La Última Cena

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La última cena (Leonardo da Vinci)

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La última cena
(L'ultima cena)

Año 1495-1498

Autor Leonardo da Vinci

Técnica Temple y óleo sobre yeso

Estilo Renacimiento

Tamaño 880 cm × 460 cm

Localización Santa Maria delle Grazie, Milán,   Italia

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La última cena (en italiano: Il cenacolo o L’ultima cena) es una pintura mural


original de Leonardo da Vinci ejecutada entre 1495 y 1498.12 Se encuentra en la
pared sobre la que se pintó originalmente, en el refectorio del
convento dominico de Santa Maria delle Grazie, en Milán (Italia),3
declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1980.4 La pintura fue
elaborada para su patrón, el duque Ludovico Sforza de Milán. No es
un fresco tradicional, sino un mural ejecutado al temple y óleo sobre dos capas de
preparación de yeso extendidas sobre enlucido. Mide 460 cm de alto por 880 cm
de ancho. Muchos expertos e historiadores del arte consideran La última
cena como una de las mejores obras pictóricas del mundo. 5
Autor[editar]

Leonardo da Vinci

Artículo principal: Leonardo da Vinci


Leonardo da Vinci nació en 1452.6 A los 14 años entró en el prestigioso taller del
pintor florentino Andrea del Verrocchio, donde estudió junto a Sandro
Botticelli y Pietro Perugino.7 Desarrolló el estudio de las matemáticas,
la geometría, la perspectiva y todas las ciencias de la observación del medio
natural,8 las cuales se consideraban indispensables en la época. Como educación
complementaria, también estudió arquitectura e ingeniería.9 Leonardo fue
un humanista renacentista, destacado en múltiples disciplinas.10 Sirvió a personas
tan distintas e influyentes como Lorenzo de Médici, Ludovico Sforza, a los
soberanos de Mantua (Francisco II Gonzaga e Isabel de Este) y al rey Francisco I
de Francia.8

Historia[editar]

Luis XII, rey de Francia, llegó a Milán y destruyó el ducado, y tras ver la magnífica obra de Leonardo
pensó en llevarla a su país.11
En principio se trataba de un encargo modesto. En Santa María, el convento de
los dominicos cercano al palacio, el duque había mandado a erigir una iglesia. En
el refectorio de los hermanos, el milanés Montorfano había pintado una crucifixión,
en cuya parte inferior Leonardo añadió el retrato de los donantes: Ludovico, su
esposa y sus dos hijos.11 Leonardo colaboró también en la ejecución de los
medallones y otros adornos murales con las armas de los españoles, como si
quisiera probar primero la destreza de su mano para la gran tarea que se le
avecinaba.
Leonardo creó La última cena, una de sus mejores obras, la más serena y alejada
del mundo temporal, durante esos años característicos por los conflictos bélicos,
las intrigas, las preocupaciones y las calamidades. 2512 Se cree que en 1494 el
duque de Milán Ludovico Sforza, llamado "el Moro", encargó a Leonardo la
realización de un fresco para el refectorio de la iglesia dominica de Santa Maria
delle Grazie, Milán. Ello explicaría las insignias ducales que hay pintadas en las
tres lunetas superiores. Leonardo trabajó en esta obra más deprisa y con mayor
continuidad que nunca durante unos tres años.1314 De alguna manera, su
naturaleza, que tendía hacia el colosalismo, supo hallar en este cuadro una tarea
que lo absorbió por completo, forzando al artista a finalizarla.
En su novella LVIII, Matteo Bandello, que conoció bien a Leonardo, escribe que lo
observó muchas veces
... a la mañana temprano subir al andamio, porque la Última Cena estaba un poco en alto; desde que
salía el Sol hasta la última hora de la tarde estaba allí, sin quitarse nunca el pincel de la mano,
olvidándose de comer y de beber, pintando continuamente. Después sabía estarse dos, tres o cuatro
días, que no pintaba, y aun así se quedaba allí una o dos horas cada día y solamente contemplaba,
consideraba y examinando para sí, las figuras que había pintado. También lo vi, lo que parecía caso de
simpleza o excentricidad, cuando el Sol está en lo alto, salir de su taller en la corte vieja» —sobre el
lugar del actual Palazzo Reale— «donde estaba aquel asombroso Caballo compuesto de tierra, y
venirse derecho al convento de las Gracias: y subiéndose al andamio tomar el pincel, y dar una o dos
pinceladas a una de aquellas figuras, y marcharse sin entretenerse.

Esta forma de pintar, tan distinta de la rapidez y seguridad que exige la


tradicional pintura al fresco, explica que el pintor optara por una técnica distinta y
también que se demorase durante años su acabado.
Giorgio Vasari, en sus Vite, también describe en detalle cómo lo trabajó, cómo
algunos días pintaría como una furia, y otros pasaría horas solo mirándolo, y cómo
paseaba por las calles de la ciudad buscando una cara para Judas, el traidor; al
respecto, cuenta la anécdota de que esta forma de trabajar impacientaba al prior
del convento y este fue a quejarse al duque, quien llamó al pintor para pedirle que
acelerara el trabajo:
Leonardo explicó que los hombres de su genio a veces producen más cuando trabajan menos, por tener
la mente ocupada en precisar ideas que acababan por resolverse en forma y expresión. Además,
informó al duque que carecía todavía de modelos para las figuras del Salvador y de Judas; (...) temía
que no fuera posible encontrar nadie que, habiendo recibido tantos beneficios de su Señor, como Judas,
poseyera un corazón tan depravado hasta hacerle traición. Añadió que si, continuando su esfuerzo, no
podía encontrarlo, tendría que poner como la cara de Judas el retrato del impertinente y quisquilloso
prior.15

Igualmente, el escritor Giambattista Giraldi se hizo eco de esta forma de trabajar


basándose en los recuerdos de su padre:
Antes de pintar una figura, estudiaba primero su naturaleza y su aspecto [...] Cuando se había formado
una idea clara, se dirigía a los lugares en los que sabía que hallaría personas del tipo que buscaba, y
observaba con atención sus rostros, su comportamientos, sus costumbres y sus movimientos. Apenas
veía algo que podía servirle para sus fines, lo dibujaba a lápiz en el cuadernillo de apuntes que siempre
llevaba a la cintura. Este proceder lo repetía tantas veces como juzgase necesario para dar forma a la
obra que tenía en mente. A continuación plasmaba todo esto en una figura que, una vez creada, movía
el asombro.16

Iglesia y convento dominico de Santa Maria


delle Grazie con La última cena de Leonardo da
Vinci

Patrimonio de la Humanidad de la Unesco

Jesucristo, detalle de la Última Cena

Localización

País  Italia

45°28′00″N 9°10′15″ECoordenadas:  45°28′
Coordenadas
00″N 9°10′15″E (mapa)

Datos generales

Tipo Cultural

Criterios i, ii

Identificación 93

Región Europa y América del Norte


Inscripción 1980 (IV sesión)

Sitio web oficial

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Así pues, Leonardo observaba cuidadosamente los modelos del natural, pero no
era algo habitual en aquella época. En general se copiaban los tipos conocidos y
ya probados; algunos artistas repetían una y otra vez a lo largo de su vida un tipo
que les había salido bien y había tenido éxito, como, por ejemplo, Perugino, el
condiscípulo de Leonardo. Este, empero, jamás se repitió; siempre consideró cada
una de sus obras una tarea completamente nueva, peculiar y diferente de la
anterior.16 Leonardo procuró dotar a sus figuras de la mayor diversidad posible y
del máximo movimiento y contraste. En su libro de pintura aconseja «Los
movimientos de las personas son tan diferentes como los estados de ánimo que
se suscitan en sus almas, y cada uno de ellos mueve en distintos grados a las
personas [...]».1617 En otro pasaje se refiere al efecto de los contrastes «[...] Lo feo
junto a lo bello, lo grande junto a lo pequeño, el anciano junto al joven, lo fuerte
junto a lo débil: hay que alternar y confrontar esos extremos tanto como sea
posible.»16 Esta proximidad y antagonismo de las figuras es lo que da su riqueza
a La Última Cena: Judas, el malvado/Juan, el bello y bueno; cabezas
ancianas/cabezas jóvenes; personas excitadas/personas tranquilas. Aunque el
mundo puede apreciar el carácter innovador del cuadro en las innumerables
imitaciones y reproducciones posteriores, la obra nos produce un efecto de
serenidad y sencillez, de concentración alrededor del núcleo de la escena que en
ella se desarrolla.16
En 1497 el duque de Milán solicitó al artista que concluyera la Última cena, que
terminó, probablemente, a finales de año. Andrés García Corneille, en su libro Da
Vinci, comenta que «cuando Leonardo comenzó su obra, él sabía que iba a
demandarle mucho tiempo y que difícilmente vería mucho dinero por ella (ya que
se trataba del pedido de un duque), cosa que contravenía abiertamente los
reglamentos del gremio de artistas al que pertenecía, y sin cuya anuencia era
imposible ejecutar una obra en Florencia. De hecho, jamás pidió un solo centavo
por la obra que hizo, cosa que al duque le sorprendió y no dijo ninguna palabra». 18
Cuando acabó, la pintura fue alabada como una obra maestra de diseño y
caracterización. La dio por terminada, aunque él, eterno insatisfecho, declaró que
tendría que seguir trabajando en ella. Fue expuesta a la vista de todos y
contemplada por muchos. La fama que el «gran caballo» n. 1 había hecho surgir se
asentó sobre cimientos más sólidos. Desde ese momento se le consideró sin
discusión no solo uno de los primeros maestros de Italia sino el primero. 1120
Los artistas acudían desde muy lejos al refectorio del convento de Santa María
delle Grazie, miraban la pintura con detenimiento, la copiaban y la discutían. 11
El rey de Francia, al entrar en Milán, acarició la idea de desprender el fresco de la
pared para llevárselo a su país.1121
Pronto se puso en evidencia, sin embargo, que nada más acabarse ya empezaba
a desprenderse de la pared. Desgraciadamente, el empleo experimental del óleo
sobre yeso seco provocó problemas técnicos que condujeron a su rápido deterioro
ya hacia el año 1500, lo cual provocó numerosas restauraciones en la magnífica
obra.n. 22322 Leonardo, en lugar de usar la fiable técnica del fresco, que exigía una
rapidez de ejecución impropia de él, había experimentado con diferentes agentes
aglutinadores de la pintura, que fueron afectados por moho y se escamaron.
Desde 1726 se llevaron a cabo intentos fallidos de restauración y conservación.
Goethe, que vio la estancia con escasas transformaciones en 1788, la describe
así:
Frente a la entrada, en la zona más estrecha y al fondo de la sala, estaba la mesa del prior, y a ambos
lados las de los restantes monjes, colocadas sobre una especie de grada a cierta altura del suelo. De
repente, cuando al entrar uno se daba la vuelta, veía pintada en la cuarta pared y encima de las puertas
la cuarta mesa, con Jesús y los Apóstoles sentados a ella como si fueran un grupo más de la reunión.
La hora de comer, cuando las mesas del prior y de Cristo se encontraban frente a frente, encerrando en
medio a los demás monjes, tuvo que ser, por fuerza, una escena digna de verse. 13

En 1977 se inició un programa haciendo uso de las más modernas tecnologías,


como consecuencia del cual se han experimentado algunas mejoras. 23 Aunque la
mayor parte de la superficie original se ha perdido, la grandiosidad de la
composición y la penetración fisonómica y psicológica de los personajes dan una
vaga visión de su pasado esplendor.
La pintura se ha mantenido como una de las obras de arte más reproducidas, con
innumerables copias realizadas en todo tipo de medios,
desde alfombras hasta camafeos. Ya en el siglo XVI empezó a ser reproducida por
varios pintores, gracias a lo cual subsisten varias copias que testimonian cómo
pudo ser en su estado original. Una de las copias más tempranas y conocidas,
pintada a tamaño real por Giampietrino, se conserva en la Royal Academy of
Arts de Londres.

Análisis[editar]
Leonardo ha escogido, puede que a sugerencia de los dominicos, el momento
quizá más dramático. Representa la escena de la Última Cena de los últimos días
de la vida de Jesús de Nazaret según narra el Nuevo Testamento. La pintura está
basada en Juan 13:21, en la cual Jesús anuncia que uno de sus doce discípulos le
traicionará.
Llegada la hora, Jesús se sentó a la mesa con los apóstoles y les dijo «Yo tenía gran deseo de comer
esta pascua con vosotros antes de padecer. Porque os digo que ya no la volveré a comer hasta que sea
la nueva y perfecta Pascua en el Reino de Dios, porque uno de vosotros me traicionará». 23

La última cena, detalle de la mesa, con ésta y el plato en perspectiva.


La afirmación de Jesús «uno de vosotros me traicionará» causa consternación en
los doce seguidores de Jesús, y ese es el momento que Leonardo representa,
intentando reflejar "los movimientos del alma", las distintas reacciones
individualizadas de cada uno de los doce apóstoles: unos se asombran, otros se
levantan porque no han oído bien, otros se espantan, y, finalmente, Judas
retrocede al sentirse aludido.
Aunque se basa en las representaciones precedentes de Ghirlandaio y Andrea del
Castagno, Leonardo crea una formulación nueva. Como puede verse en el dibujo
preparatorio, Leonardo pensó inicialmente en la composición clásica, con Judas
delante de la mesa, y los otros once apóstoles enfrente, con Jesucristo en el
medio como uno más. Leonardo se apartó de esta tradición iconográfica e incluye
a Judas entre los demás apóstoles, porque ha elegido otro momento, el posterior a
su anuncio de que uno lo traicionará. Leonardo cambió la posición de Jesucristo,
que inicialmente estaba de perfil hablando con Juan Evangelista, que parece en
pie a su lado, (hay otro apóstol que también estaba de pie), y lo sitúa en el centro,
hacia el que convergen todas las líneas de fuga, destacando aún más al perfilarse
contra el ventanal del centro, rematado con un arco y separándolo de los
apóstoles. A ambos lados de Jesucristo, aislados en forma de triángulo y
destacados con colores rojo y azul, están los apóstoles, agrupados de tres en
tres.24
La mesa con los trece personajes se enmarca en una arquitectura clásica
representada con exactitud a través de la perspectiva lineal, concretamente
central, de manera que parece ampliar el espacio del refectorio como si fuera
un trampantojo salvo por la diferente altura del punto de vista y el monumental
formato de las figuras. Ello se logra a través de la representación del pavimento,
de la mesa, los tapices laterales, las tres ventanas del fondo o, en fin,
los casetones del techo. Esta construcción en perspectiva es lo más destacado del
cuadro.
La escena parece estar bañada por la luz de las tres ventanas del fondo, en las
que se vislumbra un cielo crepuscular, de igual manera que por la luz que entraría
a través de la ventana verdadera del refectorio. Dicha luminosidad, así como el
fresco colorido, han quedado resaltados a través de la última restauración. Los
doce Apóstoles están distribuidos en cuatro grupos de tres. Ello sigue un esquema
de tríadas platónicas, de acuerdo a la escuela florentina de Ficino y Mirandola.
Analizando de izquierda a derecha, en la segunda tríada se encuentra Judas, cuya
traición rompe la tríada, colocándole fuera de ella. La tercera tríada desarrolla la
teoría del amor platónico. El amor es el deseo de la belleza, la esencia de Dios es
amor y el alma va hacia su amor embriagada de belleza. En la cuarta tríada se
observa a Platón, Ficino y quizá al propio Leonardo; trata del diálogo filosófico que
lleva a la verdad de Cristo. [cita  requerida] En la obra, los discípulos y Jesús aparecen
sentados y detrás de ellos se puede apreciar un paisaje como si fuera un bosque o
incluso como si fuera el paraíso.25 Los apóstoles se agrupan en cuatro grupos de
tres, dejando a Cristo relativamente aislado. De izquierda a derecha según las
cabezas, son: Bartolomé, Santiago el Menor y Andrés en el primer grupo; en el
segundo Judas Iscariote con pelo y barba negra, Simón Pedro y Juan, el único
imberbe del grupo; Cristo en el centro; Tomás, Santiago el Mayor y Felipe,
también sin barba en el tercer grupo; Mateo, aparentemente sin barba o con barba
rala, Judas Tadeo y Simón el Celote en el último. Todas las identificaciones
provienen de un manuscrito autógrafo de Leonardo hallado en el siglo XIX.

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