Metodologia de La Sistematizacion Diana Maria Londono Uribe Gabriel Jaime Atehortua Meneses
Metodologia de La Sistematizacion Diana Maria Londono Uribe Gabriel Jaime Atehortua Meneses
Metodologia de La Sistematizacion Diana Maria Londono Uribe Gabriel Jaime Atehortua Meneses
Resumen
En los años 50 y 60 Latinoamérica se encontraba inmersa en un contexto de
dependencia económica, tecnológica y cultural, impuesta por la implementación
indiscriminada de modelos desarrollistas tomados de Europa y Norteamérica; ante
esta situación se configuran movimientos de lucha popular quienes se interrogan
por las formas de poder, el papel de lo económico, lo político y lo social buscando
transformar las desigualdades sociales. Finalizando los 60 el contexto exigía al
Trabajo Social problematizar la realidad, para esto se impulso el movimiento de
reconceptualización con el propósito de redefinir el papel de la profesión con los
sectores vulnerables. De la mano de este, junto con el movimiento de Educación
Popular y la educación para adultos surge la sistematización como una propuesta
de investigación alternativa que pretende recuperar y reflexionar críticamente las
prácticas sociales, visibilizando el saber presente en ellas. Esta se fundamenta en
enfoques epistemológicos que orientan la caracterización y conceptualización de
la práctica, permiten establecer criterios propios y comunes en las modalidades de
sistematización orientando el desarrollo metodológico, donde el sujeto parte de
sus intereses para recuperar, interpretar, analizar y comunicar los conocimientos
generados en la reflexión posibilitándole transformar la realidad social.
INTRODUCCIÓN
El contexto de los países latinoamericanos está marcado por implementación de
modelos desarrollistas que fueron impuestos sin tener en cuenta las necesidades
reales de cada uno de estos, creando condiciones de explotación, dispersión y
dependencia, donde el saber popular fue invisibilizado por no considerarse con
rigor y veracidad científica.
1
Bajo esta situación los sectores populares intentan crear condiciones adecuadas
para problematizar y transformar las contradicciones de dichos modelos,
planteando la necesidad de un cambio que visibilice el saber y el conocimiento
producido desde la experiencia popular.
En este panorama surge la sistematización desde el Trabajo Social, la educación
de adultos y la educación popular como una propuesta de investigación
alternativa, que adquiere su importancia al permitirle a los sujetos de las practicas
recuperar, reflexionar, analizar y comunicar el conocimiento generado desde su
acción, contribuyendo a la transformación social.
Este artículo esboza la metodología de la sistematización de experiencias; inicia
ubicando históricamente el surgimiento de la propuesta, la vincula con enfoques
epistemológicos que orientan los modos de hacer y entender esta práctica,
reconociendo la existencia de momentos y herramientas comunes a todas ellas.
Para esto el artículo en una primera parte consigna el rastreo del contexto que
hace posible el surgimiento de la sistematización, los conceptos y los diferentes
caminos que han fundamentado esta propuesta investigativa.
En un segundo apartado, se realiza la descripción de algunas modalidades de
sistematización entendidas como: proceso dialectico, proceso reflexivo de la
práctica y relato con sentido. Se abordan los criterios metodológicos propios y
particulares de cada una de estas.
*
Es necesario aclarar que en este artículo todos los términos que se utilicen para nombrar grupos
de personas hacen alusión a los Hombres y las Mujeres que los conforman, por la forma como se
escribe el texto no se utiliza constantemente esta diferenciación, pero se reconoce la importancia
de un lenguaje inclusivo que respete la Equidad de Género.
2
optar por el cambio, establecer acuerdos comunicativos y humanistas con los
sujetos que comparten sus vivencias cotidianas y ampliar los conocimientos no
solo desde el punto de vista de los métodos y las técnicas, sino desde las
limitaciones que impone la realidad social. También puede ser leído como
referencia para el diseño metodológico de un proceso de sistematización, debido a
que posibilita el debate y la problematización que los lectores puedan hacer de él
1†
En esta época era denominado Servicio Social, aun en algunos países de Latinoamérica y en el
mundo se conserva el mismo nombre
3
activado, organizado y movilizado políticamente, o sea el pueblo cuando se
constituye como fuerza social y se encamina hacia el logro de metas nacionales”
(Gallardo, 1989, p. 53). Referenciándose en estas reflexiones para el año 1953 se
inicia el proceso de la revolución cubana, que tiene su mayor auge en el año de
1959, como uno de los hechos político - histórico más significativos, que permitió
establecer el primer país socialista en América latina, proyectando su imagen
sobre el continente como la posibilidad de un modelo alternativo que pone en
alerta las antiguas estructuras capitalistas y el inicio de una época de utopía, en la
que el cambio era posible, haciendo una ruptura con la visión homogenizante del
mundo.
En los años 60, se inician procesos de inversión extranjera en los sectores más
dinámicos de la economía Latinoamérica, la división internacional del trabajo
permite una industrialización periférica y dependiente, se da un auge de
préstamos de E.E.U.U (Estados Unidos) a los países del sur, donde una de las
condiciones para ser otorgados es adquirir los bienes en el país prestamista
(Ander –Egg. 1994). Estados Unidos para contrarrestar la influencia de la
revolución cubana, pone en marcha a comienzos de esta década un plan llamado
Alianza para el Progreso, interviniendo con programas sociales y económicos que
tenían como propósito real profundizar la dependencia económica, política y social
que le permitía tener el control de sus vecinos del sur. Con excepción de Cuba, los
gobiernos de estos países aceptaron la propuesta y se conformaron con
programas dirigidos a impulsar la reforma agraria, la modernización de las
comunicaciones, el acceso a la vivienda, las mejoras sanitarias, los planes de
educación y cooperación monetaria, dejando las puertas abiertas a los
Norteamericanos para que impusieran su voluntad en las decisiones propias de
cada uno de los países, violentando la soberanía Nacional con planes de
penetración a través de la educación y el proceso de transculturización. De la
“Alianza para el Progreso” solo recordamos la dadiva alimentaría que se repartía
por medio de la iglesia católica y las escuelas, y que solo sirvió para mitigar el
hambre de un día que posteriormente se transformó en pobreza estructural
(Morandiny, 2007)
En medio de estas dinámicas surgen “importantes movimientos culturales,
feministas, raciales y estudiantiles” (Parra, 2004, p.2) en Latinoamérica que
cuestionan y critican la realidad actual de la mano de interrogantes por las formas
de poder, el papel de lo económico, lo político y lo social. A mediados de los años
60 se desarrolla el movimiento de educación popular, cuyo principal mentor y
exponente es Paulo Freire, con un proyecto educativo liberador el cual contempla
elementos centrales como “la importancia de la formación política en los procesos
educativos y la desinstrumentalización de lo pedagógico” (Reyes, 2006, p. 87)
plantea cambios en las formas de enseñar y aprender pretendiendo que el
educador y el educando interactúen y establezcan una relación dialógica donde
ambos puedan desarrollar una postura crítica que les permita problematizar su
cotidianidad de forma consiente para transformarla (Freire, 1973).
4
Para esta época cabe destacar la organización estudiantil que impulso cambios en
el Trabajo Social, creando grupos de presión, sacudiendo las estructuras
conservadoras de las escuelas y provocando un fuerte cuestionamiento “a las
metodologías tradicionales que son calificadas de empiristas, foráneas y soportes
de un sistema social basado en la diferenciación de clases” (Garnet, 1999, p.6).
Este cambio en la profesión fue nombrado como “movimiento de
reconceptualización”, que “se inicio a partir de 1965 en el cono sur y Brasil y que
luego se propago a todos los países latinoamericanos, a un ritmo diferente,
adquiriendo un sello particular en cada uno de ellos”. (Quesada & Matus, 2001, p.
14). El propósito de este movimiento fue producir una transformación en el marco
conceptual que estaba vigente hasta ese momento en la profesión y en su
contenido ideológico, se caracterizo por: analizar las realidades nacionales y
latinoamericanas a la luz de la emergente teoría de la dependencia como factor
explicativo de los desequilibrios del modelo de desarrollo urbano-industrial,
integrar elementos analíticos socio-económicos, crear teoría desde la práctica del
Trabajo Social latinoamericano, abordar el método científico por oposición a la
metodología (entendida como simple suma de técnicas), acentuar la variable
política en el Trabajo Social y concretar los principios liberadores en las prácticas
profesionales. (Quesada & Matus, 2001). El contexto exigía profesionales en
Trabajo Social que “optaran por el cambio, en un momento histórico como este,
no era propiamente el de crear mitos contrarios, sino el de, al problematizar la
realidad a los hombres, proporcionar la desmitificación de la realidad mitificada”
(Freire, 1973, 1968, p. 24) capaz de emerger en su contexto histórico y
reconocerse en relación al otro, al posibilitar en este y en sí mismo la pregunta
como instrumento que permitiera reflexionar las diferentes situaciones y
concientizarse de las reales dificultades de la sociedad.
Para los años 70 se aumenta la dependencia económica y tecnológica de América
Latina, se incrementan los ingresos de los países desarrollados y disminuyen los
de los sectores populares, se expanden las multinacionales; es un periodo de
Dictaduras militares en Chile, Argentina y Uruguay basadas en instrumentos de
represión como la desaparición forzada, la tortura, la muerte y la abundante
miseria “era la época de las luchas de liberación en Nicaragua y Salvador, de los
paros cívicos, campesinos y mineros en Colombia y Bolivia.” (Ghiso, 1998, p.2) Se
hacía necesario poder gritar lo que era acallado, el pueblo se movilizaba en contra
de la pobreza, a favor de la libertad y se mostraba como un componente activo de
la sociedad.
A finales de los setenta, en este marco de luchas sociales, se consolida una
propuesta investigativa denominada Investigación Acción Participativa (IAP), de la
mano de Orlando Fals Borda y bajo la idea de
“conocer la realidad para transformarla. La investigación es acción y es
política, el investigador es a la vez actor social, parte del proceso de conocimiento;
la interacción con los otros es la base de la investigación, las relaciones entre
saber académico y saber popular son fundamentales para rescatar la
5
subjetividad... El sentido de la investigación es comprender desde y con los otros;
el otro es sujeto de investigación” (Galeano, 2009, p.59)
Esta perspectiva contribuyó a la reconceptualización del Trabajo Social, que
pretendía redefinir el papel de esta profesión con los sectores vulnerables, así
como a una expansión de la educación de adultos y la educación popular.
Ligados a estas dinámicas, se generaron una serie de cambios y preguntas por la
visión del mundo, la concepción del sujeto y la práctica; se buscaba sobreponerse
a la crisis de crecimiento, comunicación y eficacia presentes en los proyectos de
intervención política, económica, social y cultural; lo que implico un sujeto
reflexivo, histórico, protagónico, actor de su propia practica, que estaba en
capacidad de organizarla, explicarla, interrogarla, cualificarla y comunicar los
saberes aprendidos en esta. En este contexto, vinculado al Trabajo Social, la
educación de adultos, el Movimiento de la Educación popular, la práctica social y
las experiencias educativas, se configuraban en relación con otros, permitiendo el
nacimiento de la “Sistematización de experiencias” con el propósito de “recuperar
y reflexionar críticamente las prácticas para posibilitar un salto cualitativo que las
circunstancias y las transiciones sociopolíticas, económicas y culturales le
demandaban” (Ghiso, 1998, p.3) y así poder develar y comprender críticamente al
sujeto, el conocimiento y el quehacer en sus complejas relaciones.
En esta misma década se inicia el debate de la sistematización en la académica,
de la mano de algunas disciplinas2‡, que se encontraban en la discusión por
construir conocimiento desde la acción; pretendiendo enfrentar los retos sociales
de orden práctico y teórico. Inicialmente se entendió como un estilo socio critico de
investigación que buscaba la transformación, la emancipación y el cambio social;
los académicos críticos rechazaban la idea tradicional de investigar bajo una
lógica de verificación, vieron como la experiencia no se enmarcaba en estas
normas y plantearon un proceso reflexivo donde se dieron nuevas lecturas que
involucraban al sujeto con los lenguajes y sentidos que estos daban a su acción.
Con el paso del tiempo y los cambios generados en el contexto, la propuesta se
fue acercando al paradigma interpretativo, con el propósito de comprender el
quehacer social, donde el desafío era formar profesionales que llevaran a cabo
practicas de extensión, asesoría y transferencia del conocimiento generado en los
espacios universitarios y a través de esto desarrollar proyectos educativos y
sociales en la comunidades por parte de estudiantes y docentes. (Ghiso, 2008).
Los 80 se denominan como la década perdida, de transición y de profundas
transformaciones debido a la crisis socioeconómica en la mayoría de los países
latinoamericanos, baja el valor de las exportaciones, disminuye la necesidad de
materias primas por parte de los países centrales, se incrementa la deuda externa,
2‡
Trabajo Social, gestión cultural y social del desarrollo, administración de empresas solidarias,
animación sociocultural, pedagogía y psicología social y las educaciones en sus variantes
formales, no formales e informales
6
hay preocupación por la explotación irracional de los recursos naturales; todo esto
provoca un aumento de la pobreza, desempleo, el trabajo pierde su sentido
histórico y aumentan los espacios de exclusión social.(Carballeda, 2002).
En esta época la propuesta de la educación popular se estaba posicionando con
éxito en el territorio latinoamericano y se asumía la pedagogía desde diferentes
movimientos populares como: La Revolución Sandinista, en las Comunidades de
Población en Resistencia guatemaltecas o en el desarrollo de organizaciones
populares de Brasil de la trascendencia de la Central Unificada de Trabajadores
(CUT) y del Movimiento de Trabajadores Rurales sin Tierra (MST), (Verger, 2002);
se crea El Consejo de educación de Adultos de América Latina (CEAAL), El
Centro de Estudios y Publicaciones Alforja con la misión de fortalecer las
capacidades y la formación integral de los educadores/as populares, es una época
en la que se dan múltiples experiencias de educación en Latinoamérica junto, con
ellas surge el “interés por conocer, analizar, caracterizar y debatir en torno a estos
fenómenos sociales y su concepción educativa” (Jara, 2008, p.16), por parte del
Trabajo Social hay una fuerte preocupación por reflexionar su propia historia,
buscar nuevas posibilidades teóricas que respondan a la creatividad, construcción
de identidad y autonomía profesional (Quesada & Matus, 2001); estas situaciones
llevan a la necesidad de sistematizar las prácticas como una forma de recuperar
lo que los sujetos saben de su experiencia, para interpretarla, comunicarla y de
esta manera producir conocimiento;
“Es importante la sistematización en el Trabajo Social, en primer lugar,
para recuperar y comunicar tantas experiencias significativas de los trabajadores
sociales que han vivido ligados a los sectores populares. Está recuperación
puede ser útil tanto al sector popular como al profesional que se articula a sus
proyectos” (Palma, 1992. p. 18)
Seguido a esto varias organizaciones no gubernamentales empiezan a ofrecer
asesorías en sistematización a organizaciones populares y grupos comunitarios,
de donde surgen diversas propuestas metodológicas (Posada, 1992, p.1).
A finales de los ochenta y principios de la década de los noventa condicionado por
el nuevo contexto sociopolítico de diferentes países de Sur América se frena la
propuesta de sistematización para los Trabajadores Sociales y la academia, entra
en una etapa de desencanto y abandono por el hundimiento del socialismo real y
por la clara hegemonía de la ideología y del modelo político neoliberal (Verger,
2002) que concibe al mercado no sólo como la institución social que asigna
eficientemente los recursos, sino como regulador de decisiones sociales y hasta
como conductor de políticas, desplazando así al Estado, reducido a su mínima
expresión, (Mendoza & Caponi, 1997); este modelo pone en crisis los sistemas de
salud, educación y empleo, debido a que los concibe como mercancías y no como
derechos que deben ser garantizados por el Estado a la sociedad.
En esta época, la gente utiliza los procesos de sistematización con el propósito de
permitirle al Trabajo Social y la educación popular detenerse, pensarse y
7
reorganizarse en las propuestas para el actuar frente a este modelo y plantean la
necesidad de
“sistematizar experiencias de construcción de movimientos sociales y
políticos amplios, para rescatar lo innovador de sus formas y métodos de
organización e identificar nuevas maneras de pensar y hacer la política, así
como de construir propuestas alternativas desde la perspectiva popular.
Experiencias significativas como la de los Sin Tierra de Brasil, las
Comunidades en Resistencia de Guatemala, el Movimiento Indígena
Zapatista en Chiapas, son una clara muestra de las potencialidades que se
encuentran en la práctica social de nuestro continente, cuyas enseñanzas
urge procesar y compartir” ( Jara, 1998, p. 3).
Es así como la sistematización “empieza a ser reconocida en entidades
gubernamentales, debido a la reflexión que hace de las experiencias como fuente
de conocimiento sobre prácticas contextuadas que permiten reconocer los saberes
locales y populares que habían sido silenciados e invisibilizados por el discurso
homogenizador y dominante de la época (el positivismo)”.(Ghiso, 1998, p.5)
Aunque se corre el riesgo de no hacer en estas entidades una interpretación
crítica, cuestionadora y problematizadora de esquemas, sino, por el contrario, una
“interpretación” justificadora, condescendiente, una mera explicación pasiva de lo
que se hace, debido a la influencia que es promovida por el discurso dominante
que insiste en convencer que la realidad es la única posible y que no tiene sentido
pensar en la posibilidad de transformar la historia. Es en esta problemática donde
el Trabajo Social debe asumir un compromiso real con el hombre, la causa de su
humanización y su liberación optando por un cambio que le permita orientar
procesos de concientización con quienes trabaja mientras con ellos también se
concientiza, este y no otro (Freire, 1973).
Bajo este reconocimiento la sistematización no limita su producción escrita al
campo teórico, sino que da cuenta de procesos relacionados con ciudadanía y
enfoque de género; esto puede evidenciarse en las publicaciones rastreadas en la
Biblioteca virtual de la página web de Alforja
8
TEMATICAS 1994 -1999
REFLEXION TEORICA
0 0 0
0 CIUDADANIA
1
1
DESARROLLO LOCAL
DESARROLLO
10
SOSTENIBLE
EXPERIENCIAS
EDUCATIVAS
ENFOQUE DE GENERO
6 DESARROLLO LOCAL
11 23
8 DESARROLLO
SOSTENIBLE
11 11
7 EXPERIENCIAS
EDUCATIVAS
ENFOQUE DE
GENERO
NIÑEZ Y
ADOLESCENCIA
12
Enfoque de la se sustenta en un Reflexiona la Es la reconstrucción y reflexión María
Reflexividad y de conocimiento previo práctica y extraer analítica sobre una experiencia, Barnechea
la construcción los conocimientos mediante la cual se interpreta lo
de la experiencia La práctica se en los que se ha sucedido para comprenderlo. Ello Estela
humana realiza sustentado y permite obtener conocimientos González
conjuntamente con aquellos consistentes y sustentados,
otros actores, que producidos durante comunicarlos, confrontarla con otras María de la
aportan otras la acción. y con el conocimiento teórico Luz Morgan
percepciones, existente, y así contribuir a una
interpretaciones y acumulación de conocimientos
sus formas de generado desde y para la práctica
actuar en esta. (Barnechea & Morgan, 2007, p. 12)
2. MODALIDADES DE LA SISTEMATIZACIÓN
13
crítica en los sujetos frente al saber que poseen y la capacidad que tienen para
transformar la realidad social. (Cadena et al., 1987)
En concordancia con el postulado anterior, se planteará la metodología como una
estrategia flexible, crítica y dialéctica que permite la reflexión de las situaciones
problemáticas que se establecen en la acción. Es un conjunto de procedimientos
que ordenan y dan sentido a la práctica investigativa, comprendiendo la relación
particular entre contexto y acción, rescatando la capacidad transformadora de los
actores sociales y definiendo el lugar del sujeto dentro del proceso de
sistematización. (Rozas, 1998). La metodología en sistematización permite captar
la realidad como una totalidad que comprende y explica los hechos sociales,
establece relaciones entre realidad y conocimiento, potencia el saber de los
sujetos para que sean gestores de sus propios cambios dando respuesta a sus
intereses y necesidades. Al revisar los criterios que orientan las modalidades de
sistematización, pueden identificarse principios exclusivos de cada manera de
hacer y entender el proceso, y otros que son comunes a todas estas.
14
Los sujetos comprenden los fenómenos sociales, desde el interior de su
dinámica, como partícipes en la construcción de la historia, totalmente
implicados de forma activa en su proceso, con el fin de comprender los
cambios y generar transformaciones sociales.
La sistematización reconoce las experiencias como procesos socio-históricos,
creados por los seres humanos a partir de pensamientos, sentimientos,
acciones individuales y colectivas. Estas no son simplemente hechos o
acontecimientos puntuales, ni meramente datos, son esencialmente procesos
vitales que están en permanente movimiento que combinan un conjunto de
dimensiones objetivas y subjetivas de la realidad. (Jara, 2006).
La importancia del dialogo entre los sujetos, los ámbitos que lo posibilitan y las
experiencias o vivencias que quieren ser compartidas, permiten visibilizar
elementos que dan origen al contexto, el lenguaje, el saber, el ejercicio del
poder y las intenciones ligadas a recuerdos y deseos; proporcionándole a los
involucrados elementos para mirar y relacionar sus prácticas desde
dimensiones éticas, políticas, culturales y sociales. (Ghiso, 2000)
16
que ser asumidas como punto de partida en la construcción de sentidos
comunes”. (Ghiso, 2000, p. 49).
17
estas son consideradas como sujetos de conocimiento que poseen un saber
producto de su hacer.
18
EJEMPLO: Figura 1. Momentos de la sistematización
1.
20
También es necesaria la revisión de fuentes documentales que aporten elementos
significativos a la reconstrucción, contextualización, ampliación y problematización
de la práctica, esta información tiene que ser contrastada y relacionada con la
suministrada por los actores; el resultado de este proceso es la elaboración de un
relato extenso que permite construir una visión global de la experiencia.
Las estrategias intertextuales relacionan los relatos entre sí, para esto cuenta con
dos métodos el agregativo, que permite unificar los relatos en una sola categoría
con el fin de señalar aspectos comunes y el discriminativo donde se organiza la
información por categorías diferentes con el fin de establecer comparaciones entre
ellas. Y las extratextuales dan sentido al testimonio en relación a elementos que
no están presentes en él, pueden ser de dos tipos: de contexto inmediato, en él
se produce el testimonio, implica las diferentes condiciones por las que atraviesa
las personas al momento de contar su experiencia y características especiales
del informante tiene en cuenta las particularidades de las personas y la
diversidad de sus relatos. (Ruiz, 2000).
Las lecturas y las estrategias utilizadas en este proceso están permeadas por la
percepción de los actores que participan en la sistematización porque expresan
una mirada particular y diversa de la práctica dotándola de sentido.
Por ser la sistematización una propuesta alternativa la interpretación no se puede
reducir, por eso es que no se pretende justificar lo sucedido, por el contrario se
trata de comprender críticamente la lógica de la experiencia y generar
aprendizajes significativos que contribuyan al cambio al desarrollo de propuestas
alternativas e innovadoras. La sistematización se convierte así en una
construcción de un conocimiento personal y colectivo, en la que todos los
involucrados se motivan y actúan conscientemente frente a los elementos que
influyen en esa realidad social, por ello debe trascender la descripción y
profundizar en la lógica particular de la experiencia.
22
3.3 SOCIALIZACIÒN Y COMUNICACIÓN DE LOS RESULTADOS
Este momento del proceso también es transversal en todas las etapas, debido a
que la sistematización y las técnicas que utiliza apuestan por el encuentro y el
dialogo entre los actores, se da una socialización permanente, que asume el reto
de permitir que las personas que participan del proceso validen y comprendan lo
que sucedió en la experiencia.
Un primer intento de comunicación de resultados consiste en elaborar un
documento con el objetivo de consignar las discusiones y los aprendizajes que se
dieron durante el proceso, siendo retroalimentado por los actores de la
experiencia, debe tener claridad y orden en la exposición de ideas, siendo breves
sin caer en el extremo de un listado de aprendizajes, para asegurar que sea leído
por muchas personas. (Barnechea & Morgan, 2007).
Existen diversas formas de comunicar los aprendizajes obtenidos durante el
proceso de sistematización que pueden variar de acuerdo a los recursos, el
público al que este direccionado y a las políticas institucionales. Tradicionalmente
ligado a la academia se han utilizado informes, publicaciones, libros, artículos de
revista y desde lo comunitario se ha recurrido a cartillas, plegables, periódicos,
tertulias.
Dentro de esas otras formas de comunicar se ha ubicado el arte, que valiéndose
de la creatividad ha logrando transmitir al otro en un lenguaje comprensible, que
no solo se basa en la oralidad, los nuevos conocimientos obtenidos en el proceso;
como estrategia pueden ser utilizados el teatro, el cuento, el dibujo, la fotografía,
los videos, la danza y la música.
Con los avances tecnológicos se implementan estrategias que permiten que se de
una comunicación permanente entre las personas participantes de la experiencia,
compartir las experiencias de cada uno de ellos superando la barrera territorial, la
retroalimentación constante y el acceso a la información de otras personas que
aunque no participaron en el proceso están interesadas en él; dentro de estas se
pueden ubicar las páginas web como espacios para compartir opiniones que
posibilitan discusiones interactivas, en ellas se pueden publicar imágenes de la
experiencia, videos, animaciones, proponer foros de discusión y textos
digitalizados, estas herramientas posibilitan que la experiencia pueda ser
problematizada por los mismos actores y pueda ser leída y resignificada por
sujetos más allá de la localidad.
Para todos estos momentos se puede utilizar el taller como un recurso que permite
emplear diferentes técnicas, propicia la interacción social y la construcción
conjunta de conocimiento a partir de la puesta en común de experiencias, saberes
y acumulados de las personas que participan en procesos de sistematización.
23
3.4 EL TALLER EN LA SISTEMATIZACION
En este sentido, el taller es un dispositivo integrador para “hacer ver, hacer hablar,
hacer recuperar, hacer recrear, hacer análisis – o sea hacer visible e invisibles
elementos, relaciones y saberes-“(Ghiso, 1999. P.3) se constituye en un medio
para la generación, análisis de la información, construcción teórica, la socialización
y la comunicación de una manera participativa y pertinente a las necesidades y
cultura de los participantes. El taller permite democratizar el saber e ir
configurando sujetos de conocimiento capaces de reconocerse y beneficiarse del
producto de la sistematización.
24
Estas técnicas se caracterizan por ser participativas, debido a que posibilitan a
los sujetos del proceso de sistematización expresar de manera crítica lo vivido,
deseado y lo que vislumbran como posible. A continuación se plantearan algunas
de las técnicas interactivas que pueden ser utilizadas en cada uno de los
momentos del proceso de sistematización
25
posibilidades de generar y socializar información y conocimiento, para generar
cambios en los procesos sociales, económicos, culturales y políticos.
Ander- Egg, Ezequiel. (1994). “Apuntes para una historia del trabajo social”.
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de Sistematización: La producción de conocimientos en sistematización”.
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Barnechea, Maria & Morgan, Maria de la luz (2008). “El conocimiento desde la
práctica y una propuesta de método de sistematización de experiencias”.
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& Ponce Malvina. (2001). “Perspectivas metodológicas en trabajo social”. Buenos
Aires: Espacio.
Quiroz, Teresa & Morgan María de la luz. (1987). “La sistematización un intento
conceptual y una propuesta de operacionalización”. Materiales del Programa de
Capacitación de Educadores Populares CEAAL Ed. La Sistematización Los
Proyectos De Educación Popular. Santiago de Chile. 35-64
31