El Espíritu Misionero de La Catequesis
El Espíritu Misionero de La Catequesis
El Espíritu Misionero de La Catequesis
MISIONERO DE LA
CATEQUESIS
Catequistas y Comunidades
con ardor misionero
TABLA DE CONTENIDO
PRESENTACIÓN 9
INTRODUCCIÓN 11
CAPÍTULO 1
LA IDENTIDAD DE LA CATEQUESIS
1.2. Relación entre la Catequesis y las otras formas del ministerio de la Palabra
26
C. Catequesis y teología 32
4. La Catequesis, educación en la fe 56
CAPÍTULO 2
CAPÍTULO 3
CONCLUSIÓN 153
ABREVIATURAS 156
B1BLIOGRAFA 158
Nuestros alumnos pueden estar seguros de que este texto les aportará mucha
riqueza y abundantes elementos para que sean “discípulos de Jesús y hagan
muchos discípulos para Jesús.”
Cordialmente,
TRABAJO GRUPAL
ABREVIATURAS
BIBLIOGRAFÍA
EVALUACIÓN FINAL DEL MÓDULO
CAPÍTULO 1
LA IDENTIDAD DE LA CATEQUESIS
LA IDENTIDAD DE LA CATEQUESIS
El sustantivo “Catequesis” proviene del verbo griego neotestamentario
“catequizar” (Kat-echein), que significa hacer resonar una palabra en el
oído de un oyente y suscitar una respuesta. El verbo simple “Echein”, que
significa resonar se une a “Kerusso” que equivale a anuncio o proclama (1
Cor 14,19; Hch 18,25; Gál. 6,6).
El verbo Katechein significa hablar desde arriba. Más exacta mente significa
“hacer eco”, “resonar”.
La Catequesis existe desde los orígenes de la Iglesia (Cf. CT 10-13) como una de
las formas de la predicación cristiana o del ministerio de la Palabra. En el Nuevo
Testamento la predicación cristiana tiene dos momentos diferentes y, a la vez
complementarios entre sí: el primero de ellos es el anuncio o proclamación del
mensaje cristiano, con el fin de suscitar la fe y la conversión inicial; el segundo es
el de la instrucción, orientado a comprender el centro del mensaje evangélico y
las consecuencias para la vida. Este último momento es, precisamente, el de la
Catequesis.
En el inicio del “catecumenado” (El “catecumenado” fue una institución eclesial, de carácter
catequético litúrgico-moral, al servicio de la iniciación cristiana de los adultos que se preparaban
para recibir el bautismo. Inició en el siglo II y tuvo su decadencia en el siglo V y VI. Su época de
esplendor es considerada como la “edad de oro” de la Catequesis.) a finales del siglo II y a
principias del siglo III, la predicación a los catecúmenas toma el nombre de
Catequesis, la cual es comprendida como enseñanza fundamental de la fe y
aprendizaje de la vida cristiana. Ya en el siglo V el término Catequesis
desaparece y se introduce el término “catecismo” y el verbo “catequizar”,
entendido como enseñanza de la doctrina cristiana, un tanto nocionista e
intelectualista (Catequesis = enseñanza de la doctrina cristiana). En los
comienzos del siglo XX, aparece nuevamente el término “Catequesis”.
• El catequeta español Emilio Alberich, tomando en cuenta los datos del Nuevo
Testamento y los documentos eclesiales, afirma que:
ACTIVIDAD DE APRENDIZAJE
Con los elementos que haya encontrado en las
anteriores definiciones sobre Catequesis:
CONCLUYENDO
Por su naturaleza, la CATEQUESIS es parte integrante del signo de la MARTYRYA, es decir,
del Misterio o Servicio Profético de la Palabra de Dios. Es por eso que es en el ámbito de
este ministerio donde la Catequesis anuncia a Jesucristo, la Palabra viva del Padre y
comunica el mensaje evangélico. Es ante todo anuncio de la Buena Nueva del Reino.
El ministerio de la Palabra se ejerce “de forma múltiple” (PO 4b; cf. CD 13c). La
Iglesia, desde la época apostólica, en su deseo de ofrecer la Palabra de Dios de
la manera más conveniente, ha realizado este ministerio a través de formas muy
variadas. Todas ellas sirven para canalizar aquellas funciones básicas que el
ministerio de la Palabra está llamado a desplegar (cf. DGC. 50).
• La Catequesis pre y post bautismal: está dirigida a los que ya han recibido el
primer anuncio. Tiene la función de fundamentar y profundizar la fe, iniciando
integralmente a la vida cristiana y generando procesos de crecimiento y
madurez en la fe.
• La forma litúrgica.
La relación entre ambas formas del ministerio de la Palabra es, por tanto, una
relación de distinción en la complementariedad.
ACTIVIDAD DE APRENDIZAJE
Según usted, qué debiera ir primero: ¿La Catequesis o el
Primer anuncio? ¿Por qué?
• Por último, la homilía está al servicio de las personas que se reúnen para
celebrar su fe. Ayuda a la asamblea a que se sienta interpelada por el
mensaje evangélico en sus circunstancias históricas y culturales. Aplica la
Palabra proclamada al “hoy” de la comunidad, teniendo en cuenta las
aspiraciones y necesidades reales de la gente. En este sentido, la homilía
tiene una dimensión existencia/, ya que se convierte en palabra viva,
pronunciada “hoy y aquí”, para iluminar y orientar la vida de las personas que
forman la comunidad celebrante.
Hoy se comprende con más claridad la identidad de la homilía y la diferencia de
esta predicación eclesial con los otros ministerios de la Palabra. Por lo que
respecta a la relación entre la homilía y la Catequesis, solamente indicamos dos
puntos importantes:
C. Catequesis y teología
Es reflexión crítica
Es reflexión sobre el Dios revelado en Jesucristo
Tiene como lugar teológico la existencia actual de la Iglesia
Reflexión sobre la praxis de la Iglesia.
Ahora vemos cómo desde el siglo XVII hasta las primeras décadas del siglo XX, la
relación entre Catequesis y teología ha sido concebida como una subordinación
de la Catequesis a la teología. Prueba de ello es que la mayoría de los
catecismos, que han tenido a teólogos como autores, se han presentado como
compendios o síntesis de la teología sistemática (La teología sistemática es aquella
especialidad de la reflexión teológica que correlaciona los datos de la Revelación como un todo,
integrando las distintas afirmaciones de fe en el depósito común y general. A ella pertenece la
teología dogmática), y, sobre todo, la Catequesis se ha entendido como una
divulgación teológica o una enseñanza doctrinal.
En este caso, es necesario distinguir sin separar, para unir sin confundir.
En esta relación han surgido tensiones, dificultades, polémicas, crisis, al igual que
intentos de pacificación entre teólogos y catequetas, todo ello en un esfuerzo de
profundización y complementariedad que estimula, aún hoy, la reflexión.
ACTIVIDAD DE APRENDIZAJE
DEFINICION DE TERMINOS
La familia
La comunidad parroquial
Es responsabilidad de ella:
La CT, en el numeral 67 nos recuerda que “la comunidad parroquial debe seguir
siendo la animadora de la Catequesis y su lugar privilegiado” por ser “una casa
de familia, fraternal y acogedora, donde los bautizados, los confirmados toman
conciencia de ser Pueblo de Dios”.
En la Parroquia, todos los creyentes han de encontrar a la comunidad de
personas que profesan su misma fe, y descubrir la pluralidad y riqueza del Pueblo
de Dios diversificado en distintos carismas y funciones.
o Asesorías especiales.
o Ofrecimiento de servicios calificados para la formación catequística y
responsable de la Catequesis.
o Ofrecimiento de instrumentos (catecismos, programas, audiovisuales, etc.)
para un mejor desarrollo de la tarea catequística.
La Iglesia universal
ACTIVIDAD DE APRENDIZAJE
A través de un dibujo, un diagrama, o coplas, sintetice
el tema sobre la Catequesis, ministerio eclesial
(emplee el medio que más se le facilite para
desarrollar esta actividad). Es importante que
desarrolle toda su creatividad pues la evangelización nos lo exige.
“La Evangelización es un proceso complejo con elementos variados que hay que
saber integrar: renovación de la humanidad, testimonio, anuncio explícito,
adhesión del corazón, entrada en la comunidad, acogida de los signos, iniciativas
de apostolado” (EN 24).
Por eso es muy importante saber integrar todos los elementos de la acción
evangelizadora:
ACTIVIDAD DE APRENDIZAJE
Elabore un diagrama en el que describa:
Qué es la Evangelización.
Cuáles son sus etapas.
Cuáles son sus características.
ACTIVIDAD DE APRENDIZAJE
Defina lo que usted entiende por:
CATEQUESIS EN
CATEQUESIS EN UNA
ASPECTOS TERRITORIOS DE
IGLESIA PARTICULAR
MISIÓN
Definición de
Catequesis
Destinatarios de
la Catequesis y
proceso
catequístico que
se adelante
Agentes de la
Catequesis y su
formación
Contenidos de la
Catequesis
Estructuras
organizativas de
la Catequesis
4. La Catequesis, educación en la fe
Los documentos del Magisterio caracterizan a la Catequesis como educadora de
la fe:
En segundo lugar, la Catequesis es una acción educativa que pone al servicio del
crecimiento de la persona humana vista totalidad de sus dimensiones
(psicológicas, socio-comunitarias, y trascendente).
Es una educación integral (cf. CT 21) porque educo en todas las dimensiones
de la fe cristiana: el conocimiento de la fe, la celebración litúrgica y la oración,
las actitudes evangélicas, el sentido comunitario, el compromiso social y
eclesial. Es integral también porque la fe como adhesión a Dios y la fe como
contenido de la Revelación, la fe existencial y la fe doctrinal, la fe como don y
la fe compromiso. Por ser educación integral, la Catequesis es una para la
vida cristiana”.
ACTIVIDAD DE APRENDIZAJE
Busque en esta sopa de letras las palabras que
corresponden a las características de la Catequesis
como educadora de la fe.
C O M U N I T A R I A
A S O S L U Q E T A C
P E R M A N E N T E I
R N G L R I P T S L T
O E A A G O A R A E A
C V N U E N Z E I M M
E O I D T A C U D E E
S J C A N L F E F N T
O S A R I A F F B T S
P R O G R E S I V A I
S A D A N E D R O L S
III CONCLUSIÓN:
LA CATEQUESIS, ACCIÓN PLURIDIMENSIONAL Y M U LTIFO R M E
Veamos ahora los dos conceptos, esto nos ayudará a apreciar mejor cuál es la
distinción, y cuál es la relación que existe entre Catequesis y evangelización:
LA FINALIDAD Y LAS
TAREAS DE LA CATEQUESIS
Las anteriores descripciones, y otras más que podrían analizarse, apuntan hacia
aspectos diversos y, a la vez, complementarios. La mayoría de ellas ponen en el
(Cf. DCG 21 y 38) centro la fe cristiana entendida como un dinamismo de
crecimiento hacia la maduración plena. Por eso, podemos decir que la finalidad
última de la Catequesis es la maduración de la fe, tanto de las personas como de
las comunidades.
Para precisar más esa finalidad, podemos distinguir en ella dos niveles: el
individual (formar personas maduras en la fe) y el comunitario-eclesial (formar
comunidades maduras en la fe). Expliquemos, a continuación, estos dos niveles.
ACTIVIDAD DE APRENDIZAJE
Responda la siguiente pregunta:
ACTIVIDAD DE APRENDIZAJE
Saque los rasgos fundamentales de una comunidad
cristiana madura y compárelos con los rasgos
cristianos que encuentra en su comunidad.
La instrucción catequética,
- la educación litúrgica,
- la formación moral,
- enseñara orar,
- la educación para la vida comunitaria,
- y la iniciación a la misión (cf. nn. 85-86)
Entre ellos, Vicente Pedrosa, catequeta español, menciona las siguientes metas
de la acción catequística:
ACTIVIDAD DE APRENDIZAJE
Según lo estudiado hasta el momento de fina:
De ahí que la Catequesis tenga también como tarea fundamental el educar a los
catequizandos a un comportamiento humano responsable, inspirado en los
valores evangélicos.
A través de esta tarea, la acción catequizadora ofrece unos principios del actuar
evangélico, proporciona un marco referencial moral, capacito para el
discernimiento ético, educa a la asimilación de valores y a la puesta en práctica
de las actitudes y comportamientos específicamente cristianos.
ACTIVIDAD DE APRENDIZAJE
• Haga un esquema o cuadro que contenga todas las tareas
de la Catequesis y explíquelas.
• Todas las tareas son necesarias (cf. Ibid). Para llegar a la madurez de la vida
cristiana es necesario educar las seis dimensiones que hemos señalado (la
humana y la totalidad de las dimensiones de la fe: la cognoscitiva, a litúrgica-
oracional, la moral, la comunitaria-eclesial y la social-liberadora). Si faltara alguna
de ellas, la educación en la fe estaría incompleta.
• Todas las tareas han de estar presentes a lo largo de los procesos catequísticos
que siguen un itinerario de educación integral de la fe. Sin embargo, en las
diversas etapas del proceso educativo cristiano, no estarán todas las tareas al
mismo tiempo ni con la misma intensidad. La mayor o menor acentuación de una
determinada tarea depende de varios factores: las necesidades y aspiraciones
concretas de los catequizandos, el contexto socio-cultural en que se vive, la
situación real de fe del grupo, los objetivos a conseguir, los contenidos que se
han privilegiado, la etapa concreta que se está viviendo en el itinerario de fe, etc.
CAPÍTULO 3
EL CATEQUISTA
EN TERRITORIOS DE MISION
OBJETIVO: Identificar la importancia de la Catequesis y de los catequistas en
los territorios de misión.
Hoy más que nunca, éste es un Ministerio necesario. Los catequistas —bajo la
guía de los Pastores— constituyen una fuerza de primer orden para la
evangelización.
Los catequistas, desde los primeros siglos del Cristianismo y en todas las épocas
de renovado impulso misionero, han dado siempre, y siguen prestando todavía,
«una ayuda singular y enteramente necesaria para la expansión de la fe y de la
Iglesia» (cf. RM 73), ese objetivo llega a ser también prometedor e irrenunciable.
I. EL CATEQUISTA, UN APOSTOL SIEMPRE ACTUAL
Por tanto, el catequista que trabaja en los territorios de misión tiene una
identidad propia que lo distingue del catequista que desempeña sus funciones en
las Iglesias de antigua fundación, como lo enseñan el mismo Magisterio y la
legislación de la Iglesia (cf. CIC ccc 773-780 con el c 785).
Por eso el Magisterio, cuando trata del catequista en tierra de misión, manifiesta
una consideración privilegiada y hace una reflexión de amplio alcance. Así, la
Redemptoris Missio describe a los catequistas como «agentes especializados,
testigos directos, evangelizadores insustituibles, que representan la fuerza
fundamental de las comunidades cristianas, especialmente en las Iglesias
jóvenes» (RM 73). El mismo Código de Derecho Canónico trata aparte el asunto de
los catequistas comprometidos en la actividad misionera propiamente dicha y los
describe como «fieles laicos debidamente instruidos y que se destaquen por su
vida cristiana, los cuales, balo lo dirección de un misionero, se dediquen a
explicarla doctrina evangélica ya organizarlos actos litúrgicos y las obras de
caridad» (CIC c175).
Es oportuno, sin embargo, precisar que así como a los otros fieles, también al
catequista se le pueden confiar, según las normas canónicas, algunos cometidos
conexos al sagrado ministerio, que no requieren el carácter de lo Ordenación. El
desempeño de tales funciones, en calidad de suplente, no hace del catequista un
pastor, en cuanto su legitimación deriva directamente de la delegación oficial
dada por los Pastores.
En el plan práctico, es útil tener presente que se puede hablar de dos categorías
de catequistas: los de tiempo pleno, que dedican toda su vida a este servicio,
y, en cuanto tales, son reconocidos oficialmente; y los de tiempo parcial, que
ofrecen una colaboración limitada, pero siempre preciosa. La proporción entre
estas dos categorías varía de zona a zona, aunque la línea de tendencia muestra
que los catequistas de tiempo parcial son mucho más numerosos.
En fin, es oportuno tener presente que, al lado de los catequistas laicos, opera en
la Catequesis un gran número de religiosos y religiosas. Aun sin considerarlos
Catequistas como tales, por el hecho de ser consagrados poseen una indudable
preparación espiritual y plena disponibilidad apostólica. De ahí que, en la
práctica, los religiosos y las religiosas ejercen las funciones propias de los
catequistas y sobre todo, en virtud de su estrecha colaboración con los
sacerdotes, tienen con frecuencia una parte activa a nivel de dirección. Por estas
razones, la Congregación para la Evangelización de los Pueblos encomienda al
compromiso de los religiosos y de las religiosas, como ya se verifica en muchas
partes, este importante sector de la vida eclesial, especialmente al nivel de la
formación, de la atención y del cuidado de los catequistas (cf. CT 65).
Presenta algunas pistas para promover e iluminar una reflexión en este sentido:
Se prevé, asimismo, un futuro cada vez mas importante para los Catequistas
dedicados directamente a la catequesis, porque las Iglesias jóvenes se
desarrollan, multiplicando los servicios apostólicos laicales distintos del catequista
(RM 74). Se requerirán por tanto, catequistas especializados. Entre éstos hay
que destacar los que trabajan por la renovación cristiana en las comunidades de
mayoría de bautizados, pero de escasa instrucción religiosa y vida de fe.
Están surgiendo otros tipos de catequistas, que hay que tener en cuenta porque
deberán responder a retos ya en parte actuales, como la urbanización, la
creciente escolaridad con particular referencia al ámbito universitario y, más en
general, a los jóvenes, y también las migraciones con el fenómeno de los
refugiados, el avance de la secularización, los cambios políticos, la cultura de
masa favorecida por los mass-media, etc.
ACTIVIDAD DE APRENDIZAJE
COMPLETAR
y a la _____________________________________________
Cuando el catequista está casado, la vida matrimonial forma parte de su
espiritualidad. Como afirma justamente el Papa: «Los catequistas casados tienen
la obligación de testimoniar con coherencia el valor cristiano del matrimonio,
viviendo el sacramento en plena fidelidad y educando con responsabilidad a sus
hilos» (Asamblea Plenaria cit., 2). Esta espiritualidad correspondiente al matrimonio
puede tener un impacto favorable y característico en la misma actividad del
catequista, y este tratará de asociar a la esposa y a los hijos en su servicio, de
manera que toda la familia llegue a ser una célula de irradiación apostólica.
Esta Iglesia, como Pueblo de Dios y Cuerpo Místico de Cristo, exige del
catequista un sentido profundo de pertenencia y de responsabilidad por ser
miembro vivo y activo de ella; como sacramento universal de salvación, ella le
pide que se empeñe en vivir su misterio y gracia multiforme para
enriquecerse con ellos y llegar a ser signo visible en la comunidad de los
hermanos. El servicio del catequista no es nunca un acto individual o aislado,
sino siempre profundamente eclesial.
• Espíritu mariano. Por una vocación singular, María vio al Hijo de Dios «crecer
en sabiduría, edad y gracia» (Lc 2,52). Ella fue la Maestra que lo «formó en el
conocimiento humano de las Escrituras y de la historia del designio de Dios sobre
su Pueblo en la adoración al Padre» (CT 73). Ella fue, asimismo, «la primera de
sus discípulos». Como lo afirmó audazmente S. Agustín,
el hecho de ser discípula fue para María más importante
que ser madre. Se puede decir, con razón y alegría, que
María es un «catecismo viviente», «madre y modelo del
catequista» (CT 73; RM 92; cf. EN 82).
La comunidad primitiva vivió esa rica realidad (Hch 2-4) con María, la Madre de
Jesús (cf. Hch 1,14).
ACTIVIDAD DE APRENDIZAJE
COMPLETAR
Es bien sabido que la Iglesia reivindica para sí una misión de orden «religioso» cf.
(GS 42; EN 41-43), que debe realizarse, sin embargo, en la historia y en la vida real
de la humanidad y, por tanto, en forma no desencarnada.
Es tarea, sublime de los laicos, llevar los valores del Evangelio al campo
económico, social y político (CfL 4 1-43). El catequista tiene una importante tarea
propia y característica en el sector de la promoción humana, del desarrollo y
defensa de la justicia. Al vivir en un mismo contexto social con los hermanos, es
capaz de comprender, interpretar y resolver las situaciones y los problemas a la
luz del Evangelio. Ha de saber, pues; estar en contacto con la gente, estimularla
a tomar conciencia de la realidad en que vive para mejorarla y, cuando sea
necesario, ha de tener el valor de hablar en nombre de los más débiles para
defender sus derechos.
Escucha del Espíritu, que sopla donde quiere (cf Jn 3,8), respetando lo que Él ha
operado en el hombre, para alcanzar la purificación interior, sin la cual el diálogo
no reporta frutos de salvación (RM 56).
El correcto conocimiento de las religiones presentes en el territorio: su historia y
organización; los valores que, como «semillas del Verbo», pueden ser una
«preparación al Evangelio» (AG 3,11), los límites y errores que se oponen a la
verdad evangélica y que se deben, respectivamente, completar y corregir.
El catequista se presenta, hoy día, como uno de los agentes más aptos para
superar positivamente ese fenómeno. Con su tarea de anunciar la Palabra y de
acompañare1 crecimiento en la vida cristiana, el catequista se encuentra en una
situación ideal para ayudar a las personas - tanto cristianos como no cristianos -
a comprender cuáles son las verdaderas respuestas a sus necesidades, sin
recurrir a las pseudo-seguridades de las sectas. Además, como laico puede
actuar más capilarmente y hablar de modo más realista y comprensivo.
1. Elección prudente
• Importancia de la selección y preparación del ambiente. Un problema
fundamental en los territorios de misión, es la dificultad de establecer qué grado
de convicción de fe y qué calidad de motivación vocacional ha de tener un
candidato para ser aceptado. Este problema se debe a muchas causas más o
menos consistentes; principalmente:
la situación socio-política;
Este estado de cosas puede engendrar una especie de resignación ante la cual es
preciso reaccionar.
No se olvide, además, que el aprecio que manifiestan los fieles por esa función es
directamente proporcionada al modo con que los Pastores tratan a sus
catequistas, valorizan sus atribuciones y respetan su responsabilidad. Un
catequista realizado, responsable y dinámico, que actúa con entusiasmo y alegría
en el ejercicio de su tarea, apreciado y justamente remunerado, es el mejor
promotor de su propia vocación.
• Criterios de selección:
Para escoger un candidato como catequista, es preciso saber qué criterios son
«esenciales» y cuáles no. En la práctica, es indispensable que en todas las
Iglesias se establezca una lista de criterios de selección, para que los encargados
de escoger a los candidatos tengan puntos de referencia. La elaboración de esa
lista, con criterios suficientes, precisos, realistas y controlables, corresponde a la
autoridad local, única capaz de valorar las exigencias del servicio y la posibilidad
de responder a ellas.
ACTIVIDAD DE APRENDIZAJE
COMPLETAR
2. Camino de Formación
• Necesidad de una formación adecuada. Para que las comunidades
eclesiales puedan contar con catequistas suficientes e idóneos, además de una
elección atenta, es indispensable proporcionar una preparación de calidad.
Es útil señalar que los documentos del Magisterio establecen para el catequista
una formación global y específica.
Todo esto lo confirmó el Papa Juan Pablo II: «Cuidar con especial solicitud la
calidad significa, pues, procurar con preferencia una formación básica adecuada y
una actualización constante. Se trata de una labor fundamental para asegurar a
la misión de la Iglesia, personal calificado, programas completos y estructuras
adecuadas, abrazando todas las dimensiones de la formación, de la humana a la
espiritual, doctrinal, apostólica y profesional» (RM 73; ChL 60).
Por tanto, se deben tener en cuenta algunos aspectos determinados. Ante todo,
la esfera propiamente humana, con todo lo que ella implica:
Equilibro psicofísico,
buena salud,
responsabilidad,
honradez,
dinamismo;
ético profesional y familiar;
espíritu de sacrificio, de fortaleza, de perseverancia, etc.
Estas cualidades humanas, educadas con una sana pedagogía, forman una
personalidad madura y completo, ideal para un catequista.
Cumplir la voluntad del Padre, que es un acto de caridad salvífica hacia los
hombres, es también alimento para el catequista, como lo fue para Jesús (cf. Jn
4,34). La santidad de vida, realizada desde la perspectiva de la identidad de laico
y apóstol (LG 41), ha de ser, pues, el ideal al que se ha de aspirar en el ejercicio
del servicio de catequista.
La manera más adecuada para alcanzar ese alto grado de madurez interior es
una intensa vida sacramental y de oración (DGC 114).
Liturgia vivida en sus distintas dimensiones, para crecer como persona y para
ayudar la comunidad.
Estas iniciativas no aíslan a los catequistas, sino que les ayudan a crecer en la
espiritualidad propia y en la comunión entre ellos.
Hay que insistir en que la formación teológica tiene que ser global y no
sectorial. Los catequistas, en efecto, deben llegar a una comprensión unitaria
de la fe que favorezca precisamente la unidad y la armonía de su
personalidad, y también de su servicio apostólico.
A estas indicaciones hay que añadir una exhortación a procurar los medios
necesarios para la formación intelectual de los catequistas. Entre éstos están,
en primer lugar, las escuelas de catequesis: y se revelan también muy
eficaces los cursos breves promovidos en las diócesis o en las parroquias, la
instrucción individual impartida por un sacerdote o un catequista experto;
además, la utilización de material didáctico. Es bueno que se dé importancia,
en la formación intelectual, a metodologías variadas y sencillas como las
lecciones escolares, el trabajo en grupo, el análisis de casos prácticos, las
investigaciones y el estudio individual.
Los aspectos principales en los que se debe educar a los candidatos son:
Anunciar con franqueza (cf. Hch 4,23; 28,31) la verdad acerca de Dios y
de que El envió para la salvación de todos, a nuestro Señor Jesucristo (cf. 2Ts
1,9-10), de manera que los no cristianos, a los que el Espíritu Santo abra el
corazón (cf. Hch 16, 1 4), puedan creer y convertirse libremente (cf. RM 44-45;
AG 13).
Encontrar a los adeptos de otras religiones sin prejuicios, y en diálogo
franco y abierto.
Bajo la guía de los Pastores y en colaboración con los demás fieles, cumplir
las tareas que, según el plan pastoral, conducen a la maduración de la
Iglesia particular. Estos servicios corresponden a necesidades de cada Iglesia,
y caracterizan al catequista en los territorios de misión. Por consiguiente, la
actividad de formación deberá ayudar al catequista a afinar su sensibilidad
misionera, y capacitarlo a descubrir y a aprovechar todas las situaciones
favorables al primer anuncio.
5,25)241.
ACTIVIDAD DE APRENDIZAJE
COMPLETAR
Camino
De
Formación
Los catequistas requieren una formación
Los catequistas deben estar convencidos, ante todo, de que su primer educador
es Nuestro Señor Jesucristo, que forma a través del Espíritu Santo (cf Jn 1
6,1 2-15). Esto exige en ellos un espíritu de fe y una actitud de oración y de
recogimiento para dar espacio a la pedagogía divina. La educación de apóstoles
es pues, principalmente un arte que se expresa en el ámbito sobrenatural.
Los formadores, es decir los delegados por la Iglesia para ayudar a los
catequistas a realizar el programa de educación, son como «compañeros de
viaje» cuyo servicio cualificado es muy valioso. Son, ante todo, los responsables
de los centros para catequistas y también los que se encargan de la formación
básica y permanente de los candidatos fuera de los centros. Es importante que
se escojan educadores idóneos que, además de destacarse por sentido de Iglesia
y por vida cristiana, posean una preparación específica para esa tarea y tengan
una experiencia personal por haber desempeñado, ellos también, el servicio de la
catequesis. Es bueno que los formadores constituyan un equipo o grupo
compuesto posiblemente de sacerdotes, religiosos y laicos, tanto hombres como
mujeres escogidos sobre todo entre catequistas experimentados. Así, la
formación resultará más completa y encarnada.
ACTIVIDAD DE APRENDIZAJE
COMPLETAR
Responsables de la formación de los catequistas
Hay que insistir en que todos os catequistas reciban una formación inicial mínima
suficiente, sin la cual no podrían ejercer convenientemente su misión. Con este
fin indicamos algunos criterios y directivas que contribuirán a promover y a guiar
as distintas opciones de la actividad formativa:
Estas indicaciones se tienen presentes donde existe una buena estructura para la
formación básica. Sin embargo, pueden servir de estímulo y orientación para los
Pastores y para los mismos candidatos también en la fase inicial. Hay que evitar,
absolutamente, toda improvisación en la preparación de los catequistas, o dejarla
a su exclusiva iniciativa.
ACTIVIDAD DE APRENDIZAJE
RESPONDER
Es importante que exista una cierta conexión entre los centros, sobre todo a nivel
nacional, bajo la responsabilidad de la Conferencia Episcopal. Esa conexión se
favorece con encuentros regulares entre todos los formadores de los distintos
centros y por el intercambio de material didáctico. De este modo, se procura la
unidad de la formación y se potencian los centros con el enriquecimiento
participado de la experiencia de los demás.
Tanto para la actividad de los centros como para la de los cursos, son
indispensables los instrumentos didácticos: libros, audiovisuales y todo el material
que sirve para preparar bien a un catequista.
Corresponde a los Pastores responsables procurar que los centros estén provistos
del material necesario, de acuerdo con su importancia. Es encomiable la
costumbre de intercambiarse los medios didácticos entre un centro y otro, entre
una y otra diócesis. A veces se trata de intercambios útiles entre naciones
limítrofes y homogéneas por su situación socio-religiosa.
Pero, insiste a la vez, en la necesidad de buscar a, toda costa, una solución más
estable del problema.
Los presupuestos de las diócesis y de las parroquias por tanto, deberán destinar
a esta obra una cuota proporcionada de los ingresos, siguiendo el criterio de dar
la prioridad a los gastos de la formación (CT 63).
También los fieles deberán hacerse cargo del mantenimiento de los catequistas,
sobre todo cuando se trata del animador de su comunidad local. La calidad de las
personas, en particular las que están comprometidas en el apostolado directo,
tienen la precedencia respecto a las estructuras. No se destinen pues a otros
fines ni se reduzcan los presupuestos destinados a los catequistas y a la
catequesis.
Los catequistas, en efecto, son apóstoles de primera línea: sin ellos «no se
habrían edificado Iglesias hoy día florecientes» (CT 66) son, además, una de las
componentes esenciales de la comunidad, enraizados en ella por el Bautismo y la
Confirmación y su vocación, con el derecho y el deber de crecer en plenitud y de
obrar con responsabilidad.
A los catequistas se puede aplicar, con toda verdad, la palabra del Señor: «Id y
haced discípulos a todas las naciones» (Mt 28,19), porque «ellos están
dedicados por oficio al ministerio de la palabra» (Dei Verbum 25).
Todas las diócesis deberán hacer lo posible por tener un grupo de formadores de
catequistas, compuesto en lo posible de sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos,
que se puedan enviar a las parroquias a preparar a los aspirantes, en comunidad
e individual mente.
ACTIVIDAD DE APRENDIZAJE
COMPLETAR:
CONCLUSIÓN
Las directrices contenidas en este documento se proponen con la esperanza de
que sean como un ideal para todos los catequistas.
No se puede concluir más eficazmente este documento que citando las vibrantes
palabras que el Papa Juan Pablo II dirigió a los catequistas de Angola durante su
última visita apostólica:
¡LISTOS PARA
LA MISIÓN!
TRABAJO GRUPAL
MÓDULO DE CATEQUESIS
NOMBRE DE LOS INTEGRANTES DEL GRUPO CÓDIGO
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JURISDICCIÓN ECLESIÁSTICA ________________________________
ABREVIATURAS
AA Apostolicam Actuositatem
AG Ad Gentes
CA Centesimus Annus
CD Christus Dominus
25 de enero de 1983.
CT Catechesi Tradendae
DC Documento de Caracas
DECAT-CELAM 1985.
DM Documento de Medellín
DP Documento de Puebla
DQ Documento de Quito
“La comunidad catequizadora en el presente y en el futuro de América
Latina”. DECAT-CELAM, 1 Semana Latinoamericana de Catequesis 3-10 de
octubre de 1982 (Quito, Ecuador).
IA Eclesia in América
EN Evangelii Nuntiandi
FR Fides et Ratio
GE Gravissimum Educationis
GS Gaudium et Spes
RM Redemptoris Missio
BIBLIOGRAFIA
Comisión Episcopal de Enseñanza y Catequesis, La catequesis de la comunidad,
Orientaciones pastorales para la catequesis en España, hoy, Madrid. EDICE,
1983.
d) La Catequesis, educación de la fe
a) Aspectos Positivos
- La nueva evangelización
- La atención pastoral.