1801.20 Castillo Villablanca
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REGISTRO N° 1801/20.4
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(4) AÑOS DE PRISIÓN, MULTA DE CIENTO CUARENTA Y CINCO MIL
PESOS ($145.000), accesorias legales y costas procesales,
por considerarlo autos penalmente responsable de los
delitos de explotación económica de la prostitución ajena
–tres hechos en concurso real-, en concurso ideal con el
regenteo de una casa de tolerancia (arts. 12, 29, 45 Y
127 del CP; artículo 17 de la Ley 12.331 y artículos 403,
530, 531, 533 CPPN, todos con sus concordantes y afines).
El monto impuesto como multa deberá ser abonados en el
término de diez (10) días de confirmada o consentida la
presente, bajo apercibimiento de lo dispuesto en el art.
21 del C.P. QUINTO: CONDENANDO a MANUEL ANTONIO ESCOBAR,
a la pena de DOS (2) AÑOS DE PRISIÓN DE CUMPLIMIENTO EN
SUSPENSO y costas del proceso, por considerarlo partícipe
secundario del delito de explotación económica de la
prostitución ajena –tres hechos en concurso real- (arts.
26, 46 Y 127 del C.P. y artículos 403, 530, 531, 533
CPPN, todos con sus concordantes y afines). SEXTO:
IMPONIENDO a MANUEL ANTONIO ESCOBAR, por idéntico tiempo
al de la condena, las siguientes reglas de conducta; 1.
MANTENER EL DOMICILIO FIJADO, e informar de manera
inmediata cualquier cambio al Tribunal; 2. PRESENTARSE
ante las autoridades de control que por su domicilio
corresponda, trimestralmente para dar cuenta de estado y
condiciones de vida; 3. NO COMETER NUEVOS DELITOS; 4. NO
SALIR DEL PAIS, salvo expresa autorización de este
Tribunal. Todo ello bajo apercibimiento de revocar la
condicionalidad de la pena oportunamente acordada– Art.
27 bis del C.P.-” (fs. 1352/1401).
II. Contra dicho pronunciamiento interpusieron
recurso de casación a fs. 1414/1437 vta., los doctores
Ricardo J. Mendaña y Melina D. Pozzer, en ejercicio de la
defensa particular de Raúl Edgardo Castillo Villablanca y
Manuel Antonio Escobar; y a fs. 1438/1454, el señor
representante del Ministerio Público Fiscal Miguel Ángel
Palazzani; los que fueron concedidos por el a quo a fs.
1468/1470 vta., y mantenidos en esta instancia a fs. 1488
y 1489/vta.
III. a) Recurso de casación de la defensa
particular de Raúl Edgardo Castillo Villablanca y Manuel
Antonio Escobar.
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C.P.), que prevé solamente la aplicación de la pena mayor
por imperio del principio de absorción.
Por otro lado, los señores defensores
particulares se agraviaron por la valoración probatoria
efectuada por el señor juez para sustentar el
temperamento condenatorio en orden al delito de regenteo
de una casa de tolerancia. A tal fin, señalaron que no
consta en la causa ningún elemento probatorio que avale
la posición acusatoria.
El impugnante apuntó detalles de las
declaraciones testimoniales de las mujeres que avalarían
su posición (cfr. fs. 1426 vta.). De dichos relatos
surgiría que ellas negaron ejercer la prostitución en el
local “Anfitrión” donde sus defendidos trabajaban y que
la actividad allí desplegada se circunscribió al “copeo”
que, a su entender, resulta atípico. Agregó que algunas
de las testigos expresaron que sintieron “chantaje
psicológico” por parte del personal que las entrevistó en
el lugar el día del allanamiento, y que el relato de los
testigos de actuación y la falta de elementos compatibles
con un prostíbulo hallados en el sitio, no se condijo con
la configuración de delito alguno.
Por su parte, la asistencia técnica de los
imputados adujo que el sentenciante efectuó una
arbitraria valoración probatoria de las constancias de la
causa para sustentar el pronunciamiento condenatorio en
orden al delito de explotación de la prostitución ajena
(art. 127 del C.P.), que habría tenido como víctimas a
D.E.O., K.P.R. y R.A.C.
En este sentido, advirtió que el señor juez
sentenciante vulneró el derecho de defensa de Castillo
Villablanca y Escobar a la prueba testimonial recabada
durante la etapa investigativa sin que haya sido
introducida por lectura al debate. Así, esgrimió que el a
quo no podía ponderar aquellos elementos probatorios que
no cumplieron con los requisitos procesales
correspondientes. Expuso las diferencias insalvables
evidenciadas en el relato de cada una de ellas entre sus
declaraciones testimoniales brindadas en la instrucción y
las expuestas durante el debate. Así, estimó que las
discordancias existentes en la versión de quienes
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adujo que dicha actividad resulta lícita y, por lo demás,
aseveró que “…no se demostró la conexión con el ejercicio
de la prostitución, y mucho menos que el porcentaje que –
eventualmente- dejaban las tres mujeres proviniera de la
prostitución ajena, que es lo que reclama la figura
penal” (fs. 1436 vta.).
Por último, el impugnante entendió que tampoco
se hallaba configurado el delito previsto en el art. 17
de la ley 12.331, por cuanto “…durante el período de
diciembre de 2012 a marzo de 2013, la actividad de
Anfitrión, con la presencia de alternadoras y con la
modalidad de ‘copeo’ se encontraba autorizada”. Por ello
estimó que, en su caso, dicho obrar no resultó
antijurídico (art. 34, inc. 4º del C.P.), pues durante el
año 2016 fue recién cuando la autoridad municipal
prohibió la actividad del rubro de “…cabarets, light
clubs, boites, whiskerías, saunas y otros” (cfr. fs. 1436
vta./1437).
Por ello, solicitó la absolución de sus
defendidos en orden al delito de explotación de la
prostitución ajena por el que fueron condenados (art. 127
del C.P.).
Finalmente, efectuó reserva del caso federal.
b) Recurso de casación del representante del
Ministerio Público Fiscal.
Preliminarmente, fundó la admisibilidad de su
recurso de casación por tratarse –a su criterio- de un
supuesto excepcional en que no regiría la limitación
prevista al respecto en el art. 458, inc. 2º del C.P.P.N.
Ello así, en tanto por aplicación de los precedentes del
Máximo Tribunal que estimó aplicables, correspondía
admitir el remedio procesal incoado por hallarse en juego
una cuestión federal (cfr. fs. 1438 vta.). En segundo
lugar, invocó ambos motivos previstos al efecto en el
art. 456 del código de rito.
El representante del Ministerio Público Fiscal
cuestionó el punto 1º de la sentencia recurrida mediante
el cual el a quo absolvió a Raúl Edgardo castillo
Villablanca en orden al delito de trata de personas con
fines de explotación sexual de D.E.O., agravado por el
estado de vulnerabilidad de la víctima y su efectiva
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de la empresa Vía Bariloche, que al llegar Raúl la estaba
esperando en la terminal y que vivió dos días en el
prostíbulo ‘Anfitrión’ propiedad del imputado” (fs. 1443
vta.).
El recurrente adunó que la versión original
brindada por D.E.O. durante la etapa inicial de la
investigación fue por ella expuesta con el asesoramiento
y contención de los organismos especializados en la
materia (del Programa Nacional de Rescate y
Acompañamiento de las personas damnificadas por el delito
de Trata y del Centro de Asistencia a la Víctima de la
Provincia de Neuquén), quienes advirtieron la existencia
de indicadores compatibles con la victimización de la
mentada modalidad delictiva. Agregó que en el mismo
sentido también declararon durante el debate demás
profesionales y personal policial intervinientes. Apuntó
que el testigo Molina sostuvo en el juicio oral que
cuando al inicio de la causa le preguntó a la víctima si
la estaban obligando a hacer algo, ella le contestó que
no pero que, de lo contrario, se quedaba sin lugar para
vivir.
El impugnante concluyó que el conjunto de
elementos probatorios recabados respecto a este hecho
atribuido a Castillo Villablanca, corroboran la
originaria versión expuesta por D.E.O., motivo por el
cual, el a quo efectuó una arbitraria ponderación de las
probanzas existentes. Sin embargo, resaltó que durante el
debate D.E.O. dio una descripción diametralmente opuesto
pues negó haber ejercido la prostitución, que el nombrado
le pagara el pasaje de Buenos Aires a Cutral Có, que la
llamara telefónicamente, que la esperara en la terminal
de colectivos y que la acogiera unos días en el local
“Anfitrión”. La damnificada dijo en el juicio oral no
recordar parte de lo asentado en las actas de sus
anteriores declaraciones testimoniales e incluso sugirió
que probablemente le hicieran agregados a su testimonio
quienes labraron el acta.
Por su parte, el representante del Ministerio
Público Fiscal apuntó que existen en la causa informes y
listados de llamados sobre diecisiete (17) comunicaciones
entre D.E.O. y el imputado en el lapso por el que éste
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(3) de las víctimas en autos, debió imprimirse respecto
al resto de las mujeres, pues todas ellas, se hallaron en
idéntica situación. Recordó que del acta del allanamiento
incluso surge que el local no se clausuró porque dos de
las chicas (C.M.R. y S.G.) vivían allí. Agregó que tales
extremos fueron corroborados durante el juicio oral por
el testimonio de las profesionales que realizaron los
informes durante la etapa inicial.
Por consiguiente, el acusador público reputó
que el sentenciante efectuó una arbitraria valoración del
cuadro probatorio por cuanto omitió ponderar elementos
que sustentarían su posición. Asimismo, destacó que no
podía prescindirse del testimonio de R.A.C., quien “…fue
la única que pudo expresar en el escenario inhóspito del
debate oral lo que realmente ocurría en ‘Anfitrión’” (fs.
1449).
Por su parte, el representante del Ministerio
Público Fiscal se agravió por la diferenciación que el a
quo efectuó respecto de las víctimas S.G. y J.S.C., por
cuanto entendió que se acreditó el estado de explotación
sexual en cuestión, y así, se omitió ponderar que en el
allanamiento del prostíbulo se secuestraron las libretas
sanitarias de S.G. y J.S.C.; incluso destacó que la
primera vivía allí.
Por lo expuesto, el recurrente postuló que se
aparta de las constancias de la causa la afirmación
formulada por el sentenciante, sobre que aunque nueve (9)
mujeres se hallaban “haciendo copas” en un prostíbulo,
sin embargo, no podía tenerse por acreditada la
explotación sexual de todas ellas. Adujo que el hecho de
no haber podido localizar al resto de las mujeres
víctimas y que por ello no pudieron declarar durante el
juicio oral, no debió modificar la evaluación de los
elementos probatorios existentes que dieron cuenta de la
situación de explotación en la que todas ellas se
hallaban en ese entonces. Incluso advirtió que M.E.M. se
encontraría actualmente desaparecida.
Por lo demás, el señor Fiscal General cuestionó
la calificación legal escogida respecto del hecho por el
que fueron condenados Castillo Villablanca y Escobar,
pues señaló que el sentenciante desechó arbitrariamente
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consideradas definitivas (art. 457 del CPPN), las partes
recurrentes se encuentran legitimadas para impugnar (art.
458, inc. 2º y 459 del CPPN), los planteos esgrimidos se
enmarcan dentro de los motivos previstos por el art. 456
del C.P.P.N., y se han cumplido los requisitos de
temporaneidad y de fundamentación requeridos por el art.
463 del citado código ritual.
Por su parte, con relación a la admisibilidad
formal del recurso de casación articulado por la Fiscal
General en autos, cabe recordar que el legislador
estableció límites a la actividad impugnativa del
Ministerio Público Fiscal. Ello, en tanto el art. 458,
inc. 2º del C.P.P.N. faculta a dicha parte a interponer
recurso de casación en contra de una sentencia
condenatoria en aquellos casos en que se haya impuesto
una pena privativa de la libertad inferior a la mitad de
la requerida; extremo que no se verifica en el caso bajo
examen, en tanto el Fiscal General de juicio
interviniente solicitó la imposición de una pena de ocho
(8) años de prisión en suspenso (cfr. fs. 1342).
Sin embargo, nuestro más Alto Tribunal consagró
como excepción a las limitaciones recursivas para las
partes acusadoras la existencia de un agravio federal,
criterio que se sentó, entre otros, in re “Valentini,
Rubén y otros s/calumnias e injurias –causa nº 4012-“, V.
1097. XXXVIII. RHE, rta. el 27/12/2005; “Juri” y
“Martino” (Fallos: 329:5994 y 329:6002, respectivamente).
En dichos precedentes se recordó la doctrina de
la Corte Suprema de Justicia de la Nación en cuanto a que
siempre que se invoquen agravios de naturaleza federal
que habiliten la competencia de la Corte, por vía
extraordinaria en el ámbito de la justicia penal nacional
conforme el ordenamiento procesal vigente, éstos deben
ser tratados previamente por la Cámara Nacional de
Casación Penal, en su carácter de tribunal intermedio,
constituyéndose de esta manera en tribunal superior de la
causa para la justicia nacional en materia penal, a los
efectos del art. 14 de la ley 48 (cfr. “Di Nunzio”,
Fallos: 328:1108).
Conforme dichos parámetros, en el sub lite se
advierte que el representante del Ministerio Público
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víctima. Se le tomó declaración testimonial al
funcionario de la agencia de Migraciones José del Valle
MOLINA LÓPEZ (fs. 15/17) y la ciudadana dominicana
[K.P.R.] (fs. 76/79). En ese marco aparece ya postulado
que las ciudadanas dominicanas [D.E.O.] y [K.P.R.]
podrían estar siendo víctimas del delito de trata de
personas en las localidades de Cutral Có y Plaza Huincul.
Con el resultado de estas tareas a la vista se solicitó
el allanamiento simultaneo los sendos inmuebles ubicados
en la comarca petrolera Huincul – Cutral Có (fs. 45/51),
proveyéndose de manera favorable por el Juez de Sección
(fs. 52/58). Así se procedió a intrusar legalmente los
domicilios ubicados en calle Tierra del Fuego 644 (fs.
81/88); local nocturno ‘La Barra’ de Chacra 35 (fs.
111/127) y su igual ‘Anfitrión’ de calle Córdoba 355 (fs.
152/174), todos en la localidad de Plaza Huincul. Se
allanó también el domicilio de calle Alem 1452 de Cutral
Co (fs. 184/192) […] En lo que aquí interesa consta que
en el allanamiento realizado en calle Tierra del Fuego
644 se procede al rescate y asistencia de [D.E.O.] por
parte de la Oficina de Acompañamiento y Rescate del
Ministerio de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos de
la Nación (fs. 81/88), quien fue trasladada a la sede de
la Fiscalía Federal a efectos de prestar nuevo testimonio
(fs. 91/93). En el procedimiento realizado en ‘Anfitrión’
se encontró al imputado CASTILLO VILLABLANCA trabajando
detrás de la barra y 9 alternadoras, entre las que se
encontraba [K.P.R.]. Fueron individualmente entrevistadas
por personal especializado, quienes determinaron la
necesidad del traslado de la mencionada a la sede de la
Fiscalía Federal para tomarle declaración (fs. 152/174).
Finalmente, en el operativo realizado en Alem 1452 se
constató que en el lugar residían [K.P.R.] y F.E. quien,
en ese momento, no se encontraban en el lugar,
procediéndose al secuestro de documentos varios (fs.
184/192)” (fs. 1369/1370).
Por su parte, del requerimiento fiscal de
elevación a juicio obrante a fs. 862/877, surge que la
señora fiscal federal atribuyó a Raúl Edgardo Castillo
Villablanca, tres hechos, los que fueron descriptos de la
siguiente manera: “1) El hecho de haber captado,
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de vulnerabilidad que atravesaba la víctima emerge de
indicadores objetivos tales como su calidad de mujer,
pobre y migrante recién llegada a Argentina desde
República Dominicana –arribó en fecha 29/06/2012-, y la
frustración de encontrar un trabajo para enviar dinero a
su familia en su país de origen. Esta situación fue
conocida por su prima, [A.E.], quien se la comentó al
imputado Castillo Villablanca, quien conocía las
circunstancias al contactarse telefónicamente con la
víctima para realizarle la oferta ya descripta”.
“2) Además se le atribuye a Castillo
Villablanca haber explotado económicamente el ejercicio
de la prostitución de [D.E.O.] –quien además se
encontraba en una especial situación de vulnerabilidad-
desde el 27 de diciembre del año 2012 –momento en el que
entra en vigencia la Ley 26.842 que penaliza la conducta
en cuestión- hasta aproximadamente el mes de marzo del
año 2013. La explotación tuvo lugar en el prostíbulo
‘Anfitrión’, ubicado en la localidad de Plaza Huincul, de
la provincia de Neuquén […] También se le atribuye a
Castillo Villablanca haber explotado económicamente el
ejercicio de la prostitución de [K.P.R., Gu.L.F.,
Gl.L.F., C.M.R., S.G., J.S.C., M.E.M., R.A.C. y F.O.S.],
hecho que tuvo lugar en el prostíbulo ‘Anfitrión’,
ubicado en la localidad de Plazo Huincul, provincia de
Neuquén, por lo menos desde el 27/12/12 al 25/4/13 […] La
explotación económica consistió en obtener una ganancia
de dinero por cada ‘copeo’ dentro del denominado local
comercial ‘Anfitrión’ y por cada encuentro sexual que
realizaban las mujeres nombradas en otros locales de la
zona, previo a acordar cada encuentro en el local
indicado”.
“3) Se le atribuye a Castillo Villablanca el
hecho de sostener y administrar una casa de tolerancia
(prostíbulo), específicamente el prostíbulo ‘Anfitrión’
ubicado en la localidad de Plaza Huincul, provincia de
Neuquén, por lo menos desde julio de 2012 a abril de
2013. El imputado realizó diferentes conductas propias de
un administrador, como decidir quién habitaba las
habitaciones de ‘Anfitrión’, publicar en un periódico de
la zona una oferta laboral ofreciendo vivienda y buenas
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en concurso ideal (art. 54 del C.P.) con el regenteo de
una casa de tolerancia (art. 17 de la ley 12.331),
relativo al hecho nº “3” (cfr. fs. 1341 vta./1342).
Respecto de Manuel Antonio Escobar, postuló la
aplicación de una pena de tres (3) años de prisión en
suspenso con aplicación de las reglas de conducta
previstas en los arts. 26 y 27 bis del C.P., por
considerarlo partícipe secundario del delito cometido por
el coimputado aludido en el párrafo precedente, en orden
al delito de explotación económica de la prostitución
ajena en los casos de D.E.O., K.P.R., Gu.L.F., Gl.L.F.,
C.M.R., S.G., J.S.C., M.E.M., R.A.C. y F.O.S. (art. 127
del C.P.), relativos al hecho nº “2”; en concurso ideal
(art. 54 del C.P.) con el regenteo de una casa de
tolerancia (art. 17 de la ley 12.331), relativo al hecho
nº “3” (cfr. fs. 1342).
Finalmente, mediante juicio unipersonal, el a
quo resolvió a través de la sentencia recurrida, absolver
a Raúl Edgardo Castillo Villablanca en orden al delito de
trata de personas con fines de explotación sexual,
agravado por el estado de vulnerabilidad de las víctimas
y la efectiva explotación sexual de las mismas (145 ter,
inc. primero y penúltimo párr. del C.P.) por el cual que
fuera acusado -hecho nº “1”- (punto 1º de la sentencia
recurrida); y por la comisión del delito de explotación
económica de la prostitución ajena, agravado por el
estado de vulnerabilidad de las víctimas (art. 127, inc.
primero del C.P.) en los casos de Gu.L.F., Gl.L.F.,
C.M.R., S.G. y J.S.C. -relativos al hecho nº “2”- (punto
2º de la sentencia recurrida). Por su parte, condenó al
nombrado a la pena de cuatro (4) años de prisión, multa
de pesos ciento cuarenta y cinco mil ($ 145.000) como
autor de la comisión de los delitos de explotación
económica de la prostitución ajena (art. 127 del C.P.;)
por tres (3) hechos en concurso real (art. 55 del C.P.)
que damnificaron a D.E.O., K.P.R. y R.A.C., los que
concurrieron idealmente (art. 54 del C.P.) con el delito
de regenteo de una casa de tolerancia (art. 17 de la ley
12.331) -relativos a los hechos nº “2” y “3”- (punto 4º
de la sentencia recurrida).
Asimismo, el sentenciante absolvió a Manuel
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Villablanca se lo acusó de sostener y administrar una
casa de tolerancia (prostíbulo), específicamente el
prostíbulo ‘Anfitrión’ ubicado en la localidad de Plaza
Huincul, provincia de Neuquén, por lo menos desde julio
de 2012 a abril de 2013.
Por otro lado, del requerimiento fiscal de
elevación a juicio aludido y de la constancia del acta de
debate de fs. 1342, correspondiente al alegato finalmente
expuesto por el representante del Ministerio Público
Fiscal (art. 393 del C.P.P.N.), surge que la acusación
entendió que debía reputarse un concurso ideal (art. 54
del C.P.) entre los denominados hechos nº “2” y “3”; los
que fueron respectivamente calificados como explotación
económica de la prostitución ajena y regento de una casa
de tolerancia (art. 127 del C.P.; y art. 17 de la ley
12.331).
En este sentido, a partir de la calificación
legal escogida por la acusación y tal como fueron
elevadas las actuaciones a juicio, en tanto una porción
fáctica en autos fue subsumida en dos tipos penales por
imperio de la regla prevista en el art. 54 del C.P., a
los efectos del plazo del curso de la prescripción de la
acción penal, cabe estar a la correspondientemente
prevista en la calificación más gravosa.
Por ello, en tanto el lapso aplicable en la
especie lo constituye el máximo legalmente previsto al
respecto en el art. 127 del C.P. –cuyo tipo básico prevé
un monto en abstracto de seis (6) años de prisión-, se
advierte que no acaeció el tiempo máximo previsto al
efecto desde el cese de la comisión del hecho (abril de
2013) hasta el primer llamado al encausado a prestar
declaración indagatoria (art. 294 del C.P.P.N.) en fecha
18/06/2015 -según consta a fs. 704-; como así tampoco
desde dicho acto interruptivo en adelante (art. 67 del
C.P.).
Por dicha razón, corresponde rechazar el
remedio procesal impetrado por la defensa particular
sobre el rechazo del planteo de prescripción de la acción
en orden al delito previsto en el art. 17 de la ley
12.331.
b) Por otro lado, en cuanto a la insistencia
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Edgardo Castillo Villablanca en orden al delito de trata
de personas con fines de explotación sexual que tuviera a
D.E.O. como víctima, agravado por su estado de
vulnerabilidad y su efectiva explotación sexual (145 ter,
inc. primero y penúltimo párr. del C.P.), por el cual que
fuera acusado (hecho nº “1”).
Cabe señalar que el a quo estimó que por
imperio del principio in dubio pro reo (art. 3 del
C.P.P.N.), debía disponerse un temperamento absolutorio
respecto de Castillo Villablanca respecto del denominado
hecho nº “1”, en tanto luego del desarrollo del debate,
no pudo acreditarse que el nombrado incurrió en el delito
en cuestión.
Para sustentar su decisorio, el señor juez
interviniente evaluó el testimonio de D.E.O., y del
personal policial y de los programas específicos de
acompañamiento de víctimas de trata de personas que
intervinieron durante la etapa inicial. Asimismo, ponderó
el conjunto de elementos probatorios que fueron
incorporados por lectura al debate, en especial, las
declaraciones testimoniales brindadas durante la
instrucción y las respectivas actas de procedimientos e
informes confeccionados.
En este sentido, el tribunal advirtió los
hechos que quedaron definitivamente acreditados durante
el debate, los que, más allá de la diversa interpretación
postulada por el representante del Ministerio Público
Fiscal, no encuentran controvertidos.
Así, el a quo estableció que “…ha quedado
definitivamente establecido que la llegada de D.E.O. a la
República Argentina, vía aérea con escalas en Panamá y
Uruguay, para luego ingresar por el través del paso
fronterizo Puerto Concordia, ha sido por propia y libre
voluntad. Ha sido sí con intermediación de personas no
vinculadas a la causa y, bien puede concluirse, que se
dedicaban a facilitar viajes organizados a personas con
básicos recursos y nula o mínima experiencia en salir del
país de origen. Tal actividad ha sido desplegada por una
persona de sexo femenino, dominicana, de apodo ‘Queca’ y
otra mujer, de igual nacionalidad e hija de la primera,
de sobrenombre ‘Verónica’ a la postre identificada como
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habló con una amiga de ella que trabajaba en un boliche,
esta le prestó una mano para que el dueño del boliche le
prestara dinero a ella para el pasaje’ ¿Dónde trabajaba
esta amiga de la prima? ‘En Anfitrión’ ¿Cómo se llamaba
el dueño de Anfitrión? ‘No sé el nombre, le dicen Raúl’
¿Habló con la amiga de su prima antes de viajar? ‘No,
habló con Raúl, él la llamó a un teléfono celular que le
prestaron, ella le marcó y él le devolvió la llamada’
¿Qué conversaron con Raúl en esa ocasión? ‘Él le dijo que
le habían comentado su situación, que le pasara el número
de documento y él le compraba el pasaje, que se lo pagara
despacio’ ¿Sabía que venía a hacer a Cutral Có? ‘Cuando
estaba en Buenos Aires, antes de viajar, se enteró que el
trabajo que se hacía en Anfitrión era hacer copas… que no
supo nada del trabajo de salir con hombres en ese
momento. Se enteró cuando llegó acá, preguntó cómo era y
le dijeron las demás chicas que se hacían copas y que si
un hombre la invitaba a salir y una estaba dispuesta
podía hacerlo y lo que ganaba era para ella, que vino por
propia voluntad, que nadie la forzó, que decidió llamar y
venir, que nadie la presionó’ ¿Aun sabiendo las
condiciones del trabajo, aceptó? ‘El objetivo no era
salir con hombres, sino ganar dinero, siempre trabajó, no
estaba acostumbrada a esto, al principio solo hacía copas
y luego se animó a salir con hombres porque veía que las
otras chicas ganaban dinero’ ¿Hubiera salido de
Dominicana por un trabajo como el que está haciendo
ahora? ‘Por supuesto que no’ ¿a qué se refiere con salir
con un hombre? ‘Cosas íntimas, se cobra por eso’ ¿Cuándo
habló con Raúl del trabajo? ‘En Cutral Có, que trabajaban
nada más que copas, que si quería salir con alguien como
hacían las otras chicas, era una opción de ella’ ¿Raúl se
quedaba con un porcentaje de las copas? ‘Si, de las
salidas con hombres, no’ ¿Qué horario tenía en Anfitrión?
‘De una a seis de la mañana’ ¿En qué horario podía salir
con un hombre? ‘En cualquier horario, mayormente las
chicas lo hacen fuera de horario’ Si el hombre quería
salir entre las una y las seis ¿Qué hacía? ‘Que era su
horario de trabajo, que la llamara después’ ¿Dónde vivió
en Cutral Có después de su llegada? ‘Dos días en
Anfitrión, esos días no trabajó, solo para acomodarse y
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ver si mejoraba su situación. Se había separado del padre
de su hijo, él colaboraba con la manutención pero no era
suficiente. Y decidió venir. Estuvo en Buenos Aires, no
consiguió empleo y una persona conocida le hizo hablar
con su prima que estaba acá. Su prima era Francisca, que
le comentó que ella trabajaba por tragos en Anfitrión y
si quería venir bueno y si no, no. Estuvo dos semanas en
[B]uenos [A]ires, no tenía plata, para viajar no habla
con nadie más, solo con su prima. Ella le dijo que iba a
ver si podía hacer el favor de conseguir a alguien que me
comprara el pasaje. Lo compró, no sabe cómo lo compró.
Ella le devolvió la plata a su prima. Cuando llegó a
Cutral Có nadie la estaba esperando, se tomó un taxi
porque iba a la casa de su prima q[ue] le había dado la
dirección. Ahí no estaban cómodas, así que se quedó dos
días hasta acomodarse en otro lugar. Su prima le dijo que
iba a ver si había alguna casa cerca del negocio, y que
había una habitación y ella se podía quedar unos días
allí, en la casa que estaba cerca del negocio. Era una
pieza. Ella estaba sola ahí. A Anfitrión llega como a los
3 días, a observar. Porque para ella era algo nuevo. Es
un lugar público, de diversión, al que van hombres y
mujeres. Y ahí decidió trabajar. Para comenzar a trabajar
habl[ó] con su prima y ella con el encargado, no sé si
era el dueño, que era Castillo. Después se saludaban,
pero no hablaron de trabajo. El trabajo consistía en
tragos nada más. Hablar con una persona, compartir una
charla o bailar un tema. Le pagaban un porcentaje de los
tragos al finalizar la noche. Uno llevaba la cuenta, uno
sabe. Trabajó un mes, después comenzó a buscar empleo.
Preguntaba sobre tareas de limpieza o cuidado de
personas. Eso lo hacía. No tiene problemas en recordar
esos momentos, está bien, es el pasado, no tiene malos
recuerdos, no le pasó nada. Recuerda haber contestado las
preguntas del fiscal. Sí recuerda haber declarado delante
de otro funcionario judicial. No tanto porque me sentía
como presionada, estaba un poco nerviosa. Tal vez no
recuerda cosas que dijo porque hace mucho tiempo. Estaba
nerviosa como que me presionaban, era una mujer. No volví
a trabajar en Anfitrión, volvió solo por diversión. No
supo si había personas que ejercieran la prostitución. No
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decisión; tampoco que haya sufrido desde su llegada a la
República Argentina privaciones o restricciones a su
libertad física o ambulatorio; y menos aún hay datos que
permitan acreditar o comprobar que las mismas
limitaciones hubiera sufrido en su determinación
psicológica. En este sentido recuérdese que realizó al
menos un llamado desde Buenos Aires hacia Dominicana para
que un familiar le facilitara el número de teléfono que
su prima ‘Auri’ utilizaba en Argentina. Obtenido ese
contacto se puso voluntaria y libremente al habla con
ella preguntándole si podía visitarla, conocer el lugar
donde aquella residía y, en su caso, trabajar allí. Que
‘Auri’ realiz[ó] averiguaciones tendientes a facilitar el
arribo de su prima a la localidad de Cutral Có, no sin
dejarle en claro que ella ‘hacía copas’ en un ‘boliche’,
explicándole la modalidad de trabajo y las ganancias”
(fs. 1378).
Por su parte, el a quo puntualizó que el
testimonio de D.E.O. relativo a la manera en que comenzó
a trabajar en el local “Anfitrión” resultó coincidente
con el de su prima, quien expresó “…que conoce a
[D.E.O.], es su prima, que trabajó en Anfitrión unos
meses también haciendo copas. Llegó después que ella,
estaba en Buenos Aires y la llamó para que le comprara un
pasaje; entonces le pidió a la señora y ella lo compró,
luego de lo cual mando el código a [D.E.O.] para que los
retire. El pasaje lo compr[ó] la dueña del local llamada
Gladys. Yo no pagué el pasaje, me conecté con [D.E.O.]
porque ella me llamó, me dijo que quería visitarme para
ver cómo era, le dije que si quería venir que viniera.
Cuando [D.E.O.] llega a Plaza Huincul fue a su casa, ella
vivía en el barrio Unión, sola…” (fs. 1380).
De este modo, el a quo concluyó que no se pudo
acreditar de manera definitiva y no controvertida, el
viaje que D.E.O. hizo hacia Cutral Có desde la ciudad de
Buenos Aires. Sin embargo, se determinó que fue la
nombrada quien contactó al imputado y, luego de
consultarlo con su prima interiorizándose de la modalidad
de “copeo” en el sitio “Anfitrión”, decidió aceptar dicha
oferta.
Por su parte, de la sentencia surge que “…
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trabajo, o la generación continua de deudas a favor de
sus eventuales explotadores […] provisión de drogas […]
rotaciones en cautiverio” (fs. 1380 vta./1381); entre
otros.
Por ello, el sentenciante estimó que el
representante del Ministerio Público Fiscal no logró
acreditar luego del debate, que D.E.O. haya sido víctima
del delito de trata de personas con fines de explotación
sexual por parte de Castillo Villablanca (hecho nº “1”
descripto en el requerimiento fiscal de elevación a
juicio precitado).
Ello así, por cuanto el a quo tuvo por probado
que la víctima aludida “…fue alternadora en el local
nocturno del imputado (y luego en otro más, ‘La Barra’),
haciendo (como mínimo) ‘copas’ con sujetos de manera
promiscua e indeterminada, de todo lo cual CASTILLO
VILLABLANCA obtenía espurias ganancias en el local que
gerenciaba” (fs. 1381 vta.), y consideró que tal
situación no alcanzó para tener por acreditada la
configuración del delito previsto en el art. 145 ter del
C.P.
Ahora bien, en las particularidades del caso,
del estudio de las presentes actuaciones y de los motivos
expuestos por el tribunal sentenciante en cuanto a lo que
se probó respecto del denominado hecho nº “1”, cabe
concluir que el pronunciamiento que absolvió a Raúl
Edgardo Castillo Villablanca por aplicación del principio
in dubio pro reo (art. 3 del C.P.P.N.) resulta una
derivación razonada del derecho aplicable conforme las
constancias de la causa.
En efecto, debe destacarse que luego de la
sustanciación del juicio oral y público en el cual se
produjo el conjunto de elementos probatorios recabados
durante el proceso, el acusador público no logró
acreditar que Castillo Villablanca haya incurrido en el
delito de trata de personas con fines de explotación
sexual en los términos previstos en el art. 145 ter del
C.P.
Así, D.E.O. señaló que su actividad en el local
“Anfitrión” se circunscribió a aquellas vinculadas con
brindar compañía a terceros que concurrían al lugar, a
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situación de vulnerabilidad previa, violencia conyugal,
había llegado a un lugar totalmente desconocido y
diferente de su lugar de origen. Su único contacto era
una prima pero sin una relación profunda. Además había
adulterado un documento. Otra cuestión era cómo seguía su
vida. Ella venía trabajando y con eso se mantenía. Dijo
que trabajaba en un boliche. La idea de la dicente era
reforzar el vínculo y darle seguridad. Refiere como
factores de vulnerabilidad: la historia y lo que se
encontró aquí, porque ella venía a trabajar en servicio
doméstico o cuidado de personas adultas y termina
trabajando como alternadora, dijo que trabajaba como
alternadora. Lo que antes se llamaba copera […]
Intentaron darle asistencia psicológica para insertarse
si quería en otro trabajo, pero no aceptó ningún tipo de
ayuda. Sabe que volvieron de la fiscalía porque habían
interrumpido la entrevista porque estaba muy desordenado
el discurso, lo que habla de la vulnerabilidad y la
angustia. Su tarea era ayudarla a organizar el relato y a
partir de ahí determinar los derechos vulnerados y lo
relativo a la aproximación judicial si se presumiera un
delito. No recuerda si Olivo refirió haber vivido en su
lugar de trabajo. El espacio judicial es bastante
impropio para la víctima […] Parten de la credibilidad de
la víctima. Nunca fue una demanda de ella. No aparecía
como una necesidad verlo. Tenía miedo de que la
expulsaran del país. Detectó vergüenza en [D.E.O.], lo
observó en el desayuno, se avergonzaba de su trabajo de
copera, sus expectativas tenían que ver con otra cosa,
ser empleada doméstica” (fs. 1372 vta./1373).
Asimismo declaró en el juicio oral la
Licenciada Mariela Martínez, quien dijo tener pocos
recuerdos de su intervención en autos -más allá de
manifestar que podía inferir un retaceo de información
por parte de D.E.O.-, aunque no trajo otros elementos que
permitan concluir de un modo diverso a lo expuesto por la
víctima.
De las lecturas de las profesionales
intervinientes surge que sus versiones de los hechos, no
contradicen lo manifestado por la víctima en sus
sucesivas declaraciones testimoniales. Ambas refieren a
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brindado declaración judicializada alguna, ni han podido
ser localizadas para su deposición durante el juicio.
Solo consta en autos su presencia en el local Anfitrión
el día del allanamiento (fs. 152/174) y un informe
realizado por personal del Programa Nacional de Rescate y
Acompañamiento a las Personas Damnificadas por el Delito
de Trata (fs. 556/564 y fs. 566/574), del que puede
extraerse la siguiente información: [C.M.R.] es una
ciudadana Paraguaya, que habría arribado al país en el
año 2011, que habría estado en situación de prostitución
en un local llamado ‘Mi sueño’ por algunos meses y luego
se habría trasladado al local ‘Anfitrión’; [Gu.L.F.] es
ciudadana Paraguaya, viajaba constantemente entre
Argentina y su país de origen desde un año antes del
procedimiento en ‘Anfitrión’, que era su primera noche en
este local y que habría llegado ahí por intermedio de su
hermana; [Gl.L.F.] es ciudadana Paraguaya, viajaba
constantemente entre Argentina y su país de origen desde
tres años antes del procedimiento en ‘Anfitrión’, que la
primera vez que se habría encontrado en situación de
prostitución fue en Buenos Aires y que habría llegado al
local por intermedio de una conocida; F.O.S. es ciudadana
Paraguaya, se encontraba en el país desde un mes previo
al allanamiento y que primeramente habría estado en otro
local de nombre ‘Mi sueño’; [M.E.M.], ciudadana
Argentina, que manifiesta encontrarse en situación de
prostitución desde los 18 años y que la noche del
allanamiento era la primera en ‘Anfitrión’. Agrega el
informe que ‘…la mayoría de las mujeres expresaron que en
lugar no se harían pases, pero que arreglarían con
clientes para realizarlos en el hotel Susurro…’; ‘la
mayoría de las entrevistadas refirieron que las copas
tendrían un valor de sesenta pesos correspondiéndole el
cincuenta por ciento al Sr. Raúl’; ‘las mujeres percibían
el dinero obtenidos por las copas directamente de los
clientes y ellas se lo entregarían en la barra a los
Sres. Manolo y Dani’” (fs. 1385 vta./1386).
Por consiguiente, el a quo entendió que no se
hallaba debidamente acreditado en autos los motivos de la
presencia de las mujeres señaladas (Gu.L.F., Gl.L.F.,
C.M.R., M.E.M. y F.O.S.) en el local “Anfitrión”. Agregó
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Sin embargo, respecto S.G. el a quo indicó que
como no podía concluirse que ella estuviera viviendo en
“Anfitrión”, pues aunque allí se encontraron dos camas
tendidas y valijas de viaje con ropas de mujer en su
interior que no se supo a quiénes pertenecían, no podía
asegurarse que fuesen de la nombrada.
A su vez, el señor magistrado interviniente
postuló que J.S.C. estaría en la misma situación que S.G.
Al respecto, expuso que del acta de allanamiento del
local, surgió que J.S.C. era “…ciudadana Paraguaya que la
noche del allanamiento se encontraba en el local
‘Anfitrión’, que no fue asistida por personal del Centro
de Atención a la Víctima del Delito de la Provincia de
Neuquén y que según el informe de fs. 556/564 y fs.
566/574, realizaba viajes continuos entre su país de
origen y la República Argentina desde aproximadamente dos
años antes del procedimiento en el local. También en este
caso no existen constancias de lo que la testigo le
habría manifestado a las profesionales de este organismo
en relación a la actividad que se encontraba realizando
en el boliche en la oportunidad del allanamiento” (fs.
1387/vta.).
La sentencia destacó que durante el juicio oral
J.S.C. negó haber trabajado en “Anfitrión”, ergo no
conocía a los imputados y no recordó haber sido siquiera
entrevistada por psicólogas. Asimismo, de la resolución
recurrida surge que -en contraposición a los dichos de la
testigo-, se secuestró allí su libreta sanitaria.
Por ello, el a quo estimó que no podía
concluirse luego del debate que los imputados incurrieran
en el delito de explotación de la prostitución (art. 127
del C.P.) de S.G. y J.S.C. Agregó que lo asentado en los
informes elaborados por el Programa Nacional de Rescate y
Acompañamiento de Personas Damnificadas por el Delito de
Trata, no permitió conmover el magro cuadro probatorio de
cargo. Adunó que lo expuesto por las profesionales que
intervinieron en el allanamiento y entrevistaron a estas
mujeres, no agregaron elementos que lograran desechar lo
afirmado por S.G. y J.S.C. en el juicio oral.
Por último, en tercer lugar, el a quo tuvo por
acreditada la materialidad del hecho nº “2” por el que
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que si una quiere hacer una salida –pase- tienen que
decirle al encargado para que sepan que una va a salir y
tengan un control de con quien sale y que esté bien, si
ellos ven que el hombre que está pidiendo la salida no
tiene buen aspecto, le dicen a la chica que no salga,
ellos están para cuidarnos, por eso tiene que haber un
acuerdo para salir. Las salidas eran como un servicio al
cliente, dio detalles de la tarifa que cobraba por esos
servicios y agregó… ‘…Todas cobran lo mismo…’. También
fue entrevistada por personal del Programa Nacional de
Rescate y Acompañamiento a las Personas Damnificadas por
el Delito de Trata (fs. 556/564 y fs. 566/574) y a ellos
les manifestó que desde junio de 2012 trabajaba en el
local anfitrión en situación de prostitución” (fs. 1389).
El a quo destacó que durante la audiencia de
debate K.P.R., aseveró que no concurría siempre a
“Anfitrión” sino ocasionalmente y que “…a veces se colaba
y hacía unas copitas y que en esas ocasiones se quedaba
con la mitad del valor de la copa, y la otra mitad era
para el local. Negó situaciones sexuales con clientes del
lugar”. Por otro lado, la resolución precisó que del
allanamiento del referido sitio se secuestró una libreta
sanitaria a su nombre (cfr. fs. 1389).
Por último, el sentenciante también ponderó los
dichos de R.A.C. vertidos al personal del Programa
Nacional de Rescate y Acompañamiento a las Personas
Damnificadas por el Delito de Trata, en cuanto a que
había llegado al local “Anfitrión” la noche del
allanamiento, que ya había estado en ese mismo lugar en
situación de prostitución y que previo a su arribo había
estado en otros lugares de similares características.
Aunque el a quo meritó que durante “…el juicio
le cont[ó] al Tribunal que recordaba el procedimiento en
‘Anfitrión’ cuando ella trabajaba ahí haciendo copas de
noche, que actualmente no ejercía la prostitución que
había hecho su carrera, se recibió y cambió. Dijo que en
ese lugar se ejercía la prostitución, era un cabaret, que
los pases eran adentro o afuera, lo que el cliente o la
que presta el servicio decide y el lugar dentro de
‘Anfitrión’ eran unas habitaciones chicas. Recordó que
había otras mujeres trabajando en ese lugar, agregó que
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ella estuvo una noche ahí, pasaba por ahí, pidió trabajar
y nada más no recuerda con quien habló, llegó sola, era
de noche y ya no habían colectivos, no recuerda haber
hecho ninguna copa, en esa época lo que hacía antes era
trabajar en la prostitución e iba dando vueltas por
distintos lugares” (fs. 1389 vta.).
Así las cosas, el sentenciante concluyó que del
testimonio de D.E.O., K.P.R. y R.A.C. surgió que Castillo
Villablanca era el encargado de “Anfitrión” y Escobar
trabajaba allí; ambos controlaron y dirigieron a
sabiendas, las actividades que se desarrollaban en el
local y daban instrucciones y autorizaciones a las
mencionadas.
Para sustentar su decisorio, el señor juez
interviniente aludió a los elementos probatorios
incorporados al debate. En especial, memoró cuanto surgía
del acta del allanamiento al negocio en cuestión,
respecto de la ubicación concreta de cada imputado.
Escobar en la puerta y Castillo Villablanca en la parte
trasera del comercio.
Asimismo, valoró el testimonio coincidente del
Oficial Inspector de la Policía Federal, Fernando Ariel
Sigales, quien intervino en el procedimiento aludido y
corroboró lo aseverado en líneas generales con D.E.O.,
K.P.R. y R.A.C. Además, el testigo precisó la vestimenta
de la totalidad de las mujeres que se encontraban en el
lugar; expresó que había “…por lo menos (10) chicas
vestidas con minifalda, tacos, sueltas de ropa en la
parte de arriba, maquillaje, producidas, estaban en el
salón, con algunos hombres que eran clientes del lugar”
(fs. 1390 vta.).
En el mismo sentido, el a quo evaluó el relato
de Nicolás Martín Godoy, testigo de actuación durante el
allanamiento, quien durante el juicio oral refirió, entre
otras cuestiones, que “[l]es dijeron que no podían hablar
con las chicas que estaban trabajando ahí adentro. Lo
único que notó, fue una mugre total en el lugar. Había
dos chicas que vivían en un cubículo chiquito. Después
fueron atrás donde había colchones. Adelante también
había colchones. Después fueron atrás, revisaron todo.
Había mujeres que estaban alternando, bailando, vestidas
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con pollera corta, escotadas, estaban tomando algunas
copas […] Es como un cabaret, pero muy precario, ha ido a
cabarets donde hay espectáculos y después las chicas
alternan. No vio que aquí se ejerciera la prostitución”
(fs. 1391).
Asimismo, uno de los clientes del lugar que
estaba en “Anfitrión” el día del allanamiento y declaró
en el debate, dijo que “…conocía a los imputados de
vista, que trabajaban en Anfitrión, Escobar ponía música
y a Villablanca lo veía por ahí, tomando algo pero no lo
conoce personalmente, que lo identificaba como dueño del
lugar, aclarando que solo lo sabía por comentarios. La
verdad que no lo conoce personalmente. Decían que era el
dueño” (fs. 1391 vta.). Mientras que otro cliente expresó
que “…había mujeres trabajando, tomando copas, que
trabajan que uno les paga y tienen sexo, tienen una
piecita ahí arriba. Él no subió nunca, se lo comentaron,
le decían que cobraban tanto y ahí en la piecita ejercían
la prostitución. Esa noche permaneció en el local unos
veinte minutos y no consumió bebidas” (fs. 1391 vta.).
Por otro lado, para tener por acreditado el
funcionamiento del local “Anfitrión” como aquel sitio en
el que los imputados se desempeñaban y su manejo del
negocio, el sentenciante tuvo en cuenta el testimonio
brindado durante el debate por Belén Velázquez Mann,
Licenciada en Psicología del Programa Nacional de Rescate
y Acompañamiento a las Personas Damnificadas por el
Delito de Trata. La nombrada explicó que “…ella
entrevist[ó] a tres mujeres de forma privada, hacen cada
entrevista y después ponen en común lo que surge de cada
una. Manifestaron realizar copas, dos residían al lugar
todas habían llegado hacía poco tiempo, mujeres que
habían circulado por el circuito prostituyente. Relataron
que hacían copas todas, el cliente pagaba 60 pesos por
una bebida y ellas debían hacerle compañía. Eso llevaba a
que los clientes después pidieran una salida con ellas.
Hacían alrededor de 10 copas por noche. Las que vivían
ahí estaban disponibles más tiempo. Algunas dijeron que
hacían pases, refiriendo que había allí un lugar. Dio a
entender que una parte del dinero era para ella y la otra
no. Puntualmente entrevistó a [C.M.R., K.P.R. y R.A.C.]”,
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proveniente de ulteriores encuentros sexuales que estas
mujeres pudieron llegar a percibir. Ninguna de ellas, en
sus sucesivas declaraciones testimoniales, aseveraron que
los encartados cobraron dinero proveniente de relaciones
sexuales que ellas mantuvieran fuera del local.
Por su parte, como fue precedentemente
precisado, el testimonio de las víctimas en este punto
resultó coincidente con lo asentado por las profesionales
intervinientes que las entrevistó, en cuanto a que los
imputados no cobraban más que por la mitad del valor de
cada “copa” que lo clientes pagaban dentro del boliche.
Todo ello, sin perjuicio de las consideraciones expuestas
por R.A.C. durante el debate.
De modo que corresponde concluir que luego del
juicio oral y público, de conformidad con la acusación
postulada por el Ministerio Público Fiscal, se comprobó
que Castillo Villablanca y Escobar –éste como dependiente
del aquél-, percibieron ganancias espurias provenientes
de la actividad de “copeo” que D.E.O., K.P.R. y R.A.C.
llevaban a cabo en “Anfitrión”. Ello así, más allá del
temperamento propuesto por la asistencia técnica de los
nombrados que pretendió desligarlos en tanto al momento
de los hechos, el local se hallaba formalmente inscripto
ante la municipalidad a nombre de otra persona (Gladys
Ester Ramírez). Asimismo, el a quo evaluó que “[a] fs.
624 luce agregada la copia de la publicación de un aviso
clasificado de fecha 26 de agosto del año 2009 en el
Diario Río Negro en el cual el Cabaret ‘Anfitrión’, de la
localidad de Plaza Huincul, solicita señoritas de buena
presencia para trabajar y el número de contacto para las
personas interesadas es el abonado 0299-154382281. Este
mismo número telefónico es informado como de propiedad
del Sr. Raúl Edgardo CASTILLO VILLABLANCA por la empresa
Telefónica (fs. 604), en tanto que el Diario Río Negro ha
informado que los avisos clasificados publicados en
fechas 23, 24, 25, 26, 27 y 28 de agosto de 2009
solicitando señoritas para ‘Anfitrión’ se habrían
realizado por encargo del cliente CASTILLO Raúl
(Constancia agregada a fs. 626)” (fs. 1390/vta.).
Por lo demás, el cuadro probatorio de cargo
imperante no puede conmoverse por el argumento traído a
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por el a quo en cuanto a que no pudo determinarse cuál
fue la finalidad o el motivo de la presencia de la
totalidad de las nueve (9) mujeres en dicho sitio
(Gu.L.F., Gl.L.F., C.M.R., S.G., J.S.C., M.E.M. y
F.O.S.). Dicha aseveración no guarda asidero con el plexo
probatorio producido durante el juicio oral y público.
En efecto, el a quo no explicó acabadamente las
razones por las que imprimió distinto tratamiento a la
situación particular de algunas víctimas, en desmedro de
la condición de las otras que se hallaron en idéntico
estado.
Las pautas diferenciadoras expuestas por el
juez de grado, refirieron a los siguientes puntos. Aludió
a que no se contó con el testimonio de algunas de estas
mujeres. Adujo que algunas no declararon a lo largo del
proceso y sugirió que otras se habrían mudado. Sin
embargo, el Fiscal General en su alegato mencionó que
incluso habría alguna “desaparecida” (cfr. fs. 1335
vta.).
El juez de juicio apuntó que algunas víctimas
declararon solamente durante el debate y sus dichos no
habrían podido ser contrastados por otros elementos
probatorios. Agregó que en algunos supuestos, no se
pudieron secuestrar libretas sanitarias y en otro sí, y
que el relato expuesto durante el debate por algunas
víctimas –llevado a cabo aproximadamente siete años
después de los hechos que constituyen el objeto procesal
en autos- contradijeron lo asentado en las actas
iniciales, tanto de las correspondientes a declaraciones
testimoniales brindadas durante la instrucción, como así
también, de los informes confeccionados por los dos
organismos especializados en el acompañamiento de
víctimas de trata de personas (del Centro de Asistencia a
la Víctima del Delito de la provincia de Neuquén de fs.
194/197 y del Programa Nacional de Rescate y
Acompañamiento a las Personas Damnificadas por el Delito
de Trata de fs. 556/564 y fs. 566/574; los que fueron
ratificados durante el debate por las testigos que los
suscribieron).
Por esto, el señor juez a cargo del juicio oral
entendió que no se pudo acreditar que Gu.L.F., Gl.L.F.,
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local, pero C.M.R. terminó siendo admitida como víctima y
no así S.G. Resulta entonces arbitraria la distinción
realizada sobre casos que, prima facie serían análogos.
También se aprecia contradictoria la
consideración formulada por el sentenciante en cuanto no
se pudo determinar el motivo por el que las mujeres
estarían en “Anfitrión” la noche de su allanamiento. Ello
así, en tanto -por los motivos resanados- el cúmulo de
probanzas reunidas durante el proceso fuerzan a concluir
que los imputados percibían parte de la ganancia generada
por el pago de “copas” en el lugar, en el que a su vez
eventualmente se concertaban posteriores encuentros
sexuales dentro de un marco de prostitución.
A mayor abundamiento, de las nueve de las
mujeres que se encontraban presentes durante el
allanamiento solamente se sostuvo que los imputados
debían responder por una sola víctima (K.P.R.), sin
fundamentar el diverso temperamento seguido respecto de
las restantes; entre ellas C.M.R., S.G. y J.S.C., cuyas
libretas también fueron allí habidas. Por otro lado, la
libreta sanitaria de D.E.O. fue hallada en otro domicilio
y sí fue reconocida como damnificada.
Por lo demás, no quedaron debidamente
dilucidadas otras cuestiones a tener en miras y que
podrían incidir en la resolución del caso, como los
colchones encontrados en “Anfitrión” durante su
allanamiento y la incertidumbre de quiénes vivían en el
lugar –atento la ropa femenina encontrada-.
De la reseña efectuada se advierte que frente
al conjunto de elementos probatorios existentes, el
tribunal se limitó a tratar algunos de ellos, sin
analizar otros que conllevaría a una solución distinta
para el caso.
En atención a los argumentos postulados por el
Ministerio Público Fiscal en su recurso de casación, cabe
concluir que la conclusión adoptada por el tribunal en
cuanto a la situación de Gu.L.F., Gl.L.F., C.M.R., S.G.,
J.S.C., M.E.M. y F.O.S. sólo fue posible merced a una
consideración aislada de los elementos probatorios, que
presta al fallo fundamentos sólo aparentes y, por
consiguiente, lo descalifican como acto jurisdiccional
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apta para corregir sentencias equivocadas o que el
recurrente estime tales según su criterio, cobra vocación
aplicativa en los supuestos de apartamiento de la
solución prevista en la ley y en ausencia de
fundamentación, todo ello a fin de resguardar las
garantías de la defensa en juicio y el debido proceso
(Fallos: 308:1041, 2116 y 2172; entre muchos otros). Es
que, justamente, con la doctrina de la arbitrariedad, se
procura asegurar las garantías constitucionales de la
defensa en juicio y debido proceso, exigiendo que las
sentencias sean fundadas, y constituyan una derivación
razonada del derecho vigente con aplicación a las
constancias efectivamente comprobadas de la causa
(Fallos: 308:640; 311:948 y 2547; 313:559).
En este sentido, el fallo recurrido adolece de
vicios de fundamentación que obstan su consideración como
acto jurisdiccional válido en este punto (arts. 123 y
404, inc. 2º del C.P.P.N.), en lo que respecta al
análisis de la situación de Gu.L.F., Gl.L.F., C.M.R.,
S.G., J.S.C., M.E.M. y F.O.S.
Ahora bien, para concluir este punto debe
recordarse que, a su vez, el representante del Ministerio
Público Fiscal cuestionó la inaplicación a los acusados
resuelta por el a quo en los puntos “cuarto” y “quinto”
de la sentencia impugnada, del agravante previsto al
efecto en el inc. 1° del art. 127 del C.P, en relación a
las víctimas D.E.O., K.P.R. y R.A.C.
Cabe memorar que el señor juez interviniente
expuso, para rechazar la pretensión del Fiscal General
sobre la situación de vulnerabilidad de las nombradas,
que: “…es vital que dicha situación se pueda comprobar de
manera particular en cada uno de los casos analizados,
siendo en este sentido insuficientes las referencias
generales y no pormenorizadas que surgen de los informes
de fs. 194/198 y fs. 556/564. Dicho esto a propósito que
las víctimas en el caso concreto no comparten
nacionalidad común, no tienen el mismo nivel de
instrucción, ni una situación laboral previa equiparable,
ni comunes era sus proyectos de desarrollo de manera
previa a su ingreso en ‘Anfitrión’. Estas
particularidades que brevemente he reseñado no han sido
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reenviar las actuaciones al tribunal a quo a fin de que
se dicte un nuevo pronunciamiento; mientras que se impone
rechazar los agravios impetrados por la defensa
particular de Raúl Edgardo Castillo Villablanca y Manuel
Antonio Escobar, contra lo resuelto por el a quo en los
puntos “cuarto” y “quinto”.
VI. Por último, cabe analizar el planteo
esgrimido por la defensa en cuanto a la inaplicación al
caso, de la pena de multa impuesta a Castillo Villablanca
de pesos ciento cuarenta y cinco mil ($ 145.000), en
función de lo previsto el art. 17 de la ley 12.331.
Conforme lo aquí referenciado, atento el modo
concursal finalmente escogido por el acusador público
entre los delitos de explotación económica de la
prostitución ajena y regento de una casa de tolerancia
(art. 127 del C.P.; y art. 17 de la ley 12.331),
corresponde señalar que asiste razón al recurrente en
este punto. Ello así, por aplicación de lo dispuesto por
el art. 54 del C.P., que prevé: “Cuando un hecho cayere
bajo más de una sanción penal, se aplicará solamente la
que fijare pena mayor”.
En este sentido, cabe entonces casar
parcialmente el decisorio solamente en lo que respecta a
la pena de multa, pues resulta únicamente aplicable la
pena de prisión correspondiente al tipo legal previsto en
el art. 127 del C.P., dentro de la escala legal
establecida.
Por lo demás, cabe señalar que no medió
presentación sobre este punto por parte del representante
del Ministerio Público Fiscal en esta instancia durante
el término de oficina (arts. 465, cuarto párr. y 466 del
C.P.P.N.).
Por ello, corresponde hacer lugar parcialmente
al recurso de casación incoado por la defensa particular,
casar parcialmente el punto 4º de la sentencia impugnada,
dejando sin efecto la pena de multa impuesta a Castillo
Villablanca.
VII. Por lo expuesto, propongo al Acuerdo: i)
hacer lugar parcialmente al recurso de casación
interpuesto a fs. 1414/1437 vta., por la defensa
particular de Raúl Edgardo Castillo Villablanca y Manuel
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jurisdiccionales que no se pueden considerar válidos por
no contener una debida fundamentación basada en la toda
la prueba producida en el pleito.
Por ello, como la Corte Suprema ya ha entendido
en diversos precedentes que los supuestos de
arbitrariedad de sentencias representan un agravio
federal (Fallos: 112:384, 324:1365 y 324:3269), y que
ante su presencia debe mediar la intervención previa de
esta Cámara Federal de Casación Penal en el ámbito de la
justicia penal federal como tribunal superior de la causa
(Fallos: 328:1108), corresponde afirmar que el recurso
interpuesto por el fiscal en el sub lite resulta
admisible en tales términos, y corresponde en
consecuencia analizar todos los agravios presentados ante
esta instancia.
II. Con relación a los antecedentes del caso,
considero oportuno, a fin de evitar reiteraciones,
remitirme a la correcta reseña que fuera realizada por el
distinguido colega que lidera el acuerdo en el punto II
de su voto.
III. Respecto del planteo de prescripción de la
acción penal sobre el delito previsto en el art. 17 de la
ley 12.331 y del planteo de incompetencia de esta
justicia federal, ambos promovidos por la defensa técnica
de los acusados, adhiero a la solución propuesta por el
colega que encabeza el presente acuerdo, por coincidir
con los argumentos que expuso en su voto.
Sólo habré de adicionar, sobre la competencia
del a quo para continuar con las actuaciones y dictar
sentencia en autos, que el acusador público, en la
instancia de debate oral y público, solicitó en su
alegato de cierre que se condene al acusado Castillo
Villablanca, con relación a la víctima D.E.O., como autor
del delito de trata de personas con fines de explotación
sexual, agravado por el estado de vulnerabilidad de la
víctima y su efectiva explotación sexual consumada (arts.
145 bis y 145 ter, anteúltimo párr. del C.P.), delito
que, según la inteligencia sentada por Nuestro Máximo
Tribunal en diversos precedentes, le compete investigar a
la justicia federal (Fallos: 334:1382 y 339:1680, entre
muchos otros).Sobre el punto, ya he tenido oportunidad de
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que ponía la música-.
Por su parte, la víctima K.P.R. brindó su
versión de los hechos en ambas instancias del proceso
penal. Sobre ello, surge de la sentencia impugnada que,
en la etapa instructoria, la nombrada “relató que
trabajaba en ‘Anfitrión’ que hacía copas de las cuales le
correspondía la mitad del valor para ella, que había dos
encargados en ese lugar ‘Manolo’ y ‘Dani’ y que si una
quiere hacer una salida –pase- tienen que decirle al
encargado para que sepan que una va a salir y tengan un
control de con quien sale y que esté bien […]. Las
salidas eran como un servicio al cliente, dio detalles de
la tarifa que cobraba por esos servicios y agregó una
frase que destaco, para lo que más adelante será decidido
‘… Todas cobran lo mismo’” –fs. 1389-.
A su vez, el a quo ponderó que K.P.R. fue
entrevistada por personal del Programa Nacional de
Rescate y Acompañamiento a las Personas Damnificadas por
el Delito de Trata (fs. 556/564 y 566/574), oportunidad
en la que la nombrada mencionó que desde junio de 2012
trabajaba en el local en cuestión en situación de
prostitución.
Finalmente, a pesar de haber negado situaciones
sexuales con clientes del local “Anfitrión” al declarar
en el debate oral y público –incluso manifestó que iba
ocasionalmente a “copear” a ese local-, se pudo acreditar
que, del allanamiento practicado en “Anfitrión”, se logró
secuestrar su libreta sanitaria –cfr. fs. 152/154-.
Por otro lado, el a quo ponderó también el
testimonio brindado por la víctima R.A.C., quien fuera
entrevistada por personal del Programa Nacional de
Rescate y Acompañamiento a las Personas Damnificadas por
el delito de Trata (fs. 556/564 y 566/574), oportunidad
en la que ésta manifestó que había llegado al local
“Anfitrión” la noche del allanamiento, que previamente ya
había estado en ese mismo lugar en situación de
prostitución y que previo a su arribo había estado en
otros lugares de similares características.
A más, de la sentencia impugnada se puede
colegir que, respecto de su declaración durante el debate
oral y público, R.A.C. “contó al Tribunal que recordaba
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fs. 624-, a través del cual el cabaret “Anfitrión”
solicitaba señoritas de buena presencia para trabajar,
dejando el número de contacto para las personas
interesadas -02999154382281-. Se corroboró que dicha
línea telefónica correspondía al acusado Castillo
Villablanca –fs. 604-, así como también que dicha
publicación en el diario mencionado fue publicado desde
el 23 al 28 de agosto de 2009 a pedido de éste –fs. 626-.
Con relación a otras declaraciones
testimoniales brindadas en el juicio que fueran valoradas
al momento de dictar sentencia, el Oficial Inspector de
la Policía Federal Argentina Fernando Sigales, quien
participó del allanamiento de “Anfitrión”, manifestó que
se trataba de un bar bastante grande con habitaciones en
el fondo, así como también destacó que había por lo menos
diez chicas vestidas con minifalda, tacos y sueltas de
ropa –fs. 1390vta/1391-.
En esa dirección, el a quo ponderó lo
manifestado por el testigo de actuación que participó de
dicho registro domiciliario, Nicolás Martín Godoy, quien,
según obra en la sentencia, “lo único que notó, fue una
mugre total en el lugar. Había dos chicas que vivían en
un cubículo chiquito. Después fueron atrás donde había
colchones. Adelante también había colchones”. –fs. 1391,
el subrayado me pertenece-.
El tribunal también ponderó lo declarado por
Leopoldo Sosa, cliente del cabaret que se encontraba allí
la noche en que fue allanado, quien manifestó, según lo
obrante en la sentencia impugnada, “que había poca gente,
unas 20/30 personas, que había mujeres trabajando,
tomando copas, que trabajan que uno les paga y tienen
sexo, tienen una piecita ahí arriba. Él no subió nunca,
se lo comentaron, le decían que cobraban tanto y ahí en
la piecita ejercían la prostitución” –fs. 1391 vta., el
subrayado me pertenece-.
Por último, el a quo valoró, en pos de
sustentar la decisión adoptada, el testimonio de Belén
Velázquez Mann, Licenciada en Psicología del Programa
Nacional de Rescate y Acompañamiento a las Personas
Damnificadas por el delito de Trata. Según se detalla en
el resolutorio impugnado, ésta relató que “en ‘anfitrión’
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Asimismo, logró acreditarse que los encausados percibían
la mitad del valor de cada “copa” que las damnificadas
realizaban en el lugar, lo cual demuestra el ánimo de
lucro de los aquí acusados.
Además, logró acreditarse, a partir de los
dichos de una de las víctimas –R.A.C.-, de las
constancias del allanamiento y de las testimoniales
brindadas por la Lic. Velázquez Mann, el Oficial Sigales,
el testigo de procedimiento Godoy, y el testigo Sosa –
cliente del lugar-, que en el establecimiento no sólo se
ofrecían “copas” por parte de las víctimas, sino que
también se podía tener relaciones sexuales por dinero, a
precios convenidos que fueron manifestados
coincidentemente por todas las víctimas. Las habitaciones
con camas y colchones que se hallaron en el lugar dan una
clara muestra de ello, y se corresponde con todos los
testimonios brindados en tal sentido. A lo cual se suma
que en el lugar los encausados tenían libretas sanitarias
de algunas de las víctimas, lo cual se corresponde con la
explotación de esas mujeres para el ejercicio de la
prostitución.
Todo ello permite aseverar, en contrario a lo
pretendido por la defensa recurrente, que no sólo el
“copeo” es una manifestación de la explotación sexual,
sino que en el establecimiento también se podía ejercer
la prostitución por parte de las víctimas. Y, sin lugar a
dudas, todo el contexto de “copas” y “pases” es lo que
les brindaba un marco beneficioso en términos económicos
a los acusados; lo cual se refuerza al corroborarse que
explotaban el ejercicio de la prostitución por parte de
dichas mujeres.
Dicho de otro modo, que los imputados no
obtuviesen un porcentaje de lo obtenido por las víctimas
por los “pases” realizados, su realización dependía y
retroalimentaba la compra de “copas” por parte de los
clientes, de lo que sí efectivamente se logró acreditar
que se quedaban con un 50% de su valor. Por ende, es el
contexto de ambas actividades, evaluado en su
integralidad situacional ya descripta en orden al
conjunto probatorio colectado e incorporado al juicio, lo
que demuestra la explotación sexual de la prostitución
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acreditado de modo fehaciente la participación dolosa de
Castillo Villablanca y Escobar en el hecho delictivo que
constituye el objeto de las presentes actuaciones –
respecto de las víctimas D.E.O., K.P.R. y R.A.C.-,
corresponde rechazar el recurso de casación interpuesto
por su defensa técnica sobre los puntos 4° y 5° de la
sentencia bajo análisis.
V. Ahora bien, y tal cual sostiene el
distinguido colega que encabeza el acuerdo –a cuyos
argumentos adhiero y me remito en honor a la brevedad-,
la sentencia sí se reputa arbitraria en torno a la
segmentada valoración de la prueba que fuera efectuada
por el a quo para absolver a los aquí acusados respecto
del resto de las víctimas que fueron halladas en el local
“Anfitrión” la noche que se practicó su registro
domiciliario –Gu.L.F., Gl.L.F., C.M.R., S.G., J.S.C.,
M.E.M. y F.O.S.-.
Ello así, dado que el a quo presentó argumentos
contradictorios en la misma sentencia que impiden
considerarla un acto jurisdiccional válido. Por un lado,
estimó que no pudo acreditarse la finalidad o el motivo
de la presencia de la totalidad de las nueve mujeres
halladas en “Anfitrión”. Pero, en la misma sentencia,
ponderó la versión brindada por K.P.R. en etapa de
instrucción, oportunidad en la que ésta manifestó que
“todas cobraban lo mismo”, en alusión a los “pases”.
Sobre ello, el tribunal entendió que “resulta de aquí
evidente que había otras mujeres que prestaban esos
mismos servicios sexuales y cobraban por ellos en una
misma modalidad y la misma tarifa” –cfr. 1392vta./1393-.
No resulta ajustado a las reglas de la lógica y
la sana crítica racional afirmar, por un lado, que todas
las mujeres que trabajaban en el negocio espurio en
“Anfitrión” cobraban lo mismo por los servicios sexuales
y, por otro lado, desconocer que todas las mujeres allí
encontradas eran trabajadoras sexuales que estaban bajo
el mismo régimen que el a quo logró acreditar, según lo
expresado en la propia sentencia.
Sobre el punto, la Corte Suprema de Justicia de
la Nación ya ha entendido que debe dejarse sin efecto el
fallo que se contradice en sus propios fundamentos
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Por ende, la situación de “copeo” y “pases” que
se efectuaba en el local “Anfitrión” era la misma para
todas las mujeres que allí fueron explotadas. A partir de
tal afirmación, no encuentra asidero la fundamentación
del a quo en la que aludió a que no se contó con el
testimonio de algunas de estas mujeres, y que ello impide
sostener la hipótesis acusatoria respecto de todas las
damnificadas.
Por el contrario, el contexto de explotación de
la prostitución ajena logró acreditarse a partir de los
testimonios de las mujeres que sí lograron exponer en el
juicio oral –o incluso en la etapa instructoria-, como
fueran detallados en el punto IV de este voto, por el
oficial policial interviniente durante el allanamiento y
su testigo de procedimiento –Godoy-, así como también por
la especialista que se encargó de entrevistar y realizar
un informe respecto de las circunstancias que enmarcaron
la actividad del lugar requisado –Lic. Velázquez Mann-,
así como también a partir del hallazgo de las libretas
sanitarias secuestradas en el allanamiento, respecto de
cuatro mujeres -K.P.R., C.M.R., S.G. y J.S.C., conforme
acta de allanamiento mencionada ut supra-.
En conclusión, y tal cual fuera expuesto por el
colega que lidera el acuerdo, la prueba fue valorada en
forma fragmentaria y aislada por el a quo, ponderación
que derivó, en orden a las falencias valorativas
señaladas, en la absolución de los aquí acusados por el
delito de explotación de la prostitución respecto de
Gu.L.F., Gl.L.F., C.M.R., S.G., J.S.C., M.E.M. y F.O.S.,
quienes fueron encontradas en el local “Anfitrión” la
noche en que fuera practicado el respectivo allanamiento,
oportunidad en la que también estaban las restantes
víctimas, respecto de las cuales fueran oportunamente
condenados los imputados por el tribunal sentenciante.
Al respecto, y tal cual fuera destacado por el
acusador público recurrente, el fallo bajo análisis
adolece de un defecto en su fundamentación por
sustentarse en una valoración sesgada y parcializada de
la totalidad de evidencias producidas a lo largo del
proceso penal, lo que, a la luz de los estándares
marcados por nuestro Máximo Tribunal en arbitrariedad de
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estas conductas objetivamente tienen entidad para
lesionar el bien jurídico, dado que restringen la
libertad de la víctima, objetivizándolas en su
acogimiento como objeto de explotación introduciéndolas
como objeto en el mercado de bienes y servicios,
independientemente a que se alcance el propósito de
explotación del ser humano (cfr. voto del suscripto en
causa FTU 400654/2008/CFC1, “TAVIANSKY, Ana Alicia;
OLIVERA, Verónica del Jesús s/recurso de casación”, reg.
N°2551/15.4, rta. el 29/12/2015, de la Sala IV de esta
C.F.C.P.).
En este punto del análisis efectuado, cabe
recordar que en diversos precedentes he sostenido que en
la redacción actual del tipo penal de trata de personas,
el consentimiento de la víctima para ser ofrecido o
acogido con la finalidad de ser sometido a su explotación
relativa al ejercicio de la prostitución en favor de
terceros, no tiene efectos jurídicos, por cuanto, en
relación a supuestos como el que nos ocupa, se encuentra
implícito en la naturaleza del bien jurídico tutelado que
no es posible otorgar consenso para ser considerado un
objeto o cosa y formar parte del mercado de bienes y
servicios. Se trata de la esencia de lo humano, cuya
propia explotación no puede ser consentida por el sujeto
sin afectación de la condición de persona, de su libertad
como bien inherente (cfr. mi voto en la causa FSA
2699/2013/CFC1, "LAMAS, Marina del Valle y TERAGUI,
Héctor Nazareno s/rec. de casación”, Reg. Nro.
939/2015.4, rta. el 21/5/15; entre varias otras).
El legislador intentó, en aras de evitar la
consumación de la explotación que implica la trata de
personas, anticipar la punibilidad a conductas previas a
su materialización, las cuales emergen de los verbos
típicos descriptos en el art. 145 bis del Código Penal –
ofrecer, captar, trasladar, recibir o acoger-.
A su vez, dentro de las agravantes que se
encuentran delimitadas en el art. 145 ter del Código
Penal, se ubica precisamente aquella que eleva la pena de
ocho a doce años de prisión “cuando se lograra consumar
la explotación de la víctima objeto del delito de trata
de personas” –anteúltimo párrafo del artículo citado-.
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considerando presentes algunas de las variables
detectadas en la persona de OLIVO (por ejemplo,
extracción económica humilde, migrante, con hijo menor de
edad en el país de origen, etc.) no puedo dejar de
considerar que la misma poseía estudios secundarios
completos, que en su país natal tenía trabajo no
vinculado a la prostitución de su propia humanidad, que
su familia de base se encontraba integrada con casa
propia en buenas condiciones, que poseía documentación
hábil de su país, que disponía de iniciativa y curiosidad
por el conocimiento de este territorio en búsqueda de
mejores oportunidades, que sabía de la necesidad e
importancia de mantener su estatus de ‘legal’ en el país
con posibilidad de lograr una radicación definitiva y los
beneficios que ello aparejaba, que había sido aconsejada
por propia compatriota que aquí había trabajos y que no
era necesario ofrecer su propia compañía o cuerpo a
extraños […]. De forma tal que no considero que [O.] haya
estado en aquel estado de vulnerabilidad que predica la
norma, no admitiendo por cierto en mi decisión que se
confunda humildad de origen y recursos básicos con
incapacidad para decidir entre ser explotada y/o
prostituida como único medio de vida. Este no era el caso
de la denunciante, afirmación que realizo no solo desde
la doctrina sino desde la experiencia forense que precede
al presente caso” –fs. 1384vta.-.
A partir de ese argumento, el a quo consideró
que es posible excluir la configuración, respecto de este
aspecto de la conducta perpetrada, del delito de trata de
personas. Para ello, citó jurisprudencia que entiende que
la trata es el paso previo a la explotación del sujeto
víctima del delito –cfr. fs. 1381vta./1383-. Con base en
ello entendió que, si bien se pudo dar por acreditado el
delito de explotación de la prostitución de D.E.O., no
logró confirmarse la materialización de alguno de los
verbos típicos contenidos en el art. 145 bis y ter del
Código Penal.
a. Ahora bien, de las constancias de la causa
ha quedado probado que mujeres de diversas nacionalidades
se encontraban en el cabaret “Anfitrión” siendo
explotadas en su ejercicio de la prostitución, dentro de
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el juicio oral, oportunidad en la que manifestó, según lo
descripto en la sentencia impugnada, que entrevistó a
D.E.O. al comienzo de esta causa y que “su primera
intervención tuvo lugar a la mañana después de la noche
en el hotel, que fue a la mañana a desayunar con ella.
Estaba muy asustada. Era una mujer con una situación de
vulnerabilidad previa, violencia conyugal, había llegado
a un lugar totalmente desconocido y diferente de su lugar
de origen. Su único contacto era una prima pero sin una
relación profunda. […] Tenía miedo de que la expulsaran
del país. Detectó vergüenza en Dominga, lo observó en el
desayuno, se avergonzaba de su trabajo de copera, sus
expectativas tenían que ver con otra cosa, ser empleada
doméstica” –cfr. fs. 1375/vta.-.Lo reseñado resulta
conteste con el informe presentado por profesionales del
Centro de Atención a la Víctima del Delito de Neuquén, en
el cual se concluyó que se pudieron determinar, a partir
de la entrevista, indicadores del delito de trata de
personas con fines de explotación sexual.
A su vez, otra evidencia de esta circunstancia,
resultó de la versión brindada por el testigo Molina,
empleado de Migraciones que atendió inicialmente a D.E.O.
y, quien, al haber percibido indicadores de trata,
decidió llamar a la C.A.V.D. para que tomasen
intervención. Para más, en instancia del debate oral, el
testigo manifestó que, al atender a D.E.O., le preguntó
si la estaban obligando a hacer algo, y ella manifestó
que no, pero que si ella no quería trabajar se quedaba
sin lugar para vivir.
Con tal dirección, el propio a quo ponderó la
declaración de la Lic. Velázquez Mann, quien explicó que
“la falta de colaboración de estas mujeres puede tener
distintos orígenes, por su experiencia al llegar unas
horas más tarde genera una mala disposición o que no
entiendan por qué van, sobre todo cuando son mujeres que
tienen una conexión, los ven como alguien que les está
sacando la fuente de trabajo sobre todo porque la mayoría
son extranjeras que no conocen a nadie, les da miedo dar
información y que eso les traiga problemas”. –fs.1393, el
subrayado me pertenece-.
En congruencia, también ponderó el informe
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vulnerabilidad" (Cumbre Judicial Iberoamericana de
Brasilia, marzo de 2008), a las que adhirió la Corte
Suprema de Justicia de la Nación (Acordada Nro. 5/2009),
se estableció que "se consideran en condición de
vulnerabilidad aquellas personas que, por razón de su
edad, género, estado físico o mental, o por
circunstancias sociales, económicas, étnicas y/o
culturales, encuentran especiales dificultades para
ejercitar con plenitud ante el sistema de justicia los
derechos reconocidos por el ordenamiento jurídico [...]
Podrán constituir causas de vulnerabilidad, entre otras,
las siguientes: la edad, la discapacidad, la pertenencia
a comunidades indígenas o a minorías, la victimización,
la migración y el desplazamiento interno, la pobreza, el
género y la privación de libertad. La concreta
determinación de las personas en condición de
vulnerabilidad en cada país dependerá de sus
características específicas, o incluso de su nivel de
desarrollo social y económico" (Capítulo 1, sección
segunda).
A partir de ello, he tenido oportunidad de
concluir que "la situación de vulnerabilidad hace
referencia a una situación en la que la persona es más
propensa a brindar su conformidad para ser explotado, y
el abuso de esa situación ocurre cuando el autor usa
intencionadamente o se aprovecha de la vulnerabilidad de
la víctima para captarla, transportarla, trasladarla,
acogerla o recibirla con el fin de explotarla, de modo
que la persona crea que someterse a la voluntad del
abusador es la única alternativa real o aceptable de que
dispone y que resulte razonable que crea eso a la luz de
su situación" (cfr. voto del suscripto en causa 13.780,
“AGUIRRE LÓPEZ, Raúl M. s/recurso de casación”, reg.
N°1447/12, rta. el 28/8/12 y causa N°12.479, “PALACIO,
Hugo Ramón s/rec. de casación”, reg. N°2149/12, rta. el
13/11/12, ambas de esta Sala IV de la C.F.C.P.).
Bajo el amparo de tales conceptos, corresponde
analizar si la situación de D.E.O. se enmarca en un
contexto de vulnerabilidad. A tal fin, resulta oportuno
destacar que, de los informes elaborados por los
especialistas que entrevistaron a la mencionada –
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educación secundaria finalizada, en situación de migrante
y oriunda de un país centroamericano, en clara situación
de pobreza –no tenía empleo en su país natal y tuvo que
hipotecar la casa de su padre para viajar a Argentina-, y
en un contexto de violencia de género por parte del padre
de su hijo. En suma, todos indicadores que se
corresponden con los estándares indicados en las citadas
“Reglas de Brasilia” adoptadas por la Corte Suprema de
Justicia de la Nación a través de la Acordada 5/2009,lo
que permite explicar el contexto de vulnerabilidad que la
llevó a desembarcar en un pueblo muy pequeño de la
provincia de Neuquén para ser explotada sexualmente por
los aquí imputados.
De este modo, las pruebas producidas en autos
permiten afirmar, con el grado de verosimilitud que exige
una sentencia, que la víctima se trataba de una persona
extranjera que arribó al país en una delicada situación
económica, y subsumida en un ámbito de violencia de
género, en una búsqueda de una mejor calidad de vida –
tanto para ella como para su hijo-, todo lo cual permite
acreditar la situación de vulnerabilidad en el que se
encontraba inmersa.
c. A su vez, como bien he tenido oportunidad de
manifestar anteriormente, fue esa situación de
vulnerabilidad de la víctima lo que permitió a los
acusados abusar de tal circunstancia para poder consumar
su fin de explotarla sexualmente.
De este modo, la configuración de los verbos
típicos relativos a la trata de personas resultan
evidentes: los imputados tomaron provecho de las
especiales condiciones de vulnerabilidad en las que se
encontraba la víctima para recibirla y acogerla a los
fines de explotarla sexualmente.
Ello encuentra asidero a partir de lo expuesto
en el informe obrante a fs. 556/564, del que surge que
“la mayoría de las mujeres residirían en el lugar y no
pagarían ningún momento por el alquiler y/o servicios,
coincidiendo en que dichos gastos estarían a cargo del
dueño del lugar. […] La mayoría de las mujeres habrían
concurrido al lugar allanado por sus propios medios, no
contrayendo deuda alguna. A una de las mujeres le habría
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conductas que resultan autoevidentes si se logró probar,
como ocurrió en autos, la explotación de la prostitución
ajena de una víctima en comprobadas circunstancias de
vulnerabilidad.
En otras palabras, el razonamiento sobre el
iter criminis indica que, para explotarla sexualmente,
primero debieron recibirla en su local, circunstancia que
se encuentra debidamente corroborada en autos en razón de
que no se encuentra en discusión que la nombrada ejerció
la prostitución en “Anfitrión”. De ello se deriva, que no
sólo no procede calificar por la figura del art. 127 del
código de fondo, sino que en su lugar corresponde aplicar
el tipo penal agravado del delito de trata de personas.
Por ende, a tono de conclusión, asiste razón al
representante del Ministerio Público Fiscal en cuanto
entiende que la sentencia carece de los mínimos
fundamentos necesarios para considerarla como un acto
jurisdiccional válido respecto de lo resuelto en el punto
dispositivo PRIMERO de la sentencia impugnada. Ello, a
raíz de las falencias argumentativas sobre las que se
apoyó la imposibilidad invocada por el a quo para
concluir como probada la consumación del delito de trata
de personas agravado por haber mediado la consumación de
la explotación y por encontrarse la víctima –D.E.O.- en
una situación de vulnerabilidad, circunstancias que
pueden darse por acreditadas en autos a partir de lo
expuesto en el presente acápite, conforme a la pretensión
punitiva formulada por el acusador público.
Por todo ello considero que, sobre este punto,
corresponde hacer lugar al recurso de casación
interpuesto por el Ministerio Público Fiscal, revocar el
punto dispositivo PRIMERO de la sentencia impugnada, y
dictar la condena respectiva en esta instancia.
VII. Por último, resta tratar el agravio
planteado por la defensa del acusado Castillo Villablanca
respecto de la pena de multa impuesta en autos.
Sobre este punto, habré de adherir a los
argumentos esgrimidos por el distinguido colega que
lidera el presente acuerdo.
Es que, tal cual fuera allí expuesto, si el a
quo consideró que media un concurso ideal entre las
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J.S.C., M.E.M. y F.O.S.-, lo cual a su vez concurre en
forma ideal con el delito previsto en el art. 17 de la
ley 12.331 (arts. 45, 54, 55 y 127 del C.P., y 17 de la
ley 12.331). Asimismo propicio que se condene a Escobar
como partícipe secundario del delito de explotación de la
prostitución ajena –respecto de las víctimas por las
cuales no resulta confirmada la sentencia recurrida, a
saber, Gu.L.F., Gl.L.F., C.M.R., S.G., J.S.C., M.E.M. y
F.O.S.- en concurso ideal con el delito previsto en el
art. 17 de la ley 12.331 (cfr. arts. 46, 54 y 127 del
Código Penal, y art. 17 de la ley 12.331).
Al respecto, ya he tenido oportunidad de
señalar que la potestad de esta Cámara para corregir el
error del a quo, dictando la respectiva condena y fijando
la pena correspondiente, resulta indudable, y emerge como
lógica consecuencia de una lectura exegética del Código
Procesal Penal de la Nación, desde que, de lo contrario,
y en lo sustancial, devendría inocua la revisión mandada
por el artículo 470 del ordenamiento legal adjetivo -que
no efectúa distinción alguna en cuanto al recurso de
casación del imputado o del acusador– (sobre el
particular, me remito a lo que tuve oportunidad de
sostener en la causa FSM 95764/2017/TO1/CFC1, “CORREA,
Carlos Javier s/recurso de casación”, reg. N°2235/19,
rta. el 6/11/19; causa nro. 12.260, “DEUTSCH, Gustavo
Andrés s/recurso de casación”, Reg. Nro. 14.842, rta. el
3/5/2011; en la causa nro. 13.373, “ESCOFET, Patricia
s/recurso de casación”, Reg. Nro. 479/12, rta. el
10/4/2012; en la causa nro. 14.211, “ROSA, Juan José
s/recurso de casación”, Reg. Nro. 1540/13, rta. el
27/8/2013; y en la causa nro. 578/2013 “CRIVELLA, Gustavo
Ismael y otros s/recurso de casación”, Reg. Nro. 1127/14,
rta. el 11/6/2014, todas de esta Sala IV; entre muchas
otras).
Este criterio ha sido confirmado por la Corte
Suprema de Justicia de la Nación en la causa D. 429 –
XLVIII- “Duarte, Felicia s/recurso de casación”, resuelta
el 5/8/2014, oportunidad en la que reconoció a esta
Cámara Federal de Casación la potestad para ejercer la
“casación positiva” de una sentencia absolutoria,
pronunciando la pertinente condena; así como la necesidad
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IX. En conclusión, a partir de todo lo
desarrollado hasta aquí, propicio al acuerdo: a. RECHAZAR
el recurso de casación interpuesto por la defensa de los
acusados respecto de los puntos dispositivos CUATRO y
CINCO de la sentencia impugnada; b. HACER LUGAR al
recurso de casación interpuesto por el representante del
Ministerio Público Fiscal y REVOCAR a los puntos PRIMERO,
SEGUNDO y TERCERO de la sentencia pronunciada; y, en
consecuencia: CONDENAR a Castillo Villablanca como autor
del delito de trata de personas agravada por el abuso de
la situación de vulnerabilidad de la víctima –solamente
respecto de D.E.O.- y por haberse logrado la consumación
de explotación de la víctima mencionada; en concurso
real con el delito de explotación de la prostitución
ajena –respecto de las demás víctimas, individualizadas
como R.A.C., K.P.R., Gu.L.F., Gl.L.F., C.M.R., S.G.,
J.S.C., M.E.M. y F.O.S.-, el cual a su vez concurre en
forma ideal con el delito previsto en el art. 17 de la
ley 12.331 (arts.45, 54, 55, 145 bis, 145 ter, inciso 1.
y anteúltimo párrafo, del C.P., y art. 17 de la ley
12.331); y CONDENAR a Escobar como partícipe secundario
del delito de explotación de la prostitución ajena –
respecto de las víctimas R.A.C., K.P.R., Gu.L.F.,
Gl.L.F., C.M.R., S.G., J.S.C., M.E.M. y F.O.S.- en
concurso ideal con el delito previsto en el artículo 17
de la ley 12.331 (cfr. arts. 46, 54 y 127 del C.P. y art.
17 de la ley 12.331); c. HACER LUGAR al recurso de
casación presentado por la defensa técnica del imputado
Castillo Villablanca respecto de la pena de multa
impuesta en el punto CUARTO de la sentencia recurrida,
debiendo anularse su imposición por errónea aplicación de
la regla concursal prevista en el art. 54 del Código
Penal; SIN COSTAS en esta instancia por haberse efectuado
un razonable ejercicio del derecho al recurso (arts. 530
y ss. del C.P.P.N. y art. 8, inc. 2, ap. “h”, de la
C.A.D.H.). TENER PRESENTE la reserva del caso federal.
El señor juez Javier Carbajo dijo:
Por compartir sustancialmente las
consideraciones formuladas por el colega que lidera el
Acuerdo, Dr. Mariano Hernán Borinsky, y en las
particulares circunstancias detalladas en su voto,
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