ENSAYO
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ACTIVIDAD # 7
ENSAYO
Es también el caso del Imperio Romano que dominó y expolió por miles de años a pueblos
de Europa, el Asia Menor, África y Oriente Próximo. El imperio Otomano, repite en mayor o
menor medida la misma táctica de conquista e igual sometimiento en cobro de impuestos,
que permitió la constitución de grandes imperios a costa del sufrimiento de otros pueblos.
Parte de esa Historia la constituye también las cruzadas cristianas, la expulsión de los judíos
y musulmanes de España. Y las incursiones de Castilla en Marruecos en el siglo XV,
practicando "la ratería," la cual enriqueció a muchos cristianos, les aportó extensiones
territoriales y mano de obra semi-servil morisca.
Las luchas religiosas en el Medio Oriente también han contado en épocas recientes, con el
apoyo de los países económicamente poderosos en virtud de sus propios intereses, que
varían conforme a las condiciones históricas que experimentan. Además, comprueban que
la especie humana ha usado su propia crueldad en contra de sus semejantes, destacando
para ello aparentes diferencias raciales, religiosas, culturales o históricas que en realidad
procuran el beneficio de unos pocos. Las metrópolis del poder justifican su proceder
asumiendo la misma postura griega con la "polis", en el sentido de que su misión es vigilar
y educar a colectividades sobre las que asumen una cultura y comportamiento inferior o
bárbaro. Inclusive se aducen criterios genéticos en la justificación de su actitud. Por otra
parte, la religión basada en los libros sagrados va a legitimar la invasión de territorios.
La discriminación ha causado que personas de bajos recursos vayan a vivir lejos de las
áreas habitadas por personas con mejor calidad de vida, he de ahí que proviene el término
despectivo que reciben estas personas: Marginales, por que viven en los márgenes de la
ciudad.
"A medida que las matanzas indígenas por parte de milita, res guatemaltecos se fueron
aproximando a un genocidio, Ronald Reagan y sus funcionarios al tiempo que alababan a
los asesinos defendiéndolos como demócratas progresistas, informaban al Congreso que
proporcionaría armas para reforzar la mejora de la situaci6n de los derechos humanos -tras
el golpe de 1982- que instauró al General Ríos Montt, quizá el mayor asesino de todos. ´´
Esta preocupación de aceptación tanto de raza como de religión está presente, hoy en el
escenario mundial con más ímpetu, ya que a mediados de siglo XX recrudecieron las
guerras y continúan azuzándose las primitivas disputas que se enmascaran en un delirio
étnico, religioso, que en el fondo son parte también de intereses de poder político y
económico.
En la Europa del Este tanto los albaneses, como los yugoslavos, los polacos, los
checoslovacos entre otros, luchan para lograr una inserción en el mercado mundial que
permita a sus habitantes, no tener que emigrar, pues, tanto los gobernantes como la
población de Europa Occidental dan señales permanentes de no querer admitirlos en sus
países.
Esta problemática política y económica, de los últimos años, hace que la situación de
discriminación y violación sistemática de los derechos humanos, en América La, tina tienda
a profundizar cada vez más las diferencias, ya existentes. Los últimos informes de la
Secretaría Permanente para América Latina (SELA) respecto de la situación de la industria
y el desempleo en América Latina ilustran lo anteriormente expresado.
La imposición de la cuota al banano, por los países de la Comunidad Europea afectó a miles
de trabajadores, quienes de un día para otro se encontraron sin empleo y con sus familias
desprotegidas. Al mismo tiempo el café ha venido mostrando una baja constante en los
precios del mercado internacional. Esto es un pequeño ejemplo de muchos otros productos,
a los cuales se les imponen no-sólo barreras arancelarias, si no también múltiples requisitos
que finalmente conducen a lo mismo: la aplicación del libre comercio sólo para la
conveniencia de los países desarrollados. Este aspecto se relaciona con un incremento en
la actitud xenofóbica hacia los habitantes de los países latinoamericanos con quienes se
utilizan términos despectivos tales como "los otros", "los intrusos", "los que me vienen a
quitar trabajo", "los sudacas" etc. Así tenemos varios ejemplos de discriminación.
De acuerdo con los datos del Censo de Población del año 2000, un 5,3% de la población
nacional presentaba limitaciones de alguna índole. Cabe destacar, que más de 40% de las
discapacidades son originadas por problemas de ceguera o sordera, y un 15% tienen
discapacidades originadas en el retardo o trastornos mentales. Dicho censo indica que
dentro de los hogares que no tienen ninguna carencia en sus necesidades básicas 4,5%
son personas con discapacidad, cifra que se eleva a un 6,9% en los hogares que tienen
más de dos carencias.
Por otra parte, para el año 2001 la niñez y la adolescencia con algún tipo de discapacidad
constituían el 21% de la población total costarricense con discapacidad (Cifras Oficiales del
Instituto Nacional de Estadística y Censos). Estos niños y niñas deben enfrentar los mismos
problemas y las mismas situaciones de falta de accesibilidad que enfrenta el resto de la
población con discapacidad, como es el caso del transporte colectivo, donde todavía el país
carece de autobuses apropiados, especialmente para aquellos que tienen comprometida
su movilidad física. Sin embargo, en el año de 1998 Costa Rica promulgó el Código de la
Niñez y la Adolescencia, Ley 7739 del 6 de enero de 1998, con lo cual -en el plano de la
legislación- se fortaleció la protección de los derechos de estos grupos etáreos.
Con base a esto, el Estado Colombiano ha impulsado, en los últimos años, una serie de
leyes orientadas a equiparar las oportunidades basándose en la inaccesibilidad a múltiples
servicios que deben enfrentar cotidianamente las personas con algún tipo de discapacidad,
ya que, el entorno físico en el cual se desenvuelven, enmarca barreras que constriñen o les
impiden el acceso a un entorno socio-cultural todavía con remanencias de visiones arcaicas
que limitan el paso de los mismos a la actividad productiva, empleo, vivienda, educación,
recreación, etc.
En Colombia, históricamente ha prevalecido la perspectiva de enfocar a la discapacidad
con denominaciones de lástima y tratamientos de “pobrecito” y “pobrecita”, el que la
persona con discapacidad sea ubicada como un enfermo que siempre requerirá atención o
como persona menor de edad, aunque ya haya llegado a la edad adulta lesiona tanto la
dignidad como los derechos de las mismas. Incluso el modelo de rehabilitación ha estado
enmarcado por esa tendencia conservadora contribuyendo a mantener una imagen de las
personas con discapacidad que no ayuda a su independencia.
No obstante, solo hasta la década del 2000, cuando en el 2013 mediante ley estatutaria
1618 de 2013 empezaron a emerger nuevos enfoques, los cuales se caracterizaban por la
promoción de la igualdad de oportunidades de las personas con discapacidad. Tendencias
que dieron como resultado la aprobación de nuevos movimientos y enfoques en defensa
de la protección e igualdad de los derechos de esta población. Dicha normativa contempla
una serie de disposiciones orientadas a mejorar las condiciones de vida de este sector de
la población.
Por lo que, el Foro por los Derechos Humanos de las Personas con Discapacidad, indicó
en el año 2001 que: “Los avances han sido poco profundos, reversibles y no han podido
cambiar las condiciones y la calidad de vida de la inmensa mayoría de las casi 400 mil
personas, que conforman la población con discapacidad en Colombia´´
Durante el año 2004, el conglomerado femenino representó el 79% del total de estudiantes,
aunque el tipo de la capacitación en el cual se inscriben demuestra una inclinación más a
áreas tradicionalmente domésticas tales como artesanía, bordado, corte y confección,
peluquería, estética y panificación, pese a que, en dichos centros se ofertan capacitaciones
en el sector industrial como industria de la madera y afines, mecánica de vehículos livianos
y, electricidad, en las cuales predomina la participación masculina.
Las leyes y políticas del Estado –que deberían proteger a todos de la discriminación– son
la fuente de discriminación tanto directa como indirecta de millones de personas lesbianas,
gay, bisexuales, transgénero e intersexuales en todo el mundo. En más de un tercio de las
naciones del mundo se tipifican como delito las relaciones privadas y consentidas entre
personas del mismo sexo. Esas leyes violan los derechos a la privacidad y a la no
discriminación, protegidos ambos en el derecho internacional, y exponen a las personas al
riesgo de ser arrestadas, perseguidas y encarceladas, y, en al menos cinco países, a ser
condenadas a la pena de muerte.
Las personas que son, o se las considera, lesbianas, gay, bisexual, transgénero o
intersexuales padecen el estigma social, la exclusión y el prejuicio en el empleo, el hogar,
el centro de estudio, las instituciones de atención de la salud y muchas otras facetas de sus
vidas. Las personas pueden ser despedidas de sus empleos e intimidadas en la escuela;
se les puede negar el tratamiento médico apropiado; pueden ser expulsadas de sus
hogares, repudiadas por sus padres, ingresadas por la fuerza en instituciones siquiátricas
y obligadas a contraer matrimonio o a quedar embarazadas; y su reputación puede ser
atacada. En el caso de las personas intersexuales, la discriminación a menudo comienza
al nacer, al ser sometidos muchos bebés y niños de corta edad intersexuales a
intervenciones quirúrgicas y de otro tipo, realizadas sin su consentimiento informado ni el
de sus padres, con la intención de borrar las diferencias intersexuales.
Los Estados tienen la obligación jurídica de cerciorarse de que sus propias leyes y políticas
no discriminen contra las personas por su orientación sexual y su identidad de género y
también de que su marco jurídico ofrezca una protección adecuada contra esa práctica
discriminatoria por terceras personas. Esa obligación trasciende la cultura, la tradición y la
religión. Todos los Estados, independientemente de su historia o especificidades
regionales, deben garantizar los derechos de todas las personas. Los gobiernos que se
niegan a proteger los derechos humanos de las personas LGBT violan el derecho
internacional.
En años recientes algunos Estados han hecho un denodado esfuerzo por fortalecer los
medios de protección de los derechos humanos de las personas LGBT. Se ha aprobado
una variedad de nuevas leyes, incluidas leyes que prohíben la discriminación y castigan los
delitos motivados por prejuicios homofóbicos, que reconocen las relaciones sexuales entre
personas del mismo sexo y que facilitan a las personas transgénero la obtención de
documentos oficiales que reflejen su género preferido.
Desde principios del decenio de 1990 los mecanismos de derechos humanos de las
Naciones Unidas han expresado en repetidas ocasiones su inquietud ante las formas
frecuentes y extremas de violación de los derechos humanos de las personas LGBT. Entre
esos mecanismos se cuentan los órganos establecidos en virtud de tratados encargados
de vigilar el cumplimiento por los Estados de los tratados internacionales de derechos
humanos, así como los relatores especiales y demás expertos independientes nombrados
por el Consejo de Derechos Humanos encargados de investigar problemas urgentes en
materia de derechos humanos y de presentar informes al respecto.
En 2010, en un discurso histórico sobre la igualdad de las personas lesbianas, gay, bisexual
y transgénero (LGBT) pronunciado en Nueva York, el Secretario General de las Naciones
Unidas Ban Ki-moon pidió que se adoptaran medidas contra la violencia y la discriminación
de que eran objeto las personas LGBT: “Como hombres y mujeres de conciencia,
rechazamos la discriminación en general y en particular la discriminación basada en la
orientación sexual y la identidad de género. (…) donde existan tensiones entre las actitudes
culturales y los derechos humanos universales, los derechos deben prevalecer”.
Con el fin de eliminar las condiciones que causan o perpetúan la discriminación racial, la
Conferencia Mundial contra el Racismo, la Conferencia de Examen de Durban, el Comité
para la Eliminación de la Discriminación Racial y el Consejo de Derechos Humanos,
mediante su examen periódico universal, han recomendado que los Estados adopten
planes nacionales de acción contra la discriminación racial. Esos planes pueden servir de
base para el desarrollo de una política pública integral para la promoción de la igualdad
racial.
A pesar de los intentos de hacer realidad estos derechos humanos fundamentales, persiste
la discriminación racial en sus numerosas formas. En muchas regiones del mundo la
violencia racial, la incitación al odio, los prejuicios y los estereotipos son características de
la vida cotidiana; algunos grupos siguen estando desproporcionadamente desfavorecidos
y las minorías son silenciadas o negadas. La discriminación racial sigue dificultando el
progreso y el goce de los derechos de millones de personas.
Ningún Estado está libre de discriminación racial y todos los Estados afrontan problemas
para eliminarla. El contraste entre el principio de igualdad consagrado en los marcos
jurídicos y la realidad de la discriminación basada en motivos de raza2, color, linaje u origen
nacional o étnico requiere un examen más detenido de las medidas necesarias para
combatir el racismo. La lucha contra el racismo requiere un enfoque, estrategias y políticas
integrales que respondan a las diversas formas de discriminación racial.
Para hacer frente a estos retos, la Conferencia Mundial contra el Racismo, la Discriminación
Racial, la Xenofobia y las Formas Conexas de Intolerancia celebrada en Durban (Sudáfrica)
en 2001, la Conferencia de Examen de Durban celebrada en Ginebra en 2009, el Comité
para la Eliminación de la Discriminación Racial y el Consejo de Derechos Humanos, en su
examen periódico universal, han recomendado la aprobación de planes nacionales de
acción contra la discriminación racial. Varios Estados ya están aplicando esos planes de
acción y otros los están preparando.
Los planes nacionales de acción contra la discriminación racial pueden servir de base para
el desarrollo de políticas públicas integrales contra la discriminación racial. Al preparar estos
planes, el Estado demuestra que está tomando medidas para hacer frente a los desafíos
en la erradicación de la discriminación racial. Además, los planes nacionales de acción
contra la discriminación racial pueden ayudar a los Estados a que cumplan sus obligaciones
como partes en la Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las Formas de
Discriminación Racial y sus compromisos derivados de la Conferencia Mundial contra el
Racismo y la Conferencia de Examen de Durban, así como otras obligaciones regionales y
nacionales.
Se debe hacer memoria igualmente que el siglo XX vio el nacimiento de una serie de
Estados independientes, en especial en el Africa y en el Asia, después de que éstos
estuvieron sometidos a regímenes colonizadores que practicaban la discriminación y el
apartheid como sistema político de gobierno. Los procesos de liberación e independencia
comprometieron violaciones y discriminaciones de las libertades fundamentales de reunión,
expresión, movimiento, etc. En América Latina muchos de los países, en especial los del
cono sur, vivieron en la década de los setenta y ochenta bajo regímenes militares totalitarios
y dictatoriales, que hicieron de la geopolítica una doctrina que violó de manera coordinada,
planificada y organizada los derechos humanos fundamentales, con el fin de ocupar todos
los espacios de expresión de ideas contrarias a esta doctrina.
Debemos reconocer con dramatismo que en el siglo recién terminado se cometieron las
violaciones más brutales, sistemáticas e institucionalizadas a la dignidad humana por parte
de los regímenes totalitarios de la Alemania nazi, del fascismo y el comunismo. La Segunda
Guerra Mundial condujo a que la Europa aquella de la ilustración y la emancipación lograra
en un período corto de tiempo imponer la doctrina del terror y el exterminio conculcando y
privando a los ciudadanos considerados “inferiores”: judíos, gitanos, homosexuales y otros
de sus derechos políticos, civiles, económicos y culturales, para finalmente privarlos del
derecho a la vida. El siglo XX también implementó ideologías políticas que aceptaron la
exclusión y represión, e inclusive la eliminación física, de toda persona que sustentara ideas
que se apartaran de los cánones oficiales. Este es el caso de muchos de los países que
conformaban la ex Unión Soviética. Podemos decir, entonces, que la discriminación tanto
racial como ideológica fue el sustento que permitió dichas violaciones.
Ahora bien, frente este cuadro desolador, que de por sí es deshumanizante e indigno y que
se vincula estrechamente con todo tipo de discriminaciones, con la intolerancia, con la
incitación al odio y la xenofobia, surge una pregunta ineludible: Cuál es el rol y la actitud
que debe asumir la educación.
La capacidad de discriminar ha sido estimada como una habilidad importante del intelecto.
El mundo se nos volvería enteramente caótico si no tuviéramos la capacidad de distinguir
una cosa de otra y si no pudiéramos categorizar. Nos movemos en una cultura
simplificadora y de categorías. Categorizamos de acuerdo a una variedad infinita de
atributos: color, forma, altura, dimensiones, apreciaciones estéticas y morales, etc. No toda
diferenciación, desigualdad o trato distinto es necesariamente un acto discriminatorio. Por
el contrario, estamos estimulando el fomento y el respeto de la diversidad.
Cabe señalar que las personas se reconocen como miembros de un propio grupo de
identidad e identifican la existencia de otras identidades. Desde esta óptica se han
reconocido diversos grupos de identidad, a saber: grupos raciales, grupos pertenecientes
a un determinado género, religión, edad, orientación sexual, clase socioeconómica,
nacionalidad, grupos con incapacidad física, etc. Los miembros que pertenecen a un
determinado grupo de identidad comparten características semejantes, que los hacen
diferentes de los miembros que se ubican fuera del grupo. Reconocer, respetar y estimular
la existencia de una variedad de identidades es un rasgo de la multiculturalidad y la
globalidad. La sociedad se enriquece con la diversidad de los distintos grupos de identidad.
El principio de la dignidad humana e igualdad de todos los seres humanos, que sustenta la
Declaración Universal, remite directa e incuestionablemente al propósito de la no-
discriminación y el respeto a la diversidad como norma básica de la convivencia entre las
personas, los grupos y los pueblos.
La Declaración reconoce plenamente el derecho que tienen todos los individuos y los
grupos a ser diferentes, a considerarse y ser considerados como tales, haciendo notar que
esto no puede servir de pretexto a los prejuicios raciales y no puede legitimar ni en derecho
ni en hecho ninguna práctica discriminatoria. Se hace ver, además, que toda teoría que
invoque una superioridad o inferioridad intrínseca de grupos raciales o étnicos que dé
derecho de dominar o eliminar a los demás, presuntos inferiores, o que haga juicios de valor
basados en una diferencia racial, carece de fundamento científico y es contraria a los
principios morales y éticos de la humanidad. Es clave en esta Declaración el hecho de que
la discriminación racial es éticamente aberrante e incompatible con la dignidad humana.
Un ámbito de discriminaciones que tiene una larga historia y que persiste hasta nuestros
días es el de la discriminación religiosa. En el año 1981, después de 20 años de discusiones
y deliberaciones respecto de la tolerancia e intolerancia religiosa y de creencias, la
Asamblea general de las Naciones Unidas proclamó la Declaración sobre la Eliminación de
todas las formas de Intolerancia y Discriminación fundadas en la Religión o las
Convicciones. En sus considerandos, además de relacionar el derecho a la libertad de
pensamiento, de conciencia y de religión a los derechos humanos y a las libertades
fundamentales, a la dignidad e igualdad de todos los seres humanos, hace notar –con
preocupación– que todavía perduran manifestaciones de intolerancia y discriminaciones en
las esferas de la religión y de las creencias.
- De acuerdo con dicha instancia las personas jóvenes en México (entre 12 y 17 años)
son más propensas a la tolerancia en comparación con los mayores.
Históricamente, para todo pueblo dominador, el pueblo dominado fue bárbaro y hereje,
puesto que necesitó desacreditarlo y degradarlo para justificar la imposición por la fuerza
de su propio sistema de vida, y defender de esta manera sus intereses económicos. Así es
que, mientras se comienza a discriminar porque se domina, luego se continúa dominando
porque se discrimina.
Estas normas y valores son producto de una cultura de enclave, donde convive la
cosmovisión autóctona con un imaginario social modernizante. La mayoría de las mujeres
indígenas no logra superar las limitaciones de su condicionamiento de género, sumado a
los efectos de una continua discriminación étnica y cultural. Tanto en el campo como en la
ciudad, continúa cumpliendo roles tradicionales que implican la producción de valores de
uso, despojada de una real y efectiva participación comunitaria.
La persistencia de las condiciones de pobreza extrema, suele explicarse también por los
resultados que en el largo plazo arroja el bajo grado de cohesión comunitaria o por los
múltiples e inacabados intentos de asimilación a la sociedad envolvente. Otras veces, por
una consciente voluntad política de no asimilarse, ni perder la esencia de las
particularidades étnicas y culturales. Todos estos fenómenos, de naturaleza opuesta, son
el producto de la misma imperiosa necesidad de sobrevivir.
Como conclusión del presente trabajo, se desprende la defensa hacia los derechos de las
minorías, lo cual, no constituye un fin prioritario en la agenda política, lo que tiene como
natural consecuencia que las iniciativas institucionales a favor de los grupos en estado de
vulnerabilidad sean precisamente eso, simplemente iniciativas aisladas unas de otras.
Aun y cuando se cuenta con ejes rectores de políticas públicas a favor de las personas con
algún tipo de discapacidad, género, inmigrante, etc., se echa de menos una política pública
integral e interinstitucional nacional. Pretensión que conllevaría, la asignación paralela del
rubro presupuestario necesario, siendo imprescindible una voluntad política comprometida
con la causa.
La educación, tanto desde el punto de vista formal como no formal, junto con los medios de
comunicación que influyen de forma efectiva en la colectividad son herramientas
fundamentales que han de asumir su responsabilidad en la atención de este peligroso
fenómeno de nuestro tiempo.
Chomsky, Noam, Año SOlLa Conquista Continúa. España, Edit. Libertarias Prodhufí, S.A,
1993.
https://www.unfe.org/wp-content/uploads/2017/05/Equality-and-Discrimination-Esp.pdf
https://www.ohchr.org