Peirano - Una Memoria Del Teatro Peruano
Peirano - Una Memoria Del Teatro Peruano
Peirano - Una Memoria Del Teatro Peruano
Introducción. 5
Capítulo 1
Idea e imagen del teatro a mediados del Siglo XX 12
Capítulo 2
Para empezar a entender el teatro en el Perú 24
Capítulo 3
Por qué y cómo se llega al teatro. 32
Capítulo 4
Por una historia del teatro en el Perú 42
Capítulo 5
Pensar el teatro 52
Capítulo 6
El teatro y la universidad 62
Capítulo 7
Cómo era el teatro que yo vi 75
Capítulo 8
El cambio acelerado: los años 70 empiezan el 68 89
Capítulo 9
Sobre el uso “instrumental” del teatro 95
Capítulo 10
El nuevo teatro universitario 109
4
Capítulo 11
Las CC.SS., la política y el uso de la analogía teatral 119
Capítulo 12
La nueva sociología y el teatro 135
Capítulo 13
Repensar el teatro y la nueva sociedad 141
Capítulo 14
Regreso, crisis y fin de un proyecto político 159
Capítulo 15
ENSAYO, democracia y violencia 186
Capítulo 16
Las formas de la violencia y la búsqueda interior 206
Capítulo 17
Fin de siglo y regreso a la universidad 215
Capítulo 18
El teatro como forma de conocimiento y comunicación 228
Capítulo 19
Palabra y performance 238
Capítulo 20
Cómo se explica el teatro: a manera de balance 248
ANEXOS
Pero hay más: ¿Qué significa actuar y qué significa hacer teatro en el
Perú? Preguntas complementarias y tanto más difíciles que las
primeras. Referirse a una realidad específica –tan compleja y difícil
como querida– en la que uno intenta, a su vez, un trabajo creativo en
relación directa con el contexto específico que le toca vivir, supone
una preocupación todavía mayor de la que queremos dar cuenta.
Tal vez sea necesario aclarar que las preguntas están planteadas en
su dimensión más compleja, porque sin lugar a dudas hay quienes con
todo derecho no tendrán ningún problema en responder a las mismas
con el candor, la entrega y la pasión del aficionado –del “amador” – o
con el pragmatismo terminante de aquel a quien le basta el
diccionario.
Basta entrar un poco en este mundo para darse cuenta de que las
posibilidades de hacer y entender lo que conocemos como actuación y
como teatro es algo bastante complejo. Por esta razón, se ha
intentado ampliar este concepto a lo largo de la historia del arte y el
desarrollo de las ciencias sociales, especialmente con el concepto
performance, aunque sin conseguir eliminar la angustia que produce la
amplísima infinitud y variedad de la actuación humana.
Por su parte, la vieja analogía del gran teatro del mundo nos permite
referirnos a cuán convincentemente, bien o mal, uno representa su
papel, cualquiera que éste fuese. Además, como la discusión, en el
caso que menciono, se daba entre sociólogos, politólogos y
antropólogos, podía también referirse al candidato como actor social.
Debemos aceptar que hay un uso común del término actor como aquél
que tiene un desempeño convincente sobre su propio papel, de quien
aparenta bien, sin suscitar recelos ni dudas sobre lo que dice, aunque
pueda ser que no sepa bien ni sienta mucho lo que dice.
1
Decreto 1529 del 31 de diciembre de 1821. Publicado en La Gazeta Oficial. Sección de Gobierno.
Espectáculos públicos. En Colección de Leyes, Decretos y Ordenes, publicadas en el Perú desde
1821 hasta 31 de diciembre de 1859 por el Dr. Juan Oviedo, Tomo Cuarto. Capítulo Trigésimo
Primero.p.332. Felipe Bailly, editor, Lima, 1861
13
un movimiento teatral, es probable que, en vez de novelista, hubiera
sido dramaturgo, porque el teatro fue mi primer amor, desde que,
todavía de pantalón corto, vi en el Teatro Segura una representación
de La muerte de un viajante de Arthur Miller, por la compañía de
Francisco Petrone. Pero, escribir teatro, en la Lima de aquellos años,
era peor que llorar: condenarse, o poco menos, a no ver nunca lo que
uno escribía de pie en el escenario, algo todavía más triste y frustrante
que, para un poeta o un novelista, morir inédito” 2.
2
Mario Vargas Llosa , Prólogo a Obra reunida: Teatro, Editorial Alfaguara, Madrid, 2001. El autor
ha repetido este mismo testimonio en muchas ocasiones. Cfr. Memoria del Teatro, Televisión
Nacional del Perú, IRTP, Lima.
3
En Palpa, Ica. Relatado en Socialismo y participación No.43, CEDEP, Lima, setiembre de 1988,
con motivo de reseña de presentación de MILLONES, Luis, El Inca por la Coya: historia de un
drama popular en los Andes peruanos, Fundación Ebert, Lima, 1987.pp.119-123.
14
Esta primera idea de la palabra teatro tuve que repetirla veintitantos
años más tarde, cuando tuve que dar una explicación parecida para
calmar el llanto de mi hijo mayor, a quien había llevado a una función
de teatro que yo mismo dirigía 4, en la que un personaje agredía a otro
con una espada de madera que colocaba bajo el sobaco del actor,
quien a su vez se las ingeniaba hábilmente para manchar su ropa y la
propia espada con un espeso jugo de tomate, mientras ahogaba un
grito de dolor y caía sin vida al suelo. Otra vez: “Es teatro, hijo mío, no
es verdad, calma”. Pero yo mismo requería calma, porque, me dolía
haberlo expuesto al susto y tener que darle el mismo tipo de
explicación que yo había recibido sobre algo que ya había empezado
a entender y amar como la mejor manera de tratar con la verdad.
Los niños se toman todo en serio y esto puede aterrarlos. Lástima que
sea una manera –bastante frecuente por cierto, especialmente con los
payasos en los circos– de que los niños empiecen a aprender sobre la
materia. Los directores saben que los niños tienen una lectura del
hecho teatral que es directa, “literal” o “al pie de la letra”, valga la
expresión, porque el reconocer el valor metafórico del hecho teatral
requiere de un aprendizaje especial. Al referirse a los tipos de
espectadores de un espectáculo teatral, Eugenio Barba ha señalado
así hasta cuatro tipos, el primero de los cuales es el de niño, que
entiende directamente y sin mediación alguna.
4
Ubú Presidente de Juan Larco, octubre de 1980.
15
tampoco a sus ex alumnos al tipo de vida que el teatro presupone, o a
que alguno se dedicara al teatro como una profesión u opción de vida.
5
HIRSCHHORN, Gérald, Sebastián Salazar Bondy: Pasión por la cultura, Fondo Editorial UNMSM,
Lima, 2005, Capítulo 6.
17
No puedo, sin embargo, dejar olvidado un pequeño reducto, muy en el
interior de mi memoria, que me remonta a cuando salí a escena
aquella primera vez como el personaje Pepillo en la zarzuela Los
aparecidos. Algo más que cantar o representar lo que había ensayado
apareció entre mí y la gente que llenaba el paraninfo del colegio,
mediado por una fosa oscura donde estaba la pequeña orquesta. La
recuerdo muy bien, aunque me sea tan difícil definir esa sensación de
estar en otro lugar muy diferente al de la vida cotidiana. Solamente
cuando he leído o escuchado testimonios de actores de los más
diversos lugares, me he dado cuenta de que allí, y no simplemente en
“repetir una conducta estudiada” como se puede describir
intelectualmente a la actuación, está el verdadero signo del teatro. No
hay que darse cuenta ni aceptar un factor religioso o mágico, si se
quiere, dependiendo de cada cultura y cada sujeto, pero hay algo
poético indescriptible que define esos momentos de la teatralidad.
La idea común y mayoritaria del teatro tiene mucho que ver con el
grado de desarrollo del mismo y de su valoración social en cada
comunidad. Muchos de los cines de los años cincuenta en Lima eran
cine-teatros y, como consecuencia, no era excepcional que mucha
gente, sin formación mayor, confundiera todavía –por increíble que
parezca– el teatro con el cine.
El teatro del Perú de los primeros años 60, época en que terminé el
colegio y entré a la universidad, no fue sustantivamente distinto de los
cincuenta, salvo por la televisión. El teatro de esos años gozaba de
modestos avances, pero tenía buena salud y la actividad teatral era
sostenida especialmente por asociaciones o instituciones
independientes, la gran mayoría de las cuales se había fundado hacía
pocos años. La diferencia con el número de funciones que daban los
grupos de teatro locales la década anterior era notable, porque hasta
entonces con frecuencia no pasaban de tres o cuatro funciones,
aunque se hubiese ensayado igual cantidad de meses. Éstos son los
años cincuenta, de los que varios intelectuales, profesores, e incluso
empresarios han dicho y escrito que de no ser por el panorama
desalentador que ofrecía el teatro en esos años para un joven
dramaturgo, se podían haber dedicado al teatro.
Fue así también que surgieron, entre otras cosas, los primeros
programas escritos especialmente para la televisión, como Bar Cristal
y Kid Cristal, que contaron con la participación de escritores, directores
y actores provenientes del teatro.
Los años sesenta fueron los años del gran auge de la televisión
peruana y del desarrollo de una industria de exportación realmente
competitiva. Fueron los años en que los actores de “Natacha” o
22
“Simplemente María” podían codearse con los actores europeos en los
festivales de cine en el continente americano y que los productores y
broadcasters competían de igual a igual con los del norte.
6
Se andinizan las ciudades de la costa, como es obvio, que son las que además sufren el
desborde popular en la segunda mitad del Siglo XX.
25
La concepción más común del teatro es la que se sustenta en la
primera vertiente y que tiene un sustento escolar y académico y, por
esto, ha adquirido cierta hegemonía formal a lo largo de casi cinco
siglos y está presente en el desarrollo de nuestra cultura con notables
exponentes locales, especialmente en el teatro satírico y la comedia
en general. Ella incorpora nuestro teatro al mundo occidental y
cristiano y es la que nos introduce de variadas maneras, en primera
instancia y por consecuencia, al mundo de la globalización.
Pero es innegable que existen otros teatros que han tenido una
especie de avance un tanto más subterráneo e incluso clandestino,
luego de varios siglos de resistencia pasiva, y tienen su razón de ser
en el proceso político interno y en las corrientes migratorias del campo
a la ciudad que caracterizan al conjunto de nuestra sociedad. Éste es
un teatro no profesional, en el sentido de que no vive de una taquilla,
aunque tampoco renuncie a pedir un apoyo voluntario a su esfuerzo.
7
ARTAUD, Antonin, El teatro y su doble, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1971.
27
Al peso ocasional de las modas, que llegaron a través de viajeros
ocasionales y de publicaciones especializadas de intercambios
propiciados por las delegaciones diplomáticas, e incluso por la
televisión, debe sumarse el desorden en el que fueron llegando. Es
interesante reconocer, por ejemplo, que en muchos casos se conoció
la influencia de movimientos de reacción contra el naturalismo, la obra
del mencionado Antonin Artaud, del teatro pánico, o incluso el teatro
épico de Bertolt Brecht, antes de que se conociera de manera directa y
sistemática el teatro europeo clásico, consecuencia de propuestas de
trabajo más coherentes y sistémicas como la de Saxe-Meiningen en
Alemania o la del propio Constantin Stanislavsky en Moscú. Era, de
alguna manera, como acoger el surrealismo antes de conocer el
clasicismo. Era, parafraseando a Ricardo Blume, como conocer la
vanguardia antes que la retaguardia. No es posible poner a todos los
vanguardistas en el mismo saco, porque hay quienes viven
intensamente una pasión por expresar su vivencia personal en el Perú
de una manera distinta y no simplemente por moda y el mero atractivo
externo. De ambas actitudes está hecha también la historia del teatro
en el Perú.
8
SILVA-SANTISTEBAN, Ricardo, editor, Antología General del Teatro Peruano, Fondo Editorial,
PUCP, Lima, 2002.Cinco tomos.
9
AZOR, Ileana, Origen y presencia del teatro en nuestra América, Editorial Letras Cubanas, La
Habana, 1988.
29
tienen una notable semejanza con los que se hacen en nuestro caso.
No hay por qué seguir al pie de la letra la voluntariosa tarea del Inca
Garcilaso por buscar los equivalentes de la tragedia y la comedia
latina en el antiguo Perú, pero tampoco debemos olvidar que es
imposible que no existieran formas de representación, que son
inherentes al desarrollo de las comunidades humanas. La permanente
crisis de representación de lo que llamamos la sociedad peruana tiene
tal vez su origen en esta supuesta carencia.
10
ROCA REY, Ricardo, El teatro en el Antiguo Perú, Inédito, cinco tomos. En poder de su hijo del
mismo nombre.
11
Tema del cual nos ocupamos varias veces en este trabajo más adelante y sobre el cual hay una
muy amplia bibliografía al final del mismo.
30
12
HERNÁNDEZ, Max; LEMLIJ, Moisés; MILLONES, Luis; PÉNDOLA, Alberto y
ROSTWOROWSKI, María, Entre el mito y la historia, Fondo Editorial Biblioteca Peruana de
psicoanálisis, SIDEA, Lima, 1987; El umbral de los dioses, Lima, 1991.
31
más claras en nuestra estructura política que aceptar que tenemos
una precaria articulación social y política.
13
Uno de los mejores ejemplos de lo dicho se encuentra en los diversos trabajos del sociólogo
francés Jean Duvignaud. Ver especialmente: DUVIGNAUD; Jean, Sociología del teatro. Ensayo
sobre las sombras colectivas, Fondo de Cultura Económica, México, 1966.
34
que una actividad humana no reclame alguna suerte de refinamiento o
destreza comparable al de las formas artísticas.
14
HUIZINGA, Johan, Homo ludens, Alianza Editorial, Madrid, 1998.
15
GADAMER, Hans-Georg, Verdad y Método 1, Ediciones Sígueme, Salamanca, 1999. p.143.
35
ejemplo, como criterio principal para distinguir entre todos los juegos
uno que da cuenta de ciertas ganas o ansia natural por ser otro, de
jugar a ser diferentes, de no ser por algún momento quienes somos.
Los juegos teatrales exigen ciertas condiciones que empiezan con una
vinculación excepcional con el movimiento corporal, así como un
compromiso con el espacio circundante. El niño o adulto que juega
teatralmente –y en esto no hay diferencia en la actitud básica– se
proyecta hacia el entorno e incluye, en cuanto puede, objetos de
diferente tipo para buscar un sustento físico, un anclaje corporal en el
que apoyar su imaginación, la misma que juega un papel central
mucho mayor que cualquier otro tipo de habilidad racional.
16
“In other words, it is play that is the universal, and that belongs to health: playing facilitates
growth and therefore health;” D.W. Winnicot, Playing and reality, Routledge, London, 1971 p.41.
37
muchos le hacen caso a este impulso natural de la vida en comunidad,
son mucho menos los que llegan a intentarlo.
Son menos aún los que entienden el juego, y muy pocos los que
entienden y se quedan, porque hay quienes lo intentan y llegan al
teatro, pero no lo entienden en su formulación artística, y hay quienes
entienden pero se van por otras necesidades más apremiantes o por
temor. Muy pocos llegan, entienden, se reconocen en el teatro y se
quedan.
Hay actores que lo hacen “sin darse cuenta”, pero son sin duda la
excepción, debida a factores naturales de talento muy especial.
Todavía hay –como hubo siempre a lo largo de la historia, y es de
esperar que sigan apareciendo– personas que nacen con el don
17
MASTROIANNI, Marcello, Sí, ya me acuerdo. Memorias, Ediciones De Viva Voz, Barcelona,
1997.
39
natural de la creación artística, especialmente porque la técnica del
teatro puede ser aliviada con el talento excepcional, tanto o más que la
de ninguna otra actividad artística. Algunos sostienen que los mejores
actores no son muy inteligentes y generalmente no tienen mucha
instrucción. Vittorio Gassman decía: “El actor no debe ser
especialmente culto y ni siquiera especialmente inteligente; incluso
debe ser –quizá– un poco idiota. Sí, sí, si fuese completamente idiota
sería un grandísimo actor” 18.
18
Charla con Eugenio Scalfari y Marcello Mastroianni del 6 de julio de 1996, en Prólogo de Sí, ya
me acuerdo.Memorias, de Marcello Mastroianni, De Viva Voz, Barcelona, 1997.p.12.
19
Idem. P.14.
40
construyendo imágenes y objetos que los identifiquen y a la vez
estimulen su percepción personal a fin de confrontarla con los
espectadores desde la escena. Los creadores en el teatro, como de
alguna manera todos los artistas en general, son inconformes con su
apariencia, sus recursos o los del contexto en el que viven. Es por esto
que buscan compensar o reparar con su trabajo artístico las
limitaciones que encuentran en la vida real. Hay por cierto
complacencias y narcisismos en el teatro, pero hay más
inconformidad, incluso con la propia apariencia de quienes en la vida
común podrían ser considerados como poseedores de especial
belleza, pero que sorprendentemente para un observador imparcial no
se aceptan como tales y buscan alguna forma de reparación en su
trabajo artístico. Esto, que en principio está focalizado en el yo
corporal de los actores, y de otra manera en los dramaturgos o
directores, se extiende a todo tipo de carencias, deformidades o
insuficiencias que requieran alguna suerte de reparación 20.
20
Debo la formulación más explícita de esta idea a conversaciones con el psiconalista Luis
Herrera, con quien a lo largo de mi trabajo universitario he compartido reflexiones sobre los
procesos psíquicos de la creación artística. Puede verse también ANZIEU, Didier,et.al,
Psicoanálisis del genio creador, Editorial Vancú, Buenos Aires, 1978. SEGAL, Hanna, Sueño,
fantasma y arte, Nueva Visión, Buenos Aires, 1995, así como los trabajos del propio Sigmund
FREUD sobre el dramaturgo que imagina para el escenario los personajes psicopáticos como
alternativa a la culpa o a carencias específicas. Sin duda un tema para mucha investigación y
estudio en profundidad.
41
volverá a trabajar esta imagen para usar lo que convenga y cambiarla
de acuerdo a las necesidades de su nuevo proyecto. Sólo con la
fuerza de esta imagen, que lamentablemente a veces es muy pobre o
que se limita a cierta belleza y atractivo personal, podrá lanzarse a la
aventura de crear un auténtico y maduro proyecto creativo.
Es por esto que una buena introducción al mundo del teatro supone
estudio, práctica rigurosa, investigación. Solamente así quien quiera
quedarse en él tendrá el bagaje de conocimiento y experiencia que
han dejado como fruto los esfuerzos creativos de actores y
dramaturgos, que imaginaron y crearon a lo largo de cientos y miles de
años para la escena.
Los años sesenta fueron los años de la televisión, pero también los
años en los que adquirieron mucho vigor productivo los grupos
teatrales independientes, así como se mantenían vigentes algunas
compañías de teatro formadas por los herederos de las antiguas
compañías españolas que habían girado por América Latina durante
los años de la posguerra. En ambos casos, la fuerza de la vertiente
europea y norteamericana, a la que muy comúnmente se pretende
reducir completamente el concepto de teatro, predomina en el
escenario urbano. Estos son los años en que se afirma también una
dramaturgia local que da cuenta de los procesos sociales que vive el
Perú, especialmente en las ciudades.
21
Miguel Rubio, director de Yuyachkani, por quien guardo el mayor respeto y consideración
profesional –además de una gran amistad- me insiste en que debo limitar a Lima este título. Estoy
parcialmente de acuerdo en la medida que nuestra historia debe tener muy presente su pretensión
final, que es el Perú, aunque vaya avanzando poco a poco y empezando, como resultará obvio y
justificado, por la capital.
43
Por lo general, la historia escrita del teatro peruano ha sido la historia
de la literatura dramática, el análisis de la biografía y las propuestas de
los autores o dramaturgos, algunos pocos de ellos escritos en
quechua, pero la inmensa mayoría en castellano. Si revisamos las
más importantes contribuciones en la historia del arte y la cultura en el
Perú, encontraremos que el teatro se limita principalmente al análisis
temático y la vida de los autores de los textos de literatura dramática,
mucho más que a las acciones y situaciones teatrales, así como de la
música, el vestuario, la escenografía, la iluminación o cualquiera de los
componentes principales del espectáculo teatral. No hay, por tanto,
una historia del espectáculo que incluya a todos aquellos que hicieron
el teatro, más allá de quienes hicieron la dramaturgia de la escritura
literaria que permanece. Es muy sugerente recapacitar, al reconocer la
falta de memoria e historia del teatro, sobre las contribuciones de tanta
gente de teatro cuya creación ha quedado simplemente olvidada.
Incluso entre la misma gente de teatro ha habido muy poco interés por
preservar lo hecho en el teatro más allá de la memoria de quienes
heredaban un oficio, que continúa siendo reducto principal de
conocimiento y práctica de la teatralidad. A poca gente en el campo
académico e intelectual le interesó dejar cuenta de lo que pasó con los
actores, técnicos, productores y directores. La historia del arte en el
Perú ha sido bastante pobre en estudiar el papel de las personas y
grupos humanos que hicieron teatro, especialmente el aporte de los
actores y directores, por no referirnos a los tramoyistas y técnicos, que
todo el mundo sabe y reconoce que son fundamentales en los teatros,
pero que simplemente no aparecen para las audiencias del momento y
mucho menos para la posteridad.
44
El avance de la radio y de la televisión fue un factor muy importante
también en este aspecto y de varias maneras. Para empezar, porque
comenzaron a quedar huellas grabadas en sonido e imagen del
trabajo de los actores, tarea en la que el cine había hecho también su
aporte. No son pocos los espectáculos filmados, y más tarde grabados
para dejar registro y constancia de los mismos, aunque se reconocía
que su valor cinematográfico y artístico propiamente dicho era muy
reducido. Pero también, y de inmediato, porque la producción se hizo
más ordenada y sistemática por las nuevas formas de organización de
la producción de espectáculos, alentadas sin duda por el afán de
eficiencia y eficacia de la modernidad para ganar audiencias y, por
tanto, taquilla.
Digo esto para alertar sobre un defecto mayor del que he conversado
con muchos actores y gente de teatro de más experiencia y
trayectoria, especialmente sensibles al tema, y que nos hacen ver que
algunos recuentos de historia del teatro, incluso en el que los actores
dan testimonio, aparecen sin identificar de dónde vienen, quién les
enseñó o a qué escuela pertenecen. Al respecto vale la pena recordar
a José Carlos Mariátegui, que alertaba sobre la falsa, aunque
frecuente, idea en los peruanos que creen que la historia empieza con
ellos.
En Lima nació, aunque fue luego inscrito en Buenos Aires, el hoy muy
célebre actor español don Fernando Fernán Gómez, cuando su madre
se encontraba en gira por Latinoamérica como damita joven de la
Compañía de María Guerrero y Fernando Díaz de Mendoza 22
22
FERNÁN GÓMEZ, Fernando, El actor y los demás, Editorial Laia, Barcelona, 1987.
47
tipo de papeles y géneros, desde los clásicos antiguos y modernos
hasta varieté y circo.
Durante los años sesenta, sin embargo, son ya muy pocas las
compañías que nacen y optan por trabajar de manera permanente o
principal en el Perú. La más importante de estas compañías fue sin
duda la Compañía de Comedias de Pepe Vilar, que fundara el joven
actor José Vilar, que llegó a Lima en 1962 como galán de la ya citada
Compañía de Társila Criado.
Vilar –igual que su hermana Lola, que le seguiría los pasos al poco
tiempo y que habría también de fundar su compañía años más tarde y
cultivar un público muy significativo en compañía de su esposo
Leonardo Torres–, era hijo, nieto y bisnieto de actores. Aprendió como
todos los actores de su tiempo, gastando zapatos sobre los escenarios
y siguiendo los consejos de los “capocómicos”.
Pepe Vilar tuvo tanto éxito en el teatro limeño de esos tiempos y llevó
a tanta gente de sectores medios al teatro con sus celebradas
comedias, que luego llevaría también a la televisión, que algunos
críticos -un tanto despistados e ignorantes por cierto- lo llamaban el
verdadero padre del teatro moderno en el Perú. Vilar tuvo en realidad
un éxito arrollador con sus temporadas de teatro en la Sala Alzedo y
en la televisión con el programa “Teatro como en el teatro” y luego con
el programa cómico “Matrimonios y algo más”.
23
Entre las muchas y variadas historias del teatro ha mantenido su vigencia, aunque tampoco
exenta de cuestionamientos, la de Silvio D´Amico, Historia del Teatro Universal, publicada en
cuatro tomos por Editorial Lozada, Buenos Aires, 1954.
24
Publicado en 1946, ha sido reimpreso en varias oportunidades. BENTLEY, Eric, The playwright
as thinker. A study of drama in modern times, Harcourt Brace Jovanovich Publishers, New York,
1987.
54
fallidas por no encontrarse dentro de la vertiente naturalista que
defiende con ardor y pasión.
Al respecto vale la pena distinguir otra vez entre dos tipos de ideas: las
ideas que son motivo de conflicto en la acción teatral y las ideas que
tienen los participantes sobre el hecho teatral mismo, incluidos los
espectadores, por cierto. Vamos a referirnos aquí especialmente al
segundo tipo de ideas, aun cuando no es posible separar tajantemente
unas de otras.
25
KELLY, Michael, editor, Encyclopedia of Aesthetics. Oxford University Press, Band 3, Oxford,
New York, 1998.
55
No se equivoca tampoco Saltz cuando señala que los académicos del
teatro han producido sobre todo estudios históricos de períodos
concretos o de movimientos teatrales, así como estudios críticos de
algunos textos dramáticos o de presentaciones específicas. Quienes
hacen teatro, por su parte, se han limitado por lo general a lanzar
manifiestos sobre su idea del teatro, declarando lo que el teatro debe
ser en el período que les ha tocado vivir, sin pasar de asumir como
válidas un conjunto de características generales del teatro,
generalmente muy poco fundamentadas y articuladas entre sí.
Tal vez por esto mismo prevalece en nuestro teatro más conservador
la muy poco cuestionada vigencia del pensamiento aristotélico.
Aristóteles nos dejó, entre las ideas que se pudo rescatar de su obra,
una explicación para la tragedia que se estima como fundamental para
explicarnos el sentido del teatro. Los elementos que componen la
tragedia son todavía incuestionablemente vigentes para la tragedia y
para buena parte de la dramaturgia que ha producido el ser humano.
Lo reconocen todos aquellos que tienen experiencia además de
formación académica en el teatro, incluidos los principales críticos del
teatro aristotélico, como el propio Bertolt Brecht.
26
NIETZCHE, Friedrich, El origen de la tragedia o Grecia y el pesimismo, Alianza Editorial, Madrid,
1973, 1997.
57
En un breve pero muy iluminador trabajo, Katia Hanza ha revisado la
enorme controversia que existe sobre el origen de la tragedia en el
mundo occidental y que para los filósofos e intelectuales en general
aparece de manera generalizada en el culto al dios Dionisio gracias a
“los dos colaboradores más dispares que jamás hayan existido:
Aristóteles y Friedrich Nietzche” 27. De manera análoga al trabajo de su
colega filósofo Aristóteles, Nietzsche parte del mismo lugar para hacer
precisiones, que Katia Hanza ha rescatado de manera sumamente útil
para quienes hacen y piensan el teatro, y lo hace de manera
provocativa, rescatando el cuestionamiento nietzscheano de una
palabra sagrada en el teatro universal, la palabra acción. La traducción
de drama para Nietzche debe ser suceso, señalando que el sentido
originario está vinculado a la danza y la pantomima propia del culto
dionisiaco y, por tanto, se debe al espíritu de la música. Manifestando
su rechazo a la teoría estética del arte basada en criterios morales o
lógicos de la filosofía, sugiere la necesidad de atender a los elementos
dionisíacos por excelencia, esto es: la música y el coro.
27
La cita irónica es de uno de los más entusiastas participantes en esta polémica: Gerald F. Else
en The Origins and Early Form of Greek Tragedy, que aparece en el texto de HANZA, Katia, Arte
como acción (escrita en griego en el original). Nietzsche sobre la tragedia, Revista ARETE, Vol. 1,
No.1, Pontificia Universidad Católica del Perú, Lima, 1989.
28
HANZA, Katia, op.cit. p. 64. Cf. Aforismo 89 de La gaya ciencia.
58
Éste sí es un elemento realmente clave, que –dicho sea
explícitamente–, más que abonar a favor de la tesis de Nietzsche,
aclara la naturaleza de la pretensión de Aristóteles, que es interesarse
ya no por los orígenes de la tragedia cuanto por su constitución
posterior gracias al aporte genial de quienes le dieron forma hasta que
adquiriese la que le dieron Esquilo y Sófocles.
29
FERGUSON, Francis, Aristotle´s Poetics, with an introductory essay, Hill and Wang, New York,
1961.
30
HANZA, Katia, op.cit, p. 69.
31
Citado por HANZA, op.cit, p. 70.No son pocos los autores que creen en el “teatro para ser leído”,
pero son absoluta minoría alejada del sentido mismo del teatro.Como interesante ejemplo entre
nosotros puede verse: UGARTE ELÉSPURU, Juan Manuel,Teatro para leer, Edición del autor,
Lima, 1982.
59
igualmente el sentido de Nietzsche en contra de Aristóteles, por una
razón que me parece crucial y es que olvida un factor clave en el
teatro que son los espectadores. Esta separación radical entre obra y
espectador, que Hanza, siguiendo a Nietzsche, entiende como válida
en los casos de la épica o la plástica, porque son arte apolíneo, es una
separación “reductora e insuficiente” –que yo me atrevería a
denominar aberrante– en el drama, que es un arte original y
esencialmente dionisíaco.
32
HANZA, citando a Nietsche, op.cit. p. 71.
60
sucede cuando a una masa entera de participantes se le comunica el
“don artístico de verse rodeada de semejante muchedumbre de
espíritus”, del carisma, el regalo de la capacidad de la formación, o de
la visión de imágenes. El coro hacía posible esta relación, aunque no
tuviese en sus inicios una trama compleja de acciones.
33
HANZA, Katia, op.cit. p. 75.
61
incentivar el estudio sobre las diferentes formas de entender, conocer
y de pensar el teatro.
34
De manera especial, pero no únicamente, HABERMAS, Jürgen, Teoría de la acción
comunicativa, Taurus, Madrid, 1987.
62
6. El teatro y la universidad
35
1 de mayo de 1964.
64
Los ensayos de esta obra, como sucedió con las anteriores, permitió a
los miembros del TUC conocer el local y la gente de la Asociación de
Artistas Aficionados (AAA), porque se estrenó allí en setiembre luego
de nueve meses de ensayos. Debo señalar que el tiempo de ensayos
duraba tanto porque era la ocasión en la que Blume enseñaba todo lo
necesario para enfrentar el teatro, incluido el papel que nos tocaba. En
este sentido, las clases de la escuela continuaban y adquirían mayor
sentido en los montajes y se prolongaban a lo largo de las funciones
de cada temporada, porque luego de cada función los actores
recibíamos notas escritas del maestro y, ocasionalmente, volvíamos a
ensayar con el objeto de aprender más y mejorar los resultados.
Nuestro propósito era –lo aprendí rápido y lo he hecho mío hasta hoy–
no solamente aprender el teatro y hacer buenos espectáculos
teatrales, sino también y muy especialmente contribuir a la
dignificación de la profesión del actor. Que nadie se avergonzara de su
amor al teatro y de la posibilidad de optar por dedicarse
profesionalmente al teatro y que la sociedad lo reconociera y
obviamente le garantizara la posibilidad de un empleo con el prestigio
y una remuneración adecuada a sus logros. Lo tuve desde entonces
muy claro y a ese objetivo me ha gustado contribuir siempre.
36
El Griego (o El Egipcio en otra versión), El Sirio y El Hebreo, tres personajes distintos que
discuten sobre la naturaleza de Cristo a propósito de su resurrección.
68
Una de mis pruebas de fuego fue, sin duda, tener que aceptar, en el
verano de 1966, el papel del galán en lo que llamábamos el elenco del
TUC, que lo conformaban, en buen romance, los que ya tenían cierta
experiencia y no tenían problema en inscribirse para postular a los
papeles del siguiente reparto. Esto suponía que no tenían problemas
de viaje, exámenes, trabajos atrasados, enfermedades o lo que fuera,
porque una vez que te comprometías no podías faltar a un ensayo y
debías cumplir tu compromiso hasta la última función, so pena de no
volver más por el lugar.
De modo que Blume me dio el papel a mí, que estaba por cumplir
recién 20 años, y que si de algo presumía era de informal y
campechano, y tenía todavía acné juvenil. Tremenda tarea. Cuando
escucho referirse al teatro como el arte de aprender una forma de
comportamiento, es decir de asimilar una forma de hablar, de caminar,
de moverse, recuerdo esta etapa de mi vida, porque tienen alguna
razón los que dicen que esto es el teatro; porque, aunque no lo sea
todo, sí es parte del teatro tener la capacidad de responder a las
exigencias del personaje al que te toca darle vida. El teatro, y
especialmente el arte de la actuación es mucho más que esto, claro,
pero es también esto, y ése fue el momento de mi vida en el que tuve
que dedicarme a entrenar más fuertemente que nunca, y a ensayar
ciertos tipos de habilidades corporales y mentales que me permitieran
realizar el personaje. Las técnicas de dominio corporal y vocal puestas
al servicio de un personaje que no se parece nada a tu esquema
corporal y vocal cotidiano son fundamentales y buena parte del
entrenamiento de los actores en la historia del teatro ha consistido
precisamente en esto.
Fue así que nos encontramos estudiando las Historias para ser
contadas de Osvaldo Dragún, que constituyeron la base de nuestro
primer programa de difusión. Hicimos solamente Historia de cómo
nuestro amigo Panchito Gonzáles se sintió responsable de la epidemia
de peste bubónica en el África del Sur, la Historia de un flemón
(originalmente un absceso) y la Historia del hombre que se convirtió en
perro, dejando de lado Los de la Mesa 10, que me encantaba a mí
porque había hechos algunas escenas en la escuela y, además era
una historia de amor. Violeta Cáceres, Jorge Chiarella, Enrique Urrutia
y yo conformamos el primer elenco que salió “de gira”, primero por los
diversos locales de nuestra propia universidad, pero luego a otras
universidades, colegios y hasta la propia cárcel de Lurigancho. Años
después, retomaríamos este montaje con algunos cambios en el
reparto.
Por esos años ya leíamos con tanto interés como respeto a Arthur
Miller y a Bertolt Brecht, pero habrían de esperar a que tuviésemos un
poco más de recursos. Mientras tanto, premunidos solamente de un
vestuario sencillo y cuatro sillas, llevamos las historias por varios
locales de la universidad y luego a otras universidades y colegios, a la
cárcel de Lurigancho y a algunas provincias del interior.
72
No hay nada más vital para un actor que sentir que su audiencia cierra
el círculo de su propuesta con su atención y encuentra alguna forma
de hacerla evidente, a veces por medio del ritmo e intensidad de la
respiración o el movimiento en los asientos. Sin la presencia viva de
los espectadores, no hay acción dramática posible.
Es un lugar común señalar que los grandes dilemas del teatro son los
mismos a lo largo de la historia. Ya lo habíamos aprendido al leer a los
clásicos, confirmando que el ser humano sigue siendo básicamente el
mismo desde los tiempos de Esquilo, Shakespeare, Lope de Vega y
Moliere, y muchas de las historias que cuentan son las mismas en
versiones diferentes. Pero ahora lo sentíamos con autores nuestros
con los que podíamos conversar, discutir, discrepar, y con relación a
textos contemporáneos escritos y montados en otras latitudes.
Por esa época fui tentado por mi jefe a escribir crítica de teatro, porque
además las pagaban mejor y el dinero me era cada vez más
necesario. Recuerdo que comenté el asunto con mi madre –a quien,
de paso, no le gustó nunca que yo hiciera teatro–, quien me dijo
suavemente: “¿Cómo, tú no eres del “gremio”? No se puede ser, pues,
juez y parte. O haces teatro o escribes crítica de teatro, pero no las
dos cosas”. Mi mamá no fue a la universidad, pero tenía un
razonamiento contundente.
75
7. Cómo era el teatro que yo vi
Íbamos mucho al teatro con los amigos y recuerdo que, si bien nos
quejábamos del número limitado de espectáculos teatrales de valor
que se hacía en Lima, comparando las carteleras nuestras con las de
Buenos Aires o Santiago, estábamos de acuerdo en que el panorama
era alentador. Mi pasión fue siempre reconocer la diferencia y por esto
me empeñaba en ir a todo tipo de espectáculos, incluidas las
comedias más populares y a veces un tanto chabacanas, así como a
las cada vez más escasas temporadas de ópera.
Pero el núcleo principal del desarrollo del teatro peruano de los años
sesenta fueron, incuestionablemente, los que se habían mantenido
con fuerza creciente desde su fundación, es decir: la Asociación de
Artistas Aficionados (AAA), el Club de Teatro de Lima, Histrión, teatro
de arte, el Teatro de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos
(TUSM) y el Teatro de la Universidad Católica (TUC).
La AAA había sido fundada el año 1938 por Alejandro Miró Quesada
Garland, Manuel Solari Swayne, Percy Gibson, Mocha Graña y Elvira
Miró Quesada, entre varios otros, y había mantenido una intensa
79
actividad cultural en Lima de modo que los años sesenta destacaba
notablemente por sus producciones sustantivas, especialmente de los
autores clásicos, pero también con muy interesantes propuestas de
autores contemporáneos. Le cabe a la AAA en esos años un gran
reconocimiento por notables producciones de teatro peruano,
destacando las de Enrique Solari Swayne, Collacocha, La mazorca,
Ayax Telamonio, entre otras que no es del caso reseñar aquí.
La ENAE había sido creada por Decreto Supremo el año 1946 durante
el gobierno de don José Luis Bustamante y Rivero, de quien se dice
que ha sido el único presidente del Perú que le gustaba y asistía de
verdad regularmente al teatro.
En los últimos años, dejó su local en el sótano del centro de Lima para
ubicarse -siempre en el sótano- en un edificio en el centro de
Miraflores, donde sigue dando cursos de teatro, así como de oratoria y
del arte de hablar en público. Además de actores y directores,
numerosos profesionales y políticos han pasado por sus aulas, entre
los que se cuenta a Alberto Andrade Carmona, ex alcalde de Lima y
líder de Somos Perú. D´Amore ha fundado y dirigido también el Teatro
Hebraica y el Teatro de la Universidad Nacional de Ingeniería, que
lamentablemente han tenido una vida más irregular y efímera.
37
PANTIGOSO,Manuel, Reynando entre las tablas, Cincuenta años del Club de Teatro de Lima
Editorial Hozlo, S.A., Lima, 2004.
81
38
HIRSCHHORN, Gérald, Sebastián Salazar Bondy: Pasión por la cultura, Fondo Editorial
UNMSM, Lima, 2005, Capítulo 6. pp.160.
39
Memoria del teatro. Ver relación al final como anexo II.
85
estudiada Paradoja del comediante de Denis Diderot no se trataba el
tema con el interés que merecía 40.
Reproduzco sus ideas con estas palabras que no deben estar muy
lejos de las que escuché de sus labios: “Si yo estoy actuando,
haciendo con mucha fogosidad, el papel de Mefistófeles en una
escena del Fausto de Goethe y debo caer al suelo, debería tener la
capacidad de ver dónde pondré mis manos y ver, por ejemplo, que hay
un clavo perdido en el mismo lugar del escenario donde debo poner
una mano. Si no tengo esa capacidad porque mi arrebato actoral me lo
impide, me haré daño, pero si tengo la cabeza fría, y conservo el
control, podré poner la mano simplemente un poquito al lado y seguir
con el papel sano y salvo. No debemos olvidar que es muy bueno –es
más, es fundamental– vivir la parte, como decía Stanislavsky, pero no
al extremo de no tener control sobre el personaje que tienes a tu
cargo”.
Recuerdo muy bien las conversaciones con este actor alemán, que
hablaba muy bien el castellano porque tenía notables vínculos con
Argentina y Chile, pero nunca supe más de él. Para entonces, ya
habíamos leído por indicación de Blume La paradoja del comediante
de Denis Diderot, que presenta de manera pionera esa misma idea,
pero es muy distinto para el teatro aprender de los libros que del
testimonio directo de los actores en el oficio. De Kübel aprendí
también el valor del aplauso en el teatro. “El aplauso es como el
orgasmo, nos decía complaciente; es muy bueno y vale la pena
tenerlo. Pero el aplauso sin el trabajo, los afanes y la satisfacción de
los ensayos, sin el cuidado de nuestro instrumento, de la relación
creativa con los compañeros –actores, técnicos, el dramaturgo, el
director– pues es extraordinario pero no vale solo, porque es muy
corto, se nos escapa de las manos; el valor del teatro, como el amor,
40
DIDEROT, Denis, La paradoja del comediante,Editorial La Pleyade, Buenos Aires,s/f, Prólogo de
Jacques Copeau.Biblioteca Central, PUCP.
86
no puede medirse solamente por el orgasmo del aplauso sino que
debe encontrarse en todo aquello que sucede detrás del escenario y
que hace posible la magia de una función”.
Por lo demás, fue una ocasión en la que pude dar rienda suelta a una
de mis grandes predilecciones, que es observar al público. He hecho
lo mismo ya como director años más tarde, durante las funciones,
ubicado detrás de la escenografía, donde podía ver directamente a la
audiencia, sin que ésta me vea, teniendo a los actores de por medio, y
he aprendido mucho del alma humana observando, a la vez que la
actuación de los actores, las reacciones de los miembros de la
audiencia.
88
Como es obvio, tuvimos que hacer un gran esfuerzo para hacer
posible la gira a Manizales, porque viajar con más de veinte personas
entre actores y técnicos es complicado si no hay un apoyo
especializado. Recuerdo bien que Blume le pidió a Jorge Semino, uno
de los pocos técnicos tramoyistas, heredero de la mejor tradición en el
Teatro Municipal, que nos acompañara. Todo estuvo listo para partir y
estábamos todos muy entusiasmados, pero el 3 de octubre fue el
golpe militar de 1968 y todo parecía desbaratarse.
Decidí irme a Santiago de Chile en carro con tres amigos, con quienes
teníamos la idea de entrevistar a políticos y escritores, especialmente
al ministro de la reforma agraria en el gobierno de la democracia
cristiana, el entonces famoso Jacques Chonchol, y ver qué hacía el
teatro de la Universidad Católica de Chile, que había estado el año
anterior en Lima y, ¿cómo no?, tratar de pasarla bien, cosa que,
honestamente, creo que fue lo que mejor hicimos.
En Chile comprobé más claramente por qué Blume había seguido tan
puntualmente los consejos de Eugenio Dittborn para organizar el TUC.
Había varias escuelas universitarias de teatro, con dedicación,
organización y un orden realmente admirables, y contaban con un
público mucho más habituado a asistir a los diferentes espectáculos
de cartelera. Había, como resultará obvio, una cartelera mucho más
rica y sugerente y entre las compañías de éxito figuraba la de José
Vilar. Los grupos universitarios e independientes, con mucha mayor
pretensión que entretener al público y hacer una buena taquilla, eran,
sin embargo, bastante más numerosos.
41
PRIETO, Antonio y MUÑOZ, Yolanda, El teatro como vehículo de comunicación,
Editorial Trillas, México, 1992.
42
Algunos pocos ejemplos de esto en: ARRAU, Sergio, El teatro y la educación, Tipografia
Peruana,Lima, 1968. DE ARAUJO, Hilton Carlos, Educación por el teatro, traducción y prólogo de
Sara Joffré, Centro de Estudios Brasileros, Lima, 1979; RAEZ, Ernesto, El teatro en la educación
popular, en Educación y comunicación popular en el Perú, Luis Peirano, editor, Desco e IPAL,
Lima, 1985 y 1988; SOTELO HUERTA, Aureo, Teatro escolar y juvenil: teoría y práctica, Editorial
San Marcos, Lima, 2000.
96
religioso ni al festivo, como tampoco prioritariamente a una
racionalidad que no le fuera propia. Aristóteles se encargó de describir
y analizar este proceso creativo libre en lo que se conoce hoy como La
Poética. Al tomar distancia de la magia, como de la religión y las
diversas formas del ritual –las mismas que intentan hacer evidente el
compromiso de los humanos con aquello que no se ve, aquello que
solamente se intuye y que es consecuencia de factores distintos, como
la revelación, el carisma de la fe, o el temor, pero que siempre aluden
a lo desconocido–, el teatro empieza a perfilar una manera de
expresar la realidad mediante aspiraciones propias del trabajo
artístico, donde la imaginación y la creatividad juegan un papel
definitivo.
Esta idea del teatro como propuesta lúdica, que no pretende forzar a
quien lo atiende, es justamente aquella que lo hace atractivo a quien
pretende usarlo como recurso educativo, religioso, político o
heurístico. De alguna manera, los profesores y maestros, como los
sacerdotes, los políticos y los comerciantes, buscan incorporar en su
desempeño algunos elementos de la poética y de la retórica. El uso de
los recursos de la retórica es más obvio, pero es claro que los de la
poética son indudablemente mucho más atractivos, en cuanto inciden
97
de manera más integral en las diversas facultades de los
espectadores. Un maestro es un expositor que busca transmitir
información y conocimiento, pero es también, en buena medida, un
actor o, como se dice en los últimos tiempos, un performer que busca
entretener, convencer y seducir a quienes lo escuchan.
43
MILLONES, Luis, “El poder como espectáculo”, El ceremonial cortesano del S. III en Moche y en
la capital virreinal del siglo XVII, en Dioses familiares, Congreso del Perú, Lima, 1998. pp.48-81.
44
SCHECHNER, Richard, Between Theater and Anthropology, foreword by Victor Turner,
University of Pennsylvania Press, Philadelphia, 1981.
98
en la cabeza de los responsables de la Iglesia desde los primeros
años del medioevo y desarrolló muy rápidamente, en especial en el
período de la Contrarreforma y el Concilio de Trento que empezó en
1545. La flamante Compañía de Jesús, punta de lanza de este
proceso, empieza a desarrollar desde muy temprano una campaña por
el uso de los medios artísticos y de comunicación de entonces,
principalmente la retórica, los medios de impresión y el teatro.
Existe siempre en los autos, sin lugar a dudas, una idea fuerza que es
la de propaganda de la fe, del valor de la eucaristía en aras de un
apostolado masivo y que hoy podríamos llamar de venta de ideas y de
propiciamiento de estados de ánimo favorables a la Iglesia Católica.
Existe entonces una abierta instrumentalización del teatro a favor de la
difusión de la fe, pero satisfaciendo reglas y convenciones de la
teatralidad, que producían espectáculos de gran arraigo y celebración
popular.
45
Al respecto es sumamente informativo el estudio de EPSKAMP, Kees P., Theatre in Search of
Social Change. The relative significance of different theatrical approaches, Centre for the Study of
Education in Developing Countries (CESO), The Hague, 1989.
102
veinte en el que dirigió el Volksbühne, y estableció su teatro épico,
documental y de didáctica política, empleando actores profesionales 46.
46
WILLET, John, en Erwin Piscator Political Theatre 1920.1966. A photographic exhibition
organized by the Deutsche Akademie der Künste zu Berlin, for the Arts Council of Great Britain,
1966, p.2-12.
103
teoría brechtiana de la alienación, la técnica del distanciamiento y su
vocación por una teoría integral del teatro, optando por una práctica
narrativa que integrase los recursos de maquinaria visual moderna a
favor de un nuevo tipo de espectáculo.
47
Persecusión y asesinato de Jean Paul Marat representado por los internos del hospital de
Charenton atrajo la atención de famosos directores de escena al aparecer en 1964. En Gran
Bretaña fue dirigida por Peter Brook, quien también hizo una película. En el Perú fue montada por
el grupo Histrión, teatro de arte, y dirigida por Sergio Arrau en 1966, con mucho éxito, y se le
recuerda como uno de los grandes éxitos del teatro peruano.
104
a los extremos de un teatro panfletario o de agitación y propaganda.
La idea principal de tomar un fragmento, un trozo, un pedazo de
realidad –que, es justo recordarlo, caracteriza a muchos intentos de un
arte realista en diferentes períodos de la historia– es tomada aquí para
denunciar algo que está mal y debe ser cambiado. Por otra parte, es
también una forma de restauración de la salud de la comunidad y de
alguna manera de intento de reparar al menos de manera simbólica
algo que resulta injusto y perjudicial a la dignidad del ser humano. El
papel reparador del teatro en todas las sociedades a lo largo de la
historia merece un tratamiento especial y debe empezar por el uso
comunitario del mismo.
48
La referencia bibliográfica que Juan Gargurevich nos alcanzó, luego de hacernos su encantador
relato por medio del correo electrónico, es: DOWNER, Lesley, Madame Sadayakko: La geisha que
conquistó Occidente, Lumen, Barcelona, 2004.
49
Hay cierto debate al respecto. Para algunos el orígen estuvo en Colombia cuando el dictador
Rojas Pinilla pide le traigan al mejor maestro para que enseñe teatro en su país. A quien traen a
Bogotá, es al director y profesor de teatro Seki Sano, que había sido discípulo de Brecht y
trabajaba en los años cincuenta en México, el mismo que tuvo entre sus alumnos, al llegar a
Bogotá, a Santiago García y Carlos José Reyes, entre otros. Debo esta información a Miguel
Rubio, director de Yuyachkani.
106
la difusión de las ideas de Boal, que por otra parte iban de la mano
con el propósito general de un teatro más comprometido con el cambio
social, se formaron grupos de teatro con este afán educativo o
concientizador en todo el país, muchos de los cuales fueron también
teatros de agitación y propaganda –aunque ya no necesariamente a
favor del proyecto del gobierno militar– y otros se hicieron más
profesionales y comprometidos con el oficio creativo, no
necesariamente vinculado al propósito educativo o político.
A quienes creían que los usos del teatro podían significar su muerte, la
historia les ha demostrado que ha sido todo lo contrario. La muerte del
teatro está más cerca de aquellos que hacen de él un mero recurso
50
GUMUCIO-DAGRON, Alfonso, Popular Theatre in Nigeria, UNICEF, Lagos, 1994. Community
Theatre for Health Awareness in Papua New Guinea, National Department of Health, Papua New
Guinea, 2002.
108
decorativo o de simple complacencia que de quienes lo toman
prestado para mejorar la vida de las comunidades a las que ellos y el
teatro se deben.
109
10. El nuevo teatro universitario: el nuevo TUC
Durante buena parte del año dimos funciones en la sala del TUC e
hicimos pequeñas giras mientras se ensayaba el siguiente montaje
con los mismos actores y otros que se iban sumando de la escuela.
Una adaptación de Alonso Alegría de Los cachorros de Mario Vargas
Llosa tuvo también una gran acogida del público, especialmente de los
estudiantes que pasaban permanentemente por la puerta del TUC en
el Jirón Camaná mientras circulaban entre las diferentes facultades.
Uno de los éxitos del III Festival de Manizales fue el que logró el
espectáculo Terceiro Demonio, hecho por el Teatro de la Universidad
Católica de San Paulo, el TUCA, que por lo demás tenía ya mucha
fama porque había ganado en años anteriores el Festival de Nancy,
Francia, con Vida y Muerte Severina de Joao Cabral de Melo Neto con
música de Chico Buarque de Holanda, bajo la dirección de Silney
Siqueira, espectáculo que además llegó a Lima por esos años.
Éste fue, sin duda, el montaje que llamó más la atención de los
veedores internacionales europeos que pasaron por Lima. Yo tuve
ocasión de conversar con uno de ellos luego de una presentación de
Peligro…, del cual lamentablemente no recuerdo el nombre, pero me
parece que era del Festival de Nancy, adonde invitaban al TUC con
frecuencia, pero adonde nos era imposible asistir por falta de recursos
y porque la mayoría de nosotros estaba en clases o trabajo en esa
época del año.
Por esos días había vuelto otra vez de Estados Unidos Alonso Alegría,
con quien yo había trabajado en Los cachorros como director
asistente. Me cuenta que se queda a vivir en el Perú y me pide que
trabaje con él desempeñando esa función en el Teatro Nacional
Popular, recién creado, –o recreado más bien, porque ya habían
existido versiones de teatro nacional, aunque con perfiles propios cada
vez– por el Instituto Nacional de Cultura, con el impulso de su director
José Miguel Oviedo. Alegría llama también a Alicia Morales, alumna
de la escuela y comprometida actriz y promotora del TUC que
trabajaba conmigo en el TUC, para que sea la secretaria de dirección.
115
El flamante TNP habría de tener dos elencos: uno de “primeras
figuras” del teatro nacional para hacer obras del más alto nivel y
reconocimiento, y otro elenco joven para hacer obras nuevas de corte
experimental y que hiciera giras por el país. Alonso me ofrecía que me
hiciera cargo del segundo elenco, pero antes debíamos montar La
muerte de un viajante de Arthur Miller, teniendo como protagonistas a
Hernando Cortés, Carlota Ureta Zamorano (una actriz heredera directa
de una de las más famosas dinastías de actores en el Perú, hija de la
muy famosa Ernestina Zamorano), Fernando Larrañaga, Hernán
Romero, Edgar Guillén, Manuel Delorio, Pablo Fernández, Aurora
Colina, Maura Serpa, Jorge Florez y Luis Córdova.
Uno podría creer que un actor profesional, de los que me tocaron esa
vez –y que no creo que, a pesar del indudable avance de nuestro
teatro, tengan mucha diferencia con los de hoy– posee los recursos
creativos para hacer y deshacer en el escenario sin mayor dificultad ni
reparo, y no es así. Los actores de esa oportunidad esperaban
indicaciones mías sobre todos sus movimientos, cosa que ya
habíamos dejado de lado en los últimos tiempos en nuestro teatro
universitario
Los años sesenta y setenta fueron los años de mayor auge de las
ciencias sociales en el Perú en directa relación con la enorme dinámica
que tuvo la sociedad peruana. Pero con la crisis social y el
debilitamiento y caída del gobierno militar surge también una crisis en el
pensamiento que de alguna manera intentaba entender lo que sucedía.
51
La expresión común “tras bambalinas” es incorrecta. Las bambalinas cuelgan de la parrilla del
teatro y usualmente cubren luces o artefactos también colgantes. Bastidores son armazones,
usualmente de madera y tela, que están dispuestos en el escenario mismo, de tal manera que
tapan, o esconden, lo que no se quiere mostrar. Los que dicen tras bambalinas tampoco saben que
en el teatro la izquierda es la derecha, y la derecha es la izquierda, nos recuerda el dramaturgo
chileno Jorge Díaz, porque en el teatro prevalece la posición del actor en el escenario y no la del
espectador.
122
El divo, para ser tal, debe encarnar algún tipo de aspiración colectiva y
ella no puede estar supeditada a intereses específicos distintos de los
que sustentan su prestigio. Los cómicos nacionales son por esta razón
123
considerados divos, y mucho más hoy en día a través de la televisión.
Su prestigio es tal que frecuentemente viven la tentación de aspirar a un
cargo político o son llamados para endosar su prestigio al de un
candidato.
Para empezar debe reconocerse que no hay en este caso una pregunta
abierta, como la hay sobre el Perú en el caso de Conversación..., sino
sobre una situación y un personaje muy concretos. Pero se dirá que es
también el caso de ¿Quién mató a Palomino Molero?, novela corta
inmediatamente anterior al estreno de La Chunga. La pregunta, sin
embargo, no cumple la misma función que en la obra de teatro, porque
presupone una persona externa a la acción, el narrador. La Chunga
126
carece del narrador (que es un personaje que sí aparecía en su primera
obra de teatro La señorita de Tacna), y no hay identificación del autor
con ninguno de sus personajes. Prevalece la entrega de la palabra (y el
consiguiente conflicto) a voces distintas, sin que ninguna prevalezca
sobre las demás.
Hay otras dos obras de entonces que hablan directamente del Perú del
momento: Vladimir de Alfonso Santistevan y Números reales de Rafael
Dumett.
Vladimir nos habla de una familia de clase media que apostó por la
utopía socialista al punto de haber bautizado al hijo con el nombre de
Lenin, cosa bastante frecuente en el Perú, especialmente en hijos de
maestros, obreros con educación superior, universitarios militantes, de
alguna manera grupos políticos hoy en proceso de descomposición. El
padre no está, el hijo se quedará donde una tía, la madre está a punto
de partir a Estados Unidos en busca de trabajo.
Números reales, de Rafael Dumett, nos muestra una familia rota porque
el padre, loco, luego de engañar y haberse engañado con una falsa
imagen de racionalidad, de mostrarse como un gran científico y haber
gastado todo el dinero de la madre, es asesinado por uno de los hijos.
128
Al abrirse el telón, vemos al parricida en el reformatorio de menores y al
hermano que le viene trayendo, el día de su santo, el certificado médico
que prueba que el papá estaba loco y violento, de modo que podía
garantizarle que saldría libre muy pronto. Lejos de aceptar la oferta del
hermano para salir libre, el protagonista se suicida. La mujer no
encuentra alternativa de salud y su destino resulta irrelevante. El
hermano tímido se ve forzado a salir a la calle a enfrentar cada vez más
obvios conflictos y amenazas permanentes. Pero no hay escapatoria, o
se encierra o sale a enfrentar al mundo real. De modo que luego de
saldar cuentas con las imágenes del padre y el hermano muertos, se
lanza a la aventura de vivir.
Las obras de teatro que hemos reseñado son, en cualquier caso, obras
de autor. Se les llama así no solamente porque la escritura del texto ha
sido hecha por una sola persona, sino porque la idea, los personajes y
situaciones básicas son propuestas por él, aun cuando su construcción
haya merecido algún tipo de aporte de un director y un grupo de
actores.
52
VARGAS LLOSA, Mario, El pez en el agua, Seix Barral, México, 1993. p.11.
134
Ambas aparecen con igual definición en el laboratorio teatral y tienen,
me atrevería a decir, iguales posibilidades de desarrollo.
53
HERNÁNDEZ, Max, Memoria del bien perdido.Conflicto, identidad y nostalgia en el Inca
Garcilaso de la Vega, Ediciones Siruela, Quinto Centenario, 1990.
54
ROSTWOROWSKI, Maria, Francisca Pizarro, Instituto de Estudios Peruanos, Lima, 199x.
135
12. La nueva sociología y el teatro
Rastreando los orígenes del trabajo de este autor -que por cierto
enseñaba en Southern Illinois University, en Carbondale, que era la
universidad donde yo había decidido ir a estudiar el siguiente
semestre, gracias a una beca LASPAU- confirmé la curiosa mezcla de
pensamientos que confluían en buscar otra forma de análisis social
que enfatizara la trama cultural y comunicativa como aquella que le da
sentido a las sociedades. H.D. Duncan era uno de los académicos
norteamericanos que buscaba desembarazarse de las ataduras de los
modelos de una sociología reduccionista y limitante, sobre todo para el
tratamiento de la relación entre persona y sociedad 57.
55
DUNCAN, Hugh Dalziel, Symbols and Society,Oxford University Press, New York, 1972.
56
BURKE, Kenneth,The Philosophy of Literary Form, Studies in Symbolic Action, Vintage Books,
New York, 1957.
57
En ese momento ilustran bien esta tendencia GOULDNER, Alvin W, The Coming Crisis of
Western Sociology, Avon Books, New York, 1971; y BIRNBAUM, Norman, Toward a Critical
Sociology, Oxford Universityu Press, New York, 1971.
136
La idea del uso de la estructura del drama para presentar los
contenidos sociales tiene su origen en varias disciplinas que enfatizan
el estudio del universo simbólico para entender las relaciones sociales.
Aquel texto alteró buena parte de los estudios que sobre la realidad
social se venían llevando a cabo y propició el interés por el estudio de
las manifestaciones más diversas de la cultura, incorporando por
cierto, con todo derecho, a la cultura masiva y la cultura popular. Sin
ser un texto de gran pretensión teórica, de alguna manera inauguró
una nueva etapa de búsqueda, especialmente para quienes nos
interesábamos por el estudio de la comunicación y la cultura.
58
SOROKI, Pitirim, Las filosofías sociales de nuestra época de crisis, Editorial Aguilar, Madrid,
1964.
143
particularmente útiles tres autores – y específicamente tres textos- de
los que me parece indispensable señalar que he resumido y utilizado
abiertamente algunas ideas centrales que tienen el sustrato común de
exigir un cambio en las maneras de entender la realidad
contemporánea y ofrecen pistas para la construcción de nuevos
referentes conceptuales para el trabajo creativo: Norbert Elias, Manuel
Castells y Jurgen Habermas.
59
ELIAS, Norbert, Teoría del símbolo, Ediciones Península, Barcelona, 1994.
144
simbólica. Cómo se pasa del grito al canto y a la palabra; y cuándo,
cómo y por qué se regresa a él en la vivencia teatral.
60
ELIAS, Norbert, Sobre el tiempo, Fondo de Cultura Económica, México, 1989.
148
Al margen de los usos ocasionales de una terminología teatral que es
muy frecuente en los sociólogos, Elias ha tocado un concepto principal
en la primera formulación que hace el ser humano al inventar el teatro.
Esto es el concepto de tiempo. Al hacerlo, Elias se refiere para
empezar a una concepción lineal, ortodoxa, del tiempo que es la que
permite el funcionamiento básico del ser humano en la vida real.
Así como el "nuevo" teatro del milenio pasado rompió las unidades de
tiempo y espacio a lo largo de varias décadas de juego con las
61
CASTELLS, Manuel, La ciudad informacional, Tecnologías de la información, reestructuración
económica y el proceso urbano-regional, Alianza Editorial, Madrid, 1989-.1995.
150
convenciones que lo hacen posible, las nuevas sociedades de nuestro
tiempo han hecho lo propio especialmente y de manera acelerada
conforme avanzaban los años del último siglo.
62
CASTELLS, Manuel, op.cit. p. 65.
153
mismos actores. Definitivamente el cambio a otra realidad y, por esto
mismo, tal vez a otro teatro.
Si bien "se trata de categorías de origen griego que nos han sido
transmitidas con impronta romana", y la vida pública se desenvuelve
en el agora, pronto llega en la edad media a definir un tipo de
"publicidad" que denomina representativa. Ella se constituye como un
referente a lo que será la publicidad burguesa y se define como una
alternativa a la imposibilidad de documentar para la sociedad feudal de
la alta edad media de un modo sociológico, es decir, con criterios
institucionales, una publicidad con ámbito propio, separada de la
esfera privada.
63
HABERMAS, Jürgen, Historia y crítica de la opinión pública, Gustavo Gili Editor, México, 1994.
154
"La publicidad representativa no se constituye como un ámbito social,
como una esfera de la publicidad; es más bien, si se permite el término
en este contexto, algo así como una característica de status" 64.
64
HABERMAS, Jurgen, op.cit. p. 46.
65
Op.cit. p. 47.
155
edad media y el renacimiento, haber cambiado su concepto y sugiere
que probablemente el pueblo tenía su manera de acceder a la
publicidad representativa, aunque sin la posibilidad de hegemonía que
tenían los señores.
66
Op.cit.p.53.
157
nuestros días, aunque tal vez de manera irregular y distinta. Me
quisiera referir, por ejemplo, a la publicidad representativa, que tan
fácilmente se puede acercar al teatro. Desde la antigüedad, el hombre
ha tenido formas de extender y legitimar sus temores, puntos de vista,
creencias, aspiraciones, a través de manifestaciones sociales
presentadas bajo la forma de espectáculos. Con ellas, ha querido en la
mayor parte de las ocasiones difundir, legitimar, proyectar una visión
de la sociedad.
Tal vez ésta sea una vía para contribuir a explicar, desde una
perspectiva que tenga en cuenta el teatro y su relación con la
sociedad, cuánto ha cambiado el ser humano viviendo y produciendo
en sociedad durante los 25 siglos que más o menos conocemos de su
historia.
159
14. Regreso a la crisis y fin del proyecto militar
Por otra parte, dos de mis antiguos alumnos y actores más cercanos
eran miembros del grupo Yuyachkani, el mismo que, fundado poco
tiempo antes, se perfilaba ya como uno de los grupos más activos en
búsqueda de un teatro comprometido. A las pocas semanas de mi
llegada, fui a ver Puño de cobre, el primer espectáculo que habían
preparado luego de una investigación y presencia en las protestas de
los mineros de Cerro de Pasco y que se presentaba en la Primera
Muestra de Teatro Peruano.
Llegué con una pareja de amigos a la sala que tenían entonces los
miembros del grupo Homero, teatro de grillos. Al finalizar la función y
luego de los aplausos –que los actores no salieron a agradecer, a la
usanza de algunos grupos contestatarios de la época–, se anunció
una discusión a la que no pude rehusar a quedarme.
67
Cfr. PEIRANO, Luis, et.al, Prensa: apertura y límites, Desco, Lima, 1978.
165
información y de dedicación a la política fue una suerte de
entrenamiento y de preparación para el gobierno, de lo cual da fe el
elevado número de profesionales que trabajaron en Desco y luego han
servido al Estado como funcionarios de alto nivel, desde directores
hasta ministros de gobierno.
Fue así que, con mucha voluntad –aunque limitada pasión y recursos
de tiempo– asumí el papel de este fatal encantador protagonista.
Siempre lamenté el poco tiempo disponible que contamos para el
trabajo creativo a pesar de las largas semanas y aun meses que he
ensayado algunas obras de teatro, especialmente como director.
Incluso los actores profesionales, forzados a ganarse la vida de alguna
otra manera, llegan cansados a los ensayos y son permanentemente
distraídos de su trabajo creativo y mi caso no fue la excepción.
Con Los calzones fue la primera vez que Alberto Isola asumió un
papel como actor, cosa que había hecho solamente como alumno en
las escuelas del Piccolo en Milán y el Drama Centre, en Londres.
Como quiera que le era particularmente difícil la tarea, ensayamos su
personaje: Scarron -el escritor romántico que persigue hasta su casa a
la protagonista, la señora Maske, a cargo de Mónica Domínguez, una
de las alumnas de mayor talento que salía entonces de la escuela del
TUC- usando el texto en inglés, del cual él mismo hizo luego la
traducción base.
Ésta fue una de las últimas veces que yo prometí –sin cumplir mi
promesa, por cierto, sino hasta diez años más tarde– que no volvería a
subir a un escenario como actor nunca más en mi vida. Hice el papel
de Boris Alexevich Trigorin, el escritor amante de Arkadina, la madre
de Kostia, el novio de “la gaviota”, Chaika, la protagonista, y que luego
huye con ella y causa de alguna manera su fracaso.
Así como los años setenta en el Perú habían irrumpido desde el 68, y
el mundo entero, en realidad, vivía precipitando una serie de cambios
que tuvieron como protagonistas al movimiento estudiantil y popular –
y, en algunos casos, como el del Perú, a las fuerzas armadas– los
años ochenta llegaron lenta y dosificadamente, combinando la
aceptación del fallido proceso reformista con el regreso a la
democracia.
“Me ha dicho Marcial (Rubio) para que vaya a trabajar a Desco, que
quieren fundar una revista”. “¡Estupenda idea, Cancho!”, lo animaba
yo. “Vente, yo estoy metido en eso también hasta la cabeza, pero al
final del día hacemos teatro. Fíjate que en Desco ya está Balo
Sánchez León, que es poeta y quiere escribir también teatro. ¡Ya
seríamos tres!”
Alfred Jarry, que había estrenado Ubú Rey el año 1896, produciendo
uno de los más grandes escándalos de la historia del teatro occidental,
tenía una personalidad y una intención muy distintas a la de Juan
177
Larco. Jarry era pequeño, de apariencia parecida a la de un duende, y
su afán original, a los quince años, fue ridiculizar a su profesor de
física. Era un chico, casi un niño, que buscaba vengarse de la
autoridad escolar, caricaturizando la ciencia y al profesor de su
escuela de provincia con la creación de una “patafísica” y continuó con
ese mismo espíritu toda su corta vida.
Pocos años más tarde, próximo a cumplir los veinte irrumpía en los
ambientes literarios de París, anunciándose a sí mismo como “un
animal salvaje entrando al ruedo”; pero, muy consciente de las
aficiones por el teatro isabelino del director del teatro donde se
propuso estrenar la obra, enfatizó cuanto pudo los elementos
shakesperianos, parodiando de alguna manera personajes en
situaciones de Macbeth, Julio César y Hamlet.
Ubú es un militar tan loco como tonto y pervertido que, alentado por su
mujer, llega al extremo de derramar toneladas de sangre para
adueñarse del poder y todo lo que estuviese a su alcance. El resultado
del estreno fue sorprendente, nos dicen los historiadores del teatro;
porque, a las protestas y tumultos de rechazo que provocó, se sumó la
convicción de los espectadores de no haber visto algo así nunca antes
en sus vidas.
La primera palabra del texto de Ubú Roi, que es más que una palabra,
–es más bien una especie de grito– es una “mala palabra”, mal escrita
y mal dicha, una maldición, un llamado al escándalo. Una palabra tan
clara como incorrecta. Romper la lógica habitual del escenario y optar
por la libertad hasta el límite de la anarquía, era una manera de
anunciar al grotesco protagonista que ha quedado en la historia del
teatro, conjuntamente con su autor, como pioneros del teatro del
absurdo: ¡Merdre!, en el original, ¡Shite!, en inglés. ¡Mierdra!, en la
más conocida versión castellana, que fue la que usó Del Cioppo en su
montaje en Lima, el año 1969. En la versión de Cancho, se convirtió
en ¡Futa!
El de Cancho Larco fue uno de los varios casos que conocí de gente
con talento para el teatro o el trabajo artístico que postergaron esta
vocación por su compromiso social con la revolución o que buscaban
un teatro más democrático, sin la tiranía del director o del autor, del
individuo, en fin, sobre el grupo. En realidad, ésta fue la divisa de
muchas mujeres y hombres de teatro porque se buscaba un teatro
acorde con la nueva era “científica”, y en este campo Brecht fue el
maestro, prevaleciendo incluso sobre la influencia más libertaria de
Artaud.
Una de mis últimas conversaciones con Juan Larco tocó este tema
difícil. “Yo creo, Cancho, que Brecht se equivocó cuando imaginó el
teatro de fin de siglo y el que venía”. “Puede ser…”, me respondió, no
sin cierta tristeza. Luego de un silencio, proseguí: “Porque, fíjate tú,
que los nuevos rumbos del teatro no van por un teatro más racional y
científico que permita al espectador ver cómodamente el teatro,
teniendo los pies calientes, o sea que esté cómodo, y la cabeza fría,
para que pueda pensar, dilucidar y optar, como imaginaba Brecht,. Por
el contrario, los nuevos rumbos del teatro están marcados por la
indagación en la oscuridad del inconsciente, en la subjetividad, las
vivencias menos racionales, si no en la religión, con seguridad en una
especie de magia”.
68
El Comercio, 3 de enero de 1981.
184
Debo decir que esta entrevista con Salcedo a Coti Zapata 69 fue muy
importante porque cuando terminaba la sesión de fotos me preguntó
sobre lo que pensaba hacer en el teatro, y sin esperar respuesta me
anunció que veía una figura, una sombra delgada de un hombre “que
ya no estaba pero cuya voz se oía por unas cajas”. Fue entonces que
detuve la camioneta en que andábamos y busqué mi maletín en la
maletera, y entre muchos papeles saqué un torpe dibujo que yo había
hecho como imagen motivadora de un montaje que le sugería trabajar
a Cancho para un homenaje a Sebastián Salazar Bondy y que
pensaba usar como presentación o prólogo del espectáculo.
69
SALCEDO, José María, Revista QueHacer, Desco, Lima, .
70
SALAZAR BONDY, Sebastián, Obras Completas, Tres tomos, Moncloa Editores, S.A., Lima,
1967.
185
siguen teniendo público, Nosotros bajamos siempre las obras cuando
todavía tenían público porque ya teníamos lista la siguiente y
aparecíamos, sin querer, como torpes o pedantes. Un profesional del
teatro me lo dijo sin que yo se lo pidiera: eso no se hace, los dioses te
van a castigar. De alguna manera tuvo razón.
71
PEIRANO, Luis y SÄNCHEZ LEÖN, Abelardo, Risa y cultura popular en la TV peruana, Desco-
Yunta, Lima, 1985.
187
conocieron los proyectos que alentó el lamentablemente desaparecido
José Enrique Mavila.
Definimos así que nos parecía fundamental el tema del poder, pero no
en su dimensión más obviamente política, sino en la que se encuentra
en las situaciones menos obvias de la cultura y la vida cotidiana. La
72
Existe un libro inédito, alentado por mí, pero editado y diagramado con mucho cuidado por José
María Salcedo y Luz María Dammert que da cuenta de los primeros diez años de ENSAYO.
188
confrontación entre la cultura popular y las implicancias o demandas
de la política se hizo evidente para nosotros en varios textos, pero
privilegiamos tres que se convirtieron en nuestra programación de un
año. En primer lugar escogimos El día que me quieras, del autor
venezolano José Ignacio Cabrujas. Desde hacía varios años atrás,
mientras hacíamos Moliere, Chejov y Sterheim, nos decíamos que era
muy importante que hiciéramos teatro latinoamericano y decidimos
empezar haciéndolo.
73
BARBERO MARTIN, Jesús, Carta personal publicada en el programa de mano de El día que me
quieras de José Ignacio Cabrujas dirigida por Luis Peirano, primera producción de ENSAYO, Lima,
abril de 1983.
189
cultura, cada vez más intensa, rota ya –como estaba hace buen
tiempo– toda falsa división entre la cultura “culta” y la cultura popular;
mi enorme e inocultable encanto por la música, y especialmente por la
música popular latinoamericana, a la que dediqué muchas horas
desde que entré a la universidad, se sumaron todos para llevar
adelante este proyecto. El melodrama, como el bolero, el tango y el
vals, fueron por buen tiempo nuestro refugio para intentar un momento
no solamente racional sino sobre todo vivencial y afectivo a través del
teatro. Tuvimos fortuna y empezamos con muy buen pie la primera
temporada.
Con ambos montajes nos fue muy bien de público y crítica –aunque no
de dinero–, pero es con el montaje de la La salsa roja, una versión de
Alberto Isola de la obra de Leonidas Yerovi, con varios añadidos de
sus poemas satíricos convertidos en canciones por Pepe Bárcenas y
en un peculiar ordenamiento dramático con la ayuda de Gianfranco
Brero, que tapamos el teatro de bote en bote hasta bien avanzado el
verano del año siguiente.
A pesar de todos los problemas para mantener un teatro sin renta fija
ni personal permanente –justamente porque no teníamos renta fija–,
fue excesivo para nosotros que trabajábamos por lo menos entre doce
y catorce horas diarias. Tuvimos que devolver el teatro y buscar otro
menos oneroso. Las dificultades para mantener el grupo no eran
pocas. Como no ganábamos dinero suficiente para mantenernos,
debíamos tener trabajos paralelos, o emigrar. Es el caso de Jorge
191
Guerra, que estuvo yendo y viniendo a Estados Unidos
constantemente.
Escogí por la vía más sencilla y coherente con lo ya hecho: otra obra
de Cabrujas, Acto cultural. Jorge Guerra escogió Enemigo de clase,
una obra de Nigel Williams sobre el problema de la educación, de gran
éxito en Europa, pero propuso una adaptación a un colegio de Barrios
Altos en Lima, Perú. Alberto Isola propuso un conjunto de obras cortas
del Siglo de Oro Español, hilvanadas por él mismo bajo el título de
Viaje a la tierra de Jauja y otras peregrinaciones del hambre. Y nos
pusimos a trabajar.
74
Entre otros lugares en RICHARDS, Thomas, Trabajar con Grotowski sobre las acciones físicas,
Alba Editorial, Barcelona, 2005
193
La temporada fue muy buena a pesar del calor de febrero del 85, y no
pocos espectadores la vieron por segunda vez. Antes de esta
temporada yo no creía que uno tuviese que leer dos veces un mismo
texto ni ver varias veces un cuadro o escultura ni escuchar dos veces o
más un canción, una sonata o un concierto, para disfrutarlo.
Nos costó mucho esfuerzo hacer Acto cultural, pero la temporada fue
muy buena y divertida tanto para los actores como para el público. Es
una de las obras de Ensayo que llevamos de gira fuera del país, con
mucha fortuna por cierto, al IV Festival de Teatro Hispano en Miami,
EE.UU. en julio de 1989.
75
VARELA GÓMEZ, Martha Milagros, El teatro como espacio de análisis e interpretación
sociológica, (a partir de la puesta en escena, por el grupo Ensayo,de la obra Emigrados de
Slawomir Mrozeck, en Lima en 1986 y 1988), Tesis para optar el grado académico de Magister en
Sociología, Escuela de Graduados PUCP, Lima, julio de 1996.
199
de Lima (que entonces existía en la Av. Garcilaso de la Vega, antes
Av. Wilson) y la Alianza Francesa de Miraflores, en la Av. Arequipa,
estrenadas con una semana de diferencia. En abril del 87, estrenamos
también Las que cantan de Maria Elena Walsh. Un hermoso
espectáculo hecho con actrices que cantaban las canciones de esta
singular compositora argentina con la dirección general de Alberto
Isola, coreografía de Norma Berrade y la dirección musical de Pepe
Bárcenas.
Tal vez sea este el mejor momento de dar cuenta de una suerte de
boom de talleres de teatro que se formaron por estos años y que
continúa dado el notable aumento del interés por el teatro entre los
jóvenes, pero también por la demanda de actores jóvenes en la
televisión y, en menor medida, el nuevo cine nacional.
Durante los diez primeros años de Ensayo y las más de mil doscientas
funciones que dimos entre 1983 y 1993, tuvimos que soportar muchas
emergencias y apagones de luz que nos obligaron, entre otras cosas,
a cancelar funciones y a calmar y atender al público de manera
especial para continuar a veces, gracias a su entusiasmo, con velas o
artefactos de luz a batería. Pero, sobre todo, hubo siempre mucha
preocupación. “No todo puede ser fiesta y alegría si las cosas van tan
mal donde vivimos”, nos decíamos con frecuencia.
76
UNESCO, Dramaturgia y puesta en escena en el teatro latinoamericano contemporáneo,
Seminario Regional sobre Teatro Latinoamericano y Caribeño Contemporáneo, publicado en
colaboración con el Proyecto Regional de Patrimonio Cultural y Desarrollo PNUD/UNESCO, 1988.
208
seguramente se agudizaba y diversificaba por la violencia social
creciente y cada vez más evidente. Las razones de fondo del conflicto
social se expresan a través del arte de muchas maneras.
77
LARCO, Juan, Notas sobre la violencia, la historia, lo andino, en QueHacer, No.54, agosto-
setiembre de 1988. p.80.
209
escena 78. En el duro escenario de los días vividos, dice Salazar, la
realidad supera a la fantasía y la decisión de ir al teatro se convierte
en un riesgo o en un hecho político. A los análisis sociológicos y
antropológicos que señalaban esto se les suma –y a veces se le
adelantan, digo yo– una serie de situaciones teatrales hechas por
grupos de todo el país dando cuenta de una cultura de la violencia.
78
SALAZAR DEL ALCÄZAR, Hugo, Teatro y violencia. Una aproximación al teatro peruano de los
80, Jaime Campodónico, editor, Lima, 1990.
79
Op.cit.p.19.
210
agredir el trabajo de nadie. En este sentido pertenece a esa tendencia
crítica del teatro peruano que funciona como mediadora entre el
espectáculo y los espectadores, sin pretender reemplazar el libre
albedrío de uno y otro, haciendo comentarios personales positivos y
constructivos, a favor del desarrollo del teatro. Fue un gran seguidor y
promotor de las muestras de teatro peruano, en su afán por estudiar la
historia y los derroteros del teatro en el Perú. Propuso la creación de
un Archivo Documental e impulsó la creación de un Centro de
Documentación y Video Teatral. Fundó en noviembre de 1992 la
Revista Textos de Teatro Peruano, que dirigió y editó con Mary Soto y
Javier Monroy, en los tres primeros números. El número cuatro se
publicó, en su memoria, en noviembre de 1998, un año después de su
lamentable desaparición80.
80
Textos de teatro peruano, No. 4, Nov. Directora Mary Soto. Instituto Nacional de Cultura, Lima,
1998.
81
BUENAVENTURA, Enrique, El arte nuevo de hacer comedias y el nuevo teatro, mimeo, enero 12
de 1983.
211
verso, de nombre análogo, escrito por Lope de Vega en 1609 82, a
partir del cual formula las necesidades del teatro colombiano. ¿Suena
descabellado?, se pregunta. No, se responde a sí mismo; no, porque
hay semejanza y oposición con el teatro que hacemos hoy.
82
LOPE DE VEGA, Arte nuevo de hacer comedias en este tiempo. (Dirigido a la Academia de
Madrid), Espasa-Calpe, Colección Austral, Buenos Aires, 1948.
83
LARCO, Juan, Cuando los “modos de producción” se hacen la guerra, en Dramaturgia y Puesta
en escena, UNESCO, 1988, p.113.
84
Op.cit,.p. 114.
212
intentan ser museos de lo que alguna vez fue fuego creativo 85. Peter
Brook lo ha llamado “teatro mortal” o “teatro agonizante” (deadly
theatre) 86. Ahora bien, esto no depende del género o el tipo de obra
cuanto de cómo se hace. Los grandes textos del teatro, como los del
propio Shakespeare, pueden devenir en “teatro mortal”. Sólo si se
puede retomar su genialidad en el escenario, recuperando desde el
texto literario la vitalidad de su sentido original, dándole a su vez un
nuevo sentido, dejará de ser agonizante. Si se le toma solamente
como fábula, como texto escrito, no será teatro por más que se
trasluzca la maravilla del genio en sus palabras. La literatura dramática
sola no es suficiente para el teatro. La ausencia de la fuerza, en
nombre de la cual surgió, lo llevará a un lugar privilegiado en la
biblioteca, pero no a la escena. El fuego efímero, pero vital a su
naturaleza y que hacen de la danza y de la música lo que son, es
indispensable para que el texto literario recupere su sentido original.
85
El fenómeno de pérdida del valor artístico no sigue ciertamente los mismos patrones de la
reproducción de la obra de arte a la que se refiere Benjamin, pero vale como análogía del proceso
de pérdida de su valor original. El propio Berliner Ensemble, creado por Brecht, y que se mantuvo
como un museo de sus obras por largo tiempo después de su muerte, es tal vez un buen ejemplo
de lo dicho.
86
BROOK, Peter, The empty space, Avon Books, New York, 1972.
213
Una de las teorías del arte más difundidas en el mundo en desarrollo
y, especialmente, en América Latina fue la del “arte pobre”. Tan
interesante como relativa o discutible frente a los procesos creativos
que son infinitamente más complejos que lo que puede ofrecer la
teoría, ha producido también enfrentamientos y violencia poco
creativa. Durante mucho tiempo, la idea de un proceso creativo
austero era puesta como una razón de evaluación y juicio sobre los
espectáculos teatrales. Tal idea aparece incluso en el acta del jurado
calificador del II Festival Latinoamericano de Teatro Universitario en
Manizales, Colombia, que establecía como segundo criterio para su
decisión final: “La necesidad de que las puestas en escenas del teatro
latinoamericano se realicen dentro del marco de austeridad que
corresponde a las condiciones socioeconómicas de los pueblos del
continente” 87. Tal posición no sólo es ciertamente discutible, sino que
en algunos casos esconde una falsa limitación para quien decide crear
con todos los recursos posibles a su alcance y logra un resultado
válido por sí mismo.
87
Revista del II Festival Latinoamericano de Teatro Universitario de Manizales, Colombia, octubre
de 1969. Publicada en febrero de 1970.
88
MUGUERCIA, Magaly, ¿Nuevos caminos en el teatro latinoamericano? En la Revista Conjunto,
La Habana, publicado también en Dramaturgia y puesta en escena, UNESCO, Lima, 1988.
89
Op.cit. p. 77.
214
Grotowski, Eugenio Barba, son de muchas maneras grandes
motivadores para esta indagación en las profundidades del alma
humana.
90
GROTOWSKI, Jerzy, De la compañía teatral al arte como vehículo, en Máscara, Cuaderno
Iberoamericano de reflexión escenológica. Año ¿?3, Nos.11 y 12. Octubre 1992/enero 1993.
También en el último capoítulo de RICHARDS, Thomas, Trabajar con Grotowski sobre las acciones
físicas, Alba Editorail, Barcelona, 2005. Son traducciones diferentes.
219
había presentado como hombre de teatro–, me aceptaron. Fue así que
llegué, como invitado especial un tanto espurio o intruso,
supuestamente ajeno a la temática de dicha sesión, a un encuentro
con autores que conocía muy bien y a ensayar obras en las que ya
había actuado y dirigido: La muerte de un viajante de Arthur Miller y La
muerte y la doncella de Ariel Dorfman.
91
MILLER, Arthur, “El viajante” en Beijing, Plaza Janés, Barcelona, 1984.
220
con Yuyachkani y con quien habíamos de lanzar, poco años más
tarde, el Instituto Hemisférico de Estudios de Performance y Política,
por convenio entre la Universidad de Nueva York y la Universidad
Católica del Perú.
En los primeros días del verano del 2004 tuvimos una temporada en la
sala de la Alianza Francesa de Miraflores, la que interrumpimos a fines
de febrero para dedicarnos a un tercer montaje de El gran teatro del
92
GROTOWSKI, Jerzy, op.cit., p. 5.
225
mundo de Pedro Calderón de la Barca en el atrio de la catedral de
Lima, con motivo de la Asamblea Anual de Gobernadores del Banco
Interamericano de Desarrollo.
Este montaje fue recibido de la manera más atractiva por públicos muy
diferentes. La experiencia en los barrios populares, lejos del circuito
tradicional, fue sumamente importante, porque nos permitió constatar
la demanda por ver teatro y sorprendernos del nivel de atención con
un texto no realista, difícil y desafiante. Algo semejante sucedió en la
temporada en el local de la Alianza Francesa, aunque con posiciones
más comprometidas a favor de parte del público joven y universitario.
Es sin duda paradójico que los tiempos en los que se desarrolla toda
una suerte de medios de comunicación que podían ser competitivos
con el teatro, especialmente el cine y, más tarde, la televisión, son
también los tiempos en los que el teatro logra establecer un
pensamiento sobre sí mismo y, sobre todo, sobre los procedimientos
metodológicos y técnicos mediante los cuales se explica su
producción. Tal vez por eso mismo, porque es mayor la enorme
competencia con la que debe lidiar en el cada vez más complejo
mundo de la comunicación moderna, el teatro se enriquece y
diversifica.
93
KOSIK, Karel, Dialéctica de lo concreto, Editorial Grijalbo, México, 1967.
230
montaron tanto al interior de los aparatos de propaganda y opinión
pública del gobierno como en las empresas de interés comercial para
propósitos de publicidad, coinciden en la búsqueda de un orden
sistémico para pensar los procesos de comunicación en el teatro. Las
preguntas básicas del método de Stanislavsky coinciden con las de
Harold Lasswell, así como con los aportes de Paul Lazarsfeld y Wilbur
Schramm 94.
94
Al respecto vale la pena consultar SCHRAMM, Wilbur, The beginnings of Communication Study
in America, A Personal Memoir, edited by Steven H. Chaffee y Everett M. Rogers; Sage
Publications, Thousand Oaks, London, New Delhi, 1997.
95
MCLUHAN, Marshall, Understanding Media, The MIT Press, Cambridge.Mass, 1994.
231
ha creado su propio espacio intermedio para hacerse una manera
propia de vivir.
81 MELUCCI, Alberto, The playing self: Person and meaning in the planetary society,Cambridge
University Press, U.K, 1996.
97
GARCIA CANCLINI, Néstor, Culturas híbridas. Estrategias para entrar y salir de la modernidad,
Grijalbo, México, 1990.
232
perspectivas menos desarrolladas pero más sugerentes de esta
disciplina, ha puesto nuevo énfasis en el concepto de self para el
entendimiento de las nuevas condiciones de las relaciones sociales 98.
Éste es un proceso que no hay que estudiar en un solo sentido, es
decir, para ponerlo en términos que nos interesa en la comunicación,
como influencia determinante de lo global a lo local. El sujeto moderno
no es una entidad pasiva sujeta a presiones o influencias externas; en
la forja de las identidades (forging self identities”) dice Giddens, los
individuos desde las esferas más locales promueven también
influencias sociales que son finalmente globales en sus consecuencias
e implicancias. Esto sucede también en la sierra del Perú, donde
podemos reconocer cada vez nuevos elementos que dan cuenta de
una permanente llegada de lo global hasta el rincón más alejado de
los Andes.
98
GIDDENS, Anthony, Modernity and Self-Identity. Self and Society in the Late Modern Age, Polity
Press, Cambridge, U.K, 1997.
99
BAJTIN, Mijail, La cultura popular en la Edad Media y en el Renacimiento, Barral Editores,
Barcelona, 1974.
233
estudios, la importancia que marcaron para señalar las maneras de
ver el mundo de las comunidades humanas y de los sectores sociales
específicos que protagonizan la vida social hace evidente la necesidad
de considerar de manera prioritaria una manera propia de percibir, de
pensar, de sentir, una sensibilidad que las caracteriza.
100
ARTAUD, Antonin, El teatro y su doble, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1971.
240
Artaud se había propuesto, en cambio, especialmente luego de haber
visto el teatro de Bali, un teatro de raíces más primitivas, ritual,
sensual, inconsciente, misterioso, cuyo actor protagonista debía
desarrollar una musculatura afectiva: debía ser “un atleta del corazón”.
101
GOFFMAN, Erving, The Presentation of Self in Everyday Life, Anchor Books, Doubleday, New
York, 1959.
242
Todo tipo de evento puede ser mirado en esta perspectiva con igual
interés, sean de la cultura que sean, y su afán no discrimina entre
ceremonias rituales de cualquier índole.
102
TURNER, Victor, From Ritual to Theatre, The Human Seriousness of Play, Performing Arts
Journal Publications, New York, 1982.
103
SCHECHNER, Richard, Between Theater and Anthropology, foreword by Victor Turner,
University of Pennsylvania Press, Philadelphia, 1985.
104
TURNER, Victor, op.cit. pp. 102-122.
105
BARBA, Eugenio, La canoa de papel. Tratado de antropología teatral, Editorial Gazeta, México,
1992.
243
ha desarrollado con el Odin Teatret de Dinamarca, además de un
conjunto de montajes singulares, una propuesta sobre el sentido
antropológico del teatro, la misma que ha logrado extender con mucho
éxito a diferentes partes del mundo, especialmente a América Latina,
de la cual ha dicho Barba: “Sin el contacto permanente con América
Latina el Odin Teatret no existiría: sus fuentes espirituales ya se
habrían agotado hace tiempo”. La estadística de sus viajes a la región
es impresionante; ha desarrollado actividades hasta en 58 ciudades de
Latinoamérica, y al Perú ha llegado hasta en ocho oportunidades,
especialmente para participar en los Encuentros Ayacucho
organizados por el grupo Cuatrotablas, con el apoyo de diversas
organizaciones privadas y estatales 106.
106
BARBA, Eugenio, Arar el cielo. Diálogos latinoamericanos, Casa de las Américas, La Habana,
2002.
244
por el Instituto Hemisférico de Estudios de Performance y Política que
se dicta en las universidades de Nueva York, Nuevo León, Río de
Janeiro y la Universidad Católica del Perú, cubre diferentes períodos
de la historia de América latina atendiendo a escudriñar, con el uso de
distintas disciplinas, de qué manera puede rastrearse las
performances que hacían evidentes tanto los poderes hegemónicos de
cada sociedad como aquellos que se les oponían, desde el período
precolombino hasta nuestros días, pasando por la Conquista, Colonia,
Independencia y distintas etapas en el proceso de constitución de las
repúblicas.
107
CARLSON, Marvin, Performance, a critical introduction, Routledge, London, N.Y, 1996. Este
excelente estudio incluye aspectos de performance en el arte, la postmodernidad, tareas de
resistencia e identidad.
245
El teatro es, para la semiología, comunicación y performance, porque
su primer objetivo es comunicar haciendo uso de su propia sintaxis y
semántica. La semiología ha desarrollado a lo largo de la última mitad
del siglo pasado varias escuelas y tendencias, todas interesadas de
alguna manera en el teatro y en la posibilidad de juego múltiple e
inconmensurable de un solo significante sobre la escena para referirse
casi a cualquier tipo de significado. Si bien los primeros grupos de
interés en la lingüística y la semiología tuvieron una concentración
nacional, tales como el Círculo de Praga, el movimiento se multiplicó
muy rápidamente en varias escuelas de nivel internacional.
108
SEARLE, John. R., Speech Acts, An essay in the Philosophy of Language, Cambridge Universiy
Press, New York, 1972.
109
Op.cit.p.17.
110
BURKE, Kenneth, The Philosophy ol Literary Form, Studies in Symbolic Action, Vintage Books,
New York, 1957.
246
naturaleza propia y, cuando discutimos sobre ellas en relación con la
acción, es necesario considerar tanto la naturaleza peculiar de la
verbalidad como la que ellas reciben del sustento no verbal de la
escena y que muchas veces soportan su acto. Estudiar cómo se
compone y se ordena el acto comunicativo es tan importante como
estudiar la relación entre el acto y la escena en su conjunto.
111
SHAKESPEARE, William, Hamlet, Escena II, Acto tercero.
112
Al respecto se puede consultar el trabajo de recopilación de teorías, técnicas y prácticas de los
grandes actores desde Grecia hasta nuestros dias en: COLE,Toby y KRICH CHINOY, Ellen, Actors
on acting,The Theories, Techniques and Practices of the World´s Great Actors, Told in Their own
Words, Crown Publishers, Inc., New York, 1970.
250
113
DIDEROT, Denis, La paradoja del comediante, Editorial La Pléyade, Buenos Aires, s/f. Prólogo
de Jacques Copeau.
251
lado falso, en primer lugar, porque los códigos y formas de la
teatralidad son distintos de los de la vida cotidiana, aun cuando, en
apariencia, luzcan similares. Esto está claramente demostrado, para
bien y para mal, a lo largo de la historia del teatro.
114
BRECHT, Bertolt, La resistible ascensión de Arturo Ui, Ediciones Nueva Visión, Buenos Aires,
1972. Escena VII, pp.166-172.
115
SHAKESPEARE, William, Julio César, Editorial Aguilar, Madrid, 1965. Acto III, Escena II.
252
se habrá de convertir en un tema de gran atención en los años
venideros116.
116
Al respecto véase el capítulo 5. Pensar el teatro. Cfr.. David R. Saltz en: KELLY, Michael, editor,
Encyclopedia of Aesthetics, Oxford University Press, Band 3, Oxford, New York, 1998.
253
escuchado a algunos espectadores embelesados con esta proximidad,
así como a otros quejarse del olor de los actores –en algunos casos
con razón, por lo reducido de los espacios teatrales y la manía de
algunos actores y directores de “invadir” la platea o el espacio del
público–, pero en otros con muy poca o ninguna razón, porque la
distancia para poderlos percibir en este sentido realmente era
demasiado grande. Es por esto también importante reconocer que los
estudios de género y sexualidad tienen en la producción y análisis del
performance , gracias a la contundencia del factor corporal, un campo
sumamente rico de trabajo 117.
117
Cfr. Women and Performance, a journal of feminist theory, New York University, Tisch School of
the Arts, Department of Performance Studies.
118
GARLAND, Lichi, La influencia de Freud en el surrealismo de Dalí, tesis, Escuela de Graduados
PUCP, Lima, 2005.
254
Arthur Schnitzler, el celebrado dramaturgo vienés –también médico
como Freud, pero fundamentalmente vinculado a la ficción– autor de
Anatol y La ronda, entre otros textos, desarrolla en la esencia de sus
obras un componente psicoanalítico indudable, reconocido por el
propio Freud. “Durante muchos años me he venido dando cuenta de la
gran compenetración entre sus ideas y las mías…”, escribe en 1906.
El llamado “doble” de Freud, reafirmó una veta de creación dramática
que, si bien le trajo algunos problemas con la censura, le permitió
notables éxitos en su tiempo, y que sus obras se incluyeran en los
repertorios teatrales de todo el mundo. El propio Freud reconoció en
este “su doble” cierto temor y distancia frente a hallazgos
incuestionablemente vinculados al psicoanálisis, teniendo además en
su favor el ser más simpáticos y atractivos a la gente común. “Creo
que lo he evitado –le confiesa Freud a Schnitzler en 1922- porque
sentía una especie de reluctancia a encontrarme con mi doble” 119.
119
FREUD, Sigmund,Epistolario 1873-1939,Cartas 122 y 197, a Arthur Schnitzler, Biblioteca
Nueva, Madrid, 1963.pp. 282 y 383.
120
LAIN ENTRALGO, Pedro, La curación por la palabra, Revista de Occidente, Madrid, 1958.
255
Son personajes sobre los que uno fantasea, antes que sobre palabras,
ideas o situaciones abstractas; en todo caso, son personajes
especiales en situaciones especiales, que es el caso de la obra de
Pirandello, que insiste en señalar que: “El misterio de la creación
artística es el mismo misterio del nacimiento natural” 122.
121
PIRANDELLO, Luigi, Seis personajes en busca de autor, Los libros del Mirasol, Buenos Aires,
1961. Prólogo. p. 9.
122
Op.cit. p.10.
123
MAY, Rollo, La valentía de crear, EMECË, Buenos Aires, 1977.
256
El protagonista del teatro es el actor y su trabajo son los personajes
que tiene a su cargo. Como tal el actor debe preocuparse de saber lo
mejor que pueda cuáles son las formas estructurales que sustentan su
posibilidad de actuar. Debe, por lo tanto, conocerse, saber quién es él.
Conocer su cuerpo es por esta razón fundamental, como imaginar y
fantasear sobre los personajes que no son él y a los que admira, de
alguna manera, porque quiere ser como ellos, como a los que detesta
y teme, a veces porque siente que siendo detestables se le parecen
un poco. En cada caso, son personajes distintos que el actor usa
como referentes para encontrar aquellos que se le pide interpretar. El
actor no ha pisado todavía el escenario, ni conocido la obra del autor,
ni al director, pero dentro de su cabeza ya tiene filias y fobias sobre
unos personajes imaginarios que constituyen lo que él quiere, admira,
imita, retrata o, por el contrario detesta, teme, rechaza.
Tal vez por esta razón es que los seis personajes de la obra de Luigi
Pirandello buscan autor más que director y, mucho menos, quién tome
su lugar, porque lo que Pirandello describe sobre el poder de la
fantasía del autor está también en “los otros” que hacen el teatro
posible, especialmente en los actores. Lo muy especial es que
usualmente ellos se defenderán diciendo que no, que no tienen nada
en la cabeza, que son tontos de capirote y que sin el autor y el director
no tendrían nada que decir. No dudo que haya algunos así. Cada vez
me sorprendo más de la diversidad del género humano que se acerca
al teatro y del maravilloso poder de la individualidad de la persona
humana y de pronto alguno dice la verdad y tiene razón. Pero no creo
que puedan ser verdaderos creadores si no saben tener en su cabeza
personajes que temen o que ansían ser.
Hay personajes que nos sitúan entre dos fuegos y que usualmente son
motivos de conflicto y por tanto de acción teatral en grado evidente. A
propósito de los trabajos del teólogo Gustavo Gutiérrez sobre el Libro
de Job 124, y de una propuesta suya de trabajar una versión teatral a
partir de su interpretación centrada en el pobre de nuestra región y
que, lamentablemente, nunca prosperó por culpa mía, tuve ocasión de
considerarlo como un personaje de ésos que uno tiene en la cabeza,
pero que además ya está en la literatura y, para colmo de
124
GUTIERREZ, Gustavo, Hablar de Dios desde el sufrimiento del inocente, Una reflexión sobre el
libro de Job, Instituto Bartolomé de las Casas, CEP, Lima, 1986.
257
posibilidades de universalidad, en el Antiguo Testamento. El relato
sobre Job es presentado en la versión que leí en los años 80, como un
“…drama con muy poca acción y mucha pasión… la pasión que un
autor genial, anticonformista, ha infundido en su protagonista” 125.
Razón suficiente en apariencia para desestimarlo como proyecto
teatral, siendo el teatro, necesariamente y en primer lugar, acción. Al
margen del enorme valor literario y de la extraordinaria reflexión
teológica de Gustavo Gutiérrez, ¿por qué entonces Job entra tan
fácilmente en nuestra cabeza como personaje? Pues porque es un
personaje bueno que lo tiene todo y que es probado en su naturaleza
por presión del mal, porque está siempre ante la posibilidad de dejar
de ser lo que es y se mantiene firme ante toda adversidad. Un
personaje de gran fuerza teatral, a pesar de la presentación de los
exegetas de esa edición.
Los estudios que este relato ha motivado 126 coinciden con el arraigo
popular que ha tenido y sus posibilidades de convertirse en una suma
de acontecimientos, de acciones, hasta que sale airoso de la prueba.
Como en el caso de Job, hay muchos personajes esperando en
nuestras cabezas la posibilidad de plasmarse en escena a partir de
situaciones de confrontación y que requieren de un autor-actor-director
que les otorgue nueva vida y un sentido que responda a su propia
interpretación.
125
LA BIBLIA, traductores editores SCHÖKEL, Alonso y MATEOS, Juan., Ediciones Cristiandad,
Madrid, 1975. p. 987.
126
Entre otros en JUNG, Carl Gustav, Simbología del espíritu, Fondo de Cultura Económica,
México, 1998.
258
El teatro requiere para el trabajo de los personajes una partitura del
afecto. El actor que hace un personaje, lo asume bajo la convención o
el acuerdo de que “una vez concluidos ensayos y funciones lo debe
dejar colgado de la percha” en el vestuario del camerino. El actor es
una persona “seria” que debe saber muy bien quién es, porque cuando
trabaja no es siempre él mismo, porque muy pocas veces hace de sí
mismo. En este sentido, el actor tiene un proceso permanente de
cambio de identidades que requiere ciertamente cuidados
especiales127.
127
Cfr. TORRES VILAR, Natalia, op.cit.
128
PEÑUELA, Fernando y ARISTIZÄBAL, Eduardo, Teatro y psicoanálisis en conversación abierta,
en Conjunto, Revista de Teatro Latinoamericano, No. 127, Casa de las Américas, La Habana,
2003. pp.18-27.
259
desde Freud sabemos que el “yo” es siempre y ante todo algo
“corporal”, pero sin olvidar que todo personaje requiere de espíritu, se
llame como se llame.
Los actores que poseen una buena técnica aprendida la usan para
que “su conjura” tenga mayor fundamento y luego mayor apoyo en las
funciones. Si hay conjura sin fundamento técnico lo usual es que todo
quede librado a la capacidad de improvisación y por tanto no haya
regularidad alguna en los resultados. Hasta los actores más geniales
reconocen el papel de los ensayos como un estado substancialmente
distinto al comportamiento habitual, con la conducta espontánea, no
estudiada, así como a la de las funciones.
Actuar para un buen actor es algo más que representar, así como para
un director no es suficiente que el actor siga las indicaciones del
262
dramaturgo o las suyas propias. Generar en el actor una síntesis de
todo el proceso creativo, desde la primera dramaturgia esbozada en
papel, discutida en la mesa y escrita sobre el escenario hasta la
definición final del espectáculo, es la misión del director.
En una buena acción teatral, en una acción mayor, bien sea hecha en
la pasión o arrebato de un solo acto, o en la más ambiciosa
elaboración divida en varios actos, existe una pulsión común y, gracias
a ella, a que el espectador la detecta, entiende tanto o más de lo que
la obra dice en ese momento o quiso decir. El resultado tiene un
margen alto de impredecibilidad, y es por esto que no solo una
presentación sino el mismo ensayo implica riesgo, miedo escénico,
pánico de crear algo inasible, sumamente difícil, si acaso posible de
definir. En un detallado y personal estudio Stephen Aaron ha
demostrado que el miedo escénico se encuentra en las propias raíces,
en la misma naturaleza del proceso de creación escénica129. Algunos
dicen que ese algo es religioso o mágico, y aunque en realidad tenga
algo de lo uno y de lo otro es algo diferente. El espectador puede no
recordar específicamente palabras ni frases muy hechas, el
espectador oye otra cosa que no son solamente palabras y gestos y
129
AARON, Stephen, Stage fright, its role in acting, The University of Chicago Press, Chicago,
1986.
264
es por eso que la escena del teatro remite a otras muchas escenas
más en las cabezas de los espectadores 130.
130
MANNONI, Octave, La otra escena. Claves de lo imaginario, Amorrortu Editores, Buenos Aires,
1990.
265
Los médicos acostumbran decir que saben qué pasa con un enfermo
desde la primera sesión y algunos dicen que desde que lo ven y le
oyen unas pocas palabras. Si bien esto no puede llamarse un
diagnóstico en sentido estricto, hay una primera impresión vital que
usualmente se hace en la primera sesión 131. Debe ser porque es la
ocasión en la que el paciente se muestra como tal, sin “actuar”,
digamos que no finge sino que actúa tal como es. Para retomar el
caso de las histéricas, actúa el síntoma básico de lo que es. Se
muestra “desnudo”, sin alternativa de probar voluntariamente otros
ropajes, maquillajes, o haciendo muy clara la diferencia entre las
apariencias que quiere mostrar y lo que realmente dice de él. El que
pide ayuda al médico no puede acercarse si no es con su verdad, no
puede lucir de otra manera, sino mostrando lo que es y lo que padece.
131
Stanislavsky se ocupó del tema al reconocer el valor de las primeras impresiones frente a un
texto dramático, frente a un personaje y su acción tal como la escribió el autor.
266
Nos anima la tesis central de un pensamiento que reconoce no
solamente que el teatro no es literatura ni la suma de otras artes. El
teatro tampoco es solamente comunicación, acción coherente y
dirigida en un solo sentido, como efectivamente puede serlo en
algunas ocasiones. El teatro es antes que nada la verdad de la
celebración, la exaltación, el placer colectivo, aunque ordenado y
procesado, (en los sentidos de trabajado, ensayado, experimentado,
repetido, acumulado) de tal manera que se sepa qué sucederá bajo un
acuerdo convencional donde todos juegan, aunque algunos hagan y
otros sigan ese hacer.
Con estas palabras empecé, a fines del año 2000, hace ya casi seis años, un
programa de una hora por Televisión Nacional –los jueves a las 10 de la noche,
que se repitió por muchos meses todos los domingos a las 4 de la tarde–
íntegramente dedicado al teatro.
Hago esta reseña para poner a disposición de la comunidad teatral peruana dicho
programa, que se ha hecho con modestia de recursos, pero con sumo cuidado y
amor por el teatro, pero también para reflexionar sobre el sentido del mismo, al
que he llegado en realidad porque no pude escaparme a la responsabilidad de
hacer algo que, sin duda, puede contribuir a hacer más conocido, más grande y
mejor nuestro teatro.
Nadie que haga teatro con perseverancia y entrega en nuestro país debería faltar
en este programa que trata de guardar la memoria testimonial de quienes han
hecho y hacen teatro, a la vez que fomenta un mayor conocimiento y promueve
que la gente vaya al teatro. A todos los teatros, a los que más les guste. No hay
otro prejuicio para hacer este programa que no sea la voluntad de que se conozca
más nuestro teatro.
Hay un motivo adicional para este programa. Usualmente, quienes han escrito
reseñas o recuentos sobre nuestro teatro no fue gente de nuestro teatro. Por esto,
mujeres y hombres de teatro peruanos se han sentido un poco a merced de
quienes tenían el interés ocasional, curiosidad o gracia de acercarse al teatro y
escribir sobre lo que hacíamos. Por lo demás, muchas de las reseñas históricas o
recuentos de nuestro teatro, al menos desde que empecé a hacerlo seriamente y
por primera vez reparé en la importancia de la crítica teatral, cubrían solamente
una parte del teatro peruano, haciendo evidente una presentación limitada, y a
menudo sesgada, del teatro en el Perú.
Todos sabemos que el teatro va más allá de la literatura y que usualmente sus
mejores logros no pueden ser guardados por ninguna otra memoria que la de sus
gozosos protagonistas y afortunados espectadores, pero no hemos hecho lo
suficiente para tomar las medidas necesarias que nos permitan preservar al
menos el testimonio de sus principales protagonistas.
Anexo II.
Relación de programas de Memoria del Teatro producidos y emitidos entre
diciembre del año 2000 y setiembre del 2004.
Televisión Nacional del Perú (TNP)
AÑO 2000
1. Jueves 30/11/00
2. Jueves 07/12/00
3. Jueves 14/12/00
5. Jueves 28/12/00
6. Jueves 04/01/01
7. Jueves 11/01/01
8. Jueves 18/01/01
– “El otro lugar” de Harold Pinter. Entrevista al director, Edgar Saba y a los
actores: Els Vandels, Jaime Lértora y Bertha Pancorvo.
– Jorge Alí Triana: Director de cine y teatro, quien llegó a Lima para
participar en el “VI Encuentro de Cine Latinoamericano” que organizó el
CCPUCP. Entrevista acerca del movimiento teatral en Colombia y sobre
el TPB (Teatro Popular de Bogotá); además, dio algunos alcances sobre
su próxima puesta, “La fiesta del chivo”, de Mario Vargas Llosa.
– “Karibú”: Espectáculo del grupo Teatro del Milenio. Entrevista a Luis
Sandoval y Gina Beretta por esta puesta y su viaje a Francia donde
presentaron este montaje. Imágenes de “Karibú”.
– “La señora Warren” de G.B. Shaw: Entrevista a los protagonistas:
Sandra Bernasconi, Enrique Victoria, Leonardo Torres, Lucía Irurita -
quien celebra 50 años sobre la escena nacional- y a Reynaldo D' Amore,
director del montaje quien destacó el hecho de que volvía a dirigir
después de muchos años.
– Dramaturgos jóvenes: participan Mariana de Althaus y Aldo Miyashiro.
Hablan sobre sus obras, su propuesta y algunos proyectos.
– Presentación del programa y saludo al público por los dos años al aire.
Presentación del recuento del 2º año de “Memoria el teatro”. Selección
de los invitados más importantes y las notas más resaltantes en todo el
2002.
– Saludo de Mónica Sánchez, quien llegó a saludarnos personalmente al
teatro Segura. Entrevista a Enrique Victoria, por ser uno de los actores
más antiguos del teatro peruano y que aún se mantiene muy vigente en
la escena nacional.
– Presentación de homenaje a todos aquellos directores y actores que
fallecieron en los dos años de existencia del programa. Incluye pequeña
secuencia de fotos y vídeos intercalados con algunos segmentos de
entrevistas que se hicieron en el programa a Carlos Velásquez, Gregor
Díaz, José Enrique Mavila, Maritza Gutti y David Elkin.
– Entrevista a Rebeca Ralli acerca de su trayectoria y sobre su visión de la
situación y expectativas para el teatro en el Perú. Despedida del
programa.
295
95. Sábado 14/12/02
(Con repetición el domingo)
97. Lunes13/01/03
105. 05/08/03
106. 17/10/04
Homenaje al actor y director Ricardo Blume, quien visitó Lima como invitado
del Festival de Cine de la PUCP.
Entrevista realizada en la Asociación de Artistas Aficionados, lugar en el
que Ricardo Blume inició su carrera de actuación; y en la casona de Riva
Agüero, donde estuvo el primer local del TUC. Se incluyó abundante
material fotográfico de las obras en las que participó el actor, además de
algunas escenas en vídeo de algunas novelas y obras. Se habló sobre sus
inicios en la AAA, su viaje a España, su retorno al Perú, la televisión, el
boom de las telenovelas y su viaje a México, país donde aún radica. En
este homenaje participaron algunos actores y directores, ex alumnos del
invitado, a través de pequeños testimonios sobre la relación con su
Maestro.
300
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