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Tesis Bark

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DOLORES THION SORIANO-MOLLÁ

Ernesto Bark
n propagandista de la Modernidad
1858-1924

GENERALITAT VALENCIANA
CONSELLERIA DE CULTURA, EDÜCACIÓ I CIENCIA
INSTITUTO DE CULTURA «JUAN GIL-ALBERT»
DIPUTACIÓN PROVINCIAL DE ALICANTE
19 9 8
Col-leccló: Textos Universitaris
Directora: M'1 losé Bono Guardiola

© Dolores Thion Soriano-Mollá


Instituto de Cultura «Juan Gil-Albert»
Generaiitat Valenciana. Conselleria de Cultura, Educado i Ciencia

Edita: INSTITUTO DE CULTURA «JUAN GIL-ALBERT»


Diseño de la Cubierta: Enma Romeo. AUCA
Fotocomposición e Impresión: GRÁFICAS ANTAR, S.L.

ISBN: 84-7784-313-9
Depósito Legal: A-1.199-1998
ÍNDICE

INTRODUCCIÓN 11

1.VIDA DE ERNESTO BARK 13

A. DE TARTU A MADRID: ITINERARIO DE UN JOVEN


REBELDE 14
1. La familia Bark 15
2. De estudiante a incansable viajero 17
3. Entre Ginebra y Uhmardu (Estonia):
El Federalista Báltico 19

B. INTEGRACIÓN A LA VIDA ESPAÑOLA 23


1. Ernesto Bark en los recuerdos y Memorias 24
2. El periodista en Madrid 25
3. Bark en el mundo de la política 29

C. ERNESTO BARK ITINERANTE POR ESPAÑA 34


1. Ernesto Bark en Alicante (1890-4 893) 35
2. Ernesto Bark en Cartagena (1893-4895) 42

D. DE NUEVO EN MADRID 46
1. Consolidación de Germinal 48
2. Otras actividades de Ernesto Bark 50

E. ULTIMOSAÑOS DESUVIDA 53
2. BARK, HACIA UNA MODERNIDAD UNIVERSAL 57

A. ANTECEDENTES INTERNACIONALISTAS 59
1. De la prensa que todo lo urde 59
1.1. La revolución de los oprimidos.
El pueblo báltico 60
1.2. La fraternidad hispano-alemana 65
2. Una mirada sobre la actualidad internacional 70
2.1. Una mirada sobre Rusia 71
2.2. España en las Memorias de un viajero 76
2.3. Las islas Carolinas, islas de la ambición colonial .... 81
2.4. La posición de Alemania en el mundo 87
3. Un ejercicio transcultura!: la traducción 90

B. LA REPÚBLICA SOCIAL, UN NUEVO MODELO POLÍTICO


PARA LA UNIVERSALIDAD 91
1. Ciencia y sociología en la modernidad política 92
1.1. La construcción de la Política Social de Bark 93
1.2. Psicología de las naciones, ciencia auxiliar de la
Política Social 95
1.3. Socialismo Positivo 97
2. Los actores del poder internacional 100
2.1. Nuevas perspectivas internacionales 104
3. Europa, constructora del internacionalismo 105
3.1. Inglaterra, hegemonía cosmopolita y colectivismo .. 106
3.2. Alemania, cosmopolitismo y marxismo 107
3.3. Francia, revolución y libertarismo 110
3.4. Rusia y el futuro de la revolución socialista 115
3.5. Italia, un referente clásico 11 7
4. España, nación precursora para la República Social 119
4.1. Psicología del pueblo español 119
4.2. Actores y escenarios del poder restauracionista 121
4.3. La política colonial, escenario de intereses
comunes 129
4.4. Del Socialismo Español al Socialismo Positivo 131
4.4.1. Crítica al Socialismo marxista 131
4.4.2. Crítica al Anarquismo o Socialismo
libertario 135
4.4.3. Del Republicanismo 139
4.4.4. Socialismo Positivo: el resurgir republicano
y Germinal 144
4.4.5. ¿Quiénes encabezarán el cambio? Algunos
protagonistas 152
4.4.5.1. Nicolás Salmerón 153
4.4.5.2. El General Ángel Luque 156
4.4.5.3. Alejandro Lerroux 157
4.4.6. Miscelánea 160
4.5. Principios doctrinales del Socialismo Positivo para
la consecución de la República Social 162
4.5.1. La organización económica del Socialismo
Positivo: el colectivismo 164
4.5.2. La lucha de clases 165
4.5.3. Reforma y Revolución 169
4.5.4. La huelga general: estrategia para la
Revolución Social 172
4.6. Estructuras y proyectos de reforma del Socialismo
Positivo 1 76
4.6.1. El Ministerio del Trabajo 177
4.6.2. Las cooperativas de la Acción Democrática .. 185
4.6.3. La abolición del salario 186
4.7. Otras agrupaciones colaterales:
La Unión Nacional y las Asociaciones gremiales .... 189
4.8. La promesa revolucionaria en España 190

C. PARA UNA NUEVA FILOSOFÍA SOCIAL 194


1. Fundamentos filosóficos del Socialismo Positivo 195
1.1. El racionalismo sentimental 195
1.2. La Moral Social 198
1.3. La filosofía del placer 200
1.4. El placer en la sociedad: la nueva religión del
altruismo. II Bel Morir 202
2. Agentes y estrategias para la reforma moral y el
desarrollo de la sociabilidad 205
2.1. Intelectualidad y juventud 206
2.2. La nueva mujer 210
2.2.1. Amor y relaciones familiares 215
2.3. La Educación para la República Social 220
2.3.1. La Reforma de la enseñanza en España 221
2.3.2. La enseñanza moral y religiosa 228
2.3.3. La educación en el ejército 229
2.3.4. La reforma en acción 230
2.4. La propaganda ideológica: medios y estructuras 232
2.4.1. Bibliotecas Populares 234
2.4.2. Otros círculos de sociabilidad:
un ejemplo ruso y las casas del pueblo 236

D. LAS LETRAS, PEDAGOGÍA SOCIAL DE LA MODERNIDAD . 239


1. Modernismo y Gente Nueva 239
2. Bohemia 242
3. El periodismo contemporáneo 247
3.1. Situación de la prensa española 247
3.2. Misión social del periodismo 253
3.3. El periodismo político 256
3.4. La prensa, género literario 257
4. Arte, literatura y crítica literaria 259
4.1. Panorama de la literatura española 259
4.2. Función social del arte 263
4.3. Modernismo y Literatura 268
4.4. Teoría del genio 272
4.5. Crítica literaria 274
5. El mundo editorial 278
6. Ernesto Bark literato 281
6.1. los Vencidos 282
6.1.1. Autobiografía en ¿05 Vencidos 283
6.1.2. Los Vencidos, de la teoría a la práctica
creativa 286
7. Bark, personaje de literatura 300

EPILOGO 307

BIBLIOGRAFÍA 315
1. Bibliografía de Ernesto Bark 315
2. Artículos 319
3. Libros 328
A José Soriano Pastor, mi padre,
De él aprendí la pasión por la lucha,
el afán de superación, el sentido crítico y la ambición.
Él me enseñó el respeto a los valores humanos,
a la libertad y la independencia.
En su memoria, ahora que ya no podremos compartir más
el pa torrat deis diumenges, ni els passeigs de l'estiu...

Mis agradecimientos a Juan Antonio Ríos Carratalá


con quien inicié mi itinerario investigador y a
Carlos Serrano por su apoyo para que un
proyecto franco-español saliera adelante;
a ambos por su estrecha colaboración,
sus sabios consejos y orientaciones.
Mis agradecimientos a Jüri Talvet, a quien el destino
llevó una de tantas cartas perdidas en mis indagaciones
sobre Bark e inauguró una entrañable amistad.
INTRODUCCIÓN

Muchas páginas se han escrito sobre el complicado mundo políti-


co y cultural de España en los años gozne entre finales del siglo XIX y
principios del XX. Partidos, autores, visiones generales y aspectos pun-
tuales constituyen el centro de atención de tan variada bibliografía.
Sin embargo, es proporcionalmente ínfima la dedicada a aquella Gente
Nueva que protagonizó los albores de 1898. Desde que la prensa
periódica ha sido utilizada como fuente documental, el nombre de
Ernesto Bark, uno de los personajes más carismáticos de la Gente
Nueva, ha empezado a figurar en los estudios socio-políticos y litera-
rios. Poco a poco ha ido despertando la curiosidad y tras el nombre se
ha buscado a la persona y su pensamiento. Indicios y conjeturas, más
o menos parciales y contradictorios se han utilizado para presentarlo
por ser uno más de los «fantasmagóricos» personajes de aquella
turbalmulta bohemia e intelectual de fines de siglo. La novela ¿05
Vencidos y su periódico El Crisol, publicados originalmente en Ali-
cante; la literaturización de su persona en la obra de Ramón M. del
Valle Inclán y de Eduardo Zamacois, alguna cita de sus obras Moder-
nismo (Madrid, 1901) y La Santa Bohemia (Madrid, 1910 y 1913), y
su presencia entre el grupo Germinal constituían toda la documenta-
ción que se disponía sobre el enigmático Bark. Se han barajado diver-
sas nacionalidades y fechas de nacimiento y se han imaginado las
más truculentas razones para justificar la presencia de este sospecho-
so extranjero en España. Ante tal vacío documental, nuestro trabajo se
ha orientado forzosamente a la reconstrucción de esta figura románti-
ca y cosmopolita. La singularidad de su itinerario biográfico, el desco-
nocimiento de su bibliografía y su posible marginalidad dentro del
mundo intelectual español de la época han condicionado la perspec-
tiva global, ¡ntegradora y documental de nuestro trabajo.

11
A pesar de las numerosas barreras geográficas, lingüísticas y docu-
mentales, creemos haber agotado todas las posibilidades, dentro del
marco de la legislación vigente, para responder a ese gran interrogan-
te llamado Ernesto Bark. Este estudio se presenta, pues, como un tra-
bajo inaugural. Se ha privilegiado la reconstrucción de las bases del
pensamiento de Bark, organizadas en torno a un arquitrabado proyec-
to de Política Social para la Modernidad. Enfrentados a unos textos
propagandísticos y a folletos panfletarios, hemos tenido que realizar
una lectura constructiva de los mismos. O sea, una sistematización de
las fuentes para sintetizar las ideas que animaban sus campañas de
propaganda y vulgarización. En el desarrollo de nuestra exposición,
en primer lugar, hemos restituido la complicada trayectoria biográfica
de Bark. De Estonia a España, descubriremos una azarosa existencia
al servicio de sus patrias, natal y adoptiva, y de toda la humanidad. En
segundo lugar, hemos sistematizado las dispersas bases de su Política
Social para la Modernidad. El carácter enciclopédico de este proyecto
universalista nos ha impuesto un pesado Corpus documental e infor-
mativo, así como la indispensable recuperación de la mayor parte de
su producción bibliográfica'. Restablecida la singular trayectoria bio-
bliográfica de Ernesto Bark y los fundamentos de su pensamiento
proselitista, así como el de sus compañeros germinalistas, esperamos
que este primer trabajo, por su carácter globalizador, sirva de base
para futuros estudios e investigaciones.

' En nuestra tesis, se ha estudiado asimismo la manera en que Bark se acercó a


la opinión pública, sobre todo en La Democracia Social y Germinal. El grupo político y
la tribuna periodística fueron dos centros esenciales para su integración a la vida madri-
leña, la divulgación de su pensamiento y sus contribuciones para el desarrollo de la
sociabilidad.

12
1.VIDA DE ERNESTO BARK.

Los ambientes bohemios del Madrid finisecular fueron receptácu-


lo de numerosos personajes curiosos, hoy la mayoría en el olvido y el
anonimato. Subversivas y contumaces, en el café y en el periódico,
sus voces exaltadas se hacían eco del confusionismo en el que vivía la
España decimonónica finisecular. Progreso, regeneración, europeiza-
ción... eran proclamas repetidas incansablemente con la utópica es-
peranza de convertirlas en una realidad. El gran desconcierto reinante
albergaba los más heterogéneos valores e ideas que cada cual consi-
deraba como precursores de las anheladas reformas. En este clima
aperturista, Ernesto Bark, extranjero activista y revolucionario, poseía
el carisma que cautivaba a aquellos jóvenes sedientos de
anticonformismo, de disidencia, pero también, de reconstrucción. Bark
encontró sin gran dificultad un lugar en la trinchera vanguardista ma-
drileña en la que permanecería hasta el final de su vida.
Desde hace unos pocos años, barajando las notas más o menos
pasajeras de las memorias de sus contemporáneos, algunos investiga-
dores2, en especial Alien W. Phillips, han logrado reconstruir algunas

AZNAR SOLER, Manuel, «Bohemia y burguesía en la literatura finisecular», HCLE,


F. Rico, vol.VII, Barcelona, Ed. Crítica, 1979, pp. 75-82; DICENTA, José Fernando, La Santa
Bohemia, Madrid, Ediciones del Centro, 1976; PÉREZ DE LA DEHESA, Rafael, El grupo
Germinal, una clave del 98, Madrid, Ed. Taurus, 1970; PHILLIPS, Alien. W. «Algo más sobre
la bohemia madrileña: testigos y testimonios» en Anales de literatura de la Universidad de
Alicante, n°4 (1986), pp. 327-362; PINERO, PEDRO M. Y REYES, ROGELIO. (EDS.), Bohe-
mia y literatura, Sevilla, Universidad de Sevilla 1993; PITOLLET, CAMILLE, «A propos de
Blasco Ibáñez», Bulletin Hispanique, XXX (1928), pp. 235-249; ZAMORA VICENTE,
ALONSO, La realidadesperpéntica, Madrid, 1969; RÍOS CARRATALA, Juan Antonio, «La
novela de un radical, Ernesto Bark» en Homenaje al Profesor Vilanova, Universidad de
Barcelona, 1989, pp. 557-566; ROMERO TOBAR, Leonardo y ETREROS, Mercedes, Estu-
dios sobre la novela popular española del siglo XIX, Madrid, CSIC, 1977, pp. 182-190;
ZAVALA, Iris M'1, Fin de siglo: Modernismo, 98 y Bohemia, Madrid, Edicusa, 1974.

13
parcelas de su vida y obra, particularmente las concernientes a su
estancia en nuestro país. En Estonia, Bark ha llamado puntualmente la
atención de algunos intelectuales y periodistas entre los cuales desta-
ca Jüri Talvetj. Recientemente hemos localizado la silueta biográfica
que Francisco Maceín4 escribió sobre Bark. El único ejemplar que se
conserva formaba parte de la biblioteca de Comín Colomer legada a
la Biblioteca Nacional de Madrid. La primera edición de dicha bio-
grafía databa de 1895 y en 1904 se realizó una segunda, acompañada
de un prólogo anónimo cuyo estilo y contenido nos hacen suponer
que lo escribió el propio Bark y que él mismo actualizó la primera
edición de Maceín. Sin poder cotejar ambos textos, esta silueta bio-
gráfica ha de ser analizada con ciertas reservas en cuanto a su objeti-
vidad. Sin embargo, ante la escasez de documentos, esto tiene relati-
va importancia si lo consideramos como un cambio de perspectiva en
la presentación del perfil biográfico de Bark que esta última edición
ofrece: la de una desfigurada introspectiva del autor en lugar de la
visión externa que tanto nos hubiera interesado.
Constituido a partir de noticias puntuales y restringidas a recuer-
dos testimoniales, ese primer intento de reconstrucción biográfico re-
sulta incompleto. La subjetividad de las memorias y las numerosas
suposiciones exigen un estudio más profundo de su biografía. La tarea
no es fácil. Es imprescindible rastrear la oculta y débil estela que dejó
en los diversos países en que vivió sobre todo cuando estamos des-
provistos de documentación precisa, faltos de los archivos y registros
destruidos durante las guerras que azotaron nuestro siglo y en las am-
nistías con las que encontraron la libertad muchos de los presos polí-
ticos. Con estas limitaciones, se han realizado diversas gestiones en
los países de Europa Occidental, en donde Bark residió algún tiempo,
y en Estonia. En ellas ciframos nuestra esperanza también de recons-
truir con el mayor rigor posible la trayectoria tanto biográfica como
bibliográfica del que a priori se presentaba como un personaje muy
peculiar, Ernesto Bark.

A. DeTartu a Madrid: itinerario de un joven rebelde.

Poco se conoce sobre los orígenes de Ernesto Bark quien, identifi-


cándose con la complicada historia de los Países Bálticos, gustó de

J
Jüri TALVET, «Ernesto Bark y su visión de España» en Teekond-Hispaniasee (Un
viaje a España), Tallinn, Ed. Loomingu Raamalukogu, 1985, pp. 48-63, también en
HispaaniastAmerikasse, (De España a Portugal),Tallinn, Eesti Raamat, 1992, pp. 55-70.
MACEÍN, Francisco, Ernesto Bark, Madrid, Biblioteca Germinal, 1904^. Al pa-
recer, Alejandro Sawa escribió su silueta biográfica como prólogo a Siluetas al natural
de Bark.

14
variados e históricos gentilicios para presentarse. Solía denominarse
livonés, «el letón revolucionario», según Pío Baroja; cuando no, de-
cía ser ruso, polaco, alemán... y español adoptivo. En realidad, la
aureola de ¡ncertidumbre que creó en torno a su nacionalidad no es
sino el resultado de sus afanes nacionalistas, patrióticos y, a la vez,
cosmopolitas. Ernesto Mauricio Enrique Bark era hijo de Woldemar
Heinrich Bark y Corinne Schultz, de origen estonio y alemán. Ernesto
Bark nació en Kaava, dominio parroquial de Laiuse, cerca de Tartu
(Dorpart), en la actual Estonia, el día 23 de Marzo de 18585.
La multiplicidad de gentilicios que utilizaba se deben en parte a la
conflictiva historia de Estonia y Letonia, países dominados constante-
mente por Polonia, Alemania y Rusia. Merced a ello, Bark se confiere
en el prólogo de España y el extranjero las nacionalidades: «alemana
etnográficamente, la rusa por política (y por desgracia) y la española
por afirmación y amor...»6. No obstante, se sentía particularmente ale-
mán porque disponía de mayor libertad «para juzgar los asuntos ru-
sos, y como alemán de las provincias bálticas de Rusia», podía «pro-
fundizar en las cuestiones y conocimientos del país y del idioma»7.

/. La familia Bark.

Poca documentación se dispone sobre la familia Bark. Hemos lo-


grado remontar a la tercera generación de esta curiosa familia, la de
un hacendado alemán Heinrich Bark, abuelo de Ernesto. Sus relacio-
nes amorosas escindieron la familia en dos ramas, una legítima y otra
bastarda, de la cual, procede nuestro protagonista. De su matrimonio

J
Se han localizado someras noticias en: Estniches biographisches lexikon. Eesli
biograafiline lexikon, Tartu, 1926-1929, p. 39 y HASSELBLATT, A., «Taiendused ja
Oiendused Eesti Ajaloo Arkiivi», n°2 juure- EestiAjalooArkiivi, n°3, 1923, pp. 12-13;
donde se precisa que Ernesto Bark nació en 1859. Los textos alemanes discrepan pues
HINRICHSEN BUCH,A., Dasliterarísche Deutschlands, Berlín, Leipzig: E. F. Steinadier,
1891, p. 58 indica que nació en 1853 y Deutschabaltisches biographisches Lexikon,
1710-1960. Koln, Wien, 1970 sostienen que fue en 1858. La Enciclopedia Universal
Ilustrada Eupeo-americana, Espasa Calpe, T. II, Madrid, O.J., señala también 1853. Se-
gún las fichas de empadronamiento y el censo madrileños de 1895 y 1905, nació en
1858.
BARK, Ernesto, España y el extranjero, Madrid, Impr. La Publicidad, 1888, p.
Vil. Por comodidad, una vez mencionados los datos biográficos, tan sólo repetiremos
en las citas los títulos y páginas a los que se haga referencia.
BARK, Ernesto, El nihilismo y la política rusa, Barcelona, LuisTasso Serra Im-
presor y Editor, 1882, p.7. Insiste en su identificación al hablar sobre las derrotas de
Alemania: «[...] la culpa la tenemos en parte nosotros los alemanes [...] por no haber
hecho casi nada sistemático para destruir las preocupaciones que existen en España
contra nuestra nación y patria», España y el extranjero, Op. cit., p. 91.

15
con María Kraac, nació su hijo mayor, Karl Bark8. Esta sucesión legíti-
ma de los Bark, de tendencia conservadora, desempeñó cargos
revelantes en la historia de Rusia. Sobresalió en particular la figura de
Peter Bark9 -hijo de Karl y primo de Ernesto-, por ser el ministro de
finanzas durante la revolución de 1914-1917. Como su primo, acabó
su vida en el exilio. La rama bastarda nació de la unión amorosa de
Heinrich Bark con una estonia llamada María Peterson. Tuvieron un
hijo, Woldemar Heinrich Bark quien fue padre de Ernesto Bark.
La historia de la familia y su notoriedad giran en torno a la posesión
del Estado de Kavva en Estonia. Se pensaba que Heinrich Bark fue su
propietario desde 1839 hasta 1860'°. En realidad, Heinrich Bark com-
pró dicho estado en 1840 y cuatro años después lo vendió a Karl von
Schultz, un noble banquero originario de Dresde. En 1854, Schulz legó
Kavva a su hija Corinne, quien se había casado con Woldemar Heinrich
Bark. Corinne Bark, dejó en herencia el Estado de Kavva a sus hijos. En
los documentos biográficos se confunden ambas generaciones y ramas
de la familia. Se afirma en ellos que el padre de Bark era Heinrich, el
abuelo y antiguo propietario, pues desconocen que los Bark perpetua-
ron su propiedad estatal gracias al coincidente matrimonio de Corinne
Schultz y Woldemar, el hijo bastardo. Por otra parte, en el registro de
Tartu no figura Heinrich como el propietario, lo que ha conducido a
algunos investigadores estonios a suponer que Ernesto Bark no había
nacido en Kavva. Los censos consultados en Madrid, firmados por Er-
nesto, indican aquella procedencia. Tan sólo se creó un malentendido
al no saber que los propietarios de Kavva fueron sucesivamente los abue-
los paterno, materno y la madre de Ernesto Bark. En sus declaraciones
posteriores, Bark siempre conserva un gran recuerdo de Kavva y así lo
confirma Francisco Maceín en su semblanza biográfica:

«Gran influencia tuvieron sobre el pensador y agitador las impre-


siones de su juventud que pasaba en las hermosas fincas de su padre
y hermano y la pequeña ciudad de Dorpart, centro intelectual de las
provincias bálticas de Rusia. En aquellos solitarios bosques de pinos,
abedules y abetos, se formaba su espíritu libre y vigoroso»".

8
Karl Bark ( Fellin. Kavva, 15.2.1835- San Petesburgo, 8.4.1882). Silvicultor,
director de los bosques y de la escuela de guardas forestales de San Petesburgo. Su
madre se llamaba Luise Friederike, nacida Kraack y por matrimonioTimcenko-Ereéscenko
y el padre, propietario de Kavva, Heinrich Bark.
" Peter Bark (1869-1937) publicó Nicholas II: Emperor oí all the Russia, en
Vozrozhdenie. Peter Bark se exilió en Londres. Desempeñaba un importante cargo en
el Banco de Inglaterra. Su biografía presenta a un hombre conservador, que quizás no
sintiese simpatía por un personaje nihilista como su primo Ernesto.
10
STRYK, L.von, Beitragezur Geschichte clerLittergütterLivlandes, Dorpart, Ester
Teil, 1877, pp. 92-93.
11
MACEIN, Francisco, Op. cit., p. 8.

16
La familia Bark vivía hacendadamente de la explotación agrícola
de la región. Ernesto era el benjamín de seis hermanos: Hermann,
Johann, Wilhemine, Geórg, Amalie, Leo y Bertha. Ernesto Bark mos-
traba gran admiración por sus padres y la educación esmerada que le
habían dado y que él mismo pretendió después ofrecer a sus hijos. De
su padre heredó el gusto por la filosofía y de su madre, «consumada
pianista, pintora y poetisa, las aficiones artísticas, el sello de artista
que se percibe en la accidentada vida del señor Bark»'2. Para Maceín,
resultaba extraordinario que una persona educada en tal ambiente y
opulencia pudiese haber dedicado su vida a la lucha social y política
en favor de los deheredados. Bark, como las grandes figuras históri-
cas:
«Los Gracos y los Mirabeaus, han sido los defensores más efi-
caces del pueblo oprimido. No habrá soñado el banquero de
Dresde su abuelo materno, que sus hábiles especulaciones en la
bolsa servirían a facilitar los medios a un nieto suyo a destruir el
capitalismo poniéndose al frente de los proletarios»'3.

En efecto, el estado de Kawa fue mal vendido al juez de la parro-


quia de Lauise en 1858. Ernesto Bark heredó siendo joven y este dine-
ro le sirvió para financiar sus futuros viajes y sus primeras publicacio-
nes.

2. De estudiante a incansable viajero.

Personalidad rebelde e inadaptada, Ernesto Bark impuso su carác-


ter marginal desde sus primeros años de escolaridad. En 1869 ingresó
en el Instituto de Tartu. En 1875 fue expulsado por haber causado
algunos problemas al profesorado'4. Continuó su educación con pro-
fesores privados hasta 1877, fecha en la que ingresó en la Escuela
Politécnica de Riga para realizar estudios de economía y comercio
que tampoco terminó. Años después, criticaría las limitaciones del
sistema educativo ruso, su carácter cerrado, anquilosado y alejado de
la realidad de la vida. El malestar de sus experiencias estudiantiles
dejaron una huella indeleble en Ernesto Bark y se reflejarán en sus
textos cada vez que aborde el tema de la educación en Rusia.
Durante su estancia en Riga, Bark inauguró su carrera en el mundo
de las letras como miembro del Movimiento del Despertar Nacional
Estonio, un grupo nacionalista báltico. Publicó panfletos y variados

12
lbid.,p.6.
13
Ibid.
14
SCHÜLER; Álbum des Dorpatschen Gymnasiums von 1804 bis 1879, Dorpart,
1879. p. 214.

17
textos de carácter político. Sin duda, debía tratarse de hojas sueltas o
pequeños folletos que no se han conservado. Friedebert Tuglas'5, un
estonio que durante su viaje por España en 1913 se entrevistó con
Bark en Madrid, recogió las declaraciones de nuestro exiliado sobre
su compromiso político y sus vínculos con Cari Robertjakobson, una
de las figuras máximas del llamado despertar estonio. No sabemos
qué papel desempeñó Bark en dicho grupo. Entre su nómina de mili-
tantes, el Movimiento del Despertar Estonio contaba con muchos in-
telectuales y escritores de origen burgués que querían afirmar su idio-
sincrasia frente a Rusia. Enfrentándose y rechazando el poder
oligárquico zarista, estos progresistas creían provocar no sólo la des-
integración del imperio ruso, sino también el reconocimiento de la
independencia báltica. Entre las manifestaciones que se han podido
documentar, destaca la de 1876, cuando Bark reivindicó la libertad
religiosa e hizo público su ateísmo negándose a recibir la confirma-
ción. Empero, Bark mantuvo cierta distancia ideológica. Sus orígenes
alemanes le distanciaban de las prioritarias reivindicaciones naciona-
listas de sus amigos y focalizaba sus intervenciones contra el poder
omnímodo del zar.
En 1877, guiado por su ímpetu juvenil, se alistó con sus amigos
nacionalistas en la armada para participar en la guerra de Turquía,
porque esperaban que «los ejércitos victoriosos llevasen en la punta
de sus bayonetas las mismas libertades a Rusia que habían conquista-
do para búlgaros y serbios»16. Bark era artillero. Ante la realidad de la
guerra y la manipulación del poder, su primer entusiasmo pronto fue
suplantado por el desengaño. Viendo fallidas sus esperanzas y nobles
deseos democráticos, Bark desertó. Tuvo que huir de Rusia pues el
partido revolucionario realizó diversas ofensivas terroristas y los
nihilistas fueron seriamente perseguidos17.
A finales de 1878, Ernesto Bark llegó a Alemania para continuar su
carrera universitaria. En la universidad de Leizpig cursó los estudios
de Historia de la Filosofía, Lógica, Metodología y Psicología Empírica
basada en la Fisiología durante el semestre de invierno hasta marzo
de 1879. Prosiguió esos estudios en la universidad de Munich durante
el semestre de verano de 1879. Continuó su peregrinaje estudiantil en
la Universidad de Berlín, donde estudió Historia, Economía y Política
hasta 1881. En dichas universidades se inició en el movimiento cien-
tífico de la incipiente sociología y psicología de las naciones que de-

,b
TUGLAS, Friedebert, TeekondHispaaniajanu, 1918, 1923 y 1938.Traducido
por E. Meyer, bajo el título Wo einst Karthago Stand, Kulturhistorísche Reise Durch
Spanien undNordafrika, Berlín, Buchverlag Der Morgen, 1968.
16
MACEIN, Francisco, Op. cit., p. 8.
17
Ibid. p. 8.

18
terminarían la futura orientación de sus ensayos. Esta educación de-
terminó su pensamiento anticlerical, su pangermanismo y animadver-
sión hacia Francia, obviamente marcados por la impronta del
Kulturkampfy la política de Bismarck.
Atraído por las ideas democrático-sociales se trasladó hacia 1881
a Suiza en donde existían importantes núcleos de refugiados rusos y
se unió a los activistas de la Federación Báltica en el exilio. Desde
Ginebra inició una interesante singladura a través de Europa hasta
1882 con el fin de estudiar la psicología de las naciones. No se ha
podido reconstruir su itinerario con precisión. Italia fue uno de los
primeros países que Bark visitó18, tal vez, por la proximidad a Suiza y
por la presencia de Bakounin y de numerosas asociaciones secretas
revolucionarias. Desde Alemania viajó a Holanda y Bélgica, antes de
ir a Inglaterra. Gracias a las crónicas de sus viajes tenemos noticia de
su estancia en Londres en 1881 ,9 . En septiembre del mismo año atra-
vesó Francia visitando las principales ciudades en su itinerario hacía
la Península Ibérica. El 24 de septiembre de 1881 se encontraba ya en
San Sebastián vía Lisboa. En la capital portuguesa se introdujo en los
círculos revolucionarios constituidos por republicanos y anarquistas
españoles refugiados. Rindió visita a Pi y Margall, solicitándole apoyo
moral y material en nombre de los revolucionarios rusos. Cruzó de
nuevo la frontera portuguesa a finales de febrero y permaneció en
territorio español hasta el 29 de julio de 1882. Al año siguiente publi-
có en Berlín sus impresiones y memorias en el libro de viajes que
tituló Wanderungen Spanien und Portugal, uno de sus libros más di-
vulgados en Europa.

3 . Entre Ginebra y Uhmardu (Estonia): El Federalista Báltico.

Ginebra acogió en el último cuarto del siglo XIX emigrados políti-


cos de todas las naciones europeas. Allí se organizaron centros de
reunión y de acción que intentarían cambiar el rumbo político de sus
respectivos países. Publicaron numerosos panfletos y folletos políti-
cos que eran divulgados en Europa y Rusia. Desde Ginebra, Bark co-
laboró con algunos de sus amigos de infancia y del Movimiento del
Despertar Estonio, especialmente, con los aristócratas Ernesto Barón
von Ungern-Sternberg y Mauricio von Stern. Juntos reanudaron sus
campañas propagandísticas. Las vicisitudes del exilio estrecharon los
lazos de amistad entre ellos. Ernest Barón von Ungern-Sternberg vino
también a España y se casó con una andaluza.

° BARK, Ernesto, Wanderungen Spanien undPortugal, 1881 -1882, Berlín, Richard


Wilhemi, 1883, p. 67.
19
lbid.,p. 1.

19
La silueta biográfica de Francisco Maceín mitifica estos años de la
vida de Bark. Nos presenta a un joven ardoroso que desde Ginebra
crea focos de rebelión de gran impacto, hasta el punto de despertar
grandes temores en el zar. Es muy plausible que esta excelsa capaci-
dad persuasiva no fuera más que una exageración del mismo Bark
quien, más de veinte años después, soñaba todavía en su poderosa
influencia revolucionaria y su irresistible alcance propagandístico,
como bien traduce el pasaje siguiente:
«Con la agitación de estas comarcas caía destruido el último
nido de la reacción. La atrevida e intencionada pluma de tan fo-
goso combatiente había herido en el corazón a la masa doctrinaria,
se había impuesto a los elementos oligárquicos y había consegui-
do realizar un gran triunfo en la marcha de sus ideales...»20.

En realidad la influencia de Bark distaba mucho de esta fuerza


titanesca que describe Maceín o su sucesor, como comprobaremos
posteriormente. Ernesto Bark fundó, en 1882, el Movimiento Federalis-
ta Báltico, al que pronto dotó de un órgano de voz. En julio de 1882,
Bark hizo una primera llamada al pueblo báltico en un breve folleto en
alemán titulado A mi pueblo báltico que se distribuyó por todo el país.
Después, a principios de agosto, publicó el periódico social-demócrata
El Federalista Báltico, que se consideraba el órgano de voz de los revo-
lucionarios rusos de la sección báltica. Estaba publicado en la Imprenta
de Elpidine, un revolucionario ruso que se estableció en Ginebra como
refugiado político. El objetivo del periódico era el de hacer propaganda
a favor de la revolución rusa. Bark pedía órganos de gobierno más
independendientes que permitiesen al pueblo tomar plena conciencia
de su identidad nacional. Preparando el derrocamiento del poder cen-
tral zarista y la abolición de los privilegios de clase, Bark instaba a todos
los bálticos a formar una confederación independiente. Abogaba ade-
más por el derecho de igualdad de todos los pueblos y el sufragio uni-
versal. La influencia de Bakounin es patente en estos textos.
Bark difundió su periódico, panfletos y obras de literatura prohibida
a través de una extensa red contrabandista que operaba entre Europa y
Rusia. Bark los hacía llegar a sus amigos, quienes se encargaban de su
distribución. Según la biografía de Maceín, en El Federalista Báltico
Bark «derrochó raudales de elocuencia» y fascinó a sus lectores:
«[...] por la elevación de sus pensamientos, tuvo un éxito asom-
broso y despertó las esperanzas de miles de almas que vieron ilu-
minadas, como ilumina el rayo a la oscura noche, el porvenir de
sus justas y nobilísimas aspiraciones nacionales»21.

MACEÍN, Francisco, Op. cit,, pp. 10-11.


Ibid., p. 11.

20
La campaña de Bark, aunque interesante y eficaz, fue en realidad
mucho más modesta. Maceín, o quien actualizase la silueta de Bark,
exagera hasta el punto de erigirle como el gran líder del federalismo,
ya no sólo báltico sino ruso, siendo su programa aceptado tanto por
«polacos, ukranianos, estonianos, tártaros, cherquesos» como por «los
cincuenta millones de habitantes de Rusia»22.
La única persona en Estonia implicada directamente en el Movi-
miento Federalista Báltico ginebrino era Andreas Tíido23. Tiido nació
el 20 de agosto de 1855 en Helme (Riidaja). Era hijo de un granjero
que arrendó tierras en Saare Vanamóisa, en el distrito de Tartu. La
estrecha amistad que unió a Bark y Tiido hizo que sus vidas prosiguie-
ran una evolución paralela. Ambos convivieron en su infancia hasta el
Instituto de Tartu donde Tiido asistió entre 1870 y 1873. Cómplices en
los altercados estudiantiles, ambos abandonaron el Instituto sin haber
acabado sus estudios. Más tarde, los dos amigos se volverían a encon-
trar en Riga. Tiido, que desde esos incidentes en el instituto cambió su
apellido por Dido, trabajó como tutor mientras que Bark estudiaba en
la Escuela Politécnica. Juntos se alistaron en la artillería durante la
guerra turco-rusa. Aunque sus trayectorias se separaron, al parecer
mantuvieron contacto por correspondencia. En 1877, Dido se trasla-
dó a la casa de su padre, Hendrik Tiido, en Uhmardu. Poco a poco,
este pueblo se fue convirtiendo en el centro intelectual de la región.
Andrei y su padre participaban intensamente en el Movimiento del
Despertar Estonio. Su activismo fue muy conocido por su oposición al
régimen. Dido colaboraba en el periódico revolucionario Sakala y en
otros periódicos estonios bajo el seudónimo A. Tulevik. Fue delegado
de los granjeros en el Congreso donde presentó sus problemas econó-
micos24.
Hasta ahora, no se ha realizado ningún estudio sobre la participa-
ción de Bark en la prensa estonia revolucionaria. Ernesto Bark siem-
pre consideró que hacer propaganda y cooperar con los revoluciona-
rios rusos era una obligación moral. En su opinión, eran los intelec-
tuales quienes debían llevar a cabo la revolución, al servicio de la
cual habían de poner toda su existencia. Según Dido, Bark no com-
prendía muy bien las aspiraciones del movimiento nacionalista estonio.
Bark escribía frecuentemente a su amigo, quien le explicaba la evolu-
ción de tales asuntos. En realidad, Dido no creía en el pueblo alemán

11
Ibid., p. 10.
" ANTÓN, Helvet, «Ühest Eestimaa mehest Hispaanias», Kodumaa, (30 - 8 -
1978), pp. 5 y 7.
*•* Tulevik significa futuro. Para mayor información sobre Andrei Dido, ver
«Toimetuse markused», HASSELBLATT notas a la edición de Eesti AjaloolincArkiv, Op.
cit., pp. 21-36.

21
y pensaba que los estonios, solos, debían de luchar por sus libertades
sin esperar inocentemente que los alemanes les concedieran de ma-
nera voluntaria sus derechos.
Bark instaba a Dido a participar en el periódico suizo de los bálticos
exiliados, como representante in situdel movimiento. Dido trazó una
breve perspectiva histórica del pueblo estonio que fue incluida en la
publicación. A principios de agosto de 1882, el primer ejemplar de El
Federalista Báltico fue enviado a las redacciones de los periódicos
germano-bálticos y estonios, así como a muchos simpatizantes y mili-
tantes del Despertar Estonio cuyas direcciones habían sido facilitadas
a Bark por el mismo Dido. La abundante correspondencia que llegaba
a través del estado de Kudina y los ejemplares de El Federalista Báltico
despertaron rumores que llegaron pronto al conocimiento de la poli-
cía de Tartu. Andrei y su padre fueron denunciados por un sacerdote
ortodoxo de Urhmadu con quien se habían enfrentado. Dicho sacer-
dote quiso vengarse y logró descubrir las relaciones de los Tiido con la
Federación Báltica. El comandante de la policía fue encargado de in-
vestigar el caso. Andrei Dido se puso en contacto con Bark rogándole
que dejara de escribirle y enviarle propaganda ante el peligro inmi-
nente pero los acontecimientos se sucedieron con demasiada rapi-
dez. El 16 de agosto, una de las cartas que Bark había escrito a Dido
fue confiscada por la policía. En ella le presentaba los contenidos del
segundo número de la revista. Bark instaba a Dido que le enviara sus
trabajos sobre la Revolución francesa y un centenar de direcciones
nuevas. La noche del 17 de agosto la casa de Andrei Dido fue registra-
da. La policía encontró muchos documentos enviados por Bark que
versaban sobre las ¡deas socio-democráticas y atacaban al gobierno
ruso. Dido fue encarcelado. Tal vez como medida de precaución, se
dijo que esto puso término a las relaciones de Bark con Dido aunque
sería interesante confirmarlo. En todo caso, sí puso fin a la divulga-
ción de El Federalista Báltico. Andrei Dido cumplió condena en diver-
sas prisiones rusas, principalmente en San Petesburgo. Escribió una
carta aclaratoria al Ministro de Justicia en la cual explicaba los objeti-
vos del periódico de Bark. Andrés Dido fue calificado de inmaduro
soñador socialista aunque no se han podido encontrar otras huellas
de sus actividades políticas25. Finalizada su condena de dos años y
ocho meses, se le obligó a exiliarse de Estonia y Livonia durante dos
años. Dido se trasladó a Kazan donde trabajó como tutor. En 1888,
viajó con sus alumnos desde Estonia hasta Ginebra, ciudad en la que
realizaría estudios universitarios. Dido vivió en Londres, y finalmente

25
HASSELBLATT, A., Op. cit., pp. 16-1 7.

22
en París hasta su muerte el 30 de agosto de 1921 26 . Allí publicó un
periódico estonio titulado Oigus27(1906) que reivindicaba la libertad
de Estonia. Ernesto Bark se desplazó al menos en dos ocasiones a París
y los demás españoles con los que convivía mencionan sus relaciones
con los nihilistas como posteriomente detallaremos.
Según el investigador Hasselblatt, los nihilistas germano-bálticos
relacionados con el grupo Federalista Báltico, entre los que se encon-
traban Bark y sus amigos, eran dirigidos por Leonhard Stryk. En reali-
dad, no se lía podido probar que Stryk tuviera algo que ver en las
actividades nacionalistas estonias, tan sólo se sabe que Stryk era un
homosexual que matuvo relaciones con políticos nihilistas relevantes.
En 1882, Bark publicó en Berlín el libro Ruslands Culturbedeutung.
Betrachtugen eines Deutsch-Livlanders (Berlín). En él prosigue su la-
bor a favor del nacionalismo báltico, como portavoz de los nihilistas
bálticos exiliados, e incluye el programa de reforma de Rusia como
apéndice a su libro. A pesar de los avatares vividos por los nihilistas,
Bark regresó a Rusia al año siguiente. Según el testimonio de uno de
sus hermanos28, tan pronto franqueó la frontera fue detenido por la
policía y deportado a Siberia. Se le acusaba de sus actividades políti-
cas en Suiza contra el poder ruso. Bark consiguió huir y se refugió
durante algún tiempo en Italia y Austria, países en los que realizó
diferentes trabajos antes de establecerse definitivamente en España.

B. Integración a la vida española.

El «exagerado del pensamiento en acción», según solía denomi-


nar Alejandro Sawa a su querido amigo estonio29, volvió de nuevo a
España por razones amorosas a finales de 1884. En su anterior viaje
de estudios, en junio de 1882, había conocido a una joven andaluza
con la que deseaba contraer matrimonio30. Se llamaba Matilde Cabe-
llo García, era natural de Málaga y, según parece, varios años mayor
que él. Tuvieron seis hijos. Matilde, la primogénita,nació el 2 de no-
viembre de 1885, le siguieron Ernesto (16 de abril de 1887), Ótelo (27
de noviembre de 1889), Blanca (31 de enero de 1893), Ericz (18 de
Julio de 1894) y Humberto (20 de Febrero de 1903). Humberto cons-

t o Como Bark, trabajó como profesor de idiomas, traductor y bibliotecario. Está


enterrado en ei cementerio de Pontin en París.
27
Sólo se conserva un ejemplar del número 6 en la Biblioteca universitaria de
Tartu. En él, no figura el nombre de Ernesto Bark.
28
HASSELBLATT, A., Op. cit, pp. 12-13.
29 SAWA, Alejandro, iluminaciones en la sombra, Madrid, 1910 y Alhambra, 1977,
p. 239.
3® Estnlches biographisches lexikon. Eesti biograafiline lexikon, Op. cit.,p. 39.

23
tituye un caso extraño. Según el censo de empadronamiento su madre
era Matilde Cabello García, pero en 1903, Matilde tenía unos cin-
cuenta y cuatro años, edad avanzada para la maternidad. No hemos
encontrado nigún otro documento al respecto y en el acta de naci-
miento no se refleja la posibilidad de que fuese hijo natural o adopti-
vo.

7. Ernesto Bark en los recuerdos y Memorias.

Entre las páginas íntimas de las autobiografías y memorias de algu-


nos literatos y políticos encontramos algunos pasajes dedicados a Er-
nesto Bark. Pedro Vallina recuerda en sus Memorias a una familia muy
peculiar:
«El era alto, delgado, con bigote rojizo y pelo del mismo color
encrespado y ojos azules de felino; ella era baja, algo gruesa, gra-
ciosa de aspecto. Cuando salían los dos a pasear cogidos del bra-
zo se extrañaba la gente del contraste de la pareja... Los hijos que
tenía aquel matrimonio eran muy bonitos y bien educados»3'.

Como Pedro Vallina, aquellos que le recuerdan subrayan su confi-


guración física: «alto, rubio y con aire alucinado, extraño», según Pío
Baraja", y «el rebelde de la melena encendida, roja como un pena-
cho de fuego» según rememora Emilio Carrere33. Pero es su amigo
Alejandro Sawa quien nos ofrece el retrato más completo:
«[...] Ernesto Bark, que lleva una llama por pelos en la cabe-
za, y cuyos ojos árticos lanzan miradas de fuego que ignoran las
más ardientes pupilas meridionales, me produce, por efecto pura-
mente material, por sensación física, el efecto de un hombre de
los trópicos, que con el cerebro en fuego viniera a comunicarnos
sus ígneas impresiones arreboladamente. Yo afirmo su sinceridad
estética y filosófica; pero me deslumbra la llama de ese terrible
penacho de pelo rojo que arde en su frente.
Nació en Riga o en Dorpart, allá por las vecindades del polo y
a mí se me antoja, por su perenne fantasear, un ciudadano de
nuestras tierras soleares del mediodía»".

VALLINA, Pedro, Mis memorias, I, México, Caracas Ed., 1963, p. 63.


32
BAROJA, Pío, Desde la última vuelta del camino, OOCQI, Madrid, 1945, p.
762; y en Memorias, Madrid, Ed. Minotaurio, 1955, pp. 612-613.
CARRERE, Emilio, Retablillo grotesco y sentimental, Madrid, Ed. Mundo lati-
no, [s.a], p. 125.
34
SAWA, Alejandro, Op. cit., p. 35.

24
Todos los testimonios destacan un temperamento «impulsivo y fi-
broso»35, adepto a todo tipo de ataques y polémicas como terapia
regeneradora. Le atribuyen un carácter vehemente e idealista, ese «fan-
tasear» que le indujo a predicar su utópica revolución social a «la
turbamulta hambrienta de Madrid». Compartía su activismo político y
periodístico y sus estudios sociológicos con el amor por el arte. Abo-
gaba por su utilitarismo como agente de transformación social, yaque
consideraba que el arte permitía descubrir la esencia de las cosas y
que al mismo tiempo, «mirando al mundo bajo este punto de vista
artístico, (se) sufre menos por las miserias y pequeneces humanas y
las tristezas y crímenes de la sociedad» ib.
Artista polifacético, desde la afición a la profesionalidad, Bark ex-
perimentó en los distintos ámbitos de la creación artística, especial-
mente, en literatura y artes plásticas. De la primera destacan sus nove-
las sociopolíticas e intemacionalistas como medios de acción refor-
mista. En la Exposición General de Pintura de 1899 expuso uno de sus
cuadros al óleo. También le gustaba mucho la música y «cuando sus
ocupaciones se lo permiten, se sienta al piano, reproduce óperas y
canta canciones populares»37.
Fruto de su insaciable curiosidad, sus lecturas literarias y filosófi-
cas eran variadas, desdeTácito y Espronceda, hasta Rousseau y Carlyle,
pasando por Shakespeare, Heine, Goethe y Leopardi, y otros tantos
universales. Empero, no supo -o no quiso- hacer uso de esta erudi-
ción para crear su propio corpus de pensamiento. Como demuestra su
obra ensayística, su principal objetivo fue el proselitismo al servicio
de la comunidad, resultado, sin duda alguna, de su formación nihilis-
ta inicial.

2. El periodista en Madrid.

En 1885, la familia Bark fijó su residencia en Madrid. Tenemos


poca información sobre sus actividades entre ese año y los dos si-
guientes, aunque giraron en torno al mundo de las letras y de la polí-
tica. En un principio realizó traducciones, sobre todo al alemán, que
aseguraban el sustento de su familia. Gracias a estos trabajos, Bark se
dio rápidamente a conocer. Tradujo numerosas novelas españolas.
Algunas de ellas fueron de Pedro A. de Alarcón. En su posterior revista
Spanien (Madrid, 1898) encontramos anunciadas traducciones de las
obras de Benito Pérez Galdós. La única que hemos localizado es El

" Prólogo a MACEIN, Francisco, Op. cit., p. 3.


36
Ibid., p. 23.
37
Ibid, p. 23.

25
Cura de Eduardo López Bago, editada en 1886. En su prólogo Bark
esboza un panorama de la narrativa española coetánea que analizare-
mos posteriormente.
Era corresponsal de la Gaceta de Colonia y del National Zeitung
de Berlín. Bark decidió permanecer en España por algún tiempo, es-
perando obtener el permiso para regresar a Alemania. Quería ser pro-
fesor de Estética e Historia del Arte en alguna de sus universidades.
La corresponsalía y su experiencia en el mundo periodístico le
facilitaron la ayuda de diversas redacciones de periódico. Pronto fue
aceptado como miembro de los cenáculos bohemios, donde conoció
a la juventud contestataria que le abrió las puertas de la prensa pro-
gresista. Los primeras documentos localizados sobre sus actividades
en la prensa española datan de 1887, cuando Isidoro López Lapuya le
propuso fundar y dirigir con él una revista alemana en Madrid,
Deustche-Spanisch Revue. Adolf Hinrichsen Buch en Das literarische
Deutschlands, (Berlín, 1891) afirma que Bark era propietario de una
importante casa editorial en Madrid aunque no existió registrada como
tal en los archivos de bienes y negocios. Ciertamente, Buch mencio-
naba la Biblioteca que Isidoro López Lapuya y Bark crearon en la
Deustche-Spanisch Revue. Dicha Biblioteca fue un proyecto para dar
a conocer la cultura alemana en España. Para financiarla fundaron
una especie de sociedad de accionistas. A la usanza española, que-
rían publicar novelas diseccionadas en folletines y con los beneficios
llegar a poseer unos fondos alemanes importantes. Pero el patriotismo
alemán era menor de lo que ellos habían previsto. El embajador ale-
mán sostuvo sus iniciativas sin éxito alguno. Ni un solo alemán contri-
buyó a la financiación y algunos de los barones que fueron contactados
no respondieron más que con cartas de insultos38. Desde la fundación
de la biblioteca de la Deustche-Spanisch Revue hasta 1892, Bark sacó
a la luz todas sus obras en castellano.
El proyecto de la revista y biblioteca Deustche-Spanisch Revueíue
el motivo, asegura Bark, que prolongó su estancia en España, abando-
nando la ¡dea de un viaje a Brasil, lugar de concentración de numero-
sos refugiados políticos, incluso después de haber estado en Lisboa
para coger el vapor. Se puede presumir que las verdaderas causas por
las que regresó a Madrid fueron su familia y el no disponer de los
suficientes fondos económicos para realizar el viaje. Bark argüyó,
quizás como consuelo, que había fijado de nuevo su residencia en
España porque la propuesta de Isidoro López Lapuya le permitía:

BARK, Ernesto, Deutschlands weltstellung uncí stellung und Aufgabe des


Deutschen ¡m Auslande, Zurich, Veri. Magazin, 1890, pp. 83-88.

26
«[...] hablar a sus anchas del país donde he sufrido tanto, con
el fin de que los innumerables abusos se remedien y que mis su-
cesores que vengan, como yo, al país festejado por todos los poe-
tas, no sufran tantas desilusiones como yo»39.

No creemos que estas declaraciones, realizadas con cierta retros-


pectiva, fuesen la única y verdadera razón. Por aquel entonces, Ernes-
to Bark prosiguió su trabajo como agitador radical desde Madrid. Las
crónicas y artículos que enviaba en calidad de corresponsal de la
Gaceta de Colonia despertaron las sospechas del gobierno fusiónista
por su tónica agresiva, sus comentarios polémicos que hacían causa
común con el pueblo y la imagen que estaba dando al extranjero de
los acontecimientos nacionales. En efecto, Bark arremetió contra la
justicia española en un caso tan polémico y tergiversado como el del
Crimen de la calle Fuencarral, crimen en el que estaban implicados
varios altos funcionarios de Justicia. Bark publicó un suplemento es-
pecial en la Caceta de Colonia que era una crónica del intrincado
proceso para sus lectores alemanes. Este suplemento provocó la cons-
ternación del gobierno español.
«Aquí comenzó un nuevo martirologio para nuestro amigo -
comentaba al respecto Francisco Maceín- . Era a la sazón Presi-
dente del Tribunal Supremo el señor Montero Ríos, y las injustas
arbitrariedades de éste, y los bárbaros atropellos de Alberto
Aguilera, ese gran liliputiense del partido fusionista, obligaron al
señor Bark a tomar la ofensiva entrando de lleno en las contiendas
políticas españolas y aceptando la pelea en el terreno que se la
presentaba»40.

Las diatribas entre Bark y el gobierno español fueron seguidas por


la prensa, en particular por el periódico republicano El País, desde el
23 de julio de hasta el 15 de noviembre de 1888. Ernesto Bark se
ensañó contra el gobierno y se negó a abandonar su campaña si
Montero Ríos no dimitía de su cargo, pues, ejemplo de corrupción, lo
consideraba un desprestigio de la magistratura española. El 9 de octu-
bre de 1888, Bark publicó una carta de despedida en el periódico
madrileño El Resumen. Declaraba que se alejaba de España obligado
por las persecuciones de que le había hecho víctima el gobierno. Al-
berto Aguilera le había amenazado de expulsión si no cesaba en sus
ataques a Montero Ríos, a quien se le obligó a dimitir. La redacción de
El Resumen se hizo solidaria con Bark. Criticaba al gobierno fusionista
de no preocuparse por las censuras que se hacían a sus programas e

España y el extranjero, Op, cit., p. 100.


MACEIN, Francisco, Op. cit., pp. 12-13.

27
instituciones y no tolerar, sin embargo, ninguna crítica sobre los miem-
bros del gobierno. Actuaban como verdaderos déspotas, cuando al-
gunos de sus hombres era puesto en tela de juicio, «todos los rigores
le parecen justificados y todas las libertades letra muerta»4'. Bark fue
desterrado pero no llegó a salir del país, escondiéndose algún tiempo
en Barcelona. Poco después regresó a la capital por razones de salud
de su esposa que había permanecido en Madrid con sus hijos42.
De vuelta a Madrid, y aunque se había refugiado en una casa a las
afueras de la ciudad, la policía le persiguió. Los agentes de Sagasta
asaltaron su casa. Bark lo consideraba una violación injusta en su
calidad de corresponsal extranjero. Bark fue confinado en la cárcel
Modelo de Madrid. El 6 de noviembre de 1888 se publicó en El País
una carta protesta en la que cuestionaba el sistema judicial español y
las condiciones de vida en las prisiones. Esas duras experiencias po-
tenciaron sus quejas violentas: libre bajo fianza el 15 de noviembre
de 1888 publicó otra carta contra la justicia española y los abusos de
los que fue víctima en la cárcel. Los sentimientos de injusticia y odio
quedaron plasmados en su obra España y el extranjero publicada poco
después. En ella ataca a Sagasta, defiende su libertad para asentarse
en España y poder expresar sus juicios sobre la misma. Se queja de la
falta ole moralidad y justicia en la prensa española, donde se calumnia
con facilidad al :

«[...] adversario personal, y rara vez encuentra el injuriado


por parte de los demás periódicos la defensa debida, y más tratán-
dose de extranjeros ofendidos, como yo hace poco he experimen-
tado al haber sido injuriado y calumniado por La Época,..»43,

Bark envió unas cartas justificando sus comentarios y rectificando


las informaciones divulgadas por La Época a diversos periódicos ma-
drileños: El Liberal, La Iberia, El Correo y La Justicia, pero ninguno de
ellos publicó su defensa44. Estos documentos, salidos a la luz princi-
palmente en El País, son nítidos exponentes de las simpatías y relacio-
nes políticas que Bark tenía en Madrid. Desde su llegada a Madrid y
Lisboa en 1882, había fraternizado con los jóvenes entregados a la
causa política republicana y anarquista.

41
El Resumen, n° 12.993 (9 de octubre de 1888), s. p.
«Carta protesta», El País (6 de noviembre de 1888), s.p.
4
-> España y el extranjero, Op. cit., pp. 28 y ss. y 76
44
Ibid, p. 29.

28
3. Bark en el mundo de la política.

En 1888 fundó con Isidoro López Lapuya, Ricardo Yesares, Ricar-


do Fuente y Antonio Palomero entre otros, la Agrupación Demócrata-
Socialista que se consolidaría en 1897 con el Grupo Germinal. Los
primeros portavoces de la Agrupación fueron La Piqueta (Madrid, 1888)
y El Radical (Madrid, 1889). De este último, Rafael Pérez de la Dehe-
sa localizó el segundo número, del 12 de octubre de 1889, entre cu-
yas firmas figuran las de Ricardo Fuente y Ernesto Bark45. A raíz de las
persecuciones que había sufrido, Bark protegía su personalidad perio-
dística bajo el significativo seudónimo A. de Santaclara.
A pesar de vivir exiliado desde joven, Bark no abandonó la causa
nihilista en contra del poder autárquico ruso y permaneció en contac-
to con activistas exiliados46. Su amigo Ernest Barón Ungern- Sternberg,
con quien había publicado en Ginebra El Federalista Báltico, partici-
pó también en la fundación de la revista Spanien y la creación de un
centro de reunión para alemanes residentes en España47. Andrei Dido
vivía en París y posiblemente reanudaran su amistad48. Tras una visita
en París a algunos moscovitas revolucionarios en compañía de Isidoro
López Lapuya, éste le preguntó cuáles eran sus relaciones con los
nihilistas. Bark afirmó que se consideraba propagandista de sus ¡deas
pero sostuvo que no participaba en:
«[...] obras sangrientas. Comprendo la necesidad de la fuer-
za, en apoyo de la justicia, siendo la justicia muchas de las cosas
que la sociedad llama todavía delictuosas; pero con todo abomino
de la fuerza y la detesto. Mi respeto a la vida humana, a la vida
animal, a la misma vida vegetativa, tiene algo de religioso y se
inspira en un concepto panteísta que hace de todo lo creado un
sólo bloque»49.

45
PÉREZ DE LA DEHESA, Rafael, Op. cit, pp. 51 y ss.
*™ Solía recibir visitas de amigos extranjeros, España y el extranjero, Op. cit., p. 44.
47 Se instaló primero en Bélgica donde participó en el movimiento social demo-
crático. Después, sirvió en la legión extranjera de Argelia. Residió cierto tiempo en
Madrid al casarse con Obdulia Prieto Reyes, natural dejimena de la Frontera (Málaga).
Tuvieron dos hijos: Pablo y Constanza. Ernest Barón von Ungern-Sternberg murió asesi-
nado por la Gestapo en Berlín en 1941. Gothaisches Genealog. Taschenbund des
Freiherlidren Hánser, Jg. 1912, p. 838 y Deutsch-baltischesgedenlabrlch, Karin v. Borblz,
Darustadt, 1991.
48 Se desconocen la relaciones entre Bark y Dido a partir de 1891. Andrei Dido
fue representante en Francia de los exiliados rusos y se entrevistó con el ministro fran-
cés Pinchón para exponer el problema de los pueblos bálticos oprimidos. No se sabe si
estableció de nuevo correspondencia con Bark. Su biblioteca y todos sus papeles fue-
ron robados durante la Segunda Guerra Mundial.
49 LÓPEZ LAPUYA, Isidoro, La bohemia española en París a finales del siglo XIX,
París, Casa Editorial Franco- Iberoamericana, [s.a.], pp.34 y ss.

29
Similares declaraciones aparecen en España y el extranjero. En
torno a Ernesto Bark se había creado una aureola de misterio sobre su
activismo nihilista. Acusaciones de reaccionario bien por convicción,
bien por temperamento, recaían sobre él sin que esto le coaccionase
para abandonar la crítica virulenta de las élites conservadoras espa-
ñolas. Bark se sentía incomprendido como refleja el párrafo que a
continuación transcribimos:
«¡Yo reaccionario! ¡El ex nihilista, que morirá maldiciendo la
barbarie de los zares y glorificando el recuerdo de Sheliabof y
compañeros de martirio por la causa justa! Verdad es que no me
comprenderán en España, y acaso creerán que tengo predilección
especial por la dinamita o por el hacha del campesino.,.»50.

La acción anarquista de herencia proudhoniana y recogida en par-


te por Bakounin31 defiende como valor supremo el altruismo con el
que comulgó Bark, en la medida en que sus acciones se dirigían «contra
las instituciones imperantes y no contra seres inocentes», afirmaba
nuestro autor. Ahora bien, por encima de toda escuela política y por
respeto a la humanidad, Bark consideraba que «matar al tirano es un
deber» de los ciudadanos oprimidos52.
De manera estereotipada se ha reconocido a Bark como un mili-
tante anarquista. Es cierto que simpatizaba con sus ideas y tenía amis-
tad con Fernando Tárrida de Marmol, Anselmo Lorenzo, Pedro Vallina,
José Nackens y que participaba, como otros sectores republicanos, en
la organización cíe los movimientos obreros. Conocía bien la doctrina
de Bakounin y Kropotkin, pero Bark se definía como Republicano
Socialista dentro del espectro político español. Su ideología se
enmarcaba en el Socialismo científico o positivo de corte francés, re-
cogido por algunos intelectuales socialistas alemanes, especialmente
Bernstein. Ernesto Bark soñaba con la constitución de una internacio-
nal socialista como fuerza rectora de la Humanidad. Todas estas ¡deas
quedaron recogidas en su obra ensayística, sobre la que nos detendre-
mos en capítulos posteriores. La proximidad ideológica de la Agrupa-
ción Demócrata-Socialista con los partidos más radicales y los varia-
das apropiaciones de esta terminología por parte de facciones dife-
rentes, no suponen la identificación automática con los grupos
homónimos nacidos en el seno del anarquismo de Bakounin. Cierto
es que la proximidad ideológica provocó todo este confusionismo en

M
España y el extranjero, Op, cit, p. 2 1 .
J
' BANCAL, J., «Proudhon et son hén'tage», en ORY, R, Nouvelle Histoire des
Idees Politiques, París, Ed. Hachette, 1992, pp. 211-223.
- " BARK, E., Socialismo Positivo, Madrid, Librería Valero Díaz, Biblioteca Germinal,
1901, pp. 24-25.

30
la delimitación de marbetes políticos. Por añadidura, la Agrupación
encontró apoyo entre los federalistas más progresistas y su ideario se
yuxtaponía a menudo con el anarquista. Esta serie de coincidencias
provocó esta falsa imagen de Bark53. Pedro Vallina lo definió como
«un socialista sui-géneris», ya que se había forjado una mezcla de
socialismo y democracia «muy intrincada y difícil de entender»54. Por
otra parte, la identificación anarquista se hacía por analogía, al aso-
ciar los atentados terroristas de los nihilistas rusos con los que empe-
zaron a secundar en España bajo el protagonismo anarquista.
Inmerso en el mundo de la política, Bark continuó sus actividades
de protesta y agitación. Enl 890 participó en la organización de una
gran manifestación el 1 o de Mayo en el Parque del Buen Retiro con la
cual preocupó de nuevo al gobierno. Según narra el texto de Francis-
co Maceín55, Pablo Iglesias no quiso celebrar la manifestación el mis-
mo día pues ese año, el 1 ° de Mayo era un jueves y tuvo miedo de que
la fuerza obrera no acudiese. Bark participó en la organización de
esta manifestación. Fue un éxito para el movimiento obrero, que la
Agrupación Democrático-Social y el Republicanismo Progresista es-
taba intentado incorporar a sus filas56.
En aquellos momentos un gran sector del gremio de albañiles tra-
bajaba al servicio del gobierno en la construcción de la Biblioteca
Nacional, La Bolsa y la Equitativa. En ellos basaron su plan de organi-
zación. Estos albañiles representaban un alto contingente para la ma-
nifestación. Se distribuyeron planfletos por todas partes que divulga-
ban un manifiesto redactado por Bark: «Reposado y enérgico, su esti-
lo no contenía ninguna frase del radicalismo populachero tan en boga
en esta clase de documentos»57. La manifestación consiguió un éxito
inopinado. Bark, el agitador, pensaba haber sacudido a la masa obre-
ra atrayéndola a la vida activa en política. Para él, esto significó de
nuevo la cárcel durante unos meses.

-'•' Nótese que ello hacía que: «des actions des uns soient imputes aux autres. (...)
Fernando Tárrida de Mármol, consideré par tous comme l'une des teles pensantes de
l'Anarchisme peninsulaire (...) se declare lors de son exil parisién, simple républicain
federal». SERRANO, Carlos, Le Tour du Peuple, Madrid, CasaVelázquez, pp. 140-141.
54
VALLINA, Pedro, Op. cit, p. 63.
55
MACEIN, Francisco,Op. cit., pp. 14-15.
->" Los estudios que hacen referencia al 1 ° de Mayo sólo atienden a las celebradas
por el Partido Socialista y nada documentan sobre esta manifestación: GARCÍA VENE-
RO, Manuel, Historia de la Internacionales en España,!. I, Madrid, Editorial del Movi-
miento, 1956, p. 383; MAURICE, Jacques, L 'Anarchisme español, París, Rodas Etudes,
p. 30; y también, PÉREZ DE LEDESMA, Manuel, «Las acciones de masas: el Primero de
Mayo» en El obrero consciente, Madrid, Alianza Editorial, 1987 pp. 126-141.
^ MACEIN, Francisco, Op. cit., p. 14.

31
Puesto en libertad, Bark se dirigió como tantos otros refugiados
políticos y bohemios a París. Según rememora Isidoro López Lapuya,
en su libro La bohemia española en París, la principal fuente de ingre-
sos de Bark durante su vida parisina fueron las traducciones para los
periódicos. Es probable que diese clases de idiomas. Cuando la nece-
sidad acuciaba, Bark se introducía en el mercado negro de diamantes.
Picaramente, asistía a las ventas que se realizaban en los cafés de
París y se mezclaba entre los vendedores. Los comerciantes se agrupa-
ban en torno a un diamante y se transmitían «al oído» las apreciacio-
nes sobre la calidad y el precio estimado, hasta que uno de ellos lo
compraba al precio que el último experto le había comunicado. La
regla era fijar un precio cada vez más elevado porque todos los que
participaban en las sucesivas estimaciones obtenían una parte de in-
terés. Siendo intermediario pero sin nunca llegar a comprar, ganaba
de vez en cuando Bark su sustento58.
Durante los meses que permaneció en París, Bark convivió con los
bohemios y exiliados políticos españoles59. Se reunía con Alejandro
Sawa, Ricardo Fuente, Luis Bonafoux, Ruiz Zorrilla, Francisco Ferrer...
y otras figuras socialistas coetáneas eminentes como Sabastiao
Magalhaes, Andrés Costa y Benoít Malón... a las que quiso estudiar.
Data de su estancia en París la sólida amistad que entabló con Alejan-
dro Sawa. Desde allí ambos escritores intercambiaron corresponden-
cia. Sus cartas eran unas crónicas semanales en las que comentaban
temas diversos sobre la capital francesa. Se conservan dos cartas de
Agosto de 1890, que fueron recogidas bajo el título Correspondance
Latine. Chronique Hebdomadaire. La primera, en español, era de Ale-
jandro Sawa, del 1 de agosto de 1890. Quince días depués contestaba
Bark en alemán. Las cuestiones abordadas están relacionadas con la
vida parisina y de los franceses en general. Alejandro Sawa nos ofrece
sus impresiones sobre el aletargamiento de París y la tristeza en los
que la ciudad recae durante los meses estivales. Siguiendo la natural
evolución, París se metamorfosearía según la ley de movimiento que
rige el mundo ya que:

«París es un gran obrero, formidable de pasión y de entusias-


mo. Trabaja y trabaja sin reposo. Ni conoce el enervamiento ni
vuelve la vista atrás para nada. Y aquí estamos nosotros, los curio-
sos y los apasionados, para comunicar más allá de las frontera lo
que París determina y trabaja».

Menos impresionista y literario que Sawa, Ernesto Bark estudia


comparativamente la situación del escritor y del político en España,

M
LÓPEZ LAPUYA, Isidoro, Op. cit., pp. 54 y ss.
59
Ibid, p. 414.

32
Alemania y Francia. Con ironía comenta las actitudes del frivolo pú-
blico lector, interesado hasta por los detalles más irrisibles de la vida
de sus escritores, en particular del célebre Armand Sylvestre, millona-
rio gracias a sus folletines.
Francia es un referente cultural en Europa. Sus intelectuales son
personas de influencia y notoriedad pública. En España, los reyes «in-
gratos» deberían aprender de la democracia francesa esa dignificación
del intelectual y sus esfuerzos_.para que la literatura, la ciencia y el arte
«brillen en la misma medida». El estado francés cuida de la educa-
ción del pueblo: invierte dinero en enseñanza y promociona la ex-
pansión de la cultura artística en provincias. De este modo, los habi-
tantes alejados de la capital pueden conocer el placer de las artes
nobles. Estos son algunos de los frutos de la Democracia que en el
país vecino está cumpliendo su papel de popularizadora de la cultura
y la educación.
En París, las vidas desordenadas de nuestros exiliados y bohemios
se colmaron de deudas. Bark huyó a Barcelona, despojando a su com-
pañero Lapuya del único dinero que le quedaba, el de un cheque que
nunca llegó a su destinatario y que sirvió para pagar el billete de tren
de nuestro protagonista60.
Tras las primeras publicaciones revolucionarias, la tarea publicista
de Bark siguió en el diario La Democracia Social (1890 y 1895), órga-
no del partido democrático socialista, dirigido por Ricardo Yesares e
Isidoro López Lapuya en su primera época. Magalhes Lima61 en su
libro O Socialismo na Europa, nos informa sobre este grupo de «esca-
sa importancia» como partido político y de sus ideas fuerza: revolu-
ción social, reformas pacíficas, colectivismo y otros tantos puntos bá-
sicos defendidos por Bark. Sólo hemos localizado un ejemplar de La
Democracia Social, el número dos del 18 de septiembre de 1890. En
él, Bark figura como redactor y corresponsal desde París y represen-
tante del directorio socialista de Madrid en el Congreso Internacional
de La Halle, celebrado el día 12 de octubre de 189062. Según informa
el mismo periódico, Bark proyectó reanudar la publicación de la re-
vista El Federalista Báltico, ahora desde Zurich en colaboración con

bu
LÓPEZ LAPUYA, Isidoro; Op. c/í.,pp. 60-63; y DICENTA, José Fernando, Op.
cit., pp. 18-21.
°' MAGALHES LIMA, Sebastiaode, O Socialismo na Europa, Typ. de Bompanhia,
Lisboa, 1892, pag. 149; y MORA, Francisco, Historia del socialismo obrero español
desde sus primeras manifestaciones hasta nuestros días, Madrid, [s.l.], 1901; Biblioteca
Nueva, 1918; y Ed. Aynso, 1971. Resultan interesantes los recuerdos de Joaquín Dicenta
sobre la fundación del periódico en Idos y muertos y Novelas, París, Librería de Librería
Garnier, [s.a.J.
"' La Democracia Social, (18 de septiembre de 1890), p. 4.

33
Mauricio von Stern63. Trabajaban en coordinación con el periódico
inglés Free Russia, dirigido por los políticos ingleses Shaw Lefevre,
Charles Berry y Steppfort entre otros... Todas estas publicaciones pro-
seguían con la campaña propagandística empezada años atrás en Gi-
nebra en contra del absolutismo zarista64. Carecemos de información
sobre la posible existencia de una segunda salida de El Federalista
Báltico. En cuanto a Free Russia, no hay ningún artículo firmado por
Bark, pero dado el anonimato que se preservaba en la época, es posi-
ble que colaborase en él.

C. ERNESTO BARK ITINERANTE POR ESPAÑA.

De vuelta a España, en otoño de 1890 y hasta 1895, Bark recorrió


diferentes provincias españolas. Los problemas y las persecuciones
que había conocido en Madrid tal vez le alentaran a esa peregrina-
ción provinciana en busca de un poco de sosiego. No obstante, Bark
prosiguió su tarea publicista en Madrid, enviando sus artículos a La
Justicia de Nicolás Salmerón, al menos entre 1890 y 1893. El anoni-
mato que se guardaba en la prensa militante nos impide establecer
aseveraciones tajantes sobre la identificación de los escritores. Por el
tipo de discurso y las ideas divulgadas, podemos atribuir la paterni-
dad de algunos artículos a Ernesto Bark. Será a partir de entonces
cuando Bark oculte asiduamente su personalidad bajo el seudónimo
A. de Santaclara y, probablemente también bajo Mosén Rotundo. En
las diatribas políticas, su seudónimo A. de Santaclara fue deformado
con sarcasmo por sus adversarios, en particular, por el socialista Veritas
quien gustaba en llamarle Santaplasta6S.
Los desplazamientos de nuestro publicista por las provincias me-
diterráneas estaban vinculados a sus proyectos reformistas en el seno
del Partido Demócrata-Social. Como representante del directorio cen-
tralizado en Madrid pretendía movilizar los sectores proletarios. Con
sus estudios sociológicos, analizaba la indiosincrasia de cada región y
definía las directivas de actuación adaptadas a sus respectivos contex-
tos. Aunque en la realidad política el Partido Demócrata-Social no

faJ
Mauricio von Stern (Reval, 1860- Linz, 938), hijo del poeta Karl Walfried. Estu-
dió con Bark. Juntos acudieron a la guerra contra Turquía y desertaron. En 1880 Stern
emigró a Estados Unidos y participó en los movimientos obreros. En 1885 volvió a
Europa destacando en la organización de movientes obreros en Inglaterra, Francia,
Suiza, Alemania y Austria. Escribió sobre el socialismo y el proletariado. Richard Wilhemi,
editor y amigo de Bark, estudió dichas publicaciones en Maurice Reinhold Von Stern,
e/7? Socialdemocratischer Dlcher, Güterslosh, Drud und Verlag von G. Baterlsmann,
1894.
64
lbid.,p.4.
65
«Polémicas Socialistas», El Crisol, (19 de julio de 1891), p. 22.

34
ostentó un papel protagonista en el mundo político, sus propuestas e
intentos reformistas resultan interesantes. Realizaron importantes es-
fuerzos de atención al sector social como base para la regeneración
nacional. Propendieron a la creación o restructuración de agrupacio-
nes gremiales, asociaciones librepensadoras y escuelas laicas, y en
última instancia, la promoción de una nueva unión republicana efi-
ciente en provincias sería una de las constantes de sus campañas po-
líticas. Todas estas estructuras tenían como principal objetivo el pro-
selitismo político a través del desarrollo de la sociabilidad.
No se han podido documentar los viajes de Ernesto Bark a Barce-
lona y Valencia. Es muy probable que allí residiera durante breve tiem-
po. En Barcelona colaboró en el periódico El Obrero hacia 1891, pero
entonces la familia Bark ya se había establecido en Alicante .

1. Ernesto Bark en Alicante (1890-1893).

De finales de 1890 a 1893, Ernesto Bark permaneció en Alicante como


representante del directorio de Madrid del Partido Demócrata-Social. De
esta época, Bark nos dejó dos importantes documentos: la revista El Cri-
sol, durante su segunda época y la novela autobiográfica Los Vencidos
(1891) que ocuparán nuestra atención posteriormente.
La Agrupación Demócrata-Social en Alicante fue ya estudiada por
Rosa Ana Gutiérrez66a través de El Crisol, el documento prácticamente
exclusivo que queda en torno a la agrupación. Cabe suponer que Ali-
cante fue elegida para que Ernesto Bark y Juan Cabot Cahué67 desarro-
llaran sus actividades proselitistas en nombre del grupo demócrata- so-
cial por las razones siguientes: Alicante tenía un sector obrero todavía
mal organizado y en ella vivía una interesante fracción popular y bur-
guesa de tendencia liberal muy unida al republicanismo. Ricardo Yesares
era de origen alicantino y como secretario de la Agrupación Democrá-
tica-Social tenía ya relaciones en el mundo político de Alicante que
facilitaban la acogida de sus campañas entre el sector republicano.

66 GUTIÉRREZ LLORET, Rosa Ana, Republicanos y liberales: la revolución de


1868 y la Primera República en Alicante, Alicante, Ayuntamiento de Alicante, 1989,
pp. 144-151. RAMOS, Vicente, Historia parlamentaria, política y obrera de la provincia
de Alicante, Alicante, Edición del autor, 1989.
°' Juan Cabot era un maestro laico. En 1895 integró las filas del Partido federal
que abandonaría poco después para formar parte del Partido Democrático Social. Diri-
gía la revista El Alicantino Masón. Era el presidente titular de la Asociación de Capita-
nes y Pilotos de Marina Mercante de Alicante. Transcribiendo la cita que reproduce
Vicente Ramos, Juan Cabot era un «incansable propagandista del libre-pensamiento y
de la enseñanza laica, que, con su fe, con su constancia en el periódico y en la tribuna
persigue sin vacilaciones ni desmayos el sacrosanto ideal de conducir y guiar a la ju-
ventud de hoy a la sed del progreso». RAMOS, Vicente, Op.cit.. y GUTIÉRREZ, ROSA
ANA, Op. c/f., pp. 156-158.

35
El periódico El Crisol nació en el seno de la agrupación de
librepensadores conocida como Liga Paz y Fraternidad, hacia el 15 de
agosto de 1889. Esta publicación se constituyó en su portavoz subtitu-
lándose Órgano oficial en esta región de la Liga Paz y Fratenidad.
Salía a la venta quincenalmente y encabezaba la dirección Juan Cabot
Cahué, también director de la asociación de librepensadores de Ali-
cante, más conocida por La Paz68 y de la junta espiritista La Caridad.
Asimismo, Juan Cabot Cahué, era el representante de la Agrupación
Demócrata-Social en Alicante.Tal vez esto asegurara la transición de
El Crisol entre finales de 1890 y principios de 1891. Bajo el mismo
nombre se proseguiría la edición de una revista semanal ahora defini-
da como Revista semanal literaria, política, sociológico-científica del
Órgano Librepensador.
Ernesto Bark se hizo públicamente responsable de la dirección del
nuevo Crisol, ahora convertido en revista semanal, a pesar de que en
ella su nombre no figure como responsable de tal función. Por aquel
entonces, los nombres de los directores y redactores de la prensa pro-
gresista no solían figurar, aunque sí debían aparecer en los volantes
que acompañaban cada nuevo número y que tenían que ser deposita-
dos en el Juzgado veinte minutos antes de su venta. Esto era una obli-
gación legal que pronto eludiría la picaresca periodística. En ese cer-
tificado de responsabilidad, solían aparecer algunos hombres de paja,
contratados como meros encubridores. Era gente sin formación y sin
relación con lo que en aquellas hojas se sostenía: obreros, albañiles,
carpinteros... firmaban como responsables y los periodistas se salva-
guardaban de las persecuciones de la justicia. Gracias a ese depósito
obligatorio, se han conservado algunos ejemplares de la prensa pro-
gresista.
Los artículos publicados en las cuatro páginas de El Crisol eran
eminentemente políticos. Se incluían algunas composiciones poéti-
cas de temas políticos y sociales de autores desconocidos. En la terce-
ra página encontramos algunas columnas dedicadas a los Sueltos, bre-
ves noticias comentando incidencias alicantinas, proclamando su so-
lidaridad con las acciones de otros periódicos republicanos federalistas
o, simplemente, criticando a la oposición. Finalmente, la última pági-
na era ocupada por la publicidad, necesaria fuente de ingresos para
cubrir los gastos de financiación. En la mayoría de los artículos se
puede reconocer el estilo y el pensamiento de Bark, aunque muchos
de ellos no estén firmados. Como en tantas otras ocasiones, nuestro

" ° La Asociación Librepensadora La Paz se constituyó en 1886. Entonces fue su


presidente honorífico Vicente Eugenio Miquel y el presidente efectivo, José Vinader. Se
domicilió en el número treinta de la calle Bazán y abrió una escuela laica. RAMOS,
Vicente, Op. cit, p. 319.

36
publicista incluye dos colaboraciones, una con su nombre y otra con
su seudónimo.
Las relaciones entre republicanos, librepensadores y masones se
perpetúan en torno a El Crisol. El lema que encabezaba sus portadas
era: «Democracia social, justicia por el pueblo y gratuita, libertad de
conciencia, enseñanza laica, gratuita y obligatoria, el progreso en
política, vida social, ciencias, letras y artes». No sólo el ideario políti-
co y sociocultural que dicho lema sintetiza reforzó estos lazos de so-
lidaridad, sino también un elenco de circunstancias que favorecieron
su cooperación. Desgraciadamente, pocos son Ion números que se
han conservado e ínfimos los documentos que se poseen sobre el gru-
po La Paz y su líder Juan Cabot. Los círculos de librepensadores, el
Casino coaliccionista y las asociaciones masonas Constante «Alona»69
eran medios en los que se acogía a aquellos que deseaban tomar par-
te activa en el reformismo. Los ideales de libertad, progreso, lucha
contra el oscurantismo religioso y los planes de reorganización
socioeconómica eran asertos comunes a diversas tendencias. Maso-
nes y republicanos progresistas compartían estas preocupaciones, acor-
taron distancias e incluso lucharon por objetivos y reivindicaciones
conjuntas, bajo la óptica de sus particulares intereses. El cementerio
ateo, la escuela atea y librepensadora, la reducción de la jornada a
ocho horas, la participación en los beneficios, la creación de un Mi-
nisterio del Trabajo... eran reivindicaciones en las que los distintos
sectores reformistas y obreros podían sentirse concernidos sin aposta-
tar de sus credos particulares. Estratégicamente, estos demócratas es-
tablecieron un plan de organización que «permite la independencia
de criterios de sus adeptos»70, si bien la tendencia socializante de su
programa no fue bien acogida por el Republicanismo de corte tradi-
cional71.
En El Crisol, los miembros de la agrupación, como ya ha estudiado
Rosa Ana Gutiérrez, mantuvieron una «posición ambigua en el espec-
tro político republicano»72. Políticamente se consideraban la izquier-
da republicana. Decían estar coaligados a Ruiz Zorrilla -y la evolu-
ción de la agrupación y las posteriores publicaciones de La Democra-
cia Social y Germinal así lo confirman- aunque, entre sus filas milita-

69
GUTIÉRREZ, Rosa Ana, Op. cit., pp. 155-160.
™ «Nuestros procedimientos: Tácticas y organización del Partido Demócrata-So-
cial», El Crisol, (19 de julio de 1891), p. 22.
71
GUTIÉRREZ, Rosa Ana, Op. cit., p. 148, cif. nota 111: «Así lo reflejará el diario
zorrillista en un artículo que intentaba contrarrestar la propaganda socializante de la
nueva agrupación insistiendo en las tradicionales soluciones reformistas republicanas».
Vid. La Unión Democrática, (26 de agosto de 1890), s.p.
72
Ibid., pp. 148-149.

37
ban antiguos federalistas como el mismo Juan Cabot y en los textos
periodísticos que conservamos anuncian una estrecha colaboración
con el federalismo. Finalmente, se declararán socialistas oportunistas
o socialistas prácticos por el carácter de algunas de las reformas so-
ciales que propugnaban, como es el caso de la participación parcial
de los obreros en los beneficios". El nominativo democrático, bajo el
que tradícionalmente se solían proteger los antiguos republicanos,
podía albergar a las divididas secciones coetáneas. Así lo definían
ellos cuando desde El Crisol pregonaban su principal misión: «Cons-
tituir un gran Partido Nacional Republicano en el cual todos tienen su
puesto, porque en él hallarán campo todas las tendencias que la ra-
zón, la lógica y la experiencia reconocen como necesarias»74. Seme-
jante presupuesto, conciliador utópico de todos los partidos republi-
canos será la letanía repetida desde Madrid en La Democracia Social
y Germinal.
En lo que respecta a las relaciones entre el Partido Demócrata-
Social, el anarquismo y el socialismo, no contamos con más informa-
ción que la ofrecida por Ernesto Bark en sus artículos de El Crisol. Los
demócrata-sociales mantenían posturas benevolentes ante el anarquis-
mo75 aunque rechazaban la utopía anarquista y su falta de respeto por
la tradición y de las «preocupaciones e ídolos del pasado»76. El carác-
ter revolucionario de los anarquistas, esa posición extrema dentro de
las izquierdas, simpatizaba con los republicanos demócratas alicanti-
nos, quienes se consideraban también la izquierda republicana próxi-
ma al federalismo. Estas arbitrariedades en la limitación de las ideolo-
gías políticas evidencian la gran confusión doctrinal de muchos mili-
tantes y justifica el mutuo apoyo y sus relaciones de amistad. Los
anarquistas, cada vez más disgregados por la represión de sus accio-
nes terroristas77, empezaron a distanciarse de las organizaciones obreras
en la última década. Los republicanos no los percibían como sus con-

7i
«Socialismo realizable», El Crisol, (8 de agosto de 1891), pp. 45-46.
74
«Deslinde de Campos, El Crisol, (5 de septiembre de 1891), p. 74. Juan Cabot
formaba era vocal del Comité Municipal de la Coalicción Republicana de Alicante en
1890, según los datos tomados del periódico El Cullerot, (5 de enero de 1890), por Rosa
Ana Gutiérrez, Op. cit, p. 95.
7>
- Relaciones «fácilmente explicables si consideramos las conexiones existentes
entre el pensamiento federal y el anarquismo... una latente influencia federal pervivía
en algunos aspectos ideológicos y en las fórmulas de estructuración y de organización
del anarquismo y muchos de los líderes de este movimiento se formarán prácticamente
en las filas federales», Ibid., p. 151.
«Anarquismo v socialismo, tipos al natural», El Crisol, (19 de julio de 1891), p.
19[17-19].
' ABAD DE SANTILLAN, Manuel, Contribución a la historia del movimiento
obrero en España desde sus orígenes hasta 1905, Méjico, Ed. Cajica, 1961, pp. 515 y ss.

38
currentes, al contrario de los socialistas cada vez más influyentes. Los
demócratas-socialistas y el Partido Socialista intentaban atraer a sus
filas al público obrero por lo que inevitablemente se consideraban
adversarios.
Desde El Crisol, Bark expresa una vez más su animadversión. Le
reprocha al Partido Socialista la imitación ciega del socialismo ale-
mán, inadecuado al contexto español dado su menor proletariado in-
dustrial. Bark critica sus principios colectivistas78. Profiere serios en-
conos contra los dirigentes socialistas, acusándoles de utópicos
exclusivistas y reprochándoles su distanciamiento del pueblo obrero.
Rosa Ana Gutiérrez sostiene que el Partido Demócrata Socialista, a
pesar de sus inquietudes por la cuestión social, carecía de gran in-
fluencia en la vida local por parecer «simplemente una inciativa co-
yuntural»79. Hemos intentado localizar infructuosamente las publica-
ciones del mismo Partido Democrático Social en otras provincias, que
negarían ese carácter coyuntural. La historiadora les reprocha el care-
cer de un programa definido, si bien, el mismo Crisol informa de la
existencia de un «folleto programa del partido»80 que como tantas
otras páginas sueltas ha desaparecido. Puede que la Agrupación tu-
viese ese carácter circunstancial durante sus primeros años de exis-
tencia y en Alicante, pero las posteriores publicaciones de La Demo-
cracia Social y Germinal en Madrid son evidente testimonio de un
esfuerzo de consolidación dentro del espectro político republicano.
Pese al débil peso político de la Agrupación Demócrata-Socialista, tal
vez por el eclecticismo de sus principios, se deben de subrayar las
iniciativas en lo que a las reformas sociales se refieren como bien
subraya Rosa Ana Gutiérrez.
Ya indicábamos en páginas anteriores que El Crisol había sido por-
tavoz del grupo de librepensadores y masones La Paz. Éste era un
movimiento laicista implicado primordialmente en educación y
liderado por Francisco Ferrer. La Paz fundó una escuela en Alicante,
todavía existente en la actualidad, que fue dirigida por Juan Cabot. Era
una escuela «primera en su género por sus posiciones maximalistas
contra toda religión positiva»8'. El laicismo, la gratuidad y obligación
de la enseñanza eran sus presupuestos básicos y quedaron recogidos
en el lema de la Democracia social que reproducía El Crisol. Como

'° «Anarquismo ...», Op. cit., pp. 17-19 y «Polémicas socialistas», El Crisol, (19
de julio de 1891), pp. 20-22.
79
lbid.,p. 151.
°0 «Nuestros procedimientos, táctica y organización del partido demócrata-so-
cialista», El G7so/,(19 de julio de 1891), p. 22.
^ 1 AAW, El Anarquismo en Alicante (1868-1945), Alicante, Instituto Juan Gil Albert,
Diputación Provincial, 1986, p. 74.

39
reformistas no querían suplantar totalmente la enseñanza oficial, tan
sólo «suplir sus deficiencias» y con ello, se distanciaban de la escuela
fundada por Bakounin y la Escuela Moderna de Ferrer82. Sus objetivos
eran de alcance inmediato pues se concentraban no sólo en la ense-
ñanza infantil, sino también en la alfabetización de adultos. Se cele-
braban conferencias sobre temas variados: literatura, filosofía, cien-
cias... Asimismo fundaron la Biblioteca Demócrata-Social para de-
mocratizar la cultura. Se proponían ediciones baratas a diez céntimos
para que la lectura se convirtiese en una actividad educativa popular.
Por otra parte, la Biblioteca servía como divulgadora de la ideología
del partido, puesto que mediante ella se distribuían los folletos para
adoctrinar a sus afiliados.
La Agrupación Demócrata-Socialista participó con los demás re-
publicanos en la creación de la Agrupación de la Prensa y apoyó las
iniciativas de la creación de la Sociedad de Artistas y Escritores, tam-
bién organizada en el seno del Republicanismo. Bark creía firmemen-
te en la necesidad de asociarse para defender los estatutos de los pe-
riodistas y escritores como medio de concienciar a las masas de su
profesionalizad y la dignificación de sus actividades. Como nota cu-
riosa mencionaremos el capítulo de la Historia del Partido Republica-
no que Rodríguez Solís dedicó a la Unión Republicana de Periodistas,
como obligación moral con la prensa y con Bark a quien había pro-
metido un homenaje a los periodistas mártires de la política83.
Son interesantes las notas en las que Ernesto Bark alude al
Naturalismo literario y a José Zahonero, en particular, a quien estima-
ba como una promesa de la novela naturalista. Bark expondrá pun-
tualmente su concepción funcional - y parcial- del naturalismo como
una praxis del reformismo social. El Naturalismo artístico encuentra
sus adeptos entre la juventud cada vez más consciente y comprometi-
da que muestra «determinismo y horror a las injusticias sociales de la
época actual...»84.
Ernesto Bark publicó en El Crisol sus Recuerdos de París. Impresio-
nes íntimas. Entre las entregas conservadas destaca «Filosofía de Re-
voluciones»85, por sus reflexiones políticas e históricas. Pretende ad-
vertir al lector español sobre los peligros de las revoluciones, juzgan-
do los resultados de la mítica revolución francesa y la política de
Napoleón y Mirabeau.

82
lbid.,p.75.
83
RODRÍGUEZ SOLIS, Eduardo, Historia del Partido Republicano, Madrid, Fer-
nando Cano, 1893, Vol. II, pp. 773 y ss.
"4 «Anarquistas,...», Op. cit, p. 18.
°-> El Crisol, (5 de septiembre de 1891), p. 77.

40
Los Vencidos611, su única novela, fue compuesta durante su estan-
cia en Alicante. Fue publicada por entregas en el periódico alicantino
El Liberal87, durante los meses de junio y julio de 1891 .Aquel mismo
año y también en El Liberal, salió de nuevo a la luz en forma de volu-
men. En el número correspondiente al 19 de julio de 1891, se reco-
mienda la lectura de esta novela política, «obra que es un verdadero
resumen del socialismo internacional y una verídica historia del mo-
vimiento revolucionario en Rusia». Ciertamente, la vida misma de Bark
es la de un personaje que podría oscilar entre la realidad y la ficción
en la mente de un escritor cualquiera. Hemos comprobado la existen-
cia real de la mayoría de los acontecimientos y aventuras novelescas
que, asombrosamente, son más verídicos que verosímiles. Presentare-
mos su estudio posteriomente.
En Alicante, Bark ganaba el sustento con sus clases de idiomas y
traducciones. Garantizaba su profesionalidad y prestigio en El Crisol,
como profesor del Ateneo Científico y Literario de Madrid «cuyos
métodos modernos hacían que «en tres meses a 25 ptas. se traduce
con facilidad y se habla un poco inglés, alemán, ruso, polaco, portu-
gués...». Sus solidarios compañeros de redacción apoyaban su traba-
jo con reiteración:
«Recomendamos muy eficazmente a nuestros lectores [...] la
Academia de idiomas de nuestro compañero Don Ernesto Bark,
en Alicante (Cienfuegos, 18). Esperamos que nuestros
correligionarios ayuden a estos campeones de los ideales moder-
nos por todos los medios que puedan»88.

Suponemos que la familia Bark vivía en el número dieciocho de la


calle Cienfuegos pues Bark, que ganaba modestamente su vida, solía
dar las clases en su casa sin realizar ninguna declaración fiscal. Entre
las curiosas asociaciones que Bark creó para incrementar sus retribu-
ciones destaca una agencia internacional para la obtención y venta
de patentes de invención y registro de marcas tanto en España como
en el extranjero. La gerencia estaba ubicada en Madrid siendo el di-
rector Ciríaco García Marín y Bark era su representante en Alicante.
La vida de Bark en Alicante transcurrió sosegadamente, en compara-
ción con las constantes y preocupaciones que tuvo que afrontar en
años anteriores y futuros. Las diatribas con otros personajes políticos89

86
BARK, Ernesto, Prólogo a Los Vencidos, Alicante, Tip. El Liberal, 1891, p. 3.
87
RÍOS, Juan Antonio, Op. cit., p. 558.
88
El Crisol, (19 de julio de 1891), p. 79.
8
" Francos Rodríguez en La Unión Democrática le acusaba de utopista ignorante
entre otros calificativos gratuitos, c. f. El Crisol, (5 de septiembre de 1891), p. 71.

41
de Alicante le causaron algunas amenazas e insultos que eran natura-
les en el mundo de la prensa y la política finiseculares. Aquí permane-
ció hasta 1893 para trasladarse a continuación a la región de Murcia,
donde proseguiría sus estudios sociológicos, ahora en torno a los
polémicos centros mineros.

2. Ernesto Bark en Cartagena (1893-1895).

En 1893, Ernesto Bark llegó a Cartagena, donde centró sus «inves-


tigaciones» sociales sobre la gran concentración obrera de la indus-
tria minera. Colaboró en La Voz de Murcia y fundó el periódico
Cartagena Moderna. Sólo se conserva un ejemplar de este último, el
número 56, del 12 de Enero de 1895, año II. Se desconoce la longevi-
dad de su existencia aunque debió ¡nagurar su publicación a finales
de 1893 o principios de 1894 hasta el primer trimestre de 1895, fecha
en la que Bark volvió a Madrid.
Las cuatro páginas que constituían Cartagena Moderna (1895) se
publicaban los miércoles y los sábados. El periódico se subtitulaba
Periódico independiente de la tarde, nadie firmaba como director ni
tampoco había ningún lema político que permita asegurar la conti-
nuidad de la Agrupación Demócrata-Social. Su impresión se realiza-
ba en la imprenta de la Gaceta Minera, lo cual certifica sus conexio-
nes con las agrupaciones mineras. Los temas tratados continúan la
temática de El Crisol: se comentan los acontecimientos políticos loca-
les y generales, hay una sección literaria, noticias breves, avisos loca-
les útiles y una sección de publicidad que financiaría en parte su pu-
blicación. Podemos presumir que el periódico era confeccionado por
Bark y se adaptaba perfectamente al público obrero minero a quien
iba destinado. Así, el artículo «¿Qué es el socialismo?» es una lección
sencilla, pedagógicamente hablando, sobre el socialismo marxista y
el Partido Socialista Español. La impresión viva de sus injurias contra
los líderes de aquel partido, «agitadores sin conciencia» en busca de
ventajas «pecuniarias», «desgraciados demagogos» que con el «pre-
texto de trabajar por el proletariado viven» a su costa, quedarían fácil-
mente plasmadas en las mentes de sus lectores. Con términos senci-
llos, equipara la tendencia moral del socialismo con el primer cristia-
nismo y sus tendencias coetáneas como posterior adaptación al pro-
greso científico e industrial. Estas tendencias se escinden en dos ver-
tientes principales: una anarquista y marxista que aboga por una trans-
formación radical de la sociedad, y otra de carácter evolucionista,
que observando el devenir histórico programa una transformación lenta
pero segura. Las tendencias reformistas del Partido Republicano Pro-
gresista preconizadas por la Agrupación Demócrata-Social encuen-
tran su fuente de divulgación también en Cartagena.

42
Ernesto Bark ejerció una crítica acérrima a los ostentadores del
poder en Cartagena. En su periódico denunciaba la corrupción y abu-
sos de los caciques y de la Iglesia comparando la situación local al
célebre estado del Panamá. Desde entonces, se conoció como el Pa-
namá Cartagenero a la mafia local que operaba en todos los sectores
de la Administración local. Las acusaciones que desde las columnas
de Cartagena Moderna dirigía a los hacendados pusieron en peligro
su existencia. El alcalde manipulado por el abogado fusionista
Barrachina y el propietario del periódico El Eco, le amenazó con la
expulsión. Imperturbable, Bark continuó su campaña de desinfección
y saneamiento moral90 sin ceder a los chantajes, citas nocturnas y
allanamientos de morada de los que fue víctima. Sin duda alguna,
Bark llegó a molestar seriamente a los potentados locales, quienes
intentaron vengarse organizando su asesinato en el mismo juzgado
municipal de Cartagena. La mañana del 22 de enero de 1895, Bark
había sido citado en el Juzgado para prestar declaración sobre las
acusaciones que había publicado respecto de la Junta de obras del
puerto de Cartagena y las agresiones físicas de las que fue víctima,
recibidas de parte de uno de sus obreros. Al llegar al Juzgado, dos
individuos le atacaron en el mismo zaguán sin que nadie interviniera
hasta el momento en que Bark permaneció yaciente en el suelo. Las
heridas en la cabeza fueron de cierta gravedad, pero la fuerte consti-
tución del malherido le permitió sobrevivir. Tanto en la prensa local
como en El Paísm de Madrid, se publicaron varias cartas y denuncias
de los atropellos de los que era víctima Bark en aquella ciudad. Al día
siguiente, El Noticiero Cartagenero ofrecía un relato minucioso de los
hechos ocurridos y denunciaba la conspiración de los miembros de
seguridad local. Era asombroso que:

«[...] habiendo ocurrido el hecho en las escaleras de la casa


de Justicia, ni guardias, ni alguaciles, nadie, en fin, haya acudido
en defensa del Sr. Bark en la larga agresión de la que ha sido
víctima.
Podrá considerar cada uno como guste la campaña del Sr. Bark
y su Cartagena Moderna pero las frecuentes agresiones de que
dicho señor es objeto, merecen que las autoridades fijen su aten-
ción en el asunto, porque no puede ni debe quedar a merced de
cualquiera la vida de un escritor que cumple con su deber desco-
rriendo vergonzosos velos».

El malparado Bark escribió una carta protesta publicada en El País,


el 24 de enero, en la que acusaba la complicidad de algunos repre-

«Enhorabuena», Cartagena Moderna (12 de enero de 1895), s.p.


El País, 24, 25, 29 y 31 de enero de 1895.

43
sentantes de la justicia, quienes velando por sus intereses querían aca-
llar al intruso periodista. Entre ellos, el mismo decano del Colegio de
Abogados Ángel Moreno, presenció tranquilamente la agresión y el
escribano Torzada asistía también al espectáculo desde lo alto de la
escalera gritando: «¡duro, duro!». Bark pedía justicia pues:
«Son tan temidos y omnipotentes estos secuestradores de toda
la ciudad, que la creencia general es que Barrachina con lllián y
cómplices quedarían impunes, como lo han quedado los agreso-
res panamistas , que ya dos veces han atentado contra el mismo
publicista...»

El mismo día, el periódico militar de Cartagena Las Noticias salió


en defensa de Bark, un valiente convertido en cabeza de turco por ser
el representante de la anónima opinión pública y, como tal, el único
blanco visible y palpable de las venganzas y fechorías. En suma, como
decía Bark en su carta protesta, los periodistas eran «una especie de
Cristo, crucificados por la salvación de los demás»; palabras que co-
rresponden a la imagen mesiánica que Bark solía ofrecer de todo pe-
riodista y propagandista. Tras estos acontecimientos, el alcalde de
Cartagena prohibió a Bark la publicación de Cartagena Moderna, ne-
gándole como extranjero los derechos políticos que tienen los direc-
tores de periódico. Dicha causa, como bien decía Bark, no era sufi-
ciente pues le hubiese bastado nombrar un director nominal para se-
guir publicando el periódico92. Bark solicitó el apoyo de los republi-
canos para que cesasen tales atropellos en una carta publicada junto
con la anterior en El País (25 de enero), empero, nunca más volvió a
ver la luz un nuevo ejemplar de su Cartagena Moderna.
La sección literaria del ejemplar que poseemos incluye tanto la
producción artística como la crítica literaria. En primer lugar, aparece
un breve cuento que formaba parte de su futuro libro Recuerdos Bo-
hemios. Se titula «Un rifeño bienhechor» y es una narración de viajes
en la que explica algunas de las costumbres de aquella ciudad. Segui-
damente, una breve columna está ocupada por una sección titulada
«Cuentos rápidos», en la que se publica «El amigo del lucero», otra
narración breve firmada curiosamente por su primogénita Matilde
Cabello que entonces debería tener once años. Es un cuento infantil
escrito, sin embargo, por un adulto. Ni el vocabulario ni la expresión
son propias de un niño de tal edad, salvo tratarse de un caso excep-
cional que con la historia hubiéramos posiblemente conocido. «Con-
tra Pérez Galdós» es el artículo de crítica de la sección. En él, Bark
presenta la recensión del prólogo de Galdós para Condenados. Reco-

«Cartagena secuestrada», El País, (29 de enero de 1895), s.p.

44
ge las críticas contra los revisteros de toros y escuda la defensa reali-
zada por Ricardo Fuente y Peña y Goñi ofreciendo un sentido históri-
co y «costumbrista» a la fiesta nacional.
Al igual que en otras publicaciones periodísticas, intentó crear una
Biblioteca en torno a Cartagena Moderna para la divulgación y la demo-
cratización de la cultura. Publicado por esta Biblioteca, hemos localiza-
do una entrega de un curioso ensayo que desgraciadamente no se volvió
a publicar en forma de libro. Escrito bajo el seudónimo A. de Santaclara,
este folleto se titulaba La Marea Sube. Psiquiatría literaria93. Estaba dedi-
cado al estudio de lo que él llamaba los casos Clarín, Giner y Galdós. En
las pocas páginas que poseemos, Bark analiza la realidad literaria del
país como barómetro de la sociedad. En una crítica siempre regida por el
utilitarismo, ensalza el servicio que Emilio Zola y los psiquiatras italianos
han prestado a la sociedad por denunciar el punto de «corrosión» de la
humanidad, víctima del «finísimo virus de la locura en sus formas propias
a nuestro fin de siglo que es la monomanía»94. Bark definía esta monoma-
nía como una especie de misticismo», en el fondo sensual y exótico con
alucinaciones de milenarismo y nigromancia»95. Este tema fue tratado
por Pompeyo Gener en su libro El caso Clarín. La monomanía malicio-
sa96. Bark considera que ésta es una obra de talento y subraya su gallardía
al enfrentarse a un personaje tan poderoso y temido hasta tal punto que
«la prensa de Madrid no admite escritos en contra de Clarín para no
ponerse a malas con él»97. Nuestro escritor pretenderá contribuir en el
combate con este nuevo folleto puesto que:

«La literatura refleja los dolores del parto de aquel porvenir y


el fin de estas páginas es indicar las corrientes mal sanas, enfermi-
zas y podridas del asado para dejar entrever los horizontes de una
sociedad moral y físicamente sana y construida sobre las sólidas
bases de la libertad, la justicia y la ciencia»98.

Bark compara las formas particulares que la monomanía o locura


ha desarrollado en Francia, con sus saturnalias literarias; en Alemania
con sus predicadores socialistas; en Rusia con el pesimimo ascético
de Tolstoy y el éxtasis revolucionario de los nihilistas, y en España,
donde la monomanía se manifiesta preferentemente en :

•" La Marea Sube. Psiquiatría literaria, Cartagena, Imprenta de la Gaceta Minera,


1895.
94
lbid.,p.4.
95
Ibid, p. 5.
9
" POMPEYO, Gener, El caso Clarín. La monomanía maliciosa, Madrid, Fernan-
do Fe, 1894.
97
La Marea Sube. Psiquiatría literaria Op. cit., p. 8.
98
Ibid, p. 9.

45
«[...] el terreno político o político-religioso porque ni nos ocu-
pan aquí los ensueños de transformación social ni los encantos de
la literatura simbolista o decadentista, somos Sancho Panza que
sólo nos entusiasmamos ya por la política del presupuesto»99.

Bark rompe lanzas contra la literatura en el poder y los escritores


consagrados sobre quienes diagnostica los ya perceptibles síntomas
de la monomanía: en el círculo estrecho de la «Sociedad de bombos
mutuos» presidida por Clarín y cuyos miembros son evidentemente
Pardo Bazán, Pereda, Pérez Caldos y los menos importantes Fray Can-
dil y otros:
« [...] donde ocupan los asientos unos cuantos osados cuyos
méritos son codos de bronce, influencias políticas y last no least
pulmones de fuerza hercúlea para hacer callar a los demás morta-
les»'00.

Finalmente, Bark realiza un llamamiento a las nuevas generacio-


nes para hacer frente a estos literatos institucionalizados. La literatura
joven tiene que combatir estos estamentos en vistas al saneamiento
de la sociedad.
En Cartagena también vivió Bark de las clases de idiomas. Gracias
a la sección de publicidad, sabemos que fundó el Instituto Polyglota
que proponía un colegio con internado en francés, inglés, ruso y ale-
mán. La especialidad del instituto era también la «educación esmera-
da de señoritas» bajo el cuidado de su esposa, Doña Matilde Cabello.
Bark se había integrado bien en la ciudad cartagenera y en sus círcu-
los librepensadores. Una entrañable amistad lo unió a un curioso y
hacendado librepensador de La Unión, Francisco Ardieta y al poeta
Vicente Medina, entonces tenedor de libros en un comercio en
Cartagena. Como consecuencia de las agresiones que Bark sufrió y de
la censura de Cartagena Moderna, la familia abandonó la ciudad para
instalarse definitivamente en Madrid.

D. De nuevo en Madrid.

En el número 32 de la calle Infantas, Ernesto Bark alquiló un piso


en el que instaló a su gran familia. Allísiguió dando sus clases particu-
lares de idiomas y trabajando incansablemente tanto en el mundo de
la prensa como en sus proyectos de política social. A aquellas primera
experiencias provincianas en prensa, le siguió un nuevo portavoz ahora
desparecido, La República Social, fundado por Bark y Francisco Maceín

99
Ibid., pp. 6-7.
100
Ibid, p. 8.

46
en Madrid, hacia finales de 1895 y a principio de 1896. Fue entonces
cuando la Agrupación Democrática-Social empezó a consolidarse con
la llegada de nuevos personajes entre los cuales destacaremos la pre-
sencia de Eduardo Zamacois. En el mismo año, aquel grupo de jóve-
nes que se había hecho llamar Democracia Social continuó con una
nueva etapa en prensa. De nuevo se emprendió la marcha de La De-
mocracia Social, ahora subtitulado «Diario Popular». De él se conser-
van ocho números (según Bark, no llegaron a la docena) en la Heme-
roteca Municipal de Madrid. Bark por aquel entonces viajó de nuevo
a París desde donde escribió como corresponsal. El objetivo de su
viaje era organizar el servicio completo de información del periódico
y comprar una novela política contemporánea que versaba sobre «La
Commune», la cual sería traducida por su hija -«ventajosamente co-
nocida ya en prensa por sus traducciones del francés y del inglés»101.
En este número ya se hace publicidad de los libros de Bark edita-
dos por la Biblioteca republicana, destacando una obra que versaba
en la célebre figura de Nicolás Salmerón como orador, político y filo-
sófico. Era, según el autor, un estudio de actualidad. En el número dos
encontramos el anuncio de otro texto publicado también por ella,
Nuestros prohombres ante el socialismo y la Revolución, firmado con
su habitual pseudónimo, A. de Santaclara. De acuerdo con los objeti-
vos de estas publicaciones, en el primer número se nos da la noticia
siguiente:

«Muy en breve comenzará nuestro redactor especial, A. de


Santaclara un VIAJE SOCIAL por España, durante el cual estudiará
con atención preferente los grandes centros fabriles e industria-
les».

De dicho viaje no se da más noticia en los números siguientes. En


todo caso, las ciudades en las que habitó eran lugares de alta
concetración obrera con el fin de realizar los estudios sobre el terreno
que todo socialismo que se quiera científico requiere.
Años más tarde Bark recordaba a aquellos que esgrimieron las pri-
meras armas en defensa del socialismo, precursores fracasados (Fuen-
te, Delorme, Palomero, París...) de la prensa republicana, que sentían
el deber de crear aquella tribuna, célula nuclear de artículos, libros,
versos y dramas. Por ello, fueron tachados de visionarios y locos,
idealistas que sacrificaron tiempo, dinero y tranquilidad. Posteriormen-
te, nuestro publicista reconoció el valor de esos primeros ensayos
madurativos hasta la consecución de la primera revista Germinal.

La Democracia Social, n° 1, (8 de abril de 1895), s.p.

47
7. Consolidación de Germinal.

La mayoría de los compañeros de Bark siguieron una trayectoria


periodística semejante y participaron hacia 1897 en la constitución
de un grupo socio-político representativo bajo el nombre de Grupo
Germinal. A él llegaron muchos intelectuales entre los cuales Joaquín
Dicenta se erigió como cabecilla. Su portavoz salió a la luz el 30 de
abril de 1897, como órgano del socialismo en política, del Naturalismo
del último Zola en literatura y con especial interés por los problemas
sociales y políticos. Aquel «proletariado intelectual», en palabras de
Bark, creía en la capacidad regeneradora del arte que permeabilizaba
a las conciencias sus ideas fuerza y transformaba paulatinamente al
público.
Anticipemos tan sólo que en la primera época de la revista (1897)
Ernesto Bark figura en la lista de redactores. Sus colaboraciones son
asiduas y variadas. En ocasiones firmaba dos artículos en un mismo
ejemplar utilizando en uno su nombre y en el otro su seudónimo.
Nunca colaboró en la sección literaria de la revista, ni en ella se pu-
blicaron fragmentos de sus novelas, como tampoco lo había hecho
en las diferentes publicaciones contiguracionales del grupo. A partir
del número 25, correspondiente al 22 de octubre de 1897, gran parte
de los redactores de la revista sintieron la necesidad de pasar a la
acción. Favorecidos por la coyuntura, integrarían la nueva nómina de
El País como posteriormente estudiaremos.
El País era un periódico republicano socialista y su dirección fue
concedida entoces a Joaquín Dicenta. Bark permaneció en Germinal
como redactor y en el equipo de dirección junto con Eduardo
Barriobero y Herrán algunos meses más hasta que la revista se extin-
guió. En marzo de 1899 reapareció fugazmente. Aunque en la revista
no figura el nombre del director ni de los redactores, podemos presu-
mir que entre ellos se encontraba Bark, pues allí publicó bajo su seu-
dónimo un artículo homenaje a Rafael Delorme, perteneciente a su
serie de Recuerdos Bohemios. Fue entonces cuando el Grupo Germinal
empezó a expirar. Bark vehemente, intentó reorganizarlo de nuevo102.
En 1900, cuando el grupo germinalista se había prácticamente disuel-
to, Ernesto Bark fundó la agrupación Acción Democrática, de nuevo
orientada hacia la educación popular y la formación de una opinión
pública, «desde la extensión universitaria y las Casas del Pueblo hasta
los estudios de psicología de España, y la propaganda de la Huelga
General»'03. Bark organizaba conferencias y lecturas comentadas en

10
¿ Prólogo a MACEIN, Francisco, Op. cit., pp. 1-2.
103
/b/r/„ p. 2.

48
locales que hacía que le prestaran gratis. En esta agrupación, a la que
Pedro Vallina niega una existencia como verdadera sociedad, persis-
tieron los últimos germinalistas tenaces. En la Agrupación Democráti-
ca se reunían los amigos de Bark, Eduardo Barriobero y Herrán, Nico-
lás Salmerón y García, Pedro Vallina y otros personajes atraídos por
las convocatorias que Bark realizaba, pues:
«Como el título de la agrupación parecía inofensivo, se le aco-
gía con agrado. Pero como interveníamos algunos anarquistas -
declaraba Perdo Vallina-, la reunión tomaba un giro impensado, y
al final nos indicaban que no volviéramos por allí»104.

También participó en la nueva tentativa periodística de Germinal


en 1903. Dedicó sus esfuerzos a la campaña electoral y fueron pocas
sus colaboraciones. A partir de entonces estudiaría sobre todo la «cues-
tión social», abandonando un poco el artículo y la polémica sobre la
actualidad política. Sus compañeros dejaron de apoyarle públicamente:
«Hace más de un mes que no comparte con nosotros la tarea
de Redacción; por esto no podemos hacernos solidarios de los
conceptos afirmados por el distinguido publicista internacional
en las columnas de nuestra querida colega Las Dominicales...»

No hemos podido consultar los artículos en Las Dominicales del


Librepensamiento a los que hacen alusión por no haber tenido acceso
a la colección íntegra de 1903, empero, su firma aparece de manera
puntual y regular hasta 1906. Intentar recopilar con exactitud las co-
laboraciones más o menos esporádicas de Bark todavía desparrama-
das y sin recensar en la prensa española, es prácticamente imposible.
Conviene destacar que resulta muy difícil reconocer muchos artículos
de los que se hacía reponsable tan sólo el periódico.
En 1891 publicó dos artículos en la prestigiosa revista La España
Modernaws -en el número 6 de Germinal (1897) habla de ello-a raíz
de la publicación del libro La España Contemporánea del ruso
Pavlovsky. Estos artículos despertaron algunas polémicas entre Pardo

104
VALLINA, Pedro, Op. cit., pp. 63-64. En su retrospectiva, Vallina refiere una de
las reuniones de Acción Democrática que se celebraba en los locales de la Unión
Republicana, a la sombra de la célebre casa de juego con la que, en parte, se financia-
ban ilegalmente los republicanos. En ella, el famoso republicano Rispa y Perpiñá, -en
cuyos bolsillos sonaban las monedas de plata- reprobó la apelación de asociación
«Democrática» instándoles a integrar las filas de la República. Tras las actuaciones de
los jóvenes anarquistas, Rispa y Perpiñá les pidió que no volvieran más por allí porque
no eran más que unos utopistas.
1üs
«La España contemporánea según un reciente libro ruso», La España Moderna,
15 de mayo y 15 de junio de 1891, pp. 64-74 y 37-48 respectivamente.

49
Bazán y Pereda106. Bark añadió algunos comentarios bastante intere-
santes sobre el teatro por horas español. Hemos de subrayar que en La
España Moderna, se presenta a Bark por sus cualidades políglotas y
como un prestigioso catedrático del Ateneo.
Ernesto Bark dirigió otra revista alemana en Madrid, Spanien en
colaboración con Ernst Barón von Ungern-Stenberg. De esta revista
nos ocuparemos con detalle en el capítulo siguiente. En la revista so-
ciológica republicana de Reus, El Pandemónium (1901), Bark publicó
de manera regular. En el mismo año, quiso fundar la revista Vida Mo-
derna, como frente de oposición a la revista Vida Nueva, que había
adquirido demasiados tintes marxistas y en la que colaborarían la
mayoría de los germinalistas. En 1903 escribió en varias ocasiones en
el periódico republicano El País en la sección «Tribuna Libre». En ella
combatió de nuevo por la Unión Republicana, la unión de los federa-
les y la difusión de las soluciones para el problema de la miseria so-
cial según sus estudios de Estadística. Bark prosiguió su campaña a
favor de la legislación obrera y confió en que la comisión de la Unión
Republicana acelerase el proceso legislativo y velase por el cumpli-
miento de las leyes protectoras del trabajo. Bark escribió también en
los periódicos madrileños tales como Fuerza, Nuestro Tiempo -hacia
1906- y El Mundo entre 1907 y 1908. Igualmente colaboró en La
Lucha, dirigida por Ricardo Chíes y en El Progreso del Partido Radical
madrileño, entre cuyos artículos anónimos se reconocen las ideas y el
estilo de Bark.

2. Otras actividades de Ernesto Bark.

A partir de 1903 son cada vez más escasas las noticias y documen-
tos que tenemos sobre la biografía de Bark. A partir de entonces su
producción bibliográfica aumentará cuantitativamente. Sus preocu-
paciones asociacionistas se dirigieron hacia la reforma educativa. En-
tre 1902 y 1903 fundó la Asociación de Padres de Familia de la que
era secretario. Los objetivos de esta colectividad eran defender y me-
jorar la educación de sus hijos y elaboraron una serie de programas y
reivindicaciones que presentaron al gobierno. No faltó tampoco su
correspondiente biblioteca para divulgar esta problemática así como
alguna de las obras de Bark.
Gracias a su erudición y a su poliglotísimo -hablaba inglés, ruso,
estonio, alemán, francés y español'07-, encontró otras fuentes de in-

106
GONZÁLEZ HERRAN, José Manuel, «Un nihilista ruso en la España de la Res-
tauración: Isaac Pavlovsky y sus relaciones con Caldos, Oller, Pardo Bazán, Pereda»,
Anales Galdosianos, año XXIII (1988), pp. 83-105.
' ^' España y el extranjero, Op. cit., p. VI.

50
gresos suplementarias en mítines, conferencias, en la enseñanza de
idiomas y en las ya mencionadas traducciones. Sus capacidades
lingüísticas -y su barba pelirroja- eran célebres en la capital, hasta tal
punto que, en 1913, el escritor estonio Friedebert Tuglas que se en-
contraba de viaje en Burgos se enteró de la existencia de un polaco
ruso o algo así por medio de unos gitanos. Se le llamaba «el hombre
que hablaba diecisiete lenguas». Aunque los gitanos desconocían su
nombre, le indicaron que lo buscase por los cafés de la Puerta del Sol.
Allí le dijeron que desde hacía dos años, Bark ya no los frecuentaba
pero le facilitaron su dirección. Poco después Tuglas narraría su re-
unión con Bark108. Su mayor sorpresa fue descubrir que Bark era tam-
bién estonio. Cuando Tuglas le contó que le había encontrado gracias
a los gitanos y a su celebridad por las diecisiete lenguas que hablaba
repuso Bark, modestamente, que en realidad eran veintitrés pero que
había olvidado muchas y en la actualidad sólo se sentía capaz de
hablar unas diez. Intentó proseguir la conversación en estonio pero
fue incapaz de recordar aquella lengua de su infancia.
Para atender a las necesidades materiales de la vida, Bark fundó de
nuevo en Madrid un Instituto Poliglota. De él se hace propaganda
tanto en La Democracia Social como en Germinal. Se anuncian tam-
bién clases a domicilio y traducciones de todo tipo. Su academia pre-
tendía ser también un círculo de reunión cosmopolita. Se organiza-
ban conferencias en diferentes lenguas y veladas musicales a precios
módicos109. Como examinaremos en el capítulo siguiente, Bark consi-
deraba que estas conferencias y reuniones cosmopolitas resultaban
un buen ejercicio de internacionalismo, favorecían la integración de
los extranjeros residentes en España y estrechaban los lazos entre
ellos"0.
La academia de Bark nunca fue declarada a la hacienda pública.
En un principio, las clases se ofrecían en un local de la redacción de
El Liberal, ubicado en la Puerta del Sol. Después, siguió dando sus
clases en su propia casa. Al parecer, Bark era un buen pedagogo. Al-
berto Insúa en sus Memorias recuerda aquellas clases «muy prove-
chosas» y poco caras:

llJ
° TUGLAS, Friedebert, Op. cit., pp. 50-53. La anécdota también fue recogida
por Jüri Talvet en su artículo anteriormente citado.
^-* El anuncio aparece desde los primeros números de La Democracia Social por
loque podemos documentar la existencia de la Academia al menos desde 1895. Por las
traducciones Bark cobraba «una peseta las cinco palabras, con el descuento del 25 por
100 en trabajos continuos.»
1]
° Spanien, XI (3 de agosto de 1 889), pp. 84-86.

51
«Eramos media docena de alumnos. En el aula -un gabinete
muy pequeño, sin esteras y con sillas de enea-, alguna noches se
notaba demasiado frío, y el profesor, frotándose las manos bro-
meaba:
- Más hace en Siberia... Si ustedes hubieran estado en
Siberia...» '"

Al enterarse de las aficiones literarias de Insúa, Bark le regaló algu-


no de sus libros pero el peculiar aspecto de Bark, «pobre diablo... con
el pelo rojo, su barba enmarañada y su chaqué brillante por el uso»,
restaban valor a sus argumentos nihilistas amenazantes, los cuales,
creaban hilaridad en el joven, más que asustarlo:
«Yo creo -pensaba Insúa- que si don Ernesto pudiera com-
prarse ropa y poner una estufa en su casa pensaría de modo muy
distinto. Tal vez me equivocaba y se tratase de un convencido
apóstol de la sociedad futura cantada por su Bakunin y su
Kropotkin. Pero, siéndome como me era muy simpático, me re-
sultaba totalmente imposible tomar en serio la figura y las teorías
políticas de mi curioso profesor de francés»"2.

Recuerdan los bohemios españoles que lo frecuentaron su falta de


escrúpulos y ese carácter fantasioso identificado tópicamente con el
del andaluz" 3 , seguramente imprescindibles para llevar una vida de
lucha continua como la suya: de «inquebrantable fe en los ideales
modernos» y «pasmosa laboriosidad»114. Apasionado y entusiasta,
entregado a sus sueños idealistas de juventud, era, como el mismo se
definía: «un hijo de mi siglo, y esto no peca de modestia»115. Entre las
polémicas que levantó, Francisco Maceín recuerda las campañas contra
Batolomé Gabarro116 y la de Humbert117. Empero, con quienes más
diatribas mantuvo Ernesto Bark fue con los líderes del Socialismo y

1
' ' INSUA, Alberto, Memorias, Madrid, Ed. Tesoro, 1952, pp. 344-345.
112
/¿/tí., pp. 344-345.
1 3
' DICENTA, José Fernando, Op. cit., pp. 18-21.
114
Prólogo a MACEIN, Francisco, Op. cit, pp. 2-3.
1 D
' España y el extranjero, Op cit., p. 109.
116
Bartolomé Gabarro Borras fue un escolapio que abandonó sus oficios
sacerdotales y participó en las campañas anticlericales. Publicó dos periódicos en Bar-
celona, la Tronada. De carácter anticlerical y El i"de Mayo, de tendencia anarquista.
Fue miembro de la Unión de Librepensadores y participó en la creación de las escuelas
laicas. En El anarquismo en Alicante, Op. cit., p. 74 se mencionan sus relaciones con La
Paz.
' Los Humberto era una familia de alemanes que en Barcelona publicaban mu-
chas obras y traducciones alemanas, ejerciendo una suerte de monopolio nacional;
probablemente éste fuera el motivo de su polémica con Bark.

52
Anarquismo obrero, en concreto contra Pablo Iglesias, Antonio Queji-
do y Federico Urales. Como tendremos ocasión de estudiar, a raíz ele
sus mutuas críticas y acusaciones, recayeron sobre Bark serias calum-
nias a las que que siempre replicaba Bark con insolencia despectiva
citando a Proudhon:
«¡Qué me importa si este me llama bastardo y aquel me llama
chulo de una prostituta! Si los que gozan a la vez de la madre, y
de la hija, de la hermana, y de la sobrina y de la criada, me de-
nuncian como destructor de la familia. ¡Qué me importan estas
miserias! Cuando la revolución está en peligro, cuando el hambre
mata al pueblo, no tengo tiempo de entretener al público con mis
injurias personales. La ola de la calumnia pasa; las ideas que de-
fiendo quedarán»"8.

Durante toda su vida, Bark se entregó a un propagandismo apasio-


nado: si en Rusia éste le condujo al exilio, en España le llevó dos
veces a prisión. Continuamente perseguido y criticado por expresarse
con sinceridad, en su vida tuvo fieles amigos pero también se ganó
muchos enemigos, «sin los cuales me hubiera parecido la vida harto
sosa»"9.

E. Últimos años de su vida.

Carecemos de referencias sobre los últimos años de su existencia.


Al parecer continuó participando activamente en el mundo de las Le-
tras, como él mismo precisa en La Santa Bohemia (Madrid, 1910) y
estaba satisfecho de su servicio a favor de la nación española, de la
cual se consideraba un hijo adoptivo. Siguió luchando por la Unión
Republicana hasta 1906 en la que hizo una acusación pública sobre
el error que se cometía al disolverla120. Como la mayoría de los anti-
guos germinalistas acabó en las filas del Partido Radical de Lerroux
(1908). Escribió entonces en su órgano de voz, El Progreso, de manera
bastante asidua.
Siempre albergó el sueño de volver a Estonia, su patria de naci-
miento como demuestra una nota aparecida en 1907 en El Cuento
Semanal, (I, n° 43). En ella se anuncia que «antes de volver a su patria
rusa, quiere el autor resumir su actividad de veinte años en España,
publicando los doce tomos de sus obras completas en castellano...».
No sabemos hasta que punto estas declaraciones pueden ser ciertas,

1 lü
MACEIN, Francisco, Op, cit., pp. 18-19.
U9
Ibid., p. 109.
'20 FITE, Elias, Política republicana: La obra de un partido, Barcelona, Imprenta
Salvat, Puchy Ferré, 1924, p. 77.

53
ya que hasta después de 191 7 no empezaron a darse permisos a los
exiliado para volver a Rusia. Tampoco tenemos referencias sobre un
posible viaje a su país. Además, FriedebertTuglas dedujo en su entre-
vista con Bark, que no volvería porque estaba demasiado interesado
por la problemática de España.
Según informa Estnisches Biographisches Lexikon, Ernesto Bark
murió en 1914 en Madrid. En las actas de defunción de 1914 de Ma-
drid no aparece su nombre. Otras fuentes estonias dicen que murió al
final de la guerra, suponemos de la Guerra rusa de 1921. Reciente-
mente hemos encontrado un folleto titulado El bolcheviquismo en Es-
paña121 el cual no está fechado pero incluye citas de otros artículos
publicados en octubre de 1919. La investigadora estonia Helvet Antón,
en su artículo «Ühest Eestima mmehest Hispaanias» publicado en la
revista Kocluma (30 de agosto de 1978) aseguró, recogiendo el testi-
monio de una de las hermanas de Bark, que éste murió en 1924. Nues-
tros esfuerzos por tratar de determinar la fecha exacta han sido total-
mente infructuosos por la falta de ordenación en legajos y actas de
archivos, por el gran número de libros desaparecidos y la imposibili-
dad de consultar documentos anteriores a los años cuarenta por res-
peto a la intimidad personal. Infructuosos han sido también nuestros
esfuerzos en localizar a los descendientes de Ernesto Bark. Alonso
Zamora Vicente visitó hacia 1972 a una de sus hijas, seguramente
Blanca quien le recibió con mucho recelo:

«Me había costado mucho lograr que me recibiera, y por fin


lo hizo acompañada de un familiar. Deduje de la conversación
que no tenía la menor idea de la personalidad paterna, tan rica de
matices, ni de los libros que Bark escribió. Probablemente, por la
edad, era muy niña cuando Bark murió, y el norte familiar pudo
cambiar. Y al preguntarle por las ideas políticas de su padre y por
la palabra anarquismo, se terminó fría y tajantemente la entrevis-
ta. Estábamos en la España de Franco, un Franco ya muy caduco,
pero eso me hizo sospechar que alguna ¡dea tenía, quizá sola-
mente un turbio recuerdo difuso, y que alguien la había adoctrinado
hacia el silencio en ese tema. No he intentado acercarme más...»122

Resulta paradójico que la hija de un librepensador ateo fuese edu-


cada en el seno de la religión católica, pero el peso de las circunstan-
cias históricas justifican las declaraciones de Blanca Bark y el supues-
to giro abismal de sus creencias respecto de la educación que recibie-
ra. José Ótelo Bark estudió Bellas Artes en la Academia San Fernando

BARK, Ernesto, El bolcheviquismo en España, Madrid, Librería Pedagógica,


[s.aj.
• " ZAMORA VICENTE, Alonso, «Nuevas precisiones sobre Luces ele Bohemia»,
en Bohemia y Literatura, De Bécquer al Modernismo, Op. cit., p. 1.

54
de Madrid. Ericz Bark publicó un libro en Berlín sobre las algas mari-
nas y Humberto Bark tradujo el libro de Alfred Acller El conocimiento
Humano para la editorial Espasa Calpe en 1947. Firmó su contrato
con Espasa, entonces todavía en Argentina, en 1930 y en dicho docu-
mento figura su residencia en Madrid. Por otra parte, Humberto Bark
estaba en relación con la masonería hacia las mismas fechas. Hemos
intentado rastrear cada una de estas pistas en las que se cifraron nues-
tras esperanzas de encontrar algo.
Incansable luchador en política y en periodismo radical, la vida
de Ernesto Bark fue la de un continuo exilio aceptado como el sacrifi-
cio de aquellos que se sienten predestinados a luchar por la verdad.
Su existencia curiosa y apasionada le convierten en el propio perso-
naje de su vida sobre la que tantas lagunas oscuras nos quedan por
iluminar. Estas son, las noticias que hasta el momento poseemos so-
bre este voluntarioso personaje «menor» que, en definitiva, resulta ser
el gran ausente tanto de los anales de historia de los partidos izquier-
distas como de la crítica literaria y sociológica en España, Alemania y
Estonia.

55
2. BARK, HACIA UNA MODERNIDAD UNIVERSAL

Con una educación económica, política y filosófica esencialmen-


te alemana, Ernesto Bark demostró un interés primordial por las nue-
vas ciencias finiseculares, especialmente la sociología y la psicología
de las naciones. Las convirtió en panacea a todos los males de la crisis
social. Fundamentándose en ellas, quiso esbozar unas directrices para
que todos los pueblos pudiesen utilizar el progreso y construir una
civilización moderna y universal.
Desde su llegada a Madrid en 1884, Bark hizo prueba de un
carácter precursor que le facilitó la entrada en los cenáculos bohe-
mios, los cuales vivían al son de las novedades políticas y estéticas
renovadora, importadas en parte del mítico París. Imbuido de
internacionalismo, este estonio divulgó en aquellos círculos las ten-
dencias vanguardistas del mundo de las ideas y del arte que circula-
ban más allá de los Pirineos. Bark, tenaz y combativo, nunca eludió
tema que tuviese implicaciones reformistas y antimonárquicas como
concretaremos posteriormente. Destacó en los círculos intelectuales
por su poliglotísimo, gracias al cual pudo soslayar las difíciles barre-
ras del mundo intelectual. Poseía una extensa cultura y una gran
experiencia de vida cosmopolita. Ambas le permitieron el manejo
directo de fuentes, el cotejo de datos y la metodología experimental
prescrita por la ciencia positivista. Gracias a él, por una vez, llegaba
la cultura de manera directa a la pequeña intelectualidad madrileña
sin pasar por los tan usuales filtros del mundo francés y sus traduc-
ciones.
En un principio, como germano-balto entre Ginebra y Berlín, Bark
escribió principalmente en lengua alemana. Era la lengua de Europa
occidental que mejor dominaba. La temática de sus obras iba destina-
da a un público lector germano. Desde su llegada a Madrid en 1884

57
hasta 1890, se dirigió tanto a un lectorado alemán como español.
Dicha bibliografía versaba de política contemporánea. Pretendía fo-
mentar las relaciones internacionales. Esa doble trayectoria bibliográ-
fica demuestra la integración de Bark al mundo cultural y político
español y obedece a sus anhelos de acercar España al entonces hege-
mónico Imperio alemán.
Su voraz curiosidad desveló tal amalgama de cuestiones sociales en
sus libros que dificultan toda taxonomía minuciosa. Resulta práctica-
mente imposible establecer límites temáticos absolutos. Cada tesis, cada
tema de reflexión nunca se agota en un sólo texto sino que forma parte
del entretejido de su ambicioso proyecto. Al anhelar construir un pro-
yecto político-social «moderno y científico» con pretensiones
universalistas, Bark utiliza un amplio elenco de elementos que se
imbrican y coordinan. Por consiguiente, reincide en argumentos simi-
lares para elucidar cuestiones distintas, creando una estructura sólida
de pensamiento, sobre la cual se articula un compendio general tal
como la reforma de la sociedad. En consecuencia, su bibliografía cons-
tituye un corpus que debe ser comprendido y juzgado teniendo en cuenta
estas consideraciones. La lectura independiente de una de sus obras
puede dar una sensación de inconsistencia tanto más cuanto su discur-
so fue esencialmente concebido con fines propagandísticos.
Debemos mencionar que Bark se ampara con frecuencia en la
técnica del collage y la refundición, tan practicadas en el siglo XIX,
para componer sus textos. Se pueden identificar párrafos repetidos en
diversas obras o artículos recortados y yuxtapuestos en libros y perió-
dicos. En estas refundiciones, a veces incorpora sus colaboraciones
periodísticas que suelen ser citadas con precisión, lo cual confiere un
carácter actual a sus libros. En otras ocasiones, los textos periodísticos
forman parte imperceptible del texto de la obra, sin que un cambio de
estilo sea perceptible ya que se trata de artículos de fondo, concebi-
dos para formar más que informar. Como analizaremos posteriormen-
te, este afán propagandista de la actualidad, desde una perspectiva
crítica y políticamente tendenciosa obedecía a su concepción de un
nuevo personaje, el intelectual decimonónico finisecular: un sacer-
dote del progreso más propenso a la propaganda que a la construc-
ción epistemológica original. Quizás a ello se añadiese la urgencia de
la redacción de la persona desbordada por sus múltiples actividades,
o tal vez, simplemente, el que nunca proyectase publicar una recopi-
lación de sus artículos periodísticos.
La bibliografía de Bark constituye un corpus «desordenado» y
exige una revisión conceptual que permita reconstruir las líneas di-
rectrices de su pensamiento. Este será el objetivo de nuestro estudio.
Puesto que es el primero que se realiza sobre este autor, hemos op-
tado por un análisis temático a través de la recuperación e interpre-

58
tación de los contenidos imbricados en sus diferentes obras. Pensa-
mos que es esencial obtener una primera visión global e integradora
del pensamiento de Bark, como prototipo del intelectual bohemio
revolucionario y propagandista de la España decimonónica
finisecular. Así pues, hemos favorecido el estudio de las directrices
de su proyecto socio-político para la modernidad, en detrimento de
cualquier perspectiva diacrónica o sincrónica. Por dichos motivos,
no hemos tenido en cuenta aspectos materiales tales como la crono-
logía o su separación en libros y folletos.

A. Los antecedentes intemacionalistas

Las grandes familias de Estonia, de origen balto-germano, preser-


varon la lengua y cultura alemanas en la educación de sus hijos. La
apertura espiritual de Bark hacia Europa y el sentimiento pangermanista
que lo caracterizaron nacieron en el seno familiar y se incrementaron
con su formación universitaria en Alemania, entonces pionera en los
estudios comparatistas y cosmopolitas.
Las preocupaciones intemacionalistas de Ernesto Bark son paten-
tes durante sus primeros años de propagandista, cuando era corres-
ponsal de los diarios alemanes Kólnische Zeitungde Colonia y National
Zeitungde Berlín. Por ello, los antecedentes internacionalistas de Bark
se concentran principalmente desde su primer texto en la prensa
ginebrina, Der Baltic fóderalistde 1882 hasta el año 1900 con su obra
Deutschlands Weltstellung und Stellung una Aufgabe del Deutschen
imAuslandes. A partir de entonces, abandonó la lengua alemana como
vehículo de expresión y se concentró sobre la problemática española,
dirigida a un público puramente nacional. No obstante, siempre per-
manecerá fiel al pueblo germano al que estudiará y citará constante-
mente a lo largo de su vida como modelo de sociedad de progreso.
Todas las publicaciones alemanas son claves en la trayectoria de
Bark puesto que definen el carácter universal de sus proyectos. Estas
ambiciones nacen bajo la influencia del imperialismo del siglo XIX,
como demostraremos a lo largo de nuestra exposición. En primer lu-
gar, examinaremos el papel de la prensa internacional fundada y diri-
gida por Bark. En segundo lugar, nos detendremos en el estudio de
casos particulares sobre la actualidad internacional. Finalmente, revi-
saremos las contribuciones de Bark como enlace cultural entre Espa-
ña y Alemania a través del ejercicio de la traducción.

7. De la prensa que todo lo urde.

Ernesto Bark firme creyente en la eficaz inmediatez de la hoja de


prensa fundó y dirigió tres publicaciones periódicas en lengua alema-

59
na. Der Baltische fóderalist, era el órgano oficial del Movimiento del
Despertar Estonio en el exilio. Le siguieron años más tarde Spanisch-
Deustche Revue y Spanien destinadas a un público lector alemán tan-
to en España como en el extranjero.
Ya hemos mencionado el trabajo de Bark como corresponsal en
España hacia 1884 de KólnischeZeitungde Colonia y National Zeitung
de Berlín; y hacia 1895, del Diario de FranckfurtK Estos diarios publi-
can asiduamente noticias y crónicas anónimas sobre España. De ellas
se hace responsable la redacción, la cual muestra gran reserva sobre
sus colaboradores para protegerlos y mantener un carácter indepen-
diente. No hemos encontrado ninguna noticia en que se presente a
Ernesto Bark como corresponsal en España. Tal anonimato tampoco
nos permite, sin embargo, sostener que Bark trabajase para alguna
agencia de información en lugar de colaborar directamente en aque-
llos periódicos. Al definir la misión del corresponsal internacional,
Bark exige una independencia crítica absoluta. En su caso, se atribuía
la misión de propagar el germanismo en España y el hispanismo en
Alemania para estimular los intercambios y estrechar lazos de amis-
tad entre ambos pueblos. La grandeza de tales objetivos contrasta con
las exiguas realidades económicas a las que habían de hacer frente
estos corresponsales. Bark solicita mayor reconocimiento profesional
de la «misión» que desarrollan, aportando sucintos análisis
comparatistas sobre la profesionalización del periodismo en Europa.
En este sentido, afirma la hegemonía alemana por el carácter superior
de su prensa, la profesionalidad y la formación socio-política y litera-
ria de sus escritores. Si los trabajos de los corresponsales ingleses y
franceses quedan limitados a noticias económicas y políticas, los pe-
riodistas alemanes, a imagen de Henry Heme, ejercen una verdadera
función civilizadora2.

7.7. La revolución de los oprimidos. El pueblo báltico.

Ya hemos citado que los primeros pasos de Bark en el mundo de


las Letras datan de su juventud entre los nihilistas. En San Petersburgo
los intelectuales iniciaron movimientos de protesta y publicaron pan-
fletos que ellos mismos distribuían. Después en Ginebra, los exiliados
rusos y bálticos trabajaron por el triunfo de la revolución, ofreciendo
un sostén material y espiritual a la «causa». Nació así un nuevo por-
taestandarte de la libertad, Der Baltische fóderalist. En el capítulo an-

' Cartagena Moderna, n° 56 (12 de enero de 1895), p. 4.


2
BARK, Ernesto, Deutschlands Weltstellung und Stellung una Aufgabe del
Deutschen imAuslandes, Zunch, Veri. Magazin, 1890, pp. 86-89.

60
terior hicimos amplias referencias a este primer periódico de Bark por
su importancia como portavoz del Movimiento Federalista Báltico, ya
avanzamos sus objetivos y reivindicaciones por ser el único testimo-
nio que conservamos de esta época del autor. Esta primera experien-
cia proselitista es esencial para comprender la personalidad del joven
Bark revolucionario y la trayectoria que tomaría su destino condicio-
nado por la represión política. Es indudable que Der Baltische fóderalist,
determinó la orientación de las vidas de sus creadores: a Ernesto Bark
y a Andrei Dido les condujo a la cárcel y al exilio. No sabemos si
Ernest Barón von Ungern-Sternberg y Mauricio V. Stern volvieron a los
Países Bálticos, pero ambos fueron perseguidos políticos como ya ex-
pusimos anteriormente.
Der Baltische fóderalist salió a la luz en agosto de 1882, impreso
por la librería ginebrina Elpidine. Desconocemos la fecha de su des-
aparición pues tan sólo se conserva el primer número distribuido en
Estonia. Como estaba escrito en alemán y sus fundadores pertenecían
a la nobleza germano-báltica, los círculos progresistas creyeron equi-
vocadamente que Der Baltische fóderalist era un periódico alemán3.
La redacción reinvindicaba la libertad de asociación y expresión en
Rusia. La negación de estos derechos fundamentales era considerada
una usurpación a la libertad individual. Este abuso de poder justifica-
ba la resistencia rusa y la misma existencia de esta publicación 4 . En el
único ejemplar que se conserva faltan las páginas finales; consta de
unas veinticinco páginas y los artículos se suceden sin apartados o
rúbricas particulares a excepción de la bibliografía. Los artículos son
poco numerosos pero extensos. Reinciden en la crítica exacerbada de
la oligarquía zarista y reivindican la independencia de las regiones
bálticas. Aunque algunos están firmados por Bark, la mayoría son anó-
nimos, por precaución y para que el periódico representase al con-
junto del Movimiento Federalista.
Der Baltische fóderalist quería convertirse en el portavoz de los
pueblos oprimidos y ofrecer la libertad de opinión a los ciudadanos.
Su tribuna, órgano revolucionario báltico al servicio de la revolución
rusa, acogía todo tipo de opinión, prioritariamente, al servicio de la
causa báltica y la causa revolucionaria de orden cosmopolita y uni-
versal. Su objetivo era hacer propaganda en el mundo civilizado a
favor de la Revolución rusa, informando a la opinión pública sobre las
¡deas fundamentales, los procesos y los fines de la misma. El periódi-
co aceptaba toda crítica constructiva sobre los principios de la revolu-

3 MAGALHAÉS LIMA, Sebastiao de, O Socialismo na Europa, Typ. da Bompanhia,


Lisboa, 1892, p. 149.
4
Der Baltische Fóderalist, n° 1 (agosto 1882) pp. 2-5.

61
ción. Para divulgar sus principios democráticos y revolucionarios que
animaban al grupo, Der Baltische fóderalist proponía secciones bi-
bliográficas donde se comentaban lecturas de obras europeas y se
presentaban las últimas publicaciones. De este modo se adoctrinaba
a la opinión y se ofrecía una cultura política normalmente vetada por
la censura zarista5.
Para erradicar la inestabilidad del pueblo báltico, fronterizo entre
los mundos alemán y eslavo, Der Baltische fóderalistse proponía como
intermediario intelectual divulgando el respeto, la tolerancia y la re-
conciliación de los pueblos. Ensanchaba sus objetivos a toda la hu-
manidad, se atribuía una misión pacificadora en las relaciones inter-
nacionales para que todos los liberales del mundo se uniesen en la
lucha contra las oligarquías6.
Tras largas exégesis sobre la crisis rusa -pauperismo, obscurantis-
mo y corrupción- y el estudio de la coyuntura política -transición
entre Alejandro II y Alejandro III-, Bark publicó un programa mínimo
de acción para todos los pueblos rusos junto con las medidas especí-
ficas reivindicadas por el nacionalismo báltico7. Dicho programa fue
publicado en Ginebra en marzo de 1881 y en octubre del año si-
guiente en Berlín. Una breve versión reaparece en el apéndice al libro
de Bark, El Nihilismo y la política rusa, (Berlín, 1882)8. Allíse esbozan
las reformas políticas para la transfomación económica y socio-cultu-
ral de Rusia. Como prerrequisito, Bark insiste sobre la necesidad de
un consenso entre todos los pueblos rusos para llevar a bien cualquier
reforma9. Justifica su adhesión al radicalismo revolucionario como
única vía para la constitución de una Democracia Federal, obviando,
evidentemente, los medios utilizados para el derrocamiento del abso-
lutismo y la transición hacia dicha Democracia. Salvada esta
embarazosa laguna, precisa los fundamentos de la Reforma: amnistía
política, sufragio -con voto no censatario de la propiedad- y
representatividad de todos los pueblos en una Asamblea Constituyen-
te. En este modelo, las bases políticas, administrativas y judiciales se
reorganizan según los principios de un socialismo impreciso, mode-
rado y un tanto visionario, pero que premoniza la evolución hacia el
socialismo europeo actual. Completan el programa las reformas so-

'J Ibid., p. 4. Se reseña el folleto de M. Dragomanov, Le tyrannicide en Russie et


l'action de l'Europe Occidentale (Ginebra, 1881).
6
Ibid, p. 5.
' «An meinebaltischen landsleute», Der Baltische Fóderalist, n° 1 (agosto 1882),
pp. 5-12.
«Programa de la tendencia moderada de los revolucionarios rusos», El Nihilis-
mo y la política rusa, Op. cit. pp. 1 79-82.
Ibid., p. 188 y «An meine baltischen landsleute» Op. cit, p. 11.

62
cíales en torno a las condiciones de vida de las clases populares, la
abolición de los privilegios de la propiedad y la consecuente
redistribución de las tierras con una parcial colectivización; la auto-
nomía administrativa local y regional, organizada en asambleas, cír-
culos y jurisdicciones; la reforma fiscal, con la instauración del cálcu-
lo de rentas; la actualización del Código penal, con la abolición de la
pena de muerte y los castigos corporales; y la reforma militar, diso-
ciando el ejército en milicias o guardias locales. Todo ello coronado
con la humanizadora organización de la instrucción popular, obliga-
toria y gratuita.
En última instancia, los revolucionarios bálticos reivindican su
autonomía administrativa y política. Esta guerra federalista no es más
que una consecuencia natural «de la variedad de poblaciones y de
condiciones de existencia, de países muy diferentes que casi no tie-
nen nada de común entre sí, sino el enemigo: el opresor absolutismo
de los zares y la burocracia ultracentralizada...»10. Los aristócratas
balto-germanos, distanciándose de los demás nacionalistas baltos,
soñaban con pactar una alianza con Alemania, la cual los transplantaba
del pequeño nacionalismo al imperialismo germano". Bark justifica
este protectorado con argumentos historicistas. Aunque las invasiones
teutonas en estas regiones habían sido importantes, el origen social de
los líderes determinó su pangermanismo. Sin embargo, no se ha de
olvidar que las regiones bálticas disfrutaban de cierta autonomía ad-
ministrativa, la autarquía zarista era menos intensa y el movimiento
socialista menos activo. Por ello, Der Baltische fóderalist impreca a su
pueblo:

«[...] alarguemos pues la mano a nuestros compatriotas rusos


para obrar juntos, [...] queremos probar que nosotros también
sabemos luchar esforzadamente por los preciosos bienes de la
libertad política y de la independencia personal, quebrando las
cadenas de la servidumbre y teniendo a raya a un sistema de go-
bierno carcomido e inhábil y a un señorío arbitrario y corrompi-
do, sin fe, sin ley, sin justicia...»12.

Con este tipo de discurso pretendían involucrar a todos los pue-


blos rusos en la abolición de la autarquía. Anticipemos el paralelismo
que Bark establecía respecto de la monarquía española. Bark pensaba
que los pueblos -bálticos o españoles- abrazarían la lucha revolucio-

10
Ibid.
' «Die russische Revolution und die baltischen Provinzen», Der Baltische
fóderalist, Op. cit., pp. 13-18.
'2 El Nihilismo,.., Op. cit., pp. 188-189 y «An meine baltischen landsleute» Op.
cit.,p. 12.

63
naria sólo cuando sus objetivos fueran primordialmente políticos13. El
primer objetivo consensual para la regeneración debía ser el derroca-
miento del zarismo -o la monarquía en España-, fuese cual fuese la
ideología de cada agrupación14. Aunar pero respetar las divergencias
ideológicas de cada facción fue la estrategia que Bark siempre defen-
dió.
Bark matiza su propia noción de socialismo frente al socialismo
revolucionario ruso y lo distancia del marxismo occidental y del
activismo anarquista. Desconfía de la acción terrorista como estrate-
gia revolucionaria si ésta no es planificada con la educación popular
y la organización de los partidos. Usando como referencia la historia
francesa, Bark teme la degradación de las causas nobles y el estado de
terror.
Todo lo expuesto indica que la sección báltica era políticamente
moderada. Sus resoluciones «positivas» son homologas a las de los
grupos progresistas reformistas de Alemania y del resto de Europa,
que rechazaban cualquier extremismo. Bark preconiza el
moderantismo centrista como garantía «para salir del absolutismo y
de la anarquía, camino del libre desarrollo para la salvación de Ru-
sia», sustentándose sobre la educación y preparación ideológica de
las masas populares a las que los intelectuales están destinados15. Se
perfila el concepto de intelectual que Bark defenderá a lo largo de su
existencia en el que destaca el papel mesiánico de redentor de la
sociedad ante un absolutismo que potencia la ignorancia y la inma-
durez política como garantía de poder.
En suma, el Movimiento Federalista Báltico anhelaba el derroca-
miento del poder absolutista y la institución del parlamentarismo, un
modo de gobierno propicio al federalismo. Para estos germanófilos, la
lucha social tiene una importancia secundaria. De ahí sus disensiones
respecto del marxismo y las estrategias anarquistas: rechazan el terro-
rismo y prefieren la reforma lenta y la instrucción popular, lo cual les
aleja de la revuelta espontánea propugnada por Bakounin, con quien
sólo comulgan en el rechazo del poder del Estado en la medida que
implicaba el fin del zarismo.
Resulta imposible determinar el alcance del Movimiento Federa-
lista Báltico en el exilio pues la documentación se reduce a este único
ejemplar conservado. Quizás la vida del Movimiento fuera tan etérea
como su mismo portavoz, o quizás siguiese existiendo a través de Free
Russia en Londres y Der Baltische fóderalist en Zurich dirigido por

IJ
«Die russische Revolution und die baltischen Provinzen», Op. cit., pp. 1-18.
14
Ibid.
15
El Nihilismo y la política rusa, Op. cit., p. 189 y «An meine baltischen
landsleute», Op. cit., p. 12.

64
Mauricio von Stern. Lo importante es su valor testimonial del dinamis-
mo idealista que animó a estos jóvenes, cuya vida sería un esfuerzo
continuo en la materialización de sus proyectos, de sus grandes prin-
cipios e ¡deas.

/. 2. La fraternidad hispano-alemana.

El quehacer periodístico de Bark para estrechar las relaciones in-


ternacionales continuó en Madrid hacia 1887. Por aquel entonces,
Isidoro López Lapuya, abogado muy activo en política, organizaba
movimientos de emigración de judíos. Gran parte de ellos eran de
origen ruso, López Lapuya desconocía la lengua y solicitó ayuda a
Ernesto Bark como intérprete. A partir de entonces nació una gran
amistad. Juntos proyectaron editar un libro en favor del pueblo judío y
un periódico que se constituyese en portavoz de los judíos esparcidos
por toda Europa. Así nació la Spanisch-Deustche Revue, que acabaría
teniendo pretensiones más universalistas.
La Spanisch-Deustche Revue era una revista mensual en alemán
editada en Madrid. Su precio era de 1,5 pesetas por número. Cada
ejemplar se vendía acompañada de un suplemento en español. Isidoro
López Lapuya era su director y Bark el jefe de redacción. El primer
número salió a la luz el 1 de noviembre de 1887 y otros veintitrés
números se sucedieron hasta 1888, ninguno de ellos localizado. Bark
estableció las consignas formales y tipográficas de acuerdo con el gusto
alemán.
La Spanisch-Deustche Revue era una «revista hispano-alemana
mensual para la literatura, política y comercio». Era multidisciplinar y
pretendía cultivar las relaciones entre ambos pueblos: educando a los
españoles para el internacionalismo y dando a conocer esa aislada
España, ajena «al movimiento europeo». Soñadores, sus fundadores
auguraban una prepotencia universal nacida de estas relaciones bila-
terales: España y Alemania que «reunidas» alcanzarían «el primer
puesto entre los pueblos civilizados»'6. En la realidad, en lugar de tan
ambiciosos y honorables proyectos, el movimiento y la revista sólo
engendraron innumerables intrigas. López Lapuya se vio abrumado
bajo la responsabilidad de estas familias que se acogieron a la espe-
ranza de encontrar un hogar en España. Se dijo que la Spanisch
Deustche Revue era un órgano de judíos, costeada por ellos y se rela-
cionó «con ciertas combinaciones de alta política sacando utilidad de
mi calidad de corresponsal de la Gaceta de Colonia»".

° España y el extranjero, Op. cit., p. 101.


7
Ibid, p. 105.

65
Obedeciendo a ese ideal intercultural más filantrópico que comer-
cial18, la Spanisch Deustche Revueíundó una sociedad bibliotecaria,
en la que cada miembro compraba cupones de acciones a 25 fr. y
recibía una parte proporcional de los beneficios sobre los libros ven-
didos. En ella se publicaron las obras de Bark y López Lapuya, así
como las obras contemporáneas españolas y alemanas célebres. Has-
ta 1890 se propone una bibliografía fundamentalmente alemana de
carácter general, aunque preponderan los libros filosóficos y científi-
cos, en particular, de medicina y biología19. Por otra parte, quisieron
divulgar la novela alemana en España pues eran conscientes de que la
estructura narrativa era la más adecuada para la divulgación de tesis y
sentimientos. Conocedor del mundo editorial, Bark alentó las publi-
caciones en forma de folletín en la prensa y de ediciones económicas
accesibles a todo el público.
La sucesora de la Spanisch-Deutsche Revue fue la revista mensual
¡lustrada Spanien. Versaba sobre arte, literatura, ciencia, economía e
industria. Su equipo de dirección estaba formado por Ungern-Sternberg
y Bark, se ubicaba en la Biblioteca de la Sociedad Políglota -en las
sucesivas direcciones personales de Bark- Colaboraban periodistas
ingleses, alemanes y españoles. Entre los últimos figuran Antonio
Palomero, Miguel Sawa y Pedro Alejandro Paterno. Spanien nació a
finales de 188720y se publicó hasta mayo de 1899. Se conservan sólo
tres números del verano de 1898. Se distribuía por suscripciones di-
rectas de un mínimo de diez números, lo cual aseguraba cierta conti-
nuidad y previsión económica. En 1898, el precio de un abono era de
diez pesetas. Tipográficamente es una revista bien concebida, con una
disposición semejante a la de las revistas actuales. A diferencia de los
textos alemanes contemporáneos, Spanien no está escrita en la anti-
gua grafía gótica, lo cual, no se debe considerar como una medida
progresista por parte de sus fundadores21, sino más bien la imposibili-
dad de encontrar algunos de los caracteres góticos en las imprentas
madrileñas.
Los objetivos de Spanien eran: dar a conocer la actualidad espa-
ñola en Alemania y entre las colonias germanas en España, fomentar
los intercambios, consolidar los lazos de amistad entre ambas nacio-

En 1890, Bark escribió sobre la Biblioteca Spanisch-Deustche Revue, creada


en torno a estas publicaciones periódicas, en Deutschlands Weltstellung undStellung
una Aufgabe del Deutschen ¡m Auslandes, Op. cit., pp. 82-86.
En Deutschlands Weltstellung ...Bark proporciona una extensa lista en de la
mayoría de las publicaciones.
20
«Die Deutschen in Spanien» Spanien, XI, 1 (junio de 1889), p. 26.
El cambio de grafía gótica a latina fue una de las reformas llevadas acabo por
Adolfo Hitler.

66
nes, proporcionar una formación a los alemanes aquí residentes para
la comprensión de la vida y el alma españolas y estrechar las relacio-
nes de solidaridad entre ellos22. Ungem-Sternberg y Bark, coordina-
dores de las comunidades alemanas, querían ayudar a los alemanes a
sentirse menos extranjeros y a integrarse a la vida española, aunque
preservando su germanismo original.
La presencia de alemanes en España había aumentado desde 1887
con la llegada de compañías de gas, electricidad, aseguradoras y ban-
cos23. El sentimiento de comunidad se había fortalecido. Esto se tradu-
jo en la creación de un instituto alemán y un club de gimnasia. Desde
1884 existía un centro de reunión, la Sociedad Políglota, fundado tam-
bién por Bark y Ungern-Sternberg. Dicho centro alcanzó su apogeo
en 1895 aunque disminuyeron sus actividades durante la guerra colo-
nial española. Con la Sociedad Políglota materializaron el natural cos-
mopolitismo alemán2A, cuyos objetivos eran puramente «patrióticos»,
humanitarios e intemacionalistas, orientados al acercamiento de to-
das las naciones en los ámbitos intelectuales, científicos, culturales y
económicos. Obedeciendo a fines puramente filantrópicos, la Socie-
dad Políglota de Madrid organizaba reuniones de españoles y extran-
jeros, conferencias en todas las lenguas, fiestas e intercambios de li-
bros y periódicos con otras asociaciones extranjeras similares. Se creó
una biblioteca y una sala de lectura abierta a todo el mundo. Además,
se proponían clases de lenguas y de literatura a las mujeres de todas
las edades con deseos de cultivarse.
Los tres números localizados de Spanien de 1898 atienden a los
problemas políticos candentes: Cuba y la pérdida de las colonias, la
actitud estadounidense, el ejército español, las relaciones entre Esta-
dos Unidos e Inglaterra, la política interna, el estado de las finanzas
españolas, etc. Los artículos que escribía Bark esbozan el panorama
político español25. Desde su punto de vista republicano-socialista, in-
siste en la fragilidad del segregado Partido Republicano como partido
de oposición y la necesidad de crear coalicciones. Se entreven algu-
nas reivindicaciones de política interna recogidas posteriormente en
el programa de Germinal, como la aconfesionalidad del Estado y la
política social en favor de las clases trabajadoras.

" Anuncian que en los números siguientes publicarán la lista de todos los alema-
nes residentes en España, Spanien, XI, 1 (junio de 1889), p. 27.
" «Die Deutschen in Spanien», Op. cit, pp. 26-27.
24
«Praktisches Weltbürgerthum», Spanien, XI, 3 (agosto de 1889), pp. 84-86.
" «Der Spanische conílict», Spanien, XI, 1 (junio de 1889), pp. 1 1 -1 6 y «Neues
Parteileben», Spanien, XI, 3 (agosto de 1889), pp. 74-79.

67
Bark denuncia a los responsables de la crisis española y de la pér-
dida de hegemonía internacional: la monarquía liberal, los enfermi-
zos partidos políticos y el clericalismo son sus blancos reiterados y a
ellos dirige críticas acérrimas como causantes de la inestabilidad na-
cional 26 . Los gobiernos de Cánovas del Castillo y de Sagasta, limita-
dos a luchas intestinas por el poder, desatienden la diplomacia y la
política internacional, por lo que España se encuentra aislada en la
guerra con Estados Unidos. El gobierno tampoco evalúa objetivamen-
te las implicaciones económicas de la guerra: Cuba es una pesada
carga económica que está incrementando la deuda del Estado. A pe-
sar de los intereses de los industriales catalanes, Bark preconiza la
concesión de la autonomía a sus colonias para sanear la economía
nacional27. Puntualiza que la industria española es artificial por la ca-
rencia de las materias primas naturales y tiene un efecto negativo so-
bre la economía por la parte de capital que ha tomado a la agricultura
y la viticultura. Si bien Bark, como tantos otros propagandistas aboga-
ba por el proceso de autonomía de Cuba, como republicano preconi-
zaba que España ha de «rehabilitar su honor». Recurriendo a los valo-
res patrios y de la libertad, la redacción de Spanien se declara partida-
ria de la guerra contra los Estados Unidos28. Desde un punto de vista
intemacionalista, España representa la tradición y la hermandad de
los pueblos latinos. Por encima de las ideologías de partidos y los
intereses materiales de los gobernantes y del clero, España debe resis-
tir al enemigo en espera de negociaciones ventajosas de paz. Con una
armada y flotas pobres e incompetentes, España no puede hacer fren-
te a las fuerzas norteamericanas29. Spanien denuncia las infracciones
americanas de las leyes internacionales sobre armamento e incursio-
nes provocando estragos entre la población civil. Esta violación de los
derechos internacionales podría ser contestada por las potencias eu-
ropeas si España hubiese pactado alianzas que contrarrestasen los
pactos anglo-americanos30. A nivel nacional, se encona contra las élites
del poder -oligarquía clerical, plutócrata y militar-, y la corrupción
gubernamental de ser responsables de la pérdida de las colonias con
su política de explotación que atendía al enriquecimiento personal,

«Der Spanische conflict», Ibid.


¿
' «Spanische Finanz uncí Handelspolit¡k»,5pam'e/), XI, 1 (junio de 1889), pp. 19-
20. Para mayor información: CARR, Raymond, Spain, 1808-1939, Oxford, U. P„ Oxford,
1966, pp. 380-388 y SERRANO Carlos, Le tour du peuple, Madrid, Casa Velázquez,
1987, pp. 64-97, 106-114 y 143-167.
28
«Spaniens Ehrenrettung», Spanien, XI, 2 (julio de 1889), pp. 33-37.
29
«Episoden vom Kriegsschauplatze», Spanien, XI, 1 (junio de 1889), pp. 23-25.
30
«Englands Wohlwollende», Spanien, XI, 2 (julio de 1889), pp. 45-53.

68
sembrando el descontento y precipitando inserrucciones cubanas y
tagalas31. Denuncia igualmente las malas condiciones de vida de los
soldados, la enfermedad y e! hambre en el ejército a costa del enri-
quecimiento de los oligarcas y del clero español'2. Los intereses jesuí-
tas son puestos en tela de j u d o " hasta tal punto que la derrota de
España es sobre todo considerada la derrota del orden establecido y
del clericalismo34.
Todos los meses se publicaba en forma de folletín la novela socio-
política, Dunkele Cewalte (Poder Oscuro) de Ungern-Sternberg. En
ella se entreteje un mundo de intrigas entre carlistas y republicanos en
un escenario veneciano. En medio de los discursos políticos, los am-
bientes románticos y las controversias ideológicas, nace una historia
romántica de amor imposible entre los hijos de los líderes de ambas
facciones. Entre las composiciones literarias publicadas en Spanien
destacan las narraciones breves de Miguel Sawa y Antonio Palomero.
Son descripciones líricas, cantos a la pasión amorosa, las fuerzas de la
naturaleza y el ciclo de la vida3S. Alejandro Sawa es presentado como
un talento delicado, sensible, erótico y melancólico, el Cuy de
Maupassant español. Se reconocen sus cualidades periodísticas y se
recomienda su revista Don Quijote. En poesía se publican composi-
ciones de E. Heisler, se traduce poesía popular española y se presenta
a las jóvenes generaciones de poetas: Félix Limendoux, Alfonso Tobar,
Fernández Shaw y López Silva, de quienes se traducen algunas co-
plas. El único artículo de crítica literaria analiza la recepción en Espa-
ña de Henry Heine, un poeta más conocido que Goethe y Schiiler
dada la mayor sencillez de su poesía. Se reseñan diversas traduccio-
nes de Heine al español y se ofrecen algunas de sus composiciones
poéticas en las dos lenguas. En las demás secciones literarias se pre-
sentan la obras de la Gente Nueva que había participado en Germinal36.
Las recomendaciones que de ellas publica Spanien muestra una vo-
luntad solidaria con las nuevas generaciones a quienes se desea ayu-
dar a franquear las puertas de la notoriedad copadas por los literatos
consagrados.

31
«Der Spanische conílict»,Op. cit., p. 11 y «Spanien Ehreitung», Spanien, XI, 2
(julio de 1889), pp. 33-36.
32
«Spaniens Ehrenrellung», Op. cit., pp. 36-37.
33
Ibid,pp. 34-37.
3<
* «Der Krieg und die ¡nnere Gahrung», Spanien, XI, 2 (julio de 1889), pp. 60-63.
35
SAWA, Miguel, «REGEN», Spanien, XI, 3 (agosto de 1889), pp. 79-80 y
PALOMERO, Antonio, «Früling», Spanien, XI, 2 (julio de 1889), pp. 54.
3
° Se anuncia la novela de Félix Limendoux, El peno del hortelano, los poemas
de Antonio Palomero Cancioneo de Gil Pairado y Ropa Vieja y las traducciones de Juan
Jurado de la Parra de Stecchetti recopiladas en Postumas.

69
Cuando gran parte de los colaboradores de Germinal pasaron a
integrar Vida Nueva37, Bark levantará su voz contra esta revista
«imitadora», que pretende ser una «compilación de las aspiraciones
modernas» dispares cuando no contradictorias: el anticatolicismo de
José Náckens aparece junto al piadoso Pérez Caldos... monarquistas
como Eusebio Blasco y Juan Jurado de la Parra colaboran con sus ene-
migos socialistas. Vida Nueva es juzgada como un caso patológico
por ser espejo del caos intelectual y de la incoherencia de las diversas
corrientes de pensamiento españolas coetáneas en ese agonizante fin
de siglo.
A través de Spanien se da a conocer la pintura contemporánea de
temática social. Los lienzos representan escenas de trabajo o de la
vida cotidiana, protagonizadas por desheredados38 y proletarios in-
dustriales39 y agrícolas40. Reconociendo el compromiso político de estos
pintores, Spanien critica en sus creaciones la pervivencia de elemen-
tos románticos e idealistas del pasado tal y como ocurría en el mismo
teatro social de Joaquín Dicenta41. Las manifestaciones artísticas de la
época no supieron desprenderse de la influencia de un romanticismo
tardío, ni de una altanería y un orgullo obsoletos procedentes del pa-
sado aúreo español.

2. Una mirada sobre la actualidad internacional.

Ernesto Bark quería sentar las bases de un sociología mundial y


establecer los fundamentos de una política universal y una filosofía y
ética sociales. Sus primeros estudios sobre política y cultura interna-
cional están destinados a un público alemán. Pretendía en pleno im-
perialismo germánico definir la misión histórica de los pueblos lati-
nos, germanos y eslavos en el progreso de la humanidad. Por sus ca-
racterísticas peculiares, destacan su libro de viajes por la Península
Ibérica, Wandeerungen in Spanien und Portugal y su estudio sobre el
conflicto de las Islas Carolinas Weltpolitik, eine kosmopolitische
Welterfassung auf moderner social-ethischer Crundlage, es un ma-
nuscrito de Bark que tal vez nunca llegase a imprenta.

J/
«Neues Leben», Spanien, XI, 1 (junio de 1889), pp. 30-32.
«Tienda asilo» de Mateo Silvela, Spanien, XI, 1 (junio de 1889), p. 2 1 .
«El ensueño» de Vicente Cutanda representa a una mujer de aspecto enfermi-
zo que se dirige a la fábrica, Spanien, XI, 1 (junio de 1889), p. 15.
El ruralismo «social» es uno de los temas más frecuentes de estas pinturas:
«Dos intrusos» de Regidor, Spanien, XI, 2 (julio de 1889), p. 55 y «La cosecha» de
González Bilbao, Spanien, XI, 1 (junio de 1889), p. 27.
41
«Modernes Kunstleben», Spanien, XI, 1 (junio de 1889), pp. 29-30.

70
2. 1. Nuevas luces sobre Rusia.

La primera obra de Ernesto Bark Russlands culturbedentung.


Betrachtungen eines Deutsch-Livlanders42 (Berlín, 1882) apareció en
España bajo el título El Nihilismo y la política rusa (Barcelona, 1882).
Era «una traducción directa del alemán para ganar los revolucionarios
a la pública opinión de Europa y América; y no en ruso, lengua para
ellos ininteligible»43, según explicaba Bark. Con ella pretende divul-
gar la problemática rusa de manera objetiva y contrarrestar las versio-
nes «oficiosas» manipuladas por el absolutismo zarista.
Bark intenta despertar la curiosidad occidental que hasta la fecha
no excedía de las situaciones bélicas o el nihilismo. Desde el
moderantismo, quiere demostrar las ventajas del reformismo frente a la
revolución, el cual, a su juicio, extermina el orden sin perspectivas de
futuro. Para ello se basa en la distinción de dos esferas sociales indepen-
dientes respecto de la sabiduría y el espíritu: la de las élites abiertas al
cosmopolitismo, que dominan las instituciones políticas y sociales; y la
de las masas populares, que evoluciona lentamente en función de las
necesidades. Bark advierte que las soluciones radicales impuestas en
circunstancias revolucionarias no pueden servir más allá de un presen-
te efímero sino contemplan «los dominios de actividad del espíritu po-
pular». Ese espíritu ruso se puede aprehender, conforme a la metodolo-
gía del idealismo historicista, analizando la fuerza creadora de su cien-
cia y arte y la organización de sus instituciones políticos-sociales. El
análisis comparativo, imperante en el siglo XIX, completa el estudio
con el cotejo de esa «individualidad colectiva rusa», determinada por
su historia y geografía, con los demás pueblos. Su primera mirada se
dirige hacia la literatura y el periodismo. Influido por el romanticismo
idealista de Schlegel, Bark cree que la tradición nacional se conserva en
la literatura. En ese fin de siglo arrollado por la revolución industrial y el
mecanicismo, Bark lamenta la pérdida del sentimiento histórico y de la
tradición que configuran la identidad nacional de una comunidad:

«Casi parece que los hombres, a consecuencia de la facilidad


con que este siglo de la prensa y del vapor se pueden legar a la
posterioridad los acontecimientos y pensamientos más insignifi-
cantes, hayan perdido la facultad de la tradición como si les falta-
ra la fidelidad de la memoria, de la que gozaban en pasados siglos
[...] ¿dónde están los rapsodas, dónde los narradores de las leyen-
das populares, que contaban a sus hijos y a sus nietos lo que ha-
bían oído de sus padres?»44.

4
^ Betrachtungen eines Deutsch-Livlanders, Berlín, B. BerhsVerlag, 1882.
4
3 El Nihilismo y la política rusa, Op. clt., p.179
44
Ibid, p. 10.

71
El acervo intelectual y espiritual de una nación queda recogido en
los libros, permitiendo que el hombre se salvarguarde del vertiginoso
presente. La literatura es espejo intelectual, medida de riqueza y vita-
lidad de un pueblo45. En el balance europeo de la literatura contem-
poránea, Rusia y España ocupan posiciones ensombrecidas sin origi-
nalidad, ni riqueza. Paralelamente, la universalidad de una lengua no
queda definida por la relación causal entre el número de habitantes
de un pueblo y su riqueza literaria. El ruso, el español o el italiano
quedan por ello relegadas a lenguas «locales». Para la ciencia, Bark
establecerá la misma filiación historicista como acervo popular y tra-
dicional. Las instituciones científicas encarnan «la conciencia nacio-
nal» y son exponente una vez más del aislamiento geográfico e histó-
rico rusos y los defectos de la psicología de su pueblo: egoísta e in-
constante, aunque su juicio agudo y despreocupado y su frialdad le
podrían conducir al éxito científico46. La censura zarista, el ejército y
la administración, en colaboración con la Iglesia ortodoxa coartan el
desarrollo científico y cultural, controlando la Universidad y conde-
nándola al ostracismo contrario a la libertad que el desarrollo de la
juventud requiere. Por consiguiente, la ciencia y la cultura, como fuer-
zas regeneradoras, han de ganarse a la gran masa de la nación y edu-
carla. Toda transformación profunda debe comenzar por la educa-
ción, y, sólo con ella, Rusia madurará para ser reconocida
internacionalmente. Paternalista, Bark se propone atraer a las clases
populares hacia la educación. Estas clases sumisas, víctimas del
pauperismo y las duras condiciones de vida, vivían aferradas al mate-
rialismo cotidiano, desentendiendo la instrucción de sus vastagos47.
Bark propone la prensa como medio más eficaz para la democratiza-
ción del saber una prensa liberada del yugo de la censura, objetiva,
informadora y vulgarizadora, a pesar de su carácter efímero en la con-
servación de la tradición48.
El anacronismo cultural y político, así como la falta de valores en
Rusia, engendraron la búsqueda de nuevas fuentes en Europa que Bark
analiza desde una perspectiva aperturista, a pesar de su artificialidad
por los desfases idiosincrásicos:

4i
«Según la riqueza, la lozanía, la originalidad, la divulgación de una literatura,
se puede juzgar de la importancia y el porvenir de un pueblo. Uno despertó más pronto
a la vida intelectual, otro más tarde; uno brilla más por la profundidad del concepto,
otro por la forma; uno se encierra en círculos limitados, otro lleva su literatura especial
a ser universal; el tiempo y las circunstancias influyen en todas partes...» Ibicl., p. 14.
46
Ibicl., pp. 8-28.
47
Ibid, p. 72.
48
Ibid, pp. 36-37.

72
«La mayoría no comprende más que la superficie, la forma
exterior; no conoce su verdadera vida, el espíritu que la anima
[...] El pasado descuella en todas partes en la vida de los pueblos
europeos, les da dignidad y el valor...»i9.

En este proceso de transculturalización, el Intelectual no asimiló


la esencia europea, sólo percibió un presente fugaz, insatisfactorio y
en crisis. Se sintió un extraño en su patria y al mismo tiempo acentuó
el divorcio con las clases populares50. A tenor de ello, Bark confía en
la transformación del pueblo para recobrar unos valores individuales,
síntesis de la idiosincrasia y las adquisiciones cosmopolitas51, pero
rechaza los nacionalismos emergentes de carácter ¡ntegrista52.
Bark justifica su moderantismo conciliador como estrategia pacífi-
ca para hacer frente a las pésimas condiciones rusas. Rusia era un país
eminentemente agrícola, regido por la propiedad comunal. Si bien
ésta imposibilita la pobreza absoluta es una institución masificadora
que, como en el colectivismo marxista, anihila la individualidad. Este
sistema empezaba a fracasar por el empequeñecimiento de la propie-
dad, el aumento demográfico y el desarrollo industrial. Paralelamente,
generaba éxodos hacia las zonas industriales. Esta trashumancia irra-
cional estaba creando un híbrido de proletario industrial y pequeño
propietario agrícola, poco conveniente para el progreso económico-
social55. Una de las propuestas de Bark para paliar la crisis económica
es la rusificación de las regiones caucásicas y asiáticas construyendo
ferrocarriles y otras ferrocarriles54. El desarrollo de estas regiones es-
tratégicas favorecería la expansión comercial y el papel mediador de
Rusia en las relaciones euroasiáticas. Sin embargo, Bark no pondera
las limitaciones de Rusia frente a países imperialistas desarrollados
tales como Inglaterra. Bark arenga en contra del colonialismo inglés,
el cual usurpaba el papel de mediador comercial y diplomático de
Rusia en China e India bajo un falso filantropismo civilizador. Empe-
ro, en este juego de relaciones internacionales, Bark reconoce la in-
fluencia de Europa sobre la humanidad. Enmarcándola en sus sueños
universalistas, pronostica la unión de todos los europeos como poten-
cia mundial y la constitución de una única república:

49
Ibid, p. 50.
50
Ibid, pp. 47-49.
3
' Bark es consciente de que nunca se alcanzará un cosmopolitismo universal en
el que se fundan todas las individualidades nacionales. Al contrario, piensa que ante la
uniformidad cosmopolita, «la conciencia de nacionalidad es el baluarte contra la mo-
notonía y el allanamiento de nuestra civilización europea», Ibid., p. 60.
• " Ibid, pp. 54-55.
53
El Nihilismo..., Op. cit„ pp. 73 -76.
54
Ibid., pp. 88-94 y 150-154.

73
«[...] sin aparato exterior de gobierno y con harto frecuentes
disidencias interiores, pero con numerosos intereses, sentimien-
tos y simpatías comunes; basta un sólo momento favorable para
fundir enteramente en única organización esos pueblos que an-
sian la unidad, organización que haga posible toda contienda»55.

Sin duda alguna, Bark ponderó con acierto la importancia de las


relaciones internacionales y la necesidad de unión de los pueblos de
Europa en las instituciones políticas y militares que conocemos en la
actualidad.
A guisa de proyecto de transformación de Rusia, Bark expone los
ideales y programas nihilistas, siempre desde su particular idealismo
reformista. Como premisa, reincide en la crítica exacerbada a la oli-
garquía zarista ya expuesta en el apartado anterior. Tras las pesimistas
conclusiones de su estudio sobre la psicología del pueblo ruso, un
pueblo pasivo y en estado de degeneración, Bark apoya la interven-
ción revolucionaria nihilista estimulada por el socialismo europeo, el
cual encontraría en Rusia un régimen propicio para la materialización
de sus teorías, lanza una serie de suposiciones que premonizan las
transformaciones efectuadas durante la primera revolución rusa de
1905, y estudia la importancia del m/'r como catalizadora de la refor-
ma social. Recordemos que la estructura agraria rusa se fundamenta-
ba en la propiedad colectiva de los medios de producción, organiza-
dos en el m/'r de cada población. El terreno, propiedad comunal, era
distribuido periódicamente entre las familias y se permitía el libre arren-
damiento de las tierras. Para evolucionar en la reforma colectivista se
había de instituir la labranza colectiva, que permitiría racionalizar la
producción y modernizarla con la adquisición de maquinaria. La es-
tructura del m/rse había de extender al mundo industrial para paliar
las limitaciones de la agricultura ante las condiciones climatológicas.
Bark propone la alternancia de trabajos agrícolas e industriales para
completar los largos inviernos, lo cual resulta tan «ventajosa econó-
micamente, como útil bajo el concepto fisiológico y psicológico» de
los trabajadores56. A nivel comercial, el modelo de mir ideado por
Bark coordinaría las transacciones de los productos subsanando las
pérdidas causadas por abusos de los intermediarios. Para adecuarse a
las inflexiones mercantiles, el proyectado mir realizaría estudios de
mercado que determinarían la planificación de la producción. Este
concepto moderno del mir como asociación productiva de obreros
solventaría los problemas de la excesiva división del suelo. Bark es
consciente de que el mir contiene en sí mismo un gran defecto: «la

55
Ibid, p. 113.
56
Ibid, p. 150-159.

74
falta de libertad individual, el lazo de unión económico e intelectual
que debe unir la individualidad como asociación»57. En este punto
Bark disiente de los socialistas comunistas y cataloga de utópica la
organización social marxista por el atentado a la libertad personal.
Siguiendo al historiador ruso, Kostomarow, Bark identifica la propie-
dad comunal exclusiva y obligatoria como una «servidumbre insufri-
ble e injusta. No poder llamar suyo nada, ser el siervo de una idea
abstracta de común o mir (y) deber responder por otros sin querer-
lo...» 58 . Frente al colectivismo marxista, Bark se inclina por una fór-
mula mixta que no precisaría hasta algunos años después. En ella exi-
ge el respeto al trabajo y al esfuerzo individual como incentivos para
el progreso personal, el cual es recompensado con la conservación de
propiedad explotada personalmente.
Aunque los revolucionarios rusos adoptaron el socialismo comu-
nista, Bark pensaba que nunca podrían instaurar integralmente su
modelo de organización debido a la coexistencia de sistemas agrarios
paradigmáticos con grandes propiedades en unas regiones frente a la
propiedad comunal en otras; la reticencia del pueblo a todo cambio
vertiginoso, y por la oposición económica e intelectual al socavar el
orden social moderno fundamentado en la propiedad59. En suma, des-
de la óptica del «partido revolucionario templado», Bark rechaza tan-
to el colectivismo socialista como las estrategias revolucionarias
aniquiladoras, prefiriendo medios de transformación reformistas, más
lentos pero más operativos, para la transición del poder autárquico a
la democracia popular.
El Nihilismo y la política rusa es una síntesis sobre la crítica situa-
ción de Rusia y las soluciones de reconstrucción de los pilares básicos
de la nación. El autor es consciente de la rapidez y superficialidad
con la que ha examinado dichas cuestiones. En el prólogo, justifica su
metodología «general y sintética» en virtud del escaso interés que
despiertan los asuntos de un país tan lejano como Rusia e insta al
lector a «desarrollar y seguir hasta sus últimas consecuencias las ideas
apuntadas»60. Sus objetivos proselitistas quedaron ampliamente alcan-
zados. El Nihilismo y la política rusa es uno de los libros de Bark que
más difusión tuvo en España quizás por la originalidad del tema en
nuestro país. Las relaciones entre Rusia y España es un tema poco
tratado en los estudios de fin de siglo ya que las relaciones diplomáti-

37
Ibid., pp. 1 63-164.
58
Ibid, pp. 167-175.
" La propiedad privada y al colectivismo parcial constituirán las bases de su
pensamiento político. El Nihilismo..., Op. cit., pp.163-177.
60
Ibid., p. 7.

75
cas eran prácticamente inexistentes entre ambos países61. La biblio-
grafía coetánea española sobre Rusia se reduce a algunas obras62 y
artículos esporádicos sobre política en la prensa progresista o sobre
literatura en las revistas culturales. El abogado Antonio Amoraga y
Olózaga presentó una memoria a la Academia de Jurisprudencia so-
bre El Nihilismo y la política rusa en la que resumía sus ¡deas princi-
pales.

2. 2. España en las Memorias de un viajero.

Desde su llegada a Europa, Ernesto Bark realizó viajes de estudios


sobre la Psicología de las Naciones. Desde Londres hasta Barcelona,
podemos conocer sus estudios e impresiones de uno de sus viajes
gracias a Wandeerungen in Spanien und Portugal (Berlín, 1883). Bark
había iniciado su viaje en Ginebra, recorriendo Bélgica hasta llegar a
Inglaterra donde permaneció una temporada. Poco después, atravesa-
ría Francia, para iniciar sus estudios de viajes sobre la Península Ibéri-
ca. De ellos dará cuenta en esta obra, entremezclando el discurso
científico con el lirismo de las evocaciones, o simplemente, de la con-
templación del paisaje.
El viaje hacia el Sur se inició el 12 de septiembre de 1881. Bark
atravesó Francia visitando las principales ciudades de su itinerario:
Rouen, Amiens, París, Orleans, Blois, Burdeos, Pau... De ellas nos
describe en algunas pinceladas sus notas más características y aporta
las informaciones propias de una guía de viajes". A su llegada a Espa-
ña, se identifica con los conquistadores para incluir algunas
rememoraciones históricas y políticas como el fallido intento
napoleónico y el imperialismo de Bismarck.
El 24 de septiembre Bark llegó a San Sebastián. La riqueza
paisajística de esta región es descrita minuciosamente. Pirineos, mon-
tes vascos, vegetación y fauna serán fuentes de inspiración que alter-
narán con el estudio del desarrollo agrícola y económico, la historia y
características de la psicología vasca, criticando su ultramontanismo
y su participación en la guerra carlista. El pueblo vasco es, para Bark,
un pueblo pretencioso y de corto alcance, apegado a las tradiciones y
a un catolicismo fanático que le impiden abrir su espíritu a cualquier

SCHOP SOLER, Ana M., Un siglo de relaciones diplomáticas entre España y


Rusia. 1733-1833, Madrid, Ministerio de Asuntos Exteriores, 1984.
62
AMORAGA Y OLOZAGA, Antonio, El Nihilismo, Madrid, De la Fuente Impre-
sor, 1906; ARNAU IBAÑEZ, Joaquín, Rusia ante el Occidente. Estudio crítico del Nihi-
lismo, Madrid, Imprenta El Demócrata, 1881.
BARK, Ernesto, Wandeerungen in Spanien und Portugal, Berlín, Richard
Wilhemi, 1883, pp. 1-18.

76
reforma del humanismo liberal. El balance es pésimo. Para Bark las
provincias vascas representan «un cero absoluto en el desarrollo de la
humanidad»64.
Prosiguiendo su camino hacia Burgos, el autor se recrea en des-
cripciones de la arquitectura rural castellana, la vida de los campesi-
nos y la ganadería. Miranda de Duero le cautivará por su encanto
medieval y allí aprovechará la ocasión para descubrir ai lector la ri-
queza de las danzas y la música española. Subraya en estas regiones
el peso de las tradiciones que tanto admira, así como la nefasta in-
fluencia de la Iglesia. Le sorprende el gran número de conventos que
pueblan estas provincias castellanas. Una vez en Burgos, se deja lle-
var por el historicismo de la ciudad, resaltando el antiguo estatus de
capital que Juan II le hizo perder. La catedral y su estilo gótico son
referentes históricos que Bark idealiza de manera bucólica, convir-
tiéndolos en símbolos emblemáticos de las sociedades primitivas con
aquellas «piedras» simbólicas a pesar de la máscara del catolicismo
ultramontano65.
Durante su breve estancia en Salamanca, la riqueza cultural y la
universidad le servirán de pretexto para esbozar una síntesis de la
literatura clásica española y revivir las crónicas renacentistas a las que
dicha ciudad sirvió como escenario. Utilizando como recurso la visita
de los monumentos, trazará una breve historia del arte español. La
asistencia a algunas ceremonias militares dará pie a una extensa di-
gresión sobre los trajes regionales en España y el fasto de las aparien-
cias66.
Poco después, Ernesto Bark siguió el recorrido del río Duero hasta
Oporto. El paisaje fluvial suscitará descripciones de tono lírico. La
brillantez de su palabra contrasta con la miseria social de las regiones
portuguesas. En alternancia con sus exégesis sobre economía y políti-
ca, Bark aporta toda la información propia de una guía de viajes67.
Su siguiente etapa fue Coimbra, donde estudió el sistema educati-
vo portugués y en los tres meses que allí residió -profundizó sus estu-
dios sobre la psicología y el alma portuguesas. En sus conclusiones
rezuman su pangermanismo y su educación protestante. El portugués,
desorganizado y poco trabajador, está en posición de inferioridad res-
pecto del alemán, aunque reconozca su carácter afable y educado68.
Censura la importancia concedida al mundo externo y de apariencias

64
Ibid, pp. 23-27.
65
Ibid., pp. 28-37.
66
Ibid, pp. 40-45.
67
Ibid., pp. 60-64.
68
Ibid., pp. 72-] 47.

77
en los países meridionales: exhuberancia y superficialidad se traslu-
cen tanto en las relaciones humanas como en la ordenación social.
Entre otros aspectos de la vida portuguesa, Bark se detiene en la pren-
sa, arcaica y meramente informativa, incapaz de movilizar a las con-
ciencias al debate y la polémica, lo cual refleja el débil activismo
político de unos partidos cada vez más conservadores e inoperantes69.
En enero de 1882, Bark vuelve a España para dirigirse a Extremadura
y Andalucía. En Córdoba se deja llevar una vez más por sus accesos
de idealismo romántico alternantes con la información objetiva im-
prescindible para la guía de viajes. En sus divagaciones descriptivas y
en los tópicos historicistas, como el orientalismo de Córdoba y Sevi-
lla, Bark exalta glorias pasadas contraponiéndolas con la decadencia
contemporánea de la civilización hispánica70.
Madrid sería la siguiente etapa de su viaje de finales de marzo a
mayo. Bark completa sus observaciones sobre la psicología española.
Sus impresiones son descritas con detalle y abundantes referencias
históricas. Bark critica el panorama político construido por la oposi-
ción Norte-Sur, por el carlismo tradicionalista en el primero, frente al
Republicanismo y el progresismo en el resto de España. Conservado-
res y liberales son idealistas, reduccionistas e individualistas que no
atienden a las necesidades de la nación ni luchan por «su esplendor».
Por el contrario, Bark queda sorprendido por el «republicanismo po-
pular» o indiferencia del pueblo español ante la Monarquía. Ese des-
precio del poder de la sangre que él anhelaba para Rusia es analizado
en términos de psicología y carácter nacional. Frente a la docilidad de
los rusos, Bark subraya la fuerza de carácter español y su rechazo de
la soberanía como claves de la modernidad política española7'.
La vida en la capital, de los cafés a los teatros, y el carácter nacio-
nal son sucesivamente cotejados con los rusos. El Monasterio del Es-
corial suscitará una larga exégesis sobre el clericalismo y el alma es-
pañola simbolizados por dicho monasterio. Son viva personificación
del espíritu negro de Felipe II y contrastan con la alegría y fantasía
andaluza. Con sus visitas al Museo del Prado resumirá la historia de la
pintura española. Para Bark, Murillo y Velázquez son los máximos
representantes del carácter español: Murillo como portaestandarte de
la España creyente y Veláquez por un naturalismo que no duda en
pintar la fealdad. Estos dos pintores antagónicos sintetizan el carácter
español que se manifiesta por la asociación de extremos:

lbid.,pp. 101-105 y 158-161.


Ibid, pp. 177-222.
Ibid., pp. 229-258.

78
«[...] en ninguna otra parte los extremos son tan frecuentes
como aquí; los Don Quijotes y los Sancho Panzas son la regla,
Murillo con su realismo estéreo es el representante de un rasgo
del carácter y Velázquez es el del otro»72.

En literatura esboza un panorama contemporáneo. Le atrajo sobre


todo la vida teatral madrileña con las zarzuelas, unos «melodramas
de mediana calidad» y escasa creación artística aunque agradables y
encantadores73. En estos espectáculos, músicos y cantantes rivalizan
con los italianos. A parte de estas cuestiones, presentó como en otras
ciudades las menudencias cotidianas del pueblo: las casas, las muje-
res, las vestimentas, los paseos, las verbenas, las fiestas de Pascua y
los toros...74.
Hacia finales de mayo volvió a Sevilla reanudando su viaje por
Andalucía. Desde entonces, Bark declaró siempre un profundo amor
por estas regiones meridionales: «¡Siempre cuenta conmigo Andalu-
cía, si necesitas la pluma de un escritor extranjero para defenderte
contra las viles calumnias que lanzan contra tí de lejos!»75. De hecho,
sobre Andalucía publicó en Alemania In BanneAndalusiens (Madrid,
1886) y Ein Andalusisches Idyll (Madrid, 1888), ambas sin localizar.
En junio Bark estaba en Valencia, camino hacia Barcelona donde fina-
lizaría su viaje por España. Durante su breve estancia en la ciudad
Condal elaboró una síntesis de geografía, economía e industria de
España, planteando el problema del antagonismo entre Barcelona y
Madrid, y la posible organización federalista de la nación76. Ensalza
el floreciente desarrollo de la cultura catalana, su aperturismo y euro-
peización77.
Al año siguiente publicó en Berlín este libro de viajes Wanderungen
Spanien undPortugal, 1881-1882, la obra más divulgada a nivel inter-
nacional pero también la menos comprometida de sus publicaciones.
Destinada a un público alemán, Bark ofrece una visión completa de
la Península conforme al gusto de la época. En forma epistolar va
exponiendo con frecuentes accesos de lirismo sus observaciones e
impresiones de viaje. En el transcurso cada etapa, Bark ofrece las in-
formaciones requeridas por las guías turísticas: nociones geográficas,
distancias, transportes, clima, tradiciones, visitas, consejos gastro-

72
Ibid, p. 284.
73
Ibid., p. 326.
74
Ibid., pp. 237-246.
7
5 España y el extranjero, Op. cit., p. 89.
'° Wandeerungen in Spanien und Portugal, Op. cit., pp. 335-350.
77
Ibid, pp. 340-342.

79
nómicos y curiosidades y las complementa con estudios sociológicos
y políticos contemporáneos o históricos. Tan pronto como descubre
científicamente un lugar, Bark se sumerge en sus emociones. Preso de
romanticismo, se expresa con un tono poético en ocasiones exacer-
bado y pasadista. Se deja llevar por los sentimientos que evocan otros
lugares, otras circunstancias y casi inconscientemente llega a la com-
paración con la realidad percibida.
En Alemania existían ya libros de viajes sobre la Península Ibérica.
Este tipo de literatura se desfasaba rápidamente. Con su nueva ver-
sión, Bark actualiza la imagen de España con los cambios sufridos en
los últimos años al afirmarse «en la libertad»78. Si bien no pretende
escribir un libro científico, los presupuestos de las teorías cienticifistas
de la época fundamentan el análisis de las realidades que descubre.
Así, en un ejemplo de determinismo ambiental presenta el panorama
político de Portugal en el que la ausencia de una oposición política
fuerte queda explicada por el clima portugués. Este facilita la existen-
cia y subsistencia de la clase obrera con poca cosas, de modo que la
«causa social» no es un tema candente en política79. El hecho de que
Portugal sea un país idílico por el paisaje y el clima condiciona a sus
habitantes a cierta pasividad conformista, sin que les preocupe su pa-
pel secundario en la historia contemporánea80. A pesar de ese
determinismo natural, Bark profetiza un desarrollo importante de la
Península Ibérica. Con gran optimismo sostiene que en un futuro in-
mediato jugará un papel importante en las concertaciones de las gran-
des naciones europeas.
Wandeerungen ¡n Spanien und Portugal ofrece una sucesión de
reportajes en los que descubrimos las ciudades, adquiriendo las no-
ciones socio-culturales, históricas, económicas y políticas más rele-
vantes. Bark manejó una biografía extensa. Sus exégesis demuestran
una rigurosa documentación aunque su intención fuese de ofrecer sus
impresiones inmediatas a sus padres y amigos. Se le podría acusar de
superficialidad precisamente por el carácter impresionista de sus cró-
nicas. Son escritos rápidos en los que no explora minuciosammente
los problemas sociológicos ni ofrece análisis críticos exhaustivos. Tam-
poco retiene al lector en la narración de sus encuentros y amistades -
la de su futura esposa- y no entra en detalles conscientemente por
que desea simplemente que su obra sea un libro de viajes sobre la
España actual. Como bien nota en su prólogo, esas rapidez y superfi-
cialidad pueden ser consideradas como un defecto. Mas, piensa que

Ibid., Prólogo, p. 2.
Ibid, pp. 160-163
Ibid, pp. 100 y ss.

80
gracias a ellas creará el placer de la lectura en otros receptores. Bark
sólo pretende despertar la curiosidad de sus lectores -todavía sin con-
taminar por el mundo audiovisual- y despertar el deseo de visitar es-
tos países. Precisamente, el escritor alemán Wilkomm criticó su
esquematismo en la presentación del pueblo español. Le reprochaba
cierto subjetivismo reduccionista al catalogar al pueblo vasco de por-
taestandarte del ultramontanismo8'. Werner Brüggemann, sin embar-
go, filia Wandeerungen in Spanien und Portugal en la tradición ale-
mana de los libros de viajes existente desde el siglo XVIII y ensalza la
precisión con la que Bark analiza la psicología española, estructurada
a base de oposiciones que hacen de España el país de las contradic-
ciones: el Norte versus el Sur, la sed de novedad y europeización ver-
sus al apego a las tradiciones, liberales versus inquisitoriales, o la in-
fluencia de las religiones católica versus árabe M .
El viaje de Bark a través de España y Portugal resultó, en suma, no
sólo un viaje de estudios para su proyecto bibliográfico, sino más bien
un viaje iniciático para su vida intelectual y privada; accidentes o
circunstancias sobre los que reposa la importancia de esta obra. A
través de ella, se ha podido conocer la manera en que Bark aprehen-
dió España. La formación bibliográfica utilizada por Bark durante su
viaje y sus estudios «científicos» in situ, a partir de la observación y la
experiencia, configuraron su pensamiento crítico sobre España y la
psicología de los españoles. Las frecuentes digresiones sobre geogra-
fía, historia, economía, comercio, agricultura y cultura constituyen
una primera toma de contacto sobre la cuestión española; cuestión
que ocuparía su existencia hasta sus últimos años de vida.

2, 3. Las islas Carolinas, islas de la ambición colonial.

En 1885, apareció anónimamente DerSpanisch-Deutsche Konflict


um die Karolinen und die Revolution in Spanien33. En ella Ernesto
Bark examina el controvertido conflicto hispano-alemán en torno a la
propiedad de las Islas Carolinas8,1. Descubiertas en 1526 por el espa-

WILKOMM, «Neueste Reiseliteratur über Spanien und Porluga», Blatterf. liter,


Unterhaltung,n" 18 (1 -5-1884), s. p.
82
BRÜGGEMANN, Werner, «Die Spanienberichte des 18. und 19. Jahrhunderts
und ihre Bedeutung für die Formung una Wanldung des deutschen Spanienbildes»,
GesammeltenAuhátzezurKultureeschichteSpaniens, vol. XII, Münster(1956), pp. 135-
136[1-146],
<" BARK, Ernesto, Der Spanisch-Deutsche Konflict um die Karolinen und die
Revolution in Spanien, Madrid, Hagen, I. W, 1885.
84
Consúltese: SCHULZE SCHENEIDER, Ingrid, El sistema informativo de Bismarck:
su proyección sobre la vida política y prensa española, Madrid, Universidad

81
ñol Toribio Salazar, los gobiernos españoles nunca hicieron efectiva
su toma de posesión. Cuando alemanes e ingleses establecieron la
extensión territorial de sus colonias en los Mares del Sur, las Islas
Carolinas quedaron bajo poder alemán. Esta repartición desencadenó
contumaces enfrentamientos entre España y Alemania no sólo diplo-
máticos sino de alcance popular, por la mediatización de la prensa
que por primera vez en España abría las puertas del sensacionalismo,
despertando el patriotismo español85. Hubo grandes movilizaciones
como el asalto a la Embajada alemana o una manifestación en Madrid
con más de doscientas mil personas. Coreaban:
« Y el león saca sus garras y le dice al extranjero
o me das mis Carolinas
o me las tomo a sangre y fuego»86.

El estudio de Ernesto Bark se dirige al pueblo alemán. De nuevo


analiza la España política contemporánea y la psicología española.
Espera favorecer las negociaciones diplomáticas dado el escaso desa-
rrollo de la política extranjera bajo el gobierno aislacionista de
Cánovas87. Bark constata el aislamiento de España geográfica, diplo-
mática y comercialmente por los intereses reduccionistas del conser-
vadurismo y la Monarquía. Sin prejuicio de objetividad, Bark presenta
el espectro político subrayando la historia y los programas de los par-
tidos republicanos desde 1868 hasta entonces88. De Alfonso XII se
proyecta una imagen negativa: una personalidad de nivel intelectual
medio, fría, calculadora, mezclada en escándalos sexuales y sin des-
treza política 89 . La Unión Católica, la Monarquía y el Clero frenan el

Complutense, 1987; y « El papel de la prensa madrileña en el conflicto de las Islas


Carolinas» en Boletín de la Real Academia de la Historia, T.186, 2 (1989), pp. 267-302;
PALACIO ARTAD, Vicente, «La cuestión de las Islas Carolinas. Un conflicto entre Espa-
ña y la Alemania bismarckiana», en Historia, Santiago de Chile, n° 8 (1969), pp. 427-
441 y SALOMÓN COSTA, José, España en la Europa de Bismarck. La política exterior
deCánovas. (1871-1881), Madrid, 1967.
85
GÓMEZ APARICIO, Pedro, Historia del Periodismo, Madrid, Editora Nacional,
1971, Vol. II, pp.547-550.
86
Cita de FERNANDEZ ALMAGRO, Melchor, «Cánovas y su vida política», Ma-
drid, 1951, p. 12, tomada de SCHULZE SCHENEIDER, Ingrid, Op. cit., Madrid, 1989,
p. 302.
La falta de una prensa ministerial en España y el deficiente poder de control
del Gabinete conservador sobre sus propios portavoces estuvieron a punto de provocar
la guerra, Ihid, p. 300.
88
DerSpanisch-Deutsche Konflict..., Op. cit., pp. 4-7.
89
lbid.,o. 10.

82
aperturismo y el progreso de España. El abuso de poder y la falta de
armonía con el constitucionalismo se manifiestan en todos los órde-
nes de vida, desde la libertad individual hasta la prensa y la escuela90.
No faltará el análisis comparativo de las relaciones de poder entre
Estado e Iglesia en Francia, Alemania e Italia. Bark condena la situa-
ción española por no haber roto el yugo de la aristocracia y del clero
ni haber creado un equilibrio democrático. Coalicciones, alianzas,
hombres de ideas y propaganda son los constituyentes imprescindi-
bles para la victoria de la República. Clarividente, Bark censura el
segregacionismo republicano. Por sus inclinaciones radicales, toma
partido por Ruiz Zorrilla, un hombre de acción e ideas, legítimo suce-
sor de Riego y Espartero y capaz de hacer frente a conservadores y
carlistas. Tal vez fuese Castelar el verdadero Hombre de Estado pero
su moderantismo y laissez faire resultan inadecuados, en opinión de
Bark, en aquel contexto político. Ya entonces quedaban perfiladas las
directrices políticas de Bark tales como la creación de una Unión Re-
publicana con mayores perspectivas que las coalicciones electorales,
la reorganización republicana en Madrid y provincias, así como la
creación de órganos de propaganda como la prensa, los casinos y las
bibliotecas. El consenso republicano constituiría un gobierno fuerte
con una política estable y profunda que solventase los problemas na-
cionales y desarrollase estratégicamente la política exterior91.
Habiendo demostrado al lector alemán la inestabilidad del gobier-
no español, Bark minimiza la problemática de las Islas Carolinas a
una cuestión de política, valga el término, ligera. La política aislacio-
nista de Cánovas, el colonialismo en crisis y la poca tradición diplo-
mática son circunstancias favorables para la apropiación de unas islas
de las que España se había desinteresado92.
Con el conflicto de las Islas Carolinas Bark analiza la posición
mundial de España y sus modelos europeos de referencia. Los valores
pasadistas y la crítica a Francia serán los dos pilares que Bark preten-
de derrocar. A diferencia de los republicanos revolucionarios, defien-
de la apertura de España sin poner en peligro la pervivencia de su
idiosincrasia, sus tradiciones y «la grandeza del pasado». Como siem-
pre, frente a un presente despreciable, Bark apela a la memoria del
pasado, a la herencia, a la esencia y tradición del pueblo hispánico -
reacción reiterada por los intelectuales finiseculares-, y, sobre todo, a
los referentes de la mítica España imperialista de Carlos V.

90
Ibid, pp. 1 7-20.
91
Ibid, pp. 23-26.
92
Ibid, pp. 45-53.

83
Augurando los conflictos coloniales, Bark insiste en el desarrollo
de una política pactista con la que contrarrestar las amenaza de las
potencias anglosajonas en las Antillas, Puesto que las relaciones son
tensas con Estados Unidos, Inglaterra e Italia, España está rebocada a
pactar con Alemania y Francia a pesar de los conflictos entre estas dos
potencias, lo cual será analizado, evidentemente, desde una perspec-
tiva alemana históricamente amenazada por Francia93.
Bark erige un balance entre la tradición republicana francesa y el
constitucionalismo monárquico alemán como referentes políticos para
España, para acabar exaltando naturalmente el modelo político ger-
mano: grandeza, poder, estabilidad, libertad y respeto a la individua-
lidad son algunos de los atributos exaltados por Bark. Contumaz, de-
nigra la admiración española hacia Francia y las relaciones hispano-
francesas. Pangermanista, Bark critica con virulencia la psicología del
pueblo francés «vanidoso, frivolo y femenino», sólo sobresaliente en
ciencias y letras. Así, por ejemplo, lamenta su influencia en la prensa,
y la literatura. El gusto literario español está sometido a la afectación,
retórica y sensualismo de la novela francesa que encuentra una gran
acogida entre el público lector. Bajo la huella francesa, el gusto litera-
rio, sobre todo en prosa, se distancia del alemán. La novela alemana
busca la profundidad, el rigor y el intelectualismo, lo cual resulta dia-
metralmente opuesto a las demandas de los españoles que se limitan
a la diversión y un menor esfuerzo intelectual. El lector medio español
no está preparado para penetrar en los universos de relaciones com-
plicadas que se entretejen en la literatura alemana94.
Bark no tolera la dependencia de los españoles respecto de Francia
por lo que calificará a la opinión pública española de inmadura, super-
ficial e ignorante. Ahora bien, el suplantar a Francia en España es una
utopía inconcebible para Bark: desde las dificultades lingüísticas hasta
la naturaleza del carácter convierten en Imposible ese cambio de refe-
rente. El pueblo desconoce el mundo político, la concepción de la vida
y la cultura alemanas. Bark recuerda que la hegemonía alemana no se
debe exclusivamente a sus dirigentes políticos sino también a la gran-
deza de la raza alemana. Bark anuncia ya el pangermanismo en el oca-
so del siglo. Con el objeto de salvar este desequilibrio germano-francés,
hemos revisado en apartados anteriores las actividades periodísticas y
proselitistas de Bark. En efecto, los españoles sólo conocen sobre Ale-
mania clichés y tópicos peyorativos. Hasta entonces, en el mundo de la
cultura sólo se cita comúnmente el Krausismo, «una metafísica nebulo-
sa que enturbia el espíritu»95. Los grandes románticos alemanes son

Ibid, pp. 54-69.


Ibid, p. 60-71.
Ibid, p. 62.

84
apenas conocidos y cuando son leídos o divulgados lo son siempre a
través de intermediarios franceses.
El catolicismo histórico y popular español es uno de los recursos
preferidos por Bark para afirmar desde su punto de vista anticlerical la
supremacía germana y sus diferencias respecto de la raza latina y la
psicología española. Mientras los españoles permanecen bajo el yugo
de Roma, los pueblos del Norte han combatido al catolicismo crean-
do sus propias Iglesias para la defensa de sus ¡deas. En Bark pervive el
tópico del ideal caballeresco y noble de los antiguos españoles, que
evidentemente, no puede reconocer en el hombre decimonónico
finisecular, débil y decadente. El español es un hombre de acción, no
de reflexión madura, su temperamento mediterráneo es pasional y
fanático. Incapaz de revivir sus heroicas hazañas, se inspira del mo-
delo revolucionario francés para luchar por la libertad96.
Tras esta exposición sobre la psicología y la vida política españo-
las, Bark abordará el conflicto hispano-aíemán como observador ale-
mán en terreno enemigo. Tras el Congreso de Berlín de 1885 para la
repartición de los territorios de ultramar, Bismarck hizo saber que no
reconocía la soberanía española de las Islas Carolinas. A partir de
entonces, el gobierno alemán tuvo que hacer frente a una inesperada
reacción patriótica española fomentada por el desequilibrio y las lu-
chas de poder entre las fuerzas políticas nacionales. A raíz de los des-
órdenes populares que sacudieron Madrid y los artículos sensaciona-
listas de la prensa republicana, Bark censura el intervencionismo fran-
cés que encontró en España un escenario para combatir al Imperio
alemán97. El poco interés español por aquellas islas, demostrado his-
tóricamente al no haber establecido sus títulos de propiedad comple-
tos, justificaba para Alemania su nueva soberanía y sus derechos de
protectorado. Bismarck endureció sus posiciones al constatar las des-
proporciones que tomaba este litigio, hasta el punto que se sintió la
amenaza de una guerra. España no contaba con ninguna alianza para
hacer frente a Alemania. Bark analizaba su aislamiento como
pervivencia de un espíritu quijotesco y de vanaglorias caducas de su
lejano pasado imperial. Debido a su política anacrónica, España no
había compensado la pérdida de su hegemonía internacional con una
política pactista98. Además, para Bark, la situación nacional agravaba
el conflicto: liberales y republicanos lo aprovecharon para atacar al
gobierno, demasiado prudente y reservado. Dichos ataques se multi-
plicaron el 19 de septiembre de 1885, cuando descubrieron la exis-

96
Ibid., p. 68.
97
Ibid., pp. 71 y 82.
98
Ibid., p.81 -86.

85
tencia de un Libro Azul inglés en el que Cánovas y el Ministro de
Estado, Calderón Collantes habían declarado, en 1876, que España
nunca había tenido pretensiones a la soberanía de las Islas Carolinas.
Incluso, se dijo que Cánovas había vendido esas islas por trece millo-
nes de marcos. Bark, antimonárquico, prefería la versión que acusaba
a Alfonso XII de ceder la hegemonía de las Carolinas a cambio del
sostén en sus intereses dinásticos. La estrategia de Bark era más futurista,
pues augurando los conflictos coloniales, proponía una alianza his-
pano-alemana mucho más relevante para España que la pérdida de
unas islas. Con ello, se satisfacían únicamente los intereses alemanes,
se reducía al eterno enemigo francés y se afirmaba la hegemonía ale-
mana, la cual conseguía imponer los derechos que «interna-
cionalmente» había adquirido. Finalmente, Bark confería una dimen-
sión humanista a esta utopía pactista al pretender convencer al pue-
blo alemán de su misión «civilizadora» en España, arrancándola del
vasallaje francés y conduciéndola hacia los nuevos cauces de la Mo-
dern idad .
El desarraigo del pueblo «abandonado» y «engañado» engendró, en-
tre otras manifestaciones, el asalto de la Embajada Alemana. Bark llegó a
anunciar el derrocamiento de la monarquía y el advenimiento de la revo-
lución republicana". Mas, aquellos sueños de Bark nunca llegaron a
materializarse. El desenlace del litigio fue bastante diferente. El gobierno
de Cánovas actuó con precaución para sofocar los motines populares y
colaboró estrechamente con Bismarck. La prensa liberal acusó esta deci-
sión por los recortes y censuras a los que fue sometida desde entonces.
Durante las negociaciones, el gobierno aceptó la mediación de un arbi-
tro. El elegido fue el Papa León XIII quien otorgó el derecho de la sobera-
nía de las Islas Carolinas a España siempre que ésta garantizase a Alema-
nia el libre comercio y le permitiese la construcción cíe una base naval100.
Como había temido Bark, la crisis de las Carolinas tuvo efectos negativos
sobre las relaciones hispano-alemanas:

«[...] En adelante, Bismarck, que no entiende el carácter quijotes-


co español, dará definitivamente la espalda al gobierno de Madrid
[...] El empleo de la prensa para propagar ante toda Europa la agre-
sión germana hiere a Bismarck en su punto más vulnerable» 101.

Desde Alemania, Adolf Binrichsen analiza de manera positiva del


estudio de Bark, a quien erige en voz de autoridad por su experiencia

n
Ibid, pp. 77-82.
100
Para más detalles: ROBLES MUÑOZ, Carlos, «El Protocolo hispano-alemán de
188b sobre las Carolina vías Palaos. El arbitraje de León XIII» en Missionalia Hispánica,
Madrid, año 43, n° 123 (1986), pp. 101-141.
101
Ibid., p. 305.

86
y su conocimiento de causa. Estos escritos políticos otorgaron a Bark
gran notoriedad entre el público alemán102, lo cual resulta poco sor-
prendente a tenor de la defensa que Bark realiza de la política de
Bismarck y de la raza alemana.

2. 4. La posición de Alemania en el mundo.

En 1890, Bark presenta sus conclusiones sobre la posición mun-


dial de Alemania y la misión de los alemanes en el extranjero en
Deutschlands Weltstellung und Stellung una Aufgabe del Deutschen
¡m Auslandes (Zurich, 1890). Bark justifica la objetividad de este tra-
bajo con los habituales argumentos sobre sus múltiples orígenes per-
sonales y su cosmopolitismo sin ataduras patrióticas. No obstante, sus
escritos revelan de nuevo su profunda admiración por Alemania y la
raza teutónica y profetizan los desenlaces de la historia del siglo XX.
En esta última publicación alemana, Bark traza la trayectoria política
de Bismarck e idealiza su política Imperialista como fundadora de la her-
mandad germana'03. El concepto de raza alemana se extiende a la comu-
nidad lingüística alemana suiza, austríaca, rumana y báltica. Alemania
debe crear lazos fraternales entre ellos y trabajar por sus comunes intere-
ses, sin olvidar su contribución al derrocamiento de las autarquías ruso-
balticas y polacas104. Esas relaciones se extenderán, según cree Bark ino-
centemente, a las demás naciones merced a la política diplomática y
colonial de Bismarck, creadora de la hegemonía mundial alemana.
Ahora bien, la lectura utópica y filantrópica que Bark realiza del
imperialismo alemán, como célula del cosmopolitismo, no encajaba
con la tendencia militarista y conservadora imperante en Alemania.
En opinión de Bark, toda preponderancia universal ha de fundamen-
tarse en el respeto y reconocimiento mundial como garantía de pro-
greso. Por dichos motivos, a nivel nacional, Bark rechazó la tutela que
Bismarck quiso ejercer, en particular, con las leyes de censura y el
Kulturkampf. A nivel internacional, Bark sentía inseguridad ante el
anunciado abandono del poder de Bismarck y las alianzas franco-
rusas en contra de Alemania105.
Como premisa del internacionalismo civilizador, Bark asocia he-
gemonía política, espiritual y cultural para erigir el imperialismo ale-

'V¿ Das Literarische Deutschland, Op. cit., p. 58.


103 Recordemos que desde 1864 hasta 1871, Bismarck había realizado la unión
alemana con las sucesivas guerras de los Ducados, contra Austria y Francia para la
anexión de Alsacia y Lorena. Con la Paz de Versalles, eM 8 de enero de 1871 se recono-
ció el Imperio Alemán.
'04 Deutschlands Weltstellung..., Op. cit., pp. 1-14.
]05
Ibid., pp. 5-8.

87
man en pionero de la construcción de la fraternidad universal106. El
renacimiento cultural del siglo XIX se produce en Alemania: Kant,
Schopenhauer, Hegel, Hyde, Goethe, Lessing, Heine... colmaron el
vacío en el que había caído Europa107. Bark atribuye a los alemanes en
el extranjero la misión de divulgar su especificidad psicológica y mo-
dificar la imagen distorsionada y mercantilizada ofrecida por la
diplomacia. Como corresponsal y director de Spanien, estima que la
prensa alemana en el extranjero otorga prestigio al germanismo. Cada
periódico es un precursor de la lengua, las costumbres y el espíritu
alemanes. Las bibliotecas y asociaciones ya estudiadas en la prensa
son de nuevo presentadas como órganos de sociabilidad internacio-
nal108.
Para que el cosmopolitismo encuentre su fundamento en la com-
prensión del individuo, la esencia nacional y aspiraciones de cada pue-
blo, Bark exige que los alemanes emigrados se adapten a las costum-
bres del pueblo que los recibe para favorecer las simpatías y evitar todo
conflicto entre los defensores de la «raza superior». Entre los países
anglosajones y germanos la tarea es más fácil por sus lazos de parentes-
co, compatibilidad de caracteres y comunión de intereses109. Tras esbo-
zar el mapa de afinidades germanas, Bark confía en que el derroca-
miento de las monarquías, la desaparición del militarismo y el triunfo
de las democracias favorezca las relaciones franco-rusas y alemanas.
Por último, Bark define los principios de una política mundial
moderna que Alemania arbitraría y encaminaría hacia la fraternidad
universal. Dichos principios, adaptables a cada nación, se sustentan
en el antimilitarismo y anticonservadurismo. Las huellas del Kulturkamp
aparecen indelebles en un Bark acérrimo enemigo del catolicismo, a
imagen del canciller alemán en su campaña de combate por la civili-
zación desde 1871 hasta 1878"°. La lucha religiosa interesa a Bark

lu
° Francia representa la arrogancia, superficialidad y decadencia y su símbolo
por excelencia es la monarquía de Luis XIV. La hegemonía artística italiana no está
acompañada de una política de talla. Sobre los ingleses pesa su materialismo mercan-
tilista. Los españoles viven anclados en un pasado civilizador que no han sabido actua-
lizar, Ibid, pp. 23-25.
u
Aunque no disfrutara todavía del reconocimiento de las naciones meridiona-
les dadas sus incompatibilidades psicológicas: la interioridad y espiritualidad eran, a
juicio de Bark percibidas como pedantería y severidad, Ibid., pp. 26-31 y 80-94.
108
Ibid, pp. 26-31 y 80-94.
109
/fa/c/, pp. 37-39.
La etapa de política anticatólica más violenta de Bismarck hasta 1878 coinci-
de con la época universitaria de Ernesto Bark, quien desde entonces atacará
inexpugnablemente al catolicismo, más por su poder político y social que por su filoso-
fía. Ibid., pp. 47-53.

88
por sus repercusiones sobre el carácter nacional, al ser planteada como
enfrentamiento de antagonismos reduccionistas, como opresión ro-
mana versus libertad protestante. La educación protestante de Bark se
trasluce en estas páginas en las que nos presenta «la fuerza libertadora»
de dicha religión y se opone a las restricciones que el catolicismo
impone en nombre de la dignidad humana. Su estudio se fundamenta
en el florecimiento de las comunidades alemanas protestantes instala-
das en España, sobre todo en Málaga, en donde se desarrollan campa-
ñas en contra del clericalismo en la enseñanza y la jurisdicción. Como
corresponsal, Bark rechaza el control exacerbado por parte de la cen-
sura clerical de todo tipo de documento español destinado a Alema-
nia. Bark exige la independencia de criterio de los corresponsales
encargados de suplantar el vasallaje francés en España por el «genio
alemán» 1 ". Los corresponsales alemanes son los responsables de in-
troducir ese «genio», profundo, honesto y riguroso moralmente, poco
compatible con la exhuberancia francesa. El reto para el alma alema-
na será, por consiguiente, el de rebelarse contra el culto a la voluptuo-
sidad y la sensualidad, la superficialidad y la vanidad francesas que
son mantenidas por esnobismo entre las clases aristócratas y la alta
burguesía europea.
El triunfo de la democracia internacional está en manos del pue-
blo alemán, quien tras los intentos fallidos de la Revolución francesa
de 1879 o de Washington y Francklin en Estados Unidos, es el único
que ha hablado de redención. Bark preconizará la reforma popular, la
aceptación de la república en oposición a la violencia revolucionaria.
Realizará la apología del socialismo alemán como nuevo exponente
de la celebridad germana. El futuro del germanismo está en los pue-
blos del Sur, en particular, en España e Italia. Son pueblos latinos que
complementan psicológicamente al alemán por su serenidad, joviali-
dad y espontaneidad. Denigrando al pueblo francés y su cultura mun-
dana, Bark descubrirá nuevos horizontes cosmopolitas a través de las
alianzas hispano-germanas112.
En resumidas cuentas, a través de las páginas de Deutschlands
Weltstellung und Stellung una Aufgabe del Deutschen ¡m Auslande,

' ' ' Los franceses son conscientes, según Bark, de la falta de originalidad creadora,
de su decadencia cultural, cuyo reflejo más inmediato es la vida depravada de la capi-
tal de la latinidad, París. Reaccionario, Bark construye una imagen destructiva de la
capital francesa: lugar de perdición, materialismo corrompido, una moderna Babel y
«templo de Venus del mundo civilizado» que ejerce una atracción irresistible en todos
los pueblos del universo. París ya no es la capital del ser poético y creador ya que en
ella dominan la crítica negativa y la ironía. Ambas ejercen influencias nefastas sobre los
seres que no salvaguardan su independencia espiritual y llevan una existencia munda-
na y superficial, regida por intereses pecuniarios y placenteros, Ibid., pp. 69-74,
1]2
Ibid, pp. 73-91.

89
Ernesto Bark analiza la posición hegemónica alemana en el mundo a
finales del siglo XIX. Las huellas de su espíritu nacionalista se traslucen
a lo largo de estos capítulos. Desde la supremacía germana, sus relacio-
nes internacionales y sus conflictos nacionales, hemos ido descubrien-
do la noción que Bark tenía de la hegemonía imperial política y cultural
como bases para el desarrollo del cosmopolitismo y la fraternidad uni-
versal que más tarde irá perfilando. Igualmente, hemos descubierto su
pangermanismo, el cual será utilizado posteriormente como filtro de
lectura y análisis de la problemática española decimonónica.

3. Un ejercicio transcultural: la traducción.

Las inquietudes intemacionalistas de Bark se materializan en el


intercambio cultural, a través de la edición y venta de todo tipo de
textos y la creación de bibliotecas. Asimismo, Bark actúa como agen-
te en la transmisión cultural mediante el ejercicio de la traducción.
Disfrutó de un gran renombre como traductor de novelas y otros li-
bros españoles y alemanes. A parte del ejercicio lingüístico que no
hemos estudiado, llama la atención el hincapié puesto por Bark en la
transculturalización. Solía acompañar sus traducciones de prólogos y
notas explicativas para contextualizar las novelas y favorecer una com-
prensión profunda de los textos. Entre ellas destacan las novelas Ri-
cardo de Emilio Castelar, ElCuraUide Eduardo López Bago, El capitán
veneno y El fin de Norma de Pedro A. de Alarcón y las novelas más
célebres de Benito Pérez Caldos. Del alemán al español tradujo las
novelas El redactor de I. V. Widmann y ¿05 señores de Bewerde Paul
Lindau, publicadas en la Biblioteca de la Spanisch-Deutsche Revue.
Valga como anécdota los esfuerzos de Bark para publicar esta última
novela. Cuando terminó su traducción no disponía de suficientes
medios para publicarla por lo que solicitó ayuda a la Embajada, que
de manera muy vulgar le negó su participación. La decepción de Bark
fue muy grande puesto que consideraba la edición de esta obra como
una misión patriótica para la propaganda del alma germana" 4 .
El único documento de Bark encontrado sobre literatura española,
destinado a un público alemán es, precisamente, el prólogo a su tra-
ducción de El Cura. En él contextualiza dicha novela esbozando el
panorama de la literatura española contemporánea y aplaude la con-
solidación de este género como transmisor ele las ¡deas modernas des-
de 1868. Deposita sus esperanzas de cambio social en Pérez Galdós y

1} 3
LÓPEZ BAGO, Eduardo, Der Cólibat, Traducido por Ernest Bark, Bd. 1, Hacen
1886.
114
Deutschlands Weltstellung..., Op. cil., p. 83.

90
lo ensalza como mejor representante de la novela de tesis, si bien
Bark pone de relieve que:
«Nuevas fuerzas de talento menor se han sucedido hasta estas
novelas de tesis. Igual que Francia desde Flaubert, Zoia, Goncourt,
el Naturalismo continua en España con Eduardo López Bago cuya
misión es parecida a la de sus maestros franceses...»ns

Efectivamente, López Bago convirtió la cuestión social en el tema


principal de su creación artística. En El Cura aborda un análisis de la
prostitución. Su impacto social es equiparable al de las obras zolescas
en Francia. Despertó la curiosidad hasta de las élites, que «lo han
leído con celo, incluso sin que lo sepan sus confesores». En esta sinté-
tica y parcial introducción, Bark resalta las dificultades de los jóvenes
representantes del Naturalismo social proscritos por las autoridades
literarias de entonces. En esta introducción, el Naturalismo social es
izado como bandera anticonformista; es una proclama de rebeldía
política y artística en lugar de un asentado pensamiento estético. Así
lo demuestran las palabras finales de Bark tan moralizadoras como las
de los literatos censurados: «ni que decir tiene que el tema de sus
novelases poco conveniente a las jóvenes vírgenes [...] pero, el lector
que quiera divertirse en su lectura, seguirá al autor con gran interés»"6.
En esta primera parte dedicada al examen de los antecedentes
internacionalistas de Bark, presentes fundamentalmente en sus textos
alemanes iniciales, ya se recogen algunas de sus ideas esenciales so-
bre el cosmopolitismo e imperialismo humanista. La prensa, el folle-
to, el libro de viajes y la traducción, cualquier texto impreso será uti-
lizado por Bark no sólo con fines proselitistas, sino también para crear
una gran internacional fraternal y solidaria de todos los pueblos de la
Humanidad.

B. La República Social, un nuevo modelo para la universalidad

Tras una juventud en contacto con el nihilismo libertario y compro-


metida en la lucha política en el federalismo báltico, Ernesto Bark po-
seía suficiente experiencia y formación políticas para adaptarse al agi-
tado mundo español. Si bien inicialmente, Bark había decidido vivir
temporalmente en España, los lazos familiares determinaron su perma-
nencia hasta su muerte. Como español adoptivo mostró una honda pre-
ocupación por España, estudió la problemática nacional, divulgó la
buena nueva social en la prensa, los libros y pequeños círculos políti-
cos radicales e hizo prueba de gran dominio de la lengua castellana.

1 b
' Der Cólibat, Op. cit., p. 1.
116
/ W d , p. 2.

91
El pensamiento de Bark quedó determinado por sus estudios en
Alemania, en plena eclosión del nacionalismo imperialista, las cam-
pañas del Kulturkampfy las represiones socialistas; así como por el
auge de las nuevas ciencias, como la sociología, la estadística y la
psicología de las naciones. Sin embargo, evolucionaría hacia posturas
más humanistas y científicas de tendencia francesa, por ello, sus pu-
blicaciones encontrarían un contexto idóneo de aplicación en el tu-
multuoso y desorientado ambiente español de fines del siglo pasado.
Animado por su espíritu cosmopolita y el deseo de construir una
gran internacional, Bark quiso perfilar un modelo político moderno y
universal, la República Social, para cuya consecución tomó a España
como espacio ideal antes de extrapolarlo al resto del mundo. Bark
examinó la situación de la nación española en todos sus ámbitos:
política, economía, sociología, cultura, literatura y ética. Dadas las
imbricaciones entre las diversas cuestiones examinadas por nuestro
autor y su exposición dispersa en libros y folletos, organizaremos el
estudio de la República Social de la Modernidad estableciendo una
taxonomía temática. Creemos que sólo a través de ella podremos ob-
tener una visión de conjunto del amplio elenco de elementos recogi-
dos por Bark como bases constituyentes de este proyecto universal.

7. Ciencia y sociología en la modernidad política.

A mitad del siglo XIX, las corrientes materialistas confiaban en las


leyes de la ciencia y la razón como únicas vías de progreso. La meto-
dología positiva basada en la observación y en la experimentación se
implantó en todos los órdenes del saber humano. Augusto Comte aplicó
los métodos matemáticos y la experimentación a los fenómenos so-
ciales y políticos para determinar las leyes que rigen el desarrollo y la
estructura de las sociedades. Así se instituyó una nueva ciencia, la
Física Social, encaminada a racionalizar la nueva ordenación social.
Más tarde se la denominó Sociología117.
El impacto de la biología y la sociología condujo a una revisión de
la posición del hombre en la naturaleza, la sociedad y, por extensión,
en las relaciones políticas118. La aplicación práctica de las teorías so-
ciológicas al plano social culminó con una nueva ciencia que Comte
construyó bajo el nombre de Política Social (Systéme de politique

17
NUÑEZ Diego, La mentalidad positiva en España, Madrid, Túcar Ediciones,
1975, p. 69; FERRAROTI, Franco, Pensamiento sociológico, de Augusto Comte a Marx
Horkleimer, Barcelona, Ed. Península, 1973. pp. 11-24 y 31-58.
'" Bark hace abstracción del estado de la cuestión en España. Sobre el transfor-
mismo evolucionista v su recepción en España: NUÑEZ, Diego, Darwin en España,
Madrid, Ed. Castalia, 1969.

92
positive, 1852-1854), cuya finalidad era la de organizar los órdenes
político, económico y social a tenor de la praxis científica racionalis-
ta. Esta nueva ciencia impuso el examen de los sistemas políticos de
gobierno e influenció sobre las nuevas ideologías políticas, como se
traslucirá en la Política Social de Bark.

/. 1. La construcción de la Política Social de Bark.

Marcado por el proselitismo de Bakounin y las lecturas sociológi-


cas y evolucionistas, sobre todo de Augusto Comte y Herbert Spencer
confluyentes con el auge del neokantismo"9, Ernesto Bark considera-
ba un deber altruista el comprometer su vida con la idea del progreso
transformista. Por ello, se afanaría toda su existencia en divulgar las
bases para el nuevo orden científico mundial, organizado a imagen
de la Política Social de Comte. La importancia de esta ciencia radica-
ba en la definición de las constantes de los fenómenos sociales. A
partir de los datos obtenidos en el estudio de la consecución de cada
evento, se podían asentar conceptos objetivos, aplicables a través de
leyes científicas que estipularían la reorganización científica de la so-
ciedad -y por ello infalible, a juicio de Bark-, para alcanzar los valo-
res de justicia, igualdad y libertad. En un entorno socialista y
regeneracionista, la Política Social se pretendería una teoría científica
de la sociedad alternativa al sistema capitalista vigente.
En lugar de crear una teoría científica original sobre la sociedad, el
trabajo de Bark, ante todo propagandista, sintetizaba diversas corrien-
tes sociológicas salvaguardando un supuesto carácter científico, lo
cual resultaba imprescindible, puesto que definía la Política Social
como una ciencia independiente: «la aplicación de la sociología a la
política en general y al estado presente del desarrollo de la humani-
dad en particular»'20. La Política Social es una ciencia moral que coor-
dina las relaciones sociales y económicas con el desarrollo moral e
intelectual. La ordenación científica de la sociedad y la regeneración
moral confluirían de esta manera en la reforma social de España.
Pese a la adhesión de Ernesto Bark al comtismo, su ideología mo-
derada le distanciará respecto de la negación de Comte de las tradi-
ciones y los valores del pasado, los cuales reverenciaba Bark dada su

' '" Bark también integrará a Letourneau, Mili Wundt, Dürkheim y Littré. Su cali-
dad y reconocimiento internacional como pensadores contemporáneos y partícipes el
desarrollo de las nuevas ciencias sociales y políticas, requerían una cita, un breve resu-
men, un consejo bibliográfico por parte de nuestro autor.
12(
^BARK, Ernesto, El Internacionalismo, Madrid, Biblioteca Germinal, Impr.
Fortanet, 1900, p.7 v Modernismo, Madrid, Biblioteca Germinal, Impr. Pérez y Compa-
ñía, 1901, p. 81.

93
educación histórica idealista alemana. Como describíamos en el ca-
pítulo anterior, valores y tradiciones resumen la idiosincrasia del alma
nacional y son referentes configuradores el presente. En otra direc-
ción, Bark negaba el carácter absoluto del determinismo y fatalismo
evolucionistas, ya que la intervención del hombre podía modificar el
contexto y el curso de los acontecimientos. En el ámbito de las tácti-
cas políticas, Bark estaba convencido de que la capacidad
transformadora del hombre se impondría sobre toda manifestación
revolucionaria. Reformismo y revisionismo eran sus soluciones políti-
cas preferidas por su carácter pacífico y moderado. Orden y progreso
eran las consignas que Bark adoptó de Comte para indicar los derrote-
ros de la regeneración en los albores del siglo XX'21, Bark encontró las
bases de su reformismo social en los elementos del pensamiento de
Emile Durkheim 1 2 2 : la voluntad de atraer al proletariado al
Republicanismo, la legislación obrera, el espíritu solidario, la integra-
ción del individuo en la sociedad mediante la división del trabajo y
también el derecho, la familia, la mujer, la escuela, la religión, la moral
social y el método sociológico estadístico para llegar a fines útiles123.
Numerosos son las páginas y esfuerzos de Bark consagrados a es-
tos ideales sociológicos. Obtenemos la visión más completa en su
compendio titulado Política Social (1900-1907) a imagen del texto
comtiano. En él, Bark pretende estructurar un sistema filosófico-social
completo. El resultado es una serie de «soluciones positivas de la so-
ciología contemporánea en seis tomos» en los que conjuga el análisis
de problemas económicos, políticos, religiosos, morales, pedagógi-
cos, jurídicos, filosóficos y estéticos. Utilizaba todas estas ciencias sin
«pretender abarcar ninguna de ellas por completo ni tampoco preten-
de abarcar toda la sociología». Deseaba proporcionar los resultados
obtenidos por aquellas ramas del saber, «indicando el camino y los
medios por los cuales podrá España cumplir su misión histórica»124.
Por ello, Bark focalizó Política Social en el estudio sociológico de
España. Empero, proponía soluciones universalistas -leyes científicas
infalibles- aplicables no sólo a los distintos países europeos, sino a
toda la humanidad. Los últimos títulos de estas obras fueron los s¡-

'2' BARK. Ernesto, El Socialismo Positivo, Madrid, Biblioteca Germinal, Librería


de Valero Díaz, 1902, pp. 30-31.
' " Emile Durkheim escribía en la Revue francaise deSociologieque Bark mane-
jaba como fuente. Bark cita frecuentemente a Durkheim, André Fouillé, Paul Boilley...
Bark colaboraba en la revista de sociología El Pandemónium (1901) de Reus.
12
3 El Socialismo Positivo, Op. cit., p. 33; y DURKHEIM, Emile, De la división du
travail social (1893), París, PUF, 1973; ¿es regles de la méthode sociologique (1895),
Paris, PUF, 1983.
' ^ 4 Modernismo, Op. cit., p. 81

94
guientes: El Internacionalismo (Madr¡d,1900) define las tendencias
cosmopolitas y las influencias internacionales de las naciones; El So-
cialismo Positivo (Madrid, 1901) formula el credo positivo del socia-
lismo y estudia la cuestión social en España; La República Social (Ma-
drid, 1902) perfila los movimientos sociales, sobre todo alemanes y
franceses, y analiza la huelga general como estrategia de lucha; Esta-
dística Social (Barcelona, 1903) presenta esta ciencia para el estudio
práctico de los hechos sociales; La Revolución y el arte [s.d.] y Filoso-
fía del placer (Madrid, 1907) proponen un sistema filosófico y estético
adaptado a la epistemología y ontología social.
La aplicación de la metodología positiva a la Política Social se
concretiza, en la descripción de las corrientes universales dominantes
y en el estudio de casos de reforma, lo cual constituía el objetivo
fundamental de la Estadística Social. Merced a sus conclusiones, los
hombres de Estado dispondrían de información científica para progra-
mar las reformas125. En suma, la Política Social describe una perspec-
tiva sociológica de los elementos fundamentales de la sociedad en
vistas a la consecución de un modelo social cosmopolita. La actuali-
dad con la que Bark concibe su enciclopédico estudio se debe a su
carácter de «evangelio»:
«[...] indispensable para toda persona culta, deseosa de diri-
gir su vida conscientemente, según principios científicos. Sustitu-
ye realmente lo que antes se buscaba en la filosofía, una norma de
la vida y una base segura para resistir a los embates de la duda en
medio de las encontradas corrientes que se combaten en la actua-
lidad»126.

I, 2. Psicología de las naciones, ciencia auxiliar de la Política Social.

A finales del XIX aparecieron nuevas ciencias y conceptos deriva-


dos de la sociología y de la aplicación de las teorías biológicas que
dominaron el mundo intelectual y cultural. Si bien la psicología fue
descartada de los sociólogos dado su carácter espiritual, Ernesto Bark
se interesará en su aplicación social en tanto que Psicología de las
Naciones y auxiliar de la Política Social.
La Psicología de las Naciones fascinó a Bark durante sus estudios
en la cátedra de los profesores Lazarus y Steinhal en Leipzig. Su obje-
tivo era definir los factores determinantes de los caracteres de los pue-
blos y su influencia en todos los órdenes de la existencia, según pudi-

' • " BARK, Ernesto, Estadística Social, Barcelona, M. Zorio, Lezcano y Compañía,
1903, p. 28.
'2° El Internacionalismo, Op. cit., p. 7.

95
mos observar ya en el capítulo anterior. La Psicología de las Naciones
era una ciencia básica para la Política Social porque analizaba la ade-
cuación de las reformas en cada país y anunciaba los derroteros de la
política internacional. Cuando estudia la incidencia del evolucionis-
mo darwinista en la economía y política mundiales, Bark considera el
espíritu competitivo, la exacerbación nacionalista y la carrera impe-
rialista como realidades naturales. Conocidas sus predisposiciones
pangermanistas, la obra de Chamberlain'27 influiría en su aceptación
del imperialismo como necesidad vital, según confirmará el estudio
de las tendencias internacionales.
Los conocimientos aportados por la Psicología de las Naciones
complementaban los presupuestos biológicos aplicados a las teorías
políticas y sociales. Aunque se creía que por ello serían teorías cientí-
ficas, racionalmente arquitrabadas e infalibles. En realidad, todas aca-
baron incurriendo en cierta tendenciosidad. Al definir cualquier
constructo político, sociológico, psicológico o cualquier praxis refor-
mista se parangonó la crisis de la civilización occidental con la dege-
neración de las razas y de las naciones de acuerdo con los principios
de la selección natural. Fruto de esta exacerbación darwinista se en-
gendrarían los primeros síntomas de racismo y la exaltación nitzscheana
del superhombre y la super-raza128. En aquellos años de creciente im-
perialismo colonialista, estos serían temas centrales en la Psicología
de las Naciones. A pesar de ello, esta disciplina no conoció un gran
desarrollo. Sus investigaciones requerían años de preparación, viajes
costosísimos y el dominio de varios idiomas para penetrar en el espí-
ritu y las aspiraciones de los pueblos. Por otra parte, Bark ponderaba
la contribución de los emigrantes políticos a las relaciones internacio-
nales. Su obligada biculturalidad era fuente de riqueza para la Psico-
logía de las Naciones, tanto por el esfuerzo para integrarse en culturas
extrañas, como por los valores importados a sus países de origen129.
En definitiva, desde el simple contacto personal hasta el estudio cien-
tífico, el conocimiento de países extranjeros sirve, a juicio de Bark,
para elevar el espíritu, enriquecer los conocimientos humanos e in-
fluir positivamente en diplomacia y política exterior.

• " Su obra The foundations of the Nineteenth Century (1899) tuvo gran acogida
en Alemania al estrechar conceptos tales como racismo e imperialismo desde un punto
de vista social-darwinista. Consúltese: NUÑEZ, D., El darwinismo en España, Op. cit.,
p. 49.
- ° Sobre la influencia de Nieztsche en España: SOBEjANO, Gonzalo, Nieztsche
en España, Madrid, Ed. Credos, 1967.
'¿" El Internacionalismo, Op. cit., p. 78.
Filosofía del placer, Madrid, Biblioteca Germinal, 1907, pp. 59-60.

96
/. 3. Socialismo Positivo.

La aplicación del Positivismo científico a las ciencias sociales orien-


tó la reformulación de conceptos políticos. En la Política Social de
Ernesto Bark, el socialismo adquirió nuevas dimensiones sociológicas
y un nuevo membrete: Socialismo Positivo. Por ser el referente básico
de su obra.
Bark utiliza con cierta imprecisión los términos social y socialis-
mo, lo cual puede inducir a confusiones conceptuales. No se trata de
un error lingüístico cometido por su extranjería, mas el reflejo de un
uso frecuente en la época que no se adecúa a la lectura actual de tales
membretes. Ernesto Bark utiliza los términos social y socialismo como
derivados léxicos y conceptuales del término genérico de social, «re-
lativo a la sociedad»*30 y objeto de estudio de la sociología. Sin em-
bargo, encontramos una segunda acepción, derivada de su homóni-
mo socialismo, en el sentido político primigenio del término, es decir,
aglutinador de todas las tendencias políticas socializantes, histórica-
mente confundidas en el socialismo primitivo, más o menos defenso-
ras del colectivismo y estatalismo. La confusión entre «lo social» en
sociología y socialismo no es particular de Bark. Se trata de un fenó-
meno de finales del siglo XIX, causado por el nacimiento del concep-
to de escuela sociológica bajo «una confusa identificación del socia-
lismo de Saint-Simón (más nominal que real, como mostraron sus dis-
cípulos) y, sobre todo, de Fourier... así como de Ovven, con la socio-
logía de Comte que no tenía nada de socialista»*". De hecho, Bark
deseará acuñar el término Socialismo Positivo sin comulgar con el
estatalismo ni el comunismo libertario y situándolo dentro del
Republicanismo progresista o radical.
El concepto de Socialismo Positivo no fue utilizado por Bark hasta
la publicación de sus textos ideológicos en Germinal en 1897, al in-
tentar establecer las bases de su Política Social, inspirándose en los
modelos del socialismo científico tan de moda en Europa (Spencer,
Owen, Proudhon, Lotti, Ferri, Loria...). En sus escritos anteriores ha-
blaba de socialismo reformista o evolucionista.
A partir de la Sociología Internacional y la Psicología de las Na-
ciones, Bark definió el Socialismo Positivo como un evangelio social
adaptado a cada nación según su idiosincrasia, su estado político y
aspiraciones internacionales. O sea, un socialismo desprovisto de toda

'•>" Diccionario de la lengua española, RAE, 21 a ed., Madrid, Ed. Espasa Calpe,
1992, p. 1894.
131
ARANGUREN, José Luis, Moral y Sociedad, Madrid, Taurus, 1982, pp. 121-
122.

97
conceptualización ideológica y que tan sólo define las bases mínimas
aplicables en cada contexto particular. De acuerdo con esta concep-
ción laxa del Socialismo, nuestro autor insiste en aclarar que su:
«[...] Socialismo positivo no tiene recetas, panaceas aplica-
bles igualmente para todos los países y para todas las épocas. Es-
tudia cada caso por sí y en el conjunto de la política social y sólo
puede indicar por dónde hay que dirigir los esfuerzos»132.

A juicio de Bark, el éxito de la política moderna no reside en el


cumplimiento ciego de un modelo político socialista abstracto. Al
contrario, la política contemporánea ha de elaborar un concepto per-
sonal de socialismo, en el cual participará la «psicología socialista»,
es decir, una teoría social construida sobre las conclusiones científi-
cas que resultan del estudio sociológico, estadístico y psicológico de
una nación'". En consonancia con ello, el Socialismo Positivo es una
doctrina política integradora puesto que aplica el sentido histórico e
idiosincrásico a las proposiciones de la Política Social - o psicología
socialista particular a cada nación134. En estas páginas, tan eclécticas
como vagas, resulta casi imposible precisar en qué consistía ese So-
cialismo Positivo del que Bark hablaba constantemente. Para su defi-
nición, no aportará nuevos principios doctrinales originales. Al con-
trario, perfilará progresivamente su concepto a partir de la crítica de
las tendencias socializantes de la época y de la proposición de solu-
ciones doctrinales alternativas. Como punto de partida, analiza las
tácticas de las diferentes escuelas societarias y su alcance en política;
esboza los principios y la evolución de cada tendencia en Inglaterra,
Francia y Alemania; revisa las escuelas socialistas metafísicas autori-
tarias y libertarias135, matiza las divergencias entre ellas gracias a la
síntesis de los principios fundamentales de cada una, principios que
después recogerá para su Socialismo Positivo con el fin de crear una
gran bandera progresista. De acuerdo con el carácter idiosincrásico
que otorga al Socialismo Positivo, dicha síntesis será adaptada al caso
español como perfilaremos a lo largo de este capítulo. En general,
podemos avanzar que del Socialismo marxista recoge la revolución

• " Socialismo Positivo, Op. cit., p. 32.


' • " BARK, Ernesto, Revolución Social, Madrid, Biblioteca Germinal, Librería de
Valero Díaz, 1902, p. 7.
134
Estadística Social, Op. cit, p. 28.
' • " En primer lugar realiza en Socialismo Positivo un resumen tradicional de la
historia del socialismo, anarquismo y de las Internacionales. Puesto que no añaden
ninguna información o crítica relevante para el conocimiento de su Política Social
omitimos cualquier recensión de estas digresiones historicistas, que, nada nuevo aña-
den para la definición del Socialismo Positivo.

98
económica como base para la transformación social, el colectivismo,
la redistribución de la propiedad y las riquezas, y la abolición del
salario con limitaciones moderadoras que imposibiliten el autoritaris-
mo del Estado. Por otra parte, negará categóricamente la lucha de
clases y la dictadura del proletariado, demasiado estrechas para una
revolución en donde toda la sociedad ha de sentirse partícipe. Una
vez perfilados los principios doctrinarios, Bark complementa el cor-
pus ideológico de su Socialismo Positivo con la filosofía e ideología
del libertarismo anarquista que satisfaciesen las innegables facetas
espirituales de todo ser humano y la afirmación de la libertad espiri-
tual que el marxismo negaba. Inspirado en el anarquismo francés, y
en particular, de José Proudhon, Bark articula el nuevo orden social
en torno a filosofía del placer individual y social, o sea, la satisfacción
de las necesidades para alcanzar el bienestar, primero individual y,
por aplicación de la nueva religión de la solidaridad y el altruismo,
con la humanidad universal.
El sistema de gobierno propuesto por ei Socialismo Positivo es la
República Social. Con este término Bark pretende, en primer lugar,
actualizar el concepto de República, comúnmente identificado con la
Revolución francesa de 1 789. En segundo lugar, desea superar la idea
de República asociada al modelo político de los Estados Unidos, des-
acreditado por su plutocracia'36. La República Social sintetiza el lema
de las aspiraciones populares de reorganización social en la que par-
ticipan tocias las corrientes socialistas. Supone Bark que todos auna-
rán sus fuerzas para la consacración de la República cuya defensa se
cifra, con poca originalidad, en:
«[...] santificar la propiedad, garantizar a cada uno el fruto
legítimo de su trabajo que le roban los patronos, agiotistas, caci-
ques y reyes del oro con el consentimiento de los gobiernos y con
su manifiesta complicidad»'37.

Como testimonia esta cita, Bark no propone un modelo de gobier-


no original, sino uno estructurado como conciliador de las tendencias
socialistas. Por ende, se presenta como un modelo alternativo cuya
construcción nace de la crítica destructiva del sistema vigente. Será
un nuevo régimen pretendidamente más justo e igualitario, más res-
petuoso de las libertades individuales, pero construido en parte sobre
los mismos pilares del que pretendía derrocar.

1 36 Revolución Social, Op. cit., p. 9.


137
/b/c/., p. 7.

99
Observemos únicamente el principio doctrinal básico de todas las
tendencias socialistas, es decir, el problema de la redistribución de la
riqueza y la propiedad. A saber, la colectivización de la propiedad
asociada al respeto de la propiedad individual, fruto del esfuerzo y
del trabajo personal. Como novedad de la República Social, la rique-
za deja de ser un estigma de infamia, porque «ya no habrá riquezas
escandalosamente adquiridas que deshonran a todos los que poseen
algo», sin que ello implique la negación del derecho a la propiedad y
al usufructo como preconizaban las escuelas marxistas. La Revolu-
ción Social reorganizará la sociedad con la colectivización parcial de
las riquezas y la tierra. En su centro sitúa Barkal Ministerio de Trabajo,
el cual trabajará con datos científicos y estadísticos para evitar los
fraudes originados por intereses personalistas. La amplitud de esos
objetivos requiere la transformación del orden social en dos etapas:
en un principio, la sociedad ha de ser únicamente colectivista y ha de
educar a los pueblos durantes varias generaciones en este sistema de
gobierno. En un segundo tiempo, se trabajaría en aras de un mayor
altruismo, que no llega a especificar. En la ideología ácrata este al-
truismo equivalía a la ausencia de autoridad y el espontáneísimo del
pueblo. Estos utópicos objetivos no podían configurar una sólida rea-
lidad si la República Social se limitaba a un ámbito nacional aislado.
En consecuencia, Bark profesa por el universalismo de la República
Social, confiando en el progreso continuo del sueño libertario y la
transformación de toda la humanidad.

2. Los actores del poder internacional.

Con El Internacionalismo, inicia Bark la configuración de las bases


sociológicas de su Política Social cuya originalidad reside en su carác-
ter cosmopolita. Es la primera síntesis sociológica basada en el conoci-
miento exhaustivo de la bibliografía internacional138. Las perpectivas
universalistas de la nueva ordenación científica de la civilización exi-
gían el estudio de las corrientes del poder internacional. Emulando las
leyes evolucionistas de Darvvin, estas dominantes regían todas las es-
tructuras de la civilización y determinaban el devenir histórico.
En el marco occidental coetáneo, Bark denominó Internacionales
a los principales actores o corrientes del poder. Se resumen simbóli-
camente en tres: la Internacional Negra o religioso-clerical, la Interna-
cional del Oro o capitalista y la Internacional Roja o democrático-
radical. Las dos primeras son fuerzas corruptoras que controlan la vida
económica y financiera del universo. La tercera, la Internacional Roja,

El Internacionalismo, Op. cit., pp. 4-6.

100
representa la promesa del futuro de los movimientos socialistas mun-
diales. El estudio de estas corrientes se impone como requisito para
toda Política Social pues, según confirma Bark, «sin comprender el
papel que estas fuerzas ejercen y los medios de que se valen para
conservar y aumentar su poderío, no se comprende absolutamente
nada de los verdaderos móviles de la política interior de los países, ni
menos aún de la política internacional contemporánea»'"9.
En primer lugar, la Internacional Negra es una red infiltrada en los
poderes estatales para controlar especialmente a los gobiernos orto-
doxos y sus pueblos. En nombre de la ciencia sociológica, Bark no
ataca a! catolicismo ético sino al social. Considera que el poder polí-
tico y económico del Vaticano es «un veneno corrosivo que destruye
los países donde domina»140. El origen del Internacionalismo Negro
está relacionado con la tradición imperialista de la Iglesia Católica.
Evangelización y hegemonía internacional caminan a la par en Occi-
dente, por lo que resulta una fuerza corruptora amenazante en la futu-
ra Política Social.
En los últimos treinta años, Bark observa que las fuerzas de la In-
ternacional Negra habían menguado por las derrotas en lugares que
el Vaticano utilizaba como baluartes: con Garibladi en Italia en 1860,
en la guerra franco-prusa de 1870 y con las pérdidas coloniales espa-
ñolas de 1898. Las aspiraciones cosmopolitas del catolicismo entrete-
jidas por la «invisible red coercitiva» de la Iglesia, fueron así desen-
mascaradas. Adaptándose a los nuevos tiempos los jesuítas inventa-
ron la falacia del Socialismo católico y fundaron asociaciones y parti-
dos obreros católicos. El medio más eficaz para vencer las fuerzas
oscuras de esta Internacional Negra era, en opinión de Bark, la afir-
mación universal de la libertad en todos los órdenes de la existencia:
«libertad de conciencia, libertad política y libre organización de aba-
jo arriba en unidades libres quedará en ley suprema de los impulsos
de la conciencia»141. Libertad que permitía la práctica religiosa inhe-
rente a la necesidad especulativa del hombre, que él intentará dirigir
hacia la moral social y la filosofía del placer. En otro sentido, su recha-
zo de la institución clerical, y en concreto hacia el Vaticano, queda
confirmado al subrayar las concomitancias entre el comunismo y el
esplritualismo católico en torno a la figura de Jesús, los evangelios y el
sentido colectivista de las primeras comunidades religiosas142.

1
• iy Estadística Social, Op. cit., p. 23 I.
140 £/ Internacionalismo, Op. cit., pp. 9-10.
141
Ibid., pp.6-20.
]42
lbid., pp. 12-13.

101
En segundo lugar, la Internacional del Oro es engendrada por la
ambición y la avaricia de las monarquías. Ambas se manifiestan en
una serie de violencias para la apropiación de riquezas y ostentación
del poder económico. La banca y el comercio reúnen a estos inmen-
sos pólipos «extendiendo sus tentáculos hasta las más recónditas al-
deas, llevándose el jugo y el sudor de la humanidad entera en forma
de oro y plata». Los judíos, «instigadores de guerras especuladoras,
subvencionadores de deudas públicas y dueños de los mercados mun-
diales», son aceradamente criticados por Bark contraponiendo argu-
mentos sociales sobre la miseria de las clases deheredadas. El comer-
cio en lugar de ser catalizador económico se reduce a mero instru-
mento de poder1437. El colonialismo, encabezado por Inglaterra, es
otro peligroso partícipe en la Internacional del Oro. Los juicios de
Bark son partidistas pues silencia la hegemonía alemana que secun-
daba mercantilmente a la inglesa'44. Entre otras acusaciones, Bark le
hace responsable del empobrecimiento del fellah egipcio y el musihk
ruso y de las epidemias de hambre en la India. España también fue
una de las víctimas de los trusts azucareros145. El feudalismo pervive
con estos nuevos reyes, «cuyo oro deslumbra con más intensidad que
los enmohecidos escudos de la aristocracia»146. Bark denuncia su con-
servadurismo extremista, así como sus alianzas con la Internacional
Negra y las monarquías para preservar sus intereses y boicotear la
Revolución Social. Ante el poderoso bloque formado por las Interna-
cionales Negra y del Oro, tan sólo la tercera Internacional, la Roja,
poseerá la fuerza suficiente para luchar contra estos «pólipos socia-
les» implantados en cada nación. Nuestro autor se propondrá contri-
buir a esta ingente labor desde sus humildes textos propagandísticos.
La Internacional Roja estaba desarrollando desde mediados del
siglo XIX un nuevo lazo mundial, la «Internacional de la Democracia,
Fraternidad, Justicia, Solidaridad y Libertad». Exactamente, sus oríge-
nes se ubican en Londres en el Congreso celebrado porTolaine, Engels
y Marx en 1864, quienes se erigen en modernos actores del poder al
frente de esta dominante internacional humanitaria147. Para compren-
der el alcance del Internacionalismo Rojo, «inteligencia colectiva de
las masas», Bark reconstruye la historia del Socialismo; desde el in-
dustrialismo anglosajón, el cooperativismo de Roberto Owen, la eco-

l4J
Estadística Social, Op. cit, p. 233
44
Socialismo Positivo, Op. cit., p. 8 y Filosofía del placer, Op.cit., pp. 33-34.
145
Estadística Social, Op. cit., pp. 234, 302-303.
146
Revolución Social, Op. cit., pp. 6-7 y Estadística Social, Ibid., pp. 235-240
260-263.
147
Revolución Social, Op. cit., pp. 10-11.

102
nomía política deAdam Smith y Carlos Fourier, el socialismo metafísi-
co de Saint-Simón y Pierre Leroux; hasta la expansión de las escuelas
socialistas de Carlos Marx, Pedro José Proudhon y Miguel Bakounin.
Todos contribuyeron a minar el espejismo capitalista denunciando la
distribución injusta de la propiedad y la dependencia esclava del sala-
rio. Las perpectivas de futuro del Internacionalismo Rojo para la con-
quista del poder se basan en la reforma socialista a la que Bark desea
conferir un carácter integrador para no incurrir en sectarismos de es-
cuela. Este movimiento ha de ser entendido como una corriente civi-
lizadora para la divulgación del nuevo Evangelio Social. Esta lectura
utópica de Bark de la Internacional nunca se convirtió en realidad. A
pesar de una comunión inicial de objetivos, las divergencias en estra-
tegia política entre libertarios y marxistas se acentuaron hasta la esci-
sión de la Internacional Roja y su ruptura en el Congreso de la Haya
de 1872. A la praxis evolutiva de Marx se opuso la revolucionaria ele
Bakounin, y a la organización centralista-autoritaria de los primeros,
la organización federal-libertaria de los segundos. Entre los reproches
de Bark al socialismo marxista destacan las acusaciones a sus jefatu-
ras vitalicias y unipersonales, que crean una clase de privilegiados
sostenidos por los obreros que «viven de igual manera que los sacer-
dotes, del altar». Constituyen una nueva jerarquía reaccionaria que
utilizan las masas obreras como «instrumento involuntario de maqui-
naciones reprobables». Si bien estas críticas se dirigen a Carlos Marx,
las descubriremos de nuevo en el contexto español, achacando el
mismo carácter autoritario a Pablo Iglesias y demás líderes socialistas.
De lucha internacional, el Socialismo se redujo a combates nacio-
nales aislados, limitados a la prensa. Como colofón, Bark propugna la
consolidación de una Internacional Roja donde intelectuales y prole-
tarios colaboren inspirándose, afirma Bark, en el «aliento vivificador
de la libertad». Libertad, insiste, «de conciencia, política y
organizativa». Soñador, Bark veía como «la explotación dominante»
se transmutaría en «fraternidad» merced al Socialismo Positivo Inter-
nacional. La Política Social atendería los problemas coloniales bajo el
«signo civilizador de la solidaridad por el progreso y el bienestar de
cada uno»M8. La solidaridad basada en el utilitarismo sustituye el con-
cepto sentimental de fraternidad, y, junto con la justicia moral, se eri-
ge en emblema de la nueva Internacional. Inspirada en el humanismo
cíe Proudhon, la clave de su éxito será la elevación de los pueblos
mediante la educación. Contribuirían los avances tecnológicos y la
revolución industrial y de los medios de comunicación que favore-

14o Revolución Social, Op. cit., pp. 6 -7 v Estadística Social, Ibid., pp. 235-240 y
260-263.

103
cían la uniformización mundial. Merced a la divulgación del saber y
de los valores universales todo el mundo podía «en teoría» compartir
el mismo sistema de pensamiento y las mismas escalas de valores y
objetivos. Bark juzga escleróticamente esa homogenización en térmi-
nos optimistas: creía que con una mayor circulación de ¡deas todos
los individuos tendrían un comportamiento socialmente solidario en
aras del armónico despertar de los «pueblos dormidos al torbellino
gigantesco de la Revolución Social Internacional»1"19. Por otra parte,
Bark saluda los lazos que establece la modernidad, que suplantan al
fanatismo religioso y facilitan la imposición del Socialismo Positivo
cosmopolita. Este, guiado por el principio de solidaridad entre los pue-
blos aniquilaría la explotación imperialista. Si bien la colonización
del Socialismo Positivo se acomoda a los principios de Justicia, Soli-
daridad y Progreso, Bark continúa a afirmar la supremacía de la raza
blanca en nombre del progreso y la libertad, puesto que histórica-
mente ha sido «el fermento progresivo», «en medio de civilizaciones
petrificadas o detenidas en su infancia». Tales argumentos indican la
xenofobia que irá engendrándose por la aplicación a ultranza del evo-
lucionismo darwinista y que conducirá a las falacias sobre las razas
superiores130.
En resumen, el Socialismo se presenta como enmienda a la explo-
tación capitalista de las Internacionales Negra y del Oro. La única
ventaja de la Internacional del Oro será la nacionalización de los trusts
y su adaptación a la estructura colectivista. Para Bark, la dirección
estatal de los trusts sería una primera etapa de la reforma socialista, las
empresas aptas para la nacionalización son las mineras y las seccio-
nes agrícolas en cuya producción intervengan la máquina de vapor y
la electricidad. Cuando el Socialismo consiga establecerse de manera
constitucional y ordenada en el aparato del Estado triunfará la solida-
ridad, la cual, luchará por el progreso mundial y la formación de una
conciencia universal que dirija los destinos de la humanidad151.

2. 1. Nuevas perspectivas internacionales.

Tras el estudio de las internacionales, Ernesto Bark se interroga


sobre el porvenir de la humanidad y el desenlace de la lucha por el
poder mantenida por los actores internacionales. Ante el «espectácu-
lo» ofrecido por los países desarrollados y el uso de la demagogia
como estrategia política, Bark teme un fin dictatorial. Acosado por esa

Ibid., pp. 84- 85.


Estadística Social, Op. cit, pp. 273-274.
Filosofía del placer, Op. cit, pp. 32-33.

104
perspectiva, Bark propone un movimiento internacionalista con obje-
tivos comunes a todas las naciones: la abolición de guerras y ejérci-
tos, la organización de un tribunal internacional y la convocatoria
periódica de congresos internacionales para el concierto entre nacio-
nes. Entre las nuevas tendencias de auge mundial, subraya el antimili-
tarismo, el feminismo y el movimiento librepensador, las tres integra-
das en el socialismo internacional. Gracias a los esfuerzos del socia-
lismo belga, el librepensamiento había empezado a organizar reunio-
nes, respaldado por Liga de la Paz Eterna, nueva tendencia aparecida
en Austria, Alemania y Suiza. El esfuerzo de las nuevas tendencias por
crear un consensus internacional sería la esperanza del progreso y del
triunfo del Internacionalismo socialista. Finalmente, Bark reseña la
historia de la Unión Interparlamentaria fundada por EdmondThaudiére
en 1888 y los Congresos Interparlamentarios organizados en diversas
capitales europeas'32. Bark confía en la creación del Parlamento Inter-
nacional, «el gran regulador económico de la humanidad regenera-
da»,S3.
Las bases universalistas que Bark, propone en su proyecto de Re-
pública Social implican unas dimensiones internacionales dentro
de las cuales España debía todavía madurar. El afán por descubrir las
redes del poder internacional, presentar nuevas alternativas y definir
lo que no podía ser más que un utópico marco europeo son un expo-
nente de la modernidad del socialismo en el que soñaba Bark.

3. Europa, constructora del internacionalismo.

Para determinar el papel de Europa en la construcción del


internacionalismo para la modernidad, Bark examina los rasgos más
relevantes de las naciones cosmopolitas y su influencia en el progreso
de la civilización: Inglaterra, pionera en el colectivismo; Alemania y
Francia, preconizadoras del socialismo; Rusia, plausibe escenario de
la revolución socialista; e, Italia y España, contextos favorables para la
Revolución Social. Bark analiza España como escenario potencial de
la síntesis de las corrientes sociales internacionales, según las solucio-
nes científicas propuestas por el Socialismo Positivo y su modelo de
gobierno, la República Social. La extensión de este último proyecto
sobrepasa la recensión histórica y las notas críticas, casi impresionistas,
dedicadas a las otras naciones. Como observaremos a continuación,
su observación sociológica se estructura alrededor de tres constitu-
yentes fundamentales: la psicología de la naciones, la política exterior
y las peculiaridades nacionales del desarrollo socialista.

El Internacionalismo, Op. cit., pp. 78-83.


Filosofía del placer, Op. cit., p. 249.

105
3. 1. Inglaterra, hegemonía cosmopolita y colectivismo.

El imperialismo económico, la psicología nacional y las


avanzadillas socialistas y colectivistas convierten a Inglaterra en una
influyente hegemonía cosmopolita. Respecto del imperialismo, Bark
tan sólo documenta el desarrollo colonial y el capitalismo monárqui-
co-religioso'54. Inglaterra es el principal miembro de la Internacional
del Oro y detiene un inmenso poder económico gracias a la explota-
ción colonial. A juicio de Bark, el estudio del cosmopolitismo mate-
rialista inglés resulta imprescindible para que el Socialismo Interna-
cional descubra los puntos vulnerables de esta nación'". Como ejem-
plo denuncia sus brutales métodos de colonización, como la caza de
negros e hindús: «¡Finis Brittanniae! Grita el universo entero y parece
que una pesadilla cae con este grito del alma de casi todos los pue-
blos» exclama Bark'56.
El pueblo inglés es odiado en Europa. Su caracterización psicoló-
gica es tendenciosamente negativa: el inglés es «hortera y grosera-
mente materialista». Es un pueblo triste, sensual, enérgico, brutal, rús-
tico, pesado y devoto. Ello implica, por ejemplo, que el desarrollo sea
industrial y comercial en detrimento de las ciencias, las artes y las
letras. En este panorama, los grandes sabios -Darwin, Huxley, Tyndall,
Lecky, Carlyle, Gibbon, Macaulay, Stuart-Mill, Spencer, Buckle- no
son los representantes de la Ciencia oficial, sino figuras solitarias, ridi-
culizadas por la burguesía.
La influencia internacional de Inglaterra se incrementó merced a
sus originales tendencias socialistas. Nacido de la revolución indus-
trial y el capitalismo, los orígenes del socialismo se asientan en las
primeras formulaciones inglesas. Bark evoca los albores de la Interna-
cional Roja como precedentes del marxismo, desarrolla la historia
política del socialismo inglés y sus juicios críticos sobre el mismo.
Entre los sociólogos ingleses precursores, Bark plantea la viabilidad
de las teorías de Herbert Spencer. Spencer había ideado una sociedad
industrial fundada en la división del trabajo, que respetaba la libertad
individual sin ningún intervencionismo del estado. Sin embargo, Bark
disiente de la supeditación absoluta del sistema económico a las leyes
transformistas, al triunfo del más fuerte y la guerra de competencias.

1b4
El Internacionalismo, Op. cit, pp. 80-86 y Estadística Social, Op. cit, pp. 240-
270.
^ 5 El Internacionalismo, Op. cit., p. 95 y Estadística Social, Op. cit.,pp. 231-275.
'->" El Internacionalismo, Op. cit., p. 86-89.

106
Este devenir evolucionista conduciría al triunfo de los «instintos rapa-
ces del industrial y comerciante», en opinión de Bark. A propósito de
las teorías de Henry George y Russell Wallace sobre la reforma agra-
ria157, deplora que no encontrasen ecos en la práctica política, a pesar
de la gran repercusión que tuvieron en Inglaterra y en España en Joa-
quín Costa158. Por fin, Bark estudia las organizaciones cooperativas
conocidas como Trade Unions, manipuladas por el capitalismo como
paliativo a la agitación socialista. Las Trade Unions habían sido utili-
zadas contra el movimiento obrero, lo que explica que tan sólo obtu-
viesen la legalidad en 1874, cuando adoptaron un carácter anti-revo-
lucionario y legalista que las convertía en cooperativas inofensivas,
restringiendo sus reivindicaciones al aumento del salario. Como ocu-
rría en los movimientos gremiales franceses, en estas colectividades
se reproducía el esquema social del capitalismo puesto en tela de
juicio al crearse una especie de «aristocracia» autoritaria entre el pro-
letariado159. Dado que el obrero era hostil al socialismo europeo y su
activismo político limitado a luchas gremiales sobre las condiciones
de trabajo, el socialismo inglés perdió su carácter revolucionario y
«no representa nada más que una dócilísima comedia aprovechable
para el juego parlamentario de los partidos burgueses», un parlamen-
tarismo ocupado sólo por cuestiones de política exterior160.
En términos generales, el tono empleado por Bark contra Inglate-
rra es más virulento que con el resto de los países estudiados. Ejemplo
de discurso proselitista, domina siempre la palabra lacerada que bus-
ca el cómplice lector para la destrucción de esta «Cartago Moderna»,
Inglaterra161; contradiciendo ya nuestro autor los principios científicos
sobre los que pretendía asentar este estudio de Política Social.

3. 2. Alemania, cosmopolitismo y marxismo.

El estudio de Bark sobre el pueblo alemán aborda, en primer lugar,


su psicología, prefigurando el concepto de raza superior; en segundo
lugar, el internacionalismo imperialista y el cosmopolitismo; para fi-

' D ' Proponían esencialmente la redistribución de la propiedad mediante la colec-


tivización de las tierras, la explotación y el usufructo colectivo de la renta creciente que
no es efecto del trabajo individual.
138
Socialismo Positivo, Op. cit., pp. 34-35 y Estadística Social, Op. cit., p. 284.
Consúltese: PÉREZ DE LA DEHESA, Rafael, El pensamiento de Costa y su influencia en
el 98, Madrid, Sociedad de Estudios y Publicaciones, 1966.
1 D9
República Social, Op. cit., pp. 89-90 y Socialismo Positivo, Op. cit., pp. 216-
217.
160
Ibid., p. 9.
1(
^1 El Internacionalismo, Op. cit., pp. 87-89.

107
nalizar con los movimientos sociales dirigidos por Marx, Lasalle y
Bernstein. Bark subraya la fuerte personalidad alemana simbolizada
por «una roca de granito» cuya resistencia y estabilidad contrasta con
«los pueblos latinos, fácilmente arrebatados a entusiasmos sublimes
pero pasajeros»162. Es una nacionalidad profunda y recta, un «modelo
de prudencia, pedante por naturaleza, revolucionario en la teoría pero
apegado a la rutina y a la tradición en sus actos»163. Ese carácter in-
trospectivo y tenaz quedó demostrado con la Reforma luterana, sumi-
nistradora de «la semilla de la rebelión del pensamiento». Germinó
con el movimiento filosófico de Kant y Leibnitz, y su espíritu alimen-
tó, a continución, a Fitche, Schelling, Hegel, Schopenhauery el movi-
miento artístico romántico representado por Goethe, Lessing, Schiller,
Heine y los modernos Laube, Gutzkow, Spielhagen, Freiligrath y
Herwegh, representantes del arte social.
Como en Inglaterra, el marxismo nació en Alemania del repentino
industrialismo, el cual había incrementado la explotación obrera y el
pauperismo por la ley de la oferta y la demanda de la mano de obra.
Bark mantiene el análisis crítico sobre el marxismo que observába-
mos en la prensa alicantina. Respondiendo a sus objetivos proselitistas
y educadores, Bark analiza sus orígenes hegelianos y la resolución
«simplista» de las antinomias de Marx, los conceptos de lucha de
clases y colectivismo; sin olvidar sus repercusiones sobre la transfor-
mación social, cuya aplicación al contexto español enunciaremos pos-
teriormente164. El carácter avasallador de la raza teutona y las circuns-
tancias contextúales brindaron el éxito a Carlos Marx en Europa y
Estados Unidos. Evolucionando de manera paralela al imperialismo
de Bismarck y su autoritarismo, Marx era el «gran dictador» de la In-
ternacional165. El carácter nacional alemán influyó en el rezagamiento
socialista. El carácter mezquino e interesado frenó el expansionismo
del pensamiento de Marx, el cual, dada su originalidad prometía ma-
yores éxitos. Bark, acérrimo enemigo de este «Adán revolucionario»,
esboza su biografía crítica con comentarios mordaces sobre las in-
consecuencias entre la teoría predicada y la práctica, entre la
profetización de la revolución y sus polémicos combates contra la
misma166. La sed de poder y el deseo de singularizarse condujeron el

°^ Revolución Social, Op. cit., p. 12.


"-> El Internacionalismo, Op. cit., pp. 87-89.
164
La República Social, Op. cit., pp. 17-29 y Germinal, n° 9 (2 de julio de 1897).
6:>
Ibid., y El Internacionalismo, Op. cit., pp. 24 -25.
bt>
Bark realza: «[...] el teutón ávido de conquistas y el judio internacionalista
que domina el mundo, sea como Jesús el crucificado o como Rothschild, se han amal-
gamado extrañamente en Marx. Es un curiosísimo fenómeno psicológico y un reflejo
admirable del judio-alemán moderno que ha sido en muchas ocasiones útil instrumen-
to de los planes de Bismarck», República Social, Op. cit., p. 14.

108
socialismo a posiciones incongruentes. Las divergencias entre Marx y
las demás facciones socialistas se acentuaron al preconizar el carácter
evolucionista legalista y el abandono del activismo revolucionario.
Recordemos, no obstante, que Bismarck luchó contra el progreso del
socialismo desplegando una política social estratégica. Su propagan-
da a favor del «Imperio Social» y sus reformas sociales -la legislación
sobre los seguros de viudedad, desempleo, accidente de trabajo, e t c -
eran interpretadas por Bark como una falacia para contrarrestar la in-
fluencia socialista sobre el proletariado. Tras severas represiones so-
cialistas, las reformas de Bismarck resultaron meras panaceas sociales
pero aplacaron la exaltación en los círculos obreros e insurreccionistas.
La capacidad organizativa de Marx resultó igualmente truncada por
su «desmesurada» ambición. Bark rechaza el exclusivismo al erigirse
en portaestandarte del proletariado con la lucha de clases y el colec-
tivismo167. El colectivismo a ultranza era, para Bark, un atentado a la
libertad humana, en tanto que cada individuo se había de someter a
«los caprichos de las multitudes cuyo despotismo es tan tiránico como
el de los reyes absolutos»168. Suponía además una traba para el pro-
greso industrial y económico al coartar las voluntades individuales:

«Las iniciativas individuales necesitan ancho campo para de-


sarrollarse plenamente, ponerlas sobre el lecho de Proscruto de la
esclavitud colectiva significa matarlas en flor. La exageración sec-
taria de Marx y su escuela, mata la libertad y el progreso»169.

A diferencia del socialismo inglés, las tendencias progresistas en


Alemania habían estado animadas por la intelectualidad170 hasta que
el espíritu sectario del marxismo frenó la entrada de intelectuales que
pudiesen afrontar a sus líderes. El partido acabó en la mediocridad
intelectual y un aparato ideológico atrasado. Entre otros ejemplos,
cabría mencionar la pobreza de la literatura social: Los tejedores de
Hauptmann, las poesías de Henkel, Seidel, Holz y von Stern sólo
merecían cierto reconocimiento. Los folletines de la prensa se surtían
de literatura francesa: Germinal de EmileZola, La conversión de André
Savenay y Un emigrado de George Renard eran las novelas más divul-
gadas en Alemania171. Aunque carecían de círculos intelectuales, Bark
estimaba que los esfuerzos realizados por los dirigentes del partido en
materia de propaganda eran laudatorios: las ediciones baratas de obras

167
ibid, pp. 1 M 6 .
1Í)
8 Socialismo Positivo, Op. cit., p. 35.
169
Ibid., p. 36.
17
0 República Social, Op. cit., pp. 12-14.
171
Ibid., pp. 41-42.

109
literarias y políticas, un semanario satírico y otro científico-literario
fueron muy eficaces entre las masas populares hasta que Bismarck
promulgase las leyes de censura contra el socialismo.
En cuanto a las otras tendencias socialistas, Bark resalta las figuras
de Fernando Lasalle y Eduardo Bernstein. Equipara al primero con
Miguel Bakounin por su brillantez como pensador y agitador. Entre
sus éxitos políticos, destaca el establecimiento del sufragio universal.
Profundo conocedor de la sociedad y psicología alemanas, sus tácti-
cas políticas se basaban en la explotación del sectarismo de clase,
provocando la confusión del reformismo social con la agitación pro-
letaria. Eduardo Bernstein representó las últimas tendencias del socia-
lismo alemán orientadas hacia el evolucionismo burgués de: «radical
y franca oposición, pero nada de Revolución Social maxista»172.
Bernstein suavizó la concepción marxista de la historia subrayando el
papel de los factores ideológicos e institucionales en la evolución,
atacó él método dialéctico y el determinismo, respetando el poder de
la libertad y la voluntad como factores operantes en la historia173. Esta
tendencia, la Democracia Social, inspiraría a los germinalistas espa-
ñoles en la negación del colectivismo estatal marxista, la defensa de
la participación de los beneficios en asociaciones de cooperación,
consumos y auxilio mutuo, y la afirmación de un reformismo lento y
armónico con los intereses capitalistas. En suma, un «socialismo de
negocio»174.
Tras la revisión del socialismo en Alemania, Bark concluye que
dicha nación nunca podría ser precursora para la Revolución Social,
los «batallones proletarios» no podrían hacer frente al militarismo
aclamado por la gran mayoría alemana, ebria de hegemonía política y
temerosa de perderla bajo las alianzas franco-rusas. Ante las ambicio-
nes nacionales en política exterior, la política socialista se limitó a
luchar por pequeñas ventajas para la ciase obrera sin ambicionar la
conquista del poder'75.

3. 3. Francia, revolución y libertarismo

El interés de Bark por Francia como país internacionalista estriba


en la influencia emanada desde su Revolución de 1 789 sobre los sis-
temas políticos de los demás países de Europa y el mundo de las ideas
en general. Bark ofrece una lectura crítica que refleja sus prejuicios

172
Ibid, pp. 25-26 y 41-46.
173
CONZALEZ-ESTEFANI Y ROBLES, José.M.; «El socialismo humanista», Arbor,
n° 271-272 (Julio, 1968), pp. 255-288.
4
República Social, Op. cit., pp. 45-48 y 70 y Filosofía del placer, Op. cit., p. 23.
1 3
' República Social, Op. cit., p. 51.

110
contra todo tipo de revolución violenta. Sus comentarios sobre la psi-
cología del pueblo francés y su insistencia en el desenlace servirán
para documentar sus campañas a favor del reformismo social. Des-
pués examina las corrientes socialistas francesas, en particular, la en-
cabezada por Pedro José Proudhon. Es evidente que las opiniones de
Bark sobre Francia pasan por los filtros pangermanistas y el curso de
las relaciones políticas franco-germanas.
La admiración general de los pueblos europeos por la Revolución
francesa es reprobada por Bark como un juicio trasnochado y parcial,
elubricado por «las fantasías y vanidades francesas» que exageran la
influencia ele Francia en la historia de Europa. Bark condena a los
«adoradores» de la Revolución francesa que se dejan subyugar por la
«belleza dramática» de este himno a la libertad: «libertad, sobretodo,
libertad y después igualdad y fraternidad»176. Los ciudadanos fascina-
dos por la revolución ignoran el conjunto de factores que la desenca-
denaron: las ínfimas condiciones en que vivía el pueblo, la explota-
ción de la monarquía y la aristocracia con elevados impuestos en épo-
cas de escasez, serían las causas señaladas por Bark, preocupado por
la verdadera perspectiva histórica de la Revolución. Subraya tenden-
ciosamente las consecuencias negativas de la violencia frente a la
alternativa reformista e insiste en la negación de la libertad del pueblo
en la que la Revolución desembocó, con el «terror» y la dictadura
napoleónica. En primer lugar, Bark intentará elucidar científicamente
la cuestión aduciendo argumentos psicológicos: si bien la revolución
francesa beneficiaba del consentimiento popular, su funesto desenla-
ce era consecuencia de la psicología del pueblo francés. Su valor per-
sonal, caballerosidad, entusiasmo e impresionabilidad son demasia-
do superficiales y encubren una crueldad cobarde, instintos groseros
de cupidad, vanidad y perversión moral, en opinión de Bark177. En
segundo lugar, denuncia la ambición de la mesocracia francesa como
responsable del nefasto desenlace. Los abusos «en nombre de la Re-
volución» impidieron la aplicación de las reformas preconizadas por
Rousseau en su Contrato Social y Emilio. La democratización de la
propiedad fue una farsa de la codicia revolucionaria, en vez de un
plan económico que proyectase la redistribución justa e igualitaria de
las tierras y riquezas178. Los privilegios no fueron derrocados, simple-
mente se transformaron y fueron ostentados por otras esferas de la
sociedad. En definitiva, Bark concebía una imagen demagógica de los
dirigentes revolucionarios:

Socialismo Positivo, Op. cit., p. 17.


El Internacionalismo, Op. cit., pp. 128 y 149.
Ibid., pp. 125-127 y República Social, Op. cit, pp. 160-161.

111
«[...] porque su gritería sectaria llegó a los oídos asustados de
los caracteres débiles que gobernaban y porque fueron auxiliados
en sus intentonas por una muchedumbre ebria de sangre y ataca-
da por el terrible fenómeno de la patológico de locura criminal de
las masas...»179.

El desfase entre las soluciones propuestas por los hombres de ideas


y el contexto socio-político originó recesiones sociales. Por consiguien-
te, Bark niega el valor que popularmente se concede a la Revolución
de 1789: «¿Qué tiene que agradecer Europa a aquella Revolución?
¿Es ésta causa de sus libertades políticas o ha sido la causa de cin-
cuenta años de retraso?»180. Ante la lección que la historia ofrecía con
el desenlace de la Revolución, Bark insta a que se respete la cronolo-
gía necesaria para la reforma social y concienciación de las masas
populares porque:
«El vulgo revolucionario de todos los países-insiste Bark-cree
que una guillotina en cada esquina, es la quinta esencia de las
revoluciones. ¡Locos y desgraciados! Sus instintos salvajes les pa-
recen virtudes [...] degollando a los aristócratas [...] Esta leyenda
de locuras sanguinarias hace despreciar a los grandes pensadores,
cuyo espíritu prepara y organiza las revoluciones fértiles y sin los
cuales desbordan en orgías sangrientas para terminar con la dicta-
dura de un sable»18'.

Entre los grandes pensadores y hombres de Estado franceses, Bark


ensalza la figura de Mirabeau, condenado por la opinión política por
su liberalismo constitucionalista. Recogiendo las voces de Thomas
Carlyle y HenryTaine, Bark defiende a este personaje para demostrar
que la precipitación violenta del orden natural provoca graves rece-
siones: si se hubiese escuchado la voz de Mirabeau, Francia se hubie-
ra constituido en una República en 1 792 en lugar de 1830'82.
En suma, la Revolución francesa es el testimonio de la
infructuosidad de los cambios violentos. Merced al moderantismo del
que siempre defendió Bark, la reforma es el único fundamento del
desarrollo de la humanidad ya que sólo ella prepara las conciencias,
condición sine qua non para el éxito de la transformación social. No
obstante, Bark reconoce que la Revolución fue «cuna del socialismo

'" El Internacionalismo, Op. cit., p. 135.


180
Ibld., p. 123.
181
lbid.,p. 148.
° - Ibld., pp. 134-141. Mirabeau es una de las figuras francesas más admiradas
por Bark por su disidencia, clarividencia y adhesión a la reforma constitucional, pero
también su exilio político, víctima del sistema y de la incomprensión de su pueblo.

112
latino» a! popularizar la declaración de los derechos del hombre, la
distribución de la propiedad y alguna experiencia colectivista fortuita.
La peculiaridad del socialismo latino radica en su convivencia con el
misticismo católico. Este rasgo suscitará el interés de Bark por el estu-
dio del socialismo francés, el fenómeno previo y de gran influencia
sobre el desarrollo socialista en España,8J.
A diferencia de la limitada incursión del socialismo entre las cla-
ses bajas alemanas, en Francia, gracias al precedente de la Revolu-
ción, las clases medias y obreras engrosaron rápidamente las filas del
socialismo. Empero, el esquema clasista del partido alemán se repetía
también en Francia: las masas populares seguían obedientes y ciegas
a sus líderes, quienes se aislaban en un sectarismo vanidoso, cerrado
a las opiniones neutras, es decir, «los dependientes de comercio, em-
pleados particulares y la importantísima capa social de los labradores
pequeños, creados por la revolución hace cien años...»184. Bark de-
positaba su confianza en las bajas clases medias para el triunfo de la
mayoría socialista. Pero, la realidad era muy distinta. Bien es sabido
que los socialistas se encontraban divididos en facciones enfrentadas
por intereses, rencores personales y sectarismos exagerados:
germanistas, guesdistas, brousistas, independientes, blanquistas y
anarquistas, que Bark agrupaba en radicales-libertarios y en posibilistas
a imagen del espectro político republicano y socialista español185.
La tendencia que más interesará a Bark será la corriente libertaria
anarquista de Proudhon, Crave y Faure, y sus representantes internacio-
nales contemporáneos Reclus, Malatesta y Merlino, en política; y Morris,
Ibsen, Wilde, Claudel, Mirabeau, Scholl, Méndes, Dicenta, Benavente
y Bonafoux, en el arte186. Eran todos discípulos directos de Rousseau y
de Kant187. El idealismo revolucionario persistía en ese anarquismo «ideal
claro-oscuro, nebuloso, misterioso» desconectado del presente positi-
vista. Sin entrar en conceptualizaciones filosóficas complicadas, Bark
sintetiza la filosofía y el ideario anarquista subrayando su negación de
las «preocupaciones conscientes e instintivas del cristianismo y los con-

1
<" El Internacionalismo, Op. c/í.,pp. 150 -159 y Revolución Social, Op. cit., pp.
49-50.
184
Ibid., p. 54.
185
Ibid., p. 53.
186
Ibid., p. 10.
' 8 7 Los orígenes del anarquismo se sitúan, según Bark, en el criticismo de Kant y a
la simplificación extrema del Contrato Social de Rousseau. Bark sintetiza todas las filo-
sofías que influyeron en las primeras conceptualizaciones teóricas de esta corriente
política, como la afirmación de la individualidad y de la soberanía de una voluntad
general. Un estudio de estas cuestiones fue realizado ya por ALVAREZ JUNCO, José, La
ideología política del anarquismo español (t 868-1910), Madrid, Ed. Siglo XXI, 1976.

113
ceptos intermedios de la metafísica». A partir de ellos, Bark explica la
escisión del anarquismo entre los defensores del superhombre y del
egoísmo feroz, representado por Nietzsche, Max Stirner, Max Nordau;
y, los partidarios de la moral social basada en la solidaridad, tales como
Kropotkin, Grave y Faure188, la cual destruiría las instituciones capitalis-
tas y en ello coincidía con la Política Social de Bark. En una segunda
etapa de regeneración, Bark se distanciará de la utopía anarquista sobre
el espontaneísmo y el armonismo189, reclamando nuevas instituciones
para el buen funcionamiento de una nación. En lo que respecta a la
política coetánea de Francia, Bark denunció la corrupción parlamenta-
ria por entorpecer las propuestas regeneradoras del socialismo francés,
así como los pactos gubernamentales con los reyes del oro: los
Rothschild, Hirsch, Camondo, Bamberger, Erlanger, Eichtal y otras tan-
tas familias judías, detentadoras del capital y especuladoras en la mayo-
ría de las instituciones políticas190.
Como detectaba en Alemania, el socialismo en Francia se encon-
traba en una fase de estancamiento revolucionario por culpa del
moderantismodel socialismo «de negocio», aquícapitaneadoporjean
Jaurés. Se trataba de un socialismo que buscaba pequeños paliativos a
los problemas cotidianos y que no aspiraba a modificar el cauce de
los acontecimientos políticos para la consecución de la República
Social. Jaurés y Millerand criticaban el materialismo marxista y la lu-
cha de clases. Creían en la evolución social gracias al sufragio univer-
sal. Sin embargo, al favorecer el privilegio de los intereses de sus par-
tidarios, impusieron barreras infranqueables para la Revolución So-
cial191 aunque ya existiesen los sindicatos, bolsas de trabajo y confe-
deraciones para la ayuda del proletario. Un intento de redistribución
de la propiedad se percibía ya con las asociaciones cooperativas y
con la participación en el capital mediante sistemas de acciones con
gran acogida entre el público burgués192. El Ministerio del Trabajo ha-
bía creado un centro de estudios estadísticos para la ordenación de la
oferta y la demanda, la planificación de la producción, la creación de
seguros y otras medidas en favor de los desheredados.

Socialismo Positivo, Op. cit., p. 18 y El Internacionalismo, Op. cit., pp. 55 y ss.


Al estudiar la Moral social preconizada por Bark, observaremos que la armoni-
zación y el espontaneísmo, típicamente anarquistas reaparecen al afirmar la bondad
del pueblo solidario y altruista. Las relaciones entre estos conceptos dentro del corpus
de la ideología anarquista están exhaustivamente recogidas en la obra de ALVAREZ
JUNCO, José; La ideología política del anarquismo español, Op. cit., pp. 139 y ss.
190
Revolución Social, Op. cit., pp. 56-59.
191
Ibicl., pp. 70-73.
92
Ibid., pp.47-51. En 1900 había en Francia 1.489 sociedades de cooperación
de consumos que funcionaban con éxito. Experiencias semejantes se desarrollaban en
Suiza, Bélgica y en Inglaterra.

114
Tras los asesinatos de la Commune y, a pesar de las incongruen-
cias del socialismo francés, las reiteradas muestras de heroísmo revo-
lucionario imponían el reconocimiento internacional. Francia era, se-
gún Bark, una nación de espíritu joven por la imprevisión, desórde-
nes, «arrebatos locos» y los «sublimes entusiasmos de que sólo es
capaz la primavera de la vida». En los tiempos contemporáneos, la
mayor grandeza de Francia sería la conclusión de su gran obra históri-
ca, la Revolución, conquistando de una vez «la libertad política y
realizando el ideal de la solidaridad y de la moral altruista»193.

3. 4. Rusia y el futuro de la revolución socialista.

Tras su obra El nihilismo y la política rusa, la atención que Ernesto


Bark dedicó a Rusia disminuyó a favor de la problemática española.
Empero, aparecen comentarios dispersos reivindicando el nihilismo,
el fin del zarismo e insistiendo en la competencia anglo-rusa en los
mercados indios y asiáticos194. En 1901 Bark analiza el porvenir cos-
mopolita de Rusia como escenario de la República Social. Histórica-
mente existía un socialismo «instintivo» popular, nacido de las estruc-
turas tradicionales colectivas como el miren agricultura y los arfe/sen
industria. Los Consejos Comunales eran igualmente exponentes del
progreso. Estas entidades podían ser el punto de partida de la transfor-
mación socialista'95. Las circunstancias coyunturales auguraban un fu-
turo esperanzador. En un momento en que las tensiones internas
incrementaban, la reforma agrícola de Alejandro II extremaba la
pauperización del pueblo, las regiones conquistadas por Pedro I que
no habían sido rusificadas se levantaban contra el poder en organiza-
dos movimientos nacionalistas. Las tendencias paneslavistas contra la
influencia europea se confundían cada vez más con los movimientos
nihilistas radicales.
Popularmente en Europa se conocía a Bakounin y Kropotkin como
los artífices del socialismo libertario ruso. Bark denuncia la negligen-
cia de ambos líderes, emigrantes en Europa, que habían abandonado
la causa rusa y desatendido las necesidades de su pueblo. Los verda-
deros artífices del movimiento revolucionario fueron Herzen y Lawroíf,
aunque, por ser personajes más teóricos que hombres de Estado, no
supieron imponer sus voces tras el atentado contra Alejandro I!. Bark
les reprueba no haber presentado ningún programa de reformas para
facilitar una transacción política reformista y legal hacia el

- " Revolución Social, Op. cit., p. 70.


* " El Internacionalismo, Op. cit., p. 102.
95
Ibid., pp. 102-10S.

115
constitucionalismo. Veinte años después todavía lamentaba Bark su
desengaño de Lawroff, en la «educación socialista de las masas para
que un día (¡un día!) puedan hacer estos conscientemente la revolu-
ción social...»'96, y de la eficacia de las estrategias propagandísticas a
las que Bark se había entregado desde joven. A pesar de que Bark
preconizaba la reforma y la educación del pueblo, se perciben mo-
mentos de desaliento en los que llega a ser cómplice del terrorismo
libertario. Sin perpectivas de transición política, Bark claudicará por
el golpe violento como única medida para el definitivo derrocamien-
to del zar. Desaprovechada inútilmente la ocasión, Bark confiesa pe-
simista:
«Ah, veinte años han pasado desde entonces, los entusiasmos
se han perdido, los que luchaban con fe por un fin determinado se
han retraído casi todos de una lucha utópica sin resultados posi-
bles en el próximo porvenir. La pedantería de Lawroff, que algu-
nos llaman consecuencia, daba el golpe de muerte al movimiento
revolucionario»'97.

Fracasado aquel intento, Bark se muestra escéptico sobre el renaci-


miento de Rusia por sus propias fuerzas. Preponderan las anotaciones
sobre la sumisión caracterial del pueblo ruso, potenciada por una secu-
lar esclavitud. Bark deplora la «pasividad invencible» del ruso aunque
el aumento de tensiones nacionales permitan augurar la eclosión socia-
lista, a imagen de la mítica Revolución francesa198. Veinte años más
tarde, cuando buscaba nuevos derroteros políticos para España, Bark
profesaba la revolución «desde arriba» propuesta por Costa y la dicta-
dura transitoria, para concluir, merced al devenir histórico en Rusia, en
el reconocimiento del poder de la dictadura del proletariado199. Recor-
demos que parlamentariamente reinaba la ineficacia: cada proyecto
regeneracionista quedaba ahogado por infinitas cortapisas. Desde la
distancia y con inocencia, Bark juzga la obra de Lenin como el paso
inextricable hacia la democracia, el golpe brutal necesario en un con-
texto paupérrimo, dominado por la tiranía y oligarquía de los zares. Esa
ruptura brutal de Lenin que tanto repudió, acabó en halagos porque
Bark no quiso reconocer lo que años antes calificaba de «abusos y bar-
baridades» para el establecimiento del nuevo orden. La violencia física,
la requisición de bienes, las nacionalizaciones y las expropiaciones que

]96
ibid.,p. 104.
ly/
//j/c/., pp. 110 - 111. Las palabras destacadas en negrita son originales del
autor.
]98
lbid., pp. 107-111.
JJ
BARK, Ernesto, El bolcheviquismo en España. La verdad sobre Rusia y el sindi-
calismo y la democracia mundial, Madrid, Librería Pedagógica, 2 ° edición, (s. a.).

116
la imposición del comunismo requerían fueron justificadas como me-
dios para destruir la explotación y la pirámide social200.
Hasta ahora detractor de las revoluciones, Bark va a cifrar el triun-
fo del Socialismo Positivo en la Revolución rusa. Ésta es la primera
tendencia progresista que ha abatido las fuerzas internacionales his-
tóricamente dominantes, contrarrestando los resultados de la Primera
Guerra Mundial y de la Paz deVersalles. En estas últimas, la historia
vuelve la espalda a la Internacional Roja a favor de la del Oro. Como
deduce Bark al establecer el balance de esta «apocalíptica c/éfaác/e»:
«[...] tres imperios de recuerdos lúgubres han caído al abis-
mo, y la Internacional reaccionaria ha recibido un golpe mortal.
De otra parte ha quedado triunfante la del oro y más que nunca
ahoga el despotismo marítimo inglés y el multimillonario yanqui
a la Humanidad»20',

Bark se enardece contra el éxito del capitalismo y sus representan-


tes, enriquecidos por el negocio de la guerra y ele la explotación de un
proletariado cada vez más pobre. Era natural que la revolución leni-
nista fuese ensalzada por nuestro autor como el otro constituyente del
binomio de fuerzas mundiales. Libertador de la esclavitud capitalista,
profetiza nuestro autor que el porvenir del comunismo será el de en-
tablar «el duelo a muerte» a las Internacionales Negra y del Oro.
Con la revolución leninista, los sueños de Bark se hicieron ingenua-
mente realidad, al haber no sólo derrocado el poder zarista, sino tam-
bién al haber entablado una revolución comunista; la cual, acorde con
su concepción del Socialismo Positivo, se institutía en el primer prece-
dente histórico de su anhelada Revolución Social, puesto que como
gustaba sostener Bark, las diferencias entre el socialismo positivo y el
comunismo son «matizaciones sin importancia esencial»202.

3. 5. Italia, un referente clásico.

De manera secundaria, Italia es el último país europeo que mere-


ce la atención de Bark en tanto que tesoro de los valores y tradiciones
de Occidente. El interés que Italia suscita en él se remite a la antigüe-
dad clásica, la civilización latina y el imperialismo romano, como
referentes históricos de la civilización. Merced a su aportaciones a la
humanidad en tiempos antiguos, Italia disfruta del reconocimiento
internacional. Desde una perspectiva transformista, Bark asegura el
carácter imperecedero de las ideas y del genio:

200
Ibicl., p. 9.
201
Ibicl., p. 4.
202
Ibicl., p. 7.

17
«Pueden descansar, dormir durante siglos, pero las ideas sem-
bradas por sus grandes poetas y pensadores, el ejemplo de sus
grandes héroes, cuya gloria llena las páginas de la historia, germi-
nan y producen al fin nuevas revelaciones del ingenio y genera-
ciones heroicas que continúan la labor de los antepasados»703.

Con este evolucionismo tan tajante, Bark no duda en afirmar el


parentesco directo entre las homéricas luchas de Caribaldi y Vittorio
Emmanuele, La Divina Comedia de Dante y los versos de Leopardi.
Este brillante pasado ha influido sobre la psicología nacional: los ita-
lianos son percibidos por nuestro autor como individuos grandes y
nobles en todos los aspectos, son los «grane! seigneurs de la civiliza-
ción y saben comportarse como tales»204. De la misma manera, los
ideales del pasado persisten para acoger el renacimiento social.
Observando el presente democrático, Bark concluye que, merced
a su sistema parlamentario, y a pesar de las dificultades económicas,
la descomposición de ios partidos políticos y el excesivo personalis-
mo político, Italia no sólo progresa en el bienestar material y moral,
sino que también está recobrando cierto prestigio e influencia inter-
nacionales205 . Bark presenta a los líderes de la Democracia republica-
na: Felice Cavallotti, Matteo Benoíto Imbriani, Andrea Costa y Amilcare
Cipriani entre otros; así como a los graneles ideólogos Ferri y Loria.
Los resultados prometedores del socialismo en las últimas elecciones,
las dificultades económicas de la Monarquía de Humberto y la ausen-
cia de grandes figuras políticas de prestigio, resultan ser elementos
amenazantes y favorables, a juicio de Bark, para el advenimiento de
la Revolución Social206.
En suma, en cada uno de estos países Bark estudió la influencia de
las dominantes internacionales y la psicología de sus pueblos. Las
observaciones se aplican a las esferas de poder, al desarrollo del mo-
vimiento socialista y al potencial precursor de la Revolución Social.
Destaca la selección de datos y ejemplos transpirenaicos que han de
servir de modelo a España. El cosmopolitismo, el reformismo social y
el compromiso socio-político serán los objetivos esenciales de Bark
en aras del advenimiento de la Revolución Social. Tras este panorama
internacional y a tenor de las dominantes universales, el estudio ex-
haustivo de la nación española, la definición de un Socialismo Positi-
vo adecuado a su coyuntura y su idiosincrasia y su propaganda cons-
tituirán la siguiente etapa de los trabajos de Bark.

-' El Internacionalismo, Op. cit., p. 115.


' 4 Revolución Social, Op. cit., p. 96.
Ib
España y el extranjero,Op. cit., pp. 1 7-1 8.
* Ibid., pp. 11 6-11 7 y Socialismo positivo, Op. cit, pp. 34-3.

118
4. España, nación precursora para la República Social.

Renacerá España por la ciencia sociológica y el patriotismo


purificado por un noble cosmopolitismo207.

Ernesto Bark cifraría sus esperanzas de reformismo positivo para la


sociedad española de la Restauración en torno a la nueva Política
Social. Para satisfacer el carácter científico que pretendía conferir a
sus proyectos conjugó las ciencias políticas, sociales y filosóficas. Bark
pensó encontrar en esa España desgastada y extenuada el terreno fa-
vorable para el ensayo de una reforma de naturaleza socialista, cuyos
resultados serían extrapolabas al resto del mundo. Guiado por estos
«nobles objetivos», Bark se proponía con su bibliografía ir «indicando
el camino y los medios por los cuales podría España cumplir su mi-
sión histórica»208, misión de precursora de la Revolución Social.
Desde su llegada a España hasta 1900, fecha hacia la que empezó
a redactar su compendio Política Social, Bark observó y analizó la
coyuntura socio-política y cultural de la nación. Sus parámetros de
estudio estaban condicionados por los presupuestos políticos emana-
dos de la socialdemocracia alemana y del libertarismo de Proudhon.
A ellos se aunaron los fundamentos de sociología positiva más popu-
lares sobre los que construiría el programa de reformas del Socialismo
Positivo. El carácter global que confirió a la Política Social impone
una revisión de las más variadas cuestiones, todas ellas polémicas y
problemáticas por ser protagonistas de la aguda crisis nacional. Ante
el amplio elenco de aspectos estudiados, desglosaremos la exposi-
ción en varios apartados. En primer lugar, presentaremos las conclu-
siones de Bark a propósito de la psicología del pueblo español que
completan las ya citadas en su biografía alemana. En segundo lugar,
sintetizaremos su análisis político de la Restauración, focalizado en
torno a los actores de poder y los partidos de tendencia socialista.
Para concluir, analizaremos los principales elementos de su proyecto
de República Social según la doctrina Socialista positivista.

4. 1. Psicología del pueblo español.

Para estudiar la psicología del pueblo español, Ernesto Bark adop-


ta la actitud del científico comparatista. En primer lugar, equipara Es-

2 ° ' El Internacionalismo, Op. cit., p. 48.


208 BARK, Ernesto, Modernismo, Madrid, Biblioteca Germinal, Impr. Pérez y Com-
pañía, 1901, p. 81.

119
paña con los países europeos más desarrollados para evaluar la
receptividad española a todo lo externo a sus fronteras y la importan-
cia concedida a las relaciones internacionales. La decepción es gran-
de. Salvo en frivolidad, en curiosidad cultural y cosmopolitismo, la
mayoría de los países europeos influyen poco en España. Prueba de
ello es que todo viaje al extranjero se reduce a:
«[...] los viajes frivolos de la sociedad española para malver-
sar el fruto del sudor del pueblo en París o en los baños de moda,
donde sólo puede estudiarse el libertinaje y el juego de azar...»20!!.

La falta de contactos exteriores limitan la capacidad de introspec-


ción de los españoles respecto a su alma y el estado de su patria, se
carece de elementos comparativos que ayuden al pueblo español a
superar el chauvinismo y pesimismo, pero también el «amor propio
exagerado» propio de los españoles. Su mayor defecto es, en opinión
de Bark, una excesiva convicción de su personalidad, llámese orgu-
llo, vanidad o ambición:
«El orgullo español - sostiene Bark- esta diabólica tendencia,
propia de ios beduinos, que se creen reyes al cruzar el desierto,
libres como el pájaro, sobre sus corceles, hace dificilísima toda
obra colectiva que exige continuación, paulatina realización de
un plan complejo donde cada órgano tiene que subordinarse al
fin común y abnegación y modestia, virtudes que difícilmente se
hallan en el pueblo español, altivo y díscolo por excelencia, que
todo lo cree fácil por exceso de amor propio»210.

El pueblo español, pasivo, ignorante e imitador servil de lo francés


tiene que recuperar sus valores para llegar a ser de nuevo indepen-
diente, moral, intelectual y políticamente. Bark confía en sus capaci-
dades al reconocer en los españoles una gravedad propia de los pue-
blos germanos, «sin duda de la mezcla de sangre goda y a la vez
árabe»2". No obstante, ese carácter español, orgulloso e independiente,
coarta el desarrollo positivo de la política moderna. En el ámbito po-
lítico se desvela una ambición personalista y ciega que esteriliza los
trabajos socialistas altruistas. Los españoles en la República Social del
futuro aprenderán, pronostica Bark, a ser ciudadanos solidarios y co-
operadores al servicio de su país y de toda la humanidad.

2uy
Filosofía del placer, Op. cit., p. 60. Sobre la psicología española escribió dos
textos no localizados: L' Espagne d'aujourd'hui, ses moeurs, sa littérature et son état
politique et social, que tal vez no llegara a editarse. En El alma española (Madrid, 1903)
perfilaba las directrices de la reforma nacional a partir de sus conclusiones sobre la
psicología del pueblo.
210
Socialismo Positivo, Op. cit., pp. 76-77.
211
El Internacionalismo, Op. cit., p. 169.

120
El estado de descomposición de los partidos políticos es el reflejo
natural del carácter español. Pese a todos estos defectos, los españo-
les han de abandonar sus espíritus quijotescos, anacrónicos a la con-
temporaneidad. Gracias a ello, Bark piensa que el retraso económico
social y español podrá ser superado:
«No desespero no;-aduce Bark- la lepra horrible que roe la
médula de la nación española, impidiéndole cumplir su gran mi-
sión civilizadora, desaparecerá si España despierta del letargo, dos
veces secular y camina hacia sus gloriosos horizontes»2'2.

4. 2. Actores y escenarios del poder restauracionista.

Considerándose «obscuridad anónima», Bark se equiparaba a


«Heráclito el obscuro» y se erigía en voz de autoridad por su calidad
de extranjero a la hora de estudiar a los actores del poder
restauracionista, tanto individuales -la Monarquía y los presidentes
de gobierno-, como colectivos -caciques, especuladores e Iglesia-.
Ideológicamente republicano y defensor de la supremacía del pue-
blo las críticas antimonárquicas serían uno de los tópicos más reitera-
dos y virulentos por Bark. Habiendo conocido en su infancia cierto
rechazo de la aristocracia a causa de los orígenes bastardos de su
padre, siempre mantuvo una actitud despreciativa hacia esa clase so-
cial. Empero, de ellas había heredado una educación refinada, el amor
a la tradición, los valores del pasado y la nobleza del espíritu. Llámese
monarca o zar, el título representa para Bark el poder omnímodo de
una persona, adquirido por consanguineidad y herencia e implica una
apropiación falsa de la autoridad y de la forma de gobierno. Su in-
compatibilidad con la democracia, la soberanía popular y el sufragio
universal anuncia su ocaso con el siglo. Estos argumentos esgrimidos
por Bark se oponían a la compatibilización de los poderes de la Coro-
na con la soberanía nacional profesada por los adeptos a la Monar-
quía constitucional 2 ".
La aplicación de las teorías de la sociología italiana defendidas
por los maestros de la degeneración criminal Garófalo y Lombroso,
que Bark denigraba, son curiosamente aplicadas con suma minucia
para la determinación carateriológica de las familias reales. De esta
manera, Bark observa que se sitúan entre los casos extremos y anor-

212
Ibid, p. 50.
21
3 La revolución social, Op. cit., p. 4. CALERO AMOR, A., «Los precursores de la
monarquía democrática» en GARCÍA DELGADO, José Luís, (Ed.), La España de la Res-
tauración. Política, economía, legislación y cultura, Madrid, Ed. S. XXI, 19902, pp. 21 -
54.

121
males que la biología y la sociología criminal clasificaban como
inadaptados al medio, incapaces de evolucionar según la selección
natural. «La chusma coronada», escribe Bark:
«[...] los Hohenzollen, Wíttelsbach y Habsburgo en los países
germánicos padecen todas las enfermedades de la degeneración,
desde la epilepsia y el reblandecimiento del cerebro hasta la lo-
cura y los Bourbones y los Romanoíf-Gortopp añaden a estos ho-
rribles padecimientos los efectos de la sífilis a pesar de haberse
rejuvenecido estas razas caducas por sangre plebeya gracias a las
egregias meretrices que distinguen estas casas»21"4.

Dejando de lado las teorías genéticas sobre la endogamia, Bark se


refrenda en la ciencia alimentando un efectismo dramático. Entre las
líneas de este severo diagnóstico médico y moralista de las familias
reales, cuyo veredicto «científico» es la degeneración de la raza, se
plantea el ocaso de sus poderes, y por consiguiente, del sistema polí-
tico que representan. Bark parece asombrado de que el pueblo espa-
ñol no reaccione con más violencia contra sus «reyezuelos extranje-
ros» impuestos por la fuerza. Observando las monarquías ya derroca-
das en Europa, no admite el sometimiento del pueblo español.
Las críticas sobre los hombres políticos españoles afloran
continuamente en la obra de Ernesto Bark. La tónica general es el
lamento por la falta de «verdaderos» hombres de ¡deas y de Estado en
el espectro político español. De todos los líderes conservadores, se
ensaña especialmente sobre Antonio Cánovas del Castillo, con el que
se entrevistó personalmente, y de manera secundaria, sobre Maura,
redundando en los tópicos republicanos sobre este enemigo de la
Democracia y cómplice de la Monarquía, el clero y el caciquismo.
Ernesto Bark duda de la adecuación de la política del gobierno de
Cánovas, a pesar de haber salvaguardado la paz en el conflicto de las
Islas Carolinas215. Bark denuncia su colaboracionismo con el clero y
la falta de destreza política para la represión del marxismo. Las espe-
radas reacciones llegaron una vez ampliado el sufragio de censatario
a universal, durante el turno liberal de Sagasta. De nuevo en el poder
en 1890, Cánovas sintió la «amenaza legal» del Socialismo y luchó
para contrarrestarlo con estratagemas corruptas e ineficaces, según
Bark, quien esperaba de él reacciones similares a las de la política de
Bismarck. Las intrigas para reprimir al pueblo y perseverar el régimen
eran un fiel reflejo de la política de la Restauración, de la cual, Cánovas
era su misma personificación216.

La revolución social, Op. cit, pp. 4-5.


España y el extranjero, Op. cit., pp. 12-20.
El Internacionalismo, Op. cit. pp. 21-24.

122
La «clericalla palaciega», constante temática del discurso republi-
cano progresista, será otro blanco de la crítica de Bark, quien encon-
tró en la España católica confesional el terreno idóneo para combatir
al catolicismo217. Ya precisábamos que el anticlericalismo de Bark no
era conceptual, sino político y social. Bark atacaba el poderío de la
institución, y en particular, el de la Comunidad de San Ignacio de
Loyola.
Respecto al orden filosófico y moral de la tendencia anticlerical
de Bark se realizará un análisis minucioso en el capítulo siguiente.
Tan sólo avanzaremos que Bark propone una imagen sentimentalista
de la iglesia primitiva como modelo utópico de comunismo y barrera
contra el materialismo de las sociedades modernas. El anticlericalismo
de Bark en el orden político participa en la campaña republicana de
la desintegración de la Iglesia como pilar del Estado: un «pólipo»,
sombrío poder que ahoga la patria estrechando el altar y el trono. Las
imágenes tomadas de la más baja animalidad refuerzan sus comenta-
rios y dirigen al lector hacia una evaluación peyorativa de la Iglesia en
un estadio de máxima degeneración218.
Partícipe en las campañas anticlericales de 1901 2l9 , Bark denuncia
la especulación ilegal y las vejaciones de las congregaciones religio-
sas en sus talleres y fábricas. Bajo el amparo del gobierno, abusan de
sus privilegios sin respetar códigos ni leyes civiles. Bark aborda el
problema del hampa mística, especuladora en todas las esferas socia-
les. Establece una lista de órdenes religiosas que hacían la competen-
cia al comercio y a la industria. Esta pintoresca lista elaborada por
Bark recoge la mayoría de las congregaciones existentes en Madrid y
detalla su actividades comerciales e industriales. Entre otros:
«Los Salesianos, tienen colegios, talleres de cordelería, alpar-
gatería, cerrajería, hilados y tejidos!...] Los Franciscanos, impren-
ta, librería, encuademación, y la estafa llamada Pan de San Anto-
nio!...] Los Trapeases, ganados, lecherías, fabricación de choco-
lates, pastas y I ¡cores...,(a) los trinitarios el obispo acaba de prohi-

-'' Primero como folleto y después en un extenso volumen, La intolerancia en


España (Madrid, 1888). Lamentablemente no se han localizado ni de El problema reli-
gioso (Madrid, 1888) ni la ya mencionada obra El alma española (Madrid, 1903).
2 ' ° Las imágenes caracterizadoras de la Iglesia en el discurso anticlerical de Bark:
babosas, sapos, hienas, arañas y demás animales representan el clero como clase anti-
natural, «justamente, lo contrario de ese Pueblo, sano, inocente, visible normal, que
somos todos», ALVAREZ JUNCO, José, El emperador del paralelo. Lerroux y la demago-
gia populista, Madrid, Alianza Editorial, 1990, pp. 401-402.
2
' " Una gran amistad unía a Ernesto Bark con José Nákens, promotor de las cam-
pañas anticlericales en las que participó nuestro autor. Bark colaboró en Las Dominica-
les del Librepensamiento.

123
birles fijar un cartelito que decía: A q u í se dicen las misas más
baratas que en ninguna parte..» n o

En las órdenes femeninas -entre las que le llaman la atención «las


Terceras (¡!) de la Merced [...] y las Hijas del Buen Pastor (¿...?)»221-
predominan las actividades sociales y domésticas, desde la asistencia
a enfermos hasta el bordado y la costura. Bark reprueba con ironía su
participación en empresas que deberían ser de carácter nacional, como
transportes, tabacalera y compañías eléctricas. Solicitando el acuerdo
del lector, se expresará Bark coloquialmente en el extracto siguiente:
«De modo que vais por el ferrocarril, y contribuís a la vida de
los jesuítas, vais por mar y el barco es jesuíta. Montáis en cual-
quier tranvía... es jesuíta. Es un rípert jesuíta. Vais de jolglorío o
bodorrio en un ómnibus a los Viveros, el ómnibus es de los jesuí-
tas. ¿Fumáis? Los jesuítas cobrarán el dividendo con el dinero que
empleáis en veneno con apariencia de tabaco, ¿Luz eléctrica? Es
la luz del jesuitismo; y así todo.
Todo, porque según nuestros informes, hay chirlatas y casas
de citas que...»222.

Bark denuncia las astucias económicas de las órdenes religiosas


en busca del beneficio hasta en el mínimo servicio a la vida pública.
Secundados por Canalejas2", los republicanos progresistas pedían la
reforma de la ley de asociaciones para adecuarla a las nuevas realida-
des socio-económicas. Exigían la inspección de las empresas religio-
sas hasta entonces exentas de control fiscal, las cuales, constituían
una poderosa industria sumergida paralela224. Esta infiltración en la
economía española levantó las protestas de los Círculos Industriales,
incapaces de competir con sus concurrentes religiosos225. El poder
económico de las órdenes religiosas amenazaba incluso los intereses
de la patria. Se imaginaron descabelladas alianzas, desde los yankees
hasta con los regionalistas catalanes para derrocar la monarquía

22U
Socialismo Positivo, Op. cit., p. 100.
221
Ibid., p. 102. Los signos ortográficos son originales del autor.
222
lbid.,p. 103.
22
-> Sus objetivos eran la transformación de las relaciones Iglesia-Estado en una
sociedad democrática y tolerante, la regulación jurídica de las órdenes religiosas y la
limitaciones de su poder socio-económico. FORNER MUÑOZ, Salvador, Canalejas y
el Partido Liberal Democrático (1900-1910), Madrid, Cátedra e Instituto de Cultura
Juan Gil Albert, 1993, pp. 79-85 y ULLMANN CONNELY, John, La semana trágica.
Estudio sobra las causas socioeconómicas del anticlericalismo en España (1898- i 912),
Barcelona, Ed. Ariel, 1972, pp. 22-32 y 86-100.
224
Socialismo Positivo, Op. cit. , pp. 99-102.
225
Ibid., p. 235.

124
borbónica y sustituirla por un régimen autocrático 226 . Durante los con-
flictos de la Huelga General de 1902 en Barcelona, Bark denunció la
infiltración jesuíta en el Anarquismo, en contra del movimiento radi-
cal de Lerroux y la Unión Republicano-Socialista.
Finalmente, Bark atribuye al clericalismo la responsabilidad de la
decadencia estatal y la degeneración de la raza española. El clericalismo
había dejado sus huellas en el carácter, las ideas y modos de vida espa-
ñoles. Del análisis comparativo con los demás países europeos, Bark
distingue en España un nivel de vida inferior y un alto índice de miseria,
resultantes de la persecución del lujo y las comodidades por parte de la
Iglesia, unos «pecaminosos atractivos con que el diablo desvía las al-
mas buenas para hacerlas indiferentes de la vida futura» 227 .
Extremando la aplicación de la biología, numerosos charlatanes
pseudo-científicos pretendieron apoyar con sus teorías los movimien-
tos anticlericales. En frenología, circulaban las teorías de Marcelino
Brieva. Sostenía que la degeneración de la raza española se debía a la
influencia clerical, dado el gran desarrollo de la venerabilidacl de los
cráneos españoles, «capacidad nefasta que se ha aumentado por la
selección artificial de siglos de embrutecimiento clerical y monárqui-
co, hasta el punto de formar hoy el rasgo distintivo de los españoles».
Los frailes potenciaron el desarrollo de esta venerabilidad en las cla-
ses directoras, gracias al eficaz confesionario, «la antesala del burdel»
de las damas aristocráticas 228 . Bajo estas elucubraciones organicistas
que pretendían justificar «científicamente» el ocaso del pueblo espa-
ñol, Bark critica la concupiscencia de las clases directoras y religio-
sas, los primeros degenerados ocultos tras la celosía del confesionario
y las largas sotanas229. Recurriendo a las atrocidades de la Inquisición,
Bark intensifica la visión del clero como una muralla infranqueable
para el progreso, la cual queda simbolizada por el Monasterio del
Escorial, como anuncia en su libro de viajes.:

«[...Isímbolode los infortunios y las tristezas seculares de una


gran nación que ha pasado siglos tras siglos mirando estáticamente
al cielo y renunciando sobre el cielo de ultratumba la alegría, la
dicha de esta vida, (...) aquel símbolo de maldiciones y tinieblas
que han convertido en una inmensa tumba el país que debía ser el
Edén de Europa»230.

226
Ibid., pp. 105. Documentado por ULLMANN CONNELY, John, Op. cit., p.
152.
227
Estadística Social, Op. cit, p. 225.
228
Ibid., pp. 226-227.
22
9|_a anti-natural conducta sexual del clero constituyó un mito anticlerical. Su
construcción y funcionamiento fue estudiada por ALVAREZ JUNCO, José, El empera-
dor..., Op. cit, pp. 402-407.
" 0 Filosofía del placer, Op. cit., pp. 249-250.

125
Una vez demostrados los oscuros intereses, la conducta anti-natu-
ral y la falsa espiritualidad del clero, Bark exhorta a la «extirpación
del cáncer clerical» y a escuchar las mesiánicas soluciones de los
liberales, los únicos capaces de aportar savia nueva a la patria y recu-
perar el «paraíso perdido», Extremando las reivindicaciones de José
Canalejas, Bark promulgaba la eliminación del clero entre los factores
públicos: «Quienes quieran religión e Iglesia, que la paguen; el Esta-
do como tal no tiene nada que ver con esto»231. El aconfesionalismo
del Estado era la principal disposición que se debía legislar para po-
tenciar la regeneración nacional. Aparte de las expropiaciones, na-
cionalizaciones y demás medidas económicas, se propone un progra-
ma educativo y de saneamiento moral del pueblo para extirpar defini-
tivamente la «atmósfera sepulcral del fanatismo, lleno de las miasmas
del odio y de los instintos malvados clericales, seres de otros siglos...
leprosos... lobos hambrientos en un mundo civilizado»232.
En definitiva, el anticlericalismo de Bark se adscribe fielmente a la
ideología republicana radical y librepensadora, atacando tanto las
facetas económicas y políticas como ideológicas del poder de la Igle-
sia en España.
Al denunciar los abusos de la Monarquía, el clericalismo y la oli-
garquía caciquil, Bark llama la atención sobre la necesidad de volver
a estructurar económicamente España como fundamento de la refor-
ma social. En primera instancia e independientemente de las esferas
del poder, hay que realizar un pequeño inciso sobre la interpretación
organicista que Bark hacía de la conducta económica de los españo-
les. De igual manera que el medio ambiente influye sobre los organis-
mos, el retraso económico de España está determinado por el «medio
nacional» y la influencia del clima, del carácter, de las tradiciones y
de la historia:
«Por lo benigno de su clima, es el español refractario a todo
ahorro, a toda acumulación del trabajo en capital, y, por consi-
guiente, ha quedado primitiva su vida económica puesto que el
industrialismo moderno supone grandes capitales y afán de aho-
rro»233.

«Vivir sin producir», esta es la divisa de todos los españoles, a


imitación del militar, el clérigo y el cacique. Estos profesionales de la
holganza, el vicio y la ostentación, han creado una opinión general

" ^ BARK, Ernesto, La próxima revolución y el capitalismo, Madrid, Biblioteca El


Radical, Imprenta de Ublado Montegrifo, 1890, p. 10.
23- BARK, Ernesto, La Intolerancia en España, Madrid, Biblioteca Hispano-Alema-
na, 1888, p. 5.
" J Socialismo Positivo, Op. cit., p. 60.

126
que desprecia el trabajo y el ahorro, necesario para sanear la econo-
mía de la nación.
El débil capitalismo industrial es, a juicio de Bark, la causa del
desarrollo del caciquismo en tanto que «feudalismo político averiado
por la explotación capitalista en su forma más repugnante, por
mezquinismo». Bark deplora que los caciques, amos de vidas y ha-
ciendas hayan destruido la fe y el respeto a la ley y a la propiedad23'1.
Bark distingue dos tipos de relaciones caciquiles. El primer tipo es
económico, se basa en la apropiación de la riqueza y los beneficios
del trabajo. Es ejercido por la confabulación de los «elementos» de la
reacción política y religiosa para subyugar al productor y por los pro-
pietarios ricos que «esquilman» al colono. El segundo es un caciquis-
mo político y administrativo que pone en tela de juicio el sistema
parlamentario español. Los grandes oligarcas de Madrid emplean las
más variadas artimañas para tener sujetas las provincias de su feudo.
La mayoría de los políticos se valen ele su carácter de abogados para
influir en los Tribunales, y, de su influencia parlamentaria, para hacer
de las «Cortes una palanca de su ambición y codicia»235. Más peligro-
sos son sus subordinados en provincias. Ilustra su exposición con su
propia experiencia en Cartagena, donde vivió bajo las amenazas cons-
tantes del cacique de la ciudad y de su «enjambre de crápula políti-
ca» que obedecen ciega e interesadamente al gran señor236. Relacio-
nado con el problema del caciquismo administrativo aparece «la
yernocracia», definida por Bark como «la selección al revés», la de la
conquista de puestos de honor gracias a los parentescos familiares y
no al mérito, impotente, el pueblo siente desfallecer sus fuerzas ante
la lucha imposible y no reacciona ante la injusticia del sistema237.
Los mecanismos del caciquismo estaban produciendo, en opinión
de Bark, el estancamiento de España. De la misma manera que nada
se podía hacer contra la yernitis, las pocas actividades que pervivían
incorruptas acababan por desistir, «caen desfallecidas, emigran o se
entregan sin condiciones a esa patulea de imbéciles»238. Como miem-
bro de una asociación sin apenas representatividad ni ejercicio prác-
tico del poder, Bark evaluaba de manera parcial estas relaciones
caciquiles, planteadas desde la transgresión ética y moral que eran la
norma de su funcionamiento. Asimismo, la estabilidad y el funciona-

234
Estadística Social, Op. cit. pp. 247-289.
235
Ibid., pp. 250-252 y BARK, Ernesto (A. De Santaclara), El Hambre Social, Ma-
drid, Biblioteca El Radical, ¿1889?. Sin localizar. Bark reproduce un extracto en La
próxima revolución y el capitalismo, Op. cit. , pp. 8-9.
236
Estadística Social, Op. cit., pp. 250-252.
237
Ibid., pp. 107-108.
238
Ibid, p. 110.

127
miento del caciquismo durante la Restauración no se aseguraba úni-
camente por la coerción, tanto más en cuanto que en estas relaciones
de fuerza se creaba a menudo un pacto de intereses consensúales, el
cual vivía no tanto de la represión, como merced a la indiferencia. De
hecho, los mismo republicanos utilizaron la fuerza del cacique local
en períodos electorales, favoreciendo la pervivencia del sistema que
pretendían destruir239.
En el orden económico, España posee un capital nacional reduci-
do por la explotación de la oligarquía. Bark denunciará a los artífices
del capitalismo, caciques, aristócratas y congregaciones religiosas que
se apoderan de la riqueza nacional para emplearla en la usura. Aun
así, no son muchas las grandes fortunas en España y tras la guerra de
Cuba, el «teatro del agiotaje» ha quedado muy reducido. Ahora, los
reyezuelos del oro, como los denominaba Bark, roen «el hueso de la
deuda pública, agremiados en el Banco de España y el resto de sus
negocios se reduce a vergonzosas operaciones de usura»240.
El capitalismo español frente al de las potencias mundiales es to-
davía primitivo. Efectivamente, cuantificado a partir de los intereses
económicos de las grandes familias, su peso dentro de la economía
mundial es de mínima relevancia:
«La confabulación de nuestros fabricantes de azúcar y trafi-
cantes de víveres es una travesura inocente de niños al lado de la
unificación, los «trusts» de acero, petróleo, trigo, azúcar o made-
ra de Norteamérica»241

El capitalismo español se caracteriza igualmente por un gran «exo-


tismo». La poca industria floreciente, la banca, las salinas, las minas y
las obras públicas de envergadura nacional como el ferrocarril están
en su mayoría controladas por capital extranjero,- salvo en Cataluña,
el País Vasco y Asturias-, en lugar de ser propiedad colectiva de la
nación. También participan como accionistas en esas sociedades los
«famosos 10.000 caciques», lo cual, les proporciona prestigio social y
el capital necesario para «encargarse del arriendo de otras produccio-
nes monopolizadas por el Estado con fines financieros o se encargan
de recaudar el impuesto de consumos»242.
Bark no puede ofrecer más que un balance deplorable de la situa-

" y VÁRELA ORTEGA, José, Los amigos políticos. Partidos políticos y caciquismo
en la Restauración, (1875-1900), Madrid, Alianza Universidad, pp. 353-399, 434, 440-
442 y 460.
^ / *° El Internacionalismo , Op. cit. , pp. 163- 1 64.
241
El bolcheviquismo en España..., Op. cit., p. 30.
242
Estadística Social, Op. cit., pp. 236-238.

128
ción económica española. Sin análisis exhaustivos pero buscando el
impacto fácil sobre el lector, propondrá una revolución financiera como
único paliativo al atraso industrial. El problema de la bancarrota pre-
sagia un crítico desenlace que podría ser explotado por los radicales
convocando a sus facciones a la revolución243: empezando con la
destrucción de los monopolios de los reyezuelos del oro que oprimen
al pueblo, del «caciquismo con su cúspide, que es el parlamentaris-
mo degenerado; del despotismo omnipotente de las compañías capi-
talistas, El Norte, Tabacalera, Transatlántica» y del clericalismo estre-
chamente unido a esos monopolios para explotar al pueblo «en igno-
miniosa fraternidad»244. Así presentada, la revolución no será más que
una transferencia de propiedad, usurpando bienes de carácter públi-
co, aplicando la legislación vigente con rigor y justicia y nacionali-
zando los bienes del Estado se podrían dar los primeros pasos sin
violencia para la República Social245.

4. 3. La política colonial, escenario de intereses comunes.

Las opiniones de Bark sobre política colonial fueron expuestas en el


capítulo anterior. Completaremos sus críticas teniendo en cuenta que
ahora trata de informar aun público lector autóctono español246. Recor-
demos tan sólo que Bark deploraba la falta de diplomacia y alianzas
internacionales durante la Restauración por la inestabilidad ante la pér-
dida colonial, el aislamiento político y proteccionismo comercial.
Las opiniones de Bark documentan la actitud republicana ante el
problema colonial y sus campañas para la preservación de los últimos
reductos. A su juicio, España nunca había efectuado una verdadera
colonización al tolerar la primacía de la evangeiización, encubridora
de los intereses eclesiásticos. El Estado no había desarrollado una polí-
tica para favorecer el desarrollo económico, la explotación de las rique-
zas naturales y la hispanización de dichas regiones. Sin los terrenos de
ultramar, España perdía su ya irrisorio papel como potencia imperialis-
ta. Por estos motivos, Bark creyó conveniente la campaña a favor del
colonialismo apelando a los valores patrióticos y denostando al régi-
men oficial247. Se debía apoyar el enfrentamiento hasta la guerra para
defender la patria y el honor español. Estas eran sus arengas hacia 1890.

243
Ibid., p. 260.
244
La próxima revolución y el capitalismo, Op. cit., p. 5.
24;
' El Internacionalismo, Op. cit., p. 163.
2 ™ En la obra no localizada, Las relaciones exteriores de España (Madrid, 1888)
analizaba la cuestión de Marruecos, La jefatura Latina y Las alianzas españolas.
^ ' Sobre la política republicana y el problema colonial, SERRANO, Carlos, Fin
del Imperio. España, 1895-1898, Madrid, Siglo XXI, 1894, pp. 79-88.

129
Inaugurada la guerra y sin escapatoria ante la presión estadounidense,
Bark evoluciona hacia la crítica belicista para poner en tela de juicio el
régimen político y los círculos de poder dominantes:
«La guerra ha sido un borrón de ignomia echado sobre la glo-
riosa historia de España y los causantes de esta inmensa vergüen-
za no deben encontrar perdón hasta que la nación española rei-
vindique su honra hoy mancillada por un puñado de desgracia-
dos que traicionaban la nación para salvar la monarquía»248.

Bark denunció con clarividencia para denunciar las estrategias del


gobierno que deliberadamente fue a la guerra para defender el sistema
monárquico. Explicó Carlos Serrano que la concepción patrimonial de
la monarquía se oponía a cualquier solución negociadora que pudiese
«poner en entredicho la propia legitimidad del régimen y por lo mismo
amenazar directamente su estabilidad». Salir vencidos en la guerra era
preferible a ser derrocados del poder249. También quedarán malparadas
las esferas de poder, acusadas de «perversión moral», corrupción y abuso
de los bienes públicos: Romanones y Comillas, los miembros de los
gabinetes de gobierno, militares y religiosos. Bark denuncia la explota-
ción de los soldados, estafados por los oficiales de guerra:
«[...] dando al pobre soldado harina pintada en lugar de quinina
y pollos de cauchuc, y doscientos mil desgraciados murieron de fie-
bre y hambre, y colonias que debían ser el emporio de toda España,
convertidas en el Edén de todos los españoles, se perdieron para siem-
pre, mientras que las muy devotas y cristianas damas de la aristocra-
cia española seguían divirtiéndose en teatros y saraos y en el palacio
real bailaba Caserta el rigodón con su devota prometida»250.

El duelo nacional que suponía la pérdida de las colonias y derrota


de la guerra, no encontraba su eco en los ambientes cortesanos, evi-
denciando los intereses gubernamentales en el ocaso del imperio. Con
estas palabras, la propaganda de Bark en contra de la Monarquía des-
carta cualquier fundamentación ideológica para materializarse en
hechos irrisorios de la vida cotidiana, de gran impacto sobre una opi-
nión pública sensacionalista231. Tras la pérdida de las isla, proseguirá
atacando a «los reyezuelos del oro indígena», especialmente clerica-
les. La influencia del Vaticano sobre la política colonial española era
un hecho comúnmente aceptado. Las órdenes religiosas españolas se
habían opuesto a cualquier reforma que amenazara la hegemonía

Socialismo Positivo, Op. cit., p. 140.


SERRANO, Carlos., Fin del Imperio...Op. cit, pp. 44-47.
Revolución Social, Op. cit., p. 92.
Este tipo de discurso abundará también en Estadística Social, Op. cit., pp. 256-

130
monárquica y sus propios intereses. De hecho, la doctrina religiosa
fue utilizada tanto por el Estado como por la propia Iglesia para salva-
guardar el dominio colonial.

4. 4 . Del Socialismo Español al Socialismo Positivo.

Para la definición de una República Social en España, Bark dirige


su mirada crítica hacia el espectro político de las izquierdas españo-
las con el fin de buscar su propio espacio de definición. Tendenciosa-
mente, Bark presenta las diferentes escuelas políticas progresistas vi-
gentes: el Republicanismo y las grandes escuelas socialistas desde sus
orígenes hasta la Internacional, así como la posterior evolución del
Socialismo marxista y el Libertarismo anarquista en Europa. Obvia-
mente, no faltan las críticas filtradas desde su ideología personal, es-
pecialmente al examinar los postulados doctrinales de estos dos últi-
mos credos y su implantación en España. Su objetivo era poner en tela
de juicio ambas tendencias para demostrar la «superioridad» ideoló-
gica de su Socialismo Positivo.
En este capítulo centraremos nuestra exposición sobre las críticas
de Bark a propósito del marxismo y el anarquismo españoles. La im-
portancia ole sus juicios estriba en el intento de definición de su Socia-
lismo Positivo, como negación o superación de las ideologías marxis-
ta y anarquista. En un principio, presentaremos sus críticas al Socialis-
mo marxista; después, el Anarquismo libertario; y finalmente, recons-
truiremos la formación de su concepto de Socialismo Positivo. Este se
presentaba como la renovación del Republicanismo, ya histórico y
parcialmente materializado, en los diversos intentos de creación de la
Unión Republicano-Socialista. Dejaremos para capítulos posteriores
el estudio de los principios ideológicos, las estrategias de acción y las
estructuras organizativas del Socialismo Positivo de Bark.

4. 4. I. Crítica al Socialismo marxista.

Las directrices ideológicas del Partido Socialista Español se inspi-


ran en el Socialismo metafísico marxista y están impregnadas de idea-
lismo hegeliano. En la práctica, los socialistas se distancian de la rea-
lidad, lo cual se agrava en España por el acatamiento simplista del
pensamiento de Guesde232. A partir de esta tesis, se articula la crítica

" • ' J u l e s Guesde ejerció gran influencia sobre Pablo Iglesias y Antonio García
Quejido. De él tomaron «su rígida oratoria y su hostilidad doctrinaria a los políticos
burgueses, en especial a los republicanos», CARR, Raymond, Op.cit., y PÉREZ DE
LEDESMA, Manuel, Antonio García Quejido y La Nueva Era. Pensamiento socialista
español a comienzos de siglo, Madrid, Ed. Centro, 1974, pp. 30-37,

131
de Bark sobre el Partido Socialista Español para demostrar sus limita-
ciones en la materialización de sus teorías.
Bark censuraba que el Socialismo español imitase fielmente los
moldes de los países industriales más avanzados de Europa, sin tener
en cuenta que España era un país eminentemente agrícola, con una
masa obrera peculiar y geográficamente dispersa253. Los líderes socia-
listas españoles no supieron adaptar las bases teóricas del marxismo
al contexto español. Como acertadamente argüía Bark, en España no
tenía sentido la coordinación de «[...] las luchas por la libertad y la
aplicación del vapor y las ciencias exactas en la producción» preco-
nizadas en Alemania. Por ende, hasta las estrategias para la transfor-
mación del Estado debían ser evaluadas según las exigencias españo-
las254: la nacionalización de la tierra y su explotación colectiva eran
impracticables entre la población agrícola. Igualmente, la consecu-
ción de la «armonía nacional estatal», reguladora de todas las activi-
dades resultaba, a juicio de Bark, un peligroso autoritarismo255. Con la
transformación del organismo social en un orden ascendente, los
marxistas se erigieron como representantes del pueblo. Sin embargo,
en el contexto español, al menos hasta mediados de la década de los
noventa, el Anarquismo era predominante entre las clases proletarias
agrícolas e industriales256.
Bark era hostil a la lucha de clases al identificarla exclusivamente
con la lucha marxista. Pensaba que la mistificación de la lucha de
clases que hacía el Partido Socialista Español ocultaba la ambición de
los miembros del directorio para «conservar su ascendencia sobre las
masas ignorantes obreras»257, precisamente cuando republicanos pro-
gresistas y socialistas se disputaban la adhesión de las clases obreras a
sus filas. Constata que el Partido Socialista no había querido atraer
simpatizantes de las clases medias: comerciantes, dependientes, em-
pleados, periodistas, maestros... y tantos otros sectores «vendedores
de su producción al capital» sin por ello estar socialmente asimilados
al proletariado. Los socialistas alejaron a estos grupos, declaraba Bark,
para evitar que su autoridad fuese cuestionada. Por los mismo moti-
vos, Pablo Iglesias, Quejido.y demás líderes del partido rechazaban la
presencia de intelectuales entre sus filas. Recordemos que si bien el

" ^ Socialismo Positivo, Op. cit., pp. 81 - 82 y El Internacionalismo, Op. cit., pp.
160 y ss.
254
lbid,p. 36.
255
lbid,p. 143.
2 j
" COLÉ, G.D.H.; Historia del pensamiento socialista. Marxismo y anarquismo,
(1850-1890),T. IV, México, Fondo de cultura económica, 1963, pp. 205-207.
I-3' Socialismo Positivo, Op. cit. , p. 40.

132
Socialismo tuvo una acogida positiva inicial entre la intelectualidad
de la época, pocos sobrevivieron en su seno hasta finales de siglo.
Transcurridos aquellos primeros ideales de juventud, el desengaño y
el abandono del partido caracterizó la conducta de estos intelectua-
les. Bark cita a Rafael Delorme y Miguel de Unamuno como ejemplos
típicos de los que se alejaron del partido a causa del: «[...] espíritu
sectario, pedantesco y autoritario, y por desconfiar de la sinceridad de
los jefes de aquella comunión»258. Más que las polémicas sobre la
supuesta presencia de intelectuales en el Partido Socialista, cabría su-
brayar la ausencia de teóricos e ideólogos marxistas259. Bark critica
aquel espíritu partidista, creador de una aristocracia vitalicia de «sa-
cerdotes granrabinos»: Pablo Iglesias, Antonio García Quejido y
Perezagua entre otros. Como venía haciendo desde El Crisol, rechaza
su falta de formación intelectual, el abuso de su influencia para satis-
facer intereses personales y una existencia burguesa, y, especialmen-
te, la creciente negligencia del Partido Socialista que adoptaba «falsos
derroteros» y perjudicaba «los intereses que aparentaba defender»260.
En definitiva, los líderes socialistas se estaban convirtiendo en explo-
tadores de obreros de quienes se constituían en legítimos defensores.
Entre la ideología y la praxis política el abismo aumentaba. Por consi-
guiente, Bark, en nombre del Socialismo Positivo y ante la carencia de
un programa eficiente, denuncia la falta de pureza de sus ideales. Su
lucha es una débil protesta contra los abusos del capitalismo, obceca-
da en la desaparición del capital y del salario. Estas disposiciones
resultan inadadecuadas para la economía española y peligrosas para
la libertad individual y el progreso.
Al comparar los partidos socialistas alemán y francés con el espa-
ñol, Bark destaca su mentalidad estrecha y falta de perspectiva, Le
reprueba sus enfrentamientos con los republicanos en lugar de pactar
alianzas contra el capitalismo y el poder oligárquico de la Monar-
quía26'. Las polémicas entre los líderes socialistas y radicales republi-
canos se incrementaron en los últimos años del siglo, El Consejo na-
cional socialista se opuso a cualquier negociación con los república-

2D
" El Internacionalismo, Op. cil., p. 54. Bark se olvidaba de la incondicional
presencia entre las filas socialistas de Juan José Morato, José Verdes Montenegro y An-
drés Ovejero, entre otros. Sobre las relaciones de la intelectualidad con el Socialismo:
GÓMEZ MOLLEDA, M. Dolores, f / socialismo español y los intelectuales, Salamanca,
Universidad de Salamanca, 1988, pp. 22-75.
259
LAMO DE ESPINOSA, E., Filosofía y política en Julián Besteiro, Madrid, 1 973,
p. 194. Dato tomado de VILLACORTA BAÑOS, Francisco, Burguesía y cultura. Los
intelectuales españoles en la sociedad liberal, 1808-1931, Madrid, S. XXI, 1980, p.
175.
2
° 0 Socialismo Positivo, Op. cit. , pp. 1 51 -153 y 159.
261
Ibid., pp. 3 7-39 y 164-166.

133
nos, etiquetados de trasnochados burgueses. Desde 1890, los socia-
listas españoles habían empezado a superar las influencias del
guesdismo, a enriquecer su ideología y adaptar la praxis política a la
realidad del país. Sin embargo, estas nuevas directrices no eran apre-
ciadas por Bark porque evolucionaron hacia el moderantismo sindi-
cal y el reformismo, buscando triunfos parciales en la negociación y
escaños en el parlamento262. Por ello, Bark les reprueba su negativa a
participar en la huelga de comerciantes organizada por Germinal y en
las alianzas electorales con los republicanos de 1893, 1899 y 1901.
Bark resume los resultados de cada una de estas elecciones y las de
los representantes de la Unión General de Trabajadores para demos-
trar su débil alcance y criticar su inercia política que no quería correr
riesgos «imprudentes» como el asociarse a los republicanos.
Desde la óptica republicana, Bark caracteriza las prácticas socia-
listas españolas de «maquiavelismo reaccionario, de limosna» y
anatematiza contra ese Socialismo acomodaticio que tiene miedo de
las represiones y la cárcel, que permanece impávido ante los abusos
del gobierno de Silvela y Pidal, los tormentos de Montjuich, la supre-
sión de las garantías constitucionales, la represión de la prensa, los
impuestos... Bark les exhorta a la determinación revolucionaria que
su credo exige, aun cuando la socialdemocracia alemana evoluciona-
se por los cauces reformistas263.
La controversia, publicada primero en El País y luego en el folleto
Desenmascarados. Revelaciones respecto al partido obrero (Madrid,
¿1900?), desencadenó mítines de protesta contra Bark264. Bark confe-
saba haber cumplido con su «triste deber» de publicista al informar al
pueblo sobre la conducta política de los dirigentes socialistas. Al pa-
recer, fue secundado por los periódicos saímeronianos La Justicia y El
Mercantil de Valencia, por los republicanos federales El Pueblo de
Vilanova y Geltrú, su homónimo de Valencia y La voz montañesa de
Santander2^. Los litigios entre el Republicanismo progresista y el Co-
mité Nacional Socialista se agudizaron y más tarde dificultaron los
distintos ensayos unionistas266. A pesar de ello, Bark continuó procla-

262
PÉREZ DE LEDESMA, Manuel, Antonio García Quejido..., Op. c/'í., pp. 37-38.
263
Ibid., pp. 154-155.
2
" 4 Socialismo Positivo, Op. cit., pp. 1 51 -1 52
2 6 J TU ÑON DE LARA, Manuel, Historia del Partido Socialista, Madrid, Conjunto
Editorial, 1989, p. 183.
2
" ° Los distintos esfuerzos de acercamiento y las disensiones en el seno del Partido
socialista al respecto son estudiados por ROBLES ECEA, Antonio, «La Conjunción repu-
blicano-socialista» en Anales de Historia, I (1986), pp. 109-130; RUIZ , Octavio, El
Partido Republicano Radical, (1908-1936), Madrid, Tebas, 1976, especialmente las pp.
37-65 y 83-86; y ULLMANN CONNELY, John, Op. cit., pp. 564-565.

134
mando el abandono de los moldes de secta y su apertura como movi-
miento de clase para todos los ciudadanos267.
En La Fórmula Social (Madrid, 1913) reaparecen idénticos argu-
mentos contra los socialistas268. Con esta obra, «de higiene moral»269,
se pretendía desenmascarar las maniobras del Partido Socialista y de
algunos de sus líderes. En este folleto, Bark reseña los artículos publi-
cados en El Radical, las ponencias Adolfo del Coso y las diversas in-
tervenciones en las diatribas que originaron sus acusaciones y censu-
ras. Tema fácil y espectáculo candente estaban asegurados, pues Adolfo
del Coso no se enfrentaba a la ideología socialista, sino a la adminis-
tración de las organizaciones obreras y a sus representantes. Criticaba
la explotación económica de la Cooperativa Socialista en tiempos de
huelga, el enriquecimiento personal de algunos líderes en este tipo de
colectividades270, la falta de solidaridad hacia los huelguistas privados
de fondos de las cajas de resistencia por no estar afiliados al partido,
los boicots a las sociedades gremiales que no comulgaban con sus
dictados...271. En este documento más tardío, Bark prosigue su lucha
contra el Socialismo marxista reincidiendo en el autoritarismo y sec-
tarismo de los líderes y en su moderantismo legalista. En conclusión,
el análisis de Bark está orientado por sus opiniones sobre la sed de
poder y de beneficio económico personal que él atribuye a los socia-
listas españoles.

4.4.2. Crítica al anarquismo o socialismo libertario.

Ernesto Bark, tras convivir con los padres del Anarquismo, admiró
con ciertas reservas este movimiento político. Finalmente, se inspira-
ría de la versión francesa de José Proudhon en lo que respecta a su
ideología moralista, su mutualismo y su actitud conciliadora.
Al perfilar la geografía política española, en 1901, Bark constata la
supremacía cuantitativa del Republicanismo y del Socialismo marxis-
ta sobre el Anarquismo; no obstante, éste disfruta de cierta populari-
dad a pesar de la leyenda terrorista272. A la zaga de afinidades políti-
cas con las que unir las distintas facciones, Bark ensalza las conco-

2b7
Socialismo Positivo, Op. cit., pp. 151-152.
2™ BARK, Ernesto, La Formula Social, Madrid, Biblioteca Germinal, 1913.
269
Ihici, p. 5.
270
Ibid., p. 18.
271
Ibid., pp. 5-9, 12 y 20-25 y 20-25.
272
Socialismo Positivo, Op. cit., p. 192.

135
mitancias entre el Republicanismo federal y el Anarquismo273. A tra-
vés de Pi y Margall, la tendencia republicana coincide con el Socialis-
mo libertario y el espíritu de José Proudhon. Merced a este guía, los
republicanos más radicales bebieron «en las fuentes del Anarquismo,
en su variación pactista preparada por la agitación de Bakounin, y
ahora precursora de Reclus y Kropotkin»2:M. Sin embargo, Bark descu-
bre un panorama intelectual y doctrinal anarquista prácticamente in-
significante: Alvarez, Mella, Tárrida y Prats son propagandistas esti-
mables «pero sin profundidad ni originalidad», Teobaldo Nieva, José
López Montenegro y Fermín Salvoechea son hombres serios y de valía
pero encuentran grandes dificultades en el seno del partido por la
intolerancia de sus correligionairos. Entre los raros intelectuales, Bark
destaca a Anselmo Lorenzo, especialmente por su obra Proletariado
Militante, su descripción de los sentimientos altruistas y el reconoci-
miento de la abnegación constante que la moral social exige. A Maeztu,
Martínez Ruiz y Bonafoux los consideraba meros «desequilibrados»
morales, puros egoístas y denigradores de todas las leyes275. Salvo en
estos casos aislados, Bark recrimina a los ácratas un carácter estrecho
y sectario, semejante al de los socialistas, negándose a toda colabora-
ción con otra organización política. Por estos motivos, Bark concluye
que el Anarquismo español no es más que una secta estancada redu-
cida a otro fanatismo más, gobernado por los principios de la difama-
ción, la insinuación y la calumnia, «sin actos viriles, ni caracteres
grandes». Bark siempre mantuvo esta opinión sobre el Socialismo li-
bertario. Aunque admitía la transformación del organismo social, en
sentido ascendente, desde las clases ínfimas hasta la cúpula del Esta-
do, difería en el grado «total» de esa reforma fundamentada en el
espontaneísmo y la armonía natural entre todos los hombres primiti-
vamente bondadosos y una armonía sin coerción ni autoridades. Por
ello mismo, Bark inquiría:

«¿Cómo llegar a este ideal etéreo dado el estado económico


actual y los instintos salvajes, malvados y groseros y la mentalidad
torpe y poco elevada de los seres cultos de abora?¿No sería querer
volar y caer de bruces en un abismo?»276

¿'^ Porque «recurrían a las ¡deas de cualquier corriente de pensamiento utilizable


para la oposición al sistema existente, no se veían urgidos por la necesidad de realizar
ningún profundo análisis crítico del modo de producción y explotación capitalistas».
ALVAREZ JUNCO, José, La ideología política..,, Op. cit, p. 174.
'•' 4 Socialismo Positivo, Op. cit., p. 37,
^ 7 5 Revolución Social, Op. cit., p. 22.
276
Ibid., p. 24.

136
Para Bark, la concepción anarquista del «Volkstaat» o Estado po-
pular le resultaba utópica y antitética con la naturaleza humana: una
utopía que «supone ángeles en lugar de hombres con sus vicios y sus
defectos probablemente eternos»277. A su juicio, estos fundamentos
ideológicos ácratas eran irrealizables en España dadas la psicología
de su pueblo y la influencia coercitiva de la Iglesia.
Bark discrepaba del pensamiento ácrata respecto de la viabilidad
del sistema comunista. Guiado por sus intereses unionistas en la con-
tienda social, censuraba el rechazo anarquista a participar en la lucha
organizada en asociaciones diferentes de la ácrata, al menos en teo-
ría278. No obstante, Bark acoge sus estrategias de lucha, a priori más
eficaces que el corrupto parlamentarismo: el activismo terrorista y la
huelga general serán «los golpes de fuerza», imprescindibles para en-
caminar la Revolución Social.
Bark abordará el tema del activismo anarquista, ineludible por
polémico, en sucesivas ocasiones y desde perspectivas un tanto
ambiguas. «Si acudimos a la fuerza, es sólo para repeler la fuerza»279
solía justificar Bark para despenalizar la acción violenta como única
estrategia eficaz en la lucha política. Así lo defendía en el contexto
socio-político ruso, convencido que la fuerza era la única arma que
podría acabar con la oligarquía zarista; sostenía que el tiranicidio era
una estrategia altruista, porque se dirigía exclusivamente contra los
representantes más elevados de la justicia imperante y nunca contra
seres inocentes280. En el mismo sentido, y sobre todo en el contexto
español, Bark declaraba que:
«[...] nunca se puede atentar en nombre del Socialismo, ni de
ninguna de sus escuelas, contra personas que no tienen responsa-
bilidad alguna en los crímenes que comete el estado social a que
ellas están sujetos por la misma fuerza como lo somos nosotros»281.

En otras ocasiones, califica los mismos actos de salvajadas sin re-


lación con la noble guerra humanitaria contra el capitalismo. Desde
1902, con los primeros actos terroristas y las sucesivas represiones,
Bark adoptará una postura defensiva. Tras el Anarquismo en acción se

•2-77 Ibicl., p. 143 y pp. 198-199. Bark caracterizó acertadamente este carácter utó-
pico del Anarquismo. También reproduce semejantes ideas en su folleto, doce años
después, La Fórmula Social, Op. cit, p. 14. Consúltese ALVAREZ JUNCO, José, La
ideología política..., Op. cit., pp. 309-368.
27° Sobre la historia del Anarquismo español: MAURICE, Jacques, L'anarchisme
espagnol, París, Rodas Etudes, 1973.
2 ' " Filosofía del placer, Op. cit., p. 25.
2 " " Socialismo Positivo, Op. cit., pp. 24-25.
- ° 1 Filosofía del placer, Op. cit., p. 25.

137
esconden intereses reaccionarios que estimulan la propaganda crimi-
nal desacreditadora del mismo, catalizando la ignorancia y el odio
ciego de algunos militantes. Por ello, insta a todo el movimiento so-
cialista a evitar la calumnia sobre sus ideales. Insiste en ese trinomio
de fuerzas yuxtapuestas en un juego entre el azar y el interés:
anarquistas inconscientes, anarquistas criminales y jesuítas, que tergi-
versa el sentido del activismo libertario:
«La propaganda por el hecho no tiene nada que ver con el
crimen común de un loco con instintos de bruto; los Salvador y
Ravachol son criminales y los anarquistas que los enaltecen son
agentes inconscientes o conscientes del jesuitismo que trata des-
tacar partido del peligro socialista para que la burguesía estúpida
busque refugio en los bazos del clericalismo»282.

El Anarquismo español participó en la corriente criminalista de


Lombroso que pretendía demostrar la degeneración inherente a la
personalidad de los criminales anarquistas283. Dichas conclusiones
sobre esa particular tipología del anarquista dinamitero son amplia-
das por Bark y orientadas hacia su anticlericalismo. Es decir, a tenor
de su adhesión a la ideología moral del Anarquismo, esos libertarios
criminales son enfermos mentales que «padecen de anestesia moral»,
lo cual explica el que muchos concluyan en el jesuitismo. Los intere-
sados jesuítas «les protegen frecuentemente con la fundada esperan-
za de verles mañana en su campo o de servirse de sus crímenes»284.
La huelga era otra táctica anarquista que Bark adoptaría para su
Socialismo Positivo porque abría, en un relativo marco pacífico, bre-
chas anticapitalistas favorables a la Revolución Social285. La gran par-
ticipación anarquista en las huelgas, desde los años noventa, para
reivindicar la jornada de ocho horas hasta la de los carreteros de Bil-
bao en 1911, ha colaborado con el Republicanismo radical, comba-
tiendo a su común enemigo socialista, a pesar de su antipoliticismo y
su negativa a las coalicciones electorales286.

282
Ibid., pp. 24-25.

" Las opiniones del doctor Lombroso desempeñaron un papel decisivo en la
discusión penal contra el Anarquismo desde 1896, a raíz de los atentados revoluciona-
rios y la literatura decadente, «idealizadora de las formas antisociales de rebelión indi-
vidual», MARISTANY, Luis, El gabinete del doctor Lombroso. Delincuencia y fin de
sigloen España, Barcelona, Ed. Anagrama, 1973, pp. 60-62; y también, ALVAREZ JUN-
CO, José, La ideología política..., Op. cit, pp. 270-271.
2o4 Revolución Social, Op. cit.., p. 22.
iOJ
La Fórmula Social, Op. cit., p. 22.
2ae
Ibid., pp. 20-21.

138
Bark ensalza el sindicalismo ácrata. El sindicalismo nació en los
albores del siglo frente al fracaso de las tácticas revolucionarias para
contrarrestar la lucha obrera socialista. Así pues, subsanando lacras
políticas y económicas desde la revuelta y la barricada, el sindicalis-
mo se presenta como una nueva proyección libertaria, activa y sin
jefaturas unipersonales287. Aunque elogia las iniciativas ácratas, Bark
teme que, sin programa de reconstrucción social, todo quede reduci-
do a un caos nacional tras la preconizada destrucción del Estado. Este
estado de crisis conduciría a la toma autoritaria de poder del clero y la
monarquía288. Consecuencia de la falta de respuesta ácrata y del fra-
caso socialista, Bark deplora la desconfianza del proletariado igno-
rante a quien nunca se le han presentado soluciones comprensibles y
realizables a sus reivindicaciones. Los únicos resultados de la política
socialista son el pesimismo insano y la atmósfera asfixiante. Ante la
amenza de una reacción de signo contrario, Bark propugna la Revolu-
ción Social, según los principios del Socialismo Positivo, el cual, du-
rante la primera década del siglo XX creyó encontrar el soporte políti-
co en el seno del Republicanismo radical como desarrollaremos a
continuación.

4. 4. 3. Del Republicanismo.

La visión crítica de Ernesto Bark sobre el panorama político espa-


ñol que hasta ahora hemos presentado sería incompleta sin la presen-
cia del Republicanismo, entre cuyas falanges transcurrió la vida po-
lítica de Bark, pregonando las incongruencias de la Monarquía Cons-
titucional, criticando a los principales líderes y la problemática parti-
dista. Militante entre el Republicanismo progresista, Bark nos presen-
tará a un Ruiz Zorrilla exiliado e idealizado en tanto que hombre
emprendedor para el Republicanismo en acción, pero con insuficien-
te «capacidad política» como hombre de Estado. Más extensos fueron
sus comentarios sobre los extremos republicanos, el del posibilismo
de Castelar y el federalismo de P¡ y Margall. Emilio Castelar, represen-
tante del posibilismo, no creía más que en una república dentro de los
márgenes del orden establecido, o sea, moderada, conservadora y
patriótica. Igualmente, la tendencia anarquizante de la ideología fe-
deral atrajo a Bark. Elogiaba a P¡ y Margall, «el heredero de Proudhon»
y no desaprobaba sus estrategias políticas. Nicolás Salmerón y Ale-
jandro Lerroux, cuyos intereses se reunieron en torno al sueño de Bark,
la Unión Republicana, merecieron particularmente su atención ya que

287
Ibid., p. 17.
288
Ibicl., p. 23.

139
ambos fueron protagonistas de sus ensayos biográficos. En último lu-
gar, destaca la urgencia de la renovación ideológica del
Republicanismo en torno a la cuestión social, renovación que por
primera vez presentará un intento de organización conceptual mer-
ced a la acuñación de Socialismo Positivo, defendido por algunos
miembros de las huestes del grupo Germinal.
Sobre el lúgubre fondo español de los años gozne de los siglos XIX
y XX se reaparecen todavía los románticos ideales del antiguo
Republicanismo. Proclamas y arengas en el aire, sin planes concretos
de reforma, acabaron con los impulsos de la República de 1873. Ha-
biendo tomado como modelo la Revolución francesa, avasalladora en
lugar de libertadora, despertaron al pueblo a la revuelta y «ocupados en
la satisfacción de sus infantiles vanidades retroceden a la mitad del ca-
mino para acabar desmayados sobre el cadalso». Indecisos, P¡, Salmerón
y Castelar se asustaron de las consecuencias de la República. Fue el
mismo Castelar, según Bark, quien llamó a Pavía para que dominase a
los revolucionarios de la «bella palabra»289, sin programas de acción
con los que dirigir los primeros pasos de la República, pues, bajo la
influencia del jacobinismo y la tradición romántica confiaron más en la
acción espontánea y en la sabiduría del pueblo que en la organiza-
ción290. A juicio de nuestro autor, desde los insuficientes programas con-
servadores hasta los más radicales como los de Pi y Margall y Salmerón,
se redujeron a unas cuantas leyes compatibles con el radicalismo bur-
gués. Bark censuraba la falta de pragmatismo y coherencia de los gran-
des hombres del Republicanismo a la hora de tomar decisiones que
verdaderamente materializasen los presupuestos doctrinales proclama-
dos. Ciegos y pusilánimes, ninguno poseía el carácter necesario de un
hombre de Estado para guiar a las masas indoctas y hacer frente a la
oposición. Bark perfila un panorama republicano desolador:

«El poeta Castelar cambiaba en pocos meses todas sus opinio-


nes políticas. Era propio de un poeta que vive en la fantasía. Pi
sigue representando el papei el federal consecuente, no atrevién-
dose a serlo en el poder [...] y Salmerón no podía ver la realidad
por la nube filosófica que le empañaba la vista»291.

^ a y El Internacionalismo, Op. cit., pp. 160-1 61.


2
9 u |_as investigaciones actuales al respecto confirman esta opinión de Bark.
Consúltese: DARDE MORALES, Carlos, «Los republicanos en España durante el siglo
XIX» en Canelobre, n° 22 (Otoño, 1991), pp. 15-21; y del mismo autor, «Los partidos
republicanos en la primera etapa de la Restauración (1875-1 890)» en JOVER ZAMORA,
José M. (Dir), El siglo XIX en España: doce estudios, Barcelona, Ed. Planeta, 1974, pp.
433-463.
291 Socialismo Positivo, Op. cit., p. 77.

140
En definitiva, Ernesto Bark, como el mismo pueblo, se dice hastia-
do de anfibiologías y vaguedades que ponen en entredicho la sinceri-
dad de los jefes republicanos, defraudando al pueblo y a los militan-
tes por la esperanza depositada en los que creían sus guías y portavo-
ces. Por ende, rivalidades individualistas y partidistas propias del ca-
rácter español se impusieron sobre el abnegado esfuerzo colectivo,
Ello explica que algunos sectores de los antiguos republicanos, has-
tiados de sus luchas juveniles, vivieran la Restauración no sólo desde
la tolerancia, sino hasta en la complicidad. Tras el fracaso revolucio-
nario, el moderantismo de los republicanos y su acatamiento de la
monarquía democrática exasperaban a nuestro autor. Continuó po-
niendo en tela de juicio a los líderes republicanos, acusándolos de ser
verdaderos estrategas del egoísmo placentero, y en consecuencia,
conspiradores pasivos contra sus mismos principios292.
Revisando la historia republicana de España, Bark distingue una
multitud de «corifeos» y su mirada se dirigirá esencialmente a Emilio
Castelar puesto que fue el único representante oficial del
Republicanismo durante parte de la Restauración, dada la prolongada
ausencia en suelo español de Salmerón y Pi y Margall293. Ernesto Bark
denominaba a Emilio Castelar el Mirabeau español, ya que lo consi-
deraba ante todo un hombre de ¡deas, de brillante oratoria y elocuen-
cia en detrimento de sus capacidades políticas. Entendía Bark que el
éxito de Castelar como líder político siempre radicó en su genialidad
estética:
«[...] al poeta-orador, al ruiseñor que canta las armonías del
universo, que mira el mundo por el prisma del amor y cubre las
contradicciones y las insuficiencias de su optimismo con las flo-
res y perlas de hermosas imágenes y comparaciones poéticas»294.

Pero, dicho lirismo resultaba ya caduco en 1888. Castelar quedó


trasnochado295. A partir de su ejemplo, Bark censuró el efectismo lírico,
la retórica huera de los oradores políticos. Reprobaba el formalismo
verbal y la superficialidad de unos dicursos inadaptados a las exigen-
cias económico-sociales. Pero Bark no fue lo suficientemente sensible
para desencubrir, siguiendo a José Várela Ortega, que aquellos discur-
sos se conformaban a «una intención práctica, cuidadosamente calcu-
lada» para perpetuarse en el poder en un sistema libre, competitivo y

- " 2 Revolución Social, Op. cít. , pp. 60 y ss. y España y el extranjero, Op. cit., p.
30.
" - > ESTEVE IBAÑEZ, Luis., «El posibilismo. La política de Castelar», Canalobre, n°
22 (Otoño, 1991), p. 31 [ 2 9 - 3 8 ] ,
2
94 España y el extranjero, Op. cit., p. 24 y El Internacionalismo, Op. cit., p. 135,
295
Ibid, p. 24.

141
sin recurrir a los mecanismos autoritarios. Este tipo de oratoria, en gran
medida juego teatral, respondía a las espectativas y gustos del público.
Por ende, las clientelas electorales se reclutaban gracias a los favores
personales y éstas «[...] no estaban demasiado interesadas en la línea
que los políticos adoptaran en relación a problemas de alcance general
y abstracto». De hecho, la sinceridad de sus discursos era hasta cierto
punto secundaria como lo justifica el hecho de que los políticos estu-
viesen menos motivados por «los problemas colectivos o beneficios
indivisibles que interesados por beneficios divisibles (como la posibili-
dad para encontrar un puesto para el cliente fiel)»296. Bark deplora la
falta de consecución práctica ele los discursos de Castelar. No olvide-
mos que ideológicamente Bark se situaba hacia la izquierda republica-
na y no aceptaba el conservadurismo de los republicanos posibilitas y
sus pactos con los sucesivos gobiernos de la Restauración. Por consi-
guiente, sólo descubriremos sobre Castelar el desprestigio achacado a
la falta de seriedad y el acercamiento a la monarquía297.
Siguiendo con el espectro político republicano, Bark expresa un
gran reconocimiento hacia el líder federalista Francisco Pi y Margall,
«el Proudhon español». Bark sentía especial atracción por el carácter
izquierdista del federalismo y aprobaba su exaltación de la libertad
individual y colectiva de inspiración libertaria. Empero, Bark no acep-
taba todas las consecuencias socio-políticas y económicas del indivi-
dualismo y la autonomía a ultranza sobre los que Pi organiza el Esta-
do federal. Pensaba que España no estaba preparada para el federalismo
nacionalista. El pueblo no estaba educado para el «self-government»,
ya que:
«[...] sería locura manifiesta querer dar la autonomía donde la
secular dominación del trono, del altar o de una centralización
administrativa abrumadora, ha dejado sin iniciativa alguna a los
pueblos»298.

A lo que añadía las consabidas razones climatológicas que con-


vierten el pueblo español en perezoso y pasivo. El federalismo había
de tener en cuenta estos factores, en lugar de querer imitar el sistema
político suizo, el cual, transplantado en territorio español sería una
verdadera catástrofe.

2yt
»VARELA ORTEGA, Jacinto, Los amigos políticos..., Op. cit., pp. 213-214.
-"' Como documentos coetáneos sobre el espectro político republicano: ALBOR-
NOZ DE LIMIÑANI, Alvaro de, El Partido Republicano, Madrid, Biblioteca Nueva, 1918
y RODRÍGUEZ SOLIS, Enrique, Historia del partido republicano español, de sus
propagandistas, de sus tribunos, de sus héroes y de sus mártires, Madrid, Imprenta de
Fernando Cano y Donoso de Val, 1892-1893.
-98 Revolución Social, Op. cit., pp. 64-65.

142
Sus opiniones sobre Pi y Margall difieren según la trayectoria y
táctica políticas del partido. Hacia 1890, Pi y Margall era ensalzado
por Bark, tras el reconocimiento del sufragio universal y el derecho de
asociación como medios principales para alcanzar al reforma social,
reivindicaciones que también Bark realizó durante sus primeros años
en España. Pi representaba entonces, para él, un modelo de intelec-
tual y político radical completamente entregado a la causa. Como
estudia Clicerio Sánchez, entre las minorías más radicales del
Republicanismo, Pi y Margall fue convertido en:
«[...] un verdadero apóstol, que a pesar de la evolución polí-
tica que se daba en el país y de las frustradas experiencias republi-
canas de 1873, organizaba, vigilaba y alimentaba doctrinalmente
al partido, pensando obcecadamente que la libertad, la democra-
cia y la modernización -regeneración-de España podrían llegar
solamente a través de la República Federal»299.

La admiración de Bark hacia Pi nació en parte de esta entrega que


nuestro autor siempre predicó. Por otra parte, aunque Bark deshechara
la organización federal total, si aprobaba su mutualismo pactista entre
los diferentes organismos -pueblo, asociaciones, municipios, provin-
cias- que recogía la huella del krausismo español300y que él mismo
definió para la organización de la Agrupación Demócrata-Social, como
ya observamos en El Crisol. Sin embargo, sus opiniones se matizarán
en los últimos años del siglo XIX. En Socialismo Positivo, Bark observó
la inclinación de Pi y Margall hacia cierto estatismo y moderantismo.
Ensanchadas las libertades políticas, sus actitudes radicales eran me-
nos notorias y su doctrina tendería al inmovilismo. Por dichas razo-
nes, Bark caracterizará entonces al líder federalista como un político
sectario de horizontes estrechos y un personaje «pernicioso a la de-
mocracia». Bark le recrimina su negativa a participar en las reivindi-
caciones reformistas sobre economía y legislación obrera: Pi y Margall
no aceptaba la organización colectiva de la producción y la ley de las
ocho horas aunque defendía públicamente la nacionalización del sue-
lo, de los ferrocarriles, la reducción de la sucesión intestada sin acep-
tar la sucesión colateral y la transformación del salario en beneficios
sin aceptar una ley obligatoria en prevención de la explotación. En
opinión de Bark, el único valor de la carrera política de Pi y Margall
era el haber sustentado la doctrina positiva filosófica, enfrentándose
al espíritu medieval y católico imperante en España. Aun así, Bark

" - ' S Á N C H E Z RECIO, Gonzalo, «Ortodoxia federal y posibilismo republicano»,


Canalobre, n° 22 ( Otoño, 1991), p. 27 (23 - 28].
300Sobre el organicismo político krausista: DÍAZ, Elias, Filosofía social del
krausismo español, Madrid, Ed. Debate, 1989, pp. 56-58 y 204-213.

143
desconfiaba del federalismo y de las infiltraciones clericales, particu-
larmente en Cataluña, por ser utilizados negativamente en contra de
la política republicana301.

4. 4. 4. Socialismo Positivo: el resurgir republicano y Germinal.

Tras una sucinta revisión de las fuerzas políticas españolas y re-


chazando el régimen bipartidista y la rápida sucesión de gobiernos a
partir de 1890 por antinaturales, Bark sentencia el fin del liberalismo
en España. Su bancarrota era el anuncio de la transición del antiguo
régimen monárquico-cristiano hacia el nuevo Socialismo de la Repú-
blica Social302. Había llegado la hora del Socialismo Positivo, concep-
to que quedó definitivamente asentado en la prensa política en 1897.
Ubicado entre las minorías del radicalismo republicano, Bark en-
contró militantes a ese híbrido socialismo reformista o evolucionista
que se había ido perfilando hacia 1890 en torno a la Agrupación o
Partido Democrático-Social. Como precisaba Bark, merced a la
promulgación de la ley de reforma electoral de Sagasta, la restaura-
ción del sufragio universal masculino, de la libertad de expresión y
asociación; y las consecuencias de la guerra de ultramar,«habían sen-
sibilizado los problemas de la convivencia política en todos los estra-
tos del país de manera insospechada»303.
La Agrupación Demócrata-Socialista de la que Bark se erige como
portavoz representaba el primer intento de renovación republicana
progresista y emprendía una actuación política innovadora dentro del
Republicanismo. En primer lugar, propugna la actualización ideológi-
ca del Republicanismo, concediendo primacía a la «cuestión social»
que habría de reanudar el contacto de los republicanos con la masa
del pueblo del que se había alejado al encerrarse en el antiguo libera-
lismo y exagerar el principio individualista304. Bark encontró aires
nuevos para el doctrinario ideológico en las corrientes sociales inter-
nacionales como fuentes de un credo socialista, que entonces se de-
cía evolucionista o reformador. En parte, el fin fue orientar sus actua-
ciones políticas para contener la expansión del creciente Socialismo
en España, el cual empezaba a usurparles su clientela en el mundo

3UI
Socialismo Positivo, Op. cit., p. 76. Bark publicó los folletos no localizados:
Pi, Zorrilla y Salmerón, su significación en la democracia y su porvenir, (Madrid, 1890)
y Nuestros prohombres ante el socialismo y la Revolución, (Madrid, ¿1894-1895?) y
Reorganización Republicana.
302
Ibid., p. 124.
303
MARTÍNEZ CUADRADO, Miguel, Elecciones y partidos políticos de España
(1868-1931), Madrid, Taurus, 1969, p. 630.
304
La próxima revolución y el capitalismo, Op. cit., p. 16.

144
proletario. Desde entonces se potenciarían las reivindicaciones para
mejorar la condición de vida de los obreros y de las clases medias
pobres, como también para erradicar la miseria social, y particular-
mente, la dominación clerical. Todo ello, se enmarcaba en su con-
tienda por la Democracia, régimen de la futura República Social, in-
compatible con la pervivencia de la Monarquía. En segundo lugar, se
imponía la necesidad de reunir todas las facciones republicanas y asen-
tar las bases sólidas de una gran Unión, ya que hasta entonces no se
habían conocido más que repetidos intentos fallidos. Bark creía en la
Unión Republicana. Al igual que sus compañeros de partido, atribuía
a la unión una virtud casi maravillosa, puesto que según describía
Alvaro de Albornoz:
«Todos los contratiempos, todas las derrotas, todos los desca-
labros sufridos en una oposición de cuarenta años los explican
por rivalidades y diferencias entre los jefes. Cada vez que, en medio
de las luchas intestinas que destrozan al partido, un propagandis-
ta de alguna autoridad lanza la palabra unión, la muchedumbre
lo sigue entusíamada, mientras los jefes, incompatibles, discuten
ideas y procedimientos, en mítines, banquetes y veladas se aboga
ardorosamente por la unión de todos los republicanos»305.

La configuración de la Unión suponía corregir uno de los mayores


defectos del Republicanismo: la superación de los intereses partidis-
tas y personalismos para formar un gran bloque frente al poder306. Tras
varios años de activismo político ineficaz, con proyectos de reforma
social ahogados en un falso parlamentarismo o en la inaplicación de
las ordonanzas, y con coalicciones restringidas a meras uniones de
intereses electorales, los miembros de Germinal quisieron asumir un
papel histórico trascendental que contrarrestase el dualismo de los
partidos turnantes, estrechamente asociados a las voluntades monár-
quicas; el anquilosamiento republicano y las «torpes» ambiciones entre
los socialistas. Por ello, Germinal se proponía como el restaurador de
los grandes horizontes del Socialismo moderno. Respaldados por Ruiz
Zorrilla y Salmerón, propugnaron la unión de todas las huestes a la
izquierda del espectro político en una Unión Republicana-Socialista,
o sea, la constitución de una alianza de todas las facciones progresis-
tas. Su objetivo era la síntesis positiva de todas las ideologías
socializantes que condujesen a la nación española al sistema de la
República Social.

305
ALBORNOZ LAMIÑANI, Alvaro de, Op. cit„ p. 221.
3
" ° Bark escribió también los folletos: El programa común del Republicanismo,
(Madrid, 1 889); El programa común del Republicanismo Ibérico (Madrid, 1892).

145
Fue en Germinal donde Bark precisó el aparato ideológico del
Socialismo evolucionista o positivo. Era un Socialismo ecléctico que
continuaba las tradiciones democráticas republicanas, actualizándo-
las con la incorporación de una síntesis de los socialismos libertario y
marxista307. En la revista Germinal se acuñaría definitivamente el nue-
vo término de Socialismo Positivo y se expondrían algunos presupuestos
doctrinales entremezclados con sus medidas intervencionistas. Éstos
fueron defendidos, al menos por Ernesto Bark, Joaquín Dicenta, Isidoro
López Lapuya y Francisco Maceín entre otros. En 1896, apareció por
primera vez el Programa para la destrucción del capitalismo redacta-
do por Francisco Maceín 308. Proponía la reducción de la jornada la-
boral a las ocho horas, la creación paulatina de cooperativas de pro-
ductoras y de consumos, la nacionalización exclusiva de los primeros
elementos de consumo y servicios, la abolición parcial del salario y la
participación en los beneficios, la educación económica de los obre-
ros, la legislación obrera y la absoluta autonomía administrativa de
los municipios, como algunas de las principales reformas básicas.
Ernesto Bark profesaba la constitución de un amplia inteligencia
en la que todas «las energías populares dispersas» abrazaran la ban-
dera común del Socialismo. La Unión quedaría constituida por tres
cuerpos independientes: anarquistas, marxistas y republicano-socia-
listas o germinalistas. Limar las diferencias, formar un gran bloque y
llegar al poder será la estrategia política de Germinal. Bark pensaba
que su Socialismo Positivo era capaz de coordinar la síntesis de los
presupuestos doctrinales socialistas marxistas, libertarios y republica-
nos sobre la base de un programa de acción positivo y flexible que
todos, hasta la opinión neutra, pudieran aceptar309. La Unión Republi-
cana-Socialista, quedaba de esta manera constituida como un pacto,
cuyos principios eran modificables según las circunstancias310. Aten-
diendo a las dificultades del contexto coetáneo español, Bark conce-
día también a Germinal la misión política de difundir la imprescindi-
ble actitud integradora entre todas las fuerzas izquierdistas, recogien-
do sólo las virtudes positivas de cada uno y confiando inocentemente
en que la voluntad afirmativa de:

3"' El Internacionalismo, Op. cit., p. 98.


30° Apareció en Germinal, n°4 (30 de Abril de 1897). Igualmente: El germinalismo
y la Unión Socialista, (Madrid, s.a.) El folleto constaba: I. El Germinalismo, II. La crisis
del partido obrero, III. La Unión Socialista.
^°" Socialismo Positivo, Op. cit., p. 148-149 y Filosofía del placer, Op.cit., pp. 25-
26.
3]
° Socialismo Positivo, Op. cit., pp. 130-135,143-147 y 1 77.

146
«[...] los libertarios y los germinalistas serían un constante
acicate que arrastraría a los federales, a los progresistas y marxis-
tes a temperamentos resueltos, y la labor paciente de aquellos
partidos serán fructíferas a la causa de la democracia bajo los im-
pulsos del entusiasmo juvenil de los primeros y los apasionamientos
violentos de los últimos tan ligera y terriblemente provocados por
las barbaries de Montjuich»311.

Todas las facciones podrían complementarse para constituir un fren-


te único, que adquiriese la suficiente envergadura para Impulsar la
vida política del país y derrocar la desgastada política liberal finisecular.
Por ese motivo, la fuerza esencial del germinalismo residiría, a juicio
de Bark, en la renovación preconizada desde 1890 de las bases ideo-
lógicas del antiguo Republicanismo y en la eliminación del carácter
sectario de los socialistas marxistas312.
Con la Unión, insistía Bark, los restos del antiguo Republicanismo
tendrían que revitalizarse y salir del marasmo en el que se encontra-
ban. Ello representaba para Germinal una tarea ardua: los sectores
republicanos más antiguos no aceptarían fácilmente una «transmuta-
ción» ideológica. La venerabilidad de aquel republicanismo obsoleto
resultaba una traba a la que hacer frente teniendo en cuenta que esta-
ba alimentada por aquellos que veían la renovación con reticencia,
una suerte del nefasto final al «colgarse a los faldones» de sus eternos
contricantes, los «anti-republicanos». Por ello, inquiría Bark:
«¿Qué extraño si los defensores de lo antiguo en política, arte
y religión se unen contra nosotros movidos por el mismo instinto
de conservación? La consigna es: ¡Cuelfos o Gibelinos! Quién no
está con nosotros está o estará contra nosotros. Quién en cual-
quier esfera tome parteen las contiendas públicas influyendo como
político, literario, sabio o artista se ve obligado a afiliarse a uno de
los campos»313.

A pesar de su tono tajante, el instinto de conservación de las «rui-


nas venerables» del Republicanismo es juzgado por Bark con respeto,
como una reacción natural de las gentes de edad avanzada. Confiaba
en que el recelo de estos republicanos antiguos se transmutaría paula-
tinamente en simpatía, tan pronto como el Socialismo Positivo se im-
plantase con éxito en la sociedad. La aceptación del Socialismo Posi-
tivo, insitía Bark, debía ser un aprendizaje y como tal requería la tole-
rancia y el respeto mutuo:

*' ' Socialismo Positivo, Op. cit. p. 1 3 i . y Modernismo, Op. cit., pp. o9-60.
312 Socialismo Positivo, Op. cit., p. 79.
313
Ibid, p. 85.

147
«Hay que disimular el apego que tienen por ciertas tradicio-
nes anticuadas, como lo son la pedantería sinalagmáticas de Pi y
Margad, y las ilusiones en el ejército, el Juan Prim de la Revolu-
ción. Pero, ¿quién no respeta las rarezas de un anciano venerable?
Así hay que juzgar con benevolencia la jerga bilateral de los fede-
rales y el fetichismo militar de los progresistas, y en ambos parti-
dos las antidemocráticas jefaturas unipersonales y vitalicias»""1.

Ante el compromiso republicano al que esas autoridades venera-


bles habían dedicado su existencia, nuestro autor expresa su respeto,
fuesen cuales fuesen sus divergencias y actitudes en la vejez. Una vez
más, descubrimos a Bark como un personaje moderado y prudente,
un ser que desea dar una lección de tolerancia ante los grandes idea-
les, como primer ejemplo práctico de la Democracia.
El segundo problema planteado a la Unión era la aniquilación del
sectarismo entre partidos, sobre todo con los marxistas, y del indivi-
dualismo tan frecuentado en el mundo político, a fin de que estas
lacras no se reprodujesen. Así, en el proyecto elaborado por los
germinalistas se presentó una propuesta para la formación de una jun-
ta ejecutiva cíe siete delegados de cada una de las cinco agrupaciones
radicales, progresistas, federales, germinalistas, marxistas y libertarias315.
Para Bark era indispensable asegurar el buen funcionamiento de di-
cha junta y su renovación periódica, eliminando de esta manera los
riesgos de degeneración por ambición, vanidad y traición; los cuales
eran «los funestos enemigos de la democracia» y los responsables del
fracaso del Socialismo. La gran Unión Revolucionaria debería asegu-
rar de antemano el cumplimiento de sus fines «haciendo implacable
la guerra a estos fantoches»316, a las diferencias e intransigencias de
los «jefecillos permanentes que prefieren ser pontífices de una capilla
de liliputenses donde pueden explotar a sus feligreses viviendo del
altar»317.
Bark deposita ante todo su confianza en los libertarios sin afán de
singularizarse por sus opiniones fuertes y avanzadas; las cuales, equi-
librarían el juego de fuerzas en el seno de la Unión y afrentarían «las
escaramuzas atrevidas de la vanguardia». Confía en los germinalistas
por su entrega para convertir en realidad la República Social que «deje
paso franco a todos los progresos, por utópicos que parezcan en un
principio», en favor de toda la Humanidad y no de unos cuantos pri-

4
Ibid., p. 129.
5
Ibid., p. 148.
6
Ibid, p. 170.
7
Ibid., p. 173.

148
vilegiados arribistas"18. En la medida en que la nueva Política Social
eliminaba los favoritismos, las promesas de ascensión social y el enri-
quecimiento fácil y rápido, estimaba Bark que se podría erradicar el
juego político regido por el afán de medrar319. En consecuencia, los
cauces estrechos de la política de intereses particulares en vigor que-
darían aniquilados merced al espíritu germinalista, precursor de valo-
res puros y altruistas que superaban la corrupción dominante en la
política española. En suma, para asegurar el éxito de la Unión Repu-
blicana-Socialista, no sólo bastaba la comunión ideológica, sino la
unidad moral. Para alcanzarla, estipulaba dos posibilidades:
«[...] destruyendo la incompatibilidad de las ideas entre los
grupos y desvaneciendo los malentendidos personales y desen-
mascarando o inutilizando a las entidades y personas que por lu-
cro, vanidad u otro móvil reprobable sirven dentro de nuestro cam-
po al adversario común»320.

La unidad moral consiste en el mantenimiento de una actitud tole-


rante y comprensiva. Bark, ante la disparidad de mentalidades pensa-
ba que tan ambicioso frente se disgregaría perdiendo su credibilidad
como grupo político frente al régimen y electorado. Las estrategias
para su consecución se basaban en campañas de propaganda y edu-
cación organizadas en el seno de la Unión Republicano-Socialista. En
la práctica, los medios utilizados se habían de extender del folleto
propagandístico, el libro, la cátedra y las conferencias públicas, hacia
otros medios más populares y agresivos; a saber, las agitaciones, huel-
gas y manifestaciones. Recogiendo las palabras de nuestro escritor:
«[...] Las murallas de jericó ya no se derrumban tan sólo por
el ruido de los mítines y discursos, la fuerza se combate por la
fuerza y al Maüser y a los progresos de la ciencia militar se opo-
nen medios igualmente científicos, se combate un veneno por su
contra-veneno»32'.

Hacia 1900, Ernesto Bark declaraba que los métodos «científicos»


por los que abogaba eran las estrategias políticas, basadas en el esta-
blecimiento de alianzas que impulsasen a la Unión Republicana-So-
cialista: los socialistas se verían obligados a apoyar-al menos en pe-
riodo legislativo- a las demás agrupaciones democráticas si querían
obtener algún escaño; los antiguos republicanos gubernamentales, tales

''" Revolución Social, Op. cit., pp. 77-78.


3)9 y en ello radicaba la dificultad de la nueva Política Social respecto de los
hábitos políticos de la democracia española, Ibid., p. 75.
320
lbid.,p. 118.
321
Socialismo Positivo, Op. cit., pp. 136-137.

149
como Salmerón, Azcarate, Labra o Melgarejo serían instrumentos para
la revolución contra el capitalismo; desde los antiguos socialistas como
Ginard de la Rosa, Escuder, Unamuno y Salas Antón hasta Romero
Robledo, Canalejas y Maura podrían se utilizados igualmente dado
que su sed de poder guiaba sus enfrentaminetos con Silvela y Sagasta;
y como no, hasta:
«[...] los aficionados al Socialismo, como Leopoldo Alas, quien
despilfarraba sus flechas críticas en zaherir sin ventaja ni prove-
cho a los propagandistas populares que sin pretensiones de nin-
guna clase llenan el vacío que no han sabido llenar las eminen-
cias científicas de España»322.

Científicos, intelectuales o el pueblo llano, todos pueden ser útiles


para la propaganda. Hay que evitar a toda costa que los miembros del
poder hagan uso de la misma propaganda izquierdista a su favor. Los
republicano-socialistas deben aprovechar estratégicamente la labor
crítica y destructiva de las huestes con las que comparten intereses. En
este tipo de análisis residía el arte político de Bismarck: sacar prove-
cho de sus enemigos poniéndolos en situaciones donde sin quererlo
servían a la causa contraria de la defendida. Y, este había sido hasta
entonces, aseguraba Bark, el defecto de los republicanos.
Bark concedía protagonismo a Germinal en la preparación, la di-
vulgación ideológica y concienciación popular de la Conjunción Re-
publicano-Socialista. Ésta no se convertiría en realidad, por vez pri-
mera y obedeciendo tan sólo a intereses electorales, hasta 1910. La
bibliografía de Bark, sobre todo en la prensa, que se sitúa alrededor
de la primera década del siglo XX versa casi específicamente sobre los
proyectos de Unión y los programas reformadores. En 1902, aparte de
los consabidos reproches al Anarquismo y al Socialismo, Bark critica-
ría la política de los liberales más sobresalientes tales como Canalejas
y Azcarate, por sus colaboraciones en la Comisión de Reforma Socia-
les o en el Instituto de Sociología. Todos sus comentarios se orienta-
ban hacia la débil política proletaria de las directrices de la Unión
Republicana. El blanco principal de estas críticas fue Nicolás Salmerón,
a pesar de que todavía no había sido designado para la jefatura única
de la Unión. Bark se dirigía hacia él porque tras la muerte de los otros
líderes era el jefe republicano de mayor experiencia. Inspirado en un
Socialismo amplio, ajuicio de Bark, Salmerón no había sabido conso-
lidar una verdadera Unión Nacional Republicana y desvanecer los
malentendidos entre el pueblo obrero y los republicanos, puesto que

Ibid, p. 178.

150
su carácter legalista resultaba sospechoso para los proletarios. En con-
secuencia, prosiguieron las instigaciones entre las diferentes faccio-
nes y la propaganda contra el odio de clases encontró cada vez más
eco entre las masas populares que se sentían defraudadas por la negli-
gencia política de la Unión para con ellos323. Recogiendo el testimo-
nio de Bark, los desheredados y los proletarios recelaban ya de todo:
«Que nadie se haga ilusiones; el proletariado ha visto en su
vida fatigosa sólo maldades y crueldades, sus hijos se mueren por
falta de alimento y médico; nadie les apoya, y por consiguiente
no pueden tener fe ya en nadie»324.

Tras varios años de lucha Bark es consciente de que seguía exis-


tiendo ese divorcio entre republicanos y masas obreras puesto que los
primeros nunca se esforzaron «para desvanecer los equívocos hábil-
mente aprovechados por la monarquía y explotados por vividores
marxistas y ácratas y por ambiciosos como Canalejas y Moret»32S. En
cuanto a Salmerón encontraremos dos textos sucesivos a raíz de su
mandato unipersonal en la Unión tras 1903: una silueta bibliográfica
y un folleto propagandístico aparecido en el seno de la Biblioteca
Geminal, en 1905, bajo el título A la barra, acusación pública contra
Salmerón, bajo el seudónimo A. de Santaclara, sobre los que nos de-
tendremos más tarde.
De la Unión Republicana, en 1901, se pasó a la constitución de la
Federación Republicana, con la marcada ausencia de Pi y los
federalistas, de la cual nacería la Federación Revolucionaria capita-
neada por Lerroux, Blasco Ibáñez, Rodrigo Soriano y Emilio Junoy en
1902. Sus objetivos eran arbitrar los diversos esfuerzos de las diferen-
tes organizaciones republicanas en pro de la unión, asícomo dirigir la
lucha anticlerical y proletaria con el fin de atraer a las masas obreras a
la lucha por la emancipación social326.
Bark se centró en aquella última cuestión. A su juicio, se deseaba
más que nunca desvanecer los recelos que las corrientes obreras sen-
tían sobre el Republicanismo como movimiento de tendencia bur-
guesa. Estaban profundamente desengañados por la ineficacia políti-
ca de los libertarios, envueltos en leyendas sangrientas y por la «do-
mesticidad» que dominaba la política del Partido Socialista. La nueva
federación apelaba a las mismas necesidades de solidaridad y unión

323
Revolución Social, Op. cit., pp. 84-85.
324
Ibid., p. 91.
325
Ibid.
326
Ibid., pp. 154-155. Consúltese RUÍZ MANJÓN, Octavio, El partido republica-
no..., Op. cit, pp. 37-44 y ALVAREZ JUNCO, José, El Emperador.., Op. cit.,p. 275.

151
solicitadas en las anteriores conjunciones, como mejores herramien-
tas unionistas. Del millón y medio de trabajadores en España, apenas
unos doscientos mil estaban afiliados a algún sindicato o partido: los
libertarios contaban con unos setenta mil simpatizantes, los marxistas
unos treinta mil y el resto mostraba tendencias exclusivamente
societarias o republicanas. Con dicho segregacionismo nunca se po-
dría construir nada positivo en favor de la República Social" 7 . La solu-
ción que propone Bark, acorde con los dictados de Lerroux, era la
creación de Casas del pueblo, siguiendo los modelos ya existentes en
Bruselas que trabajan en la propaganda de ideas y de acción revolu-
cionaria. Tras una convivencia común en estos centros, se «habrán
acercado los hombres y conciliado los espíritus formando de las ma-
sas disgregadas una entidad homogénea cuyos jefes o inspiradores se
conocen y se aprecian»" 8 .

4. 4. 5. ¿Quiénes encabezarán el cambio? Algunos protagonistas.

En busca de líderes que puedan encabezar el movimiento de revo-


lución social, Bark publicará una serie de bosquejos biográficos en la
Biblioteca Germinal. Se titulaban Biografías Contemporáneas y en ella
participaron los germinalistas.
Ernesto Bark confiaba en la biografía como instrumento educativo
y propagandístico que ofrecía al gran público la posibilidad de cono-
cer a las grandes figuras de la humanidad. Estas personalidades del
mundo político e intelectual podían servir de modelo para los ciuda-
danos" 9 . Por otra parte, el estudio de la biografía era, para Bark, el
método más exacto y pedagógicamente más útil para estudiar la His-
toria antigua y contemporánea. Estos fueron los motivos que le indu-
jeron a organizar esta colección de siluetas biográficas que fueron
principalmente políticas y de actualidad, puesto que todas obedecían
al lema:
«La biografía debe ser libro de vivos y no eco de muertos».

Con estas palabras preliminares acompañaba los titulares de sus


estudios dedicados a Nicolás Salmerón, Ángel Luque, Alejandro Lerroux,
Vicente Blasco Ibáñez, José Nackens y Joaquín Dicenta. De ellos, sólo
hemos podido localizar las tres primeras biografías, editadas en la Bi-
blioteca Germinal en 1894 y 1903, 1906 y 1910 respectivamente.

s¿/
Revolución Social, Op. cit., p. 155.
328
lbid.,p. 156.
329
Filosofía del placer, Op. cit, p. 50

152
4. 4. 5. 7. Nicolás Salmerón.

En 1894, Ernesto Bark publicó un primer bosquejo de Nicolás


Salmerón que no hemos podido consultar. Centraba este estudio so-
bre sus facetas de orador y filósofo. Esta breve silueta biográfica fue
revisada a raíz del nombramiento de Nicolás Salmerón como presi-
dente de la Unión Republicana en 1903. Entonces incluyó su «análi-
sis» del hombre político y de Estado en sus discursos y en su doctrina
filosófica. Escrito después de aquella prometedora elección, el texto
conserva el espíritu esperanzador que caracterizó a los republicanos
en los primeros momentos de la Unión, antes de tomar cauces diame-
tralmente opuestos tras las primeras maniobras de Salmerón. En con-
secuencia, más que una biografía, el texto de Bark es un entretejido
de alabanzas sobre las excelsas cualidades políticas de Salmerón hil-
vanadas con la fiel y literal reproducción de algunos de sus discursos.
En 1903, Salmerón es, a juicio de nuestro autor, la única persona con
suficiente prestigio -en realidad era el único jefe del Republicanismo
asentado en vida-, para poder reunir a todos las facciones socialistas
y emprender la regeneración de la patria. Entre los defectos sólo men-
cionará Bark su tendencia al quietismo y su involucración en peque-
ñas luchas e intrigas330. A través de sus páginas, Bark ensalzará la sen-
sibilidad política y social de Salmerón como agitador proletario, a
pesar de no haber conocido el hambre y la miseria debido a sus oríge-
nes burgueses. Lo presentará como un personaje recto y honesto, al
que «no le ciega la pasión, ni el odio, ni la venganza; es el filósofo
que raciocinia, el sociólogo que promete los remedios realizables»331.
Este perfil político decidió el voto de confianza de la mayoría republi-
cana en contra de las reticencias expuestas por Pi y Margall, las cua-
les también serán reproducidas por Bark. Como orador, Salmerón po-
see un poder avasallador entre el auditorio puesto que es un incompa-
rable artista de la palabra. En esta época esperanzadora, Salmerón es
parangonado con el mismo:

«[...] profeta de Israel, la sangre semita brilla en su mirada de


domador y transmite el rayo eléctrico del hipnotizador al audito-
rio que subyuga por la pasión, la férrea voluntad y la imperiosa
moralidad que es la nota saliente de esta personalidad podero-
sa»332.

33(3
BARK, Ernesto, Nicolás Salmerón, Madrid, Biblioteca Germinal, 1903, pp. 10-
12.
331
Ibid, p. 14.
332
/¿tí., p. 21.

153
Si bien Salmerón había sido hasta entonces representante del
Republicanismo burgués, Bark desea que merced a la Unión Republi-
cana los sectores intelectuales y proletarios sean tenidos en cuenta
como soplo político regenerador. Siendo una Unión de amplio espec-
tro, Bark estaba convencido de que los republicanos aprenderían de
las clases más ínfimas la abnegación, la capacidad de sacrificio y aque-
lla solidaridad «generosa» que, según él, era emanada de manera na-
tural «desde abajo». Estas cualidades favorables a la sociabilidad y
solidaridad social mostradas por los proletarios durante las huelgas no
existían entre las clases medias y burguesas. Inocentemente y atribu-
yendo un falso redencionismo a Salmerón, creía Bark que aquellos
valores de la nueva Humanidad habían de ser compartidos por todos
los miembros de la Unión333. Hay que tener en cuenta que aunque el
Comité Nacional del Partido Socialista, defensor por definición del
proletariado, se había negado a participar en la Unión de estos parti-
dos considerados burgueses, algunos cabecillas como Vera y García
Quejido apostaban por la coalicción con los republicanos. Estos es-
bozos de aperturismo acercaron ligeramente a dichos socialistas y los
republicanos más avanzados activaron su participación en sindicatos
y en el Instituto de Reformas Sociales334.
La silueta bibliográfica de Bark fue acogida de manera positiva.
Resultó innovadora entre los republicanos, según indicaba el autor:
«coloca el retrato físico en la cubierta y allíterminan todas las referen-
cias a lo material y tangible»335. La crítica germinalista lo consideró un
libro «clave» para el Republicanismo por el estudio de sus psicología
y la evolución de su pensamiento político.
Pocos años después, tras el fracaso de la Unión Republicana-So-
cialista, Bark se erige acusador público de Salmerón por haber adop-
tado una política servil hacia la monarquía336. Bark estima una obliga-
ción moral el hacer públicas estas delaciones a pesar de «las vivas
simpatías personales que nos inspira el gran orador». Critica a Salmerón
por no haber emprendido cualquier proceso revolucionario y «haber
perdido el tiempo en arlequinadas evolucionistas, cuya vaciedad ha-
bía reconocido». Empero, reconoce que el espíritu partidista de los
miembros de la Unión -«cuerpos inertes, cadáveres sin alma demo-
crática»-contribuyó igualmente a su fracaso337. El Partido Republica-

333
Ibid., pp. 28-30.
334
ROBLES ECEA, Antonio, «La Conjunción...», Op.ciL, pp.l 10-111; PÉREZ DE
LEDES/MA, ¡Manuel, Antonio García..., Op. cit., p. 54.
335
Ibid., p. 54.
33b
BARK, Erneslo, A la barra. Acusación pública contra Salmerón, Madrid, Biblio-
teca Germinal, 1905.
337
Ibid, p. 4.

154
no no consiguió sanear el panorama político español porque los líde-
res republicanos, sobre todo Salmerón, se habían doblegado a la vo-
luntad de Maura. Igualmente, Lerroux se puso al servicio del gobierno
durante el viaje de Alfonso XIII a Barcelona en 1904, razón por la
cual, Bark lo proscribe también como adalid republicano aun cuando
reconoce sus cualidades oratorias y políticas.
Por otra parte, siendo temas claves para Bark la campaña anticlerical
y el obrerismo, subraya la oposición de Salmerón a la agitación
anticlerical, y en particular, la gravedad de la escisión creada con el
pueblo obrero por el abandono de las reivindicaciones en favor de los
obreros encarcelados en Montjuich, la negativa de Salmerón a partici-
par en las manifestaciones del 1 o de Mayo en 1904 y a luchar contra
la explotación de los mineros, las insalubles condiciones de trabajo,
la falta de instrucción, etc:
«Tratándose de defender al gran mártir, al esclavo del salario,
enmudecieron los grandes oradores y parecíanos oír un coro de
castrados, cuyas voces tiernas contrastaban extrañamente con los
acentos viriles, cuando se iba a derrumbar algún Ministerio, con
la pueril finalidad de llevar a la dictadura jesuística al «honrado»
Maura, el gran elector a cuya honradez tenían que agradecer las
minorías sus actas»"3.

Los prohombres de la Unión Republicana acentuaron así su divorcio


con las masas proletarias. Las huelgas no encontraron el suficiente apoyo
republicano, favoreciendo el éxito de los patronos y la explotación de los
agiotistas que subían los precios de las subsistencias. Bark apela a cual-
quier movimiento capaz de convertir la huelga en una realidad:
«Que venga la República traída por los monárquicos, como la
del 11 de Febrero, por una conspiración como la que destronó al
rey de Serbia, por barricadas, por un pronunciamiento o en fin
por la huelga general, dirigida por el partido republicano unido
con el pueblo obrero...»339

Por primera vez, descubrimos a Bark desengañado por la inefica-


cia de la Unión por la que tanto había luchado desde su llegada a
España. Insatisfecho llega a abrazar hasta sus más acérrimos enemi-
gos, los monárquicos. Como tantos otros intelectuales, en 1906, Bark
acabará apostando por las solución que siempre había desechado, el
poder dictatorial como veremos a continuación.
Al parecer, la recepción del folleto A la barra fue un tanto polémi-
ca. Se le reprochó a Bark el calificar de indigna la actitud de Salmerón.

3JÜ
A la barra, Op. cit., p. 11,
339
Ibid, p. 12.

155
A partir de 1903, disgregado el grupo Germinal, la mayoría de sus
miembros fueron evolucionando bajo al sombra de Alejandro Lerroux.
El eclecticismo que había caracterizado a los frentes republicanos de
la antigua democracia socialista - y sus orígenes paralelos a los Ale-
jandro Lerroux-favorecería su evolución hacia el radicalismo, atraídos
por este caudillo popular, capaz de tomar inciativas revolucionarias
que ningún otro republicano había osado hasta entonces.

4. 4. 5. 2. El General Ángel Luque.

Ernesto Bark proporciona una rápida visión de este general repu-


blicano y su carrera militar. Elogia la capacidad organizativa demos-
trada en la conspiración de Cádiz de 1884, en otras actividades polí-
ticas y en la reforma militar.
El escaso apoyo social del Republicanismo explicaba «la necesidad
del recurso al ejército como instrumento de revolución», un ejército
quesería llamado al poder para sustituir, o colaborar en el caso de Bark,
con las organizaciones políticas ineficaces-140. Tras las múltiples opcio-
nes regeneradoras, Bark acabará claudicando, al igual que tantos otros
intelectuales españoles, sobre la conveniencia del sistema dictatorial
como la única vía para la reforma, a condición de que el caudillo con-
tase con el apoyo del ejército y del pueblo. La valentía y honestidad de
Ángel Luque y aquellas históricas relaciones entre republicanos y mili-
tares fueron determinantes para que Bark y los republicanos progresis-
tas depositaran su confianza en él, eligiéndolo como plausible cuadillo
para España. Ángel Luque, entonces Ministro de la Guerra, ya había
esgrimido sus primeras lanzas a favor de los agricultores andaluces du-
rante las huelgas, con lo cual el favor del pueblo quedaba garantizado
de antemano. Sus brillantes actuaciones en las Cortes despertaron las
esperanzas de regeneración mediante una «Revolución desde arriba
rápida, radical y brutalmente, como lo pide la opinión a voz en gri-
to»3*". La urgencia de las reformas políticas y sociales determinaba el
giro gubernamental hacia el sistema autoritario, porque, en palabras de
Bark: «Un dictador puede decretar en pocos días las políticas hidráuli-
ca, pedagógica y social que aquellos charlatanes parlamentarios discu-
tirían durante dos siglos sin iniciarlas siquiera»342. Ernesto Bark abogaba
por un sistema republicano dictatorial para superar la lentitud e inefica-
cia parlamentaria, ahogada «en un pantano de retórica». En aquel siste-
ma, el Parlamento sería también legislador, pero ante todo, un conseje-

J4U
ALVAREZ JUNCO, José, El Emperador..., Op. cit., pp. 119-122.
34
El general Luque y el problema de España, Op. cit, p. 16.
342
Ibid, p. 24.

156
ro de un gobierno «que ejecute sin trabas»3'0. En este paradójico mode-
lo, se pretendía individualizar la toma de decisiones enérgica y eficaz
para suplantar la demagogia de los hombres de gobierno. Los
regeneracionistas serían los consejeros más próximos del dictador y
todos los políticos podrían:
«[...] redimirse los Salmerón, Alvarez, Azcárate, Muro; y
Lerroux podrá demostrar que no era el dócil instrumento de Moreto
y hasta Costa tendrá ocasión de demostrar que sabe más que ame-
nazar en cartas y discursos»341.

Soñador, a Bark le gustaría descubrir en el General las excelsas


cualidades políticas del Caudillo de hierro:
«¿Será Luque el Bismarck de España que supiera concentrar
las energías, ahora en lánguida disgregación, para realizar los gran-
des ideales que laten en un inconsciente crepúsulo en el alma
española?»3'15

En realidad las notas biográficas sobre el General Ángel Luque,


servían a Bark de pretexto para comentar su ideas personales e intro-
ducir diversos artículos de José Nákens sobre el Republicanismo, Cuba
y la conveniencia de la dictadura en manos del General Luque. El
problema social y la crisis nacional española ocupan de nuevo el pri-
mer plano de los escritos de nuestro autor entre los que se fuerza una
tenue imagen del heroico General y caudillo en potencia.

4, 4. 5. 3. Alejandro Lerroux.

Bark presenta a Alejandro Lerroux como el líder del radicalismo.


Sólo él podría llevar la victoria al Republicanismo. Caudillo popular,
este Danton tiene todo a su favor: un prodigioso talento de organiza-
dor, voluntad decidida, ambición, audacia y gran estima del pueblo le
erigen como el líder más poderoso de las izquierdas progresistas. Bark
desaprueba su jefatura unipersonal y vitalicia en el seno del Partido
Radical por antidemocrática. Exige que la Asamblea Radical elija a
sus representantes, aun cuando domine un espíritu gregario entre las
masas populares. Las jefaturas unipersonales son fuente de inmorali-
dad. Los caudillos se convierten en blanco de intereses y chantajes
encubiertos en adulaciones e hipocresías346. Este tipo de estructura

343
/te/., p. 41.
344
Ibid., p. 40.
345
Ibid, p. 47.
346
Ibid, pp. 3-8

157
organizativa encandena la ideología del partido, imposibilita toda crí-
tica constructiva, convirtiéndolo, en definitiva, en un fanatismo opuesto
a los principios liberales, una «caricatura ¡gnomiosa de la democracia
y una burla del radicalismo»347.
Brevemente Bark perfila trayectoria política de Lerroux y sus pri-
meros pasos en el mundo de la prensa, alrededor de El Radical y El
País. Destaca sus orígenes y sus brillantes cualidades de «demagogo»,
«nacido de la nada», el modelo de «selfmade man a la americana»,
que supo aprovechar cualquier ocasión a favor de sus intereses y su
popularidad348.
La esperanza revolucionaria volvió a renacer en Bark tras la Sema-
na Trágica que significó el trágico despertar de las conciencias espa-
ñolas y extranjeras. Resultó, en su opinión, una oleada sangrienta pero
eficaz para que la opinión pública cerniese los problemas que la do-
minación militar, clerical y palaciega estaban originando. En conse-
cuencia, Bark se cuestiona sobre la pasividad de los dirigentes políti-
cos:
«¿Se callarían otra vez los histriones de la tribuna y las cele-
bridades de la verbosidad dejando que se perpetren los crímenes
más inocuos sin su protesta inmediata, ruidosa, hasta que la in-
dignación del mundo culto les recordara sus deberes de hombres
de honor cultos?»349

En 1910, analiza la situación del Partido Radical, tan sólo desarro-


llado en Barcelona. En Madrid, ocupaban las primeras filas los amigos
de Lerroux: Ricardo Fuente, Carlos Barranco, Eduardo Trompeta, Isidoro
Ibarra, Arias Díaz, Bonifacio Maudes, José Romero Arroyo, Serrano
Bustos..., casi todos hombres de acción o amigos personales del cau-
dillo. Sólo en Barcelona había personalidades de talla como Francis-
co Giner de los Ríos, Emilio Junoy y Emiliano iglesias, quienes asu-
mieron la dirección del partido durante el exilio de Lerroux. Un parti-
do restringido a un marco casi exclusivamente barcelonés no ofrecía
a Bark ninguna garantía como fuerza viva susceptible de llevar a cabo
la Revolución Social350. No habían ni suficientes «energías popula-
res» ni «el fósforo intelectual», o sea, hombres de gobierno, sociólo-
gos y reformadores de prestigio arraigado para realizar la transforma-
ción hacia la República Social351.

347
Ibid, p. 10.
348
lbid, pp. 6-10.
34 J
Alejandro Lerroux. Semblanza crítica, Op. cit., p. 2.
3 j 0
ASÍ resume Octavio Ruíz Manjón el alcance geográfico del Partido Radical en
su obra El partido republicano... ,Op. cit., p. 68.
35
' Alejandro Lerroux. Semblanza crítica, Op. cit, p. 11.

158
Dado que el Partido Radical, todavía inmaduro, resulta insuficien-
te como única falange para la revolución, Bark reanuda su propagan-
da a favor de las uniones entre republicanos. De nuevo, intentará lla-
mar a las filas:
«[...] a toda la inmensa masa republicana [para que) forme la
avalancha radical y que la bandera roja del sindicalismo cubra las
banderitas federal, socialista, unionista, germinalista, libertaria,
sorianista y progresista; porque los tiempos son demasiado serios
y peligrosos para que continuemos aún el juego inocente de capi-
llas y ermitas de antaño»352.

El deseo de implicar a todas las facciones políticas y a todos los


intelectuales en la Revolución Social bajo una bandera única se hizo
realidad el año mismo de la publicación de este folleto. Ello suponía
necesariamente la representatividad de cada uno de los componentes
en los órganos de gobierno de la Conjunción. Paralelamente, en el
seno del Partido Radical, no se podía aceptar una jefatura vitalicia
sino se apelaba a los radicales a las urnas para constituir una Junta
Nacional en la que tanto los sectores intelectuales -Costa, Pío Baroja,
Pérez Caldos, Besteiro, Ortega y Gasset, Salillas, Pérez de Ayala,
Dicenta, Náckens- como los proletarios quedasen representados3".
Esta Junta Nacional concedería dos años de plazo a Lerroux para em-
prender la reforma nacional, tal y como se hizo con Salmerón en 1903.
Merced a dicha Junta, los intelectuales podrían colaborar directa-
mente con el caudillo, quien a gusto de Bark, no daba prueba alguna ni
de hombre de Estado ni de pensador profundo. Para él, Lerroux era
sencillamente incapaz por su ignorancia de presentar un «programa
educativo y dirigir una campaña pedagógica», de resolver los proble-
mas de política hidráulica, de la reforma militar, de las relaciones co-
merciales exteriores, del comercio, de hacienda y la cuestión social; sin
olvidar evidentemente el problema clerical y monárquico354. A pesar de
ello, Bark concluye que Alejandro Lerroux es el único político que se
ha levantado con la suficiente energía para sacar a España del marasmo
en la que penumbra desde los finales de siglo. Rodeado de los conseje-
ros suficientes y conservando intacto su carisma popular, Lerroux po-
dría llevara cabo la tan anhelada Revolución Social. Para ello, había de

352
Ibki, pp. 1-2.
3j3
Ibid, pp. 11-15. Los intelectuales madrileños acogieron favorablemente el ra-
dicalismo lerrouxista pero el escaso bagaje cultural del partido y la dudosa gestión del
ayuntamiento de Barcelona provocaron poco a poco su alejamiento. FUÉ, Elias,.Op.
al, pp. 78-80.
354
Ibid, pp. 18-19,

159
mejorar su programa social y económico que pusiese verdaderamente
en duda el sistema capitalista vigente.

4. 4. 6. Miscelánea

Disgregado Germinal, la mayoría de sus miembros prosiguieron su


marcha política alrededor del Partido Radical de Alejandro Lerroux355.
A él se alistó también Bark y militó hasta 1913 aproximadamente. Inspi-
rado en los radicales franceses y aprovechando la incipiente decaden-
cia del lerrouxismo, Bark, incólume, se obstinaba en ubicar a los radi-
cales españoles entre los fantasmagóricos socialistas positivos españo-
les, a quienes seguía considerando «la síntesis del colectivismo yAnar-
quismo, lo realizable de ambas escuelas sociales, basado siempre en la
realidad y lo práctico y oportuno en el momento respectivo»356.
De esta etapa databa el ya mencionado folleto, La Fórmula Social,
en donde descubrimos de nuevo la perseverancia de este antiguo pro-
pagandista «de la última palabra del progreso social»357. Allí, Bark atri-
buye una vez más el fracaso del antiguo Republicanismo a la negligen-
cia que sus dirigentes mostraron frente a la cuestión obrera y social, la
cual hubiera sido la clave del éxito político. Para la lucha por el progre-
so en el seno del Partido Radical, Bark presentó un programa inspirado
de la doctrina y reformas enunciados por Francisco Maceín en la Agru-
pación Demócrata-Socialista de los años noventa. El objetivo final se-
guía siendo la consecución de la Unión Republicana y la Unión Demó-
crata-Socialista, justo cuando esta última se preparaba para disgregarse.
Bark perseveraba en la definición de un programa mínimo al que pu-
dieran suscribirse todos los sindicalistas, socialistas y anarquistas mo-
derados. En dicho programa republicano-socialista, Bark presumía
garantizar el desarrollo del capital por todas las energías productoras.
Insistía en su concepto de Revolución Social evolutiva y científica. La
lucha de clases era rechazada desde un punto de vista sociológico. Las
bases de la reconstrucción eran la justicia, la ciencia social, la
vigorización de la industria, la colectivización de los artículos de pri-
mera necesidad y de uso social, la armonía, el capital y el trabajo por la
participación en los beneficios que suponían el fin de la lucha por los
salarios y aseguraban el desarrollo justo del capital358.

• " J Compañeros de tribuna en El País, sus nombres reaparecen con frecuencia en


las memorias de Alejandro Lerroux. LERROUX, Alejandro, Mis Memorias, Madrid,
Afrodisio Aguado, 1962.
• " " Alejandro Lerroux. Semblanza crítica, Op. cit., p. 24.
• " 7 La Fórmula Social, Op. cit, p. 24.
• " " Ibid., pp. 14-15 y cinco años después lo incorporaría de nuevo en El Bolche-
viquismo .., Op. cit., pp. 9-10.

160
Ante los conflictos obreros cada vez más importantes de las pri-
meras décadas del siglo XX, Bark exhortaba a la divulgación del pro-
grama de reforma social a todas las clases trabajadoras, los partidos
políticos y la opinión. Creía que podría evitar la manipulación de los
poderes dominantes si lograba que las masas indoctas comprendie-
sen en todo momento cada decisión y acontecimiento359. Ingenua-
mente nos presenta a unos radicales angélicos y santos redentores del
pueblo, al cual quieren liberar de las garras socialistas. Por ello, de-
clara Bark que:
«Es una inmensa inmoralidad que debe acabar por decoro
público, y los radicales, que somos los únicos que hemos presen-
tado y propagado un programa social que encierra toda una hon-
da revolución, estamos obligados a desenmascarar a estos
embaucadores del pueblo obrero»360.

Una vez más, se reprueba la actitud del partido socialista cuyo


combate por la transformación social se limita a una lucha por el sala-
rio. Bark restablece el concepto de Revolución Social, vejado en boca
de aquellos socialistas, «falsos apóstoles» que apaciguaban todo in-
tento revolucionario, a pesar de su ínfima envergadura en tanto que
humildes reivindicaciones de los obreros y empleados36'.
Bark recensa los artículos publicados en su portavoz, El Progreso, y
las diversas intervenciones en las animadas diatribas del Círculo Radi-
cal. Allí se difundieron las tópicas acusaciones contra el sectarismo
marxista. Los socialistas asistentes a la reunión intentaron defenderse
sacando a la luz «chismes de hace años respecto a nuestro admirable
jefe», Alejandro Lerroux y «ante radicales que admiramos a la figura de
granito del caudillo rebelde»362. Sin duda alguna, la mala reputación de
Lerroux y sus fraudulentas actividades eran argumentos que todos co-
nocían y de los que se servían para poner en duda la benevolencia con
la que los radicales utópicos como Bark lo defendían en Madrid. Prosi-
guiendo con su lucha contra el sectarismo y el personalismo marxistas
Bark dice haber emprendido una campaña de saneamiento moral para
«desenmascarar a los embaucadores socialeros y a desasnar a los cin-
cuenta mil inocentes que prestan aún fe» en Socialismo marxista. Esta
campaña reivindicaba el fin de la explotación de la clase trabajadora, la
no remuneración de los cargos políticos y sindicales en el seno de las
organizaciones y la desaparición del Partido Socialista marxista. Ha-

• " y La Fórmula Social, Op. cit., p. 1¿>.


->° u El Bolcheviquismo..., Op. cit., p. 9.
361
lbid.,p. 10.
362
La Fórmula Social, Op. cit., pp. 9-10.

161
ciendo públicos estos desagravios, Bark anhela la vuelta del idealismo
político en España, esa «romántica abnegación» que caracterizaba al
pueblo español, cuyo ejemplo más concreto es el mismo «siglo XIX,
una serie no interrumpida de hazañas generosas por la libertad y el brío
del pueblo»363. En los últimos años de su vida, tomando como referente
el comunismo ruso, Bark cree todavía posible la transformación radical
del país tras un acontecimiento revolucionario o una huelga general
bien organizada. El escenario más apto en España sería el suelo indus-
trial catalán por su desarrollado anarcosindicalismo364, bajo la direc-
ción de Alejandro Lerroux a pesar de encontrarse ya en el ocaso de su
carrera política.
En resumidas cuentas, el Republicanismo español intenta renovar-
se y adecuarse a las necesidades de la España finisecular, cuyos go-
biernos habían sabido hasta entonces neutralizarlo con éxito. Conser-
vando su romanticismo y moralismo característicos, el Republicanismo
germinalista pretende ensanchar sus perspectivas según los dictados
del positivismo sociológico, lo cual se materializará en el acercamiento
hacia las corrientes socialistas. Dicho acercamiento ideológico favo-
reció alianzas y pactos estratégicos, al menos con perspectivas electo-
rales.
En la trayectoria que Bark perfila en sus textos, hemos asistido a
una búsqueda desesperada de un líder determinado y popular, im-
prescindible para la revolución. En 1906, encontró la solución, como
era tradicional en el Republicanismo, en una mitigada dictadura mili-
tar. En 1910, asentado el poder lerrouxista y organizado el Partido
Radical, Bark acogerá el liderazgo de Lerroux a condición de que se
rodease de una Junta de intelectuales que salvase las lagunas de su
falta de formación cultural.

4. 5. Principios doctrinales del Socialismo Positivo para la consecu-


ción de la República Social.

El Socialismo Positivo de Ernesto Bark supone un intento de reno-


vación ideológica del Republicanismo progresista a partir de la socio-
logía y las doctrinas socialistas de finales del siglo XIX. Este
Republicanismo remozado incorpora el obrerismo y la cuestión so-
cial a su programa, hasta entonces de corte burgués y jacobino. Aten-
diendo a las circunstancias socio-políticas españolas, Bark estimaba
que la única vía para derrocar el régimen monárquico, caciquil y cle-

363
Ibid, pp. 24-25.
3
° 4 Sobre el modelo bolchevique como teoría de Estado y estrategia de cambio
revolucionario: FORCADELL, Carlos, Parlamentarismo y bolchevización. El movimien-
to obrero español, 1914-1918, Barcelona, Ed. Crítica, Grijalbo, 1978.

162
rical era la conjunción de todas las fuerzas socializantes que desper-
diciaban sus energías disputándose el estrecho espacio de acción en
el espectro político. Para Bark, la clave del éxito residía en su colabo-
ración racionalmente dirigida y a este objetivo dedicó la mayor parte
de sus esfuerzos. El Socialismo Positivo, síntesis de las ideologías mar-
xista y libertaria, encontraría su máximo sentido con la constitución
de la Unión Republicana-Socialista como bandera del progreso y de
la regeneración española. En espera de tal objetivo, Bark procede a la
determinación de un programa positivo para la instauración de la Re-
pública Social.
La asociación de todas las facciones de izquierdas en un Socialis-
mo Positivo e integral que Bark proponía ha de comprenderse en un
sentido amplio. Bark sostenía la creación de una gran internacional
socialista, la Internacional Invisible, en la que participasen todas las
tendencias progresistas. Bark quería conciliar el Socialismo Positivo y
el marxista, mermando sus divergencias, meras «sutilezas ideológi-
cas» para no obstaculizar la lucha contra el capitalismo. El programa
que Bark definía era un programa mínimo, en vistas a que la Repúbli-
ca Social fuera aceptada por la mayoría, y en particular, «aquellos
espíritus que retroceden ante lo obscuro, lo desconocido y que quie-
ren familiarizarse con el terreno antes de pisarle»365. La tolerancia que
Bark propugnaba se prepararía con debates sobre las divergencias
doctrinales y tácticas, desvaneciéndose la «dudas respecto a la since-
ridad de ciertos elementos y determinadas personalidades» y propo-
niendo soluciones colectivamente aceptadas566. Frente al carácter utó-
pico anarquista y al sectarismo marxista, Bark esperaba que los repu-
blicano-socialistas afirmasen ese espíritu conciliador, que tanto hu-
biera necesitado el republicanismo histórico para favorecer la conso-
lidación de la República.
La estrategia republicana-socialista se basaba en la reforma paula-
tina de la sociedad contemporánea, y, merced a ese moderantismo,
desde la misma estructura económica del sistema capitalista y el régi-
men monárquico-parlamentario que pretendían aniquilar. Los aspec-
tos esenciales a reformar que Bark divulgó en Revolución Social, se
referían a la hacienda, al problema religioso, educativo, militar y di-
plomático. Por su falta de competencia jurídica, Bark aconsejaba las
bibliografía de Antonio Menger y de Magnaud, y para adaptarla al
contexto español, aconsejaba las propuestas del «socialista krausista»,
Azcárate, Salmerón, Canalejas y Barriobero367. La República Social

° Revolución Social, Op. cit., p. 88.


'" Socialismo Positivo, Op. cit., p. 145.
'' Revolución Social, Op. cit., pp. 88-89.

163
exigía también una nueva definición de la moral, del arte y la ciencia
y de su funcionalidad social.
En la práctica, bajo el pretexto de la síntesis marxista y libertaria,
los principios doctrinales del Socialismo Positivo de Bark se propon-
drían tras la crítica de los fundamentos de dichas tendencias, a modo
de alternativas más o menos moderadas y conciliadoras.

4.5. 1. La organización económica del Socialismo Positivo: el colec-


tivismo.

Ernesto Bark reconocía que la originalidad de Marx residía en ha-


ber presentado el problema económico como la causa primera de
todos los males sociales y haber asentado sobre él las bases de la
revolución marxista. Por ello, la unión entre el capital y las fuerzas del
trabajo constituiría la reforma económica más urgente del Socialismo
Positivo. Bajo el lema «Libertad, Solidaridad y justicia», el Socialismo
Positivo de Bark resolvería las antinomias sociales, puesto que «el pro-
greso científico debe redundar en provecho de la sociedad entera»568.
Sin definir su concepto de capital, el Socialismo Positivo consoli-
dó sus medidas de reforma. A diferencia del marxismo, la
restructuración económica de la sociedad no se fundamentaba única-
mente en la abolición de la propiedad y la producción individuales.
El Socialismo Positivo exigía una redistribución de las riquezas y pro-
piedades y la producción colectiva de los artículos de primera necesi-
dad, objeto de monopolio y especulación insana, «acaparados por los
grandes capitales particulares en perjuicio de los intereses de la socie-
dad»369.
En lo que respecta a la redistribución de la propiedad, el Socialis-
mo Positivo estipulaba la colectivización de las grandes riquezas, el
suelo y el subsuelo. Instituía también la nacionalización los grandes
servicios de comunicación y transporte: ferrocarriles, navegación,
correos, telégrafos, teléfonos, bancos, seguros, etc., en función de las
necesidades nacionales en el progreso hacia la República370. Los de-
más servicios, los medios de producción y los productos que no fue-
sen de primera necesidad no estarían sujetos a medidas colectivis-
tas371.

i
°° El Internacionalismo, Op. cit., p. 64 v Socialismo Positivo, Op. cit., pp. 143-
144 .
-*"" Socialismo Positivo,Op. cit., p. 144.
370 Revolución Social, Op. cit., pp. 94-95.
Esta organización económica en un sector estatal y otro libre se inspiraba, sin
duda alguna, en el pensamiento de tuis Blanc aunque Bark nunca se pronunció por la
organización de talleres sociales como célula básica del orden económico.

164
La reforma de la estructura económica propuesta por Bark se fun-
damentaba, pues, en un colectivismo parcial; rechazando el estatalismo
y el individualista «laissez faire» establece cierto control institucional
para garantizar el bienestar a todos los ciudadanos. Estas posiciones
intermedias de Bark engarzaban con las propuestas colectivistas de
algunos anarquistas españoles372 y con las posiciones krausistas de
GineryAzacárate, asociados irremediablemente con aquellas tenden-
cias libertarias373. Estos grupos coincidían en la negación de un grado
superior de estatalismo o de comunismo, por ser, el primero, una cor-
tapisa al derecho de la libertad y al individual ejercicio de la volun-
tad; y el segundo, una amenaza del resurgir oligárquico, debido a la
«innata maldad» humana que convertía al armonicismo comunista en
utópica falacia.
Para gestionar una estructura colectivista parcial se requería un
mínimo control estatal o de alguna estructura intermedia. Bark apos-
taría por la segunda opción, con la creación de un Ministerio del Tra-
bajo y diversas direcciones generales. Estos organismos coordinarían
la estructura económica e implantarían las reformas necesarias para
solventar la cuestión social. Bark intentaba salvaguardar la indepen-
dencia del capital y la permanencia de pequeñas organizaciones,
puesto que no afrontaba más que parcialmente los intereses industria-
les, agrícolas y comerciales.
La propuesta de la propiedad colectiva mínima de Bark aseguraba
la subsistencia de todos los ciudadanos, respetaba la propiedad indi-
vidual en agricultura; la propiedad privada de los medios de consumo
y otorgaba libre competencia al esfuerzo y sacrificio individual 374 .
Este sería el punto clave de la larga discusión mantenida con Rafael
Delorme, defensor acérrimo de Marx y del Socialismo colectivista.
Quizás fuese ésta la controversia más interesante que Bark mantuvie-
ra con los socialistas marxistas desde el escenario las páginas de
Germinal375.

4. 5. 2. La lucha de clases.

La lucha de clases es uno de los postulados divergentes fundamen-


tales entre las diversas facciones socialistas. Ya anotábamos la oposi-
ción de Bark al concepto de lucha de clases asimilado a la lucha y
emancipación del proletariado. Sus críticas se basaban en «el secta-

3/2
ALVAREZ JUNCO, José, La ideología política..., Op. cit., pp. 362-367.
373
DÍAZ, Elias, Op. cit., pp. 150 y 211-213.
3/
^ C o n esta postura conciliadora, Bark recoge el pensamiento socialista dejean
Jaurés.
37:>
Su estudio aparece en la tercera parte de nuestra tesis ya citada.

165
rismo y autoritarismo» del Partido Socialista Español. Para Bark, la
lucha de clases era un absurdo político puesto que resultaba contra-
dictorio luchar por una clase determinada cuando se aspiraba a borrar
las diferencias de clase. Como alternativa, proponía la consecución
de una armonía social y la estabilidad política376.
Nacida en una estructura social industrial, la lucha de clases mar-
xista no se adaptaba a todos tipos de población, como ocurría para el
caso español. Según Bark, los preceptos marxistas resultaban super-
fluos puesto que la estructura de la población no se organizaba funda-
mentalmente en dos esferas sociales, «la ostentadora del capital» y
«la explotada», los burgueses adinerados y las pobres clases obreras.
La lucha de clases hizo que el Socialismo marxista focalizará su
activismo político como «exclusivo» representante de las masas pro-
letarias, las que sufrían los abusos del capitalismo. En este trasfondo
económico maximalista, la lucha de clases se justificaba por el con-
cepto de explotación asimilado principalmente al obrero industrial u
«obrero consciente»377. Mas, como defendía Bark, el concepto de clase
obrera no era siempre homólogo con el de explotación. Al hablar de
explotación en España, la lucha de clases tendría un carácter extensi-
vo, según connota la imagen de «un cáncer que roa» a toda la socie-
dad, de un «pólipo venenoso que chupa la sangre de la nación co-
rrompiendo y envenenándolo todo». Estas evocadoras imágenes re-
presentan el absolutismo de las esferas del poder, en las que se in-
cluían la monarquía, la alta burguesía y el clero, pero también, los
caciques y el latifundistas; los cuales «pesan sobre el obrero de blusa
como sobre el abogado o profesor de Universidad, sobre el comer-
ciante o el industrial»378. Bark argüía en defensa de las bajas clases
medias y del campesinado, víctimas del sistema capitalista pero olvi-
dadas por la lucha marxista :

«[...) el pobre profesor que vive con 40 ó 50 duros al mes,


vistiendo bien para representar su cargo, mientras que el director
del colegio apenas trabaja y se hace rico, ¿no es también un ex-
plotado? Los dependientes de comercio, los empleados de ofici-
nas [...] y quienes labran los millones de los zánganos ¿no son
también explotados sin ser de la clase trabajadora?»379

Confundiendo la formulación doctrinal del Socialismo marxista y


el uso que de ella se hacía, Bark denigraba la lucha de clases por ser
mera estrategia de poder. El directorio socialista privilegiaba la me-

Socialismo Positivo, Op. cit., p. 160.


PÉREZ DE LEDESMA, Manuel, El obrero consciente, Madrid, Alianza, 1987.
Socialismo Positivo, Op. cit., p. 98 y El Internacionalismo, pp. 12-13.
Socialismo Positivo, Op. cit., p. 40.

166
diocridad y «/a mano callosa» con la exclusiva intención de conservar
el mando vitalicio y redundaba en la manipulación de las esferas de
poder que neutralizaban así su fuerza como oposición política380. El
exclusivismo proletario de la lucha de clases marxista impedía igual-
mente la presencia de cualquier «inteligencia». A juicio de Bark, este
sector de la población sometido a la venta de su capacidad y su traba-
jo por un mísero salario era también un sector explotado al que se le
cerraron las puertas del partido, al menos durante la influencia
guesdista, al considerarlo un amenazante rival en las estructuras de
mando. Bark estaba convencido de que los «partidos obreros», sin un
cuerpo intelectual activo quedarían reducidos a:
«[...] masas acéfalas dominadas casi siempre por demagogos
oscuros, y cuya labor redunda al fin y a la postre en beneficio de
la reacción monárquica, y en particular, en beneficio de la intriga
negra, en cuyas redes misteriosas caen gran parte de esto acérri-
mos defensores de los obreros»381.

La ambición de los cabecillas socialistas motivaba las restriccio-


nes de militantes con cierta educación en el Partido Socialista Espa-
ñol. Por el contrario, su solicitudes se dirigían hacia el pueblo iletra-
do. No obstante, según Bark, el estrechamiento con el pueblo era más
literario que real: fingiendo una bondadosa protección paternalista
mantenían suficiente distancia para beneficiarse de una masa inmadura
y ante todo ignorante. Persistiendo en esas direcciones, las observa-
ciones de Bark ponían en tela de juicio las medidas paliativas del
Socialismo obrero. En lugar de coadyuvar a su emancipación, ejer-
cían una fuerte tutela condenando al obrero a la dependencia del
aparato del Estado. Como prueba de veracidad, Bark citó las coopera-
tivas obreras de lasTrade-Unions, los seguros y las casas obreras ale-
manas e inglesas. Estas asociaciones no resolvían nada porque priva-
ban al individuo de su autonomía, eran «pobres limosnas», medidas
pasajeras en estado de excepción que aliviaban la miseria del mo-
mento de enfermedad, de accidente, de búsqueda de un trabajo o
jubilación 382 . La corrupción era fácil puesto que poco se podía conse-
guir de estas masas más preocupadas por su subsistencia cotidiana
que por altisonantes proyectos reformistas.

3°u Ibid., p. 98 y Revolución Social, Op. cit., pp. 15-16.


3°^ Socialismo Positivo, Op. cit., pp. 40-41.
382
Ibid, p. 215.
™3 El problema del salario y de la duración de la jornada laboral acaparaban estas
reivindicaciones. PÉREZ DE LEDESMA, Manuel, Pensamiento socialista español..., Op.
cit, p. 39.

167
El balance de las experiencias asociacionistas obreras y de la ma-
nifestación del 1 ° de Mayo de 1890 fue, para Bark, negativo. Las cam-
pañas entre los sectores madrileños de la construcción habían tenido
una nimia incidencia política en la militancia obrera a la militancia.
Bark, decepcionado, se decido a apelar a las clases medias, a los
empleados en el sector terciario y a las profesiones más liberales, so-
licitando su involucración en la lucha social. Bark mostró una clarivi-
dencia que no compartieron sus compañeros republicanos pues, sin
duda alguna, una movilización organizada de estos sectores hubiese
sido clave para el éxito del Republicanismo de entresiglos.
Frente al Socialismo marxista, cuya práctica obrera reivindicativa
se limitaba a la consecución de objetivos económicos inmediatos-583,
Bark subrayaba que el Socialismo Positivo, poseía un carácter «civili-
zador» y sus soluciones beneficiaban a todas las clases y ciudadanos.
El Socialismo Positivo sobreponía a la cuestión obrera:
«[...] el gran problema social, que ya no es una cuestión de
estómago, la eterna lucha entre los plebeyos y nobles, sino la gi-
gantesca reforma social que quiere reconstruir el edificio social
de la humanidad, según los principios de la Ciencia, Justicia y
Fraternidad»384.

Con estos ambiciosos valores de corte proudhiano, la Revolución


Social preconizada por Bark no se cernía a un grupo de población es-
pecífico sino a todo el organismo social porque: es la «esperanza de
todos los desheredados» en la que se incluyen « los obreros del campo
y las ciudades, los empleados y dependientes de corto sueldo» y aque-
llos sectores de las clases liberales que sufrían las vejaciones del caci-
quismo385. Los desheredados representaban, según Bark, un noventa
por ciento de la sociedad española por lo que había que crear un ideal
en el que todos se sintiesen partícipes. Superando los partidismos polí-
ticos, Bark confiaba también en «los corazones generosos de las clases
acomodadas que sufren al ver la espantosa miseria que les rodea» y que
creen en la posibilidad de una reorganización social «que garantice el
progreso y la felicidad para toda la sociedad»386. Finalmente, Bark atri-
buyó a las clases intelectuales la responsabilidad de coordinar la reor-
ganización social. Esta reorganización, de arriba a abajo, inserta en las
tendencias regeneracionistas y krausopositivistas, se fundamentaba en
la educación ele los desfavorecidos en «el ideal de la sociedad futura».
La República Social era ese ideal387:

Socialismo Positivo, Op. cit., p. 144.


Estadística Social, Op. cit., pp. 94-98.
Revolución Social, Op. cit., p. 74.
Socialismo Positivo, Op. cit., p. 183.

168
«[...] una ¡dea-fuerza que se imponga a todas las inteligencias
como una necesidad sentida por todos; porque no podrá realizar-
se nuestro ideal si las fuerzas vivas de la colectividad no lo acep-
tan y lo aprueban»388.

Esta idea fuerza fue concretizada por Bark recurriendo a los lazos
de solidaridad y fraternidad entablados por el altruismo, como
Proudhon profesaba. Merced a este sentimiento, el odio y la miseria
de los explotados se transformaría en bienestar; nacerían el mutualismo
y el armonicismo social por la entrega generosa de los más favoreci-
dos y el compromiso de intelectuales y artistas, cuyo ejemplo eran ya
Zola, Dicenta, Mirabeau e Ibsen, entre otros389.

4. 5. 3. Reforma y Revolución.

La reforma y revolución constituyeron las estrategias reivindicativas


que segregaron a las diferentes facciones socialistas en los años gozne
entre los siglos XIX y XX. Si en teoría cada grupo se apropiaba de una
de ellas, en realidad, en la práctica política dominaron las matizacio-
nes y las ambivalencias: el Partido Socialista Español evolucionó des-
de el proceder revolucionario hacia el reformista entre 1890-1900
con su distanciamiento del guesdismo390; el federalismo de Pi y Margall,
cercano al libertarismo ácrata, se vinculaba a la tendencia reformista;
y los republicanos progresistas no dejaron de acudir a una u otra es-
trategia en función de las circunstancias. En este panorama, Bark cri-
ticó a las facciones socialistas que se refugiaron exclusivamente en el
reformismo, en particular, al Partido Socialista por negarse en sucesi-
vas ocasiones a secundar cualquier acto reivindicativo ajeno al
legalismo.
Las posiciones de Bark no quedaron tampoco nítidamente defini-
das, ya que combinó reformismo y revolución según la coyuntura y la
concienciación popular. Si bien abogó siempre por la reforma social,
pacífica y educadora, Bark admitió la necesidad del «golpe de fuer-
za», «las energías e impulsos exteriores» para acabar con el
determinismo fatalista y catalizar la Revolución Social. Los actos
reivindicativos que facilitarían el acceso al poder eran las huelgas y
las manifestaciones populares organizadas en torno a ellas. Nada de
original tienen estos presupuestos si mantenemos una mirada actual,
pero recordemos que la huelga no fue legalmente reconocida hasta

.loo Revolución Social, Op. cil., p. 74.


389 Revolución Social, Op. cit., pp. 75-76.
390 Consúltese, DROZ, ]., Historia del Socialismo, Barcelona, Edima-edición de
materiales, s.a., 1968, pp. 82-83.

169
190939', lo cual justifica que Bark confiase en ellos como excepciona-
les ejercicios de revuelta política.
El carácter ¡ntegrador de Bark se manifestó, no obstante, en la prima-
cía concedida a la reforma. Antes de iniciar la gran Revolución Social
abogaba por la preparación metódica de los pueblos con la propaganda
y la educación. Bark perseveró siempre en esta dirección reformista
ecléctica, definida en 1882 a propósito de la independencia estonia y el
derrocamiento del zar. En el marco de la República Social para España,
sus panegíricos a la reforma y la concienciación del pueblo se reiteran
constantemente392. Sólo así se podría llevar a bien un cambio tan com-
plejo como es la organización económica y social de una nación, sin
destruir vidas ni el legado histórico del pasado393. Además, teniendo pre-
sentes la idiosincrasia y la psicología españolas, el procedimiento de la
reforma se sobreponía a cualquier tentativa revolucionaria violenta, so-
bre todo, por la dificultad para encauzar todas las corrientes progresistas
hacia soluciones positivas en España. Si bien antes ensalzaba el retorno
del romanticismo idealista capaz de movilizar al pueblo, ahora su carác-
ter apasionado e impresionable puede convertirse en una lacra. Las gran-
des pasiones susceptibles de guiar a las masas pueden transformarse fá-
cilmente en impulsos frenéticos de desengaño o de entusiasmo revolu-
cionario. En un momento de arrebato ciego, en España:

«[...] se destruye la obra de largos años, donde los odios y ren-


cores personales dominan los escasos entusiasmos altruistas y don-
de hay poquísimas personas que rinden culto a los ideales, fruto de
largas meditaciones y estudios. En lo moral e ideal vivimos como
en lo económico, del día al día, de lo imprevisto, del momento»394.

Imbuido de pesimismo determinista, Bark creía que el carácter


español, descuidado e impresionista, nunca podría actuar con el mé-
todo y la perseverancia propia de los pueblos germanos y anglosajones.
Condicionado a la superficialidad, el español puede únicamente mo-
dificar en algo los defectos y «educar y desarrollar las virtudes que
pudieran influir en suavizar un poco los efectos perniciosos de aque-
llas propensidacles nacionales»395.

391 SOTO CARMONA, Armando, El trabajo industrial en España contemporánea


(1874-1936), Barcelona, Ed. Anthropos, 1989, pp. 416 y ss.. Dato citado por FONER
MUÑOZ, Salvador, Canalejas. Op. clt, p. 67.
• " • ' A l parecer, Bark publicó un folleto de propaganda en la Biblioteca Germinal
titulado precisamente, La República Social, en los que sintetizaba sus principales fun-
damentos doctrinales, BARK, E., Estadística Social, Op. cit., p. 94.
393
Revolución Social, Op. cit., pp. 1 75-1 76.
394
Socialismo Positivo, Op. cit., p. 109,
395
/ í w / . , p. 223.

170
Aparte de estas consideraciones psicológicas a favor de la reforma
en España, Bark recurrió a argumentos internacionalistas. Pensaba que
la Revolución francesa era una lacra histórica transmutada en mito
nacional. Como toda revolución violenta estuvo abocada al fracaso,
tras destruir indiscriminadamente y dejar«tras sí el descreimiento en
los ideales que no se supo realizar, su descrédito para largos años y el
abatimiento de los mejores espíritus»396. En España se participaba de
aquella visión mítica, «legendaria, que engaña a la juventud, acos-
tumbrada a satisfacer su sed de lo grande y sublime por la admiración
de aquella epopeya revolucionaria tan congenial a ella porque bien
se parece a una calaverada de jóvenes397. Dicha visión romántica de
la Revolución francesa había condicionado el sueño de la Gran Revo-
lución exagerando su alcance civilizador y libertador, y presentando
«muy equivocadamente las verdades y las enseñanzas que deben de-
ducirse de ella como resultado instructivo para la humanidad»398. Bark
se servía de la Revolución francesa, del análisis de su alcance y su
importancia en Europa como medida para calibrar el temperamento
político y los conocimientos de los literatos-publicistas y políticos.
Finalmente, subrayando los aspectos negativos de la Revolución fran-
cesa y las repercusiones históricas del poder napoleónico, Ernesto Bark
erradica todo método revolucionario que no hubiese preparado de
antemano:

«[...] los cerebros y de las energías, porque es uno de los erro-


res de los temperamentos revolucionarios el creer que los ideales
se realizan sin la lenta elaboración propia de todo desarrollo so-
cial, con tal que se destruyan los edificios antiguos y se limpie el
suelo de las ruinas del pasado»399.

La destrucción de los valores nacionales, el aniquilamiento de las


tradiciones y la carencia de un modelo sustitutivo, coherente y adap-
tado a las necesidades contextúales y psicológicas de la nación eran
los errores de todo proceso revolucionario repentino y de carácter
exclusivamente político, como las revoluciones que hasta entonces
había conocido España400. Para refrendar sus puntos de vista, Bark
proponía ejemplos de reformismo pacífico, como la abolición de la
esclavitud en Inglaterra mediante la legislación parlamentaria, de la
servidumbre en Rusia por la acción de los Ukas imperiales y la euro-

• " " Socialismo Positivo, Op. cit., p. 199.


• " ' El Internacionalismo, Op. cit., pp. 145-146.
398
Ibicl., pp. 124-125,
" ° Socialismo Positivo, Op. cit., p. 199 y Revolución Social, Op. cit., p. 8.
400
Estadística Social, Op. cit., pp. 94-97.

171
peización del Japón. Pero, el ejemplo más brillante, comparable a la
Revolución francesa era, para Bark, la Reforma religiosa de Lutero. La
Reforma actuó de cortapisa a la Internacional Negra Católica para
liberar a la humanidad:
«[,..] de toda imposición espiritual o intelectual para hacerse
libre también en las manifestaciones exteriores de la política y
finalmente para arrojar de sí también un día las degradantes cade-
nas de la miseria, forjadas por la irracional organización de las
sociedades nacidas de la guerra y de la violencia»401.

Concluía Bark que la historia había conocido dos revoluciones de


orden diferente en Francia y en los países del Norte, por lo que la
Revolución Social se imponía. Según Bark, la Revolución Social era la
revolución de la Humanidad y seguiría los derroteros indicados por la
ciencia en cada tiempo y contexto para hacer frente a los cambios
estructurales políticos, económicos y sociales. Los ejemplos reformistas
que Bark proporciona eran casos de «revolución» desde arriba, que
comulgaban con los presupuestos regeneracionistas españoles. En su
opinión, una planificación integral de la revolución, siguiendo las di-
rectrices de las clases directoras, salvaguardaba a la nación de los
desórdenes naturales en los movimientos populares.
En España, el terreno estaba ya abonado por la intelectualidad,
consciente de la urgencia de la regeneración nacional. La mayor difi-
cultad para iniciar la tarea reconstructiva era el encauzamiento de las
tendencias reformistas de Costa, Paraíso, Canalejas; las facciones re-
publicanas y las corrientes socialistas y libertarias que actuaban aisla-
damente. El pactismo era la fórmula «mágica» propuesta por Bark
para vencer «las resistencias hereditarias y concertar una política de
grandes vuelos»402. Merced al Socialismo Positivo, se demostraría que
se puede «ser socialista sin ser un revolucionario loco» porque, en
suma, lo esencial no son sus métodos experimentales, sino sus princi-
pios organicistas de evolución y transformación403.

4. 5. 4. La huelga general: estrategia para la Revolución Social.

Como norma general, Ernesto Bark desechaba cualquier movimien-


to revolucionario desorganizado que pudiese conducir una nación al
caos. Sin embargo, llegó a admitirlos en la teoría, históricamente utó-
pica, cuando se definiesen las estrategias y programas y se preparase

11
El Internacionalismo, Op. cit., p. 126.
'- Revolución Social, Op. cit., p. 177.
'^ Estadística Social, Op. c/f.,p. 28.

172
al pueblo que la debía de protagonizar. Estos esquemas eran igual-
mente aplicados para elegir una estrategia pactista o huelgista. La pe-
queña huelga gremial o la huelga general quedaban determinadas, a
juicio de Bark, por la coyuntura del conflicto. Esta libertad estratégica
pretendía garantizar el éxito menos costoso, aunque fuese juzgada
como contradictoria o incongruente por su heteróclita mezcolanza
de ideologías.
Bark reconocía la importancia de las huelgas como estrategias re-
volucionarias que preparaban el terreno a la futura Revolución. Sus
argumentos se fundamentaban en Marx y Engels, quienes recomen-
daron las huelgas como palanca de reivindicación social, con la que
los obreros «se sienten como clase trabajadora en frente de la socie-
dad burguesa»404, y como medio de educación y propaganda.
La huelga general representaba, sin embargo, el golpe «fatal» que
podía concluir con la Revolución Social y el acceso al poder de las
fuerzas socialistas. En España, se seguían las pautas alemanas en una
suerte de círculo vicioso, puesto que según Bark:
«[...] (siguen) explotando la misera del obrero, instigándole
contra los patronos, cuando lo humanitario sería buscar una ave-
nencia, porque en general pierde la parte más débil, que es el
trabajo. Los agitadores sin conciencia provocan y alargan las huel-
gas para pescar en aguas turbias, con el fin de vender sus publica-
ciones y atraer algunos afiliados que contribuyan a la caja con
unos cuantos reales»405.

Por otra parte, «buscar una avenencia» era el triunfo en la concor-


dia, el pacto con la patronal que había recriminado a Pablo Iglesias.
En realidad, lo que Bark pretendía era acabar con las huelgas peque-
ñas y parciales porque se organizaban demagógicamente, desviando
las sinceras intenciones con la búsqueda de afiliados y otros benefi-
cios. En su opinión, los conflictos que creaban las huelgas, sobre todo
entre las familias obreras, no justificaban su utilización como supues-
ta estrategia «educativa». Analizando las causas de las grandes mani-
festaciones, Bark constataba que las reivindicaciones eran materiales
e inmediatas, tales como el aumento de salario o la disminución de
las horas de trabajo. Las cuestiones morales y humanitarias «de amor
propio de clase y de solidaridad» quedaban relegadas a un segundo
término. Para evitar tales conflictos donde el malparado siempre es el
obrero, Bark proponía la creación de Jurados mixtos con los que re-
solver los litigos entre obreros y patronos de una manera ecuánime.

4u4
Socialismo Positivo, Op. cii, p. 1 GO y Revolución Social, Op. cit., p. 99. La
letra en cursiva es original del aulor.
4u
-> Socialismo Positivo, Op. cit., p. 160. El subrayado en negrita es nuestro.

173
Asimismo, Bark solicitaba la institución de oficinas estadísticas cuyas
funciones serían equiparables a los actuales oficinas de empleo. Su
institución directora sería el ya mencionado Ministerio de Trabajo,
centro encargado de introducir toda clase de reforma de índole social
y laboral, como precisaremos más adelante406.
No obstante, Bark no estaba en contra de la huelga en tanto que
estrategia de presión, pedía que se garantizase cierta seguridad al tra-
bajador, se organizasen cajas de resistencia sólidas y se pidiese apoyo
pecunario entre la opinión pública. En sus últimos años, Bark llegó a
admitir la eficacia de la huelga general de tradición ácrata como el
mejor procedimiento para la movilización de las masas, siempre que
se cumpliesen los requisitos organizativos de previsión.
En el contexto español, Bark propuso'organizar un movimiento
colectivo en el que las fuerzas socialistas participasen de manera con-
junta y bien planificada407. Para ello, Bark realizó un llamamiento a
las personas que no tuviesen relación directa en el conflicto entre el
capital y el trabajo; es decir, a artesanos, obreros independientes y
«obreros intelectuales» pues, según inquiría:
«¿Qué perderían por ejemplo los maestros, los médicos y tan-
tas otras profesiones útiles y necesarias por la revolución social?¿No
tendría necesidad también la sociedad futura de maestros, médi-
cos y hasta de publicistas, artistas e ingenieros?»408

En resumidas cuentas, para garantizar el éxito de la huelga gene-


ral, Bark apela a los sectores liberales que permanecían en la neutra-
lidad y que el Partido Socialista excluía conscientemente de sus filas,
restringidas a las clases proletarias. Una huelga general bien organi-
zada resultaba, ajuicio de Bark, la mejor táctica política para encami-
nar pacíficamente a la nación hacia la Revolución Social e instaurar la
República Social409. La huelga así planteada se alejaba del movimien-
to reivindicativo obrero y alcanzaba un rango humanitario, extendién-
dose a los factores materiales y morales ausentes en las clases deshe-
redadas.
En 1902, en República Social, Bark analizaba las huelgas en pro-
vincias y las represalias gubernamentales que los republicanos-socia-
listas sufrieron. Ensalzó las figuras de Alejandro Lerroux, «la voz de

4Ub
Socialismo Positivo, Op. cit., pp. 160-161 y Revolución Social, Op. cii, pp.
38-39. Bark reproduce las últimas estadísticas sobre las huelgas en Estados Unidos y
Francia con el fin de corraborar sus argumentos.
407
Revolución Social, Op. cit, pp. 38-39.
408
Ibid., p. 110.
409
Ibid., pp. 107-111.

174
Dantón» y de Emilio Junoy por sus campañas a favor de la huelga
general de Barcelona410. Arremetió contra Pablo Iglesias no sólo por
no haber secundado la huelga, sino por sus declaraciones públicas en
contra. Los argumentos esgrimidos contra el líder socialista proseguían
en la línea habitual:
«Saber callar es una sabiduría, y más aún donde el silencio
era un deber. Ha hablado como el eterno ambicioso y traidor a la
causa del proletariado aprovechando torpemente esta ocasión para
enaltecer su persona vulgarísima»'111

Bark atribuía la derrota al «sectarismo y el exclusivismo de algu-


nos fanáticos ciegos», quienes, al igual que Pablo Iglesias, Luis
Bonafulla y Federico Urales habían ejercido una contra-propaganda
eficaz y negativa412. Bark reprobaba la desorganización de los radica-
les, quienes no planificaron con antelación todos los medios para
apoyar la huelga413. En contra de lo líderes que no los secundaron en
la huelga general de 1902, Bark incluyó testimonios periodísticos de
distinto signo político414 con breves exégesis personales. Destacaba el
artículo de Junoy en El País, sobre la grandeza del movimiento de paro
en Barcelona; la reprobación y las críticas antirrepublicanas de
Bonafoux desde El Heraldo; el artículo «Silencio y Hambre» de Lerroux
publicado en febrero de 1902, en el cual se exhorta a la participación
en la huelga; algunos extractos de El País, El Evangelio y El Imparcial
en contra de Pablo Iglesias; un estudio de José Riquelme ubicando los
precedentes de esta huelga general en la de Alcoy de 1878; las voces
conservadoras como la de Ortega Munilla en El Imparcial, en contra
de los industriales catalanes y la respuesta de Julio Burell en «Des-
pués»; el balance de la huelga de Cinard de la Rosa; y, como colofón,
las reacciones internacionales con los comentarios de Le Temps y los
despachos de apoyo de socialistas belgas, alemanes y franceses415.
Bark quería hacer partícipe al lector en la contienda política a través
de la prensa, integrando este medio de comunicación de masas y a
sus lectores e invitando al diálogo y determinación de acuerdos con-
juntos. Obvio es que buscando el sensacionalismo, desde las páginas
de la prensa se enaltece al pueblo, se critica la huelga, se polemiza
contra los principios que la animan y sus detractores... En resumidas

410
/6/y„ pp. 128-133.
411
lbid.,p. 134.
4U
Ibid., pp. 134-137.
4U
Ibid., pp. 147-148.
4H
Ibid., pp. 134-135.
4)5
Ibid., pp. 128-148.

175
cuentas, con la recensión periodística de Bark, la función proselitista
de la prensa y sus apóstoles resultaba satisfactoria, por implicar a la
opinión pública en los trágicos acontecimientos de Barcelona. Las
recensiones y los despachos extranjeros conferían una resonancia in-
ternacional en favor de la campaña republicana. Aunque la huelga
general de Barcelona fracasó y con ella las esperanzas de Revolución
Social, Bark ofrecía un balance positivo por obligar al gobierno a bus-
car soluciones pacíficas, sin haber desvirtuado el movimiento «por
crueldades inútiles o represalias demasiado justificadas pero contra-
producentes en estos momentos»*"6. De estos acontecimientos salió
favorecida la figura ya mítica de Alejandro Lerroux, quien desde en-
tonces sería, para Bark, el gran defensor de la Revolución Social417.

4. 6. Estructuras y proyectos de reforma del Socialismo Positivo.

Ernesto Bark lamentaba la pobreza de las reformas sociales en Es-


paña desde 1871. Numerosos fueron los proyectos que mermaron por
no estar secundados legalmente en las Cámaras o no aplicar la legis-
lación en vigor, como las leyes de higiene y talleres, de protección
infantil o sociedades cooperativas. La única ley seria de la Restaura-
ción para la protección del obrero, en opinión de Bark, fue la del 30
de noviembre de 1899 sobre el descanso dominical, el trabajo de la
mujer y los niños y de los accidentes de trabajo de Eduardo Benot'"8.
La destitución de la Monarquía, de los poderes clerical y oligarca y la
concesión de cierta autonomía a los gobiernos locales y provinciales,
inspirándose en el mutualismo pactista de Proudhon, era las únicas
reformas gubernamentales o jurídicas por las que se pronunciaba Bark.
El problema español era fundamentalmente social y sólo una rege-
neración en este sentido podría salvar a la nación. Las medidas y pro-
yectos de Bark se basaban en los estudios de la sociología y de esta-
dística social para preparar el advenimiento de la Revolución Social y
la instauración de la República Social. Si bien dichas ciencias fueron
institucionalizadas en España hacia 1890, Bark las consideraba poco
fiables ya que se descuidaron los estudios sobre la cuestión obrera. La
acumulación de datos de estas ciencias rara vez se traducía en prácti-
cas reformistas, por lo que Bark y los demás miembros de Germinal
pretendieron superar estas lagunas configurando proyectos
regeneracionistas. En 1902, Bark prosiguió en estos avatares socioló-
gicos desde la Acción Democrática, intentando corregir las deficien-

416
/¿/tí., p. 153.
417
/6/tí., pp. 148-152.
4,8
Revolución Social, Op. cil., pp. 106-107.

176
cías de los organismos oficiales, víctimas del descríptivismo y del
«discurseo»419. Participaban con él, Eduardo Barriobero, Adolfo de
Maglia, Fermín Palacios, Aurelio Ras, Nicolás Salmerón y García, Pe-
dro Vallina y Eleuterio Sahornil. Secundaron sus iniciativas la Unión
de Mujeres Españolas para facilitar el acceso al mundo del trabajo a la
mujer y la Sociedad del Librepensamiento para controlar los gastos
del culto y clero, conventos, etc. Las necesidades orientarían los pro-
yectos teniendo en cuenta los resultados de los estudios empíricos.
Bark tan sólo esbozó las líneas generales de la reforma social que
deseaban emprender en España, todas ellas articuladas en torno al
Ministerio del Trabajo, la introducción de la estructura económica
cooperativista y la abolición del salario.

4. 6. 1. El Ministerio del Trabajo.

Ernesto Bark y el grupo Germinal preconizaban la creación del


Ministerio del Trabajo desde la fundación del grupo en 1895. Realiza-
ron campañas propagandísticas sobre la necesidad urgente de poseer
un Ministerio de este tipo, dada la ineficacia de la Comisión de Refor-
mas Sociales y el Instituto de Sociología. Ante la intención de José
Canalejas, entonces Ministro de Agricultura, de proponer los proyec-
tos de ley para la reforma de la Comisión, la restructuración del Minis-
terio de Agricultura y la creación del Instituto del Trabajo; Bark reco-
bró sus esperanzas, puesto que estas medidas eran para él prelimina-
res del advenimiento pacífico del Socialismo científico y de la recons-
trucción social420. Gracias a Canalejas se creó el Instituto del Trabajo
en 1903. Con acierto, Bark consideró que era anterior al Ministerio
del Trabajo como cuerpo técnico responsable de investigaciones y
estadísticas; capaz de unir a la patronal con los obreros en torno a
debates en los que se formulasen soluciones42'. Por ello, el Instituto
del Trabajo sería una estructura administrativa preliminar que demos-
traría que «el evangelio social puede aplicarse paulatinamente, sin
lastimar intereses algunos legítimamente adquiridos». A partir de él,
juzgaba Bark que la propaganda sobre la reorganización del Ministe-
rio de Fomento ganaba el favor de las inteligencias progresistas, de
modo que abrazasen la idea de regenerar de España con reformas
evolutivas pero seguras.

419
Ibid., pp. 103 y 106-107.
^ Estadística Social, Op. cit., p. 5. Consúltese al respecto la obra de CASTILLO,
Salvador (ed.), El Instituto del Trabajo, Madrid, Centro de publicaciones del Ministerio
de Trabajo y Seguridad Social, 1986.
421
GIL CREMADES, José Juan, El Reformismo español, Barcelona, Ariel, 1969, p.
206.

177
Con el devenir histórico, la confianza que Bark había depositado
en Canalejas por su participación en la campaña anticlerical y sus
proyectos de reforma social quedaría frustrada al considerar que
Canalejas se había vestido de aparentes «tintes socialistas» que nunca
fueron más allá de la propaganda platónica. Bark deseaba despertar a
la opinión pública frente a la inefectividad política de Canalejas:
«¿No comprende que se debe sospechar una complicidad con
los sostenedores de las injusticias actuales al ver que ni siquiera se
levanta para desvanecer las antigüedades, haciendo ver clara y
diáfanamente que los Canalejas, Moret y tutti cuanti no piensa y
no han pensado nunca con sinceridad de hacer algo decisivo en
favor de los desheredados?»'122

Enfrentados a la reorganización social, Bark y los germinalistas


establecieron como preliminar la creación de un órgano gestor inter-
medio, entre los poderes estatales y populares para satisfacer las ne-
cesidades de la sociedad. Imitando el funcionamiento y estructura del
sistema francés, adecuaron el modelo de Ministerio de Trabajo de
Vaillant al contexto español. Bark imaginaba este órgano de gobierno
como un «palacio popular» dirigido por las clases directoras en favor
del proletariado, desde el que se podrían resolver pacíficamente los
problemas sociales, agrícolas e industriales4". Bark solicitaba para su
constitución la participación de todas las fuerzas socio-políticas para
establecer programas «racionales» de reforma que respondiesen a las
necesidades sociales. La representatividad social se lograría con la
concurrencia de todos los órganos y estructuras, desde los partidos
avanzados hasta los sindicatos, para la concertación y preparación de
las mentalidades en vistas a una reforma paulatina, lenta pero segura,
de la sociedad. El principio organizativo, como definimos páginas atrás,
se basaba en una estructura parcialmente colectivista, nacionalizan-
do la producción de las materias de primera necesidad para asegurar
el bienestar de todos los ciudadanos y proteger la libertad individual.
Las funciones del Ministro eran la de representar en el gobierno la
voz del pueblo trabajador y de defender en el poder los intereses del
trabajo. Los objetivos del Ministerio se resumían en la dotación de
trabajo a los desempleados, la explotación racional de las tierras, las
mejoras en las condiciones de trabajo y el control de la higiene y
sanidad. Para ello, siguiendo un esquema organicista, el Ministerio
estaba constituido por tres direcciones Generales. La Dirección Ge-
neral de Trabajos Públicos era responsable de los servicios y trabajos

Revolución Social, Op. cit., p. 88.


Estadística Social, Op. cit., p. 4.

178
públicos. Coordinaba la repartición del trabajo entre los desempleados,
planificaba los trabajos y servicios de envergadura nacional como eran
la repoblación forestal y la política hidráulica con la construcción de
canales para el mejor aprovechamiento y repartición de las aguas42,4,
Asimismo, debía colaborar con el Ministerio de Comercio e Industria
para planificar las relaciones económicas y diplomáticas Internacio-
nales, favoreciendo el intercambio Internacional de los productos de
la Industria colectiva nacional y formando monopolios naturales sin
intenciones especulativas425. Cuando en España floreciese el comer-
cio exportador estaría más interesada por la reforma aduanera, como
ya funcionaba en Estados Unidos, Francia e Inglaterra, países en los
que el proteccionismo proporcionaría fáciles beneficios a la nación.
Bark calculaba que en lugar de noventa y cinco millones de pesetas,
España debería cobrar de sus aduanas unos tres cientos millones.
Merced a estos fáciles ingresos, el Estado tendría que sanear la admi-
nistración aduanera «puesto que es notorio que las grandes riquezas
en las provincias limítrofes al mar provienen en gran parte del contra-
bando»426. El sistema de impuestos aplicable sobre las importaciones
tendría que ser modulado en función de los productos Incrementando
el precio de los productos de «fausto» consumidos por las clases pri-
vilegiadas. Los argumentos esgrimidos por Bark en contra de los
librecambistas asentaban que una correcta protección aduanera no
estaba en contradicción con las libertades políticas ni contra el
internacionalismo por el que tanto predicaba427. Sólo en un futuro ya
cercano, cuando en todos los países gobernase la República Social y
el pueblo soberano tuviese suficiente formación para luchar contra la
competencia extranjera, sólo entonces se podrían «destruir las barre-
ras aduaneras para que los pueblos del universo se den el abrazo de la
fraternidad»428.
En segundo lugar, la Dirección General de las Propiedades Nacio-
nales se ocuparía de la explotación cooperativista tanto industrial como
agrícola. Las granjas colectivas ofrecerían trabajo y la posibilidad de
actualizar los conocimientos en materia de industria y técnica agríco-
la429. Asimismo, sería responsable de la distribución de las tierras de-
siertas y mal explotadas en lotes individuales o destinadas a las coo-
perativas, porque Bark solía afirmar que «la tierra es el instrumen-
to más necesario e importante de la producción y debe estar a la dls-

424
Ibid, pp. 201-202 y 214.
425
Ibid, pp. 294-296.
426
Ibid, p. 98.
42/
Al fin y al cabo, un exceso de tarifas protectoras de Aduanas condenaba a la
nación a la constante infancia con respecto al desarrollo de su vida industrial, «hacién-
dola artificiosa y lánguida», Modernismo, Op. cii., p. 29.

179
posición de aquél, y sólo de aquél que la labra»430. Democratizando
el suelo y su explotación al conceder facilidades para el cultivo de las
tierras abandonadas, pensaba Bark, que la Dirección General de las
Propiedades Nacionales podría empezar a vigorizar la agricultura es-
pañola. Tan sólo de 1890 a 1897, habían quedado sin erial ni produc-
ción 942.561 fincas, todas ellas adquiridas durante esos años por los
recaudadores del fisco, la banca y el Estado. Ahora bien, concienciar
al proletariado campesino y convencerle de las ventajas del sistema
colectivo del cultivo intenso se anunciaba como una de las mayores
dificultades431. La agricultura recibiría suficiente ayuda económica para
modernizarse y ser competitiva, gracias a la acción del maqumismo,
los abonos artificiales y los métodos intensivos432. Bark era conscien-
te, sin embargo, de que estas medidas no eran siempre aplicables en
España con los cultivos vitícolas y de árboles frutales, que exigían
muchos cuidados individuales. En estos casos se podría conservar cierto
grado de especulación particular que pudiera servir para «impulsar el
progreso y la civilización»433.
Entre las reformas conjuntas de la Dirección General de Trabajos
Públicos y de Propiedades, Bark concedía prioridad a la explotación
de ios servicios nacionalizados de comunicación y transporte. Las re-
formas se orientarían en dos direcciones: la utilización individual y el
desarrollo comercial. Fomentando del transporte colectivo entre los
españoles, el Ministerio de Trabajo establecería tarifas variables en
función de las necesidades y condiciones del usuario:
«[...] para la tercera clase una peseta por todos los trayectos
hasta la distancia de cien kilómetros y cinco por los trayectos de
más de 500 y la segunda el doble, y la primera el triple de estos
precios [...] Para las distancias hasta 50 kilómetros debieran insta-
larse coches especiales de cuarta clase por sólo un real...»434

que favoreciesen el comercio en la ciudad de los agricultores y gana-


deros del campo, así como el trayecto diario de los obreros industria-
les, quienes encontrarían mejores condiciones de vida en el campo
que en las insalubles buhardillas y cuevas de las grandes ciudades.
Estas medidas serían capitales en España dada la importancia de la
horticultura, el clima y la riqueza del suelo. Aparte de sus ventajas

428 Rem¡uc¡ón Social, Op. cit., p. 99.


42J Ibid., p. 201 y Revolución Social, Op. cit., p. 97,
430
Estadística Social, Op. cit, p. 278.
431
Ibid., p. 275.
432
Ibid., p. 280.
433
Ibid., pp. 283-286.
434
Ibid., p. 97.

180
económicas, Bark evalúa este tipo de reformas en función de las me-
joras de la salud y la moralidad. En lo que concierne al desarrollo
comercial, el abandono de la explotación lucrativa de los ferrocarriles
por parte de compañías extanjeras y su nacionalización sería una pa-
lanca para el comercio internacional español, al ofertar la posibliclad
de transporte de los productos nacionales desde -y hasta- los rinco-
nes más alejados del país435.
La Dirección de Beneficiencia y Estadística era la tercera componente
del Ministerio de Trabajo. Las bases de esta institución, también definidas
años atrás desde Germinal, fueron recogidas por Canalejas en su proyec-
to de ley del Instituto del Trabajo436. Entre sus objetivos generales, subra-
yaba Bark, la atención a todas las cuestiones de beneficiencia, conce-
diendo prioridad al estudio de la pobreza, de sus causas y efectos. Las
funciones más inmediatas de la Dirección de Beneficiencia y Estadística
eran la recogida de datos, la organización estadística, la inspección del
trabajo y de la equitativa participación en los beneficios, las nominacio-
nes de cargos directivos y la publicación de la oferta y demanda de em-
pleo. La organización de datos serviría para fundamentar la legislación
obrera sobre el trabajo en las propiedades pertenecientes a la nación y en
los planes de obras públicas437; la legislación sobre asociaciones coope-
rativas, cajas de ahorro, de pensiones, de seguros y demás servicios so-
ciales; las leyes de protección al trabajador, y por fin, toda la actividad
colectiva del Estado relacionada con la higiene438.
La higiene social era objeto de la Estadística en cuanto que reflejaba
«la terrible esclavitud del trabajo sujeto al capital»439. Nacida bajo los
lazos de la solidaridad, la higiene social se convirtió en la protectora del
obrero explotado, débil y desamparado para ayudarle a escapar de la
miseria, la enfermedad, la falta de nutrición y de las condiciones dañinas
del habitat y el trabajo. La higiene social reglamentaba las bajas por ma-
ternidad, castigaba la explotación infantil y prohibía el trabajo nocturno
de los jóvenes de ambos sexos440. Merced a la nueva legislación obrera
que los estudios de estadística aconsejaban, la higiene social reclamaba
la reducción del trabajo manual a ocho horas; si bien, para perder el
carácter embrutecedor que hasta entonces lo caracterizaba, Bark preten-

435 Revolución Social, Op. cit., p. 95.


43
° Las reivindicaciones sociales y obreras de Canalejas y Bark son bastante próxi-
mas en el intervencionismo estatal, el carácter ético y humanitario de la reforma social
y la concepción radical de la democracia. De hecho, algunos aspectos del proyecto del
Instituto del trabajo fueron rechazados por los conservadores por los peligrosos funda-
mentos ideológicos que inspiraban esas reformas.
437
Socialismo Positivo, Op. cit., pp. 201-202 y 214-215.
438
Estadística Social, Op. cit., pp. 1-3 y 29-30.
439
Ibid., p. 69.
44
°/6,y.

181
día la reducción paulatina del horario de trabajo hasta seis horas diarias.
Para amenizar toda labor pesada y automática, nuestro autor hace propa-
ganda a favor de la integración de los progresos técnicos e industriales
para cualquier tipo de producción industrial y agrícola441.
Aparte de esos problemas laborales, la Higiene social debía aten-
der a las lacras sociales más graves y extendidas en España: el alcoho-
lismo y la sífilis, ante los cuales los moralistas españoles habían apor-
tado una ligera mirada sentimentalista que encubría «la repugnante
figura del capitalismo desalmado y cruel»442. Esta Dirección General
de Beneficiencia y Estadística, habida cuenta del carácter pasivo de
los españoles, tenía una misión especial, la de :
« [...] ser la Providencia de los desheredados, el Dios miseri-
cordioso de los débiles y el refugio siempre caritativo de los náu-
fragos en la lucha por la existencia»443.

Empero, la misión humanitaria de la Dirección exigía una política


y unos planes de acción realizados para no incurrir en falsas carida-
des ni caer en un proteccionismo paternalista. Los seguros de vida,
accidentes de trabajo, vejez e inválidos serían los únicos que se orga-
nizarían como servicios públicos. Estos servicios sociales serían enco-
mendados al pueblo pero nunca impuestos por el Estado con el fin de
salvaguardar el respeto a la libertad de decisión de cada ciudada-
no444 . A juicio de Bark los males sociales no se remediarían nunca sin
solventar los problemas de fondo. Reorganizar el régimen agrario, in-
dustrial y comercial de la sociedad debía constituir el primer objetivo
de la Estadística Social, estableciendo un sistema de relaciones justo y
equilibrado entre la moral, la economía y la sociedad. La falacia del
paraíso perdido, el sentimiento de culpa y la expiación del pecado
original habían de ser definitivamente desterrados de la civilización445.
La Estadística Social debía abarcar el estudio de la vida económi-
ca, moral e intelectual de todas las clases, especialmente de las prole-
tarias446. Después, tenía que propagar sus conclusiones sobre la cultu-

441
Filosofía del placer, Op. cit., p. 169.
442
Estadística Social, Op. cit., pp. 74-76.
44
^ Socialismo Positivo, Op. cit., pp. 201-202.
444
/ t e / . , pp. 201 y 215-216.
445
Estadística Social, Op. cit., pp. 80-81.
44
" Los trabajos estudiarían principalmente: I. Las necesidades presupuestarias de
una familia para vivir correctamente. II. Trabajo: salarios, horas de jornada, salubridad,
productividad y condiciones generales y particulares del trabajo. III: Viviendas, asilos,
hospitales, cárceles, casas de préstamo, prostitución, beneficiencia... IV. Fiestas, recreos,
reuniones, romerías, giras: sus efectos morales, físicos, intelectuales y económicos. Des-
cansos fisológicos. V. Asociaciones obreras y patronales, cooperación, cajas de resisten-
cia, de ahorro, de previsión... VI. Paros, huelgas, boycottagesy lock-outs... Ibid., p. 104.

182
ra, los métodos a seguir y los resultados obtenidos. Cualquier dato y
enseñanza había de darse a conocer al gran público mediante folle-
tos, libros y periódicos o con la participación en conferencias, reunio-
nes y controversias. Por último, se tenían que fundar y organizar bol-
sas de trabajo para relacionar la oferta y la demanda en todo tipo de
trabajo y profesión447. Para ello, solicitaba el concurso intelectual y
material de todos los ciudadanos: a los intelectuales o «proletarios de
levita», del proletariado y la baja clase media, a aquellos empleados y
dependientes con «algunas luces» para comprender la urgencia de la
lucha por el progreso. La acción social empezó organizando la reco-
gida de datos para los estudios de Estadística Social. En la prensa pro-
gresista y radical se incluyeron nuevas secciones, «Los explotados»,
en las que se denunciaban sus penurias económicas. Estos artículos y
crónicas serán recogidos por Bark de nuevo en las páginas de Estadís-
tica Social. Eran narraciones o estudios sobre las enfermedades y las
condiciones de vida o sobre los diferentes gremios: desde carpinteros
y ebanistas, alhamíes, hojalateros, cocheros, zapateros, cordoneros,
jefes de estación de ferrocarriles y modistas, planchadoras, operarías,
empleadas de hogar, criadas hasta prostitutas... En estas extensas co-
lumnas denunciaba las míseras condiciones laborales, los bajos sala-
rios, la necesidad de asociaciones, de asistencia médica, etc.448 Bark
aportaba datos cuantitativos y porcentajes estadísticos sobre contribu-
ciones, presupuestos, salarios, déficits, de comerciantes, bancos y otras
sociedades; número de dependientes y empleados por sectores en
Madrid y en España, etc.449 Para él, las clases pequeño-burguesas es-
taban entregadas a una miseria degradante solapada tras falsas apa-
riencias y convencionalismos sociales450. Otro de los recursos para la
recogida y presentación de datos se basaba en la descripción de los
lugares ¡nsalubles y paupérrimos de Madrid, como por ejemplo las
casas de dormir y las gentes que las frecuentaban. En realidad, se
trataba de breves relatos o conmovedores «cuadros de miseria huma-
na» ponderados por Bark como documentos humanos de valor cientí-
fico por su metodología basada en la observación minuciosa y la pe-
netración «en el alma social de la civilización»451. Con la lectura de
estas narraciones naturalistas, pensaba nuestro autor que:

447
Ibid., p. 105.
448
Ibid, pp. 121-160.
449
Ibid., pp. 43-52.
4
^0 Recordemos cuantas veces pintó Pérez Galdós entre otros estas falsas aparien-
cias de «señorío y casa decente, mujer con sombrero y lujo moderno, y en los días
festivos la levita y el sombrero de copa» de lasque habla Bark en Estadística Social, Op.
cit., pp. 52-53.

183
«[...] comprenderían, el legislador y el sabio, que antes que el
desprecio a las leyes, la falta de un pedazo de pan, y antes que la
ley de herencia, la falta de un hogar que abrigue y que ampare,
llevan al delito a esos desdichados, el abandono, la miseria, el
ambiente en que se crían, la educación que les falta, y el desam-
paro que tienen. Cualquier mendigo de esos, cualquier ladrón de
esos, así tenga por una fuerza de siete generaciones los instintos
del robo, anularía todos sus antecedentes y toda su conformación
y todo el influjo de sus ángulos faciales, al hallar el pedazo de
pan, el bienestar que necesitan»452.

Los datos estadísticos obtenidos de esta manera serían estudiados,


según afirmaba Bark, con gran prevención pues los métodos todavía
no se habían definido de manera fiable. Como ejemplo, Bark criticará
a Dorado Montero de no tener en cuenta la fase rudimentaria en la
que se encontraba la Estadística, mostrando gran prudencia, por ejem-
plo, ante los resultados oficiales de las estadísticas criminales sobre la
delincuencia. De acuerdo con el sociólogo español, Bark prescribía
el abandono de estudios descriptivos para que se investigasen las cau-
sas del hecho criminal455 y se desenmascarase el fatalismo biológico
de la criminología y antropometría, ciencias encubridoras de la depu-
ración étnica454. A modo de inciso, valga añadir que con estas teorías
la deshumanización de la sociedad era una realidad amenazante: los
ancianos, los «contrahechos» e inválidos eran presentados como una
carga social, un estorbo y un gasto improductivo según iban prego-
nando los criminólogos. La peligrosa amenaza del racismo y la xeno-
fobia fueron ya anunciadas por Bark quien, sin embargo, había elo-
giado la superioridad de la raza teutónica y se había mostrado clara-
mente antisemita en sus primeros textos alemanes.
Atendiendo a lo dicho hasta ahora, podemos concluir que la base
de la reforma según el Socialismo Positivo se fundamentaba en la re-
cuperación de la propiedad del suelo y de la riqueza, los cuales serían
propiedad colectiva del Estado, de las Diputaciones o Municipios que
estarían coordinados según las resoluciones de las distintas Direccio-
nes Generales del Ministerio de Trabajo. La Dirección General de Es-
tadística y Beneficiencia fue la que más preocupaba a Bark, dado el
fuerte carácter social y humanitario de su Revolución Social.

451
lbid.,pp. 100-101.
432
El subrayado es del autor. Ibid., p. 68.
453
Ibid., pp. 114-117.
4i4
En el sentido de puro racismo, término que salvo para los judíos, nunca utilizó
Bark a pesar de expresar sentimientos semejantes particularmente en aquellos primeros
textos en lengua alemana en los que sobrevaloraba y elogiaba la raza teutónica.

184
4. 6. 2. Las cooperativas de la Acción Democrática.

En la primera parte ya presentamos la Agrupación Democrática


como grupo de acción y propaganda política y círculo de convivencia
y educación. Política e ideológicamente, la Agrupación se inspiraba
en los principios que habían fundamentado los intentos unionistas
republicanos-socialistas; o sea en el aperturismo a todas las banderas
socialistas y la constitución de un frente único que superase el carác-
ter sectario de los partidos coetáneos y las ambiciones de sus dirigen-
tes. Bajo la influencia del espontaneísmo y armonismo ácrata, Bark
decreta que en su asociación:
«Ya no se quieren directores ni jefes, cada uno sabe dirigirse a
sí mismo, lo que se necesita son gestos abnegados por un ideal
altruista, dispuestos a servirlo modestamente trabajando por su
realización. Las exhibiciones de oradores y tribunos ya parecen,
desde luego, grotescas y necias»455.

En este acceso de humanismo sentimental, nuestro autor cree en


el éxito de la empresa altruista y en las satisfacciones personales que
producen el trabajo bien realizado. Con su retórica pseudomística,
nos confiesa que el deber cumplido despierta en él «la tranquila ale-
gría de haber contribuido con un grano de arena a la felicidad de de
sus semejantes, ser una rueda útil en la gran maquinaria de la dicha
humana»456.
La Agrupación de la Acción Democrática constaba de cinco sec-
ciones: educativa, fiscalizadora, benéfica, de propaganda y coopera-
tiva. Todas ellas eran células de ensayo y modelos ele organización
para el anhelado Ministerio de Trabajo, No obstante, Bark era cons-
ciente de que nunca serían una panacea para los males sociales, sino
un simple complemento a la gigantesca reforma colectiva a realizar.
La Acción Democrática experimentaba con una primera coopera-
tiva piloto de consumo, de producción y de estadística social. Bark
propuso un modelo de cooperativa que concedía el diez por ciento
de ventaja sobre cada peseta que sus asociados consumían y estable-
cía un seguro contra el desempleo, cuyos fondos se constituían con la
tercera parte de las ganancias líquidas flotantes. Para asociarse se re-
quería la garantía personal de otro asociado por una cantidad deter-
minada, con la que el socio-asociado podía surtirse en el estableci-
miento de los artículos necesarios para el sustento. Las deudas así
contraídas iban remunerándose mediante unas cuotas prudenciales.

455 Modernismo, Op. cit., p. 84.


456
Ibici., p. 85.

185
En caso de fallecimiento, era el fondo flotante quien pagaba la deuda,
sin exigir responsabilidad alguna a la familia o a los garantes del fia-
dor.
Revisando los tipos de cooperativas propuestas por otras seccio-
nes políticas, Bark se muestra un tanto susceptible en cuanto a la ges-
tión de los beneficios, dadas las características psicológicas del pue-
blo español. Su incapacidad para organizarse económicamente y su
anclado ritmo de vida cotidiano abocaban al fracaso cualquier coo-
perativa en un país «donde nadie piensa en el mañana ni en el aho-
rro». En consecuencia, Bark propone la creación de cooperativas en
las que los beneficios se repartan por períodos semestrales o anuales,
puesto que podrían provocar el fracaso de la reforma social. El objeti-
vo de estas cooperativas era evitar intermediarios entre el productor
de los artículos de las primeras necesidades alimenticias y el consu-
midor. Una vez estuviesen sólidamente implantadas, se podría ejecu-
tar un segundo plan extendido a las otras necesidades de primer or-
den como la fabricación el pan, el suministro de carnes, legumbres,
los vestidos más necesarios, zapatos comunes y hasta viviendas. Con
este tipo de cooperativas se podían regular los precios y se imposibili-
taba cualquier explotación capitalista, empezando por la del «tende-
ro adulterador de la mercancías» y «del acaparador que especulan
con la miseria de las masas populares»457. Mediante las cooperativas
de consumo el comercio dejaría de ser una indigna explotación para
convertirse en un negocio ennoblecido.

4. 6. 3. La abolición del salarlo.

Para completar el proceso de reforma social, Bark proponía la apli-


cación de leyes que reformulasen las estructuras industriales y agríco-
las según unos principios colectivistas. En las empresas de carácter
nacional se podría sustituir el dinero metálico por bonos de trabajo,
en función de las horas y cualidades de dicho trabajo. Estos bonos
impedirían la especulación y el abuso de poder"158. En las empresas
con participación privada, Bark abogaba por la imposición de una ley
que obligara a todos los establecimientos industriales con más de cin-
co empleados a dar un participación equitativa en los beneficios. Este
sería el inicio de un camino lento pero pacífico para abolir el salario y
«hacer del obrero esclavo de hoy, un hombre económicamente libre,
un copropietario efectivo del capitalista, un socio de su amo actual»459.

Socialismo Positivo, Op. cit., pp. 223-224 y Modernismo, Op. cit., pp. 84-86.
Estadística Social, Op. cit., pp. 294-295.
Socialismo Positivo, Op. cit., p. 227.

186
Para Bark, la motivación y la entrega al trabajo es más generosa cuan-
do se desarrolla cierto sentido de la propiedad personal en calidad de
socio. Los estudios de tales estructuras en Francia y Bélgica garantiza-
ban los resultados: mayor esmero en el trabajo, menor despilfarro de
material y herramientas, mejora de la producción y de las relaciones
humanas. En el contexto español este sistema societario tendría efec-
tos positivos sobre la economía, con el abaratamiento de los produc-
tos nacionales y como barrera protectora frente a la invasión indus-
trial. Bark lo consideraba adecuado a la psicología española porque
motivaría al obrero español «habilísimo e inteligente por naturaleza»,
con una «prontitud de comprensión que ha sido objeto de las alaban-
zas de los industriales extranjeros» y acabaría transformando las cos-
tumbres del pueblo hacia la estima del valor del ahorro frente al vicio
de la imprevisión460.
La insistencia de Bark en el desarrollo de una conducta ahorrativa
no radicaba en el beneficio pecuniario como último objetivo. Era una
estratagema para interesar a las clases populares en la marcha de la
política: las posibilidades de inversión, por mínimas que fuesen, en
bancos, fondos públicos y acciones de empresas. Los beneficios obte-
nidos generarían una red imperceptible de intereses, y aunque de
manera egoísta, los pequeños inversores se sentirían implicados en el
buen funcionamiento del orden social.
El desinterés popular por la política era un problema constatado
por los historiadores de la época. La solución que proponía Bark so-
bre la ley de salarios situada en el contexto finisecular quizás fuese lo
suficientemente pragmática en su segunda parte como para ser un
paliativo. Aunque los burgueses industriales necesitasen el poder coer-
citivo estatal para aplicarla en sus establecimientos y se mostrasen
reticentes a desprenderse de una parte de los beneficios, esta formula
les permitía seguir conservando la mayoría de la propiedad y los be-
neficios. A pesar de la esperanza que el Grupo Germinal depositaba
en estos planes de reformas para la consecución de una Revolución
Social pacífica a finales del siglo XIX, Bark parecía escéptico y pesi-
mista, «dado el carácter casi oriental del español que sucumbe fácil-
mente ante la esclavitud hábil y traidora de la teocracia»461. El proble-
ma de la oligarquía religiosa representaba para Bark una amenaza a
cualquier iniciativa progresista. A sus pensamientos, se aunaban las
voces de Eusebio Blasco y Joaquín Dicenta en señal de alarma contra
el «cerco negro de las grandes ciudades de España»462. Bark optó por

460
Ibid.pp. 224-227.
™ ' Socialismo Positivo, Op. cit., p. 229.
462
Ibid, pp. 229-234.

187
una estrategia participativa, convirtiendo a la Iglesia en una propieta-
ria cooperativista que administrase y trabajase colectivamente los bie-
nes nacionales.
Con estas tres reformas esenciales se asentarían las bases para la
Revolución en España, revolución que, por ser social, se realizaría
mediante una transformación pacífica. Una vez establecida, se confi-
guraría un segundo plan de reformas que reorganizase problemas se-
cundarios como las cajas de ahorros y de resistencia, las cooperativas
de producción obreras, sindicatos y demás detalles de legislación
obrera. Entre los problemas que requerían la búsqueda de soluciones
urgentes, el Socialismo Positivo situaba en primer lugar la liquidación
de la deuda pública463. Bark proponía como solución la restitución
por parte de los caciques y oligarcas que no pudiesen justificar legal y
honradamente sus riquezas, de un millón de pesetas en términos me-
dios. Los excedentes de la liquidación de la deuda estatal serían des-
tinados a gastos de Instrucción y Obras públicas. Los bienes de la
Iglesia quedarían bajo la custodia de la Dirección de Propiedades
Nacionales y serían la base de la organización colectiva de la produc-
ción a gran escala, incrementando ampliamente la oferta de empleo.
Bark calculaba una extensión de unos quince o veinte millones de
hectáreas de tierras en manos de la Iglesia o de los caciques. Igual-
mente, la medidas legislativas para limitar y controlar los derechos de
herencia en la línea directa y la socialización de las minas serían una
fuente de recursos económicos. Para mejorar las condiciones de tra-
bajo, Bark proponía que el Estado nacionalizase también las indus-
trias nocivas como la metalurgia, la pólvora, la tipografía, etc. Por
último, también sería obligación del Estado el establecimiento de se-
guros en todos sus ramos y la creación de una comisión de patentes
para la protección de los inventores464.
Con el fin de proporcionar una información exhaustiva sobre las
distintas perspectivas reformistas Bark reproducía algunos programas
sociales y políticos franceses: el programa socialista propuesto por
Baumont era, a su juicio, uno de los proyectos más completos; el
decreto del 27 de marzo de 1894 sobre disposiciones transitorias del
Ministerio de Comercio e Industria francés que versaba en cooperati-
vas, sindicatos y seguros sociales; y los modelos de estadística que los
trabajos legislativos en cuestiones sociales y obreras habían publica-
do en el Instituto del Trabajo francés465. Por último, salvo en estos
casos de colectivismo de interés nacional, Bark insistirá en la supre-
macía del libre desarrollo y de la libertad individual, de acuerdo con

463
Ibid, p. 243.
464
Ibid, pp. 244-245,
465
Revolución Social, Op. cit., pp. 100-105.

188
la ideología política del Socialismo humanista preconizado por
Proudhon, jaurés, Bernstein, Malón y tantos otros personajes de la
escena política europea de los años gozne entre los siglos XIX y XX.

4.7. Otras agrupaciones colaterales: La Union Nacional y las Aso-


ciaciones gremiales .

Paralelamente a las coperativas y asociaciones de los partidos de


izquierdas, existían en la España de fines del siglo XIX y principios del
XX otras agrupaciones de signo distinto que coincidían con algunos
de los objetivos propuestos por Bark a través de su Agrupación de la
Acción Democrática. A él le interesarán dos primorclialmente: la Unión
Nacional y la asociaciones gremiales.
Ernesto Bark saludó con respeto las investigaciones históricas so-
bre el colectivismo en España llevadas a cabo por Rafael Delorme y
Joaquín Costa, en la medida que posibilitaban la afirmación de valo-
res positivos genuinamente españoles466. Por consiguiente, recibió
positivamente la obra de Costa Colectivismo Agrario porque, según
nuesto autor, en ella se descubrían los gérmenes socialistas en la tradi-
ción del pueblo español, gérmenes sanos del pasado que habían de
renacer enérgicamente para la Revolución Social"467.
Mediante la constitución de la Unión Nacional en 1900, a cargo
de Basilio Paraíso y Santiago Alba, y con la posterior incorporación de
Joaquín Costa, Bark encontró una estructura de acción política para la
consecución de las reformas, «sin barricadas ni cuarteles», en aras a
Revolución Social. Bark hizo propaganda y animó vigorosamente los
primeros pasos de la Unión Nacional, aunque, en realidad, como acer-
tadamente señala Carlos Serrano, la Unión se constituyó como un
híbrido entre liga y partido político'*68. En su campaña, Bark subraya-
ba la necesidad de una política de amplios horizontes que compren-
diese la reforma íntegra de España y que encauzase una política exte-
rior de «altos vuelos»469. Dirigida por el movimiento mercantil y agrí-
cola, esta reforma había de extenderse a todos los dominios para lo-
grar una regeneración completa de la vida política y administrativa
del país. Para ello, Bark instaba a la Liga Nacional de Productores y la
Unión Nacional que pasasen a la acción. A pesar de los deseos de
Costa, la Unión Nacional quedó relegada a una asociación de empre-
sarios, agricultores y comerciantes, un gupo de presión «ajeno por

™° Socialismo Positivo, Op. cit., p. 112.


467
Ibid., p. 116.
468
SERRANO, Carlos, Le iour dupeuple, Madrid, CasaVelázquez, 1897. Sobre la
constitución y disgregación de la Unión Nacional, véanse las pp. 221 -238.
4
° " Socialismo Positivo, Op. cit., pp. 116 y 125.

189
completo a toda cuestión de formas de gobierno y a cualquier clase
de problemas de orden constituyente del Estado»"'70. El gran mérito
que Bark atribuía a Costa era el haber movilizado las egoístas clases
medias, pasivas y acomodaticias. Extraía conclusiones positivas de la
derrota de la Unión Nacional tras las represiones de Silvela: el apren-
der el esfuerzo de la lucha, la denuncia pública de la corrupción gu-
bernamental y la toma de conciencia de las clases medias de la nece-
sidad de una acción común y solidaria para la reforma de España.
Otro tipo de estructuras de naturaleza gremial eran las Federacio-
nes de Uniones profesionales y los Sindicatos de obreros católicos471.
Sin penetrar en cualquier análisis crítico, Bark llamaba la atención
sobre los orígenes católicos de este tipo de asociaciones, su constitu-
ción y su praxis. Su mirada se dirigía hacia el espíritu de la Iglesia que
las dominaba, buscando la denuncia anticlerical. Según nuestro autor
estas asociaciones eran fruto de la capacidad de adaptación del
clericalismo a los tiempos modernos, el cual sabía utilizar el progreso
para sus fines infames de fanatismo, ambición y codicia. En concreto,
criticaba la Union Católica en la que depositaron su confianza la
mayoría de las mujeres españolas, ciegas ante el dogma y los peligros
que encerraba el mantenimiento de la dominación clerical. Los oríge-
nes de estas agrupaciones gremiales se ubicaban en las antiguas cor-
poraciones de artesanos suprimidas desde la Revolución. A pesar de
presentarse bajo una apariencia joven, no podían eludir la huella cle-
rical, la cual les conducía a «proferir calumnias» contra el sufragio
universal, los jurados y las libertades de la prensa y de las asociacio-
nes. Aun así, Bark reconocía el valor de su esfuerzo corporativo, pues-
to que solicitaba el apoyo decidido de cualquier tipo de organización
colectivista, desde las asociaciones de consumo, producción, asisten-
cia médica-farmacéutica, educación o de ahorro porque «la coopera-
ción es la base de la regeneración social»472. De antemano, estas pri-
meras asociaciones podían servir para educar al pueblo en el
mutualismo cooperativista y el colectivismo.

4. 8. La promesa revolucionaria en España.

Al estudiar la España de entresiglos, la conclusión no era otra que


la del malestar general de un país arruinado, con las clases directoras

4 ' 0 Citado por Manuel TUÑON DE LARA en Cosía y Unamuno en la crisis del fin
de siglo, Madrid, Edicusa, 1974, p. 197.
4 7 1 Sobre el sindicalismo católico y el grupo Democracia cristiana: BENAVIDES
GÓMEZ, D, Democracia y cristianismo en la España de la Restauración, 1875-1901,
Madrid, Ed. Nacional, 1978.
4 " Socialismo Positivo, Op. cit., p. 239.

190
incrementando la decadencia nacional: un gobierno compuesto de
caciques, representantes de una burguesía dominante; un parlamen-
tarismo absurdo, unos partidos políticos segregados y obtusos, un ejér-
cito desprestigiado tras el desastre colonial, una monarquía y una aris-
tocracia plagadas de parásitos sociales sin raíces ni influencias, y todo
ello, coronado por un poderoso clericalismo omnipresente. Ante este
panorama, Bark constataba la fragilidad de España y los peligros revo-
lucionarios que se cernían sobre ella:
«Cualquier ocasión puede concentrar los odios acumulados
en una corriente revolucionaria irresistible, y las masas desposeí-
das por los diez mil caciques, arremeterán contra esta Bastilla
moderna 'democratizando' ia propiedad hoy concentrada en ma-
nos parásitas del caciquismo y del clericalismo»'173.

La aplicación radical y hasta sus últimas consecuencias del concep-


to de democracia encontraba en España un terreno favorable por servir
a la misma causa de la Revolución Social. Por estos motivos, afirmaba
Bark que a España no le quedaba otra opción que el de la República
Social, un modelo precursor que la situaría de nuevo al frente de la
humanidad, ya que, citando sus elocuentes palabras:
«[...] despertarán las energías adormecidas del pueblo espa-
ñol; el noble espíritu aventuresco, dispuesto a luchar por grandes
ideales, renacerán y España, que fue temida por el universo como
campeón del absolutismo de los reyes y de los papas, será admi-
rada y querida como portaestandarte de la fraternidad, igualdad y
libertad»''7'1.

En efecto, Bark creía que en España se encontraban latentes en el


pueblo las grandes virtudes y capacidades de la civilización clásica,
propugnando la búsqueda de un esencia y una razón de ser noble en
las páginas de la historia. Dicha actitud constituyó un lugar común de
la intelectualidad finisecular que necesitaba recobrar su propia esen-
cia, la afirmación positiva de su ser y de su pueblo, las razones de su
existencia con las que hacer frente a los fracasos históricos españoles
y a su desfase respecto de Europa.
Bark estaba convencido de que España, pueblo latino, conservaba
todavía recuerdos grandes del pasado y tesoros morales en el presente
que la estimularían a la reconquista de una posición mundial, como
pueblo precursor y guía de la humanidad475. Por estas razones, erigía

473
Ibid., p. 222.
474
Ibid, p. 223.
47;>
El Internacionalismo, Op. cit., pp. 168-168 y Filosofía del placer, Op. cit., pp.
36-37.

191
Bark un canto final a los valores y las grandezas del pasado imperialis-
ta español en donde se encontrasen las energías para la regeneración.
La fusión de todas las fuerzas socialistas, en el sentido lato del témino,
crearía un poderoso Socialismo Positivo o Socialismo Republicano
que, de común acuerdo con todos sus miembros, se erigiría como
destructor del sistema capitalista imperante y defensor supremo de la
libertad. El Socialismo así construido se presentaría como modelo pre-
cursor internacional y el sistema político instaurado, la República So-
cial, permitirían a España volver a conquistar sus gloria y prestigio
internacionales que disfrutó en el pasado. Bark, exaltado, cree que
España volverá a conquistar Europa y el Nuevo Mundo con el portaes-
tandarte de la Internacional Roja y, como no:
«El eterno Quijote se despertará y luchará por la radiante
Dulcinea que se vislumbra en el porvenir. Los ardores que se opu-
sieron durante ocho siglos de combates continuos a la invasión
del mohamedanismo, podían dormir obcecados por el brillo de la
Corte y aletargados por el incienso de la Iglesia, pero no han muer-
to: el pueblo español es un joven que ha despertado a una vida
nueva, dispuesto a luchar otra vez por su gloria y por la humani-
dad»476.

En definitiva, en el proyecto político para la modernidad de Bark,


la instauración de una República Social significa para España el rena-
cimiento nacional e internacional. En 1902, todavía estaba convenci-
do de que España contaba con hombres de valía y promesas políticas,
tales como Moret, Salmerón y Alvarez. Para Bark, lo Importante era
que tuviesen un proyecto para dirigir sus acciones hacia un fin común
y evitar la pusilanimidad de los directores que habían propiciado el
fracaso del movimiento de 1879477. En 1902, merced a la huelga ge-
neral de Barcelona y los lazos de solidaridad popular con ella
solidificados, Bark sintió la preminencia de la Revolución Social y la
acción de España en la búsqueda de soluciones pacíficas y evolutivas.
«¿Por qué no sería España el primer ejemplo en la historia de una
revolución trascendentalísima hecha sin sangre inútil y sólo guiado
por la razón, la ciencia y la justicia?»478 España sería precursora de
una Revolución humanitaria y científica para condicionar la imita-
ción de las demás naciones. Gracias a las reformas del Ministerio del
Trabajo, España se convertiría en una República Social y sería un ejem-
plo internacional de organización progresista y racional.

4/f)
El Internacionalismo, Op. cit., p. 175.
477
Revolución Social, Op. cit, pp. 117-118.
478
Ibld., p. 176.

192
La Ciencia Social determinaría las directrices políticas de regene-
ración puestas ya en marcha con el desastre de Cuba y Filipinas. Se-
gún Bark, la Ciencia Social:
«[...] la hará grande grande y gloriosa como nunca lo ha sido,
siendo el pueblo precursor que dirige la humanidad hacia el mundo
desconocido de la sociedad futura, como la dirigió una vez hacia
el nuevo mundo del continente americano... La nación española
tiene los elementos para ser la precursora en este periodo de la
historia de la Humanidad, y los pesimistas encontrarán en este
breve compendio de la política social razonamientos suficientes
para mirar con fe en el porvenir de su patria»479.

A través de este capítulo hemos intentado reconstituir el proyecto


socio-político que Bark perfilaba para una civilización moderna y
universal. Influido por las nuevas ciencias sociales pretendía estable-
cer un programa completo de Política Social. Se basaba en un método
supuestamente científico a partir de las conclusiones de las nuevas
ciencias sociales, sobre todo, la sociología y la psicología de las na-
ciones. Bark anhelaba conducir España hacia la República Social, como
si este trayecto se resumiese en unas «leyes científicas», los presu-
puestos ideológicos de su Socialismo Positivo, flexibles y adaptables a
cada contexto; pero, a la vez, generalizabas y eternos universales.
La Democracia era el principio rector de su pensamiento. La apli-
cación radical de este concepto a todos los ámbitos del Estado se
convertirían, en el proyecto de Bark, en una exaltación de la solidari-
dad y de la libertad individual. Se propondría, como buen republica-
no, acabar con el régimen monárquico, el poder del clero y de los
caciques. Al Socialismo marxista le reprocharía su autoritarismo
estatallsta y sectarismo, principios en contradicción con el respeto a
la libertad; y a los ácratas su idealismo ingenuo al confiar excesiva-
mente en el armornlcismo y espontaneísmo natural. Jefes de Estado,
líderes y políticos, órdenes religiosas... y tantos otros sectores repre-
sentativos desfilaron por estas páginas bajo la implacable mirada crí-
tica de Bark. Crítica, evidentemente, que se realiza desde los
apriorismos republicanos que esta defendiendo, impregnados de un
rigor moralista y un sentimentalismo que, en ocasiones, lo alejan de
un análisis profundo y objetivo. Partiendo de dicha revisión crítica del
sistema político español y de las esferas del poder, Bark edificaría su
modelo de Socialismo Positivo sobre las mismas bases que estaba pre-
tendiendo destruir. La reforma no se realizaría con un régimen alter-
nativo exterior, sino, simplemente, con la transformación paulatina
desde el interior del sistema.

Socialismo Positivo, Op. cit., p. 32.

193
La originalidad de Bark reside en el carácter sincrético y propa-
gandístico que rige su obra. Los principios que configuran su Socialis-
mo Positivo son una selección adaptada al contexto español de los
fundamentos del Marxismo y del Anarquismo, con la que pretende
modernizar el empobrecido y vetusto Republicanismo. Sus proyectos
de reforma, organizados alrededor del Ministerio de Trabajo, son de
inspiración francesa. Estas aportaciones del pensamiento social y po-
lítico internacional confirman el carácter integrador que Bark de-
seaba conferir a la Política Social, como única vía para la constitución
de un gran frente en el que todos los actantes de la actualidad política
y cultural se sintiesen implicados. Se le podría achacar heterogenei-
dad e inconsistencia ideológica, pero, insistimos, sólo una voluntad
proselitista guiaba la construcción de esta Política Social. No nos que-
da pues más que elogiar el esfuerzo de este autor que deseaba trans-
mitir al gran público unos cuantos elementos que le permitiesen com-
prender la realidad del país en el que vivía e infundirle una esperanza
de cambio en ese proyecto moderado de Revolución Social.

C. Para una nueva filosofía social.

La Política Social es una ciencia orientada al establecimiento de


los fundamentos para la nueva organización de la sociedad. Su obje-
tivo principal es coordinar las relaciones sociales y económicas y adap-
tarlas al desarrollo moral e intelectual. Bark, recogiendo la tradición
comtiana, pensaba que la regeneración de la sociedad no era sólo
económica y política, sino que también era una moral y educativa. La
definición de una filosofía social que la fundamentase fue una pre-
ocupación esencial a la hora de definir su proyecto de República So-
cial para la Modernidad.
Aplicada al contexto español, la Política Social de Bark establece
un programa de reformas para preparar el advenimiento de la Repú-
blica. Sus agentes son los intelectuales y sus estrategias la reforma
moral y el desarrollo de la sociabilidad a través de la mujer, la educa-
ción y la propaganda; las tres, claves esenciales para llevar el mensaje
del Socialismo Positivo hasta los lugares más recónditos del país. La
filosofía y ética que animan la Política Social de Bark, la Filosofía del
placer y la moral social, aportan el enriquecimiento espiritual y las
normas de conducta que el ser humano necesita para alcanzar un
desarrollo íntegro como ser social y ciudadano de una colectividad y
de la Humanidad. Todos estos serán, por lo tanto, los ternas que ocu-
parán nuestra atención a lo largo de este capítulo. Estudiaremos en
primer lugar las bases filosóficas y éticas del Socialismo Positivo, y en
segundo lugar los agentes y estructuras para encauzar las reformas
necesarias en el contexto español. Abordaremos en otro capítulo toda

194
consideración en torno al mundo de las letras, ya que la importancia
del tema exige un examen minucioso.

7. Fundamentos filosóficos del Socialismo Positivo.

La Revolución Social necesaria para la regeneración de la huma-


nidad requiere una fundamentación filosófica y ética que Bark cons-
truye en torno a los conceptos de felicidad y de moral sociales, aso-
ciados a la firme creencia en el progreso de la ciencia y de los ideales
sociales y terrenos. En España faltaban los supuestos básicos que posi-
bilitaban el desarrollo de la Modernidad. De ahí que las minorías in-
telectuales con mentalidad europea «hubiesen de gastar gran parte de
sus energías en la simple puesta al día de lo que se hacía allende de
las fronteras e importar pensamiento»480. Bark encontró en España el
contexto adecuado en el que hacer uso de su formación filosófica, al
descubrir en este país un receptor abierto al que transmitir su pensa-
miento. Una vez más, él será el divulgador de los principios filosófi-
cos básicos determinados por la sociología en tanto que filosofía
antropocéntrica y eudemónica recogidos por las tendencias socialis-
tas humanistas procedentes de Francia. Ya mencionamos la profunda
admiración de Bark por José Proudhon por su crítica al materialismo
marxista y la integración de los aspectos espirituales y éticos a su ideo-
logía socialista, concillando de esta manera el conocimiento positivo
con el esplritualismo misticista. Las iniciativas del padre del socialis-
mo libertario francés fueron seguidas por muchos intelectuales fran-
ceses y alemanes, y en ellos se inspiraría Bark para divulgar su «expe-
riencia práctica y de madurez» en Filosofía del placer.

«Este libro resume y tal vez corona toda una vida de luchas
por la emancipación de los pueblos; es la flor que se abre cuando
el árbol llega a su madurez. No es una telaraña de teoría enreve-
sada, de metafísicas nebulosas, sino una filosofía vivida y experi-
mentada, a cada concepto corresponden imágenes perfectamen-
te claras y reales y cada frase es la síntesis de una amplia visión de
la vida»'"".

7. 7. El racionalismo sentimental.

De acuerdo con Littré, Bark sostiene que el positivismo que inspi-


ra la Revolución Social es ante todo un método y no una doctrina

480 NUÑEZ, Diego y PESET, Antonio, De la Alquimia al Panteísmo. Marginados


españoles de los siglos XVIII y XIX, Madrid, Ed. Nacional, 1983, pp. 326-327.'
*"' Filosofía del placer, Op. cit., p. 6.

195
determinada como en otros sistemas. En la historia del pensamiento,
desde Comte, Stuart-Mill, Littré o Spencer hasta Kant, todos han sido
siempre fieles a sus métodos y a un pretendido misticismo religioso.
Al igual que ellos, Bark intenta racionalizar e integrar el problema
religioso en su doctrina socialista positiva.
El sentimiento religioso, siguiendo a Comte, es denominado
racionalismo sentimental. Bark fundamenta en él una nueva religión
panteísta de carácter puramente humano. En ella, el ser supremo ya
no es Dios sino:
«[...] la humanidad que sustituye el concepto anti-científico
de Dios; su religión es positiva, porque es el amor, la dicha, la
solidaridad, del género humano. Su gioria es la de haber primero
indicado a la ciencia de la sociedad, de la humanidad, a la socio-
logía, el puesto más elevado en la jerarquía científica. Comte y
Spencer son los San Pedro y San Pablo de la sociología»482.

El concepto de racionalismo sentimental sirve de fundamento filo-


sófico a la sociedad futura, la de la República Social. Se desechan como
inválidas y antinaturales tanto las religiones que han dominado el mun-
do supersticiosamente, como su opuesto, el materialismo marxista.
Asociada al racionalismo sentimental, la moral deja de ser religio-
sa para adquirir una dimensión social. Se presenta como la supera-
ción de las religiones artificialmente impuestas por un Dios y con
sanciones penales en este mundo terrenal y en un fantasmagórico
«cielo». Citando a Taine, Tarde, Faure y Reclus, Bark denuncia el pa-
pel aniquilador de la personalidad humana que desde la Edad Media
ha venido ejerciendo escrupulosamente la Iglesia"'83. Asimismo, Bark
se opone a la negación del componente espiritual y moral del ser
humano que pregonaban los materialistas. Al enfrentarse a la cuestión
social, no se puede olvidar que al lado de los problemas económicos
aparecen problemas religiosos, morales, pedagógicos, filosóficos, ju-
rídicos y estéticos por lo que se requiere el concurso de todas las
ciencias, desde la economía hasta la filosofía, para la resolución del
conflicto social. Como argumenta Bark:

«Los primeros ensayos para formular el problema social han


sido hechos por filósofos. El problema social es más difícil de re-
solver de lo que muchos creen, porque se complica con los más
altos problemas religiosos y morales de la humanidad. No es sólo
la emancipación del equivocadamente llamado cuarto estado, que
sólo es el abecedario del socialismo. Para que el socialismo repre-

4
° ^ Socialismo Positivo, Op. cit., p. 24. El pensamiento de Littré había alcanzado
gran difusión en Barcelona y fue poco conocido en Madrid., según NÚÑEZ, Diego,
Mentalidad positiva en España, Op. cit., pp. 34-36.
483
Filosofía del placer, Op. cit., pp. 10-14.

196
senté el progreso, debe saturarse de elementos puramente religio-
sos (no de dogmas de iglesia) y morales; será ético o no será»J84.

Bark afirma las diferencias respecto del materialismo marxista y


subraya la importancia de la inclusión de factores éticos y morales en
las sociedades del porvenir. Asociando la ética social con la ética re-
ligiosa, sostiene que las bases humanísticas de la reforma son el pro-
greso, la comunicación entre los individuos, los lazos de amistad, so-
lidaridad y amor, para erradicar los valores individualistas y narcisistas
de la sociedad coetánea. Por otra parte, el respeto a los principios
humanos es el único medio para lograr la libertad individual y la
dignificación del ser. En este punto se muestra rotundamente contra-
rio al socialismo marxista que aboga por la exterminación de la indi-
vidualidad, combatiendo por la creación de masas populares anóni-
mas. La colectivización y la masificación implican la destrucción de
los valores tradicionales. El pasado de los pueblos resultaba un freno
para todo intento revolucionario puesto que implica la pervivencia de
las estructuras sociales y económicas, y lógicamente, la desigual dis-
tribución de las fuentes de riqueza y de producción. Ante el amena-
zante aniquilamiento de los valores espirituales, Bark ensalza las fuer-
zas del modernismo que sobrepasan el puro materialismo y abarcan
«con sus anhelos proféticos los problemas más etéreos de la humani-
dad, los del amor, del arte y de las aspiraciones ultramundanas hacia
una existencia ideal más allá de los límites de la vida»'185.
La constitución de una conciencia moral es fundamental para sa-
ber hacer uso de la libertad y alcanzar la felicidad. Esta conciencia
moral, de acuerdo con Wundt, es relativa y está sujeta a variaciones
según la época, la raza, las influencias topográficas y climatológicas.
Por otra parte, está sometida a los avances del progreso económico y
científico y dependerá de los valores que cada época adquiere del
bienestar material y ético486. Por ello, la economía social y la moral
deben evolucionar al unísono con el fin de enfrentarse, según Bark,
con los problemas de psicología colectiva. Atendiendo a la realidad
española, no es extraño que reivindique la urgencia de un plan de
higiene social y de pedagogía, en tanto que «diciplina de las ciencias
morales que vigorizan la raza y la preparan para la producción inten-
sa»487 y, que por ello, anuncie a los médicos, ingenieros y pedagogos
como los únicos calificados para la redención de la nación.

484
Ibid., p. 10.
485
Ibid., p. 124.
486
Ibid., pp. 9 y 12.
487
BARK, E., La Sania Bohemia, Madrid, Biblioteca Germinal, Ed. Cooperativa de
la Sociedad de Autores, p. 34.

197
1.2. La Moral Social.

Ernesto Bark consideraba que el fin de la sociología era «garanti-


zar y potenciar el bienestar individual» -si bien no profundiza en qué
términos concibe ese bienestar-, supuestamente material y espiritual.
Para su alcance, la ciencia sociológica se fundamenta en la moral
social, la cual se construye desde «el fondo negro del corazón». Es
decir, su origen reside en la satisfacción del egoísmo individual hasta
alcanzar las esferas superiores del altruismo social. La ascensión ha-
cia la complejidad, a juicio de Bark, es la dirección de la evolución
natural que se desprende de la misma naturaleza del yo. Siguiendo a
Durkheim, Bark explica que el yo es la base de todo hecho social
motivado hacia un fin social. La búsqueda de la felicidad es el fin
consciente o inconsciente de toda actividad y en la medida que persi-
gue un fin o bien social, el egoísmo primitivo es altruismo, condu-
ciendo al hombre a la abnegación y al sacrificio por su patria o por la
humanidad. Además, el paso del egoísmo hacia el altruismo es justifi-
cado por Bark a partir de la idea-fuerza de Guyau como engendradora
del sentimiento de obligación moral y aniquiladora de las fuerzas de
resistencia bloqueadoras de la acción488. El origen de la moral queda
definido como el resultado de las relaciones sociales de los indivi-
duos, la garantía del interés individual contra la violencia de los de-
más. En otros términos, la moral es:

«[...] un contrato tácito entre todos para proteger a cada uno,


y la moral así transformada de divina en social, es por consiguien-
te la base de la dicha de cada uno, la condición sin la cual el
individuo sería víctima del egoísmo de los demás y necesaria-
mente la introducción de la filosofía del placer»''89.

Este contrato entre individuos se justifica por la estructura orgáni-


ca de la sociedad. Todo individuo ha de desarrollar su sociabilidad en
la familia, la patria, la humanidad. Contrariamente al concepto
nietzscheano mutilador del superhombre, que vive en el aislamiento
egoísta y cuyo mundo sólo existe en cuanto puede contribuir al goce
de sus sentidos, la sociología concibe a un individuo que busca la
perfección en su dicha, y solidaria y egoístamente, la de los demás. La
moral social puede equipararse con «el Tatwamasi», «eso eres tú», de
los hindúes, o como dice Schopenhauer, «la identificación del yo con
el mundo que nos rodea». Por esta misma razón, Bark sostiene que el
mecanismo que rige la moral social no es más que «la repugnancia de
causar dolor a los seres con que vivimos». Dicho sentido moral se

™ " Filosofía del placer, Op. cit., pp. 14-15.


489
lbld.,p. 5.

198
perfecciona cuando la lucha por la vida se hace más fácil y menos
encarnizada, las costumbres se suavizan y los sentimientos benévolos
entre los miembros de una sociedad se hacen más intensos. En conso-
nancia con ello, mejorar el estado social de la humanidad significa
hacerla mejor, lo que equivale a afirmar que «la revolución social
traerá tras sí una hermosa revolución moral»490. Dada la importancia
de la miseria en España, Bark desea llamar la atención sobre su inci-
dencia en el desarrollo de la moralidad según las investigaciones de
los sociólogos y criminalistas. Recomienda los estudios de Pedro Do-
rado Montero y, con cierta precaución, las publicaciones de la escue-
la positivista italiana que condenan la organización social actual de la
sociedad como causante de la miseria. Bark, en desacuerdo con las
teorías de Lombroso sobre la liquidación de los «criminales natos» y
propone, siguiendo a Dorado Montero, la ayuda humanitaria a los
desheredados en nombre de la justicia social. Para él, los criminales y
demás degeneraciones de orden antropológico son producto del des-
orden social capitalista. En esta línea, la influencia degeneradora de
la miseria sobre la progenitura es un tema conocido de todos:
«[...] desde el raquitismo hasta los efectos de la envidia en
niños hambrientos ante el espectáculo de sus compañeros ricos,
desde la embriaguez en el momento de la concepción del hijo
hasta las terribles consecuencias del alcoholismo»491.

El supuesto cientificismo de estas teorías implica la veracidad de


sus afirmaciones y la exactitud racional de las soluciones que Bark
proponía, si bien, nuestro autor no precisó exactamente cuáles eran
las medidas que en nombre de la Justicia social se adoptarían. Tan
solo mencionó las reformas de orden económico y la educación del
pueblo. En lo que respecta a la influencia de la educación sobre la
moral social, Bark insistió en la necesidad de educar las capacidades
artísticas desde la más tierna infancia como medio para agudizar la
sensibilidad humana y refinar la percepción estética. Los niños edu-
cados en el arte, a juicio de Bark, constituirán una nueva raza dotada
de una sensiblidad moral que les hará reaccionar fuertemente ante el
dolor, buscando soluciones para remediarlo492; serán capaces de re-
accionar ante los desheredados, delincuentes y demás gentes inmun-
das, y no se dejarán guiar por el odio que reina en la sociedad. Bark
supone que con la moral social, el odio ante el desgraciado será sus-
tituido por una caridad no sentimental como la cristiana, sino por la

490
lb¡d.,p. 156.
491
lbid.,p. 102.
492
lbid.,p. 112.
compasión característica del nuevo ciudadano filósofo altruista493. Por
último, Bark piensa que se permutará el concepto de felicidad, la cual
dejará de estimarse sólo con la riqueza, puesto que serán los bienes
altruistas quienes servirán de instrumento de medida para la dicha. En
consecuencia, las relaciones familiares y sociales dejarán de regirse
por la autoridad o el interés. Los lazos de unión serán verdaderos
lazos de amistad.

7, 3. La filosofía del placer.

A lo largo de la historia se han conocido precedentes en donde se


han exaltado el goce y el placer y se han superpuesto como ideales de
vida: Epicúreo y Zeno en la antigüedad clásica, antes de degenerar en
«un grosero sensualismo»; los trovadores en España, «flor hermosa de
la civilización hispano-árabe» que «vencieron con sus mandolinas la
noche del fanatismo católico»; y finalmente el renacimiento italiano,
en particular, Petrarca y Bocaccio prepararon el optimismo que im-
pregna la Filosofía del placer494. Gracias a la ciencia y al pensamiento
positivo de Spencer y Stuart Mili, las ilusiones de dicha eterna del
paraíso cristiano que habían de indemnizar a los degradados y darles
valor para soportar la dura existencia esperando la recompensa tras la
muerte ya no son necesarias. Estas «leyendas infantiles» son super-
fluas desde que la ciencia, todopoderosa e idealizada por Bark: «va
haciendo de la tierra el Edén, el paraíso terrestre, donde hallamos
suficiente felicidad para estar satisfechos como las flores que florecen
y marchitan sin otros fines trascendentales»495. El progreso científico
había de corresponder con un progreso moral y material. Como ilus-
tra este pasaje, mediante la ciencia Bark propone el retorno a un
naturalismo idílico y primitivo. En él, las satisfacciones del hombre
vuelven a ser de signo epicúreo, de acuerdo con el moderantismo
burgués, sin degenerar en un sensualismo animal: vivir y gozar son
suficientes para colmar la existencia. Esta actitud puramente orgánica
daría un nuevo cariz al significado de la muerte como una etapa más
de la vida a franquear, para que el ser humano se confundiese verda-
deramente con la naturaleza. En consecuencia, Bark considera que el
placer se encuentra en el goce de una vida sana y equilibrada y en la
manifestación de las actividades naturales del cuerpo y del alma. A
semejanza de cualquier otro ser orgánico, la existencia humana es
presentada de manera simplista «como la vida de un árbol que crece

49i
lbid.,p. 132.
494
Ibid, pp. 7-8 y 109-110.
495
lb¡d.,p. 107.

200
bajo los impulsos del sol, florece y da los frutos a su sazón para des-
pués morir»496. La influencia de la biología y la fisiología psicológica
son fundamentales en estas concepciones de la existencia humana
según la Filosofía del placer, que va a desarrollar fundamentalmente
en su texto homónimo Filosofía del placer. Para completar su análisis,
incluye referencias bibliográficas comentadas de filósofos como
Hartmann y Schopenhauer para criticar su concepto del dolor y del
alma y exponer los placeres del goce idealista en la ciencia, el arte, la
soledad y el desprecio del mundo. A partir de Wundt y su alumno
Sergi, Bark explicará el origen fisiológico de los sentimientos'497. Así,
clasifica los sentimientos en tres categorías, los benéficos para los
demás, los perniciosos y los indiferentes. La Filosofía del placer ense-
ña a desarrollar los primeros y reprimir los segundos. El control de sí
mismo que no deja de tener su precedente en la moral religiosa, se
realiza en nombre de la solidaridad y el altruismo. Volviendo a la
imagen de la iglesia primitiva, y de acuerdo con Hipólito Taine y Pierre
Leroux, Bark subraya la fuerza del amor, el sentimiento más poderoso
capaz de hermanar el goce individual y el universal, o sea, de estable-
cer el equilibrio entre la moral social y la Filosofía del placer. En suma,
el equilibrio entre el individuo y la sociedad se consigue mediante la
afirmación de los valores de la moral social, antropocéntrica y
eudemónica; la cual se sustenta en el amor y la búsqueda de placer,
sin represiones ni castigos. Entre las fuentes de placer, ya analizamos
la fuerza del amor y el instinto sexual, especialmente hasta la vejez.
Asimismo, por mediación de la ciencia social, la educación y el tra-
bajo han de convertirse en placeres altruistas en lugar de sus desagra-
dables obligaciones impuestas como si fueran un castigo, «comerás el
pan con el sudor de tu frente»498, según estipula «el Dios de la Bi-
blia»499.
En conclusión, la nueva Filosofía del placeres la nueva religión de
la Humanidad. Es la religión de la vida y de la belleza liberadora del
hombre. Gracias a ella se eliminará el oscurantismo cristiano, el sen-
timiento de culpabilidad que el pecado original crea en los hombres,
los cuales, están favoreciendo, a juicio de Bark, la explotación no sólo
bajo la Iglesia, más aun, bajo el Estado.

497
Ibid, pp. 108-111.
498
Ibicl., pp. 168-169.
499
Ibid, pp. 142-143.

201
/. 4, El placer en la sociedad: la nueva religión del altruismo. II Bel
Morir.

De acuerdo con Miguel de Unamuno, Bark constata que la crisis


religiosa por la que atraviesa España es una crisis filosófica del con-
cepto de mundo. A principios del siglo XX, con una humanidad que
necesita el sentimiento religioso y un cristianismo irrevocablemente
desusado, la religión es presentada por nuestro autor en el marco de
la filosofía social. La religión, a su juicio, es un lazo de unión de los
«hombres entre sí y los conceptos de cada individuo dándoles una
base, la unidad, lo que formaba la esencia del carácter». Durante aque-
llos años de transición y crisis de valores, Bark reclama la urgencia de
llenar el vacío que el cristianismo va dejando con una nueva fe, la de
la religión del altruismo:
«Por doquiera se desvanecen las sombras y surge la luz de lo
bello. Crepúsculo de la humanidad redimida por la ciencia y la
solidaridad y me parece desprenderse de las inmensas llanuras de
Castilla, en cuyo centro se levanta sombrío y omnioso el monu-
mento de piedra del fanatismo, el convento del Escorial [...]»5C0.

Atacando al materialismo histórico y filosófico ¡narxista y, por otra


parte, a las tendencias católicas, Bark busca una nueva lectura huma-
nitaria del Socialismo, inspirada en el utopismo anarquista de Proudhon
al recoger de él los valores del cristianismo primitivo. Bark considera
imposible armonizar el cristianismo con la ciencia. Confía en la muerte
de las religiones tradicionales por ser energías represoras del ser hu-
mano. Sin embargo, manifiesta un profundo respeto hacia aquellos
caracteres que necesitan la búsqueda de respuestas trascendentales a
su existencia. Empero, para evitar el fatalismo en el que incurren las
mentes cerradas y obtusas con el Catolicismo, él propone satisfacer su
necesidad de especulación desde el arte :
«Lo único que debemos hacer es no despertar el fanatismo
dormido, para que las supersticiones religiosas del pasado mue-
ran poco a poco. Para las almas soñadoras místicas y dirigidas a
pensar en los problemas metafísicos, hay que dejar los poéticos
ensueños espirituales»50'.

La idealidad en la que necesita vivir el hombre dejará de buscarse


en aquellas falacias trascendentales que le aprisionan para encontrar

500
Ibid., pp. 249-250.
301
Ibid, pp. 233 y 250-252. Este retorno a la Madre Naturaleza es cantado por
Bark con un tono y estilo poético exaltado, enfatizando de manera sensiblera e idealista
su creencia en el nuevo encuentro maravilloso con aquel mundo de sublimes encantos.

202
una expresión libre en el idealismo artístico y en la comunión con la
Naturaleza. Ahora bien, se ha de vigilar cuidadosamente que «las fili-
granas metafísicas» nunca conduzcan al nacimiento de una nueva
superstición religiosa, con sus fanatismos y sus sacerdotes ambicio-
sos502. Con esta filosofía panteísta que predica el retorno a la naturale-
za y a la existencia placentera, liberará al ser humano de las cadenas
de una moral obligatoria y sancionadora para afirmar el goce indivi-
dual. No obstante, buscando el «justo término», Bark se aleja de toda
posición narcisista y egocéntrica al afirmar la insuficiencia del yo in-
dividual para la dicha. A imagen de las pequeñas colectividades ani-
males y desde un punto de vista puramente organicista, el hombre ha
de perseguir la unión de todos los seres para convertirse en una es-
tructura orgánica más dentro de la pirámide de la Naturaleza. Esta
unión, preconizada fundamentalmente por Schopenhauer conduce
irremisiblemente a Bark a abrazar las fuentes del panteísmo, la nueva
religión que podrá satisfacer las necesidades humanas en la medida
en que:

«Nunca podrá la superficialidad mundana desterrar este mis-


ticismo sublime que ensancha la personalidad humana, haciendo
comulgar al individuo con la eternidad y con las generaciones
todas del género humano»503.

Comulgar con la eternidad y con las otras generaciones no es más


que afirmar el deseo humano de perpetuar su existencia más allá de
lo terrenal. Es decir, afirmar el carácter religioso del panteísmo y de
esta filosofía de la vida basada en el placer. Por otra parte, con la
búsqueda del goce natural todos los seres humanos compartirán una
conciencia universal, la nueva religión basada en la solidaridad y la
fraternidad, Esta nueva religión orientará todos sus esfuerzos hacia la
liberación de la humanidad de sus seculares esclavitudes.
En suma, en opinión de nuestro autor, el altruismo rector del com-
portamiento humano ha de ser la religión de la humanidad504. Esta
religión ha de ser interpretada como la comunión de todos los indivi-
duos en unos ideales naturales, sociales y positivos, sin que éstos ex-
cluyan concepciones espirituales metafísicas. Por ello, sostiene Bark
que la unión de todos los seres en el panteísmo coincide con el misti-
cismo cristiano de la fraternidad humana en Dios. Por otra parte, con-
verge con la filosofía positivista, herencia de Proudhon y Guyau, que

502
Ibid., pp. 257-258.
503
Ibid, p. 260.
->u4 Ibid., p. 233, la cual, en el fondo, es la misma religión «que la de los antiguos
egipcios, sólo despojada de las supersticiones de la época y sin la explotación de la
casta superficial».

203
en el arte y el sentimiento altruista encuentra la unidad, fraternidad y
solidaridad de todo lo creado505. En sus comentarios aparecen las hue-
llas del neo-misticismo de Schopenhauer, especialmente en el culto
al placer y en los valores de la solidaridad, recogidos también por
Kropotkin como mutualidad y altruismo. En todo caso, Bark era cons-
ciente de que el hombre necesitaba orientar su espiritualidad. Existían
entonces variadísimas tendencias que intentaban definir la identidad
espiritual del ser humano. Bark deseaba sintetizarlas alrededor de sus
nociones de altruismo y panteísmo. Ambos corresponden a sentimien-
tos religiosos que concillan las diferentes perspectivas ideológicas y
filosóficas vigentes, pues lo importante para Bark es, ante todo, la
participación en la construcción de:
«[...] sueños poéticos de una mística comunidad de espíritus
entre sí y entre las generaciones presentes, futuras y pasadas. Se
confundirán tal vez las creencias espiritistas con un misticismo o
esplritualismo que alague a los sentimientos altruistas»506.

Con el triunfo de la ciencia sobre las religiones se abren también


nuevas perspectivas en torno al concepto tradicional de la muerte.
Hasta entonces, la muerte era considerada como una imposición fa-
tal, un castigo para expiar pecados imaginarios. Con la moral positiva,
el suicidio ha de ser aceptado como una libre decisión del individuo,
el cual desea interrumpir voluntariamente su existencia. Sin entrar en
consideraciones más exhaustivas, Bark estima que:
«La única consideración seria es la de la utilidad y pérdida de
energías que a la sociedad representa una vida, y tampoco vale
esta razón, porque la sociedad no tiene el derecho de exigir que
yo siga viviendo cuando la vida ya no me tuviera encantos»507.

Como solución, proyecta la creación de sociedades para propagar


esta «idea razonable» sobre la muerte y facilitar un Bel Morirá los que
lo soliciten: un gramo de morfina u opio acaban fácilmente con los
dolores físicos y morales; el acto de fatalidad se puede convertir en
una última despedida sin violencias ni angustias, rodeados de los se-
res queridos, «despidiéndonos de la vida con la plácida tranquilidad
de aquel que reposa después de las fatigas y alegrías de un día labo-
rioso»508. Sin duda alguna, en estos pasajes se percibe la huellas del
pensamiento de Nietzsche en la concepción de «II Bel Morir». Todos

505
ibid., pp. m-112.
506
Ibid., p. 260.
507
Ibid, pp. 253-254,
508
Ibid., p. 255. También en La Santa Bohemia, Op. cit, pp. 37-38.

204
estos postulados éticos y filosóficos datan al menos de 1907. No obs-
tante, en varios artículos de Germinal (1897), ya apuntaba la insufi-
ciencia de la ciencia y el materialismo; si bien, por aquel entonces,
Bark especula menos sobre sus aspectos negativos, quizás por las di-
rectas implicaciones políticas y socio-culturales que en aquellos años
tenían. Diez años más tarde, la nueva religión del altruismo es la res-
puesta natural a la generalizada insatisfacción que el racionalismo
positivo, incapaz de resolver completamente todos los problemas hu-
manos, había originado al potenciar un idealista retorno a los oríge-
nes de la civilización, la comunión con la Madre Naturaleza y la unión
de todos los hombres a través del sentimiento altruista. Incluso si se
trata de un pseudo-misticismo, Bark cree que nos enfrentamos sim-
plemente a una necesidad inherente a la personalidad humana. Así
pues, en la República Social, la antigua fe religiosa, represora y
dominadora ha sido suplantada por la nueva fe humana que Bark pro-
pugna. Se trata de una fe eudemónica y panteísta que busca la síntesis
de la Belleza, la Justicia y la Felicidad para el renacimiento espiritual
y el pensamiento filosófico, precedentes de la reorganización social509.

2. Agentes y estrategias para la reforma moral y el desarrollo de la


sociabilidad.

En numerosas ocasiones hemos hecho ya alusión a los agentes y a


las estrategias para la reforma social y el desarrollo de la sociabilidad
que Bark definió en su Política Social. Los agentes responsables no eran
otros que todos los intelectuales, en un sentido amplio y genérico del
término, desde los ideólogos, pensadores, científicos, periodistas hasta
los literatos y artistas. Las estrategias -educación y propaganda- encon-
traron varios medios favorables de aplicación. En primer lugar, propuso
la educación de la mujer española completamente desfasada de la rea-
lidad socio-cultural y política que le circundaba. Merced a la nueva
moral social y a la filosofía ética que animaba el Socialismo Positivo, la
mujer encuentra un nuevo puesto en la sociedad, en las relaciones amo-
rosas y familiares. En segundo lugar, Bark pensaba que la educación de
la mujer y del pueblo en general no era viable sin una reforma del
sistema de enseñanza español. Poco a poco se iría constituyendo un
sistema educativo alternativo al estatal, entremezclado con el ejercicio
de la propaganda en las asociaciones y círculos políticos y obreros. A
todos estos elementos de la Revolución Social haremos referencia en el
presente capítulo para ofrecer una visión de los conceptos defendidos
por Bark en educación y propaganda y los medios desplegados para su
consecución.

Filosofía del placer, Op. cit., pp. 263-264.

205
2.I. Intelectualidad y juventud.

El discurso del regeneracionismo burgués descansaba en la inteli-


gencia para efectuar la revolución desde arriba. A este misma conclu-
sión llegó Bark tras varios intentos infructuosos de involucrar a las
clases populares en la contienda social. Sus primeras experiencias se
fundamentaban en la elevación del proletariado, a quien había que
ofrecer no sólo propaganda ideológica, sino también ilustración y
conocimientos sobre el estado de la nación. Si estos principios esta-
ban asentados en Bark durante sus primeras experiencias políticas, los
resultados de la manifestación del 1 o de Mayo de 1890 en el Buen
Retiro cambiaron díametralmente sus opiniones. Recapitulando algu-
nos años después, nuestro autor constataría la poca influencia efecti-
va que tuvo aquella gran manifestación organizada con pobres eba-
nistas, albañiles y otros obreros de la construcción, la cual sirvió :

«Sólo para despertar por la imponente masa de 21.000 mani-


festantes la indiferencia de la opinión inspirándola temor saluda-
ble ante los peligros de la miseria. Era necesario empujar aquellos
toscos obreros para que en su cerebro germine el ideal y en su
corazón se encienda la llama de la esperanza de algo mejor. Cum-
plida esta misión ya sólo servía aquella grotesca Unión Obrera
para proporcionar carne de chanchullos electorales a varios aven-
tureros políticos y para levantar de la miseria a unos cuantos vivi-
dores de ochavo. Las masas faltas de ilustración aplauden y si-
guen al último venido que las adula»510.

Sus esperanzas en estos proletarios indoctos para dirigir una revo-


lución social se desvanecieron rápidamente, por lo que a partir de
entonces Bark será mucho más elitista. Acudió entonces a un sector
más elevado, a un proletariado supuestamente más inteligente: los
empleados y los dependientes. Un sector un tanto ambiguo, y, por el
mismo motivo, interesante porque manejan la riqueza y conocen el
refinamiento sin que nada les pertenezca. «Los sombreros de copa y
la elegancia de estos proletarios de levita» encubre la gran miseria de
aquellos que cobran menos que un obrero industrial 5 ". Bark encuen-
tra en este proletariado más ilustrado y más próximo al modelo bur-
gués al nuevo protagonista para la lucha social. En función de ellos,
mantendrá el proyecto de fundamentar la Política Social según los
dictados de la ciencia estadística, en la medida en que podrán:
«[...] popularizar los conceptos sintéticos del estado de un
país, para que la mayor parte de ¡os hombres reflexivos, -entre los

Estadística Social, Op. cit., pp. 39-40.


Ibid., p. 40.

206
que se encontraban estos proletarios de levita- colaboren en la
labor colectiva del progreso»512.

Confluye con esta llamada a las clases medias una participación


de los sectores intelectuales y de los jóvenes que hasta ahora se ha-
bían mantenido al margen, víctimas de la «lucha de clases» predicada
por Marx. Este principio doctrinal había alejado amplios sectores de
la población del movimiento revolucionario, a pesar de ser un movi-
miento de carácter esencialmente socialista y «viril»:
«Vivimos en plena decadencia moral, supeditados a egoímos
mezquinos y consideraciones pequeñas, donde los jóvenes sien-
ten con la cabeza y se enamoran por cálculo, donde la juventud
está roída por enervantes excepticismos que le quitan la virilidad
del pensamiento y la sinceridad de la acción. Para el sociólogo no
significa este general rebajamiento degenerescencia de la hermo-
sa raza española, ni justifica los pesismismos en el porvenir glo-
rioso de España...»s'3

Esta crítica se repite en la bibliografía de Bark. Siempre deplora la


falta de «hombres de bronce vigorosos y potentes»514. Al observar la
sociedad española, Bark constata que « hay algo indeciso y difuso en
todos, escasa idealidad y menos todavía temperamento de acción
poderosa, perseverante y concentrada»515. Critica laceradamente a los
jóvenes interesados, la«juventud podrida» que busca el empleo y fa-
vores que les Impulsen hacia algún cargo político. Estos jóvenes re-
presentan:
«Periodistas o abogados sin pleitos, no toman parte jamás en
trabajos de educación o modesta labor cooperativa en favor de los
proletarios, pero se les ve acudir presurosos donde pueden brillar
por su oratoria antidiluviana castelariana con sus periodos ampulosos
de historia adulterada y filosofía de baratijo. Son el esputo de tísico
de una sociedad decadente y podrida por el egoísmo atroz criado
por el catolicismo y el régimen imperante capitalista»516.

Esta juventud carente de grandes ideales y motivada por el afán de


lucro repugna a nuestro propagandista quien ve en ellos la continui-

512
Ibid., p. 39.
513 Socialismo Positivo, Op. cit., pp. 85-86.
5'4 El tópico de la virilidad como valor imprescindible para la regeneración de
España ha sido analizado por ALVAREZ JUNCO, José,» Cultura popular y protesta polí-
tica», en Peuple, mouvemenl ouvrier et culture dans /' Espagne contemporaine, París,
PUVdeVincennes, 1990, pp. 157-168.
•>'-> Filosofía del placer, Op. cit., p. 26.
J
'° Revolución Social, Op. cit., pp. 86-87.

207
dad de una política corrupta, a imitación de sus grandes maestros,
Castelar, Moret y Canalejas «que subieron al poder engañanado a las
masas electorales por su canto de sirena»5'7. Bark lamenta un espíritu
crítico que ponga en duda la charlatanería de estos jóvenes:
«La vieja política ha fracasado irremediablemente y sus pro-
cedimientos oratorios más todavía, hace falta otro Clarín que
fustigue los retoños que brotan de cuando en cuando y los corte
con la mano implaclable de la burla y el ridículo para que no nos
estorben un día en las faenas de reconstrucción social»518.

Para la inmensa labor de transformación social se requieren indivi-


duos desinteresados por la gloria personal y el lucro, lo cual explica la
escasez de almas generosas que se sacrifican de manera altruista por
el pueblo. Empero, de acuerdo con los informes de Bark, en España e
Italia está creciendo esta corriente intelectual «que promete transfor-
mar completamente el carácter del movimiento socialista quitándole
los resabios y sectarismos y de egoísmo de clase». Pedro Dorado
Montero había reflejado este movimiento en Italia con su libro E/po-
sitivismoen la Ciencia jurídica y social /fa/fana, (Madrid, 1891 )519. Para
el caso español, se trata de jóvenes, intelectuales y artistas progresis-
tas que se comprometieron con la regeneración social. En el contexto
de Bark, la mayoría de ellos pertenecieron al grupo Germinal, el cual
representa «un foco de luz que siembra ideas recogiéndolas de todas
partes para hacerlas radiar sobre el país»520. Merece la pena transcri-
bir la caracterización de estos jóvenes enérgicos y decididos realiza-
da por Bark:

«La joven España es la vanguardia atrevida del modernismo


que precede al cuerpo del ejército reconociendo el terreno, in-
quietando y molestando continuamente al enemigo y desorgani-
zándolo por el cansancio en incesantes escaramuzas que nunca
acaben con la derrota porque estos guerrilleros del progreso se
yerguen con mayor energía y ardor después de cada descalabro!...]
Su pobreza misma es su fuerza y su espíritu aparentemente
indisciplinable es la garantía del triunfo final»52'.

Esta «joven España», germinalista o no, comenzó a llamarse a sí


misma Gente Nueva porque deseaban constituirse como un frente de
oposición a aquellos que ocupaban el poder. De acuerdo con Bark,

517
Ibid., p. 75.
518
Ibid., p. 125.
319
Filosofía del placer, Op. cit., pp. 226-227.
3
- ° Revolución Social, Op. cit., p. 119.
" ' Modernismo, Op. cit., p. 70.

208
estos jóvenes debían «echar de sus posiciones violentamente a los
viejos», no para romper totalmente con el pasado, sino más bien, como
revitalización y adecuación a los nuevos tiempos «de los elementos
gastados del pasado inspirándoles el nuevo espíritu»522. Estos «obre-
ros de la pluma y de la creación artística» desarrollan sus «sabios
deberes» hacia la sociedad, en la medida en que son «los depositarios
del capital ideal de la sociedad y deben emplearlo con provecho de
esta»523. De acuerdo con la teoría altruista de Jean Guyau, eran «la
aristocracia» de las letras, del arte y de la ciencia y como tales, «los
más valiosos obreros de la revolución social», cuyo deber sagrado era
el de ponerse al frente del gran movimiento «redentor»524. A pesar del
papel ejercido por estos jóvenes, Bark piensa que para alcanzar la
República Social se requiere la cooperación de todos. En consonacia
con ello, los sacerdotes de esta nueva religión son los pensadores,
maestros, escritores, inventores artistas y luchadores por el progreso.
Por consiguiente:

«Cada adquisición de la ciencia es una piedra para el templo


de la dicha humana y cada obra de arte nos hace conmover el
corazón de compasión o admiración. Dante y Newton son los
moralizadores y bienhechores más grandes de la historia. Que se
luche en las barricadas, desde el estudio del sabio o del taller del
artista, siempre merece aplauso y gratitud el esfuerzo altruista»525.

Los mismos principios serán divulgados en 1911 en la revista fun-


dada por Bark, Economía Social526. En ella, insta a todos los profesio-
nales de carreras liberales a tomar las riendas de España, «deben ser el
cerebro de la nación» y están obligados a llevar al pueblo a la prospe-
ridad. Desde el fin de siglo, los partidos políticos habían constante-
mente fracasado, así como aquellos regeneracionistas educadores,
médicos e ingenieros. Con un tono predominantemente pesimista,
inquiere Bark:
«¿Dónde está la política educativa de nuestros pedagogos,
dónde las radicales reformas de higiene y dónde, al fin, la insis-
tente voluntad de nuestros ingenieros a realizar las mejoras hi-

bu
Op. cit, pp. 86-87.
52
-> Revolución Social, Op. cit., p. 16.
524 ibid., p. 166. Bark hacía referencia al pensamiento sociológico socialista de
Guyau contenido en su libro El arte desde el punto de vista sociológico, el cual, fue
traducido por R. Rubio y editado por primera vez en Madrid, Jorro, 1902.
" 3 Filosofía del placer, Op. cit., p. 48. Igualmente, sobre el mismo tema se puede
consultar la página 34 de la misma obra.
" ° Datos recogidos por Bark dos años después en su folleto La Santa Bohemia,
Op. cit., pp. 29-31.

209
dráulicas e imponer a las Cortes un cambio profundo del sistema
económico de gobernar?»527

Acusa a estos sectores de no cumplir el deber moral que tienen


para con la sociedad y con los contribuyentes que costearon su for-
mación. Teniendo en cuenta que los factores de prosperidad de una
nación, según Bark, se componen de un cincuenta por ciento de ener-
gías del pueblo productor, de un veinte por cien del capital y de un
treinta por cien de intelectualidad sobre ella recae la responsabilidad
regeneradora utilizando racionalmente el capital y «fertilizando las
energías populares». La intelectualidad deber ser el «eje del engrana-
je social», «la espuela y el imán orientador de los gobiernos»528. En
1911, desengañado de los partidos políticos cuyo poder «no depen-
día de intereses de grupo expresados como tales sino de patronaz-
go»529, del segregacionismo entre las fuerzas de izquierdas y de las
nuevas orientaciones conservadoras y prefasástas de aquellos jóve-
nes que años atrás habían luchado por el progresismo, Bark se orienta
hacia nuevos derroteros sobre los que depositar sus esperanzas. Es
decir, hacia el poder de un militar que dictaría de una vez por todas
una legislación verdaderamente reformista para España.

2. 2. la nueva mujer.

La condición de la mujer y su posición en la sociedad contempo-


ránea ocuparon la atención de los intelectuales y políticos finiseculares
de carácter progresista. Dentro del proyecto de sociedad que Bark
ofrecía en su Política Social resultaba imprescindible el abordar esta
cuestión. La liberación de la mujer, su integración en la vida social
activa y las repercusiones de estos cambios en la estructura familiar
eran problemas fundamentales para la Política Social, puesto que la
mujer es uno de los agentes más eficaces para la transmisión ele los
valores sociales.
Al examinar el panorama social contemporáneo, Bark reprobó la
situación de la mujer en la sociedad española y el trato que en ella
recibía530. Descubrimos en estos textos al escritor humanista que de-
nuncia y censura:

327
La Santa Bohemia, Op. cit, pp. 30-31.
528
Ibid., pp. 32-33.
529
R U I Z M A N J O N , Octavio, Los amigos políticos... Op. cit., pp. 265-300.
• " ^ C o m o bibliografía general sobre este tema, hemos manejado: SCANLON,
Geraldine., La polémica feminista en la España Contemporánea, 1868-1974, Madrid,
Ed.Akal, 1986 2 .

210
«Horrorizar, esta es la palabra; debemos horrorizarnos y aver-
gonzarnos por no protestar constantemente contra las infamias y
los crímenes que la sociedad actual cometa con nuestras hijas,
esposas y madres»53'.

Esclava es la mujer finisecular para Bark, quien abraza la bandera


teórica del feminismo repudiando el concepto contemporáneo de la
mujer como cosa, objeto, de lujo y de placer o de explotación por el
trabajo profesional y doméstico532. Reconoce el derecho a la educa-
ción, a la formación profesional, la independencia económica y so-
cial que la libera del matrimonio como estigma de reconocimiento
social, el derecho al voto y a ser votada, así como la igualdad jurídica
y laboral. En España, el problema de la mujer adquiere mayor com-
plejidad que en los países del Norte de Europa por la coacción repre-
siva y aniquiladora que el catolicismo ejerce sobre ella. Partiendo de
esta constación anticlerical, Bark caracterizará a la población femeni-
na española según los conceptos, entonces tan de moda, de degene-
ración y enfermedad. En sus escritos es frecuente encontrar pasajes
como el siguiente:

«La inmensa mayoría de las mujeres españolas son histéricas


y de carácter erótico-religioso con preferencia, y así se explica la
influencia hipnótica del confesionario con su cuchicheo místico,
su clarobscuro saturado de misterio y sus tentaciones de mentira,
disimulo e intriga, que tanto alagan a las desgraciadas enfermas
de esta clase»5".

La ignorancia de la mujer y su inclinación al sentimentalismo han


favorecido su utilización como palanca para el fanatismo religioso
que se opone a la labor de los progresistas. Refiriéndose a su propia
experiencia, Bark acusa al clero de ejercer una suerte de venganza al
empeñarse en manipular a las cónyuges de estos abnegados progre-
sistas y librepensadores que intentan destruir los excesivos yugos ca-
tólicos534. Desde esta perspectiva anticlerical, la dominación espiri-
tual y la prostitución son parangonadas por Bark como semejantes

^>31 Filosot'ía del placer, Op. clt., p. 113.


" ~ Filosofía del placer, Op. cit., p. 92.
533
lbid.,p. 162.
i 34
' Ibid, pp. 94. En este sentido Bark declaraba, quizás por su propia experiencia
familiar, que: « El abandono en que tenemos a la mujer se venga; se nos paga por mil
disgustos como esposa conspirando con la iglesia contra la civilización, o las vengado-
ras arrojan el veneno de la prostitución empozoñando la vida en sus fuentes». ídem, p.
94. Precisamente, cuando Alonso Zamora Vicente visitó la casa de la hija de Ernesto
Bark hacia 1975 quedó profundamente extrañado del número de imágenes y «reli-
quias» religiosas que adornaban su casa de manera que nadie podría imaginar que se
había educado en un ambiente liberal y anticlerical.

211
lacras sociales en las que se ve involucrada la mujer española. En
términos generales, en este tétrico panorama la que no es histérica y
espritualmente enfermiza, cohabita con la prostitución y:
«[...] con su séquito de sífilis, el envenamiento del matrimo-
nio, y muy a menudo la embriagaduez y el crimen, puesto que los
lupanares son a menudo antros de ladrones y escenarios de homi-
cidios»535.

La prostitución nace en la miseria y condena irremisiblemente a la


mujer. Bark realizó una campaña en favor de todas las mujeres y de
las «esposas de una hora», pidiendo a la policía mayor protección y
respeto hacías estas «desheredadas de la calle», pues, ante todo, «son
mujeres». Otras de las vejaciones que se cierne sobre muchas españo-
las es una humillante prostitución de talante histórico. Como remora
feudal, el derecho consuetudinario es para Bark una prostitución, to-
davía presente en las estructuras capitalistas jerarquizadas, no sólo en
talleres y fábricas, sino en la misma célula de la sociedad; el hogar,
«donde trabajan mujeres y mandan hombres» que se convierten de
este modo en «antesalas del burdel, por la brutal imposición del dine-
ro»536. Con esta forma de prostitución, el amor sexual ya no es una
fuente de placer noble y «deleites altruistas», sino una explotación
más del sistema capitalista. El problema de la mujer contemporánea
se reduce así a un problema económico, cuyas vías de cambio deben
ser la educación y la legislación. En el futuro régimen social, el de la
República Social, este «azote a la humanidad» quedará erradicado:
«la mujer encontrará el pan por su trabajo sin necesidad de vender sus
caricias» y estará preparada para hacer frente a las dificultades de la
vida honradamente337. Ello mismo modificará, sin embargo, las rela-
ciones amorosas y sexuales, e influenciará directamente en la estruc-
tura familiar. Para el desarrollo de estas cuestiones sobre la familia y la
condición de la mujer, Bark sigue el pensamiento de feministas espa-
ñolas como Concepción Arenal, Carmen de Burgos y de algunos ex-
tranjeros como Sebastián Faure, Pablo Montegazza y Pablo Robín538.
Reproduce citas de estos autores acompañadas de breves exégesis
personales. Analiza la condición pública y privada de la mujer, el
matrimonio y el celibato, su lucha por la igualdad ante la ley y en
competencias económicas. Estos asuntos son, en opinión de Bark, de

535
Ibid., p. 94.
536
Ibid., pp. 94-95.
->3' Revolución Social, Op. cit, p. 168 y también en Estadística Social, Op. cit.,
pp. 78 y 180.
5 3 8 Filosofía del placer, Op. cit., pp. 88-94.

212
suma importancia para la Política Social en la medida que la mujer es
el alma del hogar, la base sólida de la familia y de los hombres del
futuro539.
El reconocimiento de la igualdad del hombre y la mujer supone
un esfuerzo por elevar a la mujer, para lo cual Bark propone la obliga-
toriedad de la educación y la apertura de las aulas de la Universi-
dad540. Su educación ha de ser integral con el fin de estimular su ex-
pansión intelectual, física, espiritual o artística. La mujer alcanzará de
esta manera el equilibrio, la madurez y la felicidad que repercutirán
directamente en la regeneración y moralización de la sociedad. Es en
la intimidad familiar donde mejor se aprende la unión por el amor y
más se desarrolla la conciencia colectiva y solidaria. Resulta, pues, de
vital importancia la atracción de las mujeres en la obra colectiva de
transformación social541, ya que sin su concurso activo la nueva socie-
dad carecería de bases sólidas y duraderas542. Empero, despertar el
deseo de colaboración se plantea en España como una larga tarea de
educación imprescindible para el futuro de la República Social. Trans-
curridos los años de «propagadora de la especie», la mujer de las
clases acomodadas que podría ser tan útil a la sociedad con un traba-
jo en las «esferas de acción dignas de ella», no sabe llenar su existen-
cia e incurre en una ociosidad que es «el origen de la corrupción y de
la mojigatería»545. Sin embargo, no se puede achacar toda la respon-
sabilidad a la mujer, pues en la medida que se restringe su campo de
acción se aumenta su dependencia y su sumisión. En consecuencia,
Bark prevé reticencias para atraer a las mujeres a las fuerzas activas,
en un país en «donde las tradiciones musulmanas las han recluido en
el hogar y donde la iglesia ha conseguido hacerlas unas esclavas del
confesionario»544. En sus escritos de 1902 y 1907, los republicanos
socialistas, les brindarán los puestos de honor en las nuevas organiza-
ciones:

«[...] en nuestra universidad libre ocuparán las cátedras y en


nuestro gobierno desempeñarán las direcciones desde donde pue-
dan encauzar la educación femenina; y la mujer española sabrá
responder a nuestro llamamiento, inspirando a los hombres la
abnegación y el entusiasmo virgen por los ideales redentores y
transformando con sus generosos arrebatos a la generación egoís-

539
Ibid, p. 133.
540
Ibid., p. 116.
541 Revolución Social, Op. cit., p. 163.
542
Ibid., p. 1 69.
543
Estadística Social, Op. cit., pp. 190-191.
544
Revolución Social, Op. cit., pp. I 68- 171.

213
ta de hombres metalizados y jóvenes podridos por el virus de la
vanidad, haciéndola altruista, noble y grande»545.

La confianza que deposita en las mujeres resulta un tanto idealis-


ta, si bien es muy saludable el reconocimiento que brinda a la femini-
dad. En la Revolución Social, en 1902, Bark confiaba en que la funda-
ción de la Unión de Mujeres Españolas, dirigida por Sixta Cámara
resultara una gran promesa para la integración de la mujer en el
activismo revolucionario. Los propósitos de la Unión de Mujeres son
según Bark: el ejercicio de la solidaridad, ayudando a las que no ten-
gan trabajo o estén imposibilitadas para trabajar, y apoyar las recla-
maciones contra la explotación patronal; combatir el clericalismo fun-
dando colegios laicos y talleres escuelas, asegurando la creación de
jardines de infancia; organizar cooperativas de producción y consu-
mo; defender ante los tribunales los intereses y la dignidad de las
mujeres; hacer que la legislación proteja más eficazmente a la mujer,
sobre todo desde el punto matrimonial y laboral; por último, partici-
par activamente en el Centro de Estadística Social para coordinar la
oferta y la demanda en el mercado del trabajo346. Semejantes ideas
reaparecen en 1907, en Filosofía del placer, donde Bark solicita que
se de acceso a las mujeres a todas las carreras y examina las capacida-
des naturales de la mujer para enriquecer el Derecho y el mundo de la
Medicina547. Sin embargo, bajo sus conatos feministas y la confianza
que deposita en estas «redentoras» aparece un trasfondo machista.
Así exclama nuestro autor con cierto clasismo:

«Pero una cosa es dejar a las mujeres excepcionales, a la Stael-


Holstein, Angélica Kaufmann, Pardo Bazán y Concepción Arenal,
que ayuden al hombre en su marcha hacia al progreso, y muy otra
cosa es encauzar la educación de las mujeres en general hacia
esta orientación...»5'18

Sin duda alguna, el hombre amenazado teme que con la educa-


ción las mujeres impongan su poder matriarcal y dirijan el futuro de la
Humanidad, como lo reivindicaba el feminismo de los albores de si-
glo. Junto con Eduardo Zamacois, Bark dice haber emprendido una
campaña contra este femenismo que califica de «decadentista»549. A
partir de entonces, Bark parecerá preocupado por las direcciones que

545
Ibid., p. 170.
546
Ibid., pp. 168-169.
347
Filosofía del placer, Op. cil., pp. 116-117.
548
Ibid, p. 118.
549
Ibid., pp. 118-119.

214
sigue el movimiento feminista, dirigido por mujeres a quienes la «em-
briaguez política enloquece más tal vez [...] que a los hombres». Re-
firiéndose sin duda a su propio desengaño clasifica a la mujer españo-
la como apasionada, celosa y que quiere ostentar un «poder embrute-
cedor». Los celos a los que se refiere Bark son los del hombre ante un
ideal artístico, político o científico, los cuales son rara vez comparti-
dos por la esposa:
«Que las mujeres no acusen a la ciencia, ni menos aún odien
los ideales por los cuales olvidan los hombres algunas veces lle-
gar a la hora de cenar; peores pasiones que la ciencia y los ideales
políticos son el juego, el vino y otras a que suelen entregarse los
hombres vulgares»550.

Tras unos años de incumplidas esperanzas, Bark concluye que el


problema conyugal sería solventado si la mujer se preocupara por
compartir las aspiraciones del marido quien encontraría en ella la com-
pañera con la que intercambiar impresiones en lugar de hacerlo en
los cafés y las tertulias. Bark advierte a los hombres del peligro de
crearse falsas ilusiones en torno a la familia, pues el paso del tiempo
desgasta los sentimientos, «la fragante flor de azahar se transforma en
un limón que a veces suele ser agrio»55'. Por ello, aconseja a los hom-
bre preparar su vejez y educarse en el placer espiritual como sustituto
de la energía sensual. ¿Fue el fracaso de sus utópicas transformacio-
nes el que provocó estos consejos, o la subsistencia del machismo en
el pensamiento del autor? Quizás esas digresiones pesimistas fueran
sólo el producto de alguna riña familiar. Es curioso, que en el mismo
texto de 1907, Filosofía del placer, pocas páginas después Bark se
entregue a una romántica visión de la mujer y las relaciones amoro-
sas.

2.2. I. Amor y relaciones familiares.

Influido por el ideal artístico que la mujer personifica, Bark la en-


salza como «eterna sacerdotisa del amor» y por ese carácter de «Ve-
nus es una fuente de moralidad y de belleza». Coincidiendo con la
denuncia de Alfredo Fouillée del utilitarismo y materialismo en la so-
ciedad moderna, Bark exalta el instinto sexual al que considera una
fuente de generosidad y de vida y el refugio del sentido de lo bello.
Con El ensayo de una moral sin obligación de J. M. Guyau, Bark insis-
te en el papel benéfico de la sexualidad como fuente que alimenta la

550
Ibid., p. 142.
551
Ibid.p. 138.

215
idea fuerza del amor eterno. El amor conyugal nacerá de la afinidad
de caracteres y gustos y será un «amor divino» tal y como lo conce-
bían los románticos, «una gran fuerza el amor, y creo en los misterios
del amor como pintan los poetas, y sólo este amor irresistible y miste-
rioso debe justificar el matrimonio»552. Bajo la influencia de la filoso-
fía del placer habrá más verdad y fidelidad en las relaciones entre los
diferentes sexos. La fidelidad conyugal garantiza los «efectos armo-
niosos de aquellas finalidades sensuales» y, por ello, es la «noble guar-
dadora del amor. La verdad es la base del matrimonio y el adulterio su
muerte553, lo cual nada aporta de original a la moral que se proponía
reformar. Más que de revolución, habría que hablar de saneamiento
de los códigos morales y éticos sin que ninguno de ellos fuese
sustancialmente alterado. A pesar de su creencia en al amor idealista,
Bark muestra cierta reserva sobre el porvenir de la familia, la mujer y
el amor.
Con la independencia femenina, las relaciones amorosas y sexua-
les tendrán otro talante, así como la estructura familiar, todas ellas no
se basarán exclusivamente en el contrato del matrimonio como un
negocio con el que se compra «el reconocimiento social» y «la manu-
tención». A pesar de todos los cambios, Bark considera el amor y el
matrimonio como problemas claves de la sociedad e insiste en la im-
portancia de éste último como célula de la sociedad. En resumen, en
la República Social, bajo la influencia de la moral social y de las con-
diciones económicas, las relaciones amorosas sufrirán una profunda
revolución.
Bark pronostica la desmitificación del acto sexual que se limitará a
un acto fisiológico y como tal, «será considerado como una función
del cuerpo igualmente natural y necesaria al hombre adulto como en
cierto modo a la mujer»S5\ Así, en lo que concierne a la virginidad
femenina, Bark resume en Filosofía del placer las diferentes tenden-
cias en Europa. Critica a los naturalistas, quienes ponderan el instinto
fisiológico reduciendo el valor del amor psíquico y espiritual. Los co-
mentarios de Bark están impregnados de puritanismo, que contradice
el liberalismo sexual que él mismo propugnaba, justificado únicamente
por la «grandeza de los ideales»:

•D->^ La obra de Guyau fue publicada en París en 1896. En 1903 fue traducida al
español por L. Rodríguez, según documenta ALVAREZ JUNCO, José, La ideología del
anarquismo español, Madrid, Ed. 5XXI, 1976 y 1992, p. 122 de la primera edición.
333
Filosofía del Placer, Op. cit, p. 123.
554
Ibid, p. 98.

216
«La virgen pura e inmaculada quedará siempre el ideal del
hombre que piensa fundar familia; sin embargo, habrá tal vez más
hombres que hoy dispuestos a transigir con una viuda, o sea una
mujer que ya conoce el amor»sss.

Nuestro autor salvaguarda la moral y el machismo conservadores


de los católicos o protestantes. Nada manifestará sobre la misma vir-
ginidad y viudedad masculina. Ante el matrimonio y la mujer, el pen-
samiento de Ernesto Bark oscila entre el progresismo y la liberaliza-
ción de las costumbres, los grandes ideales que distancian al hombre
de la conducta animal y los accesos de machismo como el que obser-
vamos respecto de la virginidad femenina.
La crítica al concepto del matrimonio como institución social divi-
na al servicio de la procreación, la libertad del concubinaje y el amor
libre, se compaginan con la exigencia de la responsabilidad de quie-
nes franquean el «gravísimo compromiso» del matrimonio. Salvo el
celibato religioso por el antinatural y antisocial voto de castidad556,
Bark tolera cualquier fórmula de convivencia fuera del matrimonio
siempre que no haya descendencia, la cual exige la legalización del
«matrimonio de hecho» para asegurar la satisfacción de las necesida-
des materiales y afectivas de los hijos. En consonancia con la impor-
tancia que concede a la presencia de ambos progenitores en la edu-
cación de los hijos, Bark rechaza tajantemente la libre maternidad
estimando que es la solución al problema del amor y de la mujer.
Sostiene que la educación de los hijos exige «la cooperación amorosa
del padre con la madre», allende de las sólidas condiciones económi-
cas que requiere el sostén familiar y teniendo en cuenta que la legisla-
ción española sobre la asistencia social para la madre soltera es prác-
ticamente inconcebible557.
Con el liberalización de la moral y las costumbres, el concepto de
amor libre sufría, según Bark, un sinfín de tergiversaciones en las men-
tes populares. Propendían a confundirlo con el desenfreno y la prostitu-
ción cuando, en realidad, no era más, que una protesta contra el amor
subyugado «por toda clase de preocupaciones ofensivas a la dignidad
de la mujer y por leyes absurdas»558. A su juicio, amor libre significa
simplemente amor sin coerción, únicamente efecto de la atracción sexual

555
Ibid., pp. 98 y 124.
- " " La prostitución y las depravaciones sexuales en los conventos eran temas muy
frecuentados por la crítica anticlerical. Nuestro autor quiere erradicar el voto de casti-
dad por no ser más que es un germen de corrupción. En consecuencia, el celibato es
para Bark una indigna mentira que habría que erradicar como si de la peste se tratase,
Estadística social, Óp. cit., p. 1 86.
5->7 Filosofía del placer, Op. cit., p. 91.
558
Ibid., p. 114.

217
sin excluir la posibilidad del amor místico. Ejemplos de amor libre son
tanto un casamiento sin ceremonia religiosa, «un matrimonio ideal con-
sagrado por al amor libre como único lazo», como las alternativas de la
comunidad promiscua del ruso Chernichefsk. La convivencia en «amor
libre del vínculo matrimonial» era muy frecuente entre los jóvenes arte-
sanos y obreros. Sin dudar de la moralidad del principio, lamenta Bark
que este tipo de unión «familiar» divulgado por la ideología libertaria
se estuviese convirtiendo en una licencia que lastimaba los legítimos
intereses de las mujeres y de los niños. No obstante, el Anarquismo no
era de ninguna manera responsable:
«Gente ignorante y de instintos groseros, no pueden menos
que sentir como animales en una cuestión donde se trata de facto-
res ideales, el cariño conyugal, etc. [...] (se trata) de estravíos bru-
tales de algunos vividores que en España han preconizado las ex-
celencias de los apetitos carnales en detrimento de los sentimien-
tos altruistas que deben ser los factores directores en la solución
del problema del amor»559.

Como denuncia la cita anterior, el amor libre se había convertido en


el refugio de la «flaqueza humana y del vicio sexual». Bark califica este
uso del amor libre de «prostitución dorada». Sus orígenes eran la lujuria
de la «Venus que se sacrifica ante los altares del amor libre». Estas Ve-
nus podían ser desde la joven acomodada, la actriz o la mujer seducida
por un amante sin conciencia, hasta la gran dama que se burla de las
preocupaciones éticas y morales. La defensa del amor libre se reduce,
pues, al amor fundado sobre el respeto de los valores éticos y morales,
los cuales se asemejan a los cánones puritanos conservadores de la
sociedad capitalista criticada. En consecuencia, Bark no pone en tela
de juicio los valores del código moral, sino la conducta utilitarista que
reducía dichos valores a una práctica hipócrita y egoísta.
En cuanto a las otras alternativas, la elección de la monogamia o
la promiscuidad ha de ser una decisión individual sin ningún tipo de
presión, por lo que acabará alcanzando igual reconocimiento social.
Cada modelo se eligirá según los proyectos individuales de vida , y
esta decisión responsable será respaldada por la sociología según ex-
presa nuestro propagandista en el párrafo siguiente:
«La sociología no puede imponer su veto, sino al contrario
encuentra razonable que no dejen de gozar las dulzuras de amor
aquellas personas que no tienen vocación ni virtudes para la vida
de familia y que harían desgraciada la esposa y más desgraciados
aún los hijos si los tuvieran»560.

Estadística Social, Op. cit, pp. 187-188.


Filosofía del placer, Op. cit, p. 116.

218
Como medida de prevención social, Bark aboga por la exigencia
legal de un reconocimiento médico previo al matrimonio con el fin
de evitar las transmisiones virales561. Los consejos morales oficiados
por la religión serán sustituidos por aquellos aportados por la medici-
na y la higiene562. Teniendo en cuenta los problemas de demografía y
economía mundiales, Bark contempla todas las estructuras alternati-
vas al matrimonio en las que no hay progenitura, como solución a los
problemas económicos expuestos por Malthus sobre de la escasez de
recursos y de producción mundial en proporción con el número de
habitantes, a pesar de las ya inquietantes cifras sobre el descenso de la
natalidad.
En resumidas cuentas, la filosofía del amor de Ernesto Bark pide
que el matrimonio deje de ser un lazo opresivo, la posibilidad del
divorcio y la práctica de amor libre para los que no tienen vocación
familiar. La promiscuidad o la monogamia son modelos alternativos
en la sociedad moderna por los que cualquiera puede optar. Recono-
ce el derecho a la libre decisión individual para la adopción de cual-
quier modelo de vida. Empero, la sinceridad moral y el respeto que
nuestro autor sentía por la infancia, la mujer y los grandes sentimien-
tos le indujeron a establecer cortapisas en cuanto a la responsabilidad
de la paternidad y a condenar la satisfacción embrutecedora y animal
del placer individual. Años después, en su obra La Santa Bohemia,
Bark desarrolla de nuevo esta temática reclamando de nuevo la edu-
cación de la mujer, la igualdad jurídica y económica que han de de-
terminar la nueva posición de la mujer en la sociedad, en el matri-
monio y en las relaciones sexuales. Para la exposición de dichos pro-
blemas aporta escasas conclusiones innovadoras. Su texto es un
sincretismo de Felipe Trigo y Eduardo Zamacois, entre los españoles
citados, y utiliza textos extranjeros, entre los que destacan
Chernichefsky y Reclus con sus teorías del amor libre, Stuart-Mill para
la defensa del voto femenino, Fuillée y Guyau en la defensa de la
sensualidad como fuente de moralidad y altruismo563. Con el adveni-
miento del Republicanismo socialista, Bark pronostica que ningún cri-
terio cerrado sobre las cuestiones la mujer, el amor y la familia se
podrá imponer a los ciudadanos. Pero, en ese cercano porvenir, el
Socialismo Positivo luchará por la igualdad ante la ley y la indepen-
dencia económica como garantía de la completa emancipación de la
mujer564.

561
Ibid., pp. 88-89.
562
Ibid, p. 99.
->°3 i¡¡ Santa Bohemia, Op. cit., pp. 37 y ss.
564
Estadística Social, Op. cit., p. 188.

219
2. 3. La Educación para la República Social.

El colofón de la mayoría de las obras de Bark sobre soluciones


positivas de Política Social es una propuesta de reforma educativa. La
educación de la sociedad es, para Bark y su Socialismo Positivo, la
base de la regeneración nacional y de la emancipación del pueblo 5 ^.
Por ello, la Política Social incluye un apartado de política pedagógica
extendida a todas las esferas de la vida.
En primer lugar, Bark declara que el Estado ha de aprovechar todos
los medios posibles para educar al pueblo, conferirle unos valores y
unas enseñanzas determinadas y en condiciones de igualdad que equi-
libren las diferencias sociales. El Socialimo Positivo propone una edu-
cación integral que comprende la instrucción, la educación en los
grandes ideales y modelos de virtud, así como la comprensión reflexi-
va de los problemas de la vida. Ello implica la adquisición de unos
valores rectores para vivir en armonía con los demás y para la socie-
dad, cuyos componentes esenciales han de ser la solidaridad y la co-
operación. El fin último de la pedagogía es educar individuos «socia-
lizados» desarrollando en cada individuo las cualidades que permiten
alcanzar la felicidad.
La implantación de una nueva moral social depende de la mejora
de las condiciones económicas y la educación del pueblo. Con la
satisfacción de estos factores se moralizará de manera más efectiva
que con los catecismos y sermones. La educación de los sentimientos
se realizará merced a la admiración de los modelos de virtud, en el
estudio del arte y de la historia, insistiendo en «la admiración y el
cariño que debemos manifestar por los buenos, más aun que por el
talento, será el premio más noble de la virtud»566.
Bark piensa que la educación posee una cualidad reparadora y
niveladora puesto que modifica las inclinaciones desgraciadas, los
efectos de la herencia, del ambiente y demás causas indeterminadas.
La educación transforma los instintos destructores, no con la repre-
sión, sino mediante la desviación hacia cauces positivos al servicio de
la sociedad:
«Nada de reprimir inclinaciones y pasiones, domar arrebatos
y predicar abnegaciones, mortificaciones de la personalidad y exigir
humildad y mansedumbre. Al contrario, hacen falta caracteres
indómitos, voluntades de hierro, individualidades confiadas en su
poder»567.

363
Consúltese GUEREÑA, José LuisyTIANA, Alejandro (Eds.), Cultura, educación
y clases populares. Siglos XIX y XX, Madrid, UNED y Casa de Velázquez, 1987.
566
Filosofía del placer, Op.cit., p. 105.
567
Ibid., p. 170.

220
Un carácter fuerte no está, sin embargo, reñido con la prudencia y
modestia en el confrontamiento entre los hombres. Con la educación
y el progreso de la moral positiva, el hombre tendrá la facultad de
encontrar el equilibrio en una existencia rica individual y socialmen-
te. Integrará los valores y códigos sociales, o sea, habrá desarrollado
su sociabilidad. En suma, Bark proclama que gracias a la educación
se puede llegar a ser feliz568 de acuerdo con los principios de la moral
social. La enseñanza del arte y de la historia mediante la admiración
de lo bello, la conversación, la declamación de versos y dramas y la
música son ejemplos de las herramientas educativas a disposición del
altruismo569.

2.3. 7. La Reforma de la enseñanza en España.

En los albores del nuevo siglo, Bark participará en el


regeneracionismo pedagógico desde los círculos republicanos radi-
cales. Fundó las asociaciones Acción Democrática y la Unión de Pa-
dres de familia que le servirían de plataforma de acción. La educación
como agente de reforma y de democratización, la elevación de la
cultura de la nación al nivel de los países desarrollados y la imperante
reforma del sistema educativo español serán las claves de la obra y el
pensamiento «Modernista»570 de Bark en materia educativa y pedagó-
gica desde 1901 hasta aproximadamente 1910, año en el que encon-
tramos sus últimas huellas.
La educación nacional era uno de los problemas «tratados con
predilección por los modernistas» y entre ellos, Bark elogia a Francis-
co Giner de los Ríos, Miguel de Unamuno, Pedro Dorado Montero y
Adolfo González Posada. Las ideas reformistas sobre educación refle-
jadas en la bibliografía de Bark no son una propuesta original sino
que se adscriben a las de aquellos regeneracionistas quienes «ya ha-
bían indicado claramente los senderos que deben seguir los legislado-
res si quieren interpretar los deseos de la opinión progresiva». La úni-
ca intención de Bark es «resumir esta corriente apuntando algunas
reformas inspiradas por la experiencia en otros países y por casi viente
años de actividad pedagógica», además, se reunió con ellos intentan-
do definir el denominador común y persiguiendo la unión en los es-
fuerzos. Publicó sus entrevistas y un proyecto de educación nacional

568
Ibid., p. 168
D
° ° Y sobre lodo la música porque es la única capaza de unir «con un lazo de
armonías a las personas de más encontradas ideas», Filosofía del placer, Op. cit., pp.148
y 166.
" 0 Modernismo, Op. cit.,p. 28. El término modenista equivaldría aquí a reformis-
ta o regeneracionista.

221
en el libro, hasta el momento sin localizar, Alma Española57'1. Así pues,
Bark se presenta una vez más como propagandista de las corrientes
en boga y pequeño activista entre las masas populares.
El índice de analfabetismo en España estaba cifrado, según Bark,
en doce millones de españoles sobre los dieciocho millones que cons-
tituían su población, lo cual situaba nuestra nación, tras Portugal, en
el segundo de los países con mayor índice de iletrlsmo de Europa
Occidental572. En contrapartida, idealiza al pueblo español y discier-
ne en él una inteligencia natural que proviene de su gran sociabilidad,
la cual, siendo:
«[...] efecto del clima, de los países latinos, es un factor civili-
zador mucho más importante que los tan cacareados maestros
elementales del Norte. He hablado con charros que no sabían ni
leer ni escribir, pero cuya cultura general, trato fino y sentimientos
cultos, eran muy superiores a la cultura de la clase media en Fran-
cia y Alemania»573.

No había, pues, más que potenciar esas virtuades del pueblo me-
diante la democratización del sistema de enseñanza. Lógicamente,
Bark propugna una educación elemental, obligatoria y aconfesional,
como en otros países europeos. El estado primitivo de la educación
española se explica por la nimia inversión estatal, apenas 27 millones
del presupuesto del Estado frente a los 198 que gasta el gobierno fran-
cés574, lo cual justifica la falta de establecimientos docentes y la cali-
dad de los mismos. «¡Basta ya de bachilleres señoritos!», clamaba
Bark, quien denunciaba los fraudes de los lujosos colegios privados
que sobornaban a los docentes y educaban a la juventud en la menti-
ra:

->' ' Alma Española, constaba de los siguientes capítulos. Psicología de las Nacio-
nes, La Educación Nacional, la regeneración por la escuela y la mujer, Modernismo o
Clericalismo, Greater Spain. Publicado en 1903, es una continuación de su primera
obra en materia de reforma educativa, Modernismo, 1901. En Filosofía del Placer el
autor la presenta como un libro preparado y discutido en reuniones políticas en el que
expone con mucho detalle un plan de educación del alma nacional, Op. cit., pp. 102-
103.
j72
Cifras que vienen a coincidir con las aportadas por GUZMAN REINA, A. Cau-
sas y remedios del analfabetismo en España, Madrid, 1955, p. 15. Datos citados por
MARTÍNEZ CUADRADO, Miguel, «La edad de plata de la cultura española» en Restau-
ración y crisis de la monarquía, vol. 6 de la colección colectiva dirigida por ARTOLA,
Miguel., Historia de España, Madrid, Alianza Editorial, 1991, pp. 488-489 [481-506].
•''•' Revolución Social, Op. cit., p. 96.
074
Modernismo, Op. cit., p. 33. De las 24.529 escuelas elementales oficiales ha-
bía, en 190, 2.000 maestros con sueldos inferiores a 250 pesetas.

222
«Estos mercanchifles del magisterio corrompidos por los aris-
tócratas y capitalistas estúpidos que fomentan la ignorancia de sus
hijos, tienen la culpa del inmerecido descrédito del cuerpo do-
cente en general»575.

La enseñanza, mera educadora de los «loros acéfalos», no cum-


plía, en opinión de Bark, la función social de igualar diferencias eco-
nómicas, intelectuales y éticas en la población. Los responsables de
estas insuficiencias eran el mismo Estado y la Iglesia Católica. Ambas
fuerzas manipuladoras se interesaban únicamente en embrutecer a la
juventud y neutralizar todo elemento peligroso susceptible de sacar al
pueblo del oscurantismo y convertirlo en una amenaza al poder. Su
consigna no era otra que la de crear subditos dóciles y feligreses devo-
tosS7S. Bark denuncia que bajo supuestas intenciones educativas:
«La conspiración negra penetra en los hogares fomentando la
prostitución doméstica y arrebatando los hijos del hogar paterno
para sepultarlos en los conventos, estos pudrideros de la energía
nacional, y casi siempre lupanares de vicios irreprochables y ab-
yectos577.

Un ejemplo palpable de la dominación católica en materia educa-


tiva era la censura y tergiversación de los contenidos académicos.
Haciendo sólo referencia a la enseñanza de la historia, observamos
cómo todo estaba supeditado a la visión de la Iglesia Romana y al
deseo de desarrollar en los españoles un falso orgullo convenciéndo-
les de la importancia de España como portaestandarte del catolicis-
mo. De esta manera explica Bark, por ejemplo, que se abandone el
estudio de Alemania y su significación en el desarrollo de Europa al
ser considerada «el país abominable del protestantismo y en la actua-
lidad el foco del socialismo en el mundo»578. La esferas del poder
habían alimentado en España, según Bark, una actitud de desprecio
hacia toda la educación: el maestro era una de figura social peyorati-
vas, el plan de estudios y la metodología eran obsoletos, etc. Los go-
bernantes eran conscientes de la mala calidad de la enseñanza espa-
ñola, como la polémica instauración de los exámenes de ingreso de-
mostraba, sin adoptar por ello cualquier reforma. Bark hace un llama-
miento a padres y maestros para que tomen parte activa en el movi-
miento de reforma pedagógica, llamamiento que se materializará en
la organización de asociaciones y juntas locales de Instrucción, las

575
Ibid., p. 17.
576
Ibid, p. 9.
077
Socialismo Positivo, Op. cit., p. 98.
57o Revolución Social, Op, cit., pp. 12 y 34.

223
cuales debían «ser la célula autónoma del edificio educativo», como
estudiaremos próximamente579. Con unos programas inadecuados a
las necesidades de los jóvenes españoles, la educación se concebía
como una «corvada» en lugar de ser un placer. Por consiguiente, la
ciencia social tenía como fin el transformar en una experiencia grata
los estudios del niño y convertir los colegios en «gimnasios donde se
ejercite la inteligencia y se inspiren los sentimientos nobles en lugar
de tormentos que embrutecen al espíritu y amortiguan el cuerpo»580.
Ante todo, la enseñanza se había de adecuar al pueblo y a una efecti-
vidad en la vida práctica y profesional. Los pensadores y pedagogos
españoles no estaban en suficiente relación con las masas populares
como para definir sus proyectos en coherencia con las necesidades
de las mismas. Se habían de abandonar los inadecuados métodos pe-
dagógicos importados de Francia. Una línea pedagógica nunca se había
de perfilar imitando los modelos de otros países puesto que nunca
podrían adaptarse a la idiosincrasia del pueblo español. Bark achaca-
ba a Giner de los Ríos y Dorado Montero el inspirarse en la pedagogía
alemana, la cual era diametralmente opuesta a las necesidades psico-
lógicas del pueblo español. En efecto, el sistema de Frobel, empleado
en Alemania y Suiza se fundamentaba en el espíritu de independen-
cia y de libertad individual que «pugna absolutamente con las ten-
dencias autoritarias del ambiente español reflejadas en al absolutismo
de los padres con respecto a los hijos y de los maestros...»581. Conce-
der precipitadamente la libertad total era incurrir en un peligroso error.
Se podía orientar paulatinamente la educación española hacia los
valores de los pueblos germanos, como el respeto a la independencia
personal, la amistad sincera y el compañerismo que sustituían el auto-
ritarismo en la escuela y sociedad españolas.
Entre los proyectos de reforma educativa, Ernesto Bark tratará
preferencialmente la reforma de las enseñanzas secundaria y univer-
sitaria, insistiendo en la actualización de los programas y la democra-
tización de la educación. Bark reclamaba la reforma de la enseñanza
secundaria: contenidos anacrónicos, falla de pragmatismo, fábrica de
memoristas y paupérrimos intelectuales, los cuales son «frutos secos
del absurdo sistema actual, que encuentra su flor en el famoso adagio:
bachiller en artes, burro en todas partes»582. La inadecaución de la
enseñanza secundaria ante la vida profesional exigía un nuevo plan-
teamiento de ese bachillerato dado que muchos jóvenes no prose-

s / y
Modernismo, Op. cit., pp. 34-35.
•>°° Filosofía del placer, Op. cit., p. 142.
¿
° 1 Modernismo, Op. cit., p. 11.
582
lbid.,p. 14.

224
guían sus estudios en la Universidad. Para armonizar la educación
con la vida futura y la inserción laboral, Bark proponía la creación de
un bachillerato de aplicación, basado en una primera formación ge-
neral, «suficiente para los servicios en oficinas y particulares», que
posibilitaba a los más jóvenes la integración en sectores como el co-
mercio, la agricultura, los servicios, etc. Su programa se componía de
asignaturas necesarias para la vida cotidiana38". Merced a este bachi-
llerato práctico, terminado a los catorce años, sólo los jóvenes con
ambiciones universitarias proseguirían sus estudios durante dos o tres
años más, con un bachillerato especializado en función de sus pro-
yectos profesionales futuros.
Para finalizar, Bark tratará el problema de la organización de los
exámenes. Estaba en desacuerdo con su abolición, por la que aboga-
ban Giner de los Ríos, Dorado Montero y Echegaray. Estimaba que en al
ambiente autoritario español, la supresión de los exámenes conduciría
al fracaso de la enseñanza al no sentir los estudiantes la imposición de
una inspección exterior y la amenaza del fracaso584. Como solución
intermedia para las enseñanzas medias, Bark proponía una reducción
de «los inútiles exámenes anuales a dos exámenes finales al acabar el
tercer y sexto año de bachillerato»585, los cuales exigirían que:
«[...] la preparación sea a conciencia, y no tan sólo el amaes-
trar de loros que olvidan en pocas semanas lo aprendido. A la vez
serán estas solemnidades útiles para que los alumnos, dándoles
ocasión para exponer sus conocimientos ante un auditorio y en
circunstancias solemnes, lo cual es una preparación para la vida
pública del futuro ciudadano»586.

Como propugna en Francia Ernesto Lavisse, estas convocatorias


deberían rodearse de cierta solemnidad para garantizar su suficiencia,
de acuerdo con la política pedagógica de Alfonso Posada.
Otra cuestión que Bark examina es la enseñanza de lenguas ex-
tranjeras. La reivindicación modernista de la enseñanza de lenguas
extranjeras en los Institutos, al parecer levantó, según Bark, cierta po-
lémica ya que fue recibida como un desafío al estudio de las lengua
clásicas, en concreto del latín. Bark aplazaba el estudio del latín a
edades más avanzadas en las que el estudiante disfruta de la capaci-
dad suficiente para un «estudio racional y eficaz de la gran civiliza-
ción romana y su inmortal lengua»587. Además, el estudio de una len-

583
Ibid., p. 13.
584
Ibid, p. 11,
585
Ibid., pp. 12 y ss.
586
Ibid., p. 14.
587
Ibid., p. 19.

225
gua moderna predispondrá a los jóvenes bachilleres al estudio de una
lengua tan rica y complicada como el latín. Bark se pronuncia, de
acuerdo con Unamuno, por la importancia del aprendizaje del latín
como fuente enriquecedora del castellano. El estudio del latín permi-
tiría a los hablantes la invención de voces nuevas588. Bark proponía el
francés desde los estudios generales del bachillerato como lengua más
adecuada para los institutos españoles, porque:
«El espíritu moderno halla el mejor vehículo en los idiomas, y
en particular el francés, porque Francia marcha hoy al frente de
los de la humanidad como propagadora de ideales del progreso, y
este espíritu debe inspirar toda la enseñanza en España y no tan
sólo unas cuantas asignaturas con que se ha pretendido infundir
sangre nueva al árbol seco de la filosofía anticuada que se enseña
en nuestras Universidades.»589

Bark critica los métodos didácticos empleados para la enseñanza


de las lenguas modernas. Proscribe la memorización exclusiva del
célebre «fardo indigesto de reglas gramaticales» que engendran la
antipatía a los idiomas. Programa el perfeccionamiento oral y el estu-
dio de textos y de los aspectos culturales que gravitan en torno a una
lengua: la literatura , la filosofía y la historia. De esta manera, el estu-
dio de idiomas servirá, en opinión de Bark, a ensanchar las ideales de
la juventud. En este sentido, con la traducción de los grandes autores:
«[...] penetra el joven español en un mundo nuevo de brillan-
tes perspectivas y se llena el alma de sublimes ideales humanita-
rios; su inteligencia se desarrolla al penetrar en las formas grama-
ticales y sobre todo adquiere conciencia de las riquezas peculia-
res de su propio idioma comparándolo constantemente con el
extraño»590.

A favor de estos principios se manifestaba el lingüista republicano


Eduardo Benot en su Arquitectura de las lenguas, insiste en la impor-
tancia de hablar lenguas «extrañas» para penetrar en otros mundos e
ideas de manera racional como palanca de progreso591.
Un último problema de la enseñanza secundaria era su acceso a
la población. Bark estimaba que el principio rector del Estado debía
ser el de la democratización y, por lo tanto, la igualdad de oportuni-
dades con la construcción descentralizada de institutos y la creación
de un sistema de becas para los jóvenes de provincias.

588
Ibid., p. 23.
589
lbid„ p. 27.
590
Ibid., p. 21
591
Ibid., p. 25.

226
Respecto de la enseñanza superior, Bark se adscribe a los proyec-
tos de Giner de los Ríos: las universidades son fábricas de personal
para las múltiples funciones que la sociedad requiere, por lo cual, han
descuidado su función investigadora en aras del progreso de la socie-
dad. Denuncia las medidas gubernamentales contra las grandes per-
sonalidades universitarias, las cuales, son a veces «toleradas, como
excepciones, y a veces expulsadas» como sucedió durante el gobier-
no de Cánovas con Giner y Salmerón entre otros592. Ernesto Bark, con
intención claramente propagandística, concede especial relevancia a
las iniciativas de la Universidad de Oviedo con la extensión de
enseñanaza universitaria entre las clases trabajadoras. Gracias a su
actividad, nuestro autor espera que la industria y el comercio españo-
les adquieran la suficiente formación para ser competitivos ante el
mercado extranjero.
Finalmente, subraya la importancia de la orientación escolar y pro-
fesional de los jóvenes puesto que, de acuerdo con el principio al-
truista de la moral social, tanto el trabajo como el estudio han de ser
fuentes de placer. Consecuentemente, cada uno debe elegir la profe-
sión que mejor se adapte a sus condiciones innatas593. La orientación
es una responsabilidad de las familias y de las instituciones: en el
amplio elenco profesional que aparece con el progreso se van borran-
do las fronteras entre el trabajo intelectual y el manual, al imponerse
una graduación infinita entre el mecánico y el ingeniero. Esta gradua-
ción complica la elección de una determinada profesión, pero matiza
las clásicas distinciones de «clases y estados, del feudalismo y la es-
clavitud»594.
Gracias al establecimiento del bachillerato práctico, el joven pue-
de finalizar su educación y disponer del tiempo suficiente para cono-
cer diferentes profesiones si fuese necesario. La contribución de los
maestros será fundamental para estudiar las inclinaciones y talentos
de cada alumno, y en colaboración con sus padres, aconsejar a su
discípulo aquellas carreras para las que posea aptitudes. De este modo,
la elección de una carrera dejará de ser objeto de la tradición familiar,
del azar o el capricho595.

i,<32
Un estudio específico es ei de GÓMEZ MOHEDA, M'1 D., Los reformadores ele
la España contemporánea, Madrid, CSIC, 1966.
593
Filosofía del placer, Op. cit., p. 169.
594
lbid.,p. 169.
J
"-> Modernismo, Op. cit., pp. 41 -46.

227
2. 3. 2. La enseñanza moral y religiosa.

Entre los aspectos más espinosos del controvertido reformismo pe-


dagógico aparece la educación religiosa y moral de los niños. Sin
duda alguna, Bark apunta por el absoluto laicismo en la enseñanza
oficial porque corresponde a la familia y no al Estado determinar las
aspiraciones religiosas de un individuo. Por otra parte, sostiene que:
«Llevara las escuelas las luchas de sectas es imprudente, por-
que significa provocar contra el catolicismo los recelos de los ca-
tólicos liberales y los odios justificados de los librepensadores,
contra una imposición insoportable»596.

Bark desea eliminar el prejuicio instaurado por la Iglesia católica


en España sobre la ausencia de moral fuera de las convicciones reli-
giosas. Ya anotamos anteriormente que, según nuestro autor, la moral
positiva ganó con el concurso de la ciencia su independencia respec-
to de cualquier credo dogmático y la amenaza del castigo. En la refor-
ma propuesta por el Socialismo Positivo, la moral enseñada será la
moral altruista y, para ello, bien pueden servir los evangelios católicos
para descubrir el comunismo de aquél que practicaba el voto de po-
breza, humildad y caridad:
«Los evangelios son la dinamita más eficaz para volar al aire
toda esta farsa repugnante de vanidades e instintos brutales.
La inteligencia juvenil comprenderá fácilmente la comedia que
representan los explotadores del altar y apercibirá que los sacer-
dotes no tienen otro papel en la sociedad de hoy que el de
gendarmes en sotana del orden y de las injusticias reinantes»597.

Supone nuestro autor que al diferenciar entre las verdades evangé-


licas y las prácticas religiosas, los niños conservarían una actitud críti-
ca ante la Iglesia católica y abrazarían el credo humanista y altruista
de la moral social. El triunfo de esta moral y la preparación del pueblo
para la próxima Revolución Social está en alto porcentaje en manos
de los docentes. Resulta imprescindible que el maestro sea conscien-
te de su misión, elimine el espíritu viejo, autoritario, la falta de cariño,
de vocación pedagógica y solidaridad; para que ellos sean los verda-
deros agentes de política pedagógica y evangelizadores de esta nueva
moral social598.

596
Ibid., p. 47.
597
Ibid, p. 50.
598
Ibid., p. 42.

228
2. 3. 3. La educación en el ejército.

Intimamente relacionado con el problema de la educación surge


el proyecto de creación de un ejercito «verdaderamente nacional»,
garantizador de la integridad de la patria, en lugar de proteger exclu-
sivamente a las instituciones monárquicas y el orden establecido599. A
nivel internacional, Bark sostiene que por razones de estrategia políti-
ca ningún país puede permitirse el aislamiento cuando muchos inte-
reses comerciales están en juego. La diplomacia y el ejército, aunque
rechazados por el ideario libertario, son imprescindibles en una Re-
pública Social, al menos durante sus primeros pasos en la vida
mundial600. Por ello, Bark define como misiones del ejército la defen-
sa de la patria y la educación de los jóvenes desde el punto de vista
físico, moral e intelectual601. A imagen de Alemania y Rusia, se ha de
modernizar el ejército español, haciendo de él una escuela popular
que complemente la educación que los jóvenes recibían en los cole-
gios elementales; en lugar de ser «como lo es por desgracia ahora, el
vivero de un autoritarismo embrutecedor y de vicios groseros, fruto de
la holganza y de la ignorancia»602. El que considere al ejército como
un «vivero de autoritarimo» no implica el caer en el extremo anárqui-
co contrario con la supresión de la disciplina, sino la revisión de di-
cho concepto según los principios de la moral social. En consecuen-
cia, el servicio militar será personal y obligatorio en la República So-
cial603 y durante este período, los jóvenes aprenderán la religión de la
solidaridad. La disciplina sería «la consciente y espontánea subordi-
nación del individuo a un fin colectivo». Su aprendizaje junto a los
valores de la moral social serán de gran valor para el joven español,
pues enmendarán su carácter díscolo e individualista que se «satisfa-
ce con algunas frases de energía sonoras pero vacías de sentido»604.
Reversiblemente, la formación que disfrutaba el pueblo en el ejército
podría volver al pueblo, cuando estos jóvenes llegasen en su vejez a
constituir las clases pasivas de la nación. Entonces, imposibilitados
para el trabajo podrían actuar en favor de la educación popular, a
título de servicio social ejercido a cambio de «los estipendios y emo-
lumentos que reciben del Estado»605.

599
Ibid., p. 29.
600
Ibid., pp. 111-114.
601
Ibid, p. 6.
602
Ibid, p. 20.
603
Revolución Social, Op. clt., p. 106.
604
Modernismo, Op. cit., pp. 31-32.
605
Ibid., p. 34.

229
2. 3. 4. La reforma en acción.

El pensamiento reformista pedagógico de Ernesto Bark encontró


los cauces para la acción práctica a través de la Agrupación Democrá-
tica, la cual acogió como propio un programa de reforma educativa
elaborado por Bark606. En dicho programa se recogían los principios
pedagógicos. Hacia 1901 Bark constituyó una asociación conocida
con el nombre de La Unión de los Padres de Familia. Hemos localiza-
do uno de los folletos que dicha Unión publicó en aquel año titulado
Política Pedagógica. La secretaría se ubicaba en la misma dirección
personal de Bark, que era el secretario de la asociación. Bark expone
los motivos que ocasionaron la creación de esta asociación y los fines
que perseguían. Nació al calor de un mitin celebrado en el Círculo de
la Unión Mercantil organizada por Ernesto Bark, Manuel Casanueva y
Silvela, Marañón, Damián Isern, Eduardo Josué, José Campos, etc, sien-
do su invitado el senador Rafael M a de Labra, como intermediario
político607. La Unión de Padres de familia protestaba contra la política
pedagógica del gobierno puesto que consideraban que estaba violan-
do los principios constitucionales y los derechos naturales de los pa-
dres en materia de educación de su progenitura. Se oponían, entre
otras cosas, a la demarcación territorial de Universidades e Institutos
que privaba al estudiante de la elección del centro, a la desigualdad
ante los exámenes oficiales y privados, las diferencias en los derechos
de matrícula y exámenes entre alumnos privados y libres; y reproba-
ban la mala y obsoleta calidad tanto de los programas de estudio como
de los textos608. Aunque el movimiento nació en Madrid, ya había
sido secundado en Oviedo y Valencia gracias a la extensión universi-
taria. Desde Madrid, Bark intentaba movilizar la opinión invitando a
todos los interesados a manifestar su opinión sobre la reforma educa-
tiva, con el fin de adquirir la suficiente importancia como movimiento
de protesta y poder llegar a influir sobre las decisiones del Ministro de
Instrucción Pública609. En su colaboración, Bark presentaba las orien-

" En cada documento no hemos encontrado, según indicaba el mismo autor,


más que síntesis de los puntos principales o desarrollos parciales de los aspectos más
fundamentales del mismo.
607
Política Pedagógica, Madrid, La Unión de Padres de familia, 1902, p. 9.
°°° «A los padres de familia» en Política Pedagógica, Ibid., pp. 5 -23 ; también, en
la proposición de reformas de la Acción Democrática firmada el 19 de abril de 1902.
Firmaban: Sixta Carrasco, Ernesto Bark, José Juncal, Enrique Delgado, Eduardo Segura y
Francisco Lombardía. Entre los aspectos fundamentales, subraya Bark la confiscación
de los bienes de la Iglesia para liquidar la deuda pública e invertir más en instrución
pública, laicidad absoluta de la enseñanza y del Estado, organización de una Junta
Nacional de escuelas laicas y publicación de libros de texto económicos.
609
«Orientaciones», Política Pedagógica, Op. cit., pp. 29-30.

230
taciones de reforma decididas por esta Unión, las cuales configura-
ban el programa de sus reivindicaciones. En primer lugar, solicitaban
la reforma ele la formación del profesorado: proponían el cierre de las
insuficientes escuelas normales para facilitar el acceso al magisterio a
los bachilleres tras un previo examen de pedagogía, higiene, gimnasia
y demás disciplinas educativas.
Para la enseñanza secundaria solicitaban la reorganización riguro-
sa del trabajo de los catedráticos, la creación de un jurado para los
exámenes tanto de la enseñanaza privada como oficial, una revisión
de las modalidades de exámenes y un nuevo diseño curricular en el
que se contemplara una primera formación general para dar paso a la
especialización en ciencias y letras; la actualización de los programas
con la reserva del latín para cursos superiores; de la metodología en el
estudio de la historia, la física, la química y el estudio de las lenguas.
Finalmente, se aboga en defensa de la educación privada según el
ideario decidido por los padres, una educación en las mismas condi-
ciones materiales que la oficial, «que no sea oprimida y marchita en
flor por imposiciones oficiales, cortapisas administrativas y tributaciones
excesivas»610.
En el seno de Acción Democrática Bark intentó proseguir los pa-
sos de la extensión universitaria organizada por la Universidad de
Oviedo611. Creó la universidad popular en la que se organizaban, en-
tre otras actividades, clases de literatura y lengua para mujeres y ado-
lescentes. Puesto que Bark estimaba que era de vital importancia im-
plicar al pueblo en la cuestión social y regeneracionista, organizaba
conferencias sobre la familia y la educación seguidas de controver-
sias. Asimismo, en las reuniones que celebraba la Agrupación Demo-
crática se discutía y se escribía la propaganda para la reforma educa-
tiva. Finalmente, se representaban obras de teatro popular ya que Bark
confiaba en la eficacia pedagógica de este género612.
Al parecer Ernesto Bark contactó a Joaquín Costa para pedirle su
participación en el proyecto de reforma educativa de la Agrupación
Democrática. Según narra Bark, Costa no se negó, les prometió un
apoyo que nunca llegó a ser realidad, bajo el influjo del «pesimismo
sombrío que ha inutilizado para la vida pública este hombre de va-
lía», como el mismo Bark escribía. Costa le trazó un panorama som-

610
Ibid., pp. 30-36.
°' ' La existencia de esta Universidad Popular es corroborada por MAINER, José
Carlos «Algunas consideraciones sobre la lectura obrera en España (1890 - 1930)» en
Teoría y práctica del movimiento obrero en España, Valencia, Fernando Torres, 1977,
pp. 175-239 y en La Doma de la Quimera. Ensayos sobre el nacionalismo y la Cultura
española, Barcelona, Universidad Autónoma, 1988, pp. 19-82. Manejamos el primer
documento, p. 214.
°'2 Modernismo, Op. cit., p. 82.

231
brío de la vida cultural española y le aseguró que si la Acción Demo-
crática lograba despertar el interés de la ciencia, «que no lo creo que
conseguirá» en un país tan refractario como España, «cuente con mi
concurso en la extensión universitaria»613. En 1905, La Unión Educa-
tiva, sección pedagógica de Acción Democrática, propuso al Ministro
de Instrucción Pública que se asegurase la gratuidad de las matrículas
a los centros oficiales, se creasen sanatorios marítimos para salvar a
los niños de muerte prematura por escrófula, raquitismo y tuberculo-
sis; se creasen bibliotecas populares y se prohibiese a las órdenes re-
ligiosas que se dedicasen a la enseñanza. El éxito de este programa de
peticiones dependería de un cambio de gobierno según Bark, pues
«sólo una dictadura radical podrá hacer todos estos milagros»614. En
1910, Bark participó en la creación de una Liga de educación integral
y proyectaron la organización de un Congreso Pedagógico-social, del
cual no se tienen más noticias. Cecilio Alonso localizó, no obstante,
diversos actos propagandísticos celebrados en casinos y centros repu-
blicanos en septiembre y octubre de 1910, bajo el lema La revolución
por la escuela. Sus responsables eran Ernesto Bark, Andrés Ovejero y
Rafael Heredia, los tres miembros de aquella Liga615.

2. 4. La propaganda ideológica: medios y estructuras.

A lo largo de estas páginas ya se ha mencionado la importancia


concedida por los movimientos sociales de fines del siglo XIX y prin-
cipios del XX a la elevación de las masas indoctas y la democratiza-
ción de la cultura y el arte616. Las intenciones no eran exclusivamente
filantrópicas y humanitarias. Subyacía la esperanza de derrocar el sis-
tema burgués vigente y encaminar a la sociedad hacia el modelo de
República Social. Gracias a la propaganda y a la educación se
concienciaba al pueblo y se le infundían nuevos valores y relaciones
de sociabilidad. Era la única manera de «hacer al pueblo consciente-
mente revolucionario y que deje de ser una fuerza acéfala destruc-
tora»6'7. Para ello, se organizarían los medios y las estructuras de di-
vulgación cultural e ideológica adaptados al pueblo, para conducirlo
hacia la concertación de ideas en el seno de la Unión Republicana.

613
Ibid, p. 88.
614
El general tuque y el problema de España, Op. til, pp. 24-25.
"'•3 ALONSO, Cecilio, Intelectuales en crisis. Pío Baroja, militante radical (1905-
1911), Alicante, Instituto de Estudios Juan Gil Albert, 1985, pp. 318-319.
&
'"SOLA, Pere., «Acerca del modelo asociativo de culturización popular de la
Restauración» , Clases populares, cultura y educación. Siglos XIX y XX, Madrid, Casa
Velázquez, UNED, 1990, pp. 393-402
"'' Revolución Social, Op. cit., p. 163.

232
De acuerdo con los esfuerzos corporativos de la Acción Democrática,
Bark estatuye la creación de instituciones cooperativas, educativas y
de protección al trabajo que serían células de ensayo y «base del edi-
ficio social venidero». Entre las células educativas se encontraban los
casinos y círculos republicanos, las cuales habían sido ya propagadas
a través de toda España por el grupo Germinal. Sin duda alguna, estas
estructuras servían de estrategia, no sólo para crear comunidades ideo-
lógicas sino también para desarrollar la sociabilidad entre los partici-
pantes según los valores de la nueva moral social de la República
Social. En los primeros años de siglo XX, Bark observa una evolución
de la prensa periódica que va abandonando paulatinamente la propa-
ganda de ideas para atender a la información sobre la actualidad.
Buscando un nuevo soporte, la propaganda ideológica tendrá que
desplazarse desde la hoja del diario hacia las revistas semanales o
mensuales, los folletos y los libros. En función de estos cambios en el
mundo de la información desde 1901, Bark irá concentrando su acti-
vidad bibliográfica en tomo a la redacción de folletos y libros. Aparte
de estas condiciones materiales, quizás Bark sintiese poseer la sufi-
ciente madurez para abordar la labor más ardua que supone la com-
posición de un libro, o quizás se sintiese simplemente desengañado
de la ineficacia de su campaña propagandística desde la prensa. Como
el mismo confiesa:

«Quien ha tenido ocasión de comparar la eficacia de estas


diferentes maneras de propaganda, comprenderá el alejamiento
de los escritores independientes y muy personales y originales de
la prensa diaria y la preferencia que clan a los folletos y más aún al
libro»6'8.

Al cotejar un artículo con un libro Bark examina la características


de cada tipo de texto y el contexto de sus respectivas recepciones. El
artículo, un texto esparcido entre mil otras noticias, se lee rápidamente
y deja una huella superficial en los lectores. El libro, tan sólo por su
disposición física, exige otras condiciones de lectura y de disposición
de ánimo: la encuademación en un volumen invita a la lectura, durante
la cual, la atención se concentra cierto tiempo en el asunto tratado. Aun
así, Ernesto Bark reconoce la supremacía del libro, el periódico y el
folleto sobre la oratoria para la eficacia propagandística, porque «pene-
tran sigilosamente portadas partes dirigiéndose a la inteligencia», mien-
tras que los discursos apelan a «la fantasía y las pasiones y su efecto lo
borra el tiempo, si antes no lo ha borrado ya la razón reflexiva»619.

Filosofía del placer, Op. cit., p. 79.


El Internacionalismo, Op. cit., p. 33.

233
2. 4. I. Bibliotecas Populares.

Dada la importancia que Ernesto Bark concedía la lectura como


preparación para la Revolución Social quiso fundar durante toda su
vida Bibliotecas populares para la educación del pueblo, a imitación
de la práctica socialista alemana que él mismo conoció durante su
juventud. Recordemos que Bark organizó Bibliotecas en cada una de
las tribunas periodísticas que fundó620. La publicación de colecciones
populares económicas resulta ser «un factor de propaganda de primer
orden». Como solía afirmar, «unos cuantos millares de buenos libros
son mejores propagandistas que muchos oradores, cuyos discursos se
lleva el viento»621. La Biblioteca Germinal proyectó numerosas publi-
caciones, desde folletos políticos y científicos y las disertaciones más
sobresalientes de la Universidad Libre, hasta las obras de literatura
social que reflejan «la protesta e ira del pueblo, pero también sus
entusiasmos y amores, sus esperanzas y sus aspiraciones generosas».
Esta Biblioteca, recordaba Bark, encontró bastantes obstáculos para
poder triunfar debido a «la terrible pasividad y apatía musulmana de
nuestros correligionarios»622. Empero, la mayoría de los republicanos-
socialistas confiaban en el éxito de estas campañas publicitarias, pues
pensaban que con la concienciación del pueblo «en la forma fácil,
agradable y económica de los opúsculos de batalla, de actualidad», la
Revolución Social sería una batalla resuelta623. En la organización de
las Bibliotecas populares intervendrían directamente el Centro de Es-
tadística Social que establecería relaciones directas entre las casas de
edición y los escritores, poniendo en contacto los posibles donadores
y organizando de salas de lectura. Asimismo, se intentaría facilitar la
edición de manuscritos de propaganda creando un sistema de accio-
nes u obligaciones similar al que ya ideó Bark en el seno de la
Spanische-Deustche Revue, y al que aludimos en al capítulo dedica-
do al estudio de la producción bibliográfica alemana. Con dicho sis-
tema se deseaba facilitar la salida de folletos y libros radicales que
habían sido vetados por la acción clerical. Se solicitaría un precio

°-" Sobre las Bibliotecas populares en años anteriores: VIÑAO FRAGO, Antonio,
«A la cultura por la lectura. Las Bibliotecas populares (1869-1885)» en Clases popula-
res, cultura y educación, Op, cit., pp. 301 -335. Jean-Francois Botrel ofrece una panorá-
mica completa sobre las diferentes librerías y las colecciones publicadas en-torno a las
célebres bibliotecas, popularizadoras de la cultura a precios módicos en Libros, prensa
y lectura en la España del siglo XIX, Madrid, Fundación Sánchez Ruipérez, Ed. Pirámi-
de, 1993, pp. 543-655. José Carlos Mainer en el artículo sobre la lectura obrera antes
citado estudia las bibliotecas de La Revista Blanca y El Socialista.
° 2 ' Filosofía del placer, Op. cit., p. 79.
622
Ibid., p. 4.
" • " La Fórmula Social, Op. cit., p. 4.

234
mínimo al autor, a veces correspondiente al precio material de coste,
para poder ser distribuido más fácilmente entre las asociaciones obre-
ras. La fundación de estas bibliotecas obreras aseguraría la democrati-
zación de la cultura y el estrechamiento en las relaciones entre el
proletariado de «manos callosas» y el proletariado «de la pluma»624.
En el preámbulo de La Fórmula Social (Madrid, 1913), Bark justifi-
ca la edición de folletos y de ediciones baratas en esta Biblioteca de la
Editorial Cooperativa de Autores con el fin de democratizar la cultura
y hacer partícipes a todos los sectores sociales de la actualidad socio-
política. En este documento se explicitan algunos aspectos puntuales
de Bibliotecas como es la publicación de folletos a precios módicos y
variables para que lleguen a un público amplio y diversificado. Los
ajustes de precios han de adaptarse a las posibilidades económicas
del cliente lector y se asegura una distribución gratuita entre los obre-
ros pobres. Bark aplicaba este mismo concepto a sus propios volúme-
nes. En Socialismo Positivo nuestro escritor critica, precisamente, a
Anselmo Lorenzo por no convertir en una realidad práctica el altruis-
mo del pensamiento anarquista que divulgaba. En lugar de dar sus
publicaciones al coste del material, Anselmo Lorenzo las vendía a
precios elevados, lo cual impedía la propaganda política y retardaba
la labor revolucionaria. Bark se expresaba en los siguientes términos:

«[...] escribió para la propaganda y no para el lucro, que los


lectores burgueses paguen aquel precio; pero a los correligionarios
debe darlo al coste material para que no se le reproche con razón
de querer explotar pecuniariamente la idea»625

Obedeciendo a este principio, Bark vendía sus libros de propa-


ganda muy caros en las librerías y los donaba o vendía a precios de
edición a los proletarios y demás amigos políticos. Estimaba que no se
trataba de un «mérito sino la consecuencia lógica de nuestros ideales
y un deber de todos»626.
Otras obras fundamentales que deben figurar en toda biblioteca
son, en opinión de Bark, las obras históricas sobre Lucano, los prime-
ros siglos del cristianismo y la Reforma religiosa. Igualmente, los tex-
tos de Castelar, han de ser:
«[...] la Biblia popular, donde nuestra democracia aprenda a
ver las cosas del presente desde el punto de vista de la filosofía,
porque Castelar es en sus obras históricas un profundo filósofo
sintético y un poeta inspiradísimo; y el pueblo necesita conceptos

° 2 4 Revolución Social, Op. cit., pp. 164-163.


° " Socialismo positivo, Op. cit., p. 195.
626
lbid.,pp. 201-203.

235
sintéticos, amplios, cosmopolitas, el contacto con el aliento ínti-
mo, que hace del horroroso vaivén de los acontecimientos del
pasado una Comedia Divina que nos instruye y eleva a las regio-
nes sublimes de la belleza y de la verdad»6".

Como ya indicábamos, el respeto por la tradición como fuente de


saber reaparece cuando examina la cuestión de la educación tanto
institucional como alternativa. La revisión de los eventos del pasado
permitirá al pueblo aprehender y subsanar los errores del presente.
Por último, las obras ele Pi y Margal I serán de gran utilidad al reflejar
«la quinta esencia del pensar y del sentir de toda una generación»628.

2. 4. 2. Otros círculos de sociabilidad: un ejemplo ruso y las casas del


pueblo.

Otros de los medios que Bark prefería para llevar a cabo la propa-
ganda y la educación política del pueblo eran las conferencias con
controversia. Se trataba de charlas organizadas en los casinos y círcu-
los políticos en las que se entablaba un diálogo con el público sobre
temas polémicos con el fin de instruir al auditorio. En ellas, los oyen-
tes participaban en los debates de modo que las enseñanzas dejaban
de ser unidireccionales, áridas y pedantescas629. Esta fórmula era idó-
nea para estrechar los lazos de sociabilidad entre los participantes en
dichas animadas tertulias. Bark, presidente, intentaba moderar los áni-
mos cuando era necesario y animar al público al debate porque esti-
maba que era el mejor modo de introducir ideas nuevas en los círcu-
los pequeño-burgueses. Toda «idea tiene que luchar con brío contra
los adversarios», solía afirmar Bark. Gracias a estas conferencias con
debate y a las discusiones polémicas, «se limpia la atmósfera y alum-
bran los abismos del oscurantismo», porque piensa nuestro autor que
todo polemista apasionado es al mismo tiempo:

«[...] un guía completo para los lectores no iniciados en los


problemas sociales que les da un concepto claro y completo so-
bre las teorías y las personas más importantes del movimiento so-
cialista contemporáneo»630.

Siempre que tenían ocasión publicaban en la prensa progresista


los resúmenes, las actas del día de las actividades organizadas por el

Ibid., p. 202.
Ibid.,p. 203,
La Fórmula Social, Op. cit., p. 5.
Socialismo positivo, Op. cit., pp. 5-6.

236
Círculo Radical y sus tertulias de los sábados presididas por Bark. A
estas reuniones asistían anarquistas, socialistas, sindicalistas y radica-
les. Bark las valoraba como un entrenamiento al parlamentarismo y a
la tolerancia" 1 , si bien no faltan «los nervios y entusiasmos» y «las
escenas pintorescas de apasionamientos populares».
Algunos años más tarde, Bark encuentra su sueño de democratiza-
ción de la cultura y el arte convertido en realidad, al menos así lo
creía él, gracias a la revolución rusa. Nuestro autor admira los esfuer-
zos de los soviets para su difusión con la organización de conciertos y
obras de teatro hasta en las más pequeñas aldeas. Estas estrategias,
podían ser imitadas en España para acelerar el proceso educativo del
pueblo. En la Rusia comunista, las obras maestras de literatura son
publicadas en ediciones muy baratas y están a disposición del pueblo
en las Casas de Lectura o pueden conocerlas gracias a las numerosas
lecturas colectivas. Bark está deslumhrado ante estos ecos de un su-
puesto culturalismo repentino, idealista y bucólico en el que el burdo
aldeano ruso es capaz de «inspirarse en los grandes escritores» y «mez-
clar las lecturas en alta voz con las faenas rústicas»6-52. Igualmente,
ensalza Bark la política de instrucción popular mediante un programa
de conferencias gratuitas. En suma, merced al gran elenco de activi-
dades y medios popularizadores de la cultura, Bark augura en Rusia
«un grado incomparable» de instrucción popular y de culto al arte por
el pueblo ruso que en pocos años será «el más instruido y el más
artista del mundo», en breves palabras, «el ideal de la humanidad
futura» 6 ".
En 1902, bajo el mando de Alejandro Lerroux al frente del Partido
Republicano Radical, Bark propone la transformación de aquellos
centros antiguamente conocidos como casinos y círculos en una nue-
vas Casas del Pueblo. A diferencia de sus predecesores, la esfera de
acción de las Casas del Pueblo será más amplia, puesto que ya no
serán únicamente centros cooperativos y recreativos. Estas nuevas aso-
ciaciones abarcarán una vasta política pedagógica librepensadora di-
rigida contra el clericalismo y crearán una serie de organismos para
una eficaz protección del trabajo. Con esta finalidad, las Casas del
Pueblo tendrán la misión de influir en la legislación obrera respecto
de las cuestiones ya clásicamente reivindicadas como eran el trabajo
de los niños, las mujeres, accidentes, inválidos, etc.; la inspección

" 3 1 «Ni somos monjas, ni es verdad aquellla frase de castrados» replicaba Bark
que intentaba dar ejemplo de educación democrática». La Fórmula Social, Op. cit., p.
13.
" 3 2 El bolcheviquismo..., Op. cit., p. 26.
633
Ibid., p. 27.

237
permanente de talleres y fábricas persiguiendo judicialmente las ne-
gligencias en materia de seguridad y adulteración de alimentos; ac-
ción fiscalizadora en favor de los perseguidos por patronos y gobier-
nos, suministrando apoyo material a dichas personas y a sus familias;
organización de bolsas de trabajo y estudios de estadística social; y
por fin, desarrollar una acción tanto conciliadora de intervención amis-
tosa en los conflictos entre el capital y el trabajo." 4 No hemos podido
documentar si realmente existió alguna Casa del Pueblo radical. En
Madrid, se documenta la primera, perteneciente al Partido Socialista
en 1908635.
Las Casas de Obreros era otro proyecto germinalista para la edu-
cación y propaganda política. Se trataba de unas asociaciones
federadas, sin reglamentaciones abrumadoras y sin jerarquías. El espí-
ritu que reinaría en ellas sería el de la solidaridad, el cual se materia-
lizaría con la organización de una Cámara de Trabajo para la ayuda
mutua mediante la facilitación de información y búsqueda de em-
pleos636. Las funciones de las Cámaras de Trabajo coincidían con las
enunciadas anteriormente para las Casas del Pueblo.
A lo largo de este capítulo hemos intentado reconstruir el pensa-
miento social, político y cultural de Ernesto Bark, un propagandista
que quería ofrecer breves conocimientos sobre la España finisecular y
sus proyectos de reforma según los presupuestos moderados del So-
cialismo Positivo. Racionalista por método más que por epistemolo-
gía, quiso conciliar la imprescindible reorganización material y eco-
nómica de la sociedad con un nuevo enriquecimiento ético y espiri-
tual, de manera que cualquier acto regenerativo social no se convir-
tiese en una cortapisa a la libertad humana. Como hemos expuesto en
estas últimas páginas, los intelectuales, las clases medias y los jóvenes
comprometidos están llamados a trabajar en el saneamiento nacional
aportando energía nueva para ayudar a la mujer a liberarse de la opre-
sión y, convertirse a su vez, en un agente para la revolución, altamen-
te eficaz desde la célula familiar hasta en los puestos activos de la
sociedad. Igualmente, están llamados todos los sectores de la socie-
dad. Para ello, se habrá preparado a la población con la educación
institucionalizada, o, bien, mediante la educación alternativa, organi-
zada desde las corporaciones de los partidos bajo los conceptos de
propaganda y sociabilidad.

"•''* Revolución Social, Op. cit., p. 153.


655
Sobre las Casas del Pueblo ARBELOA, Víctor M., Las Casas del Pueblo, Ma-
drid, 1977 y CUEREÑA, José Luis, «Les socialisíes espagnols et la culture: La Casa del
Pueblo de Madrid au debut du XXe siécle», en Peuple, mouvement ouvrier.., Op. cit.,
pp. 23-37.
°-*° Revolución Social, Op. cit, pp. 125-12.

238
Para finalizar, insistiremos en el carácter enciclopédico del corpus
bibliográfico de Ernesto Bark. Enciclopedismo que se justifica en la
medida que pretendía ofrecer a los lectores poco avezados una guía
sobre las líneas directrices para la organización social según el Socialis-
mo Positivo. Por estas razones, se permite el autor abordar las más
heterogéneas cuestiones de una manera somera y prácticamente super-
ficial, haciendo desfilar a las grandes figuras intelectuales y políticas de
actualidad internacional, acompañadas de abundantes pasajes de sus
respectivas bibliografías entre las que se eclipsa el propio pensamiento
rector de Bark. Difícil es saber actualmente que distancia había entre la
falsa modestia, la entrega divulgadora y proselitista y una erudición «a
la violeta» en Bark. En todo caso, lo importante es su entrega a la urgen-
te propaganda de la Democracia en su aplicación más radical, dejando
de lado las oscuras elubricaciones necesarias para la concepción creativa
de un arquetipo - o al menos su conato- «científico», más por la fe que
por el método de organización política, económica y socio-cultural.

D. Las letras, pedagogía social de la modernidad.

Bajo este título estudiaremos el protagonismo que Ernesto Bark


concedía al mundo periodístico y literario y a sus protagonistas más
avanzados, la Gente Nueva y la bohemia revolucionaria como me-
dios y agentes divulgadores de la Modernidad. Bark depositaba toda
su esperanzas en el mundo de las Letras como medio propagandístico
y pedagógico con el que desarrollar la «noble misión modernista». Es
decir, participar en la reforma nacional y en el desarrollo del progreso
en España. Al igual que los republicanos progresistas y los anarquistas,
Bark reivindicaba la elevación cultural de las masas como condición
sine qua non para la redención española. Por ello, el periodismo será
esencialmente de ideas, la literatura, sobre todo, naturalista y prefe-
rentemente narrativa. De la crítica no se esperará otra cosa que el
consejo casi paternalista de un supuesto experto objetivo y respetuo-
so. Para finalizar, nuestro análisis se dirigirá hacia el único texto de
creación literaria que hemos podido localizar de Bark. Se trata de una
novela socio-política internacionalista, como él mismo solía
caracterizarla. En ella la realidad autobiográfica se entremezcla con
la ficción, el discurso propagandístico e ideológico con la exaltación
sentimental y romántica, para recrear un universo idealista bastante
distante de aquel Naturalismo que tanto preconizó.

7. Modernismo y Gente Nueva.

«La vida de los hombres modernos es demasiado descoyunta-


da, le falta unidad, idea directora y meta. Tantas impresiones en-

239
contractas nos llevan como naves sin brújula que los contornos
vigorosos se borran, pareciéndose todo como un cuadro cuyos
colores frescos han sido destruidos por una mano descuidada»637.

En un fin de siglo tan nebuloso e incierto como el que se nos des-


cribe en el pasaje anterior, Bark intentará la utópica armonización de
todas las tendencias progresistas que poblaban el enmarañado mun-
do de las ¡deas y la estética. Para él, el Modernismo se presenta como
una nueva tendencia filosófica aglutinadora, opuesta al cristianismo,
que pretende lograr una organización científica de la realidad. Sus
armas son la prensa, el arte y el sufragio universal638. Merced a su
acción eficaz y al consenso entre masas trabajadoras e intelectuales
se abonaría el terreno para el definitivo advenimiento de la «España
del porvenir»" 9 .
Bark hace hincapié en el uso del término Modernismo en su acep-
ción general, social y estética. Intenta destruir la aureola negativa -
cuando no peyorativa- que pesaba sobre este concepto al ser asocia-
do de manera reduccionista a la estética. Bark se empeña en conven-
cer a su público lector de que el Modernismo «no es tan sólo una vaga
aspiración de soñadores, sino que ha tomado cuerpo en soluciones
concretas transformables inmediatamente en leyes y que hay que espe-
rar de él algo práctico y duradero...»640. Bark maneja, pues, el concepto
de Modernismo en su estado primigenio y todavía distante de las acep-
ciones con las que se fue restringiendo -o degradando en las mentes
populares- al ser atribuido al arte decadentista. Dicha acepción y su
denostada etiqueta literaria fueron posteriores. Por ende, no fueron uti-
lizados por los jóvenes innovadores como bandera distintiva, sino por
sus detractores como arma «arrojadiza contra quienes eran tenidos como
representantes conspicuos de la modernidad», según apunta acertada-
mente José M'1 Martínez Cachero641.
Insistamos, para Bark el Modernismo sobrepasa la exclusiva eti-
queta literaria y artística642 puesto que abarca todas las actitudes pro-

°-'' Filosofía del placer, Op. cit., pp.157-158.


638
Ibid., p. 38.
"->" Modernismo, Op. cit., pp. 59 y 70.
640
lbid.,pp. 5 y 8.
" 4 1 MARTÍNEZ CACHERO, José M., «Reacciones antimodernistas en la España de
fin de siglo», en CARNERO, Guillermo, ( Coord. ), Actas del Congreso Internacional
sobre el Modernismo Español e Hispanoamericano, Córdoba, Excma. Diputación Pro-
vincial, 1987, p. 129 [125-139].
M í
Pensemos sobre todo al auge de la arquitectura y la decoración modernistas y los
tintes peyorativos que connotaba para ciertas personas de este apelativo frente a los térmi-
nos Art Noveau, Modern Style y Nouveau-Jugenstil. Estas cuestiones han sido estudiadas
por FREIXA, Mireilla, El Modernismo en España, Madrid, Cátedra, 1986, pp. 11-40.

240
gresistas y, en general, todo el movimiento social encaminado a la
modernización de la nación. Desde esta perspectiva, se ha de com-
prender como el conjunto de inquietudes que ambicionan el progre-
so -llámese modernidad- en todos los ámbitos y con una aplicación
democrática en el sentido radical del término como elementos claves
para la acuciante regeneración del país. En ella, las letras desarrollan
una importante función643.
Los modernistas encarnan «la protesta de los jóvenes contra los
viejos, del espíritu contra la forma, del progreso contra la reacción»644.
Son los jóvenes que Bark identifica con la Gente Nueva no por la
edad biológica, sino por la actitud rebelde contra lo establecido, con-
tra el materialismo, el utilitarismo, el clericalismo, el sistema de valo-
res burgueses y todo aquello que fuese portador de reminiscencias
conservadoras645. Cuando Bark propugna la juventud del alma,
correlato espiritual de la juventud física, se está refiriendo a la conser-
vación de un espíritu vivo e inquieto, de una actitud idealista, a la
participación en la lucha por conseguir la felicidad, y la valoración
del sentimiento, de la sensación, el placer... Parafraseando a Bark, los
modernistas son seres altruistas, entregados y sacrificados al servicio
de la humanidad. A este sublime sacerdocio debe entregarse la Gente
Nueva inspirándose «por esta misteriosa fraternidad internacional que
ensancha el alma y agranda los horizontes intelectuales»646.
La Gente Nueva solía ser polígrafa. Sus plumas estaban al servicio
de la reforma de España, tanto en literatura como en periodismo, a
pesar de las extremas condiciones materiales en las que los escritores
intentaban sobrevivir. Bark defiende a la Gente Nueva, jóvenes artis-
tas, literatos y publicistas que solían ser tachados de pobres bohemios
cuando su labor estaba preparando la Revolución Social. Así, por ejem-
plo, sus textos periodísticos «encierran en un artículo de periódico a
veces todo un programa e inspiran cada día a las pretensiosas celebri-
dades oficiales la materia para sus discursos parlamentarios»647. Por lo
dicho, subrayemos que Bark se distanciaba de los convencionales tó-
picos republicanos en contra de aquellos jóvenes «modernistas» que

M i
En esta dirección se orientan los estudios de los últimos años. Consúltese el
primer apéndice a RICO, Francisco (Ed.), Modernismo y 98, Historia y Crítica de la
Literatura española, Vol. 6-1, Barcelona, Ed. Crítica, 1994. Para un somero estado de la
cuestión resulta imprescindible el texto de BLASCO, Javier, «Modernismo y moderni-
dad» en ínsula, n° 485-486 (abril-mayo, 1897), p. 37.
°44 Modernismo, Op. cit., p. 5.
"45 Hemos estudiado estos temas con mayor profundidad al estudiar la formación
del concepto de Gente Nueva y sus relaciones de oposición con la Gente Vieja en la
segunda parte de nuestra tesis.
646
lbid.,p. 75.
647
Ibid., pp. 70-71.

241
se distanciaron de la política o del utilitarismo artístico. Para él, todo
aquel que se considerase modernista, fuese cual fuese su actitud ante
la sensación, el instinto, el sentimiento y el dolor, no era, un egoísta
decadentista que buscaba el placer en el arte negándose a cualquier
proyección social de sus creaciones648. Bark conservaba un concepto
idealista e historicista del arte, por lo que cada una de sus manifesta-
ciones representaba ante todo la expresión del alma de una colectivi-
dad, de una nación649.

2. Bohemia.

Los cambios socio-económicos del siglo XIX tuvieron importantes


incidencias en el mundo del arte. Supusieron el ocaso de las relacio-
nes de mecenazgo que históricamente habían mantenido a los artistas
y el nacimiento cíe una nueva posición social para ellos, la mayoría de
la veces en la marginalización y la penuria de la existencia bohemia.
Ello explica el que Modernismo, -o Modernidad-, la Gente Nueva y
la Bohemia sean términos íntimamente imbricados en el mundo de
las letras finiseculares; el primero como movimiento y actitud progre-
sistas en todos los ámbitos y, los dos restantes, en tanto que agentes
activos de ese movimiento como ya anotamos en el punto anterior.
Bajo el término genérico de bohemia se encuentran reunidos di-
versos sectores de escritores y artistas disidentes, quienes vivieron
marginalmente y a los que el activismo político-social de la Restaura-
ción no les preocupó en absoluto. Eran los herederos de Murguer y de
la bohemia descrita por Balzac y Hugo. Sin embargo, dentro de esta
bohemia, bajo el peso de las circunstancias históricas, un grupo de
jóvenes destacó por sus inquietudes políticas y artísticas. Fueron los
bohemios rebeldes y luchadores que tomaron a Larra y Espronceda
como modelos y cuyo punto común eran ciertas virtudes combativas.
Esta bohemia, en parte conocida como Gente Nueva, intentó unir a
sus esfuerzos alrededor de la bandera de Germinal dentro de la cual
Ernesto Bark ocupó un interesante papel como ideólogo.
Bark escribió tres series de Recuerdos Bohemios, compuestas por
breves folletos de índole miscelánea: La sed de amar, Al murmullo de

M
" Hay que precisar que esta crítica fue compartida por todos aquellos que atri-
buían una misión social al arte. Rarte de los ataques de Clarín contra los jóvenes se
fundamentaban en ello, según LISSORGUES, Yran, Clarín político I: Leopoldo Alas (Cla-
rín), periodista, frente a la problemática política y social de la España de su tiempo
(1875- 190/XToulouse, France Ibérie Recherche, 1980, pp. 155 y ss. También pensaba
así, Urbano González Serrano que asumía la importancia que concedían a la emoción
y al sentimiento pero rechazaba el puro egocentrismo modernista en La literatura del
día (1900-1903), Barcelona, Imprenta de Henrich y Cía, 1903, pp. 34-38.
649
Filosofía del placer, Op. cit., p. 38.

242
la Selva, Recuerdos Bohemios (1878-1900)650 de los que sólo hemos
encontrado el folleto de La Santa Bohemia (Madrid, 1913), pertene-
ciente al segundo de ellos. Es uno de los folletos más conocidos sobre
la bohemia madrileña por su particular valor testimonial. En él, Bark
ofrece una visión humanista y sacralizada de la misma e informa so-
bre sus proyectos asociacionistas.
La bohemia se considera a sí misma un producto de la decadencia
social. Esta decadencia engendraba por reacción una intensificación
de la existencia651, el renacimiento de un nuevo espíritu y la promesa
de la modernidad que «llenará con su gloria el universo». Bark pro-
yectaba constituir una hermandad espiritual, en la que todos ellos
comulgasen «entonando un himno al arte, a la libertad y a la sinceri-
dad. Es la fraternidad entre todos los pueblos que practicará esta Her-
mandad de peregrinos de la Verdad y Justicia...»652. Así definida, la
bohemia materializaría los fundamentos de la moral social que aca-
bamos de presentar. Los valores universales de verdad, justicia y fra-
ternidad no son términos semánticamente gratuitos en este proyecto
de Política Social de Bark, que seleccionaba a sus «verdaderos» após-
toles en un mundo sectario y marginal. Para Bark, la bohemia era
sinónimo de soplo rejuvenecedor, de oposición al anquilosamiento
de las ideas y los sentimientos; así como el rechazo de lo establecido
y los convencionalismos rutinarios y ridículos655. Entre modernismo y
bohemia no había diferencias fundamentales. Estos conceptos inter-
vendrían en la construcción de la utópica República Social.
Entre 1897-1898, Ernesto Bark y Alejandro Savva, emulando las
reuniones del Club de Medán a las que este último había asistido en

°->^ La sed de amar incluía: «El alma española», «Sinceridades críticas», «Lerroux
manda», «Siluetas al natural», «La sicalipsis», «El derecho al amor», «La sed de amar»
y «Nebulosas». Al murmullo de la selva estaba integrado por: «Un porvenir», «La ven-
ganza del filósofo», «El teatro popular» y «El Bel morir»; y Recuerdos Bohemios (1878
a 1900) con «Brumas del Neva», «Bohemia madrileña», «La Democracia Social», «Anar-
quista y escolapio», «Germinal», «Mis campañas», «Un santo de la bohemia», «Tres
desequilibrados», «Los partidos políticos» e «Historia de mis libros».
0 b
- ' «[...] al ser llevada a su extremo ocasionaba no solamente gozo, sino también
angustia, plenitud y duda e incertídumbre, sensualidad y remordimiento, impiedad y
nueva fe. Pero el poeta de esta época, que al ser relegado de la sociedad era un desam-
parado, sólo representaba al individuo absoluto y a la vez dependiente de la sociedad
burguesa, del liberalismo, al individuo que había pasado de la servidumbre a lo que,
con una palabra ya desgastada, se ha llamado «alienación», GUTIÉRREZ GIRARDOT,
Rafael, Op. cit, p. 70.
6;,
2 ¿ a Santa Bohemia, Op. cit., p. 1.
" • " La protesta política, el antiburguesismo y las ansias regeneracionístas de una
parte de la bohemia española fueron estudiadas porAZNAR SOLER, Manuel; «Bohe-
mia y burguesía en la literatura finisecular» Op. cit.

243
París, quisieron organizar celebraciones semejantes en Madrid. Aun-
que los fines eran estrictamente artísticos, tales ágapes despertaron la
animadversión de algunos de los miembros del partido socialista
-Mora, Iglesias y Vera-, quienes buscaban intenciones y trasfondos
ocultos. Imaginaron que era una estratagema para ganar y aumentar
las listas de sus partidarios:
«Con la mira de allegar adeptos, y adeptos calificados: concu-
rrir, con elementos intelectuales que se presumían o parecían afi-
nes, a cierto banquete de promiscuación el Viernes o el Jueves
Santo del mismo 1898. Estos elementos formaban una especie de
sociedad llamada «La Santa Bohemia». De ellos ni uno siquiera
estuvo en el «partido»654.

Sin embargo, la única finalidad era reunir a la carnavalesca tribu


bohemia, la cual encierra «todo lo soñador e idealista de las letras, el
arte, el periodismo y el intelectualismo»653. Emilio Carrere, que parti-
cipó en su fundación, recordaba a aquella «casa de la Bohemia», la
paradoja «de los que no tienen casa» como un proyecto «romántico,
juvenil y generoso» de Bark en el que se buscaba la participación de
los escritores que «no somos burgueses ni conservadores, para fundar
el hogar espiritual de la bohemia»:
«Se trata de acoger a los jóvenes que sueñan en sus provincias
con la conquista literaria de Madrid. Generalmente, esos intrépi-
dos cruzados del Ideal naufragan a los pocos meses en la Puerta
del Sol. En vez del ramo de laurel, conquistan en el caso más
favorable, la confianza de algún camarero optimista que «fía»,
con la esperanza de ser un reflejo de la gloria de su traspillado
parroquiano.

Bark sueña con reunir a esta gran familia nómada de los provincia-
nos soñadores y de los «piruetistas», matritenses, en torno a una mesa
de «café», para devanar fantasías, narrar proyectos audaces, leer ver-
sos, dramas, novelas...636
Como quedó recogido en La Santa Bohemia, este cenáculo era
una agrupación sectaria para cuyo ingreso se exigía una prueba ini-
cial. Se trataba de un juramento por su sagrada trinidad: ¡Arte, Justicia
y Acción! Este juramento se convirtió en el ritual indispensable para
poder integrar las filas de la bohemia, o como explicaba Bark imitan-
do la retórica cristiana, para «ser digno de entrar en sus templos y

° 3 4 MORATO, Juan José, El partido socialista, Madrid, Aepro ed., 1918, p. 90.
655
Ibid., p. 12.
°o(> CARRERE, Emilio, La canción del farándula, Madrid, Mundo Latino, [s.a.J, p.
132.

244
partir el pan y el vino en las cenas de sus Cenáculos místicos, donde
se transforma la materia en espíritu realizándose el fenómeno de la
Eucaristía, el emblema del critianismo»657. Según esta perpectiva
pseudo-mística, el verdadero bohemio es aquel que rinde culto al arte,
al ideal y a la libertad. Su vida es un ejemplo virtuoso de la práctica de
dicho culto658. La bohemia es uno de los raros representantes del culto
a la libertad total y su participación en la prensa así lo demuestra,
puesto que en ella desarrolla el «papel de carnaval»659. Ahora bien,
desde principios de siglo no todos los bohemios mantuvieron su com-
promiso político, los más jóvenes empezaron a decantarse en lo que
popularmente se conoció como «Colfemia». Los antiguos republica-
nos los despreciaron y no admitían que sobrevalorasen sus atributos
externos contéstanos, sobre todo, porque ya no simbolizaban ningu-
na rebeldía política660. La imagen del marginal subersivo, anticapitalista
y antifilisteo estaba ya en vías de desaparición.
Para Bark toda la «parafernalia» bohemia modernista era expre-
sión de su singularidad, pero esencialmente de denuncia. Sus tan cri-
ticados atributos modernistas singularizaban y definían la pura raza
bohemia, porque «la pobreza es casi siempre el efecto inevitable de
la dignidad y del amor a la independencia y a la libertad»66'. En esta
pobreza del proletario intelectual, Bark consideraba legítimos los ha-
rapos, trajes fantásticos, sombreros pintorescos y cabelleras artísticas,
en las que a veces se refugiaban, según él, que no por nada le llama-
ban el de las greñas flamígeras-. Por eso entre la metáfora y la ironía
afirmaba:
«Una cabeza sin pelo es un cuadro sin marco, desnudo,
antiartístico [...] la cabellera frondosa deja horizontes a la espe-
ranza, es algo misterioso, vela agradablemente la eterna estulticia
y maldad humanas, es como la sonrisa angelical que cubre las
frivolidades de las mujeres. Queridos pelones, cubrid vuestra ne-
cedad y vuestras cualidades antipáticas por el velo piadoso que la
Madre Naturaleza os dejará crecer para estof...] los pelos se po-
nen canosos cuando se les corta a menudo...»662.

657
Ibid., p. 2.
°->° Así lo define también Manuel Aznar Soler en su artículo «Modernismo y Bohe-
mia» , Op. cit.
°-"9 El Internacionalismo, Op. cit, p. 93.
660
Opinión frecuentemente reiterada por CANSINOS ASSENS, Rafael, La novela
de un literato, Vol. II, Madrid, Alianza Editorial, 1985.
6 61 La Santa Bohemia, Op. cit., p. 6.
662
Ibid., p. 8.

245
Tras una cuidadosa selección sólo podían formar parte de ella aque-
llos escritores de nombre conocido, exigía Sawa, para evitar confusio-
nes con la mal vista «Golfemia» con quien se le solía identificar. Esta
intelectualidad no conservadora, pero sien su mayoría pequeño-bur-
guesa, se reunió en el café Mercantil, eran alrededor de treinta idealistas
y románticos sin pretensiones asociacionistas organizadas. Los líderes
serían el entonces célebre Joaquín Dicenta, Emilio Carrere, Andrés
González Blanco, Mariano de Cavia, Francisco Villaespesa, Antonio
Palomero, Manuel Paso, Cristóbal de Castro, Andrés Ovejero y Ernes-
to Bark; desde París, Luis Bonafoux y Emilio Bobadilla; todos acompa-
ñados por las sombras de Alejandro Sawa663.
A pesar de no pretender constituirse como asociación formal, en su
Manifiesto «A los poetas y poetisas de la vida» y publicado en El Radi-
cal, con fecha del 10 de Marzo de 1913, sí planteaba soluciones prác-
ticas decididas a lo largo de de sus reuniones. Entre ellas, resaltaremos
la de la formación de una «Editorial cooperativa» que protegiese a los
escritores de las «garras usureras» de todos los escritores e impresores.
Bark persistía en la necesidad de mejorar las condiciones de vida de los
escritores y periodistas, así como en la adquisición de mayor reconoci-
miento social y profesional. Este proyecto contó con el apoyo de los
literatos más conocidos a la sazón, aunque Emilio Carrere se mostraba
un tanto escéptico sobre su funcionamiento exitoso, porque:

«Dolorosamente hay que confesar que las bellas letras viven


aisladas, como mendicantes, al margen del orden social. La aris-
tocracia prefiere el deporte, y la mesocracia tiene que conquistar
heroicamente el bodrio cotidiano...
Es difícil conseguir ayudas. Aun así, tiene esta Casa de Bohe-
mia el atractivo... que estimula, alienta y evita la pereza criminal,
en la que el ambiente hostil de la vida ramplona y cudrúpeda
arroja a los que comienzan en la noble pelea de la gloria o del
hospital...»66'1

Aparte de la cooperativa editorial, la acción práctica del cenáculo


se proyectó hacia la venta de productos de arte, especialmente de
pintura; la defensa del feminismo y la creación de Oficinas Estadísti-
cas del Trabajo y la Hermandad, las cuales habían sido ya presentadas
en una de sus publicaciones periódicas conocida bajo el título de
Economía Social665 (Madrid, 1911).

° " > La lista de bohemios adscritos al Cenáculo es reproducida en las páginas 17-
20 y asciende a un total de noventa miembros. En ella, figuran tres de los hijos de
Ernesto Bark: Ótelo, Erico y Ernesto.
664
CARRERE, Emilio, Op. cit.
°"° Publicación periódica que no se conserva.

246
Destaca también la Hermandad del Bel Morir como representante
de la moderna filosofía de la vida y de la muerte. Dicha filosofía fue
concebida como nueva pseudo-religión para suplantar al misticimo
cristiano, como ya apuntábamos al referirnos a ella en el capítulo so-
bra la moral social en la Filosofía del placer. Era una filosofía moder-
na, afirmada en la vida, que se fundamentaba, según Bark, en «el
misticismo poético y embellecido por el arte, las armonías, que se
confunden con el amor, la atracción misteriosa que une a todos los
seres y sostiene los astros del firmamento»666.
La última parte del folleto está dedicada a su revista Economía
Social, una continuadora más de Germinal667. En el seno del cenáculo
bohemio, Bark pretendía proseguir su tarea activista y propagandísti-
ca en favor de la regeneración española, sin que ahora, en 1913, re-
aparezcan los términos de Revolución y República Social tan
«martilleados» en sus textos de 1900-1905. Aunque los objetivos sean
semejantes, ahora Bark preferirá organizar su discurso en torno a una
nueva filosfía de la vida, la misma que ya expresó en 1907 con su
Filosofía del placer, solo que el altruismo y la solidaridad recibirán
ahora el nombre de hermandad.

3. El periodismo contemporáneo.

El periodismo fue uno de los temas que más preocupó a Ernesto


Bark a lo largo de su existencia y así lo refleja su obra bibliográfica, de
1881 a 1907. En 1889 escribió un folleto con el título La Prensa espa-
ñola. Estudio comparativo de un cosmopolita668 en el que se recogen
las ¡deas esenciales de Bark sobre el mundo de la prensa. Son también
de gran interés algunos capítulos relativos a este temarle sus obras
España y el extranjero, Filosofía del placer y Estadística Social. Estas
interesantes aportaciones ocuparán nuestra atención páginas sucesi-
vas. Descubriremos las conclusiones de Bark en torno a la situación y
misión de la prensa política y literaria.

3. I. Situación de la prensa española.

Tras algunos estudios in situy análisis comparativos realizados hacia


1888, Ernesto Bark concluye que España posee una prensa todavía
muy atrasada. Pesa sobre ella un determinismo por la coyuntura y la

666
Ibkl, p. 38.
" " ' Consúltese al respecto nuestra tesis doctoral ya citada.
° " ° Dicha obra fue después integrada en su Filosofía del placer, por lo que todas
las citas harán referencia preferentemente a aquellas páginas.

247
psicología españolas que afectan al proceso comunicativo de la pren-
sa y a la vida profesional de los publicistas. Dos son los defectos capi-
tales que Bark resalta en el alma española: el personalismo y el
dilatentismo, y ambos servirán de constantes al diagnosticar las cau-
sas de los «males» de la prensa en España.
De entrada, personalismo y el dilatentismo afectaban a los gran-
des diarios. Los cotidianos españoles son de naturaleza local o pro-
vinciana, en lugar de representar las corrientes generales de la nación
o el cosmopolitismo imperante en Europa. Para subsanar tales desfases,
Bark solicita la creación de un diario internacional, equiparable al
célebre Times o la Caceta de Colonia, donde él trabajaba como co-
rresponsal. Ampliaba esta posibilidad con la utópica propuesta de fun-
dación de un periódico intercontinental que reuniese a todos los
hablantes de español e impulsase la fraternidad hispánica669.
Paralelamente, las revistas españolas adolecían de defectos seme-
jantes. Bark deploraba también la inexistencia de revistas de talante
internacional y científico similares a la Revue des Deux Mondes. Las
revistas españolas eran a su juicio: «tristes reflejos del espíritu retrógra-
do o pasatiempos insulsos, sino sacrifican ante los altares de la Venus
horizontal o del Dios toreo, que supongo es Baco»670. Bark se olvidaba
de la prestigiosa revista La España Moderna en la que él mismo colabo-
ró y que su fundador, José Lázaro Galiano, había concebido a imagen
de la citada revista francesa, siendo uno de sus principales objetivos el
estrechar los lazos entre España y América Latina671.
A pesar de estas influencias negativas de la psicología nacional,
Bark reconocía que el carácter español y su natural sociabilidad, osci-
lantes entre la tolerancia o la negligencia, habían favorecido cierta
«templanza», llaneza y claridad en el estilo periodístico. Su calidad
era parangonable a los estilos periodísticos europeos.
La psicología española era también responsable del escaso valor
que se concedía a la prensa. Las comparaciones cuantitativas servían
de índice sobre su aceptación y los hábitos de lectura entre el gran

™ " Modernismo, Op.cit., pp. 90 y 95.


° ™ Modernismo, Op.cit., p. 90 . Así lo pensaba también Clarín quien igualmente
deploraba la falta de revistas especializadas en España. Rara mayor detalle véase BESER,
Sergio, Leopoldo Alas, crítico literario, Madrid, Credos, 1968, p. 82.
°' Sobre estas cuestiones en torno a La España Moderna consúltense las obras
siguientes: ASUN ESCARTIN, Raquel, El proyecto cultural de La España Moderna y la
literatura (1889-1914). Análisis de la revista y editorial, Barcelona, Sección de publ ica-
ciones de la Universidad de Barcelona, 1980 y VILLAPADIERNA, Marisa, «La España
Moderna (1889-1914): Éléments decaractérisation d'une revue culturelle» En Typologie
de la presse hispanique, Actes du Colloque. Édition préparée par Daniéle Bussy Genevois,
Rennes, Études sur les mondes hispaniques, 20, Presses Universitaires de Rennes, 1984,
pp. 79-86.

248
público. La producción periodística española era menor que en los
países desarrollados. Si en Estados Unidos se publicaba por término
medio un periódico o revista por cada cuatro mil habitantes, en Ale-
mania por cada diez mil y en Francia por cada doce mil; en España la
proporción era de un periódico por cada dieciséis mil habitantes.672
En España se concedía escaso valor a la actividad periodística, se
exageraban sus defectos y «se dirigen verbalmente y en letras de molde
recetas para curarla que son verdaderas patentes de ignorancia y ligere-
za». Pompeyo Gener la acusaba de ser corruptora y corrupta porque,
como asentía Bark, «es tan grande la falta de criterio del vulgo, que las
impresiones del momento de un publicista chispeante son aceptadas
como evangelio»673. Bark imputa la culpa a los mismos lectores:

«[...] que exigen, por ejemplo, que los periodistas se sacrifi-


quen ante los altares de Venus; y si el crítico español hubiera ex-
tendido el círculo de su horizonte intelectual desde París a Lon-
dres y Berlín, hubiera visto que no es mérito de la prensa alemana
e inglesa, por evitar la más mínima alusión pornográfica, mientras
que los periódicos de París no pudieran sostenerse sin quemar
incienso ante aquellos altares»674.

Al convertir a la prensa en un negocio competitivo se alimentaba ante


todo la sed de sensacionalismo del cliente-lector, el cual exigía informes
apasionados675, y por consiguiente, económicamente rentables.

" ' 2 BARK, Ernesto, La prensa española. Estudio comparativo de un cosmopolita,


Madrid, Biblioteca Hispano-alemana, 1889, p. 15. Estas cifras aportadas por Bark se
encuentran en el límite superior de los datos recogidos en los estudios estadísticos
coetáneos sobre la prensa. El censo de la población en 1892 era de 17.667.256 y el
número de periódicos en ese mismo año era de 1.136 con lo cual la proporción entre
periódicos y número de habitantes poco se distanciaba de la cifra propuesta por Bark.
Datos estadísticos tomados de GUEREÑA, José tuis, «fas estadísticas oficiales de la
prensa (1867-1927)» en Metodología de la historia y de la prensa española, Madrid,
Siglo XXI, 1982, pp. 81 -118 y también, sobre todo desde 1913 hasta 1928 en AUBERT,
Paul, « La presse et le pouvoir en Espagne sous la Restauration (1875-1923) en Les
moyens d'information en Espagne, Bordeaux, Maison des Pays Ibériques, Universitéde
Pau, Presses Universitaires de Bordeaux, 1986, pp. 1 -65. Todos estos datos fueron tam-
bién recogidos por BOTREL , Jean Francois., Libros, prensa y lectura... , Op. cit., pp.
360-379; y también del mismo autor en colaboración con DESVOIS, Jean Michel, «Les
conditions de la production culturelle» en SERRANO, Carlos y SALAÜN, Serge (Eds.),
1900 en Espagne, Bordeaux, Presses Universitaries de Bordeaux, pp. 23-46, especial-
mente pp. 31-34.
° " El Internacionalismo, Op. cit, p. 100 y La Prensa española, Op. cit., p. 5.
°'* El Internacionalismo, Op. cit., pp. 55-56.
° ' S Ibid., p. 53. Ciertamente fue durante estos años cuando se produjo esa muta-
ción de la prensa se opinión en favor de la prensa de información y se sobreprone la
empresa capitalista a la edición artesanal. AUBERT, Paul, «Madrid, polo de atracción de
la intelectualidad a principios de siglo», en BAHAMONDE, Ángel y OTERO, Luis E.
(Eds.), La sociedad madrileña durante la Restauración, 1876-1931, Madrid, Consejería

249
Se solía recriminar a la prensa de poseer malas fuentes de informa-
ción, lo cual era parcialmente admitido por Bark al analizar el funcio-
namiento de los despachos telegráficos, la ausencia de corresponsa-
les en el extranjero y a la falta de condiciones materiales y espirituales
óptimas. El retraso de España en las técnicas de comunicación mantu-
vo a la prensa un tanto al margen de la invasión telegráfica dominante
en Europa. Bark contestaba la mercantilización de las noticias y la
superficialidad de los despachos telegráficos, los cuales nunca po-
drían reemplazar «a la correspondencia concienzuda, bien meditada,
como la fotografía no suplirá al pintor»676; sin olvidar, las técnicas con
las que se trabajaban los telegramas, reducidas a las prácticas de la
«hinchazón» y del recorte de tijeras677.
Bark situaba los orígenes del mercantilismo periodístico en Ingla-
terra, país en el que gobernaba la verdadera prensa-empresa: vive del
chantaje y del «reporterismo fin de siglo» y del «tanto por línea»678. O
sea, a la prensa inglesa lo único que le interesaba era la transforma-
ción de datos en dólares, sin influenciar sobre el espíritu de sus lecto-
res. Sus publicistas eran, por consiguiente, almas lúgubres, y su bohe-
mia, recogiendo las palabras de Bark no era más que una:
«[...] planta antiestética que vegeta en tugurios lóbregos, fuma
tabaco pésimo y bebe aguardiente anílico en tabernas de crápula.
Es el proletariado intelectual más digno de lástima que los escla-
vos biancos y los lacayos dependientes de las oficinas de banque-
ros...»679.

Salvo los grandes directores, los periodistas ingleses eran los peor
retribuidos de Europa occidental: «ganan menos que un salario de
dependiente», decía Bark, expresión que utilizaba también cuando se
refería al salario de los periodistas españoles680.

de Cultura de la Comunidad de Madrid, 1989, p. 115 [102-137] y recogido también en


La presse espagnole et son public, 1914-1918, Pau, Universidad de Pau, 1983, p. 100.
Sobre el mismo tema, resulta interesante el estudio de DESVOIS, Jean M., «El progreso
técnico y la vida económica de la prensa en España de 1898 a 1936» en España, 1898-
1936: estructuras y cambio, Madrid, Universidad Complutense, 1984, pp. 91-114; y
SEOANE, M. Cruz, Historia del periodismo en España. S. XIX, vol. II, Madrid, Alianza
Editorial, 1987, pp. 291-300.
° ' ° Filosofía del placer, Op. cit., p. 84.
" ' ' Así lo confirman también los estudios de Jean Michel Desvois sobre el el desa-
rrollo de las agencias de prensa y el mercado de la noticia en Presse et politique en
Espagne (1898-1936), Thésé de Doctorat d' Etat, tille, Service de reproduction de thésés,
1989, p. 187 y ss.
"'" El Internacionalismo, Op. cit., p. 90.
679
Ibid., p. 91.
680
España y el extranjero, Op. cit, pp. 70-71 y El Internacionalismo, Op. cit., p. 92.
681
Ibid., p. 84.

250
Bark denunciaba la miseria económica a la que estaba sometidos
los publicistas cuando vivían entregados a la «sagrada misión» de re-
dimir al pueblo. Los más afortunados cobraban diez duros al mes, lo
que por aquel entonces -para nosotros que carecemos de juicios so-
bre el valor del dinero a fines del XIX - era menos que el sueldo de un
empleado de ferrocarril, según afirmaba Bark681. La causa principal de
esta exigüedad de las retribuciones era la falta de profesionalización
de la actividad periodística682: ser periodista a fines del siglo XIX era
carecer de profesión «decente». Bark sostenía que la única manera de
sobrellevar las penurias económicas era esperar con paciencia e idea-
lismo la aureola de la gloria, por lo cual, los periodistas aseguraban su
existencia con otras actividades más rentables683. Ávidos de éxito y
rendimientos económicos inmediatos, la temática de sus artículos gra-
vitaba hacia centros de interés pragmáticos, hacia el sensacionalismo
en detrimento del análisis crítico. La prensa reflexiva y profunda, de
opinión, estaba evolucionando hacia la prensa de mera y superficial
información. Empero, Bark estaba convencido de que esa condición
de «empresa periodística» podía cambiar si todos aunaban sus esfuer-
zos para ganar la estima del público, mejorando la calidad de sus
textos, la formación y la información de sus escritores. Se debía invi-
tar a las inteligencias privilegiadas a colaborar y eliminar aquellos
«perniciosos frutos secos atraídos por la vanidad, que no han podido
medraren otra parte ...vividores, ignorantes e inútiles...»684. Bark cen-
suraba también el uso de la prensa como trampolín para la política o
la celebridad literaria685 y pensaba que esa oportunista:

«[...] turba que corre por las redacciones con el único anhelo
de cambiar pronto la redacción con una dirección o subsecreta-
ría, no tiene ningún cariño, ningún lazo íntimo e indisoluble con
la prensa y la literatura. Cual viejos pasajeros de una tonda, sólo
dejan el poivo de sus botas en el santuario cuyos sacerdotes
sacrilegos habían sido»686.

"82 CANSÍNOS-ASSENS, Rafael, «Periódicos madrileños de principios de siglo»


en Gaceta de la Prensa Española, 152 (febrero 1964), pp. 42-43.
°°3 A s í | 0 menciona también M'1 Cruz Seoane en sus respectivas obras Oratoria y
periodismo en la España del siglo XIX, Valencia, Fundación Juan March y Ed. Castalia,
1977, pp. 348-349; y «Luis Bonafoux, un periodista en la encrucijada del cambio de
siglo» en Grandes periodistas olvidados, Madrid, Banco Exterior, 1987, p. 29 [29-39].
"84 Estadística Social, Op. cit., p. 88.
"85 Por ello, el anonimato es obligatorio en Inglaterra, no para preservar la intimi-
dad y libertad del periodista sino para explotarlo con mayor seguridad, puesto que de
ninguna manera logrará alcanzar popularidad. Allí, el periodismo nunca sirve de tram-
polín para puestos políticos u oficiales como ocurría en España. El Internacionalismo,
Op. cit, pp. 92-93.
&
86 España y el extranjero, Op. cit., pp. 79-80.

251
Bark realizaba campañas en la prensa y círculos de reunión en
favor de las mejoras materiales de los periodistas. Estas facilitarían el
reconocimiento social y la valoración como verdaderos profesiona-
les, disminuyendo -añadía Bark- «el número de suicidios que entre
sus compañeros eran cada vez más frecuentes»687. Para ello, se propo-
nía denunciar la difamación, las luchas intestinas y el envilecimiento
entre rivales publicistas. Así, por ejemplo, muchos directores de pe-
riódicos intentaban alcanzar la gloria y celebridad no por la calidad
de sus periódicos, sino mediante la publicidad lograda a través de los
lances de honor, intrigas y venganzas. Prueba de ello era el incremen-
to de la «epigramo-manía, la daga artística» con la que se hería a los
adversarios, como solía afirmar Bark. La prensa se estaba convirtien-
do en un medio divulgativo de rencillas personales entre periodistas,
quienes no cesaban de injuriarse y calumniarse desde sus columnas.
El ataque airoso, el chiste feliz, la anécdota intencionada y la polémi-
ca variada se deslizaban desde el despacho del director o de la mesa
de café hasta la letra de molde «y se esparcen tanto más pronto cuan-
to más hieren». Además de la intencionalidad provocadora, se busca-
ba el placer de la malevolencia y, así, según comenta nuestro autor,
en la reuniones en la redacción y el café:

«Intrigar contra el rival, inventar chistes y relacionar datos que


por sí sólo no dicen nada y maliciosamente interpretados pueden
dar pábulo a la calumnia, son la atracción más viva de la casi
totalidad de las reuniones»688.

Bark censuraba estas actitudes que desacreditaban a la profesión,


precisamente, cuando tenían que ganar el respeto popular y conver-
tirse en los portaestandartes de los ideales nobles. Por ello, señalaba :
«No hay hombre honrado ni conciencia recta y consecuente
que no haya sido insultado y calumniado en público por mengua-
dos móviles. Los débiles se retiran descorazonados a la vida parti-
cular, los fuertes y grandes de corazón persisten en servir a su país
despreciando las calumnias y compadeciendo a los calumniado-
res por tener que envilecerse para vivir pobremente»689.

687
Estadística Social, Op. til, p. 89.
688 Revolución Social, Op. cit., p. 144. Rafael Cansinos Assens rememora este
particular ambiente periodístico y las mezquinas triquiñuelas y luchas entre los perso-
najes de la prensa en la encrucijada de los siglos XIX y XX en su interesante libro La
novela de un literato, Op. cit., También son interesantes las anécdotas, aunque anóni-
mas, narradas en la obra de CIGES APARICIO, Manuel, El libro de la decadencia. Del
periódico y la política, Edición de Cecilio Alonso, Alicante, Instituto de estudios Juan
Gil-Albert, Excma. Diputación de Alicante, 1986.
689
Filosofía del placer, Op. cit., p. 61.

252
Este problema que Bark denominaba el «cáncer del periodismo»
era de mayor gravedad cuando afectaba a los jóvenes que llegaban a
la capital, guiados por sinceras inquietudes literarias o políticas. No
obstante, no se trataba de un estado de degeneración particularmente
español, puesto que ese «cáncer maligno» se reproducía por todo el
mundo: en Estados Unidos, la prensa especulaba con el reclamo y el
negocio; en Francia, instigaban a los pobres periodistas a invertir sus
irrisorias economías en empresas como el Canal de Suez que ofrecían
poca seguridad a estos modestos inversores; en Inglaterra, se abusaba
del chantaje organizado desde la dirección del periódico contra el
gobierno o figuras públicas de la nación. Bark se olvidaba de que
estos sistemas se aplicaban en España, y que sus mismos amigos
germinalistas los utilizaron como fuente de ingresos para sus órganos
de prensa. Las famosas remuneraciones de «los fondos de reptiles», o
sea, de los fondos reservados del Ministerio de Gobernación estaban
retribuidas casi exclusivamente a periodistas. El chantaje, el soborno
y la compra de empleos oficiales para agentes «exentos de servicio»
eran estrategias habituales para el lucro personal y la financiación de
periódicos690.
Bark intentó subsanar este cáncer y las lacras que pesaban sobre el
mundo de la prensa con la fundación de una Asociación de Prensa
que defendiera sus intereses y consiguiese dignificar la profesión de
periodista. Estaba convencido de que estos problemas se resolverían
si los españoles abandonaban su exacerbado personalismo refractario
a todo principio asociacionista.

3. 2. Misión social del periodismo.

Ante el auge de la prensa desde mediados del siglo XIX, el mundo


de la comunicación y edición conoció profundas reestructuraciones.
La influencia del periodismo se afirmaba gracias a la inmediatez y
eficacia con las que transmitía las ideas. La hoja del periódico era un
pilar del modernismo por su contribución en la «revolución contra
todo lo muerto, del progreso contra el estancamiento», como gustaba
afirmar Bark691. Era un agente activo, una fuerza social más poderosa

° " ° ALVAREZ JUNCO, José, «Lerroux, El País y el periodismo de izquierdas» en


Grandes periodistas olvidados, Op. cit., p. 51 [45-77]. Recordemos los célebres casos
de chantaje que realizaban Ricardo Fuente y Alejandro Lerroux. Todos estas anécdotas
están también recogidas en su posterior obra EL Emperador del paralelo, Op. cit., pp.
59-64.
°"' Filosofía del placer, Op. cit., pp. 44 y 57. La misma ¡dea reaparece en su obra
El Internacionalismo, Op. cit., pp. 92-93.

253
que cualquier otro medio artístico y, en tiempos de parlamentarismo
corrompido, insistía Bark, era más influyente que el mismo sufragio
universal. La importancia de la prensa en el mundo de la información
había crecido en los últimos años, cuando la empresa periodística
comenzó a buscar un sensacionalismo que atrajese al cliente lector y
al afiliado del partido, como ya mencionábamos al estudiar el impac-
to de la prensa en torno al litigio de las Islas Carolinas.
Los publicistas, «proletarios de levita y sombrero de copa», ejer-
cían desde las columnas del «cuarto poder» gran influencia sobre las
instituciones y demás poderes constituidos; en general, dirigiendo los
pasos de la sociedad y, muy en particular, los de la política nacio-
nal692. Su alcance era tal, según enfatizaba Bark, que las sesiones par-
lamentarias «no son menos que discusiones periodísticas»693. De re-
ceptáculo de ideas y opiniones, la prensa debía pasar a ser un agente
más activo en la sociedad: ser el «eco susceptible de reflejar todas las
aspiraciones colectivas»69'1, desarrollar un papel político y social se-
mejante al de los parlamentos, universiades e iglesias y llegar a ser
actor en los acontecimientos escritos en las crónicas:
«Nosotros, al contrario, no creemos que el sitio de la prensa
es únicamente la butaca cómoda en el teatro que representa el
mundo entero, sino que debe luchar lanzándose audazmente en
la corriente del movimiento político. La colaboración verdadera
de la nación en sus grandes destinos, se realiza con mucha mayor
exactitud y eficacia por medio del periodismo, tan susceptible de
las pequeñas variaciones del sentir y del pensar nacional, que por
el mecanismo pesado y burdo del parlamentarismo...»695

La estrecha colaboración de la prensa y de la política de la que


hablaba Bark era asumida por todos los miembros de este binomio.
Sin tribuna de prensa, la vida de muchos partidos hubiese sido más
efímera. El periódico servía para garantizar y certificar la vida de un
partido extendiendo su influencia y empujándolo hacia el poder696.

" 9 ^ Miguel Moya, director de la Sociedad de la Prensa manejaba «como un minis-


tro El Liberal, El Imparcial y El Heraldo de Madrid, y seguía dirigiendo desde ellos los
destinos de España, de una manera directa si los gobiernos eran liberales y por medio
de una sabia y tremenda oposición, si eran conservadores», en MORÍ, Arturo, La prensa
española de nuestro tiempo, México, Ed. Mensaje, 1943, p. 43. Esta poderosa influen-
cia de la prensa es también mencionada por Maeztu en su artículo «La Prensa» en
Hacia otra España, Ed. de Pilar Celma Valero, Madrid, Bitácora, 1986, pp. 156-157
[154-172].
°9-> El Internacionalismo, Op. cit., p. 93.
6 9 4 Ibid, p. 93 y Filosofía del placer, Op. cit, p. 55.
695
Ibid., p. 77.
696
ALVAREZ JUNCO, José, EL Emperador del paralelo, Op. cit, p. 60.

254
Bark sacralizaba la figura del periodista y la misión educativa a la
que lo cree destinado. El publicista era un «evangelista del vulgo»,
indocto y carente de criterio697, puesto que de manera ligera y «casi
juguetona» instruía con enseñanzas poco profundas, pero fácilmente
aprehensibles698. Las tendencias liberales sobrevaloraban de la fun-
ción social del publicista por su exacerbado desarrollo de la morali-
dad y del sentimentalismo. Los publicistas eran los nuevos apóstoles
del primitivo cristianismo. Los hombres de letras comprometidos con
la lucha progresista, eran, a imagen de esos primeros apóstoles de la
iglesia, hombres que sacrificaban el bien y la felicidad propia para los
bienes ideales de sus prójimos. Para Bark el periodismo era la mani-
festación «más sublime de la solidaridad humana, es el distintivo más
importante de las ventajas de la civilización moderna sobre la anti-
gua»699. Consciente de su influencia sobre el devenir histórico, Bark
denunciaba las cortapisas de la reacción, encabezada por las monar-
quías europeas y el Vaticano, a su participación en los acontecimien-
tos históricos y políticos. A dichos efectos, utilizaban el soborno e
intentaban sacudir las pasiones personales, contrarias al espíritu co-
lectivo rector del periodismo como representante de los intereses ge-
nerales.
Para que el periodismo incrementase su influencia histórica, Bark
estipulaba el mantenimiento y la colaboración en asuntos públicos
con la administración, bajo la coordinación de periodistas con expe-
riencia. Esos periodistas eran equiparables a «funcionarios públicos
de gran valía», puesto que poseían los conocimientos necesarios en
derecho. En consecuencia, Bark proponía una reforma legislativa en
la que se reconociese la equivalencia de los servicios prestados por
los funcionarios públicos con los de los periodistas, en particular, en
vistas a la calificaciones para nombramientos de puestos oficiales de
alta responsabilidad700.

°"7 ffn E¡pgña y el extranjero sistematiza cuáles deben ser las virtudes del periodis-
ta: « Primero: nunca cansar a los lectores. Segundo: despreciar las preocupaciones del
vulgo. Tercero: sacrificar todo delante del altar de la verdad y de la belleza. Cuarto: ser
sincero, siempre sincero y nunca rechazar a nadie la justa defensa contra abusos, inju-
rias y calumnias. Quinto: tener el valor de desafiar a todo un mundo enemigo en defen-
sa de los propios ideales, y sólo rendirse a la razón y a la verdad; pero esto con sinceri-
dad y sin tergiversaciones ni rodeos, como lo hace cierta gente entre mis compañeros
[...] Y por sexto y último, ser un buen amigo y nunca perder el buen humor. Mis com-
pañeros me dirán los demás mandamientos que faltan a los diez del Decálogo», Op.
cit., p. 62.
° " ° El Nihilismo y la Política Rusa, Op. cit., p. 36.
°"° Filosofía del placer, Op. cit., p. 59.
700
Ibid, pp. 54 -55.

255
3.3. El periodismo político.

En una época en la que el binomio partido político y tribuna de la


prensa vivían en plena simbiosis, Bark centró su atención sobre la
prensa política, gracias a la cual esperaba ampliar el campo de in-
fluencia del Partido Republicano-Socialista, divulgando la buena nue-
va de su Socialismo Positivo entre las masas populares. A pesar de los
nuevos derroteros mercantilistas y el carácter informativo de la prensa
finisecular, aquellas publicaciones periódicas comprometidas políti-
camente conservaron la pureza del periódico de opinión; aunque los
apasionamientos sectarios en los que solían incurrir habían levantado
la desconfianza del público. Ello se traducía en una existencia prácti-
camente vegetativa, sus recursos económicos se restringían a las retri-
buciones de un exiguo número de lectores y los adeptos a su doctrina;
cuando no, a los sacrificios pecuniarios de los jefes y a los ingresos
llegados del «fondo de calamidades si son gubernamentales»701.
Bark discernía dos tipos de prensa de propaganda política según la
periodicidad de sus publicaciones. Los diarios se limitaban a una co-
rriente en particular y sus escritores eran partícipes sólo y, exclusiva-
mente, de las ¡deas de una línea de pensamiento. Sus redactores so-
lían ser militantes entusiastas, interesados por recoger las voces del
pueblo, como demuestran las usuales colaboraciones enviadas por
periodistas «espontáneos». Los semanarios y las revistas mensuales
eran más útiles para la propaganda de ideales puesto que podían ser-
vir de marco para el diálogo al poder abarcar grupos diversos, e inclu-
so, todas las corrientes afines a un mismo partido. Esta especializa-
ción de los diferentes tipos de publicaciones periodísticas sería de
gran valor para la prensa política, al potenciar la expresión razonada
de una ideología determinada702. Como ejemplo, cita la experiencia
de Germinal, la cual servía de modelo a nuevas publicaciones. Ante
todo, Bark exigía la sinceridad de los colaboradores en este tipo de
revistas para evitar:

«[...] llamarse órgano del modernismo y pretender seguir las


huellas de Germinal y después propagar la monarquía y servir de
gancho para llevar a la gente nueva a las Instituciones, es sencilla-
mente una estafa como lo es si un comerciante vende por oro de
ley una pulsera de dublé»703.

Aunque no menciona el nombre del periódico al que hace alu-


sión, se trataba sin duda de Vida Nueva, que, a su juicio, quiso imitar

701
Ibkl., p. 62.
702
Ibid., p. 75.
703
Ibid., p. 62.

256
a Germinal, precursora en estas experiencias propagandísticas
eclécticas en la que cabían todas las corrientes socialistas.
Bark defendía el anonimato de las colaboraciones en la prensa
periódica para que ésta llegase a portaestandarte de un «pensamiento
grande», ser tribuna de una conciencia colectiva y evitar los conflic-
tos originados por la vanidad y el personalismo:
«[...] la Redacción siempre debe tener el carácter de una en-
tidad moral y colectiva, para que el periódico represente verdade-
ramente una parte de esta entidad, que es la sociedad»704.

El sistema alemán podría servir de modelo a la prensa española


porque mantiene una unidad redaccional ya que los escritores no fir-
man sus artículos -aunque introduzcan algún signo identificatorio para
reconocer los textos que pertenecen al mismo autor-. De este modo,
se pueden abrir las puertas a colaboradores esporádicos sin tener que
asumir responsabilidades sobre sus artículos. Merced a ello, se poten-
cia mejor al verdadero periodista: aquel con talento y cualidades es-
peciales que ejerce por vocación, capaz de acortar las distancias con
el lector por una exposición fácil, con estilo claro, preciso y conden-
sado705. Empero, en 1907, atendiendo al contexto español, Bark aca-
bará por exigir la firma del escritor reconociendo la autoría de sus
textos, para evitar acusaciones enmascaradas, polémicas sin sentido y
salvaguardar la calidad de los artículos propagandísticos706. Igualmente,
aconseja a los hombres públicos participar en el mundo periodístico
haciéndose solidarios con las opiniones de los órganos reconocidos
como suyos como era costumbre en los políticos europeos.

3. 4. La prensa, género literario.

Ernesto Bark define la prensa como un «género de arte» en la me-


dida que refleja el pensar y sentir de una época. Es, en su esencia, la
representación de la conciencia colectiva y de la humanidad. La se-
mejanza entre la literatura y el periodismo reside en la representación
del estado de la colectividad, si bien, ambas disponen de condiciones
y medios diferentes. Para Bark la literatura atestigua y la prensa cataliza.
Universidades de hoy, precipitadoras del futuro, las letras trabajan en
aras de la modernidad, ya que: «el arte, la ciencia y el progreso, son
verdaderas piedras angulares del camino hacia la felicidad humana»707.
Por lo tanto, el periodismo y la literatura han de contribuir a formar la

'04 España y el extranjero, Op. cit., p.77.


'05 Filosofía del placer, Op. cit, pp. 35-45.
706
Ibid, pp. 62 y 81.
707
Ibid., p. 48.

257
conciencia de la humanidad y a estrechar los lazos de unión y solida-
ridad intelectual entre todos los hombres. Su eficacia había quedado
demostrada en el sentimiento internacionalista y, especialmente, a tra-
vés de las relaciones diplomáticas y la política exterior708.
Bark parangona constantemente la prensa y la crítica literaria ya
que les atribuía la misión de enjuiciadoras y guías educadoras. Ambas
compartían posiciones contestatarias frente al «cadáver nauseabun-
do» del poder. Tanto la actividad crítica como la periodística son, para
Bark, factores poderosos del progreso. Refinamiento en el estilo, fun-
ción y representatividad social, son algunas de las características que
demuestran la unión intrínseca entre periodismo y literatura. Según
Bark, los dos son arte social, aunque el primero está más actualizado,
es más activo y asequible al pueblo, por lo que le otorga cierta hege-
monía. Dice Bark: «Un verdadero carácter recto sólo puede existir
donde el literato y la sociedad están igualmente penetrados del
sacerdocio sublime del periodista y escritor»799.
Desde el punto de vista formal, el valor artístico de la prensa reside
en su estilo breve y conciso. En el marco taxonómico de los géneros
literarios, la prensa detiene un lugar preeminente, próximo al arte dra-
mático710. Hasta los miembros de la Real Academia Española, cita en
particular a Valera, el «jefe intelectual del retrogradismo y reaccionaris-
mo español»7", reconocen los valores literarios y artísticos del género
periodístico. Bark saluda la actitud aperturista de la Academia por el
reconocimiento público de la prensa y de su utilización como medio
satisfactorio para la publicación de obras literarias. A juicio de Bark, se
había producido un pequeño atisbo de progresismo desde la elección
de Fernanflor y, entonces, con la de Juan Valera. Además, la Real Aca-
demia había reconocido en un periodista:
«[...] lo que en otras ocasiones ha reconocido en el poeta
lírico, en el autor dramático, en el orador político, en el novelista
o en alguien dedicado al estudio de esta o aquella ciencia: el
esmero, el tino, el buen gusto, la inspiración y el arte con que se
maneja nuestro hermoso idioma...»712

7Uo A| respecto cita Bark los ejemplos de los artículos de Jean Juarés en el periódi-
co Humanité y la campaña que se hizo contra los préstamos al gobierno absolutista
ruso, lo cual, implica la derrota financiera desde Francia al gobierno del zar. También,
gracias a la prensa «que entra en el hogar modestísimo, llega el óbolo del trabajador de
París a aliviar las angustias del trabajador de Murcia, y el comerciante de Chicago
puede enviar al pobre indio que se muere de hambre el pedazo de pan que necesita
para esperar la cosecha próxima», Ibid., pp. 51 y 56.
™° La prensa española, Op. cit, p. 25 y Filosofía del placer, Op. cit., p. 83.
' 'u Filosofía del placer, Op. cit., pp. 39 y 40.
711
Ibid., p. 40.
7]2
lbid.,p. 39.

258
Para ser un buen periodista, Bark recomendaba el dominio del len-
guaje al que hace referencia la cita, pero de manera primordial, una
formación cultural sólida, un espíritu claro y la profundidad de juicio.
Todas estas características eran recomendables también a los novelistas
y demás escritores españoles, unos «grafómanos viciosos» acostumbra-
dos a vender sus productos intelectuales «por el peso del kilogramo»713.
Ese era el caso, a juicio de Bark, de los escritores «institucionalizados»:
Bark critica a Pereda y Pérez Caldos de ser pesados y presuntuosos, poí-
no haber sido previos periodistas. Empero, piensa que «la Pardo Bazán
conserva su gracejo y la vivacidad de su dicción en gran parte por se-
guir sus brillantes campañas de publicista»714. Nuestro autor recomien-
da a estos escritores «Olympos» un acercamiento a la humanidad en el
ejercicio del periodismo. Es imprescindible dejar atrás los anacronis-
mos, especialmente en el caso de Menéndez Pelayo, de quien juzga
exclusivamente su método historicista715.

4. Arte, literatura y crítica literaria.

Bark crea un sistema filosófico y estético para la nueva sociedad


de su utópica República Social. En el dominio literario se presenta
como alternativa a la literatura institucionalizada: sus juicios críticos
son certeros y su disidencia un fiel reflejo de la heterogeneidad y des-
orientación en que viven el arte y la literatura finisecular. Tras revisar
el estado de la literatura y la crítica en España Bark define el arte
como estrategia para la reforma social. Sus principales agentes son los
modernistas y la Gente Nueva, como estudiaremos a continuación.

4. 1. Panorama de la literatura española.

En lugar de estudiar a fondo el panorama literario español, Bark


determina cada uno de los aspectos que subrayan su carácter obsole-
to respecto de las tendencias europeas. Ante todo, rechaza cualquier
creación literaria procedente de los autores contemporáneos consa-
grados, al asociarlos indiscriminadamente a la cultura burguesa que
pretendía derrocar. Estos juicios a priorísticos generan diagnósticos
pesimistas sobre el estado de la literatura española.

' ' j Ibicl., p. 50 >' La prensa española, Op. cit., p. 9.


' 1 4 Filosofía del placer, Op. cit., p. 43.
''^ Abundante es la bibliografía existente sobre las producciones de Menéndez
Pelayo. Destaquemos los estudios de: SAINZ RODRÍGUEZ, Pedro, Menéndez Pelayo
historiador y crítico literario, Madrid, Colección Austral, Ed. Espasa Calpe, 1967. v
1984; y JURESTCHE, Hans, «Menéndez Pelayo v la cultura europea» en Revista de
Literatura, T. X, n. 19-20 (julio-diciembre, 1936), pp. 1-18.

259
En general, Bark determina un estado de crisis en el mundo del
arte, una crisis que en ningún caso debía ser analizada bajo la
simplificadora etiqueta de decadencia del arte, sino como resultado
de un proceso de deconstrucción del mundo estético. En el mundo
artístico se vivía un fenómeno paralelo a las vertiginosas transforma-
ciones de los demás ámbitos vitales, fruto del industrialismo, el
cientificismo, la crisis de valores y demás avatares del progreso. El
arte y las letras «institucionalizados» -o burgueses- no habían logra-
do, según Bark, ser el eco de este progreso que exigía un replantea-
miento del trabajo, del arte y, lógicamente, de la belleza.
Observaba Bark que los escritores «institucionalizados» españo-
les, inspirados todavía en lo aventuresco y lo romántico, resultaban
anacrónicos. Más allá de las fronteras españolas:
«[...] son muy pocos los que admiran la brillante fantasía de
Alarcón, la sal ática del caluroso anacoreta Juan Valera, los hori-
zontes del campanario de Pereda, el anticuado chauvanismo de
los episodios nacionales, y las pocas novelas hermosas de la Par-
do Bazán, donde el gran corazón de poetisa hace callar las in-
aguantables pretensiones del «bas bleu»» 7 ' 6

Como sintetiza esta cita, este tipo de argumentos propuesto por


Bark, proceden de su concepción sociológica del arte y de su uso
instrumental. Bark resaltaba el compromiso social de los autores um-
versalmente reconocidos, los cuales, presentan soluciones futuras,
como Tolstoi; o denuncian las lacras de la sociedad en vistas a la
preparación espiritual para la revolución del porvenir, como Zola. Bark
recrimina a los escritores españoles el seguir anclados en el pasado y
no preocuparse de los problemas de su pueblo ni de la humanidad.
Ese anacronismo era además ponderado por su rechazo de cualquiera
de las claves para la innovación artística: la falta de ambición y de
curiosidad estética y temática, y su negación a buscar nuevas orienta-
ciones fueron las críticas más reiteradas. Los escritores españoles
«institucionalizados», escribía Bark :

«No tienen nada que decir al mundo que este ya supiera. Épo-
cas de lucha no se contentan con narradores satisfechos con des-
cribir el rincón de su aldea, o los eternos sentimentalismos del
amor, como los han descrito los poetas de todos los pueblos des-
de hace tres mil años»7'7.

Bark no admite que los escritores aseguren a su público tan sólo el


deleite en la lectura y descuiden la misión social que el Socialismo

Modernismo, Op. cil., p. 73.


Ibid., p. 74.

260
Positivo encomienda a la literatura. En este sentido, recordemos que
la concepción de Bark de la Política Social se basaba en el estudio
sociológico de la realidad, obligando a los intelectuales y artistas a
reflexionar sobre la esencia del carácter de la nación y en las particu-
laridades de cada estrato social, cada profesión y cada región. Según
Bark, los escritores tenían que penetrar en la psicología de las nacio-
nes antes de componer sus novelas. No obstante, alentando la adop-
ción de las nuevas tendencias literarias, Bark elogia los estudios de
carácter regionalista y costumbrista realizados de manera instintiva.
Dichos estudios resultan ya un avance en el terreno de la psicología:
Emilia Pardo Bazán respecto de Galicia, Narciso Oller en Cataluña y
José M'1 de Pereda en Santander y, sobre todo, Benito Pérez Galdós, el
«admirable sociólogo», «requieren una gran erudición social» para
producir este tipo de bibliografía. Según aserta Bark: « Ver con clari-
dad las realidades de la vida, sólo pueden los artistas privilegiados y a
ellos pertenece la gran ciencia del porvenir de la psicología de las
naciones»718. Salvo esta particular excepción, Bark reprocha incansa-
blemente a estos escritores consagrados, ubicados en el «pedestal de
los dioses del Olympo literario», el haber perdido el contacto con la
humanidad 7 ' 9 . Tal alejamiento no podía producir más que textos
oscurantistas y retrógados. Abominaban el Modernismo al que consi-
deraban un peligroso enemigo del cristianismo por las verdades y le-
yes que propagaba, leyes consideradas infalibles para la reorganiza-
ción científica de la sociedad; pero, heréticas según la doctrina cató-
lica. Lógicamente, la «Gente vieja» defendía sus anquilosadas posi-
ciones, negando todo acceso a la juventud que pudiese competir con
ella y acaparar la masa lectora, su principal fuente no sólo de honor y
celebridad, sino también de retribuciones pecuniarias. Entre las per-
sonalidades a las que Bark lanzó sus dardos más violentos, Menéndez
Pelayo será una de sus víctimas favoritas. Por aquel entonces, Menéndez
Pelayo había sido designado presidente de la Real Academia Españo-
la. La autoridad que este nombramiento le otorgó, provocó la sumi-
sión de ciertos sectores de la crítica progresista. Insistiendo en su disi-
dencia, Bark reprochaba al ilustre académico que hubiese denigrado
la novela socialista sin querer aceptar la importancia del género. Igual-
mente, le censuraba su reticencia hacia toda tendencia literaria que
implicase novedad, aun cuando desempeñasen un papel relevante en
la evolución estética y en el compromiso del arte con la Historia. La
agresividad de las palabras de Bark queda significativamente plasma-
da en el siguiente párrafo:

Revolución Social, Op. cit., p. 61.


Filosofía del placer, Op. cit., p. 43.

261
«Bismarck ha dicho que las gentes más tontas son los sabios, y
al leer aquellas sandeces de garotalo, estoy tentado de creerlo. Sin
embargo, el odio antisocialista del noble barón surge de su inmo-
ralidad y egoísmo atroz que se atreve de aborrecer, él, el cristiano,
a las muchedumbres que le labran los campos y le construyen la
casa. ¡Qué presuntuoso e ingrato! Tales «glorías» de la ciencia
moderna, cuyo ideal es la sopa del convento, la Inquisición y el
derecho de pernada, son seres dañinos, plantas venenosas, ver-
güenza de nuestra civilización, que todavía puede engendrar
monstruos de instintos tan perversos. Hay que despertar la con-
ciencia pública para que estos reflejos de épocas tenebrosas no la
contagien con su veneno»720.

Hemos de tener en cuenta que por aquel entonces, el mundo inte-


lectual se hallaba escindido en dos sectores absolutistas e irreconci-
liables: el del catolicismo intransigente y el otro, dominado especial-
mente por el positivismo científico tomado como bandera por los sec-
tores más liberales y progresistas. Cuando Menéndez Pelayo participó
en alguna polémica Impulsado por su patriotismo, fue como señala
Aranguren:
«[...] siempre con sentido pasadista no se interesó seriamente
por la actualidad y él mismo pretendió justificar esta actitud: « D e
la realidad actual debe el erudito tomar aquella parte necesaria
para vivir en ella y no resultar quimérico o trasnochado; pero si
envolver en el torbellino de las cuestiones actuales; perderá todas
las ventajas que le daba el sereno estudio de lo pasado, sin ade-
lantar mucho por eso, en la inteligencia de lo presente»» 721 .

Los ataques lacerados de Ernesto Bark contra Menéndez Pelayo no


son desacertados si tenemos en cuenta que el historicismo de sus es-
tudios lo anclaron en cierto modo en el pasado y desatendió la pro-
blemática realidad de su tiempo. Como socialista positivista, Bark
no puede entender que un intelectual no esté comprometido en la
c o n t i e n d a por el progreso. Bark reproduce los comentarios de
Menéndez Pelayo sobre aquellas novelas sociales, «que apenas perte-
necen al arte» por ser novelas que enseñaban una historia falsa, en-
gendrada por «informes socialistas y bestiales y malsanas representa-
ciones de la vida actual» 722 . En definitiva, Bark se asombra de que un
puesto tan importante como la presidencia de la Real Academia sea
ocupado por un «frailuco de tan supinos alcances que podía ser feste-

'¿" Ibid., p. 1 77. Los caracteres en cursiva son originales del autor.
'¿' ARANGUREN, José Luis, Moral y sociedad. La moral social española en el
siglo XIX, Op. cit, pp. 190-191.
7
-2 Filosofía del placer, Op. cit., p. 1 76.

262
jado por la España de hoy como el verbo de la ciencia española»723.
La tolerancia y el pluralismo que tanto proclamaba no resultaban en
este contexto más que palabras hueras. Bark demuestra el semejante
ardor partidista que reprochaba a los literatos y críticos con los que no
comulgaban sus ¡deas. Su vehemencia y apasionamiento le impidie-
ron aceptar un verdadero pluralismo y reconocer la posibilidad de
existencia de una literatura que no fuese políticamente tendenciosa ni
didáctica. Aunque tales diatribas no tenían más alcance y difusión
que dentro de los cerrados cenáculos intelectuales y políticos, todos
coincidían en insistir desde sus opuestas opiniones en la importancia
de despertar al vulgo, al que seguramente poco interesarían estos te-
mas.

4. 2. Función social del arte.

Dada la absoluta función social que Bark atribuye al arte y, en


particular, a la literatura, descubriremos a través de su bibliografía que
éste será un tema privilegiado aunque se reduzca a veces a una some-
ra evocación, una asociación o una cita, siempre bajo el prisma de
sus competencias efectivas en la reforma de la sociedad. Bajo la in-
fluencia de la filosofía historicista de su formación, e indirectamente,
por las improntas que Comte y Taine dejaron en su pensamiento, Bark
sostiene que el arte es la mejor estrategia pedagógica, esencialmente
porque contiene el alma de los pueblos, su idiosincrasia e historia en
todas sus manifestaciones y en cada presente. Bark aplicaba los con-
ceptos del evolucionismo darwiniano al mundo del arte, el cual era
entendido como «vivo integrante» del proceso dialéctico de la histo-
ria, identificaba dos funciones principales en la expresión artística:
recoger el pasado e impulsar el presente hacia el futuro. Recordemos
que los anhelos de modernidad de Bark se aferraban en demostrar la
adaptación del hombre a una evolución considerada natural, es decir,
gradual y en armonía con la coyuntura nacional. Para impulsar esta
evolución, el arte era una de las estrategias de cambio por las que
apostaba Bark con mayor firmeza. Pregonaba que la democratización
del arte era una acuciante necesidad social: merced a la recepción
popular de las obras artísticas se irían filtrando en las mentes las ¡deas
fuerza del Socialismo Positivo bajo la forma de unos efluvios imper-
ceptibles, prácticamente subliminares724. Así, el arte iría transforman-
do todo sentir y todo pensar en una nación, de modo abstracto y pla-
centero: «Una obra artística que impresiona, produce efectos revolu-

723
Ibid, p. 177.
'24 Modernismo, Op. cit., pp. 70-71.

263
cionarios a veces más duraderos que barricadas y batallas en las ca-
lles. La pluma es más poderosa que todos los cañones»725. Además,
este reformismo gradual podía completarse con la acción revolucio-
naria puesto que, a juicio de Bark, entre revolución y arte existía una
relación simbiótica. La revolución podía aportar impulsos esenciales
para el arte y, a la vez, el arte podía obrar en favor de la revolución. El
contenido y la estética de dicho arte estarían determinados por el pro-
ceso revolucionario de quien él se convertirá en difusor. Menos realis-
ta era Bark cuando confiaba en que la democratización del arte favo-
recería un nuevo comportamiento individual y contribuiría en el pro-
ceso de la socialización -como desarrollo de una conducta acorde
con los valores de la moral social- de todos los ciudadanos. Bark
pensaba que el arte podía ejercer su influencia gracias a la afabilidad:
«[...] que emana del alma y un gusto artístico que sabe embe-
llecerlo todo, sin huecas y convencionales mentiras [...] El arte
será en la sociedad futura la palanca más poderosa de la activi-
dad, en la pedagogía. La historia de las bellas artes enseñará a las
inteligencias infantiles, de una manera deliciosa, lo esencial de la
historia universal»726.

Debemos subrayar la simplicidad que atribuye al arte como repre-


sentación mimética de la sociedad. Realmente, los vínculos que con-
dicionan la creación de una determinada obra artística en relación
con la evolución de las sociedades son mucho más complejos y suti-
les de lo expuesto por Bark. El arte no puede ser un fiel documento
sociológico, tan sólo se puede utilizar como un elemento más para
esclarecer la historia.
Dado el compromiso social del arte, la fuente de inspiración de
los artistas quedaría circunscrita a la sociedad para que sus productos
cumpliesen su misión civilizadora y justiciera. Cuando estos artistas,
«los nuevos apóstoles», lograsen crear en su público emociones arrai-
gadas a un sentido de popularidad se podría considerar, según Bark,
que la transformación social habia sido perpetuada. Ernesto Bark re-
coge las tesis de Jean MeGuyau expuestas en L 'irréligiositédans 1'avenir,
donde definía la idea religiosa como armonicismo espiritual para su-
peditarla a una concepción sociológica en el arte. Esta tesis era am-
pliada en L' art au point de vue sociologique727, donde expone que el

72J
Filosofía del placer, Op. cit., p. 1 96.
726
Ibid., p. 188.
727
Curiosamente Jean M e Guyau es el gran olvidado de la crítica literaria y de la
estética. Son muy escasas las investigaciones, excepto algunas en lengua alemana, so-
bre este prometedor y joven pensador que vio truncada su existencia por la enferme-

264
arte es un fenómeno social en tres vertientes: por su naturaleza, su
origen y su fin. Se nutre de la sociedad real y crea una sociedad «ideal»
donde la vida alcanza una intensidad y expansión máxima, como modo
de expresar y despertar los sentimientos. En consonancia con ello,
Bark afirma que la emoción artística es de naturaleza social y es capaz
de conducir a la vida hacia nuevos derroteros de carácter universal.
Todo tipo de sensaciones y sentimientos, incluso los más desordena-
dos e incoherentes, están cristalizados en el arte. Gracias al arte los
individuos comparten sensaciones y sentimientos y comulgan en las
¡deas, voluntades, acciones y la misma universalidad. Por estas razo-
nes explica nuestro autor que:
«Sublimes virtudes como la caridad y la concepción tienen su
raíz en una imaginación viva; porque los sufrimientos de los de-
más recuerdan en nosotros las imágenes o sentimientos de sufri-
mientos parecidos. Educando ¡a imaginación, la memoria, se educa
y aumenta la sensibilidad, los sentimientos, la moralidad. El arte
social será la gran palanca del ennoblecimiento de la humani-
dad»728.

La moral será un contrato individual y solidario para lograr el sen-


timiento de concordia y seguridad que produce no sólo el «pensar del
mismo modo», sino el «sentir juntos», en plena armonía, gracias a la
fundamental contribución de la estética.
De nuevo Bark sobrevalora la función social del escritor,
equiparando a estos «nuevos apóstoles» con los del primitivo cristia-
nismo. Los hombres de letras comprometidos con la lucha progresista
son hombres que sacrifican el bien y la felicidad propia en favor de
los bienes ideales de sus prójimos: «La poesía, como las artes y la
ciencia en general, deben ejercerse por amor desinteresado y sólo
entonces se llega a las alturas»729. Estos escogidos profetas, de acuer-
do con Hipólito Taine, serán los guías en el camino hacia el progreso
y la justicia de la humanidad. Serán una élite de genios en arte, cien-
cias y filosofía que podrán transmitir los suficientes conocimientos al
pueblo mediante la educación popular. En el capítulo referente a la
educación ya indicábamos que el arte era uno de los medios emplea-
dos para el desarrollo de la sociabilidad y la elevación de los senti-
mientos hacia los «innovadores» valores de la moral social. A tenor de

dad. Es citado frecuentemente por la crítica finisecular: Clarín y González Serrano en-
tre otros hacen constantemente alusión a sus puntos de vista estéticos y sociológicos.
Sería pues interesante estudiar la huella de esta autor en la crítica decimonónica espa-
ñola.
'28 filosofía del placer, Op. clt., p. 197.
729
lbid.,p. 67.

265
lo expuesto, Bark declara que los literatos, artistas y pensadores pue-
den llegar a crear nuevos mundos de belleza y justicia: «Sus ensueños
parecen al principio quimeras de locos, hasta que el soplo creador les
transforma en hermosas realidades»730.
El artista es un ser excepcional que puede influir en el devenir de
la civilización porque, según Bark:
«[...] en su cerebro privilegiado, inspirado por las revelacio-
nes del genio o como lo llaman los cristianos del Espíritu Santo, se
refleja el universo de la manera más armoniosa y perfecta unien-
do en una suprema armonía la inteligencia, el sentimiento y la
fantasía»731.

Por estas razones y siguiendo a Schopenhauer, Bark hace hincapié


en la importancia del goce que proporciona el arte y la educación del
sentimiento. Amor, arte y altruismo coinciden en la esfera de la ilu-
sión: «el arte es ilusión y el amor sexual y el altruismo en sus manifes-
taciones más sublimes son efectos de nobles Ilusiones»732. Bark soste-
nía que Jesús era el artista más sublime -como mito o realidad históri-
ca- porque sus parábolas eran modelos de altruismo, solidaridad y
fraternidad733. De la misma manera que la Iglesia obliga a los grandes
sacerdotes a vivir en el sacrificio del celibato, la sociedad exige gran-
des sacrificios a los literatos a quienes impone restricciones económi-
cas vergonzosas: en lugar de la abstinencia, se les adjudica la mise-
ria734. Prosiguiendo con la retórica sentimentalista, Bark equipara las
malas condiciones de vida de la gente de letras con un atentado so-
cial. Se trata, reproduciendo las palabras exactas de nuestro autor de:
«[..,] un crimen grave por no saber proteger y apoyar debida-
mente a los sacerdotes modernos que celebran misa ante los alta-
res de los ideales, y sin los cuales el edificio social ya hubiera
caído en ruinas»735.

Finalmente, en ese medrar de la colectividad humana, las letras


ostentan un papel hegemónico, por la particular naturaleza de su
materia prima: la lengua,
«[...] maravilla de hermosura viril, flexibilidad y riqueza de
expresión... saturada del fondo del alma de nuestro sentimiento,

730
Ibid, p. 51.
731
Ibid., p. 120.
732
Ibid, p. 111.
733
Ibid., p. 112.
734
Ibid., p. 80 y Op. al, p. 22.
73
° Filosofía del placer, Op. cit, p. 80.

266
se confunde con nuestras ideas hasta su manantial más íntimo y
no es solamente forma, sonido, color, sino la sustancia misma de
nuestro pensar»756.

La lengua permite el intercambio de experiencias y conocimientos


entre los pueblos. Es un vehículo que proporciona la solidaridad real
y efectiva de todos los habitantes del globo. La influencia de la lengua
sobre el pensamiento, según Bark, debía de configurar el alma y la
conciencia de sus hablantes, así como el sentimiento de pertenencia
a un pueblo. La lengua madre es parte del legado popular:
«[...] que los españoles deben de grabar en sus corazones,
porque la patria chica que les ha dejado la traición de 1898 es
sólo una parte pequeña de la herencia española, de la gigantesca
alma mater que busca su unidad [...], la España cuya alma flota
sobre las llanuras de las Américas del Sur y sobre las Cordilleras
de Méjico y que aún encuentra un eco cariñoso en las islas Filipi-
nas donde la lengua de Cervantes, Calderón, Lope, Espronceda,
Bécker y Castelar despierta la admiración y cariño»737;

por lo que hay que estrechar los lazos entre los pueblos que hablan la
misma lengua, en particular, entre Hispanoamérica y España. Subra-
yemos en la cita anterior que los escritores españoles que Bark cita, la
mayoría de la España aúrea, encarnan la universalidad de la literatura
española. Con ellos esperaba de encontrar de nuevo los valores na-
cionales de la gran España Imperial. Se trata de la búsqueda del alma
nacional que la literatura del siglo XIX no cernía por falta de originali-
dad y por el desinterés de sus autores que no adecuaban sus creacio-
nes al contexto socio-histórico, ni se hacían el eco de los grandes
problemas. En suma, no desarrollaban un arte al servicio de la regene-
ración social.
La literatura social, cuya fundadora fue según Bark, George Sand,
asumía la «sacerdotal» tarea de redención de los «esclavo modernos».
Sus escritores eran los misioneros del humanitarismo cosmopolita
-he aquí una de sus autodeflniciones-, que deseaban eliminar el do-
lor y el sufrimiento humano mediante el arte. Para lograr este sublime
objetivo precisaban, ante todo, salvar el abismo entre el escritor y el
pueblo. Con el fin de asegurar su éxito, la literatura social presentaría
cuadros sociológicos realistas, los cuales son breves narraciones que
se complacían en recrear no ya la fealdad, sino lo tétrico, espantoso y
horrible de la España del momento. Bark sólo identificaba como lite-
ratura social y naturalista a este tipo de creaciones, para él,
auténticamente realistas, olvidándose por completo del realismo pre-

736
IbicL, pp. 36-37.
737
Ibid, p. 37.

267
cedente, el de la Gente Vieja, por el mero hecho de no presentar esta
España negra de inframundos proletarios, hiperbolizados quizás en su
indigna miseria y acercamiento religioso.

4. 3. Modernismo y Literatura.

En el mundo literario prevalecía la misma heterogeneidad de opinio-


nes que descubríamos en el mundo socio-cultural como correlativos a la
conciencia de crisis finisecular. Variadas tendencias estéticas, más o me-
nos eclécticas, nacieron en los años gozne entre los siglos XIX y XX como
resultado del rechazo de la literatura vigente, la inexistencia de criterios
claramente perfilados y la búsqueda de nuevos valores y orientaciones.
Bark, defensor acérrimo del positivismo, acoge con entusiasmo el
idealismo y el romanticismo porque estima que sus «ensueños más
etéreos» son realidades para la filosofía positiva. En un ambiente ma-
terialista ya poco satisfactorio, estos ensueños a los que se refiere Bark
son sentimientos e ideas-fuerzas738. Su destrucción sería un «crimen»
puesto que con ellos desaparecería todo «un manatial de placeres».
Bark analiza la reacción materialista como la natural evolución
generacional: igual que los hijos se levantan contra los padres en el
paso de generaciones, sostiene que los republicanos positivistas alza-
ron su voz en contra del Romanticismo sin por ello lograr escapar
totalmente de sus redes"9. Por ello, solicita mayor prudencia a la hora
de enjuiciar el idealismo. A veces, el idealismo se presenta como el
único campo de batalla plausible por ser el único capaz de movilizar
a los hombres y guiarlos por sentimientos e ideales nobles :

«[...] si eran románticos, es que sólo así pudieron tener alien-


tos para luchar contra las inmensas dificultades que se les oponía.
Sólo románticos se atrevían a una lucha tan desigual, porque la
generación positiva de hoy ni siquiera se atrevería a emprenderla
creyéndola imposible.
¡Si hoy nos tachan de visionarios a los que sacrificamos el
reposo, una celebridad barata y posiciones por la Revolución So-
cial, que es de mañana!»740

' ->° «El sentimiento moral al reunir alrededor suyo un número creciente de senti-
mientos y de ideas, se hace no tan sólo un centro de emociones, sino un objeto de
consciencia refleja. Entonces nace la obligación: es una especie de obsesión razona-
da...» Ibid, p. 14.
7
" El neorromanticismo finisecular es un componente típico de la cultura republi-
cana ampliamente aceptado. Consúltese al respecto el artículo de ALVAREZ JUNCO,
José, «Racionalismo, romanticismo y moralismo en la cultura política republicana de
comienzos de siglo» en Clases populares, cultura y educación. Siglos XIX y XX, Madrid,
Casa Velázquez, UNED, 1989, pp. 355-375.
740
Filosofía del placer, Op. cit, p. 247.

268
Bark considera que no hay diferencias fundamentales entre los
prolijos «ismos» de la época si proponen una superación de la litera-
tura tradicional representante del sistema capitalista. Valga de ejem-
plo la afirmación de conciliadores lazos de unión que entre moder-
nismo y decadentismo establecía a través del tratamiento del lengua-
je. Entre ellos destaca:
«[...] a D' Annunzio, Verlaine, a Darío Rubén y en parte
Dicenta, aunque sin los decadentismos de los demás modernistas
de luenga melena, Benavente, Canivet son nombres que dan al
movimiento una importancia parecida al Romanticismo de los
Hugo, Scott, Heine, Espronceda, Leopardi y Musset»741.

Ambos comparten también su oposición al cristianismo y la bús-


queda de una filosofía de la vida basada en la filosofía del placer. Así
pues, el compromiso progresista y la oposición a la tradición eran los
criterios que servían para delimitar el concepto de Modernismo, al
cual, como podemos observar podía adherirse cualquier tendencia
entregada a la Modernidad. Esta vaga y aproximativa definición es la
única que nuestro autor ofreció. No fue construida a partir de un razo-
namiento lógico y preciso, sino a partir de la negación y crítica de la
oposición. El Modernismo se plantea pues como el rechazo del Rea-
lismo vigente, para ellos relacionado con la clase media burguesa y
sus caducos movimientos liberales. Tras haber denigrado ese Realis-
mo, la dimensión social que las nuevas tendencias sociológicas atri-
buían al arte exigieron, no obstante, la definición de un nuevo realis-
mo. Era el socialista que llegaba a través del tan célebre naturalismo o
realismo científico llevado hasta sus últimas consecuencias, en sus
términos más desoladores y míseros. Este Naturalismo lato fue izado
como la bandera literaria representante y defensora del proletariado.
La preocupación por el estado y futuro de la nación se resolvía, según
Bark, confiriendo a sus creaciones -literarias, periodísticas o
ensayísticas- un carácter europeizante que despertase a la población.
Admiraban a Zola, Tolstoi, Ibsen, Sudermann, Hauptmann, Gorki y
Morris; pero también, a todos aquellos modernistas que sienten since-
ramente lo que escribían, pues «su corazón vibra en sus obras, mien-
tras que vuestros Pereda y Pérez Galdós comunican el hielo de sus
corazones a sus lectores. ¡El entusiasmo y la verdad les falta!»742
Modernistas eran en Rusia, las novelas deTourgueneff, Dostoyevsky y
Tolstoi; en Alemania la música del porvenir de Ricardo Wagner y las
obras de Enrique Heine y Laube743. En España, los precursores del

741
Ibid., p. 38.
'42 Modernismo, Op. cit, pp. 74-75
74
3 Filosofía del placer, Op. cit., p. 5.

269
Modernismo eran en su mayoría los jóvenes bohemios, intelectuales,
políticos, periodistas y literatos; en fin, guerrilleros del progreso desde
un movimiento «literario y filosófico-sociológico». Las personalida-
des que él consideraba más relevantes en España eran Alejandro Savva,
Joaquín Dicenta, Alejandro Lerroux,Vicente Blasco Ibañezy Pío Baroja
en novela; Manuel Paso, Eduardo Marquina, Miguel Savva y Vicente
Medina en poesía; y en crítica, José Nákens, José Martínez Ruíz, Ramiro
de Maeztu y Luís Bonafoux. En teatro, Juan José de Joaquín Dicenta
era la única obra elogiada por Bark como represente del teatro social
en castellano. Entre las mujeres, destacaba a Carmen de Burgos Seguí,
una «sacerdotisa de la moral altruista de singular mérito, y hermana
de sentimientos de la admirable George Sand»744. Al presentar a todas
estas figuras de la literatura, Bark nunca analizaba su obra literaria
desde puntos de vista estéticos y formalistas, sino que la ensalzaba o
la recriminaba por su contribución a la tarea reformadora. En resumi-
das cuentas, llámese Naturalismo o Modernismo, lo importante es la
misión social que la literatura desarrolle.
Bark revisaba la contribución de los géneros literarios más frecuen-
tados en la época para analizarlos atendiendo a la función social que
desempeñaban. La novela naturalista - entendida como novela de
tesis progresista y socializante- era, para Bark, el género más apto
para la denuncia social, basándose en la metodología científica. Entre
los jóvenes novelistas, Bark reconocía la existencia de potenciales ta-
lentos, ios cuales, no habían superado su estado de latencia por el
peso de las circunstancias. Pensaba que Alejandro Savva, discípulo
brillante de Emilio Zola, hubiese podido ser el padre de la novela
española aunque:
«[...] su original talento no fuera tan eficaz en la lucha contra
lo rancio y antiguo de cómo sería de desear. Las declaraciones de
un vencido son las confesiones de un hijo de siglo del Modernis-
mo españolV'15.

Bark desdeñaba el «falso Naturalismo» de las auctoritas literarias


cuyas obras eran incomparables con los cuadros de protesta revolu-
cionaria de los autores anteriormente citados746. El género poético era
el más pobre, más heterogéneo y menos utilizado. A pesar de tener un

744
lbid., p. 175.
'4b Modernismo, Op. cit., p. 65.
746
La bibliografía sobre el Naturalismo finisecular es muy abundante. Mercedes
Etreros realizó un interesante estudio sobre el Naturalismo de estas «auctorictas» en RO-
MERO TORBAR, Leonardo y ETREROS, Mercedes, Estudios sobre la novlea popular espa-
ñola delsigloXIX, Madrid, CSIC, 1977. Véase igualmente la recopilación de LISSORGUES,
Yran, (ed.), Realismo y Naturalismo en España, Barcelona, Anthropos, 1988.

270
círculo de lectores mucho más restringido, la poesía era igualmente
operativa en política social, porque apelando a los afectos «su poder
de destrucción» queda solapado por el «amor que lo Inspira». La poe-
sía fue un género importante para la propaganda germinalista y como
solía declarar Bark: «Una poesía encierra a veces más dinamita que
vuele el edificio de las viejas preocupaciones que la que puedan fa-
bricar todos los Ravacholes del mundo». Estas composiciones eran
bastantes sencillas para que emocionasen y se grabasen en la mente
del lector, quien aprehendía de manera catequética los mensajes re-
volucionarios que lo sensibilizaban para la lucha7'17. Al contrastar la
poesía con la novela, Bark atribuía un rango de superioridad a la se-
gunda dada la preparación y el método del narrador. La mayoría de
los poetas intentaban satisfacer su narcisismo y sólo «gozan leyendo
sus propios versos mientras que los novelistas están obligados a leer
mucho, observar y reflexionar»748. Bark apenas considera el género
dramático a través de su bibliografía, salvo para a denigrar el drama
pasional de Echegaray. El género chico resultaba pobre y poco educa-
tivo para el pueblo pero retuvo su atención como arte popular, sus-
ceptible de mejoras con fines pedagógicos. Entre estos polos, Bark
elogiaba el estreno de Juan José como pionero en la incorporación del
Naturalismo social al mundo escénico. Teatro social o teatro popular,
Bark insistía en su poder educativo y adoctrinador. Por ello, el teatro
popular debía ser orientado para socializar y aleccionar a las grandes
masas, incluso las más desfavorecidas, puesto que, en su opinión:
«[...] por medio del arte escénico pueden extenderse raudales
de luz sobre inteligencias absolutamente refractarias al libro, al
colegio o a la Universidad Popular; y en particular hay que con-
quistar por él a la mujer...»749.

Respecto del ensayo crítico, Bark resaltó la actividad de los críti-


cos por ser quienes frecuentaban este género. Subrayó sus ataques
agresivos, de «gran potencia de destructibilidad» gracias a su vigor,
sus conceptos originales y profundos y la maestría de un estilo brillan-
te y sugestivo750.

747
Técnica frecuentada por toda la literatura propagandística. Sobre estas estrate-
gias de composición destacan los estudios antes citados de Lily Litvak respecto del arte
anarquista. También han contribuido a profundizar los conocimientos en este ámbito
los trabajos de Magnien, Dommerguey Lafargueen Peuple, mouvement ouvrier, culture
dans I' Espagne contemporaine, París, PUV deVincennes, 1990.
748
Ibid., p. 63.
74
9 Modernismo, Op. cit., p. 97.
750
Ibid., p. 69.

271
4. 4. Teoría del genio.

A través de las páginas de Filosofía del placer Ernesto Bark desa-


rrollará su pensamiento sobre el concepto de genio, apoyándose es-
pecialmente en el pensamiento de Jean M e Guyau. Para Bark, el carác-
ter del genio creador se define por el idealismo y la juventud de espí-
ritu de cada individuo. El genio existe en la vida real como un acci-
dente entre las formas de vida, cohibido en el mundo real y tratando
siempre de ir más allá buscando nuevas posibilidades. Ahora bien,
este carácter idealista del genio, para ser bueno, ha de someterse a la
lógica de lo posible. Para Bark, el inspirador y motor del genio es un
sentimiento dominante, una fuerte inclinación, un amor...; por lo cual,
el genio artístico y poético es «una forma extraordinariamente intensa
de la simpatía y de la sociabilidad, que no puede satisfacerse sino
creando un mundo nuevo, y un mundo de seres vivos». El genio es,
por consiguiente, una facultad de amar que tiende a la creación, a la
fecundidad751.
Todo genio posee unas cualidades innatas que han de mejorar con
la educación, y en función de la evolución en su contexto. El perfec-
cionamiento del genio es una tarea sencilla porque éste posee una
gran capacidad de contemplación. Es decir, es capaz de visualizar
interiormente para así cristalizar las ideas que rigen el universo e ins-
piran la materia. Actuando de tal manera, el ideal llega a pertenecer a
lo real. La creación artística consiste, según Guyau - y así asiente
Bark-, en dar vida, en crear algo vivo, estableciendo un nexo entre lo
bello y lo vivo. El genio puede despertar el deseo de alcanzar una
intensidad máxima en las experiencias de vida, una mayor expansión
de las ideas fuerza que se aproximan a lo universal y puede llegar a
vencer la resistencia de las inclinaciones contrarias y egoístas. En la
medida en que el genio puede perfeccionarse por el trabajo y la per-
severancia, Bark está atribuyéndole cierto carácter democrático y po-
pular puesto que a parte de aquellas cualidades innatas, el efecto de
la educación, el esfuerzo personal y el trabajo constante intervendrán
de manera definitiva para la adquisición de aquel rango superior del
genio.
En teoría, los genios son seres equilibrados (Espronceda y Zorrilla),
fieles y cariñosos con el pueblo. Este paternalismo sensiblero obligó a
Bark a justificar los desórdenes morales y desequilibrios de algunos
escritores, apriorísticamente inconcebibles en seres tan excelsos. En
ese grupo figuran los nombres de Larra, Leopardi, Musset, Dicenta y
Puskin. Para justificarlo, explica Bark que ellos no son más que vícti-

Filosoíía del placer, Op. cit., p. 50.

272
mas de una época de transición, de las tensiones intelectuales a las
que son sometidos y las particulares circunstancias en que se desarro-
llan sus vidas, siendo la neurastenia y el suicidio los finales más co-
munes de estos talentos. Según Bark, la hipersensibilidad de estos ge-
nios desequilibrados hace que el caos social les sea insoportable y,
por ello, han de ser disculpados como el producto de una etapa de
inestabilidad y cambio, impresicindible para que el arte evolucione,
se actualice y perpetúe su equilibrio. De hecho, sostiene nuestro au-
tor que: «Todas las esferas de la vida moderna reflejan aquellas dolo-
rosas antinomias propias de los crepúsculos de mundos nuevos752.
Bark reconocía que no se puede negar la influencia negativa del
arte moderno, simplemente por esa tendencia desequilibrada y su
carácter general que es favorable a la neurastenia. Si bien reconoce la
presencia importante de «[...] desequilibrados de nuestra civilización
desequilibrada...», no por ello se ha de se alarmista. La fidelidad a las
leyes de la herencia le permiten justificar las irregularidades en las
vidas de los nombrados genios inestables «[...] en Dicenta parece la
neurastenia una predisposición hereditaria desarrollada por su vida
problemática y el exceso de anacreónticas distracciones. Su madre
era una dama de fino intelectualismo y gustos literarios; las excentri-
cidades tiene Dicenta de su padre, oficial de caballería, raro y des-
equilibrado, que murió loco por un accidente traumático»753.
No obstante, Bark denigró las teorías de Lombroso, Ferri y Garrófalo;
las cuales establecían el parentesco entre el genio y la locura, pues
sostenía que el genio representaba por naturaleza la salud y energía
mentales en un grado máximo. Merced a la sensibilidad extraordina-
ria de los intelectuales y artistas que sufrían la desorganización anár-
quica de la sociedad, se divulgaban públicamente todas sus lacras
que eran reflejadas fielmente en las creaciones artísticas y científicas.
Bark ponía en tela de juicio a los criminalistas italianos, quienes, en
su opinión, abusaban del apoyo científico y atribuían a sus teorías
valores positivistas infalibles absolutamente falsos. Pero, observemos,
sin embargo, que nuestro autor no dudó en acogerse a las leyes de la
herencia para disculpar las excentricidades de Dicenta como refleja-
ba la cita anterior. De la misma manera, aconsejaba la lectura y goce
de los jóvenes artistas contemporáneos siempre con moderación y
cuidado ya que en todos ellos discernía «un gramo de locura». Bark
pretende resolver todas esas ambigüedades otorgando preponderan-
cia a la influencia del ambiente sobre el individuo, lo cual no era más
que producto de su apasionamiento «sociológico» que justificaba toda

752
Ibid, p. 184.
753
Ibid, p. 185.

273
disfuncionalidad social a través de los problemas económicos y polí-
ticos: todo loco, alcohólico, criminal o prostituida, lo es por las cir-
cunstancias injustas en que vive. En consonancia con ello, Bark podía
anunciar la buena nueva del Socialismo yAnarquismo, los redentores
y moralizadores que resolverán estos estados de degeneración huma-
na. El arte concebido con tal ideología hará penetrar en las masas
populares las ciencias y las artes. Gracias a esta educación y a las
reformas económicas finalizarán estas vejaciones sobre los más inde-
fensos y humildes, sobre los más sensibles y los ignorantes. Todos
nuestros legados serán a partir de entonces respetados. Y, cuando lle-
gue el día de la:
«[...] suprema liquidación, las muchedumbres no destruirán
los mármoles y los palacios como vestigios de la esclavitud y co-
rrupción, imitando a las hordas de fanáticos, que, bajo la direc-
ción de los obispos cristianos, saquearon los tesoros del arte y
ciencia de la pagana Roma en los comienzos del Cristianismo»754.

Los principios de Guyau fueron interpretados por nuestro crítico


en el marco intelectual y artístico españoles. Cada controversia indi-
caba vitalidad, aplicación práctica de la lucha por la vida, por la su-
pervivencia del más fuerte. Todo ello quedó plasmado en la obra de
los desequilibrados artistas españoles a los que redime el pragmatismo
de sus creaciones. De nuevo, hemos observado importantes
ambivalencias en sus citas. Así, por ejemplo, en algún pasaje etiqueta
a Espronceda y Campoamor de prostituidos por el hecho de cambiar
sus ímpetus revolucionarios por «un plato de lentejas». Empero, en
otras ocasiones, estos mismo autores serán citados por Bark como
miembros de la grandes huestes revolucionarias.

4. 5. Crítica literaria.

A partir de la segunda mitad del siglo XIX, la crítica literaria fue


una ciencia en auge dada la misión social y didáctica que envolvía al
arte. Bark la examinó con particular atención en Filosofía del placer,
España y el extranjero y el folleto La prensa española.
La finalidad de la crítica ya no es, para Ernesto Bark, la de abstraer
y sancionar juicios, sino «propulsar a la vida». El crítico debía actuar
como un guía amigo, una voz de alerta o un consejero bien funda-
mentado, «razonable y cariñoso» que alentara y orientara a los escri-
tores para perfeccionar sus creaciones. El defecto del «admirable Cla-
rín», fue precisamente el no «despojarse de todo el apasionamiento

754
lbid.,p. 188.

274
que mermaba tanto (su) autoridad»755. Por ello, Bark apelaba a todos
aquellos:
«[...] autores serios de la intelectualidad española, a escribir
las conclusiones de sus lecturas, a fin de que la crítica sea eficaz,
ya que la crítica es indispensable para decir al autor el camino
que tiene que seguir, sus aptitudes especiales respecto a lo cual
uno nunca puede ser juez competente»756.

Puesto que una de las características del genio era su capacidad


de desarrollo y evolución, Bark afirmaba que con la ayuda del crítico,
«el genio crece y trabajando, recibe conciencia de sí mismo». En sen-
tido contrario, poner trabas a los principiantes podía significar opo-
nerse al nacimiento de un talento. «Amaos los unos a los otros» sería
el precepto rector de los literatos, filósofos y críticos que cumplirían
su misión con dignidad, independencia, amor a la verdad y a la justi-
cia. La eficiencia de su trabajo garantizaba, según Bark, la existencia
misma de la literatura, pues creía que «una literatura sin crítica es un
cuadro hermoso sin luz que lo ilumine»757.
Bark lamentaba la falta de calidad de la crítica en España. Tras un
estudio comparativo con las críticas de otras naciones concluiría que
la ligereza era el defecto característico de las producciones españo-
las. Recurría a causas psicológicas y ambientales para justificar la fal-
ta de asiduidad y perseverancia tanto en los críticos como en los jóve-
nes escritores. En el panorama español, Bark discernía tres grupos
característicos, determinados según el ejercicio de sus críticos. En pri-
mer lugar, la crítica satírica y pasional poco constructiva como era la
realizada por Clarín. En segundo lugar, Bark sitúa a la crítica de los
«elogios» sin fundamento, que se dirigían entre sí los amigos o «la
cortesía meliflua de nuestros críticos y revisteros hacia los corifeos
consagrados». Era nociva y absolutamente improcedente758. Y, por úl-
timo, Bark agrupa la crítica de la manipulación , en la que reunía a las
críticas motivadas exclusivamente para atacar con agresividad a los
enemigos acérrimos. A pesar de estos extremismos, es consciente de
que:

«Nunca podrán evitarse que las relaciones de amistad, la igual-


dad de opiniones políticas o estéticas y la comunidad de los mis-
mos adversarios influyan un poco en el ánimo del crítico, y sólo

755
lbid.,p. 63.
7D
° España y el extranjero, Op. cit., p. 79.
7;>7
Filosofía del placer, Op. cit, p. 81.
758
Ibid., p. 68.

275
debe ser severamente criticado, cuando lleva a que el crítico se
hace el desentendido respecto a talentos respetables que no per-
tenecen a su bandera favorecida»759.

Centrándose en cuestiones estéticas, Bark recogió en sus textos el


pensamiento de Jean Me Guyau sobre la belleza. La interpretación
que de ella ofrecía engarzaba con sus teorías sociológicas y concedía
fundamental preponderancia a la instrumentalizacion de la belleza
como medio para el desarrollo de la sociabilidad. Bark quería desen-
trañar todas las causas y caracteres de la belleza, con el fin de poten-
ciar su popularización y facilitar el deleite «democrático» en el goce
estético. En este sentido, Bark sostenía que el crítico ideal era aquel a
quien la obra de arte sugería más ¡deas y emociones y era capaz de
comunicarlas a los demás. Las capacidades sensibles innatas - y poco
después educadas- en el crítico, aumentaban su receptabilidacl de la
obra: permanece menos pasivo ante el arte y descubre en él más co-
sas, sabe admirar mejor lo bello y puede enseñar a admirarlo mejor.
La crítica, inspirándose en el pensador francés, debía crear vida antes
que abstracciones racionales y juicios inmutables:
«Cuando se trata de apreciar si esa obra de arte representa la
« v i d a » , la crítica no puede apoyarse ya en nada absoluto, nin-
guna regla dogmática puede ayudarla; la vida no se comprueba,
se hace «sentir, amar, admirar. Habla menos a nuestro juicio que a
nuestros sentimientos de simpatía y de sociabilidad»760.

En esta concepción del crítico se empieza ya a advertir un aleja-


miento del positivismo y un acercamiento al vitalismo y a la estética
de la moral social. Las críticas al materialismo marxista, la exaltación
de la libertad individual y del armonicismo espiritual herencia de
Proudhon, son coherentes con esta propuesta más humanitaria y en-
tusiasta del vitalismo de Guyau. Si bien Bark mostraba las lacras so-
ciales y despertaba al lector a la lucha de acuerdo con sus doctrinas
socialistas positivas, anteponía siempre los valores morales y espiri-
tuales a todo materialismo exclusivista.
A pesar de su canto a la tolerancia y al eclecticismo estético, al
respeto individual y la libertad personal, Ernesto Bark no abandonó
nunca su crítica partidista. Se basaba en juicios apriorísticos, morales
y políticos más que propiamente estéticos y literarios. Aunque negó la
existencia de valores absolutos y de reglas dogmáticas, no por ello
modificó sus procedimientos. Sus postulados quedaron a menudo en
el vacío. Se advierte una falta de aplicación metodológica, pues Bark

759
Ibid., pp, 80-81.
760
Ibid, p. 209.

276
no podía evitar sus impetuosos anhelos revolucionarios y propagan-
dísticos, a los cuales somete la mayoría de sus escritos. Muestra de
ello, son las distintas versiones publicadas al enjuiciar a Pérez Galdós
y a Valera, o sus más virulentos ataques a Clarín, quien precisamente,
según Gonzalo Sobejano, quisó salvaguardar la función de la crítica
como emisión de un juicio de valor761. Es cierto que incluso en los
escritos de Clarín se trasluce ese apasionamiento fervoroso hacia los
suyos, pero no por ello deja de escribir crítica propiamente literaria,
con sus brillantes análisis del pensamiento, la estética y otras cuestio-
nes lingüísticas de los textos762. Bark sólo se detiene en la la misión
social, tanto de los textos como de los movimientos en los que se
insertan. Cuando presentábamos su concepto del Naturalismo obser-
vábamos su énfasis en la definición militarista del mismo, dejando en
el más absoluto olvido sus implicaciones, géneros, lenguaje, estilo...
La parcialidad de sus disertaciones críticas se encuentra afectada por
su elástico concepto del eclecticismo, el cual le permite compatibili-
zar ¡deas distintas e incluso contradictorias: rechaza la retórica hueca
y vacía, pero engrandece a Castelar y, alguna que otra vez, el drama
altisonante de Echegaray. Galdós es repudiado a menudo, acusado de
escribir únicamente motivado por las retribuciones pecuniarias que
de sus «arcaicas» obras llegaba a obtener. En otras ocasiones ensalza
su compromiso social progresista y sus grandes dotes de sociólogo.
Como críticos reconocidos, encontramos los nombres de Pedro Bofill,
Jacinto Octavio Picón, Leopoldo Alas Clarín, Antonio Sánchez Pérez,
Mariano de Cavia, Luís París, José Ortega Munilla y Manuel Cañete
entre otros. A jucio de Bark, los más conservadores nunca dudaron en
rechazar las obras de los jóvenes, estableciendo cortapisas a aquellos
balbuceos artísticos, malográndose deplorablemente las incipientes
carreras de algunos jóvenes con sus veredictos parciales y subjetivos:

«Bien se me contestará que producciones muy notabilísimas pa-


san por ellos inadvertidas, y recuerdo el caso que «Clarín», por
ejemplo, sólo tuvo chistes de dudoso gusto para las primeras mani-
festaciones del hermosísimo talento de Dicenta y Torróme, y que la
esperanza literaria que representaba Sawa sólo ha sido reconcocida
por el correligionario de éste en naturalismo, el Sr. París»763

7&1
Véase SOBEJANO, Gonzalo, Forma literaria y sensibilidad soc/a/,Madrid,
Gredos, 1969, pp. 146-147.
7f)
2 Sobre las características de Clarín como crítico literario véanse: SOBEJANO,
Gonzalo, Clarín en su obra ejemplar, Madrid, Ed. Cátedra, 1985, pp. 39-75; VÁRELA,
Jacóme, Leopoldo Alas « Clarín», Madrid, Ed. Edat, 1980, pp. 28-47; y BESER, Sergio,
Leopoldo Alas, crítico literario, Op. cit.
7
^3 ia prensa española, Op. cit., p. 19.

277
La prensa era uno de los medios más favorables al ejercicio peda-
gógico y social de la crítica. A través de ella, Bark encontraba un ac-
ceso fácil para la popularización de la literatura y de un espíritu críti-
co. Al examinar la contribución de la prensa española a la difusión de
la crítica literaria constata la práctica ausencia de la crítica en las
columnas periodísticas, ya que sus reducidas dimensiones no permi-
tían estudios exhaustivos. Como solución transitoria en favor de la
propaganda literaria, Bark propone la publicación de una verdadera
crítica en la sección bibliográfica764:
«Hoy día se contentan con poner los cuernos a la luna las
publicaciones de las personas que de cualquier modo logran con-
quistar la benevolencia de la empresa, o del crítico, o de algún
colaborador, o por medio de utilidades económicas en forma de
anuncio, reclamo, etc., o, sencillamente por amistad o servicios,
o en fin, por un café con media tostada»71'5.

Mientras que en Alemania se mencionaban todas las publicacio-


nes enviadas a las secciones bibliográficas de un periódico, en España
se seleccionaban y «millares de recensiones» quedaban en el cajón
del olvido. La inclusión de esas secciones en las que críticos eminen-
tes publicasen en notas breves las impresiones de sus lecturas, en lu-
gar de los comentarios y «elogios de nulidades literarias», sería una
aportación importante a la cultura española766. La sagrada misión del
periodista y del crítico se cumpliría si se guiase al artista formulando y
criticando las teorías estéticas inconscientemente «reveladas» en su obra.
De este modo, también se prepararía al público para que comprendiese
al artista y descubriese el gozo en el arte.

5. El mundo editorial.

En una época de eclosión periodística la edición de libros sufre


cierta recesión que repercutirá directamente en la creación literaria
de los escritores decimonónicos finiseculares767. Las relaciones en el

764
Ibid.., pp. 22-23.
' °D España y el extranjero, Op. cit., p. 66.
7
° 6 Dicha opinión era compartida por Rafael Altamira quien criticaba la falta de
columnas literarias de calidad en la prensa: «Se cree que con publicar un folletín, algún
que otro cuento indígena o traducido, quizá una hoja dominguera de colaboración, dar
cuenta de los estrenos teatrales e insertar de vez en cuando sueltos de <bibliografía> -
redactados, muy a menudo por los editores, o reducidos al sumario de la revista o al
índice del libro), ya está cubierta la necesidad», en ALTAMIRA, Rafael, Estudios de
crítica literaria y artística, T. LXIII, OOCC, Madrid, Arte y Ciencia, 1925, p. 194.
' " Véase al respecto la obra ya citada de BOTREL, Jean- R, Libros, prensa y lectu-
ra..., Op. cit., pp. 343-379.

278
mundo editorial entre la prensa y el libro se inclinarán a favor de la
primera. La prensa era un medio de comunicación más ágil y asequi-
ble al vulgo que el libro. Entre los hábitos de lectura del siglo pasado,
eran frecuentes las reuniones en las que una persona leía en voz alta
para todos. En estas reuniones, la dinámica en la transmisión de ideas
de la prensa era mucho más viva y popular que mediante la lectura de
libros, de ahí el poder educativo que Bark confiere a la primera.
Se recusaba a la prensa el creciente número de lectores que había
usurpado a las obras serias y la sustitución del libro por artículo del
periódico, de la lectura profunda por la superficialidad que ella pro-
ponía. Bark reaccionará frente a estas opiniones sobrevalorando la
revolución de la prensa periódica en la literatura, su misión como
difusora de conocimientos y catalizadora de la vida intelectual, dis-
minuyendo las distancias entre el espacio y el tiempo. La exposición
fácil, accesible a todo el mundo y la actualidad de los asuntos trata-
dos no están en contradicción con la profundidad. De hecho, los tra-
bajos periodísticos son para Bark un ejercicio de síntesis, claridad y
precisión en el estilo del escritor768.
Adaptándose al desarrollo del pensamiento y de las ciencias y la
industria, Bark propone la creación de publicaciones periódicas espe-
cializadas para que los nuevos avances lleguen a ser divulgados en
breves límites de tiempo. Los artículos, crónicas y críticas de verdade-
ra relevancia podían ser reimprimidos en forma de libros, como ya
ocurría en el caso de la crítica literaria de Lessing, Saint-Beuve y Zola,
elevándose así la obra periodística a «las alturas del documento histó-
rico».
Bark censuraba la tendencia de los escritores a la prolijidad
cuantitativa en detrimento de la brillantez cualitativa. Lamentaba, por
ejemplo, que escritores de la talla de Dicenta se «gasten en la moneda
de cobre de los artículos periodísticos», en lugar de componer obras
profundas que pasen a la historia:
«La facilidad de los medios modernos de repoducción tipo-
gráfica ha llevado a abusos enormes de tinta, papel y tiempo pre-
cioso de los lectores y de los mismos escritores, que creen preciso
imponer al público por el peso de kilo sus productos intelectua-
les. La grafomanía es un vicio modernísimo»769.

Este afán de prolijidad y extensión era una lacra en los escritores.


En su opinón, razones exclusivamene editoriales justificaban «la deses-
perante longitud pedestre del estilo de Pérez Caldos y en parte de la

768 filosofía del placer, Op. cit., p. 56.


769
Ibld., p. 56.

279
Pardo Bazán, sin mencionar los dioses menores de nuestro Parnaso»770.
Las dificultades editoriales aumentan con la superproducción,
novelística y de carácter mediocre, dado el control mantenido por los
libreros hasta el punto de intentar prohibir legalmente las publicacio-
nes por cuenta propia. A esta medida se oponía Bark, considerando
que nadie es suficiente autoridad para decidir sobre la suerte de una
obra que requiere tanta entrega personal. Con un rotundo sentido prác-
tico inquiere Bark: «¿por qué prohibir que (el autor) gaste su dinero
dando trabajo a cajistas, encuadernadores y libreros?»771. Un texto
mediocre sirve de ejercicio tal vez para futuros textos de mejor cali-
dad. Igualmente, puede servir para el enriquecimiento cultural, en la
medida que el genio se va cultivando y mejorando, según Bark. En
este sentido, aconseja el aprendizaje de la síntesis y de la precisión. El
buen escritor debe someterse a una estricta correción y profundizar
cada idea e imagen recurrente para alcanzar mayor profundidad y
perfección772.
Las condiciones editoriales en España eran tan rudas y los escrito-
res tan mal retribuidos que éstos habían de poseer una verdadera vo-
cación o los medios suficientes para costearse personalmente las edi-
ciones de sus obras773. De esta iniciativa privada surgió la el proyecto
de la Asociación de Escritores y Artistas.
Bark aplaudía el esfuerzo que se hacía en España, en donde se
iban publicando todas las obras eminentes en castellano. Parangonando
los mundos editoriales europeos, constataba que al mundo editorial
español le faltaba el «espíritu de moda» de los franceses y «la satura-
ción intelectual» de los germanos774. La corrupción era un problema
común a todas ellas consecuencia de los pésimos salarios de los escri-
tores en toda Europa ya que:

770
Ibid, p. 68.
77
' Filosofía del placer, Op. cit, p. 64.
77
^ Por ello declara, preferir a Balzac sobre Zola: el primero corregía minuciosa-
mente sus textos mientras que Zola «nunca quería leer nada de sus escritos por encon-
trarlos defectuosos e insuficientes», Ibid., p. 69.
77
-> Recordemos los casos de Pérez Caldos o de Salvador Rueda, por ejemplo. Este
último ante las dificultades de encontrar un editor, fundó junto a su hermano la Biblio-
teca José Rueda donde él mismo publicaba sus obras. También esta era la iniciativa
seguida por nuestro mismo Bark, quien publicaba la mayoría de sus obras en el seno de
las Bibliotecas de los periódicos y probablemente estaban subvencionadas por sus fon-
dos personales.
77
4 Modernismo, Op. cit., p. 90.

280
«[...] los autores serlos que quieren elevar al público se mue-
ren de hambre; los vulgares que lisonjean al mob, se hacen ricos;
hasta Zola ha tenido que sazonar sus obras con un poco de por-
nografía para hacerse popular»775.

España debía actualizarse diversificando el precio de los libros


como ocurría en Alemania, donde se divulgaban obras clásicas a pre-
cios módicos y que Bark ensayó a través de las bibliotecas que fundó.
En 1907, en Filosofía del placer, nuestro crítico ensalza la ediciones a
una peseta de autores de primer orden. Valgan de ejemplo la colec-
ción de Eduardo Zamacois, El Cuento Semanal, o las ediciones eco-
nómicas que los partidos políticos progresistas habían lanzado para
democratizar la cultura y divulgar una ideología avanzada. Además,
estas ediciones con retribuciones económicas «recortadas» alejaban
a los escritores ávidos de lucro. El mundo de la edición dejaba así de
ser un mero negocio y los escritores que seguían ofreciendo el esfuer-
zo de sus plumas eran los «verdaderos sacerdotes, los escritores de
vocación dispuestos a hacer toda clase de sacrificios para ejercer el
sublime sacerdocio del escritor»776.
Ernesto Bark prosiguió sus campañas en contra de la corrupción
en el mundo de las letras, en contra de los que habían recibido pro-
tección de políticos y magnates para asegurar el sustento, como
Alarcón, Núñez de Arce y Menéndez Pelayo777; o contra los que se
habían envilecido con las riquezas. Bark buscará un equilibrio en el
término medio entre la mísera pobreza y el exceso de riqueza, térmi-
no en el cual, se encontraría la virtud.

6. Ernesto Bark literato.

De la producción literaria de Bark no conocemos más que una


novela y varios títulos en el mismo género. Se trata al parecer de una
trilogía político-social constituida por: Alborada, La Invisible y Aurora
Boreal; que después amplió y publicó como tetralogía formada por
Los Vencidos, La Invisible, La Ciudad Negra y Alborada.
En La Invisible, el protagonista encarnaba la figura de Alejandro
Sawa. Al recibir este regalo, Sawa realizó varios comentarios sobre su

775
Filosofía del placer, Op. cit., p. 63. Bark aporta datos cuantitativos sobre las
míseras retribuciones salariales. Nos informa, por ejemplo, que Sudermann, Hauptmann
y Blumenthai eran los únicos que conseguían vivir de su teatro en Alemania y que no
ganaban más de cien mil marcos por pieza, tos redactores estaban mejor pagados en
Francia, Alemania e Inglaterra que en España y el salarlo oscilaba entre veinte duros al
mes hasta seis mil al año.
776
Ibid., p. 66.
777
Ibid., pp. 84-85.

281
amigo como indicábamos en la biografía de Bark. La redacción de El
Cuento Semanal, I (n°. 43, 25 de octubre de 1907), exalta las cualida-
des de La Invisible como novela «político-filosófica de gran interés
romántico». Parece ser la continuación de Los Vencidos pues:
«Da una cabal ¡dea de interesante movimiento intemaciona-
lista, extrañamente entretejido con el movimiento revolucionario
en España. Merecen citarse los capítulos donde el autor describe
la fiesta del primero de Mayo de 1890; la redacción de Germinal,
con su director Dicenta; los nihilistas Padlievsky, Abrancof y la
«Venus Nieva», Llubia y el libertario español Teobaldo Nie-
va.»778

En La Invisible se reproducen las relaciones de Ernesto Bark con


Manuel Ruiz Zorrilla y gracias a la breve recensión podemos conocer
la opinión de nuestro autor sobre el líder republicano779. Nos encon-
tramos, pues, limitados a Los Vencidos780 único texto visionado en el
que podremos dilucidar el grado de aplicación de sus presupuestos
teóricos en la creación literaria.

6. 7. Los Vencidos.

Los Vencidos salió a la luz por primera vez como folletín del perió-
dico alicantino El Liberal, en las entregas de julio y agosto de 1881 y
fue editada posteriormente por la Tipografía El Liberal en 18917m. Como
Bark señala en su prólogo, fue escrita durante su estancia en Alicante.
En un contexto provinciano como éste, con alto índice de participa-
ción en los movimientos progresistas; la actividad propagandística de

''°Contraportada El Cuento Semanal, I, n° 43 ( 25 de octubre de 1907). Esta


novela aparece en el catálogo de la Librería Pueyo.
7
' " El personaje que nos pintaría Bark sería el de un republicano osado y valiente,
pero que no era demócrata. Según Bark, Ruiz Zorilla desconfiaba del pueblo. «Era un
mesócrata, un burgués empedernido y hubiera sido un perfecto monárquico si no com-
prendiese la absoluta inadaptabilidad de los Borbones para la vida culta moderna. Te-
nía horror por la revolución popular por y para el pueblo; quería traer la República por
un pronunciamiento, y la carta suya al marqués de Montemar (véase mi novela La
Invisible) demuestra que el coqueteo con los cabecillas de la plebe era sólo una astucia
para contener la fiera, despertada por las ideas democráticas europeas», Alejandro
Lerroux, Op. cit., p. 5.
7
" ° Hasta el momento el único estudio sobre dicha novela es el realizado por el
profesor Juan Antonio Ríos,« La novela de un radical, Ernesto Bark», Homenaje a Anto-
nioVilanova, Barcelona Universidad, 1989, pp. 557-566; y las breves referencias de la
misma en el ensayo de Alien W.Phillips: «Un personaje de Valle-lnclán en tres tiem-
pos», Homenaje a Alonso Zamora Vicente, Vol. IV, Madrid, Castalia, 1994, pp. 309-
327; así como ROMERO, TOBAR, Leonardo y ETREROS, Mercedes, pp. 182-190.
7
^ 1 Ibid., p. 559, entre los números 1 585 y 1 607.

282
Bark y su novela despertarían un especial interés entre los pequeños
círculos intelectuales y librepensadores que Bark frecuentaba. Acos-
tumbrados a ser satélites de la capital, se sentirían en cierto modo
importantes receptores y partícipes directos en la evolución de la lite-
ratura. Sin embargo, como suponejuan Antonio Ríos, «las circunstan-
cias que configuran la trayectoria biográfica de Bark nos sugieren la
posibilidad de que su novela se diferencia del resto de las publicadas
por entonces en Alicante»782. Todas estas condiciones favorecieron una
exitosa acogida e integración del escritor, como justifica el sólido apoyo
que recibe desde las amistosas columnas de El CrisoF33 y la publici-
dad que se hace a su novela:
«Los Vencidos. Novela política contemporánea... Los escrito-
res del El Crisol que deseen adquirir esta importante obra que es
un verdadero resumen del socialismo internacional y una verídi-
ca historia del movimiento revolucionario en Rusia...»784

Se profirieron alabanzas desmesuradas para un texto que cierta-


mente no es novela del realismo socialista difundido por el autor y ni
siquiera resumen histórico de los núcleos generadores de la Revolu-
ción rusa. Es una versión novelada del activismo político de un idea-
lista propagandista. Se trata de una exposición de su pensamiento
entremezclada entre abundantes datos autobiográficos. En páginas
sucesivas estudiaremos Los Vencidos como texto autobiográfico y tra-
taremos de analizar en qué medida su pensamiento doctrinal queda
materializado en esta novela.

6. /. 1, Autobiografía en Los Vencidos.

Entre realidad y ficción siempre hay un espacio que el autor mani-


pula según sus intereses, sus intenciones y sus objetivos. Bark tenderá
a hiperbolizar las hazañas «revolucionarias» que le convertirán en un
héroe aventurero de la causa socio-política. Erico Orloff, el protago-
nista, era como su creador joven, alto y rubio en un principio, puesto
que después se tranformará en su viva fotografía: «su cabellera daba a
su cabeza el aspecto de un Neptuno encolerizado, pareciendo los

782
Ibid., p. 559.
783 ibid., p. 559. Reproduce algunos fragmentos de El Crisol, en los que la redac-
ción hace publicidad de la Academia de Bark en Alicante: «En el número correspon-
diente al 19-VIII-1891 encontramos el siguiente texto: «Recomendamos muy eficaz-
mente a nuestros lectores [...] la Academia de idiomas de nuestro compañero Don
Ernesto Bark, en Alicante (Cieníuegos,18). Esperamos que nuestros correligionarios apo-
yarán estos dos campeones de los idealismos modernos por todos los medios que pue-
dan».
784
El Crisol, 19 de julio de 1891.

283
rojos rizos cual manchas de llamas enardecidas...»785, siendo ésta la
imagen con la que se le reconoce en las semblanzas de las memorias
ya mencionadas. Hijos ambos de padre ruso y de madre alemana pro-
cedentes de una familia livonesa hacendada, se entregaron pronto a
los movimientos nacionalistas de su país. Y las coincidencias siguen,
Erico obtenía grandes éxitos como escritor, lo cual le indujo a aban-
donar sus estudios universitarios y a dedicarse por completo a la lite-
ratura política y al publicismo. Frecuentó diferentes universidades
europeas, lo cual le facilitó el dominio de diversas lenguas y las ga-
nancias para su sustento como profesor de idiomas y traductor. Sufría
constantes persecuciones a causa de sus ideas nihilistas en pro de la
revolución. En España conoció a la mujer que se convertiría más tarde
en su esposa y por la cual intentaría ganar una situación económica
respetable en los países donde trabaja como periodista. La sublime
misión a la que está predestinado le obliga a abandonar a su novia
andaluza, justificando su decisión por unos motivos misticistas y so-
ciales así explicados:

«Borrar el rayo de luz que había caído en su alma iluminán-


dola como de magia divina no quería, ni podía el joven nihilista,
al revés, sentía profunda gratitud a la suerte pero también creía
tener el sagrado deber de no comprender más de lo que había
hecho la vida de aquella tierna flor de Andalucía uniéndola con
su existencia agitada de revolución boreal»786.

Acudiría a Ginebra, centro del nihilismo ruso, donde fundaría la


revista El Federalista Báltico para propagar el ya concebido socialis-
mo internacional. En sus digresiones Bark aprovecharía, además, para
hacer breves reseñas de otras obras publicadas por Erico, sus propias
obras; e incluso su voz de autor interrumpe la narración para hacer
propaganda sobre sus propios libros en citas a pie de página. Algunas
desavenencias con los demás radicales provocaron su traslado a Viena,
donde entablaría amistad con la joven Leopoldina a la que enamora-
ría. Su deseo de participar en los movimientos sociopolíticos que se
avecinaban con los futuros atentados contra el Zar, le condujeron en
compañía de la bella e inteligente Olga Ivanova hasta Moscú bajo un
fingido matrimonio. Pero las amenazas de muerte que sobre él se cer-
nían le obligaron a regresar de nuevo a Viena. Desde allí trabajaría
para despertar a los pueblos a los grandes ideales de la redención
social. Como redactor de Deutsche Zeitung logró una pequeña fortu-
na rápidamente y la compartió con una familia judía arruinada, guia-

7
<" Los Vencidos, Op. cit., p. 33.
786
lbid.,p. 17.

284
do por su «socialismo de corazón». Esta circunstancia le sirvió de
instrumento para hablar de la condición del periodista, de la mujer y
otros temas de índole social y humanitaria. Realmente su primera fi-
nalidad era la exposición de su ideología antropocéntrica, combina-
da con su particular concepción del Socialismo Positivo, insistiendo
en la nueva filosofía altruista del placer y del amor que lo sustentaba.
Bark tampoco desaprovecharía la ocasión para poner en boca de
Erico sus ataques al socialismo colectivista de Marx desde la revista
La Wieux Revue, por él fundada. Los problemas económicos de la
familia impulsaron al joven nihilista a regresar a España, empobreci-
do tras ser robado por el judío Epner. Viajaría con grandes penalida-
des hasta Ñapóles. Conocido como era y con la ayuda de algunos
amigos políticos progresistas, recogería el dinero suficiente para su
billete hasta Madrid. Imaginaba que en España encontraría la dicha y
podría llevar a cabo la consecución de sus ideales. En la capital reali-
zaría unos profundos estudios «sociológicos» sobre la decadencia e
intolerancia en España. Las esperanzas del joven Erico no quedaron
frustradas ya que encontró a la Gente Nueva, «que dirigía su mirada al
porvenir y que como el emigrado ruso en su país, era un extraño en su
propia patria, porque no le comprendieron y quizás se burlaban del
soñador»787; y también a aquel pueblo idealizado subyacente a la
putrefacta sociedad madrileña, que, sin embargo, Bark creía inocen-
temente que era:
«[...] sano y vigoroso, que protesta de todos modos contra la
atmósfera asfixiante en que le obligan a vivirlas clases directorías,
él obrero, el campesino, el artesano; intactos aún del veneno de
arriba, conservaban su independencia y su libertad de pensar y
sentir»788.

El soñado «[...] desenlace artístico novelesco de sus amores con la


bella andaluza...»789 tal y como Erico lo concebía, adquiere los tonos
melodramáticos propios de la novela de corte romántico típicamente
republicano. El protagonista, antes de triunfar, ha de derrocar a su
contrincante en lides amorosas. Se trata de don Carlos, el usurero que
pretendía comprar a Matilde. Deseaba consumar la unión con la jo-
ven malagueña, a cambio de los favores ofrecidos a su padre arruina-
do. Ya en Madrid, con el corazón satisfecho, funda la revista Spanien
y participa en las tertulias del Ateneo. Escribe como corresponsal en
distintos periódicos europeos para asegurar el sustento de su familia,

787 ,b¡d
788
Ibid., p. 154.
789
lb¡d.,p. 197.

285
además de lograr la consecución de su ideales. Nos encontramos,
pues, ante casi la verdadera vida de Ernesto Bark, sazonada con ele-
mentos románticos e idealistas, los cuales le alejan de la realidad se-
gún los modelos de novela ya caducos hacia 1882. El carácter
autobiográfico es encubierto por el autor, con la ya tan usada y anti-
gua estrategia de ser un mero copista de una historia que le confiaron.
Más que el vetusto intento de eludir ficticiamente toda responsabili-
dad que la obra, - por su condición de extranjero y ser épocas de
censura -, pudiese ocasionarle, resulta más plausible el pensar que
tan sólo lo introdujo como artilugio retórico par resaltar más el valor
de su tarea de redacción al servicio de los grandes ideales. Nos re-
cuerda a Cide Hamete y a otros tantos personajes literarios de novela
histórica cuando concluye el prólogo a la obra con las palabras si-
guientes:
«Todo lo que estas páginas refieren es eco fiel de la realidad y
el empeño mío ha sido ser narrador exacto de lo que me comu-
nicaron, y para que la rectitud no sufra menoscabo ha disistido de
los pequeños artificios de novelista obligado por el mal gusto del
vulgo a las exageraciones y romanticismos reñidos con la reali-
dad»790.

6. 1.2. Los Vencidos, de la teoría a la práctica creativa.

De Los Vencidos analizaremos los elementos más destacados que


la componen orientando nuestra exposición a la presencia o ausencia
de los postulados doctrinales que se han ido presentando. De antema-
no, indicaremos que la intención de Bark era la de prescindir de las
escenas melodramáticas con truculencia romántica, características de
las novelas de folletín que tanto criticó. Estas declaraciones no fueron
más que palabras hueras. El argumento de la obra no se distingue
esencialmente del de las novelas populares que circulaban por aque-
llas décadas, salvo en las extensas y farragosas digresiones. En ellas
redunda en todas las ideas expuestas en sus libros; a saber, sobre po-
lítica, periodismo, sociología, arte...
Los Vencidos es una novela monótona. Las aventuras del joven
Orloff son meros traslados de escenario sin resonancia significativa.
Todo acontecimiento es relegado a una trascendencia secundaria. Las
aventuras y peripecias de Erico Orloff simplemente se enuncian es-

Prólogo a Los Vencidos, Op. cit, p. 4.

286
cuetamente para indicar el nuevo contexto en el que se encuentra el
protagonista. Así planteada, la acción resulta escasa, pues queda
subsumida a la creación supuestamente «científica» del personaje. El
autor pretende elaborar un estudio introspectivo de Orloff tal y como
se realizaría en una novela psicológica. Por ello, el dircurso narrativo
se estructura bajo la alternancia de los patéticos o exaltados monólo-
gos de Erico con la voz omnisciente del autor. De esta manera, queda
reducido a un simple conjunto de reflexiones continuas aprovecha-
das para perfilar a este héroe de la causa revolucionaria, así como
para realizar la consabida propaganda. Un ejemplo claro del abismo
entre la teoría y su aplicación práctica dominante en toda su produc-
ción lo descubrimos en esta novela. Introducción previa a un largo
monólogo de Erico, en tercera persona, se inmiscuye el narrador ha-
ciendo uso de su poder para afirmar que:
«La novela moderna es ante todo psicológica, pinta aconteci-
mientos interiores, revoluciones de carácter y de ¡deas, y se distin-
gue en estas cosas esencialmente de la novela de nuestros padres
que leían con vivísimo interés las aventuras de Montecristo. Sin
embargo, más difícil es para el lector seguir y comprender el de-
sarrollo de un carácter y el concepto del mundo de varios prota-
gonistas que seguirles por las aventuras en países extraños o en
conflictos horripilantes con asesinos y piratas. No sólo exige el
novelista mayor atención de sus lectores, sino más aún, una ilus-
tración poco común y entendimiento de los fenómenos psicológi-
cos»791.

Quedan, pues, claramente delimitados sus propósitos: la ilustra-


ción y la educación del lector se han de adecuar a lo que él llama una
novela psicológica, compuesta a imagen y semejanza de las de Flaubert
a quien tanto admiraba792. Sin embargo, no logró crear un personaje
en el que el lector pudiese vivir esa «revolución de carácter y espíri-
tu». Erico Orloff, a pesar de sus apasionamientos políticos y amoro-
sos, no deja de ser un personaje hierático literariamente hablando, a
lo que contribuye en gran medida el tono discursivo del narrador
omnisciente continuamente interrumpiendo el desarrollo del argumen-
to, así como la casi total ausencia de diálogos. Desde su presentación,
los personajes no son característicos de una novela psicológica, sino
que obedecen a los tipos literarios propios de la literatura popular
folletinesca: Erico es el «joven extranjero, alto, enjuto de carnes y

'"' Ibid., p. 119. Las letras en negrita son añadidas por nosotros.
™2 BARK, Ernesto, «El Naturalismo español» en Germinal, n°19 (10 de septiembre
de 1897).

287
muy rubio, con un sombrero de paja de jipijapa en forma de casco
prusiano, última moda inglesa de entonces»793. Estaba predestinado a
Matilde, la joven «más guapa»794 y bastó un entrecruzamiento de mi-
radas para que quedase cautivo del mítico amor con estos altisonan-
tes locativos descrito:
«[... ] La niña risueña le pareció la personificación de la feliz
Andalucía; del país de sus ensueños cuya poesía admiran más qui-
zás que los mismos hijos del país, los pueblos del Norte con las
brumas sombrías que le hacen soñar la Arabia y el Mediodía»795.

De ella sólo tendremos breves noticias descriptivas:


«Matilde, la encantadora niña de 16 años...una risa ¡nocente
y un pañuelo blanco en manos de una niña hermosaf...] los pe-
chos apenas formados, ya las caderas admirablemente encorvadas
y el talle etéreo que debía romperse por el sólo contacto de mi
brazo amoroso»796.

No dejaremos en el tintero los locativos que los personifican. Al


admirar laAlhambra de Granada cuenta el narrador:
«El arte ya sólo veía él en la cabeza angelical de su amada y
en sus grandes ojos rasgados comprendía el encanto de la feliz
Andalucía por la cual habían luchado ocho siglos los árabes hasta
que al fin tenían que abandonar el Alcázar y el Ceneralife. Los
dulces ojos pardos de la niña del Castillo de Málaga, habían pe-
netrado profundamente en el alma del hijo del Norte»797.
«Erico leyó ... después palideció y tuvo que agarrarse a la
mesa para que el vértigo que le sobrecogió no le hiciera caer al
suelo. La sangre se le subía a la cabeza...ya no sabía donde esta-
ba, poco faltaba para que se hubiera desmayado...»798.

Más que un ser humano parece una máquina, en la cual, las reac-
ciones son programadas y sucesivas. Los puntos suspensivos forman
parte del párrafo que hemos transcrito al pie de la letra. El lector difí-
cilmente revivirá la angustia de Erico, no podrá identificarse con él, si
no que se quedará pasivo y ajeno desde el punto de vista del receptor-
reproductor. En un momento tan trágico como el del adiós tras el inci-

79
^ Los Vencidos, Op. cit., p. 15.
794
Ibid., p. 6.
795
Ibid, p. 6.
796
Ibid, p. 20.
797
Ibid.,
,u,u., pp.
. 14.
i-t.
798
Ibid, p. 158

288
dente de! fallido duelo, el apasionamiento de los enamorados se re-
duce a la reproducción de una estampa de adoración a la Virgen,
semejante a las de Murillo y Ticiano con cuyas vírgenes siempre iden-
tifica a Matilde:
«La pequeña y blanca mano que aún temblaba del susto so-
brellevado estrechaba suavemente la derecha del joven y así arro-
dillado ante su ideal, permanecía como absorto en una plegaria a
lo eterno femenino. Unos rizos oscuros caían sobre la radiante
frente, una frente de las mujeres de Ticiano, llena de luz e inteli-
gencia... A los pies de esta Virgen de Murillo [...] personificación
ideal de la mujer que en sus sueños se había forjado y para la cual
le habian servido de modelo las vírgenes de Murillo y Ticiano, de
aquél la expresión divina, y de éste el color y la forma acabada; y
en efecto, allá en las orillas del Mediterráneo, bañado por las es-
meraldas olas del clásico lago, debía encontrar al fin su ideal...»799

A pesar de ser el cristianismo uno de los principales blancos de su


crítica, nos llaman la atención sus continuas alusiones y comparacio-
nes para la expresión de sus sentimientos amorosos800. El eclecticismo
de sus creencias se demuestra en este uso de valores pseudorreligiosos,
de una moral tolerante, que reconoce la necesidad humana de creer,
al menos, en un armonicismo religioso como natural sentimiento y
curiosidad ante los grandes misterios de la existencia. Por ello, Bark
muestra una gran capacidad de adaptación a cada circunstancia, lle-
gando incluso a conciliar el crudo ateísmo del Naturalismo de Zola
del que siempre hizo propaganda, con párrafos de pedante sabor ro-
mántico como el que acabamos de reproducir, o con el desarrollo del
argumento en el cual el protagonista si bien en un principio se define
culturalmente protestante, descubriremos a «un librepensador, un re-
volucionario socialista, que ni siquiera creía en Dios y mucho menos
en laTrinidad y los santos...»801. Tras vencer las grandes dificultades a
las que se cree determinado por la fatalidad, voluntariamente legaliza
su amor con la casta, pura e inocente Matilde mediante el sagrado

799
ibid., pp. 20-21.
°00 Los personajes femeninos españoles son descritos en términos religiosos. Doña
Lrasquita, «la mujer más santa e inocente del mundo» (Ibicl., p. 131) cuyos «grandes
negros ojos tenían un expresión de dulzura y bondad de un alma grande que Erico no
podía olvidar nunca en su vida, era la mirada profunda de una Santa y de una mártir
que evelaba un mundo sublime de sufrimientos y amores«, Ibicl., p. 92. Nótese además
el orden incorrecto en la adjetivación, que sigue el orden sintáctico lógico de las len-
guas germánicas. Este tipo de incorreciones son muy frecuentes. Encontramos también
contrastes del tipo:«le predijo un éxito desatroso», poco coherentes en nuestra lengua.
Por otra parte, la puntuación presenta gran cantidad de incorreciones.
801
Ibicl., p. 150.

289
sacramento cristiano del matrimonio. Y el final no podía ser otro por-
que Erico poseía excelsas virtudes y cualidades que le hacían superior
a Don Carlos. El antagonista, efectivamente, será un prototipo de la
degeneración humana, «un vicioso de mirada lasciva»802 y con una
existencia moralmente dudosa:
«[...] muy calavera, muy aficionado al género flamenco y ter-
tuliano, constante a las tabernas de la Caleta [...] sabían que ha-
bía tratado muy mal a su mujer hacía pocos años y que estaba
buscando otra esposa para que su hija y la casa no se encontrasen
abandonadas a los criados, pero también sabían que tenía rela-
ciones amorosas con una tabernera de bastante mala reputa-
ción»803.

Los elementos neorrománticos a los que aludimos antes se con-


centran principalmente alrededor de las pruebas e intrigas que difi-
cultan la unión entre los amantes. Se incorporan los componentes
propios de una novela de folletín decimonónica: profecías, persecu-
ciones, venganzas, orígenes aristocráticos sin reconocimiento simbó-
lico, hijos ilegítimos, médiums, falsas identidades, robos, incendios.
Tampoco podía faltar el célebre e inevitable reto a muerte por la ama-
da en un duelo que no llega a celebrarse. Para Erico, la trágica y única
solución era vencer o morir y si hasta entonces se había burlado de
aquel infantil juego, llegado el momento práctico, recapitula y cam-
bia sin dificultad de opinión. El inmaduro joven comprendió «lo con-
veniente que en ciertos casos poder impunemente matar a su adversa-
rio bajo la forma grotesca de un combate en toda regla»804.
Como es característico de las novelas de aventuras, la noble causa
de la revolución nihilista toma diferentes escenarios: Austria, Italia,
Francia, Rusia y España. Pero, en lugar de vivir emocionantes aventu-
ras, el lector no va a ser más que el oyente pasivo de varios discursos
sociológicos supuestamente motivados por la santa labor a la que el
joven Erico estaba destinado: la lucha por la difusión del socialismo
científico. El esfuerzo y el sacrificio quedan recompensados con su
enriquecimiento y el amor de Matilde. Y, a pesar de sus ¡deas
anarquizantes y socialistas, su objetivo es lograr por el dinero la posi-
ción social y económica que su amada merecía.
En resumen, se trata de una trama banal y simplona. Se organiza
en una débil estructura para tan pesadas digresiones, cuyo estilo
ensayístico resta capacidad estilística a los escasos y breves pasajes
más creativos y líricos. No obstante, somos conscientes de que su

802
Ibid, p. 132.
S03
lbid.,p. 131.
804
Ibid., p. 180.

290
condición de extranjero le dificulta dicha tarea aunque tampoco justi-
fica el gran contraste entre ambos tipos de discurso; bien por el tono
exageradamente coloquial adoptado, o bien por su pedante barro-
quismo. En ocasiones se expresa en estos términos:
«Pero que nadie se crea en el derecho de llamarle a Don Fran-
cisco, ciego, nada ele esto, como buen andaluz y malagueño por
más, tenía mucha travesura y la exigía también de sus dependien-
tes...»805,

o incursiones de la voz del narrador del siguiente tipo:


«Extrañaos, estimados lectores...»806.

Este tono tan directo y familiar aparece entremezclado con espo-


rádicos arrebatos pesudoliterarios, a base de comparaciones con dio-
ses mitológicos y otros elementos que constituirán los típicos
modernistas: piedras preciosas, paisajes naturales de extremada be-
lleza o lugares célebres de la historia antigua y menos de la naturale-
za. Dichos tópicos son reforzados con símiles con las alabanzas a las
fuerzas de la naturaleza, sustituías en la mentalidad positivista de Bark,
del misticismo cristiano. Así, Viena es comparada a una «Babilonia de
altos vuelos»807, un beso es un «torrente que rompe irresistiblemente
los diques»808, la mujer rusa es la sensualidad consciente, «Eva des-
pués de haber comido del árbol prohibido»309 y Matilde es «la perla
del Mediterráneo...»810.
No podemos dejar de lado el espectacular final de la novela. Erico
por ser fuerte y consecuentemente superior, según los principios
darwinianos, está abocado al éxito. La unión con Matilde, su comunión
en el amor tiene como escenario la voz de fondo de las fuerzas telúricas
de la naturaleza. En el momento culminante, se manifiestan en fenóme-
nos excepcionales, semejantes a los narrados en el Nuevo Testamento
en los instantes de la muerte de Jesús. El símbolo del triunfo sobre los
hombres de Erico guarda gran correspondencia con el de Jesús:
«[...] toda la familia estaba reunida en la sala de la casita rosa
del Castillo, cuando repentinamente se apercibieron que se mo-
vía la casa cayendo los espejos y cuadros al suelo y sintiéndose un
ruido formidable [... ] el terremoto que en tal noche llenó a toda

805
Ibid., pp. 9-10.
806
Ibid., p. 19.
807
Ibid., p. 36.
808
Ibid., p. 42.
809
Ibid., p. 58.
810
Ibid., p. 28.

291
Andalucía de espanto: un grandioso saludo de las fuerzas ele-
mentales de la naturaleza»3";

cuadro que se completa con la nieve caída en su noche de novios:


«...un fenómeno que desde la guerra de África, no se había
visto en Málaga.
Es un saludo de mis compatriotas, de los vencidos de la revo-
lución, dijo el ruso, y añadió sonriendo, también yo soy un venci-
do por tus encantos...»8'2

La influencia del vitalismo y de Niezstche es patente en la comu-


nión con la madre Naturaleza por medio del amor y ele la mujer. El
superhombre, Erico, se incorpora a ella con la apertura de una etapa
de fecundidad en el ciclo natural del eterno retorno.
A pesar de rechazar Bark aquella literatura cursi de corte
romanticista, destinada a un público burgués; y de exigir la renova-
ción literaria y adaptación a las nuevas circunstancias sociales, Los
Vencidos no se ciñe a los presupuestos que teóricamente defendía.
Lejos del Naturalismo de Zola y del realismo socialista, descubrimos
unos personajes de corte romántico acomodados en escenarios pe-
queño-burgueses, ignorantes, religiosos y supersticiosos, como en las
novelas ya pasadas de moda. En la narrativa de la Restauración, era
frecuente encontrar tipos burgueses liberales que no desdeñaban cual-
quier oportunidad para el enriquecimiento material. En contrapartida,
Erico, el joven puro e idealista que no concedía ningún valor al dinero
irá paulatinamente descubriendo la necesidad de estos requisitos
materiales para la vida acomodada. Por consiguiente, inventará un
combinado de socialismo, nihilismo, panteísmo y valores pequeño-
burgueses para poder justificar a cada instante la contradicción entre
sus doctrinas políticas y una conducta cada vez más preocupada por
guardar las apariencias.
Por otra parte, de un positivismo científico defendido a ultranza,
Erico se va convirtiendo poco a poco, en un místico panteísta. Tal
evolución no se percibe por la trayectoria de sus conductas, sino por
un cambio un tanto brusco y compartimentalizado del contenido de
sus exposiciones. Observaremos como el contacto con la realidad de
la vida determina la búsqueda de valores humanos que la frialdad
racionalista y materialista no satisfacían. Como ya indicábamos al es-
tudiar su pensamiento ideológico, Bark nunca llegó a despegarse de
los valores burgueses que pretendía aniquilar y que explican estas

811
Ibid., p. 42.
812
ibid., p. 203,

292
ambivalencias. Por ejemplo, a pesar de su certitud atea Erico es inca-
paz de privar a la familia de la «bendición religiosa, este acto solemne
y misterioso que parece enaltecerlo y santificarlo»81! aunque, paradó-
jicamente, al final decide abrazar por este sacramento el catolicismo,
como mero acto formal e hipócrita, ya que él era «librepensador y no
daba valor alguno a estas ceremonias...»814. Y lo que es más, poco
antes había intentado justificar el incumplimiento de las ideas que
doctrinalmente había defendido, reduciendo la encrucijada moral en
la que se encuentra a la exaltación del mero armonicismo espiritualis-
ta y el sentimiento religioso «primitivo e innato» en el hombre. Por lo
dicho, este tipo de ceremonias eran:
«[...] aspiración profundamente humana, innata en el cora-
zón humano y que las religiones positivas sólo sustituyen en la
sublime religión de la solidaridad de toda la humanidad este lazo,
y la palabra religión significa lazo...»315.

Erico más que sentir y pensar como un ser humano es tan sólo una
herramienta del autor. Bark le convierte en manual de sociología, en
columna de artículo periodístico. Además, se expresa con un lengua-
je dominado por un apasionamiento exacerbado, como suponía im-
prescindible a todo portador de la «Buena Nueva» de la Revolución
Social, No podemos hablar de evolución psicológica en el protago-
nista, solapado entre las extensas incursiones ensayísticas del escritor,
quien, cuando no interrumpe el discurso novelístico, actúa como au-
tor omnipresente que reproduce fielmente las reflexiones de Frico.
Además, nos lo presenta siempre en proceso de adaptación al medio,
fruto de la tolerancia y del deseo de compatibilizar los más paradóji-
cos puntos de vista bajo el supuesto ideal del amor. Podemos presu-
mir que Ernesto Bark poseía una extensa cultura, si bien no personali-
zó sus numerosas lecturas como su personaje demuestra. El compor-
tamiento acomodaticio de Erico no es más que una fiel Imagen de la
coexistencia de las más diversas corrientes Ideológicas en la España
finisecular.
Los Vencidos es un texto de ficción habitado por personajes
acartonados. La voz del autor omniscente se hace tan presente que la
exposición de su pensamiento, lejos de llegar al público lector, asimi-
lada a las personalidades de sus seres ficticios ocupa el primer plano
y se convierte en voz principal de los largos discursos y citas. Estos
por lo general, en lugar de justificar la situación y el comportamiento
de sus personajes los convierten en seres lejanos y nebulosos. Son

813
ibid.,p. 193.
814
//jíd., p. 193.
815
Ibicl., p. 190.

293
verdaderas marionetas enmudecidas por el todopoderoso escritor al
servicio de la educación social y política. Hubiéramos podido, por
ejemplo, descubrir gracias a Don Francisco, la situación del comercio
en España en los momentos de crisis; pero, sin embargo, sólo se nos
ofrece información sobre su ruina. La información puntual le sirve de
pretexto para reiterar los mismos argumentos que encontrábamos en
Estadística Social. Así mantiene también el monopolio de su voz, sub-
yugada a fines propagandísticos y teóricamente didácticos.
Ya apuntábamos que Bark defendía en algunos de sus libros el
feminismo y la incorporación plena de la mujer a la vida social. Sin
embargo, estas ideas quedan muy lejos de la realidad que describe en
su obra. Recordemos que en sus estudios sociológicos abogaba por la
imprescindible necesidad de programar una correcta educación para
la mujer, para facilitar su emancipación, sin olvidar su incorporación
al mundo del trabajo. Sin embargo, en Los Vencidos, no encontramos
más que la sólida defensa de los valores tradicionales de la mujer
española de aquel entonces: ignorante, dominada por falsos
misticismos que le reducen a ser un mero organismo reproductor, so-
metida a los deseos del hombre. Puede que tratase tan sólo de ganar
al público que, en definitiva, era quien debía proporcionarle retribu-
ciones aceptables. Consecuentemente, crea unos tipos femeninos se-
mejantes a los del medio a los que iba destinado. Las mujeres españo-
las eran entonces discretas, justo en los términos que supuestamente
repudiaba. Y, sin embargo, los da por válidos:

«Las mujeres del Mediodía, cuya educación intelectual es algo


deficiente y que por esto casi sólo viven la vida de los sentidos y
los sentimientos...»a,&
«Cuantas veces bendecía al defensor de la emancipación de la
mujer aquel pretendido atraso de la educación femenina en Espa-
ña. ¡Ay de la ilustración cuando quita de la mujer el encanto de la
inocencia que es lo mismo que quitar el aroma a las flores!»8'7

Es muy generoso cuando aquella emancipación se determina en


las siguientes labores:
«[...] es preciso que en fondas, cafés y comercios de comesti-
bles sirvan mujeres en vez de hombres porque la mujer se presta
mejor para esta clase de trabajos que degradan al hombre, ha-
ciendo de él un presunto y verdadero lacayo.[..] las esposas e hi-
jas deben considerar como una verdadera dicha el servir a su
marido y a sus hijos y hermanos..,»8'8

816
/fa/d„ p. 171.
8]7
Ibicl., p. 134.
818
/fa/f/„ p. 78.

294
Y sin querer abusar de citas, reproduciremos una última en la que
se recoge otro de los tópicos más comunes: la mujer necesita una
amiga en el hogar
«[...] con la cual cambiar sus impresiones respecto de las
trivialidades de la casa y de la cocina, porque las mujeres com-
prenden por instinto cuanto aburrimiento causan al esposo más
indulgente, estas cosas muy importantes para ellas»819.

Con tan evidentes fragmentos, los comentarios sobran: los alardes


progresistas de Bark como de tantos otros propagandistas no siempre
encontraban su consecución en la vida práctica y cotidiana. Aunque
el repertorio temático es muy amplio, no hemos aludido más que a
algunos de los temas en los que la distancia entre teoría, ficción y
realidad es abismal, sobre todo en la sociedad española burguesa.
Hacia 1890, se encontraba todavía anclada en los valores tradiciona-
les, tratando de escudarse tras aquellas filosofías extranjeras nuevas,
cuyos ataques se dirigían en el fondo hacia sus esquemas y valores de
vida. Por último, añadiremos que Erico es un testimonio de la
intelectualidad preocupada por el país. A su llegada a Madrid estudia
la «patología» de la sociedad española, sus vicios, «sombras negras»
que como buen naturalista descubre por medio de la observación:
«[..] con su mirada penetrante: sobre todo aquella sociedad
ficticia, vacía, apercibía pronto una espesa red que todo lo envol-
vía y desde Madrid se extendía sobre el desgraciado país, impi-
diendo todo desarrollo libre e independiente y empozoñado toda
la vida nueva y honrada que pudiera brotar»820.

Los Vencidos nos puede servir como testimonio de los aires de


inconformismo y de anhelo regeneracionista que se respiraban. Los
por entonces llamados modernistas eran aquellas gentes nuevas, ge-
neralmente jóvenes que «afluían a la Corte, de todas las partes de la
Península en busca de horizontes nuevos, de ideales modernos, lle-
nos de fe en el progreso y amor a la ciencia y libertad»821. Pronto se
distinguieron como «soñadores idealistas entre el tropel del vulgo que
llena las redacciones, los cafés y las tertulias literarias y políticas de
Madrid...»822. Entre estos jóvenes artistas y poetas, muchos se sentían
nuevos mesías:

819
/fa/d„ p. 79.
820
lbid.,p. 149.
821
lb¡d.,p. 155.
822
/b/c/., p. 153.

295
«[...] grandes bienhechores de la humanidad, enseñándonos
en los abismos del dolor, tesoros de poesía, los suspiros inmorta-
les de Dante por su etérea Beatriz, han dado sin duda alguna ma-
yor dicha y consuelo a humanidad que han dado inventos más
portentosos»823.

La actitud combativa no desdeña el placer proporcionado por el


arte. Las teorías que Bark expuso en Filosofía del placer aparecen aquí
reflejadas, aunque de Igual modo, mezcladas y confusas. El sincretismo
que domina su pensamiento le obliga en ocasiones a aglomerar dis-
tintas finalidades en el arte, para las cuales quizás no habían sido
concebidas en un principio: utilitarismo propagandístico y didáctica,
como ya hemos mencionado sin desdeñar posteriormente la tan utili-
zada acuñación de «el arte por el arte». Esta última concepción de la
obra artística fue incorporada para destacar su eficacia en la produc-
ción de emociones y bellos sentimientos, los cuales aproximan al ser
humano al goce de la Belleza. Transcribimos, como muestra de ello,
sus propias palabras. Se trata de un párrafo mal escrito y alambicado;
por lo tanto, difícil de acortar, lo cual supondría además, privar al
lector de la recepción directa del estilo del escritor. Dice así:
«Erico había alimentado su alma con la poesía de todo lo gran-
de que Europa ha producido y cual cuerda de una arpa resonaban
los sentimientos poéticos en el movimiento más suave como en
aquellas arpas de la leyenda griega...
El arte y la poesía, al parecerían fútiles e inútiles son en reali-
dad el mayor tesoro de la humanidad, porque sin ellos sería nues-
tra vida árida y sin encanto y quizás explica la decadencia del
mundo clásico que sumergía en los fantasmas del mundo cristia-
no por la pobreza poética de los antiguos que no sabían satisfacer
nuestro anhelo hacia los ideales, hacia aquel mundo fantástico
que encontramos hoy en nuestras riquísimas artes las obras in-
mortales de los grandes poetas y que entonces tenían que buscar
en vano en las leyendas del cristianismo y en el éxtasis religio-
so»824,

La elevación de la poesía a los altares más sublimes de la humani-


dad nos recuerda a la antigua actitud romántica precedente. Sin em-
bargo, son los primeros síntomas del idealismo y esteticismo de aque-
llas corrientes poéticas que se consolidaron a finales del siglo XIX y
principios del XX. Bark ensalza precisamente el esteticismo, como
punto de encuentro de las tres unidades fundamentales: panteísmo,
verdad y belleza. Reconoce el sentimiento místico humano y propug-

823
Ibid.pp. 188-189.
824
lbid.,p. 189.

296
na la necesidad de una nueva religión, tal y como ya se presentaba en
Filosofía del placer, y que se presenta ante todo, como un rechazo del
catolicismo. Ernesto y Erico no son originales, la equiparación del
éxtasis alcanzado por la admiración de la belleza con el éxtasis místi-
co son experiencias que por tradición y literariamente se consideran
semejantes. Incluso cuando Erico expone sus ideas acerca de la moral
social, no hay más que una mera reproducción de las ideas de Guyau.
Admirador de los filósofos modernos, los Herbert Spencer, Augusto
Compte, Federico Strauss, Arturo Schopenhauer, Eduardo Hartmann y
John Stuart Mili; el joven Erico quiere hacernos creer que ha descu-
bierto las claves de la felicidad:
«Toda filosofía y sabiduría, consiste en saber llenar el alma, en
saber de tal maner identificarnos con el mundo exterior que puede
llenar el vacio de nuestro corazón. La simpatía a todo lo que nos
rodea nos trae infinidad de sensaciones de agrado, más lejos que
extendernos el círculo de nuestros intereses, de nuestros
afectos...Quien más ama -más feliz será-es la filosofía más refina-
da de la felicidad, del egoísmo subjetivo que se confunde con el
humanitarismo más sublime, con la filosofía del amor. Abrazad con
vuestro cariño a cuantas personas podáis, a cuantas naciones os
den la hospitalidad; haced vuestra causa a cuantas causas nobles
luchan por la victoria contra las ignorancias e injusticias; entusias-
maos por todo lo bello y grande!.,.] y seréis los más felices, os
confundiréis siempre más con el universo entero, el macrocosmos...
Los mundos imaginarios que (Erico) había buscado con los
grandes maestros de la filosofía y que los sueños de la juventud le
hicieron ver en un fantástico paraíso de la leyenda cristiana, des-
aparecieron siempre. En su lugar, quedó desde entonces la reali-
dad y cuanto la realidad nos encierra de hermoso y grande cual
Fausto sepultado bajo el polvo de la metafísica, comprendió aquella
mañana del domingo de resurrección la hermosura de este mun-
do en que vivimos que él había también olvidado por aquel mun-
do imaginario en lo finito»825.

Panteísmo, misticismo, moral científica, positivismo social; eran


en aquel entonces los últimos ecos de vanguardia que Bark no dudó
en recoger sin que para él supusiesen una contradicción entre el idea-
lismo y el positivismo. Por el mero hecho de especular sobre el ser, el
mundo, el sentimiento religioso y humano, y otras tantas unidades
esenciales, se comportaba como un verdadero metafísico. Lógicamen-
te, no nos puede dejar perplejos leer en determinadas citas que el
panteísmo conduzca a la negación de todos los Ideales. Y que Erico,
metafóricamente abandonó la polvorienta metafísica en un «domingo

825
Ibid, pp. 105-106.

297
de resurrección». Muy sutilmente utiliza expresiones y palabras clave
del catolicismo para elevar su nuevo pensamiento a la categoría que
históricamente había alcanzado la religión institucionalizada. Erico
había nacido en el materialismo socialista y el contacto con la reali-
dad y el natural proceso de evolución, le obligaban a adaptarse a las
nuevas circunstancias y a las nuevas tendencias del pensamiento. Si
Erico defendía a ultranza el cientificismo, pronto sentiría cierto vacio
que le inclinaría hacia nuevos -o recuperados- aspectos idealistas.
Era activista político, bohemio y apasionado aventurero ante todo,
cuyo prurito era siempre:
«[...] llevar una vida tal que resultase en conjunto tan artística
y bella como una hermosa obra de arte, una novela de verdad que
tuviese páginas sentimentales y trágicas y siempre variedades
interesantes...También había esperado un desenlace artístico no-
velesco de sus amores con la bella andaluza, pero la realidad no
suele tener aquellas conclusiones de una pieza de música o de un
drama; sino al contrario, los grandes ríos se confunden con el mar
muy paulatinamente...»826

Y, ciertamente, esa vida que a Bark le hubiese gustado llevar, la


consecución de la Revolución Social en la que soñaba, el cambio de
la literatura y de las artes en general, exigían transformaciones sólo
realizables paulatinamente. Los Vencidos es la muestra testimonial del
carácter utópico de sus proyectos. Sería interesante apuntar, como
señala Juan Antonio Ríos en su monografía antes citada que:
«[...] la debilidad y confusión ideológicas de Bark restan tras-
cendencia a sus obras. Desde el punto de vista literario, no cons-
tituirían un impedimento si estuvieran acompañadas de un genio
creativo, recordemos, hasta cierto punto, el caso de Valle-lnclán.
Pero, nuestro autor subordina lo literario a una faceta donde se
muestra muy poco consistente.»827

Ciertamente, el proyecto de Bark puede parecer inconsistente si no


se realiza una lectura de todo su compendio de Política Social y se
estudia ese arquitrabado proyecto de República Social. Por otra parte,
domina en Los Vencidos la heterogeneidad de estilos desde el periodís-
tico, epistolar y melodramático hasta el narrativo para hilar aventuras.
Se sostienen en una trama débilmente constituida, con un tono a veces
religioso, exaltadamente romántico y pedantesco; y en otras ensayístico.
A pesar de tal variedad no logra vencer la monotonía, ponderada
por las frecuentes incorreciones de sus largas construcciones. No obs-

826
Ibid., p. 197.
827
RÍOS, Juan Antonio, Op. cit., p. 565.

298
tante, debemos ser conscientes de que incluso en los considerados
grandes representantes de la época se produjeron ambivalencias en
sus tentativas de crear algo nuevo, diferente y de corte europeizante.
Sin querer disculpar la falta de creatividad «naturalista» de Bark, pen-
samos que tampoco se pueden aplicar conceptos evaluativos estric-
tos. En más de una ocasión, Zola focaliza tanto al protagonista, que
en los demás caracteres domina una simplicidad psicológica un tanto
exagerada. Asimismo, algunos elementos románticos estaban paten-
tes en Zola: no es difícil encontrar pasajes en los que el artista se
muestra apasionado, o incluye exageraciones tremendistas y
sensibleras. Y, por último, tampoco era absolutamente original, pues
en los vaivenes de la historia literaria, ya se habían incorporado los
aspectos sombríos de la literatura negra, los personajes tarados y las
escenas crudas y groseras. Ahora bien, no por ello Bark fue más natu-
ralista, sino que objetivamente se ha de reconocer que adoptó todos
estos elementos que lo sitúan más próximo de la novela tradicional de
entonces que del naturalismo de Zola que Bark defendía. Como indi-
cábamos previamente, careció del ingenio, de las dotes de creador
que le hubiesen permitido la utilización sistemática de los contenidos
y del documentalismo que tanto admiró en sus maestros.
Cada libro, cada periódico que defiende el arte, la ciencia y el
progreso son herramientas pedagógicas para la regeneración social y
el alcance de la felicidad para toda la humanidad. En este apartado
hemos revisado el concepto de Modernismo, equivalente al estado de
espíritu de la Gente Nueva y la bohemia que deseaba alcanzar la
Modernidad en los albores del s. XX. Aparte de estas implicaciones
prácticas, las letras son un elemento clave en el proyecto de Repúbli-
ca Social de Bark ya que son las transmisoras del saber. Gracias a ellas
se forja la tradición cultural de los pueblos que encierra la esencia y
define la identidad nacional. A tenor de ello, la letras son un elemento
clave para el estudio sociológico de cualquier comunidad y la defini-
ción de su proyecto de Política Social.
La modernidad universal es el gran principio rector del pensamiento
de Bark, como hemos examinado a lo largo de esta parte de nuestra
exposición. La concreción de ese utópico y ambicioso proyecto se
concretizará en torno a una doctrina y un modelo de gobierno defini-
dos en cada contexto social de manera científica y positiva, el Socia-
lismo Positivo y la República Social. Reformismo, cooperativismo,
moderantismo e ilustración popular serían algunas de las característi-
cas principales de este pensamiento político cosmopolita que engar-
za con el regeneracionismo español.
Los principios de la Política Social de Bark son presentados de
manera heterogénea y caótica en su bibliografía. Ello nos ha exigido
un importante esfuerzo de reconstrucción. Se le podría achacar gran

299
superficialidad y una escritura de tono polémico, pero, recordemos,
que el mismo Bark presentó su bibliografía como la de un propagan-
dista que quería simplemente ser accesible al gran público. En todas
sus obras predominan las recensiones y paráfrasis de las obras de inte-
lectuales europeos más populares, tras las cuales podemos ir descu-
briendo el pensamiento de Bark. Dada la gran abundancia de citas, se
le podría achacar cierta pedantería -tan a la moda entonces- pero
pienso que su presencia obedece a la misión proselitista que Bark se
había atribuido. Ante todo, él mismo se definía como un:
«Político y publicicista, entusiasta de aquellos que lo son de
verdad, les he querido dejar a la vez un manual fácil de manejar
para seguir su hermosa vocación, y donde no he podido extender-
me en más detalles, he dejado una bibliografía completa donde
pueden encontrar las obras que necesiten»828.

Su objetivo no era otro que el de ofrecer al lector los conocimien-


tos mínimos para la comprensión de la realidad de la España finisecular.
Nuestro pintoresco autor realizó una importante labor como difusor
de todos los principios socio-políticos orientados hacia la justicia so-
cial y libertad individual. Estos constituyen una base sólida en su doc-
trina, transcrita con extensas impresiones y citas que confieren, sin
embargo, actualidad e interés «enciclopédico» a su extensa obra. La
Política Social constituye un corpus de carácter universal muy com-
pleto en el que ningún componente civilizador queda descuidado,
desde ios actores del poder internacional hasta las pequeñas estructu-
ras cooperativistas de carácter local, hemos podido descubrir los múl-
tiples centros de interés de este nihilista eudemónico al servicio de la
democracia universal.

7. Bark, personaje de literatura.

No podemos finalizar nuestro trabajo sin resaltar la imagen litera-


ria que de Ernesto Bark han construyeron sus coetáneos Valle-lnclán y
Zamacois, quienes le otorgaron una artística inmortalidad. Durante
aquellos años, la introducción de personajes reales en la ficción era
habitual. Son personajes literaturizados fáciles de identificar. Al pare-
cer, las personas transliteradas aceptaban con placer su incorporación
en novelas y piezas teatrales. No será este el caso de Ernesto Bark,
quien al leer la entrega de Luces de Bohemia, en particular la secuen-
cia en la que se narra el entierro de Sawa y en la que se la hace
presente, «se dejó arrebatar por la furia -recordaba Azorín- y arreme-

Socialismo Positivo, Op. cit., p. 5.

300
tió contra Valle-lnclán a bastonazos, calle de Alcalá, cerca del Banco
de España..,»329. Valle-lnclán un poco «asombrado» le consultó que
debía hacer... Baraja confirma la anécdota en sus Memorias1*''0,
caracterizando a Barkcomo raro y desconfiado. Tras ofrecer su llama-
tiva descripción física, añadía: «Le conozco de verle en la calle y por-
que es amigo de Sawa. Ha tenido últimamente una riña con Valle-
lnclán, no sé por qué, y se han amenazado, y Bark ha levantado el
bastón...».
Bark fue encarnado en tres ocasiones por Valle-lnclán en su obra.
Su literaturalización ha sido objeto de los estudios de Jacques Fressard,
Alonso Zamora de Vicente y Alien W. Phillips831. Se trata siempre de
Pedro o Basilio Soulinake, del cual nos ofrece una visión distinta se-
gún la evolución del pensamiento y creación literaria de Valle. Fue
figura episódica en un fragmento de «La corte de Estelia» (1910), es-
capado de la serie de La guerra carlista, luego en un breve capítulo de
La lámpara maravillosa (1916), de Luces de Bohemia (1920 ) y Tirano
Banderas (1926). En aquel primer texto «La corte de Estella», rescata-
do de la revista Por esos mundos332 están presentes, como en el cuen-
to «El rey de la máscara» publicado en Germinal, numerosos persona-
jes conocidos a través de toda la obra de Valle. Desempeña el papel
de emigrado polaco Conde Pedro Soulinake, defensor de la causa li-
beral. Alien VV. Phillips estudia los rasgos más característicos de este
personaje. Cuando decepcionado de la guerra carlista y del cambio
de facción de la tropa republicana, vuelve a despedirse del Duque de
Ordax los rasgos físicos con inequívocos:

«- ¡Salud y fraternidad! Era una voz clara y sonora. El visitan-


te, detenido en el umbral de la puerta, dejaba gotear el agua del
impermeable, que le encapuchaba y encubría dándole una fuerte
apariencia monacal. Tenía las mejillas descarnadas, el mirar triste
y la barba retintades h¡lachada en flecos. Al oír su voz se volvie-
ron, y le salió a recibir muy cortesano el Duque de Ordax.
- ¡Bienvenido, Pedro Soulinake! El Conde Pedro Soulinake
era un emigrado polaco que iba con los húsares desde el comien-
zo de la campaña.Vivía por igual entre los soldados y entre los

829
ZAMORA VICENTE, Alonso, La realidad esperpéntica, Madrid, Credos, 1969,
p. 37.
830
BAROJA, Pío, Galería de tipos de la época; OOCC, vol.V. Dato tomado de
Alien VV. Phillips, Op. cit,
831
ZAMORA VICENTE, Alonso, Op. cit., p. 37. y PhllLLIPS, Alien W „ «Ernesto
Bark, un personaje en tres tiempos», Op. cit., FRESSARD, Jacques, «De Ernesto Bark a
Basilio Soulinake: retour et métamorphose d'un personnage de Valle-lnclán», Iris, n°2
(!985),pp.41-52.
832
FRESSARD, Jacques, «Un episodio olvidado de La guerra carlista», en Cuader-
nos Hispanoamericanos, n° 1 99-200 (1 966), pp. 347-367.

301
oficiales. Ensimismado y exaltado, a todas las cosas les daba un
profundo sentido religioso, pero de religiosidad nueva y atea. Había
venido a la guerra de los liberales españoles, porque de lejos le
pareciera bella como un amanecer. Ahora, al verla de cerca, sen-
tía una tristeza desengañada...»833

Valle-lnclán subrayó por su nobleza de espíritu y fervor entusiasta


en contraposición al cansancio de los soldados. El mismo tema se
reitera en La corte de Estella, segunda novela de la trilogía carlista a la
que probablemente hubiera debido también pertenecer La lámpara
maravillosa. En aquella novela, los rasgos morales y espirituales con-
fieren una trascendencia heroica a Soulinake, quien encontraría en el
bando carlista el medio idóneo para el cumplimiento de sus gestas. En
el pasaje en el que el joven polaco siente nostalgia por su patria reco-
nocemos perfectamente a Bark :
«Pedro Soulinake, recibiendo en el rostro la nieve que caía
sobre la ciudad, arca santa del carlismo, evocaba una emoción
juvenil y temblorosa que le traía el recuerdo de su patria lejana,
con su aliento de conspiración. Volvía a sentir cerca de sí el tem-
blor de las almas, estremecidas como llamas en el viento. Los
viejos de la otra guerra y los voluntarios mozos que le ofrecieron
agua bendita al entrar en la iglesia, le recordaba a los hermanos
que conspiraban en Polonia. Aquellos emigrados legendarios que
volvían con la barba blanca, una noche trágica, y aquellos ado-
lescentes que salían de las cárceles para ser fusilados, se la apare-
cían bajo el cielo estrellado de una campaña nevada»834.

A través de la figura de Soulinake, Valle establece un contraste


entre el mundo tradicional, aferrado a los principios heredados, y el
mundo materialista carente de ideales. Entre ambos, el Conde se pre-
senta como modelo conciliador de dicho antagonismo. Basilio, igual
que Bark, era «místico y ateo, aristocrático y revolucionario» y estaba
rodeado de «cierto misterio» y el recuerdo de las gestas guerreras del
pasado lo ennoblece. Como apunta Phillips en su citada monografía,
cuando volviese a aparecer como personaje de Valle, «el mundo ha-
bía cambiado radicalmente».
En La Lámpara maravillosa Valle-lnclán hace depositario a Soulinake
de sus opiniones sobre el tema de la lengua, la potencia verbal y el
nihilismo. Cuenta Valle que Soulinake «polaco místico y visionario.. .de
barbas apostólicas y claros ojos de mar» le visitaba regularmente, y
sentado en el huerto solía monologar sobre aquellos temas. Recoge el

aj i
- VALLE- INCLAN, Ramón M„ «La corte de Estella», p. 351 Dato tomado de
Alien W. Phillips.
834
/6/d., p. 355.

302
pensamiento tópico de Bak en torno a París, «manzana paradisíaca» y
responsable de todas las turbulencias místicas de la época.
En Luces de bohemia, en el desharrapado ambiente en que se re-
produce la escena del velatorio de Max Estrella (literatizado de Ale-
jandro Sawa), Bark encarna ahora uno de los visitantes, un tipo extra-
vagante:
«[...] alto, abotonado, escueto, grandes barbas rojas de judío
anarquista y ojos vidriosos, bajo el testuz de bisonte obstinado. Es
un fripón periodista alemán, fichado en los registros policiacos
como anarquista ruso y conocido por el falso nombre de Basilio
Soulinake»835.

Con su pobre español, insiste en que el pobre Max no está muerto


sino dormido. Se discute el asunto con la portera, a quien se le ocurre
colocar un espejo ante la boca del supuesto muerto para recoger su
posible aliento. Soulinake, que había estudiado medicina durante diez
años y no tenía confianza alguna con los médicos españoles, rechaza
la proposición de la portera por anticientífica, pidiendo en acalorada
discusión que se aplace el sepelio. El mozo del coche fúnebre es quien
solventa el dilema con una solución tan simple como la de aplicar un
fósforo al dedo pulgar de la mano. En esta presentación de Soulinake
reaparecen con fidelidad los rasgos físicos de Bark. Ya se percibe en
este fragmento la degradación grotesca del personaje cercana al es-
perpento. Los adjetivos que utiliza para ello son peyorativos. Su inte-
lecto queda desvalorizado a aquella «testuz de bisonte obstinado» y a
las ridiculas e infundadas sopechas de este personaje fantoche. Final-
mente, Jacques Fressard reconoce a Bark en el personaje Lugín de
Tirano Banderas. La esperpentización alcanza un grado máximo de
manera que nuestro portagonista se convertirá en un carácter negati-
vo y grotesco836.
Escenas muy similares fueron aquellas reproducidas por Pío Baraja
en El árbol de la Ciencia: rodeado de una turba de desharrapados y
bohemios que creen hallarse ante un caso de catalepsia. Los mismos
exámenes para probar su muerte son allí realizados por los grotescos
personajes antes de la llegada de Andrés Hurtado, el médico. No obs-
tante, la figura de Bark no figura como tal837.
De menor envergadura es la literaturización que realizó el entra-
ñable amigo de Bark, Eduardo Zamacois. Probablemente se inspiraría

835
VALLE-INCLAN, Ramón M., Luces de bohemia, Madrid, Espasa Calpe, 1967.
836
FRESSARD, Jacques, «De Ernesto Bark a Basilio Soulinake...», Op.cit., pp. 50-
51.
83
' DUNN, Peter, «Baraja y Valle Inclán: las razones de un plagio», Revista Hispá-
nica Moderna, n° 1 -2 (1967), pp. 30-37.

303
de la realidad para escribir su cuento «La Prueba»838, cuyo protagonis-
ta, Pedro Alejandrowich no aprueba los amoríos de su hija con un
joven abogado «poquita cosa» y demasiado conformista.
Alejandrowich encarna los atributos físicos y caracteriales de Bark y
aquí aspira a un hombre más enérgico y vigoroso para su hija...
Amistades y enemistades fueron parte importante de las relacio-
nes entre todos estos modernistas -en el sentido genérico del térmi-
no-. Ante los testimonios que podemos consevar, hemos de mantener
una actitud crítica pues en la mayoría de ellos reaparece la subjetivi-
dad del escritor. No obstante, documentan que Bark no fue un inte-
lectual marginal, como lo demuestran la prolijidad de su obra y su
activismo político. Es presumible que mucha gente fuese reticente a
sus declaraciones por su extranjería, como él mismo afirma en su pro-
pia defensa desde El Radical:
«[...] A los necios que me reprochaban la energía de la frase
[...] les contesto que soy naturalizado en España y tengo por lo
tanto pleno derecho de exigir que progrese mi patria adoptiva.
Más aún; tengo el deber de pagar la hospitalidad trabajando con
doble ahínco en favor de este país que no lo forman sólo los
oligarcas, cortesanos de toda calaña, frailes y clericalla y demás
parásitos»839.

Desde su llegada a España a finales de 1884, experiencias de vida


cosmopolita y la erudición facilitaron su integración de Ernesto Bark
en el tumultuoso mundo intelectual finisecular. Gracias a las estre-
chas relaciones que entre las diversas orientaciones intelectuales ha-
bía en la época, el acceso del político al mundo de la prensa, de la
literatura y de la política no le supusieron grandes dificultades. Conta-
ba con un carácter abierto, entusiasta e idealista que le permitía con-
tactar con los contertulios - y sus alumnos - fácilmente, a pesar de su
condición de extranjero. La novedad que suponían en España sus ideas,
le permitieron saciar la sed de información europea, o al menos, en-
contrar un público oyente entre la Gente Nueva. Por ende, el hecho
de trabajar como corresponsal de la Caceta de Colonia le abrió mu-
chas puertas en la capital y el contacto con los principales protagonis-
tas del mundo cultural y político.
Identificándose con el escritor griego Diógenes, el cínico, Bark defi-
niría su propio espacio intelectual y propagandista entre las filas
regeneracionistas. junto con Isidoro López Lapuya encontraría un pri-
mer campo de acción ayudando a los judíos de origen ruso que llega-

"-'"ZAMACOIS, Eduardo, «La Prueba» en Impresiones de arte, Barcelona, Casa


Ed. Sopeña, [s.f.], pp. 300-317.
<"" f/ General tuque, Madrid, Biblioteca Germinal, 1904, p. 36.

304
ban a España. Desde entonces una gran amistad los uniría hasta la muerte.
Probablemente a través de este publicista español, Bark solidificaría sus
relaciones con los futuros miembros del grupo Germinal. A pesar de sus
altibajos económicos disfrutó de varias fuentes de retribución: la acade-
mia de idiomas que poseía, sus numerosas publicaciones en la prensa,
sus traducciones y los abundantes libros editados. Quizás este factor,
además de la estabilidad familiar que disfrutaba, le mantuvieron un
tanto distante de las desaventuras bohemias. No obstante, recordare-
mos que de él nacieron los célebres proyectos tardíos de fundación de
la congregación llamada «La Santa Bohemia» y de la «Cooperativa edi-
torial», ambos bien acogidos por sus compañeros. Por otra parte, no se
conservan documentos sobre las actividades asociativas de Bark. Las
alusiones y citas a sus conferencias y actividades en el Círculo Mercan-
til, el Casino Republicano, la Casa del Pueblo, el Ateneo y la Universi-
dad Popular son la única referencia que poseemos sobre los círculos
sociales a los que se vinculaba Bark.
La misión de los jóvenes españoles precursores del Modernismo
era, según Bark, despertar a la opinión aletargada y establecer las ba-
ses para el movimiento republicano-socialista que armonizase las as-
piraciones de las masas trabajadoras con las de los intelectuales radi-
cales840. Este Modernismo es ajeno al homónimo literario, pues, como
precisa Bark, las relaciones entre la política y las tendencias modernistas
en su vertiente «esteta» y decadentista poco tenían que ver con el
socialismo regeneracionista. Ese modernismo «de levita» interesado
únicamente en buscar nuevos cauces estéticos distaba mucho del mo-
dernismo progresista, comprometido, rebelde y activista que él mis-
mo propugnaba. Ese fogoso modernismo de levita era una moda de
importación francesa. Exageradamente afirma nuestro autor:

«Hasta León XIII ha imitado a París y natural era que nuestros


jóvenes se presentasen también en los salones bajo el terrible dis-
fraz de socialista o anarquista. ¡Qué horror un dinamitero en plá-
tica con la duquesa de tal!¡Qué papel bonito para un artista!»3'11

Ya observábamos que Bark consideró la literatura como el medio


más óptimo para la transmisión ideológica para la educación del pue-
blo y la reforma de la sociedad. Son muy frecuentes las citas esparci-
das a lo largo de su obra a favor de los jóvenes progresistas de quienes
reproduce alguna poesía. Defendió a Manuel Paso, a Vicente Medina
y Enrique Marquina, como jóvenes portaestandartes para la contienda
social. Los presenta como «glorias y dulzuras del noble y humano

Modernismo, Op. cit., p. 59.


BARK, Ernesto, «Orientación Socialista», Op. cit.

305
porvenir», y analiza sus obras en función de su contribución al mun-
do nuevo. Cara a estos autores jóvenes, lo que importa a Bark, es que
encuentren apoyo y orientación en el mundo literario. Entre las pro-
mesas del momento citará a Ramiro de Maeztu, José Martínez Ruiz y
Luis Bonafoux en quienes desea confiar, a pesar de que: «Pertenecen
a la España del porvenir o son desequilibrados que buscan en vano el
equilibrio entre el pasado y lo verdadero»842.
Bark denigra a todas las figuras que aceptan el vasallaje de los
políticos y entre tantos cita los casos de Campoamor y Caldos. Por el
contrario, llama la atención su profundo respeto y admiración por
Eduardo Benot, al que llamaba «mi viejo de alma joven»84-5, sin duda
algunas por compartir semejantes intereses lingüísticos, docentes y
republicanos. De él divulgó algunos de sus estudios filológicos, espe-
cialmente los concernientes a los estudios lingüísticos como funda-
mento de la enseñanza.
Entre sus enemistades parece figurar la de Pérez Galdós. Casi todos
los germinalistas, salvo él y Valle-lnclán, admiraron la obra galdosiana,
sobre todo a partir de Mariucha y Electra. Guillermo de Torre844 localizó
en Luces de Bohemia, la expresión «Don Benito el garbancero», frase
conocida en las tertulias madrileñas y acuñada, según el crítico espa-
ñol, por Bark -quizás con el concurso de Fuente-; en aquel fragmento
ya reproducido: «La literatura que representan estos hombres (Galdós,
Pereda, Clarín) tiene, como diría Ricardo Fuente, un «sabor prononcé»
de puchero casero...»845.Frente a esta literatura «paleta» como la lla-
maba Bark, estaban saliendo a la luz instructoras novelas sociales, a la
altura de los extranjeros, como eran las concienzudas narraciones de
Baroja, Dicenta y Blasco Ibáñez. En estos cuadros de protesta narrativa,
llama la atención sobre Zamacois y Trigo, quienes incorporan una nue-
va visión de la mujer y el erotismo.
Es difícil precisar cual es su situación en el ambiente intelectual, aun-
que estén probadas su activa vida política y su contribución a la introduc-
ción y difusión de las principales tendencias europeas. Se ganó pulso a
pulso, trabajando más arduamente que cualquier español, la reputación
que pronto disfrutaría. Tengamos en cuenta que al público le costaba
mucho olvidar su condición de extranjero y corruptor de la pureza espa-
ñola con ideas «extrañas» que ponían en entredicho los valores patrios.

°4¿ Modernismo, Op. cit, p. 69.


843
Ibid, p. 26.
844
TORRE, Guillermo de «Galdós y los del 98» en Del 98 al Barroco, Madrid,
Credos, 1968, p. 175.
° 4 ° FUENTE, Ricardo, De un periodista, Madrid, Casa ed. Mariano Núñez Samper,
1897.

306
EPÍLOGO.

Las investigaciones llevadas a cabo para la redacción de este tra-


bajo nos han permitido disipar la aureola de misterio que en la histo-
ria cultural de finales del siglo XIX había envuelto la figura de Ernesto
Bark. Este curioso y singular personaje llegó a Madrid en 1884. Aque-
llos que le conocieron le atribuyeron variadas y posibles nacionalida-
des. Se decía que era ruso, polaco, alemán, letón..., pero lo único
que se sabía con ciencia cierta era que venía de tierras lejanas y pre-
dicaba con vehemencia una complicada Revolución Social. Estos co-
mentarios esporádicos en las memorias de la época y sus artículos
publicados en Germinal constituyeron las hipótesis iniciales de nues-
tro proyecto de investigación, el cual se ha ido perfilando y comple-
mentando paulatinamente, a medida que hemos ¡do encontrando res-
puesta a cada enigma y hemos ido reconstruyendo este enorme rom-
pecabezas que se llamaba Ernesto Bark.
Ernesto Bark, a quien se le han atribuido diversas fechas de naci-
miento y orígenes, nació en 1858 en Kaava. Procedía de la pequeña
aristocracia balto-germana que desde el medievo era dueña de las
grandes propiedades estonias. Estonia había sufrido numerosas inva-
siones polacas y danesas antes de formar parte del Imperio ruso. To-
dos estos acontecimientos históricos son los que generaron las diver-
sas nacionalidades atribuidas a Bark. Por otra parte, los documentos
estonios lo confundieron con otros miembros de su familia, por lo que
hemos restablecido su filiación a través de la historia de sus propieda-
des para conocer la verdadera identidad de Ernesto Bark.
Fue un joven inquieto que pronto integró las filas de los revolucio-
narios nihilistas, exactamente al Movimiento Nacionalista del Desper-
tar Estonio. Desertor en la guerra contra Turquía, Bark tuvo que realizar
la mayor parte de sus estudios de Filosofía, Estética, Política y Economía

307
en las universidades de Leipzig, Munich y Berlín. El estudio de las nue-
vas ciencias sociales como la sociología, la psicología de las naciones y
la estadística social y la hora histórica del Imperialismo alemán que le
tocó vivir, con las campañas del Kulturkampfy la expansión del Socia-
lismo marxista, fueron decisivos para la configuración de su ideología
política y pensamiento socio-cultural. Su compromiso político nihilista
le condujo a Suiza, lugar en el que había una alta concentración de
exiliados rusos agrupados en torno a Bakounin. Tras sucesivos viajes
por Europa para investigar sobre la psicología de las naciones, Bark
editaría desde Suiza su periódico revolucionario Der Baltische Fóderalist,
en el que se hace propaganda en contra de la oligarquía zarista y las
desigualdades sociales. A pesar de su carácter nacionalista, DerBaltische
Fóderalist se presenta como el portaestandarte de todos los pueblos
oprimidos. La distribución de este periódico clandestino fue bastante
complicada y fue la causa de la deportación a Siberia de Bark durante
uno de sus viajes a Moscú y del encarcelamiento de su amigo de infan-
cia, Andreas Tiido. Empero, Bark prosiguió sus campañas antizaristas
con la edición de Russiands culturbedentug, Betrachtungen eines
Deutsch-LIvlanders (Berlín, 1882) traducido el mismo año al español
bajo el título El Nihilismo y la política rusa. Gracias a este estudio, Bark
dio a conocer la problemática rusa en España, interesando al público
del Ateneo y el Instituto de Ciencias Morales y jurídicas, no sólo por la
originalidad del tema para el intelectual español, sino también por el
hecho de presentarse como testimonio vivo de la disidencia. La oligar-
quía zarista, la psicología del pueblo ruso y su cultura, las organizacio-
nes colectivistas tradicionales rusas, los movimientos revolucionarios,
el nihilismo y el eudemonismo serían algunos de los temas divulgados
por Bark entre el público español.
Su carácter cosmopolita y su poliglotismo resultaron igualmente
singulares en el mundo cultural madrileño, donde se integró como
uno de los miembros de la Gente Nueva. Su vida familiar estable y su
gran preocupación por la educación de sus seis hijos le alejaron del
desorden de la vida bohemia, aunque no de su pobreza. Las clases de
idiomas, las traducciones y las mal retribuidas publicaciones y contri-
buciones periodísticas le impusieron una vida materialmente austera.
Infatigable luchador, voluntarioso y romántico utopista, se unió al
Republicanismo progresista porque que se acomodaba a sus esque-
mas combativos personales: la lucha contra la monarquía y el
moderantismo reformador serían las claves de este acercamiento. Bark
fue erróneamente calificado de anarquista dada la Indefinición ideo-
lógica del espectro político progresista en la época y los contactos
permanentes que mantuvo con los exiliados rusos.
Los fundamentos de su educación permanecerán en el pensamiento
de Bark a lo largo de toda su existencia. En su madurez fueron plas-

308
mados en su extenso compendio de Política Social. Compendio, que
obedeciendo a sus raíces nihilistas tiene como objetivo esencial la
propaganda y la educación de las masas. A través de él, Bark se pre-
senta a la vez como juez y abogado, como el ejemplo vivo de la
libertad, de la independencia y la audacia en el ejercicio de la crítica
política, económica, social, cultural y estética. Ya presentamos en su
bibliografía ese carácter polémico y censurador que le causaría ene-
mistades, persecuciones, atentados, expulsiones y encarcelamientos.
Así ocurrió a raíz de sus crónicas sobre el crimen de la calle Fuencarral,
con las denuncias sobre el Panamá de los caciques cartageneros, la
organización en 1890 de la gran manifestación obrera del 1 ° de Mayo
y sus acusaciones de sectarismo y manipulación a los miembros del
directorio socialista.
Junto con Joaquín Dicenta, Ricardo Fuente, Isidoro López Lapuya,
Francisco Maceín, Rafael Delorme, Eduardo Zamacois, Nicolás
Salmerón y García, entre tantos otros, Bark fundó la Agrupación De-
mocrática. Entonces realizó algunos viajes políticos a través de toda
España. Para completar sus estudios de estadística social y psicología
del pueblo organizar el Partido Demócrata Social y los movimientos
obreros en provincias, residió durante algunos años en Alicante y en
Cartagena. En ellas publicaría los periódicos El Crisol y Cartagena
Moderna respectivamente. Tras estos contactos con el proletariado
industrial y minero, Bark esbozó un modelo ele Política Social refor-
mista y pacifista. Inspirado en un positivismo más espiritual que
metodológico define sus pilares básicos: el Internacionalismo, la Re-
pública Social, el Socialismo Positivo, la filosofía y la pedagogía so-
ciales. Socialismo como sinónimo de Social será la palabra clave de
este proyecto, que encontrará en la crisis española decimonónica
finisecular el escenario ideal para reconstruir una nación. Con su ins-
tauración, no sólo España se regeneraría, sino que también, se conver-
tiría en la nación precursora para la modernidad política universal.
Los fundamentos, los actores, las estrategias y las estructuras para esta
reforma de la sociedad española, extrapolabas al resto de la humani-
dad están expuestos de manera dispersa en la bibliografía de Bark.
Tengamos en cuenta que el principal objetivo de este corpus era pro-
pagandístico, que el autor pretendía sólo orientar y ofrecer unos co-
nocimientos mínimos para el ciudadano moderno y, que frecuente-
mente, la polémica, la digresión, la reproducción de documentos, ci-
tas y referencias bibliográficas dispersan al escritor, preocupado por
interrelacionar hasta el más mínimo detalle de sus argumentaciones.
Su arquitrabado modelo de República Social exige una lectura global
e íntegra de su bibliografía. Sólo con ello se podrá comprobar que sus
textos no adolecen de inconsistencia ideológica. Muy ai contrario,
supeditan todo desarrollo conceptual y constructo teórico a la persua-

309
sión, al proselitismo y a una mínima información sobre las múltiples
tendencias políticas, económicas, filosóficas y culturales dominantes
en Europa y, puntualmente, en Estados Unidos, China y Japón. Ante
este corpus «deshilvanado» y ante el desconocimiento del pensamiento
de Bark, una reconstrucción del mismo como estudio de base se pre-
sentó como indispensable.
Aparte del peso de las circunstancias biográficas ya citadas, las
inquietudes internacionalistas de Bark se perpetúan en su trabajo como
corresponsal alemán en España. En el marco histórico del
expansionismo imperialista, el estudio de las relaciones internaciona-
les se convertirá en el antecedente obligatorio de una política social
con ambiciones universales. Destinada a un público alemán, exami-
na el conflicto colonial de las Islas Carolinas y la hegemonía del pue-
blo germano. Además, participa activamente en el estrechamiento de
los lazos fraternales entre los pueblos hispano-alemán gracias a su
libro de viajes, y, especialmente, mediante la fundación de revistas
internacionales como Deutsche-Spanisch Revue y Spanien. El
pangermanismo que caracterizaba estas publicaciones alimentó tam-
bién sus estudios sobre los actores colectivos del poder internacional.
Pretendía, ahora, para el lector español, enjuiciar los poderes econó-
micos, católicos y de los socialismos marxista y libertario. Frente a
estas internacionales, Bark augura la construcción de una nueva inter-
nacional humanitaria inspirada en el Socialismo Positivo y con el con-
curso de todos los países europeos. Si entonces todo ello fue conside-
rado como los sueños de un visionario, la historia política del siglo XX
los habrá, en parte, convertido en realidad, con el socialismo demo-
crático europeo y la construcción de la Unión Europea
Para definir la Política Social española, Bark realiza, en primer lu-
gar, el estudio de la psicología del pueblo español. Es un pueblo ultra-
montano, chauvinista, ignorante y orgulloso que todavía tiene que
conquistar su independencia intelectual, moral y política. El vigor y la
creatividad de la raza latina, aseguran, a juicio de Bark, su triunfo. En
segundo lugar, analiza los actores sociales del poder, individuales y
colectivos: la iVtonarquía, los gabinetes gubernamentales, la iglesia y
los caciques locales serán el blanco de sus críticas implacables. Todos
ellos controlan política, económica y socialmente la nación de mane-
ra que la democracia, el sufragio universal y la soberaneidad popular
resultan meras falacias. Son los responsables del moribundo imperia-
lismo español y de la inadecuación ele las estructuras económicas
para el progreso. El Socialismo marxista -entonces todavía guesdista-
y el Anarquismo son doctrinas políticas europeas inadecuadas al con-
texto español, a su estructura social y económica. Del Socialismo,
Bark rechaza el concepto de lucha de clases, el estatismo, la naciona-
lización de la tierra y la explotación colectivista de todos los bienes y

310
medios de producción. Condena el autoritarismo y sectarismo de los
líderes españoles que rechazan toda colaboración con intelectuales y
republicanos. Del Anarquismo, cuestionará su utopía ideológica, en
particular, el espontaneismo y la armonía natural. En la práctica, Bark
no admite su negativa a participar en la lucha política organizada y
cooperar con las demás facciones progresistas. Al Republicanismo le
exige la actualización de sus programas, teniendo en cuenta las últi-
mas tendencias sociales, y un esfuerzo cooperativo de los líderes de
sus diversas facciones.
El Socialismo Positivo pretende dar un soplo rejuvenecedor a la
obsoleta doctrina Republicana Progresista. El proletariado y la peque-
ña burguesía son sus clientes políticos. Bark solicita la colaboración
de las demás facciones socialistas en la consecución de unos objeti-
vos mínimos y globales: el derrocamiento de la monarquía y un pro-
grama común de reformas económicas que giraba en torno a un co-
lectivismo parcial, en esencia, reducido a la propiedad y producción
de los artículos de primera necesidad; la abolición del dinero y la
nacionalización de las grandes fortunas y propiedades y los servicios.
En esta estructura económica moderada se asegura la subsistencia de
todos los ciudadanos y se garantiza la libertad individual y propiedad
privada de tierras y medios de producción, según las motivaciones y
los esfuerzos personales. La elección de una estrategia reformista o
revolucionaria para la construcción de la República Social depende
de la coyuntura de cada pueblo. Bark divulga las ventajas del refor-
mismo gradual, pacifista y educador y acepta la huelga general como
estrategia idónea para la movilización de masas y catalizador revolu-
cionario. En un principio, Bark confió en las masas proletarias para
protagonizar los movimientos de reformas. Sin embargo, la pasividad,
la inconsecuencia y el inmovilismo de los obreros tras su participa-
ción en las manifestaciones que él organizó -por ejemplo, la manifes-
tación de 1 o de Mayo de 1890-, le orientaron, como tantos otros
regenaracionistas, hacia las élites intelectuales, para acabar evolucio-
nando hacia posiciones más radicales como fueron la dictadura mili-
tar o el caudillismo civil.
Los proyectos de reforma social que propone el Socialismo Positi-
vo se inspiran en el Socialismo reformista francés. Se focalizan en
torno a la creación de un Ministerio del Trabajo en tanto que órgano
gestor intermediario entre los poderes colectivos y el Estado. La plani-
ficación de la explotación de las tierras, la creación de oficinas de
empleo para la coordinación de las ofertas y demandas, el desarrollo
de la Estadística social, de los planes de política hidráulica y la mejora
de la higiene social, son algunos de los fines impuestos a este Ministe-
rio. El proyecto de República Social de Bark parte de la premisa de la
necesaria reforma moral e intelectual de los ciudadanos. Puesto que

311
el bienestar del individuo es a la vez de orden material y espiritual, la
resolución de los conflictos socio-económicos exige también una re-
forma de los códigos éticos y morales. En este sistema de pensamien-
to, el progreso científico y técnico camina a la par del progreso espi-
ritual de la humanidad. Su filosofía social, inspirada sobre todo en el
Socialismo humanista francés, es una filosofía del placer, individual y
colectivo, alcanzado gracias a una existencia equilibrada, sana y na-
tural, el bienestar y la felicidad, La filosofía del placer, panteísta,
antropocéntrica y eudemónica reconcilia el cientificismo con una es-
piritualidad mística. El binomio razón-sentimiento sirve para rechazar
tanto las represiones y castigos impuestos por las religiones occiden-
tales como el materialismo marxista. Asimismo, dicho binomio es uti-
lizado para definir el código de la nueva moral social basada en el
sentimiento de obligación moral, el altruismo y la solidaridad.
Entre los agentes que podrán llevar a cabo este proyecto de Repú-
blica Social, Bark solicita el concurso de la Gente Nueva, luchadora
por el progreso, y de las mujeres educadas y emancipadas, alma de la
familia y del desarrollo de la sociabilidad. Ellos utilizarán las estrate-
gias educadoras y propagandísticas para la regeneración. Bark partici-
pa en los movimientos educadores reformistas, conectando con las
propuestas de la Institución Libre de Enseñanza. Además de replan-
tear el sistema educativo español, le interesa desarrollar una educa-
ción alternativa, sobre todo, para adultos. Su asociación Acción De-
mocrática, la Casas del Pueblo, la Universidad Popular y las Bibliote-
cas Populares... serán algunas estructuras fundadas por Bark no sólo
para la alfabetización y educación populares, sino también, para el
desarrollo de la sociabilidad.
En el marco pedagógico social, las letras desempeñan un papel
estratégico. Desde la prensa hasta cualquiera de los géneros literarios
sirven para la expresión del acervo cultural de una nación, pero tam-
bién, para la educación de la sensibilidad y la transmisión ideológica.
En este proyecto, el concepto de Modernismo sobrepasa el marco
extrictamente literario. Para Bark, Modernismo equivale a Moderni-
dad. O sea, al movimiento progresista que se propone la moderniza-
ción de España, que parte del rechazo de todo lo instaurado y propo-
ne el respeto de la Democracia en el sentido radical del término.
Modernista toda aquella Gente Nueva, todos los jóvenes «de espíri-
tu», todos los escritores, artistas, periodistas, bohemios, intelectua-
les... disidentes y altruistas que luchan por el progreso de la Humani-
dad. La bohemia, no «golfemia», es el símbolo de esa disidencia, del
culto a la libertad y el ideal. Por ello, Bark intentará crear un cenáculo
para mejorar las condiciones de vida de este «proletario de levita» y
dignificar las profesiones de escritor y artista. Semejantes propósitos
se llevarán al campo de la prensa a fin de que a los periodistas sean

312
socialmente reconocidos. La prensa es una fuerza política y social.
Sirve de medio de expresión de la conciencia colectiva y es un instru-
mento democratizador de la cultura y la literatura. Para que la literatu-
ra española cumpla los objetivos civilizadores que el Socialismo Posi-
tivo le atribuye, Bark exige su modernización y popularización. Por
estas implicaciones sociales, realiza una apología del Naturalismo
Social, sobre todo en novela y teatro. Al mismo tiempo, confía en la
literatura idealista y romántica como forjadora de las grandes ideas-
fuerza en los creadores-genios capaces de conducir a los ciudadanos
hacia las grandes epopeyas de la historia. Todas estas tendencias son
consideradas modernistas por superar los cánones estéticos y los ob-
jetivos de la literatura burguesa. Los Vencidos es su única creación
artística. Se trata de una novela «realista-socialista» en la que la auto-
biografía romántica se entremezcla con el discurso político social su-
peditando cualquiera de los componentes narrativos a las digresiones
proselitistas.
Bark fue el introductor directo del pensamiento europeo, al que
tuvo acceso directo por su poliglotismo, su espíritu cosmopolita y su
romántico itinerario biográfico. Ante sus correligionarios se presentó
como un ejemplo vivo del activismo nihilista revolucionario que co-
noció las desventuras del exilio. Finalmente, destacará por ser un ve-
hemente e incondicional propagandista de los preceptos y valores de
una moderna y regeneradora Política Social entre el pueblo español,
su pueblo de adopción.

313
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Nicolás Salmerón, Madrid, Biblioteca Republicana, 1894, reeditado
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Impr. Valero Diaz, 1903.
Desenmascarados. Revelaciones respecto al partido obrero, Ma-
drid, Biblioteca Germinal, 1897.
Política Social. Soluciones positivas de la sociología contemporá-
nea: Los problemas de la Sociología, El Socialismo Positivo, La
Cuestión Social en España, La Alemania Socialista, La República

316
Social en Francia, Naciones cosmopolitas, El Internacionalismo,
Pueblos precursores, La Hacienda del porvenir, El Ministerio del
Trabajo, Estadística Social, La Revolución y el Arte, La Filosofía del
placer, Madrid, Biblioteca Germinal, 1897. Este volumen fue des-
pués ampliado en una colección cuya edición definitiva se realizó
entre 1900 y 1907.
- La República Social, Madrid, Biblioteca Germinal, 1897.
- Elgerminalismovla Unión Socialista, Madrid, Biblioteca Germinal,
¿1900?
- Modernismo, Madrid, Biblioteca Germinal, Imprenta de Pérez y
Compañía, 1901.
- Recuerdos Bohemios (1878 a 1900), bajo el seudónimo A. de
Santaclara, Madrid, Biblioteca Germinal, 1901 y 1903.
- Reorganización Republicana, Madrid, 1901.
- Política Pedagógica, Madrid, La Unión de Padres de Familia, 1902.
- El alma española, Madrid, Biblioteca Spanisch-Deutsche Revue,
1903.
- La convención española, Madrid, Biblioteca Germinal, ¿1904?
- Vicente Blasco Ibañez, Serie Biografías Contemporáneas, Madrid,
Biblioteca Germinal, ¿1903-1906?
- A la barra, acusación pública contra Salmerón, bajo el seudónimo
A. de Santaclara, Madrid, Biblioteca Germinal, 1905.
- El general Luque y el problema de España, Serie Biografías Con-
temporáneas, Madrid, Biblioteca Germinal, Libr. de Escritores y
Artistas, 1906.
- Política Social. Soluciones positivas de la sociología contemporá-
nea, en su forma final datada en 1907 constaba de los siguientes
volúmenes1:
- El Internacionalismo o Rivalidades mundiales Madrid, Biblioteca
Germinal, Impr. Fortanet, 1900.
- Socialismo Positivo, Madrid, Libr. Valero Diaz, Biblioteca Germinal,
1901.
- La Revolución Social o La Paz Social, Madrid, Biblioteca Germinal,
Libr. Valero Diaz, 1902.
- Estadística Social o Los Reyes del Oro, Barcelona, M. Zorio, Lezcano
y Compañía, 1903.
- La Revolución y el Arte o Progreso y Arte, Madrid, Biblioteca
Germinal, [s.d.].
- Filosofía del Placer o Filosofía de la dicha, Madrid, Biblioteca
Germinal, 1907.
- La invisible. Novela contemporánea político- social, Madrid, Libr.
de Escritores y Artistas, 1907.
- La Santa Bohemia: recuerdos bohemios, Madrid, Biblioteca
Germinal, Ed. Cooperativa de la Sociedad de Autores, 1910 y 1913.

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- Alejandro Lerroux, Serie Biografías Contemporáneas, Madrid, Bi-
blioteca Germinal, 1910.
- Joaquín Dicenta, Serie Biografías Contemporáneas, Madrid, Biblio-
teca Germinal, ¿1910-1913?
- Al murmullo de la selva, (Recuerdos Bohemios), Madrid, Bibliote-
ca Germinal, ¿1910-1913?
- La sed de amar, (Recuerdos Bohemios), Madrid Biblioteca Germinal,
¿1910-1913?
- Alborada, La Invisible y Aurora Boreal, Trilogía de Novelas
Intemacionalistas Contemporáneas, Madrid,Tip. El Liberal, (1913.).
Posteriormente reapareció bajo el seudónimo A. de Santaclara,
como una tetralogía cuyo título general era Alborada y compren-
día: Los vencidos, La invisible, La ciudad negra y Alborada, Ma-
drid, Biblioteca Germinal, (s. a.).
- La Fórmula Social. Las soluciones sociales radicales y los socialis-
tas, anarquistas y sindicalistas, Madrid, Biblioteca Germinal, 1913.
- La crisis mundial..., Madrid, Spanisch-Deustche Revue, Impr. de
Felipe Peña Cruz, 191 7. Constaba de los siguientes folletos:
/ -La supremacía Universal.
2 -Ideales Ibéricos.
3 -La hora de España.
4 -La paz honrosa.
5 -Después del triunfo.
6 -El mundo por venir.
- El bolcheviquismo en España: la verdad sobre Rusia y el sindica-
lismo y la democracia sindical, Madrid, Librería pedagógica, [s.
a.], 2a ed., 1919.
- Ante la batalla, folleto, [s. d.].
- La ciudad negra, Novela política contemporánea, Madrid, Tip. EL
liberal, [s. a.].
- La religiosidad en España, Madrid, Spanish-Deustche Revue, [s. a.].
- Siluetas del Natural, con Silueta del autor por Alejandro Sawa,
Biblioteca Germinal, Madrid, [s. a.].
- Soluciones literarias y una contestación a varias preguntas y a al-
gunos ataques, folleto, [s.d.].

Periódicos en los que colaboró:

Der Baltische Fóderalistf 882-1883.


Die Kollnische Zeitung, Colonia.
Die National Zeitung, Berlín.
Spanien, Madrid, 1898-99.
Spanisch-Deutsche Revue fur Litteratur, Politik and Handel, Madrid,
1887-88.

318
Oigus, Estonia, 1906,
El Pandemónium, Reus, 1901.
La Piqueta, 1885.
El Radical, 1889 y 1913.
La Democracia Social, 1890 y 1895.
El Crisol, 1891.
Cartagena Moderna, 1895.
La República Social, 1895-1896 y 1904.
La España Moderna, 1897.
Germinal, 1887-1889 y 1903.
El País, 1888, 1903... colaboraciones puntuales.
El Radical, colaboraciones puntuales durante toda la existencia del
periódico, sobre temas políticos republicanos, 1889, 1910-1913.
La Lucha, 1898, 1901 y 1904.
Fuerza, 1903.
Nuestro tiempo, 1906.
El Mundo, 1907-1908.
Vida Moderna, La Justicia, El Resumen, Las Dominicales del
Librepensamiento, La Idea Libre entre tantos otros de manera es-
porádica.

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