2019 Antonio Palomino El Museo Pictoric
2019 Antonio Palomino El Museo Pictoric
2019 Antonio Palomino El Museo Pictoric
Bibliografía
Palomino–Morán 2008; Ceán Bermúdez 1800, vol. IV,
pp. 29-41; Viñaza 1889-94, vol. III, p. 217; Gaya Nuño
1956; Bonet 1973; Gállego [1976] 1995, pp. 179-86;
Galindo San Miguel 1988; Calvo Serraller 1991,
pp. 619-23; Morán Turina 1996; Bassegoda 2004;
Aterido 2015, pp. 213-24
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Dicho esto, lo que cuenta en el marco de esta publicación es lo que Palomino recoge en el
libro cuarto de la práctica de la pintura, consagrado a la musa Melpómene y al «principiante», o
«primer grado de los pintores». Lo exhorta a que no se arredre ante la complejidad del arte de la
pintura, pues «las cosas grandes se hicieron para los grandes espíritus» (p. 56), y que considere que
los famosos pintores «cuyas obras inmortalizaron sus nombres» (p. 53), a quienes debe imitar,
fueron de la misma naturaleza que la suya. Por otro lado, debe tomar de cada disciplina lo que
convenga, pero no más, y, venciendo todo temor, no apegarse en exceso a unos preceptos
que pueden acogotar el ingenio. Siguen después las dotes que ha de tener el metido a pintor, la
relevancia del saber teórico para conocer lo que se hace y diferenciarse de los «articidas» (p. 63)
y unos avisos frente a la vanidad o la imprudencia que dan paso a los rudimentos entre los que
el dibujo desempeña, obviamente, un papel fundamental. El principiante debe entrenarse en
la delineación de «contornos, dintornos, claro, y obscuro» (p. 69), para lo que «ha menester
prevenir […] siete cosas, que son: cartera, papel, regla, compás, lapicero, carbones, y lápiz»
(p. 71), entre los que interesa, sobre todo, la primera, pues «es para dibujar sobre ella, y recoger
los papeles, así originales, como copias de lo que fuere ejecutado; porque de otro modo, ni
unos, ni otros ganarán nada». Una vez dominado el arte de delinear, el principiante debe hacer
cabezas, manos, pies, brazos y piernas, y juntarlo todo «pasando a figuras enteras desnudas, con
la honestidad conveniente» (p. 74). Es muy interesante que anote inmediatamente después
que «hay diferentes escuelas de autores muy clásicos», pues no por casualidad son los que aún
identificamos como autores de las cartillas de dibujo más importantes: Jacopo Palma, Guercino,
Francesco Villamena, Stefano della Bella, «y sobre todas, la de nuestro insigne Españoleto
José de Ribera», aconsejando que los principiantes empiecen por las primeras y dejen las dos
últimas «por ser las más aventajadas» para más adelante «perficionarse, y sutilizarse más, y no
causarles horror al principio». José Riello
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