La Teoría de Carol Gilligan

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LA TEORÍA DE CAROL GILLIGAN SOBRE LA ÉTICA DEL CUIDADO

La teoría de la ética del cuidado supuso uno de los ejes centrales de la crítica feminista
contemporánea a la teoría del desarrollo moral universalista que había elaborado Kohlberg.
Carol Gilligan fue discípula de Kohlberg en la Universidad de Harvard, y estaba muy
familiarizada con sus investigaciones. Sin dudar de la importancia de la exposición sobre el
desarrollo moral que hacía su maestro, observó en estas algunas deficiencias:

 Kohlberg realizó sus investigaciones sólo sobre sujetos del sexo masculino.
 Kohlberg usaba dilemas morales hipotéticos, que podrían estar sesgados en su
planteamiento y provocar desviaciones en las respuestas de los sujetos.
 En la escala final del desarrollo moral de Kohlberg las mujeres alcanzaban
resultados inferiores a los hombres.

Carol Gilligan fue una de las colaboradoras en las investigaciones de Kohlberg sobre
dilemas y razonamientos morales y elaboró su teoría de la ética del cuidado como crítica al
universalismo que él proponía. Se percató que no se habían tenido en cuenta las
preocupaciones y justificaciones de las mujeres, guiadas por la ’Ética del Cuidado’’. Su
idea principal es que los hombres y las mujeres tienen formas de pensar diferentes, pero
esto no implica que las mujeres posean menores capacidades para realizar razonamientos
morales como afirmaba Kohlberg[ CITATION Gal18 \l 3082 ].

Y ello no por ser diferentes en sí, sino por las diferencias existentes entre la educación
moral y vital que recibían los hombres y las mujeres en la sociedad. Eso simplemente es lo
que indicaban los resultados diferenciales obtenidos.

Ante estas deficiencias, Gilligan realizó un nuevo estudio en el cual los sujetos eran
mujeres y los dilemas que se proponían eran cuestiones reales, como el aborto. El resultado
fue el descubrimiento de un modelo ético diferente al propugnado por Kohlberg. Si éste
propugnaba como modelo de desarrollo moral una ética de la justicia, en los estudios de
Gilligan salió a la luz la ética del cuidado.

Gilligan planteó que el problema fundamental de los estudios de Kohlberg fue su limitación
a sujetos masculinos, la cual introdujo una desviación de los resultados motivada por la
distinta educación vital y moral que recibimos los hombres y las mujeres en la sociedad.
Los hombres nos moveríamos en lo formal y abstracto, en el respeto a los derechos
formales de los demás, en el ámbito individual y en las reglas. Las mujeres se moverían en
lo contextual, en la responsabilidad por los demás, en las relaciones y en una concepción
global y no sólo normativa de la moral.

A partir de esta concepción, Gilligan elaboró un cuadro del desarrollo moral en el ámbito
de la ética del cuidado que corresponde en grandes líneas al cuadro que propuso Kohlberg
en el ámbito de la ética de la justicia. Aunque formalmente los tres niveles de desarrollo
que propone Gilligan se estructuran sobre la dinámica de los de Kohlberg, su contenido es
muy diferente. Esto tiene que ver con las diferencias básicas entre estas éticas: ambas
defienden la igualdad, pero la ética de la justicia pone el acento en la imparcialidad y la
universalidad, lo que elimina las diferencias, mientras que la del cuidado pone el acento en
el respeto a la diversidad y en la satisfacción de las necesidades del otro. Los individuos de
la ética de la justicia son formalmente iguales, han de ser tratados de modo igualitario, los
de la ética del cuidado son diferentes e irreductibles y no deben ser dañados [ CITATION Car05
\l 3082 ].
Desde este punto de vista se entenderá la diferente orientación que la ética del cuidado de
Gilligan da al desarrollo moral:

Gilligan propone la ética del cuidado como la responsabilidad social, desde la que se
plantea la búsqueda del bienestar de las personas, de aquellas que habrían de ser afectadas
por las decisiones morales, las cuales tienen consecuencias para la vida, para el futuro de
las próximas generaciones; hace una propuesta por una segunda voz, "que aboga por las
diferencias, por el reconocimiento de historias particulares, por el cuidado y el deseo de
bienestar del otro, por la benevolencia como matriz de las relaciones sociales y del juicio
ético". En su teoría, Gilligan reclama por esa segunda voz, esa voz que grita más allá de las
fronteras de un grupo, o de un género, una voz que clama por un espacio, donde el "otro"
deba ser reconocido en su particularidad [ CITATION Ale04 \l 3082 ].

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