Netto - Reflexiones
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Netto - Reflexiones
Desgrabación de la conferencia del Dr. José Paulo Netto dictada el25 de octubre de 2000 en la
Carrera de Trabajo Social de la UBA
Estar hoy acá me trae mucha alegría porque me reencuentro con viejos amigos.
La idea de la charla es algo en lo cual estoy trabajando hace un tiempo. No sé cómo está el
debate profesional en la Argentina, pero en Brasil, Chile y Europa hay una discusión muy fuerte
en torno a la “cuestión social". Se trata de una discusión que no es casual. En los últimos veinte
años en todo el mundo, sobre todo bajo orientaciones políticas económicas del llamado “ajuste",
se han incrementado, agudizado, procesos sociales de pauperización frente a los cuales se han
establecido nuevos patrones de análisis que recuperan las viejas nociones de marginalidad, o
plantean nociones que parecen nuevas, como la exclusión social.
En el marco de eso se discute: ¿Hay una nueva "cuestión social", o hay nuevas expresiones
de la vieja “cuestión social"? Esta discusión es extremadamente importante para los trabajadores
sociales. Me gustaría entonces, a modo de charla, intercambiar ideas sobre esto.
Primero hablaré sobre la "cuestión social" tal como ha sido pensada en el siglo XIX, y hasta
mediados de nuestro siglo. Segundo, me gustaría subrayar algunas de las relaciones y
conexiones del Trabajo Social con esta temática. Tercero, discutir un poco con ustedes si hay o
no una "nueva cuestión social", o si tenemos por delante nuevas expresiones de la causalidad
histórica de la "cuestión social'', qué hacemos como trabajadores sociales frente a eso.
Mi hipótesis es la siguiente: no hay ninguna situación histórica que ponga límites a las
acciones profesionales y que no ofrezca, además, posibilidades y alternativas.
El primer punto parece una cuestión filosófica, pero no lo es. Hoy está muy fuerte en el
imaginario, y en el discurso de distintas profesiones, la idea de lo “social". Si hay una palabra
cuyo contenido preciso, riguroso, es muy difícil de establecer, es ésta: “social". Lo "social” sirve
para todo. Pero, curiosamente, esta es una palabra muy moderna; con la carga semántica que
tiene hoy, no tiene más de 200 años. Todas las indicaciones documentales accesibles a la investi-
gación apuntan que lo "social” emerge, surge sobre todo en el pensamiento francés en los años
'30 del siglo pasado, y gana una densidad muy fuerte en la transición de los años '40 a los '50.
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donde toma un rumbo que es de liberación nacional. Pero la gran reivindicación de los
revolucionarios del '48, no por azar, era la República Social.
Es la primera vez que con fuerza trasciende el léxico teórico y el léxico de los políticos. Les
recuerdo que el espacio de la política era todavía muy restrictivo, el voto universal era todavía una
demanda; pero esta palabra emerge de grupos pequeños para saturar, llenar la sociedad. Pero la
palabra va a ganar dos sentidos distintos. En los medios revolucionarios y reformistas,
entendiéndose por ello, de una parte, el proletariado, que surge como sujeto histórico en las
jornadas, del ’48; y como reformistas los sectores radicalizados (la pequeña bur guesía). En este
marco, lo “social" denotaba un universo que involucraba lo político y lo económico, donde la idea
de República Social era casi una reivindicación revolucionaria.
Había como una hipoteca. La solución de las cuestiones que marcaban el orden burgués
-cuestiones de desempleo, bajos salarios, pésimas condiciones de trabajo, de habitación, acceso
a la educación, a servicios de salud- sólo podría darse con un profundo cambio político que
tuviera incidencias, económicas. Fuera de eso, ni revolucionarios ni reformistas pensaban en la
posibilidad de solucionar los problemas sociales. ¿Cómo reacciona frente a estas proposiciones
el pensamiento conservador?
Para los conservadores, a lo largo del siglo XIX, el fin del antiguo régimen era algo
establecido. O sea, la unidad de la iglesia con el Estado, las órdenes o Estados feudales, nada de
eso era restaurable. Para los conservadores la revolución burguesa -el orden burgués- ya estaba
establecida y no había cómo volver al estado anterior.
¿Qué caracteriza al pensamiento conservador? De una parte, la idea de que el orden burgués
es el orden final de la historia; o sea, después de la Revolución Francesa, toda revolución no es
más un caso de política, es un caso de policía; luego, hay que reprimir los movimientos
revolucionarios. Pero al mismo tiempo, y en eso los conservadores se distinguen netamente de
los reaccionarios, ellos entienden que esta sociedad no es perfecta, que tiene problemas, y es
necesario reformarla. ¿Ven lo que parece paradójico?: los conservadores son reformistas. Es
propio del pensamiento conservador, y es necesario subrayar esto especialmente cuando
estamos conversando con trabajadores sociales más progresistas, porque ellos tienden a
identificar a conservadores y reaccionariosen una misma cuna. Pero, son diferentes.
¿Qué hace el pensamiento conservador después del ’48? Propone reformas sociales,
reconociendo -así como los revolucionarios y los reformistas- que el orden burgués tiene
problemas. Pero, el pensamiento conservador crea la expresión “cuestión social" para decir lo
siguiente: Hay problemas en el orden burgués que pueden ser solucionados en el mar co de este
orden. Y esos problemas son los que se conocen bajo la expresión “cuestión social”.
Voy a repetir para que quede claro. Para los socialistas y para los revolucionarios comunistas
la problemática social del orden burgués en el siglo XIX podría ser solucionada con cambios
estructurales -políticos- cuyas derivaciones económicas vulnerabilizaran el orden burgués. Para
ellos, por lo tanto, la, problemática social propia de la sociedad burguesa no era solucionable en
el marco de esta sociedad. El pensamiento conservador, que no es reaccionario, acepta que hay
problemas sociales, pero propone para solucionarlos reformas en el marco de este orden; y llama
a estos problemas “cuestión social”. Y propone intervenir sobre la “cuestión social" bajo las dos
luces que he subrayado antes. La primera: es posible intervenir sobre la “cuestión social” en el
marco de este orden, o sea que no es necesaria otra estructura societal. La segunda luz:
haciendo intervenciones técnico-manipulativas. Para decirlo más sencillo: hay problemas
sociales, con buena administración y buenos técnicos podemos solucionarlos; el problema es de
planeamiento, de estrategia, de operacionalidad, del buen uso de los recursos.
Con esto quiero enfatizar algo: en sí misma la expresión “cuestión social" es una expresión
conservadora. Esta expresión es una objetivación del pensamiento conservador, el cual reduce lo
que son problemas, estructurales del orden burgués a su expresión despolitizada, que es
“cuestión social".
Es evidente que estoy hablando de la génesis, esto cambia con los años. Sólo un detalle:
jamás he escrito la expresión "cuestión social" sin comillas, porque ésta es una perla del
pensamiento conservador, la hipótesis interventiva del pensamiento conservador de quees
posible enfrentar la ‘‘cuestión social” sin enfrentar los rasgos estructurales del orden burgués.
Bueno, ¿quién ha incorporado primero la idea de la “cuestión social”? Han sido los prusianos.
Ustedes saben que la unidad nacional alemana es la penúltima unidad nacional europea. Esta se
obtiene en 1869 bajo el control prusiano. En los últimos 30 años del siglo pasado, uno de los
últimos países a constituir su Estado nacional, Alemania, experimentó un brutal desarrollo
capitalista. Pero, curiosamente, sin haber pasado por una revolución democrática burguesa. La
revolución burguesa tal como se ha operado en Inglaterra, en Francia, en Bélgica, no ha ocurrido
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en Alemania. En Alemania el desarrollo capitalista se hace con una burguesía muy débil, y para el
control de la nobleza prusiana. Su máximo representante es Bismark. El período bismarkiano
marca el ingreso del proletariado en Alemania, es entonces que ocurre la tardía revolución
industrial en este país. Entre 1870 y 1900, Alemania se vuelve una potencia capitalista. Su indus-
trialización es tardía pero muy intensa; lo que significa decir que con una burguesía débil hay un
proletariado muy vigoroso, muy combatiente, y sobre el cual las reivindicaciones revolucionarias y
reformistas encuentran larga resonancia. No es casual que el primer partido socialista de masas
haya sido el Partido Social Demócrata Alemán.
Los prusianos han sido muy prácticos; en estos procesos dejaron de lado las cuestiones
religiosas de sus tiempos. Pero no olviden que la Iglesia Católica venía de una pérdida enorme de
influencias, y sobre todo de recursos, desde la Revolución Francesa. La Revolución Francesa
marca la laicización del Estado moderno. Y hasta la década del '80 la Iglesia Católica estaba
perdiendo rápidamente sus soportes de legitimación en el medio de los trabajadores, una vez que
se ponía abiertamente en el campo reaccionario. Hasta la década del ‘70/’80 del siglo XIX el
Vaticano promueve la restauración. En la segunda mitad del siglo XIX el Papa reclama por las
instituciones medievales, la cual es el ejemplo del reaccionarismo extremo de la Iglesia Católica.
En las décadas ‘80/ ’90 queda muy claro que con esta orientación la Iglesia perdería sus
feligreses entre los trabajadores. Hay una clara inflexión, un claro giro en la orientación de la
Iglesia. Esto comparece en la encíclica de León XIII, que es cuando la Iglesia por primera vez
deja de proponer una programática reaccionaria y asume una clara perspectiva reformista, pero
del reformismo conservador. El eje de esta encíclica es la “cuestión social". El Papa, el Santo
Padre, incorpora la “cuestión social". Esto es el fundamento de la doctrina social de la iglesia en la
modernidad. Es un esfuerzo de la iglesia para abrir su camino en el marco de la modernidad. Lo
cual desarrollará intentando confluir con las prácticas anticipatorias de sistemas de protopolíticas
sociales que han sido utilizadas inicialmente por los prusianos. Y bajo está orientación ideoló gica
de la Iglesia, es que el conservadurismo trae para sí el trato de la "cuestión social". O sea, aquél
enunciado que es propio del conservadurismo, gana ahora más que el simple reconocimiento de
los problemas del orden burgués. Y con este reconocimiento va a ir toda una programática socio-
política. Yo diría que con todas las modificaciones y con todos los cambios; es esta línea
interpretativa de la "cuestión social" la que hasta hoy, más de cien años después, continúa de
alguna manera amparando las formas de intervención del pensamiento conservador.
¿Cuáles son las características de este encuadre de los problemas sociales bajo la óptica de
la "cuestión social"? El primer rasgo es una clarísima moralización de la "cuestión social”. ¿Cómo
se percibe esto? Se percibe en una argumentación que no es exclusiva del Papa. Valdría la pena
hacer un estudio de cómo el conservadorismo reformista de León XIII no sólo recoge algunos de
los elementos de la experiencia prusiana, sino también, curiosamente, elementos de la tradición
positivista. Ustedes dirán: ¿cómo puede ser que el Papa tome las ideas de alguien que ha sido
radicalmente protestante como Bismark? Bismark incluso había perseguido a los católicos
alemanes... Es una mezcla inusitada. Pero más inusitada todavía es la relación de la Iglesia con
el positivismo. Ustedes saben que la iglesia tiene distancias muy claras con el positivismo. Sea
desde el punto de vista ideológico, o desde el punto de vista epistemológico, ustedes saben que
las bases de la doctrina social es el newtonismo, y el newtonismo no es fácilmente conciliable con
el positivismo. La expresión entonces de la encíclica del ’91 es una síntesis del pensamiento
conservador no sólo católico, yo diría que la habilidad de esta encíclica es que recoge para el
encuadre de la Iglesia toda una serie de ideas, de proyectos, que estaban como flotando en el
pensamiento conservador de la segunda mitad del siglo XIX.
Si leen las obras de Comte., encontrarán un proyecto de reforma social que no es muy distinto
al del Papa. ¿Cuál es el eje del proyecto? La moralización de la "cuestión social”. Ello consiste en
la suposición de que hay un orden natural en la sociedad. En la sociedad hay una jerarquía social
que es natural. Entonces, es natural que haya quienes mandan y quienes obedecen; que haya
ricos y pobres. Y el Papa dice: así como en el cuerpo hay manos, pies y cerebro; en la sociedad
están los de arriba y los de abajo, esto es natural. Entonces, el primer movimiento es de una
naturalización de la sociedad, hay pobres, hay ricos; no hay que tocar eso porque es natural.
Pero, al mismo tiempo que dice esto, ¿a qué recurre el Santo Padre para decir que esto no puede
ser motivo de discordia, de conflictos? El dice: “Hay una chispa divina en todos los hombres que
los unifica por la gracia de Dios a través de la noción de la 'solidaridad', de la fraternidad; que se
traducen en la caridad". Entonces, ¿qué propone el Santo Padre? Primero, que los obreros no
oigan las palabras de los falsos profetas, que no se articulen para hacer huelgas, sabotajes. El
mensaje del Papa es clarísimo: "Señores, cierren los oídos a los anarquistas, a los sindicalistas, a
los socialistas, que son falsos profetas. No se debe conspirar contra los patrones". Pero al mismo
tiempo el Papa se dirige a los empresarios y les dice que es necesario contener sus ansias de
ganancias, es necesario pagar sueldos decentes. Es esta dirección moral la que fundamenta la
caridad y la filantropía que puede unificar a la sociedad.
Vean este doble movimiento: de una parte, la naturalización, y de otra parte, la moralización.
Es una exigencia moral trabajar para que este orden natural no cree condiciones de conflictividad.
Es el primer rasgo de la proposición interventiva que hacen los conservadores, y que se
encuentra muy claroen la encíclica del '91. Pero, en segundo término, no basta tenar esta
conciencia, no basta que los obreros de una parte y los empresarios de la otra aúnen sus
esfuerzos; no basta con afirmar que trabajo y capital son complementarlos y armónicos. Este es
el eje del mensaje. Pero no basta.
Es necesaria una acción intencional sobre la "cuestión social" para solucionarla. La propuesta
de una acción social intencional no es exclusiva de la encíclica. En la encíclica esta propuesta es
dirigida a los legos de la Iglesia. Pero llama la atención, que casi contemporáneamente, Durkheim
hiciera la misma convocatoria desde un punto de vista laico. Ven que hay una perfecta integración
de los varios conservadorismos: el conservadurismo confesional de la Iglesia Católica, el
conservadurismo laico de Durkheim, el conservadurismo protestante de Bismark. La idea es que
no basta con tener una concepción ideológico-teórica de que esta sociedad es viable, de que ella
no es necesariamente conflictiva, que puede tender a una armonía, que es necesario que exista
un grupo de personas que intervengan a través de una acción intencional para eso. Es evidente
que en el conservadurismo laico esto remitía a las políticas sociales. En el conservadorismo
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confesional esto remitía a la organización de los feligreses laicos, para que ellos se organicen, se
movilicen, y hagan acciones de naturaleza filantrópica o no, pero que intencionalmente
implementen la conciencia de que esta sociedad es viable.
Es necesario distinguir el Trabajo Social inspirado en la cultura católica, del Trabajo Social que
viene influenciado por la línea protestante. Hago esta distinción porque quiero aclarar que cuando
hablamos de la influencia del Trabajo Social norteamericano, vemos que Mary Richmond no tenía
una postura católica, tenía una concepción de filantropía y de caridad distinta de la tradicional
católica. Ella era de una confesión de la reforma protestante muy peculiar, con poca presencia en
América Latina.
En el Trabajo Social hay dos matrices: una matriz propia de la cultura protestante, y otra
marcada por la Iglesia Católica. En esta cultura que es la nuestra, la noción de la “cuestión
social”, es constitutiva del Trabajo Social. Hasta el punto que en la bibliografía histórica del
Trabajo Social siempre se hace una relación directa entre “cuestión social’’ y Trabajo Social.
Los trabajos de historia del Trabajo Social son muy pocos. Y en casi todos ellos se establece
una relación directa entre "cuestión social “y Trabajo Social. Yo estoy convencido de que esto es
falso. No hay una relación directa entre reconocimiento de la “cuestión social" y profesionalización
del Trabajo Social. Este es el punto sobre el cual quiero detenerme, porque hoy tiene las mayores
implicaciones. Yo sostengo la tesis -que es polémica- de que no es la "cuestión social" el
motivador de la institucionalización del Trabajo Social. En este sentido, pensar en el Trabajo
Social en cuanto profesión, me lleva a reflexionar qué entiendo por profesión: una institución que
supone una formación reconocida como tal, ritos de pasaje, una legislación y una remuneración
mercantil claramente puesta como vínculo de trabajo.
El Trabajo Social se institucionaliza en Europa y en América; en África y en Asia llega bajo las
administraciones coloniales. En nuestros espacios la institucionalización del Trabajo Social
empieza a fines del siglo XIX y está casi realizada en vísperas de la Segunda Guerra Mundial. Va
a ser así como, ya bajo el control del capital monopólico, el orden burgués pasa a intervenir
sistemáticamente sobre la “cuestión social”. Y pasa a intervenir con una forma nueva. El Estado
burgués no interviene sistemáticamente sobre la "cuestión social” sino después de los años 90 del
siglo pasado. Lo ha hecho siempre, pero de una forma represiva. A partir de allí la represión
tiende a ser reemplazada por mecanismos integradores. Es cuando estos mecanismos
integradores toman la forma sistemática de políticas sociales. Es sólo a partir de ahí que se
percibe la institucionalización del Trabajo Social.
Recientemente se han realizado dos contribuciones a los trabajos sobre la historia del Trabajo
Social que realizaron Ezequiel Ander Egg y Norberto Alayón. Me refiero a lo producido por Gus-
tavo Parra, quien es uno de los pioneros al trabajar el carácter antimoderno del Trabajo Social; y
otro trabajo de un nivel más concentrado es el de Alfredo Carballeda; él va por otro camino, otra
concepción teórica, pero que también aporta elementos muy interesantes sobre la historia del
Trabajo Social en la Argentina.
Entre los años ’90 y ’40 lo que marca la posibilidad de institucionalización del Trabajo Social
es el reconocimiento de que la “cuestión social" no es solucionable por medio de la represión
contra aquellos que la denuncian, y que, por el contrario, es necesario encontrar formas
integradoras para aquellos que sufren las expresiones de la “cuestión social”. Y de ahí la
institucionalización de las políticas sociales, que dejan de ser episódicas y pasan a constituir
instrumentos de regulación social que en el límite va a dar en la constitución del llamado Estado
de Bienestar. Pero ¿Por qué? se puede ubicarla institucionalización del Trabajo Social en este
período? Porque ustedes saben- desde la conceptualización clásica liberal de Marshall, lo que es
característico en la constitución de la ciudadanía moderna es que el último de sus componentes,
los derechos sociales, son reconocidos en el siglo XX. Los derechos políticos son propios del
siglo XIX y de la primera mitad del siglo XX. Entonces, es precisamente en este cruce entre
políticas sociales, derechos sociales y reconocimiento de la “cuestión social" que emerge el
Trabajo Social. Y lo hace bajo la idea claramente conservadora de que una intervención
técnicamente adecuada, ideológicamente coherente con ésta (este es un valor clásico del rasgo
de la moralidad que he mencionado) y claramente despolitizada, es la vía para el enfrentamiento
de la “cuestión social".
Es en este marco que nuestra profesión se institucionaliza. O sea, su relación con la “cuestión
social" es mediada por dos ángulos: por los instrumentos estatales de regulación social y, por otra
parte, por una visión ideológica y despolitizada que es patrocinada por la Iglesia. Antes que
ustedes me cuestionen, debo aclarar que yo no estoy atribuyendo a la iglesia una acción sin
dirección política. Es evidente que la tiene. Pero lo característico de esta acción política es no
presentarse como tal; lo que no es un privilegio de la iglesia pues la mejor manera de hacer
política conservadora, es decir “No me gusta la política”. Todos los que dicen “la política me
enoja", seguramente adoran la política conservadora. Entonces hay una dirección política clara en
la propuesta de la Iglesia, pero esta dimensión se pone como una dimensión “a-política”: la idea
de una tercena vía, ni capitalismo ni comunismo, la actitud frente a los cambios de poder. Esta es
una acotación.
La segunda es claramente visible para nosotros porque el Estado ha sido y continúa siendo el
principal empleador de Trabajadores sociales. Y no sé cómo está este cuadro en la Argentina
frente a los cambios de los últimos 15 años, pero supongo que el Estado constituye el gran
empleador de trabajadores sociales. Esto no es una peculiaridad.de nuestros países; incluso en
EE.UU., donde hay una gran tradición de ONGs y de voluntariado, el Estado es un fuerte
empleador-de trabajadores sociales.
Se entiende entonces porqué el instrumento de regulación que han sido las políticas sociales
demandaban ejecutores, demandaban operadores, y el Trabajador Social ha sido históricamente
ej. operador de las políticas sociales.
Deseo puntualizar una cosa. Esto tiene que ver con nuestra ubicación subalterna hasta muy
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recientemente en las estructuras profesionales. Yo tengo una actividad investigativa que no es
exclusivamente en el ámbito del Trabajo Social, y en este sentido tengo publicaciones. Cuando
estaba en un seminario o conferencia y me preguntaban cuál era mi forma ción de base, incluso
provocativamente yo decía: “Soy trabajador social", y la gente se quedaba: “¡Ah, trabajador
social!", como queriendo decir:”Un hombre tan inteligente... ¿qué hace en el Trabajo Social?, el
Trabajo Social es para muchachas poco dotadas intelectualmente". Felizmente, en los últimos 30
años esto ha cambiado sustantivamente, pero ¿por qué nuestra ubicación subalterna, o en el
ámbito paramèdico, o en el ámbito parajurídico? Es porque la ejecución terminal de las políticas
sociales ha sido el punto donde nosotros nos. inscribimos en la división socio-técnica del trabajo.
De ahí que a los sociólogos, a los antropólogos, a los psicólogos sociales, a los cientistas
sociales, a ellos les cabía estudiar, pensar; y a nosotros la sucia tarea de meter la mano en la
basura de la práctica. Esto quedó como una clara distinción entre nosotros y ellos. Pero esto
cambia a partir de los años ‘65/’70, y no solamente en América Latina con la reconceptualización;
también en parte de Canadá, en algunas áreas de Inglaterra y Europa occidental.
Ahora hay una “nueva cuestión social’’ que se va a expresar también bajo formas nuevas; las
cuales son analizadas por Rosanvallon. El representa a una corriente de pensadores europeos
que dicen lo siguiente: “El tiempo del Estado de Bienestar ha terminado y hay que encontrar un
nuevo (y observen la palabra) pacto de solidaridad. Es necesaria una nueva forma de solidaridad.
Todos aquellos que imaginan que tenemos una “nueva cuestión social" que no puede más ser
tratada con el cuadro analítico que ha respondido a los problemas de la “vieja cuestión social'',
todos-ellos encuentran en esta palabrita, la palabra mágica de tratamiento de la cuestión:
solidaridad.
La solidaridad, los vínculos solidarios, las nuevas solidaridades; esto es una constante, un
núcleo temático que encontramos en todos los pensadores que recomiendan la discusión de la
“nueva cuestión social”. Hay otros pensadores que plantean en forma distinta la cuestión. Creo
Que también es conocido acá Robert Castell, con su tesis sobre la metamorfosis de la “cuestión
social”. Porque incluso él supone que la expresión “cuestión social" tiene un alcance mucho
mayor de aquel que yo le estoy atribuyendo. Para mí la “cuestión social” es específica del orden
burgués. Castell tiene un abordaje distinto. Para él la “cuestión social" es una cuestión fun-
damental que interpela la posibilidad de integración de cualquier orden social. El vincula esto a la
emergencia del salariado moderno. Entonces, cubre un período histórico mucho más amplio que
el encuadre específico de la sociedad burguesa. Pero lo que es importante es que Castell no dice
"tenemos una nueva cuestión social", sino que insiste en la metamorfosis de ella, llegando al
punto de decir que lo que hoy se llama "exclusión social" es una equivocación. Para Castell esta
expresión de "exclusión social" es ambigua, y él busca llamar a los fenómenos así denominados
con el término '‘desafiliación".
Yo sostengo que no hay ninguna "cuestión social" nueva. Lo que hay es que la vieja
causalidad -o sea, el antagonismo insuperable entre capital-trabajo- encuentra hoy una sociedad
donde el trabajo es cada vez menos necesario para la reproducción del capital. O sea, hace 30
años, procesos de Industrialización intensivos abrían posibilidades de empleo; hoy puede haber
procesos de industrialización intensivos sin que ello implique el crecimiento de .la oferta de em-
pleo. En una sociedad caracterizada por esto, que no dejó de ser capitalista ni industrial, las
expresiones de la "cuestión social" son mucho más difusas, amplias e involucradoras que las
expresiones antiguas. El sistema de las conexiones causales es lo mismo, o sea, es una
producción cada vez más socializada y una apropiación cada vez más privatizada. En este
sentido es increíble el proceso de lo que algunos llaman "globalización", que se dio en los últimos
15 años. Lo que se está globalizando no es el mate ni la parrilla; es el Me Donald. Globalización
selectiva, unilineal, unidimensional; de hecho, lo que hay no es una globalización sino una
planetarización de la América del Norte. Yo viajo mucho por trabajo, y hoy puedo afirmar que
nada se parece más a una gran ciudad que otra gran ciudad. Tú llegas a un aeropuerto y el free
shop es rigurosamente igual que los de todos los aeropuertos. Sales de ahí y por la carretera ves
los mismos afiches en Buenos Aires, Lima, Río de Janeiro, Nueva York, París. En este proceso,
de la impropiamente llamada "globalización", en los últimos 12 años se dio una brutal
concentración del capital, de propiedad y de ingreso. Este es un movimiento que cualitativamente
no es nuevo, pero cuantitativamente tiene una escala que es desconocida en toda la historia
anterior de nuestra sociedad burguesa.
Yo sostengo, por lo tanto, que no hay una nueva "cuestión social”, porque su sistema de
causalidad es el mismo que hace 100 años atrás. Pero lo que hay es una serie de nuevas expre -
siones de la "cuestión social". Ahora bien, ¿por qué eso nos interesa? Porque cuando las
expresiones tradicionales de la "cuestión social" son reconocidas como tales, se articulan mo -
delos de regulación social fundados en el reconocimiento de los derechos sociales, y por esto
nosotros nos institucionalizamos como profesión. Lo que pasa ahora es completamente distinto
ya que hay nuevas expresiones intensificadas y más ampliadas de la "cuestión social" en un
cuadro societal donde los derechos sociales sufren una clara atrofia.
Los mecanismos de regulación social han sido en el pasado políticas sociales que tenían
pretensiones universalistas, mientras que hoy la mediación societal es operada por el mercado.
Nada de interferencias perturbadoras en el mercado, él se rige de una forma "natural" que debe
ser resguardada.
Esto puede ser dotado en los últimos 20 años, cuando las formas tradicionales de regulación
(políticas sociales y el Estado de Bienestar) comienzan a entrar en crisis, cuando la "cuestión
social" gana nuevas expresiones más amplias. Es en este movimiento que los derechos sociales
sufren una atrofia.
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Las políticas de ajuste, las políticas neoliberales, inciden en los focos públicos para las
políticas sociales reguladoras. Hay un contenido específico de las políticas sociales del ciclo
neoliberal que cambia la política social, que cambia su función y la Intencionalidad. Pero lo que es
importante también es el acortamiento de los derechos sociales, pues inmediatamente provoca
cambios funcionales en el Trabajo Social.
Existe un componente muy fuerte en todo este proceso: el rescate de la solidaridad. Lo que
era claramente un componente del conservadurismo del siglo XIX. Ustedes seguramente habrán
estudiado a Durkheim; la noción de solidaridad es fundamental en Durkheim y en todas las
concepciones conservadoras del mundo; laicas o no.
Pero ¿qué problema trae esto para nosotros? Es que la solidaridad no es profesional. La
solidaridad no es profesionalizante. La solidaridad repite la idea de voluntariado. Estamos
encontrándonos con alguien que creíamos superado: el señor León XIII, que es más actual que
nunca. Aunque es claro que la solidaridad de ahora tiene un sentido distinto que la que León XIII
proponía. Esta solidaridad ahora está regulada por los Intereses antisociales del gran capital
monopolista. El Papa León XIII no estaba al servicio de esta gente, era otra cosa. Ahora se trata
de una solidaridad transclasista que pasa por la re-filantropización de la asistencia social. Esta
última idea de re-filantropización de la asistencia no es m(a, sino de una colega brasilera.
La asistencia social es muy anterior al Trabajo Social, es una práctica que no es exclusiva del
Trabajo Social. La asistencia social no ha sido tomada más como elemento de solidaridad, de
benevolencia; ha sido incorporada como un derecho social y por lo tanto ha tenido una
orientación técnico- política. Ahora se trata de invocar una solidaridad transclasista para sacar de
la acción que organiza la asistencia sus componentes técnico-políticos. Se trata ahora de vincular
esta solidaridad a las acciones ciudadanas. Con esto se re- filantropiza la asistencia. Y de ahí -lo
que voy a decir ahora es una opinión personal- el papel del 99% de las ONGs. Digo el 99%
porque hay ONGs serias y responsables, que tienen un papel Importante, por lo cual es necesario
discriminar entre ellas. Pero la mayoría de las otras tiende a una demonización del Estado: “el
Estado es algo malo", “el poder es peligroso, corrompe”, "nosotros somos purísimos", "no que -
remos vivir del Estado"; todo esto es una talada. Y se transfieren a la sociedad obligaciones y
atribuciones estatales. Es la clarísima re-filantropización de la asistencia.
Quiero terminar diciendo lo siguiente: yo hablé antes de que la mejor manera de darse cuenta
si alguien es conservador, es saber si le gusta o no la política. No hay nada malo en ser
conservador. Lo que es importante es saber dónde se inscribe cada uno, desde qué posición. Hoy
hablar de política es casi hablar de lenguaje del siglo pasado. "La política es sucia. Los políticos
son todos corruptos. No hay que creer en la política.” Esta posición es sobre todo de los jóvenes,
y no solamente en nuestros países. Yo los comprendo. El abstencionismo es hoy moneda
corriente en todos los procesos electorales. Les recuerdo por ejemplo que Clinton llegó a su
segundo mandato con el voto del 42 % de los americanos, menos de la mitad. Entonces, hay un
movimiento de despolitización que recorre todas las latitudes; y me parece que más que nunca
merece ser recuperada la dimensión política. Lo que no quiere decir una dimensión partidaria,
esto es otra cosa.
Es necesario decir claramente -por eso yo hable de una competencia teórica, de otra técnica,
y de otra política- que es impensable hoy que un trabajador social no tenga competencia política,
que no sepa evaluar relaciones de fuerza, Identificar adversarios, que no esté capacitado para
establecer alianzas profesionales, que no pueda comprender el impacto de sus programas. En
este marco es necesario reivindicar vigorosamente la dimensión política. Decir que la política es
algo detestable, sucio, es la mejor manera de entregar a los representantes del gran capital el
hacer política. En la medida en que nosotros nos replegamos, en que nosotros queremos
conservar nuestras manos limpias, entregamos a ellos la oportunidad de planificar nuestro futuro.
Esto es lo que está en cuestión.
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