Escuelas Sociología Criminal
Escuelas Sociología Criminal
Escuelas Sociología Criminal
Gabriel Tarde es un exponente relevante de esta escuela, señala que el motor que
impulsa la conducta es la imitación. De hecho, el punto de partida de gran parte de
nuestro desarrollo y evolución como seres humanos es el copiar a los modelos que
se nos presentan. Así pues, el delito no es otra cosa que una práctica social que se
reproduce por imitación. El delito es un fenómeno del mismo tipo que las prácticas
religiosas, el trabajo industrial o las costumbres morales en términos de los procesos
generales por los que tienen lugar. La especificidad del fenómeno delictivo sería,
para Tarde, la de oponerse a las creencias y deseos más difundidos y legalmente
sancionados.
En el campo, por el contrario, los contactos serán más frecuentes, pero entre un
número de personas más limitado, la imitación se manifiesta bajo forma de ‘respeto
a la tradición’.
El crimen, como todo comportamiento social, puede ser objeto de una moda y
cuando se trata de ciertos medios que viven cerrados en sí mismos puede
convertirse en una costumbre o tradición.
II. La segunda ley de imitación hace referencia a la influencia que tiene la conducta
del superior sobre el inferior. El que tienen más prestigio, sobre el que se impresiona
por el prestigio.
Concluye que nada hay de esencial en una práctica que la constituya como delictiva,
sino que depende de un sistema de clasificación cultural que se transforma
históricamente. Tanto vale para el delincuente. El mismo pasará a ser pensado como
un individuo ordinariamente socializado, aunque en patrones culturales que
contradicen los legalmente sancionados. De allí que haya puesto especial atención a
la figura del delincuente profesional o de hábito: allí donde el delito deviene un
modo habitual de vida, un modo de socialización estabilizado, con reglas, valores,
hábitos y formas de organización tal como cualquier otra actividad especializada.