La Danza de Martha Graham

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La danza de Martha Graham

Poseedora de un estilo lleno de simbolismo, espiritualidad, psicología y fuerza expresiva,


la bailarina y coreógrafa estadounidense Martha Graham, creadora de uno de los métodos
más famosos de la danza contemporánea, nació el 11 de mayo de 1894 en Pittsburgh,
Pensilvania.
Cuentan sus biógrafos que empezó sus estudios de danza en 1916 en Denishawn, escuela
y compañía fundada por Ruth Saint Denis y Ted Shawn, de quienes aprendió la utilidad de
valorar las danzas no occidentales.
A pesar de no contar con las aptitudes técnicas de sus compañeras, poseía una cualidad
que la distinguía de las demás: su extraordinario fervor.

La tenacidad y entrega emocional de Martha eran excepcionales y compensaban cualquier


tipo de carencia. Ello la llevó en 1923 a convertirse en profesora de la Eastman School of
Music de Rochester, y desde entonces se dedicó plenamente a la coreografía.

Será tres años después, en 1926, cuando debutó como artista independiente en Nueva
York. Por esas fechas abandonó las enseñanzas clásicas y románticas y comenzó a
interesarse por la danza contemporánea.

“Haré este tipo de trabajo o cualquier otro que desee hasta que el público me indique que
debo detenerme”, fue la respuesta que dio la bailarina a las críticas recibidas de sus
maestros cuando decidió abrirse camino sola. Como maestra, Martha reclamaba la más
absoluta entrega, en sus clases nadie reía, charlaba ni murmuraba.

No había ni “buenos días” ni “adiós”, sólo se escuchaba su voz dirigiendo indicaciones.


Para ella, la disciplina era la fuente del éxito: “El bailarín es realista, su arte le enseña a
serlo. No importa si el pie está en puntas o no, ningún sueño lo pondrá en puntas por
nosotros. Para ello se necesita disciplina, no sueños”, sentenciaba.

En los años 30 la danza moderna sufrió un verdadero cambio de rumbo, pues al igual que
en otras corrientes artísticas, sobre todo el teatro, el agitado clima político y social de la
década influyó en el movimiento de manera decisiva. Los nuevos coreógrafos mostraban
un gran compromiso social y un deseo de llevar la danza a una mayor cantidad de público.
A su vez, también crecía entre ellos un fuerte desprecio hacia el ballet “de establishment”
y la liviandad de sus argumentos, que sólo reproducían el romanticismo del siglo XIX y
estaban dirigidos a una elite.

Graham no estuvo ajena a este movimiento e influida por la corriente filosófica


existencialista, especialmente por su amigo Jean Paul Sartre, y el socialismo, sus trabajos
“Heretic” y “Sketches for the people”, eran estudios sobre la rebelión de masas.
Pero si en algo su trabajo fue realmente revolucionario fue en su necesidad de expresar la
realidad de su país y lograr un estilo que se diferenciara del ballet europeo. En sus obras
“Frontier” y “Appalachian Spring”, la coreógrafa reflejaba la vida cotidiana del pueblo
estadounidense. En la década de los años 50 ya era una de las bailarinas más renombradas
del mundo y la auténtica líder de la danza moderna.

Su producción coreográfica era enorme y sus temáticas se habían ampliado hacia


direcciones tan diversas como los rituales religiosos, la mitología griega, la condición de la
mujer, las tragedias poéticas y la sátira.

Además, en la mencionada época tenían un halo de sensualidad y pasión gracias al gran


amor que estaba viviendo con uno de sus bailarines.

El gran aporte técnico de Graham a la danza fue la creación de un nuevo método


denominado por ella misma “contracción y relajación”.  A partir de movimientos curvos y
ensimismados del torso expresaba una parte esencial e ineludible del ser humano,
olvidada hasta entonces: el dolor.
Si en el ballet clásico uno de los propósitos básicos era ocultar el esfuerzo, ella lo hacía
visible porque “es parte de la vida”. De esta forma, todo el abanico de sentimientos
quedaba representado: odio, amargura o éxtasis eran transmitidos con un solo gesto.
Graham se concentró en el torso como fuente de vida, como motor.

“Los brazos y las piernas pueden ser usados para manipulaciones o traslados, la cabeza
para decisiones y juicios. Pero todo, cada emoción, se hace visible primero en el torso. El
corazón late y el pulmón se llena, allí está el aire y con él la vida”, decía.

Este estilo coreográfico les dio a sus obras una visión dura y angular, con reminiscencias
cubistas; como en su célebre obra “Lamentación”, en la que la bailarina expresaba la
angustia de una mujer, envuelta en un largo tubo de tela elástica en el que sólo su cara
quedaba expuesta.

Estas formas eran muy poco familiares para el asiduo público de ballet, que en un
principió la acusó de bailar de forma “antiestética”. A pesar de la fama y los honores, a la
bailarina le costaba cada vez más sostener su compañía, ya que se negaba a que sus obras
fueran representadas por otros grupos de danza o por alguien que no hubiera sido
entrenado en su enseñanza y estilo. Por lo demás, sabía que al entregar sus coreografías a
otros grupos perdería el control de las mismas y esto podría desvirtuarlas.
"Edipo Rey"
Cuenta la leyenda en el que un héroe y rey llamado Edipo, tenía una reina llamada
Yocasta, ellos 2 se casaron muy jóvenes y tuvieron 2 hijas, una llamada irla y otra llamada
escara, las 2 hermanas eran muy felices hasta que un día sus padres nunca las volvieron a
ver.

Un día las hermanas fueron a un bosque que quedaba muy cerca del castillo, claro con
permiso de sus padres, cuando llegaron las hermanas al bosque se encontraron a un ciego
y después de eso, nadie las volvió a ver.

Cuando los padres se dieron que las niñas se estaban de morando mucho, llamaron al
mayordomo a buscarlas.

Cuando el mayordomo estaba a punto de salir del castillo se encontró a un ciego, este
parecía perdido, pero no, él tenía que decirle algo al rey y a la reina, entonces el ciego, se
dirigió al mayordomo y les dijo que necesitaba hablar urgentemente con el rey la reina.

Cuando el mayordomo le informo esto al rey y a la reina, ellos fueron corriendo a ver que
pasaba.

En el momento que se encontraron con el ciego y hablaron con él se enteraron de algo


horrible.

El ciego le había dicho al rey y a la reina que había matado a sus hijas.

Al escuchar esto la reina y el rey mandaron a los guardias llevar al ciego al calabozo.

Cuando terminó el trágico día, Yocasta se había ahorcado y Edipo se había sacado los ojos
y había huido del reino.

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