabel había aceptado sumisamente el ”matrimonio” Jorge-José. Nora en cambio nunca del
todo. Entonces Jorge y Nora se separaron.
Me fue útil pensar en la existencia de una escisión del Yo, como en las perversiones, por la
que podía entender que las transgresiones (sociales, sexuales) de Jorge respondían al
dominio de la desmentida (verleugnung) de la amenaza de castración en un sector de su Yo,
al servicio de la omnipotencia y la megalomanía narcisistas, reflejando la fijación ya sea a un
estadio en el que la ley paterna no fue aún instituida o más bien a otro en el que, habiéndolo
sido, se daría un franco rechazo o desafío a la misma. Precisamente protagonizaba episodios
desafiantes a través de, por ejemplo, actividades sexuales promiscuas, perversas y
polimorfas, o conductas antisociales (éstas de poca monta). Por cierto que el déficit de la
función paterna mantendría a los gemelos atrapados en el vínculo narcisista especular, que es
en parte sustitutivo de la diada madre-hijo.
Volviendo a la parte del Yo que reniega de la amenaza de castración: respondería a una falla
en el desarrollo, a no haber alcanzado satisfactoriamente la situación edípica y por ende
arrastraría un déficit en la incorporación del padre simbólico y la ley de la cultura.
(Recordemos además que el padre era una figura idealizada y a la vez muy distante. En
determinado momento Jorge dirá que, con tantos niños, sus progenitores, ya cansados,
optarían por dejarlos a él y a José ”en libertad”. Por esto último cabe en rigor entender:
descuido, abandono, falta de la figura paterna para establecer y mantener las pautas). Aquí
recuerdo lo que Maldavsky (1979) señaló acerca de las condiciones del padre en el necesario
ejercicio de la hostilidad ”[...]para prohibir de modo tal que su mensaje quede inscripto en el
aparato psíquico del hijo en términos de normas, en el superyó, y no como aniquilación de su
ser en 'lo siniestro'“. (Recordemos también lo que Freud describe en 1919 respecto de la
incorporación de la autocrítica entre los nuevos contenidos del doble).
El déficit identificatorio con la figura paterna en tanto modelo se traduce en las previsibles
deficiencias en la formación de ideales. (Con excepción, quizá, del ideal laboral; a la vez en
ambos gemelos había, sí, una clara identificación con la figura idealizada del padre mujeriego,
cualidad por tanto estimada acríticamente como virtud).
El registro de las transgresiones sociales a las que he venido aludiendo es el mismo que el
de las perversiones y por las que asimismo Jorge discurría, interrelacionado con los
fenómenos de regresión narcisista, generación del doble y desmentida, con la escisión del Yo
como denominador común (aunque Freud no hablara aún de ésta en su trabajo sobre ”lo
siniestro” de 1919, considero válido incluirla -más allá de su carácter constitutivo, concepción
a la que me suscribo- como una consecuencia directa de la desmentida operante en la
patología del paciente y dentro de la dinámica del doble y lo siniestro). Dicha escisión
presupone la de un Yo-placer desafiante de un Yo-real definitivo.
No diría entonces que Jorge poseía una definida estructura perversa (aun cuando imperara
en él la escisión del Yo y la desmentida, ya que distan de ser defensas yoicas exclusivas de
dicho cuadro) o que se tratara propiamente de un psicópata. Lo ubicaría más bien como
alguien que padecía una grave perturbación narcisista de la personalidad con, eso sí,
actuaciones perversas y psicopáticas. Creo que, siguiendo a Maldavsky (1991a), podría
considerarle una persona transgresora, con una estructura narcisista.
Algo más, que en una nueva vuelta de tuerca nos permitirá articular de manera directa las
transgresiones con un doble que se halla al servicio de la desmentida: Maldavsky (1991a
;1998) describe en pacientes transgresores y perversos, que desafían la ley sin haber
desestimado la instancia paterna, una desmentida respecto ya no de la realidad sino de la
auto-observación, vale decir ante el superyó, como recurso defensivo a la vez que desafiante,
con el que se intenta evitar los sentimientos de inferioridad y de culpa. De este modo la auto-
observación, precisa Maldavsky (1998), "[...] no aporta a la formación de ideales y a la
conciencia moral los elementos para que se desarrolle un dictamen". Y continúa diciendo:
”Esta desmentida ante la auto-observación apela a un doble, con lo cual el yo puede
Pero volvamos al paciente. Las drogas y el alcohol proporcionaban una ”manía química” que
alimentaba las fantasías omnipotentes y narcisistas y reforzaba la desmentida de la
incompletud y de la finitud, neutralizando además el desarrollo de angustia y depresión.
La megalomanía narcisista hacía que Jorge se sintiera casi en todo momento ”muy bien",
”excelentemente"; esta ”sensación maravillosa” (todas son expresiones empleadas por Jorge)
respondía a su fantasía de unión con la figura no menos maravillosa para él de su gemelo
(doble ideal. Kancyper, 1995), fantasía recíproca por la que ambos borraban faltas y
diferencias y alcanzarían la eternidad. (Doble especular y doble inmortal. Kancyper, 1995).
Como en El retrato de Dorian Gray, la espléndida imagen del doble protector y omnipotente
parecía preservar a Jorge del dolor, permitiéndole desmentir los peligros de las enfermedades
y la muerte (Freud, ”Lo ominoso” (1919a)).
La fantasía de ser, junto a José, portador del virus del SIDA, estaría además en conexión con
la del doble de tipo placentario, por la que se establecería una nueva confraternidad orgánica
en estos hermanos de sangre, ligados cual vasos comunicantes.
Creo que una de las mayores amenazas que se cernían sobre Jorge era el riesgo de una
caída del precario andamiaje neurótico y el consiguiente dominio de los aspectos perverso-
psicopáticos (en la relación terapéutica se hacían más frecuentes sus tentativas de
manipularme), con marcadas tendencias autodestructivas. Esto apareció en parte proyectado
en la figura de un amigo que ”se volvió loco” y que, al decir de Jorge, no distinguía ya ”entre el
bien y el mal”. Pero además era expresado en momentos aislados de lucidez en los que,
emitiendo un juicio doloroso, podía llegar a musitarme: ”Me estoy destruyendo".
Otro riesgo sería el de una desorganización psicótica, de disolución yoica, ligado a una
disolución identificatoria por pérdida de la identificación narcisista, que conduciría a una
vivencia de cuerpo fragmentado (Lacan, 1936), expresión de la pulsión de muerte; pero en
rigor durante el análisis nunca llegué a tener una sensación contratransferencial que pudiera
vincular con una tal posibilidad.
Se trata de un punto de suma importancia al cual no podré referirme aquí por razones de
espacio. Pero, al menos, no quiero dejar de mencionar la relación que el estudio del caso me
ha revelado, entre la estructura narcisista gemelar, ciertos rasgos caracteropáticos y las
conductas transgresoras del paciente por un lado y, por el otro, el desamparo padecido, en
especial durante los primeros años de vida. La consideración de la incidencia de graves y
ostensibles fallas en la función materna (y también en la paterna) queda, pues, reservada
para otra exposición (Braier, 1999).
Recapitulando: la conducta de los gemelos aquí estudiados en sus relaciones con los objetos
externos, impregnada de fantasías de omnipotencia narcisista, se caracteriza por su
naturaleza transgresora y perversa y su corte maníaco-psicopático. Esta patología del
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*Basado en el trabajo denominado ”Una historia de gemelos (Narcisismo y dobles)", que fuera leído por el autor en
la Asociación Psicoanalítica Argentina el 19 de agosto de 1998 (habiendo oficiado como discutidores el Dr. Luis
Kancyper y el Prof. David Maldavsky), un breve fragmento del cual, con algunos agregados y con el título ”Una
historia de gemelos (Narcisismo primitivo y dobles)” fue publicado en Actualidad Psicológica (Buenos Aires, nº 268-
Septiembre 1999).
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