Marco Teórico

Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1de 5

Marco teórico

El Instituto Nacional de Salud Pública ,define a la salud


sexual y reproductiva como “el estado de completo
bienestar físico, mental y social, y no meramente la
ausencia de enfermedad en todas las cuestiones relativas al
aparato reproductor y sus funciones y procesos”. Además,
la salud sexual y reproductiva con equidad de género es un
elemento fundamental para el desarrollo óptimo del
equilibrio responsabilidad y productividad social de los
adolescentes.
Asimismo, los mayores riesgos a la salud que presentan los
jóvenes son respecto a la salud sexual y reproductiva,
donde se involucra el inicio temprano de actividad sexual,
prácticas sexuales sin protección e infecciones de
transmisión sexual, esto ocasionado por la iniciación de la
vida sexual sin el conocimiento adecuado de las medidas
preventivas (Instituto Nacional de Salud Pública, 2012;
Mayor-Pedreros & Tordecilla-Casallas, 2016)
Infecciones de transmisión sexual

Las infecciones de transmisión sexual comprenden un


conjunto de patologías con una etiología infecciosa diversa.
La transmisión se puede dar por contacto directo (anal, oral
o vaginal), de persona a persona durante la relación sexual y
la probabilidad de transmisión de una persona infectada a
su pareja varía de una ITS a otra. Aunque en algunos casos
pueden existir otros tipos de agentes de contagio, como lo
son la transmisión perinatal o por vía parenteral (Tejada,
Cifuentes, Santana & Díaz, 2014).

Con base en lo postulado por Anzalone y Mattera (2008),


Holmes et al. (citado en Gayet, 2015) y Gayet (2015)
podemos decir que la clasificación más utilizada para las ITS,
es la que las divide en los agentes que se encuentran
involucrados (o transmitidos), esto es, si son ocasionadas
por bacterias, virus o parásitos y hongos. Dentro de las
primeras, ocasionadas por bacterias, se encuentran la
gonorrea, clamidia, sífilis, chancro, granuloma inguinal,
clamidia y vaginosis bacteriana. Mientras que las
relacionadas con virus, se encuentra el VIH/SIDA, virus del
papiloma humano, herpes genital y hepatitis B. Finalmente,
en las relacionadas con hongos, se encuentra la candidiasis
y relacionadas con parásitos, la tricomoniasis, escabiosis o
sarna y ladillas.

De forma específica, el virus del papiloma humano tiene


una incidencia de 17,400 por cada 100,000 habitantes; la
sífilis de 1,900 por cada 100,000 habitantes; el herpes
simple de 1,400 por cada 100,000 habitantes; la gonorrea
de 1,000 por cada 100,000 habitantes (Domínguez & Díaz,
2008). Mientras que el VIH se presenta en 100 por cada
100,000 habitantes (CENSIDA, 2016).

Asimismo, es importante hacer énfasis en que, tanto las


personas adolescentes como las adultas sexualmente
activas, son propensas a adquirir ITS a causa de distintas
prácticas sexuales de riesgo. Se considera que las prácticas
sexuales llevadas a cabo por la diversidad sexual son
riesgosas y los hace propensos a contraer ITS con mayor
facilidad que las personas heterosexuales. Sin embargo,
situaciones como lo son las prácticas sexuales con
desconocidos, prácticas sexuales orales sin protección y el
uso de drogas durante las relaciones sexuales, utilizadas de
manera recreativa o para la dilatación anal, no parecen ser
exclusivos de la comunidad LGB, puesto que muchos
adolescentes sin importar su orientación sexual acuden a
antros, bares, fiestas, consumen drogas y realizan diversas
prácticas sexuales, incluyendo las orales. (Pecheny, 2013;
Jacques, García & Díez, 2015; Vélez, Rojas & Mogollón,
2015; Sandí & Chan, 2016).
Pensar que esto factores son exclusivos de la diversidad
sexual, sería discriminatorio. En este sentido, autores como
Bahamón, Vianchá y Tobos (2014), sostienen que los roles
de género intervienen significativamente en el desarrollo de
las conductas sexuales de riesgo, tanto para hombres como
para mujeres heterosexuales y homosexuales. Además,
Hernández y González (2016), afirman que el rol de género
es un factor indispensable en las conductas sexuales de las
personas, especialmente en los adolescentes varones, a
quienes, sin importar su orientación sexual, el sistema
heteronormativo en el que vivimos los educa para ser
“cachondos, fogosos, sexualmente potentes, activos” (pp.
108). Se puede observar que los hombres, sin importar su
orientación sexual son educados de manera diferente a las
mujeres.

Promoción de la salud sexual

La promoción de la salud sitúa como eje principal a la salud,


considerando tanto a la población en riesgo y la que no, con
el fin de llevar a estas personas hacia estados de salud
mejor estructurados mediante la promoción de hábitos
saludables, proveyéndoles de una mayor capacidad
funcional física y social, y en general de bienestar
(Manosalva, 2015). Sin duda para empezar a hablar de
prevención en el colectivo LGBT+, Baruch-Domínguez
(2016), considera que el inicio es el respeto a las personas
homosexuales, en especial a sus derechos. Entonces
respecto a este punto podemos decir que la educación
sexual y reproductiva que se da a niños debería darse desde
una perspectiva de diversidad sexual y no heteronormativa.

Es sabido que distintos factores influyen a la hora de la


prevención sexual y no sólo la falta de información, es por
eso que Oliveira et al. (2013), menciona que es necesario
considerar la salud como un ámbito en el que, además de la
información, es fundamental trabajar sobre creencias,
actitudes y valores que favorezcan conductas saludables.

Si bien la prevención sexual es un tema bastante tratado en


nuestros días y que cada vez está información llega a las
personas y a edades óptimas, pero como hemos visto, estas
prácticas preventivas, en su mayoría, son heteronormativas
y no se presta atención a las diferencias que pueden existir
en el ejercicio de la sexualidad de las personas LGB, en
consecuencia, este es un tema de particular interés en el
cual se ha trabajado muy poco, por lo tanto, nace la
necesidad de estudiar estos eventos desde una perspectiva
de diversidad sexual.

También podría gustarte