El Ordenamiento Constitucional y La Jurisprudencia
El Ordenamiento Constitucional y La Jurisprudencia
El Ordenamiento Constitucional y La Jurisprudencia
La parte civil es un sujeto activo y pleno dentro del proceso penal, tal
como lo indicó la Corte en la misma sentencia. Ello apareja que su
participación no se limita a lograr lo perseguido a partir del trabajo
probatorio de los investigadores y a observar la argumentación y
análisis realizados por el ente acusador, sino que tiene derecho a
participar de la investigación –“aportando pruebas y cooperando con
las autoridades judiciales”- y a participar activamente en el análisis y
valoración de tales pruebas, “conociendo y controvirtiendo” las
decisiones. En este orden de ideas, la definición de los extremos de la
relación jurídico - procesal no constituye una restricción admisible para
la constitución de la parte civil, pues impide al actor lograr la
reparación, establecer la verdad o la realización de la justicia. Antes
bien, la parte civil tiene derecho, en tanto que parte activa en el proceso
y en los términos del procedimiento penal, a participar de la definición
de tal relación jurídico – procesal.
Magistrado Ponente:
Dr. EDUARDO MONTEALEGRE
LYNETT
SENTENCIA
dentro del proceso de revisión del fallo dictado por la Sala de Casación
Penal de la Corte Suprema de Justicia, en el trámite de la acción de tutela
instaurada por Javier Giraldo Moreno en contra del Fiscal General de la
Nación.
I. ANTECEDENTES.
Hechos
Apartadó: 38 oficios.
Cuenca del Río Cacarica: 21 oficios.
Dabeiba: 2 oficios.
Vigía del Fuerte y zonas aledañas: 17 oficios.
Pavaradó y veredas vecinas: 3 oficios.
Total de oficios 81 oficios.
“No obstante, ello no significa que cualquier persona que alegue que
tiene un interés en que se establezca la verdad y se haga justicia pueda
constituirse en parte civil –aduciendo que el delito afecta a todos los
miembros de la sociedad– ni que la ampliación de las posibilidades de
participación a actores civiles interesados sólo en la verdad o la justicia
pueda llegar a transformar el proceso penal en un instrumento de
retaliación contra el procesado. Se requiere que haya un daño real, no
necesariamente de contenido patrimonial, concreto y específico, que
legitime la participación de la víctima o de los perjudicados en el proceso
penal para buscar la verdad y la justicia, el cual ha de ser apreciado por
las autoridades judiciales en cada caso. Demostrada la calidad de víctima,
o en general que la persona ha sufrido un daño real, concreto y
específico, cualquiera sea la naturaleza de éste, está legitimado para
constituirse en parte civil, y puede orientar su pretensión a obtener
exclusivamente la realización de la justicia, y la búsqueda de la verdad,
dejando de lado cualquier objetivo patrimonial.” (El Fiscal no incluye la
cita que contiene la sentencia original de la Corte Constitucional).
c) El General (R) Rito Alejo del Río no es investigado por delitos de lesa
humanidad y “en el proceso no se vislumbra desde el punto de vista
probatorio su participación en ese tipo de conductas”. Se investiga al
señor del Río por el posible hecho punible de concierto para delinquir
bajo la forma de “organizar, promover, armar o financiar grupos armados
al margen de la ley”. Como quiera que tal conducta no guarda relación
con crímenes de lesa humanidad, no puede el demandante actuar como
“representante de la humanidad”.
Acción de tutela
“2) Quiero solicitar que la Honorable Corte impida que el Fiscal General
de la Nación rompa la unidad procesal de las investigaciones que miran a
esclarecer los Crímenes de Lesa Humanidad perpetrados en la zona de
Urabá desde mediados de la década de los noventa hasta el presente, de
modo que puedan ser reveladas las estructuras que sustentaron tales
crímenes, sus responsables tanto individuales como institucionales, sus
mecanismos, sus constancias, sus rutinas, sus ideas fuerza que las
configuraron como ‘plan’ o ‘política’, y sus diseñadores y gestores”.
Competencia
9.2 La Sala de Casación Penal señala que la tutela cabe para remediar
“una situación que se deriva de la presencia de una actuación o
determinación judicial arbitraria, caprichosa o manifiestamente ilegal”.
Sobre este particular, debe observarse que la Corte ha reservado la acción
de tutela contra decisiones judiciales para los eventos en los cuales se
presenta una violación de los derechos fundamentales 3. Así, pueden
presentarse situaciones “manifiestamente ilegales” que no tengan
capacidad de violar o amenazar derechos fundamentales, los cuales no
pueden “remediarse” mediante la acción de tutela4. Por otro lado, en
cuanto a la arbitrariedad y el capricho, la Corte ha incluido entre las
conductas que las constituyen, el desconocimiento injustificado (es decir,
sin exponer las razones –suficientes, claro está- por las cuales el juez se
aparta) de un precedente y la interpretación de una norma de manera
incompatible con la Constitución5.
Problema Jurídico.
3
Ver, por ejemplo, sentencia T-1011 de 2000.
4
Ver, por ejemplo sentencia T-414 de 2000.
5
Ver sentencias, sentencia T-1625 de 2000 y T-1031 de 2001.
6
Ver sentencias SU-640 de 1998, SU-168 de 1999 y SU-1184 de 2001
7
Ver sentencia T-1031 de 2001.
10. El demandante considera que, dado que ha denunciado al General (R)
Rito Alejo del Río por la comisión de varios hechos punibles que, en
conjunto, muestran que el General (R) incurrió en delitos de lesa
humanidad y que el sujeto pasivo de tales delitos es la humanidad misma,
tiene legitimidad para constituirse como actor popular, sin que le sea
exigible demostrar un daño resarcible económicamente. En su concepto,
basta perseguir la verdad y la justicia.
Por otra parte, la Corte deberá resolver si el hecho de que, según el Fiscal
General de la Nación, se esté investigando al General (R) Rito Alejo del
Río por un hecho punible que no corresponde a un delito de lesa
humanidad, a pesar de que el demandante presentó denuncia por tales
hechos, impide al demandante constituirse en actor popular.
10
Sobre los conceptos de ratio decidendi y obiter dicta ver las siguientes providencias: SU-168/99, (M.P.
Eduardo Cifuentes Muñoz), SU-047/99 (M.P. Alejandro Martínez Caballero), SU-640/98 (M.P. Eduardo
Cifuentes Muñoz), T-961/00 (M.P. Alfredo Beltrán Sierra), T-937/99 (M.P. Alvaro Tafur Galvis), Auto A-
016/00 (M.P. Alvaro Tafur Galvis), T-022/01 (M.P. Cristina Pardo Schlesinger), T-1003/00 (M.P. Alvaro
Tafur Galvis).
pongan de presente aspectos que serán esenciales en decisiones
posteriores, pero que no lo sean en el caso que se pretende
decidir.”
11.3 Definido por la Corte Constitucional que la ratio decidendi es
obligatoria, la cuestión central es ¿qué constituye ratio decidendi en
materia de control abstracto de constitucionalidad?
11
Ver sentencia T-960 de 2002.
La segunda razón se deriva de la obligación de la Corte Constitucional (art.
22 Decreto 2067 de 1991 y art. 46 de la Ley 270 de 1996) de realizar un
control integral; esto es, confrontar las normas acusadas o controladas, con
toda la Constitución. Tratándose de procesos de control abstracto iniciados
con demanda ciudadana, el demandante no está obligado a confrontar la
norma demandada con toda la Constitución, únicamente tiene el deber de
explicar e indicar las disposiciones constitucionales que estima violadas
(art. 6. Decreto 2067 de 1991). ¿Qué pasa si la declaración de
constitucionalidad o de inconstitucionalidad deriva de un argumento o una
norma constitucional no considerado por el demandante? ¿Cuál sería la
ratio decidendi? En tal evento, se estaría frente a la misma situación
abstracta que las sentencias que la Corte dicta en ejercicio de control
automático –previo o posterior -.
12
Sobre el tema de la racionalidad de las decisiones judiciales, ver la obra The judicial application of law de
Jerzy Wróblewski y la Teoría de la Argumentación Jurídica, de Robert Alexi, entre otras.
12. En la sentencia C-228 de 2002, la demanda de inconstitucionalidad se
dirigía en contra de las restricciones establecidas en el artículo 137 de la
Ley 600 de 2000, en relación con la parte civil en los procesos penales. A
efectos de analizar si el desarrollo legal violaba la Constitución, la Corte
consideró necesario determinar, en primer lugar, el alcance de los
derechos de la parte civil en los procesos penales. Le correspondía, por
así decirlo, configurar el derecho y, a partir de dicha configuración,
realizar el juicio de constitucionalidad de las normas demandadas.
Así las cosas, resulta claro que la Corte dictó una ratio en relación con
este primer punto, la cual se convirtió en norma que integra el parámetro
para el control de constitucionalidad de las restricciones impuestas en los
incisos 1, 2 y 3 del artículo 137 de la Ley 600 de 2000. Por lo tanto,
puede sostenerse que en la sentencia se pueden identificar al menos
cuatro rationes decidendii: una general, que corresponde al derecho a
constituirse en parte civil y tres referidas a los problemas constitucionales
analizados en relación con cada uno de los incisos del artículo 137 de la
Ley 600 de 2002.
13
En sentencia C-1287 de 2001, la Corte analizó la diferencia entre normas-regla y normas-principio. Las normas-
regla se definieron a partir de la postura de Luciano Parejo:
“1.1.4. En lo que concierne a las reglas, tales serían las disposiciones jurídicas en las que se “define, en forma general y
abstracta, un supuesto de hecho y se determina la consecuencia o consecuencias jurídicas que se derivan de la realización
del mismo; una disposición, pues, derechamente construida para regular u ordenar de forma directa la vida humana, la
realidad social” Es decir, en virtud de esta estructura lógica, las reglas operan como silogismos”
14. La declaración de exequibilidad condicionada del primer inciso del
artículo 137 de la Ley 600 de 2000 implicó la adopción de una ratio
decidendi de norma - principio, además de una norma - regla (lo mismo
puede señalarse respecto de cada uno de los incisos). La Corte
Constitucional no configuró, en lo que a la norma - principio respecta, de
manera detallada y precisa –supuesto de hecho y consecuencias jurídicas-
el derecho a constituirse en parte civil en procesos penales. Se limitó a
señalar que las víctimas y perjudicados por los hechos punibles tienen
derecho a constituirse en parte civil, no sólo para lograr una
indemnización de los perjuicios causados, sino también para establecer la
verdad y para lograr justicia –que no haya impunidad -.
Así mismo, definió que las personas que pueden legitimarse son aquellas
que ostentan la calidad de víctimas o perjudicadas. La víctima (que
incluye a sus sucesores) corresponde a aquella persona “respecto de la
cual se materializa la conducta típica”. En relación con el concepto de
perjudicado la Corte indicó que la categoría “perjudicado” tiene un
alcance mayor en la medida en que comprende a todos los que han
sufrido un daño, así no sea patrimonial, como consecuencia directa de la
comisión del delito.
15
Sentencia C-875 de 2002.
Como se mencionó antes, en sentencia C-875 de 2002, la Corte indicó
que existen situaciones en las cuales la sociedad entera tiene un interés en
conocer la verdad y establecer las responsabilidades individuales. Tal es
el caso del delito de desaparición forzada de personas. En sentencia C-
580 de 2002, en punto a la imprescriptibilidad de la acción penal en esta
materia, la Corte basó la exequibilidad de la norma internacional en,
entre otros elementos, el interés de la sociedad en conocer la verdad y
lograr la superación de la injusticia, como manifestaciones del deber
estatal de proteger los derechos fundamentales de los asociados:
16
En casos de desaparición forzada los mecanismos como las comisiones de la verdad de carácter internacional,
gubernamental, o privado han contribuido a la erradicación de dicha práctica. En particular, pueden citarse los
casos del informe “Nunca más”, presentado por la llamada “Comisión Sábato” en Argentina, la cual aunque era de
naturaleza privada, fue apoyada por el gobierno de entonces, y sirvió como base para el juzgamiento de algunos
mandos militares por delitos cometidos durante la dictadura Videla. Así mismo, en cumplimiento del Acuerdo de
Paz entre el gobierno y el FMLN en El Salvador, la Asamblea General de la ONU creó una “Comisión para la
verdad en El Salvador”, presidida por Thomas Buergenthal ex-presidente de la Corte Interamericana de Derechos
Humanos, la cual publicó los nombres de los responsables de las diversas violaciones de derechos humanos
durante el conflicto salvadoreño, originando con ello un proceso de responsabilidad individual e institucional.
La Corte ha señalado, según se vio, que existe un interés en cabeza de la
sociedad –verdad y justicia -, respecto de la desaparición forzada, que es
un delito de lesa humanidad. De acuerdo con lo expuesto, es razonable
asumir que existe una relación entre la gravedad del hecho punible y la
existencia de un interés de la sociedad en conocer la verdad y hacer
justicia. Los hechos punibles que revisten dicha gravedad, serán aquellos
que impliquen graves atentados contra los derechos humanos y el
derecho internacional humanitario y una severa puesta en peligro de la
paz colectiva.
En el plano interno los hechos punibles que pueden tener dichos efectos
no se limitan a los crímenes de lesa humanidad o violación del derecho
internacional humanitario. Las condiciones particulares del país, obligan
a reconocer que otras conductas, pueden tener una alta capacidad de
alteración de la paz colectiva.
17
Sentencia C-225 de 1995, entre otras.
En este orden de ideas, debe admitirse que en presencia de hechos
punibles que impliquen graves atentados contra los derechos humanos y
el derecho internacional humanitario y una grave puesta en peligro de la
paz colectiva, valorados por el respectivo juez o fiscal, debe admitirse la
participación de la sociedad –a través de un actor popular -, como parte
civil en el proceso penal.
Ahora bien, debe advertirse que el actor popular –en casos de graves
atentados contra los derechos humanos y el derecho internacional
humanitario y una grave puesta en peligro de la paz colectiva- deberá
reunir condiciones que aseguren que no se trata de una persona con mera
intención vindicativa, sino que demuestre un genuino compromiso con el
esclarecimiento de los hechos investigados y con la promoción y
protección de los valores jurídicos antes mencionados.
18
Sentencia SU-1184 de 2001.
La interpretación propuesta –aquella que excluye el interés de la
sociedad, por estar representado en el Estado -, implica una restricción
inadmisible del derecho a la verdad y a la justicia, que cercena las
posibilidades de paz en Colombia. Por lo mismo, genera una restricción
desproporcionada de los derechos de los residentes del país a lograr la
paz, ver protegidos sus derechos constitucionales y realizado el
cumplimiento de los deberes establecidos en el ordenamiento jurídico.
Implica, finalmente, negar la posibilidad de una participación efectiva en
el control del ejercicio del poder estatal.
La Corte, con todo, debe abordar un último elemento, derivado del hecho
punible por el cual se investiga al General (R) Rito Alejo del Río, pues si
no se está en presencia de un interés colectivo del nivel de la sociedad, el
demandante no podrá constituirse en parte civil.
El hecho punible por el cual se investiga al General (R) Rito Alejo del
Río.
21. El Fiscal General de la Nación indicó que el General (R) Rito Alejo
del Río no era investigado por la comisión de hechos punibles
calificables de lesa humanidad, sino por “organizar, promover, armar o
financiar grupos armados al margen de la ley”. En su concepto, ello es
una razón adicional para negar al demandante el interés colectivo.
Por otra parte, debe destacarse que, dada la gravedad de las denuncias y
el supuesto carácter sistemático y planificado de las mismas, resulta
desproporcionado exigir que una comunidad aislada (y posiblemente, en
extremo temerosa) comprenda la dimensión de un “ataque sistemático”
contra la población civil. En punto a los delitos de lesa humanidad, dada
la exigencia internacional de sistematicidad y planificación, es natural
que sean personas ajenas a la comunidad, con capacidad para observar un
espectro mayor, quienes estén en situación de identificar y denunciar la
comisión de tales hechos. Por lo mismo, también les asiste un interés
genuino.
III. DECISION