Concepto de Ética Ambiental Exposicion
Concepto de Ética Ambiental Exposicion
Concepto de Ética Ambiental Exposicion
En las últimas décadas se han incrementado los efectos de la actividad del hombre
sobre la tierra, tales como: destrucción de ecosistemas naturales y de la vida silvestre,
contaminación del aire, del suelo, del agua, creciente desertificación, cambios climáticos,
entre otros, debido al progreso elegido por nuestra civilización. Mientras tanto, a pesar de
que sea tardío, también se ha incrementado el nivel de conciencia y de discusión respecto a
dicha situación. Intentaremos seguidamente presentar el concepto do que es la ética y el
porqué de una ética ambiental, y después haremos algunas reflexiones sobre ética y
medioambiente.
Ética y moral son a veces tratadas como sinónimas. Sin embargo, y a pesar de la
proximidad entre ambas, conviene precisar que no son lo mismo. Mientras la ética tiene un
fuerte componente de reflexión construida y reconstruida constantemente por el ser
humano, a partir de la cual éste se va armando una comprensión del mundo y se expresa en
él, la moral alude a normas que la sociedad impone desde el exterior al individuo. De ahí
que la moral se asocie normalmente a religión, aunque tampoco son sinónimos. De hecho,
históricamente los primeros principios morales y éticos aparecen con las religiones.
Tradicionalmente la ética ha aparecido en su carácter deontológico, referida a un
conjunto de preceptos atinentes al campo del espíritu. En los últimos tiempos, los avances
del conocimiento sobre la evolución y la etología han llevado a plantear que los seres
humanos, al igual que otros seres vivos, tienen disposiciones sociales naturales.
La ética ambiental incluye los derechos humanos relativos al ambiente que emergen
como una reivindicación fundamental para elevar la calidad de vida, entendida ésta no sólo
como la satisfacción de necesidades básicas y de un cierto nivel de bienestar social, sino
como el derecho a una vida digna, el pleno derecho de sus facultades y a la realización de
las aspiraciones morales, afectivas, estéticas, mediante la reconstrucción del ambiente
sustentado en valores de paz, solidaridad, etc. Las fronteras de esta calidad de vida
desbordan las fronteras de clase permeando los nuevos derechos del hombre a un ambiente
sano, productivo y a una economía de bienestar. La conciencia ética ambiental impulsa a
que todas las conciencias de clase de la sociedad como sujeto moral apelen a la
movilización y reconstrucción del mundo a partir de estos principios del medioambiente.
Calidad de vida y calidad ambiental deben ser entendidas como un sistema de valores,
significaciones y normas culturales caracterizados por su diversidad.
Cada vez más se constata cómo el sistema capitalista consiguió que todo el mundo,
estuviera tan lejano y al mismo tiempo tan cercano, principalmente por el contexto
ofrecido por los medios de comunicación, fruto de una revolución tecnológica que tiene
como principales aspectos la informática, la cibernética y la robótica, dentro de un
acelerado proceso de mutación tecnológica, si deseamos utilizar la expresión de Leonardo
Boff en la obra A Nova Era: A Civilização Planetária. En esta obra el autor analiza el
desarrollo acelerado por el cual pasa la sociedad contemporánea al mismo tiempo en que se
sumerge en una profunda crisis de valores. Presenta la evolución del proceso de
planetización en tres vertientes principales: una mutación tecnológica exagerada, que
podemos percibir, por ejemplo, cuando adquirimos un aparato electrónico de última
generación y, dentro de pocos días, habrá quedado obsoleto en relación al avance de la
tecnología; subraya la mundialización de la economía de mercado y advierte del
surgimiento de una nueva conciencia planetaria.
Para dar énfasis a la crisis de valores, que corresponde a la crisis que asola a la
humanidad, enfatiza los cambios traídos por las revoluciones industrial y tecnológica;
dirige la mirada hacia una nueva dimensión del mundo traída por la informática, que
también ha supuesto una nueva forma de comunicación, un nuevo alfabeto. Pero el nuevo
mundo dominado por la informática corre el peligro de convertirse en una sociedad en la
que todos sean considerados como máquinas, números; no son personas, sino recursos
humanos de la producción industrial, que por causa de la robotización ha aumentado el
índice de paro a tasas insospechadas.
3
ALVES, L.C.R. Urgência de uma nova ética ambiental! Disponible en
http://www.uece.br/polymatheia/dmdocuments/polymatheia_v4n6_urgencia_nova_etica_ambiental.pdf. (Acceso el 10
de septiembre de 2009).
Vittorio Hösle, al cuestionarse sobre la responsabilidad de la filosofía acerca de la
crisis ecológica, investiga las causas espirituales de la crisis ecológica entre las que apunta:
a) la naturaleza reducida a la materia prima y a la cantidad, por un tipo de conocimiento
que pretende mayor provecho de los recursos naturales; b) la aparición de una civilización
científica y tecnológica que se funda, sobre todo, en la pérdida del vínculo ontológico entre
sujeto y objeto; c) las grandes tendencias filosóficas del siglo XX que funcionaron como
inhibidoras de la formación de una consciencia y de responsabilidades adecuadas a la
filosofía. “El pensamiento del siglo XX fue dominado por corrientes y posturas como el
escepticismo, el relativismo ético y cognoscitivo, el nihilismo, el cinismo, todas
orientaciones convergentes para eliminar la referencia de la consciencia a la verdad,
dejando campo abierto solo para la racionalidad instrumental” 4; d) la aparición de la
racionalidad instrumental que conduce a la comprensión del hombre hacia una
comprensión de la naturaleza y de los otros hombres como mero instrumento de la
producción del trabajo y del capital y e) el primado de la dimensión económica presentada
por la economía capitalista industrial occidental como paradigma para las relaciones
sociales internacionales, que hacen que sólo un tercio de la población global consuma más
que los otros dos tercios que sobreviven en condiciones hasta mismo deshumanas.
Leonardo Boff considera como factor de irrupción para una nueva conciencia
planetaria los sucesivas viajes del hombre alrededor de la Tierra y a la Luna, lo que llevó el
hombre a ver el propio hábitat de fuera y cita las palabras de los astronautas como muestra
del amor que sentían por la Tierra: “Tenemos que aprender a amar este planeta del cual
somos parte”6 porque llevan a la percepción de que la Tierra es parte de un sistema mucho
mayor, que es el universo. “Nosotros no vivimos sobre la Tierra. Nosotros somos tierra
4
VV. AA., Éticas da Mundialidade: O nascimento de uma consciência planetária. São Paulo: Paulinas,
2000. p. 60-61.
5
OLIVEIRA, M. A., de. Tópicos sobre Dialética. Porto Alegre: Edipucrs, 1996. p. 177.
6
BOFF, L., Nova Era: A Civilização Planetária, São Paulo: Ática, 1994, p. 41.
(Adán, húmus-homo), parte de la tierra”7. Tal conciencia es fundamental para el
surgimiento de una noosfera, es decir, una conciencia humana de participación en el
desarrollo del planeta Tierra, llegando a la percepción de una co-responsabilidad por lo que
suceda con la naturaleza, una especie de “ósmosis con la Tierra y su destino”.8
Históricamente es posible constatar que fue a partir de la década de 70, cuando las
investigaciones ambientales delineaban un perfil catastrófico sobre los ecosistemas
terrestres, de manera que los estudios ecológicos empezaron a influir en los debates sobre
la problemática ambiental. Empezó a ser significativa la propuesta de una nueva relación
del ser humano con su medioambiente. En contraposición al enfoque de dominación de la
naturaleza, la reflexión filosófica sobre las relaciones hombre-naturaleza empezó a buscar
otro enfoque axiológico, en el cual la ecología – el estudio de las interrelaciones entre los
organismos vivos y su medio físico – migró para la génesis de nuevos valores, centrándose
en las cuestiones sobre la vida y la naturaleza.9
7
BOFF, L. A Civilização Planetária, cit., p.42.
8
BOFF, L.A. A Civilização Planetária, cit., p. 48.
9
BOFF, L.A. A Civilização Planetária. cit., p. 39.
10
LEOPOLD, A.: A Sand County Almanac. Nueva York: Ballantine Books, 1970. p. 32.
concepción ética, pues teniendo como base la ciencia ecológica, construyó un sistema
moral en el cual el hombre es parte en la naturaleza, rompiendo así el paradigma ya
consolidado en la tradición occidental de que el hombre es el señor de la naturaleza.11
11
KWIATKOWSKA, T.; ISSA, J., (Orgs.). Los caminos de la ética ambiental: uma antología de textos
contemporáneos. México: Editorial Plaza y Valdés, 1998. p. 28.
12
NAESS, A., “Self-realization in mixed communities of Humans, bears, Sheep, and Wolves Arne Naess
Inquiry” en Interdisciplinary Journal of Philosophy, 1502-3923, Volume 22, Issue 1, 1979, pp. 231–241.
significa añadir, al contrato social, un contrato natural de simbiosis y reciprocidad con la
naturaleza, sin el cual la vida corre serio peligro de extinción.14
Según Unger17, el inmenso poder tecnológico acumulado por el ser humano, que
oscila desde la posibilidad de un desastre nuclear a las consecuencias inesperadas de los
experimentos genéticos, está provocando una acción violenta sobre la naturaleza, dado que
la desobediencia de sus grandes leyes, por el deseo humano desmesurado, puede provocar
13
PELIZZOLI, M.L., “A emergência do paradigma ecológico: reflexões ético-filosoficas para o século
XXI”. Petrópolis: Vozes, 1999. p. 34-35. cf. SERRES, Michel. O contrato natural. Tradução de Beatriz
Sidoux. Rio de Janeiro: Nova Fronteira, 1991.
14
MORI, M., “L'ambiente nel dibattito etico contemporâneo”. En: SCAMUZZI, S. (Org.). Costituzioni,
Razionalità, Ambiente, Torino: Bollati-Boringhieri, 1994, pp.91-127. FERRY, Luc. The new ecological
order. Chicago. The University of Chicago Press, 1992.
15
PASSMORE, J., La responsabilidad del hombre frente a la natureza: ecología y tradiciones en Occidente.
Madrid: Alianza Editorial, 1978. Ver también OST, François. A natureza à margem da lei: a ecologia à
prova do direito. Lisboa: Instituto Piaget, 1997. pp. 323-324.
16
PELIZZOLI, M.L., “A emergência do paradigma ecológico: reflexões ético-filosóficas para o século
XXI”. Petrópolis: Vozes, 1999. p.34-35.
17
UNGER, N. M., “Humanismo e biocentrismo: o ecologismo como questão filosófica”. En: UNGER,
Nancy Mangabeira (Org.). Fundamentos filosóficos do pensamento ecológico. São Paulo: Edições Loyola,
1992. pp.19-23.
una intervención en el orden natural del universo, aproximándose a la concepción griega de
hybris.18
18
El término hybris, intraducible en idiomas modernos, para los griegos significaba cualquier violación de la
norma de la medida, es decir, de los límites que el hombre debe encontrar en sus relaciones con los otros
hombres, con la divinidad y con el orden de las cosas. (Ver ABBAGNANO, op. cit., p. 520).
19
ELLIOT, R., La Ética Ambiental, Compendio de Ética, trad. espanhola de Jorge Vigil Rubio y Margarita
Vigil, Alianza Editorial, 2007. p. 391.
estas razones empíricas y otros piensan que aunque fuesen verdaderas estas razones, es
mejor proseguir con la actividad minera.
Los argumentos acerca de estos hechos sólo tienen razón de ser, sólo tienen sentido,
frente a cierto tipo de contexto, y las diferencias de este contexto dan lugar a valoraciones
diferentes de lo que debe hacerse. Este contexto lo constituyen cuestiones tales como
deseos, preferencias, aspiraciones, metas y principios, incluidos los principios morales. Un
ambientalista podría desear conocer si la minería constituye una amenaza para la
naturaleza porque desea que se proteja ésta o, de manera aún más grave, porque piensa que
es moralmente malo ocasionar la muerte de la naturaleza.21
20
PASSMORE, J., La responsabilidad del hombre frente a la natureza: ecología y tradiciones en Occidente.
Madrid: Alianza Editoria, 1978. Ver também OST, François. A natureza à margem da lei, cit., p. 391.
21
PASSMORE, J., La responsabilidad del hombre frente a la natureza, cit.Ver também OST, F., A natureza
à margem da lei, cit. p. 392.
22
PASSMORE, J. La responsabilidad del hombre frente a la naturaza, cit., Ver também OST, F., A
natureza à margem da lei, cit., p. 393.
extinción de las especies como consecuencia de la acción humana es algo malo, quizás
incluso algo malo sea cual sea la causa. Este puede ser un principio básico de una ética
ambiental. Sin haberlo concebido explícitamente de esta forma, un ambientalista podría
suscribir no obstante la idea de que la extinción de la especie, etc., es algo malo en sí
mismo, al margen de las consecuencias que pueda tener.23
Otra posibilidad es que el principio no sea de carácter básico sino que descanse
sobre un principio que expresa el interés por el bienestar humano, unido a la creencia de
que la extinción de especies perjudica a los hombres. El explicitar el compromiso ético es
el primer paso para someterlo a valoración crítica o justificación. Para que podamos decidir
entre diversas éticas ambientales concurrentes, es preciso justificarlas. No basta con que
una política ambiental se atenga a principios de una u otra ética ambiental, debe adecuarse
a una ética correcta, o bien a la más justificada. Tenemos así dos cuestiones: ¿cómo puede
concretarse una ética ambiental?; Y ¿cómo puede justificarse una pretendida ética
ambiental?24
23
PASSMORE, J., La responsabilidad del hombre frente a la naturaza, cit., Ver também OST, F., A
natureza à margem da lei, cit., p. 394
24
PASSMORE, J. La responsabilidad del hombre frente a la natureza, cit., Ver também OST, François. A
natureza à margem da lei, cit., p. 395.
25
Como sustantivo, la palabra medio procede del latín medium (forma neutra); como adjetivo, del latín
medius (forma masculina). La palabra ambiente procede del latín ambiens, -ambientis, y ésta de ambere,
"rodear", "estar a ambos lados". La expresión medio ambiente podría ser considerada un pleonasmo porque
los dos elementos de dicha grafía tienen una acepción coincidente con la acepción que tienen cuando van
juntos. Sin embargo, ambas palabras por separado tienen otras acepciones y es el contexto el que permite su
comprensión. Por ejemplo, otras acepciones del término ambiente indican un sector de la sociedad, como
ambiente popular o ambiente aristocrático; o una actitud, como tener buen ambiente con los amigos. Aunque
la expresión medio ambiente aún es mayoritaria, la primera palabra suele pronunciarse átona, de forma que
ambas palabras se pronuncian como una única palabra compuesta. Por ello, el Diccionario panhispánico de
dudas de la Real Academia Española recomienda utilizar la grafía medioambiente, cuyo plural es
medioambientes (RAE, (2005), Medioambiente, en Diccionario panhispánico de dudas, Real Academia
Española. URL). DICCIONARIO PANHISPÁNICO DE DUDAS. Real Academia Española. Disponible en
http://buscon.rae.es/dpdI/. Acceso el 01 de octubre de 2010.
39
Sin embargo, esta decisión se habría alcanzando considerando sólo los intereses de
las personas. Una forma clara de expresarlo consiste en decir que esta ética sólo considera
moralmente relevantes a las personas. Algo es moralmente relevante si es susceptible de
39
BAXTER, W.F., People or Penguins: the case for optimal pollution. Nueva York: Columbia University
Press, 1974. p.18
40
ELLIOT, R., La Ética Ambiental, Compendio de Ética, trad. española de Jorge Vigil Rubio y Margarita
Vigil, Alianza Editorial, 2007, p. 394.
evaluación ética por derecho propio, independientemente de su utilidad como medio para
otros fines. Pensemos en la tortuga nariz de cerdo. De acuerdo con la ética centrada en las
personas que acabamos de describir, no son moralmente relevantes ni la especie en su
conjunto ni sus miembros individuales: lo único moralmente a considerar es la felicidad e
infelicidad de los humanos, lo cual puede verse o no afectado por lo que suceda a las
tortugas.
Una vez comprendidas como parte de la concepción de la moral según la cuál sólo
el hombre es capaz de realizar actos morales y sólo él puede ser sujeto de derechos,
obligaciones y responsabilidades, continuaremos con el análisis de las muchas
vertientes del antropocentrismo, es decir, de los argumentos que fundamentan las
muchas vertientes de esta duda filosófica:
Krebs41 presenta algunos motivos por los cuales ese argumento no obtuvo un
éxito absoluto: en primer lugar, hace falta que los hombres tengan instintos biológicos,
que les diera la capacidad de percibir el peligro, siendo esta laguna compensable con la
racionalidad. En segundo lugar, gran parte de los conocimientos acerca de las causas del
peligro deriva de datos estadísticos, y no de un conocimiento cualitativo. Además
otra dificultad está en las limitaciones de nuestros conocimientos en cuanto a las
consecuencias tecnológicas. Al decidir “bajo incertidumbres” surge el peligro de la
decisión irracional. El argumento de las necesidades básicas es una de las vertientes de
la posición utilitarista. Incluso las decisiones tomadas bajo riesgo son encaminadas al
41
De acuerdo con KREBS, Angelika. “Naturethik im Überblik”. En: KREBS, Angelika. (hrsg)
Naturethik: grundtexte der gegenwärtigen tier – und ökoethischen Diskussion. Frankfurt: 1997, p. 344.
bienestar de los hombres, incluso aunque no haya la certidumbre en cuanto a sus
efectos.
¿Es más fácil sostener una ética basada en un antropocentrismo moderado que una
ética basada en los seres que sienten (sensocentrismo), en los seres vivos (biocentrismo) y
en los sistemas naturales (ecocentrismo)? Sin embargo, afirmar que el mundo natural no
tiene valor meramente instrumental no significa atribuirlo valor moral. Atribuir derechos a
las personas (mediante una naturaleza preservada) no significa atribuir valor a seres no
humanos.
42
Cf. Meyer, Kirsten. Der Wert der Natur. p.56 (traducción libre).
43
Argumento aistésico, experiencia pasiva, siendo la naturaleza recurso estético.
que causa dolor a un ser senciente o aquél que destruye una floresta revela un carácter
peligroso. Por ello, debemos dejar de practicar esos actos para que no incurramos en la
inmoralidad intersubjetiva. La víctima de la acción humana es aquel ser transformado en
objeto, el paciente, y no el agente de la crueldad.
Finalmente, poner el hombre como un ser caritativo que cuida a su ambiente como
“maestro” preocupado con el planeta, sería lo mismo que aceptar la figura del “bondadoso”
señor de esclavos, que no atribuye valor moral a sus “propiedades” sino que las protege,
estando, por lo tanto, en contra de la abolición de la esclavitud.
Lo que tiene de determinante una ética centrada en los humanos nos mueve hacia
una ética centrada en los animales44, y posiblemente más allá. La coherencia y querer
evitar distinciones morales arbitrarias estimulan el paso de una ética centrada en los
humanos a una ética centrada en los animales. Asimismo, al reflexionar sobre seres no
humanos podemos apreciar nuevas razones a favor de la relevancia moral; por ejemplo, los
individuos no humanos pueden tener propiedades estéticas como la belleza, que podemos
considerar les convierte en moralmente relevantes. También éste es un caso en el que son
relevantes moralmente no porque tengan intereses sino porque poseen una propiedad que
les otorga un valor intrínseco.45
Las razones aducidas a favor de una ética centrada en los animales, ¿avalan también
una ética centrada en la vida? Si puede decirse que las plantas –y los ecosistemas o la
biosfera- tienen intereses, como el interés por prolongar su existencia, quizás sea así. A
menudo el concepto de interés se explica en términos de que una cosa tiene por sí misma
que puede ser perjudicado o favorecido. Algunos afirman que las plantas tienen un bien
44
J. Bentham propugnó la tesis de que, a la hora de actuar hemos de tener en cuenta los intereses de todos
aquellos seres que puedan verse afectados por nuestro comportamiento, y ello ha de incluir a los animales
que, aunque carezcan de lenguaje, sufren. La obra de P. Singer, Liberación animal (1975) constituyó un
acicate para que buen número de personas hayan decidido modificar aspectos sustanciales de su vida
cotidiana, como la alimentación y el vestido, para contribuir a poner fin a las prácticas crueles a las que
millones de animales están sometidos diariamente. ¿Quiere esto decir que los animales tienen derecho? No
necesariamente. Podemos admitir que los seres humanos tenemos la obligación de no ser crueles con los
animales, pero dicho deber no les otorga necesariamente un derecho. Es cierto que todo derecho lleva
aparejada alguna obligación de alguien, pero lo contrario no es verdadero: hay obligaciones sin derechos
correlativos. Se considera que sólo los seres humanos pueden ser titulares de derechos, pues sólo ellos tienen
sentido de lo justo y de lo injusto; Los partidarios de atribuir derechos a los animales, sin embargo, destacan
que muchos seres humano son cuentan esas capacidades de la “agencia moral” y, pese a ello, por ser
“pacientes morales” (seres que pueden verse afectados por nuestras acciones) son sujetos de derechos básicos
como el derecho a la vida, a no ser torturados, etc. Hay animales con igual o mayor capacidad de sufrimiento
y conciencia que seres humanos severamente discapacitados (qué decir de preembriones, fetos, seres en
estado permanente vegetativo) que podrían gozar también de esas garantías. Se trata del llamado “argumento
de los casos marginales”.
Pablo de Lora ha trabajado ampliamente esta cuestión. Temas tan sensibles como el mundo de los toros y su
fiesta, pasando por las peleas de gallos o de perros, hast el tenso problema de nuestro uso sistemático de
proteínas animales para nuestra alimentación, y la forma de cría, transporte y sacrificio de los animales, se
colocan ante nuestros ojos como una serie enlazada de cuestiones pertinentes para una reflexión moral. (Vid.
LORA, Pablo de, Justicia para los animales. La ética más allá de la humanidad. Madrid, Alianza, 2003).
propio; por ejemplo, que el bien de un árbol se favorece mediante los nutrientes suficientes
para que siga floreciendo y se perjudica cuando se le priva de nutrientes.
El bien de una planta se determina por el tipo de cosa que es, por el tipo de
organización biológica que constituye, por lo que significa que sea un crecimiento de su
especie. Las plantas tienen un bien en este sentido pero obviamente no basta la tesis de que
tienen intereses en un sentido moralmente relevante. Las plantas no tienen un punto de
vista desde el cual experimenten el mundo. Al árbol no le importa que se seque y muera
por falta de agua; le importaría a un canguro. Así como las plantas tienen metas naturales,
no tienen una actitud hacia estas metas y no experimentan el avance hacia ellas. Pueden
hacerse afirmaciones similares acerca de la biosfera y de los ecosistemas. Es esta
diferencia la que algunos consideran el tope del desplazamiento, la que proporciona un
corte no arbitrario, desde una ética centrada en los animales a una ética centrada en la
vida.46
Sin embargo, incluso si se niega que las plantas tengan intereses, de ello no se sigue
que no sean moralmente relevantes. Recuérdese que se habían sugerido razones, que no
tienen que ver con intereses, en virtud de las cuales los humanos y los no humanos son
moralmente relevantes. Estas razones concernía a la propiedad de ser un ser complejo y a
la propiedad de ser algo bello. Las plantas pueden poseer estas propiedades, y si los
animales son moralmente relevantes en virtud de que las poseen, también lo son las
plantas. La clave para defender así una ética centrada en la vida es demostrar que las
propiedades a las que se apela son intrínsecamente valiosas.
¿Puede decirse algo a favor de una ética centrada en la vida que nos impulse hacia
una ética del todo? La propiedad de construir un ser vivo complejo no puede ilustrarse con
las piedras, etc., pero una propiedad afín, la de ser un sistema complejo, puede ilustrarse
con colecciones de seres no vivos que muestran ciertas relaciones entre sí. Si es su
complejidad organizativa per se lo que hace a algo moralmente relevante, entonces algunos
entes inorgánicos serán moralmente relevantes, por ejemplo, los cuerpos que forman el
sistema solar, las pautas de desgaste de un acantilado y un copo de nieve. La relevancia de
45
GRUEN, L., Los Animales. Compendio de Ética. Org. Peter Singer. Versión española de Jorge Vigil Rubio
y Margarita Vigil, p. 469.
esta idea para el caso del Kakadu depende, entre otras cosas, de si se considera seres vivos
a los ecosistemas. Si no es así, entonces son seres moralmente relevantes.47
El hecho de que sean moralmente relevantes proporcionaría una razón moral para
oponerse a la actividad minera. O también podríamos juzgar que una razón por la que
consideramos moralmente relevantes a los seres vivos es porque constituye una muestra de
belleza. En algunos casos esta belleza podría ilustrarse por lo rasgos más generales y
externos de un cosa, como en el caso de los tigres, las ballenas, las orquídeas y las proteas.
Además, la belleza podría ilustrarse en el detalle más específico del funcionamiento
biológico de un ser.
Algunos seres inorgánicos como los cantos rodados, las dunas, las lunas inertes y
los icebergs pueden ser hermosos, con lo que si se utiliza la belleza como base para atribuir
la relevancia moral a los seres vivos, entonces al menos algunos seres no vivos son
moralmente relevantes. La existencia del rasgo de la belleza como base para la relevancia
moral es discutible; sin embargo, algunos autores la defienden vigorosamente, por ejemplo
Rolston.48 Quienes se oponen a ella suelen decir que lo moralmente relevante es la
apreciación de la belleza más que la belleza en sí.
Ni la ética centrada en los humanos ni la ética centrada en los animales deja lugar
para una crítica ambientalista. Sin embargo, para algunos esto no parece ser lo único
moralmente censurable en la propuesta de la empresa minera. ¿No es también moralmente
sospechosa por sustituir lo natural por lo artificial? Imaginemos un caso parecido en el que
se elimine sólo una floración en roca, desprovista de vida, sustituyéndose después por roca
sintética. Ni siquiera una ética centrada en la vida permitiría cuestionar la moralidad de
esta acción. Algunas personas consideran que, incluso en este caso modificado, la empresa
minera hace algo recusable moralmente. Si se extiende esta noción presta apoyo a una
variante de la ética del todo que incluye en su ámbito a todos seres naturales.49
46
GRUEN, L., Los Animales. Compendio de Ética. cit., p. 470
47
GRUEN, L., Los Animales. Compendio de Ética, cit., p.475
48
ROLSTON III, H., Environmental Ethics. Duties to and values in the natural world. Filadélfia: Temple
University Press, 1988.
49
VANDEVEER, D. y PIERCE, C., eds. People, “Penguins and Plastic Trees: Basic Issues” en
Environmental Ethics. Belmont: Wadsworth, 1986, pp. 142-150.
Pensemos en la propiedad de tener una diversidad de partes. ¿Es ésta un
determinante de la relevancia moral? Aquí podemos comparar una zona cubierta de
pluviselva con una zona en la que se han talado árboles y está siendo cultivada. ¿Qué es
más valioso en sí? Una vez más hemos de distanciarnos de determinadas ideas; por
ejemplo, la idea de que el talar bosques tropicales es contrario a los intereses humanos a
largo plazo, la idea de que los animales silvestres habían sufrido, la idea de que se habría
desplazado a los pueblos aborígenes. Así, muchos dirían que la pluviselva tiene más valor.
Imaginemos, pues, que sólo podría salvarse una de estas áreas de una devastación
masiva. Muchos dirían que, considerando las cosas en sí mismas, debería salvarse la
pluviselva. Además, una razón que se podría aducir es que la pluviselva muestra más
diversidad; tiene una composición más compleja y rica. También podrían aducirse otras
razones; por ejemplo, que la pluviselva tiene propiedades estéticas que no posee la zona
cultivada. Nuestra disposición, por ejemplo, a atribuir propiedades estéticas como la
belleza a la pluviselva puede depende de si la consideramos como sistema ecológico: el
conocer cómo funcionan en conjunto las cosas para mantener el todo podría ayudarnos a
considerarlo como un objeto bello. El considerar este tipo de razones como razones para
evitar el despojo ambiental sirve de base a una ética ambiental que va más allá de una ética
centrada en los humanos o en los animales y quizás también de una ética centrada en los
humanos o en los animales y quizás también de una ética centrada en la vida.
Incluso si aceptamos, por ejemplo, que los ecosistemas del Kakadu son moralmente
relevantes, ¿cómo sopesar esto frente a intereses humanos (o de otro tipo)? Un primer paso
consiste en preguntarnos si hay formas alternativas de satisfacer intereses humanos.
Esa visión hedonista considera que la única cosa esencialmente buena para un
individuo es el placer, sea ese individuo humano o no. El criterio de eso es el dolor,
entendido aquí no apenas como dolor físico, sino todo tipo de experiencia negativa, de
insatisfacción, física o emocional, incluyéndose ahí el miedo, la angustia, la frustración.
Evitar el dolor puede ser considerado como más importante que alcanzar el extremo placer.
No hace falta buscar en la lógica una razón para afirmar que algo que cause dolor
sea algo malo; lo que causa dolor está equivocado porque duele, y el hecho de
experimentar el dolor es negativo, aunque de ella puedan derivar buenas consecuencias
evolutivas. Por ello, la ética centrada en el animal senciente se fundamenta en la tesis de
que todos saben, por una preexperiencia, lo que es el sufrimiento y lo que es el bienestar –
se persigue este y se huye de aquel-. Por motivos morales, las mismas reglas que valen
para mí deben valer también para aquellos que, iguales a mí, pueden sufrir. Debe valer aquí
el principio intersubjetivo de la igualdad. Es el uso de la razón de modo práctico: casos
semejantes deben ser tratados de modo semejante. Los animales no humanos, como seres
sencientes que son, sufren de manera inocente y no deben ser privados de vida y del
bienestar por un motivo irrelevante.
50
SINGER, P., Ética Prática. Trad. Jefferson Luiz Camargo. São Paulo: Martins Fontes, 2002, p. 67.
51
Si un ser sufre, no puede haber ninguna justificativa de orden moral para recusarnos a levar ese sufrimiento
en consideración. Sea cual sea la naturaleza del ser (...) Es por ese motivo que el límite de sensibilidad (...) es
el único límite defendible de la preocupación con los intereses ajenos. (SINGER, P., op.cit., p. 67).
de las dificultades internas en el criterio de comparación de sufrimientos, no hay dudas en
la práctica. Las comparaciones del sufrimiento entre miembros de especies diferentes no
pueden ser hechas con precisión; a ese respecto, tampoco se puede hacer puntualmente
cualquier comparación entre el sufrimiento de diferentes seres humanos. La precisión no es
fundamental.
Es posible aquí argumentar, a partir de la visión de Hans Jonas 53, que sólo el mero
placer y dolor no deben explicar por qué resulta equivocado tratar seres sencientes como
medios, pues solamente cuando miramos a esos seres como sujetos de una vida que tiene
valor en sí –por lo tanto, con valor intrínseco– eso constituye la necesaria condición para
que un sujeto tenga valor moral.
Muchas de las cosas que hacemos al entorno natural afectan adversamente a los
animales no humanos y esto es algo relevante para esta ética. Por ejemplo, si pensamos que
la polución de cianuro del río South Alligátor produciría sufrimiento a los animales no
humanos, esto es un perjuicio moral a tener en cuenta independientemente de cómo
resulten las cosas para los humanos. Este ejemplo no es caprichoso: Pensemos en el efecto
que tiene para los animales no humanos la deforestación, la construcción de presas en
valles fluviales, la exploración de canteras en las montañas, la construcción de oleoductos,
etc. Una ética centrada en los animales insta a la consideración moral de animales
individuales y no de especies. Lo que sucede a la especie tiene sólo un interés indirecto por
52
SINGER, P., op.cit., pp 68-71.
53
La teoría de Hans Jonas se centra en los problemas éticos y sociales creados por la tecnología. Jonas insiste
en que la supervivencia humana depende de nuestros esfuerzos para cuidar nuestro planeta y su futuro.
Formuló un nuevo y característico principio supremo moral: "Actuar de forma que los efectos de tu acto sean
compatibles con la permanencia de una vida humana genuina". Mientras que se ha atribuido a El imperativo
de la responsabilidad el catalizar el movimiento ambiental en Alemania, su obra El fenómeno de la vida
(1966) forma el sostén de una escuela de bioética en Estados Unidos. Leon Kass se ha referido al trabajo de
Jonas como una de sus principales inspiraciones. Profundamente influenciado por Heidegger, "El fenómeno
de la vida" intenta sintetizar la filosofía de la materia con la filosofía de la mente, produciendo un rico
entendimiento de la biología, que finalmente busca una naturaleza humana material y moral.
cuanto afecta a animales.54
Si bien una ética centrada en los animales considera igualmente relevantes a todos
los animales, no los clasifica necesariamente por igual. Es decir, algunas éticas centradas
en los animales otorgarán una significación moral diferente a diferentes tipos de animales.
Una forma que puede adoptar esta diferenciación supone la no consideración arbitraria - y
muchos dirían que injustificada- de los intereses de los animales no humanos simplemente
porque son intereses no humanos. La influencia de esto sobre las valoraciones acerca de las
políticas dependerá del grado de no consideración. Podría consistir en hacer siempre valer
más los intereses humanos que los intereses no humanos, sea cual sea la intensidad o
fuerza de los intereses e independientemente del número de individuos implicado.
54
ELLIOT, R., La Ética Ambiental, Compendio de Ética, cit., p. 394.
compartidos dejen lugar a grados de significación moral.55
“Cuando sienten algún dolor, los animales se comportan de una manera muy
parecida con la de los humanos, y su comportamiento es suficiente para justificar
la convicción de que ellos sienten dolor. Es verdad que, con excepción de los
monos que aprendieron a comunicarse a través de un lenguaje de señales, no
tienen como decir si están sintiendo algún dolor – pero, cuando era muy
pequeña, mi hija tampoco hablaba. Sin embargo, ella encontraba otras formas de
hacer visibles sus estados interiores, con lo que demostraba que podemos tener
certeza de que un determinado ser está sintiendo dolor, aunque no cuente con el
recurso del lenguaje.56
55
ELLIOT, R., La Ética Ambiental, cit., p. 395.
56
SINGER, P., Ética Prática, cit., p. 80.
paradigma antropocéntrico. Primero, porque la habilidad de sentir dolor, que es
demarcatoria para los utilitaristas, es relevante ya que parte de una experiencia humana,
siendo por lo tanto, antropocéntrica –se valoriza el animal senciente atribuyéndole estatuto
moral a partir de la experiencia humana, y no por sí mismo-. De la misma manera, se
extiende a seres no humanos el estatuto moral porque poseen patrones humanos. Singer
incluso compara seres no humanos a humanos con anomalías, necesitando, por lo tanto, de
la tutela humana. Ese proceso continua antropocentrista. Es un proceso permeado de
antropocentrismo desde el inicio, una vez que exige de los otros seres lo que nosotros
poseemos, “humanizándolos” hasta que puedan ser aceptados en nuestro círculo moral.
Estamos así degradando esos seres, llevándolos a ser lo que no lo son. Por ello, esa “nueva
ética” propuesta se asemeja tanto a la vieja ética antropocéntrica moderna.57
57
SINGER, P., Ética Prática., cit., p. 82.
58
En la "Ética de la Liberación" se comprenden dos obras filosóficas de Enrique Dussel, expuestas en un
lenguaje lógico con códigos metalingüísticos en un discurso estructurado. La primera obra fue publicada en
1973 y la segunda en el 1988, siendo esta última una revisión hecha por el autor a partir de debates y
ponencias entabladas con Karl Otto Apel y Jürgen Habermas. Dussel hace una revisión y reformulación de la
presenta atado al pensamiento kantiano antropocéntrico.
Para Singer, si aceptamos el principio de igualdad como base sólida para las
relaciones con los demás miembros de nuestra especie, debemos aceptar ese mismo
principio también para con los seres no humanos. Para el autor, ese principio de igualdad
puede conducir a distintos tratamientos, especificándose qué criterios determinan las
diferencias. El antropocentrismo ético, ante esa visión de Singer, podría rebatirlo sólo con
bellas frases, que resaltan la dignidad intrínseca del animal humano sin llegar a presentar
argumentos a esa dignidad.
Singer apunta que el antropocentrismo es, por lo tanto, tendencioso y está cargado
de prejuicios. Seguidamente vamos a presentar tres argumentos especistas y los respectivos
contra argumentos filosóficos. El primer argumento afirma que, si el mundo natural está
constituido por depredadores y presas, el ser humano es un depredador, y, de este modo,
Ética a partir de los postulados de la Filosofía de la Liberación de forma que da operatividad histórica y
práctica a dicha filosofía.
tiene el derecho de explotar otras especies que, en la naturaleza, no se respetan, matándose
entre sí. Este argumento presenta puntos débiles. El primero de ellos es que tal “falta de
respeto” en el mundo animal no es la regla, ya que raramente un animal mata a otro
gratuitamente.
Un segundo argumento podría ser el de que los humanos, miembros de una especie
única y que tienen conducta moral hacia los elementos de la misma especie puede
favorecer siempre la especie humana, incluso utilizando otras especies. Como contra
argumento se podría afirmar que, con el avance de la ciencia (de modo especial la
psicología y la neurofisiología), algunos animales tienen capacidades como habilidad
lingüística y autoconciencia y que por ello, tales capacidades ya no pueden ser definidoras
exclusivas de la especie humana –si fuera así, los animales también deberían ser
considerados moralmente-. Un contra argumento más consiste en que es evidente que los
seres humanos poseen capacidad de raciocinio y de lenguaje, además de una extraordinaria
organización social. Pero, esas capacidades no están totalmente ausentes en los animales
no humanos.
Singer contesta que el hecho de que un animal sienta dolor, miedo, alegría o rabia
es tan evidente como esos sentimientos en un bebé humano. Aunque sea menos evidente y
versátil que el lenguaje humano, la comunicación por señales entre los animales es tan
adecuada a su modo de vida como a nuestro lenguaje. La visión de evolución darwiniana
desafía la hipótesis antropocéntrica que afirma la singularidad de ciertas facultades
humanas. Por el evolucionismo, animales humanos y no humanos no son tan distintos, ya
59
SINGER, P., Ética Prática, cit., p. 65.
que evolucionaron de animales menos complejos.
60
GOODPASTER, K.E., “On being morally considerable”, en ZIMMERMAN, M.E. Et alii,
Environmental Philosophy. From Animal Rights to Radical Ecology. 2nd New Jersey: Prentice Hall, 1998, p.
64.
conceptos, el de paciente moral y el de la considerabilidad moral son adoptados por
Goodpaster de la teoría de G. J. Warnock. En, The object of morality, Warnock elabora la
cuestión de los destinatarios de los principios de la moralidad (pacientes morales) y
propone una ética fundada no en la perspectiva del agente moral, típica de la tradición
antropocéntrica, sino del paciente moral, en la perspectiva senciocéntrica. Esa tesis es
acogida por Goodpaster con la intención de ampliar la comunidad moral, y,
principalmente, enfocar la ética en los individuos que reciben las acciones de los agentes
morales.61
61
Cuando se refiere a la considerabilidad moral, Goodpaster evita vincularla al concepto de sujeto de
derechos (rights-bearers), siguiendo la posición adoptada por John Passmore. En el significante tradicional
de sujeto de derecho no hay, de acuerdo con Passmore, posibilidad de aplicación de esta categoría a seres no
humanos, pues ella exige que el ser en cuestión tenga dominio de razón y lenguaje (humanas). Siguiendo tal
concepción, Goodpaster elige suspender la cuestión de que los no humanos sean titulares de derecho,
evitando tener que reconstruir el significante de aquel concepto tradicional, y pasa a fundamentar su
propuesta en la considerabilidad moral (Warnock).
Apoyado en Joel Feinberg, Goodpaster aclara una distinción meta ética problemática, la separación entre; (a)
cuestiones de inteligibilidad, que llevan a averiguar especulativamente si, y en relación a qué seres, es
posible establecer el mérito de la consideración moral; y (b), cuestiones de sustancia normativa, relativa a la
definición del tipo de ser merecedor, efectivamente, de consideración moral. Esas cuestiones epistemológicas
son por su naturaleza problemática, pues tanto la línea divisoria entre sujeto cognoscente y objeto conocido,
como las cuestiones de hecho y de valor, generalmente, todavía son tratadas en medio a gran oscuridad
(bastante marcada por la Escuela de Frankfurt). Goodpaster prefiere alejarse de este tema, con base en
Willian Frankena, considerando que la meta ética es, y siempre ha sido una disciplina parcialmente
normativa, incapaz de fornecer una concepción moral neutra, delineada milimétricamente en la separación
entre cuestiones de hecho y cuestiones de valor.
62
[…] los tipos de seres que pueden tener derechos son, precisamente, aquellos que tienen (o pueden tener)
intereses. He llegado a esta conclusión por dos razones: (1) porque un titular de derecho debe ser capaz de ser
representado, y es imposible representar a un ser que no tiene intereses; y, (2) porque un titular de derecho
debe ser capaz de ser beneficiario en sí, y un ser sin intereses es un ser incapaz de ser dañado o beneficiado,
no teniendo bien o “busca” de sí.
63
La concepción de Feinberg, con las alteraciones de Goodpaster, se pueden formular así: (…) los tipos de
seres que pueden merecer consideración son, precisamente, aquellos que tienen (o pueden tener) intereses.
He llegado a esta conclusión por dos razones: (1) porque un merecedor de consideración moral debe ser
capaz de ser representado, y es imposible representar un ser que no tiene intereses; y, (2) porque un
merecedor de consideración debe ser capaz de ser beneficiario en sí, y un ser sin intereses es un ser incapaz
de ser dañado o beneficiado, no teniendo bien o “busca” de sí.
conceptual y alteración, para Goodpaster, los tipos de cosas vivas que deben ser
merecedoras de consideración son aquellas que tienen (o que pueden tener) intereses.
64
En respuesta al artículo de Hunt, Goodpaster escribe, “On Stopping at Everything: A Reply to W. M. Hunt”,
donde afirma mantener sus postulados, principalmente el de la necesidad de que el objeto de la moralidad
tenga interés propio. Así, considerar objetos inanimados como poseedores de intereses propios sería
simplemente incoherente, pues los posibles intereses relacionados a objetos inanimados son los intereses de
sus propietarios –seres vivos, los únicos que pueden tener interés en no dañarse o en beneficiarse.
moral. Goodpaster presenta los malentendidos de la argumentación y tesis de Hunt, y sigue
creyendo que el criterio de la vida para la considerabilidad moral sea el único plausible y
no arbitrario.
A diferencia de Regan, Taylor no presenta muchas críticas a las teorías a las cuales
se opone, tampoco a autores específicos. Construye una argumentación afirmativa acerca
de la ética ambiental genuina, que para él debe ser biocéntrica e individualista (alejándose
de teóricos holistas, como Aldo Leopold o incluso James Lovelock). Taylor hace
referencia a pocos autores, de los cuales recibe influencia en sus argumentos. Sin embargo,
una primera filiación posible de deducir en su argumentación es la basa kantiana en la
selección de un sistema de creencias (contenido material) que precede el conjunto de
principios y reglas (los cuales también deben rellenar los requisitos formales), que deben
ser observados por los agentes morales.
65
El artículo “The Ethics of Respect for Nature”, de Paul W. Taylor, sigue la corriente teórica desarrollada
por Goodpaster y Regan, es decir, es un esfuerzo de fundamentar una ética ambiental centrada en la vida
(biocéntrica), en oposición a las éticas tradicionales centradas en los humanos (antropocéntricas). El artículo
de Taylor precede a su último y relevante libro, Respect for Nature: A Theory of Environmental Ethics.
66
TAYLOR, P.W., Respect of Nature: a theory of environmental ethcs. 2. Impress with corrections. New
Jersey, Princeton University Press, 1987. p. 37
Cuando trata del primer aspecto, la de la consideración de los humanos en cuanto
miembros de la comunidad de vida de la Tierra, específicamente de la condición de la
especie humana como no privilegiada en relación a las otras especies, Taylor utiliza la idea
de Stephen R. L. Clark: “A veces, hablamos de los dinosaurios como perdedores; habrá
tiempo suficiente para ese juicio si conseguimos durar por lo menos un décimo de eso…”.
Tradicionalmente los humanos observan las demás especies y entidades vivas como
inferiores. Sin embargo, la condición biológica de los humanos es tan igualmente
vulnerable como la de las demás formas de vida. En el cuarto aspecto, el de la negación de
la superioridad humana, que favorece la doctrina de la imparcialidad entre especies,
Taylor recibe soporte del ensayo de R. and V. Routley, en el que se demuestran las
debilidades lógicas de los argumentos de las teorías antropocéntricas de la ética ambiental.
Por fin, la última recepción en el escrito de Taylor deriva del artículo, “Justice and
Equality”, de Gregory Vlastos,67 que se refiere al recurrente embate entre formas de
valorar antagónicas (valor inherente y valor instrumental), más concretamente, el debate
entre valor inherente y mérito. Cuando se utiliza el concepto de valor inherente, en general
se afirma el mérito del individuo (valor conquistado existencialmente por él). Sin embargo,
Taylor cree que nada impide postular un valor inherente para una entidad y su mérito, pues
aquel se constituye cuando hay un bien propio de la entidad, mientras que el mérito deriva
de un conjunto de grados o virtudes que la misma posee, o no, en su comunidad moral.
En “Inherent Worth, Respect, and Rights”, Louis Lombardi analiza y critica las
propuestas de Paul Taylor y su concepción de bien inherente. Lombardi postula la
necesidad de graduación del valor atribuido a cada ser vivo. La estrategia seguida por
Lombardi es utilizar la distinción entre obligaciones regulativas y operativas, sugeridas
por Goodpaster en “On Being Morally Considerable”. Lombardi reconoce una obligación
regulativa (con base en la similitud entre todos los seres vivos) y así postula el valor
inherente a todas las cosas vivas. Sin embargo, esa obligación no puede volverse
67
VLASTOS, G., Disponible en http://philosophy.princeton.edu/gregory_vlastos.html. (Acceso el 10 de
enero de 2010).
completamente operativa porque los humanos necesitan comer y destruir otras cosas vivas,
o incluso especies, para conseguir sobrevivir y realizar sus diversas actividades.
Lombardi aborda la problemática de los derechos animales versus respeto por los
animales. Con base en la propuesta hecha anteriormente, de graduación del bien inherente
entre especies y de la superioridad de los humanos frente a los demás seres vivos, el autor
cree que es posible solucionar la cuestión. Amparados por los argumentos de Joel Feinberg
y de Richard Wasserstrom, que corroboran la tesis de que solo es posible que agentes
morales posean derechos, es decir, aquellos seres con razón y lenguajes humanos,
Lombardi afirma que animales no humanos son entes sin derechos.
68
Para corroborar esa argumentación, invoca a Peter Singer. En la lectura de Lombardi, Singer afirmaría que
el hecho de que un ser posea una capacidad en mayor o menor nivel no altera su grado de bien inherente;
pero, en el caso de que posea una capacidad que las otras especies no la poseen, ese hecho debe aumentar su
valor inherente en relación a las demás entidades que no poseen tal capacidad. Con esa argumentación,
Lombardi niega la perspectiva igualitarista (la de la no superioridad humana) propuesta por Paul Taylor, en
“The Ethics of Respect for Nature”. (TAYLOR, P.W., Respect of Nature, op cit., p. 56).
Hemos visto como más allá del antropocentrismo de la ética tradicional, fundada en
el criterio de la racionalidad para dar valor moral a un ser, están los que proponen que una
vida se define por lo que representa de bien en sí misma, para aquel que la vive, sin que sea
necesario hacer una referencia a la utilidad de esta vida para beneficio ajeno. En este
sentido, se debe formular una ética que respete todo tipo de vida y no solo una ética basada
en las necesidades de producción y reproducción humanas, o en parámetros tales como el
de la sensibilidad donde el placer y el dolor desempeñan un papel importante. También
hemos hecho referencia a los que defienden que la teoría del valor, por ser antropocéntrica,
actúa a favor del valor intrínseco de los seres humanos, considerando todas las otras cosas,
vivas o no vivas, como valiosas sólo instrumentalmente, es decir, como valiosa solamente
en la medida en que sean medios o instrumentos que puedan servir a los propósitos e
intereses de seres humanos.
69
Senciencia: capacidad de sentir conciencia (sufrir y fluir).
70
GOODPASTER, K.E. “On being morally considerable”, cit., pp. 56-70.
71
REGAN,T. “The nature and possibility of na Environmental Ethic. En.: Environmental Ethics Spring 1981,
v.3,n.1, pp 19-34.
72
TAYLOR, P.W., Respect of Nature: a theory of environmental ethcs.2., impress with corrections. New
Jersey, Princeton University Press, 1987, 330 p.
73
CALLICOTT, J.B., “Animal liberation: A triangular Affair”. En: Environmental Ethics. 1980. V.2.n.4. pp.
311-338.
74
Paciente moral: todo ser que puede ser afectado por las acciones de los agentes morales, que pueden recibir
beneficios o sufrir males.
alejan definitivamente de la base antropocéntrica de la ética clásica, para la cual solo los
agentes morales75 tienen consideración y relevancia morales.76
75
Agente moral: ser racional que posee capacidades que le permiten actuar moralmente o no (libertad, razón
y lenguaje). (CfR. TAYLOR, P. W. op.cit., pp. 15-17).
76
Kenneth Goodpaster: se propone construir una discusión de order normativo y fáctico para definir el deber
del agente moral hacia el paciente moral. Concluye que la via racional y no senciente debe ser el criterio para
definir quien forma parte de la comunidad moral. Enfoca la ética en los individuos que reciben las acciones
de los agentes morales; Tom Regan propone el concepto de valor inherente a la vida de cada ser. Concluye
que hay seres naturales no concientes que pueden tener valor a su propio modo independientemente de
intereses y valoraciones utilitaristas humanos -valor instrumental-. Todos los seres concientes y algunos no
deben tener estatuto moral; Paul Taylor reconoce que el valor inherente es sólo uno y que tiene gradación, es
decir, por ser un valor moral, es igual para todos los seres que lo poseen; Louis G Lombardi hace una critica
a la defensa del valor inherente igual de la vida, con el argumento de que distintos seres vivos pueden tener
niveles o grados distintos. Analiza y critica las propuestas de Taylor y su concepción de bien inherente; Joel
Feinberg introduce el concepto de interés, basado en el principio que afirma que, para tener interés, debe ser
capaz de beneficiarse o resultar afectado negativamente por la acción de un agente moral; Baird Callicott
defiende que la comunidad moral debe ser constituida por todos los seres vivos, pues la vida no existe si no
existe a no ser en los contornos de una comunidad biótica; Nicholas Agar formula la propuesta que se debe
respetar moralmente todos los seres capaces de que configuren para sí mismos una meta cualquiera y de
alcanzarla.
El biocentrismo propone una comunidad de seres que habitan la tierra; pero ¿qué
decir cuando una “comunidad” (formada entre humanos y mosquitos) entra en colisión,
como por ejemplo, ante mosquitos que transmiten enfermedades, o ante bacterias o virus?
Seguidamente nos ocuparemos del holismo ecológico, que considera que hay valor
inherente no solo en la vida de individuos sino también de especies y que los agentes
morales tienen deberes de beneficencia y maleficencia. Sterba, que se adhiere al holismo,
propone una teoría ética ambiental pluralista biocéntrica. Afirma que en el pluralismo
biocéntrico se encuentran los puntos fundamentales de la teoría del respeto por la
naturaleza.
En este caso, el holismo es una concepción según la cual los individuos, los únicos
que para muchos son moralmente relevantes, no lo son. La ética centrada en la vida y la
ética del todo sancionará con toda probabilidad políticas ambientales similares en razón de
la índole de los mecanismos que mantienen los ecosistemas y la biosfera. Asimismo, es
posible combinar el holismo ecológico con cualquiera de las restantes éticas descritas. Si,
por ejemplo, se combina la ética centrada en los animales estaríamos obligados a
considerar los intereses de los animales y la meta del mantenimiento de la biosfera.
Cuando éstas entran en conflicto, por ejemplo en algún extraño caso en el que sólo se
pueden salvar a animales simplificando un ecosistema, sería preciso algún tipo de
transacción.77
77
GOODPASTER, K.E. “On being morally considerable”, cit., p.74.
78
Para Mendonça, la ética ambiental biocéntrica de Paul W. Taylor (TAYLOR, J.P. “From Biocentric
Individualism to Biocentric Pluralism”. En: Enviromnmental Ethics Summer, 1995, v. 17. N.2, pp. 191-207)
fue objetivo de críticas por parte de James P. Sterba, pretendiendo invalidar o rehacer las tesis de aquél.
El título del artículo de Sterba, “From biocentric Individualism to biocentric pluralism” (Del individualismo
biocéntrico al pluralismo biocéntrico), revela su meta de salir del individualismo biocéntrico, pues al
sugerir correcciones al sistema original, Sterba propone una teoría ética ambiental pluralista biocéntrica.
Sterba analiza la crítica al individualismo exacerbado, según él, presente en la argumentación de
Paul W. Taylor, en Respect for Nature, sugiriendo su incapacidad para considerar el bien propio de
especies y ecosistemas y reconocerlos el estatuto de pacientes morales. En la propuesta de Taylor
por ser en clases abstractas, las especies no tienen un bien propio, por lo tanto, no se vuelven pasibles
de reconocimiento de bien inherente y de la exigencia de respecto por los agentes morales.
79
A pesar de que se hayan tomado todas las precauciones para el control de las poblaciones de las
especies silvestres, podría resultar dañino para las especies y su medio ambiente. Por ejemplo : gacelas,
conejos, ardillas, codornices y patos se reproducen con rapidez, y la falta de depredadores pueden
también exceder con rapidez la capacidad de alimentación proveniente de su medio ambiente. Por
esta razón, interesa a ciertas especies silvestres y a su medio ambiente, que los humanos a menudo
intervengan para mantenerse el equilibrio. Por supuesto, no habrá ambientes en los cuales los intereses
de los mismos y de los animales silvestres que allí habitan se dejen solos (STERBA, Ibidem, p. 203).
consumo.12 Para el autor, esa solución agradaría tanto a los teóricos holistas cuanto a los
de la liberación animal.80
En resumen, las propuestas de Sterba son: (a) Redefinir los pacientes morales: (i)
personas poseedoras del bien-propio y (ii) especies y los ecosistemas, también poseedores
del bien-propio material, sin que el interés no básico de una especie cualquiera pueda
tener primacía sobre un interés básico de la especie humana; (b) Sustituir los principios de
la prioridad por la resolución de conflictos de Taylor: (i) El Principio de la Defensa
80
Sterba critica el individualismo biocéntrico por: (i) ser muy exigente con los agentes morales y por
(ii) tener principios incoherentes e inconsistentes con el propio cuerpo teórico. En la obra, Respect for
Nature, estos puntos críticos son abordados en el último capítulo, destinados a proporcionar
principios para la resolución justa en las demandas en conflicto.
81
TAYLOR, J.P. “From Biocentric Individualism to Biocentric Pluralism”, cit., p. 195.
82
TAYLOR, J.P. “From Biocentric Individualism to Biocentric Pluralism”, cit., p. 196.
Humana; (ii) El Principio de la Preservación Humana; (iii) El Principio de la
Desproporción; y (iv) El principio de la Restitución.
El orden de los seres vivos incluye más animales humanos y no humanos; incluye
plantas, algas, organismos unicelulares, quizás virus y, según han sugerido algunos,
ecosistemas e incluso el conjunto de la biosfera. 96 La complejidad de una ética centrada en
la vida dependerá de cómo se responde la pregunta «¿qué es vivir?». Si se responde a esta
cuestión se llegará a la idea de un sistema autorregulado que pretende otorgar relevancia
moral a los seres vivos. Una ética centrada en la vida considera moralmente relevantes a
todos los seres vivos, aunque no necesariamente con igual significación moral. Así, podría
ser mejor salvar a una tortuga nariz de cerdo que a un arbusto waratah, aún cuando ambos
sean moralmente relevantes. Sin embargo, la primera puede ser moralmente más relevante
por su condición de ser vivo, será moralmente más significativo el más complejo.
95
Siguiendo a Rafael Mendonça, en su artículo, “La propuesta pluralista de la ética ambiental
biocéntrica”, James Sterba adopta la posición holista al considerar que hay valores inherente no sólo en
la vida de los individuos sino también en las especies, y que agentes morales tienen deberes de beneficencia,
tanto en relación a individuos, como en relación a las especies.
96
ATTFIELD, R., The Ethics of Environmental Concern. Oxford: Blackwell, 1983.p.19.
FIN.. LO QUE APARECE EN ROJO SON LOS PUNTOS Y TERMINA CADA UNO CUANDO SE ENCUENTRA
CON EL OTRO PUNTO, LEER Y SINTETIZAR.
Considerando un caso diferente, podría ser preferible salvar una planta que salvar a una
tortuga nariz de cerdo, porque sólo aquella planta puede ocupar su nicho ecológico
particular, mientras que la tortuga nariz de cerdo ocupa un nicho que quizás podrían ocupar
tortugas parecidas de diferente especie. Aquí la diferenciación se basa en una valoración
moral de las consecuencias respectivas de la eliminación de la planta y de la tortuga nariz
de cerdo y no de las características internas de ambos seres vivos.
Una ética centrada en la vida exige que, a la hora de decidir cómo hemos de actuar,
tengamos en cuenta el impacto de nuestras acciones sobre todo ser vivo afectado por ellas.
Por ejemplo, si prosiguen las prospecciones mineras en el Kakadu, ello supondrá la tala de
árboles y la destrucción de vegetación; determinará la muerte de algunos animales y la
alteración, si no la destrucción, de los ecosistemas de los humedales. Estos hechos y otros
hablan en contra de la minería y han de sopesarse en conjunto frente a los resultados
favorables que podrían obtenerse si prosiguen las prospecciones.
Como los beneficios sólo incluirían ventajas materiales para algunas personas, sería
difícil realizar la suma valorativa de forma que aprobase la actividad minera. Esto no
quiere decir que nunca sea moralmente permisible talar árboles, allanar dunas, sacrificar
animales, modificar ecosistemas, etc. Lo permisible depende de cuáles sean los resultados
y las diferencias de significación moral dentro de la clase de lo moralmente relevante.
En ocasiones, una ética centrada en la vida podría adoptar una forma radical: podría
afirmar que no sólo son moralmente relevantes todos los seres vivos sino que además
tienen igual significación moral.97 Este igualitarismo biótico, si fuese justificable, haría
realmente difícil defender las intervenciones humanas morales en el entorno natural. Sólo
permitiría juicios cuantitativos; por ejemplo, que dos seres vivos importan más que uno. La
mayoría de las éticas centradas en la vida propuestas contemplan una significación
diferencial en el orden de los seres vivos, aún cuando no se considere siempre más
significativos a los humanos. La conservación de la biosfera y de ecosistemas mayores
podría considerarse más significativa que la conservación de grandes contingentes de
personas.
97
NAESS, A., “Self-realisation in mixed communities of humans, bears, sheep and wolves”, Inquiry, 22
1979, pp. 231-42
Las éticas consideradas hasta aquí evalúan las acciones teniendo en cuenta las
consecuencias para los individuos y agregándolas. Lo que distingue a estas éticas es el tipo
de individuos que contemplan; además, las últimas incluyen a todos los individuos
incluidos por las anteriores. Podría decirse que somos inexorablemente atraídos hacia una
ética centrada en la vida; que no existe una forma no arbitraria de detener el
desplazamiento desde la ética de alcance más limitado a la ética de más amplio alcance.
¿Por qué no dar una vuelta más de tuerca al argumento e incluir también a los seres vivos
como seres moralmente considerables? No se trata aquí de atribuir una vida o una
perspectiva mental a seres no vivos; eso sería entrar en una discusión totalmente distinta.
Lo que se quiere decir es que los seres no vivos que, al igual que muchos seres vivos
carecen de conciencia e incluso de una organización biológica rudimentaria, son
moralmente relevantes. Podemos llamar a ésta la «ética del todo».98
Una crítica que se debe hacer al ecocentrismo es, como a las corrientes anteriores,
la analogía con los humanos. Siempre percibimos que, como nosotros, algún animal puede
98
ELLIOT, R., La Ética Ambiental, Compendio de Ética. Versión Espanhola de Jorge Vigil Rubio y
Margarita Vigil-Alianza Editorial, 2007, p 396.
sufrir; como nosotros, otros seres vivos tienen un fin que cumplir –pero difícilmente
encontraremos algo en nosotros que se asemeje a un ecosistema o a una floresta-. Por ello,
y por buscar practicar el bien a partir de una verdad antropomórfica, al intentar hacer lo
mejor posible, muchas veces lo acabamos haciendo peor.
Se puede criticar el ecocentrismo porque hay una diferencia entre seres susceptibles
de enfermedad y de salud, como los árboles, y aquellos que resultan inmunes (aunque
puedan ser danificados), como una roca o un coral. 99 Si los primeros merecen un estatuto
moral, los últimos también lo merecen. Pero ¿cuál es el estatuto moral para un planeta
lejano? Atribuir una relación de interdependencia entre seres no significa que posean
relación moral –sin embargo en la visión egocéntrica se debe considerar moralmente a
todos los seres no humanos, estén o no en interdependencia con nosotros-. Por ejemplo: en
la biosfera, todos los sistemas implicados son necesarios para el mantenimiento de unos y
de los otros; pero, la biosfera en sí es valiosa o, dicho de otra manera, tiene un valor
propio. Según la visión egocéntrica, la biosfera sólo tiene valor en función de los
“instrumentos” que la componen.
Sin embargo, algunos sistemas tienen valor no instrumental, inherente (un paisaje
natural, por ejemplo). Cuando se valora alguna propiedad de la naturaleza (estética), si se
hace eso con ojos humanos, y es evidente que los juicios son diferentes en cada persona.
Nuevamente aparece ahí la visión antropocéntrica.
99
Sobre la clasificación del pensamiento ambiental ver FOLADORI, Guillermo. “Una topología del
pensamiento ambientalista”. En: PIERRI, Naína. ; FOLADORI, Guillermo. (Org.) Sustentabilidad
Desacuerdos sobre el desarrollo sustentable Montevideo: Trabalho y Capital, 2001, pp.81-127.
corriente denominada “ecología profunda” (deep ecology), es necesario mencionar que la
corriente egocéntrica tiende a un abordaje más místico que racional de una filosofía
ambiental. Esa visión rechaza la razón occidental, pues afirma que nuestra existencia
depende de un “todo”. Entonces, el yo debe diluirse como parte de un todo. Pero, ¿es
posible que todos los seres humanos alcancen tal estado de iluminación (unión individuo-
naturaleza, interrelación de todas las cosas)? Apostamos por esa posibilidad.
100
BUNGE, M., Ética e ciência. Buenos Aires: Ed. Siglo Veinte, 1960, pp.153-154 y p.375.
Las armas nucleares, la polución ambiental y las biotecnologías, cuyos
efectos globales y consecuencias futuras son imprevisibles interpelan la reflexión
ética de forma totalmente inusitada, pero que aún presenta una serie de dificultades
en sus desdoblamientos y, aunque sea evidente la urgencia de todas esas
proposiciones éticas, también es posible percibir que el contexto del pensamiento
ambientalista es todavía difuso y que la ética ambiental es aún una “disciplina
joven, sin explicaciones y postulados definitivos”, es decir, es “un campo todavía
poco desarrollado si tomamos en consideración la enorme y compleja cantidad de
cuestiones que saca a la luz”. Es un desafío que Hans Jonas intentó responde con la
concepción de su ética para la civilización tecnológica.101
En las páginas que siguen vamos a exponer cinco casos de grandes daños
medioambientales que permitieron poner de manifiesto la falta de ética ambiental y
de ahí los consiguientes daños.
101
BUNGE, M., Ética e ciencia, cit., p. 377.