Mire Los Muros

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AP Literatura LA STARS

M. Ojeda

Salmo XVII (“Miré los muros de la patria mía”)


Francisco de Quevedo y Villegas (España)

1. Comenta, utilizando ejemplos específicos del texto, cómo se sirve Quevedo de la


estructura del soneto y de recursos poéticos, para exponer su tema central y para crear el
tono que busca. ¿Cuál es su tema central? ¿Cuál es el tono del poema?
El tema central del soneto refleja el tema tradicional Memento mori, frase latina
que significa “Recuerda que has de morir”; ésta fue una meditación de los
sacerdotes cristianos en sus celdas, mientras contemplaban una calavera; la
calavera, como signo artístico, se puso especial- mente de moda en el Barroco. De
hecho, hasta hoy día, la locución memento mori se usa en inglés para nombrar
cualquier objeto que sirve como recuerdo de la muerte. Quevedo se sirve de la
forma del soneto para desarrollar su idea central: la de la omnipresencia (siempre
presente) de imágenes de la muerte en todo lo que ve en derredor suyo. Plantea y
desarrolla esta idea en los cuartetos—poblados de imágenes de un mundo gastado o
caduco más allá de su hogar—, y la resuelve en los tercetos, mediante imágenes cada
vez más íntimas, hasta incluir a su propia persona. El decaimiento de todas las cosas
lo lleva a pensar sólo en la muerte. Como en muchos poemas barrocos, encontramos
aquí el uso del hipérbaton, recurso estilístico mediante el cual el poeta invierte el
orden natural de las frases. Esto resulta en cierta dificultad de comprensión para los
lectores. Característica de la Edad Barroca (correspondiente al siglo XVII), en la
que escribía Quevedo, era buscar el ingenio y la sutileza en la expresión. Esta
búsqueda daba lugar, muchas veces, a un lenguaje retorcido. Los elementos de este
soneto vienen a ser metáforas de la decadencia, de la pérdida de fuerzas, y del
desgaste de las cosas como indicios de la muerte. Todas son cosas presentes en el
mundo del poeta, y su decadencia es resultado del paso del tiempo; por ejemplo,
muros antes fuertes y ya desmoronados; y un sol que bebe los arroyos desatados del
hielo (secándolos en su curso). El tono, sin embargo, es distinto en las dos versiones.
El de la primera versión, “Salmo XVII”, publicada en 1613—cuando el poeta no
había cumplido aún los 34 años de edad—, es un tono de resignación ante las
premoniciones de muerte que ve en los estragos sufridos por las cosas de su mundo a
causa del transcurso del tiempo.

2. Describe el efecto casi cinematográfico que logra el poeta al enfocar el ojo del lector
primero sobre imágenes de su patria desmoronada—los campos de su hogar—, después
sobre su casa en despojos, hasta parar por fin en imágenes de su ya gastada persona.
Se enfoca la cámara, en círculos concéntricos, desde amplio y general al principio,
hacia adentro, hasta ofrecer la imagen nítida del cuerpo desgastado del poeta, al fin.
La circunferencia más grande abarca la patria del poeta: (su patria chica) la nación
española. En el segundo cuarteto, se ajusta la lente para concentrarse ahora en la
casa y los campos del poeta. El tercer ajuste del enfoque de nuestra lente nos lleva al
interior de su casa, donde la cámara ahora recoge la imagen de objetos de su uso
personal—su espada, en ambas versiones, y, en el segundo soneto, su báculo corvo.
Por último, la vista descansa, en la primera versión al menos, en la vestidura
desgastada del poeta.

3. Analiza las diferencias específicas que existen entre las dos versiones de este poema.
¿Cómo cambia la idea central en la versión póstuma? ¿Cómo cambia el tono?
El poeta no encuentra en qué poner los ojos donde no halle imagen—o recuerdo—de
la muerte. Se trata de una muerte y de un termino más generalizado (“la muerte” en
el verso 14). Este soneto manifiesta un hondo sentido de derrota y pérdida; va
implicado en éstas el inexorable curso de los eventos nacionales que el poeta ha
presenciado en su vida, los cuales han traído el fin de la hegemonía (poder) española
en el mundo. El tono es de cansancio. Este soneto de Quevedo, evoca la larga lucha
de la vida, lucha que cansa (“Entré en mi casa, y vi que, de cansada/se entregaba a
los años . . .”; la espada del poeta se entrega “de la misma suerte”.), y que desgasta
(los muros “. . . desmoronados, /de larga edad y de vejez cargados”; su vestidura
“gastada”.). Las imágenes aquí tienen un carácter militar: por ejemplo, los muros
de su patria (referencia a la patria chica, la comarca donde se encuentra la casa y
los campos) dan obediencia al tiempo, como el soldado da obediencia a su superior.
Se tiene que recordar que Quevedo era soldado del emperador Carlos V. La muerte
aliviará la carga de los años que, en este soneto, desmorona los muros, cansa la casa
y la espada, y gasta la vestidura. Esta lucha terrenal terminará en el descanso de la
muerte. En el segundo soneto, otras imágenes más impersonales reemplazan las
arriba mencionadas y la vestidura gastada del poeta (verso 12 de la primera
versión) desaparece del todo. La espada, antes cansada, ahora está “vencida” de la
edad. La transformación de lo personal en lo impersonal y de vencimiento, induce a
pensar que los muros de este soneto ya no son los muros de la patria chica del poeta,
sino los de la nación española.Vienen a ser metáfora de la lamentada decadencia del
Imperio español, cuyo apogeo corresponde a los reinados de Carlos V (Carlos I de
España) y de su hijo, Felipe II.

4. Compara y contrasta la idea elaborada en este soneto con la del “Soneto XXIII” (“En
tanto que de rosa y azucena”), de Garcilaso de la Vega. Justifica tus afirmaciones con
ejemplos de los dos textos.
La idea central del soneto de Garcilaso se puede resumir así: “Aprovecha, joven, tu
juventud; goza de ella ahora porque no ha de durar; el tiempo pasa pronto, y no
tardará en llegar la vejez.” Es el tema de Carpe diem. Las imágenes son las de la
juventud—la primavera de la vida—, contrastadas con las de la vejez—el invierno
de la vida. Nótese que, aparentemente, no hay término medio; no hay ni verano ni
otoño. Al principio, el poeta pinta el alegre atractivo de la vida juvenil: los colores
de la rosa y la azucena, el mirar ardiente, el corazón encendido, el cabello de oro, el
cuello blanco y enhiesto; luego, el paso del tiempo trae la blancura de la nieve (de las
canas), y marchita la rosa (del rostro). Pero no se menciona la muerte; el tema del
soneto es sólo Carpe diem. En cambio, la idea central del soneto de Quevedo es
precisamente la muerte. La muerte se enseñorea de todo, a fuerza del transcurso de
los años.Todo lo que el poeta ve en derredor suyo manifiesta la consecuencia del
implacable pasar del tiempo: los muros desmoronados, la casa amancillada, el
báculo corvo y menos fuerte, y la espada cansada o vencida. Todo le recuerda la
inevitabilidad de la muerte; no le queda el consuelo de gozar de la juventud, que
suponemos ya ida. Aun la versión póstuma del soneto de Quevedo contiene la idea
de la caducidad, aquí la de la hegemonía de España en tiempos de Carlos I—Carlos
V del Sacro Imperio Romano Germánico, la más grande sobre la Tierra, que
abarcaba España, Austria, los Países Bajos y la Colonia española en América, sus
muros, “ . . . un tiempo fuertes, ya desmoronados”. El tema del soneto de Quevedo,
Memento mori, no sugiere necesariamente el tema de Carpe diem. Los estudiantes
tal vez vean cierta afinidad, sin embargo, entre ellos, porque pueden ver implícito en
el afán de gozar de la juventud, la conciencia de su inevitable envejecimiento.

5. Compara y contrasta la idea elaborada en este soneto con la del “Soneto CLXVI”
(“Mientras por competir con tu cabello”), de Luis de Góngora. Justifica tus afirmaciones
con ejemplos de los dos textos.
La idea central del soneto de Góngora es Carpe diem: “goza, joven, del día presente,
pues la vida es breve”. (Véase el contraste entre Carpe diem y Memento mori) No
obstante, el segundo terceto de Góngora brinda imágenes espeluznantes de la
mudanza de la lozana belleza en la muerte; es una muerte que lo termina todo. Esto
presenta un punto de comparación entre el poema de Góngora y el de Quevedo,
cuya preocupación es la declinación de fuerzas y el rendimiento, o vencimiento, del
poeta, ante la muerte.

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