Domingo 29 Durante El Año, Ciclo C.
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Lecturas de hoy:
Este pasaje del libro del Éxodo comienza afirmando que los israelitas
acampaban en Refidim y allí es atacado por Amalec y su pueblo, los amalecitas.
Según las “notas de la Biblia de Jerusalén, los amalecitas habitaban en el Négueb
y en el monte Seír. Amalec, según Génesis 36, 12.16 es presentado como nieto
de Esaú. Las únicas menciones de los amalecitas son de la época de los Jueces y
luego con David con quienes batalla. El motivo del ataque de los amalecitas no
queda claro pero Moisés organiza la defensa de su pueblo pidiéndole a Josué que
elija a algunos hombres y que vaya al campo de batalla en contra de Amalec.
Moisés le dice a Josué que él subirá a la cima del monte teniendo en su mano el
bastón de Dios. La batalla duró hasta la puesta del sol y, mientras Moisés tenía los
brazos levantados, vencía Israel; por el contrario, cuando Moisés baja los brazos
a causa del cansancio entonces vencía Amalec. Finalmente, con la ayuda de
Aarón y Jur, sentaron a Moisés en una piedra y ellos mismos le sostenían los
brazos a Moisés uno por cada lado. De esta manera Josué pudo vencer a Amalec
y toda su tropa.
atención el gesto de Moisés de subir y bajar los brazos. Las palabra hebrea para
describir las manos levantadas de Moisés es “emunah” y “emunah” expresa lo
firme, lo que se mantiene, o sea puede ser traducida perfectamente como
“fidelidad”, “confianza” y “lealtad”. Entonces el gesto de Moisés expresa la
fidelidad, la firmeza, la solidez, la validez, la verdad de Dios sobre Moisés.
Este relato se conoce como la “parábola del juez injusto (inicuo) y la viuda
importuna” (Biblia de Jerusalén). Para su mejor inteligencia la perícopa puede
dividirse en tres secciones: a) introducción (v. 1); 2) parábola (vv. 2-5) y 3)
palabras de Jesús (vv. 6-8).
Los versículos 6-8 de Lucas traen el comentario que hace Jesús acerca de
la parábola a sus discípulos; Jesús invita en un primer momento a escuchar la
respuesta del juez en el sentido de que, finalmente, por la insistencia de la viuda,
le hará justicia. La respuesta del juez que enfatiza Jesús, no ha de centrarse en
su obrar inmoral sino más bien el que éste decide hacerle justicia a pesar de ser
indiferente ante la situación que vive la viuda. Y luego Jesús, comparando la
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actuación del juez con Dios plantea que este último no demorará en hacer justicia
a aquellos que claman día y noche y que son sus “elegidos”; Dios no hace esperar
como el juez inicuo. Finalmente la frase contenida en 18,8 es una pregunta
angustiosa que queda sin respuesta y que apunta a la espera escatológica de la
comunidad cristiana.