TEMA 3 Maestría en Derecho Civil, EL PROCESO Y EL PROCEDIMIENTO CIVIL

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UNIVERSIDAD ABIERTA PARA ADULTO

(UAPA)

Asignatura:
Instituciones Fundamentales del Derecho Procesal Civil.

Facilitador:
Licdo. Juan Castillo Cabral.

Tema:
El Proceso y el Procedimiento Civil Dominicano

Nombres de los Integrantes:


• Scarlet Milqueya Taveras Morrobel, Matrícula 2021-03445
• Ramon Elías Brito Montero, Matrícula 2021-03889
• Esmailyn Tejeda Rosario, Matrícula 2021-05299

Fecha:
03/05/2021
Introducción

El proceso civil dominicano está compuesto por una serie de procedimientos, los
cuales a su vez exigen una serie de prerrogativas que deben de cumplirse
rigurosamente, ya que las mismas sirven tiene como fin el buen funcionamiento del
proceso. En otras palabras en el proceso civil hay una serie de reglas que se deben
observar durante el desarrollo de un juicio voluntario o contradictorio, para que el
Juez declare un derecho en el primer caso (por ejemplo un juicio sucesorio, sin
conflictos entre herederos) o determine la validez de la demanda de una parte (la
demandante, o también de la demandada en caso de contra demanda) o en el segundo;
teniendo como fin la sentencia en este último caso restablecer la situación al estado
anterior al daño sufrido, sin imponer penas (multa, prisión, reclusión, inhabilitación).
Puede haber o no comisión de delito, si el hecho figura descrito como tal en las leyes
penales, pero aquí no se persigue castigar al demandado, sino que repare el daño
ocasionado, por sí o por sus cosas o por quienes están a su cargo, en este caso puede
accionarse también por vía penal. En cualquiera de los casos es vital el saber cómo
se manejan los procesos en materia civil, es por ello que en el trabajo que presentamos
a continuación abordamos temas como: El Juzgado de Primera Instancia como
jurisdicción de derecho común, en referencia a este exponemos cómo se organizan,
que casos conocen y como lo hacen, también nos referimos al interés público,
privado y general del proceso civil como principios generales, y por ultimo y no
menos importante reflexionamos sobre los principios fundamentales del proceso
civil.

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I. Hable de manera general Del Tribunal civil de primera instancia,
como jurisdicción del derecho común en un mundo contemporáneo.

Se denomina como contemporáneo a todo aquello que sucede en el tiempo presente y


que pertenece al período histórico de tiempo más cercano a la actualidad. Como adjetivo
calificativo, el término contemporáneo sirve para señalar todos los hechos, circunstancias
o fenómenos que toman lugar entonces en el tiempo presente y que son parte de una
realidad particular actual, contrapuesta a las realidades de otros períodos históricos del
ser humano, Para definir al período contemporáneo se puede recurrir a un número de
características que se aplican en gran parte a todos los fenómenos y circunstancias
correspondientes al mismo.

Si hablamos de manera general, la atención de casos por el Juzgado de Primera


Instancia es lo más común porque es quien se encarga de recibirlos por primera vez.
Además de eso, su funcionamiento es bastante apropiado para responder a todo tipo de
solicitudes que realicen los ciudadanos en pro de solventar inconvenientes, conocen en
primer grado de todas las materias que no les sean atribuidas por ley a otro tribunal y los
demás asuntos que les atribuye de manera expresa la Ley. Habrá los Juzgados de Primera
Instancia o sus equivalentes con el número de jueces y la competencia territorial que
determine la ley.

Los Juzgados Primera Instancia de los Distritos Judiciales correspondientes al Distrito


Nacional, Santiago, La Vega, Duarte, Puerto Plata, Barahona, San Juan de la Maguana,
San Cristóbal, El Seibo, San Pedro de Macorís, La Romana, Valverde, Espaillat y
Montecristi, están divididos en Cámaras, y tienen la competencia jurisdiccional de
resolver todas las cuestiones en las que la ley requiera la intervención de un juez durante
el procedimiento preparatorio, dirigir la audiencia preliminar, dictar las resoluciones
pertinentes y dictar sentencia conforme a las reglas del procedimiento abreviado.

Los Juzgados de Primera Instancia están organizados de la siguiente forma:

Juzgados de Primera Instancia Ordinarios divididos en cámara o salas. Estos órganos


jurisdiccionales tienen como atribución principal conocer de los asuntos penales, civiles
y comerciales según corresponda, en los términos señalados por la ley.

a. La jurisdicción

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En sentido coloquial, la palabra "jurisdicción" es utilizada para designar el territorio
(Estado, provincia, municipio, región, país, etc.) sobre el cual esta potestad es ejercida.
Del mismo modo, por extensión, es utilizada para designar el área geográfica de ejercicio
de las atribuciones y facultades.

¿A qué se le llama jurisdicción?

Se le llama jurisdicción a aquella potestad que tiene el estado para dirimir conflictos de
tipo legal, para esto, el estado ejerce presión a través de la ley aplicable (que pueden ser
diferentes de acuerdo con el caso, bien sea penal, civil, etc.) De esta manera, el juez puede
ejecutar la medida que él mismo ha decidido a través de una sentencia.

¿Cómo se determina la jurisdicción?

Esta es determinada por un juez siguiendo los requisitos de la ley aplicable, siempre
respetando sus límites, es decir, el tiempo y el espacio, en el caso de este último, aplica
tanto los límites internos como los externos. Dependiendo de qué clase de juicio se vaya
a desarrollar y el territorio, se establecen las competencias funcionales y territoriales. Una
vez limitada estas competencias, los jueces tienen que hacer cumplir con su función
jurisdiccional, es decir, con resolver el conflicto de una autoridad o las materias que se
encuentran dentro de su competencia; y, en general, para designar el territorio sobre el
cual un Estado ejerce su soberanía.

En otras palabras, es la función pública, realizada por los órganos competentes del Estado,
con las formas requeridas por la ley, en virtud de la cual, por acto de juicio, se determinan
los derechos de las partes, con el objeto de dirimir sus conflictos y controversias de
relevancia jurídica, mediante decisiones bajo autoridad de cosa juzgada, eventualmente
factibles de ejecución".

b. La acción

Como acción designamos, en líneas generales, la realización de un acto o hecho, o el


efecto que produce determinado hecho en cuestión. La palabra, como tal, proviene del

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latín activo, actinios. En derecho, se habla de acción en referencia al derecho que tiene
una persona, sea esta natural o jurídica, de acceder a un juzgado o tribunal, hacer una
petición o activar un órgano jurisdiccional, en suma, de activar los órganos encargados
de la administración de justicia para que estos ejerzan sus funciones.

c. El proceso

El proceso es un conjunto o encadenamiento de fenómenos, asociados al ser humano o a


la naturaleza, que se desarrollan en un periodo de tiempo finito o infinito y cuyas fases
sucesivas suelen conducir hacia un fin específico. En el ámbito del Derecho, se considera
como proceso al conjunto o totalidad de actuaciones seguidas ante una autoridad judicial,
necesarias para averiguar la consumación de un delito y determinar la participación y
culpabilidad de las personas que en él hubiesen intervenido. La finalidad del proceso
judicial es la resolución justa del caso.

d. El procedimiento

De manera general consiste en el seguimiento de una serie de pasos bien definidos que
permitirán y facilitarán la realización de un trabajo de la manera más correcta y exitosa
posible. Porque precisamente es uno de los objetivos de seguir un procedimiento,

En el campo del derecho, se conoce como procedimiento a una actuación que se desarrolla
a partir de un trámite judicial. En este contexto se asume el respeto por diversas normas
que están fijadas por la ley. Todo procedimiento judicial está compuesto por
diversos actos jurídicos que son autónomos respecto al proceso y que tienen como
finalidad producir un efecto jurídico.

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II- Del interés público, privado y general del proceso civil como
principios generales.

a. La independencia de la autoridad judicial

El Poder Judicial no es el tercer poder del Estado. Es un poder del Estado. Esa
independencia no basta con ser reconocida como una mera declaración retórica; es preciso
que los otros dos poderes del Estado acepten y reconozcan esa independencia. El mejor
desempeño del Poder Judicial tiene como premisa irremplazable la independencia de sus
instituciones respecto a otras ramas del poder público y la autonomía de sus jueces. Pero
en un régimen de derecho no basta con la separación e independencia de los poderes. Una
cosa es la independencia del Poder Judicial y otra cosa distinta es la independencia de la
justicia. La independencia de la justicia supone que los jueces actúan de manera
independiente y sin ser dirigidos en sus decisiones por los tribunales judiciales superiores.
Podemos decir que el criterio independencia debe ser entendido como la no influencia
horizontal que puede provenir de los otros dos poderes del Estado, así como la no
influencia vertical, que puede provenir del propio Poder Judicial.

La independencia judicial no sólo debe verse como la independencia del Poder Judicial
de los demás poderes del Estado, la llamada independencia orgánica, sino también como
la independencia de cada juez al interior del Poder Judicial, la independencia funcional.
Es evidente que en la medida en que un juez se capacita, posee mayor confianza en las
decisiones que toma y, por ende, las toma con mayor seguridad e independencia de
criterios, sin ser coaccionado en su íntima convicción por las creencias de otros pares y/o
interpretaciones de la ley que estos hicieren.

En la República Dominicana el Poder Judicial goza en la actualidad de una absoluta y


sostenible independencia, tanto a lo externo como a lo interno. Hemos prácticamente
superado la primera generación de la reforma judicial, rebasando los problemas de
independencia para concentrar nuestra atención en la segunda generación de la reforma,
consistente en satisfacer de una manera pronta y eficiente la demanda de justicia por parte
de la población.

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De la misma manera que sólo un estado democrático permite el libre juego, disfrute y
debate de las ideas, y garantiza las libertades públicas, así como los derechos
fundamentales del ser humano, la correcta y sana administración de justicia, con su
presupuesto necesario de la seguridad jurídica y el imperio de la ley, solo es posible
obtenerse con la independencia del Poder Judicial.

El afianzamiento de la independencia del Poder Judicial, así como su reforma y


modernización han sido uno de los grandes logros, destacándose el hecho de que el
proceso de reforma dominicano pudiera ser considerado como un modelo a seguir en los
países de Iberoamérica.

Si en el pasado la independencia de la justicia era importante, ahora es crucial, debido a


la creciente importancia de la administración de la justicia en la sociedad moderna. Esto
se debe, en parte, a que la sociedad se ha vuelto litigiosa y dependiente del ordenamiento
jurídico, pero aún más por el hecho de que los tribunales están conociendo con mayor
frecuencia problemas sociales que impactan en el contexto de la sociedad en la medida
en que inciden en los subvalores fundamentales.

Principio de autoridad

¿Es el juez el gran ausente del proceso, al que observa como simple espectador, o en el
moderno proceso civil se le otorgan algunos poderes, bajo el entendido de que el Estado
está comprometido en la solución del conflicto?

El proceso civil regido por el principio dispositivo limita, sobre todo, en cuanto rige de
manera absoluta, los poderes y facultades del juez, de suerte que, si el proceso pertenece
a las partes, su función queda reducida a la de un simple espectador.

Sin embargo, el moderno proceso civil concilia el principio acusatorio con una cierta
orientación hacia el principio inquisitorio, acordando cada vez poderes más amplios al
juez. Así, por ejemplo, el artículo 12 del Nuevo Código de Procedimiento Civil francés
faculta al juez para dar o restituir su exacta calificación a los hechos y actos litigiosos. En
opinión de Motulsky, cuando el juez recalifica, lo que hace es sustituir una regla de

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derecho invocada por las partes por otra regla. Igualmente, los artículos 3, 8, 10 13 y 21
del Nuevo Código de Procedimiento Civil francés consagran otras facultades al juez.

En República Dominicana, las nuevas corrientes francesas en pro del acrecentamiento de


los poderes del juez, específicamente en la dirección de la instrucción, han ejercido su
influencia, sobre todo, a partir de la ley 834 de 1978, la cual permite a los jueces fijar, si
hay necesidad, a pena de astreinte, el plazo y las modalidades de la comunicación de
documentos y obligar a la restitución de los mismos a la parte que no los restituye en
tiempo oportuno (Art. 51 y 53 de la ley 834 de 1978), sin embargo, no hay una disposición
que exprese: “El juez tiene poder para ordenar de oficio todas las medidas legalmente
admisibles”. Esta actividad del juez se observa también en ciertas contestaciones que
nacen del matrimonio con relación al incumplimiento de las obligaciones respectivas de
los esposos (Art. 214 Cód. Civil), la audiencia de casación se fija de oficio (Art. 13 Ley
sobre Procedimiento de Casación), lo mismo pasa con la perención del recurso (Art. 10
de la misma ley), diversos casos en los que el juez puede ordenar la ejecución provisional
de su sentencia, la facultad para prescribir de oficio ciertas medidas de instrucción, con
el fin de establecer o completar una prueba, por ejemplo, la comparecencia personal de
las partes (Art. 61, ley 834 de 1978), el juramento supletorio, la información testimonial
(Arts. 82 y siguientes de la Ley 834), la inspección de lugares (Art. 295 Cód. de Proc.
Civil) y el informe pericial (Art. 322 del mismo Código).

Esta corriente que propugna por acordar más poderes al juez tuvo en la escuela procesal
italiana como uno de sus más ilustres precursores a Chiovenda, quien sostenía que el
proceso civil moderno procura modificar la actitud pasiva que el juez tuvo en otros
tiempos, que es un principio de Derecho Público moderno que el Estado se encuentra
interesado en el proceso civil, no en el objeto de cada pleito, sino en que la justicia en
todos los pleitos se realice lo más rápidamente y lo mejor posible. El juez, por lo tanto,
debe estar provisto en el proceso civil de una autoridad de que careció en otros tiempos.

Autoridad dirigida ya sea a impulsar cuidadosamente el pleito:

• Señalando las audiencias de manera que no se den aplazamientos.


•Rechazando demandas propuestas fuera de tiempo.
• Realizando de oficio las pruebas admitidas.

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• Notificando de oficio las resoluciones.

Y a formar en el juez una convicción o la más justa convicción:

• Haciéndolo participar directamente en los pleitos.


• Haciendo aclarar a las partes los puntos más oscuros.
• Proponer nuevas pruebas.
• Dar las indicaciones de hecho más importantes.
• Llamando a las partes personalmente a las audiencias.
• Disponiendo de oficio algunos medios instructorios.

Imbuido al parecer de esta doctrina, Couture, en su Proyecto de Código de Procedimiento


Civil expresa que el proceso no es duelo de particulares, sino una relación jurídica de
Derecho Público, en la cual el Estado es parte esencial y compromete un fin propio.
Afirma que el juicio civil no es una relación jurídica de dos particulares ante un juez
impasible, que se limita a esperar el fin de la lucha, como en el duelo clásico, para
proclamar vencedor al que hubiera triunfado según las reglas del combate. Precisa que
los jueces son representantes del Poder Público y tienen los atributos de autoridad y de
intervención que, en general, tienen todos los gobernantes y todos los agentes del servicio
público. Para hacer más gráfica su exposición propone el siguiente ejemplo: “Si un
ciudadano no puede despojar a otro de sus bienes en presencia de la autoridad sin que
ésta lo reduzca a prisión, no se concibe en virtud de qué razonamiento un juez debe
presenciar impasible cómo un litigante deshonesto arruina, burla.

b. Imparcialidad
Ni siquiera podría hablarse de que una de las finalidades del sistema jurídico es preservar
el valor justicia, si no existiesen reglas tendentes a asegurar la imparcialidad del juzgador.
La posibilidad para los litigantes de que el litigio que los vincula sea conocido por un
tercero imparcial, asegura el paso de la justicia privada a la pública y el consecuente
monopolio del derecho de castigar y de decir el derecho del estado a través de la actividad
jurisdiccional que llevan a cabo los jueces, asegura, pues, la renuncia de las partes a las
vías de hecho o a hacer justicia por sus propios medios, fortaleciendo la existencia del
estado de derecho.

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Este principio de imparcialidad, igual que otros que hemos tenido oportunidad de estudiar
previamente, ha sido consagrado por convenios internacionales con rango constitucional
en la mayoría de nuestros países y en nuestras constituciones, como uno de nuestros
derechos fundamentales procesales. Así el artículo 10 de la Declaración Universal de los
Derechos Humanos y el 14.1 del Pacto Internacional de los Derechos Civiles y Políticos,
se refieren al derecho de cada persona a ser oída por un tribunal independiente e imparcial,
derecho que igualmente se consagra para los países europeos por el artículo 6-1 de la
Convención Europea de Derechos Humanos, y en nuestra Constitución en el artículo 69.2
y 151. El perfil del juez en la antigua Roma, el judex, era el del tercer hombre que, desde
su tribuna guiado por el derecho, determinaba cuál de los litigantes lo tenía, ejercía la
justicia, ordenando que fuera dado a cada uno lo suyo, le llamaron ponti-fex, pues
consideraron que este sacerdote de la diosa Themis siempre tendía de esta manera un
puente firme entre la omnipotente divinidad y el humilde ser humano, puente que unía
ambas eternidades.

La idoneidad del juez, según Carnelutti, depende de la posición suya frente a las partes,
la imparcialidad se resuelve en una equidistancia de las partes. Ser imparcial significa
no ser parte, pero el juez en tanto hombre no puede dejar de ser parte, se trata de un
individuo con sus simpatías, con sus antipatías, sus relaciones sus intereses, sus
predilecciones, pretender la imparcialidad del juez es tanto como buscar la cuadratura del
círculo, sería necesario hacer vivir el juez dentro de una campana de vidrio; y quizá no
bastaría porque le haría perder su humanidad, esto es, la comprensión que viene de saber
vivir la vida de los otros. El problema de la imparcialidad no se reduce, pues, a la
desconfianza del juez porque esté ligado con una de las partes, sino liberarlo de cualquier
prejuicio, que de un modo u otro pueda turbar, aun en mínima medida, aquella
imparcialidad, semejante al perfecto equilibrio de una balanza. Y qué decir del saber
privado del juez, en cuanto a lo que se pide que juzgue, el juez debe ser en principio, un
ausente, queriendo decir no tanto que no sabe de ello cuanto que no debe saber nada de
ello, Friedrich Stein afirma que el juez en lo que se refiere a los hechos no pude valerse
de su conocimiento privado, de tal suerte que si hubiese tenido conocimiento directo de
ellos, habiéndolos visto u oído, debería olvidarse, regla que no vale ni para los hechos
notorios, ni para el conocimiento de las leyes naturales o jurídicas.

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El reconocimiento como derecho fundamental procesal del ser humano al juez imparcial,
no se discute en el derecho iberoamericano, institutos como la recusación y
la inhibición en nuestras leyes nacionales tiene por finalidad garantizar esta imparcialidad
del juez, así como los Códigos de Ética Judicial. La imparcialidad, finalmente, demanda
de la observancia del principio de igualdad de las partes en el proceso, por cuanto el juez
debe despojarse de preferencias, simpatías o antipatías a la hora de realizar su elevada
función.

c. Igualdad entre las partes


El principio de igualdad de las partes en el proceso, debido a que el derecho de defensa,
la obligación de “oír a la otra parte” no serviría de nada, si a ambas partes no se les ofrece
la oportunidad de presentar sus alegatos en un pie de igualdad. Y es que se estima
necesario para que el proceso jurisdiccional sea una verdadera superación de la justicia
privada, el postulado de que los distintos sujetos del proceso dispongan de iguales medios
para defender en el proceso sus respectivas posiciones, de parejas posibilidades para
sostener y fundamentar lo que a cada cual parezca conveniente.

Esta igualdad de las partes en el proceso como principio ha sido consagrado como uno de
los derechos fundamentales del individuo, así el artículo 10 de la Declaración Universal
de los Derechos Humanos consagra el derecho que tiene toda persona a ser oída
públicamente y con justicia en condiciones de plena igualdad, por un tribunal
independiente e imparcial; en igual forma el artículo 14.1 del Pacto Internacional de los
Derechos Civiles y Políticos establece que todas las personas son iguales ante los
tribunales y cortes de justicia, similar disposición rige para los países europeos por efecto
del artículo el 6-1 de la Convención Europea de Derechos Humanos, y para nosotros de
manera muy especial se evidencia la consagración de este principio por el contenido de
los artículos 39, 40.15 y 69.4 de la Constitución Política de la República Dominicana.
La noción de igualdad (équité) resume el conjunto de garantías formales enumeradas por
el artículo 6-1 de la Convención Europea de Derechos Humanos, pero tiene su autonomía
propia y ha servido para sancionar una decisión por violación a este principio. De la
existencia de este derecho fundamental, surge la obligación para el tribunal de realizar un
examen efectivo de los medios, argumentos y ofertas de prueba de las partes, a fin de
ponderar su pertinencia para la decisión a tomar; de la misma forma hará cumplir la

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exigencia de la igualdad de armas, sobre la cual la comisión europea, ha expresado que
toda parte en una acción civil, debe tener una posibilidad razonable de exponer su causa
en el tribunal, en condiciones que no presenten desventaja104 de una manera apreciable
con relación a la parte adversa; esta igualdad finalmente se refiere a la posibilidad de
tomar conocimiento de las observaciones o de las piezas producidas por la contraparte,
así como de discutirlas . Se vincula además a este principio de igualdad, la llamada
igualdad en la fila, esto es, la exigencia de que el resultado obtenido en otro proceso
similar sirve las veces de antecedente del que está en curso106, ante iguales hechos,
iguales soluciones, al aplicar la misma ley.

Aplicaciones del principio de igualdad

Algunas aplicaciones importantes de este principio son:

A) La demanda debe ser necesariamente comunicada al demandado.

B) La comunicación debe hacerse con las formas requeridas por la ley bajo pena de
nulidad, ya que todo quebrantamiento en las formas del emplazamiento entraña el riesgo
de que el demandado no haya sido efectivamente enterado de la demanda.

C) Comunicada la demanda se otorga al demandado un plazo razonable para comparecer


y defenderse.

D) Las pruebas deben ser comunicadas al adversario para que tenga conocimiento de ellas
antes de su producción.

E) Toda prueba puede ser fiscalizada por el adversario durante la producción e impugnada
después de su producción.

F) Toda petición incidental que se formule, ya sea durante el debate, ya sea durante la
prueba, debe sustanciarse con audiencia del adversario, salvo disposición en contrario.

G) Ambas partes tienen iguales posibilidades de presentar sus exposiciones de conclusión


o alegatos y de impugnar mediante recursos las resoluciones que les sean adversas.

d. La comparecencia personal de las partes


EL Procedimiento General Medida de instrucción, por la cual se convoca a las partes ante
el tribunal para ser allí interrogadas acerca de los hechos de la causa. Podemos decir que
el Procedimiento Civil en la comparecencia personal no designa la obligación en que se
encuentran los litigantes de presentarse ellos mismos ante el juez pues la representación
en justicia por un apoderado es la regla, sino la medida de instrucción consistente en oír

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directamente a las partes o a una de ellas. La comparecencia personal puede prescribirse
en toda materia y hasta de oficio; se desarrolla en presencia de los defensores y da lugar
a la redacción de un acta. Puede referirse a una persona moral, que comparece entonces
por medio de su representante legal.

Según el art. 62 de la ley 834, la comparecencia personal puede siempre realizarse en


cámara de consejo, en privado y a puertas cerradas. De todo debe levantarse acta, hasta
del silencio o la ausencia. El acta contendrá la fecha, quienes están presente, las generales
de los declarantes, etc. El juez pide relatar y el abogado puede preguntar. Las partes deben
responder espontáneamente y sin leer nada, nadie puede interrumpir al declarante.
Cualquiera puede negarse a declarar. Si una de las partes es una persona moral, declara
el representante legal o un agente certificado o un empleado con conocimiento de los
hechos de la demanda. Las partes en principio deben declarar en presencia una de la otra.
Sin embargo, el juez puede pedir que solo comparezca una parte, pues la ausencia de una
parte no impide oír a la otra. La parte que no escuchó tiene derecho al conocimiento
inmediato del acta de la declaración. Si una parte no fue, a pesar de ser citada, el juez
puede o aplazar la comparecencia o declararla desierta y no darle oportunidad de declarar.
Las partes pueden ser interrogadas en presencia de un técnico o confrontadas por los
testigos. Si la parte está presente en audiencia, el juez puede ordenar la comparecencia
“sur le champ” (sobre la marcha) y escucharla ahí mismo. Si una parte está imposibilitada,
el juez puede trasladarse hasta ella, pero citando previamente a la contraparte. El juez
puede hacer comparecer a los incapaces tomando en cuenta las reglas de la capacidad en
cuanto a la administración de la prueba. También puede hacer comparecer a las personas
morales y a cualquiera de sus miembros. El juez puede sacar conclusiones de las
declaraciones de las partes, su ausencia y su negativa a responder y tienen estas
presunciones la misma fuerza que un principio de prueba por escrito, (todo documento
que emane de aquel a quien se le opone). Como recordaremos con Casti, la prueba
testimonial en actos jurídicos está absolutamente prohibida, salvo que exista un principio
de prueba por escrito (art. 1347).

En el proceso civil chileno se manifiesta la misma postura en cuando la comparecencia


de las partes en la Ley 18120 establece normas sobre comparecencia en juicio y modifica
los artículos 4° del código de procedimiento civil y 523 del código orgánico de tribunales.

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Los interesados se hacen representar o comparecer a través de sus abogados, pudiendo
solicitarse mediante una medida de instrucción la comparecencia.

e. La publicidad en el proceso civil


La publicidad del proceso, según Couture, puede ser vista como un resultado de la esencia
misma del sistema democrático de gobierno, con su consecuencia natural de la presencia
del público en los procesos judiciales, constituye el más preciado instrumento de
fiscalización popular de los magistrados y defensores, el pueblo es el juez de los jueces.
Por ello, este principio ha sido consagrado por numerosos acuerdos internacionales que
tienen rango constitucional, como un imperativo del proceso, así vemos que el artículo
10 de la Declaración de los Derechos Humanos, el 14.1 del Pacto Internacional de los
Derechos Civiles y Políticos y para los países europeos, el 6-1 de la Convención Europea
de Derechos Humanos la han previsto como uno de los derechos fundamentales
procesales del ciudadano y de manera especial para nosotros, la Constitución
Dominicana, lo ha hecho en su artículo 69.4.

En aplicación de este principio, el proceso es público, para las partes y para el público en
general. Bien entendido el principio se refiere a que el proceso es público para los
terceros, porque la publicidad para las partes se refiere en realidad al principio de
contradicción, ya que si un acto procesal fuese secreto para las partes, se estaría colocando
aquéllas en una situación de indefensión.

Tres motivos se resaltan sobre esta tarea dogmática de la publicidad:

A) Como garantía constitucional integrada a la noción de debido proceso, por


cuanto refleja los actos del poder judicial, transformando el silogismo que para el público
tiene el proceso en una noción deductiva y comprensible para quienes nada conocen de
leyes.

B) La publicidad interna del proceso, esto es, cómo se regulan los actos que pueden
trascender hacia fuera o que, por su contenido, quedan solo en conocimiento de las partes.
La naturaleza pública del proceso impide la existencia de procedimientos secretos para
las partes. Esta publicidad interna se destaca en las disposiciones que se ocupan de las

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audiencias (con asistencia o no del público, según lo disponga el tribunal); en el acceso
al expediente (pueden solicitarlo partes e interesados, o sólo quienes acrediten
intervención en él), en las formas de cumplir ciertas notificaciones (copias en sobre
cerrado por la índole secreta del conflicto), entre otros.

C) El principio de publicidad interesa al proceso como manifestación exterior de sus


actos, regulando qué acceso tiene el público a sus problemas internos. Pero la publicidad
de los juicios, principio consagrado por la Constitución dominicana y que se extiende no
solo a las audiencias, sino que alcanza al pronunciamiento de la sentencia, puede ser
restringida en circunstancias de excepción como cuando contravenga el orden público o
las buenas costumbres. Esta restricción, también ha sido prevista por el 14.1 del Pacto
Internacional de los Derechos Civiles y Políticos, y por el artículo 6-1 de la Convención
Europea de Derechos Humanos.

f. De la prueba testimonial en el Proceso Civil


La prueba testimonial es aquella que dimana de las declaraciones hechas bajo juramento,
por terceras personas que han conocido o han percibido con sus propios sentidos el hecho
controvertido. De la pasada definición se desprenden dos situaciones importantes, la
primera es que se trata de terceras personas, no de las partes en causa, quienes ofrecen
testimonio, bajo juramento solemne de decir la verdad; y la segunda, que importa
fundamentalmente que él o la deponente hayan presenciado con sus propios sentidos y
tengan conocimiento directo de las incidencias sobre las que deponen, ya que no es de
desear que alguien ofrezca un testimonio en base a rumores, a conjeturas o a lo que le
hayan dicho.

El juez siempre es libre para apreciar la sinceridad del testimonio, toda vez que se le
considera un mecanismo de prueba que no lo liga ni lo compromete por ser imperfecto,
más aún cuando siempre habrá de correrse el riesgo de que la deposición no sea todo lo
imparcial y objetiva que se deseará.

La admisibilidad y oportunidad

La admisibilidad de la prueba por testigos existe en todas las jurisdicciones de hecho,


habida cuenta únicamente de la naturaleza del hecho que se requiere probar y de la

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imposibilidad de proveerse de una prueba escrita. Para hacer la prueba de los actos
jurídicos está cerrada, al menos en principio (Art.1341 del Cód. Civil). Sin embargo, por
no ser de orden público las disposiciones del citado Art.1341, las partes pueden convenir
que en ningún caso la prueba testimonial será admisible para establecer los hechos de los
cuales resulta la obligación de una de las partes.

El juez no estará nunca obligado a ordenar la prueba por testigos, si ello le parece inútil
y puede disponerla de oficio con respecto a aquellos hechos que pudieran parecerles
concluyentes, salvo prohibición legal expresa. El Juez puede aceptar como probado un
hecho según la declaración de un testigo, y rechazarlo no obstante lo afirmado por otros,
dando motivos. El número de testigos tampoco impone una camisa de fuerza al tribunal,
lo cual significa que el criterio jurisdiccional bien puede forjarse en base al testimonio de
una como de tres, dos o cinco personas.

La prueba testimonial no se recibe nunca para probar los actos solemnes, como las
donaciones y los testamentos. La regla que prohíbe la prueba de un interés que exceda de
RD$30.00, no se aplica sino a las partes entre sí; no es oponible a los terceros, quienes,
no siendo partes en la convención, no han podido procurarse una prueba preconstituida;
un acreedor inscrito, por ejemplo, podrá probar por testigos que una deuda de su deudor,
garantizada por una hipoteca anterior a la suya, ha sido extinguida por un pago.

El Art.1341 no se opone a que se reciba la prueba testimonial en relación con aquellos


actos bajo firma privada, que por haber omitido exigencias puramente formales tan solo
valgan como principios de prueba por escrito. Tampoco se opone a que por su instrumento
sea probado el dolo, el error o la violencia como vicios tradicionales del consentimiento,
porque a propósito de todos ellos es imposible precaver y procurarse previamente un
documento; ni a que se establezca por ese medio que la obligación contratada tiene una
causa falsa o ilícita, o que el acto contiene una simulación fraudulenta. También se admite
este mecanismo de prueba cuando fuera imposible la procuración de una prueba escrita,
cuestión que aprecian los jueces soberanamente- y en materia comercial, sin ninguna
restricción.

Los cuasicontratos se forman, en general, sin el concurso de voluntades de las personas


frente a las cuales son realizados. De ahí que su prueba se puede hacer por testigos, pues

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para estas personas no es posible levantar actos escritos. Además de que generalmente
los cuasicontratos resultan de hechos materiales, pudiendo entonces los mismos ser
probados por testigos.

La prueba por testigos es peligrosa, no sólo porque algunos testigos son susceptibles de
ser sobornados, sino porque les resulta difícil relatar pura y simplemente los hechos, sin
deformarlos.

Identificación de Testigos: Declaración en un Idioma Extranjero

La identificación del testigo es vital. El requisito se satisface mediante la presentación del


documento de identidad personal. Si el testigo no hablara español, sus declaraciones
habrían de ser tomadas con la asistencia de un intérprete judicial.

A pesar de que la Ley No.834 de 1978 establece todo un procedimiento para la audición
de los testigos, su observancia rigurosa no se prescribe a pena de nulidad, sólo con la
condición de que no se vulnere el derecho de defensa de ninguna de las partes. En la
práctica se estila, que después de haber sido ordenada la medida por los jueces, la parte
interesada deposite el listado contentivo de los nombres, cédulas y generales de ley de
aquellos a quienes pretende hacer oír y hace notificar acto seguido, con un tiempo
prudente antes de la audiencia, ese listado a su contraparte. El informativo puede ser
incluso celebrado en cámara de consejo.

Por último, cabe acotar, que la regla de principio es la de que todo mundo puede ser oído
en calidad de testigo, sin distingo por razones de sexo, religión o nacionalidad. La regla
sufre excepción si el testigo estuviera afectado por alguna incapacidad, como por ejemplo
los menores de edad y los enajenados. En cuanto a las tachas, prácticamente han
desaparecido, subsistiendo tan solo la prohibición que existe para que depongan los hijos
de los esposos con motivo del conocimiento de la demanda de divorcio.
g. De la cosa juzgada
La cosa juzgada (del latín res iudicata) es el efecto impeditivo que, en un proceso judicial,
ocasiona la preexistencia de una sentencia judicial firme dictada sobre el mismo objeto.
Es firme una sentencia judicial cuando en derecho no caben contra ella medios de
impugnación que permitan modificarla. Este efecto impeditivo se traduce en el respeto y

~ 17 ~
subordinación a lo decidido sobre lo mismo, en un juicio anterior. Por ello también se le
define como la fuerza que atribuye el derecho a los resultados del proceso. Habitualmente
se utiliza como un medio de defensa frente a una nueva demanda planteada sobre idéntico
objeto que lo fue de otra controversia ya sentenciada, y que le cierra el paso.

Significado jurídico

Res judicata es una expresión latina, del ámbito jurídico, que literalmente traducida
significa «cosa juzgada». Su significado, no obstante, es más profundo aún; llega más
lejos, en cuanto que es definitorio del «valor de la jurisprudencia» en el sistema
del derecho continental, y enlaza con importantes principios jurídicos, tales como el
de seguridad jurídica o el de certeza del derecho.

La presencia de la res iudicata impide que una misma cuestión sea juzgada dos veces; por
eso, ante un segundo litigio planteado sobre el mismo objeto, nos permite alegar la
«excepción de cosa juzgada» (res iudicata), y excluir con ello la posibilidad de ser
juzgados por segunda vez.

Antecedentes

El origen de la cosa juzgada se encuentra en el derecho romano, con la figura de la


excepción de cosa juzgada (exceptio rei iudicatae). También conocida como "res in
iudicio adiudicata"

Con ella se buscaba proteger a las partes de un nuevo juicio y una nueva sentencia sobre
la materia objeto de este, buscándose con ello satisfacer una necesidad de certeza o
seguridad jurídica. Este concepto se resume en el latinazgo: "Non bis in ídem". la cosa
juzgada es como la jurisprudencia ya que es un fallo de triple reiteración.

Fundamentos

Dentro de los motivos que han fundamentado la existencia de la institución de la cosa


juzgada se encuentran los siguientes:

~ 18 ~
Certeza jurídica: la cosa juzgada pretende satisfacer la necesidad de certeza de las
situaciones, que toda sociedad requiere; mientras que la necesidad de justicia se pretende
satisfacer a través de los recursos judiciales.

Estabilidad de los derechos: con la cosa juzgada se pretende asegurar la estabilidad y


certidumbre de los derechos que las sentencias reconocen o declaran. Permite la
inmutabilidad de los derechos adquiridos en virtud de las sentencias.

Separación de poderes: la cosa juzgada reconoce el principio de separación de poderes,


al impedir a los órganos de los demás poderes (ejecutivo y legislativo) alterar o modificar
los resultados del ejercicio de la función jurisdiccional, reiniciando un proceso ya
terminado.

Seguridad jurídica: Que se manifiesta mediante el principio "non bis in idem", siendo
imposible, así bien necesario, la no apertura de la misma causa una vez concurren
identidad de sujeto, objeto y causa. Asimismo, permite poner un punto finito a la labor
cognoscitiva, en tanto, el perdedor de la litis siempre le considerará injusta y querrá un
fallo distinto. Mediante la autoridad de cosa juzgada se pone un límite a la revisión del
proceso y a las relaciones que se han constituido o declarado.

Naturaleza

Varias han sido las posiciones sobre la naturaleza de la cosa juzgada, sin perjuicio que,
en general, ellas se estiman compatibles y complementarias.

Para Ulpiano la cosa juzgada se tenía por verdad, mientras para Savigny era una ficción
de verdad que protegía a las sentencias definitivas. Mediante este planteamiento Savigny
está advertido que en juicio solo se puede encontrar una verdad subjetiva mas no objetiva,
pues el elemento de verdad pura es imposible por la certeza humana que se tiene sobre
los hechos acaecidos. Ante tal premisa se entiende que la cosa juzgada es una fictio iuris,
que pretenderá armonizar a los justiciables.

Según Pothier el contenido de la sentencia llevaba una presunción de verdad, que es la


posición del sistema francés y español. Al contrario de Savigny este Pothier sostiene a la
cosa juzgada como una presunción de verdad, esto es, un criterio de verdad que solo puede
ser desdicha con un valor semejante a ello. Conviene tener en cuenta los criterios de
presunciones iure et de iure e iuris tantum.
~ 19 ~
Para la doctrina alemana es una declaración de certeza con carácter indiscutible y, para
la italiana, de imperatividad y eficacia. Otros autores señalan que es una declaración de
eficacia con tres características: inimpugnabilidad, inmutabilidad o inmodificabilidad y
coercibilidad.

Clasificación

La doctrina ha realizado varias clasificaciones en torno a la cosa juzgada. Entre ellas


encontramos las siguientes:

Cosa juzgada formal y material

Cosa juzgada formal: es aquella que implica la imposibilidad que una


determinada decisión sea recurrida, o sea, la improcedencia o cierre de los recursos
procesales contra esta. En otras palabras, una resolución judicial que goza de esta clase
de cosa juzgada no puede ser objeto de más recursos. Sus efectos se producen
exclusivamente en el proceso en que se ha dictado la sentencia, por lo que se considera
precaria (pues sus efectos podrían desvirtuarse en un proceso distinto).

Cosa juzgada material: es aquella que implica la inatacabilidad de un resultado


procesal mediante el inicio de un nuevo juicio, al cerrarse toda posibilidad de que se emita
una decisión que se contradiga o se oponga a lo antes dictado. Sus efectos se producen en
el proceso en que se dictó la sentencia y en otros futuros, por lo que se considera estable
y permanente (porque es eficaz dentro y fuera del respectivo proceso).

Cosa juzgada real y aparente

Cosa juzgada real: es aquella que emana de un proceso válido, es decir, aquel que ha
respetado las normas del "debido proceso".

Cosa juzgada aparente: es aquella que emana de un proceso en que ha faltado uno o más
requisitos de existencia o validez de este.

~ 20 ~
Cosa juzgada general y relativa

Cosa juzgada general (res iudicata erga omnes): es aquella que produce efectos respecto
de todas las personas (erga omnes), aunque no hayan intervenido en el juicio.

Cosa juzgada relativa (res iudicata inter-partes): es aquella que produce efectos solo
respecto de las partes del juicio (y sus sucesores legales) y no en relación
a personas ajenas al mismo.

Efectos

Son las consecuencias jurídicas que surgen de la cosa juzgada, que se traducen en la
posibilidad de exigir el cumplimiento de lo resuelto (acción de cosa juzgada) o en evitar
un nuevo juicio sobre la materia (excepción de cosa juzgada).

Acción de cosa juzgada

Es el efecto de la cosa juzgada que permite el cumplimiento coactivo de un derecho


reconocido o declarado en juicio. Requiere de una sentencia, favorable al que pretende
ejercerla, firme (o que cause ejecutoria) y que imponga una obligación actualmente
exigible. En el ámbito penal, el Auto de sobreseimiento libre tiene efectos de cosa
juzgada.

Su titular es la persona a cuyo favor se ha reconocido o declarado un derecho, es decir, el


litigante que ha ganado (y eventualmente sus herederos) y se ejerce contra el litigante
perdedor (o, eventualmente, en contra de sus sucesores) para reclamar lo obtenido en
el juicio.

En general, es prescriptible y el procedimiento para exigir su cumplimiento dependerá de


si se trata de una sentencia emanada de un tribunal nacional o de uno extranjero (en cuyo
caso habrá que homologarla, utilizando el exequátur).

Excepción de nueva decisión en cosa juzgada

~ 21 ~
Es el efecto de la cosa juzgada más típico (también conocido como non bis in idem), en
virtud del cual no puede volver a discutirse entre las mismas personas, una misma materia
e invocando idénticas razones. Es decir, permite hacer valer los atributos de
inmodificabilidad e ininmpuganibilidad que posee una sentencia firme frente al inicio de
un nuevo juicio.

Su titular es el litigante que se ha beneficiado por el resultado del juicio y por todos
aquellos a los que, según la ley, aprovecha la decisión. Puede ser invocada por cualquiera
de las partes en el juicio, independiente de la calidad que hayan tenido en éste
(demandante o demandado).

Por lo general, esta excepción debe ser alegada en el juicio posterior, porque es
renunciable expresa o tácitamente y, habitualmente, solo favorece a las partes que han
intervenido en el respectivo litigio (y a sus herederos). Además, es imprescriptible, pues
puede alegarse en cualquier tiempo.

Requisitos

La doctrina señala tradicionalmente que, para que sea procedente la excepción de cosa
juzgada es preciso que, en ambos juicios, concurran tres requisitos comunes:

Identidad de persona (eaedem personae): debe tratarse del mismo demandante y


demandado, jurídicamente hablando. Para fijar este requisito Eduardo Couture señalaba
que hay que considerar tres principios: identidad jurídica (la identidad de carácter legal y
no física), sucesión (a los causahabientes de una persona) y representación (la posibilidad
de actuación a nombre de otro). Por ello, las personas que actúan en el litigio pueden ser
físicamente distintas y existir identidad legal (por ejemplo, entre un heredero del
demandante ya fallecido y el demandado) o, por el contrario, ser físicamente idénticas y
no existir tal identidad (por ejemplo, entre el demandante y el exrepresentante de
una persona jurídica antes demandada).

Identidad de la cosa pedida (eadem res): el objeto o beneficio jurídico que se solicita (no
el objeto material) debe ser el mismo. O sea, lo que se reclama.

Identidad de la causa de pedir (eadem causa petendi): el hecho jurídico o material que
sirve de fundamento al derecho reclamado debe ser el mismo. O sea, el por qué se
reclama.
~ 22 ~
Parte de la doctrina estima que la anterior teoría es errónea por incompleta. Estos autores
señalan que hay que distinguir tres elementos fundamentales, aunque advierten que no se
pretende reproducir con otros términos la teoría tradicional, pues establecen ciertas
subcategorías dentro de estos. Tales elementos son los siguientes:

Límite subjetivo (sujetos): es necesaria la identidad de los sujetos, o sea, que sean los
mismos en el anterior y el posterior juicio. Requiere de identidad física y jurídica, pero
en algunas ocasiones este se atenúa, bastando la identidad jurídica (una misma
calidad legal). Excepcionalmente no se presenta este límite, tratándose de la cosa juzgada
general (que opera contra toda clase de personas).

Límite objetivo (objeto): es necesario que ambos litigios tengan el mismo objeto
procesal. Habrá identidad objetiva cuando se esté ante una misma pretensión procesal,
que comprende tres caracteres: los sujetos; el objeto corporal o incorporal en que recae la
pretensión; y el título o petición delimitado por los hechos invocados.

Actividad en que el pronunciamiento consiste: es necesaria que la actividad estricta, es


decir, la modificación de la realidad que determina sea la misma. Dicha actividad
comprende tres dimensiones: el lugar, normalmente solo el territorio nacional (salvo
homologación de decisiones extranjeras vía execuátur); el tiempo, o sea, las
circunstancias temporales que acompañaron y produjeron la decisión; y la forma, es decir,
solo el pronunciamiento estricto que integra el fallo y no sus motivaciones o las
declaraciones que hayan sido omitidas (salvo conexión evidente, en cuyo caso puede
admitirse la equiparación de los extremos implícitamente decididos, situación conocida
como cosa juzgada implícita).

Recursos contra la res iudicata

Si bien se ha planteado que la autoridad de cosa juzgada mantiene la permanencia de las


relaciones jurídicas, lo cierto es que, como diría Carnelutti, los errores son posibles y
hasta inevitables, por lo que resulta bastante posible que haya errores o vicios en la
totalidad de la actuación procesal lo que abre la posibilidad de una sentencia
jurídicamente injusta. Ante ello, y en concordancia con Prieto Castro Ferrandiz, podemos
utilizar análogamente la figura de la acción pauliana o revocatoria para "destruir" la cosa
juzgada cuando haya vicios procesales que rayen en la ilicitud de índole penal.

~ 23 ~
La suprema corte de justicia

La autoridad de la cosa juzgada no se puede invocar cuando se reintroduce una demanda


que ha sido previamente declarada inadmisible por cuestiones puramente de forma. La
Suprema Corte de Justicia ha mantenido (Cas. Civ. Núm. 60, 26 nov. 2008, B.J. 1176,
pp. 552ó528)...que la recurrida estaba en el derecho de reintroducir su demanda si no se
había producido alguna caducidad al respecto; que, mal podría la recurrente invocar la
autoridad de la cosa juzgada si como ella misma señala, el tribunal de primer grado, en
su primera sentencia, solo se limitó a declarar irrecibible la demanda por cuestiones
puramente de forma; que encontrándose aún dentro del plazo para demandar, ésta podía
perfectamente volver al tribunal de primer grado y demandar; que al rechazar la Corte el
medio de inadmisión planteado actuó conforme a derecho. Para que la excepción de cosa
juzgada pueda ser válidamente opuesta, es necesario que entre las acciones judiciales
enfrentadas se encuentren reunidas las condiciones exigidas por el artículo 1351 del
Código Civil; es decir, que las litis deben ser entre las mismas partes y tener identidad de
causa y objeto; que en el fallo impugnado, realmente no procedía retener el principio de
cosa juzgada, en razón de que aun cuando en los procesos de referencia se reúnen esos
requisitos, el dispositivo de la sentencia que adquirió la fuerza de la cosa juzgada, se
limita, como se ha dicho, a declarar inadmisible la demanda por no encontrarse depositado
el acto introductivo de la misma, lo que en nada incide en cuanto al fondo mismo del
asunto, decidiendo mediante la sentencia que originó el fallo impugnado; que la autoridad
de cosa juzgada solo es inherente a las decisiones judiciales rendidas en la materia
contenciosa respecto de las contestaciones debatidas entre las partes. Que, los agravios
formulados carecen de fundamento, y debe ser rechazado el recurso de casación. (Cas.
Civ. Núm. 2, 2 marzo 2011, B.J. 1204 inédito).

~ 24 ~
III. Reflexione sobre los principios fundamentales del proceso civil

Al hablar de los principios fundamentales del proceso civil, estamos hablando de los
principios que tienen a bien regularlo, los cuales tienen un arraigo constitucional, ya sea
porque se encuentre expresamente consagrados en el texto de la constitución o porque
provengan de un tratado internacional que tenga aplicación interna en nuestro
ordenamiento jurídico. Los principios del proceso civil son conocidos como los
lineamientos generales que se encargan de darle un norte, conforme a los valores
fundamentales del ordenamiento jurídico. Dichos valores son: la equidad, la justicia y la
seguridad jurídica. Dentro de los principios que rigen el proceso civil hay algunos que
son propios de todos los procesos, es decir que los veremos en todos los procesos; sin
embargo, hay otros que son únicos y exclusivos del proceso civil.

Los principios del proceso civil también son conocidos como las reglas básicas que lo
dirigen y orientan, y que permiten el funcionamiento coherente y equilibrado del mismo.

a. De la obligatoriedad de los procedimientos establecidos en la ley.


Se refiere a que las personas no podrán ser juzgadas sin observancia de los procedimientos
que la ley establezca. Implica que el proceso se desenvuelve desde el inicio al fin de forma
ordenada fija, y predeterminado por la propia ley procesal. Según lo planteado
precedentemente habrá que colegir que todo acto procesal deberá cumplir con los
requisitos estructurales que determine la ley, esto es que deberá ser compatible con el
ordenamiento jurídico, en caso contrario será irregular, y la categoría y característica de
dicha irregularidad estará regulada por la misma ley. Se abre aquí una polémica relativa
a si las formalidades procesales constituyen en sí mismas garantías complementarias al
debido proceso o proceso justo. Una moderna tendencia que plantea un nuevo precepto
denominado principio finalista del derecho Uruguayo parece dar respuesta a la
interrogante, según la cual las formalidades son aplicables únicamente a los actos de
proposición, demanda, contestación, reconvención y contestación a la misma, esto
naturalmente pone de relieve la bifrontalidad que poseen todos los principios procesales,
es decir se presentan en pares siendo viables aunque sean contradictorios, y por esa razón
aun cuando las leyes consagren formas, determinando inclusive sanciones por su
incumplimiento, se parte de la premisa que las formas no valen por sí mismas, sino cuando

~ 25 ~
tiendan a garantizar un derecho fundamental relativo al debido proceso, ya que de lo
contrario el proceso se convertiría en una solemnidad ritual carente de finalidad.

b. Valoración de la prueba por el juez.


El principal deber del Juez es dar una sentencia justa o lo más justa posible, y para ello
tiene a su disposición todos los medios que el proceso judicial les brinda, las partes tienen
a su cargo aportar las pruebas, pero si el Juez no está convencido de cómo ocurrieron los
hechos controvertidos, el ordenamiento procesal otorga una serie de instrumentos para
que pueda cumplir con su deber fundamental, si no los usa no podría dictar una sentencia
justa. Cuando el Juez dude ha de ordenar las diligencias necesarias para esclarecer la
verdad de los hechos controvertidos, la producción de determinada prueba bajo
apercibimiento de que su no-producción podría ser retenida como un indicio en su contra,
pero esta duda no debe en ningún momento permitir que con ello supla la negligencia o
falta de interés de una parte, sino que tales medidas deben servir para conformar un
criterio más acabado y perfecto, el cual , a partir de las pruebas aportadas por las partes,
ha empezado a bocetearse, y que sin embargo no es completo por la ausencia de ciertos
elementos que no han sido relevados al proceso. Estas medidas, que de oficio puede
ordenar el Juez, bien pueden ser llamadas “medidas de esclarecimiento”, nunca de prueba,
pues es importante reafirmar que en principio la carga de la prueba está a cargo de las
partes, nunca del juez. Quien juzga tiene el derecho y el deber de estar claro sobre su
misión y objetivo. Si se le ha puesto la tarea de resolver un conflicto no se le puede
impedir que arbitre los medios a su alcance para determinar cómo sucedieron los hechos
de acuerdo con lo que él juzgue justo. El mayor peligro que corre un Justiciable es que su
juzgador no asuma o haga uso de esta facultad, cuando la situación del litigio así lo exija.
De aquí que el Juez ha de estar muy claro para saber cuándo ordenar esta medida de
esclarecimiento. Las partes siguen siendo dueña de los hechos, con el fardo de la prueba
sobre sus hombros, pero el Juez tiene derecho de comprobar o verificar esos hechos a fin
de que la verdad legal, que surge del expediente y la verdad real, que surge de los hechos,
sea una sola, y la misma quede plasmada en su decisión.

c. De la economía procesal.
Este principio dispone que el proceso debe llevarse a cabo con eficiencia, tanto en los
actos procesales, como en los plazos, lo que implica que el proceso se lleve sin dilaciones
ni encarecimientos innecesarios. Tiende a lograr el ahorro de tiempo y de gastos

~ 26 ~
monetarios en la administración de justicia. El impulso procesal de oficio, la oralidad, la
acumulación de acciones, son medidas para conseguir la economía procesal.

Este es un principio que busca acortar el tiempo para que sea conocido el fondo del caso.
No se trata de “salcochar” el proceso, el punto es evitar dilaciones innecesarias. Así, en
nombre de la economía procesal no es válido tomar medidas irreflexivamente con el mero
propósito de culminar la instrucción de la causa.

Un ejemplo donde no aplica el principio de economía procesal es el caso en que sea


propuesta la nulidad del acto de avenir y, “para ganar tiempo”, se pretenda acumular ese
petitorio para decidirse con el fondo: la lógica procesal indica que por la naturaleza de la
nulidad propuesta necesariamente debe conocerse el asunto antes de la instrucción de la
causa.

Por otro lado, un ejemplo de cuándo sí aplicaría el consabido principio, sería el caso de
que se proponga un informativo testimonial, y la otra parte sugiera que su contra
informativo sea conocido en la misma audiencia del informativo, así como una
comparecencia personal de su representado: para agilizar el proceso, perfectamente
pudieran disponerse todas las medidas de instrucción para una misma ocasión.

d. De la concentración del proceso civil.


Implica que durante el proceso civil todos los actos deben realizarse sin demora,
procurando realizar en una misma audiencia todas las diligencias que fueren pertinentes.
Este principio se deriva de la economía procesal, y dispone que el proceso debe llevarse
a cabo en una sola audiencia, o en su defecto, en la menor cantidad de audiencias posibles,
optando porque el mismo no se vea distraído por cuestiones irrelevantes. El principio de
concentración impone la reunión de las actividades procesales en una o varias audiencias
en la discusión final del caso.

Este principio trata de lograr el mayor número de diligencias mediante la menor cantidad
de providencias. Se le ha considerado como “primo hermano” del principio de economía
procesal.

~ 27 ~
Desde la óptica del tribunal, trata de lograr el mayor número de medidas en la menor
cantidad de decisiones y, desde la perspectiva de las partes, versa sobre conseguir el
mayor número de trámites procesales, en la menor cantidad de actos instrumentados.

Un ejemplo de la concentración judicial sería una sentencia que disponga -al mismo
tiempo- una comunicación de documentos, una comparecencia personal de las partes, un
informativo testimonial y un contra informativo.

Por otro lado, una manifestación del principio de concentración desde la realidad de los
abogados litigantes sería el acto mediante el cual, en materia de embargo retentivo, se
emplaza, se denuncia, se contradenuncia, etc. O el supuesto de una demanda en cobro de
dineros, en que se intima al pago y se emplaza mediante el mismo acto de emplazamiento:
para que tengan eficacia estos actos concentrados, necesariamente deben respetarse todos
los plazos que estén incursos en ellos.

e. De la inmediación.
El Principio de Inmediación entraña el contacto directo en audiencia del juez con los
sujetos procesales y la recepción de los diferentes medios probatorios dentro de un
determinado proceso.

Dicho de otra manera, el principio de inmediación consiste en el contacto directo que


debe tener el juez con la prueba. Por ejemplo, la audición de un testigo no es lo mismo
leer en el “papel frío” unas declaraciones, que apreciar personalmente la manera de hablar
de dicho deponente: cómo gesticula, las expresiones faciales; si se muestra seguro de sí,
si mira constantemente a su abogado, etc.

Tradicionalmente, se ha interpretado que este principio no aplica del todo a la materia


civil. Tanto así, que ha sido usanza que no necesariamente el juez que instruye la causa
civil o comercial es el que decide el fondo del expediente. Y el razonamiento ha sido que
en materia civil “todo está escrito”; por tanto, no tiene importancia que sea el mismo juez
que instruye el que falle: el contenido del papel será siempre igual. ¡Nada más lejos de la
realidad!

~ 28 ~
Se olvida con este razonamiento que, en materia civil, con más frecuencia de lo
imaginado, se presentan situaciones de puro hecho que necesariamente deben ser
establecidas mediante la deposición de las partes o de testigos. Y, más aun, que muchos
de esos papeles fríos que forman los expedientes civiles entrañan cuestiones de puro
hecho que no habría forma de determinar si no es el mismo juez que instruye el que dice
finalmente el derecho. Por tanto, cuando un magistrado diferente al que sustancia el
proceso resuelve la controversia al fondo, está más propenso a cometer una injusticia por
falta de apreciación adecuada de la realidad de los hechos sometidos a la consideración
del tribunal.

f. Oralidad en el proceso civil.


Implica que los actos procesales se realizan a viva voz, normalmente en audiencia y,
reduciendo las piezas escritas a lo estrictamente indispensables.

Este principio supone que los trámites sean llevados a cabo verbalmente, sin un soporte
de papel o electrónico que lo contenga.

En materia civil, la oralidad cobra su mayor esplendor en materia incidental, sea


incidentes propiamente o alguna medida de instrucción. En este ámbito, por lo general,
las partes motivan sus petitorios de manera verbal; incluso, en ocasiones el juez decide al
respecto sobre la barra, usando como insumo los alegatos que sobre estrados han sido
esgrimidos por las partes. Por ejemplo: la proposición de alguna excepción declinatoria,
sea por incompetencia, conexidad o litispendencia; la proposición de un fin de
inadmisión; la solicitud de un informativo testimonial; de una producción forzosa de
documentos, sea respecto de una parte o en manos de un tercero, etc.

Desafortunadamente, vemos en la práctica cómo muchos jueces civiles se resisten a, de


una vez por todas, darse cuenta de que la constitucionalización de los procesos aplica
también al ámbito civil y comercial y, por tanto, todos los principios del debido proceso
–incluyendo la oralidad- deben ser observados también en el proceso civil.

g. La motivación de la sentencia.
Tiene su fundamento en que cuando un juez expresa las razones de su decisión, los
litigantes tienen la oportunidad de verificar que ha examinado sus pretensiones y medios

~ 29 ~
alegados, permitiendo a la parte interesada ejercer los recursos que considere pertinente.
Ahora bien, no es un derecho absoluto e irracional consagrado a los actores del proceso,
ya que el juez sólo debe responder los medios formulados de manera clara y precisa,
apoyados en medios de prueba y que no ostenten un grado marcado de impertinencia. La
motivación debe ser expresa, pero podría ser implícita cuando se pueda desprender del
contexto general de la misma, así como sucede en los casos en que los Tribunales de
Segundo Grado hacen suyas las motivaciones de la sentencia impugnada. Nuestra
Suprema Corte ha dicho que: “la motivación de las decisiones judiciales es un derecho
fundamental de las personas que forma parte integrante del debido proceso, necesario e
imprescindible para la efectividad del mismo, a fin de no dejar en la penumbra tan
importante aspecto del proceso, ya que no puede existir zonas de la actividad
jurisdiccional, salvo aquellas que la misma ley ordena, que no se sometan a opinión
pública y al acontecimiento de las partes; quienes no pueden apreciar si la selección de
los elementos probatorios es razonable de no ponerse de manifiesto las motivaciones en
que la misma se basa”. B.J. 1070, pág. 194-195.

h. La apelación.
El derecho a recurrir es una prerrogativa que asiste a todo aquel que ha sido parte en un
proceso y no se siente satisfecho con la decisión. El recurso de apelación es el que
interpone la parte que se considera lesionada por una sentencia pronunciada en el primer
grado de jurisdicción ante un tribunal de segundo grado, en solicitud de que la sentencia
contra la cual recurre sea reformada o revocada.

El Código de Procedimiento Civil vigente consagra el recurso de apelación a partir del


Artículo 443.

En la actualidad, el recurso de apelación se interpone mediante acto que contendrá


emplazamiento en los términos de la ley a la persona intimada, y deberá notificarse a
dicha persona en su domicilio, bajo pena de nulidad. Estableciéndose que el término para
apelar es de un mes tanto en materia civil como en material comercial. En este sentido la
Suprema Corte de Justicia ha dicho que: “…que los plazos para el ejercicio de los recursos
se inician cuando a la parte contra quién corra el plazo se le notifica la decisión recurrida,
o a partir del momento en que ésta se pronuncia, si se hace en su presencia, no ocurriendo
lo mismo cuando la notificación es realizada por ella, pues esa notificación no puede

~ 30 ~
ocasionarle perjuicio en cuanto al punto de partida de los plazos, en aplicación del
principio de que nadie se excluye a sí mismo una vía de recurso…”

~ 31 ~
Conclusión

En cada una de las materias que componen el derecho en sí, los procesos tienen
lineamientos muy exclusivos, y que por lo tanto es menester conocerlos y estudiarlos, ya
que el desconocimiento de ello puede llevarnos a no obtener lo que buscamos al momento
de exigir justicia. La materia civil no es la excepción con relación a lo planteado, en esta
el proceso civil se desarrolla de acuerdo con unas reglas y aspectos que deben ser
aplicables en todas las etapas que componen el proceso.

Es en este sentido que, en el trabajo asignado, y que luego de una exhaustiva


investigación, ponemos a disposición, hemos dejado claramente identificado qué es el
Juzgado de Primera en materia civil, de qué se encarga, cómo están organizados, qué
casos le competen.

De igual manera, hemos señalado el papel activo que tiene el juez en esta materia, puesto
que de ser un simple espectador el juez ha pasado a ser un ente activo en el proceso civil,
todo eso gracias a los amplios poderes que le ha conferido la Ley 834.

También hemos abordado, la peculiaridad que tiene la comparecencia de las partes en


esta materia, puesto, que basta con tener un apoderado. No es una obligación la
comparecencia personal.

Otro de los aspectos que llama la atención en esta materia, es lo referente a la prueba
testimonial. El juez no está obligado a ordenarla si le resulta inútil; sin embargo, está
facultado para ordenarla de oficio si esta es determinante para tomar una decisión con
relación a un caso en específico.

Por último, cabe destacar que el proceso civil resultaría infructuoso, si no se lleva a cabo
en consonancia con los principios que han sido expuestos en este trabajo, alguno de los
cuales son propios de todos los procesos, es decir ser aplican en todas las materias, otros
por el contrario son único y exclusivos del proceso civil.

~ 32 ~
Bibliografía

• Vigo, Rodolfo L., Los principios jurídicos: perspectiva jurisprudencial, página 5.


• Jorge Blanco, Salvador, Introducción General al Derecho. Página 74.
• Tavares Hijo, Froilán, Elementos de Derecho Procesal Civil Dominicano.
Volumen III. Los Recursos. Cuarta Edición. República Dominicana. Página 33.
• Artículo 443. Código de Procedimiento Civil. Editora Dalis. Quinta Edición.
Moca, República Dominicana.
• Suprema Corte de Justicia. Sentencia de fecha 11 de febrero del año 2009. Caso
INDOTEL vs Dirección Héctor Manuel Castillo Morel.

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