Problemas Jurídicos Del Arbitraje Ante El CIADI
Problemas Jurídicos Del Arbitraje Ante El CIADI
Problemas Jurídicos Del Arbitraje Ante El CIADI
Índice
I.- INTRODUCCIÓN. II.- PROBLEMAS JURÍDICOS RELEVANTES. 1. Requisitos para la competencia y
admisibilidad del arbitraje de inversiones en CIADI. 1.1. Fuente de la competencia y amplitud de
conocimiento del árbitro CIADI. 1.2. Competencia ratione personae. Nacionalidad como elemento definidor.
1.3. Competencia Ratione Materiae. Concepto de inversión. 1.4. Consentimiento como elemento central de la
competencia CIADI. 1.5. Competencia ratione temporae. Aplicación del CIADI según la vigencia del tratado
para el Estado mismo. 1.6. Constitucionalidad del arbitraje de inversiones. 2.- Procedimiento arbitral. 2.1.
Autonomía de la voluntad en la configuración del procedimiento. 2.2. Medidas cautelares. 2.3. Requisitos
para ser árbitros. Árbitros de emergencia. Sede del arbitraje. 2.4. Conducta del árbitro en el proceso. 2.5.
Opciones estratégicas de las partes. 2.5.1. Uso del “amicus curiae” como apoyo a la tesis de una parte.
2.5.2. Participación de la institucionalidad del Estado. III.- CONCLUSIÓN. IV.- BIBLIOGRAFÍA.
I.- Introducción
8 Sim (2014) p. 4.
Estado Contratante, no se reputara que constituye una obligación de someter ninguna diferencia
determinada a conciliación o arbitraje, a no ser que medie el consentimiento de dicho Estado”
13 Jara Burotto, 2016, p. 46.
1.5. Competencia ratione temporae. Aplicación del CIADI según la vigencia del
tratado para el Estado mismo.
Otro problema a identificar en el arbitraje de inversiones es la llamada
“competencia temporal”, o sea desde y hasta cuándo es competente el CIADI para
conocer de una disputa respecto de un Estado miembro. El Artículo 68.2 del
Convenio señala que un Estado es contratante a los 30 días siguientes desde el
depósito del instrumento de ratificación, aceptación o aprobación del texto
convencional. Por otra parte, respecto de la denuncia del art. 71 del Convenio,
dando un plazo de seis meses para que ésta se haga efectiva y se pierda la
jurisdicción o competencia del Ciadi respecto del estado mismo. Entonces, los
problemas que surgen aquí son, primero, la retroactividad de aplicación, y luego,
la ultraactividad tras la denuncia del mismo.
En cuanto al primero, la regla general es que sólo sea competente para los
casos cuyo ley, tratado o acuerdo es posterior a esos 30 días; sin embargo se ha
fallado que la ratificación posterior del convenio de Washington por los países
tiene efecto retroactivo para el caso de aquellos acuerdos o tratados que
contemplen la concurrencia a esa instancia. Así por ejemplo, en Holiday Inns vs.
Marruecos, si bien los dos países no signaron el Convenio de Washington al
2. Procedimiento arbitral.
2.3. Requisitos para ser árbitros. Árbitros de emergencia. Sede del arbitraje
Si bien el Ciadi maneja una lista de árbitros (art. 12 y siguientes), las partes
pueden nombrar a las personas que quieran, y sólo recurrir a la lista cuando
existan desacuerdos en la nominación (art. 40.1). Pueden nombrar uno o más
árbitros, pero si es un arbitraje plural la mayoría de los árbitros no pueden ser
nacionales de los estados involucrados, a menos que las partes hayan acordado
previamente otra cosa (art. 39). El Ciadi, al momento de recibir la notificación de,
debe recibir también el nombre e información esencial del árbitro designado, para
que sea notificado y éste decida. Si el susodicho no acepta, informa a la parte
nombradora para que designe otro nombre. Si pasados 90 días no se logra armar el
tribunal, se puede pedir al Presidente del Consejo de Ciadi que los designe de la
lista ya mencionada (art. 38). Ni el Convenio ni las Reglas de Arbitraje señalan
requisitos técnicos muy estrictos, tan sólo tener reconocida experiencia en Derecho
o Economía, amplia consideración moral y ser garantía de imparcialidad (art. 14.1).
En cuanto a la sede del arbitraje, los arts. 62-63 de la Convención y 13.3 de
las Reglas de Arbitraje permiten a las partes escoger el lugar de una serie de
alternativas que pueden ser la misma sede del Ciadi (Nueva York), la Corte
Permanente de Arbitraje (La Haya), u otros lugares aprobados por el Centro. De
todos modos, primero hay que estar a lo que se diga en el respectivo instrumento
que regula la inversión específica materia del conflicto33.
2.5.1. Uso del “amicus curiae” como apoyo a la tesis de una parte
Este es un tema que se ha tornado relevante en los últimos años, debido al
efecto de los fallos en la comunidad socioeconómica internacional, no sólo en
cuanto a lo estrictamente económico, sino a la seguridad jurídica para futuros casos
similares36.
Así, por ejemplo, en el caso Philip Morris contra Uruguay la decisión del
árbitro Ciadi generó un interés que va más allá de las partes directamente
involucradas, al revelar la relación entre libre comercio y derechos fundamentales.
Esto ha sido reconocido por el centro, al punto que en 2006 se modificó el
Reglamento de Arbitraje del Ciadi para permitir la intervención de terceros que
tengan un interés aunque sea indirecto, e incluso puedan emitir su parecer por
escrito al árbitro. Es lo que se conoce como “amicus curiae”. Para ciertos sectores,
esta institución viene a ser un instrumento que ayuda a la vigilancia del sistema, y
a resguardar ciertos aspectos del debido proceso como el derecho de audiencia37.
En todo caso, la intervención del amicus curiae debe cumplir con ciertos estándares
de utilidad, pertinencia, legitimidad y economía procesal, a fin de ser un aporte
real y no un instrumento para dilatar innecesariamente el caso38.
Si bien es un instrumento de uso preferentemente de apoyo a la tesis de una
35 Vásquez (2006).
36 Fach (2010), pp. 444-445.
37 Cruz Miramontes (2009) p. 437.
39 Vásquez (2006).
40 véase Marín Vicuña (2013), pp. 9 y 28.
41 Marín Vicuña (2013), pp. 5 y 27-28.
Estado demandado y el Derecho Internacional. Ahora bien, surge el problema de
saber la prelación o preferencia que pueda tener un tipo de Derecho respecto del
otro. Al respecto, existe consenso que la fuente primigenia y principal para el
derecho sustancial aplicable es el respectivo Tratado o Acuerdo de Inversión, o el
Contrato de Inversión si lo hubiere, que no por nada son el fundamento de la
existencia de la relación jurídica y por tanto del litigio. Las normas internas del
Estado parte se aplicarían en segundo lugar, para determinar las calidades que
puedan tener las partes, sobre todo los inversores. En tercer lugar, a falta de todas
ellas, el Derecho Internacional Público, para completar aquellas lagunas jurídicas
del tratado o acuerdo que no puedan ser solucionadas por el Derecho estatal del
demandado42.
Un posible conflicto puede darse en el caso de que concurran las llamadas
normas de “ius cogens” del Derecho Internacional, que puedan contradecir los
ordenamientos nacionales, en otras palabras, el rol que el orden público tiene en
esta materia y cómo ha de ser entendido. Pueden jugar un gran rol los principios
no normativos que pasamos a ver a continuación.
4.2. Recursos
Los arts. 50 a 53 del Convenio señalan que un laudo admite sólo los
recursos que el mismo convenio establece, a saber: rectificación o requerimiento de
decisión complementaria, aclaración, revisión y anulación, este último a cargo de
un árbitro distinto, prohibiendo su conocimiento a tribunales estatales, y cuyas
causales miran sólo a razones de procedimiento (art. 52.1). Esto, a juicio de la
doctrina, es un rasgo de protección de la autonomía del organismo debido a que no
se lleva en una sede distinta a efectos de garantizar el equilibrio entre Estado e
inversor52, aparte de existir razones de eficiencia para su mejor cumplimiento,
evitando alargar las disputas con los costos que ello conlleva para las partes 53.
Esta limitación, en cuanto a la recurribilidad de la decisión del juez arbitral
de Ciadi, ha sido una de las críticas más acusadas, y uno de los argumentos más
usados para la denuncia del tratado fundante, ya que se alega la inexistencia de un
sistema de apelación que ver causales de fondo, lo que unido a la no existencia de
un sistema de precedentes obligatorio crea un problema de incertidumbre jurídica
sobre todo para los Estados54. En base a ello, se propone la idea de un “Tribunal
Permanente de segunda instancia” por un periodo fijo, para permitir una mayor
unificación jurisprudencial y mantener el carácter autónomo respecto de los
Estados55. Más adelante veremos cómo, ante su indefinición procesal, el concepto
de “orden público” puede ser usado como un argumento para revisar el fondo por
vía indirecta por parte del arbitraje de nulidad.
4.3.1. Protección diplomática del inversor ante la negativa del estado condenado
Aquí un tema importante a discutir es el de la protección diplomática de los
inversores por su estado, que si bien se suspende durante la tramitación, vuelve a
ellos una vez concluido el proceso arbitral. Esta protección adquiere notoriedad
sobre todo cuando el Estado es el condenado a indemnizar a un inversor, en caso
de que aquél se niegue a cumplir lo fallado. Podemos pensar en que nace para el
Estado del inversor la posibilidad de recurrir a otras instancias para reclamar por
tal incumplimiento, amparado en el principio de pacta sunt servanda existente en
el Derecho Internacional, en conformidad a los artículos 27 y 64 del Convenio, que
prevén la protección diplomática o acudir a la jurisdicción de la Corte
Internacional de Justicia58. Esto se complica un tanto si es que el Estado
demandado ya esté fuera del pacto al momento de solicitar la ejecución, aunque es
posible argumentar la falta de buena fe del Estado demandado
4.3.2. Orden Público como causal de nulidad y como forma de conseguir una “apelación
indirecta”
Una cuestión que surge en cuanto a la posibilidad de ejecutar lo fallado por
el Ciadi es el tema del orden público, ya que es uno de los límites reconocidos
56 Vásquez (2016).
57 Sobre el particular, véase Rueda García (2014)
58 Moreno Blesa, 2015, p. 95.
tanto en el Derecho Internacional como en los derechos internos de los Estados.
Ni la Convención de Washington tiene un concepto de orden público –en
este caso un “orden público económico”- ni existe una indefinición doctrinaria
respecto al mismo. En Chile, se ha definido el orden público económico como el
orden jurídico establecido para garantizar los derechos fundamentales en el orden
económico como social59. Del mismo modo, no se encuentran con facilidad en el
repertorio jurisprudencial latinoamericano decisiones que traten del concepto de
orden público internacional. Persiste una tendencia a la simplificación del debate
transponiéndose el concepto de orden público interno a casos internacionales”60
Quizás la principal duda a que la doctrina pone atención es, junto con
determinar el alcance y características de este concepto, es saber a qué orden
público se está haciendo referencia. La mayor parte de las legislaciones apuntaría
al orden público local, pero también hay que considerar el orden público
internacional, el cual se referiría a justicia universal, jus cogens en derecho
internacional público y normas morales de naciones civilizadas. La jurisprudencia
suele inclinarse a favor del orden público local como el determinante en esta clase
de casos, problema es que eso viene a afectar la autonomía del Ciadi, al quedar sus
decisiones sujetas a posibles trabas locales61.
Asimismo, una de las cosas que preocupa es el uso de este concepto como
una verdadera “válvula de escape” a la falta de una instancia de revisión de mérito
sustancia de los fallos arbitrales del Ciadi, esto es, como una forma de “apelación
indirecta”62. A nuestro juicio, mientras no exista otra solución mejor, podría ser una
solución positiva, siempre que se aclare, primero, un concepto de orden público
y/o, ante la presencia de dos conceptos, cuál de los llamados “orden público” se
aplica o si alguno tiene primacía sobre el resto.
III.- Conclusiones
IV.- Bibliografía