Apocalipsis, Cap. 15 y 16
Apocalipsis, Cap. 15 y 16
Apocalipsis, Cap. 15 y 16
Apocalipsis, 15:1 Vi en el cielo otra señal, grande y admirable: siete ángeles que
tenían las siete plagas postreras; porque en ellas se consumaba la ira de Dios.
15:2 Vi también como un mar de vidrio mezclado con fuego; y a los que habían
alcanzado la victoria sobre la bestia y su imagen, y su marca y el número de su
nombre, en pie sobre el mar de vidrio, con las arpas de Dios. 15:3 Y cantan el
cántico de Moisés siervo de Dios, y el cántico del Cordero, diciendo: Grandes y
maravillosas son tus obras, Señor Dios Todopoderoso; justos y verdaderos son tus
caminos, Rey de los santos. 15:4 ¿Quién no te temerá, oh Señor, y glorificará tu
nombre? pues sólo tú eres santo; por lo cual todas las naciones vendrán y te
adorarán, porque tus juicios se han manifestado.
Estas plagas contienen los juicios finales de Dios sobre la tierra durante la
Tribulación. Se les llama los juicios de las siete copas de oro (Apocalipsis, 15:7) y
comienzan en el capítulo 16. Las siete copas de juicio son el despliegue de la
séptima trompeta de juicio (Apocalipsis, 11:15). Los que habían alcanzado la
victoria sobre la bestia son los que no abandonaron su fe en Cristo cuando el
anticristo los persiguió o amenazo o asesino (Apocalipsis, 13:7-11).
El momento para los juicios de las copas de la ira está sobre nosotros. Toda la ira
de Dios que empezó en el Capítulo 6, se avecina. Esta se ha acumulado en
etapas para darles a todas las personas que lo desean la oportunidad de buscar al
Señor y encontrarlo, antes de que sea demasiado tarde. Pero ahora el clímax está
a la puerta. Después de que se completen los juicios de las copas de la ira, los
justos requisitos de Dios para el juicio sobre todas las personas que han
rechazado Sus serios e incesantes llamados para que se reconcilien con Él,
habrán sido satisfechos. Por fin el Planeta Tierra estará listo para recibir a Su Rey
y disfrutar la paz que solamente Él puede brindar.
Lo que ya he dicho con anterioridad merece ser repetido. La ira de Dios no
comienza aquí. Comenzó con los juicios de los sellos como se indica en
Apocalipsis 6:17 y termina con los juicios venideros de las copas de la ira de
Apocalipsis 16 (próximo capítulo que estudiaremos).
Los judíos y gentiles que han sido martirizados por rehusar ponerse la marca de la
bestia empiezan a llegar al cielo. Estos son aquellas personas que serán reunidas
con sus cuerpos físicos en Apocalipsis 20:4.
Apocalipsis, 20:4 Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos los que recibieron facultad
de juzgar; y vi las almas de los decapitados por causa del testimonio de Jesús y
por la palabra de Dios, los que no habían adorado a la bestia ni a su imagen, y
que no recibieron la marca en sus frentes ni en sus manos; y vivieron y reinaron
con Cristo mil años.
El pensamiento del hombre se conformará al de Dios, lo cual por tanto tiempo fue
resistido, pero finalmente será logrado. Después de la destrucción cierta y total del
anticristo y sus aliados, toda rodilla se doblará en el Cielo, en la Tierra y debajo de
la Tierra, y toda lengua confesará que Jesucristo es Señor (Filipenses 2:10-11).
Apocalipsis, 15:5 Después de estas cosas miré, y he aquí fue abierto en el cielo el
templo del tabernáculo del testimonio; 15:6 y del templo salieron los siete ángeles
que tenían las siete plagas, vestidos de lino limpio y resplandeciente, y ceñidos
alrededor del pecho con cintos de oro. 15:7 Y uno de los cuatro seres vivientes dio
a los siete ángeles siete copas de oro, llenas de la ira de Dios, que vive por los
siglos de los siglos. 15:8 Y el templo se llenó de humo por la gloria de Dios, y por
su poder; y nadie podía entrar en el templo hasta que se hubiesen cumplido las
siete plagas de los siete ángeles.
Juan vio un templo en el cielo como el tabernáculo del AT que contenía los 10
mandamientos (Éxodo, 32:15, 40:30-35, Números, 17:7). Esto significa que los
juicios son el resultado de la oposición de Dios al pecado y del rechazo humano
de su ley y de su palabra.
Estos serán los últimos juicios divinos sobre un mundo malvado, antes de que
Cristo reine. El hecho de que nadie pueda entrar en el templo hasta que las plagas
sean completadas (Apocalipsis, 15:8) significa que nadie puede interceder para
detener el juicio. Dios ha declarado el fin y su juicio será completo y sin
misericordia.
Apocalipsis, 16:1 Oí una gran voz que decía desde el templo a los siete ángeles:
Id y derramad sobre la tierra las siete copas de la ira de Dios. 16:2 Fue el primero,
y derramó su copa sobre la tierra, y vino una úlcera maligna y pestilente sobre los
hombres que tenían la marca de la bestia, y que adoraban su imagen.
Comienza ahora el derramamiento de las siete copas de la ira de Dios, poco antes
del retorno de Cristo a la tierra. Una gran guerra mundial ocurrirá hacia el fin de
esos juicios (Apocalipsis, 16:14, 16, Daniel, 11:36-45) que son más intensos y
severos que los precedentes.
Todo el mundo fue advertido sobre las terribles consecuencias que tendría el
tomar la marca (Apocalipsis 14:9-12).
Apocalipsis, 14:9 Y el tercer ángel los siguió, diciendo a gran voz: Si alguno adora
a la bestia y a su imagen, y recibe la marca en su frente o en su mano, 14:10 él
también beberá del vino de la ira de Dios, que ha sido vaciado puro en el cáliz de
su ira; y será atormentado con fuego y azufre delante de los santos ángeles y del
Cordero; 14:11 y el humo de su tormento sube por los siglos de los siglos. Y no
tienen reposo de día ni de noche los que adoran a la bestia y a su imagen, ni
nadie que reciba la marca de su nombre. 14:12 Aquí está la paciencia de los
santos, los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús.
Una tercera parte del mar había sido golpeado durante los juicios de las
trompetas. Ahora, lo que quedó se contamina.
Apocalipsis, 16:4 El tercer ángel derramó su copa sobre los ríos, y sobre las
fuentes de las aguas, y se convirtieron en sangre. 16:5 Y oí al ángel de las aguas,
que decía: Justo eres tú, oh Señor, el que eres y que eras, el Santo, porque has
juzgado estas cosas. 16:6 Por cuanto derramaron la sangre de los santos y de los
profetas, también tú les has dado a beber sangre; pues lo merecen. 16:7 También
oí a otro, que desde el altar decía: Ciertamente, Señor Dios Todopoderoso, tus
juicios son verdaderos y justos.
Los que objetan la justicia de Dios en sus juicios, no entienden la terrible maldad
del pecado ni con cuanta intensidad Dios lo aborrece. Un Dios santo y justo
necesariamente debe oponerse a la maldad y castigarla (Juan, 3:19, Hebreos, 1:9,
Salmos, 119:137).
Y, de nuevo, las fuentes de agua fresca son atacadas. Habían sido parcialmente
envenenadas antes (Apocalipsis 8:11), pero ahora todas se convierten en sangre,
como el mar.
Por segunda vez (v. 5), el Nombre de Dios no contiene “y que vendrás”. Pero
ahora el Nombre también indica la pluralidad de la Trinidad. (Algunas traducciones
le agregan la frase “y que vendrás”, y otras no lo hacen.) Todas aquellas personas
que están bajo el altar claman apoyando esos juicios. Es la sangre de ellas a lo
que el ángel de las aguas se está refiriendo. Ellas le habían pedido al Señor
cuánto tiempo tendrían que esperar hasta que su sangre fuera vengada, y ahora
ha terminado su espera (Apocalipsis 6:9-10).
Apocalipsis, 6:9 Cuando abrió el quinto sello, vi bajo el altar las almas de los que
habían sido muertos por causa de la palabra de Dios y por el testimonio que
tenían. 6:10 Y clamaban a gran voz, diciendo: ¿Hasta cuándo, Señor, santo y
verdadero, no juzgas y vengas nuestra sangre en los que moran en la tierra?
El Dr. David Diamond (reconocido predicador judío mesiánico) observa lo
siguiente:
Entre los seres celestiales (ángeles) creados por Dios tenemos a los "dominios" o
"dominaciones". Se les llama así porque tienen la orden de ejecutar la voluntad de
Dios distribuyendo a los ángeles inferiores en sus funciones y ministerios. Se
caracterizan por “dominar” (de ahí su nombre) sobre reinos creados. Gobiernan
sobre el reino acuático, el reino mineral, reino vegetal y reino animal. Estos cuatro
reinos son gobernados por ángeles. El jefe de ellos es el famoso ángel RAFAEL
(jefe de los dominios).
Apocalipsis, 7:1 Después de esto vi a cuatro ángeles en pie sobre los cuatro
ángulos de la tierra, que detenían los cuatro vientos de la tierra, para que no
soplase viento alguno sobre la tierra, ni sobre el mar, ni sobre ningún árbol.
Una hoja de un árbol no cae sin el permiso de Dios, y Dios emite el permiso por
medio de los ángeles. Los ángeles tienen funciones de detener o dejar pasar
vientos, aguas, etc. Detrás de todo fenómeno natural hay ángeles cumpliendo una
orden directa de Dios.
Apocalipsis, 16:8 El cuarto ángel derramó su copa sobre el sol, al cual fue dado
quemar a los hombres con fuego. 16:9 Y los hombres se quemaron con el gran
calor, y blasfemaron el nombre de Dios, que tiene poder sobre estas plagas, y no
se arrepintieron para darle gloria.
Una gran ola de calor cubrirá la tierra y será tan insoportable que las personas
blasfemaran contra Dios (Mateo, 4:1). Se les endurecerá tanto el corazón que se
negaran a arrepentirse (Apocalipsis, 16:11). Compárese esto con las condiciones
de los que están en el cielo, de quienes se dice: Apocalipsis, 7:16 Ya no tendrán
hambre ni sed, y el sol no caerá más sobre ellos, ni calor alguno;
Apocalipsis, 16:12 El sexto ángel derramó su copa sobre el gran río Éufrates; y el
agua de éste se secó, para que estuviese preparado el camino a los reyes del
oriente. 16:13 Y vi salir de la boca del dragón, y de la boca de la bestia, y de la
boca del falso profeta, tres espíritus inmundos a manera de ranas; 16:14 pues son
espíritus de demonios, que hacen señales, y van a los reyes de la tierra en todo el
mundo, para reunirlos a la batalla de aquel gran día del Dios Todopoderoso.
Los "reyes del oriente" representan a naciones del oriente que participaran en un
gran conflicto, llevados por el poder satánico a la batalla de Armagedón
(Apocalipsis, 16:16, 19:17-21). El sexto ángel prepara el camino para la última
batalla de los siglos al secar el rio Éufrates, permitiendo así que se acerquen a
Israel los ejércitos del este (Isaías, 11:15). Las "ranas" que salen de la boca del
dragón (Satanás), de la boca de la bestia (el anticristo) y de la boca del falso
profeta son demonios que pueden hacer milagros y así engañar a las naciones
para apoyar al mal, al pecado y al anticristo.
El "dragón" es Satanás (Apocalipsis, 12:9) y la "bestia" es el anticristo
(Apocalipsis, 13). Durante la Tribulación, los gobernantes de las naciones estarán
endemoniados. Engañados por Satanás mediante milagros, entraran en un plan
demente que hunde al mundo entero en un gran holocausto.
Apocalipsis, 9:13 El sexto ángel tocó la trompeta, y oí una voz de entre los cuatro
cuernos del altar de oro que estaba delante de Dios, 9:14 diciendo al sexto ángel
que tenía la trompeta: Desata a los cuatro ángeles que están atados junto al gran
río Éufrates. 9:15 Y fueron desatados los cuatro ángeles que estaban preparados
para la hora, día, mes y año, a fin de matar a la tercera parte de los hombres. 9:16
Y el número de los ejércitos de los jinetes era doscientos millones. Yo oí su
número.
Daniel, 11:40 Pero al cabo del tiempo el rey del sur contenderá con él; y el rey del
norte se levantará contra él como una tempestad, con carros y gente de a caballo,
y muchas naves; y entrará por las tierras, e inundará, y pasará. 11:41 Entrará a la
tierra gloriosa, y muchas provincias caerán; mas éstas escaparán de su mano:
Edom y Moab, y la mayoría de los hijos de Amón. 11:42 Extenderá su mano contra
las tierras, y no escapará el país de Egipto. 11:43 Y se apoderará de los tesoros
de oro y plata, y de todas las cosas preciosas de Egipto; y los de Libia y de Etiopía
le seguirán. 11:44 Pero noticias del oriente y del norte lo atemorizarán, y saldrá
con gran ira para destruir y matar a muchos. 11:45 Y plantará las tiendas de su
palacio entre los mares y el monte glorioso y santo; mas llegará a su fin, y no
tendrá quien le ayude.
Cuando Alejandro Magno murió en el año 323 a.C., el Imperio Griego fue dividido
entre sus cuatro generales. Casandro tomó los territorios europeos del este,
alrededor del Mar Adriático. Seleuco tomo Turquía, Irak y Siria. Lisímaco obtuvo
las provincias orientales que abarcaban Irán e India. Y Ptolomeo obtuvo Egipto. A
Casandro no lo menciona Daniel 11, y Seleuco más tarde derrotó a su amigo
Lisímaco, adquiriendo así Irán y el Imperio Oriental en el proceso. La historia de
Daniel 11 es sobre los Reyes del Norte (los Seleucos) y los Reyes del Sur (los
Ptolomeos), los cuales pelearon entre sí por el control del mundo conocido durante
más de 150 años. Estos son los reyes que Daniel 11:40-45 describe.
Por supuesto que cuando Daniel escribió el capítulo 11 cerca del año 539 a.C.
todos estos hombres ni siquiera habían nacido, y el reino de Alejandro aún estaba
200 años en el futuro.
Pero ésta es una abrumadora demostración del conocimiento de Dios sobre el
futuro. Hay 135 profecías cumplidas que han sido históricamente verificadas,
solamente en los primeros 35 versículos de Daniel 11, todas las cuales fueron
escritas entre 200 y 400 años antes de que sucedieran los hechos allí narrados.
Esto le da credibilidad a lo que Daniel escribió sobre los tiempos del fin, inspirado
por Dios, los cuales comienzan en el versículo 36. Pero por el momento, nos
vamos a concentrar en los versículos 40 al 45.
Los informes sobre el movimiento de esta gran fuerza de combate, procedente del
este y del norte, atemorizan grandemente al anticristo. ¿Qué es lo que van a
hacer? ¿Es esta la alianza Rusa-China que tanto ha atemorizado al mundo?. ¿O
será cada hombre por sí mismo?.
Según algunas estimaciones, en este conflicto podría haber hasta 400 millones de
combatientes, antes de que todo termine. La sangre de los muertos forma un río
que fluye desde Meguido, en el centro de Israel, hasta llegar a Petra en Jordania,
de casi 280 kilómetros de largo (Apocalipsis 14:20).
Apocalipsis, 14:20 Y fue pisado el lagar fuera de la ciudad, y del lagar salió sangre
hasta los frenos de los caballos, por mil seiscientos estadios.
[2] Satanás y los demonios juntaran muchas naciones bajo la dirección del
anticristo para hacer guerra contra Dios, su ejército y su pueblo y para destruir a
Jerusalén (Apocalipsis, 16:13-14, 16, 17:14, 19:14, 19, Ezequiel, 38 y 39,
Zacarías, 14:2). Aunque el punto focal será en la tierra de Israel, el acontecimiento
de Armagedón incluirá el mundo entero (Jeremías, 25:29-38).
Apocalipsis, 14:12 Aquí está la paciencia de los santos, los que guardan los
mandamientos de Dios y la fe de Jesús. 14:13 Oí una voz que desde el cielo me
decía: Escribe: Bienaventurados de aquí en adelante los muertos que mueren en
el Señor. Sí, dice el Espíritu, descansarán de sus trabajos, porque sus obras con
ellos siguen.
De la misma manera como los vestidos proveen una protección física, la justicia
provee una protección espiritual. En el primer momento de creer, Dios viste a la
Iglesia con Su propia justicia (2 Corintios 5:21) y la sella con el Espíritu Santo en
nosotros garantizando de esa manera nuestra salvación (Efesios 1:13-14).
2 Corintios, 5:21 Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que
nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.
2 Crónicas, 6:5 Desde el día que saqué a mi pueblo de la tierra de Egipto, ninguna
ciudad he elegido de todas las tribus de Israel para edificar casa donde estuviese
mi nombre, ni he escogido varón que fuese príncipe sobre mi pueblo Israel. 6:6
Más a Jerusalén he elegido para que en ella esté mi nombre, y a David he elegido
para que esté sobre mi pueblo Israel.
Apocalipsis, 16:17 El séptimo ángel derramó su copa por el aire; y salió una gran
voz del templo del cielo, del trono, diciendo: Hecho está. 16:18 Entonces hubo
relámpagos y voces y truenos, y un gran temblor de tierra, un terremoto tan
grande, cual no lo hubo jamás desde que los hombres han estado sobre la tierra.
16:19 Y la gran ciudad fue dividida en tres partes, y las ciudades de las naciones
cayeron; y la gran Babilonia vino en memoria delante de Dios, para darle el cáliz
del vino del ardor de su ira. 16:20 Y toda isla huyó, y los montes no fueron
hallados. 16:21 Y cayó del cielo sobre los hombres un enorme granizo como del
peso de un talento; y los hombres blasfemaron contra Dios por la plaga del
granizo; porque su plaga fue sobremanera grande.
Levítico, 24:10 En aquel tiempo el hijo de una mujer israelita, el cual era hijo de un
egipcio, salió entre los hijos de Israel; y el hijo de la israelita y un hombre de Israel
riñeron en el campamento. 24:11 Y el hijo de la mujer israelita blasfemó el
Nombre, y maldijo; entonces lo llevaron a Moisés. Y su madre se llamaba Selomit,
hija de Dibri, de la tribu de Dan. 24:12 Y lo pusieron en la cárcel, hasta que les
fuese declarado por palabra de Jehová. 24:13 Y Jehová habló a Moisés, diciendo:
24:14 Saca al blasfemo fuera del campamento, y todos los que le oyeron pongan
sus manos sobre la cabeza de él, y apedréelo toda la congregación. 24:15 Y a los
hijos de Israel hablarás, diciendo: Cualquiera que maldijere a su Dios, llevará su
iniquidad. 24:16 Y el que blasfemare el nombre de Jehová, ha de ser muerto; toda
la congregación lo apedreará; así el extranjero como el natural, si blasfemare el
Nombre, que muera.
Más adelante, cubriremos la destrucción de las tres fuerzas poderosas que forman
Babilonia la Grande, y que han oprimido y esclavizado a la humanidad a través de
casi toda su historia. Estas son, por su naturaleza:
[1] la religión;
[2] el comercio; y
[3] el gobierno;