Morsa

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Morsa

La morsa es un mamífero que se


desenvuelve en las heladas aguas del
Océano Glacial Ártico. Su aspecto es
parecido al de las focas, pero presenta
dimensiones bastante extraordinarias. En
general es sociable con su manada, con la
que comparte de forma permanente, pero
cambia en los días de apareamiento. En
esta fase se muestra un tanto belicosa.
Características de la morsa
La morsa varía en dimensiones,
dependiendo de su especie. Sin embargo, todas son grandes y muy pesadas. Los
machos suelen ser más desarrollados que las hembras, pesando de 800 a 1700
kilos aproximadamente, y midiendo de 2.7 a 3.6 centímetros de largo. Ellas pesan
de 400 a 1.20 kilos y miden de 2.3 a 3.1 centímetros de largo. Su piel tiene unos
40 milímetros de espesor, lo que le permite protegerse de las heladas y de los
depredadores. La mayoría de los individuos muestran una coloración marrón, pero
ésta suele cambiar según la temperatura del agua. De allí que se pueden
encontrar morsas grises y rojizas. Esto ocurre porque su circulación sanguínea se
acelera para regular el calor de su cuerpo. A simple vista se puede apreciar que su
piel es rugosa. Su corto pelaje lo mudan anualmente y cubre casi todo su cuerpo,
a excepción de las aletas. En el área del cuello tienen una capa de grasa que se
hace más gruesa en otras zonas, llegando a alcanzar los 15 centímetros de
grosor.
En la trompa las morsas tienen de 400 a 700 bigotes, largos y grises. Poseen
además un par de colmillos arqueados que empiezan a salir cuando cumplen el
primer año y crecen por el resto de sus vidas. En algunos ejemplares miden hasta
un metro de largo y los utilizan para facilitar su movilidad, al igual que las aletas
planas que tienen a cada lado.
Las morsas viven por muchos años, unos 40 en promedio. Su edad se evidencia
por el aspecto de la piel, la cual va perdiendo la coloración con el pasar de los
años. Así, mientras más viejos son los ejemplares, más pálidos son.
Hábitat de la Morsa
Se ha comprobado que las morsas viven en manadas y conforman grupos de
hasta mil integrantes. Se cuidan y defienden entre ellas de los osos polares y de
las ballenas orcas, que son sus más cercanos depredadores. De mayo a octubre
se van a la playa para aprovechar la temperatura cálida. Cuando están bajo el
hielo hacen respiraderos al golpear el hielo con su cabeza, y salen del agua a
tomar aire. Las morsas del Atlántico habitan entre Groenlandia, Rusia, Canadá y
Noruega, donde hay unos 22.500 ejemplares distribuidos. Mientras, las morsas del
Pacífico pernoctan entre Rusia y Estados Unidos, donde se han contabilizado
unos 200 mil individuos aproximadamente.
Alimentación de la Morsa
Las morsas pueden comer más de 60 especies de animales marinos, entre ellos
camarones, cangrejos, almejas, caracoles, pepinos de mar y otros de contextura
suave. También se nutren de focas muertas.
Tan sólo en un día, una morsa se puede comer entre tres y seis mil almejas. Y si
están embarazadas, el consumo es mucho mayor, hasta un 40% de la ración
diaria.
Cuando están dentro del agua, las morsas utilizan sus bigotes para detectar
alimentos, porque su vista no las ayuda mucho en ese ambiente. Al localizar una
presa la entierran en la arena y luego la sacan echando agua a presión con la
boca. Si es suave se la comen toda de una vez, pero si tiene concha, sólo
succionan la parte interior.

Reproducción
La morsa macho alcanza su pleno desarrollo sexual a los 15 años, y las hembras
entre los 6 y 9 años. Ellos copulan bajo el agua, etapa durante la cual se ponen
agresivos y se pelean por la pareja.
La gestación tarda unos 15 meses hasta que paren una cría, la cual pesa entre 40
y 50 kilos. Nace en tierra o sobre hielo y recibe leche materna por dos años. Luego
se tiende a alejar de su progenitora hasta los cinco años.
Las morsas se juntan para reproducirse entre diciembre y marzo. Las crías suelen
nacer entre mayo y julio del año siguiente.
Relación con el hombre
Para los inuit, la morsa ha tenido desde antiguo un importante significado religioso.
Además, ha tenido un papel decisivo en todos los ámbitos de la vida de este
pueblo, ya que de ella obtenían carne y aceite, y sus colmillos, tanto como el resto
de sus huesos, les proporcionaron un inapreciable material de construcción en un
clima en el que los árboles son muy escasos; los estómagos de morsa con
moluscos Cardium son todavía hoy considerados una exquisitez. La caza de la
morsa llevada a cabo por los inuit, sin embargo, era de mera subsistencia y no
supuso ningún peligro para la especie. Todavía hoy se permite a las inuit cuotas
regulares de caza de subsistencia en Canadá, Rusia y Groenlandia.
Cuando los europeos llegaron al sur de los mares árticos en el siglo XVI, la morsa
se vio por primera vez en trance de desaparecer como especie pues empezó a ser
objeto de caza intensiva, sobre todo a causa del marfil de sus defensas, cuya
calidad solo es inferior a la del que se obtiene de los elefantes. Las morsas
habitaban por la costa este de Norteamérica, hasta Cabo Cod, y en el golfo de
San Lorenzo. En esta zona, en los siglos XVI y XVII se mataron anualmente varios
miles de morsas. En el siglo XIX ya no quedaba ni un solo ejemplar al sur de
Labrador. En busca de colonias de morsas todavía no descubiertas, los cazadores
fueron entonces internándose en regiones más y más remotas. Puede dar una
idea de las proporciones de las matanzas el hecho de que sólo entre 1925 y 1931
fueran cazadas en la isla de Baffin, en el Ártico canadiense, alrededor de 175 000
morsas. La morsa del Atlántico estuvo por este motivo al borde de la extinción, y,
por causas que se desconocen, sus poblaciones siguen sin recuperarse: sólo
subsisten hoy 15 000 morsas del Atlántico, una fracción mínima de la población
original.
La morsa del Pacífico fue sometida a masacres parecidas, aunque su caza se
inició en fecha posterior. Sin embargo, sus poblaciones se han recuperado
significativamente gracias a las medidas proteccionistas introducidas por Estados
Unidos y Rusia, y hoy cuenta de nuevo con unos 200 000 ejemplares. Por ese
motivo, la especie en su conjunto no se encuentra en peligro de extinción.
También la contaminación afecta a las morsas, que son especialmente sensibles a
los vertidos de petróleo, ya que los hidrocarburos se depositan en los fondos
marinos, lugar en que las morsas encuentran su alimento, reduciendo así el
número de sus presas.

Subespecies
Se reconocen dos2 subespecies de morsa:3
Odobenus rosmarus rosmarus
Odobenus rosmarus divergens
La morsa atlántica (Odobenus rosmarus rosmarus) habita en una región que va
desde el Ártico canadiense hasta el mar de Kara. Se cree que existen actualmente
unos 22 500 ejemplares (6000 en Rusia y Noruega, 12 000 en Canadá y 4500 en
Groenlandia).
La morsa del Pacífico (Odobenus rosmarus divergens) se encuentra al norte del
océano Pacífico, desde el mar oriental de Siberia hasta el mar de Beaufort, así
como en el mar de Láptev. Existen como mínimo 200 000 ejemplares de morsa del
Pacífico, en las costas de Rusia y Estados Unidos.4
La morsa del Pacífico es algo mayor: el macho puede llegar a pesar hasta 1800 kg
y tiene los colmillos más largos y el cráneo más ancho. El ejemplar de mayor
tamaño que se conoce llegó a pesar 2265 kg y a medir 4,91 m de longitud. Se
conserva en el Museo de Horniman de Londres.

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