La Infancia en Su Desarrollo Físico, Cognoscitivo, Inteligencia, Lenguaje, Social y Personalidad. ESTUDIO Y MEDICIÓN DEL APEGO (Ensayo)

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República Bolivariana de Venezuela

Ministerio del Poder Popular para la Educación


Universidad Bicentenaria de Aragua
Núcleo CREATEC-San Juan de los Morros

 Unidad Curricular: Práctica de Psicología del Desarrollo II

Infancia en su desarrollo físico, cognoscitivo, inteligencia, lenguaje, social


y personalidad, Estudio de la medición del apego.

Facilitadora: Participante:
 Psic. Mahuampi Guzmán Leivys Soares C.I: 26.848.205

6to. “Trimestre”

San Juan de los Morros, Octubre. 2020.


La infancia en su desarrollo físico, cognoscitivo, inteligencia, lenguaje, social y
personalidad.

Infancia en el desarrollo físico y motor

Durante los años de juego, los niños adelgazan y crecen y la grasa del bebé se
convierte en músculo. Se modifican muchas de las características diferenciales del
niño pequeño, desaparece el vientre prominente, la cara ya no es tan redondeada, las
extremidades se alargan y las dimensiones de la cabeza se hacen más proporcionadas
con respecto al resto del cuerpo.

El centro de gravedad se desplaza desde el esternón hacia el ombligo, lo


que permite desarrollar numerosas habilidades motoras que le van a ser de gran
utilidad, ya que tienen un papel importante en los juegos, y estos a su vez son los que
permiten al pequeño una correcta socialización.

La mayoría de los juegos y actividades que se realizan en este periodo van


acompañados de movimiento físico. Las habilidades motoras de los niños aumentan a
esta edad considerablemente debido a la combinación de la maduración cerebral, la
motivación y la práctica, ya que la mayoría de los juegos y actividades que se realizan
en este periodo van acompañados de un importante movimiento físico.

Desarrollo Cognitivo

Otro de los cambios internos que va a afectar al desarrollo externo del niño
comienza después del primer año de vida. La proliferación de neuronas aumenta el
crecimiento del encéfalo, y se produce la mielinización. La mielina es un
revestimiento que cubre los axones y que acelera la transmisión de impulsos
nerviosos entre las neuronas. Si bien los efectos más notables de esta son más visibles
durante la primera infancia, la mielinización continúa durante un mayor periodo de
tiempo.
La mielinización es un proceso esencial para la comunicación rápida y compleja entre
neuronas. De los tres a los seis años la mielinización se produce en las áreas del
encéfalo dedicadas a la memoria y a la reflexión. Debido a este proceso el niño puede
actuar, cada vez más, de forma reflexiva y no dejándose llevar siempre por sus
impulsos, como sucedía en etapas anteriores.
A un nivel práctico, el desarrollo cognitivo que se produce a esta edad conlleva
numerosos cambios. Se denomina pensamiento preoperacional al desarrollo cognitivo
que se produce entre los 2 y los 6 años de edad. El pensamiento preoperacional tiene
cuatro características fundamentales.

Centración: es la tendencia a concentrarse en un aspecto de la situación ignorando el


resto. Por ejemplo, el niño contempla a su padre como papá y no es capaz de
percibirle en ninguno de sus otros roles: hermano, hijo, etc. El egocentrismo por el
que se caracteriza esta etapa hace que los niños de esta edad se concentren en los
aspectos de las cosas que tienen relación con ellos (a medida que se acerca al final de
esta etapa, esta tendencia se amplía). Es habitual que, sobre todo en los primeros
años, observemos que el menor tiene dificultades para ponerse en el lugar del otro.
Ya que la capacidad empática se desarrolla de forma progresiva, es un buen momento
para iniciar este importante aprendizaje.

Atención a la apariencia: en esta etapa las cosas son lo que parecen. Por ejemplo, si
hay dos niños de diferente altura, interpretarán que el más alto es el más mayor,
excluyendo otros atributos, lo que en ocasiones puede suponer algún conflicto cuando
un adulto intenta que entienda conceptos superiores. 
Razonamiento estático: perciben los cambios como repentinos y globales. Por
ejemplo, perciben la diferencia entre las cosas que puede hacer un niño de cuatro años
y las que pueden hacer uno de cinco, estas cambian desde el mismo día de su
cumpleaños. Por lo que puede negarse a hacer cosas que hasta el día anterior hacía sin
dificultad, alegando por ejemplo que los niños de cinco años no juegan en los
columpios. 

Irreversibilidad: tienen dificultades para creer que muchas de las cosas que se


hicieron se pueden deshacer. Por ejemplo, si la madre pone queso al bocadillo y al
niño no le gusta, este va a rechazarlo sin que se le ocurra quitarlo y posiblemente sin
quererlo cuando la madre lo quite delante de él. Necesita un bocadillo nuevo o que la
madre le quite el queso sin que él lo vea.

Es importante tener en cuenta que si bien existen limitaciones en los niños derivadas
del proceso de desarrollo, hay una importante variabilidad individual.

Para que el desarrollo cognitivo y por lo tanto también la inteligencia del niño
pueda madurar con normalidad, tiene que existir una base biológica sana, así como
también una ambiente favorecedor y estimulante. Por otro lado, dicho desarrollo
cognitivo está sujeto a las diversas eventualidades o circunstancias que puedan
acontecerle a cada ser humano, como por ejemplo determinadas enfermedades o
traumatismo que puedan llegar a afectar a su estructura biológica. Una de
las principales teorías sobre las etapas del desarrollo de la inteligencia en el niño es la
del psicólogo suizo Jean Piaget.
Según esta teoría, el desarrollo cognitivo es una reorganización progresiva de los
procesos mentales como consecuencia de la maduración biológica y la experiencia
ambiental. Para Piaget, en primer lugar los niños van asimilando una comprensión
básica del mundo que les rodea desde los reflejos y las percepciones, es decir, desde
la etapa sensoriomotora que tiene lugar desde el nacimiento a los 2 años. En esta
etapa, el niño comienza, de modo progresivo, a experimentar acciones y desarrollar
conductas en base a la experiencia de los sentidos y su destreza motriz.
Posteriormente, comienza a desarrollarse en el niño un nivel más abstracto de
pensamiento, en el que va emergiendo una inteligencia más compleja. Los
mecanismos de asimilación y la acomodación al entorno provocan que, poco a poco,
el niño incorpore su propia experiencia, la conceptualice e interiorice.

El desarrollo Emocional en la Infancia

De forma paralela al ámbito cognitivo, también se va produciendo en el niño un


desarrollo emocional. Este es un elemento de crucial importancia para su posterior
desenvolvimiento en el conjunto de la sociedad a lo largo de toda su vida.
Centrándonos en la etapa infantil, podemos distinguir distintas etapas en el desarrollo
emocional y afectivo del niño. El recién nacido se rige por parámetros emocionales
muy primarios: llora o ríe. Su mundo se basa en necesidades, afectos y acciones muy
básicas. Hacia los 18 meses de vida comienza la aparición de una afectividad
inteligente. Prácticamente al mismo tiempo, el niño comienza a tener una gran
necesidad de seguridad, que por regla general lo encuentra en la madre. Hacia los 2
años el niño es consciente de la mirada de las otras personas, por lo que precisa de su
aprobación como forma de refuerzo y afianzamiento de su personalidad.

Es a partir de los 4 años, coincidiendo con los inicios de la escolarización, cuando


entra en juego otro aspecto fundamental: el desarrollo de un lenguaje más rico y
fluido, con un léxico emocional mucho más complejo, que le permitirá comprender la
realidad, comunicar experiencias y expresar sentimientos mucho más elaborados.
Un desarrollo emocional correcto y dentro de los parámetros considerados como
normales es fundamental para que el niño alcance el nivel suficiente de inteligencia
emocional, que es la habilidad esencial de las personas para atender y percibir los
sentimientos de forma apropiada y precisa. Esta corrección en la gestión de los
sentimientos permite asimilarlos y comprenderlos adecuadamente y tener la destreza
suficiente para regular y modificar el propio estado de ánimo y, en cierta manera,
también el de los demás.

Desarrollo de la Inteligencia

El ámbito cognitivo es un aspecto esencial del desarrollo del niño de 2 a 3 años. El


niño va consolidando el lenguaje, comienza a comprender conceptos abstractos y a
relacionar unos conceptos con otros, mejora su capacidad de atención y memoria y
progresa en el conocimiento y control de su propio cuerpo. Todos estos avances
contribuyen al desarrollo de su inteligencia.

Hasta los 7 años, los niños experimentan una serie de cambios únicos y


extraordinarios. Estos cambios se producen en el encéfalo, una parte del cuerpo que a
los 2 años ya pesa el 75% de lo que pesará en la edad adulta. 

El encéfalo sigue aumentando de tamaño y ampliando sus funciones. Esto se debe a


una mayor proliferación de neuronas y al proceso de mielinización. Este proceso
consiste en la segregación de una sustancia grasa y aislante que permite la
transmisión de impulsos nerviosos de una neurona a otra. De forma que nuestro
pensamiento se va volviendo más rápido y reflexivo. Este proceso dura muchos años,
pero empieza a adquirir especial importancia en esta etapa.

El cambio más importante que se produce en los niños de 2 a 3 años en relación al


desarrollo de su inteligencia es la forma en la que aprenden los niños: pasan del
ensayo-error al aprendizaje por observación. Los padres se convierten en el ejemplo,
el modelo a imitar. Ahora, los niños son capaces de formarse imágenes mentales de
las cosas o las acciones. Esto les ayuda a comprender mucho mejor el mundo, aunque
esta comprensión todavía está teñida por una desbordante fantasía. De ahí que, en esta
etapa, surja el pensamiento mágico y el juego simbólico.

Desarrollo del Lenguaje

¿Cómo se desarrollan el habla y el lenguaje?

Los primeros 3 años de vida, cuando el cerebro está en proceso de desarrollo y


maduración, es el período más intensivo en la adquisición de las habilidades del habla
y el lenguaje. Estas habilidades se desarrollan mejor cuando el niño está expuesto
consistentemente a un mundo lleno de imágenes, sonidos y al habla y el lenguaje de
los demás.

Existen períodos clave en el desarrollo del habla y el lenguaje de los bebés y los niños
pequeños. En estos períodos clave el cerebro está más capacitado para absorber el
lenguaje. Si se dejan pasar estos períodos y no se expone al niño al lenguaje, será más
difícil que el niño lo aprenda.

¿Cuáles son las etapas del desarrollo del habla y el lenguaje?


El bebé muestra las primeras señales de comunicación cuando aprende que con el
llanto logra obtener alimento, consuelo y compañía. Los recién nacidos, además,
comienzan a reconocer los sonidos importantes a su alrededor, por ejemplo, la voz de
la madre o de quien lo cuida. A medida que crecen, los bebés comienzan a distinguir
los sonidos del habla que componen las palabras de su lenguaje. A los 6 meses de
edad, la mayoría de los bebés reconocen los sonidos básicos de su lengua materna.

No todos los niños desarrollan las habilidades del habla y el lenguaje de la misma
manera. Sin embargo, todos los niños siguen una progresión natural o una serie de
etapas para dominar las habilidades del lenguaje. Estas etapas ayudan a los médicos y
a otros profesionales de la salud a determinar si el niño está siguiendo el desarrollo
normal o si necesita ayuda. A veces, los niños demoran en alcanzar estas etapas
debido a que tienen pérdida de la audición, y en otros casos debido a algún trastorno
del habla o del lenguaje.

Desarrollo Social

El niño de esta edad se esfuerza por ordenar las cosas y progresivamente va


consiguiendo mejores resultados. Le gusta ayudar en las tareas domésticas. En cuanto
a la autonomía, necesita supervisión del adulto para la mayoría de las tareas como
lavarse los dientes o ducharse, pero progresivamente puede ir realizando algunos de
los pasos que las componen. Pueden enjabonarse o secarse solos y que el adulto
repase los lugares de difícil acceso.

A esta edad el niño ya puede  crear compañeros de juego imaginarios que sumará
a sus amistades reales. Entre sus juegos favoritos están los de dramatización y roles
que lleva a cabo con otros niños. También los de práctica sensoriomotora (actividad
física) de los que disfruta simplemente por las sensaciones que provocan. A esta edad
el niño ya puede imaginar sin actividad, por lo que es capaz de crear compañeros de
juego imaginarios que sumará a sus amistades reales. Comprende la necesidad de
compartir juguetes y lo pone en práctica con mayor frecuencia a medida que cumple
años.

En ocasiones, la búsqueda de protagonismo se lleva a cabo de manera inadecuada,


saltándose las normas o no haciendo caso a las indicaciones del adulto. Comienza a
conocer la diferencia entre presente y pasado y va tolerando la necesidad de posponer
la satisfacción de deseos. Una adecuada regulación emocional y mayor tolerancia a la
frustración ayudarán a conseguir este objetivo. 

Los niños son muy observadores y muchos de los avances se producen por el
modelado de las personas significativas. Los niños copian lo que ven, ya sea esta la
intención del adulto o no. Si a este aprendizaje por observación se le añade atención,
dedicación y que el adulto lleve a cabo el esfuerzo de ponerse en su lugar, el
aprendizaje del niño aumenta cualitativa y cuantitativamente.

Otras formas en que padres y madres pueden guiar activamente su desarrollo son:

Presentando desafíos: pueden ayudarle a que se enfrente gradualmente a pequeños


retos, para los que ha de esforzarse más intensamente o durante más tiempo, ya que la
frustración forma parte de la vida de todos y ayuda a aceptar que no siempre se puede
conseguir aquello que se desea. 

Ofreciendo ayuda, sin encargarse de todo: proporcionar instrucción o guía, siempre


en función de las necesidades reales del niño. Estimulando la motivación. Adaptando
las exigencias a las características actuales del niño. Es importante plantear metas
adecuadas, para que pueda vivenciar el éxito al ir superando los objetivos.
Mostrándole las consecuencias que tienen sus actos en los demás. Animándole a
interactuar con otros niños.
El desarrollo social del niño comienza en realidad antes del propio
nacimiento, desde el momento en que los padres se están planteando tener un bebé y
se imaginan cómo será físicamente, si se parecerá a ellos. Esta actitud tan corriente,
normal y lógica implica que, de alguna manera, el medio social está teniendo una
cierta influencia sobre el futuro niño. La influencia de lo social desde antes del propio
nacimiento ejemplifica muy bien la enorme importancia de los aspectos sociales en el
desarrollo y crecimiento del niño. El ámbito social va a moldear, de algún modo, todo
lo que tiene que ver con el desarrollo del niño, en consonancia con los aspectos
biológicos y emocionales. Los primeros valores que van a influir en el niño desde los
primeros meses de vida serán los aspectos culturales, familiares y de la sociedad en el
que va a estar inmerso. Lógicamente, luego se sumarán, con gran fuerza y poder de
influencia, las diversas instituciones que tendrán contacto con el niño a lo largo de su
vida: hospitales, guarderías y, por supuesto, la escuela.

El desarrollo de la Personalidad en la Infancia

La personalidad se asienta en gran parte sobre el conjunto de experiencias que el


niño va percibiendo a lo largo de su vida y se considera que su forma de ser no es
plena hasta que llega a la edad adulta, habiendo un proceso de desarrollo y pasando
por unas etapas vitales hasta que se estabiliza, pudiendo sufrir algunas variaciones, no
siendo estas frecuentes ni muy marcadas.

En definitiva, la personalidad es un esquema de pensamiento, un patrón de


comportamiento y una manera de emocionarse que es estable en el tiempo y en las
diferentes situaciones que se van dando. Estos patrones y esquemas van explicando
como el niño percibe la realidad y como interactúa con el entorno.
Ser introvertido o extrovertido, ser sensible o insensible, ser intuitivo o racional son
todas categorías que reflejan aspectos de esos patrones y que van definiendo la
personalidad del niño. Una forma de ser que en una pequeña parte es hereditaria
(acción endocrina de algunas hormonas, la habilidad de adaptación del niño, su
estado de ánimo) y en una gran parte es adquirida y moldeada por el entorno que le
rodea (la familia, el colegio, los amigos) y su experiencia de vida. 

Cómo evoluciona la personalidad del niño a través de las etapas de vida

Desde hace años son múltiples los autores que han querido establecer teorías de cómo
se desarrolla la personalidad. Las dos teorías más conocidas, son: la teoría del
desarrollo psicosocial de Sigmund Freud y la teoría del desarrollo psicosocial de
Erikson. Gracias a estas teorías tenemos una base de la que podemos partir para
hablar de etapas en el desarrollo de la personalidad del niño. 

Hay que tener en cuenta que los límites de esas etapas no son muy claros y puede ser
discutible dónde empiezan y dónde acaban, pero hay consenso acerca de cuáles son y
de qué manera ocupan nuestras vidas.

- La primera infancia (de 0 hasta más o menos los 3 o 4 años) Cuando el niño nace se
puede considerar que no tiene una personalidad marcada, ya que aún no ha tenido
experiencias que le hagan pensar o actuar de una manera determinada. Pero, a medida
que pasan los días podemos ir observando un patrón de comportamiento determinado:
llora mucho o poco, responde con miedo o curiosidad etc. Estas conductas forman
parte del llamado temperamento que tiene base biológica e innata, es decir, es
hereditaria y es un componente que actúa como base para la construcción de la
personalidad.

- La niñez (desde los 4 años hasta los 7 años) Según crece, el niño va desarrollando
diferentes capacidades cognitivas y físicas que le permiten ir conociendo y
entendiendo cómo funciona el mundo. Así verá cómo puede influir y participar en él.
Se van adquiriendo patrones de comportamiento a partir del temperamento y su
confrontación con el entorno que les rodea. En esta etapa los niños adquieren
creencias, normas que provienen de otros y valores que aprenden a partir de la
imitación.

- La pubertad (7-11 años) y la adolescencia (11-17 años) Estas etapas van de la mano.
Es el punto en el que se pasa de niños a adultos y, por tanto, una etapa clave en la
formación de la personalidad. Es una etapa compleja donde el organismo se encuentra
en continuo proceso de cambio donde se experimentan diferentes aspectos y
realidades El número de entornos en los que participa aumenta, y el número de
personas con los que interactúa. Además se dan cambios hormonales. Todo esto hace
que se potencia su búsqueda de vinculación social. Es un momento marcado por la
necesidad del niño de diferenciarse, así se suele producir una ruptura con los adultos
y los familiares y el cuestionamiento de todo lo que se le ha inculcado A través de la
experimentación el niño prueba diferentes maneras de ver la vida, quedándose con
algunos aspectos de la experiencia y moldeando otros. Está buscando una identidad
propia, que con el tiempo cristalice en una personalidad diferenciada.

- Adultos (de los 18 en adelante) A partir de la adolescencia podemos hablar de


personalidad propiamente dicha, ya que es el momento donde se forja un patrón
estable de conducta, pensamiento y emoción. La personalidad puede variar aún pero
la estructura de esta, a grandes rasgos va a ser ya semejante salvo que suceda algún
acontecimiento muy relevante para el sujeto. A medida que vamos siendo más
mayores y más ancianos la personalidad sigue siendo estable pero empieza a haber
una pérdida de habilidades junto con otros aspectos que pueden afectar al individuo a
la manera de relacionarse con el mundo.

Estudio y Medición del Apego

Representantes

 BOWLBY: Presenta la teoría desde el principio de la etología clásica,


asegurando que es vital el vínculo madre/niño para la vida de los infantes.
Este vínculo de apego se desarrolla fácilmente durante un periodo crítico o
sensible. Se considera que la aplicación científica del modelo etológico al
desarrollo infantil empieza en el año 1969, fecha en la que Bowlby el primero
de sus tres libros dedicados al respecto.

 MARY AINSWORTH: Psicóloga estadounidense desarrolló en 1960 como


parte de un estudio del proceso de apego llamado “Situación Extraña”.
Consistió en un proceso de laboratorio que implica estudiar al niño en su
interacción con la madre y con un adulto (extraño) en un entorno no familiar.

 Aporte de algunos representantes:

Teniendo como punto de partida la infancia para el desarrollo del apego, porque es
donde inicia el desarrollo socio-afectivo se toman en cuenta algunas postulaciones
que han permitido el estudio y el avance del tema.

Sigmund Freud: El niño se apega a la madre porque esta le da de comer y además le


estimula sus zonas erógenas (teoría del impulso secundario). Seguidamente propuso
las bases filogenéticas donde expone que no importa si el infante tomo la leche
materna, si le dieron alimentación con biberón o con la ternura correspondiente.

Anna Freud: Propuso la " teoría del impulso secundario" y las " conductas
instintivas primarias” en estas asegura que solo al segundo año de vida el apego surge
en la vida del niño. Demuestra que los infantes tienen apegos incluso a madres que
los maltratan. El potencial de apego del niño se encuentra siempre presente y cuando
siente la carencia de un objeto, rápidamente se fijara en cualquier otro.

Melanie Klein: Sus investigaciones tienen hincapié en la primacía del pecho y la


oralidad. Expresa que el niño desde el principio tiene conciencia de que existe " algo
más" (teoría de un deseo primario de regreso al vientre materno.
Lo que podría afectar el apego en la vida del infante.

Características del niño: Existen estudios que relacionan los partos complicados,
niños prematuros, enfermedades en los primeros meses e incluso el temperamento del
niño con problemas en el establecimiento del vínculo afectivo. Un temperamento
difícil del niño puede provocar una ansiedad que haga complicado el vínculo afectivo.
Si los padres tienen recursos afectivos, sociales y cognitivos para manejarlo, se evitan
esos problemas.

Tipos de Apegos.

Los distintos tipos de apego nos demuestran un hecho a menudo observable: el modo
en que nos criaron influye en la forma en que nos relacionamos con nuestro entorno e
incluso en cómo construimos nuestras relaciones afectivas. Así, el tipo de apego que
establecimos con nuestros cuidadores tiene un impacto directo en cómo nos sentimos
de seguros o en cómo manifestamos el miedo o la ansiedad.

 Tipos de apego en la infancia.

El apego seguro: Según John Bowlby y los expertos en psicología del desarrollo, es
entre los seis meses y los dos años cuando mayor trascendencia tiene el tipo de
vínculo con el que un pequeño está siendo criado
Apego evitativo: Un niño de dos años en el que predomina un estilo de apego
evitativo podría llegar a dos conclusiones. La primera, que no puede contar con sus
cuidadores para satisfacer sus necesidades, un pensamiento que siempre es fuente de
sufrimiento. La segunda: si quiere subsistir en su entorno, debe aprender a vivir con
un amor deficiente, pobre y casi inexistente. Esas migajas afectivas hacen que se
sienta muy poco valorado y que incluso llegue a pensar que lo mejor es evitar toda
relación de intimidad.

Apego ambivalente o ansioso: Este es otro de los tipos de apego más dañinos y
desgastantes que también podemos encontrar. Algunos adultos establecen con sus
hijos un vínculo tan inconsistente como defectuoso. A veces, sus respuestas son las
apropiadas, sus dinámicas son afectuosas y capaces de nutrir cada necesidad de sus
pequeños.

Apego desorganizado: El apego tipo D o desorganizado suele tener un origen muy


concreto. Hablamos de entornos patológicos, de familias donde se dan dinámicas
abusivas, agresivas y de maltrato físico o emocional. De este modo, cuando un
pequeño experimenta estas amenazas queda atrapado en un eterno dilema.

Tipos de apego en la edad adulta

Personalidad segura: Las personas que formaron vínculos seguros en la infancia con
sus progenitores, tienen una mayor probabilidad de establecer patrones de apego
seguros en la edad adulta.

Personalidad evitativa: Son personas solitarias, perfiles que ven las relaciones (ya
sean de amistad o afectivas) como lazos de poca trascendencia. Desconfían, no se
abren emocionalmente, son esquivas e incapaces de satisfacer las necesidades de los
demás. -Son frías, cerebrales y hábiles a la hora de reprimir sus sentimientos. Su
respuesta típica cuando hay algún problema, conflicto y discrepancia es casi siempre
la misma, no responsabilizarse, poner distancia y huir.

Personalidad preocupada e insegura: Crecer con un tipo de apego


ambivalente/ansioso respecto a nuestros progenitores también puede moldear nuestra
personalidad adulta. Es común que desarrollemos cierta inseguridad, una elevada
autocrítica, baja autoestima.

Personalidad temerosa: Las personas que crecieron con un apego desorganizado


tienen un problema esencial: la presencia de un trauma no resuelto. Esa infancia de
abuso y maltrato genera una descomposición interna. Son perfiles fracturados
emocional y psíquicamente que difícilmente podrán establecer una relación afectiva
saludable y feliz.

La medición del Apego. Según la versión Reducida del cuestionario (CaMir-R9 para
la Evaluación del Apego.

Este instrumento se fundamenta en las evaluaciones que realiza el sujeto sobre las
experiencias de apego pasadas y presentes en función de la familia.

 Anamnesis: A través de la anamnesis se recogen datos que apuntan a la


posible constitución de un apego inseguro por «privación materna.
» Observación clínica: De la observación clínica se obtienen datos para saber la
calidad de apego entre el niño y .pares.

Narrativa del paciente: De esta se deducen posibles patrones de apego. Se pueden


valorar.

 Necesidades del Bebe

La crianza con apego, es la filosofía impulsada por el pediatra William Sears que
sigue las doctrinas de educación de la Teoría del Apego en la psicología del
desarrollo, siempre teniendo en cuenta las necesidades de cada bebé y niño. Según
esta teoría, los lazos emocionales que surgen durante la infancia entre padres e hijos
derivarán en relaciones empáticas cuando sean adultos.

Entre los 6 a 9 meses, se da un mayor vínculo de apego, ya que es donde el bebé


inicia sus primeros balbuceo, reconoce más el rostro y voz de sus cuidadores
manteniendo contacto físico con la madre, el bebé tiene que estar en contacto con su
madre en cualquier situación diaria para mantener una relación de cercanía. Por tanto,
los besos, abrazos y caricias son bienvenidos en esta crianza.

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