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Doctorado en Ciencias de la Educación

Curso Análisis del comportamiento Humano

Lisandro García Mendoza


Matrícula: 000 – 00 - 3467

Ensayo: “El Comportamiento Humano y los Factores de transformación de su


contexto”
Unidad 1

Nombre del docente tutor: Ana Lucía Jiménez Pérez


20 – 01 - 2021

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¿Qué se puede hacer en el aula para fomentar conductas sanas y darle un sentido
no material a la existencia?

“La cultura objetiva se vuelve en contra de la cultura subjetiva. El avance


de la misma hace que las cosas sean cultas y los hombres incultos”.
(Morresi, 2007)

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Introducción

Este ensayo busca dar unas pautas desde la perspectiva del autor, de cómo se

podría contribuir desde el aula para fomentar conductas sanas que no le den un

sentido material a la existencia, que no consideren al dinero como fin único, sino

como medio. En este orden de ideas, lo primero que se aborda es el origen de la

conducta humana, entendiendo que existen múltiples factores que la originan,

incluyendo aspectos de orden genético, pero sobre todo relacionados con los

estímulos del medio y del ambiente.

Posteriormente, se abordará la forma como el ser humano actúa, es decir

mediante la improvisación o por patrones previamente establecidos en nuestra

conducta, transmitidos cultural o genéticamente o construidos por nuestra

capacidad cognitiva. En esta misma sección del ensayo, se aborda la relación que

se presenta entre el hombre y la cultura, el hombre cultivado que procura

fortalecer su cultura subjetiva y el hombre culto que se decanta por la cultura

objetiva.

Finalmente, desde la postura del autor del ensayo, se intentan dar unas pautas

de lo que debería realizar en la escuela el maestro, para estimular en los

estudiantes el equilibrio entre el hombre culto y el cultivado. En este sentido, se

exploran diferentes aspectos, como la ordenación y detalles que se deben tener


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frente al espacio de enseñanza, el estímulo que se debe dar a través de

estrategias didácticas diversas tanto al pensamiento lógico como al abstracto, los

cuales se complementan, además de a los procesos de comparación, sustitución,

encadenamiento, uso del habla, etc. No se podrá desconocer jamás que estas

estrategias pedagógicas y didácticas, deberán ser fortalecidas con el uso práctico

de las teorías cognitivas, más representativas del momento actual.

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El origen de la conducta y comportamiento humano.

Mantenemos la idea de que el ser humano tiene un abismo infranqueable con los

animales, sobre todo en los aspectos que tienen que ver con la inteligencia y la

conducta, desconocemos o no queremos aceptar las investigaciones científicas

que catalogan al ser humano como un animal, que se diferencia de los demás

animales en “cuestiones de grado y no de una manera absoluta”. (Galarsi,

Medina, Ledezma y Zanin, 2011). Estas mismas investigaciones, reconocen que

las principales influencias sobre nuestras acciones, dependen de las

características físicas y genéticas que hemos heredado, de patrones culturales

adquiridos, de los valores morales de nuestro grupo social que logramos

interiorizar y volver parte de nuestra esencia, del tipo de estímulo al que debemos

responder, y a la estructuración que tengamos del mismo en nuestro cerebro.

(Cobo, 2003).

Es decir que los rasgos de carácter, el temperamento, la forma en que nos

expresamos nuestras emociones y pensamientos, y la manera como

interactuamos con el entorno, están definidos, por aspectos como, las

características del material genético que nos constituye, el tipo de interacciones

sociales de las que nos vemos impactados y que recibimos en nuestras diferentes

etapas evolutivas, pero principalmente en la niñez y adolescencia, además del

afecto que se haya recibido de las personas más cercanas a nosotros. (Candamil

y Grajales, 1998).
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La forma como actúa el ser humano y la relación de éste con la cultura

Si consideramos y tenemos en cuenta lo antes expuesto, resulta fácil entender

que cuando actuamos no solamente seguimos patrones previamente designados,

sino que, además, tenemos la capacidad de improvisar. Actuamos por instinto,

entendido como lo expresa Whitman (1898, citado en Galarsi, Medina, Ledezma

y Zanin, 2021), como reacciones congénitas frente a situaciones o estímulos

específicos que nos ofrece el ambiente. Dichas reacciones son producto de las

adaptaciones que ha sufrido la especie humana, durante millones de años de

evolución, las cuales, han permitido aumentar nuestra capacidad de aprender y

aumentar nuestra inteligencia y de paso modificar nuestros instintos en beneficio

de la especie, (Herrick, 1908, citado en Galarsi et al., 2011). Sin embargo, la

misma capacidad de aprender y la complejidad del cerebro humano, permiten

que, en momentos específicos y frente a estímulos variados podamos improvisar.

Ahora bien, si entendemos que la cultura como lo expresa Simmel (1988, citado

por Morresi, 2007), solo existe cuando interviene la voluntad y el intelecto

humano, tiene sentido decir que el ser humano es el único portador de cultura a

diferencia de los demás seres de la naturaleza, y que, en este proceso de

construir cultura, su personalidad se desarrolla y se expande, dando origen al

hombre cultivado o estilista, que se diferencia del hombre culto o especialista,

quien solamente acumula conocimientos. El hombre cultivado fortalece su cultura

subjetiva, entendida como todos aquellos elementos que enriquecen el yo interior

del individuo, mientras que el hombre culto se enfoca en la cultura objetiva, es


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decir la acumulación dentro de un área del conocimiento específica, sin que estos

conocimientos, perfeccionen su vida interior. (Simmel, 1988, citado por Morresi,

2007).

La tendencia que se observa en la época contemporánea es la de encontrar más

hombres cultos que cultivados, lo cual se debe a la influencia del dinero, las

modas, la división del trabajo y la especialización. Esto se refleja en hombres con

un marcado desarrollo individual, con una existencia triste, en la que no le

encuentran sentido a la vida y cuyo fin último es el dinero. (Simmel, 1988, citado

por Morresi, 2007).

La sociedad contemporánea, fomenta individuos que mantienen en una

permanente insatisfacción, no interesa fomentar en la persona el fortalecimiento

de “yo global” y mucho menos lograr un punto de equilibrio entre el hombre culto

y el hombre cultivado. Por esta razón, la cultura objetiva sobrepasa a la cultura

subjetiva, la avasalla, y en este proceso podemos encontrar grandes avances a

nivel de las tecnologías que utilizamos, pero como contraparte, se observa cada

vez con mayor frecuencia, hombres incultos y lo más preocupante de todo,

carentes del deseo de aprender y mejorarse como individuos. (Simmel, 1988,

citado por Morresi, 2007) (Morresi, 2007).

Lograr un equilibrio entre el hombre culto y el cultivado en los sujetos

de la escuela.

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Aceptando lo que dice Velázquez (2016), que el mundo del recién nacido es su

madre, debemos entender que es una realidad muy reducida de experiencias,

pero también que es algo temporal en el proceso evolutivo del hombre. (Candamil,

E, & Grajales, G, 1998). Por lo que, en algún instante de su vida, el individuo

deberá no sólo recibir la influencia de su entorno familiar que lo enriquece, sino

también de su espacio o ambiente y de la escuela. (Vázquez, 2013).

En el caso específico de la escuela, el maestro tendrá la posibilidad de contribuir

en el proceso de enriquecimiento de individuos con conductas sanas, siempre y

cuando se apersone de su rol y no se limite a impartir conocimientos. Aspectos

como la distribución de los espacios en el aula, la decoración del mismo, el uso

didáctico que se les dé, etc., pueden contribuir a la interacción social,

fortaleciendo las formas de respuesta del estudiante, frente a situaciones diversas

que lo reten y en ocasiones lo obliguen a improvisar. (Vázquez, 2013).

Desde el aula se puede fomentar en el estudiante, la expresión de emociones,

sentimientos y afectos, la construcción de símbolos, el uso adecuado de las

palabras a través del aula, como elementos fundamentales de nuestra actividad

mental, que nos permiten comprender el mundo que nos rodea, expresar cómo

nos sentimos, realizar acciones con base en lo que entendemos de una situación

específica y realizar inferencias. Para ello, el docente deberá generar ambientes

de aprendizaje y situaciones didácticas específicas que fomenten procesos de

comparación, sustitución, encadenamiento, uso del habla, e incluso situaciones

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en donde se ponga de manifiesto la ausencia de algo, que obliguen al estudiante

a hacer representaciones mentales del objeto ausente. (Velázquez, 2016).

Si como expresa Velázquez (2016), entre los actos y las emociones no media el

pensamiento pueden crearse conductas que ocasionen situaciones malas. Por

esta razón, es primordial para el docente, generar planeaciones de aula y

estrategias pedagógicas y didácticas, en donde se estimulen tanto el pensamiento

lógico, como el abstracto, los cuales son complementarios, ya que el primero,

permitirá que los estudiantes se enfrenten a problemas de la vida diaria, mientras

que el segundo, abrirá sus posibilidades de afrontar situaciones inesperadas y

nuevas, de una forma lógica, pero también creativa. (Jaramillo, N. & puga, L,

2016).

En este orden de ideas, será una obligación impostergable del docente conocer

y aplicar las teorías cognitivas más relevantes, como son, la psicogenética de

Piaget, del aprendizaje significativo de Ausubel, del aprendizaje por

descubrimiento, la sociocultural de Vigotsky. De esta forma, cualquier propuesta

que se lleve al aula, tendrá en cuenta no sólo la maduración biológica de los

estudiantes, sino también, que el estudiante aprenda por descubrimiento, pero

que también lo haga con ayuda del docente o con un par mayor, además de que

se tenga en cuenta lo que ya sabe y se relacione con lo que está aprendiendo.

(Jaramillo, N. & puga, L, 2016).

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Todo esto, puede llegar a contribuir en la formación de individuos con conductas

sanas, en donde el hombre culto y el hombre cultivado se encuentren en

equilibrio, en donde el dinero solamente sea un medio y no un fin, en donde el

vivir sea motivo de alegría y no de desesperanza infinita.

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Conclusiones.

Para evitar personas con conductas no sanas, influenciables, sin motivos de vida

diferentes al dinero y la moda, es decir personas avasalladas por la cultura

objetiva, como lo expresa Simmel (1988, citado por Morresi, 2007), es imperativo

que la escuela contribuya a través de una formación más integral, que reconozca

que los espacios de aprendizaje, pueden ser lugares idóneos para estimular

interacciones sociales y respuestas conductuales aceptables. Que propenda por

el uso de estrategias pedagógicas y didácticas que reconozcas y apliquen las

principales teorías cognitivas existentes, que promueva el pensamiento lógico y

el pensamiento abstracto, como pensamientos complementarios, además, de los

procesos de comparación, sustitución, encadenamiento, uso del habla, etc.

(Jaramillo, N. & puga, L, 2016) (Velázquez, 2016) (Vázquez, 2013).

Si en la escuela, se reconocen las etapas madurativas del estudiante, será mucho

más fácil, diseñar y aplicar estrategias didácticas, que tengan en cuenta las

particularidades de cada etapa evolutiva y garanticen una intervención

pedagógica que estimule más “hombres cultivados”, capaces de generar

respuestas conductuales acordes con el “estimulo señal” o la situación

espontanea que deban afrontar, con fines porque vivir, diferentes del dinero, la

moda o el consumo, es decir capaces de no ser indiferentes frente a la naturaleza

de las cosas y de su propia existencia. (Jaramillo, N. & puga, L, 2016) (Simmel,

1988, citado por Morresi, 2007) (Morresi, 2007).

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Referencias Bibliográficas

Candamil, E, & Grajales, G. (1998). Curso Comportamiento Humano. Santiago de Cali:

Universidad del Valle. Vicerrectoría de extensión. Sistema Institucional de

educación desescolarizada.

Cobo, C. (2003). El comportamiento Humano. Santiago de Cali: Universidad del Valle.

Cuadernos de administración, No 29 junio del 2003.

Galarsi, M. F., Medina, A., Ledezma, C., & Zanin, L. (2011). Comportamiento, historia

y evolución. Fundamentos en humanidades, 12(24), 89-123.

Jaramillo, N. & Puga, L (2016). El pensamiento lógico-abstracto como sustento para

potenciar los procesos cognitivos en la educación. Sophia, colección de filosofía

de la Educación, 21(2), pp.31-55.

Vázquez Sixto, F. & Ubach, T. C. (2013). Psicología del comportamiento colectivo.

Editorial UOC. https://elibro.net/es/ereader/ucuauhtemoc/56637?page=9

Velázquez, E. (2016). Afecto y lenguaje: la construcción del sujeto. Universitat

Autònoma de Barcelona.

Morresi, Z. (2007). Georg Simmel: aportes para pensar el devenir cultural.

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