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XXIII.

PIRATERÍA EN GRAN ESCALA.

1578-1587.

Walter Raleigh.—Primeros quebrantos que tuvo.—Funda la colonia de Virginia.—


Hace daños en Terranova.—Jornada de Drake a las Indias.—Saquea á Santo
Domingo y Cartagena.—Destruye á San Agustín de la Florida.—Regresa con
rico botín.—Ataque de franceses á Cuba.—Argelinos en Canarias.—Circunna
vegación de Cavendish.—Apresa la nao Sania Ana, de Filipinas.—Peripecias,—
Hónrale la Reina.

l éxito que alcanzaron las empresas aventureras


de Hawkins y de Drake, enaltecidas, honradas v
puestas como ejemplares dignos de imitación
por la Reina de Inglaterra, tuvieron grandísima in
fluencia en el país, despertando iniciativas hasta en
tonces inertes. Pareció cosa tan fácil enriquecerse á
costa de los españoles, depositarios de los tesoros de las In
dias, sin más que salir á la mar en espera de los bajeles car
gados de lingotes de oro, que los segundones de familias no
bles, los negociantes adeudados y los propietarios cuya renta
daba apenas para el pan de cada día, vendieron las fincas ó
los créditos para adquirir un barco, fomentando la construc
ción y los armamentos. No les era difícil alcanzar del Go
bierno carta de marca, es decir, patente ó autorización para
hostilizar, como en estado de guerra, aunque la paz subsis
tiese, y salir con esta garantía al Canal de la Mancha, al cabo
de San Vicente, á las islas Azores, ó á las Indias Occidenta
les, por etapas.
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39° ARMADA ESPAÑOLA.

Promovedor activísimo de la piratería vino á ser un per


sonaje elevado repentinamente á las esferas altas de la pri
vanza por sus modales y figura grata. Walter Raleigh (que
así se llamaba) ', soldado de fortuna entre los hugonotes de
Francia y de Flandes, significado por la crueldad innecesa
ria con los prisioneros de la expedición pontificia á Irlanda,
alcanzó los favores íntimos de la Reina, con los que se dio á
la intriga utilitaria.
Escribe uno de sus más cuidadosos biógrafos s que, mar
cando su carácter una mezcla rara de vicios y virtudes, re
presentó su papel en este mundo con nobleza unas veces, sin
ella otras, ya magnánimo y generoso, ya rastrero, altivo
siempre, valeroso sin superior, osado hasta la locura, y en
punto á moralidad poco escrupuloso.
Cínico, añadiré de mi cosecha, y avaricioso como el que
más, inclinó á su Soberana á la política ambigua anticatólica
que contrariara en lo posible á la del Rey de España, y ha
ciéndose armador empezó por alistar en 1578 siete navios en
compañía de su medio hermano Humphrey Gilbert, coronel
que había sido de una banda de ingleses en Flandes y autor
de un libro apoyando la existencia del paso ó canal hacia la
India por el NO. de América. Alistó su gente, al decir del
biógrafo citado, «entre los que andaban escapados del ver
dugo, blasfemos, rufianes, asesinos, á quienes la piratería
ofrecía digna tarea» % sólo que por encuentro en su camino
con la escuadra española de la guarda de Indias recibió dura
lección, derrotado, con pérdida de una de las mejores naos
y muerte del capitán Miles Morgan, costándole no poco tra
bajo disimular la ocurrencia en Inglaterra y resarcirse de las
pérdidas de la jornada *.

1 Más que ningún otro desfiguraron este nombre los españoles que lo transcri
bían, sin exceptuarlos embajadores, altos funcionarios é historiadores. Escrito se
ve Rale, Reale, Ralei, Rouley, Gualtero, Raelig, etc.
1 Life of sir Walter Raleigh, by James Augustus St. John, London, 1868. El
autor manifiesta no haberse contentado con examinar las muchas biografías ante
riores, acudiendo por si a los archivos, sin olvidar el de Simancas.
3 St. John, obra citada.
4 Conforma con St. John, Patrick Fraser Titler, Life of sir Walier Raleigh,
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PIRATERÍA EN GRAN ESCALA. 391

La segunda expedición, armada con el beneplácito de su


señora, no tuvo mejor suerte : componíanla cinco navios,
Deligth, Raleigh, Golden Hind, Swallow y Squirrel,e\
mayor de 200 toneladas, con 260 hombres entre todos. Esta
vez llevó el mando Gilbert, quedando el instigador en la
corte, y á poco de estar en marcha arribó el Raleigh con
epidemia á bordo; los otros continuaron hacia Terranova,
desembarcando en el Continente. La pobreza de la tierra
produjo descontento y motines; decidieron los jefes el re
greso, sufriendo temporal, durante el que zozobró la capitana,
pereciendo Gilbert con toda la tripulación. Únicamente el
Golden Hind, barco de 40 toneladas, volvió á las islas Bri
tánicas á dar cuenta de tantas desgracias (1583).
Raleigh no se desanimó, sin embargo; consiguió se exami
nara en el Consejo real Memoria suya proponiendo medios
que minaran y destruyeran la preponderancia de España,
empezando por arruinar su marina y comercio; y conside
rando que las pesquerías de Terranova eran para la nación
plantel de marineros y heredad de mantenimientos, indicaba
se comenzara por entorpecer esta industria, sin perjuicio de
llevar el mayor esfuerzo contra las flotas de Indias, para lo
que importaba tomar posición en el canal de Bahama '.
Siendo el plan muy del gusto de Isabel, se designó á Ber
nardo Drake, tío de Francisco, para lo de Terranova; al ca
pitán Carleill, para inquietar la costa de Galicia, distribu
yendo setenta cartas de marca ó autorizaciones de corso á
particulares. Raleigh la obtuvo especial á fin de colonizar en
la Florida; despachó dos navios mandados por Philip Ama-
dis y Arthur Barlow; y como éste publicara á la vuelta una
relación peregrina del viaje, se hizo popular el favorito, hon
rado por la Reina con la orden de Caballería.
En realidad no hicieron otra cosa los expedicionarios que

Edinburgh, 1844, Fourth cdition, y el estudio más moderno de Mr. William


Wirt Henry, Sir Waltcr Raleigh; the Setlemcnts at Roanohe and voyages ¿o Guiana,
inserto en la Narra/tve and critical history of América. Edited by Juslin Winsur.
London, 1886, vol. m, cap. iv.
1 Calendar of Statc papers, 1584.
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392 ARMADA ESPAÑOLA.

desembarcar en la isla Wokokon, verificando acto posesorio


con ceremonia y dar un vistazo al continente inmediato, no
vedad de todos modos para ingleses, con la que, y el nombre
de Virginia puesto á la región, aludiendo á la Reina, presta
ron nuevo impulso á las corrientes ultramarinas *, y no tardó,
en alistarse segundo armamento de siete navios, Tiger y
Roebuck, de 140 toneladas; Lion, de 100; Elisabeth, de 50,
y tres menores, bajo la dirección de Ricardo Grenvill *, deudo
del armador concesionario.
La jornada emprendió éste en Abril de 1585, conduciendo
800 soldados, una centena de pobladores, ganados, semillas,
instrumentos, por el golfo de las Damas, señalando á sus na
ves, como punto de reunión, la isla de Puerto Rico, y en ella
dio carena, adquirió ganado y frutas á cambio de mercancías
ó por la fuerza, para lo que desembarcó 400 hombres-, co
rriendo las cercanías de San Germán. Sus embarcaciones
menores capturaron á dos españolas de cabotaje que saquea
ron, sin hacer daño á la gente, siguiendo viaje al cabo de
doce días 3.
1 Los biógrafos citados ponen la salida de la primera expedición en Abril de 1584,
y en este año se anota la posesión de la colonia en el Calendar of Statcpapers. Don
Gabriel de Cárdenas Cano (R. Barcia), Ensayo cronológico para la historia general de
la Florida, anticipa la fecha al año 1583, suponiendo fue Grenvill el que llegó,
erigió fuerte, dejó 100 hombres y dio vuelta. En 1584 refiere que fue Raleigh en
persona, y éste dio nombre de Virginia á la región por un pueblo de indios que allí
habia, nombrado Viguinia. Es de creer que los autores ingleses están mejor infor
mados, por cuanto coinciden sus datos con otros nuestros, oficiales, del segundo
viaje. En cuanto al nombre, cuadra bien con el carácter de Raleigh el colmo de
adulación que significa.
2 En los papeles ingleses de la época se le designa por Richard Greyvile; en los
nuestros, queriendo tal vez traducir el significado, se le llama Campoverde, Verde-
campo, ó simplemente Richartc.
3 Carta del alcaide de la Habana dando cuenta de ocurrencias, Colección Nava-
rrete,t. xxv, núm. 48.—Carta de Hernando de Altamirano, preso en Mayo de 1585,
por la armada de Vcrdccampo. La misma colección, t. xxv, núm. 49. Altamirano
refiere que estos navios enviaba un gran señor de Inglaterra con propósito de po
blar en la Trinidad, Dominica ú otra parte no ocupada por españoles. Que Verde-
campo llevaba menestriles y órgano, diriendo que la música gustaba á los indios;
les despojó de cuanto llevaban, pero en cambio les regaló una Biblia en castellano,
á fin de que se persuadieran los españoles de la falsedad de su doctrina. Consigna
que tenía consigo piloto portugués, lo cual no es novedad; portugueses herejes ó
partidarios de D. Antonio, y por ende enemigos de los españoles, iban en todas las
expediciones inglesas, siendo autores ó inspiradores de los mayores daños.
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PIRATERÍA EN GRAN ESCALA. JQ3

Al regreso desde la Florida, como los nuestros decían,


apresó en las proximidades de la Bermuda una nao separada
de la flota de D. Antonio Osorio, con considerable botín,
pues cargaba cueros, jengibre, azúcar, amén de 120.000 du
cados en plata y oro. La gente echó en tierra en las Azores,
llevándose el barco á Inglaterra '.
Próximamente por el mismo tiempo salió Francisco Drake
á correr la costa de Galicia y Portugal f, y Raleigh hizo en
Terranova la sorpresa propuesta, cautivando 600 pescadores
españoles, que habían de pagar culpas de que eran inocentes.
Destinados á trabajar en las fortificaciones de Portsmouth,
se ordenó no se les facilitara por alimento más de tres dine
ros diarios en correspondencia del mal tratamiento hecho en
España á los corsarios ingleses, aplicando á esta atención el
importe del bacalao que pescaron *, y no fueron estos prisio
neros los mas infelices, que otros vendían por esclavos á los
argelinos *.
Decididamente, desde que la piratería comenzó á em
prenderse con escuadras, entrando en la tercera de las fases
señaladas, eclipsaron los ingleses á sus predecesores, maestros
y vecinos del continente, atenidos á las operaciones de con
trabando y pillaje menudo. Únicamente Mr. de Chaste, Go
bernador de Dieppe, apoyado por la reina Catalina de Médi-
cis, procuró empresas de aliento; pero no alcanzando los
medios á la medida de sus aspiraciones, hubo de contentarse
con alguna que otra expedición al Brasil, y cruceros de bu
ques sueltos en las Azores.
Los ingleses, mejor dicho, sir Walter Raleigh, insistía en

1 Declaración de Enrique López, mercader pasajero en la nao. Colección Nava-


rretc, t. xxv, núm. 53. Fue la aprehensión el 4 de Septiembre de 1585; la nao de
Campoverde, dice, era á manera de galeaza con dos andanas de artillería, muy ligera
de vela. Venía de la Florida, donde había dejado 300 hombres, y estuvieron para
perderse. Campoverde se servia con vajilla de plata, tocaban música cuando comía,
y el aspecto era de hombre principal.
5 Representando el papel de Dragón, según los documentos publicados en el
Calendar.
" Calendar, Octubre, 1585. Cartas de D. Bernardino de Mendoza, Embajador en
Francia, al Rey. París, Archivo Nacional, K. 1564.
4 Carta del mismo Embajador, ídem id.
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la colonización de Virginia, sufriendo las contrariedades con


que han luchado en principio todos los establecimientos
americanos. Ralph Lañe, Gobernador instalado en la isla de
Roanoake, no sólo tuvo que luchar con los indios, amigos de
la independencia, sino con el descontento y la insubordina
ción de su propia gente. Allá volvió Grenvill con tres naves;
fueron Thomas Cavendish, Ricardo Butler, Arthur Barlow,
con nuevos medios procurados en los cruceros del cabo de
San Vicente y de las islas Terceras, donde el mismo Raleigh,
que vivia con la magnificencia y esplendor de los señores de
la primera nobleza de Europa, igualando los honores á la ri
queza de sus tierras, castillos y palacios, despachaba incesan
temente naves en busca de botín, gobernándolas servidores
celosos suyos, entre ellos Whiddon y Evesham, que fueron
los aprehensores de Pedro Sarmiento de Gamboa cuando vol
vía del Magallanes.
No hay que decir que de vez en cuando experimentaran los
ingleses las quiebras que el oficio del corso tiene, más que
otro alguno; Cavendish sufrió descalabro atacando á los pes
cadores de Terranova, que se habían prevenido; D. Miguel
de Oquendo, general de la escuadra de Guipúzcoa, el Ade
lantado de Castilla, Capitán general de las galeras de España,
y D. Francisco de Eraso, que lo era de la guarda de Indias,
restaron de la lista de barcos y hombres perjudiciales cifras
considerables; y como los temporales soplaban para ellos con
la violencia que para otros cualesquier navegantes, solían
recibir las sacudidas. Tal ocurrió á un navio sumergido con
300 hombres que iban á Flandes ', y á la armada grande
que entre Hawkins, Jorge Clifford, conde de Cumberland y
Raleigh dispusieron para interceptar las flotas de Indias,
armada deshecha en las Azores con pérdida de siete ú ocho
naves y el resto mal parado *.

1 Carta de D. Bernardino de Mendoza al Rey. París, Archivo Nacional, K. 1564


- «Juan Aquines es vuelto con el armada nial parada del temporal, habiendo
perdido siete ú ocho navios, los mejores que el Almirante y Guate Rales tenían
para robar, y con ellos dos que hablan tomado con azúcar. Esto les ha dado muchu
pena, porque tenían esperanza, como en esto de apañar tienen ventura, de que
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PIRATERÍA EN GRAN ESCALA. 395

Con todo perjudicaban mucho al comercio y tenían en


perpetua alarma á los pueblecillos de la costa, escarmentados
con las violencias de los merodeadores \ La suerte reservaba
las caricias para nuestro conocido el Draque al volver al
mar de las Antillas, no con miserables barquichuelos, como
los que tenía al atacar á las recuas de Panamá en compañía
de negros cimarrones, sino á la cabeza de potente escuadra
de 23 naves con 2.500 hombres de guerra.
Francis Drake salió del puerto de Plymoutli el 15 de Sep
tiembre de 1585, haciendo vela para el de Bayona en Galicia,
con la mira de proveerse allí de víveres. Lo mismo que la
reina Isabel, sus capitanes eran extremados en la economía,
y por mejor que comprar vitualla tenían tomarla á los subdi
tos de D. Felipe, sacando de Galicia ganado, aves y lo más
que podían. Con este propósito se detuvo el Almirante un
mes merodeando sin resistencia; los ribereños abandonaron
los pueblos, retirándose hacia el interior y dejándole dueño
de las casas y de las embarcaciones de pesca 2. Faltábale la
provisión de vino, que pensó hacer en las islas Canarias, em
pezando por la de Palma; mas los naturales defendieron el
desembarco, echando á fondo una lancha y matando seis
hombres, y los de la Gomera se presentaron en la misma
actitud; por lo que, sin insistir, continuó navegando á las islas
de Cabo Verde, menos belicosas. Allí, en la de Santiago,
saqueó á su placer, incendió las casas, embarcó la artillería,

hiciera algún gran efecto.» ídem id., K. 1564.—Jolin Barrow, Afemoirt 0/thc naval
woitl/ies, consigna que por resultas de esta expedición quedó arruinado el conde
de Cumberland. Fraser Tytler, IJfe ,¡f sir Walter Raleigh, se ciñe á expresar que la
empresa resultó desgraciada.
1 Relación de los dañas que se entiende han hecho las armadas de Inglaterra en la
costa de Portugaly Galicia este año 1585. Colección Navarrcte, t. X.xv, núm. 50. Rela
ción de las fiaos que fueron tomadas por ingleses desde I.° de Agosto ¡i 12 de Noviembre.
La misma colección y tomo, núms. 51 y 52. Anotan estos documentos presa de 27
naves españolas, francesas, flamencas y venecianas, valoradas en 294.500 ducados.
Relación de lo que los corsarios ingleses hicieron en el reino de Galicia, año 1587. Biblio
teca Nacional ,'ms. ce. 4 2,fol. 141.
* Cuenta Cabrera de Córdoba, t. ni, pág. 176, que Pedro Bermúdez, que tenía
el gobierno de la gente de guerra, reunió hasta 5.000 hombres, y hostilizó á los
ingleses en Bayona y Vigo; pero el hecho es que ellos lograron lo que se proponían.
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396 ARMADA ESPAÑOLA.

llevóse algunos negros y portugueses voluntarios, y refresco


con que combatir enfermedades de que se le habían muerto
en la travesía 400 hombres.
La inmediata escala hizo en Santo Domingo, donde estaba
la gente tan tranquila y confiada, que no tuvo que hacer
esfuerzo de hombre de guerra. Treinta jinetes y 50 arcabu
ceros se mostraron por junto en las afueras de la ciudad,
haciendo ademán de cerrar el camino á los ingleses des
embarcados.
Gobernaba el licenciado Cristóbal de Ovalle, presidente
de la Audiencia, hombre de letras, que no dio crédito á las
noticias de aproximación del enemigo, y que escapó en un
navio al avistarlo, dejando que los gobernados salieran del
paso como pudieran. Entraron, pues, los ingleses en la ciu
dad, la saquearon y pusieron fuego á unas ochenta Casas,
amenazando no dejar ninguna en pie si los propietarios no las
rescataban, regateando desde un millón pedido en un princi
pio, hasta 25.000 pesos, con que se conformaron, indepen
dientemente de la plata y joyas de las iglesias y monasterios,
que profanaron, incendiando, á pesar de todo, los de San
Francisco, Santa Clara y Regina Celi, y matando en el
primero á dos religiosos. En el puerto tomaron un navio
cargado de cueros, quemaron la galera real y diez ó doce
barcos de cabotaje; embarcaron la artillería de la fortaleza y
el botín con mucha tranquilidad, y se hicieron á la vela con
rumbo á Cartagena.
Allí tenían aviso del peligro cuarenta días antes que ame
nazara; de manera que pudieron prevenirse llamando á la
gente de las poblaciones del interior, levantando trincheras
y cavando fosos. Hízose alarde, pareciendo 54 jinetes, 450
arcabuceros, 100 piqueros, 20 negros armados con mosquetes
y 400 indios flecheros. Estaban además en el puerto dos ga
leras que habían ido de España, muy en orden, con 150 ar
cabuceros, buenos soldados; era, pues, de esperar que Drake
no penetrara con la facilidad que en las plazas inapercibidas;
sin embargo, desembarcados los ingleses en la noche del 16
de Abril de 1586, bastó la aparición de una avanzada de 20
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PIRATERÍA EN GRAN ESCALA. 397

hombres para que huyeran á todo correr los de las trinche


ras, abandonando la ciudad sin procurar siquiera la aparien
cia de una escaramuza defensiva. Lo mismo ocurrió en el
puerto, adonde el pánico se había comunicado: los de las
galeras las incendiaron, escapando con la demás gente al
monte, y de allá vino en persona el Gobernador con el
Obispo á fin de negociar el rescate de los edificios, proce
diendo por el sistema inglés, como en Santo Domingo. El
negocio se hizo por 107.000 ducados; mas luego advirtió
Drake no entrar en la cuenta la iglesia y el monasterio, por
los que exigió 1.000 ducados más, y por complemento rega
los, víveres y cuanto pidió, que si más quisiera más le facili
tara el complaciente gobernador Pedro Fernández de Bustos.
¿En qué se parecían aquellos españoles á los que militaban
en Flandes? ¿Cómo se explica su vergonzoso apocamiento?
En parte lo declara la condición de las cabezas que debían
regirlos," pero ni aun siendo de todo punto incapaces, como
resultaron, ¿se concibe que no hubiera entre tantos hombres
quien supliera la deplorable actitud de los gobernantes, ó
quien por acción singular atenuara la mala impresión produ
cida por el conjunto * ?
Drake embarcó, lo mismo que en las escalas anteriores, la
artillería de la plaza y la de las galeras; estuvo cincuenta y tres
días en el puerto descansando, y habiendo salido á la mar,
volvió de arribada por otros diez, sin causar mavores extor
siones.
El 29 de Mayo apareció en la boca del puerto de la Haba
na, presentando en línea 16 naves grandes y 14 menores; mas

1 Cabrera de Córdoba procuró sincerar al general de las galeras D. Pedro Vique


Manrique, caballero valenciano, que había servido con buena nota en Perpiñán,
Lombardia y Flandes, socorro de Oran, expugnación del Peñón y guerra de Gra
nada. El año 1578 fue nombrado General de. la costa de Tierra Firme, para cuya
defensa habia de llevar desde España dos galeras y una saetía auxiliar; y habién
dole dejado á discreción el viaje, d remolque de las flotas si lo prefería, lo hizo
directamente con la molestia y peligro que se presumen. Escribió en Cartagena
relación de descargo, culpando al Gobernador y declarando que dejó las galeras
con propósito de defender la plaza porque los vecinos se lo suplicaron, deposi
tando en él la confianza; mas ni en la plaza hizo cosa de provecho, ni en las gale
ras que abandonó, faltando al deber, se dio á conocer su condición de general.
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ARMADA ESPAÑOLA.

allí se descubrían en escuadrones hasta 700 arcabuceros y 300


piqueros, porque los avisos corridos desde que entró en el
mar Caribe la escuadra habían dado tiempo á reconcentrar
la gente de armas tomar en la isla; y no pareciendo que pu
diera hacerse otro rescate de edificios con la facilidad de los
anteriores, no lo intentó Urake, y se entró en la bahía inha
bitada de Matanzas á rellenar la aguada. Los destacamentos
que allí le siguieron; la vigilancia y hostilidad en la playa,
donde le tomaron una lancha y mataron algunos marineros,
confirmó su opinión de no convenirle arriesgar lo que ya
tenía ganado, instándole la consideración á desembocar por
el canal de Bahama.
Al paso por la costa de la Florida tomó sin resistencia el
fuerte de San Juan de Pinos, que le abandonaron con 14 pie
zas de artillería los de la guarnición. Lo propio hicieron los
de la ciudad de San Agustín, que redujo á cenizas; y que
riendo, por último, visitar la colonia de Virginia, la halló en
estado tan miserable, que tuvo por bueno embarcar á los
pocos vivientes y llevarlos á Inglaterr?.
El 28 de Julio de 1586 saludaban con júbilo el regreso del
hombre afortunado, del marinero audaz, cuyo nombre en
todo el mundo se pronunciaba con admiración. No había
desplegado en esta campaña, más que en las anteriores, dotes
de guerrero; no tuvo que combatir en parte alguna; por
doquiera halló paso franco y gente sumisa; mas lo que saltaba
á la vista era el trofeo militar de 240 piezas de artillería de
bronce, bastantes para armar otra escuadra. Ellos quisieran
mejor verle desembarcar más dinero; abierto el apetito con
la expedición de vuelta al mundo, confiaban en que lo traería
otra vez '.

1 Dan noticias amplias de esta ¡niñada: Dedo ¡ación de un inglés llamado Fran
cisco, de la armada de Dralic, preso en la ciénega de Santa María. Colección Nava-
rrete, t. xxv, núm. 56.—Carta de Diego Daza al Gobernador de la Habana con aviso
de la toma de Santo Domingo por Dralic. La misma Colección, t. xxv, núm. 57.—
Relación que envió Diego Hidalgo de Montcmayor, Juez de la Audiencia del Nuevo
reino de Granada, de la toma de Cartagena por el inglés,y de las cosas sucedidas en
ella. La misma Colección, t. xxv, núm. 58.— Relación de lo ocurrido en la pérdida de
Cartagena, escrita por D. Pedro Vique, general de las galeras que estaban en el puerto.
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PIRATERÍA EN GRAN ESCALA. 399

Los vecinos de la isla de Cuba, que, como se ha visto, libra


ron su propiedad disponiéndose animosos á defenderla, die
ron en este año nueva prueba de entereza apresando en Man
zanillo á una fragata de corsarios franceses que molestaba á
las estancias de la costa, y escarmentando en Santiago á los
que quisieron vengar á sus compatriotas, ahorcados por la
justicia en Bayamo, aunque entraron en el puerto con seis
navios y desembarcaron cohombres; pues si bien consiguie
ron poner fuego á la iglesia y á parte de las casas, costóles la
pérdida de 56 muertos, contado su jefe, y hubieron de alejarse
precipitadamente, sin llevar cosa de provecho '.
No tan venturosos los de la isla de Lanzarote 2, sufrieron
casi al mismo tiempo (Julio) el ataque de siete galeras y 1.200
argelinos y turcos mandados por Morat ó Amurat, que cau
tivó 200 personas, entre ellas la mujer é hija del primer mar
qués D. Agustín Herrera y Rojas.
Volviendo á los ingleses, apenas llegado de las Indias
Drake, volvió á la mar Hawkins con 17 naves gruesas, ilu
sionado con la antigua esperanza de interceptar alguna flota
de Indias, que en esperanza quedó todavía, brillando sobre su
nombre el de otro capitán hasta entonces descalabrado en la
Florida y en Terranova.
Tomás Cavendish 7l era del número de los caballeros que,

La misma Colección, t. xxv, núrn. 59.—En las cartas de D. Bernardino de Mendoza


al Rey, conservadas en el Archivo nacional de París, signatura K., 1564, avisa haber
llegado Drakc de vuelta con 18 navios bastante averiados, con pérdida de unos mil
hombres de los que sacó para la expedición. Traíalos cardados de azúcar y cueros,
no pasando de 200.000 ducados el dinero; es decir, el importe de los rescates de
Santo Domingo y Cartagena. Los demás objetos de valor procedían del despojo de
las iglesias, siendo el principal un crucifijo de Santo Domingo con las imágenes
de la Virgen María y San Juan Evangelista, que tenían piedras preciosas. Habían
sacado dei botín dos buenas partes para la Reina y para Drake; á los caballeros
repartieron 100 libras esterlinas, y á los soldados y marineros á 80 reales; porción
que les pareció corta y se amotinaron, siendo necesario doblarles la adjudicación
para contentarlos.
1 Relación que envió el capitán Gómez de Roja* Manrique, Teniente gobernador de
Santiago, al gobernado r Gabriel de Lujan, de lo sucedido con corsarios franceses desde 11
de Abril hasta 29 de Mayo de 1586. Colección Navarrete, t. xxv, núm. 60.
- Relación del saco de la isla de Lanzarote, Biblioteca Nacional, ce. 42, fol. 149.
' Es uno de los apelativos ingleses que más han tergiversado nuestros escritores;
tengo anotadas estas variantes: Candis, Celari Escandí, Celaries Candi, Serarv
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400 ARMADA ESPAÑOLA.

habiendo disipado la fortuna, quisieron reponerla en la mar:


salió de Plymouth el 21 de Julio de 1586 con tres naves y 123
personas; tocó en las islas de Cabo Verde y en Sierra Leona,
reconoció la costa del Brasil y contigua hasta el estrecho de
Magallanes; fondeó en un puerto, que nombró Deseado; per
dió las amarras, y embocando á principios de Enero de 1587
tomó á su bordo al español Tomé Hernández, negándose á
recoger á los pocos que aún vivían de los pobladores llevados
por Pedro Sarmiento de Gamboa; se aprovechó para leña de
la madera de las casas de la ciudad de Don Felipe, yerma y
abandonada; desenterró siete piezas de artillería de bronce
para llevárselas, y pasando lo que faltaba del estrecho, salió
al mar del Sur, sufriendo duros temporales con cerrazón que
no consentía divisar la costa. La isla de Santa María, primer
punto que reconoció, le suministró provisiones frescas;'y no
habiendo podido tocar en Valparaíso, adonde se dirigía,
fondeó en Puerto Quintero, queriendo engañar á las autori
dades valiéndose de la lengua de Hernández; mas éste, disi
muladamente, descubrió el intento y huyó hacia los españo
les, que atacaron álos advenedizos, matándoles siete hombres
y tomando otros nueve prisioneros l. Al punto despachó el
corregidor de Santiago de Chile avisos por mar y tierra, po
niendo en alarma á la costa, donde se repitieron las escenas
cómicas representadas cuando se apareció Drake en el Pací
fico. Lo mismo que entonces, no había un solo navio armado

Escandy, Escandech, Escander, Cande, Candit, Candercs Tembleque, Candieres de


Tembley, Candali.
1 En una información extractada por D. J. T. Medina, en su Historia de la In
quisición en Chile, t. 1, pág. 372, se dice que siendo provisor del obispado Fran
cisco Pastene, con noticia de la aparición de los ingleses en el puerto de Quintero,
por haber falta de gente en la ciudad llamó y juntó los clérigos, y con hasta 30 fue
en persona, llevando por alférez al canónigo D. Pedro Gutiérrez, todos con sus
armas y caballos, á la defensa, y se hallaron en el rebato y reencuentro que con ellos
se tuvo Los prisioneros fueron conducidos á Santiago, donde, reservando tres
para obtener noticias, ahorcaron á los demás, «no con poca dicha suya (escribe un
piadoso cronista de la época), porque, dejándose persuadir de la verdad de nuestra
fe, se reconciliaron con la Iglesia católica romana, dejando prendas de su predes
tinación». Los tres reservados figuraron en el auto de Lima de 1592; y habiéndose
reconciliado también, sufrieron reclusión en monasterios para instruirse en las
cosas de la fe católica.
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Alejandro Farnesio, Duque de Parma.


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PIRATERÍA EN GRAN ESCALA. 401

que pudiera oponerse al enemigo, y toda la actividad de las


autoridades se empleó en formar compañías, nombrar gene
rales, almirantes y capitanes, levantar parapetos y buscar
cañones y arcabuces, que otra vez estaban almacenados y
mohosos. En el Perú se dispusieron dos de las naves coste
ras para llevar aviso á Panamá de hacer armada. En Méjico
se acordó aprestar las naos de Acapulco, poniéndolas á las
órdenes del oidor Diego García de Palacio, improvisado
general de mar, y en tanto avanzaba hacia el Norte el cor
sario tocando de puerto en puerto y garbeando lo que le de
jaban. En Anca, en Pisco, en los fondeaderos contiguos que
maba los buques en construcción y las iglesias; en Paita lo
hizo con la población entera por negarse los vecinos á resca
tarla, y así en los caseríos ó pueblos sin importancia.
Pareciéndole la isla de la Puna á propósito para reconocer
y calafatear los fondos, seguro de no haber nave que pudiera
inquietarle, tumbó de lado las suyas, fortificándose en tierra
por lo que pudiera suceder, aunque no con mucho cuidado
por lo que se advirtió; y así, pasando de noche en balsas de
indios, desde el continente, Juan de Galarza con algunos ve
cinos, atacó al amanecer con ímpetu bastante para matarles
25 hombres, tomar cuatro prisioneros y obligar á reembarcarse
y escapar los otros, abandonando la fragua con toda la herra
mienta, 30 pipas y 20 mosquetes con efectos varios. Los pre
sos declararon que en la mar no habían sido dichosos, ha
biendo tomado tan sólo barquichuelos cargados de madera ó
cosas de comer; con plata, ninguno.
Después del contratiempo no se determinó Cavendish á
presentarse ante ninguna de las poblaciones de importancia;
quedábale poca gente para arriesgar desembarcos. Única
mente, con objeto de renovar aguada ó víveres, se arrimaba
á la tierra, pasando de largo hasta la de Nueva España, donde
quemó el pueblo de Guatulco con algún otro de los desampa
rados. Cifraba el deseo en el encuentro de alguna embarca
ción rica, que al fin logró, cruzando á la espera sobre el cabo
de San Lucas, en California '.
1 La correspondencia de los virreyes del Perú y de Méjico dando cuenta de las
TOMO II. 2li
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40» ARMADA ESPAÑOLA.

La nao Santa Ana había salido de Cavite, en la isla de


Luzón, en Julio de 1587, trayendo para Nueva España car
gamento de objetos de China y muchos pasajeros, mercade
res en la mayor parte; mandábala el capitán Tomás de Alzóla,
y no tenía artillería ni armas, no pareciendo necesarias en la
navegación, hecha hasta entonces sin sospecha de enemigos.
Al recalar sobre el cabo de San Lucas el 14 de Noviembre,
avistaron dos velas, á las que se aproximaron sin desconfian
za; empero poniéndose la mayor por barlovento, tocando cla
rines y arbolando banderas hizo descarga de artillería y mos
quetería en actitud de abordar. Á instigación del capitán
Alzóla sacaron en el acto las armas de los pasajeros, re
uniendo como docena y media de espadas y rodelas, dos
arcabuces y un frasco de pólvora que tenía el Capitán. Los
marineros subieron piedras del lastre, y con hierros del per
trecho se aparejaron á la posible defensa, rechazando briosa
mente el abordaje, en el que saltaron á bordo unos cuarenta
ingleses. Cinco de éstos murieron, otros seis quedaron heri
dos, y el resto se arrojó al agua, á excepción de un oficial que
subió por la jarcia, cortando con rabia los cabos de la manio
bra, hasta que el capitán Alzóla le disparó el arcabuz, tum
bándolo. La nave inglesa se -Tolvió á arrimar repitiendo las
descargas con muerte de 11 españoles y mucho daño en el
casco, y abordó segunda vez por la proa, echando gente, que
fue rechazada. No volvió á acercarse: sostuvo el fuego de
artillería con 29 piezas y dos bombardas pedreras que tenía.
Consultó el Capitán á los pasajeros qué hacer, siendo
opinión general que se dieran á partido con la seguridad de
las vidas, pues no había otro remedio. Cavendish lo acordó,
marinando desde luego la nao y dirigiéndose eri su compañía
al fondeadero del cabo. Allí transbordó el cargamento á sus
barcos, echó á los españoles en tierra, registrándolos escru
pulosamente, y cuando hubo concluido la operación incendió
á la Santa Ana, que se consumió hasta la lumbre del agua.

ocurrencias referidas y de las prevenciones,tomadas, se halla en la Colección Na-


varrete, t. xxvi, números 24 a 30.
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PIRATERÍA EN GRAN ESCALA. 403

Con los pasajeros se mostró inhumano, maltratándolos de


palabra y de obra, y á D. Juan de Armendáriz, canónigo de
Manila, ahorcó, acusándole de descomedido; sólo trató con
alguna consideración á cuatro mujeres pasajeras, regalándo
las por despedida un tejo de oro que valdría 500 pesos.
Retuvo á uno de los pilotos para conocer la derrota de Occi
dente, é hizo vela llevándose sobre 700.000 pesos en metal, y
valor de millón y medio en brocados y otras sedas ricas.
Los desdichados tripulantes del Santa Ana se atrinchera
ron en defensa de los salvajes del país; y como la necesidad
aguza al entendimiento, con el trabajo que es de considerar
lograron, á favor de las mareas, sacar á la playa lo que que
daba de la nao, que era la quilla con el arranque de las cua
dernas; aderezaron falca, timón y velas, y con aquella especie
de chata se hicieron á la mar, huyendo de los indios, con la
buena suerte de llegar en doce días al puerto de Santiago, en
la provincia de Colima, y de allí al de Acapulco, donde en
traron el 7 de Diciembre del mismo año '.
Cavendish continuó el viaje á las islas de los Ladrones y
Filipinas, que alcanzó con su nave sola; la que le acompañaba
desapareció en la mar con parte de lo robado, sin que nada
haya vuelto á saberse de ella. Aquél, habiendo reconocido el
cabo del Espíritu Santo, ahorcó al piloto español de que se
había servido, pretextando que pensaba hacerle traición. En
la isla de Panay trató de incendiar un galeón que se cons
truía en el astillero, impidiéndoselo el capitán Manuel Lo
renzo de Lemos con escaramuza, en que le mató siete hom
bres; apartóse entonces con rumbo á Borneo y las Molucas, y
por el cabo de Buena Esperanza regresó al puerto de Ingla-

1 Consta por declaraciones conformes prestadas ante las autoridades de Nueva


España por el capitán Alzóla y por el pasajero Antonio de Sierra. Colección Nava-
rreíe, t. xxvi, números 31 y 32. Fr. Gaspar de San Agustín retrasa el viaje de la
nao Santa Ana al año 1588 en su Historia de la conquista de las islas Filipinas, y
consigna que el capitán Alzóla murió en el combate. La declaración de Tomé Her-
nánaez, el español que Cavendish recogió en el estrecho de Magallanes, publicada
por apéndice de los viajes de Pedro Sarmiento de Gamboa, da mucha luz relativa
mente á la primera parte del viaje.
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ARMADA F.Sl'ANOI.A.
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térra al cabo de dos años y menos de dos meses, entrando


con las velas forradas de seda, los marineros vestidos de da
masco, los palos y vergas empavesados.
Cavendish escribió relaciones de la jornada, destinadas al
Almirante de Inglaterra y al público, contando en las prime
ras «haber rodeado el globo del mundo, trayendo inteligencia
cierta de todos los lugares que fuesen sabidos por algún cris
tiano»; diciendo en alguna de las otras que había reñido com
bate sangriento con el Almirante de la mar del Sur, y to
mado la nave más rica que jamás pasó aquel mar, como que
valía el cargamento tres millones y medio, por mercaderías
que no cabían en su bajel y que tuvo que destruir en mayor
parte. De una de aquellas relaciones, la que puede conside
rarse oficial, se proporcionó copia el Duque de Pariría y la
remitió al Rey desde Bruselas con fecha 29 de Noviembre
de 1588 '; otras se imprimieron 2, y con el rumor del vulgo
envió suplementos el embajador D. Bernardino de Mendoza,
escribiendo á D. Felipe *: «A los 5 de Diciembre, el capitán
Candis, nuevamente venido del Perú, dio á comer á la Reina
en su navio, donde hizo bravadas más de lo que podría decir;
la cámara donde comió la Reina era tapizada de tela de oro
y plata Sin duda debe de haber traído grande riqueza; los
marineros traían cada uno una cadena de oro al cuello; las
velas eran de damasco azul, y los estandartes de tela de oro
y seda turquina, maravillosamente ricos. ParescíaqueCleopa-
tra estaba resuscitada; no faltaba sino que el cordaje fuese de
seda Entre otros propósitos que tuvo la Reina, dijo: «El
»Rey de España bravea mucho, pero no muerde. No se nos
»da nada , aquí vienen navios de las Indias cargados de oro
»y plata.»
No he logrado averiguar cuántos hombres trajo consigo el

1 Guárdase en el Archivo de Simancas, con signatura, Estado Flandes, Leg. 594,


folio 151.
" Tlie prosperous Voyage ofM. Candish, Esq. etc. First volume of Navigantium at
llinerantium Bibliotheca, lib. 7, cap. V.
3 Carta de 7 de Diciembre de 1588. París, Archivo Nacional, K. 1569, B. 62.
pieza 6.
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PIRATERÍA EN GRAN ESCALA. 4Ó5

circunnavegante de los 123 que salieron de Inglaterra, mas


no debían de ser muchos, restados los tripulantes de la nave
que desapareció, los que por enfermedades fallecieran en los
dos años largos de campaña, y los que perdió en encuentros,
que ascendían por nuestras listas á 58-
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