Critica Aravena

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La viga en el ojo
por Fredy Massad

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Aravena, la autoconstrucción de una infamia

LO MÁS LEIDO

La viga en el ojo ABC Blogs

1 Aravena, la autoconstrucción de
una infamia

2 Entrevista a Bêka Lemoine

3 Entrevista a Antonio Pau

4 Entrevista a HARQUITECTES (3ª


parte y última)
Fredy Massad
el 04 feb, 2016 5 Entrevista a Solano Benítez. El
penúltimo carismático

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Lo he dicho muchas veces: no doy valor alguno al premio Pritzker como


reconocimiento. «Honorar la trayectoria de un arquitecto o arquitectos
vivos, cuya obra construida sea una combinación de talento, visión y
compromiso, y que haya contribuido de manera consistente y significativa
a la humanidad y al entorno construido a través del arte de la
arquitectura» es una declaración de intenciones tan pomposa como
ambigua y que nada me aclara sobre cuáles son los criterios con los que
escoge a sus laureados.

No obstante, sí le otorgo valor, y mucho, como síntoma. Porque entiendo


(y esa impresión se ha reforzado comprobando cuáles han sido la mayor
parte de los laureados en últimos años) que el Pritzker es el gesto que
marca la dirección ideológica legítima que debe adoptar el sistema.

En el caso de este año, y aunque haya quien quiera leer esto como un
detalle irrelevante, el Pritzker ha ido a manos de un arquitecto que
formado parte de su jurado durante los últimos siete años, entre 2009 y
2015. Aunque esto no vaya contra ningún reglamento del Pritzker, a mi
entender, con este hecho se ha pasado por alto el decoro más esencial; y
hace que, para aquellos que miramos al Pritzker con escaso respeto, se
refuerce aún más la impresión de que el premio es una broma, pero
saturada de intereses dudosos, tendencioso y oportunista. Galardonar a
Aravena ha sido otorgar con prisas el premio a la última estrella mediática
antes de que su fulgor se apague. Una decisión que, creo, equivale a
darse uno mismo un disparo en el pie. Y de la que no hay que hacer
responsable únicamente al jurado sino también, y quizá sobre todo, al
propio ganador, que no tenido los reflejos necesarios para desaconsejar a
p p g ,q j p j
sus excompañeros del importante desatino que sería convertirlo ahora
mismo en laureado.

Podría replicarse a esto argumentando que el Pritzker ya ha recaído


anteriormente en arquitectos que estuvieron fugazmente de moda y cuya
obra finalmente no trascendió en absoluto. Sin embargo, lo que nunca se
había dado es el caso de que el Pritzker se pusiera tan ostentosamente al
servicio de culminar el encumbramiento de una figura cuidadosamente
autoconstruida mediante la promoción de un proyecto arquitectónico cuya
realidad construida poco o nada tiene a ver con el cautivador poder del
discurso de su autor y la narrativa mediática con que ha sido vendido.

«−En 2009, fue nombrado miembro del jurado del premio Pritzker. ¿Qué
podría decirme sobre éste?

−[…] Siento como un privilegio y como un reto el poder participar en las


discusiones del más alto nivel profesional e intelectual que he encontrado.
Recuerdo una de las discusiones, sobre el corpus profesional de un
arquitecto (y, por supuesto, todos los arquitectos sobre los que se debate
tienen un enorme talento) pero debatimos sobre lo indiscutiblemente
mejor. Recuerdo que se hizo este comentario sobre un edificio. Alguien
dijo: ‘El trabajo de este arquitecto es demasiado dulce.’ Esto te permite
entender el nivel de estos debates: todos los proyectos finalistas cumplen
con los estándares más elevados y lo que se debate son las impresiones
más sutiles y delicadas. Puede compararse con criticar un sofisticado
plato de cocina. No estamos hablando de si un plato está más cocinado
de la cuenta o si está salado… Hablamos de la experiencia
transformadora.» (Alejandro Aravena en conversación con Vladimir
Belogolovsky, 2014)

(Antes de proseguir: No pretendo persuadir a nadie de que esté de


acuerdo conmigo, y asevero esto con las palabras y tono de esta cita,
citada a su vez por Emmanuel Carrère en El Reino: « En cuanto a las
personas que necesitan, en beneficio de sus creencias, que yo sea un
ignorante, un falsario o un hombre de mala fe, no pretendo modificar su
opinión. Si es necesario para su sosiego, me reprocharía
desengañarlos.».)

1.Mis problemas con Aravena*

(* Tomo prestado del crítico cinematográfico Jordi Costa y el dibujante


Darío Adanti el título del cómic que ambos crearon, Mis problemas con
Amenábar, donde Costa exponía inteligentemente y con un rigor que no
evitaba la incorrección política sus motivos contra la figura de Alejandro
Amenábar, para hablar de él como síntoma y no como problema:
«Amenábar es una punta de iceberg, el pretexto para explicar algo más
grande […]: una creación colectiva orientada a impulsar y mantener un
determinado status quo. Y ese estado de la cuestión es el auténtico tema
de Mis problemas con Amenábar […].»)

Alguien sugería respecto artículo sobre el premio Pritzker que mis críticas
a Aravena se deben a una inquina personal y, pese a que el comentario
tenía la intención de desautorizar mi opinión, lo cierto es que ese
opinador tenía toda la razón. Tengo algo personal contra Aravena porque
detesto el personaje que ha construido, las consecuencias que emanan
de éste y el fanatismo a ultranza de su corte de fans y aduladores.

Lo detesto por su fabricación y empaquetado de una falseada y simplista


realidad iberoamericana for-export. Por su posición clasista, que finge

preocuparse por los desfavorecidos pero que en realidad contribuye a


evitar a que su situación pueda mejorar, detesto a alguien que puede
sugerir que «con el diseño adecuado, las favelas y asentamiento
informales ya no son quizá el problema sino que hoy son quizá de hecho
la única solución posible», una afirmación lanzada durante la conferencia
TED celebrada Rio de Janeiro en octubre de 2014, y que me resulta de
una frivolidad infame. Pero lo más grave es que se ha transformado en un
argumento para muchos de estos adalides de esta idea de “lo social”.

Detesto a alguien que, para dar autenticidad a su perfil de héroe de la


“arquitectura social”, adorna su historia personal con unos términos lo
bastante ambiguos como para hacer parecer que conoce de primera
mano, como por haber vivido él mismo, la situación de personas en
circunstancias de pobreza: «Cuando yo era pequeño si tenías sed
tomabas agua… no había más. Eso te obliga a solucionar tus problemas
por la vía más directa. No la más pobre, la más directa. Eso te entrena
para necesitar poco. Y cuando necesitas poco, en momentos
complicados, tienes más libertad. Sobre todo cuando empiezas. No tienes
que mantener los trabajos que te permiten pagar un estilo de vida.
Aceptas sólo los que te parece que van a ser relevantes y te van a
permitir crecer. Si necesitas pagar muchas cuentas al mes te pones la
zancadilla a ti mismo.»

Me causa rechazo la autoconstrucción de un personaje a base de


falacias, capaz de borrar de un plumazo todo lo que lo precedió, tanto en
lo concerniente a sus precedentes locales −como refleja este extracto de
la entrevista que Vladimir Begolovsky realiza a Aravena en 2014
q g y
(publicada en el libro Conversations with Architects in the Age of
Celebrity)−:

«-¿Y el siglo XX?

-Bueno, el Movimiento Moderno no produjo ninguna obra significativa que


uno desearía visitar ex profeso si estuviera haciendo turismo en
Sudamérica. Ni remotamente tiene que ver con Brasil, que tiene una
herencia moderna muy potente.

-¿Estás entonces asegurando que no había aquí nada con interés


arquitectónico antes de la ola de proyectos contemporáneos que han
atraído atención internacional?

-Todos estos proyectos son muy recientes. Los jóvenes arquitectos no


tenemos el peso de ninguna herencia arquitectónica sobre nosotros. No
tenemos miedo de innovar radicalmente.»

o a los propios referentes sobre el concepto de vivienda incremental. El


arquitecto presentó su investigación como producto de una indagación
propia, desarrollada en Harvard, aunque no ha relacionado con la
suficiente frecuencia el desarrollo de la vivienda incremental en
Iberoamérica durante mediados del siglo pasado (debe señalarse que dos
miembros de Elemental son co-autores de un estudio dedicado al PREVI
en cuyas conclusiones apuntan que el trabajo de ese doing tank podría
considerarse una actualización de los propósitos de aquel proyecto
experimental desarrollado durante los años 60). No obstante, y como
también señala Andrés Lepik (pese a podérsele considerar uno de los
promotores de la fama global de Aravena) :«[…] el concepto vivienda
incremental acuñado por Aravena y Elemental son descendientes directos
de aproximaciones arraigadas en la historia, ésta ya presentada en la
exposición Das Wachende Haus de Martin Wagner, en 1932. Alejandro
Aravena todavía no ha mencionado tales puntos conceptuales de
referencia en sus escritos o conferencias».

No obstante, y aun sin ahondar en detalles, en una entrevista publicada


hace pocos días, Aravena parecía querer dejar de ser susceptible de
recibir tal reproche:

«−Le acusan de apropiarse de soluciones tradicionales en Latinoamérica,


como la vivienda incremental.

−Nunca dijimos que fuera algo nuevo. ¿Qué novedad le pusimos? Que
tuviese capacidad de aumentar de valor en el tiempo, porque es lo que yo
espero de mi casa.»

Veo su figura como síntoma de una sociedad cultural y éticamente


empobrecida, que disfruta de alguien que únicamente lanza eslóganes
fáciles y complacientes, que más tienen que ver con los contenidos de un
libro de autoayuda que con una posición cultural y política firme pero que
cala tan profundamente entre el esnobismo primermundista. Me
desagrada ese sentimentalismo , apelado también en esas lágrimas de
emoción que, cuenta él mismo, vertió al saber que había sido
considerado merecedor del Pritzker ( «…no lo vi venir. Quizá
precisamente porque estuve en el jurado y conozco el tipo de debates
que mantienen. Nunca pensé estar dentro de ese nivel. Fue tal así que
cuando me llamaron fue tan fuerte la emoción que, bueno, me puse a
llorar. No me quedó otra. Así de inesperado fue»). Esa falsa sensibilidad y
solidaridad tras las que en realidad hay un empresario astuto y narciso.

Me desagrada porque hace persistir en un estado de las cosas en el que


la opinión y la reflexión han quedado transformadas en una cuestión de fe
ante un predicador que lanza dogmas e, incluso, de una cuestión de
entrega a un seductor sucumbiendo a él en algunos casos, los menos,
por desconocimiento y en la mayoría por el deseo y la necesidad de
plegarse a su figura y poder. «Lo que hace único a Aravena es que lo que

él hace es elegante, tiene una cierta dignidad”, ha dicho el arquitecto


Ricky Burdett, del circuito de conferencias Urban Agel. El año pasado, la
revista Icon le dedicó todo un artículo a Aravena, en el que afirmaba que
el chileno ‘podría convertirse en el niño símbolo de una arquitectura con
enfoque social, que enfrente los problemas únicos del siglo XXI’.»

Porque muchos críticos y periodistas que no han vacilado en erigirlo


como el nuevo poster-boy de lo social han mencionado sólo en voz baja o
han callado directamente que ELEMENTAL pertenece al poderoso grupo
Angelini, sin querer ver que es agente activo de una sociedad regida por
lobbies, del filantrocapitalismo; porque han consentido en nutrir los
medios con conceptos e imágenes que no hablan de reparar la pobreza
sino que son poverty-porn, gestos fariseos recubiertos con una pátina de
caritativa bondad cool, y que no tienen empacho en lanzar epítetos de
admiración, y hasta llegar presentarlo como una especie de Robin Hood
como recientemente hacía Oliver Wainwright en The Guardian:
«ELEMENTAL es una sociedad establecida entre un grupo de
arquitectos, una universidad y la compañía petrolífera nacional, Copec
(que proporcionó la financiación inicial). Esta estructura robin-hoodesca
atraviesa el trabajo de ELEMENTAL, y se divide en tres vías diferentes:
vivienda social, planificación urbana y contratos comerciales más
lucrativos. Proyectos como la nueva sede del gigante farmacéutico
Novartis en Shanghai ayuda a financiar el trabajo con carácter más
público […].»

En definitiva, mis problemas con Aravena tienen que ver con el hecho de
que lo entiendo como un claro producto de merchandising arquitectónico.
q p g q
No encuentro grandes diferencias entre él y otros productos mediáticos
actuales. Encuentro muchos puntos de contacto entre él y otro golden
boy de la arquitectura, Bjarke Ingels. Ambos con discursos efectistas y
alta capacidad de seducción. Aunque parezca extraño, y con dos
proyectos que parecerían diametralmente opuestos, uno y otro comparten
el mismo posicionamiento ideológico y trabajan en la construcción de un
mundo cuyo concepto me desagrada.

Como Ingels, Aravena pertenece a esa categoría que en La cultura en el


mundo de la modernidad líquida Zygmunt Bauman considera específica
de esta época y a la que denomina cazadores. Entendible como
individuos insaciables, ávidamente en pos de una presa, un logro.

«La caza es una ocupación de tiempo completo en el estadio de la


modernidad líquida. Consume una cantidad desmesurada de atención y
energía que deja poco tiempo para cualquier otra cosa. Distrae la
atención de la infinitud inherente a la tarea y difiere ad calendas graecas -
a una fecha inexistente- el momento de reflexionar y admitir sin ambages
que resulta imposible concluida. […] Cazar es como una droga: una vez
que se prueba, se vuelve un hábito, una necesidad interior y una
obsesión. Dar caza a una liebre seguramente deparará una ingrata
decepción, y volverá aún más irresistible la tentación de iniciar otra
cacería, porque la expectativa de atrapar la presa resultará ser la
experiencia más deliciosa (¿la única deliciosa?) de todo el evento. La
caza exitosa de la liebre pone fin a la emoción y aumenta las
expectativas: la única manera de aplacar la frustración consiste en
planear e iniciar de inmediato la próxima cacería.»

Esta idea del triunfo como fin, dejando por el camino toda posibilidad de
cuestionamiento de duda, de reflexión… Ingels, Aravena parecen
anteponer el éxito a la reflexión crítica sobre el logro real y sus
consecuencias.

«En lugar de una vida hacia la utopía, a los cazadores se les ofrece una
vida en la utopía. Para los “jardineros’: la utopía era el final del camino,

mientras que para los “cazadores”, el propio camino es la utopía. […] Los
jardineros veían en el fin del camino la .realización y el triunfo final de la
utopía. Para los cazadores, llegar al fin del camino equivaldría a la derrota
ignominiosa y final de la utopía. A las injusticias existentes se agregaría la
humillación, con lo cual este revés pasaría a ser una derrota personal.
Puesto que los otros cazadores no cesarán de cazar, la exclusión de la
caza continua será equivalente a la desgracia y la vergüenza del rechazo:
y en el análisis final, a la ignominia de que haya quedado expuesta la
ineptitud propia.»

Igualmente, en la banalidad acrítica con que se construye y sostiene todo


este contexto resultan ya cómicas las papanatadas de Patrik
Schumacher, que le sirven para tener su minuto de gloria y escándalo y
termina reforzando al antagonista contra el que clama. Tanto uno como
otro son parte de lo mismo. No hay antagonismo real: son dos opciones
del mismo mundo de espectáculo y banalidad intelectual. Los papeles son
intercambiables.

2. Necesitamos otro nuevo héroe

Recupero a continuación el fragmento de un artículo que escribí en julio


de 2010 en torno al congreso Arquitectura Más por Menos. Dentro del
marco de éste tuve oportunidad de escuchar por primera vez a Alejandro
Aravena.

J é M í Fid l ( i l d CC OO ) l ió
«José María Fidalgo (ex secretario general de CC.OO.) elogió como
‘arquitectos tercermundistas’ a los ponentes procedentes de lo que
denominó ‘países pobres’, un estereotipo preocupante ya que es
absolutamente erróneo concebir como ‘países pobres’ a Chile o

Colombia, puesto que no lo son: se trata en realidad de países que


padecen de una grave descompensación social, pero que en modo
alguno son ‘países pobres’.

El arquitecto carismático y fashionable por excelencia (esto es, Jacques


Herzog) había desencantado al auditorio con su intervención, pero un
potencial digno sucesor estaba a punto de subir a escena: Alejandro
Aravena, que se transformó en una de las absolutas figuras del congreso.

Para una sociedad que necesita encumbrar héroes y nuevas narrativas


sobre ellos, Aravena se perfila como un ideal héroe para este momento.

[…]

En consonancia con el congreso, Aravena mostró su amanerada faceta


social, dejando de lado otros edificios firmados por él, y que difícilmente
se encuadran dentro de ese perfil. Tras una larga disertación sobre
Chairless, un modelo de silla diseñada para Vitra, que según él mismo
explicara es un diseño utilizado por los indios ayoreo (que habitan en
territorios entre Bolivia y Paraguay) – a quienes dijo que donaba parte de
los beneficios obtenidos- y sobre el reciente terremoto de Chile
explicando una forma de transportar agua dentro de un neumático.
Mediante la exhibición de esta ‘silla’, Aravena mostraba, casi sin quererlo,
su filosofía: copiar diseños simples y envolverlos en un estuche ‘cool’, tal
y como ha hecho de las viviendas de la Quinta Monroy (Iquique): la
apropiación de un diseño simple, y ya aplicado, pero que él impregna de
un halo mediático de conciencia social a gusto del siglo XXI para
presentar su proyecto para la construcción de unas viviendas en las que
reasentar a cien familias en la misma área que habían estado ocupando
ilegalmente durante treinta años, cuyo concepto se basa en el modelo
denominado ‘vivienda incremental’: el arquitecto lleva a cabo el diseño y

construcción de base, las viviendas se entregan sin finalizar, quedando a


cargo del propietario incrementar la superficie construida según sus
propias necesidades.

En el discurso de Aravena fueron emergiendo opiniones más coherentes


con un alegato al marketing y a la idea de una arquitectura – limosna.
Con sinceridad, confesó haber encontrado en la arquitectura social el
factor a través del que otorgar relevancia a su trabajo; confesó no ser un
altruista ni tener intención de que ELEMENTAL se convierta en una ONG.
Y ocultó o dijo en voz muy baja, que su compañía está financiada por la
principal empresa petrolera privada de Chile, COPEC; que los modelos
de vivienda incremental no son un descubrimiento suyo, sino que llevan
aplicándose en Iberoamérica desde la segunda mitad del siglo XX,
mientras que él proponía que surgían de investigaciones desarrolladas en
la universidad de Harvard.

La dinámica mediática ha hecho que este proyecto se haya valorado


desde todos los ámbitos sin conocerse su realidad cotidiana: las
viviendas de la Quinta Monroy son lugares míseros. Además de ser
entregadas sin terminaciones no ofrecían a los compradores en el
momento de la adquisición ni siquiera recursos ‘elementales’ como agua
caliente, y transforman finalmente un proyecto social con ambiciones de
transformación social a medio plazo en un proyecto de caridad farisea,
donde el beneficiado en ningún caso han sido los residentes sino el
arquitecto para quien un manifiesto de conciencia social y de
reivindicación ha servido de un trampolín para una deseada (y asumida
como necesaria) fama.
)

Se ha calificado esta arquitectura de clasismo esteticizado, que sólo


propicia la segregación social, creando guetos de pobreza. Y ciertamente
debe cuestionarse el modo en que a través de emprendimientos como

éste, la arquitectura social queda en manos de intereses privados que,


lícita o ilícitamente, priorizarán sus beneficios sobre la calidad de la
vivienda que ofrecen. Una propuesta como la de ELEMENTAL en países
donde el estado no tiene una tradición de promover la vivienda social,
complica aún la situación al colaborar en la privatización, en lugar de
exigir desde la arquitectura al estado que éste asuma esta obligación. En
lugar de tomar una postura política desde la arquitectura se opta por
ponerse en las filas del mercado.»

3. Arquitectura para tiempos populistas

La concesión del premio Pritzker a Aravena no debe leerse como un


hecho aislado, y en ello estriba su gravedad. Es importante comprender
a Aravena como un producto necesario, como el elemento a través del
cual una ideología se recicla de nuevo en sí misma.

El comienzo de la crisis puso delante de nosotros un mundo en el que la


opulencia, hasta entonces jaleada, se volvió para ciertos sectores
incómoda. Aravena había emprendido su estrategia profesional
apostando por ELEMENTAL, comprendiendo cómo éste poseía el
potencial para abrirle un nicho que singularizara su figura dentro de un
paisaje que, aún entonces, estaba demasiado saturado de star-architects
entregados a la grandeza y al fasto. Se hacía necesario un remplazo
urgente, la recuperación de una credibilidad para una arquitectura que
había acabado ido convirtiendo en un chiste cada vez más patéticamente
ridículo y venenoso.

Para comprender cuál era el estado de la cuestión y cómo se produce el


relevo en el decorado del escenario y sus motivos, y errores, vale la pena

leer este texto difundido a través de Facebook por el arquitecto italiano


Luigi Prestinenza Puglisi, miembro del jurado durante la Bienal de
Arquitectura de Venecia en 2008:

«Ya ha pasado bastante tiempo y, por tanto, puedo hacerles una


confesión. Aaron Betsky, director de la Bienal de 2008, me nombró
miembro del jurado del León de Plata. (El de Oro es asignado por el
director y ese año fue entregado a Gehry). El Jurado estaba presidido
por Jeffrey Kipnis.

[…] Cuando se decidió el premio al trabajo del mejor arquitecto expuesto


en la Bienal, Kipnis y los otros miembros escogieron unánimente un viejo
juguete 3D de Greg Lynn. A mí, esa instalación me parecía una búsqueda
ya agotada y que no había logrado mantener las promesas iniciales. Me
opuse con firmeza. A pesar de mi inglés, para usar un eufemismo,
tambaleante, diun discurso de media hora que pareció conseguir algún
consenso. Pero, al final, los cuatro votaron por Lynn.

Yo estaba furioso, me parecía una elección estúpidamente formalista y


los cuatro estaban tan en sintonía que tuve la desagradable sensación de
que se habían puesto de antemano de acuerdo (pero, por caridad, fue mi
pura sensación). […] Y así, con mi voto en contra, el premio a Lynn salió
por mayoría.

Pedí que, sin embargo, el premio al país fuera a una nación en vías de
desarrollo y a arquitectos comprometidos con lo social, incluso para hacer
de contrapeso al juguete viejo de Lynn. Salió a la palestra Chile, y
Aravena. Parecía un joven prometedor y el país había tenido una historia
trágica con un pasado de dictadura. El Jurado lo votó por unanimidad. El
proyecto eran las casas por completar: las típicas casas a la mitad. Pero
pasa el tiempo y cada vez me convenzo más de que lo que entonces me

pareció una buena elección comprometido no era más que un refinado


juego−¿lo queremos decir?− radical chic […].»
SOBRE EL AUTOR
Dos años después, a fines de 2010, Andres Lepik astutamente reunió en
la exposición Small Scale, Big Change que tuvo lugar en el MoMA, a Fredy Massad
Aravena, Urban Think-Tank, Diébédo Francis Keré, Anne Heringer…
Síguelo en
entre otros, dibujando así un nuevo paradigma arquitectónico adecuado
para la época de recesión. Lepik proponía este batiburrillo de héroes Buenos Aires,1966. Arquitecto por la
alternativos desde un enfoque que, al propagarse mediáticamente, cada Facultad de Arquitectura,…... ver más

vez ha ido pareciéndose más a aquella solidaridad de los 80 del Live Aid
y el USA for Africa.
BLOGS DE CULTURA & OCIO
Lepik introducía este panorama con más espíritu de marketing que
convencimiento, o puesta al día ideológica. Creo que no se podía pedir Sin cobertura
Jesús García Calero
más a quien, en 2003, fue comisario de la exposición Content de Rem
Koolhaas. El pintor de batallas
Augusto Ferrer-Dalmau
La versión más flagrante de este populismo o espíritu solidario de nuevo
cuño se alcanzó cuando, bajo la dirección de David Chipperfield, la Bienal Salsa de chiles
de 2012, bajo el título Common Ground, se otorgó el León de Oro a un Carlos Maribona

proyecto de investigación que parecía regodearse en estetizar lo pobre: la


Torre David en Caracas. El estudio, llevado a cabo por Urban Think-Tank, Orientaciones
F. Pastrano
hacía una apología simplista del valor de la ocupación ilegal, celebrándolo
como una acción informal y antisistema, pero pasando por alto muchas
Crónicas de un nómada
de las cuestiones controvertidas (sociales, políticas…) relacionadas con Francisco López-Seivane
la existencia de la Torre. Cuando la Torre fue desalojada en 2014 no oyó
ninguna voz reivindicativa a su favor por parte de los autores del estudio Art View
ni de quienes lo galardonaron ni de quienes lo aplaudieron. Giuseppe Tringali

En este estado de las cosas, Aravena acaba erigiéndose en principal


Publicidad
referente y se encumbra así una peligrosa forma de populismo mediático.

Esa mezcla de Che Guevara de camiseta auspiciado por una importante


corporación chilena, pasado por Harvard.

4. Las razonables dudas sobre el filantrocapitalismo

En este extracto del artículo “Roberto Angelini explica las razones del
fuerte vínculo entre Copec y ELEMENTAL”(*) se detalla la relación de
éste con el entramado de empresas que respalda a ELEMENTAL.

«ELEMENTAL es mundialmente conocido por revolucionar el modelo de


las viviendas sociales y su cara más reconocida es el arquitecto Alejandro
Aravena. Pocos saben, sin embargo, que en la propiedad de este
proyecto, creado en 2006, está el grupo Angelini, dueño de Celulosa
Arauco y de Empresas Copec.

Desde sus inicios, la distribuidora de combustibles Copec es accionista


de la firma, con el 40%. Por eso, a no pocos sorprendió que esta semana,
cuando ELEMENTAL recibió dos premios Avonni −que busca difundir la
innovación como clave de creación de valor en la empresa−, uno de los
que salió a recibir el galardón, junto a Aravena, fue el propio Roberto
Angelini, cabeza del conglomerado, cuya fortuna, según Forbes, supera
los US$ 6.000 millones.

[…]

La alianza partió cuando los arquitectos Aravena y Iacobelli contactaron a


La alianza partió cuando los arquitectos Aravena y Iacobelli contactaron a
Jorge Bunster y Arturo Natho, entonces gerente general y gerente de
desarrollo de Copec, respectivamente.

La idea era proponerles la incorporación de la empresa a la sociedad. El


tema fue estudiado en detalle por el directorio y su aprobación fue
unánime. Así, Copec ingresó a Elemental con el 40%. El otro 60% lo
comparten la Universidad Católica y un grupo liderado por Aravena y
Iacobelli. La inversión, de US$ 1 millón, se materializó de manera
escalonada, en tres años.

¿Qué llevó al directorio a ingresar a ELEMENTAL? Bunster, director de


Copec y presidente del directorio de Elemental -quien estaba en la
ceremonia junto a Mauricio Angelini arquitecto y director de Inversiones
Angelini-, cuenta que les pareció un vehículo privilegiado para viabilizar el
objetivo de que “el talento profesional de clase mundial, en el área de la
arquitectura y el diseño, pudiera destinarse a problemas de la vivienda
social y urbanismo”.

Para Copec, Elemental es más que un negocio. Es una ‘forma nueva de


dar cuenta de la responsabilidad social con sectores de menos
oportunidades”, según Bunster. Aravena destaca que la manera en que
Copec hizo el aporte es innovadora, porque ha entregado al proyecto
horas profesionales “para pensar un problema de interés público’. Según
Aravena, la llegada del grupo fue “estratégica”, en un momento en que se
estaban implementando políticas habitacionales y el mercado no había
producido respuesta alguna.»

Complementando este texto, introduzco estas observaciones del


arquitecto chileno Claudio Pulgar, con quien tuve ocasión de conversar a
fondo sobre el tema recientemente.
«Creo que es muy fácil para Aravena vender ese personaje en un medio
o en un ambiente donde esto resulta como exótico. En los ámbitos donde
él se mueve, desde Harvard hasta el premio Pritzker, y hablando sobre el

tema de lo social creo que debe ser visto como una especie de Ché
Guevara pero en realidad está totalmente dentro del discurso del sistema,
donde ejerce como del niño rebelde. Yo creo que ése es el personaje que
él construyó y lo que vende. Y que él mismo reconoce que, cuando
inventaron este asunto de las viviendas sociales en Harvard con
Giacobelli y Pablo Allard estando ellos terminando su doctorado en
Harvard, comprendiendo que era un nicho de mercado.

Parte del éxito del fenómeno ELEMENTAL y de Aravena tiene que ver
con esa mirada colonialista y que es reflejo de una ignorancia y un
desconocimiento sobre Latinoamérica, de sus condiciones, de la propia
historia latinoamericana y de las diferencias porque el caso chileno no
tiene nada que ver con el caso peruano o el caso boliviano o el caso
argentino… En ese sentido, el proyecto chileno es único. Lo que, según
mi punto de vista, hace interesante el fenómeno ELEMENTAL es como la
punta del iceberg del proyecto neoliberal en Chile. Es lo más bonito que
tiene y que tapa todo lo que hay debajo del iceberg.

Es fortísimo el apoyo mediático que tiene Aravena y la construcción


propagandística que se ha hecho en torno a ELEMENTAL y al personaje
de Aravena −porque él ya se ha construido como un personaje−. Si uno
se pone a revisar la prensa chilena comprobará que aparece un artículo
dedicado a Aravena o a ELEMENTAL con una frecuencia de uno o dos
meses.

−¿Cómo se beneficia ELEMENTAL del nombramiento de Iacobelli como


subsecretario de vivienda para el gobierno?
No sólo Iacobelli, también Pablo Allard el 3er fundador de elemental y
quien fuera el encargado de reconstruccion entre 2010 y 2012. La
posición y la influencia de los “elemental boys” en el gobierno de Piñera

se puede traducir en el proyecto que hicieron de “plan” (PPP) de


reconstrucción, sin concursos ni licitaciones, de la ciudad de Constitución,
donde además se encuentra la mayor planta de celulosa de Arauco, de
empresas copec! Iacobelli además luego renunció por un escándolo de
corrupción del Ministerio de Vivienda por la compra de terrenos a sus
familiares y la especulación asociada con platas fiscales.

−¿Cómo se percibe hoy la figura de Aravena en Chile? Hace poco se


publicó su fotografía siendo recibido por Bachelet. ¿Cuál es su relación
con el gobierno de ésta?

Los ‘Harvard boys’, de los que Aravena es su vocero arquitectónico, (hay


otros en economía y otras áreas) son una especie de equivalente de los
“Chicago boys” de la dictadura de Pinochet, son los continuadores del
neoliberalismo tecnocrático a la chilena. Por eso son transversales en la
clase política neoliberal que va desde la derecha extrema hasta el partido
socialista de Bachelet, todos hoy implicados en presuntos casos de
corrupción y financiamiento ilegal de la política por los grupos
ecónomicos, como Angelini-COPEC. Aravena es portada de los diarios
del duopolio mediatico (de derechas) como el gran líder y embajador de
Chile, y en sus entrevistas cita con frecuencia a De Soto.»

Otro matiz sobre ELEMENTAL puede verse en el documental 74 metros


cuadrados de Tiziana Panizza y Paola Castillo sobre la construcción de
viviendas sociales en Valparaíso, donde se pueden observar ineficaces
procesos participativos en los que se pide a los futuros propietarios de las
viviendas construir maquetas de las que serán sus viviendas; la dudosa
calidad constructiva de las casas; donde se escucha al delegado de
ELEMENTAL decir lo siguiente: «Nosotros pensamos que esos subsidios
que entrega el Estado hay que destinarlos a esas cosas que las familias,
por su cuenta, no pueden hacer. Son las cosas difíciles de la casa. Esa

mitad difícil son una buena localización, una estructura segura. El resto,
que ustedes van a poner a la casa: terminaciones, pintura,
equipamiento…van a hacer que estas casas se valoricen en el tiempo y
lleguen a ser casas de clase media.»

En este mismo documental puede verse una secuencia en la que, durante


una tormenta, las viviendas quedan muy dañadas. La subsiguiente
respuesta de Aravena, emitida por televisión (valga señalar que a lo largo
del documental no hay una sola secuencia que muestre a Aravena en el
lugar de construcción de las casas ni manteniendo conversaciones con
los futuros residentes), aparece ligera y poco comprometida con proveer
una solución inmediata y eficaz al problema puntual que se planteaba.
Querer aseverar la validez del eslogan (y desde el plasma) parece
suficiente solución: «”Entiendo la rabia y frustración de las familias”,
insiste Aravena. “Vienen saliendo de una situación muy vulnerable y un
hecho como éste los retrotrae a una historia reciente dolorosa”, reconoce.
Sin embargo, pide cautela ante la lluvia de acusaciones que, sobre todo
en la informalidad y la urgencia de las visitas a terreno, comienzan a caer.
“Se ha hablado de error de diseño. Creo que hay que ser bien cuidadoso
con ese tipo de conclusiones”, dice. “No sólo porque puede ser injusto,
sino sobre todo porque puede equivocar la respuesta. El objetivo
primordial es que no vuelva a ocurrir lo mismo”.» «A nadie se le puede
pedir que corrija, por ejemplo, quedar segregado de la red de oportunidad
que la sociedad ofrece.»

Frente a estas evidencias, se presenta la necesidad de preguntarse si


hay algún significado real en esta respuesta de Aravena:
y g g p

«−¿Cuál es el último indicador de calidad?

−Una pregunta: ¿yo viviría aquí? Si la respuesta es no, el proyecto no


pasa la prueba.»

(*) Artículo publicado en www.lignum.cl (7 septiembre 2009, fuente


original: diario La Tercera, enlace original no disponible)

5.El negocio de la pobreza

En Ciudades radicales. Un viaje a la nueva arquitectura latinoamericana,


libro que puede leerse como un manual de la visión romántica y afectada
de primermundismo de los procesos populistas latinoamericanos, Justin
McGuirk, obsesionado por ver la realidad del continente a través de la
lente del hipster concienciado, escribe estas palabras sobre la Quinta
Monroy:

«Era un modernismo estandarizado de hormigón que se alternaba, como


los anversos y los reversos de cartas de una baraja, con una
espontaneidad de favela. Era como un PREVI 2, solo que esta vez a
precio de saldo. Se dijeron muchas cosas grandes sobre este proyecto, y
yo tampoco me quede atrás. Mucho antes de haber puesto un pie en
Chile, lo llamé obra maestra: del diseño abierto, plataforma de
adaptabilidad o el iPhone de la vivienda social. Hasta saqué a Aravena en
la portada de la revista que dirigía entonces, con el titular “Viviendas para
miles de millones” Tenía ra ón?
miles de millones”. ¿Tenía razón?»

A lo que más adelante agrega:

«En cuanto llego lo reconozco, no solo por las fotografías, sino también
por el leve regusto a decepción que se deriva de haber viajado miles de
kilómetros para ver algo que no es más que lo que es: un puñado de
casas baratas, y no las pirámides de Egipto. La luz no favorece el paisaje
tanto como en las fotos, las vistas no tienen la misma composición
artística y mi propia presencia aquí (un turista frente a algo que no es una
atracción) resulta en cierta manera incongruente. Ahora es cuando
merece la pena recordar que sé está ante la manifestación de una idea,
no ante una obra maestra.»

Este extracto me da a entender que no ha sido sólo Aravena quien se ha


inventado a sí mismo, sino que parecía existir la necesidad de inventarlo
o de caer seducidos ante un producto como él. Si no, de ninguna manera
se entiende que alguien haya exaltado a un arquitecto a través de tal
titular y un retrato en primer plano en portada sólo a partir de la somera
descripción de una idea que parece atractiva y prometedora. Y creo que
esa última frase de su texto resume la cuestión perfectamente: los
hechos, la realidad están frente a nosotros, y es una realidad sucia y
grosera en lugar de la pobreza pintoresca que esperábamos encontrar
pero preferimos persistir en la fantasía en lugar de abrir los ojos para
seguir sintiéndonos bondadosos, solidarios, idealistas y radicales.

Es muy significativo observar cómo los mismos que antes se arrastraban


detrás de los arquitectos estrella, justificando sus despotismos y
arrogancias, ahora se postran ante este nuevo ídolo y lo creen a pies
juntillas. Se obstinan en no comprobar, no revisar, cuál es el sustento de
sus palabras. Periodistas desinformados, acomplejados, con la necesidad
p , p j ,
imperiosa de personajes que a ellos también les permitan destacar, no
van a contrastar la información que les permita comprobar que la Quinta
Monroy es un verdadero fracaso (o lo hacen, pero sucumben al mismo
síndrome de McGuirk).
Otro dato remarcable ante el fenómeno Aravena es escuchar a quienes
sostienen que, aunque la obra de Aravena pueda tener puntos débiles,
ayuda a poner el foco sobre lo social. Partiendo de la ignorancia del que
no quiere ver, como conversos que ahora se fanatizan con su nueva
religión y que hoy descubren que existía la arquitectura social y además
esos problemas de desigualdad social.

Pareciera que la arquitectura social ha nacido de la mano de este nuevo


mesías, que se ha encargado de hacerla trendy y deseable. Decir que
Aravena está poniendo la arquitectura social en el foco de atención es
otro simplismo. Más aún, se podría sostener que si el foco que se pone
sobre lo social es el puesto es Aravena la consecuencia será distorsionar
por completo el significado del concepto social aplicado a la arquitectura,
puesto que toda genuina arquitectura en el siglo XXI ha de ser
intrínsecamente social.

El fenómeno Aravena no destapa nada nuevo: corrobora el vacío crítico


de una sociedad cada vez más informada pero sin interés en decodificar
la información que recibe. Una sociedad fanatizable, incapaz de
reconocer los espejismos. En este sentido, vale la pena la lectura del
ensayo de Nicole Aschoff The New Prophets of Capital, donde analiza el
peso que las narrativas difundidas por personajes como Bill Gates, Sheryl
Sandberg, John Mackey u Oprah Winfrey, presentando sus experiencias
e ideologías personales como referentes para una redención del mundo y
el individuo contemporáneos.

El aviso de Aschoff es la necesidad de reconocer cómo estos individuos


que «vienen a explicarnos en qué falla la sociedad y cómo hay que
arreglarlo todo (…) son el coro de una nueva élite de voces que apelan a
una nueva clase de capitalismo. Presentan soluciones prácticas a
problemas sociales que se pueden encontrar dentro de la lógica de las

vigentes estructuras de producción y consumo basadas en el beneficio.


Proporcionan soluciones basadas en el mercado para resolver
problemáticas como las desigualdades de género, los conflictos dentro de
los poderes corporativos, el deterioro medioambiental, la alienación del
individuo… Sus visiones albergan un significado coherente y sistémico
que parece posible, seguro y alcanzable dentro de los parámetros del
capitalismo. Sin embargo, aunque sus perspectivas destacan problemas
reales asociados al capitalismo, sus soluciones no desafían ni a éste ni a
sus efectos destructivos. Al contrario: lo apuntalan. Ofreciendo soluciones
seguras y convenientes para el mercado a los problemas sociales, estos
nuevos profetas refuerzan la lógica y las estructuras de acumulación. Sus
historias marcan los términos del debate y los campos de posibilidad,
dominando el plano de ideas y devorando las historias que desafían al
statu quo. Sus narrativas permiten que el capitalismo evolucione, absorba
las críticas y, consecuentemente, se preserve a sí mismo como sistema.»

«Los nuevos profetas del capitalismo creen que las soluciones a nuestros
problemas están en refinar el actual sistema político y económico, ampliar
el alcance de los mercados capitalistas, someter más y más aspectos de
nuestras vidas a la lógica de mercado y canalizar a través de las grandes
corporaciones nuestras luchas por una vida mejor.»

Y tener presente también el hecho de que, como bien sintetiza Slavoj


Žižek, la «caridad ha devenido el constituyente de nuestra economía»,
exponiendo cómo tras la aparente limpieza de intenciones, conciencia
ética y responsabilidad que vibra en nuestra sociedad no hay más que
una estúpida fantasía sentimentaloide y buenista que lleva a creer que,
p y q q ,
por ejemplo, la compra de un determinado producto contribuirá a mejorar
las condiciones de vida en entornos desfavorecidos por la desigualdad.
Mientras más complejo es el problema, mayor parece ser la necesidad de
simpleza.
6. El Pritzker ha muerto, viva Aravena

En este contexto cada vez más perverso Aravena intenta ser presentado
como una suerte de Robin Hood que recibe dinero de los ricos para poder
ayudar a los pobres. Y Aravena nos quiere persuadir de que él mismo
cree su propia narrativa. Se cree ese Che Guevara , ese Robin Hood, con
el que se lo compara. Pero todo forma parte de esa idea de marketing
que culmina con su lema, Reporting from the Front, para la Bienal de
Arquitectura de Venecia que dirige este año, y que presenta en estos
términos:

«Hay muchas batallas que es necesario ganar y muchas fronteras que


hay que extender para mejorar la calidad del entorno construido y, en
consecuencia, la calidad de vida de las personas. Más y más personas en
el planeta buscan un lugar adecuado en el que vivir y las condiciones
para lograrlo se vuelven cada vez más y más duras. Cualquier intento de
ir más allá del negocio a la manera en que es habitual tropieza con una
enorme resistencia en la inercia de la realidad y cualquier esfuerzo por
abordar cuestiones relevantes debe superar la creciente complejidad del
mundo.

Pero a diferencia de las guerras, en las que nadie gana y prevalece un


sentido de derrota, en los frentes del entorno construido hay un
sentimiento de vitalidad, porque la arquitectura tiene que ver con observar
la realidad en clave de propuesta.»

Por todo esto, más allá del descaro y la torpeza de haber otorgado el
Pritzker a Aravena, la operación ha logrado desactivar toda posibilidad de
reconversión o regeneración de un panorama de arquitectura agotada,
que ha cambiado la figura del arquitecto estrella por la figura del
arquitecto estrella. Todo sigue igual.

Lo que ha sufrido es la propia cultura, realmente abocada a la miseria


más absoluta. El mundo dominado por los cazadores, insaciables y
astutos, que rigen su discurso mediante eslóganes que, aunque sean
fácilmente desmontables, su entorno prefiere tomar el atajo de creerlos a
preguntarles. Han logrado que sus postulados efectistas de saldo
adquieran la categoría de dogma e incluso de esperanza, en una
sociedad cada vez más tosca que se obstina en negar la realidad aunque
la tenga delante de sus propios ojos.

(Agradezco a Maaik su entusiasta y generosa colaboración con este


artículo, dibujando las caricaturas y la tira cómica que lo ilustran.
Agradezco también a Claudio Pulgar la valiosa conversación mantenida
en torno a la realidad chilena y que ha constituido un aporte fundamental
para la redacción de este artículo.)

Crítica Entrevistas Otros temas

Fredy Massad
el 04 feb, 2016

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