EXPOSICION

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MA

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É RUBÉN
A AGUILAR
1.4. La justificación del derecho procesal constitucional como
disciplina jurídica autónoma

Juristas, como Gustavo Zagrebelsky o Peter Häberle, cuestionan la aceptación del derecho
procesal constitucional como disciplina jurídica autónoma al estimar que en realidad representa
un sector del derecho constitucional.

Sin embargo, aunque comparte de los principios y estructuras de dos ramas, como son el derecho
procesal y el constitucional, existen en la actualidad parámetros para pensar en la autonomía
científica del derecho procesal constitucional (tan autónoma como, por ejemplo, el derecho
procesal civil lo es del derecho civil), bajo cuatro ópticas distintas, a saber: la legislación, la
magistratura especializada, la doctrina y el sentido común.

1.4.1. Legislación especializada

En nuestro país, a partir de la reforma al artículo 105 constitucional en diciembre de 1994 y con la
expedición de su ley reglamentaria en mayo de 1995, el tradicional juicio de amparo dejó de tener
el monopolio de la defensa de la Constitución, al consolidarse un sistema integral de
instrumentos procesales para su tutela.

El juicio de amparo tuvo su nacimiento en México (Constitución yucateca de 1841), y fue


trasladado y adoptado de manera progresiva por la mayoría de los textos fundamentales
iberoamericanos, aunque en algunos de ellos con denominaciones distintas: Argentina (artículo
34), Bolivia (artículo 19), Brasil (mandado de segurança, artículo 5o.), Chile (recurso de protección,
artículo 21), Colombia (tutela jurídica, artículo 86), Costa Rica (artículo 48), El Salvador (artículo
182.1), España (artículo 53.2), Guatemala (artículo 265), Honduras (artículo 183), Nicaragua
(artículo 188), Panamá (artículo 50), Paraguay (artículo 134), Perú (artículo 200), Uruguay (artículo
7o.) y Venezuela (artículo 27).

En la realidad actual, el amparo mexicano, como lo ha afirmado Héctor Fix-Zamudio, comprende


cinco instrumentos distintos, que en otros países se prevén de manera autónoma:

a) la protección de la libertad e integridad personal (habeas corpus);


b) la impugnación de la inconstitucionalidad de leyes;

c) el amparo contra resoluciones judiciales o “amparo casación”;

d) el amparo contra actos o resoluciones de la administración pública federal o local; y

e) el amparo en materia social agraria.

No obstante esta estructura, el tradicional juicio de amparo mexicano resulta hoy insuficiente para
lograr una adecuada, tutela de los derechos fundamentales, lo que ha motivado iniciativas de
reforma constitucional y legal, como la que versa sobre derechos humanos presentada por el
ejecutivo federal, en abril de 2004, y la de Nueva Ley de Amparo

Entre los aspectos que contiene ese proyecto de nueva Ley de Amparo destacan cuatro que se
prevén en otros ordenamientos iberoamericanos:

a) La ampliación del ámbito de protección del juicio de amparo no sólo a las garantías
individuales previstas en la Constitución federal, sino a los derechos humanos que
protegen los instrumentos internacionales generales en la materia que estén de acuerdo
con aquélla, celebrados y que se celebren por el presidente de la República, con
aprobación del Senado.

(Artículo 1o.). Lo anterior deriva lo que se ha denominado el bloque de la


constitucionalidad, lo que daría una nueva jerarquía normativa a los tratados
internacionales sobre derechos humanos en el ordenamiento mexicano, tendencia que
han seguido varios países latinoamericanos.

b) La incorporación del “interés legítimo”, que rompe con el tradicional “interés jurídico”
y abre las ventanas a la protección de los denominados intereses o derechos difusos o
transpersonales.

La protección jurisdiccional de esos derechos sólo se regula en dos Códigos de


Procedimientos Civiles locales (de los estados de Coahuila y Morelos), y tibiamente sin un
adecuado tratamiento procesal, para los consumidores (Ley Federal de Protección al
Consumidor, publicada en el Diario Oficial de la Federación de 24 de diciembre de 1992),
en materia ambiental (Ley General del Equilibrio Ecológico y Protección al Ambiente,
publicada en el Diario Oficial de la Federación de 28 de enero de 1988, así como las
diversas leyes sobre la materia expedidas con posterioridad en las distintas entidades de la
República Mexicana), o las que algunos autores sostienen existe en materia electoral. En
esta dirección destacan los esfuerzos por la elaboración del Anteproyecto de Código
Modelo de Procesos Colectivos para Iberoamérica presentado en el marco de las XVIII
Jornadas Iberoamericanas de Derecho Procesal (Montevideo, 2002), en el que se
establecen bases generales que pudieran adoptar los países de la región, sobre los
distintos aspectos procesales de esta compleja temática. Resulta relevante que el Código
Modelo quedó finalmente aprobado en el marco de las XIX Jornadas Iberoamericanas de
Derecho Procesal y V Congreso Venezolano de Derecho Procesal (Caracas, octubre de
2004).

c) La declaración general de inconstitucionalidad es una propuesta que Fix-Zamudio


realizó desde el Primer Congreso Iberoamericano de Derecho Constitucional, celebrado en
la ciudad de México en 1975, quedando reflejada en la conclusión quinta: “La realización
del control de la constitucionalidad de las leyes, los tribunales latinoamericanos deben
superar el principio adoptado por razones históricas, de la desaplicación concreta de la ley,
para consignar en la declaratoria general de inconstitucionalidad, tomando en cuenta las
particularidades y experiencias de cada régimen jurídico, con el objeto de darle una
verdadera eficacia práctica”.

En la actualidad la desaplicación de las disposiciones legislativas en el caso concreto y sólo


en relación con las partes, “viola el principio esencial de la igualdad de los gobernados
ante la ley que es uno de los valores básicos en un régimen democrático, en cuanto dichos
efectos particulares implican que, frente a una ley constitucional, únicamente las personas
que cuentan con recursos económicos para obtener el asesoramiento de abogados
expertos están excluidos de la obligación de cumplirla en caso de haber obtenido un fallo
favorable al haber figurado como partes en los propios juicios de amparo. En tanto que un
número generalmente mucho mayor de personas las que, por su limitación de recursos
económicos y por su inadecuada preparación cultural no han contado con ese
asesoramiento, deben acatar las disposiciones legales contrarias a los preceptos
Fundamentales” (Fix-Zamudio).

La ley de amparo vigente sólo protege al caso particular, no obstante que en la acción de
inconstitucionalidad y en la controversia constitucional los efectos de la sentencia pueden
ser erga omnes requiriendo una votación calificada (8 de 11 miembros del pleno).
d) Incorporación de la interpretación conforme la constitucionalidad de normas
generales, que surgió en la legislación y jurisprudencia alemana, y que actualmente siguen
varios tribunales constitucionales latinoamericanos. Si bien este instrumento lo practican
los juzgadores constitucionales, en ocasiones no lo realizan de manera consciente, por lo
que precisa introducirla de manera expresa en la legislación. De esta manera se salvaría la
constitucionalidad de la norma impugnada mediante la interpretación que al respecto
realizara la Suprema Corte de Justicia.

Aunque del proyecto de nueva Ley de Amparo se desprenden importantes avances en


materia de protección procesal de los derechos humanos y de defensa jurisdiccional de la
Constitución, desde la reforma constitucional de 1994 se estableció en México un sistema
integral de control constitucional, que se vio cristalizado en la Ley Reglamentaria de las
fracciones I y II del artículo 105 de la Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos, publicada el 11 de mayo de 1995, en la que se crea la acción de
inconstitucionalidad que tiene por objeto la impugnación abstracta de las normas de
carácter general, de competencia exclusiva del pleno de la Corte, semejante a las acciones
europeas; por otra parte, se ampliaron los supuestos de procedencia de la controversia
constitucional, que resuelve los conflictos competenciales y de atribuciones entre
entidades, poderes u órganos del estado, al ampliarse la legitimación procesal a los
municipios.

Ante un panorama de pluralidad de instrumentos de control de constitucionalidad, como


el que ahora subsiste en México, en algunos ordenamientos iberoamericanos
contemporáneos es más amplio (además de instrumentos similares a los existentes en
nuestro país se encuentran regulados otros, como el habeas data, la cuestión de
inconstitucionalidad, la inconstitucionalidad por omisión, el control previo de
constitucionalidad de leyes y tratados internacionales, etcétera), y se refleja y desarrolla
en leyes procesales específicas.

Incluso, en algunos países existen Leyes o Códigos Procesales Constitucionales que, de


manera unitaria y general, regulan los procesos constitucionales, como son los casos de
Argentina (Ley núm. 8369 de Procedimientos Constitucionales de la Provincia de Entre
Ríos y Código Procesal Constitucional de la Provincia de Tucumán), Costa Rica (Ley
Nacional núm. 7.135 de Jurisdicción Constitucional), Guatemala (Ley de Amparo,
Exhibición Personal y de Constitucionalidad), y el Perú (Código Procesal Constitucional),
además de que existen anteproyectos de leyes de jurisdicción constitucional en otros
países como El Salvador y Honduras.

En el ámbito local mexicano, aunque la reforma de 1994 a la Constitución del estado de


Chihuahua (artículo 200) ratificó la existencia de un instrumento de control constitucional
llamado recurso de queja (amparo local), la tendencia de producción de cuerpos unitarios
reguladores de la jurisdicción constitucional ha cobrado fuerza a partir del año 2000, al
haberse verificado reformas a las Constituciones de los estados de Veracruz (2000),
Coahuila (2001), Tlaxcala (2001), Guanajuato (2001), Chiapas (2002), Quintana Roo (2003),
Nuevo León (2004) y el Estado de México (2004), en virtud de las cuales se instituyeron
diversos mecanismos de protección constitucional, cuya competencia se atribuye al poder
judicial estatal. Particularmente, en los estados de Guanajuato (Ley Reglamentaria de la
fracción XV del artículo 89 de la Constitución), Tlaxcala (Ley del Control Constitucional),
Chiapas (Ley de Control Constitucional) y Estado de México (Ley Reglamentaria del artículo
88 bis de la Constitución), existen sendas leyes de control constitucional. Este movimiento
de unidad legislativa induce a la reflexión sobre la necesidad de crear un Código Procesal
Constitucional a nivel federal en México.

1.4.2. Magistratura constitucional

En nuestro país, las trascendentes reformas constitucionales y legales, primero de 1987-1988 y


después de 1994-1995, incorporaron elementos fundamentales para la configuración de un
sistema de magistratura constitucional especializada, al haberse acercado la Suprema Corte de
Justicia de la Nación, desde un punto de vista material, en un tribunal constitucional.

Por virtud de las reformas que entraron en vigor el 15 de enero de 1988, se modificó el sistema
anterior en el que la Suprema Corte de Justicia funcionaba de forma predominante como tribunal
de casación, para encomendarle la última instancia de los juicios de amparo y de otras
controversias de carácter estrictamente constitucional, y se trasladó a los tribunales colegiados de
circuito la decisión de los juicios de amparo en los cuales se plantearan cuestiones de mera
legalidad.

Reforma constitucional de 31 de diciembre de 1994 la Suprema Corte de Justicia sufrió una


profunda transformación tanto en su estructura orgánica como en su esfera competencial, al
reducirse su número de miembros (de 26 a 11), y suprimir la inamovilidad de los ministros para
establecer un periodo de quince años en la duración de su cargo. Dicha reforma también significó
la creación del Consejo de la Judicatura Federal como órgano del Poder Judicial de la Federación
dirigido a la realización de las funciones de administración de ese Poder y para velar por el sistema
de carrera judicial, lo cual significó descargar las tareas que en materia administrativa tenía la
Suprema Corte, distrayéndole de sus funciones sustanciales.

Reforma constitucional de 21 de agosto de 1996, junto a la incorporación del Tribunal Electoral al


Poder Judicial de la Federación, se diseñan dos nuevos procesos constitucionales, orientados a la
materia electoral:

 el juicio de revisión constitucional electoral y


 el juicio para la protección de los derechos político-electorales del ciudadano,

Con los cuales se continuó delineando el vigente sistema de control de constitucionalidad


mexicano.

Asimismo, la Constitución prevé otros instrumentos, como:

 El juicio político,
 la facultad de investigación de la Suprema Corte y
 los procedimientos ante los organismos autónomos protectores de los derechos humanos,

Que si bien no comparten la naturaleza jurisdiccional de los anteriores, representan


procedimientos específicos configurados para la defensa de la normativa constitucional, lo que, en
principio, impone sean estudiados de manera conjunta y sistemática con los referidos procesos
jurisdiccionales.

1.4.3. Garantía Jurisdiccional de la Constitución

Existen dos clases de garantías constitucionales en México

a) JURISDICCIONALES
1. El juicio de amparo
Es el medio de protección con características propias, que se hace valer a instancia de
parte agraviada contra actos cometidos por autoridades de cualquier ámbito
gubernamental, que se hayan traducido en la violación de las garantías individuales, a
fin de que una sentencia restituya al afectado en el pleno goce de la garantía
vulnerada en su contra.
2. La controversia constitucional
Es el juicio de única instancia que la Federación, un Estado, el Distrito Federal o un
Municipio, plantean ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación para demandar la
reparación de un agravio producido por una norma general o un acto que, en ejercicio
excesivo de sus atribuciones constitucionales, fue responsabilidad de alguno de los
órganos de gobierno citados, lo que conculca el federalismo, el reparto de
competencias fijado en la Constitución y la soberanía popular.
3. La acción de inconstitucionalidad
Procedimiento abstracto de control que el 33% de los integrantes de las cámaras
legislativas federales y locales y de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal asi
como los Partidos políticos y el Procurador General de la Republica, demandan ante la
Suprema Corte de Justicia de la Nación para que se resuelva sobre la posible
contradicción entre una norma general – con carácter de ley o decreto – o un tratado
internacional y la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y, en su caso,
se declare la invalidez total o parcial de aquellos, a fin de garantizar la regularidad
constitucional y la certeza del orden jurídico.
4. El juicio de revisión constitucional electoral
Procede para garantizar la constitucionalidad de actos o resoluciones definitivas y
firmes de las autoridades competentes de las entidades federativas para organizar y
calificar los cómicos locales o resolver las controversias surgidas durante ellos.
5. El juicio para la protección de derechos político-electorales del ciudadano
Instrumento procesal paralelo al juicio de amparo; pueden promoverlos los
ciudadanos para impugnar actos de autoridades electorales que hayan resultado
violatorios de sus derechos políticos.
b) NO JURISDICCIONALES
1. La facultad de investigación de la Suprema Corte de Justicia de la Nación
2. El juicio político
3. Las recomendaciones de las comisiones protectoras de los derechos humanos

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