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SCP 0076 2017

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Derechos

Fundamentales, Civiles,
Políticos, Sociales,
Económicos y
Culturales en la
Constitución

Estudiante:

Nataly Aguilar Nery

Docente:

Dr. Edwin Zegarra

Grupo:

Maestría en Derecho Constitucional Cochabamba 8

Cochabamba – Bolivia
La población Transgénero y Transexual de Bolivia logró la promulgación la Ley Nº
807 mismo que reconoce el derecho a la identidad de género de hombres y mujeres
TRANS en todo el territorio del Estado Plurinacional de Bolivia.

Sin embargo la Sentencia Constitucional 0076/2017 del Tribunal Constitucional


Plurinacional emitida el 9 de noviembre contra la Ley N° 807 “Identidad de Género”,
que como hecho relevante, declara la Inconstitucionalidad del parágrafo II del
artículo 11 de la Ley de Identidad de Género en su frase “Permitirá a la persona
ejercer todos los derechos fundamentales políticos, laborales. civiles, económicos y
sociales …”, viéndose de esta manera una vulneración a los derechos fundamentales
establecidos en la Constitución Política del Estado y tratados internacionales que el
Estado Plurinacional de Bolivia reconoció.

Es inevitable señalar que la Ley de Identidad de género no modifica el sexo de las


personas, modifica el “dato de sexo” respetando el derecho de las personas a la
identidad de género, en el marco de principios y nociones consolidados en el marco
internacional y no de acuerdo a un “ideología de género”, a partir del hecho de que
la condición sexual biológica de las personas no determina su vivencia personal de
género

Continuando con la acción de anticonstitucionalidad que concluyo en la anulación


del artículo 11 de la Ley de Identidad de Género, los argumentos presentados ante
el Tribunal Constitucional entremezclaron elementos jurídicos y morales. La
demanda se organizó en torno peticiones que apuntaron, como mínimo, a dejar el
matrimonio fuera del alcance de las personas trans. Como ser la declaración
anticonstitucional el conjunto de la ley en nombre de la dignidad humana y de la
indivisibilidad del sexo y del género. Asimismo reclaman la interdicción explícita del
matrimonio de personas trans con base en la interpretación de su definición
constitucional como una emanación de la finalidad reproductiva de los cónyuges. Y
finalmente pide anular la cláusula de confidencialidad prevista por la ley., ya que las
supuestas consecuencias de las interacciones sociales con personas trans sin
conocer su sexo de nacimiento: su empleo en funciones relacionadas con niños; el
uso de los baños públicos y, lo más desastroso a ojos de quienes presentan la acción,
el matrimonio con un individuo ignorando su “condición anatómica” y “su
imposibilidad de procrear”. Pero es en torno a los temas de la dignidad humana y
del matrimonio donde las ambigüedades del dispositivo sexo/género de la ley van a
desempeñarse al máximo. En estos dos terrenos, quienes promovieron el recurso
emplazan al Tribunal Constitucional a definir a este hombre y esta mujer que la
Constitución boliviana identifica como sujetos de derechos y contrapartes del
matrimonio.
El recurso se concentra en definir a los sujetos del matrimonio a partir de su
interpretación como una difusión de la reproducción, Planteada como “mecanismo
inicial” y “fin” de la vida en sociedad, la procreación es identificada con una
obligación social relacionada con el “derecho a la vida”.

Ya que la Constitución no la define, los accionantes contra la Ley de identidad de


género deducen entonces la identidad sexual de sus contrayentes de la finalidad
procreativa que atribuyen al matrimonio. Tratándose de los sujetos del matrimonio,
sus redactores anexan a los términos “hombre” y “mujer”, las expresiones
“entendidos como género sexual plenos” o “con condiciones sexuales plenas”, lo que
constituye una extrapolación del texto constitucional que no se refiere a su
anatomía, capacidad reproductiva o proyecto reproductor siendo uno de los roles
más importantes que posee la mujer es la labor reproductiva y materna”.

Por otro lado la Sentencia Constitucional objeto del presente análisis, señala que:
han centrado su interpretación al del objeto de la Ley de Identidad de Género sobre
los procedimientos que permiten el cambio de nombre, de dato de sexo y de imagen
en el registro civil, así como el derecho a realizar este trámite. Los derechos
fundamentales amparados por el antiguo artículo 11, más específicamente el
derecho al matrimonio citado nominativamente, escaparían de su alcance. Estos
quedan asociados con el sexo asignado al nacer, en nombre de la distinción jurídica
entre “dato de sexo” y “sexo”, y de la primacía del sexo en la definición de la
personalidad jurídica. El sexo es planteado como intangible: “La ley no modifica el
sexo sino el dato de sexo”.

De esta manera, concluyen que el derecho reconocido por la ley consistiría


únicamente en el derecho de cada persona a vivir su identidad de género como un
performance individual. Con ello, el Tribunal va a crear de facto un nuevo estatus
jurídico implícito y ambiguo: una categoría de ciudadanos con una identidad legal
fragmentada; sin que esta categoría pueda beneficiarse de un estatus oficial, como
ocurre en los países que reconocen el sexo neutro o la existencia de un tercer sexo.
Finalmente, la Ley de Identidad de Género solo otorga un derecho que se parece
más a una tolerancia a las personas trans: el derecho a vivir su sexo biológico de
mejor manera, en un modo que distingue entre personas trans.

Las determinaciones del TCP generan una inaceptable regresión que es contraria a
la naturaleza de progresividad de los derechos fundamentales, como lo establecen
los Arts. 13.I de la CPE. Señala: "Los derechos reconocidos por esta Constitución
son inviolables, universales, interdependientes, indivisibles y progresivos. El Estado
tiene el deber de promoverlos, protegerlos y respetarlos".
Finalmente podemos decir que de acuerdo a la SCP Nª 0076/2017, el cambio de
nombre propio, dato de sexo e imagen es únicamente en el marco del objeto de la
Ley de Identidad de Género, siendo este limitante y burlesco para el supuesto
reconocimiento con la que las organizaciones LGTB creyeron obtener, pues
únicamente ese conjunto de atributos y características que permiten la
individualización de la persona en sociedad, respecto de su identidad de género en
franco ejercicio de su derecho a la libre personalidad jurídica, permite que la persona
en ejercicio de su identidad de género que se vive interna e individualmente ejerza
todos los derechos fundamentales, políticos, laborales, civiles, económicos y
sociales, es contrario al orden constitucional que establece el instituto jurídico del
matrimonio entre un hombre y una mujer y de uniones libres o de hechos que
produzcan los mismos efectos que el matrimonio civil, porque permitir el ejercicio
absoluto de este derecho -identidad de género- cuando el mismo se refiere
solamente al ejercicio del fuero interior o vivencia individual en franco ejercicio de
su derecho a la libre personalidad jurídica mientras no afecte el derecho de terceros
sería validar un fin contrario al que la propia norma definió como su objeto.
Correspondiendo más bien que el Estado realice el desarrollo normativo y regule el
ejercicio de otros derechos en resguardo del derecho de terceros que pudieren ser
afectados con los mismos. De esta forma, el carácter absolutista de esta norma la
torna en inconstitucional en su frase “permitirá a la persona ejercer todos los
derechos fundamentales, políticos, laborales, civiles, económicos y sociales…”,
respecto que el ejercicio de identidad de género no significa el ejercicio absoluto de
los derechos fundamentales como el derecho a contraer matrimonio o uniones libres
o de hecho, es reconocido constitucionalmente únicamente entre un hombre y una
mujer y no a las personas que ejerzan su derecho a la identidad de género cuyo
alcance es únicamente en el ejercicio de su individualidad.

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