El Gesto y La Palabra - Andre Lero - Gourhan

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ANO RE
LEROI- GOURHAN
Traducción:
Felipe Carrera D.

EDICIONES DE LA BIBLIOTECA

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UNIVERSIDAD CENTRAL DE VENEZUELA

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Éditions Albin Michel, París, publicó la obra en francés, en 1965, bajo el título de TECNICA Y LENGUAJE
Le geste et la paro/e

PRIMERA PARTE

TECNICA Y LENGUAJE

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Cop)'1-igf,¡ 1971 by Ediciones de la Biblioteca de la Unirersidad Centul de Venezuela

Diagramación: VILMA VARGAS


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LA IMAGEN DEL HOMBRE


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En los diversos estadios de civilización, desde los tiempos m:ís lejanos,


una de las preocup:tciones fundament:tles del hombre ha sido la búsquedJ
de sus orígenes. Esta inquietud por encontr:tr su reflejo en las aguas
profundas del pasado, . ha podido ser satisfecha generalmente a pequeño
costo. Todavía hoy, si bien todos los hombres de cultura moderna tienen
el mismo deseo de saber su procedencia, a faltt de poder conocer su
destino, basta con b~eYes alusiones al pasado de los grandes monos para
satisfacer a la generalidad de ellos.
Esta necesidad de ahondar en las raíces es tan poderosa que sin duda
trasciende la simple curiosidad. Numerosos prehistoriadores sienten la
Prehistoria como asunto personal. En efecto, es la ciencia que cuenta tal
vez con más aficionados, la que todos creen poder practicar sin particular
capacitación. Las riquezas arqueológicas despiertan en casi todos los hom-
bres el sentimiento de un retorno, y existen pocos que a la primera
ocasión resistan la tentación de escudriñar la· tierra, como un niño desar-
ma un juguete. La búsqueda del misterio de los orígenes y los sentimientos
en que ella se funda, nacieron, .sin duda, con los primeros destellos de
la reflexión: ya el hombre de Neanderthal, hacia el fin de su larga historia,
recogía fósiles y piedras con formas curiosas. Si es difícil atribuir al
homh~e de Neanderthal las preocupaciones de un prehistoriador actual,
no hay mucho que transitar, sin embargo, para encontrar bajo la corteza
científica del investigador de hoy, intactos y siempre crepusculares, los
mismos sentimientos hacia lo profundamente hundido en la tierra y en
el pasado.
-Se.ría vano pretender escapar a una necesidad fundamental tan po-
derosa como la que lle,-a al hombre a volverse hacia sus fuentes, pero
el análisis de· ellas resulta tal vez más lúcido y ciertamente más rico si
se busca no solamente saber de dónde viene el hombre, sino también
dónde está y hacia dónde se dirige. En . los últimos años han abundado
las obras suscitadas por el magnífico desarrollo de la Paleontología y casi
no existen lectmes para quienes la aleta-pata del celacanto tenga algún

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secreto. Exist~n igualmente, aunque m~nos _numerosas, muchas obras que y la explo.ración antropológicJ. le conducíJ. a definirse como el objeto
han emprendido la ruta en _el o~ro sent:do, ;ntentando integrar el presente centml del mundo vivo, pero su visión era esenciJ.lmente etnocentristJ..
humano en su larga prehistona. El mteres despertado pc.r los escritos Es en efecto el etnocentrismo lo que define mejor la visión precientífica
consagrados a nuestro lento ascenso y al del pensamiento, muestran hasta del hombre. En numerosos gmpos humanos la palabra que sirve para
qué punto la prehistoria responde a una necesidad profunda de confir- designar el grupo étnico es: "hombre". La asimilación de la etnia a una
mación de la integración espacio-temporal del hombre: (ver Caps. XI y especie de "yo" ideal, reuniendo las cualidades del bien y de lo bello, se
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~II9 Pienso que; sobreenten~ida. por un~ metafísica religiosa 0 por una conjuga con la tendencia a colocar fl!era del mundo familiar a los pueblos
dulectlc~ matenalista, la prehistona no tiene otra significación real que monstruosos que materializan en su aspecto y en sus costumbres, el mal
la de Situar ~1 hombre, futuro, ~n su _pres:n_te y su más lejano pasado. y la fealdad. La misma actitud se aprecia durante el período precientífico
De lo contrano, no sena, expliCita o 1mphC!tamente, sino la sustitución con .respecto al mono, que es el antípoda monstruoso del hombre civiliza-
por un mito científico, de los innumerables mitos reliaiosos que explica~ i
do. Lo cual explica bastante bien la confusa asimilación de los demonios,.
en pocas palabras el problema de los, ?rígenes huma~os. A menos que !
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de los pueblos desconocidos y de los monos en las estampas geográficas
s~ .Y ea en ello una :uerte de 1.:.oema epJCo, narrando las aventuras pres- hasta el siglo XVI. Esta actih1d se traslada directamente a ·la antropología
tlgwsas de algunos he roes . extranos a,l ~ombre. Pc.r ello, antes de empren- en el siglo XVIII, dando nacimiento a la vez a las tentativas de justificación
der el relato de_ l~s r~lacw~es ge~logJCas entre la técnica y el lenguaje, científica de los prejuicios raciales y a la paleontología humana.
tal vez no sea mutll mvestigar como, en otros tiempos los hombres se En lugar de colocar a los hombres -idénticos en esencia- al extremo
han visto a sí mismos. ' ·, de una línea evolutiva, como hemos aprendido a hacerlo, el pensado.r
precientífico considera como hombres esenciales a los que constih1yen su
propio núcleo étnico, más allá del cual -en círculos más y más lejanos-
EL PERIODO PRECIE::\TIFICO aparecen seres cuya humanidad es menor y se compone de hibridaciones
_Result~ difícil decir cómo el hombre de Cro-Magnon imaginaba su cada vez más extrañas.
propia .realidad, pero poseemos centenares de mitos heredados de Jos más Creación resuelta pc.c los mitos de origen, ausencia de percepción
di~'ersos pueblos, desde los esquimales a los doaones. Poseemos las arandes de la inmensa profundidad del tiempo, etnocentrismo y misterio de un
mitologías de las c~vilizaciones d~l, Mediterrán~o, de Asia y de lmérica, mundo en el cual los límites de lo natural, y lo sobrenatural se pierden
las ~bras de los teologos y lo~ _f1losofos de ]a Antigüedad y de la Edad en los confines geográficos y caracterizan, entre los esquimales o los
Me~Ia Y los relatos de los na¡eros europeos, árabes o chinos anteriores australianos como en el explc...-ador de la Edad Media, la imagen del
al siglo XVII. Se desprende de allí .una imagen del hombre tan profunda- hombre, variable en el espacio fuera de toda coherencia biológica pero
me~t~ coherente que se. ha_ce posible un análisis global. En todo caso, estable en un tiempo sin profundidad. La novela popular china: Si yeolt Ki
es utJl para tomar conoenoa de la transformación que se ha producido o Vic~je hctcicl el Oeste, escrita en el siglo XVI por Wou T'cheng Ngeng,
hasta nuestros días en Ja percepción de la redidad del hombre. ilustra bien esta visión en h cual se sobreponen el etnocentrismo y el
Hoy r;sulta .difícil _concebir, sin e~ concurso de la geología y de la desdoblamiento del hombre en su gemelo monst'.'uoso. El bonzo viajero
paleon~ologia y sm considerar la evoluoón, una ciencia del hombre sobre Son Ts'ang, acompañado de sus discípulos el rey mono, el jabalí con cuerpo
u_n ~r;.Iverso terrestre_ apenas entreabierto y sin pasado. La variación allí de hombre y el pez de forma humana, atraviesa el mundo para dirigirse
signific;a metamorfosis, la aparición creación inmediata, y lo que hoy al monte en el cual reside Buda. Durante largos episodios estereotipados,
concebimos escalonando los ;e~es en ~1 . paso del tiempo, allá debemos los héroes .recorren países cuyos habitantes son casi copiados de los chinos,
ace.pt~rlo en . su natura~ fantastlco, y unicamente en el espacio. Para el pero con bosques y montañas frecuentados por monstruos que son prác-
e~p1ntu med1eval, el pitecantropo no hubiera sido una sorpresa, pues hu- ticamente todos animales humanizados. El traslado etnocentrista del mundo
biera aceptado al hombre-mono como aceptaba al hombre con cabeza chino sobre las colectividades humanas visitadas se combina con el des-
de perro, al uní.p~do y al lic~rnio. Los mapas de comienzos del siglo XVI doblamiento monstmoso de los habitantes de regiones salvajes para opo-
muestran a Amenca en partJcular, poblada por cinocéfaJos con marcha ne:se a los v!ajeros, que a su vez ~e desdoblan en un bonzo chino y tres
humana o por hombres sin cabeza _en cuyo pecho llevan los ojos 0 la ammales particularmente ricos en s1mbolos oscuros: el mono, el cerdo y
boc~. Es el caso en el mapa del al!mrante turco Piri Reís, hecho en 1513 el pez.
segun un modelo probablemente de Cristóbal Colón. ·La exploración del espacio, antes que la exploración del tiempo,
El tr;nsformismo ~o era p_ositivamente formulable puesto que la gesta había de modificar esta imagen. El ·siglo XVI apunta la desaparición de
de los heroes y los dwses ammaba toda transformación. El filósofo en- los monstruos: el descubrimiento de un universo más y más g.rande, po-
treveía las fronteras de la fábula en el estrecho campo de su experiencia blado de hombres diferentes por el color o por las cosh1mbres, pero de

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toda~ ma.neras humanos, salvajes o civilizados, construidos sobre un modelo embargo, el nuevo mundo refleja la división antigua. Los bárbaros cam·
comun, mtroduce poc? a poco una imagen .racional de la humanidad . bian y los monstruos hiperbóreos van siendo cada vez más problemáticos,
. E.s el momento; ademas, en CJ,ue. la escala del tiempo comienza a adquirir pero la imagen fundamental, es aún muy imprecisa.
oert~ profundidad. El conoc11111ento de las armas de piedra entre Jos
:a!va¡es de. .;.~1érica, incita .a .establecer relaciones con nuestros propios
LOS SIGLOS XVII Y XVIII
utdes. prehistoncos y el sentimiento hasta entonces vago de la evolución
matenal de los hombres comienza a imponerse racionalmente. El siglo XVI.• Hemos llegado al momento en el que las ciencias naturales van a
con sus gabinetes de curiosidades, marca el punto de partida de los convertirse en ciencias exactas. La anatomía comparada comienza a de-
museos de historia natural y de etnografía. La mayoría de los objetos sarrollarse y los problemas que han de alimentar la ciencia del hombre
pres~ntados por entonces son a.rmas, vestidos y objetos preciosos que no hasta nuestros días toman forma .rápidamente. El movimiento naturalista
se diferencian de la calidad de antiguo trofeo. del siglo xvn, pero sobre todo del xvm, es comparable al de la astronomía·
Todas las obras de prehistoria señalan un pequeño puesto a los en el XVI: un amplio sector de la organización universal apareció en su .
precursores. Lucrecio y sus cinco versos sobre las edades de la piedra y maravillosa arquitectura, poniendo inmediatamente en tela de juicio, por
l?s metales, 1 Mercati y su afirmación en la J1etallotheca, a fines del .razones sociológicas, los fundamentos de la filosofía religiosa. Lo que
s1glo XVI, del carácter humano y muy antiguo de las piedras talladas, sería la tempestad enciclopédica de fines del siglo xvm se formó en las
consideraciones de las ciencias naturales. Las preocupaciones sobre la na-
encuentran un puesto eminente, pero hay que subrayar que el planteamiento
turaleza del hombre son más que un episodio en el movimiento racionalista.
del problema paleontológico permanece totalmente ajeno al espíritu de
que debía impulsar la civilización tradicional, pero es interesante anotar
estos precursores. La visión de ellos es esencialmente idéntica a la de los
que, en el movimiento general, las ideas han sobrepasado constantemente
primitivos. Pa.:a el pensamiento del Renacimiento se ensancha el campo, los hechos y que las consecuencias del origen zoológico del hombre habían
el ~.tnocentrismo ha cambiado de forma y se orienta hacia una jerarqui- sido. deducidas más de un siglo antes de aparecer el primer fósil· humano.
zac!On de los valores humanos que conducirá más tarde al racismo. Sin El siglo XVIII en realidad estableció, apenas sobre esbozos de
pruebas, todo un sistema de pensamiento en el cual seguimos plenamente
1. Lucrecio: De 11atura remm, hacia J?82·12S5. comprometidos. Buffon escribió, desde 1749 ·hasta su muerte en 1788, los
Arma cmliqua, 1/JcllliiS, tmgues, denloque fuemnt
treinta y seis volúmenes de su Hútorict Natural, donde asienta, con majes-
Et lapidcr, et item sy!t•arm¡z fragn¡jna r.mzi hwsa amplitud, entre la masa de documentación aún insegura, los dos
Pastaius ferri t•is es!, ,1erisque reperta: p.roblemas que iban a inflamar el siglo XIX: la posición zoológica del
Sed prior aeris eral, qumn fe¡.,.¡ wgnilus usus. hombre y el carácter vertiginoso de las épocas geológicas. Con su aporte
("Las armas antiguas fueron la mano. las uñas y los dientes personal, Buffon seguía un movimiento científico profundo y su época
Así como las piedras y también pedazos de ramas de los bosc¡ues abunda en obras, como las de N. de Maillet, publicada en 17 55, 2 en la
. luego Yinieron el hierro y el bronce:
Pero el uso del bronce fue conocido antes c¡ue el del hierro"). 2. N. de Maillet murió en 1788 y su manuscrito fue publicado en 1748 en
Amsterdam bajo el título de T ellictmed, anagrama del apellido del autor.
Esta cit~ ha sido piadosamente transmitida desde hace casi un siglo y . Es, pues, un autor del primer terciü del siglo XVIII y por eso, sus posiciones
no qu1s1era faltar a la tradición. Si~ e.mbargo, es bueno observar qu'e para le~ teóricas son tan notables. Bajo la forma de una conversación entre un fi.
papel c¡ue se le h~ce Jugar,. no sJgnlfJCa absolutamente nada. Poniendo el lósofo de la India y un misionero, el autor, que había sido cónsul en Egipto
bronce antes del h1erro, L.ucrecio cita una tradición aún viva en ·su época, y amante ferviente de las ciencias naturales, se abocó a Jos problemas de
P~IO los dos. versos en los cuales se le presta la intuición de una edad ele la naturaleza del globo y del origen del hombre. Bajo una forma que no
p1edra, son JnterpretaJos. por los autores con mucha generosidad. Diciendo va más allá, evidentemente, de los conocimientos geológicos de inicio del
c¡ue el hombre. s~. sm·1o pnmer~ de sus uñas y de sus clientes, Lucrecio siglo xvm, encontramos en esta obra, anterior a las de Buffon, unos enfoc¡ues
ha;e ~n!' supos~CJ~ll1, por lo demas falsa, puesto c¡ue la característica de los muy singulares sobre la eYolución. El espesor de las capas de terreno y la
mas VJ~~o~ antr.?p1dos .es de estar pm·ados de garras y de caninos. Hablando presencia de Jos fósiles son considerados como el signo de vastos trastornos
~e las p1~dras , es CJerto. c¡ue no pensaba ;nas que en piedras brutas, pues de edad considerable. De Maillet no vacila en considerar que ¡cada uno de
.. ada autonza. prestar. a lap1s el sentJdo de p1edra tallada. En cambio fragmen . Jos seis días del Génesis hubiera podido durar cien mil años! Sobre el
tien~ el sent1do p:eoso de pedazo roto, lo que indica formalmente c¡ue Lu- origen de los animales, su libro abre perspectivas curiosas, puesto que, en
crecw no ha quendo .:Jeor otra. cosa c¡ue: "El armamento de los antiguos, una teoría cuyos términos son fáciles de criticar, pero con un fondo que es
eran sus manos, sus u?as, sus d1entes, c~ntos (que recogían para lanzarlos) hoy inatacable, hace salir todos los animales aéreos, el hombre incluso, de
Y la~ .ramas c¡ue rompwn en las forestas . Estamos muy lejos del enunciado los animales marinos. La manera como los hace adaptarse es bastante su-
profe~J.co que G. de Mortillet presta en 1883 al "poeta librepensador de maria, y para el hombre, se ve obligado de recurrir a la transición de las
Roma . sirenas. . . Sin embargo, cuando tres cuartos de siglo más tarde, Lamarck

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cual el autor, fundándose en una tec.ría astronómica, geológica . y evolu- geoloaía ha preparado el terreno, pero si bien la imagen precientífica
cionista sin gran rigor documentario, asigna a la tierra una edad de varios del h~mbre se desvanece, el vertiginoso descenso al fondo de los tiempos
centenares de millares de años. La batalla de la Evolución se desarrollaba apenas se ha iniciado y la paleontología no ha nacido aún.
ya en varios frentes, que vendrían a confluir hacia mediados del siglo xrx,
cuando la geología, la anatomía comparada y la etnografía convergerían
hacia la sociología. En 1735, el sueco Linneo, en su clasificación de los EL SIGLO XIX
seres vivos, materializa definitivamente la posición geológica del hombre, En 1800, el naturalista inglés John Frere publica el resultado de una
quien se convierte en una especie: el homo sapiens, último escalón de la ·observación que había hecho en 1797, y atribuye unos sílex tallados aso-
serie corona?a I:o~ los primates. Po: ento_nces, la paleontología era com- ciados a esqueletos de animales a la presencia del hombre en tiempos
pletame~t~ 1mpl!ota, y tt:eron_ preCisos Cincuenta años más para que el muy . anteriores a los actuales. Sin embargo, fue necesario esperar hasta
orden logiCo de las espeoes vivas encontrara su doble en la serie crono- 1872 para revivir esta obsernción que había pasado desapercibida. Pero
lógica ~e los fósiles, pero d~sde ese momento el mono y el hombre que- sería injusto decir que el siglo XIX no ha hecho sino cosechar lo que el
da.ron ligados. Se fo~ma .la_ Idea de un encadenamiento de las especies y siglo xvm había sembrado para él. Las obras de Cuvier, Etienne Geoffroy
aunque la consecuenCia logiCa · de este encadenamiento, es decir, la emer- Saint-Hilaire y Lamarck, la epopeya de Boucher de Perthes,. el abundante
gencia progresin del hombre a partir de los primates, no se deduce aún florecimiento de los antropólogos y de los prehistoriadores en tod.1 Europa,
claramente, la imagen del hombre hacia fines del sirrlo xvm está ya muy dieron cuerpo a la ciencia que se va edificando a través de sucesivos
cerca de la que nuestro siglo iba a adoptar. . b descubrimientos para conducir a la síntesis hacia fines de siglo, tomando
La idea de continuidad zoológica se impuso rápidamente: en 1764, como eje el evolucionismo de Charles Dc.rwin. Fue en 1859, al margen
Daubenton publicó un e~tudio .. sob.:-e. "la situación del agujero occipital de la corriente apenas naciente de .la ciencia prehistórica, cuando Darwin
en el ho~1?;e y en. los ammales que maugura las preocupaciones relativas •
i
publica El origen de las especies. Es en él en realidad donde desemboca
a la posicion ergmda. En 1775, el zoólogo alemán Blumenbach, concreta el movimiento ·esbozado por Buffon. Naturalista y no prehistoriador o
la antrop~logí; de l_as razas. en De ge1~eris htl!nani z;arietate na/Ítta y en ant.ropólogo, Darwin partió, como los naturalistas del siglo XVIII, de las
1799, el mgies Whi_te publica t~n traba¡o Sobre la gradación regrt!ar del entrañas de la geología estratigráfica, de la paleontología y de la zoología
hombre )' de _los ammales. El siglo termina, pues, con todo listo para el actual, pues en definitiva, consecuencia o culminación de la evolución, el
~esencadenamiento del XIX. El hombre se muestra claramente en la va- hombre no es comprensible sino en la totalidad terrestre. Darwin satis-
r~edad d~ sus razas y en :u.
proxÍ1:1idad zoológica con los mamíferos supe· fizo definitivamente la sed de los enciclopedistas y es notorio que a partir
de su obra, si bien el evolucionismo se estructuró en profundidad, no ha
nores. Solo falta ya restJtuu al tiempo humano su profundidad real. La
progresado en su contenido esencial. La generalidad de la gente lo ha
habl_e de la herencia de Jos caracteres adquiridos, expresará el mismo pen- comprendido perfectamente al ligar, de mane.ra abusi\·a pero reveladora,
~amJento, aunque prov1~t? del arsenal de datos científicos propios de su el nombre de Darwin a la exp:esión: "El hombre desciende del mono".
epoca,. _el c~al es, • t~mb1en, muy a\·entajado hoy. Al inicio del siglo xvm La imagen del hombre a fines del siglo XVIII, cuando la paleontología
la_ ~:~edJtaoon geo!og1ca no puede aún ejercerse sino sobre un tie;11 po des~ llega a su apogeo como entretenimiento de aficionados y los primeros
PI O\ Isto de densidad y es normal que Tel!iamed transforme en pájaros
~¡n poco brutalmente, a.. los peces gue la mala suerte había ]1echo eneal br el borcl; cráneos del hombre de Neanderth:ll y del pitecantropo salían de la tierra,
e _la. tierra f1rme: .. . los tubos de sus aletas ... se prolongaron y se es la del ancestral simio lentamente meja~ado en el curso del tiempo.
r_ev!stJeron. de barba~.·.; 1~ barba formada de estas películas se ;largó a su Esta imagen completa de manera ideal la del. siglo xvm, que no osaba
\ez, la p1el se :e\'!stJO _msens1blemente de plumillas, ]as pequeñas aletas aún ver en nosotros mis que primos cercanos de los primates.
qu~. posewn cleba¡o del VIentre. . . se transformaron en pies ... " (T el!iamed
edicion d~ 1_755, p. 167). El lado fabuloso del libro y el ataque deliberad; -~\}rededor de esta idea ce?tral_ de la pertenencia zoológica del hombre,
;~~ const1tma contra .los textos s_agrados. le hicieron blanco de un combate se tepo. una_ vasta trama ~e ?Iscusw~es. La paleontología, la antropología,
'Igoros~, pues er~ fa o] en meclw del siglo XVIII demostrar que Jos soles 1~ prehtstona y el evoluoomsmo baJO todas sus formas, fueron la justi-
no pod1an dar ongen a _Jos planetas, que Jos h?mbres no tenían su origen
en el mar Y que l?s :o.sJ]es _eran res1duos mdJscutibles del Diluvio. Más ftcación de tomas de posición que tenían otros orígenes, pero como el
. tard~, el progreso. Cientlfico hizo parecer delirante el producto ele ]as re- problema del origen es común a la religión y a las ciencias naturales,
flex~ones de Telhamr;d; SI~ embargo, cuando· se vuelve a situar estas re· puesto que demostrando uno u otro se piensa abati.r al contrario, · el
flex10n~s en la .c~rnente Intelectual de la época, es difícil rehusar a N. asunto del mono ha conservado largo tiempo una posición central. Hoy .
de MaJ1Jet el mento de . haber entendido que los astros evolucionaban en
su ~structur~, que, los tiempos geológicos eran inmensos, que el hombre está fuera de duda que los motivos fueran· ajenos a la investigación cien·
segu1a la misma VIa qu~ todo el mundo viviente y que todos Jos vertebrados tífica. Pero con el tiempo, esas querellas parecen vacuas e inobjetablemente
terrestres estaban somet1dos a una evo! ución a partir ele los peces. es más provechoso investigar cómo, a través de los descubrimientos sucesi-

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vos y a lo largo de las hipótesis, se ha forjado la imagen ach1al del losófico, en la baja literatura de divulgación o en la ficción prehistórica.
hombre primitivo. El espíritu no estaba aún listo en absoluto para admitir que el sílex hu-
biera podido ser tallado por un semimono cualquiera. 3
El período siguiente transcur.!:e desde 1856, fecha del descubrimiento
HISTORIAL DE LOS PREHOIIIBRES de Neanderthal, hasta los alrededores de 1880. El ambiente científico
~1 pensamiento se. ve algo. desorientado ante hechos sobre los que ha cambiado completamente. .La prehistoria dispone de una clasificación
no d1spone ?e re!erenn~s antenores. Se puede decir que los fósiles hu- cronológica en la cual se distingue el Paleolítico del Neolítico. En el Pa-
leolítico, la Edad del Mamut precede a la Edad del Reno. Por encima
manos han s1~0 v1stos e mterpret~dos con los ojos que cada época prestaba
a los. paleontologos. Esto es part.1cula~~1ente patente en los más antiguos de todo, el mito del antepasado simio ha tomado forma, pues el evolucio-
y es Interesante ensayar una recapJtulanon de las etapas de la interpretación nismo darwiniano tuvo sobre el pensamiento científico .repercusiones mucho
en paleontología humana. . más fuertes que las teorías de Lamarck. Además, los fósiles existen. El
Antes de 1850 los prel~istoriadores disponían de elementos técnicos •
desdichado hombre de Neanderthal, fragmentado por los obreros, debió
a su resistencia natural el consen·a.c una bóveda craneana que desempeñó
notab:~s. Y~ saben que la !1erra es muy antigua, que incluso el período
el papel decisivo de la paleontología humana. Exhumada en 1856, fue
de e,x1;;tenc~a humana ha s1do muy largo y marcado por acontecimientos
reconocida en 1858 por Schaaffhausen como testimonio del hombre primi-
~eo~ogJCos Importantes. Se maneja la .prueba de qu.e el hombre vivió con
tivo. Diez años después, en 1866, Bélgica alumbra la m~mdíbula de La
el reno y ~1 elefante, puesto que haCia 1810 com1enzan las excavaciones
en los alunones y las caYernas. En Francia, Bélaica e Inalaterra algunos Naulette que Quatrefages y Hamy introdujeron en 1882 en su "raza de
Canstadt". ·
. ' ra. 1a cert eza d e.1 c:racter
tiene11 ' geo 1'og;Ico
· del pasado
b b
humano. '
Se b
podría
A partir de entonces, la cienci~1 posee los elementos del Antepasado
1r mas le¡os: el e\·olucwnrsmo lamarc~rano y la seguridad de la proximi- f
dad del homb.:e y los monos ya constituyen 'iejas adquisiciones; más aún humano, definible como un ·ser primitivo, cargado de espaldas, con el
en 1,845. uno de los mis he.nnosos cráneos neanderthalenses había sid~ cráneo rebajado, arcadas orbitarias sobresalientes y mentón deprimido. Lin·
e~tra1do de una gruta de G1braltar. En 1833, Schmerling había descu-
neo, Cm·ier y Darwin convergen en fin, y la imagen del hombre-mono
bJerto, en la gruta de Engis, en Bélgica, los restos de un cráneo de niño 1 se precisa, tomando este un. nombre, hasta dos, puesto que en 1873, Ga-
!' briel de Mortillet duda en llamarlo Antropopiteco u Homosimio.
nean.de:thalense, pero este fósil ~o. fue "legible" sino después del des· '

cubnm1ent~ de una. _cantrdad suf!Ciente de neanderthalenses y en parti-


No está. de más reconstruir cómo tomó cuerpo la leyenda del hombre·
cular,. el craneo de nrno de La Quma. Sucedió algo parecido con el hombre mono a partrr de los restos de dos auténticos neanderthalenses. Entre los
r~stos estaban las únicas p~rte_s que pu,eden pr~sta.rse a una comparación
de G1braltar, pues si este fósil se hubiera reducido solamente a la bóveda
~raneana P:"obablemente, habría tenido un gran éxito, pero su cara era
d~recta con los monos: las orbrtas, !a
bO\:eda ba¡a .Y el mentón deprimido.
Sr el hombre de Neanderthal hub1ese s1do conoCido con veinte años de
J~comprensrble en esa epoca ~n. que se estruc~raba el mito del antropo-
anticipación, la paleontología humana t:.Il vez no hubiera relacionado tan
piteco. Qua~refage~ y Ham~ hiCreron una descnpción exacta pero sin con-
directamente a los neanderthalenses con los monos, pero tal como se ·
cederle partrcular 1mport.ann~. Su pr~ocupación por construir con los frag-
mentos craneanos mas d1scutJbles la raza de Canstadt", les hizo confundir
3. · Boucher de Perthes: Rdrctto del hombre ctntediluz·iallo. Alltigiied,rdes céltic,IS,
la naturaleza real del hombre de Neanderthal. t. 2,. 1857, p. 90: .
S~n .embargo, todavía no era posible establecer una unión entre el " ... Ha debido suceder así con el hombre anterior al diluvio. Sin ser menos
evoluoonJs:11~ y los documentos. No se vislumbraba que ]a imagen del inteligente que nosotros, ha podido, bajo una apariencia distinta a la nuestra,
homb:e pnm¡tJvo fues,e otra cosa qu.e la del bomo sapiem vestido de los manifestar esta inteligencia y, como nosotros, estar intelectualmente a la
cabeza de la creación terrestre. Ahí, unos brazos más o menos largos unas
despo¡os .de sus cacenas y. us~ndo su penetrante inteligencia para obtener piernas más o menos endebles, e incluso, una quijada más o menos sd!iente
de. las p1edras las a:mas .md1spensables a su primitiva economía. En el no prueban nada, ni en pro ni en contra. Esto es tan verdadero que s~
Dmtmo sO'bre la de.flg¡¡a/t~ad de lo.r hombres (1775, pp. 103 y siguientes) conocen seres de genio, los· cuales hubieran ·pasado por cretinos si se les
Rousseau. ?a uno de los primeros esbozos de una teoría "cerebralista" de hubiese valorado únicamente según su conformación ... ".
T. 3, p. 459:
la evolucwn ~umana. "El hombre natural", dotado de todos sus atributos " ... Hemos adoptado las hachas, creeremos también en los útiles. Estov
actuales. y salido del cero material inicial, inYenta poco a poco, imitando convencido de que, en esta especialidad incluso, hay grandes descubrimientos
las bestias y razonando, ~odo lo que en ~1 orden técnico y social le conduce po.r ha~er y q~e un. día, la colección de nu~s,tros instrumentos y útiles
al n;u?do actual: . Esta 1magen extrao.rdmariamente simplista en su forma ~r!mord1ales sera cons.rderada con toda la a~enc10n que merece, pues estos
utJ!es son nuestras pnmeras pruebas de razon, nuestros primeros títulos al
y hab!lmente
d · 1
ut11Izada para demostrar el estancamiento a donde p
. arece rang~ ?,e hombre, de esos títulos que ninguna otra criatura terrestre puede
con uor e progreso matenal, sobrevive aún, despojada de todo genio fi- ensenar .

14 15
presenta~an los document?;"• una interpretación excesiva era inevitable. El hombre de Neanderthal reaparecería atávicamente hasta nuestros días. la
error mas . grave Y, tambien el más persistente, fue el de establecer en tendencia de los antropólogos franceses de la época parece haber sido la
consecuenoa, una ]mea. recta que unía a nosotros, por intermedio de los · de generalizar con exceso, mientras que Huxley o King, en Gran Bretaña,
neanderthalenses, el bnllante cuarteto de 'd
1 h· ant:opoi es actuales: el gorila, y Schaaffhausen en Alemania, sin escapar a la tendencia hacia lo simiesco,
e ; Impan~é, el orangután Y el gibón. Este aspecto del problema humano parecen haber tenido una idea más justa de la situación real del hombre
sera reconsiderado más adelante.
de Neanderthal.
. Hacia. 1880, el hombre desciende del 1 . .,
antropopiteco, del cual el hombre de Neande ~~~110 ~on a me;diacion del los veinte años siguientes no modifican sensiblemente las posiciones.
siderada como vewsímil. No se conoce bien ~óndeo r~cb1 una IIyagen con- El cráneo de Gibraltar se ha adormecido en la colección londinense, en
geológico de la aparición , . es a ece,r. e momento la que ha encontrado refugio después de haber sido reconocida brevemente

0 1
que existen sílex tallados 0 ~~s~~eb~:jada~c~ ~ ! ~~e¡ ore~ e~pmtus admit~n
0 par Busk en 1879. El silencio continúa reinando sobre él. Por el contrario,
de la era Terciaria, en el Mioceno Y el Plioceno ~~o as a ?2
e1 corazon en 1876, en Spy, en Bélgica, se encuentran en fin partes de un cráneo
neanderthalense que permiten una reconstrucción más o menos completa, •
1959 el descubrimiento del zinjantrÓpo en Tan . ¡k se consi era que en
q ue re lt b di' ·¡ d · gany a presenta un ser a] pero de todas maneras insuficiente para poder establecer los caracte.res
1 su a ~ I ICI acor ar el n~m?re de hombre, pero que tallaba útiles exactos de su posición sobre la columna vertebral y las proporciones de
~n os c~n_fmes _de la era Teroana, percibimos que una vez más las su pragmatismo. El acontecimiento capital de este período es el descu-
brandes 'ISIOnes JUStas se apoyaron en documentos fals s · ·t brimiento en Java, en 1891, por el holandés Dubois, del Pitecantropo,
P ues el e :ror nao' a d e 1a mterpretación
· o o mexis entes
abusi,-a de los caracteres de lo'. avatar definitivo del antropopiteco de G. de Mortillet. A decir verdad, el
monos actuales, no de] postulado de Ja nxistencia de f j S
primitivas. ~- · armas mmanas muy recién llegado se limitaba una vez más a una bóveda craneana, algunos
D . . dientes y un fémur, pero aportaba una demostración impecable: su frente
T _1 or otra parte, la actitud de los ¡m·estigadores era naa. En era más deprimida que la del hombre de Neanderthal y sus arcadas su-
1876 '
opmard se Siente un poco embarazado ante la imaaen d~ un ¡ b ' 1·
praorbitales formaban una verdadera visera, de suerte que la cadena que
de Neanderthal profundamente simiesco }' apo}·ándose ~n u d 1 10?d1 re 1
de Ja ' 0 b ¡ · ' na e as I eas 1 une el chimpancé al hombre se enriquecía con un eslabón suplementario.
ep ca so re e atansmo, supone que tal vez el célebre fósil uede 1
El fémur era tan perfectamente humano que resultaba casi molesto. Han
representar, en la Edad del Mamut, un sobre,·iviente de los fab PI 1
'
sido necesarias intensas investigaciones para encontrar en él algunos signos
''
antepasados terciarios. Además, se hacen los me)· ores esfuerzos P ru osos que denoten una discreta aptitud para trepar. los ojos veían sólo aquello
. . , en tre ¡os f'OSI·¡ es conoCI'd os, otros representantes de 1
contrar a a en.·
que estaban preparados a ver y no ha~ía llegado la hc.ra de compre?der
mJt¡va. En Crtmia ethllica de 1873 Quot"efaoes y HanJ 1 a_ raza. pn-
1 f' ·¡ d ' ~ · e Y re aoonan con lo que separa radicalmente la descendenCia humana de la de los antropOides.
os OSI es e Neanderthal y de la Naulette los frarrmentos m' · d Ya se piensa en poder restituir al pitecantropo su aspecto vivo y en _la
de hombres tu ¡ 1 . b as vana os
. ac a es, como a pnmera mandíbula de Arcy-sur-Cure 0 las Exposición Universal de 1900 aparece su retrato. ,en yeso y en tama:1.0
piezas humanas de Canstadt, de Ebaisheim }' de Gourdan pa· ra f ' natural (fig. 3). A decir verdad, esta reconstruccwn, que abunda en m-
ff ·1 ¡ d , orma.r una
r~z~ ar I ICJa : a e Canstadt, tan acomodaticia que pocos hallazgos, aun verosimilitudes de detalle, ofrece una silueta del antepasado humano poco
1I~Ita1os a mo?esto3 fragm?ntos, dejaban de poder insertarse en ella. Esta diferente de la que se le podría presta.r actualmente: tiene la frente muy
acht~ es particularmente. mt~resante, pues los grandes antropóloaos no baja, el mentón muy deprimido, aspecto muy hosco y postura, a pesar
careoa~ de real competenoa 111 de honestidad, pero adolecían de ele~ entos 1 de todo, casi erguida. Resultan inwrosímiles la posición del cráneo sobre
necesanos pa~a fundamentar un aparato crítico. el cuello, la forma de la mano, la longitud del brazo, el pasmoso com-
Resulta mteresante conside:ar la r•radación que 'd · promiso entre pie humano y de orangután que hace reposar al antepasado
actitud d 1 d'f b se e\'I enoa en la
- . e os I eren tes imestigadores. G. de Mortill t b a ' sobre· dos especies de pinzas de bogavante. Algunos pelos en el pech?,
an,tr?popiteco (del cual cita incluso las razas) sin apeO}~ aba clan s_u una hoja de parra, dos indefinibles útiles de cuerno y una raya en medw
mmimo fósil 1 d 1 ' en e mas de la frente plana, completan, en el alba del siglo XX, la imagen del eslabón
h , por a causa e antepasado mono y consiente en ver en
, ombre de Neandertha] .un semimono; pero se siente incómod t ¡e1 perdido. la paleontología se ha empeñado por mucho tiempo aún en el
compromiso entre el antropoide y el honw sapiens, y hasta la hora actual,
no solamente ,reinará la imagen del mono en la literatura de vulgarización
un retrasado ( ct' tud ·,d· ' mismo restos e sino hasta en los trabajos de mayor seriedad científica será notable una
. a 1_ peno Icamente practicada hasta ho ) H Q
trefages diluyen literalmente al hombre de Neanderthal y ·," amdy y u]a- especie de nostalgia hacia el antepasado primate.
raza de "Canstadt" ¡ b · ' ag .. egan o, en a
fÓsiles. De dond , e ~~urnilohdel todos los f ragment?s humanos supuestos
e resu a e ec 10 apenas sorpresivo de creer que el

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. 17
'

1
¡
-- ---- -----------------------------------------. ---------
-
ser sino el reflejo de una comunidad de origen tan lejana que la com-
EL SIGLO XX paración perdía de hecho todo valor significativo. Se siente, en esta época
Los diez primeros añ~s . del siglo xx fueron: l?~rcados P?r ;a más de descripción anatómica muy rigurosa, una especie de nostalgia· cada
importante serie de descubwmentos de hombres pmmhvos que ¡amas ~aya vez que la evidencia no va en favor de la posición intermedia. Esto es
sido hecha. La mandíbula de Mauer, el esqueleto de La Chapelle-aux-Samts, particularmente claro cuando se trata del pie, que debería normalmente
el· esqueleto de Le Moustier, el de La ~errassie, e~ d~ La Quina y los ~e tener un pulgar más o menos ·prensil, del fémur, que debería ser todavía
Krapina salen de la tierra con ca~enc:a extraordmana. La pale_ont~log1a curvo, del brazo, que debería colgar aún un poco, del pulgar, que debería
humana se ha conve.rtido en una crenoa y por su lado la preh1ston~ !1a ser cc.rto, de la columna vertebral, . que debería inclinarse hacia adelante,
hecho considerables progresos. Ahora se dispone de un o~den cronolog~co y, sobre todo, del agujero occipital, que normalmente debería ocupar una
bastante detallado desde el Acheliense hasta el Magda!en1ense; son me¡or posición intermedia entre la del gorila y la nuestra.
conocidas las variaciones de clima, y la cronología de los geólogos asegura Las reconstrucciones de esta época tienden con frecuencia a bestializar
incluso para los_ períodos cercanos un c.rden de extensión d~ milla~es. de los paleontrópidos: sea por el arreglo de los fragmentos del cráneo, sea
años que ha resultado aceptable con ~1 tiempo. ~a antropolog¡a anatmmca, por la disposición de los dibujos o fotografías, "el inevitable prognatismo"
vi o-orosamente impulsada desde med1ados del s1glo XIX por Broca y sus se ha impuesto. Es difícil, sin embargo, incriminar a los paleontólogos,
su~esores ha alcanzado su apogeo y los espec!alistas _mu?diales se d1sputan pues las caras de los sujetos completos encontrados posteriormente (Bro-
los fósiles en controversias más cortese_s, sm excepcwn, que las de 1~ ken-Hill, Steinheim, Sacco Pastare, Monte Circeo) no podían ser ima-
generación precedente. La imapen del plte_cant;,opo ya no pr~gresa .. ~era ginadas a pa.rtir de bs teorías de la época. La puesta "a un lado" del
necesario esperar la "revoluoon australop1teca _de estos ult1mos :e mte cráneo de Gibraltar, cuya cara adhería al cráneo según las relaciones nor-
años para remover la cuestió1: del esla~ón pe;d1do. _ Por e~ contrano,. el males, muestra claramente esta tendencia irresistible que tienen los fósiles
hombre de Neanderthal adqUJere una f1sonom1a cas1 fam!lwr, encontran- de seguir b imagen que uno les pide ilustrar: el único fósil intacto en
dolo más 0 menos por todas partes, al.;'l_lnas wces _::n estado bastante bueno las .relaciones del cráneo y de la cara era también el único que se negaba
de conservación, jóvenes y viejos, mu¡er:s y nmos, ~ en d1ferentes _la- a seguir el movimiento de una evolución "normal".
boratorios de Europa se rivaliza en habd1dad para rea¡ustar los pequ_enos Para no ser injustos, no se debe olvidar que existen, todavía hoy,
fragmentos que constituyen, desgraciadamente, pa.rte mayor _de los me¡ores muy pocos fósiles cuyo cráneo no haya sido encontrado roto, incompleto
especímenes. lvfarcellin Boule publica en 1911-13 un traba ¡o fundamental o deformado. Por consiguiente, resulta una interpretación aproximada.
sobre el hombre de La Chapelle-aux-Saints, que abarca todo .el problema Las .reconstrucciones del sinantropo y del pitecantropo son mosaicos de
del hombre de Neanderthal. Cuando se examman retrospectivamente los fragmentos extraídos de diferentes individuos. Hechos tan fundamentales
trabajos de los grandes paleontólogos de comie~zos, ?e este siglo,, ~~ se como la posición de la cabeza sobre la columna vertebral, la altura de la
puede e\'Ít~.r el impacto causado por _el_ ngor oent1f~So de sus analJSJS y cara y el prognatismo, están todavía sometidos a hipótesis.
por la pertinencia con que han def1~1do, en relacw~ a nosotros y en La paleontología humana no ha exorcizado al hombre mono sino en
relación a los monos, las formas ant1guas de humamdad que l~s eran estos últimos años, cuando a fuerza de encontrar fósiles cada vez más
conocidas. Pero el mono ha trastornado considerablemente la seremdad de antiguos y mejc.r conservados, ha sido necesario rendirse a la evidencia:
las imestigaciones. Basta ver la fif:?ura que adc.rna los_ libros, o :eleer el venerable antepasado tenía indudablemente un cerebro pequeño y una
los análisis morfológicos, para advert1r las tretas_ q~e ha ¡ugado e_l pnmate cara grande, pero caminaba erguido y sus miembros tenían las proporciones
al sabio. Es cierto que, pa1tiendo de la idea md1~cut!ble del s1glo xv:n que se conocen al hombre. Entre 1900 y 1920, se está todavía muy lejos
sobre el parentesco entre el hombre y los g.randes p:mutes, -la paleontologla y la imagen neanderthalense se materializa-rá en la escultura, no ya en
humana no podía imaginar más q_ue sacar 1~ med1a entre los monos c¡~e yeso como la del pitecantropo de Dubois, sino en piedra, erigiendo colo-
conocía y el bomo sapieJJJ. A partir de es,e. msta1:te no solament~ se h~oa salmente en la explanada del museo de Eyzies el compendio de las tra-
casi imposible mirar objetivamente los fos1l~s, smo hasta podna, deors:, diciones erradas de siglo y medio de lucha científica. ·
era pócticamente inútil mirarlos. Pues, ~n c1erta manera: ?_O podwn mas
que trastornar la búsqueda de la bella 1magen de trans1oon. Es lo. ,que
explica por qué el mismo fenómeno de 1870, cuando Hamy descubno la DESPUES DE 1920
mandíbula, considerada a priori como neanderthalense, de Arcy-sur-Cure, A partir de 1920, el teatro del hombre se desplaza para levantar de
se produjo de nuevo cua1:do se trató, de de~cribir el pitecantropo o el nuevo su decorado con la escena de los pitecantropos. En efecto, · co-
hombre de Neanderthal: v1mos en c¡ue se ale¡ aba de nosotros para apro- mienzan entonces los descubrimientos del hombre de Pekín, en la caverna
ximarse al mono, pero fue necesario esperar mucho tiempo para compren- de Chu-Ku-Tien; descubrimientos que, gracias a los esfuerzos conjugados
der que estos caracteres pretendidamente simiescos podían muy bien no
19
- 18
-~ -- -~

de Black, Pei, el R. P. Teilhard de Chardin, el abate Breuil y Weidenreich, sobre el mito del antepasado mono. Los mejc.res especialistas reconocieron,
van a dar un nuevo impulso al conocimiento de los hombres más anti auos. sin dudas, en los pedazos retocados del ser amañado de Piltdown, los
Las posiciones doctrinales han cambiado considerablemente desde fine~ del fragmentos de un crár:eo de hombre y una mandíbula de chimpancé.
· siglo XIX y la paleontología humana comparte ahora sus favores entre los Algunos de ellos se lrmrtaron a ello, pero para la mayoría, a pesar de una
defe~sores de la fe y los del evolucionismo ateo. Las querellas que tanto prudente reserva, la hipótesis de que una mandíbula de mono hubiera
contnbuyeron al desarrollo, pero también a desviar las investí aaciones de podido conjugarse con un cráneo de hombre fue considerada admisible y
los siglos xvm_ y_ ~IX, . se apagaron suaver:1ente en la indifer~ncia; pero lo que Cuvier hubiera considerado una herejía anatómica, estructuró
las huellas subsrstrran, sm embargo, y duraran todavía en un cierto número durante largo tiempo la hipótesis del hombre presapiem. Una vez más
de ideas aceptadas en el fuego del combate y jamás revisadas después. no se trató de incompetencia anatómica o de falta de buena fe: esa visión
Lo que pare<;e haber golpeado más a los sabios hacia 1930, cuando se del antepasado es el reflejo del pensamiento de toda una época y el
comenzó a drsponer de una documentación importante sobre los sinantro- paleontólogo no podía escapar a ella. La palabra presapiens llegó a su
pos de Pekín, fue el contraste casi chocante entre los primos del pitecan- hora, en un. momento cuando todavía no se había eliminado completa-
trop?, que se ajustab~17 a la fórn:ula del hombre mono ideal, y la pre- mente el antepasado mono (mandíbula de chimpancé), cuando el cono-
senCia, entre los vestrgws, de cenrzas de hogares y de una industria de cimiento cada vez más profundo de las industrias antiguas atribuía desde
piedra que fue preciso describir como bastante evolucionada. Algunos el Acheliense una inteligencia humana a los precursores del hombre actual
aceptaron el hecho, otros adoptaron una actitud que habría de encontrarse (bóveda wmeana de hombre), cuando la presencia de fósiles muy pri-
en o~ras ocasiones y que se podría caracterizar por la hipótesis del "cazador mi ti vos (pitecantropo) indicaba que los trasfondos de la escena cuaternaria
d: smantropos" o del "hombre presapiem". Esta actitud que marcó los habían sido ocupados por seres a los cuales era casi indecente atribuir
anos 1930 a 1950, consiste en sugerir que los fósiles son de un ser una industria tan hermosa. No existía más escapatoria que la de un
intermedio entre el hombre y el mono, pero que la industria y el fuego antepasado cercano a la animalidad simiesca, pero poseyendo ya en su
son las huellas de la existencia de un ser mucho más evolucionado, del bóveda craneana un cerebro que le aseguraba el mejor futuro en nuestra
cual el desdichado sinantropo no era más que una presa. Sobre las causas dirección. El coanthropus de Piltdown tuvo incluso. el honor de ser asociado
profundas de esta actitud, que era ya la de Bouche.r de ·Perthes, nos ocu- a dos fósiles con estado civil más firme: la bóveda craneana de Swamscombe
paremos en lo~ primeros capítulos. ~1 mismo fenómeno se reprodujo y la de Fontéchevade. Actualmente resulta difícil saber lo que debe pen-
cuando,. a partir de 1924, •al descubnr Jos australopitecos, se investigó sarse no ya de la autenticidad- de estos fósiles sino de sus caracteres
sus posrbles cazadores; pensandose que el hombre de Broken Hill había reales, puesto que ambos son a tal punto fragmentarios y les faltan putes
sido tal vez muerto en una época reciente. Se retrocedió durante algún tan esenciales que es conveniente esperar para poder emitir una opinión,
tiempo ante la perspectiva de dar a los primos africanos de los pitecan- a fin de no renovar la aventura de Hamy, adscribiendo a ·¡a mandíbula
tropos, los atlantropos de Ternifine descubiertos en 1954, una industria de la Naulette fragmentos_ de hombre que con el tiempo se supo e.ran
de sílex tallado tan bella como la que los acompañaba en el yacimiento. mucho más recientes. El caso del hombre de Piltdown muestra la posi-
Muy recientemente un prehistoriador italiano, P. Leonardi volda a bilidad y los riesgos de un camino inverso.
e~arbolar, en relación al zinjantropo, el tema del "verdadero' homínido En r~su?:en, podría con:iderarse que, para 1950, la imagen del
vn·o en esa misma época. . . y que permanecía desconocido". hombre pnmrtrvo estaba en v1as de transformarse profundamente. -Como
e~ . cada período _de tr~nsfor_maciones, las posiciones no son siempre muy
. De una manera meno: [orn:al se sustituía la hipótesis del antropo-
nrtrdas y los meJores mvestrgadores se encuentran frecuentemente dividi-
prteco, por la d~ un homwrdo mhallable pero con inteligencia y ~·enido
dos con hipótesis de contenido contradictorio. la vieja corriente continúa
de no se sabe donde, en un mundo en el que se retardaban los drversos 1
fluyendo y las .reconstrucciones de sinantropos o de la nueva serie de pi-
prehomínidos de frente plana. Este giro particular de una ciencia ya con-
1 tecantropos que Java libera a partir de 1854, se inspiran en el viejo
temporánea ha sido desgraciadamente alentado por la superchería científica 1
' esquema del antepasado mono. Sin embargo, algunos neanderthalenses han
que mantuvo en el campo de la hipótesis, durante unos cincuenta años,
al hombre de Piltdown. Es bien sabido que en 1909, un falsificador inalés !
'
sido descubiertos en suficiente buen estado como para no necesitar la
reconst1rxción de la base craneana en los laboratc.rios. Ya en 1921, se
provocó el descubrimiento y aceptación por el mundo de los sabios, jt~to 1
\
había logrado constatar que el hombre de Broken Hill no había podido
con algunos sílex achelienses, de unos pedazos dispares de una bóveda i tener la posición en semiflexión del antepasado mono, pues su agujero
cra?eana de hombre actual y de una mandíbula de chimpancé no menos 1 occipital indicaba una posición perfectamente erecta. -Por entonces, este
recrente. Dolorosa por el tiempo que hizo perder y por las líneas lamen- 1 carácter despertó sorpresa y se había llegado hasta a rejuvenecer el fósil
tables. que hizo es:ribir. ~ ciertos ·sabios, la superchería de Piltdown aporta
la mas clara confrrmacwn de todo lo que se ha dicho precedentemente para ver en él (como Topinard en 1875 con el hombre de Neanderthal)
1
20 21
1

¡
una especie de supervivencia atávica de un cráneo prehumano sobre un comunes a la totalidad de Jos hombres y a sus antepasados? El primBro
cuerpo de hombre. Incluso, se llegó hasta destacar que ello era un contraste y el más importante de todos es la posición vertical que, como acabamos
sorprendente con la actitud en semiflexión de los neanderthalenses, lo de ver fue el último cuya realidad haya sido admitida; Jo cual ha cons-
cual, en efecto, no era más que el producto de la idea evolucionista que treñido durante varias generaciones a plantearse el problema del hombre
había presidido .su reconstrucción. sobre una base falsa. Todos los fósiles conocidos, aun siendo tan extraños
. · . Las reticencias [re~1t: ~ este fósil, c~yo c~áneo afirmaba la posición como el australopiteco, poseen la posición vertical. Otros dos criterios son
vertical, · s~n muy s1gm~1c~trvas. Pyc~~ft .l,ntento demostrar que la pelvis corolarios del primero: la posesión de cara corta y manos libres durante
correspond1a a una pos1C10n en semJt lexwn. Otros autores, al considerar la locomoción. Ha sido necesa.rio esperar estos últimos años y el descu-
el carácter completamente humano de la pelvis y de los fémures, trataron brimiento de la· pelvis y del fémur del australopiteco para comprender
de demostrar que no pertenecían al mismo esqueleto que el cráneo. Boule el· vínculo que existía entre la posición vertical y la cara reducida. La
(y Vallois, quien lo siguió en esta YÍa) adoptó una actitud más matizada búsqueda de este vínculo constituye el tema del tercer capítulo de este
al· suponer que el hombre de Rodesia se había retrasado en el mundo libro. Las propc.rciones faciales dependen de los caracteres de la dentadura
actual y habí~ terminado P?r. caminar erecto como el homo sapiem. Sola· y es tal vez lo que permitirá un día encontrar la huella de los precursores
mente despues del· descubrumento, en 1939, del cráneo de Saccopastore, del australopiteco. Es bien conocido el éxito periodístico alcanzado hace
en Italia, que permitía a Sergi estudiar fósiles con base craneana intacta, algunos años por el oreopiteco del Monte Bamboli, en Toscana, que
com.enzó a impo?~rse muy discretamente la idea .maestra de una posición incluso fue condecorado con el título de "hombre de los dos millones de
vertJcal, ya adqumda por los prehombres. La m1sma constatación en los años". Los caracteres dentarios de este fósil dejan suponer que ha podido
al)stralopitecos de Africa del Su.r iba a ser suficiente para que, al fin, tener una cara mis reducida de la que se le podría atribuir a un mono.
la imagen ¡;lel hombre mono suf ri::ra una sustancial transformación. . La libertad de la mano implica casi obligatoriamente una actividad
.. técnica diferente de la de los monos, y su libertad durante la locomoción,
i


unida a una cara corta y sin caninos ofensivos, impone la utilización de
-ACTL'
. .
-. .
ALliiENTE
'
. órganos artificiales que son los útiles. Posición de pie, cara corta, manos
-'. ·,.E'n los últiri1o~<años, la investigación sobre el hombre ha estado do- libres durante la locomoción y posesión de útiles son verdaderamente los
_mlt;tada por el clan de los australopitecos, discretamente aparecidos en criterios fundamentales de la humanidad. Esta enumeración deja comple-
.1924 cuando Dart descubrió el crineo del niño de Taunga en Africa del tamente de lado las ca.racterísticas de los monos, delineando al hombre de
Sur. Después, los hallazgos se han multiplicado en el continente africano modo irreconciliable con las formas de transición en las cuales se habían
hasta el d~scu?rim!ento, en Kenia en 1959, de los restos del zinjantropo, complacido los teóricos antes de 1950.
gr,~n. m,I~tralopitecold.e, acompañado de sus útiles de piedra. Estos descu- Podrh sorprender que h importancia del volumen del cerebro no
bnm.1\ptos :han susotado una transformación profunda en la manera de intervenga sino luego. En realidad, resulta difícil dar preeminencia a tal
COnsi?e.rar el: problema de los. oríge?es del hombre. Nos ponen frente a o cual carácter, pues todo está ligado en el desa.rrollo de las especies;
una 1magen que para lo.s enc1cloped1st.as hubiera sido completamente des- pero me parece cierto que el desarrollo cerebral es, hasta cierto punto,
concertante. El antropop1teco de Gabnel de .Mortillet es ahora conocido un criterio secundario. Una vez alcanzada la hominización, desempeño.rl
pero n? . ti.~;1e nada de común con su modelo, con todas las consecuencia~ un papel decisivo en el des~1rrollo de la sociedad, pero es indiscutible
anatómicas~ qu~ la cosa implica: se trata de un hombre con un cerebro que en el plano de la evolución estricta, es correlativo· a la posición ver-
muy pequeno y no un superantropoide· con &ran bóveda craneana. Veremos tical, y no primordial. como algunos lo han creído durante mucho tiempo.
en .~1 capítul? III hasta qué punto esta constatación obligó a re,·isar la _l~ situación del h~n:~re, en. el sentido más amplio, aparece así como
no.oon .de hombre, pues. c~ando Leakey, con el zinjantropo, confirmó la cond!Cwnada por la pos1oon vert1cal. Ello no pasaría de ser un fenómeno
ex1stenoa en el Vdlafranqmense de un ser estmcturado esencialmente como incomprensible si no fuese una de las soluciones dadas a un problema bio.
nosotros, caniinando erguido y tallando el sílex, aportó mucho más de lo lógico tan antiguo como los vertebrados mismos, como es el de la relación
que había hesho: D~bois con. el pitecant::opo: procuró el medio para rom- existente entre la cara como soporte de los órganos de prensión alimenti-
per con una l111ea de pensamiento que había atravesado sin debilitarse todo cia y el miembro anterior como órgano no sólo de locomoción sino tam-
el siglo XIX y la mitád del nuestro. · bién de prensión. Desde los orígenes, la columna vertebral, la cara y la
...
.' . - r mano (incluso bajo la forma de aleta) están indiwlublemerite ligadas.
' . 1• l -

LOS CRITERIOS
- . .
DE HUMANIDAD Esta extraordinaria avenhua paleontológica es el objeto del capíh1lo II.
.. . -
' Poco más de· un siglo después del descubrimiento del cráneo de Gi. ''' La situación creada por la posición vertical en los hombres repre-
braltar, ¿cuál es la imagen que puede uno hacerse que reúna los criterios ' senta indudablemente una etapa en la vía que va del pez al homo sapiem,

22 23

1

,,
"

-
.• .... -

' '0~
'
...

Fig. 2. Orangután de Borneo, según


Beeckmann, 1718. Aspecto humanoide. La
frente baja, la nariz ancha, los labios en
hocico y el pulgar del pie separado re-
producen los rasgos estereotipados del ... _~·· --
hombre-mono
'

'

Fig. 3. El pitecantropo recons- .,


¡
Fi¡:¡. l.Vitral de la iglesia Saint-Ouen, en Ruán, siglo XIV. Demonio truido por Dubois en la exposi- ,,'
s~ltendo del cuerpo de una poseída. ObsérYese el aspecto "mono huma- ción de París, en 1900. Orbitas ''
'
'

mzado", las cejas promine;aes, las narices anchas y el hocico, las manos salientes, nariz ancha, labios en
con zarpas, el pulgar del p1e ampliamente separado. En la mano izquierda, hocico, brazo excesivamente lar- 1

el demonio sujeta un objeto alargado go, pulgar del pie separado,


objetos vagos en las manos, "
1 muestran que en seis siglos la .', \ '\
' '
imagen del hombre-mono ha·
evolucionado muy poco

24 25
-- ----- - --··--

pero sin que ello implique en absoluto que el mono desempeñe el papel
de enlace. La comunidad de los orígenes del mono y del hombre es con-
cebible, pero desde que la posición vertical queda establecida, ya no hay
más mono y por consiguiente no hay más semihombre. Las condiciones
humanas de . posición vertical desembocan en las consecuencias del dese
arrollo neuropsíquico que hacen del desarrollo del. cerebro humano algo
más que un aumento de volumen. ·La relación entre la ca;ra y la mano
permanece tan estrecha en el desarrollo cerebral como en el pasado: el útil
para la mano y el lenguaje para la cara son dos polos de un mismo
dispositivo, sobre lo cual trata el capítulo III.
El hamo sapiem realiza la última etapa conocida de la evolución ho-
miniana y la primera en la cual los constreñimientos de la evolución zoo-
lógica son franqueados e inconmensurablemente dejados atrás. Las nuevas
condiciones de desarrollo que experimentan el útil y el lenguaje constitu-
yen el tema de los capítulos IV al VI, que completan la primera parte de
esta obra.
.. .
La segunda parte está consagrada al desarrollo del cuerpo social, pro- ' 1
longación del cuerpo anatómico. Las. separaciones de especies y de razas
se encuentran sumergidas en el hamo sapiens por las de las etnias, cuya
fisiología se basa en la organización de la memoria colectiva del grupo.
La sustitución progresiva por la memoria so:::ial, de los dispositivos bio-
lógicos del instinto, es abordada en el capítulo VII, sus incidencias en la Fig. 4.. El abominable hombre de las nieves,
según Radar, 1954. El parangón con el vitral Fig. 5. El hombre
evolución de las técnicas serán vistas en el capítulo VIII, mientras que las del siglo XIV (salvo en cuanto. a la longitud de los Eyzies, que
consecuencias sobre la evolución de la transmisión del lenguaje son el ob- de los brazos, por otra parte contradictoria con domina el lugar
jeto del capítulo IX. la posición vertical) está completo sacrosanto de la
ciencia del hombre
La tercera parte, sobre los valores y los ritmos, es un ensayo de pa- fósil, continúa ilus-
leontología y de etnología estéticas. He tratado de reuni.r los elementos de trando, masivamen-
un enfoque sobre hechos que escapan normalmente a la investigación sis- te, el conjunto de
los errores de la
temática. Los conjuntos de valores que aseguran a cada grupo humano en paleontología hu-
cada momento de su historia una personalidad que le es propia, son pre- mana y el complejo
sentados en el capítulo X. Una clasificación de las manifestaciones esté- milenario del hom-
ticas es obligatoriamente arbitraria, pues lo propio del arte son las inter- bre-mono
ferencias; pero me parece posible distinguir los niveles cuya organización
es progresiva. Por ello, los capítulos XI y XII son consagrados, sucesi-
vamente, a la estética fisiológica, que en gran parte penetra el comporta- realizado por el individuo y un cuerpo social, que es su prolongación
miento animal, y la estética funcional, que abarca ante todo la acción indefinidamente perfectible a través de la acción, y el futuro considerado .
manual en la técnica. El capítulo XIII se refiere a la humanización de los como prolongación de la trayectoria paleontológica, son los dos temas
comportamientos sociales y aborda uno de los problemas que, junto con el p.rinci pales.
instinto, ha alimentado el estudio comparativo de las sociedades animales Tal vez se considere que una obra que moviliza los principales domi-
y de las sociedades humanas. Se le plantea sucesivamente bajo el ángulo nios de las ciencias del Hombre, carece de armonía. Yo mismo me he
de la humanización del tiempo y del espacio, así como el de la organiza- dado suficiente cuenta de las debilidades e imperfecciones durante la re-
ción simbólica del cuerpo social. En fin, el arte, que es una de las mani- dacción como para no estimar su vulnerabilidad. Pero ¿cómo decir que el
festaciones humanas de las cuales la paleontología se alimenta por medio homb.re es un cuerpo de mamífero con una organización de todas maneras
de numerosos testimonios, es el objeto del capítulo XIV. única, encerrada y prolongada por un cuerpo social con tales propiedades
El último capítulo comprende, a manera de conclusión, la considera- que la zoología ya no pesa en su evolución material, sin hacer intervenir
ción de la aventura del hombre. El equilibrio, único en el mundo vivo, la paleontología, el lenguaje, la técnica y el arte?

26 27
. Tal vez hubiera sido necesario darle un puesto al psicoanálisis. El
mito ..de~, antepasad~·mono posee .raíces .Perdidas en la penumbra (fig. 1) y
II
su f¡Jac;o? en el s1glo XVIII se. prodUJO en el momento en que se desata
la fa.ntastlca cohorte de demonws peludos y con garfios, de los hombres
s~l':aJeS con .cabe~a de ~ob? o con cuerpo de pez. Los capiteles y los bes-
t~anos, las. h1stonetas. di bu ]adas de las revistas y los monstruos de las fe- EL CEREBRO .Y LA MANO
nas, despliegan una 1magen del· hombre que pertenece a la psicología de
las p~ofundidade~. Esta imagen, de:pués de todo, no es completamente
extrana a. la fo.rJada por el paleontologo. El antropoide vino a tomar el
relevo (~1g. 2), com1;l~tado poco después por la imagen imprecisa del
antropopiteco en el quiCIO de su caverna ( figs. 3 y 5). Es un mito sabio
que todav~~ en ~.uestros días causa satisfacción a los letrados,. pero que •

posee sus dob~es populares .en. el abomm~ble hombre de las n1eves (fig.
4), en el Tarzan de las c01111qmtas y del eme de barrio: Ta.rzán, el hom-
bre primiti,:o ideal, hermoso como el antepasado soñado por Boucher de
Perthes y liberado del peso del mono por la presencia de su chimpancé ..... Así, gracias a esta organización, es como el espíritu
tal como un músico, produce en nosotros el lenguaje y
favorito. llegamos a ser capaces de hablar. Este privilegio no lo
tendríamos, sin duda, jamás, si nuestros labios tuvieran
que asegurar, para las necesidades del cuer¡:o, la tarea pe·
sada y penosa de la nutrición. Pero las manos se encarga-
ron de esta tarea y liberaron la boca para el servicio
de b palabra'".
GRÉGOIRE DE NYSSE
Tratado de fez Creación del Hombre
( 379 después de ]. C.)

Bien poco queda por agregar a esta cita, si no es para comentar en


lenguaje del siglo xx,. lo que ya era evidente hace mil seiscientos años. La
mano que libera la palabra, es exactamente a lo que ha llegado la paleon-
tología. Si bien la paleontología ll~ga a ello por una vía muy diferente
de la de Grégoire de Nysse, al igual que él, sin embargo, habla de "libe·
ración" para caracterizar la emlución hacia las cimas de la conciencia hu-
mana. En efecto, en una perspectiva que va del pez .de la era Primaria al
hombre de la era Cuaternaria,. se cree asistir a una serie de liberaciones
sucesivas: la del cuerpo entero en relación con el elemento líquido, la de
la cabeza en relación con el suelo, la de la mano en relación con la locomo-
ción y finalmente, la del cereb.ro con· relación a la máscara facial. No

hay la menor duda de que este sentimiento sea artificial, pues es aislando
fósiles privilegiados como se crea una imagen muy in::ompleta de la evo-
lución, pero si existe alguna evidencia que ninguna demostración convin-
cente ha podido debilitar, es que el mundo vivo madura de edad en edad
y que haciendo una selección de formas pertinentes, se hace evidente un
largo sendero regularmente ascendente sobre el cual cada "liberación"
ma.rca una aceleración cada vez más considerable. .
En este encadenamiento, las formas pertinentes son las que, en cada
momento del desarrollo, ofrecen el mejor equilibrio, desde el triple punto
de vista de la nutrición, de la locomoción y de los órganos de .relación,
en movilidad y vivacidad, características fundamentales de las especies

2'9
escogidas para demostrar la progresión ascendente del mundo vivo. Una Entre los invertebrados, los espongiarios y los celenterados (hidras,
demostración de las ventajas biológicas de la fijeza testimonia favorable· actinias, pólipos) ofrecen, de una manera perfecta, la imagen de una
mente en tal sentido; pero se trata, en el evolucionismo, más que de alabar organización donde la locomoción no desempeña ningún papel y donde
los méritos de una evolución en cámara lenta, de relacionar explícitamente el organismo responde a un sistema radial. Por el contrario, en otras
o no el mundo vivo con el hombre actual. Independientemente de toda ramas, entre los helmintos (gusanos), los moluscos, los equinodermos o
búsqueda del sentido filosófico de la evolución, independientemente inclu- los cmsticeos, la ·sedentarización de· los adultos de ciertos órdenes es un
so del postulado que implica el "transformismo", es pues, un procedi- fenómeno secundario, es la adopción de un modo de vida que desemboca
miento normal y científico constatar en qué grado eminente la conquista en una vía de evolución totalmente diferente de la de las especies móviles.
del espacio y del tiempo, · característica dominante del hombre, marca Estas formas, conducidas por la evolución hacia lo que nosotros conside-
de una manera tangente todos los testimonios escogidos para ilustrar su .ramos como el mundo animal inferior, revisten para nuestro propósito
.'
ascenswn. solamente un interés de comparación. Muestran, sin embargo, en la base
Se podría considerar la movilidad como el .rasgo significativo de la • del mundo viviente, lo que una explicación finalista consideraría como
evolución hacia el hombre. Los paleontólogos no lo han ignorado, pero era una selección entre dos posibilidades. Esta opción aparente es constante
más espontáneo caracterizar al hombre por su inteligencia que por su y justifica la expresión de evolución "arborescente" empleada por los
movilidad, y las teorías tendieron primero a la preeminencia del cerebro, p:deontólogos para expresar la diversificación de los seres vivos.
lo cual, sobre todo a partir de los primates, ha falseado frecuentemente La . organización bilateral, por el contrario, está directamente ligada
la interpretación de los fósiles. La conquista del aire libre, la liberación al desarrollo de la tesis adoptada aquí, visto que, por vía de consecuen-
en relación con la reptación, el acceso a la bipedia, son temas muy bien cias sucesivas, es ella la que conduce hasta el hombre.
estudiados desde hace más de medio siglo, pero es característico sin em-
bargo ver que, hace diez años apenas, se habría aceptado tal vez más
fácilmente a un cuadrúpedo con cerebro ya humano, que a un bípedo tan LA SI1IETRIA BILATERAL
atrasado cerebralmente como el australopiteco. Esta visión "cerebral" de
la evolución parece hoy inexacta y se di.ría que la documentación sea El plan según el cual el organismo entero se o.::ganiza detris del
suficiente para demostrar que el cerebro se ha beneficiado de los pro· orificio alimentario, existe en los protozoarios más móviles y, salvo en los
gresos de la adaptación locomotora en vez de provocarlos. Es por eso que espongiarios· y los celenterados, constituye el plan normal de los anima.
la locomoción será considerada aquí como el hecho determinante de la les. La polarización anterior de la boca y de los ó.rganos de prensión
evolución biológica, exactamente como en la tercera parte aparecerá como en los seres móviles es un hecho biológico y mecánico tan evidente que
el hecho determinante de la evolución social actual. sería un tmto ridículo detenerse en ello, si no fuese para subrayar que
es allí y no en otra parte donde .reside la condición fundamental de la
evolución hacia las formas superiores de la vida.
ORGANIZACION DINAMICA DE LOS A:KIMALES La movilidad implica, para satisfacer el mantenimiento alimenticio,
la misma polarización anterior de los órganos de relación, los cuales ase-
Los animales se distinguen de las plantas por el hecho de que su guran la orientación, el reconocimiento y la coordinación de los órganos
nutrición implica la toma de alimentos en masas de cierto yo]umen para de prensión y de preparación alimenticia; de manera que, a partir de la
ser tratados po.r procedimientos mecánicos antes que inten'engan los pro- adquisición del movimiento y hasta nuestros días, bien se trate del insecto,
cesos químicos de la asimilación. En otros términos, la nutrición está li- del pez o del mamífero, el dispositivo animado reviste la· misma estmc-
gada en ellos, de una manera considerablemente más sensible que en los tura general. Se. ha creado así, gracias a la polarización de los diferentes
Yegetales, a la búsqueda; es decir, al desplazamiento de los órganos de órganos, un campo anterior en el cual se desarrollan las operaciones com-
captura y del dispositiYo de detección. plejas de la vida de los animales con simetría bilateral.
A pesar de este carácter general de mo,·ilidad, el mundo animal,
desde los orígenes, comporta una proporción importante de especies, que
sin adoptar· el proceso de nutrición únicamente químico de los vegetales, EL VERTEBRADO
se adaptaron a la captura inmóvil de los alimentos. Por este hecho, las
espedes animales se dividen en dos tipos de organización dinámica: uno, Después de haber abandonado los seres con simetría .radial y escogido
donde el cuerpo está construido según un plano de simetría radial; el otro, aquellos cuya organización simétrica está ordenada por el eje de desplaza-
donde las partes del cuerpo se ordenan según un plano de simetría miento, se debe dejar de lado el conjunto de los invertebrados para seguir
bilateral. el desa.rrollo de los seres con esqueleto interno.

30 31
nerviosas especializadas constituye el mando central, cuyas fibras, no so-
lar.1ente se extienden hacia los órganos de los sentidos, sino que controlan
y coordinan toda la economía.
.. -· ........ . Entre la caja cefálica y el cuerpo, al límite de las actividades de ,re-
lación y de la parte locomotora, se encuentra una aleta pectoral o paleta
articulada. Todos los elementos que permiten analizar los vertebrados has-
ta el hombre, están en su puesto: la caja .rígida del cráneo, que estructura
la bo:a y protege el cerebro, los órganos locomotores estrechamente uni-
dos a la base de la caja craneana y el miembro anterior, situado de ma·
nera ambi!!ua entre los dos.
~

Si los ostracodermos dan una imagen del vertebrado llevada a los lí-
mites del esquenutismo, es tanto porque vivieron en una época próxima •

del origen de los vertebrados como porque pertenecían ya a los seres im-
. . . .- . pulsados por la evolución, y en todo momento, en otras direcciones que
la que nos interesa. Al igual que las lampreas o las mixinas actuales,
con bs cuales estín además emparentados, los ostracodermos o peces
suctGres, tienen una organización en la cual el juego de los factc.res "as-
censiomles" jam:ís se ejercitará. Sucede de maner:1 absolutamente distint:~
Fig; 6. Pez ostracodermo del DeYónico de Escocia, según que con los eslamobranquios (tiburones y rayas), los peces óseos, los
Traquair
dipneustos ( celacantos), los cuales eran, ya en el Devónico, vertebrados
con mandíbulas en gran nriedad de combinaciones.
Los paleontólogos establecieron, g.racias tanto a la embriologí:t como
Es hacia la mitad de la era Primaria, en el Silúrico y en el DevÓ· a los fósiles, que la mandíbub de los vertebrados debe deriva~ de uno
nico, cuando aparecen los primeros vertebrados, los peces ostracodermos de. los arcos que sostienen las branquias. El proceso preciso que se ter-
( fig. 6), aún desprovistos de mandíbula, pero que evidencian en su for- r:11!1.l, desde el Devónico, con la existencia de peces con mandíbula ar·
ma más antigua y esquemática el plan de organización de los vertebrados. ti:ubda, no est:í completamente esclarecido, pero es cierto que, a pMtir
Como en los peces actuales, su cuerpo se diYide en dos partes, la anterior,
de es~ ép<eca, el cráneo de los vertebrados adquiere una función nueva,
formando una caja ósea sólida y la posterior, articulada g.~acias a grandes Ll m.ts Importante: la de soportar las mandíbulas. Después, los cons-
escamas, que se termina en la cola. La parte locomotora está estructurada
treñir.1ientos mecinicos de locomoción y los inherentes al funcionamiento
por un eje longitudinal de naturaleza fibrosa, el notom~dio; a lo largo
de bs 1:1andíbulas dominarán toda la evolución del cr:íneo.
del cual corre la médula espinal, cuyas derinciones nen·iosas rigen las
1\ pa.~tir del Devónico, cuando los peces sin mandíbulas conocen su
contracciones de los gmpos musculares dispuestos en series bilaterales,
formando los flancos del animal y protegidos por el· armazón flexible :IpJgeo, les tres órdenes de los eslam?bra?quios, . de los peces óseos y de
de las escamas. El dispositivo locomotor, en su más grande sencillez, está los d1pneos ofrecen un punto de parttda tndiscutible a la evolución hacia
constituido por las dos bandas musculares cuyas contracciones a' terna- form.ls superiores. Algunos tipos, filogenética y funcionalmente, son ya
tivas animan la espadilla caudal. peces actu.ales y los antepas~dos de los celacantos y de los dipneas mo-
La cabez.a. ~s un cofr~ aplanado formado por placas imbricadas, per- d;rnos de¡an aparecer los signos precursores de la adaptación a la vida
ae.rea .
forado de onf1oos y reun1endo los elementos del campo de relación an-
terio..r: órganos de prensión, d~ inge.stión, d.e relación y todo el dispositivo . Las píginas prec~dentes, que no hacen más que repetir en forma su-
nervwso que asegura su funoonam1ento. Sm mandíbulas la boca es una mana hechos estableodos desde hace mucho tiempo y presentes en todas
ab~r~ra en forma., de ventosa .~uya perif~ria e~~á gu~rn~cida de órganos las obras que trazaron la evolución del hombre, no tienen otra finalidad
electncos; la funoon , de prensi?n y la mgestwn alimenticia son, pues, que la d:: subrayar un punto importante. El mundo animal entero desde
asegu.radas por unas v1as muy d1ferentes de las de los vertebrados ulterio· sus ~nicios, se ~~ repartido en :~~ número relativamente limitado cle tipos
res y el papel mecánico de la caja craneana está aún limitado. En cambio, f~J~cwnales, h~o~ndose la sele~cwn, con algunos compromisos, entre inmo-
el cofre ~erebral abriga ya el ~rágil dispositivo nervioso que agrupa en \'IIIdad y mov1m1ento, entre s1metría radial y simetría bilateral. Desde el
la e::ctremidad de la méd~la ~spmal el centro de dirección· de los árganos punto de vista. del "éxito biológico", una y otra vía condujeron hacia fines
sensibles a la luz, a las vibraciOnes, al gusto, al olfato. Este nudo de células Igual1:1en~e bnllantes. Las medusas han sobrevivido sin variar desde hace

32 33
LA EVOLUCION DEL CAMPO AXTERIOR
varios centenares de millones de años, mientras que los animales móviles,
a través de los vertebrados, han ascendido las etapas necesarias para al- La segunda condición favorable aparece en un número considerable
canzar la inteligencia. Los ganadores de esta ca,:rera interminable: la me- de especies animales: es la diúsión del campo anterior de relaCión en dos
dusa y el hombre, marcan los dos hitos extremos de la adaptación y entre regiones complementarias, uno1 delimitada por la acción de la cabeza, ]a
ellos se sitúan los millones de especies que forman el matorral de la ge- ot,,a por la acción del miembro anterior, o más exactamente, por la acción
nealogía terrestre. Estas líneas de evolución funcional pertenecen ya a un de Jos órganos faciales y la de la extremidad del miembro anterior.
lugar común: ¿quién no conoce el ejemplo del tiburón, del ictiosaurio y El campo anterior comprende, en consecuencia, un polo facial y un polo
de la marsopa (pez, reptil y mamífero) voh·iendo a encontrar, gracias manual, los cuales actúan en estrecha relación en las operaciones técnicas
a la adaptación al elemento líquido, las mismas características de silueta? más elaboradas.
Los hechos de adaptación mecánica son normales y se tienen numerosos La sitmción del miembro anteric.~, entre la parte cefálica y la parte
ejemplos al respecto de organización dental donde, por ejemplo, animales motor del cuerpo, re\·iste una cierta ambigüedad funcional y en los artró-
tan genéticamente dispa.:es como la liebre, el caballo o el buey, poseen podos como en Jos vertebrados el órgano más anterior de la locomoción
molares con estructura mecánica similar. Calificado de convergencia, este puede inten•eni,:, en grados variados, en la captura y la preparación ali-
fenómeno, si fuese tomado como base de una tipología sistemática, daría menticia. Ello se aprecia con particular nitidez en los crustáceos decáp8dos,
lugar a la construcción de un dispositivo muy distinto a la arbores::encia tales como el cangrejo, cuyo primer par de patas, evolucionado hacia la
filética, pero que haría innecesario gran número de sus ramas. forma de pinzas, asegura la prensión y la división de las presas. Ahora
Esta convergencia funcional puede tener validez hasta entre los nu- bien, si los ejemplos de campo anterior de dos polos son b<lstante nume-
míferos, en un orden entero, como es el caso de los marsupiales de Aus- rosos en Jos articulados, mucho m:ís lo son, y particularmente sign:fi::ati-
tralia, que ofrecen falsos carnívows, falsos rumiantes, falsos roedores. vos, en los vertebrados.
Puede existir también en formas aisladas y llegar a similitudes extraor- De una manera independiente de la división taxonómica de l:ts clases
dinarias. Es conocido el ejemplo de los proteroterídeos del Mioceno de y de los órdenes, el mundo de Jos vertebrados se reparte en do_; ten den·
América del Sur, los cuales siguie.:on la misma vía de espe:ialización que cias funcionales: una, en la cual el miembro anterior está destinado casi
los equídeos y dieron origen a linajes de falsos hipariones y de falsos exclusivamente a la locomoción y otra, en la que interviene de maner:1
caballos de sorprendente similitud funcional con los wrdaderos. más o menos estrecha en el campo anterior de relación (figura 7).
El esbozo de esta división existe ya al ni\·el de los peces. En Ll ma-
La biología rinde cuenta, al menos someramente, de la transforma-
yor parte de las especies de aguas llenas o· de superficie, las aletas pec-
ción de las especies gracias a la combinación de la gama de los elementos
torales están ligadas únicamente a la locomoción, actuando como órgano
genéticos con la selección natu.,al. Puede agregarse a ello, que el efecto
de dirección o de desplazamiento lento. En las especies de fondo, en
acumulativo de las adaptaciones al medio Jleva en el transcurso de los
cambio, se encuentran numerosos casos en los que las pectorales están
tiempos hacia una organización cada vez mís eficaz del sistema nen·ioso.
directamente asociadas con la búsqueda alimentici:t; como es el caso, por
El paso del medio acuático. al medio aéreo, la aparición hacia el fin de
ejemplo, de la tenca, en la cual actáan como unos abanicos para Jevantu
la Era Secundaria de la homeotermia, que da a los p:íjaros y a los ma-
el limo y descubrLr las partícubs alimenticias y también en los rubios,
míferos unas posibilidades conside.:ables de adaptación en relación con las
transformándose en patas o en palpos rices en papilas gustativas, que
de los aninules de sangre fda, renuevan cada vez el registro sobre el
exploran el suelo sosteniendo al pez como sobre unas muletas. En los
cual se aplica la adaptación funcional. El sistema nervioso ~s el beneficia-
anfibios y los reptiles, la inten·ención del miembro anterior es muy limi-
rio mis aparente de la evolución, adquiriendo un sentido extraorg.\nico,
tada; concurre, sin embargo, en cie~tas especies, para la fijación de la
• puesto que conduce al cerebro humano. Este desarrollo, ·que únicamente
comida en el suelo o la liberación de la boca de fragmentos embarazosos
ha sido posible para un linaje, no es concebible si no se sitúa en el origen
.
muy aba¡o en el mundo ve,:tebrado, un cúmulo de condiciones favorabks
. ' o desagradables.
En los pájaros la situación se ha tornado muy particular por el he:ho
asaz generales y cada vez más limitadas a medida que uno se aproxim:t
de la adaptación del miembro anterim al vuelo. El Opisthocomtts hoatzin
a los tiempos actuales .. ~s? pues, de una base biológica muy amplia y
o chenchena de la América tropical es el único ejemplo actual de un
profunda de donde se 1nJC1a la marcha, y solamente oh·idando los millo-
pájaro cuya mano sirve· para trepar; particularidad que además sólo la
nes de especies que no aprovechan sino imperfectamente las condicione~
posee cuando joven. No se podría hablar pues de intervención del miem-
favorables sucesivas, es como se puede hablar del-linaje humano. La pri.
b,ro anterior en el campo de relación en los pájaros; en cambio, en nu-
mera y más importante . de estas condiciones, acabamos de verlo, es la
merosas especies, el miembro posterior puede intervenir en la prensión
constitución del campo anterior, que afecta a ]a maycda ·de las especies
alimenticia como es el caso de Jos rapaces, o en operaciones técnicas rela-
animales y a la totalidad ·de los vertebrados.
' -
;))
34
cionadas con h confección del nido, como en los tejedores. El ejemplo
de los pájaros es precioso, pues muestra que la posibilidad de inte.:ven-
ción de la "mano", no sobmente no está ligada a grupos zoológicos estre-
chos, yendo directamente del celacanto al hombre a través de los monos,
sino que, en cierto modo, goza de independencia y no está· ligada a una
re!!iÓn anatómica determinad,l. . Las patas del pájaro, como la trompa del
efef ante, responden m::s a una realidad funcional que a una vocación
...,.("",.,lo' b<>t·ca •
t-u~

La situación de los mamíferos es tí directamente relacionada. con el


a propósito de este libro y exige una exposición más detallada. Dos grandes
d
grupos, de composición más o menos homogénea, aparecen aquí.
El primero comprende a la vez a los primates, a los insectívoros, a
los desdentados y a los quirópteros, a los roedores, a los ·cetáceos y los
carnívoros; el segundo comprende el conjunto considerable de los ungula-
dos que reúne todos los animales· con cascos o pezuñas, desde el elefante
•••
.> h~1sta el caballo, el puerco o el buey .
En· una perspectiva funcional, se puede volver a encontrar la misma
división: el primer grupo reúne a las especies cuyo .régimen alimenticio
es nriable (carnívoro, frugímro, omnímro), orientado esencialmente ha·
cia lo "cJ.rnoso" anim,ll o vegetal; en cambio, los ungulados son, en su
gran mayoría, comedc,res de productos ricos en celulosa.
Si se intentJ. hacer una separación entre las especies cuyo miembro
b anterior interviene en el campo de relación y aquellas en las que su papel
e es débil o nulo, no quedan más que dos grupos principales: de una parte,
el primer grupo (sah·o los cetkeos) en el cual existen numerosos casos
de intervención, y por otra parte, los ungulados y los cetáceos, en quienes
ningún caso de intervención es notable. Tomada, en fin, desde el ángulo
que nos interesa mís, la bipo!aridad del campo anterior sigue siendo un
hecho de amplia distribución, pero limitada a once solamente de los vein-
'• ... • tiséis órdenes que constituyen el conjunto de los mamíferos placenta.:ios.
1..•"' ..
•.
.
•·
•' En estos once órdenes con bipolaridad, cada orden requiere una nueva
• diferenciación, fundada sobre nriantes en grado de gran importancia mu-
chas veces. Como mis adebnte lo veremos, si bien es ent,re estos mamí-
fems donde la co:Jrdinación del campo fac;ial y del campo manual está más
adelantada, no es ti presente en igual grado en los diferentes gmpos: ni
los desdentados ni los quirópteros ofrecen notables ejemplos, salvo en los
murciélagos pescadores o los paniques frugívoros, en los cuales el miembro
e posterior, al igual que en los pájaros, puede adapta.rse a la prensión
f alimenticia. En Jos insectívoros, que son un gmpo muy arcaico, la inter-
Fig. 7. Ejemplos de los dos tipos de campos de relaci6n; a, b, e: vención de la mano se presenta con modalidades muy variables. Puede
campo facial prácticamente exclusivo: rez de natación rápida (atún),
pá;aro velero (pelícano de Bassan), mamífero caminador (gacela); ser casi nula, como en el tenrec de Madagascar, muy relativa como en el
d, e, f: campo facial y manual combinados: pez de fondo (rubio), caso del topo, o al contraóo, muy importante, como sucede ·en el h1paia,
rapaz (autillo), omnívoro prensar (oso) cuya posición taxonómica entre los insectívoros o entre los primates, está
aún discutida. Los carnívoros también ofrecen diversos grados de interven-
ción manual, aunque prácticamente todas las especies hacen intervenir, la
mano en mayc,~ o menor grado, en el campo anterior de relación. En los

36 37
de amasar les alimentos simultáneamente con los dientes, además de hú-
cánidos y los hiénidos, esta interwnción es discreta por el hecho de una med<l y capaz de hacer pasar estos alimentos de lado a lado, como hacen
adaptación muy importante de las extremidades de los miembros a la .lo- Jos perros y otros c~rnívoros_, quienes pueden ~eslizar la leng;n entre los
comoción rápida para largas distancias; en cambio, en los mustidos, vivé- intersticios de los dtentes. St el cuerpo no tunera manos, ¿como se for-
rridos, prociónidos, ursidos, felinos, la participación manual puede al- maría la voz articulada en él? La constitución de las pa.~tes que rodean la
canzar un grado relativamente próximo al de los primates: las posibilida- bo:a no se haría conforme a las .necesidades del lenguaje. El hombre, er:-
des manuales del mapache, por ejemplo, son lo suficientemente desarrolla- tonces, hubiera tenido que balar, lanzar gritos, ladrar, rel!nchar, mugt.c
das como para permitirle competir en algunas pruebas con .ciertos monos. como ks bueyes o rebtFnar como los burros o lanzar rugtdos como ]a,
En el orden de los roedores la variedad de los dispositivos funcionales bestias sah·ajes". Para los ungubdos, sucede exJ.ctamente lo que demt~es­
es considerable. Son ellos los que ofrecen, entre los mamíferos, ·los con- tran la paleontología y b zo:Jlogía ach1ales: "la ause?cia d_~ inter.venoón
trastes más llamativos desde el punto de vista que nos preocupa. En efecto, de la nDn:J est:L, en efecto, compensada por uncl espeoal1zaoon fact~l n:;1y
en el suborden de los histricomorfios, se encuent~an ciertas formas como \·ariada en modalidades. No solamente se encuentran en la org~mtzaoon

el chigüire de América tropical o el cobayo, que presentan solamente ves- de la dentadura formas extremadamente complicadas como el d1e?te del
tigios de intervención manual, mientras que en el suborden de los esciú caballo o el del elefante, sino que ~e ve también en los otros organos
ridos o de los miomorfos (ardillas o ratas) pululan las especies en las faciales una f!r.ln diversidad de estructuras que pueden de alguna manera.
cuales la inte.~vención de la mano (como en ciertos carnívoros) se aproxi- compensar la deficiencia del miembro ~nterior. Son los apéndices. de ]Jfen-
L.

ma en imponancia a la de algunos monos. Es de notar que en los carnívo- sión o de defensa, que reempbzan dtrectamente la ma_no o los. cantnos,
ros, los inscc~h-oros o los roedores, las especies con actividad manual m.ís t¡ue conocen el mayor des.1rrollo; basta ~on citar lo_s labws extens1bl_es. d_el
importante, son igualmente aquellas en las cuales, en el curso del andar manatí, la trompa c¡ue aparece en un numero considerable de espeoes \ I·
en medio terrestre o arborícola, interviene frecuentemente una \·erdadera vientes o fósiles, desde b. de la d<mta hast¡¡ la del elefante, los cuerno:;
acción de prensión por parte del miembro :mterior. nasales de los cuales los rinocerontes son los últimos poseedores en el
La característica que acaba de ser nombrada, soh:-esale toda da m ís mundCJ actual, los caninos transfornudos en jet1s, pabs afiladas, cuernos
cuando se considera a los primates. En efecto, en ellos todas las formas o astas frontales de los rumi:111tes".
conocidas presentan en un mayor grado la ligazón del miembro ante:·ior Evidentemente, no se puede tomar al pie de la letra las explicaciones
con el campo de relación. Pe.:o se p•1ede decir que existen grados en esta anatómicas de Grégoire de Nysse, pero es de notar que, a fines del siglo
ligazón y que, ni desde el punto de Yista anatómico ni desde el ¡xmto IV de nuestra era, un filósofo haya apreciado tan justamente la relación
de vista neurosíquico, la mano del colobo, por ejemplo, actúa como la existente· entre el lenguaje y la mano. Es necesario oSservar que esta
del gorila. Más ade!antc · \'eru11os que el mundo de los monos es tan relacién no corresponde a una participación banal de L1 mano ( •l travé-;
variado como el de los roedores y que esta \·ariedad ofrece la posibilidad dd aesto) en el lenaua¡'e sino como una rebción orbo-ánica en la cual
b b '
de comprender un poco gracias a qué mecanism:J el hombre se p.:esenta la tecni::idad manml responde a la liberación técnica de los órganos fa-
tal como es; es decir, como la única especie vi\·iente en la c¡ue la acentuada ciales. que quedan disponibles para la palabra.
relación entre el polo facial y el polo manual se verifica sin que intervenga Se desprende de todo lo que precede que, si bien una paleontología
el miembro anterior en la locomoción. Antes de h:!bL1r de los he.hus tluc: fundada únicamente sobre las constataciones anatómicas y cronológicas lle-
permiten comp:ender las incidencias de la relación fundamental entre l:1 va a la demostración de las ,g-randes líneas de la evolución, no agota el
cabeza y el miembro anterior, es necesario reflexionar (antes de abando- interés hacia otros modos de consideración de los hechos biológicos, ligado;;
narlos) sobre la suerte de los ungulados, los cuales, habiendo tomado un:1 éstos menos a la sistemática que al comportamiento. Los dos aspectos de
vÍil distinta a la nuestra, evolucionando mucho mis lejos que nosotros r:1 la investigación son comp!en'.!entarios en realidad y es eso lo que he
su adaptación locomotora, se encuentran completamente afue:a de la aso- tratado de demostrar hasta ahora. Tomada en el sentido que hemos adop·
ciación de la mano y de los órganos faciales. A ellos podría :1plio.rse una tad:J aquí, b investigación conduce al historial de unas disposiciones fun-
nueva cita del Tr,.•:ado de la Cre,táón del Hombre de Grégoire de NF:: e: cionales cuya muy amplia repartición en el mundo vivo explica por sí
(páginas 112-113): "Sin embargo, es sobre todo para el lenguaje para lo sola, a lo largo de la trama de variaciones de adaptación mis y m::s per-
que la natu.~aleza ha agregado las manos a nuestro cuerpo. Si el hombre tinentes, el resultado en una .forma humana todavía profundamente arrai-
estuviese desproYisto de ellas, la cara se hubiera desarrollado, al igual t¡ue gada en el mundo animal y evidentemente próxima a los mamíferos que
en los cuadrúpedos, para permitirle alimentuse: tendría una forma alar han adoptado mucho mís tarde las formas mis adelantadas de integración
gada, adelgazada en la región de las na.:ice:;, con labios prominentes, Cl- de los dos polos del campo anterior.
llosos, fuertes y gruesos, a fin de arrancar la yerba; tendría entre los dientes
una lengua muy distinta a la que tiene, carnosa, resdente y ruda, a fin
39
38
DEL PEZ AL HOMBRE

la percepción del papel capital que han desempeñado en h evolu-


ción de los vertebrados las variaciones de equilibrio entre los dos polos
a
del campo anterior obliga a un examen más detallado de las formas adop·
tadas por los seres más evolucionados en la integración técnica en el
transcurso de las diferentes etapas de la historia de los seres vivos. En o
- ------- ..

otros términos, basados en la documentación inmensa reunida por la pa- ----·


-
leontología y la biología de los vertebrados, se puede ensayar el esbozo b
de una paleontología funcional. Para ello, se deben integrar en una sola
perspectiva los principales elementos funcionales de cada uno de los tipos
f
que se encadenan a lo largo de los tiempos. Para mayor comodidad, estos
diferentes elementos pueden reducirse a cinco. El primero se relaciona ccn
las sujeciones locomotoras, es decir la organización mecánica de la co 1 w~1-
na vertebral y de los miembros. De he:ho, este primer elemento es inse·

parable de Jos siguientes, puesto que los órganos del desplaza1'.1iento son
el instrumento motor de la vida de relación. El segundo elemento que:
inten·iene es la suspensión craneana. Por su ubicación topográfica, es el
elemento más sensible del dispositivo funcional; este hecho ha sido enten-
dido empíricamente desde los inicios de la paleontología, puesto que ya la D
.v
célebre disertación de Daubenton sobre la posición del agujero occipital •
•• .....
en los vertebrados inaugura una larga serie de trabajos, en los que la d
suspensión craneana constituye tema central. El elemento siguiente es b
dentadura, cuyos vínculos con la vida de relación son fácilmente com-
prensibles, si se toma en cuenta el papel desempeñado por los dientes
tanto en la captura como en la defensa y la preparación alimenticia. El •
cuarto elemento es la mano, o al menos la posible integración de la
extremidad del micm~"lro anterior en el campo de la técnica. En fin, el
último es el cerebro, cuyo papel en tanto que coordinador es evidentemente
primordial, pero que aparece, funcionalmente, como el "inquilino'' del
dispositivo corporal entero. Esta situáción del cerebro, de la cual se po-
dría decir que está subordinada al edificio en su conjunto, ha sido ex-
presada y consignada reiteradamente sin que su significación haya sido
totalmente esclarecida. En efecto, una noción corriente es que en los cr:í-
ne:os de tipos funcionales muy vecinos, como por ejemplo, de los reptiles )

Fig. 8. Diferentes tipos funcionales. Columna· de la izquierda: armazón cra-


> '

neana en sus relaciones con la. posición y la dentadura. Columna central: la


mano. Columna de la derecha: la posición en la actitud de prensión: a) Ictio-
morfo: suspensión en medio líquido, ninguna moYilidad cerYical, dentadura
larga homodonta. b) Anfibiomorfo: reptación en plano, moYi!idad lateral de / '
la cabeza, dentadura larga, homodonta. e) Sauromorfo: reptación semierecta, '
libertad cervical, la dentadura está equilibrada en la mitad anterior del edificio
craneano. d) Teromorfo prensor: liberación temporal de la· mano, dentadura
heterodonta. e) Pitecomorfo: liberación de las- manos en posición sentada,
pulgar oponible, columna wrtebral liberando la parte posterior del cráneo.
f) . Antropomorfo: liberación total de las manos, posición Yertical, despega-
miento mecánico de la bóYeda craneana f

40 41
tcriodontos del Secundario antiguo, los carníYoros del Terciario antiguo y c~er~o por unos grupos _m~s:=ulares, sin_ que el eje vertebral desempeñe
los carnívoros del Cuaternario, se alojaron cerebros cada vez mis desarro- nmgun papel de sosten; bmttandose sencdlamente a dar paso en el interior
llados, siendo los más antiguos apenas más gruesos que la médula espinal. del edificio craneano, a la extremidad de la médula que termina en un
Esta sencilla constatación basta por ahora para establecer que no hay una cc~ebro minúsculo, suspendido prácticamente en el interior de la bóveda.
relación de prioridad de la evolución del cerebro sobre la evolución del Los elementos comprometidos en la evolución de los vertebrados terrestres
dispositivo corporal controlado por él. Sin embargo, en el primer capítulo estín en su puesto, pero la adaptación mecánica que les dad el retoque
5e ha demostrado que en la imagen que se había hecho del hombre completo se producid solamente mn el paso a la vida aérea.
primitivo había predominado durante un siglo la idea inversa
El estudio por separado de cada uno de los elementos que entran LA RESPIRACIOI\' A.2REA Y LA LOCOi\[OCIOI\' TERRESTRE
en la composición del vertebrado no puede conducir más que a una com·
prensión muy incompleta de la e\·olución funcional: por el contrario, la El paso a la vida aére:1 generalmente es conside,:ado como un fenó-
integ,.ación permite encontrar el orden zoológico a través de un cierto meno simple y único: el privilegio de algunos peces que se tornan anfibios
número de grandes cortes que caracterizan estados funcionales. Siguiendo y materializan la débil raíz del inmenso m<ltorral de los vertebrados te-
a la· vez el. orden cronoló§!ico y el de la sistem:ítica de las ciencias na- rrestres. En realidad, los zoólogos enume~an muchos peces, de los mis
h!r:des. examinaremos sucesivamente (figura 8) y en rel~ción con los ca- 1·ariados grupos que, gracias a algún artificio, llegan a asimilar directa-
racteres que acab:1n de ser p:ecis:1dos, las grandes etap1s del ictiomorfismo. mente el oxígeno atmosférico. Numerosos zoólogos consideran incluso la
del anfibiomorfismo y del antropomorfismo; que corresponden respecti\·a- vejiga natatoria como un vestigio de pulmón, siendo ciedo, en todo caso,
mente al equilibrio en el medio acuático, a la primera liberación del agua, cr-•e hay relaciones de función entre los dos órganos. La respiración aérta
a la liberación de la cabeza, a la adquisición de la locomoción cuad.:úpeda e; de rigor en especies de aguas poco profundas y mal oxigenadas. Se
c:rguida, a la adquisición de la posición sent.1da )" a la de la posición comprende muy bien el dnculo existente entre la adquisición de medios
erguida.'· para es~apar a la asfixia y una locomoción soixe el cieno de los pantanos
para buscar las últimas colecciones de agua. Como la simetría bilateral o
la opción entre la prensión y el caminar exclusivo, la respiración aérccl
EL JCTIOMORFISMO y la locomoción terrestce constituyen, pues, una selección, esta vez entre
La organización din:ímica del pez no ha nriado desde la apa.•ición la adc!ptación exclusiva al líquido y la adaptación relacionada con el
en e::! Devónico de los primeros peces con mandíbulas. Su l~comoción est i medio aéreo. 'Las m:ís variadas especies respondieron de manera diferente
ase¡:urada esencialmente por los golpeteos Literales determinados· por b a esta opción y una de estas maneras corresponde a la fórmula del cua·
acc]ón de los músculos antagónicos sostenidos por el eje ,.e,~tebral. . Este drúpedo anfibio.
dispositivo propulsa la extremidad cef6.lica, que le es estrechamente soli- Ot.cas fórmulas surgieron y no pocas se perpetuaron hasta nosotros,·
daria, y es completado por unas aletas que corresponden, desde la m1tad desde la anguila que puede absorber oxígeno por la piel hasta el anabas
de la era Primaria, en número y en posición :1 las de los peces actuales. de la India que dispone de cámaras branquiales modificadas, o los dipneos,
La extremidad cefálica tiene como armazón una c:1ja ósea cuyo papel cuya vejiga natatoria es un verdadero pulmón. El número de verdaderos
ts t,:i pie: soportar los. dientes, asegurar la inserción de los múscu!os man · peces que ofrecen adaptaciones parciales a la respi.cación aérea es tal, que
dibularius y proteger los órganos de relación. A este cofre crane,1no se se puede constderar que el hecho determinante es la respiración y no 1.1
ajustan la mandíbula, el dispositi,·o de los huesos hioideos que soportan locomoción, particular a los cuadrúpedos.
las branquias, y bs huesos de la cintura esc:pular, clue soport:~ el csc¡uc- La n:i,sma _locomoción terrestre est:í asegu.cada por diversas vías. Puede
lcto del miembro anterio.~. Este bl'oque celálico inmóvil está unido al ser reptaoon stmp le, como en la anguila, y no diferir en sus movimientos
de la natación. Puede también hacerse por desplazamiento en plano, sobre
.j "Antropomorfismo" ts tomado nc;uí en su se:ntido éstr'Lto )' dt:ja a los monos el flanco. Todos los peces sacados del agua recurren espontáneamente a
llamados "antropoides" o "antropomorfos" en el pitecomorfismo. Antrcpo- ello, pero p2.ca algunos de ellos, como el anabas, puede conducir a larcros
morfo quiere. pues, decir realmente "con forma de homhre" y abarca todos
los antrópidos. australantropos incluidos.
desp!azamie~tos en una dirección constante. El caso de los crosopteri;ios
5. Los hechos anatómicos expuestos en este caritulo han sido cor.denados a y m.1s espeeta!mente de los celacantos, me parece corresponder a una ver-
partir de b tesis de doctorado en ciencias del ;ltltor: Equilibrio madniro . dn.dera adaptación a la locomoción sobre el flanco (figura 9). En ellos,
del a,ÍIJW de lo.r nrtebrado.r h1'1'e.rlre.r, sostenida en la facultad de Ciencias las ale~as son soporta~as por un pedúnculo que se asemeja a una pata corta
de París en 1955 y actualmente en impresión. Fueron e'co!'idos entre les no articulada. Ademas de las dos pectorales y de las dos ventrales (las
documentos que pueden entrar en una pers¡,ecti\'a de evolución hacia el
hombre y desarrollados en esta persrectin.
cmlcs constituyen los miembros de los cuadrúpedos) existen también

41 43
EL ANFIBIOMORFISi\IO
La solución anfibia es, por otra parte, solamente una semisolución.
Casi podría decirse que es una solución de espera, pues los vertebrados
VI que !legawn a ella quedan vinculadós por su equilibrio cutáneo y su
reproducción al ·elemento líquido del cual no podrían alejarse mucho
<i!JJ,.,
' 11/!t¡- '
tiempo. Sin embargo, con los más viejos anfibios, los grandes problemas
1{(/••¡
'1 11
. }/;¡1111•. ' -
mecánicos recibieron algo mis que esbozos de solución y los vertebrados
'' 111 1111111 /rlll/1 triiii!IPift/f¡¡
.
l/r /;o; 1¡¡ t 11111 """"'"" terrestres se encuentran ya encaminados por una vía definitiva.
Los primeros anfibios cuya estructura corporal se puede reconstruí r,
se remontan al Carbonífero. Por su aspecto general, evocan <l nuestros
tritones y salamandras. Su eje caudal interviene como un motor en la
11 IV natación, mientras que cuatro miembros finos ayudan a la locomoción te-
. rrestre. La cintura escapular está aún situada hacia el cráneo, de tal ma-
nera que la movilidad de la cabeza es ·casi nula, pero los elementos del
1 11/ esqueleto de todos los vertebrados ulteriores están presentes ya: b peh i-;
Fig. 9. El Jarimeria, celacamo encontrado \'ÍYo en 19:'>8. Sus aletas están
está constituida para asegurar la marcha, el brazo y la piern.t tienen los
soportadas nor unos miembros eones, raJes cerno Jo fueron los de los mismos huesos que los nuestros, la mano y el pie tienen cinco dedos.
primeros cuadrúpedos (I a IV), pero Jos segmentos V y VI p~recen los El edificio craneano es particularmente interesante. En efecto, el paso
testimonios de u:-~ modo de locoooci:m acosrad:t, e::tc:t:-lo al destino de los del agua al aire implica exigencias mecánicas nuevas, puesto que la cabeza
cuadrúpedos
ya no se sostiene en un medio de densidad eleYada y se encuentra en
falso a b extremid,Jd del cuerpo. En los peces, la suspensión del animal
tres aletas peduncularc:s, una a cada bdo de la cola y otra a la extremid:~d en un medio líquido no impone a la cabeza esfuerzo alguno de flexión
de ésta, de m:tnera tal c1ue el animal acostado sobre uno u otro flanco, en el sentido vertical. Las m;ll1ifestaciones mecánicas que intervienen en
dispone de cinco puntos de apoyo pa.:a progresar. E.l celacm~o, punto dé: la construcción craneana estétn limitadas a la acción de la mandíbula (es-
partida de la mayDr parte de la arborescencia gene_a,logica hacia :as formas fue.czo de tracción de los músculos masticadores) y a la constitución, en
superiores, no es en realidad m:ís que la dustr:lcio~1 de una f~n_m1la de el maxilar superior, de una armazón de apoyo soport:mdo las presianes
locomoción excepcional y sus miembros no tienen 1111s c1ue lo min11;1o Int· mandibularias. A este dispositivo mecánico de tracción-apoyo se agregct,
1 itable de relaciones con los de Jos antepasados pos1blcs de los cuadrupedos. al tratarse del paso al aire libre, el efecto de suspensión de la cabeza.
A pcs2.: del interés prodigioso ofrecido por el txtraordinario sobrt1'i1·ientc. que se ejerce en la pa.cte posterior del cráneo. El equilibrio mecínico se
e:] "Latimeria", nüs ya]e no hactr partir la gtnealogía hw;1::n1, de un hJ.Ce con una integración cadct vez nüs económica de las tres formas de
grupo de peces que ha resuelto el problema de la locoí~luciOn acrea ti' esfuerzos (figura 1 O).
un sentido totJlmcnte distinto al de los cuadrúpedos. La pesantez actúa ahora sobre una palanca que se extiende desde la
Es entre los crosoptcrigios de cuerpo cilíndrico donde 'e dcbc.-:íJ punta del hocico prosthimz hasta el punto donde el cráneo se articula con
buscar el origen de los anfibios, en la medida e:1 la wal se puedc:n c:s· la columna vertebral b{/sion. El edificio craneano se mantiene ho.'izontal-
perar encontrar un origen particular a un hecho tan ,cene::-al como es :a mente por el juego de músculos y de ligamentos que tiran de lo alto de
opción para la ,·ida terrestre. La segL:nda parte .de la e~~ P.:-Jl1Hna, Denl- la nuca ini(m externo, según un brazo· de palanca inion-basion, que con·
nico, Carbonífero y Pérmico, ve realizarse la formula Yertec.:-ado terres trabalancea el efecto de ]a pesantez. La conciliación de los esfuerzos man-
tre" y el problema del poli o del monofiletismo no es t:!1 YCZ mi_s que un dibulares y los de suspensión, constituye la trama de toda la evolución
. falso problema: de cualquiera manera c¡ue se cxp1Ic1ue el mo1·~miento e¡ ue. del cráneo de los v<Crtebrados, incluyendo al homhce. La dentadura y pos-
impulsa a las esptcies, es realmente el de una sola tendencu: _lucw la tura están estrechamente ligadas desde el origen. Los paleontólogos com-
,-ida ter,:estre, que es perceptible y I'O parece re~! mente . e; u e exista mu prendieron muy pronto que la postura vertical y la cara corta caracte,ri-
sola respuesta para explicarlo, puesto que hoy :mn subsisten numc~osas zaban al hombre, pero el nexo funcional que explica estos dos caracteres
semisoluciones, como la del anabas, del perioftalc1o, del ceratc2us, de no ha sido hasta ahora destacado con nitidez. Por eso el ,regreso a ]as
!os tritones, de las ranas, de los sapos, dando clar:'mente la imagen no fuentes de los vertebrados es indispensable.
solamente de las transiciones posibles entre el Yerd:cdtro ptz y el .. r;:¡Jtil, El cráneo anfibio ofrece apenas esbozos de solución, pero son ya muy
sino mís bien una imagen multidimensional, que re:oue elementos ti etJcos significativos. El cráneo de los más antiguos está todavía muy próximo al
dispares.
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Fi". 10. Construcción mecánica del cráneo del vertebrado. I: cuadrilátero
qu~ di"ide el cráneo en una mitad facial y una mitad cerebral según la
línea C'-C'". El centro se encuentra detrás del último diente, en medio de -K
la línea p-B (prosthon-basion). La columna vertebral se articula al basion y D
da el apoyo fundamental al edificio cra~~ano. E_! ligamento. cervical se inserta
al inion externo I y asegura la wspenswn flextble. Los m!lsculos tem.~orales
v maseteros se enganchan a la rama a~.cendente de la mandtbula con C como H 14
Íímite anterior. II: La línea E-C constituye la base de absorción de las Figs. 11 a 14 .. _Etapas de la r;aración a la locomoción cuadrúpeda erecta en los
presiones dentarias, la raíz del canino superior Yiene a aflorada. El ángulo peces, )os anftbt_os y l~s repttles en el curso de la era Primaria. 11: pez del
central (E-C-I) resume el con,iunto de los consrreñimientos meci~icos que Carbomfero (Rhtz?~opsts). _Esq~el_Ila cuadrado sin. constreñimientos de suspensión.
rigen el desarrollo del contorno craneano. En el caso !Jresente (carmvoro del Los esfuerz?s mecamco~ estan hmitados a las preswnes mandibularias. 12: anfibio
inicio de la era Terciaria), toda la bóveda está mecánicamente cerrada. Los del Carbomf,er? (Eogynnus), la cabeza está unida todavía a los huesos escapulares
án<>ulos sinfisiano (P-D-I) y yugal (p-C'" -I) resumen los constreñimientos
Y es J;OCO movtl; l~t .trama sw. embargo, se ha alargado. 13: reptil del Pérmico (Sey-
impuestos por la dentadura. infer!or. Int~n·ienen poderosamente en la cons-
mour~a). L~ mo,vtltdad. cervical _se afirma (base I-B aún muy corta). La altura
titución de las líneas de reststcnoa del ptso cerebral y de la base I-B. En el
ma?dtb!ll~na esta reduCida, los dtentes no sobrepasan el centro. Este tipo funcional
caso escogido, todos Jos ángulos son iguales a 120° .. La igualdad. de los
est~ proxtmo al de .l?s cocodrilos ~ctuales. ~4.: reptil ter~morfo del Pér~i~o qon-
ánnulos es un carácter arcaico; en las formas €\'oluoonadas, los angulas
o ~ena). La locomocwn erecta ha sido adqmnda y el craneo sufre modificaciOnes
corresponden por grupos opuestos
Importantes; la base I-B se ha alargado para asegurar un brazo de oalanca necesario
a Ia s!lspensión de la extremidad de la columna vertebral. Los dieñtes son idénticos
toda\'ta en su forma, pe~~ ofrece? unas diferencias de talla que inician la especializa-
de: los pe:es (figuras 11 y 1 ?) , empero el hombro ya aparece despegado CIQn ultenor de los elementos dentarios
del cr:\neo y la suspensión iníaca es ya acti\·a. La ,:-eptación sobre el suelo
impone un esfuerzo notable, pues la mandíbula se dirige hacia la tierra
y no tiene el juego suficiente como para agarrar; en las especies cuyas
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!
ción mandibularia y de la suspensión de la cabeza. La posición del cere-
patas no levantan aún la cabeza del suelo, es la mandíbula superior la que bro, por otra parte, está determinada por el basion, puesto que la punta
se levanta en bloque, con todo el cafvarium" como la tapa de una lata. del eje vertebral coincide a la vez con el fin de la médula espinal y con
Esta solución transitoria hace intmvenir la tracción iníaca y favorece la el punto de giro del cráneo sobre el cuerpo, mas su volumen es indiferente
movilidad de la cabeza sobre el tronco. en la medida en que no alcanza los límites en que el armazón está ins-
Basta con acuñar el mentón, abrir la boca y sentir la puesta en mar- crito. Es lo que explica que desde el pez hasta el perro, la relación de
cha de la musculatura de la nuca para representa,rse la ·situación mecá- volumen ent'e la cara y la bóveda cranean<l varíe poco (las proporciones
nica de los primeros anfibios y el papel que pudo desempeñ:lf, conj~n­ están regidas por la relación dentadura-musculatura de la mandíbula),
tamente con la evolución de los miembros anteriores, en la separaciÓn mientras que el volumen del cerebro aumenta en unas proporciones con-
del hombro y la aparición del cuell?. Esta estructu:ra, .por otra parte, .es siderables. La caja cerebral está, pues, suspendida en la bóveda craneana
desechada rápidamente y antes del fm de la era Pr_Im~na, en, l?s anfibiOs y los 5auromorfos están muy lejos del momento en el cual h caja cere-
mismos, la solución sauria, que asegura un eqwlibno mecanico mucho bral y la bóveda mecánicamente acondicionada se confundan. •
más sencillo, ya ha intervenido. Además del ccilzMrimn, el cráneo del vertebrado ter,,estre comprende
la mandíbula y el esqueleto hioideo. Uno y otro originados en el dispo-
EL SACROMORFISl\10 (figura 13) sitivo branquial de los peces primitivos; la mandíbula desde muy remotos
tiempos, el arco hioideo en el momento cuando se establece la respi,ración
Si se sigue la selección entre las formas que coinciden con una aérea. El esqueleto hioideo es muy importante, pues sirve de base ósea
evolución en el sentido de la movilidad y de una existencia cada vez más a la musculatura que permite el descenso de la mandíbula y los movi-
,,ica y compleja, la etapa siguiente es la del "lagarto", ligado aún al mientos de la lengua. Los anfibios, y 5obre todo los primeros reptiles,
suelo por la reptación, pero completamente liberado de las dificul~ades inauguran un dispositim técnico que actúa a t'avés de la mandíbula y la
respiratorias de los anfibios. La fórmula sauna s~ encuentr~ ya realizad_a lengua o la faringe en la captura, b masticación y la deglución; actividad
en el Pérmico antes del inicio de la era secundan a, ha: e mas de 200 mi- que conducirá luego a ]a fonación consciente y al lenguaje humano.
llones de años.' Los sauromorfos son los primeros vertebrados que resuel· El aparato craneano del reptil sauromorfo ofrece unas propiedades
· ven francamente los problemas del equilibrio mecánico en medio terrestre. mecánicas muy interesantes. La suspensión basiloiníaca se ha convertido
Su columna vertebral ha tomado una convexidad marcada, su fun- en un esfuerzo constante, sah·o cuando el animal está en reposo en el
ción en el sentido vertical predomina sobre s:1 función en el sentido suelo; las vértebras cervicales se han alargado y la base del cráneo en-
lateral: ya no es un tallo cuya flexibilidad lateral ,,ige la l?comoción me- sanchado, sirviendo de puntos de inserción a unos músculos que rigen
diante la acción de los músculos que hacen ondear el e¡e corp:1ral? es los movimientos en todos los sentidos. Un sólido ligamento se engancha
antes que todo una viga sobre la cual se sostienen la cabeza y los miem- al inion y a las vértebras y sostiene la cabeza con elasticidad. La muscu-
bros. Estos últimos son todavía arqueados, pero capaces de elevar el cuer- latura de la mandíbula es potente y determina fuertes esfuerzos de trac-
po por encima del suelo durante la loco~11oción y las operaci?_nes de ción, los cuales acondicionan las proporciones de la dentadura y las de
captu'a o de deglución. Sin ser una liberaCIÓn completa e~1 relaCion a la la bóveda. De tal suerte que aparece por primera vez una ley de pro-
reptación pura, la locomoci~n _cuadrúpeda ~eptante deter;11ma unas trans porciones constantes que comprende hasta el hombre: la distancia entre
formaciones decisivas del edificiO craneano; Implica adenus una movilidad el prosthion y el basion está dividida en dos mitades iguales: una den-
amplia del hombro y la separación definiti,·a de la cabeza que se mueve taria, la otra cerebral. La media-distancia entre prosthion y basion corresc
en la ext:emidad de un cuello verdadero. ponde, por consiguiente, al último tubérculo del último diente; este punto
El cráneo de los sau.,omorfos comprende los mismos elemeatos prin- constituye el centro geométrico de la constmcción craneana. Algunas
cipales que el de los vertebrados prece~entes y, por otra parte, también excepciones aparecen en ciertos tipos craneanos, como en los rumiantes,
los del cráneo de los wrtebrados postenores hasta nosotros. El ralrtli'ÚIIIl cuyo cráneo dentario es más largo que el cráneo cerebral, pero la cons-
·constituye una especie de conch_a de segmento cilind,,ocónico: en la. extre- trucción mecánica queda coherente en relación a la ley general y el cen-
midad anterior, los dientes se msertan a lo largo de los bordes, mientras tro de construcción está sencillamente desdoblado, como si una banda
en la extremidad posterior, el . in ion extern? marca el punto de cone:'ión suplementaria se interpusiera entre las dos mitades craneanas.
con la caja cerebral. La caja cereb.,al contiene el encefalo, y_ se articula
El sauromorfo .responde así al primer estado que pone directamente
al basion con la ·columna vertebral. Por los lados y el vertice, puentes
en causa la construcción general de los vertebrados terrestres y si se con-
óseos la suspenden en el interior de la b?veda calvariana. ·Es I;1uy im-
sidera la medida en la cual la mecánica corporal del homb.re queda vin-
portante observar que el volumen de la boveda_ craneana .n? esta detm·
culada a los mismos· constreñimientos, se advierte que la mayor parte del
minado por el cerebro, sino por los constreñm1Ientos mecamcos de trae-
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1
1

de vista de la evolución de la mano y de la evolución del cd.neo. $u


camino está ya recorrida: el eje vertebral desempeña el papel de viga
desar,rollo se prosiguió desde el final de la era Primaria hasta nuestros
maestra del edificio corporal, los miembros se individualizan en un esque-
días y abarca no solamente un gran número de reptiles extinguidos todos,
leto de fórmula definitiva, las extremidades tienen cinco dedos, el cráneo,
sino también a la totalidad de los mamíferos fósiles y vims, salvo los
reposando sobre el basion, es sostenido por Jos músculos y los ligamentos
antrópidos. Para hacer más evidente este desarrollo, se considerará su-
que se enganchan al inion, mientras que la dentadura rige el volumen de
cesivamente el teromorfismo de los reptiles y el de los mamíferos cua-
la bóveda y sus dimensiones son condicionadas, por . otra parte, po.r el
drúpedos.
complejo mecánico del cráneo posterior. Todo el mecanisn:o d~ _las inter-
acciones está . en su sitio. Solamente el cerebro, modesto mqmhno de la
cavidad calvariana, desempeña en el conjunto un papel mecánicamente
LOS REPTILES TEROl\!ORFOS (figura 14)
pasivo: el aparato está a su disposición y él es ~u anima_dor, pero su
intervención en la dinámica de las formas no es duecta e mmedwta. Se El fin de la era P.rimaria y el inicio de la Secundaria, entre 200 y
hace sentir, sin duda, en la selección darwiniana de las fórmulas más • 150 millones de años atrás, señalan el período de aparición y desarrollo
eficaces, pero es imposible poner en e:·idencia su valor mecánicamente de los teromorfos reptiroides. No originaron los gigantescos dinosaurios
impulsivo. Es en este plano en que cons1dero el desa.:rollo del_ ce:ebro co- ni los más fuertes de ellos sobrepasaron, cuando más, la talla de un
mo un elemento incidente de la evolución general. Esto no d1smmuye en jabalí; pero, a 50 millones de años de los primeros mamífe.ros, ofrecen
nada el hecho bien establecido de la evolución del sistema nervioso hacia un testimonio impresionante. Su aparienci~l general es la que los ma-
unas estructuras cada vez más complejas. Evolución cerebral y evolución míferos nos han hecho familiar: sus miembros verticales se apoyan sobre
corporal se inscriben en un diálogo d~1;de el P.rowcho es mutuo. En cierta la punta de los dedos, como en el cerdo, o de plano, como en el tejón,
pe.cspectiva, puede verse en la eyolucwn el tnunfo del cerebro, pero este cuyo aspecto general tienen aproximadamente y se les imagina más fácil-
triunfo está ligado a unas imperiosas realidades mecánicas y en la pro- mente con pelambre que prm·istos de piel escamosa.
gresión del cerebro y del cuerpo, el primero se imcri?e en los prog.re~os Sobre todo su cráneo llama la atención (fit,>uras 15 y 16). En algu-
del se¡wndo a cada etapa. No se podría c1tar un e¡emplo de ser vn·o nos el conto.rno general es el de un mamífero carnívoro (figuras 17 y
cuyo sistema nerYioso haya p:ecedido a la evolución del cuerpo, mientras 18): la parte postenor del cráneo está poderosamente modelada, con.
que se pueden citar numerosos fósiles en Jos cuales se sigue paso a _paso una arcada temporal espesa que eyoca ]a arcada cigomática de los ma-
el desarrollo del cerebro en una armazón adquirida desde muy le¡anos míferos y la mandíbula que se asemeja a la de un perro. La dentad1ura
t1empos. es m:ís sorprendente. Hasta entonces, los peces, los anfibios o los reptiles <
<

poseían (y así son aún) una dentadura de tipo conodonto y homodont_o,


es decir con dientes simples, cónicos y todos sensiblemente idénticos. Los 1'

EL TEROJ\JORFJSl\!0 teromorfos reptiloides son conodontos, pero sus dientes tienen propor- !

Hacia el Pb·mico, antes del fin de la era Primaria, se produce un ciones disímiles, dispuestos en tres grupos, como nuestros incisivos, ca- 1

acontecimiento capital: Jos reptiles tienen acceso a la locomoción cuadrú- ninos y molares. Esta diferenciación implica un modo de captura, de '
1

peda erguida y sus miembros toman el aspecto de los del . perro o del corte alimenticio y· de masticación elaborado, característico de los ver- 1

elefante; son . columnas soportando el cuerpo a distancia del suelo. Con- tebrados superiores. Al estadio en el que la cabeza ha adquirido un radio 1

juntamente, las vértebras cervicales se alargan · y el cuello se t01ma apto de movimiento considerable corresponde um especialización técnica de la
para mover la cabeza en un campo considerablemente ,·asto. Es hacia una dentadura equivalente en importancia. Este hecho podría aparecer como
mayor movilidad, hacia la extensión del círculo operatorio, hacia la 'po- una sencilla yuxtaposición de caracteres progresivos; en realidad, la arqui-

sesión de un espacio mayor, hacia donde tiende el nuevo paso dado po.r tectura craneana revela la relación profunda existente entre la heterodon-
el cuadrúpedo erguido. No es seguro, ni siquiera probable, que ninguna cia y las modificaciones posturales.
de las especies, ni de los órdenes conocidos, sé encuentre en el árbol El edificio crane~no responde a la ley fundamental de división igual ·
'!
genealógico del hombre; pero la cor.:iente general de las especies vivas entre la parte dentana y la parte cerebral, pero la palanca basilo-iníaca 'i

arrastra inevitablemente, a todas aquellas que aumentan sus posibilidades se ha alargado al máximo y la parte posterior del cráneo forma una
de relación, hacia las mismas etapas; de suerte que sería fúcil, en Jo re- ancha base de inserción, cuyos .refuerzos óseos terminan en la articulación
lativo al mundo de los imertebrados, donde ninguna aspi.ración genea- mandibular para dar el máximo de resistencia a los esfuerzos de tracción
lógica hacia el hombre se haya manifestado, describir evoluciones com- de ·la mandíbula. El aparato maxilo-dentario ha adquirido una estructura
parables. mecánica compleja, la cual divide las líneas de fuerza entre los dientes
anteriores que agarran y los dientes yugales que trituran. Los colmillos,
La etapa teromórfica es una etapa superior, desde el doble punto

so 51
'
1
Figs. 15 a 18. adelante, estructuran con sus raíces el hocico, con unos ángulos cuya
Paralelismo en abertura repercute en toda la arquitectura de la parte posterior del cráneo.
1a evolución A la máquina de trama geométrica de las especies inferiores sucede una
funcional d e 1
cráneo de los máquina compleja, coherente también en todas sus· partes, pero tan alta-
reptiles terio- mente perfeccionada que los mismos principios de construcción se apli-
dontos (15 y ca.rán aún, con las adaptaciones del caso, al cráneo del hombre.
16) y de los ,pri- Si se hace el balance de la evolución hasta el instante presente, se
meros · carmvo-
ros (17 y 18). constata que los crosopterigios se desarrolb.ron en el Devónico y en el
-K Carbonífero, que los anfibios inician su partida en la misma época, que
15: Scylacosau-
rus del Pérmico los primeros sauromorfos ,reptiloides datan del Pérmico, al igual que los
(fin de la era primeros teromorfos reptiloides. Es pues, entre 300 y 200 millones de
15 primaria). 16: años antes nuestra era, cuando se plantea y resuelve la evolución del dis"
D Cynognathus del
C' Triásico (co- positivo co.rporal de los vertebrados superiores. Al inicio de la era Se-
E mienzo de la era cundaria, no queda prácticamente nad<l por agregar y sin embargo, los
secundaria) ; 1 7 mamíferos propiamente dichos, están ciertamente lejos aún. Esta situación
/
y 18: Vulpavus no deja de tener relación con la precocidad con que los antrópidos li-
/
y Limnocyon
del Eoceno (ca- beran su mano y adquieren la posición erguida, mucho antes de que su
p mi enzo del Ter- cerebro haya alcanzado el nivel que nos es propio. Esto viene a sostener
' la hipótesis defendida ya por mí, a saber, que la distribución nerviosa
de la enorme sigue a la de la máquina corporal. Los reptiles teriodontos tienen cuerpo
distancia en el
• de carnicero, pero su cerebro es aún de la talla de un capuchón de
"·· uempo que se-
para los dos plumafuente, suspendido en el interior de un edificio que el cerebro
grupos zoológi- del perro llenará, doscientos millones de años más tarde, por completo.
D . cos, la identidad
funcional rige ~

-- unas caractens-' LOS MAMlFEROS CUADRUPEDOS


.
ucas '.
mecantcas

1 similares. Ob- En . lo esencial de su estructura corporal, los mamíferos cuadrúpedos
'
servese en par· no difieren de los reptiles teromorfos. Por otra parte, no es muy dudoso
ticular el . alar- que se hayan desarrollado a partir de la corriente de estos últimos, en
gamiento, la es-
pecialización de un verdadero retorno a las fuentes. Las primeras formas son, en efecto,
ínfimas criaturas de hacia mediados de la era Secundaria y que tardaron i
B los grupos den- 1
• • • •
tanos en tnetsi-

más o menos cien millones de años para dar origen a la oleada de los !

vos, cantnos, mamíferos de la era terciaria. !


1

premolares y •

o 7

~ molares. Las
-- aberturas de los
ángulos son to- LA MARCHA Y LA PRENSION ; 1
1

e davía iguales to-



. Cuando se examina fuera de toda sistemática zoológica el compor-
das. El contorno tamiento dinámico de los mamíferos, es inevitable distinguir dos grandes
1

de la caja, era-
neana esta con- tendencias: en los unos, la mano interviene de una manera más o menos
dicionado por importante en las operaciones que tienen lugar en el campo anterior de
-
' '
unas razones pu-
' .
ramente mecam-
relación; en los otros, sólo la cabeza está implicada en los actos de re-
lación. De ahí resulta una división entre mamíferos exclusivamente ca-
!

-- A
cas, y el cere-
bro, sobre todo minadores. Y. mamíferos al menos transitoriamente prenso res. Estos dos
D · en los reptiles, gmpos funoonales corresponden a una división muy extendida de los
ocupa solamen- caracteres de anatomía y de comportamiento, como dos mundos dife-
te una pequena - rentes en su destino o como el testimonio de dos respuestas a una opción
parte
fundamental.
1

52 53 •

1
Los caminadores (figuras 19 a 21) son herbívoros, sus extremidades
están profundamente especializadas para la marcha, su cráneo ofrece un
e' tipo arquitectural común a todas las formas, muchos de ellos disponen de
órg~mos particulares, situados en territorios anatómicos faciales variados:
Figs. 19 a 21.Tipos
de construcción en cuernos frontales en los rumiantes cavicornios, los cérYidos y las jirafas;
mamíferos camina- cuernos epidérmicos nasales en los rinocerontes; defensas: colmillos e
dores con apéndi- incisivos en el hipopótamo, colmillos en los suidos (jabalí, facoquero,
p
ces craneanos. El
- 1
1
ciervo ( 19) mues-
babirusa), en los rumiantes tragulideos (almizcleros), camélidos y mor-
sas; incisivos en los elefantes; apéndice nasal en la trompa del elefante
/
1
tra cómo, al deter-
minar el régimen y de la danta, labios extensibles en los sirenios y numerosos herbívoros.
herbívoro el alar- .Los prensares son omnÍYoros o carnívoros. Sus extremidades tienen
gamiento de la se- cuatro o cinco dedos funcionales y el anterior es susceptible de asegurar
rie dentaria yugal,
e"'¡ 19

se constituye un se- la prensión. Muchos de ellos pueden tomar la posición sentada para li- •

gundo centro ( C- berar la mano, pero su cráneo conserva el tipo arquitectural de los reptiles
e'

1 2). Obsérvese 1a teromorfos, modificados progresi\·amente por la evolución postura!. En
/ respuesta en los fin, no tienen apéndices faciales particulares. Esta clasificación comprende
ángulos de los in-
cisivos (140°) y los excepciones poco numerosas, pero muy características, como la del elefante
molares ( 115 °) y (figura 21), que es herbíYoro pero dispone de una verdadera mano, y la
cómo las líneas de del per.ro (figuras 22 a 24), que es carnívoro pero cuyos miembros
sostén de las astas estJn estructurados para la marcha. En uno y en el otro, la construcción
continúan las lí-
neas de absorción crane~ma sigue la tipología funcional de la mano. El elefante .es uno de
de las presiones los raros herbívoros que poseen una dentadura mediana. Los cánidos en
mandibulares (O- general y el perro en particular, son los únicos entre los carnívoros en
X). El cerebro ocu- poseer una larga dentadura. El elefante ofrece una construcción craneana
pa todo el sitio
disponible. El rino- · corta, única, como único es su caso de "prensor facial", y el perro no se
ceronte unicornio aleja mucho del esquema craneano de los caminadores herbívo.ros.
' (20) posee sola- Los mis notables son los roedores, que se dividen en dos_ grupos:
e "' 20 mente los dientes
yugales; el hecho
uno francamente herbívoro (como la liebre)' cuya prensión es nula, y el

Interesante es que otro, omnívoro (como la .rata) en el cual la posición sentada y la pren·
la armazón del sión tienen un gran papel.
cuerno · (E-C) crece Desde el primer instante, el estudio de los mamíferos lleYa por con-
en la prolongación siguiente a plantear el problema de la mano, el de la cara y el de la
de las líneas de ab.
sorción, fenómeno postura de prensión, los cuales son en realidad un solo problema, el más
inverso al que exis- directamente vinculado a la construcción corporal del hombre. Puesto que
te en el ciervo. El su historia es rica en enseñanzas, los teromorfos caminadores serán bre-
elefante (21) igual-
mente, no posee
vemente evocados antes de abandonarlos en la vía sin salida humana
ca ni .nos y , la .ab- en que la evolución les ha encaminado ya.
,
. /
sorcwn esta onen- El Eoceno, primer período del Terciario, hace cerca de 50 ó 60 mi-
/ ' tada hacia la base
de las defensas y de
llones de años, muestra el despligue de los mamíferos bajo formas que
la trompa. Esta ori- son consideradas como las cepas de órdenes vivientes aún hoy. De talla

gma una construc- modesta, como conejos o borregos, tienen caracteres muy especializados,
. '
oon craneana muy
-
extrana
cinco dedos en las extremidades, dientes trihuantes poco especializados
y silueta bastante uniforme, baja y alargada. Sin embargo, las opciones
han sido ya tomadas, probablemente desde hace mucho tiempo, entre los
21 prensares y los caminadores; si aún no hay verdaderos felinos, verda-
deros cánidos, verdaderos caballos o -rinocerontes o verdaderos ,rumiantes,

54
55
1
1
'
i
el examen de los esqueletos muestra que se reparten entre Jos dos grupos
/
, teromo.rfos principales y que, incluso, el grupo de los primates está
diferenciado.
Los caminadores, fósiles y actuales, se caracterizan por su dentadura
larga, adaptada al tratamiento de los vegetales con hojas. No hay duda
de que esta adaptación se haya hecho a partir de formas con dentadura
normal, equilibrada en la mitad de la distancia prosthion-basion, pues su
cráneo está constmido sobre ·el centro geométrico, al cual se agrega un
centro suplementario detrás de los molares. Los apéndices craneanos,
8 cuernos o astas, se integran en las líneas mecánicas gene.rales, adoptando
fórmulas que varían de una especie a otra, pero siempre sorprendente-
mente coherentes. Se ha tormdo anticuado alabar !a ingeniosidad de la
naturaleza, pero cuando se analizan ]as soluciones mecánicas a que res-
22 ponde el cráneo del caballo, del cien·o, del camello o del rinoceronte,
uno queda, a pesar de todo, sorprendido por !as respuestas del esquema
D
fundamental, siempre el mismo, a unas situaciones siempre diferentes.· la
o construcción del cráneo de los prensares abunda en soluciones imprevisi-
bles en la conciliación del cerebro y de los colmillos, pero está lejos
de ofrecer Jos problemas planteados por la necesidad, como en el caso de
los caminadores, de integrar en el equilibrio una dentadura gigante y todo
el aparato técnico facial, del cual el cráneo no ha sido liberado por la
mano. La variedad y b finura de las operaciones técnicas en Jos m:Imí-
p feros evolucionados se traducen para los caminadores (donde todo se con-
a· centra en el edificio craneano) en una gran complejidad de la cons-
trucciOn.
o '

of::::::.:::::;~~S;~c "t 23 En los prensares, la complejidad queda repartida entre la cara y h


mano, de suerte que el dispositivo general queda relati\·amente simple
C'2
en su armazón. La mano de cinco dedos, heredada de los anfibios en Ja
era Primaria, no ha sufrido h profunda elaboración que ofrecerá la del
buey o la del caballo, el hombro conserva su movilidad lateral, el radio
y el cúbito, · en Jugar de solidariza:se estrechamente, desarrollan sus po-
sibilidades de supinación; el esqueleto, en su conjunto, se orienta hacia
una mavor flexibilidad . en sus movimientos. la construcción craneana de
los prensares teromorfos, carnívoros o roedores en su mayor parte, está
equilibrada de una manera muy sencilla: Ja ley de división entre el cráneo
cerebral y el cráneo dental es constante. Su organización, en !as especies
más evolucionadas, ha alcanzado el más alto grado compatible con la lo-
o
comoción cuadrúpeda, realizando formas como el castor, la rata o el
D zorro lavamanos, cuya actividad manipuladora alcanza un nivel muy elevado.
24
F 1.gs. . 22 a 24. Expansión
. del cerebro
, en Jos carnívoros:. hiena
¡ EL PITECOMORFISMO
(22) perro setter (23), perro lulu (24). Estos tres e¡en;tp os
mue;tran que la expansión cerebral es un hecho secundano en
~elación con Jos constreñimientos mecánicos. El cerebro d~ l_a la escala zoológica, tal como ha sido ordenada por los zoólogos,
hiena es minúsculo y el vado que lo separa del contorno mecam- da cuenta no solamente de las .·diferencias .resaltantes entre los grupos
co está relleno por Jos senos. En el perro normal (2~) el cerebro de animales, sino también de las relaciones que los vinculan, de suerte
está a punto de inscribirse en el cm;torno; el. ~sp~~IO frontal se que se reconoce un . poco de cuadrúpedo en los monos y un · poco de
rellena con un vasto seno. En el Julu, la conCihacwn entre cer~­
bro y mecánica da Jugar a la ocupación total ~el 7~paCio
disponible. Siendo inflexibles el piso craneano Y la sw~acwn d~l 57 !1
basion (posición cuadrúpeda), el cerebro_ :rontal domwa c~ns¡­ 1

derablemente el macizo facial. La en:Iucwn de _Jos perros tlus- i i'


tra en el plano cuadrúpedo, los mtsmos ~enomenos que la
' evolución humana en el plano btpedo
-----
----·--------

mono en el hombre. Esta actitud ha conducido, como lo hemos visto en


el primer capítulo, a tejer la trama de la evolución antes del nacimiento
de la paleontología y a hacer del mono un intermediario mo.rfológico en-
tre nosotros y la multitud de los teromorfos. Desde el punto de vista
- - ~

-
-
~~

funcional, el conjunto de los cuadrumanos constituye un mundo animal


muy distinto, igualmente alejado de Jos cuadrúpedos que de los bípedos,
/ ' ' ---- ---
-
--
/
'' /

fundado sobre un dispositivo postura] único que hace alternar !a locomo-


ción prensara y la posición sentada más o menos derecha. Lo que existe
/ ''
'
---- -- '\

de liberación temporal de la mano en los teromorfos prensares es similar,


\
pero sin relación de identidad funcional. Los monos son, en efecto, los ' 25b
únicos mamíferos de prensión constante, tanto en el transcurso de la mar-.
cha arborícola como durante las operaciones manuales de !a posición sen-
tada. Los otros mamíferos arborícolas se sujetan todos más o menos con
sus garras, mientras que aquéllos agarran !as ramas con los dedos y el
pulgar, que es oponible. La prensión existe en los roedores o los carnÍ·
\·oros, pero es también una prensión de garras.
Estas constataciones hacen destacar el estrecho \'Íncu!o que existe entre
la locomoción y la prensión. La segunda es función de !as características P.
de la primera. En los monos, la mano anterior y la mano posterior son los ·-· , '
''
instrumentos del desplazamiento; sólo la mano anterin~ es un instrumento '' '
de carácter técnico. Es la prensión locomotora lo que ha hecho de Jos
monos Jos primates, como la locomoción bípeda ha hecho los antrópidos.
El pitecomorfismo está caracterizado, pues, . antes que todo, por ·una li- 26 b
beración postura! ligada a la cuadrumanía locomotora, siendo los otros C'
caracteres secundarios por muy importantes que parezcan.
Si fuese necesario destacar aún más claramente el \'Ínculo que une
todos los caracteres de Jos primates a su apa.rato locomotor, bastaría
considerar una· serie constituida por las manos del colobo, del cercopiteco,
del macaco y del gorila para constatar que el desarrollo del dispositi\'O
de oposición de los dedos, cada \'ez más eficaz y preciso, corresponde
a una locomoción cada vez más fundada sobre la preeminencia prensara
de la mano en relación al pie, a una posición sentada cada Yez más
erguida, a una dentadura cada vez más corta, a unas operaciones manuales • /

cada vez más complejas y a un cerebro cada \'ez más desarrollado. /


/ 8
/
El edificio craneano de los primates (figuras 25 a ?7) es el reflejo •
,/
/

exacto de esta unidad de Jos caracteres funcionales. El vínculo fundamen· , /

tal entre el cráneo y la armazón postura! es, recordémonos de ello, el /


,
/.

/
ba.rion, borde anterior del agujero occipital. Situado detrás del cráneo en ___-.:.....,. /

los teromorfos y todos los vertebrados inferiores, el agujero occipital,


en los monos, está abierto oblicuamente hacia abajo. Esta disposición es ';,7
la consecuencia di.recta del comportamiento postura], al cual ·corresponde
una columna vertebral apta a conformarse a las dos posiciones, cuadrú· Figs. 25 a 27 .. Evolución del edificio craneano de los monos: colobo (25), papión
peda y sentada. En la serie de los monos citados más arriba, se constata (26~: orangu.t~n (27): El colobo, de pulgar reducido, es un "cuadrúpedo arborí-
que !a posición del agujero occipital está en relación directa con el grado cola.; el pap10n pracuca 1~ locomoción cuadrúpeda terrestre, el orangután la loco-
moclün cuad.rumana arbor~c?.la. En. los tres ~ono;, la posición sentada es impor·
de enderezamiento en las dos posturas, de suerte que el gorila en posi- ta?te, !ra~t~ctd?- por la pos1c10n ob!tcua y hacta atras del agujero occipital. El hecho
ción cuadrúpeda está tan enderezado como el colobo sentado. mas Stgmftcattvo es que la armazón P-C'-B abandona la bóveda craneana para
tras~adarse hacia la car~; obsérvese de 2.5 a 26-27 la relación del punto C' con el
maetzo pre!rontal. El pts.o cr~neano s.e Integra progresivamente a la línea C' -B y
58 respo_nd~ dtrectamente (ftg. 2)b)
. .. . al eJe de los constreñimientos
. mandibulares. Por
' . ' ' ' ' 1
Esta constatación banal de la relación entre el agujero occipital y implican~o uno. la -puesta en valor de la materia, podría decirse, por
las posturas vertebrales acarrea -una serie de consecuencias craneanas muy a~rontamiento directo de la molécula explotadora, como es el caso de los
impo.rtantes. En efecto, la base prosthion -basion se encuentra considera- virus;_ e~ otro, un c~nsumo en algún modo jerarquizado que explota la
blemente acortada; es decir, que la dentadura y la cara son mucho más matena merte a traves de una cadena de seres vivos, como es el caso del
cortas que en los teromorfos. La palanca basion-inion está reducida y, hombr~ al com~rse al buey al término de ·un largo desfile de comedores
por vez primera en el reino animal, la bóveda craneana escapa pa.rcialmen- Y com1~os suces1 vos. Esta segunda modalidad es, por otra parte, idéntica
te a los esfuerzos de la suspensión del cráneo. Se verá en el capítulo si- a la pnmera, puesto que se termina en un afrontamiento de moléculas
guiente la relación de este hecho mecánico con el desarrollo del cerebro. en el cuer.po del comedor, pero, además, ha conducido durante unos bue-
Si la bóveda craneana escapa a los esfuerzos de la suspensión, la base del n?s md millones de años a una parte de los vivientes po.r la vía de la
cráneo también escapa a los esfuerzos de tracción del aparato mandíbula- busqueda del contacto consciente.
río y el bloque facial se autonomiza en relación al cráneo cerebral. El En es_ta bú:qu~~a se re:ueh·e toda L~ _evolución, pues la espiritualidad
cráneo facial establece sus líneas de construcción en un triángulo que como la mvestigaciOn fdosofica y oentifica ocupan la cima de la bús-
reúne el p.rosthion, el basion y el rodete de las órbitas. Así se explica queda de un contacto reflexionado. Este contacto en todos los niveles
la formación, en los primates, de este macizo óseo compacto que cons- se ejer~e a través_ de las dos tramas coordinadas de -la armazón corporal
tituye una verdadera visera encima de la cara. El despeje de la bóveda Y del Sistema ner\'loso. P~ra_ ~mc~os evolucionistas, }l es el caso de Teilha.rd
craneana se hace por consiguiente a partir de la parte posterio.r del crá- de Chardm, el hecho signihcat¡:·o es e~ desarrollo siempre más grande
neo, encontrándose la región prefrontal, tanto en los primates como en del cerebro y de sm dependencias nerviOsas. Puesto que, en definitiva,
los antrópidos primitivos, cerrada por el bloque orbitario. Veremos en el cer~bro, es el soporte del pensamiento y qu; nosotros hemos tenido
el capítulo sif,>uiente cómo un nuevo reajuste del edificio facial hace perder el meJor exito en esta d1reccwn de la evoluc10n, tenemos formalmente
progresivamente a los antrópidos la visera frontal y asegura la expansión n:~tJvos para pensar que el aumento y h "complejificación" del dispo-
frontal de la bóveda. Sitivo. cer~bral es el reflejo exacto de los progresos constantes de la
mate.na VJV<l en su búsqued:1 del contacto. consciente. Se debe admitir
también que la armazón corporal y el sistema nervioso intecrran un todo
Cü~SIDERACIONES GE~ERALES SOBRE LA EVOLl'CION HASTA
y que se~ÍJ. artificial y a;bitr~rio separarlos. Sin embargo, p~rece que este
LOS PRI11IA TES planteamiento resuel_ve solo. Imperfectamente los problemas evocados por
Cualquiera que sea su o.rientación, metafísica o racionalista, las expli- la base document~na. ~1 hombre constituye sin duda un todo, pero su
caciones que den sobre el hecho, los evolucionistas están unánimes al c~1e~po y las mamfestacw_nes de s~ espíritu son percibidos desde siempre
considerar que la corriente que nos lleYa es sin duda la de la evolución. d!stmtament:, r las religiOnes, al ¡gua! que las filosofías, se alimentaron
El liquen, la medusa, la ostra o la tortuga elefantina no son, como los d~ esta d1stmc_wn. El hecho de que el_ cerebro sea el órgano del pensa-
dinosaurios gigantes, más que recaídas del cauce principal que condu- miento o su I~strumento, no cambia_ en nada las relaciones del cuerpo
ce hacia nosotros. Suponiendo incluso que se quiera considerar a los y de la .red sutd de fibras que lo animan: la e\·olución se traduce mate-
seres ordenados detrás de nosotros solamente como representando una ri~lmente, por u_na doble línea de hechos: de una parte, el perf;cciona-
sola de las ramas de lá evolución (la que conduce a la inteligencia; los n:~ento acumulativo de las estructuras cerebrales, por la otra la adapta-
-otros yendo hacia otras formas de consumación no menos honorables), o_on de las estmcturas corporales según unas recrias directamente
la evolución hacia el hombre subsiste y la selección de los eslabones ilus- VI?c:lladas al equilibrio mecánico de esta máquina que bes el ser vivo y
tratiYos es legítima. mov!l. Entre cerebro y armazón, las relaciones son de contenido a con-
Que se vea, en la evolución ccimo en la filosofía bergsoniana o tinente, con todo lo que se puede· imaginar de interacciones evolutivas
teilhardiana, la marca de un impulso, de una búsqueda general de la pero (por su naturaleza misma) contenido y continente no son asimila:
conciencia terminando en el homo .rapien.r, o (lo que viene a ser lo bies.
mismo en cuanto al plano de los materiales) el juego de un determinismo La prueba de esta posición está fundada sobre el desarrollo histórico i
desembocando en unas formas vivas cada vez más adaptadas a los mó- de los documentos: las fórmulas mecánicas como las que los vertebrados
1

viles de la explotación de la materia, el comportamiento de la masa de c~1adrúpedos aparece~ . n:;1y pronto, _animadas po.r un cerebro muy redu-
donde salió el hombre, sigue siendo el mismo. Fuera de la superestmc- o_do. Desde !a adqmsiCion de un tipo mecánico determinado, de manera 1

tura de las explicaciones, la infraestructura de los huesos se resuelve en d1ferent~ seg~n los gmpos, se asiste a la invasión progresiva del cerebro i
'
el mismo. sistema. y al me¡orami~~to ~el dispositivo me~ánico en un juego de adaptaciones
El mundo vivo está caracterizado por la explotación físico-química donde la partiCipaCion cerebral es evidente, pero como determinando las
de la materia. A los dos extremos figuran dos modos de explotación,
61
60
ventajas en la selección natural de los tipos y no como orientando direc-
tamente la adaptación física. El tope evolutivo se alcanza cuando el vo-
lumen cerebral equinle a todo el espacio mecánicamente disponible. Las
III
especies entran entonces en su fase de plenitud, que parece corresponder
para muchos a una larga parada. Eso es, al menos el caso de las especies
cuyas vías de desarrollo mecánico parecen cerradas, como en los mamí-
feros herbívoros. En otros grupos, . al contrario, el dispositivo corporal ARCANTROPOS Y PALEANTROPOS
queda abierto para unas adaptaciones reYolucionarias y los paleontólogos
han observado desde hace mucho tiempo que los grupos menos especiali-
zados son los que han dado origen a las fo.rmas cerebralmente más
avanzadas.
Este aspecto de la evolución es propicio para. hacer resalt~r los •

\'Ínculos estrechos que existen entre las dos tendenCias: la del sistem_a
nervioso y la de la adaptación mecánica. Si se toma el caso de los pn ·
· mates, se ad\'Íerte que la fórmula del cuadrumano co.rresponde a una
extrema especialización corporal a partir de un estadio en el cual los
miembros con cinco dedos de los vertebrados primitivos son conservados. EL A0..'TROPOMORFIS~IO
Esta adaptación es la misma en su principio para todos los cua~rumanos, La nomenclatura está siempre cargada de reliqt~ias, muchas veces
pero ofrece unas variaciones internas considerables de una especie a otra, embarazosas. Para la paleontología hum_ana, estas r~!Iquws a~unda_n, crean-
variaciones que actúan a la vez sobre el comportamiento, las posturas de do un enjambre de conceptos progresinmente depdos a tras: pitecantro-
la actividad y la armazón física. Aquellas cuya estructura empara! co- pos, prehomínidos, australopitecos, sen otras tantas etiquetas. que la tra-
rresponde a una mayor liberación de la mano, son también las que, tienen dición hace respetar, pero que hay que guardarse de considerar ,en su
un cráneo susceptible de contener el mayor cerebro, pues bberaClon ma- etimología. Más vulnerable aún, el término "antropomorfo" crea un vinculo
nual y .reducción de los constrei'iimientos de la bówda craneana_ son los entre l~Js grandes monos y la humanidad. Herencia del siglo xvm, es
dos términos de la misma ecuación mecánica. Para cada . espeCie queda aún más discutible que los otros, pues los únicos seres ve_r~~derame.nte
determinado un ciclo entre sus medios técnicos, es decir su cuerpo, y antropomorfos son· los que comparten con nosotros la posiCI?n. vertical
sus medios de organización, es decir su cerebro; ciclo en el que, a tra- y sus consecuencias múltiples, y, tanto funcional como morfologicamente,
vés de la economía de su comportamiento, se abre la vía de una adapta- los monos antropoides son unos pitecomorfos. , . .
ción selectiva cada vez más pertinente. Las probabilidades de desarrollo El antropomo.rfismo, en efecto, constitu~e una ~o~mula distmta ?e
evolutivo son, pues, tanto más grandes cuando· el dispositivo corporal se la de los monos, atestit,'l.tadJ. por la sola familta antrop1da. Su caractens-
presta a un remodelamiento del comportamiento gracias a la acción de tica fundamental reside en h adaptación de h armazón corporal a b
un cerebro más desarrollado. En este sentido, el cerebro .rige la evolución, marcha bípeda (figura 28). Esta adaptación se traduce por una dispo-
pero queda ineluctablemente tributario de las posibilidades de adaptación sición particular del pie, cuyos dedos se encuentran en radws parale_I?s
. selectiva de la armazón. . como en los vertebrados caminadores, por unos detalles de construccwn
Estas razones son las que me hicieron considera.r en la evolución, del tarso y de los huesos del miem?ro inferior-~' ~obre todo, por una
primero que todo, las condiciones mecánicas del desarrollo. La convicción adaptación de la pelvis, la cual sost1ene en eqUJ!Jbno todo el peso . ~el
que uno encuentra en base a los. hechos es una seguridad no desdeñable. tronco. La columna vertebral presenta unas curvaturas de compensacwn~
Cuando, considerando cien especies diferentes, no dejan de hallarse los cuya resultante es una vertical. El mie~bro anterior se ha liberado y s1
mismos principios arquitecturales y las mismas consecuencias impuestas bien la mano está compuesta por las m1smas partes que la de los. ~1onos,
por los constreñimientos mecánicos, no se puede menos que apreciar que por sus proporciones y sus posibilida~es se diferenc!an en de~m1t1va de
existen unas condiciones sin las cuales la evolución cerebral no pasaría una manera considerable. La cabeza bene como caracter esenCial mante-
de ser un fenómeno abstracto. nerse en equilibrio sobre el vértice de la columna vertebral.
Este esquema funcional se aleja tanto del de los monos como éstos
están alejados de los teromorfos. En efecto, los monos comparten con
al aun os teromorfos la posibilidad de liberar su mano en posición sentada,
p~o su pulgar oponible y la semi liberación de su bóveda cranean_a,. los
hacen inasimilables a los osos o los castores. Por su parte, los antroprdos

62 63
compa.~ten con los monos la posición sentada y la mano con el pulgar
oponible, pero su bipedia y la liberación completa de su bóveda craneana
les distancia a tal punto de Jos pitecomorfos, que no hay más razones
- p:1ra aproxima.rlos a ellos que las que existirían para ver en el chimpancé

• · un,¡ especie de zorro lavamanos muy evolucionado. ·

EL ANTEPASADO DE LOS A"'TROPIDOS

A pesar de todo, las consideraciones sobre el comportamiento de


o les monos son bastante obsesionantes. Un chimpancé que reflexionara,
tendrb tal vez los mismos sentimientos observando a un• zor.co lavamanos,
abrir una puerta o agarrJ.r un pote de mermelada; así, nos liberamos
difícilmente de la idea de que bastaría con agregar casi nada al chimpancé
- para que llegue a ser una especie de subhombre. La paleontología de-
muestra, cada vez mís nítidamente, que es imposible un eslabón cercano
entre él y nosotros. Ha sido preciso renunciar a los antropopitecos ·de
t~ansición y, desde hace algunos años, anegar nuestra ascendencia en las
o 1as de b era Terciaria, en un nivel donde no puede uno referirse a
grandes monos en el sentido actual de la palabra.
Las investigaciones de J. Hürzeler sobre el oreopiteco han confir-
nud::J la imp.~esión que se podía tener sobre la existencia de monos con
b tendencias humanoides desde el Mioceno, es decir en la mitad de la era
Terciaria. Se sabe que el descubrimiento de un esqueleto casi completo
ele oreopiteco en 1958, ha apasionado a la prensa mundial en torno a
este fósil: "El hombre de Grossetto", el "Adán de diez millones de
añ::Js". Es difícil decir que lo que revelará el esqueleto laminado ent.re
des hojas de caliza y cuya reconstrucción es particularmente delicada. Sus
proporciones corporales, de las cuales se puede opinar bastante bien, son
poco mís o menos las de un gibón, con brazos muy ]argos, una mano
mcl}' larga y unas piernas relativamente cortas. No posee cola. Es poco
e probable que se trate del animal terrícola que uno esperaría como ante-
Fig. 28. Mano y pie de los pri- pasado lejano de los antrópidos, sino más bien de un arbo.rícola espe-
mates a) Lemúrido, b) Cercopi- cializado en la braquiación, como el gibón. Esta particularidad es inte-
teco e) Chimpancé, d) Hümbre. re3ante por dos títulos opuestos, pues, de una parte el gibón es el único
La :Uano humana no ofrece di- mono que utiliza la locomoción bípeda cuando está en tierra y por otra
ferencia fundamental con la de
los otros primates, su prensa-
parte, al hacerlo, lleva sus brazos hacia atrás como balancín y pierde ]a
11 bilidad está fundada en la opo- libertad de utilizarlos parado. Mientras no se posea una información más
nibilidad del pulgar. El pie, en amplia, puede considerarse al oreopiteco como el testimonio, en la mitad
cámbio, es inconciliable con el de la era Terciaria, de un primate con cara bastante corta y provisto de
de los monos; si bien autoriza
admitir un estadio primario con
brazos largos, que le aseguraban tal vez una posición erecta transitoria.
pulgar oponible, supone una Así se podría pensar que a mediados o hacia el fin del Tercia.rio,
diYergencia muy antigua, an- en el curso de una treintena de millones de años, unas criaturas con
. terior a los más viejos estadios aspecto de gibones habrían abandonado progresivamente la braquiación
d \. / . antrópidos conocidos
arborícola, acortado sus brazos, modificado su pie y adquirido una co-
'
lumna vertebral que sostenía el cráneo en equilib.rio, sin atravesar un
estadio cuadrúpedo, como los antropoides actuales. Este proceso no es de

65
64
ningún modo inverosímil y conduciría bastante directamente hacia una H EDIFICIO CRANEANO
criatura cercana a los australopitecos, pero la realidad paleontológica Ya . La primera impr~sión que se desprende del examen del crJ.neo del
más allá frecuentemente de la ficción del paleontólogo y es prudente p1tecantropo o del zm¡ant:opo (figuras 30 y 36) es la del cráneo de un
no ahondar demasiado rápidamente en la imagen del yerdadero antepa· ~11~n~ ant~opoide, ~or~la ? ,ch!mpancé: i~ént!ca cara excesivamente larga,
sado. 1dent1Ca nsera orb1tana, IdentiCa frente mextstente. El examen mis pro-
fundizado muestra el ena,me desarrollo de los premolares y de Jos mo-
Ja;e~, mientras que Jos incisivos y los caninos son proporcionalmente m:ís
LOS AUSTRALANTROPOS debdes que Jo3 nuestros, sin relación. con los de Jos monos; una caja
cere.~ral pequena · con:o la de un gorda pero la nuca bien ,redondeada,
Los ~escubrimienlo~ ?e Dart, . ~e. Broom y de Leakey indican que
entre el fmal del Terctano y el 111ICIO del Cuaternario, Africa conoció m~t1endose .por ~eba¡o, como b del hombre, con el agujero occipital
a?¡~rto haCia aba¡o. En algunos especímenes, entre los cuales el célebre
una extensa población de criaturas bípedas, poseedoras de útiles y mucho
más cercanas del antepasado ideal que ninguno de los "pitecantropos" zm¡antropo de Oldoway, una c:esta ósea similar a la del aorib corona
descubiertos hasta entonces. Im·entariados bajo nombres diYersos ( aust.ra- esta minúscula caja con contornos humanos, pero en ]uaar deb reunirse con
lopitecos, plesiantropos, paran tropos, zinjantropos), se agrupan ]o m:ís la inserción del ligamento cen·ical, se interrumpe· par~ dej2.:: a la nuca
frecuente~1ente .ba¡o el nombre de. familia de los aust:alopitecinados,
una ancha playa abombada. Ningún fósil rebtiYamente cercano a noso-
ncmbre tmpropJO que remonta al tiempo, aún cercano, cuando se Yeía tros procura un tal sentimiento de extrañeza, casi de molestia o de di,.
en ellos monos perfeccionados. Aquí les consideramos como los austr::t. co.rdancia; ninguno deja esta impresión de hombre deshumani:ado mí:;
hntropos. que la de mono humanizado. Esta incomodidad proYiene del hecho de
Cuando uno se desentiende de la red de hipótesis edificadas <:n que los australantropos son en realidad menos unos hombre~ con cara
de mono que hombres con caja cerebral desafiando a la humanidad. Está·
to.::no a ellos desde hace treinta años, para tomar en cuenta sohmente
bamos listos a admitirlo todo, salvo el habernos iniciado pe.: ]·;~ pies.
los resultados de conjunto y en particular Jos de estos cinco últimos :.tí1os,
se puede estimar que la imagen of recicla por ellos es muy coherente, :1 ·. Estud1.a: _la arquitectura íntima del cráneo de Jos· australantropos es
pesar de su carácter reYoluciona.rio. bastante dtf tcd por dos razones. La prime:a es debida al estado de los
fós~I~s: solamente un c.rá~eo de plesiantropo y el del zinjantropo son Jo
Caminan erguidos, tienen un brazo normal y tallan útiles estereoti-
suftCientemente · reconstttutbles. como para ensayar su estudio desde el
pados con algunos gol pes dados sobre la punta de un guijarro. En fin,
p~nto de vista mecánic~. La segunda proviene del hecho que Jos dos
su alimentación es pa.rcialmente carníYora. Esta imagen, banalmente hu·
cr:me~s menCionados a.mba pertenecen a unos individuos que no son
mana, no tiene ·relación con la de ningún mono, pero se aplicaría bien
todana completamente adultos, por lo cual no han adquirido su forma
tanto al p1tecantropo como al hombre de Neanderthal. La única diferen·
definitiva.
cia imp~:Htante, pero de grado y no de naturaleza, estí en el tamai1o del
cerebro, increíblemente pequeño en los australopitecos; pequeño al extre- La disposición hace resaltar un hecho capital: como el agujero occi-
mo de crear una especie de embarazo en el :.tnatomista. Más adelante se pital se encuentra debajo del cráneo y no oblicuamente hacia la parte
l'o]yerá a. consi,demr la . cuestión, del cerebro de los australantropos, por posteria: (figuras 29 a 34), la línea fundamental basion·prosthion se
ello me lumta.re a exammar aqm Jos pnnc1pales rasgos de su arc¡uitectura encuentra sensiblemente acortada y los dientes anteriores. indican una
corporal y craneana en particular. reducción equivalente al desplazamiento del agujero occipital. En otr:1s
Del esqueleto (sin que nint,'lln ejemplar completo sea aún conocido) palabras, la pérdida del prognatismo es igual al terreno ganado sobre
se pJseen numerosos fragmentos proYenientes de yacimientos di\·ersos de la base del cráneo por las consecuencias mecánicas de la posil:ión erecta,
Tanganyka, en Africa del Su.r. Los puntos más firmemente establecidos o mis aún: a columna vertebral erecta, reducción de la dentadura ante.~ior.
son los que la peh·is y el fémur, piezas maestras de la armazón en La evolución postura! de los monos ha tenido como consecuencia
posición bípeda, no difieren en nada fundamental de Jos de Jos hombres. la liberación parcial de la parte posterior del cráneo de los constreñimien·
La . pelvis está constituida de manera que sin·a para sostener, de abajo tos mecánicos, descargando sobre el bloque facial todo el dispositivo de
hao~ ar.;iba, las dsceras . abdominales, lo cual es una prueba formal de absorción de los constreñimientos mandibulares. En el punto donde se
la b1pedta y supone un p1e cuya palma esté ya muy adaptada a la susten. e~cuentran los más viejos ant:ópidos, la construcción facial no es muy
tación prolongada. El cráneo responde exactamente en igual sentido, puesto <llferen~e de la de los monos superiores, pero la parte posterior del
que el agujero occipital está situado por debajo. No hay, pues, razón cráneo está completamente despejada y la bóveda se ha ensanchado unos
alguna que pueda hacer rehusar a los australo"pitecos", un sitio entre 60~, _Jo que explica el aspecto redondeado y muy humano de la región
los antrópidos. OCClpttaJ. .

66
las condiciones antrópidas más elementales se encuentran, pues. en
el plesiantropo o el zinjantropo: el bloque facial sigue un triángulo basion-
prosthion-visera orbital igual al de Jos monos, pero el ángulo superior C' •

tiende a estrecharse: de 100° en el orangután, 90° en el chimpancé y E>


75° en el gorila, pasa a 60° en el zinjantropo, 55° en Jos paleontrópidos
y 45 ° en el bomo sapiens. El tope orbital no se ha movido de los monos
a los australantropos y la parte frontal del cráneo permanece muy res-
tringida: es el último obstáculo para que aparezca el tipo actuaL El
antecráneo sería equivalente al de un mono si no fuera po.r la reducción
de los dientes anteriores y en particular de los caninos; esta reducción R
es una respuesta al abandono del papel mecánico de la parte posteric.:-
del cráneo, la porción susteritadora de la arcada dental se equilibra en
longitud con la parte ocupada por la musculatura de contracción (tem-
porales en particular). los premolares y molares son enormes y los
músculos temporales no encuentran, sobre la caja craneana exigua, mis 29 32

que una inserción insuficiente: sobre su línea de encuentro determinan


la presencia de una cresta ósea, comparable a la de los gorilas, pero limitada
al Yértice de la bóYeda. Más adelante ,-e:-emos que persiste la extraña
situación, puesto que el cerebro abrigado por la bóYeda craneana no es
ya el de un mono, sino de un ser ta!lador de útiles; de suerte que todo

lo que progresiYaD!ente .re,·elan los primeros antrópidos conocidos condu-
ce a una profunda re,·isión de las nociones cLlsicas sobre la humanidad.
R

LOS ARCANTROPOS
El hallazgo de los australantropos relegó a segundo plano I:Js fósiles ••

sobre los cuales reposaban desde hacía dos tercios de siglo las teo,rías '.


•• p

sobre el origen del hombre. los pitecantropos, los sinantropos, los atlan- '

• 1 85 .. '
'
. • ' '
tropos y el hombre de Mauer, fuente de innumerables síntesis, no re- .
•• 30 '' ' 33
presentan sino eslabones intermedios. El zinjantropo les ha dado una
humanidad tan cercana a la nuestra que resulta casi triYiaL los sinan-
tropos, con su conocimiento del fuego, los athnt.ropos con su utillaje ya '

E5
Figs. 29 a 34. Evolución del apoyo de los dientes anteriores (incisivos y caninos). Las
·presiones desarrolladas sobre los dientes anteriores son absorbidas en el macizo facial, en
dirección del macizo orbitario y del macizo basilar (R). En el gorila (29) el macizo
\ ' \
orbitario, clave craneana, está fuera del eie
. de absorción .v el eauilibrio
- se establece sobre
la línea E2, en el borde inferior de la 6rbita y los pómulos, planos y !'er.f'endiculares al
eje de los caninos. En el zinjantropo (30), la construcción facial es del mismo tipo,
cuenta tomada del cierre de los ángulos debido al acortamiento de la base, regido !'or la
posición vertical. En el paleantrópido, (31, Broken-Hill, y 32, La Ferrassie) el vértice
de la armaz6n facial emigra hacia la bóveda (C') y el aligeramiento facial se traduce por el
traslado de las presiones anteriores directamente al macizo orbitario; el espacio EI-E3 es • '

plano e inclinado en la dirección del rodete frontal. En el homo sapiens (33, neocaledonio; 1

'
'
34, europea sin 3er. molar), el vértice C' se tras!;,da aún más hacia atrás y el desplome 31 34
facial conduce los dientes anteriores a encontrar su zona de absorción en los pómulos,
que toman una inclinación correspondiente (fosa canina). La región orbitaria comparte •
entonces con los pómulos el eje E3 y pierde progresivamente su carácter de cerrojo
prefrontal
69
68
--·-----~---------___,..---

inte.:-és, visto que en ella se inscriben las . últimas de las etapas de la ad-
elaborado y los pitecantropos con su fémur casi actual, plantearon_ en su
quisición del cerebro del hc·mo _.rapieJ_JJ. !'?r .<mpuest~, es extremadamente
tiempo problemas import¡ ntes resueltos por los centenares de . n:tl_es de •
interesante desde el punto de v1stJ. cient1f1co determmar la forma exacta
años de distancia que los austr;dant.:opos han puesto entre el 1!11C!o del
de la mano o del pie del paleantrópid?, descubri.r los p~queños detalles
hombre y estos testigos arcantropiaJ:t,.~. De suerte que, si bien tienen aún
cuya interpretación puede ayudar a del mear un ·~~trato \'1\'0 del hombre
mucho que enseñarnos, incluso tal \'ez co:~as so:¡xendentes, no hay mu-
de Neanderthal, pe.:-o ello no procura una so~ucwn nueva al problema,
cha esperanza de yerlos trasté'rnar ahora las nocwnes fundamentales. Los
puesto que los instrumentos corporale_s apareoeron, .~umanamente cons-
arcantropos, en su tiempo, estaban ya cargados de un pasado humano
tituidos, mucho antes de que se term111ara la evolucwn del cerebro.
muy lejano.
No obstante, su grado de humanidad sigue siendo descon:·ertante.
Poseen aún una cara enorme y un cráneo ce.:ebral netamente mis pequeño EL CRANEO PALEANTROPIDO (figuras >l. 37, 41)
que el nuestro. Su frPntc es, aunque mis grande, la de los australantro-
pos, bloqueada po.r una Yisei'a orbital considerable. Hcy, ya no :e YC: El .:etrato del hombre de Neanderthal es clásico: cráneo bajo y an-
en ellos los semimonos tradicionales, pero su anatomía craneana ofre::c: cho, frente deprimida, arcos superciliares enormes, dominando unas ?r-
una imagen impresionante de las etapas de la humanización. bitas ,grandes en una cara maciza, sin pómulos marcad~s, con los la~1~s
muy altos y mentón dep.:imido. La nuca potente mant1ene este edifiCIO
bárbaro sobre un cuerpo rechoncho con p1es anchos. ~lgunos ret~ques
LOS PALEA~TROPOS en el detalle de la frente o del mentón y en el aplanamiento del craneo,
adaptan este retrato-.:obot a todos los sujetos conocidos, desde los m~ís
En efecto, en una cadem., cuentan sobre todo el primero y el último
antiguos hasta los nüs recientes.
eslabón. Lo mis impo:tante es saber cómo se une la lar¡;a cadena de los
LA la inversa de los australantropos, los neanderthalianos son unos
Antrópidos en su principio y cómo se. engarza a su llegada _al bcm: .rrt-
antrópidos con cerebro grande, cosa que ha desconcertado mu:h~) a los
pien.r. Son los paleantropos, y en partL'ular los neanderthal01des, c¡Luenes
paleontólogos de hace dos generaciones. En efecto, los _paleantrop1dos re:
asepuran la o.:tremidad mh próxima de la cadena. Por otra pa;·te, n:J
cientes tienen un cráneo cerebral con un volumen eqll!valente al de las
es Linútil vohu a decir hasta qué punto las diYisiones son arbitrarias:
razas actuales, pe.:o M. Boule y .R. Anthony hicieron observar desde ha-
si poseyéramos solamente \'tinte fósiles completos entre. el zinjant.•opo y
ce mucho tiempo que la proporción de las diferentes partes, n_o era L~
nosotros, no habría arcantrópidos o paleantrópidos, sino que desde el es·
misma para ellos y para nosotros: el cráneo de los paleant.rop1dos esta
tado 1 al estado 20 existiría una progresión sin rupturas, ya que, a pesar
como dilatado en su parte occipital, mientras que la fre~te s1gue Siendo
de las \'ariaciones entre forn:~s contemporáneas, a menos de seguir fiele:;
estrecha y baja. Este carácter se. explica cuando se cons1de.:a lo que se
a concepciones sobrepasadas, no se \'e ni contrastes, ni saltos not:~bles entre
ha dicho sobre la evolución postura! desde los mono_s hasta el non:~:e.
los pocos fósiles fechados indiscutiblemente.
Cuando se establece el dispositi\'0 mixto de los pnmates de pos1c1on
Los paleant:ópidos antiguos son c~:mocidos ~o lamente, por a!_!!~nos sentada, resulta que es la parte posteric.r del cráneo, la que a~rovecha
cráneos, la mayor parte de ellos muy 1ragmentancs: los unJCos m.ts o la ruph1ra del vínculo con la caja craneam: el traslado del armazcn man-
menos completos son los de Steinheim, de Gibraltar y de Saccopastore I.
dibular al interic.r del macizo facial tiene como resultado, por el con-
El cráneo de Broken-Hill, en Rodesia, no está fechado con p.:ecisión,
trario, bloquear la frente detrás del macizo orbital. Cuand<? se pa_sa a la
pero refleja un estado arcaico bastante cercano del de los Yiejos ·palean-
posición vertical de los antrópidos se produce una gananoa cons1derablc
trópidos de Europa. Los paleantrópidos recientes son nume.:-osos y son
en el curso de lo que se ha llam:~do, bastante impropiamente por o~u
conocidos nrios esquelet~s completos. Los cráneos intactos, por el co:1-
parte, "el enrolbmiento del cerebro" en torno -~e )a ~a~e. Esta gan~noa,
trario, son escasos y la mayor pa~te de ellos han sido reconstruidos con
en los australantropos, interesa ante todo la reg10n ocop1tal y las re~wnes
fragmentos muy numerosos. Entre ellos se encuentran tipos como el de
tempo.rales. La construcción del macizo facial es, en sus grandes l1,neas,
Skhul, muy cercanos ya del homo .rapiw.r. En Europa, los mejores indi-
viduos son los de La Chapelle-aux-Saints, de La Ferras:;ie y el de'
la misma que la de Jos primates 7 _la fn;nt~ queda bloqueada_ detras de
las órbitas. El problema paleontologKo mas 1mportante s1gue _s1end~, por
Monte Circeo.
consigllliente, el de la liberación de la frente en el homo sap1em; l1be.ra·
No es necesario, al menos ahí, indagar en qué difiere la arquitectura
ción correlativa a una modificación profunda de la cara, en el transcurso
cc.·poral de los paleantrópidos de la nuestra. Esta búsqueda es inútil, pues
de la cual aparecen la frente, los pómulos y el m~ntón: Los paleantró-
el problema de la posición más o menos erguida ya no se plantea, y
pidos son los fósiles de elección para poner en ev1denoa · esta transfor-
considerando el estado de la do:umentación, o:ería, por otra parte, casi .'
maoon.
imposible. Su arquitectura craneana, en cambio, ofrece el nüs grande
71
70

' -,
•- ----

Cuando . se comparan los trazados de construcción del zinjantropo,


del hombre de Broken Hill y del hombre de La Ferrassie, se tiene descL~
el primer instante la visión muy nítida del retiro progresivo del maciz•)
facial en relación a la caja craneana. Todo sucede como si, a partir de las e'
órbitas, la cara se encogiese y viniese progresivamente a situa.:se debajo 1
de una caja craneana cada vez mís dominante. Esta disminución del prog-
natismo absoluto se refleja directamente en la construcción del armazón E2
Ft
facial cuyo vértice se encuentra en- el· zin jan tropo en pleno macizo c.:bital, .,
en el hombre de Broken -Hill en la unión de las órbitas y la frente, en el '\ '
_... / '/
--~
\

/ R
hombre de La Ferrassie en plena frente y en el hombre actual casi detr.ís
de la f.!ente. Es lo que traduce igualmente el cierre progresivo del compls
entre el prosthion y el basion, pasando de 60° a 45° del zinjantropo al
hombre actual. Esta evolución puede traducirse de ctra manera: en el curso
de la evolución antropoide, el macizo supraorbital pierde p.:ogresivamentc
su carácter de fundamento del edificio facial y asimismo disminuye y 35 38
' ...
finalmente desaparece, por ejemplo, en la mayor parte de los s<.1jetos fe-
meninos actuales. Todo sucede en suma como si el cerebro viniera a
ocupa.r progresi,·amente los territorios anteriores a medida que son libe-
'

-- - --·--
------
i
'

rados de los constreñimientos mecánicos de la cara.


Se podría defender el razonamiento inverso y decir de una manera ''•
mis clásica que el desarrollo frontal .del cereb.:-o determina el retraimiento \
f~_.\
progresivo de la cara y su disminución. Me parece que eso sería empezar ' .: \\
¡
la casa por el tejado y subordinar un efecto mecánico a causas de c:e- 1 \
.
R
cimiento cerebral sobre las cuales ninguna demostración parece posible.
• ( \ 1
"'
La prueba de lo contrario está, por otra pa.:te, suministrada por el hecho F
'•. .. )·v.

.. Y
. 1
/./

----
• /
/
• . •• 1 "
de que los paleantrópidos más evolucionados, con su cerebro de 1.600 cm", -·-
... 1 •• i\ G
8
dan verdaderamente la impresión de un compromiso mecánico al término
del cual se p.:odujo !J. expansión hacia la parte posterior y los lados . p ' -..... ·a.,~
''
donde no existen constrei1imientos. Si el cerebro tm·iera la fuerza de 36 ... r 100 "
'' ' 39
expansión que se le da, no habría ninguna razón para que la frente no ) '

se hubiera desarrollado mucho antes, incluso por encima de rcadas orbi-


tales prominentes.
Otras causas parecen entrar en juego. A partir de la aparición, hacia e• ~------

fines de la era P.:-imaria, de la posición cuadrúpeda erguida, se recuerdJ ... , ..


•o
___

que apareció la heterodoncia o diversificación de los incisivos, caninos,


premolares y molares. Se recuerda también que, a p:trtir de ese momento,

Figs. 35 a 40. Evolución del apoyo de los dientes yugales. La reducción del dispositivo --....
dentario se traduce por un cierre progresivo del ángulo C' que pasa de 75 o en el gorila :: ,R'-. ·-
40° en la europea. El equilibrio de las presicnes se establece para todos Jos suietcs entre '
90 y 100°, mas con modalidades diferentes. En el gorila (35) y el zinjantropo (36) el eje
de las raíces de los molares p<trece regido por el dispositiYo anterior y corresponde a El.
la línea de apoyo de la raíz de los caninos. En los !Jaleantrópidos (37 y 38) el e!e E2
corresponde a la región lateral de los pómulos (apófisis piramidal); hay, pues, equilibrio
entre los apoyos anteriores (figs. 31 y 32) y los apoyos yugales. En el homo sapiens (39 y 37
40) encontrándose los apoyos caninos trasladados al pómulo (figs. 33 y 34), ¡,ay tenden- 40
cia a la constitución de un zona de apoyo cada vez más despe_'ada del macizo fronto-orbi-
tario, concentrada sobre el campo de los pómulos. El su!eto 40, desprovisto de molar
posterior, marca el punto extremo alcanzado actualmente por la evolución craneana

72 73
-•-

la raíz del diente canino se convierte en una de las piezas maest.~as del nnmíferos inferiores, un Yerdade:o fuelle entre el continente, mecáni-
edificio facial. ~·u relación es tal, que en las formas en que el canino C:!mente acondicionado por la dentadura, y el contenido cerebral; lo cual
sufre una regresión casi total, como en el caballo, continúa sin embargo es una prueba m:ís de la no existencia· de los efectos supuestos de la
ligado al armazón general. En los monos, la raíz del canino, independien- expansión cerebral.
temente de las dimensiones de la corona del diente, continúa desempe-
i'í:mdo el mismo papel y se encuentra en continuidad con las t~abéculas
óseas que alcanzan el macizo orbital. En otras palabras, la cara está cons-
truida sobre cuatro pilares (dos para los primeros molares, dos pa.·a los
caninos), los cuales tienen su punto clave en el macizo supraorbita l. Esta
construcción subsiste, como lo hemos visto, en los australantropos, pero
la reducción de la base, debida a la posición vertical, acarrea una dismi-
nución notable de las proporciones de la raíz de los caninos. B

Este proceso continúa lentamente hasta el hombre moderno, a me-


dida que el edificio c~aneano se acomoda. Normalmente, esta evolución
debería estar ligada a una eYolución postura! correspondiente y es lo que
(1uedó sobreentendido más arriba, cuando yo suponía una evolución de
las curYaturas vertebrales; sin que sin embargo fue:a puesto en tela de -
1
1
juicio el principio mismo de la posición erecta, atestiuuado ahora por
I~umerocos fósiles.
El proceso e,·olutivo aparece una yez más en la estrecha cohesión que:
c~iste ent.•e la base de sustentación del edificio craneano, que se acortJ
progresivamente, la regresión dental y la expansión cerebral, deslizánLbse,
por decir así, el cerebro ahí donde las resistencias ceden (figuras 29 a 41).
La disminución prog.:esiva de la raíz del canino es muy perceptible en -2
los diferentes paleantrópidos fechados. Para el cráneo de Ll Ferrassie,
las raíces estin ya bastante próximas a las de las r:tzas actmles. La e\"Olu-
ción facial de los paleantrópidos hacia el hombre actual podría, t:adu- p .~,

ciEe pues, por una reducción constante de las bases de la dentadura an-
terior, disminución iniciada a partir de los australantropos. Las cms::-
u
cuencias de esta .~egresión se evidencia en las tres modificaciones m·.ís
importantes, marcando la cara del bom:; Mjiiu?.r: 1) El armazón ó::eo gue 3
une los dientes anteriores a la Yisera supraorbital se empequeñece pro- -
¡cresivamente y tl rodete orbital tiende a la desap:J.:ición. 2) El mismo
ienómcno se produce como reflejo en la mandíbula, }' la región del men-
tón sufre una transformación importante que culmina en el desarrollo
del mentón. 3) El prime: molar ~e comierte en la base del pilar mls p
importante de la cara y los maxilares llenn hacia atrás del rodete supra-
orbital las principales líneas de fuerza, de suerte que el pómulo del hom-
bre actual presenta una confc.:mación muy diferente de la de los palean-
trépidos.
Es muy interesante notar que, en ciertas razas primitivas como los
-
australianos, este proceso no se ha terminado completamente y que el
rodete orbital conse.:va cierta importancia. Es m:is interesante aún observar Fig. 41. El acortamiento de la base crane¡,na y la eX!Jansión cerebral. 1, cérvido,
en el cuadrú!Jedo estricto la base P-B ocupa toda la longitud del cráneo. 2, chimpan-
c1ue en numerosos individuos de razas diferentes, el cerebro no ocupa todo cé; 3, paleantrópido; 4, horno sapiens. La reducción de la arcada dental determina
el espacio que deja disponible la evolución facial y que unos senos fron- el acortamiento de la base, la coherencia mecánica del macizo facial acarrea igual
t:-des más o menos importantes constituyen, ·exactamente como en los acortamiento de P-C y C-B

~-
:)
74
grande de mono, igual al de un hombre, no funcionarÍJ. más que como
Los paleantrópidos aparecen, pues, como algo absolutamente distinto cereb.ro de mono, mejor que el de un gori!J., pues contendría mis células
del ;ramo divergente y atrasado que a veces se ha querido ver en ellos: nerviosas, pero no ciertamente como el de un hombre. Ahora bien, el aus-
sin establecer que todas las formas hayan sido los antepasados dire~tos tralopiteco no tiene cerebro de mono, sino, lo que es mis embarazoso tal
del homo sapiws (lo cual sería absurdo también para el homo saprens vez, un cerebro de hombre .respondiendo a su cara extraordinariamente
,1ctual, del cual ciertas razas desaparecerán sin haber concurrido al futu.:·o primitiva.
de un homo po.rt.rapie!IS), parece evidente que en bloque ellos constituyen El estudio detallado del cerebro de los hombres fósiles evidentemente
realmente las raíces de las razas actuales. Es tanto m5.s evidente todavía no es realizable, pero se posee, gracias al molde de la cavidad craneana,
cuando, asignando su sitio cronológico a sus representantes fechados, se la imagen del cerebro en\'Uelto por las meninges; imagen suficiente como
constata con qué regularidad, de uno a otro, su conjunto evoluciona en para establecer las proporciones de las diferentes partes y entrever el jueg·¡
nuestra dirección. de las principales· circum·oluciones. Una paleontología cerebral es, petes,
en cierto modo posible y ha sido practicada muchas veces desde hace medio
siglo.
EL DESPLIEGCE DEL ABANICO CORTICAL '
Gracias a numerosos trabajos, se sabe cómo funciona el cerebro de
Acabamos
.
de asistir al largo desarrollo del . linaje humano. Vimos
~
los animales más diversos y el del hombre. Este conocimiento es aún muy
c1ue la filiación del mono .al hombre puede cons1derJ.c-o:e, como muy y ro· impedecto, pero, para toda la región superficial, la más fkil de explorar
blemática y que es necesano recurnr a un antepasJdo b1 pedo h1potetJco, guirúrgicamente o eléctriGtmente, los datos son numerosos y coherentes 1
ubicado del lado de acá de la bifurcación que aísla a los pitecomorfos Esta región interesa una grc~n parte de la corteza cerebral, a cuyo ni1e!
de los primates de dos pies. Los caracteres humanos son, en efec:to, ir.c-e- se desarrollan los fenómenos m:ís importantes de la vida de relación; es
di.JCtib les con los de los monos, puesto que toda la evolución, de los peces precisamente la imagen, un poco bo.::rosa, que promran los moldes endo-
al gorila, muestra que la postura es un caricter fundamental: los monos, craneanos de los fósiles. Si no se puede pretender establecer un cuadro
tedas los monos, se caracterizan por una posición mixta, cuadrúpeda y completo de las manifestaciones intelectuales de los australantropos, de
sentada, y la adaptación de su pie a estas condiciones de vida. Los . an- los arcantropos o de los paleantropos, se puede, g.racias al recurso doble
t.·ópidos, por su parte, se caracterizan fundamentaln1ente por una posición del molde y de la fisiologL! actual, restituir una imagen ya muy firme de
mixta, bípeda y sentada, y con los pies rigurosamente adapt:1dos a el!a. las posibilidades de su instrumento cerebral.
Esta diferencia de posición podría pasar por accesoria si no fuese la Hemos visto anteriormente que el efecto más impo.rtante de la su:;-
fuente de diferencias esenciales entre los dos linajes de seres que poseen pensión del cráneo antropoide en el vértice de una columna vertebral
una mano con pulgar oponible. Los antrópidos no deben solamente a la completamente erecta, era el aislamiento mec:ínico de la cara en rebciún
posición wrtical la libertad de la mano durante la locomoción, sino c¡uc con la pa.rte posterior del cdneo, determinando el rebajamiento del maciz:J
le deben i.1,rualmente la posesión de una cara corta con caninos débiles y iníaco y la orientación del clints basilar. La consecuencia m:ís aparente
un cerebro liberado de· los constrei'íimientos de suspcnsión de la caja ósea. de estas disposiciones es un "enrollamiento" marcado del encéfalo, que
Al término de las liberaciones sucesivas, la del cereho est:í ya realizad:l adopta una forma acodada. Esta curvación del piso cerebral no es geomé-
en el mis viejo testigo, en el australopiteco, el cual, como ,·imos, se.ría tricamente concebible sino en conjunción con un aumento sensible de la
mejor llamado australantropo. Por mís lejos que se busquen las huellas circunfe.::encia descrita por b bó,·eda craneana. En otras palabras, la bó1·eda
del hombre-mono, se encuentran hasta ahora solamente hombres. Pero se abre literalmente como un abanico. El despliegue del abanico craneano
¡c:.lán extraordinarios son los mis .remotos de elles! Desde los pies hasta no se realiza uniformemente (figura 42) : la frente es mantenida en sus
la base del cuello, no se ve que ofrezcan serias diferencias con el hombre proporciones por el macizo facial del cual asegu.ra el fundamento y ·se
actual: la míquina es ya totalmente humam, soportando una cabeza que debe esperar al homo sapiens para que el cerrojo prefrontal salte. L:1 nuca
no es una cabeza de mono , sino . el rostro de un hombre todada no hu- también está en relación · con los constreñimientos mecánicos de suspen.
1:1:1nizado. El macizo facial enorme y plano, sin frente, se sujeta a una sión, de suerte que el alargamiento de la circunferencia es mís considera-
Glja c:aneana pequeña y redondeada, pro1·ista de una cresta ósea a la nul ble en el centro que en las extremidades. En el sentido transversal h
~e enganchan los músculos de una quijada gigante. El cerebro que mueve ganancia es también considerable y la posición vertical, a partir del austra-
a esta criatura, mucho mís desconcertante que el tri,·ial antropopiteco so- lopiteco, tiene como corolario un aumento de la superficie de la bóveda
ñado por Gabriel de Mortillet, es comparati,·amente más desarrollado c1ue craneana en la región fronto-témporo-parietal media. Este aumento es pro·
el de un go.rila, pero minúsculo en relación al nuestro, de un peso cbs gresivo, y pueden segui.rse sus etapas desde el mono hasta cada una de
veces menor. La inteligencia no está vinculadJ. solamente al vo 1umen ce· las formas antropoides. Hasta los paleantrópidos, la ganancia es constante
rebral, sino a la organización de las partes del cerebro: un cerebro muy
77
76
y considerable; del paleantrópido al homo sapiellJ. en cambio, el movi-
miento parece muy reducido. Correspondiendo la bóveda craneana en el
• homh~e a la superficie real del encéfalo, se puede decir de manera cierta
1
-- y precisa que el hecho más nítido de evolución cerebral, de los australan-
tropos a los paleantropos, es el aumento de superficie del córtex en hs
regiones medias f ronto ·parietales.
Esta constatación aca.rrea consecuencias muy importantes, puesto c¡ue
B a muestra primero qt¡e si la evolución corporal humana termina muy pront:J,
la evolución cerebral, en el zinjantropo, está sólo en su inicio. Muestr.t
- 1 2
. igualmente que si se debe busca.: diferencias intelectuales entre los grande:;
40" monos y los hombres m:ís antiguos, es en las propiedades del córtex mediu
donde debe hallarse más acentuado el contraste ..
20"


_1
--- --- EL CORTEX 1\lEDrO (figura -ü)

Numerosos trabajos han sido consagrados al córtex medio de los


anim:1les y del hombre, en p:dicular relacionados con las áreas corticales
B situad.1s, en los mamíferos superiores y el hombre, a ambos lados de h
fisura de Rolando. · Por delante de este surco se encuentran las fibras
de proyección pi.ramidales (área 4) relacionadas con la motricidad de las
diferentes partes del cuerpo; por detrás (áreas 1, 2 y 3) las fibras afe- i
rentes corresponden a las mismas p:l."tes. La explotación eléctrica y la
70"
neurocirugía han permitido determinar con precisión con qué partes del
so· cuerpo se ,relaciona cada grupo de las células que forman, en cierto modo,
una imagen neuromotora del individuo corporal. Est:1 imagen aparece in-
vertida, con la cabeza para abajo, de suerte que las fibras que interesan la
motricidad de la cabeza y del miembro anterior se encuentran en la cer-
canÍJ del piso craneano, mientras las de los pies, por el contrario, est.ín
• hacia b bóveda .
' ' Para nuestro propósito es muy importante. tratar de segui.r, a partir i'
de los cuadrúpedos, el desarrollo del esquema neuromotor; esta explo,ra-
- ción hace resaltar, en efecto, algunos puntos capitales de las relaciones
existentes entre el mundo animal y el mundo humano.
A partir del esquema mis simple de los imertebrados, con el siste-
ma nervioso sensomotor limitado a dos cadenas de ganglios, animando

los segmentos del cuerpo, y a una encrucijada nerviosa anterior donde se
6 organiza el prime.~ dispositivo de relación, el sistema nervioso se enriquece
5
- a la vez por el aumento del número de conexiones con el aparato corporal
y por la multiplicación de las posibilidades de coordinar, a parti.r del foco
Fig. 42. Abertura del abanico cortical. En la hiena (1), el cierre de la bóveda
craneana es total. En los otros su:ews, los constreñimientos alcanzan su máximo en cerebral, el juego de estas palancas nerviosas multiplicadas. Resulta de ello, '
1

el macizo frontal v en el macizo iníaco ( 1). La liberación de la bóveda (en negro) exactamente como para un dispositivo eléctrico o electrónico, la· coloca- 1

en el perro lulú (2) se hace sobre la sola reducción facial y la ausencia de cerrojo ción de hilos de conexión (las neuronas) más o menos numerosas y reu-
frontal, a costa de los senos y del equilibrio dentario. La flexión del piso cerebral es nidos en sus puntas los unos a los otros en un aparato de integración
muy débil y el sector tém!'oro-parietal sufre una abertura reducida. En el colobci
(3), elgorila (4), el paleantrópido (5) y el horno sapiens (6), la reducción de la de variadas posibilidades en función directa con el número de conexio-
base y la flexión progresiva del piso acarrean una abertura cada vez más amplia nes. En el hombre se cuentan más o menos 14 mil millones de conexiones
de la región media, correspondiendo al córtex de la motricidad voluntaria y a las cerebro-cereb.ro y cerebro-cuerpo.
zonas de asociación

78 79
i:
1

!
'
1 El edificio cerebral se inició modestamente, en el "cada quien para
ss•
sí_" de Jos !nve_rtebrados inferiores, e~ _Jos 9ue_ cada segmento ~;J cuerpo
vive pa.ra SI mismo, poseyendo el mm1mo Indispensable de un IOn con· el
resto del organismo. En los gusanos la independencia es aún considerable.
en los vertebrados esta independencia . fundamental subsistirá (puede~
verse los trozos de la angula saltar en la fritura o el pato decapitado
co.rrer algunos metros), pero está reforzada por las conexiones con el
sistema cerebral para todo lo que hace, de cerca o de lejos, intervenir la
-a -b vida de relación. Los primeros sistemas nerviosos de los verteb.rados son
70" ss· aún muy sencillos y ocupan poco lugar en el esqueleto craneano, como
ya vimos. Su perfecci01umiento, en el sentido de una utilización cada
vez m:ts fina y consciente de los órganos, se hace con la adición, gracias

•• al sistema existente, de dispositiv-os de integración, los cuales sintetizan
\ las sensaciones y disbbuyen las imágenes y las respuestas. Del animal .al
••

•• hombre todo sucede someramente como si se añadiese de nuevo, cerebro
••• sobre cerebro, cada un'1 de las formaciones desarrolladas, acarreando la
••
_E_.
-----·····"
d
última una coherencia cada v-ez más sutil de todas las formaciones ante-
riores, que continúan desempeñando su papel. La fc.rmación más reciente,
'

. \ que toma importancia solamente a partir de los mamíferos, es el neocórtex;


\
so• \ dispositim de integración motriz y sensitiva que se com·ierte en el ins-
\
6 trumento de la inteligencia humana. La est:uctura funcional del córtex o
- -
-- - neopalli!ll!l de los vertebrados está aún lejos de ser definida en sus deta-
---'\ l lles, por otra parte, tendría poca utilidad vo!v·er a considerarla, aquí desde
su cógen. El hecho de iniciarse en los mamíferos cuadrúpedos ya evo·
' - lucionados basta para demostrar la continuidad entre los datos neurológicos
-- y lo que he asentado referente a la ev·olución mecánica del dispositivo
-- - 1

craneano de los vertebrados.


El córtex sensomotor se individualiza de m•mera bastante nítida so-
-e 1 os• -f bre los bordes del surco de Rolando, en animales como el caballo, el cerdo
o la cabra, que son cuadrúpedos caminadores y con el campo anterior esen-
cialmente facial, siendo la participación del miemh:o anterior prácticamen-
- te nula en el caballo, mny escasa en el cerdo, pero más importante en la
cabra. En estos tres animales, la exploración del córtex muestra una repre·
sentación bien diferenciada del hocico en el córtex sensomotor. El miem-
bro anterior, en cambio, está apenas individualizado en algunos puntos
correspondientes a la cara anterior de la muñeca. La sensibilidad fina y la
motricidad inteligente de estos animales se limitan, por consiguiente, al
contorno del o.rificio bucal, y su tenacidad manual a algunas débiles po-
g
- sibilidades para mantener o rechazar con la pata.
Fig. 43. Cerebro del gato (a), del macaco (b), del chimpancé (e), del austra- En los carnívoros, cuya participación manual es ya muy nítida, las 1

lantropo (d), del sinantropo (e), del hombre de 1\'eanderthal (f) y del horno áreas sensomotoras del córtex son más ricas en fibras y la representación
sapiens (g). 1, 2, 3: áreas somatomotrices; 4: motricidad voluntaria; 5-6-7-8-9: de las diferentes partes del cuerpo más matizada. La parte posterior queda
áreas motoras extrapiramidalcs; 41-42-43: áreas auditil'as; 44: área de la articu-
lación verbal. A pesar de la im!Jrecisión de detalle de los moldes endocraneanos, muy vagamente representada, la coo.rdinación ·de los gestos se hace a unos
los antrópidos fósiles (d, e, f) muestran unas proporciones categóricamente · niveles en los cuales la conciencia no interviene, pero la cara y los dos
humanas miembros anteriores están bien diferenciados y muy finamente organizados.
El gato, en particular, ofrece un considerable grado de diferenciación que

so 81
--· -· -·

cuyo córtex sensomotor se hJ extendido notablemente y asegura en par-


corresponde al uso que hace de su mano en múltiples operaciones. Esto ticular un dominio avanzJdo del juego facial y del juego manual, aislados
muestra la exactitud de un hecho general, sobre e] cual he insistido ya o coordinados. No existe mayor duda para quien haya estudiado el com-
reiteradamente: en oposición a Jos caminadores, los prensares poseen todos, pc.rtamiento de los monos superiores, que el obstáculo para el ejercicio
incluso aquellos que distan mucho del punto de llegada humano, las vir· de las técnicas, en el sentido humano de la palabra, no reside en la do-
tualidades fundamentales de la tecnicidad. En los carnívoros, las áreas tación de 5U córtex motor r premotor. Ahora bien, a pesar del carácter
técnicas corticales están limitadas por un dispositivo mecánico muy rígido, impresionante de las observaciones hechas en los chimpancés, hay un abis ·
el abanico cortical está apenas entreabierto; pero Jo que existe de ello es mo infranqueable entre el acto del mono que empata dos bambúes, trepa
s·uficiente para hacer comprender en qué gran profundidad del mundo sobre una caja y descuelga una banana, y el gesto de fabricación del
animal se forma el instrumento de la tecnicidad humana. zinjantropo. No tiene nada de sorprendente que seres tan cercanos de
En los monos cinomorfos, como el macaco, el abanico cortical está nosotros zoológicamente, como lo son los chimpancés, posean reflejos de
francamente entreabierto y el triángulo sensitiYo-motor primario (áreas acercamiento de una tecnicidad elemental, pues no es mucho m[ls extraor-
1 a 4) se enriquece de una zona premotriz extrapiramidaJ (área 6), la dinario de lo que se podría descubrir, por ejemplo, de rinoceronte en un
cual desarrolla un grado suplementario de la integración motora. la ima- tapir, de casto,r en una ardilla, o de tejón en un oso; sin que el mono nos
gen de] instrumento corporal se ha tornado muy detallada: todas las partes conduzca al hombre nüs de lo que el rinoceronte pueda llevar hasta el
del cuerpo figuran de manera precisa en el córtex, con proporciones n- tapir. 7
riables y reyeJadoras de ]a organización motora de Jos primates. los dos
tercios aproximadamente de ]a superficie cortical están ocupados pc.r las 6. los antropólogos distinguen en el cráneo, el crcmium, edificio completo con
células de la cara, de la mano y del pie. C1si un cuarto de la superficie la quijada, y el. c.1lt-.trium, que comprende el cráneo sin la mandíbula pero
total corresponde solamente a las neuronas que controlan la len_s'1la, la con la cara. Distinguen también la ccdr.trie1 que es la caja craneana sin la ·
cara y la cd!t:tt limitada a la bóveda craneana sin la base. Esta terminología
la.:inge, los labios, el pulgar de la mano y el pulgar del pie ( fig. 44). es pura comodidad· práctica, pues está basada sobre el estado más o menos
En el chimpancé o el gorila, la situación no es muy diferente en su na- completo en el cual los cráneos exhumados llegan a manos del anatomista.
turaleza, pero en un mayor grado de desarrollo por el hecho del. número
7. f\io se insistirá jamás demasiado en el interés de las im-estigaciones sobre
mayor de células. Cada uno de los dedos tiene una .:epresentación, mien- la tecnicidad en el mundo animal, ni sobre el valor de algunos ejemplos
tras que en Jos cinomorfos los cuatro dedos de la palma son solidarios. de útiles atestiguados en ella; sin embargo, uno. debe cuidarse de la· ac-
En cuanto a las zonas motoras y prem.otoras fundamentales la situación titud antropocentrista que falsea los problemas.
en el hombre no es, en lo esencial, diferente de la de los antropoides. la los casos de útiles animales son rarísimos y siempre se citan, en piadosa
amalgama, los del amófilo y su pequeño guijarro, del pinzón de las Islas
eyo]ución construye en cada etapa nue\·os cerebros sobre los precedentes: Galápagos y su pequeño bastoncito,· de la cabr~1 que sabía rascarse aguan·
la banda motora de los cuadrúpedos superiores es superada por el tri:lngulo tando una rama en el hocico, de la mona de Danvin que rompía nueces
premotor de los monos, antes de que este último sea, a su yez, sobrepa- con una piedra, de los monos que lanzan piedras, del pájaro-jardinero. De
sado, por unas formaciones nuevas. hecho, estas manifestaciones son espectaculares solamente porque asemejan
lo que hace el hombre, pero no difieren en nada en lo esencial de todo
En el estadio simio la situación presenta Yisos absolutamente nota- aquello que es tecnicidad en el mundo animal entero, incluyendo el hom-
bles. la correlación anatómica ha presidido el establecimiento simultáneo bre, y maravillarse de ello no es m:ís gue v-olver a las enternecedoras con-
de una posición mixta, compartida entre la locomoción cuadrúpeda y la sideraciones de los naturalistas del siglo xvm sobre la abeja industriosa
y la hormiga ecónoma. De la misma manera se podría considerar el andar bí-
posición sentada, y el desarrollo de la bóYeda craneana en su pc.rción pedo, y, en lugar de restringir la comparación a los escasos momentos cuando
media. En oposición al de ciertos ca.miceros, como la hiena, el cerebro de el gibón camina parado, agrupar en un único pan-orama los dinosaurios
los primates ha llegado a Jos límites de su desarrollo posible y adhie.re bípedos, el cachicamo, el pangolino, el gerbo, el canguro y el perro sabio.
estrechamente a los contornos craneanos impuestos por la mecánica. Es lo cual no mostraría más que una de las soluciones a la marcha que el
hombre comparte con el mundo de los vertebrados. El inventario de las
imposible, como a Yeces se ha supuesto al menos implícitamente, Yer en soluciones comunes es indispensable para situar una parte del ·problema
la fuerza de expansión del cerebro el mote.;- de la evolución craneana. El humano, para establecer en qué el hombre no es más que un caso entre
aumento del número de ]as células ner\'Íosas no puede preceder al ensan- otros; haciendo esto, se establece tan sólo un componente. Se establece
chamiento del edificio. Incluso, admitiendo que la expansión cerebral y el otro cuando se considera la situación del hombre en el seno de las especies
con acción manual importante, un tercero sería situándolo en relación con
mejoramiento espacial de] esqueleto sean un solo fenómeno, no se puede el movimiento general de deriva que lleva a los sistemas nerviosos hacia
eYitar considerar que el cerebro "sigue'' el movimiento general, pero sin una complejidad creciente. Se establecerían otros más para · llegar a una
ser e] motor de ello. resultante al final de la cual el hombre aparecería como un todo único
los monos, por consiguiente, poseen e] cerebro correspondiente a] en el mundo animal, pero cuyos elementos todos son ampliamente com-
partidos.
estado de liberación mecánica de su bóYeda craneana; es decir, un ce,:ebro
83
82
nada al control motOr de la cabeza y de los miembros superiores; en ot~os
EL CEREBRO DE LOS HOMINIDOS términos, l::;s dos polos del campo de relación moYilizan. los 8/10 del
El examen de los moldes endocraneanos del australopiteco, del pite- dispositivo motor primario. · Solamente la lengua, los labios, la laringe,
cantropo, del neanderthaloide o del hombre actual, muestra entre las dis- la faringe y los dedos .representan casi la mitad de la totalidad del área 4.
tintas partes unas diferencias de proporciones que afectan sobre todo los
lóbulos frontales. En cuanto al cerebro medio y occipital, abstracción
hecha de las diferencias de volumen y de superficie, no se notan muchas
variaciones que no sean también visibles en los cerebros de hombres ac·
tuales. Es cierto que el aumento del peso total del cerebro (más del doble
del australopiteco al homo sapiem) y la complicación de las circunvolu-
ciones, que aumentan la superficie del córtex, implican un nivel muy
diferente de desarrollo intelectual en los dos extremos de la serie evolu-
tiva, pero a priori nada que no sea humano. En otras palabras, como punto
de partida, se constata que el cerebro del zinjantropo posee la forma de
un cerebro de hombre y no de mono, pero que es pequeño, muy plegado,
y que los lóbulos frontales son, en proporción, muy pequeños. Pa.:tiendo
de una diferencia de grado, pero no de estructura, se hace posible inter-
pretar lo que uno sabe de la vida de formas ante:iores al homo Jtlpil'llS a
en una perspectiva humana. Pero no se debe disimular que, puesto de
nuevo el mono en su lugar, sin considerarle como cabecilla de una suce- 1

sión en la cual cabría la posibilidad de insinuar la fronte.:a de la humani- '

dad, las dificultades no son menores. Renunciando al "eslabón perdido"',


nos encontramos, según la documentación actual, en presencia de una co-
lección de hombres que ponen en tela de juicio la unidad misma de una
Fig. 44. Imagen
definición del hombre. cortical de la mo-
Desde el primer capítulo, la situación de los '"hombres" fósiles ha tricidad voluntaria
oido establecida po.r la posesión de la posición vertical, de la cara corta, en el macaco (a,
de la mano libre y de los útiles. El problema por resoln:r aquí, es el de según \X'oolsey) y
en el hombre (b,
la organización del dispositivo cerebral que permite al hombre distinguirse según· Penfield y
del mono en el ejercicio de la tecnicidad, Yisto que se está demost.:ando, Rasmussen). En el
gracias al descubrimiento del zinjantropo, que la tecnicidad está presente mono, obsérvese la
en las m:ís diversas formas humanas. La exploración detallada del córtex ce- importancia de las
rebral del hombre actual of.rece los elementos para cierto número de imágenes de la ma-
no y del pie, sobre
hipótesis. todo del pulgar en
relación con la ca-
ra. En el hombre, •
LA MOTRICIDAD PRIMITIVA (figuras 43 y -í·í) se observa la reduc- ARTICULACION LABIOS ''\

ción del pie y la DE PALABRAS •

Al igual del de los mamíferos superiores, el cerebro del hombre po· enorme Importan- MEJI
see, a lo largo de la fisura de Rolando, sobre las circunvoluciones frontales cia de la mano y MASTICACION LENGUA
de los órganos del 0 J:GLI.J
ascendentes, una zona motora primaria (área 4), en la cual se pueden lenguaje (parte ba- c¡0 N
separar con precisión, desde la base hasta el vértice, los ·grupos de neu. ja de la cara, len-
ronas que controlan la cara, los dedos de la mano, los miembros superio- gua, laringe). El
res, el tronco y los miembros inferiores. Se encuentra allí, como en los cerebro del maca-
carnívoros o los monos, la imagen ( im·ertida) de la máquina corporal, co está figurado de b
perfil, el del hom-
de la cual el á.rea 4 constituye el .cuadro de regulación. La cantidad de bre en sección
neuronas destinadas a cada región del cuerpo es proporcional a la sutileza
1
de las funciones que desempeña: el SO por ciento del área 4 está desti- 1.

85
84
ción quirúrgica del área motriz piramidal, indep~r:~ientemente de !ostras-
Al comparar con el mono, se observa que las diferencias cuantitativas tornos motores generales, se observa la desapancwn d~ los .refle¡os ope-
son enormes, pero las proporciones de los diferentes territo.rios no han racion:-des educativos que habían sido creados en el ammal .por la do~a,
variado de manera sensible. En efecto, en el mono, son los órganos faciales y éste pierde lo que había aprendido. En el mono, como vtmo~ antenor-
y la mano los que representan la mitad del dispositivo moto.r, y la única mente, el á.rea motriz primaria está reforzada,. adelante! por un a~ea extra-
diferencia con el hombre concierne al pulgar del pie, lo que responde a piramidal premotriz (área 6) conquistada por el P.nmer ~~spltegue , del
la diferencia de locomoción entre los primates arborícolas y los bípedos abanico cortical; es a ese nivel donde se pro.duce la mtegraClon, y el area
terrícolas. Así pues, hombre y mono poseen una idéntica representación piramidal ya no interviene de manera exclustva. Todo ~ucede como en. un
neural de la cara y de la mano; es decir, que tienen la huella cerebral . dispositivo electrónico en el cual, aprovech•;ndo los :n~l.lones de combma·
de una actividad igualmente compartida entre los órganos faciales y los . ciones de un primer dispositivo, uno tendn.a la postbdtdad de a~recentar
miembros anteriores. En el mono, este repa.:to interesa las acciones coor- sus medios añadiendo aparatos suplementanos. En ge,neral, lo bt.en fun-
dinadas de prensión y de preparación alimenticia, de ataque o de defensa, dado de esta comparación se demuestra cuando, de~~ues de destnur :=n el
de despiojamiento, de locomoción para la mano, de masticación y de deglu- mono el córtex piramidal, se constata la. conservaClon de. la memon~ de
c:ión para la cara, a las cuales se agregan algunos gestos y mímicas. En educación: el animal conserva lo aprendtdo y es suscepttble de ennque-
el hombre actual, el .reparto, como sabemos, ·es bastante diferente: las cerlo. En cambio, L1 destrucción del córtex premotm .(área 6), que cons-
acciones coordinadas de prensión y de preparación alimenticia marcan el tituye el último piso, acarrea ]~ pérdida ?e lo aprendtdo y grave.s trastor-
predominio de la mano, al igual que las de ataque y de defensa. La loco. nos en la adquisición de refle¡os ope.:.aClon~les nuevos .. El ?~sp!teguc del
moción ya no afecta a la mano, que tiene, sobre todo, la vocación de un abanico corresponde bien, pues, al me¡oramtento del ~tspostttvo neural, a
órgano de fabricación, mientras que la cara es el inst:umento de la fona- la constmcción de un dispositi\·o de integración más neo en el mono que
ción organizada en lenguaje. en el cuadrúpedo.
Estas constataciones acarrean un cierto número de consideraciones
generales. Sobre el est:icto plan de la organización de la motricidad pira-
midal, el mono y el hombre ofrecen, para el campo anterior, la misma LA .MOTRICIDAD HUMANA
fórmula,· pero las modalidades de aplic:1ción son diferentes y queda por La ausencia irremediable de observaciones cerebrales directas en los
comprender por qué el segundo utiliza su m:1no para fabricar y su cara antrópidos fósiles obliga a retomar nuestra argumentación al nivel .del
para hablar. Lo que importa anotar es que todo · permite pensar que la hombre actual. Más adelante veremos, por otm parte, que se hace postblc
situación del córtex piramidal en los australantropos respondía a una una verificación a partir de los productos ?e la industria, d~ los hombres
fó.:mula idéntica, es decir, que mano y cara, en ellos como en el macaco fósiles; pero, en razón de la un!dad c.rgintca de. los antrop:dos, tal como
o en nosotros, desempeñaban papeles de importancia casi igual y estaban ha sido progresi\'amente est:~bleoda, las obs~:vacwnes en el hombre actual
ligadas por la coordinación. conservan todo su valor para la reconstrucClon del pasad? .. En efecto, no
Otro hecho que ofrece interés es la contib'Üidad de los territorios de se t.rata ya de enlazar por transiciones dos grupos zoologKos dtfe,re~tes,
la cara y de la mano en el área 4 y su situación topog.r:í.fica común. Hay sino de comparar en el mismo grupo zooló.?i~o, . el de los antroptdos,
una estrecha coordinación entre la acción de la mano y la de los órganos diferentes estadios cronológicos de estructura tdenttca. Agreguemos, co~o
anteriores de la cara. En el mono, esta relación tiene un carácter sob.:e premisa de lo qu~, examinaremos ~n el capítulo IV, que s: trata estnc·
todo alimentario, lo que, guardando las proporciones, es válido también tamente de ]a 1regwn medtJ del cortex, excluyendo momentaneamen.te. los
para el hombre; pe.ro, además es necesario constatar en este último una territorios frontales, y por consiguiente, de demostrar que la tecmodad
coordinación no menos intensa entre la mano y la cara en el ejercicio del (con exclusión de otras form;s. de inte~igencia que, vererr;os. luego) es un
l'enguaje. Esta coordinación, que se expresa en el gesto como comentario fenómeno precoz en los antroprdos y ttene un caracte.r umco en toda la
de la palabra, vuelve a aparecer en la esc:itura como transcripción de los familia. · · .
sonidos de la voz. . El dispositiv? corti~al. del hombre, actual ( ~ig. ~3), .en l,o tocante a la
Así pues, los simios y Jos antrópidos poseen el mismo córtex motor parte motriz, esta constJtmdo por el area motnz pnmana (are~ 4), ante-
primario, con la imagen nítida de todas las partes del cuerpo donde la cedida pac el área premotora (área 6), como en l?s mono~. Mas adelante,
cara y la mano tienen una representación dominante. En el gato y el pe- vino a agregarse el área 8, cuya estructura es mterm~d1a entre la del
. rro, aunque menos nítida, existe la misma representación, pero constituye área premotora y la de los lóbulos f :ontales, d~spro.v~stos d~ neuro?;s
el último dispositivo integrante del edificio cerebral; mientras que en el motoras. El abanico está, pues, más ab1erto. El dtsposJtJvo de mtegrao~n
mono, ya no es más que la penúltima etapa. En efecto, cuando en un pe- motora, que posee .ahora tres pisos, ha evolucionado constantemente haCJa
r,ro o en un gato sometidos a la domesticación, se procede a la destruc-
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86
'' ....... .. .•
adelante a partir de los cuadrúpedos: el área 8 orienta ]a integración mo- • '
•'
tora hacia Jos territorios f.rontales, no motores, muy reducidos en los mo- __,.¿..:0:
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nos y que en Jos hombres están aún muy lejos de haber terminado su i ,•.• )~\t-.d
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desarrollo. j \~.$'f:fil
En torno al abanico motor se encuentran agrupados dispositivos afe- _/',: 1!11
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rentes de impresiones sensoriales, los que aseguran ]a integración de estas ;' .. ,.9'" 1 4 •'
1
' 1 )!¿'" 1 ,:

impresiones en el dispositivo neuromotor. Las impresiones visuales poseen 1 ' ' .. _ .. ....

su territorio propio (áreas 17 a 19) en Jos lóbulos occipitales, las im.


....--"í' · .. ·...,._,
.
'3'-----
·······. -......
... ... ....
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.
.... ·... ··

presiones somáticas forman una banda paralela a. la del área 4 ( á,reas 1, ....---------~/ ~
2, 3) sobre . el borde posterior de la fisura de Rolando y sus divisiones
corresponden a las del área 4. La región tempo~al (áreas 41 a 44) en ]a a b
cual se han producido los procesos m:ís importantes, puesto que es el cen- -- • ... --- ... ' •

tro del movimiento "de enro]Jamiento" del cráneo de Jos antrópidos, ofrece '
un interés pa.~ticuJar, porque su estudio, a partir de Broca, ha imo]ucrado .. 1.. ...
··.
constantemente al lenguaje. ~--
. \

•••

,- : 1
EL LENGUAJE DE LOS ANTROPIDOS (figura -ís) 1 ":" /

·.- J
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... . . . . •• • •. 1 -
Más adelante, volveremos a considerar el problema del lenguaje en
diferentes capítulos, pero es bueno tratar de deducir de los datos, aún
incompletos, de la anatomía cerebral, cierto número de informaciones que e
someteremos luego a ]a verificación de ]as pruebas. d
El córtex de Ja confluencia de las regiones frontal, parietal y tem- Fig. 45. El lenguaje de los antrópidos. En rayado: zona de la motricidad
voluntaria de la mano y de la cara. ·El punteado limita el cuadrilátero de
poral, está constituido por Ja parte baja de ]as áreas motora y premotora P. Marie, en el cual se sitúan las lesiones afásicas: anartría (1), agrafia (2),
(áreas 4 y 6); es decir, por Jos territorios motores que afectan ]a cara y la sordera verbal (4) en el horno sapiens (a), en el chimpancé (b), el austra-
mano. Por delante, el área p~emotora está unida a dos zonas de asocia- lantropo (e) y el sinantropo (d). Vemos que en el mono faltan las regiones
ción, ocupando una el pie de ]a sebrunda circunvolución frontal (pie del que corresponden a las zonas de integración por lo menos en cuanto al reco-
nocimiento auditivo y visual. En el australantropo y el arcantropo, en cam-
área 9) para ir a apoyarse contra Jos centros motores de la mano, la otra, bio, está presente la posibilidad topográfica de los centros de integración
el pie de la tercera circunvolución frontal ( úea 44) y venir a establecer del lenguaje
contacto con Jos centros motores de la cara.
Detrás, la lenJ:,rüeta motriz facial y manual está contigua a las partes
correspondientes de las áreas somáticas 1 y ?. Hacia abajo y atrás, toca las y de los animales, mediante la configuración de su cerebro y de su cabeza".
áreas de asociación auditiva (áreas 41, 42) r m:ís lejos hacia atrás, está Fue violentamente atacada desde su origen y la ridiculez con la cual se
en conexión indirecta con el área de asociación visual 19. El área 44 se intentó cubrirla tuvo mucho que ver en su éxito persistente. Las demostra-
denomina del lenguaje, desde que Broca, en 1861, descubrió que las le- ciones de G,!ll, el carácter de los criterios afectivos utilizados por él, no
permiten muchas ilusiones sobre el valor objetivo de su teoría y los ana-
siones del pie de la tercera. frontal determinaban la pérdida del uso de la tomistas o los . fisiólogos le impartieron inmediatamente el destino que
palabra. En cien años, la topo&rafía cortical ha hecho grandes progresos merecía; mas la seducción que ofrecía a los espíritus menos científicos,
·y el problema del lenguaje ha adquirido una base más amplia ele la que era fuerte. los "bultos" de la filogenitura, de la benevolencia, de la es-
imaginaba una neurología aún impregnada de las ideas frenológicas sobre crupulosidad o de la destructividad, revelables sobre el cráneo, daba campo.
fácil a la ironía de unos, a la necesidad de misterio científico de otros y
las localizaciones cerebrales.s "poseer el bulto de la inteligencia o de los viajes'' ha quedado en nuestro
lenguaje.
8. El médico alemán Fran(ois-Joseph Gall (1758-1818) obtuvo con la fre- Sería interesante analizar las razones de la larga supervivencia de la
. nología un éxito de popularidad y de duración gue solamente Cuvier y teoría frenológica. El secreto del acondicionamiento fatal de los genios,
Darwin pueden disputarle en biología. Su teoría, expuesta en varios tra- de los criminales y de los idiotas se acerca al del antepasado-mono y se
bajos, está formulada con el título de su obra principal: "Sobre las fun- enlaza con el problema siempre presente en nosotros del destino humano.
ciones del cerebro y sobre las de cada una de sus partes, con unas ob- La violencia de los ataques científicos contra Gall y el resurgimiento re-
sen•aciones sobre la posibilidad de reconocer los instintos, las inclinacio- petido de su favor a nivel de la vulgarización emanan de fuentes psico-
nes, los talentos o las disposiciones morales e intelectuales de los hombres
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- - ---- - --------•

El conjunto del dispositivo que acabamos de describ_ir c_onstituye ~1 mane_ra inf.rahumana. La audición de los símbolos es igualmente muy
armazón cortical del lenguaje del homb.ce actual y la expenenoa neuroqm· defioente. Estrechamente circunscrito entre el macizo frontal y el macizo
rúro-ica muestra que las zonas de asociación que envuelven al córtex motor iníaco, e~ c?rtex medio de los grandes monos no tiene la posibilidad física
de constitUir un lenguaje. ·
de la cara y de la mano, participan conjuntamente en la elaboración de los
· símbolos fonéticos o gráficos. Los trastornos del á,rea 44, en contacto . En cambio, apenas interviene la liberación del cerrojo iníaco, la am-
con el córtex piramidal de la cara, acarrean, como lo había visto Broca, plJ~ abertura ?~1 abanico cortical crea una sih1ación topográfica de la cual
la afasia o imposibilidad de formar sím?olos fonéticos coherent_es. La o_btJene bene_f!Clo todo el córtex medio. La expansión prefrontal sigue
lesión de las áreas auditivas 41-42 determma la sordera verbal o mcapa- :1endo muy I~C~~pleta hasta e~ ~omo sapiens, pero la presencia de las
cidad de identificar las palabras oídas. De suerte que. l_~s dos zonas q_ue areas de asoc1acwn verbal y mimica es perfectamente concebible a partir
encuadran las células motoras de la cara, una en transiCJon con las regw- ~el _australantropo. A una posición bípeda y una mano libre, y por con-
nes pref rontales, la otra con e_l dispositivo auditivo, están pu~s, directa- siglll_ente a una caja craneana c?nsiderablemente despejada en su bóveda
mente implicadas en el lenguaJe vocal. Pero es tal_ vez mas 1mportante n:e_dia, no puede corresponder Sino un cerebro ya equipado para el ejer-
constatar ]a naturaleza de Jos trastornos del lenguaJe porque afectan el
• c~c~o de la pal_abra y yo ~reo que debe considerarse que la posibilidad
dominio de la escritura: las lesiones del pie de la segunda circunvolución fi_siCa de o~gan1zar los son1dos y los gestos existe desde el primer antró-
frontal, que toca las áreas moto~e~ de ~a mano, determin_an la agrafía, p1do conoCido. ¿En qué nivel intelectual se sitúa el lenauaje del zinjan-
es deci,r, la imposibilidad de escnblf: 1:1Ient~as qu_e. !_as leswnes del área tropo? He ahí una pregunta de la cual nos ocuparemos bluego, con otros
preoccipital visual 19 provocan la a!ex¡a o_ m:posibJ!Idad_ de leer. Desde argumentos, pero que no encausJ la existencia virtual del len!!Uaje en los
luego, estas deficiencias no afectan la posibilidad matenal de Yer y de más viejos homínidos. b

oír o emitir sonidos, sino la capacidad intelectual de expresar o de en ten· Así pm;s, todo pa.r~ce demostrar que el despligue del abanico cortical
der los símbolos vocales o gráficos. en los mam1feros supenores se hace en cuatro tiempos, los cuales ·corres-
Estos elementos permiten ya adquiri.r una primera visión paleontoló- pon~en a la evolución posh1ral. En un prin:er tiempo, los cuadrúpedos
gica del lenguaje. En primer lugar, com·i~ne dist_inguir, en el probl~ma cammadores presentan sobre el bo:rde de la fisura de Rolando las prime-
del lenguaje, la posibilidad física de orgamzar somdos o gestos expresivos ras huellas de una organización sutil de las células motoras piramidales,
y la posibilidad intelectual de concebir símbolos expresivos, trai:sforma- casi todas ligadas a la motricidad de los órganos faciales anteriores. El
bles en sonidos o en gestos. Los símbolos, a su vez, pueden ser cons1derados segundo tiempo se aprecia en los cuadrúpedos prensares, los cuales pre-
como concretamente ligados a unas operaciones que movilizan el campo sentan posibilidades de posición sentada y de liberación temporal de la
manual o como abstracciones de operaciones manuales. mano sin modificación de la suspensión craneana. La banda cortical mo-
El examen del córtex de los monos superiores muestra que las á,reas triz está ya organizada y h mano bien individualizada. El tercer tiempo
41 a 44 están apenas constituidas. En lugar de activar la serie cortical corresponde a los monos en los cuales el establecimiento de la posición
4, 6, 8, 9-44, el conjunto neurónico se, detiene prácticame~te al nivel 8; sentada está ligado a una modificación de la suspensión craneana: la banda
de· suerte que articulación y gesticulacion están, pues, eqUipadas de una pi.ramidal se completa con una banda premotriz y las operaciones faciales
y manuales han sido llevadas a un alto punto de diferenciación. El cuarto
tiempo está marcado por la adquisición de la bipedia, con modificación
lógicas comunes. Puede uno pr_eguntarse, po~ _otra ¡oarte, si la teoría fre-
nológica no desarrolla una realidad paraCientifiCa ev1dente. . profunda de la suspensión craneana y liberación de la mano: el abanico
Cuando se desprende su traba¡o de todo el aparato dei:1ostratiVO que cortical está ampliamente abierto y en conexión por medio de unos centros
carece de fundamento, quedan varias afirmaciones no desprov1stas de valor aferentes con los diferentes dominios interesados por el lenguaje.
en su punto de origen. Gall defendió la especialización de los diferent:s
territorios cerebrales, lo cual en la hora actual es cosa banal. Pretendia
que cada órgano se prolonga en el sistema nen·ioso hasta el córtex cerebral,
_·lo i::ual está actualmente admitido. Pensaba que muchos de los rasgos psi- EL ZIN]ANTROPO
cológicos son condicionados por el físico, lo cual está también afuera de
toda crítica. Es posible hacer de él, a YOluntad, bien sea un p_erturbado El acontecimiento tal vez más importante para la ciencia del hombre
o un precursor. Al igual de la ?bra ~e N. de_ llf~,_llet a m~diad~s del fósil es el descubrimiento por L. B. S. Leakey, el 17 de julio de 1959,
siglo xvm, su libro _parece h_oy dia nc;hcu~o. ,Y Cientificamente mutJhzable, en la garganta de Oldoway en Tanganyka, de un australopitecíneo de
mas· sus ideas han sido amplias y su mtulCJOn penetrante. Se puede deCJr
de todos aquellos que se lanzan a la aventura científica, que están obli-
talla humana, el Zinjanthroptts boisei, acompañado de un utillaje muy
gados, en la percepción intuitiva de una relación entre dos órdenes de primitivo pero indiscutible.· Este descubrimiento sobrevino algunos años
hechos, a introducir una demostración generalmente infantil; es un reproche después del de la. pelvis de los australopitecos de Africa del Sur. Desde
dirigido por igual a los pioneros del evolucionismo o a los de la paleon- hacía dos años, se sabía que el australopiteco caminaba verticalmente y
tología humana. ¡1
¡,

90 91 '
1
se había formulado como cosa más que probable la posesión de un utilla- último. Mientras resulta fácil recono:::er útiles a partir del momento en
je. El descubrimiento de Leak~y m~rca, ~n punto final al mito. del hombre- que arreglos secundarios les dan una forma constante, es difícil pronun-
mono, al menos en los medios oentlficos. Queda pm asum1r las co.nse· ciarse sobre unos cantos tallados que no serían mis que fragmentos bru-
cuencias que se desprenden de la existencia, imprevista, de una hu~1an1d.ad tos. Las rocas cLí.sticas como el sílex o las cuarcitas, sometidas a un cho-
realizada desde fines del terciario en su forma corporal, pero aun le¡os que violento, liberan fragmentos que presentan sobre su plano de mptura
de serlo en su desarrollo mental. una superficie concoide, el bulbo de percusión. El choque, para determinar
El zinjantropo (y los otros australopitecíneos) fabrican útiles, lo los fragmentos, debe ser aplicado con una dirección y cierta fuerza que
que por vez primera en la s~rie zoológica, plantea .el. pro?l~ma de la suponen frecuentemente una intervención consciente; sin embargo, entre
validez de un carácter específico tomado de un domm10 distinto ~l. de los miles de millones de choques p.~ovocados por la resaca sobre los gui ·
la biología anatómica. La aparición d~l útil entre los cara~teres esp~oficos jarros o por la caída de una cascada, el azar determina cierto número
marca precisamente la frontera partiCular de. la I;uman1dad, haoa una de fragmentos de apariencia humana. De suerte que puede decirse que
laraa transición en el curso de la cual la socwlog1a toma lentamente el si la presencia de un bulbo de peccusión plantea con elevada probabilidad ·
rel~vo de la zooloaía. En el punto en que se encuentra el zinjantropo, el la cuestión de la intervención humana, deja abierta la posibilidad de
útil aparece como ~ma verdadera consecuencia anatómica, única salida pa- descubrir cierto número de fragmentos que no serán más que el fruto
ra un ser que se ha vuelto, po.r su mano y dentadura, . completamente de juegos de la naturaleza. Es por ello que a fines del siglo XIX, los
inerme, y cuyo encéfalo está organizado para unas operaoones manuales "eolitos" del tuciario medio y antiguo turbaron violentamente el medio
complejas. de los prehistoriadores.
Raymond A. Dart, quien sa,có a luz en 19J5 el.p~imer australopiteco El examen de un:l colección de eolitos sorprende por un<l caracte-
en Af rica del Sur e hizo despues nume.:osos descubnm~entos de otros an- rística muy notable, a condición de que las muestras no hayan sido se-
tiguos antrópidos conocidos, había llega?o, por el estudio de los .restos de leccionadas conscientemente o no: ninguna constan:ia morfológica es apre-
animales descubiertos con ellos, a la Idea de que los australop1tecos ca- ciable en ellos, la dist:icución de las formas está hecha de una manera
zaban, lo que no es el caso .entre los. monos. Su ~aza parece haberse enteramente fortuita. Las únicas constancias morfológicas posibles de apli-
compuesto, en el sur del contmente af.ncano, de antdope: de talla . me- car son de orden exclusivamente mecánico. Proúenen de la delgadez ac
L.

diana y pequeña, con. bastante f:ecuenoa de puercos salva¡es y. babmnos, cidental de un borde del pedc1zo de sílex e interesan las partes salientes
a veces incluso de anmules tan Importantes como la cebra, el nnoceront.e sin discriminación, o responden, sobre t.:ozos de sílex muy alargados, a
y el hipopótamo o tan peligrosos como 1~ p:l!1tera. Antes del descubn· f racturJs por flexión. Si hubieren de ser estas las características de la
miento de un utillaje de piedra en los yac11:1J(:ntos, pens~ba que los au~­ industria mis primitiva, la ciencia prehistórica no se liberaría jamis del
tralopitecos utilizaban útiles de hue:o, part1cularme?te hu?1e~~s de anti- prcblema y los primeros testimonios serían irreconocibles.
lope empleados como hacha, y habw creado una mdus~na ~steodon~o­ Pero los choques distribuidos al azar no son concebibles sino en el
kerática" seleccionando los restos· de huesos que le parec1an mas apropia- cereb:o de un sabio que imagina al hombre primitivo, tal como lo hacía
dos. Si bien parece que la mayor parte de esta industria sea de carácter Gabriel de Mortillet, como una especie de semimono aún inexperimen-
fortuito, no debe rechaza,rse el empleo e,·entual de huesos gruesos como tado, que se divierte conquistando el título de primer hombre, percutiendo
hachas de mano, y sobre todo de cuernos como mazas o vena~.los. a su alrededor, una de sus memos recientemente libecadas de la marcha
· En Oldoway, el fósil del zinjantropo yacía rodeado de b'11IJ:lrros, ta- puesta como visera sobre h frente. Colocado de nuevo en una óptica a la
llados. Estos guijarros. pertenecen a una industria conocida desde hace vez biológica y paleontológica, el problema aparece muy distinto. Al firial
mucho tiempo en Af"ICa con el nombre de pebb/e m/t¡¡re, hallada de de los capítulos precedentes, hemos llegado a esta noción del útil como
norte a sur en los horizontes más antiguos del CuaternaTio y de la tran- una verdadera secreción del cuerpo y del cerebro de los antrópidos. Es
sición del Terciario, y que ya se suponía desde algunos años antes ser · lógico, en ese caso, aplicar a un tal órgano artificial las normas de los
obra de los australantropos. órganos naturales: debe responder a formas constantes, a un verdadero
estereotipo. En efecto, esa es la regla para todos los productos de la
industria· humana en los tiempos históricos: existe un estereotipo del
LOS GUIJARROS FRAGMENTADOS cuchillo, del hacha, del ca.rro, del avión, que es no solamente el pro-
La industria africana de la piedra corresponde verdaderamente a lo ducto de una inteligencia coherente, sino el producto de esta inteligencia
que se puede imaginar como la primera f?rma d.istinta del guijarro ~r:1to. · integrada en materia y función (ver capítulo XII). Se podría objetar
Reconocer los primeros productos de la mdustna humana no es facd y que para las industrias de piedra· el azar de las fractu:as introduce nu-
ello ha preocupado a los prehistoriadores desde los años sesenta del siglo merosos productos de forma irregular. Los prehisto.riadores, sin embargo,

92 93
no cayeron en engaño y cada período es designado por sus estereotipos de este libro ha mostrado que la imagen del antepasado es una imaaen
como la raedma y el buril. Podemos, y aun debemos representarnos la artificial, nacida en el siglo XVII en un ambiente de lucha ideolóai'ca,
inteligencia de los primeros antrópidos como inferior a la nuestra, pero fuera de todo fondo paleontológico. Esta imagen no ha cesado, en el ~al o
no imaginarla como biológicamente incoherente. Por consiguiente, los úti- XIX y la primera mitad del xx, de ser proyectada sobre los fósile~ a
les más antiguos son indiferenciables de la piedra bruta, o bien responden
a formas constantes.

EL ESTEREOTIPO AUSTRALANTROPIDO (figura 46)

los guijarros fragmentados de la pebb!e mlture responden precisa·


mente a un estereotipo atestiguado por millones de objetos. Su confesión
supone dos guijarros, uno desempeñando el papel de percutor, el otro
recibiendo los choques. El golpe se aplica sobre uno de los bordes, per-
pendicularmente a la superficie, y desprende un fragmento que deja so-
bre el guijar.ro un filo agudo; dos o tres fragmentos sucesims hacen un
filo más largo y sinuoso. Aplicada sobre una sola cara, la operación da
origen al chopper; aplicada sobre las dos caras determina un chopping- 1
'
tool. Sin para.rnos en lo arbitrario que puedan tener las palabras de
1

"tajador" y de "útil cortante" en cuanto a la función de los objetos,


se puede constatar que la operación implica un solo tipo de gesto, el
más sencillo: golpear el borde del guijarro en ángulo de 90°. · Un gesto
dando origen a tm borde. cortante es Ye~daderamente el punto más allá
del cual no hay identificación posible; razón por la cual yo pienso
que será difícil ir más lejos del australantropo en la búsqueda de los
orígenes de la industria. Por otra parte, no considero sin disgusto esta
carencia, pues el australantropo no es ciertamente el punto de partida
de las operaciones manuales. b
Tal como aparece a través del utillaje de choppers descubierto con
e
el zinjantropo y en los innumerables equivalentes que llenan el suelo
de Africa, el australantropo fabrica objetos cortantes sobre guijar.:os, me·
di ante un gesto único constituido por la. más simple percusión, c1ue ser·
viría asimismo para .romper huesos, aplastar nueces o matar a golpes una
bestia con una maza. En Oldoway y en otros lugares, los restos de aus-
tralantropos están, de hecho, acompañados por centenares de huesos rotos.
la tecnicidad de los primeros antrópidos conocidos es, pues, excesivamen-
te simple . y bastante conforme a lo poco que se sabe de su cerebro. Sin
embargo, es ciertamente humana y aparece coherente con el organismo
del ser que completaba. ·Implica un estado real de conciencia técnica,
pero de una conciencia que no obstante debemos cuidarnos de juzgar a
nuestra medida, pues es seguramente menos peligroso ver en la tecnicidad
humana un simple hecho zoológico que aplicar al zinjantropo un sistema
de pensamiento creador que desmentirían los innumerables milenios du- e
rante los cuales su industria permaneció idéntica y como ligada a la for-
Fig. 46. Industria del primer estadio. La cadena operatoria está limitada
ma de su cráneo. a un so!o. ~esto (a) que lleva del chopper (b) al hacha bifacial elemental (e)
El estudio de los primeros antrópidos podría así conducir a una por adtcwn de los puntos de choque y desprendimiento de la punta
revisión completa de los conceptos sobre el hombre.. El primer capítulo del útil ( c·d)

94 95
El· utilla¡e cie los pitecantropos tampoco se conoce bien, pues los
medida de su descubrimiento, en una búsqueda sistemática del contraste sitios donde se han encontrado los huesos no son hábitat y es sólo por
entre el _hombre-mon~ y el hombre-sabio (Pithecantroptts y hamo sapiens). comparación como se les puede atribuir una parte de la industria des-
Esta actitud es seme]J.nte, por otra pa.rte, en Jos racionalistas y en Jos cubierta en Java. El de los atlantropos, en cambio, es bien conocido y
creyentes: en realidad pe~m~nece aj~na a una solución humana del pro- corresponde a una etapa aún bastante primitiva del Acheliense. Al hombre
blema del hombre. Su ob¡ehvo es situar, en un punto de la sucesión de de Mauer no se le conoce aún industria alguna, ni tampoco al african-
criaturas cada vez menos bestiales, ]a "frontera de ]a humanidad" el tropo. El único punto de refe.;:encia firme es, por consiguiente, el que
"~ubicón cCJrebral", la "la búsqueda de Adán". Pero se trata de algo ;1my nos dan los atlantropos de Ternifine; en cierta medida su aporte es tan
diferente: en Jugar de una superbestiaJidad que terminaría no se sabe revol_ucionario como el de los australopitecos. En efecto, hasta el descu-
bien cómo por adquirir el "mínimo pensante" humano, el australantro- brmuento en 1954 por C. Arambourg de útiles y mandíbulas de athm-
po presenta una humanidad realizada, pe,o, para decirlo así, desfi aurada tropo, ~.ín era posible hacerse ilusiones sobre el nivel de tecnicidad de
y verosímilmente por debajo de Jo que se· podría acordar como "n~ínimo los arcantrópidos. la industria del sinantropo era tan ingrata que no
pensante" ·a un mono para que pudiera ser considerado como antepasado comprometía ninguna hipótesis (el abate Breuil sin embargo había hecho
del hombre. observar que correspondía a un ni\·el técnico superior a lo que dejaba
suponer su aspecto) y para los otros fósiles, nada obligaba a acordarles
una industria. Se debe reconocer que fue con la más extremada reticencia
LOS ARCANTROPOS como los prehistoriadores y los paleontólogos terminaron por admití r, gra-
Hemos visto en el capítulo II que el conocimiento que tenemos de cias al testimonio irrefutable de los hechos, que los arcantrópidos eran
los a'cantropos, pese a importantes lagunas, es suficiente como para re- los autores principales de bs industrias del Paleolítico inferior y del
presentarnos. su aspecto físico con cierta precisión. Su dominio geográfico Acheliense en particubr. El testimonio de los atlantropos, quienes talla-
ban hachas y, basta para hacer admitir que sus contemporáneos de las
es muy vasto puesto que, en e] orden. cronológico de Jos descubrimientos,
otras partes de Africa y del Antiguo Continente eran de la misma na-
fueron. señal~dos en Java . (Pitecantropo), en Europa (Mauerantropo),
turaleza antropológica que ellos. Incluso si uno se limita a la sola indus-
en Ch1na (S1?antwpo), en A_f rica del :0rorte ( AtJantropo) y verosímil-
tria descubierta en Ternifine, es posible establecer los caracteres del es-
men_te en ~fnca or~en~a] ( Afncantropo). Cada uno de estos fósiles, pese tereotipo industrial arcantropoide.
a divergencias anat01mcas, posee tantos caracteres comunes que se les
puede agrupar bajo el título genera] de arcantropos. Hasta donde se
pueda juzgar, tienen una .repartición relativamente coherente en el tiem· EL. ESTEREOTIPO ARCAJ'.;TROPOIDE (figura 47)
po y se reúnen · (de manera ciertamente muy amplia) en ]a inmensa du-
ración del Cuaternario antiguo, dejando el Villafranquiense a Jos aus- El procedimiento primitivo de corte por percusión perpendicular que
tra]antropos y el Cuaternario medio a Jos paleantropos. Su aspecto físico había permitido ]a confección de los choppers, sigue en uso para e]
era el de homb_res por la, esta~ura y ]a manera de tenerse, pero su cráneo, primer desbastamiento de las hachas y de los bifaciaJes, pero se agrega
como hemos v1sto, ofrec1a aun un aspecto muy diferente del nuestro y a ello una segunda serie de gestos según la cual el núcleo de piedra que
su cerebro, bien que notablemente más desarrollado que el de Jos austra- se convertirá en e] útil es golpeado ya no perpendicularmente según su
Jan~ropos, . estaba todavía firmemente limitado por delante por el macizo gran eje, sino tangencialmente, lo cual determina fragmentos mucho mis
orbital, mientras que su volumen ( 1. 000 cm3) correspondía a un poco largos, mucho más finos y muy próximos de lo que serán los fragmentos
menos del doble de] de los austraJantropos y escasamente a dos tercios utilizados por los paleantropos. Sin embargo, el utillaje queda limitado
¡l
del de los hombres actuales. las manifestaciones intelectuales de los ar- a muy pocas formas; es decir, a los fragmentos directamente utilizados 1

cantropos d~s~raciadamente no han sido establecidas más que en un nú- y a Jos "ú~iles sobre nudeus": destrales y bifaciales. La evolución que se
me~o muy hm1tado de documentos. Solamente los sinantropos fueron des-
ha produCido entre el austraJopiteco y los arcantrópidos se traduce,
cubiertos en su hábitat, pues Jos atlantropos no han sido encontrados sino por consiguiente, por la adquisición de una serie de gestos suplementa-
en . las cercanías de una fuente, · el hombre de 1\fauer en aluviones, el . rios. Esta adquisición corresponde a algo más que una simple edición,
~fncan~ropo en fragmentos menudos en los sedimentos de un lago. la . pues ya implica, al nivel del individuo, una tasa elevada de previsión
md_ustna de l~s arcantropos asiáticos no ha sido aún completamente di- en el desenvolvimiento de las operaciones técnicas. Cuando el austra]an-
luCidada: los smantropos dieron miles de útiles tallados en una .roca cuar- tropo daba forma a un chopper, vislumbraba ya el útil tmminado, puesto
zosa de una calidad absolutamente impropia para hacer resaltar el detalle q;1e estaba ~bligado a escoger, entre los guijarros, aquel cuya forma po-
de sus posibilidades de fabricantes. d!a darle ongen; pero el juego de las posibilidades era muy amplio y la •

96 97
intervención personal del fabricante podía solamente actuar de una ma:
• .... '
: ,_
nera muy tosca. Para el atlantropo, el asunto es muy diferente: la con-
•• . ~·
'• fección de un destral supone la selección del punto sobre el cual, en un
~ - ·--
bloque, será desprendido el fragmento grande cuya cara cortante consti-
tuirá el borde activo del futuro destral, requiriendo además un trabajo
·-· '

. de arreglo secundario indispensable para recortar en el fragmento inicial
.
~ ..
una forma que preexiste en consecuencia en el espíritu del fabricante. El
mismo proceso aparece, no menos· claro, en la confección del bifacial,
"
que supone una selección juiciosa del guijarro o . del bloque de piedra
en el cual el retoque va a tallar el útil en forma de almendra.
La inteligencia . técnica del arcantrópido se evidencia pues, ya muy

b compleja, visto que el estudio de su industria atestigua la posesión de dos
series de gestos combinables para obtener, a pa.rtir de un bloque cons-
cientemente aislado, una forma estereotipada.
Esta constatación plantea unas preguntas importantes. La duración
del Paleolítico antiguo es inmensa: tres o cuatro cientos de miles de años
según las estimaciones menos generosas. Durante este largo período, las
industrias e,·olucionan a un ritmo tan lento que no dejan, desde el Abbe·
villiense hasta fin del Acheliense, de conservar el mismo esterotipo, en-
.'
riquecido solamente por algunas formas y mejorado en la precisión de
.. - -
su ejecución. Si la paleontología humana fuese menos avara de documen-
.. ,. __ .....
. .. -- .... tos, se podría medir la importancia de· la evolución física de los arcan-
" - . . -·-. .
--- .--·-·-·-··· trépidos. Desgraciadamente, los documentos son tan raros que a la hora
-- --••
- actual no se sabría aún relJcionar !J evolución del cráneo (y par con·
siguiente del cerebro) con la e\'olución de los útiles de la que testimonian '
los millones de documentos de todo el Antiguo Continente. Sin embargo, 1

e es suficientemente e\'idente que los más antiguos paleantrópidos han de-


1

'

bido enlazarse con los arcantrópidos más .recientes, lo que, considerando


a b vez los fósiles y los útiles, impone fi:rmemente al espíritu la idea de !i,,
; !.
una emlución sincrónica del utillaje y de los esqueletos. Podría decirse ''
• !.

que entre los arcantrópidos, el útil queda en gran parte como una ema-
nación directa del comportamiento específico. La inteligencia individual
desempeña en ello ciertamente algún papel, pero cuando se consideran
dos bifaces, uno del Abbe,·illiense y el ot,ro de fines del Acheliense, no '
'
'

puede escaparnos que en varios centenares de miles de años muy pocos


arcantropos de genio han debido surgir en la serie filética para modificar ' 1

el estereotipo industrial. Los atlantropos, sinantropos y pitecantropos apa- '''


'

recen como correspondiendo bastante bien a la noción, muy vaga por


otra parte, del homo faber de los filósofos. La tecnicidad en el hombre
durante la mayor pa.rte de su duración cronológica (después no quedarán
más que unos instantes geológicos que recorrer) dependería, pues, más
directamente de la zoología que de ninguna otra ciencia. i
1

d ''
LOS PALEANTROPOS
' 1

'
Fig. 47. Industria del segundo estadio. la cadena primaria (a) se '
h
enriquece con un segundo tipo de golpe (b). los útiles, además de · Los límites del Paleolítico inferior y del Paleolítico medio, es decir 1
,,
los fragmentos directamente utilizables, son el destral (e) y el hacha
de mano bifacial (d)
de los . paleantropos y los a:rcantropos, son bastante imprecisos, lo cual es '

98 • 99 1'
1

!
-~ ~~· ~--

normal si se concibe la ev~lución como un fenómeno progresivo. El nú~ ríos prefrontales tienen aún un volumen ,relativamente restringido. Eso
mero de paleantropos conondos por sus restos óseos es comparativamente no impide que su capacidad cerebral sea, por tal razón, tan sólo equi-
muy elevado; más de un centenar. Su difusión geoaráfica es considerable valente o apenas superior a la media nuestra, lo cual ha sido un motivo
pues s~ han encor:trado en Bélgic~, en Al~mania, ~n Erancia, en España: de embarazo importante para los paleontólogos de principios de siglo.
en Italia,. en Grena, en Yugo~lavta, en Cnmea, en Turquestán, en Siria, Se debe admitir que, aparte del detalle muy importante de la exigüidad
en Palestma, e? Irak, en Afnca del No~te, en Abisinia, en Rhodesia y de los territorios prefrontales, el cerebro del hombre de Neanderthal
en J~va. A~emas, muchos de ellos han stdo encontrados acompañados de correspondía sensiblemente al nuestro en su dotación en células, en par-
una mdustna y, bastante frecuentemente incluso, en su hábitat. Es difícil ticular para los territorios del córtex medio.
establecer · la duración de su histmia, pero puede admitirse sin entrar
en detalles que corresponde a la segunda parte del penúltimo interglaciar
TESTl"-fONIOS INTELECTL"ALES DE LOS NEANDERTHALIENSES
y a la primera parte de la última glaciación; es decir, de una manera
aproximada, de dos a t,rescientos miles de años hasta cerca de cincuenta El número de hábitats del Paleolítico medio que han sido regis-
mil años antes de nuestra época. Su existencia ha sido, pues, incompara- trados es muy elevado y, a pesar del carácter deplorablemente sumario
blement_e más corta que la de los arcantropos, lo que corresponde a la de la mayor parte de las exca,·aciones, se posee sobre la vida de los
aceleraoón general que atestiguan las industrias humanas. No es fácil hombres de Neanderthal una suma de informaciones importantes. Lo que
trazar una cu:va de e\·olución cronológica de los diferentes testimonios
L l
se· debe lamentar es que, pr.ícticamente sin excepción alguna, los mejores
pues su ordenación exacta es todavía motivo de · discusiones entre los prehistoriádores hayan dedica.do sus empeños a hacer buenas cronologías
'
especialistas. Sin embargo, lo que se sabe de los mis antiguos (Steinheim, sin anotar los innumembles detalles que hubieran permitido enriquecer 1!

Saccopastore) y de los m~~ recientes ( neanderthaloides) permite pensar nuestro cono:::imiento sobre las actividades intelectuales y sociales de los
que la cun·a de su e\·olucton corresponde a la continuación de la de los hombres de aquella época. Sea como fuere, poseemos documentos sobre
a.rcant:~pos:. Con frecuencia, los palea:ltropos han sido clasificados bajo la vida técnica, sobre el hábitat y sobre . lo que se ha podido atribuir a '

la caltfJCacwn general de neanderthalotdes; yo pienso, como Weidenreich actividades de carácter religioso o estético. Sin embargo, lo más aclarado
y Sergi, que esta denominación es abusiva y debe ser corregida. En efecto, es lo referente a la vida técnica. ·
por un fenómeno muy corriente en las ciencias naturales, se ha relacionado
el primer fósil conocido, es decir, el hombre de Neanderthal con todos EL ESTEREOTIPO TECNICO LEY ALLOIS-MUSTERIENSE (figura 48)
'
los fósi_le~ _que vini_er?n d_espués,. no sien_do la paleontología humana capaz
en sus mJCws de dtstmgUJr las dtvergenoas internas de la serie y tomando En el Paleolítico medio se produce una evolución muy importante
en c~enta sol ame~ te ~l aspecto general ?e los testimonios. Hoy se ve· que en el utilbje lítico. Los arcmt:opoides del período precedente seguían
aún en buena medida la tradición primitiva y sus útiles, biface o destral,
'
'

l~s neanderthal~tdes . ofrecen entre_ s1 n:uy grandes diferencias y que,


''

so:o el grupo ma~ ,reoente de Eura:ta ocCidental responde a un tipo co- eran sacados todavía de un bloque como lo había sido el chO'pper de los
mun que es, preosamente, el del fostl de Neanderthal. Yo consideraría australopitecos. De este bloque se sacaban, como subproductos, fragmen- i !''

pues, como neanderthaloides, los fósiles asociados en general a una in' tos cuyo filo podía o no sen"ir. En el Acheliense, el adelgazamiento de !

~ dustria · musteriense, caracterizados por un tipo físico vecino al hombre


los bordes del hacha de mano bifacial por percusión tangencial hacía ''
i
desprenderse de la matriz grandes lascas anchas y delgadas que desde
de La Chapelle-aux-Saints descr!to por Boule y localizado en el tiempo
entonces, fueron utilizadas como útiles cortantes. Es a partir de este des-
~lr~dedor de 100.000-50.000 an_os. Estos neanderthalenses constituyen el
arrollo del corte en sierra del hacha bifacial cuando· nace la técnica cali-
un1co grupo del clan se puede mtentar una síntesis, pues son los únicos 'i
ficada de levalloisiense por los prehistoriadores. El bloque, que estaba "
?e los _cuales se posee, .de varios ejemplares, el esqueleto, el hábitat y ·¡a inicialmente destinado a transformarse en útil de forma amigdaloide, se
1

' '
; 1

mdustna. Por lo _demas, aseguran elementos de comparación suficiente


convierte en fuente de fragmentos de fOirma predeterminada, que a su
como para caractenzar una etapa mayor de la humanidad entre los arcan. vez serían los útiles. Para alcanzar este resultado, el núcleo es primera-
tropos y el homo .rapieizs. '
mente tallado como un esbozo de hacha bifacial, luego preparado para '
'
Precedentemente hemos visto que el cráneo neanderthaliense m3Jr- la extracción de un fragmento y retallado para extracciones sucesivas has-
caba_ el estadio máxim? al que ha~ía po~ido llegar la arquitectura humana
: 1

ta su agotamiento. la preparación puede ir hasta el punto en que un ' '


'
arcaJCa. La permanenCia del cerro¡o orb1tal determina en ellos una mor- solo golpe de percutor saca del núcleo a voluntad una punta triangular ,,,,
fología cerebral .muy p~rticular don?e la expansión afecta, predominan- o a un fragmento de forma subcircular o una lámina la.rga y estrecha. - 1¡

~e~1ente la parte postenor de la ca¡a craneana. Es, por consiguiente, el En la cima de su evolución, alcanzada completamente en tiempos de
ultimo estad10 comprobado de un cerebro humano en el que los territo- los neanderthalenses, la técnica levalloisiense representa lo que la huma-
; :j
.,

lOO 101 ! '


'
'
1
nidad ha creado de más elaborado para la fabricación de los útiles de
sílex. La existencia de vastos talleres que los paleantropos frecuentaron,
generación tras generación, para tallar la materia prima, permite, gracias
a decenas de miles de fragmentos, de núcleos agotados y de fracasos de
fabricación, representarse hasta qué punto de tecnicidad habían llegado
los paleantrópidos. Para extraer una punta triangular, se debía primero
escoger un bloque de sílex del cual fuese posible hacer un núcleo. Este
bloque, que pese a la selección podía tener defectos, era trabajado de
a e tal manera que el proceso de . preparación hacía desaparecer la mayor
parte de las imperfecciones o las situaba en zonas donde serían elimina-
1 das en el transcurso de los retoques sucesivos. La extracción de la punta
exige, por lo menos, seis series de operaciones rigurosamente encadena-
1 das, condicionadas unas por oteas y suponiendo una rigurosa previsión.
Estas operaciones movilizan y combinan las dos series de gestos que
habían sido adquiridas por los arcantrópidos.
Es de notar otro hecho: en lo tocante al útil, la transferencia se ha
hecho de la masa inicialmente destinada a constituir el útil hacia el
d fragmento sacado de esta masa. Por consiguiente, en relación al estereotipo
\ ¡ australopiteciense, se ha producido un desplazamiento, que, como vere-
mos seguidamente, marca las industrias más evolucionadas. En otras pa-
labras, el bloque inicial, de útil que era se transforma en fuente de útiles,
y veremos a parti,r del Paleolítico superior intervenir una etapa suplemen-
taria en la cual la lámina o la lasca ya no serán útiles, sino que, f raccio · .
nados, servirán de punto de arranque al utillaje propiamente dicho. En
el capítulo IV nos ocuparemos más extensamente de la diversificación y
de la especialización del utillaje. Pero cabe adelantar que la diversifica-
ción del utillaje en relación a los períodos que preceden es ya muy sen- 1]
sib!e en el levalloisiense-musteriense, pues, a partir de los fragmentos sa-
fi cados del núcleo, uno ve multiplicarse los raspadores, las puntas, los cu-
chillos, las muescas, etc. La industria lítica de los paleantropos testimonia
l pm consiguiente una inteligencia técnica ya extremadamente desarrollada.
No hay muchas razones para establecer una discriminación entre la acti-
tud del técnico paleantrópido y cualquier otro técnico más reciente; al
menos, repetimos, en el plano estricto de la inteligencia técnica, la cual
requiere un área piramidal y unas áreas de asociaciones idénticas a las
nuestras, siquiera hasta el área 8. Los documentos suponen probablemen-
te mucho más, pero hay que esperar hasta arribar al problema del len-
• guaje pa.ra ahondar en la naturaleza de la inteligencia paleantropoide. En
1 .
el. levalloisiense-musteriense, todos los problemas importantes planteados
J
por la industria del sílex están resueltos y directamente a partir de ahí
Fig. 48. Industria del tercer estadio. Las dos primeras ~eries de continúa la evolución hasta la aparición de los metales. Sobre este plano,
gestos (a y-~) llevan a. la extracción de un fragmento preparado el hombre de Neanderthal apa,rece como muy diferente al último testi-
(e). _La adtcwn de la pnmera serie (d) y de la serrunda determina
un btfacial muy disimétrico, el nucleus (f). De él ~e puede extraer go del "Imperio de los Antropoides". .
el fragmento levalloísíense (g) o series de fragmentos lamina- Se poseen muy pobres testimonios sobre la industria del hueso y de
res (h). La prepara~ión laminar da el fragmento ~ecesario para la la madera. En cuanto a la industria sobre materia ósea, parece que la
extracciÓn de la punta levalloisiense (i y j)
situación no haya variado mucho desde los australopitecos. Los neander-

102 103
thalenses aserraban astas de cén·idos, que es el único testimonio seguro
que se posee. Sin embargo, muchas veces, ciertos prehistoriadores han
presentado fragmentos de huesos rotos o pulidos como testimonios de
una industria que hubiera utilizado los fragmentos naturales de una ma-
nera directa. Se ha supuesto, incluso, la utilización de picos o de hachas
de mano hechos con mandíbulas de oso, y de útiles para trabajar el cuero,
pero esto no resiste una crítica tecnológica un poco rigurosa. En cuanto
al trabajo en madera, los testimonios son indi,rectos pero precisos: la au-
sencia de elaboración de un utillaje de huesos y, por el contrario, la abun-
dancia extraordinaria de fragmentos de sílex, cuyas huellas d.: uso indican
que sin'ieron para trabajar, bien sea el hueso o la madera, imponen la
idea de que el trabajo de la maqem desempeñaba un papel importante.
a b Podemos imaginar a los paleantrópidos utilizando unas azagayas que son
comparables, por ejemplo, a las de los australianos (figura 49).

HABITAT Y VESTIMENTA

Muy pocas observaciones han sido hechas sobre el hábitat de los


musterienses, y es tanto más lamentable que, sea en grutas o al aire libre,
varios centenares de yacimientos hayan sido vaciados. De las escasas ob-
servaciones hechas, parece evidente que los neanderthalienses poseían cho-
zas. No se repetirá jamás suficientemente hasta qué punto la leyenda
del hombre gua,recido en las grutas cuando el frío se hacía sentir, ha
podido perjudicar en el espíritu moderno a los hombres del Paleolítico
medio. Las grutas escasean: millones de kilómetros cuadrados carecen to-
talmente de ellas y sin embargo se encuentran por doquie.r, en Africa. o
<:- ~

/
....____

~
- -::1 en Emasia occidental, testimonios de la frecuentación paleantropiana. Me-
jor aún, al realizar obsen·aciones, uno se apercibe de que la industria
e d e f
descubierta al úre libre responde a zonas más o menos circulares, ves ti·
gios de antiguas cabañas. La organiz:tción interior de estas cañabas, como
la de las grutas donde una minoría de neanderthalienses ha vivido, es
conocida gracias a dos o tres ejemplos en Occidente y en la U.R.S.S.
Lo revelado por ellos esti lejos de testimoniar una mganización domésti-
ca muy adelantada: los paleantrópidos vivían en un círculo de algunos
metros sobre cuyo contorno echaban progresivamente los restos de su con-

sumo alimenticio, y en particular los fragmentos de huesos triturados de
g h animales. La situación doméstica de los zinjantropos y de los sinantropos
no parece haber sido muy distinta.
En cambio, sabemos que las técnicas de la carnicería y del despelle-
Fig. 49. Utillaje mústero-lev3lloisicnse. El bifacial subsiste (a); se le
agr~ga unos productos de corte: fragmento levalloisiense · (b), fragmento jamiento (figura 50) estaban tan adelantadas como las del sílex, lo cual
lam1nar (e), pu~ta (d). los subproductos de la preparación del núcleo no tiene nada de sorprendente, porque la mayoría de los útiles e.ra desti-
pueden ser t_r~ba¡ados en puntas cortadas (e) y en raspadores (f). los dese- nada a cortar y hay una asociación estrecha entre las técnicas líticas y el
chos son utilizables para las piezas con dentículos (g) y las raederas (h) destino de los útiles. Lis huellas dejadas sobre los huesos de los animales
por los filos de los cuchillos permiten establecer que los animales eran
despellejados a fin de utilizar las pieles. Además, se han encontrado fa-
langes o garras de carnívoros con piel, tal como el oso, que atestiguan

104 105
. ----

el hecho de que ciertas pieles al menos conservaban sus gar.ras a la ma-


nera de nuestras actuales "alfombras de cama". Se puede así plantear
como hecho evidente el uso de las pieles para la protección, pero ningún
elemento permite en cambio distinguir entre la utilización como ropa y
la uti!ización como material de cama, a pesar de que esta última esté
prácticamente admitida. Es necesario, _por añadidura, no olvidar que la
repartición geográfica de los paleant'.'ópidos es muy vasta y que los de
Africa pudieron tener un modo de Yid1 distinto al de los de Europa
,.•
1 occidental, los cuales, sin que por ello se deba exagerar el rigor del
clima "glacia.._.", debían, antes que todo, asegurar su protección corporal.

1 '' :
Se ignora todo sobre la pilosidad eventual de los paleantrópidos y nada
11
1-
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permite incluso _hacer hipótesis, mas se sabe que en el siglo XX todavía,
' ' .: o bajo un clima tan poco clemente como -el de la Patagonia, los últimos
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. .l - TESTIMO~IOS DE L'NA !0:TELIGE0:CIA l\0 ESTRICTAMENTE TECNICA
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'-
-·--'

El problema más personal que puede plantearse el hombre es el de


la natu•aleza de su inteligencia, puesto que, en definitiva, él existe sola-
mente por la conciencia que tiene de existir. La Iglesia, con su pensa-
a b miento nüs tradicion:rl, aplicado incluso al evolucionismo, puede resolver
e la dificultad de un ser que se vueh·e progresivamente humano admitiendo
que, según el sentido religioso, una humanidad plena fue graciosamente
otorgada al primer homínido llegado a una suficiente madurez. Desde en-
tonces carece de significación buscar qué eslabón de la cadena antropoide
se ha convertido, por gracia, en el primer hombre; puesto que segur:t·
mente aquél que muest'.'a preocupaciones de carácter religioso o mágico,
es ya un hombre. Por extraño que parezca, la posición racionalista tra-
dicional no es diferente, abstracción hecha del motor, que deja de llevar
o 1
un nombre para conve'.'tirse en una fuerza de evolución imprecisa. Por
su comunidad de origen cultural y por sus múltiples ensayos de concilia-
...-_ -:..- ción entre los contrarios aparentes, clericales y racionalistas de los siglos
--- --·------ - --
. - . ... XVIII y XIX superponen de un modo inextricable el hombre a la imagen
de Dios, Dios y el homo sapiem. La primera parte del siglo xx no ha
. 1 1• agregado mucho a este punto de vista, que por lo demás se acomod,t
con la penumbra discreta que se desptende de los materiales. En defini-
tiva, no resulta molesto ni para los unos ni pa.ra los otros que un mono
d J f muy esfumado sea el punto de partida de una marcha ascensional que
l.

Fig. 50. _Los ?~esos rotos pa~a extraer la médula han sido frecuentemente consi-
termina en el hombre-sabio, situado (por Dios, por él mismo y por el
fer~dos como uttles (a.y b); mnguna huella real de uso se Ye en ellos. En cambio, determinismo) en la luz plena de su inteligencia.
as. uellas de corte de¡adas por los cuchillos de sílex son frecuentes en las articu- Pero ¿es lícito plantear el problema de esa manera, para poner en
1aCiones (e, d, e) o en las falanges (f). Unos fragmentos de hueso han sen-ido
entredicho, no a un muy lejano personaje impreciso que ha dejado de
frecuentemente de apoyo para el retoque del sílex y llevan sus huellas (g)
ser mono para convertirse en antepasado, sino directamente al hombre ac-
tual? Percibimos nuestra inteligencia como un todo y nuestros útiles co- i
mo el fruto noble de nuestro pensamiento. El australantropo parece más

106 107

las operaciones intelectuales "gratuitas", como si el desarrollo creci~nte


bien haber poseído sus útiles como unas garras. Parece haberlos adquiri- de Jos territorios frontales y prefrontales acarreara una facultad de SJm-
do, no g~racias a una especie de relámpago genia! que, un día, le hubiera bolización cada vez mayar. Las huellas arqueológicas de esta_ activ!dad que
hecho agarrar un canto cortante para armar su puño (hipótesis pueril pero va nüs allá de la motricidad técnica son, para el Cuaternano antJgtiO, dt-
predilecta de muchos autores de ]as obras de Yu!garización), sino como su fíciles de captar, pero en el esttdio paleantropiano aparecen los primeros
cerebro y su cuerpo los trasudaban progresivamente. Hasta cierto punto tes ti bnos arqueo]óuicos.
b
Son las más antibauas manifestaciones de carácter
.
puede uno preguntarse si !as técnicas son ,·e.rdadera y fundamentalmente estético· religioso y se podrían clasificar en dos grupos: las que. at~s~Jgttan
de naturaleza intelectual, o si ]a distinción hecha muchas veces entre Jo de reacciones frente a la muerte y las que lo hacen frente a lo wsollto en
intelectual y lo técnico no expresa más bien una realidad paleontológica. la forma. Los documentos prehistóricos son muy pobres. De todo cuanto
En la segunda parte, plantearemos una pregunta del mismo orden en hacía un grupo humano vivo, quedan únicamente,. en el meJor de los casos,
cuanto al paso progresivo del ag~rupamiento zoológico al agrupamiento ét- unas piedras talladas, unos huesos y algunos mwerales que. har: pod1do
nico. En su muy largo desarrollo, tanto en los australantropos como en ser atractivos para Jos hombres fósiles. De suerte que el preh1sto.nador de- 1

los arcantropos, las técnicas parecen seguir el ritmo de !a evolución bio- be ¡enunciar a lo que hubiera sido lo nüs significativo: los_ ge~tos, los so-
lógica y el chopper y el hacha de dos clfas parecen hacer cuerpo con el nidos y Jos arreglos de objetos, para contertt~rse ~on v~sttgws 1111pere:ede-
esqueleto. En el momento cuando aparecen posibilidades cerebrales nue- ros, que por lo general son cosas usachs: sdex 1nsennble} restos os~os
ns, las técnicas arrancan en un movimiento ascensional fulminante, pero provenientes de comidas o de cuerpos. Los documentos oseos han . s1do
siguen líneas que imitan hasta tal punto la emlución filética que uno considerablemente explotados para tratar de captar algo del pensam1ento '

se puede preguntar en qué medida no son la prolongación del desarrollo de Jos hombres fósiles }' alaunos
b temas orig-inados por su explotación han
<.... • 1
general de las especies. adquirido un carácter clásico.
Si la tecnicidad no es más que un hecho zoológico, a ca.rgar en la
cuenta de Jos caracteres específicos de los antrópidos, se comprende me-
EL CULTO DE LOS HCESOS
jor la precocidad de su aparición, la lentitud de su primer desarrollo, y,
a partir del momento cuando se cuela en el molde intelectual del bomo La frecuencia o Ll disposición de ciertas partes del esqueleto de hom·
.rapims, el carácter dominador de su emlución. Los paleantrópidos son bres o de animales han sido ampliamente explotadas. Pod.rían ordenarse
particularmente interesantes porque hacen asistir al primer vuelo de ap- los documentos. bajo tres grandes temas: el culto de los osos, el culto de
titudes cerebrales nuevas que dan a la tecnicidad a la vez un contrapeso los cráneos y el culto de las mandíbulas. . .
y un estímulo. El culto de los osos nació de las numerosas mdagacwnes hechas en ,1

Actividades de carácter extraño a la simple supen-ivencia material han las grutas de Europ<l, donde se encuentran verdaderos osarios de os~s de !'
'
sido señaladas entre Jos primates. Com·iene ap:~rtar las manifestaciones las cavernas. Algunos im·estigado.res han notado que en las excavacwnes
lúdicras o los comportamientos de relación: los juegos y las paradas son encontraban con frecuencia paquetes de huesos ]argos, fémures, tibias , o
un aspecto pa.rticular del comportamiento de supervivencia, ajeno a las húmeros, como alineados a lo largo de las paredes. Observaron ademas,
i'
técnicas. Uno puede, en cambio, preguntarse Jo que se esconde detrás que Jos cráneos de Jos animales se encontraban frecuentemente en los rin · !
de los gestos del chimpancé que sigue su sombra en el muro con el dedo, eones, como si los hubiemn puesto allí intencionalm~~te. La teoría del '
1,

del gorila que embarra excrementos o colores puestos a su disposición o culto de los osos encontró aparentemente su confirmacwn cuando un pre-
que hace y deshace indefinidamente pasteles de aserrín. Estas manifesta- historiador suizo, Emil Biichler, publicó el descubrimiento que había hecho
ciones no pertenecen más al arte. o a la magia que el amontonamiento .en el Drachenloch, en 19?0, de grandes cajas de placas de caliza repletas
de cajas para atrapar una banana no pertenece a una técnica; pero señalan en • de cráneos de osos alineados. Desgraciadamente, ningún documento distinto
amplia medida una salida que abre al nivel antropiano. La intelectualidad re- a los bocetos hechos de memoria por el autor, mucho tiempo después, ha
flexionada, que entiende no solamente las rebciones entre los fenómenos, permitido constatar Ja naturaleza exacta de este agrupamiento ~xtraordina­
sino que puede proyectar hacia el exterio.r un esquema simbólico de ellos, rio y los dibujos de Biichle.r han sido v!gorosa~ent~ combatJdos. Se ha
es· seguramente la última de las adquisiciones de Jos Yertebrados y uno podido comprobar en el curso de e.xcavaCJ_ones mmucwsas en otras caver-
no puede considerarla ·sino al nivel antropiano. Ella es tributaria de una nas que el paso de los osos con 1111ras _a mvern~r y el hecho de escarbar
organización cerebral cuyo origen se sitúa en el momento de Ja liberación la tier.ra para hacer su cama en la arCJlla, explKaban la mayor parte de
de la mano y cuyo florecimiento definiti,·o se hace en un momento que las estructuras observadas. Los huesos largos se alinean espontáneamente
coincide con el homo sapiens. En ·realidad, las facultades de reflexión, en el sentido de los pasillos por efecto de la circulación y van a formar
sobre el plano de las técnicas, ·se confunden con la organización neurove- paquetes debajo de las bóvedas que les protegen después. Los cráneos,
getativa de las áreas corticales de asociación y todo sucede, en el plano de
109
108
1
que el azar no hace rodar hacia los rincones o entre dos piedras, están En efecto, la destrucción mecánica y química de los huesos está liaada
irremedia~lemente condenados a ser aplastados y a desaparecer. Los esque-
a su for~a y a su comp~ctibilidad: la mandíbula, que como hemos ~isto
letos se drseminan alrededor de la cueva y forman unos círculos irregulares en el capr_tulo II era la preza maestra del esqueleto craneano, es pa.rticular-
de huesos. No queda gran cosa hoy del culto de los ·osos, sino tal vez ment; resrstente. Para verificar este hecho, he tomado, para cuatro partes
un caso en Austria, donde un cráneo parece haber sido recogido y colocado homologas d:I esqueleto, de un lado _restos de los lobos, las hienas y los
zorros esparcrdos en las capas mustenenses de Arcy-sur-Cure, y de otros,
en un nicho, pero nada prueba formalmente que sea el hombre de Nean-
derthal quien haya procedido a esta colocación y, a pesar de que se pueda restos de paleantrópidos descubiertos en Europa. En los tres lotes de huesos
de Arcy-sur-Cure, se sabe que se trata de una mezcolanza de animales
ver en ello un acto respetuoso, dista mucho del culto de los huesos que
~atados en la caza y de animales que murieron en su guarida· las cues-
hubiera atraído a los neanderthalenses a las cavernas.
· El culto de los cráneos ha sido igualmente evocado en relación a los
tr~nes de culto difícilmente se plantean para los restos encontrados en una
mrsma capa y ~e~dados _a otros fragmentos (rotos por el hombre) de ani-
sinantropos. En el curso de las excavaciones en la caverna de Choukoutien,
males de carnrcena mrnente, renos y caballos. Los porcentajes obtenidos
se observó que los fragmentos craneanos se encontraban más en ciertos sec- son muy convmcentes:
tores que en otros y la idea nació de un depósito intencional de cráneos
sobre piedras con un propósito de culto. Uno se sorprende de que seme-
jante hipótesis haya podido asentarse sólidamente cuando se examinan las
Labo + hiena + zorro Paleantrópidos
% A rey-s 11 r-C u re (Europa)
condiciones geo~ógicas de las excavaciones, en una brecha de casi 50 me-
tros de espesor que frecuentemente ha sido necesario abrir con explosivos. dientes 7,1 1,05 .1'
Igual acontece cuando se considera el estado de división de los t~ragmentos
huesos lar[[os 8,8 1,00
óseos, triturados y esparcidos. Y uno queda aún más sorprendido cuando 0

busca en nno a partir de qué planos precisos y detallados, hechos en el maxilar superior 26 17,5
momento mismo del descubrimiento, se ha hecho la crítica sobre la posi-
ción de los vestigios. Con demasiada f.:-ecuencia en prehistoria, acontece mandíbula 54 7é 62 9é !
que las certidumbres se sacan de conclusiones tardías deducidas a su vez
1

. ''

de ·impresiones ya incontrolables. · Se ,de_be entonces admitir, contra toda evidencia arqueológica, que los 1

No es posible concederle valor a documentos tan frágiles, ni para paleantroprdos veneraban las mandíbulas de los zorros en el fondo de sus
1

l?s arcantrópidos ni para los paleantrópidos. Un solo grupo de hechos ha madri~~ras o e~. la basura, o· bien admitir que el culto de las mandíbulas '!
srdo observado, de manera incompleta, pero significativa. Cuando en 1939, es un artefacto , un hecho_ naodo de imperfecciones experimentales, y
H. C. Blanc penetró en la gruta del Monte Circeo, el cráneo neandertha- que debe ser colocado en el folklore científico.
lense reposaba en el suelo apa.rentemente rodeado por algunas piedras y En suma, en lo que respeLia al "culto de los huesos" los hechos im-
se ob;ervaban,_ cerca de, las parede;, huesos de animales cuyo agrupamiento putables a los paleantrópidos son excesivamente inconsistentes reducidos 1

parecw mtenCJonal. Ahr, pues, esta la prueba de que un cr:íneo de hombre a la sola presencia del cráneo del Monte Circeo en el suelo 'de una de
de Neanderthal, privado de su quijada y sin otros restos del esqueleto, fue las salas. Este último hecho es importante y coincide con otros testimonios ,,
1

depositado sob.re el suelo de una gruta, en la cual la ausencia casi com- de un pensamiento que iba mis allá de la sola tecnicidad material, pero
1

pleta de utillaje muestra que no se trata de un hábitat frecuentado durante no se debe forzar los documentos por encima de sus medios propios.
largo tiempo.
El cult? _de las mandíbulas tiene un ·origen muy distinto, absoluta- LAS SEPULTURAS

mente estadrstrco. Se ha observado que, entre los \'esti rrios humanos desde
el australopiteco hasta fines de los tiempos prehistóricos, las mandíbulas La prác~ica de la inhL:ma~ión de los muertos es un rasgo significativo
s~ encontraban con una ~.recuencia excepcional, superando muchísimo a las de pre~upaoone_s que, or~manamente, se relacionan con la religiosidad. Por
bovedas craneanas: Relacronando este hecho con algunos casos etnográficos. lo demas, para fmes del srglo XIX fue uno de los temas más violentamente
paralelos, en part~~lar el caso. de mujeres de Melanesia, quienes cuelgan discutidos. en el curso de polémicas pro y antirreligiosas. Resulta difícil
a su cuello la qm¡a_da del mando muerto, se ha supuesto que el culto de analizar, mcluso, r::ara pueblos. aún vivos, la parte de espiritualidad que
las mandíbulas explrcaba la abundancia de estos fósiles. No es menos sor- implican las practiCas . f~merarras, . pero es cierto que su desarrollo corres-
prendente que ninguna verificación se.ria haya sido intentada para ver si pon?e al d~ ;una afectrv~dad p_ropramente humana y que, el simbolismo de
1~ mhumacwn ha podrdo onentarse precozmente hacia lo sobrenatural,
la mandíbula no tenía razones menos metafísicas para resistir a . la des-
trucción. sm que se deba a todo costo intentar precisar lo que los paleantrópidos

110 111
Si se examina la literatura considerable desar.rollada en torno a h
pensaban del futuro del muerto. La afectividad hacia el muerto pertenece religiosidad de los paleantrópidos, se constata que hay muy pocos docu-
a unos estratos profundos del comportamiento psíquico y en ]as sociedJdes mentos. Lo más ]!amativo, es el carácter un tanto tardío de algunos hechos
actuales, cuando se borran ]as superestructuras religiosas, ]as prácticas fu- convincentes; son los últimos pa!eantrópidos quienes hacen asistir a Lt
nerarias no pierden nada de su importancia. apertura de un mundo nuevo: el del pensamiento simbólico. El cráneo del
Desgraciadamente para el estudio mental de los pa!eantrópidos, ]as .Monte Circeo, algunas inhumaciones, un po~o de ocre y algunas ptcdras
observaciones realmente científicas faltan en la mayoría de los casos. A curiosas constituyen la ligera aureola de inmaterialidad que flot~1 alrededor
pesar de todo, se puede ordenar una parte de Jos documentos en dos g.ru- de Jos hombres de Neanderthal. Por m:ís débil que sea, esa aureola tiene
pos. En el primero, Jos huesos se presentan tatos y sin conexión anatómica, una importancia capital, porque aparece en el momento cuando en paleon ·
en Ja misma situación que Jos restos alimenticios. No es fácil decir si se tc:Iogía se percibe muy bien que el cerebro está. a punto de alcanzar el
trata de huellas de canibalismo o de cuerpos abandonados sobre el suelo ntvel actual. A pesar de sus enormes arcadas orbttales, los neanderthalen-
y dispersos por las fieras. Algunos casos parecen sugerir el canibalismo, ses no eran_ Jos antropopitecos escapados del Terciario según imaginaban
mientras la mayor parte de los otros, desde los australantropos hasta Jos los evolucionistas del siglo XIX. Es aún mis importante constatar que en
hombres de Neanderthal, parecen reflejar sencillamente el abandono. realidad marcan la transición con lo que se.r.í. nuestra propia prehistori,t.
El segundo grupo está constituido por unas sepulturas acreditadas. En Son transición por su industria, cuyos descubrimientos se prolongaron, en
diversas circunstancias, unos cuerpos han sido descubiertos extendidos o algunos aspectos, casi hasta ]a metalurgia. Marcan transición en lo que
replegados, en una fosa cuyas huellas repetidas veces han sido observadas consideramos como lo propio del pensamiento humano verdadero.
por los excavadores. Se puede sospechar sin gran .riesgo de error que todos Uno se siente abrum:~do por el tiempo que ha sido necesario p.!Ll
los cuerpos, de Jos cuales se posee al menos una parte del cráneo y varios darle a los neanderthalenses su puesto real. Todo tipo de artificio incons-
huesos largos de un mismo individuo, han sido inhumados, pues no hay ciente ha sido utilizado para rechazar un parentesco demasiado cercano
ningún ejemplo de que a la entrada de una caverna un cuerpo haya podido entre el hombre de Neanderthal y sus herederos, que so~os ~osrtros. El
conserva.rse de no hacer sido enterrado en el momento. más vivaz y empleado aún hoy, consiste en e\·ocar la extstencta de homo
Así pues, los paleantrópidos enterraban sus muertos. Más exactamen · J,¡pii!JlJ en algún lugar, a fin de que los ne~nde:thali:111o~ apar~zcan c?mo
te. los neanderthalenses, que son los últimos paleantrópidos, practicaban ]a atrasados en un mundo mejorado. Pueden tmagmarse dtferenoas ra::tales
inhumación, pues no parece que se haya constatado la práctica de inhu- importantes, tal vez del orden de las que separan el europeo del australi~no,
maciones antes del inicio de] último período glaciar. Se trata.ría por con- mas queda sin objeto resucitar el hipotético homo presc~pil!lls, cuya mte-
siguiente de una innovación que precede apenas a] momento en que se ligencia habría penetrado a distancia el cráneo espeso ?e !os paleantrópidos.
llega a las formas raciales actuales. Los neanderthalenses, poseedores aún Suponiendo, incluso, que eso fuese exacto, no qUitana nada al hecho
de un dispositi\'0 facial muy arcaico, tenían sin embargo un cerebro vo- mt!Cho m.ís comprensible de que los paleantrópidos entendían y vivían lo
luminoso· cuyo funcionamiento no debía ser muy dife.rente del ·nuestro. que les hubiera sido suge~ido por, unos m.í.s evoluciona~os. La realtdad
es probablemente más sencdla y sera puesta a la luz graoas a unas exca-
OTROS TESTillfONIOS vaciones más precisas: durante los cincuenta milenarios que limitan la
vida de Jos neanderthalenses, el paso se ha dado progresivamente, en e]
. La existencia en Jos paleantrópidos de una Yida afectiva con igual
cuerpo, el cerebro y los actos desde los últimos antrópidos arcaicos a Jos
carácter que la de] bomo sapiem, ha sido confirmada por algunos hechos.
primeros representantes de nuestra especie.
Repetidas veces se ha señalado en las capas musterienses ocre rojo. La
presencia de materia colorante no implica la existencia de un arte, y de
nuevo hay que cuida.rse de hacer interpretaciones más allá de los hechos; EL LENGUAJE DE I.OS PREHOMINIDOS
pero el ocre, a partir de ese instante adquirirá tal importancia durante los
primeros tiempos del bomo sapiem, que no ha podido en el Musteriense Antes de ]a escrihua, todo conocimientr• directo del lenguaje es irrea-
ser desposeído de toda significación. lizable. A veces, se ha tratado de ligar con el· ejercicio del lenguaje la
En un caso preciso, en Arcy-sur-Cure, algunas conchas fósiles y masas forma de la mandíbula y la importancia de las crestas de inserción de los
nodulosas de pirita de hierro provenientes del exterior, han sido encon- músculos de ]a lengua, pero tales especulaciones tienen poco sentido, pues
tradas en una capa de] Musteriense fina] (figura 128, 2a. parte). En el el problema del lenguaje no se ]imita a Jo, músculos linguales.n Los mo-
sur tunecino, en ·El Guettar, en medio muste.riense evolucionado, se ha
encontrado un curioso amontonamiento, de más de un metro de diámetro, 9. La leyenda del apófisis geni constituye . un buen ejemplo del des,eo . de ex:
plicarlo todo según Jo que se posee, por poco que se posea. La apofts!s gem,
constituido por bolas de caliza entre las cuales estaban insinuados frag- en la cara interna del mentón, es una eminencia sobre la cual se inserta el
mentos de huesos y unos sílex.
113
112
vimientos de la lengua tuvieron una significación alimenticia antes de tener rietal intervienen en dos anomalías del len auaje vinculadas la una a la
un destino fonético e importa poco que el juego dejado a la lengua del imposibilidad de formar los símbolos escrit~ del lenguaje, y
la otr;, a la
homb.re de Mauer haya sido reducido (lo cual es difícil de juzgar), pues imposibilidad de ordenar los símbolos vocales (agrafía y afasia).
se trata antes que todo de una organización neuromotora y de cualidad en En consecuencia, existe un YÍnculo entre la mano y los órganos fa-
las proyecciones cerebrales: el problema del lenguaje está en el cerebro ciales, y los dos polos del campo anterior testimonian de un igual compro-
y no en la mandíbula. Es posible, sin embargo, sacar útiles indicaciones·· miso en la construcción de los símbolos de comunicación, Esta situación 1

gracias al estudio de las inse,rciones de los músculos de la cara y de la del hombre actual ¿es posible proyectarla en el pasado, m:ís allá de la
quijada, sobre el grado de flexibilidad de Jos órganos de la fonación y de escritura?
la mímica. Por lo poco que se sabe de ello, la musculatura de expresión El fenómeno de agrafía no cc.rresponde a unas conexiones establecidas
gana en finura de una etapa antropiana a la otra, lo que no hace m:ís en el hombre después de la im·ención de la escritura, porque entonces
c¡ue prolongar la trayectoria esbozada en los mamíferos superiores, para habría que admitir que los australianos son incapaces de aprender a es-
!os cuales las expresiones de la cara desempeñan un papel a veces muy cribir; ni a unas conexiones nemónicas que se desa.rrollarían en el niño
que aprende a escribir, porque los adultos iletrados serían incapaces de
1mportante.
Para tratar de abordar la cuestión del lenguaje de los antrópidos fó- adquirir la escritura. Puede pens1.:-se, en consecuencia, que las relaciones
siles, yo pienso que se debe tomar una YÍa conexa. Hemos visto en el entre el área 44 y los centros piramidales de la cara son de la misma
capítulo II cómo se desar,rollaba, en Jos vertebrados superiores, el campo naturaleza que los que interesan el pie de la segunda circunvolución frontal
de relación en dos polos, entre los cuales el dispositivo neuromotor coordi. y los centros piramidales de la mano. No obstante, en Jos primates, los
!1
na las acciones de la cara y las de la mano. Hemos visto, igualmente, al órganos L1ciales y los órganos manuales, comparten un igual grado de 1

comienzo del presente capítulo, que la fisiología del córtex cerebral denota acción técnica. El mono trabaja con sus labios, sus dientes, su lengua y sus
una estrecha proximidad entre las fibras de proyecciones manuales y las · manos, como el hombre actual habla con sus labios, sus dientes, su lengua
fibras faciales. Se sabe, además, que las áreas 8 y 44 del córtex frontopa- y gesticula o escribe con sus manos. Pero, a esto se agrega el hecho de
que el hombre también fabrica valiéndose de los mismos órganos, y que
músculo genio-gloso, uno de los motores de la lengua. Su inserción. es una especie de equilibrio se p:-odujo entre las funciones: antes de. la es·
bastante diferente en Jos di\'ersos mamíferos, pero si las arófisis gc11i apa- critura, la mano interviene sobre todo en la fabricación y la cara sobre
recen solamente _en los antrópidos, el músculo genio.gloso juega entre los todo en el lenguaje; después de h escritura, el equilibrio se restablece.
rumiantes, por e¡emplo, un papel muy importante en cuanto a la movilidad En otras palabras, a partir de una fórmula idéntica a la de los pri-
de la_ lengua. Las apófisis gml, en )os antrópidos, están por otra parte 1

somettdas a , unas sensibles \'ari.aciones indi,·iduales y tn Jos palc:antropos, mates, el hombre fabrica útiles concretos y símbolos, los unos y los otros . '
'
' 1

CJertas manchbulas las t1enen mas desarrolladas que otras. La manclibula dt: desligindose del mismo proceso o más bien recurriendo en el cerebro al
La Nault:tte, descubierta en 1866, las tiene, pero menos pronunciadas. l' ni ca mismo equipo fundamentJ.l. Esto llevJ. a considerar no solamente que el
mandíbula paleantrópida conocida en su f¡:-oca, sirvió ele ba'e a una teoría lenguaje es tan ca.:-acterístico del hombre como el útil, sino que ambos no
sobre el lenguaje de la cual G. ele .\fortillet da, en "EJ Prehistórico" 1:-:S.\
p. 7 50, una exposición sorprendente: ' son nüs que la expresión de la misma propied<ld del hombre, exactamente
"Todos Jos hombres, incluso Jos más inferion:s, saben serYirse de: la palabra, como las treinta señales YOcales diferentes del chimpancé son la exacta
mas due siempre así? . · correspondencia mental de los palos empalr:1ados para acercar la banana
La mandíbula de La Naulette responde:" "¡No!", suspendida; es decir, que ni un lenguaje ni h operación del empate de los
Después ele haher hecho hablar esta mandíbula sin lenguaje. d autor
agrega: palos implica una técnica, en el sentido riguroso.
"La palabra o Jc:nguaje articulado se produce por una serie de mm·imientos A p1rtir de allí, tal vez podría intentarse una paleontología del len-

de la lengua. Estos movimientos se Yerifican sobre todo por la acción del guaje, paleontología esquemática aun así, pues no hay mucha esperanza
músculo insert.ado_ a la . apófisis gmi. Los _animales privados de la palabra de encontrar alguna vez la perdida carne de los lenguajes fósiles. Sin
no poseen apoftsts gell!. St, pues, esta apofisis falta en la quijada de La
Naulette, es porque el hombre de ?\eanderthal y el hombre chelense. 110 embargo, se puede deducir un punto esencial: hay posibilidad de lenguaje
poseían la palabra. , . ", · a parti.r del momento que la prehistoria entrega útiles, pues útil y lenguaje
No se ~a~7 Jo qt_Je se deb7 -~dmirar más, si el ,gi_ro de habilidad que h:1ce están ligados neurológicamente, y uno y otro no son disociables en la
d_e la apoftsts /fem la condtcJOn necesana y suftnente del lenguaje, si el estruchua social de la humanidad. 10 ·
nguroso despreciO de las leyes de la fonación, las cuales en 1889 eran sin
embargo conocidas, o si la paradoja que conduce, puesto que el .~enio-gloso
forma la mayor parte cid músculo lingual, a negar la existencia de una 10. Una teoría sobre el desarrollo sincrónico ele la técnica y del lenguaje ha sido
lengua como órgano en el chimpancé o el becerro. Resulta tanto nüs sor- concebida por el antropólogo ruso V. V. Bunak, en unos términos bastante
próximos a Jos que he propuesto, pero sobre unos datos tecnológicos muy
pre_ndente que venga del hombre a quien se debe la primera clasificación
p,enerales y a partir de una reconstitución de las etapas que van del sonido-
racwnal d": las épocas prehistóricas, cura ligereza le coloca contra su propio
sistema, astmilando Neanderthal y chelense. señal al lenguaje gramaticalmente construido. Es particularmente interesante

114 115
! !
'
¿Es posible ir más lejos? Probablemente no hay razón para separar, Los primeros palean tropos han heredado directamente la ·situación de
en los estadios primitivos de los antcópidos, el nivel del lenguaje y el del sus predecesores, m:ís con unas posibilidades pcogresivamente acrecen-
útil, puesto que, actualmente y en todo el curso de la historia, el progreso tadas. Con los neanderthalenoes, se produce la exteriorización de símbolos
técnico está ligado al progreso de los símbolos técnicos del lenguaje. Es no. concretos. A partir de este momento, los conceptos técnicos son dejados
pos1ble en el terreno de lo abstracto concebir una educación técnica pu- atLlS por unos conceptos de los cuales poseemos solamente los testimonios
ramente gestual, pero concretamente, una educación muda desencadena, operatorios manuales: inhumación, colorantes y objetos curiosos; mas estos
a pesar de todo, tanto en el educador como en el educado, la puesta en testimonios arrastran con ellos la certeza de la aplicación del pensamiento
marcha del simbolismo reflexionado. El dnculo orgánico aparece bastan- a unos dominios que van mis al!J. de la motricidád técnica vital. El len-
te fuerte como para que se pueda prestar a los australopitecos y a los gu:tje del neanderth:dense no debía diferir mucho del lenguaje tal como
a.rcantropos un lenguaje de un nivel correspondiente al de sus útiles. En es conocido en hs homl::res actuales. Esencialmente liga.do a la expresión
estos estadios, cuando el estudio comparativo de los útiles y de les crí- de lo concreto, debía. asegurar la comunicación en el curso de los a.ctos .
v '

neos parece mostrar que la industria se desarrolla a un ritmo correspon- función flrirr.ordia! dende el len¡_;uaJ·e está estrechamente lietado
L b
al com·
diente al de la evolución biológica, el nivel del lenguaje no podía ser o
portamiento técnico; debía ase~.:urJ.r Li transmisión diferida de los símbolos
L .

sino muy bajo; pero ciertamente dejaba atris el ni,·el de las señales vocales. de la acción, bajo Ll fornu de relatos. Esta segunda función tuvo que 1

En efecto, lo que caracteriza en los grandes monos el "lenguaje" y h aparecer r;ogrem <m1ente en los arcantrópidos, pero es difícil demostrarlo.
"técnica", es su aparición espontánea bajo el efecto de un estímulo exte- En fin, en el transcurso del desarrollo de los paleantrópidos apa.rece un:t
rior y su abandono no menos espontáneo o su no aparición, si la situa- tercera función, en la cual el lenguaje supera lo concreto y el reflejo de 1'
ción material que los desencadena cesa o no se manifiesta. La bbricación lo concreto, para expresar unos sentimientos imprecisos, de los cuales se
y el uso del choppi:l' o del hacha bifacial revelan de un mecanismo muy sabe con certeza c¡ue entr,¡n en buena parte en la religiosidad. Estos nue-
diferente, puesto que las operaciones de fabricación preexisten a la ocasión \·os aspectcs ser.ín reexaminados b:1jo muclns incidencias, siendo suficien-
de uso y por otra parte, el útil persiste en vista de acciones ulteriores. te por ahora haber mostrado su p~mto de afloramiento en los paleantrópidos.
La diferencia entre la seii.al y la palabra no es de un carácter distinto; . El lenguaje de los antrópidos ante.ciores al homo s,tpiens parece, pues,
la permanencia del concepto es de naturaleza diferente pero comparable manlfestarse en unión estrecha con la motricidad técnica, unión tan estre-
a la del útil. cha que tomando las mismas \'Ías cerebrales, los dos principales caracteres
La noción de cadena operatoria será reconsiderada en los capítulos antrópidos podrían resultar de un solo fenómeno. La. actividad técnica de
VII y VIII, pero es necesario evocarla aquí p:~ra comprender el vínculo los antiguos antrópidos ofrece la imagen de una evolución excesivamente
c¡ue existe entre técnica y lenguaje. La técnica es a la vez gesto y útil, lenta, jalonada a la vez por unos útiles y por unos cráneos cuyo mejo-
c,:ganizados en cadenas por . una Yerdadera sintJxis c1ue da a las series ramiento en el sentido del homr;· s:tpiens parece hacerse poco m:ís o menes
cperatorias a la \'eZ su fijeza y su flexibilidad. La sintaxis operatoria es sincrónicamente. Salvo los del finJl, ningún documento serio ha most:ado 1

'

propuesta por la memoria y nace c:ntre el cerebro y el medio mattrial. Si aún otr,¡ cos~ en. ellos que el desarrollo de las cadenas operatorias vitales.
se hace el paralelo con el ltnguaje, está siempre p."esente el mi~mo pro Si el lengua¡e llene realmente el mismo origen que la técnica, tenemos
ceso. Se puede, por consiguiente, fundar sobre el conocimiento de las el derecho. d~ imaginarlo tam~ién baj::J la forma de cadenas operato.rias
'
técnicas desde ·¡a pebbie-mlillra hasta el Acheliense la hipótesis de un lc:n~ Simples y limJtadas a b expres1ón de lo concreto, primero en el desarrolb
guaje cuyos grados de complejidad y riqueza de conceptos sean sensiblt- inr:-ediato de éste, después en la consernción y b reproducción vol un. 'i

mente los mismos que para las técnicas. El zinjantropo, con una sola serie t,!,:Ja ~e las cadenas verbales fuera de las operaciones inmediatas. Lo que ha
de gestos técnicos y un número de cadenas operato.~ias poco elC\·ado, modiflcado profundamente desde hace algunos años la situación filosófica
libra un lenguaje cuyo contenido apenas podía ser más elevado de lo c¡ue del hombre fósil es que ha sido necesario, desde los zinjantropos, admitir
e:! gorila posee de señales vo:.ales, pero constituidos por símbo'os dispo- la existencia de un hombre ya realizado, caminando erguido, fabricando
nJbles y no totalmente determmados. Los arcantropos, con su doble serie útiles y, si mi demostración es válida, hablando. La imagen de este hon;-
de gestos y sus cinco o seis formas de útiles, poseían seguramente cadena:; bre de los ccmienzos se adapta demasiado poco a lo que dos siglos de
ope.catorias ya muy complejas y el lenguaje que se les puede prestar es pensamiento filosófico habían acostumbrado a ver en el homb.:e. Los
considerablemente mis rico, pero probablemente limitado aún a la expre- hechos demuestran que el hombre no es, como se tenía el Mbito de ima·
sión de situaciones concretas. ginarlo, una especie de mono que se mejora, coronamiento majestuoso del
edificio paleontológico, sino desde que lo conocemos, algo distinto de un
constatar que la YÍa niuy diferente se¡:uida ahí a trav~s de la inte¡:ración mono. En el momento cuando se nos aparece, le queda aún un camino
del gesto y del símbolo fónico !leYa a una construcción relativamente cercana. muy largo por recorre!', pero este camino lo hará menos en el sentido de
Cf. Bunak V. V., 1958.
117
116

la evolución biológica que hacia la liberación del cuadro zoológico, en IV


una organización absolutamente nueva donde la sociedad va progresi- .
'
1

vamente a sustituir a la corriente filética. Si se quiere absolutamente ' 1


1

volver a encontrar el mono del inici:J, habrá que cazarlo ahora en pleno '

terciario. La imagen ya humana de los australantropos basta po.r lo demás


para cambiar ·las bases del problema de los orígenes; su bipedia es cier- LOS NEANTROPOS
tamente antigua e implica una distancia considerable en relación con los
antepasados de los monos ach1ales, algo comparable a la separación del
linaje de los caballos en .relación con la de los rinocerontes; es decir, la
perspectiva de descubrir un día un pequeño animal, ni mono ni hombre,
pero apto para convertirse a través de su descendencia en uno u otro.

!
' '

PASADO Y PORVEl\"IR _FISICO DEL HOJ\!0 SAPIENS


HenDs ,-isto anteriormente que la e\·olución general de los g.rupos
zoológicos que han seguido h misma deri,·a que el hombre, implicaba unas
"liberaciones" sucesin.s, siendo las dos principales la de la cabeza en los
reptiles teromorfos de !a. eL! Primaria y de la mano en los aust.ralantropos
de les últimos destelles de la era Terciaria. La parte que pertenece a los
antrópid:)s en el cur,;o de su e,·o!ución cc.rresponde a la liberación del
cerebro y como corolario a b liberación de una parte importante de los
vínculos zoolégicos. Es e.ota evolución la que vamos a volver a traz:tr ahora
l~.cevcmente.
Desde los australantropos, el despeje de la b:tse craneana ya era un
hecho y al mismo tiempo, como lo hemos ,-isto, Ja apertura del abanico
cortical se inicia. BJ.stante temprano, al menos desde el paleantrópido, el
dispositivo motor piramidal y las áreas de asociación contiguas alcanzan
un desar.rollo casi equivalente al del hombre actual. La pmeba de ello nos
la ofrecen los innumerables testimonios que poseemos sobre la alta tecni ·
ciclad de los paleantrópidos. Por consiguiente se vuelve a encontrar en la
evolución cerebral el mismo fenómeno de estabilización de las estruchrras
adquiridas y el mismo proceso de avance mediante unos dispositivos nue-
vos: la mano debía ser casi como la actual a partir del australopiteco y el
cerebro técnico se encuentra prácticamente maduro desde fines de los 1,

• '
arcantrópidos .
Para el homb.:e, la estabilización y luego el desarrollo del cerebro
técnico, han revestido una significación capital, pues, si la evolución se
hubiese contimndo ha:ia una corticalización cada vez más extremada del
sistema neuromotor, la evolución se habría acabado bajo la forma de un
ser comparable a · los insectos más evolucionados. Muy al contrario, los
ter.ritorios motores han sido sobrepasados por unas zonas de asociación il
i
1

de carácter muy diferente, que, en lugar de orientar el cerebro hacia una


especialización técnica cada vez más adelantada, le condicionaron para po-
sibilidades de generalización ilimitada, al menos en relación con las de la

119
b.a_lance .Y cómo es m:ís fácil hacer desde la primera ojeada la determina-
evolución zoológica. A lo largo de su evolución, desde los ,!"eptiles, el
Cion ;aCial de un .cráneo que demostrar esta determinación ayudándose del
hombre .apare~c; como, el. here~ero de. aquellas criaturas que escaparon a
campas y de la~ Cifras. Las medidas envuelven en su red, en bloque, unos
1~ espeCia!Izacwn anat01mca. NI ws dientes, ni sus manos, ni su pie, ni
c~racteres p.rop~amente raciales y otros . ;nuch.o mJ.s generales, corres pon.
fmalmehte su cerebro, han alcanzado el alto grado de perfección del diente
diendo a diversos estadios de la e1·oluCion, Sin poder hacer la diferencia.
d;~ · mamut, de la mano y del pie del caballo y del cereb.~o de ciertos
Ade.más, los valores microrraciales significativos, que estén hechos de fines
pa¡~ros, de tal suerte que ha quedado ap~o para casi todas las acciones
matiCes en la cun·a de una órbita o de inflexiones insensibles de la bóveda
p~s~bles, p~diendo. come~ prácticamente. no importa qué, correr, trepar y '
craneana, escapan mteg;:amente a los métodos métricos. Estos, en definiti-
utilizar el o.rgano .mverosJ.n~II.mente arcaJCo de su esqueleto que es la _mano
,-a, no son fieles ni en el balance de la construcción fundamental ' ni . en c:l
para u~as. ?peracwnes. dmg1das por un cerebro superespecializado en la
de los matices raciales, en cambio esclarecen bastante bien las variaciones
genera!IzaCion. El cammo que lo ha conducido .hasta al!í ha sido en gran
de proporciones generales; de suerte que en una serie cronológict de su-
parte recor.rido a lo largo de las piginas precedentes, pero (¡ueda par
jetes, considerados a ~o largo de la du:ación conocida del hú'~no J(/pielll.
L

explicar cómo se hizo la última liberación.


se pue?e alcanzar a endencwr la medida en que éste ha e1·olucionado desde
sus on genes.
L

EL CRAI\:EO DEL HOli!O SAPJEKS

La ~voluci?n. del cráneo antrópido. parece reflejar un triple procesa: LOS PERFILES GRAFICOS (figura 51) •
el despe¡e mecanico de la parte poste:wr del cráneo mediante la adqui-
La ~volución ~e las proporciones gener:tles puede ser expresada por 1
sición de la posición erecta, el despeje mecánico de la frente mediante
las relaciOnes sucesi\'as, en las dos dimensiones, de la caja craneana, de
la reducción progresiva de las raíces dentales y el aumento de volumen
la ca.:a,. de la órbita .Y de la nariz. Se puede construir sobre estos d;ttos
del cerebro hasta los neanderthalenses, para luego dar lugar a b invasión
el perfil de las longitudes en relación con las anchmas, referidas ambas
p.cogresiva de los territorios frontales sin aumento de v¿-lumen. El hecho
a. una media establecida esttdísti~amente sobre el homo .rapien.r actual de
más c~racter!stico de los neantrópid.os es el aligeramiento progresi1·o del
diferent~s .razas. En el cuadro (hgura 51) estín representados diferentes
armazon facial, que no conserva ni en los ne<'ros b ni en los blancos . ni
paleantropidos: a) Diferentes hombres fósiles del Paleolítico superior de
en los amarillos más evolucionados, más que una red de sostén conside-
Europa y. de A.sia; b) Hombres actuales de tipo arcaico, tomado en cada
rablemente adelgazado. El plano de construcción, muy unifc.rme, ya es un
gran grupo racial; e) Y un hombre del tipo m:ís e1·olucionado, escogido
hecho en el neanderthalcnse y solamente las aperh1ras de los ángulos va.
en los mismos grupos raciales.
rían l~geramente. Es.ta . '.·aria:ión no es, por otra parte, salvo en algunos
. En los pale:ll1trópido.s, se constata que la construcción general es la
pequenos grupos pw11Iti\'OS ccmo los aust:alianos, un hecho racial en el
mismJ. para todos lo.s su¡etos: todos están muy po.: encima de la Elcdia
sentido corriente, pues las formas m:ís eYolucionadas se encuentran en todos
actual en sus dimensiOnes, el cr:íneo es muy grande y alargado, la cara es
los grandes grupas raciales. Todo parece suceder como si la construcción
enorme y ~1u!· alta (sal m en el de La Chapelle-aux-Saints que es desden '
1,
fundamental fuera in?ependie.nte de las va.ciaciones raciales, mis precisa- l'
tado), la orbtta es. grande y ancha, la n:uiz extraordinariamente grande y '
mente como SI la denva arquitectural estm·Iera sometida a un mo1·imiento
ancha. Las p:oporoones paleantrópidas no se vuelven a encontrar en nin-
progresivo muy lento pero sincrónico en toda la nusa humana; lo cual
explica el hecho de que actualmente existan en la tierra solamente repre- .u.uno de los neantrópidos cono:idos, incluso los mís primitivos. Se trata
SI~ duda de un estadio, homogéneo en sus caracteres y comp'etamente
sentantes del homo .rapien.r, a pesa,r de las \'ariaciones del color de la piel.
depdo atrás desde hace milenios.
de la estatura, de Jos grupos sanguíneos, del prognatismo dentario y de
Pa~a los neantrópidos fósiles b), bien se trate de los de Francia, de
numerosos otros rasgos. Esto se reúne con la nocién de macroen>lución
~lemania, de Checoslovaquia, de Rusia o de China, la uniformidad del
de G. G. Simpson, ~1 filllm todo entero atral'esando fases de adaptación,
tipo es muy sorprendente. Corresponde a unos rasgos exteriores tan evi-
las cuales abarcan los caracteres tipo'ógicos fundamentales. Es una derin
dentes que los antropólogos han creado la "raza de (ro ..l'vfagnon" para
de este orden, lo que hace suceder los arcantropos a los <lllstralantropos.
expresa_rla; raza que es en realidad el tipo de un estadio. Salvo en cuanto
los ~aleantropos a los arcantropos y finalmente los neantropos a todos los
a la ca¡a cran~ana, larga pe:o mucho más pequeña que la de los neander-
demas. No sorprende, pues, que los. trazados de equilibrio mecánico no
tha'enses, el tipo d.e Cro-Magnon difiere en todo del tipo paleantróp:d~'· ·
aseguren la distinción de los amarillos, de los blancos y de los negros .
La cara es m~1y ba¡a~ ancha y corta, la órbita extraordinariamente baja y
. La a?tropolo~ía ha tra~ajado . durant.e más de siglo y medio ,_para
ancha, la nanz medianamente larga y estrecha. Los neantrópidos fósiles
. ~acer el ml·entano de las dtferenc~as raCID-les en el esqueleto y en par-
remontan a las cercanías de 30.000 años antes de nuestra era, mientras
ticula,r el cráneo. Es cunoso consta'tar cuán débil en el fondo queda el

121
120
---~~---

que los neandertha!enses más recientes pueden ser fechados hacia los alre- A B D
dedores de 50.000 años. Durante estos veinte mil años se p:oduce una -1+ -· 1 + -¡ +
1


CRANEO-, , 1
transformación cuyos términos escapan aún en gran parte, por la carencia
de fósiles o de una interpretación apropiada de los fósiles existentes. CARA l '\. l/
En efecto, algunos fósiles conocidos, como el cráneo V. de Skhúl, ORBITA ./~. /
• : '"' •
IV'
.,
considerado como un "neanderthalense" con caracteres neantrópidos, o el "'- / 1
NARIZ l "'·_, • • •
cráneo X de Prdmost, considerado como un neantrópido con afinidades 1 1 1
1
1 ""•

neanderthalenses, parecen indicar el sentido en el cual la evolución se 1-- SKHÜL V - - - - - CRO - MAGNON _ _ FRANCIA -A I N - - - FRANCIA- ISERE
hizo. Si se compara el cráneo de Skhúl con el de Broken-Hill y el de 1 • 1
1• •
Cro -l\i2.gnon, oe constata que cráneo y cara poseen ca.·acteres neanderthalen-
ICS ya atenuados, mientras que la órbita y la nariz tomaron las propor-
::"'-·y' l"-. ! :X /' ¡
ciones del tipo de Cro-M agnon. En otras p:dabras, la cara es aún ancha
y alta, pero !as órbitas son· bajas y la nariz se ha adelgazado. Si luego se ./( \ l·\ X
mm para Prdmost X y La Chapelle-aux-SJints, se percibe que, salvo . el : \\
1 • ~.
1
. ~.
decrecim:ento considerable de las partes lar_¡;as y las altas, las proporciones 1
1

..
2 - BROKEN- Hlll - - OBERCASSEL - - AMERICA- MUNSÉE _ EGIPTO TOLOMEICO
¿enerales s~n las misnus. Todo ha~e pensar que el tipo de Cro-Magnon 1 '
1
1 1
no está muy alejado aún del tipo paleantrópido, o más bien, c¡ue sus 1
,Jift.~encias sean más bien de cantidad que de esencia. Si se comparan los
1
1 '\X ~
c:os sujetos "de transición" que existen entre ellos, oe 'e que la modifi-
cccié:n, para ambos, afecta la altura de las órbitas. Mientras la altura facial

1
1
;: ·~ /~ \
de Skhúl es todada considerable, la de Prdmost muestra un \'erdadero
dcr.~umbamiento. L'no y otro poseen dentadura de proporciones neantró-
1
y ~:./·
1
pidas, marcando una reducción general de las raíces y, para los molares, 3 - CIRCEO - - - - CHOUKOUTIENSE - - JAPON - AINOU - - JAPON - KOBE
1
un decrecimiento de las coronas del primero hasta el último; en otras 1 1
• 1 • 1
palabras, uno y ot~o muestran una sensible regresión de la muela del juicio
y tcstim:lilian un equilibrio facial en el cual el primer molar ha tomado .xr •
/j{
• 1
d pc1esto preponderante. En estas condiciones, se inicia una modificación 1 ./\ f ~ ~: ~
·~ ,~,.
profunda en la región órbito-malar, modifioción l]Ue se traduce en este
t:stadio por una .~educción inarmónica de las alturas faciales y el transporte X ,.
1
\
1•
.1 11/
• ¡'
!
de la construcción facial del macizo supworbitario en el armazón ele las -LA FERRASSIE - - DOLMI VESTONICE- AFRICA MALINKE- AFRICA MALINKE ·
{;rbitas. 1 1

·' .
1
Il "tipo· de Cro-Magn011" aparece wtonces como la primera etapa 1
·y.( )\ '· .
hacia la salida del proceso ele desar.:ollo prefrontal. Reducción dentaria y
1
1 • 1 • .X ,1¡ JI
adquisición de un equilibrio facial que deja de ser a la \'tZ canino y mo- 1
1 /\ -~
/ 1
1
\

¡:¡ \~\
br, para con\'ertirse en molar predominante constituyendo este tipo arcaico
de:! bomo .rapiellJ. común a todos lo~ fósiles conocidos. En Europa persis-
1
1 \~
• • '1'· \. l
\ :\
1
./t·
1
t
te hasta el Mesolítico, pa.~a extinguirse progresivamente luego. Las super-
5 _LA CHAPEll!: t.l,;X. 5.- PROMOST X - - ' [ ASMANIANO----- SUECIA
'iwn::ias del tipo .rc1pir:n.r arcaico han sido senaladas por numerosos auto-
rés y hz,n d::tdo lugar a ums hipótesis osadas a veces sobre el origen o la Fig. 51. Perfiles gráficos de los pa]eantrópidos y de! horno sapiens. Los perfiles
son establecidos comparando lo largo y lo ancho del cráneo, de ]a cara, de ]a
difusión de la "raza de Cro-lbgnon". Se trata, de hecho, de un tipo órbita y de la nariz, relacionados con ]a media del hamo sapiens actual de todas
arquitectural universal, que existe aún con f.:ecuencia \'ariable en todas las razas. Este procedimiento permite establecer una imagen expresiva de las prin-
las partes del mundo (e). Es relativamente común entre los melanesios cipales proporciones del cráneo. A: paleantrópidos; B: horno sapiens fósil;
y los australianos, pero apenas es. posible encontrarlo, como caso indi\'i · C: individuos actuales que presentan unas proporciones vecinas de las del hamo
sapiens fósil; D: individuos actuales del tipo m:ís divergente. Los ejemplos han
dual, tanto en América como en Europa o· en Africa. En cada caw, inte- sido tomados sobre cada continente para mostrar que se trata no de fenómenos
.:esan solamente las proporciones generales (cráneo largo, cara muy corta, raciales, sino de la evolución general de la especie. Todos los su_ietos D testimonian
órbitas muy bajas) independientemente de los detalles propiamente raciales. la intensidad de la regresión facial en el curso de los últimos milenios

172 123
-----

' . .. curso del tiempo a adquirir los ca.:acteres de una raza homogénea. Es !u
EVOLUCION DE LOS TIPOS NEANTROPIDOS que explica que las razas "puras" como los Ainu, los Bosquimanos, los
Lapones, los Esquimales y los Australianos, entrañables a la antropolopb
A través de las líneas múltiples de las evoluciones raciales parece -clásica, correspondan a grupos que han vivido un aislamiento prolongado
desprenderse el hilo de una evolución general, de esta "deriva" lenta y en el curso del cu:tl su capit;d genético se ha unifo,mado. Estos grupos
continua, cuyos testimonios son claros y numerosos para muchas se.cies de geográficamente. marginales, al igual que los grupos animales puestos en
;mimales. En Jos antrópidos, la deriva parece haber ido a::elerándose puesto ]as mismas condiciones, ofrecen unos caracteres muy marc:tdos, mudus
que, todo hace pensar que el 70 por ciento del Cuaternario pertenece a los \·eces aberrantes, y conservan frecuentemente una estructu:a general arGli-
austca!antropos y a los arcantropos, mientras el 25 por ciento a los ¡nlean-
trcpos y el 5 por ciento solamente a los neantropos. Este 5 por ciento que
pertenece a! pasado de nuestra propia especie ¿bastará para detectar una
transformación sensible, desde el hombre de C'o-Iv!:agnon al del siglo xx?
Un poco mis de 30.000 años nos separan de él y parece, efectivamente,
/
<]UC se hayan producido ciertas modificaciones bastante importantes. 1
1

Es necesario, primero, representa.,se cu:íles son las condiciones de la


comparación entre el hombre actual y el fósil. Para e] actual disponemos
( 1

'

del repleto cuadro de las variantes raciales que se t~aslucen a través de los
E2 1'
millares de especímenes. Sah·o para unos escasos pueb!os aislados, como
son ciertos esq!-Jimales, los australianos y algunos grupos de Africa, Jos / VI\
1
'R
'

tip:Js raciales ofrecen tales variaciones indi\·iduales que la imagen obtenida /


no es nunca mis que una imagen estadística y la dete.-minación, si no se
posee ]a identificación geográfica exacta del :;ujeto, queda limitada a gran-
des masas como "cr.íneo mongol del sureste asiático" o "alpino". Para
el fósil la situación es ti ÍJ1\'ertida; se poseen algunos individuos, separados
por unos milenios y unas distancias muchas veces considerables; el tip:1
--
' o

SJ

racial o no aparece a través de sus variantes o es indiscernible por falta de


- 1

comparación, y uno se \'e constreñido a tomar por significativo todo lo '


e' 1

<1ue ofrecen. Además, nos Yemos ine\·i tablemente obligados a agrupar en ''

grandes familias unos fósiles dispares, como ya aconte:ió du.~ante m~JCho


tiempo con los · paleanlrópidos, aglomerados alrededor del núcleo de hs
primeros neanderthalenses.
En el problema de la evolución física. de los neantrópidos, hay e¡ u e 1,

ccnsiderar oteo aspecto, pues depende ya no de las condiciones ma~c:riales 11


1

de la documentación, sino de la genética r:1cial. La exp::riencia genétie1 ' '


1'
:tdquirida con los animales permite comprender algunos aspectos de la •'

Y:triación racial e indiYidual. Dos factores inten·iencn de manera ¡xepon ·


derante en la constitución de las fórmulas gt:néti::as indi\·iduales cup
ccmbinación lle\·a al tipo racial: el aislamiento y la densichd de los
.-
:~u¡etos.

El :~islamiento actúa en grados diferentes en relación con la densi- 55


,Jad. Es eYidente, por ejemplo, que los grupos .•aci:~les fundamentales
(blancos, negros y amarillos) ofrecen tal superficie de poblamiento con
respecto a sus líneas de contacto, que unos y otros se en::uentran e:n estado
efectivo de aislamiento, constituyendo la franja de mestizaje un escas~> Figs. 52 a 55. Cierre de los ángulos yugales en el horno sapiens. Los ángulos pasan
de 100° en el neocaledonio y el melanoafricano (53) a 95° en el europeo de denta-
lindero en sus f conteras. Al inte.~ior de cad:t una de ellas, puede voh·erse dura ccmpleta (54) y 90° en una europea desprovista de molares posteriores. Nótese
a c:ncontrar toda la gama de las fórmulas. El aislamiento, en unos grupos la migración del e!e E2, que tiende (55) a confundir el apoyo de.los pómulo~ y el
,]e débil densidad, juega genéticamente un papel muy importante y c:~da apoyo frontal (pérdida de la independencia mecánica de los dtentes amenores)
g:up:J de :~lgun:Js miles de indi\·iduos, segregado o :tislado, tiende en e:!
125
P4
evidencia un tipo racial de contc.rnos contrastados,. siendo la mezcla lo que
zante. Los ejemplos más nítidos de supervivencia del tipo neantrópido
asegura la anulación de los efectos de fijación de las fórmulas genéticas
primitivo se encuentran entre estos grupos.
uniformes. El grupo que puede contar varios millones de individuos evo-
El factor de densidad, asociado a una situación geográfica despejada,
luciona en bloque, con un tipo medio impreciso, que es el resultado del
desempeña un papel capital en la fisonomía general de las poblaciones;
CLJuilibrio de hs variaciones indi\·iduales. Parece que esta sih1ación sea la
bien sea interviniendo en zonas restringidas pero muy pobladas, como
nüs fa\·orable p<tra una deriva rápida del tipo estadía!, pues estas pobla
Europa, la India o el Extremo Oriente, o actuando en zonas donde los
ciones son las que ofrecen el mínimo de sujetos pertenecientes al tipo
movimientos de grupos y de individuos compensan la densidad relativa-
neantrópido arcaico.
mente débil, como en Africa. En estos grupos es muy difícil poner en
Si, tcmíndolos de los lugares más variados, consideramos unos indi-
viduos que respondan al movimiento geneLll dibujado por los neantró-
pidos primiti\·os, se consLlta efectivamente que está ya ampliamente tes-
e'
timoniad.o un nuevo tipo estadial ( figu.·a ) 1). Tipo que está presente
tanto en Jos blancos como en los negros o los amarillos, en los dolicocé-
falos como en los br:Iquicéfalos. Su carácter principal es la armonización
i
de los diámetros, en particular de las longitudes y anchuras de la cara y !
. '
• 1

del cráneo. No es sensible ninguna mejora en capacid,ld cerebral, pero


la cara tiende a voh·erse estrech.1 y se acorta. Las órbitas son proporcio-
nalmente grandes, la nariz, ancha en las razas negras, estrecha en las
R
ot.•as, no ha variado mucho en sus proporciones absolutas.
El fenómeno de aligeramiento facial característico de los neantrópidos
nüs antiguos se continúa, por consiguiente, en todas las masas humanas de ·
altl densid;ld en el curso del proceso en el cual la anchura de la cara se . i
, uniforma con la alturc1 (figuras 52 a 63). Este fenómeno está vinculado
56
p
.
, BO, , '
'
al movimiento gene.cal de reuresión del aparato dentario, materializado '
57 por la reducción o la ausencia de las muelas del juicio y la exigüidad de
) C"' 1

Lts raíces de todos los dientes. Sería arriesgado hacer depender de una
sola causa mecánica (de h sola reducción dentari,l determinada, po.r otra
e, parte, por una evolución genética que sigue siendo muy poco conocida)
toda la historia de la cerebralización humana, mas la evolución dentaria
expres<l mejor que cualquiera otra el mecanismo de un movimiento e\·o-
40 lutim complejo que continúa su desarrollo en todos los hombres actuales.
·- .
El
BALA0iCE FISICO

Desde hace más o menos 30.000 años, se puede seguir a través de


R
diferentes razas el desarrollo físico del hamo sapiem. La va.ciedad de los
tipos raciales hace bastante difícil comprender el detalle de lo que haya
podido ser la evolución física· de la humanidad en un plazo tan corto, pero
algunos hechos se desprenden sin embargo de un análisis cronológico. Los
mis viejos hamo sapúns, .reunidos en importante cantidad en la· "raza de
58 59 Cro-Magnon", poseen un tipo craneano muy particular: caja craneana
e"' e'" grande y muy larga, la cara. ancha y extraordinariamente corta, sobre todo
comp~.rándola con la de los neanderthalenses precedentes; las órbitas son
Figs. 56 a 59. La armazón de los caninos en el homo sapiéns. Los mismos sujetos de
las figuras 52 a 55. Se constata que la unión de los dientes anteriores con el macizo extremadamente bajas y rectangulares. Este tipo de estructura se vuelve
prefrontal se mantiene en el hombre actual. En el sujeto sin. molares posteriores a encontrar prácticamente en todos los fósiles del Paleolítico superior en
(59) el ángulo C' se cierra a 40°, expresando el ~cortamiento de la base P-B, los Francia, en Europa central, en Alemania, en la URSS y hasta en China.
apoyos caninos E3 tienden a confundirse· con los de los molares (E2, fig. 55)
P7 1

126 '
'
' '!
--------·-.

e' Parece ciertamente corresponder a la arquitectura más arcaica conocida por


nuestra especie. En Europa, este tipo se prolonga en el Mesolítico y existen
testimonios de ellos tanto en Portugal como en Bretaña y en Dinamarca.
A título individual, esta arquitectura puede aún encontrarse actualmente
en todas las regiones del mundo; pero como fórmula .racial colectiva, no
queda de ella más que pocos representantes entre los tasmanienses, los
australianos y una parte de los neocaledonios. Después del Paleolítico su-
perior, Jos tipos arquitecturales del cráneo se dive.rsifican considerable-
R mente. En ]as razas nüs variadas, pero sobre todo en las regiones donde
la densidad de población es más elevada, aparecen algunos rasgos que
"" 1 10""' 8 parecen prolongar la evolución de los antrópidos con una densidad sufí.
ciente como para que se les pueda considerar como significativos. El vo-
lumen cerebral no evidencia con nitidez tendencia alguna a aumentar;
de hecho parece que desde los neanderthalenses no haya habido ningún
progreso de este lado. Las dimensiones faciales, en cambio, tienden a dis-
minuir y esta disminución del volumen facial se traduce f.recuentemente
por h desaparición de las muelas del juicio (figuras 55, 59 y 63). La
reducción de la longitud de la arcada dental, mientras que el apoyo general
de la cara continúa basado sobre el primer mobr, tiene como consecuen-
cia un cada vez más acentuado desplome de la frente. Este carácter ha
sido observado desde hace más de medio siglo y ha sido la fuente de
algunas teorías al término de las cuales el hombre actual representa.ría
de algún modo un feto o un niño detenido en un estadio precoz de su
desarrollo. Corrientemente se constata que tanto en los monos como en el
R hombre, en la niñez y la adolescencia, el volumen cerebral es considerable
en relación con la cara, no tomando sus proporciones definitivas sino a
partir de la pubertad. De allí a ver en la evolución del hombre una
especie de retraso "progresim", una prolongación de los estadios infantiles
p
que dejaría a la inteligencia el tiempo para desarrollarse, no había m:ís
p '
• que un paso, que ha sido fácilmente franqueado. Yo pienso que se debe
/ '' S~''
~- ,
1
60 ', renunciar a wr en el hombre un feto de gorila, al igual que se debe renun-
' '' e e-
62 o 63 cia,r al antepasado-mono, lo cual no es más que otra forma de la misma
o
tendencia hacia la búsqueda mórbida de un gemelo monstruoso. Hemos
Figs. !ÍO a !Í3 El equilibrio general de la cara está expresado por la igualdad de los visto, en efecto, que la fórmula humana era una fórmula perfectamente
ángulos de los pómulos E2, del mentón D y de la apófisis basilar B que liga la
armazSn facial a los consrreñimiemos de la posici6n \"ertical. Si uno considera el distinta de la de los monos. Hemos visto, igualmente, que sobre un cuerpo
neoca!edonio ((,6) y el melanoafricano (fig. !Íl) como expresando el equilibrio de hombre, el zinjantropo realizaba la fórmula mecánicamente coherente
normal del homo sapiens. se constata que los '"aJores de los pómulos, del mentón y de un cráneo de hombre conteniendo un pequeño cerebro. ¿Podría admi-
de la base son iguales. En el europeo (fig. 62), la migración del eje E2 hacia E3 se
tirse que el rinoceronte sea un feto rebasado del pequeño damán o la
ha iniciado y la cara (60°) está en desequilibrio con la ba~e (6r). La desaparición
de las muelas del juicio (fig. (,j) traduce una \"erdadera distorsión del edificio trucha un embrión de celacanto? Por querer explicar por qué tenemos
craneano en la búsaueda de una f{>rmula de construcción difícilmente conciliable con un cerebro más voluminoso que los otros, ·se corre el riesgo de tomar la
el mantenimiento de la posid-:ll1 erecta; esta situación de supereYolución es com- contracorriente de una evolución que, desde el inicio, lleva hacia una
parable a la del perro lulú (fig. 24)
mejor organización nerviosa y, por consiguiente, al aumento del peso del
aparato cerebral. A parti.r del primer bípedo, ya no se trata para el Hombre
de volver a poner en discusión su plano mecánico general, sino más bien
de una serie de modificaciones progresivas. El equilibrio de la cara sobre
los caninos y los primeros molares es aún el de Jos neanderthalenses; el

128 129
cho adquiriendo, como los tiburones, una especie de estabilidad inmuta.
homo sapiens desemboca en la pérdida casi total del equilibrio sobre el ble, otras lo hicieron extinguiéndose definitivamente. las probabilidades
aparato canino y a la apertura del cerrojo de la región prefrontal. Nada para el hombre parecen ser de la segunda categoría y, si se tratara de un
de esto hace intervenir a un mono cuyos estadios infantiles serían apro- mamífero cualquiera, el pronóstico no tendría por qué no ser categórica-
vechados para explicar la evolución humana, pues en el zinjantropo no mente pesimista. Podemos consolarnos, sin embargo, pensando que esto
hay nada del feto del mono y el desarrollo del linaje hasta nosotros hace queda sometido a la cor.riente general de la deriva de las especies y que,
intervenir ·unos procesos biológicos normales, los cuales no tienen nada por consiguiente, su extinción nos deja, tal vez, algunas decenas de mi-
que ver con la "fetalización". lenios de respiro. Se puede también admitir que mediante una acción vo-
luntaria, el hombre utilizará las leyes genéticas para suspender, al menos
durante un cierto tiempo, el curso de su evolución. No se ve, sin em-
EL HOMBRE FUTURO ba.rg~, de qué podría él "liberarse" sin cambiar al mismo tiempo de
espeC!e.
¿Es posible prolongar la trayectoria huma·na? Si se toma en cuenta •

lo que son los caracteres fundamentales (posición vertical, mano, útil,


lenguaje), el dispositivo se encuentra en completo desarrollo desde hace, tal EVOLUCION CEREBRAL DE LOS NEANTROPOS
vez, un millón de aí'íos. Si se busca cómo, sin perder en nada de sus
valores fundamentales, el hombre puede eYO!ucionar aún, es hacia los El último episodio verdaderamente espectacular de la evolución de
retoques del edificio craneano hacia donde uno se o:ienta inevitablemente. los antrópidos es, como hemos visto, la apertura del cerrojo pref ron tal.
El conjunto parieto-occipital está estabilizado desde hace mucho tiempo En consecuencia, conviene ver, como lo hemos hecho para los otros ho·
mediante la posición erguida y sería necesario un cambio de posicién para mínidos, qué consecuencias puede haber tenido para el funcionamiento
que algunas transformaciones tm·ieran lugar de este lado. la bóveda parece cerebral una modificación tan importante ·del edificio craneano. El vo-
estabilizada, incluso en su parte media: sal m algunas va.:iaciones, el aba- lumen cerebral no ha variado desde los paleantrópidos más evoluciona-
nico cortical está completamente desplegado. Una ganancia posterior se dos ( arcantrópidos: 600 - 1 200 cm 3 ; viejos paleantrópidos: 1 200 ·
produjo en los territorios prefronta]es gracias a la pérdida de la visera 1 300 cm 3 ; neanderthalenses: 1 400 - 1 600 cm 3 ; neantrópidos: 1 400 .
orbitaria y, luego, a la de ]as muelas. del juicio, aún en etapa incipiente. 1 5 50 cm 3 ) y las transformaciones esenciales han debido hacerse por ,J
El progreso en esta dirección no puede ser indefinido y es necesario darse modificaciones en las proporciones de las diferentes partes del cerebro
cuentJ. del hecho de que para seguir siendo hombres tal como ·lo con ce. y no gracias al· aporte de materia nueva. Una mayor densidad de las .i
bimos, fisiológica y mentalmente, no se puede admitir más allá en este células, la multiplicación de las conexiones y la utilización más completa "

terreno. Los visionarios de fines del siglo XIX se inspiraron en el feto del volumen disponible son muy probables, a pesar de que no tengamos
para imaginar que a fines del siglo XX, nuestros contemporáneos serían· posibilidad alguna de control paleohistológico. Lo esencial, sin emba.:go, 1

unos individuos con un cerebro enorme, la ca:a minúscula y el cuerpo parece que haya sido el desarrollo de la parte prefrontal del cerebro.
ji
enclenque. Esta imagen es falsa, pues no hay razón alguna para que se La relación entre frente e inteligencia se ha establecido desde hace mucho '
produzca una ganancia considerable de volumen antes de varias decenas de tiempo empíricamente tomando un valor científico y casi dogmático a !'

milenios. Tenemos solamente treinta mil años de edad y se necesitaría partir de los trabajos de fines del siglo xvm, en particular los de Dau-
mucho más para que la deriva de las especies se h:tga sentir vigo.::osamente. benton y de (amper. Antes de admitir y desarrollar lo que se ha vuelto
A lo sumo, se podría, mediante unas operaciones de sele:cién artificial, una noción común, es útil record2.!', sin embargo, que no existe una re-
llegar a un aumento relativo del peso del cerebro, suponiendo que este lación absolutamente obligatoria entre el volumen del cerebro, el desarro-
carácter ponderal sea realmente importante.· Mas lo que los visionarios llo de la frente y la inteligencia. En la realidad individual, las excepciones
no habían previsto es que ning:ín cambio importante puede producirse son muy numerosas y se sabe desde hace mucho tiempo que un cerebro
sin la pérdida de la mano, de la dentadura y, por consiguiente, de la pequeño pero con una organización acabada y densa, incluso en el caso
posición erecta. Una humanidad anodonta y que viviera acostada, utili- de una frente baja, es preferible a unos voluminosos sesos. Pero persiste
zando lo que le quedara de sus miemb.:os anteriores para apoyarse sobre la verdad estadística que constituye el armazón mismo de la evoluCIÓn
muñones no es completamente inconcebible y ciertas novelas de anticipa- cerebral de .Jos antrópidos: la ganancia global para la humanidad de sus
ción, a fuerza de mezclar todas las fórmulas posibles, han creado unos territmios prefrontales. ·
"Marcianos" o unos "Venusianos" que se aproximan a este ideal· evolu- La neurofisiología y la neurocirugía, desde hace algunas decenas de
tivo. ¿Podemos afirmar que se trataría aún del Hombre? En paleontología años han estudiado mucho esta región del encéfalo, la cual está dividida
no se ca.rece de ejemplos de especies que hayan alcanzado un punto de en dos zonas: la parte del neocórtex, que se extiende delante de las
equilibrio considerado posteriormente como permanente. Unas lo han he-
131
130

!]
fenómeno comparable al del vínculo, a pa.ctir del homo sapiens, del mis-
áreas premotrices, y el rinoencéfalo, que corresponde a una estructura mo progreso técnico con la organización del grupo social. El hecho que
muy antigua del cerebro de los vertebrados. El rinoencéfalo, que tuvo se desprende más claramente a partir de la liberación del cerebro anterio.r,
desde los vertebrados inferio.res como papel principal la interpretación es la importancia que toma la sociedad en relación con la especie. En el
de las sensaciones olfativas, se ha modificado considerablemente en los mismo momento que el juego de las variaciones individuales adquiere
mamíferos superiores hasta convertirse en uno de los dispositivos regu- actividad preponderante en el progreso, ]a escala de valores se modifica.
ladores de las emociones. Es, si se quiere, el centro de la integ¡ración Se advierte muy bien que en esta evolución los paleantrópidos desempe-
afectiva en el aparato cerebral. El córtex prefrontal, después de· nume· ñan el papel de bisagra. Por su forma, pertenecen todavía a un mundo
rosas experiencias o constataciones quirúrgicas, apa.rece como uno de Jos donde los valores imperativos son de orden zoológico y donde técnica y
elementos principales de ]a personalidad, siendo considerado por la ma- lenguaje no han adquirido todavía completamente el dominio de sus po-
yoría de Jos neurólogos como factor preponderante en el dominio de las sibilidades, pero por algunos detalles impo.rtantes los paleantrópidos per-
operaciones, la previsión y ]a conciencia lúcida. El desarrollo hecho en tenecen ya a nuestro mundo. El interés del estudio de su cultura, dema-
el grado superior de la escala anima] por el rinoencéfa]o y su proximi- siado frecuentemente dejado de ·lado po'r los investigadores que tuvieron
dad al córtex de dominio permiten comprender, al menos en parte, lo mayor preocupación por la caz;¡ del cráneo que por comprender al hom-
que ha aportado al hombre Ja abertura del cerrojo prefrontal. El cere- bre, es fundamental para nuestra propia comprensión, porque, en de-
bro anterior del homo sapiens, gracias a su dispositivo de regulación finitiv:~, son ellos y no los australantropos, quienes juegan el penúltimo
prefrontal, se inserta en cierto modo entre el córtex de la mot.:icidad acto de nuestra historia. · '
técnica y el de desencadenamiento emotivo. Las lobotomías prefrontales, '¡
practicadas durante algunos años en e] tratamiento de ciertos enfermoo
mentales, hicieron resaltar a la vez el papel de amortiguación y de esti- DIVERSIFICACION Y RITMOS DE EVOLUCION DE LAS TECNICAS
mulación que desempeña el córtex prefrontal en el desc.rrollo de las ma· Antes de entrar de lleno en el dominio del homo sapiem es nece-
nifestaciones afectivas y motrices. No se podría pues, imaginar, a] ser- sario, después de todo Jo que acaba de ser establecido sobre la realidad
vicio de Ja inteligencia, un aparejo mis apropiado que el que integre a física y sobre la inteligencia de los antepasados del hombre, apelar como
la vez Jos impulsos sentimentales y el dispositivo de organización motc.ra. testimonio a · h historia de sus técnicas. Me esforzaré, volviendo a tomar
Aunque mal conocido todavía, el papel del córtex prefrontal como ins- en forma orden:1da lo esencial del progreso material, en mostrar los
trumento de regulación afectiva, de dominio y de juicio, aparece como vínculos que existen, en sus inicios, con el progreso biológico.
esencial. A partir del momento en que toma importancia preponderante
es cuando se puede hacer inten·enir la noción de inteligencia y de re-
flexión en el sentido plenamente humano de la palabra. Por otra parte LOS ESTADIOS DE EVOLL'CION TECJ\'ICA
veremos que la apertura del cerrojo frontal se \·io rápidamente seguida
en la historia de las sociedades humanas pc.r una transformación pro- El conocimiento que se tiene de Ja evolución técnica ·de los antró- !

funda . de ]as relaciones entre el hombre y . el mundo biológico. No se· pidos, desde los estadios más remotos hasta el comienzo del período cli-
puede negar la existencia, en los antrópidos más prin:itivos, de la posi · mático actual, está esencialmente fundado sobre el utillaje de la piedr:1
bilidad de cierto desarrollo de los territorios prefrontales, pues ]a apari- t:1llada. Con la condición de admitir que este utillaje representa sólo una
ción del utillaje y el enriquecimiento de las cadenas operatorias no pue- muy pequeña parte del equipo de los hombres fósiles, se le puede reco-
den ser concebidos a partir de los únicos dispositivos m:.>tor y premotor. nocer el valor de testigo pertinente, puesto que en cuanto a todo lo que ,l

Al nivel de! zinjantropo ya, entre las emociones y ·las reacciones motoras no es imperecedero como el sílex, nosotros no sabemos prácticamente nada.
de fabricación o de organización técnica, se interponía un cerebro f.ront;:d,
El siglo XIX, que influye aún en numerosos vulgarizadores,· ha creado
una imagen del hombre prehistórico por simple transposición: terno -piel
cuyo papel, en esta etapa, era seguramente muy importante. Lo que llama
de oso en torno a la cintura; hacha de leñador- hacha bifacial fijada a un
sin embargo la atención es el constante aumento del dominio frontal a 1

palo; casa-caverna, etc. La ilustración bajo todas sus formas, desde el i'
medida que pasa el tiempo y que las técnicas nos ofrecen el reflejo de
fresco para anfiteatro hasta el film y el dibujo humorístico, ha hecho fa-
una inteligencia cada vez más dominante. Cuando hemos admitido que
miliar esta imagen, la cual ni siquiera fue obtenida a partir de los primi-
en los australantropos y los arcantropos, el desarrollo de las técnicas se-
tivos actuales, sino por simple empobrecimiento del hombre mod~~no. E~
guía poco más o menos el del cráneo, lo hemos hecho teniendo en cuenta
efecto, los australianos o los esquimales pueden, por comparacwn, ah-
lo ~ue habría podido manifestarse en tanto que inteligencia creadora de
mentar la reflexión de un investigador, mas el carácter preciso y sobre-
carácter individual. Yo creo efectivamente que, Yinculando a estos niveles abundante de todo lo que ellos poseen, prohíbe llevar el paralelismo dema-
el progreso técnico con el de la" biología, no hago sino constatar un
133
132
'
1 1

' '
los útiles cortantes y sus armas, para percatarse a qué punto se reduce el
siado lejos, de suerte gue la imagen técnica del hombre prehistórico que- conocimiento de la industria de los hombres fósiles. Una vez adquirida
da, en el fondo, extremadamente pobre. Esta pob.reza golpea en un grado esta visión lúcida sobre la naturaleza de los documentos, se hace posible
casi equivalente al zinjantropo, el cual debía en efecto tener una cultura
técnica muy escasa, y el homo sapiens fósil, el cual ha dejado solamente il
piedras y un poco de huesos labrados, pero cuyo mobiliario debía ser Filo ACHELI- MUSTE-
' SOLU- MAGDA· MESO-
!AURIGNA'
.
NEO-
por
FEBBLE ABBEVI-
considerable. 1 Kg CULTURE lLIENSE ENSE Rlt:NSE CIENSE TRl:NSE ¡LENIENS LITICO LJTICO
Ahondando en el detalle, en cuanto al homo sapiem, que ha vivido L~VALL.
materia
entre 30. 000 y 8. 000 años antes de nuestra e.ra, se logra constituir, sin
embargo, un conjunto documental bastante nutrido. Se puede decir de él,
sin aplicarse a una identificación. cultural demasiado rigurosa, que edifi-
caba chozas y tiendas, que su vestimenta estaba hecha ·de pieles finamente
! 100 m. r--+...,..---+--+---1----+--+--t-J a
Jrliicrolitos
cosidas, que llevaba adornos corporales compuestos de collares y de ,re-
decillas hechos de dientes de animales, de conchas y de trozos de huesos •
recortados. Se sabe que cazaba con azagayas y que era carnicero y peletero 50 m. --~--+--4--~--~·--+-~~
muy experimentado. Como artesano, disponía de un utillaje variado, apro-
piado para el corte del sílex y un finísimo trabajo sobre materias óseas.
Si agregamos todo lo que se puede imaginar de cestería, de trabajo con '
1

cortezas y madera, se obtiene una imagen bastante .rica que podría servir '
de modelo a una multitud de culturas primitivas, muertas o vivas. !..,..,. 1
111

Si hacemos una síntesis idéntica para los paleantrópidos más recien ·


tes, sobre los cuales el. Musteriense de Europa asegura un sustancial tes- '
10 m •
? hojas hojas

timonio, se obtiene una imagen coherente pero considerablemente empo-
brecida. El paleantrópido evolucionado sabía construir abrigos, chozas o ·-
;, 1:1.
tiendas, cazaba probablemente con la azagaya y se poseen los mejores
testimonios sobre su destreza para despellejar y trincha.r los animales. Su
utillaje de fabricante es reducido: no trabajaba el hueso, mas se puede
suponer con alguna razón que trabajaba la madera y la corteza. 4 m. 1~--+--+--+--j
i
~
. No se.ría razonable ir más allá, pues no se ha hecho ninguna excava- 1

ción verdaderamente orientada hacia la comprensión cultural de los viejos 1


paleantrópidos o los arcantrópidos, los cuales rarísimas veces han sido
descubiertos en sus hábitats. Una indudable trayectoria de evolución téc-
nica es, a pesa.r de todo, sensible, del homo sapiem a los australantropos,
pero se confunde demasiado con la inconsistencia de la documentación
a medida que nos alejamos en el tiempo como para que sea posible ba·
sarse con suficiente seguridad. Si es posible obtener una imagen evolutiva
real, sólo lo es, por consiguiente, a partir de la industria lítica.

LA INDUSTRIA LITICA
100 cm. "
[/
.(J -
• hachas

'\.¡
¡60 cm. bifacial
Si se hace abstracción de las piedras utilizadas como percuto.res o de ¡40 cm.
los esferoides a facetas cuyo uso es enigmático, puede decirse que la •
cuchillos
tota~dad del utillaje de piedra está constituida por unos cantos afilados .
destinados a cortar, raspar y perfora.r. Trazar la evolución técnica de la
humanidad valiéndose de los útiles de piedra tallada, es pues, utilizar Fig. 64. Cuadro de la longitud relativa de filo cortante utilizable, obtenido de un

una Imagen cultural estrechamente limitada a los objetos cortantes. Basta kilogramo de sílex durante las diferentes épocas del Paleolítico ·
con tomar algunas culturas actuales y privarlas de todo su equipo, salvo
135
134
tos de forma predeterminada. La evolución se produce. por adaptac!ón y
orientar la invesfigación hacia lo que, más allá de los detalles de la tipo- durante un centenar de miles de años, en el levallolS!ense-mustenense,
logía, sería susceptible de dar una imagen evolutiva.
el núcleo. estereotipado asegura la e_xtracción de tre; ': cuatro tiP?s _de
Los prehistoriadores europeos, desde hace mucho tiempo, hicieron la f raamentos: ovalados, alargados y tnangulares ..La cusprde de la tecmca
constatación empirica de que la dimensión media de los útiles de sílex est5.' en las puntas de base estrecha, que pueden tener más de 20 cm de
disminuía desde el Abbevillense hasta el Mesolítico. Las grandes hachas largo. El beneficio técnico es doble en relaci~n al b!faci~l~ porque el
bifaciales son progresivamente reemplazadas por los f.ragmentos musterien- mismo volumen de sílex asegura tres veces mas de filo ut!l y porque
ses y luego por las hojas del Paleolítico superior, que enlazan a su vez bloques de sílex bastante pequeños pueden ser utilizados c~n provecho.
con los "microlitos". Intrigado por la similitud con ciertas evoluciones El vínculo del hombre con los lugares que le abastecen de stlex bmto se
paleontológicas, he pensado, hace algunos años, que esta constatación po- encuentra, pues, considerablemente reducido.
día encubrir un hecho técnico gene.ral, independiente de la forma de Ios
útiles, respondiendo a una verdadera "ortogénesis". La hipótesis del punto De fa punta !n•ctlloisieJIJe a los microlitos: Los musterienses rea!i-
de partida era que la extracción de un utensilio cortante a partir de un zaron probablemente la ,re,·olución técnica más importante de toda la his-
bloque de sílex cambiaba en el tiempo en función de la relación que existe toria humana, hallando h solución del núcleo de fragmentos de forma
entre la longitud del filo obtenido y el ''olumen de sílex necesario preestablecida, pues, después de ellos, la ev~lució~ prosigue po.r ~etoq~es
para obtenerlo (figura 64). menores del dispositivo de ex~racción. El, me¡oramtento de__ las modenc1as
La verificación experimental es muy fácil, puesto que basta, sin de golpeo acar.rea un alargamiento del ?ucl_eo y la obtenoon de verd.lde-
tomar en cuenta el desperdicio, con establecer la longitud de los filos ras láminas, cada vez mis estrechas y mas fmas. El progreso,_ en el Paleo-
utilizables de un kilogramo de sílex trabajado en útiles de forma deter- lítico superior, está marcado por el hecho de que las lámmas son_ dis-
minada. El cuadro muestra la sorprendente progresión de esta relación puestas en útiles de formas nriadas. Por o~r~ p~t,:te, cada ?esperdJCIO de
con los recursos del subsuelo. Es asombroso constatar que el progreso de la talb, según su forma, encuentra una utJlJzacwn determmada, de ma-
esta relación se desarrolla en paralelo riguroso con la evolución de los nera tal que a partir del Grawttiense, hacia ~5. 000 años antes de nu_est:a
hombres mismos, lo que confiere un carácter singularmente biológico a la era, el despe.rdicio del sílex se reduce. a casi nada. La gama del uttlla¡e 1

prehistoria de los objetos cortantes. Este paralelo resulta más nítido aún es suficiente en el lvLio-daleniense, haoa 1? .000, de suerte que con dos o
cuando se considera en detalle el encadenamiento de las formas. tres kilómetros de síl:.x tallado el hombre dispone de varios centenares
de útiles. Así se explic1 que, en esa época, el sílex esté presente en los
. Del ch(Jpper a bifaáal: El filo someramente determinado por hábitats situados a centenares de kilómetros de toda fuente natural de
la percusión perpendicular sobre el borde de un guijarro produce un materia prima. Hacia el fin ·del Magdaleniense y en_ el Mes_olític~, entre
chopper, útil "sobre núcleo", prototipo. de una larga serie. Los despren- 8000 y 6000 antes de nuestra era, la_ tend~ncia haoa el mJCr~lttis;no. se
dimientos iniciales, en punta de guijarro,_lb·an, para una serie de algunos acentúa y una articulación suplementana se mtroduce en 1~ sen e tecni;:a:
fragmentos suplementarios sobre las dos GL:as, a desprender una punta gue las láminas, sacadas del núcleo, son tronzadas para confecoonar p_equenas
asegura una mejor situación del filo. A partir de este útil muy burdo, piezas geométricas, de mane:a que la lámina, a su vez, se convierta en
se está en presencia de un bifacial, cuchillo pesado con contorno en forma fuente de productos. .
de almendra, ·que evoluciona lentamente, du:ante tal wz cuatrocientos mil Las tradiciones generales subsisten en el Neolítico, pero las relaoo-
años. El filo, obtenido primero mediante una serie de idénticos gol- nes entre peso y filo son bruscamente modificadas y v~elven a caer
pes perpendiculares ( 60 cm) adquiere en el acheliense antiguo una forma en cifras muy bajas. Esto es debido al hecho de que la agncultura t,rans-
más regular y más firme (1 m 20) por la aplicación del golpe tangencial forma completamente las necesidades técni~as y que la hacha o 1~ azuela
que desprende los primeros fragme!1tos alargados. En la cima de su evo- requieren de un pe.so elevado para u~, fdo estrecho. Los cuchdh~ _de
lución, el bifacial se habrá convertido en una almendra de sílex, consistente sílex, por su parte, conservan una relaoon ce.rcana con las del Pale?lttJCo
pero bien equilibrada, cuyo perfil en corte acusa una disimetría nacida superior (entre 6 y 8 metros). E_n el am_anecer de _la metalurgJa, en
de las dos series de gestos en su preparación inicial. Unos largos des- Francia, los talleres del Grand -P.ressrgny, haCia 2 . 000 anos ant,es de m:e~­
prendimientos a partir de las puntas determinan fragmentos de forma tra era sacan todavía de un enorme núcleo preparado segun la v1e¡a
regular, utilizados ellos mismos como cuchillos. tradició~ unas imitaciones de los primeros puñales de cobre que pueden
alcanzar más de 30 cm de la.rgo.
Del bifacial a la pmzta lez,alloisieme:Llegado a este punto, ::1 bi-
Así la obtención de objetos cortantes, desde el primer chopper
facial se ha convertido en una fuente de fragmentos, deja de ser "útil
hasta la~ largas láminas del Grand-Pressi$ny, si<?ue u_~a sola línea evo-
sobre núcleos" para convertirse en núcleo. Su disimetría en espesor se
lutiva, conduciendo de etapa en etapa, sm consrderacwn de las formas,
acentúa y se transforma progresivamente en masa para obtener fragmen-
137
136
_ _ _ _J.__

hacia una mejor adaptación de la materia a la función. La cronología


geológica del Cuaternario comporta aún una amplia parte de incertidum-
bre, sin embargo, si bien en sus estimaciones los geólogos varían de uno
a dos, de quinientos mil a un millón de años, las proporciones generales
son poco más o menos comúnmente admitidas y a partir de 1000. 000 ~ o J--J_~--l_~~L_j__J__J_~__L__~!.___r-~~--~~-1
años antes de nuestra época el acuerdo es casi unánime. La figura 65
materializa cronológicamente el desarrollo de la relación filo-peso, en o a...
......
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comparación con el volumen cerebral de diferentes fósiles antrópidos. ..... <t • o~
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Esta aproximación de apariencia artificial, puesto que confronta unos - > z : : ---- ~~---1----·
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datos biológicos y un fenómeno de progreso técnico, hace sin emba.rgo
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IV "'-
resaltar una evolución muy característica. El paralelismo de las dos curvas ~
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se mantiene en un ni,·cl apenas ascendente durante el desarrollo de los C\1 - .J: •• o ~

· antrópidos hasta los arcantrópidos incluidos, luego se torna francamente ffi ~ ~ ····:::. ··.... "o
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ascendente durante el musterolevalloisiense y el desarrollo de los vi e jos :E z

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paleantrópidos, y posteriormente, Ja curn industrial evoluciona hacia la ow ...e .- ·.·•
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vertical, alcanzando el volumen cerebral su condición máxima hasta nues · . "'
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..... .:: . .
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tros días. Esta constatación tiende a confirmar lo que parecía desprenderse
del capítulo precedente: el despliegue muy lento del abanico cortical, -.w -
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probablemente traducido bastante fielmente por el aumento de la capa- ~-+--::a..:___-;;;-
V>---+-----------·:~- g_ -\:+-- a..

cidad craneana, prosigue de etapa en etapa hasta los paleantrópidos, co- w w


\ ~ Í\..
-
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1:
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rrespondiéndole .a éstos una verdadera crisis biológica que se resuelve ea lf) "'
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+v; 0
c.
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el momento de la apertura del cerrojo prefrontal. Hasta entonces, la ac-


tividad técnica traduce fielmente la sitmción biológica y si nos hubiéra-
->
w
"'oa.. - o
~

1:

mos encontrado aún en presencia de una humanidad no sabia, era de <O "'
"'
<(
o
...."" -~" ..t....
preverse el punto de emergencia de la curva técnica en el Magdaleniense z<( a.. •
••

-o
entre 200 y 400. 000 años después de nuestra era y no 1 O. 000 años antes. u •
•• !l.

. -
o
En otras palabras, pa.rece bien que "el acontecimiento prefrontal" haya ""<( ••

~

1:
roto la curva de evolución biológica, la cual hacía del hombre un ser ·.. ""
zoológico sometido a las leyes normales del comportamiento de las es-
u •
..• ·-a..-
V

pecies. La técnica ya no está vinculada en el homo sapiens al progreso +


-" ·-"
celular, sino que parece exterio.rizarse completamente y Yivir de algún
modo su vida propia. Esta superación aparecerá bajo una luz diferente
-~

"e "....
en cada uno de Jos capítulos que van a seguir. '
"' "'"'w
~c..

"
LA DIVERSIFICACION DE LOS PRODL'CTOS

Una confirmación importante se e,·idencia cuando se hace el inven-


tario de las adquisiciones sucesivas del utillaje, en cor,relación con los
estadios de Ja evolución del corte. El cuadro ( fig. 66) da una imagen
de conjunto de ]a evolución hacia la especialización de los útiles y de la 1
i
importancia tomada en el último estadio por la industria sobre hueso .1

y las creaciones ajenas a ]a simple subsistencia. '

Un rasgo aparece con nitidez: los tres primeros estadios proceden,


según un orden único, por cúmulo de nuevas formas derivadas de Jas 1
antiguas, pero sin abandonarlas totalmente; es una sola corriente que 1
·''
atraviesa las industrias, desde la pebble-mlt!!re hasta el Musteriense, afir- '
'
'1
1

'
138
'
I!

mando lo que resalta de la evolución biológica coherente de los austra-
lantropos a Jos neandertha]enses. Sin embargo, el tercer estadio ya está
encaminado en una vida nueva y los neandertha]enses poseen algunos de
los rasgos del estadio siguiente. Es, sin embargo, solamente al final de -¡S
o
o o
"O
su largo ,reinado cuando aparecen algunos punzones de hueso verdadera·
"'
mente trabajados. "'o
En el cuarto estadio el contraste es total. A través de una transición t< ou
que se . desarrolla rápidamente entre 35. 000 y 30.000 años, en Europa :::0
u
occidental se está en presencia no solamente de ·utillaje trip!icado eli
va.riedad, sino de útiles y objetos que tienen ecos directos en las culturas
primitivas actuales. Utiles sobre lámina, raspadoras, perforadores, agujas, •
azagayas, arpones, propulsores y lámparas hari sido vistos o son vistos
o
aún en las manos de pueblos vivos. Es, pues, un mundo técnico distinto "'....
que surge: el nuestro. -o 8
e
La industria lítica del cuarto estadio (Paleolítico superior) está só-
lidamente arraigada en los estadios precedentes y se asiste a un encade-
.- ---
~

·•
"" ~ ~

namiento rápido, pero progresivo, de las formas nuevas con las antiguas. "''-' -
"'....·-
~
1
1
;

"'....o - "' ""' --


~

Las dos curvas de la relación filo-peso y de la di,·ersificación de las


~

e:
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~
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•O

-"-- -·-,_eo ."'- ..e·=".. --


~
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~

u-
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formas, se enderezan hacia la vertical entre fines del Musteriense y el ~o


~

'-'
-
~
~ CUt.!.. v;
.i\1agda1eniense; mas se podría ver en ello sencillamente una aceleración ~
co..~~ ~~

J>
y no un cambio en la naturaleza de los hechos. La situación es comp'eta- e
o,
mente distinta para ]a industria de materia ósea, ]a cual se origina Jite·
ra]mente en las inmediaciones del Paleolítico reciente. V "'o
La existencia de una industria ósea en los estadios antiguos ha sido - "'Ve ''
'

!
evocada más ar.riba. Parece imposible aceptar que los fragmentos de hueso '
e '
atribuidos a Jos australopitecos, a los sinantropos y a los musteriem:es de ~

e ;

los Alpes sean una verdadera industria. A lo sumo, podría decirse que o
o .~. ·-E
<l./ ' '',¡

escogían entre los fragmentos de hueso rotos pa.ca extraer de ellos la z "'e• ·-Vu '
:::0
- ~

.-."-
''i
!!
médula, unas piezas puntiagudas directamente utilizables, pero la demos-
tración no ha sido hecha en absoluto. Todo lo que poseemos como indis-
""'
....:·
·-e"....
O'

cutible está constituido por unas astas de cén·idos someramente tronzadas "'
y solamente al final del Musteriense aparecen unos muy escasos punzones
de hueso, por otra parte notablemente tallados. · ....
Esta carencia es muy singular y podría ser relacionada con unos de- -"'
-o ·-" o
o "'e:"'
talles de comportamiento general muy importantes. A primera vista parece
V
·-"'e:
~
inexplicable que Jos arcant.wpos y los paleantropos que eran unos admi-
rables técnicos y preveían ]a forma de sus bifaciales o de sus puntas· en
"'
"'
"O
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v "'
V
0.. .:;::.
¡; e
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V

V
o

<>: o, •
un bloque bruto, hayan sido incapaces de entreHr un punzón o i.Jna. aza. "'::< e .... <> o bJl
•O ..o
~

.... Ve "'o'-< ·~
¡.,_.
gaya en una masa ósea. Además, según su utillaje lítico y· algunos testi- ~

<>: ·- o V
p,¡:: "O
"'v -"'
monios materiales, parecen haber poseído venablos y azagayas de made-
ra. Lo que resulta no menos curioso aún es que el utillaje extraído de las
"' ".....
.,~

p.;:¡
- ~51
o "'
~ '-<
u¡.,_.
-"'o
·-
p.

materias óseas aparece simultáneamente con Jos objetos de adorno sacados


de las mismas materias: punzones y azagayas van a Ja par con Jos colgan- (J)

tes recortados y los dientes de animales arreglados para ser suspendidos. o


(J)
p::;
Sin que podamos claramente . concebirlo con nuestro cerebro de homo .ra- ¡.r.:¡
piem, extraer en el curso de una cadena operatoria breve un útil de sílex >
~

Cl
140 '

1
y raspar una perca para hacer de ella un venablo, son operaciones de para sugerir su existencia. Implícitamente, los prehistoriadores estu_vieron
nivel diferente a la larga talla de una azagaya en la masa de una defensa siempre obsesionados por b diferenciación de las etnias. La influencra que
sufrían inconscientemente de parte de la historia donde todo sucede entre
de mamut. Se puede imaginar que la necesidad de un punzón o de una
pueblos, les ha dado la costumbre de considerar los acheli_enses, ~os. au-
mejor acabada punta e_n el a.rma a~rojadiza se haya_ ~~cho sentir solamen-
.riñacienses, los perigordienses y otros como verdaderas entrdades etnrcas,
te a fines del Mustanense, pero mcluso esta apancwn es reveladora de
y a veces, unas entidades a la vez étnicas y antropológicas .. Esta ac~itud '
un orden de preocupaciones y de medios técnicos extraños a los viejos
es particularmente nítida cuando se preCisa alrededor de oertos objetos
antrópidos. En definitiva, es menos extraordinario tal ove~ pensa.r que aún
llamativos y fácilmente reconocibles como las '"hojas de laurel solutrenses".
no habían alcanzado el momento en el cual estas tecmcas aparecen que
imaginarlos con nuestras preocupaciones y forjarles pieza por pieza una Con demasiada facilidad, los solutrenses se convirtieron en un pueblo y
industria ósea. hasta una ,raza, que, según las im·estigaciones y las excav~ciones se . pasea
a través de Europa y por el mundo, en todas las drreccwnes cardmales. ''
,,'
Sin embargo, a fin de conservar su ejemplo, el solutrense más que un
LA DIVERSIFICACION DE LAS ETNIAS hombre es una cierta nunera de fabrimr un objeto, es un estilo de tra- 1

'
bajar el sílex aplicado a un objeto c¡ue, según toda ver~similitud, es la ' 1'
'

No se puede tratar de comprender el fenómeno. humano total ~inoo transposición en piedra de las puntas de azagaya de mJtena ósea. Con su '
a través de series de sondeos que comprueben en vanos puntos la~ hrpo- único contenido verdadero, el hecho solutrense no depende más que del
tesis iniciales. Por el momento, parece desprenderse que un cambw muy comercio de las ideas: un dü se podrá, cuando la prehistoria esté más i¡
profundo se verificó, en el momento del desbloqueo prefron tal, cuando adelantada, demostrar la progresión de la idec1 solutrense a través de la
se produce, en las curvas regularm:nt~ ~:cendentes del progreso indus- Europa de las cercanías de 15 . 000 añ:::s a_nte_s d~. nuestn era, como se ''
trial y del volumen cerebral; una drsooacro~ espectacu~a:: el cerebr? pa- puede actualmente estD.ble:er el mapa de drst~rbucwn de l?s . apa.ra_tos de
1

rece haber alcanzado su mayor volumen, m1entras el util, en cambw, se televisión en los medios rurales de Europa occtdental. Este ulttmo eJemplo
orienta hacia una ascensión vertical. Puede situa.rse en este punto el paso muestra la vanidad de querer buscar la persomlid::d íntima de una ~tnia. a i

de una evolución cultural aún dominada por los ritmos biológicos a una través de los objetos que Darc:n u:1a época por el mc.ícter re\'Oiucwnano
evolución cultural dominada por los fenómenos sociales. de su innovación. Una vez esto bien estab!e:ido, queda aún para la pre·
¿Es posible hacer una primera verificación de ello? Lo ideal sería historia, no ya delimitar las etnias a partir de los útiles, sino buscar en
drsponer al menos de un. Grit~rio de diferenciación étnica entr: _los vesti- los objetos lo que puede ser, a pesar de todo, el reflejo. de un_a ?i,·e.r-
''

gios dejados por la prehrstona. En efecto, hablar de predomm1o de los sificación étnica. En otms palabras, la cartografía de los ttpos pnnopales
fenómenos sociales equivale a postular la cohesión de los hombres en y sobre todo la de los variantes, época pcr época, debería dar indicaciones
! :

grupos con afinidades cult~rales y no seg_ún formas que admiten toda'·!a utilizables. La prehistoria no está aún en capacidad de hacer ~ste_ tra?ajc,
el par_alelismo con . las soc1edad~s que e~Jsten entre l~s :e.rte~ra?os mas salvo en las generalidades, pero incluso baJo esta forma, da mdt::acwnes
evulucwnados. En el mundo nvo, la busqueda de cntenos sumlares es preciosas. Los documentos que poseemos sobre el primer estadio, es decir
fácil y la lingüística es un auxiliar cómodo, pero las costumbres sociales sobre la pebble-m/t¡¡re, no muestran sobre toda la extensión del conti-
o religiosas y las tradiciones estéticas, aseguran igualmente el medio para nente africano otras diferencias que las que est5n ligadas a la naturaleza
trazar f ron te ras étnicas en el interior de las capas humanas. Desgraciada- misma de la roca empleada. Puesto que s6lo e! chopper y el fra:gmento
mente, ninguno de estos criterios es accesible al prehistoriador. El arte clactonien~e son hasta hcy día re::ono:idos como cancte:es pertinentes del
lleaa demasiado tarde para asegurar unos elementos de diferenciación al primer estadio, no parece muy posible la existencia de variantes.. .o
' 1

ni,~! en que nos encontramos todavía en estos capítulos. El único recurso En el segundo estadio, a pesar de lag'.mas enormes, · la srtua::wn '
es la técnica. No obstante, si se trata de verificar el valor de los criterios muestra h existencia de varias grandes capas industriales, en las cuales
técnicos en el cuadro étnico del mundo vi,·o, se experimenta cierta de-
el acento está puesto unas veces sobre el bifacial, ctras sobre los f r~g­
cepción. Cierto es que unos detalles mínimos permiten diferenciar una mentos clactonienses o sobre los grandes fragmentos de corte tangenoal.
hoz danesa de una hoz austriaca, española o turca, pero si se consideran
Indonesia, Asia, India, Europa media y mediterrSnea_ ~ Africa, d?sifi:~n
estos objetos con perspectiva de varios miles de años y si, además hubieran
estas diferentes influencias en muy grandes superfroes. Esta srtuacwn
perdido su mango, ¿se vería en ellos los testimonios de personalidades revela, al menos, lo que se podría llamar capas de "civil_ización", si la
culturales tan precisas como la danesa, la austriaca, la española y la turca?
palabra civilización no debiera reservarse a }~s ~echo~ Jrgados con la
Nuestros documentos prehistóricos sitúan la investigación en un terreno
aparición de las ciudades. En cuanto al Paleolrtrco mfenor se puede pen- ''
poco ·favorable; sin embargo debe admitirse que, a pesar de ser medio- sar que existían grandes áreas culturales homogéneas. Visto que todo
cres testimonios de la diversidad étnica, los útiles son el único medio
i:
'
1

142 1

1 i
parece indicar que en el interior de estas áreas culturales no existían V
más variantes que las debidas a la materia prima, se puede pensar que
a este nivel todavía la diferenciación no es de otro orden que la aper-
cibida en unos subgrupos zoológicos, tanto más que la distribución está
fundamentalmente limitada por el clima y los accidentes de la configura-
ción continental. Durante el Abbevilliense y el Acheliense de Europa y de EL ORGANISMO SOCIAL '
Africa parece difícil evidenciar la existencia de verdaderas pequeñas uni- 1:
1
dades culturales. El conocimiento de los lenguajes achelienses aportaría, !

tal vez, un desmentido mostrando, al contrario, un sin fin de dialectos;


pero en base a los materiales, nosotros nos vem0s obligados a constatar
que un bifacial del Sabara y otro de Somme no tienen nada que les di-
ferencie técnicamente,
El tercer estadio, que abarca el conjunto LeYalloisiense-musteriense,
no muestra una situación muy distinta. El número de formas sigue siendo
poco elevado y los variantes son escasos. Si se consideran dominios mejor
conocidos como Europa y Africa al norte del Ecuador, no pueden citarse BlOLOGJA DE LAS SOCIEDADES
más que útiles con pedúnculos de tradición ateriense como ejemplo notable Hasta ahora hemos considerado al hombre como filum, es decir, w-
de un variante regional. Sin embargo, no es imposible que un estudio mo sucesión de indi,·iduos colecti,·os relevándose en el tiempo y culmi-
profundo de las industrias de Europa occidental, por ejemplo, muestre nando en el homo sctpiem. Estos individuos específicos ( J.us.tralamrol~o,
que la división de las grandes capas fue sensiblemente mayor en el arcantropo, paleantropo), han acompañado el desarrollo ~e la tecnica )',a el
Paleolítico medio que en el Paleolítico inferior. lenguaje hasta el punto de afloramiento en el homo s~pmlJ; C:on este ulti-
En el cuarto estadio la situación se vueh·e absolutamente diferente. mo se asiste a una transformación del ritmo de evoluCIÓn tecnica, transfor-
Es cierto que hay todavía formas como la azagaya, con base hendida au- mación que parece imputable a una modificación i_n:~ortante de~ ap~rato
. riñaciense y la punta solutrense que cubren todo el continente europeo, cerebral. La coincidencia de estos hechos con la apanoon de un d1spositi vo
mas en el conjunto del utillaje se percibe ya con nitidez tl reflejo de social fundado sobre unos valores culturales que fraccionan en etnias la es-
diYisiones regionales. La imperfección de los estudios actuales no asegura pecie zoológica humana, se ha deja?? finalmente en~~ever implicand? un
la posibilidad de establecer, milenio tras milenio, el mapa de los hechos, tipo nuevo de relaciones entre el individuo y el di_spositivo de agrupamic:1to
reduciéndolo incluso a Europa; pero permite sin embargo constatar que del cual obtiene su eficacia. Esto podría conducir a suponer que la v1dJ.
si durante varios centenares de miles de años, desde Gran Bretaña hasta sociJ.l ·aparece al nivel del hom/J sttpiens, lo cual es er:ado, pues,_ por
Af rica del Sur el bifacial permanece sin cambio, en el Paleolítico superior, varias razones, se debe admitir que, incluso, en sus estadiOs mas pmmti-·
durante 20. 000 anos y considerando sólo Europa occidental, los veinte vos, el antrópido es . un ser social. N? es nec~sari?, para demost:~ulo, '¡ ,1.
tipos fundamentales de útiles ofrecen más de doscientos yariantes. Po- recurrir a los antropoides, los cuoles, baJO bs m:1s diversas fort?as tienen '

1
1

'

dría pensarse que esta gran variabilidad está ligada no forzosamente a la un•l vida de sociedad organizada, pues los actos de agrupJ.Imento para
diversificación de las etnias, sino al mismo moYimiento de aceleración ~¡ue beneficio mutuo obcervado · en lo:; mamíferos, m:ís ampliamente en los ; 1

ha sido puesto en evidencia por Jo expuesto sobre !a relación entre los vertebrados y con creces aún. en todo el mundo vivie?te, so1: suficiente- '

filos y el peso de !a materia utilizada. Sería im·ertir el orden · real mente numercsos como para mostrar que hay, en la vidJ. sooal, u~1a o¡;- '
' 1

de los factores, pues, como veremos en Jos capítulos siguientes, !a diver: ción biolóaica fu!1damental con los mismos títulos que en una simetna .

. '
1

sificación cultural ha sido el regulador principal de ]a e\·olución al nivel bilaterale/: oposición a la simetría radial, o en ]a especialización del miem- '

del homo .rapiens. Si, como ha sido establecido, el utillaje es el peor bro anterior para la prensión. !' .1
criterio que se puede escoger, el arte en cambio, del cual se dispone a La relación individuo-sociedad varía en el hombre en función directa ' '

partir del Paleolítico superior, muestra indiscutiblemente que unidades re- de la evolución de las estructuras tecnoeconómicas, de suerte que es Im-
gionales distintas vivieron lado a lado, ·inmersas en la misma culturJ. portante definir éstas para comprender algunas de . !as propiedades d~l
material, pero separadas las unas de !as otras por los mil detalles de su cuerpo social en las diferentes etapas de la evolt:oon. La consecue?cia
personalidad de grupo. más. directa del nivel técnico sobre el grupo sooal afecta la densidad
misma de este grupo. Desde el ?1omento en. ,qu~. 1~ evofuc~ón intele~tual
crea valores propios al homo saptem, la relacwn mvel tecmco - densidad

145
144
social'' se torna en el factor principal del progreso. En el capítulo .XIII, las formas soCiales, y por consiguiente en la manera de pensar, mientras
veremos la comprensión del mundo exterior por los símbolos el encami- que no es posible erigir en ley el hecho de que el pensamiento filosófico
namiento hacia la constitución de un universo totalmente immanizado. o religioso coincide con la evolución material de las sociedades. De lo
Por ·ahora es suficiente, pero indispensable, tomar conciencia de los tér- contrario, el pensamiento de Platón o el de Confucio nos parecerían tan
minos d~ 1~ conquista material del hombre sobre el medio y de fijar curiosamente desusados como Jos arados del primer milenio antes ·de '
1

por consigmente las grandes etapas de su desarrollo técnico y económico. nuestra era. Ahora bien, ambcs pueden parece.r inadaptados a .las con- 1

diciones sociales creadas por la evolución de los medios materiales y no


El análisis de las técnicas muestra que en el tiempo ellas se com-
por ello encierran conceptos que nos sean menos accesibles en la actua-
portan a la manera de las especies vivas, gozando de una fuerza de evo- ,,
1

lidad. La equivalencia de Jos pensamientos humanos es un hecho a la '


lución que parece series propia e impulsarlas a escapar del dominio del
vez del tiempo y del espacio: en aquello que no está ligado al dominio
hombre. L? que puede haber de inexacto en la fórmula ya trivial: "El
de las técnicas y a su contexto histórico, el pensamiento de un africano
homb:e depdo_ a~r_ás por sus técnicas" no. es. d_udoso, pero queda de ello o el de un galo ~on de una completa equivalencia con el mío. Esto no
una smgular sHmlitud (sobre la cual he msistido varias veces), entre la
quiere deci,r que no tengan sus particularidades específicas, sino sencilla-
paleontología y la evolución técnica (ver particularmente en Medio )' mente que, conociendo su sistema de referencia, sus valores son cono-
Témicá, pág. 357-361). Sería, pues, necesario hacer una \'erdadera bio- cibles. Este hecho es de un orden que no se puede transponer al mundo
logía de la técni.ca, consi?erar el cuerpo social como un ser independiente material, al igual que no se puede hablar de la fuerza expansiva del
del cuerpo zoolog_ICo, animado por el hombre, pero acumulando una tal cerebro en la evolución del cráneo. Cada dominio posee sus vías de de-
suma de efectos Impre\'isibles que su estructura íntima domina de muy mostcación: el de lo material en la tecnoeconomía y la historia, el del
alto lo~ medios de comprensión de los indi,·iduos. Este cuerpo social pensamiento en b filosofía moral o la metafísica. Si se justifica encon-
d_esmed_Ido, ¿es el resultado de una e\·oluoón progresiva comparable y trarlos complementarios, esta complementaridad está en una real oposición.
smcro111zable con la del cerebro, o bien existen otras razones de carácter
no biológico que determinan la forma tomada en menos de 10. 000 años
por !as sociedades actuales? Un inventario rápido de !as sociedades, taJes LA TECl\:ICA, LO ECO:\OMICO Y LO SOCIAL
como podemos . reconstituirlas de edad en edad, aportará, tal vez, algunos
elementos de una respuesta. Decir que las instituciones sociales est.ín estrechamente solidarizadas
En la primera parte de este libro, tomando por tema Ja historia del con el dispositivo tecnoeconómico es una afirmación constantemente con- 1 •

cerebro y de Ja mano, seguí el deseo de comenzar por el verdadero co- firmada por los hechos. Sin que los problemas mmales cambien realmen-
mienzo, puesto que el hombre es p~imero perceptible en su realidad te de naturaleza, la sociedad moldea su comportamiento con los instru-
corporal y parece. que la continuación normal sea medir primero el re- mentos que le ofrece el mundo material: los seguros sociales no son ima- '

sultado de .las acoones de Ja mano, o sea, lo que el hombre ha fabricado ginables entre los cazadores de mamut como no se puede pensar en la 1

' .
para sí para poder ejercer su pensamiento. Es una \'Ía con cierto riesgo familia patriarcal en una ciudad industrial. El determinismo tecnoeconó- '

1
1

de desconocer lo que hay de incorpóreo en la realidad del hombre. Decir mico es una realidad que marca la vida de las sociedades lo suficiente y
que_ ~? hay ~erebro _h~mano, y por consiguiente pensamiento humano, sin profundamente como para que existan · leyes de estructura · del mundo ' '

posioon vertical, el11mna el hecho de que no habría posición ve.:tical material colectivo tan firmes como las leyes morales que rigen el com-
"humana"_ sin la tendencia general hacia el progreso adaptativo del sis- portamiento de los individuos con respecto a ellos mismos y sus simila- ¡ ·¡

tema nern~so central. _La coincidencia entre la evolución de la posición res. Admitir .la realidad del mundo del pensamiento frente al mundo de
y 1~ del sistema nervioso para . estructurar al homb.~e es evidente y su la materia, afirmar incluso que el segundo vive solamente por efecto del . '
'' .'

destmo humano aparece como una verdadera vocación paleontológica, la primero, no quita nada al hecho de que el pensamiento se traduce en
cual_ podría ser determinada por ]a lenta emergencia del pensamiento .:-e- materia organizada y que esta organización marca directamente, en moda-
1 '

flexi?nado a tra:·és de los tiempos geológicos, en una perspectiva teil- lidades variables, todos los estados de la vida humana. '

i
1

1 1
hardiana; pero ·mientras se puede probar con exactitud el primer término,
solamente es ¡~osible aportar testimonios metafísicos para el hecho de La evolución de los ritmos y la organización espacio-temporal per-
que _el ~~nsaimento puede haber guiado a la evolución, lo que conduce mitirán más adelante desprender más claramente la estrecha conexión del
la discuswn a un terreno para e] que el método paleontológico está im. comportamiento social y del aparato tecnoeconómico, en una dialéctica
perfectan~e~te adapt~do. -~uando se pasa del plano paleontológico al pla- comparable a la de las relaciones del aparato corporal y del pensamiento
no etnologi~~· _la Situa~wn :s _exactamente, 1~ m_isma. Se puede probar sostenido por el sistema nervioso. A pesar de todas las reiteraciones sobre
que el equilibno matenal, tecnico y econonuco mfluye directamente en que el g.rupo humano sea materia viva, será ciertamente por el esqueleto

146 147
--------- -- -

tecnoeconómtCo por donde el estudio debe iniciarse, y con este espíritu Para quien practicarJ. una "etnología de las profundidades" el hecho so-
escribí hace veinte años El Hombre y lct materia. cial apa.recería como un hecho biológico general, pero totalmente huma-
. A partir de J. J. Rousseau, · muchos trabajos han sido consagrados al. nizado. Muchos han esbozado las etapas teóricas de esta humanización,
comportamiento del hombre "primitivo". los de los siglos XVIII y XIX pero pocos son los que h:m ensayado dar una imagen analítica de ella.
e.ran orientados deliberadamente hacia una ·demostración de sociología Constatar en el zinjantropo que la humanización comienza por los pies
política. Se trataba menos de observar a los australianos o los fueguinos es menos exaltante que imaginar el pensamiento rompiendo los tabiques
que trazar una curva teórica de las instituciones sociales, mostrar hasta anatómicos para construirse un cerebro, mas ésa es una vía bastante se-
qué punto la sociedad occidental se alejaba de ellas y cuál era la vía a gu.ca. Vale la pena tomar la misma vb para el edificio. social.
seguir. para ,responder al mejor estar social de los hombres fuhuos. El
marxismo se originó en este lanzamiento inicial y se ha mantenido en
EL GRUPO PRI?.fiTIVOll
ello. La sociología de acción política toma de la observación solamente
los elementos necesarios para la demostración práctica. Cua.üdo, a íines Los antrópidos comparten con el conjunto de los primates la pose- 1

del siglo XIX, la sociología de los primitivos tomó cuerpo, recibió direc- sión de wu dentadura corta, con molares triturantes, y un tubo digestivo
tamente su impulso del movimiento sociológico gene.ral y, entre nosotros, con estómago simple e intestino de mediana longitud, en el cual las
Durkheim, Mauss y Levy-Bruhl sacaron de la observación indirecta de fermentaciones asimiladons de las celulosas no desempeñan un papel no-
los primitivos vivos los elementos de una construcción del comportamien. table. El término m:ís sencillo y fundamental de la economía humana
ro social elemental. La escuela actual de LeYi-Strauss, sobre las bases de depende de este dispositivo de supervivencia alimentaria.
¡:
la antropología social, ;:e esfuerza en rtnov:u estas funciones en una pers- Po.<: su organización, el hombre está ligado al consumo de alimentos 1


pectiva inspirada tn las ciencias exactas. En el . extranjero, la evolución carnosos: f mtas, tubérculos, tallos tiernos, insectos, larvas. Su régimen '

ha sido sensiblemente la misma: salvo en la escuela rusa de los historia- toma a la vez del mundo vegetal y del mundo animal, y es el único entre
'
dores de la cultura material, la infraestructura tecnoeconómica inten·ino los prinutes en haber desarrollado el consumo de la carne de los anima- '

lo más frecuentemente solamente en la medida en que marcaba de ma- les. En efecto, es de manera accidental que los monos capturan y con·
nera indiscreta la superestructura de las prácticas mat.rimoniales y de los sumen reptiles o pájaros. Hasta donde la arqueologLl permite juzgar de
ritos .. La continuidad entre las dos factt::ts de h existenci::t de los grupos ello, esta situación es ya antigua, pues los austrabntropos eran cazadores,
ha sido expresada con penetración por los mejores sociólogos, pe.ro m:ís de manera que, a la inversa de los gorilas de caninos enormes, comedores
bien como una afluencia de lo social en lo material que como una co- de tallos y frutas, los más antiguos antrópidos son carnívoros y no tienen
rriente de doble sentido, cuyo impulso profundo es el de lo material. caninos desarrollados. No eran ciertamente carnívoros exclusivos, y el
De suerte c1ue se conocen mejor los cambios de prestigio que los inter- necho de que sólo los desechos alimentarios óseos hayan sobrevivido en
cambios cotidianos, las prestaciones rituales que los ·servicios comunes, los yacimientos crea una ilusión sobre el carácter preponderante de la
la circulación de las monedas dotales que h de las legumbres y todada alimentación, a base de carne de los hombres fósiles. Cuando se hace,
más el pensamiento de las sociedades que su cuerpo. · por ejemplo para la Europa de hace cien años, la lista de los granos, las
fruL1s, los tallos, los .!:etoños y las cortezas salYajes consumidos por los '
1

Esta obsenación no tiene ningún cadcter despreciativo lucia la . so-


campesinos y se compara con la lista de bs plantas que crecían entre
ciología o la antropología social, pero registra un estado de hecho: mien-
nosotros, incluso durante los rigores glaciares, se percibe que el hom-
tras Durkheim y Mauss defendieron con lujo de detalles el "hecho social
total", supusieron. la inf rae~tructura tecnoeconómica conocida. En esa pers- 11 . la palabra primitivo designa aquí el estado tecnoeconómico de los primeros
pectiva, toda la YJda matenal resulta envuelta por el hecho social, lo cual grupos humanos, es decir, la explotación del medio natural salvaje. Cubre,
es particularmente propio pa.:·a demostrar, como lo veremos en la segunda pues, todas l::ts sociedades prehistóricas anteriores a la agricultura y a la
cría y, por extensión, las muy poco numerosas que han prolongado el
parte, el aspecto específicamente humano del grupo étnico, pero deja en estado primitivo en la historia hasta nuestros días. los etnólogos han cri-
la sombra la otra cara, la de las condiciones biolóbaicas baenerales > baracias ticado desde hace mucho tiempo este término, el cual ha sido constantemente :' 1'
a. las cuales el grupo. humano se inserta en lo ü1·iente, base de la huma· contradicho por los hechos sociales, religiosos o estéticos, por lo que ha ' 1

'
n1zación de los fenómenos sociales. tomado un matiz peyorativo. Sin embargo, no lo han abandonado, por ca- 1

recer de otro que designaría globalmente los pueblos sin escritura, alejados : 1

. las dos facetas de ]a búsqueda del homC.:e no se anulan mutuamente de las "grandes civilizaciones". Aparece frecuentemente entre comillas. El
smo que se completan. Que el hecho humano sea total está claro desde sentido adoptado aquí es, por el contrario, preciso y fundado, puesto que
una vertiente hacia la otra, mas es diferentemente sensible. Para el soció- separa de los primitivos todos los grupos cuya economía reposa en la ex-
logo o para el antropólogo social, el hecho social es totalmente humano plotación artificial del medio natural. Responde, además, a unas caracterís-
ticas comunes y particulares a los grupos exclusivamente cazadores-reco-
puesto que vierte el hombre desde la cima de la pendiente hacia abajo. lectores.

148 149 1
'1'
'

1 !
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bre de Neanderthal disponía de la posibilidad de consumir nume,rosos


vegetales. _
Este tipo de alimentación plantea una primera condición en la forma
del ~rupo primitivo. Vegetales o animales, los alimentos carnosos son es·
parc1e~os en_ la naturaleza y ~ometidos, a variaciones importantes en el cu.rso
d_el ano. S1 -el ~ombre hub1era pose1do una dentadura raspante y un es-
toma~o de rumwnte, las bases de la sociología hubieran sido radicalmen-
te d1ferente~. Apto p1ra consumi.r las plantas herbáceas, hubiera podido, Fig. 67. _ Esquema figurando la
como los b1sontes, formar unas colectividades trashumantes contando con pareja primitiva, célula funda-
mental del grupo, compartiendo
millares de individuos. Comedor de productos carnosos, se ha visto im- complementariamente el conjun-
poner,. desde el inicio, unas condiciones de agrupamiento muy precisas. to de los conocimientos étnicos
~s, __ev1denteme1:te, una constatación trivial, pero sin la cual no hay po-
Sibilidad de sal1da en el estudio del agrupamiento humano.
fronteras de contacto con los territorios de otros grupos. Una última re-
lación se establece en fin entre la masa alimentaria; el número de indi-
EL TERRITORIO viduos que constituye el g.rupo y la superficie del territorio frecuentado.
La densidad alimentaria interviene como un factor imperiosamente limi-
En efecto, la rela_ción alimento-te~:itorio-densidad humana correspon- tativo del número de consumidores, pero la superficie territorial no es 1
de, en todos lo~ estadws de la evolucwn tecnoeconómica, a una ecmción menos constriñente, puesto que el gmpo no puede existi,r s!no en la
co:1 _valores . variables pero correlativos. Para el g.rupo primitivo, los tér- medida en que los desplazamientos cotidianos aseguren la com1da de un
mmos mant1ener: entre ellos una~ ligazone~ idénticas, se trate de esqui- número relativo de indi,·iduos agrupados. Las cifras alcanzadas por los
~nal_es, de b?sqmmanos, de fuegmnos, de pigmeos de Africa o de ciertos primitivos ,·ivientes son variables en una doble medida, la de los recursos
mdws amer~ca~1~s. La constancia e~ a tal punto rigurosa que los docu- constantes y la de los recucsos periódicos. Los recursos constantes asegu-
ment?s preh1stoncos no pueden ser mterpretados sino en el mismo sentido. ran la subsistencia normal sólo de un grupo limitado a algunas decenas
El alimento está ligado al conocimiento profundo de -los hábitats de ani- de individuos como máximo, normalmente entre diez y veinte. Los re·
males y ve~etales, de suerte que la vieja imagen de la "horda" ptimitiva cursos periódicos, tal como la abundancia provisional de los salmones
errante. es mdudab!em~nte falsa: está en lo posible cierto ensanchamiento y de los renos, pueden permitir la aglomeración de varios grupos ele-
progres1vo del terntono del grupo, pero la situación normal es la de una mentales. La tram<l de las relaciones sociales resulta en su origen, por
perma~~ncia ~rolong~da en un territorio del que se conocen sus posibilida- consiguiente estrictamente determinada, por la relación ter,ritorio-a!imento.
des bas!Cas alimentanas. El aspecto normal del territorio primitivo, de los
austral~rltropos o de los arcantropos, será sin duda difícil de definir mas El gmpo cony¡¡gal (figura 67): En todos los gmpos humanos co·
a. part1r de los paleant.cópidos la existencia comprobada de chozas ' 0 de nocidos, las relaciones tecnoeconómicas del hombre y de la mujer son 1

t1endas hace que los términos sean com¡xtrables a los de los primitivos estrechamente complementarias: en los pcimitivos, se puede hablar in- 1

S!
actuales. se aplica a australantropos y arcantropos normas sacadas del cluso de estricta especialización. ·Esta situación es tanto más interesante 1

m~ndo anmul, se llega a resultados muy similares: el ter.citorio de los por cuanto que, a la inversa del territorio,_ no encontramos un verdadero
pn~;ates . o de !os carniceros _puede s_er v_asto, pero ofrece puntos de fi- paralelo en el mundo animal superior. Entre los carnívoros, machos y
po_on. al!mentana y de refugio, que 1mpl!can una superficie con detalles hembras cazan por igual, pero entre los primates la búsqueda del ali-
y 1Jm1tes. mento es individual y no presenta huellas de especialización sexual. Tal
. , . La frecuentación del tecritorio implica la existencia de trayectos pe- vez ignoremos siempre la situación de los más antiguos antrópidos a este
no~Icamente recorndos. El grupo primitivo es normalmente nómada es respecto, y sólo el razonamiento nos permite esboza,r una hipótesis. El
deo_r, s_e desplaza ~1 ritmo de la aparición de los recursos, explotand; su régimen alimentario humano implica dos órdenes de operaciones muy di-
terntor~o en un oclo ~recuentemente estacional. Hay, pues, una relación ferentes: la adquisición violenta de la carne de los grandes animales y
comple¡a entr~ la dens1dad de los recursos alimenticios, la superficie de la adquisición más apacible de los pequeños animales, de los invertebrados
1?~ ~~splazatmentos cotidian?s. de adquisición _alrededor de los puntos de y de los vegetales. En todos los grupos primitivos conocidos vivientes,
flpoon t~m~Joral, la. s_uperfiCJe total del terntorio, que está en función la caza recae normalmente sobre el hombre y la recogida de frutos sobre
~el. conoom1ento. sufloente de !os. puntos alimenticios estacionales, equi. la mujer. Esta separación puede ser explicada por un contexto religioso
o social, pero su carácter orgánico está demostrado por el hecho de que,
l!bno entre el alimento, el sent11mento de seguridad en el hábitat y las

150 151
según los pueblos, varía la frontera de los dominios masculino y feme- vital y ser técnicamente poli,·alente. El grupo elemental, constituido por
nino. Entre los. esquimales, las mujeres no cazan, pero entre ciertos indios un número reducido de parejas y su descendencia, ofrece en los esquima-
de~ Oeste amencano la captura de los conejos les incumbe; entre los bos- les, los australianos o los fueguinos una imagen global de la sociedad
q_mmanos, los ~ombres no recolectan, en p:incipio, pero de hecho parti- australiana, esquinul o fueguina, pues la posesión de toda la cultura
opan en !a busqueda y recogida de los productos vegetales, los cuales material .resulta indispensable pcua la supervivencia de la co~ectividad
en el aislamiento. Más estrechamente aún, la totalidad cultural vital está
s?n -~emaswdo escaso~ c_omo para que resistan las barreras de la especia.
incluida en el grupo conyugal y distribuida entre el hombre y la mujer.
l!_z~o~n. sexual. Esta ~l~m1a aparece, pues, como fundada sobre ca.racteres
.f:srologJCos. La ag.:esividad más . pronunciada de los machos, que es ca- La pareja, en particular en los esquima 1es, puede efectivamente encon-
rac~er frecuente en el mundo animal, y la más atenuada movilidad de las
trarse aislada tempo.ralmente de toda otra unidad social.· El hecho de que
en el grupo primitivo la especialización técnica no intervenga en el te-
111UJ~~es, explican l_a especialización en la búsqueda de alimentación re-
partroa entre lo _ammal y lo vegetal. El crecimiento muy lento del niño rreno de las operaciones \·itales, corresponde a las condiciones mismas de
hace que las muJeres sean naturalmente menos móviles y en razón de su la economía primitiva, en b que cada parcela social debe poseer el con· '

doble alimentación, e! grupo primitiv~ no Ye ot:a solución orgánica que junto de los conocimientos neces2.:ios para la supervivencia. Normalmente,
el grupo . elemental cuent1 con suficientes individuos como para que se
la de la caza masculma y la recolecoón femenina. La humanización de
este imperativo biológico reside en Ias mod~lidades sociorreligiosas que haga entre ellos cierta repartición de las tareas, los viejos o los débiles
se denvan para cada grupo humano. El fenomeno fundamental es real- desempeñando su papel en operaciones secundarias; pero esta especializa·
men~e de carácter general, . particular, al_ hombre sólo por el carácter ex- ción no pone en entredicho el fundamento mismo del grupo polivalente
cepcr?n~l ~~ su ahmentacw~; lo_s h:mtes a veces muy estrictos de la en cada individuo.
espe~ralizacwn, todo lo que esta ImpliCa de racionalización tradicional de El grupo primitivo elemental en aislamiento permanente, a nivel del
los rnt~rcambios alimentarios entre el hombre y la mujer, marcan. por el !Jol!lo . sapiens, no puede ser imaginado sino habiendo una abstracción
contra.:w, su carácter de fenómeno social totalmente humano. que arslara a una colecti,·idad primordial que a su vez diera nacimiento, 1

por fragmentación, a nrias unidades elementales. Normalmente, cada


grupo se integra en un dispositivo más vasto, fo.rmado por otros varios
LA POLI VAlEl\'CIA TECNICA (figura 68) ·
grupos con los cuales· mantiene intercambios sobre varios planos y en
. El_ .?~upo primitivo está pues co~stituido por un número restringido particular sobre el matrimonial. Los sociólogos, y entre nosotros parti-
ctlla,•mente Levi-Strauss, han puesto claramente en evidencia el papel del "'
de mdmauos de_ los do~, s~xos, funcwn~lmente especializados y que fre- !

cuentan en un oclo penodiCo el terrrtorro que conúene al equilibrio de dispositivo matrimonial en la organización de las unidades secundarias,
sus necesidades. Fundamentalm_ente, este g.:-upo corresponde a una unidad comúnmente pero cómod.1mente denominadas "clanes" por la sociología
de subSJSten~r~; puede estar vmculado periódicamente con otras unidades, tradicional. Asimismo han puesto en evidencia, desde hace mucho tiem-
per? es sufiCJente para ase.gu_rar su supen·iwncia prolongada. Su primer po, Ia red compleja de los intercambios de productos y de esposas, y el
caracter es poseer un conoc11nrento completo de las prácticas de naturaleza papel de las ope.:aciones de adquisición y de consumo alimentario en b
1'
normalización de las relaciones entre grupos intercambiadores de mujeres. 1

' .
Generación y alimentación son tecnoeconómicamente inseparables a nivel
r------------------- - - -· - - - - - - -
1
----, de los antrópidos y los sistemas generalmente muy complejos que huma·

a~ at a•
------....... 1
1 1 nizan el comportamiento del grupo bajo estos dos aspectos fundamentales,
1 1 no son más que el ,reflejo de un hecho de carácter normalmente biológico.
.,
1

a• a• a~
1
1 La idea de la promiscuidad sexual "primitiva" es tan inconsistente sobre
1 el plano biológico como la de la "horda errante". Las sociedades animales
a~ ~ a~ a~ a•
1
1 1
1 tienen para su supervivencia una organización constante y precisa, que
1
1 · at " 1
1
1
varía de una especie a otra en función del equilibrio entre la sociedad
y su medio. En los capítulos precedentes se ha demostrado que la cohe-
1
1
1
1
ae aD a• ..___ __ .
1
1
1
rencia neuroanatómica de los antrópidos no era menor que la de los ani-
males, el desarrollo de un aparato bioeconómico fundado sob.re la tecnici.

Fig. 6~.
-----------
- - - - - - - -- - - - - - - - - - - - - - - -

El grupo nómada con economía primitiva recorre cíclicamente


_J dad manual y verbal imf.one una inscripción social también precisamente
determinada, la existencia de una célula fundamental coherente con sus
su terntorio. Mantiene intercambios matrimoniales y económicos con los necesidades alimenticias y ligada a las células vecinas por una red de in·
grupos ,·ecinos complementarios
''
1

153 •

152 1
tercambios coherente con sus necesidades de reproducción. Entre Jos dos
niveles del agrupamiento, Jos hechos de adquisición alimentaria marcan
preponderantemente al grupo primario (pareja o familia doméstica), siendo
•••
los hechos de adquisición matrimonial dominantes en el g.rupo ampliado ••

(parientes, etnia). -
-
LAS SIMBIOSIS (figuras 69 y 70)

Las actividades técnicas complementarias de los esposos constituyen


un hecho de simbiosis en el sentido estricto, porque no es concebible
ninguna fórmula de separación en el plano tecnoeconómico sin deshuma-
nizar la sociedad. El grupo primitivo, para sobrevivir, se establece sob.re ' '
una base lo más estrecha posible, la simbiosis de supervivencia inmediata
se detiene por consiguiente, al nivel de la pareja; pero existen dominios
de la vida tecnoeconómica donde en tales condiciones la supervivencia se
vería comprometida en un plazo más o menos largo; por Jo menos hay 1

ciertos productos,. materia u objetos, considerados como necesarios, de Jos


cuales el grupo elemental no dispondría. Entre los primitivos recientes /
la circulación de objetos manufacturados o de mate.!'ias primas es un hecho
constantemente señalado. Según sus recursos propios, el pequeño grupo
<) ~
"
actúa en bloque como especialistas en relación con sus vecinos. Entre Jos
esquimales, el equilibrio reposaba hasta . no hace mucho, en gran parte,
\~f¡)i
en la circulación de lámpa.ras de piedra, de madera para astas de arpones Fig. 70. Mapa del sistema de relaciones económicas de los esquimales entre la
y trineos, de pieles de reno para los vestidos de invierno; mientras entre Edad Media y el aniquilamiento de las estructuras tradicionales. los intercambi~s,
los bosquimanos eran pieles y adornos de perlas recortadas sobre huevos de vecino a vecino, aseguraban la circulación de las materias primas vitales (marfil, 1

'
pieles, madera), la de los productos manufacturados locales (lámparas y ollas de
de avest!'uz; entre los australianos, boomerangs decorados y láminas de piedra, cobre nativo) y la de los productos de origen asiático, indio o europeo
piedra fueron objeto de intercambios cuya interrupción hubiera significado (pipas, tabaco, objetos de hierro)
frecuentemente una cuestión grave para ]a supervivencia del grupo elemen~
tal. Los intercambios de alimentos, de objetos y de materias primas, así
como de servicios, son parte del funcionamiento mismo del grupo de 1

[,
células matrimoniales que constituye lo que los viejos autores han deno- ,,
minado el "clan"; que es u m fórmula de equilibrio tecnoeconómico tanto
, ~o -productos europeos
,.--------- ... '\'
, o' EUROPEOS
como de equilibrio social, y nada permite pensar que a partir del Paleolí- ''
e<>
1' '1 tico reciente al menos, no haya sucedido igual. Hay documentos que
, <
• pieles_
demuestr:m el intercambio a base de algunos sílex de calidad excepcional
HEIKUM e AUEN "'t ~
e
-·-·e y se comienza a percibir con bastante nitidez en el estilo de los objetos
~

j A
,, ~ , • • . ' usuales la existencia de unidades regionales, de suerte que no es probable
1 v:?stidos -· pieles loboco·millo
1
\ ------.. ' ¿..--------... que haya habido un dispositiYo teuitorial muy diferente al que se conoce
~ \
BANTUES. 5c.. " -------- NARON BANTUES EST por Jos ejemplos recientes.
~ melol---10' ~ A -----V La idea de una población primitiva constituida por pequeñas hordas
a·~ pieles· marfil -
o,.,
1 errando en interminables recorridos, sin contactos organizados entre sí,
1
~ros_ _platos- cucharas 1 es contraria a las reglas más elementales de Ja biología. En toda especie,
\
... la supervivencia exige la organización simbiótica de un número suficiente
·- ... -- perlc:s·- - NUEN de individuos, sea en g.!upos coherentes y numerosos para !as especies
Fig. 69. Mapa del si~tema económico de los bosquimanos Naron. En el cuyos recursos alimenticios son masivos, sea bajo la forma de individuos
primer grado, el grupo familiar funciona como marca la fig. 68 en el acantonados en territorios contiguos para las especies con recursos espar-
cuadro de la etnia. los intercambio~ alcanzan por grados los otros bosqui- cidos. Hemos visto que el hombre no ha podido sobrevivir ni en manadas
manos, los bantúes y los b!ancos

154 155
prehistoriadores de la generación precedente se planteaban el problema .
ni como itidividuos sepa.rados y se debe admitir que la forma específica de una domesticación al menos parcial del reno y del caballo. El mundo
de su agrupamiento, la que ha acarreado todas las consecuencias socioló- primitivo y el mundo de los agricultores y de los criadores son en apariencia
okas, es la que nosotros le conocemos todavía, allí donde las condicio- tan diferentes que, a menos de imaginar una "invención", no se puede a
~es de origen siguen vigentes. Esta forma específica implica la perma- primera vista ver cómo se articularían. En Medio y T émicas he puesto en
nencia al menos relativa del territorio y su contigüidad con otros terri- evidencia 1a importancia del "medio favorable" para el fenómeno de in-
torios permanentes, para que se inicien y continúen los fenómenos espe- vención y también el ca.c:ícter normalmente impersonal de ésta. No hay
cíficamente humanos de la vida técnica, económica y social. · razones, en lo que concierne a la agricultura y la cría, para que las con-
Para los últimos cuarenta mil años, puede considerarse esta situación diciones hayan sido anormales y es necesario investigar las circunstancias
como cierta. El paso de la especie zoológica a "la especie étnica" implica en las cuales la asociación espontánea haya podido produci.rse. Grandes
inevitablemente un tal agrupamiento de los hombres. i\fas ¿qué suce.día pasos han sido dados en esta dirección en el curso de los diez últimos
antes, cuando no se había afirmado aún el pensamiento del homo .rapiens? años: la arqueología del Cercano Oriente situaba uno de los centros más •
En los capítulos III y IV, hemos visto la brusca inflexión ascendente_ de anti ouos de las dos técnicas entre el Mediterráneo y el Caspio; parece que
las curvas de la evolución técnica en el momento cuando el homo sap1e!ls aho.~1 se llega, con las excavaciones al Norte de Irak, de Siria, del Líbano,
aparece y esta evolución repentina ha sido cargada a la cuenta de la aper- ele Palestina y de Turquía, a conocerse mejor el problema y que ya se po·
tura del cerrojo p·efrontal, con el paso a un pensamiento superior donde seen los elementos de mu solución. En los sitios ahora célebres de Jarmo,

los símbolos inten·ienen como instrumentos para el . dominio del medio Shanidar, Zawi-Chemi y de Cata] Hüyük, se tiene el testimonio de que '
exterior. Un tal dominio, impensable sin el lenguaje, es concebible sin entre 8.000 y 6.000 anos antes de nuestra era se pcodujo el paso de la
organización social compleja. Si uno mira hacia atrás, ¿cuál es la imagen economía primiti\·a de los recolectores de cereales silvestres y de los caza- •
que se puede tener de la sociedad de los pitecant•opos o de los australan· dores de cabras a la economü de los culti\·adores de trigo y de los criado- i
tropos? La existencia de estereotipos técnicos continentales y la ausencia res de cabras. Este paso se h,1ce de una manera imperceptible. Las hoces
1

'
!
de datos sobre el modo de vida real dan un carácter muy abstracto a toda existían antes que la agricultura y solamente las estadísticas muestran que •1

consideración. Hay una tendencia natural a establecer comparaciones con las cabras dejamn de ser c1cerb .. El ejemplo iraquí corresponde a una
1

los g.•upos familiares de ]os gorilas o de los chimpancés, de relativa co- demostración ideal, puesto que en algunos siglos, sin trastornos que com-
hesión conyugal, su dispositivo poligámico, sus territorios bastante estables prometan la supervivencia cultural, la . transformación ha tomado cuerpo;
y la formación por fragmentación de grupos medianeros. En las especies mas esto exige un examen comparativo pa.ra esclarecer el mecanismo mis·
superiores, en las cuales el crecimiento .de los jóvenes es aún más lento, mo de la tunsformación.
"
'
1

Ja organización social no puede aleja.:se del tipo general, al cual pertenece ; 1·


:!' '
el hombre actual. Se puede imaginar una menor longevidad de las uniones
matrimoniales, unos contornos más esfumados de las obligaciones mutuas LA PROTOCRIA ·1
1
'
de Jos miembros del grupo, pero parece que la organización fundamental
de la sociedad antropiana fuese al inicio, .~eal y totalmente antropiana, La aparición de un'l forma de cría que pueda hacer transición con la '•
'' 1

firmemente ancbda en su forma por unas leyes que serí:m paraf rascadas cacería exige unas condiciones de medio favorable bJstante particub.res, ¡1

por las culturas sucesivas en términos de derecho o de dogma, pero que pues supone que cazadores y cazados mantengan rebciones de algún modo ¡·

deben su estabilidad a causas pmpiamente biológicas. personales. De esta posibilidad se encuentran excluidos los herbívoros,
grandes migradc.:es, cuyas manadas desfilan una o dos veces por ai'io al
a !can ce de las armas; están excluidos también los grandes herbívoros pe-

PASO A LA ECONOMTA AGRICOLA ligrosos o ripidos como el buey, el bisonte, el caballo, bestias de vastos
A fines del Paleolítico, se produce en las sociedades perimediterrá- espacios, . difíciles de aproximar e imposibles de contener. Cuando se ana-
neas una conversión tecnoeconómica radical. Entre 8.000 y 5.000 ai'íos antes lizan los elementos del paso posible a la cría, se advierte que las con-
de nuestra era, aparece el dispositivo tecnoeconómico fundado sobre la diciones del medio físico son todavía más imperativas que las condiciones
agricultma y la cría y las sociedades toman una forma totalmente diferente biozoológicas y que las posibilidades de ver surgir la cría en las estepas
a la que conocían desde los orígenes. Según la escala geológica, desde el de Africa o de Asia central fueron muy débiles. El estudio de la situación
último cazador de uro hasta los escribas de Mesopotamia, no hay más que general de los criadores mis elementales conocidos en el medio actual
un instante y el acceso a las economías nuevas es una explosión. Es jus- escla.rece aún más. el problema. Los criadores de renos del Norte de Lapo-
tamente así como el fenómeno ha sido considerado durante mucho tiempo nía y los del Extremo Este siberiano se encuentran en un medio donde el 1

y toda,-ía encontramos en la pluma de algún autor la mención de "inven- reno vive aún en estado salvaje. Su modo de explotación del rebaño do· 1

,,:¡
ción" de la agricultura. Es en un c.rden de ideas semejante como los '
'
157 '

156
estar ligado, sin embargo, al primer impulso dado por la· protocría de los
méstico tiene el carácter de una estrecha simbiosis facilitada por el medio caprinos, pues se desarrolla un poco más tarde, aLrededor del centro inicial.
geográfico. Al Oeste como al Este, el relieve montañoso está entrecortado Entre 6.000 y 3.000 años antes de nuestra era, el borrego y e.l buey, el
por valles que, en algunas decenas de ki~ómetros, canalizan y aíslan las cerdo, el bur.ro y el caballo, luego hacia el Indo el búfalo, el cebú y el
migraciones de los rebaños entre los pastJzales elevados del verano y el elefante, pasan a la cría y nn del Cercano Oriente a Asia, Europa y Africa
país bajo frecuentado en el invierno. Los mismos rebaños suben y bajan (figura 72). En este mo\·imiento, el impulso inicial es el único a consi-
cada año, encuadrados . por los pastores que aseguran la protección de los derar, pues, salvo para la llama de Amé.rica, la cría toda constituye un
animales sin modificar sensiblemente su comportamiento natural. Las con- bloque histórico coherente. Adquirido el principio, su aplicación a nuevas
diciones del paso a la cría est4n afirmadas en este caso porque coinciden especies ofrece menos dificultades que el paso de la cerámica a la meta-
con los límites del territorio del grupo humano, se insertan en los t,ra- lurgia. Es interesante nota.~ que, salvo el reno, cuyas condiciones a limen-
yectos normales de los herbívoros y en el ritmo de las campañas de adqui- tarias son muy particulares, todos los herbívoros de cría son comedores .
• sición de los productos vegetales complementarios.l2 Las condiciones dadas de hierba propiamente dichos (bovinos, borrego, caballo, camello), anima-
en el Nb,rte de Irak para la cabra, corresponden exactamente a las que les agrupados en sociedades densas sobre un tapete vegetal continuo y cuyo .
prevalecen todavía para el reno, y hay una fuerte probabilidad de que la comportamiento de huida es el agrupamiento. La acción de ojeadores del
protocría se haya originado en las montaüas. El hecho es tanto más wrosímil pastor y de sus perros se aplica a ellos con eficacia. Los comedores do>
cuanto que el único gran mamífero que los indios de América hayan hecho hojas (cérvidos), quienes \"Í\·en en pequeüas manadas bajo cubierto y cuyo
pasar a la cría es precisamente también un herbívoro de montaña: la llama comportamiento de huida es la dispersión, quedaron excluidos de la cría.
de los Andes. Es posible, al fin, que unas condiciones muy semejantes
se hayan dado en el Magdaleniense alrededor del Macizo Central y en los
valles de los Pirineos. Tal vez no habían madurado las condiciones para LA PROTOAGRICL'LTL'RA (figura 71)
la cría, pero las relaciones de los grupc•s de cazadores con los rebaños
de renos trashumando en los valles debían traducir una considerable fami- Es muy importante constatar que la agricultura aparece en la misma
liarización. época y en las mismas regiones que la cría. Si se tiene en cuenta lo que
El perro doméstico, que aparece cuando la cría se inicia, ha des- ha sido puesto en evidencia en .relación con la constitución tecnoeconómica
empeüado evidentemente un papel muy import:tnte. Ojeadores y cazadores del grupo primitivo, este hecho no tiene nada de sorprendente. El grupo
al rastro, los cánidos tienen una manera de comportarse muy cercana a la humano reposa básicamente sobre una economía alimentaria mixta y du.
del cazador humano. A pesar de que no se sepa aún nada en cuanto al rante toda su prehistoria encuentra su equilibrio en la explotación com-
origen del pe.rro, que faltaba a los magdalenienses, se entiende muy bien plementaria del mundo anim~!l y del mundo vegetal. Bastante pronto, tal
la conciliación que ha podido establecerse entre el cánido y el hombre vez desde el origen mismo, ha debido tener lugar una separación entre
en la cacería y luego, en la conducción de rebaños. ag.ricultorcs y pastores. Podemos, en efecto, imaginar unas células primi-
!,
El paso de la cría montañesa de la cabra o del borrego a la cría de ti\·as de protocriadores dependiendo de la recolección de los productos
los g.randes herbh·oros y del cerdo no se ha dilucidado todavía. Parece \·egetales y suponer igualmente b existencia de grupos protoagricultores 1

''
complementando su régimen con la cace.:ía. La evolución ha tenido proba- '
.
1 2. . La aparición o !a adopción de la cría está ligada a la interferencia de dos
blemente lugar en el seno de comunidades vecinas, derivando más o menos
sistemas de Yalores: los caracteres biológicos )' biogeográficos de la especie sincrónicamente hacia la producción organizada de lo vegetal y de lo ani- ' 1
,,

criada y el niYel tecnoeconómico del criador. Los caractc:res biológicos expli- mal. Si se admite que las condiciones del relieve relativamente excepcio-
can que el perro, ojeador y cazador al rastro. haya pasado a· !a domestica- nales del Cercano Oriente hayan permitido la canalización de los .rebaños
ción, prefiriéndoseles a los fe,linos, cazadores al acecho e inútiles al hombre '
para un tal e:jercicio. Sucede lo mismo para los cén·idos, cuyo comporta- y el paso· a la protocría, se debe admitir también la existencia, en las mis- 1 '

''
' 1,

miento de huida es la dispersión en oposición a los bovinos que permanecen mas regiones, de .las condiciones botánicas favorables para permitir el paso
agrupados y son susceptibles de ser dirigidos en rebaños. Los caracteres geo- a la a§ricultura, pero sin que se tratara forzosamente de las mismas uni-
gráficos actúan de manera importante cuando se considera !a corta migra- dades étnicas.
ción en altitud de los rebaños de renos lapones y la inmensa extensión en
latitudes en que se mueven los caribúes americanos. La interferencia del Entre las innumerables plantas silvestres de uso ·alimenticio, aquellas
sistema tecnoecconómico ecs sensible, por ejemplo, en el caso del reno, criado cuyos granos se pueden consumir desempeñan un papel de primer orden
diferentemente por los Tchukchi, verdaderos protocriadores y por los Tun- en toda la zona templada, más particularmente en su parte meridional que
guzes o los Lapones del Sur, verdaderos criadores influenciados por la ve-
cindad de los cultivadores-criadores de· Siberia o de Escandinavia. El muy cubre a Af rica al Norte del trópico, el Cercano Oriente, Asia Central y
reducido número de animales . de cría muestra que estas condiciones son !i- América. Antes del desecamiento actual, en la época cuando se produjo el
mitadas, que no pudo aparecer espontáneamente sino en muy pocos lugares paso a la protoagricultura, la explotación periódica de las herbáceas de
y afecta solamente a unos animales muy determinados.
159
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r. • Fig. 72. Difusión de los bóvidos y ovicápridos. A partir del centro euroasiálico las especies
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bos, ovió y capra ccuparon todas las regiones donde su ad:liJtación era posible, asimilando vero-
.

.. .....- u símilmente una parte de las razas locales salvajes. En el !:mite Norte del biotopo, el reno do-
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• ::¡: me<ticado tomaba el relevo, mientras que en el Sur, el cebú en las regiones áridas, el búfalo en
los pantanos y el yack en el Tibet, completaban la infiltración de los bóvidos

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' grwos ciertamente constituyó una parte esencial de la búsqueda alimen-
\ \ ticia. Las gramíneas propiamente dichas ocupan un luga.r importante entre
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estas plantas y pese a la pequeñez de sus granos, representan un alimento
de calidad nutritiva elevada y de conservación prolongada. Sabemos desde 1

hace poco tiempo que las regiones del cercano Oriente, en particular el
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w Norte de Irak, tuvieron desde mediados del ú 1timo período glaciar al
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menos, unas gramíneas con granos gruesos, antepasados de los cereales
actuales. Las condiciones fundamentales de la explotación progresivamente
agrícob. del trigo silvestre se encuentran por consiguiente realizadas en las
regiones mismas donde la cría de la cabra se manifiesta primero.

161
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neo, pero que, en relación con las generaciones que la conocieron, ha


Las modalidades del paso de una economía a la otra son hipotéticas debido ser imperceptible, o al menos muy discreta.
todavía, pero se concibe muy bien que unas colectividades de cazadores-
recolectores, disponiendo de una caza canalizada por los desplazamientos
al interior de los valles y de una planta silvestre agrupada en vastos hábitats, LA AGRICCL TURA Y LA CRIA
pudieron verse arrastrados hacia una explotación vegetal cada vez más in· Cuak1uiera que fuese el carácter progresivo de la adopción de la eco-
tensa, sin modificar su equilibrio. Desde el siglo xvn hasta inicios del nomía agraria y de la forma de las transiciones en la periferia, el proceso·
xx, los indios del Wisconsin, en la región donde se encuentra actualmen- desencadenado en el Meso!ítico del Cercano Oriente hacia 8000 años antes
te Chicago, tuvieron una economía que permite representarse bastante bien de nuestra era, ya para el 5000 había transformado completamente la es-
las etapas de una tal evolución. Alrededor del Lago Superior y del Lago tructura de las sociedades, desde Ivfesopotamia hasta Turquía, Grecia y
Michigan crece en los pantanos una gramínea (Zizmúa aq11atica), que es Egipto. La economía de base estaba constituida, antes incluso de la apa-
un a.rroz silvestre considerablemente explotado por diferentes tribus. Las rición de la alfarería (entre 6000 y 5000) por la asociación del trigo o
modalidades de esta explotación son particularmente instructivas. Los Sioux · •
de la cebada con el borrego, la cabra y el cerdo. Las primeras aldeas per-
Dakota, cazadores de bisontes y recolectores de plantas sih·estres, organi- manentes aparecen. Las modalidades culturales eran extremadamente va-
zaban incursiones cuando el arroz estaba maduro y .recogían sencillamente riadas y los documentos son todavía insuficientes como para establecer
la planta, recabando así solamente una parte accesoria de su alimentación. una imagen detallada del modo de vida de estos primeros agricultores-
Los Menomini, indios algonquinos, cazadores en los bosques y recolectores criadores, · ubicados en un medio mucho menos desértico de lo que se ha
del azúcar de arce, vidan en estrecha simbiosis con el a.rroz silvestre, del convertido desde entonces. Se les puede asigna.r sin embargo la sedentari-
L L

cual dependía su alimentación en otoño y en invierno. No hacían ni pre- zación al menos durante una parte importante del año, porque existían
paración del suelo ni siembras, limitándose a hacer paquetes de espigas verdaderas aldeas y una organización que mantenía al ganado en un con-
para proteger el grano de los pájaros. Las superficies de arroz silvestre tacto al menos periódico con el hábitat fijo.
estaban repartidas según un sistema territorial muy elaborado. Hechos si- Es probable que la fórmula de la protocría, que obligaba al pastm '
milares de protección y de atribución personal de hábitats de plantas sil- a seguir las trashumancias de su rebaño, esté directamente ligada al ori- .1

vestres son conocidos en otros grupos primitivos. gen, a partir de un cierto estadio de sedentarización ag.rícola, de la separa-
El mecanismo de aparición de una economía de tipo "neolítico", fun- ción de las poblaciones del Cercano Oriente en fracciones sedentarias y
dada al menos parcialmente sobre recursos vegetales sedentarios y sobre en fracciones nómadas. La protocría corresponde a un equilibrio que no
.recursos animales nómadas en escala restringida, es relativamente claro. rompe aún con las estructur:1s anteriores, en cambio la sedentarización
La agricultura es solidaria de la cría y la línea de división entre la eco- agrícola toma sentido solamente a parti.r del instante en que la supervi ·
nomía primitiva y la de los agricultores-criadores es imperceptible; hay vencía del gmpo depende totalmente del grano cultivado. La fijación per-
un verdadero eng.:anaje. Un poco más adelJnte veremos que ~en las socie- manente está regida a la Yez. por la vigilancia de los campos y por h
dades del Cercano Oriente, esta situación desemboca bastante rápidamente presencia de las existencias alimenticias. 13
en la economía agrícola-pastoril exclusi,·a, pero sobre los márgenes del 13. La cría, en relación con la economía agrícola, ofrece las divisiones siguientes:
manto agrícola inicial, la situación inicial (protoagricultmes o protocriado- A) l.'nión del criador a un animal conservado en su biotopo y su com-
res con economía equilibrada por la cacería y la recolección) continuará portamiento naturales. Situación de protocría, donde la recolecta y la
funcionando para asegurar las transiciones necesa.rias. En efecto, más re- cacería desempeñan un papel muy importante. Actualmente limitado a
algunos grupos de criadores de renos de la Siberia oriental.
cientes que las del Mediterráneo, las primeras poblaciones agrícolas de B) Unión del animal a un criador nómada, en simbiosis con colectividades
Europa fueron influidas por la agriculhtra y la cría entre 6.000 y 4.000 agrícolas correspondiendo a la cría pastoral con predominio del buey,
años antes de nuestra era. Recibieron conjuntamente los cereales y el el borrego o el camello. Burro, caballo y cabra están as-ociados a ellos.
Corresponde a las extensiones herbáceas del Antiguo Mundo e implica
ganado, mas uno y otro distan mucho de haber desempeñado un papel una simbiosis criador-agricultor en dos etnias normalmente exogámicas
fundamental. En proporciones que varían según las .regiones, la nueva (Turcos, :Mongoles, Tuaregs, Peuls, Saracatsanes de Europa oriental).
economía se une a las técnicas de caza y de recolección tradicionales. Uno C) Unión del animal a un agricultor sedentario. '¡

se sorprende al \'er incluso en ciertos sitios neolíticos franceses, que las a) Mantenimiento del animal en colectividades densas (rebaños). 1

Ct'Ía semip:tstoral: la sociedad agrícola misma especializa temporal 1

osamentas de las presas sean aún tan numerosas como las del ganado y o permanentemente a los pastores (.Malgaches, .Massa del Tchad.
lo que se sabe de las plantas muestra que en la edad del Hierro, todada pastores de los Alpes y de los Pirineos, cow-boys y gauchos de 11

i
una parte no despreciable de la alimentación · reposaba sobre los granos América).
silvestres. Será necesario seguramente revisar los juicios sobre la ''.:evo- b) Mantenimiento del animal en pequeñas colectividades.
Cría agrícol.1: la familia especializa parcialmente sus pastores (ni-
lución" agrícola, la cual según la escala geológica es un hecho instantá-
163
162
No poseemos muchos planos completos de aldeas agrícolas del pri-
mer período, pero las excavaciones de estos últimos años han dado, en
Mesopotamia como en Turquía, en Siria, en el Líbano y en Israel, ele-
mentos importantes sobre establecimientos anteriores a la cerámica y del
primer período de la alfa.cería (figura 73). Por otra parte, en Europa
tanto al Oeste como al Este, existen numerosos documentos sobre los es.
tab 1ecimientos de los primeros tiempos de la penetración agrícola. El
esquema funcional es casi uniforme: está compuesto por células de habi-
tación de forma y materiales n.ciables, agrupadas en orden denso y sin
vestigios de edificios, que testimoniarían diferencias sociales muy marca-
das. Los con juntos preurbanos de Palestina, del Líbano y de Turquía t!l
.'·ez comprendían santuarios o casas más ricas que el promedio, sin emba.rgJ,
no se ve en ellos palacios verdaderos y los intervalos entre la base y Lt
cima de b escala social no tienen la importancia que tomarán un poco
m.ís tarde. Este núcleo de poblamiento está provisto de eskucturas pro-
tectoras, empalizadas o murallas, rediles y silos de granos enterrados. Es
inmediatamente notable, en comparación con los grupos primitivos, la con·
centración de un núme:o de individuos relativamente elevado. las con-
secuencias de la sedentarización agrícola son uniformes en todas las regio-
~ ~

nes alcanzadas por ella; corresponden a la formación de un grupo humano


en el cual los indi,·iduos se cuentan por de:enas, reunidos alrededor de
a las resen·as alimentarias y protegidos del medio natural y de sus similares
por un aparato defensivo. Est.1s consecuencias inmediatas son generadoras
de· la transformación completa que experimentan en esta etapa las socie-
d,tdes humanas. Desde hace mucho tiempo, los sociólogos han hecho resal·
tar los rasgos m:ís sobresalientes de esta transformación: la capitalización, ¡:
1 Ll sujeción social y la hegemonía militar, siendo suficiente, por ahora, des-
t.tcar aquellos que parecen interes:t.: directamente la función tecnoeconó- il
' . "
m1ca. '
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- SEDENTARIOS Y NOMADAS

La sedentarización agrícola produjo, en las sociedades donde se ori-


ginó, una separación entre los agricultores -pequeños criado.:es y los nómadas-
grandes criadores, la cual ha dado hasta la época presente, su carácter
p:uticula,, a un número importante de civilizaciones que van desde Africa
• del Sur hasta Pekín. E.n la zona de las sabanas y de las estepas, se ha
establecido una especialización de grupos que no carece de analogía con
la que se encuentra en las colecti,·idades primitivas y que est:í acompañada,

.....---.-,......, .............(-.l""'l&t~:
ños, viejos) en la vigilancia del ganado dentro del perímetro agrí-
1 'ilf'~
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cola (la forma más corriente de la cría europea, común a nume-
rosas sociedades fuera de Europa).
b e) Animal único o en muy pequeñas colectividades.
Fig. 73. a) Plano de una parte de la aldea neolítica de Cata! Hüyük en Anatolia Domesticación agrícola: el animal está integrado en el dispositivo
(según ]. Mellaart). Siendo del inicio del VI milenario, esta aldea se cuenta entre doméstico y llena el papel de instrumento técnico (buey, burro,
los más viejos establecimientos sedentarios con economía agrícola-pastoral. caballo en numerosas sociedades de Eurasia y de Africa al norte
b) Plano de una parte de la ciudad de Mohenjo-daro sobre el Indo - U milenio del Tchad).

J64 165
1
- --- - ----

existencia de fuertes unidades sedentarias. Ella entra entonces en el catá·


igualmente, de una simbiosis. Al igual que en la pareja primitiva, lo ve- logo de innovaciones y hasta hoy aparece insepa.rable del progreso de
getal y lo animal estaban separados en dos grupos étnicos complemen- la sociedad. El compo.rtamiento de las . comunidades en el curso de la his-
tarios donde volvemos a encontra.~ las mismas razones de menor y mayor toria frente a la agresión, se ha separado netamente del comportamiento
movilidad de las fracciones simbióú::s. Esta nueva bipartición en el dis- de adquisición sólo en época muy reciente, en la medida en que hoy, se
positivo tecnoeconómico tiene funcionalmente la misma naturaleza que las puede entrever algo más que los ~ignos precurso:;s de un cambio de
precedentes, pero difiere de ellas constitucionalmente de manera profun. actitud. Durante todo el curso del tiempo, la agreswn aparece como una
da: para las sociedades agrícolas en simbiosis con sociedades pastoriles, no técnica fundamentalmente unida a la adquisición, agresión que en el pri-
se trata de un fenómeno que afecta unas. fracciones de cultura idéntica y miti,·o se confunde con la de la caza y la adquisición alimentaria. A partir
de un nivel técnico equivalente, sino de· sistemas tecnoeconómicos distin- de las sociedades ag.rícolas, esta tendencia elemental sufre una aparente
tos, económicamente ligados pero separados en dos armazones sociales, que distorsión por cuanto el dispositivo social se ha desviado considerablemente
ya no son complementarias matrimonialmente, sino muchas veces cerradas en relación con el desarrollo biológico de la evolución humana. El com-
una trente a la otra. A la complementaridad de la pareja y a la de los portamiento de agresión pertenece a la realidad humana. de~~e los ~ustra·
grupos aliados en un sistema de intercambios, se sobrepone una estructura lant.ropos por lo menos y la evolución acelerada _d,el ~If~sttJvo sooal no
de un niYel superior, donde dos sociedades distintas mantienen relaciones cambió en nada el lento desarrollo de la maduraoon ftlettca. Entre la ca-
de un tipo análogo. El hecho que encontramos aquí es comparable al que cería y su símil, la guerra, se establece progresivamente una su_til asimi-
se distingue en· los organismos viYos, entre los cuales, desde la base a la
cima de la serie, los sistemas vegetativos pasan del enhentamiento de
lación a medida que una y otra se concentran en una clase naoda ?e la
nueva economía, la clase de los hombres de armas. Claves de la ltbera-
células libres al de organismos, poniendo en coordinación un número con- ción de la humanidad primitin, los cereales y el ganado abren la vía
siderable de células agregadas. Este paralelismo es el que inspira al P. del progreso técnico,. pero no liberan en absoluto de . las servidumbres
Teilhard de Ch<irdin, cuando subraya el rele\·o de lo zoológico po.r lo genéticas, y la historia se desar.rolla sobre tres planos dtscordantes: el de
social. Es normal que a las mismas causas correspondan los mismos efectos, la historia natural que hace que el homo S<tpiens del si~!? XX _apenas
puesto qúe err ·su origen los caracteres propios de las sociedades ag.rícolas difiera del homo sapiens de 300 años antes, el de la evolucwn sooal que
pastoriles residen en la elevación de la ?,ensidad .de la población, deter- ajusta muy irregularmente las estructuras fundamentales del grupo bio-
minada y hecha· necesaria po.r la producoon de alimentos, causa y efecto
lógico a las que nacen de la evolución técnica, .Y el de la e~olución téc-
de la transformación de las relaciones de complementaridad. Agricultores
nica, excrecencia prodigiosa de donde la espeoe homo saptens saca su
y pastores inician, desde ese instante, el desarrollo complejo de su si m·
eficacia sin estar biolóaicamente en posesión de su control. Entre estos
biosis. Inseparables . económicamente Jos unos de los otros, son, según las b 1
dos extremos del hombre físico y de las técnicas de las cua es termma.
.
sociedades y la· m~riente de la. historia, ora reunidos por los YÍnculos de
por ser un simple instrumento, la mediación se· opera a través de un
enfeudamiento del pastor al agricultor, ora sometidos. al dispositivo inver-
edificio social cuyas .respuestas están siempre un poco atrasadas en re~a­
so. Durante varios milenios, desde la antigüedad bíblica a las invasiones
ción a los problemas planteados, y según unos conceptos morales, sancto-
de los Hunos y de los Mongoles, o a los movimientos de los Peuls o de
nadas por las religiones o unas ideologías, cuyas raíces se hunden en la ,,
los Bantúes de Africa, el Antiguo Mundo ha vivido una parte importante '
moral sociaL Estos conceptos morales, gracias a la contraimagen que dan
de su historia en las alternativas de la complementa.ridad de las dos
'
economtas. del hombre biológico, contribuyen a crear la silueta, aunque muy abstracta,
La g11erra. Esta complementaridad de los agricultores y de los pasto- de un homo que hubiera ido mis allá del estado sapiens. El hombre
res revistió con frecuencia una forma Yiolenta; se trata de otro carácter que aarícola está encerrado en la misma piel que el de los tiempos oscuros
es propio a las actuales formas de la economía. Como para los hechos pre· d~ la matanza de mamuts, pero la inversión del dispositivo económico que
cedentes, tampoco aquí se trata de un estado realmente nuevo, sino de un hace de él producto.r de los recursos, le convierte alternativamente en cazador
carácte,r de fondo cambiado de escala y de forma. En las sociedades pri. y presa.
mitivas , el asesinato afecta a los individuos dentro de un sistema de alían-
zas, mientras la "yendetta" compromete m:ís frecuentemente a fracciones
LAS CLASES SOCIALES
sobre móviles generalmente de carácter indiYidual. La rivalidad en la ad-
quisición de nuevos ter.renos, de productos o de mujeres aparece entre El carácter capitalizador de la producción animal y vegetal al nivel agrí-
fracciones enmarcadas en dispositivos de alianza o etnias diferentes. Si no cola y pastoral es fundamental. Los cereales, los dátiles o las olivas inmovili-
tenemos razón alguna para adscribir una menor agresividad a los primi- zan al grupo alrededor de su acervo alimentario, tal como el rebaño ata al
tivos, se puede constatar que la ag.resión, por razones orgánicas, reviste nómada a sus pasos. Las nuevas relaciones entre las existencias alimentarias
en ellos carácter muy diferente del que toma la guerra a partir de la
167
166
y el hombre determinan,. m~~iante u~ . ajuste indispensable de Jas rela- El progreso técnico entra, en efecto, en un ciclo iniciado por la
ciones sociales una oroamzacwn estratifiCada que es la fuente 1111Sl11a del presencia de productos alimenticios almacenables por los agricultores. Si
prooreso. Me~os de 2 ~ooo años cespués de la aparición de las p:imeras no se pueden comprender las primeras civilizaciones del Cercano Oriente
ald~as, ya surgen las primeras ciuckdes, con lo que, suponen de ¡efe~, y sin hacer inte.n·enir a los criadores en el complejo evolutivo, es sin em-
guerreros, servidores y aldeanos avasallados: ~a teo~Ja, ~e esta e\:olucwn bargo en el seno de la fracción sedentaria donde ha debido iniciarse el
fue estructurada hace un siglo por el matenahsmo ~~st~nco, pero Importa proceso. En efecto, dos causas actúan en las "im·enciones" de la cerámi-
subrayar de paso que se trata de un he::ho de eqlllhbn~ normal y n~ de ca y de los metales: el .~itmo del trabajo y la existencia de recursos al-
una aberración patológica, como !a desi?naron las teonas de los _pnme- macenados. Las operaciones artesanales suponen la · posible libc.~ación de
ros sociólogos. Si las formas sooales siguen con un atraso sen~Ible la un número de horas muy importante, se trate de indi\·iduos productorc:;
adaptación tecnoeconómica, no hacen más qu~. resp~n.der de la me¡or 1:1.a- de alimentos, desocupados durante los intervalos de los trabajos agríco-
nera posible al dilema insoluble de la nolucwn filetica y de la evolucwn las, o de Yerdadems especialistas totalmente liberados de las tareJ.s ali-
técnica. A través del increíb!e despilfarro de hombres y recursos que mentarias. El carácter estacional o pulsante de los trabajos agrícolas y
caracteriza la historia, el hombre asume el p:1pel de resorte de ajuste entre la presen::ia de una masa alimenticia c¡ue constituye una reserva nutriti1 a
los estados sucesi\·os. sensiblemente constante, realizan las condiciones del ··medio favorab'c".
Tal como la m:1no libe.cada de los australantropos no se quedó mucho
tiempo ncía, el tiempo liberado de bs sociedades agrícolas se llenó r;í-
LA· LIBERAClON DEL TECNICO (figum 7-l. 75) pidamente.
la sedentarización ha faYorecido el desarrollo de técnicas tales com:'
Desde hace mucho tiempo ya, los prehistoriadores han notado el
!a cestería o el tejido, que existían sin duda anteriormente, pero (¡uc en
carácter repentino de la aparición de las "im·enciones" n:ayores en la
virtud de las necesidades agrícolas y de la deficiencia de pieles animalc:'
historia de las sociedades actuales. Apenas consolidada la agncultura, hacia.
.respecto a la población, adquieren carácter de necesidad. la innovación
6000, aparece la cerámica ya muy adelantada; Juego, hacia 3 so_ o, el
principal corresponde, sir: em~.argo, a la manipulación del fuego, }: alre-
metal y la esccitura comienzan a asomarse. Lo que equiYale ~ consid~rar dedor de las "artes del fuego es donde se cmtaiiza el progreso te:·nJco.
que 2. 500 años de agricultura han bastado .P~ra c¡ue las soCJeaades onen- El inicio se sitúa muy atrás, pues el conocimiento accidental de la coccitín
tales adquieran Jos fundamentos tecnoeconomicos. sob~e los cuales ~eposa de las arcillas era accesible a los paleolíticos. En cuanto a los metales na-
aún el edificio humano, mientras que fuer_on necesanos 30. 000 a.nos al
homo .ftlpien.r para alcanzar el :1mbral ag.cicola. Esta transformacwn I~11· '
'•

plica la aparición en los cons~I~uyentes del_ wupo de un. elemento In-
existente en las mciedades pnmitivas: la posibilidad de cubnr el consumo
alimentario de individuos dedicados a unas tareas que no se tradu:-en
inmediatamente en productos de alimentación.
;:
'

A Fig. 75. Organización espacial de los 1

-
h
'

grupos agrícolas. Cada grupo está fija-


L do, al menos relativamente, a su terri-
torio y mantiene con los grupos veci-
l;ff nos intercambios que pueden alcanzar

g •

Fig. 74. Esquema funcional del grupo agrkola


la alianza matrimonial o restringirse a
los intercambios materiales. Los arte-
sanos sostienen, entre ellos, un sistema
elemental. El di>.positivo vital se encuentra com- de relación del mismo tipo que puede

~ )! partido ''mre los individuos agrupados por sexo


en cierto número de fórmulas sociales fundadas
sobre la familia extendida. El sistema asegura
ir hasta cubrir vastas regiones y acom-
pañarse de una estricta endogamia

cierto margen de especialización, en particular


a través de las clases de edad. El grupo agrícola ti vos, desde 35.000 años antes de nuestra era, habían sido encontrados
se completa en numerosos casos desde la edad bajo forma de piritas de hierro o de cristales de galena y recogidos por
del bronce con un grupo individual o colecth·o los castelperronienses y los auriñacienses con un fin verosímilmente má-
restringido: el artesano (herrero o potero, car-
pintero, tejedor, etc. .. ) gico-religioso. Estos conocimientos no conducían ni a la cer:ímica ni a la

'
168 169 '
-
metalu.rgia, porque el grupo primitivo no disponía de las innumerables

horas repartidas entre los innumerables indi,·iduos que son preosas para
./
....- - -
- ...._
.........
que la invención nazca. /
Esta disponibilidad de tiempo no es el único factor. Existe, por el
hecho de la elevación constante de la población y del aumento de las /
/
• ,.. " "- '\
necesidades de la colectividad, un verdadero "llamado a la innovación", 1
que solamente se da en grado débil en las sociedades de medio equilibrado. \
Estabilización en el espacio y posibilidad de aumenta.: en el lugar, los 1 \
recursos, aumentando el número de individuos, crean un estado particular 1 \
del medio interior, que coincide con la liberación del tiempo. Sobre esta 1 \
base se inicia la bola de nieve del progreso acelerado de las técnicas en
un dispositivo social constituido po.' unidades territoriales densas que se 1 .. ... ~ t .. \
comunican entre sí mediante la red de intercambios pacíficos o bélicos. \
1
1
\
LA CIVILIZACION (figura 76) 1
El paso del Neolítico esencialmente rural a la edad de los Me-
\ 1
tales coincide con el desarrollo de un dispositivo territorial que es la \ 1
consecuencia progresiva, la "civilización" en el más estricto sentido, es \ 1
deci.r, la intervención de la ciudad en el funcionamiento del organismo 1
étnico. Sin duda que el paso ha sido insensible. Puede esperarse descubrir \ ~.·
día tras día unidades semiurbanizadas cada HZ más antiguas, hasta los /
límites de la protoagricultura, jamás probablemente se descubrirá la pri- /
me:a ciudad, pero es fácil extraer de los documentos arqueológicos entre /
./
los años 6000 y 3000, de Mesopotamia y Egipto, los elementos nece-
sarios para la comprensión del fenómeno urbano, - -~--- -- -
La transición entre ciertas aldeas priYilegiadas edificadas sobre su Fig. 76. Esquema funcional del dispositivo urbano. La ciudad juega
montículo natural y las primeras ciudades edificadas sobre los "tells" el papel de centro del territorio y se inserta en un grupo de aldeas
fo.:mados por las ruinas de aldeas precedentes, es propiamente imper- agrícolas del tipo de la fig. 75, de las cuales saca sus recursos y ase-
gura la cohesión. El pOder central ( 1) está ligado a las funciones mili-
ceptible. La arqueología muestra en los estratos creados por las ruinas tares (2), religiosas (3) y jurídicas ( 4) que tienden a especializarse
sucesivas, la permanente ocupación desde el Neolítico. La civilización en unos individuos o en unas clases distintas. Los mercaderes (5) cons-
está caracterizada por un esquema funcional y no por caracteres mo.rfoló- tituyen un grupo cuya segregación, en relación con las clases diri-
gicos nítidos desde el origen. Este esquema corresponde a un grupo de gentes, es variable, su acción indirecta y sus alianzas les confieren
siempre una notable importancia. Los artesanos (6) y el pequeño
aldeas unidas orgánicamente a una aglomeración que desempeña el papel comercio están completamente aislados de las clases dirigentes de las
de capital. Un tal dispositivo supone una jera.rquización socialmente con- cuales son dependientes, mas una parte de los elementos asegura su
firmada por la detención de la autoridacl y del capital en grano e_n las promoción por la permeabilidad de la clase de los mercaderes
manos de una élite constituida por el poder a la yez militar y religioso. El
hecho más importante desde el punto de vista tecnoeconómico es la en- la "valentía" del cazador, al "prestigio" del orador, a la "nobleza" de
trada en escena del artesano, pues sobre él reposa toda la evolución técnica. las tareas rurales incluso, su acción es sencillamente "hábil". Es él quien
La civilización reposa sobre el artesano y la situación de éste en el materializa lo que hay de más antrópido en el hombre, pero se desprende
. dispositivo funcional co.:responde a unos hechos que el etnólogo ha de- de su larga historia el sentimiento de que representa solamente uno de
finido muy incompletamente. Su función es, entre las demás fundamen- los dos polos, el de la mano, al antípoda de la meditación. En el origen
tales, la que menos se presta a las valorizaciones honoríficas. A través de la discriminación que hacemos aún entre el "intelectual" y el "técnico"
de toda la historia y en todos los pueblos, . incluso cuando su acción se se enwentra la jerarquía establecida en los antrópidos entre acción téc-
integra estrechamente en el sistema religioso, él figura en segundo plano. nica y lenguaje, entre la obra unida a lo más real de la realidad y la que
En relación a la "santidad" del sacerdote, el "heroísmo" del guerrero, ~ se apoya sobre los símbolos. De hecho, en las sociedades agrícolas, la

170 171
ciliación bastarda entre el estado de principio de un orden social armo-
fortuna y la posesión monetaria establecen muy pronto . una escala para- nioso y el estado de hecho ampliamente regido por los imperativos tec-
lela a la de las funciones del sacerdote, del jefe, del fabricante y del noeconómicos. Las técnicas, surgidas del cuerpo del hombre desde el pri-
zu,ricultor. Incluso hoy, cuando la divinización de la i1wención acarrea mer chopper del primer australantropo, remedan en una cadencia ver-
ef culto de las técnicas, el militar que vuela en un cohete es exaltado como ti o-in osa el desarrollo de los millones de siglos de la evolución geológica,
héroe, mientras que el ingeniero que lo lu concebido n_o es m:ís que h~sta el punto de fabricar · sistemas nerviosos artificiales y pen~amientos
un gran servidor de la ciencia humana, una mano. Es md1spensable com · electrónicos. La fundación de las primeras urbes y el nacimiento del
prender el va]o,r profundamente biológico de temas sociales tan banales mundo civilizado m•1rcan, pues, el punto donde se inicia, bajo una forma
para que nuestra curva ascensional no sea tomada por un simp 1e acci- imperativa, el diálogo entre el hombre físico, tributario de la misma co-
dente del azar o por el juego de una misteriosa predestinación, pues el rriente que los dinosaurios, y la técnica, nacida de su pensamiento pero
azar actúa en un sentido constante desde los orígenes y el misterio va liberada del vínculo genético.
evolucionando en el todo y no en sus pa.:tes.
Como un todo también se constituye el dispositivo inicial de la ci-
Yilización. El sedentarismo surgido del alnucenamiento agrícola llega a EL ASCE0iSO PROMETE!CO (figura 77)
la formación de sociedades jerarquizadas y a la concentración de las ri-
El único campo directJmente .responsable del desarrollo de las so-
quezas y del doble poder religioso y militar en capital~s. Los j_efcs y su
ciedades civilizadas es b metalurgia. Sin embargo la metalurgia sería in·
capital son orgánicamente la "cabeza" del cuerpo étn1co, medwnte ~uu
comprensible si no se le situara en el conjunto de las artes del fuego
imagen etimológica que traduce una constituciÓn en la. cual . la org~nlza­
( ceLÍmica, cristalería, colo,:antes, cal y yeso) que forman un haz indiso-
ción de las funciones representadas por unos grupos s:J:Ja!es ¡crarqUJzados
luble. En materia de im·ención, sería un error creer que un hecho único
ha sustituido a la jerarquización intraindiYidual de estas funciones en el geni,d, saca de b nad:t un cuerpo técnico aislado. Es necesario cierto
grupo primiti,·o. El dispositivo social debe su constitución en macroor- desarrollo par:t que el genio indiYidual se ejerza sobre la materia: es en
ganismo a las mismas fuentes propias a todas las sociedades ,.i,·ientes. un cuerpo de técnicas mo,·iliz,mdo durante siglos a numerosos individuos
~-!esde los corales a la abeja; el organismo humano indi,·idual está cons- donde la metalurgia ha podido tener su origen. La domesticación del
truido también según el mismo esquema, ccn el conglomerado de célu- fuego no es fechable, solamente se sabe que los sinantropos lo mantenían
las especializadas agrupadas en órganos que aseguran 1os diferentes sec- y que los paleantrópidos lo poseían. La primera aplicación técnica que se
tores de la economía vital. Es, pues, normal que cuando adoptan una conozca de él, salYo el uso culinario, remonta al alba del Paleolítico su-
forma compleja de agrupamiento, los indi,·iduos ci,·ilizados tienden a to- perior, hacia 35. ooo años antes de J.C. A partir de esa época, poseemos
mar cada vez más la apariencia de un cuerpo cuyas partes est:ín cada vtz el testimonio de la ctlcinación de los ocres ferruginosos a fin de obtener
más estrechamente ajustadas al con junto. Lo que cuacteriza por doquier de ellos diferentes tintes escalonados entre el amarillo anarajando y el
al cuerpo social es que, si copia las \'ÍJS de e,·olución en su aspecto fc.:nul .. rojo violeta. El tratamiento de Jos colorantes ferruginosos por el fuego
escapa en el ritmo de su desarrollo. En efecto, la cima de la pirimid2 preludie~ con bastante anticipación las otras aplicaciones, puesto que nin-
evoluciona poco: desde la fundación de bs primeras ciudades mesopot:í · gún documento permite pensar en la aplicación práctica de la cocción de
micas, Jos progresos del pensamiento religioso y filosófico son sensibles, la arcilla, la cual se producía sin embargo accidentalmente en los fogones
mas ¿se puede afirmar que alguien piense (en sentido estricto) mis de Jos moradores de las ca\-ernas. Sólo h~tcia 6. 000, en Iok, unas figu.ras
profundamente que Platón? Parece que muy pronto el bamo .fii/JIUJr moldeadas y unos hornos moldeados en arcilla, parecen haber sido acci-
hace uso pleno de sus posibilidades psíquicas p:1ra intentar profundizar dental pero frecuentemente cocidos, y tan sólo hacia 5 . 000 la cerámica
lo inmaterial y que no le queda más que esperar a que el i1~1puls:J de h p:cpiamente dicha aparece y se extiende en las primeras sociedades agrí
evolución lo conduzca lentamente hacia pe.:spectins mís cbras. Si e:J colas. En la misma época, el yeso hace su primera aparición y, de Meso-
progreso intelectual existe, biológicamente es aún insensible y estriba nüs potamia al Mediteráneo, la reducción del yeso por el fuego da revesti-
sobre la ampliación de los medios y de los campos de especulación q~1t mientos de suelo y de paredes.
sobre las posibilidades psicofisiológicas de su penetración. Cerámica y fabricación del yeso indican un dominio ya probado de
Por el contrario, es inútil insistir sobre la liberación de las té·cnicas ]as temperaturas entre 500° y 700° y la posibilidad de ir más allá de los
en ,relación al ritmo de la e\'Oiución biológica. L'na \ ez constituido el
L 1 . 000° para partes muy restringidas y convenientemente aireadas del fo-
organismo agrícola la humanidad entra en un 1)roceso de evolución YC:r-
t..; l.,.J ' gón. Se puede así conside.car que hacia 4. 000 años antes de nuestra era,
tical que la ha conducido directamente a la situacié;n de l_1oy. Sobr~ un innumerables alfareros o caleros manipulan un fuego que se encamina
esquema funcional muy sencillo (el jefe, la CJp1tal, el cap1tal, los fabn- progresivamente hacia las cualidades requeridas para. la conversión en me-
cantes y los productores rurales) las instituciones sociales obran una con-
173 ,,
17?
nos de la ecuación metalúrgica. El tercero, el mineral, no está ausente
L

tampoco, pues entre los colorantes, además del ocre ferruginoso cuya
reducción ofrece algunas dificultades, la malaquita, con alto contenido en
TEMPERATURA cobre, hace su aparición. Utilizada verosímilmente como maquillaje, es
1600 Sílice común en Egipto, y si no sabemos aún nada preciso sobre el descubri-
pura miento de la reducción del cobre, sabemos en cambio que entre 5000 y
15 OO1 - - - ' - - - - - - - - - - Hierro puro-
3000 existen los elementos para obtenerlo, que después de 3000 el
Tierras
. cobre es cosa común de Egipto hasta .Mesopotamia, y que en 2000,
Acero refrada

cuando nace el hierro, el bronce o el cobre ya se han extendido, tal como
14 oo - - - - - - - - hipocutectoide fiOS
una mancha de aceite, desde el Atlántico hasta China.
Porcelana La coincidencia de la primera metalurgia con las primeras urbes es
1300!---------------------- dura más que un hecho de azar; es la afirmación de una fórmula tecnoeconó-
mica, la cual contiene ya todas las consecuencias de la historia de las
1200 ¡..__ _ _ _ Acero grandes civilizaciones. La ci\·ilización no se puede entender si tomamos
h ipereutectoide sus elementos por separado. Tomarla por la evolución de una ideología '
religiosa o política es, en verdad, invertir el problema, así como ver en 1

i
1100]------------- Arenisca ella el solo juego de contingencias tecnoeconómicas sería, por otra parte, 1·

inexacto, pues todo ciclo se establece entre la cima y la base: la ideología


1o00 Hierro no carburado se cuela de algún modo en el molde tecnoeconómico para orientar su
1

Bronce
Comienzo de
desa.rrollo, exactamente como hemos visto en los capítulos precedentes que
soo 1_ _ _ __ vitrificación el sistema nervioso se colaba en el molde corporal. Sin embargo, al ni\·el
Cobre .
que se sitúa el presente capítulo, parece correcto que la base tecnoeconó-
800¡.__ _ mica sea el elemento fundamental. Luego se podrá buscar cómo se vierte
''impuro"
la cor.riente ideológica con b que el individuo ensaya escapar al dominio
del dispositivo material que lo n transformando más y más en una cé-
700~----------- lula despersonalizada; pero nos quedaríamos solamente en la epidermis si
no se diera previamente una imagen real del esqueleto y de los músculos
'Salida del aguo absorbido
6 oo f - - - - - - - - - de la sociedad. Los pueblos que nos han conservado el .recuerdo de este
(fierro cocida)
primer período de las sociedades modernas, tuvieron conciencia del ca· '
'

500¡.__ __ rácter ambiguo del organismo naciente y no sin motivo el mito prometeico
refleja a la vez una victoria sob.re los dioses y un encadenamiento, igual'·
que la Biblia, en el Génesis, expone el asesinato de Abe! por el agri-
4001----
cultor Caín, edificador de la primera urbe y antepasado de su doble
Tubalcaín, primer metalúrgico.
300,_ De suerte que el técnico es ciertamente el maestro de la civilización,
Yeso
puesto que es el maestro de las artes del fuego. Es del fogón (que algu-
200 nos siglos de cerámica le han enseñado a manejar) de donde sale el yeso,
y poco después, el cobre y el bronce. Las escorias, residuos de la elabo ·
Fig. 77. Cuadro de las artes del fuego, mostrando sobre la escala de las tempe- ración metalúrgica, originan el vidrio. Pero el artesano es un demiurgo
raturas los vínculos entre las técnicas del metal, de la cerámica y de la cristalería atado. Hemos visto que su posición en el dispositivo tecnoeconómico es
una posición de subordinación: es él quien forja las armas usadas por los
jefes, quien funde las joyas lucidas por sus mujeres, quien martela la
tal de los óxidos metálicos. La manipulación de la cal extraída de calizas vajilla de los dioses, es Vulcano todo poderoso, cojo y .ridiculizado. Es
apropiadas responde, además, a la presencia posible en el fogón de un él quien, a lo largo de cincuenta siglos, sin que los niveles ideológicos
elemento químico reductor, propio para rebajar el punto de fusión del hayan realmente evolucionado, ha puesto entre las manos de los hombres
mineral. El medio favorable a la aparición de la metalurgia está, al menos "capitales" los medios para realizar el triunfo del mundo de lo artificial
;-irtualmente, asegurado. · sobre el de la naturaleza. La atmósfera de maldición en la cual se inicia
Temperatura y elemento reductor constituyen dos de los tres térmi-
175
174
Ll historia del artesano del fuego en la mayor parte de las civilizaciones,
no es más que el reflejo de una frustración intuitivamente percibida des-
de el origen.
~~==;¡ O;:=[===!t
LA CIUDAD (figuras 76, 78 y 79)
~J;- o 001 1
( CJ J
Hacia 2000 antes de nuestra era, desde Egipto hasta Turquía, el
Indo, China y el perímetro norte del Mediterráneo, existen ciudades que
[--:J . _Ji 1
valorizan el primer gran desarrollo de la civilización. Su estructura es
singularmente uniforme, pero esto no debe sorprender, puesto que he.
mos· visto que la ciudad no es más que el elemento expresim del nuevo
r- r i. ID
.
; ··u:\ 1;::::\====; 17\l
. 11

11 1
1

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r ,
dispositivo funcional tomado por la colectividad humana.
u ¿¡~~[::::::::::di •

Fig. 79. Plano de la ciudad de Aigues-Mortes


1

7 tes, su condición generalmente no es completamente la de esclavos ni


1
1~ completamente la de hombres re\·éstidos de toda la dignidad inhe.rente a
1~
esta condición. la ciudad y sus órganos están articulados con el campo, del
,' p cual toman su materia nutritiva y que les asegura la cohesión mediante una
' ' red de intendentes e intermediarios entre el rey y un campesinado gene-
! ralmente sojuzgado (fig. 76) _ Con bastante prontitud surge un elemento
social suplementario, el comerciante, indígena o más generalmente foráneo,·
1"
'
1

'
DO 1 1
quien, con la aparición de Ja moneda viene a complicar el dispositivo
fundamental sin lleva.rle modificaciones estructurales profundas.
'
D¡ A partir del desarrollo de las primeras economías agrarias, la. evo-
lución se hace, por consiguiente, en el sentido de una supersedentariza-
1

DO ción como consecuencia de la formación de un capitalismo, el cual es la


''

''' 1
consecuencia directa de la inmoYilización alrededor de las reservas de 1

''
; ] cereales. la inmovilización termina en la formación de un dispositivo
1
defensivo que acar.rea inevitilblemente la jerarquización sociaL Esta jerar-
~ . quización se opera sobre bases normales, puesto que, tal como un orga- ' i
'
1
' nismo viviente, el dispositivo social posee una cabeza donde se elabora la '
1

' ;' r '-


~ ;=;:; ideología del grupo, unos brazos para forjarle sus medios de acción y un
vasto sistema de adquisición y de consumo, que satisface el mantenimiento
Fig. 78. Plano de la ciudad asiria de Khorsa- y el crecimiento del grupo.
bad (siglo VIII antes de nuestra era)
El desarrollo del organismo urbanizado (civilizado en el sentido eti-
mológico) acarrea inevitablemente con él todo lo que hay de negativo 1

En cada época, y tanto en América como en Europa no mediterrá- en las sociedades actuales. En efecto, no puede ser eficaz sino en· la me-
nea o en Africa negra, cada vez que el grupo, tras haber alcanzado el dida como acentúa la segregación social, fo.rma tomada en este organismo
ni\·el agrícola franquea el umbral de la metalurgia, el mismo dispositivo artificial por la especialización celular de los seres animados del mundo
funcional toma forma. la ciudad es el núcleo. Está encerrada en sus muros natural: poseedores, campesinos y presos, dan una escala tanto más eficaz
defensivos, centrada sobre las reservas de cereales y el tesoro. las células cuanto mayor es la distancia entre sus funciones. Al nivel de las socieda-
. que la animan son el rey o su de!egado, los dignatarios militares y los des agrícolas, la injusticia social es la imagen negativa del triunfo sobre
sacerdotes, servidos por un pueblo de domésticos y de esclavos. los arte- el medio nahuaL
sanos forman en el interior del dispositivo urbano una serie de células La polarización de los especialistas en el recinto defensivo de la ca-
generalmente endógamas; su suerte está ligada a la de las clases dirigen- pital es otro aspecto particular del dispositivo civilizado. El artesano, como

176 177
hemos visto, es consumidor del excedente alimentario, lujo inaccesible en
las sociedades primitivas y que representa un avance hecho por el grüpo
sobre su capital, en previsión de medios de acción incrementados en el
futuro; su existencia ya no es posible sino gracias a la superdotación de
la clase dominante. Hasta el momento actual, este hecho conserva toda
su validez y el presente continúa demostrando que la investigación técnica 3
es un lujo, privilegio de civilizaciones que, bajo formas políticas opues-
tas, disponen de un excedente de capital considerable; de suerte que se
trata de una operación tendiente al supe.~equipamiento técnico de una frac- GD GD(J
7
ción dirigente de la colectividad. El artesano es, desde su origen, antes
QD GD OD aD
' '
que todo un fabricante de armas; es también un orfebre y solamente, de (]D GD GD OD '' '

una manera secundaria, un fabricante de útiles. Muy pronto, el carpintero ' OD GD


y el tallador de piedra, constructores de palacios, dispusieron de un utillaje CJD
metálico, en la medida que ellos también se iban \'Ínculando a la su perdo- "--.... ~ D
tación del g.~upo capital. Mas es solamente en la edad del hierro, cuando < d a GD
este mineral presente por doquier permite el desarrollo de una pequeña CJD ,, ~D
metalurgia rural, cuando el campesino trueca su azada de madera por una CJD' ''
!
azada metálica.
Tal vez se comprenda mejor ahora lo que hay de coherente en las
formas sociales de una humanidad que apenas está dejando de ser nues-
tra y cómo, desde el origen, el dispositivo tecnoeconómico ag.:ícola contie- Q[J
ne todos los elementos del progreso técnico y de las dificultades sociales. '
'

El cuadro no sería completo si no se subrayara que el desarrollo de las


e
primeras urbes no corresponden solamente a la aparición del técnico del GD
fuego, sino que la escritura nace al mismo tiempo que la metalurgia. Una
vez más, no se trata de una coincidencia fortuita, sino de un ca.rácter cohe·
rente. Las primeras sociedades sapienses, en el Paleolítico superior, se ma-
nifestaron no solamente mediante el desarrollo extraordinario de sus téc- (]{) QD GD GD
nicas en relación con la de los paleantrópidos, sino también mediante la GD (]{) (]{) (]{) 'i '
' 1

elaboración de las primeras anotaciones gráficas. Las sociedades agrícolas,


~
''

tan pronto como salen del pe.~íodo de transición para asumir su estructura OD OD GD GD
real, se forjan un instrumento de expresión simbólica a la medida de sus GD OD OD GD ~'{/
necesidades. Este instrumento, como es sabido gracias a numerosos testi-
monios, nació como instrumento contab 1e y rápidamente se transformó en GD 00 GD GD
el útil de la memoria histórica. En otras palabras, es en el momento en que
comienza a establecerse el capitalismo agrario cuando aparece el medio
de fijarlo en una contabilidad escrita y es también en el momento que se b b'
afirma la jerarquización social cuando la escritura crea su primera genea-
Fig. 80. Esquema funcional del dispositivo industrial del siglo XIX. El dispositivo
logía. Este aspecto gráfico del desarrollo de la memoria humana será el preindustrial constituye la base de la implantación. La capital (a) comporta las
objeto del próximo capítulo. mismas divisiones que fig. 76, pero la función industrial está representada por un
grupo (7), vinculado al comercio (;) y directamente en relación con el poder
central, cualquiera que sea la forma del Estado. Las aldeas agrícolas continúan
ESTALLIDO DE LA CIUDAD (figura SO) funcionando en el dispositivo antiguo, provistas de una representación artesanal y
del pequeño comercio; se ligan (e, d) a unas capitales regionales donde se celebran
. Hasta fines del siglo xvm, el dispositi,·o tecnoeconómico no se había los zocos y las ferias. La transformación radica en la creación de centros industriales
modificado mayormente en relación con el de la antigüedad. Cercada por (b), ligados al cuadro tradicional mediante una red de vías de transporte. Aislado
'
las campiñas de donde saca su sustancia nutritiva, articulada con su medio primero por la proximidad necesaria de materia y de fuerza (b') el centro indus- ' 1

'
trial se dispersa a lo largo de las vías férreas y determina la aparición de suburbios
.rural y con el mundo lejano de sus mercados y sus ferias extramuros, la cuya población proletaria ya no se inscribe en los cuadros tradicionales

178
·-- -
· - - - - - ------ - · - - - - - - - • - - -- -- -----···---

ciudad encierra en sus murallas, en torno al núcleo religioso y adminis-


trativo, mercaderes y artesanos, en un dispositivo en el cual el encerramiento
topográfico limitando el espacio, hace codearse individuos pertenecientes
a grupos sociales diferentes. Es en Europa donde se pone en marcha la
evolución hacia una fórmula tecnoeconómica nueva. Desde la Edad Media,
en los países de gran civilización tanto de Asia como de Europa, la espe-
cialización de los artesanos del fuego ha conducido . a la formación, fuera
del dispositivo urbano, de centros metalúrgicos, de cerámicas o cristalerías, ·,

que marcan el paso del artesanado a estmcturas preindustriales. Si la ce- j

rámica ha conserndo un carácter artesanal local, no sucedió igual con la .


metalurgia, cuyas necesidades crecientes acarrearon sobre los puntos geo-
gráficos donde la coincidencia del combustible y del mineral estaba ase·
gurada, una concentración de especialistas, que prefiguró una forma de
agmpamiento nuevo: la ciudad industrial (figura 81).
Es muy difícil hablar de hechos tan cercanos a la historia contem-
poránea sin caer en h trivialidad; evocar la descentralización metalúrgica,
la formación de ciudades que han perdido todo carácter tradicional y no ,, '

son nüs que "aglomeraciones" de trabajadores alrededor de la fábrica,


........
4 .... . ..
1 2 .. o • '• •
reviste sin embargo tanta importancia y tanto interés como subrayar el
·=·:··.. :
........
carácter permanente de la especialización técnica en la pareja primitiva
sigló XX
o la coherencia fundamental de los agricultores y de los pastores en el ,,
paso a la economía agraria. Es tanto más importante cuanto que la revo-
.... . . .....•
• • ' • •
• •
• 1 lución industrial ha sido p.lLl las sociedades agrícolas la única transfor- '

. ........... ... . .
' '
• •• •

'.. •
'
• • •.
. b mación mayor producida en cinco milenios. Semejante consideración im- ' :'
plica que se trata de un hecho cuyas repercusiones sobre el conjunto del 1

.• •·: "•·:.....• edifi,cio social revisten . una importancia comparable a las del paso a la :!
economía agraria. En efecto, la descentralización metalúrgica y la crea- '

ción de unidades urbanas en las cuencas hulleras y siderúrgicas exigen


la reúsión completa, en menos de un siglo, de todo el edificio social, ::¡
1

'
estmcturas religiosas incluidas. Si bien es tri\·ial aludir los trastornos '
determinados· por la revolución industrial, es necesario mostrar que es- ' .
1 1

tas modificaciones no están en contradicción sino . en armonía con el


desarrollo funcional de un organismo sociotécnico artificial, al que nos-
.. . . . otros comunicamos, cad,t vez m:ís, propiedades que son como el re-
... ...................
. .. . : ·. . . . flejo de la organización viviente. No es inútil tampoco subrayar que el
problema agrario y el problema metalúrgico fueron planteados desde 3.000
años antes de nuestra era y ya en términos de crisis. Mientras las sociedades
''
agrícolas conservaron su estructura inicial, el artesanado y luego la indus- .


tria surgieron como los motores potentes y un poco maléficos de la evo-
lución material, al servicio de una sociedad que exige cada vez más la ads-
...

cripción de hombres que zoológicamente siguen sometidos a su naturaleza .
.·.,..
•••

Fig. 81. a) Plano de la aglomeración del Creusot. Se ve la agregación EL PUNTO ACTUAL


industrial a lo largo de la vía férrea y los barrios de hábitat en prolifera-
ción desordenada. 1: industria, 2: construcción densa, 3: construcción En el curso de estos últimos siglos, la fórmula tecnoeconómica
menos densa, 4: espacios verdes. b) Crecimiento progresivo de Lyon.
Se ve, alrededor de la ciudad antigua unida al Saona y al Ródano, la
ha cambiado de escala sin modificar sus términos. La minúscula ciudad del
extensión geométrica de la ciudad de 1850-70 alcanzando la vía férrea, el
apéndice de Villeurbanne, de trama irre~>ular (fin del siglo XIX), luego 181
la proliferación reciente
1
1
'

Cercano Oriente .del segundo. mi:enio, con. sus jefes, sus funcionarios, su ¿Trátase en realidad de una solución o es sólo un callejón sin salida?
grupo artesan!l, su mercado, s_u c~mpiña, sus .~ebaños, sus pequei1as gue- La uniformidad de comportamiento de los estados marxistas como la de
rras, sus rapmas y sus clases tlramzadas que aportaban el excedente indis- Jos estados capitalistas en esta vía aporta, en todo caso, la certeza de la
pensable J?ara el desarrollo de un dispositivo cuya cabeza, y ella sola, mar- evolución hacia una fórmula nueva. Uno puede preguntarse ·si se trata
c~ba el ~1~vel_ alcanzado por la sociedad; esta ciudad de la antigüedad es, realmente de la evolución hacia un nuevo equilibrio en el cual todos los
",¡:
¡i:

sm modifi_cacwnes, transponible a cúalquiera de los grandes estados euro. valores volverían a encontrar el puesto que les corresponde en la fórmula
'11
p~os del siglo XIX, con la diferencia de que el radio de acción se ha¡ exten- antrópida (la cima se encuentra, de hecho, en el cerebro y la base en la il
h
dido desde un hemisferio al otro y que el aparato colonial abastecedor mano) o si no es mis que la ruptura, por el organismo artificial en el
de los excedefoltes ha reemplazado la sen·idumbre de los campesinos fuera que la civilización se ha desarrollado, del equilibrio para el cual el hombre
de los suburbiOs. He presentado. en 1\Iedio y T érnicas la coherencia bio- está físicamente constituido. En tal caso, la fórmula trivial y corriente del
lógica_ del sistema civ!lizado-birbaro-sal:aje y _el hecho de que el progreso "hcmbre dejado atrás por sus técnicas" tomaría su estricto valor.
matenal de la humamdad ha permaneodo umdo hasta nuestros días· a este Es difícil, incluso a través de los teóricos de una y otra ideología,
sistema. Este,. cc:n~ t?do organismo vi,·iente, comporta unos elementos hacerse a la idea de un equilibrio que consistiría en aumentar indefini- 1

aparentemente pm·Legwdos y unas masas oscuras, cuyo papel, al precio damente el bienestar material de individuos también más numerosos. las
de un desp!lfarro enorme, es d~ ~ar la pequeña resern de impulso que relaciones entre producción, consumo y materia dejan prever que el hom- !

permita el paso a una etapa s1gmente. Esta wrdad biolóaica se traduce bre consuma cada vez más y de una manera irremediable, su propia sus-
e~ el plano social en unos ten;1inos de justicia y de injusbcia, lo que no tancia, es decir, lo que llega del medio natural.
a} u? a. mucho a hallar la solucwn de un problema de origen estrictamente En la actualidad, a pesar de los esfuerzos sociales y la descoloniza- 1

organlCO. ción, el grupo ya planetarizado no tiene una fo.rma diferente a la que


¿En qué medida e:_ta !órmula ini~ial pern:anece valede.ra? Para que ofrecían las pequeñas sociedades mesopotámicas de hace 4. 000 años; es
desa~ar~zcan l?s constren!mi_entos negati:·os, naodos del dispositivo tecno- decir (cualquiera que sea la fórmula política) que una estricta jerarqui- !
economico agncola-metalurgKo, se neces1tana que el homo sapiens fran- zación social hereditaria o selecti\·a condiciona los individuos en funciones 1

queara ~111a nue,·a etap~ biológica, la cual lo pondría tal yez en capacidad cada vez más determinadas; que ]a economía mundial reposa siempre
de dommar su agresJnd~d s_o?re la qL:e. repo_s:m, mucho mis que sobre el en la explotación de lo animal y de lo vegetal, sin que se hayan pro-
p_rogreso, .los valores de JUStiCia o de 111JUStiCia. La disminución del poten- ducido grandes transformaciones más que en la medida de los medios
c~a~ agresn·o, qL1e se cor.~esponde con el. instinto de adquisición, se tradu- técnicos; que h industria, herede.ra del artesanado primordial, si bien
c~na p~r otra parte en un.a. baja equivalen;e de la nece~idad de crear y cambió sus combustibles, reposa siempre sobre el metal.
fmaln;ente del gu:to de Ymr, pues el espmtu de creac1ón y el de des- En conclusión, el prodigioso triunfo del hombre -sobre la materia •

;

truccwn no son mas que las dos faces, brillante y oscura, del mismo fenó- se ha hecho al precio de una Yerdadera sustitución. Hemos visto cómo '1
;1
1

meno; mas, lo que puede ser roto un día, es el círculo en el cual la socie- en el transcurso de la evolución de los antrópidos, el equilibrio zoológi- 1

dad se ha ence~ra_d~ desde el momento que el homke se transformó en co se sustituía por un equilibrio nuevo, perceptible desde los inicios del :i'

su prop1a }: casi _un1ca presa. Tal \'CZ sería necesario que la agricultura y homo sapiens, en el Paleolítico superior. El grupo étnico, la "nación"
la metalurgia cedieran el puesto a un dispositivo tecnoeconómico distinto reemplaz~l a ]a especie, y el hombre, cuyo cuerpo sigue siendo el de un
cuya nat~~aleza no se _concibe muy bien a la hora presente, puesto que 1~ mamífero normal, se desdobla en un organismo colectivo con posibilida-
alunentaoon, humana s1gue ~undada sobre lo vegetal y lo animal y el me- des prácticamente ilimitadas por el cúmulo de innovaciones. Su economía
tal es t~davia el pn.mer ser\'Jdor del progreso. La ideología socialista, desde sigue siendo la de un mamífero altamente depredador, incluso después
hace. mas de m~ siglo, ha atacado el p"o?lema sin agotar sus aspectos, del paso a ]a agricultura y a la cría. A partir de este momento, el orga-
partJcular~1;ente mteresantes cuando se restituye la perspectiva general de nismo colectivo se hace preponderante, de manera cada vez más impera-
la e_volucwn. E1~ efecto, desde el Paleolítico superior, pero sobre todo a tiva, y el hombre se transforma en el instrumento de una ascensión tecno-
par_tir de la agncultura, el mundo de los símbolos (religiosos, estéticos 0 económica, a la cual presta sus ideas y sus brazos. Así, la sociedad huma-
s?o~les) ha ¡~r~va!ecido .siempre jer_á~quicamente sobre el mundo de las . na se convierte en la principal consumidora de hombres, bajo todas las
tecn1cas y la pi.:amJde socwl se ha ec!JfJcado de una manera ambi aua dando formas, por la violencia o el trabajo. El hombre gana en ello la seguridad
la preeminencia a las funciones simbólicas sobre la tecnoloaía b m~tor sin progresiva de posesión del mundo natural que debe, si se proyectan hacia
embargo de todo progreso. La ideología socialista trata el~ r~solver este el futmo los términos tecnoeconómicos del actual, terminar con una vic-
problema biológico sometiendo la sociedad a la técnica es decir a primera toria total, extraída la última gota de petróleo para cocinar el último pu-
vista dando el triunfo a la mano. ' ñado de hierba guisado con la última rata. Una perspectiva tal es menos

182 183
'
1

una· utopía que la constatación de las propiedades singulares de la eco- 1

nomía humana, economía sobre la cual . nada deja entrever aún que el VI 1

homb.re zoológico, es decir inteligente, tenga un control real. Al menos


hen1os visto, en unos veinte ai1os, el ideal de consumo acompai1arse de
cierta desconfianza hacia la infalibilidad del determinismo tecnoeconómico. ¡,'

LOS SIMBOLOS DEL LENGUAJE 1


'
1
'

i
,1

En el capítulo precedente, he considerado el desarrollo de la organi-


zación tecnoeconómica y la constitución de un dispositivo social estrecha-
mente ligado a la evolución de las técnicas. Ahora, quisiera ocuparme de
la evolución de un hecho que hace su aparición con el homo sapiellJ en
el desarrollo de los antrópidos: h aptitud pa.ra fijar el pensamiento me-
diante símbolos· materiales. En efecto, si bien el arte figurativo y la es-
critura han sido ya objetos de innumerables estudios, las relaciones entre
los dos dominios y sus vínculos se encuentran aún mal definidos, de suerte
que su investigación en una perspectiva general no carece de provecho.
En la tercera parte, los ritmos y los valores serán considerados en sus as·
pectos estéticos, mas aquí, después de las largas disertaciones en las que la
materialidad del hombre ha sido la preocupación esencial, no es inútil
considerar por qué vías materiales se ha construido lentamente el sistema
que asegura a la sociedad la conservación permanente de los productos ' '

del pensamiento individual y colectivo.


' 1

1 '
1 ¡
,l

El NACIMIENTO DEL GRAFIS;\10

Los primerísimos testimonios de un grafismo ponen en evidencia un


hecho muy importante. Hemos visto en los capítulos II y III que la tec-
nicidad bipolar de muchos vertebrados conducía en los antrópidos a la for-
mación de dos parejas funcionales (mano útil y cara-lenguaje), haciendo
interveni,r en primer lu?Sar la motricidad de la mano y de la cara para
modelar el pensamiento""en instrumentos de acción material y en símbolos
sonoros. La aparición del símbolo gráfico al final del reino de los palean·
tropos supone el establecimiento de relaciones nuevas entre los dos· polos
operatorios, relaciones exclusivamente características de la humanidad en
el sentido estricto de la palabra, es decir, respondiendo a un pensamiento
simbolizante en la medida en que nosotros mismos usamos de ello. En
estas nuevas relaciones, la visión tiene el puesto predominante en las re- '
laciones cara-lectura y mano-grafía. Estas relaciones son exclusivamente hu-

• 185
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a b e a b e d
Fig. 83. Churingas australianos (según Spencer y Gillen). 1: Jos
Fig. 82. círculos a representan unos árboles y los círculos de puntos, los
Incisiones sobre huesos paleolíticos, llamadas "hue-
pasos de los bailadores; las líneas d representan los bastones que
llas de caza". a) Castelperroniense; b) Auriñaciense;
se golpean al compás y e los movimientos de los bailadores; 2 y 3:
e) Solutrense churinga de un jefe del totem de la hormiga mielera. a: su ojo, b:
sus intestinos, e: la pintura sobre su pecho, d: su espalda, e: un pa-
jarito aliado a la hormiga mielera. Es posible constatar, basándose
manas, pues si se puede decir, en rigor, crue el útil es conocido por algunos en 82, que las representaciones vinculadas a un contexto verbal y
ejemplares animales y que el lenguaje existe sencillamente en las señales gesticulado, como las de los Churingas, pueden ser desprovistas de '

vocales del mundo animal, nada existe comparable al trazado y a la lectura todo contenido figurativo realista 1

1
'

de los símbolos hasta el alba del homD .rt~piem. Se puede decir pues que
si en la técnica y el lenguaje de la totalidad de los antrópidos la motrici-
dad condiciona la expresión, en el lenguaje figurado de los ant~ópidos susceptibles de guiar la interpretJción de las "marcas de cacería" paleolíti- j

m&s recientes, la reflexión determina el grafismo. cas: primero, el carácter abst.cacto de la representación, el cual, como vere- . '
' 1

Las huellas más antiguas remontan al final del Musteriense y son ya mos luego, está igua!mente presente en el arte mis viejo conocido; ade- 1 1

abundantes. hacia 35000 antes de nuestra era, durante el período de Cas- más, el hecho de que el "churinga" concretiza la recitación de encanta-
'
te!perron. Aparecen simultáneamente con los colorantes (ocre y mangane- miento, que es su soporte y que el oficiante, con la punta del dedo, sigue
so) y los objetos de adorno. Son unas líneas de cúpulas o series de tra- las figuras según el ritmo de su declamación. Así, el ''churinga" moviliza 1

11

zados g.rabados en hueso o piedra, pequeñas incisiones equidistantes que las dos fuentes de la expresión, la de la motricidad verbal, ritmada, y la '
.,
testimonian el inicio de la figuración, aparte de lo concretamente figura- de un grafismo involucrado en el mismo proceso dinámico. Deci.r que las
• ¡'
tivo, y aportan las pruebas de manifestaciones rítmicas que son las más series de incisiones del Paleolítico superior sean asimilables a unos "chu- 1
1
antiguamente expresadas: ningún sentido preciso se puede encontrar en ringas" no esti en absoluto en mi pensamiento, pero creo que entre las
estos muy modestos testimonios ( fit,rura 82) pero se ha visto en ellos interpretaciones posibles, es posible la de un dispositivo rítmico de carác-
"marcas de cacería" o una especie de contabilidad, aunque ninguna prueba ter encantatorio o declamatorio. . 1
sustancial en el pasado o en el presente apoya razonablemente tal hipótesis.· Un punto sobre el cual tenemos ahora completa certidumbre, es que '

Las únicas similitudes aproximadas tal vez puedan establecerse con los el grafismo se inicia no con la representación ingenua de lo real, sino con ' J¡
'
"chu.ringa". australianos, plaquetas de piedra o de madera grabadas con lo abstracto. El descubrimiento del arte prehistórico a fines del siglo XIX !

. motivos abstractos (espirales, líneas rectas y grupos de puntos), que re· ha hecho surgir el problema del estado "ingenuo" de un arte que habría ''

presentan el cuerpo del antepasado mítico o los lugares en los cuales se representado lo que veía en una especie de expansión estética. ·Desde
desenvuelve su mito (figura 83). Dos aspectos del "churinga" parecen inicios del siglo, rápidamente se pudo ap.reciar que esta idea era falsa y

186 187
·1'
'
:i
1
estereotipadas, donde sólo algunos detalles convencionales hacen posible
la identificación de un animal. Estas consideraciones permiten subrayar
que el arte figurativo est:í, en su origen, directamente ligado al lenguaje
• ••

•• y aún mucho más cerca de la escritura, en un sentido muy amplio, que de


•• la obra de arte. Es la transposición simbólica y no la calcomanía de la


: o •


• • ,- realidad; es decir, que hay entre el trazado en el cual se admite ver un


bisonte y el bisonte mismo la distancia que existe entre la palabra y el

. J útil. Para el signo como para la palabra, lo abstracto corresponde a una


..o

• • •
• • o ' o
adaptación progresiva del dispositi,·o motor de expresión a unas solicita-
84 •


• o
... ..



.. . ciones cereb.cales cada vez más matizJdas. De suerte que las antiguas figu-
•.• o o .•. .•.
• ras conocidas no represent:w escenas de cacerías o animales moribundos
•• 11 85 o enternecedoras escenas de familia, sino cla,·es gráficas sin conexión des-
criptiva, soportes de un contexto oLll irremediabiemente perdido.
El hecho de que los documentos del arte prehistórico sean muy nu-
merosos y de que comience a ser mate.~ia de estadística una masa cuyo
ordenamiento cronológico está definido en sus grandes líneas, permite
desbrozar, si no descifrar, el sentido general de las representaciones: bajo
mil variantes, el arte prehistórico gin alrededor de un tema p.robablemente
\ mitológico donde se enfrentan complementariamente unas imágenes de ani·
males y unas representaciones de hombres y de mujeres. Los animales pa-
recen dispuestos en pares oponiendo el bisonte al caballo, y los seres hu-
86 87 manos son representados por símbolos, los cmles son la figuración muy
abstracta de las características sexuales (figuras 91 y 143). Es muy im-
Fig. 84. Grabado del Auriñaciense 1 del refugio Cellier (Dordoña). Es uno
de los escasos documentos figurativos más antiguos que estén fechados con portante haber podido determinar el nlor del contenido para entender el
certeza. Vemos una cabeza, verosímilmente de caballo, un símbolo femenino vínculo que une la abstracción y los primeros símbolos gráficos.
y unas incisiones regulares. Fig. 85. Grabado del Auriñaciense IV de La
Ferrassie (Dordoña), representando un animal (roto), un símbolo femenino • •

PRIMER DESARROLLO DEL GRAFIS~fO


1

· y unas puntuaciones regulares. Fig. 86. Grabado probablemente Gravettien-


1
se de Gargas (Altos Pirineos) figurando un caballo y un símbolo femenino.
Fig. 87. Grabado Magdaleniense de las Combarelles (Dotdoña), figurando Las series rítmicas de raps o de puntos continuaron su existencia !
1

los mismos sujetos. Se constata, para un tema idéntiéo, el realismo creciente hasta fines del Paleolítico superior. Paralelamente, a partir del Au.ciñacien- '' .

' '
de los elementos del mitograma se, hacia 30000 antes de nuestra era, se ordenan hs primeras figuras. ' 1'

Hasta hoy, son las más antiguas obras de arte de toda la historia humana 1 1'

!
y se percibe con sorpresa que su contenido implica una convención inse- 1

que se debía atribuir a preocupaciones de carácter magicorreligioso el arte parable de unos conceptos altamente organizados por el lenguaje. Si bien
figurati\·o del Cuaternario (como por otra parte, el de todos los hombres, el contenido es ya muy complejo, la ejecución, en cambio, es aún balbu-
salvo excepciones limitadas a· unos estados de gran madurez cultural). Sin ceante: ]as mejc.ces representaciones muestran, sin orden, la superposición
embargo, ha sido tan sólo .recientemente cuando se ha sabido que los de cabezas de animales y de símbolos sexuales, extremadamente estilizados.
documentos magdalenienses sobre los que se fundaba la idea del realismo En la etapa siguiente, durante el Gravettiense, hacia 20000, vemos
paleolítico representaban un estadio ya muy tardío del arte figurativo, pues- organizarse unas figuras mejor constmidas. Los animales son expresados
to que se escalonan entre 11000 y 8000 antes de nuestra era; mientras por su línea de armazón cérvico-dorsal, a la cual se acoplan los detalles
que el verdadero comienzo se sitúa más allá de 30000. Lo· que es parti- característicos de las especies (cuernos del bisonte, trompa del mamut, crin
cularmente interesante para este propósito, es que el grafismo no comienza del caballo, etc.). El contenido de los conjuntos de las figuras sigue siendo
po.r una expres!ón en cierto modo servil y fotográfica. de lo real, sino que el mismo que precedentemente. Solamente la expresión se ha perfeccionado.
' i '
se le_ ve orgamzarse en el curso de una de~ena de miles de años a partir En el Solutrense, hacia 15000, la técnica del grabador o del pintor está
de s1gnos que parecen haber expres_ado pnmero unos ritmos y no unas en posesión de todos sus recursos, los cuales no son muy diferentes a Jos,
formas. En efc;cto, es solamente ~ac~a 30000 cuando aparecen las prime-

del grabador o del pintor actuales. El sentido de las figuras no ha cam· . '

ras formas ( f1guras 84 a 87), limitadas por otra parte a unas ·figuras biado y las paredes o ]as placas decoradas despliegan las innumerables va-

188 189

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'
---·--.

riantes del tema de los dos animales, de la mujer y del hombre. Una LA EXPANSlON DE LOS SlMBOLOS
curiosa evolución se ha producido sin emba.rgo: las representaciones hu-
manas parecen haber perdido todo carácter realista y se orientan hacia los Ac~bamos de ver que el arte figurativo es inseparable del lenguaje y
triáng~tlos, los cuadriláteros, las líneas de puntos o de rayas que cubren, que _na~1ó de la constitución de un par inte:ectual fonación -grafía. Es, por
por eJemplo, las paredes de Lascaux. Los animales, en cambio, se enca- cons1gu1ente, cia:o que, desde un primer momento, fonación y grafismo,
minan poco a poco hacia el realismo de las formas y del movimiento, de r~sponden al m1smo objetivo. Tal vez la parte más importante del arte
los cuales, empero, permanecen aún muy lejos en el Solutrense, a pesar de f1gurado _pert~nece a lo que, a falta de mejor expresión, yo designaré aquí
todo lo que se ha podido decir sobre el realismo de los animales de Las- como "pKto-ldeog.rafía". Cmtro mil años de escritura lineal nos hicieron
caux. Maestría técnica y contenido mitológico corresponden exactamente separar el arte y la escritura y se necesita un real esfuerzo de abstracción
al carácter de las figuras de la "edad media paleolítica"; sin embargo, no y todos los trabajos etnográficos de estos cincuenta últimos años para re-
se puede asimilar estos conjuntos a Jos frescos de las basílicas.· o a la pin- construir en nosotros una actitud figurati,·a, la cual ha sido y es aún co-
tu;a de cab~llete. S~n, en realidad, _"mitog:amas'~, algo que. se emparenta mún a todos los pueblos apartados de la fonetización y dentro del linea-
mas con la 1deografla que con la ptctografla, mas con la p1ctoa,rafía que lismo gráfico.
con el arte descriptivo. b
Los lingüistas que se esforza.ron por estudiar el origen de la escritura,
El _Magdaleniense, _entre 1100? y 8000, en el momento de los gran- han considerado frecuentemente las pictografías proyectando sobre ellas
des con¡ untos de Alta1mra o de Ntaux, muestra, para las fi auras humanas una mentalidad nacida en la práctica de la escritura. No carece de interés
una_ inmersión aún mis profunda en el ideograma, bien s:a, por el con: ·constatar que las únicas wrdaderas "pictografías" que conocemos son todas
trano, un regreso categórico hacia la .representación realista de los hom- recientes y que la mayor parte de ellas nacieron, entre g.rupos sin escritura,
bres_ y de las mujeres. E.n cuanto a los animales, parecen llevados por una una vez _establecido el contacto con Yiajeros_ o colonos originarios de países
comente donde la habdtdad va a arrastrar poco a poco las figuras hacia c?n escnt~Ira (f1~uras 88 a 90 ~. Por cons1guiente, no parece posible uti-
el academtctsmo de las f?rmas . (es el mo:11ento de Altamira), para Juego, ltzar la p1ctografta de los esqmmales o de los indios como elementos de
un po~~ antes del fm, ~-r hacta un reahsmo amanerado, con precisiones
fotog.raf1cas en el mm·m:1cnto y la forma. Es este arte del último período
el ynmero en ser conoCido y el que hizo así nacer la idea del realismo
pnmordtal.
El arte _paleolítico, gracias ~ su. in:1¡ensa extensión y la abundancia
de sus matenales, aport_a un testt.monl~ .1rrcmpl~zable para la comprensión :
de lo que son. en .realtd~d. la f1gurac10n art1st1ca y la escritura: lo que
aparece, a part1r . del naomtento de la economía agrícola, como dos vías
d1vergentes, const1t~ye ~n r~~l1dad una sola de ellas. Es muy curioso cons-
tatar que la expresJGn sunbobca alcanza de un <>olpe, desde el Auriñaciense 88
s~ más elevado ni,·el (figuras 84 a 87). Ve1~os al arte desprenderse, e~
oert.o modo, de una verdadera escritura, y segui.r una trayectoria, la cual,
partiendo de lo abstracto, ltbera progresivamente las convenciones de for-
mas y de movimiento,. para alcanzar al final_ de la cun·a el realismo y
hundlfSe. Esta ru_ta ha ~1do ~antas veces segmda por las artes histé.ricas,
que se debe adm1t1r obbgatonamente que corresponde a una tendencia ae-
neral, a un ciclo de maduración, y que lo abstracto está realmente en bla
base de la expresión gráfica._ En el capítulo XIV, evocaremos el problema
~el, :egreso de las. art~s l_1~c~a un abstraccionismo meditado. Veremos que 89
Figs. 88-89. Pictograma esquimal de Alaska, grabado sobre una lámina de
.a ousq~eda de una ntn:JC1dad pura, ~e u? no-figurativismo en el arte y marfil, inicio del siglo XX. De un lado (88) se ve un campamento de verano:
la poesla modernas, naCida de la medltacJOn de las obras de arte de los cuatro tiendas y un hombre cerca de una colina. Dando la vuelta a la plaque-
puebl~s primitivos vivos, _corresponde a una evasión regresiva, a un deseo ta, sobre la mtsma Iíhea del suelo, un campamento de invierno: una morsa,
de abtsmars~, en el refug10 de las reacciones primordiales, tanto como a una chalupa de piel vuelta al revés sobre su· soporte y una casa de invierno,
una proyeccwn. en cúpul~ con un largo corredor de entrada. El objeto constituye un mensaje
que se de_1aba en el campo abandonado para informar a los visitantes eventua-
les de la dirección tomada. Solamente los esquimales de Alaska y en una
época reciente (siglo XIX) han utilizado los pictogramas

190 191
----- -----

comparación para comprender la ideografía de pueblos anterio.res a la es- a la evolución de los territorios coordinadores de los gestos traducidos en
critura. Por otra parte, frecuentemente se ha ligado el origen de la es- símbolos materializados gráficamente. Esto explicaría el hecho de que
critura a los procedimientos de memorización de valores numéricos ( enta- los más antiguos grafismos conocidos sean la expresión desnuda de valores
lladuras .regulares, cuerdas anudadas, etc.). Si, efectivamente, la linealiza- .rítmicos. Sea lo que sea, el simbolismo gráfico se aprovecha, en relación
-ción alfabética puede desde su origen haber tenido relaciones con unos al lenguaje fonético, de una cierta independencia: su contenido_ expresa
dispositivos de numeración, los cuales eran forzosamente lineales, no su. en las tres dimensiones del espacio lo que el lenguaje fonético expresa
cede en absoluto lo mismo para el simbolismo figurativo más antiguo. en la única dimensión del tiempo. La conquista de la escritura ha sido
Razón que me lleva a considerar la pictografía como algo distinto a una precisamente la de hacer entrar, mediante el uso del dispositivo lineal, la
forma de infancia de la escritura. expresión gráfica en la subordinación completa a la expresión fonética.
A estas alturas, la ligazón del lenguaje a la expresión gráfica es de coor-
dinación y- no de subordinación. La imagen posee entonces una libertad
dimensional que faltará siempre a la escritura; puede desencadenar el pro-
ceso verbal que llega a la recitación de un mito, pero no está ligada a_ ella
y su contexto desaparece con el recitante. Es lo que explica la riqueza
de expansión de los símbolos en los sistemas situados del lado de acá de
la esc.rih1ra lineal. Los más diversos autores, en ocasión de trabajos sobre
la China primitiva,' sobre Australia, sobre los indios de América del Norte
' 1 •

'~\~~h o sobre ciertos pueblos de Africa negra, han extraído las líneas de un
' ....:"'lt' pensamiento mitológico donde el orden del mundo se integra en un sistema

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Fig. 90. Piel de bisonte de Sioux (fin del siglo XVIII) sobre la cual •
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figura pictográficamente el relato de una expedición de guerra '•
••
1







. En el hombre, el pensamiento refiexim es apto para hacer abstrac- •



• •
CIÓn de la realidad en un proceso de análisis cada vez mis preciso, de ma- •





nera que unos símbolos ronstituyen paralelamente el mundo real; es el •

mundo del lenguaje, gracias al cual queda asegurada la posesión de la ••
••
realidad. Dicho pensamiento reflexionado, que se expresaba concretamente •
por el lenguaje vocal y la mímica de los antrópidos, probablemente desde Fig. 91. Composición mitográfica de la gruta de Niaux (Ariége),
s:-r origen, a:J3-uiere en el Paleolítico superior el manejo de representa- Magdaleniense. Se ve allí una cabra montesa, un bisonte y un caballo de
oo.nes, pen111tiendo al hombre expresarse más allá del presente material. misma talla, un caballo grande acompañado de un bisonte y de una
So.bre los dos polos del campo operatorio se constituyen, a pa.:tir de las cabra montesa de talla pequeña, un bisonte grande entre las patas del
cual se encuentra un caballo pequeño, un bisonte y un caballo iguales:
mismas fuentes, dos lenguajes el de la audición, ligado a la evolución los bisontes llevan una serie de heridas simbólicas. El carácter mito·
de los territorios coordinadores de los sonidos, y el de la visión, ligado gráfico del conjunto excluye la lectura directa

192 193
de correspondencias simbólicas de una riqueza extraordinaria. Entre ellos, ciervos los encuadran sobre los bordes, leones y rinocerontes se sitúan en
varios han subrayado la existencia, en los pueblos observados, de ricos ]a periferia. El mismo tema puede repetirse varias veces en la misma caver-
sistemas de representación gráfica. En ninguno de ellos, salvo los chinos, na: se vuelve a encontra.r idéntico, a pesar de sus variantes, de una caverna
cuyos documentos no pueden entenderse sino después del paso a la escritura a la otra. Se trata,. por consiguiente, de otra cosa que una representación
se aprecia otra cosa que no sea unos grupos de figuras coordinadas en un accidental de animales de caza, de una cosa distinta también a una "escri-
sistema extraño a la organización lineal y por consiguiente, a las posibili- tura", diferente también de unos "cuadros". Más allá del ensamblaje sim-
dades de una fonetización continua. De algún modo existe entre el conte- bólico de las figuras, ha existido forzosamente un contexto oral con lo cual
nido de las figuras del arte paleolítico, el de las figuras de los Dogon de el ensamblaje simbólico estaba coordinado y del cual reproduce en el espacio
Af rica o de las pinturas sobre cortezas de los australianos, en relación al los valores (figuras 92 y 93). El mi~mo hecho es sensible cuando los aus-
dispositivo de notación lineal, la misma distancia que existe entre el mito tralianos ejecutan sohre la arena las figuras en espirales, las cuales expresan
y el relato histórico. Mitología y grafismo multidimensional son, por otra
parte, normalmente coincidentes en las sociedades primitivas y si yo me
atreviera a hacer uso del estricto contenido de las palabras, tendría la tenta-
c!ón de equilibrar la "mito-logía", la cual es una construcción plu,~idimen­
swnal reposando sobre lo verbal, con una "mitografía" que es su estricto Fig. 93. Grabado rupestre protohistó-
correspondiente manual. · rico del Val Camonica (Italia). El con-
El período más largo de la evolución del bomo .rapír:ns se ha desarro-
• o o
¡unto se aprox1ma a un pictograma por
llado con formas del pensamiento, que si bien se nos han tornado extrañas, su carácter narrativo (labrador segui-
persisten subyacentes en una parte importante de nuest:-os comportamientos. do de personajes provistos de azadas
que recubren el grao o sembrado), mas
Mientras vivimos en la práctica de un solo lenguaje, cuyos sonidos se ins- no hav "hilo" como en una "suite"
criben en una escritura correspondiente, concebimos con dificultad que sea
o

pictográfica •
posible un modo de expresión donde el pensamiento disponga gráficamente
de una organización en cierto modo irradiante. Uno de los hechos m:ís lla- 1

'

mativos en el estudio del arte paleolítico es la organización de las fiauras


sobre las paredes de las cavernas (figura 91). El número de especies aginu-
les representadas es poco elevado y sus relaciones topográficas son constan. . .....
tes: bisonte y caballo ocupan el centro de los paneles, cabras monteses y

F ig. 94. Copa conmemorativa del · sacrificio de un oso.


Aínas de Sakhalina. Ejecutadas en cada fiesta del oso, estas
copas servían de prontuario y de testimonio

Fig. 92. Grabado rupestre pro-


tohistórico del Val Camonica
(Italia), figurando un ciervo
acompañado de símbolos enig-
• o "

maticos. Como para la figura Fig. 95. Japón. Exvoto. Se ve el Fig. 96. Japón. Exvoto. Des atunes
precedente, sólo el conte~ido :gesto de aplaudir para atraer la (Katsu-o) son figurados para expre-
oral podría apoyar el sentido · atención de la divinidad antes de sar la idea de obtener (katsu)
de este grupo formular el voto

194 195
simbólicamente el desarrollo del mito de la lagartija o de la hormiga de
miel, o cuando _los Aínos materializan en una copa de madera esculpida el .
relato mitificado del sacrificio del oso (figura 94).
Tal modo de representación está ligado casi por naturaleza al simbo-
lismo cósmico. Más adelante volveremos a considerar su evolución en el
capítulo XIII, a. propósito de la humanización del tiempo y del espacio.
Sabemos que resiste a la aparición de la escritura, sobre la cual ha ejercido
una considerable influencia en las-. civilizaciones donde la ideografía ha -
prevalecido sobre la notación fonética (figuras 95 a 97). Vive todavía en
-- las ramas del pensamiento nacidas al inicio de la expresión escrita lineal
·------·
y tenemos ejemplos muy numerosos, en diferentes religiones, de organiza-
- ..
. .- . .
•• ción espacial de figuras que. simbolizan un contexto mitológico en el sen.
" ' -- - ti do preciso de los etnólogos (figura 98). Prenlece aún en las ciencias,
--~--- donde la linealización de la escritura es una traba, y en la ecuación alge-
braica; las fórmulas de ]a química orgánica encuentran con él el medio
de romper el constreñimiento unidimensional, en unas figuras donde-la· fo-
Fig. 97. Japón. Exvoto. Depositado en el templo para netización interviene solamente como un comentario y donde el ensamblaje
corregir a un borracho. El pulpo, que se torna rojo al ser
cocido en la cuveza de arroz," es el símbolo de la
simbólico "habla" por sí mismo. Resurge al fin en la expresión publici-

m temperanCia

taria que recurre a unos estados profundos, inf.raverbales, del comporta-
miento intelectual (figura 99).
Si, pues, el arte está íntimamente ligado a la religión, es porque la
expresión gráfica restituye al lenguaje la dimensión de lo inexpresable, la
posibilidad de multiplicar las dimensiones del hecho mediante unos símbo-
los visuales instantáneamente accesibles. La ligazón fundamental del arte y
la religión es emocional, mas no lo es de una manera vaga; depende estre-
chamente de la conquista de un modo de expresión que restituye la verda-
, '
-'
~
dera situación del hombre en un cosmos en el cual él se inscribe como
centro y que no trata aún de perforar con el dardo de un razonamiento
donde las letras hacen del pens:J.miento una línea penetrante, de largo alcan-
ce, pero fino como un hilo.
"" . •'

Yr
~ al aceite al natural

~ e
() • ..
••

1
:
1
•'

Fig. 99. Afiche pu-


blicitario donde dife-
rentes símbolos figu-
b rativos (mujer de
Fig. 98. a) Polinesia. Tubai. Estatuilla figurando el pescador, lata de con- ¡EL ATUN es bueno!
mito de la creación de los dioses y de los hombres por serva, llave abrelatas)
el gran dios del Océano. b) Francia, siglo XVI. Co- tejen una red con
rrespondencia del zodíaco y de las partes del cuerpo la representación del
del hombre . · pescado
i'
'
197
1

196
LA ESCRITURA Y LA LINEALIZACION DE LOS SIMBOLOS

No se conoce con certidumbre un sistema g.ráfico asimilable, incluso


,.., ~
de lejos; a la escritura lineal, en otros pueblos que no sean agrícolas. Los o 1

ejemplos clásicos de los esquimales o de los indios de las llanuras se rela- ~


cionan a unos grupos que crearon una pictografía por contaminación con
"
los alfabetos. En efecto, lo que distingue fundaméntalmente la impresión
"mitográfica" es su estructura de dos dimensiones, la cual lo aleja del
lenguaje hablado cuya emisión es lineal. En cambio, las supervivencias del
sistema de figuración pluridimensional asegu~an en numerosas escrituras no
alfabéticas el armazón del primer sistema de anotación. Así aconteció con
Egipto, China, los Mayas o los Aztecas. En estas "escrituras", uno sería
proclive a. suponer una salida pictográfica, en la cual los signos que repre- n 111
1 1 •
sentan ob¡etos concretos, tal como un buey o un hombre caminando, se
habrían alineado para responder al hilo del lenguaje. Salvo para las enu- -
_JtiJ
1
me~aciones contables en la China protohistórica o sobre unas tablillas del 1 1

Cercano Oriente, de hecho no se conoce testigo pictográfico alguno fi au-


o ........--.. ~l
rando en la raíz de las escrituras y el paso se hace de grupos de fi rru~as -<D "
mitográficas, sencillos "grabados rupestres" o adornos de objetos, a símbolos ~~=~ ~1\D.
linealizados y ya profundamente relacionados con la fonetización.
La hipótesis pictográfica supone una evolución a partir de cero, la ~ ? 1
r(ñ --
!..'J
idea inicial de alinea.r imágenes para aplicarlas sobre un hilo verbal. Esa
< •
!~}· 11
>
sería una hipótesis admisible si no hubiera existido anteriormente nirwún
otro sistema simbólico, además de que puede ser falsa si se aplica la r;gla
del m~dio favorable y si se admite un paso y no un corte. La aparición de 1

la escntura no se desprende de ningún hecho gráfico, tal como la agricul-


tura surge sin intervención de estados anteriores. El sistema de las ,repre·
sentaciones organizadas de símbolos míticos y el de una contabilidad ele- b
mental, parecen conjugarse en un momento dado (figura 100), variable a
según las regiones del globo, para dar origen a los sistemas de escritura Fig. 100. Jeroglíficos egipcios de la IV (a) y la XXI (b) dinastías.
sumerios o chinos primitivos, donde las imágenes tomadas del reperto.rio Notar la linealización adelantada de los símbolos fonéticos más
figurativo ordinario sufren una simplificación intensa y se ordenan unas reo• entes
i
detrás de otras. El procedimiento no asegura aún textos verdaderos, pero 1

permit~ enumerar seres vivos y objetos. La simplificación de las figuras,


determrnada por el carácter poco monumental y provisorio de los documen- ya un ideograma; de ello es posible darse cuenta po.r lo que sobrevive
tos, ha sido el origen de su alejamiento progresivo del contexto evocado hasta nuestro pensamiento actual: la yuxtaposición de una cruz, de una
materialmente. por ellas; de símbolos con implicaciones extensibles, se han lanza y de una caña portando una esponja, basta para desencadenar la idea
convertido en signos, en verdaderos útiles al servicio de una memoria en de la Pasión del Cristo. La figura es ajena a toda notación oral fonetizada,
la cual se introduce el rigor contable. en cambio está dotada de una extensibilidad ignorada por la escritura;
La constitución de actas contables o genealógicas escritos es extraña contiene todas las posibilidades de exteriorización oral, desde la palabra
· a~ dispositivo· social primitivo y sólo desde la consolidación de los orga- "Pasión" hasta los comentarios más vastos sobre la metafísica cristiana.
n_rs.~os agrí~olas urbanizados, la complejidad social se traduce en la apa-
Bajo esta forma, la ideografía es anterior a la pictografía y. el arte paleo-
noon de prezas que dan fe ante los hombres o frente a los dioses. Si es lítico en su conjunto es ideográfico.
Por otra parte, es fácil concebir un sistema que alinea tres trazos y el
~osib~e. concebir un~ contabilidad en. la cual se alinean cifras y dibujos
srmplrfrcados de anrmales o de medrdas de grano, es difícil concebir la dibujo de un buey, siete trazos y el de un saco de grano. En este caso,''la
fonetización es espontánea y la lectura propiamente inevitable. Es proba-
l~nealiz~ción de. signos pictográficos expresando acciones y ya no objetos,
blemente la única fo.rma de pictografía que haya existido en el origen de
srn la rntervenoón del fenómeno fonético. El "mitograma", en efecto, es

198 199
r

la escritura. Apenas nacida, no pudo más que confluir inmediatamente con


•• el sistema ideográfico preexistente. Esta confluencia espontánea explicaría
el hecho de que las más antiguas escrituras del Mediterráneo, del Extremo
Oriente o de América, se inicien a la vez por unas notaciones numéricas
o de calendario y por la de nombres de divinidades o de grandes persona-
jes, bajo la forma de figuras reunidas en pequeños grupos, a la manera
w de mitogramas sucesivos. Las escrituras egipcias, chinas y aztecas son co-
nocidas como unas hileras de mitogramas fonetizados y no bajo la fo,rma
'
.•
de pictogramas alineados (figuras 100 a 102). La mayor parte de los au-
•• tores recientes han percibido muy bien la dificultad de la etapa picto-


••
gráfica para conducir a la escritura fonetizada, pero no parecen haber per-
cibido el vínculo que existe entre el muy viejo sistema de notación mito-
gráfica que implica una ideografía fuera de las dimensiones orales y una
escritura que parece fonetizarse a partir de números y cantidades.
. '

i'
LA ESCRITURA CHINA (figura 103)
!'
El número de escrituras llegadas a sistemas fonéticos completamente ''
Fig. 101. Manuscrito maya. Fragmento de una figuración de elaborados es muy restringido, a pesar de la variedad de las escrituras
las ceremonias del comienzo y dt:! fin de un año. Los signos
numéricos alineados y las figuras mitográficas están integrados fonétiGls conocidas. En efecto, las escrituras americanas murieron antes de
en la misma composición haber podido desarrollarse más allá de los primeros estadios. La escritura

Fig. 103. Escritura chi-


na. a) Grafías arcaica y
fjib\1 t1,~ moderna de una madeja
de fibras (pictografías). a b e
b) Ensamblaje de una
kisL~~ madeja y de la figuración
del movimiento de la lan-
zadera, en grafía arcaica
,cg;tt y moderna, significa el
d e
orden, la sucesión (ideo-

Jz h'i{ grafía); e) Ensamblaje de


la madeja y de un signo
tcheu; el elemento picto-
gráfico desempeña un pa-
pel clasificatorio (idea de
fibras), el otro elemento
es sencillamente fonético:
h ¡$]

tcheu, papel; d) Grafía
arcaica del techo: e) te-
cho-mujer = paz; f) te-
cho-fuego = desastre; g) •
techo-cerdo = dispositivo 1
~ig. _102. Manuscrito figurando el inicio de la emigración de los Aztecas. De la doméstico, familia; h) i)
IZqUierda a la derecha, 1) Aztlan sentado en una isla unos jeroglíficos figuran j) tien-k'i-teng, bombillo
su t;ombre y las seis tribus. 2) La tra\'esía de los A;tecas. 3) La fecha en un eléctrico. Tien: relámpa-
rectangulo. ~) La marcha fi_gurada por huellas de pies lleva a la ciudad de go = lluvia-relámpago;
~lhu~~an, figurada por su jeroglífico. 5) Otras ocho tribus figuradas por el k' i: vapor = nube-arroz; • \::!
¡e:oghfico Y un. hombre que habla. Esta inscripción es una continuación de teng: lámpara = fuego- J ,\1
mitogramas parCialmente fonetizados, ligados entre sí por una trama pictográfica subir-pedestal S '

i
200 201 '
-------------------- -----------~--- --------

del ind!o no dejó descenden~ia conocida. Una vez creado el bloque de lineales. Transcribir en letras ngan (la paz) y kiá (la familia) corresponde
las escnturas del Cercano Onente, no hubo más razón salvo casos ex- al enunciado de conceptos reducidos a su esqueleto. Dar la idea de paz
cepcionales, para otras creaciones y ]as lenguas eurasiátic~s pasa.ron direc- situando- a una mujer bajo un techo abre una perspectiva propiamente
tamente a las escrituras de sílabas, de consonantes o de alfabetos. En los "mitográfica" porque esto no corresponde ni a la transcripción de un so-
dos polos de las civiliz_aciones ~ntigu~s,_ no queda_n más qu~ Egipto y China nido, ni a la representación pictográfica de un acto o de una cualidad,
para d~sarrollar los s1stemas 1deograflcos fonet1zados. Eo-1pto ha perdido sino al ensamblaje de dos imágenes que entran en juego con toda la
progres1va~1ente, a p~rtir del siglo yn antes de nuestra er~, una gran parte profundidad de su contexto étnico. El hecho es aún más sensible cuando 1

de su arca1smo y Chma ha mantemdo hasta nuestros días el único sistema .mo ve el ensamblaje del techo y del cerdo configurar la familia, en un 1
•''
que haya conservado más de una dimensión en los símbolos o-ráficos escorzo donde toda la escructura tecnoeconómica del grupo familiar de la '
, . El sistema chi~o combina Jos. dos aspectos opuestos de la nota.ción China arcaica aparece en transfondo.
grafica. Es una escntura en el sentido que cada carácter contiene Jos ele- Se podría pensar que en definitiva poca cosa distingue tal escritura
mentos de su fonetismo y ocupa linealmente, en relación con Jos otros de la pictografía, si se entiende por pictografía la sucesión de dibujos
caracteres, _una P?s_ición que permite leer oralmente frases. Sin embargo, configurando acciones u objetos fuera de todo fonetismo. La escritura
la referenCia fo~ebca de la palabra es un retruécano, es decir, un ideo- china se aproximaría a ello en apariencia por su principio según el cual
gram~. que no sm·e más que para representar un sonido, etapa conocida 'una mitad del carácter es "pictográfico", la otra fonética, mas eso sería
tamb1en por las lenguas con letras. Con mis sutileza como útil fonético restringir abusivamente el sentido de dichos caracteres, viendo solamente
el chin? cor.r~sponde _aproximadamente al estadio d~l retruécano gráfic¿ en los caracteres chinos un indicativo de categoría (radical) adjunto a una 1

'
o del ¡eroghflco mediante el cual se lee "soldado" con los si o-nos "sol- partícula fonética. Basta tomar un ejemplo actual, como el de la "lámpara
d_ado". Por impe:fecto que sea este útil, gracias a la multiplicación de los eléctrica", para apercibirse de la flexibilidad que conservan estas imáge- '

signos ha asegurado en realidad una satisfactoria anotación del idioma. nes (figura 103). Para quien habla, Tien-k'i-teng no quiere decir nada 1

'

Pero, es ~ecesario obsen~ar que solame?te Ja tradición oral puede asegurar más que "lámpara eléctrica". La aposición de los tres caracteres "relám-
i~
la pe_n:nnidad d~l fonetismo y que, sm ella, los caracteres chinos serían pago-vapor-luminari,l" revela para el lector atento todo un mundo de sím- 1

' 1

?e_fmitJvamente Impronunciables, incluso si se poseyere_ la impresión del bolos que aureolan la imagen trivial de la lámpara eléctrica: el relámpago 1.

IdiOma hablado. Sea lo que fues~, la escritura china, en su papel fonético,


1

saliendo de una nube de llm·ia para el primer carácter, el vapor subiendo


responde a 1~ regla de una ~smtura, puesto que ella graba sonidos cuyo encima de la olla de arroz para el segundo caracter, el fuego y un reci- 1

1
orden reconstituye la elocuenoa del lenguaje. · piente, o el fuego y la acción de subir para el tercero. Imágenes parásitas,
El ~hino es considerado, de_sde el punto de vista lingüístico, como sin duda, y susceptibles de dar al pensamiento un andar difuso, sin relación
u_na escntura de palabras, cada signo representando no una letra, sino el con el objeto mismo de la anotación, sin interés incluso cuando se trata
sigi:~ .d~ una palabra. La situación es ambigua, pues la palabra china de de un objeto moderno; pero un ejemplo tan banal es propio para hacer
poliSI!ab~ca que era se ha transformado en monosilábica en el transcurso
de los siglos, d~ lo cyal resulta: 10) _Que la _e_:c:itura literaria es práctica-
mente una contmuacwn _de palabras-sibbas difJciimente comprensibles sin
la ayuda. d: la lectura Yisual o mental de los signos correspondientes; 20)
Que el IdJOma hablado que acopla las monosílabas ha reconstituido nu-
merosas disíl~bas .~ trisílabas que hacen que la anotación escrita del idioma
ha?lado tenmne. Siendo una es~ritura silábica. Bajo estos dos aspectos, el
chmo muestra bien que la escntura nació del complemento de dos siste-
m~s: el de Jos "mitogramas" y el de la Jinealización fo1~ética. La adapta- 1

oon, un poco forzada y muchas veces Jabonosa, del chino al fonetismo,


Y el hecho de que, fmalmente, responde relatinmente bien a ello han
preservado bajo una forma particular la anotación mitográfica y no' sim-
a b e

plemente el recuerdo de un estado "pictográfico". Fig. 104. Escritura japonesa. a) Dos caracteres
En efecto, las más antiguas inscripciones chinas (de Jos siglos XI-XII chinos: song-chan, montaña de pinos; b) Lectura
antes de nuest:_a era) se mues~ran, como las primeras inscripciones egipcias japonesa: matsu-yama expresada en caracteres si-
lábicos; e) Fragmento de un texto teatral com-
Y como_ los g!Jfos aztecas, ba¡o la forma de figuras reunidas por grupos portando unos caracteres chinos unidos por un
ca~actenzando el. objeto o la acción bajo un halo que desborda muy am- cemento sintáctico en caracteres silábicos cursi-
. phamente el sentido estrecho que han tomado las palabras en las escrituras vos y anotados por unos elementos fonéticos

202 203 ' i'


1'
'
r
!

sentir en qué ha podido consistir un pensamiento ligado a la evocación auditiva) y su anotación (hormigueo de imágenes) una relación muy rica
de esquemas multidimensionales difusos, en oposición al sistema que ha en símbolos, la cual da a la poesía y a la. caligrafía poética chinas unas
encerrado progresivamente los idiomas en el fonetismo lineal. posibilidades extraordinarias: el ritmo de las palabras. es balanceado por
Es interesante anotar que el confluyente, en el idioma chino, de la el de los trazos, sobre imágenes de relaciones complejas donde todas las
anotación ideográfica y de la anotación fonética mediante ideogramas va- partes de cada carácter y los caracteres de uno al otro centellean de alu-
. ciados de sentido, ha profundizado, en cierto modo desviándola, la ano- siones sobre las palabras.
tación mito gráfica; ha creado entre el sonido anotado (materia poética Los dos aspectos ideográfico y fonético de la escritura china son a
tal punto, a la vez complementarios y extraños el uno frente al otro que
cada uno ha dado nacimiento, fuera de China, a sistemas de anotación
CHIKU diferentes. El préstamo hecho por el japonés a la escritura china es di-
SHO
las bestias fícil de definir en unos términos que resulten comprensibles a un espíritu
europeo (figuras 104 y 105). Los dos idiomas estín mucho más alejados
el uno del otro que el latín y el árabe, y la escritura china estaría con el
japonés en la misma relación casi como si uno se esforzara en escribir el .1
·1
francés pegando en hilera estampillas de co.rreos, cuya imagen principal
se emparentara aproximadamente con el sentido de las palabras por trans-
JI ellas m1smcs

cribir: todo el sistema gramatical escapa al mismo tiempo que toda im-
presión fonética. El préstamo de los caracteres se hizo, pues, sobre un
plano estrictamente ideográfico, el fonetismo japonés apegándose a signos
TOKU obtienen vaciados de sus sonidos chinos; exactamente como el signo 3 es legible en
cada idioma con un fonema diferente. Aquí, el empréstito no es de diez
signos, como pa.~a nuestras cifras, sino de millares de signos, los cuales
en definitiva dejan la mJ.teria sonora del idioma fuer3. de b escritura.
~~ La materia ideológica misma, estí limitad3. 3. los conceptos, fuera de toda
t{l DAI lo gran flexión gramatical de la cual nada se responsabiliza. Para compensar esta
carenciJ., el japonés tomó del chino, en el siglo VIII de nuestra era, 48
() caracteres utilizados sólo en valor fonético y, con ellos, ha forjado un
reperto.rio de notación silábica que se ha insinuado entre los ideogramas,
de suerte que si el chino, en un dispositivo con elementos pluridimensio ·
1
nales, ha introducido en cada grupo de figuras formando un carácter con
CHI representación fonética, el japonés ha despojado los caracteres de color . '·'

fonético para adaptar posteriormente a cada caricter unos signos fonéticos '!
1

'
' distintos. •

sabiduría El sistema chino y el sistema japonés son juzgados poco "prácticos", 1 1

'' 1,
inadecuados al objeto propuesto que es la traducción gráfica del lenguaje i 1,
•'
' •1

oral. En realidad tal juicio es valedero solamente en la medida en que el "1


'1

lenguaje escrito está destinado a traducir económicamente unas anotaciones 1

E
pobres, pero precisas, cuyo ajuste lineal asegura la eficacia. El lenguaje
de las técnicas y de la ciencia cor.responden a tales características y los i:

dos alfabetos resultan satisfactorios. Me parece que no debemos perder


de vista los otros procedimientos de expresión del pensamiento, en par-
Fig. 105. Fragmento de un texto popular budista comportando:
a) La anotación fonética japonesa: chiku-sho (las bestias), ji ticular Jos que traducen la flexibilidad de las imágenes, . el halo de las
(ellas mismas), toku (obtienen), dai (la grande), chi-e (sabidu- asociaciones, todo lo que gravita alrededor del punto central de un con-
ría). b) Los siete caracreres chinos correspondiendo al texto cepto de representaciones complementarias u opuestas. La escritura china
fonetizado. e) El dibujo de un animal (sho), de un edredón representa un estado de equilibrio único en la historia humana, el de
(toku), de una bandeja (dai), de unos senos (chi), de una casa
(e) restituyendo aproximadamente el texto una escritura que ha permitido (a pesar de todo) traducir bastante fiel-

,,'
204 205 ' '··
mente las matemáticas o la biología sin perder la posibilidad de recurrir de transporte de alimentos que su mano, aún comprometida en el cami-
al más antiguo sistema de expresión gráfica, yuxtaposición de símbolos nar, no puede efectuar. En los antrópidos primitivos, la mano y la cara
que crean no unas frases, sino unos grupos de imágenes significativas. se divorcian en cierta medida, concurriendo la una gracias al útil y la ges.
ticulación, la otra por la fonación, a !a búsqueda de un equilibrio nuevo.
Cuando la figuración gráfica aparece, el paralelismo está restablecido, la .
EL GRAFISMO LINEAL mano posee su lenguaje, cuya expresión se relaciona con la visión; la cara
Es inútil hacer un largo estudio histórico de las escrituras lineales. posee el suyo ligado a la audición. Entre ambos, flota e~ halo que confiere
A partir de las escrituras sumero-acadias, las cuales desde antes de 3000 un carácter propio al pemamiento anterior a la escritura justamente dicha:
estaban compuestas de un gran número de ideogramas en curso de evo- el gesto interpreta la· palabra, ésta comenta el g.rafismo.
lución hacia la transcripción fonética, se llega a las escrituras de conso- .En el estadio del grafismo lineal que ca.racteriza la escritura, la re-
nantes, de las cuales el fenicio da el más viejo ejemplo hacia 1200 lación entre los dos campos evoluciona de nuevo: fonetizado y lineal en
años antes de nuestra era, y luego al alfabeto g.riego del siglo VIII antes el espacio, el lenguaje escrito se subordina completamente al lenguaje
de Cristo. Esta evolución continua hace atravesar todas las etapas posibles verbal, fonético y lineal en el tiempo. El dualismo verbo-gráfico desaparece
desde la representación realista de un objeto para traducir la palabra que y el hombre dispone de un aparato lingüístico único, instrumento de
se le aplica, hasta la misma representación para transcribir en otras pa- expresión y de conservación de un pensamiento, el mismo cada vez más
labras el sonido equivalente según el sistema del jeroglífico, y la simpli- canalizado en el razonamiento.
ficación que hace irreconocible el objeto convirtiéndolo en un símbolo es-
trictamente fonético, comprendiendo el ensamblaje de símbolos distintos
para transcribir los sonidos asociando las letras. Esta nolución ha sido LA COMPRESION DEL PENSAMIENTO
descrita muchas veces e hizo con justicia la gloria de las grandes civili-
El paso del pens:cmiento mitológico al pensamiento racional se hizo
zaciones, puesto que puso en sus manos el instrumento de su ascensión.
a través de ur~ deslizamiento muy progresivo y en un sincronismo com-
En efecto, existe un vínculo inmediato entre la evolución tecnoeco-
pleto con la evolución del· agrupamiento urbano y de la metalurgia. Se
nómica del blocrue de las civilizaciones mediterráneas y europeas . y el útil
puede situar hacia 3500 antes de nuestra era (2500 años después de la
gráfico que perfeccionaron. Anteriormente hemos visto que el papel de
aparición de las primeras aldeas) los primeros gérmenes mesopotámicos
la mano, como medio de creación del útil, equilibraba el papel de los
de la escritura. Dos mil años más tarde, hacia 1500 antes de nuestra
órganos faciales, medios de creación del lenguaje verbal; hemos visto tam- ·
era, los primeros alfabetos con vocales se instala.ron en Grecia. En 350,
bién que en cierto momento, poco anterior a la. apa.rición del bomo .wpiem,
la filosofía griega está en pleno auge.
la mano inauguraba su papel en la creación de un modo de expresión
gráfico equilibrando el lenguaje verbaL La mano se transformaba así en Sobre la organización del pensamiento primitivo se poseen testimonios
creado.ra de imágenes, de símbolos no directamente dependientes del desarro- difíciles de interpretar, sea porque se trata de explotar unos documentos
llo del lenguaje verbal,. pero realmente paralelas. Es en esta etapa cuando prehistóricos muy fragmentarios, sea porque los documentos sobre el pen- ¡:
samiento de los australiancs o de los bosquimanos nos llegan muy filtra-

se constituye un lengua¡e que yo he llamado, a falta de algo mejor, "mi-


tográfico", porque la naturaleza de las asociaciones mentales suscitadas por dos por unos etnólogos que no hicieron siempre su propio anílisis. Lo
él, es de un orden paralelo d del mito verbal, extraño a una especificación que se sabe de ello está en favor de un proceso donde la oposición entre
rigurosa de las coordenadas espacio-temporales. La escritura, en su primer los valores se ordena en una lógica de participación que ha hecho consi-
estadio, conserva una amplia parte de esta Yisión pluridimensional; sigue . derar en un momento el razonamiento de los primitivo:> como "prelógico".
apta para suscitar imágenes menta!es no imprecisas, aunque si nimbadas El pensamiento primitivo parece moverse en un tiempo y un espacio cons-
y susceptibles de dirigirse en varias direcciones divergentes. Si la evolución tantemente sometidos a discusión (ver capítulo XIII). La coordinación
anatómica del hombre ha cedido el. paso a la evolución de los medios libre entre el lenguaje verbal y las figuraciones gráficas es ciertamente una
técnicos, la evolución global de la humanidad no pierde nada de su co- de las fuentes de este pensamiento cuya organización espacio-temporal es
herencia. El homb.re de Cro-Magnon poseía un cerebro, que tal vez equi- diferente de la nuestra e implica una continuidad permanente entre el
valía al nuestro (en todo caso nada prueba lo contrario), pero distaba sujeto pensante y el medio sobre el cual se ejerce su pensamiento.
de estar en capacidad de expresarse en la misma medida de su aparato La discontinuidad aparece con la fijación agrícola y las primeras
nemónico. ~a evoluci?n es ante __to~o la de los medios de expresión. escrituras. El ftwdamento reposa sobre la creación de una imagen cósmica
Entre los pnmates, ex1ste un eqml!bno coherente entre las acciones de la cuyo eje es la ciudad. El pensamiento de los puebles agricultores se or-
mano y las de la ca.ra y el mono usa maravillosamente de este equilibrio ganiza a la vez en las dimensiones del tiempo y del espacio a partir de
hasta el punto de hacer desempeñar a sus mejillas el papel de instrumento un punto de referencia: omphalos alrededor del cual gravita el cielo y
1

206 207 1
1
----------- - -- - ------------------ .. -- ---- . - - -

l\fAS ALLA DE LA ESCRITURA: LO AUDIOVISUAL


del cual se ordenan las distancias. El pensamiento de la antigüedad preal-
fabética es radiante como el cuerpo del erizo o de la estrella de mar. La escritura alfabética resen·a al pensamiento cierto nivel de simbo-
Comienza apenas a adquirir la locomoción ,rectilínea en las escrituras lismo personal. En efecto, en el escrito la visión conduce a una recons-
arcaicas, cuyos medios de expresión quedan, salvo -para la contabilidad, trucción del sonido que sigue siendo individual y, en un margen estrecho
aún muy difusos. El encarcelamiento del mundo en la red de los sím- pero seguro, a una interpretación personal de la materia fonética. Más aún,
bolos "exactos" se encuentra solamente esbozado y el pensamiento al- las imágenes desencadenadas por la lectu~a aparecen -como una propiedad,
canza en el Mediterráneo y en la China del primer milenio antes de nuestra de riqueza variable, de la imaginación del lector. Cambiando de plano,
era el punto culminante de ,riqueza en el manejo del pensamiento mito- reemplazando los símbolos ideográficos por letras, el alfabeto no suprime
lógico. Para entonces, el mundo es una bóveda celeste unida a la Tierra todas las posibilidades de recreación. En otras palabras, si la escritura
por una red de correspondencias ilimitadas, edad de oro de un conoci- alfabética responde a las necesidades de la memoria social (ver capítulo
miento precientífico que ha dejado un como recuerdo nostálgico hasta VII), conserva al individuo el beneficio del esfuerzo de interpretación exi-
en los tiempos actuales.; gido por ella.
El movimiento determinado por la sedentarización agrícola concurre, Puede preguntarse si en la época presente la escritura no está ya
como hemos visto, a un dominio cada Yez más estrecho del individuo condenada, pese a la importancia creciente de la materia impresa. la
sobre el mundo material. Este triunfo progresivo del útil es inseparable impresión sonora, el cinema y la televisión intervinieron en medio siglo
del lenguaje. En realidad no se trata más que de un fenómeno único, en la prolongación de la trayectoria que se origina antes del Auriñaciense.
al mismo título que técnica y sociedad no son más que un asunto idéntico. De los toros y caballos de Lascaux a los signos mesopotámicos y· al alfabeto
Efectivamente, el lenguaje se encuentra en el mismo plano que las téc- griego, los símbolos figurados pasan del mitograma al ideograma, del ideo-
nicas a partir del momento cuando la escritura no es más que un medio grama a la letra y la ci\·ilización material se apoya sobre unos símbolos
para consignar fonéticamente el desarrollo del razonamiento y su eficacia en los cuales el juego entre la cadena de conceptos emitidos y su resti-
técnica está en proporción con la eliminación del halo de imágenes aso- tución se hace cada vez más estrecho. La impresión del pensamiento y
ciadas que caracteriza las formas arcaicas de la escritura. su restitución mecánica restringen aún ese intervalo y uno se debe pre-
Es, pues, hacia una compresión de las imágenes, hacia una rigurosa guntar cuáles son las consecuencias acarreadas por tal restricción. De una
'
linealización de los símbolos hacia donde tiende la escritura. Armado del manera bastante curiosa, la impresión mecánica de las imágenes ha seguido,
alfabeto, el pensamiento clásico y moderno posee algo más que un medio en menos de un siglo, la mism::t trayectoria que recorrió la impresión de
para memorizar ·]a cuenta exacta de sus adquisiciones progresivas en los la palabra en varios milenios. Son, en efecto, las imágenes visuales de
diferentes dominios de su actividad. Dispone de un útil gracias al cual dos dimensiones, las que g.racias a la fotografía, conocen primero la re·
el símbolo pensado sufre la misma anotación en la palabra y en el gesto. producción automática. luego, como con la escritura, la palabra conoce,
Esta unificación del proceso expresivo acarrea la subordinación del gra- con el fonógrafo, su fij::tción mecánica. Hasta este punto, ·ros mecanismos
fismo al lenguaje sonoro; reduce el desperdicio de símbo!os que carac- de asimilación mental no sufren ninguna distorsión: puramente estática y ·1
!

;'
teriza aún a la escritura china y corresponde al mismo proceso seguido visual, la fotografía deja !a interpretación tan libre como lo era en el 1' ~
'
por las técnicas en el curso de su evolución. Paleolítico frente a !os bisontes de Altamira. El fonógrafo por ·SU parte 'i
Cor,responde i,gualmente a un emprobrecimiento de los medios de impone una sujeción auditiva sobre la que viene a urdirse -una visión l;
expresión irracional. Si se considera que la \'Ía seguida hasta ahora por mental libre y personal. "'
l¡¡
la humanidad ofrece aún un favorable po.!Tenir, es decir, si se otorga una El cinem::t mudo no modificó sensiblemente las condiciones tradicio·
confianza total, con todas sus consecuencias, a la fijación agrícola, esta nales. La banda muda se apoyaba sobre unos ideogramas ·sonoros, vagos,
pérdida del pensamiento simbólico multidimensional no se debe considerar dados por un acompañamiento musical que preservaba el juego entre !a
como otra cosa que _el mejoramiento de la car.rera de los Equidos cuando imagen impuesta y el individuo. las condiciones se modificaron proftm-
sus tres dedos se redujeron a uno solo. Si, en cambio, se estima que el damente con e! cinema sonoro y la televisión, los cuales movilizan .a un
hombre realizaría- su plenitud en un equilibrio donde guardaría contacto mismo tiempo, la visión del movimiento y la audición; es decir, que
con la totalidad de lo real, puede uno preguntarse si lo óptimo no ha arrastran la participación pasiva de todo el campo de percepción. El mar·
quedado rápidamente atrás a partir del momento cuando el utilitarismo gen de interpretación individual se encuentra excesivamente reducido, pues-
técnico encuentra en una escritura completamente canalizada el medio de to que el símbolo y· su contenido se confunden en un realismo que tiende
un desarrollo ilimitad o. hacia la perfección y puesto que, -por otra parte, la situación real así
recreada deja al espectador fuera de toda_ posibilidad de intervención ac-
tiva. Se trata, pues, de una situación diferente a la vez de la de un nean-

208 209
extraordinario ver el mismo superhombre muy, bello y muy fu~rte, l_a
derthalense, puesto que la situación es totalmente sufrida, y de la de un misma mujer muy fatal y el mismo c~loso mas o menos ~stupido, fi-
. lector, puesto que es totalmente vivida, en visión como en audición. Bajo gurJr en medio de los Sioux y de los btsontes,. en· plena refnega durante
este doble aspecto, las técnicas audiovisuales se presentan realmente como la Guer.ra de Cien Años, a bordo del barco-ptrata, en el estmendo del
un estado nuevo en la evolución humana, y un estado que alcanza qirec- bólido lanzado en persecución de los gángsters o. entre dos planet~s ;n un
tamente lo más propio del hombre: el pensamiento reflexionado. cohete cósmico. La repetición incansable. del mtsm? a.ce.rvo de In:age.n~s
. Desde el punto de vista social, lo audiovisual corresponde a una ad- corresponde a la pequeña fisura que dep en los . I~dlV!duos el eJerCICI?
quisición indiscutible, puesto que permite una información precisa y actúa de sentimientos que gravitan alrededor de la agrestvtdad o de la se.xualt-
sobre la masa amorfa por vías que inmovilizan todos sus medios de inter- dJd. No hay duda de que las tiras ~ibujadas traduc,en. mucho meLor la
pretación. En esto, el lenguaje sigue la evolución general del superorga· · acción que las viejas imágenes de Epmal. En estas ulttn:~s, el pune~azo
nismo colectivo y corresponde al acondicionamiento cada yez más perfecto era un símbolo inacabado; el gancho del supermán a la quiJada del traidm
de las células individuales. Sobre el plano individual ¿puede pensarse en no deja nada por agregar a la precisión traumáti~a; todo se torna en
un verdadero regreso a los estadios anteriores a la figuración? Es cierto realidad absolutamente desnuda, que es absorbida sm esfuerzo por el ce-
que la escritura constituye una adaptación extraordinariamente eficaz del rebro titubeante.
comportamiento audiovisual, que es el modo fundamental de la percep- En esta primera parte el len auaJ· e ha sido considerado sobre el mis·
ción en el hombre, pero es también un desvío considerable. La situación ' b ' . 1
mo plano que la técnica, en una incidencia p~ran;en~e. practtca, como e
que tiehde a establecerse, representaría, pues, un perfeccionamiento, puesto resultado del hecho biológico humano. El eqmltbno tnictal entre los dos
que economizaría el esfuerzo de "imaginación" (en el sentido etimológi- polos del campo de relación liga la ev_olución del ho~bre a la de todos
co). Pero la imaginación es la propiedad fundamental de la inteligencia los animales que compartan sus operaciOnes . e.~tre . el J~~go de la cara.!
y una sociedad donde la propiedad de forjar símbolos se debilitase, per- el de los miembros anteriores; pero une tambten, ImpltC!tame.~te, la exts-
dería conjuntamente su propiedad de actuar. Resulta de ello, en el mundo tencia del lenguaje y la de las técnicas manuales. L~ evoluc10n cerebral,
actual, un cierto desequilibrio indi,·idual o más exactamente, la tendencia tal como se puede reconstruir razonablemente, permite ?~; cuent~, pac1
hacia el mismo fenómeno que marca el artesanado: la pérdida del ejer- las técnicas nuevas, del vínculo existente entre la posiCIOn vertical, .la
cicio de la imaginación en las cadenas operatorias vitales. liberación de la mano y el despliegue de áreas cerebrales que son la con-
El lenguaje audioYisual tiende . a concentrar la elaboración total de dición del ejercicio de las posibilidades físicas para el desarrollo d~ una
las imágenes en los cerebros de una minoría de especialistas, los cuales actividad humana. La intimidad, al nivel cerebral, de las dos mamfesta-
aportan a los individuos una materia totalmente figurada. El creador de ciones de la inteli aencia humana es tal que, pese a la ausencia de t.esti-
imágenes, pintor, poeta o narrado.r técnico, ha constituido siempre, hasta monios fósiles, est~mos obligados a admitir desde el origen, la realtdad
en el Paleolítico, una excepción social, pero su obra quedaba inacabada, de un lenguaje diferente en 11:1turaleza de~ d~ los anim~les, ~acido ;:Je. la
porque solicitaba la. interpretación personal, a cualquier nivel que pudiese reflexión entre los dos espejos del gesto tecntco y del Sim?oltsmo fomco.
situarse el uso de la imagen. Actualmente, la separación, altamente apro- Esta hipótesis, para los hon:bres anteriores al homo . sapmzs, desde los
vechable en el plano colectivo, está en vías de realización entre una pe- le jan os australantropos, adqutere el valor de. una certidumbre ~~ando se
queña élite, órgano de digestión intelectual, y las masas, órganos de pura constata luego el sincronismo estrecho que extste entre la, evoluoon de las
y simple asimilación. Esta evolución no afecta solamente lo individual, que técnicas y la del lenguaJe; más aún cuando se ve, a qüe punto sobre el
no es más que el término de un proceso general tocando al conjunto del plano mismo de _la ~xpresión del pensamiento, la mano y la voz quedan
gráfico. La fotografía, al comienzo, no aportó modificaciones .en la per· estrechamente sol!danas. . ',

1'
cepción intelectual de las imágenes. Como toda innovación, tomó apoyo En efecto mientras el desarrollo de las técnicas materiales se acelera 1

prodigiosamente con el homo sapiens, el arte del Paleolítico ~uestra c?n-


'
'''
sobre lo que preexistía: los primeros automóYiles han sido faetones sin '

caballos y las primeras fotografías retratos y movimientos sin colores. El juntamente que el pensami.ento alcanza un g~ado de abstracc10n que .Im- 1

proceso de "predigestión" toma cuerpo solamente a parti.r de la difusión plica un estado correspondtente al del leng~laJe. Desde ~?torrees, la figu·
del cinema, que modifica completamente la concepción de la fotografía y ración gráfica o plástica aparece como medi? de expreswn de un p~n~a­
del dibujo en un sentido propiamente pictográfico. El "flash" deportivo miento simbolizante de tipo mítico, caractenzado por un soporte grafico
y el dibujo animado ·responden) con el "digest", a la separación en el unido al lenguaje verbal, pero independiente. d~ la an?tación fonética.
cuerpo social entre el creador y el consumidor de imágenes. Si las lenguas del Paleolítico reciente no h~n d~Jado f~s!les, la mano ~e
No es en los temas donde hay empobrecimiento, sino en la desapari- los que las hablaban ha dejado _unos testtmomo~ _testigos . evo~~ndo ~m
ción de las variantes imaginativas personales. Los temas de literatura po- ambigüedad un estado cor.respondiente de las actividades simbolicas, m-
pular (o sabias) han sido siempre de número muy limitado; no es pues, 1

211 '1
"' .
210 1
----- -- - -- -...

concebibles sin lenguaje y unas actividades técnicas impensables sin una


fijación intelectual verbalizada. LA MEMORIA Y LOS RITMOS
De etapa en etapa, el paralelismo continúa y cuando la sedentariza-
ción agraria desencadena la puesta en funcionamiento de un dispositivo
social jerarquizado y especializado, las técnims, tal como el lenguaje, ad-
quieren impulsos sincrónicos. Si la disposición topográfica del córtex ce·
rebral de los antrópidos primitivos llevaba como consecuencia el desarrollo SEGUNDA PARTE
conjunto de lo material y de lo verbal, la estructuración topográfica del
superorganismo urbano traduce la misma contigüidad. Mientras que el
sist<:ma económico se resuelve en el capitalismo de los cereales. y la me·
talurgia, conjuntamente se produce también en las ciencias y en la escri· ·MEMORIA Y TECNICA
tura. .Al mismo tiempo que en el casco de la ciudad las técnicas marcan •

la sa~ida hacia el mundo actual y que el espacio y el tiempo se organizan


en una red geométrica que captura de un golpe el cielo y la tier,ra, el
pensamiento racionalizante se impone sobre el pensamiento crítico. Linealiza
los símbolos y los pliega progresivamente para que sigan el desarrollo
del lenguaje verbal hasta el punto en que la fonetización gráfica llega '
al alfabeto. Desde el comienzo de la historia escrita, como en los estadios
1

precedentes, el juego de reflexión del lenguaje y de la técnica es total


y todo nuestro desacrollo está ligado a ello. La expresión del pensamiento
a través del .lenguaje encuentra un instrumento con posibilidades indefi-
nidas a partir del uso de los alfabetos subordinando completamente lo
gráfico a lo fonético, pero todas las formas anteriores siguen vivas en
diversos grados, y veremos en la segunda parte de este libro que toda una
porción del pensamiento se aleja del lenguaje linealizado para volver a
sujetar lo que escapa a la anulación estricta .. 1
,1,

,. •

El juego entre los dos polos de la figuración, entre el auditivo y el i'


,;
visual, se modifica considerablemente al paso a la escritura fonética, pero "'.,
conserva intacta la capacidad indi,·idual de Yisualizar lo verbal y lo grá- ''•·
fico. La etapa actual está marcada a la vez por la integración audiovisual 1

que inaugura una· expresión donde la interpretación individual pierde en .,.¡

gran parte sus posibilidades y por la separación social de las funciones '
de creación de símbolos y de recepción de las imágenes. Ahí todavía, el ,,:¡
1

intercambio entre técnica y lenguaje aparece con nitidez. El útil abandona ,,'
1
precozmente la mano humana para dar origen a la máquina: en última
etapa, palabra y visión sufren, gracias al desarrollo de las técnicas, .un 1,

proceso idéntico. ·El lenguaje, que había abandonado el hombre en las '
1

obras de su mano para el arte y la escritura, marca su última separación,


confiando a la cera, a la película o a la cinta magnética, las funciones
íntimas de la fonación y ·de la visión.
'1

'i
'
212 '·
---·

'

'
VII

LA LIBERACION DE LA MEMORIA

ESPECIE Y ETNIA
Desde el siglo xvm, la filosofía se ha encontrado presa entre dos
actitudes ante las relaciones existentes entre sociedad animal y sociedad
humana: ]a de la identidad esencial de los dos mundos, animal y huma-
no, y la de su disparidad. Estos dos puntos de vista· se desprenden, en
realidad, de una misma corriente que remonta a los orígenes de la filo-
sofía: ·la percepción de la oposición entre lo material y lo espiritual. Esta
percepción se moldea, en el curso de los siglos, en los continentes ideo-
lógicos más va.riados, y desde las metafísicas más primitivas hasta la so-
ciología contemporánea, la oposición entre naturaleza y cultura, zoológico
y sociológico resurge con constJncia. Si se considera, en efecto, la opinión
tanto de los australianos como de los siberianos orientales sobre el mundo
animal, uno ve que, fundamentalmente, no hay diferencia de. esencia en-
tre el animal y el hombre, que uno como el otro están dotados de los
mismos medios intelectuales y que sus reacciones, en el hilo de la mito-
logía, admiten la paridad entre animales y hombres y la continuidad po-
sible de sus relaciones. Esta opinión trasluce en las tradiciones populares . ''
i
europeas, en los cuentos donde los animales hablan y se insinúan en el '
'
'i
desarrollo de los comportamientos humanos. '

Bajo una forma literaria, se vuelve a encontrar la misma actitud en



la hora presente, tanto en los cuentos tradicionales como en Kipling o
en "Mickey Mouse". El hecho de que esta literatura sea. considerada
como infantil no le quita nada de su profundo significado. Entre esta
actitud y la del naturalista del siglo XIX ante la sociedad de las hormigas,
la diferencia es mínima; el antropocentrismo no es menos sensible en la
búsqueda del "lenguaje" de las hormigas que en los numerosos mitos
donde el oso se desposa con una muchacha. Tal vez, no es menos sensible
igualmente en los esfuerzos para separar radicalmente el animal del hu-
mano a partir de la oposición entre instinto e inteligencia.
En el pensamiento mitológico, si el animal y el hombre son análo-
gos en su esencia, sus vías se alejan en un momento dado. El oso o la

215
serpiente son hombres, la muchacha-pájaro ·es mujer cuando los unos y . especie es la forma característica del agrupamiento animal y la etnict, la
los otros se despojaron de su envoltorio de oso, de serpiente o de gansos del agrupamiento de los hombres, a cada uno de los cuerpos de tradi-
salvajes. Vestidos, asumen su comportamiento específico; exactamente co- ciones debe corresponder una forma de memoria particular.
mo los hombres asumen el comportamiento de su etnia o de su clase
social cuando revisten los atributos vestimentarios de ella. Antropocen-
INSTINTO E INTELIGEi'\CIA
trista también, esta actitud revela la percepción de la división del mundo
viviente en unidades sociológicas, distintas en sus costumbres y sus atri- Numerosísimos estudios h:l!1 sido consagrados al problema, insoluble
butos exteriores, contrapartida de la identidad de los seres en su estado en apariencia, de la inteligencia y del instinto. Ma.rcada hast1 el inicio
natural. Esta visión es demasiado espontánea y demasiado universal para del siglo xx por unas preocupaciones antropocentristas, la discusión pa-
no corresponder a un hecho .real, el de la separación entre el hombre rece haber perdido, desde ·hace una generación, h mayor parte de su
físico y su envoltorio social; extiende al mundo animal lo que es propio interés. Ni el . instinto, ni la inteligencia pueden ser considerados como
de los seres humanos, pero analiza el hecho esencial de la doble perte- causas, sino más bien como efectos, puesto que el instinto no explica el
nencia del hombre al mundo zoológico y al mundo sociológico. Desprende comportamiento instintivo, sino que caracteriza filosóficamente, el resul·
también este otro hecho esencial de que los seres no son humanamente tado de prácticas complejas y de orígenes variados. El instinto se situa.ría,
significativos sino a través del comportamiento propio de su grupo, y si para el individuo, en la encrucijada de sus medios específicos y de las
se tiene en cuenta la asimilación, en los mitos, . de los animales a verda- causas exteriores de su despliegue en las cadenas operatorias, las causas
deras etnias, se concluye en la constatación del carácter determinante de exteriores actuando a la vez como educación y estímulo.
la especiación étnica. La distinción entre instinto e inteligencia ofrece un valor práctico
En el pensamiento científico de estos dos últimos siglos, se percibe, solamente en los extremos, p:ua el insecto y para el hombre, a pesar de
en dos vías diferentes, las mismas actitudes en la búsqueda de bs fun- que sea difícil apreciar el nlor real de la distinción. En efecto, para
los vertebrados inferiores, los programas operatorios están estrechamente
ciones del instinto y de la inteligencia, y en la de la división entre lo
condicionados por el medio interno y los estímulos exteriores; el com-
natural y lo cultural. La primera de estJs dos vías ha sido la de la psi-
portamiento operatorio de una ameba o de un anélido se reduce a unas
cología animal, la segunda la de la etnología. Lo que ha sido señalado
cortas cadenas en las cuales desencadenamiento y desarrollo pa.recen liga-
anteriormente en cuanto a la evolución de las sociedades antrópidas por
dos a causas extrañas a lo que podría ser una "inteligencia automática",
etapas, donde el vínculo entre zoológico y sociológico se afloja progre- opuesta a una inteligencia reflexionada. No se puede, pues, partiendo de
sivamente, muestra que el problema puede plantearse simultáneamente lo más sencillo, llegar hasta los animales superiores constatando la evo-
sobre las dos vías, o más bien, que hay una tercera salida, la cual se lución de un instinto que se tornaría, en la cima, en inteligencia. El solo
aproxima sensiblemente a la imagen empírica de las sociedades sin escri- hecho que sobresale de la experiencia del comportamiento animal, es la
tura. Esta vía consistiría en mirar el problenu de agrupamiento como do- plasticidad eventual del comportamiento del individuo frente a sus me-
minando los problemas de la animalidad o de la humanidad, a considerar dios específicos, lo cual no aparece como una liberación frente al instinto,
la sociedad, en el animal y en el hombre, como mantenida en un cuerpo sino ante cadenas que meen en la confluencia del medio biológico in-
de "tradiciones" cuyo soporte no es instinto o intelecto, sino, en grados terior y del medio exterior. Se trata, pues, más de una cuestión de apa-
nriados, a la vez de orden zoológico y social. Para un testigo exterior, rejamiento nervioso que de la presencia de una virtud propia a la con·
no hay, en realidad, nada de común a una sociedad de hormigas y a una dición animal. Más exactamente, el sistema nervioso no es una máquina
sociedad humana que no sea la existencia de tradiciones; las cuales ase- que fabrica instinto, sino que responde a bs solicitaciones internas y ex-
guran, de una generación a la otra, la transmisión de las cadenas ope- ternas construyendo unos programas.
ratorias que permiten la superYivencia y el desarrollo del grupo social. Si el instinto aparece_ hoy como un concepto demasiado vago y si
Se puede discutir sobre las identidades y las disimilitudes, pero el grupo se percibe la complejidad de los comportamientos hereditarios, la exis-
sobrevive mediante el ejercicio de una wrdadera memoria, en la cual se tencia de una memoria específica 14 es difícilmente discutible. Puede cons-
insc.:iben los comportamientos; en el animal, esta memoria peculiar a
cada especie reposa sobre el aparato muy complejo del instinto; en los l'Í. Se entiende memoria, en esta obra, en un sentido muy amplio. No se trata
antrópidos l:r memoria propia a cada etnia reposa sobre el aparato no de una propiedad de la inteligencia, sino, sea cual fuese, el soporte sobre
el cual se inscriben las cadenas de actos. A este respecto, se puede hablar
menos complejo del lenguaje. Crear una confrontación entre instinto y de una "memoria específica" pára definir la fijación de los comportamien-
lenguaje más bien que entre instinto e inteligencia, es legítimo solamente tos de las especies animales; de una memoria "étnica" que asegura la re-
si los dos términos de la confrontación corresponden realmente, lo que producción de los comportamientos en las sociedades humanas y, al mismo
vamos a tratar de demostrar en el capítulo presente. Si es exacto que la título, de una memoria "artificial", electrónica en su forma más reciente,

216 217
.

"
. .- · - - -

tituirse en cadenas de actos mediante el acondicionamiento prog.resivo del reditaria corresponde a la existencia de una memoria virtual, cuyas ope- ·
individuo solicitado por el exterior y dando las únicas respuestas para raciones parecen preconcebidas por el hecho de que no admite más que
las cuales está hereditariamente constituido; sin embargo, no es menos un escogimiento mínimo de respuestas. Se puede imaginar, sin embargo,
cierto que en el curso del desarrollo de las generaciones las mismas ca- un sistema artificial de conexiones nerviosas, el cual seleccionaría unas
denas, o cadenas muy vecinas, se reproducen de un individuo a otro. impresiones luminosas o químicas o vibratorias para canalizarlas dentro
El instinto, expresado en la memoria específica, es una realidad solamente de cadenas de actos complejos: se puede incluso concebir un sistema que
en la medida como se considera la constancia de las cadenas operatorias admitirL1 cierta indeterminación y una opción posible entre impresiones
que resulta de ello. El· problema no puede, pues, ser tomado bajo el as- consideradas como equivalentes. Si cada estado del quimismo interno exi-
pecto del contraste entre instinto e inteligencia, sino entre dos modos de giera reacciones específicas frente a impresiones ·recibidas desde el .ex-
programación, de los cuales uno corresponde, en el insecto, al máximo terior, la economía de un tal dispositivo de mando estaría muy próxrma
de predeterminación genética, y el otro, en el hombre, a una aparente a la de un insecto.
indeterminación genética. De hecho, la distinción se· expresa en unos El tercer tipo sería el de los vertebrados. Nos encontramos de nuevo
dispositivos cerebrales muy diferentes en el insecto y en el hombre y el con el comportamiento de los invertebrados inferiores, puesto que una
p.:oblema es menos filosófico que neurofisiológico. parte importante del acondicionamiento de la memoria operatoria depen-
Frente al instinto y a la inteligencia, los seres vivos podrían agru- de del determinismo mecánico, de las pulsiones fisiológicas y de las so·
parse someramente en tres tipos. El primero sería el de los invertebrados licitaciones del medio exterior. De manera cada vez más precisa, a me-
inferiores, con un sistema cerebral muy elemental, donde los programas dida que en cada entronque se asciende en la organización cerebral, uno
se constituyen en cadenas cortas y estereotipadas de actos muy sencillos, vuelve a. encontrar allí también el acondicionamiento ligado a la existen·
los cuales traducen el equilib.rio del organismo con su medio. En unos cia de la memoria virtual; es decir, de los compo.rtamientos automáticos
animales, como la lombriz, la babosa, la bpa, la memoria es asaz fácil· · e "instintivos", los cuales son el resultado de una selección genética de
mente comparable a la de una máquina electrónica en el sentido de que: las respuestas posibles. El vertebrado se comporta en ello como siguiendo
1 '': el animal nace con una gama determinada de necesidades y de me- un programa preestablecido, un "instinto" cuyas consecuencias son a ve-
dios para satisfacerlos; ?•>: sus cadenas operatorias se desarrollan en la ces absurdas a causa de un defecto de adaptación posible a situaciones
búsqueda del punto de equilibrio entre pulsiones orgánicas y medio ex- . no inscritas en su memoria genética, mientras que de hecho, ofrece unas
terior, en un ciclo donde el desencadenamiento y el encadenamiento de series de respuestas . encadenadas en el hilo de sus posibilidades orgáni-
los actos son determinados por unas causas fisiológicas o externas; 3'': cas. Para los verteb.r:1dos inferiores, peces y reptiles, la casi totalidad de
la memoria se inscribe en programas que determinan el acondicionamien- su comportamiento se inscribe en los límites de los dos primeros tipos y
to del animal. La realización artificial del sistema nen·ioso de este tipo se puede concebir una m~íquina electrónica que, 'como el lagarto, res-
sencillo se encuentra ya adquirida, y el dispositivo electrónico para el pondería a 1 foto o al termotropismo, aumentaría su actividad en función
mando de los cohetes es evidentemente más complicado que el cerebro de la temperatura, seguiría toda presa móvil de dimensiones absorbibles,
de los moluscos inferiores o de los anélidos. dejaría de lado aquellas cuyo gusto o consistencia estarían inscritos como
El segundo tipo es considerablemente más embarazoso. Podrfa ser peligrosos, atacaría otras mlquinas idénticas en el momento cuando su
representado por la abeja, la hormiga, los insectos cuyo comportamiento quimismo interno desencadenara reacciones de agresividad, huiría o ex-
parece implicar la existencia de programas muy complicados, inscritos hibiría unos pane~es colorados bajo el efecto de una excitación visual
genéticamente y desarrollándose en la la.!.'\·a o el insecto perfecto de re- u olfatin. Podría agregarse que los actos realizados una primera vez por
pente y con una elaboración desconcertante. Pero se ha visto que la eje· tanteos sucesivos se inscribirían bajo la farma de programas en una serie
cución de estos programas es menos perfecta que lo creyeron Jos viejos de memorias y que, luego, el juego de estas diferentes memorias deseo·
autores; sin embargo, es muy difícil ver en ello el solo juego del medio cadenaría la realización de cadenas operatorias complejas, llegando in-
exterior y del medio interior, acarreando la formación de una memo.ria cluso a la modificación de los comportamientos en el curso del desarrollo
acondicionada. Uno está obligado a concebir un sistema de conexiones de las cadenas. Lo que es concebible en los peces o reptiles lo es, en un
nerviosas extremadamente determinado en sus respuestas a las impresio- grado considerablemente más complejo, en los pájaros, los cuales mues-
nes visuales, olfativas y táctiles, para explicar la selección de las plantas tran con un gran despliegue de detalles que lo más elaborado, en el
o de los animales de alimento, los comportamientos de construcción y comportamiento automático, interesa las operaciones relativas a ]a repro-
los actos que dependen de la cohesión social. Una tal determinación he- ducción. He ahí un hecho general, sobre el cual yo insistiré en los "sím·
bolos de la ·sociedad", para despejar los vínculos entre lo estético y el
que asegura, sin recurrir al instinto o a la reflexión, la reproducción de
mantenimiento de la cohesión del grupo zoológico. Por ahora, basta con
actos mecánicos encadenados. considerar que los dominios fundamentales de las operaciones de super-

218 219
natas de las especies animales. es susceptible de hacer comprender la na-
vivencia individual y de las operaciones que aseguran la supervivencia
turaleza del comportamiento instintivo. En ambos casos, no se trata de
de la especie, ofrecen notables diferencias de grado en la elaboración
' . nin bauna manera, en efecto, de . misteriosos programas transmitidos por
automatJCa. 1
. . . . .
atavismo y desarrol ados automáticamente en Circunstancias propiCias, s_mo
El comportamiento del vertebrado inferior_ pt:~de vertersr: en ~1 ve_r-
de disposiciones neurovegetati,·as hereditarias que autorizan. la _constitu-
tebrado superior para formar la masa de constitucwn de su memona. Su1
ción de una memoria inscrita en cadenas de actos. Entre md su¡etos so-
embargo, a medida que se asciende en la serie, un elemento nuevo apa·. , .
metidos a la educación musical, uno solo tal vez se encuentra genet!Ca·
rece, el cual deja suponer que los dos cu~dros precedentes. no s~n _d~l mente acondicionado para t:ansformarse en un gra? ej~cutante, del cual
todo completos. · En efecto, · lo que caracten~a el comportan:Ient~ mdiVI-
podría decirse que toca "por instin:o", mas _e,ntre mil s_u¡_etos dotados ~;~­
dual del mamífero, al menos el comportamiento de superv1venna, es la
sicalmente uno solo tal vez tendw la ocaswn de reC!bir una educacwn
posibilidad de la opción entre las cadenas operatn~ias y el control de s~
musical los otros no constituirán jamás su memoria de ejecución instru·
adecuación relativa a la situación propuesta y un Cierto margen de ~om¡­
nio, variable según las especies, pero n:uy grande ya , en. los carn:ce_ros
mentist~ y no materializarán !;! ligazón . entre_ ,sus aptitt:des genéticas y ~as
solicitaciones del mediO extenor. La onentacwn profeswnal, en las sooe-
y los primates. Si siguiéramos el paraleh~mo con la maquma eJ~ctroniCa,
dades modernas, no es m:ís que b im·estigación empírica de· lo que e_xiste
deberíamos agregar al sistema de conexiOnes de desencadenamiento de
en el homb:e como aptitudes genéticas comunes a todo el mundo an1mal.
las respuestas y de ]as memorias, un sistema de conexiones suplementa-
rias en el cual ]a confwntación se haría posible y determinaría ]a orien- Las manifestaciones operatorias del hombre se sitúan, por consiguie~­
tación hacia una u otra de ]as respuestas. Bajo el ímpetu de la Evolución, te, sobre un fondo instintivo muy importante, hecho a la vez de disposi-
los sistemas nerúosos parecen en efecto, progresar en dos direcciones tivos de regulación de los impulsos orgánicos profundos, comunes a to-
opuestas: una (la del insecto o el pájaro) donde el aparejo nervioso dos los individuos, y de dispositi\·os propios a ]a inscripción d~ p_r~gramas
canaliza cada vez más estrechamente Jos comportamientos, y la otra (la operatorios cuyo detalle puede nriar sensiblemente de un md1viduo al
de los mamíferos y del hombre) donde los trayectos nerviosos se enri- otro. Este margen de variación individual, considerablemente mayor q~e
quecen prodigiosamente en ele~11entos de conexión, propios pa_ra ~stabJe­ en los mamíferos, incluso Jos m:ís evolucionados, es un rasgo esenC!al
cer unas relaciones entre situacwnes ya conondas por la expenenna y la de la sociedad humana: el "pensador", el im·entor y el virtuoso, inter-
situación nueva. La memoria del indiúduo, fundada en el primer período viniendo de manera decisiv:t en el diálogo entre el hombre físico y el
de la Yida, toma entonces la primacía sobre la memoria específica, la cual oraanismo colectivo constituyendo la sociedad. No debe disimularse lo
no es m:ís que el resultado de las disposiciones hereditarias del sistema qu~ la presencia del genio individual pueda tener de genéticamente nor-
de conexiones nen·icsas. mal en la especie humana, ni hasta q:Ié punto el progr~so es menos un
asunto de genio personal que de medio favorable colectivo. . .
I.'.:STINTO Y LIBERTAD La percepción de estos hechos s_e .ve ilustrada_ por l,as posiCIOnes
inversas del espiritualismo y del matenal_Ismo en la 1deo~ogw de la~ ~o·
Lo que caracteriza J.] hombre, es que su cereb.m es un aparato de ciedades recientes. En las grandes religiOnes, y en partiCular _e! cnstia-
confrontaciones. Sin embargo, en los Pi,·eles inferiores del sistema ner- nismo, las aptitudes genéticas individuales no franquean el qllloo d~ la
vioso se vuehe a encontrar, en particular en el sistema nen·ioso simpá- eternidad y la jerarquía se establece sobre fundam~ntos que ]as t~asoen­
tico, los mandos reguladores del comportamiento t:lemental: el organismo den. El santo no es forzosamente un pensador, un 1!1\'entar o un v1rtuoso,
queda sometido a las mismas leyes de equilibrio ent;e medio exterior y sino, por el contrario, el que rompe el círculo operatorio para proyectarse
medio interior, que las de los invertebrados más sencillos. Se vuelve a más allá, y todas las grandes metafísicas están fundadas sobre esta rup ·
encontrar también el. nivel medio, el del "instinto", puesto que su com-
tura, que traduce la liberación del vínculo genético y po_r el mismo efeC:o
portamiento operatorio está modelado por el armazón genético. En efec-
del vínculo social (lo que traduce sobre un plan d1stmto la homologw
to, ser de visión y audición dominantes, sus actos son genéticamente di-
especie-etnia). ~a ide?logía ma:e.rialista, presente no . solamente en las
ferentes a los de un animal que tm·iera el olfato y el tacto como ,referen-
sociedades marx1stas, smo pragmatlcamente en toda ·sooedad humana, ad-
cias fundamentales. Si realmente el instinto está presente en la realización
hiere al contrario estrechamente al plano de la eficiencia social y sub-
de actos para Jos cuales los. instrumentos son acondicionados genéticamen-
raya 'la importancia del vínculo genético, tratando de héroe al individuo
te, entonces una parte importante de la actividad humana es instintiva.
Las "dotes" intelectuales o físicas genéticamente adquiridas, representan, "dotado". En las sociedades capitalistas, esta disposición s~ estab]~ce en
en las cortas descendencias que se constituyen en el seno de las masas el cuadro de una jerarquía modelada por las clases sonales, m1ent~as
humanas constantemente remodeladas, el equivalente al capital "instinti. que en las sociedades marxistas, tiende hacia el pleno uso de las d1s ·
vo" de las descendencias animales. El paralelismo entre las aptitudes in- ponibilidades genéticas a través de los héroes del trabajo o el culto de

220 221 .
]a personalidad, en una jerarquía lineal fundada sobre ]a eficiencia de !a·· aptitud de proyectar unas cadenas simbólicas. Esto equivale a hacer
los individuos. del lenguaje e! instrumento de la liberación en relación a Jo vivido. De
El problema humano no puede, sin embargo, ser tomado únicamen- manera paralela, el útil manual apareció como el instmmento de la li-
te sobre los elementos instintivos, y si bien se debe tener en cuenta la beración de los constreñimientos genéticos que ligan el útil orgánico
parte, demasiado frecuentemente olvidada, de lo zoológico en el compor- animal a la especie zoológica. La inteligencia humana conserva por con·
tamiento operatorio, no se captaría . más que Ja infraestructura si no se siguiente, sobre el plano del lenguaje como sobre el del útil, las mismas
intentara integrar ]a inteligencia en el proceso biológico general. Hemos relaciones anteriormente puestas a la luz.
visto en el capítulo III que la destrucción de las áreas motrices del El comportamiento técnico del hombre con sus consecuencias en la
córtex cerebral mostraba, del perro al mono y del mono al hombre, evolución vertiginosa del aparato instrumental de la sociedad aparece
una progresión reveladora. En el perro, la supresión del córtex motor en tres niveles: el. nivel específico, el nivel socioétnico y el nivel indi-
hace desaparecer la memoria de las cadenas operato.rias aprendidas, en vidual. En el específico, la inteligencia técnica del hombre está ligada
el mono se debe extender la supresión a !as zonas de asociación que al grado de evolución de su sistema nervioso y a la determinación genética
bordean el área motora fundamental y en el hombre, solamente la des- de las aptitudes individuales; aparte de las proporciones, nada la dis-
trucción de muy amplios territorios acarrea el mismo resultado. Estos tingue formalmente del comportamiento animal, en particular en el so-
datos han permitido materializar lo esencial de la evolución hacia la metimiento al ,ritmo excesivamente lento de la evolución general de las
mobcidad reflexionada. Ahora, ellos ofrecen, en cierto modo, el grado especies. En el nivel sociotécnico, la inteligencia humana se comporta
de liberación del cerebro humano. Esta aureola, cada yez mayor, que de una manera absolutamente particular, única, puesto que ello forja, ,,'
circunda los centros de la motricidad Yoluntaria, corresponde, en el sen- fuera de los individuos y fuera de los vínculos específicos, un organismo '

tido más estricto, a la inteligencia; es decir, a la vez a la inscripción en colectivo con propiedades evolutivas vertiginosamente rápidas. El grado
la memoria de numerosas cadenas operatorias y a la libertad de la opción de obligación socioétnica es para el individuo tan imperativo como la
entre las cadenas. De Jos monos más evolucionados al hombre, la dife- obligación zoológica que lo hace nacer homo sapiens; los términos de
rencia en la libertad de la opción es cuantitativa; el antropoide, el más esta obligación son, sin embargo, diferentes, porque admiten, en ciertas
inteligente, no dispone nunca sino de un número limitado de programas condiciones, la posibilidad de una cierta liberación personal.
y sus confrontaciones son función de un aparato neurónico considerable- Al nivel individual, Ll especie humana ofrece un carácter igual-
mente mis reducido que el del hombre; sin embargo, la diferencia es mente único puesto que, su mecanismo cerebral dándole la posibilidad
sobre todo cualitati\·a, pues la reflexión está estrechamente ligada al de confrontar situaciones traducidas en símbolos, el individuo puede Ji.
lenguaje. · berarse simbólicamente de los vínculos a la vez genéticos y socioétnicos.
En las prácticas ope,ratorias más corrientes, el lenguaje no parece Es sobre esta liberación donde se han fundado las dos situaciones com-
intervenir y numerosas acciones se realizan en un estado de conciencia plementarias entre las cuales se establece la realidad humana viva: aquella
crespusqular, que no es esencialmente disociable del estado en el cual donde la confrontación de las cadenas operatorias lle\·a al dominio ma-
se desarrollan las operaciones animales; mas, desde el momento en el terial sobre el mundo o:-gánico y otra, donde la liberación se hace en
cual las cadenas operatorias están puestas en causa por la opción, ésta relación al mundo orgánico, mediante la creación de situaciones intui-
no puede hacerse sin que intervenga una conciencia lúcida, estrechamente tivas en las cuales reside la espiritualidad.
ligada al lenguaje. La libertad de comportamiento no es, en efecto, rea-
lizable, sino al niwl de los símbolos, no al de los actos, y la ,represen-
tación simbólica de los actos es indisociable de su confrontación. De los LA l\fEMORIA SOCIAL
anin~ales inferiores a Jos mamíferos superiores, uno asiste a la inversión
Si se constata entre los primates que el comportamiento operatorio
de las proporciones entre el acondicionado genético y el acondicionado
hereditario está cada vez más dominado por una memoria de constmc-
aprendido, y luego, a la emergencia de una selección posible entre las
ción individual, en el hombre el problema de la memoria 0peracional
operaciones sencillas. Sin embargo, el comportamiento operatorio queda
completamente sumido en Jo vivido, pues la proyección no puede inter- está dominado po.r el del lenguaje. En efecto, la parte considerable, en
venir sino a partir del momento cuando las operaciones son liberadas de nosotros, del acondicionamiento genético y del acondicionamiento por ex-
su adherencia material y transformadas en cadenas de símbolos. Aparen- periencia individual, está completamente mitigada por la educación a
temente, es posible confrontar el instinto animal y la inteligencia humana, través de la cual los individuos reciben todo su comportamiento ope·
pero desviando cada uno de los términos de su sentido tradicional, ha- ratorio. La memoria construida individual y la inscripción de los pro-
ciendo del instinto un conjunto de fenómenos tan complejo que ·¡a pa- gramas de comportamiento personal, son totalmente canalizadas por los .
labra no tiene más significado preciso· y considerando la inteligencia como conocimientos, cuya conservación y transmisión están aseguradas en cada '
i
1

. 1

222 223
l

comunidad étnica por el lenguaje. De tal sue.rt~, que apar~ce u~1,a ver- El carácte!' particular de la memoria social, puede ser entendido en

dadera paradoja: las posibilidades d~ co~frontaoon y de ~Iberacwn del otro plano. La creación del primer útil artificial por el primer antrópido
individuo reposan sobre una memor;a VIrtual: cuyo contem~o pertenece ha situado ]a técnica fuera de las realidades zoológicas, fuera del des·
a la sociedad. En el insecto, ]a sociedad detiene· la memo na solamente arrollo multimilenario de la evolución, y la memoria social ha adquirido
en la medida en la cual esta sociedad representa la supervivencia de una en seguida la posibilidad de totalizar a un ritmo :ápido. Hemos. ;isto en
los capítulos precedentes que, hasta el homo sc~prens, la evolucwn cere-
cierta combinación genética donde el individuo no tiene posibilidades
sensibles de confrontación. El hombre, es a ]a vez individuo zoológico bral quedaba inacabada y que la evolución técnica parecía seguir muy lento
desarrollo de lo que faltaba aún al hombre para que disponga de un
y creador de la memoria so::ial; así se esclarece, tal vez, la a,rticulación
aparato de confrontación suficiente. Hemos visto que, igualmente, a partir
de lo específico y de lo étnico al circuito que se esta~lec.e. en el. progreso
del desbloqueo pref ron tal, la evolución característicamente humana h~~ía
(carácter propio a las sociedades humanas) entre el mdJviduo mnovador
brotar un mundo técnico, el cual sacaba sus recursos fuera de la evolucwn
y la comunidad social. ·
genética. A partir del homo Sttpiem la constitución de unos aparejos de
.La ubicación de la memoria étnica fuera de la especie zoológica tiene la memoria social domina todos los problemas de la evolución humana .
¡ 1'
como consecuencias muy importantes la libertad para el individuo de Veremos en el capítulo IX mediante cuáles vías, hasta la creación de los
salir del cuadro étnico establecido y la posibilidad, para la memoria ét- cerebros artificiales, las sociedades han intentado hacer frente a la ins·
!
'
nica misma, de p.:ogresar. Cuando se compa:an las sociedades h,un:anas cripción y a la conservación de un capital de conocimientos desmesura-
con las sociedades de insectos, a veces se olnda que entre estos ultJmos, damente creciente.
la inscripción genética de Jos comportamientos es imperativamente domi- La oposición entre lo material y lo mo.ral aparece de nuevo .. El tema
nante, lo cual obli c:ra al individuo a poseer todo el capital de· los co- del "hombre dejado atrás por sus técnicas" hace resaltar la dispandad
nocimientos colectivgs y obliga a la sociedad a evolucionar sólo al ritmo entre la evolución de las técnicas y la evolución del dispositivo moral de
de la deriva paleontológica. Ningún término de comparación realmente Ja sociedad: el hombre adquiere en el curso d~ ~os. mi.le?ios medios té~­
fundado es concebible entre los dos tipos de sociedades, puesto que el nicos que podrían ayudarle a asegurar un dommw mdivJdualmente eq~I­
hombre está libre de crear él mismo sus situaciones, así fuesen única- librado sobre el medio material, mientras que la mayo.r parte de sus medios
mente simbólicas. La ruptura del \'Ínculo entre la especie y la memoria continúa satisfaciendo desordenadamente unas tendencias depredadoras que
aparece como la sola solución (y ~na solución solament.e ·humana) que remontan al tiempo cuando se enfrentaba a los rinocerontes. Esta incapa·
lleva a una evolución ,rápida y continua. Por eso, las sooedades humanas ciclad aparente para constituir un comportamiento moral vivido en el ~is­
no corren jamás el riesgo de encerrarse en un comportamiento comparable mo nivel que el comportamiento técnico, no tiene nada de anormal n1 de
al de los insectos. EII¿-s y nosotros poseemos vías totalmente diferentes. particularmente desesperante. En efecto, parece bien demostrado que. la
Frecuentr:mente, Jos paleontólogos han insistido sobre el hecho de que el marcha de la evolución humana no ha sido tomada por el cerebro smo
hombre ha adelantado su especialización hacia la conservación de aptitu·
por los pies y que las cualidades superiores no han podido emerge~ s~no
des muy generales. Esto va mucho más allá del cuadro físico. Es IT.rdad en la medida en que, mucho antes que ellas, se encontrase constitl1ldo
que nosotros corremos menos rápido que el caballo, que no digerimos la el terreno para su emergencia. Individualmente;,. l~s hombres tienen ac-
celulosa como la vaca, que trepamos menos bien que la ardilla. y. que ceso desde milenios, a unos conceptos de eqUJ!Ibno moral tan elevados
finalmente nuestra máquina osteomuscular toda no es superespecwhzada com~ los alcanzados en el equilibrio técnico. Las sociedades han inscrito
más que para permanecer apta para hacer de todo; pero lo más !mpor- estos conceptos en sus grandes leyes morales o religiosas,. p~r~ el com-
tante consiste en el hecho de que el cerebro hunJano haya evoluciOnado portamiento genético no ha permitido, a toda la masa de tndivJduos que
de manera tal ,
que es apto para pensarlo todo, habiendo nacido pdcti- constituyen las sociedades, la liberación de las exigencias fun~amentales
camente vaoo. que siguen sien~o esencialme~te depredadoras .. ¿D.ebemos deduCir de ello
Al nacer, · el indi,·iduo se encuentra en presencia de un cuerpo de que será necesano esperar vanas decenas de mdemos P.ara que unos ce.re-
tradiciones propias a su etnia y, sobre planos variados, un diálogo se em- bros humanos más evolucionados que el del homo saprens hagan efectivo
prende desde la infancia entre él y el organismo social. La tradición es el contenido de la memoria moral? Evidentemente que no; hay razones,
biológicamente tan indispensable a la especie humana como el acondicio- en efecto, para considerar que el progreso en este dominio, si se encuen-
namiento genético Jo es a las sociedades de insectos: la supervivencia étnica tra poderosamente frenado por. una liberación incompl~ta de las e~ig~n­
depende de la mtina, el diálogo que se establece suscita el equilibrio cias b:oiógicas, se beneficia, sm embargo, de los medios que la tecmca
entre rutina y progreso, la rutina simbolizando el capital necesario a la ofrece para una toma de conciencia colectiva. Es a través ?e una per~ep ·
supervivencia del grupo, el progreso la· intervención de las innovaciones ción clara de .las leyes biológicas que puede nacer el mediO de canalizar
individuales para una supervivencia mejorada.
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y de o.rientar la agresiv!~~d específica; ~u pérdida total equivaldría pro- del des~rrol_lo de l~s cadenas sin intervención ordenada del lenguaje y de
bablemente a la desapancwn de la espeoe humana, mientras que el arre- la conoenoa manifestada por el funcionamiento de los símbolos. los
glo. consciente del vínculo entre el pensamiento y el aparato fisiológico términos psicológicos podrían aplicarse a las operaciones técnicas, pero
responde a la apertura de una perspectin optimista hacia el futuro. ~rras~ran c?n ellos un c?rtej<? de implicaciones; 1~ cual hace per?:r todo
mteres a mtegrarlas ah1, mientras que los termmos de automatico, de
ma.quinal y de lúcido son aplicados a las prácticas operatorias.
LA MEMORIA OPERATORIA las prácticas automátio.s son ignoradas por el etnólogo, el cual se
dedica mis a distinguir lo que hace diferentes las culturas que lo que hay
La formación de cadenas operatorias plantea, en las diferentes etapas,
de fisiológicamente común a todos los hombres. la. antropología racial
el problem~ de las ;elaciones entre_ el ind!viduo y la sociedad. El progreso
considera importante la im·estigKión de las diferencias en el funciona-
esta somet1do al . c_umulo de las mnovaoones, pero la supervivencia del
mi:nto físico de las razas y, en estado de esbozo, hay incluso una psicología
grupo está ~co~~Joonada por la inscripción del capital colectivo, presen-
raoal, mas se ignora casi todo lo que es genéticamente significativo, pues
tado a los md1nduos en unos programas Yitales tradicionales. La consti-
la mayor parte de las diferencias entendidas pertenecen a la superestruc-
tución d_e l~s cadenas operatorias depende del juego proporcional entre
la expenenoa que da ongen en el indiYiduo a un acondicionamiento me- tura wltural. la literatura sobre los niños-lobos, fuertemente teñida de
l~y:nda, no da muchos d.ltcs científicos sobre lo que sería el hombre
diante "ensayo y error" idéntico al del animal, y la educación en la cual
e! lengt;aje t?ma una parte Yariable, pero dete:minante siempre. Hemos viVIendo sobre su solo fondo genético; finalmente, a pesar de que el papel
del fondo anatomofisiológico sea, con toda seguridad, determinante, esta-
\·1st? mas arnba ~ue tres planos pueden ser distinguidos en el compor-
~amJento operatono del _hombre: el p:imero_ es un plano pofundo que mos reducidos a considerar que en la especie humana el compc.rtamiento
mteresa u?os, ~omportam1entos _auton:aticos dHectamente ligados a su na- operatorio espontáneo se encuentra re:ubierto por el comportamiento adqui ·
turaleza bwlog1ca. Este plano mterv1ene solamente como un fondo sobre rido a través de la comunidad social. Es cierto, sin embargo, que no po-
el cual la educación imprime los datos de la tradición. Las actitudes cor- demos, dentro de la perspectiva adoptada por este libro, omitir darle la
porales y _el comportamiento _alimentario o sexual, se apoyan sobre este suficiente importancia, si Cien el problema será considerado de nuevo más
~on_do genet1co en unas modalidades fuertemente marcadas por los matices adelante, cuando se tratará del gesto y de las categorías estéticas.
etn1cos. El segundo plano es . el del ~omportamiento maquinal que com- Si existen pocos elementos para abordar los aspectos autom:íticos del
pre_I:de _unas_ cadenas operatonas adqumd~s por la experiencia y la edu- comportamiento operatorio, en c1mbio existe en las prácticas nacidas del
cacwn, 1:1scntas a la Yez e,¡ el comportan:Iento gestual y el lenguaje, pero ambiente colectivo, un campo de observaciones sobre las influencias recí-
desarrolhndose en una penumbra que, sm embarao, no es automatismo ¡)focas del individuo y del medio. Todo lo que está regido por el sujeto
pues~o que t~da inte_rrupción accide~~al en e_l des~rrollo del proceso ope: entra en su comportamiento operatorio, pero bajo formas y con unas inten-
ratono hace mterYenir la confrontaCion al· cll\·el de los símbolos del len- sidades muy diferentes según que se trate de prácticas elementales y coti-
guaje y pasa _al ter_cer plano. Est~ último es el del comportamiento lúcido dianas, de prácticas con periodicidad más espaciada o de prácticas excep-
sobre el cual mterv1ene ei_IenguaJe de manera preponderante, sea que lleva cionales; los programas suponen unos niveles de intervención intelectual 1

a .:eparar una ruptura accidental en el ?esarrollo de la operación, sea que y unas relaciones individuo-sociedad diferentes. las prácticas elementales
Jleya a la creacwn de cadenas- operatonas nue\·as. constituyen los programas vitales del individuo, todo lo que en los gestos
. Estos tres planos se encadena~ en los _diferentes niveles del compor- cotidianos interesa su supen·i\·encia · como elemento social: habitiiS corpo-
tamiento humano en unas proporcwnes Yanadas y en Ji "JZÓn directa con ral, prácticas de alimentación o de higiene, gestos profesionales, com-
la supervivencia del dispositivo social. b portamiento de relación con los próximos. Estos programas, cuyo fondo

es inmutable, se organizan en cadenas de gestos estereotipados, cuya repe-
tición asegura el equilibrio normal del sujeto en el medio social y su propia
LAS CADENAS OPERATORIAS 1\fAQU::'\'ALES comodidad psíquica en el interior del grupo. La adquisición de las cadenas
operatorias elementales se _hace durante la primera parte de la vida, bajo
. La distinción de tres planos en el comportamiento operatorio es arbi.
trana como todo corte en un proceso continuo, pero \'uelve a establecer la triple incidencia de la doma por imitación, de la experiencia por tanteos
1~ distinción psicológica del inconsciente, del subconsciente y del cons-
y de la comunicación verbal. El sujeto está incorporado socialmente en la 1

Ciente,!o ~ual corresponde a _tr:s ~-iveles ?e funcionamiento del aparato medida como desarrolla sus cadenas operato.rias sin contratiempos, al hilo
de los momentos normales de la existencia. Es cierto que la mayor parte
neurops1qwco ~un:ano. Es_ta d1stmoo? e~ oertame~te más importante que
1

la que s~ pod~1a mtrodu~1r entre el mstmto y la mteligencia, pues separa de las cadenas que desarrollamos desde el despertar hasta el acostarse
las mamfestaoones propiamente instintivas y genéticamente canalizadas, exigen solamente una débil intervención consciente; se devanan no en el
1
~1

226 227
automatismo para el cual la intervención de Ja conciencia sería nula, sino r no afectan el lenguaje mis que de una manera limitada. Es solamente
en una penumbra psíquica de Ja cual saJe el sujeto solamente en caso en un estadio muy adelantado de la organización de la conciencia colec-
imprevisto en el desenvolvimiento de !as secuencias. En los gestos enca- ti,·a que el gesto social o profesional se encuentra fijado en los tratados
de mundología, en las obras de oficios o en los manuales de etnografía.
denados por nosotros durante el aseo, la comida, Ja esGritura, Jos despla-
La transmisión de las cadenas elementales está, pues, esencialmente unida
zamientos y transportes, por excepcional que sea el regreso a !a lucidez,
a la organización de las células sociales restringidas y en particular de la
es decisivo; es por lo cual se debe aplicar la expresión de "cadenas ope-
familia . o de les grupos de jóvenes. Los juegos imitando a los adultos
ratorias maquinales" y no automáticas, inconscientes o instintivas.
desempeñan un papel importante en ello.1.;
Las cadenas operatorias maquinales son el fundamento del. compor-
El sujeto que actúa, orienta por consiguiente la mayor parte de su
tamiento individua!; representan en el hombre el elemento esenoal de !a
actividad con la ayuda de se~ies de programas elaborados en el curso ~e
supervivencia. Ellas sustituyen al "instinto" en condiciones propiamente
la e1·olución del grupo étnico, que la educación inscribe en su memorra
humanas, puesto que ,representan_ un niwl e]eyado de disponibilidad cere-
motora. Desarrolla estas cadenas en un estado donde la conciencia lúcida
bral. No podemos, en efecto, imaginar un comportamiento operatorio exi-
interviene para aj~star los eslabones. Más exactamente, 1~ lucidez. sigue
giendo una constante lucidez ni un comportamiento totalmente condicio-
una sinusoide cuyas concaYidades corresponden a las senes. maqumal~s,
nado, el cual no la haría jamás inten·enir; el uno porque conduciría a
mientras que los vértices marcan los ajustamie~to_s de !as s~nes. a la~ Cir-
reinYentar el menor gesto, el otro porque correspondería a un cerebro
cunstancias de ]a operación. Esto es ya caractenstrco de la mtelr_gencr~ de
completamente preacondicionado, y po~ consiguiente inhuman?. Tal _c?mo los mamíferos superiores y se ofrece en el hombre con una . mtensrdad
está construido, el cerebro humano aliena una parte de su drsponrbdrdad que hace de ello un carácter decisivo del comportamient?. En efecto, la
forjando los programas elementales que aseguran la libertad de su com- intervención lúcida, ligada a la posibilidad de confrontao_ón, ~s no sola-
portamiento excepcional. Son las prácticas elementales, cuyas cadenas se mente lo que asegura la orientación del proceso operatono, smo lo que
van constituyendo desde el nacimiento, las que marcan más fuertemente permite responder a las situaciones accidentales; es ?ecir, de ende~eza_r el
al individuo de su huella étnica. Los gestos, las actitudes, la manera de proceso operatorio ·.ajustándole unas ~a?enas aprop1a~as. La _posrbdrdad
comportarse en lo trivial y lo cotidiano, constituyen un medio de unión de reparación o de mejora en el domm10 de _las re_l~oones s?ciJles, ~ant?
al grupo social de cuyo origen el individuo no se libera jamás comple- como en el de las técnicas, es el factor de la rnvencwn y restJtuye el mdr·
tamente, aun cuando fuese transplantado en una clase diferente o en otra viduo humano como inventor en el desarrollo del progreso. Lo propio de
etnia. las sociedades humanas es acumular las innovaciones técnicas y conser-
Las modificaciones políticas y la "planetarización" actuales plantean ,.J.r!as Jo cual esti ligado a la memoria colectiva, mientras que depende
·a est-e respecto serios problemas. La diversificación de las etnias y la for- del i~di,·iduo organiz~r sus cadenas operatorias,· conscientemente, hacia la
mación de comportamientos operatorios comunes a unas unidades más o fijación de p:ocesos operatorios nuevos.
menos amplias corresponde para el individuo a un equilibrio psíquico que
ha caracterizado siempre a las poblaciones humanas. En nuestro grupo zoo-
LAS CADEJ\:AS OPERATORIAS PERIODICAS O EXCEPCIONALES
lógico particular, la etnia sustituye a la especie y los individuos humanos
son étnicamente dife.:entes, tal como los animales lo son específicamente. La or<>anización de la memoria colectiva es diferente cuando se trata
En el nivel de las prácticas elementales, esta especificación no es cons- de operaci~nes que nn más allá de las cadenas maquinales, tales como
ciente mis que por contraste: tales gestos que hago son entendidos como
propios a mi grupo en la medida en la cual se oponen a Jos gestos de Jos 15 . Este hecho es tan valedero e importante en las sociedades primitivas donde
los niños y los adolescentes constituyen un grupo social pudiendo alcanzar
extraños. Las prácticas étnicas son, pues, fuente de oposición, pero en. el el aislamiento gracias a la cohabitación .separada de los jóvenes como en las
mismo tiempo fuente de comodidad y de intimidad entre individuos de sociedades modernas, donde la escuela es entendida como un modelo potente ,,'
'i
una misma pertenencia, fuente de "desarraigamiento" para los individuos para formar el comportamiento. los aspectos ideológicos de la educación 1

aislados en medio extraño. Para la sociedad, como consumidora de indiYi- tienden a hacer subestimar los aspectos operatorios, que constituyen una '

parte fundamental de la personalidad colectiva. La impregnación ideológica


duos con miras a su progreso, unos hombres estrictamente intercambiables exige, para ser total, la movilización del comportamiento operatorio elemen-
"
serían ciertamente un beneficio, mas ¿en qué medida Ja sociedad conti- tal y desde los espartacos del colegio británico o a la pedagogía socialista,
'

nuaría manteniendo a los hombres si dejasen de ser étnicamente di,·ersos? la formación del individuo idealmente conforme al idea[ colectivo ha abar-
cado siempre la constitución de las cadenas maquinales en el programa
Cualquier cosa que se piensa al. respecto, y ya volveremos a ocuparnos de educación. El ejemplo humorístico del funcionario inglés perdido en un
de esto más adelante, las cadenas operatorias maquinales constituyen el puesto aislado en el fondo de la jungla y que cena solo, a la hora justa y
fondo del comportamiento individual común a Jos miembros de un mismo correctamente vestido, ilustra bien el carácter personalizado, en un plano a
§:Upo étnico; se sitúan sobre un plano profundo de !a memoria colectiva la vez individual y étnico, del desarrollo de las cadenas elementales.

228 2?9

11
'
!a repetición estacional de los actos agrícolas, el desarrollo de una fiesta, zosamente es~o~ado al abordar la cuestión de la inteligencia y del instinto,
la construcción de un edificio, la conducción de una pesca o de una cace- y que resurg1ra frecuentemente, no es otra cosa que este distanciamiento
ría colectivas. Según su periodicidad rápida o muy espaciada, la interven- entre el hombre y el medio, a la Yez interior y exterior, en el cual se en-
ción del dispositivo que fija las series operatorias en la memoria colectiva cuentra .. _Este desprendimiento que se expresa en la separación del útil
reviste más o menos importancia. En todos los casos, el lenguaje intervie- en relacwn con la mano, en la de la palabra en relación con el objeto, se
ne como sopo.rte de los actos por ejecutar y todas las sociedades sin expresa, además, en la distancia que toma la sociedad en relación con el
escritura poseen una gama de medios de fijación bajo forma de prover- grupo zoológico. Toda la eYolución humana concurre a situar fuera del
bios, de preceptos, de recetas cuya conserYación reposa muchas veces en la hombr~ lo que, en el resto del mundo animal, responde a la adaptación
memoria de algunos individuos. Las operaciones. periódicas, sobre . todo e;;pe,c;ífJCa. ~! hec~o materi:1l más sorprendente es ciertamente la "libera-
a !argo término, van más allá de la fijación maquinal y constituyen uno oon del ut1l, mas en realidad el hecho fundamental es la liberación del
de los rasgos que separan más radicalmente la sociedad humana de todo ,-e.~bo y esta propiedad única que posee el hombre de situar su memoria
e! resto del mundo zoológico .. En las so~iedades animales, existen opera- fuera de sí mismo, en el organismo social.
_ Son estos dos distanciamientos: el del útil y el de la men1oria, los
cwnes que se desar,:ollan estaciOnalmente o una sola Yez en la vida de los
sujetos, desencadenadas por el ritmo de ]as estaciones y la maduración objetos de los capítu!os siguientes.
fisiológica. El animal pone en juego entonces unas cadenas nue,·as en el 1

canal de su preacondicionamiento genético o vuelve a encontrar el hilo


de operaciones ya vividas en condiciones idénticas. Para el hombre, una
parte impo1tar2te de su actitud ante las operaciones periódicas está también
Ji.¡pda al ~iclo est~ci_onal y a la · ma~urJción ~isiológica: la misma ~pera­
Cion cole~tn·a es nv1da de manera dn·ersa segun la edad y la expenenoa
de los sujetos, mas su desarrollo es tradicional y no genético, encontrándose
su contenido soportado por un cuerpo de fórmulas verbales. que forman
. parte del capital étnico.

EL COMPORTAMIENTO OPERATORIO GLOBAL

El comportamiento cperatorio dd hombre, en su unidad aparente,


cubre, pues, unas n:anifestaciones muy complejas. Aparece estrechamente
solidario de la ,·ida social, mas no responde de ninguna manera a una
fórmula que opondúa en bloque el instinto de la abeja a la inteligencia
humana, o a una fórmula que sacara de la identidad de los estados sociales
una comunidad esencial entre las sociedades de insectos y las sociedades
humanas.
El hombre, en efecto, está a la vez mis cerca del mundo animal de
lo que permite pensar la oposición tradicioml entre la inteligencia y el
instinto y, sin embargo, está mucho más lejos de t;llo de lo c¡ue podrí:l
creerse en base a las identidades sorprendentes que marcan las estructuras
sociales de . los animales con Yida colectiva . organizada. No parece que
hemos pe.rd1do mayor cosa de Jo que ha pod1do ser nuestro lejano paren-
i'
tesc1o con . e! tr!l_obite~ o. la lombriz. Nada se nos ha escapado de lo que,
en .a orgamzacwn ps1qU1ca del vertebrado, asegura su equilibrio vital; pero
todo esto es el volante que mantiene nuestra. actividad vegetativa detrás .1
'
de lo que nos es propio y estrictamente propio: la facultad de simboli-
' 1

' ''
zación, o más generalmente, esta propiedad del cerebro humano de con- ''

servar una distancia entre lo viYido y el organismo que le si.:ve de soporte. •


El problema del diálogo <--
entre el indiYiduo y la sociedad el cual fue for-
,¡. '
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1

230 '
l

VIII

EL GESTO Y EL PROGRAMA

Una tecnología que se limitara a la clasificación de las formas de los


útiles y al análisis de los· estados de una fabricación mantendría frente a la
etnología las mismas relaciones que la zoología sistemática frente a la bio-
logía animal. En efecto, el útil existe solamente en el ciclo operatorio;
es un buen testigo, pues tiene en general huellas significativas, pero es
equiYa!ente a un esqueleto de caballo que !len la huella del ser herbívoro
de carrera rápida del cm! fc.rmó parte un día como armazón. Si la tec-
nología sistemática, que fue el objeto de los dos volúmenes de El'olucióll
)' T émict!J, es una base indispensable, el útil existe realmente gracias al
gesto que lo hace técnicamente eficaz.
La noción misma del útil exige que se la vuelva a considerar a partir
del mundo animal, pues la acción técnica está presente tanto en los inver-
tebrados como en el hombre y no se la sabría limitar a sólo .las produc-
ciones artificiales de las cuales tenemos el privilegio. En el animal, el
útil y el gesto se confunden en un solo órgano donde la pa.cte motora y
la parte activa no ofrecen entre sí ninguna solución de continuidad. La '
'
pinza del cangrejo y sus piezas mandibulares se confunden con el programa '

operatorio a través del cual se traduce el comportamiento de adquisición . '


'
alimentaria. El hecho de que el útil humano sea amovible y que sus ca-
racterísticas sean no específicas sino étnicas, no cambia fundamentalmente
nada. Los cortes socioculturales, que hacen que tal operación técnica sea
• típicamente neocaledonia en su desarwllo como por su utillaje, han reem-
plazado simplemente los cortes ·psicozoológicos, que le dan carácter de
típicas a determinada especie animal esas operaciones y el instrumental
que les traduce.
La sinergia operatoria del útil y del gesto supone la existencia de
una memoria en la cual se inscribe el programa del comportamiento. En
el animal, esta memoria se confunde con todo el comportamiento orgíni-
' 1

co y la operación técnica .reviste, llanamente, un carácter instintivo. Hemos


visto que en el hombre la amovilidad del útil y del lenguaje determinaba
el establecimiento de los programas operatorios, ligados a la supervivenci,1 • '
1

233
- - - ' - - - - - ----

del dispositivo colectivo: se trata pues, ahora, de seguir !as etapas que que hay de común en los elementos de anatomía fisiológica. La figura
marcan una liberación operatoria tan adelantada en !as sociedades actuales 10~ exp,res~ a la vez el comportamiento técnico _de los primates y el
que ha alcanzado no solamente al útil, sino al gesto en la máquina, la me- capttal tecntco del hombre, desde los orígenes hasta el alba del h9mo
moria de las operaciones en la mecánica automática, e incluso, la progra- st~piellJ.

mación en el sistema electrónico. En cuanto al útil, hay relativamente poco El c_omportamiento elemental , d~ los monos y de los antropoides
c¡ue decir después de lo puntualizado en los capítulos precedentes. El pone en JUego, sobre el fondo dmamtco de la masa del cuerpo, la acción
gesto, en cambio, muy escasamente ha sido objeto de un estudio que tome coordinada o aislada del miembro anterior y de la cara, en las operacio-
en cuenta, sobre una misma perspectiva, el comportamiento animal y las nes relacionadas con la adquisición }' el consumo alimentario con la aare-
' b
actividades motoras reflejas del hombre. sión o la defensa, y con el comportamiento de relación por contacto facial
o manual. Al inverso de los roedores, que de una mane.ra casi exclusiva
agarran o palpan primero por prensión labiodentaria, los primates hacen
ANALISIS ELEMENTAL DEL GESTO intervenir primero la mano. 1 " Esta inversión de la relación mano-ca,::t
en una serie de actos que no son fundamentalmente diferentes a los
El dispositivo osteomuscular de los primates es lo suficientemente
efectuados por los roedores con mano prensora basta para aislar a los
próximo al del hombre como para que se pueda considerar su brazo y su
primates del resto de los mamíferos; inicia las vías del comportamiento
mano como dotados ele propiedades mecánicas sensiblemente equivalentes
operatorio del homb.re.
a las nuestras. En efecto, si bien es de rigor introducir matices en la finura
de los mo\ imientos humanos con relación a Jos de Jos monos, es cierto Del primate al hombre, las operaciones de prensión no cambian de
que las diferencias anatómicas son despreciables frente a las del dispositivo naturaleza, sino que se desarrollan según la variedad de los objetims
neuromotor. Es, pues, sobre el mismo fondo y con las mismas posibilidades y ganan fineza en la ejecución (figura 106). Las operaciones digitopal-
gestuales que se puede considerar a los monos ordinarios, los ant:opoides nurias de prensión, de contacto afectuoso u hostil, de amasar o de em-
r al hombre. pleo de la mano como recipiente, son fundamentalmente técnicas a mano
Los rasgos esenciales de la gesticulación técnica propia del hombre desnud:~, mientras que las operaciones inte.rdigitales, que aseguran en los
tsLín vinculados, evidentemente, a la prensión, y como lo hemos visto
precedentemente, las acciones de prensión interesaban toda una categoría 16. En los mamíferos, el uso proporcional de la prensión labiodentaria y de
la prensión manual lateral o bilateral, ofrece aspectos muy variados. Es
de mamíferos, los cuales, desde Jos roedores a Jos carnívoros, ofrecen en dominado por el grado de liberación de los miembros anteriores, pero
grados va.:iados, !as mismas aptitudes. En Jos diferentes niveles intervie- también por el grado de desarrollo del córtex motor y por la naturaleza
ne la distinción entre ]as operaciones en las cuales la acción de la mano de la adquisición alimenticia. En el conejo, pese a la posición sentada, la ·
tsti combinada con la de la cara, y en particular con los labios y Jos prensión manual es nula; en la lapa, sucede a la prensión labiodentaria y
la acción de las manos es bilateral, limitada al mantenimiento de los ali-
dientes anteriores, y aquella donde la acción de ]a mano, bilateral o unila- mentos. En los roedores altamente prensares como el castor, la marmota,
teral, se hace· sin participación facial. A esta distinción, cuya importancia el hamster, la ardilla y la rata, la prensión labiodentaria acarrea, en po-
fue puesta en evidencia en Jos primeros capítulos, por el análisis de la sición sentada, la acción inmediata y coordinada de las dos manos que
formación del campo operatorio anterior, se ag,:ega otra, la del modo de tienen suficiente independencia como para orientar el objeto y presentarlo
correctamente a los dientes. Se constata, aunque raramente, el empleo pri-
acción propia a la mano, visto que ella importa, principalmente, cuando mario de las manos para agarrar. En Jos carnívoros prensares, como Jos
oe trata de analizar el comportamiento técnico humano. Esta acción par- felinos. la prensión manual, bilateral o lateral, alterna con la prensión
ticular de la mano se traduce por el efecto vulnerante que pueden tener labiodentaria según las acciones. En la captura por salto, la acción manual
bilateral es primaria; en las operaciones de agarrar estando parado o en
las uñas, por las operaciones de prensi~n digitopalmar y por las· de pren- pcsición sentada en tres miembros, la prensión manual lateral domina; al
sión interdigital. Vn cuarto término, que interesa las palancas del antebrazo momento de comer, el reconocimiento olfativo está unido a la prensión
y del brazo, debe permitir el análisis del comportamiento gestual en el labiodentaría en posición cuadrúpeda en cuclillas. En el oso, los mustélidos
dominio técnico, traduciendo por unos movimientos de traslación o de plantígrados como el tejón y los procyonideos como el zorro lavamanos, '
1

en los cuales la locomoción arborícola y la posición erecta desempeñan un :


rotación a la \·ez, la preóentación de! útil manual y su impulso. En un papel importante, las acciones se dividen según un esquema vecino al de
an:ílisis completo, todo el conjunto de la máquina corporal debe.ría inter- los felinos, sin embargo más rico en matices, y ya cercano al de los pri-
'
1

Yenir, mas en el estadio presente, bastará con indicar cómo un cierto orden mates: el oso puede coger con una mano, llevar el objeto hacia su nariz 1

puede introducirse en las categorías fundamentales del comportamiento pam reconocerlo y agarrarlo en un segundo tiempo entre Jos labios par:t
consumirlo ayudándose de una o ambas manos. En los monos, con unas
gestual de los mamíferos superiores y del hombre. relacioroes de intensidad muy variadas de una especie a la otra, la acción
Es interesante establecer el capital común a Jos monos y al hombre, manual es primaria, frecuentemente lateral, mientras que la acción labio-
no por lo que se puede encontrar de humano en el mono, sino por lo dentaria, como en el hombre, es secundaria.

234 235 ..
'
. 1

'

nocidos desde la antigüedad, la mano está presente como un gancho y
AJUSTAMIENTO DEL UTIL Y DEL GESTO MOTOR la máquina es una simple exteriorización de la fuerza motora. El ejemplo
En el curso de ]a evolución humana, Ia mano enriquece sus modos del tejido es demostrativo igualmente; en los tejidos antiguos más elabo-
de acción en el proceso operatorio. La acción manip¡tfadora de los pri- rados, como los del Perú o los brocados del· mundo oriental, la mano
mates, en la cual gesto y útiles se confunden, se continúa en Jos primeros aga.:ra los hilos de cadena individualmente para constituir el decorado.
antrópidos por ]a de ]a memo con motricidad directa, donde el útil manual Sin embargo, bastante pronto, tal vez desde el Neolítico, reduciendo las
se ha hecho separable del gesto motor. En la etapa siguiente, franqueada operaciones al alzamiento repetido de un hilo sobre dos o sobre tres,
tal vez antes del Neolítico, las máquinas manuales anexan d gesto y la la liberación de los dedos fue un hecho. Mas hubo que esperar el siglo
mano con motricidad indirecta no aporta más que impulso motor. En el XIX para que la introducción de un programa sobre cartas perforadas
curso de Jos tiempos históricos· ]a fuerza motora misma abandona el acar.~ee el tejido mecánico al nivel de la manipulación alcanzado de golpe
brazo humano, ]a mano' desencc~dena el proceso motor en ]as máquinas por la mano desnuda. En ambos casos, la vía seguida es la misma: en
animales o !as máquinas automotoras, como los molinos. En fin, en el la etapa inicial, la mano desnuda es apta para unas acciones limitadas en
último estadio, la mano desencadena tm proceso progrc~mado en las má- fuerza o en velocidad, pero infinitamente diversas; en la segunda etapa,
quinas automáticas, las cuales no solamente exteriorizan el útil, el gesto para el aparejo como para el telar, un solo efecto de la mano es aislado
y la motricidad, sino que innden la memoria y el comportamiento ma- y transportado a la nüquim; en la tercera etapa, la creación de un sis-
c¡uinal. tema nervioso ·artificial y rudimentario restituye la p:ogramación de los
Este ajustamiento del útil y del gesto en unos órganos exteriores al movimientos. !
1

hombre posee todos los. caracteres de una evolución biológica, puesto


1

. que se desarrolla en el tiempo, como la e\·olución cerebral, por adición


de· elementos que perfeccionan el proceso ope:atorio sin eliminarse uno LA MAl'l"O EN MOTRICIDAD DIRECTA
al otro. Anteriormente hemos visto que el cerebro del homo .rapiem A la inversa de la manipulación, hs acciones originadas por el dien-
consen·a todos Jos niveles adquiridos desde el pez y que cada uno de te o por la uña se han exteriorizado de golpe: la mano no desempeña
ellos, dominado por el más reciente, continúa a desempeñar un papel en en ello más que el papel de pinza a la extremidad de un dispositivo di-
las formas más elevadas del pensamiento. La existencia y el funcionamien- rectamente motor, apropiado para las percusiones de diferentes categorías
to de una máquina automática con pro,[!rama complejo implica, igual que (ver El hombre y la materia).
en Jos niveles de su fabricación, de su regulación y de su reparación, la El repertorio de las percusiones de las que es capaz un mono an-
inten·ención en la penumb,ra de todas las categorías del gesto técnico, tropoide, es bastante variado, mas su instrumento principal es el aparato
de la manipulación del metal al manejo de la lima, al embobinamiento dental: los incisivos cortan o raspan; los caninos perforan y desgarran;
de los hilos eléctricos, al ensamblaje · más o menos manual o mecánico los molares triturJ.n. El papel de la mano es antes que todo el de someter
de las piezas. a la acción de los dientes el objeto par explorar o prepararlo para su
absorción alimentaria. la acción de. las uñas aparece solamente en las
operaciones vinculadas al rascar o al excavar, acciones por lo demás im-
LA .MANIPULACION :¡
"'
portantes por su ritmicidJd. La consideración del comportamiento ope- !
Las operaciones complejas de prensión-rotación-traslación que carac- ratorio de los grandes monos deja la impresión de tecnicidad esparcida,
terizan a la manipulación, primeras en aparecer, han atravesado todos los virtual, distribuida ent.~e las percusiones dentales, la manipulación y las
tiempos sin transposición. Siguen siendo todada el fondo gestual más co- rascaduras con movimientos repetidos. Todo aquello que se necesita para
rriente, privilegio de la mano muy arcaica y muy poco especializada del hacer la tecnicidad humana se encuentra ya presente y converge en el
hombre, en relación con los ma.:avillosos instrumentos para la prensión momento cuando aparece el útil.
y para correr que son la mano del león o la del caballo. El patrimonio Es difícil, por falta de documentos, ·representarse cómo el incisivo
de la duración, que está ligado en paleontología a las especies que son se torna en chopper; es decir, como el único útil orgánico con acción
aptas para todo, se une también a las operaciones con la mano desnuda cortante, llevado en la ext~emidad de las quijadas, se transporta a la
y las formas más perfectas de la construcción arquitectural, de la cerá- mano. por la acción incisiva de un canto fragmentado; no obstante, todo
mica, de la cestería y del tejido quedaron ligadas a ello hasta los tiempos parece indicar que la refundición tuvo lugar en el estadio más remoto,
achwles. en tiempos de los australantropos. La marcha vertical desempeñó un papel
Los aparatos para agar,:ar, transportar y presentar en posición favo- decisivo también. Entre los monos, los dos campos . operatorios trabajan
rable, aparecieron solamente con la alta industrialización, en las cadenas
de montaje o los manipuladores automáticos. En las grúas y aparejos co-
simultáneamente en posición sentada (percusión dental + manipulación)

239
238
. ---------------------- T

y separadamente en posición de marcha, siendo el aparato dental del cua- •


drúpedo el órgano de relación principal, e] punto avanzado del dispo-
sitivo corporal. Una vez ]a posición vertical adquirida, ]a mano se torna
en el órgano de relación, !as operaciones sentadas quedan ligadas a la
simultaneidad de acción de la cara y de !a mano (consumo alimentario
y operaciones técnicas en ]as cuaJes los dientes intervienen), pero el con.
tacto labio-dental ya no es predominante, como en Jos cuadrúpedos, ni
siquiera equivalente, como en numerosos monos; ya no conserva en el
hombre su importancia más que en Jos contactos afectivos y algunas d
ope.:aciones técnicas, donde la boca desempeña el papel de pinza su-
plementaria. El paso al útil está, pues, funcionalmente justificado por el
traslado del campo de relación a la mano.
· Sería pueril ver en el chopper un incisim colocado en la punta de •
e '
1

los dedos o en el percutor un molar enarbolado en el puño, pero la gama


de las acciones sigue siendo la misma incluso después del- traslado que
se opera a partir del punto teórico donde el primate con marcha ve.:tical
traspone sus acciones percutientes del diente al canto animado por el
brazo. La masa enorme de objetos con que se ha rodeado el hombre di- \ ¡¡
simula la sencillez esencial de los elementos suficientes para su super- '
Yivencia. El material estrictamente técnico de los australianos se reduce 1'

a unas pocas formas (figu:as 107): la lanza y el palo arrojadizo. para '
'
.. '
la cacería, el palo para cavar y para la recolecta, el percutor de guijarro, b f 11 e•
. el cuchillo, el chopper y el raspador de sílex para la fabricación y el
1'
consumo alimentario, el punzón de hueso, las fibras para atar y unas '

·planchas de corteza pa.,a los recipientes. Lo que sabemos de los hombres


fósiles entra en la misma categoría hasta los paleantrópidos inclusive, y
cubre exactamente la gama de las acciones dentales y manuales de los
primates: la trituración-martillamiento está atestiguada por el percutor;
1a rascadura por el asta de cérvido utilizado como útil para cava.r y la

raedera p2.:a raspar la madera; las acciones incisivas, puestas y arrojadas,


estín aseguradas por los fragmentos cortantes y el chopper o el bifacial.
En el Paleolítico superior, con el homa sapiem, el abanico se ensancha, _.
mas nada parece indicar hasta ahora, salvo para las palancas o las tram-
pas, que la motricidad manual indirecta haya sido alcanzada.
La mmzo en motriridad indirerla corresponde a una nueva libe,,ación,
pues el gesto motor se encuentra liberado en una máq11ina man11al, la
h
cual Jo prolonga o lo transforma. Es muy difícil situar el momento en el
tiempo cuando esta etapa importante ha sido franqueada. Sin embargo,
parece que en el Paleolítico reciente la motricidad indirecta esté atesti·
gua da en dos instrumentos por Jo menos: el bastón perfo.rado y el pro- a
pulsor. El primero es un trozo de asta de reno, con un hueco, y que, Fig. 107. Australünos: mobiliario de adquisición y de fabrica- ,,.1
según toda probabilidad, servía de palanca para enderezar en caliente las ción. a) Lanza y propulsor; b) Bastón para excavar; e) Boome- ' ii 1

'
,,

varitas de hueso. El mo\'imiento de la mano se encuentra, con ello, trans- rang; d) Chopper; e) Cuchillo; f) Punzón; g) Raspador doble; :i
h) Plato de corteza .'•
formado en su fuerza y en su dirección. Esta aplicación muy simple de
la motricidad indirecta en este útil que actúa sob:e la dirección del mo- ,,
\'imiento, aparece desde el Auriñaciense, en los . alrededores de 30000 '

240 241

11
1
'

conducción del motor aninul. Su gasto es, a pesa~ de todo, considerable.


antes de nuestra era. El propulsor tiene testimonios posteriores, en el . Además, b eficacia de ]a máquina animal se estabJl_1za muy pront_o en un
MagdaJeniense de alrededores de 13000. Es una varita con gancho que grado mediocre: el número de caballos no. acre~1enta !a ve.loc1dad del
sirve para acelerar el lanzamiento de ]a azagaya (ver J\Iedio y T éwicas), vehículo, ni de manera considerable, su resistenCia a !a fatiga.
agregando al brazo del lanzador que la aguanta con su mano, el valor
La máquina cwtonwrct, incluso bajo !a. ~orma del más s!mple pilón
mecánico de un codo y de un antebrazo suplementarios.
de agua o de Jos molinos, of re:e una relacwn enteramente d1stmta entre
A partir de este momento, hasta e! alba de Jos tiempos históricos, el hombre y su fuerz:t exteriorizada. La mano desencadena el proceso mo-
]as aplicaciones de !a motricidad indirecta se desarrollan. El paso a la
tor lueao no interviene ya más sino para alimentarlo o suspender su
economía agrícola-pastoril las acumula en !as diferentes técnicas, a tra- . 1

acción. Depende del hombre aumentar la potencia o. distribuirla entre


vés del resorte, de la palanca y del movimiento circular alternativo o unas miquinas-útiles, las cu:t!es ejecutan todos los traba;os para los cu:tles
continuo en máqNinas mmwa!es como son los arcos, ]as ballestas, las tram-
el pens:tmiento l_as ha form:tdo. . ,
pas, las poleas, las muelas gi.ratorias, las grúas y las cuerdas de transmi.
Si la conqmsta de la fue::za del agua y del viento se consumo_ bas-
sión. Estas máquinas, de las cuaJes nos ocupamos en los dos primeros
tante pronto en ]a Histori:t, desde la Antigüedad y durante largos s¡glos,
''olúmenes, corresponden por consiguiente a una etapa lógica de la evo-
la fuerza automotora permaneció limitad:~: en el siglo xvm, los aserrade-
lución humana. El proceso que rechaza poco a poco todos los instru-
ros y las herrerÍ:ts la utilizan todada y fue sólo en el siglo XX mando
mentos fuera de] hombre, aparece así con la misma nitidez que para el
se produjo el paso decisi,·o con la utiliz:~ción de la presión del vapor.
útil manual: las acciones dentales pasan a la mano que maniobra el útil
amoYibJe, Juego éste se aleja de ella aún más y es una parte del gesto A partir de entonces, la humanidad percibió muy clararnente e~ ca-
que se desprende del brazo en Ja máquina manual. dete: renovador del c:tmbio de escala que se produce en las relacwnes
entre el mundo natural y el hombre. Desde la Edad del Bronce, ningún
paso tan importante había sido franque:tdo. L:t prime:a conqt~ista del
LA l\fANO DESPRENDIDA DE LA l\IOTRICIDAD metal fue un:t victoria de la mano, la del vapor cons:tgro defmttlvamente
La e\·o]ución continúa . y el impulso muscular mismo se desprende la exteriorización del músculo.
del cuerpo cuando aparece el uso de Ja motricidad animal, la del ,·iento La participación human:t, sin embargo, sigue siendo consi?erable y
y del agua; propiedad singular de la especie humana que escapa perió- el si a)o del vapor es t:tmbién el del más aplastante avasallamiento del
dic:tmente, !imitándose a] p:tpe! de animación, a una especialización or- trabajador manual. En efecto, h máquina automotora del siglo XIX no
gánica que Ja ligaría definitivamente. Toda adaptación de ]a mano de tiene ni cerebro ni mano. Su sistem:t nervioso es excesivamente rudimen-
los primeros antrópidos en útil propiamente dicho hubiera creado tan t:trio, limitado a unos reguladores de velocid:td y de presión, los cuales
sólo un grupo de mamíferos altamente adaptados a unas acciones res- no h:tcen más que distribuir una fuern const:tnte pero ciega. Frente a
tringidas y no el hombre, m ya inadaptación física (y menta]) es el ella, el obrero es el cerebro que torna la fuerza útil, b mano que lleva
rasgo genético significatim: tortuga cuando se recoge debajo de un te- el alimento al fuego, que presenta h nuteri:t al útil, que orient:t y que
cho; cangrejo cuando prolonga su mano con una pinza;. caballo cuando rectifica.
es jinete; se torna cada YCZ disponible, su memoria es transpo.rtada en Sin embargo, el nacimiento de b fuerza automotc,ra determina cier·
los libros, su fuerza multiplicada en el buey, su puño mejorado· por el tamente una etapa biológicamente esencial, si se admite que la. tra.~s­
martillo. formación biológica es un hecho que interesa a la vez la organiZaCJon
El desprendimiento de ]a motricidad es la etapa mayor, ta] vez no ' física y el comportamiento de los seres alcanzados por ella. Poco imp~rta
para el hombre, sino para la sociedad detentara, colectivamente, de sus que se trate de órganos exteriores al cuerpo puesto que la transformaCIÓn
medios para actuar. El fenómeno es muy tardío: la tracción anima!, las nos coloca en presencia de una nueva realid:td viva .. Hemos visto ~nte­
m:íquinas movidas por el agua o el ,·iento representan un acontecimiento riormente que la evolución hum:tna testimoniaba, a pa.:t1r del homo saptens,
que nos hace re,·ivir la historia antigua y está limitada, además, a algunas una separación cada vez más evidente entre el desa~rollo de la,s . trans-
civilizaciones de Eurasia, que basaron en él su supremacía tecrioeconómica form:tciones del cuerpo, quedado en la escala del t1empo geolog!Co, y
hasta el siglo xvm. Concebida generalmente como un fenómeno histórico, el desarrollo de las transformaciones de los útiles, ligado al ritmo de las
de significación técnica, la aparición de la carreta, de! arado, de! molino generaciones sucesivas. Una acomodación era indispensable para que la
· y del na\'Ío, es también cosa a ser considerada como un fenómeno bio· especie sobreviviese, acomodación que . ~o abarca solamente _!~~ costum-
lógico; una mutación de! organismo externo ha sustituido en el hombre, bres técnicas, sino que, en cada mutacwn, acar.rea la refund!Clün de las
el merpo fisiológico. leyes de agrupamiento de los individuos. Si no ~e puede mante~er el
La mi:quiJht cmimal implica una participación muscu!a.r considerable. paralelo con el mundo zoológico más que al precw de la parado;a, no
La motricidad se encuentra, en cierto modo, desviada, orientada hacia !a
243 . 1

'
242

il
·-- ~~-

'
1

es posible tampoco dejar de considerar que la humanidad cambia un actual construye, :nultiplicando las fuentes de fuerza, un verdadero siste-
poco de especie cada yez que cambia a la vez de útiles y de instituciones. ma musc,ular, regido por un verdadero sistema nervioso, cuyas conexiones
Bien que propia al hombre, la coherencia de !as transformaciones que con un c.:gano, el cual es un verdade~o cerebro_ sensitivo-motor, aseguran ,:1
1,1
el desarrollo de un programa operatono comple¡o. ¡1;¡'
afectan toda la estructura del organismo colectivo es del mismo orden '",,' '
que la de las transformaciones que afectan a todos los indiYiduos de Del _tren de laminadores, verdadero brontosaurio mecánico, al puesto ,,

una colectividad animal. No obstante, las .~elaciones sociales toman un de pdota¡ e automático de los aviones, la automatización mecánica corres-
carácter nuevo a partir de la exteriorización ilimitada de la fuerza mo·· ponde a la penúltima etapa posible del proceso iniciado por el australan-
tropo armado de su chopper. La liberación de los territorios del córtex ,,
1
tora: un observador que no fuese humano y que permaneciese ajeno a
]as explicaciones de la historia y la filosofía a que nos han acostumbrado, cerebral U:?tor, defi~itivamente adquirida con la posición vertical, llega a i''
'•
la perfecoon a partir del momento cuando el hombre exterioriza su cere- '
separaría el hombre del siglo XVIII y el del siglo xx, como nosotros se- ¡1
bro motor. No se puede concebir mucho más allá que la exteriorización 1 !;
paramos el león del tigre, o el lobo del perro. 111

La máquina a11tomática. La maquinaria del siglo XIX está aún muy del pensan:iento intelectual, la <::onst~ucción de máquinas, las cuales no i ',

solamente ¡uzgarían (la etapa ya ha sido alcanzada), sino matizarían su ' '
lejos de realizar la mutación ideal, aquella en Ja cual el hombre tendría
juicio de afectividad, tomarían decisiones, se entusiasmarían o se hundi-
a su disposición a otro hombre que sería enteramente artificial y actuaría
rían en la desesperación frente a la inmensidad de su tarea. Entonces no
con una rapidez, una precisión y una fuerza sin límites; está lejos aún del
c¡uedaría. más al homo st~piells, tras de haber asegurado a tales aparatos
momento cuando todo se habrá exteric.:izado, transpuesto el útil, el gesto,
la posibilidad de reproducirse mecánicamente, que retirarse definitivamente
la fuerza y el pensamiento, por partida doble, lo cual sería la imagen
en. la. penumbra paleontológio. En realidad, no hay po.r qué temer que las
perfecta del ideal social. La realización, en el curso de Jos tiempos de un
mc1gui~as c?n cerebro supbnten al hombre en la tierra. Los riesgos existen
organismo social en el cual el individuo desempt-ñe cada vez -más el papel
en el mterwr de la especie zoológica propiamente dicha y no directamente
de célula especializada hace resaltar, en efecto, cada vez más claramente,
en los órganos exteriorizJ.dos: la imagen de los robots persiguiendo al
la insuficiencia del hombre de carne y hueso, wrdadero fósil vivo, inmóvil
hombre en . un bosgue de_ tuberías, no tiene otra significación que la de
en la escala histórica, perfectamente adaptado al tiempo cuando triunfaba
un automatismo que ha sido reglJ.do pe.~ otro hombre. Lo que sí puede
sobre el mamut, pew ya dejado atrás por el tiempo de cuando sus músculos
preocupa~nos un poco es. q:Ie dentro de mil años, el homo sapiens, habien-
empujaban las trirremes. La constante búsqueda de medios más potentes y
do termmado de_ extenonzarse, se sienta embarazado por este aparato
más precisos tenía que llt-gar inevitablemente a h paradoja biológica del
osteomuscular anticuado, heredado del Paleolítico.
robot, que obsesiona el espíritu humano. desde hace siglos a través de los
'
autómatas. En efecto, a la imagen del antepasado-mono del primer capí- . '
¡
tulo, expresión de un repliegue nostálgico h:tcia los abismos, se opone no EL PROGRAMA Y LA MEMORIA MECANICA •

1
1

ya la imagen espiritual del ángel o del cuerpo glorioso, sino la del hombre ¡''
perfectamente fabricado, réplica mecánica del ant:opoide en la constéla- La realización de los programas automáticos es un hecho culminante ' '
'

ción que hace gravitar, alrededor. del hombre de carne, a Tarzán, al astro- en ht historia humana, con una importancia comparable a la aparición del
i
nauta y al robot ... c_hopper o_ ~ _Ia de la ag.:icultura. Es un hecho que se desarrolla en los . 1

. '
. El siglo XIX ha producido monstruos, muchos de ellos vivos o so- tiempos h_Istoncos cercanos y que puede. a este respecto, dar una idea sobre !
el mecanismo de las grandes mutaciones técnicas. La idea de realizar
brevivientes aún; máquinas sin sistema nervioso que requieren la ayuda
mec!nicamente una continuación de gestos técnicos, se abre paso muy len-
constante de un compañero humano. Los perfeccionamientos en ti uso
de la electricidad, y sob.:e todo el dt-sarrollo de la dectrónica, han sl!Sci- tamen:e. en el curso de los tiempos históricos. La realización de máquinas

automaticas con un solo gesto fue un hecho desde la antigüedad medite-
tado, t-n menos de un siglo a partir de la mutación de las máquinas auto·
motoras, una transformación más allá de la cual queda ya poca cosa por rránea o en China, con los pisones de agua; sin embargo, la idea de una
v_er_d~de:a prog~amación n? . ~ncuentra en . el .~edio técnico de las g.randes
exteriorizar del ser humano. Una mutación radical se ha producido t-n la
clV!l!zaoones nmguna posibilidad de real!zaoon antes de la Edad Media.
máquina con el desarrollo de los pequt-ños motores, el de las células sen-
F~1e la relojería la. q~e ofreció los primeros medios de programación me-
sibles a la acción ·luminosa, el de las memorias,· de . Jos transistores de
'
todos Jos dispositivos miniaturizados. Este arsenal, aunque dispa.rejo, ofrece dia.nte un~: proc;dimie~to_s puramente mecánicos. El medio favorable pa.ra
la mnovacw_n ~sta. ~onstitllldo,. en efecto, por un cuerpo técnico especializado
en piezas sueltas los elementos de un ensamblaje extrañamente comparable
al ensamblaje biológico. Mientras que la maquinaria del siglo xrx, con
e? la matenalizacwn. de una 1magen del tiempo. El relojero, como especia-
lista del desenrollamiento y de la animación, gracias al juego de los piño·
sus fuentes de energía voluminosa, conducía la fuerza única mediante
nes y de las levas, combinando el movimiento circular con el movimiento
enorme sistemas de transmisión hacia unos órganos ciegos, la mecánica
245
244
rectilíneo surgido de un juego de bielas, realiza desde la Edad Media los p_erfor_a,das para con?ucir la máquina, sin modificaciones mecánicas, a la
programas sencillos de los primeros reloj es animados y de los autómatas. e¡ecuc10n de una sene operatoria diferente. No existe un verdadero sistema
La evolución de la animación está sometida a la de la fuente motora: n_e.~vioso, sino todo aquello con lo cual el medio técnico de comienzo del
del siglo XII al xv, los mecanismos de .~elojería son animados por la trae· siglo XIX podía contar parJ. ]J. realización de un aparato con memoria.
ción rectilínea de un peso, lo cual limitó considerablemente sus posibi- Desde hace solamente unos veinte años el mimetismo de lo artificial
lidades. A partir del siglo xv, la aplicación del resorte en espiral procura sobre lo vivo ha alcanzado un grado bastant; elevado. Para eso ha sido ne-
el medio de aligerar y de movilizar el dispositivo automático y se llega, cesui~ un siglo de familiarinción con la electricidad, luego, con la mani-
perfeccionando el mecanismo, a los autómatas del siglo xvm, cima de lo pulaci~n de los electrones .. De ello ha resultado la máquina actual, que es,
que podía ser realizado en la programación mediante dispositivos sacados cualquiera que sea su destmo, una síntesis de las diferentes etapas atrave-
de la relojería. El uso de piñones y de levas cambia de escala en el siglo XIX sadas .• Los órganos mecánicos de ejecución, animados por tantas fuentes de
y da origen a las máquinas con gestos sencillos animados por el vapo.~. energ~a como una buena articulación lo exige, son puestos en ma.rcha por
Estas máquinas, como los autómatas precedentes, representan un estado muy un programa, el ·cual, en una de sus etapas al menos, está materializado
interesante de la evolución técnica, no sin paralelismo con la evolución er1 una banda. La transfornución esencial reside en la existencia de. un
animal. v_erdadero si:tema nervioso de transmisión de las órdenes y de control gra- ·
En efecto, la programación de los autómatas mecánicos está constitui- cws a unos organo_s centrales. La continuación de los gestos mecánicos está
da· por una cadena de gestos sencillos, cuya sucesión está inscrita en los ligada por men;onas transformables y la salud física de la máquina está
órganos mecánicos mismos. Es al nivel de las levas, un poco hacia atrás controlada por organo: ~egubdores de la velocidad, de la temperatura y de
de la p:rrte activa del dispositivo, donde se sitúa la memoria operatoria y la humedad de los distmtos órganos. La materia tratada es sondeada en
no existe ningún sistema nervioso o red alguna de coordinación distinta s~r. textura y en s:r. forma, por unos órganos ponderales, táctiles, termosen-
a las piezas de transmisión mecánica. En relación con las máquinas electró- Siti\'OS -~ fotosens.It_Ivos, que transmiten sus impresiones a unos centros de
nicas, los autómatas de Vaucanson ocup:m el puesto de la lombriz con re- :egubcwn_ autom~tiCa y la m~quina _p~ede orientar su acción, corregirla o
lación al mamífero; es . decir, el de los organismos con memoria segmen- mterrumpir_Ia segun los me_~s~¡es recrbrdos por ella a través de sus órganos
taría, oculta en cada elemento acti\·o del dispositivo. Las levas animadoras de los sentido.s .. Es muy dihcd; para un biólogo, dejar de hacer un paralelo
se distribuyen en cada parte por animar como los ganglios en cadena que entre _la mecanrc_a de Jos animales ya evolucionados y estos organismos
animan cada articulación del anélido. que VIenen constituyendo un mundo vivo paralelo.
Al inicio del siglo XIX. el automatismo se introduce en las técnicas
del tejido por una YÍa mCJy diferente a la de la relojería. Jacquard establece
en el telar de tejidos Iab.rados un juego de cartas. con perforaciones, las EVOLUCION DE LAS OPERACIONES Y DEL GESTO
cuales determinan, para cada "duite", el levantamiento preciso de hilos. Este
Así, pues, puede ser provechoso adoptar y conservar una misma acti-
procedimiento permite, "duite" trás "duite", ejecutar un dibujo com-
tud con respecto a toda h e\·olución humana. Partiendo de un fenómeno
plejo de manera puramente automática. Hacia la misma época aparecen, por
biológico m~ry genera_!; como es el_ de que la evolución saca provecho de las
otra parte, los organillos con bandas perforadas, deducidos del mismo prin-
etapas antenores haoendolas domina~ por unas innovaciones de las cuales
cipio .. Incluso puede deciEe que el telar Jacquard y el o.rganillo forman 1
el!~, no es ~lás que el_ substrato activo, se ha podido considerar la evo- 1
una pareja de miquinas autom:íticas oponibles, en su principio, a· la pareja
luoon del srstema nerviOso a través de la adición de territorios corticales
autómata-caja de música. En efecto, las máquinas con cartas perforadas
haciendo aparec_e~ simultáneamente la motricidad técnica y el lenguaje:
disponen de una memoria central, distinta a los órganos de ejecución, a
los· cuales ella envía un verdadero mensaje respondiendo a un programa luego: una tecniCI~a~ altamente reflexionada y el pensamiento figurativo.
Al n1vel paleontologico, ya ~s sensible que la posición erecta y la estruc-
1

!
. susceptible de modificaciones muy numerosas. El programa del dedo del '
autómata está incluido dentro de un juego de medas, como el aire de la tu.:a osteomuscular general p1erden el puesto preferente a partir del mo- 1

caja de música o del organillo para enseñar a cantar a los pájaros. Es irwa- mento en el cual se encuentran humanamente realizadas en el australan-
riable para una situación mecánica dada y es necesario adoptar otra fórmula tropo. La mano, adquirida desde el mono, deja de transformarse (o de
mecánica para modificarlo, exactamente como la ambulación de los anélidos adaptarse del lado neuromotor) a partir del instante cuando el útil viene
está reducida a la coordinación de los mO\'imientos simples de las series de a ocu~arla, y para los antrópidos primitivos, la gran partida se juega en
articulaciones, con motricidad invariable. El prog.~ama del telar Jacquard el eqlllpo neuromotc.r del córtex manual y facial. Desde el punto de vista
es exterior a los órganos de ejecución; es, si se quiere, "inteligente" en o_steomuscular, la evolu~ión no es, pues, más que una adaptación y varia-
relación con el dispositivo mecánico y basta con cambiar la banda de cartas nones menores, y la Cima de la evolución masiva se concreta en el útil.

246 247
las acciones del útil son relativamente sencillas y poco. numerosas, e?. 1,~ tras_tienda, !nfra~structura de una humanidad en la cual "la evolu-
o~n se 111teresan~ ma~ ,que en e~ hon:bre. Eso sería, por otra pa.rte, nada
y los actos de martillar, cortar y perforar, que hacen el fondo de la fabri-
mas 9.ue u':a conftrmacton de la tdenttdad de la especie humana y. de las
cación hasta la hora actual, son rápidamente logrados. la. eyo]ución se
espeCies antmales, para las cuales solamente cuentan resultados específicos.
trasladó, entonces, en bloque, sobre las mate~ias y el moYimiento. la evo-
lución del movimiento determina el despejamiento de la · motricidad, y
desde las primeras sociedades agrícolas, la conquista de la fuerza se torna, EVOLUCION DE LAS CADENAS OPERATORIAS
con la de materias nuevas, en el hecho dominante del mundo actual:
conversión del movimiento rectilíneo en moYimiento circular, conversión . la liberación técnica conduce, indiscutiblemente, a una reducción de
de la fuerza por transmisión y transposición· motora en el animal y luego, la li,bertad técnica de! individuo. Desde el australantropo hasta la mecani-
en el moto.r. la orientación hacia las materias nuevas se hace a la vez zao?n, el comportamiento ?peratono de los individuos se enriquece pro-
sobre el útil y sobre la fuerza que lo anima. Primero, limitada al metal, gresi\'amente, mas no cambia de naturaleza. la vida técnica la del cazador
progresiYamente en el curso de la historia plantea el problema de los como más tarde la del agricultor o la del artesano, comp~rta un número
combustibles indirecta o directamente motores. Entre la Edad del bronce y elev~do de c_adenas que responden a las. acciones múltiples de la supervi-
el siglo XVIII, muy lentamente, y con muchas dificultades, las técnicas de ven~Ia matenal. Estas cadenas son empíric::ts, sacadas de una tradición co-
\'anguardia evolucionan ante el . problema de mo,·er más poderosamente lectiva que pasa_ de una generación a la siguiente. Su carácter principal, a
unos útiles de materia más .:esistente. la fundición resuelve, indirectamen- pes~r ~e la t:~Id_ad de las grandes líneas y la repartición sob.,e vastos
te, los problemas planteados por la insuficiente potencia de la herrería, terntonos poltetnicos, es la fuerte coloración local e individual. Todo lo
hasta el momento cuando todo retorna al combustible a traYés del carbón c1ue ha sido hecho: útiles, gestos y productos, está impregnado de la esté-
y el Ya por: moYimiento y materia se encuentran confundidos en el mismo tica del grupo, posee una personalidad étnica que la visita más superficial
ciclo. El salto prodigioso del siglo XIX reside en el hecho de c¡ue el carbón de un museo etnográfico basta para evidenciar. En el cuadro tradicional
resp:mde a la yez simultáneamente a la fabricación del acero, a la de los e~ individuo inscribe sus variantes personales y con el margen del cuai
metales de fundición y a la fuerza motriz para sacar el mineral, como para c!Ispon~ pa:a actuar, obtiene una parte de su sentimiento de· existencia
hacer marchar las máquinas-herramientas. Corresponde, pues, a un salto como 111diVJduo, en la seguridad que le ofrece la integración al grupo.
de gran amplitud hacia la liberación de la fuerza y tiene por corolario la Al pasar a la motricidad industrial, la situación se modifica profun-
rc,·isión de toda la estructura interna de Ll humanidad. Desde el punto damente. las cadenas operatorias son destinadas a llenar los vacíos, aún
de Yista del modo de Yida, el carbón acar.:-ea unas consecuencias tan im- muy grand_es, en el comportamiento de la máquina. El obrero se encuent.ra
portantes como las que sufriría una descendencia animal por una transfor- en pre~encta de trozos de c~denas medidos segur: el ritmo de la máquina, ¡' i

d.e ~er~~s de gestos que depn a _un lado al SUJeto y una "deculturación
1 ;

mación rápida dtl :1parato dentario y digestiYo. El ferrocarril y la cons-


titución del proletariado obrero, entre las consecuencias inmediatas de la tecnict completa se produce conJuntamente con la pérdida de la perte-
libe.:ación de la fuerza motriz, tienen una incidencia directa sobre toda la nenoa a un grupo de personalidad marcada y de escala confortable. .'

organización de la especie. El ajustamiento de los indiúduos c¡ue conser La primera industri~liz~Kión _continúa c~n un proceso que adapta poco •''

Yan el cerebro y la osamenta corporal del hombre de Cro-Magnon se hace a poco el ob.cero a la m1quma, s111 que se pierda nada del carácter preemi-
mediante una distorsión creciente. nente d~ ésta. la "taylorización" de los gestos se acompaña de la nor-
Eü el momento actual, Ll adaptación no ha terminado aún. la evo- ~11a1Izxwn de _las_ cabez~1s de útiles_ y ele !os productos, de una adaptación
. '
lución abarca un nuevo escalón: el de la exteriorización del cerebro, y m tensa al mo\'I?1Ient~ Circular ~ont111uo (rotación, tornos, tornos cónicos ... ) 1'
1

desde el punto de Yista ·estrictamente tecnológico, la mutación ya ha sido· Y el~ un tratamiento 111c!Iferenoado de la materia. luego, se introduce pro- 1

lograda; pero desde un punto de Yista m:ís general, la distancia se ha ac:e- . gresn·amente el automatismo mecánico, al término del cual el obrero con.
centado entre el descendiente de los cazadores de renos y sus máquinas ra- trola la entrada de la materia b,,uta, el desarrollo del programa y la
salida del producto acabado. ·-
zonadoras. la compresión del tiempo y de Lls distancias, la elevación del
ritmo de acción, la inadaptación al óxido de carbono y a las toxinas indus- . Ningún juicio de signiÍicación puede emitirse sobre un proceso evo-
triales y la permeabilidad radiactiva, plantean el problema curioso de la lutivo. Se puede considerar que el gigantismo de los dinosaurios de la
adecuación física del hombre al medio destinado a ser suyo por mucho Era Secundari~ era "malo"_, puesto que ellos han desaparecido, mientras
tiempo. Puede uno pregunta.rse si en fin de cuentas no h::tbrá que recono- que los c~codnlos han subsistido, mas no se sabe nada del porvenir de lo
cer que solamente la sociedad se beneficia plenamente del progreso, apa. q_ue podna reemplaza.r al homo sapiem. En cambio, estamos ya lo sufi-
reciendo el hombre individuo como un organismo anticuado, útil como lo oent~mente_ adelantados en !a etapa actual co~o para medir lo que ha
cambtado s111 regreso. Del p1tecantropo al carp111tero del siglo XIX, el as- .
es el cerebelo o el rinencéfalo, como el pie y la mano, pero abandonado

248 249

' 1
pecto de las cadenas operatorias no ha cambiado: el obrero, puesto en pre- un papel esencial, por el intermedio de algunos artesanos que fabrican
sencia de la materia, compone con las cualidades y los defectos particula- las piezas activas de las máquinas, frente a las cuales la multitud obrera
res que ella presenta, combina sobre sus conocimientos tradicionales el des- no tendría más que una pinza con cinco dedos para distribuir la materia
a.rrollo posible de las cadenas de gestos, conduce su fabricación, corrige y o un índice pa.~a apoyar sobre el botón. Adem,ís, se trata de un estadio
termina en el producto del cual es autor, mediante un gasto equilibrado de transición, pues no hay duda de que las fases no mecánicas de la fa-
de movimientos musculares y de ideas. Por maquinal que sea su compor· bricación de las máquinas se eliminan poco a poco.
tamiento, implica el afloramiento de imágenes y de conceptos, la presen- TendrLt poca importancia que disminuya el papel de este órgano de
cia en la penumbra del lenguaje. El comportamiento operatorio específico fortuna que es la mano, si todo no demostrara que su actividad es estre-
del hombre, sobre nrios centenares de miles de años, es total, integrado chamente solidaria del equilibrio de los territorios cerebrales conexos. "No
en un contexto colectivo inmediatamente significativo, inseparable de la saber hacer nada de sus diez dedos" no es muy inquietante con relación
calidad humana. a la especie, pues cor.!:erán muchos milenios antes que retroceda el viejo
Que se pueda introduci.~ madera en una máquina, sin preocuparse de dispositivo neuromotcr; pero soqre el plano individual, es totalmente dis-
las wtas y de los nudos, y que salga de ella una lámina de entarimado tinto. No tener nada que pensar con sus diez dedos equivale a carecer de
estandard, empaquetada automáticamente, constituye sin duda alguna una una parte de su pensamiento normal y filogenéticamente humano. Existe,
¡::anancia social muy importante; pero esto sólo permite al hombre renun- pues, a escala de los indi,·iduos, aunque no a la de especie, un problema
ciar a ser .rapiens para tornarse .en algo mejor, tal yez, en todo caso en de la regresión de la mano. Me volveré a ocupar de este problema en la
algo diferente. No obstante, es necesario razonar sobre el hombre zooló- tercera parte de este lib.co, para demostrar que el desquilibrio manual ha
"ico, que no cambia.~á en un siglo, y buscar cuáles puertas de salida. se le roto ya parcialmente el YÍnculo que había entre el lenguaje y la imagen
~frecen, si quiere tener un sentimiento distinto de existencia, en lugar de C;ctética de la realidad. Veremos allí que no es una pura coincidencia que
la· satisfacción de ser una célula despersonalizada en un organismo, por lo el arte no figurati,·o concorde con una tecnicidad "desmanualizada"
L

demás, admirablemente planetarizado.

EL DESTINO DE LA lvfANO
Los mismos hechos pueden ser controlados en una perspectiva distin-
ta c¡ue hace resaltar un aspe.cto diferente de la mutación pr~du~i?a en la
especie humana. En las sooedades premdustnales, la tasa ~~di\'Jdual de l.

tecnicidad es comparablemente elevada; más exactamente, la Y1da de todos


los indiYiduos está llena de una actividad manual va.~iada y de un nivel
por lo menos suficiente para la superYÍYencia. El. grupo tolera. a los indi-
Yiduos hiponlentes en funciones de relleno, m1entras Jos VIrtuosos, en
todos los dominios, conducen el juego y dan la imagen estimuladora del
talento: artesanos, músicos o agricultores opulentos, cada pequel'io grupo
posee su par.te de modelos y se entr;tiene en su c?ntacto. Actual1_11ente
se ha produodo una profunda alteracw,n de la.s relaoon~s; .las :1w!tJtudes
innumerables se conf.~ontan con un numero s1empre mas restnng1do de
modelos. ,La participación existe toda da,, mas por interposición ~el impre-
so o del audim·isual: el astronauta, el he roe del traba¡o o la prmcesa 1ra.
n ia; el modelo macrocolectivo es de una em·ergadura sin parentesco con
el capitán de cacería, el herrero de la gran plaza o la sirYienta de caba.:et
y, pri\·ado del sabor de la proximidad, no posee más que su valor de
fuente de ilusiones.
En el dominio manual, la situación es exactamente comparable. La
mano, en un comienzo, era una pinza para agarrar las piedras y el triunfo
del hombre ha consistido en hacer de ella la si.!:vienta cada vez más h:íbil
de sus pensamientos de fabricante. Del Paleolítico superior hasta el siglo
xrx. ha atravesado un interminable apogeo. En la industria, desempeña aún

250
----------- ------- ---- -

IX

LA MEMORIA EN EXPANSION

En el capítulo precedente asistimos al fenómeno, exclusivamente hu-


mano, de ia exteriorización de los órganos de la tecnicidad y no carece
de interés que, por una vía intermedia, volvamos a conside.~ar las cues- . !'

tiones planteadas en el momento cuando la máquina entraba en posesión


de un sistema nervioso y del "conocimiento" preestablecido de sus actos.
De nuevo surge el problema de las relaciones entre especie y etnia, pero
esta vez sobre diwrsos planos: instinto, inteligencia, "pensamiento artifi- i'
ci:!l" o memoria específica, memoria social y "memoria mecánica". Puede
parecer abusivo asimilar la máquina a liD se.r vivo. En realidad, carecería
de utilidad hacerlo por una preocupación puramente zoológica, aunque yo .
no pienso que sea inútil hacerlo en una perspectiva ontológica. Se puede,
entonces, hacer la economía de cortar el hombre en trozos, escogiendo
solamente los que respondan a la sistemática científica. Cuando Descartes !'
"
trata de caracterizar al homb.~e pensante frente al animal-máquina, se puede
imaginar que el conocimiento de la electrónica actual le hubiera conducido
a plantear el problema de la máquina-animal. También; bajo un aspecto
distinto, podríamos referirnos a los sentimientos oscuros de la masa hu-
mana. los "comics" y las tiras dibujadas de los periódicos y semanarios
de todos los idiomas, al reducirlos a sus líneas esenciales, aparecen .ru-
miando incansablemente la misma intriga con tres personajes: el bruto,
el hombre y el robot, en una serie de matices reveladoras de lo que se
podría materializar, en la literatura de inspiración americana, en la línea
evolutiva siguiente: bisonte, gorila, cow-boy, sabio, astronauta, robot. Cada
uno de los términos bruto-hombre-máquina pensante es traspuesto hacia el
otro mediante la transición del bruto pensante (gorila), del hombre·
músculo e e
cow-boy)' del hombre-cerebro sabio)' del hombre-máquina '
''
1

(astronauta) y la máquina-hombre (robot). En esas condiciones puede '

uno preguntarse si no es posible extraer del bloque del pensamiento co-


lectivo una clasificación apropiada a la comprensión de la evolución de
la colectividad humana.

253
hace durante la infancia, según modalidades en las cuales el lenguaje no
El hecho fundamental relativo a la memoria humana, ya ha sido dis-
desempeña forzosamente el papel más importante. Sucede diferentemente
cutido: como para el útil,' la memoria del hombre. e~tá exteriorizada y ~u para las prácticas menos frecuentes o excepcion~les, las cuales, en tod_as
continente es la colectividad étnica. Es lo que la distmgue de la memona las sociedades sin escritura, .reposan en la memona de verdaderos especia-
animal, de la cual se sabe poco, si no es que e~tá co_ntenida en la e~pecie. listas: jefes de familia ancianos, bardos o sacerdotes, quienes asumen, en
Existen importantes diferencias entre ~a memona ammal, la mei~on~ hu- la tradición de la humanidad, el papel muy importante de mantener la
mana y la memoria mecánica. La pnme.r~ ~e forma por expe~Ienoa en cohesión del grupo.
unos canales crenéticos estrechos, preespeoalJZados por la espeoe; la se- La ·inscripción del capital de conocimientos está ligado al desarrollo
gunda se consfituye por experiencia a partir del lenguaje; la t~rcera está de la literatuGl oral y de la figuración en general. Ya volveremos a ocu-
constituida por experiencias en el canal ~e un p_rograma preexistente, de parnos de ello en la tercera parte de este lib.ro. Pues, para los conoci-
un código sacado del lenguaje human~ o mtroduodo. por e~ ~o.mbre en la mientos prácticos, técnicos o científicos en el sentido más amplio, están
máquina. La memoria mecánica no dep d~. of.rec:r oerta SI~n~htud _con la asaz escasamente fijados en una literatura, a pesar de encontrarse normal-
memoria animal:. una especie de preacondicJOnaimento esp~C!fico _existe en mente incluidos en un contexto donde la materia mágica y religiosa no
cada tipo de máquina, sin embargo, el programa operatono :s dictado de se separa claramente de las fórmuhs prácticas. En_ ,las s~iedades agríc?l~s,
una manera totalmente instintiYa, puesto que preexiste, matenalmente a l_a así como en las tareas artesanales, la estructuracwn social de los oficiOs
acción y traza de antemano todas las peripe7i~s. ~e ell_a .. Por es~, 1~ máqUJ- desempeña un papel importante, trátese de los herreros de Africa o de l

na está claramente más próxima de la defmiCJOn clasJCa del mstmto que Asia, como de nuestras corporaciones hasta el siglo XVIII. El aprendizaje
1o está el animal mismo. y la conserYación de los secretos del oficio se hacen en cada una de las
En una perspectiva funcional, puede considera_rse las ~res_ fo.rmas de células sociales de la etnia. En este nivel, que corresponde tanto a los
memoria como distintas, pero asimilables. La memona hereditana ~el hom- primitivos como a los agricultores ~ecientes inch~so,. _el c?nten}~o de ~a
bre es preexistente en el gruro étni~o y si el homb:e no hace pr.íc~I~amente memo.ria técnica no es ob¡eto de nmguna orgamzacwn sistematica. l'vfas
nada por "instinto", es porque, ~] Ibrual que el anunal, no h_a reobido una exactamente, cada grupo de odenas operatorias, o cada cadena, forma un
· hipotética memoria atávica. El ~nimal, sm e:nbargo, pone en Juego su expe- conjunto casi independiente, un bloque de gestos demostrativos y de co-
riencia sob.:e un teclado reduodo y organizado de antemano, lo cual no mentarios orales.
le permite mucha alternati\·a en los. Yariantes personales,. mientras que. el
hombre dispone de un teclado amplw y reCJbe d: la s?ciedad ~nas senes
de programas que asimila y sobre los cuales te¡e. , Ba!o este a?g.ulo, _la LA PRIMERA TRANSMISION ESCRITA
mé:moria mecánica es intermediaria, puesto que la maquma electron!Ca dis- La aparición de la escritura no fue cosa del azar. Después de los
pone solamente de un teclado estrecho, pero recibe una educación bajo milenios de evolución en los sistemas de representación mitográfica emer·
. forma de p.:ogramas dictados. ge, con el metal y la esclavitud, la anotación lineal del pensamiento (ver
~apítulo VI). Tampoco su contenido inicial se debió al aza_r: eran ~uen:as,
¡
¡
LA TRANS.MISION DE LOS PROGRAMAS reconocimientos de deudas a los dwses o a los hombres, senes de dmastras,
..
o.~áculos y listas de s~~ciones. El carácter circunscrito ~,pobre documen-
La historia de la memoria colectiva puede di\·idirse en cinco períodos: tllmente de los más vieJOS textos, representa una decepcwn constante para
d de la transmisión oral, el de la transmisión escrita con tablas o índices, el etnólogo. ¡Qué de cosas hubiéramos aprendido si Sumer hubiera dejado
el de las fichas sencillas, el de la mecanografía y el de la seriación elec- recetas de cocina, guías de mundología, manuales del arte de la mader;¡
, .
tronica. • y del metal! En realidad, no es imaginable que la escritura ha~a. nacido
para tales fines, que por otra parte, se conser~~ban desde. siempre a
LA TRANSMISION ORAL través de Ll memoria oral. Ante todo, la evolucwn se reflep sobre lo
. nuevo, y para que incluso la metalurgia naciente sea algo nuevo, hubiera
El cuerpo de conocimientos del grupo es .e!,
elemento fun?am~ntal sido necesario que no encontrara su inserción !~sensible :n las prá~ticas
de su unidad y de su personalidad, y la transmi_swn _de este _capital I~te­ maquinales, sino que se tratara de una operaoon excepoonal, desligada
lectual es· la condición necesaria para la supen·n·encia matenal y social.
de todo aparato de gestos encadenados, lo cual es impe~sable para un_a
La transmisión se refiere a la jerarquía de las cadenas operatorias. técnica de fabricación. O, más aún, hubiera sido necesario que la escn-
Las cadenas operatorias maquinales_ co~responde~ a la memoria fami- tura madurase sin objeto .durante siglos para disponer de los medios y
liar común. Ellas afectan todos los epsodws matenales y morales de la
registrar lo que se ha hecho notable desde hace poco, hipótesis tan poco
vida cotidiana y su inscripción en la memoria personal de los sujetos se
255
254
__ ,

razonable como la precedente. Al comienzo de ]a escritura, Ja memoria mas l~s. escritos son, cada u~ o, una continuidad compacta, ritmada por
los grafJCos y las notas ma.rgmales, en la cual el lector se orienta a la
colectiva no tiene _por qué .. romper su movimiento tradicional, más que
manera del cazador primiti:~o, a lo largo de un trayecto más bien que
en .aquelJ~ que le mteresa fi¡ar de una manera excepcional en un sistema
sobre un plano. la converswn del desarrollo de la palabra en un sistema
soCJal naCiente .. No .es,. pues, por coincidencia que la escritura anota lo
de . tablas de . orienta~i.ón no h~ sido aún adquirida. Hemos visto más
que no . se fab.!xa 1?1 VIve normalmente, sino lo que hace el armazón de
arnba que la converswn del mitograma de dos dimensiones irreductible
una sonedad urbanizada, para la cual el nudo del sistema vegetativo se
a la frase ~onéti~~, en una s~rie lineal de signos alfabétic~s, ha .repre-
encuentra en una economía de circulación entre productores celestiales
s~ntad? la., llbe.rac~o~ de la pa.abra y una cierta reducción del poder de
o humanos, .Y dirigentes. la inn?vaci?n interesa. ]~ cabeza dei sistema y
Simbo1Izacwn mdividual. Con la aparición de la imprenta, una nueva
abarca selectivamente Jos actos fmanoeros y reli awsos las ofrendas ]as
conyersión se inicia y ]a abundancia de los textos la va hacer rápida-
'
g:nea 1ogias y e1ca1endario, todo lo cual, en las estructuras
b'
nuevas de' las
mente ini;J:ispensable.
cmdades, no se puede fijar con la memoria de una manera completa ni
en las cadenas de gestos ni en los productos. ' . La materia de los manuscritos antiguos o medievales está hecha de
textos destinados a ser fijados de por vida en la memoria de los lectores,
La memoria escrita graba, de la aurora de la ciencia solamente Jos
elementos más característicos. Que se trate de las ~rand~s ciYilizaciones al menos lo suficientemente como para que puedan orientarse .rápida-
ment~ con la lectura. Hay ciertamente una materia escrita más corriente,
de. l\1~s?potamia, d~ Egipto, de China o de la América precolombina, hs
la m1sma ~e los. comienzos, pero Yulgarizada: la de las cartas y de los
mas. \"Ie¡as referen~Ias de este or.den son relativas al calendario y las dis-
contratos; sm embargo, reposa en manos de los interesados o los notarios
tanoas: ~?s conommentos del tiempo y del espacio no son extraños a
los pmmtn·os que ~xecedieron a la ~edent:uización agrícoh, mas uno y y los pro~le.mas práctico.s de orientación no se plantean. Sucede comple-
tamente d1stmto con el Impreso, que va .rápidamente más allá del círculo
otr? toman un. sentido nuev? a partir del momento en que la ciudad
capital. se conv1e.rte en el p1vote del mundo celeste y de la extensión
de los gén~ros dás!cos. No solamente. se pone al le~tor en presencia de
humanizada. ~na memona colectiva .enor.me, de ]a cual no posee ya el medio de fijar
mtegralmente la matena, smo que frecuentemente está en condición de
A medida .que se perfecciona el instrumento que permite hacer pa-
sar a la memona de las gene.racwnes las palabras y las frases, el registro darse a escrit.os .nu~v?s. Se asiste entonces a la exteriorización progresiva
de la memo na mdmdual; es desde el exterior desde donde se hace el
se desarrolla. y gana capas mas profundas del conocimiento; sin embarao.
trabajo de orientación en el escrito. Los diccionarios y los glosarios ofre-
¡:ara la Antigüedad clásica incluso, la jerarquía de Jos ,·aJores sociaJe~
cían tal posibilidad desde hace siglos. La escritura china, con sus mito-
I.11111ta en unos domini?s muy precisos, la suma de los hechos que deben
gramas. fonetiza~os, al igual que la escritura griega o ]atina, ha asegurado
franq:1ea.r las generaCiones sucesl\·as; Jos textos religiosos, históricos .,
geografJCos. forman h masa con Ja filosofía. En otras palabras, sobre lo~
el medw de onentar al lector sobre el hilo de Ja sucesión tradicional de
los signos ideográficos o fonéticos. Sin embargo, el diccionario abre ·so·
planos dJ\"lllO Y. humano, cuya alianza es el tema fundamental, el triple
problema del tiempo, del espacio y del hombre constituye la materia lamente una salida estrecha a la memoria escrita, un conocimiento a la vez
memorable. La agncultura aparece en unos poemas, en Jos cuales las
li~ealizador pulverizado, incompatible con el desarrollo de un pensa-
miento contmuo.
estacwne.s so;1 el. motor. La arc1uitectura, en unas descripciones integrando
d. e.spac10 cosm1co a los temp!os y a. Jos palacios. Las matemáticas y la El siglo XVIII europeo marca el fin del mundo anti!!Uo, en el im-
preso como en las técnicas. N os entrega el estado m:ís rfco de una tra-
mus1ca aparecen con la mediCJna, pnme.cos elementos propiamente cien-
dición y d. primer movimiento de la transformación actual. la memo~ia
tíficos, rodeados sin embargo de] halo del arte mágico y religioso.
social rec~ge ~n los libros, en cosa de algunas décadas, toda la antigüe-
dad, la h1stona de Jos grandes pueblos, la geografía y la etnografía de
LAS TENTATIVAS DE ORIENTACION un mundo que se ha vuelto definitivamente esférico· ]a filosofía el de.
'
recho, las ciencias, las artes, las técnicas y una literatura '
traducida de
Hasta la aparición de la imprenta, en Occidente como en China '. \'
veinte idiomas diferentes. El caudal va creciendo hasta nosotros pero
resu.Ita difícil la separación. entre la transmisión oral y la transmisió 1~

respetando todas las proporciones, ningún momento de la historia humana ' '
escnta. _La masa de lo conoCido se encuentra oculta en las prácticas orales
ha con?cido una dilatación tan rápida de la memoria colectiva. Así, ya
y l~s tecnJCas; la c1ma de lo conocido, im·ariable en su marco desde ]a en el s1glo XVIII, encontramos todas. las fórmulas utilizables para aportar
. ;
i
¡:
antigüedad, se halla fijada en el manuscrito, pa.ra ser aprendido de me- . 1

al lector una memoria preconstituida. .


moria. En el curso de los siglos que separan a Homero o Yu el Grande
los diccionarios alcanzan sus límites en las enciclopedias de todo ·
d.e Jos primeros impresos occidentales y orientales, la noción de referen. ' '
. ',,
género que son publicadas bien sea para el uso de ]as manufacturas o de
c1a se ha desarrollado con la masa creciente de los hechos registrados, i
.

257 1 :.

' ·¡'
256 ' ,,;
'
dominios, la. punta de ~volución se ha desplazado: ya no está en el libro,
los que trabajan en menudencias, como para los eruditos puros. El primer el cual subsrste como mf raestructura docume(lta.ria, sino en unos elemen-
verdadero desarrollo de la literatura técnica se sitúa en la segunda mitad ·tos documentales liberados del contexto.
"de} siglo xvrrr, Todo puede ser abordado y la lengua se ha forjado el
vocabulario descriptivo que usamos aún hoy. El diccionario . constituye
una fó.rma muy ·evolucionada de la memoria exterior, si bien el pensa- LAS FICHAS
miento se encuentra fragmentado hasta el infinito. La "Gran Enciclo- La memoria colectiva ha tomado en el sialo XIX, un volumen tal
pedia" de 1751 es una continuación de pequeños manuales envueltos en qu~ ya es imp?si?Ie pedir a la memoria individual que abarque el con-
un diccionario: se constata que, para la época, el arte de la documenta- temdo de las brblwtecas. Se hizo necesario organizar el pensamiento inerte
ción se encuentra al mismo nivel que el de la animación mecánica: el contenido en el cerebro impreso de la colectividad mediante un tejido
punto más alto alcanzado por el autómata es la animación gracias a unas supl_ementa_rio en el _cual se proyectaba una imagen extremadamente sim-
levas separadas que conservan para cada órgano una memoria parcelaria; P!Ificada del con~~nrdo. Por encima de todo, era indispensable que las
la enciclopedia es una memoria alfabética parce'aria, de la cual cada rueda ce lulas de este teJido. nue,·o fuesen susceptibles de enriquece.r indefinida-
aislada contiene una parte animada de la memo.ria total. La relación entre mente y de reconstrmrse de una manera apropiada a cad,l orden de in-
el autómata de Vaucanson y la Enciclopedia, que le es contemporánea, vestigación en 1~ ~ateria, documentaría. El siglo xvm y una parte impor-
es la misma que entre la máquina electrónica y el integrador a memoria tante del XIX VIVIeron aun en los cuadernos de notas y los catálogos de
obras; luego se ha iniciado la documentación en fichas, la cual se organiza
de hoy. .
realmente sólo en el inicio del siglo x:x. Bajo su forma más rudimentaria,
En las obras de redacción continua, el siglo XVIII acumula casi todos
corresponde ya a la constitución de un ve.rdadero córtex cerebral exterio-
los procedimientos conocidos, en particular las notas marginales medieva- rizado, puesto 9ue un sencillo fichero bibliográfico se presta, entre ·los
les que subsisten, sea para resumir Jos párrafos, sea para introducir las de~-l~s del usuar~o,_ para arreglos múltiples:_ po: autores, por materias, geo-
.referencias, las cuales, sin embargo, figuran ya lo m:ís frecuentemente g~a~JCos, cr?nologJCos, con todas las combmacrones que resp::mden a pro·
en la parte baj_a de la página. Los índices alfabéticos al final del vo~umen, posrtos partrculares de los centros de edición, o a las proporciones relati-
ya corrientes en el siglo XVI, son casi .constantes. ;a~ de los grab~dos fuera ~e texto en las obras religiosas y la literatura
La evolución más interesante, desde nuestro punto de vista, es la eprca. Esto es aun mas sensible en un fichero de informaciones científicas
que se sitúa al lado opuesto de la indiciación alfabética y que concierne •
• donde cada elemento docui~entario puede, a voluntad, prestarse a arreglo
el contenido global de la obra. Desde la Edad Media, y corrientemente c?n todos _los demás .. La Imagen del córtex es por otra parte falsa en
a partir del siglo XVI, los márgenes han sen·ido para dar un resumen oerta medida, pues sr un fichero es una memo.ria en el sentido ·estricto,
del contenido de las partes: muy frecuentemente el prontis del volumen es . una me~oria si~, medios propios de rememoración y la animación re-
ofrece un inventario muy lacónico de las materias, sin paginación; poco a qurere su mtroduccwn en el campo operatorio, visual y manual, del bus-
poco, la presentación se va organizando para hacer fácil al lector la ex- cador.
ploración de un contenido ignorado, lo cual corresponde exactamente al
papel de una memoria exterior. Se han· seguido dos vías que se desarrollan LAS FICHAS PERFORADAS Y LA :MEMORIA ELECTRONICA
hasta el inicio del siglo xx: ·una consiste en hacer preceder cada capítulo
por un argumento .resumido, la otra en hacer preceder o seguir la obra . Un pa;o ~ás fue franqueado cuando al fichero se le agregaron unos
de un cuadro con el contenido, nuestra "tabla de materias". El argumento 1ue~~s ~e Jr:d1ce,, ~oloreados por ejemplo, que permiten el recorte de la
del capítulo es una superviver:cia de la actitud que exigía del lector una 1!1diciaCJOn SIStematJCa po:r una segunda red de referencias O mejor aÚn,
cuando se trata de un fiChero con perforaciones. El libro bruto es com-
participación elevada de memoria personal y, salvo resurgencia aislada,
para_b~e ~1, útif ~anual; por más perfeccionado que sea, requiere una
hoy ha desaparecido. Era, después de la lectura del índice o tabla de
partlC!paoon tecmca completa de parte del lector. El ficht::ro sencillo co-
materias, una etapa racional hacia el detalle del contenido; mas la ten-
rre?ponde y~ a una máquina manua~, pu~sto que una parte de las ope-
dencia ha sido de hacer de la tabla de materias un mitograma casi, es
r~oones esta . transformada y contemda v1rtualmente en las fichas, que
deci.r un ensamblaje significativo de símbolos en el cual el ojo y el es- sol? basta ammar. Las fichas perforadas representan una etapa suplemen.
píritu no están obligados a seguir el desarrollo rectilínea! de la escritura. tana~ comparable a la de las primeras máquinas automáticas. Que se trate
Para alcanzar este grado, la tabla de materias ya no contiene elementos de fichas perforadas marginales, de animación manual, o de cualquiera otra
de sintaxis, sino palabras libres gracias a las cuales el lector compone f?rmula que exige t~na selección mecánica o electrónica, el principio del
su consulta. En lo, que concierne al impreso, no hemos ido más allá de fichero con perforaciOnes es el mismo: los datos son convertidos por un '
'
este punto alcanzado desde hace dos siglos y como en todos los demás
259
258

!f
------

las proezas de su brazo, de su pierna o de su ojo, puesto que había un


código de dos términos, el uno negativo (perforación nula), el otro po- responsable situado más arriba. Desde hace algunos años, el proceso de
sitivo (perforación abierta), y el aparato de selección separa las fichas superación alcanzó la caja cr;meana, y cuando uno se detiene sobre los
según las preguntas planteadas para liberar solamente las de respuesta hechos, es dado preguntarse qué cosa quedará del hombre luego que haya
afirmativa. Es el mismo principio que el de Jacquard para el telar y es logrado imitar todo mejor. lo que hoy es cierto, es que sabemos o sa-
curioso constatar que fue necesario más de un siglo para que la materia bremos pronto construir máquinas que recordarán todo y juzgarán. de
documental alcanzara la etapa franqueada en el siglo XIX por la fabrica- las situaciones más complejas sin equivocarse. Esto, demuestra senCilla-
ción de tejidos. En realidad, si el mecanismo es el mismo, el grado de mente que el córtex cerebral, por más admirable que sea, es insuficiente;
explotación es completamente diferente, puesto que las cintas perforadas tal como lo son la mano o el ojo; que los métodos de análisis electró-
del telar expresan unas respuestas, mientras que las perforaciones de las nico los suplen y que, finalmente la evolución del hombre, fósil viviente
fichas corresponden a todas las preguntas eYentuales. los ficheros de en relación a su situación presente, toma otras vías que las de las neuronas
perforaciones son máquinas para reunir recuerdos: actúan como una me- para prolongarse. Más positivamente, se constata que para aprove~~ar al
moria cerebral de capacidad indefinida, susceptible, más allá de las po· máximo sü libertad, escapando del riesgo de la superespeCia!Jzacwn de
sibilidades de la memoria cerebral, de correlacionar cada recuerdo con sus órganos, el hombre est:í lleYado progresivamente a exteriorizar facul-
todos los demás. tades cada yez más elevadas.
Más allá de esta etapa, no hay, en el momento actual, otro progreso Si, un día, las máquinas electrónicas escribieran piezas de ~eatro per-
más que en las proporciones, pues el "cerebro electrónico", gracias a fectas y pintaran cuadros ·inimitables, podríamos plantearnos senas preocu-
unos procedimientos diferentes y más útiles, actúa según los mismos paciones. Si llegaran a amar la suerte de la especie zoológica estaría 11
'
principios. Teóricamente, las posibilidades cerebrales de los dispositivos liquidada. Antes de proyectar hacia el futuro una imagen que podría
con perforaciones o de los integradores (generalmente asociados) pueden muy bien ser falsa, me parece indispensable, en la última parte de este
rivalizar con el trabajo cerebral de las confrontaciones. Pueden, sobre una libro, abordar lo que tcdaYÍa no. ha sido tocado por la máquina, pues,
escala gigantesca y en un tiempo desdeñable, remover una montaña de en definitiva, gi.ramos desde el inicio en un triángulo mano-lenguaje-cor-
datos en un sentido bien determinado y sacar de ello todas las .:espuestas teza sensitivomotora, entre el ·mono y el hombre, a la búsqueda de una
posibles. Pueden ponderar estas respue>tas si se les dan los elementos abertura sobre lo que no podría ser compartible con el resto del mundo,
de una se~ección orientada, enriquecer su ponderación preestablecida con zoológica o mecánicamente animado.
unos juicios de experiencia, sacados de la acumulación de precedentes en
sus memorias. la superioridad del integrador electrónico sobre el fichero
reposa en la densidad de las info.rmaciones que puede tratar en un tiempo
muy corto por la acción simultánea de ,·arios centros selectores, los cuales
se controlan y se corrigen materialmente, mientras ·que las fichas más den-
sas (20.000 datos por ficha, o sea 1 O. 000.000 elementos para 500 fichas)
exigen una participación directa del operador y un tiempo considerable- . '
1
. mente más 'argo. Es cierto q:.~e la fabricación de cerebros artificiales '

está aún en sus inicies y que no se trata de una curiosidad o de un pro- . '
1
cedimiento con salidas restring:das o un futuro corto. Imaginar que pronto '
1

no habrá máquinas que puedan ir más lejos que el cerebro humano para 1¡

la~ operacione.s que dependen de la memoria y del juicio racional, es 1

reproducir la situación del pitecantropo que hubiera negado la posibilidad 1

del bifacial, del arquero que hubiera reído de los arcabuces, o más aún 1

' .'
de ún rapsoda de la épcca de Homero rechazando la escritura en tanto
que procedimiento de 1:1emorización sin mañana. Es necesario, pues, que 1

el hombre se acostumbre a ser menos fuerte que su cerebro artificial, ,' !'
!1

como sus dientes son menos fuertes que una muela de molino y sus 1

aptitudes de vuelo desdeñables frente a las del más pequeño avión a


• •
reaccwn.
Una muy vieja tradición relaciona con el cerebro las causas del éxito '
'
'

de la especie humana y la humanidad ha visto sin sorpresa dejadas atrás 1

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1

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TERCERA PARTE

LOS SJMBOLOS ETNJCOS

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INTRODUCCION A UNA PALEONTOLOGIA


DE LOS S/MBOLOS

En la primera parte de este libro, nos hemos ocupado frecuentemente


de la evolución del caudal co.rporal de la humanidad. los dos criterios
mayores de la· tecnicidad y del lenguaje han sido despejados de su origen
común y de ello ha resaltado la percepción de los vínculos estrechos que
unen las manifestaciones humanas con toda la evolución de una rama
zoológica. En la segunda parte, hemos tratado sobre todo del organismo
colectivo constituyendo la. etnia. Tecnicidad y lenguaje aparecieron allí
ya no en una perspectiva zoológica, sino sometidos a leyes de evolución
paralelas a las leyes zoológicas, bien que con un desarrollo mucho más
rápido. la evolución humana ha aparecido coherente en relación con sus
dos caracteres fundamentales de tecnicidad manual y verbal, pero de al-
gún modo disociada sobre dos planos: el de la evolución filética, que •
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hace de la humanidad actual una colección de individuos con propiedades


físicas poco diferentes de las existentes hace treinta mil años, y el de .' i
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la evolución étnica, que hace de la humanidad un cuerpo exteriorizado, 1

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cuyas propiedades globales están en un estado de transformación acelerada.
Existe un mis allá de esta doble imagen de la máquina humana
y de la copia perfeccionada que el hombre ha hecho de ella a través
de sus productos. El análisis hecho hasta ahora ha deliberadamente omi-
• tido lo que hace el tejido de relación entre el individuo y el grupo, es
• deci.r, todo lo que se refiere al comportamiento estético.. Cuando se hace
el inventario de las relaciones de los individuos entre sí y con la sociedad,
se desprenden fórmulas funcionales como el matrimonio o el intercambio
económico, que no son más que la expresión de la fisiología fundamenta!
de toda sociedad, fisiología reductible a unas leyes de la especie o del
agrupamiento social, pero que no rinde cuenta de la tonalidad particular
de cada colectividad humana. la distinción entre la· especie y la etnia
se ha demostrado necesaria, puesto que se constata que los miembros
de la especie zoológica humana se concentran en unidades de agrupa-
1

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miento que no son de carácter zoológico; mas los caracteres de la etnia humana para producirse), sino para saber si el hombre posee todavía
se desprendieron solamente en la medida en que derivaban de fórmulas otra significación que la de ser el autor de unos aparejos sobrehumanos.
funcionales, de suerte que las reglas de particularización que tocan lo que Es po.r eso que he tratado de escribir estos últimos capítulos.
hay de propiamente humano en el hombre quedaron afuera del esquema
tecnoeconómico y están aún por definir.
En el curso de los capítulos precedentes, hemos sido conducidos a EL COMPORTAMIENTO ESTETICO
despojar progresivamente al hombre de una pa.rte de sus atributos tra- El sentido dado aquí a la palabra "estética" es bastante amplio y
dicionales para demostrar que, tomados en masa, los hombres constituyen requiere una explicación previa. Si se trata, en efecto, de investigar
un macroorganismo social, capaz de utilizar a los individuos para cons- aquello que la filosofía ha hecho ciencia de Jo bello en la naturaleza y
truir máquinas susceptibles de pensar con mayor rapidez y con más uti- en el arte, es decir, en la óptica adoptada desde el comienzo de este tra-
lidad que ellos. Ningún individuo es capaz de calcular en el tiempo ne- bajo, o sea en una perspectiva paleontológica en el más amplio sentido;
cesario la . trayectoria indispensable para que un cohete, obra de muy nu- •
perspectiva en la cual el vaivén dialéctico entre la naturaleza y el arte
merosos individuos pueda eficazmente destrozar a lo lejos un número marca los dos polos de lo zoológico y de lo social. No podría tratarse,
de individuos suficientement~ .r~ntable para la colectividad dispensadora en semejante perspectiva, de limitar a la emotividad esencialmente audi-
del artefac~o: el cerebro artJÚcial permite hacerlo. Un problema impor- tiva y visual del homo Sttpims la noción de lo bello, sino de rebuscar,
tante termiDa por plantearse: ¿que queda del . hombre al final de esa en toda la densidad de las percepciones, cómo se constituye, en el tiem·
evolución? ¿El sentido de lo bello y de lo bueno, cualidad afectiva in- po y en el espacio, un código de las emociones, asegurando al sujeto
superable, prohibida para siempre a la máquina? O bien ¿sencillamente étnico Jo más claro de la inserción afectiva en su sociedad.
la propiedad de reproducir unas máquinas mediante "interposición del Este código de las emociones estéticas está basado en propiedades
hombre", gracias a una combinación muy ingeniosa de elementos mas- biológicas comunes al conjunto de Jos seres vivos, las de los sentidos
culinos y femeninos, generadores de Jos indispensables fabricantes? que aseguren una percepción de Jos valores y de Jos ritmos, o más am-
Sería in:pr~de~te , responder demasi~d~ rápidamente que ]as máqui- pliamente incluso desde los invertebrados más sencillos, una participación
nas no apreCiaran pmas Jo bello y lo bue?w. Saben ya reducir la verdad refleja a los ritmos y una reacción a las variaciones en los valares. La
a unos datos indiscutibles y. podrán, probablemente dentro de poco, no intelectualización progresiva de las sensaciones termina en el hombre por
ya decir que la pintura figurativa es preferible a la pintura abstracta, sino la percepción y la producción reflexionada de Jos ritmos y de los valores,
desplegar tan minuciosa y tan ingeniosamente las relaciones estadísticas en los códigos cuyos símbolos poseen una significación étnica, tales como
de su cor;tenido que se pod.rá dar al artista u~1 ficha detallando cuáles los de la música, de la poesía, o de las relaciones sociales. Las mani-
son el suJeto, los colores, las formas, las dimensiones, Jos detalles, así festaciones estéticas poseen unos niveles de afloramiento variables y al-
como el cuadro que le dará el máximo de posibilidad para atraer la gunas revisten la misma significación en todas las sociedades humanas,
atención emocionada, la sensibilidad plástica, ·\1 esnobismo eventual; será· mientras que la gran mayo.ría no es completamente significativa sino en
posible hac~~ el . retra_to-robot de la escultura que se prestaría mejor a el seno de una cultura determinada. .. ¡·.

la espe~laCion ~I~~nCiera durante tres generacio'nes, de la que tend.ría Las apreciaciones culinarias o arquitecturales, vestimentarias, musica- 1

. las meJOres posibilidades para salvarse de Jos traumatismos de las mu· les u ctras, forman realmente Jo más idóneo de la cultura y lo que
danzas y de las ruinas. En el inventario de las piezas que constituyen simboliza realmente las diferencias existentes entre las etnias. Cuando se
el conjunto osteomuscular del homo sap;ellJ, estamos en derecho de pre- despojan los . rasgos culturales más diversos de su aureola de valo.res,
guntarnos desde ahora lo que resistiría el día cuando el análisis de ca- no queda más que unos caracteres impersonales, desculturizados e inter-
torce. millones de buenas acciones hagan resaltar los móviles fisiolóoicos cambiables. La función particularizante de la estética se inserta en una
dominantes, la trivialidad inmensamente irrisoria de los sentimiento~ de base de prácticas maquinales, ligadas en su profundidad a la vez con el
grandeza y de justicia, su motivación hormonal y, finalmente, la desnudez aparato fisiológico y con el aparato social. Una parte importante de la
integral del inmenso tapete humano que se despliega, alumbrado durante estética se relaciona con la humanización de comportamientos comunes al
tres o. a:atro. generacio~es a 1~ ve~, desde el fon_do_ de los tiempos. Los hombre y a los animales, ·tales como el sentido de la comodidad o de
apocalipsis bnllan de cifras misten osas: el apoca]¡ psis electrónico es todo incomodidad, el condicionamiento visual, auditivo, olfativo, y a la inte·
cifras, con poder incomensurablemente demistificador. Tal vez no sea ca- lectualización, a través de los ·símbolos y de los hechos biológicos de
rente de interés volver a reco.rrer, una vez más, la larga ruta de la evo- cohesión con el medio natural y social.
l~ción: ?o pa_ra busca~ ~i _la evolución ti~ne un sentido (las máquinas, un El nivel de las manifestaciones puede ser el de la actividad de eco-
d1a, d1ran cuantas posibilidades, entre miles de millones, tenía la aventura nomía corporal como es el caso en la gustación; puede ser a nivel de las

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técnicas, como en la regulación de los gestos profesionales; puede ser de tanto que retorno a las fuentes, si esis fuentes no estuviesen previamente
índole social, como en las actitudes mundanales: en fin, las manifestacio- elucidadas.
nes pueden ser reflexionadas y figurativas, como en las artes o la litera- En el dominio social, el problema se plantea de una manera dife.
tura. Estos niveles fis~oióg!co, técnico, social, figuratit;o representarán aquí rente. La sociología animal está suficientemente· adelantada como para
los grandes cortes al 111tenor de los cuales se ordenan las sensaciones. En que se puedan confrontar las actitudes de cortesía ent.~e los lobos, las 1'
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el hombre, las referencias de la sensibilidad estética toman su fuente en danzas nupcia 1es de los pájaros, el reconocimiento de los detalles ca- 1¡

la sensibilidad visceral y muscular profunda, en la sensibilidad dérmica, racterísticos del joven, del macho y de la hembra; así como las reuniones
~n los sentidos _olfa_to-g~~tativo, audi!ivo y visual; e_n fin, en la imagen periódicas de numerosos animales, con manifestaciones idénticas al com-
mtelectual, refle;o s11nbobco del con;unto de Jos te¡idos de sensibilidad. portamiento social del hombre. Fuera de toda intervención del lenguaje,
Podría parecer más conforme a la realidad estética limitar su dominio el color de la corbata sitúa a un individuo en el seno del grupo humano
~l . simbolismo y no ver. en las manifestaciones sino aquello que . parece con tanta precisión como la mancha roja del petir.rojo en una sociedad
u111camente h_umano; ~s decir, la posibilidad de creación de imágenes del de pájaros. Pero, a la inversa de las manifestaciones fisio'ógicas o téc-
mun~o extenor, refle;adas po.r el . pensamiento y materializadas en unas nicas, el llevar una prenda-insignia es un símbolo que acarrea una serie
creacwnes. de ca_r,ácter artístico. En otras palabras, podría bastar con consi- de imágenes sociales; en tanto que carácter de función, se inserta en el
d_erar la _f;guracwn como, ~ase de !a estética, y admitir que, por ejemplo, límite de las técnicas; como insignia amovible y convencional, se inserta
Sl 1~ nocwn de confort fJsJco es d1ferente en el Japón y en China no es en el límite de la figuración. Es por lo cual, las manifestaciones de la
?eb1~0 a causas fisiológicas, sino porque las normas sociales y a~tísticas estética social han sido situadas en la articulación de las dos vertientes.
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nnp.nmen a los indi,·iduos unas actitudes en las cuales las usanzas se tra- Más allá, no hay mis que imágenes subdivididas en un orden ins-
ducen a través de unas sensaciones de confort. Podría asimismo consi- pirado por la fisiología y por su nivel de inserción. La figuración mo-
derars: que _la es~ética del gesto de cortesía no tiene por fundamento h triz de la mímica y de la danza se sitúan en h bJse: el gesto inseparable
coh:swn sooal, s1no que es el reflejo de cierta imaginación del compor- del lenguaje tuvo que seguir su primer desarrollo y aflorar muy pronto
tamiento del hombre educado, imaginación que encuentra su modelo en en la figuración. Las representaciones auditivas de la música y de la poe ·
el a;te ceremonial, en el cual el individuo desempeña su papel de hombre sía vienen luego, porque su vín::u!o con el gesto para la música y con
cortes. el lenguaje para la poesía, ha hecho de ellas un intermediario con las
Procediendo así, se perdería la perspectiva paleontolóaica. El único formas visuales. Estas, al igual que la pintura, interesan el sentido do-
plano de construcción estética del cual podamos estar segu~os en le que minante en el hombre y aquel en que la simbolización está lo más ale-
respecta a los arcantropos, es el que se basa en ]os criterios fisiolóaicos jada del movimiento concreto, donde la intelectualización ha despojado
de valor; partiendo del carnívoro o del primate hasta llegar al ho~1bre las formas reales · de su contenido solamente para conservar sus signos.
actual, uno encuentra en el gusto o el olfato, como en el tacto, un terreno La escritura se articula con la estética visual: conduce a unas imieenes
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co~ún que_ perm_ite tanto más la· comparación que no conduce a ninguna puramente intelectuales, a la interiorización c:mpleta de los símbolos.
~ct_mdad _f1gu~abva pos1ble. Entre Jos arcan~mpos y los paleantropos, el Es interesante anotar, en la progresién que estamos considerando,
un1co test1mon1o coherente es el del equd1bno en las formas eficaces del cuál es la situación• del lenguaje en los diversos g.rados. La estética es, i
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utillaje, una organizac!ón, de Io; _valores funcionales propiamente humanos entre todas las ramas de la filosofía, la que encuentra mis difíciln:ente
.. . que acarrea una apreoaoon estet1ci de las formas, pero ·no conduce hacia sus medies de expresión· a través de las palabras. Cuando los encuentra,

. una sim~otiza~ión fi,gurativa: un cuadro representando una herrería no tiene es a través de la evocación, acordando a la imaginación del lector sufi-
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. mayar sunbol1_zación funcional (irrealizable mJ.s ailá de la función misma) ciente experiencia concreta para evocar los sonidos, las formas y el estilo

que una. com1da ·de cartón en una escena de teatro es la figuración dé! de los gestos que las palabras desencadenan sin restituirlos. El lenguaje,
g~sto: Sm embargo, no se puede negar que, en ambos dominios, unos . al p:uecer, no es adecuado pa.~a expresar las manifestaciones est~ticas. Lo
cntenos de valor son posibles y condicionan normas que no son ni total- maravilloso de la poesía es crear un equívoco entre el ritmo y las pala-
n:ente téc~~cas ni . morales, sino esté~icas. De . ello se deduce qc.e si es po- bras transportadas por él; mientras que en el canto las palabras son tanto
Sible a~1!11br, a nn·el del homo .rap;ens un Cierto vertimiento de los valo- menos inteligibles a medida que el canto es mis y más realmente mú-
res estebcos desde la cumbre figurativa hacia los fondos fisiolóaicos " sica, como si la función vocal tendiese ora hacia la servidumbre de la
f unoona• 1 G b )
es, es indispensable partir de los fondos, únicos en ser confir- expresión intelectual, ora hacia otra cosa para lo cual la inteligencia,
mado~ paleontológicamente, si se c¡uiere. apreciar el paso a las formas en el sentido de facultad para entender, no interviene.
sup:nores y, sobre. todo, de lo arcaico que pueda permanecer en ellas to- Parece que la conquista del útil y la del Jengúaje, no representan
da vi a. Las tendenoas del arte abstracto actual serían incomprensibles, en nüs que una parte de la evolución del hombre y lo que se entiende aquí '
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por· estética, ha ocupado en nuestro ascenso un lugar muy importante, brir las manifestaciones fisiológicas. Esta hipótesis postularía el carácter
pero, mientras la paleontología no nos ofrece una restitución bastante pa.rt_i~ular de las, m_anifestaciones estéticas, regiría la búsqueda de su in-
detallada de los estadios sucesivos del cerebro y de la mano, no obstante sercwn en· la maqum~ cerebral, supondría que m:ís allá de la posibilidad
que Jos sílex tallados aseguran una buena visión de la evolución técnica, de ~undar un l_engua¡e ab_stracto algo habría aparecido en el dispositivo
no vemos, en primera instancia, cómo despejar lo que no se ha impreso c?r~ICal, estableoendo relaoones nuevas entre las imágenes. Sería bastante
ni en el esqueleto ni en los útiles. facil encontrar. 1?~ argumen~~s, pues se puede constatar un enriquecimien-
Para esboza.r una paleontología del lenguaje, hemos encontrado un to de las posJbJ!Jdades estetJcas en Jos dominios de la técnica y de las
rodeo, en la existencia constante de un campo facial-manual de relación percepciones t~ctile_s, u olfati:as; en cambio, es difícil demostrar que se
y en el vínculo cerebral' de la motricidad de los aparatos facial y manual. trata de una mvaswn a pa.rtJr de las formas artísticas y no de un enri-
El nacimiento de la figuración, y luego el de la escritura, han permitido quecimiento global.
controlar este vínculo en el pasado, en unos cincuenta milenios. Para Se puede aceptar la hipótesis de que siendo técnica y lenguaje sola-
evidenciar la evolución estética, es necesario tomar unos fundamentos mente dos aspectos del mismo fenómeno, la estética podría ser un tercero
diferentes. de ellos. _En tal cas_o, existi~ía _un hilo conductor: si el útil y la palabra
El orden. fisiológico-técnico-social, expuesto precedentemente, consti- se encammaron haoa la maqu1na y la escritura a través de las mismas
tuye un esquema biológico más general, que cub.:e asimismo la vida de etapas y casi sincrónicamente, el mismo fenómeno debería haberse pro.
un insecto como la de un roedor o la del hombre; puesto que todas las ducido para la estética: de la satisfacción di o-estiva al útil bello a la
especies, incluso las parásitas, ofrecen, al menos por un tiempo, un com- música b~ilada y al baile contemplado desde u;; sillón, no se tratarra sino
portamiento técnico que les asegura la adquisición alimenticia y un com- de un mismo fenómeno de exteriorización. Se debería volver a encontrar
portamiento social que les asegura la reproducción. Es, pues, el substrato en_ los tiempos históricos unas fases estéticas ccmparables a la del paso del
sobre el cual, forzosamente, se establece el comportamiento estético. Exac- mitograma a la escritura y del útil manual a la máquina automática, un
tamente como se ve en las técnicas, que hechos profundamente insertados período "artesanal",~ "prei?dustrial" de la estétíca que sería aquel cuan-
en lo zoológico se desprenden humanamente en el curso de nuestra evo- do las artes, la estetiCa social y el saber-gozar técnico hubieran alcanzado
lución, así como en el lenguaje se vueh·e a encontrar bajo una luz refle- e!, máximo de impregnación indi\·idual, y luego, un grado de especializa-
jada hechos de relación interindividual que se hunden en la masa de las CIO? don¿~ se acentuaría la desproporción entre los productores de roa-
especies vivientes, ¿puede uno buscar en la percepción y la creación de tena estetiC~ y la masa cada vez más grande de los consumidores de l,
símbolos rítmicos una fuente escondida en el mundo animal y que ofrez- a~te prefabncado o prepensado. Esta segunda hipótesis corresponde mejor, "
ca, en el momento de su emergencia al nivel humano, Jos mismos carac- SI no ya no forzosa_me~te a toda b. realidad, al menos a la dirección ge-
teres que los de la técnica y del lenguaje? En otras palabras, puesto que neral que parecen !ndicar los hechos biológicos, y que es justamente la
al nivel humano, la función técnica se exterioriza en el útil amovible y que _YO me esforza.re en demostrar, pues ella aporta al problema del a aru.
que el objeto. percibido se torna también exte:ior a. tra,·és de un símbolo pamiento ?e !os_ hombres en unidades étnicas el elemento que falt~ría
verbal, el movimiento en todas sus formas visuales, auditivas y motoras, a una teona ·limitada a la sola consideración de la técnica y del lenguaje.
se liberaría también y entraría en el mismo ciclo de e.volución.
Como para las técnicas y el lenguaje, el desprendimiento ofrecería
.grados: el arte m:ís puro se sumerge siempre en las profundidades y EL "ESTILO" ETNICO
emerge justo por la punta del zócalo de ca.:ne y de hueso sin el cual
no existiría, y yo pienso que si una paleontología de Jos símbolos corre _la descripción precisa e incluso detallada de los hechos etnográficos
el riesgo de parecerse al psicoanálisis más que a la anatomía comparada, no nnde cuenta en absoluto de lo m:ís si anificativo del valor de la etnia.
el principio de su investigación debe ser al menos planteado. ~uede evidenciarse un tipo de objeto, un~ costumbre agrícola, una creen-
Es importante definir la relación entre la técnica, el lenguaje y la Cia que pertenece a un grupo determinado, y obtener, adicionándolos,
estética, pues es cierto que las tres manifestaciones fundamentales de la una fórmula que car:ccteriza sin confusión a ese grupo; mas la mayor
calidad humana son estrechamente solidarias. Sus relaciones pueden pre- parte ~e la cultura está _hecha de rasgos que pertenecen en común a la
sentarse de maneras diferentes. Se podría suponer que lenguaje y técnica humamdad o a un contmente o, por lo menos, a toda una región y a
forman una base indispensable y suficiente para la supervivencia, sobre ~umerosos grupos: los _cuales, si? embargo, se sienten cada uno como par-
la cual se extendería poco a poco la coloración estética, de algún modo tiCular. Esta particulandad etmca que transforma la trivial enumeración
independiente, y adquirida en un estadio tardío de la evolución; salida d~ _ha.~has, de fuelles y d~ fórrr~ulas matrimoniales en expresión del "es-
de las cimas del arte figurativo, allá en el Paleolítico reciente, ganaría pmtu de un pueblo, es macces1ble a ]a clasificación verbal· es un estilo
poco a poco las bases, y nuestra época la vería apenas comenzar a recu- que posee su valor propio y que baña la totalidad cultur~l del grupo.

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Exactamente como un experto en vinos al olfatear un vino, el etnólogo para las cadenas operatorias técnicas. las formas cotidianas están some-
entrenado distingue entre armonías de formas o de ritmos, los productos tidas a un modelamiento lento e inconsciente, como si los objetos y los
de una y otra cultura. Es ése un procedimiento empírico y podría imao-i- gestos cor.rientes se moldearan progresivamente, en el curso de su uso,
na.rse que un día el análisis electrónico resolverá, mediante algunas ec~a­ al capricho de la disposición de una colectividad cuyos miembros se con.
ciones, el indefinible sabor personal de las obr~s de cada etnia; sin em- forman los unos con los otros. Las formas excepcionales, por el contrario,
bargo, esto no quita nada al hecho de que el estilo sea inaccesible en la alardean, en el sentido particular del grupo, unas verdaderas mutaciones
manipulación del lenguaje corriente, mientras que los caracteres técnicos cuando la invención individual no es canalizada por . una tradición rí-
o lingüísticos son definibles. Mediante un detallado análisis mecánico ' gida. A los dos extremos se ven las acciones y los objetos hogareños o
.

se puede explicar en qué difiere el motor de los automóviles ingleses del ag.rícolas, los útiles del artesano y sus gestos impregnarse lentamente de
de los franceses o de los rusos, pese a que el objeto "automóvil" sea los ritmos y de las formas, hechos más y más característicos por el aisla-
común. Mas sería necesario dedicarse a un análisis complicadísimo para miento, mientras que el traje de fiesta o las danzas periódicas pueden
explicar por qué, de un solo vistazo, el observador percibe que un vehícu- demostrar, en cada uni de sus reapariciones, unas variaciones bruscas y
lo es "bien inglés". Es evidente, por otra parte, que el repertorio de jazz muchas veces importantes.
estilo "Nueva Orleáns" se ha convertido en un capital mundial y, en En el marco de las prácticas cotidianas, la impregnación estilística es
principio, inalterable en su estilo. No obstante, el oído no confunde una profunda, quedando fuera de la lucidez, como en el caso de las opera-
ejecución sueca y una ejecución americana de la misma pieza. Si la et- ciones técnicas, marca de por vida las generaciones sucesi,·as. Ciertas ac-

nología es incapaz de formular cuál es el objeto más ír'ltimo de su in- titudes, gestos de cortesía o de comunicación, el ritmo del andar, el 1
vestigación, falta todada algo a la etnología en un dominio foráneo al saber-comer o los gestos de higiene, poseer. tonalidades étnicas que se
lenguaje, que es tan importante que de él solo depende la realidad de transmiten a través de las generaciones. En las prácticas figurativas, tales
la etnia. Se trata de un hecho común a nrias .ramas de las ciencias natu- como la música, la danza, la poesía o el arte plástico, una separación ní-
rales, en las cuales está incluido el estudio del hombre y de sus productos. tida se produce entre el fondo y las variantes individuales, porque la figu-
_La antropología racial posee todos los caracteres exteriores de una ciencia racióu comporta los mismos grados operatorios; es posible ver sobrevivir
exacta; sin embargo, eso no impide al antropólogo experimentado reco- durante largos siglos, en cuanto a un modo musical o un género plástico,
nocer, en un segundo, el origen geográfico de un cráneo, y luego pasar la osamenta de la figuración, gracias a la posibilidad que ofrecen a los
semanas para demostrarlo con cifras; demostración que deja escapar, ade- individuos para organizar variantes personales sin alterar· su arquitectura.
más, la mayor parte de los caracteres sobre los cuales ha fundado incons- La constatación del grado de ocultamiento de las prácticas estéticas '
cientemente su identificación espontánea. confirma el orden adoptado más arriba. Las manifestaciones fisiológicas i
En zoología, y concretamente en las especies sedentarias, uno constata '1
encuentrJ.n ·un sitio preponderante en las operaciones cotidianas y figuran
que el tiempo determina una orientación genética más o menos impor- a la vez el substrato paleontológico más profundo y el dominio más fre-
tante, que se traduce por la aparición de nriaciones locales muchas veces cuentado por los sujetos ,-i,·os. Además, las manifestaciones motrices,
sutiles, flotantes y sometidas a una dilución rápida al contacto con otras en la figuración, están estrechamente vinculadas a ello. Las manifestacio-
poblaciones de la misma especie. Sucede lo mismo con Jos caracteres cul- nes técnicas y toda la estética "funcional" intervienen también muy am-
tura!es: ~acen a partir de fondos ~omunes muchas veces muy amplios, .se pliamente en las cadenas operatorias m:í.s frecuentes, pero el grado de
partJculanzan en cada grupo suficientemente coherente, dan origen a va- intervención lúcida es mayor y el juego de las innovaciones excepciona-
riantes locales a menudo muy pequeñas que se hacen y se deshacen al les más amplio. El hecho de que no se pueda concebir una integración
azar de la Historia. Este juego se ejerce a la ,-ez sobre unas innovacio- figurativa ni para lo fisiológico ni para lo técnico, marca aún más cla-
nes técnicas o sociales de detalle~. y sobre las formas, cualquiera que sea ramente -su calidad de substrato.
el dominio ·al cual pertenecen,· yendo de la curvatura de un manao de
azada a la disposición de un ritual. b
Lo social desempeña función de bisagra par dos razones. De una
parte, las operaciones sociales ofrecen toda la gama de las frecuencias
La constitución de esta cor.riente que hace que ningún grupo huma-
de la práctica y una estilización que va del gesto maquinal de abotonar
no se repita dos veces? que cada etnia sea diferente de cualquiera otra
su vestido a fin de tener un aspecto correcto, hasta el ceremonial de las
y d1ferente de ella . misma en . dos momentos de su existencia, es muy
compleja, pues si la innovación . individual desempeña un papel primor- recepciones de jefes de Estado; por otra parte, ofrecen una gradación
dial, lo desempeña solamente por la influencia directa de las generaciones de los niveles de maquinalización que se extiende desde lo fisiológico
precedentes y de las contemporáneas. Además, el grado de conciencia en las actitudes del cuerpo, por ejemplo, hasta el simbolismo abstracto
varía con el nivel de las innovaciones, en las mismas condiciones que en el manejo de las cifras o del calendario. Fisiológico, técnico y social ]·

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corresponden, pües, a tres niveles progresivos bajo la relación de las


· prácticas operatorias. Esta progresión no es sensible de una misma ma- XI
nera en las prácticas figurativas, ]as cuaJes tienen, paralelamente al ]en-
guaje, un orden de desarrollo propio. . . .
· El estilo étnico podría pues defuurse como la manera pecu~1ar a
una colectividad de asumir y marcar ]as formas, los valores y los ntmos. LOS FUNDAMENTOS CORPORALES
Bajo este án 0aulo, ]a personalidad estética no resulta de ningún modo in-
comprensible y se puede concebir un método analítico tan preciso como DE LOS VALORES" Y DE LOS RITMOS
el de la tecnología o de la sociología descriptiva. Las gamas de los gustos,
de Jos olores, del tacto, de Jos sonidos o de Jos colores, muestran una
amplitud y unos alejamientos muy característicos; Ja ~istancia que :epara
. en una cultura dada las posturas naturales y las act1tudes en soc1edad,
da ]a medida del abandono co!ecti,·o; ]a forma de Jos útiles se presta a un
análisis funcional preciso, así como el de la integración espacio-temporal
de los indiYiduos en su medio doméstico y el más general. Más allá, los
medios de estudio de las artes son nJederos; aunque deberían ser organi-
zados a fin de una investí a ación comparativa, pues el estilo étnico es una
expresión total. Llegado a{'más alto punto de las manifestaciones poéticas, · Si admitimos que la estética reposa sobre la conciencia de ]as for- 1
uno apenas se encuentra a la cabeza de un desfile cuyos últimos m!embros mas y del movimiento (o de Jos valores y de Jos ritmos), propia del
están ocultos en la penumbra de la~ h?rmonas. Lleg~do a la ~una ~el hombre porque sólo él es capaz de formular un juicio de valor, estamos
genio personal de un escultor, se esta a~n. en p.resenoa de un. oerto 11_1· llevados, por el mismo hecho, a buscar cuáles son las fuentes en las que
dividuo, miembro de un cierto grupo etnJCo, educado en c1erto med1o toma su percepción del mO\·imiento y de las formas. Mamífero como mu-
·social, portavoz avanzado, a veces hasta la soledad aparente, mas, portavoz chos otros, si bien posee un aparato cerebral con una complejidad única,
a pesar de todo de una rea!id~d colecti;·a. oceánica, china o turc_a. . no se le conocen otros órganos de ·percepción que no tengan el resto de
i
El tercer cuadro del tnptJCo etnoJogJCo no posee una lummos1dad los mamíferos. Su equipo senso.ria1, puesto al servicio de un maravilloso '

menor que ·los dos otros, solamente baña en un ambiente completamente aparato transformador de ]as sensaciones en símbolos, funciona al igual 1

distinto. Se puede disertar sob.re la técnica y el lengu¡lje, y luego sobre que el de los animales; si estos últimos llevan una vida mental divorciada '

la memoria social, sin hacer intenenir juicios de nlor, tratando de hechos de todo aparataje simbolizante, no es menos cierto que el hombre vive
con un carácter de presencia o de ausencia y e\·o]ucionando por grupos en toda su densidad Ja vida sensitiva, que sigue el ·movimiento de ,u
coherentes, para dar al hombre un grado de eficacia globalmente cre- digestión para saciarse a horas fijas, que sufre en medio de ]a multitud
ciente. Lo social domina en ellos ]o indiYidual con creces y la evolución el ritmo del paso colectivo al igual que un borrego, que sus gustos ali-.
no conoce otro juicio que el del rendimiento colectivo. La estética posee menticios se basan en los mismos órganos que los de los peces, que
una resonancia completamente distinta, pues la sociedad domina en ella sus músculos se tienden y distienden sin que su conciencia sea movilizada
solamente para dejar a los individuos el .sentimiento de exi~ti_r _personal- para cada movimiento, que, en resumen, toda su máquina animal funció-
mente en el seno de] grupo; ya que esta basada sobre el JUICIO de Jos na en varios niveles, los cuaJes son, hasta el de la integración intelectual,
matices. Ella existe sólo para orientar la selección hacia un conformismo los mismos que los de los otros seres vivos. Se puede decidir, a priori,
tan estricto como el de las técnicas, mas, en un orden diferente, puesto que la simbolización inteligente es susceptible de devolverse del vértice
que está hecha de la oposición entre unos valores que están a la dispo- hasta las profundidades de ]a base y que todo en e] hombre es asimilable
sición del sujeto ·para ser integrados socialmente. El uso del hacha no a los pasos del pensamiento estéticamente constructivo. Por el contrario,
· implica juicio: se impone o · desaparece f.rente_ ~ la sierra mecánica; Ja puede uno preguntarse si el pensamiento estético no se detiene allí donde
estética que aureola ]a forma eficaz y el mo\'JJ11Jento del hacha es, por comienzan los comportamientos "naturales". De ]as dos hipótesis, la pri-
el contrario, la parte de cada individuo qu~ _juzga bueno y bello no e~ mera me parece más cercana a la vía seguida hasta ahora, si bien se debe
· lo absoluto, sino en la seguridad de la estet1ca en su grupo y en ]a l!- ·admitir para sostenerla que el pensamiento puede efectivamente asegurar
bertad imaginaria de su selección. una cierta conciencia de lo vivido, pero que existen en el equipo senso-
rial partes cuya actividad queda infrasimbólica; así sucede por ejemplo,
con la gustación en el sentido más estricto, restituible solamente por ella
misma, pues ningún medio existente puede dar la imagen de lo salado.

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EL EQUIPO SENSORIAL
y por consiauiente confrontada con ella misma. Ritmos y valsres refleja-
En los animales, los más sencillos comportamientos pueden reducirse, dos tienden b en el curso de la evolución humana, a crear un tiempo y un
desde el punto de vista sensorial, a tres planos: el del comportamiento espacio propiamente humanos, a enmarcar el comportamiento e,n el cua-
nutritivo, que asegu.ra el funcionamiento corporal tratando las materias driculado de las medrdas y de las gamas, a concretarse a traves _de, u_na
asimilables por el organismo; el de la afectividad física, que asegura la estética en el sentido más restrin aido. Sin embargo, la base bwlogiCa
supervivencia genética de las especies y él de la integración espacial, que conservará todos sus med!os_ y no t~nd~á otro~, que pon~r a la disposi;i?n
hace posible los otros dos. Estos planos· que se diversifican según el de la superestructura art1strca. En su expresro~, reflexiOnad~, la, estetrca
grado de evolución de las especies corresponden a tres niveles de refe- permanecerá tal cual es el mundo del cual salw, con !a pnmana de ~a
rencia de los individuos entre sí y su medio, cuyas implicaciones estéticas visión y de la audición, transformados en nuestr_os s~ntrdos de referer:oa
permanecen sensibles en el hombre. Estos tres planos de la estética fi- espacial por la evolución zoológica. Basta con _rma.'?mar lo que hub~:ra
siológica ponen en juego, en relaciones variables, Jos diferentes instru- sido, si el tacto, la percepción sutil de las v1bracw~es o 1~ ?l_faccwn,
mentos del dispositivo sensorial: sensibilidad visceral, sensibilidad muscu- hubie.~an sido nuestros sentidos directores, para concebrr la posrbrhdad de
lar, gustación, olfato, tacto, audición, equilibrio y visión. que hubieran existido unas "sintactias" o unas "olfatias'_', cuadros de. olo-
Cada uno de ellos se integra en un conjunto dinámico que conserva, res o sinfonías de contactos, para entrever unas arqUJt~cturas de vrbra-
desde el anima] hasta el hombre, los mismos engranajes principales. El ciones equilibradas, un_os poema~ de ~aladuras o de aodez, todas ellas
comportamiento nutritivo tiene por motor Jos ritmos Yiscerales y por agen- formas estéticas que, sm sernas maccesrbles, encontra~on en nuestras artes
tes de percepción el olfato-gustación y e] tacto; el comportamiento afectivo nada más que un sitio modesto. Sería ]ame?table, , s_m embargo, no con-
está equilib.~ado entre la percepción ·del juego muscular y el tacto, la servarles su sitio en los basamentos de la vrda estetJca.
olfacción y la visión; el comportamiento de situación espacio-temporal es
atendido por los órganos del equilibrio y la percepción del cuerpo en el
espacio, con la referencia del sentido dominante, como es la visión· en el LA SENSIBILIDAD VISCERAL
hombre, mientras· que en las demás especies son la olfacción,· el tacto y la
El oscu.ro funcionamiento normal de la máquina fisiológica parece
audición. Ninguno de los tres planos de relación con el medio exterior se
puede concebir sin la asociación de. una cierta ritmicidad corporal y de que debe ser olvidado,. puesto que _las pew;~ciones relacionadas con ~!.la
son oscuras y mal localtzadas, y su mterven:wn ~rrecta. en la _formulacwn
un dispositivo de referencia; el gusto es una abstracción sin la actividad
nutritiva. Los pasos afectivos de simpatía o de agresiYidad no existen sino estética resulta imposible. F reud y Jos dem~s ps!Coan_al~stas, sm embargo,
· en el YÍnculo entre la percepción y la moúlidad determinada por ella; han subrayado suficientemente la in:portano_a d_e _la, l:brdo y_ ~e. las frus-
la integración espacial no es posible sino en la medida en que el cuerpo traciones para dar al condicionamiento psrcofrswlogJCo_ posrb:I~dade~ de
físico percibe el espacio. Dicho de otro modo, la asociación del moYi- afloramie-nto hasta en las formas más elevadas de la vrda estet1ca, s1 no
miento a la forma es la condición primaria de todo comportamiento activo. de preferencia en las forma~ r:üs elevadas . justa?;ent~, ¡x~es · la cr_eación
figurativa es el elemento pnnopal de la Jrberaoon md1vrdual, mrentras
El sujeto activo, animal u hombre, está agarrado en una red de
moúmientos, originados desde el exterior o por su propia máquina, mo- que el comportamiento técnico o social es vivido -según unas normas co-
lectivas que implican una ejecución "conforme"._ _ _ _ , _
vimientos· cuya forma es interpretada por sus sentidos. Más ampliamente,
su percepción se interpone entre unos ritmos externos y la respuesta que La más importante manifestación de la sensrbrlrdad vrsceral e~ta_ !r- ,,i'

él les da motrizmente. El anélido marino, que sube y baja en su tubo gada a los ritmos. La alternancia de Jos ~iemp~s ?e_ sueño y de vigrlra, i]

se,gún el ritmo de las mareas, toma su integración motriz en las percep- de digestión y de apetito, todas las cadenoas ftswlogtca~ forman .una tra- ''

ciones de su sentido· gustativo, de su tacto sensible a la temperatura y a ma sobre la cual se inscribe toda la actividad. Estos rrtmos estan gene- !l
i
las Yib.~aciones. Comportamiento nutritivo e integración espacio-temporal ralmente ligados a una trama más amplia, que es la alternar:cia de. Jos
días y de las noches, la de Jos cambios meteorológicos y estacwnales. De
equivalen a su integración sin más ni más al medio a] cual pertenece.
En· un grado muy superior, el mamífero, en su territorio jalonado de ella· resulta un verdadero ·acondicionamiento, que opera como base esta-
.olores y sonidos, se,gún el movimiento de los días y de las noches, de ble en las operaciones cotidianas, pero que no intervie_ne en el c~mpor­
las variaciones de ]a temperatura y de las imágenes visuales, existe sola- tarriiento ·estético más que en la medida en ·la cual tiene como mstru-
mente en la sinergia de Jos ritmos y de las formas, de las solicitaciones, mento ·al cuerpo·· humano. Los estados de . comodidad vi~c~ral no actúan
de su interpretación y de sus respuestas. más que estab!ec_iendo las co?dici?~es 1}-orm,a_les, ~e la actlV!dad, y los es-
tados de sufnmtento o de msuf¡crenoa frswlogrca pueden acarrear no-
En el nivel humano, la situación permanece evidentemente la misma,
tables modificaciones del campo ·estético ·individual, ~encillam~nte por sus
con la diferencia de que puede se.r reflejada en una red de símbolos
consecuencias· sobre· la actividad normal, . en un sentido amplio ..
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· En cambio, si· se toma en cuenta el hecho· de que en todas las cul- q~e se pueda confundir en ella producción y consumación estética en d
turas, una parte. importante de las manifestaciones motrices o verbales m1smo campo. , .
inhabituales tiene lugar como resultado de la búsqueda de un segundo Más importante aún es b bús9ueda metod1ca de 1~ ruptura y la
estado, en el desajuste mental, se debe admitir que las rupturas del equi- creación de un segundo estado tend1ente a la permanenoa. ~as grandes
librio rítmico desempeñan un papel importante. En los rituales excepcio- escuelas místicas de la India, de China, del Islam o ~~1 Owd~nte, ten-
nales, las revelaciones de éxtasis, las prácticas de posesión en el curso dieron todas hacia el dominio fisiológico, la sustracoon del ntmo por
de los cuales los sujetos se abandonan a danzas o a manifestaciones so- la contemplación y el control del ap~;ato visc:ral. El yoga es la m~s I?O·
noras cargadas de un elevado potencial sobrenatural, uno de los puntos pular de estas técnicas de la extraccwn: la busqueda del control ntm1co
consiste, universalmente, en arrastrar al actor fuera de su ciclo rítmico interesa a todos Jos órganos, incluyendo al _corazón, y el asceta J:erfecto .
cotidiano rompiendo, mediante el ayuno y la falta de sueño, la rutina se inserta en un universo estético de éxtasts, cada. uno d~ los org_anos
del aparato fisiológico. Si bien el resultado final es la excitación psíquíca, apaciguados, todos los ritmos del tiempo y de} espacw extenores abo!tdos,
el punto inicial es de carácter visceral; el cambio de registro es irrealiza- antítesis que, como lo veremos. luego, . no e~~a alepda. ~e la qu~ conduce
ble sin salir de lo n1ás profundo del organismo. al arte figurativo hacia el vaCJ~ de ftguracwn. Tambten_ el_ ~aotsmo tuvo
sus técnicas de sustracción al ocio alternante de los. p_rm_c1p10s rr:acho_ Y
hembra, con prescripciones a}imenticias_ rigurosas y dtsctplma resptratona,
PRIVACION Y CONTROL fundadas sobre una concepcion del u111verso donde t?do responde a unos
ritmos con valores complementarios, armazón moved~za del cosmos e~ _la
las rupturas de ritmos naturales, las vigilias, la inversión del· día cual se insinúa el sabio sin roza.r nada, fuera del t1empo y del espacw.
y de la noche, · el ayuno y la abstinencia sexual, evocan más el dominio Se volved a encontrar el problema de la inserción ?el hombre, entre oe-
religioso que el de la estética, sencillamente porque la separación entre
estos casi ha desaparecido· en la cultura moderna; pero se trata de una
lo y tierra, en los sí~bolo~ 'de 1: S?Ciedad, _mas es ll1~~resante anotar -~ue:
para el sabio la. desmsercwn cosmtca comtenza al 111\ el del tubo dtbes
consecuencia reciente de la evolución del organismo social, el resultado tivo en un proceso de purificación inicial que 1~ lleva de _una manera
de un proceso de racionalización del cual somos los promotores. En la pro~resiva a sostener su existencia tragando sencdlamente aJ.re. Ver ~os
escala social, la salida del círculo normal equivale a un descenso del ren- esp~itus que rigen cada órgano, disciplinar su ~ígado, guardar su sahf_a
dimiento técnico. Evitar romper los ritmos vitales aislando lo ,religioso y sus secreciones vitales, reguhr su soplo, apaoguar tod? el apara_to J •
y la estética, coloca el individuo en una situación favorable para el buen siológico, hasta el punto de que adquir~r u~, cuerpo de ¡acle ha stdo ~¡
funcionamiento del dispositivo sociotécnico. De una manera explícita o sueño perseguido dur:mte siglos y de aliJ salto_ en gran p~rte, la fdosof1a
implícita, este hecho ha sido percibido ya desde el Confucionismo, y china. Para 'nosotros es difícil, por ser muy _reoente, per~1b1r lo que deben
puesto en .aplicación en una escala decisiva en las sociedades modernas. las artes occidentales a una cierta concepoón de la v1da . que toma sus
Supone la especialización ·de virtuosos poco numerosos en .las prácticas bases en el pacto entre el hombre y su. cuerpo. En <;~mbw, puesto que
de . vida a contrarritmo y, para Ja masa humana, la válvula de manifes- en relación a ella estamos distantes, y sm duda tambt:n po~q:1e ella ha
taciones filtradas, dosificadas en el tiempo y el espacio, consumibles sin llevado muy lejos la expresión de este pacto, la Ch:na. claS!Ca, en . su
perturbación grave. Estalla en las medidas tomadas por algunos países modo de existencia como en sus obras, muestra la contmwdad que extste
musulmanes para suprimir el. ayuno del Ramadán como traba a la pro- desde las profundidades hasta la cima. .
ductividad; asoma en las moderaciones admitidas desde algunos años por · La conjunción del taoísmo y del bud!smo ~a amphado la bus~a de
la Iglesia católica. Pero es necesario repetir que se trata de un hecho re- la sustracción al ritmo circular de la extstenoa terrestre. _En ~ht~a Y
ciente y que nada obliga a proyectar sus resultados sobre los treinta mil luego en eJ Japón ha sido creado un modo c?mpleto d~ exrstenoa _rdeal
años durante Jos cuales el hombre transcurría su vida globalmente y ·el donde el sabio sereno y dueño de su cuerpo ¡uega la ,vrda en medw de
dominio fisiológico constituía la infraestructura de los grandes impulsos. una armonía completa con el viento, las aguas, l~s arboles y _la . luna,
En otro plano puede ·pensarse que el baile del iniciado !e ha sido en un equilibrio que parte del estómago para termmar en la pmtura.
enseñado previamente en frío y que es un poeta ahíto y lúcido quien ha
creado los versos cantados por la multitud de los peregrinos en delirio.
LA SENSIBILIDAD MUSCULAR
Si no fuese generalmente inexacto, si fuera preciso separar la creación y
la ejecución, ello no quitaría nada al hecho, pues el comportamiento es- · Si bien la armazón esquelética ·no se percibe en el estado no:mal,
tético no es menor en la oreación de la obra. de arte que Ja fra[:,rua en la el revestimiento muscular es sitio de impresiones importantes;, _as1, . el
invención de la metalurgia. la improvisación en las prácticas de un nivel dispositivo ostéomuscular puede ser considerado ya no como un utJ~, smo.
anterior a la escritura es, por otra parte, bastante aplastante como para como el instrumento de la inserción en la existencia. Se debe de¡ar de
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lado como una operación intelectual la integración de los movimientos la coreog,rafía, las genuflexiones periódicas o la deambulación, se encuen-
q~e se opera en ,el. córtex cerebr~l m?tor; en· cambio, se puede notar el tra en las manifestaciones religiosas o profanas en todas las épocas y en
vmcu]o p~J~or:toJogJC~ e?t~e el o1do J~t,erno y el aparato osteomuscu]ar el mundo entero. Apoyados por la música, toman, en relación a las ma-
e? el eqUill~no d_el m~1v1duo en relacwn. co?, el medio, en !as_ percep- nifestaciones del párrafo precedente, el carácter de un real desprendí·
. cwnes espaCiales mmed~atas, en la · organiZaCJon de los movumentos. miento del medio vivido cotidianamente. Las manifestaciones a las cuales
E~ _pe~o del ~ue.rpo es p~rcibido por los músculos y se combina con conducen, poseen siempre un valor desmaterializante; desde el desfile
e_l ~qUJl!bno e;pa~1al para _umr e~ hor:1br~ a su universo concreto y cons- de una tropa al paso acompasado hasta los trances de posesión, la alie-
tltUJr, por antJtesJs, un umverso 1magmano donde el peso y el equilibrio nación muscular es total.
est~n. abolidos .. La acrobacia, Jos ejercicios de equilibrio y ]a danza ma- El ascendiente de la sociedad sobre el individuo a través del acon-
tena]Jzan ampliamente el esfuerzo de . :ustracción a las cadenas opera- dicionamiento rítmico se traduce por unas actitudes colectivas muy ca-
tonas norr:1~Jes, ]a busca de una creaCJon que rompa e] ciclo cotidiano racterísticas. "Ponerse al paso" no es solamente una imagen militar, pues
de _las pos:cwnes en e] espacio._ La liberación se produce espontáneamente la uniformización rítmica y la agregación de los individuos en una mul-
en Jos suenos de vuelo, en e] mstante cuando e] reposo del. oído interno titud acondicionada, es sensible tanto en un pasillo de tren subterráneo
Y. ~e los músculos en el sueño crea una situación inversa al decorado co- como en un funeral, en ejercicios de derviches como en el brusco correr
t1d1~no. De ur:a manera -~istinta, er: estad,o de vigilia, el espectáculo del de los escoLLres al ordenarse el recreo. La ciencia del acondicionamiento
acrobata c?nst1tuye tambren una l1beracwn, una especie de desafío al muscular es practicad,¡ empíricamente en las necesidades de uniformidad
encadenamiento operatorio. política desde el alba de las primeras ciudades; es sobre ello que reposan
. El fu?cionamiento norma] del aparato intelectual entero está some- los mo,·imientos de la multitud y el comportamiento de las masas que
tido a la, mfraestructura orgánica, ~o solamente. cuando Ja máquina cor- caminan "como un solo hombre".
poral esta en buen o mal estado, smo en cada mstante de Jo vivido en Se vueh·e a encontrar el mismo fenómeno en el funcionamiento ar-
los ritmos que integran el sujeto en el tiempo y el espacio. Para el 'ani- quitectural, el cual tiende a ordenar y a organizar rítmicamente Jos mo-
mal co~1o para el hombr~, el equili~rio reside en el juego coordinado vimientos en· el medio de trabajo o de hábitat. De igual modo, se puede
de Jos organos y de Jos musculos, segun el desarrollo de cadenas rítmicas considera.r como una busca de acondicionamiento muscular la introduc-
de amplitudes_ d!f~rentes, encajadas en un orden regular. Un trastorno ción de la música en Jos talleres: trabajar con música corresponde a una
grav~ e_n .]a ntm1c1dad ;xter?a o interna acarrea el comportamiento neu- verdadera mutación del comportamiento operatorio, a la aplicación de las
ropslqlilco sobre unas nas dlVergentes de la ·normal. En el mamífero sal- técnicas de cambio de ambiente en los procesos normalmente consagrados
~aje en cautivid~d se _observa_ la. ~esviac!ór:. de las cadenas operatorias a la inserción más efectiva al medio. Por otra parte, hay motivos para
corporales conduCJ~ haCJa una ntmJC~dad f1chc1a, unos vaivenes periódicos, distinguir el ejercicio de CJ.denas operatorias complejas y lúcidas sobre un
los cuales reconstituyen, para el sujeto cautivo, un marco verdadero en fondo sonoro sin ligazón rítmica con el trabajo y el proceso de integra-
el cual está integrado espacial y temporalmente. En el hombre Jos mis- ción total que resulta de la ejecución de cadenas estereotipadas con una
mos fenómenos de ritmicidad exteriorizada se manifiestan en l~s circuns- música rítmicamente integrada al trabajo. Esta segunda forma se vuelve
tancia~ en que la creación de un marco ficticio concurre a ]a liberación a encontrar en tareas colectivas .como la labranza, la escarda de los cam-
de} c~clo operatorio normal, o cuando se le sustituye para encadenar ]a pos, la trilla del grano y la sirga con cables, en las sociedades más di-
maquma corporal en un pr_oce~o de asimilación inteJe_ctual. Los ejemplos · versas. Como en el caso de la fabricación industrial, se trata de desinc
son numerosos: balanceos r1tm1cos de Jos escolares chmos recitando listas tegrar cierto número de individuos para reintegrarlos en un útil colectivo.
de caracteres o de Jos nues_tros .recitando _la ~ab]a de multiplicación y el El aspecto inhumano asignado a lo forzado rítmico industrial proviene,
paso de las cuentas de rosanos en el Med1terraneo oriental. Muchas veces en las sociedades industriales, del hecho de que los individuos trabajan
· el movimiento limitado a· una parte del cuerpo mantiene el Yue]o clel para unas entidades lejanas y que ellos se dispersan o se desmigajan una
ensueño, tal como "estar mano sobre mano" o amasar a] ao plástico 0 vez el tiempo de trabajo terminado, mientras que en las sociedades tra-
. dar _vue]ta_s a un, o~jeto esferoide co? lo_s _dedos. Es e,·ide~te que estas dicionales la operación técnica ,realizada para unos beneficiarios próximos
mamfestaCJ~n_es rltmJCas rara~ente estan llmitadas al sólo juego muscular no es más que una fase de un proceso colectivo en el cual las alianzas
y que parhnpan en un c?nJunto donde Ja audición desempeña, Jo más se traducen por otras manifestaciones de la cohesión del gmpo.- ·
frecuen_teme~te, un papel 1mpartante, tal como cuando el monje budista Lo bello, lo bueno y lo mejor van a tomar, en los capítulos siguien-
salmod1a m1entras golpea rítmicamente un timbre. tes, un valor cada vez más intelectual, hasta · ta] punto que se olvidará
. . A partir de ·este pun~o, la cualidad de las superestructuras tiende a que, incluso leyendo un poema, recogido en el silencio total, toda imagen
d1s1mular el papel d~ ]~ mfraes~ructura os~eomuscular. La integración en evocada por las palabras no ·tiene más significado que en la medida . en
las cadenas extraordmanas medwnte. el p1soteo rítmico, el dar vueltas, la cual se refiere a todas las experiencias vividas, un día, en situaciones

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concretas suficientemente comparables a. la imagen poética como para ha- general en los· invertebrados, tal como en los vertebrados y su situación
cerla intelectualmente inteligible. Ahora bien, toda experiencia concreta es uniformemente la misma: tapizan el orificio bucal. El registro de las
toma sus primeras referencias .en el soporte corporal, en "situación" eco- percepciones es bastante limitado y la mayor parte de los animales, como
mo lo expresan las diferentes acepciones de esta palabra), es decir, en el hombre, distinguen más o menos claramente lo ácido, lo salado, lo
relación con el tiempo y el espacio percibidos corporalmente. Es indis- amargo y lo dulce. A ello puede agregarse lo picante, que es menos una
pensable conservar esta noción presente en el espíritu cuando se trata prueba gustativa que una agresión directa contra las mucosas.
de enjuiciar unas manifestaciones estéticas o espirituales de un nivel ele- En el mundo animal, la gustación no desempeña papel de referencia
vado. Visto por los animales o por unos seres fundamentalmente distintos espacial, salvo para los peces (asociada al olfato). En ciertos insectos,
a nosotros, el hombre aparecería como obsesionado por el tiempo y el para los cua!es la búsqueda de los alimentos dulces desempeña un papel
espacio, los cuales dominan sus preocupaciones bajo todas las formas de importante, la presencia de células gustativas en los tarsos de las patas
su pensamiento, desde la aparición de la ciYilización. la conquista mate- anteriores asegura una verdadera referencia espacial. Se puede suponer
rial del espacio geográfico, y luego cósmico, el ganar algo al tiempo por el mismo hecho en los mamíferos comedores de hormigas y de termitas,
la velocidad y los esfuerzos de la investigación médica, tejen su vida poseedores de una lengua muy larga y filiforme desempeñando el oficio
práctica; las especulaciones sobre la astronomía y la luz, sobre la astrolo- de palpo. En este último caso, el tacto ciertamente es dominante.
gía y la física del átomo mecen su ensueño filosófico; la conquista de la
eternidad y de las esferas celestes alimenta su sueño espiritual. Su gran
juego desde milenios es el de ser organizador del tiempo· y del espacio LA GASTRONOMIA
en el ritmo, el calendario y la arquitectura. Sus creaciones microcósmicas
sostienen el aparato religioso en el cual se regula la suerte del universo. la estética gastronómica está fundada sobre un hecho biológico muy !
De una manera negatin incluso, el tiempo y el espacio pesan sobre todos · general y que es el reconocimiento alimenticio. El animal, cualquiera que
sus gestos y si se retira en el desierto para inmovilizarse en la contem- sea el nivel al cual uno se refiera, dispone de un abanico de alimentos
plación, es para desprenderse del "siglo", es decir, a la vez del tiempo más o menos amplio, cuyo reconocimiento. corre a cargo no solamente
y del espacio, donde se inscriben los ritmos de la vida que fluye. la de los órganos gustativos, sino por la acción complementa.ria de la aso-
suerte de los grandes virtuosos de la evasión espacio-temporal es objeto ciación ··de imágenes sensoriales. los sentidos, salvo el oído, intervienen
de la admiración del taoísta, como del budista y del cristiano. Si la per- según el orden de importancia que poseen como referencias espaciales:
cepción del carácter fugitivo del tiempo y del movimiento ha invadido los pájaros, con referencia visual predominante, reconocen por la visión
el pensamiento del hombre, es generalmente porque la vida en la tierra y secundariamente por el tacto y olfato-gustación; la mayor parte de los
se encuentra en la intersección del tiempo y del espacio: no se descubre mamíferos, con referencia olfativa dominante, ,reconocen por el olfato y
· nada cuando se constata que el hombre tiene aguda conciencia de ello. luego por la visión y el tacto; los peces, cuyas referencias espaciales son
Sin embargo, se puede ver allí un descubrimiento, pues la imagen del por una parte importante olfato-gustativas, tienen el reconocimiento ali-
tiempo y del espacio es nueva cuando nace en la humanidad ·¡a posibili- menticio m:ís sencillo. Visión, olfato para el reconocimiento a distancia,
dad ·de volYer a vivi.r uno y otro diciendo: "estaba a orillas del río", tacto bucal y olfato-gustación para el reconocimiento inmediato, aseguran
"está donde nosotros", "mañana estará en el bosque". Para el resto del la gama sobre la cual los vertebrados fundan las cadenas condicionadas
mundo Yivo, tiempo y espacio no poseen otra referencia inicial que vis- de la aceptación alimenticia, cadenas en las cuales la memoria desempeña
ceral, laberíntica. y muscular. El hambre, el equilibrio y el movimiento un papel notable a fin de orientar las preferencias y los rechazos. Para
sirven de trípode a los sentidos de referencia superior que son el tacto, los mamíferos, estas preferencias adquiridas ocupan un puesto no desde-
el olfato o la visión. Nada ha cambiado para el hombre; hay solamente ñable, sino predominante, en los carnívoros y los omnívoros, siendo que
el eno.rme aparato simbólico que se ha edificado por encima y que ocupa el joven depende durante mucho tiempo de sus padres para la educación
todo el fondo de la perspectiYa cartesiana. alimenticia. El individuo formado es susceptible de enriquecer en cierta
medida su gama alimenticia, pero, de una manera general, los gustos
de la infancia orientan las preferencias ulteriores. ·
LA GUSTACION la estética alimenticia del hombre no tiene otro fundamento. la
la gustació.n es el sentido inf~rior en el hombre, como por otra visión y la olfacción actúan junto a la gustación y el tacto bucal; además
parte en el COnJunto del mundo an1mal. El papel de las papilas distri- la formación de las cadenas de preferencias juveniles orienta muchas ve- 1

buidas en la entrada del tubo digestivo es esencialmente defensivo, noci- · ces muy estrechamente los gustos del adulto. Todo lo que es comestible· ' 1

'' .'
ceptivo; constituyen una señal de alarma frente a la introducción de encuentra su empleo en el tubo digestivo, muy acomodaticio de la especie ' '
'
'
ácidos o sales susceptibles de tener un efecto tóxico. Su intervención es humana, mas está lejos de ser todo consumido y, a menos de ser obli- 1 .

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gados a ello por la hambruna; lo,s pueblos marcan rechazos nunierosos y Estos valores están repartidos entre el tacto bucal y el olfato. El
preferencias muy ser1aladas: por la personalidad· étnica. Una vez más, el tacto gastronómico Yaría según las temperaturas y las consistencias. En
organismo. social se sustituye a. la especie zoológica pa.ra determinar la.· las cocinas muy evolucionadas, las temperaturas actúan al igual que los
formación de cadenas maquinales, en . las ·cuales. se filtra el gusto de los. sabores de base y ]a comida compuestá despliega toda la gama posible,
individuos. Las cocinas regionales dibujan los contornos de las subdivi- desde los potajes humeantes hasta los sorbetes helados, pasando por los
siones de la capa humana, .. no en. función de la· repartición de los . ani- entremeses fríos y los platos calientes de resistencia. Sucede lo mismo
males o de las plantas c~me?tibles, sino en función· de sistemas~ de pre- en cuanto a la consistencia, pues Jo blandu y lo compacto, lo viscoso y
ferencias gastronómicas, las cuales sacan proYecho del.. fondo alimenticio. lo crujiente, Jos alimentos que se deshacen en la boca, lo enarenado, Jo
local o importado. Al igual que . para los gestos,. el hablar o la música,· untuoso y Jo líquido participan en contrapunto entre Jos sabores funda-
se desarrollan sistemas de referenci.a. sensorial, de los cuales se puede hacer mentales y ·]as temperaturas.
el análisis. estético, puesto que siendo. humanos, ellos compo.rtan en cam- · La sensibilidad gustativa y el tacto bucal constituyen así la pa.rte
bio . la acción de la reflexión. profunda de la estética culinaria, sobre la cual se establecen los bordados ·
En efecto, las preferencias adquiridas por . la educación étnica revis- de la gastronomía olfativa. Es también la base primitiva, la que las prác-
ten el mismo carácter que todo sistema humano de tradiciones; están ca- ticas alimenticias menos elaboradas conocen mediante simples asociaciones
nalizadas en un código cuyos artículos generales constituyen la base del ligadas a unas percepciones olfatins de origen no condimentaría.
gusto de la colectiYidad entera y cuya interpretación origina, según los
indiYiduos, variantes y matices de carácter más o menos sutil.
LA COCINA OLFATIVA Y VISUAL
El sistema de referencia de nuest:a cocina es relat!Yamente comple·
jo, pero se reduce a un cuadro general en el cual la totalidad práctica La superestmctura del sentimiento gastronómico es sobre todo olfa-
de los indiYiduos inscribe sus gustos. En él está admitido que los efectos ti\'a. El aparato de situ,lción espacial constituido por los órganos del ol-
propiamente gustativos procuran un registro de tonalidad asaz rígido: fato, es infinitamente l11<ÍS sutil en sus identificaciones que los órganos
entre los platos, unos son salados, otros dulces, algunos ácidos. El código, de ,relación bucal. Inten·iene en un sistema de referencia tan rico como
incluso, quiere que se sucedan los efectos de gusto según un orden fijo: . el de la visión o de la audición y si permanece en el plano de la estética
entremeses discretamente ácidos, platos cent::des salados, ensaladas ácidas, fisiológica, es por unas razones que Jo mantienen biológicamente extraño
quesos salados, postres dulces. Lo salado y lo ácido se combinan; el pi- al lenguaje.
cante de la pimienta o de la mostaza está aliado a ellos hasta llegar a los En efecto, en el mundo animal, la identificación olfativa puede te-
quesos; Jo salado y lo dulce se eYitan en la tradición clásica. Existen, ner un rango superior a la visión o a la audición: es el caso para nume·
pues, unas asociaciones gustati,·as consideradas como armónicas, pero que rosos mamíferos. Cuando inten·iene, como en el perro por ejemplo, en
son de estricta com·ención étnica, pues ciertas regiones y países distintos ·tanto que sentido de referencia principal, forma el fondo de lo que se
al nuestro conocen la alianza de lo salado con lo dulce en los platos cen- podría llama,, capital intelectual. Nos es imposible representarnos clara-
trales; unen Jo dulce y lo ácido, insinúan lo amargo en Jos condimentos. mente lo que es una imagen olfatin del mundo, pues el equipo olfativo
En las sociedades africanas, la utilización de Jas cenizas potásicas en Ju- de los primates y de los antrópidos desempeña, en sus imágenes espaciales,
gar de la sal determina un registro gustatiYo particular. un sencillo papel de ayuda. En el hombre, entre los sentidos de relación,
Es interesante anotar cómo se ordena estéticamente un dispositivo sen- el olfato se encuentra en una situación particular. En efecto, la visión
sorial que es de lo más modesto, puesto que las papilas gustatÍYas son, . y la audición, comprometidos en el lenguaje, al igual que la mano, en-
biológicamente, unos simples órganos de alarma, destinados a prevenir . tran solas en el sistema de emisión y de recepción que hace posible el
la ingestión de sustancias peligrosas o a reconocer ciertas sustancias ali- intercambio de símbolos figuratims. El olfato, puramente receptor, no
menticias sencillas, tales como la sal y el azúcar. La apreciación del valor dispone • de ningún órgano complementario de emisión de símbolos de
positi,·o de Jo ácido o de lo dulce es gene:al entre los primitivos gracias _lo~ . olores. Permanece ajeno al dispositivo más .característicamente huma- .
al consumo de las frutas; la de lo salado es más tara, pues ni los austra. no, de suerte que la reflexión podrá codificar sus percepciones, mas ellas
lianos ni los esquimales ni los bosquimanos hacerí ·uso directo de ello, · quedan intransmisibles. Es lo que sitúa la gastronomía fuera de las bellas
saiYo en el caso de los esquimales, gracias al agua de mar y al consumo artes, al igual que toda estética olfativa. .
de algas. El carácter modesto y poco variado de las percepciones propia- · · A partir de la percepción identificadora, presente en toda operación
mente gustati,·as explica el papel que toman en las culturas donde la es- alimenticia, se han edificado, sin embargo, sistemas de referencia cultu-
tética gastronómica se organiza; están llamadas a desempeñar el papel de rales relacionados con lo más hondo de la personalidad étnica. Estas li-
nota fundamental, · como en la música dan el tono y aseguran una especie gazones entre cocina y personalidad étnica son casi exclusivamente olfa-
de bajo continuo sobre el cual se organizan los demás valores.
.285
284
tivas. Las cocinas donde el arroz es el elemento de base son numerosas, LA OLFACCION
mas la confusión es imposible entre platos de arroz de Ma_dagascar, Además del reconocimiento alimenticio, en el homb.re la olfacción
chino, indio, húngaro o español, por el hecho de que el. tratam1en_to CU' interviene en grados diferentes en su doble papel de reconocimiento y
Jinario acarrea la creación de un "bouquet" olfato-gustativo pecul1ar de de integración espacio-temporal. En las técnicas, queda emparentada con
cada cultura. el reconocimiento en las operaciones donde interviene su concurso: son
La condimentación constituye un dominio del arte bastante particu- casi siempre técnicas afines a la química, es decir, de proceso vecino al
lar, puesto que a diferencia de todos los demá~, . queda fuera de . la~ re- del proceso culinario. ·
ferencias espacio-temporales. Cierta forma d~ ut!l posee . el mov1m1ento En el comportamiento afectivo, materializado en mayor parte por h
por corolario, exactamente como una estatmlla; sucede 1gual para una estética social, la olfacción consen·a un papel importante en las relaciones
forma de cortesía social o pa.ra un edificio, para un poema o para un de los individuos. Los perfumes, los aceites olmosos, los desodorantes,
himno. La alianza del tomillo con la sal y la nuez moscada es intraducible sea para velar los olores naturales del cuerpo, sea para crear una imagen
con movimientos e incluso simplemente por palabras. El arte culinario idealizada de ellos, son un elemento notable de las relaciones entre Jos
escapa al carácter de todas las demás artes~ 9ue es la posibilida~ figu~ativa, sexos. Es muy interesante notar que allí las representaciones figurati,·as
no aflora al nivel de los símbolos. Teoncamente todo es simbolizable, están presentes en cierto grado; entre demarcar los límites de su territorio
pero en gastronomía, tal cosa no e~ posible sino n:edi~n_te una verdadera por la civeta o el perro y el uso femenino de Jos perfumes de flores o
prótesis: ]a ordenación de una comida puede ser Simbohca de la marcha del contenido de las glándulas de la civeta, el proceso figurativo interviene.
del mundo mas se trata entonces del ritmo de los servicios y del sentido El o!or se ha vuelto símbolo de todo un desarrollo motor que no toma
de Jos ma'njares con exclusión de sus caracteres gastronómicos. El olor ya. sus referencias en la mecinica digestiva impermeable a la figuración,
del tomillo puede ser el símbolo de la "garriga" al amanecer, pero se sino en la dinámica muscular, base común al comportamiento afectivo y
trata de la reliquia en el hombre de la olfacción como referencia espacio- a b. integración espacial. La olfacción, en este estadio, se encuentra en el
temporaL Cuando un manjar puede ser un cuadro, en_t;a entonces _en el umbral de lo imaginario, en el sentido estricto.
campo de las referencias visuales, aunque su presentacwn no sea flgura- Este umbral es franqueado cuando la olfacción se liga a la integra-
rativa de su gusto. ción espacio-temporal, cuando se vuelve base de la percepción de una
En la gastronomía, lo que proviene de una cosa distinta del de sarro· situación. Para numerosos animales, el mundo es antes que todo un mundo
]Jo estético del reconocimiento alimenticio ya no es gastronómico. El de olores. La constitución de un capital de conocimientos fundado en el
gusto, el olo.r y la consistencia forman teóricamente la base real de esta análisis espacial de los olores es perfectamente concebible: en lugar de
. '
estética sin lenguaje. Sin embargo, la Yisión es demasiado importante en constmir, como el hombre, a parti.r del par visión -audición, el pe~ro cons-
el hombre como para que no venga a interferir. Por su papel de refe- truye su percepción sobre el par olfacción-audición, interviniendo la visión ' !

rencia espacio-temporal, no es mis que un accesorio, puesto que· se puede como percepción confirmatin. Se mide de inmediato la distancia que
'!
'
decir de un plato que está mal presentado, pero con t,rusto excelente, lo separa un pensamiento así construido del pensamiento humano. Unas ca-
cual es. imposible para las artes figurativas y muestra bien la separación, denas deductivas pueden constituirse así en la medida en que la dinámica ·
en cocina, ent.•e el fondo nutritivo estético y la estética espacio-temporal. muscular interviene para darles un sostén operatorio, mas ninguna per-
En cambio, la visión en tanto que sentido del reconocimiento alimenticio meabilidad existe hacia un comportamiento reflexionado, tal como se ha
desempeña un papel mucho más importante. El alimento para el hombre, edificado el nuestro. Si se intentara imaginar un perro al cual hubiera
. mamífero con un olfato pobre, es reconocido primero visualmente, de sido acordado un cerebro con un desarrollo comparable al nuestro, uno
suerte que si se sirve, por ejemplo, una comida en un ambiente con luz le observaría un rinencéfalo de enormes proporciones en el cual se habrían
morada, una parte importante del reconocimiento olfativo se torna muy desar.rollado los instmmentos de una percepción extraordinariamente . fina
azarosa y la absorción, con todo Jo que implica de participación visceral, del mundo de los olores y también una hiperafectividad que le daría una
se ve trastornada. Ahora bien, no se trata del mismo fenómeno que cuando inteligencia "sentimental" en lugar de nuestra inteligencia racional. No
se sirve un pollo de bizcocho con caramelo, imitando bastante bien ]a se debe perder de vista que lo que hace al hombre es precisamente la
auténtica ave: el efecto se aparenta entonces al engaño, y es inmediatamente dualidad de los campos operatorios facial y manual y el vínculo funda-
objeto de una transposición que no trastorna el proceso de aceptación. mental entre la prensión y la visión. En el perro, el campo de relación
Es un efecto estético suplementario y no una ruptura de los acuerdos . está localizado muy estrechamente entre las narices que explo.ran a dis- !
normales. tancia y los caninos que agarran; en el hombre la visión es exploradora . '
. '
!
y asegura a la mano el ejercicio de funciones no -solamente de prensión '' ''
1 1

sino de construcción compleja. Mientras que el término evolutivo del


1

286 287

' .
T

perro va hacia unos territorios comunes a la olfacción y á la afectividad, o de los roedores. Sentido cerc:mo a la audición en su origen, parece com-
sin salidas figurativas, Jos términos humanos son predominio de la visión binarse con ella en numerosos animales, en particular en los peces o en
y la motricidad manual, abren el universo de una imaginación racional. los mamíferos de poca o nula visión, como el topo. Audición y percepción
El mundo olfativo representa pues, para nosotros, una referencia práctica táctil en el sentido amplio re\'Ísten una gran importancia en el compor-
secundaria, aunque no desdeñable; el olor de humo en una casa basta tamiento gregario; los movimientos de los bancos de peces y los de los
para que su morador salga, la nariz al viento, y tome en el aire sus re- rebaños de formación apretada obedecen a ellos principalmente.
ferencias espaciales. Estéticamente, la olfacción se ha vinculado estrecha- En el hombre, ht ,repartición del tacto es la misma que en los demás
mente a las cadenas visuales y auditivas; tal olor, no percibido desde vertebrados: por décimas de milímetro de superficie, los labios perciben
hace muchos años, bruscamente evoca escenas o sonidos olvidados desde 5 a 6 miligramos; la punta de Jos dedos 30 a 40; el resto del cuerpo
la infancia; no poseemos el . recuerdo del olor como podemos tener el goza de una sensibilidad .-ariJbJe, pero considerablemente más borrosa.
de un acontecimiento, mas la percepción olfativa, y precisamente porque El tacto de los vertebrados, provee de referencias espaciales la au-
ella pone en movimiento zonas fisiológicas extrañas a Ja reflexión, da sencia de referencia visual, en el ciego, en la oscuridad o fuera del cam-
a las imágenes reflexionadas una profundidad y una intensidad consi- po .-isual. En estas condiciones, al contrario de la olfacción, aparece como
derables. extremadamente sutil. A h inversa de la Yisión que es una percepción
Es en esta misma orientación que Jos olores pueden ser un elemento primeramente sintética, el tJcto analiza, vuelve a crear los volúmenes a
determinante de ruptura con las cadenas ardinarias, provocando estados· partir del desplazamiento de la mano y_ ~e los ~edos, en un par_ ,tacto-
de apaciguamiento o ayudando a la sobreexcitación. ·Ciertos medios se- movimiento que integra el tJ.cto al dom11110 accesible a la percepoon fi-
parados de lo espacio-temporal banal están ligados con un ambiente ol- gurativa.
fativo, aislándolos de Jo normalmente vi,·ido. Tales son los olores de in- El tacto labial está ligado al comportamiento nutritivo o afectivo más
cienso de los santuarios, el "humo de Jos holocaustos", el olor de la que a Jos comportamientos relati,·os a la estética figu:ativa. El tacto cor-
pólvora o embriaguez del héroe, cuyo papel no es el de un simple con- poral se relaciona con h comodidad y la inserción en el espacio, mientras
dimento. En efecto, los olores, gracias a Jos desencadenamientos pro: que una estética propiamente táctil no existe más que en el campo manual.
fundos que provocan, son, en taJes casos, el elemento determinante de Esta estética permanece muy cercana del plan fisiológico y gira alrededor
la situación. Basta, con imaginar un santuario donde flotara un olor in- de las sensaciones de .caricia; se refiere a las materias •pulidas, las pieles,
sinuante de cocina o un campo de batalla atravesado bruscamente por Jos los granos, las pastas plástios y las materias flexibles y elásticas y se
efluüos prima,·eraJes, para percibir las rupturas de acondicionamiento que ejercita en las técnicas por la busca de superficies ag.:adables al tacto así
resultarían de ello. Acondicionamiento, pues en definitiva Jos o!ores que- como en la figuración escultural. Las operaciones cotidianas son el campo
dan profundamente comprometidos en lo fisiológico. La piedad bíblica constante del juicio táctil. y, a diferencia de la olfacción, no hay muchos
se concentraba en un ambiente de carnes asadas y Ja guerra se desarrolla tactos que sean la fuente de una integración extraordinaria, al menos
a veces entre las mimosas. Esto hace a la vez resaltar ]a importancia de como percepción determinante. En efecto, si los movimientos o los so-
las tradiciones adquiridas y el carácter flexible del comportamiento olfa- nidos rítmicos o los olores excepcionales pueden desencadenar estados de
tivo como referencia de situación, pues un perro dejaría de creer en la exteriorización en relación con las cadenas comunes, uno imagina difí-
carne si ésta tómase el olor del heno cortado y el hombre dejaría de cilmente un acondicionamiento por el tacto. Esto se debe particularmente
creer en e] combate si el campo de batalla estm·iera cmzado por imágenes al carácter analítico de bs percepciones táctiles, las cuales no autorizan
de fiesta popular. mucho una consideración global de situación.
Sin embargo, es cierto que el tacto interviene en el dominio preciso
-
EL TACTO
en el cual el movimiento de tacto repetido determina una transposición
del comportamiento muscular. En el mundo entero, existen manipula~io­
El tacto de los Yertebrados, fuente de referencias espaciales inme- nes repetidas de pequeños objetos que acompañan los estados de medita-
. diatas, posee Ja misma repartición topográfica. Los órganos táctiles tienen ción o de ensueño tranquilo, como el pasar las cuentas del rosario
una densidad muy elevada en la zona facial anterior, una densidad menor cristiano, musulmán o budista, la rotación de granos o de piezas de
en la extremidad del miembro anteric.r y se espacian más aún sobre el jade entre los dedos, el modelado prolongado de un cuerpo flexible.
resto del cuerpo. En efecto, los labios son el sitio de la sensibilidad más Este dominio es el único en el cual existen unos objetos particu-
sutil a las temperaturas, a las vibraciones y al contacto. .Muchas veces, lares a la estética táctil y responde a ]a focalización de la percepción de
su equipo sensorial está reforzado por unos palpos, por ejemplo en Jos las formas en un campo muy estrecho, más allá del cual reina la calma
peces, o por unos pelos rígidos y largos, como los Yibrisas de los felinos de la máquina corporal. ·

288 289
Ti
'

LA INTEGRACION ESPACIO-TEllfPORAL
XII
Para completar la estética fisiológica, faltaría menciona.r la de la
audición y la visión, lo cual sería, en realidad, marcar en la una y la otra,
la parte subsistente d~ comporta.mientos infraverbales. Es cierto que todo
aquello que en el. eqUipo sensonal del hombre ha sido heredado desde el . LA ESTETICA FUNCIONAL
f?ndo de .las especies, se presta a una. investigación que sólo es compren-
sible partiendo de los orígenes. Para la. gustación, la olfacción y el tacto,
com~ pa.ra la sensibilidad visceral y las percepciones musculares, el fondo
zoologico es apenas rozado por las formas humanas de percibir y de expre-
sar. Sería posible continuar el ascenso hacia Jos sentidos nobles y mostrar
que ]a integración espacial del hombre al reposo en su choza no es muy
diferente a la del tejón en su madriguera, o que el reconocimiento social
se acerca mucho a los códigos que permiten a Jos pájaros establecer sus
relaciones set,rún los signos del plumaje. Pero ya ]a frontera ha sido fran-
9ueada entre el espacio viYido por el tejón y el espacio construido simbó-
bcamente por el hombre, entre el adorno del urogallo y el uniforme sim- El análisis de los objetos de uso práctico, como los útiles, las máqui-
~ólico del oficial superior, entre el canto del ruiseño.r y la melodía sen- nas y los motores, así como las casas y las ciudades, deja entrever propie-
timental. Para. el hombre, se trata de comportamientos vi,·idos a través dades estéticas peculiares, directamente ligadas a su función. Es cierto que
del filtro de las imágenes y si es necesario sentir que nacen en los niveles un juicio sobre la buena o mala adaptación de una forma a la función
profundos;, se torn.aría inút!l1:1ente paradójico mantenerlos allí por una correspondiente equivale en la pcáctica a la formulación de un juicio esté-
preocupaC!on exces¡va de logiCa. Por ello, una vez ubicada la estética tico. Iviás aún, se puede constatar que salvo pocas excepciones, o acaso
funcional que se refie.~e a las propiedades de la mano humana, la visión ·siempre, el valor estético absoluto está en relación directa de la adecua-
y la audición volverán a aparecer con el equilibrio corporal en Jos capí· ción de la forma con la función. En efecto, cuando se sigue a través del
tulos consagrados a la estética social y figurativa. · tiempo el desarrollo de numerosos objetos técnicos, se puede asistir a su
integración progresiva en unas formas cada vez más equilibradas; basta
con pensar en la aviación para medir el valo.r de esta ley general.
El carácter de ley de la evolución funcional ha sido reconocido desde
hace mucho tiempo. La búsqueda de las modalidades de esta ley, empírica
aún en la mayor parte de las técnicas, ha llegado en algunas de ellas al
estadio de Ja prospección sistemática: la marina, ]a aviación, Ja astronáutica
están abiertas a la persecución de las formas perfectamente eficaces. De
una manera bastante singular, esta búsqueda conduce a comparaciones am-
plias con las formas reveladas po.r ]a nah¡ra]eza. Esta constatación podría
constituir una advertencü: en efecto, es posible preguntarse si no se trata
de un solo y mismo fenómeno, si Ja calidad funcional de las obras hu-
manas, en lugar de ser figurativa, no es acaso la invaginación pura y sim-
ple, en el campo humano, de un proceso absolutamente natural.
Apoyándose en esa suposición, aparecen argumentos en la medida en
que la figuración abandona al objeto: el automóvil tardó mucho tiempo
para desprenderse de la figu:ación de la carroza de tiro y ha llegado a una
adecuación funcional, relativa además, solamente en la medida en la cual
responde a las leyes del desplazamiento rápido de un sólido en medio
aéreo, con adherencia al suelo. Que sea o no figurativa, la belleza fun-
cional se percibe examinando grupos de objetos de una misma función
pertenecientes a culturas diferentes o de objetos con funciones diversas
de una misma culhira. Bien sea que consideremos escudos, telares, azadas,

291
--- i

anzuelos o máquinas de escribir, se percibe que ]a función, más o menos o humano. Los alvéolos de la abeja son una solución perfecta al problema
satisfecha, se ab.re paso a través del velo decorativo que envuelve !as for- de la relación entre superficie y volumen para una .resistencia máxima a la ·
mas. Es posible imaginarse, en cuanto a objetos de función satisfaciente, deformación, pero los tejidos Yegetales conocen también esta solución y
un sillón Luis XIII y un trono de reyezuelo africano con pies en forma !a industria humana !a practica. Una vez alcanzada Ja fórmula de !as célu-
de personajes: las formas funcionales aparecen en ellos a través de la las hexagonales no queda puesto alguno para Ja coloración específic~ o
envoltura figurativa, decorado de inspiración vegetal o antropomórfica, étnica; el valor estético está integrado en el absoluto de una construcnón
traducción directa de símbolos ligados al lenguaje. Que se despoje al ob- mecánicamente perfecta.
jeto de este envoltorio y entonces no queda más que una fórmula funcio- En el mundo viviente, incluyendo a ]a humanidad, !a realización ~e
nal: la del asiento propio a asegura.r el reposo en una actitud llena de las fórmulas funcionales perfectas es rara, pues la vida implica, a partr.r
dignidad. El porte en una actitud digna es una consecuencia de la estética de un cierto nivel, !a multiplicidad de las funciones, de tal manera_ que
social y figurativa de un rango por asumir; que se despoje los dos asientos la adecuación funciona! es función única de !as criaturas y de los ob¡etos.
de ello y no queda más que sacar el molde del personaje sostenido en Es cierto que la caballa es más satisfactoria desde el punto de vista mecá-
una posición de reposo y obtener un volumen negativo que materializa la nico que e! mono: es un Yolumen hidrodinámico casi idealmente adaptado
función pura, una especie de cascarón con apéndices de sostén juiciosa- al desplazamiento muy dpido y a Jos movimientos instantáneos. En este
mente orientados, el cual voh·erá a encontrar por resonancia formas de pez, la única función de relación es el desp!azamie?to que as~~ra a !_a :vez
concha ma.:ina. la búsqueda y la prensión de alimentos. El punzon es u~ util mecanJCa-
La adecuación de las formas naturales, · sin embargo, no es absoluta. mente perfecto y desde fines del Jv[usteriense, que haya stdo de h~teso o
Es necesario remontar a Jos naturalistas preevo!ucionistas y a Bernardin de acero, responde a un yoJumen cilindrocónico propio para re.altzar. J_a
de Saint-Pierre para admitir que Jos vegetales o los animales poseen exac- perforación de !as materias flexibles. Está · incomp~rablemen~e mas pro~t­
tamente la forma más apta a su integración biológica. Basta con seguir el. mo de una fórmula funciona] ideal que la nava¡a con dtez accesonos
hilo de !a corriente paleontológica para ver que !as fo.,mas evolucionan provista de tijeras, sacabotón~ abrelatas, escarbaorejas, -sacacorcho, serruch?,
hacia unas fórmulas funcionales que no se han realizado por completo, punzón y tres hojas de cuchillo. El mono, y el hon;tbre en ~n grado n;tas
sino de una manera aún relativa. Función y forma, igualmente derivante3 o menos igual, se aproxinu mucho más a 1~ nava¡a con dtez ac~esonos
a lo largo del tiempo, están en constante estado de reacciones mutuas. que a! punzón. La masa de criaturas y de ob¡eto~ .se encuentra eq~Iltbra~a
en un mecanismo muy complejo: 1) de la evolucwn de_ cada func10n _han a
Hecho no menos llamativo, en cada estadio, es que la fórmula funcional
formas satisfactorias, 2) del compromiso entre !as dtferentes funciOnes,
está envuelta por un velo "decorativo", lLímese colores, apéndices o curvas
que mantiene las formas en un grado de aproximación mis. o menos ele-
desconcertantes, análogo a! que revisten los objetos humanos, como si en
vado, 3) unas superestructuras heredadas del pasado biológico o étnico que
el hombre la función dcco.:ati,·a respondiera también a un equilibrio no
se traducen en fórmulas "decontivas". El análisis estético funcional no
artificial. La relación de la función con la forma pertenece en realidad ,l
corresponde, pues, frecuentemente sino a la aproximación funcionaL
un orden diferente del de la forma con la decoración; en el animal como
Ciertamente, se puede ir un poco más lejos considerando que_ el valor
en el hombre, el envoltorio no funcional está hecho de supervivencias '
estético global reside en ]a medida en Ja cual las fórmulas _mecár:-!Cas con- . 1

o marcas de un origen filético, que en uno están ligadas a] pasado de la


servan su valor a través del velo de las superestructuras figurativas. Para
especie y en el otro al pasado de la etnia. Que la decoración del ala de la
volver a tomar el caso del asiento, evocado más arriba, jamás se alcanza
mariposa tenga un valor mimético reYiste un orden completamente dife- la expresión de una concha .rigurosamente funcional, pues queda -siempre
.:ente de la adecuación de su ala a] desplazamiento aéreo; esta última es · una cierta plasticidad funcional (si no el_ ~;iento _no convendría más que
reductible en fórmulas mecánicas y posee valor de ley física y !as manchas a un solo individuo y en una sola postcwn postb!e) y 1~ envoltura de
de] ala pertenecen al dominio movedizo del estilo, incluso si, por su per- un estilo, lo que hace del riüs fríamente calculado de los stllones actuales
manencia en la historia de las especies, responden, por razón darwiniana, un producto americano, japonés <? finlandés de. med_iados del siglo ,x?'.
a una función protectora. La decoración humana no ofrece más que una La misma reflexión nace a] constderar el aerodmamtsmo del automovtl,
confirmación del carácter constante de sustitución de la etnia sobre la espe- el cual no es más que una tendencia muy ap~oximada a cuyo alrededor
cie. Los mismos fenómenos tienen Jugar en la persistencia de las marcas gravitan e] estilo global y ]a decoración, con una wan diversidad étnica.
de !a personalidad de! grupo. Es, pues, legítimo separar los caracteres funciOnales para hacer de
La naturaleza de la estética funcional aparece un poco más claramen- ellos un análisis distinto, incluso si esta separación resulta casi incomple-
te al final de esta comparación. Responde, al parecer, a un verdadero deter- ta. En cambio, podría parecer una pura comodidad separar en el_ análisis
. minismo mecánico, más a las leyes de !a materia que a las de Jo viviente, funcional, la evolución de la función, de la forma, de la matena y del
Jo cual explica que su naturaleza sea idéntica en el mundo vegetal, animal ritmo. Un hacha está indicada para cierta función de percusión lineal

292 293 . '


lanzada por su forma, por la piedra, el b.:once o el acero de su hoja y por
el movimiento rítmico que la anima (función del peso relativo y de los
músculos del que la usa). El anilisis de su evolución funcional debería,
por consiguiente, desarrollarse simultáneamente en cuatro planos, .lo· que
prohíbe la linealidad del pensamiento racional y del lenguaje. Si incluso
este obstáculo no existiera, se podría considerar que la función de percu- . ..

.
. .--· .. .. ·
,,
·._

sión lineal lanzada existe también en el machete, que la forma sufre las .-_:-~--. · ....
mismas tendencias mecánicas que los útiles de percusiones lanzadas dife-
rentes como la .azuela, la azada, el martillo, la maza, ·etc ... , que el paso
del sílex al acero es un fenómeno que rebasa de lejos los útiles de percu-
sión lanzada y que el ritmo del hacha es, en una amplia medida, solidario a b '
del de la guadaña o de la mano del mortero a granos. • '
1 i

LA FUNCION Y LA FORMA
En El hombre y la materia, h función de los útiles está relacionada 1

con la tendencia técnica y los di,·ersos grados sin·en para asegurar el nivel
puramente tecnológico y la comp.:ensión de formas cada vez más parti-
cularizadas. Bajo la incidencia paleontológica o histórica, el testimonio de
las . etapas atravesadas por una misma tendencia funcional permite asistir
no solamente a la especialización de las formas sino a verdaderas muta-
ciones, de suerte que la función persiste en mejorarse a través de las for-
mas nuevas. La función representada aún entre nosotros por el cuchillo
d e
(pe.rcusión apoyada oblicua, lineal y longitudinal) en la acción de cortar
no importa qué, ofrece un notable ejemplo, pues la paleontología del cu-
chillo remonta sin lat,runa hasta los primeros objetos (fig. 108). Desde
el defectuoso y pequeño instrumento cortante irregular, el chopper de los
australantropos se pasa al filo del bifacial pesado y luego al de la
raedera. Al inicio del Paleolítico superior, las hojas delgadas cortantes . 1

reemplazan la raedera ovalada y el cuchillo toma una forma que no sufriría


ninguna modificación sensible hasta la aparición del metal. A partir de la
Edad del bronce, adquiere sus proporciones actuales, alcanzando la meta
de su evolución funcional: hoja de canto, fijada en la prolongación del
mango. Pero la función, que había pasado por cuatro y cinco formas pro- o
gresivas, pasa a la máquina y se adapta a la corwersión del movimiento
rectilíneo en movimiento circular en los cuchillos de cinta o en las má- o
quinas para cortar jamón. Una e\'Olución comp1rable podría ser trazada para
numerosos útiles, como la serie que pasa por el buril de sílex para tallar o
el hueso o la madera, por la azuela, el cincel del carpintero o el trombo • •

circular. Los motores mecánicos dan también otra imagen notable de ello. g 1 J
Sin referirnos al paso del motor de pesas al motor de resorte, basta con.
Fig. 108. Evolución del cuchillo. Paleolítico inferior: a) Chopper,
siderar, desde fines del siglo XVIII hasta nuestros días, los primeros mo- b) Bifacial elemental, e) Bifacial Acheliense; Paleolítico medio (al-
tores de pistón y balancín, el pistón a biela y manubrio de las primeras rededor de 100000): d-e) Raspadores, f) Punta levalloisiense; Paleo-
locomotoras, los pistones coordinados por el cigüeñal del motor del automó- lítico superior (35000-10000): g) Punta de Chatelperrón, h) Hoja
vil, los motores de turbinas y los reactores, para medir la importancia Magdaleniense; Edad del bronce (1000 a.c.): cuchillo (Siberia). Edad
del hierro: cuchillo actual (Grecia)
de un fenómeno en el cual las relaciones de la función con la forma apa·
295
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recen bajo una luz diferente, pero complementaria, en relación a la ma- _ la fórmula funcional es notable: variación de la relación entre la longitud
nera como la fo.rma tendía de algún modo a fundirse en la función. y la anchura, de la apertura del ángulo del cuerpo; sutiles diferencias de
La función reaparece allí, pero más claramente, como una simple convexidad o de concavidad de los filos. A través de los constreñimientos
fórmula física, abstracta y despojada de toda base estética, que no sea de la materia se percibe el juego personal del tallador de puntas, que
dependiente de la armonía de las ecuaciones. El "momento" estético se crea alrededor del contorno funcional percibido empíricamente.
-sitúa, en el trayecto de cada forma, en el punto donde ésta se aproxima La misma función puede, de una cultura a otra, envolverse de formas
más de la fórmula: el bifacial muy evolucionado, la raedera muy acabada equivalentes a pesar de estar fuertemente marcadas por la personalidad
o el cuchillo de bronce muy adaptado a su uso peculiar, dejan traslucir global del grupo. Uno de los ejemplos más . notables es el de la dct~tr,
en un grado igual la calidad estética del encuentro de la función y de especialmente destinada a perfora.~ las cotas de mallas o las junturas de las
la forma. armaduras ( fig. 109). Para responder a esta función, el arma debe poseer
Los principios de la estética funcional son tomados de las leyes de la
materia y por ello no pueden ser considerados como humanos sino en •

una medida muy relatiYa. En efecto, el mismo principio según el cual las
formas perfectas responden a unas funciones sencillas se aplica tan bien _
al ala de los pájaros, que tienden a no ser nüs que ,-el eros como el alba-
tros, como a un tipo de lanza únicamente destinado a perforar. Tienden
hoy a ser consideradas como estéticas por el hecho de la impregnación de i
nuestra ciYilización po.r las ciencias matemáticas y físicas, pero son raras
las culturas donde las formas perfectas no han sido consideradas como
a
u f
formas pobres. La hoja de sable japonés es un milagro de equilibrio fun--
cional, más la armería de China, de la India y de Indonesia abundan en
formas atormentadas en las cuales la función se ahoga bajo apéndices y
curvas- destinadas a hacerlas terribles. Con mayo.r frecuencia, las formas
perfectas son formas modestas, desdeñadas por el hecho de su triYialidad
por la imaginación étnica.
Probablemente no deja- de haber razón en esto. La reducción de las
f~rnu~ . en. fórmulas desnu?as hubiera ~ido contrario al equilibrio en la .i

c!IversifJCacwn de las espeoes como etnias. El esfuerzo actual pa.ra luchar


contra la desecación de formas demasiado perfectas es muy significativo
b f
de ello.
Lo que acabamos de decir tiende a relacionar el origen de la forma
co~ una_ búsqueda de coincidencia con la función ideal, pero apareció al
mismo tiempo que, salvo excepción, la aproximación funcional era la regla
normal. Dos tendencias opuestas parecen compartirse las causas de este es-
tado de aproximación. La primera, ajena a la estética, se relaciona con la
teoría del medio fayorable (ver j'lfedio )'. témira.r): ni en base a la mate- e
ria ni a la técnica, el Musteriense podía, a partir de una raedera de sílex IJ
tallado, hacer el cuchillo perfecto; tampoco nosotros podemos realizar el Dagas: a) Tipo europeo inspirado de la espada; b) Tipo iranio ins-
Fig. 109.
c_erebro artificial ideal, que sería probablemente poco voluminoso y .rela- pirado del cuchillo; e) Tipo japonés inspirado del sable
tivamente sencillo. Las formas eficaces están sometidas l}Or consi ouiente
' b '
a una diversidad en el tiempo y el espacio, la cual depende de los estadios
progresivos de las diferentes técnicas. una hoja de treinta a cuarenta centímetros, cuya parte percutiente, muy
~a seg¡_;nda tendenci~ es propi_~mente estética~ puesto que responde a aguda, es de sección cuadrada o romboide. Este ideal funcional fue alcan-
una cJerta l10ertad en la wterpretaoon de las relacwnes entre forma y fun- zado entre el siglo xrv y XVIII en Europa, en el Cercano Oriente y en el
ción. Cuando se examina una serie de puntas de flechas de sílex, del Saha.ra Japón. Las dagas de las tres grandes civilizaciones poseen propiedades
por ejemplo, la extraordinaria modulación de los variantes alrededor de_ prácticamente idénticas en cuanto a la calidad del acero y aptitud para la
'¡i

297 '
1
296
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penetración posible de sus puntas, mas la de Europa es revestida por una


corta espada de doble filo, mientras la del Cercano Oriente calca la forma
de un cuchillo recto y la del Japón adopta la curva de un sable corto.
Evidentemente, se podría demostrar que ninguna de las tres responde com-
pletamente al ideal teórico de penetración y se debe recurrir a la noción
de aproximación funcional para caracterizar una respuesta a las exigencias
contradictorias de satisfacción mecánica y de sello del medio propio del ' '
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grupo. A este respecto, puede considerarse que los autos de carrera ingle- '
ses, italianos y americanos están en estado de aproximación funcional,
'
puesto que conservan un estilo étnico pese a las exigencias del aerodina- · 1'

1
mismo que deberían hace.rles idénticos. No menos notable es ver hasta '
'
qué punto los cohetes y los satélites americanos y rusos, pese a los cons-
treñimientos funcionales muy rígidos, llevan el reflejo de las culturas de
las cuales emanan.
Estos ejemplos hacen resaltar hasta qué punto la estética funcional
y la estética figurativa se compenetran en los objetos emitidos por cada
cultura. Teniendo en cuenta el nivel técnico, la función ideal se encuentra
muchas yeces muy cercana de su realización en numerosos objetos, los
cuales conserYan, sin embargo, un estilo, insinuándose en el margen estre- '1
cho que la función deja disponible a la fo•ma.
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LA FORMA Y LA lilA TEIUA
..... •. •
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1

Toda fabricación es un diálogo entre el fabricante y ]a materia, abrien- .• '


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do un nuevo margen de aproximación funcional. Si se toma el ejemplo del •
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!1Jcha o de la azuela, considerando alrededor de ocho mil años de su •

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historia, Ja relación funcional entre forma y materia aparece con una gran •
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nitidez ( fig. 11 O). El hacha de piedra pulida y la segur de acero respon- ••

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den a la misma fórmula idea]: la de un filo rectilíneo corto, portado •

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longitudinalmente por un mango que puede dar una aceleración notable, •


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y por una cabeza bastante pesada para que la Yelocidad de imp.:tcto co- •
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rrespond.:t a una masa susceptible de hacer penetrar el filo en la ma- •
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dera. La fórmula ideal parece haber sido realizada de inmediato, pues las •
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hachas neolíticas cuyo mango conocemos, son ya perfectas en cuanto a b •• :':


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. longitud del mango, el peso de ]a cabeza y el ángulo del filo. Sin •
•• •

•• •

embargo, múltiples problemas se plantearon pa.:a orientar eficazmente un • ••

••• ••
filo de piedra pulida, para evitar el desmangamiento, para obtener •
••
••
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una insinuación profunda sin atascar la hoja, la cual no podía ser perfo- •
-. . -· ••

rada por un hueco de enmangamiento sin perder algo de su solidez. Otros d e f


problemas se plantearon en la Edad del bronce, .•ecibiendo soluciones pro.
pias a la técnica del fundidor mediante las hojas con alerones o con ojo. Fig. 110. Adaptación funcional del hacha: a) Nueva Guinea, hoja de piedra
con vaina de madera. b) Borneo, hoja de hierro amartillado fijada por liga-
Otro tanto sucedió con la aparición de la metalurgia del hierro, la cual dura. e) Rodesia, hoja de hierro enmangada con seda. d) Edad del bronce,
implicaba ya no la fundición sino la forjadura de la hoja. De suerte que, hoja de bronce con alerones previniendo el desmangamiento. e) Edad del
resuelta desde su origen, la fórmula funcional se ha materializado en una bronce, hoja con ojo. f) Moderna, enmangamiento con cuello forjado
continuación de formas adaptadas a las materias primas sucesivas de la
hoja. Allí no se trata de una lenta búsqueda de los medios para satisfacer

298 299 1
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'

cuyo aspecto y tacto, valorizados estétic::tmente, son la consecuencia del


una función, pues antes de existir el hacha los árboles debían ser derriba-
vínculo entre la función y• la materia utilizada.
dos con el fuego y la raedera; como posteriormente al hacha, son derri-
bados hoy con la ayuda de la sierra con cadena motorizada, lo cual prueba Así, estética funcional, estética fisiológica y . estética figurativa for-
que la solución "hacha" es una etapa homogénea. No se trata tampoco de man un verdadero ciclo en los productos de la industria humana que no
una interferencia entre la figuración y la función mecánica, pues se han son obras puramente figurati\·as. El vértice de la combinación· cíclica es tí
encontrado hachas del mismo tipo fácilmente ·reconocibles por su estilo, marcado por el de las categorías a que pertenecen los productos; mas,
en el Neolítico de Europa, en América india y en Oceanía actual, lo cual normalmente, cada una de ellas, así sea en estado de esbozo, trae su aporte
prueba que en la forma de un útil interfieren tres valores: la función a la percepción estética.
mecánica ideal, las soluciones materiales de la aproximación funcional se-
gún el estadio técnico y el estilo, que es propio de la figuración étnica. LOS RITMOS
La misma búsqueda del triple aspecto de la estética de los productos
de la industria humana se ajJlica a todos los dominios de la tecnología, en Lqs ritmos son creadores del espacio y del tiempo, por lo meno3
unas proporciones que hacen jugar con nitidez el carácter ambivalente de para el sujeto; espacio y tiempo no existen como vivido sino en la medida
Ja función. En algunos casos, como en el del punzón, la forma es alcan- en la cual son materializados en un envoltorio rítmico. los ritmos tam-
zada de inmediato y sólo se ap:ecia la lenta travesía de Ja forma a tra\'és bién son c:eadores de formas. Lo dicho más arriba sobre la ritmicidad
de materias cada vez más eficaces.· En otros casos, como en Ja cerámica, muscubr se aplica a priori a las operaciones técnicas que acarrean la re-
la materia ·no opone muchos obstáculos a ]a función y el juego principal petición de gestos a inten·alos regulares. Un gran número de estos gestos
se desarrolla . entre la función pura y el estilo. Cuando se trata de con- se relacionan con el martilleo que se observa tanto entre los pájaros ro m-
juntos multifunciona!es, el análisis es más difícil, como es el caso, por pedores de moluscos o de granos como entre los que buscan su comida
ejemplo, de la ciudad. Sin embargo, en el plano, las proporciones de Jos en las cortezas, pero que es excepcional en los mamíferos, incluso entre los
edificios, la naturaleza del casco, la repartición de los barrios, permite grandes monos. U na de las características operatorias de la humanidad,
discerni.~ bastante claramente entre una ciudad maya, una ciudad mesopo- desde sus primeros est:1dios, h.1 sido la aplicación de percusiones rítmicas,
támica, una ciudad medie\·al o una moderna, lo cual corresponde a la largamente repetidas. Esta operación, incluso es b única que marca la en-
fórmula teórica y va en relación con Jos dos márgenes de la aproximación trada en la humanidad de los australantropos, puesto que h,t dejado como
funcional y de ·¡a simbolización fit,TLJrati\·a. En efecto, una ciudad es a !a vestigios Jos choppers de guijarro fragmentado y las bolas poliédricas m.·
vez un instrumento sometido a unos poderosos constreñimientos materiales ciclas de un la.~go martilleo. Desde un comienzo, las técnicas de fabrica-
y, como lo \·eremos luego, ]a imagen simbólica del universo. ción se sitúan. en un ambiente rítmico, a ]a vez muscular, auditivo y vi-
Es difícil sostener otra separación que la teórica entre la fomu y la sual, nacido de la repetición de gestos de choque. El movimiento de ase-
m:~teria, tanto sobre el· plano funcional como el figurati\·o, sencillamente rradura debe ser contemporáneo, puesto que el martilleo del guijarro está
porque las formas racionales y las formas consider:tdas bellas toman mu- destinado a darle un filo y el del raspado no debe ser mucho menos
chas \'eces las mismas fórmulas físicas. En la alfJrería, una esfericidad rota antiguo. El martilleo rige unas percusiones lanzadas y el serrado o el
con habilidad hacia la abertura o hacia el fondo, responde a la vez al juego raspado mandan percusiones oblicuas apoyadas (ve.~ El hombre y ftt ma-
de la función. y al del gusto; la · simetcía ligeramente desviada de un teria), que han formado una parte esencial de las técnicas hasta nuestros
bifaci:ll evolucionado está mecánicamente justificada, pero además deter- días y en todas las culturas.
mina una estimación estética de las formas. La esfericidad, la simetría, la Al pisoteo que constituye el cuadro rítmico de la marcha, se agrega,
planeidad o las superficies cun·as son a la vez racionales en cuanto a la pues, en el hombre, la animación rítmica del brazo; mientras el primero
función y seductoras más allá de la función. Esta· ambigüedad estética es rige la integración espaciotemporal y se encuentra en la fuente de la
aprovechada ·en . ciertas obras de arte actuales, como en las máquinas de animación en el dominio social, el movimiento .rítmico del brazo abre una
Giacometti o de Tinguely, ensamblajes mecánicos sin función razonable. salida distinta: la de una integración del individuo en un dispositivo
La materia misma puede ser ligada a la función sin relación inmedia- creador, ya no de espacio y de tiempo, sino de formas. la ritmicidad del
ta con la forma; es el caso de los cuerpos con función envolvente. La paso ha llegado finalmente al kilómetro y a la hora; la ritmicidad manual
superficie de una cerámic:t, según que se b1te de un recipiente gi(Tante ha conducido hacia Ja captura y la inmovilización de los volúmenes, fuente
para. contener grano, de un recipiente para guardar agua fresca o d~ un de ~ma reanimación puramente humana. Desde el ritmo musical, todo
recipiente impermeable, ofrecerá superficies de aspectos variados: granado, en tiempos y compases, al ritmo del martillo o de la azada, todo de pro-
poroso o liso, de carácter directamente funcional, los cuales .~ecurrirán a creación de formas, inmediatas o diferidas la distancia es considerable
unas referencias tomad:ts de la· estética fisiológica. Sucede igual con ]as '
puesto que el uno es generador de un compmtamiento que traza simbó-'
cortezas, los cueros, las pieles, Jos tejidos o las materias plásticas actuales,
301
300
. -··· ·-. -- -----

licamente la separación del mundo natural y del espacio humanizado,


mientras que ·el segundo transforma materialmente la naturaleza salvaje
XIII
en instmmentos de la humanización. Uno y otro son estrictamente com-
plementarios, pero, como lo hemos visto en el capítulo donde se h_abló
de la ascensión prometeica (cap. V), uno y otro no ocupan la m1sma
posición en la escala ·de los valores. La música, la <:fanza, el teatro, las LOS SIMBOLOS DE LA SOCIEDAD
situaciones sociales vividas y representadas en pantom1ma pertenecen a la
imaginación, es deci,r, a la proyección ·sobre la realidad de una luz que
ilumina humanamente el desarrollo vulgarmente zoológico de las situacio-
nes humanas; son el ropaje de comportamientos sociales e interindividuales
que se inscriben en las norma~ biológicas más generales; s01: _la propiedad
íntima del lenguaje en la med1da en que se opone a la tecniCidad manual.
El ritmo técnico no tiene imaginación, no humaniza unos comportamientos
sino la materia bruta. Mientras que los ritmos figurativos han hecho desde
milenios entrar la Luna y Venus en d círculo del mundo regido por el El gesto técnico es creador de formas sacadas del mundo inerte y listéis
hombre, convirtiéndolas en actores tranquilizadores en ·la vasta escena para la animación. La flech:J. existe sólo en el ti.ro al arco o en todas las
donde el hombre crea y deshace sus dioses, los ritmos técnicos, todavía imágenes de movimiento sugeridas por ella; el ágora es más que una su-
están afanados en penetrar penosamente los primeros espacios siderales. perficie vacía en la medida en la cual la sociedad encuentra en ella el es·
Sin embargo, la lenta in,-asión de lo técnico ha colocado poco a poco la pacio de donde se desarrollan los hilos de su il).tegración universal. El
imaginación en una situación nue,·a; la trituración prog.:esin del pensa- hombre es hombre solamente en la medida en la cual él existe entre sus
miento mitológico (cap. VI) ha conducido durante varios siglos a las so- semejantes y lleva el ropaje de los símbolos de su razón de ser. Desnudos
ciedades mis evolucionadas en el camino del "arte por el arte", disimu- y tiesos, el sacerdote jefe y el vagabundo no son más que cadáveres de
lando la crisis de la figuración. En el momento actml, los individuos están mamíferos superiores en un tiempo y un espacio sin significación, po.rque
impregnados, condicionados por una ritmicidad que ha alcanzado el estadio ya no son el soporte de un sistema simbólicamente humano. Las danzas
una mac¡uinización (más que de una humanización) prácticamente total. de los muertos en la Edad Media dan una honda resonancia del contraste
La crisis del figurativismo es el corolario del dominio del maquinismo, existente entre la realidad biológica, donde lo espiritual y lo zoológico se
y los capítulos sif:,'llientes abordarán reite:radame~1te __ el problema de la _su· confunden, y el aparato simbólico de la vida social del hombre. La vida
per,-ivencia de un tiempo y d~ un espacw dem1stlf1cado;;. E_s bastante· 11:1- de los animales aparece a lo largo del hilo de la especie genética; la vida
presionante Yer que en las soCiedades en .!as cuales la, c1enoa y el traba¡o de los grupos humanos no puede afrontar la sustitución del orden étnico
son valores que excluyen el plano metatJsJCo, los mas grandes esfuerzos al orden genético mis que bajo el manto de un tiempo, de un e_spacio y
tienden a sah·ar el figurati,·ismo transponiendo los valores mitológicos: de una sociedad enteramente simbólicos, interpuestos como la .nbera de
pintura histórica, culto de los héroes del trabajo, deificación de la máqui- una isla entre la estabilidad necesaria y el movimiento anárquico del mundo
na.. Parece, en efecto, que un equilibrio tan constante como el que coor- natural.
dina desde los o.rígenes d papel de la figur:1ción y el de la técnica no puede
ser roto sin poner en entredicho el sentido mismo de la aventura humana.
LA DOMESTICACION DEL TIEMPO Y DEL ESPACIO
El hecho humano por excelencia es tal vez menos la creación del útil
que la domesticación del tiempo y del espacio, es decir, la creación de
un tiempo y de un espacio humanos. En efecto, útil y lenguaje son los
atributos de un gmpo zoológico nuevo, cuyo primer grado actualmente
conocido es el australantropo, el cual tiene aún toda su ascensión por hacer
a fin de alcanzar el escalón sa;piem. Un poco antes de llegar allí, las pri- ,l

meras huellas del simbolismo gráfico asoman en los últimos paleantrópidos.
Entre· fines del Musteriense y el Castelperroniense, 50.000 a 30.000 antes
de nuestra era, aparecen simultáneamente las primeras habitaciones y los
primeros signos grabados, simples alineamientos de trazos paralelos.

303
302
Es poco dudoso que la construcci~n de abrigos .renionte mucho más lamente al desarrollo del útil, atestiguado por los vestigios de la industria
lejos, pero resulta singular que las primeras casas conservadas, coincidan fósil, es posible evaluar el .ritmo de evolución del lenguaje de los antró-
con la aparición de las primeras representaciones rítmicas. La integración pidos desaparecidos, Aparentemente es más fácil que para el lenguaje-,
en un espacio y un tiempo conc.!etos es común a todo lo viviente y ya se volver a encontrar ·Jos vestigios en el suelo del paso de un espacio acep- ·
ha hecho alusión a ello a propósito de la estética fisiológica; entre los tado a un espacio construido; en realidad, las etapas son más difíciles de
animales, esta integración se traduce de diferentes maneras, pero en par- trazar. Esta dificultad depende, primero, del hecho que la construcción de
ticular en la sensación de seguridad por la inclusión del individuo en el abrigos es común al hcmbre y a numerosos animales, muy distinto al caso
espacio y el ritmo del rebaño, o en las reacciones al interior del períme- del útil y del lenguaje. Depende también de la insuficiencia de las fuentes
tro de seguridad, o más aún por la inserción en un .refugio cerrado, per- arqueológicas: los hábitats bien conservados anteriores al homo sapiens son
manente o temporal, como un nido o una madriguera. En el hombre, en escasos y pocos de ellos hJn sido, hasta aho.ra, excavados con bastante
la base del bienestar moral y físico está la percepción absolutamente ani. precisión como para asegurar documentos muy detallados. Lo poco que
mal del perímetro de . seguridad, del refugio cerrado, o de los ritmos se sabe es, a pesar de todo, suficiente como para dem.ostrar que un cambio
socializantes; no reviste utilidad buscar una vez más un corte entce el ani- profundo se ha producido en el momento que coincide con el desarrollo
mal y el humano para explicar la presencia, en nosotros, de sentimientos del dispositivo cerebral de las formas próximas al homo sttpiem así como
de fijación al ritmo de la vida social y al espacio habitado. Exactamente con el desarrollo del simbolismo abstracto, y, en fin, la diversificación
· >como la mano está presente desde el mono, sin que sea cue{tión de tecni- intensa de las unidades étnicas ( figs. 111 a 113). Estas constataciones
cidad en el sentido humano, exactamente como los signos vocales están
presentes en un nivel donde no puede ser cuestión de lenguaje, la percep-
ción espaciotemporal existe desde la base y sif,'lle sin ruptura las etapas
de la humanización. En los capítulos III y VI hemos visto cómo, paraJe-

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Fig. 112. Hábitat Musteriense en una galería alejada de la gruta del


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Reno en Arcy-sur-Cure
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arqueológicas autorizan a asimilar, a partir del Paleolítico superior, los
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fenómenos de inserción espaciotemporal al dispositivo simbólico, siendo
el lenguaje su instrumento principal; corresponden a una verdadera toma
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de posesión del tiempo y del espacio a través de símbolos, a una domes-
ticación en el sentido más ·estricto, puesto que terminan en la creación,
en la casa, y más allá de la casa, de un espacio y. un tiempo domesticables.
Esta "domesticación" simbólica conduce al paso de la ritmicidad na-
-P.¿, tural de las estaciones, . de los días y de las distancias de marcha a una
[/0 ll
ritmicidad regularmente condicionada en la red de los símbolos del ca-
lendario, los horarios y los sistemas métricos, que hacen del tiempo y del
Fig. 111. Emplazamiento de tienda o de choza; Musteriense (anterior espacio humanizados la escena sobre la cual, el juego de la naturaleza
a -40000). La huella de esta habitación, descubierta en la URSS, en
1\folodovo, está marcada por un círculo de restos de animales está regido por el hombre. El ritmo de las cadencias y de los ·intervalos
¡ '

304 305 .
1
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manizado y sociedad es percibido a tal punto, que desde siglos el individuo


X B e o
.. ' .
que pretende volver a encontur su equilibrio espiritual no. encuentra, a
o ••••••
•• • •
través de las ciYilizaciones, otra salida que no sea la de ir al monasterio
•• y, m:is allCt, haci:l. las cn·ernas y el desie.cto, terminando como Simeón
Estilita o el Bonddhidharm~l, en el doble rechazo del tiempo y del espacio
en la inmovilización contemplativa.
13
EL TIEMPO

La separación del espacio y del tiempo es una convención puramente


técnica o científica y cuando se dice que l\{oscú est:i a tres horas y media
de vuelo de París, uno rinde cuenta de una realidad mis rica que haciendo
alusión a los 2.500 kilémctros que las se¡xuan. Realidad más rica, porque
engloba de un golpe tod~1 um civilización vivida, como en 1800 se podh
•• o o •
• o ••• decir que Lyon estaba a cinco dbs de París. En el mismo concepto, la hora
••
••
••·- ... •. ........ ..!:?;:""'
'
11
leích en un reloj Jiga al tiempo b situación espKial de las agujas. Si es
C> posible habbr de tiempo, en el plano etnológico, es por simple abst.cacción,
como de uno de Jos dos polos del ritmo.
Los primeros t::stimonios de una expresión rítmica son fragmentos de
hue'o o de piedras marcad·os de incisiones regularmente espaciadas que
aparecen hacia fines del Musteriense y que, h~1cia 30.000, en el Castelpe-
o
·- ,_,-··- .
9
~

.:_:_::::i/ rroniense, son ya muy abundantes ( fig. 82). Entre todas las hipótesis que
... • o ••
• • • o.
•• o ••

se pueda formular en relación a ellas, hemos \'Ísto que la que me parece
la m.ís verosímil es que est1s series de trazos respondían al ritmo de
• • • • •• o

las palabras. En efecto, es muy difícil imaginar que hayan expresado


8 unas distancias y nada, cuando se estudia numerosos testimonies, viene a
apoyar una hipótesis que les daría un valor contab!e. No es imposible, pe·
ro es indemostrable, que est1s series de trazos hayan representado el ritmo
esenci,t! de b vida aninul: el del corazón. Cualquiera c1ue sea su sentido,
estos documentos, alejados por numerosos milenios de distancia de los
7 primeros sistenns de m~didJ, aportan el testimonio de la primera apren-
sión de ritmos a internlos regulares. En tanto que ritmos regulares, el
mundo natural no ofrece mucho mCts que el de las estrellas, el de las esta-
ciones y de los días, el de la marcha y el del corazón, los cuales son diver-
6 sidad de grados que dan a la noción de tiempo la prioridad sobre la de
espacio. A estos ritmos se sobrepone b imagen dinámica del .ritmo creado
por el hombre y modelado en sus gestos y sus emisiones vocales, y luego,
Fig. 113. Emplazamiento de chozas construidas bajo el porche de la gruta del Reno en fin, el trazo gráfico fijado por la mano sobre la piedra o sobre el hueso.
en Arcy-sur-Cure. Castelperroniense (alrededor de ·3500of
(Leer, para los metros: 6 .... 12) En el hombre, el tiempo es una medida ambigua porque los ritmos
naturales son compartidos por el conjunto de la materia viviente. la me-
dida del tiempo vivido hace referencia a unos fenómenos extraños a la
regularizados se sustituyen a la ritmicidad caótica del mundo natural y se medida misma y en relación a ello el estudio de los sistemas de calenda-
vuelve el elemento principal de la socialización humana, la ima<>en misma rio es sorprendente. El encademmiento complejo de los movimientos de
de la inserción social, al punto de que la sociedad triunfante }~ no tiene los astros ha dado origen, en todas . las civilizaciones agrícola-pastorales, a
por cuadro más que cuadrículas de ciudades y de carreteras, donde la ho.ra sistemas de referencia astronómica, los cuales tienden, tanto en los Mayas
rige el movimiento de los individuos. El vínculo entre espacio-tiempo hu- como en Jos Chinos, los . Egipcios o los Romanos, a ordenar geométrica·

306 307
n:;n~e el paso de Jos años en una red fijada por la posición espacial, pe- grandes religiones la marcha normal del universo reposa sobre la pun-
nodicamente asegurada, de algunos astros principales. los esfuerzos hechos tualidad de los sacrificios, los religiosos han sido los primeros, desde el
para asegurar la ~egula.ridad de ~a red calendaria son inseparables de los alba de las civilizaciones del· Antiguo y del Nuevo Mundo, en dividir el
progresos en el calculo del espaoo y en el de las cantidades. la medid~1 tiempo en tajadas idealmente innriables, y por ello han sido los partida-
del grano y de los rebaños, la integración arquitectural del mundo son rios de los meses, de los días y de las horas. Es tan sólo recientemente,
mucho más det_e_rminantes en la ela?oració_n de una medida del ti~mpo con la integracién de las masas en un mecanismo social, cuando el des-
que la conc~pc1on abstracta de penados 1dealmente equivalentes. Si se mayo del especialista acar.~ea el desorden colectivo, que el tiempo simbólico
hace abstracoón de _los especialistas del tiempo que aparecen en e] momen- ha tomado un valor absolutamente imperativo. En los capítulos preceden-
to cuando se constituyen los primeros conjuntos urbanos ]a noción fun- tes, hemos constatado varias veces que las líneas de liberación de las di-
damental de duración _es entendida, tan s?lo a_ tcavés de' ]a repetición de ferentes facultades llevaban todas hacia el perfeccionamiento acelerado, no
~roductos o de op_eracJOnes d~ caracter ntal. El calendario de los primi- del individuo como tal, sino del individuo como elemento del superorga-
tivos o de los agncultores, te) 1do· por el tiempo mítico, es un ciclo mar- nismo social. Expresado mil veces por los sociólogos de las tendencias más
cado por el ~uevo c_omienzo de ta~ caza, ]a madurez de tal planta 0 1a diversas, este hecho se desprende de la existencia, paralela con la evolu-
labr~~za; en el, el t1empo es un t1empo concreto, operatorio, en el cual ción biológica, de la corriente de evolución material, nacido del hombre
partJcJpan los cuerpos astronómicos bien sea como coactores en la vasta en el momento cuando el lenguaje ha traspasado los límites de lo con-
máquina tecno.~religiosa o como dispensadores alejados. El regreso perió- ueto. Ha conducido a la exteriorización del útil (ya desde hace mucho
dico de la foca entre los Esquimales o la resurrección del arano entre Jos realizada én tanto que condición fundamental), a la exteriorización del
agricu!t~res, dan lu_g:u a _un simbolismo _temporal en el cual el pensamien- ·.
músculo y luego del sistema nen·ioso de relación. El tiempo se exterioriza
to rellg10so se apl1ca pnmero a Ja reabdad operatoria. Es en un estadio sobre una vía paralela, sincrónicamente, y se torna en la rej<t ante la cual
ya muy urbanizado de hs sociedades agrícolas cuando se desarrolla no so- los individuos quedan bloque:J.dos en un momento en el cual el sistema
lamente la medida abstracta ~e~ tiempo, sino la ideología que da a los de relación reduce el plazo de transmisión en horas, luego en minutos
g.candes ~st_ros el pa}:el de dn·m1dades suprenus. No es por casualidad y finalmente en segundos. En los sectores donde el límite ha sido alcan-
que los \'!aJeros del s1glo XVIII prestan sin \'acilación la adoración del Sol zado, el individuo funciona como una célula, como elemento del progra·
y de los ast~os a _casi todos los pueblos encontrados por ellos, mientras ma colectivo, en medio de una red de señales, que no solamente rige sus
que en la m1sma epoca nuestro calendario re,·olucionario trata de rehcio- gestos o el desencadenamiento de su pensaminto eficaz, sino que controla
nar el tiempo a las operaciones· de la vida agrícola y técnica. Por. um su derecho a la ausencia, es decir, sus tiempos de reposo o de descanso.
parte, 1~ _Imfo,~tancJa ~xtraordinaria que, t01:1a la miquina astronómica y El primitivo compone con el tiempo, el tiempo social perfecto no com-
las tra?JC!ones mdenanas de la astrologJJ, Impregnan el pensamiento de pone con nadie ni con nada, ni incluso con el espacio, puesto que el
los fdosofos, por 1gual la tradición práctica del aiio operatorio se impone espacio no existe más que en función del tiempo necesario para recorrerlo.
como el antídoto del tiempo de los dioses. . El tiempo socializado implica un espacio humanizado, integralmente sim-
, . la individ.ual~z~ción del tiempo es el. reflejo . de la integración pro· bólico, así como día y noche caen en horas fijas sobre unas ciudades cuyos
f::,rcsn a de los mdiYiduos en el superorgan1smo soCJa!; poco a poco en el invierno y verano están reducidos a unas proporciones medias y donde
curso de la~ decenas de mi!en.ios, una trariu simbólica, muy laxa p~imero, las relaciones entre los individuos y su luga.~ de acción son instantáneas.
se ha_ sobre1mpuesto. al mo\'JI11Jento complejo y eLístico del tiempo natucal. Una parte solamente de este ideal ha sido realizado, pero trátese solamente
la v~da de los a~m1ale_s no está menos regulada que la del campesino de imaginar el alumbrado, la calefacción y los transportes públicos de las
del. s1glo pas~do, de P!e con el sol y acostado con las gallinas"; ambos ciudades de hace un siglo, para darse cuenta del hecho que una parte
se m te gran aun e_n 1~11 cJclo en el cual se esLJblece un tri iJle acuerdo entre importante del camino ya ha sido recorrido.
la naturaleza? el mdl\'!duo y 1~ sociedad. Mas aquello que fue verdadero
para_ el med1o rural ~asta el siglo XX no lo es desde hace siglos para el
EL ESPACIO HUMANIZADO
medio urbano, y particularmente para las fracciones más socializadas co·
mo son las clases religiosa y _milit~r. Para ellas, del. tiempo abstcact~ de- El hombre pertenece a la categoría de los mamíferos que pasan una
p~nden_ la marcha y la supen·IvencJa del grupo social. Su integración mo- pa.rte de su existencia en un abrigo artificial. En esto difiere de los monos,
tnz e ~ntelectua] se apoya en una red rítmica rigurosa, materializada por de los cuales Jos más evolucionados limítanse a arreglar someramente el
lo: rep1ques ?e. campanas y lo~, toques de las trompetas, que son, a la vez, lugar donde pasan una noche y se acerca a numerosos roedores que po-

senaJ~s de cod1go de mtegrac10n_ y e_tapas d~l tiempo. Agarrados por la seen una madriguera a veces muy elaborada, madriguera que es el centro
neces1dad de mantener la supernvenoa colectJn, puesto que en todas las de su territorio y frecuentemente el lugar de reserva alimenticia. El com-

308 309
... - ···~·· .. · - · - - - · - - ·-- --

po~tamie;1to de territorio, d~l homb:e ha sido abordado en el capítulo V, rona de placas de piedra con forma de embaldosado; al exterior del círculo,
ba¡o el angula tecnoeconomico; aqm se planteará la cuestión de la imagen unos huecos verticales recibían unas grandes defensas de mamut, que cons-
humanizada del territorio. . tituía el armazón. Todo el espacio está cuidadosamente conservado; al
No ~e poseen siquiera informaciones fragmentarias sobre ]as auroras exterior se encuentran algunos montones de voluminosos restos y, vertidas
de! espacw humanamente organizado. Los austra!antropos aún no han li- en la pendiente, las "basurJ.s" o pequeños montones de cenizas mezcladas
br~do un hábit~t. que haya sido estudiado en detalle; Jos sinantropos han con desechos de sílex y pequeños fragmentos de huesos. El primer puntó
de¡ado sus vestigiOs en una caverna concrecionada donde ]a observación a en la evolución en el cual aparece ]a figuración es, pues, igualmente,
duras penas ht:~ie:a sido realizable; de suer~e. _que !1as~a _los pa!eantrópidos cuando el espacio de hábitat hace abstracción del caos exterior. El papel
no se sabe practJca1:1e:1t_e nada. ~n~ trachcwn oentJfiCa tenaz pretende del hombre como organizador del espacio aparece allí en un arreglo sis-
que el. hom~,:e pr_tlmtonco haya vivido en las cavernas; si fuese exacto, temático. Este ejemplo, que es el más viejo, está confirmado por numerosos
ello onentana haoa paralelismos interesantes con el oso o el tejón omní· emplazamientos de tiendas o de chozas descubiertos en Moravia, en Ucra-
voros y plantígrados como él. Es más exacto pensar que el hombr~ se ha nia, en Rusia, vestigios de habitaciones circulares o alargadas, con sus fo-
aprovechado a ve:es. de las cavernas, cuando eran habitables, pero que de gones y las fosas para huesos. En Jos últimos años, en· Francia, excavacio-
una 1;1anera est~distJcamente aplastante, siempre ha Yivido al aire libre, y nes más precisas que las del pasado, han permitido · descubrir restos de
tan. solo a par~1r de cuando los documentos se ton1Jn accesibles, en unos habitaciones similares, construidas en las grutas o en el pórtico de refugios
abngos construidos. bajo roca. En fin, muy recientemente, fue descubierto en Pincevent, cerca
, o Los documentos son .raros, p~ro s~, encuentran situados muy favora- ele Montereau, un conjunto muy vasto de campamentos magdalenienses.
b emente en el momento de Ja artJculaoon de los paleantropos y el homo La organización del espacio habitado no es solamente una comodidad
.r:¡p;ens, de , u~ a y otra parte del momento cuando aparecen los primeros técnica; es, al mismo título que el lenguaje, la expresión simbólica ele
s1mbol?s graf1cos. Se puede, pues, razonablemente admitir que los h:íbitats un comportamiento globalmente humano. En todos los grupos humanos
mmtene:1s~s repres~ntan d último . t~n:1ino de la ev~l~!Ción del espacio de conocidos, el hábitat responde a una triple necesidad: la ele crear un medio
los antrop1_d?s arca1cos y qae los hab1tat dt! PaleolitiCo superior materia- técnicamente eficaz, la de asegurar un marco al sistema social y la de po·
lizan el Inicio de la fase actuaL · ner orden, a partir de allí, en el universo circundante. La primera de estas
Se conocen con precisión tres hábitats musterienses: uno al aire libre propiedades corresponde a la estética funcional y ha sido abordada ante-
en 1\:olodovo, a orillas del Dniestro, y dos. en caverna, en !as grutas d~ riormente: todo hábitat es e\·identemente un instrumento y, por este hecho,
la H1ena y del Reno, en Arcy-sur-Cure, en la Yonne. Difieren b:J.stante en está sometido a las reglas de la eYolución de las relaciones de la función
su _forma. El de la U.R.S.S. ( fig. 111) es un emplazamiento circubr con y la forma.
CJSI ?cho metros de di:ímetro, que debe representar la implantación de
u_na t1end:J.. o de una choz~; el de la gruta de la Hiena ocupa una sala de
EL ESPACIO SOCIAL
~meo. a se1s metros de d~ametro y e! de la ~.:uta del Reno, una p:1rt·e de
balen a de dos ~11etros de ancho por cmco J. se1s metros de largo ( fig. 112). Un siglo de sociologí.1 ha valorizado el hecho de que la habitación,
Po~ el con_tra_no, estos tres lübitat ofrecen similitudes notables entre sí: o más ampliamente el h:íbitJt, es el símbolo concreto del sistema social;
~st:.n con~tJtUJdos P?r un área central donde se encontraban los fouones el plan del campamento bosquimano o indio del Suroeste, el de las aldeas
arca rebtJvamente libre de restos de animales y .rica en utillaje de Piedra: de Amazonas o de Neocaledonia (figs. 114, 115, 116) al expresar los
rodeada de un rodete espeso de huesos raspados y triturados. Abstracción cortes entre las familias y los clanes en la disposición topográfica, son unos
hecha d_e la construcción que debía existir en MoJodoYo, ]a reconstitución ejemplos clásicos. Por otra parte, basta con hojear un directorio de las
del con¡t:n;o conduce a un cuadro bastante pobre: e] hombre de Nean- profesiones para darse cuenta de que París entra en la misma regla de una
derthal \'In a rod_eado de las_ ?samentas de su caza, que apartaba para pro. manera aún muy ajustada.
Cl1'arse un espaciO donde Yl\'Ir. Sería particularmente interesante buscar el punto en que aparecen en -
El contra;te co:1 los Mbitat de los alrededores de 30.000 es sorpren- el hábitat las primeras huellas de! funcionalismo social, y en particular T
dente. Los mas ant1guos s~n aquellos del período de Castelperrón de la buscar la coincidencia eventual entre la organización socioyspacial y ]a
gruta dr;l R~no en Arcy (f1g. 113), tanto más fáciles de comparar' cuanto evolución tecnoeconómica. Los documentos de ]a remota prehistoria son
que estln_ Situados e_n e] mismo Jugar que uno de los precedentes. Son completamente oscuros: en Ja guarida de los musterienses no se percibe
emplazamientos de tiendas construidas a la entrada de la caYerna. Cada trazo alguno que pueda razonablemente indicar unos cortes sociales. Los
uno, de ellos forma u~ círculo de tres o cuatro met:os de diámetro, con hábitats del Paleolítico superior abren perspectivas mejores: a pesar de su
un arta centra] de arcilla despedregada y apisonada, rodeada de una co- estado de conservación generalmente muy deficiente, su carácter o.rgáni-

310 311
camente construido y ]a diYersidad de Jos objetos deberían asegurar alguna
luz. Existe un caso casi ideal: el de ]as habitaciones de] Paleolítico supe-
rior de Mal'ta, en Siberia ( fig. 117). Se trata de unos emplazamientos
de tiendas extraordinariamente bien conservadas, en Jos cuaJes el excava-
dor, M. M. Gerasimov, ha podido verificar ,repetidas veces que Jos. fogones
de derecha y de izquierdJ de cJdJ hJbit<~ción estaban rodeados de objetos
diferentes: cerca de uno, !Js estatuillas femeninas, los punzones de coser,
Fig. 114. Implantación de un las raederas para trabajar bs pieles, y cerca del otro, ]as estatuillas de pá-
campamento de cazadores bos- jaros, ]as azagayas, los cuchillos, Jos punzones grandes. Por Jo menos en
quimanos. 1) Arbol central de-
E- un caso se constata que al ni\·e] de la economía primitiva ·las dos Üaccio-
~3-0 bajo del cual se reúnen los hom-
bres y donde descargan las nes complementarias de b pareja se expresan topográficamente por ]a se-
presas; 2) Fuego de los hom- paración entre Jos mobiliarios del hombre y los de ]a mujer. El campamen ·
(; 10 bres; 3) Choza del jefe; 4) Cho- to de Jos Bosquimanos actmJes refleja una organización sociofuncional
zas de las parejas y de las mu-
4 0 u5
chachas púberes; 5) Choza de
las muchachitas; 6) Choza de
muy cercana ( fig. 114), con el fuego colectivo de Jos hombres y el fuego
de cada mujer, ]as chozas de las parejas, ]a de las muchachitas y la de
·4 Ú UU los adolescentes; 7) Choza de
las muchachas en visita; 8) Cho-
los adolescentes. la topografía de Jos igJoos de matrimonios esquimales
4 1 4 4 za de las hermanas· en visita;
S 9) Viudas, foráneos; 10) Plaza N
de baile (según Bleek) 1

3
V
V
'<( \)'((


• •

• 1 V '(( 6"l V ~
O*


• •

j,~- .... -··o:r;:¡:, * 'J o- V \> E


V 5
o~~~ tr•'J ~ 'Y
2c~*
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c•4* 5 2
1

Cf* Fig. 115. Neocaledonia: Aldea


S

.G** cana ca. 1) Choza de los hom-


bres; 2) Choza de las familias;
Fig. 116. Aldea de los indios Winnebago, dividida en dos
mitades complementarias: 1 a 4: viviendas comunes de los cla-
e** 3) Altar; 4) Paseos de la mujer
(ritos de familia); 5) Paseo de
los hombres (fiestas del clan,
nes del guerrero (1), del pájaro del trueno (2), del oso (3),
del bisonte ( 4); 5: viviendas familiares de la fratria de arriba;
6) viviendas familiares de la fratria de abajo. (Según P.
banquetes, danzas). (Según M. Radin)
Leenhardt)

312 313
extendidas, donde la socied:~d asegura su cohesión en unos sistemas de
•• p~rentesco ~0~1plejos y diversos, pero tendientes a equilibrar matrimo-
nial y economKamente unos bloques familiares y ya no a unos individuos.
-!:::.. • ' •


Como
.
en. la evolución del cerebro o h del útil ' las estructuras se adi-
........
•:::..
.......
1
oonan sm excluirse; la última fase de desarrollo se basa en la pre-
-:··
..•'....,.....•.
•' : 1•'. . -

1 ....

••
• cedente, de suerte que. la. importancia de la pareja subsiste en infraestruc-
tura, como la de la. famd 1a. extendida . subsistirá, agregándose a la prece-
den.te, en .los estadws ultenores. El s1stema espacial de los agricultores
• •
rudtmen~ar~os aparece ya como muy diferente del de los cazadores-recolec-




• •
• 4 Ll tores P".lml~l,vos, puesto que, como lo hemos visto en el capítulo V, h
D
• (1
.D :
• sedentanzacwn transforma no solamente el dispositivo social, sino la ima·
•• ••

•• •• gen misma del mundo. ·

~
.•• •• .' •


•• • • • • • • • • • • • • • • • ••• • • • • •o •
•• o • •
• o • • • • • •
• • • ••
• • • • • • • • • • • • • • • • • • • ••••• o • o ••• o • • • • • ............ .
ESPACIO ITINERAl'íTE Y ESPACIO IRRADIANTE
Fig. 117. Vestigios de una tienda del Paleolítico superior de Mal'ta (Siberia).
Alrededor de los fogones laterales estaban agrupados de un lado el mobiliario La percepción del mundo circundante se hace mediante dos vías: una
masculino, del otro el mobiliario femenino (según Gerasimm') c!inétmica, que consiste en recorrer el espacio tomando conciencia de él
Lt ot,ra, estítica, .que permite, por. inmovilidad, reconstituir alrededor suy~
los ctrculos suces1vos que se amort1guan hasta los límites de lo desconocido.
r~sponde ta~11bién de una manera p.:-ecisa a la delimitación de los domi-
Una de las vías libera Ll inugen del mundo sob.ce un itinerario, la otn
mos respectn os del hombre y de la mujer. Al carácter fundamental de las
integra la imagen de dos superficies opuestas, la del cielo y la de la tierra
sociedades con economía primitiva responde una organización espacial don·
que. se encuentran en el horizonte. Estos dos modos de aprensión existen,
• de el corte social dominante es el regido por las funciones tecnoeconómicas
conJLmt~lmente o separados, en todos los animales, y el modo itinerante
_ de la pareja.
caractenza sobre todo a los animales terrestres, mientras el modo irradiante
. Todada no se posee sino escasos documentos arqueológicos sobre la .
s?btce todo los p~íjar~s. Se puede considerar también que el primero está
pnmera economía agrícola. De hecho, queda a la arqueología una gran
ltgado a las percepoones musculares y olfativas predominantes, mientras
pa.rte de su tarea por cumplir, pues hasta ahora, ha encarado sobre todo la
que el segundo se refiere principalmente a las especies con visión desarro·
necesidad de dar una cronología. La interpretación del uso de los objetos,
!lada. Se trata de una repartición por otra parte muy sumaria, pues el lobo
el~ su empleo por el hombre o la mujer, de su situación en el espacio ha-
en reposo debe percibir el mundo bajo la forma de "superficies olfativas".
bitado, queda por hacerse mediante exG!Yaciones orientadas hacia el estu-
En el homb.ce, los dos modos están esencialmente li tzJ.dos a la visión y
dio exhaustiYo de los hechos. Existen planos de aldeas, pero pocos son
coexisten; han dado lugar a un J. doble representJ.ción del mundo y a la·s
comple.tos y ninguno llevado suficie.nten:~nte lejos como para que todos
G

mod~lidad~s simultáneas, pero según toda apariencia representadas en pro·


los objetos sean reportados en su s1tuacwn exacta. Las tumbas han sido
mejor estudiadas porc¡ue están más claramente circunscritas. En ciertos ca- porcwnes 1m·ersas, antes y después de la sedentarización.
sos cuando la sepultura colectiYa es una imagen del mundo de los Yi\'os ' La mitología de los CJL1dores-recolectores comporta esencialmente imá-
e
como en las g.rutas artificiales de la Mame, se podría desprender una g~nes de trayectos: trayectos. de los astros y trayectos de los héroes orga-
Yisión sociológica, pero distamo~ del momento cuando el mejor de los niZadores. En numerosos mttos de las diferentes partes del mundo, e in-
documentos ya no escapará al exca,·ador. Lo que aparece vaaamente en las cluso en el substrato preagrícola de las civilizaciones mediterráneas el uni-
excavaciones de las distintas partes del mundo, cuando se ~rata de sacie· verso es inicialmente caótico y poblado· de entidades monstruosas. Es en el
dades agrícolas no urbanizadas, es la uniformidad relativa de los elementos c~1~~o de un itinerario que el héroe combate a los monstruos, regula la po-
habitados e1i el conjunto de la aldea, la existencia frecuente de habitacio- S!Clon de las montañas y de los ríos, da a los seres su nombre transforma
ne~ muy. grandes con fogones separados, las sepulturas colectivas sin jerar- por consiguiente el universo en imagen simbólicamente ameglada, asimi·
qllla soCJa! sens1ble. Pese a que estos hechos sean sometidos a numerosas lable, controlable por el hombre. Las mitologías indias de la América del
variantes, son sensibles en las sociedades agrícolas no urbanizadas del mun- Norte, ofrecen unos bellos ejemplos de tales itinerarios organizadores, y
do ,reciente, particularmente en América, en Oceanía y en Indonesia es el de Hércu~es, entr~ _los ~jemp!os medite~rá?eos, muestra que verosímil-
decir, en las márgenes del mundo urbanizado; corresponden a un est~dio mente las pnmeras ov1ltzaoones urbanas as1m1laron los restos de una ideo·
tecnoeconómico en el cual la pareja· desaparece· frente a unidades más logía anterior.

314 315

.'
Sería particularmente valioso poder hacerse una idea de la imagen
que los paleolíticos tenían del universo. El arte prehistórico debería ser,
~
::2;/.


. '1
a este respecto, una fuente preciosa. Ahora bien, el arte de las cavernas
entrega una o.rganización y una selección de figuras desconcertantes a pri- ~ .
mera vista. Hasta hace poco, se venía viendo en él un arte mágico por
esencia, pero parece que se trata de un sistema figurativo más general,
de un verdadero ensamb!aje mitológico que hace intervenir figuras mas-
culinas y femeninas por parejas, así como una pareja de dos animales que
son los más frecuentemente el bisonte y el caballo, y un tercer animal,
generalmente la cab.::a montés, el cien·o o el mamut. Las figuras están
repartidas de sala en sala, deslizándose en el dispositivo topográfico con·
una progresión que sitúa en lo mis profundo a los grandes felinos y los
rinocerontes. Todo dispositivo, a partir del momento en el cual las figuras
rodean a los que las ejecutan, contiene algo de la imagen que se hace
del universo humanizado. Ahora bien, nada del modo radiante aparece
en el arte de las ca,·ernas; la perspectiva que ,::ealiza el símbolo de las
superficies se encuentra ausente y la organización de las figuras ha des-
concertado durante mucho tiempo, pues el orden existente en él es extraño Fig. 118. Cata! Hüyük (Anatolia). Frescos neolíticos (VII milenio). (Según
al nuestro, apareciendo· como un caos de imágenes lanzadas al azar. Des- ]. Mellaart)
cubiertas con lámparas, las figuras de Lascaux se ordenan no en cuadros
de conjunto, sino a lo largo de un trayecto, aguantadas una a la otra por
el dnculo de un tema cuyo sentido escapa, pero con un desarrollo que se sedentarización agrícola. Sucede prácticamente lo mismo para las cosmo-
repite plano tras plano hasta las figuras de rinocerontes del fondo. El he- gonías de las grandes civilizaciones americanas o de China, las cuales
cho es aún más sensible en Niaux, donde las imágenes, por pequeii.os presentan sistemas ya altamente marcados por la corriente de elaboración
grupos, se alargan sobre más de un kilómetro: y más palpable todavía en sistemática nacid1 de la escritura. Es bastante difícil, allende los primeros
la Cul 1alvera (provincia de Santander) donde a lo largo de dos kilóme- documentos escritos, comprender la evolución durante los cinco o seis mil
tros, se ofrece una sola w.:-sión del tema, figura por figura, con inten·aios años que marcan la .revolución agrícola. Las innumerables figuras del arte
de· varios centenares de metros. ¿Trátase en el arte paleolítico de una ver- mpestre de Europa, de Afrio y de Asia, entre fines del Paleolítico hacia
dadera cosmogonía?· La ausencia de toda representación de astros se!!Ún 8000 y la Edad del bronce, esclarecen apenas muy débilmente la investi-
'· lo
nuestra manera _no es, ni mucho menos, la prue~~ de lo contrario; pero gación: en ellas, sin emb:~rgo, encontramos dos aspectos ausentes del arte
nada tampoco YJene a demostrarlo. Lo que es pos.JtJvo, en cambio, es que, paleolítico: unas verdaderas escenas (de caza, de cultivo o de cría) y unas
sea l_o. _que sea el fondo del mito, éste se ·ordena linealmente y en la representaciones en perspectiva o en plano ( fig. 93), entre las cuales fi-
.repetJoon. guran habitaciones. Por prime.::a wz también, vemos allí unas ruedas so 1a-
res y crecientes lunares. En 1961, las excavaciones de J. Mellaart revelaron
e? Anatolia una part: de una aldea del Neolítico antiguo, fechado apro-
EL ESPACIO IRRADIANTE xunadamente 6000 anos antes de nuestra era , en la cual los muros de .

El nómada cazador-recolector interpreta la superficie de su territorio


e
varias. cas~s- eran de~orado~ con frescos fig. 118). Estas pinturas murales,
las mas VleJ<lS conoodas, figuran vastas escenas donde los pe.rsonajes arma-
a través de sus trayectos; el agricultor sedentario construye el mundo en e
dos de arcos cazadores o danzantes) rodean figuras de toros y de ciervos.
círculos concéntricos alrededor de su granero. El Pa.::aíso terrestre es un La constmcción general y los sujetos no dejan de tener alguna relación
jardín orientado sobre una montaña, en cuyo centro está el árbol del co-
con los frescos de Minos de Creta, más recientes de por lo menos 3000
nocimiento y cuatro ríos que se van hacia los confines del mundo. Imagen años. Este descubrimiento extraordinario muestra hasta qué punto, desde
sin relación con la de Lascaux ni con · el trayecto heracleano. Las cosas ' .'
los inicios de la agricultura, la sedentarización imprime una forma nueva
son denominadas por el hombre (existentes, pues, simbólicamente) en el al dispositivo en el cual se inscribe la vida social. Las casas cuadrangulares
sitio mismo, aparentemente en el centro edénico. ·La forma bajo la cual
de muros espesos, apretadas las unas contra las otras, con sus patios inte-
el Génesis nos ha sido· trasmitido, ilustra de una manera ideal la represen-
riores y sus piezas decoradas, los muertos enterrados debajo de las plata-
tación del mundo en una sociedad llegada ya a un estadio adelantado de
317
316
formas donde debían dormir !os vivos, las reservas de cereales encer,radas
en los muros, constituyen un microcosmos totalmente humanizado, alre-
dedor del cual se extendían los campos, y más lejos, el bosque y la
montaña. ·

MICROCOSMOS Y MACROCOSMOS

Sin que los documentos permitan todavía dar los detalles de una
evolución, los primeros textos ofrecen un sistema de representación sim-
....• bólica del universo asombrosamente similar en sus grandes rasgos, en

.,...
!!
!....• w
..
-:.
.~
~
América, en China, en las Indias, en Mesopotamia ( fig. 76, 78), en Egipto
y por doquier donde una 'cultur:t franquea o se apresta a franquear el
umbral de la escritura. Esta concepción corresponde a la fijación de la
.j t.<
;~ ciudad capital en la encrucijada de los puntos cardinales y a la construc-
......
•••
-
~

....••
• JI ; •

• ~ •• ción de un código de correspondencia asimilando poco a poco toda la crea-


""1 ';j l. --...•
~
~ "
-•
.-
"' ~
-•
~
ción en su red ( fig. 119).
A partir de la centralización urbana, los datos simbólicos refererentes
al espacio y al tiempo toman un v:~lor prepondennte y hemos visto que
••-
-

"1 .•-..
L
b evolución tecnoeconómica lJe,·a a b aparición, en bloque, de las artes
del fuego (metalurgia, cristalería, alfarería), de la escritura, de la arqui-
tectura monumental y de la jenrquía social de muy amplios peldaños,
que hacen de la capital del grupo étnico un núcleo totalmente humani-
zado en el centro de un territorio de donde saca su masa nutritiva. Este
proceso tecnoeconómico se ha reproducido centenares de veces desde la
fijación agrícola, ora fundido en el desa,rrollo de una capa histórica de-
terminada, ora por decirlo así aisladamente. Sus causas estín ligadas al
determinismo técnico y por consiguiente, es tan vano en teoría buscar
allí las huellas de vínculos históricos entre la Mesopotamia y los lvfayas
como ver un efecto automS.tico de com·ergencia: uno y otro son alter-
nativamente verdaderos. Acontece lo mismo con las cosmogoní:ls, incluso
las metafísicas propias y comunes a todas las civilizaciones agrícolas con
un nivel tecnoeconómico cor.respondiente a la primer.t urbanización. la
primera aprensión sedentaria del orden universal es extraordinariamente
lógica y racional; en ella, todo es orden y correspondencia, y la misma
seducción se desprende de lo que se ha considerado como la ciencia mis-
-..•
...
teriosa de los egipcios, de los chinos, de los atlantes o de los mayas.
.-•
...
E
~ .- No carece de interés im·estigar por_ qué esta "ciencia" apa.rece al mismo
. ...
u

•• tiempo que el código penal, las explanadas construidas y el préstamo bajo


firma.
la existencia de una superficie totalmente humanizada y la integra-
ción de esta superficie en el universo circundante, plantean unos proble-
mas tan precisos como los de la integración espacial de los individuos:
el organismo colectivo debe realizar su integración espacial en el movi-
miento. la integración de Jos individuos en el organismo urbanizado está
asegurada -por unos ritmos que rigen el acondicionamiento colectivo. El
tiempo urbano, como hemos visto, es por excelencia un tiempo huma-

319 1
1!
i,

1 1
'
nizado, pero la inserción del núcleo constituido por los hombres y su unos centros menos favorecidos, muy ce~canos del Oeste y del país de la
· ri1edio tecnoeconómico no puede hacerse sino mediante la búsqueda de sombra, o cercanos del punto de origen del sol naciente. Su Oeste y su
una continuidad ordenada entre este núcleo humanizado y la aureola del Este son el Este y el Oeste por excelencia, puesto que marcan la entrada
mundo natural que lo rodea. _ y la salida del astro en un microcosmos totalmente humanizado y sim-
Esta continuidad ideal es asegurada por el movimiento del' cielo que bólico ( fig. 120).
ofrece la encrucijada de los puntos cardinales o cualquiera otra referencia Por razones que ligan la arquitectura a la escritura y a la integración
astral considerada como fija. La ciudad se encuentra entonces en el centro espacial, la ciudad es el punto de referencia de la metrología. La agri-
del mundo y su fijación es, en cierto modo, la garantía de la rotación mensma desempeña en ella un papel capital y los confines del mundo
del cielo alrededor de ella. Punto central del cielo y de la tierra, ella se están unidos a ella por los radios simbólicos a la rueda de las distancias.
encuentra integrada en el dispositi\·o universal, cuya imagen refleja: el Se llega así a una imagen geométrica del mundo y de la ciudad, en la
sol se levanta a su Este y se acuesta· .111 Oeste, a distancias iguales, y sus cual interviene toda una red elemental de correspondencias espaciales.
habitantes están ·inducidos a pensar que, mis allá de su auréola existen Como las puertas y los puntos cardinales coinciden, basta con nombrar
"puerta del invierno" la puerta del Norte para que el simbolismo espacial
se enriquezca con la dinámica del tiempo. Basta con ir cada vez a recibir
la p:imavera o el verano a una puerta diferente para que nazca no ya
solamente la integración espaciotemporal, sino el control de algún modo
1 ji - •• .'.
mecánico de la máquim uni\·ersal. Este proceso, descrito aquí como un
fenómeno progresivo, es sólo la adaptación al dispositivo umbi'ical de
- . /' - - - la ciudad de una de las propiedades del lenguaje, .o más ampliamente,
de la facultad de simbolización. Esta propiedad absolutamente general exi-
--l. ge que el símbolo rija al objeto, que una cosa exista sólo cuando es no m-
brada, que la posesión del símbolo del objeto tenga. facultad para actuar
...... _ = sobre él. Esta actitud atribuida a las "sociedades primitivas" en su com-
portamiento "mágico" es asimismo real en el comportamiento más cien-
tífico, puesto que uno toma posesión de los fenómenos sólo en la medida
en la cual el pensamiento pueda, mediante las palab.~as, actuar sobre· ellos, '
¡·

y construir su imagen simbólica para realizarla m:1teria 1mente. '

(
El vínculo entre el Este geográfico y la puert:1 del Este es, pues, '

•' ·- vínculo normal del objeto a su símbolo y la propiedad fundamental de


1,

' 1

las ciudades es dar um imagen ordenada del universo. El orden es intro-


- ducido en el geometrismo y en la medida del tiempo y del espacio. La
l!
li

vida está mantenida por la asimilación de los símbolos del movimiento 1


1

'
1
de los astros al movimiento de los astros mismos o por el símbolo del !l
'1
,remcimiento vegetal que desencadena el crecimiento efectivo de las plan-
tas. -Los historiadores de las re 1igiones han demostrado el carácter muy 1

general de los juegos de balón como símbolo del año solar; comunes
l en América, han dado lugar en China y hasta nuestros días en el Japón,

a unas ceremonias de carácter cosmogónico muy elaborado ( fig. 121).
En la capital geométrica y orientada de los Chinos y de los Japone-
ses, el palacio imperial está en el sitio de honor, adosado al muro norte
o y mi.rando hacia el Sur. En el recinto del palacio, el terreno de juego de
1

e balón, también, es geométrico y orientado, con un cerezo (primavera)


1,

---... '\, en el ángulo noreste, un sauce (verano) al sureste, un arce (otoño) al


suroeste y un pino (invierno) al noroeste. El balón, puesto entre las ra-
}) mas del árbol de la primavera, entra en juego entre dos grupos de cuatro
jugado.res colocados en círculo, quienes, idealmente, le hacen recorrer, a
Fig. 120. Plano de Pekín: ciudad geométrica, orientada. El palacio imperial
está en el centro, su entrada mirando al sur patadas, una doble serie de revoluciones en sentido inverso, llegando su-

320 321
1 1
' 1

. -- . -
cesivamente a los ángulos de los equinoccios y de los solsticios. Cada
jugador lanza a través del terreno el balón para que siga su trayecto en
una serie de zigzags Este-Oeste y Norte.Sur.
N El movimiento del universo es, en efecto, no solamente de rotación,
• sino también de alternancia y de oposición de los contrarios: frío del
PINO •1• CEREZO Norte -cálido del Sur, jm·entud del Este- vejez del Oeste, etc., de suerte

' •• •
1

• • •
que las partes del universo (y de la ciudad) responden a unas cualidades
•• •
• 4 • tanto como a unas situaciones. A partir de este punto, la llave del uni-
•• ••
<O> verso está entre las manos del hombre y, bajo formas variadas pero fi-
nalmente convergentes, nacen extraordinarios cuerpos de conocimientos,
enteramente fundados sobre el juego de las identidades y de los contra-
rios, los cuales engloban todo -Jo conocido, desde los números a la me-
@t ·---- -E dicina, de la arquitectura a la música. A los cuatro puntos cardinales y
al centro, según la China antigua, corresponden los cinco elementos, los
cinco cielos, las cinco especies de animales, de notas de música, de olores,
de números, de lugares de sacrificios, de órganos del cuerpo, de colores,
<O> de sabores y de divinidades. Entonces se hace evidente que el Sur, el ve-
.3 •• rano, los pájaros, el olor a quemado, el fogón, los pulmones, el rojo, el
• •• •••
• • amargo, la cifra. 7 y la nota tchau poseen propiedades comunes y que

••

•• 1

ARCE ••• SAUCE se puede actuar sobre uno al hacerlo sobre otro. La inserción espacio-
1
temporal es perfecta entonces y la seguridad del hombre llega a ser total,
S puesto que todo es explicado, entendido y fijado. No se podrá impedir
que, a veces, la luna eclipsa el sol, mas es importante saber que es por
a exceso de influencia del principio hembra para pode.r reformar el cielo y
por ende los actos de los habitantes del microcosmos humanizado. Tales
sistemas han existido tanto entre los aztecas como entre los griegos o
los egipcios; dominaban aún el pensamiento europeo en el siglo XVI y
1
'

algunas sociedades africanas han conservado una filosofía basada en estos


4
5 ------? 7 principios. Sería igualmente erróneo ver en ellos, el fruto de un pensa-
miento incompletamente formado o los vestigios de un conocimiento mis-

í terioso y perfecto, el cual hubiera llegado hasta nosotros mutilado. Es
2---+---t tanto más fácil explotar el lado maravilloso del pensamiento cosmogóni-
'' co cuanto que corresponde a un armazón de hechos perfectamente lógicos ,¡
'
¡i
'' y controlables, que sigue unas pendientes espontáneamente abiertas al
'~ 3:___ __
8 5 razonar humano y que conduce a un juego de fórmulas que explican mis-

teriosamente todo. la sabiduría milenaria de los egipcios o de los tibe-
tanos será evocada durante mucho tiempo aún con las supervivencias de
1
la cábala, el pitagorismo, el secreto de las pirámides o de las catedrales,
L------------------ porque· era realmente sabiduría, es decir, reflexión y búsqueda de una
b e explicación que apaciguara en el hombre la angustia de existir como crea- " 1

'1

Fig. 121. Disposición del juego . de balón tradicional (China antigua, Japón). dor de orden, solo en el centro del caos natural. Es un pensamiento his- '

a) Terreno, posición de los jugadores y orden de su intervención. b) Figuras tóricamente venerable, puesto que la civilización ha encontrado en él su
idealmente descritas por el balón correspondiendo a dos svásticas girando en primer desar.rollo científico; él nos es aún totalmente accesible, como la 1
· sentido inYerso 1
'
hoz de la misma época puede ser manipulada por nosotros todavía; sola- 1

mente es difícil admitir que la hoz sea el recuerdo fugitivo de maravi- 1

323
322
llosas máquinas segadoras-trilladoras automáticas, que hubieran usado los
atlantes para segar sus campos irremediablemente hundidos. Una real CO-
herencia histórica existe en ]a ciencia como en las técnicas.

ANTIGUEDAD
La integ.ración del espacio humanizado en el universo exterior res-
ponde a unas leyes fundamentales que no es tan extraño encontrar en
todos los momentos de ]a historia humana, cua 1quiera sea el estadio de
evolución tecnoeconómica o ideológica de ]as colectividades consideradas.
En e] hombre, lo que se expresa a través de símbolos arquitecturales o •

figurativos se aplica en e] anima] a ]as formas más elementales del com-


portamiento de adquisición; el vai\·én entre el abrigo y el territorio es
la trama del equilibrio físico y psíquico de ]as especies que compa.rten
con el hombre esta separación entre el mundo exterior y el refugio. Por
consiguiente, es normal que ]a relación refugio-territorio sea el término
principal de la representación espaciotemporal y que la forma del .refugio
corresponda a la vez a las necesidades materiales de protección y de la ""-<:: •
~ >
j_..--r-'
economía y a la articulación entre refugio y territorio, entre espacio hu- -" <:=::::,
-

manizado y universo sah·aje, es decir, a los términos de la integración


espaciotemporal, en situación y en movimiento.
· Existe, como hemos visto, un corte muy importante en el momento
cuando el mundo primitivo adopta, gracias a Ja sedentarización agrícola,
un, nuevo modo. ~e i?serción espacial. Una ,·ez alcanzado esto, ya no po-
dna haber modifiCaciOnes de los planos profundos, sino variaciones im-
portantes que deben afectar la ideología justificativa de las formas. En
otras pa 1abras, una vez realizado el plano de las ciudades más antiguas,
ra no hay _razón para que, a través de Ia Antigüedad, la Edad media y
hasta los tiempos actuales, las grandes líneas de la inscripción. material
de la ciudad sob.:e el suelo se modifiquen. La ciudad debe conservar su
caricter cosmogónico a lo largo de toda su historia, pero la evolución
ideológica y las circunstancias históricas pueden modificar profundamente
la manera como es percibida en tanto que imagen del mundo.
Crear una superficie artificial aislando al hombre como un círculo
mágico no es separable del hecho de poder hacer entra.r en ella, mate-
rial o· simbólicamente, los elementos dominados del universo exterior,
y no hay una gran distancia entre la integración del granero, resen•a
de alimento, y la del templo, símbolo del universo controlado. Transpo- Fig. 122. Plano de Priena, mostrando la inserción de la ciudad helénica,
geométrica y orientada al pie de un espolón cerrado formando una acrópolis
niendo al plano animal, no hay un corte categórico entre la madriuuera fortificada
como refugio y la madriguera como reserva de bienes de consumo. En la
ciud,a~ mesopotámica, como en la _aldea de .los Dogones, el templo y el
deposito se encuentran cercanos y ligados, por otra parte, por una estrecha Es sorprendente constatar que las ciudades. de ]a. antigüed~d n;e_di-
terránea clásica de influencia griega o romana conservan un d1sposit1vo
red ideológica. Si el tejido de símbolos que recubre a la realidad funcio-
nal de las instituciones humanas ofrece de una civilización a la otra tan- geométrico directamente inspirado por las concepciones arquite:tural~s ar-
caicas, a pesar de que la vieja ideología de las correspondenoas eficaces
tas extraordinarias coincidencias, es precisamente porque se moldea en
unos relieves profundos.
325
324
---- --------·- ....

es el testimonio tangible de la realidad metafísica. En el estadio cientí-


había ent:ado ya en la p~numb.~a ( fig. 122). Las procesiones seguirán fico, la separación no es más que aparente, puesto que los individuos
has~a. la epo~a, mode:na, f1gurando el movimiento de los astros; los sa- incompletamente integrados piden m:ís o menos conscientemente a la me-
cnfloos seguaan, abnendo el d~sarrollo del ciclo agrícola, mas Jo ·harán tafísica· la seguridad material · de la realidad de otro mundo que sigue
asomando a traves de una red mteiectual donde el realismo funcional ha siendo percibido como el cielo, cuando no ,reclaman de la ciencia la de-
tomado la posición de explicación. Esto es particularmente sensible en el mostración me:afísica de una realidad inmaterial. La seguridad opuesta
~e~arrollo del mundo romano en el cual, a pesar de ]a impregnación .re- a la libertad es también la oposición . entre el orden y el caos, el cual no
i1g10sa de todos. lo~ actos, el desarrollo racional de las ciencias comienza es desorden sino promesa de organización eficaz; es la oposición entre la
a dar una exp!JCaoón lateral del dispositivo universal. Mucha distancia ritmicidad de las operaciones cotidianas y la evasión en operaciones ex-
separa ~a el un1ve~so heracleano o de GiJgamesh del universo de Herodoto cepcionales, es decir, el fundamento mismo de .]a economía del progreso
o de Se~ec~ .. Graoas a ~n _proceso ya descrito diez veces, un modo nuevo que supone la rutina como base de la supervivencia, pero una rutina ro-
de expi1~ac10n se, extenonza: ]a explicación científica, que no elimina ta por las innovaciones que la equilibran. Por grados sucesivos, yendo
los estadws pr~c~a.entes pero los rechaza en los medios tonos. Para repre- de lo más elevado a lo mis profundo, se llega a la misma alternativa,
sentarse la pos~b1l1~~d del deslizamiento y de la superposición, basta con a la misma corriente de doble sentido, o a! mismo ciclo que une la
pensar, en la ~1tua~10n actua_l de 1~ a:t~onomía y de la astrología. Nadie inmovilidad al movimiento, la seguridad a la libertad, el bienestar a
pensana en d1scubr la real1dad oentifJCa ·del universo sideral que sirve la adquisición, el refugio u! territorio. Sobre estos valores constantes la
ahora d~ soporte al sentimiento . de integra~ión espacial de la humanidad; evolución amontona unos sistemas de símbolos cada vez más complejos,
ahora b1en, }os hom?r~s ]~en n:~.l veces mas Jos horóscopos que las obras pero que conservan el mismo origen.
de astron?n_11a. El neJO d1spos1tn·o de las correspondencias cosmogónicas
ha s~b.~evmdo en· la penu~bra; mientras que el contacto entre Marte y
la T1erra ya. no e~ establec1do en el templo de los antepasados sino en LA EDAD MEDIA
el obs:rv~t~no, ex1st~ todav!a una _red directa entre el símbolo planetario Es interesante constatar que la Edad Media traduce un cambio im-
Y Jos_ lD?IVIdU?S ~aodos baJO SU Signo y que encuentran en este VÍnculo portante en la forma de la ciudad. Las tradiciones mediterráneas habían
1magman~ el 111d1spensa? 1e sentimiento de su integración cósmica. llegado a un dispositivo geométrico que se aplicaba al suelo sin preocu-
.. La cmda_d cap1tal_ s1gue siendo el centro _del mundo porque todo su parse sensiblemente del relieve. Las operaciones de fundación suponían
unn erso com e:g~ hao a ella. Lo que era expl!cación metafísica toma una la colocación . de un cuadriculado orientado, cosmogónicamente significati-
forn:a muy prox_1~1a a la que conocemos todada en la hora actual. El vo, que los volúmenes arquitecturales transformaban en ciudad. La huma-
exot_lsmo, la pa:!On p:ua Jos_ productos lejanos, las colecciones de fie.ras, nización, a través de la ciudad o el campo romano, es conducida brusca-
los ]ueg_os d~ c1rco donde f1guran los el_efantes, los J~ones y los etíopes mente a su máximum. Las tradiciones europeas de la Edad Media -son de
son test1monws de la forma que ha pod1do tomar ]a mteo-ración espacial otra naturaleza y representan el término del hábitat agrícola elemental,
en el ~undo an~iguo. L_a ciudad no es ya solamente el bpunto de con- es decir, de la aldea de casas apretadas como un paquete, al interior de
:·ergenoa de las 1r:fluenoas ~ósmicas: ella tiende a crear en su seno una un recinto redondeado, moldeada a su vez sobre un promontorio o una
mug~n muy ~aten al del un1verso natural . que la rodea. El problema de pequeña colina. La orientación está respetada y al igual que la ciudad
la remtroducc10n de la naturaleza en el espacio urbano sobrehumanizado mesopotámica o azteca, la ciudad medieval se engancha al cielo por dos
no es solam_ente u~ p~oblema de urbanismo sanitario, sino que responde vías que llevan a los puntos cardinales ( fig. 123). Su santuario est.i
a.. ur:~ ne~es1da? ps1qUJca muy profunda, en cierto modo relacionada a ]a situado cerca de la encrucijada central y una cruz, a veces una piedra
flJacJOn s1mból1ca de reacciones de libertad o de agresividad que Ja . negra, marca el centro ideal del dispositivo urbano. También la igles1,t
·' d con
centrac10n e rr:asas humanas densas en un espacio totalmente artificial está orientada y el esquema de integración espacial se coloca en el plano
ya no puede sat1sfacer. tradicional. El contenido ideológico es distinto al de la antigüedad y el
E: hecho de . q_L:e los sistem_as ~e explicación del mundo pertenecen simbolismo de la cruz viste el espacio humanizado; mas el esquema pro-
a 1~ ~ ez a la re1Jg10n y a la oencw, no es casual. Si ambas, desde la fundo es el mismo y se extiende a todo el universo conocido. Jerusalem,
Ant1g~edad, · aparecen_ como ~ivales, es porque ellas expresan, en dos pla- circular y con plano en forma de cruz, está situada en el centro de un
nos d1feren~es, la m1sn:a actitud fundamental de equilibrio dinámico en- mundo circular, dividido en cruz por cuatro ma.res, con los cuatro vien-
tre ]a segunda_d y la !Jbertad. Una y otra ofrecen ]a misma doble cara tos cardinales y los astros que giran alrededor. Cada ciudad es, en sí,
la ~e la. segundad ma~erial o metafísica y la del arranque en una expi o: circular, al menos idealmente, y dividida por sus cuatro calles cardinales.
raoon efJCaz. La se,gundad, e~ los estadios precientíficos, confunde los dos La Jerusalem de los cartógrafos de la Edad Media, encierra en su recinto
aspectos, puesto que la configuración microcósmica de la ciudad humana
327
326
---------·

La coherencia de la imagen del mundo desde las primeras ciudades


hasta la Edad Media, la facilidad con la cual resurge en regiones y en
épocas diferentes, es una prueba del hecho de que se trata de un rasgo
fundamental del comportamiento humano, tan característico como la ac-
tividad manual o el lenguaje. Moldeada en el curso de los siglos, en
unos contextos progresivamente m:ís despejados de las correspondencias
elementales, la integración cósmica sigue siendo una necesidad intacta.
Desde sus primeros albores hasta nuestra Edad Media, ella se expresa
en una visión religiosa de la cosmogonía, mas es probante seguir'a en
los siglos modernos donde debería aparecer bajo una luz fríamente cien-
tífica .

EL SIGLO XVIII

A partir del Renacimiento, el esquema gótico es dejado de lado y


el hilo, al menos aparentemente, se reanuda con las tradiciones del mun-
a •• do clásico. La ·arquitectur:t vuelve a encontrar las amplias perspectivas
y el urbanismo se fo.rja un pensamiento inspirado en los antiguos. Es
difícil seguir, en el plano de las viejas capitales, los efectos de esta
evolución; muchas de ellas, como París, sobreponen al plano romano aún
• perceptible los círculos de la ciudad medie,·al, y el urbanismo neoclásico
L. - no ha hecho más que insinuar algunas grandes explanadas. En cambio,
-/
- '

las ciudades creadas por entero, generalmente a partir de plazas fortifi-


-
' cadas como Neu-Brisach o Brouage, muestran una integración espacial
absolutamente característica; las fortificaciones festoneadas impuestas por
' la artillería, comprenden un cruce cardinal riguroso, en el cual las vías
se inscriben geométricamente ( fig. 124).
La construcción de capitales nuevas, como Washington y San Pe-
tersburgo en el siglo xvm. marca el apogeo de un urbanismo sin. duda
inspirado por reminiscencias antiguas, pero sobre todo dominado por la
búsqueda de un equilibrio .racional del espacio humanizado por la cons-
1' '
trucción. Las preocupaciones metafísicas no aparecen en los planos de
b e L'Enfant para Washington o de Leblond para San Petersburgo. Allí, la
orientación ha sido concebida sólo en función del terreno y de una hu-
~ig. 123. a) Plano ideal de Jerusalem según un misionero islandés del siglo XIII manización sistemática que, exactamente como en los estadios anteriores,
Y e) ~lana~ de las ciudades medievales de Horhenburgo y de Eguisheim. Obsérves~
1a. persist~noa. de la~ vías cruciales en un dispositivo circular con red poco geomé- lleva a la constitución de una red geométrica de vías principales cortán-
tnca. La Iglesia, onentada, se encuenu_-a apartada. de las vías princi!'ales y obliga dose en ángulos rectos. En los albores de la civilización industrial, la
a un desplazamiento del eJe cardinal integración espacial es concebida todavía como la antítesis del universo
salvaje, es decir, como un orden intransigente que debe imponerse al
eJ. monte del Calvario, como los templos de Mesopotamia encerraron el caos de la naturaleza.
Zigurat Y las Ciudades precolombinas la pirámide. En efecto es un carác- Este orden no escapa totalmente a los principios de la cosmogonía.
ter ~onstante del microcosmos urbano el asegurar, además d~ las ligazones El siglo XVIII está demasiado impregnado de comparatismo entre las re-
c~rdi?ales, la del centro con el cielo. La ideología cristiana hace de esta ligiones y de búsqueda de una metafísica de la naturaleza, como para
IIgazon un _rasgo puran:en~e místico, pero el lugar de Ja subida al cielo que una especie de "neocosmogonismo" no se abra paso. El arquitecto
Y . d~ la bapda a -los mfiernos corresponde con el centro· del uni,·erso Ledoux ha llevado esta cosmogonía repensada hasta su punto extremo,
cristiano. soñando con conjuntos urbanos ordenados según el plano del sistema so-

328 329

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b dispositivo crucial simbolismo cósmico ..
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330 331
1
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lar. S~s proyectos, .tales como la "forja de cañones" y la salina de Chaux


espacial que rigen el equilibrio de sus formas y las funciones de sus
(pawalmente realizada) prefiguran el urbanismo industrial actual con
partes.
un?s medi.os de expresión simbólica que incluso los emperadores de la
Hasta el siglo XIX, las unidades urbanas, grandes o pequeñas, son
Chma ar.caica no soñaron C!ig. 125). El contenido de estos proyectos hace
unas formas equilibradas; incluso si el crecimiento les ha dado una tex·
mlve: ~malm~nte · el espaoo urbano a una superficie geométrica de ca-.
ractenstJcas CJrculares o cuad!:angulares dividida por los cruces de gran- · tura muy compleja. El mantenimiento de su equilibrio está condicionado
des vías. en amplia medida por el valor de las distancias que ha quedado a la
medida del paso humano desde el origen de las ciudades. Las. cit:d~des
del siglo XVIII constituyen todavía un microcosmos en el cual el mdivJduo
LA DISOLUCION DE LA CIUDAD es espacial y temporalmente colocado. a su dimensión .. Las capitales in·
cluso son unos conglomerados de microcosmos parroqUJales ·que no en·
, A partir de fines del siglo XVIII, la integración espacial toma un mascaran Ja percepción del conjunto urbano al ritmo del paso del peatón .
c~racter, c~nfuso .. ·La humanización del espacio terrestre se produce a un o del jinete. Encerradas en sus muros o sus bulevares, las ciudades si·
ntmo rap1do ba¡o el efecto de la industrialización. El universo natural guen siendo sentidas corporalmente por sus habitantes.
se encuentr~ atado por una ·red de vías de ferrocarriles y de carreteras, La ao-lomeración del siglo XIX y los monstruos urbanos aún sobre~
que det~rmma u_n modo de crecimiento peculiar (fig. 80), comparable vivientes ( fig. 80, 81, 126) bajo el efecto del estallido demográfico,
al de I?I~roorgan~s~11.os Im:a?ie~do un tejido. La ciudad se torna en "agJ 0 . corresponden a una crisis cuyo desencadenamiento es sin duda debido a
meracwn de edifJCJOs utditanos, en la cual las arterias son trazadas se· una refundición completa de los valores sociales y económicos, pero cuyo
gún las . necesidades. Así se realizan inmensos espacios humanizados de aetente directo se sitúa al nivel de los transportes. Mientras que por es-
manera mhumana, en Jos cuales los individuos sufren el doble efecto de p~cio de cerca de un siglo, la masa . popular permanecerá al. ritmo. del
su de?i?tegración técnica y espacial. Los dos imperativos del confort en paso, los centros urbanos tradicionales y los nuev~s centros mdustnal:s
la actividad c.!:eadora y en la. inserción socioespacial parecen escapar com· son rápidamente enlazados por la red de ferrocarnles. El trastorno mas
pletamente en el curso del siglo en el cual las crisis sociales alcanzan su importante de la a\·entura humana, el que ha hecho pas~r al hombre a
punto. culmina?te. Esta evolución anárquica continúa y hace aún sentir un marco de integración espacial individualmente planetano, se ha desa-
sus consecuenoas en un gran número de centros urbanos. .rrollado durante cinco o seis generaciones y en un orden tal que la ma·
~n · ninb~n · mom~nto de la ~istoria el ,·ínculo entre la adquisición yoría de los individuos apenas si ha sido superficialmente tocada.
}: la, I~tegraci_on espacia] .ha aparecido tal ve~ m.ejor que desde hace siglo El dispositivo técnico de la sociedad se sitúa a partir de med~ado>
} . m.c~IO. Salir del refugio para tomar conoenoa del mundo está ligado del si al o XIX en una escala de distancias que está fuera de proporcwnes
1:
1

bJO!ogJCamente a la do~1inación, la posesión ,·ictoriosa, la aniquilación con órbita en ·la cual el hombre había encontrado siempre su equili·
del. otro que es consumible o simplemente destructible, porque vivi.r es· brio funcional. El radio de caza del magdaleniense, el área de dispersión
pacialmente ~ .c?nsumir para sobrevivir son una soJa cosa. Razón por ]a de los campos del labrador, la gira del panadero o del cartero .rural o
cual ya es d_IfJcd, en base a Jo que el arte paleolítico nos muestra, dis- el reparto domiciliario del comerciante urbano dibuja~ un~s. zona~ de
tmgmr los s1mbolos d~ generación ~e .los símbolos de muerte: la azagaya gravitación personal, al ritmo del tiempo pedestre.? h1pon:ov1l, quien.es
se co~funde con los simbolos de nn1Idad y la herida mortal es el sexo desde mediados del siglo XIX hasta el segundo temo del siglo xx estan
. femenmo. A lo largo de su trayecto organizador, el héroe de los mitos en contradicción creciente con las dimensiones del uniwrso de los ferro·
p:eagríco!as, sea en América o en Oriente, no se limita solamente a dar Gt!:riles, del telégrafo y del teléfono. Poco a poco los individuos se ven
un nombre a los ríos y a las montañas: mata para fijarlos, esos monstruos obligados, en un medio urbano que se distiende, a trazar sus órbitas
· que son ríos y montañas. La ciudad idealmente cosmogónica del Medite- personales sobre un fondo topográfico cuyo crecimiento es coherente en
rráneo protohistórico y antiguo no es solamente image'n del universo es relación con los medios nuevos, pero anárquico en relación al compor·
igua mente el punto de partida hacia la conquista dominadora y J~gar
1
tamiento espaciotemporal del hombre zoológico.
d_ond_e se eJ~boran el ?ronce y los metales preciosos. La toma de con· Un espacio habitable es un espacio ordenado, cuyos límites se pueden
Ciencia espacn] del Ocodente a partir del descubrimiento de América has-
tocar en un tiempo compatible con la rotación de las OJ?eraciones .c?ti-
ta la liquidación del último kilómet!:o cuadrado de lo desconocido ha sido dianas. Es también un espacio que responde a las necesidades estet!cas
la sentencia de muerte del mundo primiti,·o humano y animal sobre el fundamentales, que .responde a la inserción de las superficies humaniza.
ten;a. de la adquisición del oro y de las pieles. En esta ligazón, los valores das en una proporción suficiente, de cielo y de naturaleza. Desde la
estet;cos parecerían bastante débiles , a. primera vista si no se pudiera se- construcción del primer refugio en el centro de su territorio el hombre
jXlrar completamente de la arquitectonJCa urbana las reglas de integración
ha vivido en el equilibrio entre su universo artificial y simbólico y las

332
333 1

1
fuentes de energía . material y mental del mundo material. Se puede con-
cebir una transposición que inserta lo natuml en lo construido, como una
ciudad-jardín, pero no se puede considerar más que como el efecto de
un desequilibrio patológico la ciudad sin forma, incoherente en ·su cin-
turón de fábricas y su red de YÍas utilitarias, bajo un cie'o de mugre
tóxica. Instrumento eficaz del rendimiento del organismo social, la ciu-
dad del siglo XIX, en vida tod:tvía un poco por doquier, marca una des·
Yiación inquietante en relación con leyes de acuerdo biológico sobre las
cuales parece ·realmente reposJ.r la calidad humana.

' LA CIUDAD ACTUAL


1 • •
La fórmula que correspondería idealmente a la inserción feliz en
!'
el microcosmos urbano actml es sencilla y ha sido encontrada cien veces
• empíricamente por los urbanistas; sería parJ. cada célula familiar un re-
'
j fugio autónomo, en el centro de un territorio personal constituido por un
pedazo de naturaleza salvaje o doméstica, y unos medios de transporte
individuales bastante rápidos como para que el terreno de caza, o sea
-
' - ;
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el trabajo, sea a 1canzado en un tiempo equivalente a los desplazJ.mientos
de antes de la revolución de ·los trJ.nsportes. Concebible hasta un cierto
• nivel demográfico, esta fórmula se ha tornado mundialmente inaplicable,
' -: sJ.!vo para las familias privilegiadas, y ha sido necesario recur.rir a una

transposición sumaria mediante la construcción de las células aglomeradas
1 •
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en unos edificios plantados en el centro del bordillo de césped, al alcance
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' . .,' .- . . de los autobuses.
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No hay duda de que el urbanismo actual dispone de datos propios
•' • para la reconstitución de un universo equilibrado; es evidente incluso que
' aJlí donde el problema insoluble de alojar una masa de hombres en estado
de crecimiento exponencial no se flantea con demasiada agudez, el ur-
(\';'
., ..../·'- - , _ .·'
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banista encuentra fórmulas que coinciden, de un modo renovado, con los
imperativos biológicos de la inserción en el tiempo y el espacio. Hasta
\ .....\ ____
' . • ·• ·j!
' ' • ' .· - 1 un cierto umbral la ciudad, con sus monumentos centrales, sus museos,
sus jardines. y su parque zoológico, continúa siendo un reflejo cósmico
del universo, reflejo que se vuelve a encontrar en el hombre de las
calles, en los hoteles con sus rótulos evocando las diferentes provincias
o los. países amigos, cuando no conquistados o conquistadores. Las ca-
,rreteras que parten de ella son las del Norte o del Mediodía y sus es-
taciones ferroviarias marcan el punto inicial de la red en la cual está
. encerrado el universo accesible. No hay diferencia profunda entre la ciu-
''
dad. babilónica y la capital moderna, pues no es por una especie de re-
' finamiento intelectual gratuito que una ciudad es la imagen de un mundo
(fig. 127).
~i.g..126. Aglomeración de Fez (Marruecos), donde se ve el proceso de agre"a- No se puede dudar que la capital de la Tierra futura verá sus su·
oon Incoherente d.e las ciud~des árabes, israelitas y europeas, y la evolución en"'el burbios de Argentina, de Siberia y de. Polinesia atravesados por las ave-
tiempo hana un plano rclath·amente geométrico nidas de Marte, de Sirio y de Alfa del Centauro. Con toda seguridad
sus museos arqueológicos conservarán una imagen esquemática del uni-
verso humano dividido en segmentos de tiempo. Del pitecantropo al apa-

334 335
-- - - - - - · - - - - - - - - - -

rato de televisión del siglo .x..'X, los piadosos restos de la inserción en el


. tiempo de las generaciones pasadas tendrán su sitio indispensable. Asi-
mismo, los part¡ues zoológicos intercambiarán los recién nacidos de una
población de elefantes, de cocodrilos y de vacas normandas, que no exis-
ti.rán sino detrás de las rejas, protegiéndoles de la masa humana uni-
. ....
,, .............

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.~- formei-nente repartida en la superficie terrestre. ·
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Para aquel estadio, los datos fundamentales de la inserción espacio-
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tempor:!l no habrán sido mayormente modificados, y el ensamblaje de
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. .., lo animal, de lo vegetal y de lo· humano continuará sin duda asegurando
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. 1• • • • los vínculos del individuo con el universl). La inserción será tanto más
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"; • • • •• • trozo de naturaleza veordadera, en el mismo instante millones de hombres


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vivirán la . misma evasión en el fondo de los bosques tropicales, proyec-

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tada sobre una pantalla con colores reales, sonido, relieve y olores. En
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su límite, el espacio superhumanizado no comportará más que las mues-
tras necesarias de naturaleza para mantener en la capa humana, gracias
a las técnicas audio\·isuales y fuera de cualquiera realidad vivida, la per-
cepción del. vínculo del hombre con el universo de acción, en el cual
•. • • • •• • •
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sus muy lejanos antepc1sados tomaban su razón de ser y de actuar.
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LOS SIMBOlOS DE LA SOCIEDAD


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El sistema espaciotemporal en el cual el hombre ha encarcelado el
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universo salvaje está, como hemos visto, directamente· ligado al hecho
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• • o • • más fundamental de la existencia biológica, la integración en un medio
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donde se debe vivir y en el cual se debe sobrevivir. En el plano tecnoeco-
.. . . . . . . . . . 1
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• • • • 1 nómico, la integración humana no es diferente, en su naturaleza, de la
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' '. . . .. . . .. .. de los animales con organización ter.:itorial y con refugio. En el plano
... .... . . • • • : 1 estético sucede muy diferentemente porque la integración está fundada
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sobre unas referencias puramente simbólicas, admitidas por la sociedad a

partir de una convención rítmica que engloba los días y las distancias en
1 . •
• •
• • • •

una red artificial. El juego entre el tiempo y el espacio libres y el tiempo
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1 •
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y el espacio domésticos fue bastante amplio hasta muy recientemente, sal-
• • • • •
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vo en el medio urbano, en el cual el marco totalmente humanizado ha
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• sido siempre la seguridad de la eficacia del dispositivo ciudadano. La

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o• infiltración del tiempo urbano se ha hecho en algunas decenas de años,
primero sobre unos largos intervalos, gracias a la periodicidad regular de
• •


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los transportes; pero ahora llega al detalle de las jornadas por la nor-
• •
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• o • •

malización del tiempo según el ritmo de las emisiones radiofónicas y de


televisión. Un tiempo y un espacio sobrehumanizado corresponderían al
funcionamiento idealmente sincrónico de todos los individuos especializa-
dos cada uno en su función y su espacio. Por el desvío del simbolismo
espaciotemporal, la sociedad humana volvería a encontrar la . organización
de las sociedades animales más perfectas, donde el individuo existe .sólo
Fig: 127 .. Plano esquemático del Moscú actual, mostrando la busca de un sistema
rad1ante alrededor del Kremlin, mediante anillos sucesivos, encerrados en un
como célula. La evolución corporal y cerebral de la especie humana pa-
cinturón verde de esparcimiento recía hacerla escapar mediante la exteriorización del útil y de la memoria
del destino del polípero o de la hormiga. No está vedado pensar que

336 337
vestido no es más import1nte que su forma; es sobre él y so~re los ac-
la libertad del individuo ·representa solamente una etapa y que la do- cesorios decorativos que lo acompañan, que se establ~ce e~ pn:ner grado
mesticación del tiempo y del espacio acarrea la sujeción perfecta de to- del reconocimiento social. Es fácil, en nuestro código, Imagmar a un
das las partículas del organismo supraindividual. hombre que llevara unas espuelas sobr~ unas alpa:gatas, .• una s?tana _Y
la trama espaciotemporal no representa sino uno de los elementos un sombrero con flores. Su retirada rápida de la orculaoon sooal sena
del tejido social y las relaciones de identificación individual no están im- la mejor prueba de la rigidez de nuestro sis~ema de .referenc!a. Cada
plicadas en ello. A partir de un cierto grado de complejidad funcional, individuo, masculino o femenino, aunque cubierto por un_ tra¡e ~ un
en todas las sociedades vivientes, un sistema de referencias interindividua- vestido, lleva un cierto número de insignias, las cuales permiten media?te
les asegura la cohesión del grupo. Este sistema, bien desarrollado en los el color de su corbata, la forma de sus zapatos, el adorno de su _o¡~l,
mamíferos y los pájaros, abarca a la vez unos signos co.rporales, visuales la calidad del tejido o el perfume usado, situarlo con ur:a gran premiOn
u olfativos, unas actitudes de sumisión o de superioridad y señales vocales. en el edificio social. lo que es valedero para nuest_ra sooedad lo es tanto
Bajo estas tres formas o bajo el dominio de una de ellas, el dispositivo en Melanesia, como entre los esquimales o en China.
de relación rige las relaciones de los sexos, de Jos jóvenes en relación El adorno posee antes que todo un valor étn_ico; la. pertenencia al
con los adultos, de los machos en su competencia, de los rebaños en su gmpo es primero sancionada por el adorn_o vestimentano. Endosar_ el
comportamiento gregario. Se combina con la integración territorial para vestido europeo representa desde hace un siglo ~a _ma~~a, del encamina-
organizar. la mayor parte de la existencia intraespecífica e incluye la casi miento hacia la civilización, un símbolo de la asimdaciOn, d~ una ~er~o ·
totalidad de los comportamientos que no son de adquisición estrictamen. nalidad social idealmente humana, pero a la mversa, las ultimas _migaps
te alimenticia. los pájaros despliegan lo más extraordinario de su activi- del sentimiento de pertenencia íntima a un grupo se agarran al tra¡e _fol~­
dad en los adornos de nupcias, l2.s paradas y las ,danzas nupciales, los lórico, vestigio de la librea particular de los ocupantes de un terntono
cantos donde se combinan a la vez la constitución de las parejas, la or- coherente.
ganización del territorio, la defensa y las relaciones con los individuos de la función del vestido y de su decoración se refiere a un~~ aspectos
la misma especie. En los mJmíferos, Jas actitudes, mÍI~licas, movimientos múltiples de la organiz.:1.ción social. Exactamente como en los pa¡aros, _ella
del rabo y señales vocales ofrecen una riqueza y una flexibiiicbd consi- asegura la distinción de la "especie étnica", y de ur:a manera _simultanea
. derables, y las especies superic,:es, carnÍ\'oros o primates, disponen de una la de los sexos. la identificación simultánea determma el registro sobre
gama de expresiones, las cuaJes no solamente normalizan las . relaciones el cual se sitúan las relaciones: el encuentro de extranjeros implica la
intraespecíficas, sino que constituyen un código de comunicación interes- puesta en función _de la relación domir:ador-dominad?, Ja de ~arientes,
pecífica muy eficaz. Este. código de las manifestaciones de defensa, de masculinos o femenmos, el desencadenamiento de reacCiones afectivas c~n ·
sumisión o de simpatía culmina por el establecimiento de una jerarquía formes a las normas de relaciones intraétnicas. Que se trate de Papues
en los componentes de las diferentes situaciones sociales al interior de la en viaje o de dos ejércitos modernos pue:;tos en pr~sencia, la identifica-
especie o entre especies diferentes. ción del vestido o de las armas precede a hs relaciOne~. Puede parecer
El problema no se plantea con mucha diferencia en la especie hu- fútil insistir sobre un aspecto tan banal de la existenCia de todos. los
mana. El juego de las manifestaciones elementales es el mismo y su pa- hombres, pero la estética del wstido y del adorr:o, pese a su c~racter
pel sigue siendo el de normalizar, en el seno de la etnia, las relaciones enteramente artificial, es uno de los rasgos biológ1cos de la esp~oe hu-
entre individuos de sexo y. de potencialidad material o moral diferentes. mana más profundamente at::tdos al mundo zo?_lógico. lo concermente al
los movimientos y mímicas que expresan Jos sentimientos simples de sa- comportamiento de agresión y el de reproduccwn, pese ~1 aparato de las
tisfacción o de descontento, de dominación o de sumisión, pertenecen, con morales, qued::t nc.rmalmente próximo a las fuentes, ~ ~I- uno busca una
Ja. variedad mis grande que implica Ja organización del hombre, a un discontinuidad no se la ·encuentra mís que en la posibilidad humana de
código compartido por él con una parte del mundo animal. Mas, como acumular ]os símbolos de terror o de seducción, de dar al arte de matar
es humanamente normal, este código es subyacente de una superestructura o al arte de amar que constituyen los pivotes de Ja Historia, un refina-
simbólica muy densa. Se exterioriza. como el útil en un sistema de refe- miento intelectual péculiar de nuestra especie. . .
rencias no específicas sino étnicas, y se expresa mediante el adorno, hs la guerra, la toma de una posición jerárquica y el amor, condKIO-
actitudes, el lenguaje y el decoro social. nan el aderezo vestimentacio de todos los pueblos. Recortando esta tr~ma
fundamental por los signos distintivos de las diferentes edades de la VIda,
se obtiene una red clasificatoria suficiente como para dar cuenta de lo
EL ADORNO esencial del traje en su función social. las c~ases de ed~d no se_ estable-
El valor protector de la piel o del plumaje de los animales no es cen de una manera constante: en algunas sooedades, existe efectivamente
más importante para la supervivencia de la especie que los signos vi- una codificación implícita o explícita del vestido de cada clase de edad.
suales u olfativos ligados a ellos. En el hombre, el valor protector del
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338
--- -----····- - - ----~------

individuo está integrado a título personal. Vestir con el traje de su pro-


En t;l Jap.~n, por ejemplo, el traje femenino, por lo largo de las mangas, vincia o de su estado revela a la vez el sentimiento de ser un elemento
la dimenswn del decorado floral y el ensombrecimiento de los tonos evo- individualizado de un grupo en el cual se desempeña un papel personal
luciona de una manera estricta. En nuestra sociedad europea tradi;ional y el sentimiento de una oposición con re!ación a los grupos diferentes.
una convención muy simila.r existe: también. Esta evolución está reforzad~ Vivir con el uniforme humano estandardizado prefigura una amplia in-
por la evolución de las_ f~n:nas bajo el efecto de la_ mo,d~, de suerte que tercambiabilidad de los indi\·iduos en tanto que piezas en un macroorga-
el ado~n~ de las gentc;s VIeps puede ser a la vez Simbolicamente viejo y nismo universal. La uniformación de los símbolos vestimentarios indica
morfologiCamente arcaizante. Según las sociedades y los individuos uno a la vez la toma de una conciencia planetaria y la pérdida de la indepen-
u otro de los matices domina. ' dencia relativa· de las personas étnicas. La desaparición de los disfraces
Al sexo y a la edad se agregan los símbolos de la situación social. del mrnaval es otro síntoma de Ja misma evolución. Se puede, según la
Esto~ ~e. refieren primero a_ las grandes etapas de la existencia: adorno de posición adoptada por uno, encontrar inquietante ver al individuo perder
los IniCiados, aderezo nupoal o signos de viudez, se encuentran tanto en- los signos de su realidad de miembro de um, sociedad a sus dimensiones
tre .los primitivos como en todas las etapas de la civilización. Luego se o felicitarse de la reducción de la humanidad en un solo tipo de hombre
~ef~e~en a !a situación ~ecnoeconómica y of.:ecen de un grupo al otro la
idealmente adaptado a su función única de célula -productora; esto no
mfmrta vanedad de traJes y ornamentos del auerrero de diferentes clases
modifica en nada el hecho de que la evolución del simbolismo vestimen-
de los jefes, d~ los negociante~, de los artes~nos, de todos los represen:
tario traduce el paso a una humanidad distinta de aquella cuyos recuerdos

!
tantes del mosaico de las funoones sobre las cuales reposa la vida ma-
terial del grupo. conservan aún las generaciones actuales. 1

En el estado en el cual se encontraban las sociedades europeas hace Los modelos vestimentarios se refugian en la ficción, y la prensa, '1

un siglo, y más recientemente para las demás sociedades de economía la televisión y el cinema compensan la deficiencia individual vistiendo
agrícola-pastoril, el individuo, hombre o mujer, llevaba sobre sí todos los momentáneamente al especttdor en héroe. Como en todos los dominios de
signos que. ~seguraban su identificación en una medida suficiente para la imaginación, el número de modelos es restringido y monótono; un corto
el esta.bleomiento d~ contacto, y el uso apropiado de las actitudes y del inventario agota el repertorio del Sioux, del cow -boy, del mosquetero, del
lenguaJe correspondiente a las relacwnes entre las diferentes catenorías guerrero antiguo indeterminado, del combatiente de la guerra justa pre-
del grupo. La evolución tecnoeconómica industrial ha modificado co~side­ cedente y del astronauta, en cuanto a los símbolos de ag.resividad. El sabio
rablemente el dispositivo simbólico tradicional. En Ja medida en la cual con anteojos y en blusa, el financiero, el gangster, la mujer fatal, algunos
la permeabilidad social se ha acrecentado, gracias a una evolución ideo- tibetanos, unos asiáticos en uniforme, el detective y unos "salvajes" em-
lóg!ca llevada por unos medios de comunicación universales, los modelos plumados, enriquecen el baratillo de los temas vestimentarios. La literatura
sooales se han reducidos en número, la simbólica eumpea tendiendo a sentimental actúa un tanto diferente: hurga evidentemente entre los sím-
reemp!~zar P<:r doquier el a~erezo vestime~tario r~gional. La pérdida de bolos anteriores, pero su vestuario favorito está tomado de la nobleza
los traJes nacwnales y profeswnales es el signo mas notable de ]a desin- de los siglos cercanos, de la alta finanza, de las familias reinantes, de
tegración étnica; no es un accidente menor sobrevenido en el curso de un las princesas orientales, de bs estrellas de cinema. Parece que el constante
proceso mayor de adaptación a unas condiciones nuevas, sino una de las proceso de exteriorización interviene ahí como en los otros dominios: el
condiciones principales de la adaptación, Ja que precede, muchas veces en hombre ya no desempeña activamente el papel del héroe de su propia
más de una generación, la adaptación ,real. Los anteojos del intelectual aventura étnica, sino que mira el juego de algunos representantes con-
fueron, en Africa, e] símbo~o de la evolución mucho antes de que el nivel vencionales para satisfacer su necesidad natural de pertenencia.
científico del modelo haya sido alcanzado, y ponerse la corbata, en todas Los símbolos de identificación tienden así a convertirse en instru-
partes del mundo,· ha precedido muchas veces al uso de la camisa. mentos intercambiables y estrictamente intelectuales, dejando de ser un
Símbolo real de la condición de hombre, el aderezo vestimentario d<t envoltorio biológico. No subsisten como tales más que en unos medios
la medida exac:a de ]a orga?ización étnica y ~?cial, y lo que adviene ac- restringidos y en circunstancias excepcionales: ceremonias gubernall)enta-
t:¡a]mente de bl? debe considerarse con atencwn. En Europa y en Amé· les o de tribunales, solemnidades académicas o universitarias, manifestacio-
nca, la _uniformidad se encuentra muy adelantada y el traje masculino nes hípicas, deportes. El aderezo nupcial conserva cierta vitalidad, mas
o f:menmo, de _una ;Jase a la otra, ya no se distin~ue n;ucho sino por los símbolos de iniciación como los trajes de primera comunión y los
su ,_alo.r monetano mas omenos grande y su adaptacwn mas 0 menos in- símbolos de duelo están en regresión rápida. Finalmente, sólo subsiste
mediata a la moda. Es. P,osible gue se trate del_ signo de una promoción para la masa de los individuos, el uniforme profesional, elemento indis-
general, de la desapancwn de las barreras soCJales, de la elevación del pensable de la eficacia económica del mecánico o del buzo, y los vestigios -
ni,vel_ de cultura y de información? pero es también la indicación de la tenaces del atavío nupcial.
perdida de los vmculos con los lmderos de un grupo en cuyo seno el
341
340
El dominio de la identificación social está en el rechazo de los signos de
No se ha hecho aún alusión al adorno vestimentario religioso que reconocimiento sexual y jerárquico. El asceta está desnudo . o casi, o se
comporta dos aspectos opuestos. El primero corresponde a los símbolos viste a lo inverso de las convenciones admitidas, con matenas, formas o
normales de situación social: los ornamentos religiosos, en todas las reli- colores que le separan del código de asimilación tecnoecon~mico. Como
giones, concurren a establecer una imagen lo más solemne posible de la él vive a contratiempo ayunando y ve~ando, y a -~ontrae:pac;o en el de-
función del oficiante. El traje del shamán siberiano o el de los danzantes · sierto, en una celda o entre el polvo de las encrucqadas, el_ vrve a _contra-
africanos, el de los bonzos budistas o de los curas católicos emanan tanto insignias con relación al código de pertenencia a la humamdad soCialmen-
de la figuración como de la estética social; al igual que para los jefes te organizada. Como la moral religiosa, en su punto ext~emo, es u11;a mo-
civiles o militares, es un elemento del decorado y, aislado, no posee más ral de liberación individual con relación a la moral soCial que esta fun-
que un sentido incompleto. El segundo aspecto interesa los símbolos de dada en el compromiso colectivo, sus insignias son normalmen_te lo con-
identificación personal que distinguen al hombre de religión. trario de las insi anias sociales. En un grado diferente y vanable, toda
El traje ordinario de los laicos está sometido a constantes modifica- tentativa de ruptu~1 del compromiso en el dispositivo unifo.rmado conduce
ciones de detalle, las cuales, en todas las civilizaciones, marcan el movi- a la aparición de insignias par_ticulares, sean !ndividuales, como, las ano·
miento de una generación sobre la· otra y constituyen la moda. Esta evo- malías vestimentarias de un artista, sean colectivas, como el bluson negro.
lución, muchas Yeces no afecta más que muy lentamente la estructura ge-
neral del vestido (las piezas esenciales de nuestro . traje no han variado ·
mucho en un siglo); pero directamente ligada a la seducción, él da lugar LAS ACTITUDES Y EL LENGUAJE
a una verdadera competencia de variantes innumerables, de ritmo cons- El decorado vestiment;.¡rio es suficiente para garantizar la identidad
tantemente renovado por la madurez sexual de nuevas capas de indivi- y orientar el comportamiento ulterior, mas no. se puede disociarlo, en la
duos. Es normal constatar que, al igual que en el mundo zoológico, los práctica normal, de las actitudes y del lengua¡e, los -~uales completan el
despliegues de adornos de la moda quedan vinculados al tiempo. meteo- reconocimiento y organizan el comportamien_to de relaCion. ~s notable que,
rológico y sufren renovaciones anuales. junto con el vestido, sean las actitudes soCiale_s y la :~rtesta lo qu~ haya
El traje profesional está sometido a unos ritmos de evolución muy constituido lo esencial del interés de los antiguos vta¡eros: las pnmeras
diferentes; adhiere a la moda gene.ral sin rigidez y puede atravesar varias obras etnográficas dedican lo mejor de sus descripciones al traje, a las
generaciones si su función permanece constante. El traje del guererro evo- maneras de saludar, de estaroe durante las comidas, de actuar ~rer:te a
luciona según el ritmo de las guerras y de una a otra marca un conser- superiores o inferiores. En el siglo xvm, se encuentra en las d_esc~Ipoones
vatismo, que se enriquece con cierta tradición de prestigio. Este conserva- de los pueblos curiosos, los mismos cortes que. en la~ de~c~Ipc~~nes de
tismo está aún m,ís presente en el t:aje institucional: un buen siglo de historia natural de la época, establecidos sobre ~na rdentifrcac_I?n muy
diferencia es el mínimo para el aderezo de los representantes de la au- eterna y las líneas muy generales del comportamte_nt? de relaCI?n: Eso
toridad política, diplomática, jurídica, aodémica o universitaria. Los proviene del hecho de que en general, los cono;:tmrentos se hmitaban
grandes cambios políticos ·acarrean lo más frecuentemente una renovación al cascarón superficial con el cual se envuelve la vrda real de los grupo~,
de ciertos secto.res del guardarropa oficial y asaz frecuentemente la crea- pero por eJlo resulta tant? más nítido que 1~ mundología de lo~ Tc~uktchis
ción de atavíos diferentes, pero con reminiscencias de cierto pasado in- o de los Tupinambas, viSt1 desde el exteno.r com~ desde el mtenor, sea
dispensable .a la creación del prestigio. el primer signo de ide~tificación . ?espués_ ?el vestido. , .
La tradición es fundamental en el traje religioso, puesto que la re- Actitudes y lengua¡e de relaCion se srtuan en lo~ l~mi~es del dominio
ligión corresponde al dominio del tiempo. Idealmente, el traje religioso fi bamativo . Ritmos y espacios sociales ' actitudes e msigmas, arrastran . a
debe ser invariable e inspirar la majestuosidad de las formas y la perma- los miembros del grupo en la representación permanente de S~ rr?PJO
nencia del ~iempo. En la práctica, el traje religioso de identificación per- drama étnico. La vida étnim es toda figuración, puesto que el md_lVlduo
sonal se resiente del efecto retardado de la moda vestimentaria laica, ora está incorporado al grupo sólo en la me:fida e11: que se pone el _uD:Iforme
mediante unos arreglos de detalle, ora· mediante bruscas mutaciones se- de gestos, de fó.rmulas y de rasgos vestrmentanos,. los cuales asimll_an. su
guidas de largas supen·ivencias; el traje de ceremonia es mucho más con- naturaleza de Homo sapíew a una cultura dete_rmrnada. De las ~ractrc;as
sen•ador, y el catolicismo, el budismo y el shintoísmo, por ejemplo, con· elementales y maquinales a las prácticas excepcwnales, J: de ~a vrda tec-
servan formas multiseculares. nica a la vida sociorreligiosa la conciencia del carácter frguratJvo se acre-
cienta para llegar a unas operaciones ceremoniales p~ra las_ cuales el lí-
'
El aspecto más interesante del atavío religioso es negativo. Más arriba !
mite ·entre el acto social y el acto figurativo es muy rmpreCI~o.
1

hemos visto que la liberación individual, la ruptura del círculo de Jas


operaciones sociales, reposaban sobre unas técnicas de dominio del ritmo; En las sociedades modernas, poco a poco se ha establecr~o una se~a­
dominio del .ritmo fisiológico en el ascetismo, dominio del ritmo opera- ración ent.re lo vivido realmente y lo figurado: no se confundrría un barle
torio normal en las prácticas pautadas por un horario riguroso e invariable.
343
342
--------------- --

.con un. ?allet, o una 11_1isa en Notre-Dame y el Misterio de la Pasión el hombre, la superestructun simbólica interviene más realmente en su-
desa!r_ollandose en el n11Sn:o m~rco. No e~tan fácil en las grandes fiestas perestructura, es decir, que ninguna diferencia fundamental separa la cres-
tradJCwnale~ de _1~ corte :n~penal de Chma o del Japón separar lo que ta del penacho, el espolón del sable, el canto del ruiseñor o las corvetas
es ceren;omal , onl ? relJ~lbso y lo que es teatro o competición. Con de la paloma y el baile campestre. Pero las modulaciones son tan variadas
tanta mas. razon es 1mpos1ble hacer una separación formal entre_ los as- como las etnias existentes en un mundo o las generaciones sucesivas en
p~ctos ~ooales y los aspectos figurativos en la mayo.r parte de las ma- una etnia y los cortes sociales en el interior del g.rupo.
~Jft;stacwnes pertenecien~es a sociedades donde el sistema jerárquico no Los diferentes elementos del comportamiento social: marco espacio-
lm1Ita los Jugare~ y los _eJecuta?tes de ]as ceremonias o las representaciones. temporal, adorno, actitudes y fórmulas, forman un haz cuyas partes evo-
Templo o pal,acw y dignatanos, escena y actores, se confunden cuando lucionan, por categorías, con los ritmos compatibles con la supervivencia
los act?res estan tomado~ de la multitud de dignatarios. En las ceremonias étnica. En él se vuelve a encontrar un equilibrio funcional que encadena
cualquiera qu~ sea el n:vel en el cual se sitúe uno, los participantes so~ los diferentes niveles, desde el individuo hasta el grupo entero, en el
todos alternativamente figurantes y espectadores hasta el momento en 1 desa.rrollo evolutivo. Los ensamblajes que aseguran la estabilidad religiosa
cual las relaciones numéricas separan de Ja masa un a.rupo pasivo el o jurídica contienen, tanto como puedan, símbolos de perennidad. En las
l · ¡ - b ,e
cua asiste rea mente al espectáculo. Además sin el concurso de la " · grandes religiones oficiales, unos edificios, unos trajes y un idioma li-
tenna ' " no h ab ría espectáculo. ' · aSIS·
túrgico viejo de un milenio por lo menos, son el testimonio de la doble
La fi-?uración, yues, aparece ~n un primer estadio inseparable de las permanencia de una ci,·ilización y del orden divino atado a él. Un idioma
manifestaciOnes sooales que mantienen la permanencia étnica. BaJ·o t de tribunal dos o tres veces centenario, proferido en un marco donde
t l d d . . . , f. . es e
aspec o, e g~a ? e partiCipaoon Iguratn·a es coherente con los caracte- se amontonan los símbolos figurativos del equilibrio severo por un hom-
res tecnoeconomJcos del grupo: la especialización figurativa, la separación bre impersonalizado en el ata,·ío tradicional de los que dicen el derecho,
entre actores y espectadores alcanzan su más alto punto en ]as masas mo- es apto para conferir al hecho jurídico el peso de duración necesario
dernas, doi:de Ja mayo~ parte de los individuos no desempeña mucho el para sumir al encausado en la seguridad de una obligación socialmente
papel de figurantes sooa]es, pero donde, gracias al canal de la televisión vital. En cambio, en el dominio de la procreación, o más generalmente
t?das las manifestaci_ones de pr~stigio están reducidas al estado de espec: de ]a vida individual, donde la supervi,·encia colectiva está basada en la
tacuJo puro. A Ja mversa, alJ¡ donde el carnaval subsiste puede aún renovación, los sujetos nutren el sentimiento de ocupar su puesto en un
suceder que tod_os los par_ticipantes vivan a la -vez ambos ;ape1es. sistema de símbolos . de una flexibilidad suficiente como para que cad<t
1
~n las soCiedades pnmitivas o tradicionales, el comportamiento fi- grupo de edad se reconozca en su unidad.
gur~tn·o de carácter sociorreJigioso oüece todos los estados de transición Así volvemos a encont:ar, encerradas en una red figurativa propia-
posi~Jes er;tre el papel del individuo aislado, como el sham:ín frente a la mente humana, las mismas líneas biológicas que encuadran a la generali-
multitud Simulando su Yiaje en búsqueda de las almas de un enfermo dad de los seres viYos. Lo impresionante en la evolución moderna, es la
Ja sociedad de _iniciados que ofrecen el espectáculo muy elaborado de ~u~ pérdida de la mayor parte de los símbolos sociales. Es una trivialidad
danzas, o Ja tnbu australiana toda entera actuando su mito · constatar la desaparición de los trajes y de los atributos étnicos o profe-
. . El comportamiento fig;uativ~ está tan p~o(;mda_ment; ligado a la sionales, como es trivialidad también mencionar el empobrecimiento y la
calidad humana que es d1fiol asignarle una \'ISIOn sistemática sin hacer uniformidad social del lengmje de relación, pero no somos ricos en
desaparecer su realidad. La dificultad .reside aparentemente en 1 1 h criterios de evolución y éste, rompiendo con un pasado de tradiciones que
d l f ·' ·l , . e 1ec O parecían caracterizar de la mejor manera al hombre social, no es desde-
~ que a 1guracwn sooa _esta msertada en el más firme terreno zooló-
-gico. L<: que hace el valor humano de las actitudes y de las insi o-nias ñable. Sería muy importante saber si la realización de un tipo universal,
e_s su nnculo con _la: especiación étnica, y no su naturaleza. Desd~ lo~ si no en los idiomas, al menos en los atributos vestimentarios, verbales y
tiempos cuan?o. Butfon descri_bía la danza de las grullas de Numidia, los· gestuales, tipo fundado sobre unas características originalmente peculiares
trabaJo_s zoologJCos !1a1: d_espe¡ado una multitud de hechos, mostrando que a las clases acomodadas europeas, corresponde a un simple estadio, más
las_ ;tctitudes y _]_as msign1as corporales dominan el comportamiento de re- allá del cual una nueva diversificación tomaría forma, o si, al contrario,
Jacwn d_e I?s. pa¡aros y de Jos mamíferos en el doble plano de la jerarquía los elementos masculinos de una parte y los femeninos de la otra, serían
_de los mdmdu?s y de las reJ~ciones e?tre los representantes de los dos idealmente idénticos e idealmente propios a conocerse· de inmediato y a
sexos. Lo_ esencial de las re_lacwne~ s?c:aies se Jiga a estos aspectos com- · reemplazarse instantáneamente en su clase de productividad. La realización
plementarios del_ comportami~nto bwlogiCo. Relación dominador-dominado de una megaetnia terrícola con elementos uniformes no es inconcebible,
y para,das nupoales o r,e~acwnes de prestigio y de coquetería son, una es incluso el ideal explícito o implícito de muchos filósofos o sociólogos
vez mas, la forma espeof1ca y la forma étnica del mismo fenómeno. En desde la Antigüedad, aunque varias generaciones deben ciertamente pasar -

344 345
----- - ---- -------- ----

en la elaboración de macroetnias parciales y antagónicas. El mundo occi- ESTETICA SOCIAL Y VIDA FIGURADA
-
dental, el mundo ruso, el chino o el árabe, expresan ya claramente este
En definitiva, uno se puede preguntar si la ~~manidad ha ~scapado
ideal macroétnico. A menos de imaginar que la idea de humanidad venga totalmente del peligro representado por la perfeccwn de las abe¡as y de
a suplantar la del dominio del universo no se ve por cuáles vías se vo!- las hormigas, es decir, de un condicionamiento social prácticamente total.
verían a constituir las personalidades microétnicas. Bajo este estricto án- Hemos visto en el curso de los capítulos que nuestro destino geológico
gulo, el dilema está entre el individuo motor de un microcosmos social había intervenido en la independencia frente a las funciones y que ha-
a su medida, donde desempeñaba él mismo toda la gama de sus medios bíamos llegado al punto actual por el perfeccionamiento de un dispositivo
estéticos y técnicos, y el individuo elemental, pieza del mecanismo inde- que había permanecido abie.cto. Es difícil juzgar el momento en el cual
finidamente perfectible de una sociedad totalmente socializada. se encuentra la humanidad actual, siendo que muchos representantes de
Es evidente que la vía seguida por el hombre lleva hacia la megaet- ella están separados por apenas una generación del tiempo de los artesanos,
nia, unidad de medida terrestre como el "megamuerto" que se ha forjado de los labradores, de las bodas aldeanas, de los teatros ambulantes, de
para expresar la potencia de. las armas atómicas. Solamente por curiosidad todo un aparato social cuyas huellas marcan aún una parte impor.tante
buscaríamos pues las vías po.r las cua 1es ·continuará escapándose el flujo del globo. Sin embargo, año tras año, la exteriorización se acentúa y ya
zoológico, pues, en definitiva se trata de mantener al hombre en una si- hay millones de hombres que .representan algo nuevo para el etnólogo.
tuación suficientemente "sapiens" para e\·itar una deshumanización, la Estos hombres disponen del mínimo indispensable de prácticas sociales
cual se tornaría perjudicial al rendimiento de la máquina social. En otras para asegurar su rodamiento cotidiano, de una infraestructura de evasión
palabras, uno puede preguntarse si una nueva exteriorización no está en personal preacondicionada por los días feriados pagados, las carreteras,
curso, es decir la del simbolismo social. De hecho, el proceso está ya los hoteles o los terrenos de camping, algunas semanas anuales donde se
suficientemente adelantado como para que se vea nítidamente en cuál encuentran en un estado de "libe.ctad canalizada"; una superestructura li-
sentido se o.:ienta. Los métodos artesana'es mueren en la vida social co- gera les permite franquear los ritos de pasaje, de nacer, casarse, morir
mo en los oficios y en la guerra, la tendencia hacia la exteriorización se con el mínimum indispensable de emoción o de decoro. Su parte de crea-
hace sentir en el mismo grado que se traduce por el tratamiento indirecto ción personal se ha vuelto menor a la de una lavandera del siglo XIX;
de masas sobre un número de puntos cada vez m:ís limitado. Uno percibe su función productiva se encuentra toda en un engranaje exacto del des-
muy bien la aproximación del momento cuando algunos centros tratarán perta.!:, los desplazamientos y el trabajo, todos cronometrados. Así, ellos
serían casi tranquilizadores p.1ra las generaciones futuras, pues el resorte
de manera totalmente automática la totalidad del hierro manufactu.rado,
genético sería suficientemente fuerte para resistir la deshumanización.
como ya sucede con el petróleo, materia en la cual la evolución no está
Pero parece que la vía trazada sea realmente la de la evolución. En efecto,
entrabada por el constreñimiento de la gran diversidad de los productos.
estos hombres tienen la misma participación social que sus antepasados,
Ya se puede prever el momento cuando los Estados no tendrán más que una participación incluso considerablemente mejorada: por la ventana de
recurrir a los servicios inciertos del artillero y las masas de megamue.rtos la televisión y los labios del transistor, ellos asisten, ya no a una ceremo-
podrán ser tratadas indirectamente, a partir de cuadros de mandos elec- nia aldeana, sino a las recepciones de los grandes de la tierra, ya no al
trónicos; ra esa posibilidad existe. En lo social, las técnicas audiovisuales matrimonio de la hija del panadero, sino al de las pri~cesas; los equiJ:OS
aseguran, pese a su imperfección actual, un relevo muy eficaz. Estamos de football son los mejores del continente y ellos d1sponen del me¡or
aún en plena supervivencia y el obrero de las ciudades sale todavía de su án oulo de visión. Las nieves de Canadá, las arenas del desierto, las danzas-
itinerario- Yital para asistir a un math, pescar con su sedal, ver un desfile; papúes y las orquestas del mejor jazz les chorrean por encima a través
es decir que posee aún una vida de relación aunque restringida, suficiente de las aberturas de las cajas mágicas.
para participar en la actividad de una sociedad, sin embargo, cada yez En el capítulo VI abordamos el problema de las relaciones en~re
mis sus actividades de relación directa o fuera del círculo Yital están lo· el lenguaje y las técnicas audiovisuales. Ahora veremos un aspecto dis-
calizadas en su adolescencia y el período preconyugal, allí donde la par- tinto u otra consecuencia que aparece en la exteriorización de las cadenas
ticipación directa es necesaria a la supen·ivencia colectiva. A .menos de operatorias sociales. Entre el tiempo pasado y el que se inicia, la propor-
llegar al punto alcanzado por las especies domésticas mejo.r adaptadas a ción de los individuos realmente creadores y de la masa no ha variado
la producti,·idad, es decir, el de la inseminación artificial; parece que por sensiblemente y uno puede tener la segttridad de que existirán siempre
ahora un mínimum de estética social seguirá rodeando Jos años de la hombres para cantar con su propia voz, participar ellos mismos en una
madurez sexual. En las sociedades de insectos, este período es, por otra ceremonia mayor, empujar con su propio pie un verdadero balón o tallar
parte, el único, en el cual una cierta independencia de comportamiento su silla en un tronco de árbol. Pero estos hombres son el elemento exte-
se manifiesta en la minoría reproducto.ra. riorizado del dispositivo social y su función consiste en traer a la multitud

346 . 347
----------

la ración , necesaria
,
de participación social. La multitud , por su parte' duda, estará luego en capacidad de dar a los órganos de producción te-
no cantara mas en las bodas y no seguirá mis la retreta con antorchas: ledifundida un acopio de emociones refrescadas.
en sus cortos paseos, ella ya puede evitar el contacto directo con el canto Similares perspectivas pueden parecer exageradas, abusivamente pe-
de los pájaros forzando un poco el tono del transistor. simistas. Sin embargo, hay un aspecto de la evolución que no parece
En su aislamiento microétnico, los miemb.ros del grupo tenían bien haber llamado la atención hasta ahora. En la perspectiva más optimista,
que mal, que fabricar ellos mismos sus camisas y su estética social al dentro de un número limitado de generaciones, los problemas de la vida
precio de una pérdida de tiempo, lo cual no dejaba al organismo colec'tivo manual estarán liquidados; la guerra y las divisiones políticas habrán ter-
más que un beneficio modesto. Es evidente que una economía considera- minado, es decir que la aventura humildemente física y las razones de
ble s_e ve realizada e? _un sistema en el cual el sujeto productor comparte mantener una ideología épica habrán muerto. El mundo estará estrecha-
su VI?a entre !a actividad pro~uctora ~ _la recepción pasiva de su parte mente copado por hombres sanos y nutridos, activamente empleados en
de VIda colectn·a; parte escogida, dosificada, prepensada y vivida por hacer sobreviYir la masa definitivamente estabilizada en sus límites. El
otros. Como en el caso de la liberación del arte culinario por la conserva, ma.r, el bosque o la montaña no ofrecerán a la aventura m:ís que el
la de las operaciones sociales a través del te]e,·isor es una aanancia colec- accidente. Es ya sintomático ver la doble orientación de los periódicos
tiva. Tiene como contrapartida un riesgo de jerarquizació; social proba- populares hacia la awnturc1 sentimental de los· príncipes o de las estrellas
blemente más marcado que la de los tiempos anteriores; una estratificación del cinema, y hacia la cJ.t,!strofe..La situación actual transpuesta en un
por selección ;a_c,ional que s~parará de la n:~sa unos _e!e:nentos raros, pa.ra mundo pacificado, poblado de hombres idénticos en su modo de vida y
darles la posicion de fabncantes de evaswn teledin "Ida. Una minoría en sus gustos, deja la impresión de un vacío en lo relativo a uno de
~1~s y más . restrin~ida ela~or~rá no_ solament; los pr¿"wamas vitales, po- los atributo; específicos del homo sapie!IJ: el que asegura, en el cuerpo,
li ticos, admmistratn·os o tecn!Cos, sino tambien las racwnes de emoción la mano y el cerebro, el pri\"ilegio individual de la creación material y ·
l~s eva~iones épicas, la imagen de una Yida que se habrá vuelto totalment~ simbólica. El apocalipsis teilhardiano y el apocalipsis atómico no ofrecen
~Iguratn·~, · pues un_a vida social puramente figurativa puede sustituir sin solución, pues una u otra pueden muy bien situarse a un plazo geológico,
mconvenientes la nda social real. La vía existe desde el primer relato de y la humanidad, en cambio, puede muy probab'emente encontrarse ante
caza del p~l:antrópido, más aún, desde la primera novela 0 el primer la obligación de enfrentar, en un próximo futuro, el problema de su
re!ato de \'Ia¡e_. Ya hoy la ración emocional está constituida por unos mon- rehumanización, como el de su equilibrio demográfico.
ta¡es etnográfiCos compuestos sobre unas existencias muertas: los Sioux .; .

caníbales o filibusteros, quienes forman el cuadro de sistemas de relació~ i


!
pob.res y arbitrarios. Uno puede preguntarse cuál será el nivel de realidad
de estas imágenes someramente rellenas de paja cuando los creadores sal- ••
gan de cuatro generaciones de parientes teledirigidos en sus contactos au-
dim·is~Ja!e_s con un n:undo ficticio. La . im~ginación, . a! no ser más que
la posibilidad de fabncar algo nuevo a partir de lo VI\'Jdo, corre el riesno
~e una baja sensible. El nivel mediocre de las lecturas populares, de f~s
Ilustrados, de la radio y de la televisión es una indicación interesante:
corresponde a una sel_ección natural de los creadores y de los sujetos tra-
tados y se puede considerar que la mayoría estadística de los consumidores l
1
r~c!be ·el alime~to e~1.ocional _apropiado a sus n~cesidades y a sus posi- 1
bdidad_e~ de asllndaoon. Pero nuestro mun~o vn·e sobre un capital de
s:¡pervi~'H;ntes, el cual puede asegurar una Cierta .recuperación de la rea-
lidad vmda. Dentro de diez. generaciones, el creador de ficciones sociales
ser~ P:?b.~blemente seleccionado y colocado en unas prácticas de "renatu-
ra!Jzaoon en un. parque donde. tratará de remover un pedazo de tierra j
1
con un arado copiado de los museos y arrastrados por un caballo sacado J
!

d_e una reserva; hará su sopa en familia y organizará unas visitas de ve- l
c~ndad, actuará en una boda, irá a .vender unos repollos a otros prac-
~Icantes _en un P:queño mercado y !~aprender~ _a confrontar los muy vie-
JOS escntos de Flaubert con la realidad escuahdamente .reconstruida. Sin

348
-----

1
'

XIV

EL LENGUAJE DE LAS FORMAS

El comportamiento figurati,·o es inseparable del lenguaje: emana de • 1

la misma aptitud del homhce para reflejar la realidad en unos símbolos '

verbales, gestuales o materializados en figuras. Si el lenguaje está ligado



a la aparición del útil manual, la figuración no puede ser separada de
l
'
la fuente común a partir de la cual el hombre fabrica y figura. Asimismo
puede uno esperar encontrar un paralelismo estrecho en el desarrollo pa-
''
'
l
'
leontológico, y en particub.c observar en los materia 1es una modificación
profunda y rápidJ descle el momento en el cual las últimas etapas pa-
le:mtrópidas conducen al h9mo sapiem.
No es fácil dar una definición formal del comportamiento figurativo,
pues si separamos con claridad el teatro de la pintura, o la pintura de
caballete del papel pintado, los planos se cruzan cuando se intenta su-
mergirse en el tiempo o en las formas étnicas diferentes. Hemos visto
mis arriba que la estética social era profundamente figura ti ,.a: ceremonia
y teatro no están categóricamente separados, el decorado de teatro y _los
frescos de un templo pueden igualmente figurar unos acontecimientos mi-
tológicos o históricos.
'
Sería azaroso formular con demasiada precisión una hipótesis sobre
el momento cuando las sociedades pasan del ceremonial vivido a la re-
presentación teatml, o de la figuración percibida como esencial a la de-
¡ coración pura. Un corroboree australiano, con sus trajes y sus accesorios,
1 . sus episodios en los cuales los danzantes miman el comportamiento del
1 animal mítico, no separa ceremonia y teatro; el Paleolítico superior, con
1 su arte conocido por miles de ejemplos, ofrece unos testimonios de figu·
ración tan buenos sobre paredes o sob.re placas como en objetos utilitarios
.1
i revestidos de una envoltura decorativa. En los dos extremos del tiempo
'•

del homo sapiens, los primitivos acusan la misma indiferenciación. ¿Bas-
1
l taría, pues, seguir el hilo del tiempo y la escala de las jerarquías tecnoeco-
! nómicas para descubrir el punto donde lo religioso, lo social y lo teatral
se separan? Es una ficción, pues en todas las sociedades, las formas co-
j existen y muestran gradaciones insensibles. Que se trata de un sacrificio,
1
1
1 351
1
·!~

l
es accesible antes de las primeras escrituras. Al intentar una paleontologb
de un discurso político o de una comedia, la relación de los individuos del comportamiento figurativo, constatamos que los materiales son nulos
figurantes con la materia figurada es menos importante que los valores de los orígenes hasta el Paleolítico supe.rior, pero en relación a los 5.000
comunes entre figurantes y espectadores, que permiten injertar sobre una años de retroceso sobre el lenguaje que permite la escritura, se dispone
cadena operatoria de carácter religioso o social un aparato estético aco.rde de una treintena de milenios de evolución para los testimonios figurados.
con las emociones que mejor convienen. Este lenguaje emocional, del Aparece también que la figuración gráfica nace con el primer desarrollo
cual una parte de los valores es de origen biológico muy general y cuyo del homo sctpiens, lo cual constituye una indicación de valor. El problema
código de símbolos es, por el contrario, fuertemente específico, constituye es de encontrar las vías po.r las cuales se deslizarían unas hipótesis sobre
el arte figurativo propiamente. el comportamiento de los antrópidos mis antiguos. Ur:a primera ví~ lleva
Por eso, no hay más arte que el utilitario: el cetro, símbolo de la a investigar si todas las actividades figurativas (motnces, vocales, mstru-
potencia real, el báculo, cayado simbólico del obispo, la canción de amor, mentales) son asimilables a la figuración gráfica; en tal caso, no habría
el himno patriótico, la estatua materializando el poder de los dioses, el nada que hallar hasta .los últimos neand~~thalenses. ~na segunda vía ind~ ·
fresco rememorando los horrores del infierno, responden a necesidades ce a aclarar las relaoones entre figuracwn y lengua¡e, lo cual asegurarw
prácticas indiscutibles. La espontaneidad no está en los móviles, sino en un asidero débil, pero interesante, fundado sobre el desarrollo cerebral.
el florecimiento del lenguaje de las formas .. La sorprendente aberración El comportamiento figurativo, como ya hemos visto, no se aplica ni
de los prehistoriadores de fines del siglo XLX ante las obras paleolíticas, a la estética funcional ni a los sentidos desprovistos de posibilidades de
ha sido la de inYCntar un "arte por el arte" fundamental, mientras que reflexión simbólica como el olfato, el gusto o el tacto. No posee, pues, en
Lascaux no está menos insertado en la vida sociorreligiosa de los con- tanto que instrumentos posibles, más que la au.dició~~ la visión y el c~erpo
temporáneos de sus pintores que la Capilla Sixtina en la de .Roma del en gesticulación. Dado lo que se sabe del drsposrtrvo de los ma~Jferos
siglo xvr. Como el lenguaje de las palabras, el lenguaje de las formas superiores y del hombre, la figuración fluye .directamen.t~, en el s~s~~ma
es mis ·o menos rico y elocuente; por base está destinado a significa.r, y de relación por los sentidos de referencia dommantes ( vlSlon y audrcwn)
un arte que pierde su objeto cae en la antítesis. Esta es, por otra parte, y por la motricidad. En otras palabras, la figuración t.oma las ,mismas vías
justificable como una salida de auxilio contraimaginativa; no contradice el que la técnica y el lenguaje: el c~erpo y la man?,. el o¡o y el ~r?o. Aque~lo
carácter primordial de los aspectos significativos. No es por casualidad que distingamos como danza, mrmo, teatro, musrca, artes graf:cas y. plas-
1
c1ue tantos creadores contemporáneos buscan un retorno decorando ca- i ticas pertenece, pues, a la misma fuente q:re .las otras ~anrfestaoo?-;s.
Establecida esta comunidad elemental entre tecnKa, lengua¡e y frguracwn,
pillas.
El lenguaje de hs palabras y de· las fo.mus, de los ritmos, de las
¡
l
parece sin embargo difícil seguir la misma ví~ paleontológica 9.~e ha per-
oposiciones_ simétricas o asimétricas, de frecuencia o de intensidad, es el mitido mostear el desarrollo de las áreas cortrcales de la motncrdad cons-
dominio de la libertad humana; está ligado a las fundaciones biológicas ciente y la contigüidad de los territorios donde se integran las cadenas
y reposa sobre una significación pragmática y social, puesto que palabm técnicas y las cadenas verbales, si no es pa~a descubrir de nuevo qué _len-
y figuración son el cimiento que liga los elementos de la célula étnica. guaje y figuración emanan de la misma aptrtud para extraer de la realrdad
Pero a la im·ersa y de manera exclusivamente humana, él asegura, indi- unos elementos que restituyen una imagen simbólica de. esta. realidad. Pero,
vidualmente, el escape liberador, tanto del artista como del consumidor, mientras que las figuras verbales, en las palabras y la sm~axrs, son como el
en el confort de una inserción perfecta en el pensamiento colectivo o en equivalente de los útiles y de los gestos n:anuales, destma~os a aseg~rrar
la contradicción y el ensueño. una fijación eficaz del mundo de la matena y de las relaoones, la frgu-
La doble naturaleza del arte, colectiva y personal, luce que sea im- ración se funda sobre otro campo bio~ógico como es el de la percepción
posible separar completamente lo "pagado:· de lo "gratuito", el arte mo- de los ritmos y de los valores, común a todos los seres vivos. Util, len-
tivado del arte por el arte; como es imposible, por lo menos en los extre- guaje y creación rítmica representan, por consiguiente, tres aspectos con-
mos, separar radicalmente lo figurativo y lo decorativo. 1 tiguos del mismo proceso.
l1 La aplicación de los datos de esta contigüidad a los antrópidos ante-
1 riores al homo sctpiens sólo puede ser muy indirecta y hemos visto que la
ORIGEN Y PRIMER DESARROLLO DEL COllfPORTAMIENTO FIGURATIVO 1' ritmicidad de las percusiones de carácter técnico está asegurada desde los
1
australantropos, o sea, el más ·antiguo testigo conocido. El primer útil fa-
Los testimonios técnicos, como hemos Yisto en Jos primeros capítulos i' bricado fue obra de una continuidad de choques y no ha podido ser uti-
de este volumen, aseguran una serie ininte.!Tumpida de documentos desde lizado más que mediante percusiones repetidas. La creación de ritmos so-
los australantropos hasta nuestros días. Utilizando conjuntamente estos ma- noros, ya no figurativos sino técnicos, es un hecho desde el origen; por
teriales y los datos sobre el desarrollo del cerebro, se ha intentado hacer otra parte, los balanceos rítmicos y las señales sonoras repetidas, están
el esbozo de una paleontología del lenguaje, puesto que nint,rún testimonio
353
'5?
:> -
:
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anti nuos el hombre de Neanderthal ha dejado decenas de sitios de hábitat.


suficientemente atestiguados en los mamíferos superiores como para que Ent:e e;tos últimos y los del Paleolítico superior, se ve efectivamente na-
se haga acreedores de ellos a los mis Yiejos antrópidos. Puede decirse que cer el arte de grabar, de pintar y de esculpir. Nace de una manera tan
las formas motrices y sonoras de la figuración existen virtualmente desde progresiva que podemos estar completamente seguros en cuanto a su q-
la aparición de los primeros antrópidos, tal como se puede decir de la rácter inicial. . .
metalurgia que existe a partir del momento cuando, una vez conocido el Hacia fines del lvfusteriense, más o menos haCia 50000, se comten-
mineral como colorante, no faltaba sino que la materia fundente y las zan a encontrar fragmentos de ocre rojo, sin ~ue ~1 uso de este c<:lorante
altas temperaturas cerámicas confluyesen para que apareciese el metal. No esté atestiguado por ninguna obra. Podemos 1magmarnos que s_erv1a para
se puede,- tanto para la figuración motriz como para la metalurgia, asignar a d ecoracwn·' del ct1erpo de los hombres o .para embadurnar . ob¡etos o su- 1

1 1

un punto de afloramiento riguroso, puesto que los elementos preexisten . · _ nada cierto puede ser deduodo, smo que nos encontramos i'
per f 1oes, mas . f' 1' · -
al fenómeno particular. La ritmicidad figurativa sonora y gesticulatoria 20 0 00 años le¡· os de las pnmeras 1guras exp !Citas cono-
por 1o menos · b'' ¡
salió probablemente a lo largo del hilo del desarrollo geológico, como lo • ciclas. Pertenecientes a la misma época, conocemo;; tam 1en a gu~~s trazos -1
1

j •'
hizo el lenguaje, en sincronía con el desarrollo de las técnicas. '1. rabados en bloques 0 cúpulas excavadas en la p1edra. Son_ tamb1en cono- i
g_d t t T' nez como en Francia unos amontonamientos de bolas
1
i -
l.
En el estadio de los australantropos y de los arcantropos, no se pue- •
! c1 os an o en u ' d 1H ·
den abrigar muchas esperanzas de encontrar manifestaciones de un nivel e p1e· d ra es f ero1'd es. De t-'1~
suerte • pues ' un poco antes ·e omo 1sap1ens,
d
1 d
diferente al de las técnicas. El período que Ya del primer chopper al de .1
aparecen ru ' ¡go.res. El c-,1 r ~;cter de estos fu! bo-ores se preCisa A con e e escu-
los últimos bifaciales cubre varios centenares de milenios y precedentemen- brimiento en un hábitat musteriense muy adelantado, en, rcy-~ur- ure,
te hemos visto ( capítu!os IV y XII) que las formas han evolucionado · t t'dod de ob¡' etos que Jos neanderthalenses habwn tra1do a su
d e Cler a can 1 " . f d f
muy lentamente hacia la simetría y el equilibrio funcional hasta llegar a caverna. Se trata de dos m:ls:ls de pirit::t de hJerro orma as por es er~~
unos útiles que parecen ser, desde nuestro punto de vista, una verdadera rugosas aglomerad:1s, el molde interno de una gruesa concha de gaste.ro
búsqueda de la regularidad_ de ]as cun·as y de lo acabado del retoque.
Incluso si no hubiese búsqueda consciente de parte del obrero, el cual no
era todavía más que un pitecantropo, incluso si se debe considerar este
equilibrio de las formas como una simple propiedad zoológica, Ja pose-
sión del medio de prever la forma a través de la materia y de llevarla hasta
Jos límites de Ja perfección estética basta para hacer oto.rgar a los hombres
de antes del hombre de Neanderthal un nivel correspondiente de manifes-
taciones figurativas. Sabemos con certeza que éstas no alcanzaban el nivel
de las representaciones grabadas o pintadas, puesto que, incluso al final
de su carrera, el hombre de Neanderthal, a duras penas, deja Yer los sig-
• • ••
nos precursores de ellas; pero formas toscas de la danza, del canto y de ...
...•
las percusiones son razonablemente imaginables, pues si Jas raíces de la ....... - •

técnica se hunden hasta los australantropos, no hay motivos científicos que


• • • • • •
impidan hacer bajar hasta allá las raíces del lenguaje y de los ritmos. •
• • •• • • •


-
EL ALBA DE LAS IMAGENES

La restitución del comportamiento figurati\'O en el dominio de Ja


motricidad y de los sonidos, pertenecerá siempre a la conjetura. Es casi
·.: .
' ''V'· . .
• •

cierto que los paleantrópidos cantaban, mas ¿qué figuración evocaban sus
ejercicios vocales? Nos sentimos inclinados a suponer en ellos más Ja
expresión de sentimientos que Ja formación de ideas complejas: en rea-
lidad también se podría entrever Ja hipótesis de cantos de cacería, pero ·
· sería tan gratuita como Ja de cantos de funerales. Nosotros sabemos so- - - .
Fi 128 Objetos naturales curiosos recogidos por los , musten~n~es.
lamente c¡ue cazaban y se preocupaban de sus muertos. En cambio, los D~·la izquierda hacia la derecha: molde de gasterópodo, pollp)ero esfenco,
primeros signos de figuración fosilizada no pueden escapar, pues si se co- . bloque de pirita de hierro. Arcy-sur-Cure (Yonne
nocen mal los hábitats de ·los arcantrópidos y de Jos paleantrópidos más
355
354
podo fósil y un polípero esférico de la Era Secundaria (fig. 128). Nin- los primeros testimonios figurados. Hemos visto que no se trataba de una
gún sentido descriptivo es sensible en estos vestigios constituidos por unos revolución radical, sino que la situación había sido preparada largamente
esferoides y una espiral, pero se trata del primer testimonio real del re- con los paleantrópidos y q_w;,. a partir de 1_1n. cierto_ punto de madurez,
conocimiento de las formas. Es también el primer signo, muy impo.rtante, la multiplicidad de las pos¡b¡J1dades de asoCiaCiones mnovadores transfor-
de la búsqueda de lo fantástico natural. El sentimiento estético que con- maban rápidamente las sociedades humanas.
duce al misterio de las formas raras, conchas, piedras, dientes o defensas En el Castelperroniense, en el Auriñaciense y más tarde hasta el Ma~­
y huellas de fósiles, pertenece con certeza a un estrato muy hondo del l'
'' daleniense, desde 35000 hasta 10000 años antes de nuestra era, los f~·
comportamiento humano: no solamente es el primero atestiguado en el sil es ( amonites, belemnites, trilobites, cristales de cuarzo, de galena, pi-
. orden cronológico, sino también es una forma de la adolescencia de las ritas de hierro) recogidos po.r el hombre son numerosos y se ~nen direc-
ciencias naturales, pues en todas las civilizaciones el alba científica se tamente en el mundo postpaleolítico con los innumerables e;emplos de
j
inicia en el baturrillo de los "curios". Es fácil establecer los vínculos de colecciones de piedras raras y de objetos insólitos, tanto en los primitivos
'
esta búsqueda con la magia, pero en este momento, el hecho en sí es ya
suficientemente significativo: el arte figurativo propiamente dicho está
l como en los c;:ivilizados. En cuanto al mundo postpaleolítico, sabemos, gra-
cias a unos testimonios históricos o vivos, que este material heteróclito está
precedido por algo más oscuro o más general que corresponde a ]a visión connotado de valores en los cuales la estética participa con ]a magia y la
reflexionada. de las formas. Lo insólito de ]a forma, resorte potente del farmacopea, en un complejo intelectual en el cual sería inútil trazar límites.
interés figurativo, existe sólo a partir del momento cuando el sujeto com- Por otra parte, no vemos por qué el .arte de la ~aturaleza sería más "gra-
para una imagen organizada de su universo de relación con objetos que tuito" que el de Jos hombres: se inserta en el m1smo campo de preocupa-
entran en su campo de percepción. Son insólitos al extremo los objetos ciones. Las direcciones que toma la es~ética de las form~s na~ur~les .~n los
que no pertenecen directamente al mundo viviente, pero que ostentan, sea medios de gran civilización dan preCisamente una precws~ md!caClon de
sus propiedades, sea el reflejo de las propiedades. El mundo viviente de ello. Los Chinos y los Japoneses, a este respecto, han segUI~O exactame~te
los animales, de las plantas, de los astros y del fuego, inmovilizado en la la misma vía de transferencia que los Europeos: la del gabmete de cuno-
piedra, representa todavía para el hombre actual una de las fuentes un sidades. Desde la Edad Media hasta el siglo XIX, entre nosotros, se crea, a
poco turbias de su interés por la paleontología, la prehistoria o la geolo- raíz del goce estético de las formas .raras y espontáneas,. una corri:nte _vi·
gía. Las concreciones, los cristales y sus destellos, conmueven directamente gorosa de colecta que se dirige, ya. n? enter~mente haoa la ma~ta, smo
los fondos del pensamiento reflexionado del hombre; son, en la natura- mediante transiciones como la alqum11a, haCia las formas evolutivas del
leza, similares a palabras o pensamientos, símbolos de forma o movimien- conocimiento má~<ico, la farmacopea y las ciencias naturales. No existe ]a
. to. Lo c1ue hay de misterioso e incluso, de inquietante por descubrir en 1
menor duda de que el "Museum", heredero del gabinete de curiosidades,
la naturaleza, esa especie de reflejo fijo del pensamiento, es el resorte si aue siendo hasta nuestros días el ]uaar donde se recogen las rarezas, las
de lo insólito. 1
1
f~mas monstruosas y excepcionales, l~s cuerpos que difieren de lo "bien-
Es sumamente interesante constatar que el primer movimiento de una 1 conocido''.
estética espontáneamente figurativa es el mismo que se continúa a lo lar"o
1
'' El arte de hoy, al igual que el de Extremo Oriente de~de hace siglo>,
de la experiencia humana, en los individuos como en las culturas. El o~,
1
ha tomado las formas naturales bajo el ángulo estético senollamente, en el
el diamante o las piedras preciosas, provienen de la misma fuente que. proceso de exteriorización o de liberación del arte que marca su etapa
las piedras extrañas de los musterienses, pues, en definitiva, la cima del 1 moderna. El arte "b.ruto", la piedra sorprendente, la raíz complicada, el
:
interés que tenemos por la materia, ya había sido alcanzado por el hom- cristal, el pez laminado entre dos hojas de esquisto, vuehen a encontra•:
bre de Neanderthal. ¿Ligaba ya él sus curiosidades con la magia? Sería un plano estético alcanzado desde varios siglos en el jardín chino; mas
difícil afirmarlo, a pesar de que podamos estar seguros de ello al<>unos ellos vuelven a encontrar también, d.e una manera tranquilizadora para la
miles de años más tarde. b unidad humana, la búsqueda de formas insólitas de los últimos pale·
En efecto, a parti.r de la aparición de los primeros "curios", el ras- antrópidos.
tro se sigue sin discontinuidad hasta las vidrieras de los anticuarios. La
entrada en el Paleolítico superior ha sido fijada por los prehistoriadores
en las cercanías de 35000 antes de nuestra era en el viejo mundo occi- EL RITMO FIGURADO
dental, es decir, en el Castelperroniense o el Auriñaciense. Esta asigna-
. Ya hemos hablado de las misteriosas "marcas de cacería" constituidas
ción no es casual y hemos visto ya que varios hechos capitales marcan los
por unas varitas o f.ragmentos de hueso marcados de incisiones regulares
diez milenios en los cuales nuestro universo se constituye: evolución hacia
( fig. 82). Aparecen tal vez a partir de fines del Musteriense y, en todo
el homo sapiem gracias al desbloqueo prefrontal; intensa diversificación
de !os productos técnicos; estructuras complejas de hábitat; aparición de

! caso, son ya frecuentes en el Castelperroniense. Duran hasta finales del

356 357
---------- --- -----

hombre mujer y/o caballo-bisonte que llenaba las condiciones de expre-




sión buscadas para traducir probablemente el contenido de un mito. A
oda. Se ha visto en ellas un sistema de enume~aci, uesos, es escono-
lendario; muy poco impo.rta por el estado de los on de _la~ presas, un ca-
ll pesar de variantes sensibles según el tiempo y las regiones, este contenido
reina uniformemente desde el Ural hasta la Dordoña y España. Por consi-
parezca poca cosa, fi uran la intención d .. ,conocrmrentos. _A~nque J• guiente, las condiciones son tan buenas como si se estudiara la evolución
el ritmo. Desde las n~ás anti uas fi. ~ repe~JCron y, por consigurente, f del comportamiento figurativo desde el siglo II hasta el sig'o XX tomando
a~ineaddasl esft~n as~siadas 'conglos sír~~~t;;s }~n~:~~~~o~e ~~a~:~at nl;s
cápsullas ¡ como hilo conductor la iconografía cristiana.
Es muy importante_ también notar que las obligaciones técnicas son
srvo e a Ibauracwn rr'tr11I·ca • CtJal .
' qmera que sea el
' t'd d ¡es exc ·u-
de ra~as, firman el primer testimonio de una verdode:~nf~a~ ~, as serlies
independientes- del transcurso del tiempo: el arte es un instrumento mejor
- cercamas de 35000 años antes de nuestra era. " ' b racwn, en as que la técnica para medir a la humanidad, pues si los auriñacienses tuvie-
ron que esperar 30.000 años para poder mostrar -su inteligencia con la
Es un poco antes del Solutrense cuando aparecen 1 b electrónica, su ocre y su manganeso raspados eran colores buenos, las cri-
fon pe_rforaciones regularmente espaciadas. Los testim ~s tu os de hueso '
os ~1eJorebs_, de ellos provienen de la gruta de Isturitzon~~s l~~nB e~casop~ ,r i
l
nes de sus presas dieron buenos pinceles, sus buriles de sílex hubieran
neos, tam ren se conoce un ob 'eto 'd , ajos lfl- rayado el acero: su material de artistas les ponía, por consiguiente, en
daleniense de la URSS en M 11 d paVreCJpo, encontrado en un sitio mag- igualdad en cuanto a los medios de expresión con los hombres actuales.
rle 20000 años antes d
, o o ovo
t ·
arece que h · ¡ 1
- ' aCJa os a rededores
L
Este material comenzó a existir a fines del Muste.riense, pero de 50.000
e nues ra era encontramos ¡ , . . hasta cerca de 30000 su uso no había sido aún aplicado a la figuración
trumentos musicales conocr'dos D ~ , d os mas antiguos ms-
.
mienzo, sino simplemente qtle J
.
. e nrn aun m o o aq 11 · ¡·
bt . .
a gunos estrmonws tallad
ue o rmp JCa un co-
h
j naturalista; el buril servía para trabajar el hueso y los colorantes eran des-
l1an podrdo conse•varse· es os¡'ble · . os en e 1 ueso, tinados a usos sin duda decorativos, pero que ignoramos.
· ' , P Imar'mar todos ] ·¡b f El período prefiguratil'o abarca las primeras manifestaciones: recogi-
arpas de madera de . unco d . b ' os 51 a tos, Jautas o
b!emente descon~cidos! En 'cor:se~~~lCf: ~:n~u~, qu: permanecerán proba- da de "curios", rayas paralelas grabadas, líneas de cúpulas, colorantes usa-
pero formales: entre e] 35 o y el 20 o '. . cumentos son muy escasos, dos corrientemente, mas sin testigos figurativos. Este período se despliega
1
bía dominado ya la figurac-ión del ritJ;~~~. enw, seguramente el hombre ha- lentamente a lo largo del Castelperroniense y -se encadena en el Auriña-
ciense. Es durante este último que aparecen las primeras figuras, entre
30000 y 25000 antes de nuestra era.
LA FIGURACION GRAFICA y. PLASTICA El primer desarrollo está atestiguado por algunos sitios prehistóricos
bien fechados, en Francia y en España, sitios que dieron, uno de ellos
La música, las manifestaciones coreonr:í.ficas 1 , (abrigo Cellier en Dordoña) una serie de obras auriñacienses bien aisla-
bres prehistóricos se nos escaparán sin d dé> . y a poesJa de los hom- das cronológicamente, y otros dos (La Ferrassie e Isturitz) unas obras
casos, se puede su¡)oner que s . - 1 u d~· para sJer~pre; en el mejor de los escalonadas en el tiempo desde el Auriñaciense ( 30000 más o menos)
u nn·e me 10 no era mf · ¡ d 1
tar o al de esculpir 1 l. 1 1 . error a arte e pin- hasta el Gravetiense medio ( 23000 más o menos). Además de esto tres
cambio, sobre- estos, úl~ir~~~ ;:ced amentar .a,margamente su pérdida. En 1
yacimientos de base, se conoce una media docena más, los cuales han dado
t · . ·d ·, · ocumentac10n es :1bundar t .
au onzan o el establecimiento de una trayectoria ey~] t' . 1/ y yrecJsa; unos documentos concordantes y que yo he agrupado en otros trabajos
que sea conocida en las artes t u na, a mas larga en el estilo I o el período primitiuo. .
hasta cerca 8000 antes de nu~stfau~r:. que Ya desde los confines de 30000
1
Desde el punto de vista de su ejecución, estas primeras obras son
_Has_ta ahora, el arte paleolítico está circuns .t ( . . exactamente lo que se podía esperar de un comienzo. Son unas placas de
en SJbena, cerca del lago Baikal) entre el Ural C~J o sa~' o. en un punto calcáreo sobre las cuales se vuelven a encontrar las incisiones paralelas o
ropa temperada. Su unidad fil!U f 1 _} el AtlantJco, en la En- las líneas de cúpulas, haces de .rayas entremezcladas y curvas torpemente
puesto que constanteJ11en' te pbo ra n·a ~n e. espacw y el tiempo es notable .¡
organizadas en cabezas de animales y en símbolos femeninos ( figs. 84 y
' 'al il!Ual ne · en jueeo un brupo
a
ele f'1guras masculi-'
nas y femeninas u. 1 85). Desde el Castelperroniense hasta el Gravetiense medio, las figuras
dos principales. 'Estas bl)árri~~se ~1nima 1es¡, ·¡siendo el c~ballo y el bisonte los maduran, se despejan; los animales se vuelven identificables zoológi-
• b ' o son e ugar apropiado p t camente.
Sistema aparentemente muy co111 1 . b' ara en rar en el
1amente para subrayar el hecho de P-eJo cu 1erto por los ' b ¡ ·
ue las fia d srm o os, sm~ so- Un primer hecho es bastante notable: las marcas rítmicas son ante-
que las grabadas sobre placas exp;esab buras e l_as cavernas, al Igual . riores a las figuras explícitas, pero éstas se integran, por adiciones, como
rente y que no se trataba del a~ t an _un pefnsan:Jento religioso cohe- l ·si se tratase de un contexto único progresivamente explicitado por los
. t d El . , on onamJento orturto de f' el' 1 símbolos visuales. Las fo.rmas explícitas son, primero, óvalos femeninos
ra a as. estudio . estadístico de vario ·¡ d I_guras . lspa-
cavernas o de los objetos de rt s mi es e representacwnes de las ( fig. 129) (las mujeres representadas completas vendrán luego) y unas
a e, muestra que hubo un tema central:
359
358
torno, o bien por necesidad en cualquier momento, como sucedió con la
escritura, el blasón y la publicidad. El punto que diferencia la figuración
de las técnicas es precisamente la libertad, al menos relativa, de su
evolución.
La primera .certeza aportada por los hechos es que el arte figurativo
nace de una manera coherente, como un aflo.ramiento muy progresivo; las
¡ avanzadas del pensamiento simbolizable aparecen primero, mucho antes
'
¡
!
que las figuras se organicen en el realismo. Los milenios siguientes nos
¡
hacen asistir, efectivamente, a la pwlatina insurgencia del realismo.
Realúmo y esqt~ematización. Es difícil usar estos términos en un sen-
tido que satisfaga completamente el espíritu. Me esforzaré en restringir
el sentido de "realismo" a la tendencia adelantada hacia una figuración
"exacta" a la vez de las formas, el movimiento y el deta!!e. Ciertos gra-
bados de renos o de c1ballos del Magdaleniense tardío soportan la super-
posición del calco de fotografía5 tomadas en el mismo movimiento; se
Fig. 129. puede, pues, hablar de su realismo. Sin embargo, el término es siempre
Bloque grabad? del Auriñaciense de Dordoña, sobre el cual están figu-
rados Simbolos femeninos e incisiones rítmicas abusivo en un cierto sentido: los detal~es del. pelaje, por ejemplo, pueden
no ser notados, de suerte que interviene siempre una cierta es.quematizc~­
ción en la fo.rma, el movimiento o el detalle. Es posible que exista igual·
~abezas ~ segmentos anteriore~ de animales sin formas. En todos Jos con- mente la intervención de un fenómeno particular, frecuente en las figuras
;u~tos _bJen , c_onservados, partJcularmente en la gruta Cellier ]as fi <>uras en cesterías o tejidos, como es la geometrización, la reducción de las imá-
es_lan !Jstemd atJcamente agrupadas: signos . rítmicos -\·u! va- ~ni mal bDiez genes en triángulos o en diversas figuras geométricas, muchas veces sin que
mJ anos espués en Lasca · ·1 - • ' ' · el ejecutante se recuerde de su sentido. En cuanto a la estilización, es una
¡ . ' 'ux, Y qumce m1 anos mas tarde en Sicilia
~~ m1smo~ elementos, de un realismo y una habilidad de d'f' '·1 · ' palabra que podría ser preciosa si no tuviera en su uso un sentido extre-
s1on estaran . t t d • . 1 JCJ compren-
trarÍan 1 '"aP7f.e~.es o av_Ja~ en las mJsmas .!'elaciones como se encon- madamente vago, en general más bien sinónimo de "esquematización",
bos • ~ra dJtJ _paleocnstJanos, los mosaicos de Ravena y Jos frescos
d
1
e una as¡ 1ca el s1g!o xx. j
mientras que se debería entender como sello particular de cada lugar y
cada época. Un caballo chino de la dinastía de los Han es "estilizado"
Llama " · · · " ] · i

1 •' . r pnm¡tJvas . as pnmeras manifestaciones de arte conocidas en una fórmula cuyo realismo de forma, de movimiento y de detalles sufre
es t u~JCa manera aprop1ada. El arte primitivo se inicia, por consiguiente J una cierta distorsión esquemitica, propia solamente de un caballo de los
e~ o a st~~cto }' hasta ~n lo prefif,rurativo. Las ob.ras no son, como se es: l Han. La palabra estilización no tiene mucho uso si no expresa un proceso
~r~e to~a' ~· duna espeCJe de explosión espontánea del entusiasmo de ca-
a ores bra an o las formas de sus diosas desnudas al i o-ual que las de l preciso, puesto que está ventajosamente remplazada por "estilo".
Queda otro valor que debe ser considerado, y es la decoración, paso
los mamuts }' 1
os _renos, a1 capnc
· h o de la inspiración
¿ue ~emos produorse es el muy lento desarrollo (más de 1
' o b del a etito' L
ocfoo a:. )
¡!
común a todas las artes (plisticas como musicales o gestuales), y que es
el arte de rellena.r los vacíos de ]á composición mediante ripios decorati-
e es uerzos de traducción manual de un contenido verbal •a. domin~~so 1
vos apropiados. Realismo, esquematismo, geometrización y decoración, son
;~s!;:~fu·e h~y a}g~ fue ~xpresar, po.r lo que el Paleolítico }construye su~ '
palabras de uso común, las cuales son definidas solamente para evitar un
. a¡es e ~1m o os. n el cap1tulo VI ya he intentado inte"rar en 1 equívoco en cuanto al sentido que les es dado. Todos estos elementos in-
le1;gua¡e. las pnmeras manifestaciones gráficas: aquí aparece tal vez co: tervienen en el curso de la evolución del arte paleolítico y servirán, por
mas clandad que el arte es abstracto en su inicio y que no pod' d consiguiente, de hilo conductor.
otra manera. Ja ser e
En un dominio diferente, es necesario hacer intervenir la inscripción
. El ar~e ab_stracto. Abstraer, en el más estricto sentido et' 1• · espacial, la cual se inserta a la vez en la composición y en la perspectiva.
qu1e.re dec1r "a1slar 1 · Jmo ogKo,
d 1 t d " Et con e pensam¡ento y considerar una parte aislándola En fin, la expresión figurativa se sitúa con relación al universo real, al
e . o, o_ · s o correspon_de exactamente a las primeras formas del arte menos tal como es analizado por los sentidos. Independientemente de sus ''
preh1stonco, el cu~l selecc10na para comenzar los puntos expresivos (fa! J medios, la figuración puede conformarse con lo real del sentido común, '•'
vulva, cabeza de bJsonte o de caballo) y los reúne para traducir e , b ·¡o, j
lo cual encontraría su fin en un realismo perfecto, o buscar alcanzar lo
un todo mitológico · · n s1m o os
las ., ' para constJtuJr un mitograma. En la historia de todas ultrarreal en lo fantástico, dominio del surrealismo, o lo infrarreal en lo
artes tm o lugar el recurso a lo abstracto, ya sea al comienzo 0 . al re- ¡ no-jigttrati·vo.
1

360 ¡ 361
i
'
'l
,l.'
Entre todos estos términos, el juego de las combinaciones es someti- •
do a frecuencias variables. En todas las artes el realismo está ligado a un •

cierto grado de esquematización, pero excluye la geometrización, a menos •

de trasponerla al nivel de Ja composición y hacer de ella el elemento ••
1
principal de la integración espacial. La deco.ración acarrea muchas veces •
lo ·fantástico sin excluir el realismo, o se orienta hacía la geometrización •

en sus elementos o en su composición. La paleontología de las formas es •
corta, puesto que no va má~ allá del inicio del homo .rapiem, pero los •

documentos que poseemos, b1en parecen corresponder a un comienzo ver- •

dadero; es, pues, interesante ver en qué medida los valores comunes de ••


los t_iempos hí:_tóricos se integran co_n relació;t a este arte que era ya fósil ' •
1 ••
de s1ete md· anos cuando el arte gnego echo sus primeras raíces. 1j •
¡
'!
EL REALISMO PALEOLITICO j
'l
•••
130 131
. El realismo considerado en sus tres aspectos de la forma, el mo\·i- 1 Figs. 130 y 131. Caballo y bisonte de estilo II. Grabados de la gruta de
mlento y el detalle, es _una. adquisición muy lenta y, para decirlo mejor, i Pair-non-Pair, Gironde
1
una forma de madurez mqtlletante en la vida de las artes; basta con ima- j
e!
ginar, e!
estatuario grie_!fo ~-'caico,, de la época clásica, el de la época •
''
'

helemstJca y el de los ¡ardmes publ1cos o de los monumentos funerarios. Las figuras de estilo I, conío hemos visto, testimonian· un comienzo
Podría _sacarse, sin d!ficultad, la misma impresión del arte egipcio o del en el abstracto, en un esquematismo tal que la identificación de las ~armas
arte chmo. Abstraccwn hecha del talento individual que puede provocar es apenas suficiente para quienes poseen la clave. Abarca, con el fm del
obras nuestras en to~as las fases de la ei'Olución de un arte, parece, en Gravetiense y el inicio del Solutrense, el período cuyo punto med10 es
wrdad_, que la ?uracwn acar.rea todas las fórmulas hacia un punto de coin- 20000 antes de nuestra era; la separación del estilo I es arbitraria, pues
CJdencla de la 1~1agen c_on_ la realidad. Con _otras_ palabras, existiría para no hay entre los diferentes estilos corte sensible alguno, sino que sola-
las ,artes un fenomeno s1mdar al de _la aprox1_maC1ón en las técnicas (ver mente se constata al considerar las obras de las épocas sucesivas, que
c~p1tulo XII!, de suerte que la den va del tiempo ocasiona unas correc- marcan colectivamente una e\·olución conside.rable. El estilo II está ilus-
cJon~s _mse?s1bles que conducen la obra hacia un punto ideal donde ya no '

trado por algunas grutas como Pair-non-Pair en Gironda ( figs. 130-131)
se distmglllrÍa del modelo, o hacia un equilibrio de los \'alares a tal punto o Gargas en los Pirineos y por numerosísimas estatuillas de la URSS ( fig.
milagroso que no puede haber continuación sin repetición o decadencia. 132), de Checoslovaquia, de Austria o de Francia. En estas obras, el do-
Luego, otro ciclo se abri_ría con el cambio de l~s condiciones de expresión. minio del buril es total y no puede surgir sospecha alguna de torpeza en
Sm embargo, el paralelrsmo entre ambos fenomenos no es total: en las los autores de las "Venus" de Kostienki, de \'V'illendorf y de Lespugue.
t~cnicas, los objetos· Yan. ,efectivamente h~cia 1~ perfección funcional gra- La multiplicidad de los ejemplos y la extensión geográfica testimonian,
Cias a etapas de renm·aCion de las matenas pnmas, y los ejemplos nom- además, un hecho muy notable como es la identidad, en Rusia o en Do.r-
bra_dos ha~ mostrado que su evolución está hecha de porciones de trayec- doña, de los "cánones" figurativos, lo cual es precioso para medir sus
tona enca¡adas en una sola cun·a constantemente ascensional. En materia caracteres.
artística sucede distinto: los medios materiales intervienen de una manera Si consideramos como realismo la búsqueda de la exactitud en las
desdeñable: ei_oc~e rojo sin·e todada a los pintores y no es mejor que formas, el movimiento y el detalle, muy poco realismo marca entonces
el de l?s A unnaClenses. Lo,s rele\'Os pueden no producirse y el arte gira el estilo II. Mujeres, bisontes, uros y caballos, responden a la misma con-
sobre SI durante largos penodos, como es el caso del arte chino de estos vención: sobre un núcleo central, el cuerpo, se incorporan los atributos
últimos siglos. Las salidas están, entonces, en unos cambios de dirección de identificación. Resulta de ello que sobre la masa del cuerpo, la cabeza
radi;:ales, a v~ces incluso en \'erdaderos inicios de una trayectoria nueva. y los miembros, están muchas veces simplemente indicados y en los casos
Fenomeno cas¡ constantemente pro\·ocado por revoluciones de carácter so- mejores fuera de proporción con el bloque corporal. En las figuras de 1

cioeconómico, pues las artes sobre\·iwn rara vez· mucho tiempo a las trans- animales, los contornos dorsales son casi idénticos en todas las especies: i
1

f?rma_ciones d~l med~o interior del grupo .. Estos enfoques sacados de Ja unos cuernos ·y una perilla para el bisonte; crines y hocico más fino para 1

h1stona, gananan_ endentemente ~~cho s1 fuesen confirmados pJr una el caballo, aseguran la determinación sin equívoco, pe.ro con el máximum
eventual trayectona del arte paleolJtJCo, lo cual parece ser posible. de economía. Las figuras femeninas son esas extrañas estatuillas llamadas

362 363
de la trayectoria arcaica. Equivaldría como estadio al arte chino de los
Han, al arte egipcio de la IV dinastía, al arte griego arcaico, al arte
romano y bizantino. Este paralelismo no está basado en una simple impre-
sión; co.rresponde a caracteres internos muy sensibles. La representación
de los seres vivos está sometida ya no a una transposición centimétrica de
las proporciones, sino a una versión puramente afectiva de los caracteres
anatómicos. El canon sigue siendo muy primitivo: los toros y los caballos de
' Lascaux (figs. 133-134) están hinchados como odres, a pesar de la fle-
-•. '' '
¡
' xibilid:~d. de las líne:~s de los contornos; los miembros están implantados
·.-·
" • como clavijas cuya integración, muchas veces,· es muy sumaria; las pers·
¡ pectivas son puramente convencionales. Cada figura vive para sí y en cada
1' figura cada una de las partes desempeña su papel con el mínimum razona-
''
1 ble de conexión con el conjunto. La ejecución está realizada con un do-

1
¡J ¡:
l
'
1
minio perfecto del color y del buril. Como en las artes citadas en com-
paración, se desprende de las obras de estilo III una impresión de vigor
il111 j y de juventud que no se volverá a encontrar Juego (fig. 13 5). Esta im-
1 presión está ligada precisamente al hecho de que el realismo no es más
1 que una evocación y no una copia; la vida misteriosa de las figuras arcai-
' ' ,, ' cas es similar a la de las pied!'as singulares o de las raíces, dejando un .
margen de libertad o un cierto apetito, abre una vía sugestiva. Es un fe-
nómeno del mismo orden que en la cerámica china o japonesa, la búsqued;t
de una muy ligera torpeza en los perfiles, incluso la aplicación de un;t
imperfección voluntaria. Cierto es que las antiguas representaciones de
b caballos al galope son nüs vivientes y, por consiguiente, más reales que
Fig. 152. Estatuilla del fin del estilo II. a) URSS, Kostienki I; b) Alto Garona, la fotografía instantánea, fríamente exacta, pues no se puede insuflar el
Lcspugue movimiento a lo inmóvil sino por yuxtaposición de tiempos diferentes, o
por una cierta incoherencia motora. Nadie podría indicar cuál es el movi-
1! • - •

venus aurmac1enses" o "figuras esteatopigias", en las cuales se ha buscado miento que se quiso con los animales de Lascaux; se mue,·en extrañamente,
un retrato. de las paleolíticas. Al cuerpo macizo están enganchados unos en una especie de remolino co11tradictorio.
pechos enormes, m1entras_ la cabeza carece de detalles, los brazos están Sin embargo, el realismo del movimiento aflora ya: ciertos miembros
ap_e~as esbozados J. las p1ernas cortas y esquemáticas terminan Jos muslos están torcidos para expresar el desplazamiento; un caballo está realmente
afdandose. Es dJf!ol, cuando se colocan las figuras de las dos extremida- encabritado, otros trotan con bastante verosimilitud. Por lo demás, éstas
des ~e Europa. una al lado de la otra, encontrar un arte más convencional 1 son obras asaz tardías en estilo IIL En cuanto al realismo de detalle, emer-
y mas e~tereotJpado; lo cual correspon~:. por otra parte, con lo que ya ge también. En el transcurso de la historia de Lascaux, ciertos caballos
hemos d1cho, a saber que en el PaleolJtJco Superior, la diferenciación de tuvieron las orejas rehechas dos o tres veces (fig. 136) en unas situacio-
l~s ~ulturas se enco;Jtraba a~n poco a~ielantada. No se aprecia ningún mo- nes cada vez más exactas y algunos ciervos han visto su cornamenta arcai-
. 'm11ento en los ca lavada para dejar puesto a unas astas de perspectiva corregida. El ascen-
1 d anm1ales. n1 en las f1guras humanas , sino el d e1 ara besco diente progresivo del realismo se siente en el cuidado con que· las figuras
genera.mente e un v1gor ad1_nirable. Los detalles están prácticamente
ausent;s o apen~s e\·ocados. C1ertas obras, \'istas en el sentido de esta están llenadas y moldeadas, las crines detalladas, los ojos y las narices
armazon convenoonal y sin prejuicio en cuanto a su exactitud son sor- arreglados.
prendentes. La m:ís com·en~io_nid de las '\·enus", la de Lespugue,' se coloca El arte paleolítico tiene todavía un camino bastante largo que recorrer
entre las grandes obras plastJCas de todos los tiempos. antes de alcanzar el academismo en el momento cuando entra en el estilo
. El. estdo III es más rico aún en documentos y cuenta a la vez con IV. Este cubre el Magdaleniense medio (estilo IV antiguo) y reciente
ba¡orre1Jeves como los del Roe de Sers en Charente y cavernas abundan- (estilo IV reciente), es decir alrededor de 13000-11000 y 10000-8000
temente decmadas como Le GabiJJou o Lascaux, en Dordo-na. se u b'1ca antes de nuestra era. Varias decenas de cavernas pintadas o grabadas, entre
en 15.000 a~tes de n~e~t~a era como té~mino medio y corresponde al ellas Altamira en España y Niaux en Francia, marcan los vértices y miles
Solutrense reoente y al ll1JCJO del Magdalen1ense. Este período es el apogeo · de objetos decorados constituyen las bases muy firmes de la documenta·

364 365
-·------------~

ción y muestran, con variantes regionales, la unidad sorprendente de las


tradiciones. Es el período del esplendor clásico. Persiste apenas la diferen-
cia entre la figuración y b realidad llana como pa.~a que el -sabor de las
figuras sea sensible y reine en la ejecución una flexibilidad que roza ya la
animación anecdótica. El arte posee ya una experiencia muy vieja y el
realismo se nota en todos los planos. El realismo de la acción, sin em.
bargo, está aún casi ausente. Hasta el estilo IV reciente, los elementos
compuestos del decorado continúan viviendo independientes unos de otros
e independientemente del cuadro. Se conocen sólo tres o cuatro ejemplos
de "escenas", todas tomadas de un tema único: el del hombre atacado por
un bisonte o por un oso. El realismo de las formas, del movimiento y del
¡ detall~ comienza a despuntar cada vez más . claramente. Los bisontes de
'
Altamira ( fig. 13 7) aparecen todavía como suspendidos en un espacio
irreal, mas, a pesar de la ausencia de detalles sexuales primarios, los toros
y las vacas son reproducidos con precisión y las figuras de bisontes revol-
•' cándose en el polvo po~een ya un gran realismo. En Niaux, las patas de
133 1
1 los animales reposan en el suelo y las actitudes han tomado un carácte.r
1
• descriptivo muy adelantado ( fig. 138). Lt evolución es aún más sensible
'
l en los detalles del pelaje y en los juegos de luz sobre las pieles. En el
arte mural, al igual que en el arte mobiliario, se asiste a la creación de
un verdadero código, uniforme en todo el dominio franco-cantábrico, para
reproducir el pelaje de la cabra mcntés, del bisonte, del caballo (fig. 139)


••
o del reno; código tan preciso que un E:agmento de escultura puede per·
••• mitir la identificación del animal.
;•
••• A partir de este momento, no quedan más que dos o tres mil años
•• por recorrer al arte paleolítico. Ya ha quedado atrás lo óptimo, y en el



•• Magdaleniense · reciente se ven aún obras bellas, pero no hay grandes
••
• obras. Los grandes conjuntos de las cavernas caen en desuso, la escultura
••
134 •• j
desapa.~ece y el grabado sobre placas de piedra o sobre astas de reno exhibe
••
•••

animales, los mejores de ellos llegando al realismo fotográfico ( figs. 140-
•• 141). El arte paleolítico se extingue con el cambio de las condiciones de
•••
••
• j existencia hacia 8000 antes de nuestra era. Su patrimonio pasa tal vez a las
~~l\ll1~////1/f/Nu•
••
••• culturas protoagrícolas que comienzan a surgir hacia el Mediterráneo, pero

•• es irreconocible, puesto que unJs artes nuevas vueh·en a partir hacia ciclos
distintos.
l:l~
La evolución del realismo en el a.:te paleolítico muestra, literalmente:
135 en cámara lenta y en condiciones ideales porque las interferencias cultu ·
rales ·son débiles o nulas, que la figuración es sometida a una maduración
con etapas vinculadas a un fenómeno vecino al de la invención técnica:
el cúmulo de las innovaciones gráficas o plásticas está orientado hacia una
136 aproximación cada vez m:ís estrecha de la reproducción físicamente exacta.
Figs. 133 y 134. Uro y caballo de estilo III. Pinturas. Gruta de Lascaux, Dordoña. La ganancia en precisión corresponde, salvo para las obras maestras, a un
Fig. 135. Par .de cabras monteses pintadas en la gruta de Cougnac, Lot. Estilo III enfriamiento de las impresiones comunicadas por las obras; la habilidad to-
muy característico por las proporciones, las curvas cervicodorsales y la perspec· ma progres)vamente un puesto más grande y, en un movimiento irrever-
tiva de la cornamenta de la hembra. Fig. 136. Cabeza de caballo grabada, Lascaux.
Retoque de las orejas y del ojo en dos momentos del estilo III sible, el arte se encamina hacia el academismo y lo insulso. La porción
culminante de la trayectoria se sitúa en el momento cuando la técnica
i'

366 367
..... ·------------~---

madura, pero también cuando la integración visual. no está aún estrecha-


mente ansallada por la realidad física de la cosa ftgu.rada. .
'·j,
La geometrizczción. Es un fenómeno bien estab.leod? en el carr:po hrs-
'
1•
• tórico. Debido a razones mate.riales, como son la extgenoa de los hdos del
'

' tejido y de las hebras de la cestería, los elementos .figurativos sjg~1en con-
tornos angulosos y se pierden progresivamente en. f~guras ge~metncas de~­
provistas de sentido. La cerámica of re: e formas dtstmt.~s, debrdo a . la aJ:~l·
cación de un decorado que gira alrededor de la vast¡a o a la e¡ecucwn
con el pincel de sujetos r.ípidamente acabad~s, los cuales se l~~an prog~re­
sivamente y alcanzan finalmente el geometnsmo. Esta evolucwn se .htzo
normalmente sólo en los procedimientos decorativos, en los cuales el ntmo
es más importante que el sujeto y se puede decir q.ue ~?da~ las ~rtes, desde
,.. el Neolítico, ofrecen renglones donde la geometnzacwn mtervtene.
138 En el arte paleolítico, el procedimiento aparece en dos vías muy di-
137 ferentes. La primera es la vía común, y no hace más que con.firmar la
reala general. Desde el AuriñKiense hasta fines del Magdalentense, los
l obJetos~ decorados se colocan en tres categorías. Unos ~on figurines. qne
1 poseen en sí mismos todo su significado; otros son ob¡etos que tuvieron
1 un uso técnico de larga duración, como Jos palos perforados, o una du-
ración corta, como las~ puntas de azagayas. Los objetos de larga duración
tienen un deco.rado grabado o esculpido, elaborado y con un grado de

..;;;;:-
139 141
,
' ...

3 1 ~ \1¡
/\"- /1\ ,.,,
4 \'

140
Fig. 137. Altamira (Santander). Bisonte de estilo IV antiguo. Pintura bicroma • 11\ ,...... •' lll!il_-- ----
\ ..... ,........
/\/
............
~
..
modelada. Fig. 138. Niaux (Ariege). Bisonte pintado en negro. Estilo IV antiguo.
Modelado plumeado. Fig. 1~9. Le Porte! (Ariege). Caballo pintado en negro. ------ a -·----- b---
Modelado al trazo. Estilo IV antiguo. Fig. 140. Toro y vaca grabados en pared.
Teyjat, Dordoña. Estilo IV reciente. Realismo del movimiento · y de la forma. Fig. 142. Decorado del .Magdaleniense medio y reciente, grabado sobre hueso o
asta de reno (azagayas o va'í-il!as). a) geometrización del tema de la hilera de
(Según H. Breuil). Fig. 141. Caballo grabado sobre hueso. Schwitzerbild (Suiza).
Estilo IV reciente. Realismo del mm·imiento y de la forma caballos. Los estadios 4 y 5 son verosímiles, pero escapan a la identificación
directa. b) temas geométricos no identificados. Los motivos 3 y 4 son muy frecuen-
tes, los 4 y 5 se relacionan tal vez a la hilera de caballos

369
368
realismo correspondiente a su época. Los objetos de corta duración son con atributos sexuales primarios, la inmensa mayoda de !as figuras care-
d~corado_s económicamente con unos grabados muy simplificados, que ter- 'l_
cen de tales signos: nada, salvo detalles de pelaje, de cornamenta o de
mman siendo, frecuentemente,_ forn:as geométricas: segmentos de círculos, ·t

tamaño, distingue Jos machos de las hembras, a pesar de estar agrupados
cruces, ron?bos, etc. . . La~ ex1genoas técnicas son pues, como en las cul- ••
con frecuencia por pareja. Ninguna escena de acoplamiento humano o ani-
turas ultenores, las __que 1mponen la geometrización del decorado. Ellas mal está atestiguada con certeza. Parece que una fuerte imposición moral
a~arrean una_ evo!ucwr: comparable a ]a de la escritura, es decir, Ja pér- o migica se haya ejercido en· este dominio, Jo cual explica en pa.rticular
di~! progresiva del SUJe~o ~Ifturado y la formación de una serie de signos en los estilos III y IV antiguo, el ocultamiento de los símbolos sexuales
( fio,· 1~-2). La geometnzacwn aparece, así, como un aspecto de ]a esque- con formas geométricas casi irreconocibles. El esoterismo figurativo es prác-
matlzacwn extrema. ticamente contemporáneo del nacimiento del arte mismo. Lejos de ser un
Los paleolítico~ _han llegado a la geometrización por una vía diferen- fenómeno tardío, está directamente ligado al hecho de que las figuras son
te y e~ u?~s condiciOnes ~uy parti_culares. Ya hemos dicho que todo el símbolos y no copias. Uno de Jos errores de Jos historiadores del arte pa-
arte pa eo]It¡co europeo ~sta sub_tend1do en un tema mitográfico oscuro pa- leolítico ha sido e] de prejuzgar, llevados por un espíritu moderno, mani-
:-a nosotr?s y que hace mte.rven1r, en un mismo grupo, e! hombre, Ja mu- festaciones que debían ser sencillas porque son primitivas y espontáneas
Jer, el_ bisonte y el_ caba!lo: En el estilo I, se reconocen representaciones porque son artísticas. Lo sencillo no es contar los pelos del rabo de un
masculmas o femenmas hm1tadas a Jos símbolos sexuales f 1'au d d
]' (f b ra os e ma-
'
• mamut para no olvidarse de uno, sino el vínculo de! lenguaje de ·]as pa·
n.era rea 1sta 1$s. 84-85) . Muy pronto, ta] vez desde el prefigurativo, los labras al lenguaje de las formas. La mejor prueba que podemos aportar
S1mbo!os mascu!mos se confunden con Jos bastoncitos alineados 0 Jas series (si ello fuese necesario aún) de la existencia de un lenguaje en el Paleo-
de puntos_, a pesar de que el realismo resurge de vez en cuando hasta el lítico Superior, es precisamente el hecho de que las figuras no podían
Magda!en1_ense.•Los símbolos fem_eninos son expresados de manera cons- privarse del apoyo de las palabras para ser inteligibles. Es, pues, muy
tante med1an~e ovalas, pero a partLr de] estilo II, es frecuente ver reem Ja. importante constatar que, a partir de 20000 antes de nuestra era, las fi-
zadas estas f1guras por. ~nos oval os encajados o por círculos. En el eftilo guras podían alejarse del realismo, incluso muy relativo, para tomar la
III, \emos unos cuadnlateros que pueden ser recortados por figuras forma de signos tan convencionales como los de una escritura.
dan;e_ros, como los "blasones" de Lascaux (fig. 143). Aunque e! arte 1~~ La decoración. El sentido de la palabra "decoración" es bastante fluido
leoi_ltico sea norm_a_Jmente subtendido por unas preocupaciones orienta~as y la decoración está muchas veces más en la intención puesta en ella que
haoa la reproducoon y a veces exhibe figuras humanas itifá!icas 0 machos en sus elementos mismos: un mirmol antiguo, otro.ra centro de composi-
ción de un templo, puede no ser más que uno de los elementos decorati-

• vos de un parque. La intención decorativa misma es huidiza, pues en un
C) \1 santuario, los grandes frescos edificantes son elementos de decoración al
11 } -- igual que las guirnJ.ldas de· hojas. Los valores comunes residen aparente-
mente en el hecho de que la decoración introduce la noción de· composi-
ción y de integración en el espacio, pero haciendo intervenir una especie
\1 de jerarquía de los valores, una distinción entre formas mayores y formas
menores del arte figurativo. Hay razón para preguntarse si la noción de
decoración está presente desde el Paleolítico bajo sus dos aspectos nor·
í ' malmente comp'ementarios de organización de las superficies y de los vo-
b '"'' lúmenes, gracias a figuras de carácter o de situación menores.
• En el arte parietal, que volveremos a considerar bajo el ángulo de
la composición, los elementos decorativos, en el ·sentido común, están
'
totalmente ausentes. Las cavernas son tal como serían unas iglesias donde,
exceptuando las estatuas o los frescos, hubiera sido descartado todo e'e-
mento superfluo o todo relleno, como los capiteles, las molduras o los
e dorados. Sin embargo, se conoce el relleno de superficies con motivos geo-
fl métricos en obras fechadas más cercanas. de nosotros, como las de las
construcciones neolíticas de Cata! Hüyük en Anatolia (fig. 144), sepa-
1 ¡1~
radas unos 2.000 años del Magdaleniense. Por otra parte, en el Paleolítico
Fig; 143. Variantes del tema viril (a) y del tema femenino (b y e) ilustrando el existen numerosos ripios decorativos en el arte mobiliario. En este último
caracter abstracto de las representaciones sexuales durante la mayor uarte del
Paleolítico superior - desde el Auriñaciense, ciertos objetos como los punzones . y los palos

370 371
..

medida, eso sigue siendo verdadero para las grandes civilizaciones; en el


Japón, no se le ocurriría a nadie desplegar en la primavera una pintura
! de crisantemos; no se concibe el cayado de un obispo decorado de bacan-
' tes, ni la espada de un académico del Instituto decorada de mandolinas.
La separación se hizo desde la antigüedad, en China como en el Medite-
uáneo, entre el tema alegórico y los ripios decorativos.
La composiáón. La composición está vinculada a la vez con el sentido
de las figuras y el equilibrio de las formas en el espacio. Hemos visto que •

los paleolíticos usaban· las imágenes como si fuesen mitogramas y pode·


mos, en consecuencia, suponer que la composición unida al sentido está
presente desde el origen mismo del dispositivo figurativo. La sintaxis fi-
gurativa es inseparable de la de las palabras. En efecto, las. más antiguas
... p····
•••••• p
figuras conocidas, las placas auriñacienses de La Ferrassie o del abrig::>
•••••
Cellier, reúnen ya animales, series de rayas o de puntos y óvalos feme-
ninos, repetidos en varios ejemplares, los cuales, luego, se extenderán en
toda la longitud de las cawrnas. Este ensamblaje corresponde, por consi ·
guiente, a la primera parte de las exigencias de la composición. Lo que
llama la atención, sin embargo, en los centenares de ejemplos conocidos,
'·----~-----·------·---- -·--------------·-----~---J es la libertad de ensamblajes de los elementos, libertad que hizo creer du-
Fig. 144. Decorado geométrico sacado de los frescos neolíticos de Cata! .rante mucho tiempo que ningún orden presidía la composición; nubes de
Hüyük (según .MelJaart) bisontes y de caballos sembrados al azar, o un ciervo apareciendo de im-
proústo, eran como para derrotar la visión moderna. El equilibrio espa-
r;forados, ti~nen un :m-ol torio aparentemente decorativo de fi "U ras rea- cial de las formas, si existe, no es de la misma naturaleza del que reina
IS as o geometncas. Mas tarde· después del So'utrense · b
a partir del Neolítico, lo cual es, una vez más, absolutamente normal,
~nismos objetos los propulsor;s, las azagayas y los ;,, s~n:~regan oad=~~~: puesto que hemos visto que la fijación agraria acar.rea una refundición de
lmagmharnos que los magdalenienses decoraban sus armat y su~ Ktil~s como la imagen del mundo. En otros· trabajos he demostrado cómo, partiendo de
h asta ace poco entre nosotros d · 1 una estadística topográfica de las figuras parietales, intenté desprender los
u 1 d Y por oquJer en e mundo. Se<>uramente principios que habían podido conducir a los ensamblajes tupidos de Las-
tJ ed no ~ay d u~a en .cuanto .a los aspectos estéticos de esta s~posición.
, . ecora o e os ob¡etos esta compuesto y equilibrado con la forma del caux o de Altamira. Estos principios de composición en el espacio corres-
1~~ \~i "e~n~~f:od~oJ:b!e111 t de Ja _ma}d'Orl pdarte de las obras satisface plenamente ponden a un orden bastante singular, perfectamente de acue.rdo, sin em-
bargo, con el origen mismo del arte figurativo. La gruta "estadística"
t .b . egraoon e ecorado. 111as el otro aspecto el de
gra wfad, que as¡gnamos a la decoración, es ciertamente erróne~ pues (fig. 145), imagen acumu'ativa de ochenta grutas reales, aparece deco-
no so amente el decorado poseía un sentido . sino que desem eñab rada de la misma manera que los objetos, sobre la base de un simbolismo
J
f,a~el le~ emo~torio figurativo de la más p~queña azagaya nop se d~t~~ macho-hembra, según la inspiración nacida de su topografía. Sus estreche-
ces y sus callejones sin salida se ofrecen como otros tantos símbolos feme-
bud¡a de d ecbo.ra o de las cavernas. Si el hueco del palo perforado está
ro ea o e 1sontes y el man "O d ¡ b 11 ninos completados por símbolcs machos: puntos alineados, caballos, ca-
ser debid 1h . b . ecorac o con ca a os, esto bien parece bras monteses, ciervos. En el fondo del ú 1timo divertículo se encuentran
. o a ech~ de que el ob¡eto correspondía con su hueco al simbo.
hsmo hl embra del b.Json.te y con su mango al simbolismo macho del caballo· los símbolos machos más poderosos: el hombre mismo, el león y el rino-
lo cua es tanto nus c1erto cu t 1 · ' ' ' ceronte. Las paredes más despejadas de. las salas intermediarias soportan
1 • b 1 d l . an o que numerosos pa os perforados poseen el mitograma completo bovino-caballo y símbolos masculinos y femeninos,
,os Sim o os r e a pare¡a ~umana en lugar de la pareja animal. Las aza a-
~ as, bu~ ent.an en la henda. como un órgano macho, llevan unas hile~as
1
muchas veces acompañados en su contorno de símbo'os machos suplemen-
e ca. a. os que se esquematiZan hasta no ser más que simples elemento. tarios: mamuts o cabras monteses ( fig. 146). En estas composiciones, la
g_eometncos. El decorado de los arpones hace intervenir al ez t 1 b · ·, organización espacial está ligada al sentido y no a la búsqueda de un 1

simbolo macho. Est~s constataciones s.iguen. siendo coherentet c¿n ~~ ~~~


'
equilibrio nacido después de largos siglos de civilización. La repartición 1
!

sabemos de la.s_ re.lacwnes entre: lengua¡e y f 1guración: los objetos "habJ~ .. 1 no es anárquica, sino que se cuela en las superficies muchas veces con una
desde rara convenienc'ia, mas sin ,rigidez, y la sintaxis se trasluce cuando perci-
Jt el Aunnaoeme h. y contmúan · haciéndo'o en la m ayor par te d e as
1 bimos, como en Lascaux, que varias veces los toros completados con un
cu uras que no an separado todavía el sentido y la figuración. En ciert~

372 373
,. "' ... ---- .. ' - "" .,. "":" ... espacio es perfecta, pero, al igual que el realismo, el equilibrio espacial
~
. " ..·· .... ··.. ' '' ,. , ''
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es una adquisición más tardía, apenas esbozada a fines del Magdaleniense.
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'. ' \ En efecto, el sutil juego de la simetría o de la asimetría de los gru-
pos de figuras, de los campos y de la perspectiva, parece seguir el rea-
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••• i '' lismo del movimiento, el cm] supone el juego asimétrico de los miem-
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'' ' bros percibido en el conjunto. Ahora bien, antes del Magdaleniense
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Fig. 146. Pech-Merle (Lot). Composición pintada en negro, con el tema uro·
caballo + mamut. Cuatro uros están figurados: uno al centro, encuadrado por
82 un caballo esquemático y un mamut; el segundo parece caer verticalmente; el de
88
.ll.I"l.Yl. abajo, a la derecha, está marcado de heridas que equivalen a los signos femeninos;
r:rr.~.w.
el de la derecha está marcado de un símbolo viril (bastoncito ganchudo en trazos)

M evolucionado, hemos visto que la posesión del realismo de movimiento,


¡· 76 es decir, la construcción de la figura aislada, es rara e incomp'eta; en los
>
V

n..rr. IT. mejores casos, los movim'ientos vivos son traducidos miembro por mi em·
bro. Exactamente como el realismo de forma, la composición y el movi-
88
Yo m b
Fig. 145. Figuración estadística de la d .•
b) En superficie total. I: comienzo d 1 d ecoracwn de .las cavernas a) En plano·
de los divertículos centrales· IV. f . de ecf<?raddo; II: pastllos estrechos· III) entrada •
1/1 #¡¡" .
de. la s. sa ¡ as o past'11 os; VI: contorno
' °
· ond 1o In el . decorad
. ' o,· V : superf~tcies centrales ·
'/¡¡¡//
~~
dtverttculos centrales Las cifr e asdsuperftctes centrales; VII: interior de 1 .

lo ¡· . · as correspon en a los p . d os
ca tzacwnes mencionadas· los . .f . orcentaJes e fiouras para 1
' stgnos ememnos v masculinos 1 "' • as
estrictamente convenci~nales Y os ammaJes, son
Fig. 147. Lascaux. Escena del
hombre derribado por el bison-
caballo se enfrentan a un grupo d te. Es un tema conocido en va-
de pequeños caballos y que los ~ vacas completadas de una multitud rios e,iemplares. Se trata más ve-
a los toros, mientras que los . sJgnos masculinos aislados acompañan rosímilmente de un ensamblaje
t os acompañan las vacas. De .signos femeninos. completados de bastonc,·- mitogtáfico que de un relato
esta manera, la Integración intelectual del vivido

374 375
miento estudiados representan una adquisición muy laboriosa, propia de
las artes de madurez. Bastaría, por otra parte, con el esbozo de algunos
árboles o de una aldea, de una sencilia línea de horizonte para que el
arte paleolítico se coloque de golpe a! nivel de! arte asirio, ·mas, !a au-
sencia de cualquier, .elemento extraño a! tema mitográfico es precisamente
un rasgo caractenst1co.

.1

Fig. 148. Bisonte macho revol-


cándose para marcar su territo-
rio, llamado "bisonte brincan-
do", Altamira

El arte paleolítico no aporta ningún tema narrativo. No figura ( sah·o 1


el caso del hombre derribado por el bisonte) (fig. 147) ninguna acción,
sino actitudes animales, que también son atributos, como los bisontes ·~
"brincando"' de Altamira, los cuales parecen figura.r, en realidad, machos Fig. !49. Gruta de la A~daura
revolcándose en el polvo rociado de orina, para marcar luego su territo- (Sicilia). Ensamblaje de. ftguras
rio frotándose a los árboles ( fig. 148). Las artes posteriores, incluso las respondiend,o .a un . reahsm.o de
de los primitivos recientes, no ofrecen nada realmente comparable al sis- acciones muluples. El con¡unto
del cual este fragmento es ex-
tema figurativo paleolítico. Las figuras parietales, como las de Af rica, traído está orientado por el te·
que representan animales en unos ensamblajes aún poco estudiados, tal ( ma paleolítico uro-cabal!~ +
vez se aproximen a el!o; empero Yemos allí intervenir personajes activos, 1 - cérvido, pero la intervencwn de
escenas de guerra, de recolecta y de familia; unos conjuntos compuestos los personajes es un hecho nuevo
de caracteres mitográficos pero ca.:gados de un contenido narrativo iden-
tificable. Los grabados de las grutas del Sur de Italia, ciertamente de la con imábaenes que son ensamb!a¡es . abstractos, . \.em?s dcómo!as alcanza
f¡.guras enevo-
!a
misma inspiración que las nuestras, pero del Paleolítico más reciente, . d"Istmto
composición un esta d IO · a1 d ~ la consistenCia
. f e r' f '
E! estadio
testimonian sobre el punto de ,·iraje de] sistema figurativo ( fig. 149). lucionando éstas individualmente hacia el realismo ot~0,a !COte se inicia
Encontramos en ellos, con el mismo desorden aparente, parejas de uros, siguiente, en el cual la composi~i?n se construye narra Ivamen ,
de caballos y de gamos, aunque mis adelantados en su .:ealismo de las solamente cuando el arte pa!eoiitico desapare~e .. , 1 d , 1 de
formas y del movimiento y colocados en grupos sobre unas líne:2s de Perspectiva. Si e] estadio de !a composicion e_s a tanz~. o sod o !as
suelo imaginarias. Además, encontramos allí también, los hombres y las manera arcelada por ]a 'misma evolución que despe¡a .e rea 1sm? e a
mujeres, ya armados o bailando, caminando, sentados y acostados en el
suelo.
formas : del movimiento, ]a perspectiva sigue exactamente ~1. ,mism~e~s­
mino, puesto que, en realidad, realismo de for~as, composii~~neJes ais:
En un sentido distinto, las artes primitivas están repletas de mito· pectiva están estrechamente unidos. La perspectiva f de !as mer!os ejem·
gramas pintados, grabados o eo:culpidos; pero ora las figuras est;Ín ya ladas fue alcanzada desde el estilo III, y Lascaux o r.e,ce ~u h ida en el
profundamente jerarquizadas como los palos totémicos de la Columbia los al respecto Ella se traduce por una convenCion . e u d
británica o el estatua.rio africano, ora los elementos estereotipados se re- Pd.b · de Jas co¡namentas en la implantación de las ore¡as, en. e1 mo de-
1 u¡ode las masas
lado · '
corporales · b ros. E
y de 1os miem 1st a perspectiva
, de se a -
15000
piten por acumulación como en el arte parietal de A ustraJia o de los
uiere seguramente en el curso de! estilo III, en as cer~amas f d·,
_CJerta~ m~
Dogones, o en fin, Ja composición se organiza en escenas narrativas, co-
mo en la pictografía de Jos Esquimales o las pinturas de los Pieles-Rojas. {ntes de nuestra era, visto que ya se ha observado que Igur;s
Uno de Jos puntos mis interesantes del arte paleolítico está ligado a su Lascaux han sido retocadas pa.ra imponerles una perspectiva ]mas co_n or .
proximidad con relación al origen. de Ja figuración: salido del punto cero a !a verdad óptica. En el estilo IV, las cornamentas y as ore¡as son

376 377
reproducidas según una perspectiva muy próxima a la de las grandes ci- Hemos visto en medio de cuáles condiciones, bastante paradójicas,
vilizaciones, y el modelado corporal se ha vuelto absolutamente conven- nace el primer arte figurativo; estas condiciones no pudieron reproduci.rse
cional (fig. 150). Una cosa mu~ singula.r en el arte paleolítico es que, sino muy excepcionalmente, puesto que, luego, ya no hay arte aislado.
salvo en los estilos I y II, las figuras alcanzan una reproducción óptica Los ciclos se desarrollan, aunque tal vez jamás con un inicio ex nihilo,
que no conocerán sino tardíamente las grandes civilizaciones agrícolas del pues, incluso los australianos tuvieron roces con las ideologías y los sím-
Mediterráneo y de Asia, mientras que la organización colectiva de las bolos melanesios. En la situación existente, es imposible hacer intervenir
figuras p~rmanece en un ~ivel asombrosamente elen:ental. La repartición en todas las incidencias. los aspectos de las artes "primitivas" históricas,
de_ los ammales o ~~ l~s s1gr:o.s responde a las necesidades del mitograma aunque es útil confronta: el arte clásico con su antípoda verdadero. Esta
· pnmero, y al eqUIIIb.no estet1co de las masas, Juego; además, no hay confrontación ha desconcertado a los prehistoriadores y deja aún escapar
p~eocupación per~eptibJe alt;,'l!na e!1 cuanto a la repartición de los planos, los rasgos esenciales de la estructura figurativa· primitiva en el sentido
111 :scenograf1a, mclus? con .un mvel comparable_ al de Jos Chur!ngas aus- absoluto. Se esperaba unos hombres todavía un poco simiescos, los cuales
tralianos: con tanta nus razon no encontramos n1 las representacwnes pro- hubieran dibujado, por magia o por distracción, sus presas y mujeres,
yectadas o en plano, como en el arte parietal africano, ni los efectos d~ yeguas preñadas o toros heridos, sin problemas de composición, puesto ~ue
las figuras estaban colocadas al azar en las grutas y formando · paulatma-
--- mente unos bultos enmarañados. Esta idea era tan fuerte que fueron ne-
1 cesarios los trabajos de la señora Laming-Emperaire para que se percibiera
1 que la confusión de .Lascaux era construida. Estamos muy mal preparados,
después de 8. 000 años de agricultura y de ciencias en vías de exactitud,
para concebir al primitivo. Hemos visto en el primer capítulo cómo la
1'\i 1 imagen del hombre fósil era tributaria de los sabios, ellos mismos muchas
- -·--:-----;-----;--_.:.__--;------! veces marcados por sus lecturas de niñez. Hemos descubierto con asombro
m {( 1 desde hace veinte años, en Nigeria, que el antiguo arte de Ifé era más
"evolucionado" que el arte negro contemporáneo. Descubie.rto al final
;:·~
'\ del siglo xrx, el arte paleolítico ha llamado la atención primero por la
extraordinaria exactitud anatómica de los animales, exactitud real desde

1 (r-.. . . -_:/.r- ~C.___ é '


el Magdaleniense medio, aunque ante todo tan relativo. como la del arte
asirio, por ejemplo. La cosa que más ha escapado es que se trataba de
L~~ 1 ~\.... \
¡¡, \'--- . ,
ensamblajes simbólicos con elementos yuxtapuestos; que los elementos fi-
gurados, los animales al igual que los seres humanos, eran hechos gracias
-
- - - --'--- ----- - - - - - - - -·---- - -----~! al ensamblaje de elementos anatómicos ca.:acterísticos cuya integración
Fig. 150. Evoluci<ín de la perspecti,·a de las cornamentas •y completa ha exigido milenios de pulimiento inconsciente y de menudos
astas en el curso del Paleolítico superior hallazgos individuales. Con bastante prontitud han sido dominados los

transparencia g.:acias a los cuales los órganos son vistos como a través
del ani~al, ni los efectos de escala decreciente. La composición es, a la
vez ópt1ca en las figuras y como ajena a toda organización escenonráfica
en sus relaciones. Los grabados de la gruta de la Addaura en el Sur de
Italia, paleolíticos por su contenido, ya pertenecen a otro mundo por las
posiciones de las figuras, las cuales evocan un círculo de hombres cai.
.J
!ando y una hilera oblicua de personajes caminando.
Podemos preguntarnos si la perfección de los e'emcntos y el carác-
ter sumario de su articulación no están en relación con la evolución del
lenguaje y si, con un vocabulario técnico muy apropiado, los cazadores J
de caballos no disponían de una sintaxis de nivel aún bastante elementaL
No es imposible pensar que un estudio del arte paleo'ítico, orientado en Fig. 151. Pech-Merle (Lot). Panel de los "antílopes". Animales
este sentido, despejaría hechos inesperados en el plano lingüístico. indeterminables hechos con partes disparatadas de varias especies

378 379
!
''
'
obstáculos técnicos y,- por el contrario, la sintaxis figurativa permaneció que los cuernos hayan sido agregados al caballo mucho tiempo d~spués
en ·un plan que correspondía al nivel del capital intelect'.1al general. para restituir un sentido al ensamblaje. Uno de los monstruos mas co-
· Lo fa-ntástico. Muy pocos ejemplos ofrece el arte paleolítico que nocidos es el "unicornio" de Lascaux ( fig. 15 3), mal llamado así pues~o
puedan ser relacionados con construcciones imaginarias. Los monstruos no que parece poseer dos cuernos rectilí~eo~·- los ~uales, _por otra parte, sm
son más que algunas unidades (figs. 151-15 2). En las artes más recientes, duda no le pertenecen. Nmguna explica:I_on satisfacto,n~ se encuentra pa-
la creación de monstruos está ligada casi exclusivamente a dos procesos. ra el resto de la figura: ella ocupa el sitiO donde podna haber un felmo
En uno, un tema normal es transfigurado por agregación de elementos y no es imposible que se trate de una figura de p~~tera (presente aunque
decorativos o por esquematización y retoque sucesivos. El tema del jaguar escasa en aquella época), dibujada se_~n las tradi_oones orales, tal como
en el arte suramericano y la escultura del Nuevo-Mecklemburgo en Me- se hacía en la Edad Media con la Jirafa o el nnoceronte. En cambw,
lanesia, ofrecen buenos ejemplos de ello. El otro procedimiento es la al aunas fi 0auras antropomorfas son evidentemente monstruos por coales-
concrescencia de figu,;as simbólicas disparatadas. En esta evolución,. dos ce~cia. La más céleb.;e es el "brujo" de la gruta de Trois-Freres. Posee un
vías son corrientes. La primera es la de agregar atributos animales a la cuerpo y unas piernas más bien humanas, _unos brazos y un sexo de inspir~:
figura humana: los dientes del león o los cuernos del toro o las alas del ción felina, un rabo de caballo, las ore¡as y la barba del reno, ademas
águila, por ejemplo. La segunda es difundida y muy importante en tanto de poseer su cornamenta. Los ojos y el ~i_co son _probab!emente de búh?.
que fuente de lo fantástico: es la coalescencia de figuras animales cons- Lo que distingue a los monstruos paleoliticos ~e los gnfos o de las hi~
tituyendo un conjunto mitográfico. Hace treinta años, en dos trabajos di- dras es su ori a en intelectual o verbal. Las qtumeras y los dragones, las
sire~as y los ce~tauros, nacen en cierto modo mecánicamente y uno pue~e
seauir su aénesis hasta el momento en el cual el contexto oral secundano
le~ da un~ existencia propia. El brujo de Trois-Freres, por_ el c?ntrario,
es tributario -de un contacto del cual el es una de las posibles Interpre-
taciones; interpretación conf~rme a la natmaleza misn:a d_e ~a. figuración
paleolítica, la cual es fund,lmenta 1mente un ensamblaje ~IgmfJCatJvo. Se-
gún el lugar donde se encuentra la figura, e! ensamblaje d~ _elementos
de si "nificación macho puede resolverse de vemte maneras distmtas ayu-
Fig. 152. Le Gabillou (Dor- dándgse uno del caballo de la cabra montés, del ciervo o del reno, etc. ...
doña): la "jirafa". Entre los mi-
llares de figuras de animales pa-
aislados o agrupados; 1~ solución genial reside en la creación de un ser
leolíticos, los tres mostrados de síntesis, perfectamente simbólico.
aquí son prácticamente Jos úni- Puede parecer paradójico que el pensa~i_ento_ paleolítico haya alcan-
cos que escapan a la identifica- zado un punto tal, puesto que nosot;os distmgmmos con dificultad . ?n
ción zoológica. Este no ofrece
siquiera detalles que se puedan nosotros mismos la parte del hombre y_ la del producto de la maduracwn
• colectiva. La expresión en unos símbolos sintéticos es humana desde su
precisar

ferentes sobre el arte chino y las a.;tes de Eurasia septentrional, mostré


cómo figuras simétricas dispuestas en banda se "telescopiaban" para cons-
tituir m~nstruos y cómo el tema mitográfico muy diseminado del r¡¡paz,
dtl felino y del herbívoro atacándose en cadena daba por fusión la qui-
mera, el grifo, el toro alado, así como el águila y la serpiente conducían
al dragón.
Es interesante averigu2,; si procesos similares tuvieron lugar en el
largo desenvolvimiento del arte prehistórico. Conocemos algunos casos,
cCJno el oso con rabo de felino de Rouffignac o el caballo con cuernos
de bisonte de las Combarelles, los cuales son debidos probablemente a
la coalescencia: el oso. y el león son símbolos machos del fondo de las
cavernas y su acercamiento es casi ncrmal. El panel del caballo con cuer-
nos de las Combarelles ccmportaba solamente un mitograma incompleto
(caballo+ mamut), el bisonte era apenas perceptible y parece, en .:ealidad, Fig. 153. Lascaux (Dordoña): el "unicornio"

380 381
todo con relación al arte más actual. El realismo ha recorrido en las ci-
origen y cuando los auriñacienses graban en un bloque una vulva o un vilizaciones mediterráneas la larga trayectoria que lo ha conducido hasta
falo, no hay evidentemente ninguna búsqueda pornográfica, pues fue ne- Puvis de Chavannes y las historietas. De una manera paralela, el arte abs-
cesaria toda la madurez de las civilizaciones un poco roídas de la Amé- tracto ha hecho una larga carrera en el simbolismo de los signos religiosos
rica precolombina, de Ja India, de China o de Europa para alcanzar este y astrológicos, o en el blasón, para apartarse de su sentido y sufrir una
estado de ]a figuración .. Es probable que ni siquiera tenían en mente transposición hacia un arte donde la esquematización de las formas in-
la representación de la copulación (pues no se posee ningún testimonio tenta sugerir un sentido fuera de las veredas de la verdad óptica. Más
figurado humano o animal de ella), sino más bien un hecho más general, allá, aparentemente no hay nada, sino el rechazo de toda figuració?-. El
ligado a la concepción de un universo en el cual los fenómenos se com- surrealismo ha procedido mediante una fórmula donde el ens_ambla¡e de
pletan en la oposición, puesto que, en definitiva, todo sistema de refe- elementos normalmente realistas lleva a la negación del realismo en el
rencia está basado en la alternancia de los contrarios: día-noche, caliente- conjunto general. Abstracción hecha del rechazo de sig_nificación de una
frío, fuego-agua, hombre-mujer, etc. La manipulación de los símbolos por parte de las obras, esta f,órmula es relativ~mente. próxtma a la del Pa-
grupos equivalentes o por pares complementarios cor.responde al juego leolítico. Lo es por la razon de que el sentido restde e_n elementos:clav~s,
entero de composición que se puede descubrir en el arte paleolítico. En compuestos en un esp~ci~ ult~adimensional, . aunque pnvados -~e smtaxts:
]a génesis de las imágenes fantásticas, ambas das son seguidas: la del Es evidente que la comodenoa del surre~!Jsmo y , de la paswn por Jas
amontonamiento de equivalentes en el "brujo" de Trois-Freres y ]a de artes primitivas no es un fenómeno fo_rtmto; la _bu_squeda de una salida
]a complementaridad binaria en las imágenes andróginas, las cuales, pese mediante un retorno al fondo de los ttempos comode con el rechazo d_e
todo el pedazo de trayectoria que corres_~onde a l_a elaboración de la SI-

a su rareza, parecen haber sido .realizadas. 1'


metría, de la perspectiva, de la ord~nacwn narra~tva d; los valores. Su~
embargo, la diferencia entre el ~omtenzo y el fm esta en el ~echo de
LO NO-FIGURATIVO que Jos paleolít_icos innov:aban, mtentras qu~ los surrea!Jstas han mtentado
La paradoja paleolítica reside en grJ.n parte en el hecho de que renovar es deor constrmr algo no constrmdo con los pedazos de mate-
imágenes magistrales en su técnica y cautivantes por su formJ., puedan riales e~vejecidos. Un verdadero comienzo exigiría que la ~umanidad o_l-
pasar por no representar nada coherente. Visto con el ojo actual, el amon- vide el arte (planetarizado ahora) de las culturas medtterr~neas, renuncte
tonamiento de Jos animales y de signos no figura acción, sino fragmen- a comprender la Grecia antigua y la Italia de la Edad ~Iedta, los ~lamen­
taria; ningún .relato se c\·idencia. Podemos preguntarnos si ello sucede cos, ]os modernos, toda pintura que sea incluso el sentt:f? contrano. a la
porque no sabemos leer, o si realmente no ha habido acción figurJda. tradición así como toda música inspirada por la· maduracwn de los stglos.
El arte comparado permite constatar que los procedimientos de compo- La mem'oria social está presente, su razón ·de existir va más allá de la
sición de conjunto llevan a todos los grupos hacia formas narrativas ex- estética por más que la engl~~a y lejos de rechazar el pasado, las cult_u:as
plícitas· cuando se trata de acciones de car!tcter técnico. La cacería, la de hoy alientan la comprenswn de todas las artes, desde el prehtstonco
pesca o la recolecta o hs operaciones domésticas, pueblan el arte rupestre hasta el de los araucanos. La aparición de artes que trazarían ~n . cammo
de Eurasia y de Africa; los rebanos poseen cazadores o pastores, y Jos virgen, es un problema importante, pues _el tono human? ;sta ltgado a
hombres :~ctúan. Las . operJciones religiosas, m:í.s raramente figmadas, y la creación de ritmos ascendentes. La pérdtda del descubnmtento manual,
Jos conceptos metafísicos, son el objeto de representaciones abstractas. Pe- del encuentro personal ?el hombre . con la. ,materi~ . al ~iv~l _artesanal, ha
ro en las artes vivientes, no poseemos ejemplo de un arte que tengJ los cerrado una de las saltdas . de la mnovacwn estettca md1 vtdual. En un
atributos de la na.:ración sin poseer su forma; ignoramos estas capas de sentido distinto, la vulgarización artística hace vivir las masas de una
actores sin escena ni acción. Hay tanta m:ís razón para pensar que Jos manera· pasiva del acopio planetario, mas sucede con el arte con:~ con
frescos paleolíticos no figuran lo qu·e contienen más que de una manera la aventu.ra: los pintores · chinos y las esculturas may_as se r~d~ctran al
abstracta, que en realidad nos encontramos ante varios ejemplos de un igual que los cow-boys_ y los zulúes, porque es n::esano un mmtmum de
tema único: el del hombre derribado por el bisonte (fig. 147), los participación para senttr. El 1:roblema de la ~aoon de arte personal es
cuales muestran que, en este caso por lo menos, la composición narrativa tan importante para el porvemr del homo saptens como el de su degra-
ha existido en fo.:mas idénticas a las de todas las otras partes. Si, al dación motora.
igual de numerosas artes americanas, de Oceanía o de Af rica, el arte La necesidad de una salida creadora se expresa ya en las búsquedas
paleolítico hubiera usado· solamente figuras hieráticas, esquematizadas en de lo no-figurativo y de la música concreta. Si en apa.riencia es imposible
un grado muchas \'eces extremo, el problema hubiera parecido más sen- liberarse del peso de seis mil años de arte civilizado, la salida no puede
cillo y hubiera autorizado a suponer que el arte toma dos direcciones: encontrarse más que· en un sentido riguroso, comparable al del asceta
la de la figuración muy com·encional de las entidades o de los conceptos que niega el tiempo rechazando el sueño y el orden social viviendo des-
y la realista de las acciones. En verdad, la pregunta es importante, sobre
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382
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hace ochenta años es por consecuencia normal. Corresponde al conjunto


nudo en el desierto. El contra-arte, es el rechazo sucesivo del realismo, de la evolución y los conmovedo.res frescos alegóricos fueron a reunirse
de la forma, de todo rasgo de figuración, pa.:a conservar solamente el con las diligencias en la arqueología. El hormigueo actual de las fórmu-
fondo elemer:tal del rit~1o y de las oposiciones de valor. Al extremo, es las, la imposibilidad de fijar _la orientación ~el arte, Jos ensayos c~ntra­
el rechazo mismo del ntmo en el cuadro blanco 6 azul o el rechazo de figurativos, son otros tantos srgnos de la realrdad de un estado de mno-
la mano ~n la pintura al mosquete. ' vación. El porvenir plantea, a pesar de todo, algunos problemas. El rea-
la pmtura por pro~e~ción, por quema, por . dilaceración, así como lismo óptico ha perdido, con la fotografía y las imágenes del m~vimiento,
la es~~ltura de los automovrles por prensado, constituye una verdadera su- el carácter motor que poseyó en la mayo.r parte de las artes de vtda larga.
merswn en las estr~cturas infrasapienses, puesto que terminan, al igual · las formas sencillas del simbolismo primitivo, tales como han sido ilus-.
qu: _el arte de J~s piedras bruta~ o de las raíces, en la puesta en situación tracias desde hace medio siglo por los grandes pintores o escultores, son
estetJCa de _un Illvel _correspondiente al hombre de Neanderthal; el de las formas transitorias; normalmente, nos. encontraríamos en los confines del
formas naCJdas del Juego de l~s fuerzas naturales. los cuadros pintados arcaísmo como período artístico futuro, el de los primeros conjuntos mo-
po.r_ los ,grandes monos antropoides, pese a ser el resultado de una doma, numentales , construidos con una maestría aún incierta de las relaciones.
testimonian un~ búsque~~ más annzada todavía hacia las profundidades El arte que anima a los edificios en el mundo entero, da la impresión
del comportamiento estetrco, del rechazo en el ritmo nacido de la inter- de que este estadio esté tal Yez _en vía de establecerse. El peso de. }a
sección de l_a casualidad y de la psicofisiología. Estos hechos son extre- erudición acumulada en la memona mundral enmascara, por la atracoon
mada_mente m.t~resantes, pues si siempre. !o bizarro natural ha provocado de las reminiscencias, el sentido exacto de una evolución que nos vuelve
reacoones esteticas profundas, la Irrupcwn de la casualidad como fun- a conducir, después de un corto siglo de .reorientación, al punto donde
dament_o de un~ estética coi:trafigurativa es un hecho típicamente actual se encontraban los más cercanos predecesores de los pintores de lascaux.
en su, I_mportan_oa. Hemos VIsto, en el pasado extremo-o.:iental, ascetas de
la estetica ~e,rmmar en la contempbción de un jardín que no era más que
una superfioe de arena bla~ca, pero una superficie rota rítmicamente por •
una roca negra que le restituye la escala de un universo terminado: Es
el arte fit,:urativ? depu:ad? h_asta _la ~ustracció? inminente, pero cuya
fuerza entera reside en la Inmrnencra srempre drferida. Una vez la roca
negra suprimid_a, nadi~, _jamás, vio otra cosa que una superficie deslum-
brant_~' pa:ado¡a fdosof~;a. pero desiert~ .7stético . ¿Podemos pensar que
la. exrs~enc.ra ach1al de. _pmtores de vaCJO constrtuye un signo de naci-
!11I~~1to .. Srgno de f astrdw, s:guramente, pero también con seguridad ca-
ll_e¡on sm .salrda de la creacron; el arte de las demasiado viejas civiliza.
cwnes agncolas de Eurasia habrá ido hasta la negación total, hasta el
punto allende del cual no hay más resurrección sino nacimiento de un ·
ciclo distinto. '
l~ figuración es el lenguaje de las formas visibles, al igual que el
lengua¡e?: las palabras, y tiene a la humanidad por la raíz y no hay
o~r~ solucwn humana que. a través de la construcción de trayectorias his-
to.:_rcas que soste~gan el unpulso de creación en una larga ascensión, se-
g~rda de u~a car?a encadenando sobre otras trayectorias más nuevas. las
busquedas fr~ur~trva~ son, pues, humanas por su porvenir; la crisis actual
no se tornana m_quretante más que si, como para lo social, la relación
entre la masa. pasrvamente consumidora de arte y la élite creadora acarrea
una deg.radacwn del tono de búsqueda. A fines del siglo xvm, el paso
de un mundo que duraba desde el primer culti,·ador a un mundo dife-
rente, se esbozó en 1as técnicas y. la gran crisis actual se ha desencadenado·
las f~rmas. sociales se conmovieron en la misma época y la música co:
menzo a ,1prar s?bre sus bases _poco tiempo después. El arte de las imá-
genes h~ rd~ mas lento. { ha srdo po~o antes de fin~~ del siglo XIX que
los deslrzamrentos se hroeron perceptrb!es. la srtuacron que reina desde

384
- ----- --o---<

XV

LA LIBERTAD IMAGINARIA y EL DESTINO


DEL HOMO SAPIENS

Libertad imaginaria ... , este título podría pasar por la expresión del
pesimismo inspirado por ciertos aspectos de la evolución del hombre.
Como en la fábula El lobo y el perro, la marca del collar es el precio
de la liberación frente· al medio natural; "!a seguridad soc:al" tiende a
limitar, para el individuo, a la vez los riesgos de deterioro demasiado
rápido y el ejercicio incontrolado de sus capacidades personales. La li-
bertad, elemento frágil del edificio humano, reposa sobre la imaginación
tomada a la vez en el sentido ilusorio y en el de la liberación a través
de los. símbolos. Imaginario, el mundo de los australantropos ya lo es,
puesto que fundado sobre la primera materialización del símbolo eficaz
del útil, al mismo título que el de un hombre actual corriente que .sac1
todos sus conocimientos de los libros, de los periódicos, de la televisión
y que recibe con los mismos ojos y las mismas orejas que su lejano pre-
decesor, el reflejo de un mundo ensanchado a las propo.rciones del uni.
verso; pero de un mundo que se ha vuelto el de las imágenes, mundo
en el cual está hundido sin participación distinta a la imaginaria. Siendo
que el hombre vive en el juego de todas las partes de su cuerpo y de su
espíritu, el problema· de la identidad del hombre del centésimo siglo y

del hombre tradicional se plantea con legitimidad, al igual que se plantea
el problema de la situación del hombre inmediato, situado todavía en las
fronteras del homo sapiens o, tal vez, más allá.
A lo largo de estas páginas, varios capítulos han sido consagrados
a la busca de vínculos profundos y el hombre ha sido enfocado en la
parte zoológica de su nah1raleza. Resaltó de ello que no solamente el
hombre zoológico seguía compartiendo con los otros mamíferos la or-
ganización particular a los animales de sangre caliente, sino que sus com-
portamientos, por debajo de la humanización, seguían -siendo y de una
manera intacta, los de un mamífero social, omnívoro, para el cual los
constreñimientos del territorio, de la adquisición alimenticia y de la re-

387
p~oduccUión seguían. siendo pensables e interpretables en térm. Uno de los resultados del estudio simultáneo del hombre bajo· los
gicos. n~ tal actitud que puede indiferentemente In~s z?oló- ángulos de la biología y de la etnología, es mostrar el carácter inseparable
de La Pahsse o marcada de un "b t' 1. .. pasar por msp1rada de la actividad motora (siendo la mano su más perfecto agente) y de la
. bl d es Ia Ismo exagerado parece . t 'f
. e por os razones. La primera reside en el he h , JUS I !Ca- actividad verbal. No hay dos hechos típicamente humanos de los cuales
del asce~s~ humano, desde Ja escritura sob.re to/ o de que: en e~ curso uno sería la técnica y el otro el lenguaje, sino un único fenómeno mental,
desmatenalizada; imaaen indispensabJ d
0
¡'¡ se f~r~1o una Imagen fundado neurológicamente en territorios conexos y expresado conjunta-
. gr b . e a1 esarro o espmtual y al mente por el cuerpo y los sonidos. La prodigiosa aceleración del progreso
eso, pero que, en las Ciencias del hombre arti ¡ pro-
al desprendimiento del hombre d t d P . , cu armen te, ha conducido a partir del desbloqueo de los territorios pref ron tales está ligada a la vez
viviente. Tomando el eJ'emplo def a ot a condexiOn con la extensión de lo al desbordamiento del ,razonamiento en las operaciones técnicas y a la
f , . n epasa o mono el capítuJ I
orzo en evidenciar con cuántas dificultades 1 . , o se es- enfeudación de la mano al lenguaje en el simbolismo gráfico que termina
humano se ha despeJ· ado desde h ' . la 111L1agen real del antepasado en la escritura.
1 d. . ace un Slf o a se aun da ,
a IstanCia existente hoy entre el h. b · . b razon es que Por ello conviene preguntarse a dónde va el homo sapiens como ani-
mamífero terrestre con al una . o~ r: que t:e?de a hacerse el único mal pensante. -Luego de algunas centenas de miles de años durante los
vivientes, hace necesaria ufa tom~mdpor anCI_a ~und1enca y los demás seres cuales técnica y lenguaje se iban equilibrando en una evolución ritmada
, . e conoenCia e lo que es ¡
IJOmo sapums nacido en el t' d 1 rea mente e1 por el paso de la evolución zoológica, el homo sapiens ha establecido un
l . ·' Iempo e as estepas para ¡ b equilibrio circular en el cual el pensamiento hablado se vio acompañado
sa vaJe y progresivamente adaptado a la loe ., cazar e ca a!Jo
de una atmósfera de etró!eo omociOn, sentado en medio por el ·pensamiento fijado a través de los mitogramas y luego, de la
prehistoria, que conmu~·en la c~~i~n~~d~. La paleontología humana y la . escritura. Esta última, por otra parte, ha tocado tan sólo una ínfima
cho más allá del punto de vista c~e :Tpo.r unas razones que van mu- minoría estadística de la humanidad hasta el siglo presente. La pirámide
ap!icadas cuando llevan a constatar I n 1tiCJ, toman el, valor de ciencias social promueve el progreso intelectual gracias a escasos elementos indi ·
ciones se ha hecho con el mismo ho q~e ~- ~ a a:censiOn de las civiliza- viduales sentados sobre una masa humana aún equilibrada en la fórmula
a] mamut y que nuestra cultura elmt r~ . ISICO e mtelectua] que acechaba que podíamos decir "humanamente normal", de una existencia donde la
ec ron1ca apenas quinc · . actividad imaginaria está colocada al nivel de la participación corporal
como soporte un aparato f's· , .
1 10 1oa1co . . d uagenana tiene
v1e¡o e cua t ·¡ -
Jugar de confiar en las posibilidades de ada ta i :en a¡ mi_ an~:- Si ~ay en las ceremonias y al nivel del mitograma en la figuración. La escritura,
a pesar de todo y la t d. . , , P e on, a distorsiOn ex 1ste para una más amplia minoría, ha conservado el papel de sus orígenes;
con ra ICCion esta presente ent . .1. siendo no un instrumento del pensamiento especulativo, sino un proce-
poderes casi ilimitados .. .1. d' re una CIVI Ización de
. Y un en 1 Iza or con una ag · ·'d d . dimiento de información práctica. Sirvió a fijar el derecho, la contabilidad
siendo idéntica a Ja que poseía d al resn I a que sigue
t 1e so bre\'Ivir.
. . cuan o nutar reno t~n¡'a - e¡ sent1'd o y a orientar la masa de la actividad ideológica: la lectura religiosa, el
código, y la manipulación de las cifras, en todas las civilizaciones con
Toda la evolución psicom t d d 1 .
~izo por adición de territorios o ~~:~·os eslo~ co:a pnmeros vertebr_ados, se escritura, han constituido la porción o.rdinaria de la masa que sabe leer
Importancia funciona] de los rec d t' . les no han supnmido la y escribir hasta el despertar del siglo XVIII. Durante un corto período que
1 .
pape , Siempre más ocultado F0 1 f ' .
P e en es smo que les h·
. a conserva o su
d dura aún en su ocaso, apareció la perspectiva de una alfabetización pla-
} r as unciOnes su peno-e E t · , .d netaria como equivalente de la promoción social e intelectual. La enfeu-
tom¿ con los mamíferos, una amplitud ya considerable .. !~as ~~ tiLlm~ e dación total de la actividad mental al desarrollo lineal de la escritura es,
gran ~~ monos ella queda geométricamente coherente.' , 's a en .os para el homo sapiem una promesa que sólo puede ser realizada por una
tegracwn neuromotora es realmente el summ d . el cor~ex de 111·
llo sos, b Ien · · um, e unos apareJos m · minoría con aptitudes particulares; para la mayor parte de los OO.mbres,
que ngurosamente animal t d .' L1 arav¡- la lectura de inscripciones cortas y de carácter práctico es normal; mien-
se sitúan los antrópidos primitivos t d o a\ dia. egado a] Jugar donde
. , . , o o suce e un poco com · · tras que la aplicación del pensamiento al hilo de un texto conáeto in-
b 1
so .re a p1ramnie anima] la ¡ . , . d o SI naciera
. , cua segUI ra Sien o el zócalo d t d cl-usive, exige una restitución de imágenes que sigue siendo agotadora.
portam1ento humano Ja unta d t . , . . . e o o com-
scgún la imagen teilhardia~a) . cacdao ~a pir~mi~e m vertida ("reflejada"
A pesar del ejercicio intenso de varias generaciones, la reanudación del
el COnJ'unto de los apare¡"os ty . . .d·ez mas gigantesca, constituida por equilibrio paleontológico se ha iniciado con rapidez ·y el mitograma, bajo
ex enanza os en Ja cu!t 111' la forma de las ilustraciones, ha vuelto a invadir las lecturas a partir del
base sobre la cual reposamos es y no d , ura. !entras que la siglo XIX a medida que la alfabetización alcanzaba las clases populares:
dispositivo osteomuscular y nen:ioso d!~e ~ ,;us que segdUirlo siendo, el las historietas entraron en el comercio de estampas durante el siglo XIX,
mal, la superestructura es enteramente f~ct~-- Ima ~tap~ el mundo ani- . siendo primero mitográficas en sus grandes composiciones, luego ence-
· 1 IC!a e 1magma · ·d d
JUegdo que¡ se desarrolla, al exterior, entre los dos polos ~Ia,J naCit_a 'd edl r,rándose en pequeños cuadros que se pegan al texto. La linearización ·del
crea ora, a cara y Ja mano en 1 t, . . e a ac IVI a dibujo ilustrativo sigue la difusión de la lectura de las masas; ella en-
, a ecn1ca y e1 1enguaJe.

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paleolíticos, la selección del medio actuaba incluso en un sentido tal que
cuen~r~. su culminación en Ia lectura popular de hoy día. La radio y la los individuos, todos, debían responder a un mínimo de equilibrio psico-
te1ev1s10? han c??1ple~ado . c?n el cinema este retorno a ]a literatura oral físico, por debajo del cual la supervivencia se hacía precaria, salvo tal vez,
y a la mformacwn v~su~] sm paso por ]as formas de la imaginación .. para los sujetos que se encontraban en los límites de lo natural y de lo
. Con bast~nte cunos1dad podemos preguntarnos si las técnicas audio- · sobrenatural, como los curanderos o los magos. Ignoramos por otra parte,
v1suales camb1an realmente el co.~1port~miento tradicional de los ant.rópi- todo sobre esta catego.ría de individuos en el Paleolítico; si nos atenemos
dos. Poder:1os preguntarnos tamb1en cu:d es el destino de ]a escritura en al ejemplo de los primitivos recientes, es poco probable que estos prime-
un yorve~11r _más. o menos lejano. Es cierto que ha constituido, durante ros. especialistas hayan vivido enteramente del ejercicio de su función.
vanos .mdenws! 111depend_ientemente de su papel de conservador de ]a Es el paso a la ciudad lo que marca el cambio más hondo en el com·
~11emona colectiva y graoas a su desarrollo en una sola dimensión el portamiento equilibrado entre psíquico y físico. El medio urbano asegura,
l?s.trumento de análisis de donde salió el pensamiento filosófico y ¿ien- en efecto, la supervivencia de categorías de individuos, como sacerdotes,
t:flco. La conservación del · pensamiento puede ser aho.ra concebido dis- escribas y mercaderes, cuya función manual está más o menos compl~ta­
tmtamen.te que en los. libros; los cuales conservan por poco tiempo, aún mente enmascarada po.r una actiYidad verbal 'o intelectual en su sentido
la ve?.tap de ~e~ ráp~dam;nte manejables. Una vasta "magnetoteca" con más amplio. Gentes de toga o negociantes, en todas las civilizaciones, han
sele~cwn electron1.ca . l1br~ra en, un futuro cercano Ja información prese- preparado a largo término las etapas de la regresión manual o, más exact~­
J~ccwna~a y :estJtmda mstantaneamente. La lectura conservará durante mente, de una transposición del campo técnico, que supone un ejercicio
s1glos aun su 1~1portancia, pe~e a una. sensib!e .reg.~esión en la mayor parte muy limitado de las operaciones de fabricación. Sin embargo, ellos son los
de los .h~mbres, mas la escntura esta wros1m1lmente destinada a desapa- hombres de la escritura, en quienes la mano forma las palabras y puntua-
r~;:er raplda.n:ente, reemplazada por unos aparatos dictáfonos con impre- liza los discursos; podemos considerar entonces que se trata de una trans-
swn automa.tlca. ¿Debemos wr en. esto una especie de restitución del posición y que el miembro anterior no ha perdido nada de su impo~an­
e~tado antenor a la enfeudación fonética de la mano? Yo opinaría más cia en la -sinergia intelectual. Los siglos muestran que los grupos sooales
. b1en que se trata de un aspecto del · fenómeno general de la reg.resión importantes pueden adaptarse y reproducirse en un equilibrio psicofísico
. n:anual (v. P) f de una nueva "liberación". En cuanto a Jas consecuen- de tipo "cerebral", aunque se deba tener en cuenta los. fenóme?os de com-
Cias a larg_o tenm.no sobre las formas del razonamiento o sobre un retorno pensación impo.rtantes. En efecto, de un lado los su¡etos activos recupe·
. al pensamiento d1fuso y muJtidimensional, no hay previsión posible en Ja raban una parte del juego normal en sus desplazamientos a pie o a caballo
E!
ho~a actual. pensamiento científico está más bien molestado por la ne- o con la cacería; por otra parte, las manifestaciones -sociales implicaban
cesidad. ~e estHarse ~n Ja hilera tipográfica; es seguro, pues, que si algún una participación compleja. En un ritmo atenuado, las clases no artesana-
proce?m11ento p~rm1te presentar los libros de una manera tal que la les o productores encontraban su equilibrio antrópido. Pero también se de-
mate.na. de!os d1ferentes capítulos se ?f rezca simul.táneamente bajo todas be tomar en cuenta el hecho de que · una parte no despreciable de los
sus mode?oas, los autores. y sus usu~no~ encontranan una ventaja consi- elementos de las clases cerebrales, inadaptados, encontraban en la guerra,
derable;. ~In embargo, es oerto que SI b1en el razonamiento científico 110 el comercio lejano, el vagabundeo o la piratería, la manera de rehacerse.
perd.era sm dud~ nada con Ja desaparición de Ja escritura, Ja filosofía y En fin, ciertas clases, particularmente en las funciones religiosas, - eran
la hter~tura. veran, con toda seguridad, eyo]ucionar sus formas. Eso no formadas solamente de individuos sacados de su medio de origen por pre-
es particularmente !amentabJe, pu~sto que Jo impreso conservará Jas for- disposición. En el. me~io civilizado tradicional, por consi<?uiente, ;1 ejer·
mas de pensar cunosamente arcaicas, de las cuales los hombres habrán cicio de los comportamientos fundamentales del homa saptens segu1a Sien-
usado durante el período del grafismo alfabético; en cuanto a Jas formas do idéntico al de los o.rígenes; el abanico era solamente más amplio y los
nuevas, estarán. cor: relación a las antiguas, como el acero frente al sílex: individuos fuera de proporciones en el plano físico o en el intelectual,
no repres.entaran . sm duda un. instrumento más acabado, sino un instru- encontraban su inserción en tanto que filósofos o. soldados. Con las nu-
mento .mas ~1anepble. La escntura pasará a la infraestructura sin alterar merosas inadaptaciones individuales determinadas por los sistemas socia·
el funcwna.mJe~to de la _inte~igencia, c_on:o una transición que habrá tenido les, la sociedad se presentaba como beneficiándose del entero ejercicio
aJgun~s. mdenws de pnmaoa. La perdida de la actividad manual y ]a de las aptitudes de la especie.
reducoon de ]a aventura física en aventura pasiva representan unos fenó- En el estadio actual, la situación aparentemente no es aún muy dife-
menos que plantean más problemas. rente: la sociedad continúa disponiendo de todos -sus medios, pero tras-
. La ad~ptabil!dad del h(Jmo sapiem está ampliamente acondicionada puestos de manera creciente en los órg~no~ a.rtificiales; El maq~inismo
P?~ el medw sooal. Podemos admitir que, hasta Ia época actual, Jas con- y la sujeción del mun~o terrestre han d1~mmu1d? e~. cmcuenta anos, . ;n
diciones normales para un ejercicio equilibrado de las aptitudes físicas y vastas regiones, el abamco donde se repart1an los md1v1duos. La reduccwn
mentales era~ aseguradas a la mayoría humana a través de las tareas agrí- de los medios de creación individual y la escasez creciente de las salidas
colas, pastonJes, artesanales o bélicas. En los primitivos y a fortiori en Jos
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sus músculos, de la p.rogramación de sus acto~, de su m~mo:~a; l!berado
. ha~ia !a aventura, han ::cure:1do h aprición de compensaciones que se de su imaginación por la perfecció~ de los med.ws de teled1f~sio~; liberado
a!ep~ progresivamen~e de !a vida real. También e! deporte, así como el del mundo animal, vegetal, del viento, del fno, de los mJCrobws, de lo
traba¡o en menudenoas, cortados cada año por la aventura dirigida en !as desconocido de las montañas y de los mares; el homo sapiens de la zoo-
carreteras y los terrenos de camping, desempeñan un papel de reequilibrio logía se encuentra probablemente cerca del fin. de su carre.ra. ~ísi~ar.nente,
q~e gana, año tras año, un número creciente de individuos. La cacería es una especie zoológica que dispone de un cierto porvenir; sJguien~o el
m1sma se hace aho.ra con. jaba!íes y cien,os. ;emidom~sticados, con conejos ritmo de su evolución desde 30.000 años, pa.rece poseer al menos Igual
acorralados,. c~n. faisanes Importados por avwn despues de haber sido ali- perspectiva delante de él, a pesar de que la paleontología nos informa
m~ntados smteticamente. En los países satur.ados~. el problema del equili- bastante mal sobre este punto; las especies no envejecen, se transforman
b.no humano se plante~ constantemente. La situacwn actual está muy lejos, o desaparecen. El hombre, en todo caso, tiene delante de sí un porvenir
s1n embargo, de configurar -la de un futuro del cual pocas oeneraciones que va mucho más allí del ritmo de su evolw;ión. sociotécnica. ..
n?s separan. El obrero y el campesino han sido sólo parcial~ente meca- El gran problema del mundo presente esta aun por .resolv~r: ¿Como
nizados; la natura'eza se deja ver aún a la orilla de algunas playas 0 en este mamífero anticuado, con las necesidades arcaicas que han sido el mo-
al.!iun~s bo;q~es. La guerra, a falta de la cacería, ofrece una salida a la tor_ de todo su ascenso, continuará e~pujando su roca s?bre la pen~ie~te
m~nona mas. madaP_table; una guerra que sigue siendo singularmente ar- si, un día, no le queda más que la Imagen de su reahd.ad ?. En nmgun
ca~c~, esparcida al Igual que .unas verdade.ras válvulas de escape, aunque momento de su evolución estuvo obligado a romper con SI mismo. Desde
mmusculas, en todos los contmentes, oponiendo sus cuadrillas de inadap- el australantropo, ha vivido concretamente su inte.rminable aventur~. Ac-
ta?os chapoteando en los pantanos lejos de las torres mudas de lanza- tualmente, se encuentra en vísperas de agotar su planeta y y~ el m1to . de
m~ento de los. cohetes atómi.c?s. Mas .1~ caza al hombre no es más que un un trasplante cósmico ha tomado cuerpo. Sin embargo, el camm? reco;ndo
mito que sostiene la fo.rmacwn premd1tar de millones de jóvenes, los más no tiene regreso. Podemos soñar que, llegado en un astro le¡ano, el se
~otado;; de ent.r~ ellos no tendrán más, un día, que jalar la palanca que encuentre Úénte al pitecantropo y al e'efante meridional, mas no volverá
l1berara automatic~mente la bomba, hacia el punto para el cual los cal- a ser un tallador de sílex.
cul.adores electrónicos .habrán fijado el inicio de una trayectoria. La con- Sería contrario a la nahtraleza no tenerle confianza, aunque la ima-
. qu1sta de. lo desconoodo terrestre ya no es, igualmente, más que un mito ginación se orienta difícilmente. Podemos imaginar varias soluciones a ~a
que se e¡erce, ~espetando las proporciones, indiferentemente sobre la cara planetarización humana. La primera es aquella pensada por muchos sm
no.rte de .un pKo ? sobre la roca de treinta metros, al pie de la cual, formu 'aria demasiado y que consiste en un final de la aventura humana
cada dommg?, la hdera en espera organiza su ración de aventura. El uni- por medio de los procedimientos atómicos. Es ~na hipóte.sis que se de.be
verso ha cedi~o y _la exp'ora.ción cósmica está abierta, pero como la socie- rechazar por la sencilla razón de que si se produ¡.era el accidente, cualqm.er
dad no ne~:s1ta . die~ md millones d~ cosmonautas, para el bomo· .rapiens hipótesis habría sido inútil. Más correcto es confiar en el hombre. ,La mJs-
la exploracwn cosm~ca se ha· convertido en compensación mítica antes de ma ,razón debe incitar a considerar la visión teilhardiana como una apro·
haber realmente nacido. Podemos, así, imaginar seriamente un tiempo cer- ximación mística potente, pero que está marcada apa.rentemente del signo
. cano cuando no se conocerá más que transposiciones y cuando habrá un de todas las apocalipsis. La humanidad puede muy b1en esperar el. "punto
cuerpo ?e ~xpe.rtos ilusionistas cuya función será la de estudiar la dietética omeaa" durante milenios, y, como en el año 1000, le será necesano orga-
n~~rops1;u~ca de las ma.sas humanas. Los eleme~t?s de esta disciplina niza~se mientras espera, y continuar viviendo. Una t.er~era solución es con-
exJs.t~n p. tant~s espaciOs verd~s.. parques zoologJCos o estadios, para siderar que el individuo es socializable hasta el infm1to y que un mundo
eqllllibra~ el,perwdo de productmdad sedentaria, sostenida por el ele- artificial funcionando en el bienestar de todas sus células, es más deseable
mento VItam:lllco de las emisiones de teledifusión. Cada año, la ración para el individuo que el de la caverna donde era libre de salir en perse-
se completara con una ~~rta pausa campestre: espacios verdes mayores, cución de un almuerzo hipotecado por el azar de su encuentro con el reno
res~n'as naturales, superf1oes para retozar, la posibilidad de construir un o co'n el león. En esta solución, es necesario, y estoy convencido de ello, i 1
abngo de lona o de pasear una casa rodante o de calentar en el suelo cambiar la etiqueta específica y encontrar otra palabra latina que agregar 1

una lata de conse.rva sobre un hornillo de gas. Un cierto maraen existe al genérico "h~mo" .. Al fin, podemos imag~nar. al hombre de un futuro
todavía y se conobe la posibilidad de asar sobre un fuego de ~1 adera el
1

cercano, determmado por una toma de conC!enoa en la voluntad de per-


pescado atrapado por uno mismo; mas, en diez años, un tal despilfarro manecer "sapiens". Entonces, le será neces~rio. ~olver · a pensar. comple-
de. tesoro~ colectivos se ha vuelto excepcional y dentro de diez años más tamente el problema de las relaciones de lo mdlV!dual con lo sooal, enca-
sera considerado como un delito.
rar concretamente la cuestión de su densidad numérica, de sus relaciones
Es, ~u.es, necesario c~ncebir ~n. bomo sapie_n~ completa:nente traspues- con el mundo animal y vegetal, dejar de imitar el comportamiento de un
to y se dma que, en reahdad, asiStimos a las ultimas relaciOnes libres del cultivo microbiano, para considerar la gestión del globo. como una cosa
hombre con el mundo natural. Liberado de sus útiles de sus aestos de
' b '
393 1
392 :1
1

! .
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distinta a un juego de azar. Cualquiera que sea el valor de las tres pri-
meras soluciones, a menos de considerar que la carrera del hombre se
acabó, algo de la cuarta será inevitablemente intentado en el siglo por·
venir, po.rque la especie está aún demasiado ligada a sus fundamentos como
para no buscar espontáneamente el equilibrio que la impulsó a hacerse
humana.
IN DICE

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Pdg.

TECNICA Y LENGUAJE

PRIMERA PARTE

TECNICA Y LENGUAJE

J. La imagen del hombre . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7


II. El cerebro y la mano . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 29
III. "
Arcantropos y Paleantropos .......................... ·:··. 63
IV. Los Neantropos ...................................... 119
V. El organismo social . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 145
• ' VI. Los símbolos del lenguaje . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 185
'

LA MEMORIA Y LOS RITMOS

SEGUNDA PARTE

MEMORIA Y TECNICA

l
VII. La liberación de la memoria . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 215
'
VIII .
'

•'
El gesto y el programa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 233
IX. La memoria en expansión . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2 53
Pág.

TERCERA PARTE

LOS Sfl,fBOLOS ETNICOS

X. Introducción a una paleontología de Jos símbolos


XI. 265 • • o • • o • • • •

Los fundamentos corporales de Jos Yalores y de los ritmos ... 275


XII.
La estética funciona] . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 291
XIII.
Los símbolos de la sociedad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 303
XIV.
El lenguaje de las formas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 351
XV. La libertad imaginaria y el destino del homo Mpims . . . . . . . . 387

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