Lenguaje Simbolico
Lenguaje Simbolico
Lenguaje Simbolico
Cecilia Balcázar
Cuando la mente racional queda silenciada, el modo intuitivo produce una conciencia
extraordinaria; el mundo se experimenta de una forma directa sin ese filtro del
pensamiento conceptual.
Fritjof Capra
Podría parecer extraño que opiniones de peso se encuentren en las obras de los poetas
en vez de en las de los filósofos. La razón de esto es que los poetas escribieron movidos
por el entusiasmo y la imaginación; hay en nosotros semillas de sabiduría, como hay
fuego en el pedernal; los filósofos las sacan por medio de la razón, mientras que los
poetas las extraen con su imaginación y por ello brillan más intensamente.
Antonio Machado
A vosotros es dado saber los misterios del reino de los cielos; mas a ellos no les es
dado… Por eso les hablo por parábolas; porque viendo no ven y oyendo no oyen ni
entienden.
102
En este capítulo diferenciaremos el símbolo —como el gran continente— y la
metáfora —uno de sus contenidos—, y, específicamente la metáfora poética,
instrumento principalísimo de la razón poética e interpretación comparativa propia que
hace el poeta o creador respecto de un símbolo. Veremos también la relación entre
imaginación, imagen y metáfora. Acudiremos al pensamiento de Nietzsche quien dirá
que “el hombre es un animal metafórico”. Y, sobre todo, estudiaremos la metáfora como
vehículo de manifestación de Aquello que brega por manifestarse: nuestro Ser.
Conocer significa en realidad ver, las palabras y frases buscan hacernos ver un
concepto, un sentimiento, una vivencia, sin embargo usualmente se quedan cortas y
sentimos que no podemos expresar todo lo que queremos. Los símbolos son un lenguaje
menos preciso que los conceptos, sin embargo son capaces de portar mucho más
significado que ellos. Los conceptos explican, los símbolos muestran.
1
Chevalier, Jean, Diccionario de los símbolos, Barcelona, Ed. Herder, 1999, p. 547.
2
Wormhole (en inglés), también conocido como un puente de Einstein-Rosen es una hipotética
característica topológica del espacio-tiempo, descrita por las ecuaciones de la relatividad general, la cual
es esencialmente un “atajo” a través del espacio y el tiempo. Un agujero de gusano tiene por lo menos dos
extremos, conectados a una única “garganta”, pudiendo la materia ‘viajar’ de un extremo a otro pasando a
través de ésta.
103
Urban habla de la vis poética, de ese poder que, a veces, tiene el lenguaje para
evocar sentimientos y algo más radical: sentidos intuitivos como diferentes de los
emotivos, que son producidos por la imaginación (la metáfora, por ejemplo, es desde
esta perspectiva una exaltación del carácter intuitivo del lenguaje, y mediante su vis
poética puede conjurar la realidad viva de un modo que le está vedado a las
proposiciones literales y abstractas). Aquello que produce la imaginación y que no está
(que no existe, que es invisible hasta crearlo y que persiste, inagotable, en la
inadecuación), se recoge en la noción de símbolo estético. Un símbolo de estética —
dice el Dictionary of Philosophy de Baldwin— es un objeto que, a parte de su propia
significación inmediata, sugiere también otro, especialmente de contenido más ideal,
que no puede encarnar perfectamente. El símbolo estético es objeto de una intuición
perceptiva e imaginada que sugiere o encarna un sentido ideal.
El símbolo estético puede tener también valor noético, más allá de lo emotivo e
intuitivo. El error, según Urban, estaría en considerar el símbolo estético —y lo estético
en general— como una etapa más del conocimiento científico, o como un sustituto
imperfecto del conocimiento abstracto. Esto es lo que diferencia al símbolo: este no es
sustituto imperfecto, pues “el símbolo contiene una referencia inexpresada que el
concepto abstracto no puede expresar”.
3
Romero de Solís, Diego, Poiesis, Madrid, Taurus, 1998, pp. 238, 239.
104
II
4
Fígares, María Dolores, “Antropología de la imaginación”, Revista Cultural Nueva Acrópolis,
Bogotá, número 19, 1990, p. 19.
5
Campbell, Joseph, El poder del mito, Barcelona, Emecé Editores, 1991, pp. 30, 31.
105
Jesucristo es un hecho mítico; la vida de Siddartha, de príncipe a asceta y el hecho de su
Iluminación6 bajo el árbol Bodhi7 es el relato de la tradición budista.
Si tomamos como ejemplo de mito aquel en que Cronos devora a sus hijos
(Hades, Deméter, Hera, Poseidón, Hestia, Zeus), su restauración ritual sería el
permanente desgaste que el tiempo hace en todo lo existente: subsuelo, tierra fértil,
matrimonio, mares, hogares). Si el mito es la aventura de Ulises; el rito estaría dado por
el viaje que hace cada ser humano y de las peripecias que debe atravesar en él. La
conexión misma que hacemos entre mito y rito en estos ejemplo requieren de un
lenguaje simbólico.
6
La iluminación lo único que permite es que las características de eternidad y necesidad de determinadas
verdades eternas y necesarias sea hechas visibles a la mente gracias a la intervención por la actividad de
Dios.
7
Higuera (Ficus religiosa) bajo la cual Buda se sentaría a meditar y recibiría el Conocimiento Divino.
106
especie. Puesto que el símbolo trasciende la Historia, reducirlo a una significación local
sería una grave manipulación, de ahí la importancia de destacar el sentido universal de
los símbolos. El símbolo reducido se vuelve signo o convención, y el mito reducido se
vuelve ideología, es decir, cuando se crea la necesidad de ver a través de un hecho
particular toda la globalidad del mundo; el rito reducido es pura formalidad.
De manera instintiva, el hombre busca lo que le falta. Dice Eliade: “No se trata
de ser nostálgicos, sino de reactualizar lo que es propio de la especie. Una vez que se ha
redescubierto el mecanismo del pensamiento simbólico, que es inherente a la naturaleza
del ser humano, es imposible que esto no traiga un enriquecimiento innovador para la
especie”.8
8
Citado por Fígares, María Dolores, op. cit., pp. 21, 22.
9
Chevalier, Jean, Diccionario de los símbolos, Barcelona, Herder, 1999, pp. 19.
10
Chevalier, Jean, op. cit. P. 9.
107
conocimiento conceptual, acumulativo o discursivo, nos pone en contacto con una
fundamental o docta ignorancia, la divina Sofía. El símbolo remite a lo atemporal y
supraconceptual. Por esto se lo llama idea-fuerza. El símbolo es factor de esencia y por
ello está en el umbral del No Ser.
De tal modo, los símbolos algebraicos, matemáticos, científicos no son más que
signos cuyo alcance convencional está cuidadosamente definido por los institutos de
normalización. No podría existir ciencia exacta explicándose en símbolos, en el sentido
11
Ibid. p. 10.
12
Ibid. p. 11.
108
preciso del término. El conocimiento objetivo, del que habla Jacques Monod, tiende a
eliminar lo que de simbólico queda en el lenguaje para solo retener la medida exacta.
No es más que un abuso de palabras, bien comprensibles por una parte, llamar símbolos
a esos signos que pretenden indicar números imaginarios, cantidades negativas,
diferencias infinitesimales, etc. Pero sería un error creer que la abstracción creciente del
lenguaje científico conduce al símbolo; el símbolo está cargado de realidades concretas.
La abstracción vacía el símbolo y engendra el signo; el arte, por el contrario, huye del
signo y nutre el símbolo.13
El símbolo es entonces bastante más que un simple signo: lleva más allá de la
significación, necesita de la interpretación y esta de una cierta predisposición. Está
cargado de afectividad y dinamismo. No solo representa, en cierto modo, a la par que
revela; sino que realiza, también, en cierto modo, al tiempo que deshace. Juega con
estructuras mentales. Por esto se lo compara con esquemas afectivos, funcionales,
motores, para mostrar bien que moviliza de alguna suerte la totalidad del psiquismo.
Para marcar su doble aspecto representativo y eficaz, Jean Chevalier dirá que es un
“eidolon-motor”. El término eidolon, lo mantiene, por lo que atañe a la representación,
al plano de la imagen y lo imaginario, en lugar de situarlo al nivel intelectual de la idea
(eidos). No quiere esto decir que la imagen simbólica no desencadene ninguna actividad
intelectual. Queda, sin embargo, como el centro alrededor del cual gravita todo el
psiquismo que ella pone en movimiento. Cuando una rueda está sobre una gorra indica
un empleado de ferrocarriles, solo es un signo; cuando se pone en relación con el sol,
con los ciclos cósmicos, con los encadenamientos del destino, con las casas del zodiaco,
con el mito del eterno retorno, es totalmente otra cosa, adquiere valor de símbolo. Pero
alejándose de la significación convencional, abre la vía a la interpretación subjetiva.
Con el signo, permanecemos sobre un camino continuo y firme; el símbolo supone una
ruptura del plano, una discontinuidad, un pasaje a otro orden; introduce un orden nuevo
con múltiples dimensiones. Complejos, indeterminados, pero dirigidos a un cierto
sentido, los símbolos son también llamados sintemas o imágenes axiomáticas.14
Los ejemplos más preñados de los esquemas “eidolo-motores” son los que Jung
ha llamado los arquetipos, según los hemos tratado en el capítulo II acerca de Las
matrices de la creatividad.
13
Ibid., p. 19.
14
Ibid., pp. 19 a 22.
109
Para Gilbert Durand, en su actuación sociológica y cultural, el ser humano está
dotado de una incuestionable facultad simbolizadora; por consiguiente, la creación
artística y literaria no debe ser concebida fuera de una poética de lo imaginario, que
interpreta los símbolos y las imágenes recurrentes como proyecciones inconscientes de
los arquetipos en que se configuran las profundidades del inconsciente colectivo.
Jung, en El hombre y sus símbolos comienza por diferenciar el signo del símbolo
en el lenguaje humano. Sostiene que el símbolo es una palabra o una imagen cuando
representa algo más que su significado inmediato y obvio. En este último caso, es sólo
un signo. El aspecto inconsciente del símbolo nunca está definido con precisión ni
puede esperarse que lo esté. Sin embargo, los símbolos constituyen una gramática que a
menudo nos expresa inconscientemente.
Para Gastón Bachelard, el símbolo cumple una función distinta en tres sectores
fundamentales: la ciencia objetiva, del que hay que eliminar todo símbolo; el sueño,
donde la neurosis rompe al símbolo, reduciéndose a síntoma; y en tercer lugar, el
símbolo de la palabra humana, del lenguaje poético, del universo subjetivo de la
creación. En este último sector hay libertad plena del símbolo, porque es el universo de
la poesía, de los ideales del mundo, de las invocaciones transfiguradoras del poema, del
mito, de la religión, de la inspiración y de la gracia. Bachelard orienta su investigación
hacia el subconsciente poético el cual se expresa por medio de palabras y metáforas, y
hacia ese sistema de expresión más impreciso, tal vez menos retórico que la poesía
15
El nivel analógico sería propio de la creación metafórica.
110
como puede ser la ensoñación. Así pues, parece originarse una hermenéutica que en
nada se relaciona con el análisis y el método de las ciencias naturales, tratando de captar
y conservar su originalidad, beneficiándose con la productividad psíquica de la misma
imaginación. Para Bachelard, lo imaginario se identifica con el dinamismo creador, con
la amplitud poética de la imagen.16
III
Según el desarrollo del cerebro humano, hace 100.000 años el lóbulo frontal no
se había aún especializado en dos hemisferios con sus funciones racional (izquierdo) e
imaginativa (derecho), sino que los seres humanos de entonces concebían el mundo de
manera holística e integrada lo que implica que las partes no se desagregaban
mentalmente del todo. Su lenguaje habría sido poético-analógico no científico-
16
Romero de Solís, Diego, Poiesis, Madrid, 1981, p. 247.
17
Ibid., pp. 237, 238.
111
deductivo. La función lógica y racional del hemisferio izquierdo data de hace unos
30.000 años.
Cualquiera que sea el origen del habla, los especialistas parecen coincidir en la
“naturaleza primariamente mítica de todas las palabras y formas del lenguaje…”. La
ciencia moderna confirma de manera impresionante la idea de Herder y los románticos
alemanes: “parece indudable que desde el principio el lenguaje y el mito permanecen en
una inseparable correlación… Ambos son expresiones de una tendencia fundamental a
la formación de símbolos: el principio radicalmente metafórico que está en la entraña de
toda función de simbolización.” Lenguaje y mito son vastas metáforas de la realidad. La
esencia del lenguaje es simbólica porque consiste en representar un elemento de la
realidad por otro, según ocurre con las metáforas. La ciencia verifica una creencia
18
Paz, Octavio, El arco y la lira, México, Fondo de Cultura Económica, 2003, pp. 29 a 48.
112
común a todos los poetas de todos los tiempos: el lenguaje es poesía en estado natural.
Cada palabra o grupo de palabras es una metáfora. Y asimismo es un instrumento
mágico, esto es, algo susceptible de cambiarse en otra cosa y de transmutar aquello que
toca: la palabra pan, tocada por la palabra sol, se vuelve efectivamente un astro; y el sol,
a su vez, se vuelve un alimento luminoso. La palabra es un símbolo que emite símbolos.
El hombre es hombre gracias al lenguaje, gracias a la metáfora original que lo hizo ser
otro y lo separó del mundo natural. El hombre es un ser que se ha creado a sí mismo al
crear un lenguaje. Por la palabra, el hombre es una metáfora de sí mismo. Cuando
Lautréamont19 dijo que un día la poesía sería hecha por todos, el advenimiento de ese
estado futuro de poesía total supondría un regreso al tiempo original.
113
tentaciones, latentes a lo largo de toda la historia, ahora se presentan con mayor
exclusividad al hombre moderno. De ahí que la poesía contemporánea se mueva entre
dos polos: por una parte, es una profunda afirmación de los valores mágicos; por la otra,
una vocación revolucionaria. Las dos direcciones expresan la rebelión del hombre
contra su propia condición.
La poesía vive en las capas más profundas del ser, en tanto que las ideologías y
todo lo que llamamos ideas y opiniones constituyen los estratos más superficiales de la
conciencia. El poema se nutre del lenguaje vivo de una comunidad, de sus mitos, sus
20
“El lenguaje es una primera violencia sobre la realidad”. Acotación de Stéphane Vinolo.
114
sueños y sus pasiones, esto es, de sus tendencias más secretas y poderosas. El poema
funda al pueblo porque el poema remonta la corriente del lenguaje y bebe en la fuente
original. En el poema la sociedad se enfrenta con los fundamentos de su ser, con su
palabra primera. Al proferir esa palabra original, el hombre se creó. Aquiles y Odiseo
son algo más que dos figuras heroicas: son el destino griego creándose a sí mismo. El
poema es mediación entre la sociedad y aquello que se funda. El poema nos revela lo
que somos y nos invita a ser eso que somos.
Todo lenguaje es comunicación. Las palabras del poeta son también las de su
comunidad. De otro modo no serían palabras. Toda palabra implica dos: el que habla y
el que oye. El universo verbal del poema no está hecho de los vocablos del diccionario,
sino de los de la comunidad. El poeta no es un hombre rico en palabras muertas, sino en
voces vivas. Lenguaje personal quiere decir lenguaje común revelado o transfigurado
por el poeta.
21
El morfema no alcanza efectiva significación sino en la palabra y esta en la fraseo en la palabra-frase.
Rasgos diferenciales, fonemas, morfemas y palabras son signos que solo significan plenamente dentro de
115
indivisible. El poema posee el mismo carácter complejo e indivisible del lenguaje y de
su célula: la frase poética. Todo poema es una totalidad cerrada sobre sí misma: es una
frase o un conjunto de frases que forman un todo. Pero a diferencia de lo que ocurre con
la prosa, la unidad de la frase, lo que la constituye como tal y hace lenguaje, no es el
sentido o dirección significativa, sino el ritmo.
El dinamismo del lenguaje lleva al poeta a crear su universo verbal utilizando las
mismas fuerzas de atracción y repulsión. El poeta crea por analogía.
El poeta encanta al lenguaje por medio del ritmo. Una imagen suscita a otra. Así,
la función predominante del ritmo distingue al poema de todas las otras formas
literarias. El poema es un conjunto de frases, un orden verbal, fundado en el ritmo.
un contexto. El contexto significa y es inteligible solo dentro de una clave común al que habla y al que
oye: el lenguaje. Las unidades semánticas (morfemas y palabras) y las fonológicas (rasgos diferenciales y
fonemas) son elementos lingüísticos por pertenecer a un sistema de significados que los engloba. Las
unidades lingüísticas no constituyen al lenguaje sino a la inversa: el lenguaje las constituye.
22
Traducción: Las palabras hacen el amor.
23
André Breton (1896-1966), poeta y crítico francés, líder del movimiento surrealista. Guardián de la
ortodoxia del surrealismo, fue para los otros miembros del grupo un maestro del pensamiento.
Biblioteca de Consulta Microsoft® Encarta® 2003.
24
Martin Heidegger (1889-1976), filósofo alemán. Fundador de la denominada fenomenología existencial
Biblioteca de Consulta Microsoft® Encarta® 2003.
116
está fuera de nosotros. El tiempo posee una dirección, un sentido, porque es nosotros
mismos. Cuando el ritmo se despliega frente a nosotros, algo pasa con él: nosotros
mismos.
Aquello que dicen las palabras del poeta ya está diciéndolo el ritmo en que se
apoyan esas palabras. La relación entre ritmo y palabra poética no es distinta a la que
reina entre danza y ritmo musical. En el ritmo está ya la poesía y la poesía está en el
ritmo.
El ritmo no es medida: es visión del mundo. Lo que llamamos cultura hunde sus
raíces en el ritmo. Él es la fuente de todas nuestras creaciones. La historia misma es
ritmo. El rimo es imagen viva del universo, encarnación visible de la legalidad cósmica:
“Una vez Yin, otra vez Yang: eso es el Tao”.
El tiempo del poema es distinto al tiempo cronométrico. “Lo que pasó, pasó”,
dice la gente. Para el poeta lo que pasó volverá a ser, volverá a encarnar. No es lo que
fue, ni lo que está siendo, sino lo que se está haciendo: lo que se está gestando. Es un
pasado que re-engendra y reencarna de dos maneras: en el momento de la creación
117
poética, y después, como recreación, cuando el lector revive las imágenes del poeta y
convoca de nuevo ese pasado que regresa. El poema es tiempo arquetípico, que se hace
presente apenas unos labios repiten sus frases rítmicas. Esas frases rítmicas son lo que
llamamos versos y su función consiste en re-crear el tiempo.
25
Comparar poéticamente una cosa con otra utilizando el adverbio “como” define a la figura llamada
símil.
118
El ritmo poético es la actualización de ese pasado que es un futuro que es un
presente26: nosotros mismos. La frase poética es tiempo vivo, concreto: es ritmo, tiempo
original, perpetuamente recreándose. Continuo renacer y re-morir y renacer de nuevo.
La unidad de la frase, que en la prosa se da por el sentido o significación, en el poema
se logra por gracia del ritmo. Sintéticamente diríamos que el ritmo es la metáfora de la
creación in illo témpore27.
IV
Octavio Paz28 dice que para el poeta inglés Samuel Taylor Coleridge29, la
imaginación es el don más alto del hombre y en su forma primordial “la facultad original
26
Decía Einstein que para los que tienen la convicción de la física, pasado, presente y futuro son una
ilusión.
27
Locución latina que significa “en aquel tiempo” y se usa en el sentido de otros tiempos o hace mucho
tiempo.
28
Paz, Octavio, op. cit., pp. 232 a 250.
29
Samuel Taylor Coleridge (1772-1834), poeta, crítico y filósofo inglés, líder del movimiento romántico
en su país, Biblioteca de Consulta Microsoft® Encarta® 2003.
119
de toda percepción humana”. Esta concepción se inspira en la de Kant. Según la
interpretación que ha hecho Heidegger de la Crítica de la razón pura: La “imaginación
trascendental” es la raíz de la sensibilidad y de entendimiento y la que hace posible el
juicio. La imaginación despliega o proyecta los objetos y sin ella no habría ni
percepción ni juicio; o mejor: como manifestación de la temporalidad que es, se despliega
y presenta los objetos a la sensibilidad y al entendimiento. Sin esta operación —en la
que consiste propiamente lo que llamamos “imaginar”— sería imposible la percepción.
Razón e imaginación (“trascendental” o “primordial”) no son facultades opuestas: la
segunda es el fundamento de la primera y lo que permite percibir y juzgar al hombre.
30
Traducción: “Es una forma de Ser, o de hecho es el único conocimiento que realmente es, y toda otra
Ciencia solo es real en tanto es símbolo de este”.
31
Paz, Octavio, op. cit., p. 234.
120
joined to support all those delicate sentiments of the heart…”32, escribe Coleridge en
Biographia Literaria.
Religión es poesía, y sus verdades, más allá de toda opinión sectaria, son verdades
poéticas: símbolos o mitos. Coleridge despoja a la religión de su cualidad constitutiva:
el ser revelación de un poder divino y la reduce a la intuición de una verdad absoluta,
que el hombre expresa a través de formas míticas y poéticas. La frase “la religión es la
poesía de la humanidad” quiere decir efectivamente: la forma que tiene la poesía de
encarnar en los hombres, y hacerse rito e historia, es la religión33.
32
Traducción: “Las verdades divinas de la religión deberían haber sido reveladas a nosotros en forma de
poesía, y que en todo momento los poetas, no los esclavos de una opinión sectaria particular, deberían
haberse unido para apoyar a todos los sentimientos delicados del corazón…”.
33
Ibid, p. 235.
34
Ibid, pp. 98 a 113.
121
amor por Patroclo y la piedad por Príamo, la fascinación ante una muerte gloriosa y el
deseo de una vida larga. La imagen es cifra de la condición humana.
122
contradicción sólo sirve para señalar el carácter irreparablemente absurdo de la realidad
o del lenguaje.
123
El principio de contradicción complementaria absuelve a algunas imágenes, pero
no a todas. Lo mismo, acaso, debe decirse de otros sistemas lógicos. Ahora bien, el
poema no sólo proclama la coexistencia dinámica y necesaria de los contrarios, sino su
final identidad. Y esta reconciliación, que no implica reducción ni trasmutación de la
singularidad de cada término, sí es un muro que hasta ahora el pensamiento occidental se
ha rehusado a saltar o a perforar. Desde Parménides35 nuestro mundo ha sido el de la
distinción neta y tajante entre lo que es y lo que no es. El ser no es el no-ser. Este primer
desarraigo —porque fue un arrancar al ser del caos primordial— constituye el
fundamento de nuestro pensar. Sobre esta concepción se construyó el edificio de las “ideas
claras y distintas”, que si ha hecho posible la historia de Occidente también ha
condenado a una suerte de ilegalidad toda tentativa de asir al ser por vías que no sean las
de esos principios. Mística y poesía han vivido así una vida subsidiaria, clandestina y
disminuida. El desgarramiento ha sido indecible y constante.
Las consecuencias de ese exilio de la poesía son cada día más evidentes y
aterradoras: el hombre es un desterrado del fluir cósmico y de sí mismo. Pues ya nadie
ignora que la metafísica occidental termina en un solipsismo. Para romperlo, Hegel36
regresa hasta Heráclito37. El castillo de cristal de roca de la dialéctica se revela al fin
35
Parménides (c. 515-c. 440 a.C), filósofo griego, considerado por muchos eruditos como el miembro
más importante de la escuela eleática. Natural de Elea (colonia griega en el sur de la Magna Grecia), se
cree que visitó Atenas cuando tenía 65 años de edad y que, en tal ocasión, Sócrates, entonces un hombre
joven, le oyó hablar. De sus escritos sólo se han conservado 160 versos, pertenecientes a 19 fragmentos
de un poema didáctico, Sobre la naturaleza. En este tratado, considerado el primero sobre el ser, abogaba
por la existencia del “Ser absoluto”, cuya no existencia declaraba inconcebible, pero cuya naturaleza
admitía ser también inconcebible, ya que el “Ser absoluto” está disociado de toda limitación bajo la cual
piensa el ser humano. Mantenía que los fenómenos de la naturaleza son sólo aparentes y debidos, en
esencia, al error humano; parecen existir, pero no tienen entidad real. Sostenía también que la realidad,
“Ser verdadero”, no es conocida por los sentidos, sino que sólo se puede encontrar en la razón. La teoría
de Parménides de que el ser no puede originarse del no ser, y que el ser ni surge ni desaparece, fue
aplicada a la materia por sus sucesores Empédocles y Demócrito,
Biblioteca de Consulta Microsoft® Encarta® 2003.
36
Georg Wilhelm Friedrich Hegel (1770-1831), filósofo alemán, máximo representante del idealismo. El
propósito de Hegel fue elaborar un sistema filosófico que pudiera abarcar las ideas de sus predecesores y
crear un marco conceptual bajo cuyos términos tanto el pasado como el futuro pudieran ser entendidos
desde presupuestos teóricos racionales. Tal propósito requería tener en cuenta, primeramente, la realidad
misma. Así, Hegel la concibió como un todo que, con un carácter global, constituía la materia de estudio
de la filosofía. A esta realidad, o proceso de desarrollo total de todo aquello que existe, se refirió como lo
absoluto, o espíritu absoluto. Para Hegel, el cometido de la filosofía es explicar el desarrollo del espíritu
absoluto. Esto implicaba, en primer lugar, esclarecer la estructura racional interna de lo absoluto; en
segundo lugar, demostrar de qué forma lo absoluto se manifiesta en la naturaleza y en la historia humana;
y en tercer lugar, explicar la naturaleza teleológica de lo absoluto, es decir, mostrar el destino o el
propósito hacia el que se dirige, Biblioteca de Consulta Microsoft® Encarta® 2003.
37
Heráclito (c. 540-c. 475 a.C.), filósofo griego, quien sostenía que el fuego era el origen primordial de la
materia y que el mundo entero se encontraba en un estado constante de cambio. Nació en Éfeso, una
antigua ciudad griega en Asia Menor, que ahora pertenece a Turquía. Debido a su vida solitaria, y a la
124
como un laberinto de espejos. Husserl38 se replantea de nuevo todos los problemas y
proclama la necesidad de “volver a los hechos”. Mas el idealismo de Husserl parece
desembocar también en un solipsismo. Heidegger retoma a los presocráticos para
hacerse la misma pregunta que se hizo Parménides y encontrar una respuesta que no
inmovilice al ser. Heidegger en su tentativa por encontrar el ser se vuelve a la poesía.
Cualquiera que sea el desenlace de su aventura, lo cierto es que la historia de Occidente
puede verse como la historia de un error, un extravío, en el doble sentido de la palabra:
nos hemos alejado de nosotros mismos al perdernos en el mundo. Hay que empezar de
nuevo.
La imagen muestra lo indecible: las plumas ligeras son piedras pesadas. Hay que
volver al lenguaje para ver cómo la imagen puede decir lo que, por naturaleza, el
lenguaje parece incapaz de decir. El lenguaje es significado: sentido de esto o aquello.
Las plumas son ligeras; las piedras, pesadas. Lo ligero es ligero con relación a lo
pesado, lo oscuro frente a lo luminoso, etc. Todos los sistemas de comunicación viven
en el mundo de las referencias y de los significados relativos. De ahí que constituyan
conjuntos de signos dotados de cierta movilidad. Por ejemplo, en el caso de los
números, un cero a la izquierda no es lo mismo que un cero a la derecha: las cifras
modifican su significado de acuerdo con su posición. Otro tanto ocurre con el lenguaje,
sólo que su gama de movilidad es muy superior a las de otros procedimientos de
significación y comunicación. Cada vocablo posee varios significados, más o menos
conexos entre sí. Esos significados se ordenan y precisan de acuerdo con el lugar de la
palabra en la oración. Todas las palabras que componen la frase —y con ellas sus
diversos significados— adquieren de pronto un sentido: el de la oración. Los otros
desaparecen o se atenúan. O dicho de otro modo: en sí mismo el idioma es una infinita
posibilidad de significados; al actualizarse en una frase, al convertirse de veras en
lenguaje, esa posibilidad se fija en una dirección única. En la prosa, la unidad de la frase
oscuridad y misantropía de su filosofía, es llamado algunas veces el oscuro. En cierto sentido, Heráclito
fue uno de los iniciadores de la metafísica griega, aunque sus ideas se derivan de las de la escuela jónica
de la filosofía griega. Consideraba el fuego como la sustancia primordial o principio que, a través de la
condensación y rarefacción, crea los fenómenos del mundo sensible. Heráclito incorporó a la noción de
"ser" de sus predecesores el concepto de "devenir" o flujo, al que consideró una realidad básica
subyacente a todas las cosas, incluso a las más estables en apariencia. Para aclararlo, afirmaba que una
persona no podía bañarse dos veces en el mismo río, Biblioteca de Consulta Microsoft® Encarta® 2003.
38
Edmund Husserl (1859-1938), filósofo alemán, iniciador del movimiento filosófico denominado
fenomenología, movimiento filosófico que describe las estructuras de la experiencia tal y como se
presentan en la conciencia, Biblioteca de Consulta Microsoft® Encarta® 2003.
125
se logra a través del sentido, que es algo así corno una flecha que obliga a todas las
palabras que la componen a apuntar hacia un mismo objeto o hacia una misma
dirección.
Las imágenes del poeta tienen sentido en diversos niveles. En primer término,
poseen autenticidad: el poeta las ha visto u oído, son la expresión genuina de su visión y
experiencia del mundo. Se trata, pues, de una verdad de orden psicológico. En segundo
término, esas imágenes constituyen una realidad objetiva, válida por sí misma: son obras.
U n paisaje de Góngora no es lo mismo que un paisaje natural, pero ambos poseen
realidad y consistencia, aunque vivan en esferas distintas. Son dos órdenes de realidades
paralelas y autónomas. En este caso, el poeta hace algo más que decir la verdad; crea
realidades dueñas de una verdad: las de su propia existencia. Las imágenes poéticas
poseen su propia lógica y nadie se escandaliza porque el poeta diga que el agua es
cristal. Mas esta verdad estética de la imagen vale sólo dentro de su propio universo.
Finalmente, el poeta afirma que sus imágenes nos dicen algo sobre el mundo y sobre
nosotros mismos y que ese algo, aunque parezca disparatado, nos revela de veras lo que
somos. ¿Esta pretensión de las imágenes poéticas posee algún fundamento objetivo?, ¿el
aparente contrasentido o sinsentido del decir poético encierra algún sentido?
126
contradictorio conjunto de cualidades y formas es el sentido. Las cosas poseen un
sentido. Incluso en el caso de la más simple, casual y distraída percepción se da una
cierta intencionalidad. Así, el sentido no sólo es el fundamento del lenguaje, sino
también de todo asir la realidad. Nuestra experiencia de la pluralidad y ambigüedad de
lo real parece que se redime en el sentido. A semejanza de la percepción ordinaria, la
imagen poética reproduce la pluralidad de la realidad y, al mismo tiempo, le otorga
unidad. Hasta aquí el poeta no realiza algo que no sea común al resto de los hombres.
Veamos ahora en qué consiste la operación unificadora de la imagen, para diferenciarla
de las otras formas de expresión de la realidad.
127
La silla es muchas cosas a la vez: sirve para sentarse, pero también puede tener
otros usos. Y otro tanto ocurre con las palabras. Apenas reconquistan su plenitud,
readquieren sus perdidos significados y valores. La ambigüedad de la imagen no es
distinta a la de la realidad, tal como la aprehendemos en el momento de la percepción:
inmediata, contradictoria, plural y, no obstante, dueña de un recóndito sentido. Por obra
de la imagen se produce la instantánea reconciliación entre el nombre y el objeto, entre
la representación y la realidad. Por tanto, el acuerdo entre el sujeto y el objeto se da con
cierta plenitud. Ese acuerdo sería imposible si el poeta no usase del lenguaje y si ese
lenguaje, por virtud de la imagen, no recobrase su riqueza original. Mas esta vuelta de
las palabras a su naturaleza primera —es decir, a su pluralidad de significados— no es
sino el primer acto de la operación poética. Aún no hemos asido del todo el sentido de
la imagen poética.
Toda frase posee una referencia a otra, es susceptible de ser explicada por otra.
Gracias a la movilidad de los signos, las palabras pueden ser explicadas por las palabras.
Cuando tropezamos con una sentencia oscura decimos: “Lo que quieren decir estas
palabras es esto o aquello”. Y para decir “esto o aquello” recurrimos a otras palabras.
Toda frase quiere decir algo que puede ser dicho o explicado por otra frase. En
consecuencia, el sentido o significado es un querer decir. O sea: un decir que puede
decirse de otra manera. El sentido de la imagen, por el contrario, es la imagen misma:
no se puede decir con otras palabras. La imagen se explica a sí misma. Nada, excepto
ella, puede decir lo que quiere decir. Sentido e imagen son la misma cosa. Un poema no
tiene más sentido que sus imágenes. Al ver la silla, aprehendemos instantáneamente su
sentido: sin necesidad de acudir a la palabra, nos sentamos en ella. Lo mismo ocurre con
el poema: sus imágenes no nos llevan a otra cosa, como ocurre con la prosa, sino que
nos enfrentan a una realidad concreta. El poeta no quiere decir: dice; oraciones y frases
son medios. La imagen no es medio; sustentada en sí misma, ella es su sentido. En ella
acaba y en ella empieza. El sentido del poema es el poema mismo. Las imágenes son
irreductibles a cualquier explicación e interpretación. Así pues, las palabras —que
habían recobrado su original ambigüedad— sufren ahora otra desconcertante y más
radical transformación. ¿En qué consiste?
128
movilidad, el poder una palabra ser explicada por otra. Podemos decir de muchas
maneras la idea más simple. O cambiar las palabras de un texto o de una frase sin alterar
gravemente el sentido. O explicar una sentencia por otra. Nada de esto es posible con la
imagen. Hay muchas maneras de decir la misma cosa en prosa; sólo hay una en poesía.
No es lo mismo decir “de desnuda que está brilla la estrella” que “la estrella brilla
porque está desnuda”. El sentido se ha degradado en la segunda versión: de afirmación
se ha convertido en rastrera explicación. La corriente poética ha sufrido una baja de
tensión. La imagen hace perder a las palabras su movilidad e intercambiabilidad. Los
vocablos se vuelven insustituibles, irreparables. Han dejado de ser instrumentos. El
lenguaje cesa de ser un útil. El regreso del lenguaje a su naturaleza original, que parecía
ser el fin último de la imagen, no es así sino el paso preliminar para una operación aún
más radical: el lenguaje, tocado por la poesía, cesa de pronto de ser lenguaje. O sea:
conjunto de signos móviles y significantes. El poema trasciende el lenguaje. El poema
es lenguaje —y lenguaje antes ser sometido a la mutilación de la prosa o la
conversación—, pero es algo más también. Y ese algo más es inexplicable por el
lenguaje, aunque sólo puede ser alcanzado por él. Nacido de la palabra, el poema
desemboca en algo que la traspasa.
129
contradicción insuperable o un sinsentido absoluto, que delata el carácter irrisorio del
mundo, del lenguaje o del hombre (a esta clase pertenecen los disparos del humor y, ya
fuera del ámbito de la poesía, los chistes). Otras nos revelan la pluralidad e
interdependencia de lo real. Hay, en fin, imágenes que realizan lo que parece ser una
imposibilidad lógica tanto como lingüística: las nupcias de los contrarios. En todas ellas
—apenas visible o realizado del todo— se observa el mismo proceso: la pluralidad de lo
real se manifiesta o expresa como unidad última, sin que cada elemento pierda su
singularidad esencial. Las plumas son piedras, sin dejar de ser plumas. El lenguaje,
vuelto sobre sí mismo, dice lo que por naturaleza parecía escapársele. El decir poético
dice lo indecible.
130
enfrentamos a otra turbadora propiedad del poema: en virtud de ser inexplicable,
excepto por sí misma, la manera propia de comunicación de la imagen no es la
transmisión conceptual. La imagen no explica: invita a recrearla y, literalmente, a
revivirla. El decir del poeta encarna en la comunión poética. La imagen trasmuta al
hombre y lo convierte a su vez en imagen, esto es, en espacio donde los contrarios se
funden. Y el hombre mismo, desgarrado desde el nacer, se reconcilia consigo cuando se
hace imagen, cuando se hace otro. La poesía es metamorfosis, cambio, operación
alquímica, y por eso colinda con la magia, la religión y otras tentativas para transformar
al hombre y hacer de “éste” v de “aquél” ese “otro” que es él mismo. El universo deja
de ser un vasto almacén de cosas heterogéneas. Astros, zapatos, lágrimas, locomotoras,
sauces, mujeres, diccionarios, todo es una inmensa familia, todo se comunica y se
transforma sin cesar, una misma sangre corre por todas las formas y el hombre puede
ser al fin su deseo: él mismo. La poesía pone al hombre fuera de sí y, simultáneamente,
lo hace regresar a su ser original: lo vuelve a sí. El hombre es su imagen: él mismo y
aquel otro. A través de la frase que es ritmo, que es imagen, el hombre —ese perpetuo
llegar a ser— es. La poesía abre la posibilidad de entrar en el ser.
39
Hegel, Georg W. F., De lo bello y sus formas, Madrid, Espasa-Calpe, 1977, pp. 173-178.
131
3. Por una relación inversa, los objetos de orden espiritual pueden ser expresados
mediante imágenes tomadas de la naturaleza.
132
fenómenos tomados en una esfera independiente, pero que ofrece analogía con la
primera, y todo esto sin que la idea sea formalmente expresada en el desenvolvimiento
de la imagen misma.41
VI
Respecto del uso de la metáfora entre los filósofos, dice José Ferrater Mora43
que algunos filósofos han tendido a usar metáforas para expresar sus ideas. Otros han
considerado la cuestión de si un lenguaje metafórico es o no legítimo en filosofía. Unos
pocos filósofos han afirmado inclusive que los pensamientos filosóficos son
expresables solo metafóricamente. Los filósofos que han sido parcos en el uso de
metáforas para expresar sus ideas han tendido a considerar el lenguaje metafórico como
sospechoso. Sin embargo, el uso o no uso, o el uso más o menos abundante de un
lenguaje metafórico en filosofía no implica necesariamente una opinión favorable o
41
Ejemplo de imagen: “Un hilo de agua salido de una roca, mozo todavía, se precipita al fondo del
abismo, surge y reaparece con manantiales y arroyos, se extiende en la llanura, recibe las aguas de sus
hermanos, da su nombre a varias comarcas, ve nacer pueblos a su paso y entrega, al fin, estremeciéndose
de alegría sus tesoros, sus hermanos e hijos, en el seno del Creador que le espera” (Johann Wolgang von
Goethe, El canto de Mahoma), Hegel, op. cit. p. 177.
42
Ejemplo de comparación: Y si crees que eres como cualquier ser, como cualquier cosa,
eres todos los seres, todas las cosas (Antonio Porchia). Para Hegel, la comparación correspondería al
símil.
43
Ferrater Mora, José, Diccionario de filosofía, pp. 2386 a 2390.
133
adversa al uso de la metáfora. Se pueden usar metáforas sin estimar que estas son
indispensables o fundamentales en el mismo sentido en que se pueden usar expresiones
idiomáticas en un lenguaje natural sin opinar que los pensamientos filosóficos se
expresen mejor en un lenguaje con muchas expresiones idiomáticas que en uno sin
ellas.
134
vocablos y expresiones en nuestro lenguaje ordinario. Para el filólogo que los analiza
son de índole figurada; para nosotros, expresan simplemente la relación del vocablo con
la cosa. Por eso decía Unamuno que la filosofía de Platón es el desarrollo de las
metáforas seculares del idioma griego, y que, “el discurrir en metáforas es uno de los
más naturales y espontáneos, a la vez que uno de los más filosóficos, modos de
discusión. Los que se creen más libres de ellas, andan entre sus mallas enredados”.
44
Símil.
135
Es el caso de Plotino; la abundancia de ciertas metáforas ha de ser entendida desde este
último punto de vista.
136
VII
45
Aristóteles, Poética, Universidad Autónoma de México, 1945, pp. XCVII a CIV.
137
“el nombre indica en bloque y con indistinción”, “solo la definición divide y
descompone un objeto en sus partes”.
Según Aristóteles, hay dos raíces de que mana la metáfora: a. hay nombres que
convienen a aspectos genéricos; por consiguiente son movibles y transportables de una
especie a otra, por la misma vaguedad y generalidad de su significado; b. aun en el caso
de nombres que designan una especie o aspecto último y definitivo —par, impar, rojo,
amarillo, hombre, rosa—, nunca está tan co-justado el nombre con lo nombrado que no
admita un cierto desplazamiento, al que se denominará metáfora.
b. De la especie al género: Decir que Ulises realizó por miles acciones bellas, en
vez de decir muchas, cuando miles es una especie de mucho. En este caso, la metáfora
parece más fuerte porque el nombre que alude a lo específico está más cerca del campo
gravitatorio de la cosa que el nombre genérico, aparte de que el nombre genérico tiende,
naturalmente, a aplicarse alas especies del género, a caer hacia las diferencias últimas;
mas la especie es ella misma algo último, que no grata propiamente hacia lo genérico. La
metáfora que transporta un nombre específico a un aspecto genérico es empresa más
esforzada y por tanto mejor metáfora.
138
“sacar” y de “cortar”. “Sacar” y “cortar” son dos maneras o especies que pueden
emplearse en lugar del genérico “quitar”.
Me parece que las dos primeras clases de metáfora planteadas por Aristóteles
equivalen a lo que más tarde se denominaría sinécdoque: que sustituye una idea con el
nombre de otra, en virtud de la relación de simultaneidad, coexistencia o inclusión que
hay entre ambas, así: del género a la especie; de la especie al género. La tercera: de
especie a especie y la metáfora por analogía, serían, propiamente, las metáforas
poéticas.
La semejanza (omoion) que rige entre 4/2 = 8/4 es que un término de cualquiera
de las dos razones tiene con el otro la relación de “doble que” él. Y esta relación es
formal o molde hueco, que igual vale para 4 y 2 que para 8 y 4. En cambio, en la simple
46
Ibídem.
139
semejanza no se trata, en general, de relaciones formales o moldes abstractos, en que el
material nada tiene que ver con el molde, sino de relaciones concretas en que el material
y sus relaciones están fundidas en unidad indisoluble. Así, vejez y vida, tarde y día, la
semejanza entre los dos pares de términos no es formal, sino concreta y peculiar de cada
caso.
VIII
47
Ibídem.
140
El símil es el recurso que se apoya en una semejanza que el autor descubre o
establece entre distintos aspectos de la realidad.
Por eso, se dice que la metáfora es una símil en que los nexos han sido omitidos.
Ejemplo de símil: Su caballo iba y venía por el campo de pelea como el rayo
por el aire. (José Martí)
Según la retórica, la metáfora es una comparación tácita de una idea con otra, en
virtud de la relación de semejanza que hay entre las dos.
141
rápidamente la idea comparada, sin que haya desaparecido nada de su resplandor y
elegancia.48
“”Hop, hop, caballo mío, tus alas son el crimen, tus cascos las uñas de Luzbel”
(Schiller).
En la metonimia, el uso de una palabra o frase por otra con la que tiene una
relación de contigüidad puede tener muchas variantes, por ejemplo:
48
Ruano, Jesús María, Lecciones de literatura preceptiva, Bogotá, Ed. Voluntad, 1942, pp. 122-126.
142
La sinécdoque es un tropo que da a una idea el nombre de otra, en virtud de la
relación de simultaneidad, coexistencia o inclusión que hay entre ambas.
IX
Jorge Luis Borges en diálogo sostenido por con Oswaldo Ferrari, recuerda que
Leopoldo Lugones, señalaba en el prólogo de Lunario sentimental que el idioma está
hecho de metáforas, y que toda palabra abstracta es una metáfora, empezando por la
misma palabra metáfora que quiere decir “traslación”.
49
Ibid., pp. 119-121.
50
Borges, Jorge Luis, En diálogo II, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1986, pp. 279 a 283.
143
Si lo que uno escribe expresa exactamente lo que uno quiere, pierde valor y que
conviene ir más allá —como la metáfora—, pues la literatura consiste, precisamente, no
en escribir exactamente lo que uno se propone, sino es escribir misteriosa y
proféticamente algo, más allá del propósito circunstancial.
El autor argentino afirma algo fundamental: bastaría un buen verso sin metáfora
para refutar la teoría de que la metáfora es un elemento esencial. La poesía japonesa,
por ejemplo, ignora la metáfora y sería fácil encontrar ejemplos de versos hechos sin
metáforas, salvo que uno piense que toda palabra es una metáfora. A un chino puede
parecerle poética y metafórica la imagen: “la vía láctea”, que para nosotros es lugar
común. A la “vía láctea”, los chinos, le llaman “el ruido de plata”, lo cual para nosotros
es poético.
Aristóteles habla de la metáfora sobre las cosas, no sobre el lenguaje. Él dice que
una persona que percibe afinidades puede forjar su propia metáfora, afinidades que no
se notan inmediatamente. Y la metáfora consistiría en expresar los vínculos secretos
entre las cosas.
144
poesía está en la cadencia. Por ejemplo, unos versos de Lugones dicen: “El jardín con
sus íntimos retiros / dará a tu alado ensueño fácil jaula”. Uno siente inmediatamente la
poesía porque hay cadencia. Y después uno puede justificar lógicamente diciendo que el
ensueño es un ave, y que la jaula del ensueño es el jardín. Pero justificarla así es casi
destruir la cadencia. Más aún si dijéramos: “El ensueño es un pájaro cuya jaula es el
jardín”. Allí, la poesía se evapora.
Borges cree que uno siente la belleza de una frase, y después, si se quiere, puede
justificarla o no. Pero cree que al mismo tiempo es necesario que uno sienta que esa
frase no es arbitraria.
51
Friedrich Nietzsche (1844-1900), filósofo, poeta y filólogo alemán. Sostenía que todo acto o proyecto
humano está motivado por la “voluntad de poder”. Ésta no es tan sólo el poder sobre otros, sino el poder
sobre uno mismo, algo que es necesario para la creatividad. Tal capacidad se manifiesta en la autonomía
del superhombre, en su creatividad y su coraje, Biblioteca de Consulta Microsoft® Encarta® 2003.
52
Trujillo Amaya, Julián Fernando, Nietzsche: retórica, metáfora y filosofía,
www.puj.edu.co/banners/NIETZSCHE.pdf
145
La relación entre retórica y filosofía es indiscutible. La filosofía está ya desde el
inicio ligada al diálogo, la poesía, la escritura y la discusión, por eso no resulta
infundado considerarla un género discursivo en el que prima la argumentación y la
interpretación con pretensiones de verdad y universalidad. Pero Nietzsche va mucho
más allá y declara que los textos y discursos de la filosofía son solo metáforas, a veces
alegorías, parábolas, fábulas, mitos, es decir, metáforas extendidas, figuras del discurso
con pretensiones de verdad. Si miramos las Notas sobre verdad y mentira en sentido
extramoral, o cualquiera de su fragmentos póstumos entre1872 y 1873, fecha a la que
pertenecen los escritos sobre la elocuencia y la retórica, encontraremos en ellos un giro
hacia la metáfora y la reflexión sobre el lenguaje y la tradición retórica, en la que se
evidencian los fundamentos epistemológicos que preludian y determinan el horizonte
ulterior de la filosofía nietzscheana:
El filósofo pretende que su relato coincida con lo real, pero la mayoría de las
veces impone su voluntad de poder para imprimir en el mundo una estructura que él
mismo construye con su discurso. El filósofo es un artista de las fábulas y mundos
posibles: “Los filósofos aparecen en las épocas de gran peligro, cuando la rueda gira
más veloz; ellos y el arte ocupan el lugar del mito en trance de desaparición”, nos dice
Nietzsche en El Libro del filósofo (Philosophenbuch), un conjunto de notas en las que el
paradigma retórico constituye una teoría del conocimiento basada en la metáfora y una
concepción del lenguaje como obra de arte. “El filósofo es un medio de llegar al reposo
en medio de la corriente incesante, de adquirir conciencia de los tipos permanentes con
desprecio de la pluralidad infinita”. El único modo de dominar la multiplicidad consiste
en estructurar categorías y construir conceptos, es decir, subsumir la infinita variedad de
las cosas y experiencias en una imagen que logra abstraer las semejanzas, “las
percepciones de nuestros sentidos se fundan en tropos, no en razonamientos
inconscientes. El proceso original consiste en identificar lo semejante con lo semejante,
en descubrir cierta similitud entre una cosa y otra”. Formar un concepto es un acto
creativo, artístico, una operación retórica, no lógica, de asociación pura entre imágenes
146
semejantes, ¿cómo se forman entonces los conceptos?, se pregunta Nietzsche en
Philosophenbuch:
147
El hombre que configura el lenguaje no percibe cosas o eventos, sino
impulsos: él no transmite sensaciones, sino solo copias de sensaciones. La sensación
suscitada a través de una excitación nerviosa, no capta la cosa misma: esta sensación
es representada externamente a través de una imagen. Pero hay que preguntarse, sin
embargo, como un acto del alma puede ser representado a través de una imagen
sonora […] no son las cosas las que penetran en la conciencia, sino la manera en que
nosotros estamos ante ellas, pithanón (poder de persuasión). La esencia total de las
cosas no se aprehenden nunca […] en lugar de la cosa, la sensación no aprehende más
que un signo […] el lenguaje es la retórica porque únicamente pretende trasmitir una
doxa, no una episteme. El procedimiento más importante de la retórica son los tropos,
las designaciones impropias. Ahora bien, en sí mismas y desde el comienzo, en
cuanto a su significación, todas las palabras son tropos.
[…] creemos saber algo de las cosas mismas cuando hablamos de árboles,
colores, nieve y flores y no poseemos, sin embargo, más que metáforas de las cosas
que no corresponden en absoluto con las esencias primitivas. Al igual que el sonido
en forma de figura en la arena, la enigmática X de la cosa en sí se presenta primero
como excitación nerviosa, después como imagen y, finalmente, como sonido
articulado.
148
como una fortaleza con sus productos volatilizados, los conceptos. Busca un nuevo
ámbito de acción y un nuevo cauce y los encuentra en el mito y, sobre todo, en el arte.
Según Nietzsche, vivimos en una ilusión permanente, cada símbolo del lenguaje
con el que construimos nuestro mundo humano, demasiado humano, es un prejuicio,
una ilusión, un modo de ver. Los filósofos desde Sócrates han tomado demasiado a la
letra las expresiones del lenguaje y han erigido en conceptos soberanos, como ley de
toda realidad, lo que les ofrecía su propia lengua, organizaban la estructura de la
realidad acorde a la estructura gramatical del lenguaje en el que pensaban. Afirma
Nietzsche en Más allá del bien y del mal:
149
decir, para vivir y afirmar la vida necesitamos del arte en cada momento, sólo la fuerza
artística nos permite eludir la arbitrariedad y rigidez imponente de la gramática, los
conceptos y la lógica: Se lee en Philosophenbuch: “existen dos tipos de fuerza artística;
la fuerza productora de imágenes y la selectora de las mismas”, la retórica juega con
ambas y las potencia a través de sus tropos y figuras.
150
lenguaje, mientras que la lógica (argumental o formal) nos limita a formas fijas, rígidas,
igualmente artificiales. La retórica, en el sentido original de esta expresión, ve en sus
figuras y metáforas modos flexibles de conocer e interpretar, la lógica las petrifica en
esquemas de razonamiento o las excluye como formas no válidas de interpretación. La
lógica más originaria se manifiesta en la gramática, por ello las formas retóricas
transgreden, trastocan, alteran, invierten, funden, desplazan, en fin, juegan con la
gramática. Leemos en Philosophenbuch: “Todas las figuras retóricas (es decir, la
esencia del lenguaje) son razonamientos lógicos falsos. ¡Con ellos comienza la razón!”
El hombre estructura el mundo a su medida, o mejor, a la medida de su propias
metáforas, conceptos y lenguajes. Se lee en Escritos sobre retórica: “El hombre como
medida de todas las cosas es también la idea de la ciencia. Toda ley natural es en última
instancia una suma de relaciones antropomórficas”. Todos los juicios de valor, estéticos,
éticos, jurídicos, metafísicos, son indemostrables. El hecho que un discurso
indemostrable tenga todavía un valor, en general mayor que una proposición científica,
se funda en el valor simbólico y artístico de dicho discurso, es decir, en su belleza y en
su capacidad de suscitar la imitación o lograr la adhesión a un paradigma. Un discurso
tiene su función comunicativa en cuanto es capaz de hacernos sentir, hacernos querer,
hacernos valorar e interpretar de cierta forma el mundo. El discurso retórico existe como
obra de arte y símbolo de la cultura, aún cuando no haya podido demostrarse como
construcción lógica o científica.
151
XI
152
Grecia, porque también allí había nacido la libertad, y que sin esta no era posible la
actividad filosófica. Pero la libertad es el reino de la imaginación, y crece en la medida
que lo hace también la imaginación. La actividad filosófica —en tanto garantía de la
libertad y de la imaginación— podría tal vez fundamentarse como libre actividad
creadora, como arte —filosofía artística, el filósofo artista—, como podría incluso, pero
sin quedar reducida al nombre positivo de una actividad artística concreta —ni tampoco
a una ciencia concreta—, sino más bien negadora de cualquier nombre y suscitadota de
todos, en tanto amor a la sabiduría.
54
Contractio mentis = falta de juicio.
153
XII
Homenaje a la metáfora
55
Costales F., Francisco, Estancia vital de la penumbra, Quito, El Ángel Editor, 2006, pp. 67, 68.
154
pues atrae y combina seres y cosas que naturalmente parecería imposible de asemejarse.
Anteros —al contrario de Eros— evita esas composiciones de seres y cosas
desemejantes. Eros, su hermano facilita la concepción entre semejantes. Pero la
imaginación flexibiliza el mestizaje de los elementos de la diversidad del mundo.
caleidoscopio? (Del gr. καλός, bello, εἶδος, imagen, y -scopio). Según el Diccionario de
56
Las imágenes son reproducciones mentales de las cosas percibidas de la realidad. Esta facultad de
pensar imágenes, alterarlas y crearlas, explica todas las formas del lenguaje y pensamiento figurado que
conocemos como imágenes literarias: metáfora, símil, metonimia, sinécdoque, etc. Las imágenes
constituyen experiencias originales, representaciones especialmente creadas para transmitir una impresión
o sentimiento específico de manera que toman por sorpresa al sujeto que las recibe, y le descubren una
manera inesperada y sugerente de comunicarle algo con el matiz y el carácter que el autor ha querido
imprimirle.
Mariposa de luz, / la belleza se va cuando yo llego / a su rosa. / Corro, ciego, tras ella… / La medio cojo
aquí y allá… / ¡Sólo queda en mi mano / la forma de su huída! (Juan Ramón Jiménez. Español (1881-
1958).
155
casi toda traducción es inexacta, la metáfora y sus interpretaciones varían como
caleidoscopio. La metáfora, en poesía es, esencialmente, comparación de semejanzas y
estas hay que trasladarlas al lenguaje verbal, no obstante todo arte es metafórico según
su propio lenguaje. Así: la pintura y la escultura usarán imágenes visuales; la música,
imágenes auditivas; la escultura, imágenes visuales y táctiles; el arte culinario, imágenes
olfativas y gustativas. Todas estas sensaciones pueden decir una cosa por otra en virtud
de la comparación. También hay imágenes del mundo sensible que pueden ser
metáforas de seres o entidades no sensoriales sino abstractas.
Juan Ramón Jiménez ha llamado mariposa de luz a la belleza, significando su condición inasible (que no
se puede coger, propia de lo intangible o intocable) como cosa abstracta; queda la rosa bella, objetiva y
tangible, tocable, pero la belleza pura se escapa a todo esfuerzo por tenerla en la mano.
Este tropo nos obliga a representarnos mentalmente algo: una mariposa que huye, no una mariposa
cualquiera, sino especialmente clara y brillante y más bien como una mancha luminosa que como un
pequeño insecto preciso y corpóreo.
http://www.monografias.com/trabajos44/apreciacion-literaria/apreciacion-literaria2.shtml
57
Como el relato de la caverna platónica: la ignorancia son las sombras; el fuego es la inteligencia; la
salida de la caverna es la sabiduría; el desencadenado es el filósofo, etc.
156
portadora de mil y un metáforas; y desde estas se abre un postigo a las regiones
misteriosas del Ser que, a la vez, usa como llave hacia la conciencia, precisamente la
metáfora y la imagen poética, que no son sino el lenguaje propio del Ser.
157