Aporta o Aparta
Aporta o Aparta
Aporta o Aparta
Un buen día, ya no es el sol quién nos despierta, sino las gotas de lluvia sobre los
cristales. Los amores de este verano extraño se han esfumado, livianos e insustanciales
como el caldo de un asilo. Incluso un eucalipto es más firme en su abrazo, con su
promesa de papel de prensa, para llenar de sueños rotos y esquelas. Siguen los
dirigentes ebrios de autosatisfacción, tildando de mil maneras a los que no les bailamos
el agua. Yo les pediría que viajarán a otros sitios y aprendieran como hicimos los
demás, construyéndonos poco a poco una opinión a fuerza de gastar suela. Cada cual
escoge el árbol que mejor le representa, y ellos solo sirven de seto, limitando la libertad
y prohibiendo la circulación sin ofrecer alternativas. Nuestros políticos no trabajan para
que los problemas se resuelvan. Protegidos por sus fueros y sus cueros, y agazapados en
sus poltronas hechas de piel de contribuyente, se cubren con sus abultadas nóminas y
sus palmeros, esperando pacientemente a que se disuelvan. La unanimidad es una
ficción propia de las tiranías y barrunto que algunos ediles las añoran cuando afean
nuestros desafectos. Difícil es el acuerdo cuando ni siquiera llamamos igual a las
mismas cosas. Mi abuela llamaba desmayo al sauce llorón que crece hacía el cielo, a la
vez que se dobla extrañando el suelo. Simeón el Estilita vivía solo, pero nunca le faltaba
audiencia para sus soliloquios, en un ostracismo iluminado, desde la cima su columna
de libertad, construida con ladrillos de fragilidad. Las sonrisas del barrio de Salamanca
se convierten en porrazos en Vallecas, mientras la Yoko Ono del partido morado se deja
dorar en la feria de las vanidades, reconociendo que todo lo privado es público, salvo
cuando es su propia pareja la cuestionada. Si no morimos antes de inanición lo haremos
de una indigestión de impostura, pasando del catecismo de la cuaresma católica, a la
vegana, en un pestañeo. En este extraño arte de sufrir en el que se va convirtiendo la
vida, se están multiplicando las perdidas. La última, la de un gigante de la escena y aún
mejor persona. José Antonio Lobato merece que sea honrada su memoria con un premio
o un teatro, pero yo imagino que a él le haría más ilusión un circuito profesional
permanente de artes escénicas con un presupuesto estable, que lleve su nombre, que
ofrezca seguridad a una de nuestras industrias culturales más brillantes y olvidadas. La
lengua española es tan rica en matices que diferencia a los que trepan de los que
escalan. Como decía el poeta Félix Francisco Casanova "el pensamiento es un dolor
hereditario, y es ridículo sufrir por nada". Aporta o aparta.