Vías de Administración de Fármacos

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6. Vías de administración de fármacos

La vía de administración es la forma en la que los fármacos se introducen en el interior del


organismo. Por lo general hablamos de vías enterales para referirnos a aquellas que utilizan el
aparato digestivo y son la oral, la sublingual y la rectal, vías parenterales cuando se utilizan
procedimientos invasivos para introducir el fármaco en el organismo y otras vías con efectos locales
o sistémicos como la respiratoria, la transdérmica, la tópica, la oftálmica o la vaginal.

1. VÍAS ENTERALES

1.1. Vía oral

Es la vía más utilizada. Es la más fisiológica además de ser barata y cómoda. Entre sus limitaciones
destaca que no podemos usarla en inconscientes, pacientes con nauseas o con dificultades de
deglución o si requerimos un efecto rápido.

La absorción tiene lugar en el intestino o en la mucosa gástrica, generalmente mediante difusión


pasiva y en ocasiones mediante transporte activo.

La biodisponibilidad puede estar disminuida por fenómenos de primer paso o por características
individuales o puntuales por lo que es imposible asegurar unos niveles estables de fármaco, esto
ocasiona que para fármacos que necesitan unos niveles determinados no podamos utilizarla.

Existen diferentes formas farmacéuticas para administración oral, las más utilizadas son:

Cápsulas: el medicamento está formado por el fármaco más una cubierta. Está cubierta,
generalmente es una gelatina y tiene una función de protección del principio activo frente a la luz y
la humedad además de evitar la irritación gastrointestinal. Por lo habitual, se usan gelatinas duras
para proteger productos sólidos y gelatinas blandas para principios activos líquidos.

Comprimidos: Son la forma farmacéutica más común. Se obtienen por compresión del fármaco al
que se añaden excipientes, que son sustancias inertes adicionadas con fin de dar forma, cohesión,
sabor u olor al fármaco además de ayudar a conseguir una biodisponibilidad adecuada. Tenemos
comprimidos con cubierta entérica que evita la destrucción del fármaco por los ácidos del estómago
o comprimidos de liberación retardada que liberan el fármaco de forma progresiva. En ninguno de
estos dos casos debemos destruir la cubierta ya que podemos ocasionar alteraciones importantes
en la absorción.

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Grajeas: Están formadas por un núcleo, que puede ser una cápsula o un comprimido recubierto de
una capa de azucares con el fin de proteger el núcleo del medio ácido o de enmascarar sabores u
olores desagradables.

Jarabes: están formados por el fármaco al que se le añade azúcares y agua. El azúcar se añade para
limitar el crecimiento bacteriano y darle un sabor dulzón. Hay ocasiones en las que el jarabe debe
prepararse inmediatamente antes de la administración. Los jarabes, por lo general, son poco
estables y una vez abiertos deben consumirse según las indicaciones. En pacientes diabéticos deben
evitarse por su contenido en azúcar. Los elixires son jarabes a los que se añade alcohol.

Suspensiones: son fármacos insolubles o parcialmente solubles en agua, deben agitarse bien antes
de la administración para homogeneizar el contenido y, salvo las suspensiones antiácidas, disolverse
en agua.

Polvos: son formas sólidas que deben disolverse en agua para su administración. Algunos
preparados pueden administrase sin disolverse. Una vez diluidos deben administrarse
inmediatamente para evitar que precipiten.

1.2. Vía sublingual

Los fármacos deben situarse debajo de la lengua, o bien entre la encía y la mejilla. El fármaco alcanza
directamente la circulación sistémica y evitan el primer paso hepático por la vascularización de la
mucosa por lo que presenta efecto rápido.

La absorción generalmente es por difusión pasiva. Existen pocos fármacos para administrar por esta
vía, pero es una vía rápida que en caso de que se requieran efectos rápidos tiene gran utilidad.

1.3. Vía rectal

Presenta una absorción errática, se utiliza para conseguir efectos locales y a veces sistémicos en
caso de vómitos o alteraciones en las cuales el paciente no puede ingerir los medicamentos.

Los fármacos administrados por esta vía evitan parcialmente el paso hepático, aunque es difícil
calcular en qué proporción.

Para administrar fármacos por esta vía se coloca al paciente en decúbito lateral izquierdo con las
rodillas flexionadas. Si se trata de supositorios pueden meterse en nevera o en agua fría para
aumentar su consistencia.

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2. VÍAS PARENTERALES

2.1. Vía intravenosa

Consiste en la introducción del fármaco directamente en el torrente sanguíneo. Es la más rápida e


infalible cuando se quieren lograr concentraciones exactas de fármaco o cuando se necesitan
efectos inmediatos, está indicada también para corregir el balance de líquidos o electrolitos y en la
nutrición parenteral.

Entre sus inconvenientes destacan la posibilidad de dar lugar a reacciones adversas rápidas y los
riesgos derivados del procedimiento de punción. Además, es cara y requiere cuidados especiales y
personal especializado. La concentración máxima que se alcanza en los tejidos, está determinada
principalmente por la velocidad de inyección. Es imprescindible un conocimiento adecuado acerca
de las incompatibilidades a la hora de administrar varios medicamentos por esta vía.

Existen dos métodos para la administración intravenosa:

La infusión continua: Se utiliza para el reemplazamiento o mantenimiento de líquidos y electrolitos


y sirve como vehículo para la administración de fármacos.

La infusión intermitente: Se utiliza para administrar fármacos cada cierto periodo establecido y para
trasfusiones sanguíneas.

El acceso más frecuente es el periférico a través de venas de manos o brazos, aunque se requiere
acceso central para tratamientos prolongados o agresivos. El acceso central más común es a través
de la subclavia, aunque pueden utilizarse otros como la yugular o la femoral.

2.2. Vía intramuscular

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Consiste en la administración del medicamento en el músculo estriado, al estar éste muy


vascularizado, el fármaco se absorbe con rapidez pudiéndose administrar mayor volumen que por
vía subcutánea.

La absorción depende de la vascularización de la zona y del flujo sanguíneo. Suele variar entre 10 y
30 minutos. En situaciones de shock o insuficiencia cardiaca la absorción por esta vía puede estar
limitada, igual ocurre en prematuros, en el embarazo y en lactantes.

Es útil en inconscientes o cuando no se tolera la vía oral. Los lugares más habituales de inyección
son la región glútea y deltoidea y en niños el vasto externo, la técnica de punción debe ser aséptica,
el material empleado estéril y es necesario limpiar la piel previamente a la inyección. Las técnicas
de inserción de la aguja son diversas pudiendo hacerse con la jeringuilla montada en la aguja o
separada, el pinchazo debe efectuarse en un ángulo de 90º respecto al músculo y pueden darse
antes de la inyección unos golpecitos con el dorso de la mano para relajar el músculo y notar menos
el momento de introducción de la aguja.

El movimiento debe ser rápido y de una sola vez. Antes de inyectar el medicamento, tenemos que
aspirar tirando del émbolo para comprobar la ubicación y descartar que hayamos pinchado un vaso,
si aparece sangre nos indica que la aguja ha penetrado en un vaso con lo que debemos retirarla y
sustituirla por otra. El medicamento se debe inyectar de forma lenta para disminuir el dolor y
favorecer una distribución regular.

Una vez finalizada la inyección, retiramos la aguja con un movimiento rápido. Si se pretende una
absorción lenta o se ha administrado un medicamento irritante no se masajeará la zona.

Todo el material utilizado debe desecharse adecuadamente y lavarnos las manos una vez finalizado
el procedimiento.

2.3. Vía subcutánea

La absorción es mayor que por vía oral pero menor que por intramuscular. Está condicionada por el
flujo sanguíneo.

Generalmente la velocidad de absorción es constante y el paso a sangre puede reducirse utilizando


vasoconstrictores locales o frío o aumentarse con calor, masajes o ejercicio. Los lugares más
frecuentes para la administración subcutánea son la cara externa del brazo o del muslo o la cara

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anterior del abdomen. Las soluciones que no sean neutras e isotónicas pueden ocasionar irritación,
dolor o necrosis.

3. OTRAS VÍAS DE ADMINISTRACIÓN DE FÁRMACOS

3.1. Vía dérmica o cutánea

La administración de fármacos en la piel, hasta hace poco era utilizada exclusivamente para acciones
locales. Desde hace algunos años también se utilizan fármacos con fines sistémicos. Existen
diferentes preparados para administración a través de la piel, los polvos dérmicos deben aplicarse
sobre la piel limpia y seca estando contraindicados cuando existe exudado. Entre los preparados
semisólidos existen pastas, pomadas, cremas y geles y entre los líquidos hay lociones, soluciones, o
linimentos.

3.2. Vía vaginal

La mucosa uretral y vaginal presentan una buena absorción, aunque generalmente se utiliza para
efectos locales, se pueden producir efectos sistémicos.

3.3. Vía oftálmica

A través de la mucosa conjuntival puede absorberse distintos fármacos, la córnea también es una
superficie absorbente. Se utiliza para efectos locales, pero ocasionalmente pueden producir efectos
sistémicos.

3.4. Vía inhalatoria

Para introducir gases o líquidos volátiles en el aparato respiratorio. El tamaño de la partícula ha de


ser entre 1 – 10 µm. No hay efecto de primer paso y es muy útil para tratamientos locales si bien
también se utiliza con fines generales como en la anestesia. La velocidad de absorción está
condicionada también por otros factores como la frecuencia respiratoria, la concentración de la
sustancia en aire inspirado o la perfusión pulmonar.

Para administrar líquidos se utilizan nebulizaciones y para sólidos aerosoles generalmente para
lograr efectos a nivel pulmonar con reducidos efectos sistémicos.

El tratamiento mediante aerosoles depende del tamaño de las partículas, de la descarga del fármaco
en las vías respiratorias y de variables respiratorias del paciente. Solamente cerca del 10% llega al
árbol respiratorio, el resto casi por completo se deglute. Estos parámetros indican que el

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tratamiento será eficaz si el paciente (y el profesional) domina la técnica de administración. Los


diferentes estudios han demostrado que en el caso de un fracaso en la terapéutica, lo primero que
hay que comprobar es precisamente la técnica utilizada, pues es la causa más frecuente de fracaso.
Cada tipo de dispositivo tiene unas características especiales que es necesario conocer para su
manejo adecuado.

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