Efemérides A Celebrar en La Era Bicentenaria Del Estado Bolivariano de Nueva Esparta

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EFEMÉRIDES A CELEBRAR EN LA ERA

BICENTENARIA DEL ESTADO BOLIVARIANO DE


NUEVA ESPARTA.
(1816/1817- 2016/2017)

Lcdo. Iván Gómez León.


Presidente del IADECEBNE.
La Asunción 2015.
ÍNDICE

Lcdo. Iván Gómez León.                                                                         


Presidente del IADECEBNE.

LA CELEBRACIÓN DE LA ERA BICENTENARIA DEL ESTADO BOLIVARIANO


DE NUEVA ESPARTA. (1816/1817-2016/2017)

1816

*Paul Verna:

Inicio de la Expedición de Los Cayos. (31 marzo 1816).

*Iván Gómez León:

Batalla Naval de Los Frailes. (2 mayo 1816).

*Iván Gómez León:

La Expedición de Los Cayos arriba a la Isla de Margarita.

(3 mayo 1816).

*Iván Gómez León:

Simón Bolívar es electo Jefe Supremo de la República y

de sus Ejércitos. (6 mayo 1816).

*Iván Gómez León:

Simón Bolívar anuncia que en Santa Ana del Norte ha

nacido la Tercera República. (8 mayo 1816).

*Iván Gómez León:

Bolívar en Carúpano 1816. ( Carúpano, 1 junio 1816).

*Simón Bolívar:

Decreto de Abolición de la Esclavitud. (Carúpano, 2 junio 1816).

                                              
1817

*Francisco Javier Yanes:

El título de la Nueva Esparta a la Provincia de Margarita.

(12 mayo 1817).

*Francisco Javier Yanes:

La Nueva Esparta.

*Iván Gómez León:

La Batalla de Los Barales. (17 julio 1817).

Francisco Javier Yanes:

Batalla de Matasiete. (31 julio 1817).

*Iván Gómez León:

Significación histórica del cerro de Matasiete.

*Alfredo Sánchez Marcano:

La Batalla del Portachuelo de El Maco. (7 agosto 1817).

*Iván Gómez León:

Batalla de Juangriego: El pueblo margariteño ratifica su vocación libertaria.


(8 agosto 1817).

*Iván Gómez León:

El día que la isla de Margarita se declaró libre de la dominación colonial


española. (17 agosto 1817).
LA CELEBRACIÓN DE LA ERA BICENTENARIA DEL ESTADO BOLIVARIANO
DE NUEVA ESPARTA

(1816/1817 – 2016/2017)

Lcdo. Iván Gómez León


                                                                         Presidente del
IADECEBNE

 Es sabido por todos que desde 1810 hasta 1817 el pueblo margariteño se
incorporó decididamente a las luchas por la independencia del dominio colonial
español y en este breve lapso se distinguió como un notable ejemplo para todos
los pueblos del mundo en lucha por su liberación.

Esta imagen de pueblo insurgente se fue construyendo paso a paso bajo la


sabia conducción de auténticos líderes revolucionarios y asumiendo todos los
riesgos que exigía aquella confrontación política y militar contra un enemigo 
cruel e inhumano.

El historiador Vicente Lecuna, en magistral síntesis, basado en la


documentación consultada, describe el estremecedor panorama y las difíciles
condiciones en las cuales se desarrolló nuestra gesta libertaria: “En la horrorosa
contienda de 1813 y 1814, según los cálculos más prudentes, Venezuela perdió
la cuarta parte de su población, es decir, unas 225.000 almas. La ruina de la
riqueza pública fue todavía mayor en las provincias de Caracas, Barinas y
Cumaná, teatro de las más grandes devastaciones y crueldades. Bandas de
forajidos, sobreexcitados por Boves y sus secuaces, asolaron el país con el
último rigor e hicieron desaparecer de su suelo, según la expresión de Bolívar, la
obra de tres siglos de cultura, de ilustración y de industria. (Lecuna. Proclamas
y Discursos del Libertador. 13 de abril y 6 de mayo, página 106 y 109). Como
en la guerra de los bárbaros, los realistas mataron sin piedad toda especie de
personas, cebándose en las clases ilustradas, de donde había partido el impulso
revolucionario. Emigraciones en masa en diferentes direcciones sufrieron males
de todo género. La mayor parte de cuantos huyeron a Oriente perecieron por el
hierro, la miseria, las enfermedades y el cansancio, salvándose los menos en
los montes o en las Antillas, donde no era raro encontrar sin saber de sus
padres, o padres ignorantes de la suerte de sus hijos. De la vida política
desaparecieron los procedimientos legales españoles, reemplazados por un
régimen de saqueos, asesinatos y violaciones de todo género. Aunque este
estado de cosas se modificó a la llegada del ejército de Morillo, continuó la
guerra sin cuartel, con la secuela de exacciones de todo orden, reclutamientos
forzosos, prisioneros, fusilamientos y degüellos. Los bárbaros repugnaban las
tendencias legalistas del simulacro de gobierno establecido después de la
muerte de su feroz caudillo; entre los mismos españoles no faltaban oficiales y
funcionarios que consideraban el país como definitivamente perdido para
España a causa de la preponderancia de los elementos demagógicos en las
tropas vencedoras, por una parte, y de las arraigadas convicciones de los
republicanos, por la otra, opinión, si se quiere, presentimiento, muy generalizado
en los elementos ilustrados del bando realista; mientras en los patriotas, pasada
la primera impresión de las derrotas, renacía el entusiasmo por su causa y se
recordaba con admiración al general Bolívar, dispuesto siempre a marchar a la
cabeza de sus huestes en defensa de la libertad, animándolas con el incentivo
de la gloria, su carácter enérgico y resuelto y afectuosa amabilidad.(Informe de
John Sbrimoury al teniente gobernador y comandante en jefe de Curazao,
de 29 de setiembre de 1814. Lecuna. Doc. Inéd. III). Aunque estas últimas
impresiones, recogidas de diversos documentos, reflejaba hechos positivos,
éstos no eran suficientes para inclinar la balanza a favor de la revolución, aun en
el caso de restablecerse de nuevo la guerra en condiciones iguales para ambos
contendores, porque Venezuela, cuna de tantos libertadores, encerraba también
en parte de su población el más acendrado sentimiento realista, dispuesto a
luchar hasta la última extremidad.” (*)

La clave de sus triunfos y la lección que dimanó de sus circunstanciales derrotas


estuvo centrada en la participación activa de todo un colectivo mediante la
escenificación de una guerra de resistencia que lo consagró como un pueblo
heroico.
Una revisión de estos siete intensos años nos pone en contacto con una
secuencia de sucesos extraordinarios que en 2016 y 2017 cumplirán doscientos
años. Estos son:

*31 de marzo 1816: Inicio de la Expedición de Los Cayos bajo la conducción del
Libertador Simón Bolívar. Puerto de Los Cayos de San Luis, república de Haití.

*2 de mayo 1816: Batalla Naval de Los Frailes.

*3 de mayo 1816: Arribo y desembarco de la Expedición de Los Cayos al puerto


de Juangriego. Juangriego.

*6 de mayo 1816: Nacimiento de la Tercera República de Venezuela.  Santa


Ana del Norte.

*12 de mayo 1817: Título de Nueva Esparta a la Provincia de Margarita.


Pampatar.

*1/2 de junio 1816: Arribo del Libertador Simón Bolívar al puerto de Carúpano
procedente de Margarita y decreto de abolición de la esclavitud.

*15 de julio 1817: Batalla de Los Varales. Municipio Tubores.

*31 de julio 1817: Batalla de Matasiete. La Asunción.

*7 de agosto 1817: Batalla del Portachuelo de El Maco. El Maco.

*8 de agosto 1817: Batalla de Juangriego. Juangriego.

*17 de agosto 1817: Culminación de la guerra de independencia. Pampatar.

Por tan significativas razones nuestro Gobernador G/J Carlos Mata Figueroa,
decretó la creación de la Gran Comisión Ejecutiva para la Celebración de la Era
Bicentenaria del Estado Bolivariano de Nueva Esparta 2015-2017 (publicado en
Gaceta Oficial. Número Extraordinario E-3.262. La Asunción, 05 de febrero de
2015) con el propósito de exaltar tan significativas efemérides y alentar el
espíritu patriótico en las presentes generaciones.

En el contexto de tan glorioso pasado, Santa Ana del Norte –“la perla de más
quilates que atesora orgulloso Margarita”, al decir del destacado historiador José
Luis Salcedo Bastardo-  refulge con luz propia al convertirse en la máxima
demostración de patriotismo marcada por la presencia de nuestro Libertador
Simón Bolívar en el acto que lo reconoció el 6 de mayo de 1816 como Jefe
Supremo de la República y de sus Ejércitos y al Gral. Santiago Mariño como su
Segundo, naciendo así en esta hermosa Villa la Tercera República de
Venezuela y la Colombia que fue su más preciado sueño.

Doscientos años han sido suficientes para hacer este acto de justicia al gigante
pueblo margariteño, que esperaba pacientemente la hora anhelada de su
reconocimiento, de  su reivindicación y su tratamiento como “luminaria perenne
de la libertad en América”.

Desde Santa Ana del Norte partirá esta gran cruzada que reconciliará a nuestra
gente con sus valores históricos trascendentales tangibles e intangibles a través
de las siguientes iniciativas, también contempladas en el Decreto Ejecutivo a
que hemos hecho referencia. Son las siguientes:

*Realizar las gestiones conducentes para la restauración de la casa natal del


prócer Francisco Esteban Gómez para proyectarlo como Museo Histórico Militar
del estado Nueva Esparta.

*Efectuar los trámites conducentes a la adquisición del terreno contiguo a la


Biblioteca Justa Mata Gamboa para la edificación de la Biblioteca Central “Pbro.
Dr. Andrés Márquez Gómez”, hijo ilustre de la ciudad de Santa Ana.

*Iniciar las gestiones para la creación de la Casa de la Cultura-Museo en


homenaje a Pedro Ángel González, en cuyo espacio funcionará el Centro
Nacional de Restauración de Bienes Muebles.
*Recuperar el monumento histórico Fortín España y la ornamentación de sus
alrededores a objeto de la incorporación de sus referencias históricas a los
programas educativos y al turismo regional.

*Impulsar, previa aprobación de la Universidad de Oriente, la reapertura del


Museo del Hombre Insular, a los fines de desarrollar programaciones culturales
y educativas al servicio del progreso integral de la comunidad regional.

*Promover el Templo Colonial de Santa Ana, el cual cumplirá funciones no sólo


de carácter religioso sino también pedagógico, destacando la importancia de
Santa Ana del Norte en relación con la vida, obra y acción histórica del
Libertador Simón Bolívar.

*Realizar los trámites para la remodelación y acondicionamiento integral del


Auditorio Felipe Natera Wanderlinder, para colocarlo al servicio de las
actividades  culturales y educativas que realizan las agrupaciones y
organizaciones locales, regionales y nacionales.

*Gestionar ante la Asamblea Nacional la Declaratoria del 6 de mayo de 1816


como efeméride nacional.

*Diseñar estrategias que permitan sufragar la edición de la revista


“Margariteñerías”, iniciativa del escritor y promotor cultural Felipe Natera
Wanderlinder, distinguida como Patrimonio Cultural de Nueva Esparta, en
reconocimiento a sus 47 años dedicados a la divulgación de la historia y la
cultura de nuestro pueblo insular.

*Gestionar la solicitud  al Instituto de Recuperación y Mejoramiento Ambiental


del estado Nueva Esparta (IRMANE), la elaboración y ejecución de un novedoso
programa de corte ambientalista y de participación popular con el objeto de
recuperar la imagen de Santa Ana del Norte como “Ciudad Jardín de Margarita”.

*Cualquier otro que contribuya a enriquecer el espíritu y el propósito del


presente Decreto.
La celebración de la era bicentenaria,  en la Nueva Esparta producto del genio
del digno sacerdote chileno José Cortés de Madariaga, tendrá un profundo
sentido y contenido de carácter histórico asociado a nuestras luchas actuales
por construir un mundo mejor.

(*) Vicente Lecuna, La Expedición de Los Cayos. Porlamar, Verbo


Publicaciones e Impresos C.A., 2006, pp. 11-12.

Santa Ana del Norte, 24 de abril 201


1816
INICIO DE LA EXPEDICIÓN DE LOS CAYOS
31 DE MARZO 1816
Paul Verna
(*)

Bolívar y su comitiva –la componían Francisco Antonio Zea, Pedro Briceño


Méndez, Pedro Ramón Chipía y los edecanes Guillermo Chamberlain y Rafael
Pérez- desembarcan en Los Cayos (procedentes de Jamaica) el 24 de
diciembre de 1815.

Es en el ambiente de esa ciudad haitiana donde el Libertador iba a pasar casi


tres meses organizando su primera expedición. Fue así como Los Cayos fueron
la cuna del pequeño y glorioso ejército expedicionario en el que están presentes
casi todos los futuros héroes militares de Colombia y Venezuela, que iban a
cubrirse de gloria en los campos de batalla de Costa Firme. Hablando de sus
compañeros de la expedición de Los Cayos, en su proclama a los pueblos de
Venezuela del 22 de octubre de 1818, desde su cuartel de Angostura, el
Libertador decía: “Perdida Venezuela y la Nueva Granada, la isla de Haití me
recibió con hospitalidad. El magnánimo Presidente Petión me prestó su
protección y bajo sus auspicios formé una expedición de trescientos hombres
comparables en valor, patriotismo y virtud a los compañeros de Leonidas.”

El 2 de enero de 1816, Bolívar visitó a Petión en su palacio de Puerto Príncipe y


desde aquel momento tuvo la certidumbre de que ya había triunfado en su
propósito: conseguir la ayuda material y moral del Presidente para organizar una
expedición que le permitiera invadir a Venezuela y liberarla de sus cadenas
realistas. Bolívar no se equivocaba en sus esperanzas, pues tres meses
después de su entrevista, salía con una expedición de ocho goletas, casi
trescientos hombres y, además, con 6.000 fusiles, una imprenta, dinero, pólvora,
municiones y otros equipos militares, todo regalado por Petión, fuera del aporte
de Brión y de Sutherland.
En Puerto Príncipe, Bolívar encontró a varios compatriotas suyos que se habían
refugiado en Haití años antes y vivían amparados por la generosa protección del
gobierno haitiano. En esos días, le llegó la noticia oficial de la caída de
Cartagena en manos de Morillo y la salida de casi 2.000 de sus defensores con
sus familias, las cuales prefirieron embarcarse como fuera sobre los azares del
mar en vez de rendirse al enemigo. El 6 de enero de 1816 llegaron a Los Cayos
los primeros emigrados de Cartagena en las goletas Constitución y Sultana.
Más tarde otro grupo de refugiados arribó a bordo de la fragata Americana y de
la goleta La Estrella, después de pasar por muchas peripecias y sufrir los más
horribles tormentos.

Al anclar los barcos en el muelle de Los Cayos y al enterarse de que se trataba


de los fugitivos de Cartagena, decenas de ciudadanos haitianos acudieron
voluntariamente para ofrecerles su ayuda. Luego se presenció un espectáculo
verdaderamente conmovedor: las principales familias de Los Cayos ofrecieron
cada una albergue en su propia casa a familias enteras, especialmente a las
que tenían hijos menores. No hubo en Los Cayos, en aquellos días, casa de
haitiano en la que no estuviesen hospedados dos o tres venezolanos o
granadinos. Y con los que carecían de todo, los haitianos compartían la comida
y hasta la ropa.

Cuán distinta era la hospitalidad sincera de los haitianos hacia los patriotas,
comparada con los fríos y hostiles recibimientos que se les daban en las
colonias inglesas del Caribe. Verdad es que las grandes potencias que se
decían modelos de civilización y defensores de la cristiandad no dieron en
aquella época ninguna muestra ni de lo uno ni de lo otro.

Una vez de regreso a Los Cayos, después de haber logrado la promesa formal
de ayuda por parte del Presidente Petión, el Libertador se ocupó activamente de
los preparativos de su proyectada expedición. Difícil tarea que, finalmente, debió
superar por cuanto las desgracias y los padecimientos físicos habían avivado
entre los exiliados los viejos rencores largo tiempo contenidos y los cuales
estallaban ahora a la luz del día, en las mismas calles de la ciudad. Un
verdadero viento de locura colectiva parecía soplar en Los Cayos.

No obstante, el tiempo transcurre rápidamente y los preparativos de la


expedición se hacían con más entusiasmo y celeridad. El Libertador no desistía
de sus propósitos ni ante la incomprensión de algunos, ni ante las maniobras de
los disidentes. Ya había recibido del Presidente Petión, antes del 15 de marzo
de 1816, toda la ayuda prometida. Todo estaba casi listo. Un soplo
revolucionario animaba el espíritu de los refugiados y ya hinchaba las velas de
las goletas libertadoras ancladas en el puerto.

Para los últimos días de marzo de 1816, las angostas calles de Los Cayos se
llenaron de un bullicioso vaivén. Casi trescientos emigrantes se preparaban a
embarcarse y era el momento de los efusivos abrazos antes de lanzarse a otra
aventura militar y marítima. Los expedicionarios dejaban tras ello, los unos, sus
esposas y niños; los otros, un hermano, un pariente, algún amigo, que desde
hacía meses residía en Los Cayos o en Puerto Príncipe.

El 31 de marzo de 1816 la expedición libertadora partió del puerto de Los Cayos


de San Luis con destino a la gloriosa Isla de Margarita.

(*) Paul Verna, Bolívar y los emigrados patriotas en el Caribe. (Trinidad,


Curazao, San Thomas, Jamaica, Haití). Caracas, Instituto Nacional de
Cooperación Educativa (INCE), 1983, pp. 53 y sigs.
BATALLA NAVAL DE LOS FRAILES
2 DE MAYO 1816

Iván Gómez León

En el desarrollo de las incidencias de la Expedición de Los Cayos, gesta heroica


que organizara el Libertador Simón Bolívar y que partiera desde la república
insurgente de Haití el 31 de marzo de 1816, tuvo varios momentos estelares. El
primero de ellos se escenificó el 2 de mayo, a escasa distancia de la isla de
Margarita, objetivo final de la expedición, y se le conoce como la Batalla Naval
de Los Frailes.

Los prolegómenos de tan trascendental suceso lo explica el historiador Vicente


Lecuna de esta manera: …”el 15 de diciembre de 1815 los margariteños, no
pudiendo soportar el régimen opresivo de un reglamento impuesto por Morillo, ni
las tropelías de sus autoridades, se alzaron en masa, dirigidos por Arismendi;
en ardientes combates al arma blanca obligaron a las tropas españolas a
encerrarse en las fortalezas de Santa Rosa, Pampatar y Porlamar y en la línea
fortificada de La Asunción, de las cuales no salieron sino para sufrir derrota tras
derrota.” /…/ La rebelión de Margarita obligó al gobierno a formar una
escuadrilla armada para bloquear la isla. A toda carrera recogiéronse los buques
dispersos en las costa, hasta entonces encargados de proteger el comercio, a
saber: el bergantín Intrépido, de catorce cañones, y las goletas Morillo,
Ferrolana, Rita y Rosa. Provistas estas naves de lo necesario, y acompañadas
de varias lanchas cañoneras, fueron a bloquear la isla en el mes de marzo; el
gobierno puso guarniciones de españoles a bordo de las principales.”… (1)

A eso de las siete de la mañana de aquel día, ya los marinos distinguían en el


horizonte nuestra tierra heroica, pero al continuar el avance lograron avistar
naves enemigas que bloqueaban a Juangriego y se dispusieron al combate.
Efectivamente, eran la goleta Rita, y el bergantín Intrépido, al mando del
capitán español Mateo de Ocampo y del Teniente de Fragata Rafael La Iglesia,
respectivamente.

El arrojo y la valentía demostrados por la escuadra patriota fue determinante


para que el violento suceso, que transcurrió en breves e intensas horas, se
declarara a favor de la revolución. Sus resultados fueron: En el caso del
Intrépido, cuarenta y dos (42) muertos y treinta y un (31) heridos, sin contar
otros que se lanzaron al agua para llegar a nado a tierra firme y se ahogaron,
mientras que los patriotas registraron sólo siete (7) muertos. Quedaron en su
poder, además, cuarenta (40) soldados prisioneros no heridos. En lo referente a
la goleta Rita, los españoles perdieron dieciséis (16) hombres entre muertos y
heridos. Los patriotas de la Mariño tuvieron solamente dos (2) heridos. Los
otros barcos de guerra españoles, que constituían la escuadra, la Ferrolana, la
Morillo y las cañoneras estacionadas al Nor-Oeste de Margarita, al tener noticias
del combate, huyeron hacia Cumaná, dejando completamente libre los mares de
Margarita. (2)

Bolívar interpretó en gesto sublime que esta victoria era una positiva señal que
auguraba el éxito total de la expedición. Así el 8 de mayo escribió a su pariente
José Leandro Palacios: “Llegué por fin a ver otra vez al país de Venezuela, y si
el primer suceso puede ser un presagio para los que le siguen, tengo el derecho
a esperar que lograré libertar dicha república.” (3)

Vicente Lecuna precisó con mucho detalle la significación y trascendencia de


este suceso: “Decisivo por muchos años fue este gloriosísimo combate:
Margarita logró pronto su libertad y convertida en base de los corsarios permitió
a éstos mantener en jaque a la marina española, conservar libres las costas del
oriente de la Tierra Firme y facilitar por tanto el aprovisionamiento de armas y
municiones del ejército libertador.”… (4)

Portando este triunfal bautizo de fuego, que agregaba a su ya extraordinaria


experiencia militar, Bolívar arriba al puerto de Juangriego al frente de su gloriosa
expedición.
Referencias Bibliográficas: OJO. En la tercera y cuarta referencia se modificó el
tipo de letra.

(1) Vicente Lecuna, La Expedición de Los Cayos. Porlamar, Verbo


Publicaciones e Impresos, C.A., 2006, pp. 14-15.

(2) Francisco Javier Yanes, Historia de Margarita. Caracas, Ministerio del


Poder Popular para la Cultura, Fundación Editorial el perro y la rana, 2008, p.
61. Napoleón Narváez: “Nociones Históricas del Estado Nueva Esparta.” En:
Napoleón Narváez, Casto Fulgencio López y Francisco Lárez Granado:
Margarita en tres voces. (Colección Clásica “Pedro Celestino Vásquez”, N° 7).
Isla de Margarita, Fondo Editorial del Estado Nueva Esparta, 1998, p. 45. Jesús
Manuel Subero, Historia popular de Margarita. La Asunción, Fundación
Margarita 500 Años, pp. 33-34.

(3) Iván Gómez León, Santa Ana del Norte: Cuna auténtica de la Tercera
República de Venezuela. Recopilación de textos. Porlamar, Verbo
Publicaciones e Impresos C.A., p. 2006, p. 108.

(4) Vicente Lecuna, Ob. Cit., p. 66.


LA EXPEDICIÓN DE LOS CAYOS ARRIBA A LA ISLA DE MARGARITA
3 DE MAYO 1816
Iván Gómez León

El 3 de mayo de 1816, en horas del mediodía, Simón Bolívar, capitaneando la


Expedición de Los Cayos, y aún saboreando la victoria lograda el día anterior en
los mares de Los Frailes, pisa tierra margariteña por el puerto de Juangriego.
Este segundo momento estelar de su carrera política y militar los comparte con
dos jóvenes líderes oriundos de la región insular: Santiago Mariño, que lo
acompaña en la expedición desde su partida de tierra haitiana, y Juan Bautista
Arismendi, que al momento está investido de la gran responsabilidad de Jefe
Militar de la isla de Margarita, y a quien se le debe haberlo convocado a reunión
para acordar las estrategias a desarrollar y darle continuidad a la lucha
revolucionaria emprendida, misión cumplida de manera exitosa por el
Comandante Francisco Olivier y por el Teniente Coronel José Jacinto
Rodríguez, trasladados en la balandra Aurora, capitaneada por el Comandante
José María García. (1)

Rosauro Rosa Acosta en su obra Los hombres de Matasiete, sintetiza el


extraordinario momento histórico de la siguiente manera: “Bolívar regresa a la
Patria. El 3 de mayo de 1816 llega por el puerto de Juangriego después de
haber vencido en el combate naval de Los Frailes a los buques enemigos que
trataban de bloquear nuestras costas. Bolívar, pues, al frente de la llamada
Expedición de Los Cayos, está en la Isla donde se le da la bienvenida franca,
cordial y generosa. La llegada de Bolívar fue día de júbilo en toda Margarita,
pero festejado de manera amplia en la parte norte de la Isla, libre desde hacía
varios meses por la tenacidad, el valor, la constancia de Juan Bautista
Arismendi y de su pléyade de Oficiales.” (2)

Aquel día maravilloso nuestro pueblo insurgente lo convirtió en ocasión para


expresar su gran contento y alegría. Juangriego se vistió de fiesta. Mucha gente,
que se trasladó desde diferentes lugares de la isla, fueron testigos de aquel
suceso y quienes no pudieron llegar al puerto, lo vieron y saludaron en su
movilización hasta Santa Ana del Norte, próximo lugar de encuentro entre el
pueblo rebelde margariteño y su máximo líder.

Referencias Bibliográficas:

(1) Rosauro Rosa Acosta, Diccionario Margariteño Biográfico, Geográfico e


Histórico. (Colección Contemporánea “Gustavo Pereira”, N° 1). Isla de
Margarita, Fondo Editorial del Estado Nueva Esparta, 1996, p. 167 y p. 416.

(2) Rosauro Rosa Acosta, Los hombres de Matasiete. Caracas, Fundación


Rosauro Rosa Acosta, 2012, p. 6.
SIMÓN BOLÍVAR ES ELECTO JEFE SUPREMO DE LA REPÚBLICA Y DE
SUS EJÉRCITOS
6 DE MAYO 1816
Iván Gómez León

El día 6 de mayo de 1816, luego de cumplir con el protocolo militar de rigor, el


Libertador y la dirigencia revolucionaria, ya instalada en Santa Ana del Norte,
acordaron efectuar una asamblea para tomar las decisiones pertinentes en
forma democrática, pero al sumar el número total de expedicionarios y pueblo
margariteño combatiente, sobrepasaba las trescientas personas. El único lugar
que podía albergarlas era, indiscutiblemente, el templo colonial.

El sagrado recinto se convirtió así en la magna sede de aquella trascendental


reunión. Sus bancos sirvieron de asiento a los revolucionarios y las sillas y
mesas utilizadas por el sacerdote en sus oraciones y misas fueron ocupadas por
la alta dirigencia para instalar el presídium. Los que no pudieron entrar al templo
se instalaron en sus alrededores y allí permanecieron hasta la culminación del
magnífico encuentro.

Es pertinente informar al lector las razones que explican por qué Santa Ana del
Norte resultó seleccionada para constituirse en el escenario ideal donde tuviera
lugar este suceso histórico trascendental. Leamos las consideraciones
expuestas por el ilustre Pbro. Dr. Andrés Márquez Gómez en su obra titulada
Árboles, pájaros y niños: “Para la época inmediata al 19 de abril de 1810,
Santa Ana era la población más importante del norte de la Isla. Para 1819,
Margarita estaba dividida en dos cantones, cada uno con seis parroquias. Santa
Ana era la cabecera del Cantón Norte y a su jurisdicción pertenecían Santa Ana,
Juangriego, Tacarigua, Pedrogonzález, Altagracia y San Juan. /…/ EL General
Juan Bautista Arismendi escogió al Norte para su residencia. Esto no es un
hecho casual. Hombre astuto, que olfateaba el peligro a la distancia y que
medía muy bien los pasos que daba, porque se sentía perseguido y más que
perseguido acosado por enemigos implacables, y su cabeza puesta a precio,
sabía que entre los habitantes del Norte estaba seguro. La gente de este
pueblo, adicta a la causa de la independencia, era incapaz de una traición. Allí
Arismendi hizo su casa y vivió con su primera esposa Doña María del Rosario
Irala, y muerta ésta, allí contrajo nuevas nupcias con la ilustre caraqueña Doña
Luisa Cáceres Díaz, nuestra máxima heroína. Allí, finalmente, sorteó las insidias
que le tendió las intrigas y el odio de Urreiztieta y sus conmilitones. Nunca un
norteño delató al héroe, ni se dejó tentar, en su pobreza, por el alto precio
puesto a su cabeza, ni se dejó intimidar con amenazas y castigos para que se
apartara del camino de la lealtad prometida al héroe que lucha por la Libertad. /
…/ Esta adhesión total a la causa de la independencia, le mereció a Santa Ana
ser escogida como cuartel general de los patriotas. Allí residía el Jefe de las
fuerzas republicanas con su Estado Mayor; allí había un hospital atendido por
las mujeres del Norte, para los heridos de la guerra; allí estaban bien
custodiados los numerosos prisioneros cogidos a los españoles en los combates
anteriores y allí, finalmente, todo el pueblo era un gran taller donde se
fabricaban numerosos útiles necesarios para el ejército.” (1)

De aquel tercer momento culminante de la Expedición de Los Cayos, quedó


para la posteridad una esplendorosa acta, que copiamos textualmente:

“En la Villa del Norte de la Isla de Margarita, a seis de mayo de mil


ochocientos diez y seis, reunidos en la Iglesia Parroquial de dicha Villa los
Excmos. Sres. Capitán General Simón Bolívar como Presidente, Generales en
Jefe Santiago Mariño y Juan Bautista Arismendi, el de División Manuel Piar, el
de Brigada Gregorio Mac Gregor, el Intendente General de Exto. de Margarita,
Comandante General, Teniente Coronel Francisco Esteban Gómez; el Mayor
General, Teniente Coronel Pablo Ruiz, el Sargento Mayor de Infantería Teniente
Coronel José Maneiro; Coronel de Caballería, Teniente Coronel José Celedonio
Tubores, el Mayor General de la misma, Coronel Francisco Morales, el Sargento
Mayor Policarpo Mata y el Presidente del Gobierno Político Provisorio Francisco
Sánchez y los Coroneles Expedicionarios Manuel Valdéz, Luis Ducoudray,
Pedro María Freites, Sebastián Boé, Vicente Landaeta, Carlos Soublette, Miguel
Martínez y Pedro Ramón Chipía, abrió la sesión el Excmo. Señor Capitán
General exponiendo en un discurso que sin embargo de que el Excmo. Señor
General en Jefe Juan Bautista Arismendi le había cedido la Presidencia de la
Junta, renunciaba si ésta tenía a bien elegir a otro. El General Arismendi votó el
primero confirmando la Presidencia en el Capitán General y el resto de la Junta
siguió unánimemente su voto.

“El Excmo. Señor Presidente manifestó en seguida a la Junta que el objeto


principal para que se había reunido era elegir un jefe único que fuese
reconocido como Supremo de la República y de sus Ejércitos y se nombrase un
segundo que deba sustituirlo en caso de muerte. En el mismo discurso hizo una
ligera relación de los sucesos que lo obligaron a abandonar por algún tiempo a
su país; de la generosa protección con que le acogió el Presidente de Haití,
permitiéndole que se uniera en aquella República a los restos dispersos de
Venezuela y Cartagena, para venir a auxiliar a esta Isla, con una expedición
cuyo mando y dirección se le confirmó por acuerdo de una Junta celebrada en
Los Cayos. Concluyó deponiendo en manos de la Junta la autoridad que ha
ejercido, pidiendo se le permitiese retirarse de la sesión para que los miembros
de la Junta tuviesen en su ausencia una completa libertad. El Excmo. Señor
Juan Bautista Arismendi tomó entonces la palabra, demostró que era
innecesaria la separación y que todos los Jefes presentes podían libremente
exponer su opinión.

“La Junta se adhirió entonces a este voto y el Excmo. Señor Presidente


permaneció en la Sala. El General Arismendi continuando su discurso manifestó
a la Junta que él había cedido ya el mando al Excmo. Señor Presidente y
ratificaba la cesión recomendándole de nuevo como Jefe Supremo de la
República de Venezuela, protestó que en lo sucesivo deberá ser aquella una e
indivisible, con desconocimiento de la división anterior del Oriente y Occidente y
se desnudó de su autoridad depositando su bastón en manos del Presidente,
quien no lo admitió hasta que los Jefes de Estado Mayor del Ejército y de los
expedicionarios hubiesen discutido y acordado quién debía ejercer esta
Suprema Magistratura. Después de haber oído a los primeros y exigida la
votación de todos, quedó sancionada unánimemente que la República de
Venezuela será una e indivisible, que el Excmo. Señor Presidente Capitán
General Simón Bolívar se elige y reconoce como Jefe Supremo de ella y al
Excmo. Sr. General Santiago Mariño por su segundo. El Señor Presidente
aceptó la elección que hacía en él la Junta para el honroso e importante cargo
de Jefe Supremo. Protestó que la salud de la Patria era su único objetivo y que
a ella consagraría sus desvelos y fatigas, igual aceptación hizo el segundo.
Resolvió luego la Junta a propuesta del Señor Presidente que habiendo en el
Ejército y en las varias partidas de guerrillas que sostienen la causa de la
libertad en el interior de Venezuela muchos jefes y oficiales de los cuales
algunos no tienen su nombramiento y origen legítimo mientras que otros están
privados por moderación de lo que justamente merecen, S.E. el Jefe Supremo
debería legitimar aquellos y recompensar a estos según el mérito de ambos.
Pero muy particularmente resolvió con unanimidad la Junta que el Excmo. Sr.
General Arismendi sea ascendido al carácter de General en Jefe y los
Comandantes Zaraza, Cedeño, Roxas, Monagas, al de General de Brigada y los
Jefes de Estado Mayor de Margarita al de Coroneles, quedando el señor
Arismendi encargado de proponer al Jefe Supremo los demás Generales y
oficiales del Ejército de esta isla para que sean premiados por éste, conforme a
sus méritos.

“El Sr. Presidente del Gobierno Provisorio de la Isla presentó a la


consideración de la Junta un expediente que leído por mí el Secretario de orden
del Sr. Presidente de la Junta, contenía un decreto del Excmo. Señor General
Arismendi estableciendo un Gobierno Político Provisorio para esta Isla
compuesto de tres individuos removibles cada tres meses, y encargado además
de la subdelegación de las Rentas Nacionales. La Junta después de todo el
contenido del expediente y lo que se expuso en discusión, aprobó este
establecimiento y lo sancionó en el carácter de provisorio recomendando al
mismo tiempo a S.E. el Jefe Supremo el arreglo de los Gobiernos Políticos
Provisorios que deberán instalarse al paso que se vayan liberando las
provincias.

“La Junta terminó la sesión dando las gracias al Gobierno Provisional de


Margarita por su buena administración en el ejercicio de sus funciones con lo
que se concluye esta Acta que firmaron los dichos Señores Presidentes y
Vocales ante mí, el Secretario que certifico. Simón Bolívar. Santiago Mariño.
Juan Bautista Arismendi. Manuel Piar. Gregorio Mac Gregor. Francisco E.
Gómez. Pablo Ruiz. José Maneiro. Jh. Celedonio Tubores. Francisco Morales.
Policarpo Mata. Juan Francisco Sánchez. Manuel Valdéz. Luis Docoudray.
Pedro Freytes. Sebastián Boé. Vicente Landaeta. Carlos Soublette. Miguel
Martínez. Pedro Chipía. Pedro Briceño Méndez, Secretario.” (2)

El historiador José Luis Salcedo Bastardo en estudio titulado: La Villa de Santa


Ana del Norte: Cuna auténtica de la Tercera República de Venezuela, ha
señalado las referencias que le otorgan a esta asamblea caracteres de
trascendencia: *En este pueblo insular, La República de Venezuela fue
decretada “una e indivisible”. *Allí nació la Colombia que fue el sueño sublime de
Bolívar. *Este tercer intento fue una misma jornada que culminó en Carabobo y
más tarde en Ayacucho. *De Santa Ana del Norte partió la convocatoria al
Congreso de Angostura, de cuyas deliberaciones resultó aprobada la Ley
Fundamental de Colombia y donde Bolívar pronunciaría el discurso, que fue, “la
más grande expresión de su genio”. (3)

De esta manera, la isla de Margarita, por intermedio de Santa Ana del Norte, se
inscribió en el itinerario y en el entrañable afecto del Padre Libertador.

Referencias Bibliográficas:

(1)Andrés Márquez Gómez, Árboles, pájaros y niños. Porlamar, Ediciones


Fundación República Insular, 2004, pp. 76, 78 y 79.
(2)Iván Gómez León, Santa Ana del Norte: Cuna auténtica de la Tercera
República de Venezuela. Recopilación de Textos. Porlamar, Verbo
Publicaciones e Impresos, 2006, pp. 102-104.

(3)José Luis Salcedo Bastardo, La Villa de Santa Ana del Norte: Cuna
auténtica de la Tercera República de Venezuela. La Asunción, Gobierno
Bolivariano del Estado Nueva Esparta, Instituto Autónomo de Cultura del Estado
Nueva Esparta (IACENE), 2013.
SIMÓN BOLÍVAR ANUNCIA QUE EN SANTA ANA DEL NORTE HA NACIDO
LA TERCERA REPÚBLICA
8 DE MAYO 1816
Iván Gómez León

El espíritu visionario del Libertador Simón Bolívar se manifestó de nuevo con


toda su fuerza el 8 de mayo de 1816: En Proclama dirigida al pueblo
venezolano, suscrita en el Cuartel General de Santa Ana del Norte, manifestó
que el 6 de mayo (día en que se efectuó la asamblea de revolucionarios en el
templo colonial), había nacido la Tercera República de Venezuela, es decir, el
tercer intento revolucionario por lograr nuestra independencia absoluta del
dominio colonial español.

La Proclama en referencia dice así:

“SIMÓN BOLÍVAR”

Jefe Supremo de la República y Capitán General de los Ejércitos de


Venezuela y de Nueva Granada, &.,&.,

“Venezolanos:

“He aquí el tercer período de la República…

“La inmortal isla de Margarita, acaudillada por el intrépido General


Arismendi, ha proclamado de nuevo el Gobierno independiente de Venezuela y
le ha sostenido con un valor sublime, contra todo el imperio español.

“Nuestras reliquias dispersas por la caída de Cartagena, se reunieron en


Haití. Con ellas y con los auxilios de nuestro magnánimo Almirante Brión,
formamos una expedición que, por sus elementos, parece destinada a terminar
para siempre el dominio de los tiranos en nuestro patrio suelo.
“Venezolanos, vuestros hermanos y vuestros amigos extranjeros no vienen
a conquistaros: su designio es combatir por vuestra libertad, para poneros en
actitud de restaurar la República sobre los fundamentos más sólidos. El
Congreso de Venezuela será nuevamente instalado donde y cuando sea vuestra
voluntad. Como los pueblos independientes me han hecho el honor de
encargarme la autoridad suprema, yo os autorizo para que nombréis vuestros
diputados en Congreso, sin otra convocación que la presente; confiándoles las
mismas facultades soberanas que en la primera época de la República.

“Yo no he venido a daros leyes, pero os ruego que oigáis mi voz: os


recomiendo la unidad del Gobierno y la libertad absoluta, para no volver a
cometer un absurdo y un crimen, pues que no podemos ser libres y esclavos a
la vez. Si formáis una masa sola del pueblo, si erigís un Gobierno central y si os
unís con nosotros, contad con la victoria.

“Españoles que habitáis a Venezuela, la guerra a muerte cesará si vosotros


la cesáis: si no, tomaremos una justa represalia y seréis exterminados.

“Venezolanos, no temáis la espada de vuestros libertadores: vosotros sois


siempre inocentes para vuestros hermanos.

“Cuartel General de la Villa del Norte, a 8 de mayo de 1816.

SIMÓN BOLÍVAR.” (1)

Bolívar vuelve sobre el tema en su célebre Discurso de Instalación del Consejo


de Estado en Angostura (hoy, Ciudad Bolívar) el 15 de febrero de 1819, cuando
expresa: “Por la asamblea de Margarita el 6 de mayo de 1816, la República de
Venezuela fue decretada una e indivisible. Los pueblos y los ejércitos que hasta
ahora han combatido por la libertad, han sancionado, por el más solemne e
unánime reconocimiento, este acto que, al mismo tiempo que reunió los estados
de Venezuela en un solo, creó y nombró un poder ejecutivo bajo el título de Jefe
Supremo de la República.”… (2)
Historiadores mediocres y escasos de visión han pretendido ignorar la
trascendencia histórica de aquel suceso ocurrido en Santa Ana del Norte de la
isla de Margarita, pero ahí están los documentos elaborados de puño y letra por
el mismo Libertador Simón Bolívar. Por eso afirmamos que a Santa Ana del
Norte jamás se le podrá arrebatar el augusto título de “Cuna de la Tercera
República de Venezuela”.

Referencias Bibliográficas:

(1)Iván Gómez León, Santa Ana del Norte: Cuna auténtica de la Tercera
República de Venezuela. Recopilación de textos. Porlamar, Verbo
Publicaciones e Impresos, C.A., 2006, pp. 106-107.

(2)“Discurso pronunciado por el Libertador en Angostura el 10 de noviembre de


1817 al declarar solemnemente instalado al Consejo de Estado.” Manuel Pérez
Vila. (Compilación, Notas y Cronología), Simón Bolívar. La Doctrina del
Libertador. (Biblioteca Ayacucho, 1). Caracas, Fundación Biblioteca Ayacucho,
1994, p. 78.
BOLÍVAR EN CARUPANO
1 DE JUNIO 1816
Iván Gómez León

La segunda ocasión en que el Libertador Simón Bolívar visita la ciudad portuaria


de Carúpano ocurre en el año 1816: viene encabezando la expedición que
partiera desde Haití, y luego de hacer escala en la isla de Margarita, pisa esta
tierra oriental el 1° de junio, después de aplastar la resistencia de Martínez de
Pinillos, quien guarnecía la plaza. En esta oportunidad prolonga su permanencia
por espacio de treinta días, ya que el 1° de julio se lanza hacia las costas
centrales de Venezuela.

A los efectos de nuestro análisis la Proclama del 2 de junio, dirigida a los


habitantes de Carúpano, representa el cordón umbilical que une los
planteamientos del año 1814 con los de 1816, al reiterar sus principios
libertarios expuestos en forma categórica en el Manifiesto de Carúpano, al
explicar la razón de su presencia. La lucha continúa:

…”Vuestros padecimientos bajo la tiranía española me han traído a vuestro país


a la cabeza de una expedición, cuyo único objeto es libertar a Venezuela. Mis
tropas guiadas por el honor sólo aspiran a dividir con vosotros las felicidades
que os promete el restablecimiento de la libertad.

“Yo os convido con la paz; os ofrezco el goce de vuestras vidas, propiedades y


honor; seréis respetados y considerados como hermanos. Restituíos a vuestras
casas. No temáis nuestra espada que sólo se empleará en defenderos contra
nuestros verdaderos enemigos.” (1)

De nuevo la adversidad rodea las vicisitudes de su estadía. A pesar de todos los


inconvenientes que se le opusieron, emite el 2 de junio un decreto,
trascendental en los anales de nuestra historia: el de la liberación de los
esclavos. Manuel A. Salvati, describe este suceso de la manera siguiente:
“Informado el Libertador, que era masón gr :. 3 de las atrocidades cometidas por
Morales, quiso visitar los sitios manchados con la sangre de las víctimas, arengó
al pueblo que le seguía a todas partes, haciéndole inspirar confianza en la
victoria de las armas republicanas, y, por último, parado sobre el montón de
tierra donde existió la Logia, invocó, a presencia del pueblo, al Gran Arquitecto
del Universo, y dictó y firmó el célebre Decreto por el cual declaraba libres a
todos los esclavos que empuñasen las armas contra la opresión tiránica de
España.” (2)

No existe ningún elemento de juicio para continuar sosteniendo la tesis de que


Bolívar sanciona este decreto sólo por satisfacer compromisos personales
contraídos con el General Alejandro Petión, Presidente de Haití, a manera de
respuesta al decidido respaldo que le brindara a su empresa libertadora. La
actitud de Bolívar frente a la esclavitud tiene un trasfondo mucho más profundo.
En tal sentido, consideramos acertado el juicio del doctor J. L. Salcedo
Bastardo, cuando expone: “El problema de la esclavitud es los que más
exhaustivamente considera el Libertador. Abolir esa institución fue uno de los
propósitos dominantes y sostenidos a través de toda su carrera política; nunca
como en esas ocasiones cuando ratificó su palabra libertadora Bolívar respondió
mejor a su título. Así tocaba el núcleo del aspecto social de la revolución que en
el aspecto económico así como en el político, jurídico y moral, integraría en
obligatoria convergencia la obra magna.” (3)

Aquí también advertimos una expresión significativa que bien merece ser
destacada: Esta decidida actitud del Libertador, marca el preludio de la sincronía
entre uno de los planteamientos fundamentales de la revolucionaria concepción
ideológica que sustentaba y el indicador más aberrante de la realidad social y
económica en la cual desarrolla su dinámica actividad.

Es contradictorio el testimonio de los historiadores en relación al cumplimiento


del decreto del 21 de junio, mediante el cual el Libertador ordena incendiar y
destruir el “cortijo de Carúpano-Arriba”, a consecuencia de la reiterada negativa
a incorporarse a las filas revolucionarias por parte de unos sectores de su
población. Aun cuando no interesa a los fines de este estudio especular en torno
a este asunto, sólo queremos destacar un curioso dato que anota Tavera Acosta
cuando refiere el suceso: “Y no sólo se publicó por bando y se fijó en los lugares
públicos /el decreto/ sino que también fue impreso allí por Juan Bailío y circuló
en hojas sueltas. Bailío era el tipógrafo que manejaba la imprenta traída en la
expedición, imprenta en donde ya en Juangriego, habíanse editado las
alocuciones del Libertador, de Mariño y de Arismendi, de que ya se ha hecho
mención páginas antes. (4)

Si aceptamos la precedente afirmación, el documento adquiere una connotación


que hasta ahora no había sido considerada: se inscribe entre los primeros
antecedentes históricos de la imprenta en Carúpano, importante iniciativa que
permanece excepcionalmente aislada hasta 1853 -treinta y siete años- en que
fue trasladada desde Cumaná la prensa tipográfica de Antonio María Martínez.
Colocada bajo la administración de Basilio Ágreda, Pedro Arismendi Brito le da
continuidad en ese mismo año, al comenzar a editar el periódico El Eco del
Paria, “nutrido de buena doctrina y selecto material”. A partir de esta fecha hasta
el año 1900, bajo la égida de Juan Bailío y Simón Bolívar, circularán en
Carúpano unos cincuenta y dos órganos de prensa. (5)

“Un mes hace que estoy aquí ocupado en levantar y organizar el ejército”… le
informa a Monsieur J. B. Chasseriau el 27 de junio de 1816. Y en la misma
fecha, comunica a Martín Tovar Ponte: …”Yo, hasta ahora me he estado quieto
mientras organizaba el ejército, y tomaba mil providencias indispensables para
asegurar el éxito de la campaña”… Efectivamente, a través de las
numerosísimas cartas enviadas desde esta ciudad, que sobrepasan el centenar,
se evidencia el superior esfuerzo que invierte prácticamente desde su arribo a
esta posición estratégica de tierra firme, con la finalidad de …”desembarcar a la
costa de Ocumare a la cabeza de mil hombres y antes de 8 días tomaré la
capital, desde donde marcharé al Oriente de Venezuela a auxiliar a los
hermanos que quedan contendiendo por la misma causa”. (6)
No exagera el Libertador cuando anota que ha tomado “mil providencias” en
esta oportunidad, toda vez que salta a la vista que desde el 1° de junio hasta el
1° de julio lo absorbe esta impostergable tarea. En ágil estilo epistolar, con
precisión y detalle, todo, absolutamente todo, lo registra su pluma de auténtico
estratega: ascensos, instrucciones, recomendaciones, previsiones, órdenes,
advertencias, requerimientos, sanciones, traslados; efectiva labor que se hace
posible en virtud del admirable conocimiento y dominio de la peculiaridad de
aquella realidad geográfica.

Las referencias a Carúpano, Río Caribe, Cariaco, Guiria, Maturín, Cumaná,


Yaguaraparo, Guarapiche, El Pilar, San José, Casanay, Guayacán, Cariaquito,
El Rincón, Carúpano Arriba, Canchunchú, Guinimita, Tunapuy, La Esmeralda,
contenidas en la documentación existente, permiten visualizar el amplio
espectro de la incorporación de tan humildes comunidades a las contingencias
del proceso revolucionario y su radical transformación en escenario del cual
surge, mediante la inversión de supremos esfuerzos, hombres y recursos.
Pensamos, en consecuencia, que sobradas razones tuvo Tavera Acosta
cuando, en magistral síntesis, afirmó: “Muchos son los sucesos que guarda en
sus anales esa ciudad /Carúpano/ en relación a la época terrible en la que tanto
realistas como republicanos se extremaron en violencias y horrores. En ninguna
de las poblaciones del Oriente de Venezuela se combatió tanto por la
independencia patria como en Carúpano.” (7)

Todas las ideas expuestas a lo largo de estas consideraciones preliminares, nos


permiten concluir en que, sin lugar a dudas, Carúpano y por extensión toda el
área que constituye hoy la región nororiental del Estado Sucre, representa una
referencia obligada cuando se trate de precisar los alcances del itinerario
cumplido por Simón Bolívar en la gestación y desarrollo de su empresa
libertadora.

No es necesario volver a insistir para demostrar que desde el verdor de nuestros


campos, la quietud de nuestros pueblos y del azaroso mar que nos abraza,
emergieron los destellos primigenios que delinearon el perfil de nuestro ser
nacional.

Referencias Bibliográficas:

(1)Iván Gómez León, Bolívar en Carúpano 1814/1816. Carúpano, Colegio


Universitario de Carúpano, Homenaje al Libertador Simón Bolívar en el
Bicentenario de su Natalicio, 1983, pp. 12-13.

(2) Manuel A. Salvati: Anotaciones históricas sobre la Masonería en


Carúpano desde 1814 hasta 1918. México, D.F., Editorial Menphis, 1962, pp.
20-21.

(3) J. L. Salcedo Bastardo: Visión y revisión de Bolívar. Tomo II. Caracas,


Monte Avila Editores C.A., 1977, p. 89.

(4) Bartolomé Tavera Acosta, Historia de Carúpano. (Biblioteca de Autores y


Temas Sucrenses). Cumaná, Tamimat S.R.L., 1981, p. 159.

(5)Iván E. Gómez L., La prensa de Carúpano en el siglo XIX (1854-1900).


Carúpano, Colegio Universitario de Carúpano, 1986. (Inédito).

(6)Iván Gómez León, Ob. Cit.

(7) Bartolomé Tavera Acosta, Ob. Cit., p. 100.


DECRETO DE ABOLICIÓN DE LA ESCLAVITUD
CARÚPANO, 2 DE JUNIO DE 1816

Simón Bolívar (*)


República de Venezuela
SIMÓN BOLÍVAR

Jefe Supremo de la República y Capitán General de los Ejércitos de


Venezuela y de la Nueva Granada, &, &, &.

A los habitantes de Río Caribe, Carúpano y Cariaco.

Salud.

Considerando que la justicia, la política y la Patria reclaman imperiosamente los


derechos imprescriptibles de la naturaleza, he venido en decretar, como decreto,
la libertad absoluta de los esclavos que han gemido bajo el yugo español en los
tres siglos pasados. Considerando que la República necesita de los servicios de
todos sus hijos, tenemos que imponer a los nuevos Ciudadanos las condiciones
siguientes:

Artículo primero: Todo hombre robusto, desde la edad de catorce hasta los
sesenta años, se presentará en la parroquia de su Distrito a alistarse en las
banderas de Venezuela, veinte y cuatro horas después de publicado el presente
decreto.

Artículo segundo: Los ancianos, las mujeres, los niños y los inválidos, quedarán
eximidos desde ahora para siempre del servicio militar; como igualmente del
servicio doméstico y campestre en que estaban antes empleados a beneficio de
sus señores.

Artículo tercero: El nuevo Ciudadano que rehúse tomar las armas para cumplir
con el sagrado deber de defender su libertad, quedará sujeto a la servidumbre,
no sólo él, sino también sus hijos menores de catorce años, su mujer y sus
padres ancianos.

Artículo cuarto: Los parientes de los militares empleados en el Ejército


Libertador gozarán de los derechos de Ciudadano y de la libertad absoluta que
les concede este decreto a nombre de la República de Venezuela.

El presente reglamento tendrá fuerza de ley y será fielmente cumplido por las
Autoridades Republicanas de Río Caribe, Carúpano y Cariaco.

Dado en el Cuartel General de Carúpano, firmado de mi mano, sellado con el


provisional de la República y refrendado por mi Secretario de Estado y Guerra a
2 de junio de 1816. 6° de la Independencia.

SIMÓN BOLÍVAR.

PEDRO BRICEÑO MÉNDEZ.


Secretario de Estado y Guerra.

(*) Iván Gómez León, Bolívar en Carúpano 1814/1816. Carúpano, Colegio


Universitario de Carúpano, Homenaje al Libertador Simón Bolívar en el
Bicentenario de su Natalicio, 1983, pp. 11-12.
1817
EL TÍTULO DE LA NUEVA ESPARTA A LA PROVINCIA DE MARGARITA
12 DE MAYO 1817

Francisco Javier Yanes (*)


 
El 8 de mayo de 1817 reunió el General Mariño, como segundo jefe la república,
varios empleados y ciudadanos respetables en la ciudad de Cariaco para que
estableciesen un gobierno provisorio, análogo a las circunstancias en que se
hallaba Venezuela a conformidad de lo que el jefe supremo había dicho en su
proclama de 8 de mayo y 28 de diciembre del año anterior y discutida la materia
se declaró instalado el Soberano Congreso de Venezuela, resignando el
presidente general Mariño la autoridad de segundo jefe que se le confirió por la
junta celebrada en Margarita (el 6 de mayo de 1816, Santa Ana del Norte) y en
su virtud se nombró para servir el poder ejecutivo aquel general Fernando Toro,
coronel Francisco Javier Mayz y general Simón Bolívar y por suplentes a
Francisco Antonio Zea, José Cortés Madariaga y Diego Vallenilla. Se designó
para la residencia del gobierno federal la ciudad de La Asunción, capital de
Margarita.

Trasladóse el gobierno a la isla y desde luego procedió a librar las providencias


y decretos que estimó convenientes para la organización de todos los ramos de
la administración. Entre estos merece atención el que sigue:

“Palacio de Gobierno en Pampatar, mayo 12 de 1817. 7mo. En conformidad con


lo dispuesto por la Constitución Federal, se declara que al Soberano Congreso
de Venezuela debe tributarse en cuerpo el tratamiento de Honorable Congreso;
al Poder Ejecutivo, el de Respetable; al Poder Judicial, el de Recto; a los
Ministros de los tres poderes, Capitanes Generales y Almirante, el de Honorable
por cortesía, tratándoles en la correspondencia oficial de ciudadano y usando
siempre de os y de vos, y comuníquese. Así lo decretó el respetable Poder
Ejecutivo y lo rubricaron. Hay dos rúbricas. Casiano Bezares, Secretario.-
Honrable Presidente Cortés, Ministro Zea.- Casiano Bezares, Secretario de
Estado interino.”

Habiéndose tenido noticias positivas de que venía de España una expedición


destinada contra Margarita, publicó el siguiente decreto:

“El Supremo Gobierno de los Estados Unidos de Venezuela reinstalado


felizmente para su honor y libertad deseando llenar sus grandes obligaciones
cuenta con el esfuerzo de los pueblos virtuosos que le han proclamado y le
aman. Ellos se han convenido para su elección y sostenimiento y este pacto tan
sagrado debe cumplirse a costa de todo sacrificio, como dirigido al mayor bien
de una preciosa porción del género humano que noblemente se eleva al rango a
que aspiran el corazón y el alma del hombre. En consecuencia es de la primera
atención el establecimiento y organización de la fuerza  que ha de salvar la
República y que su Gobierno protector ordena, ofreciendo a los pueblos su
seguridad, conservación y prosperidad a cuyo efecto la medida de las
circunstancias es la Ley Marcial bajo los siguientes artículos:

1°. Todos los individuos que se hallen en esta isla desde 14 hasta 60 años son
soldados de la República y como tales se presentarán a los respectivos
comandantes militares dentro de veinticuatro horas precisas, las cuales tomarán
razón de sus nombres, edad, vecindad y ocupación para pasarlo
inmediatamente al Supremo Gobierno.

2°. Son exentos de esta presentación los individuos ocupados efectivamente en


la marina, pues sirviendo en ella a la República, pertenecen a la jurisdicción del
almirantazgo y su jefe.

3°. Durará esta ley cuatro meses contados desde el día de su publicación.

4°. Los que faltasen a la presentación y alistamiento, sin una causa notoria,
serán tratados como enemigos de la Patria y castigados según las
circunstancias.
5°. Los comandantes militares quedan obligados y responsables al cumplimiento
de esta ley y, en consecuencia, deben arrestar cualquier individuo que no haya
observado, participándolo inmediatamente al Supremo Gobierno.

6°. Igual responsabilidad y obligación tendrán para con los desertores de la


marina, remitiéndolos a disposición del honorable Almirante y Capitán General
de los ejércitos de Venezuela.

Publíquese en todos los partidos de la isla y fíjese en los lugares públicos para
su observancia y ejecución. Palacio de Gobierno en Pampatar a 13 de mayo de
1817. José Cortés Madariaga. Francisco Antonio Zea. Casiano Bezares,
Secretario interino.”

En el 17 de mayo decretó que en las banderas de los buques de guerra debían


usarse siete estrellas azules en campo amarillo y los mercantes sólo la tricolor.
En el 24 del mismo mes se designaron premios y recompensas a los extranjeros
que sirvan en la marina nacional, y en el 26 se cedió a favor de la marina la
parte de presa que corresponda al Estado en las que se hagan en la Guayana.

En esta misma fecha –agregamos nosotros- a proposición del sacerdote José


Cortés Madariaga se distingue a la Provincia de Margarita con el título de Nueva
Esparta, por cuanto su heroísmo y abnegación revolucionaria hacía recordar la
rebeldía del antiguo pueblo griego.

 (*) Francisco Javier Yanes, Historia de Margarita. Caracas, Ministerio del


Poder Popular para la Cultura, Fundación Editorial el perro y la rana, 2008, pp.
83-8
LA NUEVA ESPARTA

Francisco Javier Yanes (*)

 Si Grecia y Roma se gloriaban de su Leónidas, Temístocles, Epaminondas,


Arístides, Horacios, Mucíos, Fabios, Fabricios, Scipiones; Margarita se jacta de
tener en su seno otros tantos héroes, cuanto son sus hijos, y la posteridad
mirará como sus redentores y hará siempre grato recuerdo de Arismendi,
Gómez, Joaquín Maneyro, Juan Miguel y Saturnino Lares, Celedonio Tubores, 
Nemecio Malaver, Juan Fernando Fermín, Francisco Campos, Pablo Ruiz,
Domingo y Ceferino González, Juan Rodulfo, Andrés Mata y Juan Galindo, Juan
Manuel Fermín,  Policarpo y Andrés Mata, Apolinar Lares, Gaspar Marcano,
José Manuel Fermín, Francisco Adriano, Juan Bautista Espinoza, Manuel Lego,
Benítez, Tenías y otros innumerables que con su valor y constancia libertaron la
patria, sacrificando sus vidas y propiedades, sin más sueldo, ración ni
recompensa que la dulce satisfacción de haber cumplido con el deber sagrado
de libertar su patria de los tiranos. (**)

Si la antigua Esparta se creía invencible por el entusiasmo de sus mujeres, las


cuales animaban a sus esposos e hijos para que peleasen con valor, recibiendo
con alegría la noticia de su muerte cuando habían seguido sus consejos, 
Margarita, la Nueva Esparta, puede gloriarse de que sus hijas han hecho esto
mismo y tal vez algo más. En efecto, todas las margariteñas han concurrido
personalmente a la guerra contribuyendo para su sostén con todas sus galas,
adornos y preseas; se han ocupado en el servicio del ejército conduciendo los
pertrechos, cargando en hamaca los heridos, curándolos en los hospitales con
los medicamentos que ellas mismas proporcionaban, haciendo la comida y
cargando el agua para la tropa y, lo que es más, arrojando enormes piedras
cuando los enemigos atacaban los puntos en que se hallaban, recibiendo
siempre con una especie de alegría la nueva de sus maridos, padres, hijos y
deudos quienes habían expirado en defensa de la patria. El que escribe esto
testifica el hecho que sigue: informado de que una noble guaiquerí había
perdido en el ataque de Juangriego su marido, dos hijos, su padre, hermanos y
otros parientes, interrogó a la misma, si era cierta esta relación, y respondió: “sí,
es verdad que allí murieron todos y lo que siento es que éste (señalando hacia
un niño como de cuatro años que tenía a su lado) no hubiese sido grande para
que también hubiese muerto allí por su patria”. ¡Ah! Expresión sencilla y
naturalmente expresiva de todo lo que encierra el amor a la patria. ¡Sentimiento
sublime y raro de que no nos habían dado idea los escritores políticos, filósofos
y elocuentes del antiguo mundo! Esta mujer deseaba en aquella situación, que
el solo hijo que le quedaba hubiese sido grande, no para que venciese, sino
para que hubiese muerto allí por su patria.

(*) Francisco Javier Yanes, Historia de Margarita. Caracas, Ministerio del


Poder Popular para la Cultura, Fundación Editorial el perro y la rana, 2008, p.
105.

(**) A esta lista de patriotas margariteños el Gral. Francisco Esteban Gómez en


su Observaciones… a la obra de Yanes, consideró que debería agregársele
estos otros nombres quedando aún inconclusa: Francisco Javier Gutiérrez,
Rafael Picaso, José María Paz, José María, Mateo y Gabriel Guerra, venerable
cura Ber. José Tadeo Rey y Peruena, Loreto Arismendi, Juan Simón Marcano,
Ceferino González, José Jacinto Rodríguez, Marcos, Gabriel, José Antonio y
Joaquín de Silva, Francisco Cedeño, Benito Jimeno, José María García, Ricardo
Mesa, Diego Piñerúa, Manuel Maneiro, Ramón Gómez, Juan Plaza, Nicolás
Guevara, José Sarmiento, Rafael y José Rafael de Guevara, Ramón Camejo,
José María el Muerto, Juan José de la Riba, Lucas Ortega, Manuel Ribas,
Marcos García, Julián Méndez, Gerónimo Rodríguez, Juan Manuel Aguilera,
Francisco Clemente González, Cleto Rodríguez, Félix Bastardo, Juan Bautista
y Simón Irala, Pedro Bejarano, Pedro Sánchez, José González, Domingo Rosa,
Juan Esteban Figueroa, José Dolores Salazar, etc., etc. Pp. 168-169.
LA BATALLA DE LOS BARALES
17 DE JULIO 1817
                                                                            Iván Gómez León

Desde el mes de mayo de 1817 se supo en Margarita que el general español


Pablo Morillo, procedente de Guayana y haciendo escala en Cumaná,
preparaba una poderosa expedición con la amenaza de derrotar definitivamente
al activo movimiento revolucionario que allí actuaba, destruir sus pueblos y
labrantíos y, en general, a toda su población, para escarmentar de esta manera
su rebeldía y desafío al poder colonial español.

En conocimiento de tan graves circunstancias, el 23 de junio desde La


Asunción,  el general patriota Francisco Esteban Gómez lanzó “al mundo
imparcial” un Manifiesto en el cual expresaba lo siguiente ante la inminencia de
esta nueva agresión y la decisión revolucionaria de hacerle la más resuelta
resistencia:

“Desde que Dios formó el Universo o vasto país en que habitan los viadores
(hace ya el espacio de seis mil y más años) están enumeradas las revoluciones
que lo han afligido y que han de humillar y destruir la especie humana.

“Venezuela ocupa la última página de esta historia lamentable.

“El 19 de abril de 1810 entonó el himno sacrosanto de la libertad y en tres


períodos remarcables ha hecho los más fuertes sacudimientos para obtener su
completa emancipación. Jornadas muy gloriosas, acciones brillantes y
distinguidas son las pruebas más ineluctables del valor venezolano.

“La isla Margarita, parte integrante, y hoy muy principal de los pueblos
confederados, levantó igualmente el estandarte del honor y de la gloria, y siguió
los pasos de sus conciudadanos. El 4 de mayo de aquel año depuso con la
mayor moderación al mandatario peninsular, el mismo que a la entrada de
Monteverde en Caracas fue el cómitre destinado para afligir en las bóvedas y
pontones de Puerto Cabello, entre otros americanos, a los hijos de  Margarita.

“Cartagena promueve la reacción del año de 1813, y un jefe con los sufragios
del pueblo, destruyó al intruso tirano y rompe las cadenas de sus hermanos
oprimidos. Todos bendicen la obra del Libertador y desean que ella sea tan
durable como fue pronta en su formación.

“Mas el genio del mal aparece otra vez en esta comarca: se abre una nueva
campaña, y después de mil triunfos y proezas, cae el mismo pueblo bajo el yugo
de un aborto del infierno, teniendo que salvarse sus restos por la emigración que
emprendió por ásperos caminos, en una estación calamitosa, para trasladarse a
las Antillas, en donde han presentado al hombre sensible un cuadro el más
lastimoso, pues que ninguno ha podido ver sin emoción una multitud de
personas honradas y pudientes, que antes buscaban con quien distribuir su
fortuna, vivir para conservar una mísera existencia solo por la merced de
extranjeros, cuya generosidad fue tan franca como  obligatoria al reconocimiento
de los buenos americanos. Si algún día la providencia condolida de sus
padecimientos se digna concederles la bien merecida carta de Manumisión y
que puedan formar un gobierno justo y liberal, que afiance para siempre los
derechos inalienables del hombre, ellos podrán y sabrán remunerar con
distinguidas recompensas los beneficios y hospitalidad que han recibido de
algunas colonias.

“Una tercera época de redención se presenta en favor del pueblo disperso; el


mismo redentor triunfa de los opresores en el mar, y en esta tierra de libertad,
pero nuevos acontecimientos hacen que no se crea cerrado el círculo de la
revolución. La furiosa lava de este volcán continúa sus erupciones, mas los
amantes de la independencia, deseosos de este bien, y ambiciosos de su
libertad,  queriendo tomar asiento entre las naciones que cubren la tierra y a
gozar de todos los beneficios que emanan de esta, se han resuelto a todo por
conseguir tamaños bienes, y así la muerte no les espanta, y sólo la consideran
como un descanso que pondrá fin a una vida agravada con la servidumbre y
cubierta con la ignominia.

“A pesar de tan nobles sentimientos, de tan generosas y liberales ideas, no


faltan americanos desnaturalizados, que bien avenidos con la servidumbre, se
prosternan servilmente ante los ídolos que existen en la Iberia y que sólo
pueden conocerse en este mundo por los órganos del fanatismo, del error y la
superstición, sin conocer ellos mismos los males que atraen sobre el suelo de su
nacimiento y sobre sus propias personas. Pero a estos seres degradados y
envilecidos es preciso advertirles que sobre sus cabezas penden agudas
espadas y que a sus pechos amenazan los afilados puñales de los libres. Un
grito universal conspira a borrarlos de los nobles seres que hermosean la
naturaleza. La alternativa de los hijos de la Gran Colombia es Morir o Vencer,
aunque ya es preciso decir por esta vez, que en medio de los azares de la
guerra, cuando la Margarita contaba con algunos pueblos de la parte oriental del
continente, advierte que algunos de ellos han intentado y de hecho se han
sustraído, de la noble federación venezolana, sólo por temores a terror, pánico,
espanto de los fantasmas.

“La ciudad de Cariaco ha sucumbido de un modo inconcebible, y sus


desórdenes pueden trascender a los pueblos comarcanos. La Margarita, por
conservar la unidad que salva los estados, recibió en su seno al Gobierno
Supremo de Venezuela convocado por el General Mariño y el 31 de mayo último
a los doce días de su instalación se ausenta en nuestra escuadra con dirección
a Maturín. La isla, fluctuando sola en los peligros, bloqueada en el día por dos
corbetas y cinco bergantines; amenazada en fin por un grande ejército y nuevas
fuerzas navales, ha ratificado sin embargo el juramento que hizo el 17 de
noviembre, y no hay duda que tendrá ahora el buen éxito que entonces, cuando
en diez acciones campales batió la formidable fuerza del General Morillo.

“Tres mil  republicanos que han admirado al mundo por su constancia y valor se
hallan en el día con las armas en la mano decididos a resistir a todo trance las
pretensiones y choques de la tiranía. La Margarita podrá ser reducida a cenizas,
pero no esclavizada.  El enemigo ha jurado su exterminio y amenaza que muy
pronto vendrá a pasearse por sus terrenos, gloriosos campos de Marte; y en tal
conflicto ella suplica a las naciones imparciales y despreocupadas vuelvan a fijar
su vista en la nueva lucha que sin duda será más terrible que la que acaba de
sostener y que sirvió de espanto, terror y confusión al mismo pueblo que
pretendió esclavizarla.

“¡Naciones  grandes y generosas! No permitáis que las falanges de nuestros


asesinos acaben de consumar la obra de iniquidad y de exterminio que
pretenden, ni que cubran de llanto y luto a los pacíficos moradores de Margarita
sólo porque no quieren ser esclavos de la nación más bárbara del globo.
Conduélanse los hombres justos y filantrópicos de este siglo de Luces y razón
de un pequeño y pobre pueblo que ha sabido dar al mundo culto lecciones
sublimes de civismo, en el concepto que si le dispensaren los auxilios de que
necesita para la defensa a que se prepara, jura a presencia de los cielos y la
tierra que los ejemplos de la valerosa Grecia, con todo el brillo con que se hizo
admirable en el universo, poco excederán a los que se prepara a dar el pueblo
margariteño y no habrá sacrificio que no tribute a la justa libertad que en el siglo
XIX ha proclamado el nuevo mundo. Ciudad de la Asunción de Margarita, junio
23 de 1817 – 7mo. Francisco Esteban Gómez.” (“Manifiesto del General
Francisco Esteban Gómez al mundo imparcial”). (1)

La trágica presunción finalmente se confirmó. A mediados de julio, la referida


expedición, integrada por un ejército de más de 3.000 hombres, bien provisto y
equipado, con una escuadra numerosa capaz de sostener el más estrecho
bloqueo, levó anclas en Cumaná y  tan pronto pisó tierra margariteña, hecho
ocurrido el 17 de julio, Morillo publicó, desde su Cuartel General del
Campamento de Los Barales, la siguiente Proclama:
“Habitantes de Margarita. Desde Ocaña os prometí en abril del año último que
vendría sobre estas costas para castigar a los sediciosos y restablecer el orden
que habían alterado.

“El hipócrita y despreciable Arismendi decía que os engañaba y que la


presunción y el orgullo dirigía mi voz desde las orillas del Magdalena. Ya veis si
he cumplido mi promesa, después de dejar sumisas al Rey, y gozando de su
antigua felicidad las hermosas provincias del Nuevo Reino de Granada. Juzgad
ahora de mi conducta y conoced vuestra situación.

“Habitantes de Margarita. Sé todos los pormenores de vuestra revolución y


conozco los infames que la han causado. Estos mismos por la mayor parte os
abandonan a vuestra propia suerte, como cobardes que son, al momento que he
aproximado, y huyen a la sola idea del riesgo que les amenaza.

“Ese Arismendi, nacido para vuestro mal, tan cobarde como ruin, no vendrá en
vuestro auxilio, ni tampoco la multitud de miserables que han blasonado, cuando
nada temían de cerca: ahora todos emigran,  os abandonan con diversos
pretextos; y el pirata Brión, concluye con saquear la isla y fugarse con sus
buques.

“En este estado, os convido nuevamente con la clemencia de nuestro amado


soberano el Sr. Dn. Fernando VII cuyo augusto y magnánimo corazón se
complace solo en el bien y felicidad de sus vasallos. Aprovechaos pues de ella y
contad con el perdón de vuestros crímenes si os sometéis desde luego.

“Sabéis por experiencia que sé cumplir mis ofertas y que mi palabra es


inviolable.  Vuestra suerte no puede ser dudosa, cuando es constante que
además de la división expedicionaria que acaba de llegar de la península, tengo
a mi disposición las divisiones del ejército, cuyo valor y decisión son bien
conocidos.
“Si a pesar de este paso que doy en obsequio de  la humanidad  como una
consecuencia de los principios que siempre han dirigido mi conducta, os
empeñáis en vuestra rebeldía, como lo habéis manifestado desde el momento
de mi desembarco, nada habrá que detenga mis empresas;  y cesando las
consideraciones y las esperanzas de vuestra reducción, marcharé sobre
vosotros con fuerzas respetables que están a mis órdenes: la desolación y el
terror irán delante de ellas; y si los traidores de Barcelona acabaron con su
mísera existencia, en esta isla desleal no quedarán ni las cenizas, ni aún la
memoria de los rebeldes que despreciaron la piedad del Soberano y se
empeñaron en su exterminio. Cuartel General del Campamento de los Barales,
17 de julio de 1817 – El General en Jefe – Pablo Morillo.” (2)

Ese mismo día lanzó una fulminante intimación a Francisco Esteban Gómez:

“Don Pablo Morillo &. Al Comandante de la fuerza armada que se halla en


Margarita. Las tropas del Rey, bajo mi mando vuelven otra vez a pisar el suelo
de esta isla, y espero que pronto se halle toda ella  sometida a la dominación de
su legítimo Soberano.

“Conozco muy bien vuestros comprometimientos y estoy persuadido que la


masa general de los habitantes no ha querido atraerse sobre sí tantos y tan
desastrosos males. Vuestra desgracia es obra de un hombre perverso; y la
sangre que se ha derramado y las inquietudes y zozobras que os han traído es
el presente más digno que ha podido haceros su detestable corazón.

“Soy conocido de todos vosotros; y mi lenguaje y mis sentimientos no deben


seros sospechosos. Estoy dispuesto a emprender una campaña, cuyo resultado
no puede ser dudoso; bien sabéis los medios de que dispongo, harto suficientes
para realizar mis planes.

“Sin embargo, amante de la humanidad y siempre propenso al bien, he


meditado haceros esta intimación acompañada de una proclama al pueblo de
Margarita, en que con la franqueza propia de un militar, le manifiesto mis
intenciones.

“La suerte os ha colocado en una situación en que podéis hacer  la verdadera


felicidad de vuestra patria, tomando el único partido que os aconseja la razón y
el deber.

“Si hacéis desarmar los habitantes; si os sometéis con ellos a la obediencia de


nuestro amado Soberano el Señor Don Fernando VII cesará toda hostilidad: se
olvidarán los acaecimientos pasados y podéis contar con la protección del
gobierno de S. M. Los jefes o personas leales que os acompañen a este servicio
importante serán atendidos igualmente y recompensados a proporción del
mérito que contraigan.

“El encargado de presentaros esta intimación os instruirá menudamente en todo


lo que deseéis saber para dirigir vuestra conducta.

“No se me culpará en lo sucesivo de los desastres que puedan seguirse si la


obstinación y la infidelidad es vuestro partido; pudiendo aseguraros que sin
amenazar vanamente, ni hacer ostentación de mi poder, será tan ejemplar el
escarmiento de esta isla, que no quedará uno solo que no sufra el castigo de
sus crímenes, ni que conserve la memoria de los hechos sangrientos y terribles
que sufrirán ellos y sus familias. Cuartel General de los Barales, 17 de julio  de
1817 – Pablo Morillo.” (3)

Al día siguiente, Francisco Esteban Gómez, desde el Cuartel General de


Sabana Grande,  le contestó en estos términos:

“El General en Jefe del Ejército Libertador de la isla de Margarita. Al Exmo.


Señor General en Jefe de las tropas del Rey.

“Exmo. Señor: Los espartanos de Colombia han visto con bastante admiración
el parlamento inesperado que V.E. les envía: extrañan el bárbaro estilo de
intimar la rendición de esta isla, después de haber hostilizado atrevidamente sus
costas sin preceder aquel requisito y se complacen al ver que V.E. ha conocido
su yerro, cuando ya todos se hallan irritados y revestidos con las nobles
insignias del valor para vengar los nuevos ultrajes que se les irrogan.

“Las tropas del Rey que tiene V.E. bajo su mando nada han adelantado con
pisar otra vez las áridas playas de Margarita y el esperar por esto que vuelva a
la tiránica dominación española, es tan difícil como que V.E. cumpla las
promesas que hace bajo la mentida frase de que su palabra es inviolable.

“Si V.E. conoce los comprometimientos de la masa general de esta isla, debe
también sacar por consecuencia, que no es ya la causa de un particular la que
defendemos y que el general Arismendi a quién V.E. atribuye el origen de
nuestras desgracias, lejos de traernos esos supuestos males puso en nuestras
manos el precioso don de la libertad y supo conducirnos a la cumbre de la gloria
dejándonos a su partida sabias lecciones para defendernos y fieles modelos
para vencer españoles.

“La sangre que se ha derramado y la que se derramará, emana del íntimo


impulso que tiene todo hombre al defenderse de su enemigo y del implacable
odio que profesan los margariteños a sus opresores y no de las ideas perversas
de nuestro héroe; del entusiasmo que a todos nos anima para sepultarnos entre
las ruinas de nuestro país con cuantos objetos amables poseemos, antes que
dejar a la posteridad  el confuso lunar de la humillación  y vasallaje en el brillante
cuadro de nuestras victorias.

“Cierto es que V.E. es bien conocido de nosotros, y jamás borrarán de su


memoria los margariteños la duración, aunque efímera, de sus pasadas
promesas: males de toda especie cayeron sobre nosotros en vez de los
prometidos beneficios: un grito general se oyó en toda la isla y este lastimoso
clamor fue el que instigó al pueblo a usar del derecho de insurrección que le
permite la ley de la naturaleza y de todas las sociedades.
“Desde entonces ratificó el juramento que antes había hecho por su
independencia y libertad y tomando por divisa morir o vencer borró para en
adelante las palabras de perdón y olvido de lo pasado con que todos los jefes
españoles  ocultan y abrigan sus verdaderas intenciones y disfrazan sus tramas
para sacrificarnos.

“Así, pues, está por demás repetir estas promesas, como también el paso que
V.E. ha tendido la bondad de dar a favor de la humanidad, enviándonos su
proclama e intimación, no pudiendo dejar de advertirle que hemos fijado muy
atentamente la consideración en la amenaza que nos hace V.E. de la total
desolación de la isla si no convenimos con la que soberanamente nos intima.
Por tales expresiones de V.E., por los comprometimientos primitivos y por los
que en virtud de la conducta de los agentes de V.E., en esta isla, tomó el pueblo
resolutivamente, acabará de conocer los uniformes sentimientos de estos
habitantes, para el último arreglo de su conducta, debiendo añadir,  que si V.E.
fuere vencedor se hará dueño de los escombros, de las cenizas y de los
lúgubres vestigios que a su pesar  quedarán de nuestra constancia y valor con
más brillo que los de Sagunto y Numancia. Si la fuerza  y los medios que están
a disposición de V.E. son tales cuales nos los pinta, bien podrá coger por triunfo,
para satisfacer la tirana ambición de su soberano, y complacerse en ellos, la
área estéril y desolada de la isla Margarita, pero jamás podrá decir que se le
rindieron sus ilustres defensores. Cuartel General de la Sabana Grande a 18 de
julio de 1817. 7mo. Francisco Esteban Gómez.” (4)

La descripción del suceso histórico está contenida en el Boletín del Ejército


Libertador de Margarita, suscrito en La Asunción el 25 de julio de ese año:

“La suerte de la decantada expedición española de los jefes Canterac y


Coupigni y en la que el tirano Morillo amenazaba confundir a Margarita, ha sido
tan feliz para nosotros cuanto debía esperarse del valor y entusiasmo de sus
defensores.
“Este General español se presentó en el puerto de Guamache el 14 de julio con
22 velas, y luego que fue avistado dispuso el benemérito General Francisco
Esteban Gómez que marchasen nuestras tropas a contenerlo en las costas de
Sotavento. El enemigo en número de 3.000 hombres desembarcó en las alturas
de Las Cuicas y Bancolargo, y el benemérito jefe de estado mayor Coronel
Joaquín Maneyro  le sostuvo una dura acción con 400 infantes y 500 caballos
forzándole a permanecer en las playas y cerro de La Vela sin atreverse a
registrar el campo de batalla. Aterrado Morillo con este ensayo envió un
parlamentario el 17 ofreciendo perdón y haciendo promesas lisonjeras que
fueron altamente despreciadas.

“En este encuentro murieron tres oficiales subalternos y fue herido el jefe del
estado mayor de la caballería Celedonio Tubores; siete muertos y veinte heridos
tuvo la tropa, después de haber peleado con un valor distinguido y la pérdida del
enemigo fue considerable. (Sabana Grande, 18 de julio).

“Este permaneció en sus posiciones por dos días y dispuso el jefe de estado
mayor que nuestras tropas se retirasen dos leguas al centro del Valle de San
Juan, para que adelantando aquel sus marchas en nuestra persecución,
lográsemos darle una acción en campo raso, donde pudiese obrar la caballería;
pero él faldeó los cerros sin aproximarse nunca a la llanura.

“Esta operación impelió al General en Jefe a convocar una junta de guerra en la


que se resolvió la retirada del ejército a la línea del Caranay en el pueblo de San
Juan para que nuestra caballería no padeciese, y a fin de alejar al enemigo de
sus buques, facilitando nuestros recursos y forzándolos a un choque.

“Colocado nuestro ejército en el Caranay el enemigo protegido por sus buques,


marchó por la costa del Sur: en la Cruz del Pastel tuvo un encuentro con nuestra
caballería y a la entrada de Porlamar otra con una división confiada al mando
del Teniente Coronel Luis Gómez que guarnecía aquel punto: esta se sostuvo
hasta que aquel fue herido, retirándose en orden a la ciudad. El enemigo tomó
posesión de los escombros del pueblo y penetró hasta el del Valle del Espíritu
Santo, donde hubo algunas escaramuzas, siendo al fin evacuado.

“No hubo tiempo para destruir las fortalezas de Pampatar y las cortas fuerzas
que las guarnecían viéndose atacadas el 24 por todas las de Morillo, no
empeñaron en su defensa, retirándose el mismo día a la capital. (La Asunción,
25 de julio de 1817).” (5)

Por su parte, Mariano de Briceño en su Historia de la Isla de Margarita. (Hoy


Nueva Esparta). Biografías del General Juan B. Arismendi y de su esposa
la señora Luisa Cáceres de Arismendi, incorpora otras referencias que
contribuyen a conocer más detalles:
“En la tarde del 13 de julio (1817) fondeó la escuadra de Morillo frente a la punta
de Mangles en el puerto de Guamache, costa del Sur. Al siguiente día hizo
reconocimiento en la costa, llamando por varios puntos la atención del enemigo.
Al amanecer del 15, efectuóse el desembarco bajo la protección de las corbetas
de guerra Descubierta y Diamante. Poco tiempo fue preciso para formar en
tierra las compañías de cazadores en columnas, las cuales favorecieron
después el desembarco del resto de la división de Canterac; pero sufriendo los
fuegos dirigidos contra ellos por los cuatrocientos fusileros que mandaba en
aquel punto el Coronel /Joaquín/ Maneiro, en terreno que la naturaleza misma
defiende. A veinte pasos de la playa se encuentra un espeso bosque de tunales
y de arbustos, enramados y cubiertos de espinas agudas y resistentes que lo
hacen del todo inaccesible.

“Los realistas, luego que se vieron expuestos al fuego nutrido que salía de este
bosque, destacaron por el centro la columna de Cazadores. El Brigadier
Canterac con cuatro compañías de Navarra, se dirigió por la derecha. El
General en Jefe siguió detrás de los Cazadores con parte del batallón de
Burgos, enviando algunos destacamentos por la izquierda. Poco después la
acción se hizo general.
“Los margariteños prácticos del terreno y de sus  veredas más transitables,
causaban gran quebranto a las compañías que dirigía Canterac. Los fuegos
eran certeros y tanto más sensibles, cuanto que se asestaba a los oficiales con
cuidadosa preferencia. Varios de estos morían en tan formidables emboscadas,
cuando para desalojar guerrillas tan modestas, la columna española se internó
en una senda muy estrecha, consiguió arrollarlas pero a costa de bajas en
extremo lastimosas.

“Más vivo fue el ataque todavía por el centro. Lo sostuvieron con furor los
insulares, hasta que se vieron abrumados por el número mayor de tropas que
cayeron sobre ellos, al asomar el refuerzo del batallón Burgos que Morillo
conducía a retaguardia de las compañías de Cazadores. A los españoles que
tuvieron que vencer las malezas del terreno, y que sufrir fuegos nutridos de
emboscadas cupo la peor parte en la primera repulsa hecha a su invasión.
Nuestra pérdida consistió en tres oficiales y siete soldados muertos, y en ocho
heridos incluso en éstos el bizarro Jefe de la caballería Celedonio Tubores.

“Los realistas replegaron a Los Varales maltrechos, cansados y sedientos.


Canterac, que había creído que presentarse en la menguada Isla, y vencer, era
obra de un momento, hubo de conocer que la empresa era sumamente
peligrosa.

“Morillo, en vista de comienzo tan penoso, determinó suspender sus


operaciones hasta recibir víveres y agua, de lo cual carecía. Consideró entonces
nuevos planes para dar cima a la empresa que al principio tan fácil pareciera.
Uno de ellos fue que los oficiales usasen el mismo traje de soldado, para evitar
que fuesen blanco preferido de los tiros enemigos. El otro tuvo en mira tentar las
vías pacíficas. El General en Jefe expidió una proclama (Julio 17) en la cual,
lejos de atraerse con suavidad a los rebeldes, los hería vivamente en su amor
patrio. El Pacificador los excitaba a que se rindieran a las armas del Rey,
ofreciéndoles el perdón de sus crímenes.” (6)
En su obra titulada Diccionario Margariteño Biográfico, Geográfico e
Histórico, Rosauro Rosa Acosta reseñó las biografías de algunos combatientes
en Los Barales: José Francisco Aguilera (p. 16); Francisco Bermont (p. 59);
Pedro Boadas (p.63); Andrés Brito (p. 73); José Brito (p. 73); Pedro José
Espinoza (p.131); José María Fernández de Carantoña (p. 147); Esteban
Figueroa (pp. 150-151); Andrés Galindo (p. 160); Celedonio Gamboa (p. 161);
Juan García (p. 168); Tomás García (p. 169); Luis Gómez (p. 179); Francisco
González (p. 184), entre otros. (7)

Por lo que podrá apreciarse la Batalla de los Barales constituye, en la historia de


nuestro proceso independentista,  un símbolo indiscutible de la viril resistencia
revolucionaria ante la agresión del ejército español que, bajo la conducción del
General Pablo Morillo, amenazaba con la total destrucción de la Isla de
Margarita. La actuación estelar del Coronel Joaquín Maneiro, líder fundamental
de esta acción heroica, significó el presagio de la humillante derrota que días
más tarde le propinaría en Matasiete al arrogante Morillo  el General Francisco
Esteban Gómez, líder del pueblo margariteño en armas.

Referencias Bibliográficas: 

(1) Francisco Javier Yanes, Historia de Margarita. Caracas, Ministerio del


Poder Popular para la Cultura, Fundación Editorial el perro y la rana, 2008, pp.
87-89.

(2) Ibidem., p. 89-90.

(3) Ibidem., p. 90-91.

(4) Ibidem., p. 91-92.

(5) Ibidem., p. 93-94.

(6) Mariano de Briceño, Historia de la Isla de Margarita. (Hoy Nueva Esparta).


Biografías del General Juan B. Arismendi y de su esposa la señora Luisa
Cáceres de Arismendi. (Colección Vigilia, 27). Caracas, Ministerio de
Educación, Dirección General, Departamento de Publicaciones, 1970, pp. 226-
228.

(7) Rosauro Rosa Acosta, Diccionario Margariteño Biográfico, Geográfico e


Histórico. (Colección Contemporánea “Gustavo Pereira”, N° 1). Isla de
Margarita, Fondo Editorial del Estado Nueva Esparta, 1996.
BATALLA DE MATASIETE
31 DE JULIO 1817
                                                          
Francisco Javier Yanes
(*)

El jefe enemigo, creyendo atemorizadas nuestras tropas por su reunión en la


capital, osó presentarse el 31 /de julio, 1817/ a las siete de la mañana en el
cerro de Matasiete con 2.000 españoles y 600 criollos;  llamando igualmente la
atención con sus buques por los puertos de Manzanillo, Constanza y Juan
Griego, y manteniendo un fuego continuo de artillería. El General Gómez
/Francisco Esteban/ observó aquella operación, excitó las tropas al combate, y
sin que el enemigo observase nuestros movimientos, mandó el Jefe de Estado 
Mayor que emboscase las tres compañías de cazadores de los batallones
General Bolívar, General Mariño y el General Arismendi desde la Quinta de
Hidalgo hasta el Guamal; que la caballería se colocase de San Francisco a la
Casa Fuerte que está en pie de la Caranta y que todas las alturas se reforzasen.
Verificada esta operación después de haber ostentado el enemigo sus fuerzas y
observado nuestras operaciones, empezaron a bajar el cerro dejando en su
extremo solo el cuerpo de reserva con Morillo, ocupando sus cazadores las
empalizadas y cocales inmediatos desde la huerta de Espinoza hasta la de
Gerónimo Rodríguez en cuya casa tenía aquella apoyada su izquierda.

El parte de la Batalla de Matasiete es el siguiente:

El cuerpo de reserva provocado por ocho carabineros al mando del coronel


Pablo Ruiz, descendió de la altura a las ocho y media de la mañana, dejando en
ella a Morillo y cien hombres emboscados a su inmediación. Habiéndose
aproximado al centro la reserva, se emprendió como a las nueve, de una y otra
parte un vivísimo fuego: el enemigo pretendió cargar por el flanco izquierdo
sobre nuestros cazadores de la derecha; pero la Caranta sirvió su artillería con
tal acierto que les forzó a replegar con mucha pérdida. El general comandante
de las tropas, el Jefe del Estado Mayor y el subjefe del mismo que corrían la
línea y exhortaban a aquellas a sostener el combate, tuvieron sus caballos
muertos,  pero siguieron mandando a pie la acción.

El enemigo comenzaba a flaquear por el ala derecha, pero se conservaba con


firmeza su izquierda y centro; y viendo el General Gómez sus resistencia,
mandó cien hombres de caballería a las órdenes del mayor de este cuerpo
teniente coronel Rafael Picazo para que les llamase la atención por la parte de
Cazorla, y cincuenta carabineros y otros tantos lanceros a las del coronel de
igual arma Policarpo Mata a incomodarlos por la Noria; mas observando que
ningunos de estos movimientos los consternaban se puso a la cabeza de la
caballería para romper el ala izquierda lo que tampoco fue posible conseguir por
el obstáculo de las empalizadas, a cuyo abrigo se formaron en columna.

A las dos y media de la tarde se participó subía el pequeño cerro, colocado


frente a la batería de la Libertad cuya operación se conoció que no era para
atacar, sino para llamar la atención;  mas a nuestras tropas siempre serenas y
firmes nada las arredraba, antes bien cobraban más ánimo al ver deshechos los
cuadros y columnas enemigas. Afligido su centro de izquierda por la muerte del
jefe que la mandaba, y por el destrozo que había sufrido, el General avanzó en
este momento con rapidez sobre ella, y logró matarles once oficiales y doce
soldados.

A las cuatro las tropas que ocupaban el Cerro Colorado bajaron a marcha
redoblada a incorporarse con el resto de su ejército, en cuyo tránsito perdieron
mucha gente, retirándose al abrigo de las empalizadas y bosques sosteniéndose
solamente parte del ala izquierda y reserva en columna sólida. Nuestras fuerzas
aunque en aptitud de perseguirlas, no pudieron verificarlo porque sobrevino la
noche.

El resultado de esta larga acción fue que sólo 300 hombres de infantería
protegidos por una corta caballería y por la Caranta derrotaron completamente a
los 3.000 valientes con que Morillo nos amenazaba con total exterminio; acción
gloriosa para las armas de la República para timbre de los margariteños y
lección que puede servir de escarmiento a los tiranos. Nuestra pérdida fue de
cinco oficiales muertos de caballería e infantería, y diez heridos de las dos
mismas armas, incluyéndose también sesenta soldados fusileros y veinte de
caballería que rindieron sus vidas cubiertos de honor y gloria. La del enemigo no
bajó de quinientos entre muertos, heridos y dispersos. (Asunción, 1° de agosto
de 1817).

(*) Francisco Javier Yanes, Historia de Margarita. Caracas, Ministerio del


Poder Popular para la Cultura, Fundación Editorial el perro y la rana, 2008, pp.
94-95.
SIGNIFICACIÓN HISTÓRICA DEL CERRO DE MATASIETE

Iván Gómez León

En el espacio geográfico ocupado por el Cerro de Matasiete, sus múltiples


accesos, sus alturas, sus faldas, el área llana ocupada por sembradíos de
cocales y todas sus adyacencias, tuvo lugar el 31 de julio de 1817 la Batalla de
Matasiete, suceso político-militar de alta trascendencia para los intereses de la
revolución de independencia tanto de la región insular como para Venezuela
toda.

Efectivamente, en aquel día memorable las fuerzas insurgentes margariteñas se


enfrentaron decididamente al ejército invasor y, luego de unas ocho horas de
combate, lograron derrotarlo de manera humillante. De ese enfrentamiento, el
victorioso resultado se debió a la magistral conducción del General santanense
Francisco Esteban Gómez, quien al mando de unos trescientos combatientes
insulares, logró la proeza de triunfar frente a un ejército invicto en guerras
europeas, muy bien armado y entrenado, integrado por unos tres mil soldados,
dirigidos por el General español Pablo Morillo.

El triunfo de Matasiete constituyó el momento culminante de las luchas


patrióticas escenificadas en la isla de Margarita desde el 4 de mayo de 1810,
fecha en la cual el pueblo margariteño decidió incorporarse a la lucha
revolucionaria siguiendo el ejemplo que Caracas dio el 19 de abril del mismo
año.

A consecuencia de esta incuestionable victoria de las armas de la República, el


17 de agosto siguiente el General Pablo Morillo y su desafiante ejército, que
traían expresas órdenes de exterminar a nuestro pueblo de manera e
inclemente y sin ningún tipo de contemplaciones, humillado por el arrojo y
valentía del pueblo insular, abandonó la isla de Margarita por el puerto de
Pampatar. Con tal motivo, tremoló en esta región la bandera mirandina,
reconociéndose como primer territorio venezolano libre de dominación
extranjera.

El heroísmo demostrado por nuestro pueblo en mil batallas y la consecuencia


vital demostrada en momentos de victorias y derrotas ante su máximo líder, el
Libertador Simón Bolívar y el ideario que defendía con las armas y las ideas, le
valió el honroso título de la Nueva Esparta (antes Provincia de Margarita) y su
digna representación en una de las ocho estrellas que engalanan el azul de
nuestro pabellón nacional.

Este suceso histórico constituye el más preciado tesoro moral que guarda el
pueblo insular en su memoria colectiva por cuanto lo identifica y equipara al
mismo nivel de tantos pueblos del mundo que en diferentes épocas se han
convertido en ejemplos de decisión y coraje dispuestos a asumir roles
protagónicos en el empeño de alcanzar su liberación de todos los colonialismos
a costa de cualquier precio.

El triunfo de las armas republicanas sobre las armas colonialistas generó en


aquellos tiempos, y aún hoy, una copiosa literatura insuflada de amor por la
tierra insular. Un lugar destacado ocupan las obras fundamentales: De
Francisco Javier Yanes, autor de la primera Historia de Margarita, publicada
con anotaciones de Francisco Esteban Gómez, el héroe de Matasiete; de
Mariano de Briceño, autor de la obra Historia de la Isla de Margarita. (Hoy
Nueva Esparta). Biografías del General Juan Bautista Arismendi y de su
esposa la señora Luisa Cáceres de Arismendi y del prócer Gaspar Marcano,
Poema del Teniente Coronel y Licenciado Gaspar Marcano y otras
producciones patrióticas de 1816 y 1817 relativas a la guerra de
independencia en Margarita. De la bibliografía más reciente es obligatorio citar
la obra de Jesús Manuel Subero, titulada Matasiete Montaña de la Gloria.

En la actualidad, en momentos en que el pueblo venezolano se dispone a la


lucha patriótica para alcanzar su segunda y definitiva independencia, ahora
frente a la agresión imperialista y sus aliados internos, esta referencia que
marcó con tinta indeleble el proceso histórico regional en los albores del siglo
XIX, adquiere una significación extraordinaria, porque en estos sucesos
trascendentales deberá apoyarse la gesta revolucionaria que alcanzará la
implantación de la democracia bolivariana en tierra venezolana.

Conscientes del valor moral y de las enseñanzas de dignidad que se


desprenden de sus ejecutorias, consideramos que este espacio geográfico debe
merecer un destino superior que sirva para la educación patriótica del pueblo
venezolano y neoespartano, como recurso para sembrar en las presentes
generaciones el reconocimiento del sentimiento patriótico que animó nuestras
luchas libertarias en el pasado y que ahora deberán convertirse en palanca para
darle continuidad a la insurgencia revolucionaria lanzada a la conquista de una
democracia auténtica, liberadora y consecuente con el sacrificio de quienes se
inmolaron para legarnos una patria digna y soberana.

El Cerro de Matasiete y el magnífico triunfo revolucionario que lo tuvo como


escenario debe merecer el más ardiente celo por su conservación intacta como
suelo sagrado. Hacer lo contrario, significará pisotear la memoria histórica de la
Nación y la más sublime enseñanza de nuestra historia regional, de la cual hoy
nos sentimos orgullosos.
LA BATALLA DEL PORTACHUELO DE EL MACO
7 DE AGOSTO 1817
Alfredo Sánchez Marcano
(*)

Después de la vergonzosa derrota de Don Pablo Morillo, el 31 de julio de 1817,


en Matasiete, en que se vio precisado a pasar toda la noche en el campo de
batalla por la dificultad de trasladar a Pampatar el considerable número de
heridos, las fuerzas realistas resolvieron atacar el puerto de Juangriego, donde
se encontraba una pequeña batería y una que otra embarcación guerrera. Al
efecto, el 7 de agosto salió Don Pablo Morillo de Pampatar, pasó a Porlamar y
de allí a San Juan. Dice Morillo en la correspondencia que dirigió desde
Juangriego el 10 de agosto de 1817 al Capitán General Interino Don Juan
Bautista Pardo, que los patriotas anunciaron su proximidad a San Juan con un
cañonazo. Francisco Esteban Gómez, que se encontraba en La Asunción, se
enteró de la movilización de Morillo por dos soldados que milagrosamente
habían salvado sus vidas. El Comandante General Francisco Esteban Gómez
encargó del mando en La Asunción a Juan Miguel de Lárez y en la tarde del 7
de agosto, el mismo día que Morillo salió de Pampatar, se dirigió a Juangriego.
Visitó todos los puntos fortificados; responsabilizó a Ceferino González del
comando; arengó a la tropa, la cual jubilosamente lanzó sombreros al aire y dio
vivas a la patria, después de haber hecho el juramento sagrado de vencer o
morir.  Con el calor de los abrazos emocionados, se dirige Francisco Esteban
Gómez a El Maco, donde se encontraban el Coronel José Joaquín Maneiro y
Pablo Ruiz a quienes había mandado desde La Asunción a proteger el
Portachuelo con doscientos infantes y cien hombres de caballería. Una vez que
conferenció con ello y enardeció a la tropa, se marchó a La Asunción.

Don Pablo Morillo, al observar que los patriotas anuncian la proximidad del
ejército realista al valle de San Juan, ordena a la primera columna que iba a la
cabeza del batallón, reconozca el Portachuelo, mientras que él, con un batallón
del regimiento de Navarra y de Burgos, se dirigía a ocupar San Juan. Por otra
parte, el brigadier Canterac recibió el encargo de vigilar y amenazar una
trinchera y batería patriotas que se encontraban en la retaguardia de su ejército.
El Batallón de Cazadores, al mando del teniente coronel Francisco Ximénez,
inicia la acción protegido por el II Batallón de Granada.

La lucha librada en el Portachuelo fue heroica. El mismo Morillo narra el empeño


de los margariteños por ocupar las posiciones de donde eran desalojados; dice
que “repetían sus ataques con resolución” y que los patriotas “retrocedieron
hacia unas casas inmediatas, donde reforzados con gente que les llegó del
Norte decidieron ocupar el puesto del que acababan de ser desalojados”. Estas
casas son precisamente las de El Maco.

Morillo elogia el valor con que peleó el capitán español Joaquín Sumoza y se
refiere a la lluvia de ese día.  Según los informes que tenemos, en ese 7 de
agosto de 1817 un fuerte aguacero  cayó en el Portachuelo. Los patriotas
protegieron sus armas en las casas de El Maco y el ejército español, por haber
mojado las suyas, tuvo que atacar a la bayoneta. El coraje de los margariteños
por reconquistar los puntos que perdían fue digno de encomio y en ese día de
valor espartano demostrado en cada palmo de terreno que se defendía,
murieron el valiente oficial sanjuanero Francisco Benítez y el capitán Vicente de
González, caraqueño. La noche tendió su extenso manto espeso y negro sobre
el Portachuelo y el ejército realista se envolvió en él toda la noche para
desplazarse en la madrugada del otro día a cometer una de las más grandes
atrocidades que registra nuestra historia, en que Don Pablo Morillo con su
propia espada degüella a 18 margariteños y la laguna frente al fuerte de
Juangriego se tiñe de sangre patriota con los 500 valientes que pierden allí sus
vidas después de haber combatido heroicamente.

El licenciado Don Gaspar Marcano, nativo de San Juan, al tener conocimiento


de que Morillo invadiría la Isla de Margarita, expone su vida al trasladarse
violentamente de Trinidad, en un bote inseguro, para ofrecer sus servicios a su
querida Isla. Del canto poético que escribió con motivo de la Batalla del
Portachuelo transcribimos lo siguiente:

El enemigo en fuerza poderoso

al norte su vanguardia dirigía

ocupando a San Juan y vigoroso

al cerro que nombramos La Vigía

pero Maneiro siempre valeroso

en el sitio de El Maco le impedía

profanar esta villa pura y santa

porque en ella jamás puso su planta.

Continúa Don Gaspar su historia en prosa con lo siguiente:

Si el sitio registrara disputado

aun ahora que es libre de la llama

absorto quedarás y pasmado

mirando un tronco aquí, allá una rama

un árbol con mil balas traspasado

que al pasajero dicen: si la fama


quiere dar grandes hechos a la prensa

imprima estos vestigios de defensa.

Y, refiriéndose al valiente oficial caraqueño Don Vicente de González, escribe:

Con perpetuo renombre en sus anales

grabe el buril en bronce y el pincel

la memoria de Vicente de González.

En los días en que nos propusimos y logramos que la Legislatura del estado
Nueva Esparta decretara la elevación de nuestro caserío a Municipio, nuestro
obispo, Monseñor Chirivella bendijo la primera piedra del pequeño obelisco que
pensábamos erigir en el Portachuelo, en recordación de la batalla.
Desafortunadamente no ha sido posible cristalizar hasta el momento esta idea.
Es necesario indicar con una lápida a las generaciones presentes y futuras que
en el cerro de Puya la sangre de la patria chica fue la misma que se ofrendó en
el altar de la gloria y del valor en Juangriego y Matasiete.

 (*) Alfredo Sánchez Marcano, El Maco: pueblo trabajador y progresista.


(Conferencia dictada  sobre algunos aspectos de la historia de El Maco,
Municipio Simón Bolívar del Estado Nueva Esparta el 12 de octubre de 1982 en
la Seccional Zulia del Centro Cultural Bolívar). S.l.e., s.e., s.f.

 
BATALLA DE JUANGRIEGO:
EL PUEBLO MARGARITEÑO RATIFICA SU VOCACIÓN LIBERTARIA
8 DE AGOSTO 1817
Iván Gómez León

En las luchas por nuestra independencia del dominio colonial español, el


puerto de Juangriego cumplió un importante papel de carácter político-militar. Su
ubicación estratégica al norte de la isla de Margarita le permitía mantener
contactos y relaciones con el área del Caribe y, en plena confrontación con el
ejército español, por sus playas arriban a la isla todos los suministros que
servirán para apoyar la resistencia armada. Debido a estas circunstancias,
Juangriego es escenario de extraordinarios sucesos.

El destacado historiador margariteño Rosauro Rosa Acosta en Prólogo a la


obra de Ramón Borra Gómez, titulada En aquel 8 de agosto, explica muy bien
este tema y argumenta el significado moral que tuvo para la causa
independentista la inmolación de los patriotas margariteños en la también
denominada Batalla del Fuerte. Leamos con atención:

“Con la independencia que alumbró el 4 de Mayo, Juangriego fue el puerto


sede de los insurgentes. Se habilitó para el comercio. Se le construyeron
defensas. Alarifes y artilleros insulares levantaron en pocos meses el fortín que
bautizó la Junta Provincial con el hermoso nombre de Libertad. Trincheras,
parapetos, fosos. Cañones rescatados de los naufragios se llevaron a sus
colinas entre cantos y lemas de fervor patriótico.

“Su rada, base de la Flota Sutil. Por allí entraban de las Colonias los
víveres y los armamentos y se despachaban a Cartagena, Saint Thomas o Haití
los pliegos con las noticias o las solicitudes de auxilio.

“Juan Antonio y José Rafael Fermín, Diego Piñerúa, Cristóbal y José María
García, Antonio Díaz, Manuel Camejo, Bernardo Terrero, supieron acortar
rumbos y maniobrar sus naves para evitar persecuciones.
“En los mástiles de la Vengadora, Chigüichigüe, Tía María, Guaricha,
Rosario, Conejo, Patria y de otras balandras y piraguas lució siempre y
vencedora la enseña mirandina. Durante nuestra gesta, Juangriego es teatro de
grandes acontecimientos.

“Con apenas unos cuantos hombres armados de voluntad y osadía, Ramón


Gómez, siguiendo instrucciones de Arismendi, la noche del 15 de noviembre de
1815, ataca y se apodera de la guarnición del puerto. Los fusiles que allí logra
servirán para dominar en Santa Ana del Norte y hacer que se marchiten en
pocos meses los laureles de Urreiztieta, de Pardo y de Moxó.

“Por la acción inicial de Juangriego, la isla queda libre de enemigos durante


el año 16.

“Por su puerto, el 3 de mayo del citado año, entre aclamaciones, arriba el


Libertador. Será Jefe Supremo de los Ejércitos. Nace la Tercera República.

“El 8 de agosto de 1817 tendrá Juangriego su gloria y su martirio. Morillo


lleva allí todo el poderío de su ejército y de su escuadra y todo el odio y el rencor
que lo plena después de la derrota de Matasiete.

“Aquí demostrará el margariteño su heroísmo en toda plenitud y el inmenso


amor que siente por su terruño. Sólo unos cuantos centenares de hombres mal
armados se enfrentan a los veteranos de los regimientos de Clarines, de
Granada y de la Unión.

“La lucha es tan feroz y la defensa de nuestros hombres es tan


desesperada, que el mismo jefe realista se asombra de este arrojo: ‘Parecía
cada uno de ellos un tigre’; ‘y como eran membrudos y agigantados arrojaban
piedras de gran tamaño con la misma facilidad como si fuesen muy pequeñas’.

“A pedradas quedaron fuera de combate numerosos soldados españoles.


“Pero la suerte no acompañó a los patriotas, la súbita explosión de un
repuesto de municiones, sembró la muerte y la confusión en nuestras filas. Los
demás serían atravesados por las bayonetas enemigas en la Laguna de los
Mártires. Más de 600 cadáveres quedarán por meses blanqueando al sol sus
huesos.

“La batalla de El Fuerte, como se conoce en la historia, fue, según la


afirmación de Don Andrés de Silva: ‘una de las luchas más cruentas y
encarnizadas de la isla’.” (1)

Referencias Bibliográficas:

(1)Rosa Acosta, Rosauro: “Prólogo”. Ramón Borra Gómez: En aquel 8 de


agosto. La Asunción, Imprenta Oficial del Estado Nueva Esparta, 1982.
EL DÍA QUE LA ISLA DE MARGARITA SE DECLARÓ LIBRE DE LA
DOMINACIÓN COLONIAL ESPAÑOLA
17 DE AGOSTO 1817
Iván Gómez León

El día 17 de agosto de 1817, bajo el amparo del silencio y de la noche, el Gral.


Pablo Morillo y su ejército abandonaron la isla de Margarita por el puerto de
Pampatar con destino a Guayana. De esta manera, concluyó el ciclo heroico de
nuestras luchas revolucionarias iniciado el 4 de mayo de 1810: siete años
difíciles en los cuales el insurgente pueblo margariteño demostró con su
abnegación y patriotismo el significado de la lucha por un máximo ideal y en el
cual se transformó en ejemplo para todos los pueblos del mundo que adquieren
el compromiso de alcanzar su liberación.

Francisco Esteban Gómez en las “Observaciones” que hizo a la Historia de


Margarita de Francisco Javier Yanes, registró este hecho histórico de la manera
siguiente:

“El 15 de agosto llegó a la Margarita la noticia de la toma de Guayana que fue


celebrada con salvas, repiques de campanas y del mejor modo que permitían
las circunstancias. A pocos días salieron en comisión adonde el jefe supremo
los ciudadanos Manuel Guerra y teniente José Sarmiento, participando haber
abandonado la isla Morillo. Después de la salva nos tomaron los españoles
prisioneros dos vecinos de los Robles que iban a ver sus labores, se les
preguntó: ‘¿qué tiroteo era el que habían tenido los insurgentes en la ciudad?’
Ellos que no sabían nada de las novedades de Angostura, contestaron: ‘Que los
tiros eran celebrando la patrona de la isla que es Nuestra Señora de Asunción’.
Preguntó uno: ‘¿Si los insurgentes tenían bastante pólvora?’ Y uno de los
mismos españoles contestó: ‘¡Toma..! conque tienen para celebrar la Virgen y
no han de tener para hacernos la guerra’; los mandaron a Pampatar y se
pudieron escapar de sus uñas en el camino para contar el cuento.” (1)
Francisco Javier Yanes en su obra citada, nos pone en contacto con la
angustiosa situación en que quedaron nuestras comunidades a consecuencia de
los excesos cometidos por el ejército español bajo el mando del Gral. Pablo
Morillo en su demencial empeño de doblegarlas e hincarlas de rodillas ante su
fuerza y poder militar:

“Libre Margarita de enemigos trataron sus defensores de volver a sus antiguas


ocupaciones de labor, cría y pesquería, pero no fue posible llevar a cabo sus
buenos deseos, porque el pacificador no había dejado en pie ni casas ni
árboles, ni embarcaciones, ni animales, ni simientes, reduciéndolo todo a
cenizas y emporcando los pozos de agua de que se proveen los habitantes de la
isla, por lo que experimentó una grandísima necesidad, a la que fue
consecuente una peste que hizo desaparecer más personas que la misma
guerra. El almirante Brión estableció el almirantazgo en el puerto de Juan Griego
y comenzaron los vecinos a levantar algunas casas aunque con muchos costos
y fatigas.” (2)

Este período histórico constituye el más precioso tesoro moral que el pueblo
margariteño ha legado a nuestro país, por cuanto lo entregó todo y no pidió
nada a cambio; porque en ningún momento, ni aún en la hora más difícil, vaciló
en su empeño; porque fue consecuente con el único y máximo ideal: la
liberación nacional.

Será compromiso de la revolución bolivariana reivindicar la esencia de estos


valores patrióticos que subyacen en lo más profundo del sentimiento regional y
tomarlos como guía y enseñanza en el proceso de construcción de nuestra
democracia bolivariana.

Referencias Bibliográficas:

(1)Francisco Esteban Gómez, “Observaciones que Francisco Esteban Gómez


hace sobre la Historia de Margarita escrita por el doctor Francisco Javier
Yanes y somete a la consideración de sus conciudadanos que quieran reunirse
a revisarlas.” Francisco Javier Yanes, Historia de Margarita. Caracas,
Ministerio del Poder Popular para la Cultura, Fundación Editorial el perro y la
rana, 2008, p. 169.

(2)Francisco Javier Yanes, Historia de Margarita. Caracas, Ministerio del Poder


Popular para la Cultura, Fundación Editorial el perro y la rana, 2008, p. 106.
BIBLIOGRAFÍA

*Briceño, Mariano de: Historia de la Isla de Margarita. (Hoy Nueva Esparta).


Biografías del General Juan Bautista Arismendi y de su esposa la señora
Luisa Cáceres de Arismendi. (Colección Vigilia, 27). Caracas, Ministerio de
Educación, Departamento de Publicaciones, 1970.

*Gómez León, Iván E.: Bolívar en Carúpano 1814/1816. Carúpano, Colegio


Universitario de Carúpano, Edición Homenaje al Libertador Simón Bolívar en el
Bicentenario de su Natalicio, 1983.

*Gómez León, Iván E.: Santa Ana del Norte: Cuna auténtica de la Tercera
República de Venezuela. Recopilación de Textos. Porlamar, Verbo
Publicaciones e Impresos, C.A., 2006.

*Lecuna, Vicente: La Expedición de Los Cayos. Porlamar, Verbo


Publicaciones e Impresos C.A., 2006.

*Rosa Acosta, Rosauro: Diccionario Margariteño Biográfico, Geográfico e


Histórico. (Colección Contemporánea “Gustavo Pereira”, N° 1). Isla de
Margarita, Fondo Editorial del Estado Nueva Esparta, 1996.

*Rosa Acosta, Rosauro: Los hombres del 4 de Mayo. Caracas, Fondo Editorial
IPAS-ME, 2010.

*Verna, Paul: Bolívar y los emigrados patriotas en el Caribe. (Trinidad,


Curazao, San Thomas, Jamaica, Haití). Caracas, Instituto Nacional de
Cooperación Educativa (INCE), 1983.

*Yanes, Francisco Javier: Historia de Margarita. Caracas, Ministerio del Poder


Popular para la Cultura, Fondo Editorial el perro y la rana, 2008.

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