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Universidad de Chile

Facultad de Filosofía y Humanidades


Pedagogía de Educación Media en Asignaturas Científico-Humanistas

Trabajo Final:

Implementación de educación
emocional en el curriculum escolar

Alumno/a:
Tamara González Osses
Belén González Vicuña

Santiago de Chile, 21 de diciembre de 2020


1. Introducción

Como dupla de práctica, pensamos que tuvimos muy pocas instancias de vinculo con
nuestros estudiantes, en el Liceo Horacio Aravena Andaur de la comuna de San Joaquín,
debido a que nos dieron la posibilidad de implementar 2 clases en Educación Ciudadana,
sin ningún tipo de observación previa; mientras que en consejo de curso solo nos dejaron
implementar una. La verdad que participaron muy poco, y se conectaron entre 4 a 5
estudiantes como máximo, lo que nos hace pensar que estamos en desventaja en lo que
respecta a construir un tema de intereses juvenil en base a esta situación. Es por esto,
que tratamos de guiarnos más por nuestras propias experiencias como estudiantes, que
en nuestra propia práctica.

Según nuestras experiencias de cuando fuimos estudiantes del sistema educacional


chileno, es que nos interesa la idea de implementar la educación emocional como parte
del curriculum escolar, para que se le de algunas herramientas a los estudiantes para que
regulen sus sentimientos y afectos, y logren manejar de mejor manera las situaciones de
estrés. Esta idea la logramos visualizar, ya que, a Belén en el colegio, le hacían yoga
Kundalini de forma semanal, en sesiones de 45 minutos; y ella siente que, de cierta forma,
esto le ayudo a gran escala para su desarrollo socio-emocional. Esto se diferencia de las
vivencias de Tamara en su adolescencia, ya que nunca tuvo este tipo de instancias, e
incluso llego a padecer de una depresión severa en aquellos años.

Es por esto que sentimos como dupla, que existe una gran importancia en lo que puedan
hacer los centros educacionales con respecto a las emociones de sus alumnos, para
fomentar ciertas prácticas que les ayuden a sobrellevar de mejor manera sensaciones
negativas, que muchas veces pueden perjudicar la forma en la que se desenvuelven en
su entorno escolar. Por otro lado, también es importante llegar a problematizar sobre este
tema, ya que, si bien implementar la educación emocional en el sistema educativo puede
ser una salida en cuanto a salud mental, es más bien superficial, tomando en cuenta la
verdadera problemática de la educación en Chile en cuanto a los sentires de sus
estudiantes, que es mucho más estructural.

Debido a nuestra problemática sobre la implementación de la educación emocional en el


sistema educativo chileno, es que tenemos pensado dividirlo en algunos ejes
fundamentales de desarrollar; primero, hacer un análisis en base a la teoría de la juventud
y de la importancia de la escuela para los sujetos y en la construcción de significados y
representaciones, en cuanto a la emocionalidad; luego como segundo punto, hacer un
análisis de la vinculación de las emociones con el aprendizaje, y el rol del docente en
esto; tercero, hacer una breve revisión de como se abordan los aspectos emocionales en
el curriculum escolar chileno; cuarto, contextualizar la actual crisis educacional en
pandemia, para llegar a vincularla con la problematización sobre la educación emocional
en el sistema escolar chileno.

2. La juventud: Una construcción social reproducida desde las


escuelas

La juventud según nuestra propia experiencia y lo que pudimos ver en el breve tiempo de
práctica que tuvimos, está muy condicionado por las escuelas, y las experiencias que se
viven ahí. Es por eso, que es fundamental mencionar lo que han hablado los diversos
autores y teóricos sobre la problematización en torno a este término, especialmente para
poder llegar entender mejor nuestra propuesta sobre la implementación de la educación
emocional en Chile.

Es muy importante mencionar lo que plantea Duarte (2012) sobre el adultocentrismo, ya


que él dice que este ha sido construido históricamente, y que es propio de la sociedad
occidental, que además esta muy vinculado con el patriarcado; como una forma de
subordinar, marginar y disciplinar a los jóvenes, limitando sus derechos y voluntades
(Claudio Duarte, 2012). Este análisis es muy importante para nuestro estudio, ya que nos
ayuda a comprender que el poco interés de parte de los adultos por comprender el mundo
en el que habitan los jóvenes, va más ligado a una cuestión cultural y propia de la
sociedad moderna, que situaciones que se den de forma aislada.

Siguiendo en la misma línea del estudio de la juventud, esta lo que plantea Oscar Aguilera
(2014). Que a través de la publicidad se ha generalizado mucho los estereotipos que
rodean a los jóvenes de diversas épocas, vinculándolos principalmente con el mundo del
goce, los deseos y la entretención; mientras que de forma paralela también se tiende a
reconocerlos como actores sociales, que participan en las filas militantes. Esta forma de
concebir la juventud, muchas veces deja fuera a algunos sujetos sociales, ya que los
valores que se transmiten son parte de un grupo, que se encuentra en las esferas de
poder (Oscar Aguilera, 2014). El postulado anterior, nos sirve para comprender que las
representaciones de juventud se construyen más bien desde los jóvenes burgueses, y por
otro lado también para problematizar, en como la sociedad entiende los verdaderos
intereses de los jóvenes, ya que se centra en cuestiones que son totalmente predecibles,
tomando en cuenta el mundo que habita en cada ser humano.

Por otro lado, también podemos teorizar en base los estudios que están más vinculados
con las emociones de los jóvenes, como lo planteado por Pablo Toro (2018) y por Juan
Jacobo Rousseau (2000) . El primero plantea que existe un fuerte vinculo entre el cuerpo
y las emociones, y que esto lo entiende la escuela a través de la implementación de la
educación física como campo pedagógico, incentivando la idea de forjar la disciplina, para
generar seres que obedezcan al Estado (Pablo Toro, 2018). Mientras que el segundo
autor hace énfasis en las emociones de los jóvenes, como en el amor, la amistad, la
generosidad, la clemencia, y también, en la importancia de la empatía y de la imaginación,
para poder lograr un sano desarrollo en esta etapa (Juan Jacobo Rousseau, 2000).

Estos dos postulados enfocados específicamente en las emociones de los jóvenes, nos
son de gran utilidad para comprender porque nace el interés por el estado chileno, en el
vinculo cuerpo-mente; que es más que nada para homogeneizar ciertas conductas, y que
los jóvenes puedan controlar sus emociones a tal punto, que logren comportarse en el
espacio escolar. Además, podemos ver, desde una perspectiva mucho más romántica,
como es la de Rousseau, los valores emocionales que deberían tener los jóvenes de
todas las épocas, para lograr construirse como adultos sanos e íntegros el día de
mañana, como es el valor del amor y la amistad. Aunque esta claro, que el Estado chileno
no se vincula pensando en estos valores con las emociones de las juventudes del país, ya
que más bien, lo hace tratando de reducir este vinculo siempre a lo disciplinario.

Sin menos relevancia están los postulados de Walter Benjamín (1993) y Pierre Bourdieu
(2012) , acerca de como se desarrollan las diversas instituciones en el ámbito del control
disciplinario. Por un lado, Walter Benjamín plantea que la juventud tiene una cualidad
contestaria que es inherente a su condición, y que la Universidad que esta directamente
vinculada al estado, no deja que se desarrolle; es por esto que según él aquí degeneran
los espíritus creadores, en almas funcionales y burocráticas (Walter Benjamín, 1993).
Siguiendo en la misma línea, pero enfocado en la escuela, Pierre Bourdieu plantea que la
juventud es propia de la clase burguesa, ya que el joven obrero al comenzar a trabajar
desde temprana edad, y no estar dentro del sistema escolar, no puede ser considerado
culturalmente un joven; es por esto, que esta institución funciona como reproductor de
prácticas dentro de sus alumnos, que los definen (Pierre Bourdieu, 2012).

A partir del párrafo anterior es que podemos decir, que la Universidad y la escuela,
reproducen estereotipos de lo que se define como juventud, y de las prácticas que estos
tienen como grupo. Los sujetos que no pertenezcan a estas instituciones, quedan fuera de
las representaciones para definirse como joven; dentro de estos podemos encontrar a
indígenas, personas que viven en la ruralidad y que no tienen acceso muchas veces a la
educación, etc. Además, como bien plantea Benjamín, la Universidad y la escuela,
funcionan como contenedores que disciplinan las ansias juveniles por la innovación, y por
las ideas nuevas, por los cambios, y por qué no decir, también de las revoluciones
sociales.

En base a las teorías expuestas en este apartado, es que podemos llegar a decir, que el
adultocentrismo que existe como estructura que se vincula tanto con el patriarcado, como
con el capitalismo imperante; no toma en cuenta los verdaderos intereses de los jóvenes
o de los estudiantes, más bien da cosas por sentadas, como que son revolucionarios, o
están preocupados solamente por entretenerse, etc. Los discursos de como debe ser la
juventud, son reproducidos desde las escuelas, y principalmente desde el modo de vivir
del joven burgués, que ha tenido siempre acceso a esta, a diferencia del joven
campesino, o el joven perteneciente a alguna etnia. También podemos decir, que el
sistema educacional, así como el chileno, tiene como finalidad disciplinar a los
adolescentes, evitando así, que se desvíen, homogeneizando las formas de actuar y de
pensar. Esto también podemos visualizarlo en lo que plantea Toro, acerca de la
implementación de la educación física en los establecimientos educacionales, que nace
desde una preocupación por parte del Estado de Chile por el vínculo mente-cuerpo-
emoción; pero siempre enfocado en el control de masas. Lo que sentimos que es
bastante pobre, pensando en todas las teorías psicológicas y de pedagogía que existen
hasta hoy; es por esto, que pensamos que el curriculum escolar chileno, debería
centrarse mucho más en la emocionalidad, que en algo exclusivamente físico como la
educación física. Con esto tampoco queremos decir que lo físico no sea importante, ya
que abogamos por la importancia total del vinculo cuerpo-mente-educación, como un todo
indivisible en su horizontalidad, a través de nuestra propuesta sobre implementar la
educación emocional en las escuelas como parte del curriculum.
3. Vinculación de la emocionalidad con el aprendizaje

Después de revisar las teorías acerca del concepto juventud, es importante que, para
vincularnos con nuestra propuesta, analicemos la importancia del vinculo emocional con
el aprendizaje, y como este es afectado tanto como por las escuelas, como por los
docentes; a través de diversas teorías, sobre la importancia de estos lazos.

Según José García (2012), los procesos de aprendizaje son muy importantes, tomando en
cuenta que son de orden cognitivo y emocional, y que afectan de manera directa la
construcción de la personalidad de los sujetos, su capacidad para adaptarse a los
ambientes sociales, y la inteligencia emocional en general. Además, dice que las
emociones son eventos de carácter biológico y cognitivo, que tienen sentido en términos
sociales, ya que, si las sensaciones de una determinada situación son positivos o
negativos, determinarán la predisposición hacia ella. Es importante tener en cuenta esto al
considerar que en el siglo XXI la escuela asentó su carácter anti-emocional, centrándose
solamente en controlar el tiempo, las emociones y el cuerpo, ignorando totalmente las
verdaderas necesidades de sus alumnos. También pone énfasis en la importancia de que
el profesor autorregule y comprenda sus emociones, para construir relaciones
interpersonales adecuadas con los educandos, posibilitando incluso, la elevación del
rendimiento académico de estos (José García, 2012). Esto ultimo es muy importante,
tomando en cuenta que es el profesor el que genera el clima de aula necesario para el
aprendizaje, y el que impone la autoridad necesaria para que se genere un ambiente de
respeto y a la vez de empatía y cariño; entonces podemos decir, que el vínculo docente-
alumno pasa a ser fundamental en la escuela.

Acerca de este punto, también hace referencia María escobar (2015), quien plantea, que
la interacción docente-alumno es un tipo de relación bastante peculiar, debido a que esta
no se establece en base a la simpatía, afinidad o intereses comunes, sino más bien, se da
a través de una imposición entre personas de diferente edad, grados de madurez,
razonamiento, etc. Además, plantea que el profesor es esencial para que los educandos
logren el aprendizaje adecuado, ya que este debería funcionar como un facilitador del
correcto desarrollo de las habilidades de los estudiantes, incentivando siempre al dialogo
como forma de comunicación, a través del respeto, transmitiendo y construyendo
conocimiento, en vías de formar personas que piensen por sí mismas (María Escobar,
2015). A partir de esto, es que podemos decir, es que es fundamental el vinculo que se
forma entre educadores y educandos, para que estos últimos adquieran la capacidad de
pensar por si mismos, y de escoger siempre el dialogo, como manera de enfrentar
cualquier tipo de situación, y en el aula.

En base a las teorías ya expuestas, es que es importante revisar algún artículo más
aterrizado al caso chileno, como es el escrito por Neva Milicic y Teresita Marchant. En
este texto se plantea también, la importancia del vínculo que el docente genere con sus
alumnos, mostrándolo como un agente que crea experiencias cristalizadoras para la
identidad de los sujetos, y como un referente de aprendizaje socioemocional; que debería
centrarse más en las fortalezas, que en los déficits de sus educandos, para generar
apego, y un clima de aula positivo; esto con el fin, de generar una retroalimentación
positiva que será fundamental en el desarrollo del autoestima de sus estudiantes. Según
las autoras, es mucho más relevante un profesor para los jóvenes que viven en contextos
vulnerables, ya que este se muestra como un tutor de resiliencia. Esto ultimo es
especialmente importante en el contexto que se vive hoy en día en Chile, ya que el
escenario educacional está en constante cambio; a través de la aceptación de mayor
diversidad, incorporando más alumnos con necesidades educativas especiales, y también
a inmigrantes. Pero eso no quiere decir que sea un mejor ambiente para desarrollarse, ya
que existe un alto índice de violencia en el sistema escolar, así como de acoso, aumentos
de intentos de suicidio, así como también, aumento del abuso de drogas y alcohol (Milicic
y Marchant).

Lo que plantea Milicic y Marchat es fundamental considerarlo en este trabajo, ya que es


un estudio chileno, que toma en cuenta la realidad actual de la educación del país que
está cada vez más en crisis, debido a los altos índices de violencia como, de bullying, de
ciber bullying, el abuso de sustancias perjudiciales para el normal desarrollo, etc. Además
de la constante integración de jóvenes con diversas necesidades, que el sistema
educativo no puede saldar. A la mayoría de los profesores, este tipo de situaciones se les
va totalmente de las manos, ya que como se menciona en el texto, a los docentes no se
les da las herramientas en su formación profesional, para que puedan lidiar con un plan
de educación emocional (Milicic y Marchant), o de control, ya que esto se sale totalmente
de la pedagogía de su asignatura.
En base a todo lo que ya hemos mencionado en este apartado, es que podemos decir
que es muy importante el vinculo que los profesores forjen con sus alumnos, ya que esto
es fundamental para su aprendizaje, como también que los educandos estén bien
emocionalmente para poder adquirir conocimientos de forma mucho más significativa. Es
trascendental la conexión que se forme entre el aprendizaje, los educandos, y los
educadores; tomando muy en cuenta los sentires de los estudiantes. Aunque esto suena
bastante simple de entender, el proceso educativo se complejiza mucho más, cuando se
toman en cuenta los sistemas educativos, como es el caso de Chile, donde
estructuralmente hablando, no se le da las herramientas ni a los estudiantes, ni a los
docentes, para que desarrollen una verdadera inteligencia emocional que los
retroalimente y genere un verdadero clima de aula que sea fructífero para todos y todas.
Es por esto, que creemos que implementar educación emocional en el curriculum, podría
dar algunas herramientas que les enseñe a los educandos, a enfrentar ciertas
adversidades de su día a día, así como también, enseñarles que tengan un mayor
autocontrol, y hacerles que tomen conciencia sobre la no discriminación, y el abuso de
sustancias licitas e ilícitas, que de todas formas perjudican su sano desarrollo.

4. ¿Cómo se abordan la enseñanza emocional, en el


curriculum escolar chileno?

La educación en Chile, desde el derrumbe del Estado Docente en su máximo apogeo


(Inzunza, 2009) en tiempos de dictadura que quedo finalmente plasmado en la
constitución neoliberal de 1980 que lo termino por sepultar, hasta hoy, a estado
caracterizada por ser privada, subvencionada y subsidiaria, en cuento al rol que le
compete al estado (Neut, 2016). Además, después del golpe se comenzaron a generar,
prácticas político educativas que iban centradas en despolitizar los contenidos tanto de los
textos de estudio, como de los actos cívicos que se hacían en las escuelas; demostrando
así, su carácter nacionalista y cristiano. La LOCE que fue implementada en 1990, se
convirtió en el ente oficial de los programas de estudio, imponiendo así, contenidos
mínimos obligatorios, y no los objetivos fundamentales; esto saldándose, con la LGE, que
más que nada, se a centrado en un aumento explosivo de los objetivos curriculares, que
se enfocan en los contenidos de las pruebas estandarizadas externas (Osandón, Caro,
Magendzo, y otros, 2018)
En general podemos decir que el curriculum escolar en Chile actualmente esta enfocado
en que el estudiante adquiera contenido, habilidades y actitudes determinadas, que no se
condicen con la realidad. Ya que este, está construido de manera técnico instrumental,
con habilidades que están fragmentadas, contenidos hiperdensificados, que no responden
a un verdadero y sano aprendizaje de parte de los educandos. Generalmente se pide a
los profesores didáctica y tener un enfoque constructivista en sus clases, pero la gran
cantidad de materia que deben pasar, no los deja transmitir a los estudiantes, las
competencias necesarias, para que logren asimilar significativamente los contenidos
(Arratia y Osandón, 2018). Uno de los factores que genera esto, es que el curriculum
escolar se centra en responder a las pruebas estandarizadas que están enfocadas en
asignaturas como lenguaje y matemática, menospreciando y dejando de lado las áreas
artísticas, humanistas, y todo aquello que pueda ir en post del desarrollo personal
(Ossandon et al, 2018); aunque naturalmente, existan horas de libre disposición en las
escuelas (Arratia et al, 2018).

Además de las claras carencias que tiene el curriculum escolar en Chile en lo que
respecta a educación socioemocional, es necesario también, que tengamos en cuenta los
esfuerzos que se han hecho en esta materia, claramente insuficientes. Según Neva Milicic
y Teresita Marchant, las políticas educativas exigen en los colegios un PEI -proyecto
educativo institucional-, también que tengan políticas de convivencia escolar centrados en
diversos planes y protocolos, que tengan relación sobre las conductas suicidas, sobre los
padres adolescentes, el abuso de drogas y alcohol, etc. Además, hoy en día en la prueba
SIMCE se incluyen niveles de desarrollo personal y social, para que cada establecimiento
tenga claridad sobre cuáles son los sentires de sus alumnos/as, y las fiscalizaciones del
ministerio de educación debido a esto, son cada vez más integrales. Las escuelas cada
vez más, incluyen a sus equipos directivos todo tipo de profesionales; así como también,
curricularmente, tienen una hora para abordar la asignatura de Orientación y Familia o
consejo de curso; que son espacios privilegiados para abordar los temas referentes a la
educación emocional (Milicic y Marchant).

De todas formas, sentimos que estos esfuerzos bien intencionados de preocupación e


implementación de algo de educación emocional – a través de Orientación y Familia o
consejo de curso- en las escuelas, son totalmente insuficientes, ya que no atacan la
problemática principal que sería una reestructuración total del curriculum. Además,
desmercantilizar la educación debería ser uno de los primeros objetivos para
reorganizarla, construyendo un curriculum que sea mucho más flexible, donde exista la
transdisciplinariedad, y que sea una educación publica y comunitaria, que se aterrice a las
realidades de las comunidades donde se asienta, preocupándose principalmente, en el
bienestar emocional de sus educandos. Es por esto, que en una futura reestructuración
del curriculum, es indispensable dejar de lado el carácter técnico instrumental,
memorístico, y centrado en pruebas estandarizadas externas, para un correcto
aprendizaje de los estudiantes; además de implementar de forma obligatoria, la
asignatura Educación Emocional.

5. ¿Cómo implementar educación emocional en el actual


contexto?
5.1. Actual contexto de pandemia en la educación

Hace poco más de un año, en el marco del estallido social, surgió una consigna que
hemos podido observar en reiteradas ocasiones: “No era depresión, era neoliberalismo”.
Con esta frase queremos comenzar este intento por desentrañar la intrincada red de
factores sistémicos que se entrecruzan en la situación actual: crisis social, crisis de la
educación, crisis de la salud mental (todas de larga data) y que se agudizan por la
reciente crisis sanitaria que atravesamos producto de la irrupción del covid-19.

Durante décadas hemos vivido en carne propia las brechas sostenidas por el sistema
económico y político; en ese sentido, uno de los indicadores más claros se encuentra en
el acceso y las condiciones de la educación formal, aspecto clave de la desigualdad: el
último Censo arrojó que más de 800.000 personas mayores de 15 años declaran tener
una escolaridad inferior a cuarto básico, correspondiendo al 6% de la población total del
país (Toledo, 2020), a lo anterior se suma, en primer lugar, la constatación que hemos
realizado en páginas previas, dando cuenta de cómo desde lo curricular no hay mayor
consideración por el desarrollo emocional de los niños y jóvenes. En segundo lugar,
podemos agregar los resultados del informe sobre los Objetivos de Desarrollo Sostenible
en los países ricos, elaborado por la Unicef en el año 2017, el cual arrojó que en Chile un
25,5% de los niños son pobres, situación que se prevé que aumente drásticamente con la
incertidumbre económica y laboral derivada de la pandemia en curso (Retamal, 2020).
En tercer lugar y como es de esperar, la lógica de mercado que ha permeado
prácticamente todos los ámbitos de la vida cotidiana y de la sociedad en su conjunto ha
instaurado una serie de contravalores tales como “el individualismo, la competitividad, el
arribismo, la despolitización de los colectivos sociales, el consumismo y el endeudamiento
ilimitado, todo lo cual ha llevado a la enajenación ciudadana, a la pérdida de la función
transformativa de los actores sociales, a la desmovilización popular y la pérdida del
protagonismo histórico´´ (Araya, 2020:15).

Por lo mismo, esta multiplicidad de factores ha acarreado consigo una preocupante


situación en lo que a salud mental respecta. Ya en el año 2002, estudios daban cuenta de
que en Chile había altas tasas de trastornos de angustia, de alcoholismo, drogadicción y
de suicidio, este último mayoritariamente en adultos jóvenes y en ancianos empobrecidos
(Araya, 2020). Acercándonos a la actualidad, en el año 2018 la OMS expresaba que “la
sociedad contemporánea está afectada por una serie de problemas de salud mental que
reflejan el estado de disconfort y carencias generado por esta fase de la modernización
capitalista. Desde el punto de vista epidemiológico, la depresión, las adicciones y el
alcoholismo, los trastornos angustiosos, el suicidio y otros problemas clínicos se suman a
conflictos del ámbito psicosocial como la violencia en la vida cotidiana, el maltrato a los
niños y niñas, la delincuencia, la deserción escolar, la violencia contra la mujer, etc.”
(Araya, 2020:14)

Frente a esto, la pandemia del coronavirus y las medidas de confinamiento develaron con
mayor fuerza la profunda desigualdad existente, aumentaron las brechas gestadas
durante décadas y tornaron aún más compleja la ya grave situación de salud mental.

En relación a ello, es importante pensar en los efectos de una de las medidas más
extendidas a nivel mundial, y cuya consideración es de mayor atingencia para el propósito
de este trabajo, como lo es el cierre de establecimientos educacionales de todos los
niveles y el traslado de sus actividades al espacio virtual. Según datos de la Unesco, hoy
en día más del 91% de la población estudiantil alrededor del mundo se ha visto afectada
por el cierre de estas instituciones, es decir, más de 1.500 millones de niños y jóvenes
residentes de 188 países (Retamal, 2020). Esta es una de las razones por las cuales el
Comité de Derechos del Niño de las Naciones Unidas considera que niños y adolescentes
son parte de la población más vulnerable en la crisis sanitaria, puesto que “están
expuestos a graves efectos físicos, emocionales y psicológicos producto de las
restricciones que significan el cierre de escuelas y jardines infantiles; pérdida del contacto
con grupos de pares; limitaciones para el movimiento y actividades de recreación; y
dificultades de acceso a contextos de protección frente a situaciones que amenacen sus
derechos” (p.305) Y si bien nos queda claro que infancia y juventud no son categorías
homogéneas y que por tanto no todos los individuos de estos grupos presentan el mismo
grado de vulnerabilidad, es evidente que de una otra forma el repliegue forzoso de los
espacios públicos y de sociabilización impactan e impactarán en su desarrollo, ante lo
cual el Minsal nos dice que “en este contexto, es esperable que se produzcan respuestas
adaptativas tales como miedo, ansiedad, irritabilidad, angustia y enojo.”(p.309)

Por todo lo expuesto hasta ahora, sumado a nuestras experiencias de los años escolares,
es que hemos decidido direccionar este trabajo hacia el lugar de la emocionalidad en la
educación. Como expresamos desde un comienzo, nuestra idea nace primordialmente de
lo que recordamos y de lo que vivimos en la actualidad, en este rol alterno de ser a la vez
docentes y estudiantes, principalmente debido a las escasas instancias de contacto con
nuestros estudiantes durante la práctica. Nuestras vivencias relacionadas con el
insignificante espacio que la emocionalidad tiene en el sistema educativo y la urgencia
que este tópico ha adquirido con los efectos de la pandemia nos llevan a plantear el uso
de prácticas del mindfulness como una manera de otorgar herramientas para que los
jóvenes puedan sobrellevar de mejor manera sus emociones.

5.2.¿Por qué el Mindfulness?

Cuando hablamos de Mindfulness (usualmente traducido al español como “Atención


plena”) nos referimos a una práctica proveniente del Budismo, la cual se centra en
permanecer en el tiempo presente, desarrollando la habilidad de mantener la mente
calmada y atenta, enfocada en el ahora y no arrastrada continuamente por el torrente de
emociones y pensamientos. En palabras más simples, ser y estar en lugar de solo
responder a estímulos internos y externos. (Mañas, 2009)

Según Mañas (2009), el Mindfulness es una habilidad y, por lo tanto, puede ser aprendida
y entrenada, lo cual reportaría numerosos beneficios pues otorga la facultad de responder
y sobrellevar de mejor manera algunos procesos mentales que pueden contribuir al
desencadenamiento de trastornos psicopatológicos.

Si bien en Chile aún es escasa la implementación de este tipo de prácticas y la realización


de estudios relacionados con el tema, la investigación de Langer y otros autores (2017)
dio buenos resultados.

Tras dividir en dos grupos a estudiantes de octavo básico, uno de estos debió realizar
ejercicios de mindfulness en una sesión semanal durante dos meses, en horario de
clases. Además, se les entregó material para que continuaran con las prácticas en sus
casas. El otro grupo no participó de tales actividades.

Acabado el plazo, se les realizó un seguimiento evaluándolos 3 y 6 meses después de


terminado el programa. Según las conclusiones de los autores del estudio, el grupo que
realizó los ejercicios de mindfulness presentó una baja significativa en síntomas de
ansiedad, depresión y en malestar psicológico en general, así como también mejoras en
el autoestima, con la salvedad de que esta situación no se mantuvo a los 3 meses de
acabada la práctica, posiblemente (y según aventuran los mismos autores) debido a que
los ejercicios no se siguieron realizando en ese periodo.

No obstante la falta de evidencia sobre efectos a largo plazo, los autores del estudio
afirman que “entre los aspectos relevantes de incluir mindfulness en contextos escolares
están el promover habilidades y entregar herramientas de regulación emocional y
conductual que permitan a los adolescentes gestionar de mejor forma sus estados
emocionales y afrontar las múltiples demandas del entorno escolar” (Langer et al., 2017:
481).

Sin embargo, muchos han sido los cuestionamientos sobre este tipo de prácticas y
enfoques, principalmente porque traspasaría la responsabilidad del bienestar emocional
hacia un yo individual, en lugar de considerarlo un asunto de comunidad y porque
reforzaría la construcción de la idea del éxito asociado a la productividad en el sistema de
mercado y el sistema político: “la estandarización del yo y sus emociones, han
consolidado la imagen de un yo emocional privado e individual. Los saberes psi, desde
una perspectiva crítica, influirían en la capacidad de gobernabilidad de estos sujetos,
quedando por ello vinculados con las estrategias de los dispositivos disciplinarios que,
apoyados en la constitución de horizontes sociales basados en el consumo, el éxito y la
felicidad, los hace compatibles con el liberalismo y la democracia” (Ruperthuz y Lévy,
2017: 124)

5.3. Educación emocional: Una salida individualista al


problema educacional

Es muy importante tomar en cuenta el disciplinamiento que se desprende cuando


hablamos de educación emocional, ya que como vimos con anterioridad, son prácticas
que van en post de un bienestar individual, que no toma en consideración las estructuras
que nos rigen; que es finalmente lo que tiene a la sociedad chilena con tan altas tasas de
depresión, y trastornos socio-emocionales. 

La Vida Relámpago (Ruperthuz y Lévy, 2017) en la que estamos inmersos actualmente


nos deshumaniza y nos obliga a vivir en un ritmo fugaz de producción y consumo,
enfermandonos mentalmente, forzándonos a sostener nuestras vidas en base a lo que el
autor denomina “economía psíquica individual.” (p.133) Para esto surge como herramienta
la autoayuda, la cual porta el mensaje de que son los sujetos quienes deben hacerse
cargo de sus conflictos emocionales sin tomar en cuenta a la comunidad en la que están
insertos ni los aspectos sistémicos del problema, fortaleciendo el yo individual, donde los
sujetos tienen la tarea de conocerse, controlarse y contenerse para lograr el éxito en esta
modernidad, caracterizada por la razón como estandarte. 

En ese sentido, una de las principales críticas a las técnicas de autoayuda es que “les
proponían a sus posibles consumidores, convertirse en verdaderos soldados a favor del
progreso, el trabajo y el capitalismo. Estas nuevas coordenadas del yo, estimulan a un
sujeto individual, personalista, competitivo y ambicioso.” (p.133)

Por otra parte, considerando a los mismos autores, podemos rescatar de los saberes del
psi sus intentos por democratizar la ayuda psicológica, muy necesaria para lograr la
autorreflexión y la superación personal como parte del dominio emocional para lograr
beneficios sociales y económicos. De alguna manera, si bien tenemos claridad de que
este tipo de herramientas alejan al sujeto de la noción de comunidad, pensamos que a la
vez lo empoderan y le permiten tomar conciencia de sus procesos internos para lograr la
autorregulación, sumamente necesaria para vivir sanamente en sociedad.

6.Conclusión

Para sintetizar este trabajo de investigación sobre la implementación de la educación


emocional en las escuelas chilenas, es importante tomar en cuenta la super estructura
que implica la escuela para los jóvenes, la cual ha tenido desde el comienzo como
finalidad el disciplinamiento de los estudiantes sin tomar en cuenta seriamente la
creatividad de los mismos, así como también ha reproducido estereotipos burgueses
sobre lo que significa ser joven en esta sociedad moderna, marcados por el
adultocentrismo, que a la vez está inmerso dentro del patriarcado y el capitalismo.
Emocionalmente hablando a partir del Estado chileno han habido iniciativas muy
vinculadas a la educación física como parte de este vínculo cuerpo-mente-emoción en los
establecimientos educacionales, lo que no deja de ser una mirada bastante limitada;
siempre centrada en el disciplinamiento.

Por otro lado, es importante vincular esta mirada adultocentrista, disciplinadora de la


escuela, con lo que es el vínculo emocional que se puede generar en las aulas, y la
importancia de esto en la formación de los jóvenes de hoy en día. Ya que el docente en la
institución escolar aparece como un referente muy importante que influye en el autoestima
y en el clima de aula, que es fundamental para que se logre el aprendizaje, dando vital
importancia al estrecho vínculo entre el bienestar emocional y el aprendizaje.

Pero la verdad es que en base a cómo está estructurado el currículum escolar en Chile,
es difícil que se den muchas veces instancias de vínculo con los profesores y la institución
escolar en sí, más allá de una cuestión totalmente académica, ya que los programas
están formados con el fin de dar respuestas positivas a pruebas externas estandarizadas,
que se basan en las asignaturas de lenguaje y matemática, dejando totalmente de lado
las disciplinas humanistas y artísticas que se vinculan con la emocionalidad; a pesar que
existen horas de libre disposición, casi la mayor parte del tiempo, se utilizan para reforzar
las materias que según el sistema son más importantes. La educación emocional en los
colegios se ha basado en la asignatura de Orientación y Familia o en otros casos
denominada consejo de curso, que es una hora semanal, que teniendo en cuenta los altos
índices de depresión y trastornos de la personalidad en los jóvenes, es muy poco y no se
condice ni se contextualiza con la realidad del país en ese ámbito.

Recientemente, la crisis sanitaria producida por el Covid-19 ha agudizado todas las crisis
preexistentes y develado todas las falencias de nuestro sistema. En esta coyuntura,
donde se empieza a dar cuenta del ensanchamiento de las brechas y del agravamiento de
la ya dramática situación de la salud mental en el país, es que se torna más urgente que
nunca dar al bienestar emocional la importancia que merece. En ese sentido, y
considerando la particular vulnerabilidad de niños y jóvenes, es que se requiere un
accionar más rápido y dinámico para sobrellevar el problema de la salud mental, pudiendo
ser el sistema escolar un facilitador de herramientas y prácticas para este fin. 

Atendiendo a esto es que hemos propuesto el mindfulness como una opción, puesto que
aunque reconocemos los cuestionamientos usuales hacia los saberes psi (que están
enfocados en el yo y alejados de la noción de comunidad, y que además no cuestionan la
raíz profunda y sistémica del problema), consideramos que de todas maneras puede ser
empleado como una herramienta para trabajar en la inmediatez. No podemos abolir el
capitalismo, no podemos cambiar el sistema educativo de un momento a otro ni brindar
soluciones definitivas y eficientes a conflictos y crisis que llevan décadas, e incluso siglos,
instaurados; sin embargo, podemos otorgar un pequeño aporte que si bien no va a
arreglar el escenario actual, sí puede servir a algunos jóvenes para que logren un mayor
conocimiento de sí mismos, autocontrol, empatía y manejo de sus emociones. 
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