Tesis Bark
Tesis Bark
Tesis Bark
Ernesto Bark
n propagandista de la Modernidad
1858-1924
GENERALITAT VALENCIANA
CONSELLERIA DE CULTURA, EDÜCACIÓ I CIENCIA
INSTITUTO DE CULTURA «JUAN GIL-ALBERT»
DIPUTACIÓN PROVINCIAL DE ALICANTE
19 9 8
Col-leccló: Textos Universitaris
Directora: M'1 losé Bono Guardiola
ISBN: 84-7784-313-9
Depósito Legal: A-1.199-1998
ÍNDICE
INTRODUCCIÓN 11
D. DE NUEVO EN MADRID 46
1. Consolidación de Germinal 48
2. Otras actividades de Ernesto Bark 50
E. ULTIMOSAÑOS DESUVIDA 53
2. BARK, HACIA UNA MODERNIDAD UNIVERSAL 57
A. ANTECEDENTES INTERNACIONALISTAS 59
1. De la prensa que todo lo urde 59
1.1. La revolución de los oprimidos.
El pueblo báltico 60
1.2. La fraternidad hispano-alemana 65
2. Una mirada sobre la actualidad internacional 70
2.1. Una mirada sobre Rusia 71
2.2. España en las Memorias de un viajero 76
2.3. Las islas Carolinas, islas de la ambición colonial .... 81
2.4. La posición de Alemania en el mundo 87
3. Un ejercicio transcultura!: la traducción 90
EPILOGO 307
BIBLIOGRAFÍA 315
1. Bibliografía de Ernesto Bark 315
2. Artículos 319
3. Libros 328
A José Soriano Pastor, mi padre,
De él aprendí la pasión por la lucha,
el afán de superación, el sentido crítico y la ambición.
Él me enseñó el respeto a los valores humanos,
a la libertad y la independencia.
En su memoria, ahora que ya no podremos compartir más
el pa torrat deis diumenges, ni els passeigs de l'estiu...
11
A pesar de las numerosas barreras geográficas, lingüísticas y docu-
mentales, creemos haber agotado todas las posibilidades, dentro del
marco de la legislación vigente, para responder a ese gran interrogan-
te llamado Ernesto Bark. Este estudio se presenta, pues, como un tra-
bajo inaugural. Se ha privilegiado la reconstrucción de las bases del
pensamiento de Bark, organizadas en torno a un arquitrabado proyec-
to de Política Social para la Modernidad. Enfrentados a unos textos
propagandísticos y a folletos panfletarios, hemos tenido que realizar
una lectura constructiva de los mismos. O sea, una sistematización de
las fuentes para sintetizar las ideas que animaban sus campañas de
propaganda y vulgarización. En el desarrollo de nuestra exposición,
en primer lugar, hemos restituido la complicada trayectoria biográfica
de Bark. De Estonia a España, descubriremos una azarosa existencia
al servicio de sus patrias, natal y adoptiva, y de toda la humanidad. En
segundo lugar, hemos sistematizado las dispersas bases de su Política
Social para la Modernidad. El carácter enciclopédico de este proyecto
universalista nos ha impuesto un pesado Corpus documental e infor-
mativo, así como la indispensable recuperación de la mayor parte de
su producción bibliográfica'. Restablecida la singular trayectoria bio-
bliográfica de Ernesto Bark y los fundamentos de su pensamiento
proselitista, así como el de sus compañeros germinalistas, esperamos
que este primer trabajo, por su carácter globalizador, sirva de base
para futuros estudios e investigaciones.
12
1.VIDA DE ERNESTO BARK.
13
parcelas de su vida y obra, particularmente las concernientes a su
estancia en nuestro país. En Estonia, Bark ha llamado puntualmente la
atención de algunos intelectuales y periodistas entre los cuales desta-
ca Jüri Talvetj. Recientemente hemos localizado la silueta biográfica
que Francisco Maceín4 escribió sobre Bark. El único ejemplar que se
conserva formaba parte de la biblioteca de Comín Colomer legada a
la Biblioteca Nacional de Madrid. La primera edición de dicha bio-
grafía databa de 1895 y en 1904 se realizó una segunda, acompañada
de un prólogo anónimo cuyo estilo y contenido nos hacen suponer
que lo escribió el propio Bark y que él mismo actualizó la primera
edición de Maceín. Sin poder cotejar ambos textos, esta silueta bio-
gráfica ha de ser analizada con ciertas reservas en cuanto a su objeti-
vidad. Sin embargo, ante la escasez de documentos, esto tiene relati-
va importancia si lo consideramos como un cambio de perspectiva en
la presentación del perfil biográfico de Bark que esta última edición
ofrece: la de una desfigurada introspectiva del autor en lugar de la
visión externa que tanto nos hubiera interesado.
Constituido a partir de noticias puntuales y restringidas a recuer-
dos testimoniales, ese primer intento de reconstrucción biográfico re-
sulta incompleto. La subjetividad de las memorias y las numerosas
suposiciones exigen un estudio más profundo de su biografía. La tarea
no es fácil. Es imprescindible rastrear la oculta y débil estela que dejó
en los diversos países en que vivió sobre todo cuando estamos des-
provistos de documentación precisa, faltos de los archivos y registros
destruidos durante las guerras que azotaron nuestro siglo y en las am-
nistías con las que encontraron la libertad muchos de los presos polí-
ticos. Con estas limitaciones, se han realizado diversas gestiones en
los países de Europa Occidental, en donde Bark residió algún tiempo,
y en Estonia. En ellas ciframos nuestra esperanza también de recons-
truir con el mayor rigor posible la trayectoria tanto biográfica como
bibliográfica del que a priori se presentaba como un personaje muy
peculiar, Ernesto Bark.
J
Jüri TALVET, «Ernesto Bark y su visión de España» en Teekond-Hispaniasee (Un
viaje a España), Tallinn, Ed. Loomingu Raamalukogu, 1985, pp. 48-63, también en
HispaaniastAmerikasse, (De España a Portugal),Tallinn, Eesti Raamat, 1992, pp. 55-70.
MACEÍN, Francisco, Ernesto Bark, Madrid, Biblioteca Germinal, 1904^. Al pa-
recer, Alejandro Sawa escribió su silueta biográfica como prólogo a Siluetas al natural
de Bark.
14
variados e históricos gentilicios para presentarse. Solía denominarse
livonés, «el letón revolucionario», según Pío Baroja; cuando no, de-
cía ser ruso, polaco, alemán... y español adoptivo. En realidad, la
aureola de ¡ncertidumbre que creó en torno a su nacionalidad no es
sino el resultado de sus afanes nacionalistas, patrióticos y, a la vez,
cosmopolitas. Ernesto Mauricio Enrique Bark era hijo de Woldemar
Heinrich Bark y Corinne Schultz, de origen estonio y alemán. Ernesto
Bark nació en Kaava, dominio parroquial de Laiuse, cerca de Tartu
(Dorpart), en la actual Estonia, el día 23 de Marzo de 18585.
La multiplicidad de gentilicios que utilizaba se deben en parte a la
conflictiva historia de Estonia y Letonia, países dominados constante-
mente por Polonia, Alemania y Rusia. Merced a ello, Bark se confiere
en el prólogo de España y el extranjero las nacionalidades: «alemana
etnográficamente, la rusa por política (y por desgracia) y la española
por afirmación y amor...»6. No obstante, se sentía particularmente ale-
mán porque disponía de mayor libertad «para juzgar los asuntos ru-
sos, y como alemán de las provincias bálticas de Rusia», podía «pro-
fundizar en las cuestiones y conocimientos del país y del idioma»7.
/. La familia Bark.
J
Se han localizado someras noticias en: Estniches biographisches lexikon. Eesli
biograafiline lexikon, Tartu, 1926-1929, p. 39 y HASSELBLATT, A., «Taiendused ja
Oiendused Eesti Ajaloo Arkiivi», n°2 juure- EestiAjalooArkiivi, n°3, 1923, pp. 12-13;
donde se precisa que Ernesto Bark nació en 1859. Los textos alemanes discrepan pues
HINRICHSEN BUCH,A., Dasliterarísche Deutschlands, Berlín, Leipzig: E. F. Steinadier,
1891, p. 58 indica que nació en 1853 y Deutschabaltisches biographisches Lexikon,
1710-1960. Koln, Wien, 1970 sostienen que fue en 1858. La Enciclopedia Universal
Ilustrada Eupeo-americana, Espasa Calpe, T. II, Madrid, O.J., señala también 1853. Se-
gún las fichas de empadronamiento y el censo madrileños de 1895 y 1905, nació en
1858.
BARK, Ernesto, España y el extranjero, Madrid, Impr. La Publicidad, 1888, p.
Vil. Por comodidad, una vez mencionados los datos biográficos, tan sólo repetiremos
en las citas los títulos y páginas a los que se haga referencia.
BARK, Ernesto, El nihilismo y la política rusa, Barcelona, LuisTasso Serra Im-
presor y Editor, 1882, p.7. Insiste en su identificación al hablar sobre las derrotas de
Alemania: «[...] la culpa la tenemos en parte nosotros los alemanes [...] por no haber
hecho casi nada sistemático para destruir las preocupaciones que existen en España
contra nuestra nación y patria», España y el extranjero, Op. cit., p. 91.
15
con María Kraac, nació su hijo mayor, Karl Bark8. Esta sucesión legíti-
ma de los Bark, de tendencia conservadora, desempeñó cargos
revelantes en la historia de Rusia. Sobresalió en particular la figura de
Peter Bark9 -hijo de Karl y primo de Ernesto-, por ser el ministro de
finanzas durante la revolución de 1914-1917. Como su primo, acabó
su vida en el exilio. La rama bastarda nació de la unión amorosa de
Heinrich Bark con una estonia llamada María Peterson. Tuvieron un
hijo, Woldemar Heinrich Bark quien fue padre de Ernesto Bark.
La historia de la familia y su notoriedad giran en torno a la posesión
del Estado de Kavva en Estonia. Se pensaba que Heinrich Bark fue su
propietario desde 1839 hasta 1860'°. En realidad, Heinrich Bark com-
pró dicho estado en 1840 y cuatro años después lo vendió a Karl von
Schultz, un noble banquero originario de Dresde. En 1854, Schulz legó
Kavva a su hija Corinne, quien se había casado con Woldemar Heinrich
Bark. Corinne Bark, dejó en herencia el Estado de Kavva a sus hijos. En
los documentos biográficos se confunden ambas generaciones y ramas
de la familia. Se afirma en ellos que el padre de Bark era Heinrich, el
abuelo y antiguo propietario, pues desconocen que los Bark perpetua-
ron su propiedad estatal gracias al coincidente matrimonio de Corinne
Schultz y Woldemar, el hijo bastardo. Por otra parte, en el registro de
Tartu no figura Heinrich como el propietario, lo que ha conducido a
algunos investigadores estonios a suponer que Ernesto Bark no había
nacido en Kavva. Los censos consultados en Madrid, firmados por Er-
nesto, indican aquella procedencia. Tan sólo se creó un malentendido
al no saber que los propietarios de Kavva fueron sucesivamente los abue-
los paterno, materno y la madre de Ernesto Bark. En sus declaraciones
posteriores, Bark siempre conserva un gran recuerdo de Kavva y así lo
confirma Francisco Maceín en su semblanza biográfica:
8
Karl Bark ( Fellin. Kavva, 15.2.1835- San Petesburgo, 8.4.1882). Silvicultor,
director de los bosques y de la escuela de guardas forestales de San Petesburgo. Su
madre se llamaba Luise Friederike, nacida Kraack y por matrimonioTimcenko-Ereéscenko
y el padre, propietario de Kavva, Heinrich Bark.
" Peter Bark (1869-1937) publicó Nicholas II: Emperor oí all the Russia, en
Vozrozhdenie. Peter Bark se exilió en Londres. Desempeñaba un importante cargo en
el Banco de Inglaterra. Su biografía presenta a un hombre conservador, que quizás no
sintiese simpatía por un personaje nihilista como su primo Ernesto.
10
STRYK, L.von, Beitragezur Geschichte clerLittergütterLivlandes, Dorpart, Ester
Teil, 1877, pp. 92-93.
11
MACEIN, Francisco, Op. cit., p. 8.
16
La familia Bark vivía hacendadamente de la explotación agrícola
de la región. Ernesto era el benjamín de seis hermanos: Hermann,
Johann, Wilhemine, Geórg, Amalie, Leo y Bertha. Ernesto Bark mos-
traba gran admiración por sus padres y la educación esmerada que le
habían dado y que él mismo pretendió después ofrecer a sus hijos. De
su padre heredó el gusto por la filosofía y de su madre, «consumada
pianista, pintora y poetisa, las aficiones artísticas, el sello de artista
que se percibe en la accidentada vida del señor Bark»'2. Para Maceín,
resultaba extraordinario que una persona educada en tal ambiente y
opulencia pudiese haber dedicado su vida a la lucha social y política
en favor de los deheredados. Bark, como las grandes figuras históri-
cas:
«Los Gracos y los Mirabeaus, han sido los defensores más efi-
caces del pueblo oprimido. No habrá soñado el banquero de
Dresde su abuelo materno, que sus hábiles especulaciones en la
bolsa servirían a facilitar los medios a un nieto suyo a destruir el
capitalismo poniéndose al frente de los proletarios»'3.
12
lbid.,p.6.
13
Ibid.
14
SCHÜLER; Álbum des Dorpatschen Gymnasiums von 1804 bis 1879, Dorpart,
1879. p. 214.
17
textos de carácter político. Sin duda, debía tratarse de hojas sueltas o
pequeños folletos que no se han conservado. Friedebert Tuglas'5, un
estonio que durante su viaje por España en 1913 se entrevistó con
Bark en Madrid, recogió las declaraciones de nuestro exiliado sobre
su compromiso político y sus vínculos con Cari Robertjakobson, una
de las figuras máximas del llamado despertar estonio. No sabemos
qué papel desempeñó Bark en dicho grupo. Entre su nómina de mili-
tantes, el Movimiento del Despertar Estonio contaba con muchos in-
telectuales y escritores de origen burgués que querían afirmar su idio-
sincrasia frente a Rusia. Enfrentándose y rechazando el poder
oligárquico zarista, estos progresistas creían provocar no sólo la des-
integración del imperio ruso, sino también el reconocimiento de la
independencia báltica. Entre las manifestaciones que se han podido
documentar, destaca la de 1876, cuando Bark reivindicó la libertad
religiosa e hizo público su ateísmo negándose a recibir la confirma-
ción. Empero, Bark mantuvo cierta distancia ideológica. Sus orígenes
alemanes le distanciaban de las prioritarias reivindicaciones naciona-
listas de sus amigos y focalizaba sus intervenciones contra el poder
omnímodo del zar.
En 1877, guiado por su ímpetu juvenil, se alistó con sus amigos
nacionalistas en la armada para participar en la guerra de Turquía,
porque esperaban que «los ejércitos victoriosos llevasen en la punta
de sus bayonetas las mismas libertades a Rusia que habían conquista-
do para búlgaros y serbios»16. Bark era artillero. Ante la realidad de la
guerra y la manipulación del poder, su primer entusiasmo pronto fue
suplantado por el desengaño. Viendo fallidas sus esperanzas y nobles
deseos democráticos, Bark desertó. Tuvo que huir de Rusia pues el
partido revolucionario realizó diversas ofensivas terroristas y los
nihilistas fueron seriamente perseguidos17.
A finales de 1878, Ernesto Bark llegó a Alemania para continuar su
carrera universitaria. En la universidad de Leizpig cursó los estudios
de Historia de la Filosofía, Lógica, Metodología y Psicología Empírica
basada en la Fisiología durante el semestre de invierno hasta marzo
de 1879. Prosiguió esos estudios en la universidad de Munich durante
el semestre de verano de 1879. Continuó su peregrinaje estudiantil en
la Universidad de Berlín, donde estudió Historia, Economía y Política
hasta 1881. En dichas universidades se inició en el movimiento cien-
tífico de la incipiente sociología y psicología de las naciones que de-
,b
TUGLAS, Friedebert, TeekondHispaaniajanu, 1918, 1923 y 1938.Traducido
por E. Meyer, bajo el título Wo einst Karthago Stand, Kulturhistorísche Reise Durch
Spanien undNordafrika, Berlín, Buchverlag Der Morgen, 1968.
16
MACEIN, Francisco, Op. cit., p. 8.
17
Ibid. p. 8.
18
terminarían la futura orientación de sus ensayos. Esta educación de-
terminó su pensamiento anticlerical, su pangermanismo y animadver-
sión hacia Francia, obviamente marcados por la impronta del
Kulturkampfy la política de Bismarck.
Atraído por las ideas democrático-sociales se trasladó hacia 1881
a Suiza en donde existían importantes núcleos de refugiados rusos y
se unió a los activistas de la Federación Báltica en el exilio. Desde
Ginebra inició una interesante singladura a través de Europa hasta
1882 con el fin de estudiar la psicología de las naciones. No se ha
podido reconstruir su itinerario con precisión. Italia fue uno de los
primeros países que Bark visitó18, tal vez, por la proximidad a Suiza y
por la presencia de Bakounin y de numerosas asociaciones secretas
revolucionarias. Desde Alemania viajó a Holanda y Bélgica, antes de
ir a Inglaterra. Gracias a las crónicas de sus viajes tenemos noticia de
su estancia en Londres en 1881 ,9 . En septiembre del mismo año atra-
vesó Francia visitando las principales ciudades en su itinerario hacía
la Península Ibérica. El 24 de septiembre de 1881 se encontraba ya en
San Sebastián vía Lisboa. En la capital portuguesa se introdujo en los
círculos revolucionarios constituidos por republicanos y anarquistas
españoles refugiados. Rindió visita a Pi y Margall, solicitándole apoyo
moral y material en nombre de los revolucionarios rusos. Cruzó de
nuevo la frontera portuguesa a finales de febrero y permaneció en
territorio español hasta el 29 de julio de 1882. Al año siguiente publi-
có en Berlín sus impresiones y memorias en el libro de viajes que
tituló Wanderungen Spanien und Portugal, uno de sus libros más di-
vulgados en Europa.
19
La silueta biográfica de Francisco Maceín mitifica estos años de la
vida de Bark. Nos presenta a un joven ardoroso que desde Ginebra
crea focos de rebelión de gran impacto, hasta el punto de despertar
grandes temores en el zar. Es muy plausible que esta excelsa capaci-
dad persuasiva no fuera más que una exageración del mismo Bark
quien, más de veinte años después, soñaba todavía en su poderosa
influencia revolucionaria y su irresistible alcance propagandístico,
como bien traduce el pasaje siguiente:
«Con la agitación de estas comarcas caía destruido el último
nido de la reacción. La atrevida e intencionada pluma de tan fo-
goso combatiente había herido en el corazón a la masa doctrinaria,
se había impuesto a los elementos oligárquicos y había consegui-
do realizar un gran triunfo en la marcha de sus ideales...»20.
20
La campaña de Bark, aunque interesante y eficaz, fue en realidad
mucho más modesta. Maceín, o quien actualizase la silueta de Bark,
exagera hasta el punto de erigirle como el gran líder del federalismo,
ya no sólo báltico sino ruso, siendo su programa aceptado tanto por
«polacos, ukranianos, estonianos, tártaros, cherquesos» como por «los
cincuenta millones de habitantes de Rusia»22.
La única persona en Estonia implicada directamente en el Movi-
miento Federalista Báltico ginebrino era Andreas Tíido23. Tiido nació
el 20 de agosto de 1855 en Helme (Riidaja). Era hijo de un granjero
que arrendó tierras en Saare Vanamóisa, en el distrito de Tartu. La
estrecha amistad que unió a Bark y Tiido hizo que sus vidas prosiguie-
ran una evolución paralela. Ambos convivieron en su infancia hasta el
Instituto de Tartu donde Tiido asistió entre 1870 y 1873. Cómplices en
los altercados estudiantiles, ambos abandonaron el Instituto sin haber
acabado sus estudios. Más tarde, los dos amigos se volverían a encon-
trar en Riga. Tiido, que desde esos incidentes en el instituto cambió su
apellido por Dido, trabajó como tutor mientras que Bark estudiaba en
la Escuela Politécnica. Juntos se alistaron en la artillería durante la
guerra turco-rusa. Aunque sus trayectorias se separaron, al parecer
mantuvieron contacto por correspondencia. En 1877, Dido se trasla-
dó a la casa de su padre, Hendrik Tiido, en Uhmardu. Poco a poco,
este pueblo se fue convirtiendo en el centro intelectual de la región.
Andrei y su padre participaban intensamente en el Movimiento del
Despertar Estonio. Su activismo fue muy conocido por su oposición al
régimen. Dido colaboraba en el periódico revolucionario Sakala y en
otros periódicos estonios bajo el seudónimo A. Tulevik. Fue delegado
de los granjeros en el Congreso donde presentó sus problemas econó-
micos24.
Hasta ahora, no se ha realizado ningún estudio sobre la participa-
ción de Bark en la prensa estonia revolucionaria. Ernesto Bark siem-
pre consideró que hacer propaganda y cooperar con los revoluciona-
rios rusos era una obligación moral. En su opinión, eran los intelec-
tuales quienes debían llevar a cabo la revolución, al servicio de la
cual habían de poner toda su existencia. Según Dido, Bark no com-
prendía muy bien las aspiraciones del movimiento nacionalista estonio.
Bark escribía frecuentemente a su amigo, quien le explicaba la evolu-
ción de tales asuntos. En realidad, Dido no creía en el pueblo alemán
11
Ibid., p. 10.
" ANTÓN, Helvet, «Ühest Eestimaa mehest Hispaanias», Kodumaa, (30 - 8 -
1978), pp. 5 y 7.
*•* Tulevik significa futuro. Para mayor información sobre Andrei Dido, ver
«Toimetuse markused», HASSELBLATT notas a la edición de Eesti AjaloolincArkiv, Op.
cit., pp. 21-36.
21
y pensaba que los estonios, solos, debían de luchar por sus libertades
sin esperar inocentemente que los alemanes les concedieran de ma-
nera voluntaria sus derechos.
Bark instaba a Dido a participar en el periódico suizo de los bálticos
exiliados, como representante in situdel movimiento. Dido trazó una
breve perspectiva histórica del pueblo estonio que fue incluida en la
publicación. A principios de agosto de 1882, el primer ejemplar de El
Federalista Báltico fue enviado a las redacciones de los periódicos
germano-bálticos y estonios, así como a muchos simpatizantes y mili-
tantes del Despertar Estonio cuyas direcciones habían sido facilitadas
a Bark por el mismo Dido. La abundante correspondencia que llegaba
a través del estado de Kudina y los ejemplares de El Federalista Báltico
despertaron rumores que llegaron pronto al conocimiento de la poli-
cía de Tartu. Andrei y su padre fueron denunciados por un sacerdote
ortodoxo de Urhmadu con quien se habían enfrentado. Dicho sacer-
dote quiso vengarse y logró descubrir las relaciones de los Tiido con la
Federación Báltica. El comandante de la policía fue encargado de in-
vestigar el caso. Andrei Dido se puso en contacto con Bark rogándole
que dejara de escribirle y enviarle propaganda ante el peligro inmi-
nente pero los acontecimientos se sucedieron con demasiada rapi-
dez. El 16 de agosto, una de las cartas que Bark había escrito a Dido
fue confiscada por la policía. En ella le presentaba los contenidos del
segundo número de la revista. Bark instaba a Dido que le enviara sus
trabajos sobre la Revolución francesa y un centenar de direcciones
nuevas. La noche del 17 de agosto la casa de Andrei Dido fue registra-
da. La policía encontró muchos documentos enviados por Bark que
versaban sobre las ¡deas socio-democráticas y atacaban al gobierno
ruso. Dido fue encarcelado. Tal vez como medida de precaución, se
dijo que esto puso término a las relaciones de Bark con Dido aunque
sería interesante confirmarlo. En todo caso, sí puso fin a la divulga-
ción de El Federalista Báltico. Andrei Dido cumplió condena en diver-
sas prisiones rusas, principalmente en San Petesburgo. Escribió una
carta aclaratoria al Ministro de Justicia en la cual explicaba los objeti-
vos del periódico de Bark. Andrés Dido fue calificado de inmaduro
soñador socialista aunque no se han podido encontrar otras huellas
de sus actividades políticas25. Finalizada su condena de dos años y
ocho meses, se le obligó a exiliarse de Estonia y Livonia durante dos
años. Dido se trasladó a Kazan donde trabajó como tutor. En 1888,
viajó con sus alumnos desde Estonia hasta Ginebra, ciudad en la que
realizaría estudios universitarios. Dido vivió en Londres, y finalmente
25
HASSELBLATT, A., Op. cit., pp. 16-1 7.
22
en París hasta su muerte el 30 de agosto de 1921 26 . Allí publicó un
periódico estonio titulado Oigus27(1906) que reivindicaba la libertad
de Estonia. Ernesto Bark se desplazó al menos en dos ocasiones a París
y los demás españoles con los que convivía mencionan sus relaciones
con los nihilistas como posteriomente detallaremos.
Según el investigador Hasselblatt, los nihilistas germano-bálticos
relacionados con el grupo Federalista Báltico, entre los que se encon-
traban Bark y sus amigos, eran dirigidos por Leonhard Stryk. En reali-
dad, no se lía podido probar que Stryk tuviera algo que ver en las
actividades nacionalistas estonias, tan sólo se sabe que Stryk era un
homosexual que matuvo relaciones con políticos nihilistas relevantes.
En 1882, Bark publicó en Berlín el libro Ruslands Culturbedeutung.
Betrachtugen eines Deutsch-Livlanders (Berlín). En él prosigue su la-
bor a favor del nacionalismo báltico, como portavoz de los nihilistas
bálticos exiliados, e incluye el programa de reforma de Rusia como
apéndice a su libro. A pesar de los avatares vividos por los nihilistas,
Bark regresó a Rusia al año siguiente. Según el testimonio de uno de
sus hermanos28, tan pronto franqueó la frontera fue detenido por la
policía y deportado a Siberia. Se le acusaba de sus actividades políti-
cas en Suiza contra el poder ruso. Bark consiguió huir y se refugió
durante algún tiempo en Italia y Austria, países en los que realizó
diferentes trabajos antes de establecerse definitivamente en España.
23
tituye un caso extraño. Según el censo de empadronamiento su madre
era Matilde Cabello García, pero en 1903, Matilde tenía unos cin-
cuenta y cuatro años, edad avanzada para la maternidad. No hemos
encontrado nigún otro documento al respecto y en el acta de naci-
miento no se refleja la posibilidad de que fuese hijo natural o adopti-
vo.
24
Todos los testimonios destacan un temperamento «impulsivo y fi-
broso»35, adepto a todo tipo de ataques y polémicas como terapia
regeneradora. Le atribuyen un carácter vehemente e idealista, ese «fan-
tasear» que le indujo a predicar su utópica revolución social a «la
turbamulta hambrienta de Madrid». Compartía su activismo político y
periodístico y sus estudios sociológicos con el amor por el arte. Abo-
gaba por su utilitarismo como agente de transformación social, yaque
consideraba que el arte permitía descubrir la esencia de las cosas y
que al mismo tiempo, «mirando al mundo bajo este punto de vista
artístico, (se) sufre menos por las miserias y pequeneces humanas y
las tristezas y crímenes de la sociedad» ib.
Artista polifacético, desde la afición a la profesionalidad, Bark ex-
perimentó en los distintos ámbitos de la creación artística, especial-
mente, en literatura y artes plásticas. De la primera destacan sus nove-
las sociopolíticas e intemacionalistas como medios de acción refor-
mista. En la Exposición General de Pintura de 1899 expuso uno de sus
cuadros al óleo. También le gustaba mucho la música y «cuando sus
ocupaciones se lo permiten, se sienta al piano, reproduce óperas y
canta canciones populares»37.
Fruto de su insaciable curiosidad, sus lecturas literarias y filosófi-
cas eran variadas, desdeTácito y Espronceda, hasta Rousseau y Carlyle,
pasando por Shakespeare, Heine, Goethe y Leopardi, y otros tantos
universales. Empero, no supo -o no quiso- hacer uso de esta erudi-
ción para crear su propio corpus de pensamiento. Como demuestra su
obra ensayística, su principal objetivo fue el proselitismo al servicio
de la comunidad, resultado, sin duda alguna, de su formación nihilis-
ta inicial.
2. El periodista en Madrid.
25
Cura de Eduardo López Bago, editada en 1886. En su prólogo Bark
esboza un panorama de la narrativa española coetánea que analizare-
mos posteriormente.
Era corresponsal de la Gaceta de Colonia y del National Zeitung
de Berlín. Bark decidió permanecer en España por algún tiempo, es-
perando obtener el permiso para regresar a Alemania. Quería ser pro-
fesor de Estética e Historia del Arte en alguna de sus universidades.
La corresponsalía y su experiencia en el mundo periodístico le
facilitaron la ayuda de diversas redacciones de periódico. Pronto fue
aceptado como miembro de los cenáculos bohemios, donde conoció
a la juventud contestataria que le abrió las puertas de la prensa pro-
gresista. Los primeras documentos localizados sobre sus actividades
en la prensa española datan de 1887, cuando Isidoro López Lapuya le
propuso fundar y dirigir con él una revista alemana en Madrid,
Deustche-Spanisch Revue. Adolf Hinrichsen Buch en Das literarische
Deutschlands, (Berlín, 1891) afirma que Bark era propietario de una
importante casa editorial en Madrid aunque no existió registrada como
tal en los archivos de bienes y negocios. Ciertamente, Buch mencio-
naba la Biblioteca que Isidoro López Lapuya y Bark crearon en la
Deustche-Spanisch Revue. Dicha Biblioteca fue un proyecto para dar
a conocer la cultura alemana en España. Para financiarla fundaron
una especie de sociedad de accionistas. A la usanza española, que-
rían publicar novelas diseccionadas en folletines y con los beneficios
llegar a poseer unos fondos alemanes importantes. Pero el patriotismo
alemán era menor de lo que ellos habían previsto. El embajador ale-
mán sostuvo sus iniciativas sin éxito alguno. Ni un solo alemán contri-
buyó a la financiación y algunos de los barones que fueron contactados
no respondieron más que con cartas de insultos38. Desde la fundación
de la biblioteca de la Deustche-Spanisch Revue hasta 1892, Bark sacó
a la luz todas sus obras en castellano.
El proyecto de la revista y biblioteca Deustche-Spanisch Revueíue
el motivo, asegura Bark, que prolongó su estancia en España, abando-
nando la ¡dea de un viaje a Brasil, lugar de concentración de numero-
sos refugiados políticos, incluso después de haber estado en Lisboa
para coger el vapor. Se puede presumir que las verdaderas causas por
las que regresó a Madrid fueron su familia y el no disponer de los
suficientes fondos económicos para realizar el viaje. Bark argüyó,
quizás como consuelo, que había fijado de nuevo su residencia en
España porque la propuesta de Isidoro López Lapuya le permitía:
26
«[...] hablar a sus anchas del país donde he sufrido tanto, con
el fin de que los innumerables abusos se remedien y que mis su-
cesores que vengan, como yo, al país festejado por todos los poe-
tas, no sufran tantas desilusiones como yo»39.
27
instituciones y no tolerar, sin embargo, ninguna crítica sobre los miem-
bros del gobierno. Actuaban como verdaderos déspotas, cuando al-
gunos de sus hombres era puesto en tela de juicio, «todos los rigores
le parecen justificados y todas las libertades letra muerta»4'. Bark fue
desterrado pero no llegó a salir del país, escondiéndose algún tiempo
en Barcelona. Poco después regresó a la capital por razones de salud
de su esposa que había permanecido en Madrid con sus hijos42.
De vuelta a Madrid, y aunque se había refugiado en una casa a las
afueras de la ciudad, la policía le persiguió. Los agentes de Sagasta
asaltaron su casa. Bark lo consideraba una violación injusta en su
calidad de corresponsal extranjero. Bark fue confinado en la cárcel
Modelo de Madrid. El 6 de noviembre de 1888 se publicó en El País
una carta protesta en la que cuestionaba el sistema judicial español y
las condiciones de vida en las prisiones. Esas duras experiencias po-
tenciaron sus quejas violentas: libre bajo fianza el 15 de noviembre
de 1888 publicó otra carta contra la justicia española y los abusos de
los que fue víctima en la cárcel. Los sentimientos de injusticia y odio
quedaron plasmados en su obra España y el extranjero publicada poco
después. En ella ataca a Sagasta, defiende su libertad para asentarse
en España y poder expresar sus juicios sobre la misma. Se queja de la
falta ole moralidad y justicia en la prensa española, donde se calumnia
con facilidad al :
41
El Resumen, n° 12.993 (9 de octubre de 1888), s. p.
«Carta protesta», El País (6 de noviembre de 1888), s.p.
4
-> España y el extranjero, Op. cit., pp. 28 y ss. y 76
44
Ibid, p. 29.
28
3. Bark en el mundo de la política.
45
PÉREZ DE LA DEHESA, Rafael, Op. cit, pp. 51 y ss.
*™ Solía recibir visitas de amigos extranjeros, España y el extranjero, Op. cit., p. 44.
47 Se instaló primero en Bélgica donde participó en el movimiento social demo-
crático. Después, sirvió en la legión extranjera de Argelia. Residió cierto tiempo en
Madrid al casarse con Obdulia Prieto Reyes, natural dejimena de la Frontera (Málaga).
Tuvieron dos hijos: Pablo y Constanza. Ernest Barón von Ungern-Sternberg murió asesi-
nado por la Gestapo en Berlín en 1941. Gothaisches Genealog. Taschenbund des
Freiherlidren Hánser, Jg. 1912, p. 838 y Deutsch-baltischesgedenlabrlch, Karin v. Borblz,
Darustadt, 1991.
48 Se desconocen la relaciones entre Bark y Dido a partir de 1891. Andrei Dido
fue representante en Francia de los exiliados rusos y se entrevistó con el ministro fran-
cés Pinchón para exponer el problema de los pueblos bálticos oprimidos. No se sabe si
estableció de nuevo correspondencia con Bark. Su biblioteca y todos sus papeles fue-
ron robados durante la Segunda Guerra Mundial.
49 LÓPEZ LAPUYA, Isidoro, La bohemia española en París a finales del siglo XIX,
París, Casa Editorial Franco- Iberoamericana, [s.a.], pp.34 y ss.
29
Similares declaraciones aparecen en España y el extranjero. En
torno a Ernesto Bark se había creado una aureola de misterio sobre su
activismo nihilista. Acusaciones de reaccionario bien por convicción,
bien por temperamento, recaían sobre él sin que esto le coaccionase
para abandonar la crítica virulenta de las élites conservadoras espa-
ñolas. Bark se sentía incomprendido como refleja el párrafo que a
continuación transcribimos:
«¡Yo reaccionario! ¡El ex nihilista, que morirá maldiciendo la
barbarie de los zares y glorificando el recuerdo de Sheliabof y
compañeros de martirio por la causa justa! Verdad es que no me
comprenderán en España, y acaso creerán que tengo predilección
especial por la dinamita o por el hacha del campesino.,.»50.
M
España y el extranjero, Op, cit, p. 2 1 .
J
' BANCAL, J., «Proudhon et son hén'tage», en ORY, R, Nouvelle Histoire des
Idees Politiques, París, Ed. Hachette, 1992, pp. 211-223.
- " BARK, E., Socialismo Positivo, Madrid, Librería Valero Díaz, Biblioteca Germinal,
1901, pp. 24-25.
30
la delimitación de marbetes políticos. Por añadidura, la Agrupación
encontró apoyo entre los federalistas más progresistas y su ideario se
yuxtaponía a menudo con el anarquista. Esta serie de coincidencias
provocó esta falsa imagen de Bark53. Pedro Vallina lo definió como
«un socialista sui-géneris», ya que se había forjado una mezcla de
socialismo y democracia «muy intrincada y difícil de entender»54. Por
otra parte, la identificación anarquista se hacía por analogía, al aso-
ciar los atentados terroristas de los nihilistas rusos con los que empe-
zaron a secundar en España bajo el protagonismo anarquista.
Inmerso en el mundo de la política, Bark continuó sus actividades
de protesta y agitación. Enl 890 participó en la organización de una
gran manifestación el 1 o de Mayo en el Parque del Buen Retiro con la
cual preocupó de nuevo al gobierno. Según narra el texto de Francis-
co Maceín55, Pablo Iglesias no quiso celebrar la manifestación el mis-
mo día pues ese año, el 1 ° de Mayo era un jueves y tuvo miedo de que
la fuerza obrera no acudiese. Bark participó en la organización de
esta manifestación. Fue un éxito para el movimiento obrero, que la
Agrupación Democrático-Social y el Republicanismo Progresista es-
taba intentado incorporar a sus filas56.
En aquellos momentos un gran sector del gremio de albañiles tra-
bajaba al servicio del gobierno en la construcción de la Biblioteca
Nacional, La Bolsa y la Equitativa. En ellos basaron su plan de organi-
zación. Estos albañiles representaban un alto contingente para la ma-
nifestación. Se distribuyeron planfletos por todas partes que divulga-
ban un manifiesto redactado por Bark: «Reposado y enérgico, su esti-
lo no contenía ninguna frase del radicalismo populachero tan en boga
en esta clase de documentos»57. La manifestación consiguió un éxito
inopinado. Bark, el agitador, pensaba haber sacudido a la masa obre-
ra atrayéndola a la vida activa en política. Para él, esto significó de
nuevo la cárcel durante unos meses.
-'•' Nótese que ello hacía que: «des actions des uns soient imputes aux autres. (...)
Fernando Tárrida de Mármol, consideré par tous comme l'une des teles pensantes de
l'Anarchisme peninsulaire (...) se declare lors de son exil parisién, simple républicain
federal». SERRANO, Carlos, Le Tour du Peuple, Madrid, CasaVelázquez, pp. 140-141.
54
VALLINA, Pedro, Op. cit, p. 63.
55
MACEIN, Francisco,Op. cit., pp. 14-15.
->" Los estudios que hacen referencia al 1 ° de Mayo sólo atienden a las celebradas
por el Partido Socialista y nada documentan sobre esta manifestación: GARCÍA VENE-
RO, Manuel, Historia de la Internacionales en España,!. I, Madrid, Editorial del Movi-
miento, 1956, p. 383; MAURICE, Jacques, L 'Anarchisme español, París, Rodas Etudes,
p. 30; y también, PÉREZ DE LEDESMA, Manuel, «Las acciones de masas: el Primero de
Mayo» en El obrero consciente, Madrid, Alianza Editorial, 1987 pp. 126-141.
^ MACEIN, Francisco, Op. cit., p. 14.
31
Puesto en libertad, Bark se dirigió como tantos otros refugiados
políticos y bohemios a París. Según rememora Isidoro López Lapuya,
en su libro La bohemia española en París, la principal fuente de ingre-
sos de Bark durante su vida parisina fueron las traducciones para los
periódicos. Es probable que diese clases de idiomas. Cuando la nece-
sidad acuciaba, Bark se introducía en el mercado negro de diamantes.
Picaramente, asistía a las ventas que se realizaban en los cafés de
París y se mezclaba entre los vendedores. Los comerciantes se agrupa-
ban en torno a un diamante y se transmitían «al oído» las apreciacio-
nes sobre la calidad y el precio estimado, hasta que uno de ellos lo
compraba al precio que el último experto le había comunicado. La
regla era fijar un precio cada vez más elevado porque todos los que
participaban en las sucesivas estimaciones obtenían una parte de in-
terés. Siendo intermediario pero sin nunca llegar a comprar, ganaba
de vez en cuando Bark su sustento58.
Durante los meses que permaneció en París, Bark convivió con los
bohemios y exiliados políticos españoles59. Se reunía con Alejandro
Sawa, Ricardo Fuente, Luis Bonafoux, Ruiz Zorrilla, Francisco Ferrer...
y otras figuras socialistas coetáneas eminentes como Sabastiao
Magalhaes, Andrés Costa y Benoít Malón... a las que quiso estudiar.
Data de su estancia en París la sólida amistad que entabló con Alejan-
dro Sawa. Desde allí ambos escritores intercambiaron corresponden-
cia. Sus cartas eran unas crónicas semanales en las que comentaban
temas diversos sobre la capital francesa. Se conservan dos cartas de
Agosto de 1890, que fueron recogidas bajo el título Correspondance
Latine. Chronique Hebdomadaire. La primera, en español, era de Ale-
jandro Sawa, del 1 de agosto de 1890. Quince días depués contestaba
Bark en alemán. Las cuestiones abordadas están relacionadas con la
vida parisina y de los franceses en general. Alejandro Sawa nos ofrece
sus impresiones sobre el aletargamiento de París y la tristeza en los
que la ciudad recae durante los meses estivales. Siguiendo la natural
evolución, París se metamorfosearía según la ley de movimiento que
rige el mundo ya que:
M
LÓPEZ LAPUYA, Isidoro, Op. cit., pp. 54 y ss.
59
Ibid, p. 414.
32
Alemania y Francia. Con ironía comenta las actitudes del frivolo pú-
blico lector, interesado hasta por los detalles más irrisibles de la vida
de sus escritores, en particular del célebre Armand Sylvestre, millona-
rio gracias a sus folletines.
Francia es un referente cultural en Europa. Sus intelectuales son
personas de influencia y notoriedad pública. En España, los reyes «in-
gratos» deberían aprender de la democracia francesa esa dignificación
del intelectual y sus esfuerzos_.para que la literatura, la ciencia y el arte
«brillen en la misma medida». El estado francés cuida de la educa-
ción del pueblo: invierte dinero en enseñanza y promociona la ex-
pansión de la cultura artística en provincias. De este modo, los habi-
tantes alejados de la capital pueden conocer el placer de las artes
nobles. Estos son algunos de los frutos de la Democracia que en el
país vecino está cumpliendo su papel de popularizadora de la cultura
y la educación.
En París, las vidas desordenadas de nuestros exiliados y bohemios
se colmaron de deudas. Bark huyó a Barcelona, despojando a su com-
pañero Lapuya del único dinero que le quedaba, el de un cheque que
nunca llegó a su destinatario y que sirvió para pagar el billete de tren
de nuestro protagonista60.
Tras las primeras publicaciones revolucionarias, la tarea publicista
de Bark siguió en el diario La Democracia Social (1890 y 1895), órga-
no del partido democrático socialista, dirigido por Ricardo Yesares e
Isidoro López Lapuya en su primera época. Magalhes Lima61 en su
libro O Socialismo na Europa, nos informa sobre este grupo de «esca-
sa importancia» como partido político y de sus ideas fuerza: revolu-
ción social, reformas pacíficas, colectivismo y otros tantos puntos bá-
sicos defendidos por Bark. Sólo hemos localizado un ejemplar de La
Democracia Social, el número dos del 18 de septiembre de 1890. En
él, Bark figura como redactor y corresponsal desde París y represen-
tante del directorio socialista de Madrid en el Congreso Internacional
de La Halle, celebrado el día 12 de octubre de 189062. Según informa
el mismo periódico, Bark proyectó reanudar la publicación de la re-
vista El Federalista Báltico, ahora desde Zurich en colaboración con
bu
LÓPEZ LAPUYA, Isidoro; Op. c/í.,pp. 60-63; y DICENTA, José Fernando, Op.
cit., pp. 18-21.
°' MAGALHES LIMA, Sebastiaode, O Socialismo na Europa, Typ. de Bompanhia,
Lisboa, 1892, pag. 149; y MORA, Francisco, Historia del socialismo obrero español
desde sus primeras manifestaciones hasta nuestros días, Madrid, [s.l.], 1901; Biblioteca
Nueva, 1918; y Ed. Aynso, 1971. Resultan interesantes los recuerdos de Joaquín Dicenta
sobre la fundación del periódico en Idos y muertos y Novelas, París, Librería de Librería
Garnier, [s.a.J.
"' La Democracia Social, (18 de septiembre de 1890), p. 4.
33
Mauricio von Stern63. Trabajaban en coordinación con el periódico
inglés Free Russia, dirigido por los políticos ingleses Shaw Lefevre,
Charles Berry y Steppfort entre otros... Todas estas publicaciones pro-
seguían con la campaña propagandística empezada años atrás en Gi-
nebra en contra del absolutismo zarista64. Carecemos de información
sobre la posible existencia de una segunda salida de El Federalista
Báltico. En cuanto a Free Russia, no hay ningún artículo firmado por
Bark, pero dado el anonimato que se preservaba en la época, es posi-
ble que colaborase en él.
faJ
Mauricio von Stern (Reval, 1860- Linz, 938), hijo del poeta Karl Walfried. Estu-
dió con Bark. Juntos acudieron a la guerra contra Turquía y desertaron. En 1880 Stern
emigró a Estados Unidos y participó en los movimientos obreros. En 1885 volvió a
Europa destacando en la organización de movientes obreros en Inglaterra, Francia,
Suiza, Alemania y Austria. Escribió sobre el socialismo y el proletariado. Richard Wilhemi,
editor y amigo de Bark, estudió dichas publicaciones en Maurice Reinhold Von Stern,
e/7? Socialdemocratischer Dlcher, Güterslosh, Drud und Verlag von G. Baterlsmann,
1894.
64
lbid.,p.4.
65
«Polémicas Socialistas», El Crisol, (19 de julio de 1891), p. 22.
34
ostentó un papel protagonista en el mundo político, sus propuestas e
intentos reformistas resultan interesantes. Realizaron importantes es-
fuerzos de atención al sector social como base para la regeneración
nacional. Propendieron a la creación o restructuración de agrupacio-
nes gremiales, asociaciones librepensadoras y escuelas laicas, y en
última instancia, la promoción de una nueva unión republicana efi-
ciente en provincias sería una de las constantes de sus campañas po-
líticas. Todas estas estructuras tenían como principal objetivo el pro-
selitismo político a través del desarrollo de la sociabilidad.
No se han podido documentar los viajes de Ernesto Bark a Barce-
lona y Valencia. Es muy probable que allí residiera durante breve tiem-
po. En Barcelona colaboró en el periódico El Obrero hacia 1891, pero
entonces la familia Bark ya se había establecido en Alicante .
35
El periódico El Crisol nació en el seno de la agrupación de
librepensadores conocida como Liga Paz y Fraternidad, hacia el 15 de
agosto de 1889. Esta publicación se constituyó en su portavoz subtitu-
lándose Órgano oficial en esta región de la Liga Paz y Fratenidad.
Salía a la venta quincenalmente y encabezaba la dirección Juan Cabot
Cahué, también director de la asociación de librepensadores de Ali-
cante, más conocida por La Paz68 y de la junta espiritista La Caridad.
Asimismo, Juan Cabot Cahué, era el representante de la Agrupación
Demócrata-Social en Alicante.Tal vez esto asegurara la transición de
El Crisol entre finales de 1890 y principios de 1891. Bajo el mismo
nombre se proseguiría la edición de una revista semanal ahora defini-
da como Revista semanal literaria, política, sociológico-científica del
Órgano Librepensador.
Ernesto Bark se hizo públicamente responsable de la dirección del
nuevo Crisol, ahora convertido en revista semanal, a pesar de que en
ella su nombre no figure como responsable de tal función. Por aquel
entonces, los nombres de los directores y redactores de la prensa pro-
gresista no solían figurar, aunque sí debían aparecer en los volantes
que acompañaban cada nuevo número y que tenían que ser deposita-
dos en el Juzgado veinte minutos antes de su venta. Esto era una obli-
gación legal que pronto eludiría la picaresca periodística. En ese cer-
tificado de responsabilidad, solían aparecer algunos hombres de paja,
contratados como meros encubridores. Era gente sin formación y sin
relación con lo que en aquellas hojas se sostenía: obreros, albañiles,
carpinteros... firmaban como responsables y los periodistas se salva-
guardaban de las persecuciones de la justicia. Gracias a ese depósito
obligatorio, se han conservado algunos ejemplares de la prensa pro-
gresista.
Los artículos publicados en las cuatro páginas de El Crisol eran
eminentemente políticos. Se incluían algunas composiciones poéti-
cas de temas políticos y sociales de autores desconocidos. En la terce-
ra página encontramos algunas columnas dedicadas a los Sueltos, bre-
ves noticias comentando incidencias alicantinas, proclamando su so-
lidaridad con las acciones de otros periódicos republicanos federalistas
o, simplemente, criticando a la oposición. Finalmente, la última pági-
na era ocupada por la publicidad, necesaria fuente de ingresos para
cubrir los gastos de financiación. En la mayoría de los artículos se
puede reconocer el estilo y el pensamiento de Bark, aunque muchos
de ellos no estén firmados. Como en tantas otras ocasiones, nuestro
36
publicista incluye dos colaboraciones, una con su nombre y otra con
su seudónimo.
Las relaciones entre republicanos, librepensadores y masones se
perpetúan en torno a El Crisol. El lema que encabezaba sus portadas
era: «Democracia social, justicia por el pueblo y gratuita, libertad de
conciencia, enseñanza laica, gratuita y obligatoria, el progreso en
política, vida social, ciencias, letras y artes». No sólo el ideario políti-
co y sociocultural que dicho lema sintetiza reforzó estos lazos de so-
lidaridad, sino también un elenco de circunstancias que favorecieron
su cooperación. Desgraciadamente, pocos son Ion números que se
han conservado e ínfimos los documentos que se poseen sobre el gru-
po La Paz y su líder Juan Cabot. Los círculos de librepensadores, el
Casino coaliccionista y las asociaciones masonas Constante «Alona»69
eran medios en los que se acogía a aquellos que deseaban tomar par-
te activa en el reformismo. Los ideales de libertad, progreso, lucha
contra el oscurantismo religioso y los planes de reorganización
socioeconómica eran asertos comunes a diversas tendencias. Maso-
nes y republicanos progresistas compartían estas preocupaciones, acor-
taron distancias e incluso lucharon por objetivos y reivindicaciones
conjuntas, bajo la óptica de sus particulares intereses. El cementerio
ateo, la escuela atea y librepensadora, la reducción de la jornada a
ocho horas, la participación en los beneficios, la creación de un Mi-
nisterio del Trabajo... eran reivindicaciones en las que los distintos
sectores reformistas y obreros podían sentirse concernidos sin aposta-
tar de sus credos particulares. Estratégicamente, estos demócratas es-
tablecieron un plan de organización que «permite la independencia
de criterios de sus adeptos»70, si bien la tendencia socializante de su
programa no fue bien acogida por el Republicanismo de corte tradi-
cional71.
En El Crisol, los miembros de la agrupación, como ya ha estudiado
Rosa Ana Gutiérrez, mantuvieron una «posición ambigua en el espec-
tro político republicano»72. Políticamente se consideraban la izquier-
da republicana. Decían estar coaligados a Ruiz Zorrilla -y la evolu-
ción de la agrupación y las posteriores publicaciones de La Democra-
cia Social y Germinal así lo confirman- aunque, entre sus filas milita-
69
GUTIÉRREZ, Rosa Ana, Op. cit., pp. 155-160.
™ «Nuestros procedimientos: Tácticas y organización del Partido Demócrata-So-
cial», El Crisol, (19 de julio de 1891), p. 22.
71
GUTIÉRREZ, Rosa Ana, Op. cit., p. 148, cif. nota 111: «Así lo reflejará el diario
zorrillista en un artículo que intentaba contrarrestar la propaganda socializante de la
nueva agrupación insistiendo en las tradicionales soluciones reformistas republicanas».
Vid. La Unión Democrática, (26 de agosto de 1890), s.p.
72
Ibid., pp. 148-149.
37
ban antiguos federalistas como el mismo Juan Cabot y en los textos
periodísticos que conservamos anuncian una estrecha colaboración
con el federalismo. Finalmente, se declararán socialistas oportunistas
o socialistas prácticos por el carácter de algunas de las reformas so-
ciales que propugnaban, como es el caso de la participación parcial
de los obreros en los beneficios". El nominativo democrático, bajo el
que tradícionalmente se solían proteger los antiguos republicanos,
podía albergar a las divididas secciones coetáneas. Así lo definían
ellos cuando desde El Crisol pregonaban su principal misión: «Cons-
tituir un gran Partido Nacional Republicano en el cual todos tienen su
puesto, porque en él hallarán campo todas las tendencias que la ra-
zón, la lógica y la experiencia reconocen como necesarias»74. Seme-
jante presupuesto, conciliador utópico de todos los partidos republi-
canos será la letanía repetida desde Madrid en La Democracia Social
y Germinal.
En lo que respecta a las relaciones entre el Partido Demócrata-
Social, el anarquismo y el socialismo, no contamos con más informa-
ción que la ofrecida por Ernesto Bark en sus artículos de El Crisol. Los
demócrata-sociales mantenían posturas benevolentes ante el anarquis-
mo75 aunque rechazaban la utopía anarquista y su falta de respeto por
la tradición y de las «preocupaciones e ídolos del pasado»76. El carác-
ter revolucionario de los anarquistas, esa posición extrema dentro de
las izquierdas, simpatizaba con los republicanos demócratas alicanti-
nos, quienes se consideraban también la izquierda republicana próxi-
ma al federalismo. Estas arbitrariedades en la limitación de las ideolo-
gías políticas evidencian la gran confusión doctrinal de muchos mili-
tantes y justifica el mutuo apoyo y sus relaciones de amistad. Los
anarquistas, cada vez más disgregados por la represión de sus accio-
nes terroristas77, empezaron a distanciarse de las organizaciones obreras
en la última década. Los republicanos no los percibían como sus con-
7i
«Socialismo realizable», El Crisol, (8 de agosto de 1891), pp. 45-46.
74
«Deslinde de Campos, El Crisol, (5 de septiembre de 1891), p. 74. Juan Cabot
formaba era vocal del Comité Municipal de la Coalicción Republicana de Alicante en
1890, según los datos tomados del periódico El Cullerot, (5 de enero de 1890), por Rosa
Ana Gutiérrez, Op. cit, p. 95.
7>
- Relaciones «fácilmente explicables si consideramos las conexiones existentes
entre el pensamiento federal y el anarquismo... una latente influencia federal pervivía
en algunos aspectos ideológicos y en las fórmulas de estructuración y de organización
del anarquismo y muchos de los líderes de este movimiento se formarán prácticamente
en las filas federales», Ibid., p. 151.
«Anarquismo v socialismo, tipos al natural», El Crisol, (19 de julio de 1891), p.
19[17-19].
' ABAD DE SANTILLAN, Manuel, Contribución a la historia del movimiento
obrero en España desde sus orígenes hasta 1905, Méjico, Ed. Cajica, 1961, pp. 515 y ss.
38
currentes, al contrario de los socialistas cada vez más influyentes. Los
demócratas-socialistas y el Partido Socialista intentaban atraer a sus
filas al público obrero por lo que inevitablemente se consideraban
adversarios.
Desde El Crisol, Bark expresa una vez más su animadversión. Le
reprocha al Partido Socialista la imitación ciega del socialismo ale-
mán, inadecuado al contexto español dado su menor proletariado in-
dustrial. Bark critica sus principios colectivistas78. Profiere serios en-
conos contra los dirigentes socialistas, acusándoles de utópicos
exclusivistas y reprochándoles su distanciamiento del pueblo obrero.
Rosa Ana Gutiérrez sostiene que el Partido Demócrata Socialista, a
pesar de sus inquietudes por la cuestión social, carecía de gran in-
fluencia en la vida local por parecer «simplemente una inciativa co-
yuntural»79. Hemos intentado localizar infructuosamente las publica-
ciones del mismo Partido Democrático Social en otras provincias, que
negarían ese carácter coyuntural. La historiadora les reprocha el care-
cer de un programa definido, si bien, el mismo Crisol informa de la
existencia de un «folleto programa del partido»80 que como tantas
otras páginas sueltas ha desaparecido. Puede que la Agrupación tu-
viese ese carácter circunstancial durante sus primeros años de exis-
tencia y en Alicante, pero las posteriores publicaciones de La Demo-
cracia Social y Germinal en Madrid son evidente testimonio de un
esfuerzo de consolidación dentro del espectro político republicano.
Pese al débil peso político de la Agrupación Demócrata-Socialista, tal
vez por el eclecticismo de sus principios, se deben de subrayar las
iniciativas en lo que a las reformas sociales se refieren como bien
subraya Rosa Ana Gutiérrez.
Ya indicábamos en páginas anteriores que El Crisol había sido por-
tavoz del grupo de librepensadores y masones La Paz. Éste era un
movimiento laicista implicado primordialmente en educación y
liderado por Francisco Ferrer. La Paz fundó una escuela en Alicante,
todavía existente en la actualidad, que fue dirigida por Juan Cabot. Era
una escuela «primera en su género por sus posiciones maximalistas
contra toda religión positiva»8'. El laicismo, la gratuidad y obligación
de la enseñanza eran sus presupuestos básicos y quedaron recogidos
en el lema de la Democracia social que reproducía El Crisol. Como
'° «Anarquismo ...», Op. cit., pp. 17-19 y «Polémicas socialistas», El Crisol, (19
de julio de 1891), pp. 20-22.
79
lbid.,p. 151.
°0 «Nuestros procedimientos, táctica y organización del partido demócrata-so-
cialista», El G7so/,(19 de julio de 1891), p. 22.
^ 1 AAW, El Anarquismo en Alicante (1868-1945), Alicante, Instituto Juan Gil Albert,
Diputación Provincial, 1986, p. 74.
39
reformistas no querían suplantar totalmente la enseñanza oficial, tan
sólo «suplir sus deficiencias» y con ello, se distanciaban de la escuela
fundada por Bakounin y la Escuela Moderna de Ferrer82. Sus objetivos
eran de alcance inmediato pues se concentraban no sólo en la ense-
ñanza infantil, sino también en la alfabetización de adultos. Se cele-
braban conferencias sobre temas variados: literatura, filosofía, cien-
cias... Asimismo fundaron la Biblioteca Demócrata-Social para de-
mocratizar la cultura. Se proponían ediciones baratas a diez céntimos
para que la lectura se convirtiese en una actividad educativa popular.
Por otra parte, la Biblioteca servía como divulgadora de la ideología
del partido, puesto que mediante ella se distribuían los folletos para
adoctrinar a sus afiliados.
La Agrupación Demócrata-Socialista participó con los demás re-
publicanos en la creación de la Agrupación de la Prensa y apoyó las
iniciativas de la creación de la Sociedad de Artistas y Escritores, tam-
bién organizada en el seno del Republicanismo. Bark creía firmemen-
te en la necesidad de asociarse para defender los estatutos de los pe-
riodistas y escritores como medio de concienciar a las masas de su
profesionalizad y la dignificación de sus actividades. Como nota cu-
riosa mencionaremos el capítulo de la Historia del Partido Republica-
no que Rodríguez Solís dedicó a la Unión Republicana de Periodistas,
como obligación moral con la prensa y con Bark a quien había pro-
metido un homenaje a los periodistas mártires de la política83.
Son interesantes las notas en las que Ernesto Bark alude al
Naturalismo literario y a José Zahonero, en particular, a quien estima-
ba como una promesa de la novela naturalista. Bark expondrá pun-
tualmente su concepción funcional - y parcial- del naturalismo como
una praxis del reformismo social. El Naturalismo artístico encuentra
sus adeptos entre la juventud cada vez más consciente y comprometi-
da que muestra «determinismo y horror a las injusticias sociales de la
época actual...»84.
Ernesto Bark publicó en El Crisol sus Recuerdos de París. Impresio-
nes íntimas. Entre las entregas conservadas destaca «Filosofía de Re-
voluciones»85, por sus reflexiones políticas e históricas. Pretende ad-
vertir al lector español sobre los peligros de las revoluciones, juzgan-
do los resultados de la mítica revolución francesa y la política de
Napoleón y Mirabeau.
82
lbid.,p.75.
83
RODRÍGUEZ SOLIS, Eduardo, Historia del Partido Republicano, Madrid, Fer-
nando Cano, 1893, Vol. II, pp. 773 y ss.
"4 «Anarquistas,...», Op. cit, p. 18.
°-> El Crisol, (5 de septiembre de 1891), p. 77.
40
Los Vencidos611, su única novela, fue compuesta durante su estan-
cia en Alicante. Fue publicada por entregas en el periódico alicantino
El Liberal87, durante los meses de junio y julio de 1891 .Aquel mismo
año y también en El Liberal, salió de nuevo a la luz en forma de volu-
men. En el número correspondiente al 19 de julio de 1891, se reco-
mienda la lectura de esta novela política, «obra que es un verdadero
resumen del socialismo internacional y una verídica historia del mo-
vimiento revolucionario en Rusia». Ciertamente, la vida misma de Bark
es la de un personaje que podría oscilar entre la realidad y la ficción
en la mente de un escritor cualquiera. Hemos comprobado la existen-
cia real de la mayoría de los acontecimientos y aventuras novelescas
que, asombrosamente, son más verídicos que verosímiles. Presentare-
mos su estudio posteriomente.
En Alicante, Bark ganaba el sustento con sus clases de idiomas y
traducciones. Garantizaba su profesionalidad y prestigio en El Crisol,
como profesor del Ateneo Científico y Literario de Madrid «cuyos
métodos modernos hacían que «en tres meses a 25 ptas. se traduce
con facilidad y se habla un poco inglés, alemán, ruso, polaco, portu-
gués...». Sus solidarios compañeros de redacción apoyaban su traba-
jo con reiteración:
«Recomendamos muy eficazmente a nuestros lectores [...] la
Academia de idiomas de nuestro compañero Don Ernesto Bark,
en Alicante (Cienfuegos, 18). Esperamos que nuestros
correligionarios ayuden a estos campeones de los ideales moder-
nos por todos los medios que puedan»88.
86
BARK, Ernesto, Prólogo a Los Vencidos, Alicante, Tip. El Liberal, 1891, p. 3.
87
RÍOS, Juan Antonio, Op. cit., p. 558.
88
El Crisol, (19 de julio de 1891), p. 79.
8
" Francos Rodríguez en La Unión Democrática le acusaba de utopista ignorante
entre otros calificativos gratuitos, c. f. El Crisol, (5 de septiembre de 1891), p. 71.
41
de Alicante le causaron algunas amenazas e insultos que eran natura-
les en el mundo de la prensa y la política finiseculares. Aquí permane-
ció hasta 1893 para trasladarse a continuación a la región de Murcia,
donde proseguiría sus estudios sociológicos, ahora en torno a los
polémicos centros mineros.
42
Ernesto Bark ejerció una crítica acérrima a los ostentadores del
poder en Cartagena. En su periódico denunciaba la corrupción y abu-
sos de los caciques y de la Iglesia comparando la situación local al
célebre estado del Panamá. Desde entonces, se conoció como el Pa-
namá Cartagenero a la mafia local que operaba en todos los sectores
de la Administración local. Las acusaciones que desde las columnas
de Cartagena Moderna dirigía a los hacendados pusieron en peligro
su existencia. El alcalde manipulado por el abogado fusionista
Barrachina y el propietario del periódico El Eco, le amenazó con la
expulsión. Imperturbable, Bark continuó su campaña de desinfección
y saneamiento moral90 sin ceder a los chantajes, citas nocturnas y
allanamientos de morada de los que fue víctima. Sin duda alguna,
Bark llegó a molestar seriamente a los potentados locales, quienes
intentaron vengarse organizando su asesinato en el mismo juzgado
municipal de Cartagena. La mañana del 22 de enero de 1895, Bark
había sido citado en el Juzgado para prestar declaración sobre las
acusaciones que había publicado respecto de la Junta de obras del
puerto de Cartagena y las agresiones físicas de las que fue víctima,
recibidas de parte de uno de sus obreros. Al llegar al Juzgado, dos
individuos le atacaron en el mismo zaguán sin que nadie interviniera
hasta el momento en que Bark permaneció yaciente en el suelo. Las
heridas en la cabeza fueron de cierta gravedad, pero la fuerte consti-
tución del malherido le permitió sobrevivir. Tanto en la prensa local
como en El Paísm de Madrid, se publicaron varias cartas y denuncias
de los atropellos de los que era víctima Bark en aquella ciudad. Al día
siguiente, El Noticiero Cartagenero ofrecía un relato minucioso de los
hechos ocurridos y denunciaba la conspiración de los miembros de
seguridad local. Era asombroso que:
43
sentantes de la justicia, quienes velando por sus intereses querían aca-
llar al intruso periodista. Entre ellos, el mismo decano del Colegio de
Abogados Ángel Moreno, presenció tranquilamente la agresión y el
escribano Torzada asistía también al espectáculo desde lo alto de la
escalera gritando: «¡duro, duro!». Bark pedía justicia pues:
«Son tan temidos y omnipotentes estos secuestradores de toda
la ciudad, que la creencia general es que Barrachina con lllián y
cómplices quedarían impunes, como lo han quedado los agreso-
res panamistas , que ya dos veces han atentado contra el mismo
publicista...»
44
ge las críticas contra los revisteros de toros y escuda la defensa reali-
zada por Ricardo Fuente y Peña y Goñi ofreciendo un sentido históri-
co y «costumbrista» a la fiesta nacional.
Al igual que en otras publicaciones periodísticas, intentó crear una
Biblioteca en torno a Cartagena Moderna para la divulgación y la demo-
cratización de la cultura. Publicado por esta Biblioteca, hemos localiza-
do una entrega de un curioso ensayo que desgraciadamente no se volvió
a publicar en forma de libro. Escrito bajo el seudónimo A. de Santaclara,
este folleto se titulaba La Marea Sube. Psiquiatría literaria93. Estaba dedi-
cado al estudio de lo que él llamaba los casos Clarín, Giner y Galdós. En
las pocas páginas que poseemos, Bark analiza la realidad literaria del
país como barómetro de la sociedad. En una crítica siempre regida por el
utilitarismo, ensalza el servicio que Emilio Zola y los psiquiatras italianos
han prestado a la sociedad por denunciar el punto de «corrosión» de la
humanidad, víctima del «finísimo virus de la locura en sus formas propias
a nuestro fin de siglo que es la monomanía»94. Bark definía esta monoma-
nía como una especie de misticismo», en el fondo sensual y exótico con
alucinaciones de milenarismo y nigromancia»95. Este tema fue tratado
por Pompeyo Gener en su libro El caso Clarín. La monomanía malicio-
sa96. Bark considera que ésta es una obra de talento y subraya su gallardía
al enfrentarse a un personaje tan poderoso y temido hasta tal punto que
«la prensa de Madrid no admite escritos en contra de Clarín para no
ponerse a malas con él»97. Nuestro escritor pretenderá contribuir en el
combate con este nuevo folleto puesto que:
45
«[...] el terreno político o político-religioso porque ni nos ocu-
pan aquí los ensueños de transformación social ni los encantos de
la literatura simbolista o decadentista, somos Sancho Panza que
sólo nos entusiasmamos ya por la política del presupuesto»99.
D. De nuevo en Madrid.
99
Ibid., pp. 6-7.
100
Ibid, p. 8.
46
en Madrid, hacia finales de 1895 y a principio de 1896. Fue entonces
cuando la Agrupación Democrática-Social empezó a consolidarse con
la llegada de nuevos personajes entre los cuales destacaremos la pre-
sencia de Eduardo Zamacois. En el mismo año, aquel grupo de jóve-
nes que se había hecho llamar Democracia Social continuó con una
nueva etapa en prensa. De nuevo se emprendió la marcha de La De-
mocracia Social, ahora subtitulado «Diario Popular». De él se conser-
van ocho números (según Bark, no llegaron a la docena) en la Heme-
roteca Municipal de Madrid. Bark por aquel entonces viajó de nuevo
a París desde donde escribió como corresponsal. El objetivo de su
viaje era organizar el servicio completo de información del periódico
y comprar una novela política contemporánea que versaba sobre «La
Commune», la cual sería traducida por su hija -«ventajosamente co-
nocida ya en prensa por sus traducciones del francés y del inglés»101.
En este número ya se hace publicidad de los libros de Bark edita-
dos por la Biblioteca republicana, destacando una obra que versaba
en la célebre figura de Nicolás Salmerón como orador, político y filo-
sófico. Era, según el autor, un estudio de actualidad. En el número dos
encontramos el anuncio de otro texto publicado también por ella,
Nuestros prohombres ante el socialismo y la Revolución, firmado con
su habitual pseudónimo, A. de Santaclara. De acuerdo con los objeti-
vos de estas publicaciones, en el primer número se nos da la noticia
siguiente:
47
7. Consolidación de Germinal.
10
¿ Prólogo a MACEIN, Francisco, Op. cit., pp. 1-2.
103
/b/r/„ p. 2.
48
locales que hacía que le prestaran gratis. En esta agrupación, a la que
Pedro Vallina niega una existencia como verdadera sociedad, persis-
tieron los últimos germinalistas tenaces. En la Agrupación Democráti-
ca se reunían los amigos de Bark, Eduardo Barriobero y Herrán, Nico-
lás Salmerón y García, Pedro Vallina y otros personajes atraídos por
las convocatorias que Bark realizaba, pues:
«Como el título de la agrupación parecía inofensivo, se le aco-
gía con agrado. Pero como interveníamos algunos anarquistas -
declaraba Perdo Vallina-, la reunión tomaba un giro impensado, y
al final nos indicaban que no volviéramos por allí»104.
104
VALLINA, Pedro, Op. cit., pp. 63-64. En su retrospectiva, Vallina refiere una de
las reuniones de Acción Democrática que se celebraba en los locales de la Unión
Republicana, a la sombra de la célebre casa de juego con la que, en parte, se financia-
ban ilegalmente los republicanos. En ella, el famoso republicano Rispa y Perpiñá, -en
cuyos bolsillos sonaban las monedas de plata- reprobó la apelación de asociación
«Democrática» instándoles a integrar las filas de la República. Tras las actuaciones de
los jóvenes anarquistas, Rispa y Perpiñá les pidió que no volvieran más por allí porque
no eran más que unos utopistas.
1üs
«La España contemporánea según un reciente libro ruso», La España Moderna,
15 de mayo y 15 de junio de 1891, pp. 64-74 y 37-48 respectivamente.
49
Bazán y Pereda106. Bark añadió algunos comentarios bastante intere-
santes sobre el teatro por horas español. Hemos de subrayar que en La
España Moderna, se presenta a Bark por sus cualidades políglotas y
como un prestigioso catedrático del Ateneo.
Ernesto Bark dirigió otra revista alemana en Madrid, Spanien en
colaboración con Ernst Barón von Ungern-Stenberg. De esta revista
nos ocuparemos con detalle en el capítulo siguiente. En la revista so-
ciológica republicana de Reus, El Pandemónium (1901), Bark publicó
de manera regular. En el mismo año, quiso fundar la revista Vida Mo-
derna, como frente de oposición a la revista Vida Nueva, que había
adquirido demasiados tintes marxistas y en la que colaborarían la
mayoría de los germinalistas. En 1903 escribió en varias ocasiones en
el periódico republicano El País en la sección «Tribuna Libre». En ella
combatió de nuevo por la Unión Republicana, la unión de los federa-
les y la difusión de las soluciones para el problema de la miseria so-
cial según sus estudios de Estadística. Bark prosiguió su campaña a
favor de la legislación obrera y confió en que la comisión de la Unión
Republicana acelerase el proceso legislativo y velase por el cumpli-
miento de las leyes protectoras del trabajo. Bark escribió también en
los periódicos madrileños tales como Fuerza, Nuestro Tiempo -hacia
1906- y El Mundo entre 1907 y 1908. Igualmente colaboró en La
Lucha, dirigida por Ricardo Chíes y en El Progreso del Partido Radical
madrileño, entre cuyos artículos anónimos se reconocen las ideas y el
estilo de Bark.
A partir de 1903 son cada vez más escasas las noticias y documen-
tos que tenemos sobre la biografía de Bark. A partir de entonces su
producción bibliográfica aumentará cuantitativamente. Sus preocu-
paciones asociacionistas se dirigieron hacia la reforma educativa. En-
tre 1902 y 1903 fundó la Asociación de Padres de Familia de la que
era secretario. Los objetivos de esta colectividad eran defender y me-
jorar la educación de sus hijos y elaboraron una serie de programas y
reivindicaciones que presentaron al gobierno. No faltó tampoco su
correspondiente biblioteca para divulgar esta problemática así como
alguna de las obras de Bark.
Gracias a su erudición y a su poliglotísimo -hablaba inglés, ruso,
estonio, alemán, francés y español'07-, encontró otras fuentes de in-
106
GONZÁLEZ HERRAN, José Manuel, «Un nihilista ruso en la España de la Res-
tauración: Isaac Pavlovsky y sus relaciones con Caldos, Oller, Pardo Bazán, Pereda»,
Anales Galdosianos, año XXIII (1988), pp. 83-105.
' ^' España y el extranjero, Op. cit., p. VI.
50
gresos suplementarias en mítines, conferencias, en la enseñanza de
idiomas y en las ya mencionadas traducciones. Sus capacidades
lingüísticas -y su barba pelirroja- eran célebres en la capital, hasta tal
punto que, en 1913, el escritor estonio Friedebert Tuglas que se en-
contraba de viaje en Burgos se enteró de la existencia de un polaco
ruso o algo así por medio de unos gitanos. Se le llamaba «el hombre
que hablaba diecisiete lenguas». Aunque los gitanos desconocían su
nombre, le indicaron que lo buscase por los cafés de la Puerta del Sol.
Allí le dijeron que desde hacía dos años, Bark ya no los frecuentaba
pero le facilitaron su dirección. Poco después Tuglas narraría su re-
unión con Bark108. Su mayor sorpresa fue descubrir que Bark era tam-
bién estonio. Cuando Tuglas le contó que le había encontrado gracias
a los gitanos y a su celebridad por las diecisiete lenguas que hablaba
repuso Bark, modestamente, que en realidad eran veintitrés pero que
había olvidado muchas y en la actualidad sólo se sentía capaz de
hablar unas diez. Intentó proseguir la conversación en estonio pero
fue incapaz de recordar aquella lengua de su infancia.
Para atender a las necesidades materiales de la vida, Bark fundó de
nuevo en Madrid un Instituto Poliglota. De él se hace propaganda
tanto en La Democracia Social como en Germinal. Se anuncian tam-
bién clases a domicilio y traducciones de todo tipo. Su academia pre-
tendía ser también un círculo de reunión cosmopolita. Se organiza-
ban conferencias en diferentes lenguas y veladas musicales a precios
módicos109. Como examinaremos en el capítulo siguiente, Bark consi-
deraba que estas conferencias y reuniones cosmopolitas resultaban
un buen ejercicio de internacionalismo, favorecían la integración de
los extranjeros residentes en España y estrechaban los lazos entre
ellos"0.
La academia de Bark nunca fue declarada a la hacienda pública.
En un principio, las clases se ofrecían en un local de la redacción de
El Liberal, ubicado en la Puerta del Sol. Después, siguió dando sus
clases en su propia casa. Al parecer, Bark era un buen pedagogo. Al-
berto Insúa en sus Memorias recuerda aquellas clases «muy prove-
chosas» y poco caras:
llJ
° TUGLAS, Friedebert, Op. cit., pp. 50-53. La anécdota también fue recogida
por Jüri Talvet en su artículo anteriormente citado.
^-* El anuncio aparece desde los primeros números de La Democracia Social por
loque podemos documentar la existencia de la Academia al menos desde 1895. Por las
traducciones Bark cobraba «una peseta las cinco palabras, con el descuento del 25 por
100 en trabajos continuos.»
1]
° Spanien, XI (3 de agosto de 1 889), pp. 84-86.
51
«Eramos media docena de alumnos. En el aula -un gabinete
muy pequeño, sin esteras y con sillas de enea-, alguna noches se
notaba demasiado frío, y el profesor, frotándose las manos bro-
meaba:
- Más hace en Siberia... Si ustedes hubieran estado en
Siberia...» '"
1
' ' INSUA, Alberto, Memorias, Madrid, Ed. Tesoro, 1952, pp. 344-345.
112
/¿/tí., pp. 344-345.
1 3
' DICENTA, José Fernando, Op. cit., pp. 18-21.
114
Prólogo a MACEIN, Francisco, Op. cit, pp. 2-3.
1 D
' España y el extranjero, Op cit., p. 109.
116
Bartolomé Gabarro Borras fue un escolapio que abandonó sus oficios
sacerdotales y participó en las campañas anticlericales. Publicó dos periódicos en Bar-
celona, la Tronada. De carácter anticlerical y El i"de Mayo, de tendencia anarquista.
Fue miembro de la Unión de Librepensadores y participó en la creación de las escuelas
laicas. En El anarquismo en Alicante, Op. cit., p. 74 se mencionan sus relaciones con La
Paz.
' Los Humberto era una familia de alemanes que en Barcelona publicaban mu-
chas obras y traducciones alemanas, ejerciendo una suerte de monopolio nacional;
probablemente éste fuera el motivo de su polémica con Bark.
52
Anarquismo obrero, en concreto contra Pablo Iglesias, Antonio Queji-
do y Federico Urales. Como tendremos ocasión de estudiar, a raíz ele
sus mutuas críticas y acusaciones, recayeron sobre Bark serias calum-
nias a las que que siempre replicaba Bark con insolencia despectiva
citando a Proudhon:
«¡Qué me importa si este me llama bastardo y aquel me llama
chulo de una prostituta! Si los que gozan a la vez de la madre, y
de la hija, de la hermana, y de la sobrina y de la criada, me de-
nuncian como destructor de la familia. ¡Qué me importan estas
miserias! Cuando la revolución está en peligro, cuando el hambre
mata al pueblo, no tengo tiempo de entretener al público con mis
injurias personales. La ola de la calumnia pasa; las ideas que de-
fiendo quedarán»"8.
1 lü
MACEIN, Francisco, Op, cit., pp. 18-19.
U9
Ibid., p. 109.
'20 FITE, Elias, Política republicana: La obra de un partido, Barcelona, Imprenta
Salvat, Puchy Ferré, 1924, p. 77.
53
ya que hasta después de 191 7 no empezaron a darse permisos a los
exiliado para volver a Rusia. Tampoco tenemos referencias sobre un
posible viaje a su país. Además, FriedebertTuglas dedujo en su entre-
vista con Bark, que no volvería porque estaba demasiado interesado
por la problemática de España.
Según informa Estnisches Biographisches Lexikon, Ernesto Bark
murió en 1914 en Madrid. En las actas de defunción de 1914 de Ma-
drid no aparece su nombre. Otras fuentes estonias dicen que murió al
final de la guerra, suponemos de la Guerra rusa de 1921. Reciente-
mente hemos encontrado un folleto titulado El bolcheviquismo en Es-
paña121 el cual no está fechado pero incluye citas de otros artículos
publicados en octubre de 1919. La investigadora estonia Helvet Antón,
en su artículo «Ühest Eestima mmehest Hispaanias» publicado en la
revista Kocluma (30 de agosto de 1978) aseguró, recogiendo el testi-
monio de una de las hermanas de Bark, que éste murió en 1924. Nues-
tros esfuerzos por tratar de determinar la fecha exacta han sido total-
mente infructuosos por la falta de ordenación en legajos y actas de
archivos, por el gran número de libros desaparecidos y la imposibili-
dad de consultar documentos anteriores a los años cuarenta por res-
peto a la intimidad personal. Infructuosos han sido también nuestros
esfuerzos en localizar a los descendientes de Ernesto Bark. Alonso
Zamora Vicente visitó hacia 1972 a una de sus hijas, seguramente
Blanca quien le recibió con mucho recelo:
54
de Madrid. Ericz Bark publicó un libro en Berlín sobre las algas mari-
nas y Humberto Bark tradujo el libro de Alfred Acller El conocimiento
Humano para la editorial Espasa Calpe en 1947. Firmó su contrato
con Espasa, entonces todavía en Argentina, en 1930 y en dicho docu-
mento figura su residencia en Madrid. Por otra parte, Humberto Bark
estaba en relación con la masonería hacia las mismas fechas. Hemos
intentado rastrear cada una de estas pistas en las que se cifraron nues-
tras esperanzas de encontrar algo.
Incansable luchador en política y en periodismo radical, la vida
de Ernesto Bark fue la de un continuo exilio aceptado como el sacrifi-
cio de aquellos que se sienten predestinados a luchar por la verdad.
Su existencia curiosa y apasionada le convierten en el propio perso-
naje de su vida sobre la que tantas lagunas oscuras nos quedan por
iluminar. Estas son, las noticias que hasta el momento poseemos so-
bre este voluntarioso personaje «menor» que, en definitiva, resulta ser
el gran ausente tanto de los anales de historia de los partidos izquier-
distas como de la crítica literaria y sociológica en España, Alemania y
Estonia.
55
2. BARK, HACIA UNA MODERNIDAD UNIVERSAL
57
hasta 1890, se dirigió tanto a un lectorado alemán como español.
Dicha bibliografía versaba de política contemporánea. Pretendía fo-
mentar las relaciones internacionales. Esa doble trayectoria bibliográ-
fica demuestra la integración de Bark al mundo cultural y político
español y obedece a sus anhelos de acercar España al entonces hege-
mónico Imperio alemán.
Su voraz curiosidad desveló tal amalgama de cuestiones sociales en
sus libros que dificultan toda taxonomía minuciosa. Resulta práctica-
mente imposible establecer límites temáticos absolutos. Cada tesis, cada
tema de reflexión nunca se agota en un sólo texto sino que forma parte
del entretejido de su ambicioso proyecto. Al anhelar construir un pro-
yecto político-social «moderno y científico» con pretensiones
universalistas, Bark utiliza un amplio elenco de elementos que se
imbrican y coordinan. Por consiguiente, reincide en argumentos simi-
lares para elucidar cuestiones distintas, creando una estructura sólida
de pensamiento, sobre la cual se articula un compendio general tal
como la reforma de la sociedad. En consecuencia, su bibliografía cons-
tituye un corpus que debe ser comprendido y juzgado teniendo en cuenta
estas consideraciones. La lectura independiente de una de sus obras
puede dar una sensación de inconsistencia tanto más cuanto su discur-
so fue esencialmente concebido con fines propagandísticos.
Debemos mencionar que Bark se ampara con frecuencia en la
técnica del collage y la refundición, tan practicadas en el siglo XIX,
para componer sus textos. Se pueden identificar párrafos repetidos en
diversas obras o artículos recortados y yuxtapuestos en libros y perió-
dicos. En estas refundiciones, a veces incorpora sus colaboraciones
periodísticas que suelen ser citadas con precisión, lo cual confiere un
carácter actual a sus libros. En otras ocasiones, los textos periodísticos
forman parte imperceptible del texto de la obra, sin que un cambio de
estilo sea perceptible ya que se trata de artículos de fondo, concebi-
dos para formar más que informar. Como analizaremos posteriormen-
te, este afán propagandista de la actualidad, desde una perspectiva
crítica y políticamente tendenciosa obedecía a su concepción de un
nuevo personaje, el intelectual decimonónico finisecular: un sacer-
dote del progreso más propenso a la propaganda que a la construc-
ción epistemológica original. Quizás a ello se añadiese la urgencia de
la redacción de la persona desbordada por sus múltiples actividades,
o tal vez, simplemente, el que nunca proyectase publicar una recopi-
lación de sus artículos periodísticos.
La bibliografía de Bark constituye un corpus «desordenado» y
exige una revisión conceptual que permita reconstruir las líneas di-
rectrices de su pensamiento. Este será el objetivo de nuestro estudio.
Puesto que es el primero que se realiza sobre este autor, hemos op-
tado por un análisis temático a través de la recuperación e interpre-
58
tación de los contenidos imbricados en sus diferentes obras. Pensa-
mos que es esencial obtener una primera visión global e integradora
del pensamiento de Bark, como prototipo del intelectual bohemio
revolucionario y propagandista de la España decimonónica
finisecular. Así pues, hemos favorecido el estudio de las directrices
de su proyecto socio-político para la modernidad, en detrimento de
cualquier perspectiva diacrónica o sincrónica. Por dichos motivos,
no hemos tenido en cuenta aspectos materiales tales como la crono-
logía o su separación en libros y folletos.
59
na. Der Baltische fóderalist, era el órgano oficial del Movimiento del
Despertar Estonio en el exilio. Le siguieron años más tarde Spanisch-
Deustche Revue y Spanien destinadas a un público lector alemán tan-
to en España como en el extranjero.
Ya hemos mencionado el trabajo de Bark como corresponsal en
España hacia 1884 de KólnischeZeitungde Colonia y National Zeitung
de Berlín; y hacia 1895, del Diario de FranckfurtK Estos diarios publi-
can asiduamente noticias y crónicas anónimas sobre España. De ellas
se hace responsable la redacción, la cual muestra gran reserva sobre
sus colaboradores para protegerlos y mantener un carácter indepen-
diente. No hemos encontrado ninguna noticia en que se presente a
Ernesto Bark como corresponsal en España. Tal anonimato tampoco
nos permite, sin embargo, sostener que Bark trabajase para alguna
agencia de información en lugar de colaborar directamente en aque-
llos periódicos. Al definir la misión del corresponsal internacional,
Bark exige una independencia crítica absoluta. En su caso, se atribuía
la misión de propagar el germanismo en España y el hispanismo en
Alemania para estimular los intercambios y estrechar lazos de amis-
tad entre ambos pueblos. La grandeza de tales objetivos contrasta con
las exiguas realidades económicas a las que habían de hacer frente
estos corresponsales. Bark solicita mayor reconocimiento profesional
de la «misión» que desarrollan, aportando sucintos análisis
comparatistas sobre la profesionalización del periodismo en Europa.
En este sentido, afirma la hegemonía alemana por el carácter superior
de su prensa, la profesionalidad y la formación socio-política y litera-
ria de sus escritores. Si los trabajos de los corresponsales ingleses y
franceses quedan limitados a noticias económicas y políticas, los pe-
riodistas alemanes, a imagen de Henry Heme, ejercen una verdadera
función civilizadora2.
60
terior hicimos amplias referencias a este primer periódico de Bark por
su importancia como portavoz del Movimiento Federalista Báltico, ya
avanzamos sus objetivos y reivindicaciones por ser el único testimo-
nio que conservamos de esta época del autor. Esta primera experien-
cia proselitista es esencial para comprender la personalidad del joven
Bark revolucionario y la trayectoria que tomaría su destino condicio-
nado por la represión política. Es indudable que Der Baltische fóderalist,
determinó la orientación de las vidas de sus creadores: a Ernesto Bark
y a Andrei Dido les condujo a la cárcel y al exilio. No sabemos si
Ernest Barón von Ungern-Sternberg y Mauricio V. Stern volvieron a los
Países Bálticos, pero ambos fueron perseguidos políticos como ya ex-
pusimos anteriormente.
Der Baltische fóderalist salió a la luz en agosto de 1882, impreso
por la librería ginebrina Elpidine. Desconocemos la fecha de su des-
aparición pues tan sólo se conserva el primer número distribuido en
Estonia. Como estaba escrito en alemán y sus fundadores pertenecían
a la nobleza germano-báltica, los círculos progresistas creyeron equi-
vocadamente que Der Baltische fóderalist era un periódico alemán3.
La redacción reinvindicaba la libertad de asociación y expresión en
Rusia. La negación de estos derechos fundamentales era considerada
una usurpación a la libertad individual. Este abuso de poder justifica-
ba la resistencia rusa y la misma existencia de esta publicación 4 . En el
único ejemplar que se conserva faltan las páginas finales; consta de
unas veinticinco páginas y los artículos se suceden sin apartados o
rúbricas particulares a excepción de la bibliografía. Los artículos son
poco numerosos pero extensos. Reinciden en la crítica exacerbada de
la oligarquía zarista y reivindican la independencia de las regiones
bálticas. Aunque algunos están firmados por Bark, la mayoría son anó-
nimos, por precaución y para que el periódico representase al con-
junto del Movimiento Federalista.
Der Baltische fóderalist quería convertirse en el portavoz de los
pueblos oprimidos y ofrecer la libertad de opinión a los ciudadanos.
Su tribuna, órgano revolucionario báltico al servicio de la revolución
rusa, acogía todo tipo de opinión, prioritariamente, al servicio de la
causa báltica y la causa revolucionaria de orden cosmopolita y uni-
versal. Su objetivo era hacer propaganda en el mundo civilizado a
favor de la Revolución rusa, informando a la opinión pública sobre las
¡deas fundamentales, los procesos y los fines de la misma. El periódi-
co aceptaba toda crítica constructiva sobre los principios de la revolu-
61
ción. Para divulgar sus principios democráticos y revolucionarios que
animaban al grupo, Der Baltische fóderalist proponía secciones bi-
bliográficas donde se comentaban lecturas de obras europeas y se
presentaban las últimas publicaciones. De este modo se adoctrinaba
a la opinión y se ofrecía una cultura política normalmente vetada por
la censura zarista5.
Para erradicar la inestabilidad del pueblo báltico, fronterizo entre
los mundos alemán y eslavo, Der Baltische fóderalistse proponía como
intermediario intelectual divulgando el respeto, la tolerancia y la re-
conciliación de los pueblos. Ensanchaba sus objetivos a toda la hu-
manidad, se atribuía una misión pacificadora en las relaciones inter-
nacionales para que todos los liberales del mundo se uniesen en la
lucha contra las oligarquías6.
Tras largas exégesis sobre la crisis rusa -pauperismo, obscurantis-
mo y corrupción- y el estudio de la coyuntura política -transición
entre Alejandro II y Alejandro III-, Bark publicó un programa mínimo
de acción para todos los pueblos rusos junto con las medidas especí-
ficas reivindicadas por el nacionalismo báltico7. Dicho programa fue
publicado en Ginebra en marzo de 1881 y en octubre del año si-
guiente en Berlín. Una breve versión reaparece en el apéndice al libro
de Bark, El Nihilismo y la política rusa, (Berlín, 1882)8. Allíse esbozan
las reformas políticas para la transfomación económica y socio-cultu-
ral de Rusia. Como prerrequisito, Bark insiste sobre la necesidad de
un consenso entre todos los pueblos rusos para llevar a bien cualquier
reforma9. Justifica su adhesión al radicalismo revolucionario como
única vía para la constitución de una Democracia Federal, obviando,
evidentemente, los medios utilizados para el derrocamiento del abso-
lutismo y la transición hacia dicha Democracia. Salvada esta
embarazosa laguna, precisa los fundamentos de la Reforma: amnistía
política, sufragio -con voto no censatario de la propiedad- y
representatividad de todos los pueblos en una Asamblea Constituyen-
te. En este modelo, las bases políticas, administrativas y judiciales se
reorganizan según los principios de un socialismo impreciso, mode-
rado y un tanto visionario, pero que premoniza la evolución hacia el
socialismo europeo actual. Completan el programa las reformas so-
62
cíales en torno a las condiciones de vida de las clases populares, la
abolición de los privilegios de la propiedad y la consecuente
redistribución de las tierras con una parcial colectivización; la auto-
nomía administrativa local y regional, organizada en asambleas, cír-
culos y jurisdicciones; la reforma fiscal, con la instauración del cálcu-
lo de rentas; la actualización del Código penal, con la abolición de la
pena de muerte y los castigos corporales; y la reforma militar, diso-
ciando el ejército en milicias o guardias locales. Todo ello coronado
con la humanizadora organización de la instrucción popular, obliga-
toria y gratuita.
En última instancia, los revolucionarios bálticos reivindican su
autonomía administrativa y política. Esta guerra federalista no es más
que una consecuencia natural «de la variedad de poblaciones y de
condiciones de existencia, de países muy diferentes que casi no tie-
nen nada de común entre sí, sino el enemigo: el opresor absolutismo
de los zares y la burocracia ultracentralizada...»10. Los aristócratas
balto-germanos, distanciándose de los demás nacionalistas baltos,
soñaban con pactar una alianza con Alemania, la cual los transplantaba
del pequeño nacionalismo al imperialismo germano". Bark justifica
este protectorado con argumentos historicistas. Aunque las invasiones
teutonas en estas regiones habían sido importantes, el origen social de
los líderes determinó su pangermanismo. Sin embargo, no se ha de
olvidar que las regiones bálticas disfrutaban de cierta autonomía ad-
ministrativa, la autarquía zarista era menos intensa y el movimiento
socialista menos activo. Por ello, Der Baltische fóderalist impreca a su
pueblo:
10
Ibid.
' «Die russische Revolution und die baltischen Provinzen», Der Baltische
fóderalist, Op. cit., pp. 13-18.
'2 El Nihilismo,.., Op. cit., pp. 188-189 y «An meine baltischen landsleute» Op.
cit.,p. 12.
63
naria sólo cuando sus objetivos fueran primordialmente políticos13. El
primer objetivo consensual para la regeneración debía ser el derroca-
miento del zarismo -o la monarquía en España-, fuese cual fuese la
ideología de cada agrupación14. Aunar pero respetar las divergencias
ideológicas de cada facción fue la estrategia que Bark siempre defen-
dió.
Bark matiza su propia noción de socialismo frente al socialismo
revolucionario ruso y lo distancia del marxismo occidental y del
activismo anarquista. Desconfía de la acción terrorista como estrate-
gia revolucionaria si ésta no es planificada con la educación popular
y la organización de los partidos. Usando como referencia la historia
francesa, Bark teme la degradación de las causas nobles y el estado de
terror.
Todo lo expuesto indica que la sección báltica era políticamente
moderada. Sus resoluciones «positivas» son homologas a las de los
grupos progresistas reformistas de Alemania y del resto de Europa,
que rechazaban cualquier extremismo. Bark preconiza el
moderantismo centrista como garantía «para salir del absolutismo y
de la anarquía, camino del libre desarrollo para la salvación de Ru-
sia», sustentándose sobre la educación y preparación ideológica de
las masas populares a las que los intelectuales están destinados15. Se
perfila el concepto de intelectual que Bark defenderá a lo largo de su
existencia en el que destaca el papel mesiánico de redentor de la
sociedad ante un absolutismo que potencia la ignorancia y la inma-
durez política como garantía de poder.
En suma, el Movimiento Federalista Báltico anhelaba el derroca-
miento del poder absolutista y la institución del parlamentarismo, un
modo de gobierno propicio al federalismo. Para estos germanófilos, la
lucha social tiene una importancia secundaria. De ahí sus disensiones
respecto del marxismo y las estrategias anarquistas: rechazan el terro-
rismo y prefieren la reforma lenta y la instrucción popular, lo cual les
aleja de la revuelta espontánea propugnada por Bakounin, con quien
sólo comulgan en el rechazo del poder del Estado en la medida que
implicaba el fin del zarismo.
Resulta imposible determinar el alcance del Movimiento Federa-
lista Báltico en el exilio pues la documentación se reduce a este único
ejemplar conservado. Quizás la vida del Movimiento fuera tan etérea
como su mismo portavoz, o quizás siguiese existiendo a través de Free
Russia en Londres y Der Baltische fóderalist en Zurich dirigido por
IJ
«Die russische Revolution und die baltischen Provinzen», Op. cit., pp. 1-18.
14
Ibid.
15
El Nihilismo y la política rusa, Op. cit., p. 189 y «An meine baltischen
landsleute», Op. cit., p. 12.
64
Mauricio von Stern. Lo importante es su valor testimonial del dinamis-
mo idealista que animó a estos jóvenes, cuya vida sería un esfuerzo
continuo en la materialización de sus proyectos, de sus grandes prin-
cipios e ¡deas.
/. 2. La fraternidad hispano-alemana.
65
Obedeciendo a ese ideal intercultural más filantrópico que comer-
cial18, la Spanisch Deustche Revueíundó una sociedad bibliotecaria,
en la que cada miembro compraba cupones de acciones a 25 fr. y
recibía una parte proporcional de los beneficios sobre los libros ven-
didos. En ella se publicaron las obras de Bark y López Lapuya, así
como las obras contemporáneas españolas y alemanas célebres. Has-
ta 1890 se propone una bibliografía fundamentalmente alemana de
carácter general, aunque preponderan los libros filosóficos y científi-
cos, en particular, de medicina y biología19. Por otra parte, quisieron
divulgar la novela alemana en España pues eran conscientes de que la
estructura narrativa era la más adecuada para la divulgación de tesis y
sentimientos. Conocedor del mundo editorial, Bark alentó las publi-
caciones en forma de folletín en la prensa y de ediciones económicas
accesibles a todo el público.
La sucesora de la Spanisch-Deutsche Revue fue la revista mensual
¡lustrada Spanien. Versaba sobre arte, literatura, ciencia, economía e
industria. Su equipo de dirección estaba formado por Ungern-Sternberg
y Bark, se ubicaba en la Biblioteca de la Sociedad Políglota -en las
sucesivas direcciones personales de Bark- Colaboraban periodistas
ingleses, alemanes y españoles. Entre los últimos figuran Antonio
Palomero, Miguel Sawa y Pedro Alejandro Paterno. Spanien nació a
finales de 188720y se publicó hasta mayo de 1899. Se conservan sólo
tres números del verano de 1898. Se distribuía por suscripciones di-
rectas de un mínimo de diez números, lo cual aseguraba cierta conti-
nuidad y previsión económica. En 1898, el precio de un abono era de
diez pesetas. Tipográficamente es una revista bien concebida, con una
disposición semejante a la de las revistas actuales. A diferencia de los
textos alemanes contemporáneos, Spanien no está escrita en la anti-
gua grafía gótica, lo cual, no se debe considerar como una medida
progresista por parte de sus fundadores21, sino más bien la imposibili-
dad de encontrar algunos de los caracteres góticos en las imprentas
madrileñas.
Los objetivos de Spanien eran: dar a conocer la actualidad espa-
ñola en Alemania y entre las colonias germanas en España, fomentar
los intercambios, consolidar los lazos de amistad entre ambas nacio-
66
nes, proporcionar una formación a los alemanes aquí residentes para
la comprensión de la vida y el alma españolas y estrechar las relacio-
nes de solidaridad entre ellos22. Ungem-Sternberg y Bark, coordina-
dores de las comunidades alemanas, querían ayudar a los alemanes a
sentirse menos extranjeros y a integrarse a la vida española, aunque
preservando su germanismo original.
La presencia de alemanes en España había aumentado desde 1887
con la llegada de compañías de gas, electricidad, aseguradoras y ban-
cos23. El sentimiento de comunidad se había fortalecido. Esto se tradu-
jo en la creación de un instituto alemán y un club de gimnasia. Desde
1884 existía un centro de reunión, la Sociedad Políglota, fundado tam-
bién por Bark y Ungern-Sternberg. Dicho centro alcanzó su apogeo
en 1895 aunque disminuyeron sus actividades durante la guerra colo-
nial española. Con la Sociedad Políglota materializaron el natural cos-
mopolitismo alemán2A, cuyos objetivos eran puramente «patrióticos»,
humanitarios e intemacionalistas, orientados al acercamiento de to-
das las naciones en los ámbitos intelectuales, científicos, culturales y
económicos. Obedeciendo a fines puramente filantrópicos, la Socie-
dad Políglota de Madrid organizaba reuniones de españoles y extran-
jeros, conferencias en todas las lenguas, fiestas e intercambios de li-
bros y periódicos con otras asociaciones extranjeras similares. Se creó
una biblioteca y una sala de lectura abierta a todo el mundo. Además,
se proponían clases de lenguas y de literatura a las mujeres de todas
las edades con deseos de cultivarse.
Los tres números localizados de Spanien de 1898 atienden a los
problemas políticos candentes: Cuba y la pérdida de las colonias, la
actitud estadounidense, el ejército español, las relaciones entre Esta-
dos Unidos e Inglaterra, la política interna, el estado de las finanzas
españolas, etc. Los artículos que escribía Bark esbozan el panorama
político español25. Desde su punto de vista republicano-socialista, in-
siste en la fragilidad del segregado Partido Republicano como partido
de oposición y la necesidad de crear coalicciones. Se entreven algu-
nas reivindicaciones de política interna recogidas posteriormente en
el programa de Germinal, como la aconfesionalidad del Estado y la
política social en favor de las clases trabajadoras.
" Anuncian que en los números siguientes publicarán la lista de todos los alema-
nes residentes en España, Spanien, XI, 1 (junio de 1889), p. 27.
" «Die Deutschen in Spanien», Op. cit, pp. 26-27.
24
«Praktisches Weltbürgerthum», Spanien, XI, 3 (agosto de 1889), pp. 84-86.
" «Der Spanische conílict», Spanien, XI, 1 (junio de 1889), pp. 1 1 -1 6 y «Neues
Parteileben», Spanien, XI, 3 (agosto de 1889), pp. 74-79.
67
Bark denuncia a los responsables de la crisis española y de la pér-
dida de hegemonía internacional: la monarquía liberal, los enfermi-
zos partidos políticos y el clericalismo son sus blancos reiterados y a
ellos dirige críticas acérrimas como causantes de la inestabilidad na-
cional 26 . Los gobiernos de Cánovas del Castillo y de Sagasta, limita-
dos a luchas intestinas por el poder, desatienden la diplomacia y la
política internacional, por lo que España se encuentra aislada en la
guerra con Estados Unidos. El gobierno tampoco evalúa objetivamen-
te las implicaciones económicas de la guerra: Cuba es una pesada
carga económica que está incrementando la deuda del Estado. A pe-
sar de los intereses de los industriales catalanes, Bark preconiza la
concesión de la autonomía a sus colonias para sanear la economía
nacional27. Puntualiza que la industria española es artificial por la ca-
rencia de las materias primas naturales y tiene un efecto negativo so-
bre la economía por la parte de capital que ha tomado a la agricultura
y la viticultura. Si bien Bark, como tantos otros propagandistas aboga-
ba por el proceso de autonomía de Cuba, como republicano preconi-
zaba que España ha de «rehabilitar su honor». Recurriendo a los valo-
res patrios y de la libertad, la redacción de Spanien se declara partida-
ria de la guerra contra los Estados Unidos28. Desde un punto de vista
intemacionalista, España representa la tradición y la hermandad de
los pueblos latinos. Por encima de las ideologías de partidos y los
intereses materiales de los gobernantes y del clero, España debe resis-
tir al enemigo en espera de negociaciones ventajosas de paz. Con una
armada y flotas pobres e incompetentes, España no puede hacer fren-
te a las fuerzas norteamericanas29. Spanien denuncia las infracciones
americanas de las leyes internacionales sobre armamento e incursio-
nes provocando estragos entre la población civil. Esta violación de los
derechos internacionales podría ser contestada por las potencias eu-
ropeas si España hubiese pactado alianzas que contrarrestasen los
pactos anglo-americanos30. A nivel nacional, se encona contra las élites
del poder -oligarquía clerical, plutócrata y militar-, y la corrupción
gubernamental de ser responsables de la pérdida de las colonias con
su política de explotación que atendía al enriquecimiento personal,
68
sembrando el descontento y precipitando inserrucciones cubanas y
tagalas31. Denuncia igualmente las malas condiciones de vida de los
soldados, la enfermedad y e! hambre en el ejército a costa del enri-
quecimiento de los oligarcas y del clero español'2. Los intereses jesuí-
tas son puestos en tela de j u d o " hasta tal punto que la derrota de
España es sobre todo considerada la derrota del orden establecido y
del clericalismo34.
Todos los meses se publicaba en forma de folletín la novela socio-
política, Dunkele Cewalte (Poder Oscuro) de Ungern-Sternberg. En
ella se entreteje un mundo de intrigas entre carlistas y republicanos en
un escenario veneciano. En medio de los discursos políticos, los am-
bientes románticos y las controversias ideológicas, nace una historia
romántica de amor imposible entre los hijos de los líderes de ambas
facciones. Entre las composiciones literarias publicadas en Spanien
destacan las narraciones breves de Miguel Sawa y Antonio Palomero.
Son descripciones líricas, cantos a la pasión amorosa, las fuerzas de la
naturaleza y el ciclo de la vida3S. Alejandro Sawa es presentado como
un talento delicado, sensible, erótico y melancólico, el Cuy de
Maupassant español. Se reconocen sus cualidades periodísticas y se
recomienda su revista Don Quijote. En poesía se publican composi-
ciones de E. Heisler, se traduce poesía popular española y se presenta
a las jóvenes generaciones de poetas: Félix Limendoux, Alfonso Tobar,
Fernández Shaw y López Silva, de quienes se traducen algunas co-
plas. El único artículo de crítica literaria analiza la recepción en Espa-
ña de Henry Heine, un poeta más conocido que Goethe y Schiiler
dada la mayor sencillez de su poesía. Se reseñan diversas traduccio-
nes de Heine al español y se ofrecen algunas de sus composiciones
poéticas en las dos lenguas. En las demás secciones literarias se pre-
sentan la obras de la Gente Nueva que había participado en Germinal36.
Las recomendaciones que de ellas publica Spanien muestra una vo-
luntad solidaria con las nuevas generaciones a quienes se desea ayu-
dar a franquear las puertas de la notoriedad copadas por los literatos
consagrados.
31
«Der Spanische conílict»,Op. cit., p. 11 y «Spanien Ehreitung», Spanien, XI, 2
(julio de 1889), pp. 33-36.
32
«Spaniens Ehrenrellung», Op. cit., pp. 36-37.
33
Ibid,pp. 34-37.
3<
* «Der Krieg und die ¡nnere Gahrung», Spanien, XI, 2 (julio de 1889), pp. 60-63.
35
SAWA, Miguel, «REGEN», Spanien, XI, 3 (agosto de 1889), pp. 79-80 y
PALOMERO, Antonio, «Früling», Spanien, XI, 2 (julio de 1889), pp. 54.
3
° Se anuncia la novela de Félix Limendoux, El peno del hortelano, los poemas
de Antonio Palomero Cancioneo de Gil Pairado y Ropa Vieja y las traducciones de Juan
Jurado de la Parra de Stecchetti recopiladas en Postumas.
69
Cuando gran parte de los colaboradores de Germinal pasaron a
integrar Vida Nueva37, Bark levantará su voz contra esta revista
«imitadora», que pretende ser una «compilación de las aspiraciones
modernas» dispares cuando no contradictorias: el anticatolicismo de
José Náckens aparece junto al piadoso Pérez Caldos... monarquistas
como Eusebio Blasco y Juan Jurado de la Parra colaboran con sus ene-
migos socialistas. Vida Nueva es juzgada como un caso patológico
por ser espejo del caos intelectual y de la incoherencia de las diversas
corrientes de pensamiento españolas coetáneas en ese agonizante fin
de siglo.
A través de Spanien se da a conocer la pintura contemporánea de
temática social. Los lienzos representan escenas de trabajo o de la
vida cotidiana, protagonizadas por desheredados38 y proletarios in-
dustriales39 y agrícolas40. Reconociendo el compromiso político de estos
pintores, Spanien critica en sus creaciones la pervivencia de elemen-
tos románticos e idealistas del pasado tal y como ocurría en el mismo
teatro social de Joaquín Dicenta41. Las manifestaciones artísticas de la
época no supieron desprenderse de la influencia de un romanticismo
tardío, ni de una altanería y un orgullo obsoletos procedentes del pa-
sado aúreo español.
J/
«Neues Leben», Spanien, XI, 1 (junio de 1889), pp. 30-32.
«Tienda asilo» de Mateo Silvela, Spanien, XI, 1 (junio de 1889), p. 2 1 .
«El ensueño» de Vicente Cutanda representa a una mujer de aspecto enfermi-
zo que se dirige a la fábrica, Spanien, XI, 1 (junio de 1889), p. 15.
El ruralismo «social» es uno de los temas más frecuentes de estas pinturas:
«Dos intrusos» de Regidor, Spanien, XI, 2 (julio de 1889), p. 55 y «La cosecha» de
González Bilbao, Spanien, XI, 1 (junio de 1889), p. 27.
41
«Modernes Kunstleben», Spanien, XI, 1 (junio de 1889), pp. 29-30.
70
2. 1. Nuevas luces sobre Rusia.
4
^ Betrachtungen eines Deutsch-Livlanders, Berlín, B. BerhsVerlag, 1882.
4
3 El Nihilismo y la política rusa, Op. clt., p.179
44
Ibid, p. 10.
71
El acervo intelectual y espiritual de una nación queda recogido en
los libros, permitiendo que el hombre se salvarguarde del vertiginoso
presente. La literatura es espejo intelectual, medida de riqueza y vita-
lidad de un pueblo45. En el balance europeo de la literatura contem-
poránea, Rusia y España ocupan posiciones ensombrecidas sin origi-
nalidad, ni riqueza. Paralelamente, la universalidad de una lengua no
queda definida por la relación causal entre el número de habitantes
de un pueblo y su riqueza literaria. El ruso, el español o el italiano
quedan por ello relegadas a lenguas «locales». Para la ciencia, Bark
establecerá la misma filiación historicista como acervo popular y tra-
dicional. Las instituciones científicas encarnan «la conciencia nacio-
nal» y son exponente una vez más del aislamiento geográfico e histó-
rico rusos y los defectos de la psicología de su pueblo: egoísta e in-
constante, aunque su juicio agudo y despreocupado y su frialdad le
podrían conducir al éxito científico46. La censura zarista, el ejército y
la administración, en colaboración con la Iglesia ortodoxa coartan el
desarrollo científico y cultural, controlando la Universidad y conde-
nándola al ostracismo contrario a la libertad que el desarrollo de la
juventud requiere. Por consiguiente, la ciencia y la cultura, como fuer-
zas regeneradoras, han de ganarse a la gran masa de la nación y edu-
carla. Toda transformación profunda debe comenzar por la educa-
ción, y, sólo con ella, Rusia madurará para ser reconocida
internacionalmente. Paternalista, Bark se propone atraer a las clases
populares hacia la educación. Estas clases sumisas, víctimas del
pauperismo y las duras condiciones de vida, vivían aferradas al mate-
rialismo cotidiano, desentendiendo la instrucción de sus vastagos47.
Bark propone la prensa como medio más eficaz para la democratiza-
ción del saber una prensa liberada del yugo de la censura, objetiva,
informadora y vulgarizadora, a pesar de su carácter efímero en la con-
servación de la tradición48.
El anacronismo cultural y político, así como la falta de valores en
Rusia, engendraron la búsqueda de nuevas fuentes en Europa que Bark
analiza desde una perspectiva aperturista, a pesar de su artificialidad
por los desfases idiosincrásicos:
4i
«Según la riqueza, la lozanía, la originalidad, la divulgación de una literatura,
se puede juzgar de la importancia y el porvenir de un pueblo. Uno despertó más pronto
a la vida intelectual, otro más tarde; uno brilla más por la profundidad del concepto,
otro por la forma; uno se encierra en círculos limitados, otro lleva su literatura especial
a ser universal; el tiempo y las circunstancias influyen en todas partes...» Ibicl., p. 14.
46
Ibicl., pp. 8-28.
47
Ibid, p. 72.
48
Ibid, pp. 36-37.
72
«La mayoría no comprende más que la superficie, la forma
exterior; no conoce su verdadera vida, el espíritu que la anima
[...] El pasado descuella en todas partes en la vida de los pueblos
europeos, les da dignidad y el valor...»i9.
49
Ibid, p. 50.
50
Ibid, pp. 47-49.
3
' Bark es consciente de que nunca se alcanzará un cosmopolitismo universal en
el que se fundan todas las individualidades nacionales. Al contrario, piensa que ante la
uniformidad cosmopolita, «la conciencia de nacionalidad es el baluarte contra la mo-
notonía y el allanamiento de nuestra civilización europea», Ibid., p. 60.
• " Ibid, pp. 54-55.
53
El Nihilismo..., Op. cit„ pp. 73 -76.
54
Ibid., pp. 88-94 y 150-154.
73
«[...] sin aparato exterior de gobierno y con harto frecuentes
disidencias interiores, pero con numerosos intereses, sentimien-
tos y simpatías comunes; basta un sólo momento favorable para
fundir enteramente en única organización esos pueblos que an-
sian la unidad, organización que haga posible toda contienda»55.
55
Ibid, p. 113.
56
Ibid, p. 150-159.
74
falta de libertad individual, el lazo de unión económico e intelectual
que debe unir la individualidad como asociación»57. En este punto
Bark disiente de los socialistas comunistas y cataloga de utópica la
organización social marxista por el atentado a la libertad personal.
Siguiendo al historiador ruso, Kostomarow, Bark identifica la propie-
dad comunal exclusiva y obligatoria como una «servidumbre insufri-
ble e injusta. No poder llamar suyo nada, ser el siervo de una idea
abstracta de común o mir (y) deber responder por otros sin querer-
lo...» 58 . Frente al colectivismo marxista, Bark se inclina por una fór-
mula mixta que no precisaría hasta algunos años después. En ella exi-
ge el respeto al trabajo y al esfuerzo individual como incentivos para
el progreso personal, el cual es recompensado con la conservación de
propiedad explotada personalmente.
Aunque los revolucionarios rusos adoptaron el socialismo comu-
nista, Bark pensaba que nunca podrían instaurar integralmente su
modelo de organización debido a la coexistencia de sistemas agrarios
paradigmáticos con grandes propiedades en unas regiones frente a la
propiedad comunal en otras; la reticencia del pueblo a todo cambio
vertiginoso, y por la oposición económica e intelectual al socavar el
orden social moderno fundamentado en la propiedad59. En suma, des-
de la óptica del «partido revolucionario templado», Bark rechaza tan-
to el colectivismo socialista como las estrategias revolucionarias
aniquiladoras, prefiriendo medios de transformación reformistas, más
lentos pero más operativos, para la transición del poder autárquico a
la democracia popular.
El Nihilismo y la política rusa es una síntesis sobre la crítica situa-
ción de Rusia y las soluciones de reconstrucción de los pilares básicos
de la nación. El autor es consciente de la rapidez y superficialidad
con la que ha examinado dichas cuestiones. En el prólogo, justifica su
metodología «general y sintética» en virtud del escaso interés que
despiertan los asuntos de un país tan lejano como Rusia e insta al
lector a «desarrollar y seguir hasta sus últimas consecuencias las ideas
apuntadas»60. Sus objetivos proselitistas quedaron ampliamente alcan-
zados. El Nihilismo y la política rusa es uno de los libros de Bark que
más difusión tuvo en España quizás por la originalidad del tema en
nuestro país. Las relaciones entre Rusia y España es un tema poco
tratado en los estudios de fin de siglo ya que las relaciones diplomáti-
37
Ibid., pp. 1 63-164.
58
Ibid, pp. 167-175.
" La propiedad privada y al colectivismo parcial constituirán las bases de su
pensamiento político. El Nihilismo..., Op. cit., pp.163-177.
60
Ibid., p. 7.
75
cas eran prácticamente inexistentes entre ambos países61. La biblio-
grafía coetánea española sobre Rusia se reduce a algunas obras62 y
artículos esporádicos sobre política en la prensa progresista o sobre
literatura en las revistas culturales. El abogado Antonio Amoraga y
Olózaga presentó una memoria a la Academia de Jurisprudencia so-
bre El Nihilismo y la política rusa en la que resumía sus ¡deas princi-
pales.
76
reforma del humanismo liberal. El balance es pésimo. Para Bark las
provincias vascas representan «un cero absoluto en el desarrollo de la
humanidad»64.
Prosiguiendo su camino hacia Burgos, el autor se recrea en des-
cripciones de la arquitectura rural castellana, la vida de los campesi-
nos y la ganadería. Miranda de Duero le cautivará por su encanto
medieval y allí aprovechará la ocasión para descubrir ai lector la ri-
queza de las danzas y la música española. Subraya en estas regiones
el peso de las tradiciones que tanto admira, así como la nefasta in-
fluencia de la Iglesia. Le sorprende el gran número de conventos que
pueblan estas provincias castellanas. Una vez en Burgos, se deja lle-
var por el historicismo de la ciudad, resaltando el antiguo estatus de
capital que Juan II le hizo perder. La catedral y su estilo gótico son
referentes históricos que Bark idealiza de manera bucólica, convir-
tiéndolos en símbolos emblemáticos de las sociedades primitivas con
aquellas «piedras» simbólicas a pesar de la máscara del catolicismo
ultramontano65.
Durante su breve estancia en Salamanca, la riqueza cultural y la
universidad le servirán de pretexto para esbozar una síntesis de la
literatura clásica española y revivir las crónicas renacentistas a las que
dicha ciudad sirvió como escenario. Utilizando como recurso la visita
de los monumentos, trazará una breve historia del arte español. La
asistencia a algunas ceremonias militares dará pie a una extensa di-
gresión sobre los trajes regionales en España y el fasto de las aparien-
cias66.
Poco después, Ernesto Bark siguió el recorrido del río Duero hasta
Oporto. El paisaje fluvial suscitará descripciones de tono lírico. La
brillantez de su palabra contrasta con la miseria social de las regiones
portuguesas. En alternancia con sus exégesis sobre economía y políti-
ca, Bark aporta toda la información propia de una guía de viajes67.
Su siguiente etapa fue Coimbra, donde estudió el sistema educati-
vo portugués y en los tres meses que allí residió -profundizó sus estu-
dios sobre la psicología y el alma portuguesas. En sus conclusiones
rezuman su pangermanismo y su educación protestante. El portugués,
desorganizado y poco trabajador, está en posición de inferioridad res-
pecto del alemán, aunque reconozca su carácter afable y educado68.
Censura la importancia concedida al mundo externo y de apariencias
64
Ibid, pp. 23-27.
65
Ibid., pp. 28-37.
66
Ibid, pp. 40-45.
67
Ibid., pp. 60-64.
68
Ibid., pp. 72-] 47.
77
en los países meridionales: exhuberancia y superficialidad se traslu-
cen tanto en las relaciones humanas como en la ordenación social.
Entre otros aspectos de la vida portuguesa, Bark se detiene en la pren-
sa, arcaica y meramente informativa, incapaz de movilizar a las con-
ciencias al debate y la polémica, lo cual refleja el débil activismo
político de unos partidos cada vez más conservadores e inoperantes69.
En enero de 1882, Bark vuelve a España para dirigirse a Extremadura
y Andalucía. En Córdoba se deja llevar una vez más por sus accesos
de idealismo romántico alternantes con la información objetiva im-
prescindible para la guía de viajes. En sus divagaciones descriptivas y
en los tópicos historicistas, como el orientalismo de Córdoba y Sevi-
lla, Bark exalta glorias pasadas contraponiéndolas con la decadencia
contemporánea de la civilización hispánica70.
Madrid sería la siguiente etapa de su viaje de finales de marzo a
mayo. Bark completa sus observaciones sobre la psicología española.
Sus impresiones son descritas con detalle y abundantes referencias
históricas. Bark critica el panorama político construido por la oposi-
ción Norte-Sur, por el carlismo tradicionalista en el primero, frente al
Republicanismo y el progresismo en el resto de España. Conservado-
res y liberales son idealistas, reduccionistas e individualistas que no
atienden a las necesidades de la nación ni luchan por «su esplendor».
Por el contrario, Bark queda sorprendido por el «republicanismo po-
pular» o indiferencia del pueblo español ante la Monarquía. Ese des-
precio del poder de la sangre que él anhelaba para Rusia es analizado
en términos de psicología y carácter nacional. Frente a la docilidad de
los rusos, Bark subraya la fuerza de carácter español y su rechazo de
la soberanía como claves de la modernidad política española7'.
La vida en la capital, de los cafés a los teatros, y el carácter nacio-
nal son sucesivamente cotejados con los rusos. El Monasterio del Es-
corial suscitará una larga exégesis sobre el clericalismo y el alma es-
pañola simbolizados por dicho monasterio. Son viva personificación
del espíritu negro de Felipe II y contrastan con la alegría y fantasía
andaluza. Con sus visitas al Museo del Prado resumirá la historia de la
pintura española. Para Bark, Murillo y Velázquez son los máximos
representantes del carácter español: Murillo como portaestandarte de
la España creyente y Veláquez por un naturalismo que no duda en
pintar la fealdad. Estos dos pintores antagónicos sintetizan el carácter
español que se manifiesta por la asociación de extremos:
78
«[...] en ninguna otra parte los extremos son tan frecuentes
como aquí; los Don Quijotes y los Sancho Panzas son la regla,
Murillo con su realismo estéreo es el representante de un rasgo
del carácter y Velázquez es el del otro»72.
72
Ibid, p. 284.
73
Ibid., p. 326.
74
Ibid., pp. 237-246.
7
5 España y el extranjero, Op. cit., p. 89.
'° Wandeerungen in Spanien und Portugal, Op. cit., pp. 335-350.
77
Ibid, pp. 340-342.
79
nómicos y curiosidades y las complementa con estudios sociológicos
y políticos contemporáneos o históricos. Tan pronto como descubre
científicamente un lugar, Bark se sumerge en sus emociones. Preso de
romanticismo, se expresa con un tono poético en ocasiones exacer-
bado y pasadista. Se deja llevar por los sentimientos que evocan otros
lugares, otras circunstancias y casi inconscientemente llega a la com-
paración con la realidad percibida.
En Alemania existían ya libros de viajes sobre la Península Ibérica.
Este tipo de literatura se desfasaba rápidamente. Con su nueva ver-
sión, Bark actualiza la imagen de España con los cambios sufridos en
los últimos años al afirmarse «en la libertad»78. Si bien no pretende
escribir un libro científico, los presupuestos de las teorías cienticifistas
de la época fundamentan el análisis de las realidades que descubre.
Así, en un ejemplo de determinismo ambiental presenta el panorama
político de Portugal en el que la ausencia de una oposición política
fuerte queda explicada por el clima portugués. Este facilita la existen-
cia y subsistencia de la clase obrera con poca cosas, de modo que la
«causa social» no es un tema candente en política79. El hecho de que
Portugal sea un país idílico por el paisaje y el clima condiciona a sus
habitantes a cierta pasividad conformista, sin que les preocupe su pa-
pel secundario en la historia contemporánea80. A pesar de ese
determinismo natural, Bark profetiza un desarrollo importante de la
Península Ibérica. Con gran optimismo sostiene que en un futuro in-
mediato jugará un papel importante en las concertaciones de las gran-
des naciones europeas.
Wandeerungen ¡n Spanien und Portugal ofrece una sucesión de
reportajes en los que descubrimos las ciudades, adquiriendo las no-
ciones socio-culturales, históricas, económicas y políticas más rele-
vantes. Bark manejó una biografía extensa. Sus exégesis demuestran
una rigurosa documentación aunque su intención fuese de ofrecer sus
impresiones inmediatas a sus padres y amigos. Se le podría acusar de
superficialidad precisamente por el carácter impresionista de sus cró-
nicas. Son escritos rápidos en los que no explora minuciosammente
los problemas sociológicos ni ofrece análisis críticos exhaustivos. Tam-
poco retiene al lector en la narración de sus encuentros y amistades -
la de su futura esposa- y no entra en detalles conscientemente por
que desea simplemente que su obra sea un libro de viajes sobre la
España actual. Como bien nota en su prólogo, esas rapidez y superfi-
cialidad pueden ser consideradas como un defecto. Mas, piensa que
Ibid., Prólogo, p. 2.
Ibid, pp. 160-163
Ibid, pp. 100 y ss.
80
gracias a ellas creará el placer de la lectura en otros receptores. Bark
sólo pretende despertar la curiosidad de sus lectores -todavía sin con-
taminar por el mundo audiovisual- y despertar el deseo de visitar es-
tos países. Precisamente, el escritor alemán Wilkomm criticó su
esquematismo en la presentación del pueblo español. Le reprochaba
cierto subjetivismo reduccionista al catalogar al pueblo vasco de por-
taestandarte del ultramontanismo8'. Werner Brüggemann, sin embar-
go, filia Wandeerungen in Spanien und Portugal en la tradición ale-
mana de los libros de viajes existente desde el siglo XVIII y ensalza la
precisión con la que Bark analiza la psicología española, estructurada
a base de oposiciones que hacen de España el país de las contradic-
ciones: el Norte versus el Sur, la sed de novedad y europeización ver-
sus al apego a las tradiciones, liberales versus inquisitoriales, o la in-
fluencia de las religiones católica versus árabe M .
El viaje de Bark a través de España y Portugal resultó, en suma, no
sólo un viaje de estudios para su proyecto bibliográfico, sino más bien
un viaje iniciático para su vida intelectual y privada; accidentes o
circunstancias sobre los que reposa la importancia de esta obra. A
través de ella, se ha podido conocer la manera en que Bark aprehen-
dió España. La formación bibliográfica utilizada por Bark durante su
viaje y sus estudios «científicos» in situ, a partir de la observación y la
experiencia, configuraron su pensamiento crítico sobre España y la
psicología de los españoles. Las frecuentes digresiones sobre geogra-
fía, historia, economía, comercio, agricultura y cultura constituyen
una primera toma de contacto sobre la cuestión española; cuestión
que ocuparía su existencia hasta sus últimos años de vida.
81
ñol Toribio Salazar, los gobiernos españoles nunca hicieron efectiva
su toma de posesión. Cuando alemanes e ingleses establecieron la
extensión territorial de sus colonias en los Mares del Sur, las Islas
Carolinas quedaron bajo poder alemán. Esta repartición desencadenó
contumaces enfrentamientos entre España y Alemania no sólo diplo-
máticos sino de alcance popular, por la mediatización de la prensa
que por primera vez en España abría las puertas del sensacionalismo,
despertando el patriotismo español85. Hubo grandes movilizaciones
como el asalto a la Embajada alemana o una manifestación en Madrid
con más de doscientas mil personas. Coreaban:
« Y el león saca sus garras y le dice al extranjero
o me das mis Carolinas
o me las tomo a sangre y fuego»86.
82
aperturismo y el progreso de España. El abuso de poder y la falta de
armonía con el constitucionalismo se manifiestan en todos los órde-
nes de vida, desde la libertad individual hasta la prensa y la escuela90.
No faltará el análisis comparativo de las relaciones de poder entre
Estado e Iglesia en Francia, Alemania e Italia. Bark condena la situa-
ción española por no haber roto el yugo de la aristocracia y del clero
ni haber creado un equilibrio democrático. Coalicciones, alianzas,
hombres de ideas y propaganda son los constituyentes imprescindi-
bles para la victoria de la República. Clarividente, Bark censura el
segregacionismo republicano. Por sus inclinaciones radicales, toma
partido por Ruiz Zorrilla, un hombre de acción e ideas, legítimo suce-
sor de Riego y Espartero y capaz de hacer frente a conservadores y
carlistas. Tal vez fuese Castelar el verdadero Hombre de Estado pero
su moderantismo y laissez faire resultan inadecuados, en opinión de
Bark, en aquel contexto político. Ya entonces quedaban perfiladas las
directrices políticas de Bark tales como la creación de una Unión Re-
publicana con mayores perspectivas que las coalicciones electorales,
la reorganización republicana en Madrid y provincias, así como la
creación de órganos de propaganda como la prensa, los casinos y las
bibliotecas. El consenso republicano constituiría un gobierno fuerte
con una política estable y profunda que solventase los problemas na-
cionales y desarrollase estratégicamente la política exterior91.
Habiendo demostrado al lector alemán la inestabilidad del gobier-
no español, Bark minimiza la problemática de las Islas Carolinas a
una cuestión de política, valga el término, ligera. La política aislacio-
nista de Cánovas, el colonialismo en crisis y la poca tradición diplo-
mática son circunstancias favorables para la apropiación de unas islas
de las que España se había desinteresado92.
Con el conflicto de las Islas Carolinas Bark analiza la posición
mundial de España y sus modelos europeos de referencia. Los valores
pasadistas y la crítica a Francia serán los dos pilares que Bark preten-
de derrocar. A diferencia de los republicanos revolucionarios, defien-
de la apertura de España sin poner en peligro la pervivencia de su
idiosincrasia, sus tradiciones y «la grandeza del pasado». Como siem-
pre, frente a un presente despreciable, Bark apela a la memoria del
pasado, a la herencia, a la esencia y tradición del pueblo hispánico -
reacción reiterada por los intelectuales finiseculares-, y, sobre todo, a
los referentes de la mítica España imperialista de Carlos V.
90
Ibid, pp. 1 7-20.
91
Ibid, pp. 23-26.
92
Ibid, pp. 45-53.
83
Augurando los conflictos coloniales, Bark insiste en el desarrollo
de una política pactista con la que contrarrestar las amenaza de las
potencias anglosajonas en las Antillas, Puesto que las relaciones son
tensas con Estados Unidos, Inglaterra e Italia, España está rebocada a
pactar con Alemania y Francia a pesar de los conflictos entre estas dos
potencias, lo cual será analizado, evidentemente, desde una perspec-
tiva alemana históricamente amenazada por Francia93.
Bark erige un balance entre la tradición republicana francesa y el
constitucionalismo monárquico alemán como referentes políticos para
España, para acabar exaltando naturalmente el modelo político ger-
mano: grandeza, poder, estabilidad, libertad y respeto a la individua-
lidad son algunos de los atributos exaltados por Bark. Contumaz, de-
nigra la admiración española hacia Francia y las relaciones hispano-
francesas. Pangermanista, Bark critica con virulencia la psicología del
pueblo francés «vanidoso, frivolo y femenino», sólo sobresaliente en
ciencias y letras. Así, por ejemplo, lamenta su influencia en la prensa,
y la literatura. El gusto literario español está sometido a la afectación,
retórica y sensualismo de la novela francesa que encuentra una gran
acogida entre el público lector. Bajo la huella francesa, el gusto litera-
rio, sobre todo en prosa, se distancia del alemán. La novela alemana
busca la profundidad, el rigor y el intelectualismo, lo cual resulta dia-
metralmente opuesto a las demandas de los españoles que se limitan
a la diversión y un menor esfuerzo intelectual. El lector medio español
no está preparado para penetrar en los universos de relaciones com-
plicadas que se entretejen en la literatura alemana94.
Bark no tolera la dependencia de los españoles respecto de Francia
por lo que calificará a la opinión pública española de inmadura, super-
ficial e ignorante. Ahora bien, el suplantar a Francia en España es una
utopía inconcebible para Bark: desde las dificultades lingüísticas hasta
la naturaleza del carácter convierten en Imposible ese cambio de refe-
rente. El pueblo desconoce el mundo político, la concepción de la vida
y la cultura alemanas. Bark recuerda que la hegemonía alemana no se
debe exclusivamente a sus dirigentes políticos sino también a la gran-
deza de la raza alemana. Bark anuncia ya el pangermanismo en el oca-
so del siglo. Con el objeto de salvar este desequilibrio germano-francés,
hemos revisado en apartados anteriores las actividades periodísticas y
proselitistas de Bark. En efecto, los españoles sólo conocen sobre Ale-
mania clichés y tópicos peyorativos. Hasta entonces, en el mundo de la
cultura sólo se cita comúnmente el Krausismo, «una metafísica nebulo-
sa que enturbia el espíritu»95. Los grandes románticos alemanes son
84
apenas conocidos y cuando son leídos o divulgados lo son siempre a
través de intermediarios franceses.
El catolicismo histórico y popular español es uno de los recursos
preferidos por Bark para afirmar desde su punto de vista anticlerical la
supremacía germana y sus diferencias respecto de la raza latina y la
psicología española. Mientras los españoles permanecen bajo el yugo
de Roma, los pueblos del Norte han combatido al catolicismo crean-
do sus propias Iglesias para la defensa de sus ¡deas. En Bark pervive el
tópico del ideal caballeresco y noble de los antiguos españoles, que
evidentemente, no puede reconocer en el hombre decimonónico
finisecular, débil y decadente. El español es un hombre de acción, no
de reflexión madura, su temperamento mediterráneo es pasional y
fanático. Incapaz de revivir sus heroicas hazañas, se inspira del mo-
delo revolucionario francés para luchar por la libertad96.
Tras esta exposición sobre la psicología y la vida política españo-
las, Bark abordará el conflicto hispano-aíemán como observador ale-
mán en terreno enemigo. Tras el Congreso de Berlín de 1885 para la
repartición de los territorios de ultramar, Bismarck hizo saber que no
reconocía la soberanía española de las Islas Carolinas. A partir de
entonces, el gobierno alemán tuvo que hacer frente a una inesperada
reacción patriótica española fomentada por el desequilibrio y las lu-
chas de poder entre las fuerzas políticas nacionales. A raíz de los des-
órdenes populares que sacudieron Madrid y los artículos sensaciona-
listas de la prensa republicana, Bark censura el intervencionismo fran-
cés que encontró en España un escenario para combatir al Imperio
alemán97. El poco interés español por aquellas islas, demostrado his-
tóricamente al no haber establecido sus títulos de propiedad comple-
tos, justificaba para Alemania su nueva soberanía y sus derechos de
protectorado. Bismarck endureció sus posiciones al constatar las des-
proporciones que tomaba este litigio, hasta el punto que se sintió la
amenaza de una guerra. España no contaba con ninguna alianza para
hacer frente a Alemania. Bark analizaba su aislamiento como
pervivencia de un espíritu quijotesco y de vanaglorias caducas de su
lejano pasado imperial. Debido a su política anacrónica, España no
había compensado la pérdida de su hegemonía internacional con una
política pactista98. Además, para Bark, la situación nacional agravaba
el conflicto: liberales y republicanos lo aprovecharon para atacar al
gobierno, demasiado prudente y reservado. Dichos ataques se multi-
plicaron el 19 de septiembre de 1885, cuando descubrieron la exis-
96
Ibid., p. 68.
97
Ibid., pp. 71 y 82.
98
Ibid., p.81 -86.
85
tencia de un Libro Azul inglés en el que Cánovas y el Ministro de
Estado, Calderón Collantes habían declarado, en 1876, que España
nunca había tenido pretensiones a la soberanía de las Islas Carolinas.
Incluso, se dijo que Cánovas había vendido esas islas por trece millo-
nes de marcos. Bark, antimonárquico, prefería la versión que acusaba
a Alfonso XII de ceder la hegemonía de las Carolinas a cambio del
sostén en sus intereses dinásticos. La estrategia de Bark era más futurista,
pues augurando los conflictos coloniales, proponía una alianza his-
pano-alemana mucho más relevante para España que la pérdida de
unas islas. Con ello, se satisfacían únicamente los intereses alemanes,
se reducía al eterno enemigo francés y se afirmaba la hegemonía ale-
mana, la cual conseguía imponer los derechos que «interna-
cionalmente» había adquirido. Finalmente, Bark confería una dimen-
sión humanista a esta utopía pactista al pretender convencer al pue-
blo alemán de su misión «civilizadora» en España, arrancándola del
vasallaje francés y conduciéndola hacia los nuevos cauces de la Mo-
dern idad .
El desarraigo del pueblo «abandonado» y «engañado» engendró, en-
tre otras manifestaciones, el asalto de la Embajada Alemana. Bark llegó a
anunciar el derrocamiento de la monarquía y el advenimiento de la revo-
lución republicana". Mas, aquellos sueños de Bark nunca llegaron a
materializarse. El desenlace del litigio fue bastante diferente. El gobierno
de Cánovas actuó con precaución para sofocar los motines populares y
colaboró estrechamente con Bismarck. La prensa liberal acusó esta deci-
sión por los recortes y censuras a los que fue sometida desde entonces.
Durante las negociaciones, el gobierno aceptó la mediación de un arbi-
tro. El elegido fue el Papa León XIII quien otorgó el derecho de la sobera-
nía de las Islas Carolinas a España siempre que ésta garantizase a Alema-
nia el libre comercio y le permitiese la construcción cíe una base naval100.
Como había temido Bark, la crisis de las Carolinas tuvo efectos negativos
sobre las relaciones hispano-alemanas:
n
Ibid, pp. 77-82.
100
Para más detalles: ROBLES MUÑOZ, Carlos, «El Protocolo hispano-alemán de
188b sobre las Carolina vías Palaos. El arbitraje de León XIII» en Missionalia Hispánica,
Madrid, año 43, n° 123 (1986), pp. 101-141.
101
Ibid., p. 305.
86
y su conocimiento de causa. Estos escritos políticos otorgaron a Bark
gran notoriedad entre el público alemán102, lo cual resulta poco sor-
prendente a tenor de la defensa que Bark realiza de la política de
Bismarck y de la raza alemana.
87
man en pionero de la construcción de la fraternidad universal106. El
renacimiento cultural del siglo XIX se produce en Alemania: Kant,
Schopenhauer, Hegel, Hyde, Goethe, Lessing, Heine... colmaron el
vacío en el que había caído Europa107. Bark atribuye a los alemanes en
el extranjero la misión de divulgar su especificidad psicológica y mo-
dificar la imagen distorsionada y mercantilizada ofrecida por la
diplomacia. Como corresponsal y director de Spanien, estima que la
prensa alemana en el extranjero otorga prestigio al germanismo. Cada
periódico es un precursor de la lengua, las costumbres y el espíritu
alemanes. Las bibliotecas y asociaciones ya estudiadas en la prensa
son de nuevo presentadas como órganos de sociabilidad internacio-
nal108.
Para que el cosmopolitismo encuentre su fundamento en la com-
prensión del individuo, la esencia nacional y aspiraciones de cada pue-
blo, Bark exige que los alemanes emigrados se adapten a las costum-
bres del pueblo que los recibe para favorecer las simpatías y evitar todo
conflicto entre los defensores de la «raza superior». Entre los países
anglosajones y germanos la tarea es más fácil por sus lazos de parentes-
co, compatibilidad de caracteres y comunión de intereses109. Tras esbo-
zar el mapa de afinidades germanas, Bark confía en que el derroca-
miento de las monarquías, la desaparición del militarismo y el triunfo
de las democracias favorezca las relaciones franco-rusas y alemanas.
Por último, Bark define los principios de una política mundial
moderna que Alemania arbitraría y encaminaría hacia la fraternidad
universal. Dichos principios, adaptables a cada nación, se sustentan
en el antimilitarismo y anticonservadurismo. Las huellas del Kulturkamp
aparecen indelebles en un Bark acérrimo enemigo del catolicismo, a
imagen del canciller alemán en su campaña de combate por la civili-
zación desde 1871 hasta 1878"°. La lucha religiosa interesa a Bark
lu
° Francia representa la arrogancia, superficialidad y decadencia y su símbolo
por excelencia es la monarquía de Luis XIV. La hegemonía artística italiana no está
acompañada de una política de talla. Sobre los ingleses pesa su materialismo mercan-
tilista. Los españoles viven anclados en un pasado civilizador que no han sabido actua-
lizar, Ibid, pp. 23-25.
u
Aunque no disfrutara todavía del reconocimiento de las naciones meridiona-
les dadas sus incompatibilidades psicológicas: la interioridad y espiritualidad eran, a
juicio de Bark percibidas como pedantería y severidad, Ibid., pp. 26-31 y 80-94.
108
Ibid, pp. 26-31 y 80-94.
109
/fa/c/, pp. 37-39.
La etapa de política anticatólica más violenta de Bismarck hasta 1878 coinci-
de con la época universitaria de Ernesto Bark, quien desde entonces atacará
inexpugnablemente al catolicismo, más por su poder político y social que por su filoso-
fía. Ibid., pp. 47-53.
88
por sus repercusiones sobre el carácter nacional, al ser planteada como
enfrentamiento de antagonismos reduccionistas, como opresión ro-
mana versus libertad protestante. La educación protestante de Bark se
trasluce en estas páginas en las que nos presenta «la fuerza libertadora»
de dicha religión y se opone a las restricciones que el catolicismo
impone en nombre de la dignidad humana. Su estudio se fundamenta
en el florecimiento de las comunidades alemanas protestantes instala-
das en España, sobre todo en Málaga, en donde se desarrollan campa-
ñas en contra del clericalismo en la enseñanza y la jurisdicción. Como
corresponsal, Bark rechaza el control exacerbado por parte de la cen-
sura clerical de todo tipo de documento español destinado a Alema-
nia. Bark exige la independencia de criterio de los corresponsales
encargados de suplantar el vasallaje francés en España por el «genio
alemán» 1 ". Los corresponsales alemanes son los responsables de in-
troducir ese «genio», profundo, honesto y riguroso moralmente, poco
compatible con la exhuberancia francesa. El reto para el alma alema-
na será, por consiguiente, el de rebelarse contra el culto a la voluptuo-
sidad y la sensualidad, la superficialidad y la vanidad francesas que
son mantenidas por esnobismo entre las clases aristócratas y la alta
burguesía europea.
El triunfo de la democracia internacional está en manos del pue-
blo alemán, quien tras los intentos fallidos de la Revolución francesa
de 1879 o de Washington y Francklin en Estados Unidos, es el único
que ha hablado de redención. Bark preconizará la reforma popular, la
aceptación de la república en oposición a la violencia revolucionaria.
Realizará la apología del socialismo alemán como nuevo exponente
de la celebridad germana. El futuro del germanismo está en los pue-
blos del Sur, en particular, en España e Italia. Son pueblos latinos que
complementan psicológicamente al alemán por su serenidad, joviali-
dad y espontaneidad. Denigrando al pueblo francés y su cultura mun-
dana, Bark descubrirá nuevos horizontes cosmopolitas a través de las
alianzas hispano-germanas112.
En resumidas cuentas, a través de las páginas de Deutschlands
Weltstellung und Stellung una Aufgabe del Deutschen ¡m Auslande,
' ' ' Los franceses son conscientes, según Bark, de la falta de originalidad creadora,
de su decadencia cultural, cuyo reflejo más inmediato es la vida depravada de la capi-
tal de la latinidad, París. Reaccionario, Bark construye una imagen destructiva de la
capital francesa: lugar de perdición, materialismo corrompido, una moderna Babel y
«templo de Venus del mundo civilizado» que ejerce una atracción irresistible en todos
los pueblos del universo. París ya no es la capital del ser poético y creador ya que en
ella dominan la crítica negativa y la ironía. Ambas ejercen influencias nefastas sobre los
seres que no salvaguardan su independencia espiritual y llevan una existencia munda-
na y superficial, regida por intereses pecuniarios y placenteros, Ibid., pp. 69-74,
1]2
Ibid, pp. 73-91.
89
Ernesto Bark analiza la posición hegemónica alemana en el mundo a
finales del siglo XIX. Las huellas de su espíritu nacionalista se traslucen
a lo largo de estos capítulos. Desde la supremacía germana, sus relacio-
nes internacionales y sus conflictos nacionales, hemos ido descubrien-
do la noción que Bark tenía de la hegemonía imperial política y cultural
como bases para el desarrollo del cosmopolitismo y la fraternidad uni-
versal que más tarde irá perfilando. Igualmente, hemos descubierto su
pangermanismo, el cual será utilizado posteriormente como filtro de
lectura y análisis de la problemática española decimonónica.
1} 3
LÓPEZ BAGO, Eduardo, Der Cólibat, Traducido por Ernest Bark, Bd. 1, Hacen
1886.
114
Deutschlands Weltstellung..., Op. cil., p. 83.
90
lo ensalza como mejor representante de la novela de tesis, si bien
Bark pone de relieve que:
«Nuevas fuerzas de talento menor se han sucedido hasta estas
novelas de tesis. Igual que Francia desde Flaubert, Zoia, Goncourt,
el Naturalismo continua en España con Eduardo López Bago cuya
misión es parecida a la de sus maestros franceses...»ns
1 b
' Der Cólibat, Op. cit., p. 1.
116
/ W d , p. 2.
91
El pensamiento de Bark quedó determinado por sus estudios en
Alemania, en plena eclosión del nacionalismo imperialista, las cam-
pañas del Kulturkampfy las represiones socialistas; así como por el
auge de las nuevas ciencias, como la sociología, la estadística y la
psicología de las naciones. Sin embargo, evolucionaría hacia posturas
más humanistas y científicas de tendencia francesa, por ello, sus pu-
blicaciones encontrarían un contexto idóneo de aplicación en el tu-
multuoso y desorientado ambiente español de fines del siglo pasado.
Animado por su espíritu cosmopolita y el deseo de construir una
gran internacional, Bark quiso perfilar un modelo político moderno y
universal, la República Social, para cuya consecución tomó a España
como espacio ideal antes de extrapolarlo al resto del mundo. Bark
examinó la situación de la nación española en todos sus ámbitos:
política, economía, sociología, cultura, literatura y ética. Dadas las
imbricaciones entre las diversas cuestiones examinadas por nuestro
autor y su exposición dispersa en libros y folletos, organizaremos el
estudio de la República Social de la Modernidad estableciendo una
taxonomía temática. Creemos que sólo a través de ella podremos ob-
tener una visión de conjunto del amplio elenco de elementos recogi-
dos por Bark como bases constituyentes de este proyecto universal.
17
NUÑEZ Diego, La mentalidad positiva en España, Madrid, Túcar Ediciones,
1975, p. 69; FERRAROTI, Franco, Pensamiento sociológico, de Augusto Comte a Marx
Horkleimer, Barcelona, Ed. Península, 1973. pp. 11-24 y 31-58.
'" Bark hace abstracción del estado de la cuestión en España. Sobre el transfor-
mismo evolucionista v su recepción en España: NUÑEZ, Diego, Darwin en España,
Madrid, Ed. Castalia, 1969.
92
positive, 1852-1854), cuya finalidad era la de organizar los órdenes
político, económico y social a tenor de la praxis científica racionalis-
ta. Esta nueva ciencia impuso el examen de los sistemas políticos de
gobierno e influenció sobre las nuevas ideologías políticas, como se
traslucirá en la Política Social de Bark.
' '" Bark también integrará a Letourneau, Mili Wundt, Dürkheim y Littré. Su cali-
dad y reconocimiento internacional como pensadores contemporáneos y partícipes el
desarrollo de las nuevas ciencias sociales y políticas, requerían una cita, un breve resu-
men, un consejo bibliográfico por parte de nuestro autor.
12(
^BARK, Ernesto, El Internacionalismo, Madrid, Biblioteca Germinal, Impr.
Fortanet, 1900, p.7 v Modernismo, Madrid, Biblioteca Germinal, Impr. Pérez y Compa-
ñía, 1901, p. 81.
93
educación histórica idealista alemana. Como describíamos en el ca-
pítulo anterior, valores y tradiciones resumen la idiosincrasia del alma
nacional y son referentes configuradores el presente. En otra direc-
ción, Bark negaba el carácter absoluto del determinismo y fatalismo
evolucionistas, ya que la intervención del hombre podía modificar el
contexto y el curso de los acontecimientos. En el ámbito de las tácti-
cas políticas, Bark estaba convencido de que la capacidad
transformadora del hombre se impondría sobre toda manifestación
revolucionaria. Reformismo y revisionismo eran sus soluciones políti-
cas preferidas por su carácter pacífico y moderado. Orden y progreso
eran las consignas que Bark adoptó de Comte para indicar los derrote-
ros de la regeneración en los albores del siglo XX'21, Bark encontró las
bases de su reformismo social en los elementos del pensamiento de
Emile Durkheim 1 2 2 : la voluntad de atraer al proletariado al
Republicanismo, la legislación obrera, el espíritu solidario, la integra-
ción del individuo en la sociedad mediante la división del trabajo y
también el derecho, la familia, la mujer, la escuela, la religión, la moral
social y el método sociológico estadístico para llegar a fines útiles123.
Numerosos son las páginas y esfuerzos de Bark consagrados a es-
tos ideales sociológicos. Obtenemos la visión más completa en su
compendio titulado Política Social (1900-1907) a imagen del texto
comtiano. En él, Bark pretende estructurar un sistema filosófico-social
completo. El resultado es una serie de «soluciones positivas de la so-
ciología contemporánea en seis tomos» en los que conjuga el análisis
de problemas económicos, políticos, religiosos, morales, pedagógi-
cos, jurídicos, filosóficos y estéticos. Utilizaba todas estas ciencias sin
«pretender abarcar ninguna de ellas por completo ni tampoco preten-
de abarcar toda la sociología». Deseaba proporcionar los resultados
obtenidos por aquellas ramas del saber, «indicando el camino y los
medios por los cuales podrá España cumplir su misión histórica»124.
Por ello, Bark focalizó Política Social en el estudio sociológico de
España. Empero, proponía soluciones universalistas -leyes científicas
infalibles- aplicables no sólo a los distintos países europeos, sino a
toda la humanidad. Los últimos títulos de estas obras fueron los s¡-
94
guientes: El Internacionalismo (Madr¡d,1900) define las tendencias
cosmopolitas y las influencias internacionales de las naciones; El So-
cialismo Positivo (Madrid, 1901) formula el credo positivo del socia-
lismo y estudia la cuestión social en España; La República Social (Ma-
drid, 1902) perfila los movimientos sociales, sobre todo alemanes y
franceses, y analiza la huelga general como estrategia de lucha; Esta-
dística Social (Barcelona, 1903) presenta esta ciencia para el estudio
práctico de los hechos sociales; La Revolución y el arte [s.d.] y Filoso-
fía del placer (Madrid, 1907) proponen un sistema filosófico y estético
adaptado a la epistemología y ontología social.
La aplicación de la metodología positiva a la Política Social se
concretiza, en la descripción de las corrientes universales dominantes
y en el estudio de casos de reforma, lo cual constituía el objetivo
fundamental de la Estadística Social. Merced a sus conclusiones, los
hombres de Estado dispondrían de información científica para progra-
mar las reformas125. En suma, la Política Social describe una perspec-
tiva sociológica de los elementos fundamentales de la sociedad en
vistas a la consecución de un modelo social cosmopolita. La actuali-
dad con la que Bark concibe su enciclopédico estudio se debe a su
carácter de «evangelio»:
«[...] indispensable para toda persona culta, deseosa de diri-
gir su vida conscientemente, según principios científicos. Sustitu-
ye realmente lo que antes se buscaba en la filosofía, una norma de
la vida y una base segura para resistir a los embates de la duda en
medio de las encontradas corrientes que se combaten en la actua-
lidad»126.
' • " BARK, Ernesto, Estadística Social, Barcelona, M. Zorio, Lezcano y Compañía,
1903, p. 28.
'2° El Internacionalismo, Op. cit., p. 7.
95
mos observar ya en el capítulo anterior. La Psicología de las Naciones
era una ciencia básica para la Política Social porque analizaba la ade-
cuación de las reformas en cada país y anunciaba los derroteros de la
política internacional. Cuando estudia la incidencia del evolucionis-
mo darwinista en la economía y política mundiales, Bark considera el
espíritu competitivo, la exacerbación nacionalista y la carrera impe-
rialista como realidades naturales. Conocidas sus predisposiciones
pangermanistas, la obra de Chamberlain'27 influiría en su aceptación
del imperialismo como necesidad vital, según confirmará el estudio
de las tendencias internacionales.
Los conocimientos aportados por la Psicología de las Naciones
complementaban los presupuestos biológicos aplicados a las teorías
políticas y sociales. Aunque se creía que por ello serían teorías cientí-
ficas, racionalmente arquitrabadas e infalibles. En realidad, todas aca-
baron incurriendo en cierta tendenciosidad. Al definir cualquier
constructo político, sociológico, psicológico o cualquier praxis refor-
mista se parangonó la crisis de la civilización occidental con la dege-
neración de las razas y de las naciones de acuerdo con los principios
de la selección natural. Fruto de esta exacerbación darwinista se en-
gendrarían los primeros síntomas de racismo y la exaltación nitzscheana
del superhombre y la super-raza128. En aquellos años de creciente im-
perialismo colonialista, estos serían temas centrales en la Psicología
de las Naciones. A pesar de ello, esta disciplina no conoció un gran
desarrollo. Sus investigaciones requerían años de preparación, viajes
costosísimos y el dominio de varios idiomas para penetrar en el espí-
ritu y las aspiraciones de los pueblos. Por otra parte, Bark ponderaba
la contribución de los emigrantes políticos a las relaciones internacio-
nales. Su obligada biculturalidad era fuente de riqueza para la Psico-
logía de las Naciones, tanto por el esfuerzo para integrarse en culturas
extrañas, como por los valores importados a sus países de origen129.
En definitiva, desde el simple contacto personal hasta el estudio cien-
tífico, el conocimiento de países extranjeros sirve, a juicio de Bark,
para elevar el espíritu, enriquecer los conocimientos humanos e in-
fluir positivamente en diplomacia y política exterior.
• " Su obra The foundations of the Nineteenth Century (1899) tuvo gran acogida
en Alemania al estrechar conceptos tales como racismo e imperialismo desde un punto
de vista social-darwinista. Consúltese: NUÑEZ, D., El darwinismo en España, Op. cit.,
p. 49.
- ° Sobre la influencia de Nieztsche en España: SOBEjANO, Gonzalo, Nieztsche
en España, Madrid, Ed. Credos, 1967.
'¿" El Internacionalismo, Op. cit., p. 78.
Filosofía del placer, Madrid, Biblioteca Germinal, 1907, pp. 59-60.
96
/. 3. Socialismo Positivo.
'•>" Diccionario de la lengua española, RAE, 21 a ed., Madrid, Ed. Espasa Calpe,
1992, p. 1894.
131
ARANGUREN, José Luis, Moral y Sociedad, Madrid, Taurus, 1982, pp. 121-
122.
97
conceptualización ideológica y que tan sólo define las bases mínimas
aplicables en cada contexto particular. De acuerdo con esta concep-
ción laxa del Socialismo, nuestro autor insiste en aclarar que su:
«[...] Socialismo positivo no tiene recetas, panaceas aplica-
bles igualmente para todos los países y para todas las épocas. Es-
tudia cada caso por sí y en el conjunto de la política social y sólo
puede indicar por dónde hay que dirigir los esfuerzos»132.
98
económica como base para la transformación social, el colectivismo,
la redistribución de la propiedad y las riquezas, y la abolición del
salario con limitaciones moderadoras que imposibiliten el autoritaris-
mo del Estado. Por otra parte, negará categóricamente la lucha de
clases y la dictadura del proletariado, demasiado estrechas para una
revolución en donde toda la sociedad ha de sentirse partícipe. Una
vez perfilados los principios doctrinarios, Bark complementa el cor-
pus ideológico de su Socialismo Positivo con la filosofía e ideología
del libertarismo anarquista que satisfaciesen las innegables facetas
espirituales de todo ser humano y la afirmación de la libertad espiri-
tual que el marxismo negaba. Inspirado en el anarquismo francés, y
en particular, de José Proudhon, Bark articula el nuevo orden social
en torno a filosofía del placer individual y social, o sea, la satisfacción
de las necesidades para alcanzar el bienestar, primero individual y,
por aplicación de la nueva religión de la solidaridad y el altruismo,
con la humanidad universal.
El sistema de gobierno propuesto por ei Socialismo Positivo es la
República Social. Con este término Bark pretende, en primer lugar,
actualizar el concepto de República, comúnmente identificado con la
Revolución francesa de 1 789. En segundo lugar, desea superar la idea
de República asociada al modelo político de los Estados Unidos, des-
acreditado por su plutocracia'36. La República Social sintetiza el lema
de las aspiraciones populares de reorganización social en la que par-
ticipan tocias las corrientes socialistas. Supone Bark que todos auna-
rán sus fuerzas para la consacración de la República cuya defensa se
cifra, con poca originalidad, en:
«[...] santificar la propiedad, garantizar a cada uno el fruto
legítimo de su trabajo que le roban los patronos, agiotistas, caci-
ques y reyes del oro con el consentimiento de los gobiernos y con
su manifiesta complicidad»'37.
99
Observemos únicamente el principio doctrinal básico de todas las
tendencias socialistas, es decir, el problema de la redistribución de la
riqueza y la propiedad. A saber, la colectivización de la propiedad
asociada al respeto de la propiedad individual, fruto del esfuerzo y
del trabajo personal. Como novedad de la República Social, la rique-
za deja de ser un estigma de infamia, porque «ya no habrá riquezas
escandalosamente adquiridas que deshonran a todos los que poseen
algo», sin que ello implique la negación del derecho a la propiedad y
al usufructo como preconizaban las escuelas marxistas. La Revolu-
ción Social reorganizará la sociedad con la colectivización parcial de
las riquezas y la tierra. En su centro sitúa Barkal Ministerio de Trabajo,
el cual trabajará con datos científicos y estadísticos para evitar los
fraudes originados por intereses personalistas. La amplitud de esos
objetivos requiere la transformación del orden social en dos etapas:
en un principio, la sociedad ha de ser únicamente colectivista y ha de
educar a los pueblos durantes varias generaciones en este sistema de
gobierno. En un segundo tiempo, se trabajaría en aras de un mayor
altruismo, que no llega a especificar. En la ideología ácrata este al-
truismo equivalía a la ausencia de autoridad y el espontáneísimo del
pueblo. Estos utópicos objetivos no podían configurar una sólida rea-
lidad si la República Social se limitaba a un ámbito nacional aislado.
En consecuencia, Bark profesa por el universalismo de la República
Social, confiando en el progreso continuo del sueño libertario y la
transformación de toda la humanidad.
100
representa la promesa del futuro de los movimientos socialistas mun-
diales. El estudio de estas corrientes se impone como requisito para
toda Política Social pues, según confirma Bark, «sin comprender el
papel que estas fuerzas ejercen y los medios de que se valen para
conservar y aumentar su poderío, no se comprende absolutamente
nada de los verdaderos móviles de la política interior de los países, ni
menos aún de la política internacional contemporánea»'"9.
En primer lugar, la Internacional Negra es una red infiltrada en los
poderes estatales para controlar especialmente a los gobiernos orto-
doxos y sus pueblos. En nombre de la ciencia sociológica, Bark no
ataca a! catolicismo ético sino al social. Considera que el poder polí-
tico y económico del Vaticano es «un veneno corrosivo que destruye
los países donde domina»140. El origen del Internacionalismo Negro
está relacionado con la tradición imperialista de la Iglesia Católica.
Evangelización y hegemonía internacional caminan a la par en Occi-
dente, por lo que resulta una fuerza corruptora amenazante en la futu-
ra Política Social.
En los últimos treinta años, Bark observa que las fuerzas de la In-
ternacional Negra habían menguado por las derrotas en lugares que
el Vaticano utilizaba como baluartes: con Garibladi en Italia en 1860,
en la guerra franco-prusa de 1870 y con las pérdidas coloniales espa-
ñolas de 1898. Las aspiraciones cosmopolitas del catolicismo entrete-
jidas por la «invisible red coercitiva» de la Iglesia, fueron así desen-
mascaradas. Adaptándose a los nuevos tiempos los jesuítas inventa-
ron la falacia del Socialismo católico y fundaron asociaciones y parti-
dos obreros católicos. El medio más eficaz para vencer las fuerzas
oscuras de esta Internacional Negra era, en opinión de Bark, la afir-
mación universal de la libertad en todos los órdenes de la existencia:
«libertad de conciencia, libertad política y libre organización de aba-
jo arriba en unidades libres quedará en ley suprema de los impulsos
de la conciencia»141. Libertad que permitía la práctica religiosa inhe-
rente a la necesidad especulativa del hombre, que él intentará dirigir
hacia la moral social y la filosofía del placer. En otro sentido, su recha-
zo de la institución clerical, y en concreto hacia el Vaticano, queda
confirmado al subrayar las concomitancias entre el comunismo y el
esplritualismo católico en torno a la figura de Jesús, los evangelios y el
sentido colectivista de las primeras comunidades religiosas142.
1
• iy Estadística Social, Op. cit., p. 23 I.
140 £/ Internacionalismo, Op. cit., pp. 9-10.
141
Ibid., pp.6-20.
]42
lbid., pp. 12-13.
101
En segundo lugar, la Internacional del Oro es engendrada por la
ambición y la avaricia de las monarquías. Ambas se manifiestan en
una serie de violencias para la apropiación de riquezas y ostentación
del poder económico. La banca y el comercio reúnen a estos inmen-
sos pólipos «extendiendo sus tentáculos hasta las más recónditas al-
deas, llevándose el jugo y el sudor de la humanidad entera en forma
de oro y plata». Los judíos, «instigadores de guerras especuladoras,
subvencionadores de deudas públicas y dueños de los mercados mun-
diales», son aceradamente criticados por Bark contraponiendo argu-
mentos sociales sobre la miseria de las clases deheredadas. El comer-
cio en lugar de ser catalizador económico se reduce a mero instru-
mento de poder1437. El colonialismo, encabezado por Inglaterra, es
otro peligroso partícipe en la Internacional del Oro. Los juicios de
Bark son partidistas pues silencia la hegemonía alemana que secun-
daba mercantilmente a la inglesa'44. Entre otras acusaciones, Bark le
hace responsable del empobrecimiento del fellah egipcio y el musihk
ruso y de las epidemias de hambre en la India. España también fue
una de las víctimas de los trusts azucareros145. El feudalismo pervive
con estos nuevos reyes, «cuyo oro deslumbra con más intensidad que
los enmohecidos escudos de la aristocracia»146. Bark denuncia su con-
servadurismo extremista, así como sus alianzas con la Internacional
Negra y las monarquías para preservar sus intereses y boicotear la
Revolución Social. Ante el poderoso bloque formado por las Interna-
cionales Negra y del Oro, tan sólo la tercera Internacional, la Roja,
poseerá la fuerza suficiente para luchar contra estos «pólipos socia-
les» implantados en cada nación. Nuestro autor se propondrá contri-
buir a esta ingente labor desde sus humildes textos propagandísticos.
La Internacional Roja estaba desarrollando desde mediados del
siglo XIX un nuevo lazo mundial, la «Internacional de la Democracia,
Fraternidad, Justicia, Solidaridad y Libertad». Exactamente, sus oríge-
nes se ubican en Londres en el Congreso celebrado porTolaine, Engels
y Marx en 1864, quienes se erigen en modernos actores del poder al
frente de esta dominante internacional humanitaria147. Para compren-
der el alcance del Internacionalismo Rojo, «inteligencia colectiva de
las masas», Bark reconstruye la historia del Socialismo; desde el in-
dustrialismo anglosajón, el cooperativismo de Roberto Owen, la eco-
l4J
Estadística Social, Op. cit, p. 233
44
Socialismo Positivo, Op. cit., p. 8 y Filosofía del placer, Op.cit., pp. 33-34.
145
Estadística Social, Op. cit., pp. 234, 302-303.
146
Revolución Social, Op. cit., pp. 6-7 y Estadística Social, Ibid., pp. 235-240
260-263.
147
Revolución Social, Op. cit., pp. 10-11.
102
nomía política deAdam Smith y Carlos Fourier, el socialismo metafísi-
co de Saint-Simón y Pierre Leroux; hasta la expansión de las escuelas
socialistas de Carlos Marx, Pedro José Proudhon y Miguel Bakounin.
Todos contribuyeron a minar el espejismo capitalista denunciando la
distribución injusta de la propiedad y la dependencia esclava del sala-
rio. Las perpectivas de futuro del Internacionalismo Rojo para la con-
quista del poder se basan en la reforma socialista a la que Bark desea
conferir un carácter integrador para no incurrir en sectarismos de es-
cuela. Este movimiento ha de ser entendido como una corriente civi-
lizadora para la divulgación del nuevo Evangelio Social. Esta lectura
utópica de Bark de la Internacional nunca se convirtió en realidad. A
pesar de una comunión inicial de objetivos, las divergencias en estra-
tegia política entre libertarios y marxistas se acentuaron hasta la esci-
sión de la Internacional Roja y su ruptura en el Congreso de la Haya
de 1872. A la praxis evolutiva de Marx se opuso la revolucionaria ele
Bakounin, y a la organización centralista-autoritaria de los primeros,
la organización federal-libertaria de los segundos. Entre los reproches
de Bark al socialismo marxista destacan las acusaciones a sus jefatu-
ras vitalicias y unipersonales, que crean una clase de privilegiados
sostenidos por los obreros que «viven de igual manera que los sacer-
dotes, del altar». Constituyen una nueva jerarquía reaccionaria que
utilizan las masas obreras como «instrumento involuntario de maqui-
naciones reprobables». Si bien estas críticas se dirigen a Carlos Marx,
las descubriremos de nuevo en el contexto español, achacando el
mismo carácter autoritario a Pablo Iglesias y demás líderes socialistas.
De lucha internacional, el Socialismo se redujo a combates nacio-
nales aislados, limitados a la prensa. Como colofón, Bark propugna la
consolidación de una Internacional Roja donde intelectuales y prole-
tarios colaboren inspirándose, afirma Bark, en el «aliento vivificador
de la libertad». Libertad, insiste, «de conciencia, política y
organizativa». Soñador, Bark veía como «la explotación dominante»
se transmutaría en «fraternidad» merced al Socialismo Positivo Inter-
nacional. La Política Social atendería los problemas coloniales bajo el
«signo civilizador de la solidaridad por el progreso y el bienestar de
cada uno»M8. La solidaridad basada en el utilitarismo sustituye el con-
cepto sentimental de fraternidad, y, junto con la justicia moral, se eri-
ge en emblema de la nueva Internacional. Inspirada en el humanismo
cíe Proudhon, la clave de su éxito será la elevación de los pueblos
mediante la educación. Contribuirían los avances tecnológicos y la
revolución industrial y de los medios de comunicación que favore-
14o Revolución Social, Op. cit., pp. 6 -7 v Estadística Social, Ibid., pp. 235-240 y
260-263.
103
cían la uniformización mundial. Merced a la divulgación del saber y
de los valores universales todo el mundo podía «en teoría» compartir
el mismo sistema de pensamiento y las mismas escalas de valores y
objetivos. Bark juzga escleróticamente esa homogenización en térmi-
nos optimistas: creía que con una mayor circulación de ¡deas todos
los individuos tendrían un comportamiento socialmente solidario en
aras del armónico despertar de los «pueblos dormidos al torbellino
gigantesco de la Revolución Social Internacional»1"19. Por otra parte,
Bark saluda los lazos que establece la modernidad, que suplantan al
fanatismo religioso y facilitan la imposición del Socialismo Positivo
cosmopolita. Este, guiado por el principio de solidaridad entre los pue-
blos aniquilaría la explotación imperialista. Si bien la colonización
del Socialismo Positivo se acomoda a los principios de Justicia, Soli-
daridad y Progreso, Bark continúa a afirmar la supremacía de la raza
blanca en nombre del progreso y la libertad, puesto que histórica-
mente ha sido «el fermento progresivo», «en medio de civilizaciones
petrificadas o detenidas en su infancia». Tales argumentos indican la
xenofobia que irá engendrándose por la aplicación a ultranza del evo-
lucionismo darwinista y que conducirá a las falacias sobre las razas
superiores130.
En resumen, el Socialismo se presenta como enmienda a la explo-
tación capitalista de las Internacionales Negra y del Oro. La única
ventaja de la Internacional del Oro será la nacionalización de los trusts
y su adaptación a la estructura colectivista. Para Bark, la dirección
estatal de los trusts sería una primera etapa de la reforma socialista, las
empresas aptas para la nacionalización son las mineras y las seccio-
nes agrícolas en cuya producción intervengan la máquina de vapor y
la electricidad. Cuando el Socialismo consiga establecerse de manera
constitucional y ordenada en el aparato del Estado triunfará la solida-
ridad, la cual, luchará por el progreso mundial y la formación de una
conciencia universal que dirija los destinos de la humanidad151.
104
perspectiva, Bark propone un movimiento internacionalista con obje-
tivos comunes a todas las naciones: la abolición de guerras y ejérci-
tos, la organización de un tribunal internacional y la convocatoria
periódica de congresos internacionales para el concierto entre nacio-
nes. Entre las nuevas tendencias de auge mundial, subraya el antimili-
tarismo, el feminismo y el movimiento librepensador, las tres integra-
das en el socialismo internacional. Gracias a los esfuerzos del socia-
lismo belga, el librepensamiento había empezado a organizar reunio-
nes, respaldado por Liga de la Paz Eterna, nueva tendencia aparecida
en Austria, Alemania y Suiza. El esfuerzo de las nuevas tendencias por
crear un consensus internacional sería la esperanza del progreso y del
triunfo del Internacionalismo socialista. Finalmente, Bark reseña la
historia de la Unión Interparlamentaria fundada por EdmondThaudiére
en 1888 y los Congresos Interparlamentarios organizados en diversas
capitales europeas'32. Bark confía en la creación del Parlamento Inter-
nacional, «el gran regulador económico de la humanidad regenera-
da»,S3.
Las bases universalistas que Bark, propone en su proyecto de Re-
pública Social implican unas dimensiones internacionales dentro
de las cuales España debía todavía madurar. El afán por descubrir las
redes del poder internacional, presentar nuevas alternativas y definir
lo que no podía ser más que un utópico marco europeo son un expo-
nente de la modernidad del socialismo en el que soñaba Bark.
105
3. 1. Inglaterra, hegemonía cosmopolita y colectivismo.
1b4
El Internacionalismo, Op. cit, pp. 80-86 y Estadística Social, Op. cit, pp. 240-
270.
^ 5 El Internacionalismo, Op. cit., p. 95 y Estadística Social, Op. cit.,pp. 231-275.
'->" El Internacionalismo, Op. cit., p. 86-89.
106
Este devenir evolucionista conduciría al triunfo de los «instintos rapa-
ces del industrial y comerciante», en opinión de Bark. A propósito de
las teorías de Henry George y Russell Wallace sobre la reforma agra-
ria157, deplora que no encontrasen ecos en la práctica política, a pesar
de la gran repercusión que tuvieron en Inglaterra y en España en Joa-
quín Costa158. Por fin, Bark estudia las organizaciones cooperativas
conocidas como Trade Unions, manipuladas por el capitalismo como
paliativo a la agitación socialista. Las Trade Unions habían sido utili-
zadas contra el movimiento obrero, lo que explica que tan sólo obtu-
viesen la legalidad en 1874, cuando adoptaron un carácter anti-revo-
lucionario y legalista que las convertía en cooperativas inofensivas,
restringiendo sus reivindicaciones al aumento del salario. Como ocu-
rría en los movimientos gremiales franceses, en estas colectividades
se reproducía el esquema social del capitalismo puesto en tela de
juicio al crearse una especie de «aristocracia» autoritaria entre el pro-
letariado159. Dado que el obrero era hostil al socialismo europeo y su
activismo político limitado a luchas gremiales sobre las condiciones
de trabajo, el socialismo inglés perdió su carácter revolucionario y
«no representa nada más que una dócilísima comedia aprovechable
para el juego parlamentario de los partidos burgueses», un parlamen-
tarismo ocupado sólo por cuestiones de política exterior160.
En términos generales, el tono empleado por Bark contra Inglate-
rra es más virulento que con el resto de los países estudiados. Ejemplo
de discurso proselitista, domina siempre la palabra lacerada que bus-
ca el cómplice lector para la destrucción de esta «Cartago Moderna»,
Inglaterra161; contradiciendo ya nuestro autor los principios científicos
sobre los que pretendía asentar este estudio de Política Social.
107
nalizar con los movimientos sociales dirigidos por Marx, Lasalle y
Bernstein. Bark subraya la fuerte personalidad alemana simbolizada
por «una roca de granito» cuya resistencia y estabilidad contrasta con
«los pueblos latinos, fácilmente arrebatados a entusiasmos sublimes
pero pasajeros»162. Es una nacionalidad profunda y recta, un «modelo
de prudencia, pedante por naturaleza, revolucionario en la teoría pero
apegado a la rutina y a la tradición en sus actos»163. Ese carácter in-
trospectivo y tenaz quedó demostrado con la Reforma luterana, sumi-
nistradora de «la semilla de la rebelión del pensamiento». Germinó
con el movimiento filosófico de Kant y Leibnitz, y su espíritu alimen-
tó, a continución, a Fitche, Schelling, Hegel, Schopenhauery el movi-
miento artístico romántico representado por Goethe, Lessing, Schiller,
Heine y los modernos Laube, Gutzkow, Spielhagen, Freiligrath y
Herwegh, representantes del arte social.
Como en Inglaterra, el marxismo nació en Alemania del repentino
industrialismo, el cual había incrementado la explotación obrera y el
pauperismo por la ley de la oferta y la demanda de la mano de obra.
Bark mantiene el análisis crítico sobre el marxismo que observába-
mos en la prensa alicantina. Respondiendo a sus objetivos proselitistas
y educadores, Bark analiza sus orígenes hegelianos y la resolución
«simplista» de las antinomias de Marx, los conceptos de lucha de
clases y colectivismo; sin olvidar sus repercusiones sobre la transfor-
mación social, cuya aplicación al contexto español enunciaremos pos-
teriormente164. El carácter avasallador de la raza teutona y las circuns-
tancias contextúales brindaron el éxito a Carlos Marx en Europa y
Estados Unidos. Evolucionando de manera paralela al imperialismo
de Bismarck y su autoritarismo, Marx era el «gran dictador» de la In-
ternacional165. El carácter nacional alemán influyó en el rezagamiento
socialista. El carácter mezquino e interesado frenó el expansionismo
del pensamiento de Marx, el cual, dada su originalidad prometía ma-
yores éxitos. Bark, acérrimo enemigo de este «Adán revolucionario»,
esboza su biografía crítica con comentarios mordaces sobre las in-
consecuencias entre la teoría predicada y la práctica, entre la
profetización de la revolución y sus polémicos combates contra la
misma166. La sed de poder y el deseo de singularizarse condujeron el
108
socialismo a posiciones incongruentes. Las divergencias entre Marx y
las demás facciones socialistas se acentuaron al preconizar el carácter
evolucionista legalista y el abandono del activismo revolucionario.
Recordemos, no obstante, que Bismarck luchó contra el progreso del
socialismo desplegando una política social estratégica. Su propagan-
da a favor del «Imperio Social» y sus reformas sociales -la legislación
sobre los seguros de viudedad, desempleo, accidente de trabajo, e t c -
eran interpretadas por Bark como una falacia para contrarrestar la in-
fluencia socialista sobre el proletariado. Tras severas represiones so-
cialistas, las reformas de Bismarck resultaron meras panaceas sociales
pero aplacaron la exaltación en los círculos obreros e insurreccionistas.
La capacidad organizativa de Marx resultó igualmente truncada por
su «desmesurada» ambición. Bark rechaza el exclusivismo al erigirse
en portaestandarte del proletariado con la lucha de clases y el colec-
tivismo167. El colectivismo a ultranza era, para Bark, un atentado a la
libertad humana, en tanto que cada individuo se había de someter a
«los caprichos de las multitudes cuyo despotismo es tan tiránico como
el de los reyes absolutos»168. Suponía además una traba para el pro-
greso industrial y económico al coartar las voluntades individuales:
167
ibid, pp. 1 M 6 .
1Í)
8 Socialismo Positivo, Op. cit., p. 35.
169
Ibid., p. 36.
17
0 República Social, Op. cit., pp. 12-14.
171
Ibid., pp. 41-42.
109
literarias y políticas, un semanario satírico y otro científico-literario
fueron muy eficaces entre las masas populares hasta que Bismarck
promulgase las leyes de censura contra el socialismo.
En cuanto a las otras tendencias socialistas, Bark resalta las figuras
de Fernando Lasalle y Eduardo Bernstein. Equipara al primero con
Miguel Bakounin por su brillantez como pensador y agitador. Entre
sus éxitos políticos, destaca el establecimiento del sufragio universal.
Profundo conocedor de la sociedad y psicología alemanas, sus tácti-
cas políticas se basaban en la explotación del sectarismo de clase,
provocando la confusión del reformismo social con la agitación pro-
letaria. Eduardo Bernstein representó las últimas tendencias del socia-
lismo alemán orientadas hacia el evolucionismo burgués de: «radical
y franca oposición, pero nada de Revolución Social maxista»172.
Bernstein suavizó la concepción marxista de la historia subrayando el
papel de los factores ideológicos e institucionales en la evolución,
atacó él método dialéctico y el determinismo, respetando el poder de
la libertad y la voluntad como factores operantes en la historia173. Esta
tendencia, la Democracia Social, inspiraría a los germinalistas espa-
ñoles en la negación del colectivismo estatal marxista, la defensa de
la participación de los beneficios en asociaciones de cooperación,
consumos y auxilio mutuo, y la afirmación de un reformismo lento y
armónico con los intereses capitalistas. En suma, un «socialismo de
negocio»174.
Tras la revisión del socialismo en Alemania, Bark concluye que
dicha nación nunca podría ser precursora para la Revolución Social,
los «batallones proletarios» no podrían hacer frente al militarismo
aclamado por la gran mayoría alemana, ebria de hegemonía política y
temerosa de perderla bajo las alianzas franco-rusas. Ante las ambicio-
nes nacionales en política exterior, la política socialista se limitó a
luchar por pequeñas ventajas para la ciase obrera sin ambicionar la
conquista del poder'75.
172
Ibid, pp. 25-26 y 41-46.
173
CONZALEZ-ESTEFANI Y ROBLES, José.M.; «El socialismo humanista», Arbor,
n° 271-272 (Julio, 1968), pp. 255-288.
4
República Social, Op. cit., pp. 45-48 y 70 y Filosofía del placer, Op. cit., p. 23.
1 3
' República Social, Op. cit., p. 51.
110
contra todo tipo de revolución violenta. Sus comentarios sobre la psi-
cología del pueblo francés y su insistencia en el desenlace servirán
para documentar sus campañas a favor del reformismo social. Des-
pués examina las corrientes socialistas francesas, en particular, la en-
cabezada por Pedro José Proudhon. Es evidente que las opiniones de
Bark sobre Francia pasan por los filtros pangermanistas y el curso de
las relaciones políticas franco-germanas.
La admiración general de los pueblos europeos por la Revolución
francesa es reprobada por Bark como un juicio trasnochado y parcial,
elubricado por «las fantasías y vanidades francesas» que exageran la
influencia ele Francia en la historia de Europa. Bark condena a los
«adoradores» de la Revolución francesa que se dejan subyugar por la
«belleza dramática» de este himno a la libertad: «libertad, sobretodo,
libertad y después igualdad y fraternidad»176. Los ciudadanos fascina-
dos por la revolución ignoran el conjunto de factores que la desenca-
denaron: las ínfimas condiciones en que vivía el pueblo, la explota-
ción de la monarquía y la aristocracia con elevados impuestos en épo-
cas de escasez, serían las causas señaladas por Bark, preocupado por
la verdadera perspectiva histórica de la Revolución. Subraya tenden-
ciosamente las consecuencias negativas de la violencia frente a la
alternativa reformista e insiste en la negación de la libertad del pueblo
en la que la Revolución desembocó, con el «terror» y la dictadura
napoleónica. En primer lugar, Bark intentará elucidar científicamente
la cuestión aduciendo argumentos psicológicos: si bien la revolución
francesa beneficiaba del consentimiento popular, su funesto desenla-
ce era consecuencia de la psicología del pueblo francés. Su valor per-
sonal, caballerosidad, entusiasmo e impresionabilidad son demasia-
do superficiales y encubren una crueldad cobarde, instintos groseros
de cupidad, vanidad y perversión moral, en opinión de Bark177. En
segundo lugar, denuncia la ambición de la mesocracia francesa como
responsable del nefasto desenlace. Los abusos «en nombre de la Re-
volución» impidieron la aplicación de las reformas preconizadas por
Rousseau en su Contrato Social y Emilio. La democratización de la
propiedad fue una farsa de la codicia revolucionaria, en vez de un
plan económico que proyectase la redistribución justa e igualitaria de
las tierras y riquezas178. Los privilegios no fueron derrocados, simple-
mente se transformaron y fueron ostentados por otras esferas de la
sociedad. En definitiva, Bark concebía una imagen demagógica de los
dirigentes revolucionarios:
111
«[...] porque su gritería sectaria llegó a los oídos asustados de
los caracteres débiles que gobernaban y porque fueron auxiliados
en sus intentonas por una muchedumbre ebria de sangre y ataca-
da por el terrible fenómeno de la patológico de locura criminal de
las masas...»179.
112
latino» a! popularizar la declaración de los derechos del hombre, la
distribución de la propiedad y alguna experiencia colectivista fortuita.
La peculiaridad del socialismo latino radica en su convivencia con el
misticismo católico. Este rasgo suscitará el interés de Bark por el estu-
dio del socialismo francés, el fenómeno previo y de gran influencia
sobre el desarrollo socialista en España,8J.
A diferencia de la limitada incursión del socialismo entre las cla-
ses bajas alemanas, en Francia, gracias al precedente de la Revolu-
ción, las clases medias y obreras engrosaron rápidamente las filas del
socialismo. Empero, el esquema clasista del partido alemán se repetía
también en Francia: las masas populares seguían obedientes y ciegas
a sus líderes, quienes se aislaban en un sectarismo vanidoso, cerrado
a las opiniones neutras, es decir, «los dependientes de comercio, em-
pleados particulares y la importantísima capa social de los labradores
pequeños, creados por la revolución hace cien años...»184. Bark de-
positaba su confianza en las bajas clases medias para el triunfo de la
mayoría socialista. Pero, la realidad era muy distinta. Bien es sabido
que los socialistas se encontraban divididos en facciones enfrentadas
por intereses, rencores personales y sectarismos exagerados:
germanistas, guesdistas, brousistas, independientes, blanquistas y
anarquistas, que Bark agrupaba en radicales-libertarios y en posibilistas
a imagen del espectro político republicano y socialista español185.
La tendencia que más interesará a Bark será la corriente libertaria
anarquista de Proudhon, Crave y Faure, y sus representantes internacio-
nales contemporáneos Reclus, Malatesta y Merlino, en política; y Morris,
Ibsen, Wilde, Claudel, Mirabeau, Scholl, Méndes, Dicenta, Benavente
y Bonafoux, en el arte186. Eran todos discípulos directos de Rousseau y
de Kant187. El idealismo revolucionario persistía en ese anarquismo «ideal
claro-oscuro, nebuloso, misterioso» desconectado del presente positi-
vista. Sin entrar en conceptualizaciones filosóficas complicadas, Bark
sintetiza la filosofía y el ideario anarquista subrayando su negación de
las «preocupaciones conscientes e instintivas del cristianismo y los con-
1
<" El Internacionalismo, Op. c/í.,pp. 150 -159 y Revolución Social, Op. cit., pp.
49-50.
184
Ibid., p. 54.
185
Ibid., p. 53.
186
Ibid., p. 10.
' 8 7 Los orígenes del anarquismo se sitúan, según Bark, en el criticismo de Kant y a
la simplificación extrema del Contrato Social de Rousseau. Bark sintetiza todas las filo-
sofías que influyeron en las primeras conceptualizaciones teóricas de esta corriente
política, como la afirmación de la individualidad y de la soberanía de una voluntad
general. Un estudio de estas cuestiones fue realizado ya por ALVAREZ JUNCO, José, La
ideología política del anarquismo español (t 868-1910), Madrid, Ed. Siglo XXI, 1976.
113
ceptos intermedios de la metafísica». A partir de ellos, Bark explica la
escisión del anarquismo entre los defensores del superhombre y del
egoísmo feroz, representado por Nietzsche, Max Stirner, Max Nordau;
y, los partidarios de la moral social basada en la solidaridad, tales como
Kropotkin, Grave y Faure188, la cual destruiría las instituciones capitalis-
tas y en ello coincidía con la Política Social de Bark. En una segunda
etapa de regeneración, Bark se distanciará de la utopía anarquista sobre
el espontaneísmo y el armonismo189, reclamando nuevas instituciones
para el buen funcionamiento de una nación. En lo que respecta a la
política coetánea de Francia, Bark denunció la corrupción parlamenta-
ria por entorpecer las propuestas regeneradoras del socialismo francés,
así como los pactos gubernamentales con los reyes del oro: los
Rothschild, Hirsch, Camondo, Bamberger, Erlanger, Eichtal y otras tan-
tas familias judías, detentadoras del capital y especuladoras en la mayo-
ría de las instituciones políticas190.
Como detectaba en Alemania, el socialismo en Francia se encon-
traba en una fase de estancamiento revolucionario por culpa del
moderantismodel socialismo «de negocio», aquícapitaneadoporjean
Jaurés. Se trataba de un socialismo que buscaba pequeños paliativos a
los problemas cotidianos y que no aspiraba a modificar el cauce de
los acontecimientos políticos para la consecución de la República
Social. Jaurés y Millerand criticaban el materialismo marxista y la lu-
cha de clases. Creían en la evolución social gracias al sufragio univer-
sal. Sin embargo, al favorecer el privilegio de los intereses de sus par-
tidarios, impusieron barreras infranqueables para la Revolución So-
cial191 aunque ya existiesen los sindicatos, bolsas de trabajo y confe-
deraciones para la ayuda del proletario. Un intento de redistribución
de la propiedad se percibía ya con las asociaciones cooperativas y
con la participación en el capital mediante sistemas de acciones con
gran acogida entre el público burgués192. El Ministerio del Trabajo ha-
bía creado un centro de estudios estadísticos para la ordenación de la
oferta y la demanda, la planificación de la producción, la creación de
seguros y otras medidas en favor de los desheredados.
114
Tras los asesinatos de la Commune y, a pesar de las incongruen-
cias del socialismo francés, las reiteradas muestras de heroísmo revo-
lucionario imponían el reconocimiento internacional. Francia era, se-
gún Bark, una nación de espíritu joven por la imprevisión, desórde-
nes, «arrebatos locos» y los «sublimes entusiasmos de que sólo es
capaz la primavera de la vida». En los tiempos contemporáneos, la
mayor grandeza de Francia sería la conclusión de su gran obra históri-
ca, la Revolución, conquistando de una vez «la libertad política y
realizando el ideal de la solidaridad y de la moral altruista»193.
115
constitucionalismo. Veinte años después todavía lamentaba Bark su
desengaño de Lawroff, en la «educación socialista de las masas para
que un día (¡un día!) puedan hacer estos conscientemente la revolu-
ción social...»'96, y de la eficacia de las estrategias propagandísticas a
las que Bark se había entregado desde joven. A pesar de que Bark
preconizaba la reforma y la educación del pueblo, se perciben mo-
mentos de desaliento en los que llega a ser cómplice del terrorismo
libertario. Sin perpectivas de transición política, Bark claudicará por
el golpe violento como única medida para el definitivo derrocamien-
to del zar. Desaprovechada inútilmente la ocasión, Bark confiesa pe-
simista:
«Ah, veinte años han pasado desde entonces, los entusiasmos
se han perdido, los que luchaban con fe por un fin determinado se
han retraído casi todos de una lucha utópica sin resultados posi-
bles en el próximo porvenir. La pedantería de Lawroff, que algu-
nos llaman consecuencia, daba el golpe de muerte al movimiento
revolucionario»'97.
]96
ibid.,p. 104.
ly/
//j/c/., pp. 110 - 111. Las palabras destacadas en negrita son originales del
autor.
]98
lbid., pp. 107-111.
JJ
BARK, Ernesto, El bolcheviquismo en España. La verdad sobre Rusia y el sindi-
calismo y la democracia mundial, Madrid, Librería Pedagógica, 2 ° edición, (s. a.).
116
la imposición del comunismo requerían fueron justificadas como me-
dios para destruir la explotación y la pirámide social200.
Hasta ahora detractor de las revoluciones, Bark va a cifrar el triun-
fo del Socialismo Positivo en la Revolución rusa. Ésta es la primera
tendencia progresista que ha abatido las fuerzas internacionales his-
tóricamente dominantes, contrarrestando los resultados de la Primera
Guerra Mundial y de la Paz deVersalles. En estas últimas, la historia
vuelve la espalda a la Internacional Roja a favor de la del Oro. Como
deduce Bark al establecer el balance de esta «apocalíptica c/éfaác/e»:
«[...] tres imperios de recuerdos lúgubres han caído al abis-
mo, y la Internacional reaccionaria ha recibido un golpe mortal.
De otra parte ha quedado triunfante la del oro y más que nunca
ahoga el despotismo marítimo inglés y el multimillonario yanqui
a la Humanidad»20',
200
Ibicl., p. 9.
201
Ibicl., p. 4.
202
Ibicl., p. 7.
17
«Pueden descansar, dormir durante siglos, pero las ideas sem-
bradas por sus grandes poetas y pensadores, el ejemplo de sus
grandes héroes, cuya gloria llena las páginas de la historia, germi-
nan y producen al fin nuevas revelaciones del ingenio y genera-
ciones heroicas que continúan la labor de los antepasados»703.
118
4. España, nación precursora para la República Social.
119
paña con los países europeos más desarrollados para evaluar la
receptividad española a todo lo externo a sus fronteras y la importan-
cia concedida a las relaciones internacionales. La decepción es gran-
de. Salvo en frivolidad, en curiosidad cultural y cosmopolitismo, la
mayoría de los países europeos influyen poco en España. Prueba de
ello es que todo viaje al extranjero se reduce a:
«[...] los viajes frivolos de la sociedad española para malver-
sar el fruto del sudor del pueblo en París o en los baños de moda,
donde sólo puede estudiarse el libertinaje y el juego de azar...»20!!.
2uy
Filosofía del placer, Op. cit., p. 60. Sobre la psicología española escribió dos
textos no localizados: L' Espagne d'aujourd'hui, ses moeurs, sa littérature et son état
politique et social, que tal vez no llegara a editarse. En El alma española (Madrid, 1903)
perfilaba las directrices de la reforma nacional a partir de sus conclusiones sobre la
psicología del pueblo.
210
Socialismo Positivo, Op. cit., pp. 76-77.
211
El Internacionalismo, Op. cit., p. 169.
120
El estado de descomposición de los partidos políticos es el reflejo
natural del carácter español. Pese a todos estos defectos, los españo-
les han de abandonar sus espíritus quijotescos, anacrónicos a la con-
temporaneidad. Gracias a ello, Bark piensa que el retraso económico
social y español podrá ser superado:
«No desespero no;-aduce Bark- la lepra horrible que roe la
médula de la nación española, impidiéndole cumplir su gran mi-
sión civilizadora, desaparecerá si España despierta del letargo, dos
veces secular y camina hacia sus gloriosos horizontes»2'2.
212
Ibid, p. 50.
21
3 La revolución social, Op. cit., p. 4. CALERO AMOR, A., «Los precursores de la
monarquía democrática» en GARCÍA DELGADO, José Luís, (Ed.), La España de la Res-
tauración. Política, economía, legislación y cultura, Madrid, Ed. S. XXI, 19902, pp. 21 -
54.
121
males que la biología y la sociología criminal clasificaban como
inadaptados al medio, incapaces de evolucionar según la selección
natural. «La chusma coronada», escribe Bark:
«[...] los Hohenzollen, Wíttelsbach y Habsburgo en los países
germánicos padecen todas las enfermedades de la degeneración,
desde la epilepsia y el reblandecimiento del cerebro hasta la lo-
cura y los Bourbones y los Romanoíf-Gortopp añaden a estos ho-
rribles padecimientos los efectos de la sífilis a pesar de haberse
rejuvenecido estas razas caducas por sangre plebeya gracias a las
egregias meretrices que distinguen estas casas»21"4.
122
La «clericalla palaciega», constante temática del discurso republi-
cano progresista, será otro blanco de la crítica de Bark, quien encon-
tró en la España católica confesional el terreno idóneo para combatir
al catolicismo217. Ya precisábamos que el anticlericalismo de Bark no
era conceptual, sino político y social. Bark atacaba el poderío de la
institución, y en particular, el de la Comunidad de San Ignacio de
Loyola.
Respecto al orden filosófico y moral de la tendencia anticlerical
de Bark se realizará un análisis minucioso en el capítulo siguiente.
Tan sólo avanzaremos que Bark propone una imagen sentimentalista
de la iglesia primitiva como modelo utópico de comunismo y barrera
contra el materialismo de las sociedades modernas. El anticlericalismo
de Bark en el orden político participa en la campaña republicana de
la desintegración de la Iglesia como pilar del Estado: un «pólipo»,
sombrío poder que ahoga la patria estrechando el altar y el trono. Las
imágenes tomadas de la más baja animalidad refuerzan sus comenta-
rios y dirigen al lector hacia una evaluación peyorativa de la Iglesia en
un estadio de máxima degeneración218.
Partícipe en las campañas anticlericales de 1901 2l9 , Bark denuncia
la especulación ilegal y las vejaciones de las congregaciones religio-
sas en sus talleres y fábricas. Bajo el amparo del gobierno, abusan de
sus privilegios sin respetar códigos ni leyes civiles. Bark aborda el
problema del hampa mística, especuladora en todas las esferas socia-
les. Establece una lista de órdenes religiosas que hacían la competen-
cia al comercio y a la industria. Esta pintoresca lista elaborada por
Bark recoge la mayoría de las congregaciones existentes en Madrid y
detalla su actividades comerciales e industriales. Entre otros:
«Los Salesianos, tienen colegios, talleres de cordelería, alpar-
gatería, cerrajería, hilados y tejidos!...] Los Franciscanos, impren-
ta, librería, encuademación, y la estafa llamada Pan de San Anto-
nio!...] Los Trapeases, ganados, lecherías, fabricación de choco-
lates, pastas y I ¡cores...,(a) los trinitarios el obispo acaba de prohi-
123
birles fijar un cartelito que decía: A q u í se dicen las misas más
baratas que en ninguna parte..» n o
22U
Socialismo Positivo, Op. cit., p. 100.
221
Ibid., p. 102. Los signos ortográficos son originales del autor.
222
lbid.,p. 103.
22
-> Sus objetivos eran la transformación de las relaciones Iglesia-Estado en una
sociedad democrática y tolerante, la regulación jurídica de las órdenes religiosas y la
limitaciones de su poder socio-económico. FORNER MUÑOZ, Salvador, Canalejas y
el Partido Liberal Democrático (1900-1910), Madrid, Cátedra e Instituto de Cultura
Juan Gil Albert, 1993, pp. 79-85 y ULLMANN CONNELY, John, La semana trágica.
Estudio sobra las causas socioeconómicas del anticlericalismo en España (1898- i 912),
Barcelona, Ed. Ariel, 1972, pp. 22-32 y 86-100.
224
Socialismo Positivo, Op. cit. , pp. 99-102.
225
Ibid., p. 235.
124
borbónica y sustituirla por un régimen autocrático 226 . Durante los con-
flictos de la Huelga General de 1902 en Barcelona, Bark denunció la
infiltración jesuíta en el Anarquismo, en contra del movimiento radi-
cal de Lerroux y la Unión Republicano-Socialista.
Finalmente, Bark atribuye al clericalismo la responsabilidad de la
decadencia estatal y la degeneración de la raza española. El clericalismo
había dejado sus huellas en el carácter, las ideas y modos de vida espa-
ñoles. Del análisis comparativo con los demás países europeos, Bark
distingue en España un nivel de vida inferior y un alto índice de miseria,
resultantes de la persecución del lujo y las comodidades por parte de la
Iglesia, unos «pecaminosos atractivos con que el diablo desvía las al-
mas buenas para hacerlas indiferentes de la vida futura» 227 .
Extremando la aplicación de la biología, numerosos charlatanes
pseudo-científicos pretendieron apoyar con sus teorías los movimien-
tos anticlericales. En frenología, circulaban las teorías de Marcelino
Brieva. Sostenía que la degeneración de la raza española se debía a la
influencia clerical, dado el gran desarrollo de la venerabilidacl de los
cráneos españoles, «capacidad nefasta que se ha aumentado por la
selección artificial de siglos de embrutecimiento clerical y monárqui-
co, hasta el punto de formar hoy el rasgo distintivo de los españoles».
Los frailes potenciaron el desarrollo de esta venerabilidad en las cla-
ses directoras, gracias al eficaz confesionario, «la antesala del burdel»
de las damas aristocráticas 228 . Bajo estas elucubraciones organicistas
que pretendían justificar «científicamente» el ocaso del pueblo espa-
ñol, Bark critica la concupiscencia de las clases directoras y religio-
sas, los primeros degenerados ocultos tras la celosía del confesionario
y las largas sotanas229. Recurriendo a las atrocidades de la Inquisición,
Bark intensifica la visión del clero como una muralla infranqueable
para el progreso, la cual queda simbolizada por el Monasterio del
Escorial, como anuncia en su libro de viajes.:
226
Ibid., pp. 105. Documentado por ULLMANN CONNELY, John, Op. cit., p.
152.
227
Estadística Social, Op. cit, p. 225.
228
Ibid., pp. 226-227.
22
9|_a anti-natural conducta sexual del clero constituyó un mito anticlerical. Su
construcción y funcionamiento fue estudiada por ALVAREZ JUNCO, José, El empera-
dor..., Op. cit, pp. 402-407.
" 0 Filosofía del placer, Op. cit., pp. 249-250.
125
Una vez demostrados los oscuros intereses, la conducta anti-natu-
ral y la falsa espiritualidad del clero, Bark exhorta a la «extirpación
del cáncer clerical» y a escuchar las mesiánicas soluciones de los
liberales, los únicos capaces de aportar savia nueva a la patria y recu-
perar el «paraíso perdido», Extremando las reivindicaciones de José
Canalejas, Bark promulgaba la eliminación del clero entre los factores
públicos: «Quienes quieran religión e Iglesia, que la paguen; el Esta-
do como tal no tiene nada que ver con esto»231. El aconfesionalismo
del Estado era la principal disposición que se debía legislar para po-
tenciar la regeneración nacional. Aparte de las expropiaciones, na-
cionalizaciones y demás medidas económicas, se propone un progra-
ma educativo y de saneamiento moral del pueblo para extirpar defini-
tivamente la «atmósfera sepulcral del fanatismo, lleno de las miasmas
del odio y de los instintos malvados clericales, seres de otros siglos...
leprosos... lobos hambrientos en un mundo civilizado»232.
En definitiva, el anticlericalismo de Bark se adscribe fielmente a la
ideología republicana radical y librepensadora, atacando tanto las
facetas económicas y políticas como ideológicas del poder de la Igle-
sia en España.
Al denunciar los abusos de la Monarquía, el clericalismo y la oli-
garquía caciquil, Bark llama la atención sobre la necesidad de volver
a estructurar económicamente España como fundamento de la refor-
ma social. En primera instancia e independientemente de las esferas
del poder, hay que realizar un pequeño inciso sobre la interpretación
organicista que Bark hacía de la conducta económica de los españo-
les. De igual manera que el medio ambiente influye sobre los organis-
mos, el retraso económico de España está determinado por el «medio
nacional» y la influencia del clima, del carácter, de las tradiciones y
de la historia:
«Por lo benigno de su clima, es el español refractario a todo
ahorro, a toda acumulación del trabajo en capital, y, por consi-
guiente, ha quedado primitiva su vida económica puesto que el
industrialismo moderno supone grandes capitales y afán de aho-
rro»233.
126
que desprecia el trabajo y el ahorro, necesario para sanear la econo-
mía de la nación.
El débil capitalismo industrial es, a juicio de Bark, la causa del
desarrollo del caciquismo en tanto que «feudalismo político averiado
por la explotación capitalista en su forma más repugnante, por
mezquinismo». Bark deplora que los caciques, amos de vidas y ha-
ciendas hayan destruido la fe y el respeto a la ley y a la propiedad23'1.
Bark distingue dos tipos de relaciones caciquiles. El primer tipo es
económico, se basa en la apropiación de la riqueza y los beneficios
del trabajo. Es ejercido por la confabulación de los «elementos» de la
reacción política y religiosa para subyugar al productor y por los pro-
pietarios ricos que «esquilman» al colono. El segundo es un caciquis-
mo político y administrativo que pone en tela de juicio el sistema
parlamentario español. Los grandes oligarcas de Madrid emplean las
más variadas artimañas para tener sujetas las provincias de su feudo.
La mayoría de los políticos se valen ele su carácter de abogados para
influir en los Tribunales, y, de su influencia parlamentaria, para hacer
de las «Cortes una palanca de su ambición y codicia»235. Más peligro-
sos son sus subordinados en provincias. Ilustra su exposición con su
propia experiencia en Cartagena, donde vivió bajo las amenazas cons-
tantes del cacique de la ciudad y de su «enjambre de crápula políti-
ca» que obedecen ciega e interesadamente al gran señor236. Relacio-
nado con el problema del caciquismo administrativo aparece «la
yernocracia», definida por Bark como «la selección al revés», la de la
conquista de puestos de honor gracias a los parentescos familiares y
no al mérito, impotente, el pueblo siente desfallecer sus fuerzas ante
la lucha imposible y no reacciona ante la injusticia del sistema237.
Los mecanismos del caciquismo estaban produciendo, en opinión
de Bark, el estancamiento de España. De la misma manera que nada
se podía hacer contra la yernitis, las pocas actividades que pervivían
incorruptas acababan por desistir, «caen desfallecidas, emigran o se
entregan sin condiciones a esa patulea de imbéciles»238. Como miem-
bro de una asociación sin apenas representatividad ni ejercicio prác-
tico del poder, Bark evaluaba de manera parcial estas relaciones
caciquiles, planteadas desde la transgresión ética y moral que eran la
norma de su funcionamiento. Asimismo, la estabilidad y el funciona-
234
Estadística Social, Op. cit. pp. 247-289.
235
Ibid., pp. 250-252 y BARK, Ernesto (A. De Santaclara), El Hambre Social, Ma-
drid, Biblioteca El Radical, ¿1889?. Sin localizar. Bark reproduce un extracto en La
próxima revolución y el capitalismo, Op. cit. , pp. 8-9.
236
Estadística Social, Op. cit., pp. 250-252.
237
Ibid., pp. 107-108.
238
Ibid, p. 110.
127
miento del caciquismo durante la Restauración no se aseguraba úni-
camente por la coerción, tanto más en cuanto que en estas relaciones
de fuerza se creaba a menudo un pacto de intereses consensúales, el
cual vivía no tanto de la represión, como merced a la indiferencia. De
hecho, los mismo republicanos utilizaron la fuerza del cacique local
en períodos electorales, favoreciendo la pervivencia del sistema que
pretendían destruir239.
En el orden económico, España posee un capital nacional reduci-
do por la explotación de la oligarquía. Bark denunciará a los artífices
del capitalismo, caciques, aristócratas y congregaciones religiosas que
se apoderan de la riqueza nacional para emplearla en la usura. Aun
así, no son muchas las grandes fortunas en España y tras la guerra de
Cuba, el «teatro del agiotaje» ha quedado muy reducido. Ahora, los
reyezuelos del oro, como los denominaba Bark, roen «el hueso de la
deuda pública, agremiados en el Banco de España y el resto de sus
negocios se reduce a vergonzosas operaciones de usura»240.
El capitalismo español frente al de las potencias mundiales es to-
davía primitivo. Efectivamente, cuantificado a partir de los intereses
económicos de las grandes familias, su peso dentro de la economía
mundial es de mínima relevancia:
«La confabulación de nuestros fabricantes de azúcar y trafi-
cantes de víveres es una travesura inocente de niños al lado de la
unificación, los «trusts» de acero, petróleo, trigo, azúcar o made-
ra de Norteamérica»241
" y VÁRELA ORTEGA, José, Los amigos políticos. Partidos políticos y caciquismo
en la Restauración, (1875-1900), Madrid, Alianza Universidad, pp. 353-399, 434, 440-
442 y 460.
^ / *° El Internacionalismo , Op. cit. , pp. 163- 1 64.
241
El bolcheviquismo en España..., Op. cit., p. 30.
242
Estadística Social, Op. cit., pp. 236-238.
128
ción económica española. Sin análisis exhaustivos pero buscando el
impacto fácil sobre el lector, propondrá una revolución financiera como
único paliativo al atraso industrial. El problema de la bancarrota pre-
sagia un crítico desenlace que podría ser explotado por los radicales
convocando a sus facciones a la revolución243: empezando con la
destrucción de los monopolios de los reyezuelos del oro que oprimen
al pueblo, del «caciquismo con su cúspide, que es el parlamentaris-
mo degenerado; del despotismo omnipotente de las compañías capi-
talistas, El Norte, Tabacalera, Transatlántica» y del clericalismo estre-
chamente unido a esos monopolios para explotar al pueblo «en igno-
miniosa fraternidad»244. Así presentada, la revolución no será más que
una transferencia de propiedad, usurpando bienes de carácter públi-
co, aplicando la legislación vigente con rigor y justicia y nacionali-
zando los bienes del Estado se podrían dar los primeros pasos sin
violencia para la República Social245.
243
Ibid., p. 260.
244
La próxima revolución y el capitalismo, Op. cit., p. 5.
24;
' El Internacionalismo, Op. cit., p. 163.
2 ™ En la obra no localizada, Las relaciones exteriores de España (Madrid, 1888)
analizaba la cuestión de Marruecos, La jefatura Latina y Las alianzas españolas.
^ ' Sobre la política republicana y el problema colonial, SERRANO, Carlos, Fin
del Imperio. España, 1895-1898, Madrid, Siglo XXI, 1894, pp. 79-88.
129
Inaugurada la guerra y sin escapatoria ante la presión estadounidense,
Bark evoluciona hacia la crítica belicista para poner en tela de juicio el
régimen político y los círculos de poder dominantes:
«La guerra ha sido un borrón de ignomia echado sobre la glo-
riosa historia de España y los causantes de esta inmensa vergüen-
za no deben encontrar perdón hasta que la nación española rei-
vindique su honra hoy mancillada por un puñado de desgracia-
dos que traicionaban la nación para salvar la monarquía»248.
130
monárquica y sus propios intereses. De hecho, la doctrina religiosa
fue utilizada tanto por el Estado como por la propia Iglesia para salva-
guardar el dominio colonial.
" • ' J u l e s Guesde ejerció gran influencia sobre Pablo Iglesias y Antonio García
Quejido. De él tomaron «su rígida oratoria y su hostilidad doctrinaria a los políticos
burgueses, en especial a los republicanos», CARR, Raymond, Op.cit., y PÉREZ DE
LEDESMA, Manuel, Antonio García Quejido y La Nueva Era. Pensamiento socialista
español a comienzos de siglo, Madrid, Ed. Centro, 1974, pp. 30-37,
131
de Bark sobre el Partido Socialista Español para demostrar sus limita-
ciones en la materialización de sus teorías.
Bark censuraba que el Socialismo español imitase fielmente los
moldes de los países industriales más avanzados de Europa, sin tener
en cuenta que España era un país eminentemente agrícola, con una
masa obrera peculiar y geográficamente dispersa253. Los líderes socia-
listas españoles no supieron adaptar las bases teóricas del marxismo
al contexto español. Como acertadamente argüía Bark, en España no
tenía sentido la coordinación de «[...] las luchas por la libertad y la
aplicación del vapor y las ciencias exactas en la producción» preco-
nizadas en Alemania. Por ende, hasta las estrategias para la transfor-
mación del Estado debían ser evaluadas según las exigencias españo-
las254: la nacionalización de la tierra y su explotación colectiva eran
impracticables entre la población agrícola. Igualmente, la consecu-
ción de la «armonía nacional estatal», reguladora de todas las activi-
dades resultaba, a juicio de Bark, un peligroso autoritarismo255. Con la
transformación del organismo social en un orden ascendente, los
marxistas se erigieron como representantes del pueblo. Sin embargo,
en el contexto español, al menos hasta mediados de la década de los
noventa, el Anarquismo era predominante entre las clases proletarias
agrícolas e industriales256.
Bark era hostil a la lucha de clases al identificarla exclusivamente
con la lucha marxista. Pensaba que la mistificación de la lucha de
clases que hacía el Partido Socialista Español ocultaba la ambición de
los miembros del directorio para «conservar su ascendencia sobre las
masas ignorantes obreras»257, precisamente cuando republicanos pro-
gresistas y socialistas se disputaban la adhesión de las clases obreras a
sus filas. Constata que el Partido Socialista no había querido atraer
simpatizantes de las clases medias: comerciantes, dependientes, em-
pleados, periodistas, maestros... y tantos otros sectores «vendedores
de su producción al capital» sin por ello estar socialmente asimilados
al proletariado. Los socialistas alejaron a estos grupos, declaraba Bark,
para evitar que su autoridad fuese cuestionada. Por los mismo moti-
vos, Pablo Iglesias, Quejido.y demás líderes del partido rechazaban la
presencia de intelectuales entre sus filas. Recordemos que si bien el
" ^ Socialismo Positivo, Op. cit., pp. 81 - 82 y El Internacionalismo, Op. cit., pp.
160 y ss.
254
lbid,p. 36.
255
lbid,p. 143.
2 j
" COLÉ, G.D.H.; Historia del pensamiento socialista. Marxismo y anarquismo,
(1850-1890),T. IV, México, Fondo de cultura económica, 1963, pp. 205-207.
I-3' Socialismo Positivo, Op. cit. , p. 40.
132
Socialismo tuvo una acogida positiva inicial entre la intelectualidad
de la época, pocos sobrevivieron en su seno hasta finales de siglo.
Transcurridos aquellos primeros ideales de juventud, el desengaño y
el abandono del partido caracterizó la conducta de estos intelectua-
les. Bark cita a Rafael Delorme y Miguel de Unamuno como ejemplos
típicos de los que se alejaron del partido a causa del: «[...] espíritu
sectario, pedantesco y autoritario, y por desconfiar de la sinceridad de
los jefes de aquella comunión»258. Más que las polémicas sobre la
supuesta presencia de intelectuales en el Partido Socialista, cabría su-
brayar la ausencia de teóricos e ideólogos marxistas259. Bark critica
aquel espíritu partidista, creador de una aristocracia vitalicia de «sa-
cerdotes granrabinos»: Pablo Iglesias, Antonio García Quejido y
Perezagua entre otros. Como venía haciendo desde El Crisol, rechaza
su falta de formación intelectual, el abuso de su influencia para satis-
facer intereses personales y una existencia burguesa, y, especialmen-
te, la creciente negligencia del Partido Socialista que adoptaba «falsos
derroteros» y perjudicaba «los intereses que aparentaba defender»260.
En definitiva, los líderes socialistas se estaban convirtiendo en explo-
tadores de obreros de quienes se constituían en legítimos defensores.
Entre la ideología y la praxis política el abismo aumentaba. Por consi-
guiente, Bark, en nombre del Socialismo Positivo y ante la carencia de
un programa eficiente, denuncia la falta de pureza de sus ideales. Su
lucha es una débil protesta contra los abusos del capitalismo, obceca-
da en la desaparición del capital y del salario. Estas disposiciones
resultan inadadecuadas para la economía española y peligrosas para
la libertad individual y el progreso.
Al comparar los partidos socialistas alemán y francés con el espa-
ñol, Bark destaca su mentalidad estrecha y falta de perspectiva, Le
reprueba sus enfrentamientos con los republicanos en lugar de pactar
alianzas contra el capitalismo y el poder oligárquico de la Monar-
quía26'. Las polémicas entre los líderes socialistas y radicales republi-
canos se incrementaron en los últimos años del siglo, El Consejo na-
cional socialista se opuso a cualquier negociación con los república-
2D
" El Internacionalismo, Op. cil., p. 54. Bark se olvidaba de la incondicional
presencia entre las filas socialistas de Juan José Morato, José Verdes Montenegro y An-
drés Ovejero, entre otros. Sobre las relaciones de la intelectualidad con el Socialismo:
GÓMEZ MOLLEDA, M. Dolores, f / socialismo español y los intelectuales, Salamanca,
Universidad de Salamanca, 1988, pp. 22-75.
259
LAMO DE ESPINOSA, E., Filosofía y política en Julián Besteiro, Madrid, 1 973,
p. 194. Dato tomado de VILLACORTA BAÑOS, Francisco, Burguesía y cultura. Los
intelectuales españoles en la sociedad liberal, 1808-1931, Madrid, S. XXI, 1980, p.
175.
2
° 0 Socialismo Positivo, Op. cit. , pp. 1 51 -153 y 159.
261
Ibid., pp. 3 7-39 y 164-166.
133
nos, etiquetados de trasnochados burgueses. Desde 1890, los socia-
listas españoles habían empezado a superar las influencias del
guesdismo, a enriquecer su ideología y adaptar la praxis política a la
realidad del país. Sin embargo, estas nuevas directrices no eran apre-
ciadas por Bark porque evolucionaron hacia el moderantismo sindi-
cal y el reformismo, buscando triunfos parciales en la negociación y
escaños en el parlamento262. Por ello, Bark les reprueba su negativa a
participar en la huelga de comerciantes organizada por Germinal y en
las alianzas electorales con los republicanos de 1893, 1899 y 1901.
Bark resume los resultados de cada una de estas elecciones y las de
los representantes de la Unión General de Trabajadores para demos-
trar su débil alcance y criticar su inercia política que no quería correr
riesgos «imprudentes» como el asociarse a los republicanos.
Desde la óptica republicana, Bark caracteriza las prácticas socia-
listas españolas de «maquiavelismo reaccionario, de limosna» y
anatematiza contra ese Socialismo acomodaticio que tiene miedo de
las represiones y la cárcel, que permanece impávido ante los abusos
del gobierno de Silvela y Pidal, los tormentos de Montjuich, la supre-
sión de las garantías constitucionales, la represión de la prensa, los
impuestos... Bark les exhorta a la determinación revolucionaria que
su credo exige, aun cuando la socialdemocracia alemana evoluciona-
se por los cauces reformistas263.
La controversia, publicada primero en El País y luego en el folleto
Desenmascarados. Revelaciones respecto al partido obrero (Madrid,
¿1900?), desencadenó mítines de protesta contra Bark264. Bark confe-
saba haber cumplido con su «triste deber» de publicista al informar al
pueblo sobre la conducta política de los dirigentes socialistas. Al pa-
recer, fue secundado por los periódicos saímeronianos La Justicia y El
Mercantil de Valencia, por los republicanos federales El Pueblo de
Vilanova y Geltrú, su homónimo de Valencia y La voz montañesa de
Santander2^. Los litigios entre el Republicanismo progresista y el Co-
mité Nacional Socialista se agudizaron y más tarde dificultaron los
distintos ensayos unionistas266. A pesar de ello, Bark continuó procla-
262
PÉREZ DE LEDESMA, Manuel, Antonio García Quejido..., Op. c/'í., pp. 37-38.
263
Ibid., pp. 154-155.
2
" 4 Socialismo Positivo, Op. cit., pp. 1 51 -1 52
2 6 J TU ÑON DE LARA, Manuel, Historia del Partido Socialista, Madrid, Conjunto
Editorial, 1989, p. 183.
2
" ° Los distintos esfuerzos de acercamiento y las disensiones en el seno del Partido
socialista al respecto son estudiados por ROBLES ECEA, Antonio, «La Conjunción repu-
blicano-socialista» en Anales de Historia, I (1986), pp. 109-130; RUIZ , Octavio, El
Partido Republicano Radical, (1908-1936), Madrid, Tebas, 1976, especialmente las pp.
37-65 y 83-86; y ULLMANN CONNELY, John, Op. cit., pp. 564-565.
134
mando el abandono de los moldes de secta y su apertura como movi-
miento de clase para todos los ciudadanos267.
En La Fórmula Social (Madrid, 1913) reaparecen idénticos argu-
mentos contra los socialistas268. Con esta obra, «de higiene moral»269,
se pretendía desenmascarar las maniobras del Partido Socialista y de
algunos de sus líderes. En este folleto, Bark reseña los artículos publi-
cados en El Radical, las ponencias Adolfo del Coso y las diversas in-
tervenciones en las diatribas que originaron sus acusaciones y censu-
ras. Tema fácil y espectáculo candente estaban asegurados, pues Adolfo
del Coso no se enfrentaba a la ideología socialista, sino a la adminis-
tración de las organizaciones obreras y a sus representantes. Criticaba
la explotación económica de la Cooperativa Socialista en tiempos de
huelga, el enriquecimiento personal de algunos líderes en este tipo de
colectividades270, la falta de solidaridad hacia los huelguistas privados
de fondos de las cajas de resistencia por no estar afiliados al partido,
los boicots a las sociedades gremiales que no comulgaban con sus
dictados...271. En este documento más tardío, Bark prosigue su lucha
contra el Socialismo marxista reincidiendo en el autoritarismo y sec-
tarismo de los líderes y en su moderantismo legalista. En conclusión,
el análisis de Bark está orientado por sus opiniones sobre la sed de
poder y de beneficio económico personal que él atribuye a los socia-
listas españoles.
Ernesto Bark, tras convivir con los padres del Anarquismo, admiró
con ciertas reservas este movimiento político. Finalmente, se inspira-
ría de la versión francesa de José Proudhon en lo que respecta a su
ideología moralista, su mutualismo y su actitud conciliadora.
Al perfilar la geografía política española, en 1901, Bark constata la
supremacía cuantitativa del Republicanismo y del Socialismo marxis-
ta sobre el Anarquismo; no obstante, éste disfruta de cierta populari-
dad a pesar de la leyenda terrorista272. A la zaga de afinidades políti-
cas con las que unir las distintas facciones, Bark ensalza las conco-
2b7
Socialismo Positivo, Op. cit., pp. 151-152.
2™ BARK, Ernesto, La Formula Social, Madrid, Biblioteca Germinal, 1913.
269
Ihici, p. 5.
270
Ibid., p. 18.
271
Ibid., pp. 5-9, 12 y 20-25 y 20-25.
272
Socialismo Positivo, Op. cit., p. 192.
135
mitancias entre el Republicanismo federal y el Anarquismo273. A tra-
vés de Pi y Margall, la tendencia republicana coincide con el Socialis-
mo libertario y el espíritu de José Proudhon. Merced a este guía, los
republicanos más radicales bebieron «en las fuentes del Anarquismo,
en su variación pactista preparada por la agitación de Bakounin, y
ahora precursora de Reclus y Kropotkin»2:M. Sin embargo, Bark descu-
bre un panorama intelectual y doctrinal anarquista prácticamente in-
significante: Alvarez, Mella, Tárrida y Prats son propagandistas esti-
mables «pero sin profundidad ni originalidad», Teobaldo Nieva, José
López Montenegro y Fermín Salvoechea son hombres serios y de valía
pero encuentran grandes dificultades en el seno del partido por la
intolerancia de sus correligionairos. Entre los raros intelectuales, Bark
destaca a Anselmo Lorenzo, especialmente por su obra Proletariado
Militante, su descripción de los sentimientos altruistas y el reconoci-
miento de la abnegación constante que la moral social exige. A Maeztu,
Martínez Ruiz y Bonafoux los consideraba meros «desequilibrados»
morales, puros egoístas y denigradores de todas las leyes275. Salvo en
estos casos aislados, Bark recrimina a los ácratas un carácter estrecho
y sectario, semejante al de los socialistas, negándose a toda colabora-
ción con otra organización política. Por estos motivos, Bark concluye
que el Anarquismo español no es más que una secta estancada redu-
cida a otro fanatismo más, gobernado por los principios de la difama-
ción, la insinuación y la calumnia, «sin actos viriles, ni caracteres
grandes». Bark siempre mantuvo esta opinión sobre el Socialismo li-
bertario. Aunque admitía la transformación del organismo social, en
sentido ascendente, desde las clases ínfimas hasta la cúpula del Esta-
do, difería en el grado «total» de esa reforma fundamentada en el
espontaneísmo y la armonía natural entre todos los hombres primiti-
vamente bondadosos y una armonía sin coerción ni autoridades. Por
ello mismo, Bark inquiría:
136
Para Bark, la concepción anarquista del «Volkstaat» o Estado po-
pular le resultaba utópica y antitética con la naturaleza humana: una
utopía que «supone ángeles en lugar de hombres con sus vicios y sus
defectos probablemente eternos»277. A su juicio, estos fundamentos
ideológicos ácratas eran irrealizables en España dadas la psicología
de su pueblo y la influencia coercitiva de la Iglesia.
Bark discrepaba del pensamiento ácrata respecto de la viabilidad
del sistema comunista. Guiado por sus intereses unionistas en la con-
tienda social, censuraba el rechazo anarquista a participar en la lucha
organizada en asociaciones diferentes de la ácrata, al menos en teo-
ría278. No obstante, Bark acoge sus estrategias de lucha, a priori más
eficaces que el corrupto parlamentarismo: el activismo terrorista y la
huelga general serán «los golpes de fuerza», imprescindibles para en-
caminar la Revolución Social.
Bark abordará el tema del activismo anarquista, ineludible por
polémico, en sucesivas ocasiones y desde perspectivas un tanto
ambiguas. «Si acudimos a la fuerza, es sólo para repeler la fuerza»279
solía justificar Bark para despenalizar la acción violenta como única
estrategia eficaz en la lucha política. Así lo defendía en el contexto
socio-político ruso, convencido que la fuerza era la única arma que
podría acabar con la oligarquía zarista; sostenía que el tiranicidio era
una estrategia altruista, porque se dirigía exclusivamente contra los
representantes más elevados de la justicia imperante y nunca contra
seres inocentes280. En el mismo sentido, y sobre todo en el contexto
español, Bark declaraba que:
«[...] nunca se puede atentar en nombre del Socialismo, ni de
ninguna de sus escuelas, contra personas que no tienen responsa-
bilidad alguna en los crímenes que comete el estado social a que
ellas están sujetos por la misma fuerza como lo somos nosotros»281.
•2-77 Ibicl., p. 143 y pp. 198-199. Bark caracterizó acertadamente este carácter utó-
pico del Anarquismo. También reproduce semejantes ideas en su folleto, doce años
después, La Fórmula Social, Op. cit, p. 14. Consúltese ALVAREZ JUNCO, José, La
ideología política..., Op. cit., pp. 309-368.
27° Sobre la historia del Anarquismo español: MAURICE, Jacques, L'anarchisme
espagnol, París, Rodas Etudes, 1973.
2 ' " Filosofía del placer, Op. cit., p. 25.
2 " " Socialismo Positivo, Op. cit., pp. 24-25.
- ° 1 Filosofía del placer, Op. cit., p. 25.
137
esconden intereses reaccionarios que estimulan la propaganda crimi-
nal desacreditadora del mismo, catalizando la ignorancia y el odio
ciego de algunos militantes. Por ello, insta a todo el movimiento so-
cialista a evitar la calumnia sobre sus ideales. Insiste en ese trinomio
de fuerzas yuxtapuestas en un juego entre el azar y el interés:
anarquistas inconscientes, anarquistas criminales y jesuítas, que tergi-
versa el sentido del activismo libertario:
«La propaganda por el hecho no tiene nada que ver con el
crimen común de un loco con instintos de bruto; los Salvador y
Ravachol son criminales y los anarquistas que los enaltecen son
agentes inconscientes o conscientes del jesuitismo que trata des-
tacar partido del peligro socialista para que la burguesía estúpida
busque refugio en los bazos del clericalismo»282.
282
Ibid., pp. 24-25.
2Í
" Las opiniones del doctor Lombroso desempeñaron un papel decisivo en la
discusión penal contra el Anarquismo desde 1896, a raíz de los atentados revoluciona-
rios y la literatura decadente, «idealizadora de las formas antisociales de rebelión indi-
vidual», MARISTANY, Luis, El gabinete del doctor Lombroso. Delincuencia y fin de
sigloen España, Barcelona, Ed. Anagrama, 1973, pp. 60-62; y también, ALVAREZ JUN-
CO, José, La ideología política..., Op. cit, pp. 270-271.
2o4 Revolución Social, Op. cit.., p. 22.
iOJ
La Fórmula Social, Op. cit., p. 22.
2ae
Ibid., pp. 20-21.
138
Bark ensalza el sindicalismo ácrata. El sindicalismo nació en los
albores del siglo frente al fracaso de las tácticas revolucionarias para
contrarrestar la lucha obrera socialista. Así pues, subsanando lacras
políticas y económicas desde la revuelta y la barricada, el sindicalis-
mo se presenta como una nueva proyección libertaria, activa y sin
jefaturas unipersonales287. Aunque elogia las iniciativas ácratas, Bark
teme que, sin programa de reconstrucción social, todo quede reduci-
do a un caos nacional tras la preconizada destrucción del Estado. Este
estado de crisis conduciría a la toma autoritaria de poder del clero y la
monarquía288. Consecuencia de la falta de respuesta ácrata y del fra-
caso socialista, Bark deplora la desconfianza del proletariado igno-
rante a quien nunca se le han presentado soluciones comprensibles y
realizables a sus reivindicaciones. Los únicos resultados de la política
socialista son el pesimismo insano y la atmósfera asfixiante. Ante la
amenza de una reacción de signo contrario, Bark propugna la Revolu-
ción Social, según los principios del Socialismo Positivo, el cual, du-
rante la primera década del siglo XX creyó encontrar el soporte políti-
co en el seno del Republicanismo radical como desarrollaremos a
continuación.
4. 4. 3. Del Republicanismo.
287
Ibid., p. 17.
288
Ibicl., p. 23.
139
ambos fueron protagonistas de sus ensayos biográficos. En último lu-
gar, destaca la urgencia de la renovación ideológica del
Republicanismo en torno a la cuestión social, renovación que por
primera vez presentará un intento de organización conceptual mer-
ced a la acuñación de Socialismo Positivo, defendido por algunos
miembros de las huestes del grupo Germinal.
Sobre el lúgubre fondo español de los años gozne de los siglos XIX
y XX se reaparecen todavía los románticos ideales del antiguo
Republicanismo. Proclamas y arengas en el aire, sin planes concretos
de reforma, acabaron con los impulsos de la República de 1873. Ha-
biendo tomado como modelo la Revolución francesa, avasalladora en
lugar de libertadora, despertaron al pueblo a la revuelta y «ocupados en
la satisfacción de sus infantiles vanidades retroceden a la mitad del ca-
mino para acabar desmayados sobre el cadalso». Indecisos, P¡, Salmerón
y Castelar se asustaron de las consecuencias de la República. Fue el
mismo Castelar, según Bark, quien llamó a Pavía para que dominase a
los revolucionarios de la «bella palabra»289, sin programas de acción
con los que dirigir los primeros pasos de la República, pues, bajo la
influencia del jacobinismo y la tradición romántica confiaron más en la
acción espontánea y en la sabiduría del pueblo que en la organiza-
ción290. A juicio de nuestro autor, desde los insuficientes programas con-
servadores hasta los más radicales como los de Pi y Margall y Salmerón,
se redujeron a unas cuantas leyes compatibles con el radicalismo bur-
gués. Bark censuraba la falta de pragmatismo y coherencia de los gran-
des hombres del Republicanismo a la hora de tomar decisiones que
verdaderamente materializasen los presupuestos doctrinales proclama-
dos. Ciegos y pusilánimes, ninguno poseía el carácter necesario de un
hombre de Estado para guiar a las masas indoctas y hacer frente a la
oposición. Bark perfila un panorama republicano desolador:
140
En definitiva, Ernesto Bark, como el mismo pueblo, se dice hastia-
do de anfibiologías y vaguedades que ponen en entredicho la sinceri-
dad de los jefes republicanos, defraudando al pueblo y a los militan-
tes por la esperanza depositada en los que creían sus guías y portavo-
ces. Por ende, rivalidades individualistas y partidistas propias del ca-
rácter español se impusieron sobre el abnegado esfuerzo colectivo,
Ello explica que algunos sectores de los antiguos republicanos, has-
tiados de sus luchas juveniles, vivieran la Restauración no sólo desde
la tolerancia, sino hasta en la complicidad. Tras el fracaso revolucio-
nario, el moderantismo de los republicanos y su acatamiento de la
monarquía democrática exasperaban a nuestro autor. Continuó po-
niendo en tela de juicio a los líderes republicanos, acusándolos de ser
verdaderos estrategas del egoísmo placentero, y en consecuencia,
conspiradores pasivos contra sus mismos principios292.
Revisando la historia republicana de España, Bark distingue una
multitud de «corifeos» y su mirada se dirigirá esencialmente a Emilio
Castelar puesto que fue el único representante oficial del
Republicanismo durante parte de la Restauración, dada la prolongada
ausencia en suelo español de Salmerón y Pi y Margall293. Ernesto Bark
denominaba a Emilio Castelar el Mirabeau español, ya que lo consi-
deraba ante todo un hombre de ¡deas, de brillante oratoria y elocuen-
cia en detrimento de sus capacidades políticas. Entendía Bark que el
éxito de Castelar como líder político siempre radicó en su genialidad
estética:
«[...] al poeta-orador, al ruiseñor que canta las armonías del
universo, que mira el mundo por el prisma del amor y cubre las
contradicciones y las insuficiencias de su optimismo con las flo-
res y perlas de hermosas imágenes y comparaciones poéticas»294.
- " 2 Revolución Social, Op. cít. , pp. 60 y ss. y España y el extranjero, Op. cit., p.
30.
" - > ESTEVE IBAÑEZ, Luis., «El posibilismo. La política de Castelar», Canalobre, n°
22 (Otoño, 1991), p. 31 [ 2 9 - 3 8 ] ,
2
94 España y el extranjero, Op. cit., p. 24 y El Internacionalismo, Op. cit., p. 135,
295
Ibid, p. 24.
141
sin recurrir a los mecanismos autoritarios. Este tipo de oratoria, en gran
medida juego teatral, respondía a las espectativas y gustos del público.
Por ende, las clientelas electorales se reclutaban gracias a los favores
personales y éstas «[...] no estaban demasiado interesadas en la línea
que los políticos adoptaran en relación a problemas de alcance general
y abstracto». De hecho, la sinceridad de sus discursos era hasta cierto
punto secundaria como lo justifica el hecho de que los políticos estu-
viesen menos motivados por «los problemas colectivos o beneficios
indivisibles que interesados por beneficios divisibles (como la posibili-
dad para encontrar un puesto para el cliente fiel)»296. Bark deplora la
falta de consecución práctica ele los discursos de Castelar. No olvide-
mos que ideológicamente Bark se situaba hacia la izquierda republica-
na y no aceptaba el conservadurismo de los republicanos posibilitas y
sus pactos con los sucesivos gobiernos de la Restauración. Por consi-
guiente, sólo descubriremos sobre Castelar el desprestigio achacado a
la falta de seriedad y el acercamiento a la monarquía297.
Siguiendo con el espectro político republicano, Bark expresa un
gran reconocimiento hacia el líder federalista Francisco Pi y Margall,
«el Proudhon español». Bark sentía especial atracción por el carácter
izquierdista del federalismo y aprobaba su exaltación de la libertad
individual y colectiva de inspiración libertaria. Empero, Bark no acep-
taba todas las consecuencias socio-políticas y económicas del indivi-
dualismo y la autonomía a ultranza sobre los que Pi organiza el Esta-
do federal. Pensaba que España no estaba preparada para el federalismo
nacionalista. El pueblo no estaba educado para el «self-government»,
ya que:
«[...] sería locura manifiesta querer dar la autonomía donde la
secular dominación del trono, del altar o de una centralización
administrativa abrumadora, ha dejado sin iniciativa alguna a los
pueblos»298.
2yt
»VARELA ORTEGA, Jacinto, Los amigos políticos..., Op. cit., pp. 213-214.
-"' Como documentos coetáneos sobre el espectro político republicano: ALBOR-
NOZ DE LIMIÑANI, Alvaro de, El Partido Republicano, Madrid, Biblioteca Nueva, 1918
y RODRÍGUEZ SOLIS, Enrique, Historia del partido republicano español, de sus
propagandistas, de sus tribunos, de sus héroes y de sus mártires, Madrid, Imprenta de
Fernando Cano y Donoso de Val, 1892-1893.
-98 Revolución Social, Op. cit., pp. 64-65.
142
Sus opiniones sobre Pi y Margall difieren según la trayectoria y
táctica políticas del partido. Hacia 1890, Pi y Margall era ensalzado
por Bark, tras el reconocimiento del sufragio universal y el derecho de
asociación como medios principales para alcanzar al reforma social,
reivindicaciones que también Bark realizó durante sus primeros años
en España. Pi representaba entonces, para él, un modelo de intelec-
tual y político radical completamente entregado a la causa. Como
estudia Clicerio Sánchez, entre las minorías más radicales del
Republicanismo, Pi y Margall fue convertido en:
«[...] un verdadero apóstol, que a pesar de la evolución polí-
tica que se daba en el país y de las frustradas experiencias republi-
canas de 1873, organizaba, vigilaba y alimentaba doctrinalmente
al partido, pensando obcecadamente que la libertad, la democra-
cia y la modernización -regeneración-de España podrían llegar
solamente a través de la República Federal»299.
143
desconfiaba del federalismo y de las infiltraciones clericales, particu-
larmente en Cataluña, por ser utilizados negativamente en contra de
la política republicana301.
3UI
Socialismo Positivo, Op. cit., p. 76. Bark publicó los folletos no localizados:
Pi, Zorrilla y Salmerón, su significación en la democracia y su porvenir, (Madrid, 1890)
y Nuestros prohombres ante el socialismo y la Revolución, (Madrid, ¿1894-1895?) y
Reorganización Republicana.
302
Ibid., p. 124.
303
MARTÍNEZ CUADRADO, Miguel, Elecciones y partidos políticos de España
(1868-1931), Madrid, Taurus, 1969, p. 630.
304
La próxima revolución y el capitalismo, Op. cit., p. 16.
144
proletario. Desde entonces se potenciarían las reivindicaciones para
mejorar la condición de vida de los obreros y de las clases medias
pobres, como también para erradicar la miseria social, y particular-
mente, la dominación clerical. Todo ello, se enmarcaba en su con-
tienda por la Democracia, régimen de la futura República Social, in-
compatible con la pervivencia de la Monarquía. En segundo lugar, se
imponía la necesidad de reunir todas las facciones republicanas y asen-
tar las bases sólidas de una gran Unión, ya que hasta entonces no se
habían conocido más que repetidos intentos fallidos. Bark creía en la
Unión Republicana. Al igual que sus compañeros de partido, atribuía
a la unión una virtud casi maravillosa, puesto que según describía
Alvaro de Albornoz:
«Todos los contratiempos, todas las derrotas, todos los desca-
labros sufridos en una oposición de cuarenta años los explican
por rivalidades y diferencias entre los jefes. Cada vez que, en medio
de las luchas intestinas que destrozan al partido, un propagandis-
ta de alguna autoridad lanza la palabra unión, la muchedumbre
lo sigue entusíamada, mientras los jefes, incompatibles, discuten
ideas y procedimientos, en mítines, banquetes y veladas se aboga
ardorosamente por la unión de todos los republicanos»305.
305
ALBORNOZ LAMIÑANI, Alvaro de, Op. cit„ p. 221.
3
" ° Bark escribió también los folletos: El programa común del Republicanismo,
(Madrid, 1 889); El programa común del Republicanismo Ibérico (Madrid, 1892).
145
Fue en Germinal donde Bark precisó el aparato ideológico del
Socialismo evolucionista o positivo. Era un Socialismo ecléctico que
continuaba las tradiciones democráticas republicanas, actualizándo-
las con la incorporación de una síntesis de los socialismos libertario y
marxista307. En la revista Germinal se acuñaría definitivamente el nue-
vo término de Socialismo Positivo y se expondrían algunos presupuestos
doctrinales entremezclados con sus medidas intervencionistas. Éstos
fueron defendidos, al menos por Ernesto Bark, Joaquín Dicenta, Isidoro
López Lapuya y Francisco Maceín entre otros. En 1896, apareció por
primera vez el Programa para la destrucción del capitalismo redacta-
do por Francisco Maceín 308. Proponía la reducción de la jornada la-
boral a las ocho horas, la creación paulatina de cooperativas de pro-
ductoras y de consumos, la nacionalización exclusiva de los primeros
elementos de consumo y servicios, la abolición parcial del salario y la
participación en los beneficios, la educación económica de los obre-
ros, la legislación obrera y la absoluta autonomía administrativa de
los municipios, como algunas de las principales reformas básicas.
Ernesto Bark profesaba la constitución de un amplia inteligencia
en la que todas «las energías populares dispersas» abrazaran la ban-
dera común del Socialismo. La Unión quedaría constituida por tres
cuerpos independientes: anarquistas, marxistas y republicano-socia-
listas o germinalistas. Limar las diferencias, formar un gran bloque y
llegar al poder será la estrategia política de Germinal. Bark pensaba
que su Socialismo Positivo era capaz de coordinar la síntesis de los
presupuestos doctrinales socialistas marxistas, libertarios y republica-
nos sobre la base de un programa de acción positivo y flexible que
todos, hasta la opinión neutra, pudieran aceptar309. La Unión Republi-
cana-Socialista, quedaba de esta manera constituida como un pacto,
cuyos principios eran modificables según las circunstancias310. Aten-
diendo a las dificultades del contexto coetáneo español, Bark conce-
día también a Germinal la misión política de difundir la imprescindi-
ble actitud integradora entre todas las fuerzas izquierdistas, recogien-
do sólo las virtudes positivas de cada uno y confiando inocentemente
en que la voluntad afirmativa de:
146
«[...] los libertarios y los germinalistas serían un constante
acicate que arrastraría a los federales, a los progresistas y marxis-
tes a temperamentos resueltos, y la labor paciente de aquellos
partidos serán fructíferas a la causa de la democracia bajo los im-
pulsos del entusiasmo juvenil de los primeros y los apasionamientos
violentos de los últimos tan ligera y terriblemente provocados por
las barbaries de Montjuich»311.
*' ' Socialismo Positivo, Op. cit. p. 1 3 i . y Modernismo, Op. cit., pp. o9-60.
312 Socialismo Positivo, Op. cit., p. 79.
313
Ibid, p. 85.
147
«Hay que disimular el apego que tienen por ciertas tradicio-
nes anticuadas, como lo son la pedantería sinalagmáticas de Pi y
Margad, y las ilusiones en el ejército, el Juan Prim de la Revolu-
ción. Pero, ¿quién no respeta las rarezas de un anciano venerable?
Así hay que juzgar con benevolencia la jerga bilateral de los fede-
rales y el fetichismo militar de los progresistas, y en ambos parti-
dos las antidemocráticas jefaturas unipersonales y vitalicias»""1.
4
Ibid., p. 129.
5
Ibid., p. 148.
6
Ibid, p. 170.
7
Ibid., p. 173.
148
vilegiados arribistas"18. En la medida en que la nueva Política Social
eliminaba los favoritismos, las promesas de ascensión social y el enri-
quecimiento fácil y rápido, estimaba Bark que se podría erradicar el
juego político regido por el afán de medrar319. En consecuencia, los
cauces estrechos de la política de intereses particulares en vigor que-
darían aniquilados merced al espíritu germinalista, precursor de valo-
res puros y altruistas que superaban la corrupción dominante en la
política española. En suma, para asegurar el éxito de la Unión Repu-
blicana-Socialista, no sólo bastaba la comunión ideológica, sino la
unidad moral. Para alcanzarla, estipulaba dos posibilidades:
«[...] destruyendo la incompatibilidad de las ideas entre los
grupos y desvaneciendo los malentendidos personales y desen-
mascarando o inutilizando a las entidades y personas que por lu-
cro, vanidad u otro móvil reprobable sirven dentro de nuestro cam-
po al adversario común»320.
149
como Salmerón, Azcarate, Labra o Melgarejo serían instrumentos para
la revolución contra el capitalismo; desde los antiguos socialistas como
Ginard de la Rosa, Escuder, Unamuno y Salas Antón hasta Romero
Robledo, Canalejas y Maura podrían se utilizados igualmente dado
que su sed de poder guiaba sus enfrentaminetos con Silvela y Sagasta;
y como no, hasta:
«[...] los aficionados al Socialismo, como Leopoldo Alas, quien
despilfarraba sus flechas críticas en zaherir sin ventaja ni prove-
cho a los propagandistas populares que sin pretensiones de nin-
guna clase llenan el vacío que no han sabido llenar las eminen-
cias científicas de España»322.
Ibid, p. 178.
150
su carácter legalista resultaba sospechoso para los proletarios. En con-
secuencia, prosiguieron las instigaciones entre las diferentes faccio-
nes y la propaganda contra el odio de clases encontró cada vez más
eco entre las masas populares que se sentían defraudadas por la negli-
gencia política de la Unión para con ellos323. Recogiendo el testimo-
nio de Bark, los desheredados y los proletarios recelaban ya de todo:
«Que nadie se haga ilusiones; el proletariado ha visto en su
vida fatigosa sólo maldades y crueldades, sus hijos se mueren por
falta de alimento y médico; nadie les apoya, y por consiguiente
no pueden tener fe ya en nadie»324.
323
Revolución Social, Op. cit., pp. 84-85.
324
Ibid., p. 91.
325
Ibid.
326
Ibid., pp. 154-155. Consúltese RUÍZ MANJÓN, Octavio, El partido republica-
no..., Op. cit, pp. 37-44 y ALVAREZ JUNCO, José, El Emperador.., Op. cit.,p. 275.
151
solicitadas en las anteriores conjunciones, como mejores herramien-
tas unionistas. Del millón y medio de trabajadores en España, apenas
unos doscientos mil estaban afiliados a algún sindicato o partido: los
libertarios contaban con unos setenta mil simpatizantes, los marxistas
unos treinta mil y el resto mostraba tendencias exclusivamente
societarias o republicanas. Con dicho segregacionismo nunca se po-
dría construir nada positivo en favor de la República Social" 7 . La solu-
ción que propone Bark, acorde con los dictados de Lerroux, era la
creación de Casas del pueblo, siguiendo los modelos ya existentes en
Bruselas que trabajan en la propaganda de ideas y de acción revolu-
cionaria. Tras una convivencia común en estos centros, se «habrán
acercado los hombres y conciliado los espíritus formando de las ma-
sas disgregadas una entidad homogénea cuyos jefes o inspiradores se
conocen y se aprecian»" 8 .
s¿/
Revolución Social, Op. cit., p. 155.
328
lbid.,p. 156.
329
Filosofía del placer, Op. cit, p. 50
152
4. 4. 5. 7. Nicolás Salmerón.
33(3
BARK, Ernesto, Nicolás Salmerón, Madrid, Biblioteca Germinal, 1903, pp. 10-
12.
331
Ibid, p. 14.
332
/¿tí., p. 21.
153
Si bien Salmerón había sido hasta entonces representante del
Republicanismo burgués, Bark desea que merced a la Unión Republi-
cana los sectores intelectuales y proletarios sean tenidos en cuenta
como soplo político regenerador. Siendo una Unión de amplio espec-
tro, Bark estaba convencido de que los republicanos aprenderían de
las clases más ínfimas la abnegación, la capacidad de sacrificio y aque-
lla solidaridad «generosa» que, según él, era emanada de manera na-
tural «desde abajo». Estas cualidades favorables a la sociabilidad y
solidaridad social mostradas por los proletarios durante las huelgas no
existían entre las clases medias y burguesas. Inocentemente y atribu-
yendo un falso redencionismo a Salmerón, creía Bark que aquellos
valores de la nueva Humanidad habían de ser compartidos por todos
los miembros de la Unión333. Hay que tener en cuenta que aunque el
Comité Nacional del Partido Socialista, defensor por definición del
proletariado, se había negado a participar en la Unión de estos parti-
dos considerados burgueses, algunos cabecillas como Vera y García
Quejido apostaban por la coalicción con los republicanos. Estos es-
bozos de aperturismo acercaron ligeramente a dichos socialistas y los
republicanos más avanzados activaron su participación en sindicatos
y en el Instituto de Reformas Sociales334.
La silueta bibliográfica de Bark fue acogida de manera positiva.
Resultó innovadora entre los republicanos, según indicaba el autor:
«coloca el retrato físico en la cubierta y allíterminan todas las referen-
cias a lo material y tangible»335. La crítica germinalista lo consideró un
libro «clave» para el Republicanismo por el estudio de sus psicología
y la evolución de su pensamiento político.
Pocos años después, tras el fracaso de la Unión Republicana-So-
cialista, Bark se erige acusador público de Salmerón por haber adop-
tado una política servil hacia la monarquía336. Bark estima una obliga-
ción moral el hacer públicas estas delaciones a pesar de «las vivas
simpatías personales que nos inspira el gran orador». Critica a Salmerón
por no haber emprendido cualquier proceso revolucionario y «haber
perdido el tiempo en arlequinadas evolucionistas, cuya vaciedad ha-
bía reconocido». Empero, reconoce que el espíritu partidista de los
miembros de la Unión -«cuerpos inertes, cadáveres sin alma demo-
crática»-contribuyó igualmente a su fracaso337. El Partido Republica-
333
Ibid., pp. 28-30.
334
ROBLES ECEA, Antonio, «La Conjunción...», Op.ciL, pp.l 10-111; PÉREZ DE
LEDES/MA, ¡Manuel, Antonio García..., Op. cit., p. 54.
335
Ibid., p. 54.
33b
BARK, Erneslo, A la barra. Acusación pública contra Salmerón, Madrid, Biblio-
teca Germinal, 1905.
337
Ibid, p. 4.
154
no no consiguió sanear el panorama político español porque los líde-
res republicanos, sobre todo Salmerón, se habían doblegado a la vo-
luntad de Maura. Igualmente, Lerroux se puso al servicio del gobierno
durante el viaje de Alfonso XIII a Barcelona en 1904, razón por la
cual, Bark lo proscribe también como adalid republicano aun cuando
reconoce sus cualidades oratorias y políticas.
Por otra parte, siendo temas claves para Bark la campaña anticlerical
y el obrerismo, subraya la oposición de Salmerón a la agitación
anticlerical, y en particular, la gravedad de la escisión creada con el
pueblo obrero por el abandono de las reivindicaciones en favor de los
obreros encarcelados en Montjuich, la negativa de Salmerón a partici-
par en las manifestaciones del 1 o de Mayo en 1904 y a luchar contra
la explotación de los mineros, las insalubles condiciones de trabajo,
la falta de instrucción, etc:
«Tratándose de defender al gran mártir, al esclavo del salario,
enmudecieron los grandes oradores y parecíanos oír un coro de
castrados, cuyas voces tiernas contrastaban extrañamente con los
acentos viriles, cuando se iba a derrumbar algún Ministerio, con
la pueril finalidad de llevar a la dictadura jesuística al «honrado»
Maura, el gran elector a cuya honradez tenían que agradecer las
minorías sus actas»"3.
3JÜ
A la barra, Op. cit., p. 11,
339
Ibid, p. 12.
155
A partir de 1903, disgregado el grupo Germinal, la mayoría de sus
miembros fueron evolucionando bajo al sombra de Alejandro Lerroux.
El eclecticismo que había caracterizado a los frentes republicanos de
la antigua democracia socialista - y sus orígenes paralelos a los Ale-
jandro Lerroux-favorecería su evolución hacia el radicalismo, atraídos
por este caudillo popular, capaz de tomar inciativas revolucionarias
que ningún otro republicano había osado hasta entonces.
J4U
ALVAREZ JUNCO, José, El Emperador..., Op. cit., pp. 119-122.
34
El general Luque y el problema de España, Op. cit, p. 16.
342
Ibid, p. 24.
156
ro de un gobierno «que ejecute sin trabas»3'0. En este paradójico mode-
lo, se pretendía individualizar la toma de decisiones enérgica y eficaz
para suplantar la demagogia de los hombres de gobierno. Los
regeneracionistas serían los consejeros más próximos del dictador y
todos los políticos podrían:
«[...] redimirse los Salmerón, Alvarez, Azcárate, Muro; y
Lerroux podrá demostrar que no era el dócil instrumento de Moreto
y hasta Costa tendrá ocasión de demostrar que sabe más que ame-
nazar en cartas y discursos»341.
4, 4. 5. 3. Alejandro Lerroux.
343
/te/., p. 41.
344
Ibid., p. 40.
345
Ibid, p. 47.
346
Ibid, pp. 3-8
157
organizativa encandena la ideología del partido, imposibilita toda crí-
tica constructiva, convirtiéndolo, en definitiva, en un fanatismo opuesto
a los principios liberales, una «caricatura ¡gnomiosa de la democracia
y una burla del radicalismo»347.
Brevemente Bark perfila trayectoria política de Lerroux y sus pri-
meros pasos en el mundo de la prensa, alrededor de El Radical y El
País. Destaca sus orígenes y sus brillantes cualidades de «demagogo»,
«nacido de la nada», el modelo de «selfmade man a la americana»,
que supo aprovechar cualquier ocasión a favor de sus intereses y su
popularidad348.
La esperanza revolucionaria volvió a renacer en Bark tras la Sema-
na Trágica que significó el trágico despertar de las conciencias espa-
ñolas y extranjeras. Resultó, en su opinión, una oleada sangrienta pero
eficaz para que la opinión pública cerniese los problemas que la do-
minación militar, clerical y palaciega estaban originando. En conse-
cuencia, Bark se cuestiona sobre la pasividad de los dirigentes políti-
cos:
«¿Se callarían otra vez los histriones de la tribuna y las cele-
bridades de la verbosidad dejando que se perpetren los crímenes
más inocuos sin su protesta inmediata, ruidosa, hasta que la in-
dignación del mundo culto les recordara sus deberes de hombres
de honor cultos?»349
347
Ibid, p. 10.
348
lbid, pp. 6-10.
34 J
Alejandro Lerroux. Semblanza crítica, Op. cit., p. 2.
3 j 0
ASÍ resume Octavio Ruíz Manjón el alcance geográfico del Partido Radical en
su obra El partido republicano... ,Op. cit., p. 68.
35
' Alejandro Lerroux. Semblanza crítica, Op. cit, p. 11.
158
Dado que el Partido Radical, todavía inmaduro, resulta insuficien-
te como única falange para la revolución, Bark reanuda su propagan-
da a favor de las uniones entre republicanos. De nuevo, intentará lla-
mar a las filas:
«[...] a toda la inmensa masa republicana [para que) forme la
avalancha radical y que la bandera roja del sindicalismo cubra las
banderitas federal, socialista, unionista, germinalista, libertaria,
sorianista y progresista; porque los tiempos son demasiado serios
y peligrosos para que continuemos aún el juego inocente de capi-
llas y ermitas de antaño»352.
352
Ibki, pp. 1-2.
3j3
Ibid, pp. 11-15. Los intelectuales madrileños acogieron favorablemente el ra-
dicalismo lerrouxista pero el escaso bagaje cultural del partido y la dudosa gestión del
ayuntamiento de Barcelona provocaron poco a poco su alejamiento. FUÉ, Elias,.Op.
al, pp. 78-80.
354
Ibid, pp. 18-19,
159
mejorar su programa social y económico que pusiese verdaderamente
en duda el sistema capitalista vigente.
4. 4. 6. Miscelánea
160
Ante los conflictos obreros cada vez más importantes de las pri-
meras décadas del siglo XX, Bark exhortaba a la divulgación del pro-
grama de reforma social a todas las clases trabajadoras, los partidos
políticos y la opinión. Creía que podría evitar la manipulación de los
poderes dominantes si lograba que las masas indoctas comprendie-
sen en todo momento cada decisión y acontecimiento359. Ingenua-
mente nos presenta a unos radicales angélicos y santos redentores del
pueblo, al cual quieren liberar de las garras socialistas. Por ello, de-
clara Bark que:
«Es una inmensa inmoralidad que debe acabar por decoro
público, y los radicales, que somos los únicos que hemos presen-
tado y propagado un programa social que encierra toda una hon-
da revolución, estamos obligados a desenmascarar a estos
embaucadores del pueblo obrero»360.
161
ciendo públicos estos desagravios, Bark anhela la vuelta del idealismo
político en España, esa «romántica abnegación» que caracterizaba al
pueblo español, cuyo ejemplo más concreto es el mismo «siglo XIX,
una serie no interrumpida de hazañas generosas por la libertad y el brío
del pueblo»363. En los últimos años de su vida, tomando como referente
el comunismo ruso, Bark cree todavía posible la transformación radical
del país tras un acontecimiento revolucionario o una huelga general
bien organizada. El escenario más apto en España sería el suelo indus-
trial catalán por su desarrollado anarcosindicalismo364, bajo la direc-
ción de Alejandro Lerroux a pesar de encontrarse ya en el ocaso de su
carrera política.
En resumidas cuentas, el Republicanismo español intenta renovar-
se y adecuarse a las necesidades de la España finisecular, cuyos go-
biernos habían sabido hasta entonces neutralizarlo con éxito. Conser-
vando su romanticismo y moralismo característicos, el Republicanismo
germinalista pretende ensanchar sus perspectivas según los dictados
del positivismo sociológico, lo cual se materializará en el acercamiento
hacia las corrientes socialistas. Dicho acercamiento ideológico favo-
reció alianzas y pactos estratégicos, al menos con perspectivas electo-
rales.
En la trayectoria que Bark perfila en sus textos, hemos asistido a
una búsqueda desesperada de un líder determinado y popular, im-
prescindible para la revolución. En 1906, encontró la solución, como
era tradicional en el Republicanismo, en una mitigada dictadura mili-
tar. En 1910, asentado el poder lerrouxista y organizado el Partido
Radical, Bark acogerá el liderazgo de Lerroux a condición de que se
rodease de una Junta de intelectuales que salvase las lagunas de su
falta de formación cultural.
363
Ibid, pp. 24-25.
3
° 4 Sobre el modelo bolchevique como teoría de Estado y estrategia de cambio
revolucionario: FORCADELL, Carlos, Parlamentarismo y bolchevización. El movimien-
to obrero español, 1914-1918, Barcelona, Ed. Crítica, Grijalbo, 1978.
162
rical era la conjunción de todas las fuerzas socializantes que desper-
diciaban sus energías disputándose el estrecho espacio de acción en
el espectro político. Para Bark, la clave del éxito residía en su colabo-
ración racionalmente dirigida y a este objetivo dedicó la mayor parte
de sus esfuerzos. El Socialismo Positivo, síntesis de las ideologías mar-
xista y libertaria, encontraría su máximo sentido con la constitución
de la Unión Republicana-Socialista como bandera del progreso y de
la regeneración española. En espera de tal objetivo, Bark procede a la
determinación de un programa positivo para la instauración de la Re-
pública Social.
La asociación de todas las facciones de izquierdas en un Socialis-
mo Positivo e integral que Bark proponía ha de comprenderse en un
sentido amplio. Bark sostenía la creación de una gran internacional
socialista, la Internacional Invisible, en la que participasen todas las
tendencias progresistas. Bark quería conciliar el Socialismo Positivo y
el marxista, mermando sus divergencias, meras «sutilezas ideológi-
cas» para no obstaculizar la lucha contra el capitalismo. El programa
que Bark definía era un programa mínimo, en vistas a que la Repúbli-
ca Social fuera aceptada por la mayoría, y en particular, «aquellos
espíritus que retroceden ante lo obscuro, lo desconocido y que quie-
ren familiarizarse con el terreno antes de pisarle»365. La tolerancia que
Bark propugnaba se prepararía con debates sobre las divergencias
doctrinales y tácticas, desvaneciéndose la «dudas respecto a la since-
ridad de ciertos elementos y determinadas personalidades» y propo-
niendo soluciones colectivamente aceptadas566. Frente al carácter utó-
pico anarquista y al sectarismo marxista, Bark esperaba que los repu-
blicano-socialistas afirmasen ese espíritu conciliador, que tanto hu-
biera necesitado el republicanismo histórico para favorecer la conso-
lidación de la República.
La estrategia republicana-socialista se basaba en la reforma paula-
tina de la sociedad contemporánea, y, merced a ese moderantismo,
desde la misma estructura económica del sistema capitalista y el régi-
men monárquico-parlamentario que pretendían aniquilar. Los aspec-
tos esenciales a reformar que Bark divulgó en Revolución Social, se
referían a la hacienda, al problema religioso, educativo, militar y di-
plomático. Por su falta de competencia jurídica, Bark aconsejaba las
bibliografía de Antonio Menger y de Magnaud, y para adaptarla al
contexto español, aconsejaba las propuestas del «socialista krausista»,
Azcárate, Salmerón, Canalejas y Barriobero367. La República Social
163
exigía también una nueva definición de la moral, del arte y la ciencia
y de su funcionalidad social.
En la práctica, bajo el pretexto de la síntesis marxista y libertaria,
los principios doctrinales del Socialismo Positivo de Bark se propon-
drían tras la crítica de los fundamentos de dichas tendencias, a modo
de alternativas más o menos moderadas y conciliadoras.
i
°° El Internacionalismo, Op. cit., p. 64 v Socialismo Positivo, Op. cit., pp. 143-
144 .
-*"" Socialismo Positivo,Op. cit., p. 144.
370 Revolución Social, Op. cit., pp. 94-95.
Esta organización económica en un sector estatal y otro libre se inspiraba, sin
duda alguna, en el pensamiento de tuis Blanc aunque Bark nunca se pronunció por la
organización de talleres sociales como célula básica del orden económico.
164
La reforma de la estructura económica propuesta por Bark se fun-
damentaba, pues, en un colectivismo parcial; rechazando el estatalismo
y el individualista «laissez faire» establece cierto control institucional
para garantizar el bienestar a todos los ciudadanos. Estas posiciones
intermedias de Bark engarzaban con las propuestas colectivistas de
algunos anarquistas españoles372 y con las posiciones krausistas de
GineryAzacárate, asociados irremediablemente con aquellas tenden-
cias libertarias373. Estos grupos coincidían en la negación de un grado
superior de estatalismo o de comunismo, por ser, el primero, una cor-
tapisa al derecho de la libertad y al individual ejercicio de la volun-
tad; y el segundo, una amenaza del resurgir oligárquico, debido a la
«innata maldad» humana que convertía al armonicismo comunista en
utópica falacia.
Para gestionar una estructura colectivista parcial se requería un
mínimo control estatal o de alguna estructura intermedia. Bark apos-
taría por la segunda opción, con la creación de un Ministerio del Tra-
bajo y diversas direcciones generales. Estos organismos coordinarían
la estructura económica e implantarían las reformas necesarias para
solventar la cuestión social. Bark intentaba salvaguardar la indepen-
dencia del capital y la permanencia de pequeñas organizaciones,
puesto que no afrontaba más que parcialmente los intereses industria-
les, agrícolas y comerciales.
La propuesta de la propiedad colectiva mínima de Bark aseguraba
la subsistencia de todos los ciudadanos, respetaba la propiedad indi-
vidual en agricultura; la propiedad privada de los medios de consumo
y otorgaba libre competencia al esfuerzo y sacrificio individual 374 .
Este sería el punto clave de la larga discusión mantenida con Rafael
Delorme, defensor acérrimo de Marx y del Socialismo colectivista.
Quizás fuese ésta la controversia más interesante que Bark mantuvie-
ra con los socialistas marxistas desde el escenario las páginas de
Germinal375.
4. 5. 2. La lucha de clases.
3/2
ALVAREZ JUNCO, José, La ideología política..., Op. cit., pp. 362-367.
373
DÍAZ, Elias, Op. cit., pp. 150 y 211-213.
3/
^ C o n esta postura conciliadora, Bark recoge el pensamiento socialista dejean
Jaurés.
37:>
Su estudio aparece en la tercera parte de nuestra tesis ya citada.
165
rismo y autoritarismo» del Partido Socialista Español. Para Bark, la
lucha de clases era un absurdo político puesto que resultaba contra-
dictorio luchar por una clase determinada cuando se aspiraba a borrar
las diferencias de clase. Como alternativa, proponía la consecución
de una armonía social y la estabilidad política376.
Nacida en una estructura social industrial, la lucha de clases mar-
xista no se adaptaba a todos tipos de población, como ocurría para el
caso español. Según Bark, los preceptos marxistas resultaban super-
fluos puesto que la estructura de la población no se organizaba funda-
mentalmente en dos esferas sociales, «la ostentadora del capital» y
«la explotada», los burgueses adinerados y las pobres clases obreras.
La lucha de clases hizo que el Socialismo marxista focalizará su
activismo político como «exclusivo» representante de las masas pro-
letarias, las que sufrían los abusos del capitalismo. En este trasfondo
económico maximalista, la lucha de clases se justificaba por el con-
cepto de explotación asimilado principalmente al obrero industrial u
«obrero consciente»377. Mas, como defendía Bark, el concepto de clase
obrera no era siempre homólogo con el de explotación. Al hablar de
explotación en España, la lucha de clases tendría un carácter extensi-
vo, según connota la imagen de «un cáncer que roa» a toda la socie-
dad, de un «pólipo venenoso que chupa la sangre de la nación co-
rrompiendo y envenenándolo todo». Estas evocadoras imágenes re-
presentan el absolutismo de las esferas del poder, en las que se in-
cluían la monarquía, la alta burguesía y el clero, pero también, los
caciques y el latifundistas; los cuales «pesan sobre el obrero de blusa
como sobre el abogado o profesor de Universidad, sobre el comer-
ciante o el industrial»378. Bark argüía en defensa de las bajas clases
medias y del campesinado, víctimas del sistema capitalista pero olvi-
dadas por la lucha marxista :
166
diocridad y «/a mano callosa» con la exclusiva intención de conservar
el mando vitalicio y redundaba en la manipulación de las esferas de
poder que neutralizaban así su fuerza como oposición política380. El
exclusivismo proletario de la lucha de clases marxista impedía igual-
mente la presencia de cualquier «inteligencia». A juicio de Bark, este
sector de la población sometido a la venta de su capacidad y su traba-
jo por un mísero salario era también un sector explotado al que se le
cerraron las puertas del partido, al menos durante la influencia
guesdista, al considerarlo un amenazante rival en las estructuras de
mando. Bark estaba convencido de que los «partidos obreros», sin un
cuerpo intelectual activo quedarían reducidos a:
«[...] masas acéfalas dominadas casi siempre por demagogos
oscuros, y cuya labor redunda al fin y a la postre en beneficio de
la reacción monárquica, y en particular, en beneficio de la intriga
negra, en cuyas redes misteriosas caen gran parte de esto acérri-
mos defensores de los obreros»381.
167
El balance de las experiencias asociacionistas obreras y de la ma-
nifestación del 1 ° de Mayo de 1890 fue, para Bark, negativo. Las cam-
pañas entre los sectores madrileños de la construcción habían tenido
una nimia incidencia política en la militancia obrera a la militancia.
Bark, decepcionado, se decido a apelar a las clases medias, a los
empleados en el sector terciario y a las profesiones más liberales, so-
licitando su involucración en la lucha social. Bark mostró una clarivi-
dencia que no compartieron sus compañeros republicanos pues, sin
duda alguna, una movilización organizada de estos sectores hubiese
sido clave para el éxito del Republicanismo de entresiglos.
Frente al Socialismo marxista, cuya práctica obrera reivindicativa
se limitaba a la consecución de objetivos económicos inmediatos-583,
Bark subrayaba que el Socialismo Positivo, poseía un carácter «civili-
zador» y sus soluciones beneficiaban a todas las clases y ciudadanos.
El Socialismo Positivo sobreponía a la cuestión obrera:
«[...] el gran problema social, que ya no es una cuestión de
estómago, la eterna lucha entre los plebeyos y nobles, sino la gi-
gantesca reforma social que quiere reconstruir el edificio social
de la humanidad, según los principios de la Ciencia, Justicia y
Fraternidad»384.
168
«[...] una ¡dea-fuerza que se imponga a todas las inteligencias
como una necesidad sentida por todos; porque no podrá realizar-
se nuestro ideal si las fuerzas vivas de la colectividad no lo acep-
tan y lo aprueban»388.
Esta idea fuerza fue concretizada por Bark recurriendo a los lazos
de solidaridad y fraternidad entablados por el altruismo, como
Proudhon profesaba. Merced a este sentimiento, el odio y la miseria
de los explotados se transformaría en bienestar; nacerían el mutualismo
y el armonicismo social por la entrega generosa de los más favoreci-
dos y el compromiso de intelectuales y artistas, cuyo ejemplo eran ya
Zola, Dicenta, Mirabeau e Ibsen, entre otros389.
4. 5. 3. Reforma y Revolución.
169
190939', lo cual justifica que Bark confiase en ellos como excepciona-
les ejercicios de revuelta política.
El carácter ¡ntegrador de Bark se manifestó, no obstante, en la prima-
cía concedida a la reforma. Antes de iniciar la gran Revolución Social
abogaba por la preparación metódica de los pueblos con la propaganda
y la educación. Bark perseveró siempre en esta dirección reformista
ecléctica, definida en 1882 a propósito de la independencia estonia y el
derrocamiento del zar. En el marco de la República Social para España,
sus panegíricos a la reforma y la concienciación del pueblo se reiteran
constantemente392. Sólo así se podría llevar a bien un cambio tan com-
plejo como es la organización económica y social de una nación, sin
destruir vidas ni el legado histórico del pasado393. Además, teniendo pre-
sentes la idiosincrasia y la psicología españolas, el procedimiento de la
reforma se sobreponía a cualquier tentativa revolucionaria violenta, so-
bre todo, por la dificultad para encauzar todas las corrientes progresistas
hacia soluciones positivas en España. Si bien antes ensalzaba el retorno
del romanticismo idealista capaz de movilizar al pueblo, ahora su carác-
ter apasionado e impresionable puede convertirse en una lacra. Las gran-
des pasiones susceptibles de guiar a las masas pueden transformarse fá-
cilmente en impulsos frenéticos de desengaño o de entusiasmo revolu-
cionario. En un momento de arrebato ciego, en España:
170
Aparte de estas consideraciones psicológicas a favor de la reforma
en España, Bark recurrió a argumentos internacionalistas. Pensaba que
la Revolución francesa era una lacra histórica transmutada en mito
nacional. Como toda revolución violenta estuvo abocada al fracaso,
tras destruir indiscriminadamente y dejar«tras sí el descreimiento en
los ideales que no se supo realizar, su descrédito para largos años y el
abatimiento de los mejores espíritus»396. En España se participaba de
aquella visión mítica, «legendaria, que engaña a la juventud, acos-
tumbrada a satisfacer su sed de lo grande y sublime por la admiración
de aquella epopeya revolucionaria tan congenial a ella porque bien
se parece a una calaverada de jóvenes397. Dicha visión romántica de
la Revolución francesa había condicionado el sueño de la Gran Revo-
lución exagerando su alcance civilizador y libertador, y presentando
«muy equivocadamente las verdades y las enseñanzas que deben de-
ducirse de ella como resultado instructivo para la humanidad»398. Bark
se servía de la Revolución francesa, del análisis de su alcance y su
importancia en Europa como medida para calibrar el temperamento
político y los conocimientos de los literatos-publicistas y políticos.
Finalmente, subrayando los aspectos negativos de la Revolución fran-
cesa y las repercusiones históricas del poder napoleónico, Ernesto Bark
erradica todo método revolucionario que no hubiese preparado de
antemano:
171
peización del Japón. Pero, el ejemplo más brillante, comparable a la
Revolución francesa era, para Bark, la Reforma religiosa de Lutero. La
Reforma actuó de cortapisa a la Internacional Negra Católica para
liberar a la humanidad:
«[,..] de toda imposición espiritual o intelectual para hacerse
libre también en las manifestaciones exteriores de la política y
finalmente para arrojar de sí también un día las degradantes cade-
nas de la miseria, forjadas por la irracional organización de las
sociedades nacidas de la guerra y de la violencia»401.
11
El Internacionalismo, Op. cit., p. 126.
'- Revolución Social, Op. cit., p. 177.
'^ Estadística Social, Op. c/f.,p. 28.
172
al pueblo que la debía de protagonizar. Estos esquemas eran igual-
mente aplicados para elegir una estrategia pactista o huelgista. La pe-
queña huelga gremial o la huelga general quedaban determinadas, a
juicio de Bark, por la coyuntura del conflicto. Esta libertad estratégica
pretendía garantizar el éxito menos costoso, aunque fuese juzgada
como contradictoria o incongruente por su heteróclita mezcolanza
de ideologías.
Bark reconocía la importancia de las huelgas como estrategias re-
volucionarias que preparaban el terreno a la futura Revolución. Sus
argumentos se fundamentaban en Marx y Engels, quienes recomen-
daron las huelgas como palanca de reivindicación social, con la que
los obreros «se sienten como clase trabajadora en frente de la socie-
dad burguesa»404, y como medio de educación y propaganda.
La huelga general representaba, sin embargo, el golpe «fatal» que
podía concluir con la Revolución Social y el acceso al poder de las
fuerzas socialistas. En España, se seguían las pautas alemanas en una
suerte de círculo vicioso, puesto que según Bark:
«[...] (siguen) explotando la misera del obrero, instigándole
contra los patronos, cuando lo humanitario sería buscar una ave-
nencia, porque en general pierde la parte más débil, que es el
trabajo. Los agitadores sin conciencia provocan y alargan las huel-
gas para pescar en aguas turbias, con el fin de vender sus publica-
ciones y atraer algunos afiliados que contribuyan a la caja con
unos cuantos reales»405.
4u4
Socialismo Positivo, Op. cii, p. 1 GO y Revolución Social, Op. cit., p. 99. La
letra en cursiva es original del aulor.
4u
-> Socialismo Positivo, Op. cit., p. 160. El subrayado en negrita es nuestro.
173
Asimismo, Bark solicitaba la institución de oficinas estadísticas cuyas
funciones serían equiparables a los actuales oficinas de empleo. Su
institución directora sería el ya mencionado Ministerio de Trabajo,
centro encargado de introducir toda clase de reforma de índole social
y laboral, como precisaremos más adelante406.
No obstante, Bark no estaba en contra de la huelga en tanto que
estrategia de presión, pedía que se garantizase cierta seguridad al tra-
bajador, se organizasen cajas de resistencia sólidas y se pidiese apoyo
pecunario entre la opinión pública. En sus últimos años, Bark llegó a
admitir la eficacia de la huelga general de tradición ácrata como el
mejor procedimiento para la movilización de las masas, siempre que
se cumpliesen los requisitos organizativos de previsión.
En el contexto español, Bark propuso'organizar un movimiento
colectivo en el que las fuerzas socialistas participasen de manera con-
junta y bien planificada407. Para ello, Bark realizó un llamamiento a
las personas que no tuviesen relación directa en el conflicto entre el
capital y el trabajo; es decir, a artesanos, obreros independientes y
«obreros intelectuales» pues, según inquiría:
«¿Qué perderían por ejemplo los maestros, los médicos y tan-
tas otras profesiones útiles y necesarias por la revolución social?¿No
tendría necesidad también la sociedad futura de maestros, médi-
cos y hasta de publicistas, artistas e ingenieros?»408
4Ub
Socialismo Positivo, Op. cit., pp. 160-161 y Revolución Social, Op. cii, pp.
38-39. Bark reproduce las últimas estadísticas sobre las huelgas en Estados Unidos y
Francia con el fin de corraborar sus argumentos.
407
Revolución Social, Op. cit, pp. 38-39.
408
Ibid., p. 110.
409
Ibid., pp. 107-111.
174
Dantón» y de Emilio Junoy por sus campañas a favor de la huelga
general de Barcelona410. Arremetió contra Pablo Iglesias no sólo por
no haber secundado la huelga, sino por sus declaraciones públicas en
contra. Los argumentos esgrimidos contra el líder socialista proseguían
en la línea habitual:
«Saber callar es una sabiduría, y más aún donde el silencio
era un deber. Ha hablado como el eterno ambicioso y traidor a la
causa del proletariado aprovechando torpemente esta ocasión para
enaltecer su persona vulgarísima»'111
410
/6/y„ pp. 128-133.
411
lbid.,p. 134.
4U
Ibid., pp. 134-137.
4U
Ibid., pp. 147-148.
4H
Ibid., pp. 134-135.
4)5
Ibid., pp. 128-148.
175
cuentas, con la recensión periodística de Bark, la función proselitista
de la prensa y sus apóstoles resultaba satisfactoria, por implicar a la
opinión pública en los trágicos acontecimientos de Barcelona. Las
recensiones y los despachos extranjeros conferían una resonancia in-
ternacional en favor de la campaña republicana. Aunque la huelga
general de Barcelona fracasó y con ella las esperanzas de Revolución
Social, Bark ofrecía un balance positivo por obligar al gobierno a bus-
car soluciones pacíficas, sin haber desvirtuado el movimiento «por
crueldades inútiles o represalias demasiado justificadas pero contra-
producentes en estos momentos»*"6. De estos acontecimientos salió
favorecida la figura ya mítica de Alejandro Lerroux, quien desde en-
tonces sería, para Bark, el gran defensor de la Revolución Social417.
416
/¿/tí., p. 153.
417
/6/tí., pp. 148-152.
4,8
Revolución Social, Op. cil., pp. 106-107.
176
cías de los organismos oficiales, víctimas del descríptivismo y del
«discurseo»419. Participaban con él, Eduardo Barriobero, Adolfo de
Maglia, Fermín Palacios, Aurelio Ras, Nicolás Salmerón y García, Pe-
dro Vallina y Eleuterio Sahornil. Secundaron sus iniciativas la Unión
de Mujeres Españolas para facilitar el acceso al mundo del trabajo a la
mujer y la Sociedad del Librepensamiento para controlar los gastos
del culto y clero, conventos, etc. Las necesidades orientarían los pro-
yectos teniendo en cuenta los resultados de los estudios empíricos.
Bark tan sólo esbozó las líneas generales de la reforma social que
deseaban emprender en España, todas ellas articuladas en torno al
Ministerio del Trabajo, la introducción de la estructura económica
cooperativista y la abolición del salario.
419
Ibid., pp. 103 y 106-107.
^ Estadística Social, Op. cit., p. 5. Consúltese al respecto la obra de CASTILLO,
Salvador (ed.), El Instituto del Trabajo, Madrid, Centro de publicaciones del Ministerio
de Trabajo y Seguridad Social, 1986.
421
GIL CREMADES, José Juan, El Reformismo español, Barcelona, Ariel, 1969, p.
206.
177
Con el devenir histórico, la confianza que Bark había depositado
en Canalejas por su participación en la campaña anticlerical y sus
proyectos de reforma social quedaría frustrada al considerar que
Canalejas se había vestido de aparentes «tintes socialistas» que nunca
fueron más allá de la propaganda platónica. Bark deseaba despertar a
la opinión pública frente a la inefectividad política de Canalejas:
«¿No comprende que se debe sospechar una complicidad con
los sostenedores de las injusticias actuales al ver que ni siquiera se
levanta para desvanecer las antigüedades, haciendo ver clara y
diáfanamente que los Canalejas, Moret y tutti cuanti no piensa y
no han pensado nunca con sinceridad de hacer algo decisivo en
favor de los desheredados?»'122
178
públicos. Coordinaba la repartición del trabajo entre los desempleados,
planificaba los trabajos y servicios de envergadura nacional como eran
la repoblación forestal y la política hidráulica con la construcción de
canales para el mejor aprovechamiento y repartición de las aguas42,4,
Asimismo, debía colaborar con el Ministerio de Comercio e Industria
para planificar las relaciones económicas y diplomáticas Internacio-
nales, favoreciendo el intercambio Internacional de los productos de
la Industria colectiva nacional y formando monopolios naturales sin
intenciones especulativas425. Cuando en España floreciese el comer-
cio exportador estaría más interesada por la reforma aduanera, como
ya funcionaba en Estados Unidos, Francia e Inglaterra, países en los
que el proteccionismo proporcionaría fáciles beneficios a la nación.
Bark calculaba que en lugar de noventa y cinco millones de pesetas,
España debería cobrar de sus aduanas unos tres cientos millones.
Merced a estos fáciles ingresos, el Estado tendría que sanear la admi-
nistración aduanera «puesto que es notorio que las grandes riquezas
en las provincias limítrofes al mar provienen en gran parte del contra-
bando»426. El sistema de impuestos aplicable sobre las importaciones
tendría que ser modulado en función de los productos Incrementando
el precio de los productos de «fausto» consumidos por las clases pri-
vilegiadas. Los argumentos esgrimidos por Bark en contra de los
librecambistas asentaban que una correcta protección aduanera no
estaba en contradicción con las libertades políticas ni contra el
internacionalismo por el que tanto predicaba427. Sólo en un futuro ya
cercano, cuando en todos los países gobernase la República Social y
el pueblo soberano tuviese suficiente formación para luchar contra la
competencia extranjera, sólo entonces se podrían «destruir las barre-
ras aduaneras para que los pueblos del universo se den el abrazo de la
fraternidad»428.
En segundo lugar, la Dirección General de las Propiedades Nacio-
nales se ocuparía de la explotación cooperativista tanto industrial como
agrícola. Las granjas colectivas ofrecerían trabajo y la posibilidad de
actualizar los conocimientos en materia de industria y técnica agríco-
la429. Asimismo, sería responsable de la distribución de las tierras de-
siertas y mal explotadas en lotes individuales o destinadas a las coo-
perativas, porque Bark solía afirmar que «la tierra es el instrumen-
to más necesario e importante de la producción y debe estar a la dls-
424
Ibid, pp. 201-202 y 214.
425
Ibid, pp. 294-296.
426
Ibid, p. 98.
42/
Al fin y al cabo, un exceso de tarifas protectoras de Aduanas condenaba a la
nación a la constante infancia con respecto al desarrollo de su vida industrial, «hacién-
dola artificiosa y lánguida», Modernismo, Op. cii., p. 29.
179
posición de aquél, y sólo de aquél que la labra»430. Democratizando
el suelo y su explotación al conceder facilidades para el cultivo de las
tierras abandonadas, pensaba Bark, que la Dirección General de las
Propiedades Nacionales podría empezar a vigorizar la agricultura es-
pañola. Tan sólo de 1890 a 1897, habían quedado sin erial ni produc-
ción 942.561 fincas, todas ellas adquiridas durante esos años por los
recaudadores del fisco, la banca y el Estado. Ahora bien, concienciar
al proletariado campesino y convencerle de las ventajas del sistema
colectivo del cultivo intenso se anunciaba como una de las mayores
dificultades431. La agricultura recibiría suficiente ayuda económica para
modernizarse y ser competitiva, gracias a la acción del maqumismo,
los abonos artificiales y los métodos intensivos432. Bark era conscien-
te, sin embargo, de que estas medidas no eran siempre aplicables en
España con los cultivos vitícolas y de árboles frutales, que exigían
muchos cuidados individuales. En estos casos se podría conservar cierto
grado de especulación particular que pudiera servir para «impulsar el
progreso y la civilización»433.
Entre las reformas conjuntas de la Dirección General de Trabajos
Públicos y de Propiedades, Bark concedía prioridad a la explotación
de ios servicios nacionalizados de comunicación y transporte. Las re-
formas se orientarían en dos direcciones: la utilización individual y el
desarrollo comercial. Fomentando del transporte colectivo entre los
españoles, el Ministerio de Trabajo establecería tarifas variables en
función de las necesidades y condiciones del usuario:
«[...] para la tercera clase una peseta por todos los trayectos
hasta la distancia de cien kilómetros y cinco por los trayectos de
más de 500 y la segunda el doble, y la primera el triple de estos
precios [...] Para las distancias hasta 50 kilómetros debieran insta-
larse coches especiales de cuarta clase por sólo un real...»434
180
económicas, Bark evalúa este tipo de reformas en función de las me-
joras de la salud y la moralidad. En lo que concierne al desarrollo
comercial, el abandono de la explotación lucrativa de los ferrocarriles
por parte de compañías extanjeras y su nacionalización sería una pa-
lanca para el comercio internacional español, al ofertar la posibliclad
de transporte de los productos nacionales desde -y hasta- los rinco-
nes más alejados del país435.
La Dirección de Beneficiencia y Estadística era la tercera componente
del Ministerio de Trabajo. Las bases de esta institución, también definidas
años atrás desde Germinal, fueron recogidas por Canalejas en su proyec-
to de ley del Instituto del Trabajo436. Entre sus objetivos generales, subra-
yaba Bark, la atención a todas las cuestiones de beneficiencia, conce-
diendo prioridad al estudio de la pobreza, de sus causas y efectos. Las
funciones más inmediatas de la Dirección de Beneficiencia y Estadística
eran la recogida de datos, la organización estadística, la inspección del
trabajo y de la equitativa participación en los beneficios, las nominacio-
nes de cargos directivos y la publicación de la oferta y demanda de em-
pleo. La organización de datos serviría para fundamentar la legislación
obrera sobre el trabajo en las propiedades pertenecientes a la nación y en
los planes de obras públicas437; la legislación sobre asociaciones coope-
rativas, cajas de ahorro, de pensiones, de seguros y demás servicios so-
ciales; las leyes de protección al trabajador, y por fin, toda la actividad
colectiva del Estado relacionada con la higiene438.
La higiene social era objeto de la Estadística en cuanto que reflejaba
«la terrible esclavitud del trabajo sujeto al capital»439. Nacida bajo los
lazos de la solidaridad, la higiene social se convirtió en la protectora del
obrero explotado, débil y desamparado para ayudarle a escapar de la
miseria, la enfermedad, la falta de nutrición y de las condiciones dañinas
del habitat y el trabajo. La higiene social reglamentaba las bajas por ma-
ternidad, castigaba la explotación infantil y prohibía el trabajo nocturno
de los jóvenes de ambos sexos440. Merced a la nueva legislación obrera
que los estudios de estadística aconsejaban, la higiene social reclamaba
la reducción del trabajo manual a ocho horas; si bien, para perder el
carácter embrutecedor que hasta entonces lo caracterizaba, Bark preten-
181
día la reducción paulatina del horario de trabajo hasta seis horas diarias.
Para amenizar toda labor pesada y automática, nuestro autor hace propa-
ganda a favor de la integración de los progresos técnicos e industriales
para cualquier tipo de producción industrial y agrícola441.
Aparte de esos problemas laborales, la Higiene social debía aten-
der a las lacras sociales más graves y extendidas en España: el alcoho-
lismo y la sífilis, ante los cuales los moralistas españoles habían apor-
tado una ligera mirada sentimentalista que encubría «la repugnante
figura del capitalismo desalmado y cruel»442. Esta Dirección General
de Beneficiencia y Estadística, habida cuenta del carácter pasivo de
los españoles, tenía una misión especial, la de :
« [...] ser la Providencia de los desheredados, el Dios miseri-
cordioso de los débiles y el refugio siempre caritativo de los náu-
fragos en la lucha por la existencia»443.
441
Filosofía del placer, Op. cit., p. 169.
442
Estadística Social, Op. cit., pp. 74-76.
44
^ Socialismo Positivo, Op. cit., pp. 201-202.
444
/ t e / . , pp. 201 y 215-216.
445
Estadística Social, Op. cit., pp. 80-81.
44
" Los trabajos estudiarían principalmente: I. Las necesidades presupuestarias de
una familia para vivir correctamente. II. Trabajo: salarios, horas de jornada, salubridad,
productividad y condiciones generales y particulares del trabajo. III: Viviendas, asilos,
hospitales, cárceles, casas de préstamo, prostitución, beneficiencia... IV. Fiestas, recreos,
reuniones, romerías, giras: sus efectos morales, físicos, intelectuales y económicos. Des-
cansos fisológicos. V. Asociaciones obreras y patronales, cooperación, cajas de resisten-
cia, de ahorro, de previsión... VI. Paros, huelgas, boycottagesy lock-outs... Ibid., p. 104.
182
ra, los métodos a seguir y los resultados obtenidos. Cualquier dato y
enseñanza había de darse a conocer al gran público mediante folle-
tos, libros y periódicos o con la participación en conferencias, reunio-
nes y controversias. Por último, se tenían que fundar y organizar bol-
sas de trabajo para relacionar la oferta y la demanda en todo tipo de
trabajo y profesión447. Para ello, solicitaba el concurso intelectual y
material de todos los ciudadanos: a los intelectuales o «proletarios de
levita», del proletariado y la baja clase media, a aquellos empleados y
dependientes con «algunas luces» para comprender la urgencia de la
lucha por el progreso. La acción social empezó organizando la reco-
gida de datos para los estudios de Estadística Social. En la prensa pro-
gresista y radical se incluyeron nuevas secciones, «Los explotados»,
en las que se denunciaban sus penurias económicas. Estos artículos y
crónicas serán recogidos por Bark de nuevo en las páginas de Estadís-
tica Social. Eran narraciones o estudios sobre las enfermedades y las
condiciones de vida o sobre los diferentes gremios: desde carpinteros
y ebanistas, alhamíes, hojalateros, cocheros, zapateros, cordoneros,
jefes de estación de ferrocarriles y modistas, planchadoras, operarías,
empleadas de hogar, criadas hasta prostitutas... En estas extensas co-
lumnas denunciaba las míseras condiciones laborales, los bajos sala-
rios, la necesidad de asociaciones, de asistencia médica, etc.448 Bark
aportaba datos cuantitativos y porcentajes estadísticos sobre contribu-
ciones, presupuestos, salarios, déficits, de comerciantes, bancos y otras
sociedades; número de dependientes y empleados por sectores en
Madrid y en España, etc.449 Para él, las clases pequeño-burguesas es-
taban entregadas a una miseria degradante solapada tras falsas apa-
riencias y convencionalismos sociales450. Otro de los recursos para la
recogida y presentación de datos se basaba en la descripción de los
lugares ¡nsalubles y paupérrimos de Madrid, como por ejemplo las
casas de dormir y las gentes que las frecuentaban. En realidad, se
trataba de breves relatos o conmovedores «cuadros de miseria huma-
na» ponderados por Bark como documentos humanos de valor cientí-
fico por su metodología basada en la observación minuciosa y la pe-
netración «en el alma social de la civilización»451. Con la lectura de
estas narraciones naturalistas, pensaba nuestro autor que:
447
Ibid., p. 105.
448
Ibid, pp. 121-160.
449
Ibid., pp. 43-52.
4
^0 Recordemos cuantas veces pintó Pérez Galdós entre otros estas falsas aparien-
cias de «señorío y casa decente, mujer con sombrero y lujo moderno, y en los días
festivos la levita y el sombrero de copa» de lasque habla Bark en Estadística Social, Op.
cit., pp. 52-53.
183
«[...] comprenderían, el legislador y el sabio, que antes que el
desprecio a las leyes, la falta de un pedazo de pan, y antes que la
ley de herencia, la falta de un hogar que abrigue y que ampare,
llevan al delito a esos desdichados, el abandono, la miseria, el
ambiente en que se crían, la educación que les falta, y el desam-
paro que tienen. Cualquier mendigo de esos, cualquier ladrón de
esos, así tenga por una fuerza de siete generaciones los instintos
del robo, anularía todos sus antecedentes y toda su conformación
y todo el influjo de sus ángulos faciales, al hallar el pedazo de
pan, el bienestar que necesitan»452.
451
lbid.,pp. 100-101.
432
El subrayado es del autor. Ibid., p. 68.
453
Ibid., pp. 114-117.
4i4
En el sentido de puro racismo, término que salvo para los judíos, nunca utilizó
Bark a pesar de expresar sentimientos semejantes particularmente en aquellos primeros
textos en lengua alemana en los que sobrevaloraba y elogiaba la raza teutónica.
184
4. 6. 2. Las cooperativas de la Acción Democrática.
185
En caso de fallecimiento, era el fondo flotante quien pagaba la deuda,
sin exigir responsabilidad alguna a la familia o a los garantes del fia-
dor.
Revisando los tipos de cooperativas propuestas por otras seccio-
nes políticas, Bark se muestra un tanto susceptible en cuanto a la ges-
tión de los beneficios, dadas las características psicológicas del pue-
blo español. Su incapacidad para organizarse económicamente y su
anclado ritmo de vida cotidiano abocaban al fracaso cualquier coo-
perativa en un país «donde nadie piensa en el mañana ni en el aho-
rro». En consecuencia, Bark propone la creación de cooperativas en
las que los beneficios se repartan por períodos semestrales o anuales,
puesto que podrían provocar el fracaso de la reforma social. El objeti-
vo de estas cooperativas era evitar intermediarios entre el productor
de los artículos de las primeras necesidades alimenticias y el consu-
midor. Una vez estuviesen sólidamente implantadas, se podría ejecu-
tar un segundo plan extendido a las otras necesidades de primer or-
den como la fabricación el pan, el suministro de carnes, legumbres,
los vestidos más necesarios, zapatos comunes y hasta viviendas. Con
este tipo de cooperativas se podían regular los precios y se imposibili-
taba cualquier explotación capitalista, empezando por la del «tende-
ro adulterador de la mercancías» y «del acaparador que especulan
con la miseria de las masas populares»457. Mediante las cooperativas
de consumo el comercio dejaría de ser una indigna explotación para
convertirse en un negocio ennoblecido.
Socialismo Positivo, Op. cit., pp. 223-224 y Modernismo, Op. cit., pp. 84-86.
Estadística Social, Op. cit., pp. 294-295.
Socialismo Positivo, Op. cit., p. 227.
186
Para Bark, la motivación y la entrega al trabajo es más generosa cuan-
do se desarrolla cierto sentido de la propiedad personal en calidad de
socio. Los estudios de tales estructuras en Francia y Bélgica garantiza-
ban los resultados: mayor esmero en el trabajo, menor despilfarro de
material y herramientas, mejora de la producción y de las relaciones
humanas. En el contexto español este sistema societario tendría efec-
tos positivos sobre la economía, con el abaratamiento de los produc-
tos nacionales y como barrera protectora frente a la invasión indus-
trial. Bark lo consideraba adecuado a la psicología española porque
motivaría al obrero español «habilísimo e inteligente por naturaleza»,
con una «prontitud de comprensión que ha sido objeto de las alaban-
zas de los industriales extranjeros» y acabaría transformando las cos-
tumbres del pueblo hacia la estima del valor del ahorro frente al vicio
de la imprevisión460.
La insistencia de Bark en el desarrollo de una conducta ahorrativa
no radicaba en el beneficio pecuniario como último objetivo. Era una
estratagema para interesar a las clases populares en la marcha de la
política: las posibilidades de inversión, por mínimas que fuesen, en
bancos, fondos públicos y acciones de empresas. Los beneficios obte-
nidos generarían una red imperceptible de intereses, y aunque de
manera egoísta, los pequeños inversores se sentirían implicados en el
buen funcionamiento del orden social.
El desinterés popular por la política era un problema constatado
por los historiadores de la época. La solución que proponía Bark so-
bre la ley de salarios situada en el contexto finisecular quizás fuese lo
suficientemente pragmática en su segunda parte como para ser un
paliativo. Aunque los burgueses industriales necesitasen el poder coer-
citivo estatal para aplicarla en sus establecimientos y se mostrasen
reticentes a desprenderse de una parte de los beneficios, esta formula
les permitía seguir conservando la mayoría de la propiedad y los be-
neficios. A pesar de la esperanza que el Grupo Germinal depositaba
en estos planes de reformas para la consecución de una Revolución
Social pacífica a finales del siglo XIX, Bark parecía escéptico y pesi-
mista, «dado el carácter casi oriental del español que sucumbe fácil-
mente ante la esclavitud hábil y traidora de la teocracia»461. El proble-
ma de la oligarquía religiosa representaba para Bark una amenaza a
cualquier iniciativa progresista. A sus pensamientos, se aunaban las
voces de Eusebio Blasco y Joaquín Dicenta en señal de alarma contra
el «cerco negro de las grandes ciudades de España»462. Bark optó por
460
Ibid.pp. 224-227.
™ ' Socialismo Positivo, Op. cit., p. 229.
462
Ibid, pp. 229-234.
187
una estrategia participativa, convirtiendo a la Iglesia en una propieta-
ria cooperativista que administrase y trabajase colectivamente los bie-
nes nacionales.
Con estas tres reformas esenciales se asentarían las bases para la
Revolución en España, revolución que, por ser social, se realizaría
mediante una transformación pacífica. Una vez establecida, se confi-
guraría un segundo plan de reformas que reorganizase problemas se-
cundarios como las cajas de ahorros y de resistencia, las cooperativas
de producción obreras, sindicatos y demás detalles de legislación
obrera. Entre los problemas que requerían la búsqueda de soluciones
urgentes, el Socialismo Positivo situaba en primer lugar la liquidación
de la deuda pública463. Bark proponía como solución la restitución
por parte de los caciques y oligarcas que no pudiesen justificar legal y
honradamente sus riquezas, de un millón de pesetas en términos me-
dios. Los excedentes de la liquidación de la deuda estatal serían des-
tinados a gastos de Instrucción y Obras públicas. Los bienes de la
Iglesia quedarían bajo la custodia de la Dirección de Propiedades
Nacionales y serían la base de la organización colectiva de la produc-
ción a gran escala, incrementando ampliamente la oferta de empleo.
Bark calculaba una extensión de unos quince o veinte millones de
hectáreas de tierras en manos de la Iglesia o de los caciques. Igual-
mente, la medidas legislativas para limitar y controlar los derechos de
herencia en la línea directa y la socialización de las minas serían una
fuente de recursos económicos. Para mejorar las condiciones de tra-
bajo, Bark proponía que el Estado nacionalizase también las indus-
trias nocivas como la metalurgia, la pólvora, la tipografía, etc. Por
último, también sería obligación del Estado el establecimiento de se-
guros en todos sus ramos y la creación de una comisión de patentes
para la protección de los inventores464.
Con el fin de proporcionar una información exhaustiva sobre las
distintas perspectivas reformistas Bark reproducía algunos programas
sociales y políticos franceses: el programa socialista propuesto por
Baumont era, a su juicio, uno de los proyectos más completos; el
decreto del 27 de marzo de 1894 sobre disposiciones transitorias del
Ministerio de Comercio e Industria francés que versaba en cooperati-
vas, sindicatos y seguros sociales; y los modelos de estadística que los
trabajos legislativos en cuestiones sociales y obreras habían publica-
do en el Instituto del Trabajo francés465. Por último, salvo en estos
casos de colectivismo de interés nacional, Bark insistirá en la supre-
macía del libre desarrollo y de la libertad individual, de acuerdo con
463
Ibid, p. 243.
464
Ibid, pp. 244-245,
465
Revolución Social, Op. cit., pp. 100-105.
188
la ideología política del Socialismo humanista preconizado por
Proudhon, jaurés, Bernstein, Malón y tantos otros personajes de la
escena política europea de los años gozne entre los siglos XIX y XX.
189
completo a toda cuestión de formas de gobierno y a cualquier clase
de problemas de orden constituyente del Estado»"'70. El gran mérito
que Bark atribuía a Costa era el haber movilizado las egoístas clases
medias, pasivas y acomodaticias. Extraía conclusiones positivas de la
derrota de la Unión Nacional tras las represiones de Silvela: el apren-
der el esfuerzo de la lucha, la denuncia pública de la corrupción gu-
bernamental y la toma de conciencia de las clases medias de la nece-
sidad de una acción común y solidaria para la reforma de España.
Otro tipo de estructuras de naturaleza gremial eran las Federacio-
nes de Uniones profesionales y los Sindicatos de obreros católicos471.
Sin penetrar en cualquier análisis crítico, Bark llamaba la atención
sobre los orígenes católicos de este tipo de asociaciones, su constitu-
ción y su praxis. Su mirada se dirigía hacia el espíritu de la Iglesia que
las dominaba, buscando la denuncia anticlerical. Según nuestro autor
estas asociaciones eran fruto de la capacidad de adaptación del
clericalismo a los tiempos modernos, el cual sabía utilizar el progreso
para sus fines infames de fanatismo, ambición y codicia. En concreto,
criticaba la Union Católica en la que depositaron su confianza la
mayoría de las mujeres españolas, ciegas ante el dogma y los peligros
que encerraba el mantenimiento de la dominación clerical. Los oríge-
nes de estas agrupaciones gremiales se ubicaban en las antiguas cor-
poraciones de artesanos suprimidas desde la Revolución. A pesar de
presentarse bajo una apariencia joven, no podían eludir la huella cle-
rical, la cual les conducía a «proferir calumnias» contra el sufragio
universal, los jurados y las libertades de la prensa y de las asociacio-
nes. Aun así, Bark reconocía el valor de su esfuerzo corporativo, pues-
to que solicitaba el apoyo decidido de cualquier tipo de organización
colectivista, desde las asociaciones de consumo, producción, asisten-
cia médica-farmacéutica, educación o de ahorro porque «la coopera-
ción es la base de la regeneración social»472. De antemano, estas pri-
meras asociaciones podían servir para educar al pueblo en el
mutualismo cooperativista y el colectivismo.
4 ' 0 Citado por Manuel TUÑON DE LARA en Cosía y Unamuno en la crisis del fin
de siglo, Madrid, Edicusa, 1974, p. 197.
4 7 1 Sobre el sindicalismo católico y el grupo Democracia cristiana: BENAVIDES
GÓMEZ, D, Democracia y cristianismo en la España de la Restauración, 1875-1901,
Madrid, Ed. Nacional, 1978.
4 " Socialismo Positivo, Op. cit., p. 239.
190
incrementando la decadencia nacional: un gobierno compuesto de
caciques, representantes de una burguesía dominante; un parlamen-
tarismo absurdo, unos partidos políticos segregados y obtusos, un ejér-
cito desprestigiado tras el desastre colonial, una monarquía y una aris-
tocracia plagadas de parásitos sociales sin raíces ni influencias, y todo
ello, coronado por un poderoso clericalismo omnipresente. Ante este
panorama, Bark constataba la fragilidad de España y los peligros revo-
lucionarios que se cernían sobre ella:
«Cualquier ocasión puede concentrar los odios acumulados
en una corriente revolucionaria irresistible, y las masas desposeí-
das por los diez mil caciques, arremeterán contra esta Bastilla
moderna 'democratizando' ia propiedad hoy concentrada en ma-
nos parásitas del caciquismo y del clericalismo»'173.
473
Ibid., p. 222.
474
Ibid, p. 223.
47;>
El Internacionalismo, Op. cit., pp. 168-168 y Filosofía del placer, Op. cit., pp.
36-37.
191
Bark un canto final a los valores y las grandezas del pasado imperialis-
ta español en donde se encontrasen las energías para la regeneración.
La fusión de todas las fuerzas socialistas, en el sentido lato del témino,
crearía un poderoso Socialismo Positivo o Socialismo Republicano
que, de común acuerdo con todos sus miembros, se erigiría como
destructor del sistema capitalista imperante y defensor supremo de la
libertad. El Socialismo así construido se presentaría como modelo pre-
cursor internacional y el sistema político instaurado, la República So-
cial, permitirían a España volver a conquistar sus gloria y prestigio
internacionales que disfrutó en el pasado. Bark, exaltado, cree que
España volverá a conquistar Europa y el Nuevo Mundo con el portaes-
tandarte de la Internacional Roja y, como no:
«El eterno Quijote se despertará y luchará por la radiante
Dulcinea que se vislumbra en el porvenir. Los ardores que se opu-
sieron durante ocho siglos de combates continuos a la invasión
del mohamedanismo, podían dormir obcecados por el brillo de la
Corte y aletargados por el incienso de la Iglesia, pero no han muer-
to: el pueblo español es un joven que ha despertado a una vida
nueva, dispuesto a luchar otra vez por su gloria y por la humani-
dad»476.
4/f)
El Internacionalismo, Op. cit., p. 175.
477
Revolución Social, Op. cit, pp. 117-118.
478
Ibld., p. 176.
192
La Ciencia Social determinaría las directrices políticas de regene-
ración puestas ya en marcha con el desastre de Cuba y Filipinas. Se-
gún Bark, la Ciencia Social:
«[...] la hará grande grande y gloriosa como nunca lo ha sido,
siendo el pueblo precursor que dirige la humanidad hacia el mundo
desconocido de la sociedad futura, como la dirigió una vez hacia
el nuevo mundo del continente americano... La nación española
tiene los elementos para ser la precursora en este periodo de la
historia de la Humanidad, y los pesimistas encontrarán en este
breve compendio de la política social razonamientos suficientes
para mirar con fe en el porvenir de su patria»479.
193
La originalidad de Bark reside en el carácter sincrético y propa-
gandístico que rige su obra. Los principios que configuran su Socialis-
mo Positivo son una selección adaptada al contexto español de los
fundamentos del Marxismo y del Anarquismo, con la que pretende
modernizar el empobrecido y vetusto Republicanismo. Sus proyectos
de reforma, organizados alrededor del Ministerio de Trabajo, son de
inspiración francesa. Estas aportaciones del pensamiento social y po-
lítico internacional confirman el carácter integrador que Bark de-
seaba conferir a la Política Social, como única vía para la constitución
de un gran frente en el que todos los actantes de la actualidad política
y cultural se sintiesen implicados. Se le podría achacar heterogenei-
dad e inconsistencia ideológica, pero, insistimos, sólo una voluntad
proselitista guiaba la construcción de esta Política Social. No nos que-
da pues más que elogiar el esfuerzo de este autor que deseaba trans-
mitir al gran público unos cuantos elementos que le permitiesen com-
prender la realidad del país en el que vivía e infundirle una esperanza
de cambio en ese proyecto moderado de Revolución Social.
194
consideración en torno al mundo de las letras, ya que la importancia
del tema exige un examen minucioso.
«Este libro resume y tal vez corona toda una vida de luchas
por la emancipación de los pueblos; es la flor que se abre cuando
el árbol llega a su madurez. No es una telaraña de teoría enreve-
sada, de metafísicas nebulosas, sino una filosofía vivida y experi-
mentada, a cada concepto corresponden imágenes perfectamen-
te claras y reales y cada frase es la síntesis de una amplia visión de
la vida»'"".
7. 7. El racionalismo sentimental.
195
determinada como en otros sistemas. En la historia del pensamiento,
desde Comte, Stuart-Mill, Littré o Spencer hasta Kant, todos han sido
siempre fieles a sus métodos y a un pretendido misticismo religioso.
Al igual que ellos, Bark intenta racionalizar e integrar el problema
religioso en su doctrina socialista positiva.
El sentimiento religioso, siguiendo a Comte, es denominado
racionalismo sentimental. Bark fundamenta en él una nueva religión
panteísta de carácter puramente humano. En ella, el ser supremo ya
no es Dios sino:
«[...] la humanidad que sustituye el concepto anti-científico
de Dios; su religión es positiva, porque es el amor, la dicha, la
solidaridad, del género humano. Su gioria es la de haber primero
indicado a la ciencia de la sociedad, de la humanidad, a la socio-
logía, el puesto más elevado en la jerarquía científica. Comte y
Spencer son los San Pedro y San Pablo de la sociología»482.
4
° ^ Socialismo Positivo, Op. cit., p. 24. El pensamiento de Littré había alcanzado
gran difusión en Barcelona y fue poco conocido en Madrid., según NÚÑEZ, Diego,
Mentalidad positiva en España, Op. cit., pp. 34-36.
483
Filosofía del placer, Op. cit., pp. 10-14.
196
senté el progreso, debe saturarse de elementos puramente religio-
sos (no de dogmas de iglesia) y morales; será ético o no será»J84.
484
Ibid., p. 10.
485
Ibid., p. 124.
486
Ibid., pp. 9 y 12.
487
BARK, E., La Sania Bohemia, Madrid, Biblioteca Germinal, Ed. Cooperativa de
la Sociedad de Autores, p. 34.
197
1.2. La Moral Social.
198
perfecciona cuando la lucha por la vida se hace más fácil y menos
encarnizada, las costumbres se suavizan y los sentimientos benévolos
entre los miembros de una sociedad se hacen más intensos. En conso-
nancia con ello, mejorar el estado social de la humanidad significa
hacerla mejor, lo que equivale a afirmar que «la revolución social
traerá tras sí una hermosa revolución moral»490. Dada la importancia
de la miseria en España, Bark desea llamar la atención sobre su inci-
dencia en el desarrollo de la moralidad según las investigaciones de
los sociólogos y criminalistas. Recomienda los estudios de Pedro Do-
rado Montero y, con cierta precaución, las publicaciones de la escue-
la positivista italiana que condenan la organización social actual de la
sociedad como causante de la miseria. Bark, en desacuerdo con las
teorías de Lombroso sobre la liquidación de los «criminales natos» y
propone, siguiendo a Dorado Montero, la ayuda humanitaria a los
desheredados en nombre de la justicia social. Para él, los criminales y
demás degeneraciones de orden antropológico son producto del des-
orden social capitalista. En esta línea, la influencia degeneradora de
la miseria sobre la progenitura es un tema conocido de todos:
«[...] desde el raquitismo hasta los efectos de la envidia en
niños hambrientos ante el espectáculo de sus compañeros ricos,
desde la embriaguez en el momento de la concepción del hijo
hasta las terribles consecuencias del alcoholismo»491.
490
lb¡d.,p. 156.
491
lbid.,p. 102.
492
lbid.,p. 112.
compasión característica del nuevo ciudadano filósofo altruista493. Por
último, Bark piensa que se permutará el concepto de felicidad, la cual
dejará de estimarse sólo con la riqueza, puesto que serán los bienes
altruistas quienes servirán de instrumento de medida para la dicha. En
consecuencia, las relaciones familiares y sociales dejarán de regirse
por la autoridad o el interés. Los lazos de unión serán verdaderos
lazos de amistad.
49i
lbid.,p. 132.
494
Ibid, pp. 7-8 y 109-110.
495
lb¡d.,p. 107.
200
bajo los impulsos del sol, florece y da los frutos a su sazón para des-
pués morir»496. La influencia de la biología y la fisiología psicológica
son fundamentales en estas concepciones de la existencia humana
según la Filosofía del placer, que va a desarrollar fundamentalmente
en su texto homónimo Filosofía del placer. Para completar su análisis,
incluye referencias bibliográficas comentadas de filósofos como
Hartmann y Schopenhauer para criticar su concepto del dolor y del
alma y exponer los placeres del goce idealista en la ciencia, el arte, la
soledad y el desprecio del mundo. A partir de Wundt y su alumno
Sergi, Bark explicará el origen fisiológico de los sentimientos'497. Así,
clasifica los sentimientos en tres categorías, los benéficos para los
demás, los perniciosos y los indiferentes. La Filosofía del placer ense-
ña a desarrollar los primeros y reprimir los segundos. El control de sí
mismo que no deja de tener su precedente en la moral religiosa, se
realiza en nombre de la solidaridad y el altruismo. Volviendo a la
imagen de la iglesia primitiva, y de acuerdo con Hipólito Taine y Pierre
Leroux, Bark subraya la fuerza del amor, el sentimiento más poderoso
capaz de hermanar el goce individual y el universal, o sea, de estable-
cer el equilibrio entre la moral social y la Filosofía del placer. En suma,
el equilibrio entre el individuo y la sociedad se consigue mediante la
afirmación de los valores de la moral social, antropocéntrica y
eudemónica; la cual se sustenta en el amor y la búsqueda de placer,
sin represiones ni castigos. Entre las fuentes de placer, ya analizamos
la fuerza del amor y el instinto sexual, especialmente hasta la vejez.
Asimismo, por mediación de la ciencia social, la educación y el tra-
bajo han de convertirse en placeres altruistas en lugar de sus desagra-
dables obligaciones impuestas como si fueran un castigo, «comerás el
pan con el sudor de tu frente»498, según estipula «el Dios de la Bi-
blia»499.
En conclusión, la nueva Filosofía del placeres la nueva religión de
la Humanidad. Es la religión de la vida y de la belleza liberadora del
hombre. Gracias a ella se eliminará el oscurantismo cristiano, el sen-
timiento de culpabilidad que el pecado original crea en los hombres,
los cuales, están favoreciendo, a juicio de Bark, la explotación no sólo
bajo la Iglesia, más aun, bajo el Estado.
497
Ibid, pp. 108-111.
498
Ibicl., pp. 168-169.
499
Ibid, pp. 142-143.
201
/. 4, El placer en la sociedad: la nueva religión del altruismo. II Bel
Morir.
500
Ibid., pp. 249-250.
301
Ibid, pp. 233 y 250-252. Este retorno a la Madre Naturaleza es cantado por
Bark con un tono y estilo poético exaltado, enfatizando de manera sensiblera e idealista
su creencia en el nuevo encuentro maravilloso con aquel mundo de sublimes encantos.
202
una expresión libre en el idealismo artístico y en la comunión con la
Naturaleza. Ahora bien, se ha de vigilar cuidadosamente que «las fili-
granas metafísicas» nunca conduzcan al nacimiento de una nueva
superstición religiosa, con sus fanatismos y sus sacerdotes ambicio-
sos502. Con esta filosofía panteísta que predica el retorno a la naturale-
za y a la existencia placentera, liberará al ser humano de las cadenas
de una moral obligatoria y sancionadora para afirmar el goce indivi-
dual. No obstante, buscando el «justo término», Bark se aleja de toda
posición narcisista y egocéntrica al afirmar la insuficiencia del yo in-
dividual para la dicha. A imagen de las pequeñas colectividades ani-
males y desde un punto de vista puramente organicista, el hombre ha
de perseguir la unión de todos los seres para convertirse en una es-
tructura orgánica más dentro de la pirámide de la Naturaleza. Esta
unión, preconizada fundamentalmente por Schopenhauer conduce
irremisiblemente a Bark a abrazar las fuentes del panteísmo, la nueva
religión que podrá satisfacer las necesidades humanas en la medida
en que:
502
Ibid., pp. 257-258.
503
Ibid, p. 260.
->u4 Ibid., p. 233, la cual, en el fondo, es la misma religión «que la de los antiguos
egipcios, sólo despojada de las supersticiones de la época y sin la explotación de la
casta superficial».
203
en el arte y el sentimiento altruista encuentra la unidad, fraternidad y
solidaridad de todo lo creado505. En sus comentarios aparecen las hue-
llas del neo-misticismo de Schopenhauer, especialmente en el culto
al placer y en los valores de la solidaridad, recogidos también por
Kropotkin como mutualidad y altruismo. En todo caso, Bark era cons-
ciente de que el hombre necesitaba orientar su espiritualidad. Existían
entonces variadísimas tendencias que intentaban definir la identidad
espiritual del ser humano. Bark deseaba sintetizarlas alrededor de sus
nociones de altruismo y panteísmo. Ambos corresponden a sentimien-
tos religiosos que concillan las diferentes perspectivas ideológicas y
filosóficas vigentes, pues lo importante para Bark es, ante todo, la
participación en la construcción de:
«[...] sueños poéticos de una mística comunidad de espíritus
entre sí y entre las generaciones presentes, futuras y pasadas. Se
confundirán tal vez las creencias espiritistas con un misticismo o
esplritualismo que alague a los sentimientos altruistas»506.
505
ibid., pp. m-112.
506
Ibid., p. 260.
507
Ibid, pp. 253-254,
508
Ibid., p. 255. También en La Santa Bohemia, Op. cit, pp. 37-38.
204
estos postulados éticos y filosóficos datan al menos de 1907. No obs-
tante, en varios artículos de Germinal (1897), ya apuntaba la insufi-
ciencia de la ciencia y el materialismo; si bien, por aquel entonces,
Bark especula menos sobre sus aspectos negativos, quizás por las di-
rectas implicaciones políticas y socio-culturales que en aquellos años
tenían. Diez años más tarde, la nueva religión del altruismo es la res-
puesta natural a la generalizada insatisfacción que el racionalismo
positivo, incapaz de resolver completamente todos los problemas hu-
manos, había originado al potenciar un idealista retorno a los oríge-
nes de la civilización, la comunión con la Madre Naturaleza y la unión
de todos los hombres a través del sentimiento altruista. Incluso si se
trata de un pseudo-misticismo, Bark cree que nos enfrentamos sim-
plemente a una necesidad inherente a la personalidad humana. Así
pues, en la República Social, la antigua fe religiosa, represora y
dominadora ha sido suplantada por la nueva fe humana que Bark pro-
pugna. Se trata de una fe eudemónica y panteísta que busca la síntesis
de la Belleza, la Justicia y la Felicidad para el renacimiento espiritual
y el pensamiento filosófico, precedentes de la reorganización social509.
205
2.I. Intelectualidad y juventud.
206
que se encontraban estos proletarios de levita- colaboren en la
labor colectiva del progreso»512.
512
Ibid., p. 39.
513 Socialismo Positivo, Op. cit., pp. 85-86.
5'4 El tópico de la virilidad como valor imprescindible para la regeneración de
España ha sido analizado por ALVAREZ JUNCO, José,» Cultura popular y protesta polí-
tica», en Peuple, mouvemenl ouvrier et culture dans /' Espagne contemporaine, París,
PUVdeVincennes, 1990, pp. 157-168.
•>'-> Filosofía del placer, Op. cit., p. 26.
J
'° Revolución Social, Op. cit., pp. 86-87.
207
dad de una política corrupta, a imitación de sus grandes maestros,
Castelar, Moret y Canalejas «que subieron al poder engañanado a las
masas electorales por su canto de sirena»5'7. Bark lamenta un espíritu
crítico que ponga en duda la charlatanería de estos jóvenes:
«La vieja política ha fracasado irremediablemente y sus pro-
cedimientos oratorios más todavía, hace falta otro Clarín que
fustigue los retoños que brotan de cuando en cuando y los corte
con la mano implaclable de la burla y el ridículo para que no nos
estorben un día en las faenas de reconstrucción social»518.
517
Ibid., p. 75.
518
Ibid., p. 125.
319
Filosofía del placer, Op. cit., pp. 226-227.
3
- ° Revolución Social, Op. cit., p. 119.
" ' Modernismo, Op. cit., p. 70.
208
estos jóvenes debían «echar de sus posiciones violentamente a los
viejos», no para romper totalmente con el pasado, sino más bien, como
revitalización y adecuación a los nuevos tiempos «de los elementos
gastados del pasado inspirándoles el nuevo espíritu»522. Estos «obre-
ros de la pluma y de la creación artística» desarrollan sus «sabios
deberes» hacia la sociedad, en la medida en que son «los depositarios
del capital ideal de la sociedad y deben emplearlo con provecho de
esta»523. De acuerdo con la teoría altruista de Jean Guyau, eran «la
aristocracia» de las letras, del arte y de la ciencia y como tales, «los
más valiosos obreros de la revolución social», cuyo deber sagrado era
el de ponerse al frente del gran movimiento «redentor»524. A pesar del
papel ejercido por estos jóvenes, Bark piensa que para alcanzar la
República Social se requiere la cooperación de todos. En consonacia
con ello, los sacerdotes de esta nueva religión son los pensadores,
maestros, escritores, inventores artistas y luchadores por el progreso.
Por consiguiente:
bu
Op. cit, pp. 86-87.
52
-> Revolución Social, Op. cit., p. 16.
524 ibid., p. 166. Bark hacía referencia al pensamiento sociológico socialista de
Guyau contenido en su libro El arte desde el punto de vista sociológico, el cual, fue
traducido por R. Rubio y editado por primera vez en Madrid, Jorro, 1902.
" 3 Filosofía del placer, Op. cit., p. 48. Igualmente, sobre el mismo tema se puede
consultar la página 34 de la misma obra.
" ° Datos recogidos por Bark dos años después en su folleto La Santa Bohemia,
Op. cit., pp. 29-31.
209
dráulicas e imponer a las Cortes un cambio profundo del sistema
económico de gobernar?»527
2. 2. la nueva mujer.
327
La Santa Bohemia, Op. cit, pp. 30-31.
528
Ibid., pp. 32-33.
529
R U I Z M A N J O N , Octavio, Los amigos políticos... Op. cit., pp. 265-300.
• " ^ C o m o bibliografía general sobre este tema, hemos manejado: SCANLON,
Geraldine., La polémica feminista en la España Contemporánea, 1868-1974, Madrid,
Ed.Akal, 1986 2 .
210
«Horrorizar, esta es la palabra; debemos horrorizarnos y aver-
gonzarnos por no protestar constantemente contra las infamias y
los crímenes que la sociedad actual cometa con nuestras hijas,
esposas y madres»53'.
211
lacras sociales en las que se ve involucrada la mujer española. En
términos generales, en este tétrico panorama la que no es histérica y
espritualmente enfermiza, cohabita con la prostitución y:
«[...] con su séquito de sífilis, el envenamiento del matrimo-
nio, y muy a menudo la embriagaduez y el crimen, puesto que los
lupanares son a menudo antros de ladrones y escenarios de homi-
cidios»535.
535
Ibid., p. 94.
536
Ibid., pp. 94-95.
->3' Revolución Social, Op. cit, p. 168 y también en Estadística Social, Op. cit.,
pp. 78 y 180.
5 3 8 Filosofía del placer, Op. cit., pp. 88-94.
212
suma importancia para la Política Social en la medida que la mujer es
el alma del hogar, la base sólida de la familia y de los hombres del
futuro539.
El reconocimiento de la igualdad del hombre y la mujer supone
un esfuerzo por elevar a la mujer, para lo cual Bark propone la obliga-
toriedad de la educación y la apertura de las aulas de la Universi-
dad540. Su educación ha de ser integral con el fin de estimular su ex-
pansión intelectual, física, espiritual o artística. La mujer alcanzará de
esta manera el equilibrio, la madurez y la felicidad que repercutirán
directamente en la regeneración y moralización de la sociedad. Es en
la intimidad familiar donde mejor se aprende la unión por el amor y
más se desarrolla la conciencia colectiva y solidaria. Resulta, pues, de
vital importancia la atracción de las mujeres en la obra colectiva de
transformación social541, ya que sin su concurso activo la nueva socie-
dad carecería de bases sólidas y duraderas542. Empero, despertar el
deseo de colaboración se plantea en España como una larga tarea de
educación imprescindible para el futuro de la República Social. Trans-
curridos los años de «propagadora de la especie», la mujer de las
clases acomodadas que podría ser tan útil a la sociedad con un traba-
jo en las «esferas de acción dignas de ella», no sabe llenar su existen-
cia e incurre en una ociosidad que es «el origen de la corrupción y de
la mojigatería»545. Sin embargo, no se puede achacar toda la respon-
sabilidad a la mujer, pues en la medida que se restringe su campo de
acción se aumenta su dependencia y su sumisión. En consecuencia,
Bark prevé reticencias para atraer a las mujeres a las fuerzas activas,
en un país en «donde las tradiciones musulmanas las han recluido en
el hogar y donde la iglesia ha conseguido hacerlas unas esclavas del
confesionario»544. En sus escritos de 1902 y 1907, los republicanos
socialistas, les brindarán los puestos de honor en las nuevas organiza-
ciones:
539
Ibid, p. 133.
540
Ibid., p. 116.
541 Revolución Social, Op. cit., p. 163.
542
Ibid., p. 1 69.
543
Estadística Social, Op. cit., pp. 190-191.
544
Revolución Social, Op. cit., pp. I 68- 171.
213
ta de hombres metalizados y jóvenes podridos por el virus de la
vanidad, haciéndola altruista, noble y grande»545.
545
Ibid., p. 170.
546
Ibid., pp. 168-169.
347
Filosofía del placer, Op. cil., pp. 116-117.
548
Ibid, p. 118.
549
Ibid., pp. 118-119.
214
sigue el movimiento feminista, dirigido por mujeres a quienes la «em-
briaguez política enloquece más tal vez [...] que a los hombres». Re-
firiéndose sin duda a su propio desengaño clasifica a la mujer españo-
la como apasionada, celosa y que quiere ostentar un «poder embrute-
cedor». Los celos a los que se refiere Bark son los del hombre ante un
ideal artístico, político o científico, los cuales son rara vez comparti-
dos por la esposa:
«Que las mujeres no acusen a la ciencia, ni menos aún odien
los ideales por los cuales olvidan los hombres algunas veces lle-
gar a la hora de cenar; peores pasiones que la ciencia y los ideales
políticos son el juego, el vino y otras a que suelen entregarse los
hombres vulgares»550.
550
Ibid., p. 142.
551
Ibid.p. 138.
215
idea fuerza del amor eterno. El amor conyugal nacerá de la afinidad
de caracteres y gustos y será un «amor divino» tal y como lo conce-
bían los románticos, «una gran fuerza el amor, y creo en los misterios
del amor como pintan los poetas, y sólo este amor irresistible y miste-
rioso debe justificar el matrimonio»552. Bajo la influencia de la filoso-
fía del placer habrá más verdad y fidelidad en las relaciones entre los
diferentes sexos. La fidelidad conyugal garantiza los «efectos armo-
niosos de aquellas finalidades sensuales» y, por ello, es la «noble guar-
dadora del amor. La verdad es la base del matrimonio y el adulterio su
muerte553, lo cual nada aporta de original a la moral que se proponía
reformar. Más que de revolución, habría que hablar de saneamiento
de los códigos morales y éticos sin que ninguno de ellos fuese
sustancialmente alterado. A pesar de su creencia en al amor idealista,
Bark muestra cierta reserva sobre el porvenir de la familia, la mujer y
el amor.
Con la independencia femenina, las relaciones amorosas y sexua-
les tendrán otro talante, así como la estructura familiar, todas ellas no
se basarán exclusivamente en el contrato del matrimonio como un
negocio con el que se compra «el reconocimiento social» y «la manu-
tención». A pesar de todos los cambios, Bark considera el amor y el
matrimonio como problemas claves de la sociedad e insiste en la im-
portancia de éste último como célula de la sociedad. En resumen, en
la República Social, bajo la influencia de la moral social y de las con-
diciones económicas, las relaciones amorosas sufrirán una profunda
revolución.
Bark pronostica la desmitificación del acto sexual que se limitará a
un acto fisiológico y como tal, «será considerado como una función
del cuerpo igualmente natural y necesaria al hombre adulto como en
cierto modo a la mujer»S5\ Así, en lo que concierne a la virginidad
femenina, Bark resume en Filosofía del placer las diferentes tenden-
cias en Europa. Critica a los naturalistas, quienes ponderan el instinto
fisiológico reduciendo el valor del amor psíquico y espiritual. Los co-
mentarios de Bark están impregnados de puritanismo, que contradice
el liberalismo sexual que él mismo propugnaba, justificado únicamente
por la «grandeza de los ideales»:
•D->^ La obra de Guyau fue publicada en París en 1896. En 1903 fue traducida al
español por L. Rodríguez, según documenta ALVAREZ JUNCO, José, La ideología del
anarquismo español, Madrid, Ed. 5XXI, 1976 y 1992, p. 122 de la primera edición.
333
Filosofía del Placer, Op. cit, p. 123.
554
Ibid, p. 98.
216
«La virgen pura e inmaculada quedará siempre el ideal del
hombre que piensa fundar familia; sin embargo, habrá tal vez más
hombres que hoy dispuestos a transigir con una viuda, o sea una
mujer que ya conoce el amor»sss.
555
Ibid., pp. 98 y 124.
- " " La prostitución y las depravaciones sexuales en los conventos eran temas muy
frecuentados por la crítica anticlerical. Nuestro autor quiere erradicar el voto de casti-
dad por no ser más que es un germen de corrupción. En consecuencia, el celibato es
para Bark una indigna mentira que habría que erradicar como si de la peste se tratase,
Estadística social, Óp. cit., p. 1 86.
5->7 Filosofía del placer, Op. cit., p. 91.
558
Ibid., p. 114.
217
sin excluir la posibilidad del amor místico. Ejemplos de amor libre son
tanto un casamiento sin ceremonia religiosa, «un matrimonio ideal con-
sagrado por al amor libre como único lazo», como las alternativas de la
comunidad promiscua del ruso Chernichefsk. La convivencia en «amor
libre del vínculo matrimonial» era muy frecuente entre los jóvenes arte-
sanos y obreros. Sin dudar de la moralidad del principio, lamenta Bark
que este tipo de unión «familiar» divulgado por la ideología libertaria
se estuviese convirtiendo en una licencia que lastimaba los legítimos
intereses de las mujeres y de los niños. No obstante, el Anarquismo no
era de ninguna manera responsable:
«Gente ignorante y de instintos groseros, no pueden menos
que sentir como animales en una cuestión donde se trata de facto-
res ideales, el cariño conyugal, etc. [...] (se trata) de estravíos bru-
tales de algunos vividores que en España han preconizado las ex-
celencias de los apetitos carnales en detrimento de los sentimien-
tos altruistas que deben ser los factores directores en la solución
del problema del amor»559.
218
Como medida de prevención social, Bark aboga por la exigencia
legal de un reconocimiento médico previo al matrimonio con el fin
de evitar las transmisiones virales561. Los consejos morales oficiados
por la religión serán sustituidos por aquellos aportados por la medici-
na y la higiene562. Teniendo en cuenta los problemas de demografía y
economía mundiales, Bark contempla todas las estructuras alternati-
vas al matrimonio en las que no hay progenitura, como solución a los
problemas económicos expuestos por Malthus sobre de la escasez de
recursos y de producción mundial en proporción con el número de
habitantes, a pesar de las ya inquietantes cifras sobre el descenso de la
natalidad.
En resumidas cuentas, la filosofía del amor de Ernesto Bark pide
que el matrimonio deje de ser un lazo opresivo, la posibilidad del
divorcio y la práctica de amor libre para los que no tienen vocación
familiar. La promiscuidad o la monogamia son modelos alternativos
en la sociedad moderna por los que cualquiera puede optar. Recono-
ce el derecho a la libre decisión individual para la adopción de cual-
quier modelo de vida. Empero, la sinceridad moral y el respeto que
nuestro autor sentía por la infancia, la mujer y los grandes sentimien-
tos le indujeron a establecer cortapisas en cuanto a la responsabilidad
de la paternidad y a condenar la satisfacción embrutecedora y animal
del placer individual. Años después, en su obra La Santa Bohemia,
Bark desarrolla de nuevo esta temática reclamando de nuevo la edu-
cación de la mujer, la igualdad jurídica y económica que han de de-
terminar la nueva posición de la mujer en la sociedad, en el matri-
monio y en las relaciones sexuales. Para la exposición de dichos pro-
blemas aporta escasas conclusiones innovadoras. Su texto es un
sincretismo de Felipe Trigo y Eduardo Zamacois, entre los españoles
citados, y utiliza textos extranjeros, entre los que destacan
Chernichefsky y Reclus con sus teorías del amor libre, Stuart-Mill para
la defensa del voto femenino, Fuillée y Guyau en la defensa de la
sensualidad como fuente de moralidad y altruismo563. Con el adveni-
miento del Republicanismo socialista, Bark pronostica que ningún cri-
terio cerrado sobre las cuestiones la mujer, el amor y la familia se
podrá imponer a los ciudadanos. Pero, en ese cercano porvenir, el
Socialismo Positivo luchará por la igualdad ante la ley y la indepen-
dencia económica como garantía de la completa emancipación de la
mujer564.
561
Ibid., pp. 88-89.
562
Ibid, p. 99.
->°3 i¡¡ Santa Bohemia, Op. cit., pp. 37 y ss.
564
Estadística Social, Op. cit., p. 188.
219
2. 3. La Educación para la República Social.
363
Consúltese GUEREÑA, José LuisyTIANA, Alejandro (Eds.), Cultura, educación
y clases populares. Siglos XIX y XX, Madrid, UNED y Casa de Velázquez, 1987.
566
Filosofía del placer, Op.cit., p. 105.
567
Ibid., p. 170.
220
Un carácter fuerte no está, sin embargo, reñido con la prudencia y
modestia en el confrontamiento entre los hombres. Con la educación
y el progreso de la moral positiva, el hombre tendrá la facultad de
encontrar el equilibrio en una existencia rica individual y socialmen-
te. Integrará los valores y códigos sociales, o sea, habrá desarrollado
su sociabilidad. En suma, Bark proclama que gracias a la educación
se puede llegar a ser feliz568 de acuerdo con los principios de la moral
social. La enseñanza del arte y de la historia mediante la admiración
de lo bello, la conversación, la declamación de versos y dramas y la
música son ejemplos de las herramientas educativas a disposición del
altruismo569.
568
Ibid., p. 168
D
° ° Y sobre lodo la música porque es la única capaza de unir «con un lazo de
armonías a las personas de más encontradas ideas», Filosofía del placer, Op. cit., pp.148
y 166.
" 0 Modernismo, Op. cit.,p. 28. El término modenista equivaldría aquí a reformis-
ta o regeneracionista.
221
en el libro, hasta el momento sin localizar, Alma Española57'1. Así pues,
Bark se presenta una vez más como propagandista de las corrientes
en boga y pequeño activista entre las masas populares.
El índice de analfabetismo en España estaba cifrado, según Bark,
en doce millones de españoles sobre los dieciocho millones que cons-
tituían su población, lo cual situaba nuestra nación, tras Portugal, en
el segundo de los países con mayor índice de iletrlsmo de Europa
Occidental572. En contrapartida, idealiza al pueblo español y discier-
ne en él una inteligencia natural que proviene de su gran sociabilidad,
la cual, siendo:
«[...] efecto del clima, de los países latinos, es un factor civili-
zador mucho más importante que los tan cacareados maestros
elementales del Norte. He hablado con charros que no sabían ni
leer ni escribir, pero cuya cultura general, trato fino y sentimientos
cultos, eran muy superiores a la cultura de la clase media en Fran-
cia y Alemania»573.
No había, pues, más que potenciar esas virtuades del pueblo me-
diante la democratización del sistema de enseñanza. Lógicamente,
Bark propugna una educación elemental, obligatoria y aconfesional,
como en otros países europeos. El estado primitivo de la educación
española se explica por la nimia inversión estatal, apenas 27 millones
del presupuesto del Estado frente a los 198 que gasta el gobierno fran-
cés574, lo cual justifica la falta de establecimientos docentes y la cali-
dad de los mismos. «¡Basta ya de bachilleres señoritos!», clamaba
Bark, quien denunciaba los fraudes de los lujosos colegios privados
que sobornaban a los docentes y educaban a la juventud en la menti-
ra:
->' ' Alma Española, constaba de los siguientes capítulos. Psicología de las Nacio-
nes, La Educación Nacional, la regeneración por la escuela y la mujer, Modernismo o
Clericalismo, Greater Spain. Publicado en 1903, es una continuación de su primera
obra en materia de reforma educativa, Modernismo, 1901. En Filosofía del Placer el
autor la presenta como un libro preparado y discutido en reuniones políticas en el que
expone con mucho detalle un plan de educación del alma nacional, Op. cit., pp. 102-
103.
j72
Cifras que vienen a coincidir con las aportadas por GUZMAN REINA, A. Cau-
sas y remedios del analfabetismo en España, Madrid, 1955, p. 15. Datos citados por
MARTÍNEZ CUADRADO, Miguel, «La edad de plata de la cultura española» en Restau-
ración y crisis de la monarquía, vol. 6 de la colección colectiva dirigida por ARTOLA,
Miguel., Historia de España, Madrid, Alianza Editorial, 1991, pp. 488-489 [481-506].
•''•' Revolución Social, Op. cit., p. 96.
074
Modernismo, Op. cit., p. 33. De las 24.529 escuelas elementales oficiales ha-
bía, en 190, 2.000 maestros con sueldos inferiores a 250 pesetas.
222
«Estos mercanchifles del magisterio corrompidos por los aris-
tócratas y capitalistas estúpidos que fomentan la ignorancia de sus
hijos, tienen la culpa del inmerecido descrédito del cuerpo do-
cente en general»575.
575
Ibid., p. 17.
576
Ibid, p. 9.
077
Socialismo Positivo, Op. cit., p. 98.
57o Revolución Social, Op, cit., pp. 12 y 34.
223
cuales debían «ser la célula autónoma del edificio educativo», como
estudiaremos próximamente579. Con unos programas inadecuados a
las necesidades de los jóvenes españoles, la educación se concebía
como una «corvada» en lugar de ser un placer. Por consiguiente, la
ciencia social tenía como fin el transformar en una experiencia grata
los estudios del niño y convertir los colegios en «gimnasios donde se
ejercite la inteligencia y se inspiren los sentimientos nobles en lugar
de tormentos que embrutecen al espíritu y amortiguan el cuerpo»580.
Ante todo, la enseñanza se había de adecuar al pueblo y a una efecti-
vidad en la vida práctica y profesional. Los pensadores y pedagogos
españoles no estaban en suficiente relación con las masas populares
como para definir sus proyectos en coherencia con las necesidades
de las mismas. Se habían de abandonar los inadecuados métodos pe-
dagógicos importados de Francia. Una línea pedagógica nunca se había
de perfilar imitando los modelos de otros países puesto que nunca
podrían adaptarse a la idiosincrasia del pueblo español. Bark achaca-
ba a Giner de los Ríos y Dorado Montero el inspirarse en la pedagogía
alemana, la cual era diametralmente opuesta a las necesidades psico-
lógicas del pueblo español. En efecto, el sistema de Frobel, empleado
en Alemania y Suiza se fundamentaba en el espíritu de independen-
cia y de libertad individual que «pugna absolutamente con las ten-
dencias autoritarias del ambiente español reflejadas en al absolutismo
de los padres con respecto a los hijos y de los maestros...»581. Conce-
der precipitadamente la libertad total era incurrir en un peligroso error.
Se podía orientar paulatinamente la educación española hacia los
valores de los pueblos germanos, como el respeto a la independencia
personal, la amistad sincera y el compañerismo que sustituían el auto-
ritarismo en la escuela y sociedad españolas.
Entre los proyectos de reforma educativa, Ernesto Bark tratará
preferencialmente la reforma de las enseñanzas secundaria y univer-
sitaria, insistiendo en la actualización de los programas y la democra-
tización de la educación. Bark reclamaba la reforma de la enseñanza
secundaria: contenidos anacrónicos, falla de pragmatismo, fábrica de
memoristas y paupérrimos intelectuales, los cuales son «frutos secos
del absurdo sistema actual, que encuentra su flor en el famoso adagio:
bachiller en artes, burro en todas partes»582. La inadecaución de la
enseñanza secundaria ante la vida profesional exigía un nuevo plan-
teamiento de ese bachillerato dado que muchos jóvenes no prose-
s / y
Modernismo, Op. cit., pp. 34-35.
•>°° Filosofía del placer, Op. cit., p. 142.
¿
° 1 Modernismo, Op. cit., p. 11.
582
lbid.,p. 14.
224
guían sus estudios en la Universidad. Para armonizar la educación
con la vida futura y la inserción laboral, Bark proponía la creación de
un bachillerato de aplicación, basado en una primera formación ge-
neral, «suficiente para los servicios en oficinas y particulares», que
posibilitaba a los más jóvenes la integración en sectores como el co-
mercio, la agricultura, los servicios, etc. Su programa se componía de
asignaturas necesarias para la vida cotidiana38". Merced a este bachi-
llerato práctico, terminado a los catorce años, sólo los jóvenes con
ambiciones universitarias proseguirían sus estudios durante dos o tres
años más, con un bachillerato especializado en función de sus pro-
yectos profesionales futuros.
Para finalizar, Bark tratará el problema de la organización de los
exámenes. Estaba en desacuerdo con su abolición, por la que aboga-
ban Giner de los Ríos, Dorado Montero y Echegaray. Estimaba que en al
ambiente autoritario español, la supresión de los exámenes conduciría
al fracaso de la enseñanza al no sentir los estudiantes la imposición de
una inspección exterior y la amenaza del fracaso584. Como solución
intermedia para las enseñanzas medias, Bark proponía una reducción
de «los inútiles exámenes anuales a dos exámenes finales al acabar el
tercer y sexto año de bachillerato»585, los cuales exigirían que:
«[...] la preparación sea a conciencia, y no tan sólo el amaes-
trar de loros que olvidan en pocas semanas lo aprendido. A la vez
serán estas solemnidades útiles para que los alumnos, dándoles
ocasión para exponer sus conocimientos ante un auditorio y en
circunstancias solemnes, lo cual es una preparación para la vida
pública del futuro ciudadano»586.
583
Ibid., p. 13.
584
Ibid, p. 11,
585
Ibid., pp. 12 y ss.
586
Ibid., p. 14.
587
Ibid., p. 19.
225
gua moderna predispondrá a los jóvenes bachilleres al estudio de una
lengua tan rica y complicada como el latín. Bark se pronuncia, de
acuerdo con Unamuno, por la importancia del aprendizaje del latín
como fuente enriquecedora del castellano. El estudio del latín permi-
tiría a los hablantes la invención de voces nuevas588. Bark proponía el
francés desde los estudios generales del bachillerato como lengua más
adecuada para los institutos españoles, porque:
«El espíritu moderno halla el mejor vehículo en los idiomas, y
en particular el francés, porque Francia marcha hoy al frente de
los de la humanidad como propagadora de ideales del progreso, y
este espíritu debe inspirar toda la enseñanza en España y no tan
sólo unas cuantas asignaturas con que se ha pretendido infundir
sangre nueva al árbol seco de la filosofía anticuada que se enseña
en nuestras Universidades.»589
588
Ibid., p. 23.
589
lbid„ p. 27.
590
Ibid., p. 21
591
Ibid., p. 25.
226
Respecto de la enseñanza superior, Bark se adscribe a los proyec-
tos de Giner de los Ríos: las universidades son fábricas de personal
para las múltiples funciones que la sociedad requiere, por lo cual, han
descuidado su función investigadora en aras del progreso de la socie-
dad. Denuncia las medidas gubernamentales contra las grandes per-
sonalidades universitarias, las cuales, son a veces «toleradas, como
excepciones, y a veces expulsadas» como sucedió durante el gobier-
no de Cánovas con Giner y Salmerón entre otros592. Ernesto Bark, con
intención claramente propagandística, concede especial relevancia a
las iniciativas de la Universidad de Oviedo con la extensión de
enseñanaza universitaria entre las clases trabajadoras. Gracias a su
actividad, nuestro autor espera que la industria y el comercio españo-
les adquieran la suficiente formación para ser competitivos ante el
mercado extranjero.
Finalmente, subraya la importancia de la orientación escolar y pro-
fesional de los jóvenes puesto que, de acuerdo con el principio al-
truista de la moral social, tanto el trabajo como el estudio han de ser
fuentes de placer. Consecuentemente, cada uno debe elegir la profe-
sión que mejor se adapte a sus condiciones innatas593. La orientación
es una responsabilidad de las familias y de las instituciones: en el
amplio elenco profesional que aparece con el progreso se van borran-
do las fronteras entre el trabajo intelectual y el manual, al imponerse
una graduación infinita entre el mecánico y el ingeniero. Esta gradua-
ción complica la elección de una determinada profesión, pero matiza
las clásicas distinciones de «clases y estados, del feudalismo y la es-
clavitud»594.
Gracias al establecimiento del bachillerato práctico, el joven pue-
de finalizar su educación y disponer del tiempo suficiente para cono-
cer diferentes profesiones si fuese necesario. La contribución de los
maestros será fundamental para estudiar las inclinaciones y talentos
de cada alumno, y en colaboración con sus padres, aconsejar a su
discípulo aquellas carreras para las que posea aptitudes. De este modo,
la elección de una carrera dejará de ser objeto de la tradición familiar,
del azar o el capricho595.
i,<32
Un estudio específico es ei de GÓMEZ MOHEDA, M'1 D., Los reformadores ele
la España contemporánea, Madrid, CSIC, 1966.
593
Filosofía del placer, Op. cit., p. 169.
594
lbid.,p. 169.
J
"-> Modernismo, Op. cit., pp. 41 -46.
227
2. 3. 2. La enseñanza moral y religiosa.
596
Ibid., p. 47.
597
Ibid, p. 50.
598
Ibid., p. 42.
228
2. 3. 3. La educación en el ejército.
599
Ibid., p. 29.
600
Ibid., pp. 111-114.
601
Ibid, p. 6.
602
Ibid, p. 20.
603
Revolución Social, Op. clt., p. 106.
604
Modernismo, Op. cit., pp. 31-32.
605
Ibid., p. 34.
229
2. 3. 4. La reforma en acción.
230
taciones de reforma decididas por esta Unión, las cuales configura-
ban el programa de sus reivindicaciones. En primer lugar, solicitaban
la reforma ele la formación del profesorado: proponían el cierre de las
insuficientes escuelas normales para facilitar el acceso al magisterio a
los bachilleres tras un previo examen de pedagogía, higiene, gimnasia
y demás disciplinas educativas.
Para la enseñanza secundaria solicitaban la reorganización riguro-
sa del trabajo de los catedráticos, la creación de un jurado para los
exámenes tanto de la enseñanaza privada como oficial, una revisión
de las modalidades de exámenes y un nuevo diseño curricular en el
que se contemplara una primera formación general para dar paso a la
especialización en ciencias y letras; la actualización de los programas
con la reserva del latín para cursos superiores; de la metodología en el
estudio de la historia, la física, la química y el estudio de las lenguas.
Finalmente, se aboga en defensa de la educación privada según el
ideario decidido por los padres, una educación en las mismas condi-
ciones materiales que la oficial, «que no sea oprimida y marchita en
flor por imposiciones oficiales, cortapisas administrativas y tributaciones
excesivas»610.
En el seno de Acción Democrática Bark intentó proseguir los pa-
sos de la extensión universitaria organizada por la Universidad de
Oviedo611. Creó la universidad popular en la que se organizaban, en-
tre otras actividades, clases de literatura y lengua para mujeres y ado-
lescentes. Puesto que Bark estimaba que era de vital importancia im-
plicar al pueblo en la cuestión social y regeneracionista, organizaba
conferencias sobre la familia y la educación seguidas de controver-
sias. Asimismo, en las reuniones que celebraba la Agrupación Demo-
crática se discutía y se escribía la propaganda para la reforma educa-
tiva. Finalmente, se representaban obras de teatro popular ya que Bark
confiaba en la eficacia pedagógica de este género612.
Al parecer Ernesto Bark contactó a Joaquín Costa para pedirle su
participación en el proyecto de reforma educativa de la Agrupación
Democrática. Según narra Bark, Costa no se negó, les prometió un
apoyo que nunca llegó a ser realidad, bajo el influjo del «pesimismo
sombrío que ha inutilizado para la vida pública este hombre de va-
lía», como el mismo Bark escribía. Costa le trazó un panorama som-
610
Ibid., pp. 30-36.
°' ' La existencia de esta Universidad Popular es corroborada por MAINER, José
Carlos «Algunas consideraciones sobre la lectura obrera en España (1890 - 1930)» en
Teoría y práctica del movimiento obrero en España, Valencia, Fernando Torres, 1977,
pp. 175-239 y en La Doma de la Quimera. Ensayos sobre el nacionalismo y la Cultura
española, Barcelona, Universidad Autónoma, 1988, pp. 19-82. Manejamos el primer
documento, p. 214.
°'2 Modernismo, Op. cit., p. 82.
231
brío de la vida cultural española y le aseguró que si la Acción Demo-
crática lograba despertar el interés de la ciencia, «que no lo creo que
conseguirá» en un país tan refractario como España, «cuente con mi
concurso en la extensión universitaria»613. En 1905, La Unión Educa-
tiva, sección pedagógica de Acción Democrática, propuso al Ministro
de Instrucción Pública que se asegurase la gratuidad de las matrículas
a los centros oficiales, se creasen sanatorios marítimos para salvar a
los niños de muerte prematura por escrófula, raquitismo y tuberculo-
sis; se creasen bibliotecas populares y se prohibiese a las órdenes re-
ligiosas que se dedicasen a la enseñanza. El éxito de este programa de
peticiones dependería de un cambio de gobierno según Bark, pues
«sólo una dictadura radical podrá hacer todos estos milagros»614. En
1910, Bark participó en la creación de una Liga de educación integral
y proyectaron la organización de un Congreso Pedagógico-social, del
cual no se tienen más noticias. Cecilio Alonso localizó, no obstante,
diversos actos propagandísticos celebrados en casinos y centros repu-
blicanos en septiembre y octubre de 1910, bajo el lema La revolución
por la escuela. Sus responsables eran Ernesto Bark, Andrés Ovejero y
Rafael Heredia, los tres miembros de aquella Liga615.
613
Ibid, p. 88.
614
El general tuque y el problema de España, Op. til, pp. 24-25.
"'•3 ALONSO, Cecilio, Intelectuales en crisis. Pío Baroja, militante radical (1905-
1911), Alicante, Instituto de Estudios Juan Gil Albert, 1985, pp. 318-319.
&
'"SOLA, Pere., «Acerca del modelo asociativo de culturización popular de la
Restauración» , Clases populares, cultura y educación. Siglos XIX y XX, Madrid, Casa
Velázquez, UNED, 1990, pp. 393-402
"'' Revolución Social, Op. cit., p. 163.
232
De acuerdo con los esfuerzos corporativos de la Acción Democrática,
Bark estatuye la creación de instituciones cooperativas, educativas y
de protección al trabajo que serían células de ensayo y «base del edi-
ficio social venidero». Entre las células educativas se encontraban los
casinos y círculos republicanos, las cuales habían sido ya propagadas
a través de toda España por el grupo Germinal. Sin duda alguna, estas
estructuras servían de estrategia, no sólo para crear comunidades ideo-
lógicas sino también para desarrollar la sociabilidad entre los partici-
pantes según los valores de la nueva moral social de la República
Social. En los primeros años de siglo XX, Bark observa una evolución
de la prensa periódica que va abandonando paulatinamente la propa-
ganda de ideas para atender a la información sobre la actualidad.
Buscando un nuevo soporte, la propaganda ideológica tendrá que
desplazarse desde la hoja del diario hacia las revistas semanales o
mensuales, los folletos y los libros. En función de estos cambios en el
mundo de la información desde 1901, Bark irá concentrando su acti-
vidad bibliográfica en tomo a la redacción de folletos y libros. Aparte
de estas condiciones materiales, quizás Bark sintiese poseer la sufi-
ciente madurez para abordar la labor más ardua que supone la com-
posición de un libro, o quizás se sintiese simplemente desengañado
de la ineficacia de su campaña propagandística desde la prensa. Como
el mismo confiesa:
233
2. 4. I. Bibliotecas Populares.
°-" Sobre las Bibliotecas populares en años anteriores: VIÑAO FRAGO, Antonio,
«A la cultura por la lectura. Las Bibliotecas populares (1869-1885)» en Clases popula-
res, cultura y educación, Op, cit., pp. 301 -335. Jean-Francois Botrel ofrece una panorá-
mica completa sobre las diferentes librerías y las colecciones publicadas en-torno a las
célebres bibliotecas, popularizadoras de la cultura a precios módicos en Libros, prensa
y lectura en la España del siglo XIX, Madrid, Fundación Sánchez Ruipérez, Ed. Pirámi-
de, 1993, pp. 543-655. José Carlos Mainer en el artículo sobre la lectura obrera antes
citado estudia las bibliotecas de La Revista Blanca y El Socialista.
° 2 ' Filosofía del placer, Op. cit., p. 79.
622
Ibid., p. 4.
" • " La Fórmula Social, Op. cit., p. 4.
234
mínimo al autor, a veces correspondiente al precio material de coste,
para poder ser distribuido más fácilmente entre las asociaciones obre-
ras. La fundación de estas bibliotecas obreras aseguraría la democrati-
zación de la cultura y el estrechamiento en las relaciones entre el
proletariado de «manos callosas» y el proletariado «de la pluma»624.
En el preámbulo de La Fórmula Social (Madrid, 1913), Bark justifi-
ca la edición de folletos y de ediciones baratas en esta Biblioteca de la
Editorial Cooperativa de Autores con el fin de democratizar la cultura
y hacer partícipes a todos los sectores sociales de la actualidad socio-
política. En este documento se explicitan algunos aspectos puntuales
de Bibliotecas como es la publicación de folletos a precios módicos y
variables para que lleguen a un público amplio y diversificado. Los
ajustes de precios han de adaptarse a las posibilidades económicas
del cliente lector y se asegura una distribución gratuita entre los obre-
ros pobres. Bark aplicaba este mismo concepto a sus propios volúme-
nes. En Socialismo Positivo nuestro escritor critica, precisamente, a
Anselmo Lorenzo por no convertir en una realidad práctica el altruis-
mo del pensamiento anarquista que divulgaba. En lugar de dar sus
publicaciones al coste del material, Anselmo Lorenzo las vendía a
precios elevados, lo cual impedía la propaganda política y retardaba
la labor revolucionaria. Bark se expresaba en los siguientes términos:
235
sintéticos, amplios, cosmopolitas, el contacto con el aliento ínti-
mo, que hace del horroroso vaivén de los acontecimientos del
pasado una Comedia Divina que nos instruye y eleva a las regio-
nes sublimes de la belleza y de la verdad»6".
Otros de los medios que Bark prefería para llevar a cabo la propa-
ganda y la educación política del pueblo eran las conferencias con
controversia. Se trataba de charlas organizadas en los casinos y círcu-
los políticos en las que se entablaba un diálogo con el público sobre
temas polémicos con el fin de instruir al auditorio. En ellas, los oyen-
tes participaban en los debates de modo que las enseñanzas dejaban
de ser unidireccionales, áridas y pedantescas629. Esta fórmula era idó-
nea para estrechar los lazos de sociabilidad entre los participantes en
dichas animadas tertulias. Bark, presidente, intentaba moderar los áni-
mos cuando era necesario y animar al público al debate porque esti-
maba que era el mejor modo de introducir ideas nuevas en los círcu-
los pequeño-burgueses. Toda «idea tiene que luchar con brío contra
los adversarios», solía afirmar Bark. Gracias a estas conferencias con
debate y a las discusiones polémicas, «se limpia la atmósfera y alum-
bran los abismos del oscurantismo», porque piensa nuestro autor que
todo polemista apasionado es al mismo tiempo:
Ibid., p. 202.
Ibid.,p. 203,
La Fórmula Social, Op. cit., p. 5.
Socialismo positivo, Op. cit., pp. 5-6.
236
Círculo Radical y sus tertulias de los sábados presididas por Bark. A
estas reuniones asistían anarquistas, socialistas, sindicalistas y radica-
les. Bark las valoraba como un entrenamiento al parlamentarismo y a
la tolerancia" 1 , si bien no faltan «los nervios y entusiasmos» y «las
escenas pintorescas de apasionamientos populares».
Algunos años más tarde, Bark encuentra su sueño de democratiza-
ción de la cultura y el arte convertido en realidad, al menos así lo
creía él, gracias a la revolución rusa. Nuestro autor admira los esfuer-
zos de los soviets para su difusión con la organización de conciertos y
obras de teatro hasta en las más pequeñas aldeas. Estas estrategias,
podían ser imitadas en España para acelerar el proceso educativo del
pueblo. En la Rusia comunista, las obras maestras de literatura son
publicadas en ediciones muy baratas y están a disposición del pueblo
en las Casas de Lectura o pueden conocerlas gracias a las numerosas
lecturas colectivas. Bark está deslumhrado ante estos ecos de un su-
puesto culturalismo repentino, idealista y bucólico en el que el burdo
aldeano ruso es capaz de «inspirarse en los grandes escritores» y «mez-
clar las lecturas en alta voz con las faenas rústicas»6-52. Igualmente,
ensalza Bark la política de instrucción popular mediante un programa
de conferencias gratuitas. En suma, merced al gran elenco de activi-
dades y medios popularizadores de la cultura, Bark augura en Rusia
«un grado incomparable» de instrucción popular y de culto al arte por
el pueblo ruso que en pocos años será «el más instruido y el más
artista del mundo», en breves palabras, «el ideal de la humanidad
futura» 6 ".
En 1902, bajo el mando de Alejandro Lerroux al frente del Partido
Republicano Radical, Bark propone la transformación de aquellos
centros antiguamente conocidos como casinos y círculos en una nue-
vas Casas del Pueblo. A diferencia de sus predecesores, la esfera de
acción de las Casas del Pueblo será más amplia, puesto que ya no
serán únicamente centros cooperativos y recreativos. Estas nuevas aso-
ciaciones abarcarán una vasta política pedagógica librepensadora di-
rigida contra el clericalismo y crearán una serie de organismos para
una eficaz protección del trabajo. Con esta finalidad, las Casas del
Pueblo tendrán la misión de influir en la legislación obrera respecto
de las cuestiones ya clásicamente reivindicadas como eran el trabajo
de los niños, las mujeres, accidentes, inválidos, etc.; la inspección
" 3 1 «Ni somos monjas, ni es verdad aquellla frase de castrados» replicaba Bark
que intentaba dar ejemplo de educación democrática». La Fórmula Social, Op. cit., p.
13.
" 3 2 El bolcheviquismo..., Op. cit., p. 26.
633
Ibid., p. 27.
237
permanente de talleres y fábricas persiguiendo judicialmente las ne-
gligencias en materia de seguridad y adulteración de alimentos; ac-
ción fiscalizadora en favor de los perseguidos por patronos y gobier-
nos, suministrando apoyo material a dichas personas y a sus familias;
organización de bolsas de trabajo y estudios de estadística social; y
por fin, desarrollar una acción tanto conciliadora de intervención amis-
tosa en los conflictos entre el capital y el trabajo." 4 No hemos podido
documentar si realmente existió alguna Casa del Pueblo radical. En
Madrid, se documenta la primera, perteneciente al Partido Socialista
en 1908635.
Las Casas de Obreros era otro proyecto germinalista para la edu-
cación y propaganda política. Se trataba de unas asociaciones
federadas, sin reglamentaciones abrumadoras y sin jerarquías. El espí-
ritu que reinaría en ellas sería el de la solidaridad, el cual se materia-
lizaría con la organización de una Cámara de Trabajo para la ayuda
mutua mediante la facilitación de información y búsqueda de em-
pleos636. Las funciones de las Cámaras de Trabajo coincidían con las
enunciadas anteriormente para las Casas del Pueblo.
A lo largo de este capítulo hemos intentado reconstruir el pensa-
miento social, político y cultural de Ernesto Bark, un propagandista
que quería ofrecer breves conocimientos sobre la España finisecular y
sus proyectos de reforma según los presupuestos moderados del So-
cialismo Positivo. Racionalista por método más que por epistemolo-
gía, quiso conciliar la imprescindible reorganización material y eco-
nómica de la sociedad con un nuevo enriquecimiento ético y espiri-
tual, de manera que cualquier acto regenerativo social no se convir-
tiese en una cortapisa a la libertad humana. Como hemos expuesto en
estas últimas páginas, los intelectuales, las clases medias y los jóvenes
comprometidos están llamados a trabajar en el saneamiento nacional
aportando energía nueva para ayudar a la mujer a liberarse de la opre-
sión y, convertirse a su vez, en un agente para la revolución, altamen-
te eficaz desde la célula familiar hasta en los puestos activos de la
sociedad. Igualmente, están llamados todos los sectores de la socie-
dad. Para ello, se habrá preparado a la población con la educación
institucionalizada, o, bien, mediante la educación alternativa, organi-
zada desde las corporaciones de los partidos bajo los conceptos de
propaganda y sociabilidad.
238
Para finalizar, insistiremos en el carácter enciclopédico del corpus
bibliográfico de Ernesto Bark. Enciclopedismo que se justifica en la
medida que pretendía ofrecer a los lectores poco avezados una guía
sobre las líneas directrices para la organización social según el Socialis-
mo Positivo. Por estas razones, se permite el autor abordar las más
heterogéneas cuestiones de una manera somera y prácticamente super-
ficial, haciendo desfilar a las grandes figuras intelectuales y políticas de
actualidad internacional, acompañadas de abundantes pasajes de sus
respectivas bibliografías entre las que se eclipsa el propio pensamiento
rector de Bark. Difícil es saber actualmente que distancia había entre la
falsa modestia, la entrega divulgadora y proselitista y una erudición «a
la violeta» en Bark. En todo caso, lo importante es su entrega a la urgen-
te propaganda de la Democracia en su aplicación más radical, dejando
de lado las oscuras elubricaciones necesarias para la concepción creativa
de un arquetipo - o al menos su conato- «científico», más por la fe que
por el método de organización política, económica y socio-cultural.
239
contractas nos llevan como naves sin brújula que los contornos
vigorosos se borran, pareciéndose todo como un cuadro cuyos
colores frescos han sido destruidos por una mano descuidada»637.
240
gresistas y, en general, todo el movimiento social encaminado a la
modernización de la nación. Desde esta perspectiva, se ha de com-
prender como el conjunto de inquietudes que ambicionan el progre-
so -llámese modernidad- en todos los ámbitos y con una aplicación
democrática en el sentido radical del término como elementos claves
para la acuciante regeneración del país. En ella, las letras desarrollan
una importante función643.
Los modernistas encarnan «la protesta de los jóvenes contra los
viejos, del espíritu contra la forma, del progreso contra la reacción»644.
Son los jóvenes que Bark identifica con la Gente Nueva no por la
edad biológica, sino por la actitud rebelde contra lo establecido, con-
tra el materialismo, el utilitarismo, el clericalismo, el sistema de valo-
res burgueses y todo aquello que fuese portador de reminiscencias
conservadoras645. Cuando Bark propugna la juventud del alma,
correlato espiritual de la juventud física, se está refiriendo a la conser-
vación de un espíritu vivo e inquieto, de una actitud idealista, a la
participación en la lucha por conseguir la felicidad, y la valoración
del sentimiento, de la sensación, el placer... Parafraseando a Bark, los
modernistas son seres altruistas, entregados y sacrificados al servicio
de la humanidad. A este sublime sacerdocio debe entregarse la Gente
Nueva inspirándose «por esta misteriosa fraternidad internacional que
ensancha el alma y agranda los horizontes intelectuales»646.
La Gente Nueva solía ser polígrafa. Sus plumas estaban al servicio
de la reforma de España, tanto en literatura como en periodismo, a
pesar de las extremas condiciones materiales en las que los escritores
intentaban sobrevivir. Bark defiende a la Gente Nueva, jóvenes artis-
tas, literatos y publicistas que solían ser tachados de pobres bohemios
cuando su labor estaba preparando la Revolución Social. Así, por ejem-
plo, sus textos periodísticos «encierran en un artículo de periódico a
veces todo un programa e inspiran cada día a las pretensiosas celebri-
dades oficiales la materia para sus discursos parlamentarios»647. Por lo
dicho, subrayemos que Bark se distanciaba de los convencionales tó-
picos republicanos en contra de aquellos jóvenes «modernistas» que
M i
En esta dirección se orientan los estudios de los últimos años. Consúltese el
primer apéndice a RICO, Francisco (Ed.), Modernismo y 98, Historia y Crítica de la
Literatura española, Vol. 6-1, Barcelona, Ed. Crítica, 1994. Para un somero estado de la
cuestión resulta imprescindible el texto de BLASCO, Javier, «Modernismo y moderni-
dad» en ínsula, n° 485-486 (abril-mayo, 1897), p. 37.
°44 Modernismo, Op. cit., p. 5.
"45 Hemos estudiado estos temas con mayor profundidad al estudiar la formación
del concepto de Gente Nueva y sus relaciones de oposición con la Gente Vieja en la
segunda parte de nuestra tesis.
646
lbid.,p. 75.
647
Ibid., pp. 70-71.
241
se distanciaron de la política o del utilitarismo artístico. Para él, todo
aquel que se considerase modernista, fuese cual fuese su actitud ante
la sensación, el instinto, el sentimiento y el dolor, no era, un egoísta
decadentista que buscaba el placer en el arte negándose a cualquier
proyección social de sus creaciones648. Bark conservaba un concepto
idealista e historicista del arte, por lo que cada una de sus manifesta-
ciones representaba ante todo la expresión del alma de una colectivi-
dad, de una nación649.
2. Bohemia.
M
" Hay que precisar que esta crítica fue compartida por todos aquellos que atri-
buían una misión social al arte. Rarte de los ataques de Clarín contra los jóvenes se
fundamentaban en ello, según LISSORGUES, Yran, Clarín político I: Leopoldo Alas (Cla-
rín), periodista, frente a la problemática política y social de la España de su tiempo
(1875- 190/XToulouse, France Ibérie Recherche, 1980, pp. 155 y ss. También pensaba
así, Urbano González Serrano que asumía la importancia que concedían a la emoción
y al sentimiento pero rechazaba el puro egocentrismo modernista en La literatura del
día (1900-1903), Barcelona, Imprenta de Henrich y Cía, 1903, pp. 34-38.
649
Filosofía del placer, Op. cit., p. 38.
242
la Selva, Recuerdos Bohemios (1878-1900)650 de los que sólo hemos
encontrado el folleto de La Santa Bohemia (Madrid, 1913), pertene-
ciente al segundo de ellos. Es uno de los folletos más conocidos sobre
la bohemia madrileña por su particular valor testimonial. En él, Bark
ofrece una visión humanista y sacralizada de la misma e informa so-
bre sus proyectos asociacionistas.
La bohemia se considera a sí misma un producto de la decadencia
social. Esta decadencia engendraba por reacción una intensificación
de la existencia651, el renacimiento de un nuevo espíritu y la promesa
de la modernidad que «llenará con su gloria el universo». Bark pro-
yectaba constituir una hermandad espiritual, en la que todos ellos
comulgasen «entonando un himno al arte, a la libertad y a la sinceri-
dad. Es la fraternidad entre todos los pueblos que practicará esta Her-
mandad de peregrinos de la Verdad y Justicia...»652. Así definida, la
bohemia materializaría los fundamentos de la moral social que aca-
bamos de presentar. Los valores universales de verdad, justicia y fra-
ternidad no son términos semánticamente gratuitos en este proyecto
de Política Social de Bark, que seleccionaba a sus «verdaderos» após-
toles en un mundo sectario y marginal. Para Bark, la bohemia era
sinónimo de soplo rejuvenecedor, de oposición al anquilosamiento
de las ideas y los sentimientos; así como el rechazo de lo establecido
y los convencionalismos rutinarios y ridículos655. Entre modernismo y
bohemia no había diferencias fundamentales. Estos conceptos inter-
vendrían en la construcción de la utópica República Social.
Entre 1897-1898, Ernesto Bark y Alejandro Savva, emulando las
reuniones del Club de Medán a las que este último había asistido en
°->^ La sed de amar incluía: «El alma española», «Sinceridades críticas», «Lerroux
manda», «Siluetas al natural», «La sicalipsis», «El derecho al amor», «La sed de amar»
y «Nebulosas». Al murmullo de la selva estaba integrado por: «Un porvenir», «La ven-
ganza del filósofo», «El teatro popular» y «El Bel morir»; y Recuerdos Bohemios (1878
a 1900) con «Brumas del Neva», «Bohemia madrileña», «La Democracia Social», «Anar-
quista y escolapio», «Germinal», «Mis campañas», «Un santo de la bohemia», «Tres
desequilibrados», «Los partidos políticos» e «Historia de mis libros».
0 b
- ' «[...] al ser llevada a su extremo ocasionaba no solamente gozo, sino también
angustia, plenitud y duda e incertídumbre, sensualidad y remordimiento, impiedad y
nueva fe. Pero el poeta de esta época, que al ser relegado de la sociedad era un desam-
parado, sólo representaba al individuo absoluto y a la vez dependiente de la sociedad
burguesa, del liberalismo, al individuo que había pasado de la servidumbre a lo que,
con una palabra ya desgastada, se ha llamado «alienación», GUTIÉRREZ GIRARDOT,
Rafael, Op. cit, p. 70.
6;,
2 ¿ a Santa Bohemia, Op. cit., p. 1.
" • " La protesta política, el antiburguesismo y las ansias regeneracionístas de una
parte de la bohemia española fueron estudiadas porAZNAR SOLER, Manuel; «Bohe-
mia y burguesía en la literatura finisecular» Op. cit.
243
París, quisieron organizar celebraciones semejantes en Madrid. Aun-
que los fines eran estrictamente artísticos, tales ágapes despertaron la
animadversión de algunos de los miembros del partido socialista
-Mora, Iglesias y Vera-, quienes buscaban intenciones y trasfondos
ocultos. Imaginaron que era una estratagema para ganar y aumentar
las listas de sus partidarios:
«Con la mira de allegar adeptos, y adeptos calificados: concu-
rrir, con elementos intelectuales que se presumían o parecían afi-
nes, a cierto banquete de promiscuación el Viernes o el Jueves
Santo del mismo 1898. Estos elementos formaban una especie de
sociedad llamada «La Santa Bohemia». De ellos ni uno siquiera
estuvo en el «partido»654.
Bark sueña con reunir a esta gran familia nómada de los provincia-
nos soñadores y de los «piruetistas», matritenses, en torno a una mesa
de «café», para devanar fantasías, narrar proyectos audaces, leer ver-
sos, dramas, novelas...636
Como quedó recogido en La Santa Bohemia, este cenáculo era
una agrupación sectaria para cuyo ingreso se exigía una prueba ini-
cial. Se trataba de un juramento por su sagrada trinidad: ¡Arte, Justicia
y Acción! Este juramento se convirtió en el ritual indispensable para
poder integrar las filas de la bohemia, o como explicaba Bark imitan-
do la retórica cristiana, para «ser digno de entrar en sus templos y
° 3 4 MORATO, Juan José, El partido socialista, Madrid, Aepro ed., 1918, p. 90.
655
Ibid., p. 12.
°o(> CARRERE, Emilio, La canción del farándula, Madrid, Mundo Latino, [s.a.J, p.
132.
244
partir el pan y el vino en las cenas de sus Cenáculos místicos, donde
se transforma la materia en espíritu realizándose el fenómeno de la
Eucaristía, el emblema del critianismo»657. Según esta perpectiva
pseudo-mística, el verdadero bohemio es aquel que rinde culto al arte,
al ideal y a la libertad. Su vida es un ejemplo virtuoso de la práctica de
dicho culto658. La bohemia es uno de los raros representantes del culto
a la libertad total y su participación en la prensa así lo demuestra,
puesto que en ella desarrolla el «papel de carnaval»659. Ahora bien,
desde principios de siglo no todos los bohemios mantuvieron su com-
promiso político, los más jóvenes empezaron a decantarse en lo que
popularmente se conoció como «Colfemia». Los antiguos republica-
nos los despreciaron y no admitían que sobrevalorasen sus atributos
externos contéstanos, sobre todo, porque ya no simbolizaban ningu-
na rebeldía política660. La imagen del marginal subersivo, anticapitalista
y antifilisteo estaba ya en vías de desaparición.
Para Bark toda la «parafernalia» bohemia modernista era expre-
sión de su singularidad, pero esencialmente de denuncia. Sus tan cri-
ticados atributos modernistas singularizaban y definían la pura raza
bohemia, porque «la pobreza es casi siempre el efecto inevitable de
la dignidad y del amor a la independencia y a la libertad»66'. En esta
pobreza del proletario intelectual, Bark consideraba legítimos los ha-
rapos, trajes fantásticos, sombreros pintorescos y cabelleras artísticas,
en las que a veces se refugiaban, según él, que no por nada le llama-
ban el de las greñas flamígeras-. Por eso entre la metáfora y la ironía
afirmaba:
«Una cabeza sin pelo es un cuadro sin marco, desnudo,
antiartístico [...] la cabellera frondosa deja horizontes a la espe-
ranza, es algo misterioso, vela agradablemente la eterna estulticia
y maldad humanas, es como la sonrisa angelical que cubre las
frivolidades de las mujeres. Queridos pelones, cubrid vuestra ne-
cedad y vuestras cualidades antipáticas por el velo piadoso que la
Madre Naturaleza os dejará crecer para estof...] los pelos se po-
nen canosos cuando se les corta a menudo...»662.
657
Ibid., p. 2.
°->° Así lo define también Manuel Aznar Soler en su artículo «Modernismo y Bohe-
mia» , Op. cit.
°-"9 El Internacionalismo, Op. cit, p. 93.
660
Opinión frecuentemente reiterada por CANSINOS ASSENS, Rafael, La novela
de un literato, Vol. II, Madrid, Alianza Editorial, 1985.
6 61 La Santa Bohemia, Op. cit., p. 6.
662
Ibid., p. 8.
245
Tras una cuidadosa selección sólo podían formar parte de ella aque-
llos escritores de nombre conocido, exigía Sawa, para evitar confusio-
nes con la mal vista «Golfemia» con quien se le solía identificar. Esta
intelectualidad no conservadora, pero sien su mayoría pequeño-bur-
guesa, se reunió en el café Mercantil, eran alrededor de treinta idealistas
y románticos sin pretensiones asociacionistas organizadas. Los líderes
serían el entonces célebre Joaquín Dicenta, Emilio Carrere, Andrés
González Blanco, Mariano de Cavia, Francisco Villaespesa, Antonio
Palomero, Manuel Paso, Cristóbal de Castro, Andrés Ovejero y Ernes-
to Bark; desde París, Luis Bonafoux y Emilio Bobadilla; todos acompa-
ñados por las sombras de Alejandro Sawa663.
A pesar de no pretender constituirse como asociación formal, en su
Manifiesto «A los poetas y poetisas de la vida» y publicado en El Radi-
cal, con fecha del 10 de Marzo de 1913, sí planteaba soluciones prác-
ticas decididas a lo largo de de sus reuniones. Entre ellas, resaltaremos
la de la formación de una «Editorial cooperativa» que protegiese a los
escritores de las «garras usureras» de todos los escritores e impresores.
Bark persistía en la necesidad de mejorar las condiciones de vida de los
escritores y periodistas, así como en la adquisición de mayor reconoci-
miento social y profesional. Este proyecto contó con el apoyo de los
literatos más conocidos a la sazón, aunque Emilio Carrere se mostraba
un tanto escéptico sobre su funcionamiento exitoso, porque:
° " > La lista de bohemios adscritos al Cenáculo es reproducida en las páginas 17-
20 y asciende a un total de noventa miembros. En ella, figuran tres de los hijos de
Ernesto Bark: Ótelo, Erico y Ernesto.
664
CARRERE, Emilio, Op. cit.
°"° Publicación periódica que no se conserva.
246
Destaca también la Hermandad del Bel Morir como representante
de la moderna filosofía de la vida y de la muerte. Dicha filosofía fue
concebida como nueva pseudo-religión para suplantar al misticimo
cristiano, como ya apuntábamos al referirnos a ella en el capítulo so-
bra la moral social en la Filosofía del placer. Era una filosofía moder-
na, afirmada en la vida, que se fundamentaba, según Bark, en «el
misticismo poético y embellecido por el arte, las armonías, que se
confunden con el amor, la atracción misteriosa que une a todos los
seres y sostiene los astros del firmamento»666.
La última parte del folleto está dedicada a su revista Economía
Social, una continuadora más de Germinal667. En el seno del cenáculo
bohemio, Bark pretendía proseguir su tarea activista y propagandísti-
ca en favor de la regeneración española, sin que ahora, en 1913, re-
aparezcan los términos de Revolución y República Social tan
«martilleados» en sus textos de 1900-1905. Aunque los objetivos sean
semejantes, ahora Bark preferirá organizar su discurso en torno a una
nueva filosfía de la vida, la misma que ya expresó en 1907 con su
Filosofía del placer, solo que el altruismo y la solidaridad recibirán
ahora el nombre de hermandad.
3. El periodismo contemporáneo.
666
Ibkl, p. 38.
" " ' Consúltese al respecto nuestra tesis doctoral ya citada.
° " ° Dicha obra fue después integrada en su Filosofía del placer, por lo que todas
las citas harán referencia preferentemente a aquellas páginas.
247
psicología españolas que afectan al proceso comunicativo de la pren-
sa y a la vida profesional de los publicistas. Dos son los defectos capi-
tales que Bark resalta en el alma española: el personalismo y el
dilatentismo, y ambos servirán de constantes al diagnosticar las cau-
sas de los «males» de la prensa en España.
De entrada, personalismo y el dilatentismo afectaban a los gran-
des diarios. Los cotidianos españoles son de naturaleza local o pro-
vinciana, en lugar de representar las corrientes generales de la nación
o el cosmopolitismo imperante en Europa. Para subsanar tales desfases,
Bark solicita la creación de un diario internacional, equiparable al
célebre Times o la Caceta de Colonia, donde él trabajaba como co-
rresponsal. Ampliaba esta posibilidad con la utópica propuesta de fun-
dación de un periódico intercontinental que reuniese a todos los
hablantes de español e impulsase la fraternidad hispánica669.
Paralelamente, las revistas españolas adolecían de defectos seme-
jantes. Bark deploraba también la inexistencia de revistas de talante
internacional y científico similares a la Revue des Deux Mondes. Las
revistas españolas eran a su juicio: «tristes reflejos del espíritu retrógra-
do o pasatiempos insulsos, sino sacrifican ante los altares de la Venus
horizontal o del Dios toreo, que supongo es Baco»670. Bark se olvidaba
de la prestigiosa revista La España Moderna en la que él mismo colabo-
ró y que su fundador, José Lázaro Galiano, había concebido a imagen
de la citada revista francesa, siendo uno de sus principales objetivos el
estrechar los lazos entre España y América Latina671.
A pesar de estas influencias negativas de la psicología nacional,
Bark reconocía que el carácter español y su natural sociabilidad, osci-
lantes entre la tolerancia o la negligencia, habían favorecido cierta
«templanza», llaneza y claridad en el estilo periodístico. Su calidad
era parangonable a los estilos periodísticos europeos.
La psicología española era también responsable del escaso valor
que se concedía a la prensa. Las comparaciones cuantitativas servían
de índice sobre su aceptación y los hábitos de lectura entre el gran
248
público. La producción periodística española era menor que en los
países desarrollados. Si en Estados Unidos se publicaba por término
medio un periódico o revista por cada cuatro mil habitantes, en Ale-
mania por cada diez mil y en Francia por cada doce mil; en España la
proporción era de un periódico por cada dieciséis mil habitantes.672
En España se concedía escaso valor a la actividad periodística, se
exageraban sus defectos y «se dirigen verbalmente y en letras de molde
recetas para curarla que son verdaderas patentes de ignorancia y ligere-
za». Pompeyo Gener la acusaba de ser corruptora y corrupta porque,
como asentía Bark, «es tan grande la falta de criterio del vulgo, que las
impresiones del momento de un publicista chispeante son aceptadas
como evangelio»673. Bark imputa la culpa a los mismos lectores:
249
Se solía recriminar a la prensa de poseer malas fuentes de informa-
ción, lo cual era parcialmente admitido por Bark al analizar el funcio-
namiento de los despachos telegráficos, la ausencia de corresponsa-
les en el extranjero y a la falta de condiciones materiales y espirituales
óptimas. El retraso de España en las técnicas de comunicación mantu-
vo a la prensa un tanto al margen de la invasión telegráfica dominante
en Europa. Bark contestaba la mercantilización de las noticias y la
superficialidad de los despachos telegráficos, los cuales nunca po-
drían reemplazar «a la correspondencia concienzuda, bien meditada,
como la fotografía no suplirá al pintor»676; sin olvidar, las técnicas con
las que se trabajaban los telegramas, reducidas a las prácticas de la
«hinchazón» y del recorte de tijeras677.
Bark situaba los orígenes del mercantilismo periodístico en Ingla-
terra, país en el que gobernaba la verdadera prensa-empresa: vive del
chantaje y del «reporterismo fin de siglo» y del «tanto por línea»678. O
sea, a la prensa inglesa lo único que le interesaba era la transforma-
ción de datos en dólares, sin influenciar sobre el espíritu de sus lecto-
res. Sus publicistas eran, por consiguiente, almas lúgubres, y su bohe-
mia, recogiendo las palabras de Bark no era más que una:
«[...] planta antiestética que vegeta en tugurios lóbregos, fuma
tabaco pésimo y bebe aguardiente anílico en tabernas de crápula.
Es el proletariado intelectual más digno de lástima que los escla-
vos biancos y los lacayos dependientes de las oficinas de banque-
ros...»679.
Salvo los grandes directores, los periodistas ingleses eran los peor
retribuidos de Europa occidental: «ganan menos que un salario de
dependiente», decía Bark, expresión que utilizaba también cuando se
refería al salario de los periodistas españoles680.
250
Bark denunciaba la miseria económica a la que estaba sometidos
los publicistas cuando vivían entregados a la «sagrada misión» de re-
dimir al pueblo. Los más afortunados cobraban diez duros al mes, lo
que por aquel entonces -para nosotros que carecemos de juicios so-
bre el valor del dinero a fines del XIX - era menos que el sueldo de un
empleado de ferrocarril, según afirmaba Bark681. La causa principal de
esta exigüedad de las retribuciones era la falta de profesionalización
de la actividad periodística682: ser periodista a fines del siglo XIX era
carecer de profesión «decente». Bark sostenía que la única manera de
sobrellevar las penurias económicas era esperar con paciencia e idea-
lismo la aureola de la gloria, por lo cual, los periodistas aseguraban su
existencia con otras actividades más rentables683. Ávidos de éxito y
rendimientos económicos inmediatos, la temática de sus artículos gra-
vitaba hacia centros de interés pragmáticos, hacia el sensacionalismo
en detrimento del análisis crítico. La prensa reflexiva y profunda, de
opinión, estaba evolucionando hacia la prensa de mera y superficial
información. Empero, Bark estaba convencido de que esa condición
de «empresa periodística» podía cambiar si todos aunaban sus esfuer-
zos para ganar la estima del público, mejorando la calidad de sus
textos, la formación y la información de sus escritores. Se debía invi-
tar a las inteligencias privilegiadas a colaborar y eliminar aquellos
«perniciosos frutos secos atraídos por la vanidad, que no han podido
medraren otra parte ...vividores, ignorantes e inútiles...»684. Bark cen-
suraba también el uso de la prensa como trampolín para la política o
la celebridad literaria685 y pensaba que esa oportunista:
«[...] turba que corre por las redacciones con el único anhelo
de cambiar pronto la redacción con una dirección o subsecreta-
ría, no tiene ningún cariño, ningún lazo íntimo e indisoluble con
la prensa y la literatura. Cual viejos pasajeros de una tonda, sólo
dejan el poivo de sus botas en el santuario cuyos sacerdotes
sacrilegos habían sido»686.
251
Bark realizaba campañas en la prensa y círculos de reunión en
favor de las mejoras materiales de los periodistas. Estas facilitarían el
reconocimiento social y la valoración como verdaderos profesiona-
les, disminuyendo -añadía Bark- «el número de suicidios que entre
sus compañeros eran cada vez más frecuentes»687. Para ello, se propo-
nía denunciar la difamación, las luchas intestinas y el envilecimiento
entre rivales publicistas. Así, por ejemplo, muchos directores de pe-
riódicos intentaban alcanzar la gloria y celebridad no por la calidad
de sus periódicos, sino mediante la publicidad lograda a través de los
lances de honor, intrigas y venganzas. Prueba de ello era el incremen-
to de la «epigramo-manía, la daga artística» con la que se hería a los
adversarios, como solía afirmar Bark. La prensa se estaba convirtien-
do en un medio divulgativo de rencillas personales entre periodistas,
quienes no cesaban de injuriarse y calumniarse desde sus columnas.
El ataque airoso, el chiste feliz, la anécdota intencionada y la polémi-
ca variada se deslizaban desde el despacho del director o de la mesa
de café hasta la letra de molde «y se esparcen tanto más pronto cuan-
to más hieren». Además de la intencionalidad provocadora, se busca-
ba el placer de la malevolencia y, así, según comenta nuestro autor,
en la reuniones en la redacción y el café:
687
Estadística Social, Op. til, p. 89.
688 Revolución Social, Op. cit., p. 144. Rafael Cansinos Assens rememora este
particular ambiente periodístico y las mezquinas triquiñuelas y luchas entre los perso-
najes de la prensa en la encrucijada de los siglos XIX y XX en su interesante libro La
novela de un literato, Op. cit., También son interesantes las anécdotas, aunque anóni-
mas, narradas en la obra de CIGES APARICIO, Manuel, El libro de la decadencia. Del
periódico y la política, Edición de Cecilio Alonso, Alicante, Instituto de estudios Juan
Gil-Albert, Excma. Diputación de Alicante, 1986.
689
Filosofía del placer, Op. cit., p. 61.
252
Este problema que Bark denominaba el «cáncer del periodismo»
era de mayor gravedad cuando afectaba a los jóvenes que llegaban a
la capital, guiados por sinceras inquietudes literarias o políticas. No
obstante, no se trataba de un estado de degeneración particularmente
español, puesto que ese «cáncer maligno» se reproducía por todo el
mundo: en Estados Unidos, la prensa especulaba con el reclamo y el
negocio; en Francia, instigaban a los pobres periodistas a invertir sus
irrisorias economías en empresas como el Canal de Suez que ofrecían
poca seguridad a estos modestos inversores; en Inglaterra, se abusaba
del chantaje organizado desde la dirección del periódico contra el
gobierno o figuras públicas de la nación. Bark se olvidaba de que
estos sistemas se aplicaban en España, y que sus mismos amigos
germinalistas los utilizaron como fuente de ingresos para sus órganos
de prensa. Las famosas remuneraciones de «los fondos de reptiles», o
sea, de los fondos reservados del Ministerio de Gobernación estaban
retribuidas casi exclusivamente a periodistas. El chantaje, el soborno
y la compra de empleos oficiales para agentes «exentos de servicio»
eran estrategias habituales para el lucro personal y la financiación de
periódicos690.
Bark intentó subsanar este cáncer y las lacras que pesaban sobre el
mundo de la prensa con la fundación de una Asociación de Prensa
que defendiera sus intereses y consiguiese dignificar la profesión de
periodista. Estaba convencido de que estos problemas se resolverían
si los españoles abandonaban su exacerbado personalismo refractario
a todo principio asociacionista.
253
que cualquier otro medio artístico y, en tiempos de parlamentarismo
corrompido, insistía Bark, era más influyente que el mismo sufragio
universal. La importancia de la prensa en el mundo de la información
había crecido en los últimos años, cuando la empresa periodística
comenzó a buscar un sensacionalismo que atrajese al cliente lector y
al afiliado del partido, como ya mencionábamos al estudiar el impac-
to de la prensa en torno al litigio de las Islas Carolinas.
Los publicistas, «proletarios de levita y sombrero de copa», ejer-
cían desde las columnas del «cuarto poder» gran influencia sobre las
instituciones y demás poderes constituidos; en general, dirigiendo los
pasos de la sociedad y, muy en particular, los de la política nacio-
nal692. Su alcance era tal, según enfatizaba Bark, que las sesiones par-
lamentarias «no son menos que discusiones periodísticas»693. De re-
ceptáculo de ideas y opiniones, la prensa debía pasar a ser un agente
más activo en la sociedad: ser el «eco susceptible de reflejar todas las
aspiraciones colectivas»69'1, desarrollar un papel político y social se-
mejante al de los parlamentos, universiades e iglesias y llegar a ser
actor en los acontecimientos escritos en las crónicas:
«Nosotros, al contrario, no creemos que el sitio de la prensa
es únicamente la butaca cómoda en el teatro que representa el
mundo entero, sino que debe luchar lanzándose audazmente en
la corriente del movimiento político. La colaboración verdadera
de la nación en sus grandes destinos, se realiza con mucha mayor
exactitud y eficacia por medio del periodismo, tan susceptible de
las pequeñas variaciones del sentir y del pensar nacional, que por
el mecanismo pesado y burdo del parlamentarismo...»695
254
Bark sacralizaba la figura del periodista y la misión educativa a la
que lo cree destinado. El publicista era un «evangelista del vulgo»,
indocto y carente de criterio697, puesto que de manera ligera y «casi
juguetona» instruía con enseñanzas poco profundas, pero fácilmente
aprehensibles698. Las tendencias liberales sobrevaloraban de la fun-
ción social del publicista por su exacerbado desarrollo de la morali-
dad y del sentimentalismo. Los publicistas eran los nuevos apóstoles
del primitivo cristianismo. Los hombres de letras comprometidos con
la lucha progresista, eran, a imagen de esos primeros apóstoles de la
iglesia, hombres que sacrificaban el bien y la felicidad propia para los
bienes ideales de sus prójimos. Para Bark el periodismo era la mani-
festación «más sublime de la solidaridad humana, es el distintivo más
importante de las ventajas de la civilización moderna sobre la anti-
gua»699. Consciente de su influencia sobre el devenir histórico, Bark
denunciaba las cortapisas de la reacción, encabezada por las monar-
quías europeas y el Vaticano, a su participación en los acontecimien-
tos históricos y políticos. A dichos efectos, utilizaban el soborno e
intentaban sacudir las pasiones personales, contrarias al espíritu co-
lectivo rector del periodismo como representante de los intereses ge-
nerales.
Para que el periodismo incrementase su influencia histórica, Bark
estipulaba el mantenimiento y la colaboración en asuntos públicos
con la administración, bajo la coordinación de periodistas con expe-
riencia. Esos periodistas eran equiparables a «funcionarios públicos
de gran valía», puesto que poseían los conocimientos necesarios en
derecho. En consecuencia, Bark proponía una reforma legislativa en
la que se reconociese la equivalencia de los servicios prestados por
los funcionarios públicos con los de los periodistas, en particular, en
vistas a la calificaciones para nombramientos de puestos oficiales de
alta responsabilidad700.
°"7 ffn E¡pgña y el extranjero sistematiza cuáles deben ser las virtudes del periodis-
ta: « Primero: nunca cansar a los lectores. Segundo: despreciar las preocupaciones del
vulgo. Tercero: sacrificar todo delante del altar de la verdad y de la belleza. Cuarto: ser
sincero, siempre sincero y nunca rechazar a nadie la justa defensa contra abusos, inju-
rias y calumnias. Quinto: tener el valor de desafiar a todo un mundo enemigo en defen-
sa de los propios ideales, y sólo rendirse a la razón y a la verdad; pero esto con sinceri-
dad y sin tergiversaciones ni rodeos, como lo hace cierta gente entre mis compañeros
[...] Y por sexto y último, ser un buen amigo y nunca perder el buen humor. Mis com-
pañeros me dirán los demás mandamientos que faltan a los diez del Decálogo», Op.
cit., p. 62.
° " ° El Nihilismo y la Política Rusa, Op. cit., p. 36.
°"° Filosofía del placer, Op. cit., p. 59.
700
Ibid, pp. 54 -55.
255
3.3. El periodismo político.
701
Ibkl., p. 62.
702
Ibid., p. 75.
703
Ibid., p. 62.
256
a Germinal, precursora en estas experiencias propagandísticas
eclécticas en la que cabían todas las corrientes socialistas.
Bark defendía el anonimato de las colaboraciones en la prensa
periódica para que ésta llegase a portaestandarte de un «pensamiento
grande», ser tribuna de una conciencia colectiva y evitar los conflic-
tos originados por la vanidad y el personalismo:
«[...] la Redacción siempre debe tener el carácter de una en-
tidad moral y colectiva, para que el periódico represente verdade-
ramente una parte de esta entidad, que es la sociedad»704.
257
conciencia de la humanidad y a estrechar los lazos de unión y solida-
ridad intelectual entre todos los hombres. Su eficacia había quedado
demostrada en el sentimiento internacionalista y, especialmente, a tra-
vés de las relaciones diplomáticas y la política exterior708.
Bark parangona constantemente la prensa y la crítica literaria ya
que les atribuía la misión de enjuiciadoras y guías educadoras. Ambas
compartían posiciones contestatarias frente al «cadáver nauseabun-
do» del poder. Tanto la actividad crítica como la periodística son, para
Bark, factores poderosos del progreso. Refinamiento en el estilo, fun-
ción y representatividad social, son algunas de las características que
demuestran la unión intrínseca entre periodismo y literatura. Según
Bark, los dos son arte social, aunque el primero está más actualizado,
es más activo y asequible al pueblo, por lo que le otorga cierta hege-
monía. Dice Bark: «Un verdadero carácter recto sólo puede existir
donde el literato y la sociedad están igualmente penetrados del
sacerdocio sublime del periodista y escritor»799.
Desde el punto de vista formal, el valor artístico de la prensa reside
en su estilo breve y conciso. En el marco taxonómico de los géneros
literarios, la prensa detiene un lugar preeminente, próximo al arte dra-
mático710. Hasta los miembros de la Real Academia Española, cita en
particular a Valera, el «jefe intelectual del retrogradismo y reaccionaris-
mo español»7", reconocen los valores literarios y artísticos del género
periodístico. Bark saluda la actitud aperturista de la Academia por el
reconocimiento público de la prensa y de su utilización como medio
satisfactorio para la publicación de obras literarias. A juicio de Bark, se
había producido un pequeño atisbo de progresismo desde la elección
de Fernanflor y, entonces, con la de Juan Valera. Además, la Real Aca-
demia había reconocido en un periodista:
«[...] lo que en otras ocasiones ha reconocido en el poeta
lírico, en el autor dramático, en el orador político, en el novelista
o en alguien dedicado al estudio de esta o aquella ciencia: el
esmero, el tino, el buen gusto, la inspiración y el arte con que se
maneja nuestro hermoso idioma...»712
7Uo A| respecto cita Bark los ejemplos de los artículos de Jean Juarés en el periódi-
co Humanité y la campaña que se hizo contra los préstamos al gobierno absolutista
ruso, lo cual, implica la derrota financiera desde Francia al gobierno del zar. También,
gracias a la prensa «que entra en el hogar modestísimo, llega el óbolo del trabajador de
París a aliviar las angustias del trabajador de Murcia, y el comerciante de Chicago
puede enviar al pobre indio que se muere de hambre el pedazo de pan que necesita
para esperar la cosecha próxima», Ibid., pp. 51 y 56.
™° La prensa española, Op. cit, p. 25 y Filosofía del placer, Op. cit., p. 83.
' 'u Filosofía del placer, Op. cit., pp. 39 y 40.
711
Ibid., p. 40.
7]2
lbid.,p. 39.
258
Para ser un buen periodista, Bark recomendaba el dominio del len-
guaje al que hace referencia la cita, pero de manera primordial, una
formación cultural sólida, un espíritu claro y la profundidad de juicio.
Todas estas características eran recomendables también a los novelistas
y demás escritores españoles, unos «grafómanos viciosos» acostumbra-
dos a vender sus productos intelectuales «por el peso del kilogramo»713.
Ese era el caso, a juicio de Bark, de los escritores «institucionalizados»:
Bark critica a Pereda y Pérez Caldos de ser pesados y presuntuosos, poí-
no haber sido previos periodistas. Empero, piensa que «la Pardo Bazán
conserva su gracejo y la vivacidad de su dicción en gran parte por se-
guir sus brillantes campañas de publicista»714. Nuestro autor recomien-
da a estos escritores «Olympos» un acercamiento a la humanidad en el
ejercicio del periodismo. Es imprescindible dejar atrás los anacronis-
mos, especialmente en el caso de Menéndez Pelayo, de quien juzga
exclusivamente su método historicista715.
259
En general, Bark determina un estado de crisis en el mundo del
arte, una crisis que en ningún caso debía ser analizada bajo la
simplificadora etiqueta de decadencia del arte, sino como resultado
de un proceso de deconstrucción del mundo estético. En el mundo
artístico se vivía un fenómeno paralelo a las vertiginosas transforma-
ciones de los demás ámbitos vitales, fruto del industrialismo, el
cientificismo, la crisis de valores y demás avatares del progreso. El
arte y las letras «institucionalizados» -o burgueses- no habían logra-
do, según Bark, ser el eco de este progreso que exigía un replantea-
miento del trabajo, del arte y, lógicamente, de la belleza.
Observaba Bark que los escritores «institucionalizados» españo-
les, inspirados todavía en lo aventuresco y lo romántico, resultaban
anacrónicos. Más allá de las fronteras españolas:
«[...] son muy pocos los que admiran la brillante fantasía de
Alarcón, la sal ática del caluroso anacoreta Juan Valera, los hori-
zontes del campanario de Pereda, el anticuado chauvanismo de
los episodios nacionales, y las pocas novelas hermosas de la Par-
do Bazán, donde el gran corazón de poetisa hace callar las in-
aguantables pretensiones del «bas bleu»» 7 ' 6
«No tienen nada que decir al mundo que este ya supiera. Épo-
cas de lucha no se contentan con narradores satisfechos con des-
cribir el rincón de su aldea, o los eternos sentimentalismos del
amor, como los han descrito los poetas de todos los pueblos des-
de hace tres mil años»7'7.
260
Positivo encomienda a la literatura. En este sentido, recordemos que
la concepción de Bark de la Política Social se basaba en el estudio
sociológico de la realidad, obligando a los intelectuales y artistas a
reflexionar sobre la esencia del carácter de la nación y en las particu-
laridades de cada estrato social, cada profesión y cada región. Según
Bark, los escritores tenían que penetrar en la psicología de las nacio-
nes antes de componer sus novelas. No obstante, alentando la adop-
ción de las nuevas tendencias literarias, Bark elogia los estudios de
carácter regionalista y costumbrista realizados de manera instintiva.
Dichos estudios resultan ya un avance en el terreno de la psicología:
Emilia Pardo Bazán respecto de Galicia, Narciso Oller en Cataluña y
José M'1 de Pereda en Santander y, sobre todo, Benito Pérez Galdós, el
«admirable sociólogo», «requieren una gran erudición social» para
producir este tipo de bibliografía. Según aserta Bark: « Ver con clari-
dad las realidades de la vida, sólo pueden los artistas privilegiados y a
ellos pertenece la gran ciencia del porvenir de la psicología de las
naciones»718. Salvo esta particular excepción, Bark reprocha incansa-
blemente a estos escritores consagrados, ubicados en el «pedestal de
los dioses del Olympo literario», el haber perdido el contacto con la
humanidad 7 ' 9 . Tal alejamiento no podía producir más que textos
oscurantistas y retrógados. Abominaban el Modernismo al que consi-
deraban un peligroso enemigo del cristianismo por las verdades y le-
yes que propagaba, leyes consideradas infalibles para la reorganiza-
ción científica de la sociedad; pero, heréticas según la doctrina cató-
lica. Lógicamente, la «Gente vieja» defendía sus anquilosadas posi-
ciones, negando todo acceso a la juventud que pudiese competir con
ella y acaparar la masa lectora, su principal fuente no sólo de honor y
celebridad, sino también de retribuciones pecuniarias. Entre las per-
sonalidades a las que Bark lanzó sus dardos más violentos, Menéndez
Pelayo será una de sus víctimas favoritas. Por aquel entonces, Menéndez
Pelayo había sido designado presidente de la Real Academia Españo-
la. La autoridad que este nombramiento le otorgó, provocó la sumi-
sión de ciertos sectores de la crítica progresista. Insistiendo en su disi-
dencia, Bark reprochaba al ilustre académico que hubiese denigrado
la novela socialista sin querer aceptar la importancia del género. Igual-
mente, le censuraba su reticencia hacia toda tendencia literaria que
implicase novedad, aun cuando desempeñasen un papel relevante en
la evolución estética y en el compromiso del arte con la Historia. La
agresividad de las palabras de Bark queda significativamente plasma-
da en el siguiente párrafo:
261
«Bismarck ha dicho que las gentes más tontas son los sabios, y
al leer aquellas sandeces de garotalo, estoy tentado de creerlo. Sin
embargo, el odio antisocialista del noble barón surge de su inmo-
ralidad y egoísmo atroz que se atreve de aborrecer, él, el cristiano,
a las muchedumbres que le labran los campos y le construyen la
casa. ¡Qué presuntuoso e ingrato! Tales «glorías» de la ciencia
moderna, cuyo ideal es la sopa del convento, la Inquisición y el
derecho de pernada, son seres dañinos, plantas venenosas, ver-
güenza de nuestra civilización, que todavía puede engendrar
monstruos de instintos tan perversos. Hay que despertar la con-
ciencia pública para que estos reflejos de épocas tenebrosas no la
contagien con su veneno»720.
'¿" Ibid., p. 1 77. Los caracteres en cursiva son originales del autor.
'¿' ARANGUREN, José Luis, Moral y sociedad. La moral social española en el
siglo XIX, Op. cit, pp. 190-191.
7
-2 Filosofía del placer, Op. cit., p. 1 76.
262
jado por la España de hoy como el verbo de la ciencia española»723.
La tolerancia y el pluralismo que tanto proclamaba no resultaban en
este contexto más que palabras hueras. Bark demuestra el semejante
ardor partidista que reprochaba a los literatos y críticos con los que no
comulgaban sus ¡deas. Su vehemencia y apasionamiento le impidie-
ron aceptar un verdadero pluralismo y reconocer la posibilidad de
existencia de una literatura que no fuese políticamente tendenciosa ni
didáctica. Aunque tales diatribas no tenían más alcance y difusión
que dentro de los cerrados cenáculos intelectuales y políticos, todos
coincidían en insistir desde sus opuestas opiniones en la importancia
de despertar al vulgo, al que seguramente poco interesarían estos te-
mas.
723
Ibid, p. 177.
'24 Modernismo, Op. cit., pp. 70-71.
263
cionarios a veces más duraderos que barricadas y batallas en las ca-
lles. La pluma es más poderosa que todos los cañones»725. Además,
este reformismo gradual podía completarse con la acción revolucio-
naria puesto que, a juicio de Bark, entre revolución y arte existía una
relación simbiótica. La revolución podía aportar impulsos esenciales
para el arte y, a la vez, el arte podía obrar en favor de la revolución. El
contenido y la estética de dicho arte estarían determinados por el pro-
ceso revolucionario de quien él se convertirá en difusor. Menos realis-
ta era Bark cuando confiaba en que la democratización del arte favo-
recería un nuevo comportamiento individual y contribuiría en el pro-
ceso de la socialización -como desarrollo de una conducta acorde
con los valores de la moral social- de todos los ciudadanos. Bark
pensaba que el arte podía ejercer su influencia gracias a la afabilidad:
«[...] que emana del alma y un gusto artístico que sabe embe-
llecerlo todo, sin huecas y convencionales mentiras [...] El arte
será en la sociedad futura la palanca más poderosa de la activi-
dad, en la pedagogía. La historia de las bellas artes enseñará a las
inteligencias infantiles, de una manera deliciosa, lo esencial de la
historia universal»726.
72J
Filosofía del placer, Op. cit., p. 1 96.
726
Ibid., p. 188.
727
Curiosamente Jean M e Guyau es el gran olvidado de la crítica literaria y de la
estética. Son muy escasas las investigaciones, excepto algunas en lengua alemana, so-
bre este prometedor y joven pensador que vio truncada su existencia por la enferme-
264
arte es un fenómeno social en tres vertientes: por su naturaleza, su
origen y su fin. Se nutre de la sociedad real y crea una sociedad «ideal»
donde la vida alcanza una intensidad y expansión máxima, como modo
de expresar y despertar los sentimientos. En consonancia con ello,
Bark afirma que la emoción artística es de naturaleza social y es capaz
de conducir a la vida hacia nuevos derroteros de carácter universal.
Todo tipo de sensaciones y sentimientos, incluso los más desordena-
dos e incoherentes, están cristalizados en el arte. Gracias al arte los
individuos comparten sensaciones y sentimientos y comulgan en las
¡deas, voluntades, acciones y la misma universalidad. Por estas razo-
nes explica nuestro autor que:
«Sublimes virtudes como la caridad y la concepción tienen su
raíz en una imaginación viva; porque los sufrimientos de los de-
más recuerdan en nosotros las imágenes o sentimientos de sufri-
mientos parecidos. Educando ¡a imaginación, la memoria, se educa
y aumenta la sensibilidad, los sentimientos, la moralidad. El arte
social será la gran palanca del ennoblecimiento de la humani-
dad»728.
dad. Es citado frecuentemente por la crítica finisecular: Clarín y González Serrano en-
tre otros hacen constantemente alusión a sus puntos de vista estéticos y sociológicos.
Sería pues interesante estudiar la huella de esta autor en la crítica decimonónica espa-
ñola.
'28 filosofía del placer, Op. clt., p. 197.
729
lbid.,p. 67.
265
lo expuesto, Bark declara que los literatos, artistas y pensadores pue-
den llegar a crear nuevos mundos de belleza y justicia: «Sus ensueños
parecen al principio quimeras de locos, hasta que el soplo creador les
transforma en hermosas realidades»730.
El artista es un ser excepcional que puede influir en el devenir de
la civilización porque, según Bark:
«[...] en su cerebro privilegiado, inspirado por las revelacio-
nes del genio o como lo llaman los cristianos del Espíritu Santo, se
refleja el universo de la manera más armoniosa y perfecta unien-
do en una suprema armonía la inteligencia, el sentimiento y la
fantasía»731.
730
Ibid, p. 51.
731
Ibid., p. 120.
732
Ibid, p. 111.
733
Ibid., p. 112.
734
Ibid., p. 80 y Op. al, p. 22.
73
° Filosofía del placer, Op. cit, p. 80.
266
se confunde con nuestras ideas hasta su manantial más íntimo y
no es solamente forma, sonido, color, sino la sustancia misma de
nuestro pensar»756.
por lo que hay que estrechar los lazos entre los pueblos que hablan la
misma lengua, en particular, entre Hispanoamérica y España. Subra-
yemos en la cita anterior que los escritores españoles que Bark cita, la
mayoría de la España aúrea, encarnan la universalidad de la literatura
española. Con ellos esperaba de encontrar de nuevo los valores na-
cionales de la gran España Imperial. Se trata de la búsqueda del alma
nacional que la literatura del siglo XIX no cernía por falta de originali-
dad y por el desinterés de sus autores que no adecuaban sus creacio-
nes al contexto socio-histórico, ni se hacían el eco de los grandes
problemas. En suma, no desarrollaban un arte al servicio de la regene-
ración social.
La literatura social, cuya fundadora fue según Bark, George Sand,
asumía la «sacerdotal» tarea de redención de los «esclavo modernos».
Sus escritores eran los misioneros del humanitarismo cosmopolita
-he aquí una de sus autodeflniciones-, que deseaban eliminar el do-
lor y el sufrimiento humano mediante el arte. Para lograr este sublime
objetivo precisaban, ante todo, salvar el abismo entre el escritor y el
pueblo. Con el fin de asegurar su éxito, la literatura social presentaría
cuadros sociológicos realistas, los cuales son breves narraciones que
se complacían en recrear no ya la fealdad, sino lo tétrico, espantoso y
horrible de la España del momento. Bark sólo identificaba como lite-
ratura social y naturalista a este tipo de creaciones, para él,
auténticamente realistas, olvidándose por completo del realismo pre-
736
IbicL, pp. 36-37.
737
Ibid, p. 37.
267
cedente, el de la Gente Vieja, por el mero hecho de no presentar esta
España negra de inframundos proletarios, hiperbolizados quizás en su
indigna miseria y acercamiento religioso.
4. 3. Modernismo y Literatura.
' ->° «El sentimiento moral al reunir alrededor suyo un número creciente de senti-
mientos y de ideas, se hace no tan sólo un centro de emociones, sino un objeto de
consciencia refleja. Entonces nace la obligación: es una especie de obsesión razona-
da...» Ibid, p. 14.
7
" El neorromanticismo finisecular es un componente típico de la cultura republi-
cana ampliamente aceptado. Consúltese al respecto el artículo de ALVAREZ JUNCO,
José, «Racionalismo, romanticismo y moralismo en la cultura política republicana de
comienzos de siglo» en Clases populares, cultura y educación. Siglos XIX y XX, Madrid,
Casa Velázquez, UNED, 1989, pp. 355-375.
740
Filosofía del placer, Op. cit, p. 247.
268
Bark considera que no hay diferencias fundamentales entre los
prolijos «ismos» de la época si proponen una superación de la litera-
tura tradicional representante del sistema capitalista. Valga de ejem-
plo la afirmación de conciliadores lazos de unión que entre moder-
nismo y decadentismo establecía a través del tratamiento del lengua-
je. Entre ellos destaca:
«[...] a D' Annunzio, Verlaine, a Darío Rubén y en parte
Dicenta, aunque sin los decadentismos de los demás modernistas
de luenga melena, Benavente, Canivet son nombres que dan al
movimiento una importancia parecida al Romanticismo de los
Hugo, Scott, Heine, Espronceda, Leopardi y Musset»741.
741
Ibid., p. 38.
'42 Modernismo, Op. cit, pp. 74-75
74
3 Filosofía del placer, Op. cit., p. 5.
269
Modernismo eran en su mayoría los jóvenes bohemios, intelectuales,
políticos, periodistas y literatos; en fin, guerrilleros del progreso desde
un movimiento «literario y filosófico-sociológico». Las personalida-
des que él consideraba más relevantes en España eran Alejandro Savva,
Joaquín Dicenta, Alejandro Lerroux,Vicente Blasco Ibañezy Pío Baroja
en novela; Manuel Paso, Eduardo Marquina, Miguel Savva y Vicente
Medina en poesía; y en crítica, José Nákens, José Martínez Ruíz, Ramiro
de Maeztu y Luís Bonafoux. En teatro, Juan José de Joaquín Dicenta
era la única obra elogiada por Bark como represente del teatro social
en castellano. Entre las mujeres, destacaba a Carmen de Burgos Seguí,
una «sacerdotisa de la moral altruista de singular mérito, y hermana
de sentimientos de la admirable George Sand»744. Al presentar a todas
estas figuras de la literatura, Bark nunca analizaba su obra literaria
desde puntos de vista estéticos y formalistas, sino que la ensalzaba o
la recriminaba por su contribución a la tarea reformadora. En resumi-
das cuentas, llámese Naturalismo o Modernismo, lo importante es la
misión social que la literatura desarrolle.
Bark revisaba la contribución de los géneros literarios más frecuen-
tados en la época para analizarlos atendiendo a la función social que
desempeñaban. La novela naturalista - entendida como novela de
tesis progresista y socializante- era, para Bark, el género más apto
para la denuncia social, basándose en la metodología científica. Entre
los jóvenes novelistas, Bark reconocía la existencia de potenciales ta-
lentos, ios cuales, no habían superado su estado de latencia por el
peso de las circunstancias. Pensaba que Alejandro Savva, discípulo
brillante de Emilio Zola, hubiese podido ser el padre de la novela
española aunque:
«[...] su original talento no fuera tan eficaz en la lucha contra
lo rancio y antiguo de cómo sería de desear. Las declaraciones de
un vencido son las confesiones de un hijo de siglo del Modernis-
mo españolV'15.
744
lbid., p. 175.
'4b Modernismo, Op. cit., p. 65.
746
La bibliografía sobre el Naturalismo finisecular es muy abundante. Mercedes
Etreros realizó un interesante estudio sobre el Naturalismo de estas «auctorictas» en RO-
MERO TORBAR, Leonardo y ETREROS, Mercedes, Estudios sobre la novlea popular espa-
ñola delsigloXIX, Madrid, CSIC, 1977. Véase igualmente la recopilación de LISSORGUES,
Yran, (ed.), Realismo y Naturalismo en España, Barcelona, Anthropos, 1988.
270
círculo de lectores mucho más restringido, la poesía era igualmente
operativa en política social, porque apelando a los afectos «su poder
de destrucción» queda solapado por el «amor que lo Inspira». La poe-
sía fue un género importante para la propaganda germinalista y como
solía declarar Bark: «Una poesía encierra a veces más dinamita que
vuele el edificio de las viejas preocupaciones que la que puedan fa-
bricar todos los Ravacholes del mundo». Estas composiciones eran
bastantes sencillas para que emocionasen y se grabasen en la mente
del lector, quien aprehendía de manera catequética los mensajes re-
volucionarios que lo sensibilizaban para la lucha7'17. Al contrastar la
poesía con la novela, Bark atribuía un rango de superioridad a la se-
gunda dada la preparación y el método del narrador. La mayoría de
los poetas intentaban satisfacer su narcisismo y sólo «gozan leyendo
sus propios versos mientras que los novelistas están obligados a leer
mucho, observar y reflexionar»748. Bark apenas considera el género
dramático a través de su bibliografía, salvo para a denigrar el drama
pasional de Echegaray. El género chico resultaba pobre y poco educa-
tivo para el pueblo pero retuvo su atención como arte popular, sus-
ceptible de mejoras con fines pedagógicos. Entre estos polos, Bark
elogiaba el estreno de Juan José como pionero en la incorporación del
Naturalismo social al mundo escénico. Teatro social o teatro popular,
Bark insistía en su poder educativo y adoctrinador. Por ello, el teatro
popular debía ser orientado para socializar y aleccionar a las grandes
masas, incluso las más desfavorecidas, puesto que, en su opinión:
«[...] por medio del arte escénico pueden extenderse raudales
de luz sobre inteligencias absolutamente refractarias al libro, al
colegio o a la Universidad Popular; y en particular hay que con-
quistar por él a la mujer...»749.
747
Técnica frecuentada por toda la literatura propagandística. Sobre estas estrate-
gias de composición destacan los estudios antes citados de Lily Litvak respecto del arte
anarquista. También han contribuido a profundizar los conocimientos en este ámbito
los trabajos de Magnien, Dommerguey Lafargueen Peuple, mouvement ouvrier, culture
dans I' Espagne contemporaine, París, PUV deVincennes, 1990.
748
Ibid., p. 63.
74
9 Modernismo, Op. cit., p. 97.
750
Ibid., p. 69.
271
4. 4. Teoría del genio.
272
mas de una época de transición, de las tensiones intelectuales a las
que son sometidos y las particulares circunstancias en que se desarro-
llan sus vidas, siendo la neurastenia y el suicidio los finales más co-
munes de estos talentos. Según Bark, la hipersensibilidad de estos ge-
nios desequilibrados hace que el caos social les sea insoportable y,
por ello, han de ser disculpados como el producto de una etapa de
inestabilidad y cambio, impresicindible para que el arte evolucione,
se actualice y perpetúe su equilibrio. De hecho, sostiene nuestro au-
tor que: «Todas las esferas de la vida moderna reflejan aquellas dolo-
rosas antinomias propias de los crepúsculos de mundos nuevos752.
Bark reconocía que no se puede negar la influencia negativa del
arte moderno, simplemente por esa tendencia desequilibrada y su
carácter general que es favorable a la neurastenia. Si bien reconoce la
presencia importante de «[...] desequilibrados de nuestra civilización
desequilibrada...», no por ello se ha de se alarmista. La fidelidad a las
leyes de la herencia le permiten justificar las irregularidades en las
vidas de los nombrados genios inestables «[...] en Dicenta parece la
neurastenia una predisposición hereditaria desarrollada por su vida
problemática y el exceso de anacreónticas distracciones. Su madre
era una dama de fino intelectualismo y gustos literarios; las excentri-
cidades tiene Dicenta de su padre, oficial de caballería, raro y des-
equilibrado, que murió loco por un accidente traumático»753.
No obstante, Bark denigró las teorías de Lombroso, Ferri y Garrófalo;
las cuales establecían el parentesco entre el genio y la locura, pues
sostenía que el genio representaba por naturaleza la salud y energía
mentales en un grado máximo. Merced a la sensibilidad extraordina-
ria de los intelectuales y artistas que sufrían la desorganización anár-
quica de la sociedad, se divulgaban públicamente todas sus lacras
que eran reflejadas fielmente en las creaciones artísticas y científicas.
Bark ponía en tela de juicio a los criminalistas italianos, quienes, en
su opinión, abusaban del apoyo científico y atribuían a sus teorías
valores positivistas infalibles absolutamente falsos. Pero, observemos,
sin embargo, que nuestro autor no dudó en acogerse a las leyes de la
herencia para disculpar las excentricidades de Dicenta como refleja-
ba la cita anterior. De la misma manera, aconsejaba la lectura y goce
de los jóvenes artistas contemporáneos siempre con moderación y
cuidado ya que en todos ellos discernía «un gramo de locura». Bark
pretende resolver todas esas ambigüedades otorgando preponderan-
cia a la influencia del ambiente sobre el individuo, lo cual no era más
que producto de su apasionamiento «sociológico» que justificaba toda
752
Ibid, p. 184.
753
Ibid, p. 185.
273
disfuncionalidad social a través de los problemas económicos y polí-
ticos: todo loco, alcohólico, criminal o prostituida, lo es por las cir-
cunstancias injustas en que vive. En consonancia con ello, Bark podía
anunciar la buena nueva del Socialismo yAnarquismo, los redentores
y moralizadores que resolverán estos estados de degeneración huma-
na. El arte concebido con tal ideología hará penetrar en las masas
populares las ciencias y las artes. Gracias a esta educación y a las
reformas económicas finalizarán estas vejaciones sobre los más inde-
fensos y humildes, sobre los más sensibles y los ignorantes. Todos
nuestros legados serán a partir de entonces respetados. Y, cuando lle-
gue el día de la:
«[...] suprema liquidación, las muchedumbres no destruirán
los mármoles y los palacios como vestigios de la esclavitud y co-
rrupción, imitando a las hordas de fanáticos, que, bajo la direc-
ción de los obispos cristianos, saquearon los tesoros del arte y
ciencia de la pagana Roma en los comienzos del Cristianismo»754.
4. 5. Crítica literaria.
754
lbid.,p. 188.
274
que mermaba tanto (su) autoridad»755. Por ello, Bark apelaba a todos
aquellos:
«[...] autores serios de la intelectualidad española, a escribir
las conclusiones de sus lecturas, a fin de que la crítica sea eficaz,
ya que la crítica es indispensable para decir al autor el camino
que tiene que seguir, sus aptitudes especiales respecto a lo cual
uno nunca puede ser juez competente»756.
755
lbid.,p. 63.
7D
° España y el extranjero, Op. cit., p. 79.
7;>7
Filosofía del placer, Op. cit, p. 81.
758
Ibid., p. 68.
275
debe ser severamente criticado, cuando lleva a que el crítico se
hace el desentendido respecto a talentos respetables que no per-
tenecen a su bandera favorecida»759.
759
Ibid., pp, 80-81.
760
Ibid, p. 209.
276
no podía evitar sus impetuosos anhelos revolucionarios y propagan-
dísticos, a los cuales somete la mayoría de sus escritos. Muestra de
ello, son las distintas versiones publicadas al enjuiciar a Pérez Galdós
y a Valera, o sus más virulentos ataques a Clarín, quien precisamente,
según Gonzalo Sobejano, quisó salvaguardar la función de la crítica
como emisión de un juicio de valor761. Es cierto que incluso en los
escritos de Clarín se trasluce ese apasionamiento fervoroso hacia los
suyos, pero no por ello deja de escribir crítica propiamente literaria,
con sus brillantes análisis del pensamiento, la estética y otras cuestio-
nes lingüísticas de los textos762. Bark sólo se detiene en la la misión
social, tanto de los textos como de los movimientos en los que se
insertan. Cuando presentábamos su concepto del Naturalismo obser-
vábamos su énfasis en la definición militarista del mismo, dejando en
el más absoluto olvido sus implicaciones, géneros, lenguaje, estilo...
La parcialidad de sus disertaciones críticas se encuentra afectada por
su elástico concepto del eclecticismo, el cual le permite compatibili-
zar ¡deas distintas e incluso contradictorias: rechaza la retórica hueca
y vacía, pero engrandece a Castelar y, alguna que otra vez, el drama
altisonante de Echegaray. Galdós es repudiado a menudo, acusado de
escribir únicamente motivado por las retribuciones pecuniarias que
de sus «arcaicas» obras llegaba a obtener. En otras ocasiones ensalza
su compromiso social progresista y sus grandes dotes de sociólogo.
Como críticos reconocidos, encontramos los nombres de Pedro Bofill,
Jacinto Octavio Picón, Leopoldo Alas Clarín, Antonio Sánchez Pérez,
Mariano de Cavia, Luís París, José Ortega Munilla y Manuel Cañete
entre otros. A jucio de Bark, los más conservadores nunca dudaron en
rechazar las obras de los jóvenes, estableciendo cortapisas a aquellos
balbuceos artísticos, malográndose deplorablemente las incipientes
carreras de algunos jóvenes con sus veredictos parciales y subjetivos:
7&1
Véase SOBEJANO, Gonzalo, Forma literaria y sensibilidad soc/a/,Madrid,
Gredos, 1969, pp. 146-147.
7f)
2 Sobre las características de Clarín como crítico literario véanse: SOBEJANO,
Gonzalo, Clarín en su obra ejemplar, Madrid, Ed. Cátedra, 1985, pp. 39-75; VÁRELA,
Jacóme, Leopoldo Alas « Clarín», Madrid, Ed. Edat, 1980, pp. 28-47; y BESER, Sergio,
Leopoldo Alas, crítico literario, Op. cit.
7
^3 ia prensa española, Op. cit., p. 19.
277
La prensa era uno de los medios más favorables al ejercicio peda-
gógico y social de la crítica. A través de ella, Bark encontraba un ac-
ceso fácil para la popularización de la literatura y de un espíritu críti-
co. Al examinar la contribución de la prensa española a la difusión de
la crítica literaria constata la práctica ausencia de la crítica en las
columnas periodísticas, ya que sus reducidas dimensiones no permi-
tían estudios exhaustivos. Como solución transitoria en favor de la
propaganda literaria, Bark propone la publicación de una verdadera
crítica en la sección bibliográfica764:
«Hoy día se contentan con poner los cuernos a la luna las
publicaciones de las personas que de cualquier modo logran con-
quistar la benevolencia de la empresa, o del crítico, o de algún
colaborador, o por medio de utilidades económicas en forma de
anuncio, reclamo, etc., o, sencillamente por amistad o servicios,
o en fin, por un café con media tostada»71'5.
5. El mundo editorial.
764
Ibid.., pp. 22-23.
' °D España y el extranjero, Op. cit., p. 66.
7
° 6 Dicha opinión era compartida por Rafael Altamira quien criticaba la falta de
columnas literarias de calidad en la prensa: «Se cree que con publicar un folletín, algún
que otro cuento indígena o traducido, quizá una hoja dominguera de colaboración, dar
cuenta de los estrenos teatrales e insertar de vez en cuando sueltos de <bibliografía> -
redactados, muy a menudo por los editores, o reducidos al sumario de la revista o al
índice del libro), ya está cubierta la necesidad», en ALTAMIRA, Rafael, Estudios de
crítica literaria y artística, T. LXIII, OOCC, Madrid, Arte y Ciencia, 1925, p. 194.
' " Véase al respecto la obra ya citada de BOTREL, Jean- R, Libros, prensa y lectu-
ra..., Op. cit., pp. 343-379.
278
mundo editorial entre la prensa y el libro se inclinarán a favor de la
primera. La prensa era un medio de comunicación más ágil y asequi-
ble al vulgo que el libro. Entre los hábitos de lectura del siglo pasado,
eran frecuentes las reuniones en las que una persona leía en voz alta
para todos. En estas reuniones, la dinámica en la transmisión de ideas
de la prensa era mucho más viva y popular que mediante la lectura de
libros, de ahí el poder educativo que Bark confiere a la primera.
Se recusaba a la prensa el creciente número de lectores que había
usurpado a las obras serias y la sustitución del libro por artículo del
periódico, de la lectura profunda por la superficialidad que ella pro-
ponía. Bark reaccionará frente a estas opiniones sobrevalorando la
revolución de la prensa periódica en la literatura, su misión como
difusora de conocimientos y catalizadora de la vida intelectual, dis-
minuyendo las distancias entre el espacio y el tiempo. La exposición
fácil, accesible a todo el mundo y la actualidad de los asuntos trata-
dos no están en contradicción con la profundidad. De hecho, los tra-
bajos periodísticos son para Bark un ejercicio de síntesis, claridad y
precisión en el estilo del escritor768.
Adaptándose al desarrollo del pensamiento y de las ciencias y la
industria, Bark propone la creación de publicaciones periódicas espe-
cializadas para que los nuevos avances lleguen a ser divulgados en
breves límites de tiempo. Los artículos, crónicas y críticas de verdade-
ra relevancia podían ser reimprimidos en forma de libros, como ya
ocurría en el caso de la crítica literaria de Lessing, Saint-Beuve y Zola,
elevándose así la obra periodística a «las alturas del documento histó-
rico».
Bark censuraba la tendencia de los escritores a la prolijidad
cuantitativa en detrimento de la brillantez cualitativa. Lamentaba, por
ejemplo, que escritores de la talla de Dicenta se «gasten en la moneda
de cobre de los artículos periodísticos», en lugar de componer obras
profundas que pasen a la historia:
«La facilidad de los medios modernos de repoducción tipo-
gráfica ha llevado a abusos enormes de tinta, papel y tiempo pre-
cioso de los lectores y de los mismos escritores, que creen preciso
imponer al público por el peso de kilo sus productos intelectua-
les. La grafomanía es un vicio modernísimo»769.
279
Pardo Bazán, sin mencionar los dioses menores de nuestro Parnaso»770.
Las dificultades editoriales aumentan con la superproducción,
novelística y de carácter mediocre, dado el control mantenido por los
libreros hasta el punto de intentar prohibir legalmente las publicacio-
nes por cuenta propia. A esta medida se oponía Bark, considerando
que nadie es suficiente autoridad para decidir sobre la suerte de una
obra que requiere tanta entrega personal. Con un rotundo sentido prác-
tico inquiere Bark: «¿por qué prohibir que (el autor) gaste su dinero
dando trabajo a cajistas, encuadernadores y libreros?»771. Un texto
mediocre sirve de ejercicio tal vez para futuros textos de mejor cali-
dad. Igualmente, puede servir para el enriquecimiento cultural, en la
medida que el genio se va cultivando y mejorando, según Bark. En
este sentido, aconseja el aprendizaje de la síntesis y de la precisión. El
buen escritor debe someterse a una estricta correción y profundizar
cada idea e imagen recurrente para alcanzar mayor profundidad y
perfección772.
Las condiciones editoriales en España eran tan rudas y los escrito-
res tan mal retribuidos que éstos habían de poseer una verdadera vo-
cación o los medios suficientes para costearse personalmente las edi-
ciones de sus obras773. De esta iniciativa privada surgió la el proyecto
de la Asociación de Escritores y Artistas.
Bark aplaudía el esfuerzo que se hacía en España, en donde se
iban publicando todas las obras eminentes en castellano. Parangonando
los mundos editoriales europeos, constataba que al mundo editorial
español le faltaba el «espíritu de moda» de los franceses y «la satura-
ción intelectual» de los germanos774. La corrupción era un problema
común a todas ellas consecuencia de los pésimos salarios de los escri-
tores en toda Europa ya que:
770
Ibid, p. 68.
77
' Filosofía del placer, Op. cit, p. 64.
77
^ Por ello declara, preferir a Balzac sobre Zola: el primero corregía minuciosa-
mente sus textos mientras que Zola «nunca quería leer nada de sus escritos por encon-
trarlos defectuosos e insuficientes», Ibid., p. 69.
77
-> Recordemos los casos de Pérez Caldos o de Salvador Rueda, por ejemplo. Este
último ante las dificultades de encontrar un editor, fundó junto a su hermano la Biblio-
teca José Rueda donde él mismo publicaba sus obras. También esta era la iniciativa
seguida por nuestro mismo Bark, quien publicaba la mayoría de sus obras en el seno de
las Bibliotecas de los periódicos y probablemente estaban subvencionadas por sus fon-
dos personales.
77
4 Modernismo, Op. cit., p. 90.
280
«[...] los autores serlos que quieren elevar al público se mue-
ren de hambre; los vulgares que lisonjean al mob, se hacen ricos;
hasta Zola ha tenido que sazonar sus obras con un poco de por-
nografía para hacerse popular»775.
775
Filosofía del placer, Op. cit., p. 63. Bark aporta datos cuantitativos sobre las
míseras retribuciones salariales. Nos informa, por ejemplo, que Sudermann, Hauptmann
y Blumenthai eran los únicos que conseguían vivir de su teatro en Alemania y que no
ganaban más de cien mil marcos por pieza, tos redactores estaban mejor pagados en
Francia, Alemania e Inglaterra que en España y el salarlo oscilaba entre veinte duros al
mes hasta seis mil al año.
776
Ibid., p. 66.
777
Ibid., pp. 84-85.
281
amigo como indicábamos en la biografía de Bark. La redacción de El
Cuento Semanal, I (n°. 43, 25 de octubre de 1907), exalta las cualida-
des de La Invisible como novela «político-filosófica de gran interés
romántico». Parece ser la continuación de Los Vencidos pues:
«Da una cabal ¡dea de interesante movimiento intemaciona-
lista, extrañamente entretejido con el movimiento revolucionario
en España. Merecen citarse los capítulos donde el autor describe
la fiesta del primero de Mayo de 1890; la redacción de Germinal,
con su director Dicenta; los nihilistas Padlievsky, Abrancof y la
«Venus Nieva», Llubia y el libertario español Teobaldo Nie-
va.»778
6. 7. Los Vencidos.
Los Vencidos salió a la luz por primera vez como folletín del perió-
dico alicantino El Liberal, en las entregas de julio y agosto de 1881 y
fue editada posteriormente por la Tipografía El Liberal en 18917m. Como
Bark señala en su prólogo, fue escrita durante su estancia en Alicante.
En un contexto provinciano como éste, con alto índice de participa-
ción en los movimientos progresistas; la actividad propagandística de
282
Bark y su novela despertarían un especial interés entre los pequeños
círculos intelectuales y librepensadores que Bark frecuentaba. Acos-
tumbrados a ser satélites de la capital, se sentirían en cierto modo
importantes receptores y partícipes directos en la evolución de la lite-
ratura. Sin embargo, como suponejuan Antonio Ríos, «las circunstan-
cias que configuran la trayectoria biográfica de Bark nos sugieren la
posibilidad de que su novela se diferencia del resto de las publicadas
por entonces en Alicante»782. Todas estas condiciones favorecieron una
exitosa acogida e integración del escritor, como justifica el sólido apoyo
que recibe desde las amistosas columnas de El CrisoF33 y la publici-
dad que se hace a su novela:
«Los Vencidos. Novela política contemporánea... Los escrito-
res del El Crisol que deseen adquirir esta importante obra que es
un verdadero resumen del socialismo internacional y una verídi-
ca historia del movimiento revolucionario en Rusia...»784
782
Ibid., p. 559.
783 ibid., p. 559. Reproduce algunos fragmentos de El Crisol, en los que la redac-
ción hace publicidad de la Academia de Bark en Alicante: «En el número correspon-
diente al 19-VIII-1891 encontramos el siguiente texto: «Recomendamos muy eficaz-
mente a nuestros lectores [...] la Academia de idiomas de nuestro compañero Don
Ernesto Bark, en Alicante (Cieníuegos,18). Esperamos que nuestros correligionarios apo-
yarán estos dos campeones de los idealismos modernos por todos los medios que pue-
dan».
784
El Crisol, 19 de julio de 1891.
283
rojos rizos cual manchas de llamas enardecidas...»785, siendo ésta la
imagen con la que se le reconoce en las semblanzas de las memorias
ya mencionadas. Hijos ambos de padre ruso y de madre alemana pro-
cedentes de una familia livonesa hacendada, se entregaron pronto a
los movimientos nacionalistas de su país. Y las coincidencias siguen,
Erico obtenía grandes éxitos como escritor, lo cual le indujo a aban-
donar sus estudios universitarios y a dedicarse por completo a la lite-
ratura política y al publicismo. Frecuentó diferentes universidades
europeas, lo cual le facilitó el dominio de diversas lenguas y las ga-
nancias para su sustento como profesor de idiomas y traductor. Sufría
constantes persecuciones a causa de sus ideas nihilistas en pro de la
revolución. En España conoció a la mujer que se convertiría más tarde
en su esposa y por la cual intentaría ganar una situación económica
respetable en los países donde trabaja como periodista. La sublime
misión a la que está predestinado le obliga a abandonar a su novia
andaluza, justificando su decisión por unos motivos misticistas y so-
ciales así explicados:
7
<" Los Vencidos, Op. cit., p. 33.
786
lbid.,p. 17.
284
do por su «socialismo de corazón». Esta circunstancia le sirvió de
instrumento para hablar de la condición del periodista, de la mujer y
otros temas de índole social y humanitaria. Realmente su primera fi-
nalidad era la exposición de su ideología antropocéntrica, combina-
da con su particular concepción del Socialismo Positivo, insistiendo
en la nueva filosofía altruista del placer y del amor que lo sustentaba.
Bark tampoco desaprovecharía la ocasión para poner en boca de
Erico sus ataques al socialismo colectivista de Marx desde la revista
La Wieux Revue, por él fundada. Los problemas económicos de la
familia impulsaron al joven nihilista a regresar a España, empobreci-
do tras ser robado por el judío Epner. Viajaría con grandes penalida-
des hasta Ñapóles. Conocido como era y con la ayuda de algunos
amigos políticos progresistas, recogería el dinero suficiente para su
billete hasta Madrid. Imaginaba que en España encontraría la dicha y
podría llevar a cabo la consecución de sus ideales. En la capital reali-
zaría unos profundos estudios «sociológicos» sobre la decadencia e
intolerancia en España. Las esperanzas del joven Erico no quedaron
frustradas ya que encontró a la Gente Nueva, «que dirigía su mirada al
porvenir y que como el emigrado ruso en su país, era un extraño en su
propia patria, porque no le comprendieron y quizás se burlaban del
soñador»787; y también a aquel pueblo idealizado subyacente a la
putrefacta sociedad madrileña, que, sin embargo, Bark creía inocen-
temente que era:
«[...] sano y vigoroso, que protesta de todos modos contra la
atmósfera asfixiante en que le obligan a vivirlas clases directorías,
él obrero, el campesino, el artesano; intactos aún del veneno de
arriba, conservaban su independencia y su libertad de pensar y
sentir»788.
787 ,b¡d
788
Ibid., p. 154.
789
lb¡d.,p. 197.
285
además de lograr la consecución de su ideales. Nos encontramos,
pues, ante casi la verdadera vida de Ernesto Bark, sazonada con ele-
mentos románticos e idealistas, los cuales le alejan de la realidad se-
gún los modelos de novela ya caducos hacia 1882. El carácter
autobiográfico es encubierto por el autor, con la ya tan usada y anti-
gua estrategia de ser un mero copista de una historia que le confiaron.
Más que el vetusto intento de eludir ficticiamente toda responsabili-
dad que la obra, - por su condición de extranjero y ser épocas de
censura -, pudiese ocasionarle, resulta más plausible el pensar que
tan sólo lo introdujo como artilugio retórico par resaltar más el valor
de su tarea de redacción al servicio de los grandes ideales. Nos re-
cuerda a Cide Hamete y a otros tantos personajes literarios de novela
histórica cuando concluye el prólogo a la obra con las palabras si-
guientes:
«Todo lo que estas páginas refieren es eco fiel de la realidad y
el empeño mío ha sido ser narrador exacto de lo que me comu-
nicaron, y para que la rectitud no sufra menoscabo ha disistido de
los pequeños artificios de novelista obligado por el mal gusto del
vulgo a las exageraciones y romanticismos reñidos con la reali-
dad»790.
286
cuetamente para indicar el nuevo contexto en el que se encuentra el
protagonista. Así planteada, la acción resulta escasa, pues queda
subsumida a la creación supuestamente «científica» del personaje. El
autor pretende elaborar un estudio introspectivo de Orloff tal y como
se realizaría en una novela psicológica. Por ello, el dircurso narrativo
se estructura bajo la alternancia de los patéticos o exaltados monólo-
gos de Erico con la voz omnisciente del autor. De esta manera, queda
reducido a un simple conjunto de reflexiones continuas aprovecha-
das para perfilar a este héroe de la causa revolucionaria, así como
para realizar la consabida propaganda. Un ejemplo claro del abismo
entre la teoría y su aplicación práctica dominante en toda su produc-
ción lo descubrimos en esta novela. Introducción previa a un largo
monólogo de Erico, en tercera persona, se inmiscuye el narrador ha-
ciendo uso de su poder para afirmar que:
«La novela moderna es ante todo psicológica, pinta aconteci-
mientos interiores, revoluciones de carácter y de ¡deas, y se distin-
gue en estas cosas esencialmente de la novela de nuestros padres
que leían con vivísimo interés las aventuras de Montecristo. Sin
embargo, más difícil es para el lector seguir y comprender el de-
sarrollo de un carácter y el concepto del mundo de varios prota-
gonistas que seguirles por las aventuras en países extraños o en
conflictos horripilantes con asesinos y piratas. No sólo exige el
novelista mayor atención de sus lectores, sino más aún, una ilus-
tración poco común y entendimiento de los fenómenos psicológi-
cos»791.
'"' Ibid., p. 119. Las letras en negrita son añadidas por nosotros.
™2 BARK, Ernesto, «El Naturalismo español» en Germinal, n°19 (10 de septiembre
de 1897).
287
muy rubio, con un sombrero de paja de jipijapa en forma de casco
prusiano, última moda inglesa de entonces»793. Estaba predestinado a
Matilde, la joven «más guapa»794 y bastó un entrecruzamiento de mi-
radas para que quedase cautivo del mítico amor con estos altisonan-
tes locativos descrito:
«[... ] La niña risueña le pareció la personificación de la feliz
Andalucía; del país de sus ensueños cuya poesía admiran más qui-
zás que los mismos hijos del país, los pueblos del Norte con las
brumas sombrías que le hacen soñar la Arabia y el Mediodía»795.
Más que un ser humano parece una máquina, en la cual, las reac-
ciones son programadas y sucesivas. Los puntos suspensivos forman
parte del párrafo que hemos transcrito al pie de la letra. El lector difí-
cilmente revivirá la angustia de Erico, no podrá identificarse con él, si
no que se quedará pasivo y ajeno desde el punto de vista del receptor-
reproductor. En un momento tan trágico como el del adiós tras el inci-
79
^ Los Vencidos, Op. cit., p. 15.
794
Ibid., p. 6.
795
Ibid, p. 6.
796
Ibid, p. 20.
797
Ibid.,
,u,u., pp.
. 14.
i-t.
798
Ibid, p. 158
288
dente de! fallido duelo, el apasionamiento de los enamorados se re-
duce a la reproducción de una estampa de adoración a la Virgen,
semejante a las de Murillo y Ticiano con cuyas vírgenes siempre iden-
tifica a Matilde:
«La pequeña y blanca mano que aún temblaba del susto so-
brellevado estrechaba suavemente la derecha del joven y así arro-
dillado ante su ideal, permanecía como absorto en una plegaria a
lo eterno femenino. Unos rizos oscuros caían sobre la radiante
frente, una frente de las mujeres de Ticiano, llena de luz e inteli-
gencia... A los pies de esta Virgen de Murillo [...] personificación
ideal de la mujer que en sus sueños se había forjado y para la cual
le habian servido de modelo las vírgenes de Murillo y Ticiano, de
aquél la expresión divina, y de éste el color y la forma acabada; y
en efecto, allá en las orillas del Mediterráneo, bañado por las es-
meraldas olas del clásico lago, debía encontrar al fin su ideal...»799
799
ibid., pp. 20-21.
°00 Los personajes femeninos españoles son descritos en términos religiosos. Doña
Lrasquita, «la mujer más santa e inocente del mundo» (Ibicl., p. 131) cuyos «grandes
negros ojos tenían un expresión de dulzura y bondad de un alma grande que Erico no
podía olvidar nunca en su vida, era la mirada profunda de una Santa y de una mártir
que evelaba un mundo sublime de sufrimientos y amores«, Ibicl., p. 92. Nótese además
el orden incorrecto en la adjetivación, que sigue el orden sintáctico lógico de las len-
guas germánicas. Este tipo de incorreciones son muy frecuentes. Encontramos también
contrastes del tipo:«le predijo un éxito desatroso», poco coherentes en nuestra lengua.
Por otra parte, la puntuación presenta gran cantidad de incorreciones.
801
Ibicl., p. 150.
289
sacramento cristiano del matrimonio. Y el final no podía ser otro por-
que Erico poseía excelsas virtudes y cualidades que le hacían superior
a Don Carlos. El antagonista, efectivamente, será un prototipo de la
degeneración humana, «un vicioso de mirada lasciva»802 y con una
existencia moralmente dudosa:
«[...] muy calavera, muy aficionado al género flamenco y ter-
tuliano, constante a las tabernas de la Caleta [...] sabían que ha-
bía tratado muy mal a su mujer hacía pocos años y que estaba
buscando otra esposa para que su hija y la casa no se encontrasen
abandonadas a los criados, pero también sabían que tenía rela-
ciones amorosas con una tabernera de bastante mala reputa-
ción»803.
802
Ibid, p. 132.
S03
lbid.,p. 131.
804
Ibid., p. 180.
290
condición de extranjero le dificulta dicha tarea aunque tampoco justi-
fica el gran contraste entre ambos tipos de discurso; bien por el tono
exageradamente coloquial adoptado, o bien por su pedante barro-
quismo. En ocasiones se expresa en estos términos:
«Pero que nadie se crea en el derecho de llamarle a Don Fran-
cisco, ciego, nada ele esto, como buen andaluz y malagueño por
más, tenía mucha travesura y la exigía también de sus dependien-
tes...»805,
805
Ibid., pp. 9-10.
806
Ibid., p. 19.
807
Ibid., p. 36.
808
Ibid., p. 42.
809
Ibid., p. 58.
810
Ibid., p. 28.
291
Andalucía de espanto: un grandioso saludo de las fuerzas ele-
mentales de la naturaleza»3";
811
Ibid., p. 42.
812
ibid., p. 203,
292
ambivalencias. Por ejemplo, a pesar de su certitud atea Erico es inca-
paz de privar a la familia de la «bendición religiosa, este acto solemne
y misterioso que parece enaltecerlo y santificarlo»81! aunque, paradó-
jicamente, al final decide abrazar por este sacramento el catolicismo,
como mero acto formal e hipócrita, ya que él era «librepensador y no
daba valor alguno a estas ceremonias...»814. Y lo que es más, poco
antes había intentado justificar el incumplimiento de las ideas que
doctrinalmente había defendido, reduciendo la encrucijada moral en
la que se encuentra a la exaltación del mero armonicismo espiritualis-
ta y el sentimiento religioso «primitivo e innato» en el hombre. Por lo
dicho, este tipo de ceremonias eran:
«[...] aspiración profundamente humana, innata en el cora-
zón humano y que las religiones positivas sólo sustituyen en la
sublime religión de la solidaridad de toda la humanidad este lazo,
y la palabra religión significa lazo...»315.
Erico más que sentir y pensar como un ser humano es tan sólo una
herramienta del autor. Bark le convierte en manual de sociología, en
columna de artículo periodístico. Además, se expresa con un lengua-
je dominado por un apasionamiento exacerbado, como suponía im-
prescindible a todo portador de la «Buena Nueva» de la Revolución
Social, No podemos hablar de evolución psicológica en el protago-
nista, solapado entre las extensas incursiones ensayísticas del escritor,
quien, cuando no interrumpe el discurso novelístico, actúa como au-
tor omnipresente que reproduce fielmente las reflexiones de Frico.
Además, nos lo presenta siempre en proceso de adaptación al medio,
fruto de la tolerancia y del deseo de compatibilizar los más paradóji-
cos puntos de vista bajo el supuesto ideal del amor. Podemos presu-
mir que Ernesto Bark poseía una extensa cultura, si bien no personali-
zó sus numerosas lecturas como su personaje demuestra. El compor-
tamiento acomodaticio de Erico no es más que una fiel Imagen de la
coexistencia de las más diversas corrientes Ideológicas en la España
finisecular.
Los Vencidos es un texto de ficción habitado por personajes
acartonados. La voz del autor omniscente se hace tan presente que la
exposición de su pensamiento, lejos de llegar al público lector, asimi-
lada a las personalidades de sus seres ficticios ocupa el primer plano
y se convierte en voz principal de los largos discursos y citas. Estos
por lo general, en lugar de justificar la situación y el comportamiento
de sus personajes los convierten en seres lejanos y nebulosos. Son
813
ibid.,p. 193.
814
//jíd., p. 193.
815
Ibicl., p. 190.
293
verdaderas marionetas enmudecidas por el todopoderoso escritor al
servicio de la educación social y política. Hubiéramos podido, por
ejemplo, descubrir gracias a Don Francisco, la situación del comercio
en España en los momentos de crisis; pero, sin embargo, sólo se nos
ofrece información sobre su ruina. La información puntual le sirve de
pretexto para reiterar los mismos argumentos que encontrábamos en
Estadística Social. Así mantiene también el monopolio de su voz, sub-
yugada a fines propagandísticos y teóricamente didácticos.
Ya apuntábamos que Bark defendía en algunos de sus libros el
feminismo y la incorporación plena de la mujer a la vida social. Sin
embargo, estas ideas quedan muy lejos de la realidad que describe en
su obra. Recordemos que en sus estudios sociológicos abogaba por la
imprescindible necesidad de programar una correcta educación para
la mujer, para facilitar su emancipación, sin olvidar su incorporación
al mundo del trabajo. Sin embargo, en Los Vencidos, no encontramos
más que la sólida defensa de los valores tradicionales de la mujer
española de aquel entonces: ignorante, dominada por falsos
misticismos que le reducen a ser un mero organismo reproductor, so-
metida a los deseos del hombre. Puede que tratase tan sólo de ganar
al público que, en definitiva, era quien debía proporcionarle retribu-
ciones aceptables. Consecuentemente, crea unos tipos femeninos se-
mejantes a los del medio a los que iba destinado. Las mujeres españo-
las eran entonces discretas, justo en los términos que supuestamente
repudiaba. Y, sin embargo, los da por válidos:
816
/fa/d„ p. 171.
8]7
Ibicl., p. 134.
818
/fa/f/„ p. 78.
294
Y sin querer abusar de citas, reproduciremos una última en la que
se recoge otro de los tópicos más comunes: la mujer necesita una
amiga en el hogar
«[...] con la cual cambiar sus impresiones respecto de las
trivialidades de la casa y de la cocina, porque las mujeres com-
prenden por instinto cuanto aburrimiento causan al esposo más
indulgente, estas cosas muy importantes para ellas»819.
819
/fa/d„ p. 79.
820
lbid.,p. 149.
821
lb¡d.,p. 155.
822
/b/c/., p. 153.
295
«[...] grandes bienhechores de la humanidad, enseñándonos
en los abismos del dolor, tesoros de poesía, los suspiros inmorta-
les de Dante por su etérea Beatriz, han dado sin duda alguna ma-
yor dicha y consuelo a humanidad que han dado inventos más
portentosos»823.
823
Ibid.pp. 188-189.
824
lbid.,p. 189.
296
na la necesidad de una nueva religión, tal y como ya se presentaba en
Filosofía del placer, y que se presenta ante todo, como un rechazo del
catolicismo. Ernesto y Erico no son originales, la equiparación del
éxtasis alcanzado por la admiración de la belleza con el éxtasis místi-
co son experiencias que por tradición y literariamente se consideran
semejantes. Incluso cuando Erico expone sus ideas acerca de la moral
social, no hay más que una mera reproducción de las ideas de Guyau.
Admirador de los filósofos modernos, los Herbert Spencer, Augusto
Compte, Federico Strauss, Arturo Schopenhauer, Eduardo Hartmann y
John Stuart Mili; el joven Erico quiere hacernos creer que ha descu-
bierto las claves de la felicidad:
«Toda filosofía y sabiduría, consiste en saber llenar el alma, en
saber de tal maner identificarnos con el mundo exterior que puede
llenar el vacio de nuestro corazón. La simpatía a todo lo que nos
rodea nos trae infinidad de sensaciones de agrado, más lejos que
extendernos el círculo de nuestros intereses, de nuestros
afectos...Quien más ama -más feliz será-es la filosofía más refina-
da de la felicidad, del egoísmo subjetivo que se confunde con el
humanitarismo más sublime, con la filosofía del amor. Abrazad con
vuestro cariño a cuantas personas podáis, a cuantas naciones os
den la hospitalidad; haced vuestra causa a cuantas causas nobles
luchan por la victoria contra las ignorancias e injusticias; entusias-
maos por todo lo bello y grande!.,.] y seréis los más felices, os
confundiréis siempre más con el universo entero, el macrocosmos...
Los mundos imaginarios que (Erico) había buscado con los
grandes maestros de la filosofía y que los sueños de la juventud le
hicieron ver en un fantástico paraíso de la leyenda cristiana, des-
aparecieron siempre. En su lugar, quedó desde entonces la reali-
dad y cuanto la realidad nos encierra de hermoso y grande cual
Fausto sepultado bajo el polvo de la metafísica, comprendió aquella
mañana del domingo de resurrección la hermosura de este mun-
do en que vivimos que él había también olvidado por aquel mun-
do imaginario en lo finito»825.
825
Ibid, pp. 105-106.
297
de resurrección». Muy sutilmente utiliza expresiones y palabras clave
del catolicismo para elevar su nuevo pensamiento a la categoría que
históricamente había alcanzado la religión institucionalizada. Erico
había nacido en el materialismo socialista y el contacto con la reali-
dad y el natural proceso de evolución, le obligaban a adaptarse a las
nuevas circunstancias y a las nuevas tendencias del pensamiento. Si
Erico defendía a ultranza el cientificismo, pronto sentiría cierto vacio
que le inclinaría hacia nuevos -o recuperados- aspectos idealistas.
Era activista político, bohemio y apasionado aventurero ante todo,
cuyo prurito era siempre:
«[...] llevar una vida tal que resultase en conjunto tan artística
y bella como una hermosa obra de arte, una novela de verdad que
tuviese páginas sentimentales y trágicas y siempre variedades
interesantes...También había esperado un desenlace artístico no-
velesco de sus amores con la bella andaluza, pero la realidad no
suele tener aquellas conclusiones de una pieza de música o de un
drama; sino al contrario, los grandes ríos se confunden con el mar
muy paulatinamente...»826
826
Ibid., p. 197.
827
RÍOS, Juan Antonio, Op. cit., p. 565.
298
tante, debemos ser conscientes de que incluso en los considerados
grandes representantes de la época se produjeron ambivalencias en
sus tentativas de crear algo nuevo, diferente y de corte europeizante.
Sin querer disculpar la falta de creatividad «naturalista» de Bark, pen-
samos que tampoco se pueden aplicar conceptos evaluativos estric-
tos. En más de una ocasión, Zola focaliza tanto al protagonista, que
en los demás caracteres domina una simplicidad psicológica un tanto
exagerada. Asimismo, algunos elementos románticos estaban paten-
tes en Zola: no es difícil encontrar pasajes en los que el artista se
muestra apasionado, o incluye exageraciones tremendistas y
sensibleras. Y, por último, tampoco era absolutamente original, pues
en los vaivenes de la historia literaria, ya se habían incorporado los
aspectos sombríos de la literatura negra, los personajes tarados y las
escenas crudas y groseras. Ahora bien, no por ello Bark fue más natu-
ralista, sino que objetivamente se ha de reconocer que adoptó todos
estos elementos que lo sitúan más próximo de la novela tradicional de
entonces que del naturalismo de Zola que Bark defendía. Como indi-
cábamos previamente, careció del ingenio, de las dotes de creador
que le hubiesen permitido la utilización sistemática de los contenidos
y del documentalismo que tanto admiró en sus maestros.
Cada libro, cada periódico que defiende el arte, la ciencia y el
progreso son herramientas pedagógicas para la regeneración social y
el alcance de la felicidad para toda la humanidad. En este apartado
hemos revisado el concepto de Modernismo, equivalente al estado de
espíritu de la Gente Nueva y la bohemia que deseaba alcanzar la
Modernidad en los albores del s. XX. Aparte de estas implicaciones
prácticas, las letras son un elemento clave en el proyecto de Repúbli-
ca Social de Bark ya que son las transmisoras del saber. Gracias a ellas
se forja la tradición cultural de los pueblos que encierra la esencia y
define la identidad nacional. A tenor de ello, la letras son un elemento
clave para el estudio sociológico de cualquier comunidad y la defini-
ción de su proyecto de Política Social.
La modernidad universal es el gran principio rector del pensamiento
de Bark, como hemos examinado a lo largo de esta parte de nuestra
exposición. La concreción de ese utópico y ambicioso proyecto se
concretizará en torno a una doctrina y un modelo de gobierno defini-
dos en cada contexto social de manera científica y positiva, el Socia-
lismo Positivo y la República Social. Reformismo, cooperativismo,
moderantismo e ilustración popular serían algunas de las característi-
cas principales de este pensamiento político cosmopolita que engar-
za con el regeneracionismo español.
Los principios de la Política Social de Bark son presentados de
manera heterogénea y caótica en su bibliografía. Ello nos ha exigido
un importante esfuerzo de reconstrucción. Se le podría achacar gran
299
superficialidad y una escritura de tono polémico, pero, recordemos,
que el mismo Bark presentó su bibliografía como la de un propagan-
dista que quería simplemente ser accesible al gran público. En todas
sus obras predominan las recensiones y paráfrasis de las obras de inte-
lectuales europeos más populares, tras las cuales podemos ir descu-
briendo el pensamiento de Bark. Dada la gran abundancia de citas, se
le podría achacar cierta pedantería -tan a la moda entonces- pero
pienso que su presencia obedece a la misión proselitista que Bark se
había atribuido. Ante todo, él mismo se definía como un:
«Político y publicicista, entusiasta de aquellos que lo son de
verdad, les he querido dejar a la vez un manual fácil de manejar
para seguir su hermosa vocación, y donde no he podido extender-
me en más detalles, he dejado una bibliografía completa donde
pueden encontrar las obras que necesiten»828.
300
tió contra Valle-lnclán a bastonazos, calle de Alcalá, cerca del Banco
de España..,»329. Valle-lnclán un poco «asombrado» le consultó que
debía hacer... Baraja confirma la anécdota en sus Memorias1*''0,
caracterizando a Barkcomo raro y desconfiado. Tras ofrecer su llama-
tiva descripción física, añadía: «Le conozco de verle en la calle y por-
que es amigo de Sawa. Ha tenido últimamente una riña con Valle-
lnclán, no sé por qué, y se han amenazado, y Bark ha levantado el
bastón...».
Bark fue encarnado en tres ocasiones por Valle-lnclán en su obra.
Su literaturalización ha sido objeto de los estudios de Jacques Fressard,
Alonso Zamora de Vicente y Alien W. Phillips831. Se trata siempre de
Pedro o Basilio Soulinake, del cual nos ofrece una visión distinta se-
gún la evolución del pensamiento y creación literaria de Valle. Fue
figura episódica en un fragmento de «La corte de Estelia» (1910), es-
capado de la serie de La guerra carlista, luego en un breve capítulo de
La lámpara maravillosa (1916), de Luces de Bohemia (1920 ) y Tirano
Banderas (1926). En aquel primer texto «La corte de Estella», rescata-
do de la revista Por esos mundos332 están presentes, como en el cuen-
to «El rey de la máscara» publicado en Germinal, numerosos persona-
jes conocidos a través de toda la obra de Valle. Desempeña el papel
de emigrado polaco Conde Pedro Soulinake, defensor de la causa li-
beral. Alien VV. Phillips estudia los rasgos más característicos de este
personaje. Cuando decepcionado de la guerra carlista y del cambio
de facción de la tropa republicana, vuelve a despedirse del Duque de
Ordax los rasgos físicos con inequívocos:
829
ZAMORA VICENTE, Alonso, La realidad esperpéntica, Madrid, Credos, 1969,
p. 37.
830
BAROJA, Pío, Galería de tipos de la época; OOCC, vol.V. Dato tomado de
Alien VV. Phillips, Op. cit,
831
ZAMORA VICENTE, Alonso, Op. cit., p. 37. y PhllLLIPS, Alien W „ «Ernesto
Bark, un personaje en tres tiempos», Op. cit., FRESSARD, Jacques, «De Ernesto Bark a
Basilio Soulinake: retour et métamorphose d'un personnage de Valle-lnclán», Iris, n°2
(!985),pp.41-52.
832
FRESSARD, Jacques, «Un episodio olvidado de La guerra carlista», en Cuader-
nos Hispanoamericanos, n° 1 99-200 (1 966), pp. 347-367.
301
oficiales. Ensimismado y exaltado, a todas las cosas les daba un
profundo sentido religioso, pero de religiosidad nueva y atea. Había
venido a la guerra de los liberales españoles, porque de lejos le
pareciera bella como un amanecer. Ahora, al verla de cerca, sen-
tía una tristeza desengañada...»833
aj i
- VALLE- INCLAN, Ramón M„ «La corte de Estella», p. 351 Dato tomado de
Alien W. Phillips.
834
/6/d., p. 355.
302
pensamiento tópico de Bak en torno a París, «manzana paradisíaca» y
responsable de todas las turbulencias místicas de la época.
En Luces de bohemia, en el desharrapado ambiente en que se re-
produce la escena del velatorio de Max Estrella (literatizado de Ale-
jandro Sawa), Bark encarna ahora uno de los visitantes, un tipo extra-
vagante:
«[...] alto, abotonado, escueto, grandes barbas rojas de judío
anarquista y ojos vidriosos, bajo el testuz de bisonte obstinado. Es
un fripón periodista alemán, fichado en los registros policiacos
como anarquista ruso y conocido por el falso nombre de Basilio
Soulinake»835.
835
VALLE-INCLAN, Ramón M., Luces de bohemia, Madrid, Espasa Calpe, 1967.
836
FRESSARD, Jacques, «De Ernesto Bark a Basilio Soulinake...», Op.cit., pp. 50-
51.
83
' DUNN, Peter, «Baraja y Valle Inclán: las razones de un plagio», Revista Hispá-
nica Moderna, n° 1 -2 (1967), pp. 30-37.
303
de la realidad para escribir su cuento «La Prueba»838, cuyo protagonis-
ta, Pedro Alejandrowich no aprueba los amoríos de su hija con un
joven abogado «poquita cosa» y demasiado conformista.
Alejandrowich encarna los atributos físicos y caracteriales de Bark y
aquí aspira a un hombre más enérgico y vigoroso para su hija...
Amistades y enemistades fueron parte importante de las relacio-
nes entre todos estos modernistas -en el sentido genérico del térmi-
no-. Ante los testimonios que podemos consevar, hemos de mantener
una actitud crítica pues en la mayoría de ellos reaparece la subjetivi-
dad del escritor. No obstante, documentan que Bark no fue un inte-
lectual marginal, como lo demuestran la prolijidad de su obra y su
activismo político. Es presumible que mucha gente fuese reticente a
sus declaraciones por su extranjería, como él mismo afirma en su pro-
pia defensa desde El Radical:
«[...] A los necios que me reprochaban la energía de la frase
[...] les contesto que soy naturalizado en España y tengo por lo
tanto pleno derecho de exigir que progrese mi patria adoptiva.
Más aún; tengo el deber de pagar la hospitalidad trabajando con
doble ahínco en favor de este país que no lo forman sólo los
oligarcas, cortesanos de toda calaña, frailes y clericalla y demás
parásitos»839.
304
ban a España. Desde entonces una gran amistad los uniría hasta la muerte.
Probablemente a través de este publicista español, Bark solidificaría sus
relaciones con los futuros miembros del grupo Germinal. A pesar de sus
altibajos económicos disfrutó de varias fuentes de retribución: la acade-
mia de idiomas que poseía, sus numerosas publicaciones en la prensa,
sus traducciones y los abundantes libros editados. Quizás este factor,
además de la estabilidad familiar que disfrutaba, le mantuvieron un
tanto distante de las desaventuras bohemias. No obstante, recordare-
mos que de él nacieron los célebres proyectos tardíos de fundación de
la congregación llamada «La Santa Bohemia» y de la «Cooperativa edi-
torial», ambos bien acogidos por sus compañeros. Por otra parte, no se
conservan documentos sobre las actividades asociativas de Bark. Las
alusiones y citas a sus conferencias y actividades en el Círculo Mercan-
til, el Casino Republicano, la Casa del Pueblo, el Ateneo y la Universi-
dad Popular son la única referencia que poseemos sobre los círculos
sociales a los que se vinculaba Bark.
La misión de los jóvenes españoles precursores del Modernismo
era, según Bark, despertar a la opinión aletargada y establecer las ba-
ses para el movimiento republicano-socialista que armonizase las as-
piraciones de las masas trabajadoras con las de los intelectuales radi-
cales840. Este Modernismo es ajeno al homónimo literario, pues, como
precisa Bark, las relaciones entre la política y las tendencias modernistas
en su vertiente «esteta» y decadentista poco tenían que ver con el
socialismo regeneracionista. Ese modernismo «de levita» interesado
únicamente en buscar nuevos cauces estéticos distaba mucho del mo-
dernismo progresista, comprometido, rebelde y activista que él mis-
mo propugnaba. Ese fogoso modernismo de levita era una moda de
importación francesa. Exageradamente afirma nuestro autor:
305
porvenir», y analiza sus obras en función de su contribución al mun-
do nuevo. Cara a estos autores jóvenes, lo que importa a Bark, es que
encuentren apoyo y orientación en el mundo literario. Entre las pro-
mesas del momento citará a Ramiro de Maeztu, José Martínez Ruiz y
Luis Bonafoux en quienes desea confiar, a pesar de que: «Pertenecen
a la España del porvenir o son desequilibrados que buscan en vano el
equilibrio entre el pasado y lo verdadero»842.
Bark denigra a todas las figuras que aceptan el vasallaje de los
políticos y entre tantos cita los casos de Campoamor y Caldos. Por el
contrario, llama la atención su profundo respeto y admiración por
Eduardo Benot, al que llamaba «mi viejo de alma joven»84-5, sin duda
algunas por compartir semejantes intereses lingüísticos, docentes y
republicanos. De él divulgó algunos de sus estudios filológicos, espe-
cialmente los concernientes a los estudios lingüísticos como funda-
mento de la enseñanza.
Entre sus enemistades parece figurar la de Pérez Galdós. Casi todos
los germinalistas, salvo él y Valle-lnclán, admiraron la obra galdosiana,
sobre todo a partir de Mariucha y Electra. Guillermo de Torre844 localizó
en Luces de Bohemia, la expresión «Don Benito el garbancero», frase
conocida en las tertulias madrileñas y acuñada, según el crítico espa-
ñol, por Bark -quizás con el concurso de Fuente-; en aquel fragmento
ya reproducido: «La literatura que representan estos hombres (Galdós,
Pereda, Clarín) tiene, como diría Ricardo Fuente, un «sabor prononcé»
de puchero casero...»845.Frente a esta literatura «paleta» como la lla-
maba Bark, estaban saliendo a la luz instructoras novelas sociales, a la
altura de los extranjeros, como eran las concienzudas narraciones de
Baroja, Dicenta y Blasco Ibáñez. En estos cuadros de protesta narrativa,
llama la atención sobre Zamacois y Trigo, quienes incorporan una nue-
va visión de la mujer y el erotismo.
Es difícil precisar cual es su situación en el ambiente intelectual, aun-
que estén probadas su activa vida política y su contribución a la introduc-
ción y difusión de las principales tendencias europeas. Se ganó pulso a
pulso, trabajando más arduamente que cualquier español, la reputación
que pronto disfrutaría. Tengamos en cuenta que al público le costaba
mucho olvidar su condición de extranjero y corruptor de la pureza espa-
ñola con ideas «extrañas» que ponían en entredicho los valores patrios.
306
EPÍLOGO.
307
en las universidades de Leipzig, Munich y Berlín. El estudio de las nue-
vas ciencias sociales como la sociología, la psicología de las naciones y
la estadística social y la hora histórica del Imperialismo alemán que le
tocó vivir, con las campañas del Kulturkampfy la expansión del Socia-
lismo marxista, fueron decisivos para la configuración de su ideología
política y pensamiento socio-cultural. Su compromiso político nihilista
le condujo a Suiza, lugar en el que había una alta concentración de
exiliados rusos agrupados en torno a Bakounin. Tras sucesivos viajes
por Europa para investigar sobre la psicología de las naciones, Bark
editaría desde Suiza su periódico revolucionario Der Baltische Fóderalist,
en el que se hace propaganda en contra de la oligarquía zarista y las
desigualdades sociales. A pesar de su carácter nacionalista, DerBaltische
Fóderalist se presenta como el portaestandarte de todos los pueblos
oprimidos. La distribución de este periódico clandestino fue bastante
complicada y fue la causa de la deportación a Siberia de Bark durante
uno de sus viajes a Moscú y del encarcelamiento de su amigo de infan-
cia, Andreas Tiido. Empero, Bark prosiguió sus campañas antizaristas
con la edición de Russiands culturbedentug, Betrachtungen eines
Deutsch-LIvlanders (Berlín, 1882) traducido el mismo año al español
bajo el título El Nihilismo y la política rusa. Gracias a este estudio, Bark
dio a conocer la problemática rusa en España, interesando al público
del Ateneo y el Instituto de Ciencias Morales y jurídicas, no sólo por la
originalidad del tema para el intelectual español, sino también por el
hecho de presentarse como testimonio vivo de la disidencia. La oligar-
quía zarista, la psicología del pueblo ruso y su cultura, las organizacio-
nes colectivistas tradicionales rusas, los movimientos revolucionarios,
el nihilismo y el eudemonismo serían algunos de los temas divulgados
por Bark entre el público español.
Su carácter cosmopolita y su poliglotismo resultaron igualmente
singulares en el mundo cultural madrileño, donde se integró como
uno de los miembros de la Gente Nueva. Su vida familiar estable y su
gran preocupación por la educación de sus seis hijos le alejaron del
desorden de la vida bohemia, aunque no de su pobreza. Las clases de
idiomas, las traducciones y las mal retribuidas publicaciones y contri-
buciones periodísticas le impusieron una vida materialmente austera.
Infatigable luchador, voluntarioso y romántico utopista, se unió al
Republicanismo progresista porque que se acomodaba a sus esque-
mas combativos personales: la lucha contra la monarquía y el
moderantismo reformador serían las claves de este acercamiento. Bark
fue erróneamente calificado de anarquista dada la Indefinición ideo-
lógica del espectro político progresista en la época y los contactos
permanentes que mantuvo con los exiliados rusos.
Los fundamentos de su educación permanecerán en el pensamiento
de Bark a lo largo de toda su existencia. En su madurez fueron plas-
308
mados en su extenso compendio de Política Social. Compendio, que
obedeciendo a sus raíces nihilistas tiene como objetivo esencial la
propaganda y la educación de las masas. A través de él, Bark se pre-
senta a la vez como juez y abogado, como el ejemplo vivo de la
libertad, de la independencia y la audacia en el ejercicio de la crítica
política, económica, social, cultural y estética. Ya presentamos en su
bibliografía ese carácter polémico y censurador que le causaría ene-
mistades, persecuciones, atentados, expulsiones y encarcelamientos.
Así ocurrió a raíz de sus crónicas sobre el crimen de la calle Fuencarral,
con las denuncias sobre el Panamá de los caciques cartageneros, la
organización en 1890 de la gran manifestación obrera del 1 ° de Mayo
y sus acusaciones de sectarismo y manipulación a los miembros del
directorio socialista.
Junto con Joaquín Dicenta, Ricardo Fuente, Isidoro López Lapuya,
Francisco Maceín, Rafael Delorme, Eduardo Zamacois, Nicolás
Salmerón y García, entre tantos otros, Bark fundó la Agrupación De-
mocrática. Entonces realizó algunos viajes políticos a través de toda
España. Para completar sus estudios de estadística social y psicología
del pueblo organizar el Partido Demócrata Social y los movimientos
obreros en provincias, residió durante algunos años en Alicante y en
Cartagena. En ellas publicaría los periódicos El Crisol y Cartagena
Moderna respectivamente. Tras estos contactos con el proletariado
industrial y minero, Bark esbozó un modelo ele Política Social refor-
mista y pacifista. Inspirado en un positivismo más espiritual que
metodológico define sus pilares básicos: el Internacionalismo, la Re-
pública Social, el Socialismo Positivo, la filosofía y la pedagogía so-
ciales. Socialismo como sinónimo de Social será la palabra clave de
este proyecto, que encontrará en la crisis española decimonónica
finisecular el escenario ideal para reconstruir una nación. Con su ins-
tauración, no sólo España se regeneraría, sino que también, se conver-
tiría en la nación precursora para la modernidad política universal.
Los fundamentos, los actores, las estrategias y las estructuras para esta
reforma de la sociedad española, extrapolabas al resto de la humani-
dad están expuestos de manera dispersa en la bibliografía de Bark.
Tengamos en cuenta que el principal objetivo de este corpus era pro-
pagandístico, que el autor pretendía sólo orientar y ofrecer unos co-
nocimientos mínimos para el ciudadano moderno y, que frecuente-
mente, la polémica, la digresión, la reproducción de documentos, ci-
tas y referencias bibliográficas dispersan al escritor, preocupado por
interrelacionar hasta el más mínimo detalle de sus argumentaciones.
Su arquitrabado modelo de República Social exige una lectura global
e íntegra de su bibliografía. Sólo con ello se podrá comprobar que sus
textos no adolecen de inconsistencia ideológica. Muy ai contrario,
supeditan todo desarrollo conceptual y constructo teórico a la persua-
309
sión, al proselitismo y a una mínima información sobre las múltiples
tendencias políticas, económicas, filosóficas y culturales dominantes
en Europa y, puntualmente, en Estados Unidos, China y Japón. Ante
este corpus «deshilvanado» y ante el desconocimiento del pensamiento
de Bark, una reconstrucción del mismo como estudio de base se pre-
sentó como indispensable.
Aparte del peso de las circunstancias biográficas ya citadas, las
inquietudes internacionalistas de Bark se perpetúan en su trabajo como
corresponsal alemán en España. En el marco histórico del
expansionismo imperialista, el estudio de las relaciones internaciona-
les se convertirá en el antecedente obligatorio de una política social
con ambiciones universales. Destinada a un público alemán, exami-
na el conflicto colonial de las Islas Carolinas y la hegemonía del pue-
blo germano. Además, participa activamente en el estrechamiento de
los lazos fraternales entre los pueblos hispano-alemán gracias a su
libro de viajes, y, especialmente, mediante la fundación de revistas
internacionales como Deutsche-Spanisch Revue y Spanien. El
pangermanismo que caracterizaba estas publicaciones alimentó tam-
bién sus estudios sobre los actores colectivos del poder internacional.
Pretendía, ahora, para el lector español, enjuiciar los poderes econó-
micos, católicos y de los socialismos marxista y libertario. Frente a
estas internacionales, Bark augura la construcción de una nueva inter-
nacional humanitaria inspirada en el Socialismo Positivo y con el con-
curso de todos los países europeos. Si entonces todo ello fue conside-
rado como los sueños de un visionario, la historia política del siglo XX
los habrá, en parte, convertido en realidad, con el socialismo demo-
crático europeo y la construcción de la Unión Europea
Para definir la Política Social española, Bark realiza, en primer lu-
gar, el estudio de la psicología del pueblo español. Es un pueblo ultra-
montano, chauvinista, ignorante y orgulloso que todavía tiene que
conquistar su independencia intelectual, moral y política. El vigor y la
creatividad de la raza latina, aseguran, a juicio de Bark, su triunfo. En
segundo lugar, analiza los actores sociales del poder, individuales y
colectivos: la iVtonarquía, los gabinetes gubernamentales, la iglesia y
los caciques locales serán el blanco de sus críticas implacables. Todos
ellos controlan política, económica y socialmente la nación de mane-
ra que la democracia, el sufragio universal y la soberaneidad popular
resultan meras falacias. Son los responsables del moribundo imperia-
lismo español y de la inadecuación ele las estructuras económicas
para el progreso. El Socialismo marxista -entonces todavía guesdista-
y el Anarquismo son doctrinas políticas europeas inadecuadas al con-
texto español, a su estructura social y económica. Del Socialismo,
Bark rechaza el concepto de lucha de clases, el estatismo, la naciona-
lización de la tierra y la explotación colectivista de todos los bienes y
310
medios de producción. Condena el autoritarismo y sectarismo de los
líderes españoles que rechazan toda colaboración con intelectuales y
republicanos. Del Anarquismo, cuestionará su utopía ideológica, en
particular, el espontaneismo y la armonía natural. En la práctica, Bark
no admite su negativa a participar en la lucha política organizada y
cooperar con las demás facciones progresistas. Al Republicanismo le
exige la actualización de sus programas, teniendo en cuenta las últi-
mas tendencias sociales, y un esfuerzo cooperativo de los líderes de
sus diversas facciones.
El Socialismo Positivo pretende dar un soplo rejuvenecedor a la
obsoleta doctrina Republicana Progresista. El proletariado y la peque-
ña burguesía son sus clientes políticos. Bark solicita la colaboración
de las demás facciones socialistas en la consecución de unos objeti-
vos mínimos y globales: el derrocamiento de la monarquía y un pro-
grama común de reformas económicas que giraba en torno a un co-
lectivismo parcial, en esencia, reducido a la propiedad y producción
de los artículos de primera necesidad; la abolición del dinero y la
nacionalización de las grandes fortunas y propiedades y los servicios.
En esta estructura económica moderada se asegura la subsistencia de
todos los ciudadanos y se garantiza la libertad individual y propiedad
privada de tierras y medios de producción, según las motivaciones y
los esfuerzos personales. La elección de una estrategia reformista o
revolucionaria para la construcción de la República Social depende
de la coyuntura de cada pueblo. Bark divulga las ventajas del refor-
mismo gradual, pacifista y educador y acepta la huelga general como
estrategia idónea para la movilización de masas y catalizador revolu-
cionario. En un principio, Bark confió en las masas proletarias para
protagonizar los movimientos de reformas. Sin embargo, la pasividad,
la inconsecuencia y el inmovilismo de los obreros tras su participa-
ción en las manifestaciones que él organizó -por ejemplo, la manifes-
tación de 1 o de Mayo de 1890-, le orientaron, como tantos otros
regenaracionistas, hacia las élites intelectuales, para acabar evolucio-
nando hacia posiciones más radicales como fueron la dictadura mili-
tar o el caudillismo civil.
Los proyectos de reforma social que propone el Socialismo Positi-
vo se inspiran en el Socialismo reformista francés. Se focalizan en
torno a la creación de un Ministerio del Trabajo en tanto que órgano
gestor intermediario entre los poderes colectivos y el Estado. La plani-
ficación de la explotación de las tierras, la creación de oficinas de
empleo para la coordinación de las ofertas y demandas, el desarrollo
de la Estadística social, de los planes de política hidráulica y la mejora
de la higiene social, son algunos de los fines impuestos a este Ministe-
rio. El proyecto de República Social de Bark parte de la premisa de la
necesaria reforma moral e intelectual de los ciudadanos. Puesto que
311
el bienestar del individuo es a la vez de orden material y espiritual, la
resolución de los conflictos socio-económicos exige también una re-
forma de los códigos éticos y morales. En este sistema de pensamien-
to, el progreso científico y técnico camina a la par del progreso espi-
ritual de la humanidad. Su filosofía social, inspirada sobre todo en el
Socialismo humanista francés, es una filosofía del placer, individual y
colectivo, alcanzado gracias a una existencia equilibrada, sana y na-
tural, el bienestar y la felicidad, La filosofía del placer, panteísta,
antropocéntrica y eudemónica reconcilia el cientificismo con una es-
piritualidad mística. El binomio razón-sentimiento sirve para rechazar
tanto las represiones y castigos impuestos por las religiones occiden-
tales como el materialismo marxista. Asimismo, dicho binomio es uti-
lizado para definir el código de la nueva moral social basada en el
sentimiento de obligación moral, el altruismo y la solidaridad.
Entre los agentes que podrán llevar a cabo este proyecto de Repú-
blica Social, Bark solicita el concurso de la Gente Nueva, luchadora
por el progreso, y de las mujeres educadas y emancipadas, alma de la
familia y del desarrollo de la sociabilidad. Ellos utilizarán las estrate-
gias educadoras y propagandísticas para la regeneración. Bark partici-
pa en los movimientos educadores reformistas, conectando con las
propuestas de la Institución Libre de Enseñanza. Además de replan-
tear el sistema educativo español, le interesa desarrollar una educa-
ción alternativa, sobre todo, para adultos. Su asociación Acción De-
mocrática, la Casas del Pueblo, la Universidad Popular y las Bibliote-
cas Populares... serán algunas estructuras fundadas por Bark no sólo
para la alfabetización y educación populares, sino también, para el
desarrollo de la sociabilidad.
En el marco pedagógico social, las letras desempeñan un papel
estratégico. Desde la prensa hasta cualquiera de los géneros literarios
sirven para la expresión del acervo cultural de una nación, pero tam-
bién, para la educación de la sensibilidad y la transmisión ideológica.
En este proyecto, el concepto de Modernismo sobrepasa el marco
extrictamente literario. Para Bark, Modernismo equivale a Moderni-
dad. O sea, al movimiento progresista que se propone la moderniza-
ción de España, que parte del rechazo de todo lo instaurado y propo-
ne el respeto de la Democracia en el sentido radical del término.
Modernista toda aquella Gente Nueva, todos los jóvenes «de espíri-
tu», todos los escritores, artistas, periodistas, bohemios, intelectua-
les... disidentes y altruistas que luchan por el progreso de la Humani-
dad. La bohemia, no «golfemia», es el símbolo de esa disidencia, del
culto a la libertad y el ideal. Por ello, Bark intentará crear un cenáculo
para mejorar las condiciones de vida de este «proletario de levita» y
dignificar las profesiones de escritor y artista. Semejantes propósitos
se llevarán al campo de la prensa a fin de que a los periodistas sean
312
socialmente reconocidos. La prensa es una fuerza política y social.
Sirve de medio de expresión de la conciencia colectiva y es un instru-
mento democratizador de la cultura y la literatura. Para que la literatu-
ra española cumpla los objetivos civilizadores que el Socialismo Posi-
tivo le atribuye, Bark exige su modernización y popularización. Por
estas implicaciones sociales, realiza una apología del Naturalismo
Social, sobre todo en novela y teatro. Al mismo tiempo, confía en la
literatura idealista y romántica como forjadora de las grandes ideas-
fuerza en los creadores-genios capaces de conducir a los ciudadanos
hacia las grandes epopeyas de la historia. Todas estas tendencias son
consideradas modernistas por superar los cánones estéticos y los ob-
jetivos de la literatura burguesa. Los Vencidos es su única creación
artística. Se trata de una novela «realista-socialista» en la que la auto-
biografía romántica se entremezcla con el discurso político social su-
peditando cualquiera de los componentes narrativos a las digresiones
proselitistas.
Bark fue el introductor directo del pensamiento europeo, al que
tuvo acceso directo por su poliglotismo, su espíritu cosmopolita y su
romántico itinerario biográfico. Ante sus correligionarios se presentó
como un ejemplo vivo del activismo nihilista revolucionario que co-
noció las desventuras del exilio. Finalmente, destacará por ser un ve-
hemente e incondicional propagandista de los preceptos y valores de
una moderna y regeneradora Política Social entre el pueblo español,
su pueblo de adopción.
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Pueblos precursores, La Hacienda del porvenir, El Ministerio del
Trabajo, Estadística Social, La Revolución y el Arte, La Filosofía del
placer, Madrid, Biblioteca Germinal, 1897. Este volumen fue des-
pués ampliado en una colección cuya edición definitiva se realizó
entre 1900 y 1907.
- La República Social, Madrid, Biblioteca Germinal, 1897.
- Elgerminalismovla Unión Socialista, Madrid, Biblioteca Germinal,
¿1900?
- Modernismo, Madrid, Biblioteca Germinal, Imprenta de Pérez y
Compañía, 1901.
- Recuerdos Bohemios (1878 a 1900), bajo el seudónimo A. de
Santaclara, Madrid, Biblioteca Germinal, 1901 y 1903.
- Reorganización Republicana, Madrid, 1901.
- Política Pedagógica, Madrid, La Unión de Padres de Familia, 1902.
- El alma española, Madrid, Biblioteca Spanisch-Deutsche Revue,
1903.
- La convención española, Madrid, Biblioteca Germinal, ¿1904?
- Vicente Blasco Ibañez, Serie Biografías Contemporáneas, Madrid,
Biblioteca Germinal, ¿1903-1906?
- A la barra, acusación pública contra Salmerón, bajo el seudónimo
A. de Santaclara, Madrid, Biblioteca Germinal, 1905.
- El general Luque y el problema de España, Serie Biografías Con-
temporáneas, Madrid, Biblioteca Germinal, Libr. de Escritores y
Artistas, 1906.
- Política Social. Soluciones positivas de la sociología contemporá-
nea, en su forma final datada en 1907 constaba de los siguientes
volúmenes1:
- El Internacionalismo o Rivalidades mundiales Madrid, Biblioteca
Germinal, Impr. Fortanet, 1900.
- Socialismo Positivo, Madrid, Libr. Valero Diaz, Biblioteca Germinal,
1901.
- La Revolución Social o La Paz Social, Madrid, Biblioteca Germinal,
Libr. Valero Diaz, 1902.
- Estadística Social o Los Reyes del Oro, Barcelona, M. Zorio, Lezcano
y Compañía, 1903.
- La Revolución y el Arte o Progreso y Arte, Madrid, Biblioteca
Germinal, [s.d.].
- Filosofía del Placer o Filosofía de la dicha, Madrid, Biblioteca
Germinal, 1907.
- La invisible. Novela contemporánea político- social, Madrid, Libr.
de Escritores y Artistas, 1907.
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- Joaquín Dicenta, Serie Biografías Contemporáneas, Madrid, Biblio-
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- Al murmullo de la selva, (Recuerdos Bohemios), Madrid, Bibliote-
ca Germinal, ¿1910-1913?
- La sed de amar, (Recuerdos Bohemios), Madrid Biblioteca Germinal,
¿1910-1913?
- Alborada, La Invisible y Aurora Boreal, Trilogía de Novelas
Intemacionalistas Contemporáneas, Madrid,Tip. El Liberal, (1913.).
Posteriormente reapareció bajo el seudónimo A. de Santaclara,
como una tetralogía cuyo título general era Alborada y compren-
día: Los vencidos, La invisible, La ciudad negra y Alborada, Ma-
drid, Biblioteca Germinal, (s. a.).
- La Fórmula Social. Las soluciones sociales radicales y los socialis-
tas, anarquistas y sindicalistas, Madrid, Biblioteca Germinal, 1913.
- La crisis mundial..., Madrid, Spanisch-Deustche Revue, Impr. de
Felipe Peña Cruz, 191 7. Constaba de los siguientes folletos:
/ -La supremacía Universal.
2 -Ideales Ibéricos.
3 -La hora de España.
4 -La paz honrosa.
5 -Después del triunfo.
6 -El mundo por venir.
- El bolcheviquismo en España: la verdad sobre Rusia y el sindica-
lismo y la democracia sindical, Madrid, Librería pedagógica, [s.
a.], 2a ed., 1919.
- Ante la batalla, folleto, [s. d.].
- La ciudad negra, Novela política contemporánea, Madrid, Tip. EL
liberal, [s. a.].
- La religiosidad en España, Madrid, Spanish-Deustche Revue, [s. a.].
- Siluetas del Natural, con Silueta del autor por Alejandro Sawa,
Biblioteca Germinal, Madrid, [s. a.].
- Soluciones literarias y una contestación a varias preguntas y a al-
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