Jean Paul Sartre - Completo
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El existencialismo
Para comprender la vida y obra de Jean Paul Sartre, primero debemos introducirnos en la corriente filosofía
existencialista, de la cual fue defensor, precursor y uno de los principales representantes. El existencialismo es un
amplio movimiento filosófico nacido en Europa, que se desarrolla en el periodo entreguerras, y que alcanza su
máxima popularidad en los años cincuenta y sesenta del siglo XX. Si nos situamos desde la perspectiva europea,
podemos comprender que el existencialismo expresa la situación histórica europea, de una realidad desgarrada
física y moralmente entre dos guerras. “Una humanidad europea que entre ambas guerras experimenta en muchos
de sus territorios la pérdida de la libertad, ocasionada por regímenes totalitarios que con signos opuestos la
atraviesan desde los Urales hasta el Atlántico, desde el Báltico hasta Sicilia.” 1
Por lo tanto, podemos decir que el existencialismo nace en una época de crisis donde se expresa la desilusión de la
cultura europea después del fracaso del optimismo positivista, “la crisis de aquel optimismo romántico que
durante todo el siglo XIX y la primera década del XX garantizaba el sentido de la historia, en nombre de la razón,
lo absoluto, la idea o la humanidad, fundamentaba valores estables y aseguraba un progreso seguro e imparable.” 2
Además de la conciencia de encontrarse en una etapa de crisis, en la raíz del existencialismo se encuentra la
interpretación y asimilación del pensamiento de Kierkegaard y Nietzsche.
El existencialismo es una reacción a diferentes filosofías como lo son el idealismo alemán, el positivismo y el
marxismo, todas ellas de carácter optimista, que se glorían de haber captado el principio esencial de la realidad y
el sentido progresivo absoluto de la historia. “Por ello, resulta sencillo entender el existencialismo, como ya lo
hizo E. Mounier en su celebrada Introducción a los existencialismos (1947), como una reacción de la filosofía del
hombre contra los excesos de las filosofías de las ideas y de las cosas.” 3 El existencialismo por el contrario
considera que el hombre es un ser finito, “arrojado al mundo”, que constantemente está afectado por situaciones
problemáticas o absurdas. El existencialismo se centra justamente en el hombre, por el hombre en su singularidad.
La actitud fundamental que comparten los diferentes existencialistas es “la primacía del existente singular e
irrepetible, reacio a quedar engullido en la generalidad de cualquier sistema y, por tanto, realidad singular” 4 que
imposibilita para siempre el cierre de cualquier sistema. El pensamiento existencialista recalca el ser del individuo
en tanto concreto y único. Pregunta por las condiciones de su existencia y provoca al hombre a cobrar conciencia
de la misma, para que no pase su vida sin realmente vivirla. La pugna de los existencialistas contra una filosofía
sistémica perfila a sacar a relucir las limitaciones insuperables de la razón, “las cuales oscurecen su papel como
guía segura en medio de los problemas del existente.” 5 Este modo particular de comprender al ser humano como
1
G. REALE, D. ANTISERI. Historia de la filosofía, Del romanticismo a nuestros días III-2, Barcelona, Herder, 2010, p.217.
2
Ibid, p. 218.
3
A. PINTOR-RAMOS. Historia de la filosofía contemporánea, Madrid, BAC, 2002, p.258.
4
Ibid, p. 259.
5
Ibid
individuo libre e irrepetible, “conforma radicalmente las relaciones de cada persona con lo “otro”, es decir, con
los demás hombres, con el mundo y con Dios.”6
Kierkegaard precursor del existencialismo cuenta que había un hombre tan abstraído de su propia vida que casi no
sabía que existía, hasta que un día se despertó para encontrarse muerto. Morir sin haber vivido. Es una idea que en
verdad espanta y por tanto la obra de estos pensadores y literatos es tan importante.
A pesar de su difusión y popularidad, esta filosofía dista mucho de ser un movimiento unitario, con un cuerpo
doctrinal común a todos sus representantes. Lo que liga a los existencialistas “es la actitud que hizo de
Kierkegaard su precursor: el interés por la existencia humana concreta y el rechazo de la racionalidad como regla
suprema real.”7
De hecho, el ser humano que presenta el existencialismo no puede ser deducido a partir de la razón, esto porque
se trata de un individuo singular, único, e irrepetible, y por lo tanto insustituible ni reemplazable por otro ser
humano. Esta contraposición a la especie, de la generalización, se plasma en la afirmación del carácter único e
irrepetible de cada ser humano concreto, cuya existencia no está sujeta a una naturaleza o a una esencia que lo
determina, sino todo lo contrario, cada ser humano concreto debe plasmarse a sí mismo, de manera libre y
responsable. “La libertad del individuo es apertura a innumerables posibilidades, de entre las cuales debe escoger
su propio camino: llevar a cumplimiento su proyecto vital -realizarse o malograrse, ganarse o perderse- es tarea y
responsabilidad de cada uno.”8
Vida y obra
Jean-Paul Sartre nació en París en 1905 -muere en 1980-, estudió en la prestigiosa Escuela Normal Superior
donde se graduó con honores de su doctorado en Filosofía (1929). Fue filósofo, escritor, crítico literario y
activista político. Enseño filosofía en centros de enseñanza media de Le Havre y de París hasta el comienzo de la
Segunda Guerra Mundial. Durante el curso de 1933-1934 recibió una beca que le permitió estudiar el pensamiento
de Husserl y de Heidegger en Berlin. Su estancia en Alemania fue fundamental para la maduración de la técnica
fenomenológica. Poco después de volver a Francia, fundó junto a Merleau-Ponty el grupo de resistencia
intelectual llamado “Socialismo y libertad”. Al acabar la guerra fundó la revista “ Les temps modernes”, que se
convierte en el portavoz cultural del Existencialismo, y en la que colaboran también otros exponentes de este
movimiento, como Albert Camus y Maurice Merleau-Ponty.
Sartre fue un escritor con todas las fibras de su ser. “Para él escribir significa recrear la realidad, por referencia a
lo que está dado.”9 Nuestro filosofo poseía unas dotes literarias excepcionales, además de una gran capacidad de
comunicación, que daban un gran atractivo a sus escritos, su obra es muy basta, y va más allá del ensayo
filosófico.
Influido por la fenomenología de Husserl, Sartre afirma que la conciencia es apertura al mundo, pero el mundo no
es la existencia; y cuando el hombre ya no tiene objetivos, el mundo carece de sentido. Para Sartre la conciencia
“es una nada de ser”; frente a lo “en sí” está la conciencia, que Sartre llama el “para sí”; y el “para sí” es también
“ser para otro”, y ese “otro” se revela en la experiencia en que él invade mi subjetividad.
6
M. FAZIO, F. FERNÁNDEZ. Historia de la filosofía, IV. Filosofía contemporánea, Palabra, 2009, p.369.
7
Ibid, p. 368.
8
Ibid, p. 369.
9
E. CORETH, P. EHLEN, G. HAEFFNER, F. RICKEN. La filosofía del siglo XX, Barcelona, Herder, 1989, p.71.
Por lo tanto, la conciencia está en el mundo, pero es totalmente distinta del mundo, está desvinculada de lo “en
sí”. Y en esto particularmente radica la libertad de conciencia, que es la existencia, esto es, el hombre. La
conciencia no es un sujeto, no es realidad; es posibilidad, esto es, libertad.
La libertad, dice Sartre en El ser y la nada, no es un ser; es el ser del hombre. La libertad es constitutiva de la
misma conciencia: el hombre está condenado a ser libre; estamos solos, sin excusas. Dios no existe afirma nuestro
filosofo, no encontramos frente a nosotros valores u órdenes que legitimen nuestra conducta. El hombre es el
demiurgo de su propio porvenir. El hombre inventa al hombre.
Sartre dejó constancia de su pensamiento en sus diferentes manuscritos. Entre sus principales obras tenemos:
Novelas:
La náusea (1939).
La edad de razón (1945).
El aplazamiento (1945).
La muerte en el alma (1949).
Obras de teatro:
En el panfleto político:
Obras filosóficas:
Su principal obra fue: El ser y la nada. Ensayo de una ontología fenomenológica (1943).
La trascendencia del ego (1936).
La imaginación (1936).
Bosquejo de una teoría de las emociones (1939).
Lo imaginario. Psicología fenomenológica de la imaginación (1940).
El existencialismo es un humanismo (1946).
Crítica de la razón dialéctica (1960).
El existencialismo es un humanismo (1946): Síntesis y análisis explicativo del texto
El existencialismo es un humanismo es el texto taquigrafiado, apenas retocado por Sartre, de una conferencia que
dio en Paris el lunes 29 de octubre de 1945. La conferencia tiene como objetivo eliminar los malentendidos y las
críticas dirigidas al existencialismo en general.
Sartre comienza el texto diciendo: “Quisiera defender aquí el existencialismo de una serie de reproches que se le
han dirigido.”10
Según Sartre, las críticas marxistas le han reprochado al existencialismo invitar a la gente a permanecer en un
quietismo de desesperación, porque si todas las soluciones están cerradas, habría que considerar que la acción en
este mundo es totalmente imposible, y también desembocar finalmente en una filosofía contemplativa, lo que,
además, dado que la contemplación es un lujo, nos conduce a una filosofía burguesa.
Mientras el cristianismo le reprocha, negar la realidad y la seriedad de las empresas humanas, puesto que, si se
suprime los mandamientos de Dios y los valores inscritos en la eternidad, solo queda la estricta gratuidad,
pudiendo cada uno hacer lo que quiere y siendo incapaz desde su punto de vista, de condenar los puntos de vista y
los actos de los demás.
Sartre quiere responder a las críticas antes expuesta, y plantea que el existencialismo es un humanismo, veamos
como lo aclara. Parte aclarando lo que para él es el existencialismo, nos dice Sartre que el “existencialismo es una
doctrina que hace posible la vida humana y que, por otra parte, declara que toda verdad y toda acción implican un
medio y una subjetividad humana.”11 Y El reproche esencial que se nos hace, dice Sartre, es que ponemos el
acento en el lado malo de la vida humana y tiende a asociarse fealdad a existencialismo.
Para nuestro filosofo hay dos tipos de existencialistas, los cristianos y los ateos, sin embargo, donde confluye el
pensamiento existencialista es en el hecho de considerar que la existencia precede a la esencia, o, si se prefiere,
que hay que partir de la subjetividad.
Pero ¿Que significa esto exactamente? Para explicarlo, Sartre primeramente da su visión técnica del mundo, en la
cual se puede decir que la producción -para la cual se necesita saber la esencia- precede a la existencia. Sartre
procede a comparar a Dios como artesano del hombre, y de este modo expone el concepto de hombre en el
espíritu de Dios es asimilable a la producción en el espíritu industrial. De manera que, el hombre tiene una
naturaleza humana; esta naturaleza humana, que es el concepto humano, se encuentra en todos los hombres, lo
que significa que cada hombre es un ejemplo particular de un concepto universal.
Sartre, nos dice que el existencialismo ateo el cual él representa es más coherente. Declara que, si Dios no existe,
hay por lo menos un ser en el que la existencia precede a la esencia, un ser que existe antes de poder ser definido
por ningún concepto, y que este ser es el hombre o, como dice Heidegger, la realidad humana.
¿Qué significa que la existencia precede a la esencia? “Significa que el hombre empieza por existir, se encuentra,
surge en el mundo, y que después se define. El hombre, tal como lo concibe el existencialista, si no es definible,
es porque empieza por no ser nada. Solo será después, y será tal cómo se haya hecho.” 12 Por lo tanto afirma Sartre
que el hombre es lo que él se hace.
10
J. SARTRE. El existencialismo es un humanismo, Barcelona, Edhasa, 2009, p.21.
11
Ibid, p. 23.
12
Ibid, p. 31.
Ante lo antes expuesto, se concibe al ser humano como proyecto, que se vive subjetivamente, donde nada existe
previamente a este proyecto, y el ser humano será ante todo lo que haya proyectado ser.
Pero si verdaderamente la existencia precede a la esencia, el hombre es responsable de lo que es. Así, el primer
paso del existencialismo es poner a todo hombre en posesión de lo que es, y hacer recaer sobre el la
responsabilidad total de su existencia. Y con esto Sartre expone que el ser humano no es solo responsable de su
individualidad, sino de todos los hombres. Cuando a través del existencialismo se dice que el hombre se elige, hay
que entender que cada uno de nosotros se elige, pero también se quiere decir con esto que al elegirse elige a todos
los hombres. De esta manera nuestra responsabilidad en el existencialismo es mucho mayor de lo que podríamos
suponer, porque compromete a toda la humanidad. De esta manera, cuando soy responsable por mí mismo y por
todos, y creo una cierta imagen del hombre que yo elijo; eligiéndome, elijo al hombre.
El existencialismo declara que el hombre es angustia. Esto significa que el hombre que se compromete y que se
da cuenta de que es no solo el que elige ser, sino también un legislador, que al mismo tiempo que a sí mismo elige
a toda la humanidad, no podría escapar al sentimiento de su total y profunda responsabilidad. Todo ocurre como
si, para todo hombre, toda la humanidad tuviera los ojos fijos en lo que él hace y se ajustara a lo que él hace.
El existencialista, piensa que es muy incómodo que Dios no exista, porque con el desaparece toda posibilidad de
encontrar valores en un cielo inteligible; ya no se puede tener el bien a priori, porque no hay más conciencia
infinita y perfecta para pensarlo. Dostoievski había escrito: «Si Dios no existiera, todo estaría permitido». Este es
el punto de partida del existencialismo. En efecto, todo está permitido si Dios no existe y, en consecuencia, el
hombre está abandonado, porque no encuentra ni en si ni fuera de sí una posibilidad de aferrarse.
Sartre plantea que, si de verdad la existencia precede a la esencia, no hay una naturaleza humana dada y fija; de
donde concluye que no existe un determinismo, el hombre es libre, el hombre es libertad.
Así, al no tener valores divinos, justificaciones o excusas. El ser humano se encuentra solo. Nuestro filosofo
expresa esta condición con la frase “el hombre está condenado a ser libre.” Condenado, porque no se ha creado a
sí mismo y, sin embargo, por otro lado, libre, porque una vez arrojado al mundo es responsable de todo lo que
hace. Para el existencialista, el ser humano, sin ningún apoyo ni socorro, está condenado a cada instante a inventar
al hombre.
Al ser los seres humanos libres, estos decidirán libremente lo que será el hombre, así que, en realidad, las cosas
serán como el hombre haya decidido que sean. Y en esto el existencialismo es opuesto al quietismo, ya que Sartre
cree que solo hay realidad en la acción, ya que el hombre no es nada más que su proyecto, no existe más que en la
medida en que se realiza; por lo tanto, no es otra cosa que el conjunto de sus actos, nada más que su vida. Lo que
queremos decir es que el hombre no es más que una serie de empresas, que es la suma, la organización, el
conjunto de las relaciones que constituyen estas empresas.
Hasta lo ahora expuesto Sartre recalca que el existencialismo no puede ser considerado como una filosofía del
"quietismo”, puesto que define al hombre por la acción; ni como una descripción pesimista del hombre, pues
según él no hay doctrina más optimista, puesto que el destino del hombre está en el mismo. Sartre propone la
subjetividad del individuo como punto de partida del existencialismo porque, quiere una doctrina basada en la
verdad, y no un conjunto de bellas teorías, llenas de esperanza, pero sin fundamentos reales. En el punto de
partida no puede haber otra verdad que esta: pienso, luego existo; esta es la verdad absoluta de la conciencia
captándose a sí misma.
Para Sartre, el existencialismo es la única teoría que otorga una dignidad al hombre, la única que no lo convierte
en objeto. Porque todo materialismo tiene por efecto tratar a todos los hombres, incluido uno mismo, como
objetos. Pero el existencialismo, no propone una subjetividad rigurosamente individual, porque en el cogito se
demuestra que uno no se descubre solamente a sí mismo, sino también a los otros. Por el yo pienso,
contrariamente a la filosofía de Descartes, contrariamente a la filosofía de Kant, nosotros nos captamos a nosotros
mismos frente al otro, y el otro es tan cierto para nosotros como nosotros mismos. Asi, el hombre que se capta
directamente por el cogito descubre también a todos los otros y los descubre como la condición de su existencia.
El otro se vuelve indispensable a mi existencia tanto como el conocimiento que tengo de mí mismo.
Lo anterior nos lleva al descubrimiento de que mi intimidad me descubre al mismo tiempo al otro, como una
libertad colocada frente a mí que no piensa y que no quiere sino por o contra mí. Asi descubrimos enseguida un
mundo que llamaremos la intersubjetividad, y es en este mundo donde el hombre decide lo que es y lo que son los
otros.
Sartre recalca nuevamente que no podemos hablar de una naturaleza humana, sin embrago si podemos considerar
una universalidad humana de condición. Por lo tanto, podemos hablar de condición humana, la cual se entiende
como el conjunto de los límites a priori que bosquejan la situación fundamental del ser humano en el universo.
Porque las situaciones históricas del ser humano pueden ser variadas, pero lo que no varía es su necesidad de estar
en el mundo, de estar en el trabajando, de estar entre otros y de ser mortal. Los limites no son ni subjetivos ni
objetivos, o más bien tienen una faz objetiva y una faz subjetiva.
Lo que el existencialismo tiene interés en demostrar es el enlace del carácter absoluto del compromiso libre, por el
cual cada hombre se realiza al realizar un tipo de humanidad, compromiso siempre comprensible para cualquier
época y por cualquier persona, y la relatividad del conjunto cultural que puede resultar de tal elección. El hombre
se hace; no está todo hecho desde el principio, se hace al elegir su moral, y la presión de las circunstancias es tal
que no puede dejar de elegir una. No definimos al hombre sino en relación con un compromiso. Pero el hombre se
elige siempre respecto a otros.
Propone Sartre que en el plano de la autenticidad total donde se ha reconocido que el hombre es un ser en el cual
la esencia esta precedida por la existencia, que es un ser libre que no puede, en circunstancias diversas, más que
querer su libertad, es donde se reconoce al mismo tiempo que no puede menos que querer la libertad de los otros.
El existencialismo propone que los principios demasiado abstractos fracasan a la hora de definir la acción, la
moral. No hay ningún medio de juzgar. El contenido es siempre concreto y por lo tanto imprevisible; hay siempre
invención. La única cosa que tiene importancia es saber si la invención que se hace, se hace en nombre de la
libertad.
Con respecto a los valores Sartre piensa que sí se ha suprimido a Dios padre, es necesario alguien para inventar
los valores. Hay que tomar las cosas como son. Y, además, decir que nosotros inventamos los valores no significa
más que esto: la vida no tiene sentido, a priori. Antes de vivir, la vida no es nada; le corresponde al ser humano
darle un sentido, y el valor no es otra cosa que ese sentido que se elige.
Que el existencialismo sea un humanismo significa que, el hombre está continuamente fuera de sí mismo; es
proyectándose y perdiéndose fuera de sí mismo como hace existir al hombre y, por otra parte, es persiguiendo
fines trascendentales como puede existir; el hombre, siendo este rebasamiento mismo y no captando los objetos
sino con relación a este rebasamiento, está en el corazón y en el centro de este rebasamiento. No hay otro universo
que este universo humano, el universo de la subjetividad humana.
Esta unión de la trascendencia, como constitutiva del ser humano y de la subjetividad, en el sentido de que el
hombre no está encerrado en sí mismo sino presente siempre en un universo humano, es lo que Sartre llama
humanismo existencialista. Humanismo porque recordamos que en el ser humano que no hay otro legislador que
el mismo, y que es en el desamparo donde decidirá sobre sí mismo; y porque mostramos que no es volviendo
hacia sí mismo, sino siempre buscando fuera de sí un fin que es tal o cual liberación, tal o cual realización
particular, como el hombre se realizara precisamente en cuanto humano.
Concluye Sartre su ponencia afirmando que el existencialismo no es tanto un ateísmo en el sentido de llegar a
agotarse en demostrar que Dios no existe. Mas bien declara: aunque Dios existiera, esto no cambiaría. No es que
el existencialismo crea que Dios existe, sino que piensa que el problema no es el de su existencia. Sino que es
necesario que el hombre se encuentre a sí mismo y se convenza de que nada puede salvarlo de sí mismo, ni
siquiera una prueba valedera de la existencia de Dios. En este sentido el existencialismo es un optimismo y una
doctrina de la acción, por lo tanto, también de la moral.
Según el pensamiento existencialista es el ser humano el que le da sentido a su propia existencia con cada
elección, con cada decisión, y se siente realizado en la medida que construye su propia vida. Existir no consiste
únicamente en estar en el mundo. La existencia humana va más allá, es un relacionarse con el mundo y con el
otro, es por ello que para la construcción de una sociedad justa y humana toda discriminación que limite la
libertad propia y del otro debe de ser rechazada. El hombre tiene como última significación la búsqueda de la
libertad como tal, la libertad por la libertad y a través de cada circunstancia particular. Al querer la libertad se
descubre que ésta depende enteramente de la libertad de los otros, y que la libertad de los otros depende de la
propia; así, en nombre de esta voluntad de libertad, implicada por la libertad misma, se pueden formular juicios
sobre los que tratan de ocultar la total gratuidad de la existencia, y la total libertad. Es allí donde para la
comunidad LGTB en la República Dominicana donde radica su compromiso existencial: rechazar todo tipo de
discriminación y promover los derechos y libertades del conjunto.
Conclusión
Podemos concluir que, Sartre identifica al hombre con su libertad; el hombre es aquello que proyecta ser. En él, la
existencia precede a la esencia. Ahora bien, sí en realidad la existencia precede a la esencia, jamás será posible
explicar la existencia del hombre haciendo referencia a una naturaleza humana dada e inmodificable; en otras
palabras, no existe el determinismo, el hombre es libre, el hombre es libertad: las esencias, las ideas y las teorías
son construidas por el hombre después de la existencia y respondiendo a ella.
Asimismo, el hombre es un ser que vive en perpetua opción y que, actuando libremente, se construye a sí mismo y
se define. Dada la indiferencia de Dios en la existencia del hombre, no existen valores u órdenes que estén en
condiciones de legitimar la conducta del ser humano. Estamos solos, sin excusas. El hombre está condenado a ser
libre. Condenado, porque no fue él mismo quien se creó, y sin embargo libre porque una vez que fue arrojado al
mundo, es responsable de todo lo que hace. La libertad defendida por Sartre es una libertad absoluta, y por lo
tanto atribuye al hombre una responsabilidad total. En cuanto a la moral Sartre propone lo que llama una moral de
situación. El ser humano es absolutamente libre de hacer lo que quiera, si bien debe obrar de buena fe. Esto
significa que debe decidir cómo actuar en cada situación y elegir, en la medida de lo posible respetando la libertad
de los otros y preservando la propia libertad. Es en el acto en que la elección será confirmada o no.
En fin, el existencialismo es un humanismo dado que el hombre es el legislador de sí. Todo cuanto existe en el
mundo del hombre es creación de éste, esto significa que la vida no tiene sentido a priori, es una construcción de
la existencia particular de cada sujeto, la vida no es nada y le corresponde a cada sujeto darle un sentido. En
cuanto a la moral los valores no son otra cosa que el sentido que el sujeto elige en su libertad; que elige en el
desamparo donde decidirá sobre sí mismo para sí y para el otro.
Referencias bibliográficas.
CORETH, EMERICH, EHLEN, PETER, HAEFFNER, GERD, RICKEN, FRIEDO . Curso fundamental de filosofía, La
filosofía del siglo XX, Barcelona, Herder, 1987, pp. 71-74.
FAZIO, MARIANO, FERNÁNDEZ, FRANCISCO. Historia de la filosofía, IV. Filosofía contemporánea, Madrid,
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PINTOR-RAMOS, ANTONIO. Historia de la filosofía Contemporánea, Madrid, BAC, 2002, pp. 257-269.
REALE, GIOVANNI Y ANTISERI, DARIO. Historia de la filosofía, T. 3.2, Barcelona, Herder, 2010, pp. 217-233.