El Capitalismo Desquiciado

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El capitalismo desquiciado: los

tiburones financieros frente a la


pobreza global

Por Enric Llopis | 27/05/2021 | Mundo

Fuentes: Rebelión

La COVID se ha extendido por un planeta ya atravesado por la pobreza y las desigualdades. El

informe de Oxfam „El virus de la desigualdad‟, publicado en enero, apunta que cerca de la mitad de

la población mundial tiene que sobrevivir con menos de 5,5 dólares diarios.
Además el número de personas en situación de pobreza podría haber aumentado entre 200 y 500

millones en 2020. “La pandemia ha puesto de relieve que, para la mayor parte de la población del

planeta, perder tan solo un ingreso supone caer en la miseria”, subraya la ONG.

A otra escala operan el capital ficticio y los chutes de liquidez. Al cierre de 2020 el endeudamiento

global (público y privado) superó los 281 billones de dólares, cifra récord que representa el 355%

del PIB mundial, según el Instituto Internacional de Finanzas (IIF). La Reserva Federal de Estados

Unidos anunció en marzo que mantendría las tasas de interés oficiales cercanas al 0% y que

continuaría invirtiendo 120.000 millones de dólares al mes en la compra de bonos del tesoro

y activos respaldados por hipotecas. Asimismo el Banco Central Europeo (BCE) ha informado que

continuará hasta al menos marzo de 2022 con la adquisición de activos dentro del programa de

compras frente a la pandemia, dotado con 1,8 billones de euros.

El economista y profesor Alfredo Apilánez abordó estas dos realidades –la pobreza material en

contraposición al dinero infinito y la ingeniería financiera- en la ponencia expuesta durante el curso

sobre El mundo después de la pandemia, organizado por la Academia de Pensamiento Crítico y la

Fundación de Investigaciones Marxistas (FIM). El curso se celebra entre el 10 de mayo y el 19 de

junio, cuenta con más de 360 matriculados y está abierto a la participación de los alumnos por

videoconferencia. Entre los ponentes de los dos ejes temáticos –Malestar social y Declive imperial-

figuran los sociólogos Atilio Borón, John Bellamy Foster, Andrés Piqueras y Eddy Sánchez; el

economista Claudio Katz y el profesor de Historia Joan Tafalla.

Apilánez hace uso de la expresión “capitalismo desquiciado”, que desarrolla ampliamente en un

artículo publicado en septiembre de 2019 en su blog Trampantojos y embelecos. El economista

resume de este modo una de las formas en que el poder económico ha respondido al choque

pandémico: “La artillería pesada puesta en marcha por la Reserva Federal incluye compras masivas

de bonos del tesoro a la banca comercial, bonos corporativos a las grandes multinacionales y todo

tipo de activos titulizados por la banca privada, además de avales al préstamo comercial y masivas

inyecciones de dólares –la moneda de más del 60% de los intercambios mundiales- para sostener los

flujos financieros globales”.

Y valora Alfredo Apilánez, en la ponencia titulada La pandemia y la crisis del sistema: “¡Todo el

casino de las finanzas globales mantenido con respiración asistida por la „maquinita‟ de la fábrica de
dinero! El resultado era previsible: el martes 24 de noviembre de 2020 (los índices bursátiles) Dow

Jones y S&P alcanzan sus máximos históricos”.

El economista se presenta en su cuenta de Twitter como “panfletista balbuciente”. Trabaja

principalmente en el ámbito de la economía financiera y en el libro las entrañas de la bestia. La

fábrica de dinero en el capitalismo desquiciado, de próxima publicación. Además de en el

blog Trampantojos y embelecos, sus artículos pueden leerse en el periódico Rebelion.org.

Subraya, en el curso, el contraste entre el uso del cañón monetario por parte de los bancos centrales,

y los tipos al 0%, frente a los muy limitados y lentos rescates sociales. Esto se debe a que, entre

otras razones, “la apisonadora neoliberal, pertrechada con la laminación de la capacidad fiscal de los

gobiernos, las masivas privatizaciones de los bienes y servicios públicos y la amputación de su

soberanía monetaria ha desmochado completamente la capacidad redistributiva e inversora de los

Estados occidentales”.

La deuda pública alcanzó en 2019 el 108% del PIB en Estados Unidos y el 234% en Japón; en 2020

llegó a situarse en el 115% en Francia, el 155% en Italia, el 103% en Reino Unido y el 120% en

España (comparativa periódico Expansión).

Estos porcentajes podrían relacionarse con el índice de Paraísos Fiscales Corporativos de 2021,

publicado en marzo por Tax Justice Network; encabezan la ratio tres territorios británicos de

ultramar –Islas Vírgenes Británicas, Islas Caimán y Bermudas- seguido de Países Bajos, Suiza y

Luxemburgo. En el informe La justicia fiscal en tiempos de la COVID-19 (noviembre 2020), la red

de investigadores destaca que las empresas multinacionales trasladan 1,38 billones de dólares

anuales en beneficios a paraísos fiscales, lo que causa en los estados de todo el mundo pérdidas por

valor de 245.000 millones de dólares cada año en ingresos fiscales directos.

Con este punto de partida, reflexiona Alfredo Apilánez, “las montañas de deuda pública y el

descomunal fraude fiscal a cargo, principalmente, de las grandes corporaciones tecnológicas y

financieras, caracterizan la paupérrima situación del erario público y reflejan su impotencia para

movilizar los recursos fiscales que requeriría la extraordinaria urgencia del momento. Tal

configuración, que representa un auténtico golpe de Estado financiero contra la maltrecha soberanía
nacional, arroja una vez más a los desvalidos Estados en brazos de los tiburones financieros para la

financiación de las extraordinarias emergencias sociales generadas por la pandemia”.

En este contexto la Unión Europea ha impulsado el denominado plan de recuperación

NextGeneration para afrontar los efectos de la pandemia, dotado con 750.000 millones de euros en

préstamos y subvenciones a fondo perdido durante el periodo 2021-2027. ¿De qué modo se

financiará la iniciativa? El mecanismo previsto consiste en que la Comisión Europea emita deuda en

los mercados de capitales.

Se trata de “un negocio redondo para los tiburones de las finanzas y las grandes corporaciones,

destinatarias últimas del maná”, subraya Alfredo Apilánez; por ejemplo en el estado español,

empresas del IBEX 35 han presentado propuestas de proyectos para su financiación con el

NextGenerationEU por valor de cerca de 100.000 millones de euros, informa la Guía

NextGenerationEU: más sombras que luces, publicada por el Observatorio de Multinacionales en

América Latina (OMAL), el Observatori del Deute en la Globalització (ODG) y Ecologistas en

Acción.

Alfredo Apilánez comparte con los alumnos algunas críticas de fondo al discurso dominante: “La

elección de los gobiernos occidentales en el momento del estallido de la pandemia no fue –como

proclaman, a bombo y platillo, como si de un ansiado paradigma se tratara, algunos entusiastas

reformistas- entre un redivivo keynesianismo y la sempiterna ortodoxia neoliberal, sino entre el caos

absoluto y la preservación de un mínimo resto de cohesión social: la implacable austeridad de la

década anterior se transforma por tanto en la gobernanza de la pobreza”. Otro punto relevante es “la

ausencia casi absoluta de programas públicos de inversión productiva”.

En la última parte de su intervención, el ponente menciona el término fascismo financiero, que el

sociólogo Boaventura de Sousa Santos empleó por primera vez en un ensayo de 1998 –Reinventar

la democracia. Reinventar el Estado– y recuperó en 2010 en un artículo publicado en la revista

brasileña de izquierdas Carta Maior. De Sousa Santos consideraba que el fascismo financiero es una

de las formas de sociabilidad fascista, la más agresiva y la que predomina en los mercados de valores

y divisas; es también, la más reacia a cualquier intervención democrática. En el universo bursátil,

añadía el intelectual y activista portugués, el largo plazo son los próximos 10 minutos.
Podría trazarse un hilo de continuidad. En 2021, en plena pandemia, “las dramáticas implicaciones

de este progresivo desquiciamiento del sistema de mercancía y del deterioro acelerado de las

condiciones de vida de las mayorías sociales situarán, en la infortunada tesitura de que no seamos

capaces de construir entre todos una sociedad racional, a la especie y a su crucificado planeta ante

una perspectiva catastrófica”, concluye Apilánez.

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